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Oposiciones de Enfermería Valoración y cuidados de enfermería a personas con problemas en el sistema musculoesquelético Comunidad Autónoma de Madrid Manual CTO 58 Tema

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Oposicionesde Enfermería

Valoración y cuidados de enfermería

a personas con problemas en el sistema

musculoesquelético

Comunidad Autónoma de Madrid

Manual CTO

58 Tem

a

978-84-15461-96-8

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© CTO EDITORIAL, S.L., 2012

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ISBN de la Obra completa: 978-84-15461-96-8

Impreso en España - Printed in SpainImpulso Global Solutions, S.A.C/ Ronda de Valdecarrizo, 2328760 - Tres Cantos - Madrid

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Oposicionesde Enfermería

Valoración y cuidados de enfermería a personas

con problemas en el sistema musculoesquelético

Manual CTO

Comunidad

Autónoma

de Madrid

58 Tem

a

Pedro Bas CaroMarta López Herranz

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58.1. GENERALIDADES: ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA 1

58.1.1. Fisiología articular 3

58.1.2. Principales problemas del aparato locomotor 3

58.2. FRACTURAS Y AMPUTACIONES 5

58.2.1. Fracturas 5

58.2.2. Amputaciones 11

58.3. ENFERMEDADES METABÓLICAS DEL HUESO 11

58.3.1. Osteoporosis 11

58.3.2. Osteomalacia 12

50.3.3. Enfermedad de Paget 13

58.4. ARTROPATÍAS 13

58.4.1. Tratamiento de las artropatías degenerativas 15

58.4.2. Cuidados de enfermería 16

58.5. ENFERMEDADES INFLAMATORIAS DEL TEJIDO CONJUNTIVO 16

58.5.1. Artritis reumatoide 16

58.5.2. Lupus eritematoso sistémico 19

58.6. MECÁNICA Y ALTERACIONES EN EL PIE 19

58.6.1. Principales alteraciones de la bóveda plantar 20

58.7. TUMORES ÓSEOS 20

58.7.1. Clasifi cación 21

58.7.2. Clínica y diagnóstico 21

58.7.3. Tratamiento 22

58.8. PROCEDIMIENTOS DE ENFERMERÍA: VENDAJES, INMOVILIZACIONES Y OTRAS TÉCNICAS 24

58.8.1. Defi nición 24

58.8.2. Clasifi cación 25

58.8.3. Objetivos del vendaje 26

58.8.4. Material utilizado en los vendajes 27

58.8.5. Principios generales para una correcta aplicación del vendaje 29

58.8.6. Cuidados antes, durante y después del vendaje 30

58.8.7. Principales formas de aplicación de la venda enrollada, tipos de vueltas y movimientos básicos 31

58.8.8. Tipos de vendajes 33

58.8.9. Vendajes funcionales 35

58.8.10. Inmovilizaciones 39

58.9. OTRAS TÉCNICAS DE ENFERMERÍA 40

58.10. MOVILIZACIÓN DEL PACIENTE CON AFECTACIÓN MUSCULOESQUELÉTICA 41

BIBLIOGRAFÍA 41

Índice

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58.1. GENERALIDADES: ANATOMÍA

Y FISIOLOGÍA

El sistema musculoesquelético, o aparato locomotor, es un sistema que abar-

ca huesos, articulaciones, músculos, tendones y ligamentos. Todas estas es-

tructuras se coordinan para formar una unidad funcional. Entre las funciones

que desempeña se encuentran:

• Motora.

• Soporte.

• Defensa: protegiendo a los órganos vitales.

• Morfológica: da forma a nuestro cuerpo.

El aparato locomotor tiene una estrecha relación con el sistema nervioso

central, de tal forma que el sistema nervioso enviará un estímulo motor

que se traducirá en un movimiento desarrollado por el sistema musculoes-

quelético.

La articulación es aquella estructura que une dos o más hueso cuya función

principal es el movimiento. Consta de dos extremos óseos, rodeados de car-

tílago hialino que mantiene el contacto entre las carillas articulares. Los ele-

mentos fundamentales de la articulación son:

• Cartílago articular: es una estructura con pocos milímetros de espe-

sor. Macroscópicamente aparece semisólido, brillante y de color blanco

azulado, aunque se vuelve amarillo con la edad (Figura 58.1). Sus fun-

ciones son:

- Amortiguar la sobrecarga de presión de las superfi cies articulares.

- Aportar elasticidad absorbiendo impactos.

- Permitir el desplazamiento de las superfi cies óseas sin que se pro-

duzca fricción.

El cartílago carece de inervación (su dolor proviene del hueso subcon-

dral) y es avascular. Se nutre por difusión pasiva desde el líquido sinovial.

El cartílago está compuesto de:

- Condrocitos.

- Fibras de colágeno tipo II: se encargan de mantener la integridad

del tejido.

- Condroitín sulfato: sustancia viscosa que aporta gran resistencia a

la compresión.

58.1. Generalidades: anatomía y fi siología

58.2. Fracturas y amputaciones

58.3. Enfermedades metabólicas del hueso

58.4. Artropatías

58.5. Enfermedades infl amatorias del tejido

conjuntivo

58.6. Mecánica y alteraciones en el pie

58.7. Tumores óseos

58.8. Procedimientos de enfermería:

vendajes, inmovilizaciones y otras

técnicas

58.9. Otras técnicas de enfermería

58.10. Movilización del paciente

con afectación musculoesquelética

Valoración y cuidados de enfermería

a personas con problemas en el sistema

musculoesquelético

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Oposiciones de Enfermería

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Figura 58.1. Estructura del disco invertebral

• Membrana sinovial: es un tejido conjuntivo que reviste la

cápsula articular, excepto el cartílago hialino (Figura 58.2).

Está compuesto por células denominas sinoviocitos:

- Sinoviocitos A: similares a los macrófagos, tienen la

función de fagocitosis, limpiando el líquido sinovial de

partículas extrañas.

- Sinoviocitos B: similares a los fi broblastos, su función

es regular el metabolismo del cartílago articular mante-

niéndolo lubricado. Producen ácido hialurónico.

Figura 58.2. Composición de la membrana sinovial

• Líquido sinovial: es un ultrafi ltrado del plasma al que se le

añade ácido hialurónico, que es el que le aporta la viscosi-

dad. Es transparente, viscoso y no coagula. Se encuentra en

pequeñas cantidades en la cavidad articular y su función es

lubricar y nutrir al cartílago.

• Capsula articular: estructura formada por agua (70%), co-

lágeno tipo I y elastina.

• Meniscos, ligamentos y músculos (Figura 58.3):

- Meniscos: son elementos formados por cartílago fi broso,

localizado en algunas articulaciones (rodillas, metacar-

piana) y cuya misión es dar estabilidad a las articulacio-

nes y aumentar la congruencia entre las carillas articula-

res, ya que son articulaciones con mucha movilidad.

- Ligamentos: formados por elastina, se estiran cuando

se hidratan. Son elementos formados por tejido con-

juntivo denso, tienen forma cilíndrica o aplanada y se

insertan en los dos extremos articulares limitando los

movimientos.

- Músculos: están rodeados de una vaina denominada

fascia, en cuyo extremo se encuentran los tendones

que servirán de nexo de unión entre el músculo y el

hueso. De esta forma, la contracción del músculo se

transmitirá al tendón y de éste al hueso, desencadenan-

do el movimiento articular.

Figura 58.3. Visión posterior de la rodilla

• Inervación articular: son zonas muy inervadas, con tres

tipos de fi bras:

- Fibras mielínicas: recogen la sensibilidad anestésica o

posicional mediante órganos sensoriales localizados en

las zonas más profundas de la cápsula articular.

- Fibras amielínicas simpáticas: situadas alrededor

de los vasos de la membrana sinovial, controlan su

tono.

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| Tema 58

- Fibras amielínicas: encargadas de recoger los estímu-

los nociceptivos o dolorosos. Se localizan en forma de

terminaciones libres.

58.1.1. Fisiología articular

Al cumplir la función principal del movimiento, toda articula-

ción está expuesta a una serie de riesgos:

• Luxaciones: por inestabilidad.

• Fracturas: por sobrecarga.

• Pérdida de sustancia: por fricción.

Frente a estas situaciones, la articulación tiene mecanismos de

defensa que le aportan estabilidad, resistencia a la carga y al

rozamiento.

A. Estabilidad de la articulación

Entre los mecanismos que aportan estabilidad a la articulación

se encuentran:

• La propia morfología articular: por ejemplo, la articula-

ción coxofemoral está integrada por la cabeza del fémur

que encaja en el acetábulo y es mucho más estable que

cualquier otra, ya que está sometida a mucha carga.

• Los ligamentos, músculos y tendones: estabilizan las

articulaciones que poseen un amplio rango de movi-

miento.

• El líquido sinovial y el cartílago: aportan estabilidad de-

bido a su efecto adhesivo entre las superfi cies articulares;

este hecho tiene lugar en pequeñas articulaciones como,

por ejemplo, la articulación metatarsofalángica.

B. Resistencia a la carga

Los mecanismos que aportan resistencia a la carga se consi-

guen mediante una adecuada distribución de la carga hacia li-

gamentos, músculos, tendones y hueso subcondral. El cartílago

posee propiedades viscoelásticas que lo hacen actuar como un

elemento de absorción de fuerzas constante, que debido a su

espesor, la mayor parte de la energía se transmite directamente

al hueso subyacente.

A nivel subcondral, existe una placa ósea sostenida por una im-

portante red de trabéculas óseas que redistribuyen el peso por

toda la superfi cie articular.

C. Resistencia a la fricción

La resistencia a la fricción se consigue mediante la lubricación.

Uno de los mecanismos se basa en la elasticidad del cartílago

hialino, ya que está impregnado de líquido.

Esto supone que el área comprimida desplaza un flujo la-

teral hacia zonas no comprimidas con un fenómeno pos-

terior de recuperación denominado descompresión hidro-

dinámica.

Un segundo mecanismo es la existencia de una glucoproteí-

na adherida a la superfi cie del cartílago que atrapa muchas

moléculas de agua. Esta proteína se llama lubricina y la sinte-

tizan los sinoviocitos.

58.1.2. Principales problemas

del aparato locomotor

Cualquiera de los componentes que integran el aparato loco-

motor es susceptible de sufrir procesos patológicos, generan-

do infl amación, dolor, limitación de la movilidad e impotencia

funcional. Los trastornos más frecuentes del aparato locomotor

son los siguientes:

• Artralgia: dolor en una articulación (acompañado o no de

infl amación).

• Artritis: infl amación de una articulación, presentando rigi-

dez, tumefacción, dolor e impotencia funcional.

• Avulsión: arrancamiento de partes blandas.

• Bursitis: infl amación de las bolsas serosas (repliegues de

la membrana sinovial que salen del espacio articular y se

sitúan en estructuras periarticulares).

• Condritis: infl amación del cartílago.

• Esguince: rotura incompleta de un ligamento o complejo

ligamentoso responsable de la estabilidad de la articula-

ción. El término esguince también se aplica a las roturas

musculares y tendinosas incompletas (Figura 58.4).

Figura 58.4. Esguince de tobillo

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

En función de los síntomas y del examen físico se puede

dividir en tres grados:

- Grado I: rotura de un número pequeño de fi bras, exis-

tiendo dolor localizado sin inestabilidad articular.

- Grado II: rotura de un número más alto de fi bras, lo que

se traduce en mayores signos infl amatorios, aunque no

existe inestabilidad evidente.

- Grado III: rotura por completo del ligamento, por lo

que hay inestabilidad articular.

• Enfermedad de Dupuytren: contractura permanente en

fl exión de los músculos fl exores de la mano por engrosa-

miento y fi brosis del tejido conjuntivo. Afecta sobre todo

al 4.º y 5.º dedo.

• Fractura: pérdida de continuidad en la sustancia de un

hueso. Este término abarca todas las roturas óseas.

• Epifi siólisis: lesión infantil caracterizada por el desprendi-

miento epifi sario traumático que afecta parcial o totalmen-

te al cartílago de conjunción.

• Herida: lesión de la piel y/o mucosas que genera una solu-

ción de continuidad con pérdida de sustancia y afectación

variable de estructuras adyacentes. Toda herida es suscepti-

ble de infectarse, por lo que su cierre es urgente.

Las heridas se pueden clasifi car en:

- Según el agente productor:

› Heridas incisas: agentes afi lados o cortantes (por

ejemplo, bisturí). Predomina la longitud sobre la

profundidad. Sus bordes son nítidos, limpios y re-

gulares (Figura 58.5).

Figura 58.5. Heridas incisas

› Heridas punzantes: producidas por objetos aca-

bados en punta. Pequeñas y profundas, lesionan

estructuras internas sin apenas existir orifi cio de

entrada (Figura58.6).

Figura 58.6. Herida punzante

› Heridas contusas: bordes irregulares con lesio-

nes tisulares importantes y pérdidas de sustancia.

Arrancamientos de la piel, que cuando se localizan

en el cuero cabelludo se denominan scalp.

- Por su profundidad: se valora la afectación de estruc-

turas desde la epidermis hacia la dermis:

› Arañazo: mínima afectación epidérmica.

› Desolladura: además de afectación de la epidermis

existe pérdida de sustancia de la misma.

› Herida penetrante: penetra en profundidad y al-

canza una cavidad (tórax, abdomen…).

› Herida perforante: cuando rompe la pared de vís-

ceras huecas, como por ejemplo, el estómago.

› Herida por empalamiento: el agente vulnerante

lesiona la mucosa vaginal y/o anal.

- Por su complejidad: se valora no sólo la afectación de

planos profundos sino también la extensión, presencia

de cuerpos extraños, etc.

› Herida simple o superfi cial: la lesión alcanza como

máximo el tejido celular subcutáneo. Suele ser de

buen pronóstico sin alteraciones en la cicatrización.

› Herida profunda o compleja: afecta a músculo,

hueso, nervios… Son de evolución más tórpida y de

peor pronóstico, con material contaminante (tierra,

cristal…).

- Según el riesgo de infección: se caracteriza la heri-

da según la posibilidad de infección. En las heridas no

infectadas es factible el cierre primario (primera inten-

ción), en las heridas infectadas está contraindicado y su

cicatrización será por segunda o tercera intención.

› Heridas no infectadas: si se dan las siguientes ca-

racterísticas, permiten el cierre primario de la piel:

limpias con bordes nítidos y simples, y siempre que

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el tiempo transcurrido desde que se produjo sea

inferior a 6 h.

› Heridas infectadas: en este tipo de herida está con-

traindicado el cierre primario. Su evolución es más

lenta y más tórpida, con una cicatrización más tardía,

tanto funcional como estéticamente (Figura 58.7).

Figura 58.7. Herida infectada con borde eritematoso y lecho atrofi ado

Dentro de esta denominación se encontrarían las

heridas evolucionadas en el tiempo, contamina-

das, ”sucias”, por asta de toro o arma de fuego, por

picaduras (escorpión, arañas…), por mordeduras

(humana, animales) y las heridas simples que evo-

lucionan desfavorablemente (por dehiscencia de

suturas, infección…).

• Luxación: pérdida total de congruencia articular (Figura 58.8).

Figura 58.8. Luxación del hombro

• Subluxación: pérdida parcial de congruencia articular. El

término se emplea con frecuencia para describir las fases

tempranas de un trastorno que puede conducir a una luxa-

ción completa (Figura 58.9).

Figura 58.9. Subluxación del hombro

• Miopatía: afectación de un músculo.

• Miositis: infl amación del músculo.

• Osteítis: infl amación del hueso.

• Osteomielitis: infección del hueso.

• Tendinitis: infl amación de un tendón.

58.2. FRACTURAS

Y AMPUTACIONES

58.2.1. Fracturas

Los traumatismos son uno de los motivos más frecuentes de

consulta. Las fracturas constituyen una parte importante de

ellos, por su tratamiento específi co y por las complicaciones

que de ellas se pueden derivar.

Con anterioridad se ha defi nido una fractura como una

pérdida de solución de continuidad en la sustancia de un

hueso; en función de esa defi nición, las fracturas se pueden

clasifi car en:

• Según la forma de la línea de fractura visible radiológi-

camente:

- Transversales: estas fracturas discurren en ángulo

recto con el eje longitudinal del hueso o con una obli-

cuidad inferior a 30º. La inestabilidad inherente de este

tipo de fracturas reduce los riesgos de acortamiento y

desplazamiento (Figura 58.10).

