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q EDITORIAL Por qué y cómo se acleptan o rechazan artículos para su publicación en las revistas biomédicas A. Trilla. Clinical Epidemiology Dillision. University of lowa Hospilals and clinics. lowa city tual, excesiva, de publicaciones biomédicas se asocia ya a cierta confusión. Si el número de artículos pu- blicados sigue considerándose un criterio importante de selección y promoción. corremos el riesgo de in- troducir cambios en la conducta de los investigadores, que pueden oscilar desde el simple fraude científico a la política del fraccionamiento del trabajo en las de- nominadas «unidades mínimas publicables»2 o favo- recer la selección de aquellos proyectos según sean más fácil o rápidamente publicables. en detrimento de los que exijan más esfuerzo y tiempo. Autores y editores deben analizar críticamente lo que pretenden comunicar, así como la verdadera aporta- ción que sus trabajos suponen para otros colegas in- teresados en el tema y para los médicos en generaI3.4. Recientemente se ha celebrado en Chicago (EEUU) la primera Conferencia Internacional dedicada al análi- sis del proceso editorial. Muchas de las referencias citadas en este artículo editorial están tomadas de co- municaciones a dicha reunión. publicadas posterior- mente por el Journal of the American Medical Asso- ciation en un número monográfico titulado Guarding the GuardiansS. Desde el punto de vista del autor. no entramos en dis- quisiciones relativas a cómo deben escribirse los ar- tículos para su publicación. Para aquéllos interesados en el tema, quisiera recomendarles la consulta de re- ferencias clásicas6.7. así como una serie excelente de artículos publicados en Medicina ClínicaB-15. Desde el punto de vista del editor, el proceso no es tampoco sencillo. En él influyen problemas de tiem- po, espacio, financiación y en ocasiones posibles con- flictos de intereses o apreciaciones subjetivas. Las re- vistas biomédicas nacionales de más prestigio y di- fusión someten a revisión (con ciertas diferencias en- tre ellas) los artículos originales que reciben. Este pro- ceso es, habitualmente, doble. En primer lugar, se produce una revisión inicial por parte de la Secretaría de Redacción o Consejo Editorial de la revista. En al- gún caso, por ejemplo en la sección «Cartas al Direc- tor», esta revisión es casi siempre única y definitiva. lo cual es necesario para agilizar la sección y ahorrar tiempo y dinero. El resto de trabajos remitidos (que incluyen la práctica totalidad de artículos originales) y los manuscritos son valorados por un revisor o re- En diversos ambientes médicos y académicos espa- ñoles la presión paral «publicar» es cada vez más acu- sada. Actualmente, la concesión de muchas de las be- cas y ayudas (oficiales o privadas), así como plazas académicas o laboral les, incluye la valoración del nú- mero (habitualmente) y calidad (menos frecuente- mente) de los artículos publicados por los solicitan- tes. Incluso los mé(jicos residentes sufren esta pre- sión, y no es excepcional que deban dedicar parte de su tiempo de formación a la busca y captura del «caso mínimamente public:able». Por poner un ejemplo do- méstico, el Hospital Clínic i Provincial de Barcelona, uno de los hospitales del país con mayor número y mejor calidad de publicaciones anuales (valorando el denominado Impact factor) incluye esta evaluación en la selección de aquellos candidatos a plazas de su plantilla médica, y también la usa para la concesión de una serie de becas destinadas a los médicos resi- dentes, una vez fin;alizado el último año de su for- mación. No es excepcional valorar curricula de mé- dicos residentes con 10 o 15 publicaciones, que ge- neralmente incluyen alguna en revistas extranjeras de prestigio. La administración del hospital considera también este tipo de! producción científica dentro del balance anual de actividad de la División Médica. La famosa frase publiS¡1 or perish se aplica pues desde los primeros años de la vida profesional y en todo su ámbito. Así, por ejemplo, en los EEUU, el número me- dio de artículos publicados necesario para poder pro- mocionarse a Assoclate Professor es de 27 (extremos 15-50)1. ¿Es ésta una polític:a adecuada? Probablemente no exista una respuesta única y fácil. Sin duda la publi- cación constituye el núcleo básico de la comunicación científica y debe a~)oyarse su continuidad. Sin em- bargo; sería deseable que no se incurriese en el de- fecto de la publicación por el mero hecho de publicar y añadir así «volumen» al curriculum. La cantidad ac- "El Dr. Trilla es Secretario dl~ Redacción de la Revista Enfermedades Infecciosas y Microbiologia C:linica. órgano oficial de la SEIMC Correspondencia:Dr. A. Trilla. Servicio de Enfermedades Infecciosas. Hospital Clinic i Provincial. lIillarroel, 170. 08036 Barcelona Manuscrito recibido el 19-6-1990 Med G/in (BarcJ 1990: 95: ;'32-734 732

