revista c - la fiesta de la flor

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No es la de Escobar, con carrozasy reina, sino el encuentro anual enel que cultivadores de marihuanamuestran sus flores como si fueranenólogos en una feria de vinosde lujo. Hay un jurado y ganadores,y el clima es más hedonistaque fumón a secas. Un periodista de Cvisita el encuentro, a pocos días delpronunciamiento de la Corte sobre ladespenalización.

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    La fiesta de la flor

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    La fiesta de la florNo es la de Escobar, con carrozas

    y reina, sino el encuentro anual en el que cultivadores de marihuana

    muestran sus flores como si fueran enlogos en una feria de vinos

    de lujo. Hay un jurado y ganadores, y el clima es ms hedonista

    que fumn a secas. Un periodista de C visita el encuentro, a pocos das del

    pronunciamiento de la Corte sobre la despenalizacin.

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    Por Juan Green

    Buenos Aires se sacude la modorra de uno de los domingos ms fros del ao. Once de la maana. Fuera del galpn, un cielo difano. El animador del evento carraspea por cuarta vez, tose y saluda. "Buenas noches, bienvenidos a la Copa del Plata". Su seriedad impostada se ahoga en 150 carcajadas. "Es de da, limado!", le grita uno. Todos lo celebran y lo olvidan a los pocos segundos. Pero se siguen riendo.

    La Copa del Plata es, desde hace ocho aos, la Meca de los cultivadores de marihuana de todo el pas. Para compartir sus cosechas y alcanzar el trono de Campen llegan jvenes y no tan jvenes talentos de Santa Fe, de Crdoba y de la Patagonia. En los ltimos aos hubo hasta quienes viajaron desde Uruguay, Chile y Brasil, donde tambin se vive un auge del autoabastecimiento cannbico. El certamen se mantiene discretamente al margen de la ley y de los medios, aunque su fama llega hasta Europa, donde los foros de aficionados comen-tan por Internet sus resultados.

    Participar no es fcil. Como en las logias masnicas, uno de los requisitos es ser presentado

    por alguien que haya ido a alguna edicin anterior. Para

    competir hay que entregar diez gramos de flores de la propia

    cosecha para su cata y califica-cin y pagar cien pesos de entra-

    da. La alternativa es ir como invi-tado (se permite uno solo por cul-

    tivador), que paga lo mismo pero no presenta flores para la compe-

    tencia. As, de incgnito y convidado por uno de quienes luego entraran en

    el Top 10, un periodista de C vivi la edicin 2009.

    Cita a ciegasLa competencia es un calco polticamente

    incorrecto de la Rural, pero las cucardas no son para los sementales Hereford sino para cogollos de variedades como Flashback o Silver Haze. Los organizadores se encargan de repar-tir las muestras unos diez das antes entre los jurados. Los afortunados son los campeones de las ltimas tres ediciones (Viviviviana, Demian y GqN) y un miembro de la comisin organizadora, liderada por un flacucho trein-taero que se hace llamar "Argentino" y viste camiseta albiceleste.

    El da arranca bien temprano en una esqui-na en el corazn porteo. Poco despus de las diez empiezan a llegar, de a dos o en grupitos

    chicos, los portadores de la planta sagrada. Ms que hippies de

    Woodstock parecen skaters califor-nianos o universitarios europeos.

    Mucho piercing, mucha campera infla-ble, al menos una capucha por persona

    y varios sobretodos viejos con el sello inconfundible de las galeras de usados y

    el Ejrcito de Salvacin. Las mochilas gri-tan slogans y pines coloridos. Lentes

    oscuros hay para

    Desde hace un par de aos la cita es en plena ciudad y ya no en un campo o quinta de las afueras. Es una forma de militancia.

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    todos los gustos. Nadie sabe adnde va. Lo

    nico que les lleg por mail o a travs de los cuatro o cinco foros de Internet que usa la lite cannbica local es la hora y el lugar de reunin en la calle. Desde hace un par de aos la cita es en plena ciudad y ya no en un campo o quinta de las afueras. Es una forma de militancia, de desafo a una autoridad que todos desprecian por injusta.

    Cerca de las diez y media ya hay ms de cien personas en la vereda de una de las arterias ms transitadas de la ciudad. Algunos empie-zan a ponerse nerviosos por lo vistoso de la inusual aglomeracin. "Esto es un escracho", se queja el Ingeniero, cuyo seudnimo fumn remite a su profesin en la vida real. Justo entonces la masa empieza a dividirse en equi-pos, que parten, ya con el dato de la direccin, hacia el galpn donde pasarn diez horas encerrados fumando hasta entrada la noche.

