pluralidad y diálogo en psicoanálisis

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archivo índice genral índice por autores índice temático número actual Pluralidad y diálogo en psicoanálisis Publicado en la revista nº030 Autores: Coderch, Joan - Codosero Medrano, Angels Reseña: Coderch, Joan. “Pluralidad y Diálogo en Psicoanálisis”. Herder Editorial, SL. Barcelona. 2006. 319 p. El título del presente libro, Pluralidad y Diálogo en Psicoanálisis, ya es de por sí muy sugerente y una declaración de principios. Coderch intenta promover el diálogo del psicoanálisis consigo mismo y con otras disciplinas científicas, entre ellas la filosofía del lenguaje, la psicología cognitiva y la neurociencia, situándose en el contexto actual, donde ninguna rama del conocimiento puede desarrollarse aislada. En el desarrollo del libro vemos cómo integra conceptos como los actos del habla y en otros caso, revisa y amplia conceptos como la memoria, el inconsciente, la transferencia-contransferencia, y el proceso psicoanalítico, que hasta ahora habían sido incuestionables desde el psicoanálisis clásico. Desde mi punto de vista, el libro despierta el diálogo interno e invita a la autorreflexión en cada uno de sus capítulos. A pesar de la claridad y rigurosidad con que está escrita es una obra compleja, aunque cada capítulo mantiene el diálogo con el siguiente, consiguiendo mantener la atención y deseo de aprender. También me parece interesante resaltar cómo, tanto a través de este libro como del anterior “La relación entre el paciente y el terapeuta”, se observa un cambio de estilo a la hora de transmitir sus conocimientos que, para mí, no es sólo fruto de la experiencia, sino de la evolución constante de la personalidad del autor. Queda patente cómo Coderch ha realizado una aproximación al psicoanálisis relacional, sin renunciar por ello a sus orígenes, guardando siempre una postura dialogante. Coderch, en mi opinión, consigue entender la mente desde una perspectiva psicobiosocial, dentro del pensamiento psicoanalítico. A continuación, y en relación con lo expuesto, resaltaré las ideas principales de cada capítulo. En el primer capítulo el autor aborda El debate acerca de la pluralidad del psicoanálisis, poniendo de relieve que, hasta hace pocos años, las diversas escuelas psicoanalíticas han vivido aisladas unas de las otras, creyendo, cada una de ellas, ser portadora del “psicoanálisis verdadero”, y acaba sosteniendo que el psicoanálisis no puede ser definido basándose en una teoría central y unificadora, sino que coexisten diversas formulaciones teóricas y diferentes posibilidades de aplicación práctica. Coderch va más allá, considerando que dicha diversidad convierte esta fuente de conocimiento en algo enriquecedor. Además, argumenta que el psicoanálisis no se puede entender como una ciencia empírico-natural, sino como una ciencia humana hermenéutica-interpretativa. Coderch toma como punto de partida los trabajos de Wallerstein, que subrayan la posible y Pluralidad y diálogo en psicoanálisis http://www.aperturas.org/articulos.php?id=556&a=Pluralidad-y-di... 1 de 9 27/06/14 12:34

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archivo índice genral índice por autores índice temático número actual

Pluralidad y diálogo en psicoanálisisPublicado en la revista nº030

Autores: Coderch, Joan - Codosero Medrano, Angels

Reseña: Coderch, Joan. “Pluralidad y Diálogo en Psicoanálisis”. Herder Editorial, SL. Barcelona. 2006. 319 p.

El título del presente libro, Pluralidad y Diálogo en Psicoanálisis, ya es de por sí muy sugerente yuna declaración de principios. Coderch intenta promover el diálogo del psicoanálisis consigomismo y con otras disciplinas científicas, entre ellas la filosofía del lenguaje, la psicología cognitivay la neurociencia, situándose en el contexto actual, donde ninguna rama del conocimiento puededesarrollarse aislada. En el desarrollo del libro vemos cómo integra conceptos como los actos delhabla y en otros caso, revisa y amplia conceptos como la memoria, el inconsciente, latransferencia-contransferencia, y el proceso psicoanalítico, que hasta ahora habían sidoincuestionables desde el psicoanálisis clásico.

