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    ¿Quién Soy?

    by Ralph T. Overman

    El doctor Rafael Overman es un físico nuclear

    que formó parte u el equipo de científicos qu e in-

    ventó la bomba atómica. Posteriormente, ha tenido

    un creciente interés en los usos pacíficos y médicos

    de la energía nuclear. Actualmente es profesor en

    una facultad de medicina. Autor de numerosos

    artículo y de tres libros, el doctor Overm an trata en

    la  presante  obra 'os interrogantes teológicos que

    afectar, a .. •• - se . humano: ¿Quién soy? ¿ D 'a Je

    puedo encoi, rar ic respuesta de mi existencia?

    L 'ibro aborde, tam bién ios pro blem as de la

    natu raliz a de la ciencia y su relación a la religión y a

    la vida--asuntos que inquietan a muchos. Cc:no

    científico, el autor tiene compromiso con la ciencia;

    pero como creyente,-su compromiso mayor es con el

    Dios revelado en Cristo Jesús. Lea estos pasajes para

    que descubrí, la fe de este científico.

    Obras Afilies

    I

    mblemas de Actual idad,

      Valent ine

    Muéstrame tu Fe,  Valentine

    El Significado de la Historia,

      Rust

    La Cruz en la Plaza,  Valentir

    46041

    UIEN

    SOY

    La Fe de Un C ientífico

    RALPH T OVERMAN

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    4» ¿QUIEN SOY?

    dos.

      Frecuentemente fui invitado a dar conferencias sobre filosofía y

    religión, en un contexto no oficial. Por lo general, estas personas se

    encontraban científicamente orientadas, pero raramente poseían una

    base desde la cual considerar el cristianismo como algo más que un

    fenómeno cultural occidental.

    En ambas situaciones comencé con ideas que nos eran comunes y

    aceptables y que no poseían significativos matices culturales. (Esto es

    difícil, aun en la ciencia, puesto que muchos estudiantes orientales no

    están bien versados en la filosofía de la ciencia occidental.) Mi

    esperanza en tales discusiones, como también en este libro, ha consis-

    tido en seguir una secuencia de ideas sin tener que recurrir al uso de

    términos religiosos o científicos específicamente "técnicos". De esta

    manera mi oyente está capacitado para caminar conmigo tan lejos

    como él pueda y al mism o tiempo está en condiciones de indicarme en

    qué pu nto no me entiende o no pued e estar de acuerdo conmigo. Esto

    es especialmente impo rtante al h ablar con grupos religiosos o científi-

    cos.

     El riesgo al cual uno naturalm ente se expone puede expresarse de

    la siguiente manera: "No está hablando mi lenguaje, de modo que no

    le pondré atención", o bien pudiera ser: "Magnífico, él está hablando

    mi lenguaje, de modo que tampoco tengo que ponerle atención".

    Queda por verse si este enfoque puede hab lar significativamente

    a estos grupos o a mis lectores. Yo no alego mucha originalidad en

    estas páginas, puesto que me considero un comunicador científico;

    trato de tran smitir las ideas de una man era fácil y provechosa sin con-

    siderar si se han originado en m í o no. Si l a síntesis de las ideas es útil,

    eso cumple mi propósito. Tengo la esperanza de que algunas de mis

    experiencias se hayan destilado en este libro en forma tal que serán

    significativas para cualquier persona que se haga la pregunta exis-

    tencial básica: ¿Quién soy yo?

    —Ralph T. Overman

    Contenido

    Capítulo U no

    Él Homb re en Medio 6

    Capítulo Dos

    Él Científico y Su Universo

      18

    Capítulo Tres

    Él Científico Como Ser Hu ma no 35

    Capítulo Cuatro

    Significado y Finalidad  47

    Capítulo Cinco

    Hac ia Una Serenidad Dinámica 63

    Capítulo Seis

    (¿na Comunidad Dedicada e Interesada 78

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    Capítulo  Uno

    El Hombre en Medio

    ¿Quién soy yo? Un aspecto de esta pregunta es fácil

    de contestar. Yo tengo un nombre, un número de

    enrolamien to cívico y otro m ilitar; un dom icilio, una raza,

    una nacionalidad, y otros atributos del ser humano con-

    temporáneo. Además, soy'profesor y científico con ante-

    cedentes de escuela, universidad, cursos de posgraduado, y

    un buen número de años de trabajo como científico detrás

    de mí. Al nacer ya me adjudicaron lo que el profesor

    Northrop Frye llama un contrato social. En cierto

    mom ento histórico vine a formar parte de la sociedad aun

    antes de haber tenido consciencia de ser algo. En realidad,

    la primera pizca de información sobre mi experiencia fue

    un conjunto de condiciones sociales, suposiciones y lealta-

    des, con las cuales yo quedaba ya comprometido.

    Por otra parte, una aceptación indiscriminada de mis

    inamovibles lealtades fue uno de los factores más significa-

    tivos en el principio de mi vida. El problema persistente

    había sido el de darme cuenta de mi condición, y ser

    consciente de ella; hacer una elección entre las lealtades

    inamovibles y las que iba descubriendo. Esta es nuestra

    común odisea: la búsqueda por determinar quiénes somos

    nosotros como individuos y como m iembros de la com uni-

    dad humana. Este es el tema de nuestra discusión. Cómo

    poder determinar quiénes somos, y qué es lo significativo

    para nosotros. Hay una cantidad de maneras de encarar

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    este problema, p ero considerando q ue la ciencia y el abo r-

    damiento científico del universo han sido  parte predomi-

    nante

    de mi experiencia normal, yo miraré primero a la

    ciencia para ver si el problema tiene una concepción

    esquemática que me proporcione una manera de contestar

    mi búsqueda por la comprensión de mí mismo.

    No hay duda al respecto: la ciencia ha contribuido a

    nuestra civilización. Desde luego, puede haber duda en

    nuestras mentes sobre si el impacto de la ciencia y la tec-

    nología ha sido bueno o malo. Sin embargo, no tenemos

    más que mirar a casi cada detalle de nuestra experiencia

    diaria, para ver los resultados de la influencia de la ciencia

    en nuestra forma de vida. Tenemos nuestros aparatos de

    televisión con los cuales podemos observar la fantástica

    vista cósmica de nuestro planeta como se ve desde la luna;

    tenemos nuestros microscopios para ver las más pequeñas

    amenazas a nuestro bienestar.

    Hasta hace unos pocos años atrás mucha gente

    suponía que con las herramientas y los métodos de la

    ciencia, podríamos proveer un mundo libre de problemas

    y preocupaciones. Cierto autor destacó, un tanto chistosa-

    mente, que en unos cincuenta años habríam os conquistado

    todas nuestras dolencias. Todo lo que quedaría para preo-

    cuparnos, sería la curación de los efectos marginales de

    nuestros tratamientos. Teniendo en cuenta que tantos

    científicos e ingenieros están trabajando tan diligentemente

    en tantas áreas, pareciera no haber límite para nuestro

    conocimiento. Por otra parte, desde el punto de vista ecoló-

    gico,

      estamos ciertamente creando algunos nuevos proble-

    mas en el proceso de solucionar los otros.

    Recientemente un conferenciante hizo la observación

    que cuando los historiadores y los antropólogos caven alre-

    dedor de nuestros restos dentro de unos miles de años, se

    referirán a nosotros como los desperdiciadores de la socie-

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    ¿QUIEN SOY?

    dad. Señaló que somos las únicas personas a lo largo de la

    historia que pudimos colocar a un hombre sobre la faz de

    la luna mientras estábamos sumergidos hasta las rodillas

    en la inmundicia. Nuestra dedicación declarada de combi-

    nar nuestros recursos políticos con los económicos y cientí-

    ficos para resolver estos problemas del sistema humano, es

    una demostración de nuestra preocupación por los proble-

    mas creados por nuestro estilo de vida tecnológico.

    Los últimos años han demostrado una importante

    variación en la actitud del público con respecto a la

    ciencia. El auge de la ciencia y de la tecnología durante el

    siglo XIX fue una de las coronas de aquel período. La

    revolución industrial condujo a una necesidad para una

    nueva comprensión del universo que era enteramente

    extraño aun para los más letrados de los eruditos. Tanto

    los eruditos como la población en general tuvieron dificul-

    tades al evaluar los cambios introducidos por este nuevo

    campo de pensamiento y experimentación. Por ejemplo, se

    hizo muy claro a todos que el descubrimiento de bacterias

    y las formas de eliminarlas eran de mucha importancia en

    toda residencia. De igual manera el advenimiento de los

    m e d i o s de c o m u n i c a c i ó n y d e t r a n s p o r t a c i ó n

    revolucionaron aun el estilo de vida del hombre más sen-

    cillo.

      El público fácilmente comprendió que la industria

    aérea y los implementos bélicos nucleares eran útiles para

    eliminar del mundo a los déspotas y debían ser aceptados

    como un resultado natural y significativo de los avances

    técnicos de los primeros años del siglo XX.

    Este período fue puntualizado por el Sputnik ruso: el

    primer vuelo del hombre al espacio. Después de esto, la

    escena norteamericana se convirtió en una carrera frené-

    tica para cerciorarse de que existía suficiente número de

    científicos y tecnólogos, y que estaban capacitados adecua-

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    damente para contrarrestar la posible amenaza soviética

    de dominio global.

    Programas hechos de la noche a la mañana

    acompañados de presupuestos incrementaron el deseo de

    asegurar a la ciencia occidental bajo la presuposición que

    de esta manera podríamos resolver los problemas de nues-

    tro equilibrio de poder contemporáneo.

    No fue sorpresa para muchos que un cambio,

    apartándose de esta preocupación con la ciencia, sería

    observable. El período de la década de los años 60-70 vio

    a u na g eneración que se apa rtó de los intereses científicos y

    tecnológicos y se compenetró en campos de pensamiento y

    de acción que tenían pertinencia a la situación actual. Los

    intereses subsiguientes tanto emocionales como políticos

    concernientes al papel del hombre en su ambiente,

    reflejaron aun otra faceta de las interrelaciones del hombre

    y la ciencia. Parece razonable asumir que será necesario

    emplear los métodos de la ciencia para controlar los-exce-

    sos que la ciencia ha producido. ¿Cuál es, pues, el papel de

    la ciencia y de los científicos en la v ida co ntem porán ea y en

    nuestra búsqueda por el significado personal? Nosotros

    preguntamos: "¿Tiene la ciencia respuestas implícitas

    para todos los problemas que nos confrontan como seres

    humanos?" ¿Podemos depositar nuestra fe en la ciencia?