    Qu rico el mamboLos participantes van entrando de a uno y dicen su nombre de guerra al encargado de la puerta. Una vez chequeada su identidad, cada uno recibe cuatro sobrecitos Ziploc. Son las muestras para la cata colectiva, que se deben calificar de uno a diez puntos en cuatro aspec-tos: sabor, olor, textura y "mambo". La textura incluye aspectos tcnicos como la presenta-cin, el secado y el manicurado, es decir, el corte de las hojas que envuelven la flor y no se fuman. El mambo, claro, es algo muy subjeti-

    vo. En especial despus del tercer porro, como le dijo una vez el gur fumeta Andy Chango a Mauro Viale en su programa de televisin.

    Con msica dub de vanguardia como fondo, despus de la accidentada bienvenida de Argentino, los competidores empiezan su faena. El primer porro lo arma con destreza el ms veterano del grupo al que se suma C. Es un canoso cuarentn, diseador y con la cara siempre enrojecida, que conoce al Ingeniero y a los dems por uno de los foros especializados.

    Lo enciende, lo hace girar y algunos anotan detalles para la calificacin. Un obsesivo extrae del bolsillo su lupa, para admirar mejor la flor candidata. El promedio de las puntuaciones in situ de los cultivadores se sumar luego como un voto ms a los del jurado.

    "Pero mir lo que es esta Bubblegum!", advierte en la misma mesa un plomero tam-bin cuarentn con fama de gran genetista de entrecasa. Por los altoparlantes los organiza-dores reclaman que todos apaguen y les dejen sus celulares, cuyo uso est prohibido. "Vamos

    Varietales criollosPara entender la lgica de las copas cannbicas hay que sacarse de la cabeza la imagen del porro prensado en ladrillos que llega de Paraguay o del norte argentino y se vende en las villas y en las esquinas de barrios de clase media. Los cultivadores son sibaritas, verdaderos sommeliers que pueden hablar durante horas del sabor ctrico o amaderado de sus plantas con la misma pasin con que Miguel Brasc describira el bouquet de un buen Malbec 2007. Solo fuman el cliz la flor propiamente dicha y desprecian el "paraguayo" porque tambin trae hojas, semillas y hasta partes del tallo, que no contiene sus-tancias psicoactivas. Es decir, que pega menos y mal.

    Cualquier flor de marihuana criada en casa tiene varias veces ms efecto que la del porro ms fuerte que se consigue en la calle. La diferencia de sabor y aroma tambin es abismal. Y no slo influyen la frescura y la selec-cin de las partes de la planta que se fumarn. Tambin el trabajo invertido en la gentica y los cruces de cepas de los que cada cultivador se enorgu-llece como si fueran sus hijos.

    Las familias de cepas ms conoci-das cada una con sus cualidades propias son Skunk, ndica, Sativa, Afgana, Haze, White y Blue. Pero cada cultivador desarrolla cruces propios y por eso en la Copa del Plata se encuentran cepas como la "Quilmes Haze", la "Psicodelicia", la "Sweet Thai" y la "Syrian Haze". Por tratarse de un cultivo ilegal, no hay denominacin de origen certificada, como con la vid, por lo que el nefito debe limitarse a creerle a su circuns-tancial proveedor.

    La Copa del Plata es una cita de drogones, s. Pero nadie busca salir dado vuelta o dormirse a las dos horas. "El objetivo no es quedar relo-co explica Pepe, uno de los premia-dos sino probar cosas diferentes. Si ya fumaste tres secas de un faso lo dejs para no colgarte y quedarte afuera de los dems". No ser como escupir el vino en una cata, pero le pega en el palo.

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    que somos casi 200 y ac hay 20 celulares", insisten. "Entreguen, muchachos, no nos hagan irlos a buscar". Una hora despus, sin haber recolectado muchos ms, olvidan el tema. La puerta ya se cerr y nadie podr salir hasta que todo termine, pasadas las nueve de la noche.