Desde mi punto de vista, el libro despierta el diálogo interno e invita a la autorreflexión en cada unode sus capítulos. A pesar de la claridad y rigurosidad con que está escrita es una obra compleja,aunque cada capítulo mantiene el diálogo con el siguiente, consiguiendo mantener la atención ydeseo de aprender. También me parece interesante resaltar cómo, tanto a través de este librocomo del anterior “La relación entre el paciente y el terapeuta”, se observa un cambio de estilo a lahora de transmitir sus conocimientos que, para mí, no es sólo fruto de la experiencia, sino de laevolución constante de la personalidad del autor. Queda patente cómo Coderch ha realizado unaaproximación al psicoanálisis relacional, sin renunciar por ello a sus orígenes, guardando siempreuna postura dialogante. Coderch, en mi opinión, consigue entender la mente desde una perspectivapsicobiosocial, dentro del pensamiento psicoanalítico. A continuación, y en relación con loexpuesto, resaltaré las ideas principales de cada capítulo.

En el primer capítulo el autor aborda El debate acerca de la pluralidad del psicoanálisis,poniendo de relieve que, hasta hace pocos años, las diversas escuelas psicoanalíticas han vividoaisladas unas de las otras, creyendo, cada una de ellas, ser portadora del “psicoanálisisverdadero”, y acaba sosteniendo que el psicoanálisis no puede ser definido basándose en unateoría central y unificadora, sino que coexisten diversas formulaciones teóricas y diferentesposibilidades de aplicación práctica. Coderch va más allá, considerando que dicha diversidadconvierte esta fuente de conocimiento en algo enriquecedor. Además, argumenta que elpsicoanálisis no se puede entender como una ciencia empírico-natural, sino como una cienciahumana hermenéutica-interpretativa.

Coderch toma como punto de partida los trabajos de Wallerstein, que subrayan la posible y

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deseable unificación de la teoría psicoanalítica en una teoría común, “la verdadera”, y que apoyansus argumentos en que las divergencias entre diferentes teorías son debidas a la utilización dediversas metáforas. Según Coderch, no debe confundirse el empleo de metáforas para dar mayorclaridad a nuestras teorías con la idea de que las diversas teorías son simples metáforas, sino quelas diversas teorías son distintas maneras de concebir y explicar el funcionamiento mental,apoyándose para ello en diversas imágenes. Para esclarecer más el tema, precisa los conceptosde ciencia, teoría y modelo. Sostiene que existe un terreno común, porque de lo contrario no sepodría hablar de pluralismo, dado que estaríamos hablando de disciplinas independientes, conlazos y vínculos interdisciplinares. Sin embargo, sobre este terreno común hay muy disparespuntos de vista, y el debate continúa en la actualidad.

Coderch hace una extensa reflexión sobre esta cuestión. Para él es innegable que la pluralidadexiste, y por eso se discute, y que existe un terreno común que consiste en: las tareas de investigarel funcionamiento de la mente, así como los conflictos intrapsíquicos; la existencia de latransferencia, la contratransferencia y la resistencia; y la dedicación a ayudar a personas condificultades psíquicas que lo solicitan, mediante una relación dialogante. Deja clara la distinciónentre terreno común y la idea de que así se constituya una teoría unificadora, postulándosecontrario a ella. Coderch añade a las explicaciones de otros autores (Wallerstein, Kernberg,Gabbard, etc) sobre el acercamiento progresivo de las diferentes escuelas en general, razones distintas a las que éstos ofrecen, considerando que las escuelas psicoanalíticas hanpermaneciendo durante años encerradas en sí mismas, creyéndose poseedoras de la verdaderateoría; no obstante el incremento de nuevas corrientes ha hecho que fuera imposible ignorar lasdiferencias, cada vez mayores, dentro de la misma IPA. La historia del psicoanálisis muestra losefectos secundarios nocivos de una única teoría en el desarrollo del psicoanálisis. Personalmente,quiero recordar que la ciencia ha demostrado que el aislamiento conlleva a la extinción y que ladiversidad es la fuente de la creación. Este aislamiento es el camino que, creo, no nos podemospermitir y, además, igual que Coderch, pienso que el psicoanálisis no ha de ser refractario a otrasdisciplinas científicas.