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EDITORIAL

Por qué y cómo se acleptan o rechazanartículos para su publicación en las revistasbiomédicas

A. Trilla.

Clinical Epidemiology Dillision.University of lowa Hospilals and clinics.lowa city

tual, excesiva, de publicaciones biomédicas se asociaya a cierta confusión. Si el número de artículos pu-blicados sigue considerándose un criterio importantede selección y promoción. corremos el riesgo de in-troducir cambios en la conducta de los investigadores,que pueden oscilar desde el simple fraude científicoa la política del fraccionamiento del trabajo en las de-nominadas «unidades mínimas publicables»2 o favo-recer la selección de aquellos proyectos según seanmás fácil o rápidamente publicables. en detrimentode los que exijan más esfuerzo y tiempo.Autores y editores deben analizar críticamente lo quepretenden comunicar, así como la verdadera aporta-ción que sus trabajos suponen para otros colegas in-teresados en el tema y para los médicos en generaI3.4.Recientemente se ha celebrado en Chicago (EEUU) laprimera Conferencia Internacional dedicada al análi-sis del proceso editorial. Muchas de las referenciascitadas en este artículo editorial están tomadas de co-municaciones a dicha reunión. publicadas posterior-mente por el Journal of the American Medical Asso-ciation en un número monográfico titulado Guardingthe GuardiansS.Desde el punto de vista del autor. no entramos en dis-quisiciones relativas a cómo deben escribirse los ar-tículos para su publicación. Para aquéllos interesadosen el tema, quisiera recomendarles la consulta de re-ferencias clásicas6.7. así como una serie excelente deartículos publicados en Medicina ClínicaB-15.Desde el punto de vista del editor, el proceso no estampoco sencillo. En él influyen problemas de tiem-po, espacio, financiación y en ocasiones posibles con-flictos de intereses o apreciaciones subjetivas. Las re-vistas biomédicas nacionales de más prestigio y di-fusión someten a revisión (con ciertas diferencias en-tre ellas) los artículos originales que reciben. Este pro-ceso es, habitualmente, doble. En primer lugar, seproduce una revisión inicial por parte de la Secretaríade Redacción o Consejo Editorial de la revista. En al-gún caso, por ejemplo en la sección «Cartas al Direc-tor», esta revisión es casi siempre única y definitiva.lo cual es necesario para agilizar la sección y ahorrartiempo y dinero. El resto de trabajos remitidos (queincluyen la práctica totalidad de artículos originales)y los manuscritos son valorados por un revisor o re-

En diversos ambientes médicos y académicos espa-ñoles la presión paral «publicar» es cada vez más acu-sada. Actualmente, la concesión de muchas de las be-cas y ayudas (oficiales o privadas), así como plazasacadémicas o laboral les, incluye la valoración del nú-mero (habitualmente) y calidad (menos frecuente-mente) de los artículos publicados por los solicitan-tes. Incluso los mé(jicos residentes sufren esta pre-sión, y no es excepcional que deban dedicar parte desu tiempo de formación a la busca y captura del «casomínimamente public:able». Por poner un ejemplo do-méstico, el Hospital Clínic i Provincial de Barcelona,uno de los hospitales del país con mayor número ymejor calidad de publicaciones anuales (valorando eldenominado Impact factor) incluye esta evaluación enla selección de aquellos candidatos a plazas de suplantilla médica, y también la usa para la concesiónde una serie de becas destinadas a los médicos resi-dentes, una vez fin;alizado el último año de su for-mación. No es excepcional valorar curricula de mé-dicos residentes con 10 o 15 publicaciones, que ge-neralmente incluyen alguna en revistas extranjeras deprestigio. La administración del hospital consideratambién este tipo de! producción científica dentro delbalance anual de actividad de la División Médica. Lafamosa frase publiS¡1 or perish se aplica pues desdelos primeros años de la vida profesional y en todo suámbito. Así, por ejemplo, en los EEUU, el número me-dio de artículos publicados necesario para poder pro-mocionarse a Assoclate Professor es de 27 (extremos15-50)1.¿Es ésta una polític:a adecuada? Probablemente noexista una respuesta única y fácil. Sin duda la publi-cación constituye el núcleo básico de la comunicacióncientífica y debe a~)oyarse su continuidad. Sin em-bargo; sería deseable que no se incurriese en el de-fecto de la publicación por el mero hecho de publicary añadir así «volumen» al curriculum. La cantidad ac-

