reglas de discernimiento de san ignacio de loyola

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REGLAS DE DISCERNIMIENTO DE SAN IGNACIO DE LOYOLA 1ª Semana Estas son las primeras reglas que San Ignacio ofrece a los directores de los Ejercicios Espirituales (y a los ejercitantes) para discernir al "buen espíritu" (Espíritu Santo) del "mal espíritu" (diablo). Lógicamente hay una progresión de menos a más. Estas reglas se aplican en la Iglesia desde el siglo XVI para las confesiones y para la dirección espiritual de los fieles cristianos. Hay más reglas: estas son las primeras y básicas. Como se puede ver trata varias veces de las "lágrimas" como un signo de "consuelo" espiritual, es decir, como un don del Espíritu de Dios. [313] REGLAS PARA EN ALGUNA MANERA SENTIR Y CONOCER LAS VARIAS MOCIONES QUE EN LA ANIMA SE CAUSAN: LAS BUENAS PARA RECIBIR Y LAS MALAS PARA LANZAR, Y SON MAS PROPIAS PARA LA PRIMERA SEMANA. [314] La primera regla. En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar delectaciones y placeres sensuales, por más los conservar y aumentar en sus vicios y pecados; en las cuales personas el buen espíritu usa contrario modo, punzándoles y remordiéndoles las conciencias por el sindérese de la razón. [315] La segunda. En las personas que van intensamente purgando sus pecados, y en el servicio de Dios nuestro Señor de bien en mejor subiendo, es el contrario modo que en la primera regla; porque entonces propio es del mal espíritu morder, entristecer y poner impedimentos, inquietando con falsas razones para que no pase adelante; y propio del bueno dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedimentos, para que en el bien obrar proceda adelante. [316] La tercera, de consolación espiritual. Llamo consolación cuando en el ánima se causa alguna moción interior, con la cual viene la ánima a inflamarse en amor de su Criador y Señor; y consecuentemente, cuando ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra puede amar en sí, sino en el Criador de todas ellas. Asimismo, cuando lanza lágrimas motivas a amor de su Señor, ahora sea por el dolor de sus pecados, o de la pasión de Cristo nuestro

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Reglas de Discernimiento de San Ignacio de Loyola más propias para la 1ª Semana

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REGLAS DE DISCERNIMIENTO DE SAN IGNACIO DE LOYOLA 1 Semana

Estas son las primeras reglas que San Ignacio ofrece a los directores de los Ejercicios Espirituales (y a los ejercitantes) para discernir al "buen espritu" (Espritu Santo) del "mal espritu" (diablo). Lgicamente hay una progresin de menos a ms. Estas reglas se aplican en la Iglesia desde el siglo XVI para las confesiones y para la direccin espiritual de los fieles cristianos.Hay ms reglas: estas son las primeras y bsicas. Como se puede ver trata varias veces de las "lgrimas" como un signo de "consuelo" espiritual, es decir, como un don del Espritu de Dios.

[313] REGLAS PARA EN ALGUNA MANERA SENTIR Y CONOCER LAS VARIAS MOCIONES QUE EN LA ANIMA SE CAUSAN: LAS BUENAS PARA RECIBIR Y LAS MALAS PARA LANZAR, Y SON MAS PROPIAS PARA LA PRIMERA SEMANA.

[314] La primera regla. En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar delectaciones y placeres sensuales, por ms los conservar y aumentar en sus vicios y pecados; en las cuales personas el buen espritu usa contrario modo, punzndoles y remordindoles las conciencias por el sindrese de la razn.

[315] La segunda. En las personas que van intensamente purgando sus pecados, y en el servicio de Dios nuestro Seor de bien en mejor subiendo, es el contrario modo que en la primera regla; porque entonces propio es del mal espritu morder, entristecer y poner impedimentos, inquietando con falsas razones para que no pase adelante; y propio del bueno dar nimo y fuerzas, consolaciones, lgrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedimentos, para que en el bien obrar proceda adelante.

[316] La tercera, de consolacin espiritual. Llamo consolacin cuando en el nima se causa alguna mocin interior, con la cual viene la nima a inflamarse en amor de su Criador y Seor; y consecuentemente, cuando ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra puede amar en s, sino en el Criador de todas ellas. Asimismo, cuando lanza lgrimas motivas a amor de su Seor, ahora sea por el dolor de sus pecados, o de la pasin de Cristo nuestro Seor, o de otras cosas derechamente ordenadas en su servicio y alabanza. Finalmente, llamo consolacin todo aumento de esperanza, fe y caridad, y toda alegra interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su nima, quietndola y pacificndola en su Criador y Seor.

