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INSTITUTO DE ESPAÑA REAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA PLANTAS, ESPACIOS Y PÚBLICOS. EL DESARROLLO DE LA BOTÁNICA EN LA ESPAÑA PENINSULAR ENTRE 1833 Y 1936 DISCURSO DEL EXCMO. SR. D. ANTONIO GONZÁLEZ BUENO LEÍDO EL 8 DE OCTUBRE DE 2020 EN EL ACTO DE SU TOMA DE POSESIÓN COMO ACADÉMICO DE NÚMERO Y CONTESTACIÓN DEL EXCMO. SR. DON FRANCISCO JAVIER PUERTO SARMIENTO MADRID MMXX

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INSTITUTO DE ESPAÑAREAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA

Plantas, esPacios y Públicos. el desarrollo de la botánica en

la esPaña Peninsular entre 1833 y 1936

DISCURSO DEL EXCMO. SR. D. ANTONIO GONZÁLEZ BUENO

LEÍDO EL 8 DE OCTUBRE DE 2020 EN EL ACTO DE SU TOMA DE POSESIÓN COMO ACADÉMICO DE NÚMERO

Y CONTESTACIÓN DEL EXCMO. SR. DON FRANCISCO JAVIER PUERTO

SARMIENTO

MADRID MMXX

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Real academia NacioNal de FaRmacia

PlaNtas, esPacios y Públicos. el desaRRollo de la botáNica eN la

esPaña PeNiNsulaR eNtRe 1833 y 1936

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INSTITUTO DE ESPAÑAREAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA

Plantas, esPacios y Públicos. el desarrollo de la botánica en

la esPaña Peninsular entre 1833 y 1936

DISCURSO DEL EXCMO. SR. D. ANTONIO GONZÁLEZ BUENO

LEÍDO EL 8 DE OCTUBRE DE 2020 EN EL ACTO DE SU TOMA DE POSESIÓN COMO ACADÉMICO DE NÚMERO

Y CONTESTACIÓN DEL EXCMO. SR. DON FRANCISCO JAVIER PUERTO

SARMIENTO

MADRID MMXX

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Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los derechos del copyright, bajo las sanciones establecidas en la ley, la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y tratamiento informático y la distribución de ella mediante alquiler o préstamo.

© 2020 de los textos, sus autores

Edita: Real Academia Nacional de Farmacia

ISBN: 978-84-949499-9-9

Depósito legal: M-25069-2020

Maquetación: La Botella de Leyden

Impresión: Booksfactory, Madrid.

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discurso de ingreso en la real academia nacional de Farmacia del excmo. sr. d. antonio gonzález bueno

Agradecimientos 7PlaNtas, esPacios y Públicos. el desaRRollo de la botáNica eN la

esPaña PeNiNsulaR eNtRe 1833 y 1936Justificación 13la FloRa esPañola vista PoR otRos ojos 16

Los botánicos extranjeros en España 16Pierre-Edmond Boissier (1810-1885) 17Heinrich-Moritz Willkomm (1821-1895) 19Recolectores y botanófilos en tierras del meridión europeo 22

el tejido iNstitucioNal 29La enseñanza de la Botánica 29

Los Jardines Botánicos 29El Real Jardín Botánico de Madrid 29El Jardín Botánico de la Universidad de Valencia 43El Jardín Botánico de la Universidad de Granada 46

La Botánica en las Facultades de Ciencias 48La Universidad Central 50La Universidad de Barcelona 52

La Botánica en las Facultades de Farmacia 56La Universidad de Madrid 57La Universidad de Barcelona 61La Universidad de Santiago 64La Universidad de Granada 65

La Botánica en las Escuelas de Ingenieros de Montes 67Agrupaciones científicas 71

La Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona 72La Real Academia de Ciencias 77La Real Sociedad Española de Historia Natural 80La Sociedad Botánica Barcelonesa 82La Sociedad Linneana Matritense 82La Instituciò Catalana d’Història Natural 84La Sociedad Aragonesa [Ibérica] de Historia Natural 84

los botáNicos de la PeRiFeRia 86Francisco Loscos (1823-1886) y la ‘Agencia de Castelserás’ 91Joan Cadevall i Diars (1846-1921) y la Flora de Catalunya 92Carlos Pau Español (1857-1937) 94

aiRes de ReNovacióN 97La Junta para Ampliación de Estudios 97

La Estación de Biología Alpina de Guadarrama 98

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La Misión Biológica de Galicia 100Los cursos botánicos organizados por la JAE 103La formación de becarios botánicos en el extranjero 105Publicaciones botánicas de la JAE 108

La Junta de Ciències Naturals de Barcelona y el Institut d’Estudis Catalans 109El Museu de Ciències Naturals y el Institut Botànic de Barcelona 109

líNeas de iNvestigacióN eN la botáNica esPañola 112La reflexión teórica 112Los proyectos de edición de una flora española 114

Los proyectos liderados por el colectivo farmacéutico 115La ‘Flora española’ de El Droguero Farmacéutico (1857-1859) 115La ‘Flora española’ del Colegio de Farmacéuticos de Madrid (1858-1864) 116

Los trabajos florísticos de la ‘Comisión del mapa geológico’ (1849-1859) 119La Flora forestal española (1866-1890) 120La Sociedad Española de Historia Natural: en torno a la carencia de un proyec-to colectivo

121

El fracaso de los esfuerzos personalistas de Miguel Colmeiro (1816-1901) 124El Prodromus… de Moritz Willkomm y Johan Lange (1861-1893) 125El proyecto de la Junta para Ampliación de Estudios 126

Los estudios criptogámicos 126Los últimos programas expedicionarios: América y África 133

Las posesiones norte-africanas 134Los estudios sobre ‘flora tropical’ 137

La botánica de laboratorio 139El estudio de la vegetación 141

diFusióN y cieNcia: excuRsioNismo y movimieNtos coNseRvacioNistas 144coRolaRio 148ReFeReNcias 151

discuRso de coNtestacióN del excmo. sR. d. FRaNcisco javieR PueRto saRmieNto 225

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Plantas, esPacios y Públicos. el desarrollo de la botánica en la esPaña Peninsular entre 1833 y 1936

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AGRADECIMIENTOS

Excelentísimo Señor PresidenteExcelentísimos e Ilustrísimos Señores AcadémicosQueridos compañeros y amigosHace treinta y ocho años pisé, por primera vez, la biblioteca de esta Real Academia Nacional

de Farmacia; lo hice entonces para completar los datos que necesitaba para mi primer trabajo de historia de la botánica, una bio-bibliografía de Blas Lázaro e Ibiza que, el Excmo. Sr. Salvador Rivas Martínez, me había encargado para encabezar la publicación de la revista Lazaroa (goNzález bueNo, 1981a).

Desde entonces, hasta hoy, han sido muchas las personas que me han acompañado en el camino que me lleva a ocupar esta tribuna. La doctora Ana Crespo de las Casas, mi directora de tesis, me enseñó mucho más que taxonomía de líquenes, con ella aprendí la importancia de perseverar en el trabajo y de disponer de una mente abierta para afrontar los nuevos retos que la vida nos ofrece. Ella, junto a Eva Barreno, Víctor Jiménez Rico y Leopoldo García Sancho constituyeron el primer grupo de investigación en el que me integré; ellos saben bien en cuánto valoro su amistad. No puedo cerrar este párrafo sin mencionar al resto de los integrantes de la Cátedra de Botánica de la Facultad de Farmacia de Madrid, con quienes compartí tiempo y espacio durante ocho años, entre 1979 y 1987; y desde luego no sería bien nacido si no expresara mi agradecimiento público a Carmen Navarro Aranda, Montserrat Gutiérrez Bustillo, Daniel Sánchez-Mata, José Pizarro y Tomás Gallardo, quienes –además de acompañarme en mi vida laboral- unieron sus nombres al mío en la elaboración de algún trabajo de interés histórico o bibliográfico, mientras estuve adscrito a esa Cátedra.

En octubre de 1987 me trasladé a la Cátedra de Historia de la Farmacia, que había dirigido don Guillermo Folch Jou quien, desde años atrás, me ofreció su cortesía al considerarme -sin serlo- un miembro más de su equipo. Para entonces ya había publicado mis primeros trabajos con Javier Puerto Sarmiento, con quien había coincidido en el grupo organizado por Joaquín Fernández Pérez, en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense; allí, en un ya lejano 1980, compartí lecturas y discusiones con Alberto Gomis, Francisco Pelayo y Antonio Lafuente; fue mi primera toma de contacto con lo que habría de ser mi futuro profesional. Con vosotros aprendí a levantar los ojos del documento para poder contemplar el horizonte de la Historia. Qué alegría siento al poder daros públicamente las gracias por vuestra generosidad y por vuestra amistad, durante tanto tiempo.

En la Cátedra de Historia de la Farmacia, he compartido alegrías y tristezas –una vida, en resumen- con María del Carmen Francés, Rosa Basante, Esther Alegre, María Luisa de Andrés, Sagrario Muñoz Calvo, Eugenia Mazuecos y, más recientemente, con Carlos del Castillo Rodríguez, María del Carmen González Leonor y Alejandra Gómez Martín y –cómo no- con Almudena Sastre Barba, factótum en aquel espacio.

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Antonio González Bueno

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Mi trayectoria investigadora no sería la que es sin el grupo de trabajo que me ha acompañado durante estos últimos años; Alberto Gomis, Raúl Rodríguez Nozal y Alfredo Baratas habéis sido incondicionales en todos los momentos –buenos y malos-; gracias por estos años que hemos pasado juntos, desde que en 1992 aprobaron nuestro primer proyecto de investigación.

Y cómo no acordarme en estos momentos de nuestra Sociedad de Docentes de Historia de la Farmacia de España; aunque somos todos, somos pocos, pero unidos conseguiremos que nuestra disciplina ocupe el lugar que le corresponde en la universidad española, por el bien de los futuros farmacéuticos.

En marzo de 1989, el profesor Thomas F. Glick, me facilitó los trámites para trabajar, bajo su dirección, en el Department of History. College of Liberal Arts de la Boston University; iniciaba así un periplo docente e investigador que me ha permitido trabajar en la Smithsonian Institution (Washington), junto a Josep Cuatrecasas; el Centro Simâo Mathias de Estudos em História da Ciencia (CESIMA), de la Pontificia Universidade Católica de Sâo Paulo (Brasil), gracias a la estima de las profesoras Ana M. Alfonso-Goldfarb y Márcia H. M. Ferraz; en la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM), avalado por la doctora Patricia Aceves Pastrana; en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt (Alemania), donde conté con el apoyo incondicional del profesor Karl Kohut; en la École Doctorale IV de la Université Paris-Sorbonne (Francia), gracias a la amistad mutua profesada con la doctora Sonia V. Rosse y el profesor Jean Pierre Clément; y en el Centro do Estudos Interdisciplinares do Século XX vinculado a la Universidade de Coimbra, gracias a los buenos oficios de los doctores João Rui Pita y Ana Leonor Pereira, quienes desde 2013 confían en mi como miembro de la ‘Comissâo de acompanhamento’ del doctorado en Estudos Contemporâneos.

He sido afortunado en el trabajo, pero aún lo he sido más en mi vida privada; hace cincuenta años –la cifra asusta- conocí a mi ‘pandilla de los Jardines’ la cual, gracias al talento de Fernando Santiago (saNtiago, 2018), cuenta ya con literatura propia: pese al paso del tiempo aún nos seguimos viendo, aunque de una manera más relajada que en nuestros primeros años; gracias por este más de medio siglo de amistad. Mis compañeros de ‘El Pino Rojo’ llegaron más tarde a mi vida, pero los cuarenta años de camino en común no nos lo quita nadie, tampoco las alegres cenas en ‘Li Ming’. José Luis Rupérez y Maribel García estuvieron siempre conmigo y, con ellos, Pablo y Alicia, cuando llegaron a este mundo.

He de reconocer públicamente que buena parte de mi trabajo, al menos el de los últimos treinta años, ha sido posible gracias al apoyo continuo e incondicional de Cristina Jerez, ella ha encontrado -siempre- el tiempo necesario para ocuparse de todas esas cosas que, en buena medida, debía yo haber realizado. Su cariño, y el de nuestros dos hijos, Antonio y Blanca, están omnipresentes en mi vida, le dan sentido y la colman de felicidad. Durante casi cincuenta años pude disfrutar del cariño de mis padres, Antonio y Maruja, y del de mi hermano Víctor; luego goce del de mis suegros, Francisco y Rosa; a ellos cinco -a su memoria- van dedicadas estas líneas.

Y si hoy estoy aquí es gracias a la generosidad de los Excelentísimos Señores Académicos que, el pasado diciembre, tuvieron a bien considerar mi nombre para ocupar una de las medallas reservadas para la categoría de ‘Ciencias afines a la Farmacia’; y ello fue posible por la munificencia de los profesores D. Ángel María Villar del Fresno, D. Fidel Ortega Ortiz de Apodaca y D. Francisco Javier Puerto Sarmiento que avalaron mi solicitud de ingreso y que hoy me acompañan en este estrado.

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Al doctor Puerto Sarmiento debo, además, el que haya aceptado actuar, en representación de esta Corporación, como receptor de este discurso de ingreso; para él tomo prestado el comentario de Séneca a Lucilio, en aquella carta en la que sostiene que los filósofos son buenos ciudadanos:

“At ille vir sincerus ac purus, qui reliquit et curiam et forum et omnem administrationem rei publicae, ut ad ampliora secederet, diligit eos, per quos hoc ei facere tuto licet solusque illis gratuitum testimonium reddit et magnam rem nescientibus debet. Quemadmodum praeceptores suos veneratur ac suspicit quorum beneficio illis inviis exit, sic et hos, sub quorum tutela positus exercet artes bonas” [Epistulae 73,4].

***

Ocuparé la medalla número 4 de esta Real Academia; antes que tuviera tal honor, hicieron uso de ella los Excelentísimos Señores Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo (1886-1969), Ramón Madroñero Peláez (1927-1988) y Manuel-Alejandro Domínguez Carmona (1925-2018).

Permítanme unas breves palabras en recuerdo del último que me precediera en esta medalla. Nacido en Cartagena, en el verano de 1925 (11/08), Manuel-Alejandro Domínguez Carmona vivió –desde sus primeros años- en un ambiente médico; su padre, Alejandro Domínguez Martín, perteneció al Cuerpo de Sanidad Nacional y ejerció, durante muchos años, como Jefe provincial de Sanidad de Murcia.

Realizó los estudios de Bachillerato en el Instituto ‘Alfonso X el sabio’, en la ciudad de Murcia, culminándolos en 1942; ese otoño se trasladó a Madrid para cursar los de Medicina y Cirugía en la Universidad Central, donde obtuvo el grado de licenciado en 1949. Ese mismo año de 1949 le fue concedido el premio del Instituto de Medicina Experimental. Trabajó en la Sección de Bacteriología del Instituto Provincial de Sanidad de Murcia.

En 1944 se integró en el Ejército como soldado voluntario; en 1950 ascendió, por oposición, a Caballero Cadete de Sanidad Militar, ingresó en la Escuela Militar de Zaragoza; en 1954 alcanzó el grado de Capitán médico; se especializó en Higiene y Bacteriología (05/11/1957) en el Instituto de Higiene Militar; y se formó en Guerra Atómica, Biológica y Química en la Escuela de Aplicación de Sanidad Militar. Trabajó, en 1957, en el Servicio de Higiene y Bacteriología del Hospital militar ‘Gómez Ulla’; durante unos meses fue transferido al Hospital militar de Las Palmas de Gran Canaria, como jefe del Servicio de Hematología; en junio de 1957 regresó a Madrid, de nuevo con destino al Hospital ‘Gómez Ulla’. Fue miembro de las Comisiones para estudiar un brote de legionelosis en Zaragoza y el problema de las hepatitis en las Fuerzas Armadas. Ejerció como profesor de la Academia de Sanidad Militar.

Desde 1954 desarrolló su actividad profesional, como docente, en la Cátedra de Higiene y Sanidad de la Universidad Central, bajo la dirección del General médico José Alberto Palanca y Martínez-Fortún (1888-1973); en ella defendería, en 1959, su tesis doctoral. Ese mismo año de 1959 fue nombrado profesor adjunto interino; en 1962 obtuvo la plaza en propiedad.

Ingresó, en 1958, en la Escuela Nacional de Sanidad; fue Diplomado en Sanidad, Oficial Sanitario y Médico del Cuerpo de Sanidad Nacional. En 1957 le había sido concedido el premio ‘Semprum’, por su trabajo de investigación.

Amplió su formación en el Bernhard-Nocht-Institut für Tropenmedizin (Hamburgo), donde cursó, en 1957, Parasitología y Medicina tropical, becado por el Ministerio español de Asuntos Exteriores; en 1960 trabajó, sobre Rickettsia, en los Institut Pasteur de París y Casablanca; posteriormente se formó, en el National Institute of Research & Development for Microbiology & Immunology ‘Cantacuzino’ [NIRDMI] (Bucarest), sobre Enterobacteriáceas, y en el Centre

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Antonio González Bueno

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International de l’Enfance (París), sobre la prevención de enfermedades infecciosas en la infancia. Desde 1960 fue miembro de la Société de Pathologie Exotique, con sede en París.

En 1968 obtuvo la Cátedra de Higiene y Sanidad en la Universidad de Santiago de Compostela; residió allí hasta 1978. En Galicia actuó como catedrático-inspector de las -entonces- Escuelas femeninas de Ayudantes Técnicos Sanitarios de La Coruña, Ferrol y Santiago; dirigió el Colegio Mayor ‘Generalísimo Franco’ de Santiago de Compostela y ejerció como Jefe de Sanidad en esa ciudad, donde dirigió el Centro Sanitario de Higiene Rural.

A partir de 1978 ocupó, por traslado, la Cátedra de Medicina Preventiva y Social en la Universidad Complutense de Madrid, de la que fue profesor emérito desde 1990. Estuvo en posesión de la Encomienda con Placa de la Orden Civil de Sanidad (17/07/1971). En el gozne entre los siglos XX y XXI, entre 1991 y 2006, fue catedrático extraordinario de Higiene y Sanidad ambiental en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid. Dirigió, entre 1979 y 1982, el Instituto Nacional de Medicina y Seguridad en el Trabajo.

Intervino, como experto de las Naciones Unidas, en el enfrentamiento militar de Angola, en la Guerra del Golfo (1990-1991) y en el conflicto en Arabia Saudí: desde 1984 visitó ocho veces los frentes de guerra entre Irán e Irak, con el fin de detectar el uso de agresivos químicos; los informes de esta comisión llevaron, al Consejo de Seguridad de la ONU, a condenar a Irak por el empleo de armas químicas. En 1974 había alcanzado el empleo de Teniente-Coronel médico y, en 1981, el de Coronel médico, tras su paso a la reserva; estuvo en posesión de la Cruz de la Orden del Mérito Militar de Primera Clase con distintivo blanco (1974) y de la Cruz y Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo (11/10/1979).

Miembro de número de la Real Academia de Medicina de Galicia desde 1981; fue académico honorario de las Academias de Medicina de Lugo, Pontevedra y Orense. En 1990 fue elegido académico correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía oriental, con sede en Granada.

Miembro correspondiente, desde 1973, de la Real Academia Nacional de Medicina; en 1997 (16/12) pasó a ocupar el sillón 26, reservado a la Medicina Preventiva; en ella dictó un total de treinta y cinco conferencias sobre asuntos de su especialidad.

Perteneció a la Real Academia Nacional de Farmacia, como miembro de número, desde 1990; fue presentado por el Excmo. Sr. Domingo Espinós Pérez (1932-2004); estuvo adscrito a su sección quinta: Salud Pública, Alimentación y Medio Ambiente. Representó a la Academia en cinco sesiones necrológicas1 y en tres tomas de posesión de nuevos académicos de número2; además, pronunció veintidós conferencias, la última en 2011, y colaboró en diez las monografías publicadas por esta Real Academia.

Falleció en el verano de 2018, un 12 de junio. Sit tibi terra levis3.

1. Las de los Excmos. Sres. Domingo Espinos Pérez (2005), Pedro Sanz Pedrero (2005), Segundo Jiménez Gómez (2005), Gregorio Varela Mosquera (2009) y Guillermo Tena Núñez (2012).

2. Las de los Excmos. Sres. Manuel Ruiz Amil (1992), Antonio R. Martínez Fernández (1994) y Antonio L. Doadrio Villarejo (2001).

3. El discurso preceptivo en la sesión necrológica organizada por la Real Academia Nacional de Medicina de España, el 25 de septiembre de 2018, corrió a cargo de la Excma. Sra. María del Carmen maRoto-vela (2018); el 31 de octubre de 2019 tuvo lugar la sesión necrológica en su memoria, organizada por la Real Academia Nacional de Farmacia, participaron en ella los Excmos. Sres. Bartolomé Ribas ozoNas, (2019), Antonio R. maRtíNez FeRNáNdez (2019) y Juan tamaRgo meNéNdez (2019). De ambas sesiones tomamos los datos utilizados en este epígrafe.

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PLANTAS, ESPACIOS Y PÚBLICOS. EL DESARROLLO DE LA BOTÁNICA EN LA ESPAÑA

PENINSULAR ENTRE 1833 Y 1936

DISCURSO DEL EXCMO. SR. D. ANTONIO GONZÁLEZ BUENO

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Plantas, esPacios y Públicos. el desarrollo de la botánica en la esPaña Peninsular entre 1833 y 1936

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JUSTIFICACIÓN

Nuestro objetivo es presentar una síntesis de la evolución de los estudios botánicos en España en una etapa histórica que media entre los inicios de dos guerras: la Primera Carlista (1833) y la Guerra Civil (1936); un siglo en el que la sociedad, la economía, el gobierno, la universidad, y también la ciencia, cambiaron sustancialmente.

Trataré de analizar los factores, institucionales y personales, que motivaron los cambios, conceptuales y metodológicos, operados en una disciplina científica, la Botánica, y su relación con los movimientos políticos y sociales que los favorecieron o los provocaron.

Aun cuando resulta evidente la creación de grupos de trabajo, y de afinidades de ‘escuela’4, entre los botánicos españoles del XIX, intentaré superar la vieja dicotomía, tan presente en la

4. El concepto de ‘escuela’ requiere algunas matizaciones; en 1961 Derek J. de Solla Price acuñará el término de ‘colegios ocultos’ (invisible colleges) para referirse a los colectivos de científicos que, trabajando sobre problemas comunes, se intercambian una información no publicada de manera impresa; él definió el término para tipificar los contactos entre el grupo inicial de personas que, en la Inglaterra del siglo XVII, constituyó la Royal Society; pocos años después, en el verano de 1962, con motivo de su participación en las Conferencias ‘George B. Pegram’, dedicadas a analizar la relación entre ciencia y sociedad, prestó especial atención a estos ‘colegios ocultos’, a los que metafóricamente comparó con la forma en que se produce la interacción mutua de las moléculas en un gas; la publicación de estas conferencias, bajo el título Little Science, Big Science (solla PRice, 1963), se convertiría en un hito de referencia obligada para los historiadores de la ciencia interesados en el enfoque social de la disciplina. Desde la formulación del término han sido muchos los documentalistas, historiadores y sociólogos que han seguido el planteamiento inicial de Solla Price para referirse a grupos de científicos vinculados entre si a través de la correspondencia u otros medios no regulares de publicación, cuya manifestación se hace visible, en los trabajos impresos, a través del cotejo de citaciones. Por extensión, el término ‘colegios ocultos’ ha pasado a utilizarse, también, para referirse a los grupos que lideran la investigación sobre un tema concreto y, por ello, fijan la terminología y establecen unos métodos de trabajo, seguidos por los demás científicos del grupo. Jack B. Morrell bosquejó, a comienzos de la década de los setenta, un nuevo concepto, el de ‘escuela de investigación’ (research schools), propuesto para definir a grupos de profesionales que se enfrentan hacia la resolución de un problema desde una perspectiva común, no utilizada hasta entonces (moRRell, 1972); el término definido por Morrell conlleva la organización de la actividad investigadora, esta habrá de realizarse en instituciones universitarias o centros de investigación, con una financiación precisa, un flujo de estudiantes establecido y ocupados en resolver problemas bien definidos, de acuerdo con una metodología perfectamente fijada por quien ejerce como jefe de la ‘escuela de investigación’. El concepto de ‘escuela de investigación’ ha sido sucesivamente matizado; hoy el término se emplea, de una manera más estricta, para referirse a pequeños grupos de científicos experimentados, adscritos a un programa coherente, en el que trabajan, codo a codo, con estudiantes avanzados, en un mismo contexto institucional y sometidos a una continua interacción social e intelectual, tal como lo propusiera Gerald L. Geison, a comienzos de la década de los ochenta (geisoN, 1981). Otros autores, como Joseph-Stewart Fruton, prefieren emplear el término ‘grupos de investigación’ (research groups), integrando en tal concepto los círculos de profesores y estudiantes unidos por la vinculación común a un mismo laboratorio, y reservan el empleo de ‘escuelas de investigación’ para aplicarlo a grupos de científicos, no necesariamente vinculados a un mismo espacio físico, ni siquiera al mismo país, pero que sí están férreamente unidos por defender intereses de investigación comunes, dirigidos en una misma dirección (FRutoN, 1991). Diana Crane utiliza el término ‘grupos de solidaridad’ (solidarity groups) para referirse a los investigadores que giran en torno a unos maestros, reconocidos como tales por el grupo, los cuales definen los problemas centrales sobre

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Antonio González Bueno

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historiografía del XIX –y aún del XX-, entre la ‘botánica académica’ y la ‘botánica de campo’, que parece haber lastrado el propio desarrollo de la disciplina, y que –en mi opinión- sólo responde a viejos resquemores pregonados en exceso y no a la situación social, política y científica por la que atravesó nuestro país. Esta vieja idea de la ‘profunda escisión de la Botánica española’ que pretende distribuir en dos bandos irreconciliables a los practicantes de la disciplina no supera la crítica histórica, aun cuando puedan argüirse testimonios documentales en su apoyo5; el análisis

los que este trabaja; su concepto se encuentra relativamente próximo al de ‘colegios invisibles’ definido por Solla Price, por cuanto entre los miembros de estos ‘grupos de solidaridad’ se establece un intercambio no reglado de comunicación; en su opinión, las ‘escuelas de investigación’ son menos críticas que los ‘grupos de solidaridad’, pues en ellas la figura ideológica del ‘jefe de escuela’ es indiscutible y sus ideas asumidas sin censura, lo que las convierte en elementos sectarios; su concepto de ‘escuela’ priva a sus miembros de la crítica externa, esta sí está presente en los ‘grupos de solidaridad’, a través del sistema empleado por los ‘colegios ocultos’ para transmitir la información (cRaNe, 1972). Hace algunos años, John W. Servos ofreció un análisis del modo en que la expresión ‘escuelas de investigación’ había sido empleada por filósofos e historiadores de la ciencia y señaló el hecho de que el término ya había sido usado, en algunas ocasiones, por los propios investigadores, bien para referirse a sus grupos de trabajo, bien para aludir a otros con los que entraban en competencia (seRvos, 1993).

La mayor parte de los historiadores que se han acercado a estos problema acostumbran a hacerlo desde disciplinas, como la Química o la Física, cuyas actividades se desarrollan en laboratorios, espacios de investigación muy bien delimitados y desde los que se abordan problemas que despiertan el interés común de distintos equipos, por lo que es relativamente fácil definir grupos con una misma metodología de trabajo. No obstante, el modelo es generalizable a otras disciplinas y, aunque en menor número, se han realizado algunas aproximaciones en ámbitos bien distintos: tal el estudio de las relaciones entre los geógrafos físicos, una escuela emergente en la Inglaterra Victoriana, que gira en torno a George Darwin; la escuela ecológica de Frederic Clements, ligada a la Carnegie Institution de Washington entre 1917 y 1941, o la escuela entomológica de John Henry Comstock, en Cornell y Stanford, desarrollada entre 1880 y 1930. Gerald L. geisoN (1993) anota, creemos que muy acertadamente, cómo el trabajo de campo -y las disciplinas que se basan en metodologías de campo- condiciona la creación de ‘escuelas de investigación’ en el concepto habitualmente mantenido para caracterizar a los investigadores que realizan su trabajo en el laboratorio; sin duda entre estos se establece una mayor interrelación: el contacto físico continuo, la utilización de los mismos instrumentos y la necesidad de comunicación personal que se produce entre quienes desarrollan sus funciones en un mismo espacio físico, el laboratorio, permite crear nexos vinculantes con mayor facilidad que quienes se ocupan de realizar su trabajo en el medio natural, formando estos una comunidad espacialmente más dispersa y, quizá, menos cohesionada, para la que Jesús Ignasi catalá goRgues (1999) propone el término de ‘núcleo de actividad naturalista’.

En nuestra opinión, el trabajo de los botánicos, y sus escritos y material de herbario, proporcionan inmejorables ejemplos para comprender la creación de redes de trabajo local; quizás en ellas no se vislumbre el carácter de liderazgo ideológico, ni estén presentes los fuertes enfrentamientos metodológicos, doctrinales o de estilo que sí se perciben en las ‘escuelas de investigación’ bien estudiadas en el caso de otras disciplinas, tampoco realizaron adelantos científicos de tal envergadura que permitieran cambiar el paradigma de su disciplina; pero lo que es innegable es que el estudio de estas redes proporciona una importante herramienta para analizar las relaciones entre los botánicos de un territorio geográfico concreto. Los resultados del trabajo botánico constituyen un buen fondo documental para construir ‘grupos de colaboradores’ (goNzález bueNo, 1993a; 1993b; 2012a). Es norma común que tanto en las etiquetas de los pliegos como en la publicación de los datos florísticos se haga constancia expresa de quién y en qué fecha herborizó la planta y, si es el propio autor del escrito, quién le acompañó en sus viajes. Un análisis de estas indicaciones permite conocer, con cierto detalle, las relaciones entre botánicos, aportando también datos de interés sobre la esfera de colaboradores del investigador estudiado.

