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1 ¿QUÉ ES LA CIENCIA? Dr. Dennis Huffman Schwocho 1. Métodos y ciencia Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta. La ciencia intenta amasar y remoldear la naturaleza (tanto concreto como artificial) a sus propias necesidades; construye la sociedad y es a su vez construido por ella; trata luego de remoldear este ambiente artificial para adaptarlo a sus propias necesidades. Crea así el mundo de los artefactos y el mundo de la cultura. Bunge (2003:9) considera la ciencia tanto arte, en la formulación de preguntas, como técnica que pone a prueba las respuestas a dichas preguntas: “la ciencia como actividad ---como investigación--- pertenece a la vida social; en cuanto se la aplica al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes materiales y culturales la ciencia se convierte en tecnología. Sin embargo, la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante y asombrosa de las estrellas de la cultura cuando la consideramos como un bien por sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas provisionalmente (conocimiento científico), y como actividad productora de nuevas ideas (investigación científica)”. 1.1 Rasgos esenciales de la ciencia Los rasgos esenciales de las ciencias de la naturaleza y de la cultura son racionalidad 1 y objetividad 2 . Por conocimiento racional se entiende: A. Que está constituido por conceptos, juicio y raciocinio, y no por sensaciones, imágenes, pautas de conducta, etc. Sin duda, el científico percibe, forma imágenes (modelos visuales) y hace operaciones; pero tanto el punto de partida como el punto final de su trabajo son ideas. B. Que esas ideas pueden combinarse de acuerdo con algún conjunto de reglas lógicas, con el fin de producir nuevas ideas (inferencia deductiva e inductiva). Éstas no son enteramente nuevas desde un punto de vista estrictamente 1 Por racionalidad se refiere a la capacidad intelectual del ser humano de interpretar y juzgar su mundo natural y artificial (constructos de la mente humana) a partir de la conceptualización, la lógica y la moralidad. 2 Se puede entender la objetividad desde diversos puntos de vista: por un lado puede referirse a un carácter universal del conocimiento científico; por otro, puede circunscribirse al intento del investigador a limitar los efectos negativos ---usualmente inconscientes--- de sus propios prejuicios sobre el proceso de generar conocimiento; y, de otra manera, puede entenderse como el grado en que el conocimiento generado se acerca a una explicación verídica del mundo concreto ---independiente de la subjetividad inherente en cualquier actividad humana---.

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¿QUÉ ES LA CIENCIA?

Dr. Dennis Huffman Schwocho

1. Métodos y ciencia

Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta. La ciencia intenta amasar y remoldear la naturaleza (tanto concreto como artificial) a sus propias necesidades; construye la sociedad y es a su vez construido por ella; trata luego de remoldear este ambiente artificial para adaptarlo a sus propias necesidades. Crea así el mundo de los artefactos y el mundo de la cultura. Bunge (2003:9) considera la ciencia tanto arte, en la formulación de preguntas, como técnica que pone a prueba las respuestas a dichas preguntas: “la ciencia como actividad ---como investigación--- pertenece a la vida social; en cuanto se la aplica al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes materiales y culturales la ciencia se convierte en tecnología. Sin embargo, la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante y asombrosa de las estrellas de la cultura cuando la consideramos como un bien por sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas provisionalmente (conocimiento científico), y como actividad productora de nuevas ideas (investigación científica)”.

1.1 Rasgos esenciales de la ciencia

Los rasgos esenciales de las ciencias de la naturaleza y de la cultura son racionalidad 1 y objetividad 2. Por conocimiento racional se entiende:

A. Que está constituido por conceptos, juicio y raciocinio, y no por sensaciones, imágenes, pautas de conducta, etc. Sin duda, el científico percibe, forma imágenes (modelos visuales) y hace operaciones; pero tanto el punto de partida como el punto final de su trabajo son ideas.

B. Que esas ideas pueden combinarse de acuerdo con algún conjunto de reglas lógicas, con el fin de producir nuevas ideas (inferencia deductiva e inductiva). Éstas no son enteramente nuevas desde un punto de vista estrictamente

1 Por racionalidad se refiere a la capacidad intelectual del ser humano de interpretar y juzgar su

mundo natural y artificial (constructos de la mente humana) a partir de la conceptualización, la lógica y la moralidad. 2 Se puede entender la objetividad desde diversos puntos de vista: por un lado puede referirse a un

carácter universal del conocimiento científico; por otro, puede circunscribirse al intento del investigador a limitar los efectos negativos ---usualmente inconscientes--- de sus propios prejuicios sobre el proceso de generar conocimiento; y, de otra manera, puede entenderse como el grado en que el conocimiento generado se acerca a una explicación verídica del mundo concreto ---independiente de la subjetividad inherente en cualquier actividad humana---.

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lógico, puesto que están implicadas por las premisas de la deducción e inducción; pero son gnoseológicamente nuevas en la medida en que expresan conocimientos de los que no se tenía conciencia antes de efectuarse la deducción o la inducción.

C. Que esas ideas no se amontonan caóticamente o, simplemente, en forma cronológicamente, sino que se organizan en sistemas de ideas, eso es, en conjuntos ordenados de proposiciones (teorías).

Que el conocimiento científico de la realidad es objetivo, significa:

A. Que concuerda aproximadamente con su objeto, vale decir, que busca alcanzar la verdad.

B. Que verifica la adaptación de las ideas a los hechos recurriendo a un comercio particular con los hechos (observación, experimentación o argumentación lógica), intercambio que es controlable y hasta cierto punto reproducible y/o enseñable.

Ambos rasgos de la ciencia, la racionalidad y la objetividad, están íntimamente unidos. Así, por ejemplo, lo que usualmente se verifica por medio del experimento es alguna consecuencia ---extraída por vía deductiva---, o lo que se confirma por medio de la lógica es alguna conclusión ---por vía inductiva--- de alguna hipótesis o premisa; otro ejemplo: el cálculo no sólo sigue a la observación sino que siempre es indispensable para planearla y registrarla. La racionalidad y objetividad del conocimiento científico pueden analizarse en un cúmulo de características a las que se pasa revista en lo que sigue.

1.2 Principales características de la ciencia

Se puede señalar ciertas características de la actividad científica, independientemente de sus métodos para generar conocimiento, que representan a la imagen generalmente aceptada del trabajo de investigación:

A. Parte de los hechos y siempre vuelve a ellos. Los enunciados construidos se llaman “datos empíricos”; se obtienen con ayuda de teorías (por esquemáticas que sean) y son a la vez la materia prima de la elaboración teórica. Una subclase de datos empíricos es de tipo cuantitativo; los datos numéricos y métricos se disponen a menudo en tablas. Pero la recolección de datos y su ulterior disposición en tablas no es la finalidad principal de la investigación: la información de esta clase debe incorporarse a teorías si ha de convertirse en una herramienta para la inteligencia y la aplicación.

