recursos escuela sabatica -...

142

Upload: trannguyet

Post on 21-Mar-2018

218 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

RECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com

C A P Í T U L O 1

La gran guerra sobre el carácter de Dios

m a gente no elige ponerse en lugares de terribles aprietos. Estas si-tuaciones vienen sin invitación. Muchos desastres —tales como tsunamis, terremotos, ataques terroristas— golpean rápido y con

fuerza brutal y devastadora. Otros -tales como hambres, epidemias (el SIDA, por ejemplo) y guerras- pueden durar por semanas y aun por ge-neraciones. Inglaterra y Francia una vez tuvieron una serie de conflictos conocidos colectivamente como la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Aun ahora, algunas personas viven toda su vida en zonas de guerra.

Corrección: Todos las personas, incluyéndolo a usted y a mí, vivi-mos toda la vida en una zona de guerra. Esta guerra no es un conflicto regional sobre quién ha de gobernar unos pocos centenares de kiló-metros cuadrados. No es meramente una guerra civil o una limpieza étnica, aunque puedan ser devastadoras. No es siquiera una "Guerra Mundial", la última de las cuales involucraron a naciones de la mayoría de los continentes y quitaron la vida a más de cuarenta millones de per-sonas. Es mucho más grande que eso. Ningún ser humano ha podido escapar de las garras de esta gran guerra. Ha matado a miles de mi-llones de seres humanos y nadie sabe cuántos billones de otras criatu-ras. De hecho, sólo dos personas han escapado alguna vez de la muerte en esta guerra: Enoc (Génesis 5:24) y Elías (2 Reyes 2:11).

¡La gran guerra ni siquiera está limitada al planeta Tierra! Jesucristo mismo, el Hijo de Dios, cayó como una víctima del conflicto. El le dijo a Pilato que su reino no estaba basado en este mundo (Juan 18:36); él go-bierna un dominio mucho más amplio. De modo que esta guerra no es-

L

11 RECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com

tá sólo aquí, y no sólo trata de nosotros, aun cuando estamos en medio de ella.

Cuando uno ha vivido toda su vida en una zona de guerra, las emergencias parecen normales. Uno no conoce nada diferente. En con-secuencia, muchas personas aceptan sencillamente el sufrimiento, el do-lor, la tristeza y la muerte como inevitables, como algo que tiene que suceder. Los antiguos egipcios glorificaban e inmortalizaban a sus muertos porque era como un pasaje de continuación de la vida en otra forma. La muerte era buena y santa. Cada tumba era un templo. Incon-tables otros grupos también han estado en una situación de negación, sin entender o admitir que estamos afectados por una gran guerra. ¿No fueron el bien y el mal, como el yin y el yang orientales, una parte del "plan" desde el principio? ¿No es la muerte una parte original, integral y necesaria de la vida, que sigue en ciclos de reencarnación? ¿O eso sig-nificaría "reencarcelación", prisión repetida en las fatales garras de la mortalidad?

Una persona moderna que está intentando vivir una vida ideal –y con bastante éxito– puede no necesitar una filosofía oriental para alejar-se de la idea de la gran guerra. La vida es segura, cómoda y placentera gran parte del tiempo. Todo está bajo control. Difícilmente surge algún problema que no lo puedan arreglar los compañeros de trabajo, los mé-dicos, el agente de seguros, o el gobierno. Pero entonces un accidente automovilístico, una enfermedad seria, un divorcio o una muerte en la familia se entromete en la "buena vida" y nos recuerda la realidad per-turbadora de que hay algo que está drásticamente mal.

¿Somos melancólicos, mórbidos y paranoicos si reflexionamos sobre nuestro dilema? Después de todo, la vida tiene mucha alegría, hay tanto por lo que podemos estar agradecidos. Hay puesta del sol, amigos y familiares queridos, salud, buena comida, árboles, flores, música y mas-cotas. Aun en medio de la guerra, hay islas de paz. Así, encontramos un contraste y una tensión radicales entre dos categorías básicas de expe-riencia: la buena y la mala, la dolorosa y la placentera.

Origen de la gran guerra ¿De dónde vienen la gran guerra y las dos clases de experiencias?

Esto no es meramente una pregunta histórica: los conflictos que en-

12

contramos moldean nuestras vidas y actitudes. Es la fuente de estos conflictos la que mayormente determina su naturaleza.

En una escala menor, la perspectiva y la vida de toda una generación de personas fueron forjadas en el yunque de la Segunda Guerra Mun-dial, que surgió de las oscuras ambiciones de fascistas europeos y gue-rreros asiáticos y que otros poderes intentaron detener (afortunadamen-te con éxito). 1

Entonces, ¿quién comenzó la gran guerra? La Biblia nos lo dice. Ori-ginalmente, todo era paz y perfección. La mano de Dios, el Creador, hi-zo todo bueno. Entonces sucedió algo: una paradoja en el Paraíso. Dios contó la historia más tarde, dando al culpable el título literario de "rey de Tiro".

"En Edén, en el huerto de Dios estuviste [...] Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28:13-17).

De modo que el problema se originó nada menos que en un ángel poderoso, el "querubín grande, protector", que estaba más cerca de Dios que ningún otro ser. El se puso orgulloso por causa de su hermosura. Pero no sólo se miró a sí mismo y preguntó en forma retórica:

13

"Espejito, espejito, ¿quién es el más bonito?" Por medio del profeta Isaías, Dios nos dice más. Esta vez se dirige al originador del mal como el "rey de Babilonia":

"¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: 'Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo' " (Isaías 14:12-14). Aquí está el material con que están hechas las guerras: El siervo

quiere destronar a su amo, como muchos siervos lo han hecho en la his-toria humana posterior. Pero en este caso era el Amo de todo el univer-so, de modo que lo que estaba en juego era muy alto, y la guerra era muy grande. De hecho, ha sido grande como vio Juan:

"Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lu-chaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Sata-nás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus án-geles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12:7-9).

El originador de la gran guerra De modo que el ángel caído fue el que ahora llamamos "diablo" y

"Satanás" (literalmente, el satán, "el adversario"). Él es el líder de un grupo de ángeles, ahora llamados "demonios", a quienes dirige en su rebelión contra Dios.

Para muchas personas en estos días, el diablo o Satanás es mera-mente un ente cultural como Santa Claus. En los Estados Unidos en el Día de las Brujas, algunas personas se ponen disfraces diabólicos.

Satanás ha llegado a ser un tema de comedias. Flip Wilson provocó muchísimas risas cuando dijo: "¡El diablo me hizo hacerlo!" Chistes y caricaturas describen al diablo con cuernos, el supervisor del infierno

14

con su tridente, que está de nuestro lado en el sentido de que se goza atormentando a sus enemigos con toda clase de medios deliciosamente terribles.

Pero aún los entretenimientos modernos tienen sugerencias de que el diablo no está de nuestro lado. Cuando se ve una foto de Marilyn Manson, un astro masculino del rock que es un siniestro ministro de la iglesia de Satanás y que interpreta en forma convincente a su amo dia-bólico, uno tiene la impresión de que detrás del brillo amistoso y oculto de Disney y la magia de Harry Potter hay una realidad más oscura. Uno se pregunta si es una coincidencia que Manson fue el favorito de Eric Harris y Dylan Klebold, los muchachos adolescentes que realizaron la masacre en la escuela secundaria de Columbine, en Llttleton, Colora-do.2

Una vez me encontré con un hombre que se convirtió por causa de un concierto rock de los Rolling Stones. En su juventud no creía que Sa-tanás existía. En consecuencia, no sentía necesidad de Jesucristo. Su hé-roe era Mick Jagger, cantor principal de los Rolling Stones. Pero en el concierto al que él asistió, en medio del clamor sísmico y atronador de la "música", el joven oyó otra voz que él reconoció que era la de Satanás. La voz dijo: "Tú eres mío, y te voy a matar". Aterrorizado, no pudo par-ticipar de la fiesta después del concierto. En cambio, buscó el ejemplar de El conflicto de los siglos que pertenecía a su abuelita, y lo leyó. Entregó su vida a Jesús y llegó a ser un ministro del evangelio. ¡Satanás lo hizo escaparse del infierno!

Muchas personas hoy niegan la existencia de Satanás. Por lo tanto, no reconocen la naturaleza de la gran guerra, o su necesidad de ser sal-vados del mal por su amante Creador, que originó sólo lo bueno, y que dio su vida para salvarlos. Pero los que están en el contacto más estre-cho con Satanás saben que él es real y que se opone decididamente al Dios de la Biblia.

En un libro aterrador acerca de la liberación de lo oculto, titulado He Came to Set the Captives Free [El vino para liberar a los cautivos], Rebecca Brown relata la vida de una ex bruja, una sumo sacerdotisa de Satanás que una vez fue la más elevada "novia" de Satanás en los Estados Uni-dos, y que fue liberada de una pasmosa degradación cuando aceptó a Cristo. La ex bruja Brown describió gráficamente demonios gigantes y monstruosos que podían descuartizar a una persona, orgías rituales de sexo, un Sábado Negro (o Misa Negra) que involucraban la crucifixión de

15

un hombre para burlarse de la crucifixión de Cristo, y el intento de los satanistas de llevar a cabo la orden de Satanás de asesinar a una familia de cristianos que estaban interfiriendo con Satanás al convertir a Cristo a algunos miembros de ese culto. Rodeando la propiedad de los cristia-nos había un anillo de enormes "ángeles eslabonados" de Dios, sin ar-mas ni armaduras. Los satanistas repetidamente trataron de atravesar el cordón, pero no pudieron. Las armas rebotaban en los ángeles, y senci-llamente se reían.

Y cuando los ángeles meramente cambiaban la expresión de sus ros-tros a una mirada fiera, los poderosos satanistas caían impotentes al suelo". 3 Como dijo el apóstol Pablo: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31).

El lugar del hombre en la gran guerra Pablo reconoció que por nosotros mismos somos impotentes: "Por-

que no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12). Pero si estamos con Dios, las fuerzas del mal son impotentes. "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni prin-cipados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:38, 39).

Si el poder de Dios y de sus ángeles es tanto más grande que el de las fuerzas enemigas, ¿por qué no terminó la gran guerra hace mucho tiempo? ¿No debería la abrumadora superioridad militar asegurar una victoria rápida, como el Blitzkrieg de 1939-40, o la Operación Tormenta del Desierto en 1991? ¿Qué está demorando las cosas?

La respuesta se encuentra en el lugar que tienen los seres humanos en la gran guerra. Hemos sido siervos de Satanás. Dios no puede des-truir el mal sin exterminar personas a quienes está tratando de rescatar. Si fuéramos sencillamente secuestrados, Dios no tendría problemas. Sus ángeles podrían invadir el reino de las tinieblas de la manera en que los comandos liberaron los rehenes de un avión comercial de Air France en Entebbe, Uganda, en 1976. El desafío para Dios es que los seres huma-nos han elegido el reino de Satanás.

16

De acuerdo con el libro del Génesis, Dios dio el dominio de este inundo a Adán y Eva, los primeros seres humanos (Génesis 1:28). Pero al obedecer la voz del mal en rebelión contra Dios, cayeron bajo el con-trol de Satanás, quien llegó a ser "el príncipe de este mundo" (Juan 12:31). Esto explica por qué el libro de Job describe a Satanás apare-ciendo entre los "hijos de Dios" para presentarse ante Dios (Job 1:6). Siendo que Adán y Eva lo habían elegido para el congreso celestial, Sa-tanás podía pretender representar al planeta Tierra en lugar de ellos.

Satanás perdió su asiento en el congreso cuando Jesucristo, un des-cendiente de Adán y Eva recuperó el dominio para la raza humana. Como Creador del mundo, Cristo siempre había sido el Soberano del planeta Tierra. Por esto Satanás lo tentó para que evitara el sufrimiento invirtiendo sencillamente la jerarquía de la autoridad, poniéndose Sata-nás en primer lugar. Pero Cristo sabía que si él adoraba a Satanás, todos los seres humanos quedarían perdidos.

Si el Altísimo se rendía a aquel que codiciaba su lugar, él ya no po-dría ser más el Altísimo y no podría salvarnos. Más bien, Cristo el Creador eligió llegar a ser un ser humano y vivir una vida de lealtad to-tal a Dios –y con ello tener éxito donde fallaron Adán y Eva– pagando así la penalidad dolorosa por la desobediencia de la raza humana. De esta manera él "juzgó" al mundo en el sentido positivo de lograr la justi-cia para el planeta Tierra al expulsar a Satanás, el usurpador opresivo y extraño (Juan 12:31; comparar con los libertadores del libro de Jueces). 4

Surgen un par de preguntas. Primera, ¿por qué Dios no destruyó sencillamente a la raza humana cuando Adán y Eva decidieron seguir a Satanás en lugar de seguirlo a él?

Dios no destruyó a Adán y Eva porque ellos no comprendían ple-namente lo que estaban haciendo. Eva fue engañada, y Adán no capto el cuadro completo. Ellos fueron como niños sin experiencia que des-cuidaron una advertencia sin comprender las consecuencias. ¿Matamos a nuestros niños cuando nos desobedecen y se meten en grandes pro-blemas?

Segunda, ¿por qué la gran guerra no terminó hace dos mil años cuando Cristo venció a Satanás en la cruz? ¿No habían proclamado tan-to Juan el Bautista como Jesús: "Arrepentíos, porque el reino de los cie-los se ha acercado" (Mateo 3:2; 4:17)?

La victoria de Cristo en la cruz fue como el día D en 1944, cuando los aliados ganaron una entrada en el continente europeo y aseguraron,

17

prácticamente, que los días de Hitler estuvieran contados. De hecho, el resultado de la gran guerra es totalmente seguro. El bien triunfará inevitablemente sobre el mal. Sin embargo, la contienda sigue, y aun aumenta en intensidad porque muchos seres humanos todavía prefie-ren el señorío de Satanás. Lo eligen porque él continúa engañándolos cruelmente para que piensen que Dios no quiere lo mejor para ellos, y que ellos no son responsables ante Dios. Por lo tanto, creen que pueden proveer a su propia felicidad mejor de lo que puede hacerlo Dios, al li-brarlos del egoísmo y de la adoración propia. Esta es una mentira anti-gua. De hecho, es lo que la serpiente satánica le prometió a Eva en el Jardín del Edén: "No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Génesis 3:4, 5).

Habiendo aspirado tomar el lugar de Dios, Satanás trató de pasar su sueño de ser "como Dios" a nosotros para hacernos pequeños satanases. Si él fracasó en ocupar el lugar de Dios aun cuando él fue el querubín grande, protector, ¿qué nos hace pensar que podemos tener éxito, como carne y sangre mortales que somos?

Hemos encontrado que hay una gran guerra entre Dios y Satanás sobre el dominio de este mundo. El problema en disputa es el carácter de Dios y si alguien puede tomar su lugar. En los capítulos restantes de este libro, exploraremos la forma en que Dios demuestra su equidad cuando salva o condena a los seres humanos de acuerdo con las elec-ciones que ellos hacen en favor de Dios o en contra de él. Cuando este "juicio" se haya completado, no habrá más preguntas acerca del carácter de Dios y nadie se perderá si hubiera elegido ser salvado. En ese mo-mento, no serán necesarias más demoras, y Dios podrá terminar rápi-damente la gran guerra.

18

Referencias 1 Con respecto al profundo impacto de la Segunda Guerra Mundial sobre los

conceptos del mundo, ver Margaret Mead, "Family System and Society", en Changing Sexual Values and the Family, G. Pirozo Sholevar, ed. (Springfield, Ill.: Charles C. Thom-as, 1977), pp. 33-35.

2 Adam Cohen, "A Curse of Cliques", Time (3 de mayo de 1999), p. 45. 3 Rebecca Brown, He Came to Set the Captives Free, (New Kensigton, Penn.: Whita-

ker House, 1992), pp. 56, 57 4 Roy Gane, Gods's Family Heroes, (Hagerstown, Md.: Review and Herald, 1996), p.

44.

19

C A P Í T U L O 2

Justicia para demostrar el carácter de Dios

m n un viaje de avión a Jordania para participar en una excavación arqueológica, mi esposa y yo estábamos sentados detrás de un joven y comenzamos a conversar con él. Era un soldado de una

unidad militar especial tomando una vacación de dos semanas des-pués de un largo y difícil período en Irak. Estaba temiendo volver, las lágrimas venían a sus ojos al recordar dolorosamente cómo su compa-ñero había sido muerto de un tiro en el cuello. Esos hombres no pue-den elegir si vivirán o morirán.

En la gran guerra, ¿quién decide si somos salvos o perdidos? ¡No-sotros! En ese sentido, nos juzgamos a nosotros mismos. Esta es la gran noticia. Dios es el Juez definitivo, pero él nos da a todos la opor-tunidad de elegir lo que queremos, y él acepta nuestras decisiones. Cuando le decimos: "Sí, su Señoría" –cuando aceptamos el evangelio, las buenas noticias acerca de él– es como si estuviéramos juzgando en fa-vor nuestro porque nos hemos aliado con él.

Así fue en los tiempos de Noé. Dios le dio a la gente abundantes oportunidades de comprender y aceptar las buenas nuevas de que po-drían escapar del Diluvio inminente. La puerta del arca estaba abierta a todos. Dios no obligó a ninguna persona a entrar al arca o no. Cuando se cerró la puerta, los destinos de la gente quedaron fijados de acuerdo con las decisiones que habían hecho (Gen. 6, 7). Si se sal-vaban o no dependía de ellos, pero debían elegir ser salvos por medio de la provisión que Dios había hecho. Cualquiera que dijera "no" a Dios rehusaba así su protección cuando soltara las armas acuáticas de destrucción masiva contra el dominio de Satanás y sus seguidores.

E

20 RECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com

Satanás acusa a Dios de ser injusto, pero Dios es quien respeta la li-bertad humana de elegir. El Cristo divinamente resucitado dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Si alguno tiene el derecho de forzar su entrada a nuestras vidas, es Cristo, el que nos creó y murió por nosotros. Pero él se mantiene a la puerta del co-razón humano y pide entrar, y entrará sólo si le respondemos.

Hipócritamente, Satanás es quien no respeta nuestra libertad de elección. Dios advirtió al celoso Caín cuando estaba considerando el mal contra su hermano: "Si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo" (Génesis 4:7). El pecado y Satanás no llaman. "El pecado está a la puerta" significa que el mal moral está es-perando una oportunidad de entrar como un predador y hacerse cargo del corazón. Las palabras "a ti será su deseo" no significan que el pecado es como un gatito que quiere treparse a tu falda y ronronear. Significa que el pecado es como un tigre en el sentido de que te quiere tragar.

En los días de Jesús, los espíritus de demonios poseían a muchas personas. Ellas estaban profundamente agradecidas cuando Jesús y sus discípulos los liberaban. Obviamente, Satanás y sus ángeles caídos no tenían respeto por los deseos de estas personas, de otro modo los malos espíritus no hubieran entrado sin invitación.

De acuerdo con la Biblia, Dios es justo en el sentido de que él per-mite que la gente elija. Él apela, explica y advierte de las conse-cuencias positivas y negativas del "camino de vida" y del "camino de muerte" (Jeremías 21:8), pero no fuerza a ninguno a ser salvo o perdido. Si él usara la fuerza, ¿por qué se tomaría la tarea de apelar al corazón de la gente?

Dios es también completamente justo cuando exige que la gente sea responsable de sus elecciones. La Biblia dice: "[Jehová] juzgará a los pueblos en justicia. [...] Porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad" (Salmo 96:10, 13).

En contraste, los jueces y las cortes humanos pueden cometer erro-res. Lindy Chamberlain, la esposa de un pastor adventista, fue acusa-da de asesinar a su bebé mientras acampaba con su familia en el centro de Australia. En la conclusión del juicio más famoso de la historia legal de Australia, Lindy fue convicta y apresada. Después de un tiempo de intenso dolor para ella y su familia, se demostró que la investigación de la policía de los Territorios del Norte tuvo fallas, y que un dingo

21

(una especie de perro salvaje de Australia) había realmente matado al bebé.

Los tribunales humanos pueden equivocarse aun cuando traten de ser justos, y aun cuando reúnen toda evidencia posible, y jurados sin prejuicios. Pero la ventaja definitiva la tiene Jehová que "escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos" (1 Crónicas 28:9).

Para asegurarnos que comprendemos que los veredictos de Dios son justos, la Biblia describe repetidamente a Dios como juzgando cuando percibe, investiga y evalúa las situaciones antes de cumplir con el castigo o permitir que la justicia se produzca. 1 Así, por ejemplo, antes de destruir al mundo con un gran Diluvio, "vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal" (Génesis 6:5, la cursiva fue añadida). En el relato de la Torre de Babel, "descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres" (Génesis 11:5). Antes de destruir a Sodoma y Gomorra, "Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Go-morra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré" (Génesis 18:20, 21).

La completa revelación de Dios Una cosa es creer la Biblia cuando describe a Dios como justo, pero

otra cosa es sentirse cómodo con los resultados del juicio de Dios, especialmente cuando éstos son tan radicalmente diferentes: la vida eterna o la muerte eterna. En ninguna parte en los sistemas judiciales de cualquier país hay recompensas y castigos tan extremos. Si amas mucho a una persona y esperas verla en el cielo pero ella no aparece allí, ¿cómo reaccionarás, especialmente si encuentras que tu peor enemigo está allí? A pesar de tu fe sólida, podrías estar tentado a dudar que Dios hubiera actuado con justicia perfecta.

Esas dudas podrían ser peligrosas y conducir a otra rebelión en el fu-turo. Para garantizar la seguridad eterna, Dios necesita resolver todas esas dudas de modo que el pecado no se levante una segunda vez. Él quiere hacer la tarea bien la primera vez (ver Nahúm 1:9). ¿Cómo pue-de hacerlo? Obviamente, la solución sería que él permitiera que cada uno que seguirá viviendo en su universo examine toda la evidencia

22

sobre la que basó sus veredictos. Esto sería un notable nivel de revela-ción plena, aun para un gobernante de la tierra. ¿Puedes imaginarte todas las oficinas de tu gobierno haciendo que todos sus registros estén disponibles para todo el público, aun revelando materiales reserva-dos?

De acuerdo con la Biblia, Dios abre sus registros a sus seres creados. Él lo hace en dos etapas de lo que puede llamarse el "juicio". Primero, los registros (la Biblia los llama libros) se abren en el cielo antes de que Cristo venga la segunda vez. "Estuve mirando hasta que fueron pues-tos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco co-mo la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos" (Daniel 7:9, 10).

En el capítulo 4 estudiaremos este pasaje en detalle, pero por aho-ra, es suficiente reconocer que este evento informa a los seres creados por Dios que están en el cielo. Estos incluyen diversas clases de lo que llamamos "ángeles" (incluyendo los querubines y serafines). Sin embar-go, Cristo representa a la raza humana en el cielo (además de Enoc, Moisés y Elías, a quienes Dios llevó al cielo (ver el versículo 13: "uno como un hijo de hombre", y ver Génesis 5:24; 2 Reyes 2:11; Mateo 17:3; Judas 9). Los "veinticuatro ancianos" de Apocalipsis 4:4 también pueden ser seres humanos redimidos que volvieron a la vida en oca-sión de la muerte de Cristo (Mat. 27:52, 53).

Segundo, hay otra fase del juicio en el cielo durante los mil años después de la segunda venida de Cristo: "Y vi tronos, y se sentaron so-bre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los de-capitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibie-ron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. [...] vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que esta-ban escritas en los libros, según sus obras" (Apocalipsis 20:4, 11, 12).

23

Esta vez el proceso involucra a la gran multitud de los seres hu-manos salvados que son llevados al cielo en la resurrección cuando Cristo vuelva otra vez (ver 1 Tesalonicenses 4:16, 17).

¿Por qué debe haber dos etapas en el juicio? Ambas se realizan en el cielo, donde se encuentra el centro de gobierno de Dios y donde se guardan los registros. Los seres humanos salvados no pueden participar en un juicio en el cielo antes de la segunda venida de Cristo porque están sobre la tierra. De modo que Dios les da la oportunidad de exa-minar sus registros en una segunda etapa del juicio, cuando llegan al cielo.

Daniel 7 y Apocalipsis 20 se refieren a "libros" que se usan en la pri-mera y en la segunda etapa del juicio. No sabemos la naturaleza pre-cisa de esos archivos. Tal vez si Daniel y Juan estuvieran escribiendo hoy se referirían a "DVDs" o "base de datos". Pero tales registros impli-can claramente alguna clase de investigación. Sin embargo, aquí hay un punto vital: Dios mismo no necesita un juicio investigador público para su pro-pia información. Como Juez Divino, Dios ya sabe todo (ver, por ejemplo, el Salmo 139) y puede determinar por sí mismo el destino de los que se salvarán o se perderán, sin la ayuda de los ángeles o de los seres hu-manos redimidos. De modo que si nos referimos al evento en Daniel 7 como un "juicio investigador", queremos decir que Dios permite que sus seres creados investiguen lo que él ya sabe. Desde la perspectiva de Dios, es un "juicio demostrativo", en el cual cada caso queda demos-trado.

Hay una diferencia clave entre el uso de "libros" y las investiga-ciones que Dios realiza antes de que actuara en el Diluvio, la Torre de Babel y Sodoma y Gomorra (ver más arriba). Las Escrituras presentan a Dios como revisando estas últimas situaciones para hacer una deci-sión antes de aplicar sus juicios. Es cierto, él realmente sabía lo que es-taba ocurriendo, pero la Escritura lo muestra como realizando los movimientos de una investigación de modo que los seres humanos puedan comprender que él es justo. El uso de "libros" o registros, por otro lado, implica que Dios ya ha evaluado las situaciones, lo que sig-nifica que sus propias investigaciones ya han ocurrido. Para usar una analogía, si lees tu diario a alguien, estás compartiendo ideas que ya habías pensado y expresado.

La segunda etapa del juicio durante los mil años después de la se-gunda venida de Cristo no fija ningún veredicto en el sentido de decidir si las personas son salvadas o se perderán. Cristo trae su recompensa

24

final consigo cuando regresa (Apocalipsis 22:12; comparar con Mateo 25:31-46), lo que significa que después de ese momento no hay lugar para determinar si una persona se salva o se pierde. Parece que des-pués que Dios lleva a los salvos al cielo, ellos juzgarán en el sentido de involucrarse en el proceso de fijar la severidad de los castigos definitivos que se administrarán al final de los mil años a aquellos que están per-didos (tal vez grados de sufrimiento en la segunda muerte en el lago de fuego). Nota que este "infierno" destruye a Satanás, quien no ha tenido ningún control sobre el infierno. En cualquier caso, es claro que los re-dimidos tendrán el conocimiento pleno de las razones que tuvo Dios para lo que hace y se convencerán de su justicia.

La confirmación final de que Dios y su Hijo están en lo correcto vendrá cuando "en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fili-penses 2:10, 11, la cursiva fue añadida). El aceptar la razón por la que son castigados testifica de la justicia de la sentencia, como no lo haría ninguna otra cosa (ver Jueces 1:7).

Referencias 1 John T. Anderson, Investigating the Judgment, (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2003), pp. 62-76, 85-95, 100-104. Gerhard Pfandl, Daniel: The Seer of Babylon (Hager-stown, MD: Review and Herald, 2004), pp. 69-71. Acerca de paralelos bíblicos del juicio investigador, ver también William H. Shea, Selected Studies on Prophetíc Interpreta-tion, Daniel an Revelation Committee Series 1, Frank H. Holbrook, ed. (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), pp. 1-29.

25

C A P Í T U L O 3

Pacto, carácter e historia

m ualquiera que ha estado casado por varios años puede decir que una relación íntima entre dos personas cambia con el tiempo. Un matrimonio puede durar bien por más de medio

siglo, pero no queda igual todo el tiempo; la relación se desarrolla, pa-ra mejor o para peor cuando los cónyuges enfrentan situaciones juntos y actúan entre sí. Sus relaciones pueden hacerse más profundas, más significativas, y más tiernas, o pueden caer en la desconfianza, el abu-so y la miseria. Puede cambiar casi imperceptiblemente, o puede su-frir cambios repentinos debido a grandes eventos, tales como el naci-miento de un niño, un cambio de ocupación o de lugar, un accidente o un adulterio.

Un matrimonio es una historia privada que involucra a dos perso-nas. La historia tiene un comienzo (el casamiento) y un fin (la muerte o el divorcio), y entre esos momentos pasa de un día al siguiente, y deun año a otro. El presente siempre está avanzando, de modo que lo que es futuro llega a ser presente y luego pasado. Aunque algunos ele-mentos de la historia pueden repetirse, como cuando una sucesión de hijos pasa por etapas similares, la historia en general es una progre-sión hacia adelante.

La relación de pacto entre Dios y su pueblo es como un matrimonio (ver Oseas; Ezequiel 16) en el sentido de que se desarrolla en el tiempo mientras los socios humanos cambian en sus actitudes hacia Dios y en sus caracteres. El carácter de amor de Dios permanece siempre el mismo, pero al alimentar su relación con seres humanos con sus fallas, para salvarlos, él ajusta sus enfoques para adecuarse a sus necesida-des. Así, cuando Salomón era joven y fiel, Dios lo bendijo con toda clase de beneficios fabulosos (1 Reyes 3 al 10). Pero cuando se apartó

C

26 RECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com

de Dios por la poligamia que lo llevó a la idolatría, Dios comenzó a debilitar y reducir su reino (1 Reyes 11). En forma similar, cuando los israelitas apostataron durante el período de los jueces, Dios les permi-tió seguir solos sin su protección (ver, por ejemplo, Jueces 10). Pero cuando se volvieron a él, "él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel" (Jueces 10:16) y se sintió compelido a ayudarles.

Siendo que Dios es el socio superior y más maduro que necesita disciplinar a su pueblo para su bien, el pacto también puede compa-rarse a una relación entre padres e hijos:

"Porque el Señor al que ama, disciplina [...] Dios os trata como a hi-jos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? [...] pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su san-tidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados" (Hebreos 12:6, 7, 10, 11).

Salomón fue heredero no sólo del pacto de Dios con Israel en el Si-naí, sino también de su pacto real con David y sus descendientes. De este pacto, Dios prometió:

"Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, si pro-fanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades. Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad" (Salmo 89:30-33).

Al recompensar la lealtad y al ejercer un amor severo mediante una corrección dolorosa cuando era necesaria, Dios procuró conservar su pueblo y fortalecer su relación con él de modo que pudiera recibir las bendiciones que él había prometido. Si no los hubiera disciplinado cuando se inclinaban a esquemas destructivos de conducta, él sería responsable de animarlos en la espiral hacia abajo que los heriría a ellos y a otros, como Eli, quien tuvo la culpa cuando descuidó el de-tener una conducta atrevida de sus hijos Ofni y Finees (1 Samuel 2 al 4).

Excelencia para el evangelismo Las instrucciones sensatas de Dios y sus recompensas y castigos

por guardarlas o desobedecerlas (compare las bendiciones y las mal-diciones en Levítico 26 y Deuteronomio 28) no fueron meramente para el beneficio de su pueblo. Su propósito más amplio era enseñar a otros

27

grupos cómo era Dios, de modo que pudieran acercarse a él. Moisés encargó a los israelitas:

"Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? ¿Y qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?" (Deuteronomio 4:5-8).

Cumpliendo esta promesa, Dios atrajo a la reina de Saba a sí mis-mo mediante la sabiduría y la riqueza que le dio a Salomón (1 Reyes 10). Y Dios no quiere nada más que extender toda clase de bendiciones sobre su pueblo hoy de modo que otros puedan ver su poder y su amor, y quieran pertenecer también a él. Pero si los bendijera cuando desafían el lideraz-go de Dios, su conducción y las leyes de causa y efecto, él destruiría su propósito y repelería a otros enviándoles una señal que dijera que él apoya el mal.

Las implicaciones y las aplicaciones de los principios bíblicos re-cién afirmados son de importancia enorme. Por medio de Cristo, to-dos somos herederos del pacto de Dios con Abrahán (Gálatas 3:29), a quien Dios había prometido: "Haré de ti una nación grande, y te ben-deciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" (Génesis 12:2, 3; la cursiva fue añadi-da). Dios quiere hacernos prosperar, para que seamos en todo sentido "cabeza y no cola" (Deuteronomio 28:13), pero no es sencillamente pa-ra nuestro beneficio. Más bien, es para que Dios pueda usarnos como canales de bendición para todos los pueblos, para atraerlos a sí mis-mo.