[317] La cuarta, de desolacin espiritual. Llamo desolacin todo el contrario de la tercera regla, as como oscuridad del nima, turbacin en ella, mocin a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidelidad, sin esperanza, sin amor, hallndose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Seor. Porque, as como la consolacin es contraria a la desolacin, de la misma manera los pensamientos que salen de la consolacin son contrarios a los pensamientos que salen de la desolacin.

[318] La quinta. En tiempo de desolacin nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propsitos y determinacin en que estaba el da antecedente a la tal desolacin, o en la determinacin en que estaba en la antecedente consolacin. Porque, as como en la consolacin nos gua y aconseja ms el buen espritu, as en la desolacin el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar.

[319] La sexta. Dado que en la desolacin no debemos mudar los primeros propsitos, mucho aprovecha el intenso mudarse contra la misma desolacin, as como es en instar ms en la oracin, meditacin, en mucho examinar y en alargarnos en algn modo conveniente de hacer penitencia.

[320] La sptima. El que est en desolacin considere cmo el Seor le ha dejado en prueba, en sus potencias naturales, para que resista a las varias agitaciones y tentaciones del enemigo; pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta: porque el Seor le ha abstrado su mucho hervor, crecido amor y gracia intensa, quedndole tambin gracia suficiente para la salud eterna.

[321] La octava. El que est en desolacin trabaje de estar en paciencia, que es contraria a las vejaciones que le vienen, y piense que ser presto consolado, poniendo las diligencias contra la tal desolacin, como est dicho en la sexta regia.

[322] La nona. Tres causas principales son porque nos hallamos desolados: la primera es por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, y as por nuestras faltas se aleja la consolacin espiritual de nosotros; la segunda, por probarnos para cunto somos, y en cunto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin tanto estipendio de consolaciones y crecidas gracias, la tercera, por darnos verdadera noticia y conocimiento para que internamente sintamos que no es de nosotros traer o tener devocin crecida, amor intenso, lgrimas ni otra alguna consolacin espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro Seor; y porque en casa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nosotros la devocin o las otras partes de la espiritual consolacin.

[323] La dcima. El que est en consolacin piense cmo se habr en la desolacin que despus vendr, tomando nuevas fuerzas para entonces.

[324] La undcima. El que est consolado procure humillarse y bajarse cuanto puede, pensando cun para poco es en el tiempo de la desolacin sin la tal gracia o consolacin. Por el contrario, piense el que est en desolacin que puede mucho con la gracia suficiente para resistir a todos sus enemigos, tomando fuerzas en su Criador y Seor.

[325] La duodcima. El enemigo se hace como mujer en ser flaco por fuerza y fuerte de grado. Porque, as como es propio de la mujer, cuando rie con algn varn, perder nimo, dando huida cuando el hombre le muestra mucho rostro; y por el contrario, si el varn comienza a huir perdiendo nimo, la ira, venganza y ferocidad de la mujer es muy crecida y tan sin mesura: de la misma manera es propio del enemigo enflaquecerse y perder nimo, dando huida sus tentaciones cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales pone mucho rostro contra las tentaciones del enemigo, haciendo el opsito per diametrum; y por el contrario, si la persona que se ejercita comienza a tener temor y perder nimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la haz de la tierra como el enemigo de natura humana en prosecucin de su daada intencin con tan crecida malicia.

[326]La terdcima. Asimismo se hace como vano enamorado en querer ser secreto y no descubierto. Porque, as como el hombre vano, que, hablando a mala parte, requiere a una hija de un buen padre o a una mujer de buen marido, quiere que sus palabras y sus acciones sean secretas; y el contrario le displace mucho, cuando la hija al padre o la mujer al marido descubre sus vanas palabras e intencin depravada, porque fcilmente colige que no podr salir con la empresa comenzada: de la misma manera, cuando el enemigo de natura humana trae sus astucias y suasiones a la nima justa, quiere y desea que sean recibidas y tenidas en secreto; mas cuando las descubre a su buen confesor, o a otra persona espiritual que conozca sus engaos y malicias, mucho le pesa; porque colige que no podr salir con su malicia comenzada, en ser descubiertos sus engaos manifiestos.

[327] La cuatuordcima. Asimismo se ha como un caudillo, para vencer y robar lo que desea; porque as como un capitn y caudillo del campo, asentando su real y mirando las fuerzas o disposicin de un castillo, le combate por la parte ms flaca, de la misma manera el enemigo de natura humana, rodeando, mira en torno todas nuestras virtudes teologales, cardinales y morales, y por donde nos halla ms flacos y ms necesitados para nuestra salud eterna, por all nos bate y procura tomarnos.