Coderch se decanta por el pluralismo y, para desplegar más ampliamente esta concepción, seapoya en la teoría del conocimiento y en el método del racionalismo crítico de Popper. Popperfundamenta su pensamiento en torno al conocimiento humano en el falibilismo: somos susceptiblesde equivocarnos y, por tanto, no sabemos nada, o muy poco. Acercarnos a la verdad sólo esposible por medio del método de ensayo y error, es decir, la utilización sistemática de la crítica, lacual nos permite desvelar los puntos débiles de nuestro saber y eliminarlos. Coderch sostiene quela visión racional, crítica y pluralista del conocimiento no se ha de trasladar sólo a nuestra actitudfrente al psicoanálisis, sino también a las sociedades psicoanalíticas y a sus programas deenseñanza. Con ello despoja al psicoanálisis de todo dogmatismo. No se debe de confundir serpartidario del pluralismo con el relativismo, o el eclecticismo, ni compartir cualquier posición, sinoque desde la propia se ha de poder dialogar con todas. Por lo tanto, según Coderch, el pluralismocrítico en el psicoanálisis lleva a considerar y valorar todas las posibles alternativas para lacompresión de la mente humana en general y la de cada paciente en particular y sirve paramantener un diálogo entre las diversas corrientes y escuelas, de manera que puedan enriquecersey complementarse mutuamente, a la vez que buscar lo que las une y lo que las diferencia.Cualquier concepto, dentro del psicoanálisis, ha de huir de convertirse en una verdad incontestableque no admite duda ni contradicción. Todo ello le hace concluir:

1. Toda teoría ha sido construida en un contexto histórico, cultural, social, moral… por parte depersonas totalmente sumergidas en ese contexto, lo cual lleva a interpretar de una determinadamanera.

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2. Dentro de cada cultura ha existido un modelo de la evolución normal y sana, y sobre estosmodelos se han desarrollado la teoría y la técnica del proceso analítico.

3. A lo largo de la historia del psicoanálisis se ha ido observando cómo el análisis de los casosclínicos se ha ido encajando en las teorías a las que estaban adscritos, y, así y todo, se puede decirque todos los analizados mejoran si el analista trabaja con conocimiento y honestidad.

4. La mente humana no se halla únicamente determinada por fuerzas biológicas, sino queéstas se despliegan en una matriz psicosocial, por lo que la personalidad, y las capacidadesracionales y científicas del analista también dependen de la matriz psicosocial que le es propia.

En el segundo capítulo, el autor establece un Diálogo entre el psicoanálisis y la filosofía dellenguaje. Desde la filosofía del lenguaje se consideran dos paradigmas esenciales que explican lanaturaleza y fines del lenguaje (Schiffrin 2003): el paradigma formal o estructural y el paradigmafuncional o emergente. El paradigma forma parte del lenguaje como fenómeno mental y explica launiversalidad del lenguaje como herencia lingüística, y su adquisición como una predisposicióngenética. Dicho paradigma, aunque reconoce que tiene funciones sociales y cognitivas, no incideen la organización interna, sino que define al lenguaje como un sistema básicamente autónomo.Para el paradigma funcional, el lenguaje es un fenómeno social y explica la universalidad como losusos compartidos por todas las sociedades humanas. Considera, aun teniendo en cuenta lacapacidad genética, la importancia del desarrollo interactivo del niño en la sociedad en queconvive. El paradigma funcional estudia el lenguaje en relación con las funciones sociales.

Coderch considera que, en general, todas las escuelas psicoanalíticas exceptuando la lacanianaenfocan el discurso psicoanalítico desde una perspectiva funcional, y hace una declaración deprincipios concibiendo la mente como básicamente social y el proceso psicoanalítico como undesarrollo interactivo y relacional. Percibe el discurso psicoanalítico desde un predominio funcional,sin dejar de lado la importancia de la forma, por lo que piensa que el discurso psicoanalítico puededefinirse como el uso del lenguaje en un sistema socialmente organizado, mediante el cual sellevan a cabo determinadas funciones. La mejor manera de entender el discurso del otro es através del esfuerzo para reproducir en uno mismo (empatía) sus sentimientos, deseos y propósitos.