5. Tal el presentado por José María de jaime loRéN (2003), construido por el propio Carlos Pau como un elemento más de su obsesiva crítica a las instituciones académicas, pero que no avala, per se, la ‘escisión’ de la disciplina. Tradicionalmente suele argüirse (beltRáN bigoRRa, 1925b; laza, 1941; bellot, 1967; camaRasa, 1989b: 164-165) que fue el fracaso de Carlos Pau (1857-1937) en las oposiciones a la Cátedra de Botánica descriptiva de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central el detonante de esta ‘escisión’, y que, como consecuencia de aquélla, el segorbino dio a las prensas su feroz crítica a la obra de Miguel Colmeiro (1816-1901): sus Gazapos botánicos cazados en las obras del señor Colmeiro... (Pau, 1891), pero estos Gazapos... vieron la luz en 1891, y la polémica oposición se celebró en noviembre de 1892 (goNzález bueNo, 1988b); posiblemente toda la ayuda que Blas Lázaro recibiera de Miguel Colmeiro en esta oposición fue el permitirle el acceso a la biblioteca del Real Jardín; en mi opinión, Blas Lázaro debió confiar más en el

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del desarrollo científico de la Botánica en España no debe restringirse a una lucha entre dos figuras antagónicas, propiciada por una de ellas; tampoco a un simple estudio internalista de los taxones descritos en sus publicaciones, aun cuando esta labor tenga un importante interés para los estudios taxonómicos. En nuestra opinión, y así intentaremos enfocarlo, el desarrollo de esta Ciencia, como el resto de las actividades humanas, está entrelazado con la situación histórica sensu lato y resulta mucho más impactante la puesta en práctica de determinadas políticas científicas, incluyendo las reformas universitarias, que la ‘fratricida guerra’ establecida entre sus practicantes.

Está lejos de nuestras intenciones adentrarnos en un mausoleo de ‘glorias nacionales’, aun cuando el carácter hagiográfico de las notas necrológicas utilizadas como fuente nos intente dirigir hacia ese camino; nuestro esfuerzo se enfoca a trazar, a grandes rasgos, una realidad histórica en la que el desarrollo científico se muestra condicionado por las estructuras sociales, culturales, económicas, políticas y, por supuesto, por el propio desarrollo de la disciplina en los países de nuestro entorno.

***

Las circunstancias socio-políticas de la época isabelina, especialmente durante los primeros años de la Guerra carlista, no fueron las más adecuadas para el desarrollo de la Ciencia, pero sí algo mejores que las vividas durante los años anteriores del principio del siglo. Colaboraron a ello dos factores: el retorno a sus ocupaciones de la mayor parte de los exiliados liberales, Mariano La Gasca (1776-1839) es ejemplo paradigmático; y el interés de algunos botánicos europeos, influidos por el hálito romántico que se desprendía de las tierras del Sur, quienes emprendieron viaje en busca de una ‘morería’ que habría de cautivarles, sus herborizaciones volverían a colocar la flora española en los herbarios de los mejores centros europeos, como había estado en tiempos de Antonio José Cavanilles (1745-1804).

Comenzaremos con ellos, intentando exponer cómo sus trabajos influyeron en la ‘recuperación’ de unos saberes y unas prácticas que habían gozado de extraordinario éxito en la Ilustración y que ahora se veían abandonadas. Abordaremos luego el tejido institucional sobre el que los botánicos hispanos pudieron formarse y trabajar, desde las pretéritas estructuras preservadas desde la Ilustración, es el caso del Real Jardín Botánico, a las nuevas oportunidades ofrecidas desde el medio universitario, particularmente desde las enseñanzas de Farmacia y Ciencias Naturales; analizaremos los procesos de agrupación de estos profesionales, tanto los que fueron favorecidos desde la Corona, la Real Academia de Ciencias, como los que nacieron y se sostuvieron como iniciativas privadas, muchos de ellos al albur de los ‘aires de libertad’ proclamados desde la Revolución de 1868. Y, por último, nos ocuparemos de quienes, de una posición ‘externa’ al sistema, se dedicaron a estudiar y difundir el conocimiento de sus entornos más próximos.

La Restauración recuperó un clima de tranquilidad y estabilidad política quizás deseado, pero también una limitación del pensamiento crítico ante la que algunos grupos intelectuales respondieron fundando nuevas estructuras de institucionalización científica; dos habrán de captar nuestro interés: la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, gestada en 1907 sobre los moldes de la Institución Libre de Enseñanza, y el Institut d’Estudis

apoyo que pudieran prestarle los miembros de la Institución Libre de Enseñanza, a la que estuvo más férreamente vinculado.

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Catalans, fundado en 1911 con una visión no centralista, y en el que los estudios del medio natural, como los de la lengua o la cultura autóctona, cobrarán singular importancia.

Para finalizar intentaremos perfilar cuáles fueron los problemas que más interesaron al colectivo de los botánicos hispanos, cómo los intentaron desarrollar y de qué manera fueron evolucionando sus intereses, en un proceso de europeización de contenidos y técnicas, claramente propiciado por la Junta para la Ampliación de Estudios.

Nuestro último minuto quedará destinado a mostrar los modelos por los que este conocimiento, estrictamente científico, traspasa las fronteras de la investigación para influir en su entorno social a través de las asociaciones excursionistas y de los movimientos conservacionistas.

En definitiva, trataré de contestar a una pregunta: ¿cómo se desarrolló el proceso que permitió que esta disciplina pasara de la ‘decadencia’ señalada por Edmond Boissier al éxito internacional alcanzado durante la Edad de Plata?

LA FLORA ESPAÑOLA VISTA POR OTROS OJOS

los botánicos extranjeros en esPaña

Pierre-Edmond Boissier (1810-1885), al comienzo de su Voyage botanique dans le midi de l’Espagne... (Paris, 1839-1845) escribía

«La botanique est restée bien en arrière en Espagne, et cette décadence coïncide justement avec l’époque vers laquelle cette étude commença dans les autres contrées de l’Europe son plus grand essor” (boissieR, 1839-1845. vol. 1: 33).

Estas palabras resumen, en buena medida, la situación de esta disciplina durante la primera mitad del siglo XIX.

Las crisis políticas sucedidas tras la Guerra de la Independencia (1808-1814), y el propio conflicto bélico, frustraron las expectativas gestadas por la ‘escuela botánica’ formada en tomo a Antonio José Cavanilles (1745-1804)6. Tan sólo después de la muerte de Fernando VII (1833) se atisba un cierto resurgir, muy condicionado por la inestable situación política que atraviesa el país y la falta de medios humanos y económicos, que no fraguará hasta el último tercio del siglo7.

Durante los primeros años de la segunda mitad decimonónica, como predecía Boissier, serán los botánicos extranjeros quienes, con mayor atención, se ocuparán del inventariado y descripción de la flora española.

6. Sobre la ‘escuela botánica’ de Cavanilles cf. Antonio goNzález bueNo (1988a; 2002d).

7. Un análisis similar a este en Francisco bellot RodRíguez (1967), Alberto gomis blaNco (1989), Jaume josa lloRca (1992) y Rafael alvaRado (1994).

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Pierre-Edmond Boissier (1810-1885)

El interés de Pierre-Edmond Boissier (1810-1885) por las tierras de Andalucía se encuentra plenamente imbuido de la mentalidad romántica con que otros muchos europeos ‘descubren’ el sur de España pero que, en el caso de este viajero, se refuerza con los resultados, ‘nouveaux et curieux’, que le deparará el viaje. La elección de Andalucía como territorio de estudio parece ser una decisión consensuada entre Edmond Boissier y quien fuera su mentor botánico, Augustin-Pyrame De Candolle (1778-1841): probablemente, subyacente a ella se encuentra el viaje realizado por Edmond Boissier a París, en el invierno de 1831 a 1832, cuyo objeto principal fue estudiar la colección de plantas andaluzas de Philip-Barker Webb (1793-1854), inéditas en el momento que relatamos8. En su mente está visitar Andalucía en la primavera de 1836, pero un triste acontecimiento familiar, la muerte de su madre, Auguste Butini, retrasará su partida. El proyecto, largamente acariciado, se hizo realidad un año después, en la primavera de 18379.

Edmond Boissier afronta la realidad española desde dos lecturas a las que hace reiterada alusión en su Voyage…: el ‘Quijote’ y los textos de George-Gordon Byron (1788-1824); no cabe duda del carácter científico que late tras su expedición, pero en sus comentarios sobre los tipos y costumbres se revela un oculto deseo de encontrar el color -y el

8. Así lo señala Konrad-Hermann chRist (1867: II), uno de los primeros biógrafos de Pierre-Edmond Boissier; el propio Boissier reconocerá la deuda moral contraída con Philippe Barker-Webb (boissieR, 1838: II; 1839-1845, 1: IX).

9. Datos biográficos de Edmond Boissier en Konrad-Hermann chRist (1867; 1886; 1888); Mariano de la Paz gRaells (1879); Émile bescheRelle (1885); Alphonse de caNdolle (1885); Gustave beauveRd (1937); Edmond boissieR (1937); Robert chodat (1937); Bénédict Pierre hochReutiNeR (1937); Gilbert bocquet, Hervé-Maurice buRdet (1985) y Michel gReNoN (2011).

Una descripción del viaje botánico del ginebrino por España, y de su importancia para el desarrollo de esta disciplina en nuestro territorio, en Juan caRaNdell (1934); Auguste baRbey (1937); Bernard-René baum (1968); Salvador Rivas maRtíNez (1965); Hervé-Maurice buRdet (1979); Fernando jiméNez (1983): Gabriel blaNca lóPez (1987); Baltasar cabezudo (1987); Antonio goNzález bueNo (1987c; 2010a), Enrique salvo (2007) y Antonio gómez oRtiz (2006).

De su herbario, sus novedades taxonómicas y la tipificación de estos nombres nuevos se han ocupado, entre otros: François gilbeRt, Marguerite meRmoud (1965); Hervé-Maurice buRdet, André chaRPiN, Fernand jacquemoNd (1979; 1981-1991; 1982a; 1982b); Irene de la seRNa, María Catalina leóN, Wolfredo WildPRet (1981); Arturo velasco-NegueRuela (1981); Daniel jeaNmoNod (1985); Manuel laíNz (1986a; 1986b; 1987a); Ramón FigueRola, Juan Bautista PeRis, Gerardo stübiNg (1989); Eduardo sobRiNo (1992); Santiago castRoviejo (1998); María Andrea caRRasco, Domingo PeRea (2006; 2008); Pierre Emmanuel du PasquieR, Daniel jeaNmoNod (2016); Pedro Pablo FeRReR, Emilio laguNa (2018) y Pedro Pablo FeRReR, Emilio laguNa, Salvador talaveRa (2019).

Pierre-Edmond Boissier (1810-1885) Fotografía de Gaspard-Félix Tournachon (a.

Nadar). París, c. 1875Biblioteca dell' Orto Botánico. Università degli

Studi di Padova, signatura: IB.F.16

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calor- del Oriente lejano, la perdurabilidad de unas primitivas trazas árabes pervivientes en el paisaje, y en el paisanaje, de las tierras que encuentra a su paso10. Le sorprenderá el pinsapo, ese extraño abeto del que dará cuenta inmediata a sus colegas ginebrinos (boissieR, 1838a); mas no sólo este, entre sus herborizaciones sabrá encontrar un buen ramillete de plantas nuevas (boissieR, 1838b).

Tras su primera estancia en tierras andaluzas, Boissier siguió interesado en la flora hispana. En 1841 envió a su colaborador George-Francois Reuter (1805-1872), a herborizar por el centro-norte de la Península; en alguna medida, intentaba

10. “Allí está la Morería…” (boissieR, 1839-1845, vol. 1: 54). Del interés con que asistió a una corrida de toros en Ronda se ha hecho eco José Alonso Riejos oRtega (1995).

Pierre Edmond Boissier y sus compañeros de herborización. Dibujo de A. du Mont, 1985

Conservatoire et Jardin botaniques de Genève.

Émile Levier (1839-1911)Fotografía realizada, en 1878, por la casa

SchembocheColección Dr. Júlio Henriques [Universidade de

Coimbra. Departamento de Botànica], signatura: B-76-6-(6).

Emile Burnat (1828-1920)Fotografía de Sadag

Bibliothèque des Conservatoire et Jardin botaniques de Genève

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completar la expedición ‘dans le midi de l’Espagne’ desarrollada en 1837; los resultados botánicos de este viaje fueron presentados, de manera conjunta, por Edmond Boissier y George Reuter, en sus Diagnoses plantarum novarum Hispanicarum… (Ginebra, 1862) y un análisis sumario de la vegetación vio la luz en un artículo publicado por George Reuter en las Mémoires de la Societé de Physique et d’Histoire Naturelle de Genève (ReuteR, 1843)11. En 1849 viajará, junto a su mujer, Lucile Butini, y su fiel Reuter, por el sur de España y el norte de África; un viaje trágico en el que su esposa habría de fallecer, en Granada, un 8 de julio, de fiebres coléricas; lo más selecto de este viaje quedará reflejado en el Pugillus plantarum novarum… publicado por Edmond Boissier y George Reuter (Ginebra, 1852).

Tardará en regresar a España, lo hará en 1858; entonces recorrerá Madrid, Alicante, Barcelona y los Pirineos. En 1865, desde Perpignan, volverá a hoyar suelo español, visitará Gerona, Barcelona, Valencia, Elche, Alicante, Cartagena, Madrid, Guadarrama, Segovia y Burgos. Dentro de una expedición centrada en territorio francés, en 1868, herborizará en el norte de la Península (Asturias, Pirineos, Burgos). A Andalucía tornará, en una breve estancia, en el verano de 1877.

Acompañado de Louis-François Leresche (1808-1885) y Émile Levier (1839-1911) recorrerá el norte y centro de la Península Ibérica durante los años 1878 y 1879 (Cantabria, Asturias, Galicia, Portugal, Madrid) (leResche, levieR, 1879; 1880 [1881]; leResche, 1881)12. Y aún en 1881, con más de setenta años, emprenderá un último viaje hispano, junto a Louis Leresche, William Barbey-Boissier (1842-1914) -su yerno- y Émile Burnat (1828-1920), por Valencia y las Baleares (buRNat, baRbey-boissieR, 1882)13.

Su nieto, Edmond Boissier, recordará, con ocasión del centenario de su primer viaje por Andalucía:

“L’Espagne fut toujours sa terre de prédilection (…) Dans ses conversations avec son fils qui l’accompagna dans l’un de ses voyages, les souvenirs d’Espagne étaient fréquemment évoques, et malgré le triste événement qui avait assombrie son second séjour à Grenade, son affection pour ce pays n’avait point été refroidie…” (boissieR, 1937: 8).

Heinrich-Moritz Willkomm (1821-1895)

Heinrich-Moritz Willkomm (1821-1895) inició sus investigaciones sobre la flora española hacia 1844; su estancia en nuestro suelo se vio forzada por motivos ideológicos, sus opiniones pan-alemanas y su pensamiento liberal condicionaron su exilio voluntario de Sajonia. Uno de

11. Algunas de las plantas recolectadas por George-Francois Reuter fueron cedidas a Mariano de la Paz Graells y hoy se conservan en el herbario del Real Colegio ‘Alfonso XIII’ (caRRasco et als., 2001). Viajó por la Sierra de Gredos en 1841; regresó en 1862, junto a Louis-François Leresche; aún realizó un último íter en 1878, esta vez acompañado de Louis-François Leresche y Émile Levier (goNzález bueNo, sáNchez-mata, 2011). Sobre las plantas hispanas descritas en colaboración con Edmond Boissier (cf. supra).

12. Notas biográficas y bibliográficas sobre Louis-François Leresche y Émile Levier en Jean-Balthazar schNetzleR (1885) y Hervé-Maurice buRdet (1979). Sus viajes por el norte de España fueron comentados por Manuel laíNz (1979); los realizados a las tierras del centro peninsular por Antonio goNzález bueNo, daNiel sáNchez-mata (2011). Los taxones descritos por L.F. Leresche y E. Levier sobre sus herborizaciones hispanas de 1878 y 1879 han sido estudiados por Hervé-Maurice buRdet, André chaRPiN y Fernand jacquemoNd (1979).

13. Datos biográficos sobre William Barbey en John bRiquet (1915). La biografía y el trabajo botánico de Émile Burnat ha sido estudiado por Oreste matthiolo (1920) y Johm bRiquet, François cavillieR (1922); de su herbario se han ocupado Hervé M. buRdet (2006), Daniel jeaNmoNod, André chaRPiN (2017) y Daniel jeaNmoNod (2018).

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sus mentores, Gustav Kunze (1793-1851), a la sazón director del Jardín Botánico de Leipzig, fraguaba la realización de un viaje de herborización, inicialmente encomendado a Georg-August Pritzel (1815-1874) y Rudolf Buchheim (1820-1879); la renuncia de estos propició que la inicial propuesta del médico sajón -trasladarse a la India para estudiar la fiebre amarilla- se tornara en un viaje botánico por la Península Ibérica14.

14. Datos biográficos de Heinrich-Moritz Willkomm, en particular relacionados con sus viajes y sus vínculos con España, en Napoleon Kheil (1896, 1907); Juan caRaNdell (1934); Francisco bellot (1940); Guillermo Folch (1944); Julio heNRiques (1978); José María de jaime (1995; 2015); Gonzalo mateo (1995); Raquel gotoR salós, Vicente maRtíNez tejeRo (1996); Joaquín moleRo (1997) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e. Una revisión de sus viajes ibéricos en Gustav KuNze (1846); José Antonio devesa alcaRaz, María del Carmen vieRa beNítez (2001); Gilberte ReicheR (1933) se ocupa de su paso por el País Vasco y Joaquín bosque mauRel (1993) de sus viajes por Andalucía.

Acerca de la adquisición de su herbario por la Universidade de Coimbra han escrito Abílio FeRNáNdes (1977) y Fátima sales et als. (2009). Sus briófitos han sido estudiados por Juan ReiNoso, Carmen vieRa (1993; 1994); sus líquenes por Gonçalo samPaio (1920); algunas consideraciones conceptuales sobre sus novedades taxonómicas en M. Teresa almeida (1984); Isabel NogueiRa (1986); Oswaldo socoRRo, Luis caNo, M. Carmen esPiNaR (1988); Consuelo díaz de la guaRdia, Gabriel blaNca (1989); Salvador talaveRa, Mauricio velayos (1991); Philipp KüPFeR, Gonzalo Nieto

Heinrich-Moritz Willkomm (1821-1895)Fotografía de Otto Schmidt. Tharand, c. 1865Biblioteca dell' Orto botánico. Università degli

Studi di Padova, signatura: IB.X.30.

Johan-Martin Lange (1818-1898)Fotografía de E. Müller & Co., 1885

Photographies sur plaque de verre de la Société de Géographie, portraits 1.498.

Bibliothèque Nationale de France

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Sus primeras herborizaciones tuvieron como escenario el Levante, viajó luego por Andalucía y el Algarve, desde donde retornó a su tierra; fruto de este viaje es Zwei Jahre in Spanien und Portugal… (Dresde, 1847)15. Tras doctorarse en Leipzig, realizó un segundo viaje a la Península, este de nueve meses, durante el cual herborizó en la Meseta de Castilla y el País Vasco, del que dio cuenta en su Sertum florae Hispanicae… (Leipzig, 1852). Luego de ser nombrado profesor de Botánica en la Universidad de Leipzig (1852) y de la Escuela de Montes de Tharandt (1855), obtuvo una Cátedra en la Universidad de Dorpat (actualmente Tartu, en Estonia), donde trabajó entre 1868 y 1873; desde Dorpat inició su último viaje por España, esta vez en compañía de los botánicos alemanes Richard Fritze (1841-1903), Moritz Winkler (1812-1899) y Cristoph Friedrich Hegelmaier (1833-1906) y de su propia hija; en apenas un par de meses visitaron, además del levante español, las islas Baleares y el sur y sudeste peninsular; de él dejó testimonio en su Spanien und die Balearen (Berlín, 1876). En 1873 fue nombrado catedrático en la Universidad de Praga, donde ejerció su docencia hasta su jubilación, en 1893.

Desde que, en 1852, se estabilizara su situación económica y profesional, Moritz Willkomm comenzó a sintetizar sus informaciones sobre la flora de la Península Ibérica; ya su propia disertación como Privatdocenten de la Universidad de Leipzig versó sobre Die Strand- und Steppengebiete der iberischen Halbinsel (WillKomm, 1852a) 16, de estos años data su primera colección de Icones et descriptiones plantarum… (WillKomm, 1852-1863). Durante su estancia en Tharandt, aunque sus trabajos de herborización no incluyeron la Península Ibérica, siguió mostrando su interés hacia este suelo, fruto del cual fue la edición de su Die Halbinsel der Pyrenäen… (Leipzig, 1855)17; concibió entonces la idea de elaborar, junto al danés Johan-Martin Lange (1818-1898), una Flora de la Península Ibérica18.

(1993); Manuel laíNz (1984b; 1986c; 1999); Gonzalo mateo, Antoni sáNchez-cuxaRt, Vicente J. aRáN Redó (2001); Carles beNedí (2016) y María zita, Inés álvaRez, Miguel meNezes (2019), entre otros.

15. Con anterioridad vieron la luz algunas otras publicaciones sobre la flora ibérica (WillKomm, 1846a; 1846 b; 1847).

16. Pareja a ella es su publicación sobre la vegetación de las zonas del centro y norte de la Península (WillKomm, 1852c)

17. Y aún de textos posteriores, relativos a sus recuerdos sobre la naturaleza granadina (WillKomm, 1882) o pirenaica (WillKomm, 1884-1886).

18. De ello informa el Botanische Zeitung 17: 327. Berlín, 1859. El propio Willkomm presentó un avance en la revista berlinesa Linnaea (WillKomm, 1860).

Christoph Friedrich Hegelmaier (1833-1906)Tobias-Bild Universitätsbibliothek Tübingen

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El proyecto habría de comenzar a ser una realidad en 1861, entonces vio la luz el primer volumen de un Prodromus florae Hispaniaca... (Stuttgart, 1861-1880) una obra en tres volúmenes a la que el propio Moritz Willkomm adicionará un Supplementum… aparecido en 1893; la obra, fruto de más de veinte años de trabajo del botánico sajón, se verá complementada con un atlas iconográfico: Illustrationes Florae Hispania e insularumque Balearicum… (Stuttgart, 1880-1892).

El Prodromus... marca un hito en la botánica española, gracias a él muchos botanófilos pudieron reconocer las plantas de los parajes de su entorno, y publicar adiciones o completar el área geográfica de los taxones en él recogidos19. Años después, en 1896, ofrecerá una síntesis de sus observaciones sobre la vegetación de la Península Ibérica, Grundzüge der Pflanzenverbreitung auf der Iberischen albinsel… (Leipzig, 1896).

Recolectores y botanófilos en tierras del meridión europeo

Fueron más los extranjeros que herborizaron en nuestro suelo, aunque ninguno elaboró una obra tan completa como la de Moritz Willkomm. Entre otros es preciso citar al francés Eugene Bourgeau (1813-1877), conservador de las colecciones de Philip-Barker Webb; realizó dos viajes de herborización a Canarias (1845-1846, 1855)20 y nueve expediciones por la Península Ibérica entre 1847 y 186421; buena parte de sus viajes fueron financiados por la Association française d’Exploration, una agrupación ligada al Muséum national d’Histoire Naturelle, quien le designó como viajero-colector, planteando entre sus objetivos la exploración de las zonas menos conocidas de Francia y del resto de Europa22. No disponemos de obra impresa que le pueda ser atribuida, pero los exsiccata preparados por él resultan de obligada consulta para los estudiosos de la flora española.

Johan-Martin-Christian Lange herborizó España, entre octubre de 1851 y octubre de 1853, como parte de un amplio proyecto de estudio de la flora europea desarrollado por la Universidad de Copenhague, a la que estuvo vinculado23, como resultado de su viaje dio a la imprenta un Pugillus plantarum imprimis Hispanicarum… (laNge, 1860-1866). No obstante, su nombre ha

19. Joaquín FeRNáNdez PéRez (1984) y José María losa quiNtaNa, María de los Ángeles giméNez giméNez (1987) se ocupan, con detalle, de este asunto.

20. Datos bio-bibliográficos sobre Philip Baker Webb en Jacques-Étienne gay (1856), Alberto chiaRugi (1954) y Carlo Hermann steiNbeRg (1977). Sus materiales canarios han sido estudiados por William T. steaRN (1937); Irene la seRNa Ramos, María Catalina leóN aReNcibia (1980; 1984).

21. De estos viajes dieron cuenta Ernest Saint-Charles cossoN (1866) y Manuel laíNz (2007). Sobre sus colecciones botánicas escribieron Michel gaNdogeR (1916), María Eugenia RoN (1973); María Andrea caRRasco et als. (2003) y María Andrea caRRasco, Domingo PeRea (2010).

22. Además de recorrer España –Islas Canarias incluidas-, Eugene Bourgeau realizó expediciones por Córcega (1848) y Argelia (1856); recolectó en Norteamérica (1857-1859) financiado por Joseph Dalton Hooker (1817-1911), en Asia Menor (1860, 1862, 1866) para Pierre-Edmond Boissier (1810-1885) y en Niza (1861) y México (1865-1866) para el Muséum National d’Histoire Naturelle de París.

23. Johan-Martin Lange ocupó, entre 1851 y 1858, el cargo de bibliotecario en la ‘Botanical library’ de la Universidad de Copenhagen; entre 1856 y 1876 dirigió el Jardín Botánico de la Universidad de Copenhague; desempeñó, también, los puestos de ‘Lector’ de Botánica en la Universidad Técnica de Dinamarca (1857-1862) y en el Royal Veterinary and Agricultural Collage (1858-1893). Entre 1858 y 1887 se ocupó de la edición de la Flora Danica (oedeR et als., 1761-1887). Datos biográficos de John Lange en Charles Henri Flahault (1898); Alfred haNseN (1967); Abílio FeRNáNdes (1979); Julio heNRiques (1979) y Kjell luNdquist (1995).

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pasado a la historia de la Botánica hispana más por su colaboración con Moritz Willkomm que por su propio trabajo de herborización.

Ernest Saint-Charles Cosson (1819–1899), médico y botánico francés; fundador de la Association française d’exploration botanique, que pronto atrajo a numerosos suscriptores, organizó campañas de recolección en zonas poco conocidas del mediterráneo occidental, particularmente en Argelia y en España; desde 1851 fue adjunto a la Comisión Científica de Argelia24.

Napoleon-Manuel Kheil (1849-1923), zoólogo alemán, entomólogo, ocasionalmente interesado por la Botánica, y fiel amigo de Moritz Willkomm, estudió las sierras españolas del meridión en los años finales del siglo (1889-1895) y realizó al menos seis viajes de exploración, aunque sus consideraciones geobotánicas fueron poco relevantes25.

24. Sobre Ernset Cosson cf. Louis Édouard buReau (1890).

25. Datos biográficos de Napoleon-Manuel Kheil en V. vávRa (1924). Carlos Pau (1897b) determinó, e hizo públicas, algunas de las plantas colectadas por Napoleon Kheil, durante los meses de junio y julio de 1897, en Sierra de Gata (Cáceres), Sierra María, Ciudad Rodrigo y la Albufera de Valencia.

Ernest Saint-Charles Cosson (1819–1899)Fotografía de Th. Truchelut & Valkman

Fondo de la Société de Geographie de París, p. mº 1212.

Napoleón Kheil (1849-1923)Fotografía procedente del Álbum Národní,

p. 102. Národní knihovna České republiky (Praga)

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Georges Rouy (1851-1924), botánico y periodista parisino, efectuaría su primera excursión por España en 1877 y, desde entonces, viajaría a nuestro país con periodicidad prácticamente anual hasta 1883 (Rouy, 1881, 1882-1883, 1884, 1888); difundió sus herborizaciones a través de la Comptoir parisien d’échanges de plantes, fundada por él mismo, la cual le permitió mantener amplios contactos con el resto de botánicos y herbarios europeos26. Compañero y buen amigo de Georges Rouy fue el botánico francés, nacido en Lille, Auguste-Henri Cornut de la Fontaine de Coincy (1837-1903), él también pisó nuestro suelo y, como resultado de sus estudios, nos dejó una Ecloga plantarum hispanicarum..., publicada de manera seriada (coiNcy, 1893, 1895, 1897, 1898, 1901)27. Coetáneo a ellos es el agrostólogo austríaco Eduard Hackel (1850-1926), quien recolectó ejemplares de su especialidad a finales de la década de 1870.

El clérigo tirolés Rupert Huter (1834-1919), el sacerdote lombardo Pietro Porta (1832-1923) y el farmacéutico italiano Giorgio Rigo (1841-1922) componen un trinidad casi indisoluble en la exploración botánica de nuestro suelo; viajaron y trabajaron juntos, elaboraron y distribuyeron exsiccata presentes en numerosos herbarios, tanto de la Península Ibérica como en las Baleares28. En 1880 herborizaron en compañía del farmacéutico germano Paul-Ernst Sintenis (1847-1907) (PoRta, 1887, 1892, 1896)29. Las Baleares habían sido estudiadas, a finales de la década de 1870, por Paul Marès (1826-1900) (maRès, 1880)30.

Elisée Reverchon (1835-1914) realizó un arduo trabajo de herborización por el sur de Francia (1867-1877), Córcega (1878-1880), Cerdeña (1881-1882), Creta (1883), Argelia (1896-1898) y España (1887-1906)31; repartió numerosas colecciones de exsiccata, con etiquetas impresas, entre las de procedencia hispana se encuentran: Plantes de l’Andalousie (1887, 1888, 1889, 1890), Plantes d’Espagne. Plantes de Valence (1891), Plantes d’Espagne. Province de Teruel (1892, 1893, 1894, 1895), Plantes d’Espagne. Province de Grenade (1900, 1901, 1902, 1906), Plantes d’Espagne. Province de Jaen (1901), etc.; algunas de sus novedades fueron dadas a conocer, por el farmacéutico militar Jean-Odon Debeaux (1826-1910), ante la Société française de Botanique (debeaux, 1894, 1895,

26. Fue secretario del Sindicato de Prensa de París y autor de una Flore de France... (Asnières, París, etc., 1893-1913, 14 vols.); mantuvo correspondencia con Francisco Loscos y fue miembro de la Sociedad Linneana Matritense (1878-1882), se vinculó a ella en los últimos momentos de su actividad (goNzález bueNo, 1982a). Su biografía fue compendiada por Henri litaRdièRe (1927). Datos sobre su contribución a la botánica hispana en Honor C. PReNtice (1977); Julia baRaNda RodRíguez (1984) y Antonio moliNa et als. (2008).

