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La revista literaria de las Nuevas Voces Número 03 agosto 2013 Crónica CINDY JIMÉNEZ-VERA En San Sebastián, su pueblo y el mío: Un proyecto de país desde la poesía Consejitos DE REDACCIÓN Y ESTILO POESÍA • CUENTO • ENSAYO Libros LO NUEVO EN VITRINAS entrevista CARMEN R. MARÍN EDICIÓN ESPECIAL DEDICADA A LA POESÍA

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Tercera Edición de Corpus Litterarum. La Revista de las Nuevas Voces.

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Page 1: Revista Corpus Litterarum

La revista literaria de las Nuevas Voces

Número 03 agosto 2013

Crónica

CINDY JIMÉNEZ-VERAEn San Sebastián, su puebloy el mío: Un proyecto de paísdesde la poesía

ConsejitosDE REDACCIÓN Y ESTILO

POESÍA • CUENTO • ENSAYO

LibrosLO NUEVO EN VITRINAS

entrevista

CARMEN R. MARÍN

EDICIÓ

N ESPECIA

L

DEDICADA A

LA POESÍA

Page 2: Revista Corpus Litterarum

Editores

Editor Asistente yDiseñador Gráfico

Diseñador deMedios Web

Investigación

Relaciones Públicas

E. J. NIEVESSANDRA B. VALENTÍN MEDINA

JULIO A. GARCÍA ROSADO

E. J. NIEVES

SANDRA B. VALENTÍN MEDINA

RAYMOND P. MELÉNDEZ-MIRANDA

Los textos publicados en esta revista son de la autoría de cada autor/ra; por lo que los derechos de propiedad intelectual les pertenecen exclusivamente a esto/as. Tales escritos son publicados aquí con la autorización correspondiente, y con el propósito de su exposición y lectura. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita del titular del Copyright, bajos las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante venta.

Si usted está interesado en la publicación de alguno de los escritos, es necesaria la autorización expresa del/la autor/ra.

EDITORIAL

Hola a todos de nuevo. Un poquito más tarde este mes, aquí les presentamos Corpus Litte-rarum: Edición Especial de Poesía. Cuando

me senté al escritorio a teclear esta nota, solo podía pensar en: «Los poetas se respetan». ¡Y me refiero a todos los poetas! Se respeta al poeta que vive dentro de cada escritor, sin importar el género a que se de-dique. También se respeta al poeta que vive dentro del médico, del cajero del colmado, del político, del policía… Todos por igual hemos sentido la inspira-ción alguna vez. Todos hemos presenciado algo muy hermoso o muy horrible, y sentido deseos de encon-trar las palabras para describirlo. Escribimos poesía porque sentimos y las palabras no nos alcanzan. El lenguaje no es suficiente. Así que lo distorsionamos, los transgredimos, lo transformamos.

Si Corpus Litterarum tiene un compromiso de profunda lealtad con la literatura, nos pareció pru-dente comenzar homenajeando al poeta. No por-que merezca más respeto que un cuentista o un en-sayista, sino porque, en muchos aspectos, la poesía se asemeja más a una chispa espontánea, atrevida, improvisada… Parece más un inicio, ¿no creen?

Por cuanto, les presentamos esta edición con or-gullo especial. No por ser nuestra idea de un peque-ño homenaje, sino porque vemos que se refleja en ella el esfuerzo que nos tomó traerla a ustedes. Sin temor a equivocarme, hablo en nombre del equi-po cuando digo que fue nuestro mayor reto. Lo bueno es que ninguno se había formado ilusiones de que iba a ser sencillo. Sabíamos que las compli-caciones vendrían; y, tras salir airosos al vencerlas, hemos reafirmado el compromiso: la promesa que le hicimos a la causa cuando decidimos afilar los lápices y comenzar esta tarea. Espero que Corpus siga creciendo, y que este proyecto que comenzó en nuestro patio llegue a muchos más lugares.

Hoy, comienzo agradeciendo a nuestros poetas, los poetas que escogieron Corpus Litterarum para compartir sus talentos. Ustedes nos engrandecen. Agradezco a los lectores por los buenos deseos, co-mentarios y críticas. Mantenemos como meta ser mejores, y la retroalimentación nos ayuda muchí-simo. Gracias, como siempre digo y diré, a E.J. y al resto del equipo. Ya saben que si leyeron algún texto y la imagen de fondo los mantuvo en la página aun después de terminado, esas gracias son para Julio A. García, nuestro diseñador gráfico, que siempre anda la milla extra por que la revista llegue a ustedes peinada, maquillada y con los tacones perfectos.

Gracias a Carmen R. Marín por la tarde estupen-da y la conversación placentera. En esta edición, leerán cómo nos habló sobre su poemario nuevo Salvahuidas. Extiendo un agradecimiento especial a Luis E. Soto por ser nuestra cámara durante la en-trevista. Gracias a Raymond P. Meléndez-Miranda, nuestro nuevo relacionista público. Con toda nues-tra esperanza y, personalmente, toda mi confianza te decimos: «bienvenido abordo». Creo que ya di-cho lo que restaba por decir, sin más preámbulos, aquí está la Edición Especial de Poesía de su re-vista Corpus Litterarum. Espero que la disfruten.Sandra B. Valentín Medina, Editora

es una revista que tiene como fin proveer un espacio de publicación para la producción literaria de las nuevas voces, tanto de estudiantes universitarios como tam-bién del público general que desean darse a conocer en el mundo literario.

PUEDE ENVIARNOS SUS PREGUNTAS Y COMENTARIOS A:

Email: [email protected]: www.corpuslitterarum.weebly.com

SÍGANOS EN Facebook: Corpus Litterarum: La Revista de las Nuevas Voces

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POESÍA

SECCIONES

COLUMNA

ENTREVISTA

CRÓNICA

Tras el espejoJennifer Meteliche

De cumbres y de gocesGustavo M. Galliano

La ceibaWilliam Rosado Ocasio

Detrás de las lámparasJeanette Rodríguez Colón

Queja #1Lyzbeeth M. Cruz Cara

Caricatura transmediadaAnthony Hernández Rivera

CrónicaBetzabeth Pagán

Palabras del pecadoHirám Sánchez

Allí en la misma esquina de tu ojoAlexandra Pagán Vélez

7 HaikusLuis Cintrón

It Takes Twins 2 TangoGretza Piñeiro

Epitafio LapidarioEdwin E. Figueroa Acevedo

SumaKaren Sevilla

TinieblasAngela María Valentín

Requiem del almaWanda Margarita Lluveras Gómez

Lluvia y humedadFrancisco A. Torres Arroyo

Lo nuevo en vitrinas

Próximas Actividades

Consejitos de estiloJulio A. García Rosado

Una tarde con Carmen R. MarínE.J. Nieves

En San Sebastián, su puebloy el mío: Un proyecto de país desde la poesíaCindy Jiménez-Vera

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Tras el espejoJennifer Meletiche

Y sueña ahíFrente al espejo de paredSe descubre el almaSe peina el cabelloY yo del otro ladoQueriéndola con sus libras de másCon su pelo acabada de levantarCon sus complejosYo vivo ahí.Envidiando el reflejo que la desviste todos los díasSiendo su público mientras cantaDibujándole el mundo mientras lloraSé que vivo ahí.Tacones rojosLabios asesinosCon un peligro de pechoElla, un cigarro con sabor.Amarga como el limón Es un sueñoSiempre un sueño de mujer.

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De cumbres y de gocesGustavo M. Galliano

Irrumpo en la cimaturgente de tus pechos,y me deslizobañándote de luna.Por la planicie marfil,donde tu vientre,desemboca afiebradoen plena tundra.Y a paso de machete,embisto enceguecido,contra la húmeda oscuridaddel Gran Deseo.Y en el vórtice fugazde lava y fuego,inundo de semillas tu caverna,con vértigo ciclópeo, jadeos

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La ceibaWilliam Rosado Ocasio

Noche macabra entre huesos que tintinean en mi tumba cubierta de tierra bajo la ceiba que me desentierra a través de los siglos.

Sobre la tierra sagrada se vislumbran los pórticos del tiempo inalcanzable; millones de historias no vividas, eternos lamentos irreprochables.

Tintinean mis dientes en la calavera de la memoria de lo que fueron estaciones gélidas en primavera del frugal pasado de escases; sentimiento conectado de la colmena.

Crujen sobre mis brazos los pies del acelerado presente que revienta las pústulas dejando visibles marcas que consumen la carne hasta el cansancio dejando todo en su actual estado; etéreos monstruas de la vida fugaz, remedio lejano de la muerte que aguarda.