B. Descarta hechos, produce nuevos hechos y los explica. El sentido común parte de los hechos y se atiene a ellos: a menudo se limita al hecho aislado, sin ir muy lejos en el trabajo para correlacionarlo con otros o de explicarlo. En cambio, la investigación científica no se limita a los hechos observados: los científicos exprimen la realidad a fin de ir más allá de las apariencias, rechazan el grueso de los hechos percibidos, por ser un montón de accidentes, seleccionan los que consideran que son relevantes. El

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conocimiento científico racionaliza la experiencia en lugar de limitarse a describirla, la ciencia de cuenta de los hechos, no inventariándolos sino explicándolos por medio de hipótesis o premisas teóricas.

C. La investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno a uno, y trata de descomponerlo todo en elementos (no necesariamente últimos o siquiera reales). La investigación científica no se plantea cuestiones tales como “¿cómo es el universo en su conjunto?” o “¿cómo es posible el conocimiento?” Trata, en cambio, de entender la situación en su totalidad en términos de sus componentes, intenta descubrir o construir los elementos que componen cada totalidad, y las interconexiones que explican su integración.

D. Una consecuencia del enfoque analítico de los problemas es la especialización. No obstante la diversidad de los métodos científicos, su aplicación depende, en gran medida, del objeto de estudio; esto explica la multiplicidad de técnicas y la relativa independencia de los diversos sectores de la ciencia. “La especialización no ha impedido la formación de campos interdisciplinarios, tales como la biofísica, la bioquímica, la psicofisiología, la psicología social, la teoría de la información, la cibernética, o la investigación operacional. Con todo, la especialización tiende a estrechar la visión del científico individual; un único remedio ha resultado eficaz contra la unilateralidad profesional, y es una dosis de filosofía” (Bunge, 2003:20).

E. Sus problemas son distintos, sus resultados son claros. El conocimiento ordinario usualmente es vago e inexacto; en la vida diaria se preocupa poco por dar definiciones precisas, descripciones exactas, o mediciones afinadas: si éstas preocupan a uno demasiado, no se lograría marchar al paso de la vida. La claridad y la precisión se obtienen en ciencia de las siguientes maneras:

a. Los problemas se formulan de manera clara: lo primero, y a menudo lo más difícil, es distinguir cuáles son los problemas,

b. La ciencia parte de nociones que parecen claras al no iniciado; y las complica, purifica, y eventualmente las rechaza, la trasformación progresiva de las nociones corrientes se efectúa incluyéndolas en esquemas teóricos,

c. La ciencia define la mayoría de sus conceptos: algunos de ellos se definen en términos de conceptos no definidos o primitivos, otros de manera implícita, esto es, por la función que desempeña en un sistema teórico (definición contextual),

d. La ciencia crea lenguajes artificiales inventando símbolos (palabras, signos matemáticos, símbolos químicos, etc.); a estos signos se les atribuye significados determinados por medio de reglas de designación y

e. La ciencia procura usualmente medir y registrar los fenómenos. Los números y las formas geométricas son de gran importancia en el registro, descripción y la inteligencia de los sucesos y procesos.

F. No es inefable sino expresable, no es privado sino público. El lenguaje científico comunica información a quienquiera haya sido adiestrado para entenderlo. La comunicación es posible gracias a la precisión, y es a su vez una condición necesaria para la verificación o comprensión de los datos empíricos y de las hipótesis o premisas científicas.

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G. Debe probar el examen de la experiencia. A fin de explicar un conjunto de fenómenos, el científico inventa conjeturas fundadas de alguna manera en el saber adquirido. Sus suposiciones pueden ser cautas o audaces, simples o complejas, en todo caso, deben ser puestas a prueba.

H. No es errática sino planeada. Los investigadores no tantean en la oscuridad: saben lo que buscan y cómo encontrarlo. El planteamiento de la investigación no excluye el azar; sólo que, al hacer un lugar a los acontecimientos imprevistos, es posible aprovechar la interferencia del azar y la novedad inesperada.

I. Una ciencia no es un agregado de informaciones inconexas, sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí. Todo sistema de ideas, caracterizado por cierto conjunto básico (pero refutable) de hipótesis o premisas peculiares, y que procura adecuarse a una clase de hechos, es una teoría. El hecho de que la ciencia es fundada, ordenada y coherente es lo que la hace racional. La racionalidad permite que el progreso científico se efectúe no sólo por la acumulación gradual de resultados, sino también por revoluciones.

J. Ubica los hechos singulares en pautas generales, los enunciados particulares en esquemas amplios. La ciencia no se sirve de los datos empíricos ---que siempre son singulares--- como tales; éstos son mudos mientras no se los manipula y convierte en piezas de estructuras teóricas. En efecto, uno de los principios ontológicos que subyacen a la investigación científica es que la variedad y aun la unicidad en algunos aspectos son compatibles con la uniformidad y la generalidad en otros aspectos.

K. Busca leyes (de la naturaleza y la cultura) y las aplica. El conocimiento científico inserta los hechos singulares en pautas generales llamadas “leyes naturales” o “leyes sociales”. Tras el desorden y la fluidez de las apariencias, la ciencia construye las pautas regulares e irregulares de la estructura y del proceso del ser y del devenir. En la medida en que la ciencia es esencialista, intenta llegar a la raíz de las cosas. Encuentra la esencia en las variables o los factores relevantes y en las relaciones invariantes entre ellos.

L. Intenta explicar los hechos en términos de leyes o constructos teóricos y en términos de principios. Los científicos no se conforman con descripciones detalladas; además de inquirir cómo son las cosas, procuran responder a por qué ocurren los hechos como ocurren y no de otra manera. La ciencia deduce o induce proposiciones relativas a hechos singulares a partir de constructos teóricos y elabora enunciados nomológicos 3 aún más generales (principios).

M. Trasciende la masa de los hechos de experiencia, imaginando cómo pudo haber sido el pasado y cómo podría ser el futuro. La predicción es, en primer lugar, una manera eficaz de poner a prueba las hipótesis o premisas teóricas; pero también es la clave del control o de la modificación del curso de los

3 El modelo nomológico de razonamiento tiene la finalidad de establecer leyes o teorías mediante la

interrelación lógica entre el explanadum (la proposición que describe el fenómeno que ha de explicarse, no el fenómeno en sí) y el explanans (la clase de aquellas proposiciones que se aducen para explicar el fenómeno). Una explicación nomológica deductiva se llevará a efecto cuando el explanandum sea una consecuencia lógica del explanans.

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acontecimientos. La predicción científica, en contraste con la profecía, se funda sobre teorías y sobre informaciones específicas fidedignas, relativas al estado de cosas actual o pasado.