Desde la concepción más clásica del psicoanálisis se juzgaba que únicamente se intercambiacomunicación verbal, sin que haya lugar para la acción. Sin embargo, la filosofía del lenguaje nosmuestra que a través del habla se realizan acciones dirigidas al interlocutor. Hablar es ejecutaractos del habla. Según Searle, hablar, consiste en realizar actos conforme a reglas. Esto ya seapuntaba desde el inicio del psicoanálisis con Ferenczi, Sullivan, y Horney hasta las corrientes másactuales, como el psicoanálisis relacional, intersubjetivo, etc., donde el énfasis recae no sólo en lainterpretación sino en la relación analista-analizado, y donde la idea de que lo que ocurre en elproceso psicoanalítico es una interacción ininterrumpida del uno sobre el otro mediante el uso dellenguaje verbal y no verbal.

Coderch considera que, como analistas, sólo nos interesa el sentido pragmático-comunicativo delas expresiones de ambos interlocutores, entendiendo la pragmática como la define Morris: aquellaparte de la semiótica que trata del origen, uso y efecto producido por los signos en la conducta,dentro de la cual aparece, por lo tanto, el estudio de las significaciones. También se adhiere a laidea de De Bustos, según la cual la pragmática se ocupa de las acciones de otros cuando lascomprendemos, y de la forma en que adscribimos determinadas acciones cuando las realizamos.

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Desde la perspectiva pragmática, la misma expresión puede tener distintos significados según aquién van dirigidas, y en que contexto se produce la emisión de las mismas. En un diálogo, lacomunicación no se establece como un procedimiento de codificación-descodificación, sinomediante inferencias, no propiamente las de la lógica sino las que aprendemos espontáneamentedentro de nuestra comunidad cultural.

Al analizar cualquier discurso, hemos de tener en cuenta la interdependencia entre el texto y elcontexto, entre aquello que se dice y el contexto en el que se produce. El texto dice lo que dicen laspalabras. Al hablar de texto, hemos de entender todo lo que se ha dicho de los actos del habla, losdos elementos del mismo (contenido semántico-referencial y contenido pragmático-comunicativo),la pragmática y la inferencia. Se puede decir que, en la sesión analítica, el sentido semántico deltexto, tanto del paciente como del analista, se encuentra supeditado al contexto y al cómo se dicelo que se dice. El tratamiento psicoanalítico se desarrolla dentro de un contexto general: dospersonas están hablando en una relación profesional, con el fin de que una ayude a la otra aconseguir un mayor crecimiento mental y una mejor estabilidad emocional. Pero la totalidad delcontexto es mucho más: es el contexto específico, exclusivo para cada pareja analizado-analista,es el constituido por el juego interactivo transferencia-contratransferencia y, en este contextoespecífico, es en el que adquiere sentido el texto. Nadie puede prescindir de su contexto personal,de su historia, aunque se puede modificar y ampliar gracias a la elaboración mental de las nuevasexperiencias. El autor también nos habla de la importancia de las metáforas dentro del procesopsicoanalítico. Revisando la etimología de los conceptos metáfora y transferencia, se observa queel primero es un término griego y el segundo latino, y significan lo mismo “llevar, trasladar más alláde”. La transferencia, por tanto, en el pensamiento psicoanalítico y en la práctica clínica, es unproceso metafórico aplicado a un contexto determinado de la relación analizado-analista; poniendomás el énfasis en la transformación de la transferencia que en la repetición: cuando el analistainterpreta, lo que hace es poner de relieve este proceso metafórico.

Además, Coderch, considera que se han de distinguir tres tipos de metáfora, para aprender elsentido de la comunicación del analizado: a) metáforas creativas o poéticas, que son aquellas queel que habla crea o inventa, con las que quiere expresar más de lo que quería decir en sentidoliteral; b) metáforas convencionales, que son aquellas que se han arraigado en una determinadacomunidad lingüística y se utilizan para dar más énfasis a lo que se expresa; c) metáforas muertas,que son las que están enclavadas en el lenguaje, y han perdido el sentido metafórico. El autorfinaliza el capítulo con una reflexión sobre la capacidad de simbolización, en el sentido de que esesencial para la producción de metáforas creativas. En determinados sujetos hay un predominio dela ecuación simbólica (confusión entre símbolo y simbolización), a causa del funcionamientopsicótico de su personalidad, y les es difícil la producción de metáforas creativas.