El eco retumba en los pórticos de la ceiba donde se postra el tiempo ante sus siglos, transmisión del alma impura de mis huesos, una voz que solo escuchan las verdes hojas que impulsan los vientos cargando un susurro: Soy lo que fue, y seré lo que perdure en el olvido...

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Detrás de las lámparasJeanette Rodríguez Colón

Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:pero el amor sin límites me crecerá en el alma.

Arthur Rimbaud

Mientras transcurre todo,detrás de las lámparas el rostro es alegoría.Detrás de mí solo se ve el espejo,el cristal que rasga el firmamento donde se vacía una palabra,donde se deslizan nuestros cuerpos a media luz. Esta simple orilla es mi regazo, piel entre poemas cortadospara rozar la mirada intermediaen el dolor de saberme involuntaria.

Inmensa fascinación de reconocer que el amor también ha vivido en cuerpos,ha muerto escondido, impenetrable, como un rayo de naufragios despedidos.

He presenciado el último paso en el que escribo, a filos de espadas,a miradas disfrazadas de memorias nocturnasy estoy tan segura de enterrar la región ocultadonde solo aparezco en este fondo,inmóvil olvido de irrealidades.

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Queja #1Lyzbêeth M. Cruz & Cara

Me siento desgarradade aquello que una vez fue origen…Entre ojos vacíosy lunas espesas,bailo un danzón del pasadoque confunde los pasosy vuelve el baile en mueca.

Enredada entre nombres familiarespero inertes,me envuelve un torbellino que no vive y que no muere.Quiero detenerme …poner alto al pasoque me llevay que me sostiene …fuerzas contradictoriasde una marea confundidaque se pierde en sí misma …sin recordar su historia,sin anticipar su muerte.¡Deténte!

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Caricatura transmediadaAnthony Hernández Rivera

A veces pienso,siento, que soy casiel típico personajede tu programa de tv favorito; a veces creo que,extenuado con la idea de posibles secuelas,me veo transmediado,intertextuado, en otras realidades y mundos virtuales,en los que siempre,al caer la tarde,termina apareciendo la pregunta usualsobre el motivo de la existenciaen ese mundo en el que apenasme veo transmutado.Muchas veces soy figura,monocromática y caleidoscópica

caricatura,insertada en el mundo de “lo real”.Siempre un lente me encuentra,sentadoen algún valle donde se ve caer el sol,donde me ven preguntarme el porquéde esta piel amarilla.Los créditos nunca caeny permanezco insertado,plasmado en cuatro bordesparedesque contienen esta epítome:yo, efigie de una tragicomediaen la que casi soyel chiste final.

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CrónicaBetzabeth Pagán

Me desprendo un poco,solo un poco,para observarme de lejos.Un poco máspara observar lo que observan tus ojos.Apenas la superficie,apenas un ápice...Me acerco, respiro profundo y vuelvo a aquella;la interrogante,la callada,la plena.Me acerco, me hundo, me encierro.Círculo vicioso del que se intenta huir. Malditas incoherencias.

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Palabras del pecadoHirám Sánchez

“4.escribo con todo el cuerpo/de hecho, si no tuviera manos/seguro

tendría palabras naciéndome en la piel/florecidas como una enreda-dera/con tocarme podrías leer(me)/sería una mujer poesía/es ahora y

tengo un poema escrito bajo las flores lilas de mis caderas”—Marlyn Cruz Centeno,

Seis cortos tergi/versados sobre las manos y dios (fragmento)

me tientascon un matojo de grafemasy se abre la heridatentándo(me)a leer(te)

desde allídesde el deseo vehementedonde te nacen las palabrasdebajo de las ganasde escribir(te) por dentro

desde ahídonde el filamento húmedose cristalizacon la anticipacióndel verbo

desde aquídesde el paraísodonde te florecela poesía melosae incitadora

me ofrecesla fruta mordidaque chorrea versospor tus muslosy cruzaslas puertas del pecadocon estrofas entre dedoscon haikus entre los labios

quiero morder(te)las letras

apetezcoque me declameshasta que tus adjetivossatisfagan mis ansiasde leer(te) con avidez

hasta que el Edénquede en la memoria

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Llegué a San Salvador el domingo, 14 de julio a las 4:00 a.m., luego de un atraso de siete horas que incluyó el cambio de una llanta de uno de los

aviones de conexión y la lectura de casi toda la poesía de Clemente Soto Vélez en dos aeropuertos distintos. Me recibió el poeta salvadoreño, Roberto Deras de Fundación Metáfora, entidad que me invitó al II Fes-tival Hispanoamericano de poesía Claudia María Jovel en San Sebastián, Departamento de San Vicente en El Salvador. Fuimos directo al hostal donde pasaría las po-cas horas de madrugada que me quedaban.

—Mañana vengo a recogerlas a las 9:30 a.m. Iremos a un Parque arqueológico en Aguilares.

—Gracias, Roberto. Me hace mucha ilusión esa visita.Con el uso del plural, supuse que mis compañeras

poetas ya habían llegado al país. A pesar de mi can-sancio por el viaje, luego de colocar la maleta con 20 libras de sobrepeso llena de libros que varios poetas y editores puertorriqueños tuvieron a bien obsequiarle a El Salvador, no me podía quedar dormida pensando en Aguilares, pueblo donde ministró el Reverendo Rutilio Grande, asesinado durante la guerra. El Padre Gran-de fue una gran influencia para el Monseñor Romero. También me conmovía haber llegado a la tierra de Ro-que Dalton. Igual, pude dormir un rato.

Aguilares: variaciones sobre la piedraen el carro de Roberto

El domingo en la mañana compartí un suculento desayuno salvadoreño que incluía arroz con fri-joles, plátano y huevos en el hospedaje junto a

las poetas, Ingrid Ortez de Honduras y Sara Castro de Costa Rica, también invitadas al Festival. De camino al Parque Arqueológico Cihuatán con ellas y Roberto, noto que atravesamos dos hileras larguísimas de árbo-les geométricamente inclinados como un túnel orgáni-co. Le pregunto que cuáles árboles son esos.

—No sé. Son así.Luego de estar un rato en el parque arqueológico bajo

un sol poco piadoso, llegamos a la casa del alcalde de Aguilares. Recuerdo haber leído y visto documentales

Por Cindy Jiménez-Vera

A Daniel Nina de El Post Antillano en Puerto Rico, que me pidióuna crónica del Festival. Y a Otoniel Guevara de la Fundación Metáfora en El Salvador, que también.

En San Sebastián, su pueblo y el mío:Un proyecto de país desde la poesía

CRÓNICA

sobre el impacto de la guerra en ese pueblo. Tenía mu-chas preguntas. Esta vez decidí sentarme en la parte trasera del carro de Roberto. No era justo que siempre estuviese al frente. En realidad quería mirar el mechón de pelo larguísimo que colgaba de la cabeza con pelo corto de Roberto. Al sentarme, noto una piedra cua-drada como un bloque entre mis pies.

—Es para las cuestas empinadas.Aquella piedra era un poema. La tuve entre los pies, de-

bajo de cada pie, al lado de los pies. Fui creando mis pro-pias ecuaciones. Esa fue mi lección de arqueología de ca-mino a la casa del alcalde. Para nuestra sorpresa el alcalde, Wilfredo Peña es poeta y nos esperaba con su hermosa familia, un lindo agasajo y otro compañero poeta, Javier Alas, quien había formado parte de un taller literario en la guerrilla. Obtuve muchas respuestas. Y más preguntas a la salida del pueblo. Recogimos nuestro equipaje en San Salvador y a la poeta nicaragüense, Marina Moncada.

¿Princesa, quiere que le ponga algo en su pupusita?

Esa noche llegamos a San Sebastián, Departamento de San Vicente. Allá visitamos a Eric Henríquez, de Fundación Metáfora, quien fuera el mejor ami-

go de la poeta Claudia María Jovel, desaparecida en la guerrilla. Luego, fuimos con Marisol Alfaro, sus hijos Mariana y Ariel Guevara y otros compañeros de Metáfora a comer pupusas revueltas con chocolate caliente. Las pu-pusas son tortillas de maíz algo gruesas que se rellenan ya sea con queso o frijoles o lo que llaman chicharrón, algo más suave y fibroso que el chicharrón boricua. Cuando una pupusa se rellena con esos tres ingredientes se le lla-ma revuelta. Un manjar. Al caminar en dirección a nues-tro hospedaje, Ariel de cuatro años, se voltea y me dice:

—Pero vos no te apurás.Hice como que aligeré mis pasos. Pero no tenía pri-

sa. Caminar entre las calles de San Sebastián era un destino. Nos acompañaba un hijo de Eric. Se acerca un grupo de jóvenes y saludan.