    Miremos algunas de mis experiencias como un caso

    histórico de un científico interesado en estos aspectos. He

    invertido aproximadamente veinticinco años en el campo

    nuclear o atómico de la ciencia. Mientras estuve

    enseñando en una universidad durante la segunda guerra

    mundial, fui dirigido por teléfono a reportarme a un

    proyecto secreto "al este del río Mississippi y al sur de la

    línea entre el sur y el norte". Terminó siendo Oak Ridge,

    Tennessee y el proyecto M anh attan , el cual tenía por obje-

    tivo la elaboración de la bomba atómica. Mi prim era tarea

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    10»

    ¿QUIEN SOY?

    fue formar parte de un esfuerzo de separar los isótopos

    fisionables de uranio de los átomos inertes (por un proceso

    llamado difusión térmica). Antes de la prueba final de la

    bomba, fui trasladado al Laboratorio Nacional donde

    estaba llevándose a cabo aún más investigación básica

    secreta. Esto significó que durante las últimas etapas del

    programa de la bomba y luego durante la guerra, yo fui

    investigador en la producción de materiales radioactivos

    llamad os radioisótopos. Si bien éstos potencial men te e ran

    productos dañinos del proyecto bélico, reconocimos un

    potencial tremendo para el bien. Aun durante el período

    de la guerra, confeccionamos largas listas de problemas

    científicos, médicos, y agrícolas que podrían ser

    resueltos usando estos isótopos radioactivos. Posterior-

    mente colaboré para elaborar un sistema de distribución

    que haría que estos materiales estuvieran en disponibilidad

    tanto para los científicos como para los médicos. Han sido

    llamados "el desarrollo más importante dentro del campo

    científico desde que se inventó el microscopio". Las

    primeras remesas fueron hechas en 1946 a un hospital de

    cáncer y a una clínica de cardiología.

    El campo nuclear representa un claro ejemplo de los

    usos contradictorios a los cuales la ciencia puede ser lle-

    vada. Exam inemos este camp o un poquito más minuciosa-

    mente. Quizás esté usted percatado que la bomba nuclear

    atómica funciona de acuerdo con un concepto sumamente

    sencillo. Podemos tomar cierta cantidad (unas pocas

    libras) del ma terial llamado uranio  3

     

    y distribuir esto en

    pequeño s pedazos en una bomba . Estos pedazos por sí

    mismos no pueden sustentar lo que llamamos una reac-

    ción en cadena y son esencialmente piezas inertes de metal.

    Aun si la bomba fuese arrojada accidentalmente o fuese

    detonada por dinamita o algún otro explosivo, no habría

    una explosión nuclear. Si se ha de explotar la bomba como

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    un armamento nuclear entonces será necesario  colocar los

    diversos pedazos de uranio 235 en un campo  reducido. Si

    una cantidad mínima o crítica de uranio se  halla presente

    aun por un instante, la reacción nuclear en  cadena sigue y

    la bomba es detonada. La fuerza de una bomba atómica

    ordinaria o "nominal" equivale a, digamos, veinte

      mil

    toneladas del explosivo TNT.

    Si deseamos producir una bomba de hidrógeno,

    encontramos que esto también es muy sencillo en su con-

    cepto. Una bomba atómica ordinaria es empleada como

    un fusible a fin de iniciar la reacción de "fusión" y una

    cantidad del material tipo hidrógeno (tal como el hidró-

    geno pesado o

     tritium)

      es colocado alrededor del mism o. Si

    la reacción nuclear en cadena ocurre, los átomos del hidró-

    geno se fusionan y esto arroja cantidades fantásticamente

    mayores de energía que al fisionar el uranio por sí mismo.

    Tal bomba de hidrógeno tiene el equivalente de, digamos,

    veinte millones de toneladas de TN T (20 megatones como

    equivalente). Esta cantidad de energía es inconcebible aun

    para quienes han observado la detonación de tales arma-

    mentos.,.

    Mientras estamos hablando de estos armamentos

    bélicos, quizás resulte provechoso descartar algunos con-

    ceptos erróneos en cuanto a los mismos. No existe posibili-

    dad de que ocurra una reacción atmosférica en cadena

    como para producir un holocausto global que comprenda

    la destrucción literal de todas las personas o de toda la

    materia viviente. Simplemente no es liberada la suficiente

    energía de ninguna combinación concebible de bombas en

    explosión para hacer que esto ocurra. Por ejemplo y a

    manera de comparación, un huracán ordinario comprende

    energía liberada equivalente a «neo bombas de hidrógeno

    explotando cada segundo. La naturaleza sólo puede o perar

    sobre la base de la energía en disponibilidad. Una bomba

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    12»

    ¿QUIEN SOY?

    de hidrógeno muy bien puede producir la total destrucción

    en un área de quince kilómetros de diámetro. Esto por

    cierto es significativo cuando uno considera que ciudades

    como Nue va York tienen un a densidad de población de un

    millón de personas por kilómetro y medio cuadrado

    durante las horas laborables. Pero la destrucción de la ciu-

    dad de Nueva York no equivale a la "destrucción de nues-

    tra civilización".

    El reverso de la moneda nuclear ha sido insinuado

    arriba, pero es por cierto menos conocido por la mayoría

    de nosotros. En lugar de colocar el material fisionable en

    una bomba, podemos tomar la misma cantidad de uranio

    235 y colocarlo en un instrumento de paz. Este llamado

    reactor atómico puede entonces producir una., reacción

    nuclear en cadena controlada. Hay por cierto aplicaciones

    tremendas que surgen de este uso de materiales fisionables

    en un reactor nuclear.

    Unas pocas de estas aplicaciones nos bastarán para

    ilustrar el impacto generalizado del uso del átomo para los

    propósitos constructivos o de paz. Muchos de nosotros

    hemos oído o hemos leído acerca de la posibilidad de pro-

    ducir electricidad por reactores nucleares. (También

    estamos percatados que el calor producido por tales

    reactores podría tener consecuencias ecológicas así como el

    calor producido en cualquier instalación industrial.)

    Muchos no saben que 15 a 20 por ciento de las personas

    en los Estados Unidos ya están empleando energía eléctrica

    producida de esta manera. Para el año dos mil una frac-

    ción significativa de nuestra energía deberá venir de esta

    fuente, puesto que la disponibilidad de líquidos provenien-

    tes de fósiles y de energía h idráulica estará inevitablem ente

    limitada (quizás convenga señalar que no hay radioactivi-

    dad significativa liberada por tal reactor, y que el diseño

    del reactor siempre incluye un factor adecuado de seguri-

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •13

    dad para cubrir el accidente máximo imaginable).

    Además de la producción de electricidad, también

    estamos capacitados para destilar el agua de los océanos en

    cantidades suficientemente grandes como para cambiar la

    posibilidad de habitación en grandes sectores de la tierra.

    Si los problemas de costo pueden ser resueltos, tenemos

    entre manos el potencial de convertir grandes áreas de tie-

    rras áridas en regiones productivas. Una autoridad ha lle-

    gado a proponer la construcción de un complejo agroin-

    dustrial nuclear donde las plantas nucleares podrían pro-

    ducir energía, purificar el agua, hacer fertilizantes y otros

    elementos químicos. Este complejo sería la fuente central

    de abastecimiento para un vasto centro de población. Tal

    centro podría ser predominantemente un oasis de produc-

    tividad que se sostenga a sí mismo en una región del

    mundo en proceso de desarrollo.

    La radiación nuclear también ha aportado contri-

    buciones muy significativas a nuestro b ienestar. L a investi-

    gación científica, empleando isótopos radioactivos como

    proveedores de información y el uso de los efectos benéficos

    de la radioacción en materiales, ha cambiado el patrón de

    la agricultura, la industria, y la nutrición. Casi veinte de

    los años durante los cuales estuve asociado con el campo

    nuclear fueron dedicados a impartir conocimientos a

    científicos, ingenieros, y médicos sobre cómo usar estos

    importantes materiales radioactivos como instrumentos en

    sus labores en tiempos de paz.

    De manera similar los materiales radioactivos han

    dado tremendas contribuciones a la práctica de la medi-

    cina. Millones de pruebas diagnósticas han sido realizadas

    por médicos y por laboratorios clínicos empleando

    radioisótopos, y más de treinta mil tratamientos se hacen

    cada año con estos materiales en muchos esfuerzos

    exitosos para detener los estragos del cáncer y otras

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    14»

    ¿QUIEN SOY?

    enfermedades. Muchas más vidas han sido salvadas

    empleando los materiales radioactivos que las perdidas en

    Hiro shim a y Nagasak i en aquellos fatídicos días de 194 5

    cuando las actividades militares de la segunda guerra

    mundial fueron truncadas al arrojarse la bomba atómica.

    Se ha n escrito muchos v olúmene s describiendo los miles de

    aplicaciones de la energía nuclear a las actividades cons-

    tructivas de la era de paz. Mi contacto con los médicos

    durante la enseñanza del uso de los radioisótopos me

    impulsó al campo médico científico que ha culminado

    al m omento en mis actividades en la elaboración de p atro-

    nes para el cuidado médico.

    He empleado el caso nuclear como un ejemplo del

    dilema en el cual nos encontramos_respecto de "respues-

    t a s "

     provenientes d e la ciencia. Ese mismo dile ma nos con-

    fronta en todas las encrucijadas de la ciencia y la sociedad,

    pero quizás sea más palpable cuando encontramos que los

    mismos átomos de uranio están capacitados para ocasionar

    la muerte y la destrucción sin cuartel por un lado, y el sal-

    var miles de vidas por el otro cuando son colocados en

    un reactor de paz. Pero, tómese nota: Esos átomos de

    uranio no se interesan en cuál asunto intervienen. No hay

    "buenos" átomos ni "malos" átomos; no hay "buena"

    ciencia ni "mala" ciencia en este sentido. Explícitamente,

    no hay problemas morales dentro de la ciencia. Sólo existe

    el problema moral relativo al hombre que se encuentra

    entre la bomba y el reactor. Es él que decide cómo será

    empleado el uranio.

