reescritura de elogio, lamento y consuelo en los sonetos funerales de lope, gÓngora y quevedo

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  • 7/25/2019 REESCRITURA DE ELOGIO, LAMENTO Y CONSUELO EN LOS SONETOS FUNERALES DE LOPE, GNGORA Y QUEVEDO

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

    REESCRITURA DE ELOGIO, LAMENTO Y CONSUELO EN LOS SONETOS

    FUNERALES DE LOPE, GNGORA Y QUEVEDO

    JACOBO LLAMAS MARTNEZ

    UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

    A Antonio Azaustre Galiana

    Tome tierra, que es tierra el ser humano*

    Siente uno cierta congoja al ahondar en la reescritura de Lope, Gngora y

    Quevedo por lo que significa su obra en la historia de la literatura espaola, por la

    complejidad que supone tratar de clarificar cmo acometen este proceso y por las

    autoridades que me han precedido en la materia1. Mitiga parcialmente esta sensacin

    ocuparnos de sus sonetos funerales poco estudiados y me atrevera a decir que hasta

    ignorados por su falta de valor esttico, con la excepcion de Calcraft (1980),

    Ciplijauskait (1981), Blanco (1984), Marras (1984), Ettinghausen (1995), Carreira

    (2002), Guilln (2002), Del Ro (2004), Martinengo et al. (2005), Toledano (2005) o

    Matas Caballero (2001 y 2011), que han puesto de relieve especficamente alguno desus aspectos temticos, estilsticos o ideolgicos. Si se tiene en cuenta el resto de su

    produccin, es comprensible la desatencin a la que han sido sometidos por parte de la

    *Gngora, En el sepulcro de la duquesa de Lerma; v. 8. Las citas y el epgrafe de los poemas de esteautor proceden de Carreira (2009 y 2000). En los versos de Lope y Quevedo tambin se citarn losepgrafes de las composiciones y no el primer verso cuando identifiquen al difunto al quesupuestamente van dedicados los sonetos.1 Han abordado esta cuestin, entre otros, Mic (1998) y Pedraza (1998) en el caso de Lope; Carreira

    (1998a) en el de Gngora y Fernndez Mosquera (1994, 2000 y 2005) o Zimermann (1998) en el deQuevedo.

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    Cuadernos de Aleph, 2012

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    crtica, puesto que no se trata de sus mejores composiciones ni de las ms conocidas

    siquiera entre los poemas de circunstancias que abundan en la poca2. Con todo,

    conviene no perder de vista las convicciones de carcter literario, poltico y moral que

    ponen de manifiesto, para continuar completando el conocimiento que tenemos de la

    actividad literaria y del pensamiento de Lope, Gngora y Quevedo.

    En este trabajo trataremos de dilucidar la manera en que estos tres autores

    integran y reescriben diversos elementos de la poesa funeral en los sonetos que dedican

    a monarcas, nobles, cortesanos, militares, humanistas y otros personajes difuntos, y

    cmo las transformaciones semnticas y estructurales que introducen en ellos remiten a

    unos modelos poticos e ideolgicos comunes al resto de su obra3. As se pretende

    reivindicar tambin la importancia que el estudio de la historia literaria y el sistema dereglas y recursos de la retrica tienen a la hora de explicitar ciertos mecanismos

    creativos que muestran el temperamento de sus autores4.

    2Con el objetivo de avanzar en estas cuestiones, nos centraremos en los sonetos funerales publicados porLope en Rimas (1609), Corona Trgica (1627) y Laurel de Apolo con otras Rimas (1630); en losdieciocho atribuidos con seguridad a Gngora en el manuscrito Chacn y en los treinta incluidos porQuevedo en la musa Melpmene. Sobre los problemas textuales de la obra potica de Quevedo vanseCandelas (2007: 3-9 y 2003: 147-89), Ruiz Prez (2007: 283), Seplveda (2007), Vlez-Sainz (2007),

    Prez Cuenca y Campa Gutirrez (2004: 305-306), Blecua (2001: 192), Cacho Casal (2001: 245-300),Alatorre (2000: 326), Rey (1999: 15-24, 33-38 y 1994: 131-139) y Crosby (1982: 10-11). Para lassucesivas ediciones y reimpresiones de las Rimas entre 1602 y 1623 pueden verse, entre otros, Novo(1990: 16-17), Pedraza (1991 y 1995) y Carreo (1998: XC-C y 2003: 6). A propsito de los sonetosfunerales de Gngora aparecidos en el manuscrito Chacn y en la edicin de Vicua, consltese Calcraft(1980: 13-17 y 77-94), Marras (1984) o Carreira (1998b: 75-94). Para la poesa de circunstancias en elXVII consltense, entre otros, Egido (1983: 9-78), Palomo (1987: 43), Ettinghausen (1995) y Osuna(2002). Lujn Atienza (2008: 207-295) explica la desconsideracin a la que fueron sometidos este tipo decomposiciones circunstanciales a partir del siglo XVIII.3La eleccin de estos asuntos fnebres permite establecer un gran nmero de textos anteriores al sigloXVII, puesto que el tema de la muerte ha estado presente en cantos rituales preliterarios y, desde laAntigedad, en composiciones de tipo epigramtico, elegaco, histrico y biogrfico... Posteriormente sepueden rastrear reminiscencias de todas ellas en la literatura cristiana y autores castellanos, franceses,

    italianos No vamos a referirnos aqu a la formacin cultural de Lope, Gngora y Quevedo o a susbibliotecas que ilustran su conocimiento de textos y autores anteriores; para ello pueden verse Jameson(1936), Trueblood (1958), Ettinghausen (1964 y 1972), Maldonado (1975), Alonso (1976), Vosters(1977), Martinengo (1983), Jammes (1994), Lpez Grigera (1996 y 1998: 23-26), Jauralde (1991 y 1999:873-884), Cacho (1998: 53-75), Egido (1988), Schwartz y Prez de Cuenca (1999), Trambaioli (1999),Kallendorf (2000: 131), Lpez Poza (2000: 7-9 y 2003: 11-17) y Schwartz (2001). Para las implicacionespoticas e ideolgicas de las diferentes tradiciones poticas pueden verse los trabajos de Gargano (1998 y2005) sobre la proyeccin de la concepcin amorosa de la obra de Dante y Petrarca en Garcilaso.4Azaustre y Casas (1997: 11) consideran que solo el estudio particular de autores y obras concretas ensu contexto histrico-literario puede resolver qu elementos de una obra literaria proceden de la retricay cules del genio autorial. A este respecto vese tambin Lausberg (1975). Para la conciencia de lamuerte que marca la existencia del hombre en cualquier poca y que determina tambin el modo en queestudiamos la literatura y en el que se transmite el conocimiento, puede verse Llamas Martnez (2012a:

    11-25).

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    En los sonetos deMelpmeneva a prevalecer la vertiente ms pica y heroica de

    la tradicin. Predomina en ellos la figura de monarcas y militares a los que Quevedo

    encumbra por sus gestas blicas, reproduciendo un ideal militar y patritico que ya

    estaba presente en autores griegos arcaicos como Calino, Tirteo, Minermo, Arquloco o

    Simnides5:

    De los que en las Termpilas cayerongloriosa es la fortunay noble es el destino,y es un altar la tumba,y en vez de llanto tienen el recuerdoy la alabanza por lamento; y nunca[]Este recinto de hombres valientes, al honor de Greciasirve de habitacin; para testigo,

    el rey de Esparta, Lenidas, quien dejaen herencia un portento de herosmoy gloria eterna.

    (Atribuido a Simnides. En Ferrat, 1991: 213.)

    De la Asia fue terror, de Europa espanto,y de la frica rayo fulminante;los golfos y los puertos de Levantecon sangre calent, creci con llanto.

    Su nombre solo fue victoria en cuantoreina la luna en el mayor turbante:

    pacific motines en Brabante,que su grandeza sola pudo tanto.

