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Resumen de: B runschwig, Jacques, “Dialectique et ontologie chez Ar istote: A propos d’un livre recent”. En Revue Philosophique de la France et de l’Étranger, T. 154 (1964), pp. 179-200. Este estudio crítico de B sobre Au benque, Pierre, Le problème de l'être chez Aristote. Essai sur la problématique aristotélicienne, Paris, PUF, 1962 se propone ser un reconocimiento de la obra, que renueva los problemas históricos y filológicos al plantear la cuestión de su sentido filosófico. La presencia filosófica de Au explica que el Ar propuesto, que pretende ser el verdadero Ar, el histórico, anterior al aristotelismo y a los comentadores, sea a la vez nuestro Ar, extrañamente acorde a uno de los aspectos mayores de la sensibilidad filosófica de nuestro tiempo (60s): el humanismo comunitario que, por debajo de Hegel, tiende las manos a Kant y que, sobre las ruinas de los Absolutos, instala en el tiempo de los hombres las herramientas modestas y pacientes del diálogo y del trabajo común. Au muestra cómo Ar rehabilita, contra Platón y su concepción aristocrática del saber, la figura despreciada del retórico. B considera una posible objeción: el anacronismo. B primero resume la tesis de Au. Comienza diciendo que no es una reconstrucción sistemática-escolástica ni una estratigrafía evolucionista al estilo de Jaeger pq la diversidad de la Metafísica y sus contradicciones no son partes de un sistema ni etapas de una génesis sino momentos de una búsqueda inacabada y quizás inacabable, cuyo objeto es la ciencia del ser en cuanto ser. Esta es la forma propiamente aristotélica del antiguo proyecto griego de una ciencia suprema, primera y universal, originariamente una ciencia sin nombre porque no tiene por objeto el ser en su universalidad sino el ser primero, divino, es decir, no una ontología sino una teología. 1. En un 1 er momento, el estatuto de la ciencia sin nombre se devela como el de una ciencia esencialmente buscada (science recherchée) en el sentido de que tiene lugar en un tiempo que no es lineal -tiempo en el cual la verdad, independiente del conocimiento humano, esperaría a ser descubierta-, sino un tiempo sin eje de la historia humana, lugar de diálogo sin cesar renovado entre los filósofos. Aquí la cuestión del ser aparece como el horizonte de una reflexión sobre el lenguaje, que debe su urgencia y su necesidad a las provocaciones sofísticas. El lenguaje es esencialmente equívoco, pero la experiencia de la comunicación entre los hombres presupone al ser como eso en lo que los hombres comunican. La ontología es así el sistema de axiomas comunes presupuestos por el discurso en general. Eliminando el doble obstáculo de la sofística, que torna imposible la comunicación

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Resumen de Brunschwig, Jacques, “Dialectique et ontologie chez Aristote: A propos d’un livre recent”. En Revue Philosophique de la France et de l’Étranger, T. 154 (1964), pp. 179-200.

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Resumen de: Brunschwig, Jacques, Dialectique et ontologie chez Aristote: A propos dun livre recent. En Revue Philosophique de la France et de ltranger, T. 154 (1964), pp. 179-200.Este estudio crtico de B sobre Aubenque, Pierre, Le problme de l'tre chez Aristote. Essai sur la problmatique aristotlicienne, Paris, PUF, 1962 se propone ser un reconocimiento de la obra, que renueva los problemas histricos y filolgicos al plantear la cuestin de su sentido filosfico. La presencia filosfica de Au explica que el Ar propuesto, que pretende ser el verdadero Ar, el histrico, anterior al aristotelismo y a los comentadores, sea a la vez nuestro Ar, extraamente acorde a uno de los aspectos mayores de la sensibilidad filosfica de nuestro tiempo (60s): el humanismo comunitario que, por debajo de Hegel, tiende las manos a Kant y que, sobre las ruinas de los Absolutos, instala en el tiempo de los hombres las herramientas modestas y pacientes del dilogo y del trabajo comn. Au muestra cmo Ar rehabilita, contra Platn y su concepcin aristocrtica del saber, la figura despreciada del retrico. B considera una posible objecin: el anacronismo.

