ranciÈre, j. momentos politicos
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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J CQUES R NCIERE
Momentos polticos
BIl PIT L INTELECTU L DE
UTOR
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Ranciere. Jacques
Momentos polticos
l
ed. Buenos Aires Capital Intelectual
2 1
152 p. 2lx15 cm
ISBN
978-987-614-261-8
1 Filosofia Poltica. 1 Ttulo
DD 32
Traduccin: Gabriela ViJlalba
Diseo: Vernica Feirunalm
Ilustracin:
Hernn
Haedo
Correccin: Patricia Sarabia
Coordinacin: lns Barba
Produccin:
Nstor
Mazzei
Ttulo original: Mame/lis politiques lnterventions 1977 2009.
Lux diteur, Montral, 2009
www.luxediteur.coIll
Capital Intelectual S.A., 2010
l
edicin:
3.000 ejemplares
Impreso en Argentina
Capital Intelectual
S.A.
Paraguay 1535 1061) Buenos Aires, Argentina
Telfono: (+54 11) 4872-1300 Telefax:
+54 11)
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Queda hecho
el
depsito que prev
Ja
l;ey
1 1 7 ~ 3
Impreso
e.n
Argentina.
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ser reproducida sin permiso escrito del editor.
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PRLO O
INTERVEN IONES
1977 2009
Estos textos
han
sido reunidos propuesta del editor y fueron seleccio-
nados por l. Ms de treinta alas separan al primero del
ltimo,
pero todos
tienen un punto en
comn.
Responden f demanda
de
un presente.
Esta
demanda puede ser diferente: veces es
un
conflicto que obliga
tom r
p rtido y explic r
las
razones
para hacerlo
como las
leyes
fr nces s
sobre
la
inmigr cin o
la
inv sin est dounidense Irak). Pero veces
tambin
son
contecimientos
de
importancia
variable
desde
un
ola
de
calor mortfera
hasta una
investig cin sociolgica anodina) que permi-
ten comprender
el
ctu l funcion miento
del poder
y
los
esquem s
de
interpretacin que
nos gobiernan. Tambin puede
ser un anIversario que
invit un balance:
los
cuarenta
aos de
Mayo del
68
o los veinte aos
de una revista.
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1 I J CQUES R NCIRE
Cada una de estas circunstancias es tratada
aqu
como pre
texto para
un
doble ejercicio.
e
trata
de
identificar lo
que
hace
la singularidad de un
momento
poltico y de dibujar el mapa
del presente
que
este momento define.
Hablar de
momentos
polticos no implica la idea que a menudo se le ha atribuido
o
acusado
al autor
de
estas lineas: la idea
de
que la poltica
slo existe
en
escasos momentos de insurreccin arrancados
al curso
normal de
las cosas. Los acontecimientos
que
moti
van las pginas aqui reunidas suelen tener ms
que
ver con las
demostraciones de poder comunes o excepcionales- de las
oligarquias
que
con las manifestaciones
radicales
del
poder
igualitario. Hablar de
momentos
polticos es ante todo decir
que
la poltica
no
se identifica con el curso ininterrumpido
de
los actos
de
los gobiemos
y
de
las luchas
por
el poder que
existe cuando la gestin comn de sus objetos se abre a la cues
tin de lo que ella misma es del tipo de
comunidad
que ella
concieme
de
aquellos que estn incluidos en esta comunidad
y bajo qu ttulo lo estn. La poltica entra en juego en el mismo
momento en que se vuelve claro que los equilibrios de pobla
ciones
de
presupuestos u otros-
que
los poderes
manipulan
conllevan una imagen de la comunidad. Entra
en
juego en
el otoo francs de 1995 cuando la cuestin del equilibrio de
las cajas
de
jubilacin sale
de
su carcter contable y deja apa
recer algunas preguntas: a qu tipo de comunidad se encuen
tran
asociados los clculos del futuro
de
cada
uno?
Y
quin
est
en
condiciones de debatir
sobre
esta comunidad? En
este momento un pueblo
que
afirma en la calle determinada
idea y determinada prctica de la solidaridad se distingue del
pueblo que
deja a sus representantes la decisin
de
los mejo
res clculos y las razones de una inteligencia compartida se
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MOMENTOS POLlTI OS
oponen
a las explicaciones de un poder escolar. Pero tambin
entra
en
juego
cuando
un
gobierno torna decisiones sobre los
umbrales a partir de los cuales quienes
van
a trabajar y a vivir
en un pas extranjero pasan a ser un excedente sobre lo
que
ese pas
puede
aceptar; o cuando define las caractersticas que
JeDen presentar
para
responder a los valures que constitUyen
la comunidad nacional. Estas maneras de tratar los asuntos
comunes
en
realidad son
maneras
de
configurar y reconfigu-
rar una comunidad de
definir su
naturaleza
y
de
dibujar el
rostro de quienes ella incluye o excluye. Simplemente este tra-
bajo
de imaginacin no
deja
de
negarse a
s
mismo
de
pre-
sentar sus descripciones corno el simple inventario de los datos
y los problemas cuya evidencia
imponen
el curso del tiempo
y la
evolucin del mundo.
Eso
es
lo
que
significa la palabra
consenso Un momento
poltico ocurre
cuando
la temporalidad
del consenso es
interrumpida
cuando
una
fuerza es capaz de
actualizar la imaginacin de la
comunidad que
est compro-
metida
all y de oponerle otra configuracin de la relacin de
cada uno
con
todos. La poltica no necesita barricadas para
existir. Pero s necesita
que
una
manera de
describir la situa-
cin comn y de contar a sus participantes se oponga a otra
y que
se oponga significativamente. Tambin es por ello
que
slo existe en determinados momentos: esto no quiere decir
que
se d mediante destellos fugitivos sino
mediante
la cons-
truccin
de
escenas
de
dissensus
Un momento
no
es simple-
mente una divisin del tiempo es otro peso puesto en la
balanza donde se pesan las situaciones y se
cuentan
los suje-
tos aptos
para
comprenderlas es el impulso que desencadena
o desva
un
movimiento: no una simple ventaja tomada
por
una fuerza
opuesta
a otra sino
un
desgarro del tejido comn
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2 IJ CQUES R NCIERE
una posibilidad de mundo
que
se vuelve perceptible y cues-
tiona la evidencia
de
un
mundo
dado.
Esto significa dos cosas aparentemente contradictorias. La
primera es que la poltica existe solamente
por
la accin de los
sujetos colecti\'os
que
modifican concretamente las situacill-
nes firmando
alU
su capacidad
y
cOll Shuyendo el mW1do con
esta capacidad: empleados de transportes que se vuelven cami-
nantes para afirmar
que
tambin son
tan
capaces corno los
expertos ministeriales de
pensar
en el futuro y redefinen as
una
ciudad de caminantes solidarios; africanos en huelga de
hambre que muestran
que son
de
aqu
al igual que quienes
nacieron aqu
con
una piel ms clara, que
con su trabajo
contribuyen a la vida comn y
que
con el
uso
de la palabra
y la lucha contribuyen a la
comunidad
poltica, etc. Algunos
llegan a la conclusin de
que
los nicos
que
pueden
hablar de
poltica son los militantes de las organizaciones. Pero tras la
figura del militante se confunden dos cosas: las formas de
accin mediante las cuales se modifican las coordenadas de
lo posible y la relacin de pertenencia a
un
colectivo.
Si
la
accin poltica de un colectivo desarma un monopolio de la
palabra legtima, seguramente no es para reconstitLrir otro que
lo beneficie. Al contrario, es
para
abrir un espacio de investi-
gacin donde se permita hablar a cualquiera, a condicin de
que someta
su
palabra a la verificacin y ponga a prueba su
capacidad de hacer que resuene el
poder
de una
accin y
que
ample el espacio de esa resonancia. Habitualmente ese espa-
cio es llamado opinin y la opinin es entendida desde Platn
corno lo contrario del pensamiento la actividad
cerebral
que est al alcance de la gente comn. Pero la opinin es ms
bien el espacio mismo
donde
se determinan en conjunto las
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MOMENTOS POLlTI OS I 3
posibilidades del pensamiento y el modo de
comunidad
que
define.
No
es el espacio
o m o n ~ o
del
ms
mnimo pensa
miento sino el de la querella sobre qu se puede pensar acerca
de una circunstancia y sobre
qu
consecuencias conlleva este
pensamiento.
a
poltica
tambin
comporta el trabajo de
ampliar el espacio del
dis( 11so luchando
contra
mquinl
interpretativa
que
sin cesar borra la singularidad de las cir
cunstancias y la reinscribe en las categoras de la dominacin
transformando a aquellos y aquellas que han manifestado el
poder
de
todos corno representantes
de
poblaciones rezaga
das de corporaciones egostas o de
minoras
bien circuns
criptas. La poltica slo existe por la accin de sujetos colec
tivos
pero
la propia consistencia de los mundos alternativos
que
estos construyen depende de la batalla incesante de las
interpretaciones -estatales mediticas cientficas y otras
que
se apropian de ellos.
Desde este punto de vista la secuencia de tiempos
que
cubren estos textos desde el verano de 1977 hasta la prima
vera de 2009- es particularmente significativa. Saber en qu
consiste
esta
significacin tambin es cuestin de poltica.
