resumen para el primer parcial argentina 2 sÁbato

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Tulio Halperin Donghi (1982) UNA NACIN PARA EL DESIERTO ARGENTINO Desde Sarmiento en 1883 hasta Pedro Henrquez Urea en 1938 afirmaban la excepcionalidad del proceso histrico argentino. La Argentina vivi en la segunda mitad del siglo XIX una etapa de progreso muy rpido. La excepcionalidad argentina radica en que slo all iba a parecer realizada una aspiracin muy compartida y muy constantemente frustrada en el resto de Hispanoamrica: el progreso argentino es la encarnacin en el cuerpo de la nacin de lo que comenz por ser un proyecto formulado en los escritos de algunos argentinos cuya nica arma poltica era su clarividencia. El problema radica en que esa etapa no tiene nada de la serena y tenaz industriocidad que se esperaba de una cuyo cometido es construir una nacin de acuerdo con planes preciso en torno a los cuales se ha reunido ya un consenso sustancial. [La hiptesis central de Halperin en este trabajo es que Caseros no inici una etapa de paz, ni tampoco marc el surgimiento de un Estado ni una nacin sino que por el contrario abre la etapa final de su construccin. Al contrario de lo sostenido por otros autores, tanto Estado como nacin, en 1853, luego de promulgada la Constitucin, son tareas an por realizar. Es decir la cada de Rosas no soluciona a priori nada] Esta etapa iniciada despus de Caseros se abre con la conquista de Buenos Aires como desenlace de una guerra civil, se cierra casi treinta aos despus con otra conquista de Buenos Aires; en ese tiempo caben otros dos choques armados entre el pas y su primera provincia, dos alzamientos de importancia en el Interior, algunos esbozos adicionales de guerra civil y la ms larga y costosa guerra internacional nunca afrontada por el pas. Entre quienes comenzaron la exploracin retrospectiva de esa etapa, la tendencia que primero domin, fue la de achacar todas esas discordias a causas frvolas y anecdticas. En otra versin menos frecuente se lo tenda a explicar a partir de rivalidades personales y de grupo. Otra sostuvo que el supuesto consenso nunca existi y las luchas que llenaron esos aos de historia expresaron enfrentamientos radicales en la definicin del futuro nacional. Esta es la interpretacin revisionista. Aunque su trabajo est afectado por el deseo de llegar rpidamente a conclusiones preestablecidas, el punto de vista revisionista presenta la ventaja de llamar la atencin sobre el hecho obvio de que, esa definicin de un proyecto para una Argentina futura, se daba en un contexto ideolgico marcado por la crisis del liberalismo que sigue a 1848 y en uno internacional caracterizado por una expansin del centro capitalista hacia la periferia. [Esta afirmacin podra ser cuestionada ya que algunos autores sostienen que el proceso de expansin del capitalismo en trminos de centro y periferia, se da recin a partir de la Segunda Revolucin Industrial, en torno a 1870] Si la accin de Rosas en la consolidacin de la personalidad internacional del nuevo pas deja un legado permanente, su afirmacin de la unidad interna basada en la hegemona portea no sobrevive a su derrota en 1852. Quienes crean poder recibir en herencia un Estado central al que era preciso dotar de una definicin institucional, pero que poda ser utilizado para construir una nueva nacin, van a tener que aprender que antes que sta 1

o junto con ella es preciso construir el Estado. En 1880 recin, esta etapa de creacin de una realidad nueva, puede considerarse cerrada. El proyecto nacional en el perodo rosista La cada de Rosas en febrero de 1852, no introdujo ninguna modificacin sustancial en la reflexin en curso sobre el presente y el futuro de la Argentina, pero inclin a acelerar propuestas ms precisas. As en menos de un ao a partir de Caseros, iba a completarse un abanico de proyectos alternativos. 1) La alternativa reaccionaria: Debido a Flix Fras, sus trminos de referencia son los que proporciona la Europa convulsionada por las revoluciones de 1848. La leccin que de ella deriva es que la rebelin social que agit a Europa es el desenlace lgico de la tentativa de constituir un orden poltico al margen de los principios catlicos. Fras aspira al orden, al que concibe como aquel rgimen que asegure el ejercicio incontrastado y pacfico de la autoridad poltica por parte de los mejores. Ello ser posible cuando las masas populares hayan sido devueltas a una espontnea obediencia por el acatamiento universal a un cdigo moral apoyado en las creencias religiosas compartidas por esas masas y sus gobernantes. Si el orden debe aun apoyarse en Hispanoamrica en fuertes restricciones a la libertad poltica, ello se debe slo al general atraso de la regin. Este atraso slo podr ser superado si el progreso econmico y cultural consolida y no resquebraja esa base religiosa. Piensa en Estados Unidos, pero sostiene que Hispanoamrica no est preparada para aplicar un sistema como ese. La plena democracia, slo alcanzable en el futuro, significara la consolidacin ms que la superacin, de un orden oligrquico, que para Fras es el nico conforme a naturaleza. En su visin, la desigualdad se da tambin en la distribucin de los recursos econmicos e igualmente aqu es conforme a naturaleza. [Dios lo ha querido as hijos mos... jdanse! Y no chillen!] Para l, la utilizacin del poder represivo del Estado significa slo una solucin de emergencia. La solucin definitiva se alcanzar nicamente cuando la religin haya coronado su tarea moralizadora y lo haya librado al pobre de la tentacin de codiciar las riquezas del rico. [Me juego la cabeza a que Fras no era pobre] Para Fras, en relacin al desarrollo de economa y sociedad que Hispanoamrica necesita, no se trata de traer de Europa ideologas potencialmente disociadoras, sino hombres que enseen con el ejemplo a practicar los deberes de la familia y a cultivar. La prdica de Fras ser recusada sobre todo por irrelevante y nadie lo har ms desdeosamente que Sarmiento. 2) La alternativa revolucionaria:

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A diferencia de Fras, Echeverra salud en las jornadas de febrero, el nacimiento de una nueva era. [En febrero de 1848 estall Paris en una revolucin, que ser destrozada por Napolen III... leer El 18 Brumario de Luis Bonaparte ahhh... y ac tens el carnet de afiliacin] Fue ms all al sealar como legado de la revolucin el fin del proletarismo, forma postrera de esclavitud del hombre por la propiedad El programa social de algunos sectores revolucionarios es condenado por irrelevante en el contexto hispanoamericano. Para Sarmiento, la guerra del rico contra el pobre es una idea que lanzada a la sociedad, puede un da estallar. Es la educacin para l, quien har ineficaz cualquier prdica disolvente. 3) Una nueva sociedad ordenada conforme a razn. En estos aos no podr encontrarse entre los miembros de la elite letrada del Ro de la Plata, muchos que sean capaces de conservar esa concepcin del cambio social. Es comprensible entonces que la obra de mariano Fragueiro se nos presente en un aislamiento que sus contemporneos atribuan a su irrelevancia. Fragueiro public en 1850 su Organizacin del Crdito. l hallaba ese legado de concentracin del poder poltico, digno de ser atesorado porque ese poder deba tomar a cargo un vasto conjunto de tareas a realizar. Toca al Estado monopolizar el crdito pblico. La transferencia del crdito a la esfera estatal es justificada por una distincin entre los medios de produccin sobre los cuales los derechos de propiedad privada segn l deben continuar ejercindose; y la moneda que no es producto de la industria privada ni es capital *Obviamente Fragueiro no pudo haber ledo de Marx esta distincin porque eso fue planteado por Marx en El Capital, publicado despus del libro de Fragueiro. Es genial, ya que hasta entonces nadie haba cado en esa diferencia crucial para la economa poltica. Hasta entonces se hablaba de capitales en general y de capital financiero para referirse a la moneda, pero como se ve, ambos eran tomados por capitales, cuando la segunda, es en realidad una mercanca, no capital] As, moneda y crdito no integran por su naturaleza misma la esfera privada. La estatizacin del crdito, debe hacer posible al Estado la realizacin de empresas y trabajos pblicos *En otros trminos, lo que pensaba Fragueiro es que monopolizando el crdito el Estado, podra desarrollar la infraestructura necesaria que el progreso argentino requiere, lo cual es de por s, una funcin del Estado. Se podra plantear que Fragueiro s pudo haber ledo la Historia de la Riqueza de las Naciones u otros trabajos de Adam Smith, que s eran conocidos en el Ro de la Plata, por lo menos a partir de traducciones de Mill, donde se postula la existencia de mbitos econmicos cuyo desarrollo por su costo y rentabilidad no sern atrayentes para la economa privada y que no obstante son necesarios para el desarrollo y crecimiento econmico, que por tanto, deben ser tomados por el Estado] 4) El autoritarismo progresista de Juan bautista Alberdi. El programa ofrecido en las Bases haba sido desarrollado a partir del trabajo de Fragueiro de 1850. La solucin propugnada por Alberdi, combina rigor poltico y activismo econmico, pero rehsa ver en la presin acrecida de las clases desposedas el estmulo principal para esa 3

modificacin en el estilo de gobierno. Por el contrario, l aparece como un instrumento necesario para mantener la disciplina de la elite, cuya tendencia a las querellas intestinas, sigue pareciendo la ms peligrosa fuente de inestabilidad poltica. Para Alberdi, el bienestar que el avance de la economa hace posible, no slo est destinado a compensar las limitaciones impuestas a la libertad poltica, sino tambin a atenuar las tensiones sociales. Para Alberdi, una sociedad ms compleja y una nueva economa sern forjadas bajo la frrea direccin de una elite poltica y econmica consolidada en su prosperidad por la paz de Rosas. Mientras se edifica la base econmica de una nueva nacin, quienes no pertenecen a esas elites, no recibiran ningn aliciente que haga menos penoso ese periodo de rpidos cambios. Su pasiva subordinacin es un aspecto esencial del legado rosista que Alberdi invita a atesorar. Crecimiento econmico significa para Alberdi, crecimiento acelerado de la produccin, sin elemento redistributivo [Es decir, significaba lo mismo que significa hoy. Hay dos conceptos importantes en economa poltica, que significan cosas muy distintas y que no obstante suelen ser utilizados alegremente como sinnimos. Uno es el de crecimiento econmico, que como pensaba Alberdi, se refiere al aumento de la productividad cantidad de producto por unidad de recurso y por lo tanto de la produccin. El otro es el de desarrollo econmico, que se refiere a la distribucin social del producto, es decir, unidad de producto apropiada per cpita, lo cual no es lo mismo que produccin per cpita. Me parece que esta distincin es importante tenerla en cuenta al momento de comparar lo que plantea Alberdi y lo que plantea Sarmiento, ya que uno estara fundando su programa en el crecimiento econmico Alberdi mientras el otro Sarmiento en desarrollo econmico] El autoritarismo, preservado en su nueva envoltura constitucional, es por hiptesis suficiente para afrontar el desafo de los desfavorecidos por el proceso. Alberdi no cree siquiera necesario examinar si habra razones econmicas que hiciesen preciso alguna redistribucin y su indiferencia por este aspecto es entendible, ya que el mercado para la produccin argentina, ha de encontrarse en el extranjero. [Es decir que tiene una clara conciencia de la divisin internacional del trabajo y concuerda con lo que esta teora plantea sobre los beneficios de la especializacin en funcin de las ventajas comparativas] Ese proyecto de cambio econmico, a la vez acelerado y unilateral, requiere un contexto poltico preciso, que Alberdi describe bajo el nombre de repblica posible. La complicada estructura institucional que para ella se propone en las Bases, busca impedir que el rgimen autoritario sea tambin un rgimen arbitrario. La eliminacin de la arbitrariedad, es vista por Alberdi como el requisito ineludible para lograr el ritmo de crecimiento econmico que juzga deseable. La apelacin al trabajo y capital extranjero constituye el mejor instrumento para el cambio econmico acelerado. El pas necesita poblacin, pero adems, Alberdi no separa la inmigracin de trabajo de la de capital, ya que ve la inmigracin como fundamentalmente de capitalistas. Para