En la reunión de la Sociedad de Literatura Bíblica de la Región Medio Oeste de los Estados Unidos, se dieron premios a los estudian-tes graduados que sometieron sus mejores trabajos de investigación en las áreas de Antiguo y Nuevo Testamentos. En 2005, ambos pre-mios fueron para los estudiantes del doctorado en Religión del Semi-nario Teológico Adventista de la Universidad Andrews. Los eruditos que escogieron a los ganadores me dijeron que habían notado la coin-

28

cidencia, y que los había dejado un poco perplejos. Pero habían deci-dido que esos dos estudiantes debían ser honrados aunque vinieran de la misma escuela porque habían producido claramente los mejores trabajos. Los eruditos también notaron que debían estar ocurriendo cosas buenas en la Universidad Andrews. Cuando supe a quiénes fue-ron otorgados esos premios, me sentí inmensamente orgulloso por nuestros alumnos y emocionado porque Dios estaba bendiciendo nuestros esfuerzos para producir excelencia para él. Sin embargo, lo más emocionante es el privilegio de participar con Dios cuando usa la influencia de la excelencia para su gloria.

¡La excelencia es para el evangelismo! El desarrollo de nosotros mismos y de nuestra comunidad en armonía con los principios divi-nos es esencial para cumplir la gran comisión de Cristo de llevar su evangelio al mundo entero. Cuando la gente ve nuestra salud, nuestra alegría y cuan prósperos somos, tenemos una oportunidad de oro (¡o de platino!) para contarles que nuestro Dios es el mayor de todos. Cuando sobresalimos en educación, en sabiduría y habilidades, po-demos señalar a la Fuente divina de todo conocimiento y compren-sión. Cuando nuestras familias son más armoniosas, nuestras tasas de divorcio son menores, y la unidad de nuestra iglesia es singularmente fuerte, podemos conducirlos al Mesías, que oró en favor de los que creyeran en él:

"Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean per-fectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado" (Juan 17:21-23; la cursiva fue añadida).

Por otro lado, cuando somos descuidados, con mucha indulgencia propia y egoístas con respecto a nuestra salud, relaciones, estudio y trabajo de modo que nuestros cuerpos, nuestros matrimonios y otras relaciones, y nuestras realizaciones académicas y profesionales son poco mejores que los de la población general, o no son nada mejores que ellas, ¿por qué otros debían interesarse? ¿A quién atrae la medio-cridad? Si no nos preocupa, ¿por qué deberían ellos preocuparse?

Si prosperamos pero no damos a Dios el crédito, hacemos un corto circuito a la evangelización, como lo hizo Ezequías cuando mostró a los emisarios de Babilonia sus riquezas, sin mencionar su Fuente. Co-

29

mo Ezequías, podemos encontrar que es peligroso cuando la gente co-dicia nuestras ventajas terrenales en vez de buscar al Dios que nos las dio (Isaías 39).

Cuando la Apolo 13 fue dañada por una explosión en su camino a la luna, poniendo la vida de tres astronautas en grave peligro, Gene Kranz, el director de vuelo del Control de la Misión en Houston, esta-ba decidido a traerlos de vuelta con seguridad. Se informó que dijo a su equipo: "¡El fracaso no es una opción!". Para los cristianos, la me-diocridad es un fracaso, y esa no es una opción para ellos.

La esencia de la historia bíblica es la historia de la relación de Dios con su pueblo, la que muestra cómo se revela su carácter y cómo se desarrolla el de ellos, de un modo u otro. La historia bíblica también incluye cronología, listas de archivos, datos geográficos, informes de actividades militares y de construcción, etc. Sin embargo, aun cuando esta clase de cosas puede ser de un interés considerable para nosotros, su función es proporcionar un trasfondo para el relato central que nos enseña cómo es Dios y cómo debemos relacionarnos con él.

La historia del pacto y el carácter de Dios en Daniel Una parte especialmente fuerte de la historia del pacto de Dios se

encuentra en el libro de Daniel. Daniel 1:1 y 2 dice que "el Señor en-tregó en sus manos [de Nabucodonosor, rey de Babilonia] a Joacim rey de Judá" (la cursiva fue añadida). Entonces Nabucodonosor ordenó que algunos jóvenes de familias reales y de la nobleza de Judá fueran llevados a Babilonia, para entrenarlos para su servicio. Entre ellos fue-ron Daniel y sus amigos (versículos 3-6). Así se cumplió la predicción hecha a Ezequías, después que él se jactó acerca de sí mismo en vez de honrar a Dios ante los enviados babilonios: "De tus hijos que saldrán de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el pala-cio del rey de Babilonia" (Isaías 39:7). De modo que la falla de cumplir el pacto de parte del pueblo de Dios y de sus dirigentes, condujo al exilio.

En notable contraste, la valerosa lealtad de Daniel y sus amigos al pacto permitió que Dios los bendijera de maneras asombrosas. Aun en el exilio, fueron "cabeza y no cola", y su excelencia evangelizó a empe-radores (Daniel 1 al 6).

30

Las profecías del libro de Daniel amplían el mensaje de las histo-rias, que se encapsula en el refrán que se repite: "el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da" (Daniel 4:17; ver también los versículos 25, 32; 5:21). En Daniel 2, la primera de estas profecías aparece en la forma de un sueño divinamente inducido dado a Nabucodonosor cerca del comienzo de su reinado, e interpretado por Daniel.

Tres imperios terrenales seguirían al reino neobabilónico de Nabu-codonosor, que fue representado por la cabeza de oro de una estatua Impresionante. En el sueño, estos imperios fueron simbolizados por partes progresivamente inferiores del cuerpo de la misma imagen, he-chos de metales con valor decreciente, pero de dureza creciente: plata, bronce, y hierro. El poder del hierro duraría hasta el fin, pero en su fa-se final estaría dividido y debilitado, como lo muestra la mezcla con arcilla (versículos 31-33, 36-43). El clímax de la profecía es la destruc-ción divina de los reinos humanos, representada por una piedra que fue cortada sin mano y que golpea la base de la imagen. El eterno reino de Dios, que simbolizaba la piedra, reemplaza los imperios te-rrenales y llena toda la tierra (versículos 34, 35, 44, 45).

Nota las siguientes características definitorias de esta profecía de Daniel 2, que establece la agenda para profecías posteriores en el libro de Daniel (capítulos 7 al 12).

1. La profecía bosqueja la historia del planeta Tierra, que era futu-ra desde la perspectiva de Daniel. Él le explicó explícitamente a Nabu-codonosor que "el gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir" (versículo 45). El mensaje no es una abstracción espiritualizada, sino tiene que ver con naciones reales y sus líderes, cuyos logros y campañas serían registrados en libros posteriores de la historia secu-lar. De modo que la exactitud o inexactitud de la profecía puede ser verificada.

2. Las profecías "clásicas" de los otros libros proféticos del AntiguoTestamento entregan mensajes divinos (advertencias, llamados, con-suelo, etc.) a grupos localizados de personas que vivían en momentos específicos. A diferencia de esas profecías, ésta de Daniel 2 cubre un extenso panorama histórico que va desde el tiempo del profeta mismo hasta el fin universal de la civilización humana como la conocemos. Siendo que el fin cósmico todavía no ha ocurrido, la profecía debe al-canzar hasta nuestros tiempos. No está toda en el pasado, ni toda en el

31

futuro, pero el presente sigue avanzando. 3. El panorama de la historia presentada es continuo. No comienza

en tiempos antiguos, luego pasa por alto centenares o miles de años, y se reanuda con eventos justo antes de que Dios concluya los gobiernos terrenales y asuma el dominio.

4. Hay sólo una interpretación. Aunque la profecía es altamentesimbólica, un símbolo específico representa sólo una realidad. Por ejemplo, la cabeza de oro representa sólo a Nabucodonosor, es decir, el reino de Nabucodonosor (versículos 37, 38).

5. El punto general de esta profecía es el mismo que el tema cen-tral del libro de Daniel como un todo: "El Altísimo gobierna el reino de los hombres" (ver Daniel 4:17, etc., y ver más arriba). Así el mensaje es una revelación de quién es Dios y cómo es él, como se nota por lo que hace en relación con los seres humanos y su historia. El posee el poder soberano sobre el planeta Tierra, que él ejercerá plenamente una vez que los gobiernos humanos corran su curso.

Desde la perspectiva de Daniel en el exilio, cuyos compañeros ju-díos –el pueblo del pacto– eran oprimidos en Babilonia, el primero de los cuatro grandes imperios, la profecía era una noticia maravillosa. Dios eventualmente detendría el régimen opresivo y tomaría el go-bierno directo del mundo para siempre. Esto implicaba que en el futu-ro, su pueblo del pacto habitaría con él en eterna paz y seguridad. La historia de su relación con Dios tendrá un buen final. Dios gobernará amplia y sabiamente, y ellos vivirán felices para siempre.

32

C A P Í T U L O 4

El juicio de los leales y los desleales (Daniel 7)

m uchos años después de que Daniel interpretó el sueño de Nabucodonosor, él tuvo un sueño profético que cubría la historia desde su tiempo hasta el fin (Daniel 7). Esta vez los

símbolos de los imperios sucesivos fueron animales que se movían, en vez de partes de una estatua inmóvil. La profecía, con su interpre-tación, añadió algunos detalles importantes que estaban ausentes en el sueño de Nabucodonosor, lo cual contribuye a nuestra compren-sión del carácter del "Altísimo" y de la forma en que gobierna "el reino de los hombres".

Así como en Daniel 2, Daniel 7 predijo cuatro grandes reyes/rei-nos (Daniel 7:17), que terminarían y serían reemplazados por el eterno reino de Dios en Daniel 7; el énfasis explícito está en el bene-ficio para el pueblo de Dios, que recibiría el reino de este mundo (versículo 18). Como en Daniel 2, Daniel 7 describe una transforma-ción del cuarto imperio terrenal, que sería el más fuerte. Sin embar-go, mientras en Daniel 2 el cuarto reino está sólo debilitado y dividi-do (versículos 41-43), en Daniel 7 un poder "diferente", representado por un cuerno que comienza "pequeño", surge del cuarto imperio. Este poder del "cuerno pequeño" tiene una agenda religiosa: En for-ma arrogante afrenta a Dios al hablar contra él, intenta cambiar sus tiempos y la ley y persigue a sus fieles durante un período específi-co, es decir, tres "tiempos" y medio (versículos 8, 20, 21, 24, 25).

El mayor elemento nuevo introducido en Daniel 7 es un majes-tuoso juicio divino que precede a la destrucción del dominio hu-

M

33 RECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com

mano y transfiere el poder a Dios y a su pueblo (versículos 9-14, 22, 26, 27). En el Nuevo Testamento, vemos que Dios derrota a un poder arrogante y blasfemo que se opone a su autoridad y a su ley y la conquista del planeta Tierra ocurre en su segunda venida (2 Tesalo-nicenses 2:1-12; ver también Apocalipsis 13; 19:11-21). Por lo visto, es claro que Daniel 7 presenta un juicio previo al advenimiento.

Como Daniel 2, Daniel 7 interpreta explícitamente su simbolismo como presentando la historia humana real que comienza en el tiem-po de Daniel y avanza hacia el futuro: "Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra" (versículo 17). Siendo que el panorama de la historia desde los tiempos de Daniel hasta el fin es continuo, debe incluir nuestro tiempo. Esta comprensión histo-ricista de la profecía surge por la forma en que el texto bíblico se presenta y se explica a sí mismo. Esto está en contraste con los enfo-ques "preterista" (pasado) y "futurista" (incluyendo el enfoque dis-pensacional) que imponen suposiciones metodológicas al texto bíbli-co. El preterismo y el futurismo dejan espacios vacíos al evitar apli-car la profecía a ciertas eras históricas (especialmente la Edad Media) por medio de una agrupación artificial de cumplimientos en el pasa-do (especialmente el tiempo de Antíoco IV Epífanes, rey seléucida en el siglo II a.C.) o en el futuro distante (anticristo futuro, etc.). 1

Es bien conocido que la profecía y la teología del Antiguo Testa-mento, en general, están arraigadas en la historia como un todo con-tinuo, en contraste con el enfoque cíclico de los antiguos egipcios y mesopotámicos. Los historicistas, preteristas y futuristas están de acuerdo en que el libro de Daniel contiene historia y escatología (profecías del tiempo del fin). La cuestión es dónde termina la histo-ria y comienzan las predicciones en relación con el tiempo del autor de Daniel.

Los historicistas toman el texto como está escrito. Daniel predice una serie de eventos desde su tiempo, en el siglo VI a.C., hasta la se-gunda venida de Cristo. Los preteristas, que tienden a negar la posi-bilidad de predicciones exactas dadas por el autor divino, conside-ran las "profecías" de Daniel como una combinación de registros his-tóricos exactos escritos en el siglo II a.C. después de ocurridos los eventos que ellos describen (que culminan con la persecución dirigi-da por Antíoco IV Epífanes), más predicciones inexactas del autor del siglo II a.C. (no el Daniel del siglo VI a.C., que vivió en el tiempo del Imperio Neobabilónico) supuso que ocurrirían en el futuro. Los

34

futuristas siguen con los historicistas y preteristas hasta cierto punto en el flujo de los eventos predichos, después de lo cual saltan al tiempo del fin. Los futuristas a menudo separan la semana final de la profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24 al 27 y empujan su cum-plimiento al tiempo del fin. 2

¿Qué diferencia hay entre el historicista, el preterista o el futu-rista? Lo cierto es que esta elección determina cómo se comprenderá la manera en que se cumplen las profecías de Daniel, y esto tiene que ver con la manera en que uno personalmente se relaciona con sus mensajes. Si uno es preterista, no tiene seguridad de que el Operador del universo puede ver por adelantado hacia dónde va, pero uno no necesita preocuparse acerca del poder peligroso representado por el cuerno pequeño ni el juicio de él en Daniel 7 y eso no es relevante para uno porque esas cosas se cumplieron hace veintidós siglos en el tiempo de Antíoco IV Epífanes. Por otro lado, si uno es futurista, puede preguntarse quién será el futuro anticristo (el cumplimiento del cuerno pequeño), pero uno no puede realmente identificarlo ahora y puede creer que el juicio sobre él está en algún momento fu-turo todavía.

En contraste, si uno es historicista, puede encontrar que el poder del cuerno pequeño identificable está aquí, y que el juicio previo al advenimiento puede estar sesionando ahora mismo. De modo que uno se enfrenta con una elección en favor de Dios o de su enemigo, y esta elección fijará su destino eterno, y cómo se presentará en el jui-cio (comparar Apocalipsis 13 y 14). Si uno pierde de vista esto, mi-rando en el pasado o el futuro lo que realmente está en el presente, como una vez busqué por todas partes los anteojos que llevaba pues-tos, uno puede comprender mal la naturaleza del juicio y del carác-ter de Dios, y puede no estar preparado para hacer la decisión co-rrecta con respecto a él. Como resultado, uno puede afrontar las con-secuencias de algo que uno quisiera evitar, para decir lo menos.

Identificación del poder del cuerno pequeño ¿Cómo podemos identificar el poder representado con el cuerno

pequeño? Para comenzar, necesitamos seguir la sucesión de los cuatro reinos primeros, que es paralela a los cuatro reinos de Da-niel 2. El primer animal de Daniel 7 es el león (versículo 4), que co-rresponde a la cabeza de oro de Daniel 2. Daniel identificó ese ani-

35

mal como que representaba al reino Neobabilónico de Nabucodo-nosor (versículos 37, 38). La bestia número dos en Daniel 7, que co-rresponde al pecho y los brazos de plata en Daniel 2:32, es un oso más levantado de un lado (7:5), que representa el reino que siguió al de Babilonia. En los relatos de Daniel 5 y 6 y en la historia secu-lar, este fue el reino combinado de Media y Persia, que conquistó a Babilonia bajo Ciro en 539 a.C.

El tercer animal es un leopardo (Daniel 7:6), que corresponde al vientre y los muslos de bronce en Daniel 2:32. Representa el Imperio Greco-Macedónico de Alejandro Magno, que conquistó a Medo-Persia antes de su muerte prematura en 323 a.C. a la edad de 32 años. La evidencia que apoya esta identificación son las cuatro alas y las cabezas del leopardo, que coinciden con el hecho de que después de la muerte de Alejandro, su imperio se dividió en cuatro reinos he-lenísticos: la Macedonia de Antígono, Pérgamo de Átalo, Siria de Se-leuco y Egipto de Ptolomeo. Confirmación adicional se encuentra en Daniel 8, donde el reino de Grecia bajo su primer rey (es decir, Ale-jandro) conquista el reino de Media y Persia. Estos poderes son nombrados explícitamente en los versículos 20 y 21.

Hasta aquí, la sucesión de los imperios es clara y verificable, tanto en Daniel como en la historia secular. Permanece el cuarto reino, simbolizado por las piernas de hierro en Daniel 2:33 y por un mons-truo poderoso y aterrador con dientes de hierro y diez cuernos en Daniel 7:7. Note que el rasgo común del hierro vincula las dos repre-sentaciones. Sabemos por el Nuevo Testamento y por la historia se-cular cuál fue el poder que sustituyó a los cuatro reinos griegos: la Roma Imperial, que fue el imperio más fuerte, más opresivo y más duradero de los cuatro.

Si las cuatro alas y cabezas del leopardo griego (Daniel 7:6) sim-bolizan la división del imperio de Alejandro en cuatro partes, ten-dría sentido que los diez cuernos del monstruo romano (versículo 7) representaran la división del imperio en diez partes. Esto está en armonía con la explicación de Daniel 2:41 de que los pies y los dedos de hierro y arcilla representan un reino dividido. Además, la historia secular testifica de la exactitud de la profecía. En el siglo V d.C., el Imperio Romano occidental fue tomado por varias tribus germáni-cas.

Daniel 7:8 dice: "Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron

36

arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas". Las primeras palabras de este versículo, referidas a Daniel, quien mi-raba los diez cuernos, implican que el cuerno pequeño orientado ha-cia lo religioso surgiría de la división de la Roma Imperial. ¿Qué po-der como ése se desarrolló a partir de Roma poco después que se di-vidió?

Hay una sola respuesta viable: la Iglesia de Roma, que surgió a expensas de algunas naciones tribales germánicas que habían domi-nado una parte del Imperio Romano (ver Daniel 7:8, 20: tres cuernos fueron arrancados delante del cuerno pequeño), y que dominó a Eu-ropa durante la Edad Media. 3

El cuerno pequeño versus los santos El juicio previo al advenimiento en Daniel 7 logra dos cosas. Pri-

mero, condena el poder rebelde del cuerno pequeño (versículo 11). Segundo, gobierna en favor de los verdaderos seguidores de Dios, llamados "los santos del Altísimo", quienes reciben el reino de este mundo (versículo 22), bajo el señorío de "uno como un hijo de hom-bre" (o "alguien con aspecto humano", NVI, versículo 13, 14). De modo que el caso que debe ser juzgado es el "cuerno pequeño" ver-sus "los santos del Altísimo". Estas son las partes contrarias, como lo muestra el hecho de que el cuerno pequeño persigue a los santos (versículos 21, 25; comparar con 8:10, 24, 25). La pregunta en el juicio es: ¿A quién pertenece legalmente el dominio de este mundo? El ve-redicto es: Pertenece a los santos. El cuerno pequeño pierde.

Algunos intérpretes consideran que los libros de registro que se abren en el juicio (Daniel 7:10) son los que se ocupan exclusivamente de los pecados del poder del cuerno pequeño. Otros ven estos libros como los registros de los pecados perdonados de los santos. Ambos puntos de vista son medio correctos, porque el juicio se ocupa de ambos grupos. Se muestra a Dios como justo cuando vindica a los que realmente lo siguen y cuando condena a los apóstatas rebeldes. El juicio es como el Día de la Expiación de los antiguos israelitas, que purificaba/vindicaba a los que eran leales a Dios (Levítico 16:30) pe-ro condenaba a los que se mostraban desleales (23:29, 30).

En Daniel 7:9 y 10, el juicio sucede después de un período de do-minio del cuerno pequeño (comparar con el versículo 8) y ocurre

37

donde está ubicado el "Anciano de días" –que claramente se refiere al Dios eterno–, en el cielo. No se menciona la segunda venida de Cristo a la tierra en estos versículos.

Vinculando las tres escenas de los versículos 9 al 14 está el vere-dicto que resulta de la investigación (versículos 9, 10) que elimina el poder del cuerno pequeño (versículo 11) y le da "a uno como un hijo de hombre" un reino eterno (versículos 13, 14). El que es como un Hijo de hombre es una persona celestial como un ser humano, cuya coronación ocurre en el cielo. Compare los versículos 22, 26, 27, que enfatizan que el juicio tiene como resultado la desaparición del cuerno pequeño y el otorgamiento del dominio a sus santos, que en este contexto son seres humanos que han aceptado el señorío de Dios y de quien es como un Hijo de hombre.

Este Hijo de hombre debe ser Cristo, porque él tiene atributos di-vinos y controla un reino eterno que se identifica como el reino de Dios en Daniel 2:44. No obstante el Anciano de días le da su poder, de modo que él es diferente del Padre. Jesús con frecuencia se refirió a sí mismo como el "Hijo del hombre" (Mateo 8:20; 9:6; 10:23; etc.), con lo que se identifica a sí mismo con el Hijo de hombre mesiánico en Daniel 7.

Sería extraño que un ser humano ordinario se refiriera común-mente a sí mismo como un "hijo de hombre", siendo que eso significa sencillamente "ser humano". Esto es tan obvio que no hace falta no-tarlo. Sin embargo, tiene sentido, si Dios se dirige al profeta Ezequiel como "hijo de hombre" (Ezequiel 2:1, 3, 6, 8, etc.) para enfatizar su humanidad en contraste con la divinidad de Dios. Cuando Jesucristo se llamaba a sí mismo "Hijo del hombre", estaba enfatizando su hu-manidad en contraste con su propia divinidad. Era como si Jesús es-tuviera diciendo que lo más inusual acerca de sí mismo es que él se había unido a la raza humana, combinando la naturaleza humana con su divinidad original y básica (comparar con Miqueas 5:2; Juan 8:58).

Referencias 1 Para una explicación y comparación entre el historicismo y otros enfoques, ver, por ejemplo, el Comentario bíbli-co adventista, Francis D. Nichol, ed., tomo 4 (Mountain View, Cal.: Publicaciones Interamericanas, 1978-1990), pp. 44, 45; Gerhard F. Hasel, "Interpretation of the Chronology of the Seventy Weeks", en The Seventy Weeks, Leviti-

38

cus, and the Nature of Prophecy, Daniel and Revelation Committee Series 3, Frank H. Holbrook, etc. (Silber Spring, Md.: Biblical Research Institute, 1986), pp. 13-63; William H. Shea, Daniel 7-12; Prophecies of the End Time, The Abundant Life Bible Amplifier, pp. 33-46; Jon Paulien, "The End of Historicism?" Reflections on the Ad-ventist Approach to Biblical Apocalyptic - Part One", Journal of the Adventist Theological Society 14, pp. 15-43. 2 Con respecto al enfoque futurista/dispensacional de este pasaje, ver Brempong Owusu-Antwi, The Chronology of Daniel 9:24-27, Adventist Theological Society Dissertation Series (Berrien Springs, Mich.: Adventist Theological So-ciente, 1995), pp. 42-49. 3 Ver también en Roy Gane, Altar Cali (Berrien Springs, Mich.: Diadem, 1999), pp. 100, 101.

39

C A P Í T U L O 5

Justificación del Santuario y de la reputación de Dios

(Daniel 8) m

ientras Daniel 7 presenta un gran juicio previo al adveni-miento como la solución al problema del cuerno pequeño, la solución en Daniel 8 está expresada en forma diferente,

como la justificación/vindicación del santuario de Dios (versículo 14). Encontraremos que la equivalencia funcional de estas dos repre-sentaciones del mismo evento es de importancia profunda para cap-tar la forma en que Dios conserva la reputación de su carácter aman-te y santo.

Daniel 8 es paralelo a los capítulos 2 y 7 porque cubre el panora-ma de la historia desde los días de Daniel hasta el fin de la era ac-tual. Sin embargo, aunque el profeta recibió la visión de Daniel 8 en el tercer año del reinado del rey babilonio Belsasar (corregente con su padre Nabonido), lamentablemente la visión no incluye a Babilo-nia porque su poder estaba a punto de terminar. Más bien, comienza con la secuencia de Medo-Persia a Macedonia/Grecia (explícitamen-te identificada en los versículos 20 y 21), como simbolizados por un carnero seguido por un macho cabrío (versículos 3-8).

El gran cuerno del macho cabrío (versículos 5, 8) representa al primer rey del Imperio Griego (versículo 21), que destruyó el poder del Imperio Medo-Persa. No hay dudas de que este es Alejandro Magno, cuyo imperio fue posteriormente dividido en cuatro reinos helenísticos, representados por los cuatro cuernos que surgieron

M

40 RECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com

"hacia los cuatro vientos del cielo" (versículos 8, 22; ver también Da-niel 7:6).

Daniel 8:9 presenta al siguiente actor en el escenario: "Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa". Este cuerno, que comienza pequeño y en este sentido puede llamarse un cuerno pequeño, es el mismo símbolo usado en Daniel 7. Sin embargo, mientras que en Daniel 7 el cuerno pequeño surge de una bestia monstruosa, aquí en Daniel 8 el cuerno pequeño surge de "uno de ellos", que significa de uno de los cuatro vientos del cielo. Los "cuatro vientos" representan las cuatro direc-ciones cardinales (ver Jeremías 49:36; Ezequiel 37:9; Daniel 7:2; Zaca-rías 2:6; Mateo 24:31; Apocalipsis 7:1) -norte, sur, este y oeste- en los que se dividió el imperio de Alejandro.

Al intentar establecer a Antíoco IV Epífanes, un gobernante seléu-cida helenístico, como el cuerno pequeño, muchos eruditos han to-mado "uno de ellos" como que significa que el cuerno pequeño sale de uno de los cuernos helenísticos: después de todo, los cuernos no salen de los vientos. Pero los cuernos normalmente no desarrollan otros cuernos, y esto es una profecía simbólica, donde los símbolos no necesitan conformarse con lo que vemos en la vida real. Por ejemplo, ¿ha visto alguna vez un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas (Daniel 7:6)?

Varios puntos justifican nuestro rechazo de la interpretación de que Daniel 8:9 predice el surgimiento y la actuación de Antíoco:

1. El "ellos", de "de uno de ellos" al comienzo del versículo 9 serefiere en la forma más natural al antecedente más cercano: el que precede inmediatamente a "los cuatro vientos del cielo" al final del versículo 8. De modo que el cuerno pequeño no necesita surgir de un reino helenístico, sino que puede venir sencillamente de una de las direcciones hacia las cuales se dividió el reino de Alejandro. Esto concuerda con nuestra conclusión previa de que el cuerno pequeño en Daniel 7 es un poder romano.

2. Siguiendo con el punto anterior, "ellos", de "de uno de ellos" esun pronombre masculino en hebreo, de modo que no puede referir se a los "cuernos" (entendido pero no expresado en la segunda mitad del versículo 8), porque esa es una palabra femenina. Pero el mascu-lino "ellos" puede referirse a los "vientos" porque la palabra hebrea para "vientos" puede ser masculina.

41

3. En Daniel 8, el carnero Medo-Persa "se engrandecía" (versículo4), el macho cabrío de Alejandro "se engrandeció sobremanera" (ver-sículo 8), y el cuerno pequeño "creció mucho" (versículo 9). Antíoco nunca logró una "grandeza" comparable con la de Alejandro Magno o aun Medo-Persia.

4. Los poderes terrenales en Daniel 8 remplazan a otro: Medo-Persia da lugar al reino unido griego de Alejandro, quien a su vez, cede su lugar a los cuatro reinos griegos, y ellos, al cuerno pequeño. Antíoco no reemplazó a otro reino de esta manera. Más bien, él era sencillamente una parte de uno de los cuatro reinos.

¿Dónde está la Roma Imperial? Ahora estamos frente a un dilema. En Daniel 7, el cuerno peque-

ño, o sea la Iglesia Romana, surgió del monstruo del Imperio Ro-mano, pero Daniel 8 pasa directamente de los cuatro reinos helenís-ticos al cuerno pequeño. ¿Dónde está la Roma Imperial en este capí-tulo? Hay dos opciones. O la visión sencillamente pasó por alto la Roma Imperial, o el cuerno pequeño incluye la Roma Imperial. Esta última opción parece adecuarse mejor porque el versículo 9 indica que el cuerno pequeño se expande en tres direcciones horizontales, que corresponden a las direcciones de la expansión inicial del Impe-rio Romano.

"El versículo 9 afirma que el cuerno pequeño dirigió sus conquis-tas 'al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa'. Estas direcciones son adecuadas perfectamente por recoger las cuatro partes del Impe-rio Griego: Macedonia y Pérgamo, al este, en 168 y 133 a.C., la 'tierra gloriosa' de Judea en el año 60 a.C., y Egipto, al sur, en el 33 a.C." 1

Luego los versículos 10 al 12 describen los ataques verticales del cuerno contra el cielo, implicando que se ha transformado en un po-der religioso. 2

¿Por qué en Daniel 8 se combinarían la Roma Imperial y la Papal bajo el mismo símbolo? Tal vez para enfatizar la continuidad entre ambas, que es aún mayor que en Daniel 7, donde el cuerno pequeño, que es diferente de los cuernos anteriores, surge de la cuarta bestia, que es "diferente" de las bestias anteriores (versículos 7, 23, 24). 3 No-te la similitud que hay aquí entre la cuarta bestia y el cuerno peque-ño: ambos son diferentes.

42

Otra posibilidad es que Daniel 8 evite un animal separado, el ter-cero, para la Roma Imperial porque quiere limitar la visión a dos ani-males –el carnero y el macho cabrío– que tienen importancia como par. A diferencia de las bestias carnívoras en Daniel 7, estos son ani-males domésticos. De hecho, son animales destinados al sacrificio.

Para ser más precisos, esta combinación de animales se encuentra en sólo un contexto ritual del antiguo Israel: como los dos sacrificios que la comunidad israelita, no sacerdotal, presentaba en las solem-nes ceremonias del Día de la Expiación (Levítico 16:5, 15, 24). 4 E1 orden de los animales en Daniel 8 (carnero y luego macho cabrío) in-vierte el de Levítico 16 (macho cabrío y luego carnero). Esta inver-sión (hoy llamada a menudo "quiasmo") era una manera común he-brea de unificar una unidad literaria (por ejemplo, Génesis 2:4: "los cielos y la tierra... la tierra y los cielos") o vincular un pasaje con otro. Encontramos vinculación por la inversión aun entre elementos que pasan del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento. En la pre-sentación de los sacrificios en Levítico leemos acerca de la sangre de un animal y luego el cuerpo, pero en la Ultima Cena, Cristo instituyó el pan y el vino como símbolos de su cuerpo sacrificado y luego su sangre (Mateo 26:26-28). Otro ejemplo es la frase "días de fiesta, luna nueva o sábados" (Colosenses 2:16), que invierte el orden que apare-ce en Números 28 y 29, donde están el sábado, la luna nueva, y los festivales (anuales).

Daniel 8 contiene otras conexiones notables con el sistema del santuario/templo israelita y el Día de la Expiación:

1. En el versículo 11, el cuerno pequeño quita el tamid, el "regu-lar/continuo" (el llamado "diario"), es decir, la adoración regular. La palabra hebrea tamid, "regularidad/regular", califica a un grupo de actividades regulares de adoración que eran realizadas en el santua-rio israelita, incluyendo la renovación semanal del "pan de la pre-sencia" (Éxodo 25:30; Levítico 24:8), el mantenimiento diario de las lámparas del candelero para que pudieran brillar de noche (Éxodo 27:20; Levítico 24:2-4), la mediación diaria/continua del sumo sacer-dote, como lo representaban sus vestiduras especiales (Éxodo 28:29, 30, 38), el holocausto diario (Éxodo 29:38, 42), el incienso quemado diariamente (Éxodo 30:8), el mantenimiento regular (continuo del fuego en el altar exterior (Levítico 6:13) y la ofrenda regular de gra-nos del sumo sacerdote (Levítico 6:20).