"El Dr. Trilla es Secretario dl~ Redacción de la Revista EnfermedadesInfecciosas y Microbiologia C:linica. órgano oficial de la SEIMC

Correspondencia: Dr. A. Trilla. Servicio de Enfermedades Infecciosas.Hospital Clinic i Provincial. lIillarroel, 170. 08036 Barcelona

Manuscrito recibido el 19-6-1990

Med G/in (BarcJ 1990: 95: ;'32-734

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A. TRILLA.- POR QUE y COMO SE ACEPTAN O RECHAZAN ARTíCULOS PARA SU PUBLICACIONEN LAS REVISTAS BIOMÉDICAS

feree (generalmente dos e independientes), expertoen el tema, para obtener de él una opinión crítica for-mal, que es valorada luego por el Comité Editorial3,Este proceso, garantía básica de la calidad de la pu-blicación, se denomina peer-reviewen la literatura an-glosajona (expresión tlraducible por revisión por ex-pertos de similar categoría o «pares»). Estos expertosse eligen siguiendo varios criterios, y generalmenteestán encuadrados en los Consejos Editoriales o Co-mités Asesores Científico.s de la revista (para más in-formación, ver las portadas). Los artículos revisadosse someten previamente a un proceso editorial de«ocultación» respecto a la identidad de sus autores,a fin de que la revisión sea 10 más «ciega» posible.Dicha ocultación no siempre es posible y sólo se con-sigue en general en un 50-70 % de casos, pues comoes fácil deducir, en oc¡asiones es posible identificar alos autores que remiten el trabajo (éstos se citan a símismos, existen fallos en la ocultación por parte dela editorial o en ocasiones el revisor conoce de ante-mano el trabajo o equipo autor del artículo). De ob-tenerse una ocultación correcta, se comprueba que lapuntuación otorgada ~)or los revisores es mejor y demás calidadl6. Entran aquí en consideración los de-nominados «sesgos de publicación». Por «sesgo depublicación» se entien,de la tendencia por parte de au-tores, editores y revisores a someter para publicación,y aceptar o rechazar respectivamente determinadotipo de artículos con preferencia respecto a otrosl?Existen estudios que (:orroboran la realidad de estossesgos: así, por ejemplo, en ensayos aleatorios y con-trolados, la tendencia se dirige a publicar aquellos ar-tículos que favorecen el tratamiento «nuevo» frente alclásico o estándar18, y también es más probable quese remitan para publil:ación aquellos estudios cuyosresultados alcanzan diferencias estadísticamente sig-nificativas frente a lo!; que obtienen resultados «ne-gativos»l9, Interviene aquí el sesgo de publicación porparte de editores, qUE~ favorece mayoritaria mente lapublicación de estudios comparativos, con resultadospositivos y cuyo número de individuos incluidos (ta-maño de la muestra) es mayorl? Sin embargo, es po-sible que se publique más fácilmente un artículo quemuestre «grandes diferencias» o un «efecto muy acu-sado», aunque la determinación del tamaño muestralno sea idónea. Otro ~;esgo previo a considerar es lafuente de financiación (total o parcial) del estudio. En1986, Davidson2O putllicó un artículo en el que en untotal de 107 trabajos analizados, de los que el 71 %favorecían un tratamiento «nuevo» frente a un 29 %que favorecían el tratamiento «tradicional», al iden-tificarse la fuente de financiación, se comprobó queel 89 % de los trabajos subvencionados por la indus-tria favorecían definitivamente el «nuevo» tratamien-to, frente a un 61 % de trabajos que favorecían dichotratamiento si estaban financiados con fondos públi-cos. La posibilidad de cierto tipo de censura de aque-llos estudios con resultados negativos debe ser, pues,siempre valorada21.El proceso editorial tiene también otros sesgo s mássubjetivos y sutiles: los editores no son inmunes a su-