B primero resume la tesis de Au. Comienza diciendo que no es una reconstruccin sistemtica-escolstica ni una estratigrafa evolucionista al estilo de Jaeger pq la diversidad de la Metafsica y sus contradicciones no son partes de un sistema ni etapas de una gnesis sino momentos de una bsqueda inacabada y quizs inacabable, cuyo objeto es la ciencia del ser en cuanto ser. Esta es la forma propiamente aristotlica del antiguo proyecto griego de una ciencia suprema, primera y universal, originariamente una ciencia sin nombre porque no tiene por objeto el ser en su universalidad sino el ser primero, divino, es decir, no una ontologa sino una teologa.

1. En un 1er momento, el estatuto de la ciencia sin nombre se devela como el de una ciencia esencialmente buscada (science recherche) en el sentido de que tiene lugar en un tiempo que no es lineal -tiempo en el cual la verdad, independiente del conocimiento humano, esperara a ser descubierta-, sino un tiempo sin eje de la historia humana, lugar de dilogo sin cesar renovado entre los filsofos. Aqu la cuestin del ser aparece como el horizonte de una reflexin sobre el lenguaje, que debe su urgencia y su necesidad a las provocaciones sofsticas. El lenguaje es esencialmente equvoco, pero la experiencia de la comunicacin entre los hombres presupone al ser como eso en lo que los hombres comunican. La ontologa es as el sistema de axiomas comunes presupuestos por el discurso en general. Eliminando el doble obstculo de la sofstica, que torna imposible la comunicacin porque supone una ontologa de accidentes, y del eleatismo, que conduce al mismo resultado porque su ontologa no conoce ms que esencias, Ar instaura una nueva ontologa, cuya principal tarea ser reconocer que existen esencias y accidentes, y fundar la posibilidad del discurso sobre la distincin de diversas significaciones del ser. Pero estas significaciones mltiples tienen un estatuto complejo, porque no son ni reductibles a la unidad ni radicalmente heterogneas. Al caracterizar al ser como un trmino cuyos diversos sentidos refieren a una significacin nica, Ar permanece desgarrado entre la esperanza de un discurso sobre el ser y la experiencia efectiva de la dispersin del ser. Este desgarro condena a la ciencia del ser en tanto ser a no alcanzar un estatuto cientfico, de un saber unitario, sino dialctico, de una bsqueda indefinida.

2. En un 2do momento, se opone a esta ciencia buscada una ciencia inhallable (science introuvable), el ideal programtico de la ciencia, del cual la ontologa real de Ar no es ms que una realizacin imperfecta. Se trata de la teologa, que responde a una nueva direccin de la problemtica aristotlica: no ms a la de la unidad de sentido del discurso humano, sino a la heredada de Parmnides y de Platn del ser inmvil y separado. Rechazando toda interpretacin inmanentista de la doctrina del primer motor, Au insiste en la separacin de Dios y del mundo, de lo supralunar y lo sublunar. De esto resulta la paradoja de que la teologa, siendo la nica ciencia posible -porque no hay ciencia sino de lo necesario y lo sublunar es contingente-, es a la vez intil e imposible; intil, porque no puede ensearnos nada sobre nuestro mundo separado del divino; imposible (salvo como teologa negativa), porque ninguna de nuestras categoras sublunares es aplicable a lo divino. A lo sumo, el ideal teolgico puede ser la idea reguladora que anima y orienta la bsqueda ontolgica de la unidad.

3. En un 3er momento, se esboza una suerte de reconciliacin entre el ideal inaccesible de la teologa y la realidad inacabable de la ontologa. Si la teologa es imposible, es en ltima instancia porque el hombre pertenece a este mundo donde hay movimiento y este enraizamiento se traduce en su lenguaje. El discurso humano sobre el ser, necesariamente disperso y aportico, ser acorde al ser sublunar. La ontologa real de Ar, contrariamente a las apariencias y a la tradicin, no es pues una metafsica general sino una metafsica especial, la del ser cambiante del mundo sublunar. Aparece as como el sustituto humano de una teologa inaccesible, y la fsica como la verdad de la metafsica. Entonces Au concluye su itinerario con la idea de una ciencia reencontrada (science retrouve): las aporas del discurso sobre el ser devienen la expresin ms fiel de la contingencia del ser. Los fracasos de la metafsica inacabada de Ar se convierten as en triunfos: es la primera y ms fiel de las metafsicas del hombre en su finitud.