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esa inmigracin destinada a traer todos los factores de la produccin salvo la tierra, se prepara el aparato poltico que Alberdi propone. La justificacin de la repblica posible, es que est destinada a dejar paso a la repblica verdadera, la cual se realizar slo cuando el pas haya adquirido una estructura econmica y social comparable a la de las naciones que han creado y son capaces de conservar ese sistema institucional. De modo implcito postula una igual provisionalidad para el orden social marcado por acentuadas desigualdades y la pasividad forzada de quienes sufren las desigualdades. Alberdi hace de los avances de la instruccin un instrumento importante de progreso econmico y social. No es necesaria una instruccin formal muy completa para poder participar como fuerza de trabajo en la nueva economa; la mejor instruccin la ofrece el ejemplo de destreza que aportaran los inmigrantes europeos. Por otra parte, una difusin excesiva de la instruccin, corre el riesgo de propagar en la poblacin, nuevas aspiraciones. Puede ser ms directamente peligrosa si al ensearles a leer, pone a su alcance toda una literatura que trata de persuadirlos de que tienen, tambin ellos derechos a participar del goce de los bienes producidos. Un Exceso de instruccin, atenta contra la disciplina necesaria en los pobres. Encontramos la misma reticencia frente al elemento que ha servido para justificar la pretensin de la elite letrada a la direccin de los asuntos nacionales: su comercio exclusivo con el mundo de las ideas que la constituira en el nico sector nacional que sabe qu hacer con el poder, es ahora recusado por Alberdi. Para l, el idelogo renovador, no es sino el heredero del letrado colonial, a travs de transformaciones que slo han servido para hacer an ms peligroso su influjo. El cambio que Alberdi propone, no slo choca con ciertas convicciones antes compartidas con su grupo; se apoya adems en una simplificacin tan extrema del proceso a travs del cual el cambio econmico influye en el social y poltico, que su utilidad para dar orientacin a un proceso histrico real, puede ser puesta en duda. An as las Bases resumen con nitidez cruel, el programa adecuado a un frente antirrosista. Ofrece a ms de un proyecto de pas nuevo, indicaciones precisas sobre cmo recoger los frutos de su victoria a quienes han sido convocados a decidir un conflicto definido como de intereses. 5) Progreso sociocultural como requisito del progreso econmico. Sarmiento elabor una imagen del nuevo camino que la Argentina deba tomar, que rivaliza con el de Alberdi, al que adems supera en riqueza de perspectivas y contenido. Mueve a Sarmiento a recusar el proyecto alberdiano, su conviccin de que conoce mejor los requisitos y consecuencias de un cambio econmicosocial como el que la Argentina posrosista debe afrontar. Esa imagen del cambio posible y deseable, sarmiento la elabor bajo el influjo de la crisis europea de 1848. Como Alberdi, Sarmiento deduce de ella justificaciones para la toma de distancia, no slo frente a los idelogos del socialismo sino ante una entera tradicin poltica que nunca aprendi a conciliar el orden con la libertad. Su modelo era Estados Unidos. No le preocupa primordialmente examinar de qu modo se ha alcanzado una solucin al problema poltico del siglo XIX la conciliacin de la 5

libertad y la igualdad [Este es un problema terico que se plante en trminos de cmo conciliar democracia plena y capitalismo. Tericos de distintas corrientes concluyeron que eran incompatibles, entre ellos, hombres como Tocqueville y muchos de la corriente liberal] sino rastrear el surgimiento de una nueva sociedad y una nueva civilizacin basada en la plena integracin del nuevo mercado nacional. La importancia de la palabra escrita se le aparece a Sarmiento como decisiva. Ese mercado slo podra estructurarse mediante la comunicacin escrita con un pblico potencial muy vasto y disperso. Si esa sociedad requiere una masa letrada es porque requiere una vasta masa de consumidores; para crearla no basta la difusin del alfabeto, es necesaria la del bienestar y de las aspiraciones a la mejora econmica a partes cada vez ms amplias de la poblacin nacional. Para esa distribucin del bienestar a sectores ms amplio, debe ofrecer una base slida: la de la propiedad de la tierra. Sarmiento no dejar de condenar la concentracin de la propiedad. Para asegurar la expansin de las aspiraciones, sera preciso hallar una solucin intermedia entre una difusin masiva y prematura de ideologas igualitarias y ese mantenimiento de la plebe en la feliz ignorancia de Alberdi. Vea en la educacin un instrumento de conservacin social, no porque pudiese disuadir al pobre de cualquier ambicin de mejorar su lote, sino porque deba ser capaz, a la vez que de sugerirle esa ambicin, de indicarle los modos de satisfacerlas en el marco social existente. El ejemplo de los Estados Unidos, persuadi a Sarmiento de que la pobreza del pobre no tena nada de necesario. Lo persuadi tambin de que la capacidad de distribuir bienestar a sectores cada vez ms amplios no era solamente una consecuencia positiva del orden econmico, sino una condicin necesaria para la viabilidad econmica de ese orden. La imagen del progreso econmico que madura en Sarmiento postula un cambio de la sociedad en su conjunto, no como resultado, sino como precondicin del orden. El ejemplo de Estados Unidos, a la vez que incita a Sarmiento a prestar atencin al contexto sociocultural dentro del cual ha de darse el progreso econmico, hace para l innecesario definir los requisitos polticos para ese progreso. Luego, de vuelta en Chile, se dedicar a escudriar los primeros anticipos de ese futuro que intenta planear, rastreando los efectos de la nueva prosperidad creada por la apertura del mercado californiano a las exportaciones chilenas. [Para esa poca se haba descubierto oro en California. Es la poca de la fiebre del oro que motiva migraciones masivas hacia el Pacfico, pero que no cuenta dentro de Estados Unidos con un mercado proveedor suficiente de alimentos para esos pioneros] l ya adverta en 1849 su impacto en los avances del nivel de vida en Santiago y su plebe urbana. Era la ampliacin del mercado, a travs de la del consumo, lo que subtenda esos avances y dotaba de un nuevo dinamismo a la economa chilena. Chile, no obstante, crey eterno ese mercado nuevo que pronto fue borrado por el desarrollo de un proveedor dentro de Estados

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Unidos. De esa falta de clculo y previsin, Sarmiento culpaba a los terratenientes chilenos, fruto en definitiva de la ignorancia, y encontraba as un nuevo justificativo para la educacin popular. Otra leccin que Sarmiento atesora del Chile dominado por terratenientes, es que la igualdad social no podra all lograrse por la difusin de la propiedad de las tierras. Como respuesta trata de esbozar una lnea alternativa de desarrollo por medio de la modernizacin de la agricultura chilena. Esto slo podra hacerse en el marco de la gran explotacin capitalista. Ello exige una masa de asalariados rurales instruidos y bien remunerados, pero poco numerosos; complemento de ese cambio debe ser el crecimiento de las ciudades, nico desemboque a la poblacin expulsada de la tierra. Ser en la ciudad donde surja una sociedad ms compleja y mvil, y para que esto ocurra, es otra vez la difusin de la educacin popular imprescindible. Ms tarde, el retornar a Buenos Aires confirma las seguridades Estados Unidos y perplejidades Chile inspiradas en los ejemplos que haba tomado. La indefinicin de los aspectos propiamente polticos de su programa se contina en una indefinicin por lo menos igualmente marcada acerca de la articulacin del grupo polticamente dirigente. Respecto a esto Alberdi haba planteado que la Argentina sera renovada por la fuerza del capitalismo en avance; haba en el pas grupos dotados ya de podero poltico y econmico, que estaban destinados a recoger los provechos de esa renovacin y el servicio de la elite letrada sera revelarles dnde estaban sus propios intereses, para luego prepararse a morir. Sarmiento no cree con la misma fe que las consecuencias del avance de la nueva fuerza econmica sobre las reas marginales sean siempre benficas. Postula un poder poltico con suficiente independencia de ese grupo dominante para imponer por s rumbos y lmites a ese aluvin de energas econmicas. Quines han de ejercer ese podero poltico y en qu se apoyarn para ello? Nunca se plante la respuesta a la segunda pregunta; en cuanto a la primera, es desde luego la elite letrada, de la que se declara orgulloso integrante. No descubre ningn otro sector habilitado para asumir esa tarea y desde entonces se resigna a que su carrera poltica se transforme en una aventura estrictamente personal, aunque no sea esa una solucin que Sarmiento encuentre admirable. Treinta aos de discordia Alberdi haba postulado que el sistema de poder creado por Rosas sera capaz de sobrevivir a su cada para dar base al orden posrosista. Varela por su parte, que el lugar de Buenos Aires en el pas no sera afectado por la victoria de una coalicin antirrosista. Ambos postulados eran de muy poco probable realizacin. Luego de 1852 el problema urgente no fue cmo utilizar el poder legado por Rosas a sus enemigos, sino cmo erigir un sistema de poder en reemplazo del que fue barrido en Caseros. A Juicio de Sarmiento, Urquiza no est dispuesto a poner su poder al servicio de una poltica de rpido progreso como las que l y Alberdi proponen. La conviccin de as estaban las cosas haban llevado a Sarmiento de nuevo a Chile y a marginarse de la poltica argentina. Lo que lo devuelve a