43

2. En Daniel 8:11, el lugar del santuario de Dios es echado portierra (ver también el versículo 13).

3. Daniel 8:12 se refiere a la rebelión/transgresión contra la ado-ración regular de Dios. La palabra para rebelión aquí es una forma de pes'a que aparece en la ley ritual del Pentateuco sólo en el contex-to del Día de la Expiación (Levítico 16:16, 21).

4. En Daniel 8:14, el santuario de Dios es restaurado mediante lajustificación/vindicación.

De modo que hay una progresión de tres pasos: de 1) la adoración "regular" de Dios a 2) problemas causados por la rebelión contra Dios, seguidos por 3) la restauración de su santuario, que representa su reputación y su autoridad. Esta progresión es paralela a la del an-tiguo año religioso de los israelitas: 1) servicios rituales regulares –incluyendo sacrificios, quema del incienso, atención de las lámparas, etc.– que se realizaban a lo largo del año. 2) Los que eran desleales a Dios podían contaminar su santuario si descuidaban las provisiones para remediar sus faltas (Números 19:13, 20) o por ocuparse de sis-temas de adoración alternativos que se oponían a Dios (Levítico 20:3). 3) Sin embargo, al final del año, en el Día de la Expiación, el santuario era purificado, lo que indicaba metafóricamente que la reputación de Dios era justificada/vindicada (Levítico 16).

¿Justificar el santuario de Dios mediante un juicio? Ahora llegamos a la pregunta central con respecto a Daniel 8:

¿Cuál es la relación entre la purificación/justificación del santuario en este capítulo, y el juicio preadvenimiento en Daniel 7? En Daniel 8:13 (la pregunta a la cual responde el versículo 14) es claro que jus-tificar el santuario resuelve los problemas religiosos creados por el poder del cuerno pequeño, así como en el capítulo 7 el juicio resuel-ve el problema del cuerno pequeño. De modo que en algún sentido los dos eventos –el juicio y la justificación del santuario– son real-mente un evento porque son funcionalmente equivalentes, así como los términos "Navidad" y "Noel" pueden enfatizar aspectos ligera-mente diferentes pero se refieren al mismo evento.

¿Cómo puede un juicio justificar el santuario de Dios? El santuario de Dios representa su reputación, su carácter y su au-

toridad. Es el centro de su administración, donde tiene su trono (Je-remías 17:12). De modo que el santuario es como la casa de gobierno

44

que puede referirse al presidente actual del país, y no sencillamente al edificio mismo. La idea de que el santuario de Dios representa su reputación está confirmada por el hecho de que su "nombre" estaba presente en el santuario (Deuteronomio 12:5, 11), y su nombre tiene que ver con su reputación (Ezequiel 20:9), así como un buen nombre, o un mal nombre en los negocios o en la política se refiere a unareputación positiva o negativa.

El denominador común del juicio y la justificación del santuario es la reputación de Dios. Como ya hemos visto, el juicio justifi-ca/vindica la reputación de Dios, que está representada por su san-tuario.

"En vista de la idea de vindicación en 8:14 y del hecho de que el "Hijo de hombre" en el capítulo anterior también representa vindi-cación –las promesas con respecto al reino de Dios con imágenes de un templo nuevo (purificado, restaurado, vindicado)– no es extraño que algunos eruditos han visto que Daniel 8:14 simbólicamente pre-senta el mismo juicio descrito en 7:9-13". 5

La conexión con el Día de la Expiación confirma la conexión entre el santuario y el juicio. Este día de purificación del santuario era el día del juicio de Israel, cuando se confirmaba a los leales (Levítico 16:30) y los desleales eran condenados (Levítico 23:29, 30). 6 Así que en Daniel 7 y 8 la solución al problema del cuerno pequeño, inclu-yendo su efecto sobre Dios y sobre su pueblo, es un evento solemne que actúa como un gran Día de la Expiación del tiempo del fin antes que Jesús regrese a la tierra.

Algunos objetan la idea de un juicio investigador previo al adve-nimiento o juicio demostrativo sobre la base de que tal evento nega-ría el perdón que ya hemos recibido en Cristo. Pero el Día de la Ex-piación israelita no trataba de nuevo el tema del perdón, como si el perdón ganado por los sacrificios durante el año de repente fuera anulado. De hecho, es un malentendido erudito casi universal du-rante dos mil años, pero los pasajes bíblicos que tratan con el Día de la Expiación (Levítico 16; 23:26-32; Números 29:7-11) no dicen nada acerca del perdón. Expiación sí, pero no perdón.

La "expiación" del Día de la Expiación es una purificación moral o sea una etapa de la expiación más allá del perdón (Levítico 16:30). Se basa en el nivel de reconciliación con Dios, que ya se ha realizado, pero va aún más allá, así como un grado académico de magíster se

45

basa en un grado de bachiller, en vez de tener que cursar todo de nuevo.

En vez de eliminar su certidumbre, el juicio lo reafirma. En el antiguo santuario, cuando el sumo sacerdote realizaba el

juicio en el Día de la Expiación, él no purificaba el santuario lavando las manchas de sangre que habían sido aplicadas por los pecados du-rante el año. No, él ponía más sangre en varios de los mismos luga-res (Levítico 16:14-19; comparar con 4:6, 7, 17, 18, 25, 30, 34), reafir-mando el perdón que ya se había dado.

¿A qué sangre representaba eso? ¡La de Cristo! El sacrificio de Cristo es tan grande que no sólo compra el perdón sino que también paga el precio de la misericordia después del perdón, con lo que re-afirma nuestra expiación, nuestra reconciliación con Dios. ¡Escuché-moslo otra vez: por la sangre de Cristo!

La sangre de Cristo aplicada a usted en el juicio dice: Usted está realmente perdonado y finalmente purificado de cualquier impedi-mento a su relación de pacto con Dios. Usted pertenece a Dios, no a Satanás. 7

Algunas personas sinceras, comprometidas y bien intencionadas enseñan que el pueblo santo de Dios lo vindica en el juicio al vivir en obediencia a sus mandamientos de modo que la acusación de Sata-nás de que la ley de Dios no se puede guardar aparezca como falsa. Hay algo de verdad en esto, pero el énfasis, lamentablemente, está mal puesto en lo que los seres humanos hacen para Dios. Es más bí-blicamente correcto decir que Dios se vindica a sí mismo mediante lo que él hace por, en y para su pueblo: aquellos que aceptan los dones que él ha otorgado en Cristo. Todo arrepentimiento, perdón y poder para vivir con santidad viene de él, de modo que a él sea toda la glo-ria.

Así como Daniel 7 pone un límite de tiempo a las persecuciones del cuerno pequeño (versículo 25, "tiempo, y tiempos y medio tiem-po"), Daniel 8 limita el tiempo durante el cual el santuario de Dios sufriría la contaminación: "Hasta dos mil trescientas tardes y maña-nas; luego el santuario será justificado" (mi traducción). En un capí-tulo posterior de este libro estudiaremos en detalle estos períodos, pero por ahora es suficiente considerar sus implicaciones generales. El mal que se opone a Dios y oprime a su pueblo no seguirá para siempre. Dios está en el control de los asuntos humanos, aun cono-ciéndolos de antemano, y él establece los grandes plazos. Su salva-

46

ción no es una abstracción nebulosa y espiritual, sino alcanza a nues-tra historia, que se mide por el tiempo histórico. Él es el Dios del tiempo y de la eternidad.

Bosquejos históricos paralelos Hasta aquí hemos estudiado Daniel 2, 7 y 8 y hemos encontrado

paralelos claros entre los bosquejos históricos de estas profecías, que van desde el tiempo de Daniel hasta el fin de la era presente. Tam-bién hay paralelos en la "profecía dinástica" de Babilonia, que co-mienza con Asiria y avanza a Babilonia, y luego Persia (un imperio, no el de los Medos y Persas), a los macedonios/griegos. Además, las descripciones del Nuevo Testamento de la venida del "inicuo" en 2 Tesalonicenses 2 y la "bestia" en el libro del Apocalipsis (especial-mente los capítulos 13 y 19) obviamente corresponden a las descrip-ciones del poder del cuerno pequeño de Daniel. Ambos pasajes no-tan la oposición de esta entidad a Dios y a su ley, y su destrucción final en la segunda venida de Cristo.

Apocalipsis 11 alude al juicio/justificación del santuario, combi-nando con ello los eventos de Daniel 7 y 8:

"El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. [...] Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra. Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relám-pagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo" (Apocalipsis 11:15, 18, 19).

El hecho de que el arca apareciera a la vista implica una sólida conexión con el Día de la Expiación, que era el único momento en que alguien (en realidad, sólo el sumo sacerdote) podía abrir el Lu-gar Santísimo y entrar en él, donde estaba ubicada el arca (Levítico 16).

Podemos bosquejar las presentaciones paralelas de la secuencia de eventos de los tiempos del Antiguo Testamento hasta el fin de los gobiernos humanos del planeta Tierra que se encuentran en Daniel, la "profecía dinástica", y el Nuevo Testamento del siguiente modo

47

(las identificaciones explícitas de los poderes humanos en los diver-sos textos se muestran en cursiva):

Daniel 2 Daniel 7 Daniel 8 Profecía dinástica

Nuevo Testamento

Asiría

Oro

Babilonia León Babilonia

Plata Oso Carnero

Medo-Persia Persia

Bronce Leopardo Macho cabrío

Grecia

Macedonia

(Grecia)

Hierro Monstruo Cuerno

(horizontal) Roma Imperial

Cuerno Cuerno

(vertical)

"Inicuo" o

"bestia"

Juicio Justificador

Santuario

Destrucción de

los poderes

terrenales

Destrucción de

los poderes

terrenales

Destrucción de

los poderes

terrenales

Destrucción de

los poderes

terrenales

Estos paralelos nos dan la impresión abrumadora de que el avan-ce histórico desde Babilonia hasta la destrucción de los poderes te-rrenales es seguro e importante. También muestran que el juicio y la justificación del santuario ocurren en el mismo período, lo que con-firma que realmente constituyen el mismo evento.

El momento de este evento es tarde en la historia humana, des-pués que el cuerno pequeño/la Iglesia de Roma ha hecho su trabajo durante algún tiempo. Siendo que la Iglesia de Roma no se estableció en ningún sentido hasta después que el Segundo Templo (el templo de Herodes) fue destruido en Jerusalén en el año 70 d.C., el santuario que es justificado en Daniel 8:14 no puede ser el templo terrenal, que

48

ya no existía más. Debe ser el templo de Dios en el cielo, al que se re-fiere la Biblia en varios lugares (por ejemplo, Salmos 11:4) y cuya función se describe en el libro de Hebreos (especialmente los ca-pítulos 7 al 10). En el tiempo del fin, el juicio del Día mundial de Ex-piación no se realiza en un templo terrenal de importancia localiza-da. Más bien, se realiza en el templo celestial, el centro de control del universo entero, donde ningún poder humano o influencia del mal pueden interferir con los procedimientos. Esto es una buena noticia para el pueblo de Dios, que recibe el beneficio del juicio que es com-pletamente justo porque Dios lo controla (ver el Salmo 96).

Referencias 1 William H. Shea, Daniel 7-12: Prophecies of the End Time, p. 39 2 William H. Shea, "Spatial Dimensions in the Vision of Daniel 8", Symposium on Daniel, Daniel and Revelation Committee Series 2, Frank H. Holbrook, ed. (Silver Spring, Md.: Biblical Research Institute, 1986), pp. 507-526. Alberto Treiyer conclu-ye "que solo las proyecciones geográficas de este cuerno, o poder, necesitan ser identificadas más específica mente con el pagano Imperio Romano (vers. 9), para permitirnos determinar más fácilmente el trono y el lugar del imperio cristiano que sucedería al antiguo imperio en la misma ciudad y territorio (cf. Apocalipsis 13:2, 3). "The Day of Atonement and the Heavenly Judgment From the Pentateuch to Revelation (Siloam Springs, Ark.: Creation Enterprises International, 1992), pp. 338, 339. 3 John T. Anderson. Investigating the Judgment, pp. 37-39 4 Jacques Doukhan. Daniel: The Vision of the End, rev. ed. (Berrien Springs, Mich.: Andrews University Press, 1987), pp. 26-29. 5 Desmond Ford. Daniel (Nashville: Southern Publishing Association, 1978), p. 163 6 Compare la manera en que los judíos todavía observan el Yom Kippur, el Día de la Expiación, como un día de juicio de acuerdo con la tradición rabínica. Ver Jacques Doukhan, Secrets of Daniel: Wisdom and Dreams of a Jewish Prince in Exile, pp. 128, 129; Roy Gane, Cult and Character, pp. 307-309. 7 Roy Gane. Altar Cali, p. 340. El cumplimiento de la tipología/simbolismo del Día de la Expiación comenzó en la cruz porque allí se derramó la sangre del sacrificio de Cristo. Pero el hecho de que el escritor de Hebreos 10 consideraba que el juicio todavía estaba en el futuro muestra que la aplicación de la sangre de Cristo con el propósito de purificar el santuario-/juicio de Dios no comenzó hasta algún tiempo des-pués de la crucifixión. Note también que Hebreos 10:28 menciona el testimonio de testigos, lo que implica un juicio investigador

49

C A P Í T U L O 6

El destino del Templo, la ciudad y el pueblo de Dios

(Daniel 9:1-23) m

as visiones de Daniel 7 y 8 predicen una sucesión de poderes humanos que culminan en un "cuerno pequeño" religioso. Después de un juicio que vindica el carácter de Dios en el que

él afirma a los leales pero condena a los desleales, su reino eterno re-emplazará el del cuerno pequeño. Aunque hubo explicaciones que acompañaron las visiones de Daniel 7 y 8, éstas perturbaron profun-damente al profeta. El fin del capítulo 8 dice que él no comprendió la visión registrada en ese capítulo, de modo que por lo menos en este caso, la explicación que recibió fue incompleta. Faltaba un gran esla-bón (no uno pequeño).

Nos resulta muy frustrante cuando falta una parte de una histo-ria, dibujo o figura. Se dice que cuando Mozart era niño, en los días en que no quería salir de la cama por la mañana uno de los miem-bros de su familia tocaba una escala en el piano, pero se detenía an-tes de la última nota. El pequeño Wolfgang no podía tolerar tener una escala sin terminar, de modo que saltaba de la cama y corría al piano para tocar la nota final.

Había mucho más en juego para Daniel que para el pequeño Mo-zart. Para Daniel, "el resto de la historia" provino de la experiencia que se registra en el capítulo 9 de su libro. Daniel 9 comienza así:

"En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el

L

50

número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que ha-bían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza" (versículos 1-3).

¿Por qué era de interés especial para Daniel, en este momento, la profecía de Jeremías? Con respecto a Judá, Dios había predicho por medio de Jeremías:

"Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán es-tas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumpli-dos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la con-vertiré en desiertos para siempre" (Jeremías 25:11, 12).

"Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los se-tenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena pala-bra, para haceros volver a este lugar" (Jeremías 29:10).

De modo que al fin de los 70 años de opresión por Babilonia, cuando ese imperio sería castigado, el pueblo judío estaría libre para volver a casa. Daniel, que ahora era un anciano y sabía que los 70 años se estaban por cumplir, debería haber considerado esto como una buena noticia. ¿Por qué, entonces, estaba perturbado, como lo muestra su ayuno con cilicio y ceniza?

Note la fecha en Daniel 9:1: "el primer año de Darío". El contenido de este capítulo se sitúa no sólo al comienzo del reinado de un rey nuevo, sino de un imperio nuevo: Medo-Persia, el segundo de los cuatro reinos de Daniel 2 y 7. Otra vez, esto debió ser buenas nuevas. Cuando los medos y persas conquistaron Babilonia, cumpliendo así la profecía de Jeremías, debía ser más o menos el tiempo en que los judíos exiliados regresarían a casa. 1 Pero el hecho de que Daniel es-taba grandemente angustiado implica que él sabía algo más. ¿Qué podría haber sido esto?

El problema era que unos pocos años antes, había sabido por la visión registrada en el capítulo 8 de su libro que el santuario de Dios sería purificado (justificado) sólo después de 2.300 tardes y mañanas, tiempo durante el cual surgirían y caerían una serie de imperios y un poder religioso malvado se opondría a Dios y a su pueblo. La visión de Daniel 7 confirmaba la secuencia de imperios y el lugar del poder religioso malvado; pero lo que hacía que el capítulo 8 fuera tan an-gustiante era la situación del santuario durante las 2.300 tardes y mañanas.

51

No teniendo los libros de Hebreos y Apocalipsis del Nuevo Testa-mento, Daniel supondría naturalmente que el santuario era el templo de Jerusalén. Los babilonios habían destruido el templo de Salomón cuando destruyeron a Jerusalén y llevaron al exilio a sus habitantes. Así que Daniel vincularía el templo, la ciudad y el pueblo en su com-prensión de la visión de Daniel 8. Él pensó que la visión significaba que su pueblo debía esperar otras 2.300 tardes y mañanas difíciles antes de que pudieran volver a casa y reedificar su ciudad y el tem-plo de Dios.

Si Daniel interpretó las 2.300 tardes y mañanas como días literales de 24 horas, no habría estado tan perturbado. Cuando se esperaron 70 años, 6 años y un tercio más no es una demora larga. Pero clara-mente, el profeta no tomó las 2.300 tardes y mañanas como días lite-rales. Él sabía que durante ese tiempo se levantarían y caerían varios imperios poderosos. Esto llevaría mucho más tiempo que 6 años y algo más. De modo que la demora sería inmensa.

Comparando la promesa de Dios por medio de Jeremías con la revelación adicional que Daniel mismo había recibido, él se habría preguntado por qué había una discrepancia de tan grandes propor-ciones. ¿Tuvo Dios la intención de que la restauración del templo, la ciudad y el pueblo se demoraran más de dos mil años después que cayera Babilonia, o los pecados de los judíos habían traído castigos adicionales sobre ellos? Daniel sabía que en cualquiera de los casos, la causa de su penuria era su pecaminosa deslealtad a Dios y a su pacto.

La oración de Daniel La mayor parte de Daniel 9 (versículos 4-19) consiste en la oración

que ofreció Daniel en esta ocasión. Es una de las oraciones más her-mosas y poderosas conservadas en la Biblia. Aunque Daniel estaba confesando los pecados y buscando la misericordia de Dios, el hecho de que él lo hizo no sólo en favor de sí mismo sino en favor de su pueblo significa que su oración fue de intercesión (comparar Eze-quiel 14:14, 20, donde Daniel es reconocido por Ezequiel, su contem-poráneo, como un gran intercesor). Como un mediador efectivo con Dios, Daniel se identificó con su pueblo, usando el pronombre "noso-tros" ' (aunque en castellano está implícito en el verbo) en lugar de "ellos": "Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho

52

impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas" (Daniel 9:5).

No sorprende que la oración de Daniel concentre su preocupación por Jerusalén, su templo y su pueblo, que habían sufrido las mal-diciones del pacto por causa de su rebelión contra Dios. La base de su ruego de misericordia era el propio carácter de Dios. El comenzó su oración: "Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos" (versículo 4). Estas palabras son un eco de la des-cripción que Dios dio a Moisés acerca de su propio carácter (ver Éxodo 34:6, 7; ver también Éxodo 20:5, 6). Cuando los israelitas peca-ron en Cades rehusando, por falta de fe, tomar la Tierra Prometida como Caleb y Josué los animaron a hacer, Moisés intercedió citando el carácter de Dios y apelando a su deseo de conservar su reputación en el mundo (Números 14:13-19).

Siguiendo el ejemplo de Moisés, Daniel terminó su oración ape-lando al carácter misericordioso de Dios y su preocupación por la ciudad y el pueblo que son llamados por el nombre de Dios, y por ello están ligados a su reputación.

"Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nues-tras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mis-mo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo" (Daniel 9:18, 19).

Números 14 dice que Dios contestó directamente la oración de Moisés, diciendo que él perdonaba al pueblo israelita permitiendo que su nación continuara, pero condenaba a los rebeldes entre ellos (versículos 20-37). La respuesta de Dios a Daniel también fue igual-mente rápida, pero él contestó por medio de su mensajero, Gabriel. Por lo menos superficialmente, lo que Gabriel dijo tenía que ver principal mente con la explicación más bien que con el perdón (Da-niel 9:20-27). Sin embargo, las palabras del ángel: "Tú eres muy ama-do" (versículo 23), muestran que Dios aceptó a Daniel y su oración por misericordia y perdón. Gabriel siguió diciendo: "Entiende, pues, la orden, y entiende la vi-sión" (versículo 23). ¿Qué visión? ¡No hay visión en Daniel 9! Gabriel debe haberse referido a la visión anterior, la de Daniel 8, que trataba

53

específicamente con el santuario y el pueblo de Dios, la preocupa-ción central de la oración de Daniel en el capítulo 9 (ver el versículo 20). En nuestro próximo capítulo, investigaremos la explicación que dio Gabriel en Daniel 9:24 al 27, que detalla la identidad del Mesías con exactitud asombrosa y revela la base de sacrificios del perdón de Dios y la restauración de Israel, por la que oraba Daniel. Por medio del sacrificio de Cristo, Dios realmente preservaría su reputación de justicia y misericordia.

Referencia 1 Para la interpretación de que los 70 años del exilio babilónico duraron desde la primera deportación de judíos a Babilonia en el año civil judío de otoño a otoño 606/605 a.C. hasta el regreso de un grupo grande de exiliados alrededor del 537/536 a.C. (con el cómputo inclusivo de los judíos, que contaba las porciones de los años primero y último como si fueran años completos), véase el Comentario bíblico ad-ventista, tomo 3, pp. 93-95, 97-100.

54

C A P Í T U L O 7

Expiación definitiva por medio del Mesías

(Daniel 9:24-27) m

emos encontrado que en Daniel 9, Gabriel vino para ayudar-le a entender a Daniel la visión registrada en Daniel 8, que abarcaba desde el período Medo-Persa hasta el fin del tiem-

po. A la luz de la predicción de que una serie de poderes humanos surgirían y caerían durante las "2.300 tardes y mañanas" antes que el santuario divino fuera "justificado", la gran preocupación de Daniel era la suerte del templo, de Jerusalén y del pueblo judío. ¿Seguirían desolados por un largo tiempo mientras los enemigos de Dios los pi-soteaban? Si era así, ¿cómo podría cumplirse la profecía de Jeremías de restauración después de 70 años de opresión babilónica (25:11, 12; 29:10)?

La pregunta principal de Daniel tenía que ver con la suerte del templo, Jerusalén y los judíos durante el futuro inmediato, comen-zando con el período de dominación de Medo-Persia. De este modo Gabriel le respondió explicando qué ocurriría durante ese tiempo (Daniel 9:24-27). Sí, la profecía de Jeremías se cumpliría en poco tiempo, el pueblo judío pronto restauraría Jerusalén y el templo sería reconstruido. Pero la historia seguía. El tiempo del segundo templo sería angustioso; los judíos experimentarían desolación, abomina-ciones, y la eventual destrucción de ese templo.

En su oración, Daniel había reconocido que los pecados de su pueblo habían quebrantado su pacto con Dios y habían traído las maldiciones del pacto sobre ellos (Levítico 26; Deuteronomio 28). Así

H

55

que no era suficiente que el pueblo de Dios volviera a su Tierra Pro-metida. Si seguían rebelándose contra Dios, traerían sobre ellos más destrucción y exilio en el futuro. Para una restauración duradera y el cumplimiento definitivo del plan de Dios para su pueblo, como lo revelaron las visiones y otras revelaciones proféticas, se requería una solución permanente al problema de sus pecados. Requería una jus-ticia eterna. Dios mismo proveería la solución durante un período de "70 semanas".

"Setenta semanas han sido cortadas (o "determinadas") con respecto a tu pueblo y con respecto a tu santa ciudad para acabar la transgresión (o "pecado rebelde"), y para detener los pecados, y para expiar la iniquidad (o "culpabilidad"), y para traer justicia eterna, y para sellar la visión y el profeta, y para ungir a un santo de santos" (Daniel 9:24, traducción del autor).

Este versículo, al comienzo de la explicación de Gabriel, tiene que ver con las tres principales preocupaciones que expresó Daniel en su oración: "tu pueblo", "tu santa ciudad" (Jerusalén), y un "santo de santos" (el templo). Ya hemos visto que estas preocupaciones sur-gieron de la comparación que hizo Daniel de su propia visión de Da-niel 8 con la profecía de Jeremías. También vimos que el Día de la Expiación es un tema destacado en Daniel 8. Ahora encontramos pa-labras del Día de la Expiación en Daniel 9:24. Los tres términos he-breos para las faltas morales enumeradas aquí -traducidas como "transgresión, "pecados" e "iniquidades"- también aparecen juntos en Levítico 16. En los versículos 16, 18 y 19, "transgresiones" (pecados de rebelión imperdonables) y "pecados" (pecados perdonables e im-perdonables) son purificados de las tres áreas del santuario de Dios, comenzando con el santísimo. Y en el versículo 21, "iniquidades" (culpabilidades), "transgresiones" y "pecados" son expulsados en un macho cabrío vivo (el llamado macho cabrío de la expiación) al de-sierto, a un ser llamado Azazel.

La profecía de las 70 semanas contiene otra conexión –aunque menos directa– con el Día de la Expiación. Las 70 semanas de Daniel

56

que siguen a la cautividad babilónica están relacionadas con la pro-fecía anterior de Jeremías de 70 años de exilio. A su vez, los 70 años de Jeremías se relacionan con años sabáticos, cuando la tierra debía descansar (Levítico 25:1-7). Levítico 26 cita la desobediencia del pac-to de los israelitas como una razón para que "la tierra será abando-nada por ellos, y gozará sus sábados, estando desierta a causa de ellos" (versículo 43). Describiendo la catástrofe de la conquista, des-trucción y exilio que hicieron los babilonios, 2 Crónicas 36:21 vincula Levítico 25 y 26 con Jeremías, cuando observa que estos eventos fue-ron para "que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jere-mías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los 70 años fueron cum-plidos". De modo que los 70 años de exilio nacional incluyeron el castigo porque los agricultores israelitas no guardaron el año sabáti-co cada siete años.

Las 70 semanas y el año del jubileo Habiendo encontrado un vínculo claro entre las 70 semanas de

Daniel y los años sabáticos de Levítico 25, podemos reconocer una conexión entre las 70 semanas y el año del jubileo, que comienza en el Día de la Expiación después de siete períodos de años sabáticos. El jubileo se describe en Levítico 25:8 al 10:

"Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia".

En esta ley, se cuenta el tiempo en múltiplos de siete, basados en el concepto del sábado del séptimo día (Sabbath significa "cesación"), cuando había descanso del trabajo (Éxodo 20:8-11). Pero en Levítico 25:8 al 10, "sábados" son explícitamente de "años" y no de días. Compare el año sabático en Éxodo 23:10 y 11, paralelo al día sábado en el versículo 12. De modo que estos "sábados de años" dividen el tiempo en semanas de años, es decir, ciclos de años sabáticos. 1 Des-pués de siete veces siete años –en otras palabras, 49 años– habría una

57

proclamación de libertad, cuando cada israelita empobrecido que ha-bía perdido la capacidad de sostenerse a sí mismo y a su familia en su propia tierra agrícola recuperaría su propiedad ancestral y queda-ría libre de la servidumbre de la deuda. Esta libertad debía procla-marse con la trompeta del jubileo en el Día de la Expiación.

Daniel 9:24 habla de un período de 70 semanas, es decir, 70 veces 7, o 490 "días". Si fueran días literales, serían un total de menos de un año y medio: no alcanzaría el tiempo para la restauración de Je-rusalén (versículo 25). De modo que las "semanas" deben ser sema-nas de años, sumando 490 años. Al fin de este tiempo habría una li-beración, no sencillamente de la pérdida de tierra agrícola y libertad de israelitas individuales ("cada uno", Levítico 25:10) que necesita-ban esta ayuda, sino la libertad del pecado para la nación entera, que proporcionaría libertad eterna y seguridad. Esto, entonces, sería un jubileo mayor. Esta idea es reforzada por el hecho de que 490 años pueden dividirse en 10 períodos ordinarios de jubileo de 49 años ca-da uno, como lo confirma la inclusión de 7 semanas (49 años) al co-mienzo de los 490 años (versículo 25).

Hemos encontrado que los números están asociados a temas. Comparando Daniel 9 con Levítico 25, encontramos que el número mayor de años hasta la liberación corresponde con el panorama más amplio de la liberación:

Referencia Amplitud de la liberación Años

Levítico 25 cada persona 49 años

Daniel 9 la nación entera 490 años

Las alusiones al Día de la Expiación en Daniel 8 y 9 contribuyen a la conexión integral entre estos capítulos. En Daniel 8:14, la justifica-ción/vindicación del santuario de Dios en el cielo tiene sentido en el contexto de un juicio de Día de la Expiación en el tiempo del fin. Es

58

así porque el Día de la Expiación de los antiguos israelitas era el mo-mento cuando la pureza del santuario, que representaba el carácter y la reputación de Dios, se restauraba y su pueblo era juzgado de acuerdo con su lealtad o deslealtad (Levítico 16; 23:26-32). Y ¿cuál es la función de las conexiones con el Día de la Expiación que encon-tramos en Daniel 9:24? Este versículo no contiene nada acerca de la justificación o purificación del santuario/templo. Más bien, encon-tramos las palabras "para ungir al santo de los santos", que tiene que ver con una consagración inicial de un santuario y su sacerdocio (ver, por ejemplo, Éxodo 29; Levítico 8).

Esta consagración y el Día de la Expiación están estrechamente re-lacionados porque el Día de la Expiación restaura el santuario al es-tado de pureza establecido en su consagración inicial. De hecho, Le-vítico 16:19 dice que cuando el santuario es purificado el Día de la Expiación, su altar es (re)consagrado. Así parece que Daniel 9:24 po-dría estar hablando de ungir/consagrar el santuario que más tarde necesitará ser "justificado" mediante un Día de la Expiación del tiempo del fin (8:14).

Dos templos Daniel 9:24 bosqueja metas permanentes y generales que Dios rea-

lizará al fin de las 70 semanas de años, junto con traer la "justicia eterna". Esto parece contradecir a Daniel 9:26: "Y el pueblo de un lí-der venidero destruirá la ciudad y el templo" (traducción del autor). Si el templo había de ser reconstruido durante las 70 semanas y pos-teriormente destruido, ¿cómo podría su consagración tener un efecto duradero asociado con la abolición del pecado y el establecimiento de la justicia eterna?

La respuesta debe ser que Daniel 9 habla de dos templos diferen-tes. Uno es un templo que ocupa el lugar del templo de Salomón, que los babilonios habían destruido. Este segundo templo sería cons-truido en una Jerusalén restaurada después del exilio (versículo 25), pero más tarde destruido (versículo 26). Por lo tanto, no haría una contribución duradera a la erradicación del pecado y a iniciar la jus-ticia eterna. Estos beneficios serían logrados por medio del ungi-miento de otro templo y sacerdocio (versículo 24) y mediante la con-firmación de un pacto divino "con muchos" por el Ungido, es decir, el Mesías (versículo 27).

59

Las 70 semanas no fueron determinadas contra los judíos para marcar su suerte o implicar el rechazo de Israel. El propósito de las 70 semanas es, en cambio, las buenas nuevas de la salvación de los judíos y del mundo mediante la obra del nuevo Sumo Sacerdote. Es-te evento, que ocurrió en el año 31 d.C. como lo informa Pedro, des-cribe a Jesús sentado a la derecha del Padre después de su ascensión (1 Pedro 3:22). Además, el evento es confirmado en el año 34 d.C., precisamente al terminar las 70 semanas, por Esteban, quien vio en ese mismo momento "los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios" (Hechos 7:56).

Así como el antiguo tabernáculo de los israelitas y los sacerdotes aarónicos fueron ungidos para consagrarlos para sus funciones den-tro del contexto del pacto divino, otro templo y otro sacerdocio se-rían ungidos como parte del pacto divino. Esta vez el sacerdocio aa-rónico sería el Ungido definitivo. Él es el Sacerdote-Rey del orden de Melquisedec ("rey de Justicia") de que habla el Salmo 110, uno que se sienta a la diestra de Dios. No es extraño que este sacerdocio y tem-plo sean capaces de eliminar las faltas morales completamente y es-tablecer la justicia eterna. Este Mesías-Sacerdote reinará para siem-pre. Por lo tanto, debemos identificarlo con "uno como un hijo de hombre" en Daniel 7:13, 14.