El tercer capítulo trata sobre el psicoanálisis, ciencia y hermenéutica. Coderch sostiene quetodas las ciencias son interpretativas y constructivistas, y por tanto son hermenéuticas, al igual queel psicoanálisis. El psicoanálisis se distingue porque, además, interpreta el significado de losestados psicológicos en el curso del proceso psicoanalítico como acto terapéutico, y esto es válidotanto desde el modelo pulsional como desde el relacional. Es imposible observar o interpretar sinalgún presupuesto previo, o teoría, que dependa de nuestro conocimiento y experiencias previas.Los científicos y filósofos admiten que toda observación está cargada de teoría, y que laobservación pura, tal como creía el positivismo, no existe, por lo que sería un error decir que loshechos hablan por sí solos. Los hechos son mudos, y somos nosotros quienes los hacemos hablarcon las interpretaciones que realizamos; por tanto, la labor del analista es una labor hermenéutica.

Coderch recuerda que el constructivismo es la proposición de que toda observación, todo

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conocimiento del mundo, es una construcción del observador, y no una representación directa de lamisma. Cualquier observación, o idea, se forma desde la perspectiva del observador; a estotambién se le llama perspectivismo. Lo que el constructivismo muestra es que analizado y analistavan construyendo un horizonte de ideas, pensamientos y descubrimientos peculiares de cada unode ellos, pero también otros comunes a ambos. A esto se refirió Ogden con el término de “terceroanalítico”. La lectura de los casos clínicos de Freud nos descubre al fundador del psicoanálisis,contra lo que él creyera, como un convencido hermeneuta. De forma ostensible buscaba elsignificado de los síntomas, viendo cómo se hallaban ensamblados en la historia y contexto vitaldel paciente. La posición de Coderch es que el psicoanálisis es una ciencia singularmentehermenéutica, que interpreta en términos de compresión, como lo hacen todas las cienciashumanas, y explica en términos de causalidad, como lo hacen las ciencias empírico-naturales.

En el cuarto capítulo, a través de la neurociencia y la memoria, el autor realiza una revisión delconcepto de la transferencia. Desde un punto de vista clásico, el psicoanálisis era exclusivamenteel análisis de la transferencia, entendida en el sentido que surge en la mente del paciente y elanalista se limita a analizarla e interpretarla, quedando las interpretaciones extratransferencialesreducidas a un papel secundario. Esto ha ido cambiando con la extensión de la psicología del self yla aparición de nuevas corrientes, como el psicoanálisis relacional, el intersubjetivismo, etc.Quienes más han profundizado en el estudio de este concepto han sido las escuelas kleiniana ypostkleiniana, sin embargo, la idea inicial ha permanecido inamovible en el sentido que latransferencia es la proyección del mundo objetal propio de la infancia en el analista, con quien serepiten las mismas vicisitudes pulsionales y emocionales que se vivieron con los primeros objetosque fueron internalizados, siendo el conflicto edípico, o Edipo precoz, el motor fundamental.Coderch considera varias razones por las que el concepto de transferencia se ha de revisar: una,es que el paciente transfiere muchas más cosas que el conflicto edípico con los objetos arcaicosinternalizados; otra, son los avances en la neurociencia y en la psicología cognitiva, que muestranque la amnesia del periodo infantil no es causada por la represión del conflicto edípico o preedípicosino porque, en estos años, el cerebro no ha alcanzado el grado de madurez (memoria declarativa)necesario para el almacenamiento de las vivencias. Estos descubrimientos de la neurocienciaacerca de los complejos sistemas de la memoria dan la razón a quienes han mantenido unconcepto más amplio y flexible del concepto transferencia, y a quienes no conceden al conflictoedípico un papel central en el desarrollo de la mente humana y su patología. Por tanto, ahoraconocemos que existen varios sistemas de memoria, no uno solo -la memoria declarativa, sobre laque se basó el psicoanálisis clásico- y no un solo inconsciente -el inconsciente dinámico, descritopor Freud- sino también el inconsciente de procedimiento, no sujeto a represión ni conposibilidades de alcanzar la conciencia por levantamiento de la misma.