27. A Georges Rouy dedicaría Auguste-Henry de Coincy su Centaurea rouyi Coincy, Journal de Botanique, 13: 165. 1899. Acerca del concepto de algunos de los taxones descritos por Auguste-Henri de Coincy se han manifestado Gabriel blaNca (1981) y Ginés lóPez (1981).

28. John Lange les dedicó un taxón, bajo el significativo nombre de Cuscuta triumvirati Lange, herborizado “In montibus Nevadensis ad Dornajo, 2000 metr. Alt., Erinaceam vastans, 4 Aug. 1879 statu florente a clarr. Huter, Porta et Rigo lecta” (laNge, 1881: 99). Agradezco a Vernon H. Heywodd que llamara mi atención sobre este taxón.

29. De las recolecciones efectuadas por Rupert Huter, Pietro Porta y Gregorio Rigo en tierras hispanas, entre 1890 y 1891, se ocupó Carlos Pau (1892); la expedición almeriense de Pietro Porta, realizada en 1890, ha sido analizada por Amalia gaRcía gea (2003). Datos biográficos de Pietro Porta en Lorenzo zaNettiN, Domenico Fava, Fiorenza tisi, Noemi toRNadoRe (1998); sobre la localización de su herbario escribieron Lorenzo zaNettiN, Noemi toRNadoRe (1994).

30. Información bio-bibliográfica sobre Paul Marès en Jules-Aime battaNdieR (1900).

31. En junio de 1891, en compañía de Carlos Pau y Cayetano Torres, visitó Peñagolosa (Castellón); en 1893 y 1894 herborizó, junto a Doroteo Almagro, por la Sierra de Albarracín (jaime gómez, jaime loRéN. 1988); de sus excursiones por la Sierra de Cazorla se ocuparon Charles-Carmichael lacaita (1929); Vernon H. heyWood (1954; 1961) y Emilio FeRNáNdez galiaNo, Vernon H. heyWood (1960).

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1897)32; otras fueron publicadas por Gabriel Marie Joseph Hervier-Basson (1846-1900), quien también herborizó en suelo español, a través del Bulletin de l’Académie Internationale de Géographie Botanique editado en Le Mans (heRvieR-bassoN, 1905-1907)33.

En los años finales del siglo XIX recolectó en la Península Ibérica el abad Michel Gandoger (1850-1926), formado como médico; incansable colector de plantas, su herbario, conservado en Lyon, consta de más de 800.000 pliegos. Director de la Feuille des Jeunes Naturalistes; fue especialista en el género Rosa L.34. aunque con un concepto harto heterodoxo –excesivamente analítico- en cuanto a taxonomía botánica35. En 1894 recorrió los Picos de Europa y las regiones del nordeste

32. Michel gaNdogeR (1910) ofrece datos biográficos y bibliográficos sobre Jean-Odon Debeaux.

33. Algunas notas, críticas, en torno a las determinaciones realizadas por Hervier-Basson sobre los materiales distribuidos por Elisée Reverchon fueron publicadas por Carlos Pau (1904; 1905a; 1906; 1907a).

34. Su Essai sur une nouvelle classification des roses de l’Europe… (gaNdogeR, 1876) fue publicado, en fascículos, por El Laboratorio, Revista de Farmacia y ciencias accesorias. [Segunda época del Boletín del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona]. Datos bio-bibliográficos en Jean Baptiste chaboNell (1927).

35. Miembro de la Sociedad Linneana Matritense (1878-1882), residente en Arnas (Francia), se integró en ella en 1881 (goNzález bueNo, 1982a). Una síntesis de sus viajes por la Península Ibérica en Christian baNge (1993). Francisco

Georges Rouy (1851-1924)Fotografía de Pierre Petit (París), c. 1885

Biblioteca dell' Orto botánico. Università degli Studi di Padova, signatura: IB.T.39

Eduard Hackel (1850-1926)Fotografía de G. Haslinger (Sankt Pölten), c. 1879.

Universidade de Coimbra, Botânica, signatura B-76-6-(8)

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peninsular (gaNdogeR, 1895-1896); durante 1895 herborizó por Guipúzcoa, Navarra, Burgos y Zaragoza; de 1896 datan sus herborizaciones en Castilla y Andalucía. En total realizó 24 viajes de herborización por la Península Ibérica, entre 1894 y 1912; cada uno de ellos de entre dos y cuatro meses de duración. El conjunto de las plantas herborizadas en sus viajes por la Península Ibérica fue presentado, a modo de catálogo, en un solo volumen (378 p.), publicado en París, en la primera década del siglo XX (gaNdogeR, 1917).

El estadounidense Edward Louis Herman Knoche (1870-1945), de origen alemán, visitó las Baleares en los comienzos del siglo XX; su interés hacia este territorio vino propiciado por los comentarios del geobotánico Charles Henri Marie Flahault (1852-1935), con quien estudió en Institut de Botanique de Montpellier, durante una excursión conjunta a la Isla de Mallorca,

Loscos presenta un extracto de sus registros sobre flora aragonesa (loscos, 1884) y Carlos Pau (1897a) ofrece una síntesis de sus novedades florísticas procedentes de sus viajes por España: “Pocas excursiones han sido hechas en estos tiempos por botánicos extranjeros que puedan compararse á las practicadas por nuestro amigo: exceptuando las de Porta, no conozco otro alguno que haya recogido tanta variedad de plantas y tan notables...” (Pau, 1987a: 66). Alguna de sus novedades han sido estudiadas por Santiago castRoviejo (1982); Patxi heRas, Marta iNFaNte (1998) se ocuparon de las hepáticas y musgos por él recolectados en el País Vasco.

Pietro Porta (1832-1923), Rupert Huter (1834-1919) y Gregorio Rigo (1841-1922)

Fotografía de Giacomo Bozzoni (Riva de Trento), c. 1912

Biblioteca dell' Orto botánico. Università degli Studi di Padova, signatura: IB.FF.24

Michel Gandoger (1850-1926)Fotografía [dedicada a Roberto de Visani,

18/03/1876].Biblioteca dell' Orto botánico. Università degli

Studi di Padova, signatura: IB.L.3

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realizada en 1905. Durante siete años recorrería todo el archipiélago; el resultado fue su tesis doctoral: Flora balearica. Étude Phytogeographique sur les îles Baléares, una obra en cuatro volúmenes, publicados entre 1921 y 1923 (KNoche, 1921-1923); los dos primeros resumen las excursiones realizadas y presentan un catálogo sistemático de la flora del archipiélago; el tercero se centra en la fitogeografía y el último queda dedicado a los grabados donde se representa las especies críticas y nuevas36.

El botánico y político liberal inglés Charles-Carmichael Lacaita (1853-1933) inició sus viajes de exploración hispanos en 1882 y 1884, recorriendo principalmente el Levante. En 1923 regresó a España, a raíz de su estudio del género Echium L., lo hizo en compañía del farmacéutico Edmund-Gilbert Baker (1864-1949); a este siguieron los viajes realizados en 1925, en 1926 con el francés Émile Jahandiez (1876-1938), en 1927 junto al conservador del British Museum, Alfred James Wilmott (1888-1950) y, el último, emprendido en el verano de 1928, acompañado por Josep Cuatrecasas37.

36. Una obra no exenta de críticas (cf. goNzález FRagoso, 1922; FoNt i queR, 1924b). Datos bio-bibliográficos en John H. thomas (1959).

37. Josep Cuatrecasas se ocupó de realizar la nota necrológica para la revista Cavanillesia (cuatRecasas, 1934); también escribieron sobre él Renato PamPaNiNi (1933) y Alfred James WillmoNt (1933).

Charles-Carmichael Lacaita (1853-1933) en Sierra Morena, durante el verano de 1928

Fotografía de Josep CuatrecasasCavanillesia, 6: lám. III. 1934

Étienne-Marcelin Graniér-Blanc, Frère Sennen (1861-1937)

Fotografía anónima, c. 1900Colegio ‘La Salle Bonanova’ (Barcelona)

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Un comentario especial merece Étienne-Marcelin Graniér-Blanc, Frère Sennen (1861-1937), lasallista de origen francés, desarrolló una amplia labor como herborizador de la flora española; iniciado en el trabajo botánico bajo la influencia de Hippolyte Coste (1858-1924), mantuvo una visión extremadamente analítica frente al estudio del mundo vegetal, lo que hace que la larga serie de sus publicaciones –y el altísimo número de ‘especies nuevas’ descritas– apenas tengan valor taxonómico; no obstante, su actividad como colector –y como distribuidor de sus colecciones– merece un especial reconocimiento: de sus exploraciones por España, sur de Francia y Marruecos, repartió más de cuatrocientos mil exsiccata a las principales instituciones europeas de su época. Entre 1907 y 1937 confeccionó las treinta series (10.309 números) que forman sus exsiccata Plantes d’Espagne38.

La relación de botánicos extranjeros que estudiaron nuestra flora durante estos años es más extensa39 y es posible el establecer una red de comunicaciones entre quienes herborizaron en nuestro suelo40. Todos ellos, en mayor o menor medida, trabaron contacto con botanófilos locales; algunos, los menos, se relacionaron con las pocas instituciones científicas dedicadas al estudio de la Botánica, mas su impronta no fue significativa en el desarrollo de estos estudios en nuestro país. La excepción la constituye Morritz Willkomm, fiel valedor de un grupo significativo de ingenieros forestales españoles, con quienes colaboró desde su Cátedra de Botánica en la Escuela de Montes de Tharandt y de no pocos botánicos locales, marginados por las instituciones centrales, a los que prestaría su apoyo incondicional, mas de ellos habremos de ocupamos luego.

38. En torno a la bio-bibliografía del hermano Sennen [Etienne Marcellin Granier-Blanc] han escrito, entre otros, René maiRe (1937), Pius FoNt i queR (1938), Ramón Peñafort malagaRRiga heRas (1961; 1968; 1981; 1982; 1984); María Pilar laguía miNguillóN (1980); Joan vallès xiRau (1984a; 1986) y Juan Antonio goNzález gaRcía, Isidoro bueNo del camPo (2006).

Sus aportaciones taxonómicas han sido analizadas por buena parte de los autores que se han ocupado de la flora ibérica, entre ellos: Carlos Pau (1905b); Pierre alloRge (1930); Oswaldo socoRRo, M. Carmen esPiNaR (1988); Pablo vaRgas, Modesto luceño (1988); Josep Enric aRNold (2008); Ignasi soRiaNo (2008); Manuel B. cResPo, Pedro Pablo FeRReR (2009); Antonio José Pujadas (2011) y Javier Fabado alós, Francisco José alcaRaz, Pedro Pablo FeRReR (2019). Buena parte de su herbario (c. 85.000 especímenes) se encuentra conservado en Institut Botànic de Barcelona (BC); el Colegio ‘La Salle Bonanova’ en Barcelona, guarda un herbario con 40.000 pliegos procedentes de sus recolecciones. De su actividad en el Protectorado español en Marruecos nos ocupamos en páginas posteriores.

39. Algunos, incluso, viajaron con su imaginación, como el falsario alemán Eduard-Martin Reineck (1869-1931), distribuidor de una exsiccata apócrifa de ‘Plantas de España’, desenmascarada por Carles beNedí (1987), Carles beNedí y Llorenç sáez (1996).

40. Baste pensar en el caso de Josef Franz Freyn (1845-1903) quien empleó, en su artículo sobre novedades florísticas de la ‘Pyrenaischen Halbinsel’ (FReyN, 1893), donde describe diez nuevos taxones, siete especímenes remitidos por Elisée Reverchon, dos de las recolecciones de Otto Buchtien (1859-1946) y uno más enviado por Pietro Porta y Gregorio Rigo (sutoRý, 2010); taxones que, apenas tres meses después, quedaban incluidos por Morritz Willkomm en su Supplementum… (Willkomm, 1893). Carlos Pau, a quien el autor envió un ejemplar de su obra, ofrece una opinión crítica sobre sus novedades (Pau, 1894: 68). Su herbario, conservado desde 1905, en el Moravian Museum (BRNM), ha sido estudiado por Karel. sutoRý (2010; 2012).

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EL TEJIDO INSTITUCIONAL

la enseñanza de la botánica

El proceso de institucionalización de la Botánica española sigue, como el del resto de las Ciencias Naturales, por los derroteros centralistas establecidos durante la etapa isabelina.

El desarrollo autónomo de la disciplina prosiguió, no sin dificultades, en instituciones provenientes del período ilustrado; alguna de ellas, como el Real Jardín Botánico de Madrid, consolidadas en el organigrama científico español. Por otro lado, este desarrollo se vio potenciado por la incorporación de las enseñanzas de Ciencias y Farmacia como estudios universitarios; la primera a través de su integración en los estudios de Filosofía, la segunda tras la adscripción de los Colegios de Farmacia a sus respectivas Universidades. Además, desde la publicación de las “Ordenanzas Generales de Montes”, en 1833, se dio paso a la creación del Cuerpo de Ingenieros de Montes, para cuya formación se dotó una Escuela, inicialmente vinculada, como la de Agricultura, al propio Real Jardín, en la que la enseñanza de la Botánica tuvo amplia presencia41.

Los Jardines Botánicos

El Real Jardín Botánico de Madrid

Desde 1815, el Real Jardín Botánico quedó englobado, junto al Real Gabinete de Historia Natural, en el Museo de Ciencias Naturales; a su frente se estableció una Junta de Protección del Museo42. El nuevo organigrama administrativo no habría de hacer perder su independencia al Jardín Botánico; sus estatutos, aprobados en julio de 1817, le reconocen como una sección del Museo, pero sus designios serían dirigidos por una junta propia, formado por los profesores del Jardín; Mariano La Gasca (1776-1839) se mantuvo en la dirección de este reorganizado Botánico hasta septiembre de 1821. La entrada de los ‘Cien mil hijos de San Luis’ llevó al exilio a La Gasca, y a tantos otros botánicos que habían servido al Gobierno durante el Trienio43.

41. El desarrollo de la ciencia agraria en la España del XIX ha sido analizado por Esteban boutelou y soldevilla (1878); José del cañizo gómez, Carlos RoqueRo de labuRu (1957): José del cañizo gómez (1961); Gonzalo aNes (1970) y Jordi caRtaña i PiNeN (1991; 2000; 2005; 2008).

42. Sobre el reagrupamiento del Gabinete de Historia Natural, el Real Jardín Botánico, el Museo del Laboratorio de Química y el Estudio de Mineralogía, para constituir un Real Museo de Ciencias Naturales cf. Alberto gomis blaNco (1999).

43. En torno al exilio de Mariano La Gasca, y a la elaboración de su ‘Hortus Siccus Londinensis’ se han ocupado George Claridge DRuce (1908); James BRitteN (1924); Luis Ángel iNda aRameNdía, Begoña aguiRRe-hudsoN (2006);

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El regreso de Mariano La Gasca de su destierro londinense, en 1835, vuelve a situarle al frente del Real Jardín de Madrid, y, de paso, a presidir la Junta Gubernativa del Museo de Ciencias Naturales, nueva institución, acuñada en 1837, para sustituir a la antigua Junta de Protección a la que el Jardín estaba adscrito.

La estrecha familiaridad existente entre Mariano La Gasca e Ignacio Graells permitió que el hijo de este, Mariano de la Paz Graells Agüera (1809-1898) fuera nombrado, en 1837, profesor de Zoología del Museo de Ciencias Naturales, el nombramiento tendría posterior repercusión en la biografía del Jardín de Madrid44.

La Gasca se mantuvo al frente del Botánico madrileño hasta su fallecimiento, acaecido en Barcelona, en 183945. Su muerte supone el final de una etapa en la historia de la Botánica; el final de una generación que había sufrido la guerra contra el Francés, el reinado de Fernando VII y la frustración de todas sus ilusiones; los que les siguen, formados de manera precaria, sin maestros, en los duros años de la década ominosa o en los primeros del reinado de Isabel II, abordarán el estudio de la Botánica con más interés que profesionalidad, por ello sus resultados no son equiparables a los obtenidos por sus coetáneos europeos46.

Vicente lloRéNs (2006); José Luis maldoNado Polo (2006; 2011) y Antonio goNzález bueNo, María Andrea caRRasco, Domingo PeRea (2015). Sobre la presencia en Málaga de parte de su biblioteca y colecciones botánicas han tratado Francisco bágueNa Novella (1958); Juan PéRez de RubíN, Carmen jiméNez meRiNo (2009); Juan PéRez de RubíN (2010a; 2010b) y Juan PéRez de RubíN, Antonio acosta, Manuel gaRRido (2010).

44. Una relación analizada detenidamente por Santiago aRagóN (2006).

45. Sobre los últimos días de Mariano La Gasca, en Barcelona, cf. Manuel RocamoRa (1955).

46. Además de los autores que se han ocupado de su exilio londinense (vide supra), y de los que citaremos en notas posteriores, se han acercado a la biografía de Mariano La Gasca; Eduardo caRReño (1840); Agustín Yáñez y giRoNa (1842); Eduardo Reyes PRósPeR (1917: 219-261); Matías Ruiz del Rey (1907); Francisco BaRRas de aRagóN (1919); Enrique gelabeRt aRoca (1944), Eduardo BalgueRías (1951); Francisco bellot RodRíguez (1976); Bartolomé casaseca (1976); Vicente maRtíNez tejeRo (1988); José Luis maldoNado (2003); Antonio goNzález bueNo (2004d); José Luis maldoNado, Miguel Ángel Puig-samPeR, Xosé Antón FRaga (2004); Antonio goNzález bueNo (2007a); Ángel heRNáNdez caRdoNa (2011), José María de jaime loRéN (2017; 2018) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

Su viaje por Asturias ha sido analizado por José Luis PéRez de castRo (1971); Manuel laíNz (1978; 1980; 1991) y Tomás díaz goNzález (2008). Sus contribuciones a la taxonomía vegetal han sido valoradas por Fernando esteve chueca (1969); Francisco bellot RodRíguez, Bernardo casaseca delgado (1975); María Andrea caRRasco de salazaR (1976b); Ginés lóPez goNzález (1979); Santiago castRoviejo (1980); Javier FueRtes, Paul A. FRyxell (1993);

Mariano La Gasca y Segura (1776-1839)Grabado de Antonio Roca sobre diseño de José Arrau Barba. En: Agustín Yáñez y Girona. Elojio [sic] de D. Mariano La-Gasca y Segura. Barcelona: Imprenta de D. Antonio Bergnes y Compañía,

1842.

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Tras el fallecimiento de Mariano La Gasca la plaza de profesor primero de Botánica pasó a José Demetrio Rodríguez (1780-1846), quien permaneció en el cargo entre 1839 y 184647; tras él la Cátedra se dividió en dos: una siguió bajo el nombre de Botánica general y fue ocupada por José Alonso Quintanilla (fl. 1814-1846), y la otra pasó a denominarse Organografía y Fisiología vegetal, esta fue desempeñada por Vicente Cutanda Jarauta (1804-1866), quien -además- se ocupó de coordinar los trabajos botánicos realizados en el Jardín de Madrid entre 1846 y 186548. Al establecerse la Facultad de Ciencias en la Universidad Central, como consecuencia de la Ley de Instrucción Pública de 1857, Vicente Cutanda dejó voluntariamente la cátedra que ocupaba,

Manuel laíNz (1993) y, en particular, por Roberto gamaRRa gamaRRa (1993), Roberto gamaRRa gamaRRa, María José moRales abad (1993) y Javier FeRNáNdez casas. Roberto gamaRRa gamaRRa (1993).

Sobre sus aportaciones a la criptogamia hispana han escrito Cayetano coRtés latoRRe (1951); Antonio goNzález bueNo (1988a) y Antonio goNzález bueNo, María Andrea caRRasco, Domingo PeRea (2016). Y de su interés por el desarrollo de la Agricultura se han ocupado Ricardo téllez moliNa, Manuel AloNso Peña (1952); José Vicente malato-beliz (1976); Ricardo téllez moliNa (1976); Joaquín FeRNáNdez PéRez, Alberto gomis blaNco (1990); María Andrea caRRasco et als. (2001) y Fernando maRtíN (2011).

47. Con anterioridad, entre 1806 y 1827, había ejercido como profesor segundo en este mismo establecimiento; el periódico El Clamor Público (04/06/1846) da noticia de su fallecimiento. De las plantas herborizadas por José Demetrio Rodríguez se han ocupado Manuel laíNz, Félix muñoz gaRmeNdia, Mauricio velayos (1998) y María Andrea caRRasco et als. (2000).

48. Heinrich-Moritz Willkomm, que le dedicó el género Cutandia Willk. Botanische Zeitung 18(15): 130. 1860, escribió su nota necrológica (WillKomm, 1866). Sobre Vicente Cutanda cf. María Luisa cutaNda (1992) y Paloma blaNco in RAH.DB-e.

Plano del Real Jardín levantado por Alfonso de Areitio y Larragaña en 1875 En: Miguel Colmeiro y Penido. Bosquejo histórico y estadístico del Jardín Botánico de Madrid.

Madrid: Imprenta de T. Fortanet, 1875.

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que pasó a Miguel Colmeiro, y se trasladó a la de Fitografía y Geografía botánica, asignatura que se había desgajado de la que anteriormente impartía.

Pascual Asensio Pastor (1797-1874) actuó como Jardinero mayor –y profesor de Botánica agrícola- entre 1834 y 1860, compaginó este empleo con la dirección de la Escuela central de Agricultura49; tras su cese, el cargo de Jardinero mayor fue desempeñado por Pedro Viera, quien se ocupó del mantenimiento del Real Jardín hasta 1866.

En las décadas centrales del XIX la estructura física del Jardín Botánico soporta importantes reformas: se remodela la Escuela práctica, entre 1847 y 1848, para adaptarla a la clasificación propuesta por De Candolle; se construye, en 1852, una ‘estufa templada’, en madera, seguida, en 1856, de una ‘estufa para palmas’, de ladrillo, cristal y hierro, junto a la noria alta, la hoy conocida como ‘Estufa de Graells’; la terraza alta –el ‘plano de la flor’- se somete, entre 1853 y 1858, a sustanciales cambios, rematados, en 1859, con la construcción del estanque central, ornado con un busto en bronce consagrado a Linneo, que aún se mantiene; y el encargo, en 1858, de las cuatro estatuas dedicadas a José Quer, Antonio José Cavanilles –realizada por José Pagniucci- Mariano La Gasca –obra de Ponciano Ponzano- y Simón de Rojas Clemente, erigidas en 1866 y que aún se levantan sobre sus pedestales en el paseo alto de Casimiro Gómez Ortega.

49. Tras él, el cargo de Jardinero mayor no llevó aneja la cátedra de Agricultura, disciplina que desaparece del organigrama del Real Jardín en 1857, como señalará Miguel colmeiRo (1875: 60). Datos bio-bliográficos de Pascual Asensio en Alberto gomis blaNco in RAH.DB-e.

El ‘Pabellón Villanueva’ del Real Jardín Botánico de Madrid. Fotografía, 1868Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

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Desde 1849 vuelven a editarse los Index seminum… del Jardín de Madrid, prácticamente abandonados desde los comienzos del siglo, y que habrán de perdurar hasta nuestros días50.

No fueron menos importantes los cambios administrativos. La reforma de la Instrucción Pública acometida en 1845 -el ‘Plan Pidal’- hizo depender todas las estructuras del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Jardín Botánico incluido, de la Universidad Central. Las funciones del jefe de la antigua Junta Gubernativa del Museo quedaban asumidas por el rector de la Universidad. Los profesores del Jardín, al igual que los del resto del Museo de Ciencias Naturales, quedaron adscritos a la Universidad de Madrid. Mediante un Real Decreto de 7 de enero de 1857 (Gaceta 09/01/1857), la Junta del Museo de Ciencias Naturales, en cuya estructura se incluía el Real Jardín Botánico, pasó a estar integrada por los catedráticos de las correspondientes disciplinas científicas de la Universidad Central.

Desde algunos años atrás, mediante Real Orden de 26 de enero de 1848, Mariano de la Paz Graells, ya profesor de la Universidad Central, pasó a ejercer la dirección del Museo de Ciencias Naturales, siendo responsable último del ‘Jardín Botánico del Museo de Ciencias’51; su

50. Estos ‘años grises’ del Real Jardín Botánico, los correspondientes al siglo XIX, han sido analizados, entre otros, por Miguel colmeiRo y PeNido (1844; 1867; 1869; 1875); Heinrich-Moritz WillKomm (1851); mariano de la Paz gRaells y agüeRa (1864); Romualdo G. [goNzález] FRagoso (1888); Apolinar-Federico gRedilla (1911), Francisco bellot RodRíguez (1982); Santiago castRoviejo (1983); Juan ARmada, Santiago castRoviejo (1994); Alfredo baRatas díaz (1996; 1998); José Luis maldoNado Polo (1996) y Antonio goNzález bueNo (2005).

De la importancia de los Index seminum… como elemento de conexión entre jardines botánicos ya dio cuenta Miguel colmeiRo y PeNido (1868).

51. La poliédrica figura de Mariano de la Paz Graells ha sido objeto de multitud de aproximaciones; bio-bibliográficas; señalamos las publicadas por Antonio vila Nadal (1888); Salvador caldeRóN aRaNa (1898); Florencio salameRo (1907); Luis Mariano vidal (1907b); Ramón ageNjo (1943); Eliseo H. FeRNáNdez vidal (1992); Eduardo heRNáNdez-

Cercado de rumiantes en el Real Jardín de Madrid. Fotografía [c. 1860] Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid (AMNCN 326/018 foto 2)

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formación zoológica le llevó a realizar uno de los mayores cambios vividos por el Jardín de Madrid en el XIX: ampliar a los animales su actividad aclimatadora, lo que supuso la creación, en el interior del Jardín, en 1857, de un pequeño zoológico de aclimatación; tuvo este una vida

Pacheco (1944); Xosé FRaga (1998, 2001); Juan PéRez de RubíN (2002a); Santiago aRagóN (2006; 2009a; 2009b): Santos casado (2009a; 2009b; 2009c); Emilio ceRvaNtes (2009); Andrés galeRa (2009); Alberto gomis (2009); Juana gutiéRRez de diego (2009); Juana gutiéRRez de diego, Emilio ceRvaNtes, Carlos maRtíN escoRza (2009), Carolina maRtíN albadalejo, Isabel izquieRdo moya (2009) y Mariano ayaRzagüeNa in RAH.DB-e.

Sus aportaciones a la Paleontología han contado con los estudios de Miguel goNzález FabRe, Octavio Puche RiaRt (2005) y Santiago aRagóN, Isabel RábaNo (2015); alguno de sus estudios antropológicos han sido comentados por Alberto gomis (2017). Sus trabajos en pro del desarrollo de la Zoología han sido analizados por Alberto gomis (1995) y Santiago aRagóN (2009c); su visión sobre los estudios herpetológicos ha sido valorada por Carolina maRtíN albaladejo, Borja saNchiz (2013) y Carolina maRtíN albaladejo, Rosa María gómez PRieto, Borja saNchiz (2013). Su apoyo al asentamiento de la Oceanografía valorado por Luis valdés satuRio (2009) y su contribución al estudio de la entomología española por Isabel izquieRdo, Carolina maRtíN albaladejo (2008); Isabel izquieRdo moya (2009); Ignacio PéRez moReNo et als. (2009) y José Javier RamíRez altozaNo (2010). De su postura conservacionista se ha ocupado, de manera específica, Juan José FeRReRo gaRcía (2011; 2012a; 2012b).

Su contribución a la botánica hispana fue valorada por Antonio goNzález bueNo, Daniel sáNchez-mata (1988a); María Andrea caRRasco et als. (1997a; 1997b); María Andrea caRRasco, Carlos maRtíN-blaNco, Domingo PeRea (2001); Juan PéRez de RubíN (2002b); Paloma blaNco (2009) y Domingo PeRea, María Andrea caRRasco, Paloma blaNco (2009).

Mariano de la Paz Graells y de la Agüera (1809-1898)

Fotografía anónima, c. 1865Acta Horti Bergiani, 3(3): lám. 134. Stockholm, 1905

Miguel Colmeiro y Penido (1816-1901)Fotografía ‘ca. 50 annos nato’

Acta Horti Bergiani, 3(3): lám. 134. Stockholm, 1905

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efímera, fue trasladado, en la primavera de 1869, al cercano parque de El Retiro, entonces recién cedido a la municipalidad de Madrid52.

Mariano de la Paz Graells dirigió los destinos del Museo Nacional de Ciencias Naturales hasta abril de 1867, el nuevo Reglamento aprobado en dicho año para el Museo de Ciencias Naturales disponía el nombramiento de un Comisario regio, cargo que fue ocupado por Francisco Méndez Álvaro (1806-1883). En 1868, al estallar la Gloriosa y, tras cederse al pueblo de Madrid el antiguo parque regio de El Retiro, se abrió la vía que separa el Jardín del Real Sitio, como consecuencia se levantó una primera tapia de ladrillo y verja, reformada en 1895.

Un nuevo Reglamento, aprobado por Real Decreto de 10 de junio de 1868, permitió disgregar el Jardín Botánico del Museo Nacional de Ciencias Naturales, su dirección quedó encomendada a Miguel Colmeiro y Penido (1816-1901)53; él condujo el establecimiento hasta

52. El propio Mariano de la Paz Graells dio cuenta de este reacondicionamiento de espacios (gRaells, 1864). A ello dedicó un exhaustivo estudio monográfico Santiago aRagóN (2005); un interesante conjunto iconográfico de este espacio fue dado a conocer por Santiago aRagóN, M. Carmen velasco (2008).

53. Datos biográficos de Miguel Colmeiro en Blas lázaRo e ibiza (1901); Ignacio J. iNza (1907a); Francisco bellot (1956); Joaquín FeRNáNdez PéRez (1984); Antonio goNzález bueNo (2003) y Santos casado de otaola in RAH.DB-e. Sobre su contribución a la taxonomía cf. María Andrea caRRasco et als. (1998). Entre sus aportaciones más significativas se incluyen las dedicadas a la fito-etnografía y a la historia; de las primeras se han ocupado Matilde chica-Pulido, Carlos FeRNáNdez lóPez (1993) y Ángel goicoetxea (1999); las segundas han sido menos estudiadas, salvo el trabajo a ellas dedicado por Leoncio lóPez-ocóN (1992). Su aportación como autor de libros de texto dedicados a la Botánica ha sido analizada por Alberto gomis (2004).

