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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES-TÁCHIRA
DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN SOCIAL
GÉNESIS DE LA FERIA Y FIESTAS DE SAN CRISTÓBAL COMO TESTIMONIO DE UNA ÉPOCA (1.820-1.965)
Memoria de Grado presentada como requisito para la obtención
del Título de Licenciado en Comunicación Social
Autoras: Tutor:
Zulynel Rivero Francisco A. Castillo Linares Luz Elena Salcedo
San Cristóbal, mayo de 2.003
Génesis de la Feria y Fiestas de San Cristóbal como testimonio de una época (1.820-1.965)
A mis pretéritos
ausentes y presentes
a quienes debo mucho más
que mi existencia en esta tierra.
A mis padres
Nelson y Zulemy
fuentes incesantes
de comprensión, amor y apoyo.
A Nelmy y Nelson
por el infinito amor
que nos une.
A Erick por emerger en el momento más oportuno
y por ayudarme a sobrellevar la carga
de la manera más dulce y paciente.
Zulynel
A Dios Todopoderoso, por guiar mis pasos y porque sólo él conoce
lo que me ha costado alcanzar esta meta, gracias por siempre.
A mis padres, por el amor y la dedicación que me han brindado;
por su paciencia, sabiduría e inagotables sacrificios que hicieron posible este sueño.
A mis hermanos, Luis y Ramón porque a pesar de la distancia nunca me dejaron sola.
A Valmore, por toda su paciencia, sus palabras de aliento y apoyo, pero especialmente por todo
el amor demostrado, que puso color en mi camino para alcanzar esta meta.
A mis familiares, especialmente mi abuela Ofelia y mi tía Sonia,
por su incondicionalidad y cariño.
A la familia Rodríguez Armas, por hacerme sentir como en casa,
por el cariño brindado y por su apoyo incondicional e invalorable.
A Reynaldo, Daniela, Cira, Maria Betina, Hildamar y Corinma ,
por su amistad y por los momentos de alegría compartidos.
A todas aquellas personas que de una forma u otra me acompañaron a lo largo de este camino.
Luz Elena
INDICE GENERAL
INDICE GENERAL
Pág. Agradecimientos …………………………………………………...…………………... vii
Introducción …………………………………………………………………………….. 1
Capítulo I. UN SALTO AL PASADO ……………………………………………….. 5
1.1 Fundación de San Cristóbal ……………………………………………………… 6
1.2 Vida de San Sebastián ……………………………………………………………. 7
1.3 Origen de la Feria y Fiestas de San Cristóbal ……………………………….. 10
1.3.1 Del Carnaval …………………………………………………………………. 10
1.3.2 De nuestros Indígenas ……………………………………………………… 12
1.3.3 De los Españoles ……………………………………………………………. 13
1.4 Cultura Popular, Folklore y Religiosidad ………………………………………... 17
Capítulo II. SAN CRISTÓBAL A TRAVÉS DE LOS AÑOS (1.820-1.965) ……... 21
2.1 Primera etapa 1.820-1.849. La Villa después de la Independencia ………… 23
2.1.1 Aspectos Sociales …………………………………………………………… 23
2.1.2 Aspectos Económicos ………………………………………………………. 27
2.1.3 Aspectos Culturales …………………………………………………………. 33
2.2 Segunda etapa 1.850-1.879. Comienzan las transformaciones …………… 37
2.2.1 En el Ámbito Social ………………………………………………………….. 37
2.2.2 En el Ámbito Económico ……………………………………………………. 43
2.2.3 En el Ámbito Cultural ………………………………………………………... 49
2.3 Tercera etapa 1.880-1.909. En los albores del siglo XX …………………… 53
2.3.1 Aspectos Sociales …………………………………………………………... 53
2.3.2 Aspectos Económicos ……………………………………………………… 59
2.3.3 Aspectos Culturales ………………………………………………………… 64
2.4 Cuarta etapa 1.910-1.939. Entre lo rural y lo urbano ……………………….. 69
2.4.1 Ámbito Social ………………………………………………………………... 69
2.4.2 Ámbito Económico ………………………………………………………….. 73
2.4.3 Ámbito Cultural ……………………………………………………………… 76
2.5 Quinta etapa 1.940-1.965. Inicio de un crecimiento desmedido …………… 80
2.5.1 Aspectos Sociales …………………………………………………………... 80
2.5.2 Aspectos Económicos ………………………………………………………. 88
2.5.3 Aspectos Culturales ………….……………………………………………… 93
Capitulo III. PANORÁMICA DE LA FERIA DESDE LA PRENSA ……………… 102
3.1 Naturaleza de la Feria …………………………………………………………….. 103
3.2 De lo pagano a lo religioso ……………………………………………………….. 111
3.3 Feria contemporánea ……………………………………………………………… 113
3.4 Contra viento y marea …………………………………………………………….. 122
3.5 A pesar de las adversidades ……………………………………………………... 123
3.6 De San Cristóbal a San Sebastián ………………………………………………. 125
Capitulo IV. VOCES DEL PASADO CON… ……………………………………….. 130
4.1 Eutiquio Hevia Porras ……………………………………………………………... 131
4.2 Antonio Ruiz Sánchez …………………………………………………………….. 137
4.3 Doña María Santos ………………………………………………………………... 142
4.4 Juan de Dios Maldonado …………………………………………………………. 145
4.5 Antonio Mora ……………………………………………………………………….. 148
Capitulo V. RETROSPECTIVA DE SAN CRISTÓBAL Y SU FERIA …………… 151
Conclusiones …………………………………………………………………………… 179
Anexos …………………………………………………………………………………... 182
Bibliografía ……………………………………………………………………………… 220
AGRADECIMIENTOS
A la familia Pérez,
quienes hace cinco años,
me permitieron invadir
la intimidad de su hogar
y gozar de su compañía.
A los profesores que
encendieron en mí
ansias de sabiduría.
Y a todos los omitidos anteriormente
por aportar un grano de arena
para cristalizar esta meta.
Zulynel
A mis padres, porque sin su apoyo y ayuda
no hubiera podido alcanzar con éxito esta meta.
A Libia, Corce, Marisela, Yayo, y toda la familia Armas,
por los gratos momentos compartidos y por el cariño que me han brindado.
A la familia Del Blanco, por haberme recibido en su hogar durante la realización
de mis pasantías, etapa necesaria para alcanzar la presentación de este trabajo.
A los trabajadores de la Hemeroteca Estadal Pedro Pablo Paredes
y a los del Museo del Táchira, por el apoyo brindado durante está investigación.
A todos los entrevistados, por recibirnos y darnos su aporte para este trabajo.
Y mi agradecimiento final, es para la Universidad de Los Andes Táchira,
por haberme abierto sus puertas y vigilar mi formación académica profesional.
Luz Elena
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Recorrer las páginas de la historia es de por si apasionante, entre otras cosas, por el
descubrir de hechos o acontecimientos que de una u otra manera están presentes en el
sentir de la cultura y cotidianidad de una comunidad, bailando como una serpiente que
adormece y embriaga en su conteo. Las sociedades están atravesadas de celebraciones
dionisíacas que de tarde a tarde desencadenan las pasiones al son de fiestas y goces,
que se inyectan en las venas emocionales de sus habitantes y no paran de contar e
invocar a sus espíritus o santos: las creencias ancestrales de su trasmundo regresan
convertidas en alegrías religiosas o paganas. Ese es el síntoma espiritual y cotidiano de
los hombres y mujeres cuando viven en comunidades.
Bajemos a nuestro entorno y veamos la Feria y Fiestas de San Sebastián que se
realizan en San Cristóbal religiosamente año tras año, las cuales involucran a gran parte,
para no decir toda, de la población: ricos, clase media, pobres… La importancia de estas
fiestas para los tachirenses es tal que ya desde mediados de año, comienzan los
preparativos: anímicos por parte de la población, administrativos y de infraestructura por
parte de las autoridades.
Hablar de las ferias de San Cristóbal es recorrer el ánimo y el ánima de la gente de esta
región. La sensación de pertenencia que uno percibe en el ambiente en los momentos
feriales, con sus críticas por supuesto, transita por espacios emocionales transferibles a
toda la ciudad. Esa es la magia que se percibe, magia cultural, donde se involucran
fiestas, goces, licor, toros, ventas artesanales y comerciales, encuentros amorosos,
espectáculos visuales. Las ferias son ya parte de la mitología tachirense: recurrente,
como el día y la noche todos los años, veneradas y esperadas. Van y regresan con
presagios, pero llenas del Dios Baco, abundancia, un poco de locura, y contagiosas de
nocturnidad, de la cantada por los poetas de la locura y del placer.
Es aquí donde entra nuestra pequeña cuota, al tratar de penetrar en el discurrir del
tiempo histórico de las ferias de San Sebastián, y elaborar modestamente una
reconstrucción, a manera de crónica (difícil por cierto) de su tiempo. Esta tarea la
haremos en el entendido de nuestras limitaciones en el campo de la historia, y apenas
ensayistas como estudiantes de este tipo de trabajo, que modestamente llamamos
investigación. A esto se agrega la dificultad que hemos encontrado para ponernos en
contacto con la prensa de la época, deteriorada, de difícil acceso, inexistente, llena de
polilla… Sin embargo haremos de nuestro afán escudriñador el puntero en este tortuoso
pero delicioso camino del preguntar ¿qué pasó? y ¿por qué?. Camino de la duda, de la
intuición, pero a su vez, no de la certeza, creador de interrogantes, y aproximaciones.
Porque la historia está llena de puntos de vistas, o de perspectivas, como solía decir
nuestro insigne escritor Arturo Uslar Pietri.
Sin embargo, queremos aportar con este intento breve de reconstrucción histórica, un
grano más en las arenas del conocimiento de nuestra cotidianidad, sino olvidada, si
ignorada, terrible dilema de los hombres cuando desconocen los porqués de su
cotidianidad. Dilema de nuestros pueblos al mirarse al espejo, (tal como lo diría Octavio
Paz) y no encontrar el verdadero rostro.
Asimismo, es deber aclarar que nuestra intención camina más por la crónica periodística,
que por la explicación racional de los métodos históricos. Aunque el trabajo está
enmarcado en el campo de conocimiento de la historia, está en el límite de esta
disciplina. Apasionada y rica como las vivencias de los hombres y mujeres en
comunidades, llena de misterios, mitos y conjeturas; porque las sociedades se mueven
en las aguas de la contingencia. De ahí su frescura y multiplicidad. Por allí volcaremos
nuestro trabajo: mostrar, sugerir, reconstruir.
El resultado de este trabajo lo presentaremos a lo largo de cinco capítulos que contienen
una muestra de todos los aspectos relacionados con la Feria y Fiestas y su entorno en lo
referente a las características sociales, políticas, económicas y culturales, en un período
comprendido entre 1820 hasta 1965.
En el primero de ellos, determinaremos el motivo que originó la celebración de estas
festividades, el cual se vislumbra a través de tres posibles herencias como son: el
carnaval, las manifestaciones indígenas y la de los españoles que nos colonizaron.
El segundo capítulo, se subdivide en cinco etapas o momentos a través de las cuales
veremos cómo San Cristóbal al igual que la tradicional celebración de su fiesta, sufre
modificaciones que se adaptan a las distintas épocas.
El tercero, nos muestra cómo la prensa sirvió para ilustrar las transformaciones
ocurridas, desde 1876 hasta 1965, en este acontecimiento festivo-religioso.
En el cuarto capítulo, contaremos parte de la historia de esta tradición, a través de
algunas voces del pasado que fueron espectadores y protagonistas de varias
actividades o aspectos de la feria.
Y el último capítulo, consistirá en una pequeña crónica visual de fragmentos importantes
de la génesis de la Feria y Fiestas de San Cristóbal como testimonio de una época.
CAPÍTULO I
Un salto al pasado
1Feria y Fiestas de la Villa
de San Cristóbal, la amadadel Torbes, que baña y besa
sus lindos pies serrana.A San Sebastián, cada año
estos festejos consagra,donde al calor de la fealegres vinos escancia.
Así, lo humano es más noblesi a lo divino se enlaza.
2Ferias y Fiestas que pregonanlos mil rumbosos programas,que vibran cuál los clarines
de bronce, de oro, o de plata,con los que al mundo hablar suele
desde el Olimpo, la Fama.Ferias y fiestas en que el pueblo
sus penas con goce canta,en versos de añejas rimasy ritmos de nueva savia.
3Cómo se animan las gentes
de vida joven y anciana.Cómo se buscan los jóvenespara brindarse sus ansias,
y cómo los viejos sientenque les nacen nuevas alas…
Unos y otros cuánto gozanlas dichas que Dios regala,
tal cuán se goza el amorque vive y muere sin mancha.
Fiestas PatronalesMarcoTulio Páez
CAPÍTULO I
Un salto al pasado
1.1 Fundación de San Cristóbal La fundación de la ciudad de San Cristóbal se debió a una ordenanza emitida por el
cabildo de Pamplona, la cual tenía como finalidad conseguir una estación de paso entre
ella y Mérida; la nueva Villa estaría bajo la jurisdicción de las autoridades pamploneses y
dependiente del Virreinato de Santa Fe de Bogotá.
La historia de la fundación de San Cristóbal se inicia cuando el Capitán Juan Maldonado
Ordóñez de Villaquirán partió con su expedición desde Pamplona tomando el camino de
la Quebrada de Las Danta, pasó por Paso Real, y las Adjuntas así como también por lo
páramos de Capote hasta llegar a Cania, donde gracias a la hospitalidad y colaboración
de los indios que habitaban en estas tierras pudieron instalar la base de sus
operaciones.
Poco tiempo después, decide salir hacia Quinimarí, “…posiblemente siguiendo el curso
de este río y después por los puntos que hoy llamamos Alineaderos y Miraflores, a una
distancia de tres leguas encontró las poblaciones indígenas de Azua y Cazabata”
(Ferrero, 1960, p.71).
De Azua a San Cristóbal siguió el camino del río Tormes, para así llegar a su destino
final el lunes 31 de marzo de 1.561, donde con sus manos colocó un madero grande en
el centro del valle como señal de posesión para que en dicha sabana fuese fundada y
edificada la villa de San Cristóbal, en dicho madero señaló que para la advocación de la
iglesia el protector de esta nueva Villa sería el mártir San Sebastián.
Luego de la ceremonia de fundación, se procedió a distribuir las tierras, señalando las
zonas donde se construiría la iglesia, los edificios públicos, las casas de cada vecino; así
mismo se destinaban las tierras para la siembra y para la residencia de los aborígenes.
Estos señalamientos, conjuntamente con la implantación de los primeros impuestos
marcan formalmente el inicio de la administración político-económica colonial.
Reina Durán, en su libro “La prehistoria del Táchira” (1988), muestra los límites
establecidos por Juan Maldonado Ordóñez en la nueva Villa; por el lado de Pamplona
va hasta el río Cúcuta; por la banda de Mérida, hasta lo que llamaban los españoles el
Pueblo Hondo. Por el Oriente llega a los llanos de Venezuela y por la banda poniente
hasta la laguna de Maracaibo y brazos de Herina, con esto podemos ver que las
dimensiones de San Cristóbal al momento de la fundación son las mismas que
actualmente tiene el Estado Táchira.
La fundación de la nueva Villa “constituyó, en la frontera, la primera manifestación de
soberanía territorial de Venezuela con el Nuevo Reino de Granada, hoy República de
Colombia” (Rodríguez, 1999, p.38). Esta posición fronteriza va a marcar una gran
influencia en los diversos ámbitos que conforman la ciudad de San Cristóbal,
principalmente en el aspecto social, cultural y económico.
El primer manifiesto de los cambios culturales que trae el proceso de colonización se ve
representado en la designación religiosa hecha por Juan Maldonado y Ordóñez, al
nombrar a San Sebastián como Santo Protector de la Villa y a quien se le debe brindar
adoración y respeto.
1.2 Vida de San Sebastián San Sebastián, también conocido como “mártir de Cristo” nació en el siglo III, en la
ciudad de Narbona al sur de Francia, su padre era francés y su madre italiana. El
nacimiento de este mártir estuvo signado por el dominio del Imperio Romano sobre el
mundo, el cuál representa un contexto histórico que marcó una época cruel para los
cristianos.
El Imperio Romano se caracterizó por tener regimientos, llamados "legiones romanas ",
eran casi invencibles y hacían reinar la " Pax Romana", es decir, la paz romana. Ellos
imponían la religión de sus dioses (todos los ídolos que la fantasía humana puede
imaginar), tenían sus altares, sus cultos, sus sacerdotes y adoradores en ésta metrópolis
“pagana”; en los mismos mercados públicos, se vendía la carne previamente ofrecida a
sus ídolos.
Los cristianos no aceptaban esas costumbres, al apartarse de los templos y negarse a
quemar incienso a los ídolos, aparecían como gente sin religión y se les acusa de ser
ateos, enemigos del estado y se les perseguía para doblegarlos a la religión oficial
imperante. En el año 64, Nerón decretó la primera persecución, en lugar de disminuir,
por el contrario cada día eran más los seguidores del cristianismo.
Sebastián fue un cristiano, educado en Milán, y desde muy joven fue atraído por la
vocación militar; primero fue alférez, luego teniente a los 22 años y al poco tiempo
ascendió a capitán, con lo que se hizo merecedor de la estimación de los emperadores
romanos Diocleciano y Maximiliano.
Una vez ascendido, fue destinado a Roma dónde el Emperador Diocleciano lo nombró
Comandante de la Primera Guardia Imperial, que es la distinción honorífica más alta que
se podía pretender.
Gracias a su personalidad y a la educación recibida estaba “… dotado de suma
prudencia, era recto en los juicios, veraz en las palabras, prudente en los consejos, fiel
en los compromisos, diligente en el obrar, insigne en la bondad, preclaro en todas las
virtudes; los soldados lo veneraban como a un padre; todos los cortesanos le profesaban
un entrañable afecto; pues, como verdadero amante de Dios, estaba lleno de su gracia y
atraía la estimación de todos”1.
San Sebastián era secretamente cristiano y en el momento en que iba ser promovido en
la Guardia Imperial, se desencadenó una nueva persecución contra los cristianos, esta
situación lo llevó a reflexionar sobre la decisión de declararse públicamente cristiano. En 1 “UN MÁRTIR DE CRISTO”. Texto extraído del libro Acerca de la vida de San Sebastián consultado en
septiembre de 2002 de la World Wide Web: http://www.sansebastianyumbel.co.cl/san.htm
medio de su disyuntiva creyó más oportuno mantener oculta su fe, y de esa manera
logró ayudar con más facilidad a sus hermanos arrestados.
Luego de indiscriminados martirios a tantos cristianos, San Sebastián fue denunciado
por algunos delatores y acusado por el prefecto ante el Emperador Diocleciano.
Este último, le reprochó su conducta y le hizo escoger entre abandonar su religión o
perder su cargo; frente a esta situación San Sebastián dirigió su respuesta a favor y en
defensa de Cristo. El Emperador se encolerizó al oír las palabras de este soldado de
Dios y ordenó que lo llevaran al medio del campo, lo ataran a un árbol y lo cubrieran de
saetas (flechas). Los soldados obedientes cumplieron con estás ordenes de Diocleciano.
Los guardias, al creerlo muerto se retiraron del lugar. Irene, viuda del santo mártir,
aprovechó la ausencia y se dirigió al lugar en medio de las tinieblas de la noche para
sepultarlo. Al encontrarlo se dio cuanta, que aún estaba vivo y lo llevó a su casa, donde
recobró la salud a los pocos días.
Luego de esto, Sebastián se las arregló para colocarse en las escaleras de honor, junto
con otros cortesanos dentro del templo pagano y desde allí, se enfrentó al Emperador
y denunció todas sus injusticias. Al oír esto el emperador quedó estupefacto, de ver que
a quien había condenado a morir azotado, estaba aún vivo. Después de escuchar los
reproches, mandó que lo condujeran al hipódromo del palacio, donde fue públicamente
golpeado, humillado y flageado hasta morir, el 20 de enero del año 288.
Una vez torturado, su cadáver destrozado fue lanzado a los buitres en el basurero
general de Roma, y de ahí lo rescataron sus seguidores y lo sepultaron en las
Catacumbas, ahora llamadas las Catacumbas de San Sebastián, ubicadas en el lugar
conocido como la Vía Apia, en Roma, y donde se levantó un templo en su honor
Se dice que San Sebastián dio muestras de su poder intercesor ante Dios, al poco
tiempo de su muerte. Muestra de ello fue cuando gracias a la invocación de sus
discípulos, libró a la ciudad de Roma de la peste en tiempos del Papa Agatón, el cuál en
agradecimiento y fe hizo levantar un altar en su honor para rendirle pública veneración, y
al poco tiempo su culto se extendió rápidamente dentro y fuera de la ciudad imperial.
1.3 Origen de la Feria y Fiestas de San Cristóbal La Feria y Fiestas de San Cristóbal (nombre con el cuál se conoció hasta 1.965), es una
tradición religiosa que se celebra en honor a San Sebastián, patrono de la ciudad, al
cual se le rinde culto el 20 de enero. Las raíces de esta tradicional celebración en la
ciudad de San Cristóbal, se vislumbran a través de tres posibles herencias:
1.3.1 Del Carnaval El carnaval, es una celebración que tiene sus inicios en los ritos celebrados en Grecia y
Roma en honor a los dioses protectores de la agricultura y rebaños, mucho antes de la
aparición del cristianismo.
La divinidad agraria griega es el origen de los carnavales de Europa, del Norte de África
y de América. El culto a Saturno, dios romano de la agricultura, asociado con la Diosa
Lúa, símbolo de plagas y destrucción, se celebra con una gran festividad a partir del 19
diciembre y durante siete días no había ningún tipo de actividad comercial, escolar,
judicial ni militar.
Estas festividades en honor a las divinidades latinas, se vieron opacadas por la
propagación del cristianismo en Roma. Lo que ocasionó la aparición de nuevos
personajes y rituales, como la cuaresma, que es un período de abstinencia de carne
durante un período previo a la conmemoración de la muerte y resurrección del Cristo; así
mismo surgieron otras celebraciones con características similares a las de los rituales a
saturno.
Con los años, las nuevas fiestas se denominaron carnaval, palabra del italiano
carnavale, deriva de la palabra carnelevare que significa carne “carne” y levare “quitar”.
En el siglo XI se logró la institucionalización del carnaval en Roma, cuando el Concilio de
Benevento decidió fijar el miércoles de ceniza como día límite de las festividades. Así
mismo se le introdujeron innumerables cambios e innovaciones, los cuales eran una
muestra de las diferentes sociedades donde se realizaba las fiestas de carnaval.
Aunque cada una de las sociedades posee rasgos característicos para la celebración del
carnaval se pueden encontrar rasgos constantes en el carnaval de Europa, América y el
Norte de África, un ejemplo de esta similitud es, que estas
“…son celebraciones callejeras en las que participa gente de toda condición. No obstante, a lo largo de toda la historia se ha visto un distanciamiento, al menos formal de la clase dominante respecto a la actividad callejera del carnaval. Los miembros de estas clases han solido celebrarlo de manera privada en salones y residencias, marcando así dos expresiones polarizadas del carnaval: el del pueblo, en las calles y plazas, y el de las clases dominantes dueñas del poder político, de bienes económicos o de alcurnias religiosas, en ambientes cerrados y excluyentes. Norma que, sin embargo, los últimos han violado para gozar del desenfreno callejero, aunque ateniéndose a las reglas del anonimato, mediante el uso del capuchón” (De Friedemann, 1985, p.23).
En América esta tradición festiva llega en la época colonial y su asentamiento se afianza
luego de la posteridad de las guerras, los conflictos de la independencia y el
establecimiento de las repúblicas.
Algunos estudios presentan el carnaval como el resultado de un proceso de difusión
cultural, que esta ligado a la colonización Española y Portuguesa, la cuál trajo consigo
además de la espada, la cruz católica.
Una tesis de Maria Isaura Pereira de Quiroz sirve a Nina S. De Friedemann (1985) para
mostrar los dos tipos de fiestas que han evolucionado en el modelo rural de América
Latina, uno de estos, es el asociado a símbolos sagrados vernáculos, y el otro de
carácter urbano, caracterizado por un ritual impregnado de luto mundano y de símbolos
profanos “venecianos”, los cuales llegaron al nuevo mundo con los Europeos.
En la zona correspondiente al caribe Colombiano, hay datos que muestran dos
situaciones en las ciudades que celebraban estas fiestas, por una parte, entre las clases
con poder económico y militar, se asentó un carnaval con elementos vernáculos como
los enmascarados y la harina. Y por el otro, se gozaba de unas fiestas caracterizadas
por las costumbres de la localidad, como eran los rituales de las etnias indígenas y de
los negros esclavos.
Posteriormente se produjo un sincretismo entre las diferentes formas de celebración,
donde al enmarcarse estás en invocaciones a personajes cristianos se reinterpretó de
manera creativa a los dioses de las etnias indígenas.