Coderch entiende el proceso analítico como una mutua, y estimulante, interacción y colaboraciónentre paciente y analista, en la cual el paciente organiza su experiencia con el propósito derecuperar o construir, con la ayuda del analista, sus capacidades y recursos mentales a través delinsight, de su funcionamiento intrapsíquico y, a la vez, de la clarificación e iluminación de cómo,consciente e intrapsíquicamente, vive, entiende y puede modificar las pautas de relación queprovienen del inconsciente reprimido, de la memoria de procedimiento y del inconsciente noreprimido. Para el autor, la interpretación y la nueva experiencia de la relación son los agentesterapéuticos que se conjugan en todo momento; no siendo la transferencia una repetición delpasado, sino un ordenamiento para dar sentido al presente, siendo la contratransferencia, latransferencia del analista. Posteriormente pasa a centrarse en la transferencia como organizaciónde la situación analítica bajo la influencia del pasado. Freud nunca se pronunció en el sentido deque las experiencias infantiles primerizas eran los únicos elementos posibles de la transferencia, yaque hablaba de una forma más amplia, y lo que vemos es que su teoría ha quedado reducida a laproyección en el analista de las pulsiones y las fantasías inconscientes correspondientes dirigidas

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hacia los primeros objetos internos.

El autor señala cinco puntos principales para ver las diferencias entre el modelo proyectivo y elmodelo organizador de la transferencia:

· En el modelo proyectivo se considera que hay una realidad objetiva del analista que sedistorsiona, siendo la tarea de éste advertir tal desfiguración. En el modelo organizador se parte deque, a pesar de que existe la realidad de la situación analítica, cada uno la percibe según susubjetividad y, por tanto, la transferencia es siempre plausible de acuerdo a las características delespacio analítico y de la personalidad del analista, tal y como son vividas a la vez, consciente eintrapsíquicamente, por el analizado.

· El modelo proyectivo da por hecho que las fuerzas subyacentes al desarrollo de latransferencia son fuerzas biológicas, libidinales y agresivas, que buscan su descarga, mientras quepara el modelo organizador son la búsqueda psicológica de afecto y contacto.

· El modelo proyectivo se apoya en la vertiente biológica y la compulsión de repetición,mientras que el modelo organizador lo hace en la naturaleza social del ser humano, inscrita en lobiológico, y se expresa en la búsqueda de objeto en tanto que objeto relacional, no tanto comolugar de descarga de las pulsiones.

· En el modelo proyectivo se considera que aquello que forma la transferencia está yapresente en la mente del paciente y que la metodología psicoanalítica lo hace surgir, siguiendo elmodelo arqueológico de Freud; aunque, en la actualidad, muchos autores se decantan hacia lainteracción y la construcción. En el modelo organizador se considera la transferencia comoco-creada en el encuentro de la subjetividad del paciente y del analista.

· En el modelo proyectivo la carga de la transferencia se hace recaer totalmente en elanalizado, independiente de las características del analista; mientras que en el modelo organizadores siempre contextual.

· En el modelo proyectivo la modificación se alcanza, principalmente, a través del insight delconflicto intrapsíquico, promovido por la interpretación de las proyecciones y distorsionestransferenciales del analizado; mientras que en el modelo organizativo se subraya, junto al insightde la co-transferencia, la adquisición de nuevas pautas de relación implícita y explícita a través dela experiencia compartida analista-analizado.

Coderch, en el quinto capítulo, el narcisismo como no-diálogo, hace una revisión ampliada yactualizada de la estructura general del narcisismo, de su relación con determinadas característicasde la sociedad actual, de su presentación e influencia en el contexto social, de diversos enfoques yteorías, así como de diversos aspectos de su tratamiento. Opina que, debido a determinadascaracterísticas que se dan en la sociedad actual, ha cambiado el perfil del paciente que losanalistas nos encontramos en los consultorios, observándose mayor número de trastornos depersonalidad, como el trastorno de personalidad narcisista y el borderline. Juzga que esfundamental el concepto de narcisismo, porque es el punto de partida del estudio de las relacionesy el diálogo entre el self y el objeto. El lema del objeto, en el narcisista, es “el objeto soy yo”, no haydiálogo. Sin embargo, aunque estos trastornos representan el paradigma del no-diálogo, siempre

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se encuentra alguna forma de diálogo, porque el “no te reconozco” es ya cierto reconocimiento.