Glorieta de Linneo. Real Jardín Botánico de Madrid. Fotografía de comienzos del siglo XX Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

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1900. Durante este casi medio siglo de vida del Jardín de Madrid ocuparon el cargo de Jardinero mayor Francisco Alea (fl. 1843-1888), entre 1866 y 1887, y Luis Aterido Ramos (1851-1929), desde 1888 hasta 191854.

Los años en que Miguel Colmeiro permaneció al frente del Jardín fueron especialmente duros para la institución, en particular los posteriores a la década de 1880. En marzo de 1882 el Gobierno segregó un amplio espacio del Jardín, casi dos hectáreas de las poco más de diez que ocupaba, para construir unas dependencias estatales; el proyecto, finalmente ejecutado por Ricardo Velázquez Bosco, entre 1893 y 1897, pasó por ser Escuela de Artes y Oficios y Facultad de Ciencias (1881), Escuela de Artes y Oficios (1882), Facultad de Ciencias y Gabinete de Historia Natural (1885), nuevamente Escuela de Artes y Oficios (1886) y, por fin, Ministerio de Fomento (1891). En mayo de 1886 un violento ciclón derribó más de 500 árboles (colmeiRo, 1892), la reparación de los desperfectos causados necesitó de un amplio presupuesto que exigió subasta pública (Gaceta 11-IX-1886). En 1893 los libreros se instalaron en la cuesta de Moyano, la creación de esta calle privó al Jardín de 270 árboles y provocó una notable modificación de su línea perimetral que afectó al, ya mermado, equilibrio de su espacio.

Mas no todos fueron pérdidas, también hubo algunos logros, entre ellos las labores de catalogación, bibliográfica y de herbario, realizadas por el propio Colmeiro, no pocas en colaboración con Tomás Andrés Tubilla (c. 1860-1882), ayudante del Jardín desde mayo de 187955. Otros afectan a la propia estructura del Jardín: la construcción de una nueva estufa de hierro, en 1872, sobre la de madera de 1852; la reforma de sus estufas y la restauración de portadas, pilastras y verjas, realizada por Francisco Jareño en octubre de 1875; los cerramientos con verja formados por los arquitectos Eduardo Saavedra, en el verano de 1887, y por José Urioste, este aprobado en septiembre de 1895; las continuas reparaciones de ‘estufas viejas’ emprendidas en 1888 y 1891, esta última a cargo de José Ortiz, quien también se ocupó de las obras de reparación de la biblioteca, llevadas a cabo en noviembre de 1895 y en febrero y mayo de 1898, a la par que de la reparación de las casetas de los jardineros, realizadas en julio de 1896; la construcción de un nuevo depósito para el agua, en julio de 1896, sobre diseño de José Urioste; la demolición del molino de agua y la conexión a la red de distribución efectuada por Ricardo Velázquez, en el verano de 1894; la apertura de la puerta superior del Jardín y consolidación de estufas, realizada, en julio de 1897, por José Urioste; o las reparaciones de techumbres y cornisas acometidas por Iradier, en una serie inacabable de pequeños arreglos con los que se pretendía mantener una institución físicamente caduca, fiel reflejo de su desarrollo científico. De entre todas ellas merece especial relevancia la dotación primigenia de las aguas del Canal de Isabel II al Jardín Botánico llevadas a cabo en la primavera de 1886, bajo la dirección de Eduardo Saavedra.

Otras reformas quedaron en proyecto, tal la construcción de una Facultad de Ciencias en los terrenos colindantes con el Paseo de Atocha, diseñada por Eduardo Saavedra en 1882 –y reinterpretada en 1887- en el espacio que hoy ocupa la estatua de Claudio Moyano y los jardines colindantes; el edificio destinado al mismo fin proyectado por Ricardo Velázquez, en 1893, para

54. Período en el que estuvo a cargo del Index Seminum… editado por la Institución; en 1888 fue premiado en el concurso agrícola de Madrid. Datos bio-bibliográficos de este jardinero, y activo recolector botánico, en Ángel ateRido FeRNáNdez in RAH.DB-e.

55. Aunque por poco tiempo, falleció en los inicios de 1882. apenas cumplidos los 22 años. Datos biográficos en la nota necrológica publicada por Blas lázaRo e ibiza (1882). Sobre la organización del ‘Herbario Español’ del Real Jardín Botánico escribió Blas lázaRo e ibiza (1911).

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los terrenos limítrofes con la calle de Alfonso XII. En estos años, finales del siglo, el Jardín estuvo atenazado no sólo por los hierros de las vías que unían Madrid con Aranjuez, sino por la presencia creciente de casas de vecindad que le rodearon hasta casi ahogarlo.

Odón de Buen (1863-1945) describiría el estado del Jardín madrileño en estos términos:

“Puede decirse que desde los tiempos de La Gasca la Botánica española ha ido en decadencia; se conservó algún tiempo la tradición sentada por los Quer, G. Ortega, Mutis, Ruiz y Pavón, Asso, Cavanilles y La Gasca, pero sin implantar sucesivamente aquellos progresos que en otros países iban tomando carta de naturaleza; y, de este modo, el primer centro botánico en España vino a quedar colocado en los últimos de la fila, después de haberse sostenido tan largo tiempo a la cabeza de los establecimientos científicos de esta índole...” (bueN, 1897, 1: 116).

La Junta para Ampliación de Estudios [JAE] habría de sacarlo de esta agonía, y convertirlo en un nuevo espacio para la investigación. Poco añadieron al desarrollo de esta institución quienes dirigieron sus tareas tras el fallecimiento de Miguel Colmeiro; inicialmente Apolinar-Federico Gredilla y Gauna (1859-1919), catedrático de Organografía y Fisiología vegetal56 y, con

56. Sería su sucesor, al frente del Real Jardín, Eduardo Reyes Prósper, quien se ocupara de redactar su nota necrológica (Reyes PRósPeR, 1920). Él atribuye a su antecesor el acondicionamiento de un espacio para la investigación en Fisiología vegetal (Reyes PRósPeR, 1920: 109).

Apolinar-Federico Gredilla y Gauna (1859-1919) Fotografía, c. 1910.

Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

Eduardo Reyes Prósper (1860-1921)Fotografía de ‘Cámara’, 1916

La Esfera, 3(116): 17. Madrid, 18/03/1916

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posterioridad, Eduardo Reyes Prósper57, catedrático de Fitografía y Geografía botánica, ambos cristalógrafos en sus años iniciales de investigación.

Una de las primeras actuaciones de la Junta fue la fundación del Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, un espacio institucional, diseñado a mediados de febrero de 1910, en el que quedaban agrupados todos los centros de investigación relacionados con el medio natural, entre ellos el Real Jardín Botánico de Madrid58.

Dentro de sus denuedos europeizantes, la JAE intentó, desde el Instituto Nacional de Ciencias Naturales, adecuar la investigación realizada en el Botánico a los modelos imperantes en Europa. La remodelación de la estructura del Jardín de Madrid fue discutida en la sesión de la Comisión Directiva de la JAE celebrada el 14 de junio de 1910 y aprobada en el pleno de la Junta reunido dos días después; sus decisiones se hicieron efectivas mediante la inmediata publicación de una Real Orden, fechada el 26 de julio de 1910 (Gaceta 03/08/1910).

La reforma del Jardín Botánico, como otros proyectos auspiciados por la JAE en la primavera

de 1910 -creación del Centro de Estudios Históricos, de la Residencia de Estudiantes o de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, edición de publicaciones científicas, etc.-, es el resultado de un proceso larvado, desde tiempo atrás, por José Castillejo Duarte (1877-1945) desde la secretaría de la Junta, a la que se reincorporó, pleno de ideas, el 18 de febrero de 1910.

El renovado Jardín Botánico quedó estructurado en cuatro secciones: Cultivos Generales, encomendada al director del centro, Apolinar Federico Gredilla, quien ya venía desempeñando tal responsabilidad; Algas y Musgos, para cuya dirección se nombró a Eduardo Reyes Prósper, hasta entonces responsable de la Sección de Herbarios; y dos nuevas secciones: Cultivos

57. Datos biográficos y bibliográficos de Eduardo Reyes Prósper en Agustín Jesús baRReiRo (1915); Andrés liNaRi (1921); Santos casado (1999) y Francisco Teixidó in RAH.DB-e. Su herbario ha sido estudiado por Santos ciRujaNo, María Antonia RodRigo (2019).

58. Una descripción de su génesis y funcionamiento fue publicada por el propio Ignacio bolívaR (1939); un análisis histórico en Alberto gomis blaNco (2007). En lo que respecta al Real Jardín cf. I Ignacio bolívaR (1930); Tomás gallaRdo, Antonio goNzález bueNo (1988); Antonio goNzález bueNo, Tomás gallaRdo (1988); Antonio goNzález bueNo (2007b; 2010b); Alfredo baRatas díaz (2005); Francisco Pelayo lóPez (2007) y Miguel cabañas bRavo, Idoia muRga castRo (2016).

Real Jardín Botánico de Madrid Fotografía, c. 1930.

Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

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Especiales, para la que se propuso a Blas Lázaro e Ibiza, y Microbiología, asignada a José Madrid Moreno59.

La elección de los nuevos responsables de las secciones que habrían de instalarse en el Real Jardín de Madrid no responde al azar. Ambos profesionales fueron previamente adiestrados por la JAE. Blas Lázaro e Ibiza (1858-1921) había disfrutado, entre diciembre de 1908 y octubre de 1909, de una pensión para estudiar los principales laboratorios criptogámicos europeos, desde una perspectiva claramente inspirada en la posible aplicación industrial de sus estudios60. Apenas terminada esta comisión le fue encomendada otra, esta vez junto a José Madrid, para participar, como representantes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en el III Congreso Internacional de Botánica celebrado en Bruselas en mayo de 1910; la asistencia al evento fue acompañada de nuevas visitas a centros de investigación y del establecimiento de contactos científicos de los españoles con su colectivo profesional de referencia61.

La remodelación propuesta desde la JAE habría de encontrar no pocos obstáculos entre los profesionales de la Botánica anclados en la vieja estructura administrativa62, cuyos poderes se veían reducidos en el nuevo organigrama diseñado desde el Instituto Nacional de Ciencias Naturales63. Ante el inmovilismo de la cúpula del Real Jardín, la investigación botánica propiciada

59. De esta reforma dio cuenta la prensa profesional médica, cf. El Siglo Médico, 13/08/1910.

60. Cf. Blas lázaRo e ibiza (1910). Este botánico cuenta con una amplia serie de estudios bio-bibliográficos; de su figura se han ocupado: Pius FoNt i queR (1921): Joaquín mas-guiNdal (1921); Rafael Folch aNdReu (1922; 1926); Cayetano coRtés latoRRe (1955); Salvador Rivas goday (1958; 1969); Francisco bellot RodRíguez (1972); Antonio goNzález bueNo (1981a; 1981b; 1982b; 1987b; 1988b; 1992; 1995; 1996b; 2003; 2004b; 2007c); Vicente maRtíNez tejeRo (1984); Antonio goNzález bueNo, María Socorro salvadoR PRieto (1995); Francisco Javier dosil maNcilla (1999); Ángel goicoetxea maRcaida (1999); Manuel laíNz (2012) y Antonio González Bueno in RAH.DB-e.

Su aportación al conocimiento de la botánica hispana ha sido valorada por Francisco de D. caloNge (1972); Jorge Eduardo WRight, Francisco de D. caloNge (1973); Leif RyvaRdeN, Francisco de d. caloNge (1976) y Antonio goNzález bueNo, Montserrat gutiéRRez bustillo, Carmen NavaRRo (1986).

61. Cf. Blas lázaRo e ibiza, José madRid moReNo (1912); un análisis pormenorizado de la participación de los representantes españoles en el Congreso de Bruselas, en Francisco Javier dosil maNcilla (1999).

62. No olvidemos que, en las instalaciones del Real Jardín Botánico, se cursaban las asignaturas de Técnica Micrográfica e Histología Vegetal y Animal, Organografía y Fisiología Vegetal, y Fitografía o Botánica Descriptiva, pertenecientes al plan de estudios de la Licenciatura en Ciencias (Sección Naturales) de la Universidad de Madrid; una situación que ha sido estudiada por Alfredo baRatas díaz (2005) y Alfredo baRatas díaz, Antonio goNzález bueNo, Pedro Ruiz castell (2007).

63. Sobre las polémicas surgidas en la reorganización institucional del Real Jardín de Madrid nos hemos ocupado en Antonio goNzález bueNo (2010b).

Ignacio Bolívar Urrutia (1850-1944)Fotografía anónima

Archivo de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Madrid)

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El Pabellón Villanueva. Fotografía realizada en 1930. Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

por la JAE se desarrolló en las instalaciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales hasta que, a comienzos de julio de 192164, el entomólogo Ignacio Bolívar Urrutia (1850-1944), cumplidos ya sus setenta años, recién jubilado de su Cátedra en la Universidad Central, asumiera la dirección del establecimiento botánico y se ocupara de su reestructuración65. Apenas unos meses antes, en octubre de 1920, Antonio García Varela (1875-1942)66, recién nombrado catedrático de Organografía y Fisiología Vegetal de la Universidad Central, había sido designado jefe de la Sección de Cultivos Especiales del Jardín de Madrid, un puesto vacante tras la dimisión

64. Ignacio Bolívar asumió la dirección del Real Jardín mediante Real Orden de 16/07/1921 (Gaceta 24/07/1921), tras el fallecimiento de Eduardo Reyes Prósper; renunció al cargo tras completar la reorganización del Centro; su dimisión fue admitida por Real Orden de 22/10/1930 (Gaceta 28/10/1930).

65. La figura de Ignacio Bolívar, ‘patriarca de las Ciencias Naturales en España’, ha contado con múltiples acercamientos biográficos; señalamos los de Manuel cazuRRo Ruiz, José aRias escobet (1921); José del cañizo gómez (1944); Blas cabReRa (1945); Enrique Rioja (1945); Manuel máRquez (1945); Boris-Petrovitch uvaRov (1945); Ismael del PaN (1949); Rafael alvaRado (1989); Alberto gomis blaNco (1997b; 2002a); Manuel laíNz (2001b); María del Mar meRiNo (2001); Miguel Ángel Puig-samPeR (2016) y Alberto gomis blaNco in RAH.DB-e.

66. Discípulo de Ignacio Bolívar, inicialmente formado en Entomología; desde que ocupó, en 1920, la Cátedra de Organografía y Fisiología vegetal de la Universidad de Madrid, ubicada en el Real Jardín Botánico, se decantó por los trabajos de esta disciplina. Fue jefe de cultivos, subdirector y, entre 1930 y 1937, director del Jardín Botánico de Madrid, desde estos puestos se esforzó por dotar de medios materiales los laboratorios de investigación adscritos a esta institución. Datos bio-bibliográficos en José María dusmet aloNso (1942b); Florencio bustiNza lachioNdo (1942) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

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Josep Cuatrecasas, Arturo Caballero, Emilio Huguet, Antonio García Varela, Julio Uruñuela y Miguel Martínez en las puertas del Jardín Botánico de Madrid. Fotografía tomada en diciembre de 1935

Colección Jordi Martí Henneberg (Barcelona)

Emilio Guinea López (1907-1985), en el centro. Viena, abril de 1959

Archivo del Real Jardín Botánico

Antonio García Varela (1875-1942)Fotografía de J. Padró

Archivo de Amigos de la Cultura Científica (Madrid)

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de Blas Lázaro en la primavera de 1914. La presencia de Ignacio Bolívar al frente del Jardín Botánico fue acogida con expectativa por la práctica totalidad de los botánicos españoles67.

Durante la dirección de Ignacio Bolívar, se retomó la vieja idea de construir sobre la antigua estufa (el actual pabellón Villanueva) un segundo piso dedicado a ubicar los nuevos laboratorios, en los que encontraran acomodo los grupos de investigación botánica previamente conformados en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Las nuevas dependencias estuvieron terminadas a fines de 1927, siguió el traslado de los laboratorios y la biblioteca, ocurrido en los inicios de 1929; de modo que, el 15 de febrero de 1930, se hacía pública, de Real Orden (Gaceta, 28/02/1930), la reestructuración organizativa del Real Jardín Botánico. Se hizo cargo de ello una comisión presidida por Ignacio Bolívar y formada por Francisco de las Barras Aragón, José Madrid Moreno y Antonio García Varela.

Tras la instalación definitiva de los herbarios en las nuevas instalaciones del Real Jardín de Madrid, Arturo Caballero Segares se ocupó de dirigir su conservación y estudio; desde 1928 colaboró con él Miguel Martínez Martínez (1907-1936)68; en 1929 se adscribió al Real Jardín Emilio Guinea López (1907-1985)69 y, a partir de 1932, José González-Albo Campillo (1913-1990)70, Luis Ceballos y Fernández de Córdoba (1896-1967)71 y José Benito Martínez-González, ocupado este en estudios fitopatológicos aplicados a problemas forestales. Romualdo González Fragoso (1862-1928) se responsabilizó del traslado y conservación de las colecciones micológicas72.

En 1933 se incorporó al trabajo del Real Jardín de Madrid Josep Cuatrecasas Arumí (1903-1996); se hizo cargo de una nueva sección dedicada al estudio de la flora tropical, prestó especial atención a los herbarios históricos americanos conservados en la institución.

67. Sobre las actuaciones de Ignacio Bolívar como ‘elemento modernizador’ de los estudios de la Historia Natural cf. Santos casado de otaola (2006; 2007); de las intensas relaciones de Ignacio Bolívar con la Junta para Ampliación de Estudios se ha ocupado Alberto gomis blaNco (2007a; 2007b; 2010).

68. Farmacéutico (1930), socio fundador del partido ‘Renovación Española’; asesinado en los inicios de la Guerra Civil, fue detenido en el laboratorio del Real Jardín Botánico, donde trabajaba como becario de la JAE (goNzález bueNo, gomis blaNco, 2007: 320, Puig-samPeR, 2016: 53).

69. Emilio Guinea López realizó la mayor parte de su obra botánica durante los años de la Dictadura; inicialmente vinculado al Instituto de Estudios Africano; sobre él escribieron Rafael sáNchez mazas (1947); Santiago castRoviejo (1988) y Francisco Teixidó gómez in RAH.DB-e.

70. Un botánico de prometedora carrera profesional, truncada por una enfermedad contraída poco después de finalizada la Guerra; su biografía y bibliografía ha sido recopilada por Carmen moNge (1990).

71. Datos bio-biográficos sobre Luis Ceballos en Florencio bustiNza lachioNdo (1968); Carlos maRtíNez de camPos (1967); Juan Régulo PéRez (1968); Juan Ruiz de la toRRe (1996); Santos casado de otaola (2003); Raquel goNzález PellejeRo, Abel álvaRez cañada (2004); Juan Ignacio gaRcía viñas, César lóPez leiva, Aitor gastóN goNzález (2017) y Alberto gomis blaNco in RAH.DB-e.

72. Médico de profesión; desde 1911 se dedicó, con exclusividad, a la investigación botánica; inicialmente pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios, viajó durante dos años por Francia, Suiza y Bélgica; se formó en micología con el suizo Ludwig-Eduard Fischer (1861-1939). A su regreso a Madrid, en 1916, se integrará en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde dirigió la Sección de Botánica, puesto que ocupó hasta su fallecimiento. Acerca de Romualdo González Fragoso cf. Benito FeRNáNdez RioFRío (1928a; 1928b); Luis M. uNamuNo (1928a; 1928b; 1928c; 1929); Josep cuatRecasas aRumí (1929b); Alberto José samPaio (1948-1949); Antonio toRRalba maRtíNez (1998); Manuel laíNz (2012); José María de jaime loRéN, María segaRRa, José María de jaime Ruiz, Eva blasco (2013a) y Francisco Teixidó gómez in RAH.DB-e.

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Logrado su objetivo, Ignacio Bolívar renunció a la dirección del establecimiento botánico, que pasaría a ser ocupada por Antonio García Varela73, este mantuvo la estructura promovida por la JAE hasta su sustitución, en 1937, por Josep Cuatrecasas, de incuestionable fidelidad republicana, cesado de su cargo en 1939.

El Jardín Botánico de la Universidad de Valencia

Al frente del Jardín Botánico valenciano figura, desde 1829, José Pizcueta Donday (1792-1870), formado bajo la dirección de Mariano La Gasca durante los años inmediatos del Trienio; en 1829 obtuvo la Cátedra de Botánica de la Universidad de Valencia, pero -en estos años- sus esfuerzos parecen dirigirse más a su consulta médica que a solventar la precaria situación del Jardín74, probablemente la ‘década ominosa’ no fuera el momento más propicio para la innovación, por lo que hemos de considerar perdidos los esfuerzos que Antonio José Cavanilles (1745-1804) y el rector Vicente Blasco (1735-1813) hicieron para ponerle en funcionamiento75; así lo reconoce una Real Orden de 12 de abril de 1834, en que se reúnen las Cátedras de Agricultura y Botánica en el Jardín valenciano:

“… dado el total abandono en que se encuentran las Cátedras de Botánica y Agricultura de esta Ciudad [S.M.] se ha servido aprobar que se reúnan ambos establecimientos en el jardín botánico que existe en el barrio de Cuarte de la misma, encargando su conservación al Catedrático de agricultura Don Pascual Asensio; y que ambos profesores tengan allí sus escuelas a distintas horas, contribuyendo la Universidad a los gastos de conservación de dicho jardín como antes lo hacía…”76

73. El nombramiento de Antonio García Varela como director del Real Jardín de Madrid se produjo por Real Orden de 14/11/1930 (Gaceta 19/11/1930).

74. Datos bio-bibliográficos sobre José Pizcueta en José gaRcía zahoNeRo (1894), Francisco de Paula vilaNova y Pizcueta (1906) y Francisco Pelayo lóPez in RAH.DB-e.

75. Sobre los primeros pasos del Jardín Botánico valenciano en el período ilustrado cf. Antonio goNzález bueNo (2000) y Cristina seNdRa mocholí (2000).

76. Citado por Manuel costa taléNs, Jaime güemes (2000a). Acerca de la historia de esta institución han escrito Vicente RiPoll y PRimo (1957a; 1957b); Ignacio docavo albeRti (1968); Remedios tRull blasco, María del Carmen vidal caseRo (1984); Cristina seNdRa mocholí (1999); Manuel costa taléNs, Jaime güemes (2000a; 2000b; 2001). Sobre la fusión entre las Cátedras de Agricultura y Botánica cf. Cristina seNdRa mocholí (1996).

José Pizcueta Donday (1792-1870)Óleo de Julio Cebrián Mezquita (1854–1926),

firmado en 1905Universidad de Valencia.

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Antonio González Bueno

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La dirección de Pascual Asensio Pastor apenas fue efectiva; este mismo 1834 se trasladó a Madrid, donde trabajó como Jardinero mayor y Catedrático de Agricultura en el Real Jardín; le siguió al frente del establecimiento Antonio Blanco Fernández (m. 1873), discípulo de José Pizcueta y catedrático de Física vegetal aplicada, quien estuvo a su frente hasta 184177. Tras él, entre 1841 y 1847, se ocupó de la dirección el canónigo Joaquín Carrascosa Hernández, promotor y primer presidente de la Sociedad Valenciana de Agricultura (1858). Ninguno tuvo una actuación destacada; Edmond Boissier, en 1837, y Moritz Willkomm, durante su estancia de 1844, nos describen un Jardín abandonado y aún organizado según la sistemática linneana78.

En 1847 la dirección del Jardín valenciano vuelve a las manos de José Pizcuela; entonces, con el auxilio de Jean-Felix Robillard-Closier (1812-1888), jardinero de origen francés, formado en Institut Horticole de Fromont y en el Jardin des Plantes de París; se inicia la reestructuración de espacios y cultivos: el viejo sistema linneano es sustituido por el método natural propuesto por Stephan-Ladislaus Endlicher (1804-1849) y, aprovechando los aportes económicos del Plan Pidal, se levanta un invernadero de madera, proyectado por Timoteo Calvo, arquitecto de la Universidad. El nombramiento de Pizcueta como rector de la Universidad, en 1859, le permitió financiar la construcción de una estufa de estructura metálica y cubierta de vidrio, diseñada por Sebastián Monleón, culminada en 1862, y que significó todo un alarde tecnológico para la España de los años centrales del XIX.

77. La actividad de Antonio Blanco, como especialista en sanidad vegetal, ha sido analizada por José guilleRmo meRcK-Luengo (1982).

78. Cf. Pierre-Edmond boissieR (1839-1845, vol. 1: 15) y Heinrich-Moritz WillKomm (1851).

Invernadero de La Balsa en el Jardín Botánico de Valencia, construido en 1888 por Arévalo Baca según el proyecto original de 1859 del arquitecto valenciano Sebastián Monleón. Valencia: Ediciones Sanchís

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La implantación de los primeros cursos de la Facultad de Ciencias en la Universidad de Valencia, corriendo el 1857, supuso un cambio sustancial en la Botánica académica valenciana; desaparece la Cátedra de Botánica, para quedar englobada en la de Historia Natural impartida desde la Facultad de Medicina, y el Jardín pasa a ser dirigido por quien detentara tal Cátedra. José Pizcueta fue remplazado, en 1867, por el ictiólogo Rafael Cisternas Fontseré (1818-1876), quien dirigió el centro hasta su muerte79; a él siguió el ornitólogo José Arévalo Baca (1844-1890), al frente del establecimiento hasta 188880; tras él, entre 1888 y 1913, fue dirigido por el herpetólogo y paleontólogo Eduardo Boscá Casanoves (1843-1928)81.

Pese a la dificultad que para un naturalista no botánico supone la dirección de un Jardín, en el de Valencia se consiguieron algunos logros dignos de mención: en el verano de 1878 se aprobó, mediante expropiación forzosa, la ampliación de los límites del Jardín; entre 1887 y 1888 se construyó un nuevo invernadero destinado a sustituir a la estufa que construyera Timoteo Calvo treinta años atrás; y, en el fin del XIX, el arquitecto Arturo Mélida levantó un gran umbráculo en hierro y ladrillo.

No cabe pensar, pese a ello, en tiempos de bonanza para la institución; en 1895 el Rectorado de la Universidad de Valencia se plantea la venta de los terrenos donde se encuentra ubicado, y las crisis económicas de finales del siglo no son el mejor momento para invertir en su conservación; un temporal de lluvia y viento destruye, en 1906, la cubierta del umbráculo; en 1929 el arquitecto de la Universidad, Javier Goertlich, informa de los deterioros que sufrían las instalaciones del Jardín pero no comenzaron a ser reparadas hasta 1934.

79. Datos bio-bibliográficos sobre este ictiólogo, de marcado pensamiento darwinista en sus investigaciones, en Eduardo boscá casaNoves (1894); José María lóPez PiñeRo (2004); José María lóPez PiñeRo, Felipe jeRez moliNeR (2004) y José María lóPez PiñeRo in RAH. DB-e.

80. Católico dogmático y precursor de ideales conservacionistas; de su biografía y obra zoológica, no exenta de polémica, se han ocupado Manuel gaRRido sáNchez (2000; 2006; 2008; 2015) y Abilio Reig FeRReR (2014; 2016; 2018a; 2018b; 2019).

81. Desde 1886, fecha en que renunció a la Cátedra del Instituto de Segunda Enseñanza de Ciudad Real, ejercía como Jardinero mayor interino de este establecimiento; como sus antecesores obtuvo, la Cátedra de Historia Natural en la Universidad de Valencia, pero ello no ocurrió hasta 1892, aunque ya había optado a ella en 1876. Sobre la peripecia biográfica de Eduardo Boscá escribieron Jesús Ignasi catalá goRgues (2004) y José Luis FResquet FebReR in RAH. DB-e.; sus aportaciones a la herpetología han sido valoradas por Xosé FRaga vázquez (1990b); José Enrique goNzález-FeRNáNdez (2005); Juan Manuel sáNchez aRteaga (2005) y Carolina maRtíN albaladejo, Rosa María gómez PRieto, Borja saNchiz (2013) y sus trabajos paleontológicos por María Amparo saliNas jaques (2005).

Francisco Beltrán Bigorra (1913-1962)Colección familiar (fide José María de jaime loRéN

et als., 2013b).

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Antonio González Bueno

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En 1913 se hace cargo de la dirección del Jardín el botánico Francisco Beltrán Bigorra (1913-1962); para entonces, la docencia y los herbarios de investigación no tienen su sede en este maltrecho centro, desde finales del XIX han sido trasladados al Gabinete de Historia Natural.

En 1937 Francisco Beltrán fue sustituido, al frente del Jardín, por Modesto Quilis Pérez (1904-1938), auxiliar de Historia Natural, quien comenzaba a mostrar su interés por los estudios entomológicos82; en 1939 fue repuesto en el cargo, en el que permaneció hasta su fallecimiento, acaecido en 196283. Pese a las iniciales aportaciones botánicas de Francisco Beltrán, tras su nombramiento como catedrático de la Universidad de Valencia su producción científica disminuyó notablemente.

El Jardín Botánico de la Universidad de Granada

Aunque desde los años centrales del XVIII la Universidad de Granada dispuso de un espacio para la construcción de un jardín botánico dedicado a la enseñanza, su instalación se demoró hasta los finales de la década de 183084.

Su desarrollo comenzaría en la década de 1840, tras la llegada de Mariano de Amo y Mora (1809-1894) a la Universidad de Granada para organizar los estudios de Farmacia que habrían de impartirse en aquella Universidad; él fue nombrado su primer director85. No obstante, la vinculación administrativa del centro no se establece con la Facultad de Farmacia sino con la de Filosofía y, posteriormente, con la de Ciencias.

Los esfuerzos de Mariano de Amo llevaron a la construcción de un invernáculo y un estanque, diseñados por el arquitecto Antonio López y Lara, terminados hacia 1854, fecha en que se establece el primer ‘Reglamento interior del Jardín Botánico de la Universidad’, elaborado por Mariano del Amo y Pedro Sáinz Gutiérrez (1824-1894), catedrático de Historia Natural en

82. Bajo la tutela de José María Dusmet Alonso (1869-1960), cf. José María dusmet aloNso (1942a) y Jesús Ignasi catalá goRgues (2018).