Los rituales de las etnias indígenas y negras enmarcados en las festividades religiosas
del cristianismo, se pueden observar en la celebración del Corpus Christi y en la
celebración del Día de San Sebastián, el 20 de enero. Esta fecha “… se convirtió en la
inauguración del carnaval mediante la lectura de un bando oficial, que rememora los
primeros tiempos de la fiesta, cuando oficialmente se concedía al pueblo la licencia para
iniciar el jolgorio” (De Friedemann, 1985, p.29).
1.3.2 De nuestros indígenas El territorio del actual estado Táchira, siglos antes del descubrimiento y la conquista de
los españoles, estuvo habitado por numerosas tribus indígenas, que tenían una cultura
propia.
Entre las comunidades indígenas que habitaban el suelo tachirense se encuentran: los
capachos o capuchos, pertenecientes a la familia de los Jirajaras, su dominio se
extendía hasta los valles de la actual ciudad de Cúcuta; los Chinatos y Lobateras,
ocupaban las áreas de las actuales poblaciones de Lobatera, Borotá y Michelena; los
Chiriquíes y los Motilones, se ubicaban en las partes llanas del norte del estado y en las
mesetas de San Juan de Colón. Así mismo los Guaramito, Peribecas, Moicopós y
Carapos, en las áreas de los valles de Peribeca y Rubio; los Azuas, Barbillos, Sirgarás,
Tucapés, Tamacocos, Simaracás, Tamacos, Canias, Chucurís, Teocamás y Tirapas, se
ubicaban en los valles del río Torbes.
En el Valle de Santiago, nombre con el cuál se conoce el valle donde se fundó San
Cristóbal habitaban los indígenas Tononós, Tinimaríes y Cuites, estos en confederación
con los Jirajaras y Caquetíos se extendían hasta los llanos. Todas las tribus nombradas
anteriormente representan sólo una parte del total de las agrupaciones aborígenes que
habitaban el estado, antes de la llegada de los colonizadores.
Las agrupaciones aborígenes, conservaban entre ellas buena paz y armonía, lo que les
permitió desarrollar una vida en comunidad. Muchos de ellos vivían en pueblos con
casas de bahareque o piedra con techo de paja, tenían un sistema de vida muy dinámico
dedicado a la siembra, a la pesca y la cerámica.
Nuestros aborígenes practicaban el comercio como un medio de interrelación con las
demás comunidades. Ellos cultivaban con verdadero esmero el algodón, este era
procesado con métodos rudimentarios y posteriormente era utilizado en la fabricación de
mantas, ruanas y otros productos.
A pesar que cada una de las familias aborígenes tenía su propio idioma, la raíz de su
lengua era el muisca o chibcha. Además eran idólatras y adoraban el sol, la luna y los
fenómenos naturales.
Una de las celebraciones más importantes era la realizada en honor a la Diosa Chía, que
significa adoración a la Luna; para esta fiesta se hacían presentes las comunidades de
otras naciones indígenas, con las cuales intercambian algunos productos elaborados y
cultivos, la bebida utilizada para celebrar estas festividades era la chicha, hecha de maíz
fermentado.
Esta fiesta en conmemoración a la Diosa Chía también estaba acompañada de música
proveniente de los tambores, conocidos para entonces como chirineos, guaruras y
botutos, que eran construidos por ellos mismo con madera y cuero.
1.3.3 De los españoles
“Las palabras ferias y mercados, casi sinónimas en su origen, lo son hoy todavía desde cierto punto de vista. Una y otra significan reunión de comerciantes y compradores en lugares y tiempos determinados previamente; pero la palabra feria representa más bien un concurso mucho más numeroso, más solemne, y por consecuencia menos frecuente”2.
Las ferias datan de la antigüedad y conjuntamente con los mercados, son expresiones
del primer movimiento de distribución de la riqueza en las comunidades. Nacieron como
consecuencia de la necesidad que tenían los comerciantes de obtener las mercancías
que no podían conseguir en el mercado, por esta razón eran traídas de otras regiones o
países.
En las civilizaciones antiguas, los hombres vivían aislados en ciudades pequeñas o
dispersos en comunidades rurales de difícil acceso, esta vida rutinaria se veía
interrumpida cuando las grandes ciudades celebraban las grandes fiestas una o dos
veces al año.
Las características distintivas de las ferias estaban dadas por la variedad de las
transacciones, (no se limitaba a productos agrícolas, como frecuentemente sucedía en 2 FERIA. Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes, etc. (Tomo IX, pp.
211). Editores Montaner y Simón. W.M Jackson Inc. Nueva York
los mercados) el volumen de mercancía, la concurrencia de mercaderes de otros países,
por una mayor duración (dos semanas, un mes); una celebración menos frecuente y
generalmente en ocasiones de fiestas religiosas.
Se puede decir que la feria es un mercado periódico con características económicas
propias. Egipto, Caldea, Grecia y Roma fueron las ciudades que dieron origen a las
ferias, estas combinaban la diversión colectiva, el culto religioso y el trueque de
mercaderías.
En la Meca, siglos antes de nuestra era, se celebraban al borde del desierto Árabe
grandes ferias a las que llegaban peregrinaciones y caravanas de camellos cargados de
mercancías de los fenicios. Egipto y Mesopotamia, festejaban las grandes celebraciones
religiosas donde reunían se multitudes que permitían a los comerciantes dar mayor
salida a sus mercaderías y, al mismo tiempo adquirir con facilidad, de otros comerciantes
o productores, los artículos necesarios para su uso.
Los romanos crearon la “Feria Latina”, esta consistía en un gigantesco festival que se
realizaba todos los años en homenaje a Júpiter, era seguido por celebraciones más
pequeñas dedicadas a Apolo, Diana y Mercurio. Sin embargo, a pesar de que esta
tradición persistió durante años, el triunfo del cristianismo provocó la modificación de los
nombres, la ceremonia y las formas de celebración de las ferias, adoptando así como
patronos a algunos mártires de los primeros siglos.
Las ferias como organización, debido a la considerable afluencia de personas y dineros,
se convertían en fuentes de prosperidad para las ciudades donde se celebraban. Los
reyes y señores otorgaban una serie de privilegios, a todas aquellas personas que
asistían: como salvoconductos (ida y vuelta), suspensión de impuestos a extranjeros y
embargo por deudas, autorización de préstamos con interés, entre otros.
Contaban con administración propia, tribunales escogidos por las corporaciones
mercantiles, sellos, gentes dedicadas a la vigilancia, alojamiento para los mercaderes y
almacenes para los diferentes géneros. En las ferias, las compras solían pagarse al final
de estas, la multiplicidad de monedas empleadas obligaba a recurrir a banqueros y
cambistas, también se aceptaban letras de cambio y se negociaban ventas a créditos.
Algunas ferias tenían un carácter político o jurídico, estas coincidían con grandes
asambleas, elecciones o reuniones de ciertos tribunales. Un ejemplo de esto, fue la
costumbre que existía en Inglaterra de permitir a los mercaderes que ejercieran las
funciones de jueces durante las feria.
Posteriormente, la mayoría de las ferias conservaron sólo su carácter comercial,
convirtiéndose así en mercados especializados. En la Edad Media, la feria de artículos
de primera necesidad fue típica de la organización comercial europea; estas atraían a
nobles, campesinos, siervos y artesanos.
Como una expresión típica de la vida medieval, las ferias de estos siglos se expandieron
conjuntamente con el comercio llegado del Oriente y del Báltico.
Francia tuvo un papel de primacía en el desarrollo de las ferias medievales, muestra de
ello, fueron las celebraciones de la región Champaña, las cuales debido a su gran
importancia internacional se convirtieron en el eje de todo tráfico comercial y financiero
de Europa.
La mayoría de los países europeos tenían sus propias ferias; en los Países Bajos, donde
la industria había alcanzado un notable desarrollo, las más importantes fueron las de
Brujas y Amberes; en Inglaterra, la de Sturbridge junto a Centerbury; en Rusia, la de
Nizhni Novgorod, entre otras; en Italia, las de Milán, Venecia y Piacenza; y en Alemania
las de Colonia, Frankfurt, Augsburgo, Nuremberg y Leipzig.
Las ferias españolas, fueron otras de las más importantes de Europa debido al gran
volumen de personas y al tráfico de mercancías que movilizaban; las primeras, surgieron
en los siglos XII y XIII en las regiones meridionales.
En América, los aztecas celebraban ferias en sus ciudades, las más importantes eran las
de ciudad de México, que se caracterizaron por el orden y la limpieza. Los aztecas se
sujetaban a estrictas reglas sobre la equidad de las transacciones, por esta razón tenían
un tribunal especial que castigaba a los infractores. Aunque muchas operaciones se
realizaban mediante el trueque, se utilizaban también como moneda, granos de cacao,
canutillos con oro en polvo y ciertas piezas de cobre, que facilitaban las compras y las
ventas.
Después del descubrimiento de América se inició un intercambio comercial entre España
y las Indias, esto dio lugar al establecimiento de una serie de grandes ferias americanas,
donde intercambiaban las mercancías de la metrópoli con los frutos y metales preciosos
indianos.
Las grandes ferias conservaron su importancia hasta principios del siglo XVIII, época en
que se inició su decadencia, debido al perfeccionamiento de los medios de
comunicación, el aumento y mayor densidad de la población, la creación de nuevas
fronteras, el establecimiento de aduanas, la acumulación de productos industriales en
ciudades importantes y la fundación de centros comerciales más vastos.
Posteriormente en los siglos XIX y XX, como resultado del proceso de industrialización
se produjo un renacimiento de las ferias. Y a pesar, que en la actualidad ha disminuido la
importancia de las ferias tradicionales, han surgido nuevas formas de celebraciones
inspiradas en ellas, que contribuyen a incrementar el turismo y el comercio en las
ciudades donde se realizan.
Luego de conocer la evolución de las ferias, a través de los años y su trascendencia en
las grandes ciudades del mundo es necesario definir lo que son las fiestas, esto servirá
para comprender un poco sobre la tradición de la Feria y Fiestas de San Cristóbal,
heredada de los españoles.
Según el Diccionario Enciclopédico Espasa (1997, p.5249), la palabra fiesta proviene del
latín festa, que significa alegría, regocijo o diversión. En el siglo XVII y XVIII la división
entre las clases sociales se veía reflejada en las fiestas. Debido al tipo de economía rural
acentuada en Europa, las celebraciones campesinas daban lugar a un intenso
intercambio social.
En Italia, la sociedad estaba cristianizada y las festividades litúrgicas tradicionales eran
las de celebración de los Santos, Navidad, Epifanía, Pascua, Corpus Christi y las dos
festividades marianas veraniegas (15 de agosto y 8 de septiembre). Sin embargo,
además de las fiestas tradicionales, cada región tenía las fiestas particulares de los
santos patronos, a quienes se les festejaba con procesiones y ceremonias litúrgicas así
como con juegos y bailes.
Una de las características de las fiestas es la interrupción total o parcial del trabajo y de
la actividad cotidiana, la mayoría están acompañadas de ceremonias públicas y
privadas, desfiles, bailes o discursos.
Originalmente, las fiestas eran fundamentalmente de carácter religioso y estaban
vinculadas a fenómenos naturales, como la trayectoria anual del Sol o las fases de la
Luna. Posteriormente, las fiestas civiles, al conmemorar acontecimientos históricos o
personajes notables, fueron más numerosas que los días de fiesta religiosa. Muchos
rituales y costumbres de las religiones antiguas han sobrevivido y se han incorporado en
ambas celebraciones, religiosas y civiles.
Luego de la colonización en América, más específicamente a partir del siglo XVI,
después de fundada la villa de San Cristóbal, las tribus que habitaban el estado Táchira
iniciaron contacto con los colonizadores europeos, de los cuales tomaron su religión,
costumbres y lengua, esto ocasiono un deterioro en su cultura, que paulatinamente fue
olvidando, por esta razón, la tesis que cobra mayor fuerza en esta investigación es la de
la herencia de los españoles.
Ejemplo de esto, son la Feria y Fiestas de San Cristóbal, que se conocen actualmente
como “Feria Internacional de San Sebastián”, la cuál se celebra en honor al patrono de
la ciudad (mártir cristiano San Sebastián), es una tradición que se ha conservado hasta
nuestros días.
El nacimiento de la Feria y Fiestas de San Cristóbal, se remonta al año 1835 “fecha
conocida desde el punto de vista histórico en lo que a lidia de toros se refiere”
(Villamizar,1980, p.50). Sin embargo, el mismo autor señala que estas datan de los años
de 1820 a 1830 de acuerdo con un índice de documentos encontrados en el Archivo
Municipal de San Cristóbal.
1.4 Cultura popular, folklore y religiosidad La Feria y Fiestas de San Cristóbal es una tradición que forma parte de la cultura
popular, el folklore y la religiosidad de los habitantes del estado Táchira.
La cultura, es la parte fundamental de la esencia de un pueblo, por lo tanto, no es una
moda. La cultura “es la síntesis de la creación del hombre… tanto de los procesos como
de los resultados a partir del trabajo humano; la cultura es un medio y un fin con que
cuenta el hombre para garantizar sus subsistencia material y desarrollar su sentido
estético en perfecta armonía con la naturaleza” (Salazar, 1982, p.3).
En su contexto universal, la cultura ha sido utilizada por la clase dominante, la cual se
ha confrontado a la cultura producida y consumida por el pueblo a través de los
cambios sociales. Esa integración cultural de los procesos y las representaciones
generadas por el pueblo, es lo que se conoce como cultura popular.
Dentro de la cultura popular convergen las manifestaciones representadas por
expresiones y creaciones aborígenes, así como las expresiones dadas a partir de la
colonia, mestizas o criollas y aquellas formas contemporáneas que se expresan a través
de la cultura urbana.
La cultura urbana,
“…está imbuida por los estereotipos consumistas de la sociedad y se presenta desarticulada de las formas comunitarias y de las tradicionales, pero que está gestando en su resistencia social nuevas formas de expresión, combativas, aún no consolidadas por el tiempo. […]” Por su parte, la cultura popular es el “producto de las luchas sociales, específicas de cada pueblo, de acuerdo a la formación histórica-social de ellos” (Salazar,1982, p.4) .
Es por esto, que tanto el folklore, las lenguas, las creencias, el medio ambiente, la
tecnología popular y demás factores que conforman una sociedad a través de su historia,
son los que forman la cultura popular.
El término folklore es el resultado de la unión de dos palabras folk significa pueblo y lore,
saber tradicional. El folklore se sustenta en una tradición ancestral, pero vigente; se pone
de manifiesto en diversos aspectos de la vida tradicional del pueblo como en la vivienda,
indumentaria, comida, creencias religiosas, costumbres, el habla, las fiestas,
supersticiones, artesanía, entre otros.
Los fenómenos folklóricos nacen a través de un proceso cultural e histórico que adquiere
un matiz típico, posteriormente y en correlación con el medio ambiente geográfico y
humano, es moldeado con las características propias del pueblo.
Augusto Raúl Cortazar, citado por Lolita Robles en su libro “Caminos de Leyenda.
Tradición Oral del Táchira, define el folklore “como ciencia que recoge y estudia las
manifestaciones colectivas, con valor funcional en la vida del pueblo, que las práctica en
forma empírica y tradicional” (1997, p.36).
El folklore, “se basa en acontecimientos culturales fundamentados en la memoria
colectiva, en la tradición oral y son producidos por el pueblo. Surge espontáneamente y
se une al pasado con hechos vigentes y dinámicos” (Robles,1997, p.37).
Debido a la gran variedad de hechos folklóricos, Robles los clasifica en:
Folklore ergológico o material, es el que comprende la vivienda y los enseres
domésticos, comidas típicas, indumentaria, economía, instrumentos musicales, caza,
pesca, agricultura, cría, comercio y artesanía.
Folklore anímico-social, hace referencia a las realizaciones del espíritu y de la mente.
Se manifiesta en el habla local: refranes, dichos, modismos, trabalenguas, retahílas,
pasatiempos, fiestas, coplas, décimas, romances creencias, brujerías, supersticiones,
cuentos, mitos y leyendas.
Es importante destacar que, “…el pueblo es el propio guardián de sus tradiciones y
que el éxito de sus manifestaciones artísticas tiene siempre relación con el grado de
autenticidad” (Robles,1997, p. 38).
Por otra parte, la religiosidad es un punto influyente en la tradicional celebración de la
Feria y Fiestas de San Cristóbal; está se define como “el conjunto de ondas creencias
selladas por Dios, de las actitudes básicas que de esas convicciones derivan y las
expresiones que las manifiestan. Se trata de la forma o existencia cultural que la religión
adopta en un pueblo determinado. La religión de un pueblo, en su forma cultural más
característica, es expresión de la fe católica. Es un catolicismo popular” (Santander,
1986, p.512)
Es difícil definir la religiosidad de un pueblo, ya que esta envuelve un complejo mundo
de sentimientos, vivencias, ritos, expresiones, prácticas, creencias e imaginaciones
diversas.
La religión de un pueblo se basa en un conjunto de creencias, costumbres
representaciones, fiestas, ritos y formas de organización peculiares, que poseen una
determinada ética. Además funciona como un sistema cultural que supone unos
antecedentes históricos que son transmitidos a través del proceso de socialización del
hombre, el cuál ante circunstancias cambiantes tienen la capacidad de recrear nuevas
formas religiosas.
CAPÍTULO II
San Cristóbal a través de los años (1820-1965)
4Cuál se pueblan los caminos
de fiesteras caravanas;ora de propios lugareso de vecinas comarcas.
Unas traen sus ruletas,aquellas redondas “Cachas”;
otra su música aladade bandolín y guitarra…Y esas otras de “batan”de la tierra colombiana.
5Son ocho días de embrujo,como de tierra encantada;
los Capitanes del Díatirando, a puños, la plata.En el gran coso el torneoentre el astado y la capa,
con novillos del Apurede bizarra y fiera casta,y cuernos que son agujas
para inyección de cornadas.6
Juegos de azar, de folklore,-demopedia, en nuestra fabla-:
vistosos “bailes de cintas”,y difíciles cucañas,
carreras de “encostalados”que hacen reir carcajadas.
En las calles las ruletasjunto a las redondas Cachas,
esperan al jugadorigual que al ratón la trampa.
7Retretas. Sus aires típicos
tocados por criollas Bandas,llevan al alma del pueblo
lo que él ha creado en su alma.En ellos canta el bambuco
su dulce endecha romántica,y el vals es revoloteo
de las caricias amadas,y el pasillo, tierna queja
de una amorosa esperanza…
Fiestas PatronalesMarcoTulio Páez
CAPITULO II
San Cristóbal a través de los años (1820-1965)
Transcurren 145 años desde los primeros antecedentes que se tienen sobre las “Feria y
Fiestas de San Cristóbal” hasta su etapa de transformación en la modernidad (1965), a
partir de entonces se conoció como “Feria de San Sebastián”. Posteriormente, se le
denomina “Feria Internacional de San Sebastián”, nombre con el cuál se conoce hasta
nuestros días.
En este capítulo, se hará un esbozo que permitirá mostrar a través de cinco etapas
San Cristóbal al igual que la tradicional celebración de su fiesta, sufre modificaciones
que se adaptan a las distintas épocas.
Estas etapas están subdivididos en tres ejes fundamentales como son: lo social, en el
que se abarca todo lo concerniente a la población, la política, servicios y salud; lo económico, como su nombre lo índica tratará del tipo de economía, la infraestructura y
las vías de comunicación; y finalmente el eje cultural, que se refiere a la educación,
costumbres, festividades o celebraciones y la prensa.
2.1 Primera Etapa 1820-1849
LA VILLA DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA 2.1.1 Aspectos Sociales En 1.810 la Villa reafirmó su descontento contra el Gobierno español al darle su apoyo
al Movimiento Revolucionario preparado en abril de ese mismo año en Caracas,
consiguiendo así separarse del gobierno realista de Maracaibo para incorporarse a
Mérida.
A partir de este año la Villa fue centro de grandes acontecimientos políticos-militares,
especialmente entre los años 1.813-1.820, los cuales repercutieron en la Independencia
de Sur América. En las primeras dos décadas del siglo XIX San Cristóbal, apunta sus
fuerzas por la independencia y acepta el liderazgo de Simón Bolívar, convirtiéndose así
en el abastecedor de recursos y municiones del ejército patriota.
Arturo Cardozo señala que el año de 1.820 fue venturoso para los Andes y la causa
republicana. Por esta razón:
“…Cuando el libertador cruzó las aguas del río Táchira había dejado tras sí, liberada, a la Nueva Granada. Bolívar era en ese momento el presidente de una inmensa república, modelada por el Congreso de Angostura. Un héroe merideño, corajudo como pocos, Antonio Rangel, le había despejado al Libertador el camino hacia la Sierra Nevada tras vencer en Puente Real al realista Julio Tello. Bolívar se paseaba por segunda vez victorioso sobre las cumbres andinas y percibió el entusiasmo de los pueblos andinos y la admiración de sus proezas” (1993, p.98)
Fue ese mismo año que el Libertador visitó por última vez San Cristóbal, la escoge como
cuartel general debido a que su cercanía con Bogotá, Maracaibo y los Llanos, y de esa
manera aprovecha para traer armas y ganado. Para esa época la Villa contaba con
2.000 habitantes, cuatro años más tarde, después de la Batalla de Carabobo, se
organiza el Departamento Zulia, él cuál incluía Mérida, Táchira y Apure.
Para el año 1.825 se levantó el primer censo oficial, así lo señala Carmen Medina (1990)
en su libro “Mi Tierra”. El área urbana de San Cristóbal contaba con 2.858 habitantes
entre blancos, indios y esclavos. Había un total de 476 casas de tejas y paja, las cuales
estaban distribuidas en las inmediaciones de la plaza mayor y sólo 147 de estas eran de
teja. De allí, se puede concluir que la mayoría de la población era de escasos recursos,
ya que el conjunto de viviendas eran aún primitivas y rudimentarias.
Por su parte, Jaime Torres, afirma que posterior a la Independencia, las primeras
informaciones documentales referentes a datos demográficos y económicos que se
tienen del Cantón San Cristóbal datan de 1.829 y 1.830. Según el censo de Población
de la Provincia de Mérida para la tercera década del siglo XIX el Circuito de San
Cristóbal tenía una población de 12.939 habitantes.
Para ese año,
“ …la Grita era el centro demográfico de la región, seguida por San Cristóbal, pero sólo Mérida y la Grita constituían ejes económicos importantes, independientemente de la situación relativa en que en esa década se encontraban respecto a su propia evolución económica durante el período colonial. De hecho otras cifras más pormenorizadas de 1829 daban a San Cristóbal una población superior” (Torres, 1997, p. 30 ).
En 1.829, la población del Cantón de San Cristóbal era de 13.545 habitantes, estaba
conformado por la villa de San Cristóbal (3.232 habitantes), villa de San Antonio (2.679
habitantes), villa de Lobatera (2.964 habitantes), Parroquia de Capacho (2.154
habitantes), Parroquia de Táriba (1.995 habitantes) y la Parroquia Guásimos (524
habitantes).
Al disolverse la Gran Colombia en 1.930, Venezuela se divide en doce provincias y el
Departamento de Zulia pasa a ser la Provincia de Mérida.
Cinco años más tarde en la Villa, se empezaron a canalizar las aguas que surtían a la
ciudad. “Se colocaron puentes sobre el río Torbes, vía Zorca y a Táriba por Machirí; éste
colgante, y uno sobre la Bermeja, al final de la calle 3 con carrera 13 (actuales),
construidos por el Ingeniero Sebastián Cherubini vecino de la Ciudad” (Medina, 1990,
p.138).
En 1.840 fue creado el Servicio Médico que favorecía a las personas desposeídas.
Consistía en que médicos eminentes prestaban servicios a la población del Hospital
Militar, en el depósito para inválidos de guerra y como médicos de la ciudad, atendiendo
a domicilio. Un año más tarde, el Ayuntamiento ordenó el empedrado de las principales
calles incluyendo la Cuesta de Filisco y la entrada de los Llanos. Y en 1.842 fue creado
el servicio de “La Guardia Nacional de la Policía” para velar por la seguridad de la
población, estaba conformado por un jefe y siete soldados.
Ya para el año de 1.846, “la villa minúscula, soledosa, llena de cansancio ante los siglos
de lento andar sólo alcanzaba a tener tres mil habitantes, los cuales vivían en algo más
de quinientas casas de teja y otras tantas de paja. Contaba sólo con una parroquia,
llamada San Cristóbal. Urbanísticamente sólo comprendía la zona que marca la plaza
Juan Maldonado”. (Villamizar, 1992, p.77).
Ese año, el jefe político del Cantón le da indicaciones al Pbro. Ignacio Buitrago y a los
habitantes, para que contribuyan con el orden y el mejoramiento de la ciudad. Los
propietarios o arrendatarios de casas y solares, debían limpiar los empedrados y las
calles que les correspondía, colocar los empedrados que hacían falta, cuidar y asear
las acequias que se hallaban frente a su propiedad y sus respectivos cauces. Así como
cercar los terrenos escuetos y reparar las paredes en ruinas que den a la calle.
