«rauda. roa de duero (burgos)» · 2021. 3. 14. · 03 ciudades vacceas 28 4 roa de duero (burgos)...

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●Autor/es José David Sacristán de Lama ●Título «Rauda. Roa de Duero (Burgos)» ●N.º de Vaccea Anuario 4 ●Año 2011 ●Páginas 28-34 ●ISBN 978-84-7359-685-5 ●URL https://pintiavaccea.es/download.php?file=234.pdf

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●Autor/es José David Sacristán de Lama

●Título «Rauda. Roa de Duero (Burgos)»

●N.º de Vaccea Anuario 4

●Año 2011

●Páginas 28-34

●ISBN 978-84-7359-685-5

●URL https://pintiavaccea.es/download.php?file=234.pdf

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www.pintiavaccea.es

PINTIA - CAMPAÑA XXI EXCAVACIONES EN LA NECRÓPOLIS DE LAS RUEDASY EN EL SISTEMA DEFENSIVO DE LA CIUDAD

FERNANDO QUESADA SANZFIRMA INVITADA

LOS CARPETANOSNUESTROS ANCESTROS

PREMIOS VACCEAEDICIÓN 2010

RAUDA (ROA DE DUERO)CIUDADES VACCEAS

UN NUEVO BÁCULO EN PINTIAPIEZA VACCEA DEL AÑO

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EDITACentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”de la Universidad de Valladolid

DIRECTORESCarlos Sanz MínguezFernando Romero Carnicero

COLABORADORESCristina Górriz GañánRoberto De Pablo MartínezJuan Manuel Carrascal Arranz

ILUSTRACIONESCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg” yautores de los trabajos respectivos, salvo indicaciónexpresa.

DISEÑOCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”

MAQUETACIÓNEva Laguna Escudero

PORTADAExcavaciones en los fosos defensivos de Pintia

REDACCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y PUBLICIDADCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”y Asociación Cultural Pintia

IMPRESIÓNOCHOA IMPRESORES / 975 233 827

TIRADA20.000 ejemplares

DEPÓSITO LEGAL:

ISBN:

PREMIOS VACCEAConvocatoria

Tercera Edición2012

En el acto de entrega de los Pre-mios Vaccea, en su segunda edición, quetuvo lugar, en el Aula Triste del Palacio deSanta Cruz de Valladolid, el 11 de di-ciembre de 2010, quedaron convocadoslos correspondientes a su tercera edi-ción, que tendrá lugar el año 2012. Po-drán optar a los mismos, en sus distintasmodalidades, cuantas instituciones, pú-blicas o privadas, empresas o particula-res se presenten o sean presentados,acompañando la documentación que lesjustifique como acreedores a los mismos;además se tendrán en cuenta las pro-puestas del jurado de la mencionada edi-ción.

Cuantos deseen optar a los PremiosVaccea en su tercera edición, en cual-quiera de sus modalidades, habrán de di-rigirse, acompañando la documentaciónpertinente, al Director del Centro de Es-tudios Vacceos “Federico Wattenberg”(Departamento de Prehistoria, Arqueo-logía Antropología Social y Ciencias y Téc-nicas Historiográficas, Facultad deFilosofía y Letras, Universidad de Valla-dolid, Plaza del Campus Universitario s/n,47011-Valladolid)

Esta convocatoria permaneceráabierta hasta el 31 de diciembre de 2011.

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Directores:Carlos Sanz Mínguez, Profesor Titular de Prehistoria, Universidad de ValladolidFernando Romero Carnicero, Catedrático de Prehistoria, Universidad de Valladolid

Codirectores Excavación Arqueológica:Roberto De Pablo MartínezCristina Górriz Gañán

CoordinadoraMaría Luisa García Mínguez, Presidenta de la Asociación Cultural Pintia

Becarios adscritos al Proyecto Pintia:Maeva SerieysDaniel MoralesÁlvaro Sanz García

Personal contratadoEva Laguna EscuderoFrancisca Maldonado RequenaTeodora Olteanu Luis Pascual Repiso

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Alumnos participantes en la campaña de excavación XX:

01

01 Excavaciones en Pintia. Campaña XXI de excavaciones arqueológicas en Pintia (Padilla de Duero/Peñafiel)

02 Nuestros ancestros. Carpetanos

03 Ciudades vacceas. Rauda

04 Firma invitada. Fernando Quesada Sanz

05 Premios Vaccea 2010

06 Diez años (2001-2010) del Centro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg” de la Universidad de Valladolid