83. Tras los años de la Guerra Civil ejerció como Juez instructor de los expedientes de depuración del profesorado; datos biográficos sobre su figura y sus relaciones –al menos epistolares- con botánicos coetáneos, han sido dadas a conocer por Francisco bellot RodRíguez (1963); Antoni bolòs vayReda (1963); Salvador Rivas goday (1963); Ascensió FigueRes góRRiz (1986); Gonzalo mateo saNz (1996-2000) y José María de jaime loRéN; María segaRRa, José María de jaime Ruiz, Eva blasco (2013a; 2013b).

84. El espacio, el antiguo huerto del Colegio de San Pablo, perteneciente a los Jesuitas, fue arrendado por la Universidad a distintos particulares, pese a su primitivo destino como anejo para los estudios de Medicina. La constitución formal del Jardín Botánico como espacio universitario se produjo entre 1836 y 1841. Una reconstrucción histórica de este Jardín Botánico en Mercedes FeRNáNdez caRRióN (1992); Mercedes FeRNáNdez caRRióN, José Manuel gaRcía moNtes, Joaquín moleRo mesa (1993); José tito Rojo, Manuel casaRes PoRcel, Mercedes FeRNáNdez caRRióN (19979 y María del Carmen vílchez laRa, Jorge Gabriel moliNeRo sáNchez (2019).

85. En torno a la figura de Mariano de Amo y Mora, y su obra botánica, han escrito Genaro Peña gueRau (1904); Francisco de Paula valladaR seRRaNo (1917); Joaquín mas-guiNdal (1927); juaN Nacle heRReRa (1930); gustavo lóPez gaRcía (1931a); Antonio Ramos lóPez (1935); Carlos RodRíguez lóPez-NeyRa, José María claveRo aRmeNteRos (1950); José María muñoz mediNa (1962); Pilar heRReRo hiNojo (1964); Manuel laíNz (1975); Víctor sebastiáN iRaNzo (1984, 1986); Antonio goNzález bueNo, Carmen NavaRRo (1989); Manuel casaRes-PoRcel, Mercedes FeRNáNdez-caRRióN, María Reyes goNzález-tejeRo (1994; 1995); José Antonio gaRcía lóPez (2019) y María Esther alegRe PéRez in RAH.DB-e. Su contribución botánica ha sido valorada por Ana María NegRillo, Guadalupe maRíN (1986a; 1986b); Víctor J. Rico, Antonio goNzález bueNo (1990); Francisco Javier FeRNáNdez casas (2005); María Teresa vizoso, Carmen quesada (2018) y María Teresa vizoso (2019).

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la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. Pese a la fecha de su instalación, el Jardín granadino fue ordenado según el método clasificatorio linneano; en el curso 1859/60 las plantaciones siguen ya un orden decandoleano.

La segunda mitad del XIX fue fructífera para este Jardín, se levantó un nuevo invernáculo, se construyó un semillero, se dotó de una estación meteorológica y se inició la construcción de la tapia neoclásica que aún hoy rodea el espacio, proyectada, en 1876, por el arquitecto Juan Pugnaire; Francisco Morales esculpió, en 1877, los dos relieves que se encuentran en la portada, en los se representa a Antonio José Cavanilles y a Mariano La Gasca. El tapiado total del recinto se culminó en 1897, sobre diseño del arquitecto Juan Montserrat Vergés, firmado en 1887. En 1893 se construyó un nuevo invernadero, también sobre proyecto de Juan Montserrat Vergés.

Estas reformas estructurales no acompañaron al desarrollo científico del Jardín, prácticamente abandonado desde la década de 1870. La dirección

Mariano de Amo y Mora (1809-1894)Facultad de Farmacia. Universidad de Granada

El Jardín Botánico de la Universidad de Granada en los inicios del siglo XX. Colección particular (Madrid)

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técnica y científica del Jardín granadino fue siempre unida a la Cátedra de Historia Natural de su Facultad de Ciencias, salvo el breve período de Mariano de Amo y Mora [1850-1853]; a él le siguieron Pedro Sáinz Gutiérrez [1853-1877]86; Serafín Sanz Agud [1878-1895], conocido entomólogo87; Antonio Vila Nadal [1899-1900], interesado en Biología marina88 y Pascual Nácher Vilar [1900-1939], más político y gestor universitario que naturalista89. Tras los años de 1870, ninguno de sus directores mostró preocupación por el Jardín, prácticamente abandonado en las primeras décadas de 1900.

La Botánica en las Facultades de Ciencias

En septiembre de 1845, al constituirse el marco universitario propulsado por Pedro José Pidal (1800-1865), las enseñanzas científicas quedan englobadas en la Facultad de Filosofía:

“Forzoso ha sido pues hacer de la misma enseñanza [segunda enseñanza], llevada hasta su mayor altura una verdadera carrera, una facultad especial sujeta a los mismos grados que las facultades mayores; de forma que estos grados denoten cierta suma de conocimientos que el Gobierno y los particulares podrán aplicar á determinados casos (…) deberán algún dia organizarse con arreglo á ellos las diversas carreras administrativas, exigiéndose en los empleados, según su categoría, el correspondiente grado académico en esta facultad, á la que siguiendo la antigua costumbre de nuestras universidades, se ha conservado el nombre de filosofía…” (Plan general de estudios, aprobado por Real Decreto de 17/09/1845. Gaceta 25/09/1845).

Un avance significativo frente a la situación anterior, en la que sólo se impartían como parte del bachillerato, pero insuficiente, al no dotarlas de autonomía como una Facultad mayor90.

Un par de años después, en julio de 1847, Nicomedes Pastor-Díaz (1811-1863) reforma los estudios de Filosofía, marcando una nítida separación entre las letras –Filosofía y Literatura- y

86. Pedro Sáinz Gutiérrez (1824-1894) ocupó la cátedra de Historia Natural de la Universidad de Granada en la primavera de 1852; la abandonó en 1877 al trasladarse a la Universidad Central para ocupar la Cátedra de Organografía y Fisiología vegetal, adscrita a la Facultad de Ciencias. Datos sobre su biografía en Blas lázaRo e ibiza (1894) y José Luis valveRde lóPez, José María suñé aRbussà (1967).

87. Serafín Sanz Agud (1835-1909); en 1895 dejó la Cátedra de Historia Natural de la Universidad de Granada para ocupar la homónima de la Universidad hispalense (cf. Emilio galáN hueRtos, 1995).

88. La estancia de Antonio Vila Nadal (1861-[1956]) en la Universidad de Granada es meramente simbólica; fue nombrado catedrático de Historia Natural, en esta Universidad, por Real Orden de 16/03/1899; menos de un año después, el 02/02/1900 permutaba su cátedra granadina por la homóloga de Santiago que ostentaba Pascual Nácher Vidar. Datos sobre su actividad docente en Xosé FRaga vázquez (1986; 1990a; 1993a; 1996a; 1996b; 1997); de su bio-bibliografía se ha ocupado Fernando RodRíguez de la toRRe in RAH.DB-e.

89. Pascual Nácher Vilar (1868-1943), doctor en Derecho por la Universidad de Bolonia, mantuvo ideas liberales, en el área de influencia del conde de Romanones; desde 1905 fue concejal del Ayuntamiento granadino; fue diputado a Cortes en las legislaturas de 1919 y 1923; entre diciembre de 1922 (12/12) y septiembre de 1923 (26/09), fue Director general de Enseñanza Primaria, en el Consejo de Ministros presidido por Romanones (Cf. Emilio M. obiol meNeRo (2014) y Fernando RodRíguez de la toRRe in RAH.DB-e).

90. Una síntesis, con extensa bibliografía, del proceso de incorporación de las enseñanzas científicas a las universidades españolas decimonónicas en Mariano Peset, José Luis Peset (1992). Estos autores (Peset, Peset, 1974) han interpretado la integración de los estudios de Ciencias entre los de Filosofía como una manera de limitar el peso de las doctrinas clericales y permitir la entrada de nuevos sistemas de pensamiento diferentes del teológico.

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las ciencias –Físico-Matemáticas y Naturales-, y equipara estos estudios con los demás universitarios, asignándoles un periodo de cinco años de formación91.

La situación se mantuvo hasta septiembre de 1857 en que, tras la proclamación de la nueva estructura propuesta por Claudio Moyano (1809-1890) se independice una Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que recibe tal denominación en función de la tres secciones que la propia Ley contempla para este tipo de estudios. Las Universidades de Madrid, Barcelona, Granada, Salamanca, Santiago, Sevilla, Valladolid y Valencia quedaron autorizadas a impartir los tres primeros cursos, que conferían el grado de Bachiller en Ciencias, pero sólo en la Universidad de Madrid podían cursarse los dos que otorgaban el título de ‘Licenciado en Ciencias por la sección de Naturales’ y, por supuesto, los conducentes a la obtención del grado de doctor92. De forma que quien quisiera cursar la carrera de ‘naturalista’ debía completar sus estudios en la Universidad de Madrid; en las universidades periféricas se dictaron clases de ‘Nociones de Historia Natural’, pero no específicamente de Botánica.

Tras la caída de Isabel II se abrió una etapa de radicales e ilusionantes reformas, a la que los estudios universitarios no fueron ajenos; mediante Decreto de 2 de junio de 1873 (Gaceta 07/06/1873), auspiciado por el ministro Eduardo Chao (1821-1887), se escindía la Facultad de Ciencias en tres Facultades independientes: Matemáticas, Física y Química e Historia Natural; el proyecto, inspirado por Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), planteaba unas exigencias de formación y unos requisitos económicos y sociales alejados de la realidad; entre las novedades incorporadas figuran algunas asignaturas optativas, un síntoma de la libertad concedida al alumno para diseñar su propia formación universitaria. El Decreto suponía en si una evidente innovación, que el fin de la Primera República dejó sin desarrollar.

La creación, en 1900, del Ministerio de Instrucción Pública supuso un cambio cualitativo en las enseñanzas universitarias. Aunque a lo largo de la Restauración se habían producido tímidas modificaciones (creación de algunas cátedras, nuevos laboratorios, etc.) el sistema seguía siendo el pergeñado por Moyano. El ministro Antonio García Alix (1852-1911) solicitó de Ignacio Bolívar (1850-1944) la redacción de un proyecto de reforma, plasmado en la Gaceta de 4 de agosto de 1900, en el que la Facultad de Ciencias queda organizada en cuatro secciones: Exactas, Físicas, Químicas y Naturales93. La reforma de 1900 daba a cada sección un programa de asignaturas específico desde el inicio de la licenciatura, con lo cual los estudios ganaron en precisión y profundidad. Tras la reforma de 1900, los centros dedicados a la investigación –hasta entonces orgánicamente vinculados a la Universidad- adquieren su independencia administrativa. Este plan de estudios se mantuvo activo hasta la Guerra Civil.

91. Plan de estudios decretado por su Majestad en 8 de julio de 1847. Madrid: Imprenta Nacional, 1847; Reglamento [de 19 de agosto] para la ejecución del Plan de estudios decretado por S. M. en 8 de julio de 1847. Madrid: Imprenta Nacional, 1847.

92. La Universidad de Salamanca dejó de impartir el título de Bachiller en Ciencias desde 1860, la Universidad de Oviedo suspendió los estudios de Ciencias en 1860 para recuperarlos en 1895 con una sección de Físico-Matemáticas y la Facultad de Ciencias de Santiago fue suprimida por Real Orden de 19/07/1867 (cf. Francisco Pelayo, 2001).

93. De su análisis se han ocupado Alfredo baRatas díaz, Joaquín FeRNáNdez PéRez (1992) y Alfredo baRatas díaz (1997; 2007).

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La Universidad Central

Las enseñanzas de Ciencias Naturales en la Universidad Central nacieron con vocación peripatética; para ellas se utilizaron los locales del Noviciado de los Jesuitas o los del Instituto San Isidro, los propios del Museo de Ciencias y, para las asignaturas relacionadas con la Botánica, las instalaciones del Real Jardín Botánico; no en vano, desde la promulgación del Real Decreto de 7 de enero de 1857 (Gaceta 09/01/1857), la Junta del Museo de Ciencias Naturales –Jardín Botánico incluido- quedó sólo integrada por los catedráticos de las correspondientes materias adscritos a la Universidad Central.

La licenciatura en Ciencias, sección Naturales, incluía un par de asignaturas que tenían relación con la Botánica: la ‘Organografía y Fisiología vegetal’ y la ‘Fitogeografía y geografía vegetal’; la primera comenzó a impartirse en 1846; la segunda desde el plan establecido en septiembre de 1857; ambas, con variaciones de detalle, pervivieron en los planes sucesivos, incluso tras la profunda reforma acometida en el verano de 1900; a estas se ha de añadir una ‘Historia Natural’ o ‘Mineralogía y Botánica’, de carácter más general, presentes en los cursos iniciales. La propia estructura de estas enseñanzas, volcada hacia la morfología y anatomía comparada, detona la impronta francesa de estos estudios y, por ende, la importancia concedida en ellos a los métodos naturales de clasificación.

Los textos básicos para esta enseñanza, tal el Manual de Botánica descriptiva… que redactaran Vicente Cutanda y Mariano de Amo (cutaNda, amo, 1848), o el Curso de Botánica debido a la pluma de Miguel Colmeiro (colmeiRo, 1854-1857; 1871) responden, en su concepción, a la propuesta decandoleana, imperante durante buena parte del XIX. Habrá que esperar a los inicios del XX, para que las ideas darvinistas afloren en los textos de Botánica españoles94.

Las enseñanzas botánicas de la Universidad Central se impartieron en el Real Jardín de Madrid, es el propio personal adscrito al Centro quienes, como catedráticos, imparten la nueva docencia asignada en los planes de estudios.

Vicente Cutanda y Jarauta (1804-1866), quien había logrado la primera Cátedra de Botánica del Real Jardín, impartirá, entre 1846 y 1857, la Cátedra de ‘Organografía y Fisiología botánica’; luego pasó a regentar la Cátedra de ‘Fitogeografía y Geografía botánica’ en la que se mantuvo hasta su fallecimiento, en 1866; la Cátedra de ‘Organografía…’ pasó entonces a ser desempeñada por Miguel Colmeiro y Penido, por traslado desde la Universidad de Sevilla.

Al fallecer Cutanda, en 1866, es Miguel Colmeiro quien asume la docencia de la ‘Fitogeografía…’ convirtiéndose en profesor único de las Cátedras de Botánica. Tras la publicación del ‘Reglamento’ aprobado en el verano de 1868, pasó a desempeñar la dirección del Jardín Botánico de Madrid –independiente ya del Museo de Ciencias Naturales-, se mantuvo al frente de las enseñanzas de Botánica prácticamente hasta su jubilación, en 1900.

En mayo de 1897 Apolinar Federico Gredilla y Gauna (1858-1919) obtuvo, por oposición, la Cátedra de ‘Organografía y Fisiología vegetal’; permaneció en ella hasta su fallecimiento. Le

94. La introducción de las ideas darwinistas entre los naturalistas españoles cuenta con un buen número de aproximaciones; reseñamos, entre otras, las de Diego Núñez Ruiz (1977); Thomas F. glicK (1982); José sala catalá (1982; 1984a; 1984b; 1986; 1987); Xosé FRaga vázquez (1984; 1993b); Fernando T. PéRez goNzález (1987); Julio simó Ruescas (2004); Francisco blázquez PaNiagua (2007); Alberto gomis blaNco (2008); Alberto gomis blaNco, Jaume josa lloRca (2009a; 2009b) y Francisco Pelayo (2016).

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siguió Antonio García Varela, proveniente de la Cátedra de Historia Natural de la Universidad de Santiago, inicialmente formado como entomólogo –junto a Ignacio Bolívar- pero que desde 1922 se interesó por las relaciones suelo/vegetación; permanecería al frente de esta Cátedra hasta la Guerra Civil.

Tras la jubilación de Miguel Colmeiro, Eduardo Reyes Prósper (1860-1921), incorporado como ayudante de clases prácticas del Botánico en 1893, accedería, por Real Orden de 15 de noviembre de 1902, a la Cátedra de ‘Fitogeografía y Geografía vegetal’; desde 1919 se hará cargo de la dirección del Jardín Botánico madrileño. Tras su fallecimiento sería Arturo Caballero y Segares (1877-1950)95 quien impartirá esta docencia; se había incorporado al Jardín de Madrid en diciembre de 1905, como conservador de los herbarios del Centro y, tras unos años en la Universidad de Barcelona, accedió a la Cátedra de ‘Fitogeografía y Geografía botánica’ de la Universidad Central en septiembre de 1922; se mantuvo en ella hasta su jubilación, en 1947, con el obligado período de inactividad que supuso la Guerra Civil.

95. De la vida y obra botánica de Arturo Caballero se han ocuparon Enrique álvaRez lóPez (1951; 1952); Antoni bolòs vayReda (1951); Ana Rosa buRgaz moReNo et als. (1983); Emilio FeRNáNdez-galiaNo (1996); Jonás sáNchez PedReRo (2019) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

Real Jardín Botánico. Estanque bajo. Fotografía tomada en 1930

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Antonio González Bueno

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Catedráticos responsables de las enseñanzas de Botánica en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central

Cátedra de Organografía y Fisiología botánica Cátedra de Fitografía y Geografía botánica

Vicente Cutanda [1846-1857]

Miguel Colmeiro [1857-1866] Vicente Cutanda [1857-1866]

Miguel Colmeiro [1866-1897] Miguel Colmeiro [1866-1900]

Federico Gredilla Gauna [1897-1919] Eduardo Reyes Prósper [1902-1921]

Antonio García Varela [1919-1937] Arturo Caballero Segares [1922-1947]

La Universidad de Barcelona

Barcelona contó, con anterioridad a la formalización de los estudios universitarios de Ciencias, con una Cátedra de ‘Botánica y Agricultura’ adscrita a la Escuela de Agricultura Teórico-práctica y Botánica de Barcelona, dependiente de la Junta de Comercio del Principado de Cataluña; pero esta, desempeñada por Joan Francesc Bahí i Fontseca (1775-1841)96 hasta su fallecimiento, no habría de entroncase con la Universidad sino con la Escuela de Agricultura adscrita a la Diputación de Barcelona, priorizando la visión aplicada de la disciplina.

Tras la muerte de Francesc Bahí se ocupó de dictar esta materia Miguel Colmeiro y Penido (1816-1901), quien tomó posesión de la Cátedra que ganara por oposición en octubre de 1842, antes de cumplir 26 años, en plena sublevación civil y pocas semanas antes del bombardeo de la ciudad dispuesto por el general Espartero; desempeñó esta Cátedra hasta 1845, en que quedó adscrito a la Universidad de Barcelona97. Le suplió, interinamente, Miguel Bosch Juliá (1818-1879), apenas por unos meses; la organización de los nuevos servicios forestales, en 1846, le llevó, desde el mes de mayo, a desempeñar el cargo de ‘comisario de bosques’ en la provincia de Tarragona98; su puesto fue temporalmente asumido por Antonio C. Costa Cuixart. Tras nueva oposición, la plaza fue ocupada por Jaume Llansó (1806-1862), vinculado a los ambientes agraristas ampurdaneses, versado en las enseñanzas de la Agricultura, a la que se desplazaron los intereses de la Junta de Comercio; él permaneció al frente de esta Cátedra hasta 185199. Una Real Orden de 24 de marzo de 1851 establece, formalmente, la Escuela Industrial de Barcelona, a la que pasarán a integrarse la práctica totalidad de las Escuelas dependientes de la Junta de Comercio100.

96. Datos bio-bibliográficos sobre Francesc Bahí en José Manuel caPdevila-alviá (1842); Josep ametlleR (1877); José Manuel lóPez gómez (1993a; 1993b; 2003); Pasqual beRNat lóPez (2007; 2017) y Antonio goNzález bueNo in RAH. DB-e.

97. La integración de Miguel Colmeiro en el equipo docente de la Escuela de Agricultura Teórico-práctica y Botánica de Barcelona, con el apoyo explícito de Mariano de la Paz Graells, no estuvo exenta de polémica; de los prolegómenos y el desarrollo de la oposición se ocupa Josep María camaRasa (1989b: 134-141).

98. Su necrológica fue redactada por Agustín Pascual goNzález (1878); de su figura se ha ocupado José Luis goNzález escRig (2005; RAH.DB-e).

99. Sobre la formación y los trabajos agronómicos desarrollados por Jaume Llansó cf. Jordi caRtañà i PiNéN (2008).

100. Sobre las cátedras y escuelas auspiciadas por la Junta de Comercio de Barcelona, y su adscripción a la Escuela Industrial de Barcelona, cf. Josep María camaRasa (2006).

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Sería pues Miguel Colmeiro el primero en ocupar la Cátedra de ‘Agricultura y Botánica’ de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona; permaneció en ella apenas un año; en 1846 concursó a la Cátedra de ‘Organografía y Fisiología vegetal’ del Jardín Botánico de Madrid, en la que obtuvo la declaración de aptitud para la enseñanza de esta asignatura y, pocos meses después, en enero de 1847, se trasladó a la Cátedra de ‘Historia Natural’ de la Universidad de Sevilla; pese a su breve paso por la Ciudad Condal tuvo tiempo de recopilar un Catálogo metódico de plantas observadas en Cataluña… (Madrid, 1846).

Miguel Colmeiro fue sustituido en la Cátedra -ahora denominada de ‘Botánica’- por Antonio Costa Cuixart (1817-1886)101, capaz de generar en su entorno un ‘núcleo de actividad’ al que pertenecieron figuras tan significativas como Estanislau Vayreda (1848-1901)102 o Frederic Trèmols i Borrell (1831-1900)103 y aún otras como Ramón Masferrer i Arquimbau (1850-1884)104, Ramón de Bolòs i Saavedra (1852-1914)105, Jaume Pujol Marcé (1852-1895)106 o Ramón Roigé Badía (1856-1932)107.

Antonio Costa Cuixart se formó en Botánica bajo la dirección de un, ya anciano, Joan Francesc Bahí, en la Escuela de Agricultura Teórico-práctica y Botánica de Barcelona. Desde 1846 ejerció, primero como profesor interino, luego, desde julio de 1847, como catedrático de Botánica, en la sección de Ciencias Naturales de la Facultad de Filosofía, en la Universidad de Barcelona;

101. Los historiadores de la Botánica, en especial los del ámbito catalán, se han ocupado, con profusión de este personaje, cf. A. de FeRRáN (1896); Rafael Puig i valls (1896); Manuel vidal (1907); Oriol bolòs i caPdevila (1956); Josep vigo (1989); Joan vallès xiRau (1989; 1995) y Josep María camaRasa (1989a; 2000a). La prensa periódica madrileña dio cuenta de su jubilación (El Imparcial, 22/10/1867).

102. Sobre Estanislau Vayreda cf. Eugenio aulet i soleR (1907); Oriol de bolòs (1981a; 1981b); Miquel gaRgaNta i FábRega (1981a; 1981b; 1982); Joan vallès xiRau (1981; 1982; 1984b; 2003); Montserrat vayReda (1981); María Andrea caRRasco et als. (1996; 1997) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

103. De Frederic Trèmols, y del contenido de su herbario, se han ocupado, entre otros, José casaRes gil (1905); Ramón Roigé (1907); Josep Miquel vidal heRNáNdez (2006); Laura gavioli, Neus ibáñez, Ignasi soRiaNo (2013a; 2013b; 2016) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

104. Datos sobre Ramón Masferrer en Estanislao vayReda (1884); Ladislao Nieto camiNo (1907); Antoni bolòs vayReda (1953) y Antonio goNzález bueNo, Daniel sáNchez-mata (1990).

105. Sobre la aportación botánica de Ramón de Bolòs cf. Creu casas, Montserrat bRugués (1981).

106. En torno a Jaume Pujol, miembro de la Sociedad Botánica Barcelonesa desde su fundación en 1872 y corresponsal de Francisco Loscos, cf. Antonio goNzález bueNo, Félix muñoz gaRmeNdia (2001c: 493).

107. Sobre Ramón Roigé, farmacéutico en Prat de Llobregat (Barcelona), cf. Rafael RoldáN (1: 255-256. 1958).

Antoni Cipriano Costa Cuixart (1817-1886)Óleo de Pere Borrell del Caso, 1888Centre Excursionista de Catalunya

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Antonio González Bueno

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cuando, como consecuencia de la Ley Moyano, se crease, en 1857, la Facultad de Ciencias, Antoni C. Costa permaneció al frente de la Cátedra de Botánica, en cuya silla se mantuvo hasta su jubilación, en 1868. A la par que catedrático de Botánica ocupó, desde 1846, la dirección del Jardín Botánico de la Universidad de Barcelona, destinado a la docencia de las Facultades de Filosofía (Ciencias), Farmacia y Medicina.

Antonio C. Costa publicó, como síntesis de sus trabajos botánicos, y de los de quienes con él colaboraron, una Introducción a la Flora de Cataluña… (Barcelona, 1864; sustancialmente ampliada en Barcelona, 1877). Es difícil desvincular a Antonio Costa Cuixart de los estudios de Farmacia; además de impartir a los futuros farmacéuticos la materia de ‘Historia Natural’, común para los grados de Ciencias y Farmacia, dos de sus más destacados discípulos ejercieron en esta Facultad: Joan Texidor i Cos (1836-1885) como profesor de ‘Ejercicios prácticos para la determinación y clasificación de objetos farmacéuticos y principalmente de plantas medicinales’108 y Frederic Trèmols i Borrell (1831-1900) como catedrático de ‘Farmacia Química inorgánica’.

108. Sobre la biografía y la actividad botánica de Joan Texidor cf. Joaquim botet i sisó (1885); Fructuoso PlaNs y Pujol (1885); Miquel gaRgaNta i FábRega (1935); María del Carmen FRaNcés causaPé (1986); María del Carmen FRaNcés causaPé, Antonio goNzález bueNo (1991), Roser guàRdia, Joan vallès (2008) y Angustias sáNchez-moscoso in RAH.DB-e.

Frederic Trèmols i Borrell (1831-1900) Fotografía de Rovira y Durán (Barcelona), c. 1870Archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia

Odón de Buen y del Cos (1863-1945)Fotografía c. 1886.

Colección familia de Buen

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La vacante dejada, en 1868, por la jubilación anticipada de Antonio Costa –con tan sólo cincuenta años- fue ocupada por José Planellas Giralt (1820-1888), discípulo de Joan Francesc Bahí, vinculado a Miguel Colmeiro, proveniente de la Cátedra de ‘Historia Natural’ de la Universidad de Santiago, donde había publicado un Ensayo de una flora fanerogámica gallega (PlaNellas, 1852)109; estuvo al frente de esta Cátedra durante veinte años, desde abril de 1868 hasta su fallecimiento en 1888. Josep Planellas llega a la Universidad de Barcelona como catedrático de ‘Historia Natural’ y así habría de adscribirse en el organigrama de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona; no han de extrañar las palabras que Antonio Costa vertiera en los prolegómenos de la segunda edición de su Compendio de Botánica… (Barcelona, 1878):

“Cuando en la Gran Bretaña se encuentra todavía ineficaz la protección evidente que allí obtienen del Estado las ciencias todas ¿será impertinente pregonar aquí que las Universidades de provincia no tienen en España cátedra alguna de Botánica pura y sí tan solo unas pocas de Historia Natural, cuyos profesores no pueden dedicar al reino vegetal mas que la tercera parte escasa del curso?....” (costa, 1878: X).

Tras el fallecimiento de Josep Planellas accedió a la Cátedra de ‘Historia Natural’ Odón de Buen y del Cos (1863-1945), quien la ocupó, tras oposición, en 1889; naturalista bien conocido, autor de algunos trabajos iniciales sobre Geografía botánica, pero cuyos principales intereses se decantaron hacia la Oceanografía. Odón de Buen llevó aires nuevos a la Universidad de Barcelona: estableció prácticas de laboratorio y salidas al campo, fomentó las relaciones con la Estación Biológica de Bagnouls-sur-Mer y publicó unos extensos manuales donde mantenía su defensa de los principios darwinistas, lo que le costó no pocos problemas con la jerarquía eclesiástica. Con alguna interrupción, Odón de Buen permaneció en la Cátedra de la Universidad de Barcelona hasta 1911, en que se trasladó a Madrid110.

Desde diciembre de 1910 la Universidad de Barcelona estuvo capacitada para impartir la Licenciatura de Ciencias Naturales, con tanto anhelo perseguida durante el último tercio del XIX y que la centralización en materia educativa siempre racaneo111. Josep M. Bofill escribiría entonces:

109. El herbario de Josep Planellas fue estudiado –y valorado- por Carlos Pau (1921-1924); con posterioridad se han ocupado de él Roser guaRdia, Ignasi soRiaNo (2016) e Ignasi soRiaNo, Roser guaRdia (2016). Sobre su estancia en la Universidad Compostelana escribió Francisco bellot (1956).

110. Son muchos los textos que abordan la figura de Odón de Buen, él mismo nos legó unas Memorias anteriores a su exilio mexicano (bueN, 2003); señalaremos, además, los trabajos de Cándido bolívaR PieltaiN (1945); Josep aRques (1984); Dolores FeRNáNdez malaNda (1988); Francesc bujosa (1994a; 1994b); Francesc bujosa, Thomas F. glicK (1995); Juan Francisco maRtíN del castillo (1997); Thomas F. glicK (2001); Salvador sáNchez caRRillo (2001); José Luis caNo (2003; 2009); Chus juste (2003); María del Mar meRiNo (2003a); Antonio PéRez moRte (2003); Joaquín bosque mauRel (2004); Joan-Francesc PoNt (2005); Federico álvaRez PRado (2008); Margarita heRNáNdez laille (2008); Joan maRch NogueRa (2008); Andreu muNtaNeR (2008); José María Núñez esPallaRgas (2008); Pere oliveR (2008); Cristina aRguilé, Elisa aRguilé (2009); José de bueN (2009); Mariano del cos (2009; 2010); Vicente maRtíNez tejeRo (2009); Jordi seRRaNo blaNqueR (2009); Enrique toRtosa maRtoRell (2009); Álvaro FeRNáNdez gaRcía (2010); Patricia NavaRRo gaRcía (2010); Alberto gomis, Jaume josa (2010); Isaac FRaNco (2011); Alberto gomis (2011); Ignacio aRtal (2013); Antonio calvo Roy (2013, 2014a; 2014b; 2014c); José Antonio RodRíguez estebaN (2014); Fernando aRRoyo, María Asunción maRtíN (2015); Egoitz etxebeste (2015); Juan PéRez de RubíN (2015a; 2015b) y Alberto gomis in RAH.DB-e.