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ella es el descubrimiento de que Urquiza no ha sabido hacerse el heredero de Rosas; no hay en Argentina una autoridad irrecusable. Para Alberdi, la creacin en Buenos Aires de un centro de poder rival del que reconoca por jefe al general Urquiza, poda slo tener consecuencias calamitosas. Los partidos que se proclamaron muertos en Caseros resucitan para retomar su carrera de sangre, y esa tragedia ftil e interminable, ser la obra de quienes como sarmiento, se jactan de haber frustrado una ocasin quiz irrepetible, en nombre de una poltica de principios. 1) Las facciones resurrectas. Ya que Caseros no ha creado ese slido centro de autoridad puesto al servicio del progreso viene a decir Alberdi ha dejado en sustancia las cosas como estaban. Toda una literatura facciosa parece sugerir que el nuevo pas vive prisionero de sus viejos dilemas. Como tema Alberdi, un periodismo formado en el clima de guerra civil que acompa la etapa rosista, se esfuerza por mantenerse vivo. Pero no es fcil creer que las facciones deban su inesperada vitalidad tan slo al influjo de unas cuantas plumas. El problema es que se adaptan mal a las nuevas lneas de clivaje poltico: la tentacin de tomar distancia frente a esas identificaciones facciosas est constantemente presente, aunque esconde una exhortacin alarmada a preservar una lealtad facciosa en que la sangre derramada parece excluir la posibilidad de una solucin al conflicto poltico, ms conciliatoria que no sea la eliminacin del adversario. Hernndez no tiene sino expresiones de respeto por el general Urquiza; an as le profetiza que la muerte bajo el pual unitario ser el desenlace de su carrera, si no abandona el camino de las concesiones frente a un enemigo incapaz de controlar su propia tendencia asesina. La apelacin apasionada a una tradicin facciosa refleja la conviccin de que esta tradicin est perdiendo su imperio. Si esas tradiciones facciosas agonizan es porque como haba declarado Alberdi se estn haciendo irrelevantes y lo que las hace tales son los cambios que a pesar de todo trajo Caseros. Qu ha cambiado? No las situaciones provinciales consolidadas en la etapa de hegemona portea, que ahora se apresuran a cobijarse bajo la de su vencedor. Tampoco el equilibrio interno de las facciones polticas uruguayas. Caseros ha puesto en entredicho la hegemona de Buenos Aires y ha impuesto la bsqueda de un nuevo modo de articulacin entre esta provincia, el resto del pas y los vecinos. Tambin se ha destruido en Caseros el sistema de poder creado por Rosas. Ese sistema construido a partir de 1828-29, haba sido despojado por su creador de toda capacidad de reaccin espontnea que hace posible bajo la apariencia de una rabiosa politizacin una despolitizacin creciente de la sociedad entera.

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La cada de Rosas deja un vaco que llenan mal los sobrevivientes de la poltica prerrosista, como por ejemplo Vicente Lpez y Planes, designado por Urquiza, gobernador de Buenos Aires. Ese vaco ser llenado entre junio y diciembre de 1852; un nuevo sistema de poder ser creado; habr surgido una nueva direccin poltica con una nueva base urbana y un sostn militar improvisado, pero suficiente para jaquear la hegemona que Entre Ros crey ganar en Caseros. El 11 de setiembre de 1852, marca l fecha de una de las pocas revoluciones argentinas que marcan un punto de inflexin en su vida poltica. 2) Nace el Partido de la Libertad. A fines de junio de 1852, la recin elegida Legislatura de la Provincia de Buenos Aires rechaza los trminos del Acuerdo de San Nicols, por el que las provincias otorgan a Urquiza la direccin de los asuntos nacionales durante el periodo constituyente. El hroe de la jornada es Bartolom Mitre. Quiere ser portavoz de una ciudad y una provincia que no ha renunciado a defender la causa de la libertad. Est renaciendo algo que faltaba en la ciudad desde haca veinte aos: una vida poltica. En el dilogo entre un grupo dirigente polticoeconmico y una elite letrada que segn Alberdi deba determinar el futuro poltico de la Argentina se entremezclaba otro turbulento interlocutor. Esto pareca anunciar una recada en el estilo poltico que haba provocado la reaccin federal y rosista. La trayectoria de Mitre no era ms tranquilizadora, pero su xito parlamentario de junio fue contrarrestado por un golpe de estado de Urquiza, dispuesto a volver a la obediencia a Buenos Aires. La ocupacin militar entrerrianocorrentina se hace pronto insostenible y el 11 de setiembre se asiste a un alzamiento exitoso. Esos hombres nuevos a quienes las jornadas de junio han dotado de un squito urbano [en la Legislatura] transforman su base poltica en militar. Pero esos advenedizos no estn solos; junto con ellos se levantan los titulares del aparato militar creado por Rosas. Unos y otros reciben el inmediato apoyo de las clases propietarias de ciudad y campaa. La causa de la libertad que Mitre evoca, no es otra que la oculta causa de Buenos Aires, la cual no es idntica para los jefes de frontera, para las clases propietarias o para la nueva opinin urbana movilizada en junio. Esta ltima identifica la causa de Buenos Aires con la de la libertad impuesta a las dems provincias con violencia. Para las clases propietarias significa la resistencia a incorporarse a un sistema fiscal que los intereses porteos no manejan. Para el aparato militar ex rosista, la negativa a aceptar la hegemona entrerriana. Cuando vencedor el movimiento en Buenos Aires busca expandirse al Interior, amenazando as inaugurar un nuevo ciclo de guerras civiles, ese aparato militar se alza. No logra derrocar al gobierno de la ciudad y Urquiza decide darle su apoyo bloqueando navalmente Buenos Aires. La provincia pasa la prueba, Urquiza se retira una vez ms y la organizacin militar de la campaa es cuidadosamente reestructurada para que no pueda volver a ser un contrapeso de la Guardia Nacional de Infantera que es ahora la expresin armada de la faccin dominante en la ciudad. 9

La prueba atravesada ha enseado a los dirigentes polticos urbanos los lmites de su libertad de accin; su victoria se debe en parte importante a que el arbitraje de las clases propietarias le ha sido favorable. stas seguirn apoyndolos debido a sus prevenciones a la incorporacin a la Confederacin urquicista, pero no toleraran una poltica interprovincial de conflicto. El xito de la empresa poltica inaugurada en junio de 1852 se da en un contexto muy diferente del previsto por quienes pretendan predecir antes de 1852 el rumbo de la Argentina posrosista. No se mide en cambios sociales, en un nuevo ritmo de progreso econmico estimulado por la accin estatal o en avances institucionales. Es un xito estrechamente poltico que comienza a borrar las consecuencias de la derrota de Buenos Aires en Caseros, que otorga a una tradicin antirrosista una slida base popular. En ese contexto, tanto el pensamiento poltico como su expresin adquieren modalidades nuevas. Los polticos de Buenos Aires se dirigen a un pblico distinto y ms vasto que los grupos dominantes que Alberdi haba reconocido como nicos interlocutores. He aqu todo un mundo de problemas que Alberdi haba ignorado sistemticamente, que Sarmiento slo atendi episdicamente, pero cuya significacin no se poda seguir ignorando. Ese esfuerzo de definicin de una poltica que surge, inspira los artculos con que Mitre llena Los Debates En ellos encontramos en el lugar de honor al personaje que Alberdi habra querido desterrar para siempre de la poltica argentina: el partido. [Cuidado con esto: cuando Halperin caracteriza aqu al partido, lo hace de manera muy similar a los partidos polticos moderno lo cual puede conducir a un anacronismo. Lo correcto aqu, es hablar de facciones ms que de partidos, porque aun no cuentan con la estructura orgnica con la que los conocemos, y que no surgirn hasta despus de 1880] El partido impone una conexin nueva entre dirigente y squito poltico. El nfasis en el partido, lleva a los polticos a un esfuerzo por buscar un pasado para ese partido, pasado adems cuidadosamente depurado. En este marco, el retorno de los restos de Rivadavia sobre cuya accin poltica la generacin de 1837 haba dado un juicio muy duro lejos de marcar una vuelta al conflicto interno, viene a coronar un largo esfuerzo integrador en que Buenos Aires se reconcilia consigo misma. La resurreccin de una tradicin poltica que a partir de 1837 haba sido declarada muerta, renace de la identificacin entre la tradicin unitaria y la causa de Buenos Aires. Esa tradicin se adecua a las necesidades de una Buenos Aires que luego de su derrota en Caseros, debe reivindicar ms explcitamente que nunca, su condicin de escuela y gua poltica de la entera nacin. Por su parte, al mantener su identificacin intransigente con la causa del progreso viene a afirmarnos Mitre el Partido de la Libertad que ha nacido, no har sino reflejar la que la sociedad portea mantiene desde su origen. Pero Mitre hace urgente separar la causa del liberalismo [que est resurgiendo en toda Europa] de la de un radicalismo que se declara condenado de antemano al fracaso. Lo que Mitre quiere es tener a sus enemigos a la izquierda y no se limita a ofrecer una alternativa preferible a la conservadora o radical, sino que toma de ellas todos los motivos vlidos en ambas posiciones extremas, y al hacerlo, las despoja de cualquier validez. A pesar de su planteo 10

poltico, menos fcil es dotar a esa orientacin renovadora de un contenido preciso, de un programa. Mitre defini sus posiciones programticas sobre puntos tan variados como el impuesto al capital, la convertibilidad del papel moneda y la creacin de un sistema de asistencia pblica desde la cuna hasta la tumba. Pero no hay duda de que esas definiciones programticas no podran ser las de un partido que pretendiese representar armoniosamente todas las aspiraciones que se agitan en la sociedad. [Bien Halperin... otra vez no pudo zafar bien de expresar su pensamiento poltico. Esto es as, por la sencilla razn de que no existe partido poltico que pueda expresar los intereses de todos los sectores sociales, ya que muchos de ellos son contrapuestos. Lo que Halperin est diciendo, es que los partidos o facciones polticas, son necesariamente clasistas aunque no lo digan, o al menos facciosos en trminos de grupos de intereses] Esas indefiniciones de 1852, quedarn hasta tal punto incorporadas a la tradicin poltica argentina que seguirn gravitando hasta nuestros das. La movilizacin poltica urbana en Buenos Aires no tuvo efectos duraderos; sera agotada por una desmesurada victoria: a partir de 1861 el Partido de la Libertad, intenta la conquista del pas y no slo fracasa sino que destruye las bases mismas desde las que ha podido lanzar su ofensiva. 3) El Partido de la Libertad a la conquista del pas. Buenos Aires va a mantener dos conflictos armados con la Confederacin. Derrotada en 1859 admite integrarse a su rival, pero obtiene de ste el reconocimiento del papel director dentro de la provincia de quienes la han mantenido disidente. Obtiene tambin una forma constitucional que, a ms de disminuir el predominio del Estado federal sobre los provinciales, asegura una integracin financiera slo gradual de Buenos Aires en la nacin. Vencedora en 1861, su victoria provoca el derrumbe del gobierno de la Confederacin, presidido por Derqui y slo tibiamente sostenido por Urquiza. Mitre, gobernador de Buenos Aires, advierte muy bien los lmites de su victoria, que pone a su cargo la reconstitucin del Estado federal, pero no lo exime de reconocer a Urquiza un lugar en la constelacin poltica que surge. Admite que los avances del partido de la Libertad no podran alcanzar a las provincias mesopotmicas que quedan bajo la influencia de Urquiza y parece dispuesto a admitir tambin que en algunas de las provincias interiores la base local para establecer el predominio liberal es tan exigua, que no debe siquiera intentarse. El vencedor de Pavn, admite en cambio la remocin de los gobiernos provinciales de signo federal en el Interior, hecha posible por la presencia de destacamentos militares de Buenos Aires, y en el Norte, por los ejrcitos de santiago del estero y los hermanos Taboada. Esa empresa afronta la resistencia de La Rioja, aparentemente doblegada cuando su mximo caudillo el Chacho Pealosa es vencido y ejecutado. No obstante, la escisin del liberalismo porteo, no pudo ser evitada luego de Pavn. Mitre, sacudida ya su base provincial, busca consolidarla mediante la supresin de la autonoma de Buenos Aires, que una ley nacional dispone colocar bajo la administracin directa del gobierno 11