Mientras el Mesías lograría resultados eternos, en el corto plazo sería "cortado y no tendría nada/nadie" (Daniel 9:26, traducción del autor). En otras palabras, él sufriría la penalidad judicial divinamen-te administrada de "ser cortado" (comparar, por ejemplo, Levítico 20:3; Números 15:30, 31), que se reservaba en tiempos del Antiguo Testamento para los pecadores rebeldes para quienes el sistema de sacrificios del santuario/templo no tenía provisión para su perdón. De acuerdo con Donald Wold, que escribió su tesis doctoral sobre la penalidad bíblica de "ser cortado", este castigo significaba que la lí-nea de sus descendientes eventualmente desaparecería, negándoles con esto una vida posterior. 2 Una persona que era "cortada" no tenía a nadie para llevar la memoria de su nombre y se perdería su histo-ria. Esto prefigura el "ser cortado" de Dios que es la muerte segunda (Apocalipsis 20).

En Daniel 9:26, las palabras "y no tendrá nada/nadie" describen la soledad de Aquel que es cortado, que en este caso es el Mesías. El moriría sin nadie que le ayudara (comparar con Daniel 11:45), al cla-mar: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? [...] No te

60

alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayu-de" (Salmo 22:1, 11).

El hecho de que el Mesías confirma un pacto "con muchos" (Da-niel 9:27) nos recuerda el lugar del siervo sufriente de Dios: "Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conoci-miento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos" (Isaías 53:11; la cursiva fue añadida).

La conquista de la segunda muerte Los vínculos entre Daniel 9, el Salmo 22 e Isaías 53 apuntan a la

misma Persona, que en el Nuevo Testamento se identifica como Jesu-cristo. Él confirmó el pacto de Dios con muchos al morir por ellos (¡incluyéndonos a nosotros!), aparentemente abandonado por Dios (Mateo 27:46, citando Salmo 22:1), que es el equivalente de la segun-da muerte. Pero aunque Cristo murió la muerte definitiva de la cual no hay retorno, sin descendientes ni vida posterior, él resucitó para "ver linaje (espiritual)" (Isaías 53:10) porque él era realmente inocen-te y se sacrificó a sí mismo para interceder por los pecadores (ver-sículos 10-12).

Ahora podemos entender mejor las palabras de Daniel 9:27: "El hará cesar el sacrificio y la ofrenda de cereales" (traducción del au-tor), es decir, el Mesías pondrá fin al significado del sistema de sacri-ficios en el templo de Jerusalén. Cuando Jesús murió, "el velo del templo se rasgó en dos" (Mateo 27:51), profanando así el templo al abrir el Lugar Santísimo a la vista del público. En términos de pro-veer acceso al Lugar Santísimo, esto era como un Día de la Expia-ción. La diferencia era que previamente, sólo el sumo sacerdote tenía este acceso especial (Levítico 16). Ahora, por cuanto Jesús cumplió el sacrificio de una vez por todas, hacia el cual apuntaban todos los sa-crificios animales, incluyendo los sacrificios del Día de la Expiación y los de la Pascua, y por cuanto él murió, ascendió a los cielos y está ministrando en el templo de Dios allí (Hebreos 7 al 10), todos los creyentes de la tierra tienen acceso a Dios. Por medio de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote di-vino-humano, todos somos como sumos sacerdotes humanos en el sentido de que por fe, todos podemos acercarnos al trono de Dios (Hebreos 4:14-16; 6:19, 20; ver también las imágenes del Día de la Expiación en Hebreos 9).

61

De acuerdo con el Nuevo Testamento, no hay tal cosa como un sacerdocio cristiano legítimo que consiste en una elite de ministros humanos que median en favor de su pueblo ante Dios al realizar ri-tos y otras actividades. El apóstol Pablo enseñó: "Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5). Pedro dijo de todos los cristianos: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las ti-nieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9). "De acuerdo con Pedro, to-dos los cristianos pertenecen al sacerdocio. En el Nuevo Testamento, la iglesia no tiene un sacerdocio, sino que es un sacerdocio". 3

Un sistema que tenga un sacerdocio humano, exclusivo y elitista, implícitamente niega que el sacrificio expiatorio de Cristo, hecho de una vez para siempre, ha alcanzado la meta de dar a todos los cre-yentes igual acceso directo a Dios por medio del ministerio celestial de nuestro único Sumo Sacerdote, Jesucristo. Tal sistema comete blasfemia al usurpar el papel del Cristo divino. Es idólatra en el sen-tido de que en forma ilegítima dirige la fe del pueblo a cosas terrena-les, como si ellas pudieran ayudarle a encontrar favor divino de la manera en que los israelitas pensaron que el becerro de oro podía beneficiarlos.

¿Hay un "sacerdocio cristiano" hoy? Sí, en varias denominaciones, incluyendo la Iglesia de Roma y en

otras iglesias influenciadas por ella. ¿Es legítima esta clase de "sacerdocio" humano? No de acuerdo con la Biblia. Niega a Cristo y es blasfemo. De he-

cho, en la misa romana, están "crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio" (Hebreos 6:6). De modo que no resulta extraño que la Biblia haya caracterizado a la Iglesia de Roma como el poder del cuerno pequeño de Daniel 7 y 8.

¿Es "políticamente correcto" el punto de vista expresado aquí? Todo lo contrario, pero ¿quién dijo que la Biblia es "políticamente co-rrecta"? La filosofía posmoderna y pluralista acepta todo como váli-do y legítimo si "funciona para ti". Esto contradice a la Biblia, la que dice que hay salvación sólo en Cristo (Hechos 4:12). Sin embargo, si hemos de estar libres para practicar nuestra religión, debemos otor-gar la misma libertad a los demás. Aun si no aceptamos sus eleccio-nes, debemos respetar su derecho a elegir. Yo estoy agradecido por la libertad de expresión de que gozamos mientras tengamos la sepa-

62

ración de la Iglesia y el Estado. En otro momento y/o lugar, podría haber sido muerto por lo que estoy escribiendo aquí.

Referencias 1 Los eruditos judíos están de acuerdo: ver Ben Zion Wacholder, "Chronomesian-ism: The Timing of Messianic Movements and the Calendar o Sabbatical Cycles", Hebrew Union Colfege Annual 46 (1975): pp. 202-204; Hersh Goldwurm, Daniel: A New Translation With a Commentary Anthologized From Talmudic, Midrashic and Rabbinic Sources (Nueva York: Mesorah, 1979), p. 259 2 Donald Wold, "The Meaning of the Biblical Penalty Kareth" (Disertación doctoral, Universidad de California en Berkeley, 1978). 3 Russell Burrill, Revolution in the Church (Fallbrook, Cal.: Hart Research Center, 1979), p. 24; ver también Roy Gane, Leviticus, Numbers, NIV Application Commen-tary (Grand Rapids: Zondervan, 2004), pp. 170-172.

63

C A P Í T U L O 8

¿Cuándo comienza el Juicio previo al advenimiento?

(Daniel 8 y 9) m

emos aprendido en Daniel que Dios vindica su carácter, re-presentado por su santuario, mediante un majestuoso juicio investigador/demostrativo en el cielo antes de que Jesús

venga para establecer el eterno reino de Dios en la tierra (Daniel 7:9-14; 8:14). Este juicio ocurre después de un "tiempo, y tiempos, y me-dio tiempo" de persecución por el poder del cuerno pequeño (7:25) y al final de las 2.300 tardes y mañanas (8:14). Estos indicadores de tiempo sugieren que Dios quiere que su pueblo sepa, por lo menos en términos relativos, cuándo comienza el juicio.

Siendo que el juicio preadvenimiento es el último gran evento an-tes de la segunda venida de Cristo, sería útil para nosotros saber si está en el pasado, el presente o el futuro para nosotros. En el antiguo Día de la Expiación de los israelitas, Dios esperaba que todas las per-sonas fieles demostraran su lealtad de una manera especial, humi-llándose mediante la negación propia y la abstención de trabajo mientras el santuario era purificado (Levítico 16:29-31; 23:26-32). Por eso, si el juicio del fin del tiempo es un equivalente al Día de la Ex-piación israelita, ¿no deberían los cristianos saber cuándo comienza? Si invitas a algunas personas para un evento, pero tu anuncio no es-pecifica el tiempo, ¿cuántas personas puedes esperar que vayan?

Hablando del juicio del tiempo del fin, Apocalipsis 14 proclama el mensaje especial de Dios para este tiempo:

H

64

"Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evange-lio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le si-guió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornica-ción. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno ado-ra a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido va-ciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azu-fre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tor-mento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reci-ba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apocalipsis 14:6-12; la cursiva fue añadida).

Los mensajes de estos tres ángeles ("mensajeros") específicamente están destinados a las personas que viven durante el tiempo en que el juicio de Dios "ha llegado" (versículo 7). El mensaje es "el evange-lio eterno" (versículo 6) –es decir, las buenas nuevas eternas– porque es una parte culminante del vasto plan de Dios para salvar a todos los que lo aceptan por fe en Jesucristo. Contiene una fuerte adver-tencia contra el poder idólatra que se opone a Dios. El capítulo ante-rior describió una "bestia" blasfema en términos que la identifican con el poder del cuerno pequeño de Daniel, que es condenada por Dios en el juicio preadvenimiento. De este modo, Apocalipsis 14 está hablando del mismo juicio que se describe en Daniel 7 y 8.

Siguiendo al mensaje del tercer ángel, Apocalipsis 14:12 caracte-riza a los leales a Dios como los que, durante el juicio al final del tiempo, guardan: 1) los mandamientos de Dios, y 2) su fe en Jesús. Siendo que este juicio es el Día de la Expiación definitivo, es claro que estos dos requisitos son los equivalentes funcionales de lo que los antiguos israelitas debían hacer para participar del Día de la Ex-piación: 1) humillarse ante Dios mediante la negación propia física, incluyendo el ayuno, y 2) guardando el sábado, al abstenerse de todo trabajo, como en el sábado semanal (Levítico 16:29, 31; 23:27-32).

Hay conexiones temáticas entre lo que los antiguos israelitas de-bían hacer y lo que los cristianos del tiempo del fin han de hacer. Así

65

como los israelitas debían humillarse, los cristianos del tiempo del fin han de guardar la fe en Jesús, que "se humilló a sí mismo, ha-ciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:8). Como los israelitas debían guardar el sábado, los cristianos del tiempo del fin han de guardar los mandamientos de Dios, que inclu-yen el sábado (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15).

Éxodo 31:13 revela un vínculo más abarcante entre el sábado y los mandamientos de Dios. Guardar el sábado de Dios es "señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico". Dentro del contexto del pacto con Dios, la santificación (llegar a ser santo) significa llegar a ser como él en ca-rácter (Levítico 11:44, 45; 19:2; 1 Pedro 1:14-16), y su carácter es amor (1 Juan 4:8), que es la base de todos sus mandamientos (Mateo 22:37-40). De modo que el santo sábado celebra la manera en que Dios nos da el don de la obediencia a su santa ley al hacernos santos por el derramamiento de su santo amor en nuestros corazones por su Espí-ritu Santo (Romanos 5:5). Es clarísimo ahora que los cristianos real-mente necesitan saber cuándo ha llegado el juicio, de modo que puedan participar en forma inteligente y significativa en este gran evento, y que así puedan contarlo a otros para que ellos también tengan la oportunidad de mostrar lealtad a Dios en lugar de mos-trarla a la bestia/cuerno pequeño y sus aliados.

¿Proporciona la Biblia suficiente información para que encontre-mos cuándo comienza el juicio preadvenimiento? Daniel 7 habla de tres y medio "tiempos" de persecución del cuerno pequeño (Daniel 7:25), que vienen antes de que el juicio libere al pueblo de Dios de la opresión. Siendo que hemos encontrado que el cuerno pequeño re-presenta a la Iglesia de Roma, podernos captar la perspectiva al aprender más acerca de este período de dominación papal y su his-toria. En un capítulo posterior seguiremos esto más en detalle. Pero Daniel 8:14 indica el momento cuando el santuario de Dios es "justi-ficado", el mismo evento como el juicio mencionado en Daniel 7:9 al 14. Daniel 8:14 dice que el juicio viene después de las 2.300 tardes ymañanas. El problema es que Daniel 8 no nos da un punto de co-mienzo para este período, de modo que no sabemos cuándo termina. Sin embargo, la explicación en Daniel 9 sí nos da un punto de co-mienzo de las 70 semanas/490 años, y este período cubre el primer segmento de las 2.300 tardes y mañanas. Es la relación integral entre la visión de Daniel 8 y la explicación en 9:24 al 27 la que combina los

66

dos períodos y con ello proporciona el punto inicial para las 2.300 tardes y mañanas.

1844 en 10 pasos 1 Ahora consideremos los 10 pasos necesarios para encontrar

cuándo comienza el juicio previo al advenimiento del Día de la Ex-piación. Los enumeraré y luego analizaremos cada uno de ellos. Mucho de esto será repaso, pero necesitaremos sumar algunas in-formaciones para llenar algunos vacíos.

Paso 1: Identificar al cuerno pequeño (Daniel 8). Paso 2: Reconocer que los 2.300 días no pueden ser días literales. Paso 3. Reconocer que Daniel 9 explica la visión de Daniel 8. Paso 4: Identificar la fecha cuando comenzaron las 70 semanas

(490 días). Paso 5: Reconocer que las 70 semanas son semanas de años, y

con ello, 490 años. Paso 6: Encontrar el fin de los 490 años. Paso 7: Reconocer que el fin de Daniel 9 se refiere a los eventos

que ocurrirían después de los 490 años, pero aún dentro de los 2.300 días.

Paso 8: Reconocer que los 2.300 días, como los 490 días, deben representar años.

Paso 9: Ver cómo los 490 años se superponen a la primera parte de los 2.300 años.

Paso 10: Encontrar el final de los 2.300 años.

Paso 1: Identificar el cuerno pequeño (Daniel 8). En Daniel 8, el santuario de Dios es justificado al final de las

"2.300 tardes y mañanas" (versículo 14) y resuelve problemas cau-sados por un poder malvado del cuerno pequeño. El cuerno peque-ño había surgido después de varios otros poderes:

• Un carnero (versículos 3, 4), que representa el Imperio Medo-Persa (versículo 20), fue conquistado por un macho cabrío con un gran cuerno (versículos 5-7), que simbolizaba a Grecia/Macedonia bajo su primer rey (versículo 21). Este debe ser Alejandro Magno,

67

que conquistó Medo-Persia en el siglo IV a.C. • Cuando murió Alejandro, su reino se dividió en 4 reinos grie-

gos, representados por cuatro cuernos en los versículos 8 y 22. Los cuatro reinos fueron el Egipto de Ptolomeo, la Siria de Seleuco, el Pérgamo de Átalo y la Macedonia de Antígono.

• El cuerno pequeño surgió al fin del gobierno de los cuatro rei-nos (versículo 23) de uno de los cuatro "vientos del cielo", es decir, de una de las cuatro direcciones en que se dividió el imperio de Ale-jandro (versículos 8, 9). Este cuerno pequeño construyó un gran im-perio (versículo 9). Fue diferente de los cuatro reinos griegos y los remplazó. Sólo un poder se ajusta a esta descripción: Roma. El Impe-rio Romano estuvo en el control desde poco antes del comienzo de la era cristiana hasta el siglo V d.C. La iglesia de Roma remplazó al im-perio, dominando la Edad Media. Si la justificación del santuario de Dios sucede después de la dominación del cuerno pequeño, y si el cuerno pequeño representa a Roma, el santuario debe ser justificado después de la dominación de Roma.

Medo-Persia Grecia Cuatro reinos Roma Purificación del Santuario

Paso 2: Reconocer que los 2.300 días no pueden ser días literales. La pregunta en Daniel 8:13 es: "¿Hasta cuándo durará la visión?"

La respuesta es: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas", es decir, 2.300 días (versículo 14). Pero la visión dura del tiempo del Imperio Medo-Persa a comienzos de Daniel (versículos 1, 2) hasta el fin del Imperio Romano, cubriendo muchos siglos. Esto es mucho más largo que los 2.300 días literales, que son menos de 6 años y medio.

Paso 3: Reconocer que Daniel 9 explica la visión de Daniel 8. Daniel oró a Dios (Daniel 9:3-19), quien envió a Gabriel (versícu-

los 20-23) para ayudarle a "[entender] la visión" (versículo 23) dán-dole información adicional. No hay visión en Daniel 9, de modo que la visión a la que se refiere debe ser la de Daniel 8. Gabriel con-

68

soló a Daniel diciéndole que los judíos serían restaurados a su tie-rra y al templo antes del fin de los 2.300 días. Dentro de "70 sema-nas" Jerusalén sería restaurada y vendría "el Mesías Príncipe" (Da-niel 9:24-27).

Paso 4: Identificar la fecha, cuando comenzaron las 70 sema-nas (490 días).

Daniel 9:25 indica el comienzo de las 70 semanas: "Desde la sali-da de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén". El decreto que resultó en la restauración de Jerusalén como la capital de los judíos fue el del rey persa Artajerjes. Fue emitido en el 1° año de su reina-do (Esdras 7), que fue el año 457 a.C. 2

Poso 5: Reconocer que las 70 semanas son semanas de años, y por ello, 490 años.

Las 70 semanas comenzaron durante la era persa y habían de in-cluir la reedificación de Jerusalén y la venida del Mesías. ¿Cómo podía ocurrir todo esto en 70 semanas de días literales, o sea, 490 días?

Levítico 25 provee la solución. Para los israelitas, una semana podía ser una semana de años: Después de 7 sábados/semanas de años (49 años) venía el jubileo de libertad (Levítico 25:8-10). En forma similar, las "70 semanas" de Daniel 9 son un período de jubi-leo en gran escala. La libertad de la dominación de poderes extran-jeros vendría después de 70 semanas de años, que totalizan 490 años. La referencia en Daniel 9:25 a "siete semanas" (49 años) al comienzo de las 70 semanas, refuerza esta interpretación de que las 70 semanas representan un período que conduciría a una especie de jubileo.

Paso 6: Encontrar el fin de los 490 años. Si se comienzan los 490 años en el año 457 a.C., entonces este pe-

ríodo termina en el año 34 d.C. (para sacar esta cuenta, debe consi-derarse el hecho de que no hay año O entre los años a.C. y d.C. En otras palabras, cuando termina el año 1 a.C., el año siguiente se lla-

69

mará 1 d.C., no año 0. Por ello, réstense 457 años de 490, que es 33, pero luego hay que agregar 1 para compensar el año O que no exis-te, y se llega al año 34 d.C.). Daniel 9:25 y 26 dice que el Mesías vendría al comienzo de la última semana de años, en otras pala-bras, 7 años antes de 34 d.C., que es el año 27 d.C.

Los 490 años (Daniel 9)

Viene el Mesías 457 a.C. 27 d.C. 34 d.C.

490 años

Paso 7: Reconocer que el fin de Daniel 9 se refiere a eventos que ocurrirían después de los 490 años, pero todavía dentro de los 2.300 días.

Gabriel le dijo a Daniel que "el Mesías Príncipe" (el Cristo, el ungido) se "le quitaría la vida", "más no por sí”, y luego Jerusalén sería destruida junto con su templo (Daniel 9:26). Daniel 9:27 dice que el Mesías confirmaría un pacto con muchos (comparar con Ma-teo 26:28) y luego haría que el sistema terrenal de sacrificios cesara, es decir, terminaría su importancia (ver Mateo 27:51; Hebreos 7 al 10) al fin de los 490 años. Entonces, "con la muchedumbre de lasabominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consuma-ción, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador" (Daniel 9:27).

En Daniel 9, el contexto inmediato de la abominación desola-dora/asombrosa es la destrucción del segundo templo (el templo de Herodes) en Jerusalén por el ejército de la Roma Imperial bajo Tito en el año 70 d.C., una pocas décadas después de la crucifixión de Jesús (31 d.C.). Jesús habló de este evento cuando advirtió: "Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén

70

en Judea, huyan a los montes" (Mateo 24:15, 16). Los primeros cris-tianos reconocieron el cumplimiento de esta señal cuando vieron los estandartes paganos de Roma en el espacio sagrado que se ex-tendía fuera de los muros de Jerusalén, junto al área del templo, y escaparon de la destrucción de la ciudad.

Este lenguaje de Daniel 9:27 también se vincula con el resto de la historia que ya sabemos de Daniel 8:11 al 13, especialmente en las palabras del versículo 13 (la prevaricación asoladora) durante la úl-tima parte de los 2.300 días. Aquí Daniel 8 se refiere a una clase de falsa adoración terrenal que la fase vertical del cuerno pequeño romano –la Iglesia de Roma– pondría en lugar del sacrificio terre-nal y el sistema de sacerdocio que Cristo había hecho cesar. Ahora podemos entender mejor por qué Daniel 8 describe juntas a la Ro-ma Imperial y Papal bajo el mismo símbolo del cuerno pequeño: Ambas realizarían una transgresión/abominación desoladora des-pués de la primera venida de Cristo. Mientras en Daniel 9:27 la Roma Imperial está en el primer plano, la Iglesia de Roma está en el trasfondo (comparar Mateo 24:15-29, que habla de un tiempo de gran tribulación).

Paso 8: Reconocer que los 2.300 días, como los 490 días, de-ben representar años.

Ahora sabemos varias cosas: • El santuario que es "justificado" al fin de los 2.300 días debe

ser el santuario celestial de Dios, donde Cristo está ministrando ahora (Hebreos 7 al 10). Llegamos a esta conclusión porque Dios "justifica" el santuario para remediar las abominaciones cometidas por la fase vertical (papal) del cuerno pequeño, que suceden des-pués que el templo terrenal fue destruido en el año 70 d.C.

• Los 2.300 días de Daniel 8 y los 490 años de Daniel 9 amboscomenzaron en el tiempo del Imperio Medo-Persa.

• Los 2.300 días llegan más allá de los 490 años, por medio deun tiempo en que la Iglesia de Roma establecería una falsa adora-ción, hasta un tiempo cuando Dios resolvería este problema. De modo que los 2.300 días alcanzan desde los tiempos de Medo-Persia pasando por la era de dominación de la Iglesia de Roma. Por

71

lo tanto, los 2.300 días deben ser más largos que los 490 años, y la expresión "tardes y mañanas" (días) debe representar años, como ocurre en otros lugares de algunas profecías simbólicas de tiempo (Números 14:34; Ezequiel 4:6).

Paso 9: Ver cómo los 490 años se superponen a la primera parte de los 2.300 años.

Siendo que al explicar "la visión" Gabriel dio el punto de co-mienzo sólo de los 490 años (Daniel 9:23, 25), los 2.300 años deben comenzar en el mismo momento. El lenguaje de Daniel 9:24 con-cuerda con esta idea de que los 490 años fueron la primera parte de los 2.300 años: "Setenta semanas han sido determinadas sobre tu pueblo". La palabra hebrea traducida "determinadas" aquí no se usa en ninguna otra parte de la Biblia. Sin embargo, es bastante común en el hebreo rabínico, donde se usa muy a menudo, y el sig-nificado básico es "cortadas". Los objetos que fueron cortados po-dían ser cosas como partes de animales, pero la palabra también era usada para hablar de cortar un versículo en dos versículos. 3

"Determinadas" o "decretadas" es un significado por extensión; en tiempos antiguos una decisión legal o un decreto de un gobierno era considerado como algo que fue "cortado". La palabra hebrea es exacta aquí para Daniel 9:24, porque se aplican tanto el significado básico como el extendido: Las "70 semanas" fueron "cortadas" para el pueblo judío desde el comienzo de los 2.300 años, y fueron "de-terminadas/decretadas" para el pueblo judío.

Desde el año 457 a.C., cuando los judíos comenzaron a restaurar la ciudad del antiguo templo terrenal de Dios, los 490 años alcanza-ban hacia adelante al establecimiento de la primera fase de la ex-piación de Cristo en el santuario celestial: la mediación. Los 2.300 años alcanzaban hacia adelante hasta el comienzo de la segunda fa-se de la expiación: el juicio.

Paso 10: Encontrar el fin de los 2.300 años. Ahora que tenemos la fecha del comienzo, 457 a.C., podemos fá-

cilmente calcular cuándo debe ser purificado el santuario celestial

72

de acuerdo con Daniel 8:14. Avanzando 2.300 años desde 457 a.C. sin un año cero, llegamos a 1844 d.C., poco después que concluyó el poder civil de la Iglesia de Roma. Tiene sentido que un juicio ce-lestial que debe resolver los problemas creados por el poder ro-mano comience cuando el período de dominación de este poder, que creó los problemas, haya terminado. Es decir, en 1844, después que terminó la dominación romana en 1798, cuando el general Berthier, del ejército de Napoleón llevó cautivo al Papa.

Las implicaciones de nuestra conclusión para los cristianos mo-dernos son asombrosas. Estamos viviendo en el tiempo del juicio previo al advenimiento, el Día de la Expiación, justo antes de que Jesús vuelva a conquistar el planeta Tierra y a establecer su reino eterno. Los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14 se apli-can directamente a nosotros. Mientras Cristo, nuestro Sumo Sacer-dote celestial está justificando/vindicando el santuario, que repre-senta el carácter santo de Dios, deberíamos participar en este even-to demostrando nuestra lealtad mediante la observancia de los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

Referencias 1 Adaptado de Roy Gane, Altar Call, pp. 280-297; comparar con Clifford Goldstein, 1844 hecho simple 2 Siegfried H. Horn y Lynn H. Wood, The Chronology of Ezra 7, especialmente las pá-ginas 115 y 127; comparar con el Comentario bíblico adventista, tomo 3, pp. 103-106; Brempong Owusu-Antwi, The Chronology of Daniel 9:24-27, pp. 295-299 3 Marcus Jastrow, A Dictionary of the Targumim, the Talmud Babli and Yerushalmi, and the Midrashic Literature (Nueva York: Judaica Press, 1975), p. 513

73

C A P Í T U L O 9

Respuestas a objeciones acerca del comienzo del

juicio en 1844 m

aturalmente, no todos están de acuerdo que Dios realice un juicio previo al advenimiento que comenzó en 1844. Siguen algunas de las objeciones más importantes levantadas por

los que no aceptan las evidencias y la lógica presentadas en el capí-tulo anterior. ¿Qué diferencia hace esto? Si el juicio comenzó en 1844, está sucediendo ahora en el cielo, lo que significa que tenemos el privilegio y la responsabilidad de participar en él durante el tiem-po de la última gran fase de la expiación justo antes de que Jesús re-grese. Si este no es el caso, es decir, si no estamos viviendo en este momento especial, los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14 no se aplican específicamente a nosotros, y los seres humanos pue-den continuar viviendo sobre el planeta Tierra en pecado y en mise-ria por otros mil años o más. ¡Sí, sería como comenzar a prepararnos para el Y3K [Año 3 mil]!

Objeción 1: El principio de que un día equivale a un año no es válido.

Si los 2.300 "días" en Daniel 8:14 no representan años, la profecía no abarca 2.300 años ni apunta a 1844. ¿Cuáles son las alternativas? Si el período profetizado son 2.300 días literales de 24 horas, sig-

N

74

nifica que sólo 6,3 años llevarían a la justificación del santuario. ¿Cuál sería, entonces, el momento inicial, y cuándo terminarían los 6,3 años? Si tomamos en serio el texto de Daniel 8, de acuerdo con el cual los 2.300 "días" cubren el tiempo de la visión desde el período Medo-Persa, pasando por la dominación helenística hasta la era Ro-mana y luego hasta el "tiempo del fin" (versículo 17), el resultado se-ría un absurdo. Obviamente, el reinado de unos pocos reyes, sin con-tar el período Medo-Persa mismo, cubriría mucho más de 6,3 años.

Además, ¿por qué estaría Daniel tan perturbado, como lo muestra Daniel 9, acerca de una demora de apenas 6,3 años en la restauración del santuario? Eso sería como quejarse cuando alguien promete po-ner paz en el Cercano Oriente en menos de una década. (¡No conten-ga el aliento!)

¿Hay otras alternativas? En el capítulo siguiente, refutaremos la interpretación de que los 2.300 "días" son realmente la mitad de esos días, y que es un período profético de cuando Antíoco IV Epífanes persiguió a los judíos en Jerusalén durante el siglo II a.C. ¿Podrían los "días" representar semanas o meses literales? Sencillamente no hay evidencia en la Biblia para esas sugerencias.

Sin embargo, hay evidencia sólida de que los "días" representan años literales en las profecías simbólicas de tiempo en Daniel, un principio de interpretación que es vital para el enfoque históri-co/historicista (a diferencia del preterista o futurista) de Daniel. 1

1. Para comenzar, la palabra hebrea yom, "día", puede usarse paraotro período además del día de 24 horas. Los eruditos han reconoci-do versículos en los cuales el plural de yom significa "años". 2 Aquí hay algunos ejemplos:

• "Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofre-cer a Jehová el sacrificio (literalmente "el sacrificio de los días") acos-tumbrado y su voto" (1 Samuel 1:21, la cursiva fue añadida; compa-rar con 2:19; 20:6).

• "Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo tedaré diez siclos de plata por año (literalmente, "para los días") vesti-dos y comida" (Jueces 17:10, la cursiva fue añadida).

• "Fue el número de los días que David habitó en la tierra de losfilisteos, un año y cuatro meses" (literalmente, "días y cuatro meses")

75

(1 Samuel 27:7, la cursiva fue añadida). 2. En Números 14:34, Dios especificó un castigo por la rebelión

de los israelitas, que rehusaron tomar la Tierra Prometida porque creyeron a los diez espías sin fe (ver Números 13). El castigo ade-cuado para esa rebeldía fue: "Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniqui-dades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo". Los israelitas tendrían que peregrinar durante 40 años en el desierto, un año por cada día de la misión de los espías.

3. En Ezequiel 4, Dios ordenó al profeta Ezequiel que realizaraactos simbólicos para impresionar a su pueblo de la gravedad de su situación. Y es importante para nuestro estudio saber que Ezequiel fue contemporáneo de Daniel. Dios le indicó:

"Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo, y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas so-bre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos. Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días, trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel. Cumplidos éstos, te acosta-rás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de la ca-sa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado" (Ezequiel 4:4-6).

4. En el capítulo 7 de este libro notamos que las "70 semanas" deDaniel 9:24 al 27 son 70 ciclos de años sabáticos de 7 años cada uno, formando un total de 490 años, que abarcan 10 jubileos de 49 años cada uno (ver Levítico 25). 3 En este caso podemos verificar históri-camente el resultado de aplicar el principio día/año: Jesús comenzó su ministerio en el año 27 d.C. al comienzo de la última "semana" de años de los 490 años que van desde 457 a.C. hasta 34 d.C. De modo que Cristo vino exactamente cuando Daniel dijo que vendría, si en tendemos que las "semanas" de Daniel son semanas de años y no de días. Las 70 semanas de Daniel 9:24-27 son el primer segmento de las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14. Si los anteriores representan años, entonces los siguientes también deben representar años.

Note que la precisión de la predicción de Daniel acerca de Cristo en 9:24 al 27 es un golpe importante contra los que no aceptan que Dios hace profecías predictivas exactas. Esta profecía alcanza mucho

76

más allá del siglo II a.C., época en la que muchos eruditos creen que se escribió el libro de Daniel, y aún más allá de la fecha de algunos manuscritos de Daniel pertenecientes a los rollos del Mar Muerto.

De este modo, la profecía que indica con precisión el momento en que vendría el Mesías no podría haber sido historia escrita después de los hechos como si fuera una predicción.

5. En consonancia con la naturaleza simbólica de las profecías deDaniel 7 y 8, esperaríamos que los períodos de tiempo en estos ca-pítulos fueran también simbólicos. De hecho, así como los animales simbólicos en estos capítulos son poco usuales, también las profecías presentan períodos de tiempo con terminología poco usual, aparen-temente para enfatizar su naturaleza simbólica. De este modo Daniel 8:14 especifica 2.300 "tardes y mañanas", una expresión anormal para 2.300 días (acerca de esto veremos más en el capítulo siguiente).