111. Fue autorizada por Real Orden de 26/12/1910, mediante la que se establece, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona, los estudios de Ciencias Naturales (Colección Legislativa e Instrucción Pública. Año 1910: 359. Madrid: Ministerio de Instrucción Pública).

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“Nuestra ciudad y Cataluña entera, cuyos hijos han demostrado siempre cierta predilección por las Ciencias naturales, están de enhorabuena y contarán en lo sucesivo con un poderosísimo auxiliar (…) las Ciencias naturales, como todas las demás, necesitan de centros docentes que sirvan de núcleos de atracción y expansión para el conocimiento teórico en las aulas y práctico en los laboratorios, y sin esto, todos los trabajos resultan poco menos que estériles, muriendo con el individuo las iniciativas privadas; buena prueba la tenemos en lo que aquí ha pasado; han habido buenos botánicos (…) que al desaparecer dejaron pocos alumnos que no han podido formar escuela, sin que haya valido la enseñanza de las pocas clases generales existentes que, por abarcar demasiado, no permitieron á los dignos profesores que las han desempeñado sacar gran provecho (…) En la Universidad hacía una porción de años que se trabajaba para que el establecimiento de esta Facultad fuera un hecho, sin conseguir nada hasta que, por fin, gracias á los esfuerzos de los Dres. Giner de los Ríos, O. de Buen y Rector de la Universidad [Joaquim Bonet i Amigó, barón de Bonet], intensamente secundados por D. Ignacio Bolívar, á cuyos esfuerzos é iniciativas se debe gran parte del programa actual en España de las Ciencias naturales…” (boFill, 1910: 109-110).

Arturo Caballero y Segares accedió a la primera Cátedra de ‘Fitogeografía y Geografía botánica‘ de la Universidad de Barcelona en junio de 1913; venía de prestar servicio en el Jardín Botánico de Madrid, y a él volverá en 1922, para ocuparse de la Cátedra homónima, vacante en la Universidad Central; durante su estancia en la Universidad de Barcelona asimiló a la suya propia la de ‘Organografía y Fisiología vegetal’.

Tras la partida de Arturo Caballero a la Universidad de Madrid, la Cátedra de ‘Fitografía y Geografía botánica’ fue desempeñada, como profesor encargado, por Benito Fernández Riofrío (1896-1942), quien había trabajado como auxiliar temporal de Arturo Caballero; entró en propiedad de la plaza en abril de 1930, tras superar la correspondiente oposición; también se hizo cargo de la Cátedra acumulada de ‘Organografía y Fisiología vegetal’; permaneció en la Universidad de Barcelona tras la Guerra Civil112.

La Botánica en las Facultades de Farmacia

Ya en 1836, dentro del proyecto de reformas educativas emprendido por Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano (1791-1865), III duque de Rivas, se planteó la necesidad de que las enseñanzas de Farmacia tuvieran, como las de Jurisprudencia, Teología o Medicina, la consideración de Facultades universitarias. La propuesta del duque de Rivas no tuvo el refrendo de las Cortes, pero plasmaba una necesidad que no tardaría en ser solventada.

En el curso 1844/45, junto con la apertura en la Universidad Central de las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras, se integraban en ella los estudios que, hasta entonces, impartían en Madrid el Real Colegio de Farmacia de San Fernando y el Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos, creándose, inicialmente, una Facultad de Medicina y Farmacia, que acabó fracturándose en 1845113.

112. Datos biográficos sobre Benito Fernández Riofrío en Prudenci seRó (1949); unas notas generales sobre la evolución de los estudios de las Ciencias Naturales en la Universidad de Barcelona, en Josep PoNs i Rosell (1990).

113. En lo que atañe a la Universidad Central, cf. María caRmoNa de los saNtos (1996) e Isabel PalomeRa, Carlos J. FloRes (2013). Una visión general en Mariano Peset, José Luis Peset (1974; 1992). Sobre las enseñanzas de Farmacia en la España decimonónica cf. Francisco Javier PueRto saRmieNto (1992b).

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Desde la publicación del ‘Plan Pidal’, en septiembre de 1845, estuvieron activas dos Facultades de Farmacia, ubicadas en las Universidades de Madrid y Barcelona; en 1850 se unió a estas la de Granada y, en 1857, la de Santiago de Compostela. Con anterioridad a la instauración de estos estudios universitarios, estas cuatro ciudades habían tenido Colegios de Farmacia donde, con distintos períodos de suspensión, los farmacéuticos pudieron recibir una educación de carácter análoga a la universitaria.

Tanto los planes de estudio de los Colegios de Farmacia, como los primeros de las nuevas Facultades de Farmacia, incluyen una ‘Historia Natural’ en la que tenían cabida las materias de Botánica, Zoología y Mineralogía. Esta ‘Historia Natural’, común con otros estudios preparatorios de Ciencias, se vería completada, desde el ‘Plan Moyano’, con una ‘Ampliación de la Botánica a la Farmacia, con su Materia farmacéutica correspondiente’, centrada en el estudio de las propiedades medicinales de los vegetales114.

Será el decreto de Eugenio Montero Ríos (1832-1914), publicado en septiembre de 1886, el que, entre otras novedades, establezca una Cátedra de ‘Botánica descriptiva y determinación de plantas medicinales’; la razón de esta reforma se justifica en el preámbulo del decreto:

“Los estudios botánicos y el conocimiento práctico de las plantas medicinales indispensables al farmacéutico, adquieren gran desarrollo con la creación de esta cátedra de lección diaria de Botánica y determinación de plantas y al mismo tiempo constituye una preparación necesaria para el estudio científico y metódico de la materia farmacéutica vegetal…”115

La Universidad de Madrid

La Cátedra de ‘Botánica descriptiva’ de la Universidad de Madrid fue inicialmente ocupada por Gerónimo Macho Velado (1826-1899), por traslado de la Universidad de Santiago de Compostela, donde había impartido ‘Ejercicios prácticos para la determinación y clasificación de objetos farmacéuticos y principalmente de plantas medicinales’; permanece en ella hasta el 14 de agosto de 1890, fecha en que firma su solicitud de traslado a la Cátedra de ‘Mineralogía y Zoología aplicadas’ de la misma Universidad116. Los trámites para su nueva concesión se inician el 2 de diciembre de 1890, cuando el claustro de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central nombra a Blas Lázaro e Ibiza (1858-1921) auxiliar numerario y lo destina a ocupar la vacante producida por Gerónimo Macho.

114. El ‘Plan Moyano’ señalaba, para su impartición, el Tratado de Materia farmacéutica redactado por Manuel Jiménez (Madrid, 1838; Madrid, 1848) y la Historia Natural de las Drogas simples que escribiera Nicolas-Jean-Baptiste Guibourt, en la traducción castellana realizada por Ramón Ruiz (Madrid, 1851-1852) (Cf. Gaceta de Madrid, 01/10/1858).

115. Real Decreto 24/09/1886 (Gaceta de Madrid, 25/09/1886); este interés por la actualización de los estudios farmacéuticos está íntimamente ligado al desarrollo de las enseñanzas prácticas; así se hace constar en las líneas introductorias de la exposición de motivos con la que se justifica esta disposición: “Por el decreto de 16 de enero de 1884 se reformaron los estudios de la Facultad de Farmacia en consonancia con el progreso científico y necesidades de la práctica profesional, aumentando en el cuadro de asignaturas las de Teoría y Práctica de Física, Fitografía, Análisis químico y Toxicología, Farmacia galénica y Legislación sanitaria e Historia de la Farmacia, dando gran impulso a la parte experimental y práctica de todas las enseñanzas”.

116. Especialista en entomología y malacología, Xosé FRaga ofrece datos bio-bibliográficos en RAH.DB-e.

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Joaquín olmedilla y Puig. Reseña histórica de la Facultad de Farmacia de Madrid. Santiago de Compostela: Tip. de José M. Paredes, 1915.

Joaquín olmedilla y Puig. Reseña histórica de la Facultad de Farmacia de Madrid. Santiago de Compostela: Tip. de José M. Paredes, 1915.

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Unos meses después, en febrero de 1891, la plaza es convocada a oposición; tras algunas vicisitudes, Blas Lázaro obtiene la Cátedra en diciembre de 1892117; dictó clases de ‘Botánica descriptiva’ en la Universidad Central hasta el final de sus días; los testimonios entresacados de las biografías de sus discípulos nos remiten a un buen conocedor teórico de la materia impartida, empeñado en potenciar las enseñanzas prácticas, e inflexible en el cumplimiento del deber118. Intentó dotar a su laboratorio de los más modernos medios de investigación y proporcionar una adecuada infraestructura docente para sus alumnos119; Joaquín Mas-Guindal inventarió, al fallecimiento de Lázaro, el contenido de su Cátedra:

“… el herbario de plantas destinada a las prácticas de botánica (…) los microscopios de prácticas para los alumnos (...) la colección de modelos clásticos articulados alemanes, representando órganos diferentes de las plantas, sumamente útiles en la enseñanza (…) También es digna de citarse una colección de láminas en color y en gran tamaño cuyo número pasará de 350…”(mas-guiNdal, 1921: 81-90).

Todo ello destinado a dar una enseñanza acorde a las tendencias vigentes en la Europa que él conoció; para tal fin redactó un conocido libro de texto: Compendio de la Flora Española… con tres ediciones (Madrid, 1896; 1906; 1920).

Tras la muerte de Blas Lázaro e Ibiza, la Cátedra fue regentada por Marcelo Rivas Mateos (1875-1931) quien ocupaba entonces la de ‘Mineralogía y Zoología aplicadas a la Farmacia’, se incorporó a ella mediante un proceso de acumulación. Para los alumnos de esta materia redactó algunos libros de texto: Botánica criptogámica (Madrid, 1925; 1929), Botánica fanerogámica (Madrid, 1929) y Botánica farmacéutica (Madrid, 1929). La actividad botánica de Marcelo Rivas se centró en el estudio florístico de Extremadura, un territorio apenas investigado cuando él comenzó sus trabajos120.

En 1931 accedió a la Cátedra de Madrid, por oposición directa, Josep Cuatrecasas Arumí (1903-1996); catalán de origen, formado bajo la dirección de Pius Font i Quer; había iniciado su labor docente en la Universidad de Barcelona, donde desempeñó el cargo de auxiliar temporal

117. Esta oposición, cuyo resultado ha sido tradicionalmente interpretado, erróneamente desde nuestro punto de vista, como el inicio de la ‘fratricida guerra entre los botánicos españoles’, ha sido estudiada por Antonio goNzález bueNo (1988b).

118. Entre los que conocieron a Blas Lázaro, y nos han dejado su testimonio, cabe señalar a Sergio caballeRo villaldea (1921); Carlos María coRtezo, Martín bayod, Nicasio maRiscal, José RodRíguez caRRacido (1921); Pius FoNt i queR (1921a); Romualdo goNzález FRagoso (1921); Gustavo lóPez gaRcía (1921 [sub J.P. Franco]; 1932b); Joaquín mas-guiNdal (1921); François gagNePaiN (1922); M. gaRcía valieNte, V. maRtíNez de ubago (1923); Ramón bañeRes (1925); Rafael Folch aNdReu (1926); Marcelo Rivas mateos (1930) y Cayetano coRtés latoRRe (1955). Con posterioridad nos hemos ocupado de él Román casaRes lóPez (1958); Salvador Rivas goday (1958; 1969); Rafael RoldáN gueRReRo (1958); Francisco bellot RodRíguez (1972); Consuelo boticaRio (1974); Antonio goNzález bueNo (1981a; 1981b; 1982b; 1987b; 1988; 1992; 1995a; 1996b; 2003; 2004b; 2007c): Antonio goNzález bueNo, María Socorro salvadoR PRieto (1995); Francisco Javier dosil maNcilla (1999); Ángel goicoechea (1999); Manuel laíNz (2012) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

Sobre su aportación a la micología han escrito Francisco de d. [diego] caloNge (1972); Jorge Eduardo WRight, Francisco de D. [diego] caloNge (1973); Leif RyvaRdeN, Francisco de D. [Diego] caloNge (1976) y sobre sus novedades en el ámbito fanerogámico Antonio goNzález bueNo, Montserrat gutiéRRez bustillo, Carmen NavaRRo (1986).

119. Parte de cuyos materiales aún se conservan: cf. Antonio goNzález bueNo, José María PizaRRo, Ana cResPo (2015).

120. Datos bio-bibliográficos de Marcelo Rivas Mateos en Antonio goNzález bueNo, Aurora miguel aloNso (1992) y Antonio goNzález bueNo (2004a).

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de Botánica entre 1924 y 1931. Permaneció al frente de la Cátedra de la Universidad Central hasta 1939. Tras la Guerra Civil se exilió a Colombia, donde prosiguió con su labor educativa121.

La Cátedra madrileña acentuó en Cuatrecasas su interés por la flora tropical, ya esbozado desde que, en 1930, fuera pensionado por la Junta para la Ampliación de Estudios para estudiar en el Botanischer Garten und Botanisches Museum de Berlín-Dahlem, al que regresó en 1931. Sus contactos con la vegetación tropical colombiana los inició en 1932, con motivo de representar al Gobierno español en los actos conmemorativos del bicentenario de José Celestino Mutis; este primer acercamiento, in situ, a la flora y vegetación colombiana marcarán el resto de su producción científica. Tras sus primeras herborizaciones en Colombia se traslada, una vez más, al Botanischer

121. Josep Cuatrecasas desarrolló la mayor parte de su obra en el exilio; sobre su figura han escrito Miquel gaRgaNta i FábRega (1947); Antonio goNzález bueNo (1983; 1996a; 1997a); Oriol bolòs i caPdevila, (1997); Manuel lóPez FigueiRas (1985); Santos casado (1996); Santiago castRoviejo (1997); Josep María moNtseRRat maRtí (1997); María del Mar meRiNo (2003b); Josep María camaRasa, Santos casado (2005); Diego jeRez justicia (2005); Josep cuatRecasas, Joan subiRà, Maria cuatRecasas (2006); José María lóPez sáNchez (2018) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

Sus aportaciones al estudio de la flora y vegetación hispana han sido comentadas por Gonzalo mateo saNz (1996c); Ángel Manuel heRNáNdez caRdoNa (1997) y Juan Victorio amezcua laNzas (2008). De su estancia en tierras americanas se han ocupado Francis Raymond FosbeRg (1985); Vicki A. FuNK (1985); Harold RobiNsoN (1985); Santiago díaz-PiedRahita (1996); Isabel baRRio maRtíN (2003); Antonio goNzález bueNo (2009) y José María lóPez sáNchez (2019). Algunas valoraciones sobre su trabajo botánico han sido realizadas por Ignasi soRiaNo i tomàs (2008) y Diego giRaldo cañas (2014).

Josep Cuatrecasas Arumí (1903-1996)Fotografía fechada en 31/12/1923

Smithsonian Institution / National Museum of Natural History (Washington)

Marcelo Rivas Mateos (1875-1931) y Blas Lázaro e Ibiza (1858-1921)

Fotografía, c. 1919Colección Margarita Torres Muñoz (Madrid)

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Garten und Botanisches Museum de Berlín-Dahlem, nuevamente pensionado por la JAE. En 1932, a su vuelta de Berlín, y como consecuencia de una reestructuración en el Real Jardín Botánico, fue nombrado jefe de la sección de flora tropical del Real Jardín de Madrid; se ocupó entonces de la revisión de los herbarios históricos, particularmente de los materiales herborizados por Joan Isern i Batlló (1821-1866), durante la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866).

Al inicio de la Guerra Civil, en 1937, Josep Cuatrecasas se hizo cargo de la dirección del Jardín Botánico de Madrid, asumiendo la responsabilidad de organizar la evacuación de los fondos históricos conservados en sus archivos, en especial los dibujos de la colección Mutis. Al concluir el conflicto bélico, su militancia republicana le obligó a un forzado exilio.

Profesores responsables de la enseñanza de ‘Botánica descriptiva’ en la Universidad de Madrid [1886-1939]

Gerónimo Macho Velado (1826-1899) Catedrático [1886-1890]

Blas Lázaro e Ibiza (1858-1921) Auxiliar numerario [1890-1892] Catedrático [1892-1921]

Marcelo Rivas Mateos (1875-1931) Catedrático asimilado [1921-1931]

Josep Cuatrecasas Arumí (1903-1996) Catedrático [1931-1939]

La Universidad de Barcelona

La Cátedra de ‘Botánica descriptiva’ de la Universidad de Barcelona fue inicialmente ocupada por Enrique Calahorra de la Orden (m. 1898); con anterioridad había ejercido las de ‘Materia farmacéutica animal y mineral’ en la Universidad de Santiago de Compostela y la de ‘Ejercicios prácticos para la determinación y clasificación de objetos farmacéuticos y principalmente de plantas medicinales’ en la de Barcelona; su producción se reduce a algunos artículos publicados en revistas profesionales, sin relación con la Botánica122. Tras su fallecimiento, la plaza fue cubierta por Telesforo de Aranzadi.

Telesforo de Aranzadi Unamuno (1860-1945) llegó a la Cátedra de Botánica de Barcelona en 1898, por traslado de la de ‘Mineralogía y Zoología’ de la Universidad de Granada, que había obtenido unos años atrás, en 1895; permaneció en ella hasta 1920, en que obtuvo el traslado a la Cátedra de Antropología de la Facultad de Filosofía, en la que también dictó clases de Psicología experimental. Su contribución botánica no es tan destacada como la desarrollada en el ámbito antropológico, pero cuenta a su favor el haber sido pionero en los estudios micológicos123.

122. Su recuerdo permanece por algunas notas necrológicas, breves y anónimas, aparecidas en la prensa farmacéutica (Farmacia Española, 30(26): 409. [30/06/1898]) y por su inclusión en el Diccionario… de Rafael RoldáN (1: 473-475. 1963).

123. La vida y obra de Telesforo Aranzadi ha sido estudiada por Pedro gaRmeNdia (1935; 1945); Luis hoyos (1945a; 1945b; 1948); Santiago alcobe (1949); José María baRaNdiaRáN (1951; 1960); Julio caRo baRoja (1961); Jon bilbao (1962); Jesús elósegui (1962); Gregorio mújica (1962); Jesús azcoNa (1981); Mª Carmen FRaNcés, Mercedes álvaRez, Mercedes baRtolomé (1984); Ángel goicoetxea (1985; 1987a; 1987b); José Ignacio tellechea (1987); Luis calvo (1993); F. Xavier mediNa luqueo (1996); Sagrario muñoz (1998); Kepa FeRNáNdez (2010) y Andrés galeRa gómez in RAH.DB-e.

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La vacante de Telesforo de Aranzadi fue cubierta por Pius Font i Quer (1888-1964) quien, desde 1917, ejercía como profesor interino de la Facultad de Farmacia; la plaza fue convocada a oposición en 1922 y, pese a los méritos de Pius Font, fue adjudicada a Cayetano Cortes Latorre (1896-1966), quien venía de ejercer la plaza homónima en la Universidad de Santiago de Compostela. La decisión del tribunal le hizo trasladar su actividad docente a la Escuela Superior de Agricultura de Barcelona, en la que trabajó entre 1923 y 1939. Cayetano Cortés permaneció al frente de la Cátedra de Barcelona hasta 1933, en que se trasladó a la homónima de la Universidad de Granada124. Durante su estancia en la Ciudad Condal redactó, para sus alumnos, unas Lecciones de Botánica Descriptiva: Fanerogamia (Barcelona, 1926) y unas Claves dicotómicas para la determinación de las plantas que vegetan en Barcelona y sus alrededores (Barcelona, 1933).

En el verano de 1933, tras adoptar el nuevo estatuto universitario que le permitía el decreto de autonomía firmado por Fernando de los Ríos, la ya Universidad Autónoma de Barcelona recuperó para su equipo docente a Pius Font i Quer, a quien nombró profesor agregado permanente; desde ella se esforzará por promover una metodología de enseñanza basada en el

124. En 1936 fue detenido; permaneció encarcelado hasta 1942. En 1963 se trasladó a Cuba como docente en la Universidad de La Habana, allí falleció en 1966. Un apunte biográfico en Francisco bellot (1968).

Pius Font i Quer (1888-1964)Fondo Fundació Mediterrània

Telesforo de Aranzadi Unamuno (1860-1945) Fotografía realizada en 1880.

Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, ANVA0004_000008

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trabajo de campo, esencialmente acorde a los planteamientos docentes vigentes en el resto de Europa125.

Para los primeros años de la década de 1930 Pius Font i Quer era ya un consumado botánico; a él se debe un metódico y organizado programa del estudio de la flora del Mediterráneo occidental, iniciado en 1919, y que la Guerra le hizo concluir al sorprenderle herborizando, con sus alumnos, en Orihuela del Tremedal, en pleno frente de Teruel126.

Contó para realizar sus proyectos con Rolf Singer (1906-1994), alemán de origen, experto micólogo, contratado por la Universidad Autónoma entre 1934 y 1935, y de la que pasaría a prestar servicio en el Jardín botánico de Leningrado (1935-1940)127, y Werner Rothmaler (1908-

125. Sobre el proceso de transformación de la Universidad de Barcelona cf. Albert Ribas i massaNa (1976). La enseñanza de la Botánica, durante los años en que Pius Font i Quer se hizo cargo de ella, ha sido analizada por Joan valles i xiRau (1985) y Creu casas (1988).

126. El hecho de haber regresado a Barcelona, en zona republicana, en el verano de 1936 y el haber firmado un manifiesto de protesta por los bombardeos de la Ciudad Condal fueron motivos suficientes para condenarlo a ocho años de prisión, de los cuales cumplió dos, entre 1939 y 1941, encarcelado en el castillo de Montjuic; perdió todos sus cargos.

La obra y la vida de Pius Font i Quer cuentan con un buen número de aproximaciones; entre ellas: Carlos Pau (1928; 1930): Oriol de bolòs (1964; 1988; 2000); Antoni bolòs, Oriol de bolòs (1966; 1968); Rafael caNdel (1968); Louis embeRgeR (1968); Josep Maria camaRasa (1984; 2000a); Carmen NavaRRo, Montserrat gutiéRRez-bustillo, Antonio goNzález bueNo (1985); Creu casas (1987; 1988; 1993); Manuel laíNz (1987b; 1988); Josep María camaRasa et als. (1988); Josep A. coNesa (1988); Josep cuatRecasas (1988); M. Angeleta FeRReR (1988); Ester FoNt (1988); Antonio goNzález bueNo et als. (1988c); Antonio goNzález bueNo, Daniel sáNchez-mata (1988b): Pedro moNtseRRat (1988); Félix muñoz gaRmeNdia (1988); Joan vallès (1988; 2006); Joan vallès, Creu casas (1988); Ester boix (1989); Carles RieRa, Joan vallés (1991); Mirella aRtís, Josep María camaRasa (1995); Raúl RodRíguez Nozal (1995); Ángel M. Romo (1996; 2000); Neus ibáñez (2003); Valentí goNzález, Josep Nuet, Josep M. PaNaReda (2006); Ignasi soRiaNo (2008); Alexis Rosell, Emilio blaNco (2011); Carme Puche, Rubén duRo (2015); Carme Puche (2017) y Santos casado in RAH.DB-e.

127. Había obtenido su doctorado en la Universidad de Viena (1931) y acababa de contraer matrimonio (04/07/1934) con Martha [Mimi] Kupfer (1910-2003). Datos biográficos y bibliográficos en Meinhard moseR (1976); Heinz

Rolf Singer (1906-1994)John Simon Guggenheim Memorial

Foundation Nueva York

Enric Gros i Miquel (1864-1949) Fotografía de Pius Font i Quer

Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona

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1962), también alemán, activo coleccionista de plantas quien, tras colaborar con la Universidad Autónoma, fue contratado, por la Junta para Ampliación de Estudios, para trabajar en el Jardín Botánico de Madrid128; pero, sobre todo, tuvo la colaboración de Enric Gros i Miquel (1864-1949), inicialmente contratado por Odón de Buen como ayudante de prácticas en la Universidad de Barcelona, y colector del Museu des Ciències Naturals desde 1917129.

Profesores responsables de la enseñanza de ‘Botánica descriptiva’ en la Universidad de Barcelona [1886-1939]

Enrique Calahorra de la Orden (m. 1898) Catedrático [1886-1898]

Telesforo Aranzadi Unamuno (1860-1945) Catedrático [1898-1920]

Pius Font i Quer (1888-1964) Auxiliar numerario [1920-1922]

Cayetano Cortés Latorre (1896-1966) Catedrático [1922-1933]

Pius Font i Quer (1888-1964) Profesor permanente [1933-1939]

La Universidad de Santiago

Sandalio González Blanco (1840-1918) fue el primer catedrático de ‘Botánica descriptiva’ en la Universidad de Santiago; formado en la Universidad Compostelana, trabajó en ella como profesor auxiliar (1870-1878); desde 1878 ejercía la docencia de ‘Ejercicios prácticos para la determinación y clasificación de objetos farmacéuticos y principalmente de plantas medicinales’ y, tras su creación, en 1887, de la Cátedra de la ‘Botánica descriptiva’, se ocupó de su docencia; mantuvo esta actividad –y la de decano de la Facultad de Farmacia compostelana- hasta su fallecimiento130. Su producción ‘botánica’ se reduce a un discurso sobre la historia de la disciplina (goNzález blaNco, 1898).

En 1918, la vacante de Sandalio González fue cubierta por César Sobrado Maestro (1876-1935) quien, desde 1902, ocupaba la Cátedra de ‘Mineralogía y Zoología’; la preocupación de César Sobrado por los vegetales era antigua; a ellos dedicó su tesis doctoral, realizada en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central, a la sombra de Blas Lázaro (sobRado, 1902); aunque su producción no es muy extensa, cabe destacar en ella un cierto interés hacia los macromicetes, a cuyo estudio se dedicó durante su estancia en tierras gallegas131.

clémeNçoN (1994); Gregory M. muelleR, Qiuxin Wu (1997).

128. La Guerra Civil le sorprendió en Portugal; no regresó a España, allí permaneció al servicio del Centro Nacional de Investigación Agrícola, en Lisboa, hasta que, en 1940, se vio forzado a regresar a Alemania. Datos biográficos de Werner Rothmaler en Pius FoNt i queR (1962), Gerhard gRümmeR (1962) y Otto-Karl schWaRz (1963).

129. “… que, despres de rodar mig món amb el cor inflamat d’amor a la ciencia, tinguérem la sort de fer-nos nostre quan ja li blanquejava el cap (...) Caldria un volum per a referir punt per punt I’odissea de la seva vida...” (FoNt i queR, 1949: 120). Sobre sus herborizaciones por tierras almerienses cf. Carlos Pau (1921); sus trabajos en el Protectorado marroquí han sido valorados por Antonio goNzález bueNo et als. (1988) y Carme Puche (2017).

130. Rafael RoldáN (2: 490. 1975) aporta los escalos datos biográficos disponibles; equivoca la fecha de defunción, a tenor de lo indicado en la esquela que se hizo pública en El Correo de Galicia, 19/04/1918: 3. Sobre su controversia con el rector Maximino Teijeiro cf. José miñoNes tRillo (2010: 47-49).

131. Su aportación al estudio de los macromicetes gallegos ha sido estudiada por María Visitación goNzález saNgRegoRio, Luis FReiRe, María Luisa castRo (1984). Sus herborizaciones canarias, realizadas en 1905 al amparo de la

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Muy joven, en noviembre de 1922, con apenas veintiséis años, ganó por oposición la Cátedra de ‘Botánica descriptiva’ Cayetano Cortés Latorre (1896-1966); formado bajo la dirección de Blas Lázaro, con quien había trabajo en la Universidad de Madrid como Profesor auxiliar de su Cátedra. Su estancia en la Universidad Compostelana puede tacharse de ‘simbólica’, apenas tomar posesión obtuvo, mediante nueva oposición, la Cátedra homónima de la Universidad de Barcelona, a la que se trasladó de inmediato132.

Tras la partida de Cayetano Cortés a Barcelona, la vacante de ‘Botánica descriptiva’ sería nuevamente ocupada por César Sobrado Maestro, quien la mantendría, asimilada, hasta su muerte, acaecida en 1935133.

Profesores responsables de la enseñanza de ‘Botánica descriptiva’ en la Universidad de Santiago de Compostela [1886-1939]

Sandalio González Blanco (1840-1918) Catedrático [1886-1918]

César Sobrado Maestro (1876-1935) Catedrático asimilado [1918-1922]

Cayetano Cortés Latorre (1896-1966) Catedrático [1922]

César Sobrado Maestro (1876-1935) Catedrático asimilado [1923-1935]

La Universidad de Granada

La Universidad de Granada inició los estudios de la Licenciatura de Farmacia tras la promulgación del Real Decreto de 28/08/1850 (Gaceta, 06/09/1850), mediante el que se destinaba a aquel centro a Mariano de Amo y Mora, como profesor de ‘Mineralogía y Zoología aplicada a la Farmacia’134.

Aún cuando hubo algunos intentos para cubrir la Cátedra de ‘Botánica descriptiva’ en esa Universidad, no sería hasta 1877 cuando Florentino López Jordán (1831-1905) ocupará esta plaza; desempeñaba, desde 1877, la Cátedra de ‘Química orgánica’ en esta Universidad, por traslado desde la de igual denominación de Santiago; permaneció en la de Botánica hasta su fallecimiento, sin que conste en su haber más obra ‘botánica’ que su tesis doctoral sobre la nutrición de los vegetales (lóPez joRdáN, 1853).

En febrero de 1910 ocupó la Cátedra Juan Luis Díez Tortosa (1882-1933), había desempeñado plaza de Auxiliar interino (1901-1907) y Auxiliar numerario (1907-1910) de la Facultad de Farmacia135; desde octubre de 1905 fue el encargado de la Cátedra que pasaba a regentar y que

Real Sociedad Española de Historia Natural, han sido analizadas por María Eugenia RoN (1973).