    Volcanes y chocolates Bien explotado, un evento como la Copa podra ser un buen negocio. Pero la idea de los orga-nizadores no es explotarlo sino disfrutarlo. Los cien pesos de la entrada saben a poco frente a lo que se sirve durante el da: desayuno de bienvenida con facturas e infusiones; picada de media maana; almuerzo con pizza, ham-burguesas y choripn; ms picadas a la tarde y

    merienda con mesa dulce para la despe-dida. Todo regado con canilla libre de gasesosas y jugos azucarados para aguan-tar el ritmo. Nada de alcohol. La competencia pasa a un

    segundo plano cuando los participantes empiezan a recorrer la docena de stands insta-lados en el galpn. Muchos se detienen ante el del vaporizador Vulcano, un artefacto que per-mite extraer de la flor de marihuana todo el THC (la sustancia que produce el efecto) sin la necesidad de aspirar humo. Es un cono de acero con un motor que inyecta vapor a 180 grados en un receptculo donde se deposita el cogollo y que luego infla un globo de plstico transparente con ese mismo vapor "cargado". Vale 250 dlares. Todos lo prueban, nadie lo compra.

    Frente a ese gazebo blanco hay otro, menos comercial, donde el activista Mike Bifary com-parte orgulloso su vaporizador casero. Es una suerte de alambique de vidrio que se comple-

    menta con una pistola industrial de aire calien-te. "Te la comprs en Easy", explica solcito. A su lado hay un microscopio para apreciar en detalle la belleza de las flores.

    No falta el merchandising. Remeras de la Copa, sofisticados papeles para armar porros con sabor a mojito, cremas hidratantes a base de camo e implementos para el cultivo y procesamiento de las plantas. Ms que como una feria, todo luce como una convencin de especialistas. Que lo es, claro.

    Al promediar la tarde llega la hora del

    choco-late. Se

    sirve en el stand de Pollination, una

    marca de artculos para aficionados. No se trata de

    barritas de cacao, sino de hashsh, la

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    resina concentrada de mari-huana que se fuma unta-da en tabaco y que en Europa es ms popular que el faso a secas. En la Copa se le atreven pocos. Falta un rato largo y nadie se quiere quedar dormido.

    Mercado verdeEn los stands que venden productos, las for-mas de pago son dos: pesos o "cogodlares". Por un frasquito de hongos simbiontes para reforzar las races de sus plantas, Pochoclo entrega un puado de sus flores. El vendedor lo acepta en un rpido cambio de manos. Otro

    paga lo mismo por una crema. No hay vuelto. Canjear cosechas es la gran actividad parale-

    la a la competencia. Nadie vende cash, algo muy repudiado en el ambiente, pero todos quieren llevarse a casa una muestra de los candidatos al podio. Los granjeros ms experi-mentados cambian una sola de sus flores por medio frasco de cogollo comn. En la calle, el gramo de un porro orgnico promedio (que alcanza para un buen cigarro) cotiza cerca de los 30 pesos. Adentro nadie traduce a dinero las pequeas fortunas que se negocian como figuritas en un patio de escuela primaria.

    Pulpa, un cultivador que adems mont su propio local de parafernalia fumona, lamenta que se haya suspendido el torneo de armado de porro, donde se suele competir por veloci-dad y terminado. En el saln contiguo, el abo-gado Luis Osler empieza a disertar sobre la inminente despenalizacin y sus lmites. Es

    toda una celebridad. Slo unas pocas toses interrumpen el silencio con que lo oyen.

    La Copa se acerca a su fin. Algunos se dis-traen con un metegol decorado con hojas de chala. Una profesora de gimnasia y su amiga se arman uno mientras cuentan cmo apren-dieron a instalar lmparas de alto voltaje en sus placards para el cultivo indoor. Se sintie-ron relojeadas todo el da porque entre los 150 asistentes hay menos de veinte chicas. "Y son bastantes ms que el ao pasado", festeja un observador atento.

    Desenlace emotivo. Bostezos de atardecer y sonrisas de satisfaccin por doquier. Cada cul-tiveta aprieta algn tesoro en el bolsillo. Todos quieren ver al Campen. El rosarino Gmez sabe que su varietal NYCD es firme candidata y no se equivoca. La Del Plata 2009 se va con l y sus ojos achinados vierten lgrimas de emocin. Hasta el ao que viene.

    Glosario experto Indoor: cultivo de interiores con luces y ventilacin artificiales. Se monta en armarios vacos o en cajones especialmente armados, que incluso se venden por Internet. Se usan reflectores de 500 watts cronometrados, para imitar la cantidad de horas de sol del invierno y el verano. Para ventilar son comunes los coolers de PC.

    Outdoor: cultivo natural de exteriores.

    Cultiveta: cultivador, aficionado al autocultivo.

    Picachu: artefacto utilizado para picar la flor de marihuana sin que la resina con las sustancias psicoactivas quede en los dedos.

    Vapo: vaporizador, mquina que se usa para extraer el THC de la planta sin prenderla fuego directamente. Slo para entendidos.

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