La opinin dominante calific este perodo de la manera ms
simple corno un tiempo del despus: posmodernidad
fin
de
las utopas
de
la poltica de la historia
y
de todo lo que
puede
terminar. Los textos
aqu
reunidos fueron escritos a partir de
una
conviccin simple: estas explicaciones
en
trminos
de
cambio de los tiempos o de fin de un mundo no son solamente
una seal de pereza. Ellas mismas son parte interesada
de
una
lgica intelectual de la dominacin que hay
que
llamar por
su
nombre: los treinta aos
que
separan el primero del ltimo de
estos textos fueron el teatro en Francia donde se escribieron
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14 I
JACQUES
RANCltRE
y
de
illl
modo
mucho ms amplio en el universo occidental,
no
simplemente
de
illla retirada
de
los grandes relatos y las
grandes
esperanzas, sino
de
illla intensa contrarrevolucin
intelectual. Podremos reconocer aqu algunas seales de esa
contrarrevolucin. Como
el
surgimiento,
en la
Frl cia
de
fines
dI:-
< dc
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MOMENTOS POLlTI OS I 5
la democracia en marcha. En Europa se dieron los avances de
los movimientos xenfobos;
en
Francia el alineamiento de la
izquierda oficial sobre la necesidad
de
regular el problema
del inmigrante para evitar que la inmigracin se convirtiera
en problema,
y
l
lucha de
l
izquierda republicana
y
laica
p r ~ gZlrJl ti;:z:r lJ
j d c r l t i f i c ~ c i ~ 1 1
c n ~ ; c inmihrJci:
l s ] ~ ~
comunitarismo, retraso y fanatismo.
odramos
evocar
muchas
otras formas y etapas de esta
contrarrevolucin intelectual que lentamente se dedic a trans-
formar todas las formas
de
accin revolucionaria, todas las
luchas sociales y los movimientos de emancipacin del pasado
en precursores del totalitarismo, a presentar toda afirmacin
colectiva opuesta a la sUmisin
de
todos los vnculos sociales
a la lgica del mercado como s1toma del rezago y a hacer de
la democracia el reino del consumidor embrutecido. No hay
que subestimar el peso puesto en la balanza
por
este trabajo
intelectual interminable generalmente garantizado por mar-
xistas convertidos, que
ponen
al servicio
del
sistema domi-
nante los mismos argumentos que antes se supona deban cri-
ticar. orque
no
es cierto que las ofensivas
de
la oligarqua
capitalista y estatal
de
los ltimos treinta aos se hayan des-
plegado sin resistencia. Prueba de ello fueron las manifesta-
ciones masivas que
en
Inglaterra, Italia o Espaa desafiaron
l
ayuda prestada por los gobiernos
de
esos pases a la invasin
de
Irak. Tambin
dan
prueba
de
ello, en una escala diferente,
toda una serie de acciones que suelen quedar invisibles para
la escena meditica:
por
ejemplo, la
de
los individuos y los
pequeos grupos que se negaron a que los nios desaparecie-
ran de
su e9Cuela o que los vuelos
de
las compaas areas
regulares sirvieran para operaciones policiales. Pero tambin
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es
verdad
que las manifestaciones de
esta
resistencia fueron
interpretadas con
una
violencia intelectual
cada vez
mayor,
de
modo
que se vieron anuladas o
recodificadas dentro
de las
categoras del
pensamiento dominante.
La contrarrevolu-
cin intelechlal seguramente es muy
poco en tnninos
de pen
samiento. Pero esa eSClsez
de pensamiento
pmeb
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MOMENTOS POLITI OS I
7
mas
de
lo universal llamadas a justificar una ley sobre el uso
del velo islmico o
uno
de
las ideas sobre la democracia y la
libertad que legitiman una invasin militar
no
son menos te
ricos que el estudio
de
algunas lneas de Platn o Aristteles
que definen las condiciones del buen gobierno. Lo inverso
tnmbin
es
v( rdndero, como
nos
lo enseiaron b
rdrica de
los neoconservadores estadounidenses y sus mulos france
ses
la
apropiacin de los textos de la Antigedad Griega puede
ser ms poltica en sus efectos que el anlisis
de
las ltimas
elecciones. No est la teora por
un
lado y la prctica encar
gada de practicarla por otro. Tampoco hay una oposicin entre
la transformacin del mundo y su interpretacin. Toda trans
formacin interpreta y toda interpretacin transforma.
ay
textos, prcticas, interpretaciones, saberes que se articulan
entre s y definen el campo polmico en el que la poltica cons
truye sus
mundos
posibles.
Estos textos se mueven en este terreno.
Es
decir, que para
hablar de poltica no apelan a ninguna vocacin tpica
de
un
personaje definido como intelectual de
pensar
lo universal.
Muchos
de
los textos de esta recopilacin, comenzando por el
primero, son muestras de
la
negativa a construir esa identidad
de intelectual. No slo porque sirve como estandarte para algu
nos payasos que comienzan su carrera
en
las tribunas de la
plebe sufriente
para
terminarla como cortesanos
de
los ambi
ciosos
ms
ordinarios. Es que la idea
misma
de
una
clase
de
individuos que tendra como especificidad pensar, es una bufo
nada que nicamente la bufonada del
orden
social puede vol
ver pensable. Las pocas veces en que se reivindic el trmino
con cierta
nobleza
fue
cuando se
utiliz para declarar el
derecho a la palabra de aquellos a quienes no se les peda opi-
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nin O la
capacidad
de
pensar
las cosas comunes propia de
aquellos a quienes se supona
no
les concerna el asunto.
El
nombre
de intelectual como calificacin de
un
individuo
est vaco de sentido.
omo
sujeto poltico colectivo, slo
puede ser la puesta en funciommento de una contradiccin
perfonnativa: quienes la emplean renuncian con ello a toda
autoridad vinculada con el ejercicio de una profesin o al pri-
vilegio
de
un
saber especfico. Con ese gesto declaran
una
inte-
ligencia que pertenece a todos, una inteligencia sin especifi-
cidad. Manifiestan su singularidad respecto de todas las fonnas
de
la pericia autorizada o
de
la palabra legtima.
Los textos
que
leer no son los manifiestos de
un
colectivo
intelectual,
no
son la explicacin que puede dar un estudioso
sobre el
estado
del
mundo
o las
prescripciones
que
puede
plantear
un
moralista sobre las normas de la vida en comn.
Son una contribucin individual a1 trabajo con el que indivi-
duos
y
agrupaCiones sin legitimidad
intentan
redibujar el
mapa de lo posible.
Pars, junio de
2009
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EXISTEN ACONTECIMIENTOS
DE L
VIDA
INTELECTUAL
Este texto se public s n el lt mo prrafo aqu restituido el 16 de marzo
de 1986
en el nmero
459
de
La quinzaine littraire.
Qu acontecimientos ocurrieron en los ltimos veinte aii os en
la
vida
intelectual? Ninguno segn creo.
No
es
que
haya sido
menos rica
que
en
tiempos pasados, o futuros. Es slo
que
si
algo caracteriza a este tipo
de
riqueza es el hecho
de
ser una
ausencia de acontecimiento.
a
vida intelectual es como la vida
de
oficina o
de
fbrica. Lo normal es que all
no
suceda nada:
el
ruido de
las mquinas
y
el
de
los rencores.
El
acontecimiento
es, en cada
una de
esas vidas, lo que las interrumpe.
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20 I
J CQUES
R NCIERE
Comprendo bien
lo
que
a la
vida
intelectual le vale, alterna-
tivamente,
su
exceso de honor o
su
indignidad.
La
vida
de
fbrica
o
de
oficina tiene
sus
horarios y
no
se
da
aires
de
ser lo que
no
es.
En
lo que se llama
vida
intelectual , por el contrario, reina
senslcin e
que
tiene
que
\'er con
el pensamiento
y que ste
siempre Sl Pl1Cllt'ntral'n
b
brecha. Es
lo
que hace que
b \ dil
intelectual sea
tan
cansadora. Carece
de
entretenimiento.
Ir
al
teatro o leer el diario tambin es estar
de
servicio. Tambin es lo
que
la vuelve tan irracional:
todo debe
justificarse.
La promo-
cin
de un
libro debe ser el
advenimiento de un pensamiento,
el
nombramiento de un individuo, una
victoria
de
la ciencia o
del oscurantismo,
de
la
libertad
o del totalitarismo. Los inte-
lectuales
no estn n ms n menos
locos que los
dems.
Slo
que
su
funcin, o ms bien
su
indeterminacin, los obliga a racio-
nalizar, es decir, a
desrazonar de modo
constante.
Por
eso, la vida intelectual es la ms difcil
de
interrumpir
de
todas.
Por
supuesto
que por
interrupcin
no entiendo
esos
desfiles
de
gimnasia
que
sirven
para
mostrar que uno
no
es slo
un
hombre
de
escritorio
y
que sabe qu significa vivir.
