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La Revista Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares es agente de difusión ylugar de debate de ideas relacionadas con el campo del psicoanálisis de los vínculos. Laperspectiva vincular en psicoanálisis supone una concepción del psiquismo articuladadesde el inicio –con lo inter y lo transubjetivo–, marca de un encuentro que proponenuevas nociones, que complejizan y enriquecen las líneas de investigación, sus propues-tas teóricas y sus consecuencias clínicas. La creciente inclusión de trabajos extranjerosestá facilitada por un importante número de corresponsalías internacionales, así comopor la inserción de la A.A.P.P.G. no sólo en la Federación Argentina de Psicoanálisis delas Configuraciones Vinculares, sino también en la Federación Latinoamericana de Psi-coterapia Analítica de Grupo, en la American Group Psychotherapy Association y en laInternational Association of Group Psychotherapy,

The Psychoanalysis of Link Configurations Journal is a diffusion instrument and a placefor discussing ideas related to the psychoanalysis of links ground. The perspective oflinks in Psychoanalysis emerges from the idea of psyche trimmed with inter andtransubjectivity from the very beginning. The mark of this meeting proposes new no-tions, which enrich and make some lines of researchment much more complex, as wellas theorical proposals and their clinical consequences.The growing inclusion of foreign works is due to the great quantity of internationalcorrespondents and to the insertion of AAPPG not only in the Federación Argentina dePsicoanálisis de las Configuraciones Vinculares but also in the FederaciónLatinoamericana de Psicoterapia analítica de Grupo, in the American Group Psycho-therapy Association, and in the International Association of Group Psychotherapy.

© 2011 Asociación Argentina de Psicologíay Psicoterapia de GrupoRedacción y administración:Lavalle 3584 - Ciudad Autónoma de Buenos AiresE-mail: [email protected]: 4862-6818/6848/1115

1 número anualISSN 1851-7854 (Papel)(continuación del ISSN 0328-2988)ISBN: 978-950-99804-6-4 (E-Book)

Registro de la Propiedad Intelectual Nº 679667Hecho el depósito que marca la Ley 11.723Derechos reservadosImpreso en la Argentina - Printed in Argentina

Producción Editorial:Ediciones PubliKar. Tel: 4743-4648

Diseño de tapa:Estudio [email protected].: 4796 5639

Editorial:AAPPG Editores

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- 2013

DIRECCIÓN DE PUBLICACIONES

Directoras:

Lic. Vanesa BianchiLic. Silvia Luchessi de Olaso

Comité Científico:

Lic. Jimena Sánchez de la VegaLic. Fabiana Masciandaro

Lic. María Capponi

Consejo de Publicaciones:

Lic. Graciela K. de BianchiLic.Gustavo Del Cioppo

Lic. Fabiana Masciandaro

Comité Asesor:

Lic. Elina AguiarLic. Susana Matus

Lic. Gloria MendilaharzuDra. Janine Puget

Lic. Mirta SegovianoDra. Graciela Ventrici

Dr. Carlos Pachuk

TOMO XXXVI

Afiliada a la Federación Latinoamericanade Psicoterapia Analítica de Grupo,a la American Group Psycotherapy Association,y a la International Associationof Group Psychotherapy

Corresponsales en el exterior

Lic. Myriam Alarcón de Soler, Bogotá, Colombia.Prof. Massimo Ammaniti, Roma, Italia.

Prof. Dr. Raymond Battegay, Basilea, Suiza.Dra. Emilce Dio Bleichmar, Madrid, España.

Dr. Joao Antonio d’Arriaga, Porto Alegre, Brasil.Dr. Rafael Cruz Roche, Madrid, España.

Dr. Alberto Eiguer, París, Francia.Dr. Marco A. Fernández Velloso, San Pablo, Brasil.

Dra. Lea Forster, Madrid, España.Dr. Arnaldo Guiter, Madrid, España.

Dr. Max Hernández, Lima, Perú.Lic. Gloria Holguín, Madrid, España.Dra. Liliana Huberman, Roma, Italia

Lic. Rosa Jaitin, Lyon, Francia.Prof. Dr. René Kaës, Lyon, Francia.

Prof. Dr. Karl König, Gottingen, Alemania.Dr. Mario Marrone, Londres, Inglaterra.

Prof. Menenghini, Florencia, Italia.Prof. Claudio Neri, Roma, Italia.

Dra. Elvira Nicolini, Bologna, Italia.Lic. Teresa Palm, Estocolmo, Suecia.

Dr. Saúl Peña, Lima, Perú.Dr. Alejandro Scherzer, Montevideo, Uruguay.

Dr. Alberto Serrano, Honolulu, Hawaii.Dra. Estela Welldon, Londres, Inglaterra.

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Fechas de cierre de recepción de trabajos: 31 de mayo 2013Fechas de publicación: 15 de octubre 2013

Comité de Referato

Alarcón de Soler Myriam; Bogotá, ColombiaEdelman Lucila; Buenos Aires, ArgentinaFernandes Valdemar; San Pablo, BrasilGomel Silvia; Buenos Aires, ArgentinaGonzalez Cruzado Alicia; UruguayKaës René; Lyon, FranciaKordon Diana; Buenos Aires, ArgentinaLifac Solchi; Buenos Aires, ArgentinaMilano Graciela; Buenos Aires, ArgentinaMendilaharzu, Gloria; Buenos Aires, ArgentinaNeri Claudio; Roma, ItaliaPachuk Carlos; Buenos Aires, ArgentinaRojas, María Cristina; Buenos Aires, ArgentinaSegoviano Mirta; Buenos Aires, ArgentinaSelvatici Marina; Buenos Aires, ArgentinaSujoy Ona; Buenos Aires, ArgentinaVacheret Claudine; Lyon, FranciaVentrici Graciela; Buenos Aires, ArgentinaZadunaisky, Adriana; Buenos Aires, Argentina

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COMISIÓN DIRECTIVA

Área Programática

Área Ejecutiva

Área Científica:

Área de Asistencia:

Área de Relaciones Exteriores:

Área de Publicaciones:

Lic. Patricia MariniLic. Leonel Sicardi

Lic. Gustavo del Cioppo

Dra. Vicky CohenLic. Adriana García Leichman

Lic. Fabiana Masciandaro

Lic. Graciela K. de Bianchi

Lic. Gustavo del Cioppo

Lic. Fabiana Masciandaro

Lic. Bárbara Schmitz

Dra. Vicky Cohen

Lic. Adriana García Leichman

Lic. Leonel Sicardi

Lic. Patricia Marini

Lic. Débora Belmes

Presidente:

Vicepresidente 1º:

Vicepresidente 2º:

Secretaria:

Prosecretaria:

Tesorera:

Protesorero:

Vocal I:

Vocal II:

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, «Subjetividades 2013»

SUMARIO

• Editorial13•Dirección de Publicaciones

• • Nuevas armas para pensar losprocesos de subjetivación

17Raquel Bozzolo

INVESTIGACIÓN

• • Volviendo a pensar nuestrocontexto social. Su impacto enla subjetividad

41Miriam Alarcón de Soler

• ¿Qué hace familia hoy?Avatares de hacer investigación

57•Débora BelmesNorma G. de Edelstein

Valentina EsterovichBeatriz Grebel

Marisa LudmerGraciela Pan

INTERROGACIONES... Y PERSPECTIVAS

• Femicidios69•Daniel Waisbrot

• Clase abierta:«Clínica y crítica. Desafíospsicoanalíticos frente a vínculosy subjetividades actuales»

83•Ana María Fernández

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, «Subjetividades 2013»

• • Comentario de la película«Shame» (sin reservas)

139Gloria Barros deMendilaharzu

PRODUCCIONES EN LOS ESPACIOS DE AAPPG

• Ateneo de parejas, un espacioteórico-clínico en la AAPPG

113•Miguel Spivacow

ARTE

• • Entre voces149Martha EksztainMarta L’Hoste

• • Comentarios del film«La Cámara Oscura»

155Marta FontenlaGraciela Molina

Sara MosconaCristina Rodríguez

• • Viviendo el arte.Una mágica experiencia

163Mirta Inger

INSTITUTO DE PSICOANÁLISIS DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARESMONOGRAFÍAS DE ALUMNOS

• • «Un Crecimiento Impredecible»175Mariano Brunelli

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, «Subjetividades 2013»

• Discurso Apertura187•Silvia Gomel

INFORMACIONES239

PASANDO REVISTA

II CONGRESO DE PSICOANÁLISIS DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

• Una «performance» de la paridad193•Susana Matus

• Nuevas configuracionesvinculares

203•Graciela Bianchi

• Armando rompecabezas ycollages

215•Lucila EdelmanDiana Kordon

• • Lo Obsceno, en psicoanálisisde pareja, de Gloria Barros deMendilaharzu, Martha HaydéeEksztain, Norberto Inda, SaraLydynia Moscona, AlejandraMakintach

231Eva Lerner

• • Desventuras de la autoestimaadolescente: hacia una clínicadel enemigo íntimo, de MarceloLuis Cao

235María Cristina Rojas

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 13-16

Editorial

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15Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 13-16

En el inicio de este nuevo proyecto tomamos la decisiónde convocar a nuestros colegas a escribir sin un tema especí-fico, teniendo en el horizonte la idea de albergar la multipli-cidad de desarrollos teórico-científicos cotidianos de la Aso-ciación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo.

Nuestra intención fue promover la circulación de las pro-ducciones de los distintos espacios de la institución, y reunir-los en un texto, la Revista de AAPPG, utilizándola como he-rramienta puesta al servicio de intercambios novedosos.

Esta vez el título ha pasado de ser el eje principal de suconstrucción como en ediciones anteriores, a ser el resultadofinal de nominación surgido del interjuego entre los textosrecibidos.

«Subjetividades 2013» reúne trabajos que desde distintasaristas dialogan, discuten y se dejan interrogar por los «mo-dos de existir contemporáneos».

En la Revista se presentan trabajos en sus diversas modali-dades, aquellos aprobados por el Referato Internacional, losde investigación, los desarrollados grupalmente en los talle-res de la AAPPG, conferencias, y trabajos en los que el pen-samiento es articulado con producciones artísticas. Así mis-mo ha tomado la palabra el IPCV a través del recorrido escri-to de un alumno.

En todos ellos los autores nos invitan a recorrer las nuevasformas de estar en el mundo. Las diversidades sexuales, la vio-lencia, los «jóvenes de vidas grises», los modos de presenta-ción del amor y el erotismo, las conceptualizaciones acerca dela pareja y la familia, la biotecnología, las transformacionespolíticas, etc. ¿Cómo leer las alteraciones del existir? ¿qué afec-taciones producen en nosotros y en nuestras prácticas? ¿Con-tamos con las «armas» necesarias y suficientes para aproxi-marnos a la comprensión de los procesos de subjetivación?

Las preguntas acerca de la clínica, la profunda y constantereflexión sobre los procedimientos y las conceptualizaciones

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16 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 13-16

en el abordaje de situaciones complejas y novedosas a lasque las subjetividades de hoy nos convocan, son los ejes queencontramos en el diálogo entre los autores.

Intentando desde esta dirección que lector y obra se pro-duzcan en el encuentro, agradecemos a autores y lectores quenos posibilitan continuar con esta gran tarea de publicar eltrabajo diario, modo privilegiado de compartir algo de lo queocurre en sesión, en soledad entre pacientes y analistas, conla ilusión que genera que la escritura posterior enriquezca latransmisión y posibilite el encuentro con otros propiciandointercambios, elaboraciones, nuevas formulaciones y la cáli-da sensación de sentirnos acompañados.

Por otra parte y como producto de las variaciones que sehan producido este año, queremos anunciarles que es el pri-mer número que además de su edición impresa será publica-do en la página web de la AAPPG abierta a la comunidad.Tenemos la expectativa de llegar a nuevos interlocutores ymultiplicar los intercambios. Nuestra Revista pretende llegara cada vez más lectores, y así mostrarse a múltiples miradasque a su vez multipliquen y enriquezcan el pensar.

Dirección de Publicaciones

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 17-40

Nuevas armas para pensarlos procesos de subjetivación *

Raquel Bozzolo **

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(*) Trabajo aprobado por el Comité de Referato Internacional.(**) Psicóloga Clínica (UNLP, 1970). Miembro Activo de AAPPG.

E-mail: [email protected]

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19Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 17-40

«Tal vez el más verdadero de nuestros pro-blemas filosóficos sea el problema del tiem-po presente, de lo que nosotros somos, eneste preciso momento».

Michel Foucault«No se trata de temer o de esperar, sino debuscar nuevas armas».

Giles Deleuze

De «la» subjetividad a los procesos de subjetivación: el pro-blema del lenguaje

Hace ya varios años vengo trabajando algunos de los pro-blemas que hacen obstáculo en las clínicas que me interpelan yla posibilidad de pensarlas conceptualmente, sobre todo el dela equivalencia subjetividad-sujeto psíquico-sujeto moderno.1Las experiencias desplegadas en las prácticas de asistencia einvestigación de los efectos del terror dictatorial, y de otrassituaciones denominadas «de catástrofe», el acompañamientode procesos políticos autogestivos y en una singular docenciauniversitaria de los psicólogos –pensada como capacitaciónclínica haciendo clínica– así como las alteraciones producidasen la clínica institucional y la clínica centrada en la cura, exce-dieron el horizonte disciplinario y las teorías con que me habíaformado. Ya no alcanzaba el nombre de coordinadora de gru-pos, el de analista institucional, ni el de psicoanalista vincular.Ese exceso no reducible indujo la búsqueda de otros modos depensar cómo somos. Nuevas lecturas proveyeron nuevos con-ceptos y otras lógicas para pensar lo que acontecía, siempre enco-pensamiento con compañeros de prácticas.2

1 He publicado algunos artículos, en Campo Grupal y en la Revista dePsicoanálisis de las Configuraciones Vinculares de la AAPPG, y el libroen colaboración El oficio de intervenir. Políticas de subjetivación engrupos e instituciones (Buenos Aires, Biblos, 2008).

2 Tanto el equipo que integramos con Marta L´Hoste y Osvaldo Bonanocerca de veinte años, el actual Equipo de Análisis Institucional de laAAPPG y el de la Cátedra de Psicoterapia II de la Facultad de Psicolo-gía de la UNLP, como el Grupo Inmanencia, coordinado por DiegoSztulwark.

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20 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 17-40

Intento aquí pensar la noción de procesos de subjetivación.La circulación lenguajera de vocablos como el de subjetivi-dad, cuando éstos no reconocen su inscripción conceptual,dificulta el intercambio con colegas, al suponer una signifi-cación común y un status conceptual solamente legitimadopor la repetición. La ecuación inversa entre velocidad y sig-nificación que caracteriza nuestras condiciones de existenciaconspira contra la conceptualización necesaria. La subjetivi-dad, lo social, lo socio-histórico, lo contextual, son algunosde esas nociones y se repiten una y mil veces; hoy se le agre-gan con toques actualizados: el acontecimiento, el devenir, el«entre». Acotaré mi referencia a la noción de subjetividad, omás precisamente a los procesos de subjetivación.

En el Congreso de Configuraciones Vinculares del año2008, describí las dificultades para pensar de otra manera lanoción de subjetividad-subjetivación, que derivan de una cier-ta superposición entre pensar un concepto y definir un voca-blo; la insistencia por definir tiende a instalar sustitucionesterminológicas que se inscriben en una lógica que no consti-tuye verdaderos problemas de pensamiento, que no piensa.Es a esta lógica que Castoriadis denominaba conjuntista iden-titaria y que es obra del pensamiento heredado. Las defini-ciones no son el camino del pensamiento, aunque suelen par-ticipar de su coagulación: sustantivar un proceso, un movi-miento, implica siempre el riesgo de sustancializarlo, es de-cir aludir otra vez a una sustancia y no a un acto, y los proce-sos de subjetivación son ante todo movimientos, actos, enciertas condiciones que abren ciertos posibles, sin determi-narlos.

Es imprescindible entonces realizar una elucidación de laslógicas que pensaron la subjetividad de una cierta manera yensayar un movimiento de pensamiento en otra lógica. Peroademás es importante también registrar los posibles que in-augura y las operaciones que habilita esa otra manera de nom-brar, es decir la justificación de la nueva manera de nominar.

Pero como siempre que se aborda un problema de pensa-miento, surge un problema nuevo: sólo se puede pensar la

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21Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 17-40

producción de subjetividad, en un recorrido práctico, que in-tervenga sobre las subjetividades con que se inició la mar-cha. Pensar la producción de subjetividad, requiere hacer unrecorrido juntos y luego hacer una vuelta reflexiva, un plie-gue que recoja las afectaciones que se experimentaron y lasorganice en un plano conceptual, eso permitirá reconstruirgenealógicamente cómo se armó la máquina que produjo yestá produciendo esas y estas subjetividades, esos y estosmodos del habitar.

En un esfuerzo por explicar solemos decir que la «produc-ción de subjetividad» es esto que hacemos, se hace y nos hace,esas múltiples operaciones que realizamos para habitar unasituación. ¿Alcanza con decir esto? Hay un viejo chiste quecuenta que Einstein está en una fiesta y una señora lo inquie-re una y mil veces para que le explique qué es su teoría de larelatividad, sin lograr entenderlo… Luego de varias explica-ciones, cada vez más sencillas, la señora exclama: «¡ahoraentendí lo que es la relatividad!». Einstein le informa enton-ces que eso que ella entendió no tiene mucho que ver con lateoría de la relatividad…

Probemos de otra manera: «Ello funciona en todas partes,bien sin parar, bien discontinuo. Ello respira, ello se calienta,ello come. Ello caga, ello besa. Qué error haber dicho “el”ello. En todas partes máquinas, y no metafóricamente: máqui-nas de máquinas, con sus acoplamientos, sus conexiones. Unamáquina órgano empalma con una máquina fuente, una de ellasemite un flujo que la otra corta. El seno es una máquina queproduce leche, y la boca, una máquina acoplada a aquélla…»

Así comienzan Giles Deleuze y Félix Guattari el Anti-Edi-po (1990),3 realizando un acto de provocación al pensamien-to. Leerlo suele producir rechazo por incomprensión o fasci-nación estética, no explica, pero puede intervenir, puede con-mocionar el aparato de pensar los pensamientos, que consti-tuye uno de los sitios de una subjetividad.

3 Anti-Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia, 1990.

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22 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 17-40

Volver a leer este fragmento con mis jóvenes compañerosde la cátedra de la Universidad de La Plata constituyó toda unaconmoción, parecía que lo leía por primera vez; compartíamosla necesidad de esa lengua y no intentábamos traducirla. Pero,para quienes trabajamos en una experiencia común, esa lectu-ra era una pausa, un pliegue problemático en un recorrido prác-tico, que considero imprescindible compartir para pensar. Porlo que compartir problemas en las prácticas, requiere interro-garse acerca de cuáles son los que se presentan, cuáles pode-mos formular, antes que diferenciar entre prácticas (por dispo-sitivos, por corriente teórica, por pertenecías institucionales),como si se armaran territorios especializados en lugar de cam-pos de interrogación para los devenires contemporáneos. Éstaes una invitación a pensar y a producir un común problemáti-co, para aquellos que son sensibles al devenir inútil de ciertasherramientas, en el decir de Ignacio Lewkowicz.4

No se trata de agregar un término al diccionario de configu-raciones vinculares, ni de inscribir otro significado para la no-ción de subjetividad; se trata de interrumpir un modo del pen-sar que detiene el movimiento, que sustancializa, que capturay parcializa. Será necesario, dejarse intervenir o permitirsedevenir y escaparle a las formas en que nuestro lenguaje noshace pensar, disponerse a quedarse sin palabras… un rato almenos. Es probable que entonces se disuelva en nuestras re-flexiones toda categoría previa al pensamiento que consolideidentidades, cortando los flujos presentes en esa situación.Quizás entonces no haya para nosotros individuo y sociedad,psique y macro-contexto, objeto y sujeto… y fundemos otralengua. Como verán tengo (y tenemos) un problema: declaropor un lado no poder explicar una noción sin que se interven-gan las formas instituidas de habitar el mundo y de pensarnosen él, pero a la vez acepto ponerme a escribir sobre el tema.

4 Comentario de I. Lewkowicz a la presentación realizada por OsvaldoBonano, Marta L´Hoste y la autora en el Espacio de Investigación de laAAPPG «Dispositivos de intervención y alteraciones socio-históricas»,en septiembre del año 2001, publicada en la Revista de la AAPPG, nº 2del año 2002.

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«Ah! es como cuando bailo, entonces no percibo mi cuerpoque se mueve, porque “soy el movimiento”…» dijo hace pocouna psicóloga devenida bailarina, en un seminario.

Pensar en subjetivaciones, es pensar producciones, crea-ciones… y esto requiere una lógica con verbos; porque esta-mos aludiendo a un movimiento, a una multiplicidad de ope-raciones, que llamamos subjetividad. Pensar con verbos, paralograr pensar esos movimientos, esos devenires, usar adjeti-vos para consignar los modos, constituye una apuesta fuerte.No sé mucho de lingüística, pero me veo forzada a estas bús-quedas semánticas, para pensar con otra lógica, para inventarotra lengua, que permita alojar lo que nuestras herramientasde pensamiento no logran abordar sin forzamientos.

Los psicólogos, los psicoanalistas, los psicodramatistas,los psicopedagogos, es decir la llamada población «psi», he-mos sido los señores de la subjetividad cuando ésta aludía alo opuesto a la objetividad. Nos hemos formado y deformadocon teorizaciones donde la subjetividad de la que hablamos ycon la que pensamos y operamos coincidía con un cuerpo yuna psique individual. Así hablamos de sujeto psíquico, desujeto social, de sujeto del grupo, etc. Ese sujeto designa unpunto de voluntad, de acción, de intención, de deseo. Es des-de esa concepción de sujeto que afirmamos que nuestras prác-ticas psi contribuyen a un tipo de subjetivación individual,pero ésa no es la única subjetivación posible en las condicio-nes actuales, y quizás ni siquiera podemos afirmar que sea lamejor forma de habitar las condiciones contemporáneas.

Durante mucho tiempo se entronizó un modo universaldel sujeto y se lo pensó como lo sustancial del ser humano,hoy sabemos que estas formas fueron y están siendo produ-cidas en unas condiciones específicas de existencia, en unmodo de funcionamiento del socius. La conciencia, el len-guaje, el deseo, lo social, ocuparon el lugar de lo que noshace ser humanos.

«Si pensamos a las subjetividades como modos de organi-zación del sentido, y como las operaciones prácticas por las

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que se conectan hombres y cosas, los hombres con los otros,lo otro, podemos afirmar que en algún tiempo existía un aco-ple entre sujeto y subjetividad» dice Pablo Hupert (2005), unjoven historiador con el que he intercambiado ideas, luego dela diáspora que a algunos nos sumió la muerte de IgnacioLewkowicz. «En la antigüedad, ese acople funcionaba al modode una sutura, el sujeto y la subjetividad eran uno… La mo-dernidad inauguró un pensar acerca de un sujeto que sedesujetaba de la subjetividad de la época… Surgieron prácti-cas políticas revolucionarias, psicoanalíticas, artísticas y cien-tíficas… el sujeto sujetado a la subjetividad epocal no era unsujeto plenamente consistente. Según el recorrido, esta incon-sistencia se pensó como vacío, inconciente, punto ciego, sín-toma, lucha de clases, sujeto barrado, falta, falla, exceso, plus.No eran sinónimos, eran diferentes sesgos, cada uno con suutilidad y su énfasis propios, pero eran cooperadores en unproblema común a todo sujeto que se afirmara autónomamen-te: el de pensar cómo un sujeto podía deslindarse de una sub-jetividad sin que eso fuera un retorno a la pura animalidad.Esas subjetivaciones producían un sujeto sin sujeciones, o almenos con un punto de afirmación propia, autónoma». Peropor la calle no circulan sólo sujetos y sujetos desubjetivados,como dice Pablo: «No todo lo que hoy camina es sujeto: tam-bién los chabones yiran porái». Simpatizo con este recurso allenguaje porteño contemporáneo, es todo un hallazgo, y unadecisión, ya que es muy difícil encontrar vocablos que logrennombrar los modos actuales de subjetividades, sin quedar atra-pados por lo que portan los nombres.

Conocemos los dispositivos familiares, los escolares y la-borales, los políticos y demás dispositivos que produjeron alsujeto moderno, tanto en su constitución material como en suformulación teórica, lo que hoy nos convoca es qué nuevosmodos de la existencia, qué dispositivo produce hoy a estos«chabones».

Pensar en otros términos los procesos de subjetivacióncontemporáneos permite alojar aquello que la operación mo-derna dejaba en sombra y que hoy se presenta con fuertessentimientos de extranjería, con perplejidad de los no tan jó-

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venes, dificultando en ocasiones un encuentro dialógico im-prescindible. ¿Qué posibles inaugura? ¿Cuándo se nos tornaimprescindible? Cuando lo que nos interpela –venga o no anuestra consulta– es un chabón y no un sujeto alienado, nicomo se suele llamar «un sujeto desubjetivándose», cuandolo que se presenta no condice con nuestras concepciones niregistros, cuando lo que hacemos no interviene y pasa de lar-go como si no marcara una consistencia, que suponemos. Esdecir, cuando se nos presentan una multiplicidad de formasde habitar el mundo que no se incluyen en la noción de sujetoque portamos desde nuestra formación como «psi», o desdenuestra constitución como ciudadanos, allí se nos torna im-prescindible elucidar críticamente, pero para ello ya algo delrecorrido práctico de problematizar nuestra clínica ha comen-zado a intervenirnos.

Estas formas de habitar el mundo pueden presentarse enocasión de un suceso o de un dispositivo diseñado para ello.Un ejemplo de lo primero para los miembros de la AAPPG,fue el trabajo sobre los efectos de la catástrofe de Cromagnón,que nos convocó con algunos de los presentes a una tramita-ción singular; en ella nos topamos inesperadamente con for-mas de ser en el mundo que interpelaron nuestros saberes ypor lo tanto nos obligaron a pensar en lugar de aplicar lasnociones que funcionaban como pre-conceptos.

En un principio no podíamos menos que pensar a los pibesque prendieron las bengalas como perversos que desmentíanel riesgo, que renegaban de la muerte, pero algo no cerrabaen ese planteo y fue necesario preguntarse si nos encontrába-mos con la organización subjetiva con la que creíamos en-contrarnos o se presentaba otra composición, otro anudamien-to desconocido de afectaciones, deseos y acciones, otro modode habitar el mundo, que nos resultaba no sólo distinto sinoextranjero y hasta ajeno. Fue importante diseñar un dispositi-vo que nos posicionaba como afectados por el suceso trágicono como profesionales al margen, brindando un servicio… yallí se pudo presentar lo que nos dejaba perplejos y nos obli-gaba a pensar y pensarnos. De otra manera hubiéramos for-zado a que se presente aquello para lo que estamos prepara-

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dos y las nuevas formas de habitar el mundo se hubieran si-lenciado o replegado sin haber sido registradas, por el acota-miento de los posibles del propio dispositivo. Recordemosque según Michel Foucault el dispositivo psicoanalítico tieneuna continuidad con la confesión religiosa, basada en la pro-ducción de sí del hombre de la modernidad que se comienzaa interrogar sobre sus acciones. Conviene entonces pensarcomo fechables tanto el modo de subjetivación como los dis-positivos que lo producen y revelan. Dejarnos intervenir pornuevas perspectivas del pensamiento, puede permitir el posi-cionamiento subjetivo y el diseño de dispositivos que conci-ten la presentación de esas nuevas formas subjetivas.

Desde hace unos años estoy realizando una experienciadocente –como Profesora Titular de la cátedra de Psicotera-pia II de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacio-nal de La Plata, correspondiente al quinto año de la carrera–que me ha permitido dar cuenta de algunas de las operacio-nes que –sobre todo– realizan los jóvenes para habitar la uni-versidad. Nos preocupaba el modo en que los estudiantes tran-sitaban su carrera, como si fueran en piloto automático, conuna perspectiva extremadamente apática, sin conmocionessubjetivas: hacer la carrera era aprobar materias, saltando losobstáculos para recibirse que constituían las asignaturas. Enun principio nos sentíamos extraños, extranjeros a las opera-ciones más frecuentes que efectuaban para sobrevivir en unacursada que los convocaba –desde diferentes dispositivos gru-pales– a abandonar ese modo de cursar, juzgábamos sus sub-jetividades como cínicas, pragmáticas o como una variantede la subjetividad consumidora a la que llamamos gestionaria.Comenzamos por interrumpir los clásicos dispositivos docen-tes, interviniendo desde nuestras propias afectaciones en dis-positivos experienciarios.

Fuimos realizando esa singular experiencia –que posterior-mente denominamos experimentación– a partir de interrum-pir, bloquear algunos de los mecanismos que nos producían,tanto a los docentes como a los estudiantes con una subjetivi-dad empobrecida, de baja intensidad,5 y de gran capacidadpara lograr habitar ese dispositivo expendedor de títulos uni-

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versitarios. Pudimos registrar positivamente las sustraccio-nes necesarias para evitar el contagio que se temía al entraren contacto vivo con los otros. Entender esos procesosinmunitarios (Roberto Espósito [2005] así los denomina) comoprotección negativa de la vida, como forma biopolítica ac-tual, nos acercó a estas formas subjetivas que rechazábamosentendiéndolas sólo negativamente porque no se sumaban anuestras entusiastas invitaciones a «pensar con nosotros».Fuimos registrando que la amenaza que se experimenta enciertos dispositivos que reúnen obligatoriamente a los cuer-pos, requiere de oficio y sensibilidad para intervenir y dispo-nibilidad para devenir.

Identidad, Subjetividad y Vínculos. Elucidaciones y preci-siones conceptuales

Poner en línea estos tres términos identidad, subjetividady vínculos obliga a encontrar alguna relación entre ellos, o almenos a pensarlos en sus usos comunes o diferenciales. In-tento realizar una cierta elucidación de las condiciones deposibilidad de dos de las nociones nombradas: identidad ysubjetividad. Por último me propongo tomar como horizontede referencia algunos aportes teóricos que permiten formularlo vincular.

El concepto identidad proviene de la psicología que –aldecir de Michel Foucault (2001), como toda disciplina– pro-dujo los conceptos necesarios para la constitución del indivi-duo. Nos llega entonces, como legado del gesto moderno defundación de los estados nacionales; era necesario constituirun sujeto libre y unificado, para fundar la ciudadanía, que elpueblo soberano requería.

Desde el punto de vista del pensamiento, el concepto deidentidad reclama el de mismidad y se inscribe en la lógica

5 Ana Fernández denomina así a las subjetividades actuales cuya caracte-rística fundamental es tratar de pasar sin riesgos por la vida, sorteandoaquellas situaciones que puedan afectarlos.

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de lo uno. Lo identitario siempre se opone a la multiplici-dad que se presenta en modos singulares de componer endiferencia.

Sospecho que la presencia del término identidad no es in-genua en los temas propuestos para paneles y actividades pro-fesionales de los últimos años, probablemente este terminollegue a esos eventos profesionales6 acompañando los proce-sos de recuperación y reivindicación de los estados naciona-les, vigentes en este período socio-político, en la latino-américa post-dictaduras. Aún entendiendo esta pertinencia,quiero dejar sentada la interrogación acerca de la potencia deuna operación de recuperación semejante, tanto para esta no-minación como para algunos de los nombres que toman cier-tos modos originales de agrupamientos y organización decolectivos, que al quedar incluidas en el movimiento de «re-cuperación» del estado nación, pierden su potencia de inven-ción.

La fuerte intervención que el psicoanálisis produjo sobreel carácter indiviso del sujeto, fue expresión de –y colaborócon– la crisis de la modernidad racionalista. El capitalismono cesa de mutar y las posteriores alteraciones que se produ-jeron, conmociona profundamente tanto las condiciones deexistencia como las condiciones de producción conceptual.En el apremio generado por la extenuación de lógicas y cer-tezas, se produjeron entre nosotros declaraciones apresura-das acerca de la muerte del sujeto, muerte de la representa-ción, etc. Este movimiento crítico, estuvo alentado por la cons-tatación de la impotencia de ciertos conceptos para nombrarlos modos de existencias contemporáneas, a los que me referíen el apartado anterior. La carencia de articuladores concep-tuales que armen otro plano de pensamiento, generó y generanominaciones poco rigurosas y en ocasiones confusas y enmuchos colegas se produce una profunda desconfianza ante

6 Esta referencia explica el título de este apartado, ya que se basa en unaponencia en el panel titulado «Identidad, Subjetividad y Vínculos», delCongreso Latinoamericano de FLAPAG, en Julio de 2011, en la Facul-tad de Derecho, de la UBA, en Buenos Aires.

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esas precarias invenciones que los condena a aferrarse a sis-temas ya probados.

En un breve escrito sobre la producción de conceptos,Deleuze (1995) afirma que no resulta interesante la crítica deun concepto, sino crear otros y agrega «…crear se asume siem-pre atado a las condiciones de un encuentro efectivo, una au-téntica relación con el afuera, porque la creación no es arbi-traria…» Quiero puntuar que pensar con «el afuera» no sig-nifica pensar «la época» en forma molar, sino albergar la mul-tiplicidad que pulsa en ella.

Resulta imprescindible realizar una nueva deriva, tratandode no caer en una perspectiva historicista que ordene el mun-do en forma secuencial: una cosa es un concepto y otra losefectos que éste tiene en sus diversas apropiaciones, que enocasiones desvían o difractan su nominación. Ejemplo de estoha sido la utilización del término identidad efectuado en nues-tro país, donde la «restitución de las identidades» sustraídasa los hijos de los desaparecidos, aún forma parte de nuestropresente. En ese caso, se le otorga una nueva potencia –por lapolítica en la que se inscribe– a la nominación.

Los invito a realizar juntos un breve recorrido por algunosde los problemas que enmarcaron los conceptos que estamoselucidando. En los sesenta, la urgencia por la transformacióndel mundo en forma revolucionaria y por lo general colectiva–entonces entendida como fruto de condiciones objetivas yde una fuerte voluntad política de vanguardia– marcaba laexistencia de numerosos jóvenes; esa urgencia generaba unaprofunda desconfianza en las lógicas que fijaban sentidos yformatos del mundo ya fundado. No era tan importante laidentidad individual obtenida, ya no era importante seguir sien-do quienes éramos sino trabajar en ser el que debíamos o de-seábamos ser.

El freudomarxismo se insinuó entonces como una activaperspectiva de pensamiento, pero no terminaba de armar otralógica que permitiera salir del par «individuo sociedad», ysurgieron los sintagmas con guiones: psicología-social, indi-

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viduo-sociedad, etc. El estructuralismo imperante nos ama-rraba a cierto determinismo por lo material-histórico y con-denaba al fracaso muchas intervenciones tanto profesionalescomo políticas. Esa matriz de pensamiento fue obstáculo paraentrever alteraciones del mundo, que se profundizarían aúnmás, al inaugurarse nuevas formas del capitalismo post-fordista.

El temporal de la dictadura, afectó profundamente nues-tras existencias e inauguró una búsqueda de nuevas teoriza-ciones que permitieran pensar lo que estaba ocurriendo. Du-rante la resistencia, la lógica de la multiplicidad, se iba abrien-do débil paso entre las diversas apuestas teóricas que nos per-mitían sobrevivir pensantes. Por un lado la necesidad de re-afirmar todo aquello que era arrasado en nuestras vidas coti-dianas, hacía obstáculo a la provisión de ejes conceptualesmás potentes y por otro, intuíamos que el mundo ya no iba aser lo que fue. Nosotros ya no éramos los mismos y muchasde las herramientas que habíamos utilizado ya no nos servíanpara pensar una vida y una clínica que registraba las altera-ciones producidas en los modos de existencia, pero que aúnno disponía –y acaso aún no dispone– de herramientas teóri-cas válidas. Cuando la dictadura se retiró, la identidad pasóde ser un concepto en regla, a convertirse en un reclamo. Asícomo el término madres había sido re-fundado, para exigiren el ámbito público la aparición con vida de los hijos des-aparecidos, la recuperación de la identidad fue y es banderade la lucha por la restitución de los hijos de desaparecidos,secuestrados y en ocasiones criados por sus apropiadores.

Hoy me interesa puntuar que en esa misma lógica del re-clamo, se advierte que la noción de identidad abrocha con elderecho de los ciudadanos y la obligación del estado de ase-gurar ese derecho. Identificar a sus ciudadanos es una tareaprimordial en los estados nacionales, en su modo de gober-nar disciplinando cuerpos, gobernando poblaciones y arman-do públicos. Creo recordar que la Argentina –que se nutrió dela inmigración europea y necesitaba unificar al pueblo sobe-rano– es el país donde se inventó el sistema de identificaciónpor medio de la huella digital. Un cuerpo, un individuo, un

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voto, un ciudadano, un sexo, una identidad. Pero tambiénconstituyendo identidades colectivas: «un pueblo para laNación Argentina», al decir de Halperín Donghi. Es decir siem-pre UNO.

Otra vez, no se trata de sustituir los vocablos de identidad yde sujeto, sino que se trata de pensar de nuevo «cómo somos»,qué nos hace ser así, pero también qué otros posibles nos ani-man. Ese es nuestro problema. La nominación que realiza AnaFernández, al fundar el Programa de Actualización de la Fa-cultad de Psicología de la UBA que ella dirige, alude a estasituación del pensamiento: Campo de problemas de la subjeti-vidad. Considerar a la subjetividad como campo de problemasrequiere consignar la inscripción teórica que le da un sentido ala noción cada vez que la usemos, ya que si no lo hacemos, lasobre-codificación «psi», interpreta que hablamos de algo asícomo «mi subjetividad», o «la singularidad de la persona»–estoy citando acá frases repetidas por los estudiantes de psi-cología de la UNLP–, pero seguramente no sólo allí se repiten.Se manifiesta así lo ambiguo de una nominación que al serpositivizada en los dispositivos de transmisión universitarios,pierde su carácter problemático, en la que me inscribo desdehace años y espero poder desplegar aquí.

En la cátedra de la Facultad de Psicología de La Plata (Psi-coterapia II, de quinto año) sugiero leer dos enfoques biendiferentes del problema: por un lado el de Ignacio Lewkowicz,quien fue trabajado tanto por su propia investigaciónhistoriográfica sobre Esparta, como por pensadores contem-poráneos, y postula esta noción para los diversos modossituacionales de la existencia. Su perspectiva es provocadoray anuda al mismo tiempo una variante no estructuralista delmodo de subjetivación y una fuga de la encerrona que armael binarismo individuo-sociedad, pero nos deja en las puertasdel problema. Para apreciar otra perspectiva usamos un bre-ve escrito de Silvia Bleichmar, donde denomina subjetividada las marcas del período histórico, de la época.

Por lo que vemos, el vocablo subjetividad designa al anu-damiento singular y situacional de recursos, con que se habi-

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ta y se hace ser un mundo (I. Lewkowicz); pero también estánombrando a las marcas dejadas por el encuentro con lo so-cio-histórico, que acompañan la producción de psiquismo (S.Bleichmar). Es decir el vocablo sólo indica el problema quenos hemos lanzado a pensar. Ya en el congreso del año 2008,había expresado la imposibilidad y la inutilidad de definir lanoción de subjetividad, pues no se trata de definiciones nitampoco se resuelve el problema fugando a la transitada, peroabstracta fórmula de los modos de subjetivación como mo-dos de la existencia.

Entonces… ¿qué es lo que se intenta pensar y se recorta en lanoción subjetividad? Hay cuerpos afectados y hay múltiplesmodos humanos de organizar la existencia, que no siempre res-ponden causalmente a una psique y su historia individual. Laapuesta intelectual que comparto es la de nombrar esos flujosque modulan los modos de habitar situaciones. Pero como en uncuento borgeano, se complica más el panorama, al abrir dos nue-vos problemas teóricos: 1) nombrar esos flujos, sin caer en laecuación individual: persona, sujeto, etc. que confiscan lo co-lectivo del modo de subjetivación. 2) Indicar al mismo tiempola construcción de un modo de habitar y la constitución de unasituación por esos modos de habitarla, ya que la situación noantecede a la subjetividad ni la moldea desde afuera, sino que sealtera al ser habitada de un modo que habla de la producción deotra subjetivación. Son los cuerpos los que portan el nombrepropio, pero albergan múltiples modos de habitar el mundo anu-dados singularmente, cada vez. Para esos procesos de subjetiva-ción, no hay en este registro interior/exterior ni antes/despuésaunque sean históricos, en el sentido de producidos en una con-fluencia singular de fuerzas, en unas prácticas que son siemprecolectivas. Resumiríamos afirmando que la nominación proce-sos de subjetivación alude a los modos en que los hombres sonconstituidos, a la vez que constituyen sus mundos.