federal. La Legislatura rehusa su asentimiento; Mitre se inclina ante la decisin pero no logra evitar que la erosin de su base portea quede institucionalizada en la formacin de una faccin liberal antimitrista: la autonomista, que en pocos aos se har del control de la provincia. La divisin del liberalismo porteo va a gravitar en la ampliacin de la crisis poltica cuya intensidad Mitre haba buscado paliar mediante su acercamiento a Urquiza. Pero lo que sobre todo va a agravarla es su internacionalizacin. La victoria liberal de 1861 slo puede consolidarse a travs de conflictos externos. Es el entrelazamiento entre las luchas facciosas argentinas y uruguayas lo que conduce a ese desenlace. El predominio blanco asegurado en Quinteros, va a afrontar el desafo de espadas veteranas del coloradismo que han encontrado en Buenos Aires, lugar en el ejrcito disidente y para la cual han organizado una caballera. La Cruzada Libertadora que el general Flores lanza sobre su pas, cuenta con el apoyo de Buenos Aires. A su vez, el cruzado colorado contar con otro apoyo externo an ms abierto: el imperio del Brasil. Si la pasividad de Urquiza despierta reprobacin entre los federales, los liberales autonomistas hallan posible acusar de pasividad a Mitre. Esos reproches se harn ms vivos cuando el joven presidente de Paraguay, Francisco Solano Lpez, juzgando oportuno el momento, entre en la liza en defensa del equilibrio rioplatense que proclama amenazado por la intervencin del imperio en el Uruguay. [Cuando la Cruzada Libertadora avanza sobre Uruguay, no tiene asegurado un dominio sobre la campaa oriental; son las tropas brasileas las que se lo facilitan invadiendo el territorio uruguayo por el norte] Lpez espera contar con el apoyo de Urquiza a ms del que obviamente tiene derecho a esperar del gobierno blanco. Los autonomistas urgen a Mitre a que lleve a Argentina a la guerra del lado del Brasil. Por su parte Mitre busca evitar que la guerra llegue como una decisin independiente de su gobierno. Cuando Lpez decide atacar a Corrientes luego de que le ha sido denegado el paso con sus tropas por Misiones, logra hacer de la entrada de la Argentina en el conflicto, la respuesta a una agresin externa. As la participacin argentina adquiere una dimensin nacional y Urquiza se apresura a declarar su solidaridad con la nacin y su gobierno. Pero en la medida en que la guerra no ha de servir para la definitiva limpieza de los ltimos reductos federales, ella pierde buena parte del inters para la faccin autonomista. Si el proceso que conduce a la guerra marca el punto ms alto del estilo poltico de Mitre, la guerra va a poner fin a su eficacia. Las pruebas que impone son demasiado duras, las tensiones que introduce en el cuerpo social demasiado poderosas en la conciencia de las limitaciones severas que afectan a un poder slo nominalmente supremo. Es aislamiento poltico del Presidente se acenta y a l contribuye la creciente resistencia federal de participar en el conflicto blico. Contribuye tambin de modo ms decisivo la toma de distancia frente a la empresa de un autonomismo que antes que nadie, la haba proclamado necesaria. La movilizacin poltica urbana, que ha sobrevivido mal a la escisin liberal, se hace presente por ltima vez en el momento de declaracin de guerra. Desde entonces, en ciudad y campaa, la vida poltica de Buenos Aires ser cada vez ms protagonizada por dos mquinas electorales. 12

El esfuerzo que la guerra impone acelera la agona del Partido de la Libertad. Urquiza ha visto reconocida en el nuevo orden una influencia que espera poder ampliar apenas dejen de hacerse sentir los efectos inmediatos de la victoria de Buenos Aires en un Interior en que el federalismo sigue siendo la faccin ms fuerte. Asistir as como espectador dispuesto slo a comentarios ambiguos al gran alzamiento federal de 1866-67, que desde Mendoza a Salta convulsiona todo el Interior andino, pero esta lnea poltica que adopta se revelar suicida. Como se ve, no es slo la erosin de su base poltica portea la que ocasiona la decadencia del mitrismo; es tambin el hecho de que en el contexto institucional adoptado por la nacin esa base no bastara para asegurar un predominio nacional no disputado. [Esto es as por el problema de las representaciones provinciales; para lograrlo, debiera contar con mayora de las representaciones provinciales y ya sabemos que el mitrismo no est consolidado en el pas] Ante la guerra, el ejrcito nacional necesita ampliar su cuerpo de oficiales y esto permite el retorno a posiciones de responsabilidad e influencia, a figuras polticamente poco seguras. Al mismo tiempo, las poco afortunadas vicisitudes de la guerra debilitan el vnculo entre ese cuerpo de oficiales y su jefe supremo, es decir, Mitre. Curupayt, revela a la nacin que la guerra ha de ser mucho ms larga y cruenta de lo que se esperaba, e inspira entre los oficiales dudas sobre su direccin. Ese cuerpo de oficiales es solicitado en 1867 por el coronel Lucio Mansilla para apoyar la candidatura presidencial de sarmiento. Aun los jefes de la ms vieja lealtad mitrista se sienten cada vez menos ligados a ella y as el general Arredondo, feroz pacificador del Interior tras Pavn, entrega los electores de varias provincias a ese candidato. Puede hacerlo, gracias a la guerra civil de 1866-67, en que el ejrcito nacional ha alcanzado gravitacin en el Interior. El Partido de la Libertad ya no existe, Mitre lo ha destruido. Esto es el resultado de una accin ms interesada en los resultados que en principios. Mitre traicion los de su partido cuando proclam la espectabilidad del caudillo Urquiza, cuando acept como sus aliados en el Interior a los Taboada, cuando favoreci en el Uruguay la causa de ese otro traidor a sus principios Flores, la traicion aun ms cuando desencadenada la guerra con el Paraguay pact con el Imperio brasileo, alianza contraria al republicanismo de su partido. A esa bancarrota moral, sigui la bancarrota poltica. Puede el federalismo sobrevivir a ese retorno debido ms que a sus victorias al agotamiento de su adversario? Y de ser as qu sobrevivir de ese federalismo? 4) De la reafirmacin del federalismo a la definicin de una alternativa a las tradiciones facciosas. La cada de Rosas haba significado un punto de inflexin en la trayectoria del federalismo. La solidaridad del partido encontraba a su vez una nueva base en la identificacin con la Constitucin Nacional de 1853. La secesin de Buenos Aires devolver a primer plano motivos antiporteos a los que haba puesto sordina la hegemona rosista. Ese federalismo constitucionalista y antiporteo es el que debe hallar modo de sobrevivir a Pavn. 13

El jefe nacional del federalismo, Urquiza, no ha sido despojado por Pavn de un lugar legtimo en la vida poltica argentina. La constitucin que el vencedor de Pavn ha jurado, y da base jurdica al poder nacional, es la que se proclam en cumplimiento de los pactos que los jefes histricos del federalismo establecieron treinta aos atrs. Esa seguridad de que el federalismo no ha perdido en la derrota su funcin central est aun viva en la proclama con que el Chacho Pealosa anuncia su levantamiento. La proclama no llama a los riojanos a imponer una nueva solucin poltica, sino el retorno a la lnea de mayo y de Caseros; pero ese optimismo quiz forzado deber ser abandonado por parte de los federales. Una interpretacin cada vez ms popular de Pavn deriva de la ltima etapa de la polmica antirrosista, que denunciaba en Buenos Aires a un poder votado al monopolio mercantil y la explotacin fiscal del resto del pas. Tras la victoria de Mitre y Buenos Aires, Alberdi prefiere insistir en el elemento fiscal. En diez aos se haba hecho evidente lo que en 1852 haba vaticinado el representante britnico en el Ro de la Plata Parish respecto de que la libre navegacin era incapaz de afectar sensiblemente la hegemona mercantil de Buenos Aires. Ms que eliminar las restricciones, se trataba de hallar un modo de que el pas entero participe de manera menos desigual en sus beneficios. Ello slo podra lograrse, segn Alberdi, mediante la creacin de un autntico Estado nacional, dueo de las rentas nacionales. [Halperin no lo ha nombrado ni una sola vez a lo largo de este trabajo, pero cuando habla de rentas nacionales, hay que recordar que lo ms saneado del fisco eran los ingresos de la Aduana y que Buenos Aires los tiene] La integracin del motivo alberdiano y una tradicin federal depurada de cualquier memoria de la etapa rosista, encuentra expresin en la proclama con que el coronel Felipe Varela se pone al frente del gran alzamiento del Interior andino en diciembre de 1866. La causa que invoca es la misma de 1863. Ante todo esto, ese federalismo que debe resurgir, desenvuelve los esfuerzos por hacer de Urquiza un candidato a la sucesin constitucional de Mitre. Constitucionalismo y sobre todo antiporteismo, ofrecen entonces una renovada base al federalismo. Sarmiento es presidente en 1868 contra los deseos de Mitre y no se limita a afrontar en estilo desgarradamente polmico el hostigamiento de un mitrismo enconado por la prdida del poder. Falto de apoyo partidario propio, Sarmiento se acerca a Urquiza dndose as la posibilidad de una nueva alineacin en que el federalismo puede aspirar a ganar gravitacin decisiva. A nivel internacional, la trayectoria del segundo Imperio [la Francia de Napolen III] subraya el agotamiento de la solucin autoritaria en la que Alberdi confiaba. Los xitos del rgimen imperial lo mismo que sus fracasos, parecen reflejar la perduracin de esas fuerzas revolucionarias que son la democracia y el nacionalismo. El liberalismo mitrista aparece as como contrario a las tendencias de nuevo dominantes en Europa. No slo los voceros del federalismo comienzan a golpear ese flanco dbil [su tibieza poltica] del mitrismo. Tambin desde el liberalismo se proclamar una creciente decepcin hacia l. 14