07 Premios recibidos. Premio Diálogo

08 A debate. Plataforma Ciudadana pro-Pintia

09 Pintia proyecto docente

10 Pieza del año. Báculo de Pintia

11 La otra mirada. Ángel Rodríguez y Luis Pascual

12 Noticiario Vacceo

13 Humor Sansón

06

02

03 05

08

07

10

PROYECTO PINTIA

Equipo de investigación 2010

Colaboradores:Ignacio Represa BermejoCarlos SantamarinaCarlos Jimeno VelascoJuan Manuel Carrascal ArranzElena Benito de la Torre

Susan BartholomewPatricia Cabero GarcíaAgus�n Cascallana RiolNicholas ChaudakshetrinFrancesca Chris�eCatherine ConnolyFernando da SilvaCarol DempseyMolly EngelmanAmador García RivasPatricia González HernándezCourtney GriffinConchi Hernández Mancha

Sara HernangómezKatherine JablonskiAlexis JordanFelix KaplanMaria KneafseyAja LansPablo Or�z MolinaPatricia PerazaDaniel PrioreElvira Rodríguez GutiérrezDaniel San JoséMª Luz Sanz LarricheRachel Savell

Samantha SavoryVictoria SchuppertShane ShelbyTeresa SilvaJennifer SmallFrank ValcarcelAnnelies Van de VenOliver WalchBeryl WallingfordMonica WituckiSara Woeckener

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03 Ciudades Vacceas

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ROA DE DUERO (BURGOS)

RRAAUUDDAA

Antes de su anexión por Roma, la cuenca sedimentaria del Duero estuvo ocupada pormedio centenar de ciudades-estado. La mitad de ellas fueron destruidas por el ejér-cito de Pompeyo al terminar el primer cuarto del siglo I a.C. y su nombre, con algu-

nas excepciones, se perdió en el olvido. Las que sobrevivieron conformaron la red urbana deépoca romana, y los documentos contemporáneos transmitieron sus nombres. Conocemos tam-bién los lugares donde se ubicaron, pero sólo en algunos casos podemos relacionar sin dudalos yacimientos y los nombres. Uno de tales casos es el de Rauda, citada en la Geografía de Pto-lomeo (2, 6, 49) entre las ciudades de los vacceos, y en el Itinerario de Antonino al describir unade las vías que conectaban Asturica Augusta y Caesaraugusta.

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HistoriografíaSu ubicación en el mismo solar

que la actual Roa, en la provincia de Bur-gos, no ofrece hoy duda. Las fuentesmedievales dan cuenta de la repoblaciónen el año 912 con la vieja denominaciónde Rauda, y permiten seguir la deriva delnombre, a través de la transición Roda,hasta el actual topónimo, como sucedetambién en otros casos como los de Sep-timanca, Cauca, Palantia o Salmantica.A ello se unen los documentos arqueo-lógicos que se han ido acumulando, enparticular en las últimas décadas.

A pesar de todo, los eruditosque, desde el Renacimiento, trataronsobre las fuentes clásicas mostraroncierta vacilación sobre su ubicación pre-cisa. Mientras Florián de Ocampo decíaclaramente, a mediados del siglo XVI,que los límites de los vacceos “cruzabanel río Duero junto a Roa, tomándola den-tro de sí”, Jerónimo Zurita prefería si-tuarla en Aranda de Duero, y MendesSilva, y con él Moreri, en el cerro deManvirgo, unos kilómetros al norte deRoa. Sin embargo, desde mediados delsiglo XVIII, los historiadores (El Padre Fló-rez, el canónigo Loperráez, Ceán Bermú-dez, M. Cortés, E. Saavedra, etc.) nodudan ya de la correspondenciaRauda/Roa, aunque llama la atenciónque, todavía en fecha tan reciente como1930, un autor como Hergueta siguieraproponiendo la ubicación de la antiguaRauda en la Cuesta de Manvirgo.

Lo cierto es que, aparte del nom-bre, apenas había apoyo arqueológico.Hasta época reciente no se había repa-rado en el interés histórico de las es-tructuras y restos materiales que sinduda saldrían a la luz cuando se hacíanobras en la población. Los testimonioscon que se contaba hasta bien entradoel siglo XX eran bien escasos: una sucintareferencia de Loperráez en 1788 a “al-gunas medallas celtibéricas y romanasque se encuentran en sus inmediacio-nes”, otra de Ceán Bermúdez en 1832 di-ciendo que Roa es la Rauda de losvacceos y conserva ruinas de su antiguapoblación (¿?) y, sobre todo, un artículode 1908 del claretiano Francisco Naval,en el que, tras visitar la población desdesu cercano convento de Aranda, por pri-mera vez daba cuenta de hallazgos pre-cisos; entre ellos, los de una posiblenecrópolis entonces destruida. Pocosaños después, en 1915, A. Blázquez ase-guraba no haber encontrado allí restosantiguos. La antigua Rauda seguíasiendo entonces poco más que un topó-nimo bien ubicado.