N. No se reconoce barreras a priori que limiten el conocimiento. Las nociones acerca del medio natural o cultural, o acerca del yo, no son finales: están todas en movimiento, todas falibles. Siempre es concebible que pueda surgir una nueva situación (nuevas informaciones o nuevos trabajos teóricos) en que las ideas de uno, por firmemente establecidas que parezcan, resulten inadecuadas en algún sentido.

O. Busca la verdad, es eficaz en la provisión de herramientas para el bien o para el mal. El conocimiento ordinario se ocupa usualmente de lograr resultados capaces de ser aplicados en forma inmediata; con ello no es suficientemente verdadero, con lo cual no puede ser suficientemente eficaz. Cuando se dispone de un conocimiento adecuado de las cosas es posible manipularlas con éxito. La utilidad de la ciencia es una consecuencia de su objetividad, sin proponerse necesariamente alcanzar resultados aplicables, la investigación los provee a la corta o a la larga. La conexión de la ciencia con la tecnología no es, por consiguiente, asimétrica. Todo avance tecnológica plantea problemas científicos, cuya solución puede consistir en la invención de nuevas teorías o de nuevas técnicas de investigación que conduzcan a un conocimiento más adecuado y a un mejor dominio del asunto. La ciencia y la tecnología constituyen un ciclo de sistemas interactuantes que se alimentan el uno al otro. El científico torna inteligible lo que hace el técnico y éste provee a la ciencia de instrumentos y de comprobaciones; y lo que es igualmente importante, el técnico no cesa de formular preguntas al científico, añadiendo así un motor externo al motor interno del desarrollo científico.

1.3 Encarar la ciencia filosóficamente

“Presumiblemente, a lo sumo diez de cada cien científicos suele tener inquietudes filosóficas, y de estos diez apenas uno se resuelve a encararlas de manera sistemática. En países cuyos científicos puros no llegan a mil, apenas puede esperarse que haya diez epistemólogos” (Bunge, 2003:82). Hace dos décadas, casi todos los científicos que abordaban cuestiones filosóficas 4 lo hacían al promediar su carrera o al terminarla. Este fenómeno no se debe solamente a la información unilateral que suele recibir el especialista: en parte se debe a que, para poder advertir la existencia de problemas filosóficos en el seno mismo de una especialidad científica, y para abordarlos, se necesita adquirir cierta experiencia y despojarse, así sea transitoriamente, de la necesidad de obtener resultados inmediatos aun a costa de la profundidad de su comprensión. Pero tarde o temprano se advertirán los investigadores que quien encuentra grandes soluciones es quien enfoca los problemas con más amplitud, quien adopta una actitud filosófica ante la ciencia, es decir, quien sitúa el problema dado en su contexto más amplio y está dispuesto a

4 Cuando se habla de “filosofía de la ciencia” se entiende el examen filosófico de la ciencia: sus

problemas, métodos, técnicas, estructura lógica, resultados generales, etc.

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revisar los fundamentos mismos de las teorías o de las técnicas. Así nació la ciencia moderna y así se renovó en el curso del último siglo.

Las cuestiones epistemológicas abarcan filosofías de, en, desde, con y para la ciencia:

A. El objeto de la reflexión filosófica es la ciencia en sí: sus contenidos disciplinarios, instrumentos, procedimientos, principios axiológicos, etc.

B. Se estudian las implicaciones filosóficas de la ciencia, el examen de las categorías, hipótesis y premisas que intervienen en la investigación científica, o que emergen en la síntesis de sus resultados.

C. Se trata de una filosofía que enfrenta la ciencia, que ha sustituido la especulación sin freno por la investigación guiada por métodos de generar conocimiento sistemáticamente, exigiendo que sus enunciados tengan sentido y que la mayoría de las aseveraciones sean explicables o comprensibles.

D. Engloba una filosofía que acompaña a la ciencia, que no se queda detrás de ella, que no especula sobre el ser y el tiempo al margen de las ciencias que se ocupan de los distintos tipos de ser y de acontecer: que es, en suma, una disciplina que no emplea conocimientos anacrónicos ni trata de forzar puertas ya abiertas.

E. No se limita a nutrirse de la ciencia, sino que aspira a serle útil, al señalar, por ejemplo, las diferencias que existen entre la definición y el dato, o entre la verdad de hecho y la proposición que es verdadera o falsa independientemente de los hechos: será ésta una filosofía que no sólo escarba los fundamentos de las ciencias para poner en descubierto las hipótesis filosóficas que ellas admiten en un momento dado, sino que además aclare la estructura y función de los sistemas científicos, señalando relaciones y posibilidades inexploradas.

Las prácticas epistemológicas del científico abarcan todas éstas actividades sin reducir el ámbito de la disciplina en cuestión a un capítulo de la teoría del conocimiento, sino permite abarcar todos los aspectos que pueden presentarse en el examen de la ciencia: el lógico, el gnoseológico, y eventualmente el ontológico. La filosofía de la ciencia no sólo incorpora el examen de los supuestos filosóficos a la investigación científica, sino que tiene derecho a una elaboración creadora en un nivel diferente del científico aunque reposa sobre él: en nivel metacientífico 5.

No hay pensador más entrometido que el epistemólogo: hoy señala una hipótesis filosófica oculta en un sistema teórico, mañana le discutirá al científico el derecho de usar cierta categoría en determinado contexto, y pasado mañana propondrá una teoría sobre determinada clase de conceptos o de operaciones de la ciencia. La epistemología no está por encima ni por debajo de la ciencia: está a la vez en la raíz, en los frutos y en el propio tronco del árbol de la ciencia.

5 Por metacientífico se refiere al carácter filosófico de estudiar científicamente a la ciencia.

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Aunque hay quienes sostienen que la filosofía de la ciencia es sólo lógica de la ciencia o a lo sumo análisis sintáctico y semántica del lenguaje científico; y aunque los formalistas afirman que el epistemólogo sólo debe interesarse por la estructura lógica de las teorías acabadas, es un hecho que las ciencias no sólo trabajan con conceptos, sino también con cosas, tanto naturales como artificiales. Siendo los actos del científico tan importantes como su pensamiento, la epistemología no debería limitarse a la lógica y el lenguaje de la ciencia; no debería ser sólo teoría de teorías, sino también teoría de actos, es decir, metodología y no sólo metateoría. Por consiguiente, la lógica y la teoría de los signos son herramientas importantes del epistemólogo, pero no las únicas.