Por otra parte, la situación política de la Villa está marcada por autoridades
pertenecientes a la oligarquía conservadora. El jefe político del Cantón, y a la vez,
Presidente del Consejo Municipal es Jesús Martínez; lo acompañan en la Municipalidad
los Concejales Julián Pérez, Andrés Vivas, Diego Sánchez, Diego Luis Troconis,
secretario, Rafael González y su hijo Domingo Martínez. Jesús Martínez, ejerce
autoridad sobre las cuatro Parroquias del Cantón (San Cristóbal, Capacho, Táriba y
Guásimos).
La Villa es la capital del Cantón San Cristóbal, el cual, junto con los cantones San
Antonio, La Grita y Lobatera pertenecen a la Provincia de Mérida, su presidencia está a
cargo de Juan de Dios Picón, este último acostumbra hacer la visita de inspección y
estudio al Cantón San Cristóbal, en el mes de enero.
Mil ochocientos cuarenta y seis, fue un año electoral para Venezuela. Se realizaron
elecciones parroquiales, municipales, para la Diputación Provincial y, luego, elecciones
para el Congreso Nacional y, en el centro, elecciones para Presidente de la República.
Es importante señalar que durante esta época San Cristóbal, social, intelectual y
culturalmente tenía una relación más directa con la Nueva Granada que con la misma
Venezuela. Por ello, “el proceso eleccionario en la Villa sólo se reduce a las elecciones
cantonales y para la Diputación Provincial”. (Villamizar, 1992, p.80)
Los privilegiados de la Villa que pudieron ejercer el derecho al sufragio, en esas
elecciones fueron:
“…Agustín Arias, Antonio Briceño, Antonio Gatell, Antonio María Maldonado, Antonio María Rosales, Andrés Vivas, Antonio González, Carlos Rangel, Cristóbal Gutiérrez, Domingo Guzmán, Diego Luis Troconis, Domingo Martínez, Félix Sánchez, Francisco Colmenares, Ignacio Buitrago, José de Jesús Martínez, José María Rojas, Jesús Contreras, Juan de Dios Quintero, José Gregorio Villafañe, José María Contreras, Julián Pérez, Juan Antonio Sánchez, José del Carmen Colmenares, José Antonio Niño, Jesús Fernández, León Caridad, Melitón Colmenares, Nicolás Galaviz, Narciso Lara, Rafael González, Rafael Galle, Ramón Buitrago y Tomas Becerra”. (Ibíd.)
Todos ellos se reunieron el 25 de diciembre, en la Sala Municipal, los electores fijados
por la ley para elegir los empleados cantonales que ejercerán funciones durante el año
1.847. El resultado de las elecciones según J.J Villamizar (1992) indica que fue:
Concejal Primero, Antonio María Gatell; Concejal Segundo, Antonio María Cárdenas;
Concejal Tercero, Julián Pérez, y como Procurador Municipal, Cristóbal Gutiérrez. Para
Alcaldes Parroquiales resultaron electos: para Primero, Antonio Briceño; para Segundo,
Carlos Rangel. Para Jueces de Paz de Táriba los señores Jacinto Colmenares para
Primero, Carlos Merchán, Segundo y, Manuel Villardell como Síndico Parroquial. Para
Jueces de Paz de la Parroquia Guásimos los señores Ramón Escalante, Primero; Juan
Alberto Ramírez, Segundo y Síndico Parroquial Eustaquio Chacón. Jueces de Paz de
Capacho los señores, Primero Antonio Molina, Francisco Antonio Cárdenas, Segundo y
para el Síndico Parroquial Juan Agustín Huérfano.
Con nuevas autoridades ejerciendo sus funciones en el Cantón, este año de 1.847 se
hizo obligatorio el alumbrado de las esquinas, para esto se utilizaron faroles con
mecheros de sebo. Uno de los servidores de la Villa que constantemente recorría la
ciudad al anochecer para encender los pabilos fue Cruz Carrillo.
En el ámbito de la salud, la situación en la Villa era precaria. No existía hospital y en
algunos momentos la ciudad no contaba con ningún médico. Y los médicos, que alguna
vez se encontraban en San Cristóbal eran profesionales de Nueva Granada, titulados en
Bogotá o París.
A lo largo de estos años la ciudad fue sacudida por varios terremotos, se registro uno el
23 de marzo de 1.812, otro en 1.845. Pero el terremoto ocurrido el 26 de marzo de
1.849, provocó el hundimiento de Lobatera.
2.1.2 Aspectos Económicos Desde el ángulo económico, en las primeras décadas del siglo XIX se nota la
preocupación del gobierno por los niveles de riqueza e ingreso de la población, debido
a las necesidades fiscales de los nuevos estados republicanos.
Jaime Torres señala que:
“El primer intento de gravar sistemáticamente la riqueza y los ingresos de los particulares en Venezuela data de 1821. En ese año, y desde Rosario de Cúcuta, el Congreso General de Colombia decretó que:3 Artículo 1º.- Se exigirá en todo el territorio de Colombia un impuesto sobre las rentas, o ganancias de los ciudadanos, bajo el título de Contribución Directa. Art.2º.- Exceptuando los edificios públicos, ninguna clase de bienes raíces, semovientes, muebles productivos, censos, capitales, o rentas, queda eximida de satisfacer aquella parte de la renta, que designa esta ley.
3 Archivo del Consejo Municipal de San Cristóbal, Documentos, t.I, 1820-21-22, leg. Nº 4. fs. 7-10,
Rosario de Cúcuta, 28/09/1821. Extracto copiado de libro “Ricos y Pobres en el Táchira” de Jaime Torres
Sánchez. Pp. 133-134
Art.3º.- Calculado el valor actual de las tierras, plantaciones, ingenios y demás establecimientos anexos, se graduará la renta al cinco por ciento al año. Art.4º.- La renta neta de las casas, o edificios que no son públicos, se cobrará por razón de los arrendatarios que paguen, o deban pagar en los lugares en que existen, y no por el valor de ellas, observándose la misma regla respecto de las que habitan sus dueños. Art.5º.- La renta neta de los muebles productivos, de los semovientes, y de los capitales empleados en minas, manufacturas y otros objetos semejantes, será también graduada al cinco por ciento. Art.6º.- Los caudales impuestos en cajas públicas, o privadas, pagarán la contribución, graduándose como renta el importe anual del rédito. Art.7º.- Los capitales que se giran en el comercio serán graduados como productores del seis por ciento de renta anual, y los que se dan a interés pagarán computándose por renta la cantidad a que aquél ascienda. Art.10º .- Toda clase de renta o sueldo fijos, eventuales, o que provengan de la industria de los individuos, nada pagarán cuando no lleguen a ciento cincuenta pesos anuales efectivos: de esta suma hasta mil pesos pagarán el dos por ciento; y de mil pesos para arriba, el tres por ciento al año de la cantidad excedente. Art.11º.- Ningún propietario, cuyos bienes no lleguen a cien pesos, pagará cantidad alguna por esta contribución. Art.12º .- Ningún jornalero, por lo que gane como tal, pagará cantidad alguna por esta contribución. Art.13º.- Los indígenas mientras subsistan en su estado actual, no pagarán cosa alguna por sus resguardos o casa; pero si por las propiedades que posean fuera de la comunidad“ (1997, p.133-134).
Aquí, se puede ver la intención del legislador por conocer la riqueza tanto de los bienes
muebles como inmuebles bajo la figura de capital comercial.
Para el año 1.829, el Ministerio de Hacienda ordenó un impuesto, una contribución
extraordinaria de 500.000 pesos a todas las provincias, de la cual sólo se excluía a los
“peones y jornaleros”. Aquí se asignó que la Provincia de Mérida y sus diferentes
cantones recolectarían la suma de 8.000 pesos. A San Cristóbal le correspondía
cancelar 2.200, mientras que a la Grita 1.700 pesos.
Por otra parte, en este año se revela la existencia de dos tipos de economías de
producción complementaria para mercados locales. San Cristóbal con cultivos
subtropicales predominantes y en Capacho eran los de tierra fría. Sin embargo, el café,
la panela, y el maíz se cosechaba en ambos, para el abastecimiento del consumo local,
(ver Cuadro 1).
El café se producía en mayor cantidad que el cacao. Este último, debido a sus reducidas
dimensiones no era un cultivo para la exportación. Los cultivos de mayor valor en esos
años eran: la caña de azúcar y el maíz.
La producción ganadera de esos años, era para cubrir los requerimientos del consumo
y trabajo de la economía local, (ver Cuadro 2) la mayoría de este ganado se destinaba
para el trabajo y el restante para el consumo, en gran parte de San Cristóbal debido a
su densidad demográfica.
A comienzos de la década de los treinta se inicia en la región tachirense un lento
proceso de transición de la economía. De una economía de tipo aldeana y colonial a
condiciones post-independentistas.
Datos sobre la economía a partir de la tercera década del siglo XIX, revelan:
“… Durante el quinquenio 1.830-35 los precios internacionales del café tendieron a subir lentamente y, aunque en el quinquenio siguiente se estabilizaron, en buena medida el decenio formó parte de la fase de ascenso del primer ciclo largo de precios del café venezolano, aún cuando desde 1.837 hasta 1.851, la inflexión del ciclo será al descenso. Ambos decenios estarían caracterizados por la expansión de la pequeña explotación cafetalera, en un clima económico general de transición hacia un nuevo patrón de utilización de tierra y mano de obra. El proceso pudo haber sido lento pues en 1.840, en el remate del derecho de pulperías y excarcelación de la parroquia de Táriba, no sólo se hipotecaba una “…poseción del sitio de Sabana larga compuesta de casa de teja y tapia de horconadura con cosina de lo mismo, cafees y plataneras todo en tierra propia y libre de gravamen…”, sino que cuatro esclavos. Aunque respecto a éstos últimos no existe evidencia de su empleo en labores agrícolas en el Distrito de San Cristóbal, de todas maneras eran valores importantes como para ser objeto de hipoteca, constituyendo elementos a una estructura social colonial aún persistentes. Aunque lo anterior “poseción” involucraba tierra, construcciones y plantaciones de café y plátano, tenderán a predominar en la documentación los énfasis en el valor de las plantaciones de café asociadas a las de plátano y cultivos alimenticios, con posterioridad a esta fecha” (Torres,1997, p.36).
Sin embargo, el lento proceso de cambios de patrones agrarios se acelerará a
comienzos de los años cuarenta, cuando la caficultura central empieza a agotar su
capacidad exportadora, debido a la baja de los precios internacionales, el
encarecimiento del crédito y la inestabilidad política.
El cultivo en el Táchira se expandió a través de la incorporación de nuevas tierras
ganadas a la selva, mientras el mercado cafetalero mundial estaba en condiciones
desfavorables. Este duro proceso social de trabajar a una naturaleza virgen se tradujo
en cultivos y caseríos, además de una nueva asociación del café con el plátano y la caña
de azúcar.
Los protagonistas de este proceso fueron campesinos sin tierras, cuyo asentamiento en
los nuevos terrenos, (pendientes de hasta 2.000 metros sobre el nivel del mar) dejó
como consecuencia la proliferación de pequeñas y medianas tenencias. El distrito San
Cristóbal deja de ser en ese momento un área marginal de los procesos mercantiles
que ligaban a Pamplona con la Grita y Mérida y se convierte en un nuevo polo
económico, que se fortalece a medida que sus vínculos con Cúcuta prosperan.
La incorporación rápida de los cultivos a los circuitos dinerarios y la ausencia de la
propiedad privada sobre el suelo de las nuevas tenencias fueron un estímulo para este
avance colonizador.
Ya en 1.844, había en Maracaibo tres importantes casas de comercio alemanas.
Maracaibo se convirtió en la puerta de salida para la comercialización del café de los
Andes venezolanos y del Departamento Santander, de la República de Nueva Granada.
Y a los pocos años, se convirtió en el centro de almacenaje de todo el café andino y de
gran parte de las cosechas del oriente del vecino país.
Para finales de la década de los cuarenta, el financiamiento para la expansión del cultivo
combinaba varias fuentes, unas de las cuales, era el préstamo a censo. La otra es una
modalidad que consistía en darle un adelanto de dinero a los cultivadores por una
cosecha futura, para esto se daba como garantía una posesión agrícola, sin cobro de
intereses sobre tales sumas. Ejemplo de esto:
“En 1.848, Pedro José Sánchez declaró la deuda de 4 cargas de café que entregaría en enero de 1.849, hipotecando una posesión en Pericos. Otro caso de ese mismo año establece, por escritura pública, que Gregorio
Niño debe a Liborio Pacheco S350 recibidos en dinero efectivo, a cuyo pago se comprometía en el año siguiente con 25 cargas de café, hipotecando una “hacienda” en Toico de la que era propietario” (Torres,1997, p.46).
Debido a las condiciones que se presentaban en este tipo de financiamiento, todo
parece indicar que más que un préstamo de dinero, era un pago por adelantado de la
cosecha. Lo que permitió a los productores solventar cualquier problema monetario de
la recolección.
El clima económico regional de estos años fue muy distinto al de los años treinta, ya que
los capitales que financiaban la comercialización del café hacia Cúcuta provenían de
grupos mercantiles de esa ciudad. Las tasas de interés eran, levemente superiores a las
cobradas por instituciones eclesiásticas. También se vislumbraba un esfuerzo de
capitalización en el área sancristobalense, se percibe una gran expansión de los cultivos
cafetaleros, que se desarrollaban a través de una pequeña explotación que utilizaba
mano de obra familiar y asalariada.
El centro de la nueva agricultura regional, pasa a ser el cafeto, como planta y no la
tierra; la caña y el cacao pasan a cultivos secundarios. Con esto se inicia un proceso de
cambio en las estructuras económicas regionales que va ha tener un área de expansión,
en el Cantón de San Cristóbal.
2.1.3 Aspectos Culturales Desde el año 1.824 en adelante, los gobernadores tuvieron interés y lograron establecer
algunas escuelas en las cabeceras del Cantón, cuyos maestros se pagaban con las
contribuciones de los padres de familia y algunos pequeños fondos que pudieron
recolectarse para este objeto.
Hasta el año 1.823 no existían en la región de Mérida escuelas públicas sólo había
planteles de instrucción primaria fundados por iniciativa de algunos padres de familia. La
cuestión educativa fue enfocada por el Estado sólo hasta la Ley de 10 de marzo de
1826 y su respectivo reglamento orgánico del 3 de octubre, de ese mismo año, se
establecieron las Juntas Curadoras que impulsaron la educación pública en todo el país.
Dos años más tarde llegó a San Cristóbal la primera imprenta cuyo propietario fue Don
Domingo Guzmán Escandon. La nueva maquinaria tecnológica fue la encargada de
imprimir el 6 de septiembre de 1.845 el primer periódico que circuló en la villa de San
Cristóbal, “Eco del Torbes”, dirigido por José Gregorio Villafañe y Carlos Rancel
Pacheco.
En 1.830 una compañía de aficionados al teatro, abrió una academia de arte escénico,
asistieron más de treinta jóvenes de San Cristóbal, su sede era el Antiguo Convento de
San Agustín. Otro adelanto en el campo de las Bellas Artes fue posible gracias a un
grupo de emigrantes que lograron organizar, sin ningún apoyo gubernamental,
orquestas, talleres de pintura y de escultura, escuelas donde se enseñaba a tocar
guitarra, bandolín y otros instrumentos musicales.
Para el año 1.832, disuelta la Gran Colombia y constituido el país en Estado
independiente, San Cristóbal tenía una Escuela Pública, cuyo maestro estaba dotado
con trescientos sesenta pesos anuales y era pagado por las rentas provinciales.
El año 1.835 representa el punto de partida (con certeza histórica) de la celebración de
la Feria y Fiestas de San Cristóbal. Señalado por Don Marco Figueroa en su libro “Por
los Archivos del Táchira” cuando revela cómo en ese año, el señor Pedro María
Gutiérrez, a partir del 8 de enero, se obligó a proporcionar tres días de toros en la fiesta
de San Cristóbal y a vender carne gorda a un real la libra y media y a dar tres docenas
de voladores diariamente.
Sin embargo, el cronista de la ciudad, J.J Villamizar en su libro “Instantes del Camino”
(1980), opina que luego de haber examinado el índice de documentos de 1820 a 1830
del Archivo Municipal de San Cristóbal, existen motivos suficientes para pensar que aún
antes de 1835 pudieron haberse celebrado ferias en San Cristóbal.
Por otra parte, hay algunas fechas y datos de gran relevancia en cuanto a “los primeros
ejercicios de torería entre propia y trashumante” (Hevia,1997, p. 13) . El primero de ellos,
data de 1.774 fecha en que fueron donados seis toros para ser juzgarlos en la plaza de
Lobatera, revelado por el Cronista de la ciudad, José Rosario Guerrero Briceño.
En un análisis hecho por Samir A. Sánchez, en su libro “Lobatera Tiempos Históricos de
una Tierra de Pioneros” al acta constitutiva de la Cofradía de Nuestra Señora del
Rosario de Chiquinquirá en el año de 1.774 se afirma:
“Las corridas de toros no eran espectáculos desconocidos ni ajenos al ambiente tachirense de los siglos XVII y XVIII. Tenemos referencias de algunas crónicas que describen una corrida de toros celebrada en La Grita en la segunda década del siglo XVII para celebrar la proclamación de Felipe IV como rey de España. Otra crónica nos refiere que para el 20 de enero de 1700 se celebró en San Cristóbal una corrida de toros y la “cerca de toros” fue construida en tres días con la mano de obra indígena, proveniente del pueblo de indios de Guásimos, actualmente Palmira” (Ibíd.)
La primera fiesta patronal de Lobatera se celebró el día miércoles 28 de diciembre de
1.774. En 1.818, se produce un cambio de fiestas en cuanto a la celebración de la fecha
patronal, ya que el Obispo de Mérida doctor Rafael Lasso de la Vega, fija una lista de
patronos y titulares con sus respectivos días solemnes.
Al respecto, en el trabajo de grado “Capacho, pueblo de indios en la jurisdicción de la
villa de San Cristóbal” de Inés Cecilia Ferrero Kellerhoff, se evidencian algunos datos
hallados en el libro de Decrétos Superiores de San Pedro de Capacho, en el espacio
denominado “Santos Patronos y Titulares”; se nombran los titulares de todos los
pueblos de este obispado, y el único denominado como “Patrono” es San Sebastián:
“Patrono de la Villa de San Cristóbal. De Táriba Nuestra Señora de la Consolación (15
de agosto). De Lobatera: Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (primer domingo
de octubre). De Capacho: San Pedro. Guásimos: San Agatón. Todos titulares y sin
pretexto” 4.
La Feria y Fiestas de Lobatera, tuvieron un soporte legal y obligatorio desde 1.774, a
través de las Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá. “En ningún otro lugar del estado Táchira se dio este fenómeno. San
Cristóbal, Táriba y la Grita celebraban ferias esporádicas y si las circunstancias lo
4 Libro de Decretos Superiores de San Pedro de Capacho. Archivo Parroquial de Capacho, Manuscrito
inédito (1790 a 1828). Extracto copiado del libro “Ferias y Fiestas de la Villa” de Eutiquio Hevia Porras. Pp.
218-19
permitían, pues no tenían una obligación (por escrito) de realizarlas anualmente”. (Hevia,
1997, p. 15).
La villa de San Cristóbal, comenzó la celebración de su fiesta taurina en la Plaza Mayor,
hoy Juan de Maldonado. Para el año 1.836 según Documentos del Archivo Histórico
Municipal de San Cristóbal,
“Martines se compromete á proporcionar en las procsimas fiestas dedicadas al patrono San Sebastián, arroba y media de pólvora labrada y distribuida en diferentes fuegos artificiales –juego de toros desde el 19 hasta el 22 del presente – Música en los toros del día veinte, y en la quema de pólvora de la misma noche algunos cohetes en los cuatro días de toros en la plaza -toreadores pagados a tres el día veinte- proveer de carne al público por el término que se dirá adelante, á razón de libra y media por real; debiendo tener cada res que mate lo menos ocho libras de sebo, pesadas la misma tarde en que se mate la res, si fuera necesario” 5.
Ya para el año 1.846, con excepción de los aristócratas oligarcas, en San Cristóbal, la
población era eminentemente pobre, especialmente en las áreas culturales y
pedagógicas. “La escuela de niños es miserable. Los niños casi no concurren a ella por
la gran pobreza que les asiste y por la desidia de los padres que se muestran renuentes
a enviarlos” (Villamizar, 1992, p. 82).
Villamizar Molina reseña cuál fue la reacción de Juan de Dios Picón, durante su visita
como Gobernador en el mes de enero de 1.846, en la cuál se dio cuenta de la situación
de la educación en la Villa y dice:
“los datos suministrados sobre esta villa no son lisonjeros, sino en cuanto al honrado comportamiento del señor Preceptor de ella, que trataba de llenar sus deberes con laudable rigidez, pues por lo demás el establecimiento se hallaba en estado decadente, ya por la carencia de libros y otros parámetros, ya por la poca exactitud de los jóvenes matriculados de los cuáles asistían sólo treinta y tres. Este año la Escuela de Niñas esta cerrada, pues la antigua Preceptora, Señorita Concepción Briceño, después de serias intrigas, renuncio el pasado año” (Ibíd.).
5 Archivo Histórico Municipal de San Cristóbal. Documentos Históricos Tomo I de 1836. Paleografía
Interpretada y traducida por Soyrie Fabiola Moreno. Archivólogo. Abril 22 de 1994. Extracto copiado del
libro “Ferias y Fiestas de la Villa” de Eutiquio Hevia Porras. Pp. 16
Luego de esta visita gubernamental, Juan de Dios Picón consideró necesario enviar
libros al Cantón, para mejorar las áreas de lectura, escritura, doctrina cristiana, historia
sagrada, catecismo político, gramática, etc. Los libros fueron entregados en el mes de
diciembre por Agustín Arias al Jefe Político del Cantón, para ser utilizados en todo el
territorio cantoral.
2.2 Segunda Etapa 1.850-1.879
COMIENZAN LAS TRANSFORMACIONES
2.2.1 En el Ámbito Social Hasta 1.853 San Cristóbal tenía sólo una Parroquia Matriz. Luego el 2 de diciembre de
ese mismo año, a solicitud del Ayuntamiento ante el Gobierno de Mérida, la ciudad fue
dividida en dos Parroquias: La Matriz o San Cristóbal y San Sebastián, posteriormente
“La Ermita”. El sitio escogido para la Iglesia de la nueva parroquia, fue el terreno situado
en la parte oriental del lugar que había sido señalado para la plaza (hoy plaza Páez).
El 2 de mayo de 1.854, marcó el fin del comercio de esclavos en Venezuela cuando el
presidente de la República, José Gregorio Monagas ordenó el “ejecútese” a la Ley que
puso fin a este terrible flagelo, en nuestra Patria. En julio de ese mismo año, la ciudad
de San Cristóbal fue escenario de otra manifestación que apoyaba al alzamiento
nacional contra José Gregorio Monagas. El dirigente de la Villa, José Benedicto Galviz
estaba apoyado por gran parte de la población, pero a los pocos días San Cristóbal fue
tomada por los revolucionarios, contrarios a Monagas y sus autoridades se vieron
obligados a huir. Ya para el 23 de agosto Agustín Arias a la cabeza de cuarenta hombres
recuperó la ciudad, que hasta entonces había estado tomada por los rebeldes.
La política en el Táchira durante la segunda mitad del siglo XIX desembocaba en guerras
civiles que perturbaban el normal desarrollo de la región. Esas guerras eran comandadas
por caudillos locales que se aprovechaban de su influencia sobre la población, pero
sobre todo, de los trabajadores que tenían en sus haciendas, para obligarlos a defender
sus intereses particulares.
En el estado actuaban liberales y conservadores, sin embargo, un mismo caudillo podía
estar durante un tiempo con los ideales conservadores y luego cambiar y estar con los
liberales.
La Junta de Hacienda Municipal en 1.855, fijó los límites entre el campo y el poblado de
San Cristóbal:
“Por el saliente: la calle de Santos Martínez hoy carrera 8 hasta la calle 7; por el poniente: el río Torbes; por el Norte: la quebrada del Pueblo que bajaba de la Palmita hacia el sitio conocido como “El Pantano” (hoy Centro Cívico y Plaza Bolívar). Por el Sur: La Bermeja. Los barrios; que apenas se iniciaban: La Ermita, Gramalote, La Parada y La Guacara”. (Medina,1990, p. 137).
