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    Primer manifiesto surrealista [1924]Andr Breton

    Tanta fe se tiene en la vida, en la vida en su aspecto ms precario,en la vida real, naturalmente, que la fe acaba por desaparecer. Elhombre, soador sin remedio, al sentirse de da en da ms

    descontento de su sino, examina con dolor los objetos que le hanenseado a utilizar, y que ha obtenido al travs de su indiferencia o desu inters, casi siempre al travs de su inters, ya que ha consentidosometerse al trabajo o, por lo menos no se ha negado a aprovecharlas oportunidades... Lo que l llama oportunidades! Cuando llega aeste momento, el hombre es profundamente modesto: sabe cmo sonlas mujeres que ha posedo, sabe cmo fueron las risibles aventurasque emprendi, la riqueza y la pobreza nada le importan, y en este

    aspecto el hombre vuelve a ser como un nio recin nacido; y encuanto se refiere a la aprobacin de su conciencia moral, reconozcoque el hombre puede prescindir de ella sin grandes dificultades. Si lequeda un poco de lucidez, no tiene ms remedio que dirigir la vistahacia atrs, hacia su infancia que siempre le parecer maravillosa, pormucho que los cuidados de sus educadores la hayan destrozado. Enla infancia la ausencia de toda norma conocida ofrece al hombre laperspectiva de mltiples vidas vividas al mismo tiempo; el hombrehace suya esta ilusin; slo le interesa la facilidad momentnea,extremada, que todas las cosas ofrecen. Todas las maanas los niosinician su camino sin inquietudes. Todo est al alcance de la mano,las peores circunstancias materiales parecen excelentes. Luzca elsolo o est negro el cielo, siempre seguiremos adelante, jamsdormiremos.Pero no se llega muy lejos a lo largo de este camino; yno se trata solamente de una cuestin de distancia. Las amenazas seacumulan, se cede, se renuncia a una parte del terreno que se debaconquistar. Aquella imaginacin que no reconoca lmite alguno ya no

    puede ejercerse sino dentro de los lmites fijados por las leyes de unutilitarismo convencional; la imaginacin no puede cumplir muchotiempo esta funcin subordinada, y cuando alcanza aproximadamentela edad de veinte aos prefiere, por lo general, abandonar al hombre asu destino de tinieblas. Pero si ms tarde el hombre, fuese por loque fuere, intenta enmendarse al sentir que poco a poco vandesapareciendo todas las razones para vivir, al ver que se ha

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    convertido en un ser incapaz de estar a la altura de una situacinexcepcional, cual la del amor, difcilmente lograr su propsito. Y elloes as por cuanto el hombre se ha entregado, en cuerpo y alma alimperio de unas necesidades prcticas que no toleran el olvido. Todoslos actos del hombre carecern de altura, todas sus ideas, de

    profundidad. De todo cuanto le ocurra o cuanto pueda llegar aocurrirle, el hombre solamente ver aquel aspecto del conocimientoque lo liga a una multitud de acontecimientos parecidos,acontecimientos en los que no ha tomado parte, acontecimientos quese ha perdido. Ms an, el hombre juzgar cuanto le ocurra o puedaocurrirle ponindolo en relacin con uno de aquellos acontecimientosltimos, cuyas consecuencias sean ms tranquilizadoras que las delos dems. Bajo ningn pretexto sabr percibir su salvacin.

    Amada imaginacin, lo que ms amo en ti es que jamsperdonas.nicamente la palabra libertad tiene el poder deexaltarme. Me parece justo y bueno mantener indefinidamente esteviejo fanatismo humano. Sin duda alguna, se basa en mi nicaaspiracin legtima. Pese a tantas y tantas desgracias como hemosheredado, es preciso reconocer que se nos ha legado una libertadespiritual suma. A nosotros corresponde utilizarla sabiamente. Reducirla imaginacin a la esclavitud, cuando a pesar de todo quedaresclavizada en virtud de aquello que con grosero criterio se denominafelicidad, es despojar a cuanto uno encuentra en lo ms hondo de smismo del derecho a la suprema justicia. Tan slo la imaginacin mepermite llegar a saber lo que puede llegar a ser, y esto basta paramitigar un poco su terrible condena; y esto basta tambin para que meabandone a ella, sin miedo al engao (como si pudiramosengaarnos todava ms). En qu punto comienza la imaginacin aser perniciosa y en qu punto deja de existir la seguridad del espritu?Para el espritu, acaso la posibilidad de errar no es sino una

    contingencia del bien?Queda la locura, la locura que solemosrecluir, como muy bien se ha dicho. Esta locura o la otra... Todossabemos que los locos son internados en mritos de un reducidonmero de actos reprobables, y que, en la ausencia de estos actos, sulibertad (y la parte visible de su libertad) no sera puesta en tela de juicio. Estoy plenamente dispuesto a reconocer que los locos son, encierta medida, vctimas de su imaginacin, en el sentido que sta le

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    induce quebrantar ciertas reglas, reglas cuya transgresin define lacalidad de loco, lo cual todo ser humano ha de procurar saber por supropio bien. Sin embargo, la profunda indiferencia de los locos danmuestra con respecto a la crtica de que les hacemos objeto, por nohablar ya de las diversas correcciones que les infligimos, permite

    suponer que su imaginacin les proporciona grandes consuelos, quegozan de su delirio lo suficiente para soportar que tan slo tengavalidez para ellos. Y, en realidad, las alucinaciones, las visiones,etctera, no son una fuente de placer despreciable. La sensualidadms culta goza con ella, y me consta que muchas noches acariciaracon gusto aquella linda mano que, en las ltimas pginas deLIntelligence, de Taine, se entrega a tan curiosas fechoras. Mepasara la vida entera dedicado a provocar las confidencias de los

    locos. Son como la gente de escrupulosa honradez, cuya inocenciatan slo se pude comparar a la ma. Para poder descubrir Amrica,Coln tuvo que iniciar el viaje en compaa de locos. Y ahora podisver que aquella locura dio frutos reales y duraderos. No ser elmiedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de laimaginacin. Despus de haber instruido proceso a la actitudmaterialista, es imperativo instruir proceso a la actitud realista. Aqulla,ms potica que sta, desde luego, presupone en el hombre unorgullo monstruoso, pero no comporta una nueva y ms completafrustracin. Es conveniente ver ante todo en dicha escuelabienhechora reaccin contra ciertas risibles tendencias delespiritualismo. Y, por fin, la actitud materialista no es incompatible concierta elevacin intelectual. Contrariamente, la actitud realista,inspirada en el positivismo, desde Santo Toms a Anatole France, meparece hostil a todo gnero de elevacin intelectual y moral. Le tengohorror por considerarla resultado de la mediocridad, del odio, y devacos sentimientos de suficiencia. Esta actitud es la que ha

    engendrado en nuestros das esos libros ridculos y esas obrasteatrales insultantes. Se alimenta incesantemente de las noticiasperiodsticas, y traiciona a la ciencia y al arte, al buscar halagar alpblico en sus gustos ms rastreros; su claridad roza la estulticia, yest a altura perruna. Esta actitud llega a perjudicar la actividad de lasmejores inteligencias, ya que la ley del mnimo esfuerzo termina porimponerse a stas, al igual que a las dems. Una consecuencia

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    agradable de dicho estado de cosas estriba, en el terreno de laliteratura, en la abundancia de novelas. Todos ponen a contribucinsus pequeas dotes de observacin. A fin de proceder a aislar loselementos esenciales, M. Paul Valry propuso recientemente laformacin de una antologa en la que se reuniera el mayor nmero

    posible de novelas primerizas cuya insensatez esperaba alcanzasealtas cimas. En esta antologa tambin figuraran obras de los autoresms famosos. Esta es una idea que honra a Paul Valry, quien nohace mucho me aseguraba, en ocasin de hablarme del gneronovelstico que siempre se negara a escribir la siguiente frase: lamarquesa sali a las cinco. Pero, ha cumplido la palabra dada? Sireconocemos que el estilo pura y simplemente informativo, del que lafrase antes citada constituye un ejemplo, es casi exclusivo patrimonio

    de la novela, ser preciso reconocer tambin que sus autores no sonexcesivamente ambiciosos. El carcter circunstanciado, intilmenteparticularista de cada una de sus observaciones me induce asospechar que tan slo pretenden divertirse a mis expensas. No mepermiten tener siquiera la menor duda acerca de los personajes: sereste personaje rubio o moreno? Cmo se llamar? Le conoceremosen verano...? Todas estas interrogantes quedan resueltas de una vezpara siempre, a la buena de Dios; no me queda ms libertad que la decerrar el libro, de lo cual no suelo privarme tan pronto llego a laprimera pgina de la obra, ms o menos. Y las descripciones! Encuanto a vaciedad, nada hay que se les pueda comparar; no son msque superposiciones de imgenes de catlogo, de las que el autor sesirve sin limitacin alguna, y aprovecha la ocasin para poner bajo mivista sus tarjetas postales, buscando que juntamente con l fije miatencin en los lugares comunes que me ofrece:La pequeaestancia a la que hicieron pasar al joven tena las paredes cubiertasde papel amarillo; en las ventanas haba geranios y estaban cubiertas

    con cortinillas de muselina, el sol poniente lo iluminaba todo con su luzcruda. En la habitacin no haba nada digno de ser destacado. Losmuebles de madera blanca eran muy viejos. Un divn de alto respaldoinclinado, ante el divn una mesa de tablero ovalado, un lavabo y unespejo adosados a un entrepao, unas cuantas sillas arrimadas a lasparedes, dos o tres grabados sin valor que representaban a unasseoritas alemanas con pjaros en las manos... A eso se reduca el