Mientras la psicología de la ciencia estudia el correlato psíquico del concepto y del acto del científico, y mientras la sociología de la ciencia estudia la función social de la ciencia y eventualmente la responsabilidad social del científico, la filosofía de la ciencia, por su parte, se ocupa de los aspectos lógicos, gnoseológicos y ontológicos de la ciencia, y no del comportamiento individual o social del investigador científico. Los saberes que conforman el bagaje intelectual del científico consciente de la naturaleza y del impacto potencial de su profesión incluyen: la epistemología, la lógica, la teoría de lenguaje, la historia de la ciencia, y la filosofía, la psicología y la sociología de ésta. El investigador que encara su ciencia filosóficamente se esfuerza por saber qué es el saber. Por consiguiente, aunque difieren estas profesiones, distan de ser ajenas entre sí: cada una de ellas ilumina una faceta de un mismo objeto: el saber científico.

Hay quienes piensan que, aunque el científico cobre conciencia de las implicaciones y proyecciones no científicas de su propio trabajo, no por ello será más eficaz en su especialidad: conceden que será más culto y que por consiguiente vivirá una vida más racional y más rica, pero arguyen que, en cambio, no descubrirá ni inventará más ni mejor, sino al contrario, pues se distraerá con las lecturas y meditaciones marginales a su especialidad. Esta difundida opinión refleja, sin duda, una preocupación responsable por ahorrar desvíos inútiles, pero no ha sido compartida por los grandes maestros del pensamiento científico, y es más bien típica de quienes toman los instrumentos por fines.

El estudiante de las ciencias y el investigador que alguna vez dediquen una parte de su tiempo a estudios de carácter epistemológico podrían obtener de éstos algunos de los siguientes beneficios:

A. No serán prisionero de una filosofía incoherente y adoptada inconscientemente; podrán entonces corregir, sistematizar y enriquecer las opiniones filosóficas que de todas maneras integran su visión del mundo.

B. No confundirán lo que se postula con lo que se deduce o induce, la convención verbal con el dato empírico, la cosa con sus cualidades, el objeto con su conocimiento, la verdad con su criterio, y así sucesivamente. Esto les ahorrará buscar demostraciones de definiciones, les impedirá confundir pruebas lógico-matemáticas con verificación empírico-lógica y les ayudará a sopesar el soporte empírico de las teorías; en general, se esforzarán por

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entender los términos que emplean, tal como se esforzaron, antes que él, los científicos con mentalidad filosófica que construyeron la ciencia moderna.

C. Se habituarán a explicar las suposiciones e hipótesis, lo que les permitirá saber qué es lo que hay que corregir cuando la teoría no concuerda satisfactoriamente con los hechos.

D. Se acostumbrarán a ordenar sistemáticamente las ideas y a depurar el lenguaje; se habituarán, en suma, a buscar la coherencia y la claridad.

E. Afilarán su bisturí crítico: la meditación epistemológica, al habituar a exigir pruebas, es buen preventivo del dogmatismo.

F. Con alguna formación epistemológica podrán mejorar sus estrategias de investigación, al proceder con mayor cuidado en el planteamiento de los experimentos o de los cálculos y en la formulación de las hipótesis, así como en la evaluación de las consecuencias de unos y otras. La epistemología ciertamente no ayuda a medir ni resolver ecuaciones, pero en cambio ayuda a ubicar estas operaciones en el proceso de la investigación.

G. Su atención se desplazará del resultado al problema, de la receta a la explicación, de la ley empírica a la ley teórica. Ninguna teoría les satisfará en forma definitiva: siempre encontrarán alguna objeción que hacerle.

H. La filosofía y la historia de la ciencia les acostumbrará a considerar la marcha de la ciencia, no como un desarrollo meramente aditivo, sino como un proceso en que cada solución plantea nuevos problemas, en que viejas hipótesis desechadas por un motivo pueden volver a cobrar interés por otro motivo, y en que cada problema tiene varias capas y, por lo tanto, varios niveles de solución. En cambio, para quien no enfoca la ciencia con una actitud filosófica e histórica, toda fórmula científica es trivial en cuanto a manejarla, y la teoría más reciente es la definitiva o por lo menos la penúltima.

I. Se ampliarán su horizonte, al enriquecerse el surtido de relaciones lógicas y de posibilidades de interpretación.

J. Obrarán con cautela cuando tantee terreno nuevo; extremarán las exigencias de comprobabilidad y de explicación, dudarán del valor de los datos empíricos que encajan en teorías endebles y no dejarán que los detalles les oculten lo esencial.

Por todos estos motivos conviene al desarrollo de la ciencia que los profesores de ciencia llamen la atención sobre los problemas filosóficos y las raíces históricas de las cuestiones científicas; por los mismos motivos conviene incluir el estudio de la filosofía de la ciencia en los planes de estudio de las diversas ciencias particulares. Con ello no se agregarán conocimientos específicos acerca del mundo, pero sí se facilitará la correcta comprensión, profundización, ordenación y evaluación de dichos conocimientos. El científico o estudiante de ciencias que dedique alguna atención a este género de estudios no se distraerá necesariamente, sino que recibirá estímulos para encarar su tarea con mayor profundidad y responsabilidad, y hasta con más amor; advertirá que su trabajo es más complejo, más importante y hasta más bello de lo que había creído. Desde luego, existe el peligro de que algunos se pasen al campo de la epistemología o al de la historia de la ciencia; pero es un riesgo aceptable ---si no deseable--- para reforzar el desarrollo constante de la ciencia. Este tipo de desarrollo científico se basaría en

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una comprensión cabal de las implicaciones políticas de los investigadores ante sus responsabilidades sociales y económicas, con la finalidad de reconceptualizar la ciencia.

2. El cambio conceptual y epistemológico de la ciencia

En el contexto educativo, el cambio conceptual y epistemológico de la ciencia se ubica dentro del ámbito de la psicología cognoscitiva. Las concepciones sobre cambio conceptual derivadas de esta perspectiva están orientadas hacia la confrontación cognoscitiva, esto es, consideran las ideas previas de los estudiantes como cuerpos organizados de conocimiento a los que hay que poner en contradicción, confrontar, para generar la demanda cognoscitiva pertinente que promueva la transformación conceptual en el reconocimiento de la incompatibilidad entre las explicaciones generadas por las ideas previas y las explicaciones científicas.

La posición tradicional sobre la construcción del conocimiento científico está basada en una concepción estándar en la cual las teorías científicas son enunciados regidos y estructurados por leyes y contrastables directamente por la experiencia. Esta concepción de teoría científica es, en buena medida, incompatible con la visión constructivista en el sentido amplio que la hemos definido. Además, sólo permite el reconocimiento de transformaciones que podemos denominar puntuales, esto es, acerca de un concepto específico sin tomar en cuenta el ámbito contextual y de niveles estructurales en los que los conceptos evolucionan.