Pocos meses despus de recibir la visita de sarmiento, Urquiza es asesinado por los participantes en la revolucin provincial que ponen en el poder a Ricardo Lpez Jordn, el ms importante de sus segundones. Jos Hernndez, poltico federal, quiere creer que aun es posible salvar el frgil entendimiento entre el gobierno nacional y el federalismo entrerriano y se declara seguro de que Lpez Jordn condenar ese crimen. No obstante, Jordn ni quiere ni puede hacerlo. Sarmiento se dispone a lanzar todo el ejrcito sobre la provincia y Hernndez pasa a apoyar la causa de la rebelin entrerriana, pero advierte mejor que el jefe de sta, hasta qu punto el nuevo contexto poltico nacional condena de antemano cualquier movimiento que no supere el mbito provincial. Las alternativas que quedan abiertas son: trasformar el alzamiento entrerriano en punto de partida de uno nacional capaz de abatir al gobierno federal; ganar para l el apoyo armado del imperio brasileo que le permita reconstruir en su provecho la confederacin urquicista; y ninguna de estas dos opciones son fciles; y una tercera, lograr el avenimiento con el gobierno nacional que no suponga una derrota total de la causa rebelde. Ese avenimiento slo ser posible si el gobierno debe afrontar una crisis ms urgente que la de Entre Ros. Se comprende entonces con qu alborozo festeja Hernndez desterrado en Montevideo luego de la derrota del jordanismo, a la crisis abierta con la candidatura de Avellaneda para suceder a Sarmiento, y su culminacin en la infortunada rebelin militar encabezada por Mitre en 1874. Hernndez intenta de nuevo hacerse vocero de un consenso destinada a abarcar fuerzas ms vastas que esa fraccin del federalismo que ha venido sobreviviendo. Tiene confianza en la progresiva afirmacin de ese Estado nacional que Mitre organiz como agente de una faccin, Sarmiento quiso ser independiente de las facciones y Avellaneda se apresta a redefinir como rbitro entre ellas. [Recordemos que la mayor aspiracin poltica de Avellaneda fue declarada por l mismo cuando expres que deseaba que no hubiese en la nacin, nada ms grande que la nacin misma] El consenso despus de la discordia 1) Los instrumentos del cambio. Los testimonios de la poca no muestran ningn deseo por revisar de modo sistemtico los distintos proyectos de creacin de una nacin formulados a mediados de siglo. Con ello se corre el riesgo de perder de vista que ese legado renovador al que se rinde constante homenaje no propone un rumbo nico sino varias alternativas. Lo que haba separado a Alberdi de Sarmiento o de Fras no era una diferencia de opinin sobre la necesidad de acudir a la inmigracin o la inversin extranjera o la de fomentar el desarrollo del transporte sino el modo en que esos factores deban ser integrados en proyectos de transformacin global, cada vez ms perdidos de vista a medida que esa transformacin avanza. De esos elementos por ejemplo, la educacin popular no ser nunca uno en torno al cual la controversia arrecie; tampoco recibir mucho ms que el homenaje ya que ni el propio Sarmiento le conceder en los aos que van de 1862 a 1880 la atencin que le otorg en etapas anteriores y volver a consagrarle en sus aos finales. [Cuidado con esto, primero porque Norma Simetra y Brillo, si alguna vez se masturba, lo hace pensando en Sarmiento; segundo porque es cierto que 15

durante la presidencia de Sarmiento, el presupuesto para educacin fue tan alto que nunca ms se repiti en la historia argentina. Despus de todo, como Halperin presenta con quien bamos a rendir, contina diciendo:] Su gobierno impone sin duda una reorientacin seria a la educacin primaria y popular. La inmigracin despierta reacciones ms matizadas que sin embargo tampoco alcanzan a poner en duda la validez de esa meta. La confrontacin entre las propuestas renovadoras y los resultados de su aplicacin, es menos fcil de esquivar en el rea econmica. Slo ocasional y tardamente se discutir la apertura sistemtica al capital y la iniciativa econmica extranjeros; con mayor frecuencia se oirn protestas contra la supuesta timidez con que se las implementa. En Buenos Aires el hecho de que el primer ferrocarril, creado por iniciativa de capitalistas locales, pase luego a propiedad de la provincia, es visto por muchos como una anomala. En 1857 Sarmiento ha subrayado que el nico modo de acelerar la creacin de la red ferroviaria es dejarla a cargo de la iniciativa extranjera que debe ser atrada mediante generosas concesiones en tierras, condenadas stas a ser insuficientemente explotadas mientras falten medios de comunicacin. [una cosa que Halperin parece no tener en cuenta aqu es justamente el modelo de Sarmiento basado en Estados Unidos, donde la construccin de ferrocarriles se haca justamente por la concesin de determinada cantidad de tierras por el lugar donde pasaban las vas, que sirvieron para capitalizacin de las empresas constructoras mediante el usufructo de las mismas como tierra privada por la cual deban pasar las carretas que quisieran cargar algo en el tren, algo as como un peaje que al productor costaba ms caro pasar esa legua de ancho que transportar su producto desde 100 kilmetros de distancia a las vas, aunque tuviese que pagar por ello] En la dcada siguiente El Nacional propondr directamente la transferencia del Ferrocarril Oeste a manos britnicas; es sta una de las propuestas oficiosas del gobierno de Sarmiento. El papel del capital extranjero en la expansin argentina, no es entonces objeto de controversia, y an menos la despierta la apelacin ilimitada al crdito externo. Hernndez es uno de los entusiastas partidarios del endeudamiento. El consenso se har mucho ms reticente en torno a la liberalizacin del comercio exterior. Por una larga etapa el librecambismo va a ser reconocido como un principio doctrinario irrecusable, sin embargo la necesidad de proteger ciertos sectores, va a ser vigorosamente subrayada. Un slido consenso va a afirmarse en torno a los principios bsicos de la renovacin econmica. Slo en la dcada del setenta, algo parecido a un debate sobre principios econmicos, comienza a desarrollarse en torno al proteccionismo, que adquiere una nueva respetabilidad al ser presentado como alternativa vlida a un librecambismo a veces recusado en los hechos. Pero las tomas de posicin a favor del proteccionismo alcanzan eco reducido y estn lejos de suponer una recusacin global de los supuestos a partir de los cuales fue emprendida la construccin de un nuevo pas.

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Otra razn para que la disidencia que el proteccionismo implica permanezca en lmites estrechos, es que en su versin ms extrema, el proteccionismo, recusa la teora de divisin internacional del trabajo, sobre lo cual hay general consenso en aprobar. Lo que no se examina, es si, al margen de la poltica econmica del gobierno argentino, la nueva inclusin en la economa mundial no est consolidando un lazo de desigualdad de intercambio difcil de modificar. Lo que ocurre es que hay una fe en que est abierto a la Argentina el camino que la colocar en un nivel de civilizacin, podero econmico y poltico, comparable al alcanzado por las potencias europeas. Significa esto que no es advertido el hecho obvio de que la Argentina es un rea marginal del mercado mundial? Es evidente que existe conciencia de los peligros que esa marginalidad implica, pero ella se da sobre todo en el plano poltico, por lo cual la soberana poltica es la que va a ser defendida. Al sugerir remedios a la situacin de atraso argentino, que es comparable con el del resto de naciones de Hispanoamrica, no se busca la causa principal de ese atraso en la condicin marginal del continente. Adems quienes estn atentos a esos riesgos, estn sostenidos por la seguridad de que las naciones hispanoamericanas cuentan con los medios de superarlos, si se deciden a usar de ellos. Si Alberdi juzga que la inmigracin de hombres y capitales, en un marco de autoritarismo poltico e inmovilismo social, har de la Argentina una rplica y no un satlite de Europa, Sarmiento por su parte no duda de que una poltica diferente, permitir repetir el milagro norteamericano. Mitre incluso era ms optimista: en menos de doscientos aos la Argentina habr alcanzado y quiz sobrepasado a Inglaterra Ni una disidencia poltica, ni un proyecto alternativo de cambio econmicosocial, vienen a debilitar la segura fe en que la edad de oro de la Argentina, como crea Alberdi, estaba en el futuro, y que desde mediados de siglo haba quedado abierto el camino para ello. Pero esa seguridad era vulnerable al testimonio que la realidad inmediata ofreca. Balances de una poca En 1879 fue conquistado el territorio indio; al ao siguiente el conquistador del desierto era presidente tras doblegar la resistencia armada de buenos Aires, que vea as perdido el ltimo resto de su pasada hegemona. La victoria hizo posible separar de la provincia a la capital. Nada quedaba en la nacin que fuese superior a la nacin misma. El triunfo de Roca era el del Estado central. La Argentina es al fin una, porque ese Estado nacional, lanzado desde Buenos Aires a la conquista del pas, en diecinueve aos ha coronado esa conquista con la de Buenos Aires. En 1883 Sarmiento seala en la hazaa poltica realizada por Roca la prueba mejor de que la Argentina no es de veras un pas nuevo. Lo que sarmiento viene a decir es que Alberdi haba tenido razn: los cambios vividos en la Argentina son, ms que el resultado de as sabias decisiones de sus gobernantes posrosistas, el del avance del ciego y avasallador de un orden capitalista que se apresta a dominar todo el planeta. Y 17

ese progreso material necesariamente marcado por desigualdades y contradicciones es menos problemtico que la situacin poltica. Lo que queda atrs es ms que una etapa de construccin cuyas obras requieren ser justipreciadas. La nueva etapa de la historia argentina no ha comenzado en 1852, est slo comenzando en 1880. En ella dominar el lema de paz y administracin. El primer objetivo del nuevo presidente es la creacin de un ejrcito moderno; el segundo el rpido desarrollo de las comunicaciones; el tercero, acelerar el poblamiento de los territorios. No todos los defectos de la vida social provienen del Estado. La opinin pblica nacional y extranjera tiende a identificar a la Argentina con sus ciudades, pero en ms de sus dos terceras partes la poblacin es an campesina. Si en 1880 como quiere Sarmiento, nada se tiene estable ni seguro, ello no se debe tan slo a lo que del proyecto trasformador se ha frustrado; se debe tambin a lo que de l no se ha frustrado. Se acerca la hora en que los dilemas que la realidad del siglo XIX haba planteado a Tocqueville [Recordemos que era la compatibilidad entre democracia plena y capitalismo, planteado tambin como compatibilidad entre igualdad y libertad], se anuncien en el horizonte argentino. La repblica verdadera que debe ser capaz de asegurar a la vez libertad e igualdad y ponerlas en la base de una frmula poltica duradera y eficaz, es el desafo.