—Buenas.—Buenas.Qué guapo el alto, dijo Marina, la poeta nicaragüense.

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En San Sebastián, su pueblo y el mío:Un proyecto de país desde la poesía

Nosotros caminamos en dirección al hospedaje. Ellos siguen en dirección opuesta.

—Son mareros.Las cuatro poetas internacionales nos acomodamos en

la habitación del que sería nuestro hospedaje por una semana en casa de Don Fidel y Doña Raquel, su hija Olga, y su nieto, Carlos Fidel de siete años. El lunes en la mañana, luego del desayuno preparado y servido por Doña Raquel, fuimos a la inauguración del festival con Marisol Alfaro y Tony Peña de Fundación Metáfora. Leímos junto a la poeta mexicana y directora de la Edi-torial Literal, Jocelyn Pantoja y un poeta bataneco, gen-tilicio del pueblo de San Sebastián. A mi lado izquierdo estaba sentada una de las hermanas de Claudia María Jovel, poeta a quien se le dedicaba el festival, que, a su vez, forma parte de El Turno del ofendido, un festival de poesía que lleva ese nombre por un poema de Roque Dalton. En el mismo se llevan poetas internacionales y salvadoreños a pueblos de todo el país, no solamente a la capital. Uno de los fines de estos festivales es combatir la violencia a través de la poesía. La hermana de Jovel me prestó un libro pequeño con poemas de Claudia María. Al ser yo oriunda de San Sebastián del Pepino, pueblo puertorriqueño hamaquero y de mártires revoluciona-rios del 24 de septiembre, día después del Grito de La-res, pensé que tanta casualidad no podía desperdiciarse y seleccioné el siguiente poema para leerlo en voz alta:

San SebastiánEste pueblo

que ha visto crecer la nochecomo una inmensa flor marchita

nos llena los labios de ternuraacuden a nuestras manos pájaros presurosos

mientras el vientohace sonar cascabeles

sobre los pálidos tejados que duermen…

Nosotros, sin embargo,no dormimos

abandonando la complicidad de las puertas

salimos a proletarizar la esperanzacrecen ante nosotros los adoquines

y las ventanasy mientras sembramos las paredes de poemas

hermanados en la sangre que vigilalos grillos nos dirigen su mitin.

Luego de la inauguración del festival fuimos con los compañeros de la Fundación Metáfora a unos textiles de hamacas y manteles y pudimos apreciar la labor de los artesanos en su faena. Caminamos a un mercado en el que había todo tipo de objetos, frutas, verduras, car-nes, pescados, y por supuesto, pupusas recién hechas. Al doblar una esquina, oí a una señora decir:

—¿Princesa, quiere que le ponga algo en su pupusita?No pude evitar sonreír. En la tarde, leímos en el Centro

Cultural de San Sebastián, dentro del marco de la inau-guración de una exposición fotográfica de ciudadanos de la tercera edad. Al final, en la fila para los refrigerios una anciana se me acerca y me dice que ella lee poesía pero no la invitaron, que le ha gustado mucho lo que leí y que pa-rezco salvadoreña. Nos abrazamos y compartimos la me-rienda. Esa noche mi maleta, que se había empezado a va-ciar, se volvía a llenar con libros de la Editorial Literal de México, un proyecto editorial de altura que publica pro-puestas actuales de poesía latinoamericana. Entre los títu-los que me llevé figuran: Las ondulaciones permanentes: última poesía cubana, editado por Javier Norambuena y Luis Yuseff, Chicle (ahora es cuando) de la poeta cubana Legna Rodríguez Iglesias, Transversa de la nicaragüen-se Gema Santamaría, Transterra del mexicano Gerardo Villanueva, Apresurada cicatriz: instantáneas de poesía centroamericana, antología editada por Jocelyn Pantoja, Lauri García Dueñas y Gema Santamaría.

¿Qué sabes de Arquímides?

El martes nos toca leer en un Centro Escolar en un pueblo fuera de San Sebastián llamado San Esteban Catarina. Nos lleva el poeta salvadore-

ño, Tony Peña de Metáfora. De camino nos detene-mos frente al Valle de Jiboa para ver los maizales y el volcán de Chinchontepec en San Vicente. Al llegar a

FOTO: Ingrid Ortéz

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la lectura nos recibe Douglas Martínez Cruz, hermano del poeta desaparecido en la guerra, Arquímides Cruz, por quien todavía preguntan muchos. Algunos jóve-nes de escuela superior leyeron sus poemas en voz alta, otros los leyeron al oído de algunas de las poetas uti-lizando sus celulares. Era una audiencia enorme. Los más valientes nos hicieron preguntas de forma oral. Los tímidos las escribían en un cuaderno que aún con-servo. En el fondo sigo buscando respuestas para ellos y para mí. Douglas y Tony nos llevaron a almorzar a un lindo restaurante. No dejaba de mirar el rostro de Douglas. Quería preguntarle yo también qué sabes de Arquímides? Al salir del almuerzo me sentía mareada y no pude aceptar la invitación de los compañeros a conocer lugares importantes relacionados a la guerrilla de los ochenta en San Vicente. Al llegar al hospedaje, noto que además del mareo tengo otros síntomas tí-picos del viajero. Don Fidel y su familia me colman de cuidos, sueros, medicinas, jugos de limón y sal y todo el amor que cualquier hija puede necesitar en ese momento. El mismo que me brindaron desde el pri-mer día. En la noche y por la fiebre me asaltan unos escalofríos que despiertan a las otras poetas quienes me abrigan y me calman hasta que dormimos.

Puerto Rican Obituary debajo de las carambolas—Cindy y las niñas, vengan a desayunar.Así fuimos las poetas para nuestra familia bataneca, sus

niñas. Casi no pude probar bocado. Estaba muy enfer-ma. Carlos Fidel, el nieto de siete años de los dueños de la casa me enseña un juguete confeccionado por él mismo y recita el poema Margarita, está linda la mar de Rubén Darío. Eso me anima a salir a las lecturas del día. Llegó David Juárez, poeta salvadoreño de Fundación Metáfora y nos llevó a la lectura en el Instituto Nacional de San Sebastián, donde Claudia María Jovel cursó sus estudios de escuela superior vocacional. Nos recibió su directora, quien fue maestra de Jovel de mecanografía y contadu-ría. Me contó que los de la guerrilla llegaron a llevarse a algunos estudiantes del Instituto para reclutarlos en algún momento. Luego los devolvió. Los desaparecidos durante la guerra, si embargo, siguen muy presentes en-tre los familiares. Algunas madres siguen preguntando por sus hijos. San Sebastián es una herida abierta.

—Mira los balazos en esa ventana. Ahora vivimos otra guerra. Las maras.

En la lectura no me sentía bien. La poeta hondureña In-grid Ortez les leyó poemas de manera impecable mientras caminaba entre los pupitres. A mí todo me daba vueltas.

El compañero David Juárez también le habló a los es-tudiantes. Les dijo que la poesía es tan natural como todas las cosas.

—No nos debe ser extraño escribir poemas. La poesía es parte de la vida diaria.

Yo necesitaba recostarme por mi salud física y por el dolor de esas madres, los familiares y amigos de tantos desaparecidos que los siguen buscando. Buscando sus cuerpos. Sus historias. Cerrar un círculo. En la tarde, las poetas internacionales son llevadas a una visita a una laguna. Esa excursión me entusiasmaba mucho, pero ya me sentía muy mal. David Juárez se quedó todo el tiempo conmigo. Nunca dejó de sonreír. Nos recosta-

mos en unas hamacas en el patio interior del hospeda-je. Tomamos agua de coco de las palmas de Don Fidel. Al dirigirme a la cocina para devolver el vaso y un plato de sopa que me prepararon, llega Otoniel Guevara, di-rector de la Fundación Metáfora. Pregunta por mí y con un fuerte abrazo indaga sobre mi salud.

—Yerba mala nunca muere.Reímos por mi respuesta. Nos fuimos Otoniel, David

y yo a las hamacas sostenidas por árboles de carambo-las. Allí Otoniel me cuenta de cuando Pedro Pietri es-tuvo en El Salvador.

—Fuimos a una lectura de poesía a la cárcel.Los reclusos lo miran con sospecha y el director de

la institución los llama a la oficina y les muestra las reglas de visita que estipulan que no puede ir nadie con bigote, pelo largo, sombrero o vestido de negro. La mayoría de la población de reclusos pertenece a las maras o pandillas. Algunos de ellos han sido deporta-dos desde los Estados Unidos. Otoniel le pide al direc-tor que haga una excepción, que Pietri es un poeta que viene desde Nueva York. Al final accede y van los dos a leer poesía a los reclusos, quienes les miran mal y per-manecen en silencio. Pietri les lee Puerto Rican Obi-tuary en inglés y Otoniel lo lee traducido al español.