    (Quevedo,Melpmene, Inscripcin al tmulo del duque de Osuna, 5; vv. 1-8.)6

    Gngora consagra once de sus dieciocho sonetos funerales a figuras femeninas,

    entre las que destacan la reina Margarita de Austria y la duquesa de Lerma. En todos

    ellos rehuye el tono glorioso, priorizando las cuestiones de carcter moral7. Sus versos

    remiten a los epigramas helensticos de autores como Calmaco o a la elega romana,

    que desplaza los temas iniciales de la elega, como canto triunfal o pico, a los asuntosde naturaleza amorosa8:

    5Para ms detalles, Rodrguez Adrados (1956: XXI y 1990, I: XII), Burn (1960) y Luck (1979: 30).6Todos los fragmentos de Melpmenecitados en este trabajo proceden de Llamas Martnez (2008), quereproduce el texto del Parnaso espaolde 1648, adaptando al uso actual puntuacin y maysculas. En lasreferencias se utiliza una parte del epgrafe y el nmero que se le asigna en esta edicin.7Ms detalles en Calcraft (1980: 80).8 Para la difusin de las composiciones helenas, que tuvieron multitud de traducciones, imitaciones yadaptaciones en Lope, Gngora, Quevedo y otros autores ureos a partir de la difusin de la llamada

    Antologa Palatina y de las Anacrenticas, vase Lpez Poza (2005), Ortega Villaro (2003 y 2001) oSchwartz (1999). Para la fusion de motivos amorosos y funerales que se pueden rastrear en algunas de las

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    Cuadernos de Aleph, 2012

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    Arma gravi numero violentaque bella parabamedere, materia conveniente modis.Par erat inferior versus: risisse Cupidodicitur atque unum surripuisse pedem.

    (Ovidio,Amores, I, 1; vv. 1-4.)

    farol luciente sois, que solicitala razn, entre escollos naufragante,al puerto, y a pesar de lo luciente,

    obscura concha de una Margarita,que rub en caridad, en fe diamante,renace a nuevo sol en nuevo oriente.

    (Gngora,Mquina funeral, que desta vidapara la duquesa de Lerma; vv. 9-14.)

    A diferencia de Quevedo, Gngora renuncia casi del todo al panegrico de

    carcter pico. Estas frmulas aparecen, si acaso, en los versos que destina a Enrique IV

    o a Felipe III; no obstante, y como veremos ms adelante, sus posibles efectos

    encomisticos se reducen al retardarse su aparicin al primero de los tercetos. Lope, que

    reparte sus versos luctuosos entre monarcas, reinas, militares, cortesanos y damas o

    humanistas, se sita a medio camino entre la orientacin pica de Quevedo y la moral o

    religiosa de Gngora. No rechaza, pues, la parte ms heroica de la poesa funeral

    antigua, ni las reflexiones de carcter ms general de poca helnica. Sus sonetos

    fnebres presentan un equilibrio entre el elogio heroico de Juan de Austria, el duque deOsuna y conde de Urea o Tomas Porzey, y el lamento y el consuelo que ensalza la

    piedad de damas como Albania o Teodora de Urbina. Este tipo de expresiones rebajan,

    eso s, el tono vehemente y glorioso de las de Quevedo, y no alcanzan tampoco la

    hondura ni la densidad moral de las de Gngora:

    Su virtud que del mundo se destierra(ejemplo a propios y dolor a extraos)dej a sus padres miserables daos:

    tanto del mundo la esperanza yerra.

    (Lope de Vega,Rimas, A la muerte de Agustn Carpio; vv. 5-8.)

    Como en otras partes de su poesa, los sonetos funerales de Lope resultan ms

    deslumbrantes cuando la muerte afecta de modo directo al poeta y expresa el dolor que

    siente por la prdida de un ser prximo o querido. Algo semejante suceda tambin en

    primeras manifestaciones lricas, pueden verse Alexiou (1974: 118 y 122) y Rodrguez Adrados (1981:105).

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

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    algunos epigramas del citado Calmaco en los que el lamento adquiere un tono ntimo y

    emotivo9:

    Alguien me dijo, Herclito, tu muerte, y me brotaron lgimas. Record cuntas vecesvimos juntos la cada del sol en charla interminable. Y he aqu que ahora t, en algunaparte, husped de Halicarnaso, no eres ms que vieja ceniza. Pero ellos s, tus ruiseoresviven. Hades, que todo lo arrebata, jams pondr su mano sobre ellos (Calmaco,Epigramas, II)

    Parca, tan de improviso, airada y fuerte,siegas la vega donde fui nacidocon la guadaa de tu fiero olvido,que en seco polvo nuestra flor convierte?

    (Lope de Vega,Rimas, A la muerte de Flix de Vega Carpio; vv. 1-4.)

    Como se puede advertir de los ejemplos anteriores, Lope, Gngora y Quevedo

    muestran en sus sonetos fnebres diversas tendencias de la poesa funeral que, desde la

    Antigedad, consolida una serie de frmulas de elogio, lamento y consuelo que

    alcanzan el siglo XVII fuertemente estereotipadas y estticamente devaluadas10. Por

    tanto, y a pesar de que la clasificacin estricta de algunos de sus sonetos como fnebres

    plantee alguna duda11, los tres fueron plenamente conscientes de escribir dentro de esta

    tradicin o modalidad potica y del mismo modo que sucede con la seleccin de los

    difuntos optaron por unos motivos y excluyeron otros en funcin de la orientacin de

    sus versos y de los objetivos o efectos que perseguan.

    En los sonetos deMelpmene, Quevedo concentra sus esfuerzos creativos en la

    reelaboracin de frmulas encomisticas. La mayor parte de las veces rememora las

    acciones blicas de monarcas y militares y la excepcionalidad con la que humanistas u

    hombres de letras desempean su profesin. El poeta destaca muchas de las cualidades

    sealadas por los retricos helenos, pero reforma el elogio de tal modo que la exaltacin

    del valor en el campo de batalla y la sabidura como estrategias de reyes y soldados

    9Para la difusin de laAntologa Palatinadel Renacimiento en adelante, vase la nota anterior.10 Retricos helenos como Dionisio de Halicarnaso, Menandro, Ten, Aftonio o Hermgenessistematizaron el uso artificioso de todos estos motivos que se repetan, total o parcialmente, en diferentesdiscursos epidcticos de su tiempo: panegricos, natalicios, epitalamios, funerales11 Para las lbiles fronteras entre lo funeral y lo amoroso o moral en alguno de estos sonetos, que noentraremos a valorar en este trabajo, vase, por ejemplo, Matas Caballero (2011: 126), quien consideraque algunos de los sonetos fnebres de Gngora podran rotularse como dedicatorios o amorosos. Para laposible consideracin funeral del soneto heroico que Quevedo dedica al duque de Osuna en su musa Clo,13 (Faltar pudo su patria al grande Osuna), vase Capelli (2011). En Lope, el marbete fnebre resultamenos clarificador incluso, puesto que muchos de sus sonetos considerados religiosos o laudatorios

    insisten, por ejemplo, en presentar al homenajeado como un difunto, refirindose a su futura inmortalidaden la memoria de los hombres y/o en la gloria.

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    Cuadernos de Aleph, 2012

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    resulta relativamente novedosa. As, cuando alaba a militares como Osuna (5, 6 y 7), los

    hermanos Espnola (8 y 10) o Fadrique de Toledo (27), sus figuras recuerdan a un

    tiempo al elogio de hroes y guerreros de las elegas antiguas que luchan por su patria, y

    al de nobles y santos de la historiografa y hagiografa medievales que combaten en

    defensa de la religin cristiana12:

    Lo que en Troya pudieron las traiciones,Sinn y Ulises y el caballo duro,pudo de Ostende en el soberbio muro

    tu espada, acaudillando tus legiones.

    (Quevedo,Melpmene: Inscripcin a Ambrosio Espnola, vv. 1-4.)