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Oposiciones de Enfermería

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Figura 58.10. Fractura transversal perpendicular al eje mayor

- Longitudinales: estas fracturas discurren paralelas al

eje mayor del hueso.

- En tallo verde: estas fracturas aparecen en niños, aun-

que no todas las fracturas que aparecen en la infancia

son de este tipo. El hueso menos frágil del niño tiende

a empotrarse en el lado opuesto a la fuerza causal. La

rotura del periostio y de las partes blandas circundantes

suele ser mínima.

La radiografía de la Figura 58.11 muestra una fractu-

ra en tallo verde. Se puede observar que aunque en

el foco de fractura existe una angulación de 45º, no

hay pérdida del contacto óseo en ninguno de los dos

huesos.

Figura 58.11. Fractura en tallo verde

- Espiroideas: en estas fracturas el trazo de fractura gira

alrededor del hueso en una espiral.

Están causadas por un traumatismo indirecto, aplicado

al hueso mediante fuerzas de torsión. La consolidación

puede ser rápida (Figura 58.12).

Figura 58.12. Fractura espiroidea

- Conminuta o multifragmentaria: existen más de dos

fragmentos, el traumatismo es de gran intensidad pro-

duciéndose una fractura en cuña fragmentada (conmi-

nuta) (Figura 58.13).

• Según la disposición de las partes del hueso separadas

por la línea de fractura:

- Desplazada: el desplazamiento, o traslación, se pro-

duce cuando los extremos óseos se han desplazado

entre sí y no están enfrentados, pudiendo aparecer

deformidad.

La dirección del desplazamiento se describe en función

del movimiento del fragmento distal.

- No desplazada: los extremos de la fractura se encuen-

tran alineados.

• Según la exposición del hueso al exterior:

- Cerrada o simple: el foco de fractura no está expuesto

al exterior.

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| Tema 58

Figura 58.13. Fractura conminuta

- Abierta, complicada o compleja: a su vez puede ser

de dos tipos: de dentro hacia fuera o de fuera hacia

dentro. En las primeras la piel se lesiona por el borde

cortante de uno de los extremos óseos. Esto puede su-

ceder en el momento de la lesión inicial o más adelante

por una manipulación inadecuada de una fractura ce-

rrada (Figura 58.14).

Figura 58.14. Fractura abierta

› Fracturas abiertas hacia fuera: puede ocurrir que

el hueso asome de forma evidente por la piel, que

se encuentra distendida a su alrededor. Con más

frecuencia, la fractura se reduce espontáneamente

tras haber perforado la piel, de modo que cuando

se atiende al paciente sólo se ve una herida a la al-

tura de la fractura.

› Fractura abierta de fuera hacia dentro: este tipo

de lesión está causado por un traumatismo directo,

de modo que la fuerza causal rompe la piel y fractu-

ra el hueso subyacente. Entre las causas se incluyen

las lesiones por objetos están las caídas (por ejem-

plo, en la construcción, en la minería y en los cho-

ques de vehículos motorizados).

• Además, las fracturas también se pueden clasifi car aten-

diendo a su mecanismo de producción:

- Fracturas patológicas o por insufi ciencia: son las que

se producen en un hueso enfermo, debilitado por al-

gún proceso, bien general del esqueleto (osteoporosis)

o bien localizado (tumor). Debido al estado patológico

de este hueso, será sufi ciente un traumatismo para que

se produzca una fractura.

- Fractura por estrés o fatiga: las cargas repetidas con

excesiva frecuencia sobre un hueso pueden ocasionar

una fractura. La fractura más habitual es la del segundo

metatarsiano (Figura 58.15).

Figura 58.15. Fractura por estrés

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A. Fases de reparación de las fracturas

Como resultado de la lesión, el periostio puede presentar una

rotura parcial o completa, pudiendo existir una rotura muscular

(en especial en el lado convexo de la fractura), así como una

lesión de los nervios y vasos sanguíneos vecinos; además, en

caso de las fracturas abiertas, la piel puede estar lesionada con

el consiguiente riesgo de infección.

A continuación, se detallan las diferentes fases en las que se

divide la reparación de un fractura (Figura 58.16):

• Hematoma de fractura: se produce una hemorragia que

procede de los extremos óseos, los vasos medulares y las

partes blandas lesionadas, con formación de un hematoma

que se coagula. El hematoma se vasculariza con rapidez a

partir de los vasos sanguíneos que proceden de los tejidos

vecinos y varias semanas después se produce una actividad

celular intensa. El coágulo es sustituido por tejido fi brovas-

cular y se depositan fi bras de colágeno y sales minerales.

• Hueso subperióstico: se forma hueso reticular nuevo bajo

el periostio en los extremos óseos. Las células responsables

derivan del periostio.

Figura 58.16. Proceso de consolidación de las fracturas

• Respuesta del callo primario: éste permanece activo du-

rante unas semanas. Existe una formación menos intensa

de callo a partir de la cavidad medular. No obstante, la ca-

pacidad de la médula para formar hueso nuevo se mantie-

ne de forma indefi nida durante todo el proceso de conso-

lidación de la fractura. Los fi broblastos, que aparecen en la

2.ª-3.ª semana, son las células principales en este proceso

reparador.

• Mineralización: sobre este callo fi broso, se depositan mi-

nerales. De este modo el callo óseo se desarrolla durante

la 3.ª y 10.ª semana. El hueso resultante es hipertrófi co y

necesita de la última fase para volver a su tamaño normal.

• Consolidación y remodelación: el hueso fi brilar se trans-

forma en hueso laminar y se va adaptando a las funciones

habituales.

B. Complicaciones propias de las fracturas

Entre las complicaciones que pueden aparecer en caso de frac-

tura cabe reseñar las siguientes:

• Infección: una fractura es una puerta de entrada para mi-

croorganismos que favorecen la infección. Dicho riesgo au-

menta si están afectadas las partes blandas.

• Hemorragia: en toda pérdida de solución de continuidad

existe una hemorragia como consecuencia de la rotura de

pequeños vasos.

• Retraso en la consolidación: en este caso, la consolida-

ción no se produce en el tiempo esperado. Es frecuente la

reabsorción de hueso en el foco de la fractura, con la pre-

sencia de un hueco entre los extremos óseos. El callo ex-

terno en puente puede limitarse a una región localizada y

ser de mala calidad. Sin embargo, existe esclerosis en los

extremos óseos.

• Pseudoartrosis: la fractura no ha consolidado y existen

signos radiológicos que indican que esta situación será

permanente, es decir, la fractura no va a consolidar a me-

nos que exista algún cambio terapéutico fundamental. Si

hay falta de consolidación y no se realiza una intervención

terapéutica, no habrá curación defi nitiva.

• Osteoporosis: debido a la inmovilización se comienza a

perder masa ósea en torno a la fractura a partir del 3.er día

de inmovilización.

• Síndrome compartimental: la tumefacción postraumáti-

ca puede comprometer de forma progresiva la circulación

en el interior de un compartimiento fascial cerrado de un

miembro. Si no se detecta, puede aparecer una necrosis

muscular con pérdida de función de los nervios contenidos

en el compartimiento. Los efectos dependen de la veloci-

dad de elevación de la presión, de su duración y de su in-

tensidad.

Los hallazgos clínicos más frecuentes son: dolor despropor-

cionado de la lesión, dolor a la movilización pasiva de los

dedos de la mano o del pie, dolor a la palpación difusa, pali-

dez distal, parálisis progresiva de los músculos en el interior

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| Tema 58

del compartimiento, parestesias e hipostesias, pérdida de

pulso… De los síntomas anteriores, el dolor es el más signi-

fi cativo.

• Necrosis avascular: es la muerte del hueso por falta de

riego sanguíneo. En numerosas fracturas conminutas es

frecuente que los fragmentos de hueso queden comple-

tamente desconectados de los tejidos circundantes y pri-

vados, por tanto, de su irrigación. Si los fragmentos son

pequeños, la consolidación suele ser normal, en cambio, si

son grandes, la consolidación puede retrasarse. Esta com-

plicación es menos frecuente en las fracturas diafi sarias de

los huesos largos.

Las fracturas de mayor riesgo son las fracturas de la cabeza

femoral, la fractura proximal del húmero, la del polo proxi-

mal del escafoides y la del cuello del astrágalo. Todas ellas

precisarán una intervención quirúrgica.

La importancia de la necrosis avascular reside en que los

huesos afectados se ablandan y pierden su forma, lo que

produce dolor, rigidez y artrosis secundaria.

C. Complicaciones generales

Las complicaciones que pueden aparecer en las fracturas son

las siguientes:

• Sepsis: si la herida se infecta, esta infección puede disemi-

narse por todo el organismo por vía hemática.

• Shock hipovolémico: si la hemorragia aguda provoca una

pérdida de volumen lo sufi cientemente grande, se produ-

cirá un shock hipovolémico. Las fracturas de pelvis son las

que conllevan mayor riesgo debido al tamaño y al núme-

ro de vasos sanguíneos que se encuentran en ese espacio

anatómico.

• Embolia pulmonar grasa: la hipoxia y la insufi ciencia res-

piratoria son frecuentes después de un traumatismo, sien-

do su origen la obstrucción de vías altas, lesiones torácicas

(neumotórax) e insufi ciencia circulatoria. La mayoría de los

casos responden bien al tratamiento si se trata la causa,

pero en caso de fracaso del mismo, hay que sospechar una

embolia grasa (FES).

Después de una fractura, se libera algo de grasa hacia la

circulación, sin causar problemas. Sin embargo, en el FES

la situación es diferente y puede estar relacionado con la

cantidad de grasa liberada. La presencia de grasa en la cir-

culación pulmonar origina problemas respiratorios. Clínica-

mente, se presenta en el paciente que después de una frac-

tura desarrolla disnea, taquipnea, hemorragias petequiales

en la piel de las axilas, está confuso y con signos de afecta-

ción renal, cardíaca, hepática y gastrointestinal. Este cuadro

se ve con frecuencia en fracturas de diáfi sis femoral y pelvis.

Los riesgos de esta complicación se reducen si la reposición

de líquidos es adecuada y cuando se fi ja correctamente la

fractura, evitando las sobreinfecciones.

El tratamiento de esta patología incluye maniobras de reani-

mación mediante oxigenoterapia y líquidos intravenosos, y

la administración de heparina. Se ha demostrado que la ad-

ministración de prednisolona es adecuada.

• Trombosis venosa: frecuente especialmente en fracturas

de cadera debido al estasis venoso generado por el yeso,

la presión local sobre la vena y la inmovilidad.

D. Tratamiento general de las fracturas

Los pasos iniciales en el tratamiento de una fractura no ofrecen

dudas:

• Deben evitarse los movimientos en el foco de la fractu-

ra mediante la inmovilización temporal con férula hasta

realizar una radiografía. Esto reduce el dolor y la hemo-

rragia, minimizando que la fractura cerrada se convierta

en abierta.

• Si la deformidad es tan importante que la fractura com-

promete la viabilidad de la piel, habrá que corregirla re-

colocando con mucha suavidad el extremo distal del

miembro.

• Si se trata de una fractura abierta, se tomará un cultivo cu-

briéndose con un apósito estéril. Si existe hemorragia, se

realizará un vendaje compresivo y se pautará antibioterapia

oral.

Una vez que se hayan realizado estos primeros pasos, convie-

ne plantearse las siguientes preguntas para, con la información

que se obtenga de ellas, tomar las decisiones adecuadas en el

tratamiento de cualquier fractura:

• ¿Requiere reducción la fractura? Una fractura no despla-

zada no requiere reducción. Si la fractura suele presentar

una angulación o rotación apreciables, la reducción es

esencial por razones estéticas y funcionales.

• Si precisa reducción, ¿de qué tipo ha de ser? El método

más empleado es la tracción, seguido de la manipulación

de la fractura bajo anestesia general.

• ¿Qué método de soporte se necesita hasta lograr la

consolidación? Entre los métodos de soporte para lograr

la consolidación se encuentran:

- Métodos fl exibles: cabestrillos para el brazo, vendajes

y cintas adhesivas.

- Tracción continua: la tracción puede mantenerse du-

rante varias semanas mientras consolida la fractura re-

ducida.

- Inmovilización con escayola: la escayola, por lo gene-

ral en forma de vendas de yeso, es el método más utili-

zado para las inmovilizaciones (Figura 58.17).

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

Figura 58.17. Técnica de inmovilización mediante enyesado

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| Tema 58

- Fijaciones internas: pueden usarse para mantener los

fragmentos óseos alineados después de su reducción

(tornillos de esponjosa, placas, clavos intramedula-

res…) (Figura 58.18).

Figura 58.18. Fijación del peroné mediante tornillos de esponjosa

58.2.2. Amputaciones

Las amputaciones de los miembros inferiores pueden ser trau-

máticas o realizarse por indicación médica, ya sea debido a una

patología vascular (isquemia crítica), por neoplasias agresivas

o por infecciones que en principio afectan a partes blandas y

progresivamente se van extendiendo y no responden a anti-

bióticos tanto locales como tópicos.

A. Cuidados de enfermería

Una vez amputada la parte del miembro, el personal sanitario

tendrá que realizar una serie de cuidados que favorezcan la

correcta cicatrización del muñón y que eviten complicaciones

como la sobreinfección.

• Tras la amputación el paciente encamado guardará repo-

so, pero nunca colocará el miembro intervenido debajo del

otro. Es recomendable que duerma en decúbito prono, evi-

tando roces.

• El vendaje aportará la sujeción necesaria para evitar el ede-

ma que se genera por la posición de decúbito.

• La herida se curará diariamente, mediante lavado previo

con suero fi siológico y colocando el apósito, antiséptico,

etcétera, que requiera la cicatriz.

• El muñón nunca debe apoyarse en el suelo directamente, ya

que si existe presión, la cicatriz puede sufrir complicaciones.

• La elevación postural es importante durante el reposo pro-

longado para favorecer el retorno venoso.

• Las movilizaciones activas y pasivas, junto con rehabilita-

ción, se realizarán para evitar atrofi as musculares, rigideces

u osteoporosis.

• Los dispositivos ortopédicos se utilizarán para mejorar la

deambulación evitando zonas de sobrecargas.

Los pacientes que sufren amputaciones padecen lo que se de-

nomina el síndrome del miembro fantasma, que desaparece al

poco tiempo. El organismo no es consciente de la falta de la

zona amputada y las terminaciones nerviosas mantienen du-

rante un tiempo la imagen del miembro amputado y, como

consecuencia, el paciente presenta mucho dolor.

58.3. ENFERMEDADES

METABÓLICAS DEL HUESO

58.3.1. Osteoporosis

Es el trastorno metabólico óseo más frecuente en países indus-

trializados. Consiste en la disminución de la densidad mineral

ósea, donde se ve afectada la resistencia del hueso con mayor

propensión a sufrir fracturas.

En relación con la etiopatogenia, se genera un equilibrio entre la

formación y la resorción ósea, con predominio de esta última. Den-

tro de los factores que infl uyen en su formación se podría destacar:

• Factores genéticos: el 40-50% de la masa ósea depende

de la herencia.

• Factores hormonales: más específi camente las hormonas

sexuales, los estrógenos y los andrógenos son importantes

en la maduración y en la prevención de la masa ósea. Los

estudios realizados a este respecto demuestran que en los

años que siguen a la menopausia existe una pérdida im-

portante de estrógenos actuando directamente sobre las

células óseas y generando pérdidas importantes.

• Las hormonas paratiroideas (elevación mantenida de la

PTH) aumentan la resorción sobre la formación ósea, ori-

ginando disminución de la densidad, como ocurre en el

hiperparatiroidismo.

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

• Exposición solar: un clima con muchas horas de sol favo-

rece la síntesis de vitamina D, que actúa favorablemente

sobre la mineralización ósea, mientras que la falta de esta

vitamina se asocia con una mineralización defi ciente del

cartílago y del hueso.

• Calcio: es básico para el desarrollo del esqueleto. En los an-

cianos, debido a procesos de malabsorción, puede existir

osteoporosis. En un adulto normal la ingesta adecuada de

calcio sería de 10 mg/dl y en niños, de 12 mg/dl.

• Otros factores como el tabaco, el alcohol o la cafeína se

ha demostrado que provocan disminución de la densidad

mineral ósea.

La osteoporosis puede existir de manera localizada (en una

zona determinada del cuerpo) o generalizada. Dentro de esta

última destacan dos tipos de fractura:

• Las primarias o idiopáticas que, a su vez, pueden ser de

dos tipos:

- Tipo I o posmenopáusica: por pérdida de estrógenos,

con predominio del hueso esponjoso, de tal forma que

la fractura más frecuente es la fractura vertebral.