En febrero de ese mismo año, el Ayuntamiento de San Cristóbal, constituido por: el Juez
Político, José Antonio Romero; los Concejales Antonio María Rangel, Juan Moreno y
Jesús Contreras; el Procurador, Domingo Martínez; el Secretario, Agustín Arias; Antonio
Maldonado, Juez de la Paz de San Cristóbal y José Manuel Pérez, Juez de la Paz de
San Sebastián con el respaldo de la mayoría de los vecinos solicitaron ante la Diputación
Provincial de Mérida la Creación de la Provincia del Torbes, constituida por los cantones:
San Antonio, La Grita, Lobatera y San Cristóbal. La causa fundamental de esta petición,
fue la indiferencia de la Provincia de Mérida, para asistir a los problemas económicos,
políticos y sociales de las regiones occidentales.
Esta petición fue reforzada por un informe emitido por el Ministro Plenipotenciario de
Venezuela en Nueva Granada, general Carlos Luis Castelli, en el que manifiesta: “… los
Cantones Occidentales de la Provincia de Mérida requieren mayor atención y singular
vigilancia por lo cuál es necesario que se lleve a efecto la división de la Provincia de
Mérida en dos” (Medina, 1990, p.133).
Finalmente, esta aspiración se logró el 11 de Marzo de 1.856, cuando el Congreso creó
la PROVINCIA DEL TÁCHIRA, (actualmente el estado Táchira) teniendo como Capital a
San Cristóbal. El primer gobernador fue Don Pascual Mora, el cual tomó posesión del
cargo el 10 de Julio de ese mismo año. Entre los miembros del Consejo Municipal
figuraban, Don Jesús Contreras, Antonio María Gatell, Domingo Martínez y Agustín
Arias.
También en ese año, se fundó el “Cuerpo de Serenos”, que se encargaba de cuidar del
bienestar de la población hasta la medianoche. Ya para 1.857 el Estado Táchira tenía
40.000 habitantes, de los cuales 14.938 vivían en la ciudad de San Cristóbal.
Los Federalistas, en 1.856 intentaron invadir el Táchira. Fueron los generales Frías y
Salcedo quienes lo realizaron, el segundo llegó hasta la Cuesta del Trapiche, cerca de
San Cristóbal, por su parte el Gobernador de la Provincia del Táchira envió a combatir un
ejército al mando de Sacramento Velazco. La lucha se decidió a través de un duelo a
machete entre el general invasor y un caudillo de San Cristóbal, esta lucha fue ganada
por Sacramento Velazco.
El 2 de mayo de 1.859, estalló la Guerra Federal.
“Por ese tiempo surgieron en el ámbito internacional dos pensamientos políticos trascendentes: Carlos Marx publico en Europa el Manifiesto Comunista; y en América del Norte el Presidente Abrahan Lincoln proclamó el Gobierno del Pueblo para el Pueblo. [..] Estas ideas, unadas a las de Benito Juárez en México y las teorías de las sociedades democráticas y laicas procedentes de Colombia y Ecuador, alentaron ideológicamente la Guerra Federal de 1859”. (Rodríguez,1999, p. 93)
Durante más de cuatro años la “Guerra Larga” sumió el país en una ola de anarquía,
miseria y muerte. Esta Revolución Federal disolvió el ejército nacional y lo sustituyó por
milicias estadales.
Sin embrago, la Guerra Federal, no penetró en la Cordillera. Numerosas familias,
(Febres Cordero, Pulido, La Riva, Márquez y Bustillos) de filiación conservadora,
huyeron de Barinas, y llegaron a la región andina, esto ayudó ha fortalecer las
oligarquías de la región. El Táchira no tuvo razones para apoyar la causa federal ya que
en su territorio no se practicaba la esclavitud, no había resentimientos de clase ni
latifundios y disponía de tierra laborables; así que las consignas de “igualdad para todos
y tierra para los mulatos” carecían de sentido, además la mayoría del pueblo estaba
afiliado al movimiento partidario de la República Centralista.
El estado se adhirió al régimen federal cuando tuvo que someterse a los cambios
consagrados por la Revolución en el resto del país. Este sometimiento no se hizo por la
vía de las armas, sino mediante la concertación política.
El 4 de julio de 1.860, el Táchira pasó a formar parte del 5to Distrito Judicial, junto con
Mérida, Trujillo y Barinas. Para este año las condiciones sanitarias de la región no eran
las mejores, las plantaciones comienzan a sufrir de plagas como: gusano nuche,
zancudo tábano, mosquillas, gegén y culebras, estos males se le atribuyen a lo
inhabitable de los terrenos. A parte del sufrimiento de los cultivos, también los vecinos
que habitan en las cercanías son afectados por las enfermedades de inbombera,
viruela y otras afecciones endémicas.
A pesar de estas condiciones, no todas las áreas colonizadas durante expansión
cafetalera de los años sesenta, sufrieron de estos males.
En la década de los sesenta del siglo XIX se inicia un aporte migratorio europeo de
diferentes características y origen. Con la llegada de los alemanes que generalmente
eran agentes de capital extranjero, se inicia en la región la comercialización y el
financiamiento de la producción cafetalera.
En abril de 1.864 se promulgó en Coro una Constitución que elevó las provincias a la
categoría de Estados Independientes. Ya para el mes de noviembre de ese año, siendo
presidente el general Juan Crisóstomo Falcón, se decretó el ESTADO TÁCHIRA,
pasando así a formar parte de los 20 estados que conformaron los Estados Unidos de
Venezuela. Un año más tarde se forma el Gran Estado Zulia, el cual va estar compuesto
por Táchira, Mérida, Trujillo y Zulia.
Mil ochocientos sesenta y cinco, fue un año convulsivo. San Antonio, Táriba Michelena,
Lobatera y La Grita fueron continuos epicentros de invasiones y sucesos militares. San
Cristóbal es el objetivo de los acontecimientos entre el representante militar de la
Federación y el Ejecutivo Regional, esto ocasiona que la ciudad viva en una constante
zozobra.
El toque de guerra llama a los ciudadanos a la plaza para cumplir el servicio y marchar
en campaña. Es así como un gran número de almas se desplazan por las calles
empedradas, sus andenes enlosados de ladrillos y las veredas de sus campos hasta
internarse dentro de ella misma, para defender su causa.
En los años setenta, el área andina venezolana siguió recibiendo migraciones de otros
países y de otras regiones del país. La causa principal de esta constante corriente
migratoria (temporal o estable), fue la necesidad de mano de obra agrícola. Los centros
urbanos de zonas cafetaleras por excelencia como Rubio y Santa Ana, recibían
anualmente en tiempo de cosecha un promedio de dos mil obreros agrícolas.
En ciudades como San Cristóbal y Táriba se establecieron numerosos colombianos
dedicados al comercio, la artesanía, la enseñanza y el periodismo. A diferencia de los
jornaleros que emigraban a la región atraídos por las mejoras en salarios y condiciones
de vida, estos grupos lo hacían fundamentalmente por razones políticas.
La mayoría de los centros urbanos andinos carecieron de hospitales y de centros
asistenciales, sólo algunas ciudades tuvieron un hospital, sostenido muchas veces con
ayuda privada. Hacia 1.874 San Cristóbal contaba con el Hospital San Juan de Dios, el
cual estaba dirigido por la junta de vecinos y los aportes provenían de fuentes oficiales y
donaciones privadas. Para ese año la ciudad tenía 11.903 habitantes, y el total de la
población en el estado era de 68.619 habitantes.
En esos años, el agua nunca escaseó debido a las abundantes quebradas que había
alrededor de los centros urbanos. No obstante, las condiciones en que llegaba a los
consumidores fueron, durante mucho tiempo deficientes afectando de esta manera la
salud de la población. El abastecimiento de agua se hacia a través del sistema de
acequias, fuentes públicas y la venta de agua a domicilio en recipiente.
Alicia Ardao, en su obra “El café y las ciudades de los Andes Venezolanos” (1984) nos
muestra como José Gregorio Villafañe, se quejaba del abandono en el servicio del agua
en San Cristóbal:
“…el agua que pasa por el centro de la población sirviendo de surtidor general, es por una acequia descubierta que ninguna garantía ofrece de aseo y comodidad […] Para salvar escrúpulos siquiera respecto del agua que toma, la generalidad de las casas se hallan provistas de piedras de filtrar; y familias hay que se la proporcionan haciéndola traer a sus casas a lomo de bestias, de la quebrada Bermeja que es completamente aseada y reconocida como la más saludable” (p. 159)
El 18 de mayo de 1.875, el Estado fue víctima de un terremoto, el cual acabo totalmente
con las edificaciones de San Antonio, Ureña, San Juan de Colón, Palmira y Vargas
mientras que en San Cristóbal, Táriba y Capacho la destrucción fue casi total.
Para 1.876, luego de haber quedado casi totalmente destruido, el estado Táchira es
dividido territorialmente en dieciséis distritos: su capital, San Cristóbal, La Grita,
Capacho, Táriba, Rubio, San Antonio del Táchira, Michelena, Pregonero, Sucre,
Lobatera, San Pedro de Seboruco, Palmira, San Juan de Colón, Vargas, Ureña y
Constitución. En lo judicial estaba fraccionado en seis circuitos: San Cristóbal (por el
distrito del mismo nombre y Rubio), Táriba (conformado por Capacho, Palmira, Sucre y
el distrito del mismo nombre), Entrena (La Grita, Vargas, San Pedro de Seboruco y
Pregonero), Pérez (Michelena, y San Juan de Colón) y San Antonio (formado por el
distrito del mismo nombre y Ureña).
Luego de la destrucción de edificaciones que sufrió la ciudad y el estado por el
terremoto de 1.875, los gobernantes le dieron prioridad a la reconstrucción de las
iglesias. En 1.979 Arístides Garbiras, Presidente Provisional del Estado Táchira
manifiestas:
“Juzgando que la capital del Táchira debe tener un Templo á semejanza de las Catedrales de los demás Estados de la Unión me he creído en el deber de dar protección al de esta ciudad, que dejó en ruinas el terremoto de 1875; y que como sabeis era ya deficiente: al intento destiné un apartado de las rentas generales para tan necesaria como importante obra, ya que se la mire como casa de oración y ya como un monumento de ornato. A San Cristóbal, centro oficial y comercial del Estado, concurren empleados, comisionados y viajeros respetables que no echaran la culpa de la falta de un Templo cónsono con la capital á los habitantes de la localidad, sino á todos los tachirenses…” “Las Iglesias de San Juan Bautista y San Sebastián han estado sirviendo y sirven al culto católico; más no correspondiendo especialmente la segunda
al lugar en que residen los altos Poderes del Estado, el Gobierno se ha propuesto iniciar siquiera la construcción de un edificio que armonice con la categoría que debe tener la capital, sin mengua de las demás entidades de la Sección”. 6
2.2.2 En el Ámbito Económico
En 1.850, San Cristóbal contaba con 10 avenidas (Norte-Sur) y 13 calles (Este-Oeste)
cuya denominación fue al comienzo por número, luego las ajustaron algún motivo como:
“El Culto”, “La Bermeja”, “la Industria”. Posteriormente fueron cambiadas en 1.856, las
avenidas, por el nombre de las batallas; y las calles por el nombre de héroes; en cuanto
a las esquinas estas continuaron llamándoseles con los nombres, que en épocas atrás
se les mencionaba (Las Pavas, La Miseria, El Tuerto, etc.)
El sector La Concordia era en esos tiempos conocido como “La Sabana”, estaba
separada de la población por la Quebrada la Bermeja y dividida en el sitio de la actual
Plaza Miranda en “Sabana de arriba” hacia San Cristóbal y “Sabana de Abajo” hacia
Chucurí, fue incorporada a la Villa por un puente (actualmente viaducto de la quinta
avenida). Debido a su ubicación a la entrada de Los Llanos, sus amplios terrenos
despoblados y el agua abundante, fue el lugar escogido por familias procedentes de
Apure y de Barinas para establecerse. Construyeron espaciosas casas, las cuales
posteriormente se convirtieron en “Posadas” para los conductores de ganado.
Las transacciones comerciales sobre el negocio del ganado, así como las jugosas
apuestas de juegos de invite al azar se realizaban en la actual plaza “Miranda” y en la
Plazuela “el Samán” ubicada frente al actual Terminal de Pasajeros. Debido a la gran
cantidad de vecinos de este lugar, las autoridades de la época se vieron obligadas a
construir otro puente sobre la Bermeja, incorporando de esa manera al Barrio “La
Guacara”.
Luego de la crisis cafetalera sufrida en 1.849-50 hasta el inicio de los años sesenta, la
economía cafetalera comienza ha expandirse en la región, más allá de los límites del
6 “Documento Importante”, El Porvenir, San Cristóbal, 6 agosto 1879, nº243. Texto extraído del libro “El
café y las ciudades en los Andes Venezolanos 1870-1930” de Alicia Ardao. Pp.153
distrito San Cristóbal. Este crecimiento, se observa en términos de ocupación de
espacios, aumento del número de cafetales y desarrollo de caseríos.
El régimen de tenencia experimentó considerables modificaciones, una de ellas fue la
ampliación de la propiedad privada de la tierra asociada al cultivo del cafeto, lo que
provocó otro tipo específico de tenencia como fue la de los propietarios de tierra con
cafetales. Este proceso de ocupación de tierras continuó desarrollándose, y fue
estimulado por la ampliación de los cultivos de café, estrechamente vinculados a la caña
de azúcar y al plátano. Además, se experimentó un signo general de inseguridad
jurídica.
La inestabilidad e inseguridad en las grandes y pequeñas propiedades y posesiones,
movilidad económica de éstas, surgimiento de las haciendas cafetaleras y pequeñas
empresas, en donde la propiedad de tierra no siempre coincidía con la de “posesión”,
fueron rasgos observados luego de la crisis de 1.849. También se reveló la presencia
del comerciante, hasta el momento indispensable en el financiamiento de parte de la
subsistencia y la recolección de la cosecha.
Es así como el crédito, se presenta como mecanismo fundamental en la expansión
económica, el cual representó un elemento importante en la construcción de las
condiciones económicas que permitieron a los comerciantes una clara supremacía frente
a los cultivadores.
El crecimiento de la economía regional exportadora se apoyo en la continuidad de una
demanda externa y en la expansión del café. El pequeño cultivador radicado en áreas
baldías, que también utilizaba los terrenos privados se convirtió en el núcleo dinámico de
la incorporación de tierras y matas en los nuevos circuitos económicos.
Temístocles Salazar, en su artículo “La lucha por la tierra y los grandes momentos de la
historia de San Cristóbal”, publicado en el diario la Nación, señala que en “el momento
en que la Villa se transforma de cabecera de Cantón a capital de provincia en 1.856”
(1996). La capital concentraba las actividades económicas de la región, se exportaban
50 mil quintales de café, consumía 4 mil reses anuales e importaba 250 mil pesos de
mercancías, todo esto producía un excedente económico de 30 mil pesos para la región.
En ese momento:
“ Se da, […] una expansión de la sombra del café a través de un conjunto de factores que también hicieron crecer la ciudad, tales son: primero, quedó abolido el trabajo personal subsidiario; segundo, se desarrollaron las ferias coadyuvantes del crecimiento demográfico y económico de la villa en cuanto constituyeron un freno a la descapitalización prematura de aquel desarrollo cafetalero; y el tercero, se produjo una cuarta y profunda redistribución de la tierra que se observa en tres direcciones: una, expropiación de las tierras de los “resguardos indígenas” colindantes con el Torbes, lo cuál llevó a la ruina a sus poseedores, quienes fueron desalojados por la fuerza y obligados a laborar, como mano de obra semiesclava, en las vegas cafetaleras en los alrededores de Táriba y San Cristóbal; […] dos, junto a este proceso, se produjo un acaparamiento de tierras gracias a la entrega que hizo el ayuntamiento sancristobalense de numerosos ejidos, legalizando así una viciada y espuria práctica de “cercar solares” para apropiarse de tierras municipales; tres, a lo anterior se agrega la apropiación de baldíos nacionales ocurrida también en El Cantón sancristobalense lo cual indujo a la formación de un verdadero proceso de colonización de tierras que empujó a la ciudad a crecer hacia el sur y el este y se crean nuevos poblados como la Ermita y la Sabana (hoy La Concordia), colonización sobre la cual se va a fundar una economía biproductora (café y ganado) y se va establecer un interesante proceso de parcelización de la tierra caracterizando por estar dominado por la pequeña y mediana propiedad” 7.
La década de los sesenta, se caracterizó por el agotamiento de los terrenos baldíos en
las áreas del distrito San Cristóbal y el aumento del número de haciendas a través de la
adquisición de grandes extensiones. La valorización de la tierra va a permitir una nueva
dinámica regional que se traducirá en la inestabilidad económica de las propiedades y
en la aparición de una nueva forma de tenencia, como es el arrendamiento.
También se presenta un cambio de escala en las dimensiones de las empresas
cafetaleras medianas y grandes, las cuales van a concentrar en el área de Rubio las
mayores propiedades de la región.
Como resultado de la expansión del cultivo de café y de las nuevas necesidades fiscales
regionales, en 1.864 se presentó un segundo intento de cobrar un impuesto a la riqueza.
7 SALAZAR, Temístocles. (1996, Diciembre 23). La lucha por la tierra y los grandes momentos de la
historia de San Cristóbal. La Nación, pp. D-8 a D-9
La discusión de un proyecto de Código Rentístico aprobado en ese año, permitió
plantear los problemas de su aplicación.
Luego de la segunda mitad de los años 60 del siglo XIX, el capital comercial inicia un
gran desarrollo en medio de un ambiente económico de intensa competencia. Las
importaciones y las exportaciones permitían la actividad de las casas comerciales, junto
a particulares poseedores de grandes y pequeños capitales.
Sin embargo, la crisis coyuntural de 1.867-70 va a permitir un reordenamiento de la
economía regional, y revelar tanto las posibilidades como los obstáculos que creaba a
los negocios el nuevo entorno económico.
Posteriormente, en 1.870 tanto la expansión económica regional como las crecientes
necesidades fiscales estimularon el interés burocrático por aplicar un impuesto a la
riqueza. Esta aplicación se dio como resultado de los cambios políticos nacionales y por
el interés de enfrentar los problemas financieros y organizativos del estado.
En este mismo año, se inicia un proceso de reestructuración de linderos y de
reconocimientos de derechos de propiedad, debido a la incorporación de nuevos distritos
a la expansión económica y a las presiones ejercidas sobre las tenencias en terrenos
baldíos. Acentuando así, en este período, la convergencia de derechos sobre cultivos
con derecho de propiedad sobre la tierra.
Al respecto, Jaime Torres indica:
“… Todo el espectro de tenencias examinado en este período parecería indicar una tendencia estabilizadora, no obstante componentes especulativos presentes, inducidos por la elevación del precio de la tierra, al tenor de la disminución de baldíos, efecto éste de la expansión de los cultivos cafetaleros y el aumento de las exportaciones. Ello se da paralelamente a una mayor movilidad económica, resultante del desarrollo de los mercados regionales de bienes y de la acumulación de capital mercantil” (1997, p. 128-129).
El café domina la agricultura, hasta ese momento la expansión de la producción
cafetalera había descansado en la incorporación de más tierras al cultivo. Era una
economía regional totalmente abierta a las fluctuaciones de precios internacionales, esto
ocasionaba que los niveles de incertidumbre fueran demasiado altos como para
arriesgar márgenes de ingreso en alza tendencial.
El comercio, la agricultura y la ceba de ganado eran las actividades económicas básicas
de la región. A pesar de que operaba en pequeña escala para el mercado interno, la
falta de mano de obra y las dificultades de transporte no permitieron el desarrollo de la
industria textil del algodón y de la lana.
En el renglón de actividades industriales y manufactureras, el Táchira al igual que en
toda Venezuela tenia un nivel muy pobre. A estas actividades se dedicaba sólo un
reducido número de pequeñas empresas familiares se ocupaban de la fabricación de
aguardiente, sombreros de caña, canastos, aceite de tártago, velas de sebo y jabón
común y de tierra.
Paralelo al establecimiento de la nueva economía de esa época, se acumuló un
patrimonio social mueble e inmueble mucho más grande y de mayor valor que el legado
por la economía colonial.
“Para los sujetos sociales involucrados en el proceso económico en 1.870, la medida del bienestar de los miembros de la sociedad regional era esa “riqueza”. Y en términos de este concepto evaluaban no sólo los niveles de consumo y la capacidad impositiva de éstos, sino su importancia social. La magnitud de ese patrimonio explicaba a los contemporáneos tanto el consumo como el status personal […]”. (Torres, 1997, p.207).
Hacia este año de 1.870 la plaza principal cumplía funciones de tipo económicas,
político-.administrativas, sociales y religiosas, al igual que lo hacia en el período colonial.
En esta se hacían toda clase de transacciones del núcleo urbano, principalmente las
relacionadas con el mercado que se instalaba allí y las casas de comercio ubicadas
alrededor. En las cercanías de la plaza principal siempre estaba la Gobernación o la
Casa Municipal y la única o la principal iglesia.
Para este tiempo en la ciudad no había hoteles ni restaurantes, los viajeros o visitantes
se alojaban en casas de familias, posadas y pensiones, donde podían comer y además
contaban con todos los servicios necesarios, como un corral para las mulas y un lugar
para depositar la carga.
En relación con el comercio local y regional, las construcciones más importantes
realizadas durante el decenio de los años setenta fueron los mercados cubiertos. El
crecimiento de este tipo de comercio, que se realizaba en mercados instalados en la
plaza al aire libre, creó la necesidad de construir locales adecuados para los
vendedores. San Cristóbal fue la primera ciudad de los Andes venezolanos en contar
con un mercado cubierto, este se empezó a construir en 1.874, en el sitio denominado
“Plaza de Pantano”, la obra estuvo a cargo de una compañía anónima. Ya para 1.877 la
construcción del edificio estaba completada en sus tres cuartas partes.
Para 1.876, “hay ya sembradas veintinueve millones de matas de café en una
extensión de diez mil hectáreas que producen ciento cincuenta mil quintales de
cosechas; se habían fundado doce mil quinientas hectáreas de potreros artificiales con
un valor de once millones de bolívares, en los cuales pacían veinticinco mil ejemplares
de ganado vacuno y cuarenta y cinco mil porcinos” (Amado, 1999, p.19)
A pesar de que el café fue el producto de mayor producción agrícola, en el Estado
también se cultivaba trigo, cebada, arroz, maíz, tabaco, anís, cacao, caña, plátanos
arvejas, garbanzos, papas, yuca y toda clase de menestras inferiores.
El Estado también cuenta con producciones minerales como: el carbón de piedra, en
abundancia; cobre, plata, oro, alumbre, azufre, sal de apsom, sal de nitro, hierro, mármol
y cristal de roca. Además sus selvas son ricas en maderas para la construcción y en
quinas de todas las especies.
Para este año, en el Táchira funcionaban cinco puertos: el Guzmán Blanco, en el río
Uribante; el Escalante, en el río Escalante; la Madera, en el Umuquena; el Táchira, en el
Zulia-Catatumbo y el Guamas en el río Grita.
En 1876, la ciudad de San Cristóbal contaba con 4 almacenes, 3 boticas, 3 billares, 25
tiendas, 20 bodegas, 50 pulperías, 70 ventas de aguardientes y 200 pacotilleros
ambulantes, lo que deja en renta municipal un total de 7.627,62 venezolanos. Además
cuenta con profesionales y trabajadores de artes y oficios como: abogados (1), albañiles
(15), alfareros (2), carpinteros (12), curtidores (4), ebanistas (2), farmacéuticos (1),
fotógrafos (2), herreros (3), ingenieros (1), jurisconsultos (8), latoneros, (4), médicos (5),
panaderos (14), polvorista (1), plateros (8), relojeros (2), sastres (4), tejeros (17)
talabarteros (4) y zapateros (8).
En el año de 1.878, se constituye la Compañía Hullera del Táchira, (posteriormente,
Compañía Minera Nacional Petrolia del Táchira) con la cual se da inició a la explotación
y procesamiento del petróleo venezolano en la Alquitrana, cerca de Rubio. La compañía
comienza a producir kerosen blanco y ordinario, sin embargo sus planes de expansión
se vieron truncados por la falta de capital y las dificultades de comercialización.
Desde finales de la década de 1.870, se inicia el interés por crear una entidad bancaria
con el fin de incentivar la agricultura a través del ofrecimiento de alternativas crediticias
que rompieran el endeudamiento con los propietarios del capital. Esta iniciativa se ve
realizada con la creación de la Caja de Ahorros de Táriba, dirigida a fomentar el ahorro
entre las personas de escasos recursos.
A lo largo de todo este período se establecieron en Venezuela cuatro poderosas
compañías mercantiles que tuvieron bajo su control el negocio del café en el país. Estas
fueron: La casa Anderson & Moller, La casa Minlos & Breuer, que terminó registrándose
como Breuer & Moller y Cía, La casa Steinvorth y La casa de Augusto Lincke (1860-
1870), posteriormente cambió varias veces su nombre hasta quedar finalmente como
Van Dissel & Rode, esta última era conocida como “La Botica Alemana” porque fue la
primera en iniciarse en el ramo farmacéutico.