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    mobiliario.(1)No estoy dispuesto a admitir que la inteligencia seocupe, siquiera de paso, de semejantes temas. Habr quien diga queesta parvularia descripcin est en el lugar que le corresponde, y queen este punto de la obra el autor tena sus razones paraatormentarme. Pero no por eso dej de perder el tiempo, porque yo en

    ningn momento he penetrado en tal estancia. La pereza, la fatiga delos dems no me atraen. Creo que la continuidad de la vida ofrecealtibajos demasiado contrastados para que mis minutos de depresin yde debilidad tengan el mismo valor que mis mejores minutos. Quieroque la gente se calle tan pronto deje de sentir. Y quede bien claro queno ataco la falta de originalidad por la falta de originalidad. Me helimitado a decir que no dejo constancia de los momentos nulos de mivida, y que me parece indigno que haya hombres que expresen los

    momentos que a su juicio son nulos. Permitidme que me salte ladescripcin arriba reproducida, as como muchas otras. Y ahorallegamos a la psicologa, tema sobre el que no tendr el menorempacho en bromear un poco.El autor coge un personaje, y, trashaberlo descrito, hace peregrinar a su hroe a lo largo y ancho delmundo. Pase lo que pase, dicho hroe, cuyas acciones y reaccioneshan sido admirablemente previstas, no debe comportarse de un modoque discrepe, pese a revestir apariencias de discrepancia, de losclculos de que ha sido objeto. Aunque el oleaje de la vida cause laimpresin de elevar al personaje, de revolcarlo, de hundirlo, elpersonaje siempre ser aquel tipo humano previamente formado. Setrata de una simple partida de ajedrez que no despierta mi inters,porque el hombre, sea quien sea, me resulta un adversario de escasovalor. Lo que no puedo soportar son esas lamentables disquisicionesreferentes a tal o mal jugada, cuando ello no comporta ganar niperder. Y si el viaje no merece las alforjas, si la razn objetiva deja enel ms terrible abandono -y esto es lo que ocurre- a quien la llama en

    su ayuda, no ser mejor prescindir de tales disquisiciones? Ladiversidad es tan amplia que en ella caben todos los tonos de voz,todos los modos de andar, de toser, de sonarse, de estornudar...(2)Si un racimo de uvas no contiene dos granos semejantes, a santo dequ describir un grano en representacin de otro, un grano enrepresentacin de todos, un grano que, en virtud de mi arte, resultecomestible? La insoportable mana de equiparar lo desconocido a lo

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    conocido, a lo clasificable, domina los cerebros. El deseo de anlisisimpera sobre los sentimientos(3). De ah nacen largas exposicionescuya fuerza persuasiva radica tan slo en su propio absurdo, y que tanslo logran imponerse al lector, mediante el recurso a un vocabularioabstracto, bastante vago, ciertamente. Si con ello resultara que las

    ideas generales que la filosofa se ha ocupado de estudiar, hasta elpresente momento, penetrasen definitivamente en un mbito msamplio, yo sera el primero en alegrarme. Pero no es as, y todo quedareducido a un simple discreteo; por el momento, los rasgos de ingenioy otras galanas habilidades, en vez de dedicarse a juegos inocuosconsigo mismas, ocultan a nuestra visin, en la mayora de los casos,el verdadero pensamiento que, a su vez, se busca a s mismo. Creoque todo acto lleva en s su propia justificacin, por lo menos en

    cuanto respecta a quien ha sido capaz de ejecutarlo; creo que todoacto est dotado de un poder de irradiacin de luz al que cualquierglosa, por ligera que sea, siempre debilitar. El solo hecho de que unacto sea glosado determina que, en cierto modo, este acto deje deproducirse. El adorno del comentario ningn beneficio produce al acto.Los personajes de Stendhal quedan aplastados por las apreciacionesdel autor, apreciaciones ms o menos acertadas pero que en nadacontribuyen a la mayor gloria de los personajes, a quienesverdaderamente descubrimos en el instante en que escapan del poderde Stendhal.Todava vivimos bajo el imperio de la lgica, yprecisamente a eso quera llegar. Sin embargo, en nuestros das, losprocedimientos lgicos tan slo se aplican a la resolucin deproblemas de inters secundario. La parte de racionalismo absolutoque todava solamente puede aplicarse a hechos estrechamenteligados a nuestra experiencia. Contrariamente, las finalidades deorden puramente lgico quedan fuera de su alcance. Huelga decir quela propia experiencia se ha visto sometida a ciertas limitaciones. La

    experiencia est confinada en una jaula, en cuyo interior da vueltas yvueltas sobre s misma, y de la que cada vez es ms difcil hacerlasalir. La lgica tambin, se basa en la utilidad inmediata, y quedaprotegida por el sentido comn. So pretexto de civilizacin, con laexcusa del progreso, se ha llegado a desterrar del reino del espritucuanto pueda clasificarse, con razn o sin ella, de supersticin oquimera; se ha llegado a proscribir todos aquellos modos de

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    investigacin que no se conformen con los imperantes. Al parecer, tanslo al azar se debe que recientemente se haya descubierto una partedel mundo intelectual, que, a mi juicio, es, con mucho, la msimportante y que se pretenda relegar al olvido. A este respecto,debemos reconocer que los descubrimientos de Freud han sido de

    decisiva importancia. Con base en dichos descubrimientos, comienzaal fin a perfilarse una corriente de opinin, a cuyo favor podr elexplorador avanzar y llevar sus investigaciones a ms lejanosterritorios, al quedar autorizado a dejar de limitarse nicamente a lasrealidades ms someras. Quiz haya llegado el momento en que laimaginacin est prxima a volver a ejercer los derechos que lecorresponden. Si las profundidades de nuestro espritu ocultanextraas fuerzas capaces de aumentar aquellas que se advierten en la

    superficie, o de luchar victoriosamente contra ellas, es del mayorinters captar estas fuerzas, captarlas ante todo para, a continuacin,someterlas al dominio de nuestra razn, si es que resulta procedente.Con ello, incluso los propios analistas no obtendrn sino ventajas.Pero es conveniente observar que no se ha ideado a priori ningnmtodo para llevar a cabo la anterior empresa, la cual, mientras no sedemuestre lo contrario, puede ser competencia de los poetas al igualque de los sabios, y que el xito no depende de los caminos ms omenos caprichosos que se sigan.Con toda justificacin, Freud haproyectado su labor crtica sobre los sueos, ya que, efectivamente, esinadmisible que esta importante parte de la actividad psquica hayamerecido, por el momento, tan escasa atencin. Y ello es as porcuanto el pensamiento humano, por lo menos desde el instante delnacimiento del hombre hasta el de su muerte, no ofrece solucin decontinuidad alguna, y la suma total de los momentos de sueo, desdeun punto de vista temporal, y considerando solamente el sueo puro,el sueo de los perodos en que el hombre duerme, no es inferior a la

    suma de los momentos de realidad, o, mejor dicho, de los momentosde vigilia. La extremada diferencia, en cuanto a importancia ygravedad, que para el observador ordinario existe entre losacontecimientos en estado de vigilia y aquellos correspondientes alestado de sueo, siempre ha sido sorprendente. As es debido a queel hombre se convierte, principalmente cuando deja de dormir, en juguete de su memoria que, en el estado normal, se complace en

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    evocar muy dbilmente las circunstancias del sueo, a privar a ste detoda trascendencia actual, y a situar el nico punto de referencia delsueo en el instante en que el hombre cree haberlo abandonado, unascuantas horas antes, en el instante de aquella esperanza o de aquellapreocupacin anterior. El hombre, al despertar, tiene la falsa idea de

    emprender algo que vale la pena. Por esto, el sueo queda relegadoal interior de un parntesis, igual que la noche. Y, en general, elsueo, al igual que la noche, se considera irrelevante. Este singularestado de cosas me induce a algunas reflexiones, a mi juicio,oportunas: 1. Dentro de los lmites en que se produce (o se creeque se produce), el sueo es, segn todas las apariencias, continuocon trazas de tener una organizacin o estructura. nicamente lamemoria se irroga el derecho de imponerlas, de no tener en cuenta las

    transiciones y de ofrecernos antes una serie de sueos que el sueopropiamente dicho. Del mismo modo, nicamente tenemos unarepresentacin fragmentaria de las realidades, representacin cuyacoordinacin depende de la voluntad (4). Aqu es importante sealarque nada puede justificar el proceder a una mayor dislocacin de loselementos constitutivos del sueo. Lamento tener que expresarmemediante unas frmulas que, en principio, excluyen el sueo.Cundo llegar, seores lgicos, la hora de los filsofos durmientes?Quisiera dormir para entregarme a los durmientes, del mismo modoque me entrego a quienes me leen, con los ojos abiertos, para dejarde hacer prevalecer, en esta materia, el ritmo consciente de mipensamiento. Acaso mi sueo de la ltima noche sea continuacin delsueo de la precedente, y prosiga, la noche siguiente, con un rigorharto plausible. Es muy posible, como suele decirse. Y habida cuentade que no se ha demostrado en modo alguno que al ocurrir lo antesdicho la realidad que me ocupa subsista en el estado de sueo, queest oscuramente presente en una zona ajena a la memoria, por qu

    razn no he de otorgar al sueo aquello que a veces niego a larealidad, este valor de certidumbre que, en el tiempo en que seproduce, no queda sujeto a mi escepticismo? Por qu no espero delos indicios del sueo ms lo que espero de mi grado de conciencia,de da en da ms elevado? No cabe acaso emplear tambin elsueo para resolver los problemas fundamentales de la vida? Estascuestiones son las mismas tanto en un estado como en el otro, y, en el

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    sueo, tienen ya el carcter de tales cuestiones? Conlleva el sueomenos sanciones que cuanto no sea sueo? Envejezco, y quiz seasueo, antes que esta realidad a la que creo ser fiel, y quiz sea laindiferencia con que contemplo el sueo lo que me haceenvejecer.2. Vuelvo, una vez ms, al estado de vigilia. Estoy

    obligado a considerarlo como un fenmeno de interferencia. Y no sloocurre que el espritu da muestras, en estas condiciones, de unaextraa tendencia a la desorientacin (me refiero a los lapsus y malasinterpretaciones de todo gnero, cuyas causas secretas comienzan asernos conocidas) sino que, lo que es todava ms, parece que elespritu, en su funcionamiento normal, se limite a obedecersugerencias procedentes de aquella noche profunda de la que yoacabo de extraerle. Por muy bien condicionado que est, el equilibrio

    del espritu es siempre relativo. El espritu apenas se atreve aexpresarse y, caso de que lo haga, se limita a constatar que tal idea,tal mujer, le hace efecto. Es incapaz de expresar de qu clase deefecto se trata, lo cual nicamente sirve para darnos la medida de susubjetivismo. Aquella idea, aquella mujer, conturban al espritu, leinclinan a no ser tan rgido, producen el efecto de aislarle durante unsegundo del disolvente en que se encuentra sumergido, de depositarleen el cielo, de convertirle en el bello precipitado que puede llegar aser, en el bello precipitado que es. Carente de esperanzas de hallarlas causas de lo anterior, el espritu recurre al azar, divinidad msoscura que cualquiera otra, a la que atribuye todos sus extravos. Yquin podr demostrarme que la luz bajo la que se presenta esa ideaque impresiona al espritu, bajo la que advierte aquello que ms amaen los ojos de aquella mujer, no sea precisamente el vnculo que leune al sueo, que le encadena a unos presupuestos bsicos que, porsu propia culpa, ha olvidado? Y si no fuera as, de qu sera elespritu capaz? Quisiera entregarle la llave que le permitiera penetrar

    en estos pasadizos. 3. El espritu del hombre que suea quedaplenamente satisfecho con lo que suea. La angustiante incgnita dela posibilidad deja de formularse. Mata, vuela ms de prisa, amacuanto quieras. Y si mueres, acaso no tienes la certeza de despertarentre los muertos? Djate llevar, los acontecimientos no toleran quelos difieras. Careces de nombre. Todo es de una facilidadpreciosa.Me pregunto qu razn, razn muy superior a la otra,