En el año 1947, supuso un hito elhallazgo de un tesorillo, publicado porJosé Luis Monteverde, compuesto por almenos 167 denarios indígenas (no se co-noce el número exacto, porque se re-partieron inmediatamente entrediferentes personas), dos arracadas áu-reas y dos cadenillas de hilos trenzados,igualmente de oro. Por último, FedericoWattenberg, en La Región Vaccea, sibien no podía confirmar anteriores noti-cias, aparte del tesoro de 1947, daba

cuenta de haber visto cerámicas celtibé-ricas y romanas en el término de El Pa-lacio. Otros autores se hicieron eco deestas noticias en los años siguientes.

Esta era la situación hasta media-dos de los años setenta del pasado siglo,cuando empecé a interesarme por la ar-queología de la antigua Rauda, por miascendencia raudense (así se llama a losnaturales de Roa) y mi residencia inter-mitente en la población. Las prospeccio-nes en el entorno, la atención a las obrasen solares urbanos y las primeras exca-vaciones, en general de alcance muy li-mitado, empezaron a revelar lapoderosa presencia de la ciudad antigua,y las piezas del puzle comenzaron a di-bujar una imagen coherente de ella.Fruto de ello fue la tesis doctoral que dioorigen a la publicación monográfica LaEdad del Hierro en el valle medio delDuero. Rauda (Roa, Burgos), en la que,como contexto, se recogían las aporta-ciones hechas desde que Wattenbergpublicara La Región Vaccea y que permi-tían revisar la perspectiva de la Edad delHierro en el interior de la Meseta; la ar-queología raudense contribuyó a ello demodo relevante. En el año 1988 se incoóla declaración del yacimiento como ZonaArqueológica (la declaración es del año1993), y desde entonces se vienen reali-zando habitualmente sondeos y excava-ciones cuando se efectúan obras en lalocalidad.

Después de todo ello, ¿qué po-demos decir hoy de la antigua ciudadvaccea?

Ni que decir tiene que la situa-ción de la moderna población de Roasobre la antigua Rauda ha supuesto unalimitación grave para la investigación. Laactividad constructora y las obras de ur-banización han multiplicado las oportu-nidades de asomarse al subsuelo, pero,en contrapartida, ello ha dificultado laexcavación de espacios amplios que per-mitieran una aproximación al urba-nismo. Por otra parte, mientras, en lossolares, la repetida construcción decasas a lo largo de los siglos ha dañadolos niveles antiguos, en los espacios pú-blicos éstos se conservan mejor, inme-diatamente bajo el asfalto, pero sureconocimiento suele limitarse a las zan-jas de canalización de servicios urbanos,que, al menos, proporcionan una buenaidea de la delimitación del asentamientoy de la densidad de ocupación.

Rauda se situaba en el extremosureste del territorio vacceo, en la orilladerecha del Duero, en un tramo dondeel río describe una amplia vuelta hacia el

Calle de La Corredera. Vivienda circular de adobe con refuerzo exterior de postes, de la primera Edad delHierro.

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norte, hacia donde ha ido derivando de-jando una amplia vega en el sur. Por elnorte, la erosión ha desmantelado lospáramos en una gran extensión, deforma que su cumbrera ha retrocedidovarios kilómetros, casi hasta el Esgueva,y desde allí el terreno cae suavementedesde una altura de 945 metros sobre elnivel del mar hasta el Duero, que discu-rre en este tramo a una cota de 770 me-tros. El resultado es una amplia campiñatendida que es hoy uno de los principa-les sectores vitícolas de la Ribera. En elsolar de Roa, el borde de la campiñaforma una muela destacada, de con-torno bien definido, que se precipita enun último escalón de 50 metros sobre elrío. El lugar ofrece unas buenas condi-ciones naturales para la defensa y visi-bilidad sobre el entorno; por un lado,hacia el valle del Duero, que tiene aquíuna gran amplitud, y, por el otro, haciala campiña.