2.2.3 En el Ámbito Cultural El 8 de enero de 1.851, Don Pedro María Gutiérrez inició la feria anual de San Cristóbal,
vendiendo durante seis días la libra de carne a menos de un cuartillo y a mitad del precio
todos los demás artículos del su establecimiento, además de presentar tres corridas de
toros en la Plaza Mayor .
A mediados del siglo XIX, solamente las poblaciones de San Cristóbal, Táriba, Capacho,
Pregonero y La Grita, contaban con escuelas de primeras letras, sin embargo estas
tenían muchas deficiencias en cuanto a locales, útiles de enseñanza, mobiliario y
maestros capacitados.
En 1.852 fue decretada la fundación de la Casa de Educación, para la época estuvo
representada en algunas clases de teneduría de libros, debido al esfuerzo del doctor
Rafael Julián Castillo. Dos años más tarde abrió las puertas el Colegio Superior para
varones “San Agustín”, que estaba dirigido por el Pbro. doctor José Merced Pineda. Y
en 1.856 fundan el Colegio Provincial, instituto en el cual tiene su origen el Liceo Simón
Bolívar, su mantenimiento estuvo a cargo de los alumnos, algunos vecinos y los fondos
provinciales.
Para ese mismo año, el 29 de noviembre el Ayuntamiento decretó oficialmente la “Feria
de la Provincia” cuyo fin principal era promover el comercio, la agricultura y las artes de
la región. Los días de festejos en honor del glorioso mártir eran escogidos para la
promulgación en el Táchira de importantes acontecimientos nacionales. Estos años del
siglo XIX sirvieron para darle a la ferias un nuevo aporte con matiz patriótico y político.
Aunque para el año de 1.859, se consideraban como instituciones formales a las Ferias
de San Cristóbal y Táriba, no es sino hasta 1.862 que por primera vez aparece como
preocupación oficial el fomento de la celebración, a partir de entonces durante las ferias,
a la ciudad, el comercio, la agricultura y todos los ramos de la industria se les da una
protección directa.
Para 1.860 existían en San Cristóbal cuatro planteles públicos de Primeras Letras. Entre
los Colegios Privados figuró La Trinidad, allí concurrían jóvenes de los diferentes
Cantones del Táchira, y era dirigido por los maestros Benito Beles y Esteban Ignacio
Lamus.
Nueve años más tarde, Don Eloy Galavís junto a Agustín Arias, Bernardo Daza, Rosario
Velasco, Antonio María Delgado, y sus hermanos Felipe, Ramón, Francisco y Nicolás
fundaron la primera Sociedad Filarmónica de San Cristóbal, representando así la más
antigua organización musical de la Villa.
Hacia los años 1.870 cuando se celebraba la Feria y Fiestas, la ciudad recibía gran
cantidad de comerciantes y visitantes y como para esa época no había suficiente
hospedaje para satisfacer la demanda, muchos se instalaban en toldas. Los sitios
destinados para armar las toldas eran las casas fuera de la ciudad.
Las casas utilizadas por los comerciantes y visitantes, “...tenían grandes corralones
donde, mediante bajo alquiler, los mercaderes colombianos levantaban toldas para
dormir, hacer su comida, guardar la mercancía no vendida en el día”…8
Las costumbres de la ciudad, eran prácticamente las mismas del período colonial. El
movimiento y la animación de la ciudad fueron dadas por los centros de comercialización
agrícola, el mercado diario o semanal y la feria anual. A través de estos los habitantes
tenían contacto social, realizaban negocios, hacían compras y cumplían con sus
obligaciones religiosas.
Al igual que en la época de la colonia, el calendario litúrgico regía la vida de la ciudad y
sus festividades, convirtiendo a las celebraciones religiosas en las principales
diversiones sociales. Entre los entretenimientos se encuentran: las riñas de gallos, las
corridas de toros, los bailes chapaleos, noches de ruanas y las funciones del teatro.
Cuando no había ningún tipo de celebración, la ciudad estaba en una monotonía
constante, consecuencia de la falta de vías de comunicación, las limitaciones del
transporte, y el aislamiento de la ciudad.
Los días más movidos dentro de la ciudad eran los días del mercado, cuando los
campesinos concurrían a él. Para el año 1.874, el día de más movimiento en San
Cristóbal era el domingo, ya que ese día los campesinos asistían al mercado y también
a la misa.
8 Parada Nemecio. Citado por Alicia Ardao en su libro “El café y las ciudades en los Andes Venezolanos
1870-1930” Pp. 169
La feria se hacía con motivo de las fiestas patronales, su carácter religioso se
manifestaba el primer día, posteriormente durante casi seis días, las transacciones
comerciales y las diversiones eran la ocupación de los habitantes.
Los preparativos de la celebración estaban a cargo de todos los habitantes, quienes
arreglaban todo con bastante anterioridad. Su trabajo consistía principalmente el limpiar
y embellecer la ciudad, pintando los frentes de las casas, adornando las calles con
banderas, arcos y cintas; por su parte los comerciantes se abastecían con nuevas
mercancías, los ganaderos se encargaban de seleccionar los toros para las corridas y
los músicos cada año componían nuevas melodías.
Era así como la diversión y la fiesta en la ciudad comenzaba con sus preparativos, los
cuales estaban dirigidos por las autoridades públicas y algunos particulares.
Sin embargo, algunas opiniones sobre las ferias no eran tan positivas, ya que “esta
sucesión de ferias con varios días de festejos, si bien intensificaba los contactos entre
los habitantes de los distintos centros urbanos y los campesinos, fue muy criticada por
considerarse que impedía la continuidad del trabajo” (Ardao,1984, p 21).
El aumento demográfico y el auge del comercio cafetalero, estimularon la importación de
artesanías colombianas como sillas y demás implementos de montar, sombreros,
correas y productos textiles, así como bienes de diversa índole procedentes de Europa
y Estados Unidos. Estas importaciones se hacían más evidentes durante la celebración
de las ferias.
La Legislatura Regional, durante el guzmancismo, promulgó en 1.875, un código de
Instrucción Pública que recogía los principios de educación primaria, gratuita y
obligatoria, aquí el Estado muestra su compromiso por atender y proteger la enseñanza.
Un año más tarde, se inició de manera formal en el Táchira la educación secundaria con
la creación del “Colegio Federal de Varones”, también conocido como “Colegio
Nacional”.
De igual forma, se creó la Escuela Normal, destinada a la preparación de Maestros. Y
para 1.878, por iniciativa de un grupo de destacados ciudadanos, entre ellos José
Gregorio Villafañe, Acisclo Bustamante y Francisco Batista, en San Cristóbal empezó a
funcionar el Colegio Santísima Trinidad, dedicado a la instrucción de las niñas.
Durante el período de 1.876 se fortaleció el desarrollo cultural caracterizado por la
aparición de periódicos, sociedades filarmónicas y actividades teatrales.
Los habitantes de San Cristóbal del siglo XIX, crearon los cánones que legislaba todo lo
concernientes a la feria. En la Ley Orgánica del Poder Municipal, promulgada en enero
de 1.876 “en su artículo XVI menciona que los consejos establecen las ferias cuando
algún motivo de convivencia pública lo exija, no pudiendo celebrarse más de una por año
y con una duración de siete días” 9, además esta ley también regía los espectáculos, las
diversiones, los juegos y otros actos públicos.
Durante todo este período (1.850-1.879) circularon en la ciudad de San Cristóbal los
periódicos: El Progreso, El 14 de Marzo, Boletín del Torbes, Boletín Oficial, Gaceta
Oficial, El Observados, El Correo del Táchira, El Centinela de la Frontera, El Atalaya, La
Idea, Eco de Occidente, La Verdad Liberal, El Monitor, El Orbe, El Porvenir, El Lirio, El
Vergel, La Copa de los Pobres, Veintisiete de Abril, Gaceta Oficial del Táchira, El
Cometa, El Foro, El Occidente, Boletín Popular, Unión de la Cordillera, El Tachirense, El
Ensayo, El Cóndor de los Andes, El Independiente, La Chispa, El Duende, El Tábano y
La Aurora. Tenían diferentes orientaciones entre las que destacaban: la literaria, política,
comercial, bellas artes, critica, religiosa, educación y ciencias, entre otras.
2.3 Tercera Etapa 1.880 – 1.909
EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX
2.3.1 Aspectos Sociales
Las perturbaciones políticas vividas durante este período, afectaron la continuidad y el
desarrollo de la vida rural. Los perseguidos políticos, las pérdidas de bienes, la
destrucción material, el cierre de periódicos, la suspensión de las clases fueron sólo
algunas de las causas que frustraron muchas iniciativas surgidas durante estos años.
9 ORTIZ, Nerza (1994, Enero) Brillo y colorido marcó inicio de nuestra feria. La Nación
Para el año de 1.881, la población del estado Táchira era de 83.521 habitantes, y la de
San Cristóbal de 13.713 habitantes. La población extranjera residente para este año en
el estado era de 7.891 habitantes. Los cuáles se distribuyen en: diez, alemanes; siete mil
setecientos doce, colombianos; dos, daneses y norteamericanos; ocho, españoles;
treinta y cuatro, franceses; tres, ingleses y ciento diecinueve, italianos.
Siendo presidente el general Antonio Guzmán Blanco (1.881) se crearon nueve grandes
estados, entre ellos, el Gran Estado de Los Andes, constituido por Táchira, Mérida y
Trujillo. En la sección Táchira gobernó el general Rosendo Medina.
Este año fue de numerosas conspiraciones y rebeliones locales en todo el Estado.
Paralelamente, un estallido de violencia en La Grita amenazó con desatar la guerra civil.
En junio, un grupo armado entró al pueblo de La Grita y expulsó a las autoridades,
allanando las oficinas públicas, los invasores destrozaron y quemaron el archivo
municipal, además de saquear muchas casas.
Entre 1.881 y 1.892 las elecciones se celebraban cada dos años y después de la guerra
civil de 1.892, una nueva Constitución estableció el lapso presidencial de cuatro años. El
período de votación duraba entonces de una a dos semanas a fin de permitir que los
campesinos de lugares más apartados pudieran viajar a los pueblos para ejercer su
derecho al voto.
Para el año 1.882, el Táchira en el plano de las comunicaciones, contaba con una red
de telégrafos en sus principales poblaciones. Ésta consistía en una línea de alambre
galvanizado, tendida sobre postes de madera, con aisladores de vidrios, con la cuál
tenia comunicación al exterior.
San Cristóbal ya para 1.883 contaba con 27.685 habitantes y 4.537 viviendas. Para este
mismo año, el Táchira “…no era una entidad política con autonomía geoadministrativa,
sino que estaba englobado en la territorialidad del Estado Los Andes, al cual pertenecía
integrado plenamente como Sección Táchira”. (Villafañe, 1983, p.21). Un año más tarde
fue dividida en siete distritos la Seccional Táchira, estos son: San Cristóbal, Guzmán
Blanco, Cárdenas, Junín, Bolívar, Lobatera y Ayacucho.
Hacia finales del año 1.884 se realizó un proceso eleccionario, el cual trajo como
consecuencia algunos alzamientos y desórdenes callejeros en la ciudad. Los resultados
de esas elecciones fueron: como presidente del Estado de los Andes, el general
Rosendo Medina y para Gobernador de la Sección Táchira el general Francisco
Alvarado. Un año más tarde, cuando Joaquín Crespo toma su cargo de Presidente de la
República se realizaron nuevas elecciones en el Estado, resultando elegidos los
generales, Liberales Amarillo, Francisco Alvarado como presidente del Estado de Los
Andes, y Espíritu Santo Morales como gobernador de la sección Táchira.
Durante esos años, el ámbito político estuvo caracterizado por continuas invasiones,
entre las que sobresale la del general Segundo Prato en 1.885 y 1.886. Ya para esa
época funcionaba en el Táchira el partido político Centro Liberal de Táchira.
Posteriormente, en 1.887 se puso en vigencia en sesiones de la Asamblea Legislativa,
una nueva división político-territorial donde la Sección Táchira quedó formada por las
siguientes entidades distritales: San Cristóbal, con capital en San Cristóbal e integrado
por las parroquias San Juan Bautista, Independencia, Libertad y la del mismo nombre;
Guzmán Blanco, capital La Grita e integrado por las parroquias La Grita, Pregonero,
Vargas, y Entrena de Seboruco; Cárdenas, teniendo como capital a Táriba e integrado
por las parroquias Táriba, Palmira, y Sucre; Junín, con capital en Rubio e integrado por
la parroquia de este mismo nombre; Bolívar con capital en San Antonio e integrado por
las parroquias de San Antonio y Ureña; Ayacucho, con capital en Colón, integrado por
las parroquias San Juan de Colón y Michelena; y Lobatera, con capital en Lobatera e
integrado por las parroquias Lobatera y Constitución.
En 1.891 el Gran Estado contaba con 101.709 habitantes, ubicándose el índice de
crecimiento en 148%. Para este mismo año se logró el servicio telefónico, que trajo
consigo el acercamiento de las comunicaciones venezolanas con el estado Los Andes y
especialmente con la sección Táchira.
También se realizaron algunas mejoras en servicios para la comunidad, como la
construcción de la Casa de Mercado Cubierto en San Cristóbal, el puente sobre el
Torbes, para unir a las poblaciones de San Cristóbal y Táriba y el nuevo Templo Matriz.
Asimismo se iniciaron trabajos en la Alameda del Camposanto de San Cristóbal, se
remozaron las calles de la capital de la sección, con un nuevo empedrado y la
instalación de faroles de luz, a base de kerosén.
En 1892 en la Cordillera irrumpió el movimiento “Revolución Legalista” acaudillado por el
gral. Joaquín Crespo contra el gobierno de doctor Raimundo Anduela Palacios. Para
este año la Sección Táchira del Gran Estado Los Andes esta bajo la presidencia del
doctor Carlos Rangel Garbiras.
Para 1897, la población del distrito San Cristóbal era de 28.595 habitantes. El Consejo
Municipal de este distrito esta formado por: general Juan Pablo Peñaloza, como
presidente; Arecio Urdaneta, primer vicepresidente; Luis Entrena como segundo
vicepresidente y como procurador, general Luis A. González.
En 1899 siendo presidente de la república el general Ignacio Andrade, vuelve el Táchira
a tener autonomía de estado (hasta nuestros días). Pero desde mayo de ese año se
inicia en Venezuela una revolución y en octubre comienza otra en Colombia (duro varios
años), esto provocó una tensión en las relaciones, que casi conducen a una guerra,
entre ambos países.
Finalmente el 22 de octubre de 1.899, el Ejército Restaurador, al mando de Cipriano
Castro, llegó a Caracas e inmediatamente se produjo una nueva organización en la
República, quedando el Táchira bajo la administración de Don Celestino Castro.
Una vez triunfante la Revolución Restauradora e instalado Cipriano Castro en la
Presidencia de la República, empezó una nueva etapa tachirense en la que se dispersa
la población hacia las regiones del centro y del oriente venezolano.
Hasta finales de los años noventa, la ciudad conservaba la misma fisonomía del período
colonial, caracterizado por: casas de tapia y tejas, o de bahareque y paja las más
pobres; calles aún empedradas o de tierra, la mayoría de ellas sin aceras y con un canal
de agua en el medio, por el que transitaban mulas y caballos. Pero en las primeras
décadas del siglo XX la ciudad empezó a sufrir notables transformaciones.
En San Cristóbal el servicio de agua mejoró con la instalación de fuentes públicas en las
plazas. El agua era llevada a las casas en tinajas de cerámicas o en las latas -de
kerosene importado- de 5,20 y hasta 50 litros, las cuáles eran cargadas en los extremos
de una vara tiradas por burros. Referente a la Plazoleta El Samán, en el primer decenio
del siglo XX se dice que:
…”se encontraba la pila, como de cinco metros de diámetro, cerrada para ponerla a salvo de suciedades, y provista en su circunferencia, de surtidores de donde se tomaba el precioso líquido. Sin lugar a dudas, era lo que llenaba las mejores condiciones de potabilidad más perfectas; tanto era así, que desde el centro de la ciudad, subían a Bella Vista [en busca de agua] …” (Ardao, 1984, p. 160).
Un cambio fundamental en el servicio de abastecimiento del agua se produjo durante el
gobierno de Cipriano Castro, ya que se comenzaron a construir los primeros acueductos
de la región andina. En 1901 se instaló el primer acueducto en el Estado, estuvo ubicado
en Independencia. Cinco años más tarde se terminó el de Táriba pero no fue sino hasta
finales de 1.912 que se inició la distribución de agua a la población.
La llegada de los andinos al poder central favoreció a la región, ya que se destinaron
más recursos para obras públicas, modernizando así los servicios de la ciudad. Pero a
su vez, ocasionó la migración de muchas personas, a otras ciudades del país, para
ocupar distintas posiciones políticas, lo que produjo una ruptura dentro de la sociedad y
una gran pérdida del capital humano regional.
En cuanto al alumbrado público, San Cristóbal hasta finales del siglo XIX contaba sólo
con velas (de esperma o sebo) y lámparas de kerosene para alumbrar en la noche, sus
calles, plazas y viviendas. Fue hasta 1.897 cuando la ciudad tuvo iluminación
eléctrica, esto luego de muchos esfuerzos por transportar la maquinaría a lomo de mula
y tiradas por bueyes y peones. La Empresa de Luz Eléctrica de San Cristóbal de Luis
Méndez, fue la encargada de este avance tecnológico.
Pero debido al costo que tenía este servicio, aún en los inicios del nuevo siglo, el uso de
la luz eléctrica en las casas era limitado:
…”se reducía a uno, dos, tres, o cuando más cinco bombillas. La luz no se medía por watios, sino por el número de bombillas instaladas, que debían de ser de muy poco voltaje, ya que la luz emanada de esta planta, jamás a nadie encandiló. […] cada foco o bombillas pagaba mensualmente, un fuerte (cinco bolívares); de ahí que la penumbra se imponía; contrastando con las viviendas de amplios corredores y los salones desmesurados.”…(Ardao, 1984, p. 164).
Los servicios sanitarios durante esta época eran muy escasos y a veces inexistentes.
Para 1.887, en el Estado se presentó un gran brote de fiebre amarilla que provocó que
muchos habitantes de la ciudad huyeran hacia los campos, ocasionando la paralización
de algunas actividades.
Entre 1.908 y 1.912, las principales causas de defunción en San Cristóbal, eran por
enfermedades como: fiebre tifoidea, fiebre y caquexia palustre, disentería, tuberculosis
de los pulmones, tétanos, bronquitis, pulmonía, diarreas y enteritis anquilostimosis y
otros parásitos intestinales, todas estos padecimientos son el resultante de la deficiencia
de los servicios sanitarios. La ciudad sólo contaba con el Hospital de Caridad “San Juan
de Dios” para resolver estos problemas de la salud.
Sin embargo, a mediados del siglo XIX y principio del siglo XX aparecen asilos de
beneficencia para lisiados y enfermos, los cuales funcionan en las mismas casas de
habitación de la época que son adaptadas para el caso.
Todavía para el primer decenio del siglo XX la ciudad de San Cristóbal no contaba con
un sistema de drenaje de aguas negras. Estas iban a los corrales de las casas, y las
blancas corrían hacia las acequias que pasaban por el medio de la calle, sólo las
personas de mayor recursos económicos contaban con mejores servicios sanitario en
sus casas.
Ya para el año 1.907, el Táchira contaba con una población de 121.187 habitantes de los
cuales 8.324 vivían en la capital, la mayoría de esta población habitaba en zonas rurales.
El ámbito político sufre un gran cambio en 1.908, cuando el gral. Cipriano Castro
presidente de la república, debido a su mal estado de salud abandona el país para
dirigirse a Europa, dejando encargado de la presidencia al primer vicepresidente, gral.
Juan Vicente Gómez quien un mes más tarde, desconoce el derecho constitucional de
Castro para seguir en la Primera Magistratura y se declara en pleno ejercicio hasta final
del periodo constitucional. Este acontecimiento marcó el inicio del “Gobierno de la
Rehabilitación Nacional” que duro hasta 1.935.
2.3.2 Aspectos Económicos Este período se caracteriza por el trabajo y la producción. A pesar de que el empleado
gana poco, el costo de la vida es barato y fácil, había suficiente trabajo, en ocasiones
sobraba; las cosas que se producían eran de calidad y en abundancia. Sin embargo,
durante estos veintinueve años el estado sufre altas y bajas en la economía debido a las
fluctuaciones del precio del café a nivel internacional.
Con la llegada del petróleo, se produjo un cambio decisivo que ayudó a la transformación
de los mecanismos utilizados para la producción agrícola. Así como también incentivó a
la creación de industrias manufactureras.
“… Para finales de siglo el motor de explosión era fuerza que comenzaba a utilizarse en ingenios del café y caña de azúcar, junto con las máquinas de vapor, en sustitución de las ruedas hidroeléctricas, que fueron la primera fuerza motriz de que se valió el campesino tachirense para facilitar y agilizar las duras tareas del agro. Con estos avances se lograron de modo concurrente mejores condiciones no solamente en los programas de procesamiento de la semilla, adecuación de las tierras y recolección de mayores cosechas, sino también en el estándar de vida del campesino, que pudo finalmente disfrutar de las comodidades de lo moderno”. (Villafañe,1983, p.28).
San Cristóbal, en este período arraiga su rigidez geodemográfica la cual va a contribuir a
la conformación del Táchira como región.
“El esplendor de San Cristóbal es obra del liberalismo, del Partido Liberal, más aún, de los caudillos liberales locales. Pero el crecimiento de la ciudad siguió enlazado a la lucha por la tierra, siguió dependiendo de su relación con las tierras ejidales y/o baldías dado que el alza de los precios del café en dicho período, hizo extender los cultivos cafetaleros en tierras aledañas a la capital tachirense” (Salazar,1996, p.D-8).
Para enero de 1.881, La Caja de Ahorros de Táriba suscribía un capital de 9 mil
bolívares y para 1895 este capital había ascendido a 15 mil bolívares. Los promotores de
esa institución fueron los doctores Sixto Cárdenas, Santiago Briceño y el señor Fortunato
Pieruzzini.
“ La composición de los préstamos concedidos por la Caja de Ahorros para finales de 1897, da una idea bastante exacta del grado de expansión que había tenido sus actividades y de los sectores sociales a los que pertenecían sus asociados. Para el momento indicado los préstamos se habían concedido a residentes de Táriba, San Cristóbal, Independencia, Santa Ana, Libertad, Ureña, La Grita y Colón. Los préstamos sumaban 153, avalados por 333 fiadores. Del total del beneficiarios y fiadores, 389, al 80%, eran agricultores figurando además comerciantes, artesanos y profesionales liberales.” (González,1994, p. 135).
Para mediados de la década de los años ochenta del siglo XIX, la producción agrícola de
la Sección Táchira tenía como rubros principales la caña de azúcar, el tabaco, el
algodón, el añil, el trigo, la cebada, los plátanos, las hortalizas y cereales diversos. En lo
referente a la actividad ganadera la mayor producción se veía en la cría de ganado de
engorde y vacuno. La producción de ganado vacuno en San Cristóbal era de 2.375
cabezas, la de ganado caballar de 2.000 y porcinos de 4.112.
Por otra parte, la relación fronteriza con los pueblos de la República de Colombia, ayudó
a que la Sección Táchira permaneciera en un intenso y constante intercambio comercial
que posteriormente contribuyó a desarrollar el comercio exterior.
El mercado local de mayor importancia, relacionado al comercio del detalle y al mayor,
fue el de San Cristóbal. A esto se le suma la dinámica comercial aportada por la Feria y
Fiestas celebradas en San Cristóbal, Táriba y La Grita, cuya fama se extendía hasta los
pueblos de Colombia. De estos pueblos venían los comerciantes con inmensas variedad
de productos, ganados y animales de toda clase.
El Táchira exportaba a Colombia café, cueros, cacao, maíz, panela, pescado, cebolla,
cereales y hortalizas, este intercambio permanente mantuvo el crecimiento de la
actividad económico–comercial del pueblo tachirense. También surgieron en San
Cristóbal y Rubio casas comerciales de gran solidez económica, fueron sucursales de
empresas alemanas que se dedicaban a la compra y exportación de café a Estados
Unidos y Europa además de importar gran diversidad de artículos.
A pesar del éxito que comenzaba a tener la industria del café esta se desarrolló de forma
primitiva, empírica y con escaso uso de la tecnología tanto en los hábitos del cultivo
como en el procesamiento del grano. Sólo hasta finales de la década de los ochenta, las
haciendas productoras más importante de Rubio incorporaron beneficiadoras hidráulicas,
otro de los avances tecnológicos utilizados fueron máquinas desceresadoras y
secadoras de café.
Para 1.888 debido a la importancia económica que había adquirido el Estado a este le
correspondía un quinto de la cuota venezolana de la exportación cafetalera. Esto se
reflejó en un mejoramiento en las condiciones de vida de la población, tanto en la capital
como en otros pueblos. La región sólo contaba con una vía de comunicación con
Maracaibo y el mundo y esta era por tierras colombianas, los tachirenses de esos
tiempos reclamaban un camino que pudiera unir el Táchira con Venezuela, pero que
fuera trazado en las tierras del país.
