polémica universidad y pluralismo entre squella y mella
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Viernes 23 de Enero de 2009 Universidad y pluralismoTRANSCRIPT
Agustín Squella Viernes 23 de Enero de 2009
Universidad y pluralismo
Al escoger universidad cuentan la calidad de la institución y la de la carrera que se quiera estudiar. Una doble
condición de calidad que vale la pena examinar, puesto que prestigiosas universidades suelen tener algunas
carreras deficientes que sólo se aprovechan de la reputación general de la institución a la cual pertenecen,
pero que, vistas en sí mismas, dejan mucho que desear. A la hora de elegir universidad, en consecuencia,
habría que fijarse en el crédito de que goce no sólo ella, sino la determinada carrera que se piensa cursar.
Además de su calidad, según creo, universidades y carreras deberían ser preferidas por el pluralismo que
practican y garantizan a sus profesores y estudiantes. Llamo "pluralidad" al hecho de existir diversas y aun
contrapuestas concepciones acerca del hombre, de cómo deberíamos vivir, y de cuál es el tipo de sociedad a la
cual aspiramos, y llamo "pluralismo" a la actitud que consiste en dar un valor positivo a la pluralidad y en
considerarla un bien, no un mal ni una amenaza. Entonces, la pluralidad es un hecho -hay diversidad de
creencias y concepciones en toda sociedad libre-, y el pluralismo es una actitud que tanto se puede tener o no
frente a ese hecho. Pluralidad es diversidad, mientras que el pluralismo consiste en dar por buena la
diversidad.
Todas las universidades tienen la posibilidad de ser pluralistas, aunque no todas lo son, puesto que una
institución de educación superior, en nombre de la libertad de enseñanza, puede optar por no ser pluralista o
por practicar un pluralismo limitado. Tal es el caso de las universidades confesionales, ligadas a credos
religiosos, filosóficos, políticos o económicos que sus fundadores consideran verdaderos, de manera que para
ocupar en ellas cargos de autoridad, e incluso para desempeñarse en tareas docentes o de investigación, es
preciso haber abrazado el credo de que se trate y mantenerse fiel a él en la explicación de las materias que se
comparten con los estudiantes. En cambio, las universidades estatales son pluralistas por definición, de modo
que lo que para las privadas constituye sólo una opción, para aquellas consiste en un deber. Una universidad
pública no puede optar entre ser o no pluralista, ni puede tampoco inclinarse por un pluralismo limitado, y
tiene la obligación de profesar pleno pluralismo en la designación de sus autoridades y selección de sus
docentes y estudiantes, y, desde luego, en la entrega de su docencia y práctica de la investigación.
El problema de las universidades confesionales es que, al excluir la diversidad de visiones sobre las materias
de estudio, o al limitarla, empobrecen las posibilidades de formación de sus alumnos, puesto que se muestran
más interesadas en transmitir a éstos las creencias de sus dueños y administradores que en propiciar un
ambiente de libertad académica que permita a los jóvenes llegar a formarse por sí mismos sus propias
convicciones. Una universidad confesional no busca la verdad -al menos no en las cuestiones fundamentales-,
sino que propaga verdades que considera firmemente establecidas y seguras. Una universidad confesional está
más cerca del dogma que de la crítica. Por lo mismo, el problema no es que determinadas universidades se
transformen en cotos urbanos e incluso sociales, sino que se conviertan en reservas o guardas de una sola y
excluyente visión de las cosas.
El punto no es si puede haber universidades confesionales, sino cuánto deberían ser preferidas a la hora de
formarse en una determinada disciplina del saber superior. Y el punto es también hasta dónde llega el derecho
de los padres a elegir para sus hijos, así como hicieron con el colegio, la universidad que mejor cuadre con sus
personales creencias y no con el bien que significa para los jóvenes que éstos gocen de un ambiente de
diversidad que les permita no heredar creencias, sino formarse las propias. Y, por último, el punto es si
estudiantes de universidades confesionales que se financian con recursos públicos no deberían exigir de éstas
la práctica del pluralismo.
Cartas Miércoles 28 de Enero de 2009
Universidades confesionales
Señor Director:
Braulio Fernández se declara ofendido ante mi afirmación de que universidades confesionales, que no aceptan
ni practican el pluralismo, o que consienten uno de tipo limitado, no buscan propiamente la verdad, sino, ante
todo, transmitir los dogmas en los cuales creen sus dueños o administradores.
Que ello confiera identidad a tales universidades es algo que no niego. Como tampoco niego que puedan
alcanzar niveles de gran calidad. Sólo me pregunto si ese es el tipo de universidad que deberían preferir
jóvenes interesados no en heredar creencias de padres y maestros, sino en llegar a formarse autónomamente
sus propios puntos de vista. Me pregunto también si ese es el tipo de universidad a la que el Estado debe
privilegiar a la hora de asignar recursos públicos a la educación superior.
Por lo demás, decir como hace Fernández que la universidad "nació católica" importa desconocer que los
primeros ensayos de lo que hoy llamamos universidad ocurrieron en Oriente, no en Occidente.
Por último, y sólo para dar algunos ejemplos de la falta de pluralismo de las universidades confesionales,
¿podría un profesor de derecho abogar por la despenalización del aborto en una universidad católica? ¿Podría
dar argumentos en favor de la eutanasia? ¿Podría llevar adelante investigaciones en células madre? ¿Podría
defender el carácter no abortivo de los anticonceptivos de emergencia y propiciar su distribución pública?
¿Podría dar razones en favor de las uniones civiles entre personas del mismo sexo? ¿Podría haber criticado a
la jerarquía de la Iglesia a raíz de la lamentable campaña publicitaria hecha por televisión cuando se discutía
nuestra ley de divorcio? ¿Podría incluso ser director de escuela, decano o rector si se encuentra separado de su
mujer?
AGUSTÍN SQUELLA
Cartas Jueves 29 de Enero de 2009
Universidad y pluralismo
Señor Director:
Interesante la carta del profesor Squella publicada ayer.
Interesante porque él habla de lo que no puede hacerse en universidades confesionales sin preguntarse si todo
puede hacerse en la universidad que él enseña.
Siendo yo un alumno de una universidad autodenominada como pluralista, en la que enseña don Agustín,
puedo decir que en ellas generalmente se enseñan dogmas, como el de la autonomía de la voluntad o del no
confesionalismo del Estado.
En esas universidades, la mayoría de los profesores piensa lo mismo y la inmensa mayoría de los alumnos
acepta lo que se les dice en mayor o menor profundidad.
En dichos establecimientos sus centros de derechos humanos jamás defenderán a un oficial en retiro que haya
pertenecido al gobierno militar y esté siendo injustamente procesado.
En las universidades pluralistas no se destinan recursos para abogar por la familia tradicional, no se defienden
tesis que ataquen al divorcio, no hay proyectos contrarios al aborto y no se permite la objeción de conciencia
en sus programas de derecho de familia.
¿Todas las universidades pluralistas tienen capilla? ¿Se respetan las fiestas o hacen pruebas en Jueves Santo?
¿Resguardan el pudor para no lesionar las confesiones de sus miembros no liberales? ¿Enseñan a Santo
Tomás? ¿Enseñan derecho natural?
Incluso a un rector lo obligaron a renunciar por haber pertenecido a un gobierno que no es del agrado de la
mayoría.
En fin, en esas universidades es difícil pensar distinto, en esas universidades no se busca la verdad.
Fabián Mella Olivos
Estudiante 5° Año de Derecho
Universidad Diego Portales