    Fueron oprobio al belga y luteranosus rdenes, sus armas y su gente;y en su consejo y brazo, felizmente,venci los hados el monarca hispano.

    (Quevedo,Melpmene: Tmulo de Fadrique de Toledo, 10; vv. 5-8.)13

    Este elogio de monarcas y militares no se agota en el tpico de sabidura y

    fortaleza; esta idea se asocia a otros valores fundamentales de carcter moral y tico,

    que eran muy habituales en el panegrico de la Antigedad tarda14. El mrito de

    Quevedo radica precisamente en la armona con la que fusiona estos dos aspectos a

    travs del concepto; gracias a l, va a conseguir que atributos guerreros y morales vayanligados. Melchor de Bracamonte (13), por ejemplo, es paradigma de fortaleza (valor),

    pero tambin de mrito y nobleza, dos cualidades que intensifican la excepcionalidad

    del militar y que, como comprobaremos en pginas posteriores, motivan o condicionan

    la estructura del soneto15:

    12Sobre el tpico de sabidura y fortaleza, as como las cualidades que adornan al hroe, vase Curtius

    (1984: 242-257); para el arquetipo de hroe que se superpone al de santo en la hagiografa medieval,puede verse Baos (2003: 66-73); para la muerte del santo, Guiance (1998: 79-130). Lamentablemente,no dispongo de espacio para ilustrar estos aspectos con ejemplos concretos de epigramas y elegasarcaicas que pasan a la literatura bblica y, posteriormente, a las lenguas romances hasta alcanzar los XVIy XVII. Para los elementos constitutivos de estos epigramas y elegas antiguas pueden verse Galletier(1922), Crawford (1941), Durry (1950), Lattimore (1962), Ernout (1966), Camacho (1969), Barrio Vega(1989 y 1992), Alexiou (1974: 102-128 y 131-84), Race (1988: 86-117), Rodrguez Adrados (1981: 59-163), Ramajo (1993: 326), Gonzlez Ovis (1995: X-XV) y Moz Garca de Iturrospe (1995).13Incluso encumbra las cualidades a la hora de practicar la guerra de monarcas como Gustavo Adolfo deSuecia, aunque posteriormente se le condene por hereje: Y, despojo a venganza soberana / alma ycuerpo, me llora quien me llora, / el que los pierde, qu victorias gana? (Quevedo, Melpmene,Tmulo del rey de Suecia Gustavo Adolfo, 25; vv. 12-14).14A este respecto puede verse, entre otros, Ponce Crdenas (2011).15

    Segn Alonso Veloso (2007: 104 y 284) la atribucin de propiedades humanas a entidades abstractas,que deriva en casos de metonimia y sincdoque, es tambin habitual en la poesa satrica de Quevedo.

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    Sin ti qued la guerra desarmada,y el mrito agraviado sin consuelo;la nobleza y el valor, en llanto y duelo,y la satisfaccin mal disfamada.

    (Quevedo,Melpmene: Elogio funeral a Melchor de Bracamonte, 13; vv. 5-8.)

    Esta misma tipologa panegrica, que magnifica la belicosidad de monarcas y

    militares, le permite a Quevedo enaltecer en Melpmene a humanistas y hombres de

    letras por el brillante desempeo de su profesin y por sus cualidades morales de piedad

    y virtud. As, en los sonetos que dedica a Berenguel de Aois (14) o a Francisco de la

    Cueva (16) aparecen agudezas de una acumulacin y densidad parecidas a las del

    Elogio funeral de Melchor de Bracamonte, que son muy propias, adems, del estilo del

    poeta. Berenguel de Aois es presentado como una persona que imparte justicia de forma

    ejemplar, lo que le convierte en modelo para cualquiera que se dedique a su mismo

    oficio (ejemplo santo); por tanto, aquel que no administre e imparta justicia con la

    misma equidad que la suya, debe sentir miedo y temor (se amenace)16. A su vez, los

    estudios y excepcionales enseanzas de Francisco de la Cueva como jurisconsulto

    seguirn sirviendo para dirimir conflictos jurdicos tras su muerte (cadver de las leyes

    consultado):

    El que la toga que visti vistiere,y no le imita en lo que juzga y hace,con este ejemplo santo se amenace;el que le sigue su blasn espere.

    (Quevedo,Melpmene, Sepulcro de Berenguel de Aois, 14; vv. 5-8.)

    este polvo, que fue de tanto reoasilo dulcemente razonado,cadver de las leyes consultado,en quien, si lloro el fin, las glorias leo;

    (Quevedo,Melpmene, Tmulo de Francisco de la Cueva y Silva, 16; vv. 5-8.)

    Estos elogios, que individuan en cierta medida a los fallecidos a partir de datos

    de su vida, no contienen grandes tergiversaciones a la hora de exponer los hechos por

    parte de Quevedo que tal y como recomendaba Quintiliano a los autores en su

    Ms detalles sobre este soneto en Llamas Martnez (2012b). Para los valores actuales de los difuntos enlos discursos o textos fnebres, que se alejan de este contexto blico, y se centran ms en cualidadescomo la honestidad, la bonhoma, el esfuerzo..., puede verse Llamas Martnez (2012a).16Pozuelo (1999: 262) aclara que la construccin retrica de este soneto se basa en el uso de los vocablos

    imitay ejemploque constituyen un exemplum retricoen el que Aois representa una idea o virtud dignasde ser imitadas.

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    Cuadernos de Aleph, 2012

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    Institutio Oratoria,Laus Hominun, IV, 7, 10 exalta sus hazaas y logros de acuerdo

    con las noticias que se tienen de ellos y con la circunstancia histrica que les ha tocado

    vivir. El poeta enuncia acciones y virtudes de manera sucinta, pero muy significativa

    dentro de la estructura retrica del soneto17:

    Diez galeras tom, treinta bajeles,ochenta bergantines, dos mahonas;aprisionole al turco dos coronasy los cosarios suyos ms crueles.[...]Sus llamas vio en su puerto la Goleta;Chicheri y la Calivia, saqueados,lloraron su bastn y su gineta.

    (Quevedo,Melpmene, Compendio de las hazaas del duque de Osuna; vv. 1-4y 9-12.)18

    En algunos sonetos, como los dedicados al duque de Osuna (5, 6 y 7), a Fadrique

    de Toledo (27) y, especialmente, en el que consagra a Ambrosio Espnola (10), se hacen

    patentes incluso los problemas econmicos internos y las dificultades que la coyuntura

    internacional suponen para los reinados de Felipe III y de Felipe IV, pero sin

    menoscabar la magnitud panegrica de los versos19. A travs del panegrico fnebre,

    Quevedo es capaz, pues, de reivindicar unos valores heroicos en una poca en la que la

    corona espaola empieza a dar claras muestras de decadencia poltica y militar,

    confirmando as lo aseverado por Pozuelo (1999: 119): A medida que se avanza en el

    17Quevedo es uno de los primeros autores en verso que, a pesar del tono pico y exaltado, diferencia a losdifuntos por una relacin de hechos verosmiles. En prosa, los retratos y semblanzas, que proliferan enEspaa a partir del sigloXV,haban iniciado este proceso de individualizacin del muerto por su aspectoexterior y por las fechas de su nacimiento y muerte, con una serie de episodios ilustres que celebran suexcepcionalidad y su fama. La identidad individual del sujeto tiene su reflejo tambin en los sepulcros,que van abandonando su convencionalismo para tratar de representar la personalidad nica del fallecido.Sera interesante, por tanto, comprobar la evolucin artstica en la representacin individual de la figura

    humana y las composiciones literarias. Para ms detalles lase Garca de la Concha (2000), Iriarte (2004)y Prez Priego (2007). Sobre el retrato literario en Quevedo, puede verse Schwartz (1987: 251-263).Sobre la relacin entre la forma del sepulcro y el arte y la cultura de la poca, vase Nez Rodrguez(1994), Duby (1992) y Nez Rodrguez y Portela (1988).18Una gaceta del siglo XVIIpublicada en 1616 en Mlaga recoge el episodio de la toma de diez galeraspor parte de Osuna (vase Riandire la Roche, 1982: 35). Chicheri y Calivia fueron lugares de Argelconquistados por el duque; para ms detalles vase Codon (CXII: 473-77) y la anotacin al soneto enLlamas Martnez (2008). Sobre la estima que Quevedo tuvo por el duque, uno de sus principales mecenasy valedores, consltese Capelli (2011).19 Todo el palatinado sujetaste / al monarca espaol, y tu presencia / al furor del hereje fue contraste(Quevedo, Melpmene, Inscripcin al marqus Ambrosio Espnola, 10; vv. 12-14). Para estaspreocupaciones que, como seala Rey (2005: XVIII), son de capital importancia en Quevedo, mspermanentes que conyunturales: el monarca, el valido, los consejeros, la religin, el ejrcito, la guerra o la

    poltica exterior espaola, vase, entre otros, Schwartz (2006), al propio Rey (2005: XVIII-LXIV),Roncero (2000), Fernndez lvarez (1997: 133-48) oJauralde (1991).