En la década de los 90 del siglo XIX se produjo una aguda crisis económica en la región,
como consecuencia de la caída de los precios del café a nivel internacional. Muchos
agricultores perdieron sus propiedades debido a las deudas que tenían con las casas
comerciales.
“La tendencia hacia la baja de los precios del café comienza a manifestarse en 1894, cuando entre los meses de enero y mayo, se observa un descenso de 3 ó 2 y medio pesos en la carga de 10 arrobas (una arroba es equivalente a 11 kilos y medio). En esos meses, el precio cayó de 40 ó 41 pesos a 37.50. Entre Enero y Junio del 96, los precios descendieron nuevamente hasta ubicarse para el mes de Marzo entre 30 y 31 pesos. En agosto del mismo año, se situó en 26 pesos; en Abril del 98, entre 7 y 12 pesos”.10 “La contracción en los precios continuó durante la primera década del siglo XX, aunque se observó una lenta pero constante recuperación. Los precios volvieron ascender en los años finales de la Primera Guerra Mundial, pero tuvieron una fuerte contrapartida con el aumento desmesurado de los precios de los productos y mercancías importadas. Los periódicos
10 Véase, Boletín Comercial. Ediciones de 1894 a 1899.
regionales de los inicios de siglo registran bien las ejecuciones hipotecarias de fincas productoras, situación que incrementó el latifundio cafetalero a costa de las dificultades de los medianos propietarios. Con respecto a las quejas en contra de la actividad de las casas comerciales extranjeras, un ejemplo notable lo constituye la carta dirigida por Celestino Castro, a su hermano Cipriano Castro, el 18 de Enero de 1902, en la cual califica de desastrosa la influencia del comercio alemán sobre el movimiento mercantil, agrícola e industrial del estado”.11 (González,1994, p. 29-30).
Entre 1.893 y 1.894, algunos italianos residenciados en la región se interesaron en la
construcción del Ferrocarril del Táchira, entre ellos figuran como promotores y primeros
accionistas los señores, C. Manuci, Fortunato Pieruzzini, Juan Guglielmi, Lorenzo Giusti,
Carlos Pagnini, Miguel Benedetti y Antonio Galeazzi. Dos años más tarde esta iniciativa
se hace realidad cuando los señores Roncajolo y Bosch ponen en servicio el Gran
Ferrocarril del Táchira, que va a cubrir la trayectoria de La Fría a Encontrados; un año
después inauguran el tramo La Fría- Uracá.
Para 1.897 en San Cristóbal habían siete plazas (la Bolívar, Páez, Sucre, San Juan
Bautista, Monagas y Concordia) donde al igual que en épocas anteriores servían como
centro de reunión para las tertulias, los negocios, entre otras actividades.
La ciudad también contaba con una gama de asociaciones u organizaciones
relacionadas al ámbito económico entre las que se encuentran: el Club de Comercio,
cuyo presidente era José Antonio Guerrero; dos Compañías Anónimas, la del Mercado
Cubierto y la explotación de Petróleo, Agentes del Banco de Venezuela, una Junta de
Fomento, cuatro imprentas, seis boticas, negocios de ventas de mercancías al detal,
venta de efectos colombianos, venta de vivieres al detal y por mayor, comerciantes de
ganado por mayor y por menor. Además, dos Vicecónsules, el de Estados Unidos de
Norte América y el de Francia.
En lo que respecta a la esfera profesional la ciudad tenía, quince, abogados; trece,
médicos; cuatro, dentista; diez, farmaceutas; cuatro, ingenieros y arquitectos; un,
11 Véase Boletín del archivo Histórico de Miraflores. Nª 6, 1960, p. 98) También periódicos regionales
como El Ferrocarril. San Cristóbal, ediciones de 1899, y El Traje. San Cristóbal. Ediciones de 1900.
fotógrafo; trece, modistas; siete, sastres y dos, veterinarios; también contaba con
pintores, herreros, albañiles, entapizadores, carpinteros y alfareros.
Para esta misma época, San Cristóbal contaba con ocho hoteles (Piombino, Universal,
Bolívar, América, Concordia, Andino, Páez e Isidoro) además de barberías, billares,
sombrererías, zapaterías, platerías, panaderías, cervecería y una relojería.
Por otra parte, la expansión agrícola que se viene produciendo desde 1.870 hasta 1.893
ocasiona un alza desproporcionada en el precio de las tierras y las construcciones y al
ocurrir la crisis de 1.897 tanto las tierras como las construcciones sufrieron una baja que
excedió de los dos tercios, al mismo tiempo el interés del dinero creció hasta llegar al
18% anual. Todo esto trajo como consecuencia que muchos trabajadores no encontraran
empleo, el comercio redujo sus operaciones, los artículos tenían que venderse por
debajo del costo y por primera vez en las calles de San Cristóbal aparecieron sirvientes
vendiendo granjerías y rifas de objetos de escaso valor.
Hasta el año 1.900, sólo había en la ciudad tres casas de dos pisos. Una de ellas era la
casa de la firma comercial Steinvorth, construida en 1.884 y ubicada en la plaza Páez;
otra era la Quinta Wolfan en el barrio San Carlos, también propiedad de los alemanes; y
la Casa del Altillo, desde sus balcones se podían a preciar los centros urbanos de
Táriba, Palmira y Capacho e incluso en tiempo de ferias servia para ver las corridas de
toros.
San Cristóbal abrió las puertas del siglo XX con grandes expectativas de adelantos en el
campo de la arquitectura. Muestra de ello fue, la remodelación hecha al templo San
Sebastián, que posteriormente se convirtió en la Catedral de San Cristóbal; y la
construcción de la Casa de Gobierno del Estado, por órdenes del presidente Cipriano
Castro, inaugurada en 1.904.
Con la nueva Casa de Gobierno se alivianaba un poco la falta de edificios públicos,
requeridos hasta ese momento para satisfacer las necesidades de la administración
pública y lograr un mejor desempeño en las actividades. Joaquín Corona, en 1900
transcribía a Cipriano Castro un informe enviado por el Ministerio de Obras Públicas en
donde se denunciaba la pérdida de muchos archivos en San Cristóbal por no tener las
oficinas necesarias:
…“Con mencionar la pérdida de gran parte de los archivos, ocurrida con motivo del estado anormal porque atraviesa el Estado desde fines de mayo del año pasado, en virtud de la cuál se han afectado importantísimos intereses en lo civil y criminal, se nota la falta de la Casa de Gobierno, a existir la cual hubiera evitado esa pérdida”12.
En 1902 existía una vieja ley llamada “Ley de las Tareas” donde se imponía al
propietario de campo o quien en el viviese, un día de trabajo o su equivalente a dinero en
efectivo (un fuerte) esto era destinado a la apertura y mejora de los caminos.
“ El plan de trabajo era más o menos este: mediante notificación de los comisarios rurales, se fijaban fechas y días para salir a sus respectivas zonas, provistos de palas, machetes, picos, hachas etc., a limpiar la vía de lado y lado, abriendo zanjas, levantando puentes, con madera de calidad que a mano hubiere; y ya al caer de la tarde, cuando daban término a la albor en el límite de la zona señalada, se les tenía preparada allí opípara comida y abundante bebezón de miche ...” (Parada,1966, p. 150).
Para ese mismo año, el Táchira alcanza una producción de 250.000 sacos de café, el
precio de cada uno era de $20 y la carga se vendía para exportación en $40, esto
equivalía entre tres y cinco millones de pesos octavos mientras duró el alza mundial de
los precios del café, lo cual alcanzaba para cubrir las necesidades de todos los sectores
de la población.
2.3.3 Aspectos Culturales El motivo de las ferias de estos años, al igual que en otras épocas, era la celebración de
las fiestas patronales, su carácter religioso se manifestaba el primer día, los días
siguientes de la celebración estaban caracterizados por las transacciones comerciales y
las diversiones.
12 Carta de Joaquín Corona a Cipriano Castro, San Cristóbal, 26 Feb. 1900, “La situación excepcional del
Táchira en 1899 y 1900”, Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, Caracas, julio-diciembre de 1962, nª
19-21, p. 81. Texto copiado del libro “El café y las ciudades en los Andes Venezolanos 1870-1930” de
Alicia Ardao.
Tomás Castilla en 1881, citado por Ardao en su libro “El café y las ciudades en los Andes
Venezolanos” (1984), opina sobre la gran importancia comercial que tiene la realización
de las ferias, pero aclaraba: “Ferias, por lo visto, es lo contrario a fiestas. Las primeras
significan comercio, y las segundas, holgazanería, despilfarro y corrupción,
solemnizando con toros, juegos, tragos, y miseria”. (p. 211)
Para ese año, sólo celebraban ferias San Cristóbal, Rubio, Táriba y Lobatera, en todas
ellas se comerciaba con fique y sus derivados manufacturados, lienzos y mantas de
algodón, ruanas y otros artículos de lana, sombreros, efectos de talabartería, ganado
vacuno, caballos y mulas, queso y carne, tabaco en hojas y elaborado, dulces y
conservas.
Las actividades recreativas de los hombres de esta época consistían en reuniones cerca
de la pulpería o de tiendas donde servían bebidas alcohólicas. Los campesinos se
vestían con sus mejores ropas, se armaban con revólveres o machetes los días
domingos y en ocasiones especiales, para reunirse en estos establecimientos tomar
unos tragos, conversar y jugar a las cartas o a los bolos; de vez en cuando asistían las
mujeres y las parejas bailaban al compás de la música de instrumentos.
Por su parte, las élites educadas del Táchira, con su modelo de civilización europea,
repudiaban este tipo de reuniones semanales ya que la mayoría de ellas siempre
terminaba en actos violentos por el porte de arma de los campesinos y peones.
También fueron comunes las peleas entre los conservadores y liberales, esta rivalidad
incluso llevó muchas veces a la separación de los pueblos. El conflicto abarcaba hasta la
religión católica, las comunidades rivales se peleaban por las imágenes de los santos,
las campanas de la iglesia, los archivos eclesiásticos, el uso de ornamento religioso etc.
Este tipo de riñas eran frecuentes los días del mercado y de las ferias, por esta razón
las autoridades establecieron días determinados de visitas para evitar los
enfrentamientos entre liberales y conservadores.
Los ingresos del café desempeñaron un papel muy importante en la vida del Estado y la
ciudad. Contribuyó ha abrir el interés por realizar campañas que pusieran fin al
aislamiento cultural. Esto se logró a través de la educación, posteriormente se
complementó con el auge periodístico en la región, especialmente en la capital.
Pero, esta iniciativa se vio truncada cuando los dirigentes regionales comprobaron que
gran parte de la población era analfabeta, situación que representaba un gran obstáculo
para combatir la ignorancia y el aislamiento.
Para el año 1.897 existían en San Cristóbal un gran número de instituciones educativas
de origen público y privado. Entre las que destacan, el Colegio Federal de Varones de
Segunda Categoría, la Escuela Federal de Niñas, las Escuelas del Estado de Varones y
de Niñas, el Colegio de Niñas, la Escuela de Varones, los Colegios Particulares de
Varones y de Señoritas (del Sagrado Corazón de Jesús) y el Liceo Miranda. También
había en la ciudad una sociedad denominada “Alianza Literaria” cuyo presidente era
José Venancio de Silva; y La Banda Sucre de Marco Antonio Castrellón que inicio sus
actividades como Banda del Estado.
Villafañe, en su libro “Apuntes Históricos del Táchira 1.883-1.983” (1983, p37), habla
sobre las materias que se dictaban en estas instituciones, destacan: lectura, escritura,
aritmética comercial, nociones de gramática, nociones de geografía, nociones de
historia patria, urbanidad, buenos modales, ejercicios de gimnasia, y doctrina cristiana.
En las escuelas para hembras se enseñaban las mismas asignaturas más algunas para
el hogar, como economía doméstica y labores manuales.
Para la enseñanza en escuelas superiores, las asignaturas eran lectura, dictados,
escritura, gramática superior, aritmética razonada, geografía universal, historia universal,
nociones de geometría, historia natural, historia sagrada, constitución política de
Venezuela, urbanidad, dibujo natural, lineal y topográfico, gimnasia e higiene, y música y
solfeo. Las hembras aprendían estas mismas asignaturas más costura, bordados,
tejidos, etc. Los sábados para los varones eran imprescindibles las clases de agricultura,
cantos patrióticos, música y desarrollo artístico.
La organización de la Feria y Fiestas de San Cristóbal del año 1.902 estuvo bajo la
vigilancia del Gobierno del Estado y el Ilustre Consejo Municipal, los cuáles elaboraron
un gran programa de fiestas que era repartido por la Junta Directiva, los primeros días
del mes de diciembre.
Otra de las funciones de la Junta Directiva era la recolección de fondos económicos,
visitando las casas de comercio de particulares y gentes adineradas. El programa de la
Feria señalaba seis días de fiestas, la organización diaria correspondía a una institución
en particular, estaba distribuida de la siguiente manera: el primer día, el Ejecutivo del
Estado; segundo día, el Consejo Municipal; tercer día, la Juventud, el Comercio e
Industria; cuarto día, los nueve distritos del Estado; quinto día, Aldeas Zorca, Las Pilas,
Parroquias urbanas y el Municipio Santana y el sexto día, el gremio ganadero y
pesadores de carne.
La celebración se iniciaba con el ambiente religioso, consagrado al culto de San
Sebastián, patrono de la ciudad; consistía en un oficio religioso donde asistían todos los
sacerdotes de la Vicaría, los altos funcionales oficiales, la Junta Directiva de las Fiestas,
el comercio, la sociedad y el pueblo. Luego de la misa, se celebraba con detonaciones
de una recámara que se extendía desde la Plaza de La Ermita hasta casi toda la ciudad.
Sin embargo, la gente empezaba hablar de las fiestas a mediados del año, se rodeaban
por un ambiente de gran alegría, haciendo todos los preparativos para divertirse y gozar.
Los negocios y la industria se surtían de todo tipo de mercancía vendible.
La manera de contribuir los habitantes con el esplendor de la feria, era pintando con cal
blanca, el frente y el interior de sus casas y reparar el empedrado frente a sus casas. Por
su parte los ganaderos seleccionaban el ganado bravo para las corridas y las orquestas
componían nueva música.
Durante la celebración de la Feria y Fiestas las principales distracciones eran el juego de
envite o azar; la exhibición de ganados y bestias hechas en el estacionamiento de
algunas plazas u otros sitios; los bailes públicos, la feria de comercio al mayor y detal, la
venta de comidas y bebidas al aire libre, los carruseles, los fuegos artificiales y las
corridas de toros.
El Ejecutivo del Estado preparaba un suntuoso baile para la sociedad de San Cristóbal,
la Junta Directiva de los festejos, los gremios que contribuían y los invitados distinguidos
provenientes de otros lugares. El baile se realizaba en los salones del Club Táchira,
pero antes se realizaba la llamada “quema” de juegos artificiales.
La construcción de la plaza, de esos años, estuvo a cargo del ebanista Albano Fossi
quien inventó la manera de construir una cerca cómoda y segura, sin lazos ni mecates
para unir los extremos de las viguetas de modo invisible. Los palcos eran altos y
retirados de la cerca, estaban cubiertos con unas lonas blancas y dotados de sillas de
esterillas.
El Teatro Garbiras, fundado por el médico y escritor zuliano Don Arístides Garbiras fue
el centro de proyección cultural más importante de la época, desde su fundación la
sociedad sancristobalense tuvo la oportunidad de asistir a sesiones de zarzuela y teatro.
Además, en 1905 en el teatro se disfrutó del primer cinematógrafo de la región, desde
entonces la ciudad empezó a conocer el cine mundial.
En 1.907, fue inaugurado el Salón de Lectura de San Cristóbal, gracias a la iniciativa de
un grupo de hombres entre los que destacan: José Antonio Guerrero Lossada, Domingo
Sardi, José Abel Montilla, Fernando Tamayo, Pedro A. Ruiz, Abel Santos, Tomas
Castillas, Luis María Soto, Miguel A. Quintero entre otros.
A lo largo de estos años la función de los centros culturales se vio incrementada y
enriquecida con la multiplicación de institutos de enseñanzas, asociaciones culturales,
bibliotecas, imprentas y periódicos. Desde ese momento las ciudades urbanas se
convirtieron en los centros de difusión cultural, en el cual la prensa jugó un papel muy
importante ya que fue el principal medio de difusión en la región.
Entre 1.880 y 1.909 circularon en San Cristóbal más de sesenta periódicos con distintas
orientaciones políticas, literarias, comercial, industrial, etc., el promedio de duración de
estas publicaciones iba desde 2 meses hasta 12 años y más. Ecos del Táchira, Los
Andes, El Tachirense, El Ferrocarril de Táchira, La Mañana, El Duende, El Patriota, La
Soberanía, El Triunfo, La Idea Restauradora, El Traje y Horizonte fueron sólo algunos
de los periódicos que circularon durante estos veinte nueve años.
La Feria y Fiestas de San Cristóbal, representaban el entretenimiento más popular y
característico de la capital y de los pueblos de la región. Sus atractivos principales eran
las corridas de toros, corridas de caballos, riñas de gallos, juegos de azar, bailes, circos,
representaciones teatrales, orquestas de música, fuegos artificiales, etc., y luego de la
llegada del cine a la ciudad de San Cristóbal, la nueva diversión fue incluida en el
programa de las ferias.
2.4 Cuarta Etapa 1.910 – 1.939
ENTRE LO RURAL Y LO URBANO
2.4.1 Ámbito Social En el año 1.913, ocurrieron algunos acontecimientos de gran importancia para la región.
Uno de ellos fue la promulgación que hizo el Presidente de Estado, decretando el día
16 de marzo como “Fiesta del Estado”, debido a la conmemoración del primer centenario
de la llegada del Padre de la patria a San Cristóbal; otro de los acontecimientos
relevantes, fue el nombramiento de Eustoquio Gómez como nuevo presidente del estado
Táchira, hecho por el presidente de la república, general Juan Vicente Gómez.
Al asumir la Presidencia del Estado Táchira el general Eustoquio Gómez, quedó
eliminada la Comandancia de Armas de San Cristóbal, quedando así bajo su control el
gobierno civil y militar. Su mandato se caracterizó por ser un régimen duro y represivo,
esto provocó la ausencia de vagabundos y ladrones dentro de la comunidad. Muchas
personas fueron perseguidas y llevadas a prisión en la presunción de ser enemigos del
gobierno, estos presos fueron utilizados en la construcción de carreteras y edificios
públicos, o en actividades de limpieza de las calles, y los que realmente fueron
encontrados culpables de conspiración o de atentados, sufrieron penas corporales y
mandados a prisión.
La llegada de Eustoquio Gómez al poder trajo consigo una época de intentos de invasión
por parte de los exiliados que se hallaban en las poblaciones limítrofes de Colombia. Por
esta razón, el gobierno hizo una reestructuración en el ámbito militar. En 1.917, se creó
la Brigada Nº 4, bajo el mando del general Aparicio Gómez, en 1.923 se reformó la
organización y bajo el mando del general Pedro Alcántara Leal se estableció la sede del
comando en San Cristóbal.
Entre los años 1.916 y 1.919 el Táchira fue atacado por graves epidemias de viruela y
disentería. El doctor Francisco Romero Lobo en su libro “Historia de la Medicina en el
Estado Táchira” (1993) señala que en ese momento, el Gobierno Nacional envió desde
Caracas una comisión de médicos, que conjuntamente con los radicados en la ciudad,
combatieron dichas epidemias con los recursos disponibles de la época.
Romero Lobo en su obra sintetiza algunos aspectos de las primeras cuatro décadas del
siglo XX en cuanto al tema de salud se refiere. En el primer decenio, comienzan los
profesionales de la medicina a prestar sus servicios en asilos y casas de beneficencia,
costeados en su mayoría por la comunidad. Los años de 1.910 – 1.920, hay un aumento
del número de médicos que prestan atención a los pacientes en los hospitales mejor
organizados, tanto en San Cristóbal como en otras poblaciones; también empiezan los
médicos de fama a prestar servicios en instituciones oficiales o públicas y a particulares.
En la cuarta década (1.930-1.939) estuvo marcada por un acontecimiento de vital
importancia para toda Venezuela, ya que se creo el Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social
A partir del segundo y tercer decenio del siglo XX los núcleos urbanos disfrutaron de
nuevos elementos de modernización como: el alumbrado eléctrico, la construcción de
acueductos, la instalación de sistemas de cloacas, la construcción de carreteras, el uso
del automóvil, etc.; estos contribuyeron en cierta forma a mejorar la calidad de vida de la
población. San Cristóbal en esos años contaba con el hospital “San Vicente de Paúl” que
funcionaba en una modesta casa, como Instituto Municipal de Beneficencia.
Los cambios dados por San Cristóbal en cuanto a el equipamiento, los servicios, las
técnicas, las costumbres marcaron una diferencia entre la vida urbana y rural, que se vio
reflejado principalmente en el paisaje urbano. Estos cambios no afectaron las relaciones
económicas y sociales entre la gente de la ciudad y del campo.
Otra de las diferencias que se empezaron a notar tiene que ver con la calidad de la vida
urbana de la clase dominante y ciertos grupos de la clase media frente a los sectores de
menos recursos.
Un punto importante, fue el fenómeno migratorio que se empieza a observar en esta
época en la región hacia las zonas petroleras del Zulia, debido a razones de tipo
económico. Ya para el año 1.926 en el estado Zulia había un total de 4.882 andinos (no
es posibles conocer cuantos de estos estaban por razones económicas). Pero se
presume que debido a la crisis de 1.929 este movimiento migratorio sufrió grandes
modificaciones.
En la segunda década del siglo XX empezaron a llegar los primeros automóviles a la
ciudad. Su difusión fue algo lenta ya que al comienzo más que un medio de transporte
fue un objeto de lujo y diversión para la clase de mayor recurso, como los comerciantes y
las principales autoridades.
Dado que el perímetro de la ciudad era bastante limitado y que la mayoría de la gente
caminaba o se desplazaba en mula o a caballo, el servicio de transporte no se hacia
necesario. Sin embargo, en San Cristóbal este servicio se inició mediante el alquiler de
automóviles y la instalación de un garaje con 3 ó 4 automóviles Ford, los cuales hacían
viajes a la estación del Táchira. El servicio de transporte alcanzó un mayor auge a partir
de 1.925 con la inauguración de la Trasandina.
Para 1.920 el estado Táchira contaba con una población de 147.076 habitantes de los
cuales, 21.385 vivían en la capital. Cuatro años más tarde en el distrito San Cristóbal
habían más de 25.000 almas.
Villamizar Molina, describe la ciudad en 1.924:
“… todo el mundo sigue hablando de la “Villa” con especial sabor y devoción pueblerina. Las calles empedradas; -los andenes con losas de ladrillos; la Plaza Bolívar con el busto del libertador sostenido por esbelta columna, y unas casas de altillo en las esquinas; los espaciosos caserones coloniales con sus inmensos patios y solares interiores y sus clásicas fachadas de alerones andaluces, portones y ventanas de madera, todo forma un acopio de acuarelas y paisajes con intentos semiurbanos. Todas
estas cosas de la Villa se disponen desde las terrazas de la Catedral hasta Llano de Luna y Barrio San Calos, y desde barrio Guzmán y La Bermeja hasta las estribaciones de La Parada” (1992, p. 111).
Ese mismo año, fue juramentado por la Asamblea Legislativa el gral. Eustoquio Gómez,
como presidente constitucional del Estado; y como primero y segundo vicepresidente, el
gral. F.A Colmenares Pacheco y dr. Santiago Ontiveros, respectivamente.
En el Poder Judicial, para esa época se desempeño como Juez de Primera Instancia en
lo Civil y Mercantil el dr. Pedro A. Cárdenas Arellano; y el Consejo Municipal estaba bajo
la presidencia del coronel Francisco Cárdenas.
La ciudad de San Cristóbal, estaba formada por dos municipios urbanos (San Sebastián
y San Juan Bautistas) y uno foráneo (Córdoba). Este distrito cuenta aún con el Hospital
San Juan de Dios, que alberga mensualmente entre 60 y 90 enfermos, allí se realizaban
intervenciones quirúrgicas de alto riesgo, cubriendo así las necesidades de medicina y
cirugía de la población de esos años.
Durante esa época de 1.920, el Consejo Municipal empezó a manifestar una gran
preocupación por los recursos naturales renovables. Muestra de ello fue la promulgación
de la Ley de Montes y Aguas, que ayudaba a regular y evitaba la explotación de reservas
naturales en la región.
Ya para el año 1.925 se empezó a respirar en San Cristóbal un aire de libertad, Don
Eustoquio Gómez había sido reemplazado recientemente por el general Juan Alberto
Ramírez. Con un nuevo jefe en el gobierno regional y sin tanta represión, los
tachirenses exiliados en el vecino país, regresaron a su tierra y normalizaron sus vidas
bajo un ambiente de paz y seguridad.