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    confiere al sueo este aire de naturalidad, y me induce a acoger sinreservas una multitud de episodios cuya rareza me deja anonadado,ahora, en el momento en que escribo. Sin embargo, he de creer eltestimonio de mi vista, de mis odos; aquel da tan hermoso existi, yaquel animal habl. La dureza del despertar del hombre, lo sbito

    de la ruptura del encanto, se debe a que se le ha inducido ha formarseuna dbil idea de lo que es la expiacin. 4. En el instante en que elsueo sea objeto de un examen metdico o en que, por medios andesconocidos, lleguemos a tener conciencia del sueo en toda suintegridad (y esto implica una disciplina de la memoria que tan slo sepuede lograr en el curso de varias generaciones, en la que secomenzara por registrar ante todo los hechos ms destacados) o enque su curva se desarrolle con una regularidad y amplitud hasta el

    momento desconocidas, cabr esperar que los misterios que dejen deserlo nos ofrezcan la visin de un gran Misterio. Creo en la futuraarmonizacin de estos dos estados, aparentemente tancontradictorios, que son el sueo e la realidad, en una especie derealidad absoluta, en una sobrerrealidad o surrealidad, si as se puedellamar. Esto es la conquista que pretendo, en la certeza de jamsconseguirla, pero demasiado olvidadizo de la perspectiva de la muertepara privarme de anticipar un poco los goces de tal posesin. Secuenta que todos los das, en el momento de disponerse a dormir,Saint-Pol-Roux haca colocar en la puerta de su mansin de Camaretun cartel en el que se lea: EL POETA TRABAJA. Habra muchoms que aadir sobre este tema, pero tan slo me he propuestotocarlo ligeramente y de pasada, ya que se trata de algo que requiereuna exposicin muy larga y mucho ms rigurosa; ms adelante volvera ocuparme de l. En la presente ocasin, he escrito con el propsitode hacer justicia a lo maravilloso, de situar en su justo contexto esteodio hacia lo maravilloso que ciertos hombres padecen, este ridculo

    que algunos pretenden atribuir a lo maravilloso. Digmosloclaramente: lo maravilloso es siempre bello, todo lo maravilloso, sea loque fuere, es bello, e incluso debemos decir que solamente lomaravilloso es bello.En el mbito de la literatura nicamente lomaravilloso puede dar vida a las obras pertenecientes a gnerosinferiores, tal como el novelstico, y, en general, todos los que sesirven de la ancdota. El monje, de Lewis, constituye una admirable

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    demostracin de lo anterior. El soplo de lo maravilloso penetra la obraentera. Mucho antes de que el autor haya liberado a sus personajesde toda servidumbre temporal, se nota que estn prestos a actuar consu orgullo carente de precedentes. Aquella pasin de eternidad queles eleva incesantemente da acentos inolvidables a su tortura y a la

    ma. A mi entender, este libro exalta ante todo, desde el principio al fin,y de la manera ms pura que jams se haya dado, cuanto en elespritu aspira a elevarse del suelo; y esta obra, una vez una vezdespojada de su fabulacin novelesca, de moda en la poca en quefue escrita, constituye un ejemplo de justeza y de inocente grandeza(5). A mi juicio pocas son las obras que la superan, y el personaje deMathilde, en especial, es la creacin ms conmovedora que cabeanotar en las partidas del activo de aquella moda de figuracin en

    literatura. Mathilde no es tanto un personaje cuanto una constantetentacin. Y si un personaje no es una tentacin, qu otra cosapuede ser? Extremada tentacin la de Mathilde. El principio nada esimposible para quien quiere arriesgarse tiene en El monje su mximafuerza de conviccin. Las apariciones ejercen en esta obra unafuncin lgica, por cuanto el espritu crtico no se preocupa dedesmentirlas. Del mismo modo, el castigo de Ambrosio queda tratadode manera plenamente legtima, ya que a fin de cuentas es aceptadopor el espritu crtico como un desenlace natural. Quiz parezcainjustificado que haya empleado el anterior ejemplo, al referirme a lomaravilloso, cuando las literaturas nrdicas y las orientales se hanservido de l constantemente, por no hablar ya de las literaturaspropiamente religiosas de todos los pases. Sin embargo, si as lo hehecho, ello se debe a que los ejemplos que estas literaturas hubieranpodido proporcionarme estn plagados de puerilidades, ya que sedirigen a nios. En un principio, stos no pueden percibir lomaravilloso, y, despus, no conservan la suficiente virginidad espiritual

    para que Piel de Asno les produzca demasiado placer. Porencantadores que sean los cuentos de hadas, el hombre se sentirafrustrado si tuviera que alimentarse slo con ellos, y, por otra parte,reconozco que no todos los cuentos de hadas son adecuados para losadultos. La trama de adorables inverosimilitudes exige una mayorfinura espiritual que la propia de muchos adultos, y uno ha de sercapaz de esperar todava mayores locuras... Pero la sensibilidad

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    jams cambia radicalmente. El miedo, la atraccin sentida hacia loinslito, el azar, el amor al lujo, son recursos que nunca se utilizarnestrilmente. Hay muchos cuentos que escribir con destino a losmayores, cuentos que todava son casi azules.Lo maravilloso nosiempre es igual en todas las pocas; lo maravilloso participa

    oscuramente de cierta clase de revelacin general de la que tan slopercibimos los detalles: stos son las ruinas romnticas, el maniqumoderno, o cualquier otro smbolo susceptible de conmover lasensibilidad humana durante cierto tiempo. Sin embargo, en estoscuadros que nos hacen sonrer se refleja siempre la irremediableinquietud humana, y por esto he fijado mi atencin en ellos, ya que losestimo inseparablemente unidos a ciertas producciones geniales queestn ms dolorosamente influenciadas por aquella inquietud que

    muchas otras obras. Y al decirlo, pienso en los patbulos de Villon, enlos griegos de Racine, en los divanes de Baudelaire. Coinciden con uneclipse del buen gusto que soportar muy bien, por cuanto consideroque el buen gusto es una formidable lacra. En el ambiente de malgusto propio de mi poca, me esfuerzo en llegar lejos que cualquierotro. Si hubiese vivido en 1820 yo hubiera hablado de laensangrentada monja, y no hubiera ahorrado aquel astuto y trivialdisimulemos de que habla el Cuisin enamorado de la parodia, y yohubiese utilizado las gigantescas metforas en todas las fases, talcomo Cuisin dice, del curso del disco, plateado. En los presentesdas pienso en un castillo, la mitad del cual no ha de encontrarseforzosamente en ruinas; este castillo es mo, y le veo situado en unlugar agreste, no muy lejos de Pars. Las dependencias de estecastillo son infinitas, y su interior ha sido terriblemente restaurado, demodo que no deja nada que desear en cuanto se refiere acomodidades. Ante la puerta que las sombras de los rboles ocultan,hay automviles que esperan. Algunos de mis amigos viven en l: ah

    va Louis Aragn, que abandona el castillo y apenas tiene tiempo paradeciros adis; PhilippeSoupault se levanta con las estrellas, y PaulEluard, nuestro gran Eluard, todava no ha regresado. Ah estnRobert Desnos y Roger Vitrac, que descifran en el parque un viejoedicto sobre los duelos; y Georges Auric y Jean Paulhan; Max Morise,quien tan bien rema, y BenjaminPret, con sus ecuaciones de pjaros;y Joseph Delteil; y Jean Carrive; y Georges Limbour, y Georges

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    Limbour (hay un bosque de Georges Limbour); y Marcel Noll; he ah aT. Fraenkel, quien nos salud desde un globo cautivo, GeorgesMalkine, AntoninArtaud, Francis Grard, Pierre Naville, J.-A. Boiffard,despus Jacques Baron y su hermano, apuestos y cordiales, y tantosotros, y mujeres de arrebatadora belleza, de verdad. A esa gente

    joven nada se le puede negar, y, en cuanto concierne a la riqueza, susdeseos son rdenes. Francis Picabia nos visita, y, la semana pasada,hemos dado una recepcin a un tal Marcel Duchamp, a quien todavano conocamos. Picasso caza por los alrededores. El espritu de ladesmoralizacin ha fijado su domicilio en el castillo, y a l recurrimostodas las veces que tenemos que entrar en relacin con nuestrossemejantes, pero las puertas estn siempre abiertas, y nocomenzamos nuestras relaciones dando las gracias al prjimo, saben

    ustedes? Por lo dems, grande es la soledad, y no nos reunimos confrecuencia, porque, acaso lo esencial no es que seamos dueos denosotros mismos, y, tambin, seores de las mujeres y del amor?Se me acusar de incurrir en mentiras poticas; todos dirn quevivo en la calle Fontaine, y que jams gozarn de tanta belleza.Maldita sea! Es absolutamente seguro que este castillo del queacabo de hacer los honores se reduce simplemente a una imagen?Pero, si a pesar de todo tal castillo existiera... Ah estn ms invitadospara dar fe; su capricho es el camino luminoso que a l conduce. Enverdad, vivimos en nuestra fantasa, cuando estamos en ella. Y cmoes posible que cada cual pueda molestar al otro, all, protegidos dospor el afn sentimental, al encuentro de las ocasiones? El hombrepropone y dispone. Tan slo de l depende poseerse por entero, esdecir, mantener en estado de anarqua la cuadrilla de sus deseos, deda en da ms temible. Y esto se lo ensea la poesa. La lleva en s laperfecta compensacin de las miserias que padecemos. Y tambinpuede actuar como ordenadora, por poco que uno se preocupe, bajo

    los efectos de una decepcin menos ntima, de tomrsela a lo trgico.Se acercan los tiempos en que la poesa decretar la muerte deldinero, y ella sola romper en pan del cielo para la tierra! Habr anasambleas en las plazas pblicas, y movimientos en los que unohabra pensado en tomar parte. Adis absurdas selecciones, sueosde vorgine, rivalidades, largas esperas, fuga de las estaciones,artificial orden de las ideas, pendiente del peligro, tiempo