Para poder delimitar los conceptos y teorías generales, se han de distinguir dos grupos: losmodelos tradicionales, pulsionales o mixtos, y los modelos que se apartan del modelo freudianopara constituir un modelo propio y divergente. En el primer grupo se parte de la idea de Freud deque el niño se halla en su estado original de narcisismo primario, en el cual toda la energía es líbidoyoica, es decir, una forma de investimiento emocional que toma al yo como su único objeto. Si eldesarrollo es favorable, será capaz de involucrarse en una forma de amor objetal que no sea undesplazamiento del amor a uno mismo hacia el objeto, reconociendo a alguien que es externo a élmismo, y de quien acepta la autonomía e independencia. Pero, si por causas internas o externas,no se produce está evolución, no se dará la diferenciación self-objeto y, en la relación con losotros, tendrá lugar la elección de un objeto que no recibirá sino el amor dirigido al propio self delsujeto, a quien amará como una forma de amarse a sí mismo. Por otra parte, la teoría kleiniana veel narcisismo como una defensa contra la envidia. La estructura narcisista se constituye por lainternalización del objeto previamente poseído, a través de la identificación proyectiva masiva: laomnipotente identificación proyectiva e introyectiva borra las diferencias entre el self y el objeto.

En el segundo grupo se encuentran las teorías distanciadas de los modelos tradicionales: lasteorías de Kernberg, Kohut, Stolorow, Lachmann y Mitchell.

Al terminar el capítulo, antes del material clínico adicional que se incluye, Coderch expresa laopinión, justificada, de que siempre ha habido analistas que han sabido establecer una relaciónadecuada con el inconsciente de sus pacientes, aunque hayan carecido de los conocimientosactuales sobre la relación bebé-padres y los de la neurociencia. Pararse a asimilar estos nuevosconocimientos sólo puede servir para un progreso mejor.

El pensamiento psicoanalítico ha sido poco sensible a la valoración de los cambios sociales comofactores para el desarrollo mental. Para Coderch y otros autores, no son las pulsiones universalese innatas (sexuales y agresivas) las que determinan las relaciones objetales y, más tarde, lasinterpersonales, sino al contrario: son las relaciones objetales las que determinan las vicisitudes,expresiones y caminos de las pulsiones. Esto lo considera especialmente cierto para laspersonalidades narcisistas de tipo infantil. Concuerda con Rosenfeld en que aman los productosdel objeto, pero niegan el reconocimiento y la dependencia del objeto.

La sociedad de nuestros tiempos es reactiva a la separación y la espera. La realidad es enemigamortal del narcisismo, ya que derriba la fantasía de omnipotencia y pone de relieve los límites y lanecesidad del otro. Coderch no duda que, para que se produzca una modificación de la estructurade personalidad narcisista, es necesaria una terapia psicoanalítica. En la terapéutica analítica loque encuentra el terapeuta son los bloqueos de los afectos, motivados por el temor a una reaccióncercana y emotiva con el analista. Cuando habla el paciente es como si hablara para sí mismo, sintener en cuenta al analista. Y cuando habla el analista, es como si hablara al vacío, con unanalizado ausente y desinteresado, lo cual es vivido contratransferencialmente como rechazo ydesprecio. Sin embargo, una observación más minuciosa nos lleva a descubrir que, bajo eldesprecio y la indiferencia, hay una necesidad de dependencia, afecto y aceptación en unatransferencia especular que refleje y alimente sus fantasías de grandiosidad. Todo esto sugiere queen sus primeras relaciones emocionales han sufrido la experiencia de una madre incapaz deinspirar al niño confianza en que sus demandas y necesidades afectivas distintas a las materialesserán satisfechas. Esto hace pensar en un self precoz y frágil, una autonomía prematura. Por todoello, es tan difícil establecer una “colaboración”.