En esos años la ciudad estaba, “limitada por su Río Torbes y las quebradas La Parada,
La Romera, La Bermeja y La Potrera. […] Por sus alrededores existían pintorescos y
bulliciosos barrios y las calles y carreras llevaban nombres de héroes de la
independencia y de las batallas ganadas por los patriota” (Velásquez,1976, p.19). La
población para aquel tiempo ascendía a unos 20.000 habitantes, San Cristóbal era aún
relativamente pequeña, y no tenía un sistema eficaz de nomenclatura urbana.
El número de habitantes en San Cristóbal para 1.926 era de 28.298 y en el Estado era
de 172.900 habitantes y un año más tarde la población de la ciudad llegaba a 30.000.
Ya para 1.930 la ciudad tenía una imagen mucho más moderna y urbana, con sus
principales plazas ornamentadas con jardines, monumentos, sus avenidas asfaltadas,
construcciones de cemento armado, algunas calles pavimentadas, postes y cables de
electricidad y teléfono y las instalaciones del acueducto y las alcantarillas.
Seis años más tarde, la población en el estado Táchira era de 216.387 habitantes. De los
cuales 40.856 vivían en el distrito San Cristóbal, que estaba conformado por los
municipios San Sebastián, San Juan Bautista y Córdoba.
A pesar de las reestructuraciones, mejoras y modernizaciones que sufre la ciudad y
que le dan un aire más urbano, durante este período ella en sí continua siendo rural,
pasan algunos años para que esta adquiera la fisonomía de una ciudad netamente
urbana.
2.4.2 Ámbito Económico
En 1.911, se fundó la Compañía Anónima “Caja Popular de San Cristóbal, sociedad
cooperativa de responsabilidad limitada que se inició como apéndice del Salón de
Lectura. Este organismo fue la primera caja cooperativa de crédito fundada en
Venezuela.
La junta provisional de la Caja Cooperativa quedó integrada por los señores Eduardo
Santos, Presidente; Jesús Rojas, vicepresidente; Lucio Oquendo, Tesorero; y Rafael E.
Medina como Secretario. Se suscribieron 678 acciones a cincuenta bolívares cada una
tomadas por ciento veinte tres accionistas, iniciándose con un capital de 33.900
bolívares.
Durante este período se hizo presente una grave crisis del café, que provocó la primera
gran crisis económica tanto en la ciudad como en la región. También,
“… Se hizo presente el fantasma de la miseria, la escasez, la inflación, el desempleo, las migraciones, las quiebras y remates de fincas y negocios. Vuelve a producirse una redistribución de la propiedad de la tierra –la sexta- en el Distrito de San Cristóbal. Al efecto, se desalojaron a los “colonizadores” de tierras baldías (que abrieron, en el período anterior, el camino de la expansión cafetalera local) por cuanto a esas tierras le salieron dueños que las adquirieron “con fraudes a la ley” como bien dijera Eduardo E. Santos, apareciendo por primera vez la figura del latifundio cafetalero en los alrededores de la ciudad y con ello se limitó y represó las expansión de la urbe. Es el momento que los terrenos de Zorca, Tononó, El Cidral, Azua y campos vecinos a Táriba, se transformaron en potreros, y para colmo, aparece la figura trágica del desequilibrio ecológico, en particular en los terrenos de La Machirí y aparece también “la monotonía de las gramíneas”. El latifundio empujó a la Villa al empobrecimiento”. (Salazar, 1996, p. D-8).
Con el gomecismo, la relación de dependencia entre la población y la actividad agrícola
no cambia. Durante este período la ciudad sufrió grandes cambios, en cuanto a obras
públicas se refiere, que le dieron un nuevo rostro urbano. Entre las obras de importancia
histórica y económica que fueron realizadas destacan las construcciones: de la
carretera San Cristóbal- Río Frío y la llamada “carretera central del Táchira” (unía la Villa
con el gran ferrocarril del Táchira); el primer acueducto de la ciudad capital; el Hospital
Vargas que contribuyó con mejoramiento de la red médico asistencial; la pavimentación
de calles, trazados en la capital, viaductos en la parte alta, reformulación de plazas y
paseos; el primer aeropuerto y el Palacio Municipal (hoy “Palacio de Leones” , sede del
ejecutivo regional).
La crisis cafetalera, intensificada al final del período gomecista, produjo un
estancamiento económico en la ciudad que obligó a muchos de sus emigrantes y nativos
a emigrar a otras regiones del país que le brindaran mejores posibilidades de empleo.
También se produjo por séptima vez, una redistribución de la propiedad, basada en la
apropiación violenta de fincas de los “enemigos“ del régimen. Los nuevos propietarios
eran funcionarios del alto rango político y militar del gomecismo, y por primera vez en
la historia apareció el fenómeno de la marginalidad urbana.
Siguían existiendo las casas alemanas Breuer Moller, Steinvorth, Van Dissel; la Noack
ya había cerrado sus puertas. El mayor comercio que hacían estas casas era el de
importar mercancías de diversas clases, las cuales vendían a los comerciantes del
estado.
De iglesias, sólo existían la Catedral que antes era la Matriz o la Iglesia San Sebastián,
la San Juan Bautista, en la Ermita; El Santuario de Nuestra Señora Perpetuo Socorro; en
la plaza San Carlos, La capilla del hospital y otras capillas.
Para el año 1.926, el Presidente de la República, gral. Juan Vicente Gómez, celebra la
terminación del “Puente Internacional Bolívar “, que une las poblaciones fronterizas de
Colombia y Venezuela.
Un año más tarde, esta funcionando en la ciudad, la Clínica del dr. Semidey, la Clínica
Médico Quirúrgica y el Laboratorio Bioquímico, de los doctores Nicasio Rivera y G.
Delgado Palacios H, el anuncio de esta clínica se refiere a la curación radical de la lepra
y como especialistas en enfermedades mentales; la Clínica Dental del dr. Luis Andrés
Cárdenas.
En el campo farmacéutico hay disponibles varios establecimientos como, la Botica
Americana, el expendió de medicinas de José Waldo Ibarra, la Botica El Aguila, la Botica
Central de Ernesto Isea y la Botica de los Hermanos Arbio Sánchez y Heraclio Sánchez.
La industria y el comercio para 1927, es diversas y ofrecen todo tipo de artículos
importados de Europa y Norteamérica. Entre las que se encuentran: La Sultanita de Julio
Carrillo, El Tesoro Escondido, Alejandro Rojas F& Co., Julio A. Villasmil C. y Hno, La
Concesionista de la Studebaker bajo Luis Baclini, El Vesubio con confituras, licores y
helados; Carlos Cacique vende mármol y vidrios, la Ferretería de Metodio Romero y el
Gallo de Oro. La Compañía Anónima del Mercado Cubierto tiene un capital de 250.000
bolívares, y el gerente es D. Semidey G.
Para el disfrute de los visitantes, la ciudad a través del Hotel Royal, brinda cómodos
servicios, también el Hotel Sucre, el Restaurant Francés y la molienda de café “Molino
Rojo” ofrecen una buena atención. Para la vida licenciosa de la ciudad existe el cabaret
“Luna Park”, ubicado en la Concordia.
El uso del automóvil ocasionó la aparición de una serie de servicios vinculados a el, ya
para 1.929 siete centros urbanos del estado Táchira contaban con servicios de este tipo.
Las principales ciudades eran San Cristóbal, San Juan de Colón y Rubio, tenían
empresas de alquiler de vehículos, ventas de accesorios y repuestos, ventas de aceite y
gasolina y talleres mecánicos. En San Cristóbal habían 11 agencias de automóviles,
marca Chevrolet, Pontiac, Oakland, Studebaker, Buick, Ford Fordson, Dodge. etc.; 8
casas de repuestos y accesorios para automóviles; 4 talleres de reparación; 11 ventas
de gasolina y aceite y 9 garages.
En 1.936, el ramo industrial del estado Táchira contaba con un variado número de
industrias alimenticias, textiles, de madera, gráficas, químicas, de cuero y manufactura,
piedra, arcilla y vidrio, siderúrgica, hierro y acero, fundición, talleres de reparación,
tabaquerías y diversas. El comercio estaba liderado por productos comestibles, le
seguían el de las bebidas, vestidos, accesorios caseros, medicinas o drogas, ferretería,
quincallerías, automóviles, camiones y gasolina.
Hacia 1.937, a pesar de que la región encabezaba la producción nacional de café
(15.000 toneladas), la exportación de hidrocarburos, representaba mayores ingresos
nacionales. Es importante señalar que el desfallecimiento de la economía cafetalera en
el Estado se debió a una serie de factores internos y externos de la región y del
mercado.
Es a partir de la década de los años treinta que la economía de San Cristóbal comienza
a crecer por primera vez, independiente del comportamiento agrícola. Este crecimiento
se explica por la expansión del gasto público, que es el principal impulsador del proceso
de urbanización.
2.4.3 Ámbito Cultural Para 1.910, San Cristóbal no contaba con una buena banda de música, por esta razón
el presidente de Estado gral. Régulo Olivares, contrató al profesor Nicolás Constantino
para que reorganizara la banda y adaptarla a sistemas más modernos. El profesor
Constantino inició su trabajo fundando una escuela de música en la cual se enseñaba
teoría, solfeo e instrumentos para banda. La escuela estaba destinada a formar los
músicos necesarios para transformar la antigua Banda del Estado, entre los alumnos se
contaban Felipe Valois, Carlos Medina, Job Amado, Manuel Carreño y Marco A. Rivera
Useche. Este último, años más tarde en 1.934, fundó y dirigió la Estudiantina del Salón
de Lectura, organizó la Orquesta de Concierto del mismo Salón y el Orfeón del Estado.
En ese mismo año, el Salón de Lectura contaba con aproximadamente 1.300 volúmenes
en su biblioteca, distribuidos en las áreas de metafísica, psicología, filosofía, lógica,
gramática, matemática, medicina, literatura y poesía, historia, agricultura, fotografía,
mecánica, ingeniería, geografía, bellas artes y otras.
Entre los años 1.910 y 1.911 se festejaron en la ciudad dos grandes acontecimientos. El
primero de ellos fue la celebración de los “Cien Años” de la firma del Acta de la
Independencia (19 de abril 1.910), desde el Gobierno del Estado hasta las Jefaturas de
los distritos organizaron eventos que incluyeron celebraciones religiosas, paseos
musicales por las principales calles de la capital, retretas, fuegos pirotécnicos, desfiles,
ofrendas florales y actos protocolares y literarios. Otro de los acontecimiento fue el del 5
de julio de 1.911, (cien años de la independencia) entre el programa de festejos
resaltaron las exposiciones de labores, conciertos, desfiles y otras.
Para 1.916, se funda en San Cristóbal el Liceo Simón Bolívar, para ese mismo año el
Táchira tuvo su primera institución de educación superior representada por la Escuela de
Derecho, iniciativa de los doctores J. R. González y Antonio R. Costa. Cinco años más
tarde, nace el Liceo Alemán Elizabeth Schule, que estuvo dirigido por el profesor Fritz
Sandner.
Hacia el año 1.924 las celebraciones patrias se realizan con un gran sentido de respeto y
nacionalismo, para enaltecer al gobierno y a la sociedad, cada fiesta representa un
verdadero acontecimiento nacional. Desde el punto de vista popular la capital se regocija
en las fiestas de enero, en honor a San Sebastián y en los famosos carnavales del gral.
Eustoquio. Al igual que en épocas anteriores la junta de fiestas es designada un año
antes por el Consejo Municipal.
Doña Regina de Velásquez, fue una luchadora incansable del acontecer educativo en el
Estado, se vio reflejado principalmente en la ciudad. Muestra de ello fue la creación de
la Primera Escuela Normal del Táchira, la fundación del primer Kindergarten Público
(1925) y de La Escuela Nocturna Gratuita. En 1.927 logra abrir en la Escuela Graduada
Bustamante, el bachillerato femenino; y finalmente para 1.931 fundó la Escuela de Artes
y Oficios para Señoritas y la Escuela de Comercio.
Las fiestas se iniciaban,
“Al amanecer el 20 de enero el entusiasmo popular llegaba a su máxima expresión. La solemne misa diaconada de las nueve de la mañana congregaba en la Iglesia Parroquial de San Sebastián a un incontable número de fieles allí estaban representados los hombres de los campos más remotos que efectuaban largas y trabajosas caminatas para disfrutar de la celebración […]. La ceremonia religiosa era la revelación más veraz y objetiva del Táchira de entonces. San Cristóbal en pleno, junto con los aldeanos remotos y los visitantes de la mayoría de poblaciones del estado, acudían a la Santa Misa con fervorosa edificación. Los representantes de los poderes públicos hacían acto de presencia en el Templo de san Cristóbal, ataviados de rigurosos trajes de etiqueta y con gran circunspección y recato en sus maneras […]. Por la tarde tenía lugar la corrida de toros. La plaza era un hervidero de sol, música, visos y lentejuelas. Los palcos y palquetes rebosaban de toda clase de gentes […] Enfurecido salía el primer toro humeando por la arena, mientras una recámara escandalosa que rodeaba la plaza en su perímetro y terminaba en un mortero ensordecedor, se prendía en este preciso instante para que excursionara entorno de la cera. Nuevos toques de clarines anunciaban los cambios de capa, de banderillas y de muleta. Se lidiaban seis a siete toros a en cada corrida, pero después del primero la Capitanía correspondiente obsequiaba el acostumbrado brindis de champaña […]. Terminada la corrida las familias, de acuerdo a su categoría, se iban a los centros sociales para asistir a las vespertinas bailables, las cuáles tenían lugar en todos, ya fuera en el Club Táchira, en el Club 19 de Abril […] Todo este entusiasmo era realzado además por los bailes populares que ocurrían en diversos sitios de la ciudad; por espectáculos artísticos y folklóricos, y especialmente por los paseos de música que, ya fuese con la banda del Estado o con las diversas orquestas que concurrían a los festejos, recorrían las calles de San Cristóbal a las 8 de la mañana o a la hora del medio día. Por la noche en la misma Plaza de Toros, tenía lugar las vistas, o exhibiciones cinematográficas. […] Tenía lugar también en estas horas los fuegos artificiales, que dibujaban las más fastidiosas y brillantes figuras en el fondo de la noche, así como también la ascensión de globos de colores que daban al cielo un rostro de maravillosa y policromática iluminación. Pero al lado de estos aspectos de carácter festivo, resaltaba en la Feria y Fiestas de San Cristóbal en carácter mercantil. La ciudad se convertía por los ocho días en una gran casa de concentración. Aparecían entonces las exposiciones de los criadores, cafeteros y hacendados. Todo el mundo
concurría a exponer, a vender y a comprar […]” (Villamizar,1980, p. 511-514)
Luego de la celebración de la Feria y Fiestas de San Cristóbal, en honor a San
Sebastián, fueron publicadas las contribuciones en una relación de ingresos y egresos;
las ganancias de 1.925 se repartieron entre el Hospital y el Asilo de Huérfanos.
Durante las fiestas de enero, las corridas se efectuaban en la Plaza Páez, actualmente
parque Bolívar; el despliegue y el entusiasmo de la concurrencia demuestran su gran
fama. Las grandes familias ocupan los palcos con mejor vista y ostentan sus elegantes
galas; las retretas son la mejor distracción y la quema anuncia la última noche de
fiestas.
Ya para 1.927 desde el punto de vista literario, San Cristóbal vive en la época del
romanticismo y en algunos casos refleja pequeños esbozos del modernismo. La
perspectiva cultural e intelectual está regida por el salón de lectura, cuya sede definitiva
se empieza a construir en 1.935.
Los acontecimientos religiosos mantienen muy interesada a la población, principalmente
en el mes de enero, cuando las misas en honor a San Sebastián, se inician el día 10 a
las seis de la mañana. Las costumbres religiosas son austeras, la conducta y el
vestuario dentro del templo son muy comedidos y a las damas se les exige entrar a la
iglesia con velo, pañolón o mantones de manila.
Para las actividades sociales, en la capital del Estado funcionan los clubes, Táchira, 19
de Abril y Demócrata; en 1.927 se fundan el San Cristóbal Tennis Club y el Obrero Sport
Club.
A pesar del duro régimen que vivió el país en esa época, la proliferación de diarios no
disminuyó, por el contrarío circularon más de 120 periódicos. Destacando el Diario
Católico, considerado en la actualidad como el decano de la prensa tachirense; Vuelvan
Caras, Vanguardia y El Centinela.
2.5 Quinta Etapa 1.940-1.965
INICIO DE UN CRECIMIENTO DESMEDIDO (Característico de una ciudad Urbana)
2.5.1 Aspectos Sociales El total de habitantes de San Cristóbal para el año 1.941 era de 51.254 de los cuales
35.914 correspondían a la población urbana, lo que demuestra que la ciudad ya para
esta época había alcanzado en gran medida el status de “ciudad urbana”.
La ciudad ocupaba una extensión de unos tres kilómetros cuadrados y esta conformada
por los municipios San Juan Bautista, San Sebastián y Pedro María Morántes.
El acueducto que surte a la localidad de agua se abastecía de las quebradas Las
Cumbres y La Parada. La comunicación por tierra se realizaba por toda la región a
través de una buena red de carreteras y caminos vecinales.
También cuenta con otros servicios de comunicación como: la estación telegráfica, que
es la cabecera de la seccional Táchira del Circuito de los Andes. Su red telefónica, con
centro en la ciudad, en donde funcionan más de 600 aparatos en servicio.
San Cristóbal se desarrolla sobre terrazas escalonadas que terminan en el cauce del río
Torbes; y el desnivel entre cada terraza es bastante pronunciado, de ahí que sus calles
presenten fuertes pendientes.
Sus plazas, grandes y enormes estaban casi siempre llenas de flores y en sus bancos
nunca faltaba la gente que disfrutaba del paisaje y las tertulias. La plaza Bolívar, Páez, o
la Garbiras, el parque dedicado a Ramón Buenahora o el parque de deportes Don Juan
Maldonado representaban los sitios más idóneos para el descanso y la distracción, en
esos años.
Por otra parte, en la década de 1.935 a 1.945, se fundaron en San Cristóbal las tres
primeras clínicas privadas que fueron: Policlínica Táchira, Clínica Los Andes y Clínica
Doctor Semidey.
En este período, la ciudad disfruta de muchos servicios característicos de una población
urbana. Se establece la Cruz Roja en el estado Táchira (1939), institución de carácter
internacional cuyo primer presidente, fue el doctor Francisco García Monsalve. Durante
30 años la Cruz Roja funcionó en el centro de la ciudad, en casas adaptadas para la
atención de la maternidad y servicios afines, en favor del sector más necesitado de la
población, también desempeñó actividades relacionadas con labores benéficas en caso
de calamidades públicas.
El Rotary Club de San Cristóbal, es también una institución de origen internacional que
en el año 1.939, estando bajo la presidencia de doctor Juvenal Curiel promovió la
fundación del Sanatorio Antituberculoso de la Av. Guayana; su edificación fue realizada
durante la administración del doctor José Abel Montilla, presidente del Estado para
aquella época. Igualmente, patrocinó la creación de: la Asociación Tachirense de Lucha
Antituberculosa (ATACA), El servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatológica fundada en
el Hospital Vargas (1949); la consulta de Niños Lisiados (1953) y el Banco de Anteojos
para escolares pobres.
Hubo otras instituciones de beneficencia pública y servicios médicos que nacen durante
estos años, destacan: El Club de Leones (1943), que promovió y fundó obras como, el
dispensario médico-infantil en 1961, el pabellón anexo a la Cruz Roja y albergue
oncológico; el Instituto de Prevención y Asistencia Social del Ministerio de Educación
(I.P.A.S – M.E), creado en 1950, inicialmente sólo para consultas de Obstetricia y
Pediatría, posteriormente incorporó los servicios de Odontología, Pediatría, Rayos X y
Laboratorio; y el Hospital del Seguro Social, que comenzó a funcionar en 1.951.
En cuanto al servicio sanitario, para el año 1.944 llegaron al hospital de San Cristóbal
varios casos de una grave enfermedad, cuya característica clínica y epidemiológica,
sirvieron de base al doctor Carlos González para sospechar que se trataba de fiebre
amarilla o selvática, lo cual fue notificado al Servicio de Asistencia Social en Caracas. A
esto se le sumaron enfermedades como la tuberculosis, el paludismo, la fiebre tifoidea y
el sarampión, esta última más frecuente en los niños.
Una de las causas que contribuyó a la proliferación de esas enfermedades fueron las
condiciones de pobreza y la ignorancia de la población, estas propiciaban la
desnutrición, y ocasionaban que el organismo se hiciera menos resistente a las diversas
patologías presentadas.
Ya para la segunda mitad del siglo XX la población de San Cristóbal era de 73.643
habitantes (ver cuadro nº 3), según el censo realizado el 20 de noviembre de 1.950.
Como una innovación, en este censo, figuró la indagación de la modalidad unión
consensual para el estado civil de los censados; mientras que los anteriores se limitaron
a los estados civiles legales: soltero, casado, divorciado y viudo; este se interesó por
conocer otros tipos de uniones “libres”, ya que estas tienen una significación similar a la
del matrimonio.
La tasa de nupcialidad del estado Táchira para ese año fue de 5,8 por mil. En San
Cristóbal la proporción de varones casados de 15 años y más era de 34,2% y en las
hembras fue de 29,2%.
Desde los primeros censos, el Estado ha mostrado un saldo migratorio interno
desfavorables, el cual ha ido aumentando con el tiempo al extremo de que mientras en
1.920 había en la entidad 1.898 forasteros procedentes de otras regiones del país y
3.116 tachirenses se encontraban fuera de la entidad, en 1.950 estas cifras habían
subido a 12.362 y 46.076, respectivamente. Este saldo desfavorable se compensa con
la afluencia de colombianos en 1.941. Sin embargo, entre 1.936 y 1.941 parece haber
ocurrido una paralización en esta inmigración, produciéndose así una pequeña reducción
en los extranjeros y haciendo del balance migratorio total favorable. Mientras que el
proceso ocurrido en 1.950 fue totalmente adverso.
El distrito de mayor emigración absoluta fue el de San Cristóbal, con 16.763 nativos
ausentes en otras entidades y 5.928 en otros distritos de la propia entidad, lo que
representa un 32% del total de la población nativa. Al mismo tiempo, es el distrito con
mayor inmigración dentro y fuera del estado, esta seguido por Jáuregui y Uribante.
Mientras que entre todos los distritos hay un fuerte intercambio, en San Cristóbal y
Bolívar, más del 40% de las personas censadas eran forasteros, de otros distritos,
entidades o del exterior, este último en su mayoría de origen colombiano.
La casi totalidad de extranjeros en el Táchira procedían del vecino país Colombia. En
1.950, cuando ya existía en el país una gran diversificación de nacionalidades, los
colombianos constituían el 97% de los extranjeros en el Estado y apenas habían, 122
españoles, 167 italianos, 9 portugueses y 508 personas de diferentes países.
El mejoramiento de las viviendas en el Táchira entre los años 1.941-1.950, fue bastante
importante. En esos años, las casas con piso de tierras bajaron de un 72% a un 55,7%.
Un comportamiento similar tuvieron las viviendas con techo de paja o palma,
reduciéndose de un 43,3% al 32,3%. Asimismo, el abastecimiento de agua, el sistema
de eliminación de excretas, el alumbrado y la disposición de la basura mejoró en gran
medida. (Ver cuadro nº 4).
De acuerdo con los elementos predominantes, las viviendas de los centros urbanos del
Estado se caracterizan por tener piso de cemento o ladrillo, techo de teja, paredes de
adobe o tapia y dispone de agua de acueducto, pero no siempre de letrina o baño. En la
zona rural, las viviendas tienen piso de tierra, paredes de bahareque, techo de paja o
palma, el abastecimiento de agua se da por medio de río o fuente y carece de sistemas
para la eliminación de las excretas. Un 60% de la población de la entidad habita en estas
zonas.
La situación de la vivienda familiar en la ciudad de San Cristóbal mejoró notablemente
en todos los aspectos durante los años 1.941-50. Para el año 1.950, más de 65% de la
población de la ciudad era urbana; mientras que en el Estado la población urbana era
del 39%. (Ver cuadro nº 5).
Las principales autoridades civiles del Estado, en esos años son: el Gobernador, Antonio
Pérez Vivas, el Secretario General de Gobierno, Directores de Sanidad y Asistencia
Social, Educación, Administración, Política, Economía, otros. Las distritales estaban
encabezadas por el Alcalde, el Secretario y las cuatro prefecturas (San Juan Bautista,
San Sebastián, Pedro María Morantes y Córdoba).
En cuanto a protección militar, en la ciudad se encuentran el Cuartel Nacional Bolívar, el
Comando de Agrupamiento Nº 1 y el Comando de la Guardia Nacional. También existían
dos partidos político, el U.R.D y Copei.