LA POLTICA EN LAS CALLES. ENTRE EL VOTO Y LA MOVILIZACIN 1862-1880. Hilda Sabato (1998)

Introduccin: la gente y la poltica en Buenos aires

Relaciones, conflictos y vnculos entre gobernantes y gobernados en la ciudad de Buenos Aires entre 1862 y 1880. 1862, Buenos Aires triunfadora sobre al Confederacin. Nueva dirigencia poltica que se propuso liderar la construccin de un estado y de un orden poltico nacionales. Pero el problema de la conformacin efectiva de una comunidad poltica segua pendiente. Esa cuestin resultaba inescindible del proceso de construccin de un rgimen poltico legtimo. Qu lugar ocup el resto de la poblacin de Buenos Aires en toda esta historia? Qu intervencin tuvo en la construccin del poder poltico? Desde el punto de vista normativo su lugar estaba asegurado por la Constitucin de 1853. En la prctica se pusieron en marcha mecanismos concretos de representacin: sufragio y elecciones como pieza clave. No eran sin embargo, la nica instancia, pues de desarrollaron otras formas de vinculacin entre gobernantes y gobernados que resultaron de propuestas y acciones impulsadas o impuestas desde arriba, como de aquellas que se originaban desde una sociedad civil ms compleja. Perodo de formacin de una esfera pblica que se constituy en una instancia de mediacin entre sociedad civil y estado, y de participacin poltica para amplios sectores de la poblacin portea.

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Intervencin de grupos y sectores diversos para expresar opinin y presionar por sus intereses directamente, sin mediaciones polticas, pero traduciendo reclamos y posturas particulares en trminos del inters colectivo. Desde el poder se atenda a las seales que provenan de ese espacio que fue convirtindose en fuente de legitimacin para la accin poltica. Ciudad de Buenos Aires, all se levant El tribunal de la opinin constituido por el conjunto de instituciones e instrumentos que conformaban la esfera pblica asociaciones, diarios y otros- originados en la sociedad civil pero alentados a la vez desde el poder. Las prcticas electorales y las formas de movilizacin pblica fueron facetas centrales en la relacin entre gobernantes y gobernados.

Representacin y ciudadana

La eleccin de representantes se convirti en un aspecto fundamental del nuevo sistema y en un momento decisivo de la relacin entre gobernantes y gobernados. El derecho a elegir y ser elegido constituy el ncleo de unos derechos polticos cuya titularidad estaba reservada a los ciudadanos Cmo se conform la ciudadana? Interpretacin clsica, T. H. Marshall: modelo de desarrollo histrico. A lo largo del siglo XIX la ciudadana se habra ido expandiendo gradualmente como resultado de una extensin gradual del derecho al voto. Sin embargo, ni en la Argentina ni en otras naciones de la Amrica antes espaola, la historia de ese derecho tuvo el desarrollo lineal que prescribe el modelo de Marshall. Lejos de producirse un proceso de ampliacin a partir de una ciudadana restringida, en buena parte de Iberoamrica se parti de una concepcin relativamente amplia del ciudadano, introducida despus de la independencia. Buenos Aires, 1821, voto sin restricciones para todos los varones adultos. Se ha sealado que a pesar de la Constitucin y las leyes, la participacin electoral efectiva era muy limitada, por lo que se trataba de un sistema de ciudadana restringida de hecho. El problema habra radicado en los mecanismos electorales puestos en marcha por las elites en el poder; destinados a manipular los resultados. Algunas interpretaciones:

1- Distancia entre los parmetros liberales sobre los que descansa la Constitucin y las prcticas electorales viciadas y corruptas diseadas para mantener al pueblo lejos de las urnas. 2- Gino Germani: exclusin poltica de los grupos sociales nuevos. Acelerada modernizacin econmica y social de la segunda mitad del siglo XIX no encontr su equivalente en el terreno poltico.

Estas interpretaciones descansan sobre las premisas de que quienes ejercen el derecho a voto constituyen la ciudadana poltica y que el ejercicio es la forma legtima de participacin poltica. Suponen que las elecciones son la nica va reconocida para llegar al poder, y que a travs de ellas se produce ese efecto de traspaso de soberana de abajo hacia arriba, por el cual los elegidos ejercern la representacin del conjunto y producirn la nacin. Al adoptar esos supuestos, las interpretaciones clsicas rpidamente deducen, de la baja participacin electoral, la indiferencia de buena parte de la poblacin por los asuntos polticos. As dejan de lado la posibilidad de preguntarse quines votaban efectivamente y que quera decir votar, tener y ejercer el derecho de sufragio. Descartan tambin toda pregunta referida a la temprana sancin del sufragio universal masculino.

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Las elecciones

Buenos Aires, historia electoral turbulenta. Tras la cada de Rosas se abre una nueva etapa poltica. Jos Luis Romero: ciudad patricia, la Buenos Aires de las dcadas del 50 al 80. Identific un sistema institucional y poltico diferenciado para esas dcadas y el papel particular que le cupo a Buenos Aires en el programa de su elite patricia. Tulio Halperin Donghi: anlisis de la creacin, despus de Caseros, de un nuevo sistema de poder y una nueva fuerza poltica en la provincia, cuyo xito result no slo del apoyo que logr entre las clases propietarias y la elite letrada, sino tambin de la movilizacin de la poblacin urbana. Una figura clave era la del partido poltico, una institucin novedosa y, a la vez, diferente de los partidos actuales. Partido liberal: agregacin laxa y no institucionalizada, que actuaba como una empresa poltica que buscaba despertar lealtades e incorporar a la vida poltica a sectores ms amplios que los de la propia elite. La vida poltica haba quedado reducida a una lucha entre aparatos que protagonizaban el juego electoral. Quines participaban de este juego, por qu y en qu calidad, cmo se armaba la escena comicial, cules eran sus reglas, etc. La imagen de un pueblo vido por ejercer sus derechos electorales resulta anacrnica. Las maquinas electorales sirvieron no solamente para controlar los comicios sino tambin para hacerlos posibles. Sectores que con frecuencia desarrollaban otras formas de intervencin ms directa en la vida poltica. Una de esas formas fue la de las armas. En Argentina la ciudadana poltica se asociaba estrechamente con la participacin en las milicias. Ejercicio de la violencia y levantamientos armados se consideraron aceptables y legtimos cuando se entenda que el poder central violaba la constitucin o las bases sobre las cuales e haba fundado. Rebeliones que se apoyaban en la organizacin que los partidos tenan montada para su actuacin electoral y, tambin, en la que surga de la propia actividad asociativa de la poblacin.

Una esfera pblica

Una sociedad civil cada vez ms compleja, que se organizaba de una manera relativamente autnoma del estado, tambin l en construccin. Desarrollo de un conjunto cada vez ms grande de instituciones asociativas: sociedades de ayuda mutua, clubes sociales y deportivos, asociaciones de inmigrantes, crculos culturales, comits, etc. Fue despus de mediados de siglo que esas nuevas formas de sociabilidades se expandieron sostenidamente creando una red institucional densa y muy visible en la ciudad. Paralelamente se expanda tambin la prensa escrita, y un nmero creciente de diarios y peridicos circulaba en la ciudad. Actividad asociativa ha sido vinculada de maneras diversas con la vida poltica de las sociedades modernas. Jrgen Habermas; instituciones decisivas en la conformacin de una esfera pblica burguesa constituida como una instancia fundamental en la mediacin entre sociedad civil y estado. En Buenos Aires la expansin del asociacionismo y la prensa puede interpretarse en esta clave; sntoma de una esfera pblica en esta construccin. Adems, parte activa en la gestacin de un conjunto de prcticas que fundaron una cultura de la movilizacin. Patrn compartido de prcticas. Vida pblica de Buenos Aires, mbito clave de participacin poltica para los porteos y un espacio de interaccin para gobernantes y gobernados. Elite poltica consciente de la importancia de la esfera pblica en formacin. Instancia decisiva de

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legitimidad poltica. En consecuencia para la poblacin portea la esfera pblica constituy un espacio de participacin y de relacin con el estado y el poder poltico.

[Hilda Sabato, La poltica en las calles, entre el voto y la movilizacin. Buenos Aires, 1862-1880, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998.]

El Orden Conservador, de Natalio Botana

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

La Repblica Posible La Oligarqua Poltica Electores, Gobernadores y Senadores El Sistema Federal Del Orden Oligrquico a la Democratizacin La Leyes Electorales El Partido Ausente

Cap II: La Repblica Posible: Un rgimen poltico puede ser entendido como una estructura institucional de posiciones de poder, dispuestas en un orden jerrquico desde donde se formulan decisiones autoritarias que comprometen a la unidad. El problema de las constituciones es subordinar diferentes posiciones de poder al mbito ms amplio del poder poltico. Hay que tener en cuenta la organizacin y distribucin de poder y el modo de la eleccin de los gobernantes y los limites entre estos y los gobernados. La estructura institucional de un rgimen alberga la realidad del poder, y las relaciones de control se asientan sobre una constelacin de intereses materiales y de valores que justifican la pretensin de unos de gobernar a otros. Frmula prescriptita o principio de legitimidad: habla del mejor rgimen adoptado (Ej: libertad o justicia), y pretende gratificar intereses materiales reivindicados por grupos o clases. Hay una contradiccin entre el principio de monarqua autoritaria y repblica electiva. Las frmulas republicanas o demcratas daban el poder a mbitos ms amplios que las antiguas aristocracias. Alberdi es autor de la formula prescriptita, pero no hay causalidad con su implementacin tras el 80, si no que se asume que: a) la frmula influye en el Congreso Constituyente, b) se prolonga mas all, c) tradujo valores e intereses dominantes. La poblacin es el agente privilegiado del cambio cultural, junto con el ferrocarril y los capitales. Para alcanzar estas metas el camino es el rgimen poltico y la figura del legislador se relaciona con la distribucin del poder de modo que la eleccin de los gobernantes y las garantas de los gobernados procuran conciliar valores igualitarios de una repblica abierta a todos con valores jerrquicos de la repblica restrictiva de unos pocos.

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En la formula alberdiana el presidente materializa el poder central, pero no detenta todo el poder, no es dominio irresponsable el dominio de uno solos, sino que viene de la legitimidad investida por la constitucin. Su legitimidad viene del cargo superior que ocupa, el rol que desempea tiene mas valor que su propia virtud. (Gracias a la distincin entre rol y ocupante). Se busca hacer que un pueblo de miseria e ignorancia se transforme en una federacin para el ejercicio del gobierno republicano. La libertad civil abre la ruta para implantar una nueva cultura para traer inmigracin y riquezas. -Alberdi: el legislador debe discriminar la participacin del pueblo soberano y los excludos de la soberana poltica. -Tocqueville: el socilogo debe comprobar el eco igualitario que hace al habitante de una nacin sujeto apto para constituir un pueblo que se manifiesta por el sufragio universal.