Por
inte-
rrupciones
entiendo
esas
suspensiones de
la ficcin colectiva
que devuelven a
cada
uno
a
su propia aventura intelectual,
estos cortes que lo
obligan
a renunciar a escribir lo
que otros
cien escribiran
como
l o a pensar lo
que
su tiempo piensa o
no
piensa
por
s solo. Todos conocemos estos acontecimientos,
siempre individuales, que,
de
vez
en
cuando,
en
un
lugar
u otro,
recuerdan a
cada
uno
su propio
camino. Recuerdo,
por
ejem-
plo, aquella tarde
de mayo,
en
un
tiempo en que se
desenca-
denaba una
de
esas batallas intelectuales
que
se
supona
deban
hacer historia. Ese da, la bibliotecaria me llev una carpeta del-
gada
con
unas
cuantas cartas
que, en
otro
mes de mayo,
ciento
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MOMENTOS POLITICOS I 2
cincuenta aos atrs haba intercambiado un carpintero con
un
solador
en
las
que
le
contaba sus
filosficos
paseos de
domingo y sus semanas de vacaciones utpicas y comprend
que era sobre eso sobre lo que yo tena algo que decir y no sobre
el debate filosfico de la poca; que era eso lo que me surga:
inscribir la
huello
de esas vacaciones de
aquello
interrupcin
diferente que no le interesaba a nadie que no era filosofa para
filsofos
n
historia para historiadores
n
poltica para los pol
ticos en suma la nada o la casi nada que nos remite a todos
a la pregunta: t que hablas quin eres?
As cada
uno
puede recordar aquellos acontecimientos
que para l intemunpieron la vida intelectual es decir el pen
samiento sin cabeza.
E
esplendor del acontecirnient0-68 es haber
sido algo as como el acontecimiento central o el nombre propio
de todos esos acontecimientos. No es una cuestin de barrica
das o de ttulos militantes.
El
acontecimiento-68 fue para quien
as lo
quiso la oportunidad de deslegitimar
su
discurso la posi
bilidad de abandonar el camino ya trazado por los que saben
para ir en busca de lo que tena para decir por s
mismo. Un acon
tecimiento slo existe
retrospectivamente cuando
ya se ha
andado el camino. Algunos no necesitaron ese nombre propio
otros no pudieron hacer otra cosa que poner vino nuevo en bote
llas viejas. Pero el odio contra ese nombre propio alcanza por
s mismo para sealar el odio del pensamiento la voluntad
de
quienes aspiran a dirigir la vida intelectual la voluntad de que
nunca pase nada de que nunca se detenga en ningn lado la fic-
cin que estructura el orden social: prohibido interrumpir.
Sin embargo algunos amigos que siguen la vida intelectual
me dicen que actualmente existe una gran conmocin. Parece
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I J CQUES R NCltRE
que se ha descubierto que la vida intelectual, precisamente en
los ltimos veinte aos, habra estado mal orientada y que toda
una generacin de pensadores nos habra hecho equivocamos
de camino. No s demasiado sobre este asunto. Simplemente
me
acuerdo
de
t'sto: alrededor de 1960 hubo algtmas personas
que nraron
elll1undo
que
nos
rode
dt'
un
rnt)do
diferente,
volvieron visible lo imperceptible, sensible lo indiferente, vol-
vieron extraas cosas que calan
por su
propio peso. Estoy pen-
sando
en las
Mitologas
de Roland Barthes o en la
Historia de
la
locura
en
la poca clsica de Michel Foucault y
en
dos
o tres
ms
que introdujeron en el
campo
de la filosofa, las
humani-
dades
y la percepcin poltica, una sensibilidad, una forma
de
sorprenderse y distanciarse que antes haba sido propia de los
filsofos, pero que,
desde
haca
un
siglo, se haba convertido
ms bien en la
manera de
los poetas. Esos libros
eran
aventu-
ras intelectuales, un nuevo tipo de poemas que sin
duda hubo
que estudiar y meditar largamente antes de escribir otros, de
otra manera. Pero la vida intelectual no come
un pan tan
soso.
Necesita una tarea para su tiempo, consignas para la colecti-
vidad:
ahora sabemos ... hay
que
aprender
que
... nuestro tiempo
debe
... la
tarea de
los
prximos aFias es ... Y las tropas se unen a las
consignas: aprender
a ver,
aprender
a leer,
preguntar
a
la
pregunta interrogar al cuestionamiento, develar, reconstruir,
desmitificar, diferenciar, descontextualizar, etc. Era la vida inte-
lectual a la ensima potencia,
una
proliferacin
de
textos
para
aprender a leer los libros, es decir, para volverlos ilegibles, pala-
bras preparadas
para
volver
inaudibles todas las voces, el
triunfo de los explicadores y de los lagos de todo tipo. Lleg
un tiempo
en
que todos
los libros ostentaban con orgullo en
su contratapa: este
Libro
perturbador antes se pensaba
y
as
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MOMENTOS POLlTICOS I 3
sucesivamente. Y con ello, como en toda vida intelectual, vinie-
ron las proscripciones y las amenazas: usted no cambia de tema,
se ha
vendido
a la tecnocracia, el imperialismo habla por su
boca, el totalitarismo dirige sus frases ...
Sobemos
todo
esto y que esto no pmeba Illdo . Los mllos
plstores slo pueden
extro\ilr ovejZls
y
llldie
l stci
nbligldo
1
ser oveja. Se extrava quien teme conducirse y cree
que
es
all
donde hay
que
ir.
Nadie est obligado a transformar una
aventura
intelectual aunque
sea la
suya
en una agencia de
viajes. He odo decir que desde hace un tiempo hay un regreso
a los valores asegurados: la moral, la libertad, el derecho, la
justicia
..
No me alegro tanto como otros por este nuevo giro
de
la vida intelectual. Estas palabras necesitan ser amadas, por
lo tanto ser enrarecidas.
Es
mejor
que
cuando se las necesite no
se las encuentre gastadas, desacreditadas, cancerizadas por su
proliferacin. De modo que no siento que ese maestro serio que
hoy se mezcla con la disipacin habitual de la vida intelectual
me haya tranquilizado demasiado. Veo all la
amenaza
de
una doble desacreditacin. Puedo estar equivocado. Pero, para
esas palabras cuyo amor surte efecto, confo ms en quienes,
mediante figuras, las utilizan con menos frecuencia y elevan su
precio. Es saludable que la vida intelectual converse todo
lo
que
quiera. Esa conversacin es respetable. Sin ella no hay libertad.
Pero, precisamente, debe respetarse lo suficiente como para
no
creerse
ms
de
lo
que
es,
para
que
no
quiera ser
la
voz
de
la libertad, o de la justicia o de la verdad Estas ltimas no tie-
nen voz, sino figuras cuya custodia requiere
un
poco menos
de
ruido.
Le deseo a la vida intelectual de los aos venide-
ros
que
tenga una mejor opinin de
su
frivolidad.
-
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20/146
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
21/146
L SOBRELEGITIM CIN
El comienzo
de
1991 est signado
por
la
Guerra
del Golfo, que opone
a
la
coalicin intemacionalliderada por Estados
Unidos
apadrinada por
la
ONU
en
contra
del rak de
Saddam Hussein.
a
invasin y
anexin
de Kuwait
por parte del ejrcito iraqu en agosto
de
1990 es el pretexto de esta
guerra
que
da lugar
a un
espectacular ataque areo
y a la mayor ofensiva terrestre
desde la Segunda Guen a Mundial. a guerra
termina
cuando Irak se retira
de
Kuwait
en
febrero
de
1991
pero
pronto
ser
seguida
por
un
bloqueo
total
y despiadado, denunciado por muchos como la causa
de
un verdadero geno-
cidio por
parte de
Estados Unidos
y
sus aliados
que durar hasta
la
inva-
sin
de/rak en marzo de 2003.
Este
texto corresponde a una ponencia
presentada
el
14
de marzo
de 1991
en un
coloquio
sobre la Guerra del Golfo
en la Universidad de Pars 8 Saint Denis. Las actas se publicaron
al
ao
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
22/146
6 I
JACQUES
RANCltRE
siguiente con el
ttulo
La tentation de I'Occident Pars, Universit de
Paris
8,
Docwnents de philosophie politique, 1992).
Me
ocupar
aqu de algunas cuestiones planteadas
por la
Guerra
del Golfu que
Se:
rel
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
23/146
MOMENTOS POLlTICOS 7
El
derecho, que al principio haba sido heroizado en fonna
de
Derechos
Humanos
opuestos a
toda
tirana, poco a poco
se fue deslizando hacia la identificacin con un equilibrio
entre grupos, socios y Estados donde la paz de hecho demues
tr coincidenciJ del reino del derecho con el reJlismo que
permite
que
cada unu lleguL J
su
punto de equilibrio en el
orden global.
En
la
prctica, esto se tradujo, sobre todo en la Francia socia
lista, y mediante W1a proliferacin de la actividad legislativa,
en la creacin o el desarrollo
de
derechos
y nOffi1as
jurdicas,
cada vez ms preocupados por acercarse a los individuos y los
grupos, por seguir el movimiento de los modos de vida
y
los
nuevos cdigos morales, los descubrimientos de la ciencia, las
conquistas de la tecnologa, etc. Cada vez ms, se intent adue
ar por adelantado del terreno de cualquier posible litigio Esta
toma de posesin fue aclamada como
un
progreso continuo
del Estado
de
derecho. Pero tambin podemos llegar a otra
interpretacin, que, hasta cierto punto no contradice la pri
mera: a medida
que
el derecho se adapta a cualquier situacin,
a cualquier posible litigio, se identifica cada vez ms con un
sistema de garantas que son ante todo las garantas del poder:
la creciente confianza en que
no
se
puede
equivocar, en que no
puede ser injusto, en que est completamente cubierto en su
accin.