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    omnipresente! Preocupmonos tan slo de practicar la poesa. Acasono somos nosotros, los que ya vivimos de la poesa, quienes debemoshacer prevalecer aquello que consideramos nuestra ms vastaargumentacin.Poco importa que se d cierta desproporcin entrela anterior defensa y la ilustracin que viene a continuacin. Antes,

    hemos intentado remontarnos a las fuentes de la imaginacin potica,y, lo que es ms difcil todava, quedarnos en ellas. Y conste que nopretendo haberlo logrado. Es preciso aceptar una granresponsabilidad, si uno pretende establecerse en aquellas lejanasregiones en las que, desde un principio, todo parece desarrollarse detan mala manera, y ms todava si uno pretende llevar al prjimo aellas. De todos modos, el caso es que uno nunca est seguro dehallarse verdaderamente en ellas. Uno siempre est tan propicio a

    aburrirse como a irse a otro lugar y quedarse en l. Siempre hay unaflecha que indica la direccin en que hay que avanzar para llegar aestos pases, y alcanzar la verdadera meta no depende ms que delbuen nimo del viajero.Ya sabemos, poco ms o menos, el caminoseguido. Tiempo atrs me tom el trabajo de contar, en el curso de unestudio sobre el caso de Robert Desnos, titulado Entrada de losmdiums (6), que me haba sentido inducido a fijar mi atencin enfrases ms o menos parciales que, en plena soledad, cuando el sueose acerca, devienen perceptibles al espritu, sin que sea posibledescubrir su previo factor determinante. Entonces, intent correr laaventura de la poesa, reduciendo los riesgos al mnimo, con lo cualquiero decir que mis aspiraciones eran las mismas que tengo hoy,pero entonces confiaba en la lentitud de la elaboracin, a fin dehurtarme a intiles contactos, a contactos a los que yo era muy hostil.Esto se deba a cierto pudor intelectual, del que todava me queda unpoco. Al trmino de mi vida, difcil ser, sin duda, que hable como sesuele hablar, que excuse el tono de mi voz y el reducido nmero de

    mis gestos. La perfeccin en la palabra hablada (y en la palabraescrita mucho ms) me pareca estar en funcin de la capacidad decondensar de manera emocionante la exposicin (y exposicin haba)de un corto nmero de hechos, poticos o no, que constituan lamateria en que centraba mi atencin. Haba llegado a la conviccin deque ste, y no otro, era el procedimiento empleado por Rimbaud. Conuna preocupacin por la variedad, digna de mejor causa, compuse los

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    ltimos poemas de Monte de Piedad, con lo que quiero decir que delas lneas en blanco de este libro llegu a sacar un partido increble.Estas lneas equivalan a mantener los ojos cerrados ante unasoperaciones del pensamiento que me consideraba obligado a ocultaral lector. Eso no significaba que yo hiciera trampa, sino solamente que

    obraba impulsado por el deseo de superar obstculos bruscamente.Consegua hacerme la ilusin de gozar de una posible complicidad, dela que de da en da me era ms difcil prescindir. Me entregu aprestar una inmoderada atencin a las palabras, en cuanto se referaal espacio que admitan a su alrededor, a sus tangenciales contactoscon otras palabras prohibidas que no escriba. El poema Bosquenegro, deriva precisamente de este estado de espritu. Emplee seismeses en escribirlo, y les aseguro que no descans ni un da. Pero de

    este poema dependa la propia estimacin en que me tena, en aquelentonces, y creo que todos comprenderis mi actitud, aun cuando nola consideris suficientemente motivada. Me gusta hacer estasconfesiones estpidas. En aquellos tiempos, se intentaba implantar laseudopoesa cubista, pero haba nacido inerme del cerebro dePicasso, y en cuanto a m hace referencia debo decir que eraconsiderado como un ser ms pesado que una lpida (y todava se meconsidera as). Por otra parte, no estaba seguro de seguir el buencamino, en lo referente a poesa, pero procuraba protegerme comomejor poda, enfrentndome con el lirismo, contra el que esgrima todognero de definiciones y frmulas (no tardaran mucho en producirselos fenmenos Dada), y pretendiendo hallar una aplicacin de lapoesa a la publicidad (aseguraba que todo terminara, no con laculminacin de un hermoso libro, sino con la de una bella frase dereclamo en pro del infierno o del cielo).En esta poca, un hombreque, por lo menos era tan pesado como yo, es decir, Pierre Reverdy,escribi: La imagen es una creacin pura del espritu.La imagen

    no puede nacer de una comparacin, sino del acercamiento de dosrealidades ms o menos lejanas. Cuanto ms lejanas y justas seanlas concomitancias de las dos realidades objeto de aproximacin, msfuerte ser la imagen, ms fuerza emotiva y ms realidad poticatendr... (7) Estas palabras, un tanto sibilinas para los profanos,tenan gran fuerza reveladora, y yo las medit durante mucho tiempo.Pero la imagen se me escapaba. La esttica de Reverdy, esttica

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    totalmente a posteriori me induca a confundir las causas con losefectos. En el curso de mis meditaciones, renunci definitivamente ami anterior punto de vista. El caso es que una noche, antes de caerdormido, percib, netamente articulada hasta el punto de que resultabaimposible cambiar ni una sola palabra, pero ajena al sonido de la voz,

    de cualquier voz, una frase harto rara que llegaba hasta m sin llevaren s el menor rastro de aquellos acontecimientos de que, segn lasrevelaciones de la conciencia, en aquel entonces me ocupaba, y lafrase me pareci muy insistente, era una frase que casi me atrevera adecir estaba pegada al cristal. Grab rpidamente la frase en miconciencia y, cuando me dispona a pasar a, otro asunto, el carcterorgnico de la frase retuvo mi atencin. Verdaderamente, la frase mehaba dejado atnito; desgraciadamente no la he conservado en la

    memoria, era algo as como Hay un hombre a quien la ventana hapartido por la mitad, pero no haba manera de interpretarlaerrneamente, ya que iba acompaada de una dbil representacinvisual (8) de un hombre que caminaba, partido, por la mitad del cuerpoaproximadamente, por una ventana perpendicular al eje de aqul. Sinduda se trataba de la consecuencia del simple acto de enderezar en elespacio la imagen de un hombre asomado a la ventana. Pero debido aque la ventana haba acompaado al desplazamiento del hombre,comprend que me hallaba ante una imagen de un tipo muy raro, ytuve rpidamente la idea de incorporarla al acervo de mi material deconstrucciones poticas. No hubiera concedido tal importancia a estafrase si no hubiera dado lugar a una sucesin casi ininterrumpida defrases que me dejaron poco menos sorprendido que la primera, y queme produjeron un sentimiento de gratitud (gratuidad) tan grande que eldominio que, hasta aquel instante, haba conseguido sobre m mismome pareci ilusorio, y comenc a preocuparme nicamente de ponerfin a la interminable lucha que se desarrollaba en mi interior (9).En

    aquel entonces, todava estaba muy interesado en Freud, y conocasus mtodos de examen que haba tenido ocasin de practicar conenfermos durante la guerra, por lo que decid obtener de m mismo loque se procura obtener de aqullos, es decir, un monlogo lo msrpido posible, sobre el que el espritu crtico del paciente no formulejuicio alguno, que, en consecuencia, quede libre de toda reticencia, yque sea, en lo posible, equivalente a pensar en voz alta. Me pareci

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    entonces, y sigue parecindome ahora -la manera en que me lleg lafrase del hombre cortado en dos lo demuestra-, que la velocidad delpensamiento no es superior a la de la palabra, y que no siempre ganaa la de la palabra, ni siquiera a la de la pluma en movimiento.Basndonos en esta premisa, PhilippeSoupault, a quien haba

    comunicado las primeras conclusiones a que haba llegado, y yo nosdedicamos a emborronar papel, con loable desprecio hacia losresultados literarios que de tal actividad pudieran surgir. La facilidad enla realizacin material de la tarea hizo todo lo dems. Al trmino delprimer da de trabajo, pudimos leernos recprocamente unas cincuentapginas escritas del modo antes dicho, y comenzamos a comparar losresultados. En conjunto, lo escrito por Soupault y por m tena grandesanalogas, se advertan los mismos vicios de construccin y errores de

    la misma naturaleza, pero, por otra parte, tambin haba en aquellaspginas la ilusin de una fecundidad extraordinaria, mucha emocin,un considerable conjunto de imgenes de una calidad que nohubisemos sido capaces de conseguir, ni siquiera una sola,escribiendo lentamente, unos rasgos de pintoresquismo especialsimoy, aqu y all, alguna frase de gran comicidad. Las nicas diferenciasque se advertan en nuestros textos me parecieron derivaresencialmente de nuestros respectivos temperamentos, el deSoupault: menos esttico que el mo, y, si se me permite una ligeracrtica, tambin derivaban de que Soupault cometi el error de colocaren lo alto de algunas pginas, sin duda con nimo de inducir a error,ciertas palabras, a modo de ttulo. Por otra parte, y a fin de hacerplena justicia a Soupault, debo decir que se neg siempre, con todassus fuerzas, a efectuar la menor modificacin, la menor correccin, enlos prrafos que me parecieron mal pergeados. Y en este puntollevaba razn (10). Ello es as por cuanto resulta muy difcil apreciar ensu justo valor los diversos elementos presentes, e incluso podemos

    decir que es imposible apreciarlos en la primera lectura. En apariencia,estos elementos son, para el sujeto que escribe, tan extraos comopara cualquier otra persona, y el que los escribe recela de ellos, comoes natural. Poticamente hablando, tales elementos destacan antetodo por su alto grado de absurdo inmediato, y este absurdo, una vezexaminado con mayor detencin, tiene la caracterstica de conducir acuanto hay de admisible y legtimo en nuestro mundo, a la divulgacin

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    de cierto nmero de propiedades y de hechos que, en resumen, noson menos objetivos que otros muchos.En homenaje a GuillermoApollinaire, quien haba muerto haca poco, y quien en muchos casosnos pareca haber obedecido a impulsos del gnero antes dicho, sinabandonar por ello ciertos mediocres recursos literarios, Soupault y yo

    dimos el nombre de SURREALISMO al nuevo modo de expresin quetenamos a nuestro alcance y que desebamos comunicar lo antesposible, para su propio beneficio, a todos nuestros amigos. Creo queen nuestros das no es preciso someter a nuevo examen estadenominacin, y que la acepcin en que la empleamos ha prevalecido,por lo general, sobre la acepcin de Apollinaire. Con mayor justiciatodava, hubiramos podido apropiarnos del trminoSUPERNATURALISMO, empleado por Grard de Nerval en la

    dedicatoria de Muchachas de fuego (11). Efectivamente, parece queNerval conoci a maravilla el espritu de nuestra doctrina, en tanto que Apollinaire conoca tan slo la letra, todava imperfecta, delsurrealismo, y fue incapaz de dar de l una explicacin tericaduradera. He aqu unas frases de Nerval que me parecen muysignificativas a este respecto:

    Voy a explicarle, mi querido Dumas, el fenmeno del que usted hahablado con mayor altura. Como muy bien sabe, hay ciertosnarradores que no pueden inventar sin identificarse con los personajespor ellos creados. Sabe muy bien con cunta conviccin nuestro viejoamigo Nodier contaba cmo haba padecido la desdicha de serguillotinado durante la Revolucin; uno quedaba tan convencido queincluso se preguntaba cmo se las haba arreglado Nodier para volvera pegarse la cabeza al cuerpo. Y como sea que tuvo usted laimprudencia de citar uno de esos sonetos compuestos en aquelestado de ensueo SUPERNATURALISTA, cual diran los alemanes,

    es preciso que los conozca todos. Los encontrar al final del volumen.No son mucho ms oscuros que la metafsica de Hegel o losMmorables de Swedenborg, y perderan su encanto si fuesenexplicados, caso de que ello fuera posible, por lo que te ruego meconceda al menos el mrito de la expresin... (12). Indica muy malafe discutirnos el derecho a emplear la palabra SURREALISMO, en elsentido particular que nosotros le damos, ya que nadie puede dudar