Here lies JuanHere lies Miguel

Here lies MilagrosHere lies Olga

Here lies Manuelwho died yesterday today

and will die again tomorrowAlways brokeAlways owing

Never knowing

that they are beautiful people

Never knowingthe geography of their complexion.

Al terminar la lectura, levantan a Pietri y lo cargan. Lo hacen marero. Pietri sale muy feliz de la cárcel por-que pertenece a una mara. Otoniel, David y yo reí-mos. Procuro que no noten que al final de la historia me bebo las lágrimas.

Luego de una siesta en la hamaca se me han ido todos los síntomas y tengo apetito. Salimos hacia la casa de Eric Henríquez un rato y éste le pide a su hijo que traiga pupusas. Me comí dos con queso. Seguía con apetito. Así que Otoniel, David y yo fuimos a un puesto de Po-llo Campero y pedimos una orden generosa de pollo fri-to para llevar al hospedaje. Al llegar de noche, las poetas habían regresado de la excursión a la laguna y comimos todos en la mesa. David nos leyó algunos de sus poemas a petición de la poeta nicaragüense, Marina Moncada. Dormí bien. Había superado la aflicción de salud.

Un guardia con fusil en manoquiere uno de tus poemas

En la mañana del jueves leímos en Cojutepeque. Los estudiantes celebraban la cultura por una semana con teatro, música y poesía. Había poe-

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tas entre los jóvenes. Algunos nos enviaban papelitos con preguntas a los poetas. Al regresar en la tarde a San Sebastián se celebró la clausura del festival en la plaza pública, frente a la alcaldía. Fue una hermosa celebración de pueblo. Gente de todas las edades sen-tados y de pie fueron a escuchar poesía. Al lado de los poetas había un guardia con un fusil que se conmovió con uno de los poemas de la hondureña. Tal como dijo David, la poesía es parte de todo. Luego Otoniel se encargó de darle el poema de Ingrid Ortéz al guardia. Esa noche salimos en autobús bajo una lluvia incle-mente hacia San Salvador.

Se acabó la tregua entre las Maras

El viernes en la mañana el poeta salvadoreño de Fundación Metáfora, Vladimir Baiza me lleva al Colegio donde se me ha asignado leer junto a

Claudia Meyer y Miroslava Rosales. Baiza había sido invitado al Festival Internacional de poesía de Puerto Rico, por lo que teníamos un vínculo y me alegré mu-chísimo de compartir con él en su tierra. Al salir de la lectura, almorzamos en el Colegio junto a Otoniel. Todos los chicos rodeaban a Otoniel para tomarse fo-tos con él.

—Se acabó la tregua entre las maras. Hablan de un toque de queda.

Mientras Otoniel pronunciaba esas palabras yo comía callada. En El Salvador hay dos maras (pandillas) prin-cipales la Mara salvatrucha o MS 13 y la Mara18. Son rivales. A tal grado, que las cárceles las tuvieron que re-esctructurar por maras, porque se estaban matando los reclusos. Los mareros llegan a los establecimientos a co-brar la renta. Lo mismo pasa con el transporte colectivo. Pueden subirse a un autobús, detener labores y rutas y cobrar la renta entre los pasajeros. La renta es dinero que recogen para ellos y para poderle brindar una mejor ca-lidad de vida a los mareros que están en la cárcel. Hasta hace poco hubo una tregua. Una pausa en la que dejaron de matarse unos a otros. Las noticias oficiales habían de-clarado a algunos pueblos como zonas libres de violencia. No obstante, en esos momentos se había roto la tregua y empezaron a ocurrir muertes. Esa tarde, poetas y miem-bros de Metáfora permanecimos en el hostal. En la noche fuimos a una lectura en la celebración de un aniversario de la asociación feminista Dignas. Creo que las aburrimos un poco. Por suerte, llegaron unas chicas con tambores y luces y llenaron de vida la fiesta. Eso también es poesía.

El Monseñor es mi pastor

El sábado en la mañana salimos a un recorrido por algunos museos en San Salvador con David Juárez y Otoniel Guevara. Visitamos el Museo de Antropo-

logía, en el que aprendí sobre la cultura Nahua Pipil, los jaguares, la cosmogonía del pueblo salvadoreño y el sincre-tismo. En la librería del museo adquirí la narrativa comple-ta de Salarrué, la poesía de Roque Dalton y unos libros de poesía infantil salvadoreña y uruguaya. San Salvador respi-ra historia por todas partes, aún entre Starbucks, Wendy’s, Pizza Hut, Sears y otras invasiones. Le pedí a David que me llevara a la tumba del Monseñor Romero en la Catedral. Nos acompañó la poeta hondureña. Al llegar al mausoleo nos recibe un hombre sonriente y me enseña el libro de

visitas para que escribiera lo que sentía por el Monseñor. Me pareció prudente escribir algo importante, o al menos conmovedor dado que se está considerando canonizar a Romero. Pero al poner el bolígrafo sobre el papel comencé a temblar y solamente pude escribir mi nombre, mi país y una frase arrastrada que leía: El Monseñor es mi pastor.

Hasta la poesía siempre

En la noche fuimos a una última lectura que fue en el Museo de Santa Tecla, antigua cárcel de tor-turas para prisioneros políticos durante la guerra.

Llovió en la lectura, nos mojamos porque la dirección de la lluvia era de tal forma que entraba por las ventanas del Museo. Una cantora nos deleitó con cantos latinoa-mericanos. Y un sonriente guitarrista le cantaba los ini-cios de las canciones que en ocasiones olvidaba. Luego cenamos, recibimos libros de poesía. En ese momento y guiados por David Juárez y Tony Peña, descubrimos que todo en el restaurante era chino. Roberto me llevó al aeropuerto de San Salvador. Por el cansancio me dor-mí en el camino. Al llegar y bajarme para coger la male-ta, me percaté que debido a la altura durante el viaje en carro tengo los oídos tapados y no alcanzo a escuchar lo que me dice Roberto. Me grita que se va a estacionar y que regresa. Hago la fila para registrar la maleta, que va más pesada que como llegó. Y frente a mí está un gringo con una salvadoreña. Señala mi camisa negra que ase-meja el tablero del juego de mesa Ouija™ y dice:

—It’s being a while since I played with a Ouija board.Su esposa muy seria le dice algo al oído y él contesta:—No, it’s not Satanic!Así me doy cuenta que se me han destapado los oí-

dos. Ya es mi turno, registro la maleta y subo hacia la salida que me dirige al avión. Allá me espera Roberto a quien pude escuchar por última vez, pero no recuerdo lo que me dijo. Tampoco me fijé en su mechón. Lo abrazo agradecida. Y camino hasta la poesía siempre. Frase que tomo de Eric Henríquez.

Coda: Hospitalidad centroamericana

En el avión de regreso a Puerto Rico, planifico dor-mir porque tengo hambre y es el segundo avión de la noche luego de una lectura de poesía y un

día agotador. El dinero lo gasté con gusto pagando el so-brepeso de la maleta llena de libros de poesía. No logro dormir. A mi lado va sentado un hombre guapísimo de unos cuarenta y tantos años que desea conversar. Con-versamos. Me dice que nunca había conocido a una poe-ta. «Googlea» mi nombre en su celular y marca la página de Erizo Editorial, a pesar de no leer en español. Es de Belize, pero vive en Puerto Rico. La línea aérea que no ofrece ni un vaso de agua, anuncia que ya pueden com-prar algo de comer. Él ordena dos sopas. Y pienso que tiene un apetito voraz, porque las sopas que venden son enormes. Cuando llegan a servirle las dos sopas, él abre la mesita frente a mi asiento y me sirve una de las sopas. Se come la otra. En ese momento pensé que era la mejor sopa del mundo. No pude evitar sonreír por la hospita-lidad centroamericana que acababa de experimentar, la misma que había vivido durante algo más de una sema-na gracias a la Fundación Metáfora y su proyecto de país desde la poesía.