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    conocimiento y crtica de la poesa de Quevedo es mayor la solidaridad perceptible

    entre la que podramos llamar su invencin y el concepto retrico de inventio.

    La intransferible singularidad creativa de Gngora, que combina y condensa con

    gran perfeccin formal y expresiva elementos amorosos y fnebres, hace que sus

    sonetos luctuosos, aunque puedan ser considerados menores en el conjunto de su

    produccin, superen estilsticamente al de la mayor parte de sus contemporneos. La

    tradicin nos permite reconocer o explicar de dnde toma el poeta los elementos

    funerales de los sonetos aqu estudiados, pero no el resultado final, que escapa a la

    rigidez estructural fijada por los retricos helenos para el panegrico seguramente por

    su falta de rdito poltico y por su contumacia a la hora de transgredir gneros y

    estilos en la rbita de la tradicin petrarquista, italianizante o garcilasista (ms detallesen Prez Lasheras, 2011: 158).

    En casi todos sus sonetos fnebres va a priorizar el componente moral y religoso

    de las expresiones de lamento y consuelo, situando en el centro alguno de los tpicos

    ms habituales de la poesa funeral: llanto universal, apoteosis, alusin a la tumba y al

    caminante, la inscripcin sepulcral sobre la corteza de un rbol, la vanidad de la vida,

    las edades del hombre...20

    Fragoso monte, en cuyo vasto senoduras cortezas de robustas plantascontienen aquel nombre en partes tantasde quien pag a la tierra lo terreno

    (Gngora, En la muerte de una seora que muri en Crdoba; vv. 12-14.)21

    20Muy probablemente, los poetas helenos percibieron lo esterotipado de las composiciones funerales ytrataron de renovarlas a travs de la inclusin de elementos erticos, amorosos y reflexiones generales

    sobre la muerte, el paso del tiempo, las edades del hombre, la memoria y la fama..., que tuvieron ampliadifusin en el Renacimiento. Ms detalles en nota 8. Para los temas introducidos por los autores helenospuede verse Barrio Vega (1989).21A propsito de este soneto, Poggi (2002: 182) indica: El tono elegaco en el que se fragua [...] tienesus antecedentes genricos en la literatura humanstica: me refiero sobre todo a los epitafios latinos dePontano que, compuestos en dsticos elegacos, se estructuran sea como unas quejas dirigidas por lossobrevividos a los tmulos (y precisamenteDe tumulisse titula la coleccin), sea como invocaciones quede stos se desprenden. A la luz de este lejano modelo, quiz reforzado por la difusin que tuvieron en lossiglos XVI y XVII los epigramas de laAntologa palatina, se debe leer la fusin entre muerte y naturalezaque sugiere el soneto de Gngora. Un comentario a este poema en Orozco y Lara Garrido (2002: 91-92).Matas Caballero (2011: 144) apunta: En nuestra literatura, las glogas de Garcilaso ofrecan un modelode hibridacin entre lo heroico y lo buclico, y tal vez fruto de esa larga tradicin buclica que Gngoraconoca tan bien fue la recreacin de metforas pertenecientes al mbito pastoril, tanto en su Panegrico

    al duque de Lerma como en sus sonetos de encomio. Para el petrarquismo en Gngora y Lope vase,entre otros muchos, Snchez Robayna (1983: 9-33) y Gargano (2011).

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    Cuadernos de Aleph, 2012

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    Llor el Tajo cristal, a cuya espumadio poca sangre el mal logrado terno,terno de aladas ctaras saves.

    Que rayos hoy sus cuerdas, y su plumabrillante siempre luz de un Sol eterno,dulcemente dejaron de ser aves.

    (Gngora, En la muerte de tres hijas del duque de Feria ; vv. 9-14.)22

    En este tipo de composiciones en las que la difunta tiene un carcter particular,

    Gngora aprovecha el marco funeral para desarrollar un argumento moral de carcter

    ms o menos universal dentro de un ambiente buclico, que es muy propio del conjunto

    de su obra23:

    Plida restituye a su elementosu ya esplendor purpreo casta rosa,que en planta dulce un tiempo, si espinosa,gloria del sol, lisonja fue, del viento.[]Sus hojas s, no su fragancia, lloraen polvo el patrio Betis, hojas bellas,que aun en polvo el materno Tejo dora.Ya en nuevos campos una es hoy de aquellasflores que ilustra otra mejor aurora,cuyo cadudo aljfar son estrellas.

    (Gngora, En la muerte de Guiomar de S; vv. 1-4 y 9-14.)

    Las admoniciones de carcter moral y las muestras de lamento y consuelo

    atenan al mximo los elementos panegricos, que se diluyen dentro de las

    manifestaciones de dolor y alivio. De hecho, cuando Gngora elogia sobriamente a la

    duquesa de Lerma o a la reina Margarita se pondera su piedad y, muy levemente, su

    belleza exterior, que, tpicamente, es correlato de su pureza interior. El poeta se refiere

    metonmicamente a la duquesa con la expresin guilas realesy lilio real, y a la reina

    por su nombre, que introduce un usus a nomine muy habitual en las composicionesfnebres24. De este modo, omite casi por completo cualquier alusin al mundo sensible

    22Sobre la asociacin del ro y las ninfas en la poesa luctuosa espaola lase la elega que Baltasar delAlczar compone para Espinosa. Sobre la contaminacin entre motivos funerales y amorosos que sepueden rastrear desde las primeras manifestaciones lricas, pueden verse Alexiou (1974: 118 y 122),Rodrguez Adrados (1981: 105) y Bowra (1984). Estudian la combinacin de elementos epitficos ybuclicos, entre otros, Prez-Abadn (2004: 288-289), Infantes (2002: 353), Delbey (2001: 78), Montero(1996: 218 y 220), Schnabel (1996: 20) y Fernndez Martnez (1999: 30).23Jammes (1987: 300-301) seala como ejemplo de ello el soneto En la muerte de dos seoras jvenes.24

    El adjetivo realhace referencia a la ascendencia monrquica de la duquesa. El lilioo flor de lis apareceen el escudo herldico del ducado de Lerma; el guila, que pudo ser el emblema del Imperio Romano y

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    o real: duquesa y reina parecen no haber tenido as existencia material, lo que refuerza

    an ms la dimensin moral de los sonetos25:

    Ayer deidad humana, hoy poca tierra;aras ayer, hoy tmulo, oh mortales!Plumas, aunque de guilas reales,plumas son; quien lo ignora mucho yerra.

    (Gngora, Sepulcro de la duquesa de Lerma; vv. 1-4.)

    Lilio siempre real, nasc en Medinadel Cielo, con razn, pues nasc en ella;ce de un Duque excelso, aunque flor bella,de rayos ms que flores frente digna.