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    que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros nossirviramos de ella. Voy a definirla, de una vez para siempre:SURREALISMO: sustantivo, masculino. Automatismo psquicopuro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o decualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un

    dictado del pensamiento, sin la intervencin reguladora de la razn,ajeno a toda preocupacin esttica o moral. ENCICLOPEDIA,Filosofa: el surrealismo se basa en la creencia en la realidad superiorde ciertas formas de asociacin desdeadas hasta la aparicin delmismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruirdefinitivamente todos los restantes mecanismos psquicos, y asustituirlos en la resolucin de los principales problemas de la vida.Han hecho profesin de fe de SURREALISMO ABSOLUTO, los

    siguientes seores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel,Delteil, Desnos, Eluard, Grard, Limbour, Malkine, Morise, Naville,Noll, Pret, Picon, Soupault, Vitrac. Por el momento parece que losantes nombrados forman la lista completa de los surrealistas, y pocasdudas caben al respecto, salvo en el caso de IsidoreDucasse, dequien carezco de datos. Cierto es que si nicamente nos fijamos enlos resultados, buen nmero de poetas podran pasar por surrealistas,comenzando por el Dante y, tambin en sus mejores momentos, elpropio Shakespeare. En el curso de las diferentes tentativas dedefinicin, por m efectuadas, de aquello que se denomina, con abusode confianza, el genio, nada he encontrado que pueda atribuirse a unproceso, que no sea el anteriormente definido. Las Noches deYoung son surrealistas de cabo a rabo; desgraciadamente no se tratams que de un sacerdote que habla, de un mal sacerdote, sin duda,pero sacerdote al fin. Swift es surrealista en la maldad. Sade essurrealista en el sadismo.Chateaubriand es surrealista en elexotismo. Constant es surrealista en poltica. Hugo es surrealista

    cuando no es tonto. Desbordes-Valmore es surrealista en el amor.Bertrand es surrealista en el pasado. Rabbe es surrealista en lamuerte. Poe es surrealista en la aventura. Baudelaire es surrealistaen la moral. Rimbaud es surrealista en la vida prctica y en todo.Mallarm es surrealista en la confidencia. Jarry es surrealista en laabsenta. Nouveau es surrealista en el beso. Sant-Pol-Roux essurrealista en los smbolos. Fargue es surrealista en la atmsfera.

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    Vach es surrealista en m. Reverdy es surrealista en s. Saint-John Perse es surrealista a distancia. Roussel es surrealista en laancdota. Etctera. Insisto en que no todos son siempresurrealistas, por cuanto advierto en cada uno de ellos cierto nmero deideas preconcebidas a las que, muy ingenuamente, permanecen

    fieles. Mantenan esta fidelidad debido a que no haban escuchado lavoz surrealista, esa voz que sigue predicando en vsperas de lamuerte, por encima de las tormentas, y no la escucharon porque noqueran servir nicamente para orquestar la maravillosa partitura.Fueron instrumentos demasiado orgullosos, y por eso jamsprodujeron ni un sonido armonioso (13). Pero nosotros, que no noshemos entregado jams a la tarea de mediatizacin, nosotros que ennuestras nosotros que en nuestras obras nos hemos convertido en los

    sordos receptculos de tantos ecos, en los modestos aparatosregistradores que no quedan hipnotizados por aquello que registran,nosotros quiz estemos al servido de una causa todava ms noble.Nosotros devolvemos con honradez el talento que nos ha sidoprestado. Si os atrevis, habladme del talento de aquel metro deplatino, de aquel espejo, de aquella puerta, o del cielo. Nosotros notenemos talento. Preguntdselo a PhilippeSoupault: Lasmanufacturas anatmicas y las habitaciones baratas destruirn lasms altas ciudades. A Roger Vitrac: Apenas hube invocado almrmol-almirante, ste dio media vuelta sobre s mismo como uncaballo que se encabrita ante la Estrella Polar, y me indic en el planode su bicornio una regin en la que deba pasar el resto de mis das.A Paul Eluard:

    Es una historia muy conocida esa que cuento, es poema muy clebreese que releo: estoy apoyado en un muro, verdeantes las orejas, ycalcinados los labios.

    A Max Morise: El oso de las cavernas y su compaero elalcaravn, la veleta y su valet el viento, el gran Canciller con suscancelas, el espantapjaros y su cerco de pjaros, la balanza y su hijael fiel, ese carnicero y su hermano el carnaval, el barrendero y sumonculo, el Mississipi y su perrito, el coral y su cntara de leche, elmilagro y su buen Dios, ya no tienen ms remedio que desaparecer de

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    la faz del mar. A Joseph Delteil: S! Creo en la virtud de lospjaros. Y basta una pluma para hacerme morir de risa. A Louis Aragon: Durante una interrupcin del partido, mientras los jugadores se reunan alrededor de una jarra de llameante ponche,pregunt al rbol si an conservaba su cinta roja. Y yo mismo, que

    no he podido evitar el escribir las lneas locas y serpenteantes de esteprefacio. Preguntad a Robert Desnos, quien quiz sea el que, ennuestro grupo, est ms cerca de la verdad surrealista, quien, en susobras todava inditas (14) y en el curso de las mltiples experienciasa que se ha sometido, ha justificado plenamente las esperanzas quepuse en el surrealismo, y me ha inducido a esperar an ms de l. Enla actualidad, Desnos habla en surrealista cuando le da la gana. Laprodigiosa agilidad con que sigue oralmente su pensamiento nos

    admira tanto cuanto nos complacen sus esplndidos discursos,discursos que se pierden porque Desnos, en vez de fijarlos, prefierehacer otras cosas ms importantes. Desnos lee en s mismo como enun libro abierto, y no se preocupa de retener las hojas que el viento desu vida se lleva.

    SECRETOS DEL ARTE MGICO DEL SURREALISMO Composicin surrealista escrita, o primer y ltimo chorro Ordenadque os traigan recado de escribir, despus de haberos situado en unlugar que sea lo ms propicio posible a la concentracin de vuestroespritu, al repliegue de vuestro espritu sobre s mismo. Entrad en elestado ms pasivo, o receptivo, de que seis capaces. Prescindid devuestro genio, de vuestro talento, y del genio y el talento de losdems. Decos hasta empaparos de ello que la literatura es uno de losms tristes caminos que llevan a todas partes. Escribid deprisa, sintema preconcebido, escribid lo suficientemente deprisa para no poderrefrenaros, y para no tener la tentacin de leer lo escrito. La primera

    frase se os ocurrir por s misma, ya que en cada segundo que pasahay una frase, extraa a nuestro pensamiento consciente, que deseaexteriorizarse. Resulta muy difcil pronunciarse con respecto a la fraseinmediata siguiente; esta frase participa, sin duda, de nuestra actividadconsciente y de la otra, al mismo tiempo, si es que reconocemos queel hecho de haber escrito la primera produce un mnimo depercepcin. Pero eso, poco ha de importaros; ah es donde radica, en

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    su mayor parte, el inters del juego surrealista. No cabe la menor dudade que la puntuacin siempre se opone a la continuidad absoluta delfluir de que estamos hablando, pese a que parece tan necesaria comola distribucin de los nudos en una cuerda vibrante. Seguidescribiendo cuanto queris. Confiad en la naturaleza inagotable del

    murmullo. Si el silencio amenaza, debido a que habis cometido unafalta, falta que podemos llamar falta de inatencin, interrumpid sin lamenor vacilacin la frase demasiado clara. A continuacin de lapalabra que os parezca de origen sospechoso poned una letracualquiera, la letra l, por ejemplo, siempre la 1, y al imponer esta iniciala la palabra siguiente conseguiris que de nuevo vuelva a imperar laarbitrariedad. Para no aburrirse en sociedad Eso es muy difcil. Haced decir

    siempre que no estis en casa para nadie, y alguna que otra vez,cuando nadie haya hecho caso omiso de la comunicacin antedicha, yos interrumpa en plena actividad surrealista, cruzad los brazos, ydecid: Igual da, sin duda es mucho mejor hacer o no hacer. El interspor la vida carece de base. Simplicidad, lo que ocurre en mi interiorsigue sindome inoportuno. 0 cualquier otra trivialidad igualmenteindignante. Para hacer discursos Inscribirse, en vsperas deelecciones, en el primer pas en el que se juzgue saludable celebrarconsultas de este tipo. Todos tenemos madera de orador: colgadurasmulticolores y bisutera de palabras. Mediante el surrealismo, el oradorpondr al desnudo la pobreza de la desesperanza. Un atardecer,sobre una tarima, el orador, solito, descuartizar el cielo eterno, esaPiel de Oso. Y tanto prometer que cumplir una mnima parte de loprometido consternar. Dar a las reivindicaciones de un puebloentero un matiz parcial y lamentable. Obligar a los ms irreductiblesenemigos a comulgar en un deseo secreto que har saltar en pedazosa las patrias. Y lo conseguir con slo dejarse elevar por la palabra

    inmensa que se funde en la piedad y rueda en el odio. Incapaz dedesfallecer, jugar el terciopelo de todos los desfallecimientos. Serverdaderamente elegido, y las ms tiernas mujeres le amarn conviolencia. Para escribir falsas novelasSeis quien seis, si elcorazn as os lo aconseja, quemad unas cuantas hojas de laurel y,sin empearos en mantener vivo este dbil fuego, comenzad unanovela. El surrealismo os lo permitir; os bastar con clavar la aguja

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    de la Belleza fija sobre la Accin; en eso consiste el truco. Habrpersonajes de perfiles lo bastante distintos; en vuestra escritura, susnombres son solamente una cuestin de mayscula, y se comportarncon la misma seguridad con respecto a los verbos activos con que secomporta el pronombre il, en francs, con respecto a las palabras

    pleut, y a, faut, etc. Los personajes mandarn a los verbos,valga la expresin; y en aquellos casos en que la observacin, lareflexin y las facultades de generalizacin no os sirvan para nada,podis tener la seguridad de que los personajes actuarn como sivosotros hubierais tenido mil intenciones que, en realidad, no habistenido. De esta manera, provistos de un reducido nmero decaractersticas fsicas y morales, estos seres que, en realidad, tanpoco os deben, no se apartarn de cierta lnea de conducta de la que

    vosotros ya no os tendris que ocupar. De ah surgir una ancdotams o menos sabia, en apariencia, que justificar punto por punto esedesenlace emocionante o confortante que a vosotros os ha dejado yade importar. Vuestra falsa novela ser una maravillosa simulacin deuna novela verdadera; os haris ricos, y todos se mostrarn deacuerdo en que llevis algo dentro, ya que es exactamente dentrodel cuerpo humano donde esa cosa suele encontrarse. Como esnatural, siguiendo un procedimiento anlogo, y a condicin de ignorartodo aquello de lo que debierais daros cuenta, podis dedicaros congran xito a la falsa crtica.