    Si yo le pregunto a la ciencia: "¿Puedo matar a mi

    prójimo?" la ciencia podrá contestar: "Sí, emplee una

    bomba atómica porque es muy efectiva." Si yo le pregunto

    a la ciencia: "¿Puedo salvar la vida de mi prójimo?" La

    ciencia dice: "Sí, emplee la energía nuclear y la radiación.

    Ofrecen muchas probabilidades." Pero yo nunca puedo

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    • l í

    preguntarle a la ciencia:  ¿Debo  matar a mi prójimo o es

    justo

      salvar

      su vida?" puesto que la ciencia  no tiene

    respuestas para tales juicios valorativos. De ahí

      que

      la

    primera proposición capital que deseo asentar  en nuestra

    discusión es que la ciencia es

     amoral.

      Esto es cierto de toda

    la ciencia pero más específica y dramáticamente de la

    ciencia nuclear. (Parentéticamente, no estoy diciendo que

    los

     científicos

     sean amo rales, sino que los instrumentos con

    los cuales laboran pasan a esta categoría.)

    Ahora, la ciencia tiene limitaciones inherentes en

    cuanto a su campo de investigación y las aplicaciones de

    sus respuestas. ¿Por qué ha de tener tales limitaciones la

    ciencia sobre sus métodos y filosofía? Miremos un poco

    más de cerca a la ciencia para determinar cómo opera,

    para ver si tiene las respuestas sobre la naturaleza de la

    ciencia y del científico. 1

    Ha y varias líneas de pensamiento que corren a través

    de la h istoria de la ciencia en/ cuanto a su lug ar en el

    esquema explicativo de las cosas. Hace más de trescientos

    años,  Descartes, un matemático y científico francés,

    exteriorizó el concepto que si pudiera describir completa-

    mente al universo en cualquier tiempo y si él contara con

    una infinita habilidad de computación, podría describir el

    universo completamente en cualquier época futura. Esta

    noción ha sido la base para un concepto extremadamente

    importante y mecanicista del universo y el papel de la

    ciencia en el universo. Si esta idea es válida, comprende

    dos factores fundamentales. Uno, una descripción

    completa e instantáne a del universo y de todos s.us compo -

    nentes, y dos, la disponibilidad de ilimitado núm ero de ins-

    trumentos matemáticos. No cabe la menor duda que el

    último factor, al menos, gracias a nuestro sistema de com-

    putadoras, está más próximo a su realización que cuando

    se hizo la afirmación.

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    9/49

    16»

    ¿QUIEN SOY?

    El concepto de Descartes establece la idea central en

    cuanto a la ciencia sustentada por muchos científicos y no

    científicos. S ugiere que potencial men te todas las respuestas

    del universo pueden ser halladas en la ciencia, y que este

    tipo de predicción se convierte en el punto final de la

    encuesta científica. Implica que todo cuanto nosotros care-

    cemos son los instrumentos para describir y predecir.

    Una línea similar de pensamiento fue elaborada del

    trabajo y de las conjeturas de Carlos Darwin. El razonó

    que debido a las similitudes biológicas de los seres vivientes

    y la ocurrencia de éstas en la historia geológica, ha ocu-

    rrido un proceso biológico evolucionario desde que la vida

    comenzó. Este proceso ha continuado desde el adve-

    nimiento de la primera célula a las complejidades del sis-

    tema biológico contemporáneo a través de factores de

    mutación y de herencia. Esto significa que el estado bioló-

    gico puede ser, en un sentido, predicho. Si bien la "predic-

    ción" insinuada en esta situación es algo diferente del

    enfoque mecanicista d e D escartes, los matices filosóficos

    implícitos en este concepto se extienden más allá de las

    ideas biológicas directamente afectadas.

    Un enfoque similar a la predicción fue presentado

    por John Dewey en la primera parte del siglo XX.

    Esencialmente él sugirió que si nosotros conocemos todo

    acerca del organismo humano, a cualquier altura en el

    tiemp o, y si nosotros co nociéramos las leyes psicológicas del

    desarrollo de la, person alidad y las fuerzas que o pera n en

    ella, entonces podríamos estar capacitados para controlar,

    en forma científica, los patrones educativos y las acciones

    futuras de dicha persona.

    Cada una de estas ideas sugiere que podríamos estar

    capacitados para resolver, en principio, todos los proble-

    mas del universo: físicos, biológicos y personales, con un

    enfoque científico. Todo cuanto necesitamos es el desa-

    LA FE DE UN CIENTÍFICO .17

    rrollo adicional de los instrumentos científicos  para reali-

    zar   la descripción, y que se desprendería  la predicción

    científica. Si así fuese, todo cuanto nosotros necesitaríamos

    saber es el estado del sistema, y todas las leyes científicas

    (numéricas) que lo gobiernan. Muchos científicos, asi

    como muchos laicos, se adhieren a este concepto. Ellos

    > ntienen y razo nan q ue la ciencia pued e darno s seguri-

    dad final si tenemos suficiente información. Desgraciada-

    mente, la situación n o es tan sencilla, al menos en el cam po

    de la física nuclear, la cual es probablemente el campo tan

    avanzado como cualquier otro dentro de la ciencia.

    La limitación principal de este enfoque filosófico no

    es la "predicción" de la estructura. El problema en la física

    nuclear yace en nuestra incapacidad para describir total-

    mente los sistemas. Uno de los conceptos básicos de la física

    contemporánea es que sencillamente no podemos describir

    el sistema físico totalmente en el sentido requerido por

    Descartes y por otros famosos científicos, entre ellos Isaac

    Newton. Todo cuanto podemos determinar es que hay

    cierta probabilidad de que ciertos fenómenos serán obser-

    vados.

      Por ejemplo, ya no hablamos acerca de los electro-

    nes que giran alrededor del núcleo de un átomo en órbita.

    Sólo hablamos de la probabilidad de encontrar un electrón

    en una cierta región. Esto equivale a decir que cualquier

    electrón de cualquier átomo puede en verdad ser hallado

    dondequiera en el espacio en cualquier tiempo dado; sólo

    cuenta con una mayor posibilidad de estar en una cierta

    región de un átomo en ese tiempo. Es evidente que la

    característica de la predicción y la seguridad en realidad no

    tiene significado si en primer lugar no se puede describir

    totalmente el objeto.

    Si bien nuestra incapacidad fundamental para descri-

    bir una parte del universo totalmente es factor imp ortante,

    surge un problema adicional en el hecho de que nuestro

  • 8/17/2019 Ralph T. Overman - ¿Quién Soy.pdf

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    18»

    ¿QUIEN SOY?

    instrumento  de  medición,  frecuentemente afecta el objeto

    sometido a medición. Por lo tanto frecuentemente resulta

    imposible hablar de una medida significativa del objeto

    por sí mismo. Este hecho es especialmente importante en

    los estudios de  las  personas cuando el proceso  de

    estudiarlas las cambia tanto que ya no son los objetos que

    el investigador comenzó a  estudiar. Podemos resumir

    diciendo que el universo

     no puede ser descrito, medido,

      n i

    predicho en el sencillo sentido   en que nosotros, como  lai-

    cos,

      generalmente asumimos.  En síntesis, no tenemos una

    real seguridad en la ciencia ni sentido final. Sólo contamos

    con la observación de lo  inmediato y de las proyecciones

    estadísticas. Seguiremos

      desarrollando esta idea en otro

    capítulo.

    Yo me propongo  demostrar que,  si  bien la ciencia

    tiene muchas cosas que

     ofrecer, bienestares prácticos de la

    vida diaria, una forma de

     pensar acerca del universo, e

     ins-

    trumentos para cambiar el universo, la  ciencia no  no s

    ofrece las respuestas finales sobre  los seres humanos  y su

    significado. La ciencia tiene

     limitaciones, tanto en su

      tema

    de estudio como en las formas  en las cuales sus instrumen-

    tos y sus resultados pueden ser usados. Los juicios valorati-

    vos son hechos por el científico  y no por la  ciencia.

    Capítulo Dos

    El Científico y Su Universo

    Yo he insinuado que muchas personas retienen la

    idea de que la ciencia tiene los instrumentos en sus  manos

    para resolver, al menos

     potencialmente, los problemas

     que

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •19

    aquejan a la humanidad. Otros sienten que la ciencia  es el

    .monstruo que ha creado muchas, por no decir la mayoría,

    de las dificultades que nos confrontan como seres

     humanos.

    Estas dificultades se originan, o bien de los efectos directos

    de la ciencia y de la tecnología sobre la ecología de nuestro

    mundo, o bien del efecto deshumanizador de una comuni-

    dad mundial orientada hacia la ciencia. Antes de examinar

    estos puntos con mayor lujo de detalles, miremos un

    poqu ito m ás de cerca este asunto de la forma y el contenido

    de la ciencia.

    Hace siglos Sir Francis Bacon describió el método

    científico con mucho detalle. Esto fue un logro sorpren-

    dente cuando uno considera que él personalmente estaba

    originando gran parte de aquello que ha sido nuestra tra-

    dición científica. La secuencia de la progresión científica

    que él describió es impartida todavía en muchos lugares

    como "el método científico", y es sostenida por muchos

    científicos y laicos.

    Este método sugiere que un científico, en sus concep-

    tos acerca del problema específico, primeramente propone

    una hipótesis en cuanto a la situación a la cual él hace

    frente. Esta hipótesis sólo requiere relevancia y no tiene

    status,

      salvo como punto de partida del cual comenzar. A

    medida que la hipótesis adquiere adherentes a través dé la

    confirmación de la experiencia y de la lógica, alcanza el

    status

      de una "teoría" científica.

    Esta teoría entonces hace frente a la prueba de la

    aceptación por parte de otros científicos y (en algunos

    casos) del público. Si la teoría adquiere credibilidad

    general, sea

      por

      la validez de los datos con los cuales

      se

    concierne o por la belleza y simplicidad de su lógica,

    asume el papel de una "ley" científica que es considerada

    como "segura" o "que puede ser probada científicamen-

    te" .

