resumen a.smith

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  • 8/18/2019 Resumen a.smith.

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    Resumen texto:  Adam Smith. “La teoría de los

    sentimientos morales”(*) La estructura del texto se basaba en una suma de extractos de distintos textos de

    Smith, de ahí el corte entre ciertas partes.

    Primer Extracto

    Se examina: bajo qué principios el ser humano aprueba (de hecho, es decir enla práctica) el castigo de las acciones malas.

    La existencia misma de la sociedad exige que la malignidad no merecida niproocada sea restringida mediante castigos apropiados, ! por consiguienteque el in"igir esos castigos sea considerado algo correcto ! loable.

    #s$, aunque el hombre está naturalmente dotado de un deseo del bienestar ! lapreseraci%n de la sociedad, el #utor de la naturale&a ('ios) no ha conado a

    su ra&%n el descubrir que una aplicaci%n punitia determinada es el medioapropiado para alcan&ar dicho n en cambio, lo ha dotado con una aprobaci%ninmediata e instintia de la aplicaci%n que es más coneniente para alcan&arlo.

    La conseraci%n ! la propagaci%n de la especie son los grandes nes que lanaturale&a parce haberse propuesto en la *ormaci%n de todos los animales. Losseres humanos están dotados de un deseo de tales objetios ! una aersi%npor los opuestos, un amor a la ida ! un temor a la muerte. +ero aunqueestemos as$ dotados de un deseo mu! intenso por dichos nes, no se haconado a la lenta e incierta determinaci%n de nuestra ra&%n el descubrir losmedios adecuados para conseguirlos. La naturale&a nos ha dirigido hacia lama!or parte de ellos mediante instintos originales e inmediatos.

    abe remarcar una di*erencia ente la aprobaci%n de lo que es correcto ! de loque es meritorio o benéfco. La aprobaci%n de la correcci%n requiere no s%loque simpaticemos totalmente con la persona que act-a sino que percibamosdicho acuerdo per*ecto entre sus sentimientos ! los nuestros. +or el contrario,cuando llega a mis o$dos el benecio cosechado por otra persona, cualquierasea la *orma en que el beneciario ha!a sido a*ectado por él, si al asumir susituaci%n !o siento gratitud en mi pecho, necesariamente aprobaré la conductade su bene*actor ! la consideraré como un objeto meritorio ! digno de serrecompensado. l que la persona beneciada albergue gratitud o no,eidentemente no puede modicar un ápice nuestros sentimientos con relaci%nal merito del bene*actor.

    n consecuencia, no se necesita aqu$ ninguna correspondencia desentimientos. /asta con saber que nuestros sentimientos se corresponder$an siella *ue agradecida nuestro sentido del mérito se *unda a menudo sobre esassimpat$as ilusorias, por las cuales, al asumir nosotros el caso de un tercero, con*recuencia quedamos a*ectados de una manera que la persona protagonista esincapa& de experimentar.

    Segundo Extracto

    3. De la utilidad de esta constitución de la naturaleza

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    l ser humano *ue preparado por la naturale&a para el contexto al que estabadestinado. 0odos los miembros de la sociedad humana necesitan de laasistencia de los demás ! de igual *orma se hallan expuestos a menoscabosrec$procos.

    #unque entre los distintos miembros de la sociedad no ha! amor ! a*ecto

    rec$procos, la sociedad, aunque menos *eli& ! grata, no necesariamente serádisuelta. La sociedad de personas distintas puede subsistir, como la decomerciantes distintos, en ra&%n de su utilidad, sin ning-n amor o a*ectomutuo. La sociedad podr$a sostenerse a traés de un intercambio mercenariode buenos ocios de acuerdo con una ealuaci%n consensuada.

    +ero la sociedad nunca puede subsistir entre quienes están constantementeprestos a herir ! da1ar a otros. #l punto en que empiece el menoscabo, elrencor ! la animadersi%n rec$procos aparecerán, todos los la&os de uni%nsaltarán en peda&os ! los di*erentes miembros de la sociedad serán por as$ decirlo disipados ! esparcidos por la iolencia ! oposici%n de sus a*ectosdiscordantes.

    La benecencia por tanto, es menos esencial para la existencia de la sociedadque la justicia. +ara garanti&ar la obserancia de la justicia, en consecuencia, lanaturale&a ha implantado en el cora&%n humano esa conciencia deldesmerecimiento, esos terrores del castigo merecido que acompa1an a suquebrantamiento, como las principales salaguardias de la asociaci%n de losseres humanos, para proteger al débil, sujetar al iolento ! sancionar alculpable.

    n todo el unierso emos c%mo los medios se ajustan con esmerado articio alos nes que están destinados a producir ! en el mecanismo de una planta oun cuerpo animal admiramos c%mo cada cosa es dise1ada para alcan&ar losdos mayores propósitos de la naturalea! el mantenimiento del indi"iduo y la

     propa#ación de la especie.

    uando principios naturales nos impulsan a promoer nes que una ra&%nrenada e ilustrada nos aconsejar$an, tenemos la tendencia a imputar a esara&%n, en tanto que causa eciente, los sentimientos ! acciones mediante loscuales promoemos dichos nes, ! a imaginar que es sabidur$a del hombre loque en realidad es sabidur$a de 'ios.