Daniel 7:25 habla de "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" durante los cuales el poder del cuerno pequeño perseguiría al pueblo de Dios. La palabra aramea 'iddan, traducida "tiempo", no es una pala-bra usual para una unidad específica de tiempo, tal como un día, una semana, un mes o un año. Pero su significado llega a ser claro cuan-do miramos a Daniel 4, donde el profeta usa la misma palabra para los "siete tiempos" (o "siete períodos de tiempo") que pasarían sobre Nabucodonosor antes de que su mente le fuera restaurada (versícu-los 16, 32). El versículo 34 dice: "Mas al fin del tiempo [literalmente, "los días", es decir, "los años"; ver más arriba] yo Nabucodonosor al-cé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta"(la cursiva fue aña-dida). De modo que si "tiempos" significa años aquí, el mismo signi-ficado puede aplicarse a Daniel 7:25: tres años y medio.

Una comparación con Apocalipsis 12 confirma esta interpretación de los "tiempos" de Daniel. Al hablar de este mismo período de per-secución, este capítulo usa la terminología de Daniel de tres "tiem-pos" y medio (versículo 14), pero también especifica directamente lo que eso abarca: 1.260 días (versículo 6). Así que, tres tiempos y me-dio equivale a tres años y medio a razón de 360 días por año. (Ver también Apocalipsis 11:2, 3; 13:5, donde se da este período como "cuarenta y dos meses". A 30 días por mes, 42 meses equivalen a 1.260 días.)

77

Ahora podemos comprender mejor la conexión de Daniel 12 entre "tiempo, y tiempos, y medio tiempo (versículo 7), que ahora sabemos que son 1.260 días, y dos períodos más largos que se indica explícita-mente que son "días" en vez de "tiempos": "1.290 días" (versículo 11), y "1.335 días" (versículo 12). Los contextos tanto de Daniel como del Apocalipsis describen extensas persecuciones por un importante po-der religioso. Entonces, resulta claro que los 1.260 días no pueden ser 1.260 períodos literales de 24 horas, sino que deben ser "días" profé-ticos/simbólicos; en otras palabras, 1.260 años literales. De hecho, hemos identificado al perseguidor como la Iglesia de Roma, y las persecuciones llevadas a cabo por esa iglesia se extendieron a lo lar-go de muchos siglos.

Desechar los períodos de tiempo en Daniel como meramente sim-bólicos y por lo tanto no conectados con espacios de tiempo histórico específicos no sería justo para esta clase de escritos proféticos. Pri-mero, las imágenes simbólicas, animales y cuernos de Daniel 2, 7 y 8 representan poderes históricos reales, algunos de los cuales el profe-ta identificó explícitamente como tales en su libro (2:38; 8:20, 21). Se-gundo, hemos encontrado que en Números 14:34 y Ezequiel 4:6, nú-meros específicos de días fueron usados para simbolizar el mismo número de años reales. Tercero, hemos visto que en Daniel 9:24 al 27, el marco de tiempo de las 70 semanas corresponde bien con la crono-logía de la primera venida de Cristo.

En el contexto de Daniel 9:24 al 27, las "semanas" son tan obvia-mente períodos de años sabáticos, es decir, semanas de años, que el principio de día por año no parece estar en efecto. Sin embargo, en otras partes de la Biblia hebrea la palabra para "semana" denota una semana de días. La terminología para los años sabáticos en Levítico 25:8 está relacionada, pero es diferente: literalmente "sábados de años": "Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cua-renta y nueve años". Otra vez vemos que el uso poco usual de la ter-minología en Daniel, en este caso "semanas" para semanas de años, es simbólico y nos alerta acerca de la presencia del principio día por año.

78

Objeción 2: Daniel 9:25 no se refiere al decreto de Artajerjes I en el año 457 a.C.

Si "la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén" (Da-niel 9:25) no se refiere al decreto emitido por el rey Artajerjes I de Medo-Persia en el año 1º de su reinado (Esdras 7), que fue 457 a.C., debe haber otro punto de comienzo de la profecía de las 70 semanas. Si hay otro comienzo, es obvio que habrá otro momento de termina-ción, y la profecía no indicaría con exactitud el momento de la pri-mera venida de Cristo. Esto arrojaría serias dudas sobre el principio día por año y socavaría la base de nuestros cálculos del período de las 2.300 tardes y mañanas (Daniel 8:14) que comienzan con este de-creto.

Una objeción a la identificación del decreto de Daniel 9 como el de Artajerjes I dice que de acuerdo con varias traducciones y comen-tarios, fue Ciro el que decretó que Jerusalén fuera reedificada (cerca del 536 a.C.; ver Isaías 44:28). Por lo tanto, los 2.300 años no termina-ron en 1844.

Sin embargo, fue Dios, y no Ciro el que ordenó la reconstrucción de Jerusalén. Ésta comenzó con Ciro (Esdras 1:1-4; ver también 6:3-5), continuó con Darío I (6:6-12), quien conscientemente siguió el precedente que Ciro había establecido, y culminó con el decreto de Artajerjes I, como lo indica Esdras 6:14: "Edificaron, pues, y termi-naron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Da-río, y de Artajerjes rey de Persia".

Ciro desempeñó un papel importante en el proceso de restaura-ción ordenado por Dios como lo había profetizado en Isaías 45:13: "Él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos". Pero fue el decreto de Artajerjes (Esdras 7:11-26), a diferencia de los decretos anteriores de Ciro y de Darío, el que explícitamente incluyó la preocupación por la ciudad de Jerusalén misma, no sólo del templo de Jerusalén. El decreto de Artajerjes ordenó la restauración de Jerusalén como el centro administrativo y de justicia civil y por lo tanto, por implica-ción, como la capital del pueblo judío (Esdras 7). 4

"Desde el punto de vista tanto de los judíos como del poder real, la misión principal confiada a Esdras estuvo en el campo legal. Él re-cibió la orden de nombrar jueces y magistrados 'que gobiernen a to-

79

do el pueblo que está al otro lado del río'; y se prometía un castigo ejemplar a cualquiera que no cumpliera 'las leyes de tu Dios' (7:25)".5

Note que Daniel 9:25 habla de restaurar y edificar a Jerusalén; la ciudad es el complemento directo de ambos verbos. Así que aunque "restaurar" aquí literalmente significa "hacer que vuelva", no está ha-blando de que Ciro hizo que los judíos volvieran a su patria. Más bien, tiene que ver con hacer que la ciudad de Jerusalén volviera a su estado anterior.

Aquí hay una segunda objeción al decreto de Artajerjes I. De acuerdo con Daniel 9:25, las 70 semanas comienzan cuando un de-creto sale "para restaurar (literalmente, "hacer volver") y (re)edificar a Jerusalén. El decreto de Artajerjes I en 457 a.C. no indicaba explíci-tamente la reedificación de los muros de Jerusalén. De hecho, eso ocurrió más tarde, bajo Nehemías, quien recibió autorización de Ar-tajerjes, en el 20º año del rey (444 a.C.; Nehemías 2). Por lo tanto, los que objetan dicen que es erróneo usar 457 a.C. como el punto de par-tida de las profecías de las 70 semanas y de los 2.300 años.

Sin embargo, una comparación cuidadosa de términos similares en otras partes de la Biblia muestra que el decreto de Artajerjes co-rresponde bien con las especificaciones proféticas, aún mejor de lo que se pensaba. El hebreo de Daniel 9:25 tiene la forma Hifil (causa-tiva) de shub, "traer de vuelta, restaurar", combinado con banáh, "edi-ficar". Estos dos verbos se usan también juntos con una ciudad corno complemento directo en 2 Reyes 14:22: "Reedificó él a Elat, y la resti-tuyó a Judá, después que el rey durmió con sus padres" (comparar con 2 Crónicas 26:2). Aquí la restauración de una ciudad significa restaurar su posesión a una entidad política. Esta idea también aparece en 1 Reyes 20:34: "Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre to-mó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaría".

Este último versículo es un paralelo especialmente interesante de Daniel 9:25 porque restaurar la posesión por un rey precede a un proyecto de obras públicas por el grupo de personas a quienes se restaura la ciudad (comparar con Daniel 9:25: "Se volverá a edificar la plaza y el muro"). Fue el decreto de Artajerjes I, registrado en Es-dras 7, el que devolvió Jerusalén a los judíos en el sentido de darles

80

el control civil autónomo de la ciudad (bajo el Imperio Persa, por su-puesto). Esto aparentemente implicaba el permiso para restaurar la infraestructura de obras públicas, incluyendo sus muros, los que Es-dras con los que regresaron con él comenzaron a hacer hasta que se levantó oposición (Esdras 4:11-16), y que completó Nehemías, con el permiso de Artajerjes. 6

Una tercera objeción es que Esdras 7 habla del 1º año de un Ar-tajerjes diferente que Artajerjes I. Hubo cuatro reyes Medo-Persas con el nombre de Artajerjes: 7 Artajerjes I, (465-424/423 a.C.); Arta-jerjes II (405-359); Artajerjes III (359-338); y Artajerjes IV (338-336). Nehemías 13:6 elimina los últimos dos como los reyes que goberna-ron durante los tiempos de Esdras y Nehemías, al referirse al 32º año de Artajerjes. Artajerjes III y IV no reinaron tanto tiempo. De Artajer-jes I y II, el contexto histórico del primero se ajusta mejor al período de Esdras-Nehemías.

Amelie Kuhrt describe las acciones vigorosas de Artajerjes I para contrarrestar una amenaza de los atenienses, que apoyaban la re-vuelta egipcia contra los persas:

"Artajerjes se movió rápidamente para contrarrestarlos: un gene-ral aqueménida, Megabises, fue enviado para aplastar la revuelta egipcia, lo cual hizo con brutalidad, aniquilando a los rebeldes egip-cios y el contingente ateniense (Tucídides, 1.110). La evidencia ar-queológica de varios sitios en el Levante sugiere que se establecieron nuevos puntos de guarniciones fortificadas para fortalecer las defen-sas de Persia.

Las misiones de los cortesanos judíos aqueménidas, Esdras y Nehemías, a Jerusalén (tal vez fechables entre 458 y 445, respectiva-mente) pueden bien estar vinculadas con estos vigorosos esfuerzos persas para anular la amenaza griega". 8

La mención que hace Kuhrt de 458 a.C. como la fecha posible de la misión de Esdras está en armonía con su cronología, y sería el 1º año de Artajerjes I (Esdras 7:7). Otros eminentes historiadores tam-bién dan 458 a.C. como la fecha del decreto de Artajerjes y la misión de Esdras. 9 Esto es un año antes de la fecha de 457 a.C. que hemos usado, una pequeña diferencia, en especial considerando que los años antiguos se superponían a nuestros años, de modo que un año

81

en el calendario antiguo sería parte de nuestros años 458 y 457 a.C. Siegfried Horn y Lynn Wood examinaron muy de cerca las correla-ciones entre los documentos antiguos fechados en el reino de Arta-jerjes que usaban diferentes sistemas de calendario. Llegaron a la conclusión que de acuerdo con el calendario judío que Esdras debe haber usado, el decreto de Artajerjes y el viaje de Esdras realmente ocurrieron en457 a.C. 10 William Shea explica eso de acuerdo con el calendario persa de primavera a primavera:

"El séptimo año de Artajerjes comenzó en la primavera de 458 a.C., y terminó en la primavera de 457 a.C. De este modo, según elcalendario persa, Esdras debe haber comenzado su viaje de Babilonia en la primavera de 458 a.C. y llegado a Jerusalén en el verano del mismo año. Los judíos, sin embargo, consideraban que el año nuevo comenzaba en el otoño, de acuerdo con el calendario civil por el cual contaban los reinados de sus reyes y los de otras naciones. [...] De es-te modo, por el calendario civil judío, el séptimo año de Artajerjes comenzaría en el otoño de 458 a.C. y terminaría en el otoño de 457 a.C. Con esta manera de contar, Esdras habría comenzado su viaje aJerusalén en la primavera de 457 a.C., llegando allí en el verano del mismo año. 11

Objeción 3: No tenemos fuentes históricas que fe-chen la muerte de Cristo en el año 31 d.C.

Daniel 9:27 dice que el Mesías haría terminar (la importancia) del sistema de sacrificios terrenal durante (la segunda) mitad de la se-mana final de años, es decir, alrededor del año 31 a.C., si los 490 años se databan entre 457 a.C. hasta 34 d.C. En ninguna parte del Nuevo Testamento ni en ninguna otra fuente se da un año específico para la crucifixión de Jesús. Sabemos por los Evangelios que él mu-rió un viernes de Pascua durante los primeros años del término de Poncio Pilato como procurador romano, o sea, en algún momento entre 29 d.C. y 33 d.C. Por supuesto, el año 31 d.C. cae dentro de este plazo. Aunque se ha mostrado que una crucifixión en un viernes de Pascua es posible en los años 30 ó 31 d.C., los cálculos astronómicos no han demostrado en forma concluyente cuál fue la fecha de este

82

evento. 12 ¿Cómo podemos estar seguros de que Cristo cumplió exac-tamente la profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24 al 27? Si hay dudas acerca del cumplimiento de esta profecía, también habrá du-das sobre nuestra interpretación de las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14.

No necesitamos la confirmación de la muerte de Cristo en el año 30 ó 31 d.C. porque tenemos la confirmación de su bautismo en el año 27 d.C., al comienzo de la última de las 70 semanas de años de Daniel (7 + 62 "semanas", en otras palabras, 483 años después de 457 a.C.; ver Daniel 9:25, 26). Jesús fue bautizado y comenzó su ministe-rio público "en el año decimoquinto del imperio de Tiberio César" (Lucas 3:1). Se sabe por las fuentes seculares de la historia que Tibe-rio César llegó a ser el emperador único de Roma (después de haber sido corregente en las provincias romanas) cuando Augusto murió el 19 de agosto del año 14 d.C. Lucas probablemente siguió el método corriente de fechar en ese tiempo, que reconocía el primer año del reinado de un rey como la porción del año que había antes del pri-mer día de Año Nuevo (en el otoño, a mediados de octubre) de su reinado. De modo que el tiempo entre agosto 19 y octubre del año 14 d.C. se habría contado como el primer año de Tiberio. El segundoaño del emperador habría sido el año civil judío que abarcaba de oc-tubre del año 14 d.C. hasta octubre del año 15 d.C. Siguiendo de esta manera, el decimoquinto año de Tiberio hubiera alcanzado desde el otoño del año 27 d.C. hasta el otoño del año 28 d.C. El fin de los 483 años de Daniel fue el año 27 d.C., cayendo dentro del decimoquinto año de Tiberio. Jesús mantuvo su cita con la profecía de Daniel. 13

Hemos encontrado que el principio de día por año y el año 457 a.C. como el punto de partida de las profecías de los 490 y los 2.300años de Daniel 8 y 9 son sólidos. Además, la profecía de las 70 sema-nas alcanza hasta el tiempo de Cristo, lo que significa que se extien-de mucho más allá de cualquier fecha en que pudo haberse escrito el libro de Daniel. De modo que debemos concluir que Daniel 9 defini-damente contiene una profecía predictiva real y exacta. Esto apoya la idea de que las otras profecías (Daniel 2, 7, 8, 11 y 12) cubren exacta-mente un panorama de la historia que comienza en el pasado y llega

83

a través de los tiempos al futuro, al fin de la era presente y el co-mienzo de la nueva era del reino eterno de Cristo.

Referencias 1 Ver la defensa del principio del día por año que hace Desmond Ford en Daniel, pp. 300-305 (Apéndice F), y el estudio principal de William Shea en Selected Studies on Pro-phetíc Interpretation, Daniel and Revelation Committee Series 1, pp. 67-110. Ver también Gerhard Pfandl, Daniel: The Seer of Babylon, pp. 60-62. 2 Ludwig Koehler y Walter Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament (Londres: Brill, 2001), t. 1, pp. 400, 401. 3 Ver Ben Zion Wacholder, "Chronomessianism", pp. 202-209. 4 Roy Gane, Altar Call, pp. 289, 290. 5 Pierre Briant, From Cyrus to Alexander: A History of the Persian Empire (Winona Lake, Ind.: Eisen-brauns, 2002), p. 584. 6 Arthur Ferch, "Commencement Date for the Seventy Week Prophecy", en The Sev-enty Weeks, Leviticus, and the Nature of Prophecy, Daniel and Revelation Committee Se-ries 3, pp. 64-74; Brempong Owusu-Antwi, The Chronology of Daniel 9:24-27, pp. 131-138, 290-295, 299-303. 7 Amelie Kuhrt, The Ancient Near East c. 3000-330 a.C. (Londres y Nueva York: Routledge, 1995), tomo 2, p. 648 8 lbíd., pp. 671, 672 9 A History of the Jewish People, H. H. Ben-Sasson, ed. (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1976), p. 173; The Cambridge History of Judaism, W. D. Davies and Louis Finkelstein, eds. (Cambridge: Cambridge University Press, 1984), p. 73; Briant, p. 583. Note que tenemos fechas precisas basadas en antiguos registros de fenómenosastronómicos (especialmente eclipses) que se relacionan con los años de reinados des-de los tiempos neobabilónicos en adelante. En consecuencia, los eruditos pueden da-tar muchos eventos de los reinados de los monarcas desde esa era hasta el día en que ocurrieron. 10 Siegfried H. Horn y Lynn H. Wood, The Chronology of Ezra 7 (Hagerstown, Md.: Review and Herald, 1953; 1970), especialmente las pp. 115 y 127; ver también el Co-mentario bíblico adventista, tomo 3, pp. 103-113; Owusu-Antwi, pp. 295-299 11 William H. Shea, Daniel 7-12: Prophecies of the End Time, p. 65 12 C. Mervyn Maxwell, El misterio del futuro revelado (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1991), tomo 1, pp. 265-268; Owusu-Antwi, pp. 310-323 13 El Comentario bíblico adventista, tomo 5, pp. 234-238, explica esta cronología en detalle

84

C A P Í T U L O 1 0

Más respuestas a objeciones: Roma

versus Antíoco m

n el capítulo anterior, respondí a objeciones hechas a la interpre-tación de la profecía de Daniel 8:14 de las 2.300 tardes y mañanas que va desde 457 a.C. a 1844 d.C. En el presente capítulo, consi-

deraremos otra clase de objeciones, que desafían las fechas de las profe-cías de Daniel y ponen en grave duda su credibilidad básica. En los tri-bunales, si no se puede responder a las objeciones de una persona, se puede ganar el caso si se muestra que la persona no es confiable, o que la persona ni siquiera es quien dice ser.

Una teoría erudita muy difundida sostiene que las profecías de Da-niel con respecto al poder del cuerno pequeño y su equivalente en Da-niel 7 al 12 fueron realmente escritas en respuesta a la crisis que provo-có, entre los judíos, el rey seléucida Antíoco IV Epífanes (reinó desde 175 a.C. a 164/3 a.C.). Esta teoría dice que alguien, que no fue Daniel, escribió el libro que lleva su nombre después que ocurrieron los eventos "profetizados" en él. Si este enfoque es correcto, las 2.300 tardes y ma-ñanas fueron cumplidas en el pasado distante, de modo que no hay un juicio preadvenimiento en estos momentos.

La mayoría de los eruditos hoy aceptan y enseñan la teoría que aca-bo de describir, como se puede ver fácilmente mirando los comentarios sobre Daniel. En la mayoría de estos comentarios, Antíoco está presente y da forma a todo el marco de la interpretación profética. Una cantidad de eruditos ha perdido de vista el hecho de que la teoría es una teoría;

E

85

la tratan como si fuera un hecho o un dogma fijo que está más allá de la crítica. 1

Los orígenes de las interpretaciones ¿Dónde comenzó la interpretación que identifica al cuerno pe-

queño con Antíoco Epífanes? La aplicación profética, hoy frecuente, del cuarto reino de Daniel

2 y 7 al período helenístico, y por consiguiente del cuerno pequeño de Daniel 7 a Antíoco Epífanes, generalmente se remonta a Porfirio (233-c. 304 d.C.), neoplatónico y defensor del paganismo. Alarmado por la difusión creciente del cristianismo, y comprendiendo que la profecía ocupaba un puesto clave en el pensamiento de los cristianos primitivos, Porfirio trató de contrarrestar la fuerza de la profecía de Daniel argumentando que el libro no era una profecía escrita por Daniel en el siglo VI a.C., sino un bosquejo histórico engañoso, re-dactado por un autor posterior al tiempo de los Macabeos. Porfirio afirmaba que el libro había sido fraguado después que los sucesos históricos tuvieron lugar, pero que habían sido puestos en tiempo futuro como una predicción. 2

Este libro apoya el enfoque histórico de la interpretación de las profecías de Daniel. Los no cristianos encuentran que este enfoque los amenaza porque identifica a Jesús como el Mesías por la fecha de su primera venida (ver Daniel 9:24-27). La Iglesia de Roma lo en-cuentra amenazador porque da un perfil de este poder como el enemigo de Dios, el cuerno pequeño. Muchos cristianos protestantes siguen inclinándose ante la autoridad tradicional romana al adorar en el domingo romano, y desean legitimizar a la Iglesia de Roma y unirse con ella aún más, de modo que no les gusta el enfoque histó-rico.

Además, para la mayoría de los cristianos –católicos y protestan-tes, incluyendo los evangélicos– seguir la exactitud histórica de las profecías de Daniel hasta su conclusión lógica de que un juicio pre-vio al advenimiento comenzó en 1844 d.C. es inaceptable. No les gusta esta interpretación, que sostienen sólo los Adventistas del Sép-timo Día, porque está asociada con la desacreditada predicción de Guillermo Miller de que la segunda venida de Cristo ocurriría en 1844. Muchos cristianos piensan que la Iglesia Adventista del Sépti-mo Día, que surgió del movimiento millerita del siglo XIX, inventó la

86

idea del juicio previo al advenimiento para salvar las apariencias al retener la fecha de 1844 pero cambiando el evento a uno celestial, que está más allá de la posibilidad humana de refutar. 3

Pero, por supuesto, no se puede refutar una interpretación de la Biblia ya sea señalando su origen o su relación con una idea des-acreditada. Si ese fuera el caso, la consistencia sugeriría que los eru-ditos cristianos debieran abandonar la teoría de que Antíoco fue el cuerno pequeño solamente porque la originó Porfirio, que era pa-gano y polemista anticristiano. Deberíamos juzgar las interpretacio-nes de la Biblia por su consistencia con los principios de interpreta-ción que surgen de la Biblia misma.

Las profecías de largo alcance del libro de Daniel, de una sucesión de imperios mundiales que alcanza mucho más allá del tiempo de Daniel, aún más allá del tiempo de Antíoco IV Epífanes (ver los capí-tulos 2, 7 y 8), y las predicciones del libro acerca del Mesías (Daniel 9:24-27) han resultado exactas. Y los Adventistas del Séptimo Día consideran que la profecía de las 2.300 tardes y mañanas es consis-tente con la interpretación de estas otras profecías. ¿No deberían es-tos hechos ser razón suficiente para creer en un evento celestial de juicio previo al advenimiento?

Por qué Antíoco IV Epífanes no es el cuerno pequeño Aquí hay algunos problemas serios que eliminan la posibilidad de

identificar a Antíoco IV Epífanes con el cuerno pequeño: 4 1. En Daniel 7, el cuerno pequeño surge del cuarto imperio, que

es Roma. 5 El rey seléucida del siglo II a.C., Antíoco IV Epífanes, fue un gobernante de una de las cuatro divisiones del Imperio Griego, que fue antes de Roma. De modo que Antíoco no puede ser el "cuerno pequeño". Apareció en la escena algunos siglos demasiado temprano.

Un sábado de tarde cuando mi hermano y yo éramos jóvenes, nuestros padres jugaron un juego bíblico de "veinte preguntas" con nosotros. Mi hermano nos sorprendió a todos con un personaje bíbli-co que ninguno pudo adivinar, así que nos dimos por vencidos. ¡Nos informó entonces que el personaje era Abrahán Lincoln! Mi hermano sabía que había un Abrahán en la Biblia, que en los tiempos bíblicos los hombres usaban barba, y que Abrahán Lincoln parecía anciano y usaba barba. Pero aunque Lincoln amaba la Biblia y usó lenguaje bí-

87

blico en sus discursos, la Biblia no lo menciona a él. Ponerlo allí era un anacronismo. Identificar el Antíoco del siglo segundo a.C. como el cuerno pequeño de la profecía de Daniel, cuando Daniel dijo que el cuerno surgiría del Imperio Romano, es también un anacronismo.

Para sobreponerse a esta dificultad de que el cuerno pequeño surgió del cuarto imperio, los eruditos preteristas dividen a Media y Persia, diciendo que los cuatro imperios fueron: Babilonia, Media, Persia y Grecia. Esto hace que Grecia sea el cuarto imperio y así An-tíoco puede ser el cuerno pequeño, que surgió del cuarto imperio.

Es un buen esfuerzo, pero vayamos despacio. Media y Persia ya estaban combinados en un solo imperio cuando realizaron la con-quista de Babilonia, y el libro de Daniel habla de un reino de Medos y Persas, que compartían un sistema de leyes (ver Daniel 5:28; 6:8, 12, 15; 8:20: comparar con Ester 1:3, 14, 18, 19; 10:2). Además, la "pro-fecía dinástica" de los babilonios enumera los imperios que goberna-ron Babilonia antes de Macedonia/Grecia como Asiría, Babilonia y Elam (Persia). Esta lista, babilónica, no incluía a una Media separa-da. 6 ¿No cree usted que los babilonios recordarían quién los había gobernado?

Note la importante diferencia entre la forma en que los eruditos preteristas y los historicistas leen el libro de Daniel para identificar el cuerno pequeño. Muchos preteristas comienzan con Daniel 11, ex-plicando una gran parte de este capítulo al identificar al malvado "rey del norte" (el "hombre despreciable" del versículo 21 y siguien-te) con Antíoco. Dicen que Antíoco es el gran hombre malo aquí, que elimina la adoración regular (que dicen que es el sacrificio regular en Jerusalén) y establece la abominación desoladora (11:31). Luego leen la identificación hacia atrás, a Daniel 7 y 8, donde es el cuerno pe-queño el que hace esas cosas. El resultado lógico es afirmar que An-tíoco cumple el símbolo del cuerno pequeño. Sin embargo, hacerlo así tuerce lo que dice Daniel 7 y 8. Concedemos que Daniel 11 debe ayudar a explicar las profecías anteriores, ¡pero una explicación de-biera concordar con lo que explica!

El enfoque historicista que contiene este libro, por otro lado, lee a Daniel hacia adelante, permitiendo que los capítulos anteriores (2, 7 y 8) desarrollen la secuencia de poderes en forma natural, formando un marco claro dentro del cual se puede interpretar Daniel 11.

"Siendo que Daniel 2 es la profecía más sencilla, y que Daniel 7 añade detalles y es más compleja, parece natural y lógico comenzar

88

con la profecía más sencilla y avanzar en el libro hasta las más com-plejas, añadiendo los detalles presentados por cada profecía sucesi-va". 7

El resultado no ignora ni tuerce a Daniel 11. Más bien, pone al ca-pítulo en la perspectiva establecida por el libro de Daniel mismo. 8

2. Antíoco fue sólo uno de los reyes en medio de una sucesión degobernantes seléucidas. Y aunque él persiguió a los judíos por un tiempo, sus correrías a Egipto, Palestina y otras partes pronto termi-naron en fracasos. Aunque gozó de algún éxito inicial en Egipto, de-jó el país y retiró su ejército sencillamente porque el embajador ro-mano, C. Popilius Laenas, le dijo que el Senado Romano quería que saliera. 9 El temía a Roma porque este poder, que estaba surgiendo, había derrotado decisivamente a su padre, Antíoco III, que había si-do mucho más fuerte que él mismo. Y en vez de conquistar Palesti-na, Antíoco IV la perdió ante los judíos bajo el liderazgo de los ma-cabeos. El murió mientras peleaba en el este. El resultado final es que Antíoco fue un perdedor total. Difícilmente se ajusta al perfil del gran cuerno pequeño en Daniel 7 y 8 que surge "al fin del reinado" de los reinos helenísticos (8:23) y sobrepasa a todos ellos.

3. Desde su perspectiva en el primer siglo d.C. (ver Mateo 24:15,16), Jesús interpretó la "abominación desoladora", o "el sacrilegio de-solador/pasmoso" –un objeto o práctica religioso que Daniel dijo que el poder del cuerno pequeño establecería (Daniel 8:12, 13; 9:27; 11:31; 12:11)- como algo todavía futuro. El libro del Apocalipsis tam-bién mira hacia el futuro cuando habla de un período de dominio por un poder malvado que está simbolizado en Daniel por el cuerno pequeño.

Daniel 7:25 Apocalipsis 12:6 Apocalipsis 12:14 Apocalipsis 13:5

3 1/2 tiempos 1.260 días (3 1/2 años)

3 1/2 tiempos 42 meses (3 1/2 años)

En el Apocalipsis, este período viene después de la vida de Cristo sobre la tierra:

89

"Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a to-das las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días" (Apocalip-sis 12:5, 6).

Es claro que Cristo y el Nuevo Testamento no consideraban al an-terior rey Antíoco como el que cumplió la profecía del cuerno pe-queño, aun cuando el libro apócrifo de 1 Macabeos describe algo que Antíoco puso sobre el altar del templo de Jerusalén como la "abomi-nación de la desolación" (1:54). ¿Podemos aceptar la interpretación de 1 Macabeos y argumentar que aunque en el esquema mayor de las cosas, Antíoco fue un perdedor, él cumplió el símbolo del cuerno pequeño de Daniel porque se lo veía grande en el horizonte de los judíos que eran el centro de la preocupación de Daniel? No. Daniel presenta el cuadro grande en el cual el "cuerno pequeño" es un suce-sor de los poderes mundiales más bien que un mero bravucón para los judíos.

Un ejemplar reciente del Journal of Bíblical Literature contiene un ar-tículo fascinante e importante de Steven Weitzman titulado: "Plotting Antiochus's Persecution" [Tramando la persecución de Antíoco]. Aun-que Weitzman sigue aceptando el dogma preterista de que Antíoco IV es el cuerno pequeño de Daniel, él lo socava apoyando fuertemen-te la idea de que los libros de los Macabeos son propaganda que se ajusta bien a una larga tradición literaria del antiguo Cercano Orien-te. Pinta los actos de Antíoco en colores especialmente oscuros en su intento de mostrar a los macabeos como los salvadores de la religión judía. 10

Algunos dicen que Antíoco sencillamente fue el primero de múl-tiples cumplimientos del cuerno pequeño, y que Jesús habló de uno de los otros cumplimientos. Pero los puntos 1 y 2 arriba citados eli-minan a Antíoco de cualquier clase de cumplimiento, aun de uno de los menores. 11 Él vivió en la época equivocada, y su carrera no se ajusta a las especificaciones. Sin duda, Antíoco era malvado y opues-to a Dios, y ciertamente hizo algunas cosas que dijo que haría el cuer-no pequeño. Pero eso no lo hace el cuerno pequeño.

4. Antíoco persiguió a los judíos durante 1.080 días. Este períodono se ajusta a ninguno de los períodos de tiempo profetice dados en Daniel. Los eruditos tratan de ajustar este período con las 2.300 tar-des y mañanas de Daniel 8:14, dividiéndolos en dos mitades. Dicen

90

que este versículo se refiere a 2.300 holocaustos sacrificados "regu-larmente" (comparar los versículos 11 al 13) mañana y tarde (compa-rar Números 28:4) en el templo de Jerusalén en 1.150 días literales, dos sacrificios por día.

Aunque muchas de las traducciones suponen que Daniel 8:11 al 13 habla del "sacrificio regular o continuo", el texto original hebreo de estos versículos se refiere sólo a la "regularidad" (es decir, la ado-ración que ocurre regularmente, el así llamado "continuo"). No hay un término hebreo para "sacrificio" en este contexto. Aun si "la regu-laridad" pudiera mostrarse que representa los holocaustos matutino y vespertino en el templo de Jerusalén, estos eran mañanas y tardes, no tardes y mañanas como en Daniel 8:14. Además, los dos sacrifi-cios abarcaban una unidad (ver Números 28:1-8). Más todavía, en Daniel 8:14, "2.300 tardes y mañanas" aparecen como una abrevia-ción de "2.300 tardes y 2.300 mañanas", como lo muestra la compara-ción con el versículo 26: "las tardes y mañanas", es decir, las 2.300 tardes y las 2.300 mañanas, refiriéndose a los 2.300 días completos (comparar con Deuteronomio 9:25, "cuarenta días y cuarenta no-ches"). 12

Como señalamos en el capítulo 9, las "2.300 tardes y mañanas" 13 es una unidad de tiempo poco común, como son otras unidades sim-bólicas en las profecías de tiempo de Daniel. Una combinación simi-lar de tardes y mañanas en este orden aparece en las fórmulas para las unidades diarias de la semana de la Creación: "Y fue la tarde y la mañana un día" (Génesis 1:5; ver también los versículos 8, 13, 19, etc.). 14 Note que la tarde seguida por la mañana se refiere al ciclo de un día, no dos medios días. De modo que no hay justificación para dividir los 2.300 días por la mitad, para hacer 1.150 días, que estaría más cerca de la duración de la persecución realizada por Antíoco.