Cap III: La Oligarqua Poltica: La repblica restrictiva alberdiana no define ningn medio prctico para hacer efectiva la representacin. Confiaba en el valor prescriptito de las instituciones nuevas. El acto de seleccionar los medios para regular las acciones polticas no correspondan al legislador. Ante una propuesta prescriptiva haba que legitimar a travs de una estructura de papeles polticos dominantes y una regla de sucesin y en esas fronteras disear una formula operativa que permita a los actores construir una base de dominacin efectiva. La repblica distingue entre la esfera pblica y la privada, ambos rdenes de actividad son pretejidos por una red de derechos y garantas estipulados de modo explicito. La otra distincin es entre soberano o entidad donde reside el poder de designar gobernantes que son causas y no efectos de la eleccin de los magistrados. El elector tiene naturaleza poltica distinta que el representante. Hay siempre electores y poder electoral, pero los electores sern siempre gobernantes y no gobernados El poder electoral residir en el poder coercitivo o econmico del gobiernos y no en el soberano. Las elecciones consistirn en la designacin de sucesor por el funcionario saliente y el control que ejercer el gobernante sobre los gobernados antes que el ciudadano sobre el magistrado. Segn Alberdi, la frmula operativa del rgimen desde el 80 tiene un significado si se la entiende como un sistema de hegemona gubernamental que se mantiene gracias al control de la sucesin. La eleccin se trastoc en designacin del gobernante por su antecesor y la fuerza se concentra en los titulares de los papeles dominantes revestido de la autoridad de los grandes electores. La frmula prescriptiva ofrece una respuesta satisfactoria y no suficiente, los nicos que pueden participar en el gobierno son aquellos habilitados por la riqueza, la educacin o prestigio. Desde el 80 el aumento de la riqueza consolida el poder econmico de grupos que fueron naturalmente aptos para el dominio. Se confunde el poder econmico con el poltico. La oligarqua tiene control econmico pero es tambin poltico que se corrompe por varios motivos, es una clase gobernante con espritu y conciencia de pertenecer a un estrato poltico superior. La oligarqua se da cuando un pequeo nmero de actores se apropia en los resortes fundamentales de poder sobre todo localizados en posiciones privilegiadas en la estratificacin social.

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Cap IV: Electores, Gobernadores y Senadores: En las elecciones de 1886 y 1892 se reforz la posicin de los distritos medianos, en 1898, 1904 y 1910 los bloques de electores comenzaron a distribuirse de acuerdo con la pauta que luego se mantiene. Buenos Aires y Capital casi duplicaron los electores. En la formula prescriptiva la intencin del legislador al institucionalizarse la autonoma de los electores, procura favorecer las divisiones horizontales dentro de cada junta, y alentar el desarrollo de posibles coaliciones entre grupos de electores de distintos distritos. Esto luego nacionaliza la eleccin presidencial haciendo que dos o ms ciudadanos candidatos compartidos por corrientes de eleccin se den en las juntas electorales. En las categoras de provincias de oposicin circunstancial estn Mendoza en el 92 y Entre Ros en el 04. En las provincias de oposicin repetida estn Buenos Aires en el 80, 86 y 98, Tucumn, Capital y Corrientes. Las Juntas Electorales tradujeron un propsito de control relacionado con negociaciones fuera de su recinto. La particularidad daba a las provincias y gobernadores un peso poltico ya que los bloques de electores las provincias protagonizan la eleccin presidencial. En la eleccin presidencial la fragmentacin de la soberana propuesta por el sistema federal se combina con una rgida separacin de poderes por el cual el presidente no puede disolver al congreso ni este puede hacer obligatoria su renuncia.

Cap V: El Sistema Federal: Alberdi propone una solucin federativa para incoprar las provincias a un sistema nacional, se llevara a la prctica la fragmentacin pluralista de la soberana entre poder central y unidades locales. El problema es el tema de la centralizacin. La precariedad de la confederacin se relaciona con que esta debe evolucionar a formas mas centralizadas (Suiza, EEUU) o se enfrenta a la disolucin. La confederacin debe garantizar a las provincias el sistema republicano, la integridad del territorio y por primera vez el derecho de intervenir en su territorio. En el 53 esto se ve complicado en el Art. 6. Sarmiento: en la intervencin media legislatura o gobernador. Entre 53 80 se da la guerra interna entre Bs. As. y la Confederacin y tres presidencias desde Bs. As. La aplicacin de una medida excepcional fue paralela con conflictos armados, la intervencin federal cubra con un manto jurdico los ejrcitos que queran imponer su concepcin de orden e integridad. El Ejecutivo dicta 35 intervenciones y el Congreso 5, se justifica por la constitucin de una unidad poltica. Desde el 80 juega un papel diferente, sigue como instrumento de control pero cambia la naturaleza de su objeto, ahora se asienta sobre el poder poltico nacional. El carcter monrquico del mando republicano supone centralizacin y predominio del Ejecutivo. El sistema de control transforma la ciudad o regin donde se ejerce en vrtice de un orden estratificado. De los 9 presidentes entre 1880 y 1816, 4 (Pellegrini, Senz Pea, Quintana Senz Pea) fueron de Bs. As. y 5 del interior.

Cap VII: Del Orden Oligrquico a la Democratizacin:

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Bajo la superficie del control institucional haba relaciones de poder mas profundas, se da el control de la sucesin, del senado por los gobernadores y del poder central por la intervencin federal. El centenario se concibe como el momento para mostrar al mundo los xitos de la nacin. Hay una sensacin de plenitud, manifestada en monumentos, desfiles, etc. Hay felicidad y progreso ilimitado, pero es el asenso de una creencia poltica que erosiona las viejas convicciones y terminara en la nueva formula reformista ya que la vieja formula puso en movimiento a la sociedad civil. La plataforma optimista se haba construdo sobre los resultados de la accin poltica. Las luchas sociales no eran la nica fuente de amenazas, los radicales tambin eran peligrosos. Entre el optimismo y las amenazas surge el reformismo. La clase dominante combina la fidelidad hacia los aspectos programticos anteriores con la reparacin moral. La propaganda electoral propona a Senz Pena como un conciliador de tendencias, los discursos electorales califican a la Unin Nacional como una fuerza poltica tradicional como un vehculo para comunicar a las oligarquas locales y gobiernos bajo la presidencia.

Cap VIII: La Leyes Electorales: La reforma de Senz Pena se cristaliz en la ley de febrero de 1912. Sobre los debates, Indalecio Gmez, Ministro del Interior de Senz Pea, defendi la filosofa pblica de la reforma. Joaqun V. Gonzlez, 10 anos atrs y como Ministro del Interior de Roca, present al Congreso una ley electoral con propsito similar, con una ley sancionada en 1902, que slo regi 2 aos. Ley Electoral: instrumento que al hacer efectiva la representacin poltica, gobierna procesos con estas caractersticas: traducir en forma de votos las preferencias electorales y vuelca el numero de sufragios en distribuciones de autoridad gubernamental (cargos ejecutivos y bancas parlamentarias). Son instrumentos ordenados a responder interrogantes sobre la cantidad y calidad de ciudadanos, etc. Principios bsicos: - Pluralidad: responde a la formula... Ta> Tb> Tc> Tn> (T: % de votos que obtiene un partido), otorga los cargos al partido que supera al competidor mas prximo. - Mayora: responde a la formula... T+V/2 =1 (T: % de votos del partido y V: total de votos emitidos). Se dan los cargos al partido que conquista la mayora del total de los votos emitidos. - Proporcionalidad: Si S es la proporcin de bancas distribuidas de un partido, se da el sistema donde S + T (T: % de los votos que obtiene un partido). Estn relacionados con una unidad territorial que es el distrito dentro del cual se da la modalidad de eleccin. En Argentina el distrito coincida con el territorio de cada provincia y capital. Se da desde el Art. 42. Hasta Joaqun V. Gonzlez se da as, este lanza el proceso reformista que culmina en el 12. Ambas reformas fueron propuestas por el Ejecutivo y aprobadas por el Legislativo. Gonzlez: propone una transaccin entre la rigidez poltica del pasado y la incertidumbre del porvenir que no decrece. Para Gonzlez el sistema uninominal es un retorno a la fuente misma de sufragio: fomenta la formacin de centros regionales, distribuye el ejercicio de fuerzas sociales y realiza en forma prctica la forma federativa. Pero su preocupacin es generar un reordenamiento de la maquina gobernante que se basaba en el fraude y la lista incompleta. Repudia el comit y los mecanismos de mediacin que distribuyen candidatos y acarrean votos a listas oficiales. Los agentes intermediarios son un factor de

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distorsin que hace ms opaca la relacin entre representante y representado impidiendo individualizar la voluntad personal. El partido poltico deseable debera resultar de una asociacin voluntaria de representantes locales cuya legitimidad derivara de un cambio de las relaciones electorales, se anularan los agentes intermediarios. En la circunscripcin se dara la participacin directa, los representantes naturales desde este punto podran en el segundo umbral generar un vinculo asociativo que no refleje una organizacin artificial sino que habra un autntico mandato. Sera un sistema en el cual la relacin entre las partes se imbrican de tal modo que una modificacin en una cambia las otras. El proceso uninominal, la nacionalizacin del registro, el voto secreto y la idea subyacente del papel del partido poltico alimenta la filosofa pblica. Gmez: En el 10 y el 11 van al Congreso dos proyectos para modificar el sistema electoral. El problema poltico bsico era un juicio moral: los tres grandes males del pas son la abstencin de los ciudadanos, la maniobra fraudulenta del comicio y la venalidad que hace perder la conciencia de ciudadano al elector. La Ley Senz Pena est adosada en la tradicin popular al sistema de lista incompleta. Se combinan los principios de pluralidad y proporcionalidad con un mecanismo plurinominal estableciendo a priori la representacin de la minora. Es un sistema mixto. La lista incompleta es el nico medio constitucional posible para representar a las minoras. Es en el comicio donde deben formarse los partidos, el partido es resultado y no causa del comicio, se considera al partido como un proyecto o unidad inexistente y el comicio lo produce, la voluntad del legislador alimenta los cambios. Se da la lnea argumental de Gonzlez, la contradiccin entre estructura institucional y fuerzas sociales, e incorpora la nueva realidad nacional y extranjera. Gonzlez se haba adelantado a los tiempos, haba reconocido al sistema uninominal para generar un reordenamiento partidario de grupos gobernantes.

Cap IX: El Partido Ausente: Hubo varios movimientos en las filas conservadoras. Las respuestas obedecan a la necesidad de cambiarse y adaptarse a las nuevas condiciones electorales. En la sociedad haba un nuevo esquema de rigor y reclutamiento, vinculado con la red de caudillos que sostena el aparato tradicional, los nuevos partidos mediaban entre electores y el Estado, proponan liderazgos fuertes, abarcaban con su propia estructura la extensin del territorio. Como consecunia se ve por primera vez la posibilidad de controlar el orden institucional: los nuevos partidos proponen un nuevo tipo de amalgama poltica, fusionan grupos regionales en estructuras nacionales o como el radicalismo avanzan sobre rasgos organizativos. En 1914 el viejo orden no encuentra su rumbo tradicional, haba quebrado al viejo sistema en su punto dbil. De la Plaza pareca buscar la formacin de un partido conservador. En 1914 se da en Buenos Aires el partido demcrata progresista. Se vea como intento de bloqueo a la UCR, o tambin se lo vea con el propsito de reunir en l a los dispersos trozos del antiguo rgimen. El radicalismo avanzaba en Santa Fe y Entre Ros, luego en Crdoba. En 1911 muchos radicales se pasaron a filas intransigentes, ahora se daba el movimiento inverso, al UCR era foco de atraccin y no de dispersin. En las elecciones el radicalismo gana en Capital, Entre Ros, Crdoba, Tucumn y Mendoza, y obtena minora en el resto. Yrigoyen asume a la presidencia dentro de este nuevo clibaje, pero los datos mostraran que los conservadores seguan en sus filas.