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Allí en la misma esquina de tu ojoAlexandra Pagán Vélez

Allí en la misma esquina de tu ojoreside, habita, coincideun gigante, un ente grotescoque te exprime las lágrimas y las consumese las traga como boacomo cerdo, como sapocomo… ¡hormiga!Colosal y mínimoreducido y compactadoen la misma esquina una arenita que no vespero que te exprime cada suspirocada queja lenta y quieta,que se te agolpaingrata, insípida ¡tonta!Un gigante tan reducidoque cuando te mira ¡te compacta!Te alargas como médulacomo tripa regalonade gordo Burger King®te estiras, te tocaste miras, “Yo soy…”pero el gigante te detiene“tú eres” frente a un espejofrente a un televisorfrente a posibilidades de ruleta rusaun proverbio

un chasquido de dedosla tabla de multiplicaruno por uno por dos por ceroen la esquina de cualquier ojoun gigante pesael peso de un cableque acompañas con pop corn palomitas de asmaasma, asmaen la esquina del ojohabita un giganteque pesaque agota las lágrimaste turbas, te detienes¿¡Qué era lo que quería… decirte!?¡Palabras!El gigante no duermese toca, te toca¡a cualquiera le toca!una lotería de espejosuna rifa de televisoresel sorteo de una ruleta¿rusa?... USA, ABUSAconsume, te consumeen las posibilidades de tener un giganteen la esquina del ojo que a veces pareceun gordo Burger King®

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Allí en la misma esquina de tu ojo

7 HaikusLuis Cintrón

1. Llegué a besarel polvo. Tú músicasalvó mis labios.

2. Reencarnaste en este amor que el tiempo contempla.

3. Aquí de noche con tu olor a lluvia, tu cuerpo en gotas.

4. Resbalé sobre una cintura celeste en su ocaso.

5. Maldita ancla, me mantienes inmóvil ante mis sueños.

6. Después de irte noté tu rastro en mi boca sonriente.

7. Mi viñedo de humedad y calor, sabor de años.

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It Takes Twins 2 TangoGretza Piñeiro

When I met youeverything around was redwhen the light was on,otherwise it was black.I touched you before there was light.Remember?It was a finger or a toemaybe it was (y)our heart.De sista a sista,nobody knows or understandslo que ha sido desde entonces.Ocho años bisiestos of these thirty years,like a pearl wedding.Many days... No one can countholas o adioses.I look at your face each morningat the botiquín mirror,say hello and you smile

with that beautiful smile of yoursthat always make me feel envy... capital sin.When you were born, I was already dando cara!I think that is the reason why you have dado cara tantas veces.Our childhood, carabí hurí, carabí hurá.I look at our photos,when we were two innocent girls(si alguna vez lo fuimos)and ask myself, where have my dreams gone?Does sista have los suyos todavía?We were together each day, we are and we are going to...I can’t comply, in thirty yearslife has been not so rude.One gray hair, two wrinkles and a knee that hurts sometimes.My shadow has its own body.

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Epitafio lapidarioEdwin E. Figueroa Acevedo

Letras esculpidasen frío mármolbruñido. Honora quien en vida

fue miseria y escoria.Huesos añejados que supuran la hiel en tu pellejo.Escupo la tierra que te acobija entre sus entrañas.

Quemo la tierra que te consume, para que tu carnepodrida también

pruebe la vehemenciaque tu alma aviva en elinfierno. Irónicamente,

te custodian tres figurillasque te extienden sus brazos:

un Cristo Redentor manchadoun Divino Niño manco

y una Virgen de la Misericordia acongojada.

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E.J.: Antes de comenzar con las preguntas, háblanos sobre quién es Carmen R. Marín.

Carmen R.: Esa es una buena pre-gunta. Carmen R. Marín es el nom-bre que he utilizado para publicar Salvahuidas y el que usé anterior-mente para publicar otras cositas. Mi nombre es Carmen Lydia. La R es de Rodríguez y Marín es el apellido de mamá, que es quien realmente ha es-tado conmigo desde que nací. Aparte de eso, Carmen es maestra de espa-ñol, y usa mayúsculas en la vida real. Enseño español en una escuela priva-da secundaria en San Juan. Estudié Estudios Hispánicos en Mayagüez, en la UPR, y la maestría en Roman-ce Languages en español, también en Nueva York. Luego estudié el doc-torado en Stony Brook, Nueva York. Así que, Carmen R. Marín es una es-tofona que ahora es maestra.

E.J.: Esta edición está dedicada a la poesía. Como eres poeta, puedes decirnos qué es la poesía para ti.

Carmen R.: ¡Wow! Cuando dicen eres poeta, yo me quedo… ¡Qué fuerte! Poesía… Creo que existe en todas partes. Aunque suene clichoso. En términos lingüísticos, se trata de un manejo particular de la lengua que busca eso que llaman el goce estético, bien sea por terrible o por maravilloso, y hay muchas maneras de lograrlo. No podría encajar poesía dentro de una definición particular. En ese caso tengo que imitar a Darío. A Rubén Darío cuando no quería ningún manifiesto y decía: «¿Cómo escribir un manifiesto si yo precisa-mente lo que quiero es la libertad en la escritura y la poesía?». Tampoco me atrevo a definir, aunque juego con las definiciones.

E.J.: A la hora de sentarte a escribir, ¿cómo es tu proceso de escritura?

Para esta Edición Especial, dedicada a la poesía, nos dimos la tarea de entrevistar, rodeados de libros y música de piano, a Carmen R. Marín, que, recientemente, publicó Salvahuidas, su primer poemario bajo el

sello Editorial Erizo.

Por E.J. Nieves ySandra B. Medina

Carmen R.: El proceso de escritura de este libro fue como una terapia. Surge de varios talleres. Hago un paréntesis para enfatizar la importancia de los talleres que hacen escritores y escrito-ras maravillosos en este país, tan des-prendidamente. Por un lado, Yolanda Arroyo Pizarro dio en el 2010 un taller que se llamó Taller para Sobrevivien-tes. Yo acababa de llegar a San Juan huyendo de una relación terrible que terminó en tribunales, espantosa. Así que dije: «Ese taller es para mí». Claro que uno siempre tiene unas inclinacio-nes, y desde pequeñita estaba por ahí escribiendo cosas. Que si el diario, que si los certámenes, pero fueron esos ta-lleres, el de Yolanda y, por otro lado, el Taller de Literatura Confesional de Mairym Cruz Bernal. Ella lo da en su casa; nos abre las puertas de su casa por seis meses una vez a la semana, todas las semanas sin fallar. Y es realmente taller. Nos va ayudando a encontrar nuestra voz. Así fue el proceso. Ya lue-go de graduarme, como quien dice, de esos talleres; el proceso de escritura es lento en mi caso. Muy, muy lento. Si se me ocurre alguna idea, la apunto por ahí y la dejo botada. Sigue en la cabeza hasta que un día ya no puedo más y me siento. Tiene que ser con el teclado, ya no puedo escribir a mano. Pero, básica-mente, es eso. Se me ocurre una idea, la anoto, la dejo descansar hasta que me parezca que haya sobrevivido el primer impulso y entonces le doy la vuelta, manejando el lenguaje a ver cómo lo voy a decir. Si va a ser paródico, si va a ser un vómito emocional, o si va a ser una imitación de algo que vi en cuanto a la estructura y al uso del lenguaje.

E.J.: ¿Por qué el título «Salvahui-das»? ¿De dónde surgió?

Carmen R.: El título Salvahuidas surgió aquí mismo. Este lugar. Libre-ría AC se ha convertido en algo mágico. Estábamos sentados, Ángel Antonio

(el editor de Editorial Erizo) y yo en aquella mesa. Él con mis textos, que ya había tratado de organizar y quería consultarme a ver si estaba de acuerdo, y no teníamos título. Y allí —relajan-do, jugando, básicamente— lo que nos vino a la mente antes que el título fue la imagen de la portada. Un poco para simbolizar la idea completa del manus-crito en aquel momento. Primero vino a la mente la imagen de esta mujer que está un poco hundiéndose o saliendo a flote, porque no podemos definir qué está pasando ahí. Él ya tenía esa ima-gen en mente. Yo tenía en mente la de Virginia Woolf, el personaje entrando al río al final de la película The Hours. Se lo mencioné a Ángel Antonio y me

ENTREVISTA

EN LA ALMADÍA CON

Carmen R. Marín

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dijo: «Exactamente, eso es». Comenza-mos a jugar con las palabras: términos acuáticos, marinos, esto y lo otro a ver que salía. A él se le ocurrió Salvahui-das. Un poco recoge la idea de salva-vidas. Salvahuidas, fonéticamente, suena como salvavidas. A mí me gusta también pensar que las huidas hay que salvarlas. Tiene que quedarse alguna en el bolsillo para cuando haga falta huir de nuevo.

E.J.: ¿Cuánto consideras, en tu opi-nión, que tenemos permitido reve-lar de nosotros mismos en un texto?