      Este enfoque tiene muchos matices emocionales muy

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    2 »

    ¿QUIEN SOY?

    fuertes debido a la necesidad que muchos de nosotros tene-

    mos de seguridad y autoridad. Nosotros sentimos que si la

    ciencia puede ser el arbitro final en nuestras vidas, pode-

    mos descansar seguros de que todo está en buen orden.

    Ocasionalmente encontramos a alguien quien dice

    algo más o menos así: "Bue no, después de todo, no ha sido

    probada (la teoría de la evolución, la teoría atómica,

    etcétera), de modo que no tengo  • que preocup arme por

    ella." Esta declaración sugiere que si la teoría fuese "pro-

    bada", el individuo tendría que hacer frente a verdaderos

    problemas en ese campo específico, pero, afortunada-

    mente, no tiene que confrontar las implicaciones del

    problema, porque no ha sido probada. De ahí que hay dos

    puntos de vista sostenidos por el no científico. Uno es que si

    una teoría particular no ha sido probada, no tiene que

    considerarse más. El otro es el sentimiento que puesto que

    la ciencia ha probado algo, debe creerla sobre una base

    autoritaria. (Por cierto que no hay nada más autoritario

    que un man ual de ingenieros sobre datos y número s, pero

    este es un problema bastante diferente.)

    Por la experiencia de mi trabajo y de mis ideas, yo

    personalmente no he llegado a pensar que la secuencia de

    hipótesis a teoría a ley verdaderamente sea la que rige la

    actividad científica en el día de h oy. Específicamente, yo no

    creo que la ciencia "pruebe" una cosa en sentido lógico o

    en sentido técnico. De igual manera, una idea dada no

    debe ser considerada como probada por la ciencia aun en

    el sentido popular, si eso implica una seguridad inmutable

    e invariable. La forma técnica de confrontación puede ser

    una de dos tipos. Una de ellas es la prueba lógica, en la

    cual, si A y B son afirmaciones lógicas, entonces C es la

    conclusión lógica y probada a la que se llega. El otro tipo

    de prueba es llamada tautológico, y en éste, por ejemplo, 2

    + 2 = 4. Esto es probado sencillamente por definición de

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •21

    los términos en la ecuación. La ciencia no emplea ni una n i

    otra de estas formas de razonamiento. La ciencia

      emplea

    un método epistemológico de razonamiento.

    Este enfoque epistemológico tiene tremendas impli-

    caciones tanto para el científico como para el laico, puesto

    que aun para los laicos es una forma práctica de trabajar y

    de razonar. Necesitamos examinar este enfoque para

    determinar si la ciencia tiene una respuesta para nuestro

    interrog ante existencial inicial. Antes de considerar especí-

    ficamente qué nos dice este enfoque en cuanto a nuestra

    existencia humana, quizás resultara provechoso ver cómo

    la ciencia responde a interrogantes tales como: "¿qué es

    una silla? ¿qué es un átomo?"

    Yo sostengo que todas las actividades científicas

    comienzan con nuestras experiencias humanas. Esto

    equivale a decir que en realidad no formulamos preguntas

    ni proponemos respuestas sino hasta tanto tenemos

    experiencias que necesiten ser ordenadas, estructuradas, y

    explicadas.

    Todos los seres humanos están expuestos a estímulos

    extemos desde el momento de la concepción. Estos

    estímulos forman parte de nuestro "contrato social" o

    nuestra herencia de nacimiento a la cual me referí en el

    capítulo anterior. (Es tentador preguntar qué es lo que

    subyace el yo que recibe las experiencias, pero no tenemos

    forma de determinar cómo seríamos si no fuésemos como

    somos.) Alguien ha hecho la observación que para el astró-

    nomo, el hombre solamente es una partícula infinitesimal

    en un universo infinito, pero el hombre siempre es tam-

    bién el astrónomo.

    Cuando éramos muy jóvenes, la mayor parte de las

    experiencias que tuvimos probablemente fueron muy

    similares, puesto que fundamentalmente eran estímulos

    biológicos y respuestas. Por supuesto, los factores heredi-

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    22»

    ¿QUIEN SOY?

    tarios y de acondicionamiento entraron en juego también

    para afectar nuestros patrones de respuesta. Debido a estas

    diferencias am bientales y biológicas en nuestra constitución

    y en nuestra biosfera, comenzamos a responder a estos

    estímulos en patrones individualizados. La combinación de

    todos estos factores nos dio a cada uno de nosotros una

    individualidad la cual es uno de los hechos más importan-

    tes de nuestra existencia.

    Por ejemplo, cuando yo era pequeño, quizás haya

    contemplado la luna, quizás me haya preguntado qué era,

    cómo llegó a estar allí, por qué era tan brillante, por qué

    parecía ser más grande cuando estaba sobre el horizonte, y

    un sinnúmero de preguntas similares. Todas estas pregun-

    tas me fascinaban, aun cuando no había quién pudiera

    darme la mayoría de las respuestas. Entonces descubrí que

    las enciclopedias tenían cuadros ilustrativos interesantes y

    palabras que me daban algunas de las respuestas a mis

    interrogantes sobre el universo.

    Por otra parte, m i compañero de juegos parecía care-

    cer de interés en estos asuntos. Cuando él contemplaba la

    luna, inmediatamente pensaba en palabras que rimaban

    con luna. El parecía interesarse solamente por los sen-

    timientos producidos dentro de él al contemplar la luna.

    Las dinámicas de seleccionar carreras y la razón para tales

    diferencias individuales entre nosotros son interesantes y

    fascinantes estudios por sí mismos, pero sea por una razón

    o por otra, yo me encontré en la universidad estudiando la

    química de colores mientras que mi compañero de juegos

    había publicado un buen número de libros de poesía.

    El punto es que todos recibimos muchas experiencias

    similares y diferentes. Yo insinúo que el científico

    comienza con tales experiencias y trata de derivar satisfac-

    ción al buscar respuestas a los interrogantes planteados.

    Por supuesto, el científico quizás tenga más preguntas que

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •23

    respuestas, pero contesta aquellas preguntas por las cuales

    ha estado interesado más tiempo. (Esta afirmación repre-

    senta una buena descripción del proceso de investigación

    científica.)

    En otras palabras, el científico comienza su programa

    con las experiencias (datos) acerca del universo, o alguna

    porción del universo, en los cuales se interesa por el

    momento. Antes de convertirse en científico profesional,

    debió de haberse sometido a un período de rigurosa

    preparación en cuanto a las formas de confrontar e inter-

    pretar estos datos, las preguntas que debe hacer sobre los

    datos y cómo probarlos para ver si tenían precisión, vali-

    dez, exactitud. El se siente a gusto empleando estos instru-

    mentos.

    Como un ejemplo de este enfoque, supongamos que

    yo ver if iqué determinado exper imento novecientas

    noventa y nueve veces, y que cada vez obtuve la misma

    respuesta (realizando el experimento bajo las mismas con-

    diciones). Entonces anoté la descripción de estos experi-

    mentos y los resultados obtenidos y los publiqué en una

    revista científica. Ahora si el profesor "X" vio por casuali-

    dad eftrabajo, quizás haya formulado estos interrogantes:

    ¿Por qué el au tor sólo verificó novecientos nove nta y nu eve

    experimentos (cuando mil es un número más factible)?

    ¿Eran sus datos correctos? ¿Fueron las condiciones repro-

    ducidas exactamente en los diversos experimentos?

    Si él se sintió satisfecho de que las pruebas fueron

    hechas correctamente, quizás entonces decidió resumir el

    trabajo al hacer una declaración más o menos así: "Bajo

    las condiciones descritas, un cierto juego de resultados

    fueron observados en cada caso."

    El siguiente paso es de vital importancia. El profesor

    quizá decida entonces que, como corolario natural de su

    resumen de datos, bajo las mismas condiciones, el mismo

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    24

    ¿QUIEN SOY?

    resultado sería obtenido en cualquier momento del futuro.

    Este resumen y generalización de la observación y de los

    datos es la declaración de una ley científica. Tal ley cientí-

    fica está basada solamente en la aceptación general y en la

    creencia  que los mismos resultados serán obtenidos en

    otros experimentos. La palabra "creencia" es un concepto

    metafísico, pero no es forzoso que nos asuste a nosotros

    puesto que en realidad es la palabra fundamental sin la

    cual ningún científico puede funcionar. Yo por cierto

    puedo aceptar la ciencia sólo si creo que la naturaleza es

    consecuente. Cada uno cree que sobre la tierra las manza-

    nas caen hacia la tierra, si bien la ley de la gravedad

    establece solamente que las manzanas siempre han caído

    hacia la tierra y que se espera que así lo hagan en el

    futuro. Yo dudo si Isaac Newton fue a la huerta cada

    mañana para determinar si las manzanas todavía caían

    "hacia abajo". Por otra parte, nuestros experimentos espa-

    ciales nos han provisto de ideas fascinantes en cua nto a las

    experiencias sin gravedad y nuestra dependencia en la

    misma. Pero la ley de la gravedad ni ha sido abolida ni ha

    sido probada.

    Ahora, si el científico se inclina a la reflexión, quizás

    formule preguntas adicionales en cuanto a sus resultados

    experimentales. Quizás se pregunte cuál sea la razón o

    causa para la regularidad y los patrones que ha demos-

    trado.  Quizás entonces idee algún cuadro que conecte

    algunas posibles condiciones o circunstancias y los resulta-

    dos obtenidos en sus experimentos. Esta es la hipótesis que

    se relaciona con la causa y el efecto pero no con los datos

    mismos. Una de las características de la creatividad cientí-

    fica es el desarrollo de conjeturas ingeniosas tocantes a las

    posibles causas para ciertas observaciones. La noción de

    Einstein sobre la relatividad no se distinguió tanto por su

    incomprensibilidad y abstrusidad como por el gran salto

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •2 5

    creativo que estableció la base para su explicación de cier-

    tos datos que habían estado en los análisis científicos por

    algunos años.