En otro tipo de perspectiva se encuentran los trabajos con base en la epistemología genética. Esta perspectiva plantea la construcción de estructuras operacionales a la vez que se desarrollan las concepciones científicas. En esta perspectiva, la concepción de acomodación de los esquemas de pensamiento y la significación de contenidos tiene el papel principal y el cambio conceptual se ve como un proceso evolutivo. Entre los principales exponentes de esta visión se encuentran los trabajos de Giordan (1989). El sustento epistemológico de esta corriente está basado en la perspectiva de construcción personal dentro de un contexto histórico específico como el planteado por los evolucionistas, entre ellos, Apostel (1986) y el propio Piaget (1979). El desarrollo está centrado sólo en el sujeto y en regulaciones generales, bien como estructuras cognoscitivas, bien como obstáculos epistemológicos.

El conocimiento tiene que ser re-elaborado en cada etapa nueva, asimilando y organizando los conocimientos en estructuras cada vez más completas y con mayor potencialidad de significación. La actividad consciente del sujeto en torno a las explicaciones causales se torna el eje de la estructuración y de la regulación o validación del conocimiento. Los procesos de enseñanza orientados hacia el cambio conceptual se centran en la actividad estructurante del estudiante en función de una amplia fenomenología, por ello la actividad experimental es el centro de desarrollo

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conceptual, tanto en la parte de mecanismos de regulación, como de asignación de significado. En estas actividades experimentales encontramos diversos niveles, desde las posiciones de Coll (1978), en donde la experiencia es el elemento sobre el cual el estudiante reconstruye el conocimiento, hasta las concepciones menos centradas en la evolución propia de cada concepto y que adjudican a la experiencia sólo el elemento de contraste para precisar los conceptos.

Otras corrientes se basan en la caracterización ontológica del conocimiento, estableciendo clases e interrelaciones entre las clases. Aquí el cambio conceptual es un cambio de clase o categoría del conocimiento, donde es claro que este cambio de clase implica un cambio de relaciones con otros conocimientos y, por consiguiente, posibilidades diferentes de asignación de significado y de disposición del propio conocimiento para la explicación fenomenológica. Esta corriente es incipiente y parece estar orientada en una concepción estructural de la ciencia en la cual se marca un convencionalismo en el sentido de Popper (1959) y los conocimientos forman clases de enunciados organizados con interpretación semántica, como lo apunta Bunge (1986). En este planteamiento la reinterpretación y las analogías tienen el papel más importante en el cambio conceptual, puesto que éste se basa en el cambio de atributos de los conceptos y de nuevas posibilidades de relación que precisamente proporcionan las analogías. Así, los cambios en los atributos y relaciones implican un cambio ontológico de clase y, por tanto, un cambio conceptual.

2.1 Corrientes epistemológicas en ciencia

Pasaremos ahora a dos de las más significativas corrientes epistemológicas de la ciencia y veremos cómo han influido en la concepción del cambio conceptual en la enseñanza de la ciencia. En primer término revisaremos la concepción de desarrollo de las teorías científicas planteadas por Kuhn (1971) quien, a partir de un análisis histórico de la construcción de las teorías científicas, propone que son desarrollos colectivos ---convencionales--- basados en un paradigma y que generan concepciones de la realidad que rebasan o superan en todos sus ámbitos a las concepciones de la teoría precedente.

La estructura que este autor establece es precisamente la dinámica de teorías autolimitadas en sus postulados, esto es, un paradigma surge como una interpretación o idea que da solución a un estado de crisis conceptual. Esta crisis se genera por la limitación de una teoría a extender su base empírica, lo cual se manifiesta por anomalías, o sea, sucesos que la teoría no está en posibilidad de explicar satisfactoriamente. Las anomalías pueden llevar la teoría a esta situación de crisis en la cuál la única solución es el planteamiento de un cambio radical de visión. Este cambio no se da hasta que aparezca un sustituto planteado, al menos en forma incipiente; es éste, precisamente, el significado del paradigma.

El paradigma se convierte así en un elemento rector de la nueva concepción, de la naciente teoría. Para ello, el paradigma debe mostrar atributos como la inteligibilidad, la plausibilidad; mostrar que, al solucionar las anomalías, extiende el dominio sobre

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la realidad y, además, que pueda verse un futuro prometedor o fructífero para ser aceptado como sustento del trabajo científico, trabajo que será desarrollado en lo que Kuhn (1971) denomina “ciencia normal”, en la cual las reglas de validez deberán ser establecidas.

El cambio que Kuhn plantea es un cambio radical: una concepción debe ser desechada para dar paso a una nueva. Esto es muy sugerente para la interpretación de cambio conceptual que la enseñanza de la ciencia ha creado. Así, encontramos, en el trabajo de Strike y Posner (1985) una de las más claras interpretaciones de la concepción de Kuhn hacia la determinación de las condiciones del cambio conceptual.

2.2 Lo metafísico de la racionalidad científica

El término “investigación” procede del vocablo latín “investigo” que significa rastrear, seguir la huella. Esta significación etimológica de la palabra nos conduce a formularnos una pregunta: ¿que huella hemos de seguir, rastrear, para afirmar que estamos investigando? Primeramente, debemos observar que, antes de ponernos a seguir la huella, hemos de conocerla, hemos de tener noticia de ella. De modo tal que sin la manifestación primera de la huella no sería posible el acto de rastrearla, de seguirla. Ciertamente, ¿cómo podría buscarse, rastrearse algo si no se tuviera una noticia previa de ese algo? ¿Cuál es, entonces, la huella que se nos manifiesta previamente, la cual posibilita el acto de investigar?

Existe, entonces, una inadecuación esencial entre quien busca, quien rastrea, quien sigue la huella ---realidad finita---, y aquello buscado, el ser ---realidad infinita---. El ser, así, se sitúa al inicio y al final del proceso de búsqueda, aunque dicho final siempre es abierto, si bien se puede aprehender algo del ser ---verdades---, nunca se puede captar la verdad total del ser. Si así fuese, el hombre sería lo mismo que el ser, lo cual es un absurdo metafísico.

Los dos momentos de la navegación conducen, así, a reconocer la existencia de dos planos del ser: uno de ellas, fenoménico y visible; el otro, invisible, meta fenoménico, aprehensible sólo con la mente y, en consecuencia, puramente inteligible. Hemos aquí el dialogo mediante el cual Platón afirma, con toda claridad, este hecho: ¿Y acaso no es verdad que, mientras estas cosas mutables las puedes ver, tocar o percibir con los otros sentidos corporales, en cambio aquellas otras que permanecen siempre idénticas no hay otro medio para captarlas si no es mediante el puro razonamiento y la mente, porque estas cosas son invisibles y no se pueden captar con la vista?