132. Trabajó como Profesor auxiliar temporal de la Cátedra madrileña entre julio de 1919 (10/07) y julio de 1920 (06/07); su nombramiento lo fue con carácter de ‘gratuito’. Su estancia compostelana se limita desde el 27/11/1922 hasta el 12/12/1922. Desde el 01/01/1933 ya ejercía como catedrático en la Ciudad Condal. Sobre Cayetano Cortés Latorre cf. Francisco bellot RodRíguez (1968).

133. De historiar los estudios y la investigación desarrollados en la Facultad de Farmacia compostelana se han ocupado Luis maiz eleizegui (1961); Beatriz bRasa aRias, Santiago saNmaRtíN míguez, Mariana laNdíN (2010); Beatriz bRasa aRias (2011) y José miñoNes tRillo (2010).

134. Acerca del desarrollo histórico de la Facultad de Farmacia granadina han escrito Carlos RodRíguez lóPez-NeyRa (1914; 1939) y Carlos RodRíguez lóPez-NeyRa, José María claveRo aRmeNteRos (1950); específicamente de los estudios botánicos se han ocupado José Luis valveRde lóPez, Pilar aRRebola Nacle (1986).

135. Algunos datos biográficos sobre Juan Luis Díez Tortosa en Juan casas FeRNáNdez (1933).

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desempeñó hasta su fallecimiento, en 1933. Ejerció como Decano de la Facultad de Farmacia granadina entre 1925 y 1931; su aportación a la Botánica, salvo alguna nota de sus excursiones publicadas en el Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural, puede considerarse nula.

En 1933 accedió a esta Cátedra, por traslado desde la de Barcelona, Cayetano Cortés Latorre (1896-1966), aquí completó la labor iniciada en la Ciudad Condal, dando a la imprenta Lecciones de Botánica Descriptiva: Criptogamia (Granada, 1936). La Guerra le sorprendió en Zaragoza; sometido a depuración, permaneció en prisión hasta 1942136.

Profesores responsables de la enseñanza de ‘Botánica descriptiva’ en la Universidad de Granada [1886-1939]

Florentino López Jordán (1831-1905) Catedrático [1886-1905]

Juan Luis Díez Tortosa (1882-1933) Auxiliar numerario [1905-1910] Catedrático [1910-1933]

Cayetano Cortés Latorre (1896-1966) Catedrático [1933-1939]

136. Malvivió en los años posteriores, dedicándose a la docencia privada y realizando algún trabajo sobre Briología en unas penosas condiciones ofrecidas por el Real Jardín de Madrid (CSIC); en 1963, con el apoyo de Josep Cuatrecasas, se trasladó a la Isla de Cuba, donde ejerció la enseñanza en la Universidad de La Habana hasta su muerte (Cuatrecasas, in lit.). Francisco bellot RodRíguez (1968) dio noticia de su fallecimiento en los Anales del Jardín Botánico de Madrid, un par de años después de ocurrido su deceso.

Florentino López Jordán (1831-1905) Facultad de Farmacia. Universidad de Granada

Juan Luis Díez Tortosa (1882-1933)Facultad de Farmacia. Universidad de Granada

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Plantas, esPacios y Públicos. el desarrollo de la botánica en la esPaña Peninsular entre 1833 y 1936

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La Botánica en las Escuelas de Ingenieros de Montes

En mayo de 1833, por empeño de Antonio Sandalio de Arias y Costa (1764-1839), se intenta fundar, en Madrid, una Escuela Especial de Ingenieros de Bosques, al modo de las Escuelas de Montes alemanas, independiente de las lecciones de Agricultura impartidas en el Real Jardín de Madrid137. El proyecto no pudo llevarse a la práctica, pero la necesidad de ordenar los montes condujo a Martín de los Heros (1783-1859), cuando aún actuaba como Intendente de la Real Casa, a comisionar, en 1842, a Agustín Pascual González (1818-1884), discípulo de Antonio Sandalio de Arias, y a Esteban Boutelou Soldevilla (1823-1883), para formarse en este campo en la Escuela de Tharand; ambos regresaron a Madrid en 1845138.

Un decreto de 18 de noviembre de 1846 establece una Escuela Especial de Bosques en el Castillo de Villaviciosa de Odón; fue su primer director Bernardo de la Torre Rojas (1792-1870), senador y jurista militar quien, junto a Agustín Pascual González, se ocupó de redactar el

137. La dirección estuvo encomendada a Antonio Sandalio de Arias; su fallecimiento, en 1839, y la situación política por la que atravesaba el país hicieron fracasar el proyecto (cf. GaRcía-escudeRo, 1948). Datos biográficos sobre Antonio Sandalio –y de su interés por la enseñanza de la Agricultura- en Rolando misas (1996), Eduardo moNtagut (2001; 2004), Josefina gómez meNdoza (2003) y José Luis maldoNado Polo in RAH.DB-e.

138. Datos biográficos sobre Agustín Pascual González en Lucas de olazábal (1885); Erich baueR (1992); José Luis sebastiáN lóPez (1996); José Luis goNzález escRig (2006a); Ignacio gaRcía PeReda, Inés goNzález doNcel, Luis gil sáNchez (2018) y Luis Gil Sánchez in RAH.DB-e. Sobre Esteban Boutelou Soldevilla cf. José Luis goNzález escRig (2006b; RAH.DB-e).

Agustín Pascual González (1818-1884)Real Sociedad Económica Matritense de Amigos

del País

Esteban Boutelou Soldevilla (1823-1883)Escuela de Ingenieros de Montes.

Universidad Politécnica de Madrid

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Reglamento según el cual habría de funcionar el Centro139. La Escuela permaneció en el Castillo de Villaviciosa hasta su traslado, en enero de 1871, a la Casa de Oficios de El Escorial. Un nuevo cambio, este en 1914, ubicó la Escuela a Madrid140.

Desde sus primeros planes se contempla la necesidad de abordar los estudios botánicos; inicialmente todas las materias relacionadas con la Historia Natural, incluyendo los ‘Elementos de Botánica’ que habrían de cursarse en el segundo año y los ‘Elementos de Geognosia, Anatomía y Fisiología vegetal’, quedaron a cargo de Miguel Bosch Juliá (1818-1879)141, sucesor de Miguel Colmeiro en la Cátedra de Agricultura y Botánica de la Junta de Comercio de Barcelona, quien alcanzó la plaza de profesor de la Escuela en 1849 y la desempeño hasta 1854; dejó escrito un Manual de botánica aplicado a la agricultura y a la industria (Madrid, 1858). Con él se formó Máximo

139. No fue éste el primer profesor de Historia Natural con que contó la Escuela, le antecedió Luis Gaytán de Ayala, pero este solo permaneció en la Escuela el primer año de funcionamiento y las materias relacionadas con la Botánica comenzaban a impartirse en el segundo (cf. ceballos FeRNáNdez de cóRdoba, 1961).

140. Inicialmente se impartió su docencia entre las aulas de las Escuelas de Ingenieros Industriales y de Ingenieros de Minas; en 1915 dispuso de un espacio propio en la calle Rey Francisco, donde permaneció hasta la destrucción del edificio durante la Guerra Civil. Una aproximación histórica al desarrollo de esta Escuela en José Luis goNzález escRig, Joaquín FeRNáNdez PéRez (2000), José Luis goNzález escRig (2001) y Antonio gaRcía álvaRez (2010). Sobre la formación y actividad profesional de los Ingenieros de Montes cf. Josefina gómez meNdoza (1992); Vicente casals costa (1995; 1996); Joaquín FeRNáNdez PéRez, José Luis goNzález escRig (2000) y José Luis goNzález escRig (2002).

141. De Miguel Bosch Juliá nos legó una extensa nota necrológica Agustín Pascual goNzález (1879); también se ha ocupado de su biografía José Luis goNzález escRig (2005a; RAH.DB-e).

Miguel Bosch Juliá (1818-1879)Fotografía, c. 1851. Escuela de Ingenieros de Montes. Universidad Politécnica de Madrid

Máximo Laguna Villanueva (1826-1902)La Ilustración española y americana, 36(24): 394.

Madrid, 30/06/1892

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Laguna Villanueva (1826-1902), sin duda el más brillante de los botánicos forestales, quien habría de sucederle en la Cátedra de Botánica.

En 1852, al finalizar sus estudios en la Escuela de Villaviciosa, Máximo Laguna fue becado para proseguir su formación en Alemania (1852-1855); a su regreso, en 1855, se integró entre el personal docente de la Escuela, ocupándose de dictar ‘Botánica’ y ‘Selvicultura’; permaneció en ella hasta 1867, año en la que la abandonó para ocuparse, por completo, de redactar la Flora forestal española (Madrid, 1875, 1883-1890)142.

El puesto de Máximo Laguna fue detentado, tan sólo un año, por Buenaventura Bachiller Albitos. En abril de 1869 es nombrado profesor de ‘Botánica y Zoología’ Adolfo Parada Barreto (1838-1880), quien destacará más por sus aportaciones a la entomología aplicada que por las botánicas143.

Tras el traslado de la Escuela a El Escorial, en 1871, Adolfo Parada quedó encargado de impartir ‘Zoología’ y ‘Entomología’, ocupándose de las asignaturas botánicas Sebastián Vidal y Soler (1842-1889), quien acababa de regresar de su período de formación en Alemania; pronto, en 1872, habría de trasladarse a Filipinas, donde encontró la muerte, a causa del cólera, en 1889144. La docencia de la Botánica fue entonces encomendada a Máximo Laguna, quien la compaginó con la dirección de la Escuela el año en que estuvo a su frente; luego por Miguel Bosch Juliá, quien también concilió la dirección de la Escuela con la enseñanza de la Botánica durante el curso 1872/1873.

En 1873 se hizo cargo de la enseñanza de la Botánica Pedro de Ávila Zumarán (1842-1924), como muchos de sus anteriores profesores la compartió con las materias propias de la Zoología, pero en este su vocación fue fundamentalmente botánica; fiel discípulo de Máximo Laguna, con quien emparentó, y al que dedicaría su discurso de entrada en la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (ávila, 1915), Pedro de Ávila ejerció como docente de Botánica hasta

142. Sobre Máximo Laguna cf. Pedro aRtigas (1899; 1902); Antonio gaRcía maceiRa (1902); Ignacio J. iNza (1907b); Pedro de ávila (1915); Josefina gómez meNdoza (1995); José Luis goNzález escRig, Benjamín FeRNáNdez Ruiz (1997) y Santos casado de otaola in RAH.DB-e.

143. Diego caRo caNcela in RAH.DB-e ofrece los escasos datos bio-bibliográficos que conocemos sobre este ingeniero forestal.

144. De los trabajos botánico-forestales de Sebastián Vidal se han ocupado Segundo cuesta (1890); Salvador ceRoN (1892); Gaspar aRaNda y aNtóN (1998); José Luis goNzález escRig (1998) y Paloma blaNco in RAH.DB-e. Una valoración coetánea de sus trabajos botánicos fue realizada por Heinrich-Moritz WillKomm (1886; 1887b; 1888), quien contribuyó a su difusión a través de las páginas del Botanisches Centralblatt

José Secall e Inda (1853-1918)Escuela de Ingenieros de Montes

Universidad Politécnica de Madrid

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1881; desde el curso 1879/1880 sólo se ocuparía de enseñar Botánica y, en octubre de 1882, pasó a dictar ‘Selvicultura’ y ‘Meteorología’145.

En el verano de 1882 fue nombrado Manuel Compañó Roset (1843-1886), otro de los discípulos de Máximo Laguna, para ocuparse de las lecciones de Botánica146; su muerte de pulmonía, en julio de 1886, con apenas 43 años, obligó a nombrar un nuevo profesor de la materia, sería José Secall e Inda (1853-1918) 147 quien se haría cargo de ella; permanecería como docente entre abril de 1885 y septiembre de 1900 y, en una segunda etapa, entre febrero de 1903 y septiembre de 1905; es probable que el par de cursos intermedios entre ambas etapas fuera desarrollado por Alfonso Briones, aun cuando no tengamos constancia documental de ello.

Al marcharse José Secall, en septiembre de 1905, se hizo cargo de la enseñanza de la Botánica Miguel Ángel Esteve Macías, quien se mantuvo en la Cátedra hasta 1931148; sus trabajos, y su docencia, estuvo más enfocada a la Organografía y Fisiología vegetal que hacia la taxonomía y sistemática, las ramas más queridas por quienes le habían antecedido en el desempeño de su Cátedra.

145. Datos biográficos de Pedro Ávila en Blas lázaRo e ibiza (1915); José Antonio maRtíNez gaRRido (1997) y Alberto gomis in RAH.DB-e.

146. Su primer destino fue el Distrito Forestal de Barcelona (10/02/1866), donde colaboró con Antonio Cipriano Costa i Cuxart y herborizó principalmente en el valle de Arán, la alta Ribagorza, el Segriá y la Segarra. Datos bio-bibliograficos de Manuel Compañó Roset en José Luis goNzález escRig (2005b; RAH.DB-e).

147. Datos bio-bibliográficos sobre este ingeniero en José Luis goNzález escRig (2004).

148. Nuestros escasos datos sobre este ingeniero de montes proceden de la tesis doctoral de Vicente casals costa (1995).

Profesores y alumnos en el arboreto de la Escuela Especial de Ingenieros de Montes del Escorial. Fotografía de Jules David Cavaz (París), 1887. Colección J.J. Ramírez Allozano

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En 1931, coincidiendo con el cese de Ángel Esteve al frente de la Cátedra de Botánica, ocurre un cambio en el plan de estudios que desdobla esta Cátedra en dos; desde una de ellas se impartirán las disciplinas de ‘Organografía y Fisiología vegetal’ y ‘Patología vegetal’; desde la otra, ‘Fitografía, Dendrología y Geografía botánica’. La primera fue ocupada por Félix Gallego Quero, quien ya era profesor ayudante de estas disciplinas, permaneció en ella hasta su ascenso a Inspector de Montes, en 1959. La segunda por Eladio Romero Bohórquez, quien hasta entonces había impartido las asignaturas de Economía en esta misma Escuela, la desempeñó hasta su fallecimiento, en octubre de 1939149.

Profesores de ‘Botánica’ en la Escuela de Ingenieros de MontesMiguel Bosch Juliá 1849-1854

Máximo Laguna Villanueva 1855-1867Buenaventura Bachiller Albitos 1868-1869

Adolfo Parada Barreto 1869-1870Sebastián Vidal Soler 1871

Máximo Laguna Villanueva 1871-1872Miguel Bosch Juliá 1872-1873

Pedro de Ávila Zumarán 1873-1882Manuel Compañó Roset 1882-1885

José Secall e Inda 1885-1900[Alfonso Briones] 1900-1903José Secall e Inda 1903-1905

Ángel Esteve Macías 1905-1931

Organografía y Fisiología vegetal Fitografía, Dendrología y Geografía botánicaFélix Gallego Quero [1931-1954] Eladio Romero Bohórquez [1931-1939]

agruPaciones cientíFicas

La necesidad de agrupación entre los naturalistas hispanos está latente desde los inicios de la Ilustración; en el ámbito catalán se solventó con la fundación de la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona, en pleno Siglo de las Luces; en la Corte, la situación fue diferente: hubo que esperar hasta 1834 para que los naturalistas residentes en Madrid, en buena parte segregados de la Real Academia de Medicina, explicitaran la falta de una Academia de Ciencias ante la Monarca; entonces, siguiendo pautas que aún podríamos considerar ilustradas, ve la luz una primigenia Real Academia de Ciencias.

Para encontrar nuevos modelos asociativos debemos esperar hasta el último cuarto del XIX; entonces, bajo la libertad ideológica propulsada por el sexenio revolucionario y el clima de tranquilidad política y social reinante durante la Restauración, se promovió el desarrollo de proyectos de carácter asociacionista entre los que figuran los de creación de la Sociedad Española

149. Sobre el desarrollo histórico de la Botánica en la Escuela de Ingenieros de Montes cf. Pío gaRcía-escudeRo (1948) y Luis ceballos y FeRNáNdez de cóRdoba (1961).

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de Geografía (1871), la Sociedad Española de Historia Natural (1871), la Sociedad Botánica Barcelonesa (1871)150 o la Sociedad Linneana Matritense (1878).

A las sociedades científicas de amplia pujanza y raigambre nacional –la Real Sociedad Española de Historia Natural a la cabeza– se unen otras, de diverso ámbito territorial y perdurabilidad, gestadas durante los años del primer tercio del siglo XX; es el caso de la Institució Catalana d’Història Natural (1899) o la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales (1902).

Todas ellas suponen, además de la disponibilidad de espacios culturales para la exposición y discusión de trabajos científicos, la creación de boletines, anuarios o memorias, a través de los cuales divulgar la investigación realizada por sus socios, con lo que, en las primeras décadas del XX, se multiplican –y de manera notoria– el acervo de publicaciones sobre Historia Natural editadas en España.

La Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona

La Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona hunde sus raíces en la Conferencia Physyco-matemática Experimental fundada, en el enero de 1764 (18/01), como sociedad literaria. En el otoño de 1770 (14/10) cambiaría su título por el de Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona para pasar, en diciembre de 1887 (07/12), a ser conocida como Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona151.

La Botánica gozó inicialmente de autonomía en la estructura de la Academia barcelonesa; a ella se dedicó la sección séptima, separada de la sexta, la dedicada a los estudios de Historia Natural. Esta privilegiada situación cambió pronto; tras la remodelación propulsada en 1816, la sección de Botánica fue fusionada con la de Agricultura, conformado un grupo único, la sección quinta. Desaparecerá de la organización académica tras la aprobación de los estatutos de 1836; sus miembros se distribuirán entre las secciones de Agricultura, que recobran su independencia, y la de Historia Natural, que la mantuvo desde sus inicios; a la primera se unirán Albert Pujol i Gurena (1783-1847), Andrés Ruviano (fl. 1821-1845), Josep Isidor Bahí i Fabricias (m. 1838), Pere Felip Monlau Roca (1808-1871), Ramon Casanova i de Mir (1811-1875) y Joan Francisc Bahí i Fontseca (1775-1841); sólo Pantaleón Arriete (m. 1846), botánico formado en el Real Jardín de Barcelona, optó por su paso a la de Historia Natural, este centró los pocos de sus trabajos que han llegado a nuestros días, manuscritos todos ellos, en el modo de confeccionar herbarios; de él sólo conocemos una breve comunicación impresa sobre unas herborizaciones en Montjuich (aRRiete, 1842). El resto de los académicos se interesaron más por cuestiones legislativas relacionadas con el mundo agronómico o sobre técnicas agropecuarias.

Desde 1836 hasta la desaparición, en 1873, de la sección de Agricultura, los académicos numerarios con intereses botánicos se adscribirán bien a esta bien a la de Historia Natural. En la primera encontrarán su espacio Josep Salvador i Soler (1904-1855), Miquel de Foxà i Andreu

150. La literatura sobre la situación social de la España de la segunda mitad del XIX y su repercusión sobre la Ciencia española es extensa, cf. entre otros, José María lóPez PiñeRo, Luis gaRcía ballesteR y Pilar Faus sevilla (1964); Diego Núñez Ruiz (1975); José María lóPez PiñeRo (1985) y los trabajos compilados por José María lóPez PiñeRo (1992).

151. Del desarrollo de los estudios botánicos en la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, en el período que nos concierne, se han ocupado Luis Mariano vidal (1907); Oriol bolòs i caPdevilla (1965); Josep María camaRasa (1998; 2000a), Xavier llimoNa i Pagès (2009) y Raimon sucaRRats RieRa (2010). La documentación conservada en el archivo de la Academia ha sido catalogada por Beatriu meNa Rubio (2010).

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Fructuós Plans i Pujol (1833-1890)Archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia

Joaquim M. Salvañá Comas (1828-1902)Archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia

Josep Alerany i Nebot (1821-1884)Archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia

Antonio Sánchez-Comendador (1823-1888)Archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia

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(m. 1872), Jaume Llansó (1806-1862) y Josep de Fonsdeviela de Xatmar i Huguet [marqués de la Torre] (fl. 1848-1849), que hicieron de los métodos de cultivo, el fomento del arbolado y la economía agrícola el centro de sus preocupaciones; ellos encontraron en el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, la gran institución de la burguesía agraria catalana fundado en la primavera de 1851 (22/05), un lugar donde desarrollar su trabajo152.

Quienes se acercaron más a los aspectos teóricos de la Botánica optaron por incorporarse a la de Historia Natural; todos de ellos se formaron como farmacéuticos. En sus discursos de ingreso Josep Alerany i Nebot (1821-1884) y Frèderic Trèmols i Borrell (1831-1900), mostraron sus intereses por los sistemas clasificatorios153, Antonio Sánchez-Comendador y Pagniucci (1823-1888), por el concepto de generación154; Fructuós Plans i Pujol (1833-1890), por la idea de especie y sus variaciones155; Josep Monlau i Sala (1832-1908), por el proceso de alimentación en los vegetales; Joan Texidor i Cos, por su estructura y Josep Planellas i Giralt (1820-1888) por las ‘Armonías de la naturaleza’.

La remodelación estatutario que conllevó, en 1893, a la desaparición de la sección de Agronomía condujo a que los nuevos académicos de la Real de Ciencias y Artes de Barcelona, con intereses por la Agricultura, se incorporaran a la de Historia Natural; de nuevo la Botánica teórica y la aplicada vuelven a estar reunidas, como ocurrió en los comienzos del siglo.

Los temas elegidos por los nuevos académicos para sus discursos de ingreso permiten disgregar los intereses botánicos de la sección en dos grupos; aquellos que mostraran sus preocupaciones por la economía forestal, como los ingenieros Josep Maria Fivaller de Vélaz (m. 1876) y Rafael Puig i Valls (1845-1920) frente a quienes manifestaron

152. Esta institución ha sido estudiada por Jordi PlaNas (2008).

153. Datos biográficos y bibliográficos en Angustias sáNchez-moscoso in RAH.DB-e.

154. Su biografía ha sido objeto de interés para Ramón Roselló y olivé (1898) y Manuel María José de galdo (1917).

155. Sobre su obra ha escrito María Dolores gasPaR gaRcía (2009).

Joan Montserrat i Archs (1844-1895)Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona

Carles de Camps i d’Olzinelles [marqués de Camps] (1860-1939)

Fotografía tomada en 1927Fondo Unal. Arxiu Municipal de Girona

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sus preocupaciones más próximas a la teoría botánica; este grupo queda constituido por el farmacéutico Joaquim Marià Salvañá i Comas (1828-1902)156 y el médico Joan Montserrat i Archs (1844-1895)157, cuyo discurso de ingreso constituye una pregunta intemporal, fiel definitoria de los conocimientos de la disciplina en cada momento “En el actual estado de conocimientos: Pueden señalarse límites precisos a los Reinos naturales? En este caso ¿qué es la Botánica?”

No obstante, si hubiera que señalar un aglutinador de este grupo de botánicos académicos, este sería, sin lugar a duda, Antoni Cebriá Costa i Cuxart (1817-1886); presidente de la Academia barcelonesa en dos períodos (1863/64; 1867/68). Su figura será totémica en la fundación, en 1871, de la Sociedad Botánica Barcelonesa, de la que hemos de ocuparnos a continuación, y en cuya gestación tomaron parte, además de Antoni Cebriá Costa, los académicos Fredèric Trèmols, Joan Montserrat i Archs y Antonio Sánchez-Comendador.

La nueva reforma estatutaria realizada en 1893 llevó a la supresión de la sección de Historia Natural; los botánicos pasarán a integrarse en la sección 4ª, Biología, si bien constituyeron una comisión propia, diferenciada de la de Agronomía, con menos peso en este período que en las décadas anteriores; los ingenieros Jaume Nonell i Comas (1876-1938)158 y Carles Camps i d’Olzinelles [marqués de Camps] (1860-1939)159, responden al perfil agronómico; por el contrario, tres farmacéuticos optaron por desarrollar en sus discursos temas de Botánica: las inflorescencias, en el caso de Joan Cadevall i Diars (1846-1921); los herbarios de Cataluña y su conservación, por Pius Font i Quer (1868-1964) y la importancia del cultivo de plantas en la economía nacional, por Francesc Xavier Palomas i Bons (m. 1936).

No todos fueron momentos de esplendor; las malas condiciones en que se encontraban los herbarios de la Academia motivaron que, en 1926, este valioso testimonio, generado tras más de siglo y medio de investigación, fuera trasladado al Museo de Historia Natural de Barcelona; un hecho que marca el final de la investigación botánica en esta institución.

En los inicios del siglo XX la actividad de los botánicos catalanes había encontrado nuevas vías de difusión: desde 1899 a través de la Institució Catalana d’Història Natural y, a partir de 1906, desde la plataforma que, para este tipo de estudios, supuso la Junta de Ciències Naturals de Barcelona.

156. Bonaventura PedemoNte i FalgueRa (1902) redactó una nota necrológica en su memoria. Isabel giméNez moliNa (2002) ofrece una valoración de su trabajo florístico.

157. Sobre la poliédrica figura de Juan Montserrat Archs cf. Ramón codiNa laNgliN (1900).

158. Datos bio-bibliográficos de Jaume Nonell Comas en Antonio beRtRáN (1939), Jordi caRtañà i PiNéN (1996) y Carlos baRciela lóPez in RAH.DB-e.

159. En torno a su figura, no exenta de polémica, cf. Jordi PoNs, M. Àngels adRoheR (1988); Jacobo Ruiz PeReiRa. (2001) y Vicente casals costa in RAH.DB-e.

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Académicos numerarios de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona con dedicación a la Botánica (1833-1936)

Académico Discurso de recepción Sección

Ramon Casanova i de Mir

1833. 28/06[Abonos naturales y artificiales y rotación de cosechas]

Botánica y Agricultura

Pantaleón Arriete 1836. 25/10Sobre formación de herbarios.

Botánica y Agricultura

Josep Salvador i Soler 1838. 04/07[Memoria sobre cultivos en la comarca del Llobregat] Agricultura

José Alerany i Nebot

1846. 22/10[Memoria sobre la importancia respectiva que tienen las consideraciones acerca del número, figura, proporción y situación de los órganos florales en la ordenación de los

vegetales por un sistema artificial y por un método natural]

Historia Natural

Miquel de Foxà i Andreu

1847. 09/12Memoria sobre el cultivo y beneficios del alcornoque y su injerto

sobre la carrasca ó encina.Agricultura

Antoni Cebrià Costa i Cuxart

1849.08/02[Botánica] Historia Natural

Jaume Llansó 1848. 13/01[Reflexiones acerca de los bancos agrícolas] Agricultura

Antonio Sánchez-Comendador y

Pagniucci

1848. 27/04[Memoria sobre si todos los medios de propagación de

los animales son verdaderas generaciones]Historia Natural

Josep de Fonsdeviela de Xatmar i Huguet

1848. 08/08[Memoria sobre la necesidad de fomentar el arbolado y

beneficios que de ello se reportaran]Agricultura

Fructuós Plans i Pujol1857. 12/03

El conocimiento de la especie y de sus modificaciones, dista mucho de ser completo

Historia Natural

Frederic Trèmols i Borrell

1862. 30/10¿Es necesaria una clasificación para los cuerpos simples?

En caso afirmativo ¿Cual de ellas será la mejor?Historia Natural

Josep Monlau i Sala1863. 03/06

Del espíritu que domina en cada uno de los periodos que abraza la teoría de la alimentación vegetal.

Historia Natural

Joan Texidor i Cos 1868. 16/04Sobre la sencillez en los vegetales Historia Natural

Josep Planellas i Giralt 1872. 23/06Armonías de la naturaleza. Historia Natural

Josep Maria Fivaller de Vélaz

1875.02/02Necesidad del monte arbolado tanto bajo el punto de vista

económico como por los grandes fines sociales á que su existencia responde

Historia Natural

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Plantas, esPacios y Públicos. el desarrollo de la botánica en la esPaña Peninsular entre 1833 y 1936

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Académicos numerarios de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona con dedicación a la Botánica (1833-1936)

Académico Discurso de recepción Sección

Joaquim Marià Salvañà i Comas

1876. 04/02Relación entre los conocimientos é investigaciones histórico-

naturales y las necesidades humanasHistoria Natural

Joan Montserrat i Archs

1879. 17/06En el actual estado de conocimientos: Pueden señalarse límites

precisos a los Reinos naturales? En este caso ¿qué es la Botánica?Historia Natural

Rafael Puig i Valls1880. 21/02

Breves consideraciones sobre la importancia industrial, minera, agrícola y forestal de la alta cuenca del Llobregat

Historia Natural

Carles de Camps i d’Olzinelles

1895. 19/05En el reino vegetal no existen individuos Biología [Botánica]

Joan Cadevall i Diars 1900. 28/04Inflorescencias Biología [Botánica]

Pius Font i Quer 1924. 25/06Los herbarios de Cataluña y su conservación Biología [Botánica]

Jaume Nonell i Comas

1927. 29/03Métodos modernos de mejora y obtención de variedades de

plantas

Biología [Agronomía]

Francesc Xavier Palomas i Bons

1931. 08/06Cultivo de plantas y su importancia en la economía nacional Biología [Botánica]

La Real Academia de Ciencias

En febrero de 1834, a petición de nueve naturalistas madrileños, la Reina-Gobernadora, María Cristina de Borbón, bajo un Gobierno presidido por Francisco de Paula Martínez de la Rosa (1787-1862), accedió a la creación de la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid, en parte constituida por los miembros con vocación naturalista de la extinta Real Academia de Medicina y Ciencias Naturales.

Esta primigenia academia quedó organizada en cuatro secciones: Historia Natural, Físico-Química, Físico-Matemática y Antropología; a la primera de ellas quedaron vinculados tres de los académicos fundadores: Antonio Sandalio de Arias, Nemesio de la Llana y José Calvo Araujo, y otros cinco nuevos miembros: Mariano La Gasca, José Demetrio Rodríguez, Donato García, Martínez Robles y Carlos Risueño. A estos se sumaron más160, pero las dificultades económicas y la carencia de un espacio estable condujeron a la institución a un declive progresivo desde 1839. La Real Academia de Ciencias de Madrid sería oficialmente disuelta en 1847, sus fondos pasaron a engrosar una nueva Academia, esta de carácter estatal y de más altas perspectivas, creada por Real Decreto de 25 de febrero de 1847 (Gaceta 28-II-1847)

160. Con posterioridad se adscribieron a esta sección Rafael Amar de la Torre, Matías Tomás Rubio, Nicolás Gasas Mendoza, José María Estarrona, Serapio Escolar Morales, Guillermo Sanpedro y Anastasio Chinchilla. Cf. Alberto gomis blaNco (1984); Alberto gomis blaNco, Joaquín FeRNáNdez PéRez, Francisco Pelayo lóPez (1986) y Jesús Ildefonso díaz díaz (2009).

