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© 2002Instituto Histórico
Avda. Córdoba 1556,1º piso (1055)
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Dirección EditorialLiliana Barela
Jefa Depto. de InvestigacionesLidia González
InvestigaciónDaniel Paredes
María Alejandra JonesJorge Gómez
CorrecciónRosa De Luca
Marcela BarsamianLilia Meli
Diseño EditorialJorge MalloFabio Ares
GOBIERNODE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Jefe de GobiernoDr. Aníbal Ibarra
Vicejefa de GobiernoLic. María Cecilia Felgueras
Secretario de CulturaLic. Jorge Telerman
Subsecretariade Patrimonio Cultural
Arq. Silvia Fajre
Directora Instituto Históricode la Ciudad de Buenos Aires
Lic. Liliana Barela
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Continuando con la propuesta depreservar y difundir algunos aspectos quehacen a la identidad cultural de nuestraciudad, presentamos la segunda entregade "Memorias Urbanas".Esta publicación contiene el material quese expuso en la muestra "Reflejos de lacalle Corrientes", organizada por esteInstituto Histórico, la Dirección General deDesarrollo y Promoción Turística y laAsociación Amigos de la AvenidaCorrientes, Peatonal Lavalle y Obelisco.
Introducción
La década del 40 encuentra al mundoenfrentado en una guerra que lo partiráen dos.La República Argentina, como ocurrióen el 14, se mantendrá neutral hastaúltimo momento, aunque su poblaciónseguirá atentamente el curso de loshechos a través de la radio, el cine ylos periódicos.El país, también, experimentaba suspropias transformaciones: la irrupcióndel peronismo en la escena políticasupuso una nueva relación de las baseselectorales con el poder. La aparición deeste nuevo movimiento político consiguióadherentes y detractores, muy pocos seasociaron a la indiferencia.
Introducción 3
Del Bajo al Obelisco en los años 40 4
Reflejos 9
Espectáculo 17
Personajes 21
Los beneficios acumulados con elcomercio exterior durante la SegundaGuerra Mundial, y la decisión políticaindispensable, permitieron al gobiernoperonista implementar una ampliadistribución social. Esta primaveraeconómica se vería afectada en el año1949 por la escasez de divisas, lainflación, la limitación de importaciones ylas restricciones al consumo de nafta y deenergía eléctrica.En esta época el Estado cobrará un papelprotagónico, algunas medidas puedenejemplificarlo: nacionalización del BancoCentral; creación del Instituto Argentinode Promoción e Intercambio (IAPI), deGas del Estado y de la Flota AéreaMercante Argentina; se adquieren laUnión Telefónica, los ferrocarriles,empresas eléctricas y AerolíneasArgentinas. Además, se crea laComisión Nacional de Energía Atómica.La Argentina de esos días tambiénconocerá distintas formas de censura.Quizás, la síntesis de esta década laexpresen las posiciones enfrentadas delos grandes electores de 1946: para laUnión Democrática era “democracia ototalitarismo” y para el peronismo era“justicia o injusticia social”.En la ciudad de Buenos Aires, en estelapso, se produce un cambio en su
fisonomía. El crecimiento vegetativo de laciudad, mínimo en la década del 30,empieza a recuperarse a mediados de ladel 40. También merece destacarse elincremento vertiginoso de la población delinterior que se traslada a Buenos Aires,fenómeno que se inicia en la década del30 y se profundiza en los años 40.En el año 1947, en pleno auge de laexpansión industrial, la ciudad de BuenosAires alcanza la cifra récord de 2.981.000habitantes. Este crecimiento poblacionaltraerá aparejado un serio problema: eldéficit de viviendas. En 1942, se estimaque el 59% de las familias obrerasvivían en un solo cuarto.Buenos Aires es una ciudad que crece yuno de los temas centrales para sufuncionamiento es la cuestión deltraslado de sus habitantes y deaquellos que tienen su domicilio laboralen ella. Por eso muchas obras deinfraestructura de la época serelacionan con el tránsito: se concluyela construcción de la avenida GeneralPaz, se inaugura el Puente La Noria yse concreta la apertura provisoria deltren subterráneo Constitución-Boedo, seinaugura el Aeroparque Metropolitano y elAeropuerto Internacional de Ezeiza y laautopista que lo une con Buenos Aires.En esos años, Buenos Aires fueprotagonista y testigo de grandestransformaciones. Importantes cambiospolíticos y culturales se desarrollarondentro de su contorno y luego desbordarony alcanzaron al conjunto del país. Quizás sepueda afirmar que fue en esta etapa cuandola población comenzó a atreverse a ocuparsu espacio, el espacio público.