Aun hoy, no pocos hombres son esclavos del disparatado postulado de la unicidad de la ciencia; postulado propuesto por una concepción naturalista de la misma, cuyos principales representantes han sido Augusto Comte y Emile Durkheim. Dicha premisa afirma que tanto el conocimiento científico, como la realidad, son sólo uno; toda realidad es considerando desde el método científico propio de las ciencias naturales. Fuera de este método, no hay investigación científica posible. Esta

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concepción se pretende erigir en la única forma de racionalidad científica. Esta racionalidad científica es hija de la primera revolución científica, por obra de Galileo, Descartes y Newton, aplicada a todas las ciencias, incluso a la filosofía, por el positivismo. Esta racionalidad es de carácter esencialmente matemático, la cual toma como modelo el procedimiento axiomático-deductivo de las matemáticas, considerándolo la estructura objetiva de la realidad misma. La realidad, en estos términos, resulta ser una concatenación necesaria de acontecimientos derivados de principios o fundamentos absolutos. La filosofía pretendía copiar este modelo proponiéndose reflejar la estructura de la realidad.

Sin embargo, tanto la realidad como el conocimiento de la misma es filosófico, cuando éste sea científico está estructurado de acuerdo a un proceso que puede o no conducir de los principios a las consecuencias, del fundamento a los diversos eventos, de las causas a los efectos. El grave error de esta concepción es confundir esta forma de racionalidad con la racionalidad, sin más. Si bien es fuerte epistemológicamente, es decir, muy rico en contenido informativo, sin embargo es débil desde el punto de vista lógico o de la resistencia a la refutación, pues constantemente resulta desmentida por la experiencia común del carácter finito, problemático e imprevisible, tanto de la condición humana como de la historia en general. Actualmente se asume otra forma de racionalidad científica que podríamos calificar de menos fuerte, no tan absoluta. Esta racionalidad es la racionalidad hipotética, conjetural, provisional y parcial, teorizada por Karl Popper y sus seguidores. En este sentido, Popper (1959) nos dirá que una teoría es científica si y sólo si es falseable. Así, en la medida en que los enunciados científicos se refieran al mundo de la experiencia, deben ser refutables, y en la medida en que sean irrefutables, no se refieren al mundo de la experiencia. Si bien su éxito no lo es desde el punto de vista informativo si lo es desde el punto de vista operativo, tal como lo demuestran los avances continuos de las nuevas tecnologías. A propósito de esta concepción ---digamos blanda--- de la racionalidad científica, el hombre de ciencia no lleva a cabo experimentos para descubrir la objetividad inmutable de los datos de la naturaleza, como si la búsqueda infalible reflejara un mundo en sí, de un modo inalterable, sino que pone en tela de juicio todas las leyes antiguos y nuevas, que considera hipótesis ---convenciones o posibilidades---; y afirma la subjetividad y la historicidad de las construcciones científicas.

Las dos formas de racionalidad aludidas se ocupan del ser en su manifestación sensible. El científico busca siempre la verificación de sus teorías dentro de dicho orden del ser: el sensible. A propósito de esto, de acuerdo a la misma estructura de lo real, el grado siguiente de la investigación es el de la investigación empírica propia de las ciencias que dependen de la verificación empírico-sensible del fenómeno estudiado, por ejemplo en fisiología, botánica, química, etc. Este tipo de ciencias que constituyen todo el cuadro de lo que el hombre común suele llamar ciencias ---como si no lo fueran las puramente teóricas--- está condenado al progreso horizontal, por así decir, diverso de la filosofía que es un progreso en profundización interior. Una ciencia empírica que prescindiera de la verificación sensible, se volatilizaría como ciencia pues carecería de la prueba empírica de sus propias afirmaciones. Y aún habría que agregar la que algunos denominan investigación científica aplicada que,

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si bien es la misma anterior, pone el acento en la utilidad en cuanto sus conclusiones están referidas a una practica inmediata o a una técnica concreto con determinado fin inmediato.

2.3 El papel de la filosofía con respecto a la ciencia

Las funciones principales de la filosofía con respecto a la ciencia son dos: fundamentar el trabajo científico, por un lado; y recomponer la fragmentación del saber científico, por otro, desde una posición cognoscitiva de totalización (RIVAS, 2003).

La filosofía, en relación con la ciencia, juega un papel de fundamentación, en primer término. La filosofía analiza, vigila los fundamentos mismos y los supuestos con los que trabaja la ciencia, y da pensamiento a las distintas formas de epistemología; el intento de fundamentar la ciencia, nos dice cuándo el discurso científico es coherente o no, cuándo se está mejor orientado, cuáles son las bases sólidas para la ejecución de la ciencia.

El segundo papel que le cabe a la filosofía es una función totalizadora. Es decir, dado que la ciencia avanza en el sentido de una especialización creciente, lo que supone una fragmentación creciente del saber, esa línea analítica se compensa tratando de recomponer los fragmentos; tratando de hacer síntesis del estado en que se encuentran los conocimientos, o bien, del conjunto del saber.

La totalización que puede y debe hacer la filosofía en relación a la base de los conocimientos es siempre provisional en cuanto que la ciencia tampoco agota nunca su propia investigación. Entonces, esta labor es estar permanentemente totalizando, incorporando nuevas hipótesis, nuevas teorías, y desde ahí revisando una visión del mundo, revisando los mismos presupuestos del conocimiento humano en la medida que abarca el conocimiento intuitivo, el conocimiento de algunas ciencias humanas, también de las ciencias del conocimiento.

La filosofía actúa como distancia crítica, de algún modo innovadora. Reconduce las perspectivas bilaterales de la investigación; reorganiza las piezas fundamentales, pudiendo arrojar alguna luz. En ese sentido la filosofía es siempre necesaria, imprescindible para la ciencia en su vigilancia epistemológica.

En la medida en que el científico se eleva por un lado a analizar los supuestos teóricos en los que se está moviendo, y por otro lado a querer integrar su propia investigación en la unidad del saber, acaba haciendo filosofía aunque no se dé cuenta, aunque haya partido del ámbito de una ciencia determinada.

Visto desde la otra parte, el filósofo necesita de la ciencia y la contrastación, de algún modo de saber si sus hipótesis, sus totalizaciones, tienen algún grado de validez. Si no, sólo tienen una coherencia interna; si no, se trata de una racionalización.

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La racionalización tiene la apariencia de la racionalidad; pero excluye, rechaza hechos, no resiste la contrastación con todos los hechos que se tienen a la mano. Tiene sólo una coherencia interna pero no una correspondencia con los hechos. Tiene sólo la fachada de la racionalidad.

Las teorías científicas que han sido superadas, abandonadas, fueron teorías que expresaban una racionalidad en un momento determinado y en un momento ulterior no representaron ya la racionalidad del conocimiento del mundo. Por ejemplo la teoría newtoniana de la ley de gravitación universal confrontada con los conocimientos actuales del universo no es ya una expresión de la racionalidad de la ciencia. Hoy día, si mantuviera alguien esa teoría estaría manteniendo una racionalización que excluye cantidad de fenómenos que se han detectado después.