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La gestación de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales se vincula con las reformas educativas impulsadas desde Instrucción Pública; el conservador Mariano Roca de Togores (1812-1889), durante su breve estancia al frente del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, hará notar:

“En breve, Señora, estarán las universidades dotadas de los medios necesarios para cultivarlas [las Ciencias físicas y naturales] y es de esperar que entonces sea su desarrollo tan rápido como provechoso; pero aun así cree el Ministro que suscribe que es indispensable acudir a otros medios no menos eficaces, que en países extranjeros han contribuido poderosamente al engrandecimiento de aquellas ciencias y á la importancia de sus aplicaciones de todas las especies…”161

Y en atención a estas justificaciones, la Reina “crea en Madrid una Academia Real de ciencias, exactas, físicas y naturales, que declaro igual en prerrogativas á las Academias Española, de la Historia y de San Fernando”. Sus miembros, como los de aquéllas, recién reformadas, habrían

161. Real Decreto de 25/02/1847 (Gaceta 28/02/1847).

Pascual Asensio Pastor (1797-1874) Fotografía de J. Martínez Sánchez

Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Madrid)

José Martín de León y Mesa (1788-1865)Fotografía de J.S. Rodríguez, 1860

[Colección Hartzenbusch]Biblioteca Nacional de España,

signatura: 17-LF/65 (47)

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de ser treinta y seis; la Reina señaló, por una vez, a la mitad de ellos; los restantes fueron elegidos por estos en abril de 1847162.

La Botánica estuvo representada en la Real Academia de Ciencias desde sus inicios, y lo ha seguido estando desde entonces. Entre sus fundadores contó con el naturalista Mariano de la Paz Graells; quizás por su intermediación se incorporaron, en 1847, Pascual Asensio Pastor, Jardinero mayor del Real Jardín y Vicente Cutanda Jarauta (1804-1866), catedrático de Organografía y Fisiología vegetal en la Universidad Central. En junio de 1850 será electo José Martín de León y Mesa (1788-1865), quien fuera primer Decano de la Facultad de Farmacia en la Universidad Central y miembro de la extinta Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid; tomaría posesión en junio de 1852; a él se debe el primer discurso de ingreso, de carácter botánico, leído en la Academia (leóN y mesa, 1853)163. Le seguirían los de Felipe Naranjo y Garza (1857) Miguel Colmeiro (1860), Esteban Boutelou y Soldevilla (1877), Máximo Laguna (1877), Carlos Castel (1899), Blas Lázaro (1900), Pedro Palacios y Sáenz (1900), Joaquín María Castellarnau (1914), Pedro de Ávila (1915) y Agustín Barreiro (1928).

Académicos numerarios de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales con vinculación a la Botánica (1847-1936)

Académico Discurso de recepción Contestación por parte de la Academia

Mariano de la Paz Graells Agüera

1847. 04/03Fundador por designación regia

[No pronunció discurso]

Pascual Asensio Pastor 1847. 03/04Fundador electo

[No pronunció discurso]

Vicente Cutanda Jarauta

1847. 03/04Fundador electo

[No pronunció discurso]

José Martín de León y Mesa

1852. 27/06Sobre la aparente sencillez del organismo vegetal.

[No tuvo contestación]

Felipe Naranjo y Garza

1857. 11/01Sobre la necesidad de una descripción completa de la

Cordillera de Sierra Morena con relación a los tres reinos de la Historia Natural.

[No tuvo contestación]

Miguel Colmeiro y Penido

1860. 03/06Estabilidad de las especies vegetales.

Mariano de la Paz Graells

Esteban Boutelou y Soldevilla

1877. 18/02Del origen y progresos de la Botánica y de los botánicos que más han contribuido a la creación y adelantamiento de esta

ciencia.

Miguel Colmeiro y Penido

162. La historia de esta institución ha sido estudiada por José María toRRoja y miRet (1950a; 1950b); Ángel maRtíN muNicio (1992); Pedro gaRcía baRReNo et als. (1995); Carlos sáNchez del Río (ed.) (2003) y José aldegueR caRRillo (2014; 2016).

163. Datos biográficos de José Martín de León y Mesa en Vicente maRtíN de aRgeNta (1871; 1872); Rafael Palma PRadillo (1959); Olimpia adáNez suáRez (1982) y Angustias sáNchez-moscoso in RAH.DB-e e Inés PellóN in RAH.DB-e. [sub Martín de León y Mesa, José]

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Antonio González Bueno

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Académicos numerarios de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales con vinculación a la Botánica (1847-1936)

Académico Discurso de recepción Contestación por parte de la Academia

Máximo Laguna y Villanueva

1877. 17/06Reproducción de los vegetales y fecundación de las plantas

fanerógamas en particular.

Mariano de la Paz Graells

Carlos Castel y Clemente

1899. 11/06Valor de los agentes que determinan la distribución de los

vegetales en el Globo.Máximo Laguna

Blas Lázaro e Ibiza1900. 09/12

Armas defensivas empleadas por los vegetales en la luchas por la vida.

Máximo Laguna

Pedro Palacios y Sáenz1900. 20/04

Consideraciones acerca de la influencia del terreno en la distribución de los vegetales.

Daniel de Cortázar

Joaquín María Castellarnau y

Lleopart

1914. 03/05La morfología de las plantas, según las leyes biogénicas. Blas Lázaro e Ibiza

Pedro de Ávila y Zumarán

1915. 09/05D. Máximo Laguna y su obra científica. Blas Lázaro e Ibiza

Agustín-Jesús Barreiro Martínez

1928. 11/05Características de la Fauna y de la Flora filipinas y labor

española en el estudio de las mismas.Ignacio Bolívar

En 1850 la Academia comenzó a editar la Revista de los Progresos de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, una publicación de carácter irregular, de la que vieron la luz veintidós tomos entre 1850 y 1905. Ese mismo año de 1850 salió de imprenta el primer número de las Memorias de la Real Academia de Ciencias, cuya cabecera se trasforma, en 1863, en las Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, así permanecerá hasta 1929, entonces se desdoblará en tres series: Ciencias Exactas, Ciencias Físicas y Ciencias Naturales, editadas hasta los años de la Guerra Civil. En 1904 inicia su andadura de la Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, aún activa164. En todas ellas se hace presente, si bien de manera ocasional, algunas de las contribuciones de los botánicos que pertenecieron a la Corporación.

La Real Sociedad Española de Historia Natural

El nacimiento de la Real Sociedad Española de Historia Natural no fue un hecho casual; la necesidad sentida por los científicos que superaron los años isabelinos de comunicarse sus resultados, de solicitarse auxilio mutuo para sus investigaciones y, también, de formar una

164. Sobre las publicaciones periódicas de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales cf. Pedro gaRcía baRReNo (2006).

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plataforma sólida de defensa de sus intereses, les llevó a conjugar sus esfuerzos en favor de esta agrupación privada, de logros bien conocidos165.

La Española de Historia Natural inicia su vida activa en pleno Sexenio Democrático; su objetivo es el “estudio de las producciones naturales de España y de sus provincias ultramarinas, y de la publicación de cuanto a dichas producciones se refiera”166. En su constitución, realizada formalmente el 8 de febrero de 1871 en los salones del antiguo Instituto Industrial de Madrid, tomaron parte once naturalista, entre ellos un botánico, Miguel Colmeiro y Penido, quien habría de ejercer como su primer presidente. Sus componentes pertenecen al más variado ámbito ideológico, en el que alternan los positivistas con los krausistas o con los neocatólicos, una amplia gama ideológica de la que, en los inicios del XX, habrían de separarse algunos neocatólicos molestos con el tratamiento dado por la Sociedad a los temas evolucionistas.

Sin duda, uno de los mayores logros de la Española de Historia Natural está en sus publicaciones, iniciadas desde 1872 y que -salvo los años de la Guerra Civil- han tenido continuidad hasta nuestros días; ellas fueron, y en parte siguen siendo, el referente de la comunidad de naturalistas españoles.

La Real Sociedad Española de Historia Natural, decana de las agrupaciones españolas de naturalistas, mantuvo, entre 1872 y 1901, la edición de unos Anales, publicados de manera periódica, que en 1901 se trasformaron en Boletín, en ambos tuvieron cabida una amplia variedad de trabajos botánicos; de manera irregular, entre 1903 y 1936, vieron la luz algunos tomos de Memorias de la [Real] Sociedad de Historia Natural, generalmente con cierto carácter monográfico; a partir de 1926 editó una tercera publicación seriada, las Conferencias y Reseñas Científicas, de pretendido carácter divulgativo, donde no son parcas las contribuciones de cariz botánico, y aún en 1932 auspició una cuarta, la Revista Española de Biología167.

165. De la vida institucional de la Real Sociedad Española de Historia Natural se han ocupado Eduardo heRNáNdez-Pacheco (1914; 1949); Lucas FeRNáNdez NavaRRo (1927); Ismael del PaN (1946); José Luis maRtíNez saNz (1982); Santos casado (1994); Jesús Ignasi catalá goRgues (1995); Alfredo baRatas, Alberto gomis (1998); Alberto gomis, Antonio PeRejóN (2019) y los autores de los trabajos compilados por Alfredo baRatas díaz y Joaquín FeRNáNdez PéRez (1998). Sobre la participación de los farmacéuticos en la Española de Historia Natural cf. Alberto gomis blaNco (1992). Acerca de los estudios botánicos publicados por los socios de la Española de Historia Natural, en las publicaciones de esta Sociedad, tratamos en Antonio goNzález bueNo (1998).

166. Cf. Reglamento de la Sociedad Española de Historia Natural [artículo 1º]. Madrid, 15/03/1871. Anales de la Sociedad Española de Historia Natural 1: IX. Madrid, 1872.

167. Datos sobre las publicaciones de esta Sociedad en Alfredo baRatas díaz, Joaquín FeRNáNdez PéRez (1998); un análisis bibliométrico de lo publicado por ella en Ernest sáNchez i saNtiRó (1991).

Recepción de los miembros de la Real Sociedad de Historia Natural por Alfonso XIII, con ocasión del

primer cincuentenario de SociedadFotografía de Julio Duque, 1921

ABC (Madrid), 27/04/1921

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En líneas generales, los trabajos botánicos publicados en las páginas de la Española tienen un momento inicial de cierto esplendor, entre 1892 y 1901, seguido de un pequeño descenso en el quinquenio 1902-1906, que permanece estable hasta el quinquenio 1922-1926, en el que se aprecia un cierto aumento en la producción, relativizado en el quinquenio 1932-1936, en el que vuelve a lo que parece la productividad media, en torno a unos 16 artículos anuales.

Como veremos más adelante, la mayor parte de estos trabajos se corresponden con catálogos florísticos; en los primeros años centrados en las fanerógamas de distintos ámbitos peninsulares, para dejar paso, en los últimos años, a catálogos de otras floras mediterráneas, especialmente la de Marruecos, y estudios sobre flora micológica, particularmente debidos a Romualdo González Fragoso o Luis M. Unamuno.

La Sociedad Botánica Barcelonesa

La Sociedad Botánica Barcelonesa se articuló a finales de 1871, siguiendo el modelo de la Société Helvétique pour L’Échange des Plantes. Estuvo vinculada, aunque no institucionalmente, a la Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona. Tenía como objetivo primero “la formación de un Herbario para servir al estudio de la Flora Ibérica” y para este fin proponía “cambios á los botánicos de la Península y de toda la region del Mediterráneo”.

Desde sus primeros momentos estuvo gestionada por una ‘Comisión central’, formada por Frederic Trèmols (presidente), Manuel Compañó i Rosset, Manuel Mercader i Luis (vocales) y Joan Montserrat i Archs (secretario).

El número de socios quedó estatutariamente reducido a cincuenta, todos comprometidos a enviar, anualmente, el resultado de las recolecciones destinadas a ser objeto de canje entre ellos; la primera lista de socios fue distribuida el 1 de abril de 1872. La Sociedad dio por ‘suspendidos’ sus trabajos en el verano de 1878, si bien nunca funcionó con regularidad168.

La Sociedad Linneana Matritense

La Sociedad Linneana Matritense, gestada en tomo a 1878, nace con otras preocupaciones básicas: en el marco teórico se interesará por los avances experimentados en la citología y fisiología vegetal y, en el aspecto práctico, por el estudio geobotánico de la Península Ibérica. Ambos enfoques incluyen a la Sociedad dentro del concepto tipificado por José Sala (1987) como ‘paradigma ecológico’, al que suele atribuirse el avance científico acontecido en las

168. Esta Sociedad, particularmente dedicada al intercambio de plantas, ha sido estudiada por Antoni bolòs vayReda (1954a); Joan vallès xiRau, Angels sala saNjaume, Anna María caRmoNa i coRNet (2000) y Neus ibáñez coRtiNa, Josep María moNtseRRat maRtí, Ignasi soRiaNo i tomàs (2006).

Etiqueta perteneciente a un pliego de Estanislau Vayreda (18/05/1873) distribuido a través de la

Sociedad Botánica Barcelonesa.Herbario del Instutut Botànic de Barcelona,

BC-SBB-723

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Ciencias Naturales en el cambio de los siglos XIX al XX. Aunque no fueron muchos los miembros con los que contó esta Sociedad, logró editar una publicación a la que quiso dársele periodicidad anual. Inactiva desde 1884, la disolución de la Sociedad se acordó en diciembre de 1892169.

La Linneana Matritense editó unos Resúmen de los Trabajos verificados por la Sociedad Linneana Matritense, de la cual conocemos tres números, los correspondientes a los años 1879, 1881 y 1882170. La estructura de la revista responde siempre al mismo modelo: comienza con el discurso leído por el secretario de la Sociedad en la sesión inaugural del año, sigue un catálogo metódico de las especies del herbario (1879) o las incorporaciones a este (1881, 1882), a continuación se sitúan las notas destinadas a completar la flora madrileña de Vicente Cutanda (1879, 1881, 1882), la aragonesa de Francisco Loscos y José Pardo (1881, 1882) y la de la Península Ibérica de Heinrich-Moritz Willkomm y Johan Martin Lange (1882), continúan algunos artículos científicos de los miembros de la Linneana Matritense, para acabar con un listado de socios.

169. A ella henos dedicado nuestro atención en Antonio goNzález bueNo (1982a; 1987a).

170. Además de esta revista, algunos miembros de la Sociedad (Manuel González Martí y Francisco Carrasco de la Sagra), pretendieron fundar un periódico exclusivo de esta en que se dieran noticias de interés para los miembros de la entidad y en el que se publicasen las actas; para entonces los extractos de las actas y los resúmenes de las conferencias pronunciadas en la agrupación eran difundidos por La Farmacia Española.

Tomás Andrés, Blas Lázaro. 1882. Mapa de la distribución geográfica de las columníferas de la Península Ibérica. Resumen de los trabajos verificados por la Sociedad Linneana Matritense durante el año 1882, p. 25

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La Instituciò Catalana d’Història Natural

En la Barcelona de 1899, en pleno resurgimiento de la identidad catalanista, un grupo de jóvenes estudiantes se agruparon para organizar excursiones y conferencias en torno al medio natural de los territorios de habla catalana. Su primera sede social fue el Centre Excursionista de Catalunya; ya desde 1904 contó con una biblioteca y un herbario de flora catalana. El 1917 la Institució se convirtió en entidad filial del Institut d’Estudis Catalans y sus colecciones botánicas pasaron a depender de la sección Botánica del Museu de Ciencias Naturals de Barcelona, bajo la dirección de Pius Font i Quer. Tras una etapa de baja actividad durante la Dictadura de Primo de Rivera, volvió a resurgir en 1931, bajo la presidencia de Pius Font i Quer, quien se mantuvo a su frente hasta 1934171.

La Institució Catalana d’Història Natural dispuso de su propio medio de expresión, un Butlletí… activo desde 1901; pero en él, con anterioridad a la Guerra Civil, salvo los notas de Joan Cadevall a la flora catalana, los trabajos botánicos apenas tienen presencia; sólo algunos catálogos locales, rara vez comarcales, aparecen en sus páginas; entre ellos los firmados por el médico Joaquim Codina i Viñas (1864-1934) sobre la zona de la Selva172 o los farmacéuticos Francesc Freixas i Freixas (m. 1931)173 y Ramón Roigé Badia sobre las floras de Sitges y Prat de Llobregat, respectivamente.

La Institució también publicó una serie de monografías temáticas, generalmente para trabajos galardonados por la misma corporación; entre ellas figura el Ensaig d’una flora liquènica de Catalunya (Barcelona, 1910), objeto de la tesis doctoral del farmacéutico Manuel Llenas Fernández (m. 1931)174.

La Sociedad Aragonesa [Ibérica] de Historia Natural

El 2 de enero de 1902 se aprueban los estatutos de una nueva Sociedad de naturalistas, inicialmente denominada Sociedad Aragonesa de Historia Natural; ese mismo año comienza la publicación de un Boletín…, de marcada tendencia conservadora, en la que son frecuentes los trabajos de taxonomía y morfología expuestos bajo una visión fijista de la Naturaleza. Su primera junta directiva estuvo presidida por José Pardo Sastrón (1822-1909)175, prototipo de los

171. Josep María camaRasa (2000b) ofrece un estudio pormenorizado de la vida de esta institución; sus colecciones botánicas han sido estudiadas por Neus ibáñez coRtiNa, Josep María camaRasa, Josep María moNtseRRat maRtí, Ignasi soRiaNo i tomàs (2004). También se han ocupado de ella Mercè duRFoRt i coll (1985); Joandomènec Ros i aRagoNés (1985) y Lluis vallmitjaNa i RoviRa (1985).

172. La figura de Joaquim Codina i Viñas cuenta con los estudios de Pius FoNt i queR (1934b; 1935b); Miquel gaRgaNta i FábRega (1934); Isidre PRades i buixoNs (1984); Elena guaRdiola, Josep-Eladi baños (2017; 2018) y Joan vallès xiRau (2018).

173. Apenas disponemos de datos de este farmacéutico, salvo las notas anónimas publicadas en Cavanillesia 4: 163. Barcelona, 1931 y Butlletí de la Institució Catalana d’Història Natural, 31(4/6): 73. Barcelona, 1931; poco más aportan los diccionarios de Rafael RoldáN gueRReRo (2: 290. 1975) y Ramón joRdi goNzález (2003: 668), por este último sabemos que su título de farmacéutico figura expedido en Madrid, el 28/12/1880; todos coinciden en la fecha de su muerte, acaecida en Barcelona el 28/05/1931.

174. De su fallecimiento dio cuenta Pius FoNt i queR (1932).

175. Los estudios bio-bibliográficos sobre José Pardo son abundantes: Blas lázaRo e ibiza (1902); Joaquín olmedilla y Puig (1902); Carlos Pau (1902); Gabriel A. RomeRo laNda (1902); Salvador caldeRóN (1905); Longinos Navás

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Sesión inaugural del Congreso de Naturalistas Españoles organizado bajo los auspicios de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales. En: Actas y memorias del Primer Congreso de Naturalistas Españoles celebrado en Zaragoza los días 7-10 de

octubre de 1908. Zaragoza: Imprenta de Manuel Sevilla, 1909

integrantes de esta agrupación; su más fiel animador fue el jesuita Longinos Navás Ferré (1858-1938)176.

Sus objetivos, muy próximos a la Sociedad Española de Historia Natural de la que procedían gran parte de sus miembros, incluían el estudio de los seres naturales de cualquier zona, preferentemente de Aragón, la publicación de una revista científica y la organización de excursiones y congresos científicos. Su lema, de por si bien indicativo de la ideología de la Sociedad, era Scientia, Patria, FIDES; en sus estatutos figuraba la prohibición de atacar la doctrina católica. En 1919 cambió su denominación por la de Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales con ánimo de ampliar su ámbito geográfico; entró en crisis durante la Guerra Civil177.

(1909; 1910); Pedro Antonio aNdRés (1926); Antonio blas álvaRez (1929); Gustavo lóPez gaRcía (1932b); Rafael RoldáN gueRReRo (1951); Dimas FeRNáNdez-galiaNo (1976); Sagrario muñoz calvo, Antonio goNzález bueNo (1981); Antonio goNzález bueNo (1984); José caRRasqueR zamoRa (1986); Vicente maRtíNez tejeRo (1986d); Francisco Javier sáeNz guayaR (1995; 2000); José María de jaime loRéN (1996a, 1996-1998, 1997a; 1998; 2009); Montserrat baRRachiNa ibáñez, Antoni aguilella Palasí (2000); María áNgeles giméNez, José María losa (2000); Vicente maRtíNez tejeRo (2009) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

De su herbario y de su obra botánica se han hecho eco Carlos Pau (1899a); Francisco beltRáN bigoRRa (1925a); Santos ciRujaNo (1986) y Francisco Javier FeRReR Plou (2000).

176. Datos bio-bibliográficos de Longinos Navás en Ignacio salá de castellaRNau (1928; 1940; 1941); Antonio de gRegoRio RocasolaNo (1928); Carlos Emilio PoRteR (1939); Eugenio saz (1940); José del cañizo gómez (1941); José María dusmet (1941); Joaquín juliá (1941); Ignacio Puig (1945); Ricardo zaRiquiey (1949); Víctor J. moNseRRat (1986); Juan Jesús basteRo moNtseRRat (1989); Manuel laíNz (1998); Leandro sequeiRos, Juan Jesús basteRo, Hermenegildo de la camPa (2008); José María de jaime loRéN (2009) y José Ignacio lóPez colóN in RAH.DB-e. Su obra botánica ha sido estudiada por Jorge gaRcía RoWe, Francisco esPiNosa Roji (1996).

177. De biografiar esta Sociedad se han ocupado Manuel laiNz (1962) y José María de jaime loRéN (1988a).

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La Aragonesa de Ciencias Naturales dio a la imprenta 17 tomos de su Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales (1902-1918) y otros 18 tomos bajo la cabecera de Boletín de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales (1919-1936), se añade a estos el volumen de la Revista de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales (1938) y siete números de unas Memorias de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales concebidas en su estructura, no tanto en su contenido, a las homónimas de la Española de Historia Natural178.

los botánicos de la PeriFeria

La formación de las sociedades de naturalistas, particularmente la Española de Historia Natural, permitió que floreciera en nuestro país un movimiento de aficionados a la práctica botánica, ya existente con anterioridad, que había divulgado sus resultados bien en la prensa profesional, particularmente en la farmacéutica, bien incorporándolo en revistas locales de corta difusión.

El colectivo botanófilo de nuestro país responde a la misma estructura social que en otros de nuestro entorno: profesionales liberales que emplean su tiempo de ocio en una actividad que no les resulta remunerada: gran parte de ellos farmacéuticos, que estudian las áreas geográficas próximas a sus demarcaciones territoriales, pero también algunos médicos, religiosos, profesores de enseñanzas medias e incluso algún banquero179.

Su nómina no es corta180; sin ánimo de exhaustividad, citaremos los trabajos de Víctor López Seoane (1832-1900)181 y Baltasar Merino Román (1845-1917)182 en Galicia; Juan Ruiz Casaviella (1835-1897)183 y José María de Lacoizqueta Santesteban (1831-1889)184 en Navarra; Ildefonso

178. Un índice de los trabajos publicados por esta agrupación en Rosario Rubio aRgúelles, Emilio FeRNáNdez-galiaNo (1961); un análisis de su contenido en José María de jaime loReN, José María de jaime Ruiz (2015).

179. Una situación similar reseña David alleN (1988) para el caso del Reino Unido.

180. Un análisis más amplio en Antonio goNzález bueNo (1986a; 1997b); Alberto gomis blaNco (1992; 1997a) y Jesús Ignasi catalá goRgues (1999; 2000).

181. Sobre la biografía de Víctor López Seoane han escrito Baltasar meRiNo (1907); Xosé FRaga (1988; 1990b; 1992; 2004; 2007); Manuel gaRRido sáNchez (2015) y Xosé FRaga in RAH.DB-e. De su labor botánica se han ocupado Regina caRballal, Xosé A. FRaga, Aida gaRcía, José ReiNoso (1992).

182. Datos bio-bibliográficos del padre Merino en Alphonso luisieR (1917); José gómez maRtíNez (1930); Manuel laíNz (1954a; 1954b; 1966; 1984a; 1990); Evaristo RiveRa vázquez (1980); Francisco bellot (1980); Francisco díaz-FieRRos, Xosé FRaga (1987); Jesús izco sevillaNo (1996); Francisco Javier silva PaNdo (1996); João Paulo cabRal (2008); Jorge José PéRez maceiRa, Andrés lóPez FoNtáN, María Peregrina vaRela caamiña (2017); Rubén PiNo PéRez (2017a) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

Un análisis de su producción botánica, y un estudio de su herbario, en Carlos Pau (1899b); Rubén PiNo PéRez (2014; 2017b; 2019); Rubén PiNo PéRez, Francisco Javier silva PaNdo, Juan José PiNo PéRez (2013; 2014) y Rubén PiNo PéRez, Juan José PiNo PéRez (2019).

183. La bibliografía sobre Juan Ruiz Casaviella es escasa: una breve nota necrológica de Blas lázaRo e ibiza (1897) y un corto artículo debido a la pluma de Ricardo góRRiz (1907).

184. Acerca de José María Lacoizqueta han escrito Fermín iRigaRay (1906): Vidal de PéRez vilaReal (1982); José Antonio loidi bizcaRRoNdo (1991); Ángel goicoetxea maRcaida (1999) y Eduardo gil beRa in RAH.DB-e. Alicia edeRRa iNduRaiN (2001) ha revisado los briófitos de su herbario y Javier etayo (2002) los líquenes.

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José Pardo Sastrón (1822-1909)Fotografía de M. Grand, [c. 1905-1909]

Real Academia Nacional de Farmacia

Víctor López Seoane (1832-1900)Museos Científicos Coruñeses (A Coruña)

Baltasar Merino Román (1845-1917)Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias

Naturales, 13: [lám. I]. Zaragoza, 1914

Juan Ruiz Casaviella (1835-1897)Real Academia Nacional de Farmacia

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Benito Vicioso Trigo (1850-1929)Cavanillesia, 2: 126. 1929

José María Pérez Lara (1841-1905)Retrato con autógrafo.

Colección José Pérez de las Heras (Jerez de la Frontera)

José María de Lacoizqueta Santesteban (1831-1889)Colección Bernardo Estornés Lasa

Ildefonso Zubía Icazuriaga (1819-1891)IES Práxedes Mateo Sagasta de Logroño

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Zubía Icazuriaga (1819-1891) en La Rioja185; Benito Vicioso Trigo (1850-1929)186 en Aragón; José María Pérez Lara (1841-1905)187 y Francisco de las Barras y de Aragón (1869-1955)188 en Andalucía y Joan Joaquim Rodríguez Femenías (1839-1905)189 y Francesc Barceló i Combis (1820-1889) en las Baleares190.

Su producción científica suele reducirse a inventarios, más o menos detallados, de las plantas que crecen en áreas geográficas muy determinadas a las que el botánico tiene acceso bien por residir en ella o bien por ser objeto de alguna excursión. No son escasos los catálogos hechos públicos por un especialista, que determina las plantas a él enviadas por algún corresponsal en territorios poco estudiados (moReNo sáiNz et als., 1992). Estos catálogos locales, en ocasiones adicionados de alguna valoración de carácter taxonómico, constituyen el modelo más extendido de presentar sus resultados entre los botánicos españoles de la segunda mitad del XIX; suelen tener carácter de serie, distribuyéndose su contenido en diversas

185. La bio-bibliografía de Ildefonso Zubía puede conocerse a través de Zacarías zoRzaNo (1891); Arturo caballeRo (1909); Ismael del PaN (1921); Julio L. FeRNáNdez sevilla (1973); Alfredo olleRo de la toRRe (1990); Javier maRtíNez abaigaR, Antonio goNzález bueNo (1991); Luis esPañol (1997); José María de jaime (1997b); Jerónimo jiméNez maRtíNez (1997); Javier maRtíNez abaigaR (1997); Encarnación Núñez oliveRa et als. (1997); Encarnación Núñez oliveRa, Javier maRtíNez abaigaR; Antonio goNzález bueNo (1997); Javier maRtíNez abaigaR; Nathalie beaucouRt; Angélica gaRcía álvaRo (1997); Rafael FRaNcia (2019) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

Sus aportaciones botánicas han sido valoradas por Arturo caballeRo (1932a); Javier maRtíNez abaigaR, Encarnación Núñez oliveRa, Antonio goNzález bueNo (1991); Javier beNito ayuso et als. (1997); Javier etayo (1996); Javier maRtíNez abaigaR, Encarnación Núñez oliveRa (1996); Javier maRtíNez abaigaR et als. (1997); Gonzalo mateo saNz (1997); Francisco PaNdo, Félix muñoz gaRmeNdia (1997) y Juan A. alejaNdRe sáeNz et als. (2017).

186. Notas bio-bibliográficas sobre Benito Vicioso en Pius FoNt i queR (1929); Carlos Pau (1929); José María lóPez laNda (1950); José María PiNilla (1961); Alfredo maRtíNez cabeza (1997) y Vicente maRtíNez tejeRo in RAH.DB-e.

187. De José María Pérez Lara se han ocupado Emilio FeRNáNdez galiaNo (1975); Joaquín FeRNáNdez PéRez (1984); Carlos RomeRo zaRco (1998) y Antonio maRiscal tRujillo in RAH.DB-e.

188. Datos de interés sobre Francisco de las Barras en Antonio izquieRdo tamayo (1958); Encarnación beRNal-boRRego et als. (1991); Ramón caRaNde (1994: 345-371); Mariano ayaRzagüeNa saNz, María Isabel PoRRas gallo (2006); Antonio valieNte RomeRo (2007; 2013) y Armando gaRcía goNzález in RAH.DB-e.

189. Acerca de Joan Joaquim Rodríguez Femenías cf. Jean-Baptiste Édouard boRNet (1905); Apolinar-Federico gRedilla (1905); Odón de bueN (1906a; 