    Tercer extracto

    Lo que es grato de nuestras *acultades morales es justo, recto ! apropiado quese haga ! lo contrario es incorrecto, injusto e inapropiado.

    Las pautas generales que siguen nuestras *acultades morales al aprobar ocondenar cualquier sentimiento o acci%n que se someta a su examen puedeser consideradas le!es con mucha más propiedad. Se parecen mucho más a lasle!es propiamente dichas, las normas generales que el soberano promulgapara orientar el proceso de sus s-bditos. 2gual que ellas, son reglas que dirigenla libre actuaci%n de las personas: con ma!or certe&a son prescritas por unsuperior leg$timo ! también ienen acompa1adas de premios ! castigos. sosicegerentes de 'ios que tenemos dentro de nosotros jamás dejan de castigar

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    su quebrantamiento con los tormentos de la erg4en&a interior ! la auto5condena, ! en cambio siempre retribu!en la obediencia con la pa& de esp$ritu,el contento ! la auto5satis*acci%n.

    La *elicidad de los seres humanos, as$ como la de todas las demás criaturasracionales parece haber sido el prop%sito original del #utor de la naturale&a

    que les dio el ser. 6ing-n otro n es digno de sabidur$a suprema ! benignidaddiina que necesariamente le asignamos.

    #l obrar con*orme a los dictados de nuestras *acultades morales,necesariamente buscamos los medios más e*ectios para promoer la *elicidadde la humanidad ! por ello cabe argumentar que en alg-n sentido cooperamoscon la 'eidad ! a!udamos en la medida de nuestras posibilidades al plan de laproidencia. Si actuamos de otra manera en alguna medida obstaculi&aremosla estrategia que el #utor de la naturale&a ha dise1ado para la *elicidad !per*ecci%n del mundo, ! en alguna medida nos declaramos, por as$ decirlo,enemigos de 'ios.

    7uál es la remuneraci%n más adecuada para estimular el trabajo, la prudencia! la circunspecci%n8 l éxito en las empresas. 79 es acaso posible que en todauna ida esas irtudes *racasen en conseguirlo8 La rique&a ! los honoresexternos son su premio más apropiado, ! es una recompensa que di*$cilmentedejen de adquirir. 7uál es la retribuci%n más adecuada por impulsar la prácticade la erdad, la justicia ! el humanitarismo8 La conan&a, estima ! a*ecto dequienes nos rodean. l humanitarismo no desea ser insigne sino ser amado. Laerdad ! la justicia no se regocijan en las rique&as sino en ser conadas !cre$das, recompensas que tales irtudes casi siempre consiguen.

    La magnanimidad, la liberalidad ! la justicia atraen tanta admiraci%n quedeseamos erlas coronadas con rique&a, poder ! honores de toda clase, queson e*ectos naturales de la prudencia, la laboriosidad ! la dedicaci%n,cualidades éstas con las que dichas irtudes no están inseparablementeconectadas.

    Las le!es humanas, las consecuencias de los sentimientos humanos, conscanla ida ! las propiedades del traidor laborioso ! prudente, ! premian conextraordinarias recompensas la delidad ! el esp$ritu c$ico del buen ciudadanoimpreisor ! negligente.

    Las reglas que siguen la naturale&a son apropiadas para ella ! las que sigue elhombre lo son para él, pero ambas están calculadas para promoer el mismogran n, el orden del mundo ! la per*ecci%n ! *elicidad de la naturale&ahumana.

    Sin embargo, el curso natural de las cosas no puede ser totalmente controladopor los impotentes a*anes del hombre.

    l que un grupo numeroso de personas preale&ca sobre uno reducido, el quequienes acometen una empresa con preisi%n ! toda la preparaci%n necesariapreale&can sobre quienes se les oponen sin haberlo hecho as$, ! el que cadan deba ser alcan&ado s%lo por los medios que la naturale&a ha establecidopara lograrlo, parece una regla no s%lo necesaria e ineitable en s$ misma sino

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    incluso -til ! adecuada para suscitar la laboriosidad ! la consideraci%n de laespecie humana.