La tarde seguida por la mañana también aparece en Éxodo 27:20, 21:

"Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de oli-vas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas. En el tabernáculo de la reunión, afuera del velo que es-tá delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones".

Este pasaje contiene varios paralelos a Daniel 8: La lámpara está ardiendo continuamente / regularmente (comparar con "regulari-

91

dad"/"continuo" en Daniel 8:11-13) en el santuario (ver palabras para "santuario" en Daniel 8:11, 13, 14) desde la tarde hasta la mañana (comparar con Daniel 8:14, 26). Al proveer luz durante la noche en el "palacio" del Rey divino, mostraba que él estaba despierto. La lám-para recordaba al pueblo de Dios que "no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel" (Salmo 121:4).

La conexión con el ciclo de la lámpara del santuario implica que las 2.300 tardes y mañanas se refieren a 2.300 noches, es decir, la por-ción oscura de 2.300 días (refiriéndose a "días" como períodos simbó-licos de veinticuatro horas). Hay un ciclo continuo de tarde y maña-na para cada ciclo de veinticuatro horas, de modo que otra vez, no hay apoyo para dividir las 2.300 tardes y mañanas en mitades de días. La idea de que Dios vigila durante la noche es destacada en Daniel 6, donde Dios protegió al profeta mientras pasó la noche en el foso de los leones. En Daniel 8, el pueblo de Dios experimenta un pe-ríodo "oscuro" de opresión por una sucesión de poderes durante los 2.300 días/años, pero Dios guarda a los suyos durante todo el tiem-po.

Referencias 1 Un ejemplo extremo es Louis F. Harman y Alexander A. Di Lella, The Book of Daniel, Anchor Bible 23 (Carden City, Nueva York: Doubleday, 1978) 2 Comentario bíblico adventista, tomo 4, p. 45 3 Ver, por ejemplo, Tremper Longman III, Daniel NIV Application Commentary (Grand Rapids, Zondervan, 1999), p. 231 4 Ver además William H Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, pp. 31-66 ("Why Antiochus Is Not the Little Hora of Daniel 8"); comparar con Desmond Ford, Daniel, pp. 164, 188, 191. 5 Hersh Goldwurm expresa la interpretación tradicional judía de Daniel 7: "El cuar-to reino, representado aquí por una bestia temible no especificada, diferente de to-das las otras bestias, es el del Imperio Romano con todas sus metamorfosis. Esto es el pensamiento de casi todos los comentadores y claramente el de nuestros Sabios en el Talmud y numerosos midrashim". Daniel: A New Translation, p. 199. De acuerdo con es-to, las identificaciones tradicionales judías del cuerno pequeño que sale de la cuarta bestia en Daniel 7 han sido Tito (Rashi), la institución del papado (Abarbanel, Mal-bim), Islam (Malbim), o una nación que se convertiría al Islam (Ibn Ezra), todas las cuales nos llegan del período romano o más tarde (Goldwurm, pp. 202, 203). La identificación del cuerno pequeño en Daniel 8 no es la misma: el reino seléucida en general (Ibn Ezra), Antíoco IV (Malbim y Mayenei HaYeshuah), y el gobierno de Tito (y Vespasiano) sobre el Imperio Romano (Rashi) (Goldwurm, pp. 221, 222).

92

6 Roy Gane, Altar Call, p. 299; A. K. Grayson, Babylonian Historical-Literary Texts (To-ronto: University of Toronto Press, 1975), pp. 24-37 7 William H. Shea, Daniel 1-7: Prophecy as History, The Abundant Life Bible Amplifier (Nampa, Idaho: Pacific Press, 1996), p. 132 8 Para este enfoque de la explicación de las fronteras de Daniel 11, ver William H. Shea, Selected Studies, pp. 53-63; ver también William H. Shea, Daniel 7-12: Prophecies of the End Time, pp. 178-213 9 Ver, por ejemplo, C. Mervyn Maxwell, El misterio del futuro revelado, tomo 1, p. 165 10 Steven Weitzman, "Plotting Antiochus's Persecution", Journal of Biblical Literature 123 (2004), pp. 219-234 11 Contra Desmond Ford, Daniel, pp. 172, 186, 187 12 Gane, pp. 284, 285 13 Literalmente, "tarde-mañana", pero con números grandes en hebreo se usa la forma singular, de modo que el sentido es "tardes-mañanas". 14 Ver Siegfried J. Schwantes, "Ereb Boquer Daniel 8:14 Re-examined", en Symposium on Daniel, Daniel and Revelation Committee Series 2, Frank H. Holbrook, ed. (Silver Spring, Md.: Biblical Research Institute, 1986), pp. 463, 472-474

93

C A P Í T U L O 1 1

El cuerno pequeño: rebelde y anticristo

m aniel 7:9 al 14 dice que el cuerno pequeño está condenado mediante el juicio previo al advenimiento, que involucra abrir los libros que presumiblemente registran las acciones

de ese poder. ¿Por qué? Este juicio no es necesario para condenar los imperios humanos previos: Babilonia, Medo-Persia, Grecia, y Roma Imperial/Pagana. Ellos terminan sencillamente porque son malva-dos y no hay dudas acerca de si salvarlos porque no tienen ninguna conexión positiva con Dios, quien tiene el poder para salvar. Como Jesús le dijo a Nicodemo: “El que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18). Todos los seres humanos han pecado (Romanos 3:23), y “la pa-ga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Por eso los que nunca res-pondieron a la oferta divina de salvación sencillamente mueren la muerte eterna, así como los reclusos en la fila de la muerte no son considerados para una demora en la ejecución a menos que apelen al gobernador.

¿Por qué el cuerno pequeño no sería automáticamente condenado sin reunir antes un tribunal celestial que se tome el trabajo de abrir sus actos para ser inspeccionados? Aunque el cuerno pequeño ejerce una fuerza coercitiva contra el pueblo de Dios como lo han hecho otros poderes humanos (ver Daniel 7:25; 8:24; y comparar, por ejem-plo, con Daniel 3:6), la situación difiere porque las pretensiones del cuerno pequeño trascienden la política secular (ver Daniel 7:24). Es

D

94

un poder religioso. Esto se muestra en el hecho de que “pensará en cambiar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25), es decir, la ley del pacto de Dios (incluyendo el tiempo sagrado) y la adoración.

El cuerno pequeño entra bajo el juicio previo al advenimiento porque pretende tener una conexión con Dios. Por lo tanto, lo que representa afecta la reputación de Dios en el mundo, así como las ac-tividades ilegales de un coronel del ejército norteamericano afecta-ron adversamente la reputación de su presidente, bajo cuya adminis-tración estaba actuando. A fin de dar al pueblo un cuadro exacto de su carácter, Dios debe mostrar su relación verdadera con el cuerno pequeño.

Por la misma razón, Dios necesitaba condenar a los antiguos is-raelitas y a los extranjeros que vivían dentro de las fronteras de Is-rael que pertenecían a la comunidad del pacto, pero que contamina-ban su reputación cuando adoraban a Moloc (Levítico 20:3) o des-cuidaban voluntariamente sus provisiones para purificarse de la contaminación con muertos (Números 19:13, 20). Estas “transgresio-nes” (pecados de rebeldía) nunca eran perdonadas mediante el sis-tema israelita de sacrificios. Tenían que ser eliminadas del santuario israelita el Día de la Expiación junto con los pecados perdona-bles/perdonados (Levítico 16:16). Aunque la eliminación de estos úl-timos pecados del santuario beneficiaba a los pecadores perdonados con la purificación/vindicación moral (versículo 30), la eliminación de las transgresiones sólo beneficiaba a Dios. Los pecadores rebeldes no tenían parte en el juicio del Día de la Expiación en el sentido de recibir su beneficio, sino quedaban irremediablemente condenados. 1

Significativamente, el cuerno pequeño comete “transgresiones /pecados de rebelión” (persa; Daniel 8:12, 13, el mismo término he-breo como en Lev. 16:16). Por esto es condenado por medio del juicio (Daniel 7:11, 22) aun cuando el santuario/reputación de Dios es pu-rificado/vindicado (Daniel 8:14). De modo que el cuerno pequeño se ajusta al perfil de los pecadores rebeldes en la comunidad divina del pacto quienes no reciben el beneficio de la vindicación en el Día de la Expiación. 2

En el antiguo Israel, la contaminación más severa del santuario /templo ocurría cuando los rebeldes contra Dios introducían objetos

95

de culto extraño en el santuario mismo, como hizo el rey apóstata Manasés: “Y puso una imagen de Asera que él había hecho, en la ca-sa de la cual Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre para siempre en esta casa, y en Jerusalén a la cual escogí de todas las tribus de Israel” (2 Reyes 21:7; comparar con Eze-quiel 8). El hecho de que el buen rey Josías más tarde tuvo que orde-nar a los levitas que pusieran “el arca santa en la casa que edificó Sa-lomón hijo de David, rey de Israel” (2 Crónicas 35:3) sugiere que Manasés había sacado el arca del pacto del Lugar Santísimo y la ha-bía reemplazado con un símbolo idolátrico o imagen de Asera, una diosa pagana de la fertilidad. 3

En una escala mayor que en los días de Manasés y Josías, el tem-plo celestial de Dios necesitaría “ser justificado” (Daniel 8:14) des-pués que el cuerno pequeño pusiera una “prevaricación asoladora” en lugar de la verdadera adoración (vers. 11-13) e impidiera a la gen-te que adorara en forma adecuada y regular (Apocalipsis 11:2, 3 dice que hollarán el patio que está fuera del templo).

“El ‘cuerno pequeño’ es específicamente culpable porque no sólo deja de tomar en cuenta parte del sistema divino de sacrificios (com-parar con Números 19:13, 20) sino que participa de un sistema alter-nativo (comparar con Lev. 20:3); quita parte del sistema de Dios, es decir, la ‘regularidad’ (llamada el ‘diario’ o ‘continuo’), y establece un sistema alternativo (Daniel 8:11-13; 11:31; 12:11). De este modo el cuerno caería bajo la jurisdicción de un tribunal que repasa su situa-ción respecto del pacto”. 4

Otra vez, nuestra identificación del cuerno pequeño como la Igle-sia de Roma (en vez de Antíoco IV Epífanes, que era un gobernante pagano) se ajusta perfectamente: Esta iglesia es un poder cristiano profeso que pretende tener una conexión con Cristo pero niega su ministerio celestial al sustituir un confesional, un sacrificio (la misa), y un sacerdocio terrenal. 5 La Iglesia de Roma se desarrolló a partir de una iglesia cristiana primitiva originalmente fiel, de modo que puede pretender un vínculo no interrumpido con los apóstoles. Sin embargo, trágicamente, se apartó de la adoración pura autorizada por el verdadero Dios, así como generaciones de antiguos israelitas apostataron y se apartaron a diversas formas de idolatría, incluyen-

96

do la mezcla de verdadera adoración con prácticas paganas (ver los libros de Jueces, Reyes y Crónicas).

Cuando el pueblo de Dios se apartó de él, especialmente al seguir su hipócrita profesión de fe, mancharon la reputación de Dios. Y su reputación de amor, incluyendo la justicia y la misericordia, es vital porque los seres humanos son atraídos a él y la salvación que ofrece sólo en la medida que el carácter de Dios los atrae. Si estas personas ven que el pueblo de Dios tiene poca diferencia con los demás, y tal vez en algunas formas es peor que ellos (compare Jueces 19 con Gé-nesis 19), ¿por qué deberían esperar que una conexión de pacto con Dios les ayudaría?

En Daniel 7 y 8, el cuerno pequeño actúa como un intruso que tra-ta de asumir, en forma hostil y corporativa, el pacto de Dios y las bendiciones que van con él. Sin embargo, el juicio del tribunal celes-tial le quita el dominio y se lo entrega al santo pueblo de Dios (7:26, 27). Dios da este premio a su pueblo porque ellos le pertenecen. “Los mansos [...] recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5; comparar con Salmo 37:11) por la misma razón que Canaán fue prometida a Abrahán: porque tenía una relación de pacto con él.

El anticristo En el siglo XVI, los Reformadores llegaron a la conclusión de que

el cuerno pequeño simbolizaba a la Iglesia de Roma. Los contrarre-formadores intentaron desviar esta evaluación negativa de su iglesia en dos direcciones posibles: los preteristas dijeron que las profecías del cuerno pequeño se cumplieron antes de que existiera la iglesia, en el tiempo y la persona de Antíoco IV Epífanes. Y los futuristas empujaron el cumplimiento de estas profecías para mucho más tar-de, a un “anticristo” que todavía no había aparecido. No importaba que los puntos de vista de los contrarreformadores fueran contradic-torios; ofrecían una distracción, como en las historias. Algunos ami-gos del “hombre malo” decían que él se había ido, y apuntaban en una dirección, y otros decían: No, él se fue en esa otra dirección y señalaban la dirección contraria.

El preterismo y el futurismo son enfoques que se excluyen mu-tuamente. Ninguno de ellos se ajusta a los datos del texto bíblico.

97

Con respecto al preterismo, hemos encontrado que Antíoco IV Epí-fanes no se ajusta adecuadamente al perfil del cuerno pequeño: Aunque hay algunas similitudes, Antíoco vivió en el tiempo y lugar incorrectos, y su actuación no se ajusta al panorama de lo que haría el cuerno pequeño (ver el capítulo 10).

Aquí hay un par de dificultades importantes para el concepto fu-turista:

1. Daniel describe al cuerno pequeño que surge durante la divi-sión del Imperio Romano, que ocurrió en el siglo V d.C. (ver más arriba). Desde nuestra perspectiva, esto es historia, no algo todavía futuro.

2. En Daniel 7, un poder sigue en los pasos de otro. No hay gran-des espacios vacíos entre los imperios profetizados y el cuerno pe-queño. Este es contemporáneo de otros poderes que siguieron a Ro-ma, como lo muestra el hecho de que varios de ellos caen delante del cuerno pequeño durante el tiempo en que él está surgiendo (ver arriba).

3. La Escritura indica que el cristianismo no fue protegido del an-ticristo hasta algún tiempo en el futuro; ya ha experimentado un an-ticristo. En 1 Juan 4 se nos dice lo que significa ser “anticristo”:

“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (vers. 2, 3).

No es suficiente que creamos que Jesús es humano, o por otro la-do, que él es divino. Es vital que aceptemos que él vino de Dios en la carne, lo que significa que él es divino-humano, porque sólo si él tie-ne esta combinación puede servir como puente o escalera entre los seres humanos caídos y mortales, y el Dios puro y santo (comparar con Juan 1:51). Sólo un Ser divino-humano puede mediar como nues-tro sumo sacerdote de la línea real de Melquisedec, que tiene pleno acceso a Dios, y que “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).

Hay más de una manera de ser un “anticristo”. Uno puede negar explícitamente la divinidad de Jesús o su humanidad. O se puede

98

negar implícitamente “que Jesús vino en carne” al negar lo que su misión divino-humana realizó al establecer un sacrificio terrenal continuo en lugar de su sacrificio “de una vez para siempre” (He-breos 9:28) y poniendo en lugar de su sacerdocio celestial plenamen-te suficiente (Hebreos 4:14-16; 6:19 a 10:25) un sacerdocio humano que pretende en forma blasfema perdonar los pecados.

Hemos identificado al cuerno pequeño como la Iglesia de Roma no por causa de alguna clase de prejuicio previo, sino sencillamente al seguir la evidencia que hay en la Biblia, y al reconocer la forma notablemente exacta en la que se han cumplido las profecías de Da-niel. Estas predicciones son claramente divinas, pues Dios procura revelar su carácter y el camino de salvación mediante Cristo, adver-tirnos acerca de los peligros espirituales, y aseguramos que él nos salvará si le somos fieles.

Al implicar a la Iglesia de Roma, la Biblia ha señalado un sistema institucional de jerarquías, ritos y dogmas que es contrario a Dios. Sin embargo, esto de ningún modo excluye de la salvación definitiva a todos los miembros de esa iglesia. 6 Jesús dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16; comparar con Apocalipsis 18:4, donde Dios llama a su pueblo a salir de la “Babi-lonia” del tiempo del fin, el equivalente del Apocalipsis del cuerno pequeño de Daniel). A lo largo de los siglos, muchas personas mara-villosas pertenecieron a la Iglesia de Roma. Su sinceridad, su espiri-tualidad, su vida sacrificada por Cristo, y su servicio abnegado por otros son una fuente de inspiración para todos los cristianos. Ojalá todos nosotros fuéramos tan dedicados como lo fue la Madre Teresa, la monja albanesa que dio su vida por la resaca humana de Calcuta.

Referencias 1 Roy Gane, Altar Call, pp. 210-215; Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 281, 282, 166-368. Para más detalles, ver Roy Gane, Cult and Character, pp. 144-151, 154-156, 162, 294-299.

99

2 Ver Roy Gane, “Judgment as Covenant Review”, Journal of the Adventist Theological Society 8 (1997): pp. 190, 191. 3 Cuando Manasés hizo esto y otras clases de abominaciones, él quebrantó el pacto entre Dios e Israel tan seriamente que el exilio de su pueblo fue inevitable desde ese tiempo en adelante (2 Rey. 23:26, 27; ver Roy Gane, “The End of the Israelite Mo-narchy”, Journal of the Adventist Theological Society 10 [1999], pp. 344, 345, 348-350). 4 Gane, “Judgment as Covenant Review”, p. 191. 5 Compare William H. Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, Daniel and Revelation Committee Series 1, p. 145; Gerhard Pfandl, Daniel: The Seer of Babylon, pp. 80- 82. 6 Pfandl, pp. 82, 83.

100

C A P Í T U L O 1 2

Juzgados por no elegir al Dios que nos deja elegir

m l pecado humano comenzó cuando Eva aceptó la representa-ción distorsionada del carácter de Dios: Satanás sugirió que él usa su autoridad para impedir que sus criaturas se den cuenta

de todo su potencial y que lo hace porque quiere mantenerlos subor-dinados. En otras palabras, Dios es un tirano injusto y su pretensión de ser "amor" (1 Juan 4:8) es hipocresía. Entonces y ahora, la gran guerra siempre ha sido acerca del carácter de Dios. Este problema ha dado forma al conflicto en todas sus etapas. Satanás y sus seguidores quie-ren tener la posición de Dios, y para conseguirla, desafían su justicia como Absalón desafió la justicia de su padre, el rey David (2 Samuel 15:2-6).

De modo que ¿cómo concluirá la gran guerra? Dios está esperando misericordiosamente que la gente cambie su decisión y pase su leal-tad de Satanás a él. Muchos no se dan cuenta de que hay una gran gue-rra, y peor aún, no comprenden la naturaleza de ambos bandos, su lu-gar y lo que está involucrado en ello.

Obviamente, Dios no puede, en última instancia, ayudar a aquellos rehenes de Satanás que no admiten que son rehenes y rehúsan ser res-catados. Dios ha basado su gobierno en el amor, que es su carácter y que es el único principio según el cual los seres inteligentes, con libre al-bedrío, pueden coexistir armoniosamente en el universo y no des-truirse unos a otros. 1 Si Dios forzara a la gente a ser salvos, él estaría negando el amor, que exige libertad de elección. El amor nunca puede ser forzado, o no será amor. Por esto Dios hizo a los seres humanos con

E

101

libertad para elegir. C. S. Lewis explicó: "La libertad de elegir, aunque hace que sea posible que exista el mal, también es lo único que hace posible que el amor, la bondad y el gozo valgan la pena tener. 2

Si Dios quisiera controlarnos, él podría fácilmente habernos hecho "robots". Pero los robots nunca podrían amarlo, por intrincada que fuera la programación de sus circuitos. Por eso Jesús murió para sal-varnos con nuestro poder de elección intacto. Así, por un lado, Jesús no puede forzar a todos a ser salvados. Pero por otro lado, él no quie-re que ninguno perezca que podría ser salvo si sabe lo que realmente está sucediendo (Ezequiel 33:11; 2 Pedro 3:9).

Jesús dijo a sus discípulos: "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14). Note el propósito de la predicación del evangelio: "para testimonio a todas las naciones". ¿Un testimonio de qué? A la luz del resto de la enseñanza de Jesús, podemos ver que el testimonio muestra el carácter amoroso de Dios y de su gobierno como lo revela lo que él ha hecho y sigue haciendo en favor de nosotros me-diante Jesucristo. Jesús no dijo que el fin vendría cuando todos se hu-bieran convertido. Más bien, que el fin vendría cuando todos hayan tenido una oportunidad informada de elegir a Dios, mediante la predica-ción.

El propósito de la predicación cristiana no es glorificar al predi-cador, entretener a la multitud, llenar un espacio necesario en el culto de adoración, hacer que la gente se sienta segura acerca de experi-mentar cambios en su vida, o generar un número de bautismos que impresione a los supervisores del predicador. El propósito de la predi-cación cristiana es dar testimonio de quién es Dios y cómo es él real-mente, de modo que la gente pueda elegir claramente estar en su fa-vor, o en su contra. Si los cristianos hacen esto, están predicando el evangelio. El evangelismo es teodicea: la justificación del carácter de Dios.

Los predicadores tienen el privilegio y la responsabilidad maravi-llosos de señalar a Cristo a la gente como la revelación definitiva del carácter de Dios. Sin embargo, ellos no son responsables por los resul-tados, como los centinelas no son responsables por lo que hace la gente una vez que dieron fielmente la advertencia con sus trompetas

102

(Ezequiel 33:1-9). Es Cristo mismo, no el predicador humano, quien atrae a las personas a sí mismo porque él ha sido levantado en la cruz (Juan 12:32).

La "predicación" o "proclamación" del evangelio tiene un sentido mucho más amplio que los discursos en público a grupos de personas. Podemos proclamar el evangelio en pequeños grupos o a una sola per-sona, como cuando Jesús reveló las buenas nuevas de la salvación a un fariseo importante llamado Nicodemo (Juan 3) y a una mujer sa-maritana junto a un pozo (Juan 4). Los "predicadores" no se limitan al clero profesional. Cada cristiano –hombre o mujer, joven o anciano– es un "ministro" en un "real sacerdocio" (1 Pedro 2:9). La predicación no se limita a dar discursos, como lo reconoció Francisco de Asís cuando rogaba: "Prediquen el evangelio. Usen palabras si hace falta".

En los tiempos del Antiguo Testamento, el arca del pacto en el san-tuario israelita contenía las tablas de piedra con los Diez Manda-mientos de Dios. Éstos servían como "testimonio" o "testigos" (Éxodo 25:16, 21), es decir, eran las condiciones o estipulaciones del pacto en-tre Dios y su pueblo escogido. Sin embargo, ahora que la vida de Cristo, su muerte en la cruz y su resurrección revelaron el carácter de Dios de una manera más amplia de lo que podían hacerlo las tablas de piedra (2 Corintios 3), éstas son las buenas nuevas de su reino co-mo "testimonio a todas las naciones".

El testimonio cristiano no es teoría abstracta. El evangelio es la his-toria de una experiencia, un encuentro personal con Dios. Los testigos dicen lo que han presenciado personalmente, no sencillamente lo que han escuchado de otros o leyeron en un libro. Por eso Juan, el discípu-lo amado, comenzó su primera carta a la iglesia cristiana diciendo: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida [...] eso os anunciamos" (1 Juan 1:1, 3).

En forma similar, cuando Jesús expulsó una legión de demonios de un hombre, le dijo que fuera a su casa y contara su propia experiencia con Dios: "Cuéntales cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti" (Marcos 5:19). Este es el testimonio más poderoso que alguien en el universo puede dar. Sólo los seres humanos salvados, ni siquiera los ángeles, pueden testificar de la miseri-

103

cordia del Señor diciendo: "Una vez estuve perdido, pero he sido halla-do". Como lo dijo una ex prostituta de Wisconsin, EE.UU.: "¡El último Hombre que me compró pagó por mí con su sangre!"

Lo que abarca el juicio previo al advenimiento Cuando Dios revela su carácter, especialmente mediante el amor

que ha mostrado en Cristo, él le da a la gente la oportunidad de es-cogerlo. Sin esta oportunidad, la boleta del voto tendría sólo un nombre: Satanás. Al añadir su nombre al voto, Dios hace que sea una elección real y no una farsa como las que los dictadores plantean, en los cuales ellos reciben prácticamente el 100% de los votos, porque no hay otra posibilidad. Y Dios le da a cada persona que "vota" por él el privilegio de vivir bajo su gobierno benévolo más bien que bajo la tiranía de Satanás.

Dios no obliga a nadie a elegirlo a él, o a vivir toda la eternidad con él. La elección que él plantea es una verdadera elección. Cuando las personas eligen a Satanás, eligen su gobierno y echan su suerte con él, así como los pueblos de varias naciones que escogieron adop-tar el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial vincularon su suerte con la de Adolfo Hitler.

Siendo que Dios es el Gobernante definitivo del universo, y sien-do que sólo él es justo, El "cuenta los votos" y permite que todos sus seres creados sean testigos de cada etapa del proceso del "juicio" de modo que puedan estar seguros de que él ha hecho todo correcta-mente. Tal vez podemos comparar estos "monitores cósmicos" con los equipos internacionales de observadores de las Naciones Unidas que monitorean las elecciones en algunos países para asegurarse de que se llevan a cabo correctamente.

La primera etapa del juicio (Daniel 7) ocurre antes de la segunda venida de Cristo y decide si las personas se salvarán o se perderán. Muchos cristianos creen sinceramente que Dios decide el juicio basa-dos en si han pecado o no. Pero esta es una idea ridícula porque "to-dos pecaron" (Romanos 3:23). ¿Cómo podría un juicio distinguir en-tre dos grupos sobre esta base? Sería como decidir quién gozará de un crucero gratuito por el Caribe sobre la base de quién está respi-

104

rando. En lo que respecta a ser pecadores, todos estamos en un pro-blema inmenso, en el mismo crucero que se está yendo a pique. La pregunta en el juicio no es si hemos pecado, sino más bien, si hemos aceptado la salvación mediante el sacrificio de Jesucristo.

Cuando Jesús perdonó a la mujer encontrada en el adulterio, le dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más" (Juan 8:11). Al hacer eso, él eliminó la condenación que merecía por su vida pasada y le dio un nuevo comienzo. Si ella aceptaba este perdón, basado en su nueva relación con Dios, ella no se metería en la cama con alguien que no fuera su esposo. El juicio está basado en el hecho de que su vida después de su conversión revelaría si ella fue fiel o no. Si ella más tarde rechazaba a Dios y desechaba el perdón que había recibi-do, su conversión sería irrelevante y por lo tanto toda su vida -incluyendo su vida antes del perdón- la condenaría (comparar con Ezequiel 18:24; Mateo 18:32-35).

De modo que vemos que el juicio previo al advenimiento está ba-sado en nuestra vida después de la conversión. Dios decide si hemos seguido apreciando el perdón que recibimos y si aceptamos la trans-formación que él ofrece. No tiene sentido que el juicio considere los casos de las personas que nunca creyeron en Dios en algún mo-mento, o por lo menos anunciaron algún tiempo de creencia porque el problema del juicio es la vida posterior a la conversión. Si no hubo conver-sión o pretensión de ella, no puede haber vida posterior a la conver-sión para investigar. Para usar una analogía, una decisión favorable en un tribunal con respecto a un juicio que beneficia a las viudas, es sólo para las mujeres que vivieron después que sus esposos murie-ron. Las mujeres que no vivieron después de haber enviudado senci-llamente están fuera del alcance del juicio.

Lo que Jesús le dijo a Nicodemo acerca de la salvación por inter-medio de él apoya la idea de que el juicio pre-advenimiento no nece-sita decidir si las personas que nunca tuvieron una relación con Dios serán salvos o no. Él dijo que "el que en él cree, no es condenado; pe-ro el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (Juan 3:18; la cursiva fue añadi-da). Los que creen están liberados de la condenación porque "la dá-diva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos

105

8:1; 6:23). En contraste, los que no creen y por ello rechazan el don, ya están condenados porque "la paga del pecado es muerte" (versícu-lo 23).

Esto implica que la posición en la que los seres humanos comien-zan inicialmente es la de condenación. Porque "todos pecaron, y es-tán destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23), hay sólo una manera en que la persona puede ser rescatada de la muerte eterna: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31). "Y en nin-gún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, da-do a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). (Las pa-labras "no hay otro nombre" no significan que la gente que no ha es-cuchado literalmente el nombre de Jesús no tiene posibilidades de salvarse. Cristo que era "la luz verdadera, que alumbra a todo hom-bre, venía a este mundo" [Juan 1:9], incluyendo a los que no lo cono-cen a él por nombre y no tienen acceso a la Biblia [comparar con Romanos 2:14-16].)

Si usted hubiese estado en el Titanic cuando chocó con un tém-pano en el Atlántico Norte en 1912, seguramente habría muerto a menos que hubiese podido entrar en un bote salvavidas. Su posición por omisión hubiera sido perderse en el mar. Si hubiera sido arroja-do al agua helada y luego invitado a subir a un bote salvavidas, hu-biese sido un suicidio rechazar la invitación. Por supuesto, conoce-mos la historia. No había suficientes botes salvavidas, y los que fue-ron afortunados de entrar en ellos dejaron que otros murieran en lu-gar de correr el riesgo de recargar sus botes salvavidas. Jesús es un bote salvavidas mucho mejor. Él es suficientemente grande para in-vitar a todos a bordo y ayudar a los que quieren ser salvados.

Note que dije que la posición por omisión en la cual se encuen-tran inicialmente los seres humanos individualmente es estar perdi-dos. Es cierto que mediante el sacrificio de Cristo, Dios ya ha asegu-rado que nuestro mundo se salve. Pero si las personas individuales serán parte del mundo restaurado depende de su elección de aceptar el don divino de la salvación. Esta diferencia está clara en 2 Corintios 5:18 al 20:

"Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mis-mo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios

106

estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la pala-bra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios".

El punto que presenta Pablo aquí es que Dios por medio de Cris-to, ya estableció la reconciliación para todo el mundo y ofreció una amnistía general para todos los que pecaron contra él. Los que han aceptado la oferta de Dios son "embajadores" de él en el sentido de invitar a otros a aceptar la oferta que hace Dios de reconciliarse con él también.

La aceptación de la oferta de amnistía de Dios Esto no significa que en la cruz, Dios perdonó automáticamente a

todos y los salvó. Tanto la historia antigua como la moderna han mostrado repetidamente que cuando un estado o una provincia que pertenece a una nación se separa y declara su independencia, a me-nudo resulta una guerra. Restablecer la unidad y la paz requiere una reconciliación dejando a un lado las diferencias. Si la nación "madre" es más fuerte, ella establece las condiciones. Una forma efectiva para reconquistar la lealtad de tantos rebeldes como sea posible es ofrecer una amnistía a todos los que cesen en su hostilidad y depongan sus armas. Aunque esa amnistía se ofrece a un grupo, siempre contiene condiciones, y beneficia sólo a las personas que aceptan las condi-ciones.

Los anteriores rebeldes que experimentaron los beneficios de vol-ver a unirse con la nación madre son los mejores "embajadores" a los rebeldes que todavía luchan. Por ejemplo, Waheed Baghrani, hasta ahora el comandante talibán de más alto nivel que aceptó la oferta de amnistía de Afganistán, dijo: "Mi mensaje a los que todavía lu-chan es que debieran aprovechar esta oportunidad de oro y se vuel-van y construyan el país". 3 En forma similar, Pablo dijo que los cris-tianos que gozan de paz con Dios (Romanos 5:1) son embajadores a las personas que todavía están en guerra contra Dios. Nuestra tarea es decirles que la guerra ya ha sido ganada, ya se ha pagado el pre-

107

cio de la reconciliación, y la amnistía ya se ha extendido a todos los que sencillamente la acepten. Estas son las buenas nuevas, el evange-lio.