A continuacin, B pone a prueba los temas fundamentales de la interpretacin de Au siguiendo 3 direcciones que encuentra en una nota al pie del texto de Au: a. categoras; b. dialctica; c. ontologa.

Au dice que es esencial a la tabla de las categoras el ser siempre inacabada o por lo menos ser tal que no podemos saber si est completa. Argumenta que, aunque Ar no lo diga expresamente respecto de las categoras, insiste sobre el carcter indefinido de la bsqueda del ser en su unidad, y, segn Au, esta infinitud no podra manifestarse de otro modo que en el inacabamiento de la tarea fundamental de la ontologa, que es distinguir las significaciones del ser.

Segn B, el texto de Au retoma un problema muy preciso, escolar y limitado: el nmero de las categoras aristotlicas es definido o indefinido? La cuestin no es de hecho sino de derecho, si el nmero es por esencia finito o no. B dice que la respuesta de Au -que el nmero de categoras es indefinido- contradice un pasaje de los Segundos Analticos, donde Ar afirma explcitamente la limitacin del nmero de las categoras, como premisa indispensable para mostrar la posibilidad terica de una ciencia demostrativa (si el nmero fuera indefinido, habra regresin al infinito). Pero le interesa saber qu llev a Au a sostener esa posicin. Dice que Au explica que si la tabla de las categoras fuera finita y exhaustiva, la homonimia del ser no constituira un obstculo de principio a la constitucin de una ontologa sistemtica, porque podra ser superada mediante una regla general de tratamiento de los trminos homnimos formulada por Ar, segn la cual, cuando una palabra tiene varios sentidos, se puede remediar su ambigedad reservando el uso de esa palabra a uno solo de los sentidos y usando otras (si es necesario inventadas) para cada uno de los otros sentidos. Au repone un caso en el cual la regla es inaplicable, que es cuando la homonimia no posee una pluralidad definida de significaciones. Pero B agrega otro caso: cuando las diversas significaciones, an siendo un nmero finito, manifiestan una unidad de sentido, a la que sera ilegtimo renunciar. Para B, la homonimia del ser es de este tipo, no del tipo mencionado por Au, y es por eso que Ar conserv una nica palabra para el ser. Y no podra haber afirmado que el nmero de categoras fuera indefinido, porque tanto para Ar como para nosotros, una numeracin incompleta carece de todo inters metodolgico y cientfico.

Este problema tcnico se vincula con varios problemas ms importantes. Au apoya su hiptesis sobre el carcter indefinido de la bsqueda del ser en su unidad en dos pasajes:

1. Refutaciones sofsticas cap. 9, 170 b 7 y 2: Es una tarea indefinida el preguntarse por todas las razones que tornan las refutaciones aparentes para no importa quin, a lo que Au agrega y no solamente al hombre competente en un gnero particular del ser. Este es el nico lugar donde Ar nombra la nocin de indefinido. Au analiza las relaciones entre ciencia y dialctica sacando a la luz una oposicin fundamental propia del pensamiento griego entre el hombre competente (homme comptente) y el hombre cualquiera (homme quelconque). El hombre competente originalmente era el sabio, pero a medida que se tornaron ilusorias las pretensiones de adquirir un saber universal de tipo enciclopdico, la idea de competencia o ciencia se identific con la de saber especializado. Entonces, el hombre competente es un sabio especializado en un solo gnero del ser. En contrapunto a esta evolucin, surgi la figura complementaria del sofista, retrico, dialctico, o simplemente hombre culto (homme cultiv), quien, sin ser competente en ningn dominio particular, y tal vez justamente por su incompetencia, tiene acceso a esta universalidad a la que el sabio especializado ha perdido acceso. Las debilidades de esta cultura general, formal y vaca, pueden devenir fortalezas en el hombre honesto, que liga dialctica y ontologa, tal como aparecen unidas en la marcha efectiva de la ontologa aristotlica: aunque no figure en sus descripciones programticas, es evidente en el rol que juegan en ella el mtodo aportico, la demostracin dialctica del principio de contradiccin, etc.Segn B esto explica que para Au toda afirmacin sobre el carcter indefinido de la tarea dialctica implica el carcter indefinido de la tarea ontolgica, la cual, en cuanto discurso total sobre el ser es tan interminable como el dilogo entre los hombres. Pero segn B, el texto citado significa casi lo contrario de lo que Au lee en l. B examina el cap. 9 en el que aparece esta cita para entender el rol que Ar asigna al dialctico. Dice que esta maestra del universal deriva del conocimiento de los lugares comunes tratados en los Tpicos, que son fuentes finitas de un nmero infinito de argumentaciones posibles porque permiten evaluar la coherencia de argumentaciones sobre cualquier tema. Sin embargo, aunque el dialctico evita as la infinitud de las ciencias particulares, an corre el riesgo de quedar paralizado por la infinitud de las opiniones individuales, que son contingentes y slo tienen una apariencia de validez. Aqu hay que elegir: o bien, como piensa Au, el dialctico aristotlico toma el partido de los premiers venus contra el de los hombres competentes, y por eso su tarea es indefinida; o bien, por el contrario, admite en la arena dialctica solamente las opiniones razonablemente defendibles, y por eso su tarea es finita. Esta ltima opcin es la que B le adjudica a Ar porque para un espritu griego declarar que una tarea es infinita equivale a declararla imposible y que por ende es absurdo emprenderla. Adems, dice que, de hecho, en este cap. Ar describe la tarea del dialctico como finita y por ende posible, como el justo medio entre lo que sera una tarea infinita de nivel supra-dialctico, que consistira en conocer todas las refutaciones cientficas y por lo tanto todas las ciencias, y una tarea infinita de nivel infra-dialctico, que consistira en conocer todas las razones que pueden suscitar las opiniones ms diversas, haciendo del premier venu la medida de todas las cosas. Au perdi de vista que para Ar la dialctica es una tcnica y por ende una especie de competencia; aunque no se dedica a un dominio particular del ser, tiene sus reglas y puede ensearse. As, el dialctico es un especialista de las generalidades.

2. Metafsica Z I, 1028 b 2: el tema que desde hace mucho tiempo, ahora y siempre, se ha buscado y ha planteado renovadas dificultades: qu es el ser?. Apoyndose en este texto, Au erige su interpretacin, que afirma la solidaridad de estas tres tesis:

a. la lista de las categoras es infinitab. la tarea dialctica es infinitac. la tarea ontolgica es infinitaB ya ha discutido las tesis a. y b.; ahora pone a prueba la c. para determinar si es efectivamente solidaria de las dos primeras y por ende tan discutible como ellas, o bien si, como l cree, al ser independiente de ellas, es susceptible de recibir un sentido no slo aceptable sino tambin profundamente verdadero.

Al establecer una relacin de causa y efecto entre la infinitud de la lista de categoras y la eternidad de la apora ontolgica, Au presupone que la lista es una tentativa de respuesta a la pregunta qu es el ser? Pero B interpreta que en realidad la lista responde al problema de las mltiples significaciones del ser. Entre ellas, existe una significacin primera y privilegiada, que es la de la esencia (aunque B prefiere traducir ousa como sustancia, conserva la traduccin de Au para no desviar el debate). De hecho, Ar dice inmediatamente despus de la cita, que esta cuestin antigua y polmica no significa otra cosa que qu es la esencia? B dice que Au trata a esta sustitucin como marginal y accesoria. Solamente reconoce la sustitucin al final de su trabajo, para decir que la tradicin consider que iba de suyo, aunque sus anlisis manifiestan su carcter extrao y problemtico, por lo cual Au interpreta que Ar consagr todo el libro Z a justificarla.