En el comienzo, referí una elección designar lo vincular yno a los vínculos, espero poder justificar tal decisión. Sole-mos confundir sitio de la intervención clínica con dispositivotécnico. Trabajamos en y con parejas, familias y grupos, or-ganizaciones y agrupamientos, empresas, equipos de trabajo

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y hasta barrios o instituciones públicas… Pero el sitio de laintervención clínica no es ese agrupamiento, que alguna vezdenominamos configuración… Elijo lo vincular al modo enque Marcelo Percia toma «lo grupal», que la categoría de «loneutro» de Roland Barthes le permite pensar, como una di-mensión que excede y produce, donde lo no efectuado se ex-presa y pulsa, pero es irreductible a su efectuación… Perciaescribe: «En la proposición “lo grupal no son los grupos”, loneutro transforma la negación en enunciado infinito (no sonlos grupos ni las instituciones, ni las comunidades, ni lasmultitudes ni los conjuntos). No importa lo que es sino lo queacontece (en los grupos, las instituciones, las comunidades,las multitudes, los conjuntos) en forma inesperada.»7

Pensar lo inesperado no es tarea fácil, cuando los hábitosdel pensar heredado nos conducen a atribuirle rápidamenteunas causas. Así atribuir las alteraciones en nuestras formasde existencia, con exclusividad a la dictadura, ha sido y es unerror bien pensante y con buena prensa, al igual que atribuir-le al 2001 el agotamiento del Estado Nación como organiza-dor simbólico, sin tomar en cuenta las múltiples alteracionesde la existencia contemporánea en el mundo.

Algunos devenires se han producido, en nuestras existen-cias y creo que hoy disponemos de algunas herramientas/ar-mas –en el decir de Deleuze, para pensar las alteraciones delmundo ocurridas. Estas alteraciones no se dieron en contrade lo existente –como creíamos desde el pensamiento revolu-cionario– sino al alojar los efectos de lo que había. La revolu-ción tecnológica, que permitió la invención de internet y tam-bién los modos del capitalismo financiero, donde una opera-ción financiera se realiza en el otro lado del mundo con unsimple botón, son sólo algunos de esos efectos. Ya hace va-rios años Deleuze planteaba algunas consideraciones acercade la modulación de los deseos, como modo de gobernabilidadcontemporáneo de la llamada sociedad de control (queFoucault denomina de seguridad), a diferencia del discipli-

7 Percia, M., «Lo grupal y la cuestión de lo neutro», Ficha interna de laCátedra Grupos II, Facultad de Psicología, UBA.

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namiento de los cuerpos, propios de la sociedad disciplina-ria. Resaltar este aspecto de la gobernabilidad no descarta yaún más, implica considerar la considerable ampliación depotencialidades cognitivas, artísticas y de vinculación o in-vención o trabajo intelectual colectivo que estas alteracio-nes abrieron.

Los nuevos modos de pensar y hacernos ser como somos

Me interesa puntuar un aspecto novedoso de constituciónsubjetiva, que permite y permitirá enriquecer aún más nuestrasherramientas de intervención. Siguiendo las tesis acerca de losfuncionamientos maquínicos postuladas inicialmente porGuattari, Maurizio Lazzarato –sociólogo italiano contemporá-neo– ha desarrollado una interesante diferenciación en losmodos de la gobernabilidad propias del capitalismo post-fordista que no dependen de la significación, ni de la ideolo-gía, es decir no constituyen sujeción por alienación sino sub-ordinación maquínica,8 donde el sujeto constituye una piezade la máquina y no su presa. Como podemos apreciar, estamospensando con nuevas armas, que nos ayudan a pensar no sólolos rasgos de las subjetividades del presente sino los modos desu constitución. Algunos de estos modos apelan a mecanismosdesconocidos o despreciados en nuestra formación profesio-nal como por ejemplo la modalidad a-significante de incidir enlos procesos de subjetivación. Incluir esta dimensión en nues-tra cultura de la significación e interpretación es fundamentalpara comprender a las nuevas formas de estar en el mundo, yaque son esas formas las que hacen mundo.

Guattari le llama semiótica a-significante y otros autoreslo pre-significante a un cierto régimen de significación endonde los signos no se organizan en torno al par significante-significado. El régimen según el cual la significación depen-

8 Lazzarato, M., «La máquina»; «Multiplicidad, Totalidad y Política»,extraído de Lazzarato, M. (2006), Por una política menor. Aconteci-miento y Política en las sociedades de control, Madrid, Ediciones Trafi-cantes de Sueños, pp. 17-34.

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de siempre del juego entre significado y significante es sólouno de los regímenes posibles, es el que impera, pero no es elúnico. No estamos hablando de un hombre previo al lenguajesino de algo que está siempre al lado del lenguaje. Se puedeafirmar entonces que lo que nosotros llamamos hombre mo-derno es una excepcionalidad histórica: unos pocos siglos enlos que una cierta cantidad de población blanca creó una se-rie de mundos de significación.

Este aporte permite comprender gestos automáticos, poracoplamientos maquínicos que van produciendo unos modosde transitar por la vida, es decir nuevas subjetividades, que norealizan «acciones específicas intencionadas» ni actitudes sin-tomáticas, en el sentido de «transacciones inconcientes». Sim-plemente funcionan así: «acá soy así», expresan alumnos de lafacultad cuando son interpelados por unos dispositivos dise-ñados para ello, o simplemente con modos de habitar la facul-tad, basados en otra circulación del deseo. Estos mecanismospermiten también comprender algunos comportamientos quesolemos pensar como desmentida de riesgos: la conducta almando de un volante o el encendido de una bengala en unrecital de rock, pero también una cierta sustracción de algunosfuncionamientos colectivos, donde –como bien expone RobertoEspósito– se protege negativamente la vida, achicándola enintensidad, movimiento e implicación al mínimo posible. Sen-sibilizarse al registro de estas semióticas nos permite no sobre-interpretar conductas que responden a unas subjetivacionestodavía no reconocidas como otros modos de existencia y porlo tanto pensadas en la grilla de la psicopatología.

Unas subjetivaciones distintas, otras subjetividades habi-tan los cuerpos, y entonces no hay una subjetividad para uncuerpo sino varias en cada cuerpo, producidas por acopla-mientos de todo tipo: significantes y no significantes.

Hemos estado trabajando los aportes de Gilbert Simondon(2009), filósofo de las ciencias, cuya tesis de doctorado de-nominada «La individuación» inauguró una filosofía que ins-piró a Guattari y a Deleuze, entre otros. Su enfoque distingueentre individuación física, biológica, psíquica y colectiva. In-

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teresante anotar: no dice humana sino colectiva… Así, un «su-jeto» siempre se constituye con lo individuado y lo pre-individuado. En este pre-individuado reside el mundo sensi-ble, que afecta directamente y conforma subjetividad sin pa-sar por la significación. Entonces cada individuación alojatambién lo inevitablemente procesual que acompaña la indi-viduación y permanecerá no individuado, creando un siste-ma meta-estable que por esa característica está disponible paradevenir otro.

La individuación no sólo actualiza potenciales sino querenueva al potencial en tanto potencial. Como la individua-ción nunca actualiza la totalidad de los potenciales, todo pro-ceso de individuación, incluye un conjunto de potencialessiempre presente, que se recrea, se reorganiza, pero nunca seagota. No sólo hay actualización sino creación de potencia-les. Cada nuevo nivel de individuación crea y activa una fuentede potenciales. El ser individuado es punto de partida, siem-pre, para nuevas individuaciones justamente porque llevaconsigo una carga potencial.

La teoría de la individuación implica una teoría de la co-individuación: porque siempre nos individuamos en relacióna otros que también se están individuando. Esto es lo queSimondon llama, la transindividualidad. No es que haya in-dividuación en medio de un escenario de sujetos ya constitui-dos: el colectivo es el espacio en el que cada quien participa atítulo de aquello que no tiene individuado. Pensar en esta pers-pectiva permite pensar lo vincular en confluencia con algu-nos de los desarrollos que se vienen produciendo en nuestraasociación.

Este original pensador considera que el binarismo cultura-naturaleza achata la diferencia y escoge un distanciamientode la bipolaridad naturaleza-cultura, no para producir una in-distinción, sino porque atravesando el monismo es que apa-rece la multiplicidad.

Algunas de las consecuencias de estos aportes son en elterreno de la política. Paolo Virno, pensador italiano que fue

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su primer traductor y difusor, piensa hoy ciertas experienciascolectivas contemporáneas, de tal forma que permiten enten-der los devenires de la construcción de nuestro mundo y enmedio de las crisis de los estados nacionales vislumbra algu-nos embriones de instituciones post-estatales. Una perspecti-va semejante impacta tanto en las teorizaciones e interven-ciones denominadas teórico-clínicas como las ético-políticas.

Paolo Virno plantea como universal antropológico la posi-bilidad humana de crear mundos, a diferencia de los anima-les que crean su ambiente. Si nuestro sitio de la intervenciónes lo vincular, lo grupal, lo institucional, aun lo comunitario,podríamos pensar que nuestras intervenciones clínicas, tantocomo la creación de conceptos, apunta a enriquecer y produ-cir otros posibles.

Los conceptos citados en Simondon no son, desde luego,idénticos a los de Deleuze, pero me permito hacer algunasconexiones desde lo que les hace problema. Lo que para De-leuze es lo actual y lo virtual de lo real, es posible entreverloen Simondon en lo individuado y lo pre-inidividuado. Mepermito también asociarlo a la afirmación que realiza Corne-lius Castoriadis (2009) caracterizando al magma de signifi-caciones sociales como infinitamente determinable. Este pen-sador al igual que Deleuze, Guattari y Virno, enriquecen unaperspectiva que tiene formidables consecuencias, ya que seinaugura una política de la determinación en la que se inscri-be la invención de procedimientos y operaciones para favo-recer devenires.

Para terminar este escrito quisiera comentar que el habermantenido en cierta forma el contenido de dos ponencias decongresos entre las que transcurrieron cuatro años, me obli-gó a registrar una alteración en mi aparato de pensar lospensamientos que se produjo en ocasión de algunas expe-riencias y alguna de las lecturas que quise compartir con loslectores. Co-pensar estas búsquedas con quienes vengo ha-ciendo un recorrido práctico problemático, no sólo es unaapuesta y una alegría sino que puede permitir la creación deotros mundos.

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Resumen

El artículo trabaja sobre los modos de subjetivación con-temporáneas, y los modos de configurar las nociones acercadel sujeto, correlacionando condiciones para esa producción

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con los saberes y poderes dominantes en una coyuntura o for-mación histórica. Revisa la noción de identidad, tan dominanteen el pensamiento psi moderno, así como la noción de subjeti-vidad que la reduce a lo psíquico, a la luz de los aportes delpensamiento contemporáneo para producir herramientas / ar-mas útiles, para pensar las políticas de subjetivación que per-miten intervenir en situaciones clínicas. Para ello, retoma apor-tes de Castoriadis, Deleuze-Guattarí, Simondon, Lazzarato yVirno, además del historiador argentino Ignacio Lewkowicz.

Palabras clave: Sujeto moderno. Subjetividades. Procesosde subjetivación. Devenir. Dispositivos experienciarios. Mul-tiplicidad. Identidad. Individuación. Sujección social. Subor-dinación maquínica. Lo asignificante. Lo transindividual.

SummaryNew tools to understand subjetctification processes

This paper deals with contemporary subjectification pro-cesses, as well as the ways to compose the different notionsabout the subject by making a correlation between the condi-tions for such production and the dominant knowledge and pow-ers at a given situation or historical setting. The author reviewsthe notion of «identity»–so dominant in the current psychoana-lytical thinking– as well as the notion of subjectivity, which re-duces it to the psychic aspect, in the light of the contributionsmade by the contemporary thinking, in order to produce usefultools/«weapons» to understand subjectification policies that mayallow for intervening in clinical situations. For that purpose,the author revisits the contributions made by Castoriadis,Deleuze-Guattarí, Simondon, Lazzarato, and Virno, as well asthose made by Argentine historian Ignacio Lewkowicz.

Key words: Modern subject. Subjectivities. Subjectificationprocesses. Becoming. Experiencing devices. Multiplicity.Identity. Individuation. Social subjection. Machinic enslave-ment. Ssignification. Transindividualism.

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RésuméNouvelles armes pour penser les processus de subjectivation

Cet article aborde les modes de subjectivation contemporaineet les modes de configuration des notions de sujet, et met en rap-port les conditions pour cette production avec les savoirs et lespouvoirs dominants dans une conjoncture ou formation histori-que déterminée. La notion d’identité si dominante dans la penséepsy actuelle, ainsi que la notion de subjectivité réduite au psychi-que y sont revues, à la lumière de la pensée contemporaine pourproduire des outils/armes visant à penser les politiques desubjectivation qui permettent d’intervenir sur les situations cli-niques. Pour ce faire, l’auteur reprend les contributions deCastoriadis, Deleuze-Guattari, Simondon, Lazzarato et Virno,en plus de celles d’Ignacio Lewkowicz, historien argentin.

Mots clés: Sujet moderne. Subjectivités. Processus desubjectivation. Devenir. Dispositifs expérientiels. Multipli-cité. Identité. Individuation. Assujettissement social. Asser-vissement machinique. L’a-signifiant. Transindividualité.

ResumoNovas armas para pensar os processos de subjetivação

O artigo trabalha sobre os modos de subjetivação contemporâ-neos, e os modos de configurar as noções acerca do sujeito,correlacionando condições para essa produção com os saberes epoderes dominantes em uma conjuntura ou formação histórica.Revisa a noção de identidade, tão dominante no pensamento psimoderno, assim como a noção de subjetividade que a reduz ao psí-quico, à luz das contribuições do pensamento contemporâneo paraproduzir ferramentas/armas úteis, para pensar as políticas desubjetivação que permitam intervir em situações clínicas.. Para isso,retoma contribuições de Castoriadis, Deleuze-Guattarí, Simondon,Lazzarato e Virno, além do historiador argentino Ignacio Lewkowicz.

Palavras chave: Sujeito moderno. Subjetividades. Processos desubjetivação. Devir. Dispositivos experienciários. Multiplicidade.Identidade. Individuação. Sujeição social. Servidão maquínica.O assignificante. O transindividual.

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Volviendo a pensarnuestro contexto social.

Su impacto en la subjetividad *

Miriam Alarcón de Soler **

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(*) Trabajo aprobado por el Comité de Referato Internacional.(**) Psicóloga. Universidad Javeriana. Master in Clinical Psychology.

Georgia State University. Miembro de Grupo de estudios yprofundización en Terapias Vinculares, Bogotá, Colombia.E-mail: [email protected]

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En el contexto de la Colombia actual es difícil hablar devínculos sin abordar el tema de la violencia en sus diversasformas. Violencia que tiene una historia de cinco siglos y unaviolencia actual que se nos impone en nuestra cotidianeidady que ha ido construyendo formas de subjetividad.

La violencia: una historia de cinco siglos

A través de cinco siglos, desde la Conquista española, lahistoria de Colombia ha estado atravesada por diversas for-mas de violencia social. Las culturas precolombinas fueronarrasadas.1 El resultado fue un mestizaje, con una brecha en-tre «blancos», e «indios y negros», en un país en el cual todossomos «café con leche», pero donde el valor está adscrito alcolor de la piel.

La desigualdad social ha producido un resentimiento enor-me en las clases menos favorecidas hacia las élites sociales.Esta desigualdad continúa hasta el punto que Colombia esuno de los países en Latino América con una mayor desigual-dad social.

No nos ocuparemos aquí de esta historia. Solamente qui-siera resaltar que el contexto actual hunde sus raíces en si-glos de injusticia social.

Violencia: una historia reciente

En la década de los ochenta estalló la violencia desatadapor el narcotráfico.

La figura más representativa fue Pablo Escobar. Quienesse atrevieron a enfrentarlo desde distintos estamentos fueron

1 Sólo recientemente ha habido un esfuerzo colectivo por rescatarlas, enproyectos tan loables como el Museo del Oro del Banco de la Repúbli-ca. Quienes lo visitan se sorprenden ante la riqueza de estas culturas, suinfinita sensibilidad y su arte.

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asesinados. En esos años asistimos impotentes a la toma delpalacio de Justicia por la guerrilla financiada por el narcotrá-fico, y la retoma desbordada por parte del ejército; vimos morircinco candidatos presidenciales, jueces, periodistas, magis-trados, humoristas;2 fuimos testigos de la violencia descarna-da hacia la población civil en forma de bombas imprevisi-bles, etc. Todo pensamiento divergente de la ideología impe-rante fue considerado como un enemigo de la sociedad.

En la década de los noventa y del 2000 al 2010 el contextosocial estuvo marcado por la angustia del secuestro por partede la guerrilla. La inseguridad que esto generó en la pobla-ción, tanto de las ciudades como de la población rural, llegóal punto que los habitantes de las ciudades se sentían imposi-bilitados de salir fuera de ellas por temor al secuestro. Porsupuesto este flagelo afectó fundamentalmente a las clasesmedia y alta.

Como contrapartida surgieron los grupos paramilitaresavalados por el ejército como una forma de acabar con elsecuestro. Los políticos se vieron involucrados como artífi-ces y cómplices del surgimiento de los grupos paramilitares,que ostentan nombres terribles: Los Rastrojos, Bacrim (Ban-das Criminales), etc.

A su vez tanto la guerrilla como los paramilitares se alia-ron con el narcotráfico y muchos miembros del ejército su-cumbieron al poder de corrupción del narcotráfico. El enfren-tamiento de los grupos armados dio lugar a atrocidades sinlímite. Hoy día varios de estos narcotraficantes, paramilita-res y militares han sido llevados a su juicio y condenados y/oextraditados a Estados Unidos.

2 Sobresalen el atentado contra el director del diario El Espectador, Gui-llermo Cano, la muerte de los dirigentes de la Unión Patriótica, el asesi-nato de Luis Carlos Galán, y del humorista Jaime Garzón.

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La actualidad

Estas situaciones descritas no han cesado. La injusticiasocial, el crecimiento desordenado de las ciudades, el empo-brecimiento de los lazos sociales, las deficiencias en la edu-cación y en los servicios de salud, la falta de infraestructurason frecuentes. Los medios de comunicación inundan al es-pectador con noticias relacionadas con diversos hechos vio-lentos: la guerra entre guerrilla, narcotráfico, grupos parami-litares, estallido de bombas y atentados.

El gobierno actual ha iniciado un nuevo Proceso de Paz.Esto pareciera abrir una puerta al fin de la guerra, pero haresultado un proceso largo y complejo que ha desencadenadoreacciones diversas en los distintos estamentos sociales ypolíticos.

La violencia entre pares es frecuente y conlleva el supues-to derecho de acabar con el otro, porque es diferente, porquepiensa distinto, porque se ha equivocado, y porque finalmen-te es lícito tomar la ley en las manos.

La corrupción se ha generalizado. El bien común quedaanulado frente a la voracidad de los políticos, que a sus an-chas han cargado con el erario público.3

El desplazamiento ha sido una de las consecuencias másaterradoras de la guerra. Los habitantes de las áreas ruralestienen que abandonar sus tierras o han sido despojados deéstas. Llegan así a engrosar los cinturones de miseria de lasgrandes ciudades. Los desplazados sufren además de las pér-didas materiales, la pérdida de sus seres queridos –muertos oasesinados por el conflicto armado– , la pérdida de sus víncu-

3 La Revista Semana del 30 de Julio (2012) dice: «Aunque usted no locrea: Colombia está rompiendo otro récord mundial: 12 de los últimos13 presidentes del Congreso han tenido que rendir cuentas con la Justi-cia. Cuatro de ellos están condenados y una más detenida…» Han sidoacusados de lavado de activos, enriquecimiento ilícito, parapolítica, co-rrupción, etc.

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los, de su historia, de sus redes sociales, en fin, la pérdida desu pertenencia social.

Otra forma de desplazamiento se da en los jóvenes que sehan ido del país o desean hacerlo esperando encontrar mejo-res oportunidades en otros lugares. Éstos también pierden susraíces y las familias quedan desmembradas. Algunos pocoslogran sus sueños y pueden desarrollar sus sueños profesio-nales. Otros quedan marginados, formando parte de la masade inmigrantes ilegales que son explotados o consideradosciudadanos de tercera clase.

Narcotráfico y Narcocontexto

En un trabajo anterior (1996)4 decíamos: «El narcocontex-to constituye una forma de violencia social, sustentado en fun-cionamientos perversos, que produce en el sujeto alteracio-nes en su capacidad de pensar, que podrían ser comprendidoscomo alienación. Afirmamos que el narcocontexto… conllevauna denegación del sufrimiento y de lo tanático que esa reali-dad evoca». El poder omnipotente del narcotráfico suscitaen el psiquismo individual colectivo una suerte de fascina-ción, proveniente del supuesto «deseo es poder». Dicha fas-cinación encubre, a modo de defensa, lo tanático que ésteconlleva.

La muerte de Pablo Escobar en 1993 generó un fantasmacolectivo de características eufóricas… se esperaba el fin delnarcotráfico. Para muchos Pablo Escobar representó una me-joría de sus ingresos, una forma de salir de una pobreza y deun horizonte sin perspectivas. Así, en algunas regiones deColombia, Pablo Escobar se ha transformado en un héroe yen un mito porque a muchos les dio dinero y casa, de talmanera que su recuerdo subsiste con el halo de un «RobinHood» criollo. Queda desmentida la violencia sin límitesque provocó.

4 «Narcocontexto y Contexto Terapéutico» (1995).

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Veinticinco años después la historia parece repetirse, lamisma violencia, la misma capacidad que tiene el dinero delnarcotráfico para comprar casi cualquier cosa, y casi a cual-quiera. Pero al mismo tiempo las noticias sobre el narcotráfi-co ya no sorprenden y su registro es efímero: los narcos pulu-lan por doquier y ya no sabemos sus nombres, sino su alias:Macaco, Cuchillo, Fritanga...

Narco telenovelas

Desde hace algunos años la televisión colombiana se ha vistoliteralmente inundado por telenovelas sobre el narcotráfico: losnombres de algunas son «La Viuda de la Mafia», «El Capo» ,«Las Muñecas de la Mafia» y una adaptación libre de la bio-grafía del Pablo Escobar «El Patrón del Mal». La última pro-ducción televisiva denominada «Los Tres Caines», sobre lavida de los hermanos Castaño, y el paramilitarismo, desenca-denó finalmente un debate acerca de la responsabilidad de losmedios en el tipo de programas que transmiten.

Estas telenovelas son un reflejo del imaginario social don-de circulan de manera ambigua los ideales propuestos por elnarcotráfico. Los «villanos» terminan siendo valorados. Estoes especialmente grave cuando estas telenovelas son produc-to de consumo de la gran mayoría de nuestros televidentes.

Por qué hablar de narcocontexto

Las formas de violencia inherentes al narcotráfico hanimpregnado nuestro contexto social y han impactado nuestrasubjetividad. Si bien se escriben novelas, libros sobre el tema,se filman películas, hay poca cabida para la reflexión sobresus efectos mortíferos. Por un lado se rechaza y se teme, porotro lado se admira, se idealiza, con una suerte de fascina-ción. Los mafiosos son héroes, encarnan el ideal del éxito.

Hector Abad publicó en 1995 en El Tiempo, un artículodenominado «Estética y Narcotráfico» en el cual decía: «Se

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ha concebido al mafioso como un cuerpo extraño y malignoincrustado en una sociedad sana». «También se ha creído queel narcotraficante es el que aporta el mal gusto a una culturacon austeros y decorosos valores estéticos. Ambas ideas sonfalsas. Si la visión del mundo corrupta y criminal del mafiosoha prendido tan bien en nuestras tierras, si su gesto es imitadopor todas las capas sociales, es porque el terreno ético y esté-tico estaba aquí abonado para que su moral y su gustopelecharan... En el hecho de que tienen lo que otros secreta-mente desean, radica la clave de su éxito. Por eso han sidoadmirados y tan mal perseguidos...»

La fascinación proviene del poder y el dinero que detenta,y la desmentida que esta realidad violenta conlleva. En ellenguaje de los adolescentes esto se muestra en expresionesde admiración: «Este es un Capo». «Fascinación ante un Idealperverso que propone como salida lo inmediato, lo fácil, lomágico, lo omnipotente, donde el Otro desaparece como rea-lidad y el Yo queda propuesto como el único polo de satisfac-ción.» (1996).

El narcocontexto ha generado una cultura caracterizada poruna ley aparente, por «el todo vale», que se imponen sobre loprescrito o sobre lo esperable en vínculos donde el otro comosujeto sea respetado. Un contexto en el cual la ley es pro-puesta para ser burlada, y la trasgresión es avalada. Así, «he-cha la ley, hecha la trampa».

La telenovela arriba mencionada sobre la vida de PabloEscobar recrea episodios de la vida nacional en la década delos ochenta. Estos episodios que muchos de nosotros padeci-mos de cerca y de los cuales aún sentimos los efectos, gene-ran en el espectador una gama de sentimientos, desde el ho-rror, la repulsión, la incredulidad, y al mismo tiempo la admi-ración y la fascinación. El dinero obtenido y el poder queconlleva se transforma en ideal con el cual identificarse. Latransgresión es propuesta por la madre de Pablo, que le dicedesde muy pequeño: «Haga las cosas… hágalas bien, pero nose deje “pescar” (pillar)».

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La estética

Sin Tetas no hay Paraíso, libro de Gustavo Bolívar (2005)que describe crudamente esa cultura «narco» donde las mu-jeres, para seducir a los narcotraficantes, se someten a todotipo de cirugías estéticas que les aseguren un porvenir econó-mico. Surge así una forma de prostitución que se extendió endistintos estamentos sociales, reinas de belleza, presentado-ras de televisión, modelos, universitarias, que han sido lla-madas «Chicas prepago». El ideal para estas jóvenes se con-virtió en ser las amantes de los narcos para salir de la pobrezao para tener acceso a bienes materiales.

En otros círculos sociales se va imponiendo este «ideal debelleza». Es frecuente que las niñas de 15 años pidan a suspadres como regalo una cirugía de los senos. La moda propiade las mujeres apetecidas por los narcos es copiada por jóve-nes que visten de forma vistosa y extravagante.

Violencia y ética

Janine Puget (1993) agrupó los hechos violentos en doscategorías: violencia alienante y violencia transgresora. Se-ñaló dos organizadores fundamentales en la vida social, unose refiere al respeto por la vida y por las diferencias en losseres humanos. El segundo se refiere al respeto por la propie-dad ajena. La violencia alienante o violencia del terrorpropende eliminar la pertenencia social mediante la expul-sión o la aniquilación del sujeto. La violencia transgresora serefiere a acciones que permiten al sujeto un enriquecimientorápido e ilícito donde el componente de transgresión es des-mentido.

El narcotráfico y la impunidad que lo ha caracterizado,representa una combinación mortífera tanto de la violenciadel terror como de la violencia transgresora. La justicia ylos jueces que la representan, han sido coartados muchasveces en su eficacia por el terror del narcotráfico y su podermortífero.

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La falta de ley es generadora de una subjetividad que semanifiesta en vínculos donde emergen la violencia y la trans-gresión en diversas formas. Así, como afirma Berenstein(1990) «el tabú del incesto y la amenaza de castración estánpresentes como enunciado pero su significado suprimido enun estado que podría denominarse burlado».

Volviendo a pensar nuestro contexto violento

No es fácil comprender la complejidad del mismo. La vidadiaria trascurre en una suerte de burbuja, la gente trabaja,tiene ilusiones, hace proyectos, es creativa. Por otro lado, enla vida cotidiana y en la consulta son frecuentes situacionesrelacionadas con la «plata fácil», la corrupción, el matoneo,etc., que cuestionan nuestro quehacer clínico, y a veces elestallido de una bomba, o un atentado, nos retrotrae a las épo-cas terribles que hemos padecido.

Vivimos en una suerte de teatro, donde los escenarios cam-bian y sin embargo el argumento parece el mismo. En la me-dida en que los narcos no arremeten directamente contra elestado o la población civil, y la guerra ocurre en las zonasrurales, todos «nos sentimos más tranquilos» como si estoshechos «ocurrieran lejos de nosotros», pero sabiendo y pre-sintiendo el efecto deletéreo de la violencia en nuestra subje-tividad.

La pertenencia social en un contexto donde circulan la vio-lencia del terror y la violencia transgresora está cuestionada.El conflicto entre la necesidad de pertenecer y al mismo tiem-po no querer pertenecer a un medio de estas característicasda lugar a diversos mecanismos, desde la negación a la huida,la banalización y la anestesia, una suerte de acostumbramientode tal manera que lo que impacta hoy, mañana se olvida, yuna angustia sin nombre fruto de la incertidumbre que nosrodea.

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A manera de resumen

Nuestro contexto social ha estado atravesado durante cin-co siglos por diversas formas de violencia. El narcotráfico,entre otros factores, y los ideales que propone han invadidoel contexto social, avalados por el resentimiento surgido desiglos de injusticia social, a tal punto que podemos hablar deun narcocontexto. El impacto de este contexto tiene diversasmanifestaciones en la ética, en la estética, en la construcciónde la vincularidad. Poco a poco hemos ido perdiendo la capa-cidad de sorprendernos y de pensar estos fenómenos.

Y por último surge la pregunta: ¿cómo trabajar con estasnuevas subjetividades?

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Resumen

El contexto violento de Colombia impacta y construye nues-tra subjetividad actual. Proponemos que el Narcotráfico hagenerado un «Narcocontexto». Éste constituye una forma deviolencia social, sustentada en funcionamientos perversos.

El poder omnipotente del narcotráfico ha generado un ima-ginario social donde la ley es burlada, donde convergen laviolencia alienante y la violencia transgresora.

La construcción subjetiva producto de este narcocontex-to ha tenido efectos en la ética, la estética y la pertenenciasocial.

Palabras clave: Contexto Social Violento. Construcción sub-jetiva. Narcocontexto. Violencia social. Funcionamientosperversos. Imaginario social. Ley burlada. Ética, estética ypertenencia social.

SummaryThinking again our social context. Impact on present-daysubjectivity

The violent context of Colombia constructs and affects ourpresent-day subjectivity. We contend that the phenomenon oflarge-scale drug trafficking has contextualized Colombianreality as a «narco-context». This constitutes a form of socialviolence, supported by perverse goings-on.

The omnipotent power of drug trafficking has generated asocial mind-set in which the law is mocked and evaded, inwhich an alienating and a transgressive violence converge.The subjective construction that is the outcome of this narco-context has had effects on ethics, aesthetics, and the sense ofsocial belonging.

Key words: Violent social context. Construction of subjec-tivity. «Narco-context». Social violence. Transgressive vio-lence. Alienating Violence. Social belonging. Social mind-

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set. Scofflaw. Perverse goings-on. Ethics, aesthetics, andsense of social belonging.

RésuméEn repensant encore notre contexte social

Le contexte violent de Colombie produit un impact et cons-truit notre subjectivité actuelle. Notre hypothèse est que lenarcotrafic a généré un narcocontexte qui constitue une sortede violence sociale soutenue par des mécanismes pervers.

Le pouvoir tout-puissant du narcotrafic a généré un imagi-naire social dans lequel on se moque de la loi et où conver-gent la violence aliénante et la violence transgressive. La cons-truction subjective, produit de ce narcocontexte, a eu des ef-fets sur l´ éthique, l´esthétique et l´appartenance sociale.

Mots clés: Contexte social violent. Construction subjective.Narcocontexte. Violence sociale. Mécanismes pervers. Imaginairesocial. Loi bafouée. Éthique, esthétique et appartenance sociale.

ResumoVoltando a pensar nosso contexto social. Impacto em nos-sa subjetividade

O contexto da violência na Colômbia impacta e constroenossa subjetividade atual. Propomos que o Narcotráfico temgerado um «Narcocontexto». Isso constitui uma forma de vio-lência social, sustentada em funcionamentos perversos. Opoder omnipotente do narcotráfico tem gerado um imaginariosocial onde a lei não é respeitada, onde converge a violênciae a violência transgresora. A construção subjetiva produto deesse narcocontexto têm trazido efeitos na ética, na estética ena pertenência social.

Palavras chave: Contexto social violento. Construção subje-tiva. Narcocontexto. Violência social. Funcionamentos per-versos. Imaginário social. Lei burlada. Ética, estética epertinência social.

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INVESTIGACIÓN

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¿Qué hace familia hoy?Avatares de hacer

investigación

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 57-66

Débora Belmes *Norma G. de Edelstein **Valentina Esterovich ***

Beatriz Grebel ****Marisa Ludmer *****

Graciela Pan ******

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(*) Licenciada en Sociología y Licenciada en Psicología, UBA.Miembro Activo AAPPG; Miembro Centro Oro.E-mail: [email protected]

(**) Licenciada en Psicología. Miembro Adherente APA; MiembroActivo AAPPG.E-mail: [email protected]

(***) Licenciada en Psicología, UNLP. MA in Marriage and FamilyTherapy MSPP, Minneapolis; Miembro Activo AAPPG.E-mail: [email protected]

(****) Licenciada en Psicología. Miembro Activo AAPPG.E-mail: [email protected]

(*****) Licenciada en Psicología, UBA. Miembro Activo de AAPPG.E-mail: [email protected]

(******) Licenciada en Psicología, UJFK. Miembro Activo AAPPG.E-mail: [email protected]

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Este artículo se propone comentar y compartir las expe-riencias de realizar un trabajo de investigación.

Somos un grupo que se conformó a partir de nuestra parti-cipación en diferentes espacios (formación, supervisión) perocuyo hilo conductor es la AAPPG. Nuestras experiencias com-partidas, el trabajo clínico, el sufrimiento con el cual los pa-cientes se presentan y el deseo de bucear en nuevas profundi-dades conceptuales nos llevaron a proponernos formar ungrupo para investigar sobre familia.

Disponernos a investigar implicó no sólo definir un temasino también los modos de abordarlo y los tiempos asignadospara cumplimentar esta tarea, que a su vez, se fue convirtiendoen una experiencia múltiple y enriquecedora (escribir, buscar,pensar, debatir, entrevistar, analizar, exponer, participar en con-gresos e intercambiar con colegas de distintas instituciones).

Nuestra actividad comenzó en 2012 bajo el título: «¿Quéhace familia hoy?». Con el fin de describir y analizar los ele-mentos que conforman las conceptualizaciones actuales so-bre familia (entendiendo por familia los vínculos que hacenfamilia). También buscamos seleccionar y distinguir los indi-cadores que señalen la presencia de configuraciones familia-res. Circunscribimos nuestra indagación al ámbito nacional ylatinoamericano.

Hemos elegido un esquema exploratorio dado que posibi-lita el desarrollo de hipótesis, aumenta el acercamiento con elfenómeno, permite establecer relaciones o posibles asocia-ciones, facilita la reunión de información y además porqueproporciona un rastreo de los temas considerados importan-tes dentro de un determinado campo de estudio. Señalamosque los estudios exploratorios se caracterizan por ser flexi-bles y, si bien indagan y describen aspectos de la realidad, notienen la suficiente confiabilidad y validez que permita lacomprobación de hipótesis.

El diseño elegido es el cualitativo descriptivo, y dentro deéste trabajamos con el denominado teórico-conceptual. Esta

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categoría contiene dos tipos: los de generación de teoría y losde verificación de teoría. Nosotras trabajamos bajo esta últi-ma modalidad, esto significa que no tratamos de probar ideassino sólo demostrar que funcionan, se ajustan, que son plau-sibles. Para ello utilizamos la herramienta denominada: «mé-todo comparativo constante» que implica que nosotras lasinvestigadoras codificamos y analizamos simultáneamentepara desarrollar los conceptos.

Una de las primeras dificultades que encontramos fue (yes), que pensar sobre familia constituye una experiencia com-pleja. En este sentido requiere de un esfuerzo posicionarse enel lugar de investigadoras y no de analistas. Por ejemplo, cuan-do en el taller se aporta una viñeta, ¿qué escuchamos? ¿Alpaciente o a un portador de una representación acerca de «quéhace familia»? ¿Si entrevistamos un informante psi de diver-sas corrientes o a informantes de otras disciplinas, podemoscaptar sus aportes poniendo a prueba nuestra capacidad paralidiar con los prejuicios? En ese sentido, hemos tenido queaprender a trabajar las producciones «a gusto de la investiga-ción, y no de nuestra escucha». Sólo a partir de este cambiose nos hizo posible apreciar, descubrir y percibir las distintasproducciones. Arribar a este punto no significó más que unacuerdo para profundizar y debatir sobre nuestras diferencias(con los autores y con los otros del taller) y utilizarlas comomotor para encontrar los matices: «ese entrevistado no aportanada nuevo», «¿qué esperamos?», «¿lo nuevo es lo diferente,lo viejo es lo que no coincide con nuestras ideas, lo nuevo eslo que dice aquel a quien valoramos?» Estas cuestiones im-plicaron decisiones, discusiones, debates y silencios que fue-ron construyendo un entramado que va dando lugar a estaexperiencia de ir investigando.

Por otro lado entendemos que los términos utilizados tie-nen una frágil estabilidad y que los fenómenos hallados soncambiantes y móviles, es decir, situacionales. En este sentidonuestra investigación no pretende elaborar una tipología niestablecer nuevas denominaciones sino sólo apreciar los ma-tices que conforman las distintas configuraciones que deno-minamos «familia» dentro del marco en el que se sitúa la

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investigación. A modo de ejemplo, utilizar la noción de cam-bio no implica sólo atribuirle un significado desde el puntode vista teórico conceptual sino construir sus sentidos desdeel encuentro entre las líneas teóricas con las cuales vamosenmarcando la tarea y los sentidos que los entrevistados leaportan.

En un inicio motivó nuestro interés la exploración de aque-llo que se llama familia: ¿cómo se configuran los vínculosfamiliares? ¿cómo deviene aquello que llamamos familia?,¿cuáles son las dimensiones que permiten inferir que esta-mos ante una familia?, ¿familia y/o familias?, ¿las nuevasconfiguraciones familiares, implican nuevas modelizaciones?,¿cómo pensar aquellos vínculos que no tienen nominaciónen el entramado familiar?, ¿cómo incide lo biológico, lo le-gal, lo social y lo psicológico en la transformación de las con-ceptualizaciones referidas a «familia»?

Para el logro de estas tareas hemos planificado diferentesetapas: la primera dedicada a la exploración conceptual. Lasegunda tiene como finalidad la indagación de la relaciónexistente entre el marco teórico y las significaciones socialesque las personas asignan al mundo que los rodea en relacióna nuestra temática. La tercera etapa es de procesamiento yanálisis final y la cuarta implica la elaboración de los resulta-dos hallados que serán plasmados en un informe final y en sudivulgación.

En este momento nos encontramos en la primera etapa. Deabril a diciembre de 2012 nos dedicamos a la exploración eindagación conceptual. Durante los primeros seis meses nues-tra actividad estuvo organizada en el armado de un primermarco teórico. Esta actividad implicó la construcción de aque-llo que se conoce como el estado de la cuestión a través de lainvestigación bibliográfica y de entrevistas a informantes clavemediante del uso de la herramienta conocida como «mues-treo teórico». El abordaje bibliográfico se focalizó en el cam-po de la psicología, pero también incluyó los aportes de otrasdisciplinas como la filosofía, la antropología, la sociología yla genética. Las estrategias implementadas han sido: la in-

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vestigación documental (búsqueda y análisis bibliográfico),rastreo de los trabajos presentados en el último Congreso deFlapag (XIX Congreso de Flapag, «El Psicoanálisis vincularde Latinoamérica. Lo singular - lo múltiple», Buenos Aires2011), viñetas clínicas, rastreo de noticias y artículos en me-dios audiovisuales y gráficos (2012).

El abordaje de la producción teórica nos permitió delinearla vigencia simultánea de conceptualizaciones sobre familiaque oscilan desde posturas basadas en modelos de tipo es-tructural hasta miradas posicionadas en el devenir. Este pri-mer sondeo nos aportó las líneas que orientaron las temáticasa indagar en las entrevistas.

Nuestros primeros vectores han sido: lazo social organiza-do alrededor de la procreación, cotidianeidad, presencia, proxi-midad afectiva, proyecto compartido, mutuo reconocimientocomo miembro de un vínculo denominado familia, «empa-rentamiento» por lazos de sangre, matrimonio, adopción ydistintas técnicas de reproducción, lugar de la ley civil.

Los segundos seis meses nos dedicamos a la realizaciónde entrevistas a informantes clave y al análisis y procesa-miento de las mismas a través del muestreo teórico. El fin deesta herramienta es el refinamiento conceptual para poderapreciar los matices que porta.

La modalidad elegida fue la entrevista semiestructurada.Este tipo de herramienta nos permite, de una manera colo-quial, indagar en forma fluida y eficaz en la temática elegida.Los elementos comunes han sido: el delineado de temas arecorrer durante la entrevista (vectores anteriormente enume-rados), el tiempo estimado de la misma (entre cincuenta mi-nutos y una hora), las entrevistadoras distribuidas de maneraaleatoria y la grabación de todos los encuentros.

Una de las características que es importante destacar esque en la investigación cualitativa, somos nosotras mismas(las investigadoras) las que recolectamos los datos y las quelos analizamos. Resaltamos que la realización y transcripción

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de las entrevistas implicó en nosotras también un proceso detransformación logrando que cada entrevista sucesiva adqui-riera un nivel mayor de refinamiento y profundidad que laprecedente.

Señalamos que las entrevistas cualitativas requieren deun diseño flexible que implica a su vez el denominado aná-lisis en progreso, en el cual la recolección y el análisis serealizan simultáneamente. Siguiendo a Taylor S. y BogdanR (1984), el trabajo con este tipo de entrevistas implica di-ferentes momentos: descubrimiento en progreso, codifica-ción y comprensión.

En este momento nos encontramos abocadas a la tarea decodificar las entrevistas realizadas a los informantes clave.Para ello, la lectura y relectura resulta fundamental ya quegenera el tamiz que nos permitirá a posteriori seleccionar losconceptos de primer orden que nos guiaran en nuestra segun-da etapa de investigación. Surgen de nuestro primer barridodel material las siguientes agrupaciones emergentes: sistemade parentesco, nueva ley, ley, desamparo, familia moderna,capitalismo, cambio, lazo, tecnologías, familia, patología,padres, parejas, biológico, hijos, crianza, nominaciones, fun-ción de la familia. Este tamizado no tiene un peso en térmi-nos de atribuir significado sino que es un ejercicio que per-mite dimensionar y otorgar espesor a «aquello que hace fa-milia» permitiendo visibilizar algunos de los vectores, de losnudos, de los puntos y de las líneas que lo conforman.

De las categorías emergentes notamos la divergencia entrelas líneas de abordaje con las cuales partimos hacia las entre-vistas y las categorías que fueron surgiendo en el procesa-miento de las mismas. Ello claramente da cuenta de la fructi-ficación de la herramienta ya que habilita nuevos vectores depensamiento.

Nos encontramos con complejizaciones y problematiza-ciones que no sólo habilitaron a nuevas vías de pensamientosino que produjeron en nosotras como grupo una situaciónrevulsiva que indica nuestro compromiso emocional e inte-

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lectual con el tema. Las discusiones y los debates reflejanque nuestros contrastes son motor de la producción y del vín-culo. Pensar con otros, en permanente tensión y diferencianos fuerza a articular y dimensionar conceptos, configura-ciones evitando el achatamiento y la cristalización. Los nu-dos y los puntos en los que nos enroscamos y desenroscamosimplican una vuelta que no es reiterativa, no es una repeti-ción sino una variación (a veces simple y mínima) con supropia novedad.

Nuestra idea, como señalamos al principio, es desarmaresa madeja, para decantar sus sentidos y quizás, enredarnosen un nuevo ovillo. Apostamos, buscamos, deseamos que sigacirculando.

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 67-109

INTERROGACIONES...Y PERSPECTIVAS

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 69-81

Femicidios

Daniel Waisbrot *

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(*) Licenciado en Psicología. Miembro Titular de AAPPG y ex-Presiden-te de AAPPG.E-mail: [email protected]

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Un hombre mata a una mujer. Un hombre, por ser hombre,mata a una mujer, por ser mujer. Un hombre, por ser EL hom-bre, mata a una mujer por ser SU mujer.

El femicidio acecha y se presenta con brutalidad en esteextraño mundo y más específicamente en nuestro país.

El femicidio, «en su mayor parte es una violencia ejercidapor hombres colocados en supremacía social, sexual, jurídi-ca, económica, política, ideológica y de todo tipo, sobre mu-jeres en condiciones de desigualdad, de subordinación, deexplotación o de opresión, y con la particularidad de la exclu-sión».1

El término Femicidio es una construcción política que de-nuncia la naturalización de la violencia sexista. El conceptofue desarrollado por la escritora estadounidense Carol Orlocken 1974 y utilizado públicamente en 1976 por la feministaDiana Russell, ante el Tribunal Internacional de Los Críme-nes contra las Mujeres, en Bruselas. Cuenta Marcela Lagarde,que cuando traduce el término, lo traduce como feminicidiocon un expreso consentimiento de Diana Russell. «La inten-ción era no confundir femicidio como homicidio femenino, yoquería que fuera un concepto claro, distinto, para que enton-ces viniera junto con todo el contenido del concepto, que es,como ya lo expliqué, muy complejo». Señalo esta cuestiónporque lo que todo el tiempo estuvo presente, es la idea deconstruir una categoría que tuviera en su interior toda su im-plicación política, jurídica, social, de género, de atribucionesde poder, de violencia sexista y finalmente de violencia insti-tucional generadora de impunidad. Me resultó interesante esadiferenciación, aún cuando finalmente se fue adoptando laidea de femicidio y así lo nombramos hoy. Pero hay en su

1 Lagarde, Marcela. «Del femicidio al feminicidio». Texto editado de laconferencia «Proyecto de ley por el derecho de las mujeres a una vidalibre de violencia en México», presentada en el marco del SeminarioInternacional Derecho de las Mujeres a una vida libre de violenciasorganizado por la corporación SISMA Mujer y llevado a cabo en Bo-gotá, los días 3 y 4 de agosto de 2006.

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origen, una polémica que muestra desde el vamos, el valorpolítico de aquella idea a construir.

Todo el trabajo realizado en México que llevó a la sanciónen el año 2007 de la Ley General de acceso de las mujeres auna vida libre de violencia, es un trabajo de filigrana dondeno sólo se dice lo que habría que hacer sino también y quizásfundamentalmente, lo que no se debería hacer. Y eso nos con-cierne como psicoanalistas en cuanto a las situaciones de vio-lencia familiar y violencia de género. «No se vale intervenirconciliando. La conciliación, en todo caso, sólo podrá tenerlugar después de un proceso judicial en el que las mujeresaccedan a la justicia, y al salir de ese proceso, si ellas deci-den conciliar –ese es un asunto de ciudadanas libres– lo pue-den hacer, pero no antes del proceso».2 O sea, desde el va-mos, primero, justicia y proceso. Luego, veremos si el mun-do psi tiene algo para hacer aquí. «La terapia de pareja», diceexpresamente, «no está incluida».

Finalmente, la autora define el femicidio como «El con-junto de delitos de lesa humanidad que contienen los críme-nes, los secuestros y las desapariciones de niñas y mujeres enun cuadro de colapso institucional. Se trata de una fracturadel Estado de derecho que favorece la impunidad. Por eso elfemicidio es un crimen de Estado (…)» «El femicidio sucedecuando las condiciones históricas generan prácticas socialesagresivas y hostiles que atentan contra la integridad, el desa-rrollo, la salud, las libertades y la vida de las mujeres».3

Como dice Ana Maria Fernández, «O serás mía, o no serásde nadie. Aunque cueste creerlo, las matan porque estas muje-res, “sus” mujeres, son de su propiedad .(…) La violencia con-tra las mujeres se despliega como un “continuum de terror”.

2 Lagarde, Marcela. Op. Cit.3 Lagarde, Marcela, «El feminicidio, delito contra la humanidad». En

Feminicidio, justicia y derecho. Comisión Especial para dar a conocery dar Seguimiento a las Investigaciones relacionadas con losFeminicidios en la República Mexicana. H. Congreso de la Unión,Cámara de Diputados, LIX Legislatura, p. 155.

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(…) Este derrotero no está descontextualizado, sino que produ-ce y reproduce un sistema de actitudes, ideas, valores, prácti-cas, roles y posicionamientos construidos socialmente, diferen-ciados según el género, que derivan en la dominación, sumi-sión y desigualdad entre mujeres y varones. Estos imaginariossociales actúan fundamentalmente, en las instituciones actuantesfrente a los delitos y en el sentido común de los comunicadoressociales y agentes de seguridad y justicia.»4

Si el femicidio denuncia la ferocidad del patriarcado, susostenimiento a nivel del sistema de creencias y del andamia-je jurídico, su singularización en el conocido «Caso Barreda»entre nosotros, adquiere ribetes increíbles de obscenidad pú-blica. Eva Giberti lo trabaja a partir de la circulación por In-ternet de una «estampita» de Barreda con una oración y pi-diéndole protección contra las mujeres despóticas. «¿Cuál esy cómo es la rabia y el terror de quien no es asesino, sino esaquel que elige matar a una mujer? Con uno que mata, ¿cuán-tos otros gozan? Sostuvo que estaba harto de padecer humi-llaciones provenientes de estas cuatro mujeres quienes lo apo-daban, diariamente, con el sobrenombre de “Conchita”, parahumillarlo. Es decir, lo “transgeneraban” ofensivamente otor-gándole rango anatómico vulbovaginal. Lo transformabansemánticamente en mujer. Al asesinarlas a escopetazos esta-llándoles las balas contra la carne femenina, derramó la san-gre que precisaba verter para sentirse varón .Buscó silenciarlas voces que, según sus dichos, le habían ordenado “andá apodar la parra que es para lo único que servis”». Hasta allí,un asesino serial de cuatro femicidios, nada menos que sumujer, su suegra y sus hijas. Pero como dice la autora, «lanovedad, en territorios de la icónica y de la discursividad so-cial , reside en la estampita».5

4 Fernández, Ana Maria. «Femicidios: La ferocidad del patriarcado». EnRevista Nomadías, Noviembre 2012, Número 16, pág. 47-73.

5 Giberti, Eva. «Femicidios en Argentina. Aportes y análisis de la sacra-lización popular de un femicidio serial: el caso Barreda», Primer Con-greso Universitario Internacional Géneros, Feminismos y Diversida-des, Universidad Nacional de Costa Rica, Facultad de Filosofía y Le-tras, Instituto de Estudios de la Mujer, 20 de junio 2011.

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Es una de las formas de femicidio, más ligado a una rei-vindicación del poder del varón por sobre la mujer, de unasalida de la supuesta humillación.

Ahora bien. Si el femicidio está sostenido en una complejared que implica entre otras cosas el discurso patriarcal domi-nante, la exclusión de la mujer, su objetalización, sunadificación; si está sostenido en un discurso social que pro-duce «estampitas» con la imagen santificada de un femicidaserial y si, finalmente, sus implicancias sociales, políticas,jurídicas desbordan lo interdisciplinario, cabría preguntarsesi el psicoanálisis y más específicamente, el psicoanálisis vin-cular, tiene algo para decir en esta vastedad de problemas. Esmás, podríamos preguntarnos acerca de la legitimidad de pen-sar en cuestiones vinculares que conducen a estos femicidios.Si pensarlo de este modo, no desdibujaría el bien común cons-truido en torno a la existencia de víctimas y victimarios. Po-dríamos, insisto, preguntarnos si pensar en las problemáticasvinculares, en los pactos y acuerdos que organizan alianzasinconcientes entre los sujetos de un vínculo, no implicaría enalguna manera una «disculpa» para los asesinos. Creo que esun riesgo que tenemos que correr porque efectivamente tene-mos algo para decir que puede aportar a pensar en términosde complejidad. Me propongo entonces, pensar desde la po-sición de un psicoanalista vincular y no desde una pretendidaexpertis que no poseo.

Suponer un entramado de pactos y alianzas inconcientesno implica en modo alguno eludir la responsabilidad del vic-timario ni poner en entredicho la condición de víctima delque ha sido pasible de esa violencia. Muy por el contrario,muchas veces la violencia se desata cuando se rompe algo deesa alianza. Eludir la violencia del «algo habrá hecho» resul-ta crucial a la hora atender situaciones de violencia. Comodice Elina Aguiar, «Un aspecto importante que mencionarésolamente es la “victimización secundaria”: mecanismo me-diante el cual quienes están sometidos a la violencia vuelvena ser victimizados cuando recurren a quienes debieron prote-gerlos (contexto familiar ampliado, instituciones policiales,médicas, educativas, laborales, etc.) y restaurar la ley que-

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brada, estas instituciones se hacen cómplices del sistema, noles toman la denuncia, minimizan el daño sufrido, etc.» 6

Es claro que a nuestros consultorios llegan muchas veces pa-rejas violentas. ¿Qué decimos acerca de aquella idea jurídica enla cual la terapia de pareja no está incluida como posibilidad?Veamos algunas alternativas para poder pensar estas escenas queaunque no necesariamente terminen en un femicidio, muchasveces constituyen espacios de trabajo que comprometen al ana-lista en una escucha especialmente atenta a detectar su potencia-lidad. No olvidemos aquello de la «victimización secundaria»que mencionamos en un párrafo anterior.

Hace ya veinte años, Janine Puget e Isidoro Berenstein,definían la violencia en la pareja como «un acto vincular cuyoobjetivo es el deseo de matar, eliminar psíquicamente o físi-camente a otro sujeto, o matar el deseo en el otro, lo humanoen el otro, transformándolo en un no sujeto al privarlo detodo posible instrumento de placer y por ende de existencia.Sólo impera el deseo de uno que se transforme en soberano.No admite la existencia de otro».7

Quienes trabajamos desde hace ya muchos años en un psi-coanálisis de las configuraciones vinculares, sabemos que nohay manera de permanecer idéntico a si mismo después dehaber pasado por una situación de encuentro. Que no hay for-ma de permanecer inalterable al otro, que la transformaciónsubjetiva no es una decisión teórica sino un efecto subjetivoinevitable. Que el encuentro con el otro altera, transforma,destituye saberes e instituye novedades, que esa afectacióngenera transformaciones en la subjetividad más allá de todacoagulación identitaria. Ello no implica, desde luego, la inexis-tencia de marcas subjetivas que permanecen. No suponemosal sujeto cual hoja en blanco sin letra alguna, pero si sujetopermanentemente al cambio y a la transformación, sujeto endevenir.

6 Aguiar, Elina «Violencia y pareja» (APDH).7 Puget, J. y col. «El status psicoanalítico de la violencia social», 38th

International Psychoanalytic Congress, Amsterdam, Julio 1993.

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Jerarquizamos a partir del «Malestar en la cultura», la ideade que formar parte de un conjunto implica la aceptación derestricciones y constricciones. Que para pertenecer a un vín-culo, cualquiera sea, habrá que hacer renuncias pulsionales,saber que algo va a quedar afuera, que algo no va a se posi-ble. Sabemos, también, cuánto cuesta hacerle un lugar a esarenuncia y cuánto del trabajo de la vincularidad se despliegaen la necesidad de lograrlo. Más allá de la complejidad queabordemos, nos encontramos, en el modo de armado de unvínculo, con formaciones de lo inconciente específicas, deproducción vincular. A partir de la experiencia clínica, de lainvención de dispositivos clínicos de atención que diversifi-caron los modos canónicos que el psicoanálisis individualhabía instaurado, fuimos conjeturando, cercando la nociónde vínculo, teorizándolo de diferentes modos a lo largo denuestros desarrollos; convergiendo entre nosotros en que unade las cuestiones centrales que lo caracterizan son las «alian-zas inconcientes» como expresión de una tensión princepsasociada al requerimiento de renuncia pulsional, en la rela-ción con el otro –en tanto prójimo– sea cual sea la modalidadvincular en juego. Conjeturas sobre ciertas formas del sufri-miento que el psicoanálisis hasta aquí, había descrito, peroque no había logrado explicar ni transformar.

Si sobre el otro aprende el ser humano a discernir, no haymanera de que el desarrollo subjetivo ocurra sin intersubjetivi-dad. El otro aparece allí como semejante y a la vez como dife-rente, en un planteo interesante ya que lo que da ocasión depensamiento es la diferencia y no la identidad. Esta problemá-tica constituye uno de los ejes centrales del trabajo en una clí-nica vincular psicoanalítica. Ricardo Gaspari, refiriéndose aella, remarca que la cualidad de semejanza implica uno de losmovimientos de trabajo psíquico y vincular presentes en laconstitución del vínculo y en ese sentido, se hizo necesariodiferenciar lo semejante de lo idéntico, ya que la semejanzapuede aludir a lo que es igual pero no necesariamente idéntico.Los miembros de un vínculo, para hacer conjunto requierenenfatizar, poner en valor, lo que hay en común. Lo semejante,lo igual –aunque no idéntico–, lo que hace comunidad requie-re de trabajo vincular de lo semejante en diferencia.

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Los dispositivos pluripersonales –alojando una trama vin-cular en conflicto– pusieron en evidencia el exceso, la dife-rencia, el desencaje entre las representaciones que los habi-tantes de ese conjunto, tienen unos de otros. Que la presenciadel otro constituía un tope, que no toda presencia se deja re-presentar, que la presencia es un efecto en sí mismo. Se gestóasí una línea de pensamiento acerca del prójimo, altamenteenriquecedora para nuestra práctica y nuestras teorizaciones,poniendo el acento en la irrepresentabilidad del otro real. Cadaintegrante del conjunto imagina, ilusiona, se representa al otroo a los otros del vínculo, sin que ello pueda abarcar comple-tamente al otro. Habrá siempre algo no semantizable. Elloabrió a la condición de ajeno del otro, que amplió enorme-mente el concepto que tenemos respecto de la otredad,ensombrecida, soslayada por la pretensión de suponer un sa-ber acerca del otro.

La presencia del otro o de los otros en los dispositivosvinculares psicoanalíticos dejó al descubierto los efectos delas «alianzas inconcientes» como un «saber no sabido» quemantiene junto a un conjunto, convocando a la escena de latransferencia, las posibilidades y los obstáculos que cada vín-culo, siempre diferente, siempre singular, encuentra para tra-mitar sus renuncias pulsionales. El otro como semejante,muchas veces ilusionado como idéntico, pero en verdad, di-ferente y ajeno hasta el hartazgo.

De las diversas formas que adquiere la violencia de géne-ro, dependerán las herramientas del dispositivo psicoanalíti-co que podremos utilizar, mientras ellas sean viables. Serátarea del analista reconocer cuándo el dispositivo es insufi-ciente e incluso muchas veces iatrogénico como indicación.8

8 Como dice Miguel Spivacow, «Cuando la violencia es sólo verbal eltrabajo clínico oscila entre intentar disminuir el nivel de destructivi-dad, que es lo inmediatamente urgente, y analizar los dinamismos quegeneran la violencia. Se constituye así una situación clínica en que lateorización flotante que debiera caracterizar el trabajo del analista, estámuy amenazada, cuando no colapsada por la atención de lo urgente».(La pareja en conflicto, Paidós, 2011)

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Desde ya que no pretendo en esta reunión abarcar estosdistintos aspectos, pero quiero centrarme en una serie de ideasque quizás nos sean útiles.

Susana Matus y Silvia Gomel teorizan sobre funcionamien-tos vinculares con productividad de borde, donde el velamien-to de lo imposible y la renuncia pulsional necesarios paraconstituir un vínculo se hallan frágilmente anudados.

«En muchas situaciones la desligadura pulsional converti-rá a ésta en incontrolable y los afectos llegarán al paroxismo.Veremos aparecer las figuras del goce mucho más que las deldeseo, y se sucederán las situaciones de riesgo de acting opasaje al acto: accidentes, suicidios, adicciones, enfermeda-des graves, violencia. En este tipo de funcionamiento la ideade riesgo para la vida psíquica o la integridad física de lossujetos está siempre presente».9

Es en este tipo de funcionamientos, donde aparece la cues-tión de la locura vincular. Esther Czernikowski y Silvia Gomelrealizan un análisis exhaustivo de la problemática10 redescu-briendo el concepto de folie a deux para diferenciar locura depsicosis.

¿Es posible pensar que un vínculo de pareja produzca «lo-cura vincular» sin que ello suponga necesariamente funcio-namientos psicóticos en sus miembros?

¿Y de ser así, cómo generar algo del orden del cambiopsíquico, o en este caso, preferiría decir, cambio en la posi-ción vincular que permita desarticular la locura?

Desde tiempos lejanos y no sólo desde nuestro trabajo conparejas sabemos que muchas personas se sienten locas en

9 Gomel, Silvia y Matus, Susana. Conjeturas psicopatológicas. Clínicapsicoanalítica de familia y pareja, Psicolibro Ediciones, 2011.

10 E. Czernikowski y S. Gomel. «Locura vincular» en Psicoanálisis depareja, Janine Puget y otros, Editorial Paidós, 1997.

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determinados vínculos y no en otros, y en general, son víncu-los de los que no pueden salir.

«Lo sorprendente de esta locura es que muchas veces seproduce a partir del encuentro, y es frecuente escuchar decira los pacientes “Esto me pasa solamente con vos”. Se susten-ta sobre modalidades de la alianza centradas en el desconoci-miento de lo imposible en un plano localizado, que general-mente no abarca todo el entramado vincular sino sólo unaparte de éste.11 De esta manera, la locura vincular se consti-tuye como una nueva realidad conjunta, verdaderaneorrealidad surgida del accionar vincular. El crecimientodesmesurado de la locura suele venir acompañado de un au-mento de riesgo para la vida psíquica y/o física de los sujetos,riesgo que generalmente es detectado por el analista y no porellos.»12

Sabemos que en una pareja, un indicio importante acercade la gravedad o no de lo que les ocurre, es el modo de proce-samiento de la diferencia. Con la diferencia se pueden haceren principio, dos cosas: o se le hace un lugar o se trabaja paraabolirla. Y a veces esa abolición incluye la muerte del otro.Siempre es difícil precisar cuál va a ser el momento –o si esque va a ser, ese momento– de pasaje al acto. La objetaliza-ción extrema, la nadificación del otro, muchas veces pone fina las posibilidades de un análisis de pareja y la derivación aespacios individuales es una vía necesaria. No se trata de esasparejas en las que muchas veces los lugares de la violenciason intercambiables, más cercanos a estilos sadomasoquis-tas, donde hay intercambio de goce. Se trata de percibir cuán-do la escena transferencial muestra el ejercicio del poder degénero.

11 «No creo que la forclusión sea una operación capaz de explicar por sísola un caso de psicosis. La considero un mecanismo local determi-nante de hechos locales, se los considere o no psicóticos». Nasio, J. D.,Los ojos de Laura, Amorrortu, Buenos Aires, 1988.

12 Gomel y Matus. Op. cit.

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Me resultó interesante cómo Gomel y Matus retoman unacrítica realizada por Marie-France Hirigoyen «quien realizauna crítica a los psicoanalistas en cuanto a la idea de que elpartenaire de un psicópata siempre debe preguntarse en quémedida es responsable de la agresión que padece y en quémedida la ha deseado, tal vez de modo inconciente, y aun gozacon ella. En cambio, esta autora afirma que se trata de larelación asimétrica entre un psicópata y otra persona que haperdido su capacidad de pensar.»

Para Hirigoyen, el partenaire es víctima. Lo que señalanGomel y Matus, es que esa situación de víctima es cierta, yno es inconciliable con haber formado en algún momento deuna alianza inconciente. «Cuando se trata de vínculos que sehan sostenido a lo largo del tiempo, el pacto inicial –en elcual posiblemente se dio un arreglo de goces– muta, porqueel mismo funcionamiento va produciendo un arrasamiento psí-quico, un colapso de la autoestima y una caída desubjetivantede tal calibre que, cuando se presentan frente al analista, lapersona ha perdido su posibilidad de pensar y, por ende, detransformar la situación».

Este sería otro forma de femicidio, quizás más habitualque la de Barreda. Una hipótesis posible, sería justamenteque lo que lleva el pasaje al acto y la exacerbación de la vio-lencia que culmina en el asesinato, sea la imposibilidad desostener el vínculo en las claves de aquellas alianzas de en-tonces. Cuando el «sos mía» deviene en «o serás mía o noserás de nadie».

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Clase abierta:«Clínica y crítica.

Desafíos psicoanalíticosfrente a vínculos y

subjetividades actuales»

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Ana María Fernández *

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(*) Doctora en Psicología. Miembro Activo de AAPPG.E-mail: [email protected]

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El título de esta clase al referirse a clínica y crítica alude alpropósito de abrir interrogación, es decir, problematizar elquehacer cotidiano de nuestra clínica psicoanalítica. Hacerproblema es abrir preguntas que permitan operar desnaturali-zaciones. No se trata de preguntas para ser respondidas li-nealmente. Lejos de eso, suponen todo un criterio metodoló-gico que habilite interrogar críticamente las naturalizacionesque inevitablemente se producen en nuestras actividades co-tidianas. Nuestra clínica, como cualquier otra –podría ser laclínica médica, las prácticas de la justicia, etc.– van armandorutinas en el cotidiano de los campos de prácticas que insen-siblemente van naturalizando cuestiones que deben perma-necer abiertas.1

Si tomamos como punto de referencia los años en que seestablece el psicoanálisis en la Argentina con la fundación dela APA, es decir los años 40-50, han pasado cerca de setentaaños. En estos años los estilos de vida, las costumbres, losmodos de vincularse, la moral sexual, las modalidades de lasorganizaciones familiares, los valores y las prioridades en lavida, todo ha cambiado a una vertiginosidad tal que no seríaexagerado plantear que los cambios de las prácticas socialesy las prácticas de sí han ido mucho más rápido que nuestrasteorías.

En mi criterio, esta situación nos coloca frente a una ur-gencia. Urgencia clínica, desde ya, pero también conceptual,epistémico-filosófica, social, política, ética de producir he-rramientas lo más rápido posible. Lo demanda una reali-dad que, como decía, en la vertiginosidad de sus transforma-ciones, en más de una ocasión nos deja perplejos en la escu-cha de los relatos de vida de muchos analizantes de hoy.

Si llevamos la mirada a las épocas de los primeros años dela práctica del psicoanálisis en nuestro país, analistas yanalizantes pertenecían a un mundo social mucho más homo-géneo. Unos y otros provenían de una burguesía culta o de

1 Deleuze, G., Critique et clinique, París, Minuit, 1993.

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una clase media alta ilustrada, donde más allá de las diferenciasde las singularidades en juego, generalmente podían provenir yparticipar de un mismo mundo social y cultural. Hoy, las prácti-cas hospitalarias, por ejemplo, nos ponen en un ejercicio de laescucha a disposición de sufrimientos específicos de sectoressociales de extrema vulnerabilización y pobreza muy distantesde las condiciones de vida en las que nosotros nos hemos cria-do, educado,2 etc. Podemos, en tal sentido transitar diferenciasde vida abismales. ¿Importa esto? ¿Incide en nuestro trabajoclínico? La neutralidad analítica ¿alcanza como garante?

También podemos hoy encontrar grandes diferencias deprocedencia social-cultural entre nosotros/as mismos. El prin-cipio de los años sesenta marca el ingreso masivo a las uni-versidades producto de la movilidad social ascendente de losaños 50 de las clases medias. Y dentro de ese movimiento, elingreso también masivo de mujeres, particularmente a las re-cién inauguradas carreras de Psicología. En aquellos tiempostambién quienes consultaban podían decir con cierto orgullopionero «Yo me analizo», dándole a esta cuestión un valorcultural ya que no era algo muy común entonces.

En la actualidad, estas diferencias de procedencia socio-cultural se acentúan. Así por ejemplo, si en los primeros añosde la carrera de Psicología se mezclaban básicamente alum-nos procedentes de centros urbanos como Buenos Aires, LaPlata y Rosario, con estudiantes del interior, hoy constata-mos que por ejemplo en la UBA crece el número de inscrip-tos provenientes del conurbano bonaerense pertenecientes asectores socio-culturales bien disímiles a aquellos educadosen Capital Federal.

2 Si bien desde la Intervención de Pichón Riviere –uno de los fundado-res de la APA– en el Hospicio de las Mercedes el psicoanálisis argen-tino ha estado presente de muy diversas maneras en las prácticas hos-pitalarias, pueden señalarse en la actualidad dos signos distintivos.Por un lado, las formas extremas de vulnerabilización de la pobreza enlos últimos años. Por otro, la naturalización de ciertas modalidades deabordajes públicos donde no se piensan dispositivos específicos parala atención hospitalaria.

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En síntesis, ni entre colegas ni con relación a las personasque consultan compartimos un mundo medianamente homo-géneo sino todo lo contrario, son procedencias de mundosbien diversos que constituyen una significativa heterogenei-dad social no sólo de clase y base cultural, también genera-cional, de orientación sexual, etc. ¿Cuál es la importancia deseñalar estas diferencias que para muchos pueden resultarobvias y sobre todo no significativas a la hora de implementarnuestros dispositivos de trabajo? Veremos un poco más ade-lante cuál puede ser su incidencia, pero a modo de adelantopuede decirse que insignificar estas y otras diferencias sueleinvisibilizar sus efectos en el trabajo clínico mientras que dis-tinguirlas, en principio, nos habilita a abrir interrogación avarias de sus dimensiones. En especial, en la indagación denuestra implicación.

Si miramos algunos padecimiento de jóvenes3 que hoyconsultan en muchos casos nos encontramos con personasque suelen no tener el hábito de la interrogación de sí; que acualquier pregunta contestan «todo bien, todo tranquilo», «nosé», «nada». Se trataría de modos de subjetivación en plusconformidad que tensionan con otros modos de subjetivacióndonde predominan las pulsiones salidas de cause, con expe-riencias de excesos, desbordes, violencias, autoagresiones,etc. En ambos casos, se trata de personas que pueden alterar-se frente a cualquier situación cotidiana que implique elegiralgo o confrontar con otro, no se entusiasman demasiado, queno parecieran necesitados de pensarse en su proyecto de vida,etc.

No es nada casual que la mayoría de estos/as jóvenesrehúsen el uso del diván y prefieran sesiones cara a cara, o nose instalen en tratamientos de larga duración, prefieran con-sultas más puntuales, opten por pagar sesión por sesión y nomensualmente, etc. Todas estas variaciones al dispositivo clá-sico suelen naturalizarse, con lo que se clausura la interroga-ción conceptual y el diálogo entre colegas al respecto. No

3 Fernández, A. M., Jóvenes de vidas grises. Psicoanálisis y biopolítica,Buenos Aires, Nueva Visión, 2013.

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son meras cuestiones «técnicas», sino que dicen, en principioy más allá de la singularidad del caso por caso, de un sociohistórico en mutación.

El rehusar el diván es un detalle que no habría que subes-timar. Hay algo allí de la necesidad del contacto cara a caraque posiblemente esté diciendo, hable, de modalidades ac-tuales de los vínculos, del lazo social, de los aislamientos, enque se configuran hoy las subjetividades. A mi criterio, elespacio de la clínica es uno de los lugares más sensibles a loscambios socio-históricos.

Si miramos el trabajo en instituciones estatales: hospita-les, escuelas, aparatos judiciales, direcciones de la mujer,desarrollo social etc., vemos con beneplácito cómo a lo largode los años se ha ampliado y se sigue ampliando la inserciónde psicólogos en organismos públicos. Sin embargo, cuandoestos colegas se identifican como psicoanalistas suelen tenerimportantes dificultades para reconocerse como agentes delEstado. Así, no suelen utilizan resortes públicos que tienen adisposición porque eso significaría salirse de su lugar de ana-listas.

Se establece así una tensión –imaginaria pero de grandesefectos nocivos en las prácticas profesionales– entre dos mo-dalidades identitarias: psicoanalista-agente del estado. Nosería estrictamente psicoanalítico llevar historias clínicas,aplicar protocolos de riesgo, consultar con el establecimientoescolar en el caso de niños problemáticos, etc. etc. Aquelloque no se instrumenta en la práctica privada de los consulto-rios, quedaría descalificado en las prácticas hospitalarias conlo que se desmiente la inscripción en lo público, es decir sedesmiente la inscripción material de empleados del estado ypor consiguiente, no habría que atenerse a muchos de sus re-glamentos.

La dimensión critica de la clínica supone un estar atentos alas subjetivaciones y formas de vincularse propios de unaépoca. Por eso decía, nada más sensible a los cambios socio-históricos que la clínica. No se trata de establecer otros cua-

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dros clínicos, sino de problematizar, abrir interrogación, aestilos o modalidades de sufrimiento que toman alguna espe-cificidad en estos tiempos. Reconocer esta historicidad im-plica dos movimientos: por un lado la disposición a pensar laactualidad de algunos padecimientos y, ligado a ello, recono-cer la adecuación de las modalidades clínicas fundacionalesa su momento histórico y por ende la legitimidad de sus mo-dificaciones actuales, en los casos que sea necesario.

Tal vez la resistencia a pensar la historicidad de la clínicaprovenga de un deslizamiento de sentido del propio terminosetting (del inglés: marco, escenario, encuadre) donde en sutensión entre lo constante y el lugar a lo imprevisto que lodefine, ha cobrado mayor énfasis el gusto por lo estable o cons-tante. Creo que esta extensión excesiva del polo de lo constan-te en el despliegue de dicha tensión en el setting, junto con unanoción de inconciente a-histórico, confluyen en generar resis-tencias a pensar la presencia de los cambios o transformacio-nes socio-históricas en la clínica y sus modos de abordaje.

De las múltiples situaciones de época que podrían pensar-se quisiera resaltar, por un lado estos jóvenes de vidas grises,por otro el incremento de violencias, crueldades y abusos enlos vínculos y en tercer lugar las diversidades sexuales, comotres dimensiones muy de actualidad para las que, bueno esreconocerlo, no tenemos aún relato clínico. Es decir, no he-mos podido pensar las especificidades en las que deben serescuchadas y abordadas estas problemáticas. Si frente a estascuestiones mantenemos las formas más convencionales detrabajo, comprobaremos que al no poder ser escuchadas ensu especificidad, se obturan asociaciones libres y atencionesflotantes. No poder poner relato específico implica que lo queno tiene palabras, no es. De allí, el riesgo de iatrogenia. Deallí, la importancia de abrir interrogación a estas cuestiones.Se trata, entonces, frente a diferentes cambios de época, deabrir interrogación al propio dispositivo psicoanalítico. ¿Cómosostener su hospitalidad? 4

4 Derrida, J., Los estados de ánimo del psicoanálisis. Lo imposible másallá de la soberana libertad, Buenos Aires, Paidós, 2001.

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Si ponemos nuestra atención en la clínica de parejas, ve-mos cambios acelerados en las modalidades de crianza, lasprácticas eróticas, los argumentos amorosos, las conyugali-dades de personas del mismo sexo, las decisiones de tenerhijos, etc. Podríamos plantear cuatro niveles de análisis quesepararemos en función de la claridad expositiva, pero queen la realidad se encuentran permanentemente entramados,entrelazados. Pero cada uno de estos anillados-entramados,han abierto significativas interrogaciones no sólo clínicas,también epistémicas, conceptuales y éticas.

Los cuatro anillados se refieren a: a) los entrecruzamien-tos fantasmáticos; b) la visibilización de los poderes de géne-ro; c) las crueldades y violencias en los vínculos y d) las di-versidades sexuales.

a) Los entrecruzamientos fantasmáticos

Para quienes trabajamos en psicoanálisis de parejas y fa-milias éste es sin duda el nivel que más conocemos, ya que esun campo de saberes y prácticas aportado por los propios es-tudios unidisciplinarios. Se refiere a las distintas modalida-des que en las parejas y/o familias se arman los entrecruza-mientos fantasmáticos. Es decir, se trata de distinguir clínica-mente cómo operan las complementariedades y suplementa-ridades de los posicionamientos en la escena fantasmatica decada quien y su articulación en las formas de configurar susestilos vinculares.

Los aportes, hace ya bastantes años de Anzieu y Kaës acercade que no se trata de pensar un inconciente colectivo sino quela escena inconciente, la otra escena, es grupal y en tanto talcada uno de nosotros en sus vínculos tiene la posibilidad decircular por los diferentes posicionamientos de la escena, per-mitieron establecer un gran avance epistémico.

R. Kaës suele insistir que en la medida que salimos deldispositivo clásico de diván-analizante-analista y trabaja-mos con dispositivos colectivos (grupos, parejas, familias)éstos ponen en visibilidad otras dimensiones de lo incon-

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ciente que indican la necesidad de reformulaciones metap-sicológicas.

La cuestión así planteada –un tipo de dispositivo arma vi-sibilidad a ciertas modalidades fantasmáticas más que a otras–es de suma importancia ya que pone en acto una cauciónepistémica. Aquello que podamos conceptualizar no habla delo que el inconciente es –consideración ontológica– sino deaquello que se vuelve visible y por ende enunciable en deter-minadas modalidades de abordaje. Ya no estaríamos enton-ces en un enfoque ontológico, sino epistémico. Importantísi-mo recaudo de método que se vuelve un excelente instru-mento contra aquellas posibles capturas esencialistas que el«es» puede habilitar.

El trabajo en el nivel fantasmático es, como sabemos, im-prescindible en un abordaje psicoanalítico. Pero no se puedetrabajar sólo en él, ya que en realidad transita articulado conotras dimensiones de análisis que el psicoanálisis unidiscipli-nario frecuentemente considera fuera de su disciplina y, porende, fuera de su consideración. Un ejemplo muy claro deesto son las cuestiones de poder de género.

Así como la precisión conceptual realizada por la escuelade Anzieu y Kaës al desplegar nuevas modalidades de abor-daje creó condiciones de posibilidad para repensar un nivelepistémico y otro metapsicológico, al trabajar con recursospsicodramáticos, por ejemplo, nos hemos visto en la necesi-dad –al disponer en el dispositivo cuerpos en acción– de re-pensar la cuestión de las corporalidades y sus formas especí-ficas de expresión, diferentes de aquellas más clásicas dellenguaje. También, frente a estos colectivos en acción huboque pensar modalidades de lectura específicas. No siempreen una dramatización se tratará de significantes que deslizan,sino también de cuerpos que redundan a partir de las intensi-dades que despliegan. Más allá de lo que sus participanteshablen, actúan. Ponen sus cuerpos en movimiento, se produ-cen particulares afectaciones al interactuar, etc. Cuestión clí-nica, sin duda, pero también de necesaria reformulación en elplano conceptual, donde las herramientas han sido también

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filosóficas, ya que trabajar lo especifico de la intensidad delas corporalidades ha llevado por ejemplo, a interrogar la na-turalización en psicoanálisis del deseo como carencia.5

b) Las relaciones de poder de género

Los escritos sobre Género y Psicoanálisis empezaron en laArgentina a fines de los 70. (En el primer mundo, aproxima-damente una década antes). Han cobrado tal relevancia queen el extranjero suele hablarse de «la escuela argentina» en eltema. Sin embargo, por lo menos en el psicoanálisis másinstitucionalizado, suele decirse que la cuestión de género noes una problemática psicoanalítica sino sociológica. Se afir-ma, en cambio que la categoría específicamente psicoanalíti-ca es diferencia sexual.6

En realidad, tampoco es una categoría sociológica, pero lanecesidad de establecer las cuestiones en clave unidisciplinariahace que muchos psicoanalistas supongan que proviene de lasociología. Es una categoría que proviene de los Estudios deGénero que como los Estudios Culturales o los Estudios Pos-coloniales, por ejemplo, son áreas transdisciplinarias. Unode sus objetivos fundacionales fue aportar herramientas paraque en cada disciplina se pudiera pensar qué había quedadoomitido o sesgado respecto de las mujeres dado que las Hu-manidades desde su aparición habían sido pensadas desde ló-gicas –como diría Derrida– logo-falo-céntricas. De allí que«la escuela argentina» ha trabajado fundamentalmente quées lo omitido o sesgado en las conceptualizaciones de la dife-rencia sexual en relación a las mujeres como también desdequé lógica de la diferencia ha sido pensada la diferencia sexual.

5 Fernández, A. M. «Los cuerpos del deseo: potencias y accionescolectivas», Revista Nómadas, nº 38, Universidad Central de Colom-bia, Bogotá, 2013; también en Fernández, A.M., Jóvenes de vidas gri-ses, Ob.Cit.

6 Para ver las implicancias filosóficas actuales de este debate ver: Zizek,S., El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política, Bue-nos Aires, Paidós, 2001.

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No tener en cuenta estas cuestiones no significa que noestén operando en la consulta, sólo que se vuelven allí noescuchables, invisibles, no enunciables. Así por ejemplo,muchas mujeres en los dispositivos de pareja silencian varia-das cuestiones, aun en vínculos no violentos, ya que no cuen-tan con las condiciones «políticas» en ese vínculo para ex-presarse libremente. Como generalmente no se equivocan,un/una analista advertido/a tendrá que estar atento/a no sóloa lo que dicen, sino también a lo que callan u omiten estraté-gicamente. No están faltando al acuerdo de asociar libremen-te, sino que sólo pueden hacer explícito aquello que las dife-rencias de poder de género, es decir sus diferencias desigua-ladas 7 les permiten. En síntesis, ¿cómo se entraman, se anillan,las fantasmáticas y las desigualaciones?

De lo mucho que se podría hablar de este nivel de anillado,me parece importante señalar que es necesario, en el imagi-nario profesional, desnaturalizar-desplegar lo que está plega-do. Así, por ejemplo, en el significante pareja, ¿qué univer-sos de sentido, qué líneas de significancia, estarían operandoallí plegados? ¿Significa un par, porque son dos? Bueno, aveces hay más de dos, pero oficializados suelen ser dos (ri-sas)… ¿pareja significaría que son parejos? ¿Parejos en posi-bilidades de oportunidades, de elecciones en la vida? Sabe-mos bien que no……

Si ese imaginario profesional naturaliza la idea de que es-tán o son parejos frente a la vida, si inscribe ese significanteen una campo de significancia de «lo parejo de la pareja», enel accionar clínico formará parte, sin darse cuenta, de algunade las desmentidas sociales de la desigualaciones de género.Por lo tanto, en la clínica habrá algo allí que no podrá escu-char, distinguir, señalar, leer. Esto es lo mismo que decir queel dispositivo pierde hospitalidad para esa diferencia desigua-lada.

7 Fernández, A. M. «Las diferencias desigualadas. Multiplicidades, in-venciones políticas y transdisciplinas», Revista Nómadas, Nº 30, Uni-versidad Central de Colombia, Bogotá, 2009.

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En lo conceptual, se habrá insignificado la necesidad depensar las relaciones de poder en tanto organizador psíquico.Estoy estableciendo allí una diferencia: no se trata de cues-tiones sociales que influyen en lo psíquico, estimulando odificultando. Esto sí podría considerarse sociológico. Sino depensar las relaciones de poder, en este caso de género, en laconstitución misma del psiquismo. Cabe entonces abrir laproblematización con una interrogación generadora: ¿cómose articulan los anillados de los organizadores fantasmáticoscon los organizadores de poder de género en la constituciónespecífica de las subjetividades de varones y mujeres? ¿Cómose entraman los anillados de los organizadores fantasmáticosde cada quien con la configuración de sus posicionamientosen las relaciones de poder de género? ¿Cómo desde ambos secom-ponen sus vínculos? Lo mismo podría pensarse en rela-ción a otras relaciones de poder: de etnia, de clase, etc., se-gún las características de la sociedad o grupo social donde sedespliega una crianza.

No tener en cuenta este nivel de análisis significa formarparte, inadvertida pero eficazmente, de las desmentidas co-lectivas de las desigualaciones sociales o diferencias desigua-ladas.8 No se trata de cuestiones ocultas, sino tan allí que nopueden verse, por eso operan en latencia,9 formando parte delos imaginarios sociales que indefectiblemente portamos. Noes éste un tema menor, ya que cuando las diferencias des-igualadas operan en un/una analista en desmentida se formaparte –se participa– de las estrategias biopolíticas de domi-nio. Insensiblemente, el espacio de análisis se inscribe en eldiscurso del amo y se desliza del escenario de la cura al espa-cio del control social.

Así, por ejemplo, muchas mujeres transitan intensos des-garros emocionales, descompensaciones, desbordes, locuras,

8 Fernández, A. M., Las lógicas sexuales: amor, política y violencias,Buenos Aires, Paidós, 2009.

9 Fernández, A. M., El campo grupal. Notas para una genealogía, Bue-nos Aires, Nueva Visión, 1989.

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inadaptaciones diversas que algunas veces pueden ser las for-mas de expresión de resistencias a una subalternidad que nopueden tolerar o formas de denuncia no deliberada, no explí-cita, de abusos naturalizados que padecen cotidianamente.Entonces, ¿cómo trabajar para que desde el sufrimiento, elsíntoma, la locura, la transgresión, el desborde, pueda tomarlugar la potencia de invención, la creatividad, el bienestarconsigo mismas? Difícil será trabajar estas posibilidades sino nos preguntamos ¿a qué está resistiendo? ¿A qué subalter-nidad resiste, qué abuso denuncia en sus síntomas o en susdesbordes?10 Frecuentemente muchos cuadros de ansiedad odepresión transitan estos conflictos de la subalternidad. Tam-bién esos modos tan femeninos de la querella, el resentimiento,la insatisfacción. Anorexias y bulimias suelen hablarnos ensus síntomas de abusos infantiles, pero no podemos escucharsus lenguajes un tanto cifrados porque no usamos estas he-rramientas conceptuales que los Estudios de Género –y no elpsicoanálisis– han proporcionado.

Algo similar podría decirse respecto de la ira, de la hostili-dad, el enojo. La ira se expresa no sólo en sus contenidos,sino en sus intensidades y, como bien sabemos, nuestra cul-tura habilita de muy distinto modo su expresión en varones yen mujeres. Entonces, si en vez de apurar el apaciguamientode una depresión ( ira vuelta hacia adentro) con psicofárma-cos, si en vez de invisibilizar o desmentir en el caso por caso,que tal vez en esa sintomatología se estuviera expresando al-gún componente de una resistencia o rebeldía que no se ter-mina de formular como tal, o nos habla de un sufrimiento dela subalternidad que no se termina de aceptar pero que tomael camino de los síntomas, tal vez si abordamos la intensidaden que se expresa (no tanto el contenido), tal vez se abra laposibilidad de un proceso –largo, complejo, penoso, peroposible– de transformación de esos malestares en potenciainventiva, creativa, que haga posible modificar algunas con-diciones de vida, algunas correlaciones de fuerza, que se ex-presan en esos modos de sufrimiento.

10 Dio-Bleichmar E., El feminismo espontáneo de la histeria, Madrid,Androtaf, 1985.

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Aquí podemos abrir dos cuestiones: por un lado, cómo re-pensar aquello que clásicamente se ha pensado como transfe-rencia y por otro cómo intervenir en estas cuestiones sin caeren ideologizaciones transvestidas de intervenciones interpre-tantes. El psicoanálisis, más allá de las diferencias que pre-sentan sus distintas corrientes, ha abierto visibilidad a aque-llo del orden fantasmático que se mueve en el trabajo clínicodonde están incluidos los posicionamientos en la otra escenadel propio analista. Como todos sabemos, esto ha sido unaherramienta importantísima para el trabajo clínico. Sin em-bargo es necesario hoy ampliar esta dimensión que aborda lainterrogación de sí del propio analista. Para ello me ha sidomuy útil la noción extra-analítica de implicación que aportóhace ya bastantes años R. Lourau para el análisis institucio-nal.11 Se trata de poder pensar cómo en cada analista, en cadaescucha se juega su implicación, es decir qué se juega en cadaescucha de su propia diferencia: de género, de clase, de edad,de etnia, de «opción» sexual… pensemos que en esta últimahoy no sólo tenemos que abordar posicionamientos gays ylésbicos, sino también toda el área trans, lo transgénero, todauna gama de experienciarios que se han organizado ensexuaciones que parecerían des-bordar las modalidadesbinarias de la diferencia sexual propias de la primera moder-nidad. (Retomaremos esto más adelante).

La indagación de la propia implicación no puede realizarseen soledad sino que es necesario habilitar espacios de «comu-nidad clínica» como los llamaba F. Ulloa que reformulan a micriterio, los clásicos espacios de supervisión o control.12 Ulloaresaltaba la importancia de espacios de confianza recíproca parapensar, en grupo, el trabajo clínico. He denominado a estasactividades espacios de «clínica de la clínica» donde es funda-mental que la coordinación se realice en modalidad descentrada.Este descentramiento de la coordinación no es meramente ungesto democrático, sino que se vuelve imprescindible para quedesde esa coordinación se creen condiciones de posibilidad

11 Lourau, R. El análisis institucional, Buenos Aires, Amorrortu, 1991.12 Ulloa, F. «Comunidad Clínica», Ficha Cátedra Psicoterapia II, Fac. de

Psicología, UNLP, 2005.

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para potenciar la capacidad de inventar, de pensar en autono-mía de los y las colegas en formación. Camino inverso a lainhibición que producen ciertas formas de superyó psicoanalí-tico o cristalizaciones de la situación de un maestro de supues-to saber y eternos aprendices o discípulos.

Para poder escuchar sufrimientos de la subalternidad degénero, por ejemplo, tengo que poder indagar –con otros–qué mueve esa escucha de mi propia subalternidad comomujer. Para poder escuchar, sin patologizar de entrada, lossufrimientos de un posicionamiento sexual no hetero, tengoque poder indagar cómo me implican en esa escucha singu-lar, modalidades de erotismo y el amor, que bueno es empe-zar a reconocerlo, han estado por fuera de la imaginación demuchos de nosotros.

Respecto de la segunda cuestión, creo que entre menos seindague la implicación, más posibilidades se crean para rea-lizar intervenciones que camuflan, trasvisten opiniones, mo-dos ideológicos de ver la vida, etc. En tal sentido, un recaudode método que puede resultarnos operativo, es intervenir enlo que llamo «puntuar el detalle». Se trata de distinguir y pun-tuar. ¿Qué es un punto? Un punto es un pliegue,13 a vecessumamente plegado, que al abrir interrogación al pequeñodetalle pueden crearse condiciones para que operen diversosdespliegues. En ese desplegar es posible que se desconectensignificaciones que estaban allí anudadas y puedan agenciar-se en otros universos de sentido y operar alguna resignifica-ción.

En los abordajes de pareja y dado que los síntomas comotodos sabemos tienen esa doble faz de lo que ocultan y reve-lan al mismo tiempo, será necesario registrar cómo opera lafuncionalidad de lo que se oculta y lo que se revela. Cómo seconfiguran los pactos que delimitan lo que se oculta y lo quese revela en ese entre-dos. Cómo en esos pactos se articulande modo sumamente condensado los pactos fantasmáticos y

13 Deleuze, G. El pliegue. Leibniz y el barroco, Barcelona, Paidós, 1989.

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los pactos socio históricos. Podemos señalar al respecto lastransformaciones socio históricas del paso de los matrimo-nios «por conveniencia», los arreglos matrimoniales entrefamilias y aquellos regidos por los imaginarios del amor ro-mántico, hoy también en franca crisis.

c) Crueldades, violencias y abusos

Si tomamos el tercer anillado que refiere a la presencia enlos espacios en la clínica de modalidades vinculares que seconfiguran en presencia de significativas crueldades, violen-cias y abusos, una primera cuestión que me interesa abordares esa pregunta que insiste: ¿estamos en presencia de un in-cremento de violencias, crueldades y abusos, o es que se de-nuncia y visibiliza más? Con la ayuda de Deleuze una vezmás, podemos decir que no es «o», sino «y». Se trata de pen-sar estos procesos con una lógica inclusiva y no disyuntiva.Por consiguiente podría decirse que estaríamos en presenciade un incremento de las violencias, crueldades y abusos ytambién se denuncian y visibilizan más.

Una segunda cuestión está referida a las condiciones sociohistóricas que estarían operando en el incremento y en las natu-ralizaciones de modalidades vinculares donde opera el destrato,el destrato cruel. No sólo los maltratos físicos explícitos sino losdestratos, indiferencias, ese dejar caer al otro, donde en muchosformas que toman los lazos afectivos el otro es un otro denigra-do, ignorado, no tenido en cuenta, un otro caído.

Por razones de tiempo no puedo detenerme en esto, remitoa lo que ya he escrito al respecto en Las lógicas colectivas 14 ymás recientemente en Jóvenes de vidas grises. Muysintéticamente, se trata de procesos que he denominado labarbarización de los lazos sociales donde el despliegue ac-tual de estas cuestiones estaría dando cuenta de ciertas trans-formaciones de las lógicas culturales del capitalismo que no-

14 Fernández, A.M., Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y mul-tiplicidades, Buenos Aires, Biblos, 2007.

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sotros podríamos agrupar en el cúmulo de impunidades pú-blicas (corrupción de la justicia, la policía, poderes corpora-tivos, falta de garantías democráticas, etc., a escala mundial).En mi criterio, este desfondamiento de las instituciones pú-blicas –las impunidades públicas– tendría como correlatos eldespliegue de impunidades privadas.

Observamos así cierto desarrollo de crueldades e impuni-dades diversas en los lazos afectivos, en noviazgos, conyu-galidades, en las familias, que salvo que tomen la forma de laviolencia explícita, suelen presentarse como muy naturaliza-dos en el relato de las personas que consultan.

Es necesario poner también aquí alerta clínica. En la Ar-gentina en el año 2012 llegamos a 255 femicidios por día.Las violencias físicas van cambiando sus formas de presenta-ción. Así por ejemplo, en los últimos tiempos estamos frentea alarmantes situaciones de noviazgos violentos o donde unfemicidio se produce ya no sólo como final de toda una vidade golpes, sino en relaciones de pocos meses de duración.Son situaciones de verdadero riesgo que ya no sólo corres-ponde a la sección homicidios de los diarios, sino que puedenestar dando indicios en la consulta.

Los psicoanalistas trabajamos en cualquier problemáticacon indicios, con claves encriptadas en los relatos de losanalizantes. ¿Por qué razón tendremos tantas dificultades enel registro de los indicios de riesgo de las violencias? ¿Cómointervenir en estas situaciones? No olvidemos que general-mente son muertes anunciadas. Sólo que ha habido una cade-na de lugares donde no se leyó a tiempo el anuncio de lo queiba a ocurrir, o se pensó que no se debía intervenir, o no sesupo qué hacer, etc. Cómo comportarnos frente a esa mucha-chita que llega muy contenta al consultorio porque ha empe-zado a salir con un joven que la cuida mucho, siempre la va abuscar a todos lados, la llama a cada rato. La quiere tanto quees hasta celoso de sus amigas y su familia. Se van a vivirjuntos al muy poco tiempo, ya no la deja ir a visitar a suspadres, lee sus mensajes, las escenas de celos cobran cadavez mayor voltaje, etc., etc.…

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Estos son alertas clínicos que tenemos que saber escuchary donde es necesario que dialoguemos entre nosotros sobrelas mejores formas de intervenir. No podemos mantenernosexclusivamente en la interpretación –sin duda correcta– delos posicionamientos fantasmáticos que están en juego allí yque seguramente proporcionan buena parte de la amalgamade ese vínculo. Desconfigurar anudamientos fantasmáticossuele llevar mucho tiempo y lamentablemente los ritmos delas violencias van a mucha mayor velocidad... La pertinenciaunidisciplinaria puede, en estos casos, limitar las herramien-tas a implementar. Se está desplegando allí un hiper-real, sinduda muy diferente al real que vuelve como delirio de la psi-cosis, muy diferente también a las fantasmáticas neurótica-mente incestuosas de la otra escena.

Podemos decir también que en hospitales y Direccionesde la Mujer y espacios de la justicia, solemos encontrar fuer-tes resistencias de colegas a aplicar protocolos de riesgo eneste tipo de situaciones. En ambas situaciones creo que esnecesario afinar nuestros instrumentos para poder tomar encuenta, atender al indicio, de modo tal que de los indicios sepuedan ir configurando indicadores. Indicadores de riesgo.

Las dificultades frente a relatos de crueldades y abusostienen una larga historia institucional en psicoanálisis, de al-cances incluso metapsicológicos. ¿Voy a creer o no creer elrelato de abuso? Nos encontramos aquí con una paradoja fun-dacional. El dejar de creer en los relatos de abusos de suspacientes le permitió a Freud inventar un concepto princeps,fundacional, del Psicoanálisis, el concepto de realidad psí-quica. De la idea de un trauma sexual, realmente acontecidoen la infancia de adultos neuróticos en tratamiento, pasa aconsiderar el papel de las fantasías en la configuración de larealidad psíquica.

Este pasaje delimitó, nada menos que el campo propio delpsicoanálisis. Pero al operar con una lógica disyuntiva «o estoo aquello» y no con una lógica inclusiva «esto y aquello»,produjo como daño colateral la instalación de la sospecharespecto de la veracidad de los relatos de abusos realmente

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acontecidos.15 Así aquellos pacientes que fueron víctimas dereales abusos quedaron fuera de la escucha, es decir que paraellos/ellas el dispositivo no dispuso de hospitalidad.16

Este me parece un significativo ejemplo del entramado dediferentes anillados. Son diferentes dimensiones de una pro-blemática que se entrecruzan de muy diversos modos: unadimensión clínica, otra institucional, otra metapsicológica, otraética...

En realidad, no se trata de creer o descreer de los relatos deabusos, sino de estar cada vez más avezados en saber distin-guir –en las modalidades que adoptan en los relatos los mo-dos del decir, pero también las corporalidades– aquellos in-dicios que puedan operar como indicadores de veracidad. Ensíntesis, habrá que ver en qué casos estamos frente a situacio-nes de abuso realmente acontecidos y en qué casos estamosfrente a producciones fantasmáticas.

Dicho esto, rápidamente hay que agregar que en la clínicanada es tan claro y distinto. Todo hecho realmente aconteci-do en la historia de un sujeto, se significa o se insignifica enel entramado de la configuración de sus organizadores fan-tasmáticos. Por lo tanto, es importante señalar que los even-tos realmente acontecidos de un abuso no pueden subsumirseen la lectura del nivel fantasmático, pero tampoco puede des-conocerse su íntima conexión. Pero no es lo mismo trabajaren la dificultad de avanzar en esa intricada trama que des-mentir el abuso, suponer que no existió y, en consecuencia,dar por supuesto que es parte del mundo fantasmático de ese/a analizante.

Pero aún podemos complicar más el tema... pensemos enniveles vinculares que organizan posicionamientos dondeestas dos cuestiones están más entrelazadas, por ende menos

15 Fernández, A. M., «Las marcas de infancias abusadas» en Lerner, H.Comp., Los sufrimientos. 10 psicoanalistas. 10 enfoques, Buenos Ai-res, Psicolibro Ediciones, 2013.

16 Fernández, A. M., Las lógicas sexuales, Ob. Cit.

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diferenciadas aún. Tomemos la importancia de la mirada delpadre en la organización de lo femenino en la niña, la miradadeseante del padre varón sobre la niña, luego mujer. Si elpadre la mira «de más», nos deslizamos hacia dimensionesun tanto incestuosas, todas de altísimo costo para esa mujer ysu femineidad. Pero si la mira «de menos», si no la invistelibidinalmente lo suficiente, sus costos psíquicos no seránpocos en la constitución de su erotismo, de su capacidad deseducción, de su confianza en sí misma en su andar por lavida. ¿Dónde ubicar la justa medida? ¿Dónde se define? Comotodos sabemos, nada sencillo…. pero allí no se agota el pro-blema. En condiciones ideales, este cuadro incluye a unamadre que no tendría que sentirse amenazada por ese vínculodonde la niña, con un padre garante de la prohibición del in-cesto, ensaya desde muy chiquita sus juegos de seducción.Para que esa madre no se sienta amenazada en su lugar demujer tendrá que, a su vez, no sentirse eróticamente no mira-da, no deseada, por su cónyuge. Difícilmente lo logrará si éldespliega sus erotismos por otro lado y ella espera resolverestas cuestiones sólo bajo el paraguas conyugal.

Podemos ver aquí, una vez más, cómo las cuestiones deldeseo y la constitución de los psiquismos y las sexuacionesse encuentran permanente y profundamente entrelazadas acuestiones histórico sociales y políticas de género: ¿a qué tie-ne derecho cada quien?

d) Las diversidades sexuales

Lo que acabo de plantear, en realidad, estaría dando cuentade los procesos que habilitarán a la configuración de una futu-ra mujer heterosexual, con padre y madre heterosexuales. Si lodejamos así, estamos haciendo un planteo que desliza necesa-riamente a lo heteronormativo. ¿Cómo serían estos juegos edí-picos en una niña que devendrá bisexual, homosexual, travesti,etc.? ¿Cómo se desplegarían con un papá o mamá clandestina-mente bisexuales? Sabemos muy poco de todo esto….

Esto nos lleva al cuarto anillado donde tendremos que abor-dar la cuestión de las diversidades sexuales. El siglo XXI, en

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el paso de las sociedades disciplinarias a las sociedades decontrol, va afianzando particulares configuraciones existen-ciales –existenciarios– de la diferencia a las diversidadessexuales.

He desarrollado la cuestión moderna de la diferencia, subase epistémica, en Las lógicas sexuales. Muy brevemente,puede decirse que las lógicas culturales del capitalismo tem-prano dieron un andamiaje específico que ha hecho posiblela desigualación de toda diferencia a través de tres naturali-zaciones: a) B es no A, por la cual la diferencia sólo puede serpensada como negativo de lo idéntico; b) la diferencia comoel otro, donde sólo puede ser pensada como extranjería, alte-ridad y por lo tanto establecida como amenazante. Será nece-sario inferiorizar, descalificar, discriminar; c) la diferencia enel orden del ser. Ser diferente. Se construye identidad al ras-go. A partir del rasgo distinguido como diferente se constru-ye identidad y se hace del rasgo totalidad.

Esta base epistémica y sus consecuencias como la discri-minación, la estigmatización, etc., es lo que en las lógicas delcapitalismo tardío comienza a desfondarse. De allí que se hacenecesario pensar el tránsito de la diferencia a las diversida-des. Dicho esto, hay que agregar que hablar de diversidadesno sólo es una cuestión temática o que se resuelve desde lopolíticamente correcto. Implica la construcción de la catego-ría «diversidades», que tensionará con la categoría «diferen-cia». Problema epistémico, sin duda, pero que atravesará todala clínica en los abordajes de esos padecimientos.

La velocidad de las transformaciones en las modalidadesamatorias, eróticas, conyugales, parentales17 y sus modos desubjetivación nos deja en ciertos desamparos conceptuales ycategoriales para poder pensar, escuchar, intervenir por fuerade implicaciones heteronormativas.

17 Proyecto de Investigación UBACyT «Modos de subjetivación con-temporáneos: diversidades amorosas, eróticas, conyugales y parenta-les en sectores medios urbanos», Directora Dra. Ana M. Fernández.Período 2011-2014. Universidad de Buenos Aires.

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El orden sexual moderno ha entrado velozmente en proce-sos de desorganización, desfondamiento, insignificación, re-significación, etc. Ya no podemos mantener una categoría dediferencia sexual absolutamente binaria. Tampoco podemosabandonarla... Se ha desquiciado esta modalidad binaria–siempre jerárquica– y no sabemos aún cómo pensar las diver-sidades que la desbordan.18 Otra vez aquí nos encontramos fren-te a un entramado de diversos anillados: clínico, conceptual,metapsicológico, epistémico, histórico-social, ético, político...y la pregunta por la hospitalidad del dispositivo insiste.

Contamos con el importante aporte que realizó M. Foucaulta finales del siglo XX cuando planteó que la sexualidad esuna construcción histórica y no una invariante. Si la sexuali-dad es una experiencia que se configura a partir del sigloXVIII, hoy en franco proceso de transformación, tambiéndeberían serlo las categorías y conceptos desde donde sonpensadas las sexuaciones contemporáneas.

¿Cuánto de los rasgos que, por ejemplo, han permitidopensar las homosexualidades como perversiones, como es-tructuras perversas, se han debido a las condiciones de clan-destinidad en que estos erotismos han tenido que desplegarsus prácticas sexuales y amorosas? ¿Qué trasformaciones seproducen en estas subjetivaciones con la salida cultural delcloset? Cuestiones muy evidentes en nuestra práctica clínicasi comparamos analizantes «homosexuales» de sesenta añoso más que aún hoy disimulan su condición sexual con aque-llos muy jóvenes, de 18 o 20 años que no conciben ocultarnada... O en el medio los hoy de aproximadamente 40 añosque exaltan la diferencia y es la generación que ha dado lugara los movimientos y organizaciones gay, las luchas por laampliación de derechos civiles, etc. Es interesante cómo losmás jóvenes que no arman identidad al rasgo, no participande los espacios sociales de «homosexuales» porque conside-ran que estas actividades encierran en ghettos, sin embargoparticipan con entusiasmo en las marchas del orgullo gay.

18 Fernández, A. M., Siqueira Peres, W. La diferencia desquiciada. Géne-ros y diversidades sexuales; Buenos Aires, Biblos, 2012.

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O en el caso de las mujeres, donde hasta hace no más de 20años era frecuente encontrar mujeres que abandonaban luego delargo tiempo matrimonios heterosexuales para establecer parejacon otra mujer, mientras que hoy pareciera más frecuente el ini-cio de relaciones con otras mujeres desde la adolescencia. Oencontramos consultas de muchachas autopercibidas comolesbianas con chicas que provenientes de relaciones hetero no seperciben a sí mismas como homosexuales. En general, los y lasmás jóvenes en relaciones o encuentros con personas de su mis-mo sexo no consideran llamarse «homo» y en muchos casosconsideran que no hay nada que preguntarse al respecto. Aun-que tal vez no lo sepan, rechazan armar el rasgo identidad.

No sólo van cambiando las prácticas e imaginarios socia-les de hombres y mujeres respecto de las sexualidades, laspropias nomenclaturas como heterosexual, homosexual, bi-sexual se vuelven objeto de crítica por los propios involucra-dos/as en tanto se desnaturalizan los procesos de nominaciónque responden a lógicas sexuales identitarias, propias de laslógicas culturales del capitalismo temprano.

¿Qué es lo que pareciera haber estallado con la visibiliza-ción de las llamadas diversidades sexuales? Pareciera que elorden sexual moderno y la configuración de identidades ynominaciones referidas a la sexualidad es desbordado en estedespliegue actual de las diversidades que resisten tal claveidentitaria... en algunos casos. En otros refuerzan su diferen-cia. Aquí podemos observar una particular complejidad. Co-existen sin aparente conflicto existenciarios en clave identi-taria que exaltan su diferencia con existenciarios que recha-zan toda captura identitaria y no aceptan que se los nomine odefina sólo por un rasgo: su condición sexual.

El orden sexual moderno pensó y actuó las sexualidadesen clave identitaria, es decir que la sexualidad define el ser:soy hetero, homo o bisexual. Se dice que es una lógica binariaporque fija dos términos: hombre-mujer, heterosexual-homo-sexual. Pero no sólo es binaria, sino también jerárquica. Mu-jeres y homosexuales serán inferiores, peligrosos o enfermosrespecto de varones heterosexuales.

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¿Por qué orden, qué es lo que ordena? Ordena el mundo, lavida, las subjetivaciones, las prácticas y las identidades con-figurando una fuerte amalgama entre sexo biológico, género,deseo y prácticas y placeres sexuales. Un varón biológica-mente hombre, será de género masculino, deseará mujeres,sus prácticas eróticas serán activas y sentirá placer en explo-rar y penetrar. Una mujer biológicamente mujer, será de gé-nero femenino, será deseada por varones, sus prácticas eróti-cas serán pasivas y sentirá placer en ser explorada y penetra-da. La combinación de sexo biológico, género, deseo, prácti-cas y placeres define las identidades masculinas o femeninas.Esta clave identitaria basada en la sexualidad implica armaridentidad a partir de un rasgo. Identidad al rasgo.

La contracara de este orden sexual –pensada como ano-malía y desigualada socialmente, pero reconocida como exis-tente– configuró la constitución de identidades «homosexua-les» que en los varones compondrá varones afeminados y enel caso de las mujeres lesbianas, chicas varoniles. Mientrasesto fuera así, nada amenazaba la lógica identitaria binario-jerárquica y su orden sexual con las necesarias desigualacionesy discriminaciones.

Pero la cada vez mayor visibilización de travestis, tran-sexuales, transgénero, intersexos y las transformaciones es-téticas y políticas de quienes mantienen identidad gay o lésbicay aun de los existenciarios que se definen heterosexuales, vandesbordando los estereotipos modernos de la sexualidad.

El desacople de la amalgama moderna de la sexualidad–sexo-género-deseo-prácticas-placeres–, junto a los acelera-dos cambios dentro de los universos «homosexuales» ha traí-do estas diversidades –más allá de la diferencia– a la consultay la escucha analítica. Para sostener su hospitalidad, el dispo-sitivo psicoanalítico tendrá que repensar muchas de las cate-gorías y conceptos desde donde ha pensado tradicionalmenteestas cuestiones. Nos encontramos frente a enormes desafíosno sólo en la creación de conceptos, sino que –bueno es reco-nocerlo– habrá que pensar situaciones existenciales que in-cluso nos cuesta imaginar

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Así, por ejemplo, ¿cómo abordamos una pareja de unatravesti (de varón a mujer) con otro travesti (de mujer a va-rón) pero que están esperando un hijo, concebido por ellosdonde la primera ha oficiado sexualmente como varón perose posicionará como la mamá del bebé y el que porta sem-blante, atuendos y nombre de varón, pero biológicamente esmujer, llevará adelante el embarazo y luego oficiará de papá?

¿Cómo pensar estas subjetividades nómades?19 ¿Con quécategorías? ¿Cómo posicionar la escucha? ¿Cómo sostenerla hospitalidad del dispositivo? Recordemos que la hospitali-dad no sólo implica una escucha que aloje, sino que por talmotivo pueda operar con intervenciones que permitan despe-jar eventuales padecimientos que produce la diferencia signi-ficada como extranjeridad.

En nuestras primeras indagaciones de estas cuestiones he-mos constatado en talleres psicodramáticos con jóvenes estu-diantes de psicología una insistencia digna de mérito: su pre-ocupación por no quedar encerrados en los estereotipos so-ciales frente a las diversidades sexuales. Preocupación quepor el contrario, mayormente no hemos encontrado en insti-tuciones psicoanalíticas. Sin embargo, al ahondar en estascuestiones pudimos registrar que junto con esta preocupa-ción por lo políticamente correcto, se ponían de manifiestolíneas de sentido que de modos algunas veces metafóricos,otros más explícitos, ponían en visibilidad significaciones quealudían a lo monstruoso.20

La cuestión de lo monstruoso suele insistir en la clínica dediversos modos, aun en analizantes jóvenes que militan enorganizaciones que exaltan el orgullo gay. Si bien se avanzarespecto de salidas del closet y conquista de derechos, es fre-

19 Braidotti, R., Sujetos nómades, Buenos Aires, Paidós, 2000.20 Fernández, A.M., Borakievich, S., Ojam, E. Cabrera, C., «La Metodo-

logía de Problematización Recursiva para la indagación de las diversi-dades amorosas, eróticas, conyugales y parentales» en XX Anuario deInvestigaciones, Facultad de Psicología, UBA, Buenos Aires, 2013.En prensa.

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cuente constatar en jóvenes gay que subjetivaron cuando ni-ños desde un estilo homosexual afeminado, todo un trabajode disciplinamiento y control de sus corporalidades y afecta-ciones para configurar identidades de homosexualidad viril.Suelen relatar que en los enlaces sexuales por Internet mu-chas veces se encuentran contactos que explícitamente seña-lan que buscan un encuentro con gays no afeminados. Algu-nos hasta se sienten inhibidos de ir a bailar por temor a queen el movimiento corporal se ponga en evidencia lo afemina-do que supieron reprimir.

En la clínica de parejas con frecuencia advertimos que seignora –y por ende no se puede escuchar– la especificidad delas particularidades de los vínculos entre personas del mismosexo y dentro de ellas las grandes diferencias entre las diná-micas gays o lésbicas. Las conquistas legales del matrimonioigualitario no deben confundir. Las dinámicas eróticas entredos varones homosexuales viriles o entre dos mujeres o entreun varón y una travesti, no son similares a aquellas entre unvarón y una mujer. Igualar en derechos contractuales exige, asu vez, sostener una escucha sumamente atenta a sus particu-laridades diferenciales muy específicas.

Estas dinámicas eróticas a su vez despliegan tambiénespecificidades en el tipo de conflictos de pareja por los quesuelen consultar. Por ejemplo, ¿cómo sostener acuerdos mo-nogámicos entre dos varones, ambos sujetos activos de de-seo? O ¿cómo resistir las capturas y fusiones especulares enlos amores lésbicos? Estas cuestiones no son menores ya quetraen importantes sufrimientos a quienes consultan.

Allí la indagación de la implicación de un o una analistaheterosexual es imprescindible. En primer lugar es necesarioestar advertido/a hasta dónde tiene naturalizado su universoheterosexual como universal. De ser así, no podrá advertirlas particularidades sobre las que tendrá que trabajar.Posicionarse desde lo políticamente correcto es condiciónnecesaria pero no suficiente. Si una pareja de personas delmismo sexo se esfuerza en replicar en su conyugalidad losestilos heterosexuales y se encuentra con un/a colega que tam-

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bién ha naturalizado este tipo de pacto matrimonial, difícil-mente podrá crear condiciones para que allí puedan pensarseeventuales invenciones y creatividades que partan de la espe-cificidad erótica y cotidiana, de ese vínculo. A su vez, un/unaanalista homo tendrá que indagar su implicación de modo talque sus «semejanzas» no impidan abrir suficiente interroga-ción.

Para cerrar esta exposición y dar lugar al debate, quisierasubrayar que tomemos la cuestión de los jóvenes grises, elincremento de violencias, abusos y crueldades o la clínica delas diversidades sexuales, tenemos un interesantísimo traba-jo por delante que,en mi criterio, tiene como un objetivo fun-damental sostener la hospitalidad del dispositivo. La idea deabrir la clínica a la crítica ha partido de la necesidad de actua-lizar algunas cuestiones en función de los acelerados cam-bios históricos en las configuraciones de los lazos sociales,vínculos afectivos y subjetivaciones. Como he tratado de po-ner en evidencia, esta actualización clínica implica no sóloactualizarnos, sino también poder abrir espacios donde pen-sar nuestra implicaciones y también establecer visibilidad acuestiones epistemológicas que exigen reformulación, pen-sar nuevas categorías y conceptualizaciones que hoy estánreformulando dimensiones metapsicológicas. Esto habilita apensar la dimensión política de las subjetividades, ya no comoalgo exterior al campo. Pienso que las relaciones de poder seinscriben en los procesos mismos de las configuraciones delos psiquismos, los vínculos, los erotismos. En tal sentido,me parece de suma importancia estratégica incorporar la crí-tica de la clínica –más allá de las necesarias especificidadesunidisciplinarias– al Campo de Problemas de la Subjetivi-dad, necesariamente transdisciplinario.

Muchas gracias. (Aplausos)

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 111-145

PRODUCCIONES EN LOSESPACIOS DE AAPPG

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Ateneo de parejas,un espacio teórico-clínico

en la AAPPG

Miguel Spivacow *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 113-138

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(*) Psiquiatra. Psicoanalista. Miembro Titular de AAPPG.E-mail: [email protected]

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115Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 113-138

Lo que sigue es una transcripción de una de las reunionesdel Ateneo de parejas, un espacio de discusión teórico-clíni-co coordinado por Miguel Spivacow, que funciona quince-nalmente en nuestra Asociación. Participan alrededor de cua-renta y cinco integrantes; de manera alternada se discute unmaterial clínico de un tratamiento de parejas, presentado poralguno de los participantes y en la siguiente reunión un artícu-lo sobre parejas de algún autor que nos parece interesante.

La intención es que constituya un espacio de discusión clí-nica y de discusión de textos, en el que se estudie la intersec-ción del psicoanálisis y la pareja en toda la complejidad queestas dos temáticas plantean, un grupo de trabajo abierto atodos los interrogantes que presenta la cuestión ya citada enla sociedad contemporánea y que también se discutan los con-flictos de pareja tal como los teorizamos y abordamos clíni-camente en los tratamientos psicoanalíticos individuales. Osea, un espacio de estudio de la clínica de pareja que se ocupede lo vincular tal como se trabaja en los diferentes dispositi-vos. Otras tareas consisten en discutir películas o series detelevisión o analizar los problemas que afectan a la pareja ennuestra sociedad.

En esta reunión se discutió el material clínico de una pa-ciente que solicitó tratamiento individual a raíz de sus con-flictos de pareja.

Miguel Spivacow: Hola, qué tal, buenos días a todos. Hoyvamos a discutir el material clínico de una paciente en trata-miento individual, que consulta predominantemente por con-flictos de pareja. Como toda paciente, es un mundo y segura-mente nos van a interesar miles de cosas, pero un punto quetal vez convenga profundizar es la comparación entre lo quees un tratamiento individual, adónde se puede llegar, y lo quesería un dispositivo vincular, adónde se podría llegar en él.

Una cuestión que les sugiero que recuerden es que estematerial está camuflado, como van a estar siempre todos losmateriales que aquí se presenten; por ende recuerden al hacerespeculaciones que muchos datos están falseados.

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Por otra parte hoy tenemos dos invitados: Angelina Guerre-ro Luna –que es una colega mexicana que está de paso en nues-tro país– y Ema Genijovich, que básicamente tiene una orien-tación sistémica. Aunque ahora la idea no es discutir en pro-fundidad, si vos Ema nos querés decir algo de cómo ves estematerial, esto será muy bienvenido, porque son modos de verque a nosotros nos interesan siempre; lo mismo Angelina.

Empezaríamos con la lectura del material.

María Rosa Wegier: Andrea tiene 35 años. La veo haceun año y medio, derivada a mí por un ex paciente.

Está casada con Darío hace 8 años y tienen una hija de 5.Se conocieron en el Profesorado de Geografía y después deocho meses de noviazgo se casaron. En la primera entrevistame cuenta que tuvo un parto muy traumático, que casi semueren ella y su hija debido a lo cual Malena estuvo un mesen neonatología y ella en terapia intensiva.

El motivo que desencadena la consulta precisamente es laidea que circula entre ellos de que por la edad de Malena (unpoco más de 3 años) deberían tener otro hijo. Ella se sientemuy presionada y no puede discriminar si sus no ganas sedeben «al trauma del parto» con su consiguiente terror a quese repita la situación o a «cosas que le pasan con Darío que legeneran mucho malestar». Se siente muy confusa. Hay mu-chas cosas de él que la alejan, que no la enamoran.

Dice: «Al principio, cuando todavía no estaba Malena,Darío era mi vida, lo mimé mucho… lo re-atendí y ahora todoeso se me viene en contra. Una hija te demanda un montón ymi marido es como otro nene» y llorando agrega «yo me quie-ro ir a la mierda, por ahora la estoy re-piloteando… pero nosé por cuánto tiempo.»

Andrea es azafata. Vuela en vuelos internacionales desde unaño antes de quedar embarazada y retoma los viajes al año de suhija, por lo cual se ausenta alrededor de cuatro días no consecu-tivos en la semana. Me explica que su trabajo le encanta y que él

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se lo viene re-bancando. Es que mi laburo le viene bien porqueyo gano más, tengo ciertos beneficios y además, casi me obligay me vuelve loca con la compra de cosas allá para vender acá.Agrega que él le dice: «si no es así, tu trabajo no me sirve». Asíes que «yo llego después de doce horas sin dormir y tengo querajar a comprar.» Muy angustiada refiere «es que no puedo de-cir que no por la culpa que él me inocula y hago cosas que noquiero y me hacen mal». «La familia de él (que cuida mucho deMalena) también me pide cosas y como yo me siento en deudaporque no estoy, como en un trueque, tengo que aguantar».

Ante una pregunta mía aclara que Darío le dice: «vos tenésque entender a Malena y agradecer a mi familia y a mí quesiempre estamos disponibles...»

Andrea agrega, como en defensa propia, «la gente cree queyo hago turismo, que mi laburo no es un trabajo… porque mepasan a buscar… porque me hospedo en un buen hotel… voyde paseo y llego bronceada».

Continúa «Darío no hace nada solo, en casa se lleva aMalena a la cama al grito de “pijama party” y si no, se va alo de los papás que le solucionan todo», pero, cae en la cuentade que, «cuando él va ahí, no va un padre y su hija sino quevan como si fuesen dos hermanitos».

Él le dice con tono de reproche y delante de Malena «tenésque comprender, vos no estuviste», circunstancia que ubicacomo única explicación causal de casi todas los avatares dela niña tales como su incesante demanda, sus berrinches, lasgripes o la ansiedad por comer que ella manifiesta.

Le señalo «que parece que Darío necesita poner en bocade Malena cosas que le pasan a él cuando ella no está», alu-diendo a una cierta indiscriminación del papá con su hija.

Al mismo tiempo me relata que cuando ella llega de viajar,él se va a tomar aire. Parecen armar una grilla implícita enque ambos se pasan la posta del cuidado de la niña, como side un cambio de guardia se tratase.

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Le señalo que pareciera que la dinámica de la familia es dea dos: ella y Malena o él y Malena, situación en que la exclui-da nunca es la hija y en la que Andrea parece a su regreso noencontrar su lugar. Es, en esta línea, que Andrea empieza asentir rechazo y lejanía hacia Malena, al no poder integrarsedel todo en ese mundo.

Me llama la atención, cuestión que le señalo, el tono in-fantil de la voz de Darío cada vez que ella invoca y me trae supalabra.: «Dale, dale vení y hagamos los tres la ronda; dale,dale y se mete en la bañera mientras yo la estoy cuidando;dale, dale mami, hacenos la leche» y... comparten el vasito .

A decir verdad me cuesta discriminar si se trata de un jue-go que juega Darío con su hija o si él habla así. Se lo pregun-to y me contesta sorprendida «Es verdad, habla muchas vecesasí pero no me había dado cuenta».

Familia de origen de Andrea

El padre falleció cuando ella tenia 13 años de cáncer. Nopuede precisar de qué y tampoco sabía que estaba tan enfer-mo. Simplemente un día volvió de la escuela y el padre semurió.

Reconoce que en su familia parece que pasaron cosas pe-sadas de las cuales nunca se habló.

Tiene dos hermanos: uno de ellos con un brote psicótico porel cual estuvo internado a los 18 y una hermana depresiva.

La madre, maestra de sordos, parece poder escuchar pocoen el sentido del registro de lo emocional. La describe comouna madre distante, frágil, que siempre dice «todo está re-bien, todo normal» como protegiendo el silencio.

Andrea recuerda la circunstancia de ir a la casa de sus sue-gros y quedar mirando emocionada la escena de la hija (sucuñada) abrazada a su madre. Dice, con lágrimas «a mí no mepasó eso».

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Familia de Darío

Ambos padres y sus dos hermanas son descriptos comomuy presentes, protectores, convocantes, alegres y bastanteinvasivos.

Recuerdo haber leído a una escritora comentar jocosamenteque, para ella, «la humanidad se podía dividir entre aquelloscuya infancia fue casi un infierno, en cuyo caso siempre vivi-rán perseguidos por ese fantasma, y aquellos que disfrutaronde una niñez casi maravillosa, que lo tienen aún mucho peor,porque perdieron para siempre ese paraíso». Andrea, Darío ysus respectivas familias parecen encarnar algo de esto.

En el transcurso del proceso terapéutico, Andrea logra cons-truir puentes entre las fisuras, aterrizar de las nubes, re-co-nectarse con Malena, encontrar sus propios ritmos y modosde estar con su hija e intentar trabajosa e infructuosamentehablar con Darío de su malestar e insatisfacción.

A esa altura, yo sugiero la posibilidad de tener algunasentrevistas de pareja, sugerencia que no es aceptada, por dis-tintos motivos por ninguno de los dos.

Breve secuencia de una Sesión

Andrea relata que le dijo a Darío, como siempre, la grillade vuelos para el mes. En esta ocasión deberá volar los cuatrofines de semana y él dijo «Uy che, me cagás todos los finesde semana del mes!! y éste tenía una fiesta de cumpleaños deuno de mis amigos».

Andrea: Ya sabés que no soy yo quien elige cuándo vuelo.Este es mi trabajo y vos tenés una hija! No podés ser tanegoísta.Darío: Yo también trabajo y me merezco también tomár-melas.Terapeuta: Parece Andrea que vos dejaras por fuera quecuando viajas también tenés momentos de ocio, de liber-

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tad… hasta un amante (relación que tiene algunos meses).Andrea: Así dicho… es cierto, estoy confundida. Vivo enel aire y en una burbuja. Allí tengo todo resuelto y aquítengo que ocuparme de todo: la comida, las compras, lostrámites, Darío que no resuelve nada por sí solo…Terapeuta: ¿Es tan así..? por un lado, ¿no será que a vos tecuesta registrar lo que él hace cuando vos no estás? y porotro ¿no habrá otra opción… quizás… que Malena pudie-ra quedarse con alguien unas horas por la noche para queDarío no se pierda su fiesta? Parece que antes se sometíaella a los reclamos y las demandas. Ahora se tiene que so-meter él.Andrea: Sí... se podría quedar, como siempre, en lo de missuegros, pero debo reconocer que me molesta mucho. Noentiendo porqué.Terapeuta: ¿No querrás controlar demasiado lo que haceDarío cuando vos volás? Cuando sabe que está con Malenaella se ahorra por ejemplo de poder sentir celos.Andrea: Sí… nunca lo había pensado así!! pero no sé, esalgo más. Malena no se queda casi en lo de mi mamá ni yome quedaba en lo de mis abuelos. No es el estilo de nues-tra familia.Terapeuta: Quizás, si vos dejas a Malena con sus abuelossientas que traicionás a ese aspecto de tu familia.Andrea: Sí, totalmente, sobre todo a mi mamá que siempreme comenta lo insoportables e invasivos que son los pa-dres de Darío.

A la vuelta de mis vacaciones Andrea me comunica, entresonrisa y llanto, que a instancias de ella se han separado, porlo menos por un tiempo. Necesita estar sola, sola con ellamisma y sola con Malena. Darío está desesperado, la llamatodo el tiempo y después de dos meses acepta concurrir aentrevistas de pareja con un terapeuta que le recomienda unamigo.

Otra secuencia de Sesión:Andrea: Estoy muy mal, ya no sé que hacer. Fuimos a laterapia de pareja y empezó a decirme que para qué era eseespacio si ellos ya no son una pareja, que para seguir ha-

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blando teníamos que volver a vivir juntos y ahí se va vien-do. Agrega como para explicar: «Es como un entrenadorcon un equipo de basquet, juegan y el entrenador les vadiciendo qué hacer, donde tirar la pelota… pero están to-dos juntos en la cancha jugando».Andrea me mira impotente y me dice: «Yo no sé si esboludo, si es tan básico, tan primario o qué le pasa pero nome escucha.»Terapeuta: ¿Y vos te escuchas…?Andrea: y… más o menos, es que si me escucho del todo,no hay vuelta y yo todavía no quiero soltar. Me hago ilu-siones y espero que quiera cambiar.Terapeuta: Quizás no pueda… quizás esto es lo que puedeDarío y en este sentido vos tampoco lo podés escuchar, nolo podés ver a él.Andrea: Es cierto, además él no va a cambiar porque paraél está todo bien y está pasivamente esperando que se mepase como si me hubiera atacado un virus... Me hace siem-pre sentir muy culpable. Es un virus que tengo yo y élnada. La culpa y verlo tan mal me están matando.Aquí termina la lectura del material.

* * *

Miguel Spivacow: Muchas gracias María Rosa. La idea–como siempre que discutamos un material– es empezar porlas observaciones más ingenuas que se nos ocurran y después–si podemos– ir precisando un poco más los ejes centrales dela dinámica del paciente o de la pareja en cuestión. Pero laidea inicial sería ver qué les parece este material, qué dirían,qué se les ocurre… en fin, un brainstorm.

Silvana Mielnik: A mí lo primero que se me ocurre es queesta pareja no pudo atravesar exitosamente la crisis que su-pone el advenimiento de la maternidad-paternidad, quizásporque no se dieron tiempo porque ella ya estaba viajando…

Hay un libro de Daniel Stern, que es un psicoanalista ame-ricano, que describe muy bien la crisis que se produce con el

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advenimiento de un hijo y los cambios psicológicos que afec-tan a la madre y al padre y yo lo vi mucho en la clínica, situa-ciones donde consultan por niños o por parejas que entran enuna crisis que parece irreversible desde el momento del naci-miento del primer hijo. Por ahí habría que trabajar esa cues-tión, qué pasó alrededor de eso.

Cielo Rolfo: Yo no puedo dejar de relacionar algo de loque se presenta en este material como problemática vital conel material de la pareja que presenté la vez pasada. Se acuer-dan que Gustavo en esa oportunidad hablaba de una especiede cliché donde ella le reclamaba a él sus deficiencias, suscarencias, que él no se ocupaba de todo lo que ella pensabaque él se tenía que ocupar. Y es interesante porque ella pormomentos dice: «Darío no resuelve nada por sí solo», tam-bién ella le reclama en esta oportunidad su ineficiencia, depaso ella es la que trabaja. Se supone que él también pero nome queda tan claro en qué trabaja él. Ella aporta más dinero ala economía familiar –eso está claro– y la dependencia que segenera en la economía de la pareja en relación a lo que aportaella; eso por un lado, por otro de nuevo una mujer que le cues-tiona a un hombre en la pareja lo que él no hace, o hace mal.

Yo también pensaba –y esto en relación a lo que vos de-cís– que se le debe haber armado mucho lío como pareja apartir del ingreso de la hija y de tener que hacerle un espacio.En algún momento del material vos planteás claramente queellos funcionan más como padres cada uno con la hija, nisiquiera integrados, y que se les perdió algo de la vida enpareja a partir de la aparición del tercero. Y esto yo tambiénlo veo en la clínica actual con parejas, parejas que consultany que ellos mismos me dicen de entrada: «como padres lo-gramos más acuerdos y funcionamos mejor que como pare-ja». A partir de la experiencia de la maternidad y paternidadse les esfumó algo –hablando de paraísos perdidos– y les re-sulta muy difícil recuperarlo y se les va empobreciendo cadavez más la vida en pareja.

Miguel Spivacow: Quisiera plantear algunas opciones opreguntas a las participaciones de Silvana y de Cielo.

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Primera cuestión, Silvana dice que esta pareja no logra re-solver el trauma que implica el nacimiento del primer hijo yyo creo que desde el punto de vista fenoménico estaríamostodos de acuerdo, en que la crisis de esta pareja coincide conel nacimiento del chico. ¿Pero por qué sucede esto?, ¿cómoes la constitución de esta pareja?, ¿qué piensan de esta parejaa partir de lo que ella dice?

Aquí habría que encarar una discusión sobre el tipo de in-tercambio, consistencia o inconsistencia que sostenía estapareja, porque para decirlo de una manera muy clínica hayparejas que van a explotar o porque nazca un hijo o por cual-quier otra razón. Me parece que eso es importantísimo detener en la cabeza para ver cómo se les habla a ellos; todos alhablar nos vamos a tener que referir al nacimiento del chico yni qué hablar a la situación de muerte en la que ella estuvometida, ¿pero qué vamos a tener en el horizonte en nuestraintervención? ésa es una pregunta.

Acá toma importancia lo que dice Cielo: ellos funcionanmás como padres que como amantes o como pareja deseante.Entonces acá viene una pregunta: ¿cuál es el deseo que circu-la entre ellos? Los que de nosotros leemos a Kaës podríamospreguntarnos ¿cuáles son las alianzas inconcientes que sus-tentan a esta pareja –desde lo que uno puede deducir de estematerial individual?

¿Van siguiendo las preguntas que planteo?, porque todoesto también nos va a permitir entender un poquito mejor porqué esta pareja explota ahora y no en otro momento, siempreentendiendo que son muchas las determinaciones, que sin dudaestá mucho de lo que dice Silvana, pero…

Y por último, este reclamo femenino –que es muy común,estaría de acuerdo– ¿cómo lo ubicamos aquí? –ahora estoyhablando de nuestra paciente, Andrea, no de la paciente deCielo– ¿es un reclamo de qué naturaleza?, ¿cómo lo ubica-mos? Porque sociológicamente puede ser una cuestión fre-cuente en las mujeres, está bien, ¿pero más allá de eso cómolo ubicamos?

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Mirta Inger: A mí me resonó mucho cuando dice que tie-ne al marido como otro nene. Porque nosotros ponemos laproblemática en términos más neuróticos: pasar de dos a tres,de una alianza a la filiación… pero cuando ella define el en-cuentro con el marido dice que estaba como un nene y que elsuministro que ella le daba era mimarlo –como por ahí lehubiera gustado a ella que le hubieran hecho de chica– mi-marlo, atenderlo. Esto puede ser un factor también para teneren cuenta al elegir esa familia distinta a la familia de ella.

Miguel Spivacow: Voy a precisar un poquito más lo quedice Mirta porque quiero activar esta discusión: ¿no seráque esta pareja se armó mucho sobre la base de que él quie-re seguir siendo un nene de mamá y que ella quiere tener lafamilia que nunca tuvo?, y que entonces por supuesto va aexplotar con el nacimiento de un hijo pero no únicamentepor cuestiones que tengan que ver con la llegada del hijo,sino también por los funcionamientos infantiles subyacen-tes y por la cualidad de las alianzas inconcientes que mar-can la constitución de esta pareja. Si consideramos esta pers-pectiva, se impone considerar también cuanto de lo que elladice de él no constituye una proyección en él de su propioinfantilismo.

María Rosa Wegier: Yo quería decir algo en ese sentido.Muchas sesiones transcurren en relación al tema de cómo seacomodan a la especificidad del trabajo de ella; si es o no untrabajo como todos. Yo creo realmente que no es un trabajocomo todos pero parecía que lo que no podían negociar, ar-mar o transformar entre los dos era algún sistema posible,teniendo en cuenta la especificidad del trabajo. Y creo que nolo podían hacer, no porque fuera tan complicado (de hechoyo le sugerí para que pensemos juntas algunas posibles alter-nativas que sistemáticamente fueron desestimadas), sino queno podían, precisamente por esto que señala Miguel, esto esporque a él le servía para mantenerse en esta posición infan-til, irse todo el tiempo a lo de los padres; y a ella le servía,porque tenía esta familia que anhelaba en algún punto –des-pués le empezó a molestar y le empezó a resultar intrusiva–esta familia que la alojaba, que estaba siempre dispuesta… su

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madre, en cambio, es una persona muy distante, muy pocoacogedora y muy poco continente.

Así que me parece que esta dificultad de ellos para armar yorganizar una cotidianidad como padres estaba sostenida eneste pacto para mantener algo que después les empezó a re-sultar –sobre todo a ella– fuente de profundo malestar.

Sara Amores: A mí me quedó resonando un término queella dice: «trueque». Me quedé pensando en el sentido de true-que pensándolo como un pacto, porque en realidad en un tru-que siempre se da algo y el otro da algo a cambio. Y pensabaen el pacto que puede haber hecho esta pareja, en el sentidode alianza inconciente, cuál puede ser el pacto; porque mellamó la atención que el término trueque estaba usado de unamanera que no aludía –precisamente– a un trueque, esa fuemi impresión.

Entonces pensaba –por un lado– en lo que planteaba Ma-ría Rosa con respecto al escritor que hablaba de las infancias,es decir un pacto en donde hay un trueque de una infanciaparadisíaca, una infancia de cielo y una infancia de infierno;un trueque entre alguien que busca una mamá y el trueque esque la familia paterna pueda empezar a funcionar como mamáy él busca una mamá que además lo mantenga. Porque mellamó la atención que los dos estudiaban Profesorado en Geo-grafía, después ella va hacia los aires y él también en algúnmomento va a tomar aire. ¿Él trabaja de la venta de los artí-culos que trae ella?, no está claro cuál es el trabajo de él.

María Rosa Wegier: Él tiene su trabajo como Profesor deGeografía y además agrega un plus con estas cosas que ellacompra afuera, ella dice al principio que él le obliga a ella atraerlas; y ella las trae con la sensación de que tiene que pa-gar por su ausencia.

Intervención femenina no identificada: ¿Pero eso no re-vierte en la economía familiar?

María Rosa Wegier: Sí, por supuesto, es para ambos.

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Sara Amores: Pensaba también en lo que había planteadoCielo con su caso, en las cuestiones de género. Como queuno habitualmente piensa en cuestiones de género y en lapostura de que el hombre es el que debe mantener la econo-mía y la mujer la que ingresa menos; y acá la situación esinversa. ¿Cómo juega eso, en relación a los significantessocioculturales, cómo juega eso en la pareja?

Y pensaba también en este pacto, en este trueque que hacecada uno de ellos: «yo me quedo con la nena cuando vos noestás y vos te quedás con la nena cuando yo no estoy», pen-sándolo en el sentido de poder entender por qué en un deter-minado momento este pacto –que quizás les ha venido sir-viendo– se rompe o deja de ser eficaz cuando la nena tienealrededor de un año y medio, donde indudablemente desde elpunto de vista del niño y de la pareja se exigen otros modosde funcionamiento para alojar a un niño de esa edad. ¿Quépasa en ese momento con ese pacto?

Nora Barenstein: Yo pensaba que estamos hipotetizandoun poco acerca de esta pareja y pensaba en lo que dijo Mi-guel: ¿cómo se le habla a esta pareja? Pero yo pensaba queno le estamos hablando a esta pareja, le estamos hablando auna paciente individual que viene a contarnos cosas, queaparentemente su marido quiere que tengan un segundo hijoy ella no sabe qué le pasa con eso pero sabe que no quiere.Con lo cual ella plantea una problemática personal volcadaen la pareja, porqué ella quiere o no quiere tener un segun-do hijo.

Y pensaba en esto de los dispositivos, que es cierto quenuestros pacientes individuales hablan de sus parejas comouno de sus temas importantes –porque es importante en lavida de las personas– pero ¿qué sabemos de esas parejas?¿qué sabemos de un vínculo cuando nos es contado por unode los partícipes de ese vínculo y, como se dice vulgarmente,escuchamos una sola campana? Sabemos acerca de lo queesta mujer quisiera y no tiene de su marido. No sabemos nadaacerca de lo que él quiere y no tiene de ella.

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Entonces es importante y me interesa mucho el problema–porque lo sufro en el consultorio, veo parejas y veo pacien-tes individuales– cuando alguien toma como centro durantemucho tiempo sus problemas de pareja. Entonces me pareceque María Rosa propone que vengan los dos, lo cual le daríauna idea un poquito más aproximada acerca de lo que les estápasando.

Son cuestionamientos que me hago porque me encuentrocon esa problemática; nosotros decimos cómo le hablamos aesta pareja, qué le pasa… ¿y cuánto sabemos de esa pareja?,es una pregunta para mí misma en primer lugar.

Nidia: Me llamó la atención un momento que ella planteaque se siente con culpa cuando viaja y por otro lado que sesiente en deuda con la familia. Y en una parte de la exposiciónla terapeuta al hablar de la especificidad de su trabajo, dice:

Terapeuta: Parece Andrea que vos dejaras por fuera quecuando viajás también tenés momentos de ocio, de liber-tad, hasta un amante; relación que tiene algunos meses.Paciente: Así dicho es cierto, estoy confundida porque vivoen el aire y en una burbuja. Allí tengo todo resuelto y aquítengo que ocuparme de todo.

Pablo Horovitz: Me quedé pensando lo que decía Nora deque en realidad esto es un tratamiento individual. Podríamospensar que es un tratamiento individual donde la paciente traecomo centro de su problemática el vínculo con su pareja ytambién que la mirada nuestra –como terapeutas– va a serdesde una perspectiva vincular.

Ahora, pensar que hay otra realidad por afuera de esa rea-lidad psíquica que está en el paciente como centro, como ejede la escena, sería tratar de pensar que la realidad es una rea-lidad objetiva y que tenemos que evaluar todos los paráme-tros alrededor de la paciente para ver quién tiene razón, cuan-do ese no es nuestro lugar. Me parece que en última instanciatendríamos que trabajar con la realidad psíquica que trae lapaciente y la perspectiva desde la cual ella vive la pareja y a

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partir de ahí operar sobre lo que es la realidad psíquica de lapaciente.

Algo de esto pasó porque ella decidió separarse más alláde la terapia de pareja, tomó una decisión; y ellos en su mo-mento decidieron por razones –valederas o no– no tener unaterapia de pareja con vos y cuando las papas ardieron buscaruna terapia de pareja que no sé en qué habrá derivado.

Pero sería bueno pensar esta pregunta de qué es una tera-pia individual. Uno podría pensarla con una mirada vincularen cuanto a que está el vínculo en un primer plano, pero essiempre el discurso de esta paciente y nada más y a eso tene-mos que atenernos como central.

Miguel Spivacow: Muchos han dicho cosas muy impor-tantes, por ejemplo que una cuestión que tiene la hija no esajena al momento en que estalla la consulta.

María Rosa Wegier: En realidad consulta cuando empie-zan a pensar en tener un segundo hijo.

Miguel Spivacow: Este es un tema y otro tema es que enese momento la nena tiene una cierta edad que… ¿cuál es?

María Rosa Wegier: 3 años.

Miguel Spivacow: 3 años. Todo esto a nosotros nos vaaproximando a qué desencadena la consulta, un problemaimportantísimo de tener en cuenta por lo menos en las prime-ras intervenciones. Una pregunta clínica es por qué un pa-ciente o una pareja vienen ahora y no vinieron hace unos meseso unos años.

Me parece que Pablo y Nora plantearon un problema im-portantísimo: cuál es nuestro paciente. Yo creo que esto no esuna cosa fácil de responder. En algunos tratamientos indivi-duales en que las cosas circulan bastante fácil todos acorda-ríamos que nuestro paciente es ése que tenemos enfrente yque nos tenemos que ocupar básicamente de su realidad psí-

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quica y de su deseo, porque ése es el centro de una terapiaanalítica individual. Pero –por ejemplo– cuando ese pacientees un padre divorciado que no paga alimentos y que está to-talmente egosintónico y tranquilo sin pagar alimentos, ahí senos empiezan a armar algunos problemas éticos.

Raquel Leiberman: Justamente a partir de la mirada vin-cular, a mí me parece que las alianzas inconcientes por lascuales se estableció esta pareja son de un vínculo que másque nada tiene que ver con un vínculo madre-hijo y que eneste vínculo los dos pueden estar satisfechos por un tiempo...hasta que sucede algo. Ese algo para mí comienza con el as-pecto traumático del nacimiento de la nena, donde el rol asig-nado a ella –que era de cuidadora seguramente por razonesinfantiles, tiene dos hermanos enfermos– me parece que em-pieza a romperse. Después empiezan a aparecer en ella otrasnecesidades personales, su necesidad de ser mujer; y se rom-pe –me parece– el vínculo estereotipado que ellos tienen, aun-que él busque refugio en sus padres.

A mí me parece que a partir de este primer suceso traumáti-co es que uno tiene que empezar a mirar cuál es el estereotipocon el que empieza a funcionar la pareja, porque el funciona-miento antes y después empieza a ser totalmente distinto.

María Rosa Wegier: Se me van ocurriendo muchas cosasal escucharlos, voy a tratar de ordenarme. Una es referida apor qué ellos no aceptan la terapia de pareja o las entrevistasde pareja que yo propongo. El dice que no porque yo soy laterapeuta de ella y no se va a sentir cómodo y ella –que síquería, le hubiera gustado hacer las entrevistas conmigo–empieza en ese momento la situación con el amante y real-mente a mí también me resultaba complicado. Entonces deci-dimos que si era necesario y si en algún momento aceptaban,fueran con otra persona.

Después sobre este interrogante acerca de cuál es nuestropaciente en un dispositivo individual en el que estamos tra-tando de trabajar con una perspectiva vincular, ¿qué quieredecir eso? La pregunta es si es un simple cambio de disposi-

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tivo, de encuadre, o si implica un modo de escucha y de inter-venir distinto.

Hay mucho más trabajo con esta paciente, pero elegí algu-nos párrafos donde se veía un tipo de trabajo. Por supuestomi paciente es Andrea y su mundo intrapsíquico, intrasubje-tivo, sus representaciones y objetos internos; pero de algunamanera si nosotros –o yo por lo menos– pienso en un psiquis-mo abierto, tampoco pienso el objeto interno como totalmen-te desvinculado del otro exterior que no es –salvo en casos deextrema gravedad– un objeto alucinatorio; no es un persona-je de un sueño.

Yo parto de la base que hay algunos núcleos o contactosdel objeto interno que tienen algo que ver con la realidad deese otro, aunque por supuesto también hay un proceso demetabolización propia de eso que ingresa. Entonces, toman-do estrictamente a una paciente en tratamiento individual, loque no quiere decir, en absoluto que tiene un aparato y unfuncionamiento psíquico aislado, yo la escucho y me permitohacer ciertas preguntas: por ejemplo «¿y qué dijo Darío enesta ocasión?», lo hago entrar a sesión, lo traigo y escuchono como si solamente fuera Darío en boca de Andrea, soportede proyecciones o de introyecciones de ella, ya que no imagi-no un vínculo a pura representación. Pienso que algo de loque me dice tiene que ver con lo que sucede, por eso le pre-gunto en algún momento: «¿él habla así?, ¿él está jugando?,¿es un como que es un juego, o él habla así?». Ella se quedaahí muy sorprendida y dice: «él habla así muchas veces, pasahoras hablando así».

También lo hago entrar a él tratando de descentrarlo deella, como promoviendo otra posible captación del otro: «¿estan así que él no hace nada acá cuando ella se va?», porque aella se le pierde que cuando se va, en su casa suceden muchascosas; por más que él recurra a sus padres, algo debe hacerporque está bastante con la hija…

Intervención femenina no identificada: Cuatro días a lasemana.

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María Rosa Wegier: Sí. Yo traigo la persona de Darío nocomo si estuviera ahí pero como si él tuviera que decir –siestuviera Darío ahí– «che, yo también hago cosas, ¿no seráque no las estás viendo?», argumentando desde otro registromás cercano al principio de realidad.

O cuando ella se queja ahora de que él está muy molesto yno colabora y no comprende, le digo: «bueno, está enojado,es válido que esté enojado, dejémoslo que esté enojado, vostomaste una decisión unilateral… puede estar enojado». Estoes como para decir algo en relación a quién es el paciente,cómo lo pensamos en una perspectiva vincular.

Nora Barenstein: Lo que yo quería decir ya lo dijeron.La pregunta es en qué trabajamos o interpretamos diferen-te cuando trabajamos con pacientes individuales los quetenemos una perspectiva vincular. Para mí ése es el nudode esta cuestión. ¿Cómo pensamos los vínculos? Por ejem-plo esta mujer tiene un vínculo con su hija, tiene un víncu-lo con su madre, tiene un vínculo con su marido, tiene unvínculo con su amante, también tiene un vínculo con su tra-bajo; entonces cómo nosotros pensamos todo eso. ¿De dóndevienen los patterns con los cuales ella aprendió a vincularse?Quizás esa es una manera de definir un poco en lo que traba-jamos diferente, pero sigue siendo un problema.

Marta Nusimovich: ¿Por qué decís que eso es un proble-ma?.. (superpuestos)…

Miguel Spivacow: Vamos a seguir con la lista pero lesvoy a decir lo que pienso de esto. Yo pienso que una parte dela respuesta a lo que pregunta Nora ya la dio María Rosa –yes excelente– la primer enorme diferencia en una perspectivavincular es que el objeto interno es siempre también –ademásde ser un objeto interno– un objeto exterior, real, al que con-sideramos.

La cuestión –y creo que en ese sentido acordaría con Nora–es que esto no agota el problema, sigue habiendo muchosotros problemas en el sentido de preguntas abiertas.

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Mirta Inger: Me quedé pensando en Andrea cuando ellarecrea a la madre que es frágil, que no puede escuchar… ytodo está re-bien, todo normal. Entonces yo me pregunto si laintención de Andrea será construir una familia normal yquedarse tranquila con esa construcción, y por otro ladono poder sostener eso porque están en el aire, están en unaburbuja…

Intervención femenina no identificada: Yo estaba pen-sando que por ahí estamos muy enganchados con un cliché ycon la visión de una mujer y un hombre, una madre y un hijo.Me parece que está como de moda –incluso– esa interpreta-ción, muchas mujeres se quejan de eso, de que su marido estáen posición de hijo.

Y hay que tener cuidado de caer en la trampa porque porahí no es tan así. En este caso en realidad el que se hace cargode la nena –solo o con la ayuda de la familia– es más él queella. En esta viñeta la preocupación acerca de la nena, laempatía con la nena, la empatía con él no aparecen; aparecemás bien una queja de ella como una niña quejándose de quela demandan y no se ve mucho qué es lo que hace, se ve queestá volando. Cuatro días a la semana la nena está con el pa-dre y con la familia del padre. Como madre ella no aparece,por eso estoy de acuerdo con lo que decían que hay mucho deproyección en todo el discurso de ella.

Pablo Horovitz: Voy a hablar brevemente de dos aspec-tos. Uno es el tema de la clínica, de cómo pensamos nosotroscomo analistas vinculares, porque yo dije que trabajamos conla realidad psíquica de la paciente. ¿Ahora qué es la realidadpsíquica de la paciente desde la perspectiva vincular? Yo creoque esto se puede pensar desde el concepto de sujeto múlti-ple, o sea que el sujeto no es solamente el sujeto del incon-ciente a la manera lacaniana sino también el sujeto que tienelas marcas de todos sus vínculos, de todas sus realidades, delos diversos ámbitos en los que circula y nosotros desde laperspectiva vincular también tenemos que considerar esamirada; también la de inconciente como inconciente abiertoy poder trabajar con el tema de ese inconciente… para mí así

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se trabaja con una paciente desde una perspectiva vincularhablando genéricamente.

Otra cosita, en esto de: «Darío era mi vida, lo mimé mu-cho, lo re-atendí y ahora todo se me viene en contra. Yo mequiero ir a la mierda. Por ahora la estoy re-piloteando», hayuna metáfora muy clara de que está re-piloteando como aza-fata, va volándose, se va yendo a la mierda de a poco.

Intervención masculina no identificada: Está saliendocomo un piloto…

Pablo Horovitz: Yo no sé si estas demandas que hace ellade ocuparse de la nena, son demandas reales o son demandasencubridoras de que hay un espacio de la pareja amorosa quequedó vacante.

Y me parece que está claro que ella antes que nazca lanena concebía el amor de pareja como re-cuidarlo, «lo re-mimé», «lo re-atendí»… y bueno, ahora que nació la nenaparece que él quedó, junto con la nena, en ese espacio descui-dado de atención y el espacio del amante, la sexualidad, lapasión no aparecen por lo menos en relación a Darío y ella.

María Rosa Wegier: Se llevan bien también, no es tan así.

Intervención femenina no identificada: María Rosa, eltrabajo de ella, que ella se iba, ¿es anterior, la pareja se armóde esa manera?

María Rosa Wegier: No, ella empieza a trabajar ya casa-da, sin hijos pero casada.

Ema Genijovich: La verdad que me encanta poder escu-char todos los comentarios y más que nada a mí me disparaun montón de preguntas. Pero yo pensaba –si estuviera ahícon ella– cuál es mi experiencia de ella, porque me pareceque en el tema de la distancia de la que ella se queja con lamadre, yo pensaba que de alguna manera ella pareciera quefunciona así en la relación en este momento con eso, cuando

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ella se va cuatro días. Entonces pensaba: en sesión cómotrabajás con esa relación que ella establece con vos y vos conella, en cuanto a si es distante, no es distante, se puede modi-ficar esto para que ella lo pueda llevar afuera, que es unaqueja pero a lo mejor es lo que ella hace. Porque pensaba queel amante puede ser un amante, una botella de alcohol, cual-quier otra cosa… es seguir manteniendo una distancia pru-dencial en la relación que al marido le sirve, no le sirve, no losé, pero me parece que es un tema la distancia en una pareja yla distancia que establecen con uno y cómo uno lo devuelveen la sesión.

Y después desde mi manera yo no puedo trabajar con lapareja porque para mí cuando tengo una pareja, el paciente esla relación primero, entonces por eso estaba pensando que loque ella te cuenta es lo típico –digamos– de una familia acor-deón, que se agranda y se achica, porque ella no está cuatrodías y se hacen cargo de la educación los abuelos que pare-ciera que malcrían a esta nena que tiene berrinches, o sea quelos abuelos ni siquiera trabajan junto con ella y con el mari-do. Y entonces si ella quiere volver e insertarse es lógico quefuncione así.

Son nada más que ideas sueltas, sobre todo para mí la pre-gunta es más el rol del terapeuta y cómo nos incluimos ahí enla conexión, en el trabajo con la paciente.

Carlos: Quería hacer una pregunta, porque por lo que leídel material, ella va haciendo una descripción, una queja, unadescripción… pero no habla de sus demonios cuando –porejemplo– habla de que siente que está atrapada. Como quedescribe mucho al marido, pero no sé si ella en algún mo-mento se implica un poco más en lo que dice.

María Rosa Wegier: Ella tiene un discurso muy huidizosobre ella misma, es difícil agarrarla, incluso las intervencio-nes que en muchos momentos trato de hacer cuando intentopensar ligaduras con la historia infantil son muy difíciles,porque ella no se acuerda de nada; esto que ella dice que undía llegó de la escuela, el padre murió y no sabía… ella tenía

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13 años y no tiene ningún recuerdo, no tiene ningún recuerdodel padre, ni si la madre se deprimió, ni bien por qué enlo-queció el hermano. Cuenta algunas cosas sueltas y realmentetiene una escisión muy grande en su funcionamiento.

Con respecto a la distancia –esto que vos traía Ema– esinteresante porque primero hay entre ellos como desacuerdoscon la distancia y la proximidad; él viene de una familia muyfusional y ella viene de una familia muy distante, entonceshay como líos ahí. Sin embargo en la relación conmigo, en larelación transferencial, es interesante porque ella se sientemuy cuidada por mí; esto fue muy trabajado como posibili-dad de edición de algo nuevo, incluso me ha llamado porteléfono porque estaba muy angustiada en ese momento y meagradece mucho que yo no le hago ninguna cuestión, … por-que nosotros en realidad convenimos sesión por sesión cuán-do nos volvemos a ver porque ella cambia todas las semanaslos días, entonces me parece absolutamente natural convenircada vez cuándo es la próxima; y yo realmente nunca sentíninguna molestia por esto, cosa que ella me lo agradece mu-cho, no siente que tiene que pagarme nada por eso, y éste escomo un lugar donde ella siempre se ha sentido en falta y endeuda.

Con respecto a que ella no está… es cierto, por eso yo ledigo: «¿es tan así que él no se hace cargo de nada?», y tam-bién es cierto que ella cuando viene no hace otra cosa queestar con la nena porque acá no tiene ningún trabajo, enton-ces es una característica bastante extraña la del trabajo por-que es –de algún modo– de todo o nada. Cuando está, estátodo el tiempo y si no, no está, y no está y no está, está lejos.

Gustavo Gewürzmann: A raíz del comentario que hizoMiguel sobre el padre que no pasaba alimentos y sobre eltema de cuál es el paciente, me acordé no de una pareja sinode un paciente que me cuenta que es violento con los hijos,que les pega. Y yo no vacilé en tomar como mi paciente a loshijos, dirigí las intervenciones de la forma más eficiente quepudiera para cambiar eso dejando de lado lo que le pasara alpaciente.

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En lo que sí vacilé fue a cuáles hijos estaba atendiendo, sia los reales o a los relatados, porque el caso fue mejorando, élme empezó a contar que andaba todo mejor, yo traté de lla-mar a la madre de los chicos como para acercarme a los chi-cos reales pero no puede, nunca vino y en definitiva nunca via los chicos y me enteré por lo que él me contó; pero ahí mequedó como una vacilación en cuanto a cuál era mi paciente.

Con respecto a este caso tengo un esbozo, no estoy muyconvencido, pero la sensación que tengo es que el caso estámarcado excesivamente por las lealtades de ambos por susfamilias de origen, que es lo que mostraron de las alianzasinconcientes. Yo siento que ella no quiere tener un segundohijo, como no quiso tener un primero tampoco. O sea, a mípor ahí desde una cuestión machista, que ella salga cuatroveces por semana a mí me generó una cosa… supongo quepor ahí es un prejuicio… (superpuestos).

Ahora del lado de él me pregunto por qué me casaría yo conuna mujer que la mayor parte del tiempo no va a estar, y yo nocreo ahí en un hombre que se hace cargo de la nena gracias a lafamilia que lo ayuda, sino que tira un mensaje de alguna formay el pacto es que él tiene que llevar un hijo más a la familia ypor eso elige a una mujer que le va a permitir hacer esto y quele va a permitir volver a él a su familia de origen.

Miguel Spivacow: Lamentablemente nos quedan cuatrominutos y entonces como siempre vamos a hacer un finalabrupto.

Quiero decirles unas cositas. Hay una discusión aquí entrenosotros de qué sería el psicoanálisis vincular, qué no lo se-ría… Yo personalmente pienso que el psicoanálisis es vincu-lar o no es psicoanálisis, ésa es mi idea, o sea que para mí elpsicoanálisis es uno solo; pero de cualquier manera el pro-blema es enorme, hay un artículo clásico de Wallerstein quese llama «Uno o varios psicoanálisis»,1 porque cuando noso-

1 Wallerstein, R. (1988) One Psychoanalysis or many? Int. J. Psycho-Anal., 69:5-21.

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tros escuchamos materiales clínicos, por ejemplo, de otrosesquemas referenciales no cabe duda de que hay demasiadasdiferencias como para pensar que más allá de las diferenciasestamos de acuerdo.

Entonces ahí hay una pregunta que vamos a tener que se-guir y yo creo que en ese sentido Ema, que tiene una perspec-tiva básicamente sistémica –dentro de los sistémicos tienenlos mismos problemas que nosotros, no es que hay una únicaescuela sistémica– plantea cuestiones que para nosotros sonrigurosamente pertinentes dentro del campo del psicoanáli-sis. Entre paréntesis no lo dije pero es interesante: Ema traba-jó mucho con Salvador Minuchin que es uno de los referen-tes verdaderamente importantes en el mundo en terapia fami-liar y es un sistémico. Pero no importa, quiero ir a esto: ¿unoo varios psicoanálisis? Ahora fíjense lo siguiente, Ema pusoel acento en la problemática de la distancia de esta persona yla refirió a varias cuestiones: una es la distancia que ella tienecon su marido, otra es la distancia que tiene históricamentecon la madre –que se acuerdan que además era una señoraque era maestra de sordos, lo que no es un detalle– pero Ma-ría Rosa lo completa cuando dice que ella también siente esadistancia en el vínculo.

Entonces vamos a decirlo en términos psicoanalíticos, enla problemática de la repetición se puede reenviar lo que seestá repitiendo ahora al momento de constitución del víncu-lo, algo dije yo en esa dirección. Pero Ema fue mucho máspsicoanalítica que yo –y esto no es para pelear provocadora-mente, sino para decir la verdad– ya que lo reenvió a su his-toria infantil. Se los digo porque nosotros podríamos poner-nos muy de acuerdo a nivel teórico pero después tendríamosque ver a nivel clínico qué le decimos que ella pueda enten-der y acá empieza otro problema.

Esa es una cosa que para mí es importantísima. Otra cosaque es importantísima es la discusión que hubo hace un rato–y que se seguirá manteniendo– un poco entre Silvana y Pa-blo respecto de qué es lo que verdaderamente sucede. No sa-bemos lo que sucede con su marido, tampoco sabemos lo que

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sucede en la vida de ella. Me parece que lo que nosotros tene-mos es una herramienta con algunas normativas técnicas des-de la cual procedemos, y que esa herramienta es distinta enlos dispositivos individuales y en los dispositivos de pareja;pero también es muy distinta según la patología del paciente.

Entonces en todo esto va a haber que seguir estas discusio-nes pacientemente y, en última instancia, caso por caso.

Para mí se han discutido cosas muy importantes en estecaso y la verdad que le agradezco mucho a María Rosa por-que ha sido un caso muy bien presentado.

María Rosa Wegier: Yo les agradezco todos los aportes…(aplausos y corte final).

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Comentario de la película«Shame» (sin reservas) *

Gloria Barros de Mendilaharzu **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 139-145

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(*) En una de las reuniones habituales del Espacio pareja durante el año2012 nos propusimos comentar y discutir esta película. Lo consigna-do es una transcripción y elaboración de lo discutido en la reunión.

(**)Licenciada en Psicología, Miembro Activo de AAPPG.E-mail: [email protected]

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Si bien la película «Shame» (sin reservas) está tratada des-de un plano individual, su análisis resulta interesante paraesta publicación porque plantea cuestiones acerca de las nue-vas formas de amor y erotismo, de sexualidad y vínculos.

Para analizar los temas del film e intentando salir de unplanteo binario sano-enfermo, nos preguntamos por los pará-metros psicoanalíticos que nos alejen de los criterios valora-tivos, tan presentes cuando de amor-sexualidad-vínculo setrata. Ésta es nuestra tarea en la clínica y en la teoría, luego detantos años preñados de ideales, como por ejemplo, la conno-tación positiva de la duración y estabilidad de la pareja, valorincorporado que rechaza las nuevas formas de sexualidad obien las hace ingresar rápidamente en lo patológico. Tam-bién, por oposición, podemos idealizar las nuevas formas deamor y pareja.

En esta situación, como en todas, el caso por caso seránuestra guía.

Si nos corremos del discurso moralista, podremos enten-der que hay diferentes formas de estar con otro que incluyenpor ejemplo el sexo virtual.

El matrimonio, con su connotación de «para siempre» yde familia unida, fue una modalidad que resultó funcional enuna época. Si idealizamos esa modalidad, dejamos de lado oconsideramos problemática cualquier otra opción. Los dis-positivos correlativos a esa forma de pensar eran productoresde una subjetividad con mayores restricciones en el plano delo sexual, pero es útil recordar en este punto que «cada épocatiene su peste» y que en la posmodernidad los cambios en losdispositivos generan otras subjetividades, otros problemas.

Avances importantes fueron el matrimonio igualitario y lalegalización del cambio de sexo.

Pero, como plantea Deleuze, cada nueva producción esreterritorializada, y aparecen nuevas líneas de fuga. Igual-mente, es un escalón que permite repensar estas nuevas for-

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mas de la identidad y la sexualidad. Se trata de una aperturagenial, pero sigue siendo binaria ya que sólo hay dos filas:hombres y mujeres. Laplanche (1988) nos alerta sobre el pen-samiento binario, condena humana a partir de la teoría infan-til de la castración, y plantea la posibilidad de que se consi-deren múltiples y diferentes géneros. No es bueno meter lonuevo en los formatos viejos, y alentamos la posibilidad depensar otros nuevos.

El discurso en el que se intentaba juntar amor, deseo, sexua-lidad y, según el ideal del romanticismo, lograr que perdura-ra, es un discurso en crisis. Sabemos que la sexualidad huma-na es perversa, que excede la vida en común y que el erotis-mo no es perdurable.

Con estas puntuaciones intentamos pensar la película.Muchos de los comentarios se proponen como preguntas,como una manera de plantear cuestiones abiertas que podre-mos seguir trabajando.

El protagonista de la película –Brandon– se caracteriza porser un sujeto cuya única manera de estar con otro, es que nosea otro, objetalizarlo. Pero a él no parece perturbarlo estasituación, es egosintónica y sólo se vuelve egodistónica cuan-do intenta armar un vínculo con cierto compromiso, con unamujer que desea una relación que no sea pasajera. En esasituación se vuelve impotente.

Hay múltiples referencias a lo escópico y a lo repetitivoque pueden apuntar a la captura, la adicción. McDougall(1987) refiere estas formas de repetición estereotipada a las«neo-sexualidades», denominación que prefiere a la de per-versiones.

En los viajes en subte mira a las mujeres, intenta tener sexocon todas las que son lindas o bien recurre a las prostitutas.Pero también es cierto que Casanova, por ejemplo hacía lomismo y lo pasaba bien, según el criterio «uno paga para nodeber nada a nadie».

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Si algo de la sexualidad de Brandon llama la atención, re-saltan más su soledad y sufrimiento Pero ¿éste es visible?

Sí parece adecuado pensar que él busca algo y que esabúsqueda se hace desesperada hacia el final de la película.Podemos verlo como un consumidor de sexo, prostitución ypornografía. «El consumo es el nombre que en el capitalismotoma el empuje al goce» (Couso, O., 2005). En el libro Loobsceno en psicoanálisis de pareja se propone «en la porno-grafía no hay visibilidad de un acto que singularice el deseo(…) el lazo erótico implica encuentro y, como tal, la existen-cia de una trama interfantasmática posible que se conviertaen ordenamiento clave para el despliegue del deseo».

A este punto recuerdo un artículo de Marta Gerez Ambertíndonde diferencia varias formas de soledad (incluye tambiénla soledad del fin de análisis), la soledad de la inhibición yculpa conciente; la soledad del síntoma y culpa inconciente yla soledad pulsional y culpa muda. Dice que es ésta la inhabi-table soledad pulsional que desubjetiva y desculpabiliza yque requiere de un trabajo de subjetivización. Se trata de abor-dar al individuo que el Mercado manipuló con sus priorida-des. ¿Será ésta la soledad de Brandon?

Si bien la película se titula «Shame» (vergüenza) tambiénresulta llamativa la ausencia en el protagonista de este afecto,cuando es sorprendido en actitudes y situaciones que supone-mos deberían generarlo. Podemos relacionarlo con su dificul-tad para vincularse, ya que la vergüenza es un afecto que pro-mueve el lazo social. El neologismo creado por Lacan (1992),hontologie, condensación de honte (vergüenza) y ontologie (on-tología) señala que es éste a la vez un afecto primario del suje-to y de la relación con el otro y que la vergüenza es la relaciónética del sujeto con el ser: el suyo y el del otro.

Con la hermana hay un vínculo ambiguo: al inicio de lapelícula no se sabe si es hermana o amante. Mientras él semantiene distante, ella se le va encima, se mete en su casa, ensu cama, en su baño cuando él se masturba, hace un intentode suicidio en su casa.

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Se diría que ella condensa todo el sentimiento que a élparece faltarle. Intenta conmoverlo de todos modos, le ruegaamor, canta New York, New York en tiempo de blues y lograuna lágrima por parte de él.

Si tomamos como un índice el sufrimiento, no sólo habríaque pensar en el propio sino también en el que se inflige aotros ¿Podemos pensar que ella es la portavoz de los senti-mientos y portasíntoma en este vínculo? (Kaës, R., 1995)

Ella hace un comentario sobre la familia, dice que vienende un mal lugar. Según lo propuso Masotta, todos noserotizamos en un mal lugar, porque los destinados a erotizaral infans son prohibidos; paradoja fundante de la sexualidadhumana. En el film hay una mención a algunas situaciones dela infancia o de la vida en familia, hay migración, son irlan-deses, un pueblo sojuzgado.

Hay puntos en que aparece un límite: el anillo de la chicadel subte, el affaire de su hermana con el jefe, que ella llamea Brandon «imbécil», que intente suicidarse, lo cual lo lleva ala destrucción de la computadora y de las revistas pornográ-ficas,

¿Podríamos pensar que se trata de una película con unatrampa? Ya que muestra que él «se rescata» porque sufre. Esalgo al límite pero domesticado, porque aparece un síntomatranquilizador. Paralelamente y en contraposición, notamosque en la actualidad algunos excesos aparecen naturalizadosy valorizados.

Cierro el comentario con un oxímoron: conclusiones paraseguir pensando.

Si un riesgo es la posición moralista, otro es que todo que-de bajo la gran e inespecífica sombrilla de «las nuevas for-mas» de amor y vínculo.

Pensar psicoanalíticamente estos temas requiere examinaramor, deseo, pulsión en cada caso. En este sujeto parece ha-

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ber una carencia de deseo (afánisis), una imposibilidad de«tener una historia».

Al pensar la relación excluyente con las prostitutas ¿siguevigente lo que planteó Freud (1996) en «Sobre la más gene-ralizada degradación de la vida amorosa» ?.... «sólo desarro-lla su potencia plena cuando está frente a un objeto degrada-do». ¿Cuál es el fantasma que subyace a esta conducta?

¿Seguimos pensando con Lacan que «por amor el gocecondesciende al deseo?»

Bibliografía

Actas de las reuniones del espa-cio pareja, año 2012.

Barros de Mendilaharzu, G.; Eksz-tain, M; Inda, N.; Lydynia deMoscona; S.; Makintach, A. Loobsceno en psicoanálisis de pa-reja, Paidós, Bs. As., 2011.

Couso, O. El amor, el deseo y elgoce, Lazo, Bs. As., 2005.

Freud, S. Sobre la más generali-zada degradación de la vidaamorosa, O.C., Tomo 11,Amorrortu, Buenos Aires,1996.

Gerez Ambertín, M. Culpa, res-ponsabilidad y castigo, LetraViva, Bs. As., 2006.

Kaës, R. El grupo y el sujeto delgrupo, Amorrortu. Bs. As.,1995.

Lacan, J. Seminario 17, «El rever-so del psicoanálisis», Ed. Pai-dós, Buenos Aires, 1992.

Laplanche; J. Castración. Simbo-lizaciones. Problemáticas II,Amorrortu, Bs. As., 1988.

McDougall, J. (1987) Teatros dela mente, Tecnipublicaciones,Madrid.

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 147-171

ARTE

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Entre voces

Martha Eksztain *Marta L’Hoste **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 149-154

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(*) Licenciada en Psicología. Miembro Activo AAPPG.E-mail: [email protected]

(**) Licenciada en Psicología. Miembro Activo AAPPG.E-mail: [email protected]

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«Cuando un hombre canta y no puede ele-var su voz, y otro viene y canta con él, otroque sí puede elevar su voz, el primero tam-bién podrá elevar su voz. Ese es el secretodel vínculo entre las almas».

M. Buber

A partir de la formación del Coro de nuestra AAPPG (sunombre es RESONANCIAS) nos preguntamos: ¿qué presenti-fica y qué «toca» la música cuando somos oyentes de unapieza con texto (ópera, poema sinfónico, obra coral)? ¿qué eslo que escuchamos?, ¿qué «toca» en nosotros?

Si tuviésemos que ¿pensar?, mejor dicho sentir la diferen-cia entre la pintura o escultura y la música, deberíamos con-siderar la música como arte del tiempo, y en el tiempo…

Como primera respuesta pensamos que la diferencia entreun cuadro y un fragmento musical es que el cuadro es perci-bido de entrada en una visión sintética e inmediata: el artistaarroja su obra, constituyendo así un antes y un después deella. El fragmento musical en cambio, requiere cada vez deuna puesta en acto; de un desarrollo temporal: ritmo, tempo,fraseo, modulación. Irrepetible y efímero, es mientras trans-curre y en tanto se va construyendo en una sucesión de mo-mentos.

Al mismo tiempo, la música puede operar sin la presenciade su compositor; la partitura no es la obra, es una ausencia,pero es una ausencia que se hace presente cada vez de mane-ra diferente con batutas, intérpretes instrumentales, cantan-tes, oyentes, que harán de la misma obra, otra obra. Ella setransforma así en un devenir en el que un tempo u otro, énfa-sis distintos en fraseos y dinámicas, definirán una pluralidadde trayectos interpretativos posibles.

La música es aire sonoro que hace, nos hace; es una puestaen acto que es un con-vocar. Promueve una transmutaciónque deviene en una fugacidad subjetiva. Y con cierto poderevocador, incitador, que es en tanto per-dura.

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Nos interesa pensar qué tipo de experiencia sensible seproduce con el canto coral.

Creemos que consiste en un hacer colectivo que convocalas voces de cada uno de los coreutas y en ese hacer cada vez,cada voz se presta a una producción singular, que podríamosnombrar como la voz del coro, que no es una suma, no es unaserie, sino una singularidad que sólo en ese medio transindi-vidual puede producirse. Se ha configurado así un modo ex-presivo único.

La voz es, en esta situación, un cuerpo en devenir; un de-venir otro de sí mismo, una experiencia de composición in-édita que se va anudando con las fuerzas del mundo y el otroen el afuera.

Es así como el acontecimiento coral no es suma de vocessingulares, sino que implica un modo de subjetivación en eseotro registro de sensaciones en que adviene la creación artística.

Se potencian conexiones y resonancias en el campo de losensible para poder así reunirnos en otros sitios de experi-mentación con otros-nosotros. El canto coral en su texturasensible, se torna parte de nosotros mismos.

Nos resulta una imagen potente para dar cuenta de algu-nos rasgos de esta experiencia la noción de cuerpo vibrátil deSuely Rolnik (2005), que ligaría nuestro transitar coral con laproducción de sensaciones.

Dice: «La capacidad subcortical nos permite aprehenderel mundo en su condición de fuerzas que nos afectan y se ha-cen presentes en nuestro cuerpo bajo la forma de sensacio-nes»… … …«son formas de aprehensión de la realidad queobedecen a lógicas totalmente distintas e irreductibles de lade la representación...» «es nuestro cuerpo como un todo quetiene este poder de vibración en las fuerzas del mundo»…

Es entonces como las voces con la materialidad de los so-nidos, en la lógica de la sensación, que el pensamiento ex-

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puesto hace texto con el de Deleuze; nos arrastran a un devenirartístico que es sitio privilegiado de experimentación... «no seestá con el mundo, se deviene con el mundo, se deviene contem-plándolo; ¿qué extraños devenires provoca la música a travésde sus paisajes melódicos y sus personajes rítmicos compo-niendo en un ser de sensación lo molecular y lo cósmico, lasestrellas, los átomos y los pájaros?» (Deleuze, G., 1993, p. 171).

Una expresión coral entonces, despierta y crea «un blo-que de sensaciones» que opera a nivel de la sensibilidad, ytrabaja con los atributos del cuerpo que son la percepción y lavivencia. Claro que éstas no dejan de ser representaciones,pero el acto artístico en su modo de expresión se sale de ellasy…. ¿ hacia dónde van?

Hacia un otro estado de variación que el sujeto experimentadejando caer las vivencias representativas y memoriosas ydando paso al afecto y al percepto. Es en este pasaje queadviene la creación artística. En otro nivel de análisis escu-chamos la voz de un director de coro diciendo:

«Por suerte, la gente no trae al coro sólo sus voces. Secompromete, participa activamente y colabora en el sosténdel grupo. Suma sus herramientas, respeta los tiempos ymodos de los demás, y hace un frente común en cada en-cuentro con el público. Todo esto sin perder su propia voz».

Esa frase sigue pareciéndonos hoy un reconocimiento, unavaloración a cada coreuta que, por supuesto, aporta al con-junto mucho más que su voz. Trae su amor por la música, lasganas de cantar, y su capacidad de hacerlo. También su dis-ponibilidad para trabajar en equipo y cierta caída identitariapara que se produzca el encuentro. Y ahí se configura esanueva sensación de afecto y percepto en términos deleuzianos.

Y así el arte hace la vida más deseable…

Algo más: el ideograma chino para la música que se pro-nuncia yueh es el mismo para felicidad que se pronuncia lo.

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154 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 149-154

¿Música y felicidad son lo mismo?

Bibliografía

Chun-Tao Cheng, S., El Tao de lavoz, Gaia Ediciones, Madrid,1993.

Deleuze, G., ¿Qué es la filosofía?,

1993, Editorial Anagrama.Rolnik, S., Micropolitica. Carto-

grafías del deseo, 2005, Edi-torial Tinta Limón.

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 155-161

Comentarios del film:«La Cámara Oscura»

Marta Fontenla *Graciela Molina **Sara Moscona ***

Cristina Rodríguez ****

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(*) Licenciada en Psicología. Ex Miembro Adherente de AAPPG.Egresada del post grado de Pareja y Familia de AAPPG.E-mail: [email protected]

(**) Licenciada en Psicología, Universidad del Salvador. Prof. Supe-rior Psicología, UCA.E-mail: [email protected]

(***) Licenciada en Psicología. Miembro Titular AAPPG; MiembroDidacta de APdeBA.E-mail: [email protected]

(****) Ex Miembro Adherente AAPPG. Egresada postgrado de Pareja yFamilia de AAPPG.E-mail: [email protected]

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Film: «La Cámara Oscura»Año: 2007Directora: María Victoria MenisGuión: Alejandro Fernández Murray y

María Victoria MenisRelato original: Angélica Gorodischer

La historia transcurre en una colonia de inmigrantes judíosen la provincia de Entre Ríos a fines del siglo XIX y principiosdel XX. Esta familia llega en barco a la Argentina huyendo delas atrocidades de la persecución religiosa en Rusia. En elmomento del desembarque, en la explanada del barco, la ma-dre da a luz a una niña, tercera hija del matrimonio, que esrecibida con desilusión y desesperanza por la madre: –¡¡nece-sitaban que fuese varón!! Iban a hacer falta brazos fuertes paratrabajar la tierra–. No actuó así el padre, quien la recibió conafecto y reconocimiento. Esto se pone de manifiesto con ma-yor evidencia en el momento en que la familia realiza los trá-mites migratorios porque es el padre quien cuida de la niña y latiene en sus brazos y es el empleado de migraciones quien su-giere su nombre: «Gertrudis», porque así se llamaba su novia.El nombre es aceptado por ambos padres sin siquiera tener encuenta que dicho nombre no era judío.

Gertrudis es estrábica y es considerada y vista por los de-más como poco agraciada, hasta podría decirse fea. Creció ala sombra de su familia y se convirtió con los años en una«mujer invisible» pero con un mundo interior rico que cons-truyó junto con su padre refugiándose en sus fantasías y en lalectura. Años más tarde se casa y forma una familia. Su mari-do, León Kohen, la elige precisamente por su fealdad, en unintento de asegurarse que no sería engañado como lo fuera ensu primer matrimonio.

Pasan veinte años y llega al pueblo un fotógrafo francés,Jean Baptiste. El esposo de Gertrudis lo contrata para tomarfotos familiares en la casa de campo donde vivían. Será estepersonaje quien descubra la riqueza del mundo interior deGertrudis y su singular belleza quien, a partir de ese momen-to, dejará atrás su invisibilidad permitiéndose «mirarse a sí

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misma» y «mirar» a ese hombre que la libidiniza como mujermarcando un antes y un después. Ambos construyen un en-tramado vincular, sombras mágicas, un film cargado de sim-bolismos y significantes, que conmueve con sus sutilezas, sussilencios y sus personajes, convocando al espectador a des-cubrir una especial trama a modo de producción creativa delvínculo, que alude al tema de la resiliencia: cómo, aun de losvínculos traumáticos y dolorosos, es posible construir herra-mientas y elaborar recursos que permiten dar lugar a la ins-cripción de nuevas marcas.

Gertrudis estaba atrapada, alienada en el seno de una fa-milia donde ocupaba el lugar de objeto –era la fea–, víctimade la falta de reconocimiento y afecto de su madre que sedetenía en ver y mostrar sólo sus defectos.

En una escena del film siendo Gertrudis aún niña, en elmomento de realizar una foto familiar, el padre le pone unacorona de flores en la cabeza y el fotógrafo la ubica en elcentro del grupo. La madre, con un gesto de desaprobación lequita la coronita, la lleva al extremo izquierdo del cuadro fa-miliar y le advierte: «Gertrudis, acordate de bajar la cabezapara no verse el ojito estrábico», la niña agacha la cabeza,mira la punta de sus zapatos y recurre a una enorme y hermo-sa muñeca para tapar íntegramente su propio rostro. Esto cons-tituye la marca fundante de un lugar desvalorizado que seobserva en el transcurrir de la vida de Gertrudis en relacióncon su familia y con sus pares y que se repite en el vínculocon su marido y sus hijos…

Parece que para que todos luzcan, alguien tiene que estaren el lugar rechazado, a la sombra, despreciado, denigrado.Cuando no se quiere ver o profundizar, en la medida quemolesta, duele, toca a la persona, ésta se va haciendo «invisi-ble», poniéndose la protagonista cada vez más de costado,casi fuera de escena, en la periferia y hasta en la periferia dela periferia, desmintiendo lo que siente, lo que ve, porque sesiente atacada. Ve lo que quiere ver y no ve lo que no quierever, naturalizándolo pasará a formar parte de la realidad coti-diana, como el fondo de un cuadro.

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Gertrudis no puede elegir, como recurso defensivo se fuetornando «invisible», sólo le resta cumplir con el mandatofamiliar de formar una familia con un buen partido, para locual los padres acuerdan el matrimonio con el viudo Kohenquien la elige pretendiendo, gracias a la fealdad y aparenteinsignificancia de Gertrudis, asegurarse un vínculo de fideli-dad y estabilidad familiar.

¿Cómo puede Gertrudis salir de este círculo atrapante? Através de las fantasías de un mundo atractivo y diferente, através de alguien que la mire, invistiéndola, donde ella puedadesplegar su femeneidad, un despliegue erótico en un víncu-lo hombre-mujer deseante.

Volviendo al film, es a partir de la llegada del fotógrafo, enel momento de la foto familiar, donde se produce el singularencuentro entre ambos:

Kohen dice a los hijos: – «…tu madre, para variar, no quieresalir en la foto.»

El fotógrafo escucha el comentario, observa a Gertrudisen su jardín –refugio que a ella le permitió armar su mundointerior, un espacio que descubrió y compartió también consu padre cuando era niña– y va en su búsqueda:

–Perdón señora… excúseme… pero… ¿no va a venir us-ted a retratarse…?–– No… gracias señor.–– Si alguien tiene que salir en esta foto… es usted señora.–– Gracias… pero no – responde Gertrudis mirando el sue-lo.– Señora… yo sé muy bien lo que es no querer aparecer enninguna foto.–

A ella los dichos de Jean Baptiste la conmueven, se levan-ta y va en silencio mirándolo y él muy suavemente la ubicajunto a su esposo rodeada de sus hijos. Una vez más agachala cabeza y se esconde detrás del marido. A partir de aquícomienza a entramarse un nuevo vínculo. Construcción vin-

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cular plena de emociones, decires y miradas que los lleva asentir y sentir-se, a interesar e interesar-se recíprocamenteuno en el otro.

Jean Baptiste la halaga, la reconoce, la admira: «¡¡voy ahonrar su cena, voy a disfrutar su cena, qué rico!! Una exqui-sitez…»

La fascinación, el deslumbramiento, la empatía y la se-ducción se ponen de manifiesto en la escena donde él relatacon horror y dolor su historia como corresponsal de guerraen Turquía además de Europa, Asia y África. Gertrudis quedacapturada y cautivada por la sensibilidad de este hombre quela remite a las historias también contadas por su padre, y a lamirada afectiva, franca y transparente de ese padre que ahoraestá puesta en la del fotógrafo. La relación entre Gertrudis yel fotógrafo comienza a desplegarse. La historia se va arman-do con él. Se pone en movimiento la dimensión deseante,relación que se irá complejizando, permitiendo a Gertrudisno sólo la reelaboración de marcas infantiles traumáticas sinotambién la inscripción de nuevas marcas.

En el film, haber sido mirada como mujer por un hombrela erotiza y genera las condiciones de posibilidad para quecircule el deseo en Gertrudis.

El fotógrafo la mira y el espejo le refleja una visión res-pecto al interrogante de quién soy y cómo soy. Esta nuevamirada no sólo apuntala la estructuración del psiquismo sinoque posibilita el advenimiento de «la otra mujer». Una mujerbellamente erótica que la habilita para producir cambios en símisma y cuestionarse el tránsito por su vida acorde a los man-datos e ideales familiares y sociales.

Se produce un juego decisivo en ese particular encuentroen el que Gertrudis por primera vez se siente atraída, deseantey deseada en un vínculo que convoca sus sentidos. Así seproduce entre Gertrudis y Jean Baptiste algo del orden de locreativo. Salen de la cámara oscura a la luz de un encuentroerotizado. Gertrudis sonríe, descubre una imagen nueva de sí

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misma, sale de esa oscuridad, de esa opacidad. El deseo ins-tituye su autoestima adviniendo un sujeto valorizado. ¿Habráencontrado Gertrudis el amor?

Bibliografía

Berenstein, I. , Puget, J., Psicoa-nálisis de la pareja matrimo-nial, Ed. Paidós, 1988(pág.78), Representación cor-poral en el vínculo de pareja.

Fernández Murray, A., co-guio-nista: entrevista personal.

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Juarroz, R. «Décimo cuarta poe-sía vertical», Fragmentos ver-ticales, Ed. Emece, Bs. As.,1997.

Kristeva, J., Historias de Amor,Siglo veintiuno editores,México, 5° edición, 2000.

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Moscona, S. (compiladora) Infi-delidades en la pareja, Lugareditorial, Bs. As.

Nasio, J. D. Los ojos de Laura, Ed.Amorrortu. Bs. As.. 2006.

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 163-171

Viviendo el arte.Una mágica experiencia

Mirta Inger *

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(*) Licenciada en Psicología. Miembro Activo AAPPG.E-mail: [email protected]

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El ser humano según Freud, es un ser social y cultural.«En la vida anímica del individuo, el otro cuenta con total

regularidad… Desde el comienzo mismo el psicólogo indivi-dual es simultáneamente psicólogo social». (Freud, S. 1920-1922).

La obra de Oscar Muñoz está permanentemente interveni-da por la presencia de un otro. Ella nos en-canta con aquellamelodía que dice: «Somos mucho más que dos»…

Cuando se observa la muestra de dicho pintor, se va gene-rando un clima especial de encuentro, entre el artista y el ob-servador. Quizás dicho clima nos remite, a aquel que se vacreando en el vínculo paciente-analista, en un trabajo tera-péutico.

No existe división alguna entre el pintor y el visitante. Entodo caso es el «entre», el que va cobrando mayor protago-nismo. Nos hace pensar y sentir, que es similar al clima quese genera en una clínica vincular.

Oscar Muñoz está íntimamente implicado y afectado en sutarea, y de igual manera lo está el analista.

Desde el primer instante que se ingresa a la muestra delpintor colombiano, se percibe que algo distinto le ocurrirá alobservador.

Y la magia se produce. Su arte sorprende, el espectadordeja de serlo para sumergirse, incluirse y compartir con elartista: «la vida en arte».

En la entrada, la ciudad de Cali aparece en el piso comouna alfombra, siendo la misma una vista aérea encapsuladaen vidrio. Se camina sobre la obra llamada «Ambulatorio».Cada paso añade a la pieza nuevos quiebres, nunca será lamisma, algo de la fragilidad, del permanente cambio, delambular por este mundo, de lo novedoso, comienza apercibirse.

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La ciudad de Cali es «afectada» constantemente por múl-tiples pisadas.

También se piensa el análisis vincular como un encuentroentre dos sujetos con mutua afectación. Ese encuentro, tieneque producir algún sacudimiento de lo que allí estaba vigen-te. (Waisbrot, D., 2010)

Lo infantil no es el único origen del sujeto. En la vincu-laridad un encuentro significativo con el otro, puede llegara constituirse en un origen, e implicar una «novedad»,donde había ausencia de inscripciones previas. (Berens-tein, I., 2007)

Oscar Muñoz utiliza en varias de sus obras elementos fun-damentales como «el agua», «el aire» y «el fuego», que ha-cen referencia a los ciclos y procesos de la vida, la existenciay la muerte. El artista manifiesta en una entrevista: «No veomi proceso como una línea hacia adelante, lo veo como unaserie de rodeos donde todo vuelve, y quizás se parece, perono es igual».

Según Freud, «La producción teatral nunca llega a produ-cir la segunda vez la misma impresión que había dejado laprimera» (Freud, S., 1920).

«Mirar el río hecho de tiempo y aguaY recordar que el tiempo es otro ríoSaber que nos perdemos como el ríoY que los rostros pasan como el agua»…(Borges, J. L., 2005).

Todas las técnicas son válidas para Oscar Muñoz con elfin de expresar: «La temporalidad», «Lo efímero», «La des-integración», «la Memoria».

Él muestra el impacto del tiempo en forma despiadada y ala vez poética. Se presta del dibujo, la fotografía, videos, paralograr su objetivo.

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A la vez el trabajo de análisis implica tiempo, mucho tiem-po, aun «tiempo de ocio en el diván» (Bleichmar, S., 2010),se trata de producir una experiencia de encuentro.

El artista convierte las «fotografías» en «Protografías»,momento anterior o posterior en que la imagen es fijada.Recupera aquel tiempo fluido que la fotografía «congela».Intenta extender indefinidamente el instante, para impedir oproteger su «fijación».

En «Biografías», Oscar Muñoz realiza una biografía deuna persona a partir de una foto. Prolonga el instante, y loconvierte desde la imagen, en polvo sobre agua, hasta unamancha que se va diluyendo en una pileta.

«Cuando en una generación los hechos devienen traumá-ticos y no se logra la ligadura pulsional, la desligadura sedesploma sobre la generación siguiente, que tendrá una exi-gencia de trabajo para saldar esta deuda. Si esto no se logra,el goce se torna mortífero y arrasa las mentes y los cuerposde los sujetos del vínculo». (Gomel, S., Matus, S., 2011)

Justamente Oscar Muñoz en sus «protografías», descon-gela lo que las fotografías intentan fijar. Lo mortífero se dilu-ye y comienza a tomar relevancia no sólo aquello que se «re-presenta», sino lo que se «presenta» como un acontecimientonovedoso. Surge un encuentro entre: «artista-público, ana-lista-paciente».

En «Archivo por contacto», recurre a las fotografías enblanco y negro, tomadas en forma espontánea a los transeún-tes, con las cámaras de los «fotocineros», fotógrafos ambu-lantes. Algunas de dichas fotografías, son proyectadas sobreslas aguas, que corren bajo el puente «Ortiz de Cali».

El fotógrafo de antaño se anima a salir de su cómodo estu-dio fotográfico y se mezcla con la multitud, «cocina» sus fo-tografías en público, se corre de su antiguo «territorio», ycomienza a incluir en su trabajo otros condimentos.

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Kaës trabaja sobre las tópicas «extraterritoriales» del in-conciente y concibe un sujeto cuyo inconciente, en parte, estáestructurado en el vínculo intersubjetivo. Dicho enfoque su-pone la existencia de fronteras psíquicas permeables y difu-sas, oponiéndose a la idea de un psiquismo encapsulado. Lointerno-externo se abre a otras posibilidades. Cobra protago-nismo la banda de Moëbius, circulan otros espacios entre elsujeto y sus vínculos, otros flujos, otras tramas. (Gomel, S.,Matus, S., 2011)

Este gran artista se anima, nada retiene, y todo comparte.Sus obras fluyen como los ríos, y se escapan por los airescomo alientos.

«El cuerpo puede volverse hablante, pensante, soñante,imaginante. Todo el tiempo siente algo. Siente todo lo que escorporal. Siente las pieles, las piedras, los metales, las hier-bas, las aguas y las llamas. No para de sentir….

Sin embargo, la que siente es el alma. Y el alma siente, enprimer lugar, el cuerpo. De todas partes ella siente que él lacontiene y la retiene. Si el cuerpo no las retuviera, se escapa-ría en forma de palabras vaporosas que se perderían en elcielo». (Nancy, Jean-Luc, 2011)

Oscar Muñoz siente corporalmente con sus obras, siente elalma, y esto resuena indefectiblemente en nuestras propiasalmas.

«…Bien puede ser que nuestra vida brevesea un reflejo fugaz de lo divino.La tarde elemental ronda la casa.La de ayer, la de hoy, la que no pasa».(Borges, J. L.)

En la obra «Aliento», Oscar Muñoz alienta al participantea respirar sobre espejos circulares vacíos. El aire de la respi-ración ejerce el efecto de hacer desaparecer la propia ima-gen, y ser reemplazada por otra serigrafía impresa, que cobravida gracias al soplo del observador.

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«El reflejo de tu cara ya es otro en el espejoy el día es un dudoso laberinto…Incesantemente la rosa se convierte en otra rosa.Eres nube, eres mar, eres olvido.Eres también aquello que has perdido»…(Borges, J. L.)

Oscar Muñoz dibuja con fuego. En su obra «Intérvalos»utiliza el cigarrillo para realizar su creación. La bocanada dehumo aviva el fuego para dibujar, pero a la vez agrega muerteal cuerpo que la aspira.

Nuevamente la vida y la muerte se entrelazan, y danzan alcompás de la misma melodía.

Imágenes de cuerpos que se escurren en las superficiesplásticas de las «cortinas de baño», así es como denomina elartista dicha obra. Cinco cuerpos que dan la sensación demoverse por estar dispuestos secuencialmente. Todo está re-lacionado con la atmósfera de la ciudad de Cali. El aire secarga de humedad, se afecta la visibilidad. Según OscarMuñoz: «Hay una hora del día en la ciudad de Cali que laspersonas parecerían desmoronarse».

En muchos momentos de un proceso analítico, se vivenciajunto a los pacientes, cierto «desmoronamiento». Algo de la«repetición» se vuelve a instalar cómodamente en el consul-torio, y hace obstáculo. La atmósfera se torna densa, obstacu-liza la visibilidad. Quizás es esa la oportunidad, de poder es-cuchar la voz del escritor René Char que dice: «Un poetadebe dejar trazas de su paso, no pruebas. Sólo las trazas ha-cen soñar»… (Nasio, J.)

Y surge la mágica pregunta: «¿Ha soñado últimamente?...»Es probable que algo se abra ahí, y algunas trazas y huellasdibujen nuevos caminos.

El artista colombiano comenta: «La mayoría de mis seriesse relacionan con materiales pulverizados como el carbón, elazúcar, la arena. Nunca tengo en claro cómo van a funcionar

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las cosas, a dónde me llevarán, a medida que voy haciendo,las voy tratando de comprender…».

En repetidas ocasiones, el paciente sorprende al analista, yel analista se sorprende a sí mismo por determinadas inter-venciones. Se pone en juego esto que dice el artista: «a medi-da que voy haciendo voy tratando de comprender».

«El trabajo analítico es un proceso creador y esos sujetosllevan en ellos mismos todos los elementos para crear su ana-lista y su aventura psicoanalítica. Cuando se internan en unpsicoanálisis, si nada se crea, tal vez sea porque nosotros nohemos sabido oír su llamado» (McDougall, J., 1990).

«Ningún analista conducirá a sus analizandos más lejosque quien ha desarrollado por sí mismo la capacidad de cues-tionarse». (Freud, S., 1910)

La física moderna reconoce, que no es posible estudiar elmundo como una existencia separada del conocimiento, sinocomo un mundo dado por medio de las «experiencias» reali-zadas para conocerlo. Se debe renunciar a la noción de unmundo exterior independiente, y a una mirada que puede abar-carlo completamente. (Gomel, S., Matus, S., 2011)

Oscar Muñoz crea «con» su daltonismo. Dicha condiciónno lo determina ni lo detiene en su «hacer». Su mirada esotra. «Experimenta» un mundo distinto al de los colores ha-bituales. Pinta en blanco negro, y con toda la variedad degrises. Sus posibilidades son infinitas. El ambula con sus crea-ciones, e instalaciones, sin rumbo fijo. El artista invita a com-partir aquellos «instantes» que no son aprehensibles.

Todo fluye, como la vida misma. Lo esencial tiene su pre-sencia y protagonismo: aire, fuego, agua.

Cada analista pinta con su estilo, su disponibilidad, y sucreatividad. Para que él no quede pintado, es importante quegenere junto a su paciente, un clima de afecto, confianza yesperanza por el por-venir.

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Cuerpos, mentes, almas que se desmoronan… Muchos «pa-cientes se aferran a la esperanza de que en algún lugar de suinterior existe un universo escondido, una mente inconcien-te, otra manera de pensar y sentir acerca de ellos y de losotros. Aun cuando el paciente no lo crea sabe que su analistalo cree, y se aferra a esa mínima fuente de esperanza». (Mc-Dougall, J., 1990)

Alientos, cuerpos que se desmoronan y desvanecen, peroa la vez resurgen con una pregunta, y una promesa, ambasextraídas de un poema de J. L. Borges: «Dormías, te despier-to. La gran mañana depara la ilusión de un principio»…

Oscar Muñoz pinta un gran arco iris con los colores delalma.

Y nosotros también, como analistas, pintamos junto a él.

Bibliografía

Berenstein, I., Del ser al hacer, Pai-dós, Bs. As, 2007.

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 173-184

INSTITUTO DEPSICOANÁLISIS DE LAS

CONFIGURACIONESVINCULARES

MONOGRAFÍAS DE ALUMNOS

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«Un CrecimientoImpredecible»

Mariano Brunelli *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 175-184

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(*) Alumno del Instituto de Psicoanálisis de las Configuraciones Vincula-res. Monografía realizada en 2013 para la materia «Producción deSubjetividad en el Psicoanálisis Vincular», cuyos docentes a cargo son:Lic. Norberto Inda, Lic. Clara Sztein y Lic. Adriana Zadunaisky.E-mail: [email protected]

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A medida que fue transcurriendo mi cursada del posgradoIPCV fui agregando a mi clínica (que se basaba casi exclusi-vamente en las obras de Freud y Winnicott) herramientas depsicoanálisis vincular.

La dimensión constituyente de la subjetividad en el víncu-lo me resultó enormemente esperanzadora ya que la nociónde marcas o huellas con las que venía trabajando se parecía,muchas veces, a las de un destino inevitable y mortificante.

El concepto de zona transicional (o del jugar) me aportóaire fresco en tanto lo fui relacionando siempre con un espa-cio de experiencias que podía dejar sus marcas y favorecerenormemente la capacidad de desarrollo o de maduración deuna persona, tanto niña como adulta.

Sin embargo, pensar en términos de vínculo como un es-pacio donde ciertas marcas pueden irse modificando, atenuan-do, y otras tantas pueden ir trazándose, me resultó novedosoy, nuevamente, esperanzador.

A partir de recortes de un caso propio voy a intentar darcuenta de una puesta en práctica de algunas herramientas clí-nicas aprehendidas en la materia «Producción de subjetivi-dad».

«Un duelo congelado…»

Quique consulta poco antes de cumplir los 20 años. Ac-tualmente lleva dos años de tratamiento.

Vive en Puerto Madero.Estudia Ciencias Políticas en una universidad privada.Su papá murió de cáncer de piel cuando él tenía 8 años.Su mamá dirige y es dueña de una gran empresa familiar.

Hizo terapia «con idas y vueltas» de los 11 a los 18 años.Como experiencia de aquella terapia lo que primero recuerdaes que él quería ir a la UBA para poder militar pero su mamáno estaba de acuerdo, y que entonces su psicólogo le había

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dicho que «la UBA no era mala». Pero que de todos modosterminó anotándose en una universidad privada. «Perdí esapulseada con mamá». Y agrega «A mí me sirvió mucho laterapia. Pero dejé porque ya se había cumplido un ciclo».

Consulta conmigo porque anda desganado y repitió de añoen la facultad por bajo promedio.

Sufre cuando se siente «ninguneado» (en una cena fami-liar o en una discusión con algún profesor).

Cuenta que no quiere trabajar en la fábrica de la mamápero que su mamá insiste.

De su mamá dice que «es un camión… un toro… tienemucha potencia… se hizo cargo de todo cuando papá mu-rió… El mismo día que papá murió, ya a la noche nos estabaamasando fideos para que estemos todos bien…»

«La verdad que de ella no se puede decir nada. Se la rebancó… Da todo por sus hijos».

Quique dice «No hay un sólo día en que yo no piense enmi viejo» y llora. Esta escena se repite en varias ocasiones.Lleva un tatuaje en el tobillo con la fecha de nacimiento delpapá, «me tatué su fecha de cumpleaños».

Se reconoce con un humor «ácido», especialmente con elnovio de su mamá, un ex amigo de su papá.

Dice que suele aburrirse. Incluso con sus amigos y novia.Se ríe y dice «qué embole que seamos humanos. Somos unaespecie que siente. No conviene».

«Una necesidad de libertad…»

Estas frases son todas del primer año de tratamiento. Enaquel entonces yo siempre pensaba en cómo ayudarlo a hacerun duelo que consideraba no hecho o no terminado, recuerdohaber escrito en su historial «duelo congelado». Y agregado

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«La mamá tomó el lugar de la mamá y del papá». Entendíaque Quique era el encargado de mantener vivo al padre, yque por lo tanto, Quique no vivía, su vida posible no existía,transcurría en un estar resignado.

¿Cómo ayudar a descongelar un duelo? ¿Cómo ayudarlo avivir, a salir de la resignación?

Pero fui notando, con el correr de la cursada, que tambiényo estaba un poco resignado.

Y esta posibilidad de pensar que yo también estaba resig-nado me surgió recién cuando pude ir pensando mi clínicacon herramientas del psicoanálisis vincular. En «compañía»,siendo habitado por mis experiencias junto a mis profesoresy compañeros iba pensando «no es que dos sujetos se vincu-lan, el vínculo produce dos sujetos». Y seguidamente «¿quécosas pensamos como natural?». No sólo qué cosas piensami paciente como natural, también qué cosas pienso yo comonatural.

Y entonces fueron apareciendo otros observables en nues-tros encuentros en el consultorio. En la tensión subjetividadinstituída-producción subjetivante noté que Quique solíamostrarse como una persona dispuesta a «comprar» discur-sos totalizantes. Un día, por ejemplo, llegó y me explicó lasituación política en Medio Oriente. «A la Facultad vino untipo que es muy capo, no me acuerdo el nombre. Explicó queIrán ya tiene “la bomba” y que para evitar un conflicto hayque hacer un ataque arrasador con bombas y misiles en dis-tintos puntos… Y que eso no es una guerra. Es otra cosa…No me acuerdo bien. Pero no es una guerra… Lo explicó conhechos, no con ideología, con el teorema de Nash. Porqueademás de Irán está el tema de ese país vecino que son terro-ristas… ¿Cómo se llama? ¿Pakistán?». Si bien pensé en quedebía confrontar con cuidado para no perder mi posición neu-tral con mi paciente (es decir de no interceder con mi propiaideología política, no sumarme yo también a esa violenciaejercida desde la Facultad) creí necesaria una intervención.

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Yo ya venía pensando en que más allá del «duelo congela-do» de Quique y del estrago materno, podía haber otra cosa.

Podía haber otra cosa, y esa otra cosa podía no estar másallá sino más acá:

1- Había una necesidad de libertad.2- Había la novedad en mi clínica de pensar que la tarea sub-

jetiva es constituirse.3- Y que esta nueva dimensión de mi clínica nos podía

sacar a los dos de la resignación.

«El objetivo es la creación de libertad. Sin duda, el objeti-vo hoy no es descubrir, sino rechazar lo que somos» (Foucault,Morey, 1990, pág. 24). «En una sociedad como la nuestra yen un momento histórico como el presente, el ejercicio detratar de pensar de otro modo está bien lejos de ser un merodeporte intelectual, antes al contrario, es la condición de po-sibilidad misma para la creación de libertad» (Foucault,Morey, 1990, pág. 30). Entiendo que esta cita es absoluta-mente válida para denunciar una microfísica del poder ejer-ciendo en Quique, pero también otra microfísica del poderejerciendo en mí. Quique «sabía» que un ataque con bombasy misiles no era una guerra. Yo «sabía» que con Quique debíatrabajar un duelo congelado. Es decir, aquello que yo ya «sa-bía» guiaba y obstaculizaba mi trabajo.

Y eso que yo «sabía» no daba mucho lugar a la ilusión. Elsentimiento de futilidad que yo podía perfectamente señalaren Quique, de a poco también fui pudiendo señalarlo en mitrabajo con él.

Recordé una frase de Winnicott (de otra materia del mis-mo curso, de «Herramientas para intervenir») que fui convir-tiendo en algo así como un consejo: «Confío en que despuésde un amplio examen de mis casos, el único rasgo fijo que seobserve sea la libertad con que usé mi conocimiento y expe-riencia para atender la necesidad de cada paciente particular»(Winnicott, 1965, pág. 49).

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Tal vez entonces, debía olvidar la muerte del padre comoun hecho traumático y la necesidad de ayudarlo a hacer eseduelo, para así descongelar el tratamiento. Quizás ese duelohasta podía haber estado sobretrabajado en su análisis ante-rior…

En cambio, su capacidad para la producción subjetivantesí parecía estar congelada. Tal vez era momento de escuchara Deleuze: «Pensamos demasiado en términos de historia, per-sonal o universal (…) Porvenir y pasado no tienen muchosentido, lo que cuenta es el devenir-presente: la geografía yno la historia, el medio y no el principio ni el final» (Deleuze,1977, pág. 29). «Véase si no el estructuralismo: un sistemade puntos y de posiciones que, en lugar de proceder por cre-cimientos y estallidos, actúa por grandes cortes llamados sig-nificantes, y que obstruye las líneas de fuga en lugar de con-tinuarlas, de trazarlas, de prolongarlas en el campo social».(Deleuze, 1977, pág. 46).

Decidí entonces que era conveniente confrontar a Quiquecon aquello que él había aprendido en la clase del «profesormuy capo en Medio Oriente», a sabiendas de que esto lo po-día angustiar mucho. Le propuse pensar la diferencia entrehechos e interpretaciones: «La bomba atómica se tiró enHiroshima y en Nagasaki», le dije. «Eso sí es un hecho. Aho-ra si esas bombas eran necesarias para terminar la guerra o sifue un exceso, una muestra de poder de EEUU, son interpre-taciones basadas en ideologías, no son hechos. Que Palestinasea definido como un país de terroristas no es un hecho, esuna interpretación basada en una ideología. Distintas ideolo-gías estuvieron y van a estar atravesándote siempre. Vos es-tás estudiando Ciencias Políticas, es muy importante que pue-das ir construyendo una ideología propia».

Quique sintió mucha angustia y vergüenza (él había llega-do a sesión explicando, no sin arrogancia, «la verdad» deMedio Oriente) y estuvo a punto de llorar varias veces. Estohizo que yo llegara a dudar de la pertinencia de mi interven-ción y no me sorprendí cuando a la sesión siguiente recibí unmensaje de texto en el que Quique me comunicaba que no

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venía por falta de tiempo y que tampoco podía recuperar lasesión en la semana. Lo llamé y charlamos amistosamente unrato (seguramente debimos haber hablado de rugby).

En sesiones anteriores yo ya había comenzado a trabajarcuestiones que no estuvieran ligadas a su duelo. Por ejemplo,él ya me había comentado sus ganas de volver a jugar al rug-by y yo lo venía alentando firmemente a hacerlo. «Aquí, unaneutralidad demasiado rígida, una no intervención del tera-peuta podría resultar negativa: puede ser necesario cazar laocasión al vuelo, consentir, asumir el riesgo de equivocarse,probar suerte (…) Tratar el acontecimiento como portadoreventual de una nueva constelación de Universos de referen-cia. Esta es la razón por la que opto a favor de intervencionespragmáticas orientadas a la construcción de la subjetividad, ala producción de campos de virtualidad no meramente pola-rizados por una herramienta simbólica centrada en la infan-cia». (Guattari, 1992, pág. 31)

Creo que esta secuencia va delineando cierto modo de irtrabajando mi clínica, una clínica que no desecha nocionesaprendidas como holding pero que le agrega la idea de víncu-lo. Es desde el vínculo que Quique consigue un apuntala-miento que lo lleva a volver a las canchas, a ese espacio librede los discursos totalizantes de su mamá, de su Facultad, desu ex colegio. «Las personas siempre piensan en un devenirmayoritario (cuando sea grande, cuando tenga el poder...)cuando en realidad el verdadero problema es el de un devenirminoritario» (Deleuze, 1977, pág. 9).

Algo de eso fue sucediendo en Quique. Algo que le fuepermitiendo des-cubrir nuevos recuerdos y hacer nuevas co-nexiones. «Estuve en la reunión del PRO que te había conta-do… para tener un lugar donde militar... Pero cuando les pre-gunté por la ideología que los sostenía me contestaron queellos no tenían ideología, que su ideología es hacer las cosasbien… Me parece que confunden ideología con gestión…».

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«Una experiencia viva…»

«Nuestro paciente es el sujeto del vínculo, en tanto tal, yen ocasión del vínculo en el contexto de un encuadre psicoa-nalítico que define un campo contratransfero-transferencial.En éste el despliegue de las relaciones objetales de sus prota-gonistas, su entretejido transferencial, su función organiza-dora del campo vincular, generan productos nuevos, creansustancia psíquica y producen sentido allí donde hubo, hastaese momento, malentendidos y desencuentros. La función delanalista vincular es mantener activo ese trabajo de elabora-ción, actuando como un catalizador que permite y sostiene eltrabajo del preconciente en el contexto vincular». (Bernard,2001, pág. 41)

Alguna vez el Lic. Jorge Rodríguez me contó que MasudKhan habla de un «crecimiento impredecible» que cuando lesucede a un paciente lo llamamos cura. Y se preguntaba: losllamados analistas ¿no tienen la posibilidad de pasar por uncrecimiento impredecible equivalente? Era, por supuesto, unapregunta retórica. «El psicoanálisis no es un sistema especu-lativo, se trata de una experiencia viva». (Rodríguez, 2003,pág. 132)

En mi experiencia de trabajo con Quique, al mismo tiem-po que se iba produciendo un movimiento en él de redescu-brimiento de espacios de juego, de deconstrucción de prácti-cas y discursos, se fue dando en mí un movimiento similar,«una evolución a-paralela de dos seres que no tienen nadaque ver el uno con el otro» (Deleuze, 1977, pág. 7).

Para concluir, creo que la siguiente cita de Guattari ilustrabien mi experiencia por la cursada de la materia: «El proble-ma ya no es saber si el Inconciente freudiano o el Inconcientelacaniano aportan una respuesta científica a los problemas dela psique. Estos modelos sólo serán considerados en su ca-rácter de producción de subjetividad» (Guattari, 1992, pág.22).

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184 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 174-184

Bibliografía

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Deleuze, G. (1977) Una entrevis-ta ¿Qué es? ¿Para qué sirve?,Diálogos, Valencia, Artes Grá-ficas Soler, Edición 1980.

Foucault, M. Introducción deMiguel Morey, Tecnologíasdel Yo y Otros Afines (1990),Buenos Aires, Paidós. Prime-ra Edición.

Guattari, F. (1992) Acerca de laProducción de Subjetividad,Caosmosis, Buenos Aires,Manantial, Primera Edición.

Rodríguez, J. (2003) Crepúsculoy Sueño, Entresesiones, Bue-nos Aires, Letra Viva. 2da Edi-ción.

Winnicott, D. (1965) El Valor dela Consulta Terapéutica, Ex-ploraciones psicoanalíticas II,Buenos Aires, Paidós. Ediciónaño 2009.

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 185-227

II CONGRESODE PSICOANÁLISIS

DE LAS CONFIGURACIONESVINCULARES

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Discurso Apertura

Silvia Gomel *

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 187-191

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(*) Licenciada en Psicología. Licenciada en Sociología. Miembro Titularde AAPPG.E-mail: [email protected]

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189Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 187-191

Buenas tardes. Estoy muy contenta de que hoy nos reuna-mos para comenzar a trabajar en este III Congreso de las Con-figuraciones Vinculares.

El título de este evento es «Interrogando experiencias».Podemos descubrir aquí dos aristas de la palabra experiencia.Por una parte, quisimos abrir nuestro temario para poder al-bergar el accionar múltiple y valioso que se desarrolla en tor-no a lo vincular rompiendo el estrecho molde del trabajo enel consultorio y desbordando la idea tradicional de clínicapsicoanalítica. Estamos aquí frente a los quehaceres, a lasprácticas, y a la posibilidad de su transmisión. Por cierto, nopodemos soslayar una pregunta: ¿se puede transmitir una ex-periencia? Creo que vale recordar que aquello que se trans-mite es lo que se recuerda, lo que queda en nosotros y no laexperiencia misma.

Cada vez más, la aproximación a las problemáticas másheterogéneas, las crisis, las situaciones anudadas a la conflic-tividad social, la bioética y otras, permiten ser reflexionadastambién a la luz de lo vincular más allá de los dispositivosutilizados. Subrayo la palabra «también» para enfatizar lanecesaria intrincación entre diferentes disciplinas al acercar-nos a los hechos que se nos presentan, tirando por la borda lavanidad del enfoque único. Descreo de la idea de un psicoa-nálisis que posibilite, en soledad, abarcar las múltiples face-tas de lo humano.

A lo largo del Congreso, muchas de las experiencias quese transmitirán aparecen armadas con una mezcla potente deconocimientos y creatividad, esa creatividad ligada a la es-pontaneidad que encuentra, sin buscar, caminos transgreso-res de lo ya sabido.

Una segunda faceta de la experiencia se halla ligada a aque-llo que tiene la posibilidad de afectarnos como sujetos. Esaquí donde Benjamin acuñó la expresión «fin de la experien-cia» para describir nuestra época. La alienación en lo cotidia-no puede llevar al vaciamiento de la experiencia, fragmenta-da en una agenda que encuadra subjetividades empobreci-

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190 Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 187-191

das. Así, para efectuar la destrucción de la experiencia no senecesita obligadamente de una catástrofe, sino que para ellobasta perfectamente con la pacífica existencia diaria.

Cuando imaginamos este encuentro, nos interrogamos acer-ca de cuál sería el mejor camino para crear las condicionesfértiles en las que algo relativo a la creatividad, a la esponta-neidad pudiera suceder, teniendo en cuenta que experienciaes siempre experienciar, algo que se va haciendo, que no cie-rra. Como la vida. Y en nuestro campo, se trata de lo singular,lo particular, lo que se ensambla dentro de una situación pun-tual, a partir de los quehaceres y de las vicisitudes y particu-laridades epocales. Se trata de la posibilidad de que algo nospase, o nos acontezca, o nos llegue. No de lo que pasa, lo queacontece, o llega. En esa dirección convocamos a conversary no a dictar clases magistrales; a transmitir y no a convencerde las bondades de una postura teórica, a dialogar entre auto-res, en fin, a poder crear un espacio de juego.

Así fueron pensados los ejes que se discutirán a lo largo detres jornadas: Nuevos paradigmas e ideales sociales, trans-formaciones en la vincularidad, la escena violenta, Desbor-des o bordes diferentes, cuestiones alrededor del Nacer/morirhoy, Interrogantes éticos en torno a las diferentes ideas sobresalud mental. Cada uno de estos ejes se abre a su vez en unabanico de cuestiones que consideramos de interés para nues-tra práctica.

Para intentar esta aventura se requiere, citando a Larrosa,«pararse a pensar, pararse a mirar, pararse a escuchar, pensarmás despacio, mirar más despacio y escuchar más despacio,pararse a sentir, sentir más despacio, …suspender el juicio,abrir los ojos y los oídos, charlar sobre lo que nos pasa, escu-char a los demás, cultivar el arte del encuentro…»

Tenemos la expectativa de que lo que aquí suceda entrenosotros nos afecte de algún modo, nos deje alguna marca,produzca algún efecto. Para eso necesitamos adueñarnos denuestra sensibilidad, de nuestra receptividad, estar disponi-bles a exponernos. Una disponibilidad emparentada con la

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pasión y con el juego. En la orilla opuesta acecha el acata-miento a las teorías, a los discursos, a los nombres consagra-dos, a lo ya sabido.

Un tema que recorrerá ciertamente el Congreso refiere a loepocal que en sucesivas bifurcaciones llueve en preguntas.¿Pensamos la tecnología como enemiga de la posibilidad dehacer experiencias? ¿Existe un empobrecimiento generaliza-do en la capacidad creativa? En este punto, es preciso sercuidadosos, transitar el angosto camino que nos impida des-lizarnos ya sea hacia un elogio banal de lo nuevo, tan sólopor ser nuevo, o en su otro declive, nos impulse hacia unpensamiento apocalíptico que huele a nostalgia de nuestropropio pasado. El interrogante sería si las nuevas condicio-nes de constitución de la subjetividad que suponen los avan-ces tecnológicos implican necesariamente un empobrecimien-to o pérdida de la creatividad, o quizá abren asimismo a mo-dalidades novedosas que toma el experienciar en estas nue-vas subjetividades y nos encuentran a veces huérfanos deherramientas para poder escucharlas.

Y aún más, ¿puede pensarse la experiencia por fuera delos vínculos? ¿Es el vínculo productor de experiencia? ¿Laexperiencia se comparte? Cuestiones que nos enfrentan aldelicado enlace entre lo singular y lo plural, y donde el psi-coanálisis vincular tiene mucho que aportar a otras ramas delconocimiento.

Tenemos frente a nosotros un estimulante horizonte de tra-bajo y la ocasión de poner a prueba nuestra creatividad. ParaWinnicott la experiencia se encuentra íntimamente ligada ala creatividad, y ésta a su vez corresponde a la condición deestar vivo. Y hablando de lo creativo, de lo sorprendente, losinvitamos a sorprenderlos/nos luego de la mesa de cierre deldía sábado a partir de una intervención performática.

Para concluir: si la creatividad habilita al individuo a sen-tir que la vida vale la pena vivirse, es nuestro anhelo que alfinalizar este encuentro todos podamos sentir que vivirlo va-lió la pena. Muchas gracias.

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 193-202

Una «performance»de la paridad

Susana Matus *

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(*) Licenciada en Psicología. Miembro Titular de AAPPG.Secretaria Científica del III Congreso de Psicoanálisis de las Configu-raciones Vinculares: «Interrogando Experiencias», Buenos Aires, 1, 2y 3 de noviembre de 2012.E-mail: [email protected]

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Introducción

El III Congreso de Psicoanálisis de las ConfiguracionesVinculares: «Interrogando Experiencias», fue realizado porla AAPPG, en Buenos Aires, durante los días 1, 2 y 3 de no-viembre de 2012.

En esta oportunidad, fueron convocados colegas de distintoslugares del país y de Latinoamérica con una consigna: participarde los diferentes Espacios de Conversación en torno a seis ejestemáticos: 1) Nacer/morir hoy: interrogantes éticos, 2) Desbor-des o bordes diferentes en la cultura actual, 3) Modos de la vio-lencia, 4) Ideales sociales y nuevos paradigmas, 5) Transforma-ciones del lazo social, 6) Salud Mental: políticas y estrategias.

Una de las características fundamentales de la dinámicadel Congreso fue promover un intercambio donde estuvierandesdibujados los lugares expositor / público, promoviendo lacharla en lugar de la lectura de trabajos. Para ello, los coordi-nadores trabajaron durante bastante tiempo antes de la pre-sentación con los panelistas buscando que éstos se conocie-ran y tuvieran un tiempo de experiencia compartida. Éste asu vez, fue el puntapié inicial para que los concurrentes alCongreso pudieran incluirse en el intercambio desde un lu-gar de mayor compromiso personal.

Al mismo tiempo y teniendo como marco de referencia laidea de «performance», cada una de las mesas contó con laparticipación de un profesional de la rama audiovisual quiena partir de su escucha realizaba distintas acciones que se pro-yectaban en un telón en blanco, en una suerte de trabajo artís-tico que intentaba promover la asociación de ideas y de sen-saciones en todos los participantes.

Finalmente, el cierre del evento fue realizado por un grupode actores que irrumpió entre el público creando el descon-cierto por sus preguntas a los panelistas de la última mesa, asícomo desatando un toque de humor entre los concurrentes, alintentar hacer una «síntesis imposible» con la Secretaria Cien-tífica del Congreso.

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Este congreso, al igual que el programa televisivo «Gra-duados» –que tuvo tanto éxito de audiencia durante el año2012– podrían ser pensados como ejemplos de situacionesperformáticas con una característica: la de estar atravesadasfundamentalmente por vínculos entre pares.

«Graduados», una performance televisiva 1

Asistimos en la actualidad, permanentemente, a situacio-nes donde la violencia, el vacío, la crueldad o la banaliza-ción, son moneda corriente.

Si pensamos que el cachorro humano nace en situación dedesamparo y necesita del prójimo para velar esta indefen-sión, podemos observar que estas situaciones reproducen di-cho desamparo, dejando al descubierto dimensiones vincula-res en las que el otro aparece más como ajeno que como se-mejante y/o diferente.

Sin embargo, nuestra subjetividad sobrevive, y siempreencontramos herramientas que nos aportan una cuota de es-peranza y creatividad; especialmente aquellas relacionadascon los vínculos entre pares, que en última instancia, son losque mejor nos acompañan en los distintos momentos de lavida.

El imaginario social, en su movimiento instituyente, creanuevos relatos que dan cuenta de las transformaciones socia-les y los caminos por los que éstas circulan. Desde esta pers-pectiva, tanto las cuestiones artísticas como los medios decomunicación, nos acercan escenarios donde resuenan estasproblemáticas subjetivas, vinculares y sociales.

Un ejemplo de ello fue, a mi entender, el impacto mediáti-co que ha tenido en los últimos meses del 2012, la tira diaria

1 Una primera versión fue publicada en Página 12, jueves 11 de octubrede 2012.

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197Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 193-202

«Graduados», en la cual sus personajes centrales eran un grupode amigos, ex compañeros del colegio secundario, que vuel-ven a encontrarse veinte años después de su graduación.

«Graduados» es una historia «entre amigos», una historiapensada para hacer eco en un imaginario donde la horizonta-lidad de los vínculos es la privilegiada para poner un velo aldesamparo existencial.

Vero, Andy y Tuca (Julieta Ortega, Daniel Hendler, MexUrtizberea) protagonistas centrales, son aquellos capaces dearmar y desarmar un pacto autoorganizadamente construido;un pacto que va y viene de la resistencia al consumismo, a suinevitable sumisión; un pacto donde pareciera ser más confiableel amor entre amigos, que el amor parental o el de pareja.

Loly y Vicky (Nancy Dupláa, Paola Barrientos), dos másque amigas, casi hermanas, que junto con Guille (Juan GilNavarro), el amigo gay, arman otro trío, en el cual el deseo yel acompañamiento en las funciones parentales, aparece comola ligadura casi obvia entre ellos.

Patricia, Pablo y Augusto (Isabel Macedo, Luciano Cáceres,Marco Antonio Caponi), constituyen el tercer grupo de paresde la tira; unidos por el desenfreno de la trampa y la mentira,pero entre los que la ilusión también circula, y en los que, pormomentos, sobre todo entre los hermanos Pablo y Augusto,la solidaridad surge como un valor.

Y no olvidemos a Dana, Elías y Clemente (Mirta Busnelli,Roberto Carnaghi, Juan Leyrado), en quienes podemos en-trever la necesidad de pertenencia a un vínculo entre pares,donde aparezcan códigos compartidos generacionalmente yun afecto que ni los hijos ni los nietos pueden ya aportar.

Finalmente, está el grupo de Martín (Gastón Soffritti), sunovia (Jenny Williams) y sus compañeros de colegio, aquelgrupo adolescente que tanto hoy como hace veinte años, lespermite dar los primeros pasos para conocer un mundo llenode curiosidades, amores y frustraciones.

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Me pregunto: ¿qué hace eco en los espectadores? ¿Se tratade identificaciones posibles, o será, también, que la tramalos/nos habilita a transitar la experiencia de la paridad?

Me propongo reflexionar sobre los conceptos de «expe-riencia» y «paridad», desde mi óptica de espectadora co-par-ticipante de esta telenovela.

Respecto de «experiencia», son muchas las perspectivas ylos autores que han trabajado en relación a ella, pero en estaoportunidad, quisiera pensarla desde la idea de «performan-ce», debido a que aquí la relación entre actor y espectador escentral.

«Performance» es un término que abarca múltiples y dife-rentes significaciones. El o la «performance» –no tiene géne-ro definido–, se relaciona con una amplia gama de comporta-mientos y prácticas corporales. Remite a un hacer, tiene pú-blico o participantes, tiene elementos reiterados que sereactualizan cada vez. Cada «performance» tiene sus conven-ciones y su estética y está diferenciado de otras prácticas so-ciales de la vida cotidiana. Ejemplos de «performance» son:un partido de fútbol, un acto político, un funeral, una obra deteatro.

Las «performances» –sostiene Diana Taylor (2012)– ope-ran como actos vitales de transferencia, transmitiendo el sa-ber social, la memoria y el sentido de identidad a partir deacciones reiteradas.

La «performance» es una práctica y también una episte-mología, una manera de comprender el mundo y una lentepara mirar la realidad. En este sentido, la «performance» ponesobre el tapete que realidad y ficción no pueden pensarse se-paradamente, y que no hay un real más verdadero que la fic-ción de nuestra vida cotidiana.

La traducción en español de «performance» es la de actua-ción o ejecución, y evoca las ideas de puesta en acto, puestaen escena, y de presentación frente a una audiencia.

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La teatralidad y el espectáculo se han usado como sinóni-mos de «performance». El espectáculo se refiere a lo que sepuede ver en el escenario. Hoy –según Guy Debord (1967)–vivimos una «sociedad del espectáculo», donde la relaciónsocial entre las personas se halla mediatizada por imágenes.Según este autor, los seres humanos se mueven dentro de unamaquinaria de visibilidad regida por el consumismo, la vigi-lancia y la globalización.

Pero los espectadores son al mismo tiempo actores socia-les con potencial para intervenir y responderle al poder. Y esen este sentido que el «performance» como acto de interven-ción efímero puede interrumpir el circuito económico y cultu-ral de la sociedad de consumo, instalando al arte en el centrode la vida social, lejos de los museos y los espacios predeter-minados para su producción.

Por otra parte, se rompe la barrera invisible que separabaen el teatro occidental al actor del espectador. Los «perfor-mances» piden que los espectadores hagan algo, aunque seanada. Un ejemplo de esto, son los twitters que manda la genteantes y después de cada capítulo de «Graduados», pidiendo ocriticando la acciones de los protagonistas, lo cual segura-mente está influyendo sobre los caminos que los guionistasvan transitando.

Asimismo, nos encontramos con otro uso de la palabra«performance»: en los últimos años, ésta quedó relacionadacon la idea de rendimiento, logro, o acción cumplida. Pare-ciera que la globalización también pudo atravesar al «perfor-mance», dejando al descubierto el borde paradojal de las sig-nificaciones que marcan nuestra intersubjetividad.

En este punto, volviendo a «Graduados», creo que debe-ríamos entrecruzar el rating, en tanto «performance»/rendi-miento, con la experiencia efímera –no por ello menos consti-tuyente– del encuentro actores-espectadores, del «performan-ce»/ arte acción. Sabemos que ganarle al programa de Tinellien la medición de audiencia, supone seguir participando delcoro mediático y la sociedad del espectáculo; sin embargo,

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esta tendencia deja una huella en el imaginario y nos habilitaa ilusionar cierto velamiento de la banalización subjetiva ysocial, que antes ganaba los espacios centrales televisivos.

Pienso que la trama de la historia que aquí se cuenta, poneen juego una transmisión en la que todos participan, evocan-do códigos compartidos, construyendo nuevas marcas. Así,nuestra vida cotidiana se ve atravesada –junto a/con los per-sonajes de la tira– por los diferentes modos de paternidad, lasdiversidades sexuales, las discriminaciones, las cuestiones degénero, las adolescencias sin fin, las tradiciones familiares,las problemáticas en la filiación, etc. Temáticas que van mar-cando el ritmo de estos personajes de 40 años, cuyas vidasmuestran la complejidad actual: vivir atravesados por una si-multaneidad de imaginarios (modernos, posmodernos y lo quealgunos, como Esther Díaz [2012], dan en llamar: póstumos).

Una de las virtudes de «Graduados», fue la de poner en elcentro de la historia –en consonancia con la moda actual dereencontrarse con amigos por facebook– a las redes sociales,que constituye para muchos, la marca característica y nove-dosa de esta época. Son las redes sociales las que justamente,me dan pie para poder reflexionar sobre la segunda cuestiónque proponía en un comienzo: «paridad».

En la modernidad, los trabajos antropológicos de Lévi-Strauss postularon a la familia como «átomo elemental delparentesco», y desde el psicoanálisis, en consonancia con esto,Freud había definido al complejo de Edipo, como determina-ción última de las neurosis. Ambas perspectivas suponían allugar del padre y al de las relaciones paterno-filiales comolos ejes fundamentes de la constitución subjetiva y social.

Luego, desde la filosofía, autores como Foucault, Deleuzey Derrida –pese a sus diferencias teóricas– coincidieron enseñalar un cierto sesgo adaptativo de la teoría edípica, porcuanto ésta ciñe la sexualidad a los dictados de la norma de lafamilia burguesa. Según estos autores, en el capitalismo secodifica al deseo como mercadería para ser consumida y lomismo sucede con el Edipo. Por su parte, en los Nuevos Pa-

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radigmas con el Pensamiento de la Complejidad se sostendrála idea de multiplicidad, cayendo entonces, la noción de cen-tro único.

Podemos observar, además, que esta representación de fa-milia tradicional fue dando lugar a una diversidad de confi-guraciones familiares que determinaron la transformación delas significaciones adjudicadas a los lugares paterno, mater-no, filial y fraterno. La debilitación del lugar paterno en tantolugar de poder así como la aparición de aspectos tiernos paraesa función, conviven hoy con la habilitación de proyectosautónomos para la mujer, más allá de la maternidad. Tambiéncambió el lugar del hijo en lo familiar, desarmándose la sig-nificación de único ideal de trascendencia y de sentido privi-legiado para la pareja conyugal. Es más, aparece claramenteuna separación entre el destino familiar y el de pareja.

Ahora bien, al atenuarse las funciones parentales, los vín-culos se simetrizan, produciendo cierta indiferenciación en-tre los lugares familiares. Surge un predominio de vertienteshorizontales de la vincularidad. La relación entre pares apa-rece como lugar privilegiado para la ligadura libidinal. Todoesto pone en evidencia, en el imaginario social, múltiples di-mensiones de significación para pensar los vínculos frater-nos o de pares: unas ligadas al mandato paterno (ser hijos delos mismo padres, o seguidores del mismo líder), y otras rela-cionadas con la elección mutua y autoorganizada entre pares.En estas últimas, el liderazgo es situacional y las normas sonproducto de una circulación instituyente.

Hasta no hace mucho tiempo, lo fraterno sólo era conside-rado como un recurso para poner en juego las funciones deamparo y desprendimiento, cuando los padres se hallabanimpedidos de ocupar ese lugar. En la actualidad, con la caídadel ideal familiar burgués, quedó al descubierto la imposibi-lidad constitutiva de las funciones parentales: velar el vacíooriginario de la subjetividad. En este fluir, donde vacío y ve-lamiento se entraman, la horizontalidad de lo fraterno surgehoy con una nueva pregnancia, denunciando que la legalidadvertical única se correspondía con un imaginario centrado en

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un poder paternalista; dando lugar a la aparición de múltipleslegalidades, donde la paterna si bien no es intercambiable, essólo una de ellas.

«Graduados» una «performance» de la paridad: un modode ilustrar la ilusión de esta escritora; la ilusión de que estaexperiencia en la que participamos sin saber exactamentecuándo somos actores, espectadores, guionistas o directores,deje una huella que nos permita descubrirnos en una paridadque nos habita, nos constituye y aunque también a veces nosdestituye, pero que fundamentalmente, nos aporta una herra-mienta para seguir viviendo.

Del mismo modo, nuestro Congreso: «Interrogando expe-riencias», constituyó el modo en que un grupo de psicoana-listas vinculares intentamos producir una experienciaparticipativa inédita donde la paridad fuera una «performan-ce» en sí misma.

Bibliografía

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 203-213

Nuevasconfiguraciones vinculares

Graciela Bianchi *

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(*) Licenciada en Psicología. Miembro Titular de AAPPG. Presidente deAAPPG.E-mail: [email protected]

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I. ¿Está de acuerdo en pensar en que existen nuevas configu-raciones vinculares? ¿de ser así a partir de qué eje las con-ceptualiza? ¿cuál es el componente nuevo de las nuevas con-figuraciones vinculares? Lugar de la dimensión biológica.1

Para abordar estos temas vamos a tener en cuenta la propiaperspectiva histórica, partiendo de la idea de un sujeto de co-nocimiento absolutamente implicado en el acto, experiencia,de conocer, mirando lo contemporáneo, como distinto de loactual en el punto en que la mirada pueda diferenciarse delsentido común, de lo naturalizado en la época que habitamos,tal como lo señala Agamben: «Pertenece realmente a su tiem-po, es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincideperfectamente con éste ni se adecua a sus pretensiones y es porende, en ese sentido, inactual; pero, justamente por eso, a par-tir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que losotros de percibir y aprehender su tiempo.»2 (Agamben)

Al pensar en esta cuestión de la nuevas configuracionesvinculares, y voy a decir que sí. Me parece que son nuevaslas nuevas configuraciones vinculares. ¿Por qué? Porque meparece que algunas presentaciones novedosas de las formasen que se establecen vínculos entre las personas revisten di-ferencias importantes con otras formas similares que pode-mos encontrar en otros momentos de la historia. La diferen-cia se hace notar si incluimos la concepción específica quecada época tiene de sí misma y no ponemos en el mismo ca-sillero fenómenos que corresponden a órdenes distintos.

¿Por ejemplo, cuál sería el eje de semejanza para compa-rar la homosexualidad en la Grecia antigua con la homose-

1 Trancribo en cursiva las preguntas que se nos hicieron comodisparadores del panel.

2 Agamben, G.: ¿Qué es ser contemporáneo? (Traducción de CristinaSardoy. Clarín 21-03.09) ¿Qué es ser contemporáneo? Esta fue la pre-gunta que guió el curso de filosofía que Giorgio Agamben dictó en elInstituto Universitario de Arquitectura de Venecia. Es también el títu-lo de este ensayo, hasta hoy inédito en castellano, que publicamos conla crítica del primer análisis total de su obra.

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xualidad de nuestros tiempos? La griega, establecida princi-palmente entre el experimentado militar y su discípulo, en unmundo en que la mujer no se concebía como sujeto de la polisy el deseo no circulaba por la figura de la esposa, parece te-ner poco en común con las parejas homosexuales que ena-moradas, deciden unir sus vidas en matrimonio. Pareciera quesolamente si atendemos a una identidad referida a la morfo-logía genital podríamos decir que son lo mismo ya que hastalos criterios de pensar la identidad de género son diferentes.

Fuimos viendo cómo «La transformación de los modelosfamiliares ha desembocado en una dispersión enorme de for-mas afectando los modos en que se organizan las representa-ciones de la familia y sus funciones. Los enunciados de sen-tido común tienden cada vez más a admitir cualquier formade convivencia familiar como legítima en lugar de concebircomo en otros tiempos la relación entre los sexos y el sistemade parentesco no es ya una transcripción universal del ordennatural.»3 (Bianchi, G., 2010)

Estas nuevas configuraciones son al mismo tiempo el efec-to de nuevos contratos sociales y de los descubrimientosbiotecnológicos de nuestra sociedad.

Las rupturas de contratos sociales y pactos vinculares y laformación de nuevas alianzas van mostrando la necesidad de unprocesamiento, un trabajo psíquico y vincular para poder ligar,representar, nominar (no-minar) aquello que se nos va apare-ciendo en la realidad. Retomo aquí una idea claramente enun-ciada por A. M. Fernandez:4 «Lo que ha estallado es el ordensexual moderno». Orden que dispuso para dos sexos: varones ymujeres, modos particulares de relaciones de poder entre estosvarones y estas mujeres que van armando subjetividades muy dis-tintas. Se desordena ese ordenamiento lo cual revela que los sereshumanos se distribuyen en dos sexos y géneros más por ese ordencontractual, que por la determinación causal biológica.

3 Bianchi, G., La familia un enigma. En Familias y Parejas, Psicoanáli-sis, vínculos y subjetividad, Gaspar R. y Waisbrot D. (Comp.)

4 Fernandez, A. M. Conferencia en la AAPPG. 6 de julio de 2012.

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Es todo el sistema de parentesco que se encuentra trans-formado ya que su definición no pasa por la diferencia desexos, como se manifiesta en la legalización del matrimonioigualitario o la asunción de la parentalidad, término que abar-ca o evita precisar si se trata de maternidad o paternidad. Lasdiferencias de género fueron elevadas a diferencias estructu-rales: el nombre del padre y el deseo absoluto de la madre,dejando afuera lo padres despóticos, las madres simbólicas,las familias donde los padres son del mismo género, o dondehay varios padres y madres, o sólo uno. Es esa heteronorma-tividad legitimada como natural e imperativa la que está encuestión.5 (Cano, V.)

Para pensar la familia, en lugar de centrarnos en las dife-rencias de género habrá que focalizar en las formas que ad-quiere la circulación del deseo entre generaciones y la posi-bilidad de sostener la ajenidad del otro mediante un pactoamoroso.

Nos preguntamos si la legalización del matrimonio iguali-tario es una mera transformación del sistema de parentesco alseguir sosteniendo la constitución de una familia en base auna pareja o es un cambio radical al no plantear el requisitode la diferencia sexual en la conformación de esa pareja. Lasparejas homosexuales, reclaman el carácter sistémico del sis-tema de parentesco, en la medida que la existencia de un vín-culo matrimonial entre dos personas determina que un niñonacido o adoptado por alguna de ellas sea hijo de ambas. Sesostiene, además la continuidad entre identidad de género yla denominación para la filiación: dos mamás, dos papás.

Creo que las transformaciones políticas y las tecnológicasproducen la aparición de fenómenos nuevos que indudable-mente tienen como efecto la producción de subjetividadesdiferentes y configuraciones vinculares novedosas. Los des-cubrimientos e invenciones provenientes de la biotecnologíaalteran los cuerpos y parecen alcanzar el horizonte de lo im-

5 Cano, V.: (Des)hechos contractuales: la potencia contra-natural de laslesbianas en Monique Wittig.

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posible. Una vez más, lo real (imposible) se diferencia de lonatural (ya dado, espontáneo, común) y también de lo tecno-lógico (artificial) naturalizado.

Para abordar la dimensión biológica debiéramos hacer unrecorrido por las nociones de biopoder y biopolítica y enton-ces podremos ver que los dos vectores mencionados: lo sim-bólico, como ley, y lo tecnológico, se entraman y funcionanal mismo tiempo. Una buena síntesis de estas ideas la planteaMiguel Benasayag: «A fines del siglo XVII y a lo largo detodo el siglo XVIII, las técnicas de poder empezaron a operarsobre los cuerpos individuales, orgánicos: los separa, alinea,serializa, vigila, y dispone para utilizar su fuerza útil. A esta‘técnica disciplinaria’ se le agrega en la segunda mitad delsiglo XVIII otra técnica de poder que apunta a la vida de loshombres: al hombre/especie más que al hombre/cuerpo. Elbiopoder va acompañado por al biopolítica. Esta nueva disci-plina no se va a ocupar más de la multiplicidad de los cuerpossino de la masa global que forman y de los procesos que afec-tan esta masa, hasta –como veremos– deconstruir finalmentela figura del hombre. […] Los primeros blancos de este poderson los procesos de natalidad, mortalidad y longevidad.

Los nuevos posibles desplegados gracias a los avances téc-nicos de la medicina y la biología, producen en el corto pla-zo, normas. La técnica es en nuestras sociedades postmodernasun foco de producción de normatividad. Rápidamente, esoque la tecnología nuestra como posible deviene obligatorio.»(Benasayag, M., 2012)6

Las técnicas que parecen por momentos impulsadas sólopor la ambición científica, se desarrollan en un mercado quelas hace posibles colocando a los sujetos detrás de metas im-posibles. En manos de la ciencia, lo real de la reproducciónse encuentra separado de lo simbólico de la filiación.

6 Benasayag, M. y del Rey, A.: Medicina y biopoder. Cuadernos de cri-sis. Agosto 2012.

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¿Las nuevas técnicas de fertilización asistida representanun quebranto de los parámetros de filiación simbólica al ten-sar la condición biológica? ¿Sólo obedecen a alguna formasde control poblacional y regulación de los nacimientos o po-demos vincularlos con el trabajo psíquico y vincular de losdesfallecimientos simbólicos actuales?

Así como son nuestras representaciones las que entran enjuego, las que significan la sangre como condición de lo mis-mo, también la fantasmática se apropia de la genética y en-tonces vemos por el auge de la Nuevas técnicas de fertiliza-ción asistida la importancia que se le da al anclaje biológicode la filiación.

¿Recuerdan cuando Lévi-Strauss7 decía que el parentescoes la combinación de los lazos consanguíneos y los de alian-za? Este autor puso de relieve que no sólo la sangre hacefamilia, sino también su ausencia como condición de unanueva familia, con lo que el eje consanguinidad ya sea comopresencia o ausencia forma parte del sistema de parentesco.

Pero nos encontramos con que «la ciencia y tecnologíamoderna han desplazado el valor social de la sangre al de lainformación genética. Este desplazamiento –de la sangre algen– se expresa en las diversas instituciones sociales que loreconocen como medida de filiación.[…] Para las parejas queoptan por la maternidad subrogada, transmitir su herenciagenética –como mínimo la del hombre– es la marca quesolidifica sus vínculos, afectos y relación familiar. Ésta operabajo la idea de que la paternidad-maternidad legítima estábasada en la intervención tecno-biológica de la reproducciónhumana y la replicación genética» (Haraway, 1991).8

Ante la vacilación de los parámetros simbólico-imagina-rios de nuestra cultura, Derrida nos señala un camino al decir

7 Lévi-Strauss, C.: Antropología estructural.8 Amador, M.: «Biopolíticas y biotecnologías: reflexiones sobre mater-

nidad subrogada en India» (2009).

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que Madre y Padre vía identificación narcisista «creen, en elfantasma de lo genético, por el cual uno ama a sus hijos másque a los otros porque uno proyecta hacia ellos una identifi-cación narcisística: es mi sangre, es yo» (Derrida, J., 2002).9

El hijo se destaca en este armado del parentesco como elgran protagonista. Siguiendo al mismo autor diremos quesiempre habrá un lazo familiar alrededor del nacimiento, lazosocial organizado en torno a la procreación.

«Pero qué es el nacimiento? (se pregunta Derrida). Sólo, sise lo distingue del origen, la procedencia, el comienzo, etc.,el nacimiento es una cuestión de porvenir. Se sustrae enton-ces a las categorías de comienzo y fin, como regla social quedefine la pertenencia de un individuo a un grupo.» (DerridaJ. 2002)

II. Procesamiento de la diferencia y lugar de lo edípico enlas nuevas configuraciones vinculares. ¿Qué es lo nuevo?:

Creo que aquí más que responder a las preguntas, podríaseguir desplegándolas.

Las transformaciones culturales fueron cambiando la for-ma como habían sido distribuidas las funciones de sostén ycorte entre los géneros y hubo que ir repensando las proposi-ciones acerca de la «homologación entre ley y padre, la sa-cralización del lugar del padre como representante de lo sim-bólico que acota el goce desenfrenado materno, que conclu-yeron en el armado de hipótesis ad hoc que explicaran losdesvíos de la norma de un padre que falla una y otra vez enaplicar “leyes simbólicas”, que no pone límites, que no pue-de cortar el vínculo narcisista del niño con la madre. La in-clusión del cuarto término (tío materno) abrió el juego a algomás allá del padre, pero siguió operando como concepto re-ductor de todos las relaciones y si bien se agregó un término,

9 Derrida, J.: Y mañana que… Fondo de Cultura Económica. 2002

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no modificó la lógica que descarga el peso de la ley y lo sim-bólico en los hombres, sesgando la patología y ubicando lacausa de todos los males en el afán infinito de reabsorción dela madre.»10

Fue así que a través del trabajo vincular se fueron mos-trando las múltiples dimensiones de la relación con el padre,sin reducirla únicamente a su función de corte como su esen-cia y redimensionar también sus fallas, tanto en el plano de loque no hace (ausencia) de lo que sí hace y hace mal. Delmismo modo que no sólo vemos a las madres absorbentes ypsicotizantes sino a mujeres situadas como sujetos diferen-ciados tanto de sus hijos como de sus parejas, con aspiracio-nes singulares más allá de la familia.

Pero no sólo a través de revisiones teóricas se fueron modi-ficando estas proposiciones; lo cierto es que ya no parece quela diferencia sexual organice el parentesco, ni las identidadesni tampoco las identificaciones que se alineaban en función delos ideales de género epocales. El juego identificatorio se abreen la singularidad de los encuentros y registra las marcas quela historia va dejando según las predominancias deseantes.

Esta disyunción entre parentesco y diferencia sexual noslleva a distinguir entre diferencia sexual anatómica y diferen-cia simbólica como incompletud como común denominadorpara cualquier sexo y a pensar la producción simbólica gene-rada a partir del procesamiento de lo excedentario, de la am-bigüedad que produce la presencia y no sólo como productode la ausencia marcada por la prohibición o la falta productode la castración.

Podríamos conjeturar entonces que «la regulación de losgoces se instalará por el juego de las autonomías deseantes yno sólo por la inscripción de prohibiciones: la prohibición sino está amasada en la autonomía deseante no tendrá efecto,será un palabra vacía.»11 (Bianchi, G., 2010). Por ahora veni-

10 Bianchi, G.: Idem11 Bianchi, G.: Idem

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mos pensando que sigue siendo necesaria la regulación deldeseo parental como límite a los adultos en cuanto al gocedel cuerpo del niño para generar las condición de subjetiva-ción de ese niño, instalar un linaje y transmitir el deseo depaternidad.

También en referencia al ejercicio de las funciones paren-tales vemos que las funciones de sostén y corte no estándistribuídas como otrora con especificaciones de género. Sedesligan del género de los padres, privilegiándose deseos yposibilidades de criar un niño. Sin embargo se puede ver unafuerte insistencia en lograr algún tipo de filiación biológica,donde el deseo de hijo está fuertemente arraigado en la expe-riencia de embarazo y parto y no sólo la crianza.

Parece haber coincidencia en pensar que en las nuevas for-mas familiares es la filiación el vínculo indiscutido. El deseo dedescendencia amalgama a los sujetos, más allá del sexo-género,más allá de las imposibilidades biológicas, haciéndose eco de laoferta tecnológica y respondiendo a ella como a un superyo queordena gozar, en la búsqueda pasional de un embarazo.

Cuando tanto el padre como la madre son inciertos, cuan-do prolifera el número progenitores, y se diseminan las fun-ciones parece, que es el niño quien sostiene la familia.

Bibliografía

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Armando rompecabezasy collages

Lucila Edelman *Diana Kordon **

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 215-227

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(*) Médica psiquiatra. Psicoanalista. Miembro Titular de AAPPG.E-mail: [email protected]

(**) Médica psiquiatra. Psicoanalista. Miembro Titular de AAPPG.E-mail: [email protected]

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El 16 de septiembre de 1982, el director de cine israelí, AriFolman, con 19 años de edad, fue testigo presencial de lamasacre de Sabra y Chatila (campos de refugiados palestinosen el Líbano) al formar parte de las Fuerzas de DefensaIsraelíes.

Veinte años después, dirige y protagoniza la película Valscon Bashir 1 en la que trata de recordar o reconstruir los suce-sos vinculados a aquello que vivió en esas masacres.2

Detonado por un compañero de esa época que le cuentauna pesadilla recurrente, aparecen algunos recuerdos tan bo-rrosos como perturbadores. Asombrado por su completo ol-vido de lo ocurrido, el protagonista comienza a buscar a losque formaron parte de su mismo grupo, todos los cuales com-parten, en mayor o menor medida, el bloqueo de la memoriasobre esos trágicos días.

Cada conversación con algún viejo compañero va produ-ciendo en cada uno de ellos la emergencia del recuerdo. Así,va armando el rompecabezas, mientras los otros también loarman.

La recuperación de la memoria es en este caso el puntode partida para cuestionamientos éticos. Lo olvidado, lo re-primido, lo disociado está vinculado no sólo al horror delque se ha sido testigo, sino también al cuestionamiento mo-ral por la complicidad. Mientras que sueños, recuerdos frag-mentados, aparecen oscurecidos y con técnicas de anima-ción, las escenas finales (las mujeres palestinas interpelan-do a los soldados israelíes) son documentales: se ha hechomemoria.

El contacto con el recuerdo provocó al protagonista, se-gún su propio testimonio, momentos de gran depresión, quealternaban con la preparación de la película.

1 Israel, 2008, Premio Globo de Oro: Mejor película de habla no inglesa.2 1982.

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Ésta, como ocurre con diversas producciones culturales,cumple un papel de elaboración personal y colectiva. Lejosde una búsqueda introspectiva individual, en un espacio in-trapsíquico, encontramos en el film un ejemplo del papel dela intersubjetividad: la memoria está sostenida en la intersub-jetividad y es el trabajo con otros el que va a permitir la rup-tura de disociaciones, el levantamiento de represiones, el lle-nado de agujeros no semantizables.

Es precisamente esta posibilidad de armar aquello que ha«roto la cabeza» lo que permiten los distintos dispositivosgrupales para la elaboración de las situaciones traumáticascolectivas, y lo que logra el director/protagonista, que puedetener un contacto directo, unos veinte años después, con aque-llos que formaron efectivamente su grupo.

La idea de investigar lo traumático en el espacio intrapsí-quico, fue inicial en el psicoanálisis. La perspectiva vincularnos ubica en una dimensión diferente que pone centro en eltrabajo de la intersubjetividad. Desde esta perspectiva se ana-lizan los procesos intra, Inter y transubjetivos y la transmi-sión transgeneracional.

El psicoanálisis en sus inicios estuvo fuertemente impreg-nado, como no podía ser de otra manera, por el paradigmapositivista de búsqueda de la verdad del fenómeno en estu-dio, fenómeno que se da en un mundo exterior al que podría-mos acceder y conocer sin que sea modificado por la presen-cia del observador externo.

A partir de los aportes que ponen en consideración la exis-tencia de un campo transfero-contratransferencial y, poste-riormente con la introducción del concepto de vínculo en re-lación al trabajo analítico, se produce un movimiento de rup-tura: pasaje del concepto de objeto (y por lo tanto de relaciónde objeto) al concepto de producción vincular, en la que con-sideramos al sujeto como ser social y como sujeto del víncu-lo, y al llamado contexto como texto de la subjetividad. Latrans y la intersubjetividad tienen un carácter fundante parala constitución y desarrollo de la vida psíquica.

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Frente a la visión clásica de considerar que el psiquismoqueda casi cristalizado a partir de las marcas de la primerainfancia, coincidimos con la hipótesis que considera la exis-tencia de un psiquismo abierto en el cual hay experienciascomplejizantes que modifican la vida psíquica a lo largo detoda la vida.

En este sentido el efecto de los traumatismos y las crisisrefuerza esta hipótesis, ya que el cataclismo que éstos impli-can demanda la puesta en acción de nuevos recursos subjeti-vos para afrontar la situación.

Las crisis y los traumatismos pueden activar defensas pri-mitivas vinculadas a la repetición o pueden ser la oportuni-dad para que el psiquismo se abra a la novedad. Este procesono es lineal porque frecuentemente, cuando el traumatismono arrolla totalmente al sujeto, queda un resto yoico que ha-bilita la puesta en acción de mecanismos funcionales que per-miten realizar tareas protectoras necesarias para afrontar eltraumatismo.

Ante el exceso de estímulos la tendencia espontánea pri-mera es la repetición, un movimiento regresivo en el que sejuegan defensas primarias, pero poniendo a trabajar lo vincu-lar, se abre la posibilidad de implementar nuevos recursos,dar lugar a lo nuevo.

El aporte de los otros implica, en primer lugar, una presen-cia corporal continente, el grupo como un todo frente al im-pacto disruptivo fracturador.

El grupo como cuerpo unificado, la/las miradas de los otroscontribuyen a este efecto totalizante. Esta es una condición ima-ginaria, un espacio continente, que habilitará el aporte delpreconciente de los integrantes del vínculo a la manera de uncollage en el que las partes contribuyen a dar un sentido al todo.

En el último cuarto del siglo XX y durante el actual, tene-mos en la Argentina múltiples experiencias que ponen de re-lieve el papel del agrupamiento espontáneo ante la situación

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crítica o de catástrofe social para la preservación psíquica ypara la elaboración de lo traumático: desaparecidos, desocu-pación, inundaciones, Cromagnon, Once, etc.

Existe una dialéctica de la relación estructura-acontecimien-to novedoso-significativo. Desde esta perspectiva recupera-mos el concepto de identidad como una instancia no coagula-da, que puede ser sujeta a cambios en un trabajo de desiden-tificaciones, reidentificaciones, desestructuraciones y reestruc-turaciones, que dan lugar a lo nuevo.

En nuestra lengua el puzzle se denomina rompecabezas.Este rompecabezas tiene una imagen inicial que ha sido frag-mentada, fracturada y requiere reensamblado, reconstitución.El armado del puzzle se juega en el campo del pensamiento ytiene como referencia una totalidad que hay que restituir. Hayun significado dado por una figura completa. Incluye la exis-tencia de un enigma a resolver y el armado de distintas piezaspara esa resolución.

El collage, en cambio es una expresión creativa en la quela totalidad es un producto novedoso, no prefijado. A la ma-nera de la producción artística introduce la creatividad. Con-cebimos el trabajo de la intersubjetividad en la intersecciónentre ambos, en la que lo nuevo se hace presente bajo distin-tas modalidades.

Recordamos que hace años el concepto de preconciente eraambiguo y se lo consideraba en un lugar transicional, de inter-mediación, pero carente de potencia propia. El preconcienteparecía un concepto devaluado. Algunos analistas que hicie-ron aportes muy significativos para la comprensión de los pro-cesos psíquicos y del trabajo terapéutico, se cuestionaban si sunivel de análisis no era suficientemente «profundo» porque ensu producción quedaba realzada la importancia del trabajo delpreconciente en la construcción de sentidos y significaciones.

El trabajo intersubjetivo con el aporte del preconciente delos miembros de un conjunto permite realizar lo que Kaës(1996) denomina «préstamo de preconciente».

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Nuestra idea del rompecabezas-collage se inscribe en estetrabajo en la que cada uno de los miembros del conjunto aportacon su preconciente.

Consideramos que la actividad del preconciente siemprese halla implicada en las experiencias traumáticas, ya sea porfalla o por insuficiencia. Se paralizan en esta situación, fun-ciones complejas del preconciente, como las de puesta en la-tencia, anticipación, metabolización, regulación de impulsosy puesta en representación de palabra.

Precisamente por ser el preconciente un producto de la in-tersubjetividad, en la situación grupal, la puesta en palabrasdel otro, por trabajo de su preconciente, da condiciones a cadauno de los sujetos para la reactivación de la actividad de sim-bolización. Otro u otros pueden efectuar para un sujeto, enciertas condiciones, un trabajo de ligadura y de transforma-ción, que le es momentáneamente inaccesible.

Dice Kaës (1996, pág. 97), en la definición de la funciónmeta-preconciente del otro: «les recuerdo mi hipótesis ini-cial: la cualidad de la actividad del preconciente debe ser con-siderada como una función intersubjetiva. Especificaré estoa través de su corolario: la capacidad de alojamiento, de con-tención, de significación y de transformación/ interpretaciónque caracteriza a la actividad del preconciente tiene comocondición algunas cualidades del preconciente de los otros.Esto supone que una función “meta-preconciente” esté yaconstituida y disponible por lo menos en un otro para otrosujeto».

De esta manera, en el grupo se va armando un rompecabe-zas-collage, combinando distintas piezas aportadas por el pre-conciente de cada uno de sus integrantes. Este proceso es si-multáneamente colectivo e individual porque al mismo tiem-po que hay una elaboración del conjunto, se va produciendoel trabajo de ligadura a nivel individual. Ante la fragmenta-ción, la tendencia al estallido que produce el traumatismo,este trabajo en el que todos aportan con su preconciente cons-truye imágenes unificadas.

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Usamos el concepto de preconciente inscripto en la segun-da tópica, como un aspecto del yo. «La segunda teoría delaparato psíquico vincula los procesos y los contenidos delpreconciente a la instancia del Yo. Ahí el preconciente puedeser ubicado como el lugar de las inscripciones de lenguaje,de almacenamiento, de montaje psíquico cuyos orígenes sehallan en los aprendizajes verbales del sujeto. De un modomás general, la función del preconciente es la de conservarpara el yo un cierto número de conductas que el sujeto haadoptado por identificación a los objetos, desexualizándolos.La función del preconciente es fundamental en la actividadsublimatoria; pone a disposición del sujeto formas preexis-tentes que le permitirán derivar la meta al servicio de la acti-vidad del Yo». (Kaës, 1996, pág. 89)

En las situaciones traumáticas de origen social, encontrarel sentido de los traumatismos tiene especial importancia parasu elaboración. Los agrupamientos sociales espontáneos quese conforman para enfrentarlas, tienen un papel muy impor-tante en esta producción de sentidos. Hacen un trabajo desemantización que ayuda, no sólo a la comprensión socialdel problema, sino al proceso personal de simbolización.

El hallazgo de las significaciones y sentidos es tan impor-tante que cuando se producen catástrofes sociales en las queaquéllos están enmascarados, la elaboración personal de losduelos, el procesamiento de lo traumático, es más difícil.

La actividad que denominamos grupo de reflexión puedeocupar un lugar especial en una institución o en un grupo deafectados constituido para hacer frente a la situación crítica.El trabajo en estos grupos implica un movimiento de regre-sión-progresión, desestructuración-reestructuración, desiden-tificaciones-reidentificaciones.

Se construye una matriz para el trabajo de simbolización,y para la ligadura o absorción de los restos traumáticos.

El trabajo de elaboración construye sentidos en relación alos hechos ocurridos. Es un trabajo de historización que per-

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mite descubrir la significación de los discursos dominantes ylas representaciones sociales que éstos construyen, así comoel análisis de las prácticas y representaciones sociales contra-hegemónicas. En el grupo se trabaja muy especialmente laarticulación entre las representaciones sociales y las fanta-sías, dado que las representaciones sociales son eficaces por-que se apoyan e inscriben en sí mismas fantasías, especial-mente las fantasías que corresponden al orden de lo transub-jetivo.

Hemos podido observar la importancia que adquiere el «tes-timonio» personal del traumatismo tanto para el que lo asu-me como para los otros miembros del grupo.

Dar testimonio, hablar frente a un testigo, genera un uni-verso simbólico, implica un pasaje del sujeto singular a laescena social.

La historización personal, grupal y social ayuda a produ-cir redefiniciones identitarias, ya que, como hemos sostenidoprecedentemente, la identidad personal está siempre sosteni-da en el vínculo con los grupos y las instituciones de perte-nencia. Incluye una elaboración específica de la problemáti-ca de la autoestima, afectada por la situación de catástrofe ypor la identificación con los discursos externos e internos cul-pabilizantes.

La autoestima es una creación producida en el vínculo in-tersubjetivo, en la que el papel del otro es decisivo. En estesentido no hay un narcisismo asegurado, sino que la autoesti-ma se va construyendo y redefiniendo por internalización delvínculo y de la mirada del otro, que luego será una miradadesde adentro que contempla al sujeto y define valoraciones.

En el caso de la película que tomamos como ejemplo, larecuperación de la memoria implica un fuerte cuestionamientode la autoestima, productora de depresión.

Si consideramos el concepto de paradigma como el con-junto de prácticas e ideas modelos que definen a una discipli-

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na científica durante un período y que implican un acuerdohegemónico en la comunidad científica para esa etapa, consi-deramos que la concepción vincular aún no tiene un carácterparadigmático. Pensamos que estamos en un periodo crítico,transicional, tanto en el campo de las ideas más generales enrelación a la concepción de las relaciones materiales y socia-les, así como en el campo específico de las teorías y las prác-ticas que se ocupan de la subjetividad y la vida psíquica en sudoble dimensión, colectiva e individual.

Los debates producidos en los últimos años alrededor delconcepto de subjetividad y psiquismo se inscriben en un im-portante cuestionamiento en relación a temas que habían sidoconsiderados como verdades universales del psicoanálisis.Creemos que es imprescindible revolucionarizar este camporescatando al mismo tiempo descubrimientos centrales apor-tados por Freud y la teoría psicoanalítica.

Estos debates están vinculados a cambios sociales que in-ciden en nuestra práctica clínica y que al replantear funda-mentos y herramientas, ponen también en discusión la pro-blemática de nuestra filiación como terapeutas como el con-siguiente desapuntalamiento.

En los momentos de transformación, de crisis conceptual,superposiciones y confusiones son inevitables. La fecundi-dad la creación, de las aperturas, se impone a la coherencia yrigurosidad que exigen las teorías instituidas.

Una forma de respuesta mecanicista a estas incertidum-bres es una marcada tendencia a la aplicación directa de co-rrientes filosóficas y sociológicas sobre la interpretación delos fenómenos y las construcciones teóricas de nuestras dis-ciplinas, que tiende a borrar la especificidad de las mismas.

El movimiento instituyente de una concepción vincularimplica una construcción y reconstrucción racional, pero, porotra parte, incluye necesariamente el análisis del significadode nuestro pensamiento y acciones, una reconstrucción éticay estética y una resignificación conceptual y emocional, ya

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que los sujetos conocemos a través de nuestra propia subjeti-vidad.

Entendemos que es imprescindible profundizar y proble-matizar las prácticas y teorías en nuestro campo, teniendo encuenta que el carácter social de la producción de conocimien-tos está ligado a la condiciones socio-históricas y responde anecesidades que van surgiendo en el marco del desarrollomaterial y social.

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PASANDOREVISTA

Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVI, 2013, pp 229-238

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Lo Obsceno, en psicoanálisis de parejaGloria Barros de Mendilaharzu, Martha Haydée Eksztain,

Norberto Inda, Sara Lydynia Moscona,Alejandra Makintach

Buenos Aires, Psicolibro ediciones, 2013

Agradezco a los au-tores haberme elegidopara presentar este li-bro y compartir estamesa con un humoris-ta psi, mi agradeci-miento es especial-mente a AlejandraMakintach quien mecursó la invitación,amiga de toda la vida.Compartí con los auto-res aunque breves, dis-tintas experiencias eneste campo, en congre-sos de la Asociación deGrupos y en invitaciones que mehicieron en distintas oportunida-des acerca de este tema, contro-vertido para algunos y necesariopara otros entre los que me inclu-yo, que son las entrevistas de pa-reja desde el psicoanálisis. Mideuda con mi primer análisis quefue de grupo con Marcos Bernard.

Como cita Norberto Inda en sucapítulo, Winnicott decía que sonmuy distintas las intervencionespor fuera de un psicoanálisis siprovienen de un psicoanalista.

El libro no entra eneste debate si el de pa-reja es psicoanálisis ono y no hay duda a lolargo del mismo quesus autores leen la clí-nica, piensan y escribendesde el psicoanálisis.

Plagado de clínica,todos los autores pre-sentan sus viñetas quemuestran la reflexiónteórica que los habita.Es un libro polifónico,no sólo porque fue es-

crito por varios autores –con ex-celente prólogo de Sergio Staude–sino porque en cada enunciacióncomparecen los otros, «otros co-legas, otros autores, otros otros».

Los diálogos son eso, crucesde superficies textuales.

Se trata de lo obsceno interro-gado desde todos sus perfiles, yen la subjetividad de nuestra épo-ca, que fue abordada por casi to-dos. El capítulo I, «Subjetividadsiglo XXI, Excesos e invitación a

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venciones frente a lo obsceno» deNorberto Inda muestra la seriedadcon que ha sido definido el dis-positivo vincular, tarea que es elpan de cada día en una institucióncomo la Asociación de Gruposque teoriza la cuestión de grupos,parejas y familias hace tantosaños. Foucault vertebra su escri-tura. Sus artículos nos encuentrana cada rato con la pregunta por elgoce del analista y la pregunta sies pertinente o si el dispositivofacilita la obscenidad.

No hace falta que un analistaesté mirando a una pareja, si mira,aun en individual, no está ausen-te de sí mismo en la transferenciay puede estar en posición de gocey no de deseo de analista que esanalizar y causar deseo. La res-puesta no se deja esperar con lacuestión de la dinámica interfan-tasmática. El capítulo V tambiénes de Norberto Inda, se inauguracon un alerta epistemológico fren-te a la perseverante e ininterrum-pida invasión de una realidad, deun medio, que nos propone a cadauno de nosotros caminos y formasde alcanzar una felicidad rápiday segura.

Que no hay obscenidad soli-taria ni palabras naturalmenteobscenas es la incursión de Ale-jandra Makintach que aborda latransferencia y la designación delos conceptos de sexo en el Co-

la obscenidad» de Gloria Barrosde Mendilaharzu, Martha Eksz-tain y Sara Lydynia de Moscona,incursiona en nuestra actualidadmediática y nos ilustra acerca delo adictivos que son los adelantosde nuestra tecnología que por su-puesto responden y satisfacennuestra demanda pulsional y apar-tan al sujeto de su deseo, inclusosexual. Chat, zapping, sexo virtualy otras yerbas que multiplican lasidentidades, además de propiciaruna conexión permanente en Fa-cebook, Twittter a un RealityShows en los que, en nombre dela hiperconexión, la intimidad secomparte mientras se banaliza elencuentro. Presencia-ausencia seborran y con ella la falta, diría yo.

Janine Puget , Isidoro Berens-tein, Barthes y Kaës están a la or-den del día en los textos.

Autor de referencia obligada,Barthes sostiene que por la inver-sión de valores lo obsceno hoy esla sentimentalidad del amor.

Frente a la irrupción sin velosde lo obsceno, tanto el arte comoel psicoanálisis pueden establecerde distintos modos una mediaciónentre lo representado y los hechos.

La revisión del dispositivo se-gún Agamben tanto en el capítu-lo II, «¿Un dispositivo obsceno?»,como en el Capítulo IX: «Inter-

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rán en los capítulos III y IV, «Des-nudando lo obsceno» y «Desnu-dos en escena». Recorre la trans-formación de lo privado en públi-co y la brújula que la transferen-cia significa, para determinar sialgo es o no es obsceno.

Lo interesante es no sólo quelo obsceno puede dejar de serlosino que Freud y Lacan acuden ala cita en los autores, al darle a loobsceno status de demanda quereclama simbolización de postra-ción que reclama un texto o esta-tuto de desmentida. Bisagra fun-damental de este libro en tanto loobsceno para cada uno que lomanifiesta , es del Otro que hablaen él obscenamente. Sensualidadno es obscenidad «Apenas él leamalaba el noema, a ella se leagolpaba el clémiso y caían enhidromurias, en salvajes ambo-nios, en sustalos exasperantes.Cada vez que él procuraba rela-marlas incopelusas, se enredabaen un grimado quejumbroso.Temblaba el Troc, se vencían lasmarioplumas, y todo se resolvira-ba en un profundo pínice, enniolamas de arguntendidas grasas,en carinias casi crueles que losordopenaban hasta el límite de lasgunfias», Julio Cortázar enRayuela, 1938

Del capítulo VI de SaraLydynia de Moscona, «Velar loobsceno», podemos aprender la

diferencia entre el desencuentroestructural del humano y el des-encuentro que desemboca en unaentrevista de pareja y requiere deun analista que escuche. El humores uno de los modos en los que setransmuta lo obsceno, velo queobviamente no se consigue porvoluntad del yo sino por el efectosujeto de transmutación de lo obs-ceno. Una hermosa cita de Geor-ges Steiner rescata el castigo deBabel que sufrió la humanidad«Babel fue todo lo contrario queuna maldición, el don de las len-guas es una maldición dada la re-sistencia y la hostilidad a lo aje-no, a lo extranjero intruso irreduc-tible, pero también un regalo, unabendición por lo irreductible delsignificante». Es por ello que va-ciarnos de nuestros prejuicios esel primer velo, la primera cortinaque requiere un analizante, paraalgún día lograr un bien decir queno sea fruto educativo sino efectode su nueva posición subjetiva.

Fetichismo, exhibicionismo yvoyerismo transitan el libro des-de la fecundación asistida y laclonación hasta las consecuenciasen el amor y la sexualidad delcyberespacio, toca los puntos cen-trales de lo obsceno.

El capítulo VII, «En busca dela vergüenza» de Gloria Barros deMendilaharzu, comienza con elconcepto de vergüenza en la Bi-

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blia, nacido del saber del sexo.Hace un pasaje por la mitología yla filosofía griega y desemboca enel caso de Freud de la paranoiafemenina, en la cual la vergüenzaestuvo ausente mostrando su des-nudez a su hermano. Hay algunascosas que llevan un velo, que de-ben estar veladas, el velo no seconstruye a voluntad pero sí serompe. ¿Qué debe mostrarse yqué debe ocultarse? ¿Al desapa-recer el pudor ha desaparecido lavergüenza? ¿Qué ocurre cuandola civilización se inclina a hacerdesaparecer la vergüenza, cuandoprecisamente es la encargada decolocar los diques morales? Larealidad del horror, Semprún y suescritura, podríamos agregar Pri-mo Levi, se diferencian de los re-latos obscenos sobre la muerte. Laobscenidad encierra un goce quese diferencia totalmente del dolory del horror. La obscenidad de losrelatos de muerte es una cruda ex-posición de los hechos para quiencarece de pudor.

Es imperdible también el capí-tulo VIII, «Obscenidad, pornogra-fía y erotismo», de Martha Eksz-tain y Sara Lydynia de Moscona.Jean Baudrillard, Pascal Quignard,Barthes y Sartre quien se expresaasí a propósito del erotismo: «Lacaricia no es un simple razona-miento sino que es la modelación.Al acariciar a otra persona hagonacer su carne bajo mis dedos».

La pornografía como disposi-tivo de poder y de consumo soli-tario como respuesta a la concep-ción del amor mercantilizado porel capitalismo. Porno hard y ultrahard que eliden la narrativa y lacomún pornografía eliden lasexualidad en tanto posibilidaderótica, su carácter reiterativo delo igual que nunca termina se di-ferencia de manera fundamentaldel acto sexual en el que existe laalternativa de que cada vez seauna nueva vez y por eso mereceel estatuto de acto. Lo sublime, labelleza, lo siniestro, la estética dela buena forma, Sacher Masoch ySade como escritores de unapornología no pornográficos entanto no se trata de una exposi-ción de los cuerpos sino de unpensamiento y de una escritura sibien con intención educadora delas jóvenes.

En fin, ha nacido un nuevo li-bro, en esta era digitalizada segui-remos teniendo papel en nuestrasmanos por las noches, cerca delvelador y nos opondremos a ir adormir con la PC para ser dignosexponentes como analistas de lasubversión del sujeto que la glo-balización merece y que el psicoa-nálisis sostiene.

Eva LernerPsicoanalista (EFBA)

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Desventuras de la autoestima adolescente:hacia una clínica del enemigo íntimo

Marcelo Luis CaoBuenos Aires, Editorial Windú, 2013

Éste es el tercer librode Marcelo Cao, en losque trata de dar cuentade distintos aspectos delcomplejo tránsito de laadolescencia, a partir desu experiencia psicoana-lítica en este campo: an-tes fueron Planeta ado-lescente, La Condiciónadolescente, y ahoraDesventuras….

es uno de los modos deldespliegue lúdico en losadultos. Bueno, jugue-mos.

Luego invierto el li-bro y ya atrás leo la bi-bliografía: encuentromuchos autores quecomparto como referen-tes, también títulos queno conocía y me prome-to leer en algún momen-

Quienes leyeron los previosencontrarán en este nuevo libroconceptos presentados en los an-teriores, entretejidos con ideas yenfoques novedosos.

Los libros de Marcelo Cao sonde lectura amena y armado inge-nioso, éste también lo es. Lescuento que al acercarme a un li-bro –lectora preferencial de librosgutenberguianos– antes de co-menzar la lectura lo miro, lo exa-mino, tomo contacto. Aquí, enton-ces, ingreso en la primera páginay leo: INTRO. Sí, leo bien, dice«intro», no introducción… ¿porqué? Quizá no haya explicación,simplemente el autor está jugan-do. Jugando con las palabras, que

to. Más atrás aún, leo el índice, yesto quiero compartirlo con uste-des:

La Intro se llama «Estados altera-dos»Cap. 1, «La historia sin fin»Cap. 2, «Las reglas del juego»Cap. 3, «Con solo mirarte»Cap. 4, «El sustituto»Cap. 5, «De amor y de sombra»Cap. 6, «La amenaza fantasma»Cap. 7, «En un mundo mejor»Cap. 8, «Sexo mentiras y video»Cap. 9, «Sexto sentido»Epílogo, «Reto al destino»

Sí, como ya deben haber ad-vertido, son nombres de películas.Y no acaba allí, también lo son los

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subtítulos de los que presentarésolamente algunos como muestra:«El año que viene a la mismahora», «Nacido y criado», «Cam-bio de hábito», «Mundo grúa»,«El gusto de los otros», «Las co-sas del querer», «Angustia de unquerer», «Mondo Cane...» y otros.

El autor sigue jugando, y eneste marco de producción lúdicadespliega sus reflexiones teóricasy clínicas, e inicio la lectura.

En esta oportunidad MarceloCao jerarquiza y profundiza un ejediagnóstico que dé cuenta de lasperturbaciones del registro narci-sista durante el trayecto adoles-cente.

Por ende, desde la Intro mis-ma nos anuncia que para que laclínica con adolescentes lleve acabo el montaje específico de esteeje se hará necesaria la focaliza-ción y el seguimiento de losdesequilibrios que se produzcanen el campo de la autoestima.Autoestima sacudida en su vigen-cia por la llegada del adolecer.Todo adolescente, afirma, atravie-sa un desorden narcisista duranteeste amplio proceso de remode-lación: «desorden narcisista ado-lescente de tipo transitorio y ge-nérico». Las preguntas del adoles-cente: quién soy, adónde voy, in-cluyen así el cuánto valgo. Tam-bién qué es lo que sí ahora puedo

hacer, pregunta ligada al Ideal delYo.

Todo el trabajo que el libro irárealizando en relación con esto,tomará en cuenta de modo cons-tante y, creo, consistente, una do-ble vertiente: por un lado, el en-foque del mundo interno del su-jeto (uso palabras del texto); si-multáneamente ese sujeto en elterritorio de sus vínculos.

De tal modo, la familia y otrasvinculaciones son coprotagonis-tas imprescindibles en el pensa-miento del autor. Los otros delvínculo, nos dirá, pueden entrar aescena como gestores, puntales,rivales, acompañantes y/o parte-naires.

En relación con esto, a la no-ción de «urgencia identificatoria»propia de la transición adolescen-te, le resulta preciso y oportunoagregar la noción suplementariade «urgencia vinculatoria».

A las dos vertientes subjetivay vincular señaladas se agrega unatercera dimensión de análisissiempre presente, la que toma encuenta las alternativas del mundosocial, en la línea que enfatizaraen Planeta adolescente.

Destacaré otra concepción quedesde mi lectura acompaña supensamiento a todo lo largo del

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libro, de modo explícito o implí-cito, concepción que me resultamuy afín, al destacar la importan-cia del apuntalamiento intersub-jetivo del psiquismo como vía pri-vilegiada para sostener los múlti-ples requerimientos que implicaeste momento de la vida.

La lectura ingresa rápidamenteen el análisis de las reglas del jue-go que delimitan el trabajo clínicocon adolescentes a las que consi-dera –enfatizo este punto– de unaespecificidad indeclinable. Allí rea-liza consideraciones sobre la con-sulta, el diagnóstico y la indicación.

Continuando sobre el eje de laautoestima, a la categórica refor-mulación del narcisismo le dará,más adelante, el lugar de piedraangular de la edificación del psi-quismo adolescente. Señala ade-más que para considerar la cues-tión de modo apropiado resultaaxial remarcar que su configura-ción originaria también se produ-jo en la jurisdicción del trabajo dela intersubjetividad.

Poniendo luego a jugar lacuestión del Ideal, enuncia que elproyecto a futuro talla fuertemen-te sobre el registro narcisista de-bido a que los diversos escenariosdonde se habrán de jugar las fan-tasías en torno a esta temática es-tarán enmarcados por un determi-nado nivel de valoración.

El sentimiento de estima de sídeberá reposicionarse en relacióncon las transformaciones que iránacaeciendo tanto en el territorioyoico como superyoico.

En el camino, señalará el ries-go del colapso narcisista en susdiversas presentaciones clínicas.Los abordajes del narcisismo loconducen –cito– «a los territoriosgobernados por la sombra (Jung)o bien espejados por la operato-ria del doble (Rank).»

En relación con el doble, cues-tión que analiza, plantea entreotras cosas que el doble narcisis-ta de la infancia deviene en figu-ra terrorífica ya que a partir de latransformación adolescente porta-rá la representación de la finitud.Cuando esto se lea en clave edí-pica se establecerá la muerte po-sible de los padres, con lo cual elregistro narcisista deberá recom-ponerse en ocasión de un nuevoescenario de pérdidas, por lo de-más necesario para que el sujetopueda continuar su individuación.

En conexión con esto en elcapítulo 5 nos presenta al «ene-migo íntimo» que aparece en elsubtítulo del libro. Al poner elacento en la bifurcación de las co-rrientes narcisistas se genera esapolaridad entre lo luminoso y losombrío que puede encarnarse enla figura de un doble mortífero.

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La posibilidad con que cuenta elsujeto para que una de esas co-rrientes no se convierta en un ene-migo es la integración de ellas. Ydicha integración constituirá unode los sentidos y lineamientos detrabajo en la clínica adolescente.

¿Quién es el enemigo íntimo?El nos va a decir que se trata deun personaje interno que cumplela función de desacreditar, sabo-tear o aniquilar los intentos, ex-ploraciones, aprendizajes o elabo-raciones con el argumento de ladevaluación propia o ajena comoariete.

Con esto trabajará hasta el fi-nal del libro. Presentará comoilustración artística un análisis delfantasma de la ópera y por fin,aparecen materiales clínicos: doscasos más desarrollados, y viñe-tas diversas entretejidas en un tex-to que cada vez más se va cen-trando en consideraciones clínicasque mueven a la reflexión.

El capítulo 8 revisa la sexuali-dad con visos actuales.

Y en este punto me detengo,los invito a leerlo a todos, a losanalistas de adolescentes por su-

puesto, pero también a todos losque tengan interés en la temáticadel narcisismo y/o en la clínicapensada en clave vincular.

Este libro, junto con los ante-riores, refleja un autor inmerso enel mundo adolescente actual, aquien puedo además pensar ope-rando y pensando con fuerte pre-sencia de las propias vivenciasadolescentes. Creo que esto loautoriza a intentar dar cuenta dela condición adolescente como loviene haciendo.

Cada capítulo tiene un epígra-fe, para terminar quiero incluiruno que me gustó mucho, el quecorresponde al capítulo 2 y es delmúsico Cat Stevens. Dice así:

«¿Nos vas a hacer reír? ¿Nosvas a hacer llorar?¿Nos vas a decir cuándo viviro cuándo morir?Sé que recorrimos un largocamino,Y que cambiamos día a díaPero decime, ¿dónde jueganlos chicos?»

María Cristina RojasMiembro Titular de AAPPG

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INFORMACIONES

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ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍAY PSICOTERAPIA DE GRUPO

RevistaPSICOANÁLISIS DE LAS CONFIGURACIONES VINCULARES

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1. Los escritos presentados deberán ser inéditos, podrán serindividuales o grupales y deberán estar escritos en español.

– Los trabajos tendrán una extensión máxima de 10.000 palabras, yse entregarán en siete ejemplares impresos en papel tamaño carta o A4junto con el correspondiente CD o diskette, aclarando el procesador detexto utilizado, el cual debe ser compatible con I.B.M.

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– Es requisito fundamental, tener especial cuidado en no mencionaren el cuerpo del texto ninguna de las publicaciones propias para evitarinferencias sobre la identidad del autor.

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a) Libros: apellido del autor, inicial del nombre y año de la primeraedición en su idioma original. Luego, el título del libro (en cursiva),lugar de edición, editor, año de la edición utilizada. Ej.: Spitz, R. (1954)El primer año de vida del niño. Madrid, Aguilar, 1961.

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b) Artículos: apellido del autor, inicial del nombre, año de la primeraedición del artículo en su idioma original. Luego, título del artículoentre comillas, nombre de la publicación (en cursiva), volumen, número,año de la edición utilizada. Ej.: Couchoud, M. T. (1986) «De la represióna la función denegadora», Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo,vol. XX, nº 1, 1997.

– El trabajo, sus copias impresas y la versión digital en CD o diskettedeben estar firmados con seudónimo y entregarse en secretaría de AAPPGen un sobre en cuyo frente figure sólo el título del trabajo y el seudónimoutilizado.

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De acuerdo a estos criterios responderán si consideran el trabajo dignode ser publicado en la revista Psicoanálisis de las ConfiguracionesVinculares.

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