- Tipo II o senil: se manifi esta en ambos sexos a partir de

los 70-75 años. Se basa en el envejecimiento progresivo

del organismo, así como del hueso. Afecta sobre todo al

hueso cortical, siendo la fractura más frecuente la de la

cabeza del fémur.

• Las fracturas secundarias pueden deberse a distintas causas:

- Alimenticias: pobre ingesta de calcio, dieta rica en

proteínas, ingesta defi citaria de vitamina D.

- Digestivas: hepatopatías, síndrome de malabsorción…

- Farmacológicas: corticoides, anticoagulantes, anticon-

vulsivos, heparina, citostáticos...

La clínica es asintomática hasta el desarrollo de las fracturas.

Las más clásicas son la fractura de Colles (radio distal, Figura

58.19), la fractura vertebral y la de cabeza del fémur.

Figura 58.19. Fractura de Colles

Cuando se habla del tratamiento de la osteoporosis, el objetivo

principal será la reducción de las fracturas, especialmente la de

cadera.

El tratamiento es preventivo, disponiendo de fármacos que

frenan la pérdida de masa ósea. Dentro de este tratamiento se

puede distinguir entre:

• Tratamiento no farmacológico:

- Ingesta adecuada de calcio: leche, frutos secos, almen-

dras, ajos, cebollas…

- Ingesta adecuada de vitamina D: leche, huevos, pesca-

dos azules...

- Ejercicio: aumenta la masa ósea.

- Evitar el tabaco.

- Evitar el alcohol, pues infl uye en la supresión de la activi-

dad osteoblástica, disminuyendo la absorción del calcio.

- Evitar la cafeína, ya que aumenta la calciuria.

• Tratamiento farmacológico: en la osteoporosis tipo I, el

mejor tratamiento será la terapia hormonal sustitutiva con

estrógenos, mediante preparados estrogénicos (raloxife-

no), combinándolo conjuntamente con la ingesta de calcio

(bicarbonato cálcico).

En la osteoporosis tipo II, en el caso de no poder adminis-

trar estrógenos, es posible emplear bifosfonatos (etidro-

nato), calcitonina…

58.3.2. Osteomalacia

La osteomalacia es una enfermedad del metabolismo óseo que

se caracteriza por una alteración en la mineralización ósea.

La matriz es normal, sin embargo, no se depositan sufi cientes

minerales en ella. En la infancia se denomina raquitismo.

La causa más frecuente es por défi cit de vitamina D, bien sea

por aporte insufi ciente en la dieta, por défi cit en la síntesis a

nivel de la piel por los melanocitos (falta de exposición solar) o

por síndromes de malabsorción.

La clínica se caracteriza por dolor óseo difuso especialmente en

pelvis y columna. También existe debilidad y dolor muscular.

Además, en el caso de los niños, presentan talla baja y osifi ca-

ciones ligamentosas, siendo las manifestaciones más frecuen-

tes las pseudofracturas o líneas de Looser-Milkman (Figura

58.20).

El tratamiento se basará en la administración de vitamina D y

calcio.

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| Tema 58

58.3.3. Enfermedad de Paget

En la enfermedad de Paget se produce una resorción osteoclás-

tica muy activa, superponiéndose una formación osteoblástica

desorganizada, que da como resultado un tejido óseo alterado.

Es la osteopatía más frecuente después de la osteoporosis, te-

niendo su mayor prevalencia en mujeres de 40 años.

Dentro de la etiopatogenia de esta enfermedad se ha observado

partículas del virus del sarampión en el núcleo de los osteoblas-

tos, existiendo en el 20% de los casos esclerosis de Mönckeberg.

Puede afectar a uno o varios huesos, siendo los más frecuentes la

pelvis, la columna lumbar, el fémur, el cráneo y la tibia. Se carac-

teriza por un dolor óseo (a veces con deformidad local). El trata-

miento se basa en la administración de calcitonina y bifosfonatos.

58.4. ARTROPATÍAS

El término artropatía se refi ere a un conjunto de entidades que

afectan a las articulaciones. Se clasifi can en cuatro grupos, se-

gún su etiología y presentación clínica:

• Artropatías infl amatorias: abarca aquel conjunto de en-

fermedades donde se produce infl amación de la articu-

lación, cursando con dolor, eritema y tumefacción de la

misma. El líquido sinovial tiene carácter infl amatorio, con

aspecto turbio. La mayoría de estas enfermedades son au-

toinmunitarias y su etiología es desconocida.

Dentro de este grupo se puede destacar: la artritis reuma-

toide, el lupus eritematoso sistémico, la espondilitis anqui-

losante… (Figura 58.21).

El tratamiento se caracteriza por la administración de anti-

infl amatorios, corticoides y fármacos antirreumáticos mo-

difi cadores de la enfermedad, complementado con trata-

miento rehabilitador, favoreciendo la movilidad articular.

Figura 58.21. Anquilosis en articulación sacroilíaca por espondilitis

Figura 58.20. Pseudofracturas de Looser-Milkman

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

• Artropatías sépticas: están producidas por agentes in-

fecciosos. La articulación se infl ama, acompañándose de

síntomas a nivel sistémico propios de la infección como fi e-

bre, malestar general… Los gérmenes más frecuentes son

gonococos, estafi lococos, estreptococos. La vía de entrada

puede ser a través de la sangre, por afectación ósea (osteo-

mielitis), o una herida abierta.

El diagnóstico se realizará lo más precozmente posible,

con analítica del paciente y estudio del líquido sinovial. El

tratamiento de elección consiste en antibióticos de amplio

espectro hasta que llegue el resultado del cultivo.

• Artropatías por microcristales: son enfermedades ge-

neradas por el depósito de cristales (urato, pirofosfato,

oxalato cálcico) tanto en estructuras intraarticulares como

periarticulares. La artritis gotosa es la más frecuente.

La formación de cristales requiere niveles elevados de áci-

do úrico en suero (hiperuricemia). La infl amación se asocia

a la presencia de cristales de urato monosódico en las arti-

culaciones.

La hiperuricemia induce el depósito de cristales en los te-

jidos. El ataque de gota se produce cuando estos cristales

son liberados desde sus depósitos, originando la respuesta

infl amatoria aguda.

Finalmente, los episodios repetidos de infl amación aguda

inducen procesos infl amatorios crónicos, con el desarrollo

de tofos (Figura 58.22) que destruyen estructuras, termi-

nando en gota tofácea.

Existen dos causas por las que pueden aumentar los niveles

de ácido úrico en sangre: porque crece el ácido úrico del

organismo (se incrementa la cantidad de purinas ingeridas)

o porque disminuye la excreción renal.

Dentro de las manifestaciones clínicas cabe destacar que

en el 50% de los casos se inicia en las articulaciones me-

tatarsofalángicas del primer dedo. La bursa preaquilea u

olecraniana también son susceptibles de infl amarse.

El diagnóstico se realizará mediantes analítica, radiología y

estudio del líquido sinovial. Es importante en estos pacien-

tes evitar fl uctuaciones de la uricemia durante el ataque

agudo, ya que pueden prolongar su duración.

El tratamiento se basará principalmente en la administra-

ción de analgésicos, antiinfl amatorios y colchicina (alcaloi-

de muy efi caz si se administra al inicio del ataque). La pauta

será 0,5-1 mg/día, debiendo mantenerse al menos durante

6 meses.

Figura 58.22. Tofo en el olécranon

La artropatía por depósito de cristales de pirofosfa-

to cálcico también se da con frecuencia; se defi ne como

aquella enfermedad metabólica producida por el depósito

de cristales en el cartílago, tendones y bursas. Se produ-

ce con mayor frecuencia en mujeres mayores de 50 años.

Dentro de los criterios diagnósticos se habla de presencia

de cristales de pirofosfato cálcico en radiografía, condro-

calcinosis y artritis crónica en rodillas (Tabla 58.1), muñeca,

carpo, codo y metacarpofalángica. La clínica se asemeja a

la artrosis, predominando la rodilla y la 2.ª y 3.ª articulación

metacarpofalángica; el factor reumatoideo es negativo. Su

tratamiento no es específi co de la enfermedad basándose

en AINE, aspiración articular y colchicina.

• Artropatías degenerativas: son el resultado de los trastor-

nos mecánicos y biológicos que desestabilizan la articula-

ción, alterando la síntesis de los condrocitos, la matriz ex-

tracelular y el hueso subcondral. Se caracterizan por dolor,

derrame articular e infl amación variable, sin alteraciones a

nivel sistémico. Al analizar el líquido sinovial, éste es de co-

lor transparente, con una viscosidad normal propia de las

enfermedades de carácter mecánico. La enfermedad más

frecuente de este grupo es la artrosis.

Dentro de los factores de riesgo que intervienen en la etio-

patogenia de la artrosis se encuentran la edad, la genética,

la obesidad, la actividad física, la actividad laboral, la meno-

pausia, la densidad mineral ósea…

Entre las principales manifestaciones clínicas destacan el

dolor, la rigidez menor a 30 minutos, la limitación de la mo-

vilidad, la crepitación, el derrame y el dolor intermitente y

autolimitado que mejora con analgésicos. Es de carácter

mecánico, surgiendo con el movimiento y mejorando con

el reposo. A nivel radiológico se observan osteofi tos margi-

nales y esclerosis subcondral con disminución del espacio

articular (Figura 58.23).

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| Tema 58

Figura 58.23. Esclerosis subcondral con disminución del espacio

articular

58.4.1. Tratamiento de las artropatías

degenerativas

El tratamiento de la artrosis tiene como principal objetivo el ali-

vio del dolor, la conservación de la movilidad y la reducción al

mínimo de la incapacidad. Las medidas terapéuticas deben ser

tanto más agresivas cuanto mayor es la gravedad del proceso

del paciente.

A. Medidas no farmacológicas

• Disminución de la carga articular: corrección de postu-

ras defectuosas, evitar sobrecargas, perder peso, guardar

reposo…

PIROFOSFATO

CÁLCICO (PPCD)HIDROXIAPATITA (HA) OXALATO CÁLCICO (OXCA)

URATO MONOSÓDICO

(UMS)

Forma

del cristal

Romboidal Muy pequeños Bipiramidal Aguja

Birrefringencia Débil + No tiene Fuertemente positiva Fuertemente negativa

Líquido

sinovial

INFLAMATORIO

(pseudogota)

MECÁNICO (artropatía

por microcristales)

MECÁNICO MECÁNICO

Suele tener menos

de 2.000 células

INFLAMATORIO

Predominio

de neutrófi los

Radiología Condrocalcinosis

simétrica

Calcifi caciones distrófi cas

y metastásicas

Condrocalcinosis Erosiones

Geodas

Localización

más frecuente

RODILLA, MUÑECA,

TOBILLO, CARPO

RODILLA, HOMBRO CUALQUIERA 1.ª

METATARSOFALÁNGICA

Diagnóstico MICROSCOPIO

POLARIZACIÓN

MICROSCOPIO

ELECTRÓNICO

Se tiñe de rojo con

alizarina roja

MICROSCOPIO

POLARIZACIÓN

MICROSCOPIO

POLARIZACIÓN

Edad

más

frecuente

ANCIANOS con artrosis

Si es menor de 50 años,

hay que pensar

en alteración

metabólica

o hereditaria

ANCIANOS Oxalosis secundaria

a insufi ciencia renal

terminal (IRT) en diálisis y

vitamina C

Oxalosis primaria en

paciente menor de 20 años

Varón a partir 5.ª década

Presentación

clínica

· ASINTOMÁTICOS

· AGUDA:

“pseudogota”

· CRÓNICA: artropatía

por pirofosfato

· Asintomática

· Artritis aguda

· Periartritis

· Hombro Milwaukee

Sinovitis en paciente con

IRT

GOTA aguda

Tabla 58.1. Artritis por microcristales

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

• Vendaje rotuliano: la artrosis del compartimiento femoro-

rotuliano produce en ocasiones dolor intenso, especialmen-

te al colocarse de rodillas o en cuclillas o al subir escaleras;

en estos casos el vendaje medial de la rodilla reduce consi-

derablemente el dolor.

• Plantillas ortopédicas: previamente se realizará un estu-

dio biomecánico de la marcha del paciente observando al

paciente en descarga, en bipedestación y en dinámica. Una

vez hecho el estudio, se tomará el molde y se realizará una

plantilla termoconformada.

La plantilla reduce considerablemte el dolor de la rodilla,

ya que al colocar el pie del paciente en una posición neutra

para la articulación subastragalina disminuye el compromi-

so medial de la articulación con reducción del dolor.

• Medios térmicos: el calor mejora la rigidez y el dolor, lo

que se consigue gracias a los infrarrojos, baños calien-

tes…

• Ejercicio, irrigación de la rodilla, artroscopia, acupun-

tura…: serían otros tratamientos alternativos no farmaco-

lógicos de mucha utilidad para mejorar el dolor de estos

pacientes.

B. Tratamiento farmacológico

Actualmente, la farmacoterapia en la artrosis es de tipo paliati-

vo, no se ha descubierto ningún medicamento que prevenga

la enfermedad, retrase su avance o revierta los cambios pato-

lógicos.

Entre los medicamentos utilizados cabe destacar: AINE, inyec-

ción intraarticular de glucocorticoides, inyección intraarticular

de ácido hialurónico, opiáceos, glucosamina y condroitín sul-

fato.

C. Tratamiento quirúrgico

La sustitución articular quirúrgica debe reservarse para los pa-

ciente con artrosis avanzada en quienes ha fracasado el trata-

miento médico intensivo. En dichos casos, la artroplastia total

puede tener resultados excelentes en cuanto al dolor y a la mo-

vilidad.

Esta técnica consiste en la sustitución parcial o total de la arti-

culación por una prótesis artifi cial. El uso de materiales artifi cia-

les supone un riesgo de infección.

En caso de que ésta aparezca, los microorganismos se adhie-

ren a la prótesis, sin posibilidad de que los antibióticos puedan

eliminarlos, teniendo que quitarla. Aún así, la principal compli-

cación secundaria a la cirugía protésica es el desgaste de los

materiales.

58.4.2. Cuidados de enfermería

La intervención quirúrgica supone un reposo prolongado para

el paciente, predisponiéndole a sufrir trombosis de las venas

de los miembros inferiores y de la pelvis. La trombosis venosa

profunda se produce principalmente por dos problemas: por

alteración en el sistema valvular o por un fallo en la bomba

muscular de la pantorrilla, en cuyo caso sus manifestaciones

más frecuentes son la pesadez de piernas y las varices. Es im-

prescindible la profi laxis de la trombosis venosa profunda me-

diante el empleo de anticoagulantes. Otra medida profi láctica

es el uso de medias de compresión, que el paciente camine,

que no coja mucho peso y que evite la sedestación prolongada.

Otra complicación frecuente sería la infección, por ello, el per-

sonal de enfermería realizará el drenaje de la herida (sistema

de aspiración) y la luxación de la prótesis. La postura correcta

después de la cirugía es básica, por lo que se recomendará en

función de la zona intervenida.

El paciente no debe dormir sobre el lado intervenido y ha de

realizar cambios posturales cada 2 h.

58.5. ENFERMEDADES

INFLAMATORIAS DEL TEJIDO

CONJUNTIVO

El tejido conjuntivo abarca muchos tejidos, es el más abundan-

te del organismo y representa el 75% de la masa corporal. Está

formado por fi bras conjuntivas: fi bras de colágeno, elásticas y

la sustancia fundamental amorfa. Antes se pensaba que sólo

tenía la función de soporte o armazón de otros tejidos, pero en

la actualidad se sabe que realiza más actividades:

• Mantener unidos entre sí el resto de tejidos del individuo.

• Contener las células que participan en los procesos de defensa.

• Almacenar grasas.

• Formar tendones, ligamentos, cartílago y hueso.

58.5.1. Artritis reumatoide

La artritis reumatoide es una enfermedad infl amatoria crónica,

de etiología desconocida y carácter autoinmunitario, que afecta

generalmente de forma simétrica provocando una sinovitis in-

fl amatoria. En ocasiones, su comportamiento es extraarticular,

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| Tema 58

dañando órganos y sistemas (ojos, pulmones, pleura…). Este de-

terioro progresivo generará deformidad e incapacidad funcional.

A. Epidemiología

Su distribución es universal y su prevalencia es variable, desde

1% hasta 6%. La prevalencia en España es de 0,5%, encontrán-

dose el pico máximo en poblaciones indígenas americanas (los

indios Pyma, con un 6%).