La
conjuncin
de
esta juridizacin proliferante con las
prcticas
de
la pericia generalizada, la concertacin
y
el
son
deo pennanente delinea una nueva imagen del Estado experto
o del Estado prudente, que combina la universalidad del dere
cho con el
empirismo
realista para hacer que su accin est
espontneamente
en
consonancia con los equilibrios natura
les hacia los
que
naturalmente tienden las sociedades parcia-
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
24/146
8
JACQUES RANCltRE
les y la
gran
sociedad
humana.
De este modo, la accin esta
tal resulta cada
vez ms
legtima y embarcada
en
una
espiral
de sobrelegitimacin. Y el poder del derecho se identifica cada
vez
ms
con esta sobre egitimacin.
Dicho de otra
InJnerJ
el discurso sobre
el
fin
de
las uto
p,1S ha establecido Ull nuevo tipo dl' utopa,
la
utopJ de una
correspondencia ideal o de
una
armona preestablecida entre
los intereses del equilibrio y las exigencias del derecho. Todo
sucede como si el derecho
pudiera
leerse a libro abierto en la
estadstica
de
una sociedad o en el
mapa
mundial.
sta es la utopa que se refleja
en
la coyuntura intelectual
de
la Guerra del Golfo. Se mostr burdamente en esos mapas de
operaciones donde pequeos dibujos
de
tanques
y
aviones sus
tituan a las imgenes ausentes
y
permitan
que
se jugara con
la embriaguez
cruda del
poder
como se
juega con soldaditos
de plomo. Esta utopa se reflej con mayor refinamiento en
algunas manifestaciones intelectuales
de
apoyo a la accin
mili-
tar aliada. Pienso
en
particular
en
ese texto sobre la guerra
necesaria firmado
por un grupo
de intelectuales (algunos de
los cuales son nuestros
amigoS .1
En
ese texto se pona de relieve
una concordancia excepcional, milagrosa, entre el derecho posi
tivo, la justicia y el hecho. La guerra -d.ecan- es legal, legtima
y
necesaria: legal
porque
fue votada
por
la ONU, legtima por
que se libraba
contra un
dictador invasor que quera sacar
1
e
trata del texto Une guerre requise , publicado el 21 de febrero de 1991 en
ibration y firmado
por
Alain Finkielkraut, lisabeth
de
Fontenay, Pierre
Andr Taguieff, Alain Touraine y tres profesores vinculados con el departa
mento que organizaba la conferencia, Jean-Fran;ois Lyotard, Jakob Rogozinski
y Kyril Ryjik.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
25/146
MOMENTOS POLlTI OS I 9
del mapa a un pueblo vecino, necesaria para el equilibrio de la
regin,
en
particular
por
la imposibilidad
de
dejar el 40 del
crudo mundial a merced de un dictador.
El razonamiento se refiere implcitamente a la teora kan-
tiana del sig11
d
la
historia
el
acontecimiento significativo que
permite sentir que
la
humanidad
cJminZl
en b direccin
corrcctZl,
hacia el reino del derecho. Slo hay una diferencia nfima entre
el pensamiento prudente del signo de la historia kantiano y el
pensamiento conquistador de las astucias de la razn hegelia-
nas la visin del espritu del
mundo
que pasa sobre el caballo
de Napolen o los tanques del general Schwarzkopf).2
Me parece que ese u,mbral fue franqueado en aquella opor-
tunidad. Lo que se impone hoy en esta concordancia de lo legal,
lo justo y lo necesario es la utopa de la garanta absoluta, es
decir, del poder sobrelegitimado: uno est respaldado por un
voto y justificado porque se trata de un dictador sanguinario.
Se podr decir que hay muchos otros, pero ste anex al pas
vecino. Se
puede
decir
que
no fue el nico, pero ste dijo que
lo estaba haciendo y que tena razn al hacerlo. En suma, llev
al lmite los signos que permiten reconocer sin discusin cundo
un dictador abusa. Hizo todo lo posible para
que
su no dere-
cho pudiera verse
en
toda su evidencia y para que el derecho
a intervenir estuviera absolutamente garantizado.
Esta visibilidad absoluta fue determinante en el amplio
apoyo intelectual a la intervencin aliada. Para ser
ms
preci-
sos, lo decisivo fue la posibilidad de identificar visiblemente la
2
ombre del general estadounidense que encabez las fuerzas de la coalicin
en la Guerra del Golfo.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
26/146
3 I
J CQUES
RANCltRE
causa del derecho con una frontera en el mapa.
No
quiero vol-
ver a entrar en los debates acerca
de
la legitimidad histrica
de
esa frontera, el papel de Inglaterra,
la antigedad
histrica
del
pueblo de Kuwait
y los
derechos
histricos de ambos
pueblos,
el
irlCju y el kuwUt. Lo qUl me interesI
anll1zlr
aqu
es
la fOr
utpiC\l en
1
qUL el pueblo
kll ,ait
funcion en el discurso occidental sobre esta guerra. Funcion
como si fuera meramente idntico a
un
espacio en
el
mapa, deli-
mitado
por
una frontera: una frontera mucho ms ejemplar
en
la
medida
en que no es visible en el mapa, un pueblo mucho
ms
ejemplar
en
la medida en que es absolutamente transpa-
rente, sin un rostro identificable, merament idntico a su lugar,
un
pueblo, podramos decir, sin historia,
un pueblo que nos
libera de esas historias de pueblo y de esos pueblos con histo-
rias cuya carga
-por
decirlo de algn modo- soportamos desde
hace algunas dcadas y de los que se dijo casi en todas pruies,
en estos ltimos tiempos, que comienzan a cansarnos.
Hay pueblos
que plantean problemas
porque no tienen
lugar, porque su lugar es discutido,
porque
estn en
un
lugar
que
no es de ellos. Hay pueblos
que
plantean problemas por-
que
estn
relacionados
con leyendas de
pueblos ms
o
menos dolorosas y sanguinarias, con guerras
de
religin mile-
narias o con los totalitarismos de nuestro siglo. Estn los
blticos a quienes no se les reconoci la anexin, pero que sin
embargo no dejan de estar dentro
de
las fronteras de
un
Estado
soberan0
3
donde no tenemos
por
qu tener injerencia (y
3 La
anexin a
la
URSS de Estonia, Letonia
y
Lituania
en
1944 nunca fue reco-
nocida a nivel internacional.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
27/146
MOMENTOS POLlTICOS I 3
adems a lo largo de su historia han
dado
pocas muestras de
pasin
democrtica). Est el Lbano,
que
tiene fronteras pero
demasiadas religiones y
que
ofrece a sus vecinos muy pocas
garantas
de
estabilidad corno para
que respeten
sus fronte-
ras. Estn los palestinos, que acumulan todos los inconve-
nientes posibles en
terminos
de
lugM
y cpmpromisl)s. \ , en
general, se ha dado mucho
por
el
derecho
de los pueblos, se
ha
vuelto sobre el terna, ellos hicieron demasiado. Y no
queda
claro cmo se les puede dar crdito para que se inserten en un
equilibrio
mundial
seguro.
Frente a esto, el pueblo de Kuwait en el imaginario occi-
dental se
ha
vuelto completamente transparente
por
una mera
funcin utpica: la estricta identificacin
en
un mapa entre un
lugar
de
derecho y
una
pieza
en
el
equilibrio mundial. Pue-
blo-rehn puebl
invisible
cuyo derecho ha sido
utilizado
para identificar
la
causa del derecho con la sobrelegitirnacin
del superpoder:
delirio
de
legitimacin y diluvio
de bombas
que caen al mismo tiempo del otro lado sobre un pueblo ira -
qu
que
se ha vuelto a s
mismo
invisible, incontable. La pro-
clamacin
del
derecho
y el superpoder puesto a su servicio
tienden entonces a identificar, de
una manera
cada vez ms
indisoluble, la nocin
de
justicia
con
la
de
equilibrio.
En
efecto, la dificultad de la justicia y la virtud
que
le es
correlativa
-la valenta-
es
que
estn vinculados a algo invi-
sible,
una
parte de no
ser
y
de no
visibilidad que
obliga
a
elegir, a
introducirse
en
una especie de
noche. La cuestin
de la justicia empieza all
donde
se deja de leer a libro abierto,
de identificar el concepto con la existencia por medio de lneas
en los mapas. La justicia tiene
que ver
con la contradiccin. El
pueblo palestino existe y no existe. Pero tambin el pueblo en
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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3
I JACQUES RANCIRE
general, el sujeto poltico pueblo, existe
y no
existe. Existe, en
primer lugar,
en su
alejamiento
de
todo
lo
que
sirve
para
iden
tificarlo (fronteras, muchedumbres, gobiernos, etnias, terri
torios, etc.).