Carmen R.: ¡Todo! Porque pienso que una vez está pasado por esa licuadora,

ese procesador que es el manejo del lenguaje para convertirlo en poesía o en ficción, ya es otra cosa. Ya no eres tú. Tengo, por ejemplo, estudiantes que se han interesado por escribir, y que lo hacen muy bien. A veces, me di-cen: «Entonces van a pensar que yo soy así o que yo me quiero suicidar, maes-tra, y eso no es lo que yo quiero». Pero así les salió el sentimiento o la idea en el poema. Yo digo: «Bueno, lo que pasa es que quieras o no, todo el mun-do cuando te lea va a pensar que eres tú y que eso es lo que estabas sintiendo en ese momento, aunque estés segu-ro de que es ficción». Así que, por un lado está el lector que piensa que todo lo que aparece en un texto publicado

es parte de la experiencia vivida, expe-rimentada de quien lo escribe y están otros que piensan que todo está me-diatizado por el manejo de la lengua, de la ficción, del arte. Así que da igual, enseña que lo que uno quiera enseñar.

E.J.: «Salvahuidas» es un poemario escrito completamente en minús-culas. El lector no va a encontrar palabras mayúsculas aun cuando la palabra lo requiera. ¿Por qué? ¿Cuál era la intención?

Carmen R.: Jugar, básicamente. Como les dije, soy maestra de español. Corrijo los puntos, las comas, las mayúsculas, los paréntesis, etc. Me parece que en la poesía, en el arte, hay que entrar a otros códigos distintos. El lenguaje —estric-tamente como se interpreta su gramá-tica y ortografía— es un código. Uno se viste con él para unas ocasiones y en otras ocasiones se viste con otro, con el del juego o con el de la creatividad. Real-mente, cuando me sentaba a escribir las asignaciones en los talleres, me salía todo en minúsculas. Quizá, incons-cientemente, se trata de romper reglas por las que lucho todos los días en mi aula. Es también una invitación a que la persona que vaya a leerlo lo entienda así, que tiene que traspasar un umbral. Tiene que salirse de su idea rígida del lenguaje, de lo que es corrección y exac-titud. Si se anima a ese juego, entonces va a poder leerlo. Tenía compañeras en el taller que me decían: «Me encanta cuando lo escucho, pero al leerlo no puedo». Literalmente no podían leerlo porque estaba en minúsculas. Así que es también una provocación en ese sentido.

Sandra B.: ¿Dirías que «Salvahui-das» trata sobre la violencia y el abuso (maltrato)?

Carmen R.: No. Creo que son temas importantes ahí y pesados. Creo que se trata más de enfrentar el dolor que provocan la violencia, el abuso y el mal-trato, de poder darle palabra a ese dolor. No necesariamente esto implica que llevo un mensaje, o que quiero salvar a las mujeres que pasan por una situación similar; o a las niñas, ¡qué más quisiera yo que salvarlas! Pero con un libro no se hace. Sin embargo, me parece que, en la medida que la gente lee este tipo de sentimiento, este tipo de expresión artística de un dolor (muchos dolores), se puede sensibilizar, siendo optimista. Hace días, estaba en Facebook, y un amigo —escritor también— me habló por el chat. Me dijo que estaba leyendo el libro, que le encantó precisamente ego te absolvo (la confesión), y que va a escribir la suya. No en poesía, porque

Carmen R. Marín

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lo que a él más le gusta es narrar. «Pero me has animado a escribirla», dijo. Nunca antes se había animado a escri-bir algo como una confesión sobre sus dolores, sus procesos, de cómo batallar contra esos temores. Así que, le digo: «Wow, me vas a hacer llorar». Porque yo no puedo decir que escribo para eso, decir eso sería falso. No creo en que un libro pueda salvarnos de nada; eso es lo que dicen las religiones y mira a donde hemos llegado. Pero en la medi-da en que uno lee, se trasporta, se hace más sensible. Un texto puede animar a otros a seguir escribiendo.

E.J.: Si fueras a escribir «diccio-nario de palabras inexorables III» ¿Qué palabra escogerías? ¿Por qué?

Carmen R.: Tendría que ser «supervi-vencia». Creo que voy a tomarlo como tarea, y se los voy a enviar. Habría que definir la supervivencia porque, en el fondo, es el tema que quise que sobre-saliera en el texto, a pesar de que, cier-tamente, sobresalen los diferentes tipos de violencia y los diferentes tipos de dolor. Al final, hay una sobreviviente aquí; así que, ese sería el término por «definir». Lo de los diccionarios lo hice también con la misma intención de lo que hablábamos horita sobre las mi-núsculas. Una estofona —como les dije que soy— que ha venido leyendo dic-cionarios por placer, tratando de definir cosas, no por descubrir tal o cual cosa, sino porque apalabrarlo es lo que nos gusta. ¿Con qué palabra lo voy a decir? ¿De qué forma? Criada por tantos años en la academia, mucho tiempo desde que uno entra al bachillerato hasta los cursos de doctorado, todo lo que se lee es así muy rígido: la teoría, la crítica. A uno lo van formando para que utilice ese mismo lenguaje, esa misma forma. Así que el diccionario —y jugar con eso y dar unas definiciones un poco o bas-tante absurdas en el fondo— pues me parecía bien divertido.

Sandra B.: La poesía tradicional con rimas consonantes, con versos cuadra-dos y alineados al lado izquierdo es cada vez más rara. En poesía, ahora vemos el uso creativo del espacio, los si-lencios o los formatos irregulares como el que vemos en «diccionario de pala-bras inexorables». ¿Cuáles piensas que son los mayores retos que presenta la innovación en las formas poéticas?

Carmen R.: ¡Que no nos lean! Ese es el mayor reto. Como la compañera que les decía que escuchaba el texto y le parecía fantástico, pero que no po-

día traspasar esa barrera de que tenía que seguir todas las reglas de gramá-tica. Por otra parte, habría que tratar de enseñar a leer; no necesariamente a niños, quizá al público general para dejarles saber que están entrando en otro código, otro traje, otro disfraz. Y dejarlos pasar y disfrutar de lo que les pueda traer esa lectura, bien sea un sentimiento de miedo, tristeza o de alegría profunda. Hay que enseñar-les a atreverse a dejarse ir. Esto ya el arte gráfico lo ha logrado tantas ve-ces en la historia; romper con lo que se consideraba belleza, que no queda descartado para nada. No digo que el que se siente a escribir un soneto perfecto hoy día está mal, ¡para nada! El mayor reto es que haya gente que

se niegue a leerlo solo por su aparien-cia; pero, por otro lado, las generacio-nes más jóvenes quizá disfrutan de decodificar. Disfrutan decir: «Mira, así mismo escribo yo a veces» o «No sabía exactamente lo que quería de-cir cuando escribió esa palabra así de corrido y en minúsculas, pero lo des-cifré». Eso es parte del goce cuando uno consume cualquier tipo de arte.

Sandra B.: «Ego te absolvo» es una versión sin editar o, lo que podría-mos llamar, un borrador de lo que es «estampillas (o la confesión)». Sin embargo, ambos están publica-dos en «Salvahuidas». Si un traba-jo sin editar o, en cierta forma, in-concluso es publicable, ¿dirías que no existe tal cosa como un «texto

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terminado»?

Carmen R.: No quiero decir que no existe tal cosa como un texto termi-nado. No me gustan las cosas sin, realmente, conclusión. Incluso, cuan-do veo una película, tiene que haber un closure, en buen español. Aunque se sugiera lo que pasó, me gusta que concluya. No creo que sea preciso de-cir que un texto no se termina nunca. Aunque, sí están quienes afirman que un texto se termina cuando alguien lo lee o que toma vida, pero sí tiene que haber textos terminados. Se pue-de revisar, y esa es la parte divertida. En esa dirección iba la decisión de publicar ambas versiones, la inicial del taller confesional y la otra que so-metí al Certamen del Municipio de

Caguas que, finalmente, gané. Creo que la intención mayor, al publicar ambas, tiene que ver con la idea de asomarse a las tripas de algo y de des-cribir en el fondo que uno no sabe cuál es más ficcional que el otro. A pesar de que uno sea más retocado o más pulido. Si quieren, quizá el ini-cial era un poco más falso. En el sen-tido de querer crear alguna reacción más apoteósica, violenta. Es decir, me gusta la idea de que nos asomemos a ese supuesto proceso de producción, pero sabiendo que en el fondo todo es artificio.

E.J.: En «ego te absolvo» hay pala-bras que se quedan en la mente del lector incluso luego de haber cerra-do el libro. «Escribir me salva de odiar más y más seguido» y «confie-

so que escribo para no matar». ¿Qué tan veraces o acertadas son estas pa-labras para Carmen R. Marín?