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Hilda Sabato (1989) CAPITALISMO Y GANADERIA EN BUENOS AIRES. LA FIEBRE DEL LANAR 1850-1890

2- La tierra La era de Rosas Luego de 1810 la tierra era un recurso abundante en Buenos Aires, ms de la mitad del territorio actual no tena ocupantes legales propietarios o enfiteutas. La expansin ganadera y la cuestin de la frontera impulsaron al Estado provincial a ensayar polticas respecto a la tierra. As con el propsito de fomentar el asentamiento de la poblacin en las reas de frontera, ya en 1817 el Directorio haba entregado tierras pblicas en esa regin. Paralelamente se adoptaron medidas tendientes a definir los lmites de las propiedades crendose la Comisin Topogrfica en 1824 y dictndose leyes que obligaban a los dueos a mensurar sus campos. Ya estaba entonces la primera ley provincial de enfiteusis, que estableca que las tierras pblicas no podan ser vendidas pero si arrendadas por perodos largos de 20 aos. Se trataba en este caso de que la tierra pblica pasara a manos privadas pues el gobierno necesitaba la tierra como garanta para un prstamo que estaba negociando en Londres y esperaba el ingreso de los enfiteutas. Cualesquiera que hayan sido las motivaciones de la enfiteusis, esto contribuy a la concentracin en manos de grandes ganaderos y especuladores que acumularon permisos y ms tarde compraron la tierra a precios muy convenientes. Durante la administracin rosista, la ganadera experiment una expansin sin precedentes. Los riesgos del mercado mundial para estos productos hacan que esta explotacin sea de carcter extensivo, que requeran bajas inversiones en tierra y tecnologa. Esta sed de tierras encontr rpida respuesta del gobierno de la provincia, al poner la tierra pblica a disposicin de los estancieros mediante una sistemtica transferencia a travs de la venta o de la donacin en calidad de premios, pensiones, u otras formas de recompensa. Soldados y empleados a quienes se entregaba el derecho de apropiarse de extensiones de menso de una legua cuadrada, en general vendan su parte y como resultado la propiedad fue concentrndose en pocas manos. La concentracin de la tierra y la expansin del latifundio fueron el corolario de estas medidas. Cuatro dcadas de transformacin Hacia mediados de siglo comienzan a operarse grandes cambios en la estructura productiva de la provincia y en la estructura de la propiedad, y la tierra fue sujeto y objeto de esa transformacin. A partir de entonces se produjo una apropiacin efectiva de grandes extensiones de tierra, una transferencia de la propiedad. Por otra parte, ocupar un pedazo de tierra, que en las primeras dcadas del siglo haba sido fcil, barato y viable para muchos, se fue haciendo ms difcil, limitndose de manera gradual pero sistemtica. Si bien se expandi la ganadera y hubo26

transferencia masiva de tierras, hacia finales de los 40 Buenos Aires slo estaba parcialmente ocupada. La tierra Pblica Desde la cada de Rosas cualquier debate referido a la poltica de tierras implicaba profundas cuestiones que tenan que ver con el modelo de pas a que aspiraba la elite. A pesar de que haba diferencias en este punto, los resultados muestran la continuidad de las administraciones en favorecer la propiedad privada de la tierra, y quienes consideraron el arrendamiento lo hicieron como un paso natural a la propiedad privada. Los miembros de la elite estaban convencidos de la necesidad de promover el asentamiento de poblacin, en especial inmigrante, en las reas rurales promoviendo programas de colonizacin. Pero la especulacin y la gran propiedad fueron el corolario de estos 40 aos en la historia de Buenos Aires. Y esto fue as porque la tierra era un recurso importante que se us, mediante arriendo, venta o hipoteca, para atender las necesidades fiscales. Hacia 1880, la mayor parte de la tierra pblica haba sido enajenada para beneficio de los grandes propietarios y de los especuladores, quienes concentraron en sus manos enormes extensiones (la propiedad era parte integral e inseparable de la empresa ganadera; este modelo se consolid en los aos de expansin lanar). Los instrumentos legales por los que se llev adelante esta transferencia fueron disposiciones y leyes sancionadas por el gobierno entre el 57 y 78. Los precios de la tierra Los criterios que prevalecieron en relacin con la valuacin de la tierra pblica estuvieron relacionados a la distancia respecto de la ciudad de Buenos Aires, si estaban dentro o fuera de la lnea de frontera, su calidad, los precios en funcin de las necesidades fiscales. Las tierras privadas variaron su precio de acuerdo a la distancia de los mercados, calidad, ventajas naturales, inversiones ya efectuadas, etc. Lo cierto es que con todo ello no fue posible construir una serie uniforme de precios, pero lo que se advierte es que el alza de stos fue importante, pues se valor con la insercin al mercado mundial, la expansin de la produccin y el comercio en la era del lanar. Hubo una presin sistemtica sobre la tierra que elev los precios. La estructura de la propiedad Cada vez ms la propiedad privada se convirti en condicin de apropiacin, y fueron desapareciendo las posibilidades de ocupar un pedazo de tierra sin ttulos legales que acrediten su propiedad. Antes de la expansin del lanar, la ganadera vacuna desarrollada en forma extensiva requera grandes superficies para ser redituable, por lo que para 1836 las propiedades tendan en general a ser parejamente ms extensas que en las dcadas posteriores. Con el advenimiento de la cra de ovejas era posible montar explotaciones rentables en extensiones bastante menores, y muchas empresas funcionaron de esa manera. Sin embargo, la gran propiedad no slo no desapareci, sino que tambin se desarroll en este27

perodo como resultado de un sistema de produccin que segua privilegiando el uso extensivo de la tierra y del resultado de un rpido proceso de acumulacin de capital por muchos estancieros, generando inversin en tierras. De esta forma, aunque la cra de oveja poda desarrollarse en pequeas extensiones, el aumento de tierra permita mejores resultados an. Y la tierra fue privada Proveedora de los principales productos de exportacin para el mercado internacional, entre el 40 y el 90 la provincia de Buenos aires cumpli un papel decisivo en una Argentina en profunda transformacin. La ganadera ovina se transform en la principal actividad econmica a medida que la exportacin de lana creca. La tierra no fue ajena a estos cambios. Del desierto de las primeras dcadas, donde las tierras eran fiscales, se paso hacia el esfuerzo sistemtico del Estado para asegurar su apropiacin y la incorporacin al uso productivo en el segundo tercio del siglo, consolidando la propiedad privada. As la tierra fue privada, gradualmente. Un recurso que fue abundante y barato hasta los 30, se fue haciendo cada vez ms caro y escaso. Muy pronto esto contribuy a la subdivisin de la propiedad a medida que los precios trepaban y el latifundio fue disminuyendo a favor de las explotaciones medianas. Sin embargo el patrn de tenencia y la estructura sigue siendo en 1890 la explotacin de tierras extensivas. (Hiptesis) El monopolio inicial de la tierra y la posibilidad que tenan ciertos grupos de acceder a ella a bajo costo influyeron de manera decisiva en la forma en que se organiz la produccin ovina, de manera tal que el patrn de acumulacin privilegi el uso del factor tierra y dio lugar a una lgica empresaria particular, que persegua no slo la obtencin de ganancia sino tambin la obtencin de renta. Por ello la subdivisin lleg a un lmite y siempre se mantuvo el predominio de la explotacin extensiva. Para 1890 el desierto se haba transformado: la tierra ya no era del Estado y no estaba despoblada. Los propietarios se haba multiplicado y sus propiedades eran ms pequeas que en 1836. La tierra haba cambiado de manos, aunque la distribucin era ms desigual. La subdivisin y la concentracin haban sido el resultado de los ltimos 50 aos. 3- Los trabajadores El perodo posrevolucionario Estancias extensas, habitantes dispersos, ganado semisalvaje, era el estado de la campaa de Buenos Aires antes del 50. La ganadera extensiva era la nica actividad de significacin y pequeos puestos diseminados a lo largo de la provincia atendan las necesidades comerciales. La escasa actividad agrcola se practicaba en las estancias para autoconsumo por lo que para el consumo interno la harina se importaba. Pero este cuadro no iba a quedar inmvil. La escala extensiva de la produccin requera la ocupacin de nuevos territorios, y se extendi la28

frontera hacia el sur donde hombres y ganado comenzaron a fluir. El ordenamiento productivo de la campaa se basaba en la estancia, que es considerada una empresa donde la mano de obra asalariada predominaba; contaba con un personal permanente (peones, capataces) y contrataba trabajadores ocasionales para la realizacin de tareas especficas (como la marcacin o la doma). La estancia ganadera no desapareci en la segunda mitad del siglo XIX, aunque su importancia declin en las reas del predominio del lanar y fue siendo relegada a zonas fronterizas. La mano de obra en las estancias ovinas Hacia mediados del siglo comenz a producirse un cambio en la estructura de la produccin; gradualmente se establecieron estancias nuevas dedicadas a la cra de ovejas, mientras muchos viejos establecimientos tambin se volcaban a esa actividad. Esta transformacin tuvo sus efectos: gener una gran demanda de mano de obra por el crecimiento de los rebaos, esa nueva actividad exiga cambios en la calificacin y nuevos oficios por funciones muy diferentes de las de la anterior produccin (mestizaje, organizacin de la esquila, curar la sarna, el pastoreo, etc.); gener cambios en el orden interno de la estancia que se hizo an ms estricta en cuanto a calendario de actividades, y era imprescindible que los puesteros se quedaran en su lugar de trabajo de manera permanente; y por ltimo gener estacionalidad en la produccin y en la demanda de mano de obra, pues si bien requera un nmero creciente de trabajo permanente de rutina en la estancia, exiga anualmente en la temporada de esquila un nmero mucho mayor de brazos. O sea, hubo un contexto de expansin y transformacin de la demanda. Pero la pregunta es cmo se resolvi el problema de la oferta de mano de obra. La estructura de la poblacin Teniendo en cuenta los datos de los censos nacionales de 1869 y 1895, y los provinciales de 1854 y 1881 vemos que la poblacin de la provincia creci de forma sistemtica, mientras se expanda a las tierras recin i