El poblado de la Primera Edad del HierroFue en este lugar donde se le-

vantó, durante la Primera Edad del Hie-rro, la aldea originaria de la poblaciónque en época histórica se llamó Rauda.En el año 1976 se detectaron por pri-mera vez, los niveles de esta etapa, ydesde entonces se han reconocido re-petidamente en un sector del yaci-miento. Este primitivo poblado lofundaron gentes de la cultura del Sotode Medinilla, probablemente durantesu etapa de plenitud. El hallazgo de al-gunas cabañas circulares de postes y ra-maje, sin adobes, no es ya hoy unargumento suficiente para postular uninicio anterior, en la etapa formativa delgrupo, porque se trata de un rasgo queperduró en la fase de madurez de estacultura.

Este primer núcleo raudense ocu-paba el cuadrante nororiental del yaci-miento, con una extensión aproximadade cuatro hectáreas, y estaba defen-dido, al menos, por un foso con secciónen artesa, de casi siete metros de anchoen su parte superior y entre cinco y seismetros de profundidad, que se docu-mentó en los años 1992-1993 en el solarnº 5 de la calle de la Escuela. No sabe-mos si a este foso lo acompañaba unamuralla. Con carácter general, los vesti-gios se acomodan plenamente a lo co-nocido en otras aldeas del mismo grupo,con el conocido repertorio de produc-ciones alfareras y otros materiales y ras-gos culturales característicos del

complejo del Soto; entre ellos, cabañasde postes con entramado vegetal y man-teado de barro junto a otras de adobe,así como instalaciones complementariasrectangulares que debían de tener unafunción de almacenamiento. Una de lascasas de adobe de la Corredera tenía porel exterior una estructura independientede postes como soporte de la cubierta.Debajo de ella, se documentó otra casaanterior de postes, sin muro de adobe,con signos aparentes de un ritual funda-cional: rastros de un fuego con un hachapulimentada y sendos hoyos con huesosde un cabrito y restos vegetales no iden-tificados. También en un ambiente do-méstico de la Corredera se exhumó unenterramiento infantil. En ambos casos,se trata de rituales que se documentanen otros yacimientos durante toda la

Edad del Hierro, con perduración enépoca romana.

La ciudad vacceaLa aldea del Soto finalizó con una

importante reestructuración espacial delcaserío y cambios en la cultura material,probablemente hacia el 400 a.C., porquetodavía no estaban presentes las pro-ducciones cerámicas torneadas “celtibé-ricas” que comenzarían a fabricarsealgunos decenios más tarde. Entonces,se amortizó y rellenó el foso y se amplióel área urbana. Los rellenos del foso en

la calle de la Escuela resultan muy ex-presivos de los cambios que entonces seoperaron. Las cerámicas autóctonas se-guían elaborándose sin ayuda del torno,pero se aprecian cambios en el reperto-rio que están por analizar. Están presen-tes, entre otros, los cuencos condecoración a peine, que ya antes apare-cían muy esporádicamente, pero queahora son mucho más numerosos, asícomo vasos de importación ibéricos tor-neados, que también con anterioridadse encontraban ocasionalmente en con-textos del Primer Hierro al sur del Dueroy que ahora llegan al norte del río. Unambiente similar se ha documentado ensolares de la calle de San Vicente nº 3 yde la plaza de la Alhóndiga y en el nivelfundacional del arrabal de las eras deSan Blas.

Estos cambios revelan una aper-tura comercial vinculada al crecimientoeconómico y demográfico (seguramentepor la incorporación de importantes me-joras técnicas, como la generalización delos instrumentos de hierro, sobre todola reja de arado), y se pueden poner enrelación con la desaparición de muchasde las aldeas del Soto, cuyos habitantesse concentraron en algunas de ellasdando origen a los grandes oppida me-seteños, que los textos romanos deépoca de la conquista permiten inter-pretar como centros de ciudades-es-tado. En muchos de ellos, la fotografíaaérea revela que estas aglomeracionesse formaron de manera planificada, con-

Excavación del foso del poblado del Hierro I, en la Calle de La Escuela.