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Respecto a la visión que Coderch plantea de la sociedad en la que vivimos, con fuerte rasgosnarcisistas, creo que es una postura demasiado pesimista. Yo me inclino a pensar que la sociedaden que vivimos presenta actitudes adolescentes, con defensas narcisistas, y quiero creer que,como en toda crisis adolescente, puede llevar a un cambio que represente un fortalecimiento ymadurez de nuestra sociedad.

En el capítulo sexto nos habla sobre el difícil diálogo entre psicoanálisis y psicoterapia,atendiendo a un asunto que cada vez tiene más relevancia en la actualidad. Desde que Freudpublicó su trabajo “Nuevos caminos en la terapia psicoanalítica” (1919), el psicoanálisis ha buscadodefinir la relación con la psicoterapia, buscando encontrar las semejanzas y las diferencias entreuno y otra, pero no ha habido acuerdos entre los miembros de las diferentes escuelas. ParaCoderch, primero debería existir un consenso acerca de qué es el psicoanálisis, y a esta situaciónya hace referencia en el primer capítulo.

Coderch piensa que existe una diferencia entre psicoanálisis y psicoterapia psicoanalítica, y que espreciso que los analistas sigan una distinta línea metodológica, tanto en el setting como en lasintervenciones. Ambas formas de tratamiento comparten los mismos principios básicos, aunque losobjetivos no son los mismos. En la psicoterapia las metas son más limitadas, dirigidas a ladesaparición de síntomas, la resolución o superación de conflictos en la vida cotidiana del paciente,la compresión de las fantasías inconscientes y los mecanismos de defensa que alimentan y hacencrónicas las dificultades. El psicoanálisis consiste en conseguir una modificación estructural de lamente del paciente, para promover el crecimiento psíquico y lograr la máxima salud mental, através de la compresión transferencia-contratransferencia, el ofrecimiento de una nueva relación, lainterpretación, y el insight, encarando con ello mejor los conflictos y problemas que aparezcan en elcurso de la vida. En las dos modalidades se pueden conseguir modificaciones estructurales,aunque es necesario distinguir entre estructuras primarias y secundarias, siendo estas últimas lasque pueden ser afectadas por el impacto terapéutico, aunque las posibilidades de que se produzcaeste cambio estructural no son iguales en las dos modalidades.

El séptimo capítulo, la pluralidad en psicoanálisis infantil, escrito por Joana Mª Tous, presentauna revisión de las aportaciones más significativas de diferentes escuelas: Freud y la teoríapulsional, Klein, y los teóricos de las relaciones objetales (Winnicott, Fairbairn, Bion), y muestra, através de material clínico, cómo se acoge en la práctica clínica a diversos modelos para lacompresión del paciente.

Tous no piensa que exista una especificidad esencial en el análisis de niños, aparte de ciertaspeculiaridades en el encuadre (setting), sino que existen diferentes situaciones clínicas a las que elanalista se ha de enfrentar con sus capacidades cognitivas y emocionales, es decir con lo quepodríamos llamar su personalidad global, siendo una parte importante de la misma el modelo omodelos psicoanalíticos que haya introyectado mediante el análisis personal y posteriorautoanálisis. Posteriormente, presenta tres casos clínicos infantiles en psicoterapia psicoanalítica y,aunque se comprueba que su enfoque es predominantemente kleiniano, su actitud es flexible,abierta y dialogante con otras orientaciones, y receptiva en la relación analista-analizado.Considera que cada paciente condiciona la técnica, y que ésta se ha de adecuar a lascaracterísticas de cada uno.

Tanto Coderch como Tous nos muestran -en un caso desde lo teórico y en el otro desde laaplicación práctica- cómo los conceptos evolucionan y se transforman.

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Concluyendo, a mi entender, es una obra que está muy bien documentada, y escrita de formaclara, convirtiéndola en recomendable para cualquier persona dentro del mundo científico.Considero que consigue su objetivo, dada la intencionalidad y la fuerza con la que está escrita,aunque todo dependerá de la actitud con que sea leída por el lector.

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