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Del Bajo al Obelisco en los años 40
Hacer una recorrida por la calle
Corrientes, entre el Obelisco y el
Puerto, nos recuerda frases o dichos
populares como: “la calle que nunca
duerme” o “la esquina del hombre que
está solo y espera”.
“Si la calle Corrientes merece hoy los
honores de la pluma no es en virtud de
su pasado sino en gracia de su
actualidad (...) y se propone al
observador como un índice vivo de la
ciudad en marcha, como un exponente
del nuevo ritmo que asume Buenos
Aires”, escribe Leopoldo Marechal en
1936. Ritmo que se acelera en la década
del 40, cuando con la llegada de Perón a
la presidencia se abre una experiencia
popular sobre un nuevo valor que se
incorpora a la conciencia colectiva: la
justicia social.
La calle Corrientes muestra en sus
edificios, en sus cafés, sus teatros y
restaurantes el reflejo de ese tiempo.
Mezcla de historia, tango, bohemia y
espectáculos, podríamos empezar
diciendo que apenas despuntaba el siglo
XVII se la llamaba “Calle del Sol”.
Eclesiásticamente estaba seccionada por
tres curatos: el de la Catedral, el de la
Piedad y el de San Nicolás. El área se
conocía como “Barrio Recio”, lugar
propicio para las pendencias entre
matones que concurrían a las tantas
pulperías que existían allí.
En 1768 ganó importancia, ya que era el
límite Norte oficial del ejido de la ciudad,
y figura en el plano de división de
parroquias de 1769 como “Calle de San
Nicolás”.
En 1822, en el plano de Bertrés, aparece
como “Calle de Corrientes”, debido a la
acción de esa provincia en la gesta de la
Independencia.
Durante la época de Rosas vivieron
familias de prestigio que aumentarían
su presencia luego de la epidemia de
fiebre amarilla: los Elortondo, Escalada,
Amstrong, Mitre, Tejedor, Uriburu, entre
los más conocidos.
Sin embargo, en los comienzos,
Corrientes tuvo una existencia
silenciosa. Recién a fines del siglo XIX y
principios del XX se realizarán
construcciones importantes, algunas que
aún perduran. Si hacemos una recorrida
desde el Bajo, en la manzana comprendida
por Madero, Lavalle y Bouchard,
encontramos el Stadium Luna Park,
inaugurado oficialmente en febrero de
1932. En sus esquinas ornamentadas se
observan: una pareja de patinadores, lucha
libre y un grupo de basquetbolistas. En la
década del 30 comenzaron los
espectáculos de boxeo nacional e
internacional. A partir de 1946, Ismael Pace
–dueño del estadio junto con José
Lectoure– había promovido la unión de
unos ciento treinta clubes de boxeo de todo
el país en la Unión Argentina de Box, que
hacía las finales en el Luna Park.
Avanzando una cuadra está el edificio de la
Bolsa de Cereales, ostentando su lema
“Constantia et labore”. Se fundó en 1854 y
el edificio actual, inaugurado en 1939, tuvo
varias modificaciones.
El Correo llama la atención por su
imponencia y arquitectura neoclásica, lo
cual hizo que popularmente se lo llamara
“Palacio del Correo”.
“Cómo habrá cambiado tu calle
Corrientes!...”
En 1936 se produce un episodio que para
muchos marcará un cambio fundamental
en la fisonomía del centro urbano: el
ensanche de Corrientes, hecho que
recuerda una placa en el edificio Dreyfus; lo
cierto es que a pesar de la nostalgia
expresada en el tango de Cadícamo,
Anclado en París, en los festejos por el
ensanche se realizaron bailes populares en
el tramo de Florida a 25 de Mayo.
Al 200 de la calle Corrientes, el edificio
de la Compañía Importadora y
Exportadora Dreyfus es un exponente
más de la arquitectura del liberalismo.
También hay en la zona varios ejemplos
de la arquitectura racionalista, como el
Corrientes angosta
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edificio Comega, construido en 1932.