    Si entonces se desarrollan datos que apoyan la hipó-

    tesis presentada, y si la idea básica se hace cada vez más

    útil al pensar en los experimentos, la hipótesis, con o sin

    modificaciones, se convierte en teoría científica. Difiere de

    la hipótesis sólo a nivel del apoyo y credibilidad de los que

    trabajan en el campo y no en la prueba científica. Una

    teoría sólo es una descripción de algunas relaciones

    posibles de causa y efecto y no tiene adicional evolución, si

    bien una teoría dada puede ser grandemente refinada y

    ocasionalmente descartada.

    Una teoría científica tiene tres funciones: (1)

    "explica" todos los datos posibles, es decir, da las relaciones

    de causa y efecto; (2) da el menor núm ero posible de-datos

    contradictorios; (3 ) es útil pa ra h acer predicciones tocantes

    a los tipos de experimentos que resultaría interesante pro-

    bar a continuación. Una teoría no tiene el

     status

     de acepta-

    ción más que sobre éstas, y generalmente debe ser

    cambiada a medida que se verifican nuevos experimentos.

    El esfuerzo es hacer la teoría tan general como sea posible

    para correlacionar todas las condiciones experimentales.

    En todo el vasto alcance de la experimen tación cientí-

    fica, sólo dos ejemplos vienen a la mente en los cuales una

    teoría fue totalmente descartada. Una teoría medieval de

    combustión fue que un gas llamado "flogisto" era expe-

    dido cuando ardía un material. El descubrimiento del oxí-

    geno nos dio una forma mucho más satisfactoria para

    explicar la combustión. De manera similar cuando la

    naturaleza de la luz como moción de ondas fue introdu-

    cida, parecía necesario que las ondas de luz atravesaran

    alguna sustancia. Esta sustancia fue llamada el "éter lumi-

    noso".

      Repetidos e ingeniosos experimentos no han produ-

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    26*

    ¿QUIEN SOY?

    cido evidencia que cualquiera de estas substancias está en

    verdad p resente en el universo, de modo q ue existe acuerdo

    general entre los científicos de que estos conceptos no son lo

    suficientemente útiles como para ser requeridos en la

    ciencia contemporánea. Aun estas teorías no han sido

    desacreditadas sino sencillamente descartadas como

    inútiles, puesto que los materiales no han sido probados

    por nuestros instrumentos de medición.

    Si bien el término "teoría" goza de aceptación difun-

    dida por la descripción de la explicación en la ciencia, el

    vocab lo "modelo" es un té rmino con temporáneo

    empleado para describir el estado de un arte observado y

    teórico. Tal modelo bien puede ser el modelo físico y ver-

    dadero de un sistema, o bien un diagrama representando

    las relaciones tal y c omo las concep túa el científico, o bien

    puede ser aun más elaborado en la forma de una formula-

    ción matemática o un programa de computadora. Todos

    empleamos un modelo pero siempre tenemos que estar

    conscientes de que el modelo no es la realidad, y debemos

    estar dispuestos a modificar o descartar el modelo cuando

    sea necesario.

    Ahora estamos listos para considerar cómo la ciencia

    determina cuál es la relación entre la percepción sensoria

    de un objeto en el universo y nuestra comprensión de lo

    que es el objeto. Mi "modelo" para esto está basado en

    una idea presentada por el profesor Henry Margenau en

    su excelente libro  The Nature of Physical Reality (La

    Naturaleza de la Realidad  Física), (McGraw-Hill, 1950).

    Yo señalé anteriormente que en un esfuerzo científico

    comenzamos con una persona experimentando el universo

    a su alrededor. El profesor Margenau comienza su modelo

    con una línea vertical, el yo, representando un individuo

    experimentando el universo. Si empleamos este enfoque,

    podemos considerar el "yo" como sumergido en su uni-

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •27

    verso e ínteractuando con él. Yo experimento y clasifico las

    observaciones de mi mundo físico como  percepciones  sen-

    sorias.

    Si yo resumo y generalizo sobre la base de estas

    observaciones, yo he propuesto una ley científica. Es evi-

    dente que hoy tengo, con mis instrumentos y compu-

    tadoras, una mucha más vasta región de experimentación

    y clasificación que jamás haya estado disponible anterior-

    mente.

    Consideremos un sencillo ejemplo de este enfoque

    sobre la forma por la cual aprendemos. Yo puedo determi-

    nar que un objeto con un pedazo de madera colocado hori-

    zontalmente sobre cuatro varas verticales de m adera puede

    ser empleado para sentarse. También aprendo que el

    nombre convencional para este arreglo es silla.

    Supongamos, pues, que yo me formule la pregunta

    tocante a este objeto llamado silla, el cual es externo a mi

    persona: "¿De dónde vino la silla?" Puedo proceder a

    través de otra serie de observaciones para determinar que

    o bien fue adquirida o bien fue construida por la persona

    - que la utiliza.

    Ahora supongamos que yo formule la pregunta:

    "¿Está la silla todavía ahí cuando yo cierro mis ojos?"

    Esto significa, por supuesto, que yo debo conservar en mi

    mente la idea de un a silla que recuerdo. Yo podría prob ar

    la hipótesis que todavía estaba allí en su lugar, palpando

    un extremo de la silla con los ojos cerrados. Es fácil demos-

    trar que una punta de la silla, al menos, todavía está allí.

    Pero entonces quizás preguntemos algo muy fundamental:

    "¿C uá l es la silla real, la que está sobre el piso o la idea de

    silla que está en mi mente?" Por supuesto esta es una pre-

    gunta trivial con relación a una silla, pero es una pregunta

    muy significativa cuando la formulo tocante a un átomo, a

    un ser humano, (o a Dios). En el caso del átomo, al menos,

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    28*

    ¿QUIEN SOY?

    tenemos razones para creer que nunca tendremos posibili-

    dad de directamente palpar un átomo. De igual manera

    podemos formular la pregunta en cuanto a si "humani-

    dad " o "divinida d" pueden ser percibidas directamente en

    el sentido físico. En nuestro diagrama quizás formemos el

    concepto visual de un "yo", nuestra línea vertical, sos-

    teniendo a corta distancia una idea o hipótesis. Esta idea

    difiere de las observaciones de la cual fue derivada, pero

    aun está conectada a través de una relación lógica al yo

    como el que percibe.

    Nueva mente yo preg unto: ¿ Cuál es la verdadera silla

    o el verdadero átomo, las percepciones sensorias, o el cua-

    dro mental de la silla que recuerdo, o el átomo no visto?

    Esta no es una pregunta nueva; ha sido debatida por

    siglos.

    Quizás los primeros campeones de los dos puntos de

    vista contrarios fueron los escritores ingleses Samuel John-

    son, quien creyó en un realismo muy práctico y directo, y

    el Obispo Berkeley, quien creyó que las ideas eran los úni-

    cos fenómenos significativos, es decir, creyó en un

    idealismo filosófico. En un incidente reportado, Berkeley

    estaba sosteniendo el criterio de que todo el universo n o era

    más que un pensamiento fugaz en la mente de Dios

    cuando Johnson se le acercó y colocó una piedra en el

    camino y lastimó su pie.

    Quizás sería interesante señalar que esta fracción de

    ejercicio filosófico es uno practicado por tales no filósofos

    como los entrenadores de deporte. Carlos Moran, un muy

    conocido arbitro de los últimos años, declaró su posición

    filosófica de ma ner a muy cla ra. "Yo no procedo sobre la

    base de cóm o los veo, yo los llamo ta l y como son." Este es

    realismo práctico. Klem, una personalidad igualmente

    bien conocida, haciendo eco al Obispo Berkeley quizás

    inconscientemente, declaró: "Quizás sean pelotas, y quizás

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •2 9

    sean juegos, pero hasta que yo diga, no son nada." Esto

    representa una diferenciación sucinta entre el realismo

    filosófico tradicional y el idealismo.

    ¿Cómo trasciende esta dificultad la física moderna?

    Tal y como lo señalé anteriormente, comenzamos con los

    datos observables y elaboramos un concepto teórico. Es

    evidente que entonces debemos co mproba r este concepto si

    ha de ser aceptable y útil.

    Un factor crítico en la validación de una teoría

    específica basada en la observación es que la teoría debe

    contener factores que un científico creativo pueda usar

    para sugerir formas adicionales por medio de las cuales

    podrá ser verificada. Esto es realizado al produc ir un jueg o

    diferente de percepciones sensorias de aquellas de las cuales

    se generó la idea originalmente. Es decir, una teoría debe

    contener elementos que sugieran experimentos adicionales

    que deben ser realizados para probar su validez. Se espera

    que los experimentos sugeridos sean adecuados, no. sólo

    para determ inar si las ideas originales se relacionan con los

    datos,  sino también para obtener formas de experimenta-

    ción para saber si alguna hipótesis en competencia no es

    válida* Nuevamente el genio del científico creativo salta a

    la delantera al cultivar teorías y conceptos y posterior-

    mente al formular experimentos para probar la validez de

    estas ideas.

    Nuestra secuencia ha sido la siguiente: Las obser-

    vaciones son realizadas por el que percibe y se producen

    las generalizaciones; es generado un concepto que ha de

    ser probado para verificación; el concepto es confrontado

    empleando otro tipo de experimento que provee obser-

    vaciones adicionales; si las observaciones son aquellas pre-

    dichas por la teoría o el concepto, la teoría o el concepto es

    considerado validado. Si las observaciones realizadas no

    corresponden a las predichas o no están en consonancia

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    ¿QUIEN SOY?

    prueba de la validez de la teoría atómica. El significado es

    que cada una de las teorías fue confrontada en el labora-

    torio y los resultados predichos por la teoría fueron obser-

    vados experimentalmente. A esto se le puede hacer

    referencia como una "validación reflexiva" del objeto, ver-

    bigracia, el concepto propuesto es válido porque los resul-

    tados predichos por el concepto están en consonancia con el

    experimento.

    Este ejemplo del uso de un modelo científico dem ues-

    tra la primera de las dos ideas tocante a la ciencia que son

    responsables tanto para el poder del enfoque científico

    como para las limitaciones a las cuales hicimos referencia

    anteriormente.