La incidencia de casos oscila entre 3/10.000. Es más frecuente

en mujeres, con una proporción de 3:1, y aunque puede apa-

recer a cualquier edad, lo más mas habitual es que se presente

entre la 3.ª y 5.ª décadas de la vida.

B. Etiología

Es una enfermedad de causa desconocida, pero existen factores

que se involucran más o menos directamente en su presenta-

ción: factores genéticos, exógenos (presencia de virus o bac-

terias), endocrinos (mayor afectación en la mujer, mejoría clíni-

ca en el embarazo, brotes durante la menopausia…, por tanto,

la infl uencia hormonal está presente), alimentarios (se cree que

las dietas ricas en pescados y en ácidos grasos actúan como pro-

tectores, aunque es sólo una hipótesis) e inmunológicos.

C. Fisiopatología

Al ser una enfermedad autoinmunitaria, la actividad infl amatoria

es constante. Los mediadores de la infl amación (citoquinas) esti-

mulan a las células sinoviales (sinovitis crónica), que proliferan y

estimulan a los fi broblastos (aumento del tejido conjuntivo).

Figura 58.24. Erosiones, geodas y subluxaciones. Radiografía de manos

en enfermo con artritis reumatoide evolucionada

La sinovial reumatoide aparece engrosada, presentando vello-

sidades que se adhieren a los bordes del cartílago hialino y se

transforma en tejido de granulación o pannus (formado por fi bro-

blastos, células infl amatorias y vasos sanguíneos), que progresiva-

mente va destruyendo la articulación reemplazando el cartílago.

Las superfi cies opuestas quedan unidas por masas de fi brina, ge-

nerando anquilosis fi brosa y ósea. Cuando progresa, la destruc-

ción ósea se hace evidente, perdiendo su alineación normal, y las

articulaciones se luxan y se deforman. La sinovitis se comporta

de igual manera con los elementos periarticulares (tendones, liga-

mentos), produciendo tenosinovitis, necrosis y fi nalmente rotura.

D. Síntomas musculoesqueléticos

• Dolor: de carácter infl amatorio, que se manifi esta en repo-

so acompañándose de rigidez matutina.

• Infl amación: el aumento del volumen articular se puede

dar por engrosamiento de la sinovial, infl amación de las vai-

nas tendinosas o derrame articular.

• Rigidez: consiste en una sensación de limitación que per-

cibe el paciente al inicio de un movimiento. Se produce por

acumulación del exudado infl amatorio en el espacio articu-

lar tras un periodo de reposo.

• Debilidad muscular y atrofi a: es la pérdida de fuerza mus-

cular con limitación para realizar actos cotidianos. La atrofi a

es secundaria a la inactividad de dicho segmento corporal.

• Deformidad: aparece en estadios más avanzados, por afec-

tación de la sinovial de los elementos de sujeción de la arti-

culación: cápsula, ligamentos y tendones.

E. Articulaciones más afectadas

• Mano: deformidad en botonera, cuello de cisne, pulgar en Z,

sinovitis de la articulación metacarpofalángica (Figura 58.25).

Figura 58.25. Deformidades de las falanges en la artritis reumatoide

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

• Muñeca: subluxación palmar de la muñeca, dedos en rá-

faga.

• Dedos: nódulos de Heberden (en articulaciones interfalán-

gicas distales), nódulos de Bouchard (articulaciones interfa-

lángicas proximales).

• Codos: nódulos reumatoideos.

• Columna: el único segmento que se afecta es la región cer-

vical (subluxación atlantoaxoidea).

• Cadera: limitación a la movilidad por el derrame.

• Rodilla: derrame articular, pudiendo debilitar el cuádri-

ceps. También son frecuentes los quistes de Baker.

• Tobillo: pie pronado (sinovitis de los ligamentos de la zona

interna del pie), síndrome del túnel carpiano (compresión

del nervio tibial posterior).

• Antepie: hallux abductus valgus, desplazamiento de la al-

mohadilla plantar distalmente generando sobrecarga me-

tatarsal, garra digital…

F. Manifestaciones clínicas extraarticulares

Las manifestaciones extraarticulares pueden localizarse en

cualquier órgano y, en caso de que se presenten, la esperanza

de vida será menor que en los pacientes sin estas manifesta-

ciones.

• Manifestaciones cutáneas: nódulos reumatoideos; son

áreas centrales de necrosis rodeadas de una corona de

fi broblastos. Se localizan a nivel subcutáneo. Las zonas

más frecuentes de aparición son: olécranon, articulacio-

nes de los dedos, tuberosidades isquiáticas y tendón de

Aquiles.

• Manifestaciones oculares: queratoconjuntivitis seca (dis-

minuye el componente acuoso de la lágrima).

• Manifestaciones pleuropulmonares: enfermedad pulmo-

nar intersticial, enfermedad pleural y nódulos reumatoideos.

• Manifestaciones cardíacas: pericarditis (asintomática).

• Manifestaciones neurológicas: los nervios más afecta-

dos son el mediano, el cubital, el radial y el tibial poste-

rior.

G. Diagnóstico

A la hora de diagnosticar la artritis reumatoide no existe ningu-

na prueba que sea patognomónica de la enfermedad, lo que sí

hay son rasgos característicos que junto con la clínica llevarán

al diagnóstico.

En las pruebas radiológicas se aprecia aumento de partes

blandas, disminución del espacio articular, osteopenia yux-

taarticular, luxaciones y subluxaciones, simetría, quistes, escle-

rosis subcondral… (Figura 58.26).

En la analítica se puede encontrar la VSG y la PCR aumentadas,

el factor reumatoide positivo y anticuerpos del tipo IgM.

El análisis del líquido sinovial es turbio, con elevado conte-

nido proteico.

Figura 58.26. Afectación avanzada del carpo

H. Tratamiento

El tratamiento es difícil por la variabilidad de presentación de la

enfermedad. Un tratamiento global incluiría:

• La participación del paciente: para que conozca su enfer-

medad.

• Tratamiento conservador: pérdida de peso, ya que los

tejidos sinoviales son susceptibles de infl amarse con el

sobrepeso; el ejercicio, pues se ha comprobado que me-

jora la fl exibilidad; y la dieta, ya que existen en el merca-

do numerosos suplementos dietéticos que ejercen un

efecto benefi cioso sobre las articulaciones tumefactas,

como los alimentos ricos en grasas poliinsaturadas.

• Tratamiento farmacológico: el objetivo será regular los

factores infl amatorios e inmunológicos que intervienen

en la patogénesis de la enfermedad. La terapia farma-

cológica incluye: analgésicos, AINE, corticoides y fárma-

cos antirreumáticos modifi cadores de la enfermedad

(FAME).

- Analgésicos: paracetamol, codeína, tramadol…

- AINE: AAS, nobumetona, diclofenaco…

- Corticoides: permiten tratar múltiples trastornos in-

fl amatorios y autoinmunitarios. Dosis oral: 7,5-10 mg

de prednisona al día por la mañana. Por lo general,

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| Tema 58

se debe ir reduciendo la dosis según vaya remitiendo

la enfermedad hasta terminar interrumpiéndola. Este

medicamento retrasa la progresión de la enferme-

dad, sobre todo la radiológica. Los efectos adversos

son variados: hipertensión arterial, obesidad, diabe-

tes, osteoporosis, retrasos en la cicatrización, catara-

tas…

- FAME: pueden tardar semanas o meses en conseguir

un efecto terapéutico benefi cioso (2-3 meses). En la ac-

tualidad, se acepta que estos fármacos pueden ser de

primera elección debiendo usarse de forma precoz; el

más empleado es el metotrexato.

58.5.2. Lupus eritematoso sistémico

El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad reumá-

tica, crónica, multisistémica, autoinmunitaria, de etiología

desconocida, que se caracteriza por múltiples manifestacio-

nes asociadas a la presencia de autoanticuerpos antinuclea-

res (ANA).

Afecta al aparato locomotor y a la piel principalmente, aunque

puede hacerlo a cualquier órgano o sistema.

A. Etiología

La etiología de esta enfermedad es desconocida, aunque a esta

hiperproducción de autoanticuerpos se le pueden sumar va-

rios factores genéticos, hormonales y ambientales.

• Factores hormonales: la infl uencia estrogénica está clara,

debido a una mayor prevalencia en mujeres y a la agudi-

zación de la enfermedad con la administración de anticon-

ceptivos orales.

• Factores ambientales: la luz ultravioleta.

Otros factores serían: la posibilidad de la intervención de un vi-

rus, determinados fármacos, estrés…

B. Manifestaciones clínicas

• Síntomas constitucionales: astenia, pérdida de peso y

fi ebre.

• Manifestaciones del aparato locomotor: la manifesta-

ción articular se da en el 90% de los casos, pudiendo ir des-

de una simple artralgia a una artritis deformante.

• Artropatía de Jaccoud: caracterizada por una desviación

cubital de las articulaciones metacarpofalángicas e hiperex-

tensión de las articulaciones interfalángicas proximales (de-

dos en cuello de cisne), pulgar en Z.

• Manifestaciones cutáneas: se produce en un 80% de los

casos en cualquier momento de la enfermedad.

- Lupus cutáneo agudo: la lesión más característica

es el eritema en alas de mariposa o eritema malar, que

consiste en un exantema eritematoso localizado so-

bre las mejillas y el dorso de la nariz. Estas lesiones son

fotosensibles y suelen aparecer coincidiendo con un

brote.

- Lupus cutáneo subagudo: se trata de lesiones en

las que predomina la descamación. Aparece en zonas

expuestas al sol como cuello, escote y dorso de los bra-

zos. Las lesiones agudas y subagudas curan sin dejar

cicatriz.

- Lupus eritematoso crónico o lupus discoide: las le-

siones se localizan por encima del cuello (cara, cuero

cabelludo y pabellones auriculares). Son lesiones cir-

culares con borde eritematoso que presentan desca-

mación. Dejan cicatriz. Es la forma más frecuente del

lupus.

• Otro tipo de manifestaciones son las inespecífi cas como la

fotosensibilidad, úlceras orales, nódulos subcutáneos, alo-

pecia, teleangiectasias…

• Manifestaciones renales: un 45% de los pacientes con LES

presentan afectación renal.

58.6. MECÁNICA

Y ALTERACIONES

EN EL PIE

Para poder reconocer las alteraciones del pie se deben conocer

los movimientos que éste realiza y sus posiciones normales. Los

movimientos del pie y sus ejes son:

• Articulación tibioperoneoastragalina (tobillo): formada,

a su vez, por dos articulaciones:

- Articulación tibioperonea inferior.

- Articulación tibioperoneoastragalina o tibiotarsiana.

Esta articulación es una artrodia y su eje de movimiento es

un eje triplanar que realiza movimientos de fl exión dorsal

y fl exión plantar.

• Articulación subastragalina: está compuesta por el

astrágalo y el calcáneo y el movimiento tiene lugar en

tres planos simultáneamente: por un lado, realiza inver-

sión (fl exión plantar, aducción y supinación) y, por otro,

eversión (fl exión dorsal, abducción y pronación). La

supinación en condiciones normales es el doble que la

inversión.

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

Figura 58.27. Huesos de la extremidad inferior

58.6.1. Principales alteraciones

de la bóveda plantar

• Pie cavo: se caracteriza por un aumento de la bóveda plan-

tar, dorso giboso, garra digital, equino de antepié y sobre-

carga metatarsal.

• Pie plano pronado: disminución de la bóveda plantar, pro-

tusión de la cabeza del astrágalo, calcáneo valgo…

• Insufi ciencia del primer radio: cuando el primer radio no

funciona (porque es más largo de lo normal o más corto)

pueden aparecer diferentes patologías, entre las que cabe

destacar hallux rigidus (artrosis de la articulación metatar-

sofalángica), hallux abductus valgus (juanete) y sobrecarga

en metatarsianos centrales (callos en la planta).

Para estas patologías el empleo de dispositivos ortopédicos

del tipo siliconas, plantillas…, mejoraría la biomecánica del pa-

ciente, distribuyendo mejor el peso y evitando que se sobrecar-

guen las zonas de presión que sufre el paciente.

58.7. TUMORES ÓSEOS

Se entiende por tumores óseos la proliferación anormal de célu-

las de un hueso, que puede ser no canceroso (benigno) o cance-

roso (maligno). Estos cambios se producen a nivel genético en

las células del hueso, dando lugar a un crecimiento o replicación

anormal que las convierte en las llamadas células neoplásicas.

Muchos de estos tumores se forman en áreas de crecimiento

Figura 58.28. Pie infantil

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| Tema 58

rápido, pero su causa específi ca se desconoce en muchas oca-

siones. Las posibles causas pueden tener relación con:

• Mutaciones genéticas hereditarias.

• Radiación.

• Traumatismos.

Los cánceres que comienzan en los huesos se denominan tu-

mores óseos primarios y los que se desarrollan en otra parte

del cuerpo son los llamados tumores secundarios o tumores

óseos metastásicos, y su comportamiento es muy diferente al

de los tumores óseos primarios. Por ejemplo, el mieloma múlti-

ple a menudo afecta o compromete el hueso, pero no se consi-

dera un tumor óseo primario, como puede pasar con el tumor

de mama, pulmón, colon, etc.

Dentro de los tumores óseos (benignos) los más frecuentes son

los osteocondromas, que aparecen entre los 10 y los 20 años,

de los que algunos tienden a desaparecer espontáneamente y

cuyo único control es el radiológico.

Entre los tumores óseos cancerosos malignos se encuentran:

• Condrosarcoma.

• Sarcoma de Ewing.

• Fibrosarcoma.

• Osteosarcoma.

Los cánceres más comunes que se diseminan a estructuras

óseas parten de cáncer de mama, riñón, pulmón, próstata o ti-

roides. Estas formas suelen afectar a personas mayores.

La incidencia del cáncer de hueso es mayor en familias con an-

tecedentes de síndromes cancerígenos. En los niños, la inciden-

cia de este tipo de cáncer es aproximadamente de 5 casos por

millón/año.

Las lesiones tumorales primitivas a nivel óseo son relativamen-

te infrecuentes y afectan preferentemente a adolescentes y a

jóvenes en la segunda y tercera décadas de la vida, siendo su

origen desconocido, aunque alguna hipótesis cita el carácter

genético. Por debajo de los 15 años, predomina la presencia de

lesiones paratumorales (benignas) que no se comportan como

las neoplásicas (quiste óseo solitario y aneurismático, fi broma

no osifi cante, miositis osifi cante, displasia fi brosa y displasia os-

teofi brosa, granuloma eosinófi lo, etc.).

Los diagnósticos muchas veces se hacen difíciles con la clínica

simplemente y se tiene que acudir a técnicas auxiliares como

radiología simple, TC, RM, etc., que son fundamentales para va-

lorar la extensión. Los tumores primitivos malignos (osteosarco-

ma, sarcoma de Ewing) tienen un pronóstico muy sombrío. En la

última década se ha avanzado gracias al diagnóstico precoz, la

investigación, los fármacos citostáticos (terapia coadyuvante) y

las nuevas técnicas quirúrgicas.

58.7.1. Clasifi cación

Los tumores óseos se clasifi can principalmente teniendo en cuen-

ta su formación histológica, aunque la OMS está intentado poner

de acuerdo a los expertos para tener una clasifi cación única.

Estos tumores pueden ser:

• Ontogénico: osteosarcoma. Frecuente en la infancia y ado-

lescencia, supone el 60% de los tumores malignos y el 5%

de los tumores sólidos infantiles. Su localización primaria

suele ser en huesos largos (fémur, tibia y húmero).

• Condrogénico: condrosarcoma. Lesión maligna en cartíla-

gos, se da en adultos con una representación del 10% de

los tumores óseos primarios. Es muy raro en adolescentes y

casi nulo en niños. Se distingue entre primario, secundario,

mesenquimal y desdiferenciado. El condrosarcoma perifé-

rico se localiza más en cintura, escápula y pelvis, mientras

que el condrosarcoma central lo hace en huesos largos.

• Mielogénico: sarcoma de Ewing. Pueden aparecer en hue-

so o tejidos blandos, son raros en la población general, pero

es la segunda causa tumoral ósea primaria en la infancia. Se

suele localizar en fémur y pelvis.

• Reticulosarcoma y mieloma.

• Fibrogénico: fi brosarcoma.

• Vascular: hemangiosarcoma.

• Notocorda: cordoma.

• Origen desconocido: adamantimoma.