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial en 1945, un soldado japonés llamado Shoichi Yokoi estaba escondido en la selva de la isla de Guam, en el Pacífico. Él leyó una hoja que había arrojado un avión de los Estados Unidos que anunciaba que la guerra había ter-minado, pero él supuso que era una trampa para que él se rindiera. Se aisló de la civilización, vivió en un abrigo muy primitivo y subsis-tió con lo que pudo encontrar en la jungla. Cuando sus ropas se gas-taron, se hizo alguna vestimenta con la corteza de los árboles. Vivió en este estado de estrés y privación, pensando que la guerra seguía hasta 1972, 27 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Unos cazadores encontraron a Yokoi mientras estaba pescando, y le dijeron que su pueblo había estado gozando de paz durante décadas. Es triste que los "embajadores" no lo encontraran antes.

Cuando Jesús dijo: "El que en él cree, no es condenado" (Juan 3:18), estaba hablando del juicio en el sentido de condenación. Él no quería decir que el tribunal celestial no juzgaría los casos de los cre-yentes en el sentido de evaluarlos. Pablo escribió: "Todos comparece-remos ante el tribunal de Cristo" (Romanos 14:10), y "es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Corintios 5:10). Y Pedro escribió: "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?" (1 Pedro 4:17).

El juicio previo al advenimiento incluye sólo a los que han tenido una conexión con Dios, aunque sea nominal. 4 Los rebeldes que nun-ca depusieron sus armas están automáticamente excluidos de la am-nistía, pero los que han recuperado condiciones amistosas pueden, en algún momento, reclamar los beneficios de la lealtad. La pregunta es: ¿Son ellos realmente leales como dicen, o han elegido renunciar a su lealtad? Por cuanto el evangelio invita a los que responden a ofre-cer una "rendición incondicional" a Dios y lealtad a él, es necesario un juicio para estar seguros de que satisfacen las condiciones.

108

Pablo expresó la necesidad de una lealtad continua: "Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fun-dados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está deba-jo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro" (Colosenses 1:21-23).

La seguridad de la salvación está basada sobre una relación pre-sente y continua con Dios mediante Cristo. Juan dijo: "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1 Juan 5:12; la cursiva fue añadida). El no dijo que los que tuvieron a Cristo en algún momento pasado tienen vida. Tampoco dijo que los que tienen a Cristo ahora tienen una garantía automática de tener vi-da en el futuro, aun si se apartan de Cristo.

Resultados del juicio previo al advenimiento Ya hemos encontrado que en el juicio previo al advenimiento

Dios decide si las personas se salvan o se pierden basado si en su vi-da posterior a la conversión muestran que han continuado aceptán-dolo a él y su salvación, y de que él involucra a sus seres creados en este proceso de juicio. En el antiguo Día de la Expiación, el santuario que representaba la administración y el carácter de Dios, era purifi-cado (Levítico 16; 23:26-32). Del mismo modo, el juicio del tiempo del fin "justifica" el santuario (Daniel 8:14) al vindicar el carácter de Dios como justo cuando distingue entre dos grupos opuestos. 5 Dios reconoce las elecciones humanas con respecto a él condenando a los rebeldes y vindicando a los leales, cuyos pecados han sido perdona-dos.

¿En qué sentido puede un juicio ser considerado como justifican-do al santuario de Dios? En 2 Samuel 14 encontramos un indicio im-portante. En este capítulo, la mujer de Tecoa implora al rey David que le otorgue una amnistía a su "hijo culpable". Ella dice: "Mas el rey y su trono sean limpios" (versículo 9, traducción del autor). El

109

trono de David representaba su administración, que involucraba su autoridad y justicia. De la misma manera, el lugar del trono de Dios –su santuario (Jeremías 17:12)– representa la autoridad y la justiciade Dios. David y su justicia necesitaban ser legalmente "limpios". Del mismo modo, la justicia de Dios debe ser vindicada.

¿Por qué la justicia de Dios necesita vindicación? Por una razón: él y su santuario necesitan ser vindicados por causa de los pecados de rebeldía desafiante del poder del cuerno pequeño, que difama a Dios y contamina su santuario, así como el santuario israelita era contaminado cuando el pueblo de Dios descuidaba su sistema de adoración (Levítico 20:3; Números 19:13, 20).

Segundo, Dios perdona a las personas verdaderamente culpables, las llama santas y les da el mundo (Daniel 7 y 8). Al perdonar a tales personas, él provoca preguntas acerca de su justicia. Considere la historia de David y la mujer de Tecoa: si la mujer no hubiera tomado sobre sí la culpa, David como juez hubiera tenido que llevar la res-ponsabilidad judicial y dañado su reputación por la justicia, al per-mitir que una persona culpable escapara sin castigo. 6

¿Ha pecado usted y luego experimentó el perdón de Dios? Si es así, usted sabe de qué estoy hablando aquí. Dios perdona a las per-sonas verdaderamente culpables, lo que un juez justo no haría (com-parar con Deuteronomio 25:1). Pero Dios lo hace de todos modos, basado en el sacrificio de su Hijo, quien pagó el costo de la miseri-cordia. Dios es justo cuando justifica a las personas, pero sólo cuan-do esas personas creen genuinamente en Jesús (Romanos 3:26) como lo demuestran sus vidas (Gálatas 5:6; Santiago 2:26). El juicio revela si esto es así o no (Eclesiastés 12:14).

Referencias 1 Roy Gane, Altar Call, pp. 269, 270. 2 The New Encyclopedia of Christian Quotations, Mark Water, ed. (Grand Rapids: Baker, 2000), p. 378. 3 Citado en "Verbatim", Time (13 de junio de 2005), p. 11. 4 Comparar con Elena de White, El conflicto de los siglos (Florida, Bs. Aires: AGES, 1993), p. 534: "En el rito típico, sólo aquellos que se habían presentado ante Dios arrepintiéndose y confesando sus pecados, y cuyas iniquidades eran llevadas al santuario por medio de la sangre del holocausto, tenían participación en el servicio

110

del día de las expiaciones. Así en el gran día de la expiación final y del juicio, los únicos casos que se considerarán serán los de quienes hayan profesado ser hijos de Dios. El juicio de los impíos es obra distinta y se verificará en fecha posterior. 'Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios: y si primero comienza por no-sotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio?' (1 Pedro 4:17)". 5 "'Purificar/ser puros' en Levítico 16 y 'ser justo' en Daniel 8:14 se refieren a lo mismo de dos maneras diferentes. [...] En los contextos de Job 4:17, Levítico 16 y Daniel 8:14, estas palabras significan básicamente lo mismo: la purificación legal o vindicación" (Gane, pp. 242, 243; comparar con Niels-Erik Andreasen, "Translation of Nisdaq/Katharisthemsetai en Daniel 8:14", en Symposium on Daniel, Daniel and Re-velatíon Committee Series 2, Frank H. Holbrook, ed. [Silver Spring, Md.: Biblical Research Institute, 1986], pp. 483-486; Richard M. Davidson, "The Meaning of Nis-daq en Daniel 8:14”, Journal of the Adventist Theological Society 7 [1996], pp. 11, 112). 6 Gane, pp. 233, 234; Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 284, 285. Para más detalles, ver Roy Gane, Cult and Character, pp. 318-323, 338-344.

111

C A P Í T U L O 1 3

La relación entre el evangelio y el juicio

m l antiguo Día de la Expiación involucraba un juicio entre los is-raelitas leales y los desleales que era un anticipo del juicio pread-venimiento. Los leales recibían la purificación moral (Levítico

16:30), pero los desleales eran condenados (23:29, 30). 1 Como en el jui-cio previo al advenimiento, el Día de la Expiación se limitaba al pueblo de Dios (ver el capítulo 12). En este caso, el pueblo de Dios se definía como la comunidad de los israelitas, que experimentaban el beneficio expiatorio de los holocaustos matutino y vespertino (Números 28:1-8) que apuntaban hacia el sacrificio futuro de Cristo.

No todos los israelitas eran leales. Entre ellos había quienes habían sa-boreado el don celestial de la liberación de la esclavitud y del maná en el desierto, pero que en forma ingrata eligieron rebelarse pecando con desa-fío. Así despreciaron la provisión gratuita de Dios de restauración, y/o rehusaron mostrar una lealtad humilde a Dios en el Día de la Expiación al no practicar la negación propia ni la abstención del trabajo (ver He-breos 6:4; Números 15:30, 31; capítulo 16; Levítico 23:29, 30).

Lo que las personas hacen demuestra dónde está su lealtad. La leal-tad no es sencillamente un concepto abstracto distinto de las acciones. ¿Es leal a su esposa un hombre que tiene un "affaire"? ¿Es leal un político que miente a los miembros de su distrito? ¿Es leal un profesor "cristiano" de Biblia que socava la fe de sus estudiantes? Por supuesto que no. Mostramos nuestra lealtad a Dios por medio de nuestras acciones.

Sin embargo, ninguna de nuestras acciones leales pueden salvarnos. Dios nos salva por su gracia, que nosotros recibimos como un regalo

E

112

por fe/confianza en él (Efesios 2:8, 9). Pero la fe necesariamente pro-duce acciones leales. Jesús perdonó a la mujer encontrada en adulte-rio, borrando su culpabilidad. Pero entonces ella debía atesorar el per-dón y vivir en armonía con él (Juan 8:11). Dios la tendría por respon-sable por su vida sólo después de su conversión.

Jesús nos toma como somos, pero no nos deja así. Santiago dijo: "Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta" (Santiago 2:26). Una fe viva es activa, sociable y ab-negada, obrando mediante el amor, que es el principio básico del ca-rácter y la ley de Dios (Gálatas 5:6; 1 Juan 4:8; Mateo 22:37-40). La fe de una persona perezosa que no hace nada positivo en favor de nadie, está muerta. De hecho, no es fe de ningún modo, y sin una fe viva, la ecuación de la salvación: gracia + fe = salvación está rota. La fe es la mano humana que se aferra de la gracia, la mano de Dios. Pero una mano humana muerta no puede aferrar nada. Cuando Dios le dijo a Abram (más tarde Abrahán) que saliera de su tierra a un país que él le mostraría, Abram anunció a Sarai, su esposa, y a todo su clan que empacarían y se mudarían. Así "se fue Abram, como Jehová le dijo" (Génesis 12:4). ¿Fue eso fe u obras? Sí, y sí, porque la fe y las obras son inseparables.

El libro de Eclesiastés termina con las palabras: "Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala" (Eclesiastés 12:14). Antes mencionamos las palabras de Pablo: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras es-taba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Corintios 5:10). ¿Cómo pue-de Dios juzgarnos con justicia sobre la base de nuestras obras cuando no somos salvados por nuestras obras, sino más bien somos salvados por gracia mediante la fe? La respuesta es que nuestras obras revelan fielmente la calidad de nuestra fe así como la calidad de una casa re-vela la calidad de la mano de obra que la fabricó.

Hay un incidente acerca de dos artistas brillantes, uno que trabajaba intensamente y uno que sólo se sentía motivado por un desafío. Un rey los comisionó para que decoraran una gran galería en su palacio; un artista debía pintar la pared de un lado, y el otro, la pared opuesta. El rey prometió pagarles en oro al fin del año.

113

El artista industrioso comenzó de inmediato a pintar, y trabajó diligentemente todo el año. El otro artista pospuso su tarea hasta una semana antes de que terminara el año, confiando que su genio le per-mitiría hacer el trabajo en un tiempo breve. Cuando al final fue a la gale-ría, descubrió con horror que su colega había realizado una tarea artística tan intrincadamente magnífica que no había manera en que él podría igualarla en el tiempo que le quedaba. De modo que cubrió su lado de la galería con espejos que reflejaran la obra del otro hombre.

Entonces vino el rey para inspeccionar la galería. Miró con placer y ad-miración la obra del artista industrioso, lo felicitó calurosamente, y dio la orden a sus servidores que trajeran las bolsas de oro resplandeciente para pagarle. Entonces el rey se dio vuelta para irse. Alarmado, el artista pere-zoso preguntó: "Pero, su Señoría, ¿dónde está mi paga?" El rey señaló el re-flejo del oro en los espejos que el artista había instalado, y contestó: "¡Allí!" La calidad del trabajo que él había elegido producir revelaba su carácter y determinó su paga.

Alguien podría objetar: "Dios puede leer nuestros pensamientos (Gé-nesis 6:5; Salmo 139:23; Mateo 12:24, 25; Lucas 7:39, 40). ¿Por qué no nos juzga por nuestros pensamientos de fe en vez de nuestras obras?"

Él no lo hace porque el juicio de Dios no es para informar a Dios ¡sino para informar a sus seres creados, que no saben todo, y que no pueden leer los pensamientos! 2 En un tribunal, ¿tendría sentido presentar como Prueba Nº 1 una evidencia que ni el juez ni el jurado pudieran ver? De modo que el juicio final, realizado para beneficio de los habitantes del universo, debe presentar evidencias que ellos puedan ver.

Cómo nos juzga Dios Si somos salvados por la gracia mediante la fe/confianza en Dios que

resulta en obras, ¿significa esto que contribuimos a nuestra propia salva-ción? No. Efesios 2:8 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (la cursiva fue añadida). Por noso-tros mismos, no poseemos suficiente fe como para salvarnos. Sólo pode-mos clamar a Dios: "Creo; ayuda mi incredulidad" (ver Marcos 9:24). Ni tampoco podemos arrepentimos por nosotros mismos. El arrepenti-miento es un don de Dios (Hechos 5:31; 2 Timoteo 2:25). Aun la obe-

114

diencia a Dios es un don porque Dios derrama su amor, la base de su ley, en nuestros corazones mediante su Espíritu Santo (Romanos 5:5).

Si todo lo que necesitamos para la salvación es un regalo, ¿sobre qué ba-se puede juzgarnos Dios? Estamos tan acostumbrados a las evaluaciones so-bre la base de nuestras realizaciones, sea en la escuela, los deportes, la mú-sica o el trabajo, que tendemos a creer que Dios también debe juzgarnos por lo que hacemos. Tenemos dificultades en meter dentro de nuestros cráneos que Dios realmente nos juzga sobre ¡cómo recibimos sus dones! No es por lo que hacemos para él, sino por lo que le dejamos hacer a él por no-sotros.

"Somos salvos por la gracia, y por la gracia sola. Pero cuando somos salvados por la gracia, hacemos obras que Dios acepta como buenas. De modo que se observa que cuando Dios nos juzga por nuestras obras, sen-cillamente está juzgando si hemos recibido su gracia o no como el poder para hacer buenas obras. Si somos salvados por la gracia de Dios, nuestras obras serán obras buenas. Si no somos salvados por la gracia de Dios, nues-tras obras serán obras pecaminosas. Por esto Dios nos juzga por nuestras obras". 3

La virgen María lo dijo bien cuando el ángel Gabriel le contó que daría a luz al Mesías. Ella contestó: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lucas 1:38). Ella dijo sencillamente "Sí" a Dios, dejándolo hacer con ella lo que deseaba: permitiéndole plantar a Cristo en su vientre mediante el Espíritu Santo (versículo 35). Experi-mentamos algo parecido espiritualmente: Si le decimos sí a Dios, Cristo y su amor vendrán a nuestras mentes y corazones mediante el Espíritu San-to (Juan 14:15-20, 23; Romanos 5:5; 8:9, 10; Gálatas 2:20; Colosenses 1:27; Apocalipsis 3:20), quien nos dará un nuevo nacimiento espiritual (Juan 3:3-8). 4

¡Cuán diferente es esta "posesión divina" de la posesión demoníaca! Los brujos adquieren poder al invitar a los demonios a sus cuerpos. Cuanto más poderosos son los demonios, más poder poseen los brujos... y tanto más fuerte y peligrosamente son esclavizados por Satanás y sus mal-vados ángeles caídos, que son egoístas y crueles, y que no respetan la li-bertad de elección de los hombres. 5 La "posesión divina" es tan real como la posesión demoníaca, aun cuando la mayoría de los cristianos no la tratan como algo real. Pero no son meros ángeles los que viven en no-

115

sotros. Más bien, invitamos al Dios del universo, a nuestro Creador, a entrar en nosotros. ¡Qué poder es éste! Cuando Cristo y su Espíritu Santo moran en nosotros, no necesitamos tener absolutamente ningún temor de peligros posteriores de los comparativamente débiles pode-res de las tinieblas (Romanos 8:31, 39).

La "posesión divina" no significa que tenemos el poder que está en armonía con las normas terrenas de riqueza, fama y la capacidad de for-zar a otros a hacer nuestra voluntad. Tampoco significa necesariamente que somos inmunes a todo daño físico, de modo que las balas que vienen en dirección a nosotros siempre caen al suelo ante de tocarnos. Dios no nos controla pasando por alto nuestra capacidad de elegir lo que haremos, aunque bajo circunstancias especiales él se ha mostrado capaz de hacer eso con personas tercas (ver, por ejemplo, Números 24; 1 Samuel 19:23, 24). Pero él da el valor y la capacidad a las personas de hacer cosas maravillosas que de otro modo no hubiesen hecho (ver el libro de los Jueces y de los Hechos). Sobre todo, él provee su clase de amor, que es la fuerza más poderosa del universo y es lo opuesto al egoísmo que gobierna a Satanás, a sus horribles demonios, y a quienes ellos poseen. Los cristianos han sufrido pérdidas catastróficas al apreciar muy poco lo que Dios quiere hacer por ellos, en ellos y a través de ellos.

Una de las expresiones más poderosas de cómo Dios quiere cam-biarnos para el bien está en Tito 3:4 al 7:

"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que no-sotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual de-rramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador".

¿Quién nos salvó? Dios. ¿Por qué? No por alguna cosa justa que nosotros hubiéramos hecho, sino

porque nos ama. ¿Cómo nos ha salvado? Dándonos misericordiosamente un nuevo nacimiento y la renova-

ción por el Espíritu Santo, que está abundantemente disponible para nosotros por causa de Cristo.

116

Habiendo recibido este renacimiento y esta renovación, hemos si-do justificados –en otras palabras, hechos justos– por su gracia. Así que por "el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíri-tu Santo" tenemos la misma experiencia que "siendo justificados por gracia", por la que somos herederos de vida eterna. 6

Transformación Por supuesto, esta experiencia incluye la libertad legal de la con-

denación por nuestros pecados (Romanos 8:1). Pero involucra mucho más también: la transformación de adentro hacia afuera mediante la morada de Cristo y su Espíritu Santo. Dios no nos declara justos como una clase de ficción legal. Más bien, nos hace justos y nos declara así por lo que él hace de nosotros. No podemos separar su declaración de la transformación que él realiza. 7 Recuerde que en el principio, cuando Dios habló, fue así.

Es interesante que en la Biblia hebrea, ciertos verbos que significan "crear" (raíz br) y "perdonar" (raíz slh) se usan sólo en conexión con lo que Dios hace. Los seres humanos pueden crear en el sentido de hacer cosas, pero siempre las hacen con algo que ya existe. Por otro lado, Dios puede hacer cosas de la nada (Hebreos 11:3). Los seres humanos pueden perdonar los males que se hacen unos a otros. Dios, por otro lado, tiene una especie de perdón especial que no sólo renuncia a la "deuda" sino también produce una restauración y una transformación positiva por su poder recreador. Elena de White estaba en lo justo cuan-do observó:

"Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos suponen. [...] El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón cuando oró: 'Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un es-píritu recto dentro de mí' (Salmo 51:10)". 8

Ahora estamos listos para comprender la profunda profecía que señalaba hacia adelante, a Cristo, y lo que él realizaría por nosotros co-mo el "siervo" sufriente de Dios. Traducido en forma bastante literal,

117

Isaías 53:11 dice: "Mi siervo hará justa a una persona justa para muchos" (traducción del autor). Esto es lenguaje de juicio. Comparar con Deutero-nomio 25:1 y 1 Reyes 8:32, donde un juez justo "hace" justos a los justos y "hace" malvados a los impíos, es decir, el juez vindica o condena de acuer-do con la realidad del carácter de la persona. Hacer de otro modo es in-justo (Proverbios 17:15; Isaías 5:23).

Isaías 53:11 dice que el siervo de Dios vindica a muchas personas. ¿So-bre qué base? Las siguientes palabras dan la respuesta: "Llevará las iniqui-dades de ellos". ¿Eso los hace justos? Sí, o él no sería justo al vindicarlos. Dios dice: "Yo no haré justo al impío" (Éxodo 23:7, traducción del autor).

El sacrificio de Cristo muestra que Dios es justo cuando justifica a los que tienen fe en Jesús (Romanos 3:25, 26). ¿Por qué? Este sacrificio, recibi-do por fe, hace que una persona sea justa de modo que pueda ser justa-mente juzgada como justa. Esto no es una ficción legal, sino, en cambio, una transformación tanto en carácter como de posición por la gracia divi-na. No que las personas que recién son "justas" sean instantáneamente perfectas, sino que ahora han prometido lealtad al Señor y reciben su Es-píritu renovador (Tito 3:4-7; Romanos 5:5).

Como cristianos, todas nuestras obras buenas y leales son parte de la recepción del don de Dios. Pero si nuestra salvación fuera totalmente un don, ¿por qué debemos luchar? Aquí hay tres razones. Primera, estamos en conflicto con el pecado, con Satanás, y con las distracciones de la vida, que nos atraen para apartarnos de nuestra lealtad a Dios (ver Mateo 13:19-22). Ser sobrios y vigilantes "porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" demanda una atención constante (1 Pedro 5:8).

Segunda, es difícil para las personas orgullosas y autosuficientes acep-tar un regalo o decir: "Sí, necesito ayuda". Esposas, esa es la razón por la que los esposos prefieren dar vueltas en el auto durante horas en lugar de to-mar un momento para detenerse y pedir ayuda, o porque prefieren an-dar a los tropezones en el matrimonio durante décadas en vez de pasar unas horas con un consejero matrimonial cristiano.

Tercera, recibir un regalo puede demandar trabajo. Hace un par de años, mis padres me dieron su automóvil modelo 1985, por el cual estuve profundamente agradecido. Ir desde California a mi hogar en Michigan, y mantenerlo allí ha significado algo de tiempo y esfuerzo, pero todavía

118

era un regalo. Recibir de Dios el regalo de un carácter puro, fuerte y amante requiere cooperación de nuestra parte mientras las dificultades de la vida nos refinan. Por esto Pablo pudo decir: "También nos gloria-mos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza" (Romanos 5:3, 4).

¿Juicio versus seguridad evangélica? Algunas personas dicen que la idea de un juicio preadvenimiento eli-

mina la seguridad evangélica de la salvación que los cristianos deberían go-zar. Dale Ratzlaff escribió un libro titulado The Cultic Doctrine of Seventh-day Adventists [La doctrina cúltica de los adventistas del séptimo día]. Su libro se opone al concepto de un juicio investigador en el santuario celestial antes de la segunda venida de Cristo. En él, Ratzlaff contrasta "las ense-ñanzas del juicio investigador" (columna izquierda en el cuadro) con su propio concepto evangélico, que él llama "enseñanza de la Escritura" (co-lumna derecha). 9 No hay dudas de que la última categoría contiene ver-dades, pero es una verdad parcial que se ajusta con "la enseñanza del jui-cio investigador" en el cuadro bíblico más amplio, en vez de oponerse a ellas como alega Ratzlaff. 10

Podemos confirmar y enriquecer nuestra comprensión de la relación entre el evangelio y el juicio al responder brevemente a cada uno de los contrastes, que Ratzlaff ha resumido convenientemente en una tabla. Sus "contrastes" aparecen en los cuadros siguientes en negrita, y mis respues-tas siguen en redonda.

Enseñanzas del juicio investigador: Enseñanzas de las Escrituras:

La sangre cargada de pecados contamina La sangre limpia

Ratzlaff objeta a la enseñanza de que cuando Cristo, nuestro Sumo Sa-cerdote, aplica su propia sangre del sacrificio para limpiarnos del pecado, su sangre llega a ser el medio de transferir nuestros pecados al santuario celestial, con el resultado de que el santuario debe ser limpiado mediante un juicio previo al advenimiento. Ratzlaff cree que esta idea arroja una

119

sombra sobre la sangre de Cristo al decir que contamina. Sin embargo, la sangre del sacrificio, por sí misma, no contamina. Más bien, se lleva la con-taminación de la gente cuando se la usa para limpiarlos, de modo que lo que la recibe (incluyendo el santuario) también recibe la impureza que ella lleva (Levítico 6:27, 28). 11 Compare la forma en que el agua del baño lleva la suciedad del cuerpo, con la forma en que la sangre actúa como un agente en el cuerpo para llevarse los productos de desperdicio. No hay nada de malo en el agua o la sangre. ¡Sencillamente hacen el trabajo que les corresponde!

El pecado borrado después de 1844 El pecado borrado al arrepentirse

Los pecados son eliminados mediante un proceso de expiación en dos fases: 1) al arrepentirse la persona, el perdón quita el pecado del pecador (Levítico 4:26, 31), y 2) eventualmente, la purificación del santuario en el Día de la Expiación resulta en la purificación final del pueblo de Dios (Leví-tico 16:30; comparar con 1 Juan 1:9; Jeremías 31:34). Antes de que el pe-cado sea finalmente purificado o borrado –es decir, hecho irrelevante por la eternidad– el no vivir en armonía con el perdón que se ha recibido puede llevar a la pérdida de ese perdón (Mateo 18:23-25).

Recuerde que el juicio preadvenimiento, la realidad del tiempo del fin que el Día de la Expiación señalaba, trata con la vida de la persona des-pués de la conversión, que Dios posibilita (ver Juan 8:11). El juicio no tiene la intención de decidir quién haya pecado, porque todos han pecado (Romanos 3:23). Más bien, es acerca de quién es perdonado: o sea, tiempo presente, "es y sigue siendo", no "fue".

Si permitimos que la gracia de Dios siga trabajando en nuestras vidas, el juicio reafirma nuestro perdón y pone nuestra certeza en concreto al hacer que nuestros pecados sean eternamente irrelevantes. Compare el he-cho de que en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote aplicaba la sangre en los lugares precisos donde se aplicaba durante todo el año, afirmando el perdón que los israelitas ya habían recibido (Levítico 16:16, 18, 19; com-parar con 4:6, 7, 17, 18, 25, 30, 34).

120

Énfasis en las obras personales Énfasis en la fe en Cristo

Somos salvados por la gracia mediante la fe en Cristo (Efesios 2:8, 9), y esta relación salvadora del nuevo pacto resulta en obras de amor porque Dios escribe su ley de amor en nuestros corazones mediante su Espíritu (Gálatas 5:6; Jeremías 31:31-34); comparar con Mateo 22:36-40; Romanos 5:5). La falta de obras de amor es un síntoma de que la fe está muerta (Santiago 2:26), lo que significa que la persona no ha aceptado la gracia salvadora de Dios. Las obras no nos salvan, pero no somos salvados sin las obras que resultan de aceptar el don divino de la salvación. El caballo que da fuerza (la gracia) debe estar delante del carro (obras), pero el carro también debe estar presente. De modo que sería engañoso decir que las obras no tienen nada que ver con nuestra salvación. El juicio trata con las obras como evidencias de la fe porque el juicio existe para el beneficio de los seres creados por Dios, que no pueden leer los pensamientos de fe (Salmo 62:12; Eclesiastés 12:14; Mateo 16:27; 1 Pedro 1:17; Apocalipsis 20:12; 22:12; comparar con Daniel 7:10).

Debe lograr la perfección del carácter personal

Debe confiar en la perfección sin pecado de Cristo

Cristo es nuestro Portador de pecados libre de culpa, nuestro ejem-plo y compasivo Sumo Sacerdote (1 Pedro 2:21-25; Filipenses 2:5-8; He-breos 4:14-16). El quita la condenación que es nuestra por causa de los pecados pasados y transforma nuestras vidas mediante su Espíritu (Juan 3:3-17; 8:11; Tito 3:4-7). Así como Dios le pidió a Abrahán que fuera "perfecto" (intachable) (Génesis 17:1), Cristo hace que su pueblo sea perfecto (intachable) (Efesios 5:25-30; Apocalipsis 14:5; 19:7, 8). Su obra es la de hacernos perfectos. Nuestra parte es la de ser leales (Levítico 23:27-32; Apocalipsis 14:12), siguiendo de todo corazón a Dios dondequiera que él nos conduzca (Números 14:24) y aceptando lo que él quiera hacer con

121

nosotros (Lucas 1:38). El juicio de Dios sencillamente acepta las decisiones de la gente para ser la clase de personas que han elegido ser (Apocalipsis 22:11).

El Juicio trata con el pueblo El Juicio trata con los impíos

El antiguo Día de la Expiación trataba con los miembros nominales del profeso pueblo de Dios, es decir, los israelitas, limpiando de pecados a los que permanecían leales (Levítico 16:29, 30) y condenando a los que eran desleales (Levítico 23:27-32). En forma similar, el juicio del tiempo del fin que vindica la justicia de Dios como se representa con la purificación del santuario, trata con el pueblo nominal de Dios, los que por lo menos se llaman "cristianos". Este juicio beneficia a los "santos del Altísimo" (Da-niel 7:22, 27) y condena al poder apóstata del cuerno pequeño (Daniel 7:11, 26; 8:25), que hemos identificado con un poder profesamente "cris-tiano": la Iglesia de Roma (ver el capítulo 4 de este libro). El juicio pread-venimiento no trata con los "impíos" en general, los que no tuvieron co-nexión con Dios.

La expiación no fue completada en la Cruz

La expiación fue completada en la Cruz

La expiación fue completada en la cruz en el sentido de que la muerte única de sacrificio expiatorio de Cristo hizo una provisión completa para la salvación de todos los seres humanos (Hebreos 9:28; comparar con Romanos 5:12-17). Sin embargo, para recibir el beneficio de la expiación, cada persona debe aceptar a Cristo por la fe (Juan 3:16-18; Efesios 2:8, 9). La expiación es una reconciliación de las relaciones. De modo que el proce-so de la expiación continúa mientras estamos siendo reconciliados con Dios. Décadas después que Cristo muriera en la cruz, Pablo apeló a los co-

122

rintios diciéndoles: "Reconciliaos con Dios" (2 Corintios 5:20), y su apela-ción es bien apropiada para nosotros hoy. 12

La mediación sacerdotal de Cristo es una obra de expiación necesaria y también lo es su ministerio de juicio del Día de la Expiación (Hebreos 9:11-15, comparar con Levítico 4:31; Daniel 8:14; Levítico 16, Día de la Expiación). Pero debemos recordar que toda expiación, incluyendo la del juicio del tiempo del fin, fluye de la muerte como sacrificio único de Cristo (ver Le-vítico 16:11, 15; Apocalipsis 5:6).

Cristo tiene un ministerio de pie, de súplica

Cristo tiene un ministerio sen-tado, de victoria

Ambas expresiones son correctas. Desde su ascensión, Cristo ha sido victorioso y en condiciones de sentarse con su Padre (Hebreos 1:3). Él puede ponerse de pie si la situación lo requiere (Hechos 7:56). Él puede caminar como Mediador, atendiendo las necesidades de las iglesias so-bre la tierra (Apocalipsis 1:12-20). Como nuestro Mediador, él puede ponerse de pie para alegar como nuestro Abogado defensor porque él lleva el evento de la cruz consigo (Apocalipsis 5:6). Su "súplica" no es un pedido como de mendigos. Más bien, es más como un pedido legal en una situación en un tribunal. En el caso de Cristo, su pedido es una demostración triunfante de la evidencia por su sacrificio, que hace po-sible que él salve a todos los que aceptan lo que él ha hecho por ellos.