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forme a un proyecto urbanístico. En elcaso de Rauda, probablemente incorpo-raría, al menos, la población de los nú-cleos cercanos de San Martín deRubiales y Hoyales de Roa; pero no co-nocemos la trama urbana antigua,oculta bajo el caserío moderno. Esteproceso, que he explicado en otros luga-res y que fue general entre vacceos yturmogos, se diferencia sensiblementedel que se produjo otras áreas de la me-seta, en las que la colonización de tierrasagrícolas y el aumento de la poblacióndio lugar al surgimiento de numerosasaldeas nuevas dependientes de las na-cientes ciudades. La mayoría de las ciu-dades de la cuenca sedimentariacarecieron de estos poblados satélites. Ytal fue el caso de Rauda, que se encon-traba a una distancia de 22 kilómetrosen línea recta del yacimiento vacceo máspróximo, Pintia, que igualmente fue unaciudad-estado uninuclear. En una fasemás avanzada del proceso, en la se-

gunda mitad del siglo IV a.C., se incor-porarían otras novedades técnicas,como el torno de alfarero, cuando la am-plitud de los mercados ciudadanos per-mitió un sistema de producción demayor escala.

El oppidum raudense se extendióen esta etapa por toda la plataformadestacada sobre el entorno que coincidecon el casco histórico de la actual pobla-ción, con una extensión de 14 ha, a loque hay que sumar la plataforma, algomás baja, de las eras de San Blas, deentre 4 y 5 ha. El núcleo principal tieneforma ovalada, con un eje longitudinalde orientación NE-SO de 612 m, unancho máximo de 358 m cerca del ex-tremo NE y 142 metros en el extremoSO. Uno de los lados largos esta defen-dido naturalmente por la abrupta cuestaque se precipita hasta el Duero. El restodel perímetro lo forma un escarpe deentre 5 y 8 metros de altura, interrum-pido en dos puntos que coinciden con

las puertas de la Villa y del Arrabal de lamuralla medieval. Entre estos dos pun-tos estuvo la laguna de La Cava, que sedrenó en el año 1908. Hasta el mo-mento, no se han atestiguado obras dedefensa artificial de esta etapa, pero, ajuzgar por lo que se conoce en otros nú-cleos vacceos, es muy posible que lascondiciones naturales se reforzaran arti-ficialmente, al menos en algunas partes.Es posible que la construcción de la mu-ralla medieval, que tuvo el mismo perí-metro, destruyera o enmascarara losrestos de la cerca vaccea, en caso dehaber existido.

Fuera de este núcleo, como unaprolongación hacia el nordeste, se ex-tendía el barrio de las eras de San Blas,que es el único sector de la poblaciónantigua que ha quedado libre de cons-trucciones actuales, felizmente salvadode las presiones especulativas, aunquelas explanaciones que se hicieron histó-ricamente para preparar la superficie delas eras dañaron sin duda los depósitosarqueológicos. A pesar de ello, este sec-tor tiene todavía un cierto potencial, yfue aquí donde la empresa Aratikos ex-cavó en el año 2000 una vivienda de15x5 metros, con vestíbulo, habitaciónprincipal y tres cuartos traseros, uno deellos con sótano.

En el resto del yacimiento, no sehan excavado casas completas, pero síse han constatado repetidamente las es-tructuras rectilíneas en adobe, sin pie-dra, las vigas de cubierta o de refuerzode los muros, los suelos de arcilla endu-recida, a veces sobre una base drenantede cantos o de fragmentos cerámicos,los hogares, los restos de carrizo de la te-chumbre, los pequeños basureros inte-riores que se hacían excavando unsimple agujero en el suelo, y, a veces, lospequeños sótanos de 2x2x2 metros, si-milares a los de Numancia. Aunque nose conozca la trama urbana, en el solarnº 3-5 de la plaza de la Alhóndiga se do-cumentó un tramo de calle de 2,5 me-tros de anchura, con empedrado decantos rodados, y de manera general seconstata la gran densidad de ocupacióny la habitual superposición de viviendas,reconstruidas una y otra vez tras los fre-cuentes incendios. Nada especial cabedecir sobre la cultura material, que seacomoda en todo a la conocida en otrosyacimientos vacceos. Sistemáticamenteaparecen las conocidas produccionesvasculares elaboradas a torno y pinta-das, desde las copas y escudillas hastalas grandes vasijas de almacenamiento,junto a las especies de cocina, los vasos

Cuenco con decoración de peine inciso-impreso dela Plaza de La Alhóndiga (1). Vaso trípode (2) y vasogallonado de imitación metálica (3).

Pies votivos.

1

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trípodes, las llamativas cajitas excisas,etc.