58.7.2. Clínica y diagnóstico

El diagnóstico se basa en tres pilares principales, como son:

• Clínica.

• Radiología.

• Anatomía patológica.

Dentro de la clínica hay que resaltar la edad del paciente dado

que ésta tiene gran relación con la aparición de la lesión tu-

moral y puede dirigir a un posible diagnóstico. El sexo aporta

a nivel global poco al diagnóstico, aunque en algunos tipos de

cánceres tiene relación.

La localización puede ayudar dada la apetencia de algunos tu-

mores por ciertas zonas, como puede ser el caso de la epífi sis

(tumor de células gigantes, condroblastoma), algunos diafi sa-

rios (sarcoma de Ewing), otros en zonas metafi sarias (osteo-

condroma, osteosarcoma, etc.). También en huesos planos y

huesos tubulares largos, etc. Los que se dan en vértebras co-

rresponden al grupo de angioma (cuerpo vertebral), osteoblas-

toma y quiste óseo aneurismático (arco posterior). En el caso de

las metástasis y del mieloma suelen presentarse en zonas ricas

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Oposiciones de Enfermería

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en médula ósea roja (huesos planos, fémur y húmero). Datos

tales como características e intensidad del dolor e incapacidad

funcional no aportan nada en la mayoría de tumores, a excep-

ción del osteoma osteoide donde el dolor es de predominio

nocturno y cede con inhibidores de la prostaglandina (AAS). La

temperatura es poco específi ca y ayuda poco al diagnóstico.

La evolución de su crecimiento sí es importante, pues los que

crecen lento tienen mayor tendencia a ser benignos. Hay que

recordar que en muchos de estos tumores su diagnóstico viene

precedido de una fractura ósea.

Como ya se ha comentado al principio, el proceso diagnóstico

se basa en la clínica, la radiología y la anatomía patológica. Esta

última requiere una biopsia, que se realizará después de tener

en cuenta la clínica y los estudios radiológicos. El tratamiento

no debería empezar hasta no tener un diagnóstico histológico y

su estadifi cación clínica, entendiendo que el tratamiento debe

estar basado en un diagnóstico cierto. En las lesiones tumorales

benignas y paratumorales el tratamiento será mayoritariamen-

te quirúrgico y deben ser irradiadas por la posibilidad de malig-

nización. En los tumores óseos malignos su manejo tendrá una

base multidisciplinar con uso de quimioterapia, radioterapia (si

está indicado) y cirugía radical. Con este planteamiento, la tasa

de supervivencia del osteosarcoma, por ejemplo, alcanza un

70% en cinco años.

A. Signos y exámenes

• Nivel sanguíneo de fosfatasa alcalina.

• Biopsia ósea.

• Gammagrafía del hueso.

• Resonancia magnética del hueso y de los tejidos circundantes.

• Radiografía del hueso.

La enfermedad puede alterar parámetros médicos como pue-

den ser:

• Isoenzima de la fosfatasa alcalina.

• Nivel de calcio en sangre.

• Hormonas paratiroideas.

• Nivel de fósforo en sangre.

58.7.3. Tratamiento

A. Quimioterapia

En el uso de la quimioterapia se encuentran:

• Alquilantes (ciclofosfamida).

• Antimetabolitos (metotrexato).

• Antibióticos (acetinomicina D).

• Vegetales (vinblastina).

• Derivados del platino (cisplatino o carboplatino).

• Inmunoterapia (BCG, interferón, etc.).

Es importante saber que el empleo de estos fármacos afectará

a sangre, riñón, hígado, corazón, sistema nervioso, etc. Y entre

sus efectos adversos cabe destacar la aparición de posibles in-

fecciones, inhibición de la osteogénesis, osteoporosis, mucosi-

tis, carcinogénesis y alopecia.

B. Radioterapia

La radioterapia se utiliza en zonas localizadas y cuando el tu-

mor es radiosensible (como en el caso del sarcoma de Ewing).

También es útil en el osteosarcoma parostial, el condrosarco-

ma, el fi brosarcoma, el cordoma, etc.

Las complicaciones más frecuentes de esta técnica (entendien-

do que potencia los efectos secundarios de la quimioterapia)

son anemia-leucemia, alteraciones genéticas, dermitis, necro-

sis ósea, alteraciones del crecimiento y transformación tumoral

(como en el caso de sarcomas radioinducidos).

C. Tratamiento quirúrgico

El tratamiento quirúrgico se basa en que existan unos márgenes

de extirpación del tumor que garanticen la radicación de la lesión

y, por tanto, se intente evitar la metástasis, debiéndose preservar

la máxima funcionalidad y la mejor calidad de vida posible.

Las técnicas basadas en los márgenes de extirpación se pue-

den clasifi car en: intralesional, marginal, amplia y radical. To-

das estas técnicas presentan un alto índice de complicaciones,

entre las que se pueden destacar movilizaciones y ruptura de

implante, pseudoartrosis e infección. Los síntomas que pueden

presentar estos pacientes son:

• Fracturas ósea, en especial a causa de una ligera lesión

(Figura 58. 29).

• Dolor óseo, que se puede acentuar por la noche.

• Tener la sensación de tener una masa o infl amación en la

zona afectada.

Figura 58.29. Fractura de fémur por tumor óseo

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| Tema 58

Figura 58.30. Principales tumores óseos

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Oposiciones de Enfermería

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58.8. PROCEDIMIENTOS

DE ENFERMERÍA: VENDAJES,

INMOVILIZACIONES

Y OTRAS TÉCNICAS

Las técnicas de vendaje que actualmente se desarrollan en la

práctica sanitaria se remontan a un largo proceso que comenzó

con las prácticas médicas del antiguo Egipto y tuvo su eclosión

con la utilización de los vendajes funcionales.

Las técnicas de vendaje funcional que comenzaron en EE.UU.

pasaron a Europa en la década de los años setenta. Desde en-

tonces, tanto las técnicas como el material empleado en venda-

je funcional y no funcional evolucionaron de manera signifi cati-

va hacia la posibilidad de su aplicación en diferentes disciplinas

sanitarias y adaptándose a la sociedad y a su demanda.

El material más utilizado son las vendas, que se presentan en

diferentes tamaños, composición y formas (Figura 58.31).

Figura 58.31. Vendas de diferentes tamaños, composición y formas

58.8.1. Defi nición

Muchas son las defi niciones que se han podido desarrollar de

los vendajes, algunos autores los defi nen como la pieza más ex-

terna de un apósito que sirve para sujetar a las demás; otros con un

concepto más genérico consideran como tal a todas las piezas de

apósito hechas con lienzo, cualquiera que sea su forma y extensión.

También es posible considerar que el vendaje es la aplicación

de una venda, malla o estructura rígida con el fi n de propor-

cionar sujeción, inmovilización o compresión principalmente

(Figura 58.32).

Figura 58.32. Vendaje en espiga del pulgar

Como se ve son muchas y diversas las posibles defi niciones,

pero hay que pensar que éstas no son exactas, ya que no todos

los vendajes sujetan piezas de apósitos y, además, es preciso

enterder que simplemente el propio vendaje puede constituir

el tratamiento.

Una de las defi niciones más aceptada del vendaje puede ser:

las piezas de gasa o lienzo, unidas entre sí por continuidad de

tejido, colocadas en un orden racional, así como todo aparato

que obre mecánicamente sobre las partes a que se aplica.

El vendaje proporcionará comodidad, favorecerá la cicatriza-

ción o evitará lesiones y complicaciones. Desde un punto de

vista profesional, los vendajes cumplen múltiples fi nalidades,

por lo que se debe tener siempre presente antes de iniciar un

vendaje el diagnóstico del paciente y su tratamiento terapéuti-

co para incidir sobre los objetivos marcados.

Se han de conocer las partes en las que se divide una venda (Fi-

gura 58.33) y los materiales que mejor se adecuan a la función

que tiene que cumplir el vendaje, al igual que el tipo de vuelta

empleada bajo el pilar de la efectividad y teniendo en cuenta

la aplicación correcta en la región anatómica según la zona del

cuerpo seleccionada.

Figura 58.33. Partes de una venda

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| Tema 58

Hay que resaltar que los vendajes no duran (salvo indica-

ciones contrarias) y no mantienen sus propiedades más de

5 días.

58.8.2. Clasifi cación

Al igual que ocurre con la defi nición de vendaje, su clasifi cación

también está sujeta a diferentes corrientes, atendiendo a su uti-

lidad, su forma de colocación…

Los cirujanos antiguos los clasifi caban según su función o el

uso a que estaban destinados:

• Contentivo, unitivo.

• Preservativos, expulsivos.

• Compresivos.

Otros los hacían por la forma en que afectan, y así se les ha de-

nominado circulares, espirales, cruzados en T, en espiga (Figura

58.34), etc.

Figura 58.34. Vendaje en espiga en MMII izquierdo

Otra clasifi cación es en tres pilares fundamentales, como

son:

• Contentivos: entre otros objetivos su fi nalidad es sujetar

(apósitos) y proteger (zona del cuerpo). Proporcionan una

cierta inmovilidad. El material que se suele utilizar son las

vendas de algodón, de gasa o, por su mayor facilidad de

aplicación y adaptación a diferentes partes anatómicas del

cuerpo, las vendas elásticas.

• Compresivos: entre sus objetivos se encuentran prevenir

o reducir (sobre todo la infl amación), proporcionar una in-

movilidad relativa de la extremidad, favorecer el retorno

venoso y disminuir el sangrado y el edema. Se suele utili-

zar vendas acolchadas de algodón (Figura 58.35) y vendas

elásticas.

Figura 58.35. Vendaje de algodón

Los vendajes compresivos están indicados para edemas

cuando no hay tratamiento defi nitivo; también son útiles

como apósito después de una intervención quirúrgica, para

prevenir la tumefacción, como uso preventivo para compli-

caciones tromboembólicas en pacientes encamados o con

problemas vasculares…

• Correctivos: sus objetivos serán los de corregir e inmovi-

lizar la zona anatómica afectada. Principalmente son ven-

dajes realizados con vendas de yeso o fi bra de vidrio y los

vendajes funcionales (véase Apartado 58.8.8).

En 1826, Gerdy, en el Tratado de Vendajes, proporcionó una cla-

sifi cación de vendajes que por su racionalización y la intención

de seguir cierto orden en la exposición es la que se va a adoptar:

• Vendajes simples (Figura 58.36).

• Vendajes compuestos.

• Vendajes mecánicos.

Figura 58.36. Vendaje simple (vendaje circular)

A. Vendajes simples

Los vendajes simples son los formados por una sola venda que

no esté hendida ni partida. En este tipo de vendajes se pueden

encontrar los siguientes: circulares, oblicuos, espirales, cruza-

dos o en ocho guarismos, recurrentes, anchos, amplios o del

sistema de Mayoll, invaginados o unitivos, lazos…

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Oposiciones de Enfermería

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B. Vendajes compuestos

Los vendajes compuestos son los formados por una sola pie-

za dividida en varias partes o de varias piezas: vendajes en

T, vendajes en cruz, vendajes en fronda, vendajes en bolsa o

suspensorio…

C. Vendajes mecánicos

En este apartado se incluyen aquellos aparatos complejos, for-

mados por piezas de lienzo, gasa y otros materiales, que obran

generalmente por su elasticidad natural: vendaje elástico, ven-

daje de resorte y bragueros, aparatos para fracturas, aparatos

ortopédicos...

58.8.3. Objetivos del vendaje

Los objetivos de un vendaje han tenido una considerable evo-

lución a lo largo de la historia y siempre han ido en paralelo con

la aplicación y el desarrollo de nuevas técnicas y la utilización

de nuevos materiales.

Se entiende que estos objetivos, que se basan en las funciones

del vendaje, están muy sujetos al campo donde éste actúen,

como puede ser el caso:

• Campo de la traumatología y del deporte: posee como

objetivo fundamental reforzar o suplir una estructura lesio-

nada permitiendo a la vez un movimiento funcional lo más

óptimo posible.

• En el campo de la neurología y de la reeducación del

sistema neuromotriz: el objetivo principal es facilitar o es-

timular una determinada función.

• Los vendajes en el paciente con linfedema y en el pa-

ciente amputado: en los pacientes con linfedema se busca

evitar la consolidación del edema y favorecer la reabsorción

del componente líquido y proteico. En pacientes con am-

putación el objetivo es modelar el muñón de tal forma que

permita la correcta colocación de una prótesis.

• Los vendajes en ciencias de la salud: entre muchos de los

objetivos que se pueden desarrollar en este apartado y que

se analizarán en este tema hay que destacar la utilización

en úlceras por presión y úlceras vasculares. Sus objetivos

serán mantener y mejorar la perfusión de los tejidos, favo-

recer el retorno venoso y prevenir la aparición de úlceras

por presión o, en caso de que ya existan, conseguir su co-

rrecta cicatrización para disminuir el riesgo de infección

(Figura 58.37).

• En los traumatismos craneoencefálicos: como objeti-

vo principal se plantea su uso para evitar complicaciones

secundarias como la infección o la pérdida excesiva de

sangre.

Figura 58.37. Herida infectada

Además, independientemente del campo en que se apliquen,

entre los objetivos que hay que conocer dentro de los vendajes

deben estar incluidos los siguientes:

• Conocer los diferentes tipos de vendas y la aplicación co-

rrecta de las mismas.

• Saber adecuadamente la función específi ca de cada tipo de

venda.

• Conocer el correcto cuidado y mantenimiento del vendaje.

• Aplicar una adecuada prevención y detectar las posibles

complicaciones.

• Tener presente el estado de la piel del paciente (edema,

drenaje, herida, etc.) (Figura 58.38). ))

Figura 58.38. Piel del paciente

• Evitar posibles reacciones alérgicas por el material de uso.

• Valorar la zona corporal puesto que la superfi cie corporal

facilitará la elección del material y de la técnica aplicada

(tipo de vueltas), y saber la superfi cie a tratar aportará el

tamaño de la venda a usar.

Asimismo, la aplicación de un vendaje siempre estará sujeta a

unas indicaciones, como pueden ser:

• Sostener o inmovilizar: en un vendaje donde la indicación

es sostener o inmovilizar una zona del cuerpo, con el obje-

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| Tema 58

tivo de ayudar a la curación de la herida, fractura o lesiones

(suturas en articulaciones, callo de un fractura, roturas mus-

culares o tendinosas, etc.).

• Aplicaciones de presión: el vendaje cuya aplicación sea

presión tendrá como objetivos la prevención o la curación

(extravasación de líquido, hemostáticos, en esguince gra-

do III o prevenir hematomas o fl ictenas en quemaduras de

grado II-III, etc.).

• Favorecer el retorno venoso: en este caso tienen como

objetivo favorecer el retorno venoso (insufi ciencia circula-

toria, encamados de larga duración) para prevenir trombos,

favorecer la circulación sanguínea, etc.

• Fijación de apósitos: aquellos vendajes para fi jación (apó-

sitos, proteger heridas de acciones nocivas, en heridas qui-

rúrgicas, etc.).

En este apartado se pueden incluir los que se usan para

mantener la aplicación de fármacos sobre la piel.

• Sujeción de férulas: los vendajes cuyo cometido es la su-

jeción o fi jación de estructuras, que se adaptan a las partes

anatómicas de una zona del cuerpo, irán encaminados so-

lamente a la sujeción o fi jación.

• Moldear zonas del cuerpo o protegerlas: aquellos ven-

dajes que moldean zonas del cuerpo (amputaciones) y los

que las protegen para prevenir lesiones (UPP).

A modo de resumen, se podría decir que las funciones y objeti-

vos de los vendajes son:

• Para fi jar el material de curación sobre la herida y así evitar

una hemorragia.

• Para producir compresión sobre la herida y tratar de dete-

ner una hemorragia.

• Para limitar el movimiento de alguna articulación o de un

miembro lesionado.

• Para abrigar distintas partes del cuerpo.

• Para mantener fi jas las férulas (tablillas) colocadas en algún

miembro.

• Para efectuar tracción continua en ciertos tipos de fracturas.

• Para comprimir suavemente las varices de los miembros

inferiores.

• El vendaje no debe ser muy voluminoso.

58.8.4. Material utilizado en los vendajes

Como ya se ha mencionado anteriormente, el tipo de ma-

terial empleado es muy diverso, por lo que conocer sus ca-

racterísticas es importante para su uso o aplicación (Figura

58.39).

Figura 58.39. Vendas de diferentes materiales

Se pueden clasifi car en:

• Vendas de gasa: son económicas, ligeras y transpirables.