La cuadra del 300 es interesante ya que,
frente al Club Alemán proyectado por el
arquitecto Álvarez, refiere el tango
A media luz la ubicación exacta de un
departamento en el “348, segundo piso
ascensor”. Muchos visitantes
provincianos o extranjeros buscaron el
número con ilusión, pese a que los
estudiosos del tema afirman que esa
numeración nunca existió en la calle
Corrientes. Sin embargo, el número
fileteado y una placa, donde actualmente
hay un garaje, lo recuerda.
A fines de la década del 30, a la altura
del 400, se encontraba el Teatro del
Pueblo, inaugurado por Leónidas
Barletta. Otro edificio relevante, que
recibió en 1944 el 2º premio a la mejor
fachada, es el de La Agrícola. Sobre las
puertas, a ambos lados del edificio, hay
sendos medallones con el perfil de la
diosa Ceres. La reiteración de estos
elementos en la ornamentación de los
edificios es indicativa de la gran
importancia que todavía, para la década
del 40, tenía la condición de país basado
en una economía agropecuaria.
En la esquina SO de Corrientes y Florida
estaba el edificio que fuera de los Alvear
Elortondo. Fue construido por el arquitecto
Taylor en 1870, con planta baja y primer
piso con balcón cerrado en la ochava. Se
mezclan en ella elementos ojivales e
italianos, siendo raro en Buenos Aires el
uso del neogótico en arquitectura civil. En
la planta baja funcionó la fábrica de
cigarrillos Monterrey y luego, la
marroquinería Mayorga.
Siendo sede de espectáculos, el Teatro
Odeón fue por muchos años el teatro de
cámara de la ciudad. Allí se estrenó la
ópera La Dolores, de Tomás Bretón. En
1897 debutaron los artistas españoles
María Guerrero y Fernando Díaz de
Mendoza con La dama boba, de Lope de
Vega. En la década del 40 su típico frente
de fin de siglo adquirió características
art decó.
Como complemento del Odeón, al 776
de Corrientes, estaba el Royal Keller, que
era un sótano al que se accedía también
por Esmeralda. Allí se reunía el grupo
literario Martín Fierro, y sobre ese lugar
escribió Conrado Nalé Roxlo:
“En medio del café flota la luna.
El humo como un alma se levanta
Y en el borde del vaso está la llanta
de la rueda veloz de la Fortuna”.
Sobre la esquina de Corrientes y
Esmeralda hay diferentes y sentidas
alusiones:
“¡Esquina porteña este milonguero
te ofrece su afecto más hondo y cordial!
Cuando con la vida esté cero a cero
te prometo el verso más vaute y canero
para hacer el tango que te haga
inmortal!...”, dirá el tango de Celedonio
Flores y Francisco Pracánico.
El pensador e ilustre escritor, crítico de
nuestra realidad política y social, Raúl
Scalabrini Ortiz, sostendrá que el
hombre arquetípico de Buenos Aires es
el de Corrientes y Esmeralda.
Edificio Comega
Ensanche
de Corrientes
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Todo el espectáculo en una calle
A principios de los años 40, Corrientes
ya no era angosta, pero sus baldosas
seguían oliendo a poesía, a teatro, a cine
y tango por sobre todas las cosas. Tenía
el perfume de Buenos Aires, ése que lo
identifica y distingue en el mundo.
Habitaba en ella la magia de reinventarse
todas las noches, donde la luna oficiaba
de farol.
En Corrientes y Maipú ya no estaba el
Empire Theatre, reducto de la
aristocracia porteña, donde Gardel supo
cantar Mi noche triste, de Pascual
Contursi, con el que se inició el tango
canción. El que seguía y sigue es, en
diagonal al Empire, el Bar Suárez donde
se reunían intelectuales, periodistas y
escritores, y donde se gestaron revistas
como El Hogar, Mundo Argentino y
Caras y Caretas. Aquellos personajes,
seguramente, lamentaron la desaparición
del Palace Theatre, considerado el mejor
cine de la ciudad, donde las películas
mudas eran acompañadas por la
orquesta de Charles Marchal. Lugar que,
gracias a sus concursos, acercó el tango
a la clase media, pues antes sólo se lo
danzaba en las matinés a las que
concurría el servicio doméstico, en los
clubes nocturnos donde iba el malevaje
o en las reuniones y en los salones
donde lo bailaban los señores de la
sociedad vestidos de esmoquin.