    (Gngora, Para la duquesa de Lerma; vv. 1-4.)

    La Margarita, pues, luciente gloriadel sol de Austria, y la concha de Baviera,ms coronas ceida que vio aos,

    en polvo ya el clarn final espera [...]

    (Gngora, Del tmulo que hizo Crdoba en las honras de la reina Margarita;vv. 9-12.)26

    Detrs de las alusiones metonmicas de la reina Margarita y la duquesa de Lerma

    existe un innegable componente elogioso, pero tan velado que en poco o en nada

    recuerda al tono exaltado y patritico de Quevedo. Con todo, y a pesar de lo esquivo deGngora con los elementos panegricos, en uno de los sonetos fnebres que dedica a la

    duquesa de Lerma menciona encomisticamente a su esposo (ce de un Duque excelso

    [...]frente dinaGngora,Lilio siempre real, nasc en Medina; vv. 3-4). El poeta suele

    fue utilizada como estandarte por reyes y emperadores desde Carlomagno, quiz sea tambin unareminiscencia de las procesiones y carros fnebres que acompaaban al cuerpo del difunto durante lacelebracin de las exequias reales; ms detalles en Cremades (1998: 325). Para ms ejemplos funerales deusus a nomine, vase Camacho (1969: 195).25

    Esta excepcional belleza y piedad de las damas responde a un proceso de idealizacin muy semejante alde las composiciones amorosas, cuando el amante convierte a su amada en un dechado de virtudes que laasemejan ya en vida a una deidad. El tpico, de origen petrarquista, fue cultivado por muchos otrosautores italianos: Trissino, Sannazaro, Guarini... Para la influencia de estos poetas italianos en la creacinpotica de Gngora, vase, entre otros, Crawford (1929), Alonso (1978: 341-460), Martinengo (1983) yJammes (1994); para la de Tansillo, Trambaioli (1999). Estas cualidades morales son la virtud principalde las mujeres desde poca griega (Protgoras sealaba entonces las mujeres, como sexo, tienen unaafinidad ms natural con la piedad; en Russell, 1994, I: 56). La alusin a los atributos fisicos son mshabituales en poca romana y en la literatura cristiana donde la belleza exterior de la Virgen Mara esespejo de su pureza interior. Curtius (1984: 260) estudia, adems, cmo la hermosura uno de losatributos principales de la naturaleza es uno de los bienes fijos empleado para el panegrico desoberanos y personas ilustres.26Blanco (1984: 186-87), Carreira (1993: 131-32), Guilln (2002: 83-84 y 87) y Orozco y Lara Garrido

    (2002: 169-171 y 219-221) comentan los sonetos. Segn Jammes (1987: 225), las composiciones queGngora dedica a la duquesa podran estar motivadas por un sentimiento sincero de dolor.

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    Cuadernos de Aleph, 2012

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    realizar este encomio sin apelar a los logros del difunto, sino a procedimientos

    indirectos de la tradicin funeral; as, la suntuosidad de la tumba o el sepulcro

    atestiguan la magnificencia en vida del fallecido y recuerdan a los vivos de paso su

    condicin mortal:

    Esta, que admiras, fbrica, esta primapompa de la escultura, oh caminante,en prfidos rebeldes al diamante,en metales mordidos de la lima.

    (Gngora, Entierro del cardenal Sandoval; vv. 1-4.)

    En otros sonetos, este elogio depende de otros motivos; en los versos que se

    citan a continuacin, por ejemplo, de una imprecacin a la muerte:

    Oh Antonio, oh t del msico de Traciaprudente imitador! Tu dulce lirasus privilegios rompa hoy la muerte.

    (Gngora,A Antonio de las Infantas; vv. 12-14)27

    Este desinters de Gngora por los elementos panegricos de la tradicin

    fnebre, que pueden conectarse con la posible conformidad del cordobs con la poltica

    de la Espaa del momento, con su falta de entusiasmo por los hechos gloriosos, con elabuso de ciertos temas o con la propagacin de un espritu idealizante que no

    corresponda a su tiempo28, coincide en parte con los sonetos funerales de Lope, que se

    sitan a medio camino entre la concepcin o reescritura heroica de Quevedo y la

    orientacin moral de Gngora.

    Para baar el moro en sangre y llanto,tom Granada la primera lanza,y en cuanto la memoria humana alcanza,

    la victoria mayor gan en Lepanto.

    (Lope de Vega,Rimas, Del seor don Juan de Austria; vv. 5-8.)

    27Un comentario a los sonetos en Orozco y Lara Garrido (2002: 251-253 y 231-232).28

    Para estas ideas vanse Jammes (1987: 152-53), Blanco (2011: 18-19 y 29), Carreira (2011: 106) yPrez Lasheras (2011: 157).

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    Este sepulcro lagrimoso encierraun viejo en seso, aunque mancebo en aos,que por desengaar nuestros engaos,el alma a Dios, el cuerpo dio a la tierra.

    (Lope de Vega,Rimas, A la muerte de Agustn Carpio; vv. 1-4.)29

    Los versos anteriores funden cuestiones morales, de consuelo y de elogio; pero,

    como se sealaba al comienzo, distan mucho de la intensidad y exaltacin panegrica de

    los de Quevedo, y carecen tambin de la densidad moral de los de Gngora en el intento

    de combinar elementos funerales con admoniciones de carcter moral. Lope maneja de

    forma ms convencional estos aspectos, restndole equilibrio y rotundidad a sus sonetos

    funerales, aunque destaca sobre los dos autores anteriores cuando introduce un

    sentimiento ntimo y personal de la muerte; sus versos ofrecen entonces hallazgos

    expresivos que trascienden por la va del lamento y del consuelo la estereotipada

    rigidez de la poesa fnebre:

    Ciego, llorando, nia de mis ojos,sobre esta piera cantar, que es minadonde el que pasa al indio, en propio suelo

    hall ms presto el oro en tus despojos,las perlas, el coral, la plata fina.Mas ay!, que es ngel y llevlo al cielo.

    (Lope de Vega,A la sepultura de Teodora de Urbina; vv. 9-14.)30

    Lope cultiva otros tpicos de la poesa funeral: el paso del tiempo, las

    imprecaciones a la muerte y lo inevitable de la misma... En uno de sus sonetos deRimas

    Sacrasno estrictamente funeralenumera pardicamente algunos de los tpicos que

    aparecen reiteradamente en la tradicin fnebre, explicitando irnicamente su

    conocimiento de la tradicin31:

    Qu armas son estas?, qu guin colgadode general sobre este monumento?,[...]

    29Para una posible anotacin a los sonetos puede verse Carreo (1998: 280-81 y 367).30Ms detalles en Carreo (1998: 346-347).31El soneto con el que Lope demuestra su conocimiento de la tradicin funeral recuerda al que comienzaUn soneto me manda hacer Violante, que compuso para mostrar su ingenio. En otro sentido, su Arte

    nuevo de hacer comedias en este tiempo tambin sirvi para probar en 1609 su erudicin ante laAcademia de Madrid.

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    Cuadernos de Aleph, 2012

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    Un tosco leo es espaldar cruzado?,gola una soga? Extrao pensamiento!

    (Lope de Vega,Rimas Sacras, Al sepulcro; vv. 1-2 y 5-6.)32

    La orientacin panegrica, la de lamento y consuelo, o la adverencia de carcter

    ms moral de los asuntos vistos anteriormente, condiciona a su vez la estructura de los

    sonetos funerales de Lope, Gngora y Quevedo. Sobre ellos recae, como en la inventio,

    la impronta de la poesa funeral, que se organiza alrededor de estos motivos de elogio,

    lamento y consuelo. Lo ms habitual es que cada uno de estos elementos presuponga la

    existencia de los otros dos, puesto que el elogio del fallecido suele conducir al lamento

    y al consuelo: al lamento, porque cuanto mayor es la virtud del difunto, mayor es la

    pena que deja en la tierra; al consuelo, porque esta virtud ser tambin la que haga

    merecedor al muerto de su acceso a la gloria, la que le permita perpetuarse en la

    memoria de los hombres y en sus descendientes. En ocasiones, y debido a la concisin

    del marco estrfico en el que se escriben algunas de estas composiciones fnebres

    (octavas, sonetos), no es posible dicernir con nitidez alguna de estas esferas, que pueden

    subsumirse en las otras dos o llegar incluso a elidirse33.