Se utilizan principalmente para sujetar apósitos. Su presen-

tación puede ser orillada o sin orillar, es posible que sean

más rígidas o con una malla que favorezca la adaptación

al cuerpo.

• Vendas elásticas: tienen una gran capacidad de adap-

tabilidad a las partes anatómicas del cuerpo debido al

tejido elástico del que están formadas. Su presentación

en el mercado es muy variada, desde diferentes tama-

ños hasta distintas capacidades de compresión (Figura

58.40).

En este apartado cabe reseñar las vendas elásticas de crepé,

que se utilizan para proporcionar presión en los vendajes

llamados compresivos (reducen el sangrado y el edema).

La compresión que debe generar este tipo de vendas está

relacionada con tres niveles:

Figura 58.40. Venda elástica

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

- Nivel leve de compresión: serán aquéllas que propor-

cionan una presión entre 10-20 mmHg.

- Nivel moderado de compresión: serán las que pro-

porcionan una presión entre 21-30 mmHg.

- Nivel alto de compresión: las que proporcionan una

presión mayor a 30 mmHg.

Otro tipo son las vendas elásticas adhesivas, que se utilizan

mucho en las inmovilizaciones, con una aplicación o no di-

recta sobre la piel o que se fi jan sobre sí mismas.

• Vendas de escayola: su utilidad es principalmente para in-

movilizar totalmente las articulaciones y también para reali-

zar férulas (Figura 58.41).

Figura 58.41. Venda de escayola

• Vendas de fi bra de vidrio: tienen la misma fi nalidad que

las vendas de escayola, es decir, inmovilizan, pero con el

inconveniente de que son más débiles y se deterioran con

mayor facilidad (roce, humedad, etc.). Tienen la ventaja de

que son más ligeras.

• Tiras o vendas de tape: son vendas adhesivas no elásticas

cuyo uso principal es en los vendajes funcionales.

Estos vendajes, dado el empleo de tiras adhesivas e incluso

esparadrapo, pueden desarrollar reacciones cutáneas por

lo que su aplicación y duración estará sujeta a la aparición

de esta complicación secundaria; se puede recomendar una

duración de 3 a 4 días para evitar estas posibles reacciones,

siempre sujeto al criterio profesional. Su uso está muy ex-

tendido en fi sioterapia (masaje), primeros auxilios y técnicas

de vendaje (Figura 58.42).

• Mallas elásticas: tiene dos fi nalidades directas como la sus-

titución de los vendajes de sujeción (apósitos) y en algún

caso el reemplazo del vendaje convencional por la malla

elástica. Suelen utilizarse en vendaje de cabeza, muñón, etc.

• Pañuelos triangulares o rectangulares: su uso está más

destinado a los primeros auxilios, con el objetivo de inmo-

vilizar miembros superiores, cabeza, mano, pie…

Figura 58.42. Venda adhesiva no elástica

A. Aspectos importantes a tener en cuenta

sobre el material empleado

Cuando el profesional de enfermería se dispone a realizar un

vendaje, ha de tener presente que el tipo de material que se

va a usar tiene una aplicación relacionada que es directa con el

objetivo que se persigue.

Hay que centrarse en tres conceptos: el tipo de venda, la anchu-

ra de la venda y el material de protección.

• Tipo de venda: el tipo de venda a emplear será aquél que

mejor se adapte a la función que tiene el vendaje.

• Anchura de la venda: el ancho de la venda a usar está muy

infl uenciado con la parte anatómica del cuerpo sobre la

que se usará el vendaje, con el tamaño deseado, para evitar

arrugas o pliegues, conseguir una mejor comodidad, etc. El

ancho tiene relación directa con el tamaño de la circunfe-

rencia de la zona a vendar, por lo que a mayor circunferen-

cia, mayor ancho de venda:

- Dedos: uso de 2,5 cm a 5 cm de ancho, con una longi-

tud de 2 m.

- Mano: de 5 cm de ancho y 5 m de largo.

- Para brazo, pierna y resto de zonas a vendar: de

7-7,5 cm a 10 cm de ancho y 10 m de largo).

• Material de protección: en un vendaje hay zonas anató-

micas o estructuras que deben ser protegidas, evitando

complicaciones en la piel (principalmente), vasos, nervios,

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| Tema 58

etcétera, como puede ser el caso de prominencias óseas o

separar superfi cies cutáneas que pueden entrar en contac-

to (dedos). Para este fi n está indicado el uso de placas de

algodón, gasas, compresas o vendas de algodón o de fi bra.

58.8.5. Principios generales

para una correcta aplicación del vendaje

• Es necesario o sufi ciente el vendaje, lo contrario puede ser

perjudicial, por lo que la ausencia puede estar indicada.

• El vendaje estará adaptado al diagnóstico objetivo terapéu-

tico, será sencillo y seguro.

• Hay que valorar el estado de la piel (heridas, infl amación,

equimosis, edema, etc.).

• Evaluar movilidad, sensibilidad, relleno capilar, dolor, tem-

peratura, etc., de la zona afectada.

• El sanitario responsable del vendaje (salvo excepciones)

se colocará frente a la región del cuerpo que se va a ven-

dar, con esta actitud se mantendrá la dirección y la tensión

aconsejada.

• La parte que se va a vendar debe situarse en una posición

cómoda, funcional, lo más fi siológica posible (ligeramente

fl exionada, relajada, sin tensión de los ligamentos y múscu-

los en la zona articular a vendar).

• El tipo de venda (ancho, largo, tejido…) usada está directa-

mente relacionada con la zona anatómica a vendar (Figura

58.43).

Figura 58.43. Dimensiones de una venda

• Es importante proteger las prominencias óseas y otras zo-

nas anatómicas del cuerpo para evitar complicaciones en

la piel.

• Un vendaje debe ser cómodo e indoloro, evitando inmovi-

lismos de zonas no afectadas.

• El vendaje se ha de iniciar (excepto en raras ocasiones) des-

de la zona o parte distal del miembro, hacia la zona o parte

proximal; esto facilitará el retorno venoso y evitará la este-

nosis venosa.

• En las zonas anatómicas del cuerpo cuya confi guración sea

cónica, los vendajes circulares estarían llenos de pliegues

y la presión no sería uniforme en todo el vendaje. La po-

sibilidad de evitarlo es aplicado el llamado inverso, que

se desarrolla en la misma dirección del vendaje original, el

cambio está en doblar o invertir la venda y hacer pasar su

cara interna en externa, y el borde superior pasaría a ser in-

ferior (Figura 58.44).

Figura 58.44. Doblado o invertido de la venda

• Las vueltas y entrecruzamientos de la venda deben quedar

perfectamente adaptadas a la forma de la zona anatómica

a vendar (uniforme, mismo número de vueltas e idéntico

espesor en toda su extensión, sin arrugas, ni dobleces no

intencionados).

• La tensión será uniforme (salvo indicación médica); lo que

evitará problemas vasculares o circulatorios sanguíneos.

• Si es posible, dejar al descubierto el fi nal de la extremidad

(para así poder valorar signos de mala perfusión periférica).

• Revisar los dedos de manos y pies cada 10 min. Observar

cambios de mala perfusión periférica (palidez, cianosis, frío,

tumefacción, hormigueo o parestesias).

• No dejar ventanas o zonas sin cubrir por la venda (a no ser

que esté indicado).

• En los vendajes con la presencia de herida más apósito, la

venda como mínino debe cubrir unos 5 cm del borde de la

herida para evitar posibles contaminaciones o infecciones

en el apósito o la herida.

• Preguntar al paciente si el vendaje le produce alguna mo-

lestia o incomodidad (signos y síntomas propios de un ven-

daje inadecuado).

• Lavarse las manos antes y después del vendaje (Figura

58.45).

• Cuando se disponga a vendar una articulación, no hay que

realizarlo en extensión, dado que al doblarla puede com-

prometer el sistema circulatorio, produciendo alteraciones

importantes; no cubrir si es posible los dedos y evitar anu-

dar por encima de la zona lesionada.

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

Figura 58.45. Lavado de manos antes y después del vendaje

58.8.6. Cuidados antes, durante y después

del vendaje

A. Antes del vendaje

Figura 58.46. Pie derecho antes del vendaje

• Informar al paciente de la técnica a realizar y sus posibles

complicaciones.

• Informar al paciente que ante cualquier cambio debe avisar

al profesional sanitario.

• Retirar los objetos que pueden molestar o afectar al ven-

daje.

• Rasurar la zona si está indicado.

B. Durante el vendaje

• Sujetar la zona a vendar.

• Facilitar un soporte para la zona a vendar si fuera necesario

para proporcionar comodidad al paciente.

• El paciente se colocará en la posición más cómoda y rela-

jada en función de la zona que se ha de vendar: decúbito

supino, sedestación, en el caso de piernas o brazos; donde

se debe corregir la congestión venosa y el edema, se ele-

vará el miembro afectado por encima del corazón, si está

indicado; cuando la zona es el tórax o la cabeza, la persona

estará sentada y si es la región abdominal, se pondrá en un

ligero Trendelenburg, si procede.

• El vendaje se realizará con la mano dominante para tener el

control de la presión, con el rollo de la venda hacia arriba.

• Desenrollar la venda unos 15 cm de la zona de vendar para

obtener un mejor control de la venda y de la presión (Figura

58.47.

Figura 58.47. Desenrollar la venda unos 15 cm

• Fijar el vendaje con dos vueltas al comienzo del mismo e

igualmente al fi nalizarlo (Figura 58.48); cortar si procede y

colocar el esparadrapo, menos en la vendas cohesivas.

Figura 58.48. Dos vueltas al fi nal

• En los vendajes (a excepción del circular) la mitad o los 2/3

de la venda quedarán cubiertos, según proceda, de la vuel-

ta anterior.

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| Tema 58

C. Después del vendaje

• Realizar una valoración continua o por tiempo, según indi-

cación, si procede de la zona vendada.

• Vigilar los posibles cambios como pueden ser: temperatu-

ra, pulso, movilidad, sensibilidad, color, dolor, aspecto del

vendaje, posición anatómica, etc. Informar al paciente de

la importancia de comunicar cualquier cambio y afl ojarlo si

aparecen los síntomas anteriores.

• La manipulación del vendaje se realizará de manera asépti-

ca, especialmente si hay heridas abiertas.

• Si en el vendaje se observa la presencia de heridas exudati-

vas, aplicar si procede un vendaje más voluminoso.

• Dejar al paciente cómodo y proporcionarle el máximo de

bienestar posible.

• Realizar educación sanitaria, al igual que a sus familiares o a

quien asuma el rol de cuidador principal.

• Indicarle la importancia que tiene que el vendaje no sufra

cambios y se mantenga limpio y seco.

• Si el vendaje está suelto, comunicarle la urgencia de repetir

el proceso.

• Indicarle la importancia de mover las zonas distales (de-

dos).

• Con respecto al material usado: recogida y limpieza.

• El entorno en donde se desarrolla el vendaje debe tener

una temperatura de 19-21 ºC; la puerta y las ventanas han

de estar cerradas y en habitaciones compartidas se coloca-

rán cortinas o biombos.

• Indicar al paciente que, cuando se retire el vendaje, debe

realizar ejercicios según indicación médica.

• En la retirada del vendaje, observar la presencia de exuda-

do; si está seco y pegado, usar suero fi siológico antes de

tirar de él.

• Cortar el vendaje con tijeras especiales para evitar lesiones.

Los vendajes con férulas se cortarán en la zona donde está

la venda (Figura 58.49). Para los vendajes con yeso se utili-

zarán también tijeras especiales.

Figura 58.49. Vendaje con férula

• Con respecto al personal sanitario: lavado de manos, regis-

tro en la historia clínica del paciente de la técnica ejecutada,

los problemas presentados o las observaciones detectadas,

la respuesta del paciente y la fi rma del responsable sani-

tario.

58.8.7. Principales formas de aplicación

de la venda enrollada, tipos de vueltas

y movimientos básicos

A. Formas de vendajes

• Vendaje en circular: es el que forma alrededor del cuerpo

vueltas horizontales, envolviendo un segmento a modo de

anillo, que recubre de una manera más o menos completa.

Puede aplicarse con una o dos vendas. Cada vuelta cubre

por completo el ancho de la vuelta anterior (2 a 3 vueltas

circulares) (Figura 58.50).

Figura 58.50. Vendaje circular

Este tipo de vendaje se utiliza para anclar el principio y re-

matar el fi nal del mismo y para mantener un apósito en

cualquier parte del cuerpo, pero está más indicado para una

zona cilíndrica. Por este motivo el vendaje no debe aplicarse

ni muy fl ojo ni apretado; a la tensión normal de la venda.

Se recomienda para circulares de la frente, dedo, toda la

mano, cuello, pecho y abdomen, miembros superiores (an-

tebrazo y brazo) y miembros inferiores (pierna y muslo).

• Vendajes simples oblicuos: el desarrollo de este vendaje

es dar vueltas circulares y oblicuas a la vez en cuanto a la

dirección con relación al eje de los cuerpos.

• Vendaje en espiral: es el vendaje cuyas vueltas no se su-

perponen sino que forman una espiral alrededor de la

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

región anatómica seleccionada, envolviendo en sentido

ascendente o descendente parcialmente cada vuelta de

venda, también conocido como oblicuo. Cada vuelta es pa-

ralela a la anterior y se superpone a la misma en la mitad o

2/3 del ancho de la venda.

Se emplean principalmente vendas elásticas o semielásti-

cas, que se adaptan mejor a las zonas a vendar. Su utilización

está indica para aquellas zonas del cuerpo con relativa uni-

formidad, como pueden ser brazos, piernas, etc. Su objetivo,

entre otros, será sujetar gasas, apósitos, férulas, etc.

Figura 58.51 Vendaje en espiral

En la literatura científi ca se pueden encontrar tres varie-

dades de vendaje en espiral (siguiendo la clasifi cación de

Gerdy):

- El vendaje espiral imbricado es aquél en que cada

vuelta recubre a la anterior en 1/3.

- El vendaje espiral reptante o separado, en el que las

vueltas no contactan sus bordes.

- El vendaje espiral continuo, en el que cada vuelta no

contacta con la anterior más que en sus bordes.

• Vendaje en espiral con inversos o espiral inversa: es si-

milar al anterior, con la diferencia de que la venda se dobla

con ayuda de un dedo de tal forma que la cara interna de

la venda se vuelve externa, o bien se realizan movimientos

de torsión a la venda sobre el eje transversal. Cada vuelta

hace el inverso en la misma zona para que queden en línea

(Figura 58.52).

Es útil para la pantorrilla, el antebrazo, etc., y entre sus obje-

tivos están sujetar apósitos o generar presión. Este método

se puede emplear cuando la venda a utilizar no es elástica,

así se conseguirá una mejor adaptación a la región anató-

mica afectada. Se debe terminar el vendaje con 2 o 3 vuel-

tas circulares.

Figura 58.52. Vendaje en espiral inversa

• Vendaje recurrente: también conocido como capelina

o gorro de Hipócrates. Este tipo de vendaje está indicado

para vendar partes distales del cuerpo, como la cabeza

(para mantener apósitos en la cabeza, realizar una compre-

sión sobre la frente o el occipucio), amputaciones, dedos,

manos, pies, etc.

La venda va de delante hacia atrás y de arriba a abajo, y

viceversa según proceda. Se puede usar una o dos vendas

enrolladas de 5 a 10 cm de ancho dependiendo del pacien-

te. Se realizan vueltas recurrentes que se fi jan con circulares

(en el caso de la cabeza, lo más cercano a la nuca y nariz

para evitar que se caiga). En el caso de un muñón, se co-

menzará a 10 cm por encima de éste y se terminará el ven-

daje con 2 o 3 vueltas circulares.

Figura 58.53. Vendaje en capelina

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| Tema 58

• Vendaje simple cruzado: también conocido como vendaje

en ocho (“ocho de guarismo”). Las vueltas de la venda se en-

trecruzan formando con gran exactitud la forma de un ocho.

Indicado para vendar articulaciones como codo, rodilla o to-

billo, con el objetivo de sujetar apósitos, inmovilizar, etcétera.

Como todo comienzo del vendaje, dar 2 vueltas circulares

para anclar el vendaje y proceder a vendar por debajo y por

encima de la articulación, dando la forma del ocho y cada

vuelta debe cubrir a la anterior 2/3, y terminar el vendaje

con 2 o 3 vueltas circulares.