En
segundo lugar, existe en su divisin
interna
yen
las tomas
de
partido exigidas por tal divisin.
El
fantasma
de Munich fue recordado hasta
el
cansancio duri1l1tc b Gue
rra del Golfo' y se hizo alarde
de
una firmeza y una valenta
retrospectiva bastante repugnante. Pero
en
general se
ha
olvi
dado
que
esta renuncia ante la violacin
de W1a
frontera apa
reca poco despus de otro debate: el de
saber
si las
demo-
cracias
deban
o no
deban
intervenir en
un
conflicto interno
del pueblo espaol. La decisin sobre el derecho y
sus
fron
teras
depende de una
decisin previa acerca
de
la justicia
que
ningn
trazado de
fronteras
puede
garantizar.
El
actual consenso nacional e internacional se
nutre de
la
idea de que la
parte
de la invisibilida:d y de los conflictos que
se le
haban atribuido
puede ser reabsorbida por
una
objeti
vacin de los
grupos y
sus intereses, de los
pueblos y
sus com-
As, en Une guerre requise anteriormente mencionado, se dice: Creer que
todava se poda evitar esa guerra o exigir el 'retiro inmediato
de
las tropas
francesas' y la paz ya', es hacerse ilusiones mUJquenses. [ ]
Al
recordar a
Munich,
no
se trata de plantear lIDa identidad esencial, sino solamente lIDa
analoga. Este nombre designa lID caso de ejemplo histrico,
lIDa
situacin en
la que, ante
la
agresin de
lIDa
potencia expansionista,
es
necesario detener
la expansin y quebrar al agresor. De modo contrario, la negativa a combatir
termina demorando lIDa confrontacin inevitable, para verse obligado a ello
ms adelante, en peores condiciones.
Es
a este espritu de Munich,
donde
el
angelismo moral se
debate con el realismo cnico, el
que hay que
resistir .
Recordemos
que durante
la Conferencia de Munich, celebrada en septiem
bre de 1938, Francia y Gran Bretaa cedieron los
Sudetes
a la Alemania de
Hitler a cambio de la promesa de no invadir otros pases.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
29/146
MOM NTOS POLlTlcos
ponentes,
de
los equilibrios de la justicia esbozados en el mapa
geopoltico mundial.
El
problema es
que
esta identificacin
feliz entre justicia y equilibrio reproduce indefinidamente las
condiciones de la injusticia. El malvado dictador contra el que
se 1e\ ill1taron los ejrcitos par
y
el
equiliblio
de
una
regin dd lluU ldo
era ayer el buen dictador laico y progresista necesario para el
equilibrio
de
esta misma regin contra otros malvados dicta-
dores, en particular contra los peligros
de
la propia revolucin
islmica
que
se haba alentado
para
prevenir los riesgos de la
extensin
de
la dictadura sovitica en Medio Oriente y frica.
uando
el buen dictador sovitico apoy l envo de los ejr-
citos del derecho contra el
malvado dictador
iraqu y envi
al mismo tiempo sus propias tropas a VIlna y
Riga,5
vimos cmo
se cerraba un crculo: el
de
la sabia poltica realista. Vimos que
el
realismo tambin era una utopa
y
que
esta
utopa tam-
bin tiene bastante sangre en las manos.
Hoy
vienen a decimos que el delirio del
poder
y la avalan-
cha de bombas que acaban
de
desencadenarse fueron las con-
diciones necesarias para restablecer el equilibrio alterado y que
ahora se podrn solucionar los dolorosos problemas palesti-
nos y libaneses que no se
podan tratar
mientras el
malvado
dictador iraqu ocupaba el centro
de
esa regin geopoltica. La
paz
se encuentra al final del retomo al equilibrio. Pero pode-
rnos
preguntamos
qu se entiende
por
esta paz. En
a
paz per-
petua Kant opona el tratado
de
una paz que slo sanciona el
5 En enero de 1991, la URSS envi en vano tropas a las capitales de Lituania y
Letona a
fin
de combatir
y
reprimir el movimiento independentista.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
30/146
4 I JACQUES RANCIRE
final de una guerra con la alianza para lapaz que efectivamente
busca realizar en comn la idea de paz. Nos encontramos ante
esta segunda lgica?
Hay
dos aspectos
de
esa vuelta al equi
librio que llevan a plantear algunas preguntas.
P r i n e j ~ o podemos pregntamos qu alianza para l1paz es
posible de acuerdo con lo que se
h
l11illlifestldo del modo
ms
cnico posible durante
el
conflicto: la distancia incon
mensurable que separa
el
valor
de
una
vida
del valor
de
otra vida, las
vidas
contables
de
las
vidas
incontables. Dis
tancia inconmensurable elltre la vida de un civil iraqu y l de
un
militar estadounidense, pero tambin entre la vida de uno
de esos soldados enviados
de
a cientos
de
miles al desierto y
la vida de aquellos hombres de negocios y ejecutivos esta
dounidenses a los
que
les estaba
vedado exponer
su
vida al
tomar
un
avin a Pars, Londresa Ginebra.
Sobre todo, el elemento central de esta vuelta al equilibrio
es el restablecimiento
de
una hegemOla global que desde hace
aos estaba en crisis.
n
ese momento se mencionaron muchas
veces los fantasmas rabes de humillacin. Pero ya antes hab
amos visto esos fantasmas
de
humillacin y
venganza
por el
lado de los estadounidenses y sus aliados. Lo que sucedi se
inscribi
en esta lgica de venganza que comenz
durante
la
Guerra
de
Malvinas y pas por victorias ms o menos irriso
rias como l intervencin estadowudense en Granada. La com
pensacin
por
las humillaciones
de
las guerras
de
descoloni
zacin en particular la de Vietnam- y los signos del declive
econmico
de
algunas naciones occidentales se manifest con
pompa, comprometiendo en esos pases a muchos intelectua
les liberales y distinguidos. Y la idea del reequilibrio se traduce
no pocas veces en la tesis brutal de que slo la hegemona mun-
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS
POLlTICOS
5
dial restaurada
por
el poder estadounidense puede pennitir
el restablecimiento de la
paz
en Medio Oriente.
La
paz -dicen
no pasar
por
conferencias entre pueblos. Pasar por
el
nuevo
orden mundial que slo un poder hegemnico puede promo
ver y
hacer respetar. En suma,
la
oportunidad para la plZ
se
identiflc l con
el
restablecinuento de
lU1a
hegemOl,l 111.undiat
la de la democracia
ms
poderosa.
Pero, cmo
no
ver
que
el
propio
concepto
de
demo
cracia se vuelve
problemtico
en estas ecuaciones? Se ha
recordado antes la oposicin
de
la divisin democrtica a los
fantasmas totalitarios del Uno. Pero es esta divisin, esta sepa
racin de las instancias
de
legitimidad que designamos corno
el corazn de la d e m o c r c i ~ es la que se pierde en los deli
rios de legitimacin que identifican lo 'absoluto del derecho
con el ejercicio
del
superpoder y que establecen vnculos
de necesidad cada vez ms fuertes entre el derecho, el poder
y el saber. Lo que nos vuelve desde la escena del orden mun
dial gobernado
por
una hegemona restaurada es una lgica
poltica que conocernos
bien
y
que
se desarrolla dentro de
nuestras propias democracias: la del despotismo ilustrado.
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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EL FINGI O OLOR
Texto publicado en agosto de 1995 en
el
nmero 675 de La quinzaine
littraire.
En un famoso episodio
de
La china
Jean-Pierre Laud imitaba
la demostracin ejemplar
de
un
estudiante chino apaleado
por
la polica sovitica.
Con
la cabeza cubierta
con
vendas, las
quitaba
lenta,
ceremoniosamente,
para preparar
mejor
el
espectculo atroz
de
la carne herida, testimonio
del crimen
revisionista . Luego
de
quitar la ltima venda, se vea el ros
tro intacto: similar al del actor, al tuyo, al mo.
Cul es la moraleja
de
esta fbula? La eterna mentira
de la
propaganda,
con
su
principio de
cuanto
ms
grande
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
34/146
8 I J CQUES R NCl tRE
mejor pasa ? a demostracin, en este caso, habra sido extraa.
Evidentemente, el sentido de la
pantomima
no
se refera a la
mentira, sino al tipo de verdad
que
presupone. Al revelar la
falsa
verdad
de un cuerpo herido la puesta
en
escena de
Godard nos record
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS
POL TICOS
I 9
manera diferente: corno nosotros que no sufrimos con su dolor
y entonces
podemos
reconocernos
en su
rostro sin huellas.
La
contraprueba es ms fcil.
La
encontrarnos cada vez que
aparecen
en
alguna pantalla
los rostros y los cuerpos masa-
cr dos por b guerra ) el hambre, en Bosnia, Ruanda o SOJn,l
ti ... Rostros mJltr t
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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4 I
J CQUES R NCIRE
un sentimiento que no resiste bien la difusin ampliada de anal-
gsicos y tranquilizantes. Una sociedad
empeada
en negar el
sufrimiento y la muerte, y para la cual hasta el tedio es intole-
rable,
no
puede soportar mucho tiempo a quienes en los
albores de
1m nuevo milenio,
se
empe ml
en sufrir a la
antiS 1.ll.