Los años 40 verán el nacimiento de las
grandes orquestas de tango: la de Aníbal
Troilo, la de Osvaldo Pugliese, la de Di
Sarli, Mariano Mores, D’Arienzo,
D’Agostino. A partir de este momento se
populariza el baile, no sólo en los
lugares nocturnos tradicionales –los
cabarets y dancing– sino también en
los clubes de barrio. Ahora la gente llenaba
las pistas los sábados y domingos, y las
actuaciones en vivo en las radios fueron
convirtiendo a los seguidores en
admiradores. Cada maestro encontró su
estilo y fue una década de creadores.
Fue en esta etapa en la que Homero
Expósito escribe Tristezas de la calle
Corrientes, para muchos una de la mejores
letras de la época:
“Calle como valle de monedas para el pan;/
río sin desvío donde sufre la ciudad.../¡Qué
triste palidez tienen tus luces,/tus letreros
sueñan cruces,/tus afiches, carcajadas de
cartón!...//Risa que precisa la confianza del
alcohol,/llantos hechos pá vendernos un
amor.../Mercado de las tristes alegrías,/
cambalache de caricias donde cuelga la
ilusión.//Triste, sí... Por ser nuestra./Triste,
sí... Porque sueñas./Tu alegría es tristeza y
el dolor de la espera/te atraviesa/Y con
pálida luz, vivís llorando/tus tristezas.../
Triste, sí... Por ser nuestra./Triste, sí...
Por tu cruz.//Vagos con halagos de
bohemia mundana/pobres sin más
cobres que el anhelo de triunfar.../
Ablandan el camino de la espera/con la
sangre toda llena/de cortados, en la
mesa de algún bar.//Calle como valle de
monedas para el pan;/río sin desvío
donde sufre la ciudad.../Los hombres te
vendieron como a Cristo/y el puñal del
Obelisco te desangra sin cesar”.
A pesar de los grandes bailes muchos
músicos no abandonaron la calle
Corrientes. El café El Nacional seguía
siendo frecuentado. Leopoldo Federico
contó alguna vez que le pagaban 90
pesos por mes y que la diferencia la
hacían en los bailes. El Nacional seguía
siendo “la catedral del tango”, en sus
inicios habían poblado sus mesas
Florencio Sánchez, Roberto J. Payró,
José Ingenieros, y actuaron Ángel
Villoldo y Alfredo Gobbi, entre otros. Al
lado estaba “la catedral del sainete”, el
teatro El Nacional, que había sido
construido por Jerónimo Podestá y
Santiago Fontanilla; por su escenario vio
pasar a los Podestá, Luis Arata, Tomás
Simari, Luis Vittone y Camila Quiroga.
Azucena Maizani cantó Padrenuestro,
Tito Lusiardo y Libertad Lamarque
protagonizaron El Conventillo de la
Paloma, también bailó “el Cachafaz” en
la comedia musical La historia del
tango, entre otros. Y allí por última vez
Teatro Ópera
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actuó Carlos Gardel en Buenos Aires.
Vecino a El Nacional, en el 942 de
Corrientes, estaba el Café Germinal,
lugar donde Troilo supo ganar su fama
como bandoneonista; y en la vereda de
enfrente se levantaba El Quijote donde
paraba “el padre del tango”, Ángel
Villoldo. En la misma vereda, y
desaparecido con el ensanche, estaba el
café Los 36, donde concurrían Armando y
Enrique Discépolo, el actor uruguayo
Santiago Arrieta, José Antonio Saldías,
Samuel Eichelbaum, Claudio Martínez
Paiva, y donde Pedro Laurenz solía
presentarse.
Y así, el tango, que no se sabe en qué
rincón del Río de la Plata nació, respiraba
su mejor aire en la calle Corrientes. El
desaparecido café Guaraní, en diagonal a la
más tradicional esquina porteña, Corrientes
y Esmeralda, tenía una mesa reservada
todas las noches para Gardel y Razzano,
que actuaban en el teatro Esmeralda, hoy
teatro Maipo. Y también lo respiraba en el
Tabarís, lugar donde antes había estado el
Royal Pigall, un cabaret donde actuaban
los cómicos Calcagno y Calderilla, y
donde las veladas vespertinas, de 19 a
21, estaban animadas por el sexteto de
Francisco Canaro. El Tabarís era un club
nocturno de categoría, en el cual se
bebía “champagne francés” y según
contaba Cadícamo: “Nada tenía que
envidiar a ‘Pocardi’ o ‘Chez Maxim’ de
París”. Las actuaciones eran fabulosas,
provenientes de Londres, Viena, París,
Berlín o Nueva York. En los 60 el Tabarís
se convertirá en la sala cinematográfica
Royal y, por otra parte, en el Petit
Tabarís, donde se presentaron
espectáculos de canto y baile.