• Vendaje en forma de espiga: este vendaje es una modifi -

cación del vendaje simple cruzado (de ocho). Su utilización

está indicada (y se adapta muy bien) en zonas anatómicas

donde se ve implicada una articulación como un hombro,

cadera, pulgar, etc.

58.8.8. Tipos de vendajes

• Vendaje cruzado de un ojo o monocular: se usan vendas

de 5 cm de ancho, se inicia poniendo el cabo en la frente y

se hacen 2 o 3 vueltas circulares horizontales para fi jar el

cabo. Una vez llegado al cabo inicial (a la nuca), si el obje-

tivo es cubrir el ojo derecho (tras rellenar la órbita del ojo

con apósito), el sentido de la venda irá desde el lado dere-

cho de forma ascendente al lado izquierdo por detrás de la

oreja derecha, y en sentido inverso, si el objetivo fuera el

ojo izquierdo. La venda que se suele utilizar es no elástica.

Este tipo de vendaje se usa para colocar apósitos después

de una cirugía, traumatismo, etc.

• Vendaje de ambos ojos o binocular: se inicia con el cabo

en la frente y realizando 2 o 3 vueltas circulares horizontales

para fi jar el cabo. Una vez llegado al cabo inicial (a la nuca),

la venda irá de atrás hacia delante por debajo de la oreja

derecha ascendiendo al lado izquierdo de la frente, donde

se realiza un inverso, continuando con circulares y descen-

diendo al ojo izquierdo pasando por la oreja izquierda para

llegar de nuevo a la nuca; se da una circular completa y di-

rigiendo la venda hacia el lado derecho, se inicia el proceso

nuevamente hasta conseguir el objetivo deseado. No hay

que olvidar que las órbitas de los ojos se rellenan con gasas.

Se termina con 2 o 3 circulares.

• Vendaje de mandíbula o cabestro sencillo: el cabo inicial

se coloca en la frente y se realizan 2 o 3 circulares horizon-

tales craneales. Si la afección está en lado derecho, estas

circulares se harán de izquierda a derecha del paciente, y

viceversa en caso de que la afección se encuentre en el lado

izquierdo.

Una vez que se llegue a la nuca, se pasa por la oreja del lado

sano descendiendo hacia la mandíbula para luego ascen-

der por la oreja del lado enfermo, y después, de nuevo, a

la zona sana. Este proceso se llevará a cabo 2 o 3 veces cir-

culares verticales, según los objetivos marcados. Se fi naliza

con circulares horizontales en la frente. Suele utilizarse para

sujetar apósitos o inmovilizar.

A. Vendaje del miembro superior

• Vendaje de axila y hombro: suele emplearse en forma de

espiga o espiga en forma ascendente, utilizando venda de

10 cm de ancho. Se comienza con circulares en el brazo y,

luego, se pasa a vendaje en ochos para ir ascendiendo. En la

ascensión se debe pasar por la axila contraria, pasando por

el tórax y descendiendo por el hombro, y viceversa.

• Vendaje de codo: para realizar la técnica correctamente el

codo se debe mantener en extensión. Es posible vendarlo

en espiral, pero cuando se quiera mantener en fl exión (90º),

se puede cruzar la venda en el pliegue en forma de ocho.

• Vendaje de brazo y antebrazo: la técnica más usada es

dar las vueltas en espiral con o sin inverso ascendente.

• Vendaje de muñeca: si el objetivo es sostener un apósito,

el vendaje que se puede utilizar es en circular; si lo que se

trata es de inmovilizar la articulación, se tiene que hacer pa-

sar varias vueltas hasta abarcar toda la mano (Figura 58.54).

Figura 58.54. Vendaje de muñeca

• Vendaje de mano: se puede iniciar en la zona distal sin

cubrir los dedos y de forma oblicua desde la palma de la

mano, ascendiendo hasta la muñeca. Se termina cubrien-

do los dedos o dejándolos al descubierto, en función de la

indicación clínica.

• Vendaje de los dedos: es importante que al vendar un

dedo (inmovilizar la articulación metacarpofalángica), se

deje su extremidad libre (valorar signos de circulación). Si

la indicación es vendar la mitad inferior del dedo, se pue-

de aplicar el vendaje en espiga, comenzando en la muñeca

con 2 o 3 circulares; también se puede utilizar el vendaje re-

currente. La venda recomendada para este tipo de vendaje

será de 5 cm de ancho (Figura 58.55).

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

Figura 58.55. Vendaje del primer dedo de la mano izquierda

• Guantelete: se trata de un vendaje para sujetar apósitos

en los dedos de las manos. Habitualmente se emplea una

venda de 5 cm de ancho. Se empieza con 2 o 3 circulares en

la muñeca y se pasa al 5.º dedo o al 1.er dedo con vueltas en

espiral desde una posición distal a proximal. Desde el dedo

cubierto, la venda vuelve a la muñeca para dar 1 circular y

pasar al siguiente dedo, terminando en la muñeca con 1 o

2 vueltas circulares.

• Vendaje de cabestrillo: este vendaje se conoce también

con el nombre de charpa o vendaje con pañuelo triangular.

Para realizarlo se utilizará un trozo de tela (con una base de

120 cm y una altura de 60 cm) para hacer un cabestrillo. El

inconveniente que presenta es que no se inmoviliza com-

pletamente el miembro superior.

Si se realiza con venda, es preciso medir el largo adecuado;

después se ata en sus puntas y se pasa por el cuello y el

antebrazo invalidando el movimiento de arriba abajo. Si se

pasa una tela o venda de forma transversal sobre la parte

media del tórax, se aumenta la inmovilidad del miembro

afectado en gran medida (Figura 58.56).

Figura 58.56. Cabestrillo con venda

• Vendaje de Velpeau: este vendaje es más complejo pero

inmoviliza con mayor garantía. El paciente se sienta con el

miembro afectado en fl exión de 100º y la mano sobre la mama

contraria y se protegen las zonas de roce (axila y mama).

Se realiza en cuatro pasos: en el primer paso se coloca un al-

mohadillado (venda enrollada o algodón envuelto en gasa);

en el segundo paso, sobre la región torácica se hace un ven-

daje en espiral ascendente imbricado, que continúa con el

hombro sano, por la axila lesionada (no mover el almohadilla-

do); en el tercer paso, el brazo lesionado se coloca en aducción

máxima (hacia dentro) con el codo en fl exión, pegado al tórax

y la mano sobre la clavícula del lado sano; en el cuarto paso,

la venda que procede del hombro sano se sitúa a nivel de la

muñeca del brazo lesionado, se hace un vendaje circular hori-

zontal alrededor del tórax (incluyendo el brazo y el antebrazo

lesionado) hasta llegar a la axila y, después, se pasa a la espal-

da hasta la región subclavicular de la zona afectada, descen-

diendo por la zona del codo lesionado; se contornea pasando

por delante del tórax (un poco oblicuo) hacia la espalda, fi na-

lizando con circulares que fi jan las vueltas verticales.

Es muy útil para inmovilizar el hombro en caso de fractura

de clavícula sin desplazamiento, fractura de cuello de hú-

mero y tras una luxación escapulohumeral, pero está en

desuso por la utilización de mallas cuello-puño o cabestri-

llos ortopédicos.

• Vendaje de Robert Jones modifi cado: al igual que en mu-

chos vendajes, la posición debe ser funcional con el brazo

aproximado al tórax en su parte lateral y con el antebrazo

y la mano sobre la cara de éste. Se coloca el almohadillado

en el hombro y el codo de la zona afectada. Se suele usar

venda de 10 cm de ancho.

Se inicia con el cabo de la venda en la axila contraria, se ha-

cen circulares por la espalda y se fi ja. Se asciende por la es-

palda hasta la extremidad distal de la clavícula por encima

del hombro y se desciende por el exterior del brazo, poste-

rior del codo e interior del brazo, ascendiendo nuevamente

por el hombro y extremidad distal de la clavícula sobre la

que se presiona. Se continuará por la diagonal hacia el tó-

rax anterior, axila opuesta y parte posterior, terminando en

el hombre lesionado y la extremidad distal de la clavícula,

dando un ocho desigual.

• Vendaje del tórax: se puede realizar en espiral y circular com-

binados. Se suele empezar con espiral con inverso. El ancho de

venda puede ser de 7 o 10 cm, en función del paciente.

• Vendaje cruzado de una mama: se conoce también con el

nombre de suspensorio de la mama. Se inicia con circulares

horizontales, por debajo de las mamas, con vendas de 7 o

10 cm de ancho, según el paciente, en sentido de derecha

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| Tema 58

a izquierda si es la mama derecha, y en sentido contrario,

si es la izquierda. Ascendiendo se cubre parte de la mama

hasta llegar al hombro izquierdo, desde donde se descien-

de por la espalda hasta la axila derecha, y se fi ja con una

circular horizontal. Se vuelve a repetir los pasos hasta cubrir

completamente la mama afectada, terminando con 2 o 3

circulares horizontales por debajo de las mamas.

• Vendaje cruzado de ambas mamas: se realiza con dos

vendas de 7 o 10 cm de ancho según el paciente. Se llevan

a cabo circulares horizontales por debajo de las mamas, em-

pezando en la espalda y ascendiendo hacia las axilas, hasta el

tórax, cubriendo las mamas en dirección al hombro. Se des-

ciende por la espalda y se fi ja con vueltas horizontales. Hay

que repetirlo hasta cubrir totalmente ambas mamas y se ter-

mina con 2 o 3 vueltas horizontales por debajo de las mamas.

Se utiliza para apósitos y vendaje compresivo en las infl a-

maciones posparto cuando no se puede amamantar.

• Vendaje del abdomen: este vendaje se conoce también

con el nombre de esculteto de abdomen. Se realiza en espi-

ral o en circulares.

• Vendaje de periné: se puede hacer en forma cruzada,

pasando por las crestas ilíacas y bajando hacia la zona in-

guinal. Su uso está indicado para apósitos después de una

cirugía de genital o anal.

B. Vendaje de miembro inferior

• Vendaje de cadera: se realiza con un vendaje cruzado que

se aplica a nivel de la raíz del miembro (espica). Se empieza

con circulares en la cintura, se cruza del lado sano hacia la

parte alta y externa del muslo y se rodea en forma de ocho

la cintura para bajar cada vez más. Es útil para la parte baja

del abdomen, la ingle y la parte alta del muslo.

• Vendaje del muslo: el vendaje debe ser en espiral con in-

versos aplicados sobre el muslo. Es útil para el antebrazo y el

brazo. La venda que se suele utilizar es de 7 o 10 cm de ancho.

• Vendaje de pierna: el procedimiento para realizar este

vendaje se lleva a cabo igual que el del muslo.

Figura 58.57. Vendaje de miembro inferior izquierdo

• Vendaje de rodilla: el vendaje más recomendado es el

de ochos sobre la rodilla en ligera fl exión, extendiendo las

vueltas cada vez más lejos o viceversa (Figura 58.58).

Figura 58.58. Vendaje en ochos de rodilla izquierda

• Vendaje de tobillo: el uso del vendaje en ocho es el indi-

cado. Se empieza con circulares hacia la cara anterior del

tobillo; se fi ja con un par de circulares en la parte baja de la

pierna y se continúa con vendaje en ocho cubriendo bien el

tobillo. Se fi naliza con dos circulares en el pie.

• Vendaje de la planta y del dorso del pie: se inicia con

vendaje en espiral desde atrás, desde la base de los dedos,

y se seguirá hasta el tobillo, en donde se hacen vueltas en

ocho por encima del mismo para terminar.

• Vendaje del primer dedo del pie: el vendaje se realiza

en espiral, iniciando con circulares en el tobillo para luego

bajar al borde interno del pie (también en espiral) hasta el

primer dedo, que se deja recubierto, y se vuelve de nuevo

en espiral hacia el tobillo.

El profesional sanitario debe tener siempre presente los proble-

mas interdependientes que puede producir el vendaje, como

pueden ser:

• La formación de contracturas, por la situación postural, ele-

mentos del vendaje, etc.

• Pérdida de la masa muscular o tono muscular, forzada por

el inmovilismo que produce la lesión.

• Mala posición de las articulaciones.

• Heridas producidas por la posición mantenida, traumatis-

mos, elementos integrantes del vendaje, reacciones alérgi-

cas, etc.

• Desarrollo de un síndrome de compresión neurovascular.

58.8.9. Vendajes funcionales

Si se tiene en cuenta que uno de los motivos más frecuente

de consulta son las patologías traumatológicas, entendiendo

que muchas de ellas demandarán una inmovilización (venda-

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

je), esto produce que las técnicas de vendaje hayan tomado un

curso evolutivo en los últimos años para la enfermería y los pro-

fesionales sanitarios importante, sobre todo, como consecuen-

cia de la aplicación de nuevos conocimientos en biomecánica y

su relación con los conocimientos en anatomía, que han dado

paso a los vendajes funcionales (taping).

Este tipo de vendaje aparece en EE.UU. como una especializa-

ción de los vendajes funcionales no elásticos y en la década de

los años sesenta se implanta en Europa en las escuelas suecas,

continuismo de las americanas y francesas, aplicándose como

un vendaje mixto.

En España se comenzó a utilizar en la década de los años

ochenta en Barcelona.

El vendaje funcional permite limitar selectiva y mecánicamente la

movilidad de una articulación en el sentido del movimiento que

afecta a las estructuras lesionadas de los tejidos periarticulares.

Los elementos orgánicos quedan en posición de acortamiento,

proporcionando acción antiálgica y protección real de la lesión.

La efi cacia de esta técnica es la sustitución de la acción fi sioló-

gica de las partes implicadas por tiras de inmovilismo, dando

mayor consistencia a una anatomía alterada. Esta propiedad

mecánica depende de:

• La colocación de las tiras (Figura 58.59).

Figura 58.59. Tiras adhesivas en vendaje funcional

• Su brazo de palanca en relación a su eje articular.

• De su resistencia de arranque.

• La naturaleza del material elegido.

• De su longitud.

• La cantidad y la tensión de las tiras activas utilizadas.

También hay que decir que los vendajes funcionales actuarán

sobre la sensibilidad exteroceptiva y propioceptiva por las so-

licitaciones que efectúan sobre los mecanorreceptores cutá-

neos, articulares y miotendinosos. Además, psicológicamente,

los vendajes funcionales ofrecen un confort apreciado por los

lesionados.

A. Principios de aplicación

La utilización del vendaje funcional debe estar basada en la

efi cacia con los objetivos fi jados y siendo confortable para el

paciente, por lo que hay que entenderlo como un vendaje fun-

cional, que será siempre personalizado y teniendo en cuenta a

la vez los factores objetivos y subjetivos.

En los principios de aplicación de un vendaje funcional hay que

tener en cuenta 18 puntos básicos:

1. La preparación de la piel.

2. Los anclajes.

3. La colocación del segmento corporal.

4. La protección de las zonas y puntos sensibles.

5. La elección de las vendas.

6. La manipulación de las vendas.

7. La longitud de las tiras activas.

8. La anchura de las tiras activas.

9. El número de tiras activas.

10. La colocación de las tiras.

11. La tensión de las vendas.

12. Las precauciones en la colocación de las tiras activas.

13. La multiplicación de las tiras activas.

14. La sujeción de las tiras activas en el montaje básico.

15. Las tiras sobreañadidas de refuerzo y/o acabado.

16. La vigilancia, consejo y renovación del vendaje.

17. La relación entre el vendaje funcional y la fi sioterapia.

18. La retirada del vendaje.

B. Técnicas del vendaje funcional

El vendaje funcional consiste en aplicar un vendaje que produz-

ca la inmovilidad selectiva sobre el mecanismo de producción

de la lesión. Con ello se consigue mantener posiciones antiál-

gicas y reposo de las estructuras lesionadas, que la cicatriz sea

más funcional y se evitan atrofi as musculares, rigidez articular y

elongación ligamentosa.

La aplicación de este tipo de vendaje se puede resumir en tres

técnicas principales en función del material usado:

• Técnica elástica: el material de uso consistirá en vendas

adhesivas o cohesivas, elásticas en sentido longitudinal y

bielásticas (longitudinal y transversal).

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| Tema 58

• Técnica inelástica: en este caso el material lo compondrán

las vendas de material inelástico, siendo de elección un es-

paradrapo especial llamado tape.

• Técnica mixta o combinada: en esta técnica se conjugan

las dos técnicas anteriores, aunque el material más usado

es el tape, que conforma los anclajes y estribos, y el cierre

del vendaje se realiza con vendas elásticas. También se pue-

de combinar estribos de ambos materiales (Figura 58.60).