Además de las actividades agrí-colas y ganaderas, que eran el sectorprincipal de la economía, las pesas detelar, habituales en las viviendas, infor-man sobre la actividad textil de escaladoméstica, e igualmente debía de haberuna pequeña industria doméstica meta-lúrgica de bronce, a juzgar por las esco-rias y los restos de fíbulas y otros objetosrecuperados en la excavación de un solarde la plaza del Estudio. Como en otraspoblaciones contemporáneas, la alfare-ría tenía un carácter más industrial y lasinstalaciones se situaban fuera del case-río. Rauda tuvo un alfar de gran produc-ción, a juzgar por la llamativaacumulación de desechos, al otro ladodel Duero, frente a la población, muycerca del puente, construido en unpunto de fácil vadeo. Los vertidos sitúanel funcionamiento del alfar en los dece-nios anteriores a las guerras de Sertorio.

Hoy, la parcela del vertedero del tallerestá ocupada por una nave industrial.Antes de su construcción, se llevó a cabouna prospección geofísica, con sondeoscomplementarios, sin que se detectaranestructuras reconocibles de hornos uotras dependencias del taller. La llama-tiva abundancia de huellas de pellas debarro, que se utilizaban para tapar tobe-ras del horno y para calzar las pilas devasos, inspiró un estudio de las múltipleshuellas digitales dejadas por los opera-rios. Lamentablemente, el proyecto semalogró por circunstancias ajenas al po-tencial objetivo de esta vía analítica quedebería retomarse algún día.

Como es habitual en las ciudadesvacceas, en el exterior de la población seformaron a lo largo de los siglos escom-breras o cenizales que, en número deocho o nueve, rodeaban el núcleo ur-bano. Además de las basuras, se arroja-ban allí escombros procedentes de lafrecuente remodelación de las vivien-

das, lo que explicaría el gran desarrollo yla potencia que llegaron a adquirir estasacumulaciones de desechos.

Por ahora no existe certeza plenasobre la ubicación de la o las necrópolis.De atender la noticia del P. Naval, es po-sible que una de ellas fuera destruida enel año 1908, cuando se extrajo tierra enel término de El Palacio (el lugar dondeestuvo el desaparecido castillo medie-val) para rellenar el hueco de la lagunade La Cava que entonces se desecó. Alparecer, existe también algún indicio de

una posible necrópolis en un espacio si-tuado al oeste de la población, entre lascarreteras de Pedrosa de Duero y Mam-brilla de Castrejón, donde, con motivode las prospecciones que se efectuaronpara la redacción de las Normas Urba-nísticas Municipales, se notificó la apa-rición de lo que parecen restos decremación y piedras calizas que podríanser estelas o coraza protectora de lastumbas.

La época romana La época de esplendor de la ciu-

dad vaccea terminó abruptamente enun gran incendio que se documenta entodo el espacio urbano, como en todaslas ciudades vacceas de las que tenemosdatos arqueológicos. No es un simple tó-

Pesas de telar de un solar de la calle Morería.

Joyas áureas del tesoro encontrado en la Plaza Mayor en 1947.

Fíbula de jabalí y fragmento de fíbula de caballito(ésta última procedente de un taller metalúrgico

doméstico).

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pico adscribir estas destrucciones gene-ralizadas a las guerras que enfrentarona Pompeyo, representante de la Romaoficial, con el rebelde Sertorio que con-certó las fuerzas de muchas poblacionesindígenas, incluyendo las de la Meseta.Las crónicas de la guerra hacen referen-cia a las destrucciones llevadas a cabopor los ejércitos pompeyanos, y la ar-queología se muestra en ese caso suma-mente explícita. A este momento debende pertenecer la mayoría de los tesorosde monedas y joyas aparecidos en lasciudades de la Meseta, y entre ellos losencontrados en Roa, el ya citado de1947 y otro aparecido hacia 1980, per-dido en el mercado ilegal, del que,aparte de su procedencia raudense, sinmás precisiones, apenas se tiene cons-tancia de que estaba compuesto por unlote de denarios indígenas guardadosdentro de un recipiente de bronce.

Seguramente fue entoncescuando el territorio de las ciudades vac-ceas fue incorporado al imperio. Lamitad de ellas no se reconstruyeron, ylas demás tuvieron que superar unadura crisis. Una de éstas fue Rauda, queno llegaría ya a recuperar su antigua pu-janza.

La población resurgida de la rui-nas es mucho menos visible que la ante-rior, y apenas quedan testimonios fuerade un sector en torno a la Plaza Mayor.Ello puede deberse, en parte, a que losniveles de esta nueva población han sidolos más expuestos a la destrucción porlas obras posteriores, pero también re-fleja una mengua real. Hasta el mo-mento, no han aparecido en Roa signosde construcciones edilicias o privadas deuna mínima monumentalidad que die-ran un marchamo romano al urbanismoindígena, ni documentos epigráficos u

otros elementos significativos, a dife-rencia de otras viejas ciudades vacceasromanizadas, tales como Cauca, Pintia,Tiedra o Montealegre.