Carmen R.: Cuando las escribí, ab-solutamente, ciertas. Así lo sentía. Luego de pasar el cedazo del lengua-je y de la poesía y del tiempo y más allá de la publicación, lo miro desde más distancia y es una dramatización eufórica, apoteósica, violenta de un sentimiento que yo creo que está ahí quizá en todo el mundo. Quizá yo es-cribo para no matar, quizás aquel bai-la para no matar, quizás aquel pinta un mural maravilloso para no matar, para lidiar con el sentido de impoten-cia ante las realidades duras y terribles que nos rodean, lo terrible dentro de uno mismo. Así que, «escribo para no

matar» es absolutamente cierto. En cuanto a «escribir me salva de odiar más y más seguido» es más juguetón; incluso, suena a redundancia. Me gusta que suene a redundancia, como un error lingüístico o del discurso. «Más y más seguido» son distintos. La contestación va, más o menos, en la misma dirección que la otra que te dije anteriormente. La palabra odio es muy fuerte, pero, a veces, uno lo siente. No se puede descartar. Escribir me salva —por lo menos a mí— en la medida en que tengo que meterme en los zapatos de ese otro personaje que está en mi cabeza, en la medida que tengo que entrar en mi propio perso-naje. «Wow, ¿por qué tú estás odiando tanto a esa persona? ¿Cuál es el pro-blema? ¿Es él? ¿Eres tú? ¿A dónde nos lleva esto?». Entonces, sí. Creo que es

terapéutico. La escritura no tiene que serlo, ¡para nada! Pero lo puede ser.

E.J.: Después de «Salvahuidas», ¿cuáles son tus planes futuros?

Carmen R.: Si me atrevo, después de darme electroshock, me gustaría so-meter a Editorial Erizo unos textos que surgieron de otros talleres, pero más prosaicos, tipo microtexto. No digo que como Tegucigalpa, porque es otra cosa, pero se gestaron juntos también en talleres. Los temas van a ser quizá parecidos a Salvahuidas. Van a ser más en prosa. Yo —muy pocas veces— escribo en lo que lla-mamos verso. Me siento a escribir y salen párrafos. Hay un poema por ahí que era originalmente párrafo y

después lo corté en líneas para que parecieran versos y, bueno, lo ela-boré para que tuviera ritmo. Así que, si me animo, van a ser breves, jue-gos poéticos o poemas horizontales, como los han llamado a veces.

E.J.: Bueno, Carmen, te agradece-mos por brindarnos el tiempo para entrevistarte. Ha sido un placer.

Carmen R.: Todo lo contrario. Gra-cias a ustedes por leer el texto y por darle el espacio en su revista, que es maravillosa, una gestión bellísima.

Salvahuidas está disponible en las librerías. La presentación será el 29 de agosto en Casa de Cultu-ra Ruth Hernández en Río Piedras a las 7:oo de la noche.

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SumaKaren Sevilla

Arrojada a una acera de Manhattan.Había nevado y yo estaba descalza, en un vestido de verano. La voz de uno de mis hermanos desde un altavoz advirtióque anduviera con prisa, que no llegara tarde.Entre los edificios inmensos y el sol cegador de la mañanavi mis años resumidos en una brevísima lluvia de granizo que me golpeó en la cara. El cielo de repente se peló como una naranja y nevó. Nadie preguntó si alguna vez fui feliz, si hice a alguien feliz, si la bondad del pan se traduce en quimera de callejuelas, sudores y finanzas, si la terquedad de la fe suele ser ajada por la envidia ajena.

Cada vez que me miraba a mí misma tenía menos ropa, mas no frío. Mientras recorría las calles perdía pesopero ganaba estatura y calor. Todo estaba desolado, las luces de los semáforos permanecían rojas. Yo miraba hacia las ventanas de los edificios buscando alguna cara familiar o mano ondulante;sólo divisé cortinas y una bandera blanca. Al dejar de nevar el cielo era una pizarra que anunciaba la caída de la bolsa de valores.

En un bote de basura está medio quemado mi abrigo favorito, aquel azul real con rabos de zorros grises en la capucha. Una mujer blanquísima le escupe y me sonríe.

La voz de mi hermano advirtió que era tarde.

Entonces estaba yo en la sala del apartamento de tía al sur del Bronx, dialogaba con su cáncery éste recitaba poemas míos de memoria.Él sabía también que una vez cupe en el puño de mi padre y que desvanecí en aquel atiborrado autobús para enceguecer durante días, luego de haber visto tanto. Papeles en blanco y escritos a mano cubrían el piso de la sala adonde el cáncer arrojaba las páginas que arrancaba del cuaderno en el que ahora escribo.

Dijo haber leído que me duelen las alturas y las cifras, que recién le abrí mi cuerpo a un extraño, que la piel perdida es irrecobrable, que jamás he observado mi reflejo realmente.

El suelo arde en llamas a la vez que se inunda con el aguade la nieve derretida.

Sus ojos azules persiguieron mi figuracon el reproche del amor por la cocina del último apartamento que renté en Brooklyn. Preguntaba por qué no lo amé a ély a su apellido alemán y a todas las millas y los muertos y el semen y las guerras que pudo haber vertido en pos de mi costado. O a sus brazos holgados que recogían mi incertidumbre y cabello. O a su corazón de cocaína.

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Pero corté el pan para otro hombre de olor a costa y salitre que yacía desnudo, duro en su tez oliva sobre el piso de la cocina. Un hombre de mi isla, de Caribe, de presente: entiendo mejor su pelo y ojos negros que su lengua. Nuestros apellidos dialogan. Su pecho fue la carretera desconocida que me llevó al recuerdo de la helada flaqueza de la piel, mas la sangre que a gotas nos cedimos.

En mi minúscula pieza, bajo la cama guardo la maleta en la que guardo la vida.El destino se predice con acciones y Wall Street nos aplasta. Fuera del edificio estoy en aquel distrito de Manhattan, rodeada por 8 bloques de firmas y bancas.

Fui arrojada a una acera; había nevado y yoestaba descalza, con un vestido de verano.En un bote de basura está medio quemado mi abrigo favorito, aquel azul real con rabos de zorros grises en la capucha. Una mujer blanquísima le escupe y me sonríe.

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TinieblasAngela María Valentín

Fui a que me leyeran la mano,encontraron muy corta

mi línea de la vida.Vieron raras enfermedades,

trágicos sucesos en el tiempo.Despavorido corrí a casa,

tomé una navajay extendí al infinito

la maldita línea.“Quiromancia,” Jan Martínez

pues, sepa usted que aquella tarde el doctor me dijo que tenía miopía yastigmatismo, y yo, que valga la pena aclarar, vengo de una familia que

siempre ha sido veinte veinte, de ver bien, sin nada obstaculizador de por medio, corrí aterrorizada, dando tumbos entre aquellos bultos de colores, que

creo eran gentes, vaya a saber usted…llegué a casa y me eché cuanta gota había para limpiármelos…

la cosa es que me los saqué para revisarlos y entre tanto líquido y oscuridad

ya no los encuentro…

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Requiem del almaWanda Margarita Lluveras Gómez

Llamas mis huesos, mi ser enterocomo calamidad segura que marcha a su misión.Yo, prosigo mi andar obviando tu espectro;aún el horizonte es fragantey me aferro a él como se aferra el río a su cauce.Me llamas…recordándomeque me esperas;yo, te veo sin mirarte,te pienso sin pensarte.Eres sol de luto destructor de ilusiones.Eres canción ahogada de toda alma.

Cual cueva sin salida al andar, detienes el aliento.Lo llevas en tu barco al rumbo sin regreso,tomando el timónentre tu piel mortíferadesecha, entre las lágrimasdel réquiem, de un adiósde los que dejas.

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Lluvia y humedadFrancisco Á. Torres Arroyo

Siempre estás en mi pensamiento.Pero cuando llueve, mi habitación se llena de ti.Siento que tu suave piel arropa las paredes de mi alcoba.El sonido de las gotas de lluvia, al caer, me da la sensación de tenerte en mis brazos,de que nuestros cuerpos están compenetrados en el dulce gozo de un coito apasionado y que, al mismo tiempo, nuestras almas están compartiendo la comunión más sagrada y sublime a través de un intenso beso, que, cual ostia bendita, nos purifica.El ambiente se impregna con el aroma de la humedad compartida,mientras nos fundimos en un abrazo. De repente el estruendoso sonido de un truenome hace regresar a mi real y húmeda falta de ti.