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frir ciertas tendencias, tanto conceptuales como ins-titucionales o incluso personales22. Generalmente seven con mejores ojos estudios originales y ortodoxos,en relación a temas actuales o de interés común. Adi-cionalmente, si el autor ha publicada previamente untrabajo relacionado, es más sencilla la publicación deestudios subsiguientes (68 % frente a 35 % si no hanpublicado el primer estudio)l7. A este respecto, es ne-cesario considerar un punto conflictivo (especialmen-te notable en nuestro país) como es la existencia deautores «hiperproductivos», que aportan lo que loseditores americanos denominan salami-publication opublicación extraordinariamente diversificada (en loscurricula, deberían evaluarse todos los manuscritospublicados tanto los «buenos» como los «malos»),aunque en algunos casos se trata de verdaderos ex-pertos en el «arte de publicar».Para los editores, el riesgo de introducir sesgos es crí-tico en el momento de escoger al revisor: puede ele-girse un revisor que sea competidor directo del autor.o antagonista, o que pueda incurrir en algún conflictode intereses, conocido o no por los editores, y que elrevisor a su vez puede declarar o no al solicitarse suparticipación en el proceso editoriall7.2l. El trabajorealizado por el revisor (oficio mal valorado, nunca re-munerado específicamente, y que consume bastantetiempo) no siempre es adecuado, acertado o infalible.En un ensayo realizado por Garfunkel et a123, se re-mitió a un conjunto independiente de segundos revi-sores una serie de manuscritos ya revisados, corregi-dos y aceptados definitivamente para su publicaciónen el Journal of Pediatrics. Estos revisores descono-cían el status del manuscrito y sus críticas fueron va-loradas adicionalmente por dos editores al respecto desu importancia sustancial o no. El 80 % de los ma-nuscritos aceptados y corregidos contenían, en opi-nión de estos segundos revisores, defectos que garan-tizaban nuevas correcciones, aunque se recomendabasu publicación. Solamente 6 artículos de los 25 re-visados merecieron una calificación de aceptar ctalcual»23. La valoración estadística, aspecto que ha al-canzado notable importancia en los últimos años24,exige incluso en ocasiones la opinión especial de ex-pertos en este tema. El British Medical Journal, quedispone de un asesor en estadística, realizó recien-temente una autoevaluación de este proceso: de untotal de 45 artículos revisados, sólo 5 (11 %) se con-sideraron estadísticamente aceptables en el momentode ser remitidos. Tras su revisión, corrección y acep-tación definitiva, una nueva evaluación (cciega» conrespecto al status del manuscrito) consideró estadís-ticamente aceptables el 84 % de los artículos25.La decisión final de aceptación o rechazo de un ma-nuscrito depende del editor o consejo de redacción yno del revisor, pero es necesario valorar la influenciaque los revisores pueden tener en la misma. Es ne-cesario que la comunidad científica nacional desarro-lle su trabajo dentro de los límites que le impongacada situación particular, pero ello no debe ser óbicepara que los resultados de dictio trabajo, en el mo-mento de ser remitidos para su publicación. se adap-

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MEDICINA CLfNICA VOL. 95. NUM. 19. 1990

ten siempre a toda una serie de normas conceptuales,metodológicas y formales bien establecidas. Adicio-nalmente, revisores y editores deben perseverar y me-jorar su trabajo, intentando minimizar los sesgos depublicación descritos, con el objetivo común final deobtener y garantizar la máxima honestidad y calidaden la publicación biomédica nacional.Una recomendación final para autores «rechazados»:analicen cuidadosamente los motivos de la no acep-tación del trabajo. l.as críticas de editores y revisoresno solamente sirven de ejemplo, sino que pueden re-velar la existencia de defectos en el proceso mismode revisión. Si ello es así, eleven sus argumentos alComité Editorial y discutan, educada y científicamen-te, aquellas opiniones que no consideren correctas3.No será la primera vez (ni afortunadamente la última)que un editor reconsidera la publicación de un manus-crito tras rechazar inicialmente éste. Si, a pesar de todo,el artículo rechazado es realmente origina/; metodoló-gicamente correcto e interesante, puede servirles deconsuelo recordar que el artículo original de Krebs26 re-ferido al ciclo básico del ácido cítrico fue rechazado ini-cialmente por sus re'v'isores, aunque finalmente condujoal autor a la obtención de! premio Nobel, y es proba-blemente el artículo original más importante de la bio-química moderna27. No obstante en la mayoría de ca-sos, lo más sensato será guardar el artículo rechazadoen un cajón especialmente destinado a este fin, y ana-lizarlo de nuevo, tranquilamente, unos días después.Ningún estudio es totalmente negativo: por lo menos sir-ve de mal ejemplo. Plrobablemente podrá mejorarse sus-tancialmente, o debE~remos esperar a disponer de másy mejores datos antes de su publicación. Los lectoresde revistas biomédicas (cada vez más críticos) y sus edi-tores (cada vez más ,agobiados), lo agradecerán.