Ninguna teoría tiene un estatuto definitivo y un desarrollo acabado. El conocimiento del mundo físico sólo se extrae del trabajo de las ciencias físicas y naturales; y del desarrollo de las ciencias matemáticas aplicado a la comparación de teoremas, y mediante la utilización de técnicas e instrumentos sofisticados, mediante el diseño de experimentos que traten de alguna manera de fijar las hipótesis.

En el orden de la fundamentación, la filosofía tendría la preeminencia; sin embargo, en el orden de la verificación/refutación empírica, la confrontación teoría-práctica racional/crítica o la reconstrucción/crítica de la teórica, las ciencias tienen la preeminencia. Colocadas ya filosofía y ciencia en el mismo plano, una insiste en el aspecto empírico racional, otra en el aspecto teórico y de totalización del saber.

2.4 El hombre y su ciencia

La historia de la ciencia, demuestra que el hombre puede conocer el mundo, obtener conocimiento objetivo. Pero esto no conduce a identificar la objetividad del conocimiento ---es decir su adecuación en cierto grado a la realidad, a la naturaleza, al mundo--- y la verosimilitud creciente de las teorías que crea el hombre ---en otras palabras, en ellas hay contenidos de verdad que se incrementan con el desarrollo de la ciencia--- con la imagen del conocimiento como algo infalible y definitivamente probado. El proceso del conocimiento y sus productos transitorios están siempre condicionados por el contexto histórico social y el nivel de la praxis que es propio de cada época (NUÑEZ, 2003).

Por eso, junto a la confianza en las capacidades cognoscitivas del hombre ---de nosotros mismos--- hay que sostener una actitud crítica ante cada uno de sus resultados. Todo conocimiento es perfectible. Y no hay un método infalible, sea inductivo, deductivo o de cualquier tipo que garantice la certeza del conocimiento.

Existen, eso sí, estrategias generales de búsqueda del conocimiento, pero no hay reglas algorítmicas infalibles. A cada paso de su labor el científico tiene que ir adoptando decisiones sobre lo que va estudiar y cómo lo va a estudiar, sobre los factores que considerará relevantes para sus estudios, sobre las influencias teóricas que aceptará o que rechazará. Todo ello se basa en una capacidad teórica que, por

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una parte se aprende investigando ---en forma artesanal---, y por otra parte, desde la preparación filosófica, ontológica y epistemológica del investigador. La ciencia es una tradición, una cultura con sus propios valores, ritos, criterios de evaluación; es sumergiéndose en esa tradición donde los jóvenes aprenden a discernir las mejores estrategias para una investigación dada y los recursos tácticos que a cada paso deberán movilizar.

Fíjense que el planteamiento anterior nos conduce a la idea de la ciencia es una empresa colectiva. En la ciencia contemporánea no existen los Robinson Crusoe. La discusión colectiva es decisiva, de ahí que la noción de comunidad científica sea hoy vital para entender la práctica científica.

Esa noción, que fue popularizada por Kuhn (1971), apunta a la dimensión colectiva del trabajo científico. Es bueno que entendamos que la ciencia contemporánea se hace en el seno de comunidades lo cual tiene diversas implicaciones. Una comunidad científica no es una suma aleatoria de personas que comparten un local de trabajo. Es algo más: las comunidades científicas suelen compartir paradigmas, es decir modelos de solución de problemas. Las comunidades suelen ser grupos donde se comparten enfoques, métodos, objetivos, lo que genera un cierto cierre profesional que afecta la comunicación con los que comparten otros paradigmas. Un psicólogo de la Gestalt y otro Skinneriano dialogan con mucha dificultad. De modo que la adscripción paradigmática es prácticamente imprescindible en tanto a través de ella nos incorporamos a una tradición existente. Pero también aquí encontramos una fuente de dogmatismos pues es difícil descubrir lo que de valioso pueda haber más allá del paradigma que compartimos y por el que se nos juzga y evalúa en el seno de la comunidad a la que pertenecemos.

La ciencia avanza a través de la construcción de consensos comunitarios. Son los investigadores y otros profesionales los que interpretan, evalúan y adoptan conclusiones respecto a esa información. Y ello depende del equipamiento disponible, los marcos teóricos utilizados, la sagacidad interpretativa de las personas y colectivos que evalúan los resultados, entre muchos otros factores. En la medida en que la ciencia es una empresa colectiva, la construcción de consensos, a través del debate, la polémica y las controversias, se convierte en un asunto de suma importancia.

Según un determinado ---estricto y restringido--- punto de vista la filosofía es occidental ya que nació en la antigua Grecia, surgiendo como alternativa a las concepciones mítico-religiosas sobre la realidad.

La filosofía se presentaba como un saber racional, explicativo y observacional, hasta cierto punto, tratando de saber la causa de las cosas, de los fenómenos naturales, de la conducta humana, de todo lo que le rodeaba al hombre y de lo que creía que lo rodeaba. Justamente la aparición histórica de la filosofía fue una reacción de duda y de cuestionamiento de los mitos y las tradiciones que buscó respuestas en la razón.

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Es así que la filosofía griega ---y la posterior hasta llegar a la Época Moderna--- no era sólo teoría imaginativa sino también ciencia y técnica práctica ---aunque incipientes en cuanto a las posibilidades de instrumentación y experimentación, pues tuvieron que pasar siglos para que perdiera su lastre predominantemente metafísico y especulativo---.

Llamemos eurocéntrica a esta interpretación de la filosofía puesto que es producto de la civilización e historia de Occidente y tiene dos propósitos:

A. Ofrecer una visión del mundo: De acuerdo con otra concepción más amplia, la actitud filosófica ---que sería un admirarse, cuestionarse e intento de responderse ante la realidad--- no sería un privilegio de determinada cultura o pueblo. Por el contrario, sería una actitud característica muy común entre los hombres ya que es propio de éstos el tener ---más desarrollada que la de los demás animales--- la capacidad de razonar, de ser inteligentes, de tener conciencia de ellos mismos y del medio que los rodea, de asimilar experiencias, de recordar, etc., etc.

Claro está, en este sentido los seres humanos, en general, han filosofado en distinto grado y manera, pero a grosso modo, se han hecho preguntas tales como: ¿qué es lo que existe?, ¿qué es lo verdadero?, ¿quién o (qué) soy yo?, ¿qué es el bien o qué es el mal? y otras por el estilo, de carácter trascendente o metafísico ---en griego significa “más allá de lo físico”--- sobre la existencia de los dioses o de una «vida» posterior a la muerte, etc. Y así también se han planteado diversas respuestas.