    stamos a la par dolidos ! encoleri&ados por el mal que se ha hecho, pero amenudo comprobamos que no está en nuestras manos repararlo. uandoperdemos por ello la esperan&a de encontrar una *uer&a en la tierra que pueda

    poner coto a la ictoria de la injusticia, naturalmente apelamos al cielo !conamos en que el gran #utor de nuestra naturale&a ponga en práctica de ah$ en adelante todo lo que los principios que nos ha dado para dirigir nuestraconducta nos compel$an a acometer aqu$, que pueda completar el plan que élmismo nos ha ense1ado a comen&ar ! que en una ida *utura dará a cada unoseg-n lo que ha!a hecho en este mundo.

    uando las reglas generales que determinan el mérito ! el demérito de losactos llegan de ese modo a ser consideradas como las le!es de un Sertodopoderoso, que igila nuestra conducta ! que en una ida del porenirretribuirá su obserancia ! penali&ará su incumplimiento, necesariamenteadquieren a esta consideraci%n una nuea santidad. 6adie que crea en la

    existencia de la 'eidad dudará de que nuestro respeto a su oluntad debieraser la norma de nuestro comportamiento.

    ;ué antinatural, qué imp$amente ingrato ser$a no reerenciar los preceptos quele *ueron prescritos por la bondad innita de su reador, incluso aunque suiolaci%n no comportara castigo alguno. #qu$ también el sentido de lacorrecci%n está bien amparado por las más intensas motiaciones del propiointerés.

    #s$ es como la religi%n re*uer&a nuestro sentido natural del deber ! por esara&%n los seres humanos están generalmente dispuestos a conar mucho en lahonrade& de quienes parecen sumamente imbuidos de sentimientos religiosos.

    La persona religiosa nunca act-a oluntariamente sino como si estuiera enpresencia de ese

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    3. De la benevolencia universal

    6o ha! *ronteras que circunscriban nuestra buena oluntad ! puede abarcar lainmensidad del unierso.

    La noci%n de un ser sensible pero maléolo ciertamente despierta nuestro

    recha&o, pero la mala oluntad que en este caso sentimos por él es en realidadconsecuencia de nuestra beneolencia uniersal.

    sta beneolencia uniersal, por noble ! generosa que sea, no puederepresentar la *uente de una *elicidad erdadera para ninguna persona que noesté pro*undamente conencida de que todos los habitantes del mundo, losmás ruines ! los más insignes, están bajo el inmediato cuidado ! protecci%n delmagno, beneolente ! omnisciente Ser que dirige todos los moimientos de lanaturale&a ! que está decidido, por sus propias inalterables per*ecciones, amantener en ella siempre la ma!or cantidad posible de *elicidad.

    l indiiduo sabio ! irtuoso está siempre dispuesto a que su propio interésparticular sea sacricado al interés general de su estamento o grupo. 0ambién

    está dispuesto en todo momento a que el interés de ese estamento o gruposea sacricado al interés ma!or del estado, del que es una parte subordinada.'ebe por tanto estar igualmente dispuesto a que todos esos interesesin*eriores sean sacricados al ma!or interés del unierso, al interés de la gransociedad de todos los seres sensibles e inteligentes, de los que el mismo 'ioses inmediato administrador ! director. Si está en él pro*undamente arraigada lasistemática ! cabal conicci%n de que este Ser beneolente ! omnisciente noadmite en su sistema de gobierno ning-n mal parcial que no sea necesariopara el bien uniersal, debe ponderar todos los in*ortunios que puedensobreenirle a él, a sus amigos, su grupo, o su pa$s, en tanto que necesariospara la prosperidad del unierso, ! por consiguiente como algo a lo que no s%lodebe someterse con resignaci%n sino algo que él mismo, de haber sidoconsciente de todas las conexiones e interdependencias de las cosas, debi%sincera ! deotamente haber deseado.

    Los buenos soldados, que aman a su general ! con*$an en él, muchas ecesmarchan con más u*an$a ! alacridad a una misi%n desesperada, de la que nocabe so1ar en regresar, que a una desproista de dicultad ! riesgo.

    6ing-n conductor de ejércitos puede merecer una conan&a más ilimitada, una*ecto más ardiente ! *eroroso, que el gran onductor del unierso. n losma!ores desastres, tanto p-blicos como priados, un hombre sabio debeconsiderar que él mismo, sus amigos ! compatriotas, han recibido la orden quenunca habr$an recibido si no *uese indispensable para el bien del conjunto, !

    que su deber no s%lo radica en someterse con humilde resignaci%n a su suertesino abra&arla con preste&a ! regocijo. stá claro que una persona sabia tieneque ser capa& de hacer lo que un buen soldado siempre está dispuesto a hacer.

    La administraci%n del gran sistema del unierso, el cuidado de la *elicidaduniersal de todos los seres racionales ! sensibles, es la labor de 'ios, no delhombre. #l ser humano le corresponde un distrito mucho más humilde, peromucho más adecuado a la debilidad de sus poderes ! la estreche& de su

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    comprensi%n: el cuidado de su propia *elicidad, la de su *amilia, sus amigos, supa$s.

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