La estratigrafía documentada enun solar de la Plaza Mayor permitió ensu día reconocer la secuencia arqueoló-gica desde la época inmediatamentepostsertoriana hasta finales del siglo IId.C. Durante todo el siglo I a.C., la cul-tura material siguió siendo heredera,sobre todo, de la etapa anterior, aunqueson visibles los cambios formales y de-corativos, por ejemplo en la cerámica,que es el material arqueológico másabundante, de forma que se puede defi-nir entonces un estilo “tardoceltibérico”,que pudo ser el fruto de la reconstruc-ción del sistema productivo tras el hun-dimiento del anterior. Entre las nuevasformas se van incorporando algunas deinspiración romana, pero queda la im-presión general de que, a pesar de lapérdida de la soberanía política, las gen-tes vacceas seguían manteniendo unagran autonomía en la vida diaria y suafán de independencia, que se tradujoen la sublevación del 56 a.C. y, más tardeen la revuelta del 29 a.C., que fue el pró-logo de las guerras cántabras.

La imposición del orden romanopor Augusto marcaría un punto de infle-xión. En la estratigrafía a la que me hereferido de un solar raudense de la plazaMayor, la terra sigillata romana compa-

rece ya desde antes de mediados delsiglo I d.C. con las producciones aretínasy sudgálicas y luego las hispánicas, pero,incluso entonces, los vasos de estilo tar-doceltibérico (incluyendo las conocidasespecies de estilo cluniense) tenían to-davía una representación paritaria en losconjuntos cerámicos, y esta siguiósiendo la tónica hasta el final de la es-tratigrafía, y probablemente hasta la cri-sis del siglo III d.C. La misma composiciónse constató en el conjunto de materialesrecogidos de una escombrera destruidaen el año 1982 en un solar de la calle deLas Cruces cerca de La Cava. Un datomás procede de una parcela junto al ca-mino de los Reyes, al otro lado delDuero, donde al construir una caseta yplantar unos árboles hacia finales de ladécada de los años setenta o principiosde las de los ochenta del pasado siglo sedocumentó una ocupación, de poca en-tidad pero de larga vida, inicialmentecon materiales exclusivamente tardocel-tibéricos, que luego serían acompaña-dos por la terra sigillata. Recordemos,por otra parte, que las dos referenciasde los textos antiguos a la población, lade Ptolomeo y la del Itinerario, procedende esta etapa.

A partir de aquí, muy poco másse puede decir de la vieja Rauda. Algu-nos fragmentos descontextualizados deTerra Sigillata Hispánica Tardía dan tes-timonio de que perduró un núcleo de

Vaso tardoceltibérico.

El vaso de los lobos (Eras de San Blas, Roa).

Page 11: «Rauda. Roa de Duero (Burgos)» · 2021. 3. 14. · 03 Ciudades Vacceas 28 4 ROA DE DUERO (BURGOS) RAUDA A ntes de su anexión por Roma, la cuenca sedimentaria del Duero estuvo ocupada

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población durante la etapa bajoimperial,pero ni conocemos sus estratigrafías nitenemos idea de su alcance espacial. Enesta etapa, surgieron algunas villas rús-ticas en el antiguo territorio de la anti-gua Rauda, en Quintanamanvirgo, en laHorra y, en el propio término municipalde Roa, en el paraje de Fuentelayo, ade-más de perdurar el pequeño asenta-miento del camino de los Reyes.

Extrañamente, apenas conoce-mos alguna villa en el propio valle delDuero en un tramo de varias decenas dekilómetros (la villa de San Pedro, al piede Haza, estaría, más bien, en relacióncon el camino que desde Roa se dirigíahacia el sur por el valle del Riaza), encontraste con el rosario de yacimientosdel valle del Esgueva, por donde discu-rría una vía que, a partir de algún punto,posiblemente coincidiera con la princi-pal de Astorga a Zaragoza.

El último rescoldo visible de laedad antigua raudense es una necrópo-lis visigoda que se descubrió y se excavóen el año 1996 al sur del núcleo urbano,en la ladera que baja desde la zona de ElPalacio hacia el Duero. Después, el si-lencio es total. Al vacío documental, seune el arqueológico. Pero este vacío, queparece amparar la tesis del desierto du-riense tras la invasión musulmana, nodebió de ser realmente absoluto, por-que de otro modo sería difícil de expli-car la perduración del topónimo Rauda yotros nombres antiguos que seguían vi-gentes cuando Nuño Núñez volvió a po-blarla en el año 912 junto con otrasantiguas ciudades que se mencionan enlos mismos documentos igualmente consu antiguo nombre, como Uxama y Clu-nia. Todas ellas resucitarán entonces enun marco y con unas característicascompletamente diferentes a las que ha-bían conocido unos siglos antes.