    La ciencia comienza con la percepción, pasa a las

    ideas o teorías sobre la naturaleza de las relaciones com-

    prendidas, y luego pasa a probar estos conceptos en el

    campo de la percepción o de la experiencia. Esto significa

    que la ciencia comienza y termina con los cinco sentidos:

    Oír, pro bar, ver, oler, palp ar. Específicamente, si un fenó-

    meno no es percibido y medido p or un o o más de estos sen-

    tidos,

      no estamos involucrados en una búsqueda científica.

    El segundo factor en la fuerza (y la limitación) de la

    ciencia yace en la naturaleza de la relación existente entre

    el científico y los objetos bajo su estudio. Si yo en realidad

    soy científico, yo seré "objetivo" tocante a mi trabajo.

    Todo cuanto yo hago en el campo de la ciencia, debe ser

    verificable públicamente y demostrable a otros que están

    equipados con los correctos sensores. Si yo contemplo un

    objeto o si yo realizo un experim ento, siemp re debo asu mir

    que si usted viene a mi punto de ventaja y usted emplea

    sensores equivalentes a los míos, usted obtendrá los mismos

    resultados que yo. Quizás usted bien pueda interpretar los

    resultados en forma distinta que la interpretación que yo

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •33

    les dé, pero las observaciones hechas en la ciencia  deben

    poder ser repetidas y comprobadas.

    Casualmente aquí yace el problema fundamental al

    considerar los problemas tales como la naturaleza de los

    UFO (Objetos foráneos no identificados), la vida en otros

    planetas, psicoquinesis y una hueste de otras ideas relacio-

    nadas con la ciencia. No es que estos conceptos no son

    posibles ni probables. El problema de validarlos es que no

    contamos con datos sensorios directos en los cuales basar

    los conceptos propuestos, o que no tenemos una forma

    independiente de observar los resultados anticipados del

    concepto o teoría específicos.

    Podríamos señalar que de esta muy ostentada objeti-

    vidad por parte del científico sólo parece existir en los

    laboratorios experimentales. Mucho pensamiento y

    estudio han sido invertidos para tratar de determinar el

    grado al cual los científicos son realme nte objetivos tocan te

    a su trabajo. Este asunto está reflejado de maneras muy

    sutiles, por ejemplo, al determinar las razones por las

    cuales una persona comienza a trabajar en un campo dado

    o sobre un problema específico.'No somos totalmente obje-

    tivos al seleccionar el experimento a realizarse ni al

    seleccionar los datos que tomamos. De manera similar, si

    yo presento mis teorías ante una conferencia de científicos,

    yo puedo ser muy falto de objetividad tocante a un colega

    que no está de acuerdo con la interpretación de mis resul-

    tados, o que postule interrogantes sobre mi tema experi-

    mental .

    Para resumir este enfoque, tomemos prestado un tér-

    mino del teólogo judío, Martín Buber. El sugiere que la

    relación tal y como está descrita aquí es entre el "yo" que

    observa y el objeto del estudio, es decir un "eso". El "eso"

    siempre es externo al observador y separado de él. Si bien

    a veces hay una íntima relación entre el observador y lo

  • 8/17/2019 Ralph T. Overman - ¿Quién Soy.pdf

    18/49

    34»

    ¿QUIEN SOY?

    observado, no debe haber interacción entre ambos que

    moleste el sistema observado, o de lo contrario no tendre-

    mos el sistema original bajo estudio. La ciencia, pues, está

    limitada a estas relaciones de "yo-eso". Si yo estudio un

    átomo, es un "eso", al igual que una silla.

    Si yo fuera un psicólogo que estuviera estudiándolo a

    usted, usted sería un "eso", un objeto en el sentido cientí-

    fico. Si yo tratara de probar la existencia de Dios científi-

    camente, tal esfuerzo, aun si tuviera éxito, solamente

    demostraría la existencia de aquel Dios como una entidad

    en el universo físico. Yo postulo que es imposible "p ro ba r"

    la existencia de Dios por cualquier método científico,

    intelectual, o lógico, y aun si fuera posible probarlo, tal

    dios no sería un dios en el sentido religioso. Los diversos

    argumentos que alegan probar la existencia de Dios son

    muy consoladores para el creyente pero sencillamente no

    son lo suficientemente fuertes para el incrédulo. Quizás

    sea conveniente señalar que la pregunta: "¿Existe el

    átomo aparte del observador?" no tiene real significado.

    La única pregunta correcta es: "¿Tiene el átomo signifi-

    cado para usted?"

    ¿Dónde nos encontramos en nuestra búsqueda por la

    identidad personal? Comenzamos con un "yo" experi-

    mentando el universo porque no podíamos comenzar en

    ningún otro punto. Si bien existe la posibilidad de vali-

    darme a mí mismo, nosotros observamos que los métodos

    de la ciencia no tienen la base para validar más que los

    atributos físicos de un objeto en el universo. La ciencia es

    un campo fascinante, que demanda mucho para quienes

    disfrutan al encontrar una forma satisfactoria de emplear

    sus capacidades tanto en la rutina de la búsqueda en el

    laboratorio como en la excitación consumadora de ver los

    resultados ubicarse en un elegante esquem a conceptual.

    La ciencia tiene sus puntos fuertes de objetividad y de

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    • 3 Í

    medición y muchos de nosotros sentimos que estos son de

    gran importancia para nuestra forma de pensar. Pero la

    ciencia no sabe nada de aquello que no puede ser medido y

    que es subjetivo. Yo afirmo que es en estos campos donde

    residen nuestros significados existenciales y nuestros

    valores. Si bien yo puedo descubrir  qu é  soy en el labora-

    torio científico, no puedo determinar allí  quién  soy.

    Capítulo Tres

    El

     Científico Como

     Ser Humano

    Si no puedo encontrarme en el m undo de los hechos,

    de la lógica o del laboratorio, ¿hay otro lugar dónde bus-

    car? En realidad, no puedo preguntar si hay un

      lugar

    dónde buscar, porque "lugares" se encuentran en el

    mjundo de las dimensiones y del tiempo, y concluimos en el

    capítulo anterior que sólo podemos encontrar objetos físi-

    cos en lugares. Otra forma de hacer la pregunta es la

    siguiente: "¿Hay otras experiencias además de las del

    laboratorio que nos dan percepciones de la naturaleza del

    'ser humano'?" Si comenzamos con un individuo que

    experimenta, ¿hay otros tipos de experiencia que son váli-

    dos pero que son de tal naturaleza que no pueden ser

    sometidos a medición ni públicamente verificables,

    vale decir, que no son científicas? ¿Contamos con

    experiencias que son tan fundamentales y legítimas como

    nuestras experiencias sensorias, pero que no emanan de las

    experiencias y de las observaciones tocantes a objetos en el

    universo físico?

  • 8/17/2019 Ralph T. Overman - ¿Quién Soy.pdf

    19/49

    3Í » ¿QUIEN SOY?

    Yo pongo a vuestra consideración que sí hay estas

    experiencias que caen bajo el dom inio de esta categoría. Yo

    creo que éstas son las experiencias emocionales, vale decir,

    el sentido de culpabilidad, de a nsiedad, de amo r, de hostili-

    dad. Yo también afirmo que éstas no son respuestas hechas

    a los objetos que yo experim ento en el mun do físico.

    Quizás me enoje y le dé un golpe brutal a la llanta de mi

    automóvil cuan do vea que está sin aire, pero yo dudo que

    esté realmente enojado con la llanta. Es decir, que las

    respuestas emocionales no surgen de las interacciones con

    los objetos en el mundo físico, sino que resultan de las

    relaciones con otras entidades llamadas, para nuestros

    actuales propósitos, "seres". (Explicaré un poco más tarde

    algunas de las características del "ser" tal y como empleo

    el término, pero no es exactamente el empleo tradicional

    filosófico del término.)

    Mi siguiente proposición importante es, pues, que

    estas experiencias emotivas no comprenden una relación

    entre un "yo" y un "eso". En lugar de esto, se derivan de

    relaciones entre un "yo" y una entidad externa descrita en

    la terminología de Buber como un "tú". Por cierto, parte

    de nuestra dificultad conceptual surge porque no conoce-

    mos muchos "tus" que no sean caracterizados como obje-

    tos.

      Estoy insinuando que la interacción primaria com-

    prendida en hostilidad, culpabilidad, amor, etcétera,

    emana de estas relaciones, "yo-tú", si bien por cierto estoy

    consciente que hay niveles de adrenalina y otros concomi-

    tantes d e estas reacciones que son físicamente medibles. Yo

    creo,

     por ejemplo, que la hormon a científicamente medida

    es secundaria a la respuesta emocional. Por supuesto que

    hay una reacción orgánica que puede ser demostrada por

    la administración de ciertas drogas. De cualquier manera,

    iniciamos nuestra búsqueda metodológica con un indi-

    viduo que exper imenta el mundo que lo rodea.

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •J7

    Ahora veamos más cuidadosamente una de estas

    respuestas emotivas. Emplearé la culpabilidad como un

    ejemplo, quizás en parte porque esta respuesta es umver-

    salmente reconocida, y quizás en parte porque ha sido un

    factor tan importante en la determinación de nuestras

    estructuras de valores.

    En los muy tempranos períodos del hombre se nos

    dice que cada uno hacía lo que era correcto ante sus

    propios ojos. Yo asumo que nuestros contemporáneos

    podrían elaborar un caso para la aceptación de este estado

    de caos, pero también puede demostrarse que la ve rdadera

    justicia individual sólo puede ser impartida con una

    estructura social que reconoce los derechos de otros indi-

    viduos. Mi libertad termina donde la nariz del prójimo

    comienza. Se progresó en la historia cuando alguien reco-

    noció el valor, para todos los miembros de la comunidad,

    de la regla de "ojo por ojo" y "diente por diente". Esto sig-

    nificaba que cuando yo le pegaba en el ojo, usted me

    pegaba en el mío. No se tenía después ningún sentimiento

    de culpabilidad puesto que éste era una correspondencia de

    uño* a uno (perdón) entre el damnificado y el que da ñaba.

    Esto señala dos cosas: primero, que la respuesta de cul-

    pabilidad surge de una relación no satisfactoria o no

    adecuada con otro ser humano; y en segundo lugar, que

    las respuestas de culpabilidad pueden ser resueltas al

    entrar en una relación mucho más satisfactoria con otro

    ser humano, especialmente si esto resulta del perdón del

    individuo que ha sido perjudicado.