Sufrir es hoy el pcclLlo original ckl que n ) ~ creamus librildos.
Y
ante aquellos que exhiben las marcas del pecado, nos com-
portarnos como esos libertinos arrepentidos
de
antao que ya
no queran conocer a los testigos de sus aventuras de juventud.
Entonces surge una espiral extraa respecto de la vctima.
Aunque el demcrata de Sarajevo se esfuerce por hacernos
saber que no es un simple cuerpo que sufre, que es como uste-
des o como yo,
un
ser que habla,
un
habitante de las ciudades
a quien le
gustan
el teatro y el artificio,
nos negamos
a orlo.
Slo queremos conocer a la vctima
que hay
en l, al que sufre
y nos hace sufrir con su sufrimiento.
Pero
hoy
quien sufre
en
general es el otro: el habitante de
las regiones oscuras donde la religin an carga con la pobreza,
el harnbre y los enjambres de nios,
donde
la higiene, los inver-
sores
y
el disfrute tardan en llegar.
El
bosnio que sufre se con-
vierte entonces
en musulmn nombre
genrico actual para
los habitantes del mundo oscuro. A veces, pedimos que nues-
tros ejrcitos vayan a aliviarlo. Pero es un poco a la manera
de
esos poetas de buena cuna del que nos hablaba un poeta obrero
del siglo pasado: bajamos a casa de los pobres
en
zuecos
por
miedo a que suban a la nuestra con escarpines. Preferiramos
que el cordn
de seguridad
entre nosotros y las regiones
de
los rezagados del sufrimiento estuviera bien claro.
El problema, como sabemos, es que los representantes
de
lo mltiple proliferante tambin estn en nuestra casa: unos
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
37/146
MOMENTOS poLlTlCOS 4
exhiben su sufrimiento; los otros remedan como rezagados,
ms
all
de
la justa
medida nuestra
voluntad
de
vivir sin
malestar n sufrimiento. As se explican las consecuencias elec
torales
que
ya conocemos y donde nos gustara ver la sim-
pIe mLlnifestacin dL' otro retraso. RLpidamcnte se C0nstruye
b figurLl h(lllquili7.,ldonl de un
otro
dl'[ otro: Llrcaico, tambin
l, hombre de los suburbios superpoblados y de profesiones
en decadencia.
Tal
vez sera mejor
ver en
ese arcasmo el
secreto de determinada modemidad: la de la riqueza que ya
no quiere ninguna poltica y del disfrute
que
ya no soporta la
distancia y la simulacin del teatro. Sin embargo, ambas haban
sido inventadas al misn;lO tiempo para lo mismo: como una
manera de aprender a lidiar
conel
sufrimiento del otro. Pues
el
sufrimiento
tod v
hace sufrir, tanto como las simulaciones
y la poltica no le permiten que vuelva a ser actuado.
6 En las elecciones presidenciales
de
abril de 1995, el Frente Nacional consolida
su base electoral
y
obtiene un porcentaje rcord de votos emitidos (15 ). Slo
una vez podr superar esta cifra, en abril de 2002, cuando obtenga el 17%
de los sufragios, frente a119%
de
Jacques Chirac, a
quien
se enfrentar en
segunda vuelta.
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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L IVISiN DEL RJ
Este texto, publicado en el invierno de 1995-1996
en el
volumen Identi-
dades,
preguntas
que
surgen
de
la
revista
intemacional
Transeuropennes
(n o 6(7), est dedicado a una de las cuatro preguntas
del
nmero: Cules
son
los horizontes de
la
superacin de
la
crisis de identidad? .
En poltica, todo se juega en la propia descripcin de lo que se
designa como situacin , problema o crisis . Por tanto,
lo
primero
que hay que
analizar es el modo en que se describe la
crisis de
identidad
en la actualidad. La descripcin comn
compara
dos
instancias, el Estado y la comunidad, segn el
juego
de
dos opuestos: universal/particular y moderno / arcaico
El universalismo del Estado
moderno
estara siendo discutido
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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IJ CaUES R NCIIORE
por
el
retomo a la ley arcaica de la comunidad, basada en la
transmisin de lo propio (los caracteres del grupo, la sangre y
la raza, la ley de los ancestros y en ltima instancia, la relacin
con el fundador, ya sea humano o divino).
A partir de esta descripcin mnimo, pueden distinguirse
dos
tipos
de
discurso.
Por un
lado,
el discurso
uni\'crs
lista sostiene que slo mediante la ley y la in-diferencia de
sus sujetos existe
una comunidad
poltica.
Nos ordena
que
no cedamos a lo universal y a tribuye las desgracias
de
la
poca a la persistencia o al
retomo
de la ley
de
las comuni
dades. Por el otro, lo que yo llamo el discurso
del
sujeto
nos dice que la crisis es consecuencia de la violencia del Estado
moderno
respecto de la
institucin
humana de la subjeti
vidad. As, el discurso ilustrado sobre el
fundamentalismo
nos lo presenta como el efecto de la violencia ejercida por la
lgica del Estado
moderno
-colonial y
poscolonial-
contra
el orden de la filiacin,
que
instituye sujetos. Este orden
de
la filiacin
no
es la
simple
ley de
los
particularismos.
l
mismo aspira a
una universalidad superior
a la
del
Estado.
En efecto, primero
hay que
vivir, transmitir la
vida
y habi
tar para
poder
cohabitar.
De este modo, dos propuestas se enfrentan, trmino
por
trmino. Uno sostiene que la condicin de la comunidad pol-
tic
es que el Estado
no se ocup de
los sujetos. El otro responde
que hay confusin en la comunidad poltica
porque
el Estado
no
se ocupa
de
los sujetos. A esta disposicin
del
juego,
yo
opondra
una
tercera tesis que podra formularse del siguiente
modo: la poltica es
una
manera
de
ocuparse
de
sujetos,
en
ruptura tanto con la ley del Estado como con la
de
la filiacin.
De ello se deducira la siguiente conclusin: la crisis
de
iden-
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS
POLITICOS 5
tidad no es
un
problema o una crisis de la poltica.
Es
W signo
de
la defeccin de
la
poltica. En efecto, la poltica es
W1a
forma
especfica
de
subjetivacin que se separa tanto de la ley de
la
transmisin comunitaria como
de
la ley estatal. La crisis de
identidad designa entonces, precisamente, la
sitLlilcin
donde
slo existe el
Gr l
a c(lra entre
la
ley del uni\'crs(lJismo del
Estado y la ley de
la
universalidad de la filiacin. Hay pol
tica cuando existe un tercer modo de lo universal,
lo
univer
sal
polmicamente
singularizado
por
actores especficos
que no son sujetos
de
la filiacin n
de
las partes del Estado.
La superacin de la crisis de identidad es la poltica reco
brada como tal.
Qu es la poltica como tal? La poltica como tal es la divi
sin del arj. Sabemos que
arj
en los diccionarios griegos,
tiene dos significados: comienzo y comando. Argumentar,
por mi parte, que el arj como concepto es la identidad de estos
dos sentidos, la
identidad
de principio del comienzo y del
comando. La forma simple, arcaica , del arj es el nacimiento
que comanda
la
naturalidad de
la relacin
de
autoridad
y
sumisin. Esta definicin mrma alcanza para determinar en
qu consiste
el nacimiento de la poltica. La poltica es lo
que interrumpe la naturalidad
de
la dominacin, operando
una
doble separacin: separacin del nacimiento consigo
mismo y del comando consigo mismo. Esta doble
ruptura
se
resume
en un
solo nombre: democracia. Antes
de
ser
un
rgimen poltico , la democracia es el rgimen
de
la poltica.
La demo-cracia es, precisamente, la divisin del nacimiento
consigo mismo y del comando consigo mismo. La propia pala
bra
emos significa al mismo tiempo una singularizacin del
lugar natal y el nombre
de un
sujeto singular.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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6 I J CaUES R NCI tRE
El demos en
Atenas, es ante todo una entidad territorial: el
demo, el territorio del nacimiento
y
la habitacin. La institu-
cin democrtica, en particular con la reforma de Clstenes,
transforma ese lugar contingente
en
lugar
donde
la contin-
gencia
e
la habitilcin
destituye
al
poder
del nilcimiento. Lo
filcticid,d del luglr ~ opO w
l nhmces
Z l l l1lturJlidld de la
dominacin,
que
tena
su
origen
en
la fundacin del lugar,
en la figura del antepasado
y
del dios.
El demos
es
el
lugar corno
infundado: el lugar del nacirruento contingente, pero tambin
el lugar recompuesto contra el orden del nacimiento. Al poner
en una misma tribu tres
demos
territorialrnente separados, Cls-
tenes operaba dos revoluciones en una: rompa el
poder
terri-
torial concreto de las familias numerosas e institua el lugar
ciudadano como lugar abstracto, recortado del orden del naci-
miento. Esto se refleja a su manera, en el final de Edipo en Colono.
La condicin de la prosperidad de la ciudad ateniense es
que
nadie quiere saber dnde est enterrado Edipo, el hroe por
excelencia de la filiacin
y
sus trastornos.