Antes de las salidas, muchas veces, se
hacía una posta en la pizzería Las
cuartetas, Corrientes 838, inaugurada en
1932, frecuentada por personajes de la
talla de Enrique Muiño, Elías Alippi,
Francisco Petrone y Sebastián Chiola, y
también había público para su vecino: el
Cinematógrafo Nacional, que estaba en
el 830.
En la década del 30 comenzó a declinar
el género del sainete y así también
algunos de sus teatros, como el Porteño
que además abría sus puertas a la revista
y que vio pasar por su escenario a
figuras como Maurice Chevallier junto a
Celia Gámez y Perlita Greco y presenció
también a José Böhr, con chistera y
bastón, cantando Melenita de oro.
Vecino suyo, el Ópera tiene su historia
centenaria, inaugurado el 25 de mayo de
1872, fue dedicado en un principio al
ámbito de la lírica, y sólo a partir de
1908 con la inauguración del nuevo
Teatro Colón dejó paso en su escenario a
otros géneros. En la década del 20
fueron famosos los bailes de carnaval
animados por Francisco Canaro y una
jazz-band; allí cantó Linda Thelma, que
vestía trajes de hombre en sus
representaciones y a quien llamaban “la
reina de la canción criolla”, y allí también
María Esther de Pomar cantó
Milonguita, y pasaron figuras del drama
y la revista, como Sarah Bernhardt,
Remete Zacconi y “la Mistinguett”.
También pasaron Discépolo, Tania y
Florencio Parravicini, que fue el último
actor que pisó su escenario antes de su
demolición obligada por el ensanche de
la calle; luego se abrió el Gran Teatro
Ópera, donde su dueño, Clemente
Lococo, consideró que debían funcionar
espectáculos teatrales, musicales y
cinematográficos. Es así que allí
actuaron Ava Gardner, Edith Piaff,
Josefina Baker, el elenco de “Folis
Bergère” y del “Lido de París”.
Enfrente, nacido en 1937, también
después del ensanche, el cine Gran Rex
es una obra del arquitecto Alberto
Prebisch, quien también se había
encargado un año antes de la
construcción del Obelisco. Edificado
sobre un terreno levemente irregular, el
Gran Rex posee una sala asimétrica,
tiene el frente en forma de un rectángulo
Café de Los Inmortales
Teatro Gran Rex
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bien proporcionado y compuesto con
sencillez y acierto por medio de la
marquesina, posee el ventanal del foyer,
el cartel con el nombre y el espacio
destinado a la propaganda. El interior
guarda también un idéntico valor formal
con un hall donde se aprecia un doble
juego de escaleras que permiten la rápida
evacuación de la sala. Para el arquitecto
Amancio Williams, el Gran Rex “está a la
altura de obras de Gropius, de Le
Corbusier, de Mies van der Rohe y Frank
Lloyd Wright”. En los 40 desfilaron varios
espectáculos teatrales y cinematográficos,
quizás el más recordado sea el estreno de
Dios se lo pague, en 1948.
Mientras tanto, brotaba con fuerza el cine
nacional y las distintas salas exhibían: Un
bebé de París, Joven, viuda y estanciera,
Locos de Verano, Los chicos crecen,
Calle Corrientes, El diablo andaba en los
choclos, Arrabalera, La barra de la
esquina; en el Astral, Luis Sandrini y
María Ester Buschiazzo con Cuando los
duendes cazan perdices, permanecían
más de cinco años en cartel. Y
también aparecían nuevas figuras
dentro de la escena del teatro
nacional: Diana Maggi, Pepe Arias,
Juan Verdaguer, Nélida Roca, Adolfo
Stray, José Marrone; y la calle
Corrientes ya había visto desfilar a
figuras extranjeras como Blanquita
Amaro, Amelita Vargas, Doménico
Modugno, entre otros.
También vio pasar al desaparecido
café de Los Inmortales, en Corrientes
830, que supo albergar a Florencio
Sánchez, Evaristo Carriego, Rubén
Darío, Enrique Banchs o a Carlos de
Soussens, y el nombre del lugar era
atribuido al café brasileño marca
“Santos Dumont” que los mantenía
siempre en vilo. Desaparecido el
café, el lugar siguió siendo mítico,
allí se levantó el edificio donde vivió
el compositor Pedro Laurenz.