    EnMelpmenela laudatiovertebra la mayor parte de los sonetos, resaltando el

    panegrico heroico en el que, como veamos pginas atrs, Quevedo aglutina todos sus

    esfuerzos creativos. Esta jerarqua del encomio determina decisivamente el orden o la

    sucesin de todos los elementos: el elogio suele aparecer desde el primer cuarteto o, en

    todo caso, precediendo a lamento y consuelo. En ciertos poemas, puede reservarse el

    ltimo terceto, o alguno de sus versos, para interponer una especie de epifonema

    conclusivo que concentra mayor grado de elaboracin en sus agudezas34:

    32

    Quevedo reescribe muchos de estos asuntos en el tono heroico y panegrico que le es propio a lossonetos deMelpmene; fuerza hasta el lmite el concepto para tratar de innovar estas ideas: Estas armas,vidas de su dueo, / que visten de funesta valenta / este, si humilde, venturoso leo (Quevedo,

    Melpmene, Al duque de Osuna, 7; vv. 9-11). Soy con larga vejez tosco madero [...] / Acompao estatumba tristemente [...] / d miedo que, de lstima, la gente / tanta agua ha de verter con tiernos ojos, / queal mar nos vuelva a entrambos con el llanto (Quevedo,Melpmene, Al tmulo de Coln, 29; vv. 5 y 9-14).33En el Cisne de Apolo, III, XVIII, Carballo ya destacaba cuatro elementos principales en el epitafiofnebre: mover a lstima, dar ejemplos, alabar al difunto y declarar el nombre de la persona enterradapara identificarlo. Para estas cuestiones estructurales pueden verse, entre otros, Lida de Malkiel (1941:159), Camacho (1969: 21), Hardison (1973: 122), Pernot (1993) o Garca Jimnez (1994: 168), quefocaliza su atencin en los poemas funerales castellanos de la Edad Media.34Los tercetos son un ejemplo de condensacin, de reduccin no perifrstica, que sirve para mover los

    afectos y que se relaciona, adems, con la composicin epigramtica. Siguiendo un esquema retrico, ladispositio de estos sonetos podra ajustarse a una virtud que aparece expuesta en el primer cuarteto a

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

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    Y a tanto vencedor venci un proceso!De su desdicha su valor se precia:muri en prisin, y, muerto, estuvo preso.

    (Quevedo,Melpmene, Inscripcin en el tmulo del duque de Osuna; vv.12-14.)

    Que es desesperacin bien entendidabuscar muerte a la afrenta anticipada;quede a guardar la vida a la memoria.

    (Quevedo,Melpmene, Funeral discurso de Anbal; vv. 12-14.)

    Esta regularidad en la sucesin de elogio, lamento y consuelo puede verse

    truncada en algunos de los sonetos que Quevedo dedica a mujeres, como la duquesa de

    Lerma (4) o Margarita de Austria, o en el primero de los que consagra al marqus de

    Ribera (18):

    Si con los mismos ojos que leyereslas letras de este mrmol, no llorares,y en lgrimas tu vista desatares,tan mrmol, husped, como el mrmol eres.

    (Quevedo,Melpmene, Inscripcin al tmulo de la duquesa de Lerma; vv. 1-4.)

    Las aves del imperio, coronadas,mejoraron las alas en tu vuelo,que con el pobre y serafn al cielosube, y volando sigue sus pisadas.

    (Quevedo,Melpmene, Tmulo a la infanta Margarita de Austria; vv. 1-4.)

    Lo ms novedoso enMelpmeneradica en el intento de intercalar la virtud por la

    que el personaje merece ser alabado y recordado, bien en las tpicas muestras de

    lamento y consuelo, bien en consideraciones de carcter ms general sobre la vida y la

    muerte. Como ya se apunt anteriormente, uno de los casos ms significativos a este

    respecto lo encontramos en el soneto a Melchor de Bracamonte, donde mrito, nobleza

    o valorexpresan encomio y lamento a un tiempo. Otros casos semejantes lo constituyensonetos como el del juez Berenguel de Aos (14) o el del jurisconsulto Francisco de la

    Cueva (16). El primero de ellos funde elogio y admonicin moral; Quevedo considera

    que cualquier magistrado que imparta justicia siguiendo el ejemplo de Berenguel ser

    merecedor de su mismo honor y gloria, pero aquel que no lo siga deber sentir miedo y

    modo de tesis, el segundo cuarteto y el primer terceto exponen una serie de hechos ( narratio) vinculadosa esa virtud y el terceto final (o alguno de sus versos) puede, en ocasiones, servir como conclusin quereafirma esa virtud. Para la organizacin interna del soneto como forma estrfica en Quevedo, pueden

    verse Garca Berrio (1982), Ariza (1984), Roig Miranda (1989: 273-83), Azaustre (1996) y Pozuelo(1999).

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    Cuadernos de Aleph, 2012

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    temor, y responder ante Dios de sus actos. En el soneto a Francisco de la Cueva, los

    versos combinan elogio (profesional y personal) y consuelo: se alaba al letrado porque

    sus enseanzas permitirn dirimir conflictos jurdicos en el futuro y por su bonhoma, y

    se alude a su vez a la vida eterna de la que disfruta gracias a su virtud35.

    El que la toga que visti vistiere,y no le imita en lo que juzga y hace,con este ejemplo santo se amenace;el que le sigue su blasn espere.

    (Quevedo,Melpmene, Sepulcro del juez Berenguel de Aois; vv. 5-8.)

    este polvo, que fue de tanto reoasilo dulcemente razonado,cadver de las leyes consultado,en quien, si lloro el fin, las glorias leo;

    (Quevedo,Melpmene, Tmulo de Francisco de la Cueva; vv. 5-8.)36

    Los sonetos funerales de Gngora contravienen la estructura ms usual fijada

    por la tradicin fnebre de elogio, lamento y consuelo. Como comprobbamos

    anteriormente, la laudatioaparece veladamente tras lamento y consuelo u otra serie de

    exordios de alcance universal. Por lo general, los cuartetos explicitan en primer lugar el

    dolor por la difunta, celebran su vida ultraterrena o introducen argumentos de carcter

    moral recurriendo a tpicos propios de la poesa fnebre.

    Mquina funeral, que desta vidanos decs la mudanza, estando queda;pira, no de aromtica arboleda,si a ms gloriosa Fnix construida.

    (Gngora, Para la reina Margarita; vv. 1-4.)

    Ceida, si asombrada no, la frentede una y de otra verde rama obscura,a los pinos dejando de Segurasu urna lagrimosa, en son doliente.

    (Gngora,Antonio de las Infantas; vv. 1-4.)37

    35Estos fragmentos corroboran la idea de Fernndez Mosquera (2000: 67) de que Quevedo tiene ciertatendencia a la reescritura dispositiva, entendida como aquella reescritura estructural que afecta a ladisposicin particular de distintos fragmentos u obras que son reordenadas de manera diferente paralograr el conjunto textual deseado. Para la variacin en la dispositio como marca de originalidad dentrode la poesa griega y romana, vase Cairns (1972: 100-118).36Para ms detalles, vase Llamas Martnez (2008) y Pozuelo (1999: 262).37

    Para un comentario al primero de los sonetos citados, consltese Guilln (2002: 87); para el segundo,Orozco y Lara Garrido (2002: 231-232).