As, el demos es la divisin del nacimiento. Pero, en el mismo
movimiento, es la divisin del comando. No slo es esta iden-
tidad paradjica, entre la capacidad de comandar
y
la de ser
comandado, lo que est en el centro de la reflexin de Arist-
teles. Es la propia institucin de la
comunidad
corno desigual
a s misma, como diferente en todo de la
poblacin
o de la
suma
de sus partes.
Demos
significa dos cosas: a la vez
la
comu-
nidad en
su
conjunto y una parte o
ms
bien una particin de
la comunidad. El
demos
es
el
partido
de
los "pobres",
no
tanto
los desposedos corno la gente de
nada,
los que no pertene-
cen al orden del
arj
como comienzo o comando, los que no
participan en el poder del nombre. Es el nombre de aquellos
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8
I J CQUES R NCltRE
cin, la desigualdad, es decir, la diferencia,
que
se ha supri-
mido en la lgica
de
la universalidad estatal, y la igualdad, esto
es, la indiferencia,
que
es negada
en
la lgica del feudalismo
industrial. Esto no slo es, segn el esquema reductor de Marx,
la oposicin
entre
la
mentira
universalista del
Estado
y la
realidad
parti(ubr
dl'l feudllismo industrill, sino una doble
divisin: la diferencia propia tanto de lo particular corno de lo
universal. Aquel sujeto
pudo
operar
esta doble separacin
en l medida en que se separ a s mismo de la naturalidad del
trabajo y de la identidad de un grupo social marcado
por
la ley
de
su
corporeidad.
Expresemos el principio en su generalidad: un sujeto pol-
tico en general es
un
operador de divisin del arj puesto que
es
un
operador
de
desidentificacin. Su nombre
no
es la
m n -
festacin de
su
identidad, es
un nombre
singular de la ope-
racin que vuelve a dividir al arj mediante un nuevo modo
de recuento de los no contados o de inclusin al excluido. Un
sujeto poltico es un modo de subjetivacin
que
mantiene una
brecha entre dos identidades: entre un sujeto de
un
disposi-
tivo de enunciacin (el nosotros de la declaracin poltica)
y el nombre de
un
universal singularizado. Este sujeto se ha
dado en llamar
pueblo ,
ciudadano , patriota , prole-
tario , mujer , etc. O ha sido
un
sujeto ms singularizado,
imposible de separar de su enunciado ( condenados de la tie-
rra o judos alemanes ). Todos estos ternas tienen
en
comn
el hecho
de
trabajar
en
la divisin del arj en la relacin del
universal estatal con el orden del nacimiento (recordemos que
proletario es una palabra que se refiere
al
nacimiento: el pro-
letario originalmente era aquel
que
slo reproduca la vida sin
llegar a transmitir con ella el poder de ningn
comienzo).
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS POL TICOS I 9
A partir
de
all, podemos volver a nuestro
punto de
par-
tida. La crisis
de
identidad es la eliminacin
de
los sujetos
de la poltica, de aquellos que miden el orden del Estado
con el
orden
del nacimiento y construyen, al enfrentar estos
rdenes, casos singtllares de universalidad. Por lo tanto, debe-
mos pensar en toda su generalidad el momento arcaico en
que nos encontramos. En efecto, tendemos a ubicarlo
de un
solo lado,
en
el regreso
de
las etnias y
de
las xenofobias,
de
los
fanatismos y los fundamentalismos. AS tendemos a insta-
larnos
en una divisin
del mundo
donde de un
lado
se
encuentra el
mundo de
la racionalidad consensual
y
del otro,
el mundo de los arcasmos prolongados o renovados la
guerra
de
las etnias y las religiones. Pero es importante ver
exactamente la complementariedad
de
ambos mundos,
de
los
dos modos del arcasmo . En efecto, qu es el consenso? No
es simplemente el acuerdo razonable entre las partes, el di-
logo de los intereses
de
acuerdo con el Estado de derecho, etc.
El
consenso
es ante
todo
la ficcin de la comunidad
sin
poltica, es decir, sin divisin del arj Es la identificacin del
pueblo poltico con la suma de la poblacin,
que
a su vez se
compone
de
grupos, subgrupos e individuos que se
pueden
contar con exactitud. En oposicin a cualquier cuenta
de
los
no
contados, la
comunidad
del consenso se da como idntica
a la
suma
de sus partes y
cada
una de stas es objetivable
como instancia que se
puede
asimilar a
un
grupo
efectivo, con
sus intereses, derechos y opiniones. En ltima instancia, la
comunidad
consensual es una sumatoria de individuos
que
intemalizan la ley de la comunidad, es decir, la identidad entre
la ley de produccin de riquezas y la ley de produccin de
individualidades. El
individuo
sujeto de
derecho
idntico
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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5 I J CQUES RANCltRE
al sujeto
productor
y consumidor
de
riqueza es entonces el
microcosmos
para
el
cual la
comunidad
estatal es el macro-
cosmos. En resumen, la ley consensual tambin es lUla ley
de
identidad, es la ley del Estado que slo quiere conocer grupos
individuos reales, identidades prcsl'ntificabll's en la cuenta
de 1 1 comunidad, de sus
dl>rt'chos,
riquezas)'
opiniones .
El
consenso, en ltima instancia, es
el
comando estatal
que
se
asimila a la fuerza
de
individuacin,
que
se asimila a la vida
corno identidad inmediata de lo biolgico y lo jurdico: la vida
corno el derecho a su propio placer, la vida que
no
deja
de
darse nacimiento
segn
el derecho
de
su
propio
placer As,
a travs
de
la asistencia
de
alglUlos comits de especialistas
en biotica, el arj estatal trag a su opuesto, el principio
de
nacimiento. Pero
no
es el primero
en
hacerlo. Esta
identidad
entre el derecho y el disfrute ya tiene nombre. Se llama, para
decirlo con propiedad, capitalismo . Lo que, histricamente,
se ha propuesto como conciliacin
de
las dos figuras
de
arj
es la riqueza. La
Antigedad
lo saba bien: la poltica es, en
esencia, y
no
por casualidad, la oposicin entre el partido
de
los ricos y el
partido de
los pobres. Pero estos dos
partidos
no
se identifican con grupos sociales
de
intereses opuestos.
Son, de lUl modo ms fundamental, dos formas diferentes
de
tratar la divisin
del arj
el modo polmico de la subjetiva-
cin democrtica y el modo oligrquico: la absorcin de las
diferencias
en
el reino de la riqueza que las iguala, a
su
manera,
en la cuenta monetaria.
Probablemente, la oposicin del socialismo
y
el capitalismo
ha oscurecido la lucha ms fundamental que define la poltica
o su ausencia: la lucha entre la democracia y el capitalismo, o,
si se prefiere, el principio
de
la riqueza. En la divisin actual
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS POLITICOS I 5
del mlll1do, podemos ver el efecto de esta percepcin. Lo que
manifiesta
no
es
la
oposicin entre
los
pases
de
la politicidad
y los de la
etnicidad
o
la
religin. Es
la doble
figura de la ley
de
identidad.
Por lll11ado,
est
el mundo
donde se enfren-
tan
los
dos
poderes del
I Ij;: la
ley
estatal
y
la
ley de
la
comu-
nidad.
Por el otro, l'St
l l mundo donde
ambos pock'res
) n
absorbidos,
igualados
en el principio uniformizador de
la
riqueza. Hay,
entonces,
segn
creo,
una
doble
ilusin.
La
pri-
mera es
la
idea del triunfo del Estado ilustrado sobre su
ene-
migo. La segunda
es la
del
compromiso del Estado con
el otro
principio, ya sea
religin,
derecho del padre
o
de
la
comuni-
dad. En esta segunda visin, el Estado ilustrado
tendra
en
cuenta
el retraso, es decir,
en
definitiva,
el orden del
nacimiento
y
de
la filiacin. A veces, el
compromiso
se supera al
regresar
a lll1
origen
comn de
dos
rdenes:
uno quiere
reinscribir el
derecho
del Estado
y los Derechos
Humanos en
el
orden
ante-
rior de la ley, de la deuda y del Otro.
Me
parece
que todas
estas
soluciones
se
mantienen
en
el
juego de ambos. Para que haya
lll retroceso del identitarismo, debe haber
un avance de la
poltica. Y
la
poltica implica
confrontacin por parte
de acto-
res especficos de los poderes y
del
rj y
su doble
divisin: el
acto,
pues,
de lll1 sujeto
intermedio.
Para
hacer
que retroceda
el lll10
del
identitarismo,
no
alcanza
con
hacer valer
el
dos
o
el
mltiplo
de la
diferencia. Si
la
poltica
puede hacer
algo
con
los
propios
problemas
del
nacimiento
y
la
filiacin,
es
en
la
medida en que tambin
ella se
juega
de a tres.
-
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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SOCIEDAD EL ESPECTCULO
SOCIEDAD EL
CARTEL
Texto
publicado el 29 de septiembre 1996 en
el
diario brasileo La Folha
de Sao Paulo.
En junio
de
1848 la crnica parisina del llustrated London News
ofrea
a sus lectores ingleses, en lugar de las frivolidades habi
males de la temporada, informes e imgenes
de
las luchas calle
jeras que oponan a los trabajadores insurrectos con el Gobierno.