Es en los años 40 cuando las
orquestas dan espacio a los cantores
y cobran notoriedad Roberto Rufino,
Roberto Chanel, Alberto Marino y
Floreal Ruiz con la orquesta de
Troilo; Alberto Castillo lo hace con
Ricardo Tanturi; Alberto Echagüe con
D’Arienzo y aparece una voz que marca
un cambio en el tango, la de Edmundo
Rivero; a pesar del éxito de las orquestas
en los clubes de barrio, en El Nacional se
escucha a Maffia o Laurenz, en el Tango
Bar a Salgán, en el Tibidabo a Pichuco,
en el Marabú a Carlos Di Sarli, en el
Chantecler a D’Arienzo. Y para los
carnavales había grandes bailes en el
Luna Park con Francisco Canaro, y
Julio de Caro y su Orquesta
Sinfónica de tango en el Ópera.
Esa Corrientes que supo de las
caminatas de Gardel, de Troilo, de
Leónidas Barletta, Roberto Arlt y de
todos los integrantes del Teatro del
Pueblo, y también en la otra punta,
en el cruce con San Martín, en el
restaurante La Helvética, donde se
reunían diplomáticos, políticos y
dignatarios; y donde solían ir,
además, periodistas del diario La
Nación, Leopoldo Lugones, José
Ingenieros, Rubén Darío, Jorge Luis
Borges y Ernesto Sábato; esa
Corrientes ya no está, pero aún hoy
sigue respirando tango.
Bibliografía-Bagú, Sergio, “El orden internacional: 1930-1945” en Historia Integral Argentina, tomo 7, BuenosAires, CEAL, 1974.-Calderón, Elisa Casella de, “Calle Corrientes” en Buenos Aires nos cuenta, Nº 7, Buenos Aires, 1984.-Ferrer, Horacio, La Historia del Tango, Buenos Aires, Editorial Corregidor, 1976.-Giusti, Juan Carlos, Los Cafés, Buenos Aires, Centro Editor de América latina, serie La vida denuestro pueblo, Nº 19, 1982.-Luna, Félix, Nuestro siglo, tomo IV, Buenos Aires, Hyspamérica, 1984.-Marechal, Leopoldo, Historia de la Calle Corrientes, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1967.-Molinari, Ricardo L., Buenos Aires 4 siglos, Buenos Aires, tea, 1983.-Revista Buenos Aires nos cuenta, Nº 8, julio de 1984.-Revista La Maga, “Homenaje al teatro”, Nº 3, abril de 1994.-Revista La Maga, “Homenaje al tango”, Nº 4, agosto de 1994.-Romero, José L. y Romero, Luis A. (directores), Buenos Aires, historia de cuatro siglos, BuenosAires, abril de 1983.-Romero, Luis A., Argentina Siglo XX, Buenos Aires, Aguilar, 2000.-Sasturain, Juan, “Homero Expósito: el letrista del 40” en La historia del tango. Los poetas (3),tomo 19, Buenos Aires, Corregidor, 1987.
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Los dos grandes
El Gran RexEs una obra del arquitecto Alberto Prebisch.En los años 40 desfilaron por su escenariomuchos espectáculos teatrales ycinematográficos, quizás el más recordadosea el estreno de Dios se lo pague,en 1948.
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Viejo Corrientes
Bar La HelvéticaBartolomé Mitre, Leopoldo Lugones, JoséIngenieros, Rubén Darío, Jorge Luis Borges yErnesto Sábato fueron sólo algunos de los ilustresvisitantes de La Helvética.
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Corrientes y San Martín
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Ayer y hoy
Corrientes y San Martín
Cafecito mañanero
TransradioEdificio inaugurado en noviembre de 1940para ser la sede de una modernacompañía de transmisiones radioeléctricas.La empresa cerró en 1969 tras la entrada enfunciones de la Estación Terrena de Balcarce.
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El alma de la calle
El tiempo pasa...
“¡Esquina porteña este milonguerote ofrece su afecto más hondo y cordial!Cuando la vida esté cero a cerote prometo el verso más vaute y caneropara hacer el tango que te haga inmortal!...”
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Las cuartetas
Gran acontecimiento en lacalle Corrientes
En muchas ocasiones esta pizzería(Corrientes 838) se convirtió en excelentepunto de encuentro. A sus mesas sesentaron, entre otros, Enrique Muiño, ElíasAlippi, Francisco Petrone y SebastiánChiola.Se inauguró en 1932.