Por lo tanto, toda sociedad, según esta idea, ha tenido su filosofía, significando ésta visión del mundo o cosmovisión. Por supuesto, unas con más elementos irracionales ---mágico-religiosos--- que otras. Luego, la filosofía ---en este sentido de preguntarse y responderse--- no sería un atributo exclusivo de Occidente, sino que es patrimonio de la Humanidad. Y así como cada cultura o grupo humano ha desarrollado una cosmovisión cada uno de nosotros tiene la suya propia.

B. Realiza una actividad cuestionadora: La actividad filosofante en la ciencia ha dado origen a la crítica, la renovación y el cambio a lo largo de su historia ---aunque, con frecuencia, también ha servido como instrumento de dominación---. Por ejemplo en la Grecia antigua la aparición histórica misma de la filosofía cuestionó agudamente las creencias mitológicas y en la modernidad europea los filósofos ilustrados atacaron las bases mismas de la fe y por ende a sus instituciones y clero representativos.

Por supuesto que también hubo intentos racionales e ideológicos de defensa así como represión física. Pero las arremetidas de aquellos fueron más efectivas logrando finalmente el triunfo de la libertad en el pensar y en el creer. Los dogmas religiosos fueron desacreditados y perdieron credibilidad ante la prédica de los librepensadores.

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Pero no sólo la religión fue puesta en duda. Además lo fueron los patrones morales, tanto que cada cual podía elaborar y tener sus propios códigos de conducta ---hasta donde la sociedad se lo permitiera---. De otro lado con el advenimiento del marxismo no solamente se cuestionaron las ideas de los hombres, sus relaciones de clase, y la explotación del hombre por el hombre, la opresión de los unos por los otros, sino que también ofreció la oportunidad de cambiar o adelantar la historia. De ahí el decir del marxismo que la filosofía hasta entonces sólo había interpretado al mundo, lo que se debía tratar de cambiar. Por lo tanto, no solamente había que elaborar ideas sino que también había que llevarlas a cabo, llevarlas a la práctica.

Además a la filosofía se la ha relacionado no pocas veces con una actitud y postura de inconformidad ante lo establecido, ante lo dominante, ante la tradición y lo en boga.

3. La concepción compartida de ciencia

El análisis de las intervenciones realizadas por los participantes del Programa de Doctorado en Ciencias Naturales para el Desarrollo, en el Primer Foro de Discusión sobre la naturaleza de la ciencia, demostró que existe, entre los alumnos de este programa, la tendencia de visualizar a la ciencia como un proceso y resultado a la vez. La mitad del grupo opinó que la ciencia es el proceso metódico y sistemático mediante el cual se aproxima a la realidad o por lo cual se generan los diversos sistemas de conocimiento validados. Así caracterizan su naturaleza como el conjunto de actividades que realiza el científico para lograr una explicación y comprensión del mundo que incluye: A) Proposiciones provisionales y factores que afectan el resultado de la investigación, B) Especulaciones sobre la explicación de experiencia obtenida y C) Una secuencia de eventos que influyen sobre la descripción o explicación de algún aspecto de la realidad. De esta manera, se visualiza la ciencia como un ideal del conocimiento humano, o como un tipo específico de éste; en el que se puede entender mejor su naturaleza a partir de teorías generales sobre el conocimiento disciplinario. Esto fue la base de la discusión de Platón y Aristóteles acerca de la naturaleza de la ciencia, que retomó un punto de vista epistemológico o fenomenológico, del cual se derivaron teorías generales o “metafísicas” de la ciencia, antes de realizar cualquier análisis acerca de los procedimientos científicos utilizados.

La otra mitad del grupo opinó que la ciencia más bien es el resultado de este búsqueda especializada que estructura un conjunto de proposiciones que pueden ser desde la descripción de observaciones detalladas hasta la explicación teórica más abstracta de dichas observaciones, a partir de: A) Productos finales de investigación, B) Elaboraciones de enunciados teóricos de lo que se ha comprobado empíricamente o C) Explicaciones tentativas del porqué los fenómenos son así. Así, concibieron la ciencia como una estructura lógica de demostración o validación del conocimiento especializado. Desde esta perspectiva, la ciencia es el resultado de una forma de lógica deductiva de demostración o de lógica inductiva de confirmación.

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Como producto de la reconstrucción de sistemas formales, puede haber poca referencia a la práctica presente o pasada del científico. Tiene un carácter normativo que indica cómo los científicos procedieron para explicar un fenómeno dado o para reconstruir racionalmente la lógica general de la investigación científica.

Casi todos los alumnos coincidieron en que la investigación científica es una actividad cognoscitiva cíclica, tanto porque de los resultados se desprenden nuevas hipótesis, iniciándose así nuevos ciclos, como porque cada una de las fases puede dar lugar a indagaciones epicíclicas, en las cuales se repiten las fases anteriores. En la realización de cada una de sus etapas aparece la esencia de la ciencia. En efecto, los problemas científicos surgen dentro del contexto formado por la concepción científica del mundo establecida, inclusive en aquellos casos extremos en que el problema consiste en poner en crisis dicha concepción, ya sea contradiciéndola o llevándola a un callejón sin salida. Por otra parte, los conocimientos que son revisados, y cuya comprensión se profundiza con vistas a establecer un planteamiento claro y distinto del problema, se encuentran impregnados del contenido de la ciencia. El planteamiento mismo del problema requiere el ejercicio acertado de la imaginación racional. La búsqueda de la solución y la formulación de la hipótesis se rigen por las reglas metodológicas impuestas por las comunidades científicas dominantes. La predicción de las consecuencias constituye una aplicación de la imaginación creadora, guiada por las reglas de la lógica y la lingüística. La planeación en que se puede provocar el surgimiento o la presencia del proceso en cuestión, de los medios para mantener el control de esas condiciones y de los procedimientos para observar, contar y medir el comportamiento de los procesos científicos. Los resultados ya interpretados se insertan en el sistema de la disciplina respectiva, mediante sus relaciones lógicas con los otros conocimientos ya sistematizados. Para la indagación de las consecuencias implicadas por el resultado, se recurre de nuevo a la concepción del mundo y se utilizan las reglas que sirven para el establecimiento de hipótesis.

Como resultado de las discusiones realizadas se llegaron a formular interrogantes importantes que requieren profundizar en distintos ámbitos filosóficos: ¿El objetivo principal de la ciencia es conocer o transformar el mundo?, ¿La aplicación del conocimiento científico debería de tener prioridad sobre la generación del mismo? y ¿La realidad es un constructo mental o un objeto concreto para descubrir?

Un elemento final de consideración es que los alumnos del programa de posgrado señalado tienen suficiente preparación en sus disciplinas respectivas y en la actividad científica para aprovechar de la reflexión filosófica sobre su quehacer profesional y demostraron un buen ánimo de participación (Véanse la Tabla de Calificaciones anexa)

Bibliografía Impresa:

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