José David Sacristán de LamaJunta de Castilla y León

Servicio Territorial de Cultura de Valladolid

Deseo expresar mi reconocimiento a las siguientespersonas e instituciones: al Museo de Burgos, y enespecial a Adelaida Rodríguez, arqueóloga y res-tauradora del museo y natural de Roa, por la ayudaque me ha prestado en la obtención y selección delas ilustraciones; a la empresa Aratikos y a EduardoCristóbal, por la facilidades que me han dado parahacer uso de la información y material gráfico desus excavaciones, y a la familia Fontaneda, por lafotografía de las joyas aparecidas en el año 1947.

UNA REFERENCIA AL CAMINO DEL ITINERARIO DE ANTONINOEN CUYA DESCRIPCIÓN SE MENCIONA A RAUDA

Como se sabe, el tramo entre Brigeco y Clunia, en el que se relacionan Inter-catia, Tela, Pintia y Rauda, es el más incierto, y los manuscritos contienen necesaria-mente algún error, porque de cualquier forma que se entienda la suma de las millas nocubre la distancia real hasta Clunia. Aunque este no sea el lugar para discutirlo y argu-mentarlo, Intercatia, en mi opinión, correspondería a la ciudad vacceo-romana atesti-guada en Montealegre de Campos. Las 20 millas que se marcan desde Brigeco aIntercatia están mal en todo caso, porque no hay ningún yacimiento que cumpla lascondiciones necesarias a esa distancia de Brigeco, ni en bastantes millas más hacia eleste. La ciudad más próxima es Montealegre, que además está situada en la direccióncorrecta, en la dirección de Pintia y Rauda, aunque a 40 millas. Puede suponerse unerror en los manuscritos, que habrían transcrito XX en vez de XL. Desde Interca-tia/Montealegre, las XX millas hasta Tela en la dirección de Pintia y Rauda se cumplenhacia el valle del Pisuerga, donde encontramos el gran yacimiento vacceo de Valoria.No hay constancia de que esta ciudad mantuviera su condición urbana durante la épocaromana, pero sí quedan algunos materiales que atestiguan que la población no desa-pareció completamente. A continuación, las menciones a Pintia y Rauda se hacen enla forma Pintiam y Raudacluniam (escrito así, todo junto). Siguiendo la conocida hipó-tesis de que los topónimos en acusativo indicarían un cruce o desvío, el Itinerario me-diría la distancia de 24 millas desde Tela hasta un punto del camino desde donde saldríaun ramal hacia Pintia y después 11 millas hasta otro cruce del que saldría el ramal haciaRauda, mientras el camino principal pasaba al norte de ambas ciudades hacia Clunia,probablemente por la calzada del Esgueva, que ha dejado restos claramente reconoci-bles y que está jalonada de villas. De hecho, conocemos, al menos, dos caminos ro-manos que desde el Esgueva conducían a Rauda, uno de ellos desde Tórtoles deEsgueva, junto al actual camino del Portillejo, pasando junto a una villa romana deQuintanamanvirgo y el otro, desde Torresandino. A continuación, el Itinerario, que hamencionado ya a Clunia al dar la distancia hasta Raudacluniam, no recoge las millashasta la propia capital del Convento Jurídico. Termino esta digresión reconociendo laincertidumbre que hoy por hoy sigue pesando sobre este largo tramo del camino, pero,aparte los detalles, resulta difícil aceptar otras alternativas que se apartan en demasíade lo que sería un trazado razonable entre Brigeco y Clunia. Tal es la dificultad queexiste para la ubicación de Intercatia en Paredes de Nava, que contaría con el aval dehaberse encontrado allí dos documentos de hospitalidad con el gentilicio “interca-tiense”. Esta situación no sólo queda muy alejada de un recorrido funcional entre Bri-geco y Clunia que pasara por o cerca de Pintia y Rauda, sino que además planteaproblemas con otras rutas del Itinerario. Aunque no se pueda considerar este docu-mento como un mapa preciso y contenga errores debidos a las repetidas transcripcio-nes, también es cierto que con carácter general describe rutas reales que estaban enservicio.