    Sin embargo, si yo lo mato a usted, usted no me

    puede matar a mí, y surge una situación problemática. Si

    nuestra premisa es válida de que la respuesta de culpabili-

    dad puede ser templada al entrar en una relación satisfac-

    toria con otro ser humano, se desprende que debemos

    entonces encontrar otro ser humano que tome el lugar del

  • 8/17/2019 Ralph T. Overman - ¿Quién Soy.pdf

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    38»

    ¿QUIEN SOY?

    asesinado si hemos de resolver la culpabilidad. (Entre

    paréntesis, el psicólogo muy bien puede identificar la causa

    de la culpabilidad y quizás pueda demostrar que ni es

    necesaria en algun as situaciones. Yo sólo estoy interesado a

    esta altura con el hecho de que el individuo experimenta la

    culpabilidad y cómo puede ser eliminada esta culpabili-

    dad.)

    La resolución de este problema de culpabilidad en la

    ausencia de una relación directa de perdón entre los dos

    individuos comprendidos, pudo haber asumido una de dos

    formas en los albores de nuestros patrones de relación. Por

    ejemplo, si alguien me vio a mí cometer el asesinato, esto

    podría haber sido comunicado a un "tu" vicario: el

    patria rca, el juez. Este oficial entonces sería facultado pa ra

    tomar el lugar de la víctima y dar el castigo corres-

    pondiente. Tal penitencia u otros medios sustitucionarios

    podrían (pero no necesariamente ocuparían) tomar el

    lugar del perdón de la víctima misma. A las claras mi

    reacción al juicio y el grado al cual esto eliminaría mi cul-

    pabilidad estaría condicionado por todo mi patrón de

    respuestas.

    Otra posibilidad para resolver la culpabilidad del

    individuo fue elaborada en otras culturas. Si ningún otro

    ser humano fue testigo del asesinato, en mi ilustración yo

    todavía tendría el problema de la culpabilidad puesto que

    yo sé lo que hice. En esta situación, quizás el problema

    de resolverlo, pues, podría hacerse asignando existencia a

    los objetos inanimados, tales como los árboles que me

    rodean, esto es, hacer de estos objetos "tus" o "dioses". Si

    yo hiciera tal asignación, podría aplacar los dioses por

    diversos medios. El auge de los ritos religiosos animistas

    quizás pudo haberse acelerado por la necesidad de darle el

    "ser" a la naturaleza a fin de que pudiera participar en las

    interacciones emocionales del hombre primitivo.

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •39

    Un ejemplo del uso de la presuposición vicaria o sus-

    titucionaria de la culpabilidad proviene de la temprana

    historia hebrea. Si bien los sacerdotes tenían el poder de

    llevar a cabo el modelo de "ojo por ojo" para resolver las

    dificultades personales, estaba claramente asentado que no

    todos los problemas eran traídos a la superficie en el curso

    normal de los eventos humanos. A fin de no perder de

    vista ninguna posibilidad, cada año el sacerdote escogía un

    macho cabrío del rebaño y simbólicamente colocaba todos

    los males no declarados sobre la cabeza del animal. El

    macho cabrío entonces era enviado al desierto. A este ani-

    mal se le llamaba víctima propiciatoria y servía para

    cubrir todos los males no perdonados del grupo.

    Puede mencionarse otro aspecto de la situación de

    culpabilidad. Nunca podemos esperar estar de acuerdo con

    la lista de cosas por las cuales debiéramos sentirnos cul-

    pables puesto que provenimos de trasfondos muy diferen-

    tes.

      Sin embargo, todos tenemos la característica de sentir-

    nos culpables de alguna cosa.

    En el capítulo anterior describí una bastante cruda

    analogía en la cual el científico, "yo", fue representado por

    una línea vertical en un diagrama. Este "yo" experimentó

    los objetos en el mundo físico.

    Éstos objetos fueron validados al experimentar los

    resultados predichos por el concepto. Podemos continuar

    la analogía al representar ahora a este individuo que

    experimenta con el otro brazo extendido. En lugar de que

    este brazo alcance un objeto, este brazo se extiende hacia

    otro individuo, "tú". Tal y como ocurrió en el caso

    anterior, no necesitamos "probar" que tal "tú" existe.

    Postulamos primero que existe tal entidad. Entonces

    sugerimos que si tal "tú" en realidad existe (o si tiene sig-

    nificado), puede ser verificado en nuestra experiencia indi-

    vidual, tal como el átomo fue validado. En este caso, sin

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    4 »

    ¿QUIEN SOY?

    embargo, no validamos un "tú" empleando nuestras

    experiencias sensorias sino nuestras respuestas emotivas.

    En el ejemplo de culpabilidad miremos el orden: (1)

    Yo reconozco una respuesta de culpabilidad en mí; (2)

    esta respuesta de culpabilidad surge de una relación ina-

    decuada o insatisfactoria con otro ser humano; (3) esta

    respuesta de culpabilidad puede ser resuelta y eliminada al

    interactuar en una forma más satisfactoria con otro ser

    humano, se espera que sea con la víctima; (4) yo valido la

    existencia del otro ser "tú" en el proceso de relacionarme

    con él; (5) yo reconozco que la resolución del patrón de

    culpabilidad no hubiera ocurrido si yo no hubiera entrado

    en esta relación con el otro ser.

    El modelo de un ser humano de esta manera describe

    un "yo", el que percibe, que experimenta dos tipos de

    "señales": aquellos recibidos por sensores físicos y los reci-

    bidos por sensores no físicos. Puede hacerse un interesante

    ejemplo de la distinción entre estos dos tipos de cono-

    cimiento. Tenemos descripciones cuantitativas precisas de

    las reglas pa ra a precia r y para medir la luz, el sonido, etcé-

    tera. Por ejemplo, la intensidad de la luz decrece en pro-

    porción inversa al cuadrado de la distancia de la fuente de

    origen. Esto significa que al medir una cantidad de luz a

    cierta distancia de su origen, obtendremos una medida

    para la cantidad de luz que está produciendo impacto en

    nuestro instrumento de medición. Si entonces movemos el

    instrumento a un punto dos veces distantes de la fuente de

    luz, descubrimos que podemos medir solamente una

    cuarta parte de la luz que fue medida a distancia más

    próxima. Describimos este descenso de intensidad de luz

    por la "ley inversa del cuadrado". Por otra parte, las

    respuestas emocionales no son medidas, si bien algunos

    factores fisiológicos asociados con la emoción pueden serlo.

    No hay "ley del cuadrado inverso" tocante al amor. Yo

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •41

    asumo que puedo odiar (o amar) desde cualquier dis-

    tancia.

    Si bien yo estoy manteniendo que la respuesta

    emocional es una respuesta primaria y que las condiciones

    fisiológicas son producidas en forma secund aria, yo

    mencioné anteriormente que hay una reacción de un

    campo al otro. Esto es lo que uno podría anticipar

    puesto que el "yo" que experimenta es el mismo indi-

    viduo. Hay solamente un "yo" y solamente un universo el

    cual habito y debe haber, por necesidad, una unidad y

    coherencia de las diversas expresiones de mi experiencia.

    Hay drogas que pueden cambiar las respuestas

    emocionales y el comportamiento, y nuestros estados emo-

    tivos ciertamente tienen una influencia directa sobre la

    naturaleza y la intensidad de nuestros males orgánicos.

    Estos son los aspectos "psicogénitos" de nuestra condición

    física. Alguien preguntó a Peter Marshall si nuestras men-

    tes hacen que nuestros cuerpos enfermen, o si nuestros

    cuerpos hacen que nuestras mentes enfermen. Su respuesta

    fue que nuestras mentes y nuestros cuerpos están tan ínti-

    mamente ligados que se contagian de los males que aque-

    jan al uno y al otro.

    Hemos considerado la culpabilidad como un ejemplo

    del tipo de respuesta producida por un a relación insatisfac-

    toria entre seres. También hemos indicado que una rela-

    ción que comprende dos seres (verbigracia, perdón) es un

    requisito para su resolución. Tamb ién he sugerido que un a

    de las características de nuestro "ser" es una capacidad

    para la respuesta emotiva tal como un sentimiento de cul-

    pabilidad, y que también tal sentimiento puede ser elimi-

    nado en la relación del perdón. Si bien la culpabilidad es

    un buen ejemplo de una respuesta emocional, hay otras

    condiciones más generales que tienen que ver con la

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    42»

    ¿QUIEN SOY?

    naturaleza de un organismo caracterizado como "huma-

    no" .

    Joel Sorenson, un teólogo sueco, ha descrito el estado

    emocional (o espiritual) del hombre como conteniendo tres

    elementos: culpabilidad por el pasado, inquietud por el

    presente, y esperanza por el futuro. Si bien puede haber

    entre nosotros discrepancia acerca de qué deberíamos sen-

    tirnos culpables, los elementos de angustia y desesperanza

    parecen estar mucho menos sujetos a desacuerdo en

    cuanto a su significado. Es verdad que el hombre siempre

    debe tener un grado de esperanza, pero estamos caracteri-

    zados por diversos niveles de esperanza. También esfoy

    sugiriendo que los factores anotados anteriormente son

    característicos de cualquier ser humano indistintamente de

    raza, cultura o cualquier factor individual de diferencia-

    ción. Estos son factores transculturales y tiene n q ue ver con

    un ser humano dondequiera viva sobre el planeta.

    Mi siguiente proposición es directa y sencilla. El

    organismo humano, el "yo", es fundamentalmente

    egocéntrico o autocentrado. Desde el momento en que

    somos separados biológicamente de nuestras madres, nos

    encontramos divididos entre nuestra necesidad y comodi-

    dad de una relación íntima emocional y biológica por una

    parte, y nuestro deseo por tener una identidad separada

    por la otra. Es este dilema fundamental y existencial

    la raíz de nuestra condición humana. En otras palabras,

    queremos retener nuestra identidad egocéntrica pero nos

    damos cuenta que también debemos gozar de relaciones

    adecuadas y satisfactorias con seres fuera de nosotros mis-

    mos para resolver los problemas de culpabilidad, para dar

    sentido y significado al presente y propósito al futuro. Sin

    tales relaciones sólo contamos con la frustración y la sole-

    dad.