Para 1.950 las principales zonas residenciales de San Cristóbal eran, Barrio Obrero,
Barrio Coromoto, Barrio Militar y La Concordia. Además, contaba con nueve parques
(Bolívar, Sucre, Pedro María Morantes, Ramón Buenahora, Juan de Maldonado,
Garbiras, Miranda, Urdaneta y Páez); ocho plazas (Miranda, Urdaneta, Páez, La
Concordia, San Miguel, San Carlos, Las Madres y Los Mangos); un Stadium “Táchira”;
cuatros piscinas (Juan de Maldonado, Madrejuana, Tennis y San Francisco), todos estos
lugares sirvieron como puntos de distracción y centros deportivos para la sociedad de la
época.
Por acuerdo de la Asamblea Legislativa del Estado en sus sesiones de 1.953 se creó
con parte del municipio San Sebastián la circunscripción La Concordia en la capital San
Cristóbal. La ciudad, quedó formada por los núcleos urbanos de los municipios La
Concordia, Pedro María Morantes, San Juan Bautista y San Sebastián.
Por otra parte, según Romero Lobo (1993), para el año 1.953, las patologías dominantes
en los niños eran las infecciones de tipo contagioso. Era frecuente ver problemas de
poliomielitis, difteria, tétano, tos ferina, fiebre tifoidea, paludismo y tuberculosis en forma
muy avanzada.
La gastroenteritis diezmaba la población infantil, porque los métodos de hidratación no
estaban tan avanzados como ahora y se recurría a tratamientos caseros. Esta
enfermedad fue la causa principal de mortalidad en los primeros 50 años del siglo XX,
la gente moría en sus ranchos porque no podía trasladarse, las vías de comunicación
eran inexistentes o estaban en mal estado, además la población rural estaba muy
dispersa.
Una nueva etapa en materia de asistencia social comienza en el año 1.958 con la
fundación del Hospital Central, ubicado en la Concordia. Desde ese año, empezó a
servir como refugio para los enfermos crónicos, cumpliendo con una excelente función
para el reducido número de pacientes.
Ya para el año 1.961, en San Cristóbal habitaban 118.456 personas, y el total de la
población en el Estado era de 399.113 habitantes.
2.5.2 Aspectos Económicos
Para 1.941, las acciones de la “Caja popular de San Cristóbal“, llegaban a ocho mil
quinientos noventa y nueve, y tenían un valor de 429.850 bolívares. Por su parte, los
depósitos en la Caja de Ahorros y bancarios, pasivos de la sociedad, fluctuaban en un
millón de bolívares. Esta empresa en forma de Cooperativa prestó incalculables
beneficios al progreso del Táchira, a pesar de no haber contado nunca con la protección
económica del Estado.
Para ese año conforme con el artículo 27 del Decreto Ejecutivo del 23 de Julio, las
divisas generadas de la exportación de café, cacao y ganado vacuno debieron
negociarse exclusivamente con el Banco Central de Venezuela a los tipos de cambio: el
café a 4,60 Bs. por dólar; el cacao a 4,30 por dólar; con la implementación de estas
medidas el Gobierno Nacional tuvo que brindar protección eficaz a la agricultura y la cría
venezolanas reemplazando así el sistemas de primas.
Al igual que en otras épocas, San Cristóbal sigue siendo el centro económico de todo el
Estado, su influencia llega hasta los Llanos Occidentales. Sus vegas cercanas,
constituyen la principal plaza mercantil del Estado y allí está centralizada la compra y
venta de los recursos naturales regionales. En el ramo hotelero están disponibles los
hoteles Royal, Bellavista, América y se multiplicaron las pensiones.
El sector industrial comprende, talabarterías, fábricas de bebidas gaseosas, fabricación
de artículos a base de fique, fábricas de ladrillo y tejas, plantas de beneficio de arroz y
otras industrias varias para el consumo interno. En cuanto al sector comercial, constituye
su núcleo en el mercado que es la representación de toda la actividad mercantil.
La actividad bancaria de las ferias tradicionales, se realizan en el Banco del Táchira y las
sucursales del Banco de Venezuela y del Banco Agrícola y Pecuario. En San Cristóbal
funciona la Oficina Principal de correos (cabecera del Distrito Postal) que tienen servicios
de giros hasta por 500 bolívares y envíos contra reembolsos de hasta 2.000 bolívares. El
correo tanto terrestre como aéreo llega diariamente.
Hasta el año 1.945, en el Táchira giraba sólo un banco, más específicamente una
agencia del Banco de Venezuela, cuya función de rutina era la del pago de los sueldos a
los empleados, y la entrega cada mes de las cuotas del situado constitucional de la
entidad.
Como consecuencia de la posición asumida por Venezuela y Colombia, de parte de los
aliados durante la Segunda Guerra Mundial, al igual que en otros países suramericanos,
estos tomaron una actitud de represalia ante las sociedades alemanas, por esta razón
las antiguas casas Van Dissel, Rode & Cía, Sucs., cerraron sus puertas en 1.945.
En cuanto a la agricultura, para 1.950 los cultivos permanentes y transitorios alcanzaban
la cuarta parte del total de la superficie del distrito San Cristóbal y el número de
productores agrícolas era de 3.045 según el censo, de los cuales 154 eran arrendatarios,
157 aparceros y 459 ocupantes y 12.247 propietarios. De allí en adelante se produjeron
muchos cambios en la economía de la capital.
Para ese año el estado sigue siendo esencialmente agrícola. Contaba con unas 150.000
cabezas de ganado vacuno, que representa una cifra importante en cuanto a que la
superficie y extensión de terreno dedicada a pastos es muy reducida (180.000
hectáreas). El cultivo predominante era el café, abarcaba el 40% de la superficie
cultivada, con 50.387 hectáreas principalmente en los distritos San Cristóbal, Junín y
Uribante, siendo la primera entidad productora con 11.828 toneladas métricas (Tm.) de
grano trillado.
La caña de azúcar ocupa un lugar importante con 9.086 hectáreas cultivadas en todos
los distritos, principalmente en Jáuregui, Cárdenas, Ayacucho y Bolívar, destinados en
su mayoría a la producción de papelón, esto la ubicaba en la segunda entidad más
productora de este artículo con 18.282 Tm.
De las 25.083 explotaciones agropecuarias censadas (1950), el 60% tenía menos de 10
hectáreas y el 17% entre 10 y 19 hectáreas. Al primer grupo le corresponde el 8.6% de
la tierra y al segundo otro 8.6%, de manera tal que el 23% de las explotaciones tenían
más de 20 hectáreas, comprendiendo así el 82,8 % de la tierra.
El mayor número de explotaciones figuraba en los distritos San Cristóbal, Uribante y
Jáuregui, los dos últimos se caracterizan por ser ganaderos y con poca densidad
demográfica, mientras que el primero presenta la tasa más alta de densidad poblacional
por ser capital de Estado.
A pesar de que la población activa dedicada a las actividades agrícolas (en 1.950)
aumentó al 20,5%, entre los años 1.941-50, se observó una disminución en la
importancia de esta actividad. Mientras que en el campo de servicios y comercio se vio
un incremento del 43% en 1.941y un 57% en 1.959.
La participación de los extranjeros en las actividades económicas de la entidad fue
importante, ya que debido al aumento que se produjo (entre 1.941-50) en este grupo, el
porcentaje de participación subió del 10,2% al 13,8% respecto al total de la población
activa ocupada.
Casi la totalidad de extranjeros colombianos se dedicaban principalmente a la
agricultura, siguiendo en importancia la industria manufacturera, los servicios y la
edificación, además de presentar notables aumentos en todas las ramas. En la industria
manufacturera destacaban, las panaderías, fábricas de calzados, carpinterías, fábricas
de tabaco, confección de ropa, fábricas de materiales de construcción y talleres
mecánicos. Dentro de la población activa del Estado, los colombianos, figuraban con un
21,9% los empleados y obreros, extranjeros o naturalizados; el 10,8% eran patronos; el
8,5% trabajadores por cuenta propia y el 4,3% trabajadores familiares.
El grupo más importante, dentro de la clasificación de población activa por ocupación, es
el de “agricultores y ganaderos y afines”, representado por un 59,7% de la población
activa ocupada; está seguido por el grupo de servicios, con un 20,1%. (Ver cuadro nº 6)
En el ámbito profesional el estado contaba a mediados del siglo XX con: 70 médicos; 54
ingenieros, de los cuáles 36 estaban en el distrito San Cristóbal; 25 ingenieros
agrónomos; 39 odontólogos; 8 veterinarios, 51 abogados (excluyendo los jueces); 4
arquitectos; 32 farmacéuticos; 374 enfermeros y enfermeras; y 76 parteros y
comadronas. La desocupación en estos años, era apenas del 2,7% de la población total
activa. En el distrito San Cristóbal era del 4,3% del total.
Las vías de comunicación se hacían más extensas en la parte occidental. La carretera
principal es la transandina, en el sector que entra desde el estado Mérida por el Páramo
La Negra en el municipio San Simón y atraviesa la entidad hasta San Antonio en la
frontera con Colombia. Otra vía importante ere la de San Cristóbal- Santo Domingo- San
Antonio Caparo con 155 km., y el ramal de Piscurí hasta Guasdualito (estado Apure).
Para 1.950 el Táchira era la entidad que contaba con mayor extensión de carreteras
(919,5km), lo cual dada su pequeña superficie (11.100 km2), significaba una excelente
situación casi comparable con los estados Aragua, Carabobo y Trujillo. En este mismo
año se inició la construcción del tramo de la carretera panamericana desde San Cristóbal
a la Fría y de ahí al Vigía (estado Mérida).
Otra vía de comunicación importante fue el Ferrocarril del Táchira, hacia el puerto fluvial
de Encontrados, al sur del lago de Maracaibo en el estado Zulia, con un ramal de
11,5km, tendido (1937) desde Onope hacia el Puerto Villamizar de Colombia, para
empalmar con el Ferrocarril de Cúcuta. El sistema ferroviario del Táchira se sostenía con
el transporte de café y ganado, que eran exportados por Maracaibo después de varios
trasbordos.
En San Cristóbal, la avenida principal era la Guayana vía Los Kioskos por el lado norte.
Para este año existían los puentes, Libertador (carretera vía Táriba), puente Real (vía
carretera Internacional), la Bermeja (vía carretera Internacional), El Salado (Madrejuana)
y San Félix (vía Táriba), estos sirven para unir las diferentes comunidades con la ciudad.
Fueron censados (1950) en todo el Estado, 44 hoteles, 236 pensiones y hospedajes, 32
instituciones educacionales, 15 hospitales, 3 clínicas, 5 asilos, 23 instituciones militares,
2 instituciones penales, y 14 instituciones religiosas además de 72 grupos colectivos no
especificados, en su mayoría puestos de policía. Solamente en el distrito San Cristóbal
figuraban las instituciones penales y los asilos.
Al comienzo de los años 50 del siglo XX se construyeron las primeras urbanizaciones de
la ciudad, la primera fue la Urbanización Torbes, posteriormente se construyeron las
urbanizaciones, Mérida ubicada en el Consejo Municipal y Pirineos. Durante el gobierno
de Pérez Jiménez, también se realizaron obras de gran importancia para la ciudad como:
la Casa Sindical, hotel El Tamá, el Circulo Militar; se inauguró el conocido viaducto viejo,
el nuevo puente Internacional Simón Bolívar y la avenida Libertador.
En estos años, funcionaba en San Cristóbal, la Compañía Anónima de Mercado
Cubierto, el Mercado Libre, la Casa de Abastos de la Ermita y el Mercado Libre de la
Concordia. Y para el manejo de las actividades económicas estaban los bancos:
Venezuela, Táchira, Agrícola y Pecuario y Obrero.
Existe también en la ciudad una empresa o instituto de beneficencia pública que es la
Lotería de Táchira. Las principales firmas comerciales e industrias son: Rafael León,
Vivas Hermanos, Julio carrillo, Martín Marciales, Muchacho Hermanos y Ruiz y Niño, en
cuanto a lo comercial; Tropical, Embotelladora La Occidental, La Española, La Iberia;
Manufacturas de Cemento y Bahía, en el ámbito industrial.
Las compañías de seguros y capitalización, están representadas por La Compañía
Anónima Caracas, Confederación del Cánada y Panamerican Life Insurange. Entre las
empresas de transporte aéreo funcionaban, Ransa, Línea Aeropostal Venezolana, Taca
y Avensa; y en las de transporte terrestre estaban Occidente, Táchira, Primavera y
Nuevas Brisas.
Luego de la confiscación de los bienes de Gómez, el crecimiento de la ciudad se produjo
hacia el suroeste (rumbo a la Sabana, hoy la Concordia), antiguamente ocupado por
fincas ganaderas. El crecimiento fue dominando los espacios de los hatos y la ciudad
llegó hasta la entrada de la vía de los llanos. Se observó en estos años que el apego a la
tierra ya no era para sembrarla sino para construir sobre ella, lo que provocó una
concentración del proceso industrial del Estado en la ciudad, que sumado al gasto
público la convirtió en el poder mercantil de la región.
2.5.3 Aspectos Culturales
Para el año 1941 existen en San Cristóbal, 5 escuelas federales grandes, 3 escuelas
particulares, 29 escuelas federales, 19 escuelas estadales y municipales.
Las Feria y Fiestas de San Cristóbal se iniciaban el 19 de enero de cada año, con alegre
repicar de campanas, profusión de pólvora y melódicos compases de las bandas. El día
20, las dianas madrugadoras, anuncian la celebración religiosa, y a las nueve de la
mañana comienza la Misa Pontifical. Por la tarde de este mismo día, salía la procesión
del santo San Sebastián por las calles embanderadas, en algunas ventanas aparecen
las vitelas y las macetas policromas; y en la noche disfrutaban de las retretas y cines
públicos en las principales plazas.
Hasta 1.940, se utilizó como plaza para toros de enero la actual plaza Urdaneta,
conocida por muchos años como Plaza 19 de Diciembre. Luego se usó, hasta 1.957, la
Plaza la Concordia o del Samán, en la Concordia.
El estado Táchira presentaba en 1.950 una situación intermedia en cuanto al
analfabetismo de la población de 15 años y más, con el 51,8% de analfabetos (ver
cuadro nº 7), siendo el promedio nacional del 49,0%; en la capital la tasa de
analfabetismo, en ese año era del 24,9%. Por otra parte, la tasa de alfebetismo entre 15
años y más, en el estado era del 48%, mientras que en la ciudad de San Cristóbal era
del 62%.(Ver cuadro nº 8).
En relación con la asistencia escolar, en la capital, durante el período de educación
obligatoria (7 a 14 años), era del 71,7%. Las proporciones para educación superior
(universitaria o asimilada) en los varones de más de 35 años sólo era del 5,4 por mil
para los que terminaron y del 1 por mil para los que interrumpieron, esto se debe a la
proximidad de la Universidad de Mérida y las facilidades educacionales en la República
de Colombia.
A mediados del siglo XX San Cristóbal cuentaba con nueve iglesias, (Catedral, San Juan
Bautista, Santuario, San José, Coromoto, capilla de los Dominicos, capilla del Rosario,
capilla de las Mercedes y la capilla del Carmen); siete teatros (Cinelandia, Concordia,
Garbiras, San Carlos, Trópical, Popular y Coromoto); dos institutos culturales de obreros
(Centro de Historia y Legión Alfabetizadora Obrera); seis bibliotecas públicas y privadas
(Salón de Lectura, Comedor Popular, Colegio la Salle, Colegio Maria Auxiliadora, Liceo
Simón Bolívar y el Instituto de Comercio Alberto Adriani); dos radiodifusoras ( Voz del
Táchira y Ecos del Torbes) dos orquestas (tropical Boy`s y Swin Melody); y ocho clubes
(Táchira, Demócrata, Tennis, Latino, Hípico, Magisterio, Club de Leones y Rotario).
La Junta Organizadora de la Feria y Fiestas de San Cristóbal de 1958, estuvo presidida
por el dr. Luis Andrés Rugeles y Miguel A. Moreno, como secretario. Estas fiestas
estuvieron dedicadas a vincular a la tradición, uno de los más interesantes y
trascendentales aspectos de la vida intelectual y emocional de San Cristóbal, como lo
era la educación de la niñez y la juventud.
Entre las instituciones homenajeadas ese año figuraron: el Liceo “Simón Bolívar”, el
colegio “Maria Auxiliadora”, la Escuela Industrial “San Cristóbal”, el colegio “La Salle”,
“Santo Domingo”, los grupos escolares “Bustamante” y “Carlos Rangel Lamus”, el
instituto “Católico Femenino”, los colegios “Andrés Bello”, “Vargas”, “Táchira”,
“Venezuela” y tantos otros que dan testimonio de la trayectoria intelectual y educativa del
Táchira.
La celebración de la Feria y Fiestas del año 58, tenía como finalidad,
“Brindar tributo y gratitud a los insignes pioneros de la educación y la cultura en el Táchira y a los abnegados continuadores de su obra. Cada uno de estos edificios, cada uno de estos centros del pensamiento, de la enseñanza y de la educación tienen su historia. La mayoría de ellos albergaron y nutrieron con sus enseñanzas y su disciplina el espíritu y el carácter de ese denso y valioso núcleo de profesionales con que cuenta hoy la capital del Táchira y que son honra y prez de la ciencia, la técnica y las letras”13.
Además, la Junta Organizadora hace una invitación a todo el pueblo, como un
reconocimiento al Jefe de Estado, Pérez Jiménez. “Por su gran obra realizada que hace
patente el postulado político- administrativo de su gobierno” (Ibíd.).La celebración se
inicia el 19 de enero con la procesión del patrono por las principales calles de la ciudad.
El programa estaba organizado de la siguiente manera:
Lunes, 20 de enero.
13 Programa de la Feria y Fiestas de 1958
6am. Bandas de música recorren las principales calles de la ciudad, con juegos
pirotécnicos.
9am. Misa ofrecida por Exmo. Señor, dr. Alejandro Fernández Feo, Obispo diocesano.
Hacen acto de presencia los altos dignatarios del poder civil y de las Fuerzas Armadas,
representaciones del poder Judicial del ilustre Consejo Municipal y de las Instituciones
culturales, sociales, docentes y deportivas, y la Junta organizadora de la Feria y Fiestas.
12am. y 6pm. Otro recorrido, con músicos y juegos pirotécnicos por las principales calles
de la ciudad.
7,30pm. Inauguración de la Exposición Industrial del Estado, en el Parque de
exposiciones Ministerio de Agricultura y Cría en la Concordia.
8,15pm. Cine en la Plaza de Toros.
Martes, 21 de Enero. Se inician los festejos populares. La Junta dedica la celebración al
Señor Ministro de Agricultura y Cría, al Ejecutivo del estado, al Comando del
Agrupamiento Nº1, al Presidente de la Corporación Venezolana de Fomento, así como a
los Ejecutivos de los Estados Mérida, Trujillo, Barinas y Apure.
8am y 12am. Paseo de bandas por la ciudad
4pm. Primera tarde de toros
7,30pm Inauguración de las Exposiciones Agrícolas y Ganaderas en el Parque M.A.C.
8,15pm. Cine en la Plaza de Toros.
Miércoles, 22 de Enero. Este día corresponde, al Ilustre Consejo Municipal, a las
prefecturas y comandos de policías del distrito San Cristóbal, al municipio Córdoba y a
las Autoridades del pueblo del distrito Cárdenas.
8am y 12am. Paseo de las bandas musicales
4pm. Segunda tarde de toros, en la plaza la Concordia.
8pm. Presentación de atletas internacionales, en un programa de lucha libre. En el
gimnasio “2 de Diciembre”.
8,15pm. Cine en la plaza de toros.
Jueves, 23 de Enero. Los actos de este día se dedican a la Jefatura y Personal de Obras
Públicas Nacionales del distrito N º2, a la Dirección y Persona de la zona N º2 del M.A.C,
a la Administración y Personal del INOS (zona Táchira) y a las autoridades y pueblo de
los distritos Jáuregui y Uribante.
8am. y 12am. Paseo de bandas por la ciudad.
4pm. Gran corrida de toros.
8pm. Retreta en las plazas “Bolívar” y “Los Mangos”
8,15pm. Cine en la plaza de toros.
Viernes, 24 de Enero. El cuarto día de festejos populares esta dedicado al comercio, la
banca y centros sociales de la ciudad, a la dirección y personal de las Escuelas
Normales “Interamericanas” y “Gervasio Rubio”, a los representantes de la industria y a
las autoridades y pueblos de los distritos Ayacucho y Lobatera.
8am. y 12am. Igual que en días anteriores.
4pm. Corrida de toros.
8pm. Velada artístico-literaria, en el grupo escolar “Carlos Rangel Lamus”
8,15pm. Cine
Sábado, 25 de Enero. Los actos se dedican al Poder Judicial, a los profesionales de las
ciencias, al director nacional de deporte, a la comisión regional del Instituto Nacional de
Deporte y a sus asociaciones, a las autoridades y pueblo del distrito Capacho, a la
prensa y a la radio, a la Academia de Música y bandas musicales de la ciudad.
8am. y 12am. Igual que en días anteriores las bandas musicales pasean por las calles
de la ciudad.
10am. Carrera en bicicletas. Prueba de pista, 40 km. de recorrido, ocho vueltas al
circuito del Gimnasio “2 de Diciembre”-Hotel “El Tama”. Participan penalistas nacionales.
4pm. Corrida de toros.
8pm. Conciertos musicales en las plazas “Bolívar” y “Sucre”.
8,15. Cine
Domingo 26 de Enero. Último día de fiesta. Los actos están dedicados al Comando
Regional de las Fuerzas Armadas de Cooperación, a la administración de Aduanas de
San Antonio, a las autoridades y pueblos de los distritos Junín y Bolívar, al Consulado de
Venezuela en Cúcuta y colonia residente en la misma ciudad y a los trabajadores del
volante.
8am. y 12am. Por última vez en esta temporada de las Fiestas, la capital
se llena de alegría manifestada por las bandas musicales.
10am. Clásico de ciclismo “Junta de Feria y Fiestas”. San Cristóbal-Michelena-San
Cristóbal. Partida desde el gimnasio “2 de Diciembre”.
10,30am. Competencia de natación en la piscina del Campo deportivo “Juan Maldonado”
a cargo de un grupo de atletas regionales.
4pm. Última corrida de toros.
8pm. Artística quema de pólvora y retreta especial por cuatro bandas de música en el
Estado.
A partir de los años sesenta la capital celebra el Día de la Ciudad (31 de marzo) cada
año. Ese día se hace entrega del emblema de oro de la ciudad, a diversas
personalidades e instituciones que han contribuido con el desarrollo social-cultural-
económico y político de la capital.
En 1.961, en el marco del cuatricentenario de la capital se dio a conocer en sociedad, el
himno de la ciudad, bajo el nombre de “Salud San Cristóbal”, cuya letra y música fue
compuesta por Marco Antonio Useche. Pero fue sólo hasta 1968 que se decretó como
Himno Oficial del Distrito, utilizándose en los actos públicos de la ciudad y en la Plaza de
Toros antes de las corridas.
Las Feria y Fiestas de San Cristóbal, cambia su nombre en 1.965 por el de Feria
Internacional de San Sebastián. Un año más tarde se llevó a cabo la primera vuelta
ciclística al Táchira, quedando como ganador el pedalista colombiano Martín Emilio
“Cochise” Rodríguez, quien por varios años fue una figura estelar en la Vuelta.
Hasta la mitad de los años sesenta la feria fue un magno evento, lleno de bellísimos
espectáculos y de mucho esplendor. Conjuntos artísticos, seleccionados de diversos
países del mundo llenaban las plazas y calles de San Cristóbal, con gracia, arte y
colorido casi fantasiosos. Una de las atracciones más lucidas de la feria durante los
primeros años de su modernización e internacionalización era el show de la Banda de la
Universidad de Purdeu, del estado de Indiana en los Estados Unidos. Pero con la
inflación y la devaluación de la moneda estos grupos artísticos no se volvieron a
contratar. La elección y coronación de la reina ha sido uno de los actos más lucidos de la
feria después de la modernización, siendo la primera en coronarse en el año 1965, Nelly
Colmenares.
En 1967, fue inaugurada la Plaza de Toros en Pueblo Nuevo. Este acontecimiento fue de
gran importancia tanto para el desarrollo ulterior de la feria como para el urbanismo y la
vialidad de la parte norte de San Cristóbal, dentro de este resaltan la aparición de las
avenidas: España, José Rafael Ferrero, Los Agustinos, Universidad; la Zona Industrial,
el Aeropuerto de Paramillo, el Polideportivo, el Velódromo, la Universidad Experimental
del Táchira, el Palacio de la Cultura y el Hospital Militar.
Al igual que en las otras etapas, durante estos años también hubo una gran proliferación
de periódicos. Figuraron: El Nacionalista, Diario de Occidente, El Cóndor, El Liberal, la
Provincia, El Comercial, Juventud, Reflejos, El Kamaleón, Sol del Táchira, Acción Oficial,
La Hora, La Opinión y Al Día, etc.