Agradecimientos

El autor agradece las ideas y sugerencias realizadas porMarta Aymerich, PhD (Eckstein Medical Research Cen-ter, University of lowa Hospital) y por Richard P. Wen-zel, MD, MSc. (Director, Clinical Epidemiology Division/Health Resources Research, University of lowa Hospi-tal) así como sus crí1:icas al manuscrito original.

BIBLIOGRAFIA1. Stossel TP. Volume: Papers and Academic Promotion. Ann In-tem Med 1987: 106. 146-148.

BIBLIOGRAFIA1. Stossel TP. Volume: Papers and Academic Promotion. Ann In-tern Med 1987; 106. 146-148.

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2. Maddox J. Why the pressure to publish? Nature 1988; 333:493.3. Pulido M. La mecánica del proceso editorial. Autor, editor yrevisor. Med Clin (Barc) 1984; 82: 494-495.4. Pulido M. Ética y comunicación blomédica. Med Clin (Barc)1988; 91: 218-219.5. Rennie D. Editorial peer review in blomedical publlcation. TheFirst International Congress. JAMA 1990; 1.317.6. International Committee of medical journal editors. Uniformrequirements for manuscripts submitted to blomedical journals.Ann Intern Med 1988, 108: 258-265. (?ublicado también en es-pañol: Med Clin (Barc) 1988; 91; 300-306.)7. American Medical Association. Manual for authors and editors.Editorial style and manuscript preparation. Los Altos (California):Lange Medical Publications, 1989.8. Herranz G. La responsabilidad de empezar bien: el resumen yla introducción. Med Clin (Barc) 1986; 86: 205-206.9. Herranz G. Material y método: cosas básicas dichas en letrapequeña. Med Clin (Barc) 1987; 88: 241-242.10. Herranz G. Resultados: el corazon del articulo. Med Clln(Barc) 1988; 90: 500-50 l.11. Herranz G. Discusión, o la verdad sin exageraciones. Med Clin(Barc) 1988; 90: 540-541.12. Herranz G. La bibliografía; más vale poco y bueno que muchoy malo. Med Clin (Barc) 1988; 452-453.13. Pulido M. El Editorial. Med Clin (Barc) 1989; 92: 413-414.14. Pulido M. El artículo de revisión. Med Clin (Barc) 1989; 93.745-746.15. Pulido M. Carta al director y comunicación corta. Med Clin(Barc) 1989; 93; 576.577.16. McNutt RA, Evans AT, Fletcher RH. Fletcher SW. The effectsof blinding on the quality of peer review. A randomlzed trial. JAMA1990; 263: 1.371-1.376.17. Dickersin K. The existente of publication bias and risk factorsfor its occurrence. JAMA 1990; 263; 1.385-1.389.18. Dickersin K, Chan S, Chalmers TC, Sacks HS, Smith H. Pu-blication bias and clinical trials. Controlled Clin Trials 1987; 8;343-353.19. Sommer B. The fije drawer effect and publication rates inmenstrual cycle research. Psychol Women Q 1987; 11: 233-242.20. Davidson RA. Source of funding and outcome of clinicaltrials. J Gen I ntern Med 1986; 1; 155-158.21. Chalmers TC, Frank CS, Reitman D. Minimizing the three sta-ges of publication bias. JAMA 1990; 263; 1.392-1.395.22. Sharp DW. What can and should be done to reduce publl-cation bias? JAMA 1990; 263: 1.390-1.391.23. Garfunkel JM, Ulshen MH, Hamrick HJ, Lawson EE. Pro-blems identified by secondary review of accepted manuscrlpts.JAMA 1990; 263: 1.369-1.371.24. Bailar JC, Mosteller F. Guidelines for statistical reporting Inarticles for medical journals. Ann Intern Med 1988; 108; 266-273.25. Gardner MJ, Bond J. An exploratory study of statistical as-sessment of papers published in the British Medical Journal. JAMA1990; 263; 1.355-1.357.26. Krebs HA. The history of tricarboxylic acid cycle. PerspectBiol Med 1970; 14. 154-170.27. Horobin DF. The philosophical basis of peer review and thesuppresion of innovation. JAMA 1990, 263. 1.438-1.441.