Si a pesar de esta sustitucin la pregunta qu es el ser? sigue generando dificultades, habr que buscarle un sentido que permita comprender por qu lo hace sin que la multiplicidad de sentidos sea la causa de eso. Ve como nica solucin considerar que la pregunta significa quin es el ser? qu es aquello que es el ser? Tomada en este sentido, es la pregunta fundamental de toda la filosofa pre-aristotlica: de Tales a Platn, pasando por Demcrito, lo que buscaban no entraba en la ecuacin el ser es x, sino en la ecuacin x es el ser; segn B, en el caso de Ar: quin es la esencia? qu es aquello que es la esencia? Sus argumentos son los siguientes:

i. En las lneas 1028 b 4-6, Ar resume las diversas soluciones histricamente dadas al problema y menciona el monismo, el pluralismo finitista y el pluralismo infinitista. Estas doctrinas no responden en absoluto al problema de la comprensin de la nocin de ser, sino slo a la de su extensin. Por ejemplo, un pluralista no es quien dice que el ser es mltiple, sino que mltiples son las cosas que son.

ii. Al final del cap. Z 2 (1028 b 27-32), Ar describe en estos trminos el programa del libro Z: En todos estos puntos quin tiene razn y quin est equivocado? Cules son las cosas que son esencias? Existe o no algo aparte de las esencias sensibles? Y de ellas cul es el modo de existencia? Existe alguna esencia separada, y si es as por qu y cmo? O bien no hay ninguna por fuera de las sensibles? Tales son las cuestiones que deben examinarse. Pero diremos esquemticamente, para empezar, qu es la esencia. B dice que esto muestra que la pregunta por la naturaleza y la comprensin de la esencia -que arriba a la distincin de cuatro sentidos de ousa- es distinta y previa a la del libro Z.

iii. La pregunta por la esencia reaparece al comienzo del cap. 17, donde se toma un nuevo punto de partida: como la esencia es un principio y un tipo de causa, es de all de donde hay que partir. Entonces, dice B, si la pregunta inicial fuera qu es la esencia?, la proposicin la esencia es principio y causa sera una respuesta y por ende un punto de llegada, no de partida. Si es un punto de partida, es porque la pregunta inicial es qu es aquello que es la esencia? y el nuevo punto de partida consiste en explicitarlo as: qu es aquello que es la esencia, es decir, el principio y la causa? Pregunta a la que Ar finalmente responder: la forma (1041 b 7-9).

Por eso B est en desacuerdo con Au que dice que en los caps. 5-6 Ar retomando su problemtica inicial se pregunta en qu medida el ser se identifica con la esencia, es decir, con la quididad y que en los caps. 10-17 se dedica a responder a esta pregunta. Segn B, el problema del cap. 5-6 no consiste en repreguntarse si es legtimo reemplazar la cuestin del ser por la cuestin de la esencia, sino en preguntar si hay o no identidad entre la quididad de una cosa y esa cosa misma. As reconstruida, la estructura general del libro le parece ms lineal que como surge del anlisis de Au, que describe una Metafsica llena de vueltas atrs, de justificaciones que demuestran menos una legitimidad que sus lmites, y de aporas constantemente renacientes.

An admitiendo que Ar haya considerado a la cuestin del ser como una fuente eterna de problemas, es probable que su sustitucin por la cuestin de la esencia fuera para l un progreso importante o incluso decisivo. Sin duda la ontologa no se reduce, ni puede hacerlo, a una teora de la esencia, pero, al construir una teora de la esencia como significacin primera del ser, Ar consideraba estar realizando la parte ms difcil y ms meritoria de una ciencia del ser. Por eso B considera que Au le da demasiado peso al carcter indefinido de la bsqueda.

Sin embargo, dice que la tesis de Au le parece profundamente verdadera porque revela al Ar real, con sus aspectos aporticos y con la distancia entre su programa y su realizacin. Quizs el nico error de Au fue buscar en el texto aristotlico testimonios explcitos de lo que descubri en su obra, por no soportar la idea de que Ar no fuera consciente de la verdad del aristotelismo: que el inacabamiento de la metafsica se convierte en una metafsica del inacabamiento, y el fracaso de la ontologa en una ontologa del ser dbil que es el ser contingente. Si Au no responde directamente a la pregunta que se plantea sobre si Ar asumi esta transmutacin del fracaso en expresin adecuada del ser, es porque no llev hasta el final su posicin de exterioridad respecto del aristotelismo vivido (cmo Ar se entenda a s mismo), quizs porque no reconoci que era esta exterioridad la que le haba dado los medios ms eficaces para comprender, como lo hizo, al aristotelismo efectivo.