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    De este modo, y en consonancia con la inventio, la disposicin de los elementos

    funerales en Gngora tambin contribuye a reducir los matices panegricos o heroicos,

    incluso en aquellos que, por la dignidad de personajes como Enrique IV o Felipe III, es

    normal que tuviesen una orientacin ms encomistica. En el caso del rey espaol, por

    ejemplo, la alabanza se retrasa hasta el primer terceto, tras una digresin sobre el

    esplendor de su tumba y el lamento:

    Este funeral trono, que luciente,a pesar de esplendores tantos[]Ley de ambos mundos, freno de ambos mares.Rey, pues, tanto, que en frica dio almenasa sus pendones, y a su Dios, altares.

    (Gngora, En el tmulo de las honras de Felipe III; vv. 1-2 y 9-12.)

    el que rompi escuadrones y dio al llanoms sangre que agua Orin humedecido:gloroso francs, esclarecidoconducidor de ejrcitos []

    (Gngora, En la muerte de EnriqueIV; vv. 3-6.)38

    A menudo, adems, las estrofas de los sonetos funerales de Gngora desarrollan

    un argumento general de carcter moral que progresa hacia una especie de epifonema

    final, ahondando en la idea destacada el comienzo39

    :

    Plida restituye a su elementosu ya esplendor purpreo casta rosa,que en planta dulce un tiempo, si espinosa,gloria del sol, lisonja fue, del viento.[]

    38Gngora no destaca precisamente sus hazaas militares, sino y al igual que Quevedo en el soneto 1deMelpmenesu piedad y beatitud: Mereciste reinar y mereciste / no acabar de reinar; y lo alcanzaste

    / en las almas al punto que espiraste, / como el reinar al punto que naciste (Quevedo: Tmulo de FelipeIII; vv. 1-4). La poltica internacional de Felipe III se basaba ms en la ratificacin de tratados de paz queen un agresivo plan de recuperacin de territorios o conquistas con la que conectaba la ideologa heroica yde evangelizacin de Quevedo. En el segundo de los sonetos que dedica a Felipe IV (21) enMelpmene,el poeta apela a este hecho: Invidia del infierno fue, temiendo / que la guerra y la caja y la trompeta, /despertaran de Espaa la memoria. Sobre estos versos, vanse Roncero (2000) y Vallo (2000). AunqueMenandro, Sobre los gneros epidcticos, indica que si no se puede elogiar al emperador por sus hazaasguerreras, habr que hacerlo por sus acciones en la paz vaivn que est presente en todo el poemagongorino, quiz exista en ellos un matiz reprobatorio. Para la posible connotacin negativa delpanegrico en poca clsica puede verse Gentili (1996: 254).39

    Para una distincin entre estructura externa e interna dentro en el marco estrfico del soneto, vaseAzaustre (1996: 94, n. 6).

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    Cuadernos de Aleph, 2012

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    Ya en nuevos campos una es hoy de aquellasflores que ilustra otra mejor aurora,cuyo caduco aljfar son estrellas.

    (Gngora, En la muerte de doa Guiomar de S; vv. 1-4 y 12-14.)40

    Por su parte, los sonetos funerales de Lope tienden a situar en el primer cuartetouna digresin de carcter moral antes de las formas de elogio, lamento y consuelo,

    independientemente del tono, del marco general de la composicin o del personaje

    elogiado:

    Preti, la muerte que con pie invisible,rgida penetr la tierra extraa,porque en la propia, que tu llanto baadonde eres inmortal, fuera imposible.

    (Lope de Vega,La selva sin amor, A la muerte de Girolamo Preti; vv. 1-4.)

    El Tiempo a quien resiste el tiempo en vano,llevo tras s los griegos valerosos,los Augustos, los Csares famosos,despus de las reliquias del troyano.

    (Lope de Vega,Rimas, Al duque de Osuna y conde de Urea; vv. 1-4.)

    A partir de este primer cuarteto es cuando Lope suele introducir el resto de

    elementos: el encomio antes de lamento y consuelo, si el soneto se dedica a un

    cortesano del que se pondera su fortaleza, o lamento y consuelo antes del elogio, si sedirige a una dama difunta:

    Y tu pendn crucgero, que solofue del frica y Asia rayo ardiente,cuantos beben la brbara corrientede ufrates, Nilo, Ganges y Pactolo

    (Lope de Vega,Rimas, A la muerte de Felipe II; vv. 5-8.)

    Apenas te gozaron las riberas

    del Tajo, a ser tu antpoda dispuesto,cuando las cubres de ciprs funesto,robando en ti sus verdes primaveras.

    (Lope de Vega,Rimas, A la muerte de Albania; vv. 5-8.)

    Se advierte, no obstante, cmo la trabazn de estos sonetos funerales es ms

    lbil que la de Gngora o Quevedo. Generalmente, su construccin resulta mucho ms

    mecnica, por lo que elogio, lamento y consuelo fluyen de un modo bastante abrupto:

    40Para la especie de alegora establecida por el soneto, vase Guilln (2002: 85-86).

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    Romp a Tnez, venc volviendo a Flandesmil guerras, mil rebeldes, mil engaos,y tuve de ser mrtir santo celo.

    No quise a Irlanda con promesas grandes,muero en Bouges, viv treinta y tres aos,

    fui Csar de la fe, triunf en el cielo.

    (Lope de Vega,Rimas, Del seor Juan de Austria; vv. 9-14.)

    Si nos salimos del marco estructural del soneto, pueden estudiarse unitariamente

    aquellas series que Gngora o Quevedo dedican a un mismo personaje41. Quevedo, por

    ejemplo, dedica al infante don Carlos los sonetos 2 y 3 deMelpmene; el primero puede

    entenderse de modo global como un consuelo por su muerte temprana, y el segundo

    como un elogio de su virtud42. Los sonetos 5, 6 y 7, en memoria de Osuna, parecen

    desarrollar el elogio de su figura avanzando desde los aspectos ms generales comomilitar de xito hasta cuestiones de ndole personal. El 5 se centra en los logros de sus

    campaas contra los turcos en el Mediterrneo y alude a la Conjuracin de Venecia,

    proceso judicial por el que fue deportado a la pennsula ibrica y encarcelado. En el 6

    Quevedo pondera sus conquistas italianas, mientras que el soneto 7 se centra en su

    dimensin ms humana43. Los sonetos 20, 21 y 22 estn motivados por el impacto que

    causa el asesinato de Enrique IV. El primero constituye un elogio, el segundo trata de

    explicar las causas de su fallecimiento y el tercero es una advertencia sobre el poderdestructor de la muerte. Dentro del soneto 20, los cuartetos loan sus hazaas militares

    que, en parte, y como explica en el terceto, le hacen merecedor de su trono. El ltimo

    terceto introduce la figura del asesino del rey, Franois Reveillac44.

    41Las series de sonetos funerales se hicieron habituales en los mausoleos fnebres del siglo XVII, en lospreliminares de algunas obras impresas pstumamente, en el teatro42Algo semejante sucede en los sonetos 18 y 19: el primero de ellos pretende servir de consuelo para elmarqus de Alcal y los familiares que heredan su alcurnia, mientras que el segundo es ms una loa haciasu linaje.43Vase Llamas Martinez (2008) y Capelli (2011).44 Para ms detalles pueden verse Llamas Martnez (2008), Martinengo et al. (2005: 236-237) y RoigMiranda (1989: 259). Sobre el asesinato de Enrique IV, Quevedo escribi al menos cuatro sonetos estos tres recogidos enMelpmeney otro en el Cancionero Antequerano y una cancin; en todos estospoemas destaca sus valores como militar y el temor que infunda su figura en Espaa e Italia. Adems deQuevedo, Lope y Gngora, Salas Barbadillo, Villamediana o Pedro Soto de Rojas tambin escribieron

    poemas dedicados a la trgica muerte del monarca francs. Un corpusms completo puede verse Jauralde(1999: 232, n. 35).