Una de
esas imgenes nos muestra una alta barricada sobre la
cual se
pavonea un
grupo
de
insurgentes. n la pacte inferior
de
la barricada,
un
pequeo cartel dice Completo .
Vio el autor del grabado con sus propios ojos esa
pan-
carta
que
indiCaba a los candidatos a insurgencia que--la
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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5 JACQUES RANCIERE
barricada ya estaba llena y que deban buscar lugar en otra
parte?
Quiso
divertir
a
su
pblico
con esos
trabajadores
parisinos que iban a la barricada como se va a un espectculo?
O bien vio la insurreccin a
travs
de estas imgenes de
bohemia p i n t o r e ~ l que popularizab
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS POLITI OS I
Los sagaces editorialistas prevean que las cosas acabaran
mal. Pero les costaba
entender
el fondo
de
las cosas: al robar
las palabras y los sentimientos de los dems, los trabajadores
no
se
hundan en
el simple olvido
de
su condicin. Inventa-
ban
su
propia poltica.
a
poltica, en el sentido ms fuerte del
trmino, es la capacidad
de
cu,dquiera para ocuparse de los
asuntos comunes. La poltica comienza con la capacidad
de
cambiar
su
lenguaje
comn
y
sus pequeos dolores para apro-
piarse del lenguaje y el dolor de los dems. Comienza con la
ficcin. La ficcin
no
es lo contrario de la realidad, el vuelo
de
la imaginacin que se inventa
un
mundo de ensueo. a fic-
cin es una forma de esculpir en la realidad, de agregarle nom-
bres y personajes, escenas e historias que la multiplican y la
privan de
su evidencia unvoca.
Es as
como que
la colec-
cin de
individuos trabajadores se convierte en el pueblo o
los proletarios y como que el entrelazamiento de las calles se
convierte
en
la
ciudad
o
en
el espacio pblico.
Lo
que
los editorialista s preocupados o el ilustrador ir-
nico presentaban confusamente ya antes haba sido claramente
formulado
por un
filsofo. Si Platn denunci tan fuertemente
la tragedia, no fue simplemente
porque
los poetas fueran per-
sonas
intiles o sus historias
fueran
inmorales. Fue
porque
percibi una
solidaridad
esencial entre la ficcin teatral y la
poltica democrtica.
No
puede
haber dice
seres dobles
en
la ciudad,
donde
cada
uno debe
ocuparse exclusivamente
de
sus propios asuntos: pensar, gobernar, combatir, trabajar el
hierro o el cuero. Yno slo los actores de teatro son seres dobles.
El trabajador que deja de trabajar con su
herramienta para
convertirse
en
el actor de
W
personaje como el pueblo tam-
bin es
un
ser
doble. El propio pueblo es una apariencia de
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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6 JACQUES
RANCltRE
teatro, un ser hecho
de palabras,
que adems viene a impo-
ner
su
escena
de
apariencia
y
de
malestar en
lugar
de la
correcta
distribucin de
las funciones sociales.
Siempre pienso en esta barricada teatral cuando quiero des
O ibir
I1ucsho mundo como
el de
la sociedad
del espectculo
o Lit
poltica-e::;pectaculo . EstilS nociones, imcnt das para
denunciar la alienacin
de
la
sociedad gobernada
por la
mer-
canca, finalmente
no expresan ms que
la
sabidura barata
de
las mentes desengaadas que
proclaman
que el
buen
pueblo
tiene todo lo
que
desea: gndolas en los
supermercados,
osten
tacin de los gobernantes,
sus
esposas
y
sus porristas,
consumo
diario de
sitcoms
o telenovelas.
7
Pero, muy probablemente, la
propia
ambigedad de
la nocin
de
espectculo
tenga
algo que
ver con esta inversin.
Cuando,
hace treinta aos,
Cuy
Debord
escribi
a
sociedad
del
espectculo 8 se inscriba en la
tradicin
del anlisis marxista
del
fetichismo de la mercanca. Vea cmo
este fetichismo
culminaba
en el
espectculo , prdida
total
del ser en el tener y del tener en el simple parecer. Pero, como
opona la pasividad del espectculo y la ilusin
del
parecer a
la realidad sustancial del ser y el
actuar,
esta denuncia an
segua
siendo prisionera de
la visin platonicista.
Es cierto que el reinado
mundial
de la
mercanca
es el de
la confusin total
de
lo real
y
la apariencia. Pero tal
vez
habra
que
interpretarlo a la inversa: no es
lo
real
lo
que se disuelve
en
la apariencia,
sino que,
por
el
contrario,
lo
que
se
rechaza
es la apariencia.
La
apariencia, es decir, esa realidad construida,
7 En
espaol
en
el original [N.
de
la T.].
8
Buenos Aires,
La
Marca, 1995.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS POLITl OS I 7
esa
realidad complementaria
que hace que la
realidad
est
perdiendo
el carcter del
orden
necesario
de
las cosas,
que se vuelva problemtica, abierta a la discusin, a la elec-
cin,
al
conflicto. No vivimos en una sociedad del espectculo
donde la realidad se perdera, sino ms bien en una sociedad
del cartel donde la apariencia termina siendo despedida.
El
cartel
no
es el espectculo. Muy
por
el contrario, es lo
que lo vuelve intil, lo que cuenta
por
adelantado el conte-
nido
y elimina al mismo tiempo su singularidad. Nuestros
gobernantes acuden a los publicistas para elaborar su imagen
de marca, pero renunciaron a lo que era la esencia espectacu-
lar de la poltica: la retrica pblica. Los carteles de las pel-
culas nos
dicen
de antemano el efecto que producirn,
mediante las dosis especficas de estmulos apropiados en los
pblicos a los que se apunta con exactitud. Las ficciones
televisivas son antificciones que nos
presentan
a personajes
corno nosotros, que se desarrollan en
decorados parecidos a
aquellos desde los que nosotros los mirarnos, y que exponen
problemas similares a los nuestros, similares a los que expo-
nen, en otro horario, los testigos
de
la realidad . El cartel
publicitario ya
no
nos cuenta ninguna fantasa, sino la simple
seguridad
de
que todo est disponible con la condicin de que
se le ponga precio, que, por lo dems, los comerciantes nos lo
vuelven
cada vez ms suave . En otros tiempos, el turista
que
viajaba hacia las cataratas del
Iguaz
era recibido
por
enormes retratos
de
la Mona Lisa Mona Lisa lo espera a diez
minutos de aqu , deca el cartel. Sin embargo, la enigm-
tica sonrisa
de
Mona Lisa
no
anunciaba otro misterio fasci-
nante que las bien provistas gndolas de un supermercado
paraguayo
donde
los productos eran
ms
baratos.
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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SIETE REGL S P R CONTRIBUIR CON L DIFUSiN
DE
L S
IDE S
R CIST S
EN
FR NCI
En el
invierno
de 1997 se
discute
el
proyecto
de
ley
sobre
la
entrada
y
per-
manencia
de
extranjeros y
el
derecho de asilo presentado
por
el Minis-
tro del Interior, Jean Louis Debr,antes
de
su
adopcin
en abril.
El
pro-
yecto
es
un conjunto
de
disposiciones relativas a los certificadosde
alojamiento, la presentacin del pasaporte en una interpelacin, los pro-
cedimientos
de
expulsin, el control de
los
ttulos de trabajo en
los luga-
res
de
actividad,
etc.
En
particular, duplica
el
perodo
de
detencin
de
extranjeros indocumentados y
obliga
a
los
propietarios a declarar
la
llegada
o
la
partida
de
un extranjero 59 cineastas llamaron a desobedecer
este
artculo . Esta ley dar lugar a un importante movimiento de
protesta
que durar varios meses. El presente texto se public el 2 de marzo
de
997 en Le Monde.
-
8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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6 I
J CQUES
R NCltRE
La difusin
de
las ideas racistas
en
Francia parece ser
hoy
lll1a prioridad nacional. Los racistas le dedican
toda
su
ener-
ga, pero eso es lo
de
menos. El esfuerzo
de
los propagandis-
tas de lll1a idea tiene
sus
lmites, en una poca en que lll10 des-
confa de las ide
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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MOMENTOS POLlTI OS I 61
el marco permanente de lo que vemos y omos. Una ideologa
no son slo tesis, sino tambin evidencias sensibles.
No
es nece-
sario que aprobemos las ideas de los racistas. Alcanza con que
veamos de modo constante lo que quieren
que
veamos,
que
hablemos sin, cesar de 1
que
nos hablan, alcanza con que, al
rechaz
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8/11/2019 RANCIRE, J. Momentos Politicos
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6 I J CQUES R NCIERE
Pero todo eso no constituye
un
problema de inmigrantes ,
por
la sencilla razn de que inmigrante es
un
concepto vago
que abarca categoras heterogneas porque, por ejemplo
,muchos de ellos son franceses, nacidos en Francia de
padres
franceses. Pedir que el problema de los inmigrantes se solu-
cione con medictlS jurdicas
y poltic1s
es
pedir
algo perfec-
tamente
imposible. Pero, al hacerlo, en
primer