    Para tener xito con una mujer que pasa por la calle ... ... ... ... ... ...... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...... ... ... ... ... ... ... ... Contra la muerte El surrealismo osintroducir en la muerte, que es una sociedad secreta. Os enguantarla mano, sepultando all la profunda M con que comienza la palabraMemoria. No olvidis tomar felices disposiciones testamentarias: en

    cuanto a m respecta, exijo que me lleven al cementerio en un caminde mudanzas. Que mis amigos destruyan hasta el ltimo ejemplar dela edicin de Discurso sobre la Escasez de Realidad. El idioma hasido dado al hombre para que lo use de manera surrealista. En lamedida en que al hombre es indispensable hacerse comprender,consigue expresarse mejor o peor, y con ello asegurar el ejercicio deciertas funciones consideradas como las ms primarias. Hablar o

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    escribir una carta no presenta verdaderas dificultades siempre que elhombre no se proponga una finalidad superior a las que se encuentranen un trmino medio, es decir, siempre que se limite a conversar (porel placer de conversar) con cualquier otra persona. En estos casos, elhombre no sufre ansiedad alguna en lo que respecta a las palabras

    que ha de pronunciar, ni a la frase que seguir a la que acaba depronunciar. A una pregunta muy sencilla ser capaz de contestar sin lamenor vacilacin. Si no est afecto de tics, adquiridos en el trato conlos dems, el hombre puede pronunciarse espontneamente sobrecierto reducido nmero de temas; y para hacer esto no tiene ningunanecesidad de devanarse los sesos, ni de plantearse problemas previosde ningn gnero. Y quin habr podido hacerle creer que estafacultad de primera intencin tan slo le perjudica cuando se propone

    entablar relaciones verbales de naturaleza ms compleja? No hayningn tema cuyo tratamiento le impida hablar y escribirgenerosamente. Los actos de escucharse y leerse a uno mismo slotienen el efecto de obstaculizar lo oculto, el admirable recurso. No, no,no tengo ninguna necesidad urgente decomprenderme (Basta!Siempre me comprender!). Si tal o cual frase ma me produce demomento una ligera decepcin, confo en que la frase siguienteenmendar los yerros, y me cuido muy mucho de no volverla aescribir, ni corregirla. Unicamente la menor falta de aliento puedeserme fatal. Las palabras, los grupos de palabras que se sucedenpractican entre s la ms intensa solidaridad. No es funcin mafavorecer a unas en perjuicio de las otras. La solucin debe correr acargo de una maravillosa compensacin, y esta compensacinsiempre se produce. Este lenguaje sin reserva al que siempreprocuro dar validez, este lenguaje que me parece adaptarse a todaslas circunstancias de la vida, este lenguaje no slo no me priva nisiquiera de uno de mis medios, sino que me da una extraordinaria

    lucidez, y lo hace en el terreno en que menos poda esperarlo. Llegarincluso a afirmar que este lenguaje me instruye, ya que, en efecto, meha ocurrido emplear surrealistamente palabras cuyo sentido habaolvidado. E inmediatamente despus he podido verificar que el usodado a estas palabras responda exactamente a su definicin. Estonos induce a creer que no se aprende, sino que uno no hace msque re-aprender. De esta manera he llegado a familiarizarme con

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    giros muy hermosos. Y no hablo nicamente de la conciencia poticade las cosas, que tan slo he conseguido adquirir mediante el contactoespiritual con ellas, mil veces repetido. Las formas del lenguajesurrealista se adaptan todava mejor al dilogo. En el dilogo, hay dospensamientos frente a frente; mientras uno se manifiesta, el otro se

    ocupa del que se manifiesta, pero de qu modo se ocupa de l?Suponer que se lo incorpora sera admitir que, en determinadomomento, le sera factible vivir enteramente merced a aquel otropensamiento, lo cual resulta bastante improbable. En realidad, laatencin que presta el pensamiento segundo es de carctertotalmente externo, ya que nicamente se concede el lujo de aprobaro desaprobar, generalmente desaprobar, con todos los respetos deque el hombre es capaz. Este modo de hablar no permite abordar el

    fondo de la cuestin. Mi atencin, fija en una invitacin que no puederechazar sin incurrir en grosera, trata el pensamiento ajeno como sifuese un enemigo: en las conversaciones corrientes, el pensamientofija y conquista casi siempre las palabras y las oraciones ajenas, delas que luego se servir; el pensamiento me pone en situacin desacar partido de estas palabras y oraciones en la rplica, gracias adesvirtuarlas. Esto es especialmente cierto en ciertos estadosmentales patolgicos en los que las alteraciones sensoriales absorbentoda la atencin del enfermo, quien, al responder a las preguntas quese le formulan, se limita a apoderarse de la ltima palabra que ha odo,o de la ltima porcin de una frase surrealista que ha dejado ciertorastro en su espritu: Qu edad tiene usted? - Usted(Ecosmo). Cmo se llama usted? - Cuarenta y cinco casas(Sntoma de Ganser o de las respuestas marginales) No hayninguna conversacin en la que no se d cierto desorden. El esfuerzoen pro de la sociabilidad que las preside y la costumbre que desostenerlas tenemos son los nicos factores que consiguen ocultarnos

    temporalmente aquel hecho. Asimismo, la mayor debilidad de todolibro estriba en entrar constantemente en conflicto con el espritu desus mejores lectores, y al decir mejores quiero significar los msexigentes. En el brevsimo dilogo que anteriormente he improvisadoentre el mdico y el enajenado, es, desde luego, este ltimo quienlleva la mejor parte, ya que mediante sus respuestas domina laatencin del mdico -y, adems, no es l quien formula las preguntas-.

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    Cabe afirmar que su pensamiento es el ms fuerte de los dos enaquel instante? Quiz. Al fin y al cabo, el paciente goza de la libertadde no tener en cuenta su nombre ni su edad. El surrealismopotico, al que consagro el presente estudio, se ha ocupado, hasta elactual momento, de restablecer en su verdad absoluta el dilogo, al

    liberar a los dos interlocutores de las obligaciones impuestas por labuena crianza. Cada uno de ellos se dedica sencillamente a proseguirsu soliloquio, sin intentar derivar de ello un placer dialcticodeterminado, ni imponerse en modo alguno a su prjimo. Las frasesintercambiadas no tienen la finalidad, contrariamente a lo usual, deldesarrollo de una tesis por muy insustancial que sea, y carecen detodo compromiso, en la medida de lo posible. En cuanto a la respuestaque solicitan debemos decir que, en principio, es totalmente

    indiferente en cuanto respecta al amor propio del que habla. Laspalabras y las imgenes se ofrecen nicamente a modo de trampolnal servido del espritu del que escucha. Este es el modo en que seofrecen las palabras y las imgenes en Los campos magnticos,primera obra puramente surrealista, y especialmente en las pginasbajo el comn ttulo de Barreras, en donde Soupault y yo noscomportamos como interlocutores imparciales. El surrealismo nopermite a aquellos que se entregan a l abandonarlo cuando mejor lesplazca. Todo induce a creer que el surrealismo acta sobre losespritus tal como actan los estupefacientes; al igual que stos creaun cierto estado de necesidad y puede inducir al hombre a tremendasrebeliones. Tambin podemos decir que el surrealismo es un parasoharto artificial, y la aficin a este paraso deriva del estudio deBaudelaire, al igual que la aficin a los restantes parasos artificiales.El anlisis de los misteriosos efectos y, de los especiales goces que elsurrealismo puede e, n, , , , g, en, drar no puede faltar en el presenteestudio, y es de advertir que, en muchos aspectos, el surrealismo

    parece un vicio nuevo que no es privilegio exclusivo de unos cuantosindividuos, sino que, como el haxis, puede satisfacer a todos los quetienen gustos refinados. 1. Hay imgenes surrealistas que soncomo aquellas imgenes producidas por el opio que el hombre noevoca, sino que se le ofrecen espontneamente despticamente, sinque las pueda apartar de s, por cuanto la voluntad ha perdido sufuerza, y ha dejado de gobernar las facultades (15). Naturalmente,

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    faltara saber si las imgenes, en general, han sido alguna vezevocadas. Si nos atenemos, tal como yo hago, a la definicin deReverdy, no parece que sea posible aproximar voluntariamenteaquello que l denomina dos realidades distantes. La aproximacinocurre o no ocurre, y esto es todo. Niego con toda solemnidad que, en

    el caso de Reverdy, imgenes como: Por el cauce del arroyo fluyeuna cancino El da se despleg como un blanco mantel o Elmundo regresa al interior de un saco comporten el menor grado depremeditacin. A mi juicio, es errneo pretender que el espritu haaprehendido las relaciones entre dos realidades en l presentes.Para empezar, digamos que el espritu no ha percibido nadaconscientemente. Contrariamente, de la aproximacin fortuita de dostrminos ha surgido una luz especial, la luz de la imagen, ante la que

    nos mostramos infinitamente sensibles. El valor de la imagen est enfuncin de la belleza de la chispa que produce; y, en consecuencia,est en funcin de la diferencia de potencia entre los dos elementosconductores. Cuando esta diferencia apenas existe, como en el casode las comparaciones (16), la chispa no nace. A mi juicio, no est en lamano del hombre el poder de conseguir la aproximacin de dosrealidades tan distantes como aquellas a que antes nos hemosreferido, por cuanto a ello se opone el principio de la asociacin deideas, tal como lo entendemos. De lo contrario, slo nos quedara elrecurso de volver a adoptar un arte de carcter elptico, que Reverdycondena, tal como yo lo condeno. Fuerza es reconocer que los dostrminos de la imagen no son el resultado de una labor de deduccinrecproca, llevada a cabo por el espritu con el fin de producir lachispa, sino que son productos simultneos de la actividad que yodenomino surrealista, en la que la razn se limita a constatar y aapreciar el fenmeno luminoso. Y del mismo modo que la duracinde la chispa se prolonga cuando se produce en un ambiente de

    rarificacin, la atmsfera surrealista creada mediante la escrituramecnica, que me he esforzado en poner a la disposicin de todos, sepresta de manera muy especial a la produccin de las ms bellasimgenes. Incluso cabe decir que, en el curso vertiginoso de estaescritura, las imgenes que aparecen constituyen la nica gua delespritu. Poco a poco, el espritu queda convencido del valor derealidad suprema de estas imgenes. Limitndose al principio a