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    Cuadernos de Aleph, 2012

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    Entre los dieciocho sonetos fnebres estudiados de Gngora, el poeta dedica tres

    a la muerte de la reina Margarita y dos a la duquesa de Lerma y a Rodrigo Caldern45. A

    diferencia de lo que sucede con los de Quevedo, en estos del poeta cordobs es difcil

    distinguir una estructura clara. La trada consagrada a la monarca parte de los aspectos

    morales y encomisticos con los que comienza el sonetoA la que Espaa toda humilde

    estradoa los elogiosos o de consuelo de los dos siguientes (No de fino diamante, o rub

    ardienteyMquina funeral, que desta vida)46. En los sonetos para la duquesa de Lerma

    parece que de los aspectos morales sobre la vanidad de la vida en las que se centra el

    primero (Ayer deidad humana, hoy poca tierra) se pasa al elogio y al consuelo del

    segundo (Lilio siempre ral, nasc en Medina). En los destinados a Rodrigo Caldern, el

    que comienza Sella el tronco sangriento, no le oprimeconvierte su famosa ejecucin en

    la plaza de Madrid el 21 de octubre de 1621 en centro del soneto y el otro (Ser pudiera

    tu pira levantada) en la redencin y consuelo que supone para su alma el arrojo con el

    que acepta su decapitacin pblica (ms detalles en Jammes, 1987: 278-279)47.

    Por razones de espacio, no podremos referirnos aqu a otros aspectos

    estructurales de estas series de sonetos ni a otras como la de Diversos sepulcros y

    epitafios fnebres escritos por Lope48; tampoco tendremos oportunidad de aludir

    45Carreira (2002: 329) cree que se trata de epitafios hechos por compromiso y para congraciarse con elduque, a quien debieron favores, entre otros, Quevedo, Gngora y el conde de Salinas. Una comparacinentre los epitafios que Quevedo y Gngora dedicaron a la duquesa de Lerma puede verse en Carreira(2002) y Blanco (1984). Un corpusms amplio de las composiciones dedicadas a la reina Margarita y aotras damas de la poca en Camacho (1969: 159, n. 6). A la muerte gallarda y ejemplar de RodrigoCaldern dedicaron alguna de sus composiciones, adems de los propios Gngora o Quevedo, Lope,Paravicino, Ruiz de Alarcn, Juregui, Hurtado de Mendoza, Lpez de Zrate, de la Cueva... A esterespecto puede verse Matas Caballero (2001). Gngora dedic, adems, un soneto conjunto a RodrigoCaldern, al conde de Villamediana y al conde de Lemos: Al tronco descansaba de una encina, queBlanco (2011: 29) sita en la lnea del homicidio poltico y el manuscrito Chacn bajo el rtulo de Varios.46A esta serie alude Guilln (2002: 83-84, 87 y 89-90).47

    En todo caso, la disposicin estructural de esta serie de sonetos requerira de un estudio ms detalladopara tratar de saber si Gngora y Quevedo los concibieron de un modo unitario o si pensaron un posibleorden para ellos que, como sabemos, no era lo habitual en la poca. Para la cuestin editorial de la obrapotica de Gngora y Quevedo, vase la nota 2. Para un estudio panormico de estas cuestiones, puedenverse, entre otros, Ruiz Prez (2000, 2007 y 2011), Garca Aguilar (2009) o Dadson (2011).48La distribucin interna de los epitafios de Lope hace que primero se elogie a los miembros del papado,a continuacin a los de la monarqua y la corte espaola, despus a otras europeas y posteriormente amilitares y humanistas. Estas eleccin de personajes refleja tambin una concepcin del mundo que vadesde la dimensin divina encarnada por sus emisarios en la tierra, papas y monarcas hasta la msbaja e nfima, representada por una serie de epitafios en tono jocoso que cierran el conjunto: a una vieja,mdico, hechicera, astrlogo Del mismo modo, y aunque en los sonetos de Melpmene no pareceexistir una distibucin clara del conjunto, el hecho de que el dedicado a las excelencias de Aquiles hroe clsico por antonomasia y al que se tratan de asemejar siempre monarcas y militares de los siglos

    XV, XVI y XVII se ubique al final de la serie del Parnaso...de 1648, podra reiterar el ideal pico yheroico de la musa.

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    Las (re)lecturas de los escritores: el proceso de difusin y recepcin de la obra literaria

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    especficamente a cuestiones de estilo sobre el uso de metonimia, sincdoque o

    hiprbole en Quevedo o a las metforas de segundo grado muy propias de la elocutio

    gongorina. Con todo, espero haber satisfecho la idea de que los sonetos funerales de

    estos tres autores son un buen ejemplo de reescritura que nos permite seguir incidiendo

    en el conocimiento de su obra y de su pensamiento. En palabras de Schwartz referidas a

    Gngora y Quevedo a las que podramos aadir a Lope a tenor de los poemas

    estudiados, los poetas

    actualizan ciertos significados posibles de una estructura verbal: aquellos que sus propioscdigos culturales, ideolgicos o artsticos les permite captar. [...] Seleccionan entremltiples opciones que se ofrecen a la imitacin, precisamente aquellos que se integranlgicamente en el modelo del mundo que el emisor configura, porque anticipan, porquepre-

    figuranun rasgo ideolgico o artstico de los cdigos del lector/autor (Schwartz, 1984: 325).

    Quevedo, por nmero y distribucin, otorga a sus sonetos funerales un mayor

    protagonismo en el conjunto de su obra que Gngora y Lope, y muestra, adems, una

    mayor unidad temtica, estructural y estilstica. La lectura que hace de la tradicin en

    Melpmene inscribe sus sonetos en la lnea pica del epigrama y la elega de origen

    antiguo, que traslad tpicos y motivos a la historiografa, a la hagiografa, a la materia

    caballeresca romance..., dentro de un modelo potico e ideolgico marcado por la

    magnificacin de un ideal heroico. El encomio, que va a articular siempre cada una de

    sus composiciones, impera sobre lamento y consuelo, resaltando las virtudes por las que

    el muerto es nico e incomparable y merece ser recordado por haber hecho historia. As,

    aunque gobernantes y militares sean ejemplo de sabidura y fortaleza en la prctica de la

    guerra, los humanistas de conocimiento de su disciplina y de inteligencia al desempear

    su profesin, y las damas de belleza y piedad, Quevedo conseguir individualizarlos por

    una virtud caracterstica.

    Los sonetos funerales de Gngora se sitan, en cambio, en la rbita de la

    tradicin helena y egloggica, en la que los elementos luctuosos se mezclan con los

    amorosos. Aunque es difcil extraer una lectura conjunta de todos ellos, el poeta

    cordobs va a combinar estas ideas para desarrollar argumentos de carcter moral sobre

    la futilidad de la vida, las edades del hombre, el paso del tiempo..., minimizando los

    aspectos panegricos del difunto que motiva la composicin, que pueden aparecer

    subsumidos en lamento y consuelo o bien desplazarse a los tercetos.

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    Cuadernos de Aleph, 2012

    Jacobo Llamas Martnez (2012): Reescritura de elogio, lamento y consuelo en lossonetos funeralesde Lope, Gngora y Quevedo, Cuadernos de Aleph, 4, pp. 110-145

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    Lope no presenta una unidad tan clara en sus sonetos fnebres. En algunos

    dominarn los aspectos panegricos de carcter pico y heroico, y en otros los de

    lamento o consuelo; pero en ninguno de ellos alcanzar la agudeza panegrica de

    Quevedo ni la densidad moral de Gngora. Sus mayores logros artsticos se encuentran

    en aquellos en los que la muerte le afecta de cerca y expresa su dolor de forma ms

    vivida y sincera.

    Todos estos aspectos, adems, la insistencia de Quevedo en los valores picos y

    heroicos, la amorosa y moral de Gngora y el deseo de Lope por cultivar en su obra

    toda tradicin y gnero, as como la excepcional habilidad que tiene para reflejar en ella

    avatares de su vida, aparecen recurrentemente en el resto de su obra49.

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