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Gran Teatro ÓperaInaugurado el 25 de mayo de 1872, fue unasala dedicada a la lírica hasta que seprodujo la apertura del nuevo Teatro Colón,momento en el que se abrió a otrosgéneros.El ensanche de la avenida lo convirtió enuna de las víctimas de la demolición hastaque Clemente Lococo abrió sus puertas,nuevamente.
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Marquesina y boletería del Ópera
El cine en 1940Los 40 fueron los años del afianzamiento delcine nacional, nace la Argentina Sono Filmde la fusión de Argentina Sono Film-distribuidora y de la Sociedad Anónima deProducción llamada Cinematográfica. Nacenpelículas que alcanzan éxito tanto en el paíscomo en el exterior.Se filma en 1941 Historia de una noche,que figura entre las obras más importantesdel cine nacional; después vendrán Hay queeducar a Niní, Boina Blanca, Soñar nocuesta nada, Confesión, La canción de losbarrios, Hogar dulce hogar, Orquesta deseñoritas, El Hermano José, El tercer beso,Cada hogar un mundo, Fantasmas enBuenos Aires, Bajó un ángel del cielo,Mosquita muerta, Adiós Pampa mía; en1943 se repone la película Tango –primerapelícula sonora del cine argentino–; fuerontambién los tiempos de Dios se lo pague,Don Juan Tenorio y Alma de bohemio.Y las figuras más relevantes de esos filmesfueron: las hermanas Legrand, Pepe Arias,Luis Sandrini, Niní Marshall, LibertadLamarque, Hugo del Carril, Delia Garcés,Ángel Magaña, Sabina Olmos, Amelia Bence,Zully Moreno, Fidel Pintos, Alberto Castillo.Con sus correspondientes directores: MarioSoffici, Luis César Amadori y Luis Saslavsky.
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Vendedor callejero
Escena callejera
Cerrito y Corrientes
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Sabiduría nueva y usada
Biblioteca al paso
Las libreríasLas librerías de Corrientes han sido, ysiguen siendo, protagonistas de estaavenida. Los porteños, lectores incansables,han convertido a estos locales en especie detemplos laicos a los que asisten conpuntillosa regularidad.La estrechez del bolsillo, impuesta por lascíclicas crisis económicas, no ha logradoespantar a los ciudadanos que se acercan,aunque sólo sea para espiar las novedades yhojear las oportunidades, y así engrosar ellistado de las futuras compras que tendránlugar cuando el contexto lo permita.Siempre amigos de los libros, en los 40, los50, los 60 hasta nuestros días, los porteñostransformaron las librerías de viejo de laavenida Corrientes en un clásico.
Otto
Rei
ser
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Esperando... ¿Qué?
Corrientes entre Maipú y Esmeralda
Iglesia MetodistaEn la misma vereda del Bar Suárezencontramos el templo de la IglesiaMetodista Argentina, construido en1874, de estilo neogótico donde seadvierte una mixtura de elementosojivales con proporciones combinadasdel Gótico y del Renacimiento. No se hapodido determinar quiénes hanintervenido en su proyecto yconstrucción, pero se supone que estuvoa cargo del arquitecto británico Smart yque trabajaron dos marineros danesescomo albañiles. El edificio representa laquilla de un barco, en su interior tienevitrales multicolores, y por su magnitudy calidad puede ser considerado comouno de los mejores en su género ennuestro país. En el edificio funciona labiblioteca de William C. Morris, dondenacieron las llamadas Escuelas Morris, laSociedad Protectora de Animales y elInstituto Nicolás Lowe dedicado alservicio de la niñez desamparada.También funciona en el edificio la AcciónSocial Evangélica y grupos deAlcohólicos Anónimos. Se desarrollanconciertos grabados, todos los días, ylos sábados, en vivo.El edificio estuvo en peligro de serdemolido, pero mediante un acuerdocelebrado entre varios cuerposeclesiásticos se pudo salvar.
Juan
Jac
oby
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Competencia
El ObeliscoEsta obra del arquitecto Prebisch fueinaugurada el 23 de mayo de 1936.La construcción de este monumentodemandó 60 días de trabajo. Su altura es de67,5 metros y posee 207 escalones.
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una publicación de
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Esta obra se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2002.
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