Figura 58.60. Vendaje tobillo con tiras adhesivas tape

C. Indicaciones del vendaje funcional

Antes de exponer las indicaciones del vendaje funcional, hay

que recordar que es imprescindible la valoración y la explo-

ración de la lesión tanto desde un punto de vista anatómico

como funcional para defi nir el vendaje. Además, en todo ven-

daje funcional las estructuras anatómicas se deben colocar en

posición antiálgica de reducción y de reposo, y esta posición se

ha de mantener durante todo el vendaje porque, de lo contra-

rio, no será efi caz.

Las principales indicaciones del vendaje son las lesiones capsu-

loligamentosas, las lesiones tendinosas y musculares, los ede-

mas, la infl amación, los derrames articulares, etc. A continua-

ción se detallan más sus indicaciones:

• Deformidades y actitudes viciosas.

• Prevenir laxitudes ligamentosas.

• Distensiones ligamentosas de 1.er y 2.º grado.

• En pequeñas roturas de fi bras musculares, como en huesos

largos.

• En descargas en las tendinitis.

• Muy útiles después de la retirada del yeso.

• En el pie zambo, equinovaro, hallux valgus, etc. (en estos

últimos sólo se intenta corregir las deformidades del pie).

• De forma preventiva para aquellas lesiones crónicas o re-

cidivantes, como son afecciones musculares y tendinosas.

En este caso no se debe realizar de forma sistemática, dado

que puede generar dependencia del vendaje y, en caso de

no tenerlo, se produce mayor riesgo de lesión.

D. Recomendaciones del vendaje funcional

Las contraindicaciones del vendaje funcional se pueden clasifi -

car en absolutas o relativas, entendiendo por absolutas aqué-

llas que impiden la realización del vendaje, y por relativas, las

que pueden poner en riesgo al paciente.

El vendaje funcional está totalmente contraindicado en lesio-

nes graves que necesitan inmovilización rigurosa, como pue-

den ser:

• Grandes afecciones como roturas musculares, de tendones

o de ligamentos que necesiten intervención quirúrgica.

• Fracturas óseas con una inmovilidad total.

• Quemaduras, eczemas, dermatitis, heridas importantes.

• Afecciones graves neurosensitivas o alteraciones sensitivas

que oculten problemas en el vendaje.

• Alteraciones vasculares importantes que con el vendaje

puedan empeorar tanto al aporte como al retorno: venolin-

fáticas, arteriopatías periféricas, enfermedades trombo-

embólicas, etc.

• Afecciones de la piel, hipersensibilidades dérmicas, alergias

al material usado.

• Abuso del vendaje (que el paciente dependa del mismo,

pasando de una dependencia física a una psicológica).

En caso de presencia de gran infl amación o de edema debe va-

lorarse su aplicación.

E. Mecanismos de acción

de los vendajes funcionales

Los mecanismos de acción del vendaje funcional se pueden

clasifi car en cuatro aspectos fundamentales:

• La acción mecánica.

• La acción exteroceptiva.

• La acción propioceptiva.

• La acción psicológica.

F. Elementos básicos del vendaje funcional

• Almohadillado: para evitar roces y efectos compresivos, se

coloca antes del prevendaje (Figura 58.61).

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

Figura 58.61. Protección interdigital

• Soporte base o prevendaje: en su elección hay que tener

en cuenta factores como si hay vello, alergias… Se realiza-

rá desde una posición distal a proximal, con venda o spray

adhesivo.

• Anclajes o elementos de fi jación: la base será de cintas

adhesivas inelásticas (tape) o vendas elásticas adhesivas,

colocándola desde proximal a distal.

• Tirantes o estribos: se realiza con cintas adhesivas inelás-

ticas (tape) o vendas elásticas adhesivas, casi siempre de

elasticidad longitudinal. Sus objetivos son limitar el movi-

miento y la descarga.

• Elementos de cobertura o de cierre: se hacen con tape

(usando la técnica inelástica) o con vendas elásticas ad-

hesivas (técnicas elástica y mixta). Tienen como objetivos

proporcionarle mayor fi rmeza y consistencia al vendaje y

aumentar la fi jación.

G. Funciones de un vendaje funcional

Entre las funciones principales de un vendaje funcional se en-

cuentran:

• Suplir.

• Reforzar.

• Estimular o facilitar.

• Evitar la formación y/o la consolidación de un edema.

H. Aplicación de un vendaje funcional

En el procedimiento de aplicación de un vendaje funcional es

importante seguir las siguientes recomendaciones:

• Antes de llevar a cabo un vendaje en situaciones de reac-

ciones alérgicas a algún componente se puede emplear

un pretaping que aísle la zona adhesiva de la piel del

paciente. Este proceso se puede conseguir con vendas,

depilación o rasurado, spray adhesivo hipoalergénico,

etcétera.

• Se debe evitar las arrugas en articulaciones y zonas de apo-

yo, así como evitar las compresiones, especialmente en re-

bordes óseos, zonas de roces, etc.

• Los vendajes con elásticos dan mayor extensión y los estri-

bos mayor longitud.

• Las técnicas elásticas se fi jan a los estribos con esparadrapo

o tape.

• Los anclajes en el antepié realizados con vendajes inelásti-

cos deben estar abiertos en la planta para evitar compresio-

nes en el arco plantar.

• No hay que modelar los estribos hasta que estén fi jos al an-

claje, de lo contrario, no darían la tensión sufi ciente.

I. Retirada de un vendaje funcional

A la hora de retirar un vendaje funcional hay que tener en cuenta:

• Uso de tijeras apropiadas, tipo “pato” o de Esmarch.

• Empleo de un líquido que disuelva la masa adherida (tape

remover).

• Es aconsejable realizar los cortes por los rebordes anatómi-

cos laterales, sin estribos y nunca por zonas convexas como

las prominencias óseas.

• Uso de crema hidratante tras la retirada del vendaje, si pro-

cede y siempre que no se vaya a poner otro.

Figura 58.62. Vendaje funcional 2.º dedo de la mano derecha

En los vendajes funcionales se debe observar:

• Si al activar los segmentos corporales interesados, se cum-

plen los objetivos marcados.

• El vendaje se renovará cuando deje de ser efi caz.

• La aparición de dolor en la mayoría de las posiciones puede

ser signo de inefi cacia del vendaje.

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| Tema 58

• Afección alérgica, problemas de parestesias, aumento de

temperatura, tumefacción, piel fría, cianosis, etc.

J. Aplicaciones del vendaje funcional

Entendiendo que los vendajes se adaptarán al paciente y al

cuadro clínico que éste presente, pueden ser de muchas y va-

riadas formas, pero los más utilizados son:

• Vendaje elástico de tobillo con edema.

• Vendaje inelástico de tobillo.

• Vendaje de rodilla.

• Vendaje de muñeca.

• Vendaje de las articulaciones del metacarpo e interfalángi-

cas de la mano.

K. Ventajas de la inmovilización funcional

frente a otras técnicas de inmovilización

Entre las ventajas de esta técnica cabe destacar:

• Ofrece mayor control de la infl amación que hay debajo del

vendaje.

• Produce una activación de la circulación por el movimiento.

• Resta la sobrecarga o lesión de zonas adyacentes.

• Disminuye la atrofi a por desuso.

• Mantiene la fuerza y el acondicionamiento corporal.

• Proporciona mayor funcionalidad e independencia en la

actividad de la vida diaria.

58.8.10. Inmovilizaciones

La inmovilización requiere un vendaje rígido que fi je tanto el

sitio de la fractura como también las articulaciones vecinas. El

grado de inmovilización debería direccionar a un punto inter-

medio, donde produce estabilidad paralelamente a la técnica

funcional de vendaje.

Figura 58.63. Material de inmovilización de mano y dedo

A. Complicaciones del vendaje inmovilizador

Entre las complicaciones de este tipo de vendaje cabe reseñar

reducción del movimiento (contractura de Volkmann), trombo-

sis, dermonecrosis, afecciones por presión, síndrome comparti-

mental, lesiones nerviosas o dérmicas, problemas vasculares, etc.

B. Historia del vendaje de yeso

La ventaja de utilizar férulas externas en el tratamiento de le-

siones óseas o en partes blandas se remonta a 1935 con Monro

y a 1944, con Luck.

En el Papiro de Edwin Smith (que data del 3000 a.C.) aparecen

las primeras descripciones sobre férulas reforzadas con telas. El

yeso tiene ya una historia de más de 4.000 años; se recoge su

uso en 1600 a.C. en la pirámide de Keops, en Egipto y se cree

que una primera utilización puede estar en los médicos árabes

que lo usaban para férulas en el siglo X d.C., aunque fue Au-

tonius Mathijsen, en 1851, quien describió el empleo del yeso

impregnado en vendas sobre una fractura.

Figura 58.64 Venda de yeso

Para la producción de vendajes de yeso, se utilizan lengüetas

de plaster o vendajes. Hay que tener presente el tipo de yeso

del que están impregnadas las vendas, dado que en función de

ello necesitará más o menos cantidad de agua (el tipo α nece-

sita menos agua y endurece antes que el tipo β). Las vendas de

yeso se deben abrir poco antes de su uso, dado que absorben

agua del ambiente.

C. Aplicación del vendaje de yeso

El vendaje de yeso se sostiene transversalmente y se sumerge

completamente unos 5 s a una temperatura de 17 a 24 ºC. Se

debe evitar la formación de burbujas (rodándolo uniformemen-

te) y si no se tiene mucha experiencia en el empleo de vendas

de yeso en trabajos prolongados, se puede utilizar agua fría, ya

que provoca que el tiempo de endurecimiento sea más lento. El

uso de lengüetas refuerza la estática y ahorra vueltas circulares.

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Oposiciones de Enfermería

Manual CTO

Cuando se humedecen las vendas de yeso, el tiempo de emi-

sión de calor durará de 5 a 8 min, y como se ha comentado,

dependerá de la temperatura del agua y de la cantidad ab-

sorbida.

La rigidez viene determinada por la cantidad de agua y la técni-

ca empleada a la hora de sumergir las vendas.

El tiempo de secado se estima entre 24 y 36 h, aunque depen-

derá del espesor y de la cantidad de agua absorbida.

La carga de los vendajes es función de su material: si es yeso,

se puede autorizar cargar a las 24-48 h, dependiendo del volu-

men del material; y con un vendaje sintético, en 30 minutos el

paciente ya podría cargar.

D. Otras inmovilizaciones

La evolución de los vendajes de materiales sintéticos ha sido

considerable. Entre los hitos más importantes cabe destacar:

• La utilización de vendajes realizados con fi bra de vidrio im-

pregnada en acetato de celulosa, vidrio de aluminio-silicato

y ácido de poliacril-polimer sobre un vendaje de lana o po-

liéster áspero impregnado de poliuretano.

• Los vendajes impregnados en fi bra de vidrio y resina de

poliuretano polimerizante húmeda proporcionan vendajes

duros y de larga duración.

• El cambio se centró en resinas menos pegajosas para un

mejor manejo, pero hasta la década de los años noventa no

se emplea polipropylen-licra mix con resina poco adherente

(un material grueso pero fl exible) mejorando la fi bra de vi-

drio anteriormente citada.

• Aparecen los vendajes impregnados de poliuretano. Estos

vendajes sintéticos modernos están compuestos de una

resina y un tejido de hilo sintético, que se adapta bien a las

zonas anatómicas, dada su fl exibilidad. Estos vendajes reac-

cionan con el agua formando una red de polímeros que se

enlaza a los tejidos realizando el soporte.

• En los últimos 10-15 años, el material sintético se ha

integrado en todas las técnicas de vendaje de inmovi-

lización, hasta tal punto que en los vendajes circulares

el uso de material sintético ha desplazado al compuesto

de yeso.

• Actualmente el material de soporte que se utiliza en este

tipo de vendajes es: fi bra de vidrio, fi bra de vidrio semirí-

gida, poliéster, polipropileno, materiales sintéticos termo-

plásticos y los de dos componentes.

El material sintético a la sumersión cataliza la resina de po-

liuretano, polimerizándose y endureciéndose. El vendaje

sintético es liviano, permeable al aire, impermeable al agua

y muy resistente, se moldea bien y es fl exible tanto de for-

ma longitudinal como transversal y diagonal.

E. Aplicación de un vendaje sintético

La aplicación de un vendaje de estas características es muy pa-

recida a la del yeso. Se debe proteger la piel acolchándola, se

ha de usar guantes por la resina y hay que tener en cuenta que

la utilización de estos materiales conlleva un trabajo muy veloz,

dado que endurecen rápidamente. El agua debe estar entre 20-

24 ºC y, al igual que con el yeso, si no se ha trabajado mucho

con este producto, es mejor usar agua fría porque el tiempo de

endurecimiento depende de la temperatura del agua y de la

compresión. Tienen un margen de utilización, llamado tiempo

“abierto”, que dura de 3 a 5 min.

El vendaje ha de amasarse bien en el agua y escurrirse, pero no

exprimirlo hasta su uso o colocación, que no será muy distante

en el tiempo. Para conseguir que las capas se unan, dando un

contorno al mismo tiempo, se debe realizar cerca de la extremi-

dad una ligera tirada del vendaje de material sintético, desde el

centro, abajo y hacia delante.

Es muy importante no oprimir mucho la extremidad, por la

elasticidad. Ya estará preparado para continuar aplicando un

vendaje bien alisado.

El vendaje sintético aporta con 3 o 4 vueltas una estructura es-

table. En caso de realizarse proximal y distal, con 1 o 2 vueltas

bastará. Según el peso corporal y, de forma generalizada, se

puede decir que con 5-6 capas será sufi ciente para darle fuerza

en la deambulación.

En vendajes grandes se recomienda la utilización de férulas,

tipo lengüetas.

Cuando se pretende modifi car, retirar o manipular el vendaje

sintético, como en el caso de colocación de férulas, cortar el

material sintético, etc., se debe utilizar el aparataje o material

especializado para conseguir el objetivo deseado.

Los vendajes sintéticos aplicados a fracturas deberían tener

tres capas en la zona de fractura y una sola capa en el área

proximal o distal.

58.9. OTRAS TÉCNICAS

DE ENFERMERÍA

Una de las técnicas de enfermería más importante será la reha-

bilitación encuadrada en las patologías musculoesqueléticas,

ya que muchas de las enfermedades incluidas en este apartado

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| Tema 58

afectarán a la vida diaria del paciente, incluso algunas de ellas

de forma invalidante.

La rehabilitación, en este caso, se enfoca para tratar el dolor, resta-

blecer la movilidad, evitar lesiones, rectifi car posiciones, rectifi car

contracturas… Se basará en ejercicios que realizará el paciente

sin mucho esfuerzo (pasivos) y los efectuados por el rehabilitador.

La exploración funcional del paciente se hará a diario some-

tiéndole a ejercicios activos tanto isotónicos como isométricos.

La rehabilitación proporciona al paciente seguridad, confort,

estabilidad, mejoría física y psicológica, etc.

Dentro de este apartado también está indicado el uso de calor

y frío. El frío, aplicándolo unos 10 min de forma intermitente,

producirá la disminución de dolor y la infl amación, porque pro-

vocará parestesia en la parte nerviosa y disminución de meta-

bolismo celular. El calor dará una relajación muscular y, al igual

que con el frío, se debe ser prudente para no lesionar la piel.

58.10. MOVILIZACIÓN

DEL PACIENTE CON AFECTACIÓN

MUSCULOESQUELÉTICA

La movilidad del paciente está condicionada por el propio esta-

do del paciente y por la indicación médica.

Es importante que, antes de realizar cualquier movimiento, se

adquieran posiciones, posturas, etc., ergonómicos para evitar

autolesionarse. Una buena formación en este campo evitaría

muchos problemas en la movilización.

Toda movilización debe llevarse a cabo personalizadamente te-

niendo presente la situación personal del paciente, el entorno…

Siempre que se vaya a realizar cualquier maniobra al paciente,

se debe pensar en su colaboración, porque de no ser así, se po-

dría producir dolor, miedo, temor, ansiedad, estrés, etc.

Hay que prevenir la aparición de úlceras por presión (UPP), por

lo que se realizarán las correspondientes escalas para valorar

el riesgo de UPP. El grado de inmovilidad indicará el número

de movilizaciones (cada 2 h, 24 h, según indicación médica…).

Se debe estimular el movimiento, evitando cualquier negativa

a la deambulación, que es muy probable que aparezca.

La reevaluación constante, junto con la educación sanitaria son

las mejores herramientas del profesional sanitario.

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