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •43

    El que ésta sea la condición de la humanidad es el

    tema que hilvana tanto la literatura secular como la

    sagrada. Los robots de 1984, los hombres vacíos y huecos

    de las fiestas de cocktail, los personajes ligeros de algunas

    de las obras teatrales, aquellos que no tienen salidas y los

    habitantes de la antigua Roma, tal y como los describió el

    apóstol Pablo, todos tienen una cosa en común. Todos des-

    criben seres sin relaciones humanas emocionales.

    Esta condición ha sido descrita por el profesor

    Northrop Frye, tal y como sigue:

    "Pensamos más bien .. .en una mente en la cual un

    principio de normalidad y equilibrio está pugnando por su

    vida en contra de una manada estridente y aplastante de

    impulsos caóticos, que simplemente no puede ser repri-

    mida sino que muy frecuentemente debe ser animada y

    consentida, siempre permitida a tener su voz pese a.su«cla-

    sificación de tonta y pueril. En síntesis, pensamos en la

    mente como una democracia participadora; es necesaria

    pa ra vivir con ella y sin emba rgo molesta y exaspera, y no

    un ideal sino un proceso. En tal analogía no cabe una per-

    sona dirigida por dentro que resiste a la sociedad hasta la

    muerte, tal como Sócrates o Mote: La sociedad está divi-

    dida y el "individuo, pese a la etimología de dicha pala-

    bra, está autodividido." ("The Educational Contract",

    New Society,  20 de noviembre, 1969).

    Aludiendo a las revueltas estudiantiles de los últimos

    años de la década de los '60 , el profesor F rye prosigue par a

    señalar que "como los  beatniks,  que ya han pasado del

    escenario, los

      hippies

     que están decayendo, y los grupos en

    que se usa LS D, que se están desbaratando, la intranquili-

    dad estudiantil no es tanto un aspecto social como un agre-

    gado de frustraciones, interrog antes, desilusiones, y egocen-

    t r i s m o s ind iv iduales" .

    Una interesante distinción puede ser establecida entre

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    44

    ¿QUIEN SOY?

    los beatniks de la década del '50 y el hippie de la década

    del '60. El beatnik proclamó a voz en cuello: "¡No te nece-

    sito ¡No te necesito " Pero todavía me necesitaba a mí

    para poder gritar esto. El hippie, por otra parte, estaba

    diciendo: "¡Yo te necesito ¡Yo te necesito Pero ya no

    puedo ver quién eres." Estaban aclamando que los miem-

    bros del establecimiento basado en la tecnología estaban

    diciendo: "Yo no te necesito como persona, sino como

    máq uina." Ellos creyeron que el sistema obstaculiza al

    hombre de relacionarse realmente con otros. Ellos sin-

    tieron que el resultado era el mismo cualquiera sea la

    causa, sea qu e fuese la propi a ciencia o la prostitución de la

    ciencia en manos de aquellos buscando (quizás inconscien-

    temente) formas para depersonalizar y deshumanizar al

    hombre. Las personas necesitan que las personas sean per-

    sonas y usted pu ede sentirse tan solo en un lugar congestio-

    nado como en una isla desértica. Nuestras ciudades y nues-

    tras multiversidades están atestadas de soledad. Hemos

    dicho a nuestra generación más joven: "Llévense el dinero

    y no me molesten." La juventud ha contestado: "Yo

    quiero una relación real con todos, emocional y biológica-

    mente, no importa cuáles sean las consecuencias sociales,

    porque su sociedad no es más que máquinas."

    El remedio propuesto para esta situación es sorpren-

    dentemente fácil declarar pero excesivamente difícil

    realizar. Fundamentalmente el remedio es que cada indi-

    viduo cultive su capacidad para relacionarse emocional-

    mente con otro ser. El otro ser humano con quien yo me

    relacione está igualmente necesitado de tal relación. En

    síntesis, el remedio es aprender a amar. Esto, por cierto,

    suena como un cartelón en un desfile por una avenida

    principal. Pero, ¿qué significa el amor? (Ciertamente no el

    sexo,  como parece significar para muchos.) Todos nosotros

    podríamos elaborar un caso bastante bueno tocante a la

    LA FE DE UN CIENTÍFICO

    •4J

    gran importancia de tener a alguien que nos  ame, pero

    evidentemente no muchos de nosotros estamos capacitados

    para ofrecerle amor a otro. Los estudiantes negros en repe-

    tidas oportunidades me han dicho que su amor es selectivo

    para con otros negros. Esto completamente encalla al no

    reconocer que el amor no puede ser diferenciado en tal*

    manera. Si yo puedo relacionarme con otro humano, yo

    debo estar capacitado para hacerlo con cualquiera. El tra -

    tar de limitar el amor es substituir la hostilidad por el

    amor. Donde existe la hostilidad, el amor no puede per-

    manecer. Pero todos somos humanos caracterizados por el

    perenne conflicto entre estos sentimientos.

    Uno de los comentarios más típicos que se oyen en la

    universidad de hoy es que en realidad la vida no tiene sig-

    nificado. Estoy de acuerdo que esto puede ser cierto en

    parte, pero insisto que es cierto sólo al grado que ao exista

    relación con otro ser humano. Debo estar participando

    emocionalmente con otro para que yo goce de significado.

    Esto significa que yo debo darme a fin de que tal relación

    exista. Sin embargo, el dar una pane de nosotros es una

    perspectiva que intimida a la mayoría de nosotros.

    Cuando hemos tratado de dar algo de nosotros en una

    relación emocional, (aun cuando fuimos muy jóvenes),

    frecuentemente fuimos vencidos psicológicamente cuando

    nos atrevimos a abrir un pequeño huequito en nuestra

    armadura. Hemos estado construyendo esos muros pro-

    tectores por tanto tiempo que es harto difícil ofrecer

    cualquier parte de nosotros por temor a ser lastimados más

    profundamente. La única esperanza para nosotros es

    alcanzar el grado cuando creamos que podremos recibir

    suficiente valor de una relación personal como para afron-

    tar el riesgo. Siempre es una decisión de beneficio  venus

    riesgo.

    Esto es frustrante, ¿verdad? Vemos que todos noso-

  • 8/17/2019 Ralph T. Overman - ¿Quién Soy.pdf

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    46»

    ¿QUIEN SOY?

    t ros somos seres humanos asustados  y  solitarios,

    deambulando, buscando una  relación amorosa con alguien

    que  nos  acepte  tal y  como somos,  sin  importarle cómo

    hemos actuado

     en

     nuestra soledad

     y

      desesperación. Enton-

    ces  si  encontramos  tal  persona, se me  dice  que  debo dar

    más de mí mismo como paliativo y  remedio para  la ansie-

    da d  y el  dolor  que he  sufrido.  ¿No  sería acaso mucho

    mejor intenta r algo, posiblemente

     las

     drogas,

     a

      manera

     de

    escape, al  menos temporal, de mí  mismo? Parece que no

    puedo continuar golpeándome la  cabeza contra la  muralla

    procurando encontrar

      la

      razón

     de mi

      existencia. Pero

     no

    tomo  el  camino lógico, porque  sí sé  algo acerca  de las

    relaciones humanas aunque sean conocimientos fragmen-

    tarios.

    Es fácil decir

     que la

     respuesta

     a la

      condición humana

    es

     el

     " a m o r "

     y la

     relación

     con

     otros, pero

     no

     hemos tenido

    la práctica

      que

      necesitamos para tener éxito.

      No

      hemos

    tenido la práctica de am ar  en nuestros hogares y no hemos

    gozado de una  relación realmente satisfactoria  con  nues-

    tros congéneres.  ¿Y  acaso  hay un  miembro  del  orden

    establecido, tal como un  abogado, pastor o médico, a quien

    pueda  yo  acudir  y  quien  me  aceptaría pese a mi  luenga

    cabellera,

      o mis

      conexiones sociales,

      si

      realmente

      me

    conociera  tal  como soy?

    ¿Qué significa todo esto? Sencillamente que la exis-

    tencia significativa

      es

      posible sólo mediante

      una

      rela-

    ción satisfactoria  con  otro  ser  humano . ¿Quién  soy yo?

    So y  solamente  con  relación  a  otro  ser con  quien puedo

    entrar

      en

      relaciones emocionales

      o

      espirituales

      de

      amor .

    Puedo definir

      el

      significado mínimo sobre

     los

     términos

     de

    una relación  con otro ser human o, pero todo ser  humano

    que conocemos tiene sus ansiedades, alienaciones, y absur-

    dos.  ¿Q u é me puede dar sino una proyección de su  propia

    soledad y frustración?  Por  supuesto, cualquier relación, no

    LA  FE E UN  CIENTÍFICO

    •47

    importa cuan inadecuada y transitoria, ayud ará en nuestra

    búsqueda tras el  significado y el  propósito, pero evidente-

    mente cada

     uno de

     nosotros tend rá

     que

     seguir

     en su

     propio

    camino miserable, puesto que no contamos con una per-

    sona realmente comprensiva (vale decir, madura),

    generosa  a  nuestro lado.

    La respuesta  a nuestro interrogante es clara en pr in-

    cipio.

     Yo no

      descubriré quién

      soy en el

      laboratorio, sino

    más bien  en mi ser y ser con  otro.  La  necesidad para el

    encuentro  con  otro  ser  humano  es la  base para  el  h u m a-

    nismo. Pero  el  humanismo basado sobre  las  debilidades

    humanas

      y el

      egoísmo humano

      que se

      disfraza

      de

    amor, solamente ofrece un  paliativo transitorio y  limitado

    para  mi  interrogante existencial. Alguien observó:  Yo

    podría creer en la humanidad  si no fuera  por las personas

    que  la  componen."

    Capítulo Cuatro

    Significado y Finalidad

    En

      los

      capítulos anteriores hemos tratado

     de

     estable-

    cer

     un

      número

     de

      conceptos básicos sobre

     los

     seres hu ma -

    nos,

      par t icularmente  con  respecto  a su- (mi)  forma  de

    aprender acerca  del  universo circundante. Af