Referencias 1 Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 408, 409; Roy Gane, Cult and Character, pp. 305-323 2 Comparar con John T. Anderson, Investigating the Judgment, pp. 44-46 3 Erwin R. Gane, Jesús Ordy: Paul's Letter to the Romans (Roseville, Calif.: Amazing Facts, 2005), p. 48 4 Ver Ibíd.,p. 123, Nº 1 5 Rebecca Brown, He Carne to Set the Captives Free, especialmente las páginas 45-47, 62 6 E. R. Gane, pp. 29, 32, 33, n. 3 7 Ver Ibíd., p. 70

123

8 Elena G. de White, El discurso maestro de Jesucristo (Florida, Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1975), p. 97 9 Dale Ratzlaff, The Cultic Doctrine of Seventh-Day Adventists (Sedona, Ariz.; Life Assur-ance Ministries, 1996), p. 223 10 Comparar con la crítica de Clifford Goldstein del libro de Ratzlaff, titulada Graffíti in the Holy of Holies (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2003). Yo escribí mi libro Altar Call en parte para responder a las objeciones de Ratzlaff al juicio previo al advenimiento, pero no lo mencioné por nombre, ni tampoco a quién estaba respondiendo. Hay lu-gar para debates publicados y comentarios que se refieren específicamente a auto-res y los hacen responsables por lo que escribieron con el fin de aguzar y hacer pro-gresar nuestra comprensión colectiva. Sin embargo, en Altar Call mi meta era ayudar al lector a concentrarse en el Dios del santuario y a enamorarse de él, un enfoque que en última instancia apoya nuestra enseñanza del santuario de la manera más poderosa. 11 Ver Roy Gane, Altar Call, pp. 206, 207; Gane, Leviticus, Numbers, pp. 148-150. Para más detalles, ver Gane, Cult and Character, pp. 165-180 12 Ver además en Gane, Altar Call, pp. 123-127

124

C A P Í T U L O 1 4

De qué modo el juicio marca la diferencia

m o se puede vivir en una zona de guerra y escapar del impactode la guerra. Las personas que sobrevivieron a conflictos ar-mados en lugares como Ruanda, Kosovo e Irak, nos cuentan

que el peligro produce temor, sufrimiento y dolor. También consume tiempo, energía y recursos que se podrían usar en otras cosas. Aun fue-ra del terrible costo de la guerra en muertes y heridas, es costoso física, emocional y económicamente.

“Cada fusil que se fabrica, cada barco de guerra que es botado, cada cohete enviado significa en el sentido final, un robo contra los que tie-nen hambre y no son alimentados, los que tienen frío y no son abriga-dos. Este mundo armado no gasta sólo dinero. Está gastando la traspi-ración de los trabajadores, el genio de los hombres de ciencia, las espe-ranzas de sus niños. Esta no es una manera de vivir en ningún sentido. Bajo las nubes de la guerra, la humanidad está colgada de una cruz de hierro” (Dwight Eisenhower, 16 de abril de 1953). 1

Pero, ¿qué pasa si usted sabe que viene ayuda en camino? ¿Que las fuerzas de liberación han obtenido una victoria decisiva? ¿Que la gue-rra casi ha terminado? ¿Que mientras todavía está en una zona de gue-rra, la paz llegará pronto? ¿Que el Día D está en el pasado, y el Día V está casi aquí? Su desánimo y resignación se transformarían en espe-ranza y energía. Se prepararía para saludar y cooperar con los que están a punto de liberarlo.

Este es el lugar donde estamos en la gran guerra. Cristo ha obtenido la victoria decisiva en la cruz, y está en la etapa final de liberar por

N

125

completo al mundo: ¡el juicio previo al advenimiento! Al final del juicio, que puede suceder en cualquier momento, su pueblo será confirmado como suyo (ver Apocalipsis 7:3, 4: el sellamiento). Lo siguiente será la segunda venida de Cristo. Más bien que quemamos con celo legalista para tratar de salvamos, lo que es suicida y sin esperanza, podemos lle-namos con expectativa gozosa mientras nos preparamos para dar la bienvenida a nuestro Salvador. Es tiempo de levantar nuestras cabezas porque nuestra redención está cerca (Lucas 21:28).

“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isaías 25:8, 9).

Muchos libertadores envían agentes con anticipación para preparar el camino antes que comience el asalto final. Primero van los ex-ploradores para evaluar la situación, agentes de inteligencia para ayu-dar a los comandantes a decidir las mejores estrategias, y coordinar con la gente local que han estado ofreciendo resistencia encubierta contra el enemigo. Luego los comandantes envían ataques aéreos y paracaidistas para ablandar al enemigo y servir de punta de lanza como ataque ini-cial, después de lo cual entran los tanques. La invasión es un proceso que comienza mucho antes del principio de la batalla final.

Otra vez, allí es donde estamos. Dios conoce la situación, de modo que no necesita espías para informarle acerca de lo que está sucediendo. Pero él envió sus agentes celestiales -el Espíritu Santo y los ángeles- pa-ra enseñar, equipar y dar el poder a la gente local para que cooperen con él en hacer su conquista tan efectiva como sea posible. Sólo que en esta guerra, la efectividad no se define por la cuenta más elevada de cuerpos en el menor tiempo posible. Al contrario, se define como salvar a tantas personas como sea posible de la destrucción definitiva que Sa-tanás y sus aliados pronto experimentarán.

Hasta cierto punto, la situación que hemos estado describiendo ha sido cierta a lo largo de toda la era cristiana. Sin embargo, el hecho de que estamos viviendo ahora en el período final cuando “la hora de su juicio ha llegado” (Apocalipsis 14:7) da un tremendo sentido de urgen-

126

cia porque queda muy poco tiempo para que los demás seres humanos cambien su lealtad del poder satánico y de las “bestias” humanas (Apo-calipsis 13) a la de su Creador y Salvador, el Rey del universo.

Si realmente creemos que “la hora de su juicio ha llegado”, te-meremos “a Dios” y le daremos gloria, y adoraremos “a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7). Si realmente lo creemos, guardaremos los mandamientos de Dios y nos aferraremos a nuestra fe en Jesús (versículo 12). Si realmente lo cree-mos, saldremos del poder de la “Babilonia” del tiempo del fin, apóstata, mundana y opresiva, que se opone a Dios como las antiguas Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma (Apocalipsis 18:4; comparar con 14:8). 2

Si realmente creemos que “la hora de su juicio ha llegado”, nuestras prioridades, metas y cursos de acción diferirán radicalmente de las per-sonas que están concentradas en la seguridad temporal, el materialismo y la gratificación terrenal, incluyendo a los cristianos tibios de Laodicea (Apocalipsis 3:14-21). No invertiremos todas nuestras energías en apilar dólares, pesos, euros, dinares o yen, y las cosas de moda que el dinero puede comprar. No nos asimilaremos a la cultura humanista y secular de la sociedad contemporánea que ahoga la “voz suave y queda” del Espíritu Santo. Tendremos el valor de ser diferentes, como Daniel, cuya lealtad a Dios fue tan fuerte que los imperios no pudieron sacudirla.

“El acusador de los hermanos” Apocalipsis 12:10 al 12 tiene un significado especial para nosotros

hoy, quienes vivimos durante el juicio preadvenimiento: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la

salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testi-monio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.

Es cierto que Satanás ya era el acusador del pueblo de Dios en tiem-

127

pos antiguos (Job 1 y 2; Zacarías 3). También es cierto que cuando Cris-to estuvo en la tierra, él derribó a Satanás al derrotar a sus demonios mediante su ministerio y el de sus discípulos (Lucas 10:18) y sobre todo al morir en la cruz para recuperar el mundo (Juan 12:31, 32). Sin embar-go, hay un sentido especial en el que el juicio preadvenimiento derriba al “acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nues-tro Dios día y noche” (Apocalipsis 12:10).

El propósito del juicio preadvenimiento es precisamente vindicar a Dios contra las acusaciones de Satanás y su cohorte. Ellos acusan a Dios diciendo que es injusto cuando salva a algunos y no a otros (ver los ca-pítulos 4 y 12 del presente libro). Y Satanás se enfurece especialmente porque quienes aceptan a Cristo no sufrirán la suerte definitiva en el la-go de fuego (Apocalipsis 20). Cada persona que se salve es una victoria para Dios, a quien Satanás odia. De modo que Satanás es el “acusador de nuestros hermanos”, es decir, de nuestros hermanos y hermanas que son leales a Dios. Para privar a Dios de su compañía, Satanás dice que porque ellos pecaron, merecen la muerte eterna. La gran guerra termina con el mismo problema que Satanás provocó al principio: el carácter de Dios.

No pase por alto los siguientes puntos vitales: 1. Es Satanás, y no Dios, quien está tratando de quitarnos nuestra

seguridad de la salvación. En su intento por destruir a las personas, él las tienta a pecar y luego las acusa precisamente por haber cometido esos pecados.

2. El juicio previo al advenimiento confirma la seguridad de la sal-vación a los que son leales a Dios, confundiendo las acusaciones de Sa-tanás. Los que están protestando que el juicio preadvenimiento destru-ye la verdadera seguridad cristiana del evangelio, están viendo la situa-ción al revés. Los únicos que encuentran que el juicio los amenaza son los desleales a Dios.

3. No es extraño que veamos a Satanás “con gran ira, sabiendo quetiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12). La mayor parte del mundo cris-tiano no comprende o no acepta el juicio previo al advenimiento, pero ¡Satanás sí! En un sentido intelectual, él es un mejor teólogo que la ma-yoría de los teólogos humanos, aun cuando él está del lado equivocado de la teología.

128

4. La gente que está totalmente comprometida con Dios es victo-riosa sobre Satanás “por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12:11). Apocalipsis 12:17 se refiere también a su lealtad y a la base de su victoria. “El dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guar-dan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Es-te versículo describe a los fieles seguidores de Cristo a lo largo de la era cristiana, pero tiene un significado especial durante el tiempo del juicio preadvenimiento, cuando los que perseveran en su lealtad a Dios “guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucris-to” (Apocalipsis 12:17).

Confianza, en vez de negación 3 Muchos cristianos están en un estado de negación acerca del juicio

porque le tienen miedo. Un estado de negación es un fenómeno psico-lógico fascinante y peligroso. Desde la destrucción de las torres gemelas en Nueva York el 11 de setiembre de 2001, un estudio del National Ins-titute of Standards and Technology investigó la capacidad de las perso-nas de evacuarse cuando hay un peligro inminente. La intención era hacer que las operaciones de advertencia y rescate sean más exitosas en el futuro. Uno de los problemas mayores es que se necesita tiempo para que la realidad del peligro penetre en la conciencia de la gente, aun cuando el peligro sea obvio.

Cuando el avión chocó con el edificio en que estaba Elia Zedeño el 11 de setiembre, el efecto no fue sutil. Desde el piso 73 de la torre 1, ella oyó una explosión enorme y sintió que el edificio realmente se había inclinado hacia el sur, como si estuviera por caerse. Nunca an-tes había sentido eso, aun cuando en 1993 una bomba estalló en el subsuelo, atrapándola en un ascensor. Esta vez, Zedeño se aferró de su escritorio y levantó los pies del suelo, y gritó: “¿Qué está pasan-do?”

Uno pensaría que su siguiente instinto fue el de huir. Pero ella tuvo la reacción opuesta. “Lo que yo realmente quería era que alguien me

129

gritara: “Todo está bien. No te preocupes. Está en tu cabeza”. Ella no lo supo en ese momento, pero a su alrededor otros tenían la

misma incredulidad. Y las reacciones no son únicas del 9/11. Sea en naufragios, huracanes, desastres aeronáuticos, o incendios en edificios, la gente en peligro experimentan etapas notablemente similares. Y la primera -aun ante un peligro claro y urgente- es casi siempre un perío-do de profunda incredulidad. 4

Elia pudo salir del edificio a tiempo porque una de las compañeras de trabajo respondió en forma diferente y les gritó a ella y a otras que salieran. Pero muchos otros en las torres gemelas demoraron de-masiado y perecieron. “Por lo menos 135 personas que teóricamente te-nían acceso a escaleras abiertas -y tiempo suficiente para usarlas- nunca lo lograron”. 5

Queremos intensamente que nuestra situación estable continúe; va-cilamos en renunciar a ella hasta que estamos obligados. Algunas veces la advertencia viene de Dios más bien que de nuestros sentidos físicos o de otros seres humanos. Los ángeles advirtieron a Lot y a su familia, pero ellos estaban en un estado de negación y no querían abandonar sus cómodos hogares. Los ángeles tuvieron que arrastrarlos fuera de Sodoma y lograron sacarlos justo antes de que el fuego divino quemara la ciudad. Aun entonces, la esposa de Lot desobedeció, al mirar atrás, e instantáneamente se convirtió en un pilar de sal (Génesis 19). Su situa-ción de negación fue fatal. El hecho de que ella no trató el peligro como algo real no disminuyó su realidad.

Los cristianos temen el juicio, en parte porque no sólo libera a los que son leales a Dios sino también condena a los desleales (Hebreos 10:26-31). Pero un estado de negación no hará que el juicio desaparezca. Como ocurre con cualquier otra situación que involucra consecuencias de vida o muerte, –en este caso, vida eterna versus muerte eterna– lo único sensato es afrontarla directamente, evaluando las opciones y sus consecuencias. No hacer nada es elegir la muerte por omisión, así como los que se demoraron en las torres gemelas y con ello determinaron su suerte.

Sí, el escenario parece oscuro para quienes se apartan de Dios. Pero Dios quiere salvarlos, de modo que les da una advertencia oportuna. Durante el juicio preadvenimiento, la advertencia es como la siguiente:

130

“Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre” (Apocalipsis 14:9-11).

¿Por qué habría de ser Dios tan cruel como para dar una advertencia así? En realidad, al dar esta advertencia, Dios no es cruel, sino es mise-ricordioso. El hace que la gente conozca las terribles consecuencias de modo que puedan elegir evitarlas. Supongamos que los aviones aliados hubieran dejado caer panfletos sobre Hiroshima el 5 de agosto de 1945, advirtiendo a todos que abandonaran esa área porque al día siguiente caería una bomba atómica allí. ¿Habría sido eso cruel o bondadoso? Así que si ha estado en un lugar equivocado en su relación con Dios, por favor lea su “panfleto”, la Biblia, y haga algo acerca de esa relación. No se quede parado o sentado hasta que el infierno se desate.

Para los que eligen ser leales a Dios, el juicio preadvenimiento es una historia diferente. Es “acerca de la misericordia y sus resultados para nosotros y para nuestro divino Rey y Juez, quien es también nuestro Padre. Cuando entremos al juicio alegrándonos por el perdón que ya hemos recibido, el juicio fija en concreto nuestra confianza”. 6

La Biblia responde a nuestros temores La Biblia responde a nuestros temores informándonos acerca del jui-

cio de modo que podamos hacer una elección informada, basada en da-tos reales, en vez de hundimos en la negación propia o empujarnos a una reacción excesiva. Aquí están los factores principales:

1. Somos juzgados por nuestras obras (Eclesiastés 12:14; compararcon Daniel 7:10). Esto suena aterrador porque Dios sabe todo. Sin em-bargo, nuestros hechos son sólo síntomas de nuestra fe en la gracia de Dios mediante la cual él nos salva (Efesios 2:8, 9; Santiago 2:26). Siendo que Dios es el que da poder a nuestras obras mediante la fe (Romanos 5:5; Gálatas 5:6; Filipenses 2:12, 13), no hay lugar para el legalismo o la desesperación, que son realmente dos lados de la misma moneda mise-

131

rable que vanamente trata de comprar el favor de Dios en vez de rego-cijarse en su gracia.

2. El perdón que hemos recibido previamente puede ser anulado enel juicio (ver Ezequiel 18:24; Mateo 18:32-35). Sin embargo, esto puede ocurrir sólo si rompemos nuestra conexión de pacto con Dios al ale-jamos de él, y le impedimos damos continuamente la transformación del carácter que es parte del paquete del perdón (Hebreos 6:4-6). Mien-tras aceptemos el cambio que él ofrece, tenemos la seguridad total de que nuestros pecados están perdonados (Romanos 8:1-17; Colosenses 1:21-23).

3. El juicio sucede en el cielo, y no sabremos cuándo serán con-siderados nuestros casos. Estos factores pueden causar temor porque significan que no podemos limpiar nuestra vida a tiempo para nuestra aparición en el tribunal. Dios está interesado en el compromiso per-manente y genuino en vez de una muestra hipócrita que da una buena impresión temporaria pero no está basada en la realidad profunda. ¿Querría usted casarse con alguien a quien sólo vio en un traje de gala sin saber cómo se vería y actuaba durante los altos y bajos de la vida ordinaria? Aunque no sabemos cuándo aparezca nuestro caso personal, Dios nos ha dicho cuándo comenzó el juicio en general (1844, ver el ca-pítulo 8 de este libro). Él también nos ha dicho lo que él quiere que ha-gamos durante todo el tiempo: “Guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).

Jesús dijo que Dios el Padre “todo el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22). Piense acerca de las implicaciones de esta afirmación. El Padre no juzga a ningún ser humano directamente sino que depende del juicio de su Hijo, Jesucristo, quien murió para salvarlo. La gente que invierte en algo o en alguien quiere proteger su inversión. Morir por alguien es la inver-sión máxima, pero Jesús hizo más que morir por usted: él murió el equivalente a la segunda muerte por usted.

Él tiene más inversión en usted que la que cualquier otro ser del universo pudiera hacer. ¿No tiene sentido, entonces, que él tenga un in-terés supremo en salvarlo si pudiera, es decir, si usted se lo permite?

No sólo Dios lo amó lo suficiente para enviar a su propio Hijo para morir por usted, sino que el mismo Hijo vivió sobre el planeta Tierra durante 33 años entre seres humanos falibles, como usted y yo. Así él

132

experimentó nuestras debilidades de una manera que nunca podría ha-berlo hecho por mera observación. El sintió nuestras tristezas, nuestro dolor, nuestras enfermedades (Isaías 53:3, 4). Aunque nunca cometió pecado, él “fue tentado en todo según nuestra semejanza” (Hebreos 4:15). Por ello está perfectamente calificado para servir como nuestro misericordioso Sumo Sacerdote y Juez.

La obra de un sacerdote es la de interceder, la de mediar en favor de alguien. El hecho de que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote y por lo tan-to nuestro Mediador o Abogado defensor (ver 1 Juan 2:1) y al mismo tiempo nuestro Juez (Juan 5:22) y el “testigo fiel y verdadero” (Apoca-lipsis 3:14), debería damos una tremenda certeza y seguridad. ¡Pero hay más!

“Jesús es también nuestro sustituto, el acusado, habiendo tomado voluntariamente nuestro lugar. Mediante el milagro de la gracia divina, Cristo se pone en nuestro lugar. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él’ (2 Corintios 5:21)”. 7

Si estamos con Jesús, todo está a nuestro favor porque no tenemos nada que temer. Todo depende de nuestra relación con Jesús, quien di-jo:

“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32, 33).

¿Qué mejor “referencia” podría usted tener que una de Jesucristo? Los cristianos pueden gozar de cinco clases de confianza durante el jui-cio preadvenimiento: 1) Confianza de acceso a Dios mientras Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, quien está ministrando en el Lugar Santísimo celestial (Hebreos 4:14-16; 1 Juan 5:14, 15). 2) Confianza de que Dios es justo (Salmo 96). 3) confianza de que él nos librará de opresión (Daniel 7:21, 22, 26, 27; Salmo 9:1-4). 4) Confianza en la inminencia de la segun-da venida de Cristo (Daniel 8:14; Apocalipsis 14:6, 7; comparar con Gé-nesis 15:13-16; Habacuc 2:3; Amós 4:12). Y 5) confianza de que estamos en una relación salvadora con Dios (Salmo 50:3-6; Levítico 16:14-19; comparar con Levítico 4:6, 7, 17, 18, 25, 30, 34; 1 Juan 5:13).

133

Participación y compromiso En el antiguo Día de la Expiación, los israelitas no podían ver fí-

sicamente a su sumo sacerdote cuando entraba al santuario para puri-ficarlo de los pecados de ellos. Sin embargo, debían participar en este gran evento, que tenía consecuencias de vida o muerte para ellos, humi-llándose mediante la abnegación física (ayuno, etc.) y la observancia del sábado absteniéndose de trabajar (Levítico 16:29, 31; 23:26- 32). 8 De este modo obedecían a Dios y le prometían su lealtad a él. Al humillarse, anti-cipaban en una medida pequeña la experiencia de fe de Cristo: “Se humilló a sí mismo” (Filipenses 2:8).

Durante el Día de la Expiación del tiempo del fin, que es el juicio preadvenimiento, Dios quiere que su pueblo participe haciendo dos co-sas similares: 1) obedeciendo sus mandamientos, y 2) aferrándose a la fe de Jesús (Apocalipsis 14:12). Apocalipsis 14 dice que cuando los santos alcancen la seguridad del otro lado de la crisis, seguirán a Cristo a don-de quiera que los guíe (versículo 4). Pero ellos no comienzan a seguirlo por primera vez cuando entren por las puertas de perla de la Nueva Je-rusalén. Lo seguirán en ese lugar porque eso es lo que acostumbraban hacer mientras obedecían a Dios y se aferraban a la fe de Jesús.

El llamado básico a la vida de fe sigue siendo el mismo. A los cris-tianos que vivan en el fin no se les requerirá que tengan una calidad de fe singular ni una lealtad que nadie en el pueblo de Dios haya poseído en lo pasado. Es cierto que Apocalipsis 14:5 habla de un grupo especial de salvados que son “sin mancha”. Pero hace miles de años, Dios orde-nó a Abrahán: “Anda delante de mí, y sé perfecto” (Génesis 17:1). La norma es la misma, y no hay norma más elevada de armonía con la vo-luntad de Dios que esa. Caleb lealmente siguió a donde Dios lo condujo. Y así lo hicieron José, Daniel, Ester, Juan el Bautista, los apóstoles de Cristo, y una hueste de otros, que obedecieron a Dios, confiaron en su salvación, y aceptaron su conducción, (ver Hebreos 11). No hay nivel más alto al seguir la conducción de Dios que ése.

“Caminar” con Dios es la única manera de llegar a ser como él en ca-rácter, es decir, crecer a la madurez, a la perfección. Enoc no obtuvo la bendición de cruzar el umbral al mundo eterno porque estuvo sentado tratando de perfeccionarse crujiendo los dientes y arrancándose las fal-tas una por una. El la obtuvo porque amaba estar con su Señor. Obtuvo

134

fuerzas y pureza al acompañar a su divino Maestro dondequiera que iba. Enoc no tuvo que dar un gran salto para entrar al Paraíso; fue sólo un pequeño paso para él porque ya estaba caminando con Dios (Géne-sis 5:24).

“Cuando pienso en llegar a ser perfecto en carácter, comienzo a con-templar mis faltas y a sentir miedo. Como Pedro cuando caminó sobre el agua, me distraigo con los obstáculos -el viento y las olas- y comienzo a hundirme (Mateo 14:30). Pero cuando pienso en ser leal a Cristo, el cuadro cambia porque mi mirada está sobre él. Él es mi ejemplo, pastor y guardián (1 Pedro 2:21-25). Obtengo valor porque todo lo que necesi-to es seguirlo a él donde quiera que él quiera llevarme, incluyendo a la perfección del carácter. El resultado es similar –la perfección del carác-ter– pero el foco es diferente”. 9

Sabemos la clase de fidelidad que Dios nos pide hoy. En las historias que contiene la Biblia, hemos visto demostraciones en las vidas de per-sonas reales con faltas, desafíos y debilidades como las nuestras. Por eso es tan importante que estudiemos toda la Biblia. Al observar las ca-racterísticas que Dios aprueba y las que él rechaza, y al permitimos sa-ber que él está con nosotros ayudándonos todo el tiempo, nos enseña cómo actuar y hablar y qué actitudes deberíamos luchar para conseguir.

¿Demanda el lugar del juicio nuevos requisitos del pueblo de Dios? Apocalipsis 14:12 especifica la observancia de los mandamientos de Dios y aferrarse a la fe de Jesús. No son requisitos nuevos, así como el “nuevo mandamiento” de Jesús de “que os améis unos a otros” (Juan 13:34) no es nuevo en sí mismo sino fue renovado para los seguidores de Cristo y recibió un nuevo significado por su ejemplo (Levítico 19:18, 34; Juan 13:34). El Apocalipsis renueva y enfatiza los mandatos de obe-decer a Dios y guardar la fe de Jesús (incluyendo la fe en Jesús) porque estos mandatos tienen un significado especial para la gente que vive durante el juicio, cuando los poderes que se oponen a Dios desafían su obediencia y su fe. La calidad de su lealtad no será singular; siguen en las pisadas de personas como Abrahán y Caleb. Pero Dios los conducirá a través de circunstancias singulares, que nadie ha experimentado an-tes. Además, en el tiempo del fin, todo un grupo de personas -en vez de que sean una o dos personas- cooperarán con él de este modo.

135

Nuestra cultura tiende a ser altamente individualista, y cada uno de nosotros debe tener una relación personal con Cristo. Sin embargo, su obra en el mundo debe ser hecha por una comunidad unificada de cre-yentes que cooperan usando sus diversos dones espirituales para alcan-zar a los perdidos con el amor de Dios y la verdad acerca de su carácter. La comisión evangélica de Cristo de llevar las buenas nuevas de la sal-vación al mundo entero antes de que venga (Mateo. 24:14; 28:19, 20) no se cumplirá mediante unas pocas estrellas de primera magnitud que ac-túen como si fueran las únicas importantes. Más bien, será hecho por un esfuerzo masivo con poder dado divinamente, de muchas personas humildes que trabajan juntas como una sola, para quienes lo único que importa es la gloria de Dios mediante el servicio a la humanidad. ¡Sí, Dios, tu honor es lo único que importa!

Referencias 1 The New Encyclopedia of Christian Quotations, p. 1094. 2 Acerca de la identidad y la naturaleza de la “Babilonia” del tiempo del fin en el li-bro del Apocalipsis, ver el Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 843, 844. 3 El resto del capítulo presente está adaptado de Roy Gane, Altar Call, pp. 314-343. 4 Amanda Ripley, “How to Get Out Alive”, Time (2 de mayo de 2005), p. 59. 5 Ibíd. 6 Gane, p. 338. 7 John T. Anderson, Investigating the Judgment, p. 26. 8 Para una explicación de negación propia, ver Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 404, 405; Roy Gane, Cult and Character, pp. 312-315. 9 Gane, Altar Call, p. 333.

136

C O N C L U S I Ó N

El mensaje de Elías y el mensaje

del tercer ángel m

emos encontrado que el mensaje del tercer ángel de Apocalip-sis 14:9 al 12 contiene un mensaje doble para las personas que vivan durante el juicio que ocurre justo antes del regreso de

Jesús. Los advierte contra la adoración de “la bestia y su imagen”, y llama a tener la “paciencia de los santos, los que guardan los manda-mientos de Dios y la fe de Jesús” (versículos 11, 12). Al fin mismo del Antiguo Testamento, Malaquías registró la promesa de Dios: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el co-razón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4:5, 6). 1

La figura de Elías hace su obra de reconciliar a las familias antes del “día de Jehová, grande y terrible”, que debe ser la segunda venida de Cristo (ver Apocalipsis 6:15-17; 14:14-20; 19:11-21). Esto por lo me-nos se superpone con el tiempo del juicio preadvenimiento, cuando se proclama el mensaje del tercer ángel. ¿Cuál es, entonces, la relación entre el mensaje de Elías de Malaquías y el mensaje del tercer ángel del Apocalipsis?

El mensaje de Elías implica un juicio. Antes que Dios tenga a las personas por responsables por la forma en que se relacionaron, les da la oportunidad de reconciliarse unos con otros, especialmente dentro de las familias y a través de las generaciones. La profecía de que el

H

137

mensaje de Elías “restaurará los corazones” de las personas unas con otras indica que involucrará una renovación del amor de unos hacia los otros.

El mensaje del tercer ángel también llama al amor: los manda-mientos de Dios están basados en el amor a Dios y a los demás seres humanos (ver Mateo 22:37-40). Y su llamado a que la gente tenga “la fe de Jesús” exhorta a la gente a mantener la confianza que Cristo tuvo en la voluntad de su Padre para salvamos mediante su sacrificio hecho por amor y/o tener fe en Jesús para libramos por cuanto él nos ama tanto que murió por nosotros. Por causa del amor que Jesús nos mostró, él nos ha ordenado que “os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).

Así que el mensaje del tercer ángel abarca el mensaje de Elías. Su dirección es la misma, sólo que el mensaje de Elías enfatiza más estre-chamente la reconciliación de las relaciones entre los padres y los hi-jos. Los que no aceptan el mensaje de Elías son maldecidos (Malaquías 4:6), y los que rechazan el mensaje del tercer ángel, escogiendo la “bestia y su imagen” en vez del Dios amante, sufren la destrucción por fuego y azufre (Apocalipsis 14:10). Esto muestra que el amor mu-tuo es esencial para nuestra supervivencia. Los que viven con Dios, sus santos ángeles y los seres humanos redimidos por toda la eterni-dad en la vida futura serán aquellos cuyos corazones han estado amándose unos a otros en la edad presente que está pasando.

En la parábola de la oveja y las cabras (Mateo 25:31-46), Jesús dijo que el veredicto del juicio preadvenimiento estaría basado en la forma en que trataron a los que padecían de necesidad, lo cual, dijo él, revela cómo lo hubiéramos tratado a él cuando estuvo sobre la tierra. Los ejemplos de situaciones que da Jesús son muy sencillas, prácticas y practicables: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me dis-teis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cu-bristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (ver-sículos 35, 36). Todos pueden hacer esta clase de cosas. No se requiere siquiera un certificado de haber terminado la escuela primaria, y mu-cho menos estudios universitarios.

Por supuesto, Jesús no tenía la intención de limitar lo que espera que hagamos los unos por los otros a la breve lista que mencionó en

138

su parábola. Su punto era que debemos ayudar a los que están en ne-cesidad, sean miembros de la familia, amigos o extraños. Una mujer puede necesitar un abrazo para asegurarle que su duro trabajo y preo-cupación por la familia es apreciado. Un hombre puede necesitar ayudar a lavar los platos y la ropa para mantener el hogar en marcha mientras su esposa está estudiando algún curso. Un hijo puede necesi-tar ayuda con sus matemáticas, y una hija adolescente puede necesitar hablar acerca de sus relaciones en la escuela. Una persona sola puede necesitar palabras de ánimo y una oración. Una persona anciana pue-de necesitar que la lleven a hacer las compras de almacén. Un amigo puede estar en dificultades con respecto a su trabajo o por causa de problemas financieros o maritales. Un extraño puede necesitar indica-ciones para llegar a una dirección, o ayuda para cambiar un neumáti-co junto a la carretera. Las posibilidades siguen y siguen. El factor común es el amor por los demás.

La Madre Teresa dijo: “Jesús viene a nuestro encuentro. Para darle la bienvenida, vayamos a su encuentro. Él viene a nosotros en la per-sona de los hambrientos, los desnudos, los solitarios, los alcohólicos, los adictos a las drogas, las prostitutas, los mendigos en la calle. Él puede venir a usted o a mí como un padre que está solo, como una madre, un hermano o una hermana. Si los rechazamos, si no salimos a encontramos con ellos, rechazamos a Jesús mismo”. 2

No podemos atender las necesidades de todos. Aun Jesús mismo no trató de hacer todo cuando estuvo en la tierra. Él podía estar sólo en un lugar a la vez, de modo que tuvo que ser selectivo. Pero él bus-có a los que estaban con necesidades profundas de varias clases, y no ignoró ningún pedido urgente y genuino de ayuda.

Por supuesto, sabemos que hay personas que se aprovechan de los cristianos modernos, poniendo sobre ellos un sentido de culpa para extorsionarlos; ayuda que realmente no necesitan. El apóstol Pablo en-señó que no tenemos obligación de proveer a los que son capaces de trabajar pero “tienen desafíos motivacionales”, una expresión “políti-camente correcta” para “pereza”. Si pasan hambre, esto es cosa de ellos. Pablo dijo: “Si alguno de vosotros no quiere trabajar, que tam-poco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). Jesús no estaba hablando de estas personas en Mateo 25. Allí nos pide que ayudemos a quienes tienen

139

necesidades reales. Malaquías y el mensaje del tercer ángel de Juan nos llaman a arre-

pentimos de nuestra falta de amor no cooperativo que fragmenta nues-tra unidad y con ello diluye nuestro testimonio por Cristo en el mundo. Hay un Dios, un Salvador, una fe, un bautismo y el compañerismo de un cuerpo de iglesia (Ver Efesios 4:4-6). Es tiempo de que volvamos al Mesías que nos reunió, pongamos a un lado nuestras diferencias, para gozarnos en nuestra diversidad dada por Dios, para avanzar hacia la norma divina en el centro de nuestra fe, y para marchar victoriosamen-te hasta el fin de la gran guerra a la gran paz que hay del otro lado.

Referencias 1 Esta traducción sigue la Septuaginta griega y no el texto hebreo. 2 Mother Teresa: In My Own Words, José Luis González-Galado, compilador (Nueva York: Gramercy Books, 1996), p. 29.

140 RECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com