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    sentirlas, el espritu pronto se da cuenta de que estas imgenes sonacordes con la razn, y aumentan sus conocimientos. El esprituadquiere plena conciencia de las ilimitadas extensiones en que semanifiestan sus deseos, en las que el pro y el contra se armonizan sincesar, y en las que su ceguera deja de ser peligrosa. El espritu

    avanza, atrado por estas imgenes que le arrebatan, que apenas ledejan el tiempo preciso para soplarse el fuego que arde en sus dedos.Vive en la ms bella de todas las noches, en la noche cruzada por laluz del relampagueo, la noche de los relmpagos. Tras esta noche, elda es la noche. Los innumerables tipos de imgenes surrealistasexigen una clasificacin que, por el momento, no voy a pretenderefectuar. Agrupar estas imgenes segn sus afinidades particularesme llevara demasiado lejos; esencialmente, quiero tan slo tener en

    consideracin sus excelencias comunes. No voy a ocultar que para mla imagen ms fuerte es aquella que contiene el ms alto grado dearbitrariedad, aquella que ms tiempo tardamos en traducir a lenguajeprctico, sea debido a que lleva en s una enorme dosis decontradiccin, sea a causa de que uno de sus trminos estcuriosamente oculto, sea porque tras haber presentado la aparienciade ser sensacional, se desarrolla despus dbilmente (que la imagencierre bruscamente el ngulo de su comps), sea porque de ella sederive una justificacin formal irrisoria, sea porque pertenezca a laclase de las imgenes alucinantes, sea porque preste de un modomuy natural la mscara de lo abstracto a lo que es concreto, sea portodo lo contrario, sea porque implique la negacin de algunapropiedad fsica elemental, sea porque d risa. He aqu unos cuantosejemplos de imgenes correctas: Los rubs del champaa.Lautramont. Bello como la ley de paralizacin del desarrollo delpecho de los adultos cuya propensin al crecimiento no guarda ladebida relacin con la cantidad de molculas que su organismo

    produce. Lautramont. Una iglesia se alzaba sonora como unacampana. PhilippcSoupault. En el sueo de RroseSlavy hay unenano salido de un pozo, que come pan por la noche. Robert Desnos.Sobre el puente se balanceaba el roco con cabeza de gata. AndrBreton. Un poco a la izquierda, en mi divino firmamento, percibo -aunque sin duda es tan slo un vapor de sangre y asesinatos- elbrillante despintado de las perturbaciones de la libertad. Louis Aragon.

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    En el interior del bosque incendiado Frescos los leones se hanquedado. Roger Vitrac. El color de las medias de una mujer no esobligatoriamente la imagen de sus ojos, lo cual ha inducido a decir aun filsofo, cuyo nombre es intil hacer constar: los cetalpodostienen ms razones que los cuadrpedos para odiar el progreso .

    Max Morise. 1. Tanto si se quiere como si no, ah hay materia parasatisfacer muchas necesidades del espritu. Todas estas imgenesparecen atestiguar que el espritu ha alcanzado la madurez suficientepara gozar de ms satisfacciones que aquellas que por lo general sele conceden. Este es el nico medio de que dispone para sacar partidode la cantidad ideal de acontecimientos de que est preado (17).Estas imgenes le dan la medida de su normal disipacin y de losinconvenientes que sta le comporta. No es malo que estas imgenes

    acaben por desconcertar al espritu, ya que desconcertarle equivale asituarle ante un camino errado. Las frases que he citado contribuyengrandemente a ello. Pero el espritu que sabe saborearlas obtiene deellas la certidumbre de hallarse en el buen camino; el espritu, por smismo, jams se declarar culpable de emplear sutilezas idiomticas;nada tiene que temer por cuanto, adems, se fortifica con la bsquedatotal. 2. El espritu que se sumerge en el surrealismo reviveexaltadamente la mejor parte de su infancia. Al espritu le ocurre unpoco lo mismo que a aquel que, prximo a morir ahogado, repasa, enmenos de un minuto, su vida entera, en todos sus agobiantes detalles.Habr quien diga que esto no es demasiado incitante. Pero no meinteresa en absoluto incitar a quien tal digan. De los recuerdos de lainfancia y de algunos otros se desprende cierto sentimiento de noestar uno absorbido, y, en consecuencia, de despiste, que consideroel ms fecundo entre cuantos existen. Quiz sea vuestra infancia loque ms cerca se encuentra de la verdadera vida; esa infancia, trasla cual, el hombre tan slo dispone, adems de su pasaporte, de

    ciertas entradas de favor; esa infancia en la que todo favorece laeficaz, y sin azares, posesin de uno mismo. Gracias al surrealismo,parece que las oportunidades de la infancia reviven en nosotros. Escomo si uno volviera a correr en pos de su salvacin, o de superdicin. Se revive, en las sombras, un terror precioso. Gracias aDios, tan slo se trata del Purgatorio. Se atraviesan, sintiendo unestremecimiento, aquellas zonas que los ocultistas denominan

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    paisajes peligrosos. Mis pasos suscitan la aparicin de monstruos queme acechan, monstruos que todava no me tienen demasiadamalquerencia, debido a que les temo, por lo que todava no estoyperdido. Ah estn los elefantes con cabeza de mujer y los leonesvoladores cuyo encuentro nos haca temblar de miedo, a Soupault y

    a m; ah est el pez soluble que todava me da un poco de miedo.PEZ SOLUBLE, no, no soy yo el pez soluble, yo nac bajo el signo deAcuario, y el hombre es soluble en su pensamiento! La fauna y la floradel surrealismo son inconfesables. 3. No creo en la posibilidad dela prxima aparicin de un pontfice surrealista. Las caractersticascomunes a todos los textos del gnero, entre ellos los que acabo decitar, as como muchos otros que por s solos nos podranproporcionar un riguroso desglose analtico lgico y gramatical, no

    impiden una cierta evolucin de la prosa surrealista, al paso deltiempo. Prueba irrefragable de ello lo son las historietas que vienen acontinuacin, en este mismo volumen, historietas escritas despus degran cantidad de ensayos a cuya elaboracin me entregu con lafinalidad antes dicha durante cinco aos, y que tengo la debilidad dejuzgar, en su mayora, extremadamente desordenadas. No estimo queesas historietas sean, en virtud de lo que de ellas he expresado, nims ni menos capaces de poner de relieve ante el lector los beneficiosque la aportacin surrealista puede proporcionar a su conciencia.Por otra parte, es preciso dar mayor envergadura a los mediossurrealistas. Todo medio es bueno para dar la deseableespontaneidad a ciertas asociaciones. Los papeles pegados dePicasso y de Braque tienen el mismo valor que la insercin de un lugarcomn en el desarrollo literario del estilo ms laboriosamentedepurado. Incluso est permitido dar el ttulo de POEMA a aquello quese obtiene mediante la reunin, lo ms gratuita posible (si no lesmolesta, fjense en la sintaxis) de ttulos y fragmentos de ttulos

    recortados de los peridicos diarios:POEMAUna carcajadade zafiro en la isla de Ceiln Las ms hermosas escamasTIENEN MATIZ AGOSTADO BAJO LOS CERROJOS en unagranja aisladaDE DIA EN DIA se agrava lo agradable Uncamino de carroos conduce a los lmites con lo ignoto el cafpredica las loas de su santo EL COTIDIANO ARTIFICE DEVUESTRA BELLEZA SEORA un par de medias de seda

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    no esUn salto en el Vaco UN CIERVO El amor antetodoTodo podra solucionarse PARIS ES UNA GRAN CIUDADVigilad Los rescoldos LA ORACION Del buen tiempoSabed queLos rayos ultravioletas han culminado su tareaBreve y beneficiosa El PRIMER DIARIO BLANCODEL AZAR

    Rojo ser El cantor vagabundo DNDE EST? en lamemoria en su casa EN EL BAILE DE LOS ARDIENTES Hagobailando Lo que se hace, lo que se har Y se podran darmuchos ms ejemplos. Tambin el teatro, la filosofa, la ciencia, lacrtica, conseguiran volver a encontrarse a s mismos. Deboapresurarme a aadir que las futuras tcnicas surrealistas no meinteresan. Ya he dado a entender con suficiente claridad que lasaplicaciones del surrealismo a la accin me parecen poseer una

    importancia muy diferente (18). Ciertamente, no creo en el valorproftico de la palabra surrealista. Mis palabras son palabras deorculo (19). S en la medida que yo quiera, porque acaso no se esorculo ante uno mismo? (20) La piedad de los hombres no meengaa. La voz surrealista que estremeci a Cumas, Dodona y Delfoses la misma que dicta mis discursos menos iracundos. Mi tiempo nopuede ser el suyo, y por qu ha de ayudarme esta voz a resolver elinfantil problema de mi destino? Por desgracia, parezco actuar en unmundo en el que, para llegar a tener en cuenta sus sugerencias, estoyobligado a servirme de dos clases de intrpretes, unos me traducirnsus frases, y los otros, que es imposible hallar, comunicarn a missemejantes la comprensin que yo haya alcanzado de estas frases.Este mundo en el que yo sufro lo que sufro (mejor ser que no losepis), este mundo moderno, este mundo, en fin... diablico! Bueno,pues qu queris que yo haga en l? La voz surrealista quiz seextinga, no puedo yo contar mis desapariciones. Yo no podr estarpresente, ni siquiera un poco, en el maravilloso descuento de mis aos

    y mis das. Ser como Nijinski, a quien el ao pasado llevaron a losballets rusos y no pudo comprender qu clase de espectculo eraaquel al que asista. Quedar solo, muy solo en m, indiferente a todoslos ballets del mundo. Os doy todo lo que he hecho y todo lo que nohe hecho. Y, desde entonces, siento unos grandes deseos decontemplar con indulgencia los sueos cientficos que, a fin decuentas, tan indecorosos son desde todos los puntos de vista. Los