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Escritor,queremos que formes parte

de la Revista de las Nuevas Voces.Contáctanos y podrías

publicar en nuestrapróxima edición.

¿Aficionado de la literatura?Aquí conocerás

a los grandes escritoresdel mañana.

Portal: www.corpuslitterarum.weebly.comEmail: [email protected]

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Al momento de escribir, el autor recurre a su he-rramienta primordial, el lenguaje. Con meticu-losidad, selecciona los componentes y rasgos que

le sirven para acometer lo que se ha propuesto y, con ello, transmitir las ideas. En el proceso, procura usar las palabras más representativas con la puntuación y orto-grafía correctas. Nunca olvida que una buena costum-bre del estilo es decir mucho con pocas palabras. Para lograrlo, planifica con antelación lo que va a escribir. Así que, crea un esquema general que evitará los con-trasentidos y las repeticiones. Brinda el debido protago-nismo a los verbos de sus oraciones, verbos que utiliza y conjuga con destreza. Evita la adjetivación excesiva; supone que, de lo contrario, lo tildarían de inexperto y poseedor de un vocabulario pobre. Cuida además la sintaxis y la semántica de las oraciones. Entiende que la buena construcción de una oración ayuda a la cohe-rencia del párrafo. En este caso, no basta con que estén colocadas las ideas, sino que le sean pertinentes a la his-toria y posean la jerarquía debida. No debe incluir de-masiadas, ya que podrían trabar los hechos. Se esmera en este empeño porque entiende que cuando se escribe, se busca cierta ostentación; y, por supuesto, necesita ex-presarse con un toque personal que lo distinga de otros. Le interesa lucir único.

Esto pudiera lucir técnico, o restarle diversión a la aventura de escribir, pero permite experimentar y ex-presar infinidad de sensaciones. Permite manipular la percepción del lector, alcanzar respuestas especí-ficas. Contrario al lenguaje pragmático de los textos informativos o expositivos, para la narración existen recursos expresivos que la vuelven literaria. Si los in-formativos o expositivos permiten una única lectura, la finalidad del literario ofrece otras. Entre ellas: pro-vocar una impresión en sí misma que perdure. Nadie duda que transmite una realidad alterna, sensorial.

En esta ocasión explicaré los tiempos verbales. El

Por Julio A. García Rosado

COLUMNA

CONSEJITOSDE REDACCIÓN

Y ESTILO

más común en narrativa es el Pasado, incluidas sus va-riantes. Lo usamos en nuestro diario vivir cuando con-tamos algo: «Fui a la librería y me compré la última novela de Ruiz Zafón». No comprendemos a cabali-dad el tiempo; solo sabemos medirlo. Dependemos de él. Tanto como para creer que todo lo que es capaz de ocurrirnos, ya sucedió. El Presente, por otra parte, nos resulta ínfimo; y el Futuro, distante. Como la acción pasada ya ocurrió (hace poco o mucho) resulta mane-jable. No genera trabas como el Presente y el Futuro.

Son varias las formas de utilizar el Pasado, si con ello intentamos distanciar los hechos. Basta combinar otros verbos con función de auxiliares. A continuación vemos tres ejemplos en Pasado con matices diferen-tes que dependen de la intención. La forma simple es: «Juan vio aquella película». • Juan estaba viendo aquella película (el pasado es

reciente/casi presente).• Juan había visto aquella película (el pasado se aleja

en el tiempo).• Juan parecía haber visto aquella película (el pasado

es una posibilidad)Los tiempos verbales deben mantener entre sí la con-

cordancia para que no se rompa la credibilidad de lo narrado. Es importante no relacionar los tiempos ver-bales con la Cronología, que juega un valor distinto y alude a otra función.

En literatura se toma en cuenta el Ritmo Narrativo. Nos referimos a él cuando hablamos de la rapidez o la

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lentitud con que avanza la narración. No se nos ocurra creer que agilizamos una historia si le añadimos una gran cantidad de sucesos. Ritmo Narrativo no es más que el avance subjetivo que se logra con los diferentes tiempos verbales y sus conjugaciones. Podemos incluso adelantar la acción con los diálogos de los personajes, claro que sí. Esto se puede discutir en una futura oca-sión. Nos conciernen ahora los tiempos verbales y los matices que poseen, que brindan profundidad sicoló-gica, alejan o acercan el pasado de la historia, etc.

Existen tres tiempos verbales básicos: Presente, Pre-térito y Futuro. Dependiendo del punto de vista, va-rían los sentidos. No podemos utilizarlos de manera arbitraria; denotan una realidad concreta y obedecen a necesidades expresivas particulares. Puede que en algún momento un escritor se valga de una figura re-tórica de traslación, y trastoque un tiempo verbal por otro para resaltar su texto. Será mejor que no abuse y se le convierta en vicio; estaría mezclando formas ver-bales incompatibles. Recordemos que la conjugación adecuada de los verbos precisa acciones y enriquece con matices que evaden la monotonía.

LOS TIEMPOS VERBALES Y SUS USOS:

• Pretérito Perfecto Simple (amé, amaste, amó…)Describe una acción que ya finalizó en el pasado del

narrador. Es única y no repetitiva. Le brinda al texto mucha agilidad.

• Pretérito Imperfecto (amaba, amabas, amaba…)Describe una acción desarrollada en el pasado sin

indicar que finalizó o no. Transporta al lector a un pasado medianamente lejano de los personajes. De-nota acciones habituales que sirven para caracterizar a los personajes. Propone el tiempo psicológico de la acción, pero limita la densidad y peso psicológico total del texto. Imposibilita conocer el pasado más lejano de los personajes. Emplear continuamente este tiem-po mengua el ritmo de la historia.

• Presente (amo, amas, ama…) La historia se narra en el momento que sucede. Pue-

de referirse a hechos que comprendemos como pasa-dos (Presente Histórico): «Pedro Albizu Campos nace el 12 de septiembre de 1891 en Ponce, Puerto Rico»; expresiones con acción futura: «Mañana me voy de viaje»; también, expresiones con acción pasada: «Ayer estaba en el cine». Este tiempo produce cierto vértigo, cierta inestabilidad por la actualidad de los hechos que se narran. Es sumamente ágil, pero empobrece la pro-fundidad sicológica de los personajes.

• Pretéritos Perfecto Compuesto (he amado…); Pluscuamperfecto (había ama-

do…); Anterior (hube amado…) El primero describe una acción comenzada en el pa-

sado cuya consecuencia sigue presente en el momen-to de la enunciación. El segundo describe una acción anterior a otro hecho también pasado, impreciso en el tiempo. El tercero describe otra acción comenza-da en el pasado que involucra tres momentos. Todos profundizan en el tiempo pasado, alejándose cada vez más. Son ideales para los flashbacks, y la indagación psicológica, pero no es bueno abusar de ellos, ya que inmovilizan por completo al texto.

• Futuro (amaré, amarás, amará…); Futuro Perfecto (habré

amado…); Condicional Perfecto (habría amado…) Describen una acción que sucederá posterior al

tiempo en que el narrador habla. Pueden referirse a expresiones con acción presente: «¿Qué hora será?»; también, expresiones con citación indirecta: «Juan dice que vendrá la semana próxima». Son tiempos poco comunes para el narrador, aunque no están mal que un personaje los utilice. Detienen la narración y generan inestabilidad.

Lo ideal, a la hora de escoger cuál usar, es pues todos, salvo que con juicio y equilibrio. Lo importante es com-prender la temporalidad de los sucesos. Sobre este tema se puede abundar. El consejo que sugiero es indagar y conocer más acerca de los matices que proporcionan los tiempos verbales. Y llenará de vitalidad sus textos.

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Antes y después de suspirarYolanda Arroyo Pizarro

SalvahuidasCarmen R. Marín

Últimos poemas de la rosaLilliana Ramos Collado

Canción nocturna deuna soledad adúltera

José Minaya Peña

La caída de Alejandro Curtos

Yolanda López López

LO N

UEV

O E

N V

ITRI

NA

S

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Page 33: Revista Corpus Litterarum

viernes, 16 de agosto de 2013 Presentación de: En la barca lusitana (Antología) Librería Libros AC 7:00 p.m.

jueves, 29 de agosto de 2013 Presentación de los libros: Salvahuidas de Carmen R. Marín Últimos poemas de la rosa: Ejercicios de amor y de crueldad de Lilliana Ramos Collado Casa de Cultura Ruth Fernández Río Piedras, 7:00 p.m.

jueves, 29 de agosto de 2013 Presentación de: La anémona de Ana Marina Rúa Librería Libros AC 7:00 p.m.

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Foto contra-portada