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    sin hijos? Bien. La sfilis? Igual me da. La fotografa? Nada tengoque oponer. El cine? Vivan las salas oscuras! La guerra? Que risa!El telfono? Diga! La juventud? Encantadores cabellos blancos!Intentad hacerme decir gracias: Gracias. Gracias... Si el vulgotiene en gran estima eso que, propiamente hablando, se denomina

    investigaciones de laboratorio, se debe a que gracias a ellas se haconseguido construir una mquina o descubrir un suero en los que elvulgo se cree directamente interesado. No duda ni por un instante quecon ello se ha querido mejorar su suerte. No s con exactitud cul esel ideal de los sabios con tendencias humanitarias, pero me pareceque de l no forma parte una gran cantidad de bondad.Entendmonos, hablo de los verdaderos sabios, no de losvulgarizadores de cualquier tipo, en posesin de un ttulo. En este

    terreno, como en cualquier otro, creo en la pura alegra surrealista delhombre que, consciente del fracaso de todos los dems, no se da porvencido, parte de donde quiere y, a lo largo de cualquier camino queno sea razonable, llega a donde puede. Puedo confesartranquilamente que me es absolutamente indiferente la imagen que elhombre en cuestin juzgue oportuno utilizar para seguir su camino,imagen que quiz le procure la pblica estimacin. Tampoco meimporta el material del que necesariamente tendr que proveerse: sustubos de vidrio o mis plumas metlicas... En cuanto al mtodo de talhombre lo considero tan bueno como el mo. He visto en plenaactuacin al descubridor del reflejo cutneo plantar; no haca ms queexperimentar sin tregua en los sujetos objeto de su estudio, no era unexamen, ni mucho menos, lo que haca; resultaba evidente quehaba dejado de fiarse de todo gnero de planes. De vez en cuandoformulaba una observacin, con aire de lejana, sin abandonar por ellosu aguja, mientras que su martillo actuaba constantemente. Encarg aotros la trivial tarea de tratar a los enfermos. Se entreg por entero a

    su sagrada fiebre. El surrealismo, tal como yo lo entiendo, declaranuestro inconformismo absoluto con la claridad suficiente para que nose le pueda atribuir, en el proceso el mundo real, el papel de testigo dedescargo. Contrariamente, el surrealismo nicamente podr explicar elestado de completo aislamiento al que esperamos llegar, aqu, en estavida. El aislamiento de la mujer en Kant, el aislamiento de losracimos en Pasteur, el aislamiento de los vehculos en Curie, son a

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    este respecto, profundamente sintomticos. Este mundo est tan slomuy relativamente proporcionado a la inteligencia, y los incidentes deeste gnero no son ms que los episodios ms descollantes, por elmomento, de una guerra de independencia en la que considero unglorioso honor participar. El surrealismo es el rayo invisible que

    algn da nos permitir superar a nuestros adversarios. Deja ya detemblar, cuerpo. Este verano, las rosas son azules; el bosque decristal. La tierra envuelta en verdor me causa tan poca impresin comoun fantasma. Vivir y dejar de vivir son soluciones imaginarias. Laexistencia est en otra parte. (1) Dostoiewsky: Crimen ycastigo.(2) Pascal.(3) Barrs, Proust.(4) Es preciso tener encuenta el espesor del sueo. En general, tan slo recuerdo lo quehasta m llega desde las ms superficiales capas del sueo. Lo que

    ms me gusta considerar de los sueos es aquello que quedevagamente presente al despertar, aquello que no es el resultado delempleo que haya dado a la jornada precedente, es decir, los sombrosfollajes, las ramificaciones sin sentido. Igualmente, en la realidadprefiero abandonarme.(5) Lo ms admirable de lo fantstico es quelo fantstico ha dejado de existir. Ahora slo existe realidad.(6)Vase Pasos perdidos, editado por la N. R. F.(7) Nord-Surd, marzode 1918.(8) Si hubiera sido pintor, esta representacin visual hubierasin duda predominado sobre la otra. Probablemente mis facultadesinnatas decidieron las caractersticas de la revelacin. Desde aquelda, he concentrado voluntariamente la atencin en parecidasapariciones, y me consta que, en cuanto a precisin, no son inferioresa los fenmenos auditivos. Provisto de papel y lpiz, me sera fciltrazar sus contornos. Y ello es as por cuanto no se tratara de dibujar,sino de calcar. De este manera, podra representar un rbol, una ola,un instrumento musical, infinidad de cosas que, en este momentosera incapaz de representar grficamente, ni siquiera mediante el ms

    somero esquema. Si lo intentara, me perdera, con la certidumbre devolver a topar conmigo mismo, en un laberinto de lneas que, aprimera vista, no pareceran representar nada. Y, al abrir los ojos,tendra la fuerte impresin de hallarme ante algo nunca visto. Laprueba de lo que digo ha sido efectuada muchas veces por RobertDesnos; para comprobarlo basta con hojear el nmero 36 de Hojaslibres, que contiene abundantes dibujos suyos (Romeo y Julieta,

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    Un hombre ha muerto esta maana, etc.) que la revista crey erandibujos realizados por locos, y que como public con la mayor buenafe.(9) KnutHamsun considera que el hambre es el determinante deeste tipo de revelacin que me obsesion, y quiz est en lo cierto.(Debo hacer constar que en aquella poca no todos los das coma.) Y

    no cabe duda de que los siguientes sntomas que Hamsun relatacoinciden con los mos: El da siguiente despert temprano. Todavaera de noche. Haca largo rato que tena los ojos abiertos, cuando olas campanadas de las cinco, dadas por el reloj de pared del pisosuperior al mo. Intent volver a dormir, pero no lo logr, estabatotalmente despierto, y mil ideas me bullan en la cabeza.De repentese me ocurrieron algunas frases buenas, muy adecuadas parautilizarlas en un apunte, en un folletn; sbitamente, y como por azar,

    descubr frases muy hermosas, frases ms bellas que todas las por mescritas anteriormente. Me las repet lentamente, palabra por palabra,y eran excelentes. Las frases no dejaban de acudir, una tras otra. Melevant y cog papel y lpiz, en la mesa que tena detrs de la cama.Me pareca que se hubiera roto una vena en mi interior, las palabrasse sucedan, se situaban en su justo lugar, se adaptaban a lasituacin, las escenas se acumulaban, la accin se desarrollaba, lasrplicas surgan en mi cerebro, y yo gozaba de manera prodigiosa. Lospensamientos acudan tan velozmente, y seguan fluyendo con talabandono, que desde una multitud de detalles delicados, debido aque el lpiz no poda ir con la debida velocidad, pese a que procurabaescribir de la mano siempre en movimiento, sin perder ni un segundo.Las frases brotaban en mi interior y estaba en plena posesin deltema. Apollinaire aseguraba que De Chirico haba pintado susprimeros cuadros bajo la influencia de alteraciones cenestsicas(dolores de cabeza, clicos...)(10) Cada da creo ms en lainfalibilidad de mi pensamiento en relacin conmigo mismo, lo cual es

    naturalsimo. De todos modos, en esta escritura del pensamiento, enla que uno queda a merced de cualquier distraccin exterior, seproducen fcilmente lagunas. No hay razn alguna que justifique elintento de disimularlas. El pensamiento es, por definicin, fuerte eincapaz de acusarse a s mismo. Aquellas evidentes deficienciasdeben atribuirse a las sugerencias procedentes del exterior.(11)Tambin por Thomas Carlyle, en SartorResartus (captulo VIII:

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    Supernaturalismo natural), 1833-34. (12) Vase asimismo, elIdeorrealismo de Saint-Pol-Roux.(13) Lo mismo podra decir dealgunos filsofos y de algunos pintores; de estos ltimos tan slo citara Uccello, entre los de la poca antigua, y, entre los de la pocamoderna, a Seurat, GustaveMoreau, Matisse (en La msica, por

    ejemplo), Derain, Picasso (el ms puro, con mucho), Braque,Duchamp, Picabia, Chirico (admirable durante tanto tiempo), Klee,ManRay, Max Ernst y, tan prximo a nosotros, Andr Masson.(14)Nuevas Hbridas, Desorden formab, Duelo por duelo.(15)Baudelaire.(16) Imagen de Jules Renard.(17) No olvidemos que,segn la frmula de Novalis, hay ciertas series de acontecimientosque se producen paralelamente con los acontecimientos reales. Por logeneral, los hombres y las circunstancias modifican el curso ideal de

    los acontecimientos de tal manera que ste toma apariencias deimperfeccin y sus consecuencias son tambin imperfectas. Asocurri con la Reforma: en vez del Protestantismo produjo elLuteranismo.(18) Same permitido formular algunas reservasacerca de la responsabilidad, en general, y de las consideracionesmdico-jurdicas pertinentes en orden a determinar el grado deresponsabilidad de un individuo, a saber, responsabilidad plena,irresponsabilidad y responsabilidad limitada (sic). Pese a lo muy difcilque me resulta admitir el principio de cualquier tipo de responsabilidad,me gustara saber de qu manera sern juzgados los primeros actosdelictuosos de naturaleza indudablemente surrealista. El acusadoser absuelto o solamente se apreciar la concurrencia decircunstancias atenuantes? Es una verdadera lstima que los delitosde prensa hayan dejado casi de ser perseguidos, pues de lo contrariono tardara en llegar el momento en que podramos asistir a unproceso del siguiente tipo: el acusado ha publicado un libro atentatorioa la moral pblica; a querella de algunos de sus ms honorables

    conciudadanos es tambin acusado de difamacin; contra l seformulan acusaciones de todo gnero, igualmente aplastantes, cualinsultos al ejrcito, induccin al asesinato, apologa de la violacin,etc. Por su parte, el acusado se muestra enteramente de acuerdo conlos acusadores, a fin de poder desvirtuar las ideas por l expresadas.En su defensa, se limita a proclamar que l no se considera autor dellibro en cuestin, ya que ste tan slo puede considerarse como una

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    produccin surrealista que excluye todo gnero de consideracionesacerca del mrito o demrito de quien lo firma, ya que el firmante noha hecho ms que copiar un documento, sin expresar sus opiniones, yque es tan ajeno a la obra nefasta cual pueda serlo el mismsimopresidente del tribunal que le juzga. Y lo que cabe decir de la

    publicacin de un libro podr decirse tambin de una infinidad deactos de diferente naturaleza el da en que los mtodos surrealistascomiencen a gozar del favor del pblico. Entonces ser preciso queuna nueva moral sustituya a la moral usual, causa de todos nuestrosmales.(19) Rimbaud.(20) De todos modos, DE TODOS MODOS...Mejor ser descargar la conciencia. Hoy, da 8 de junio de 1924, haciala una, la voz me ha susurrado: Bthune, Bthune... Qu queradecir? No conozco Bthune, ni tengo la menor idea de la situacin en

    que se encuentra en el mapa de Francia, Bthune nada me evoca, nisiquiera una escena de Los tres mosqueteros. Hubiera debidoemprender viaje hacia Bthune, en donde quiz me esperaba algo;aunque en realidad hubiera sido sta una solucin demasiadosimplista. Me han contado que en un libro de Chesterton se refiere elcaso de un detective que para encontrar a alguien a quien busca enuna ciudad sigue el mtodo de inspeccionar, desde el stano al tejado,todas las casas en cuyo exterior advierte un detalle ligeramenteanormal. Este sistema es tan bueno como cualquier otro. Deparecido modo, Soupault, en 1919, entr en gran nmero deinmuebles improbables para preguntar a la portera si all vivaPhillippeSoupault. Creo que no se hubiera sorprendido si le hubierandado una respuesta afirmativa. Ello se hubiera debido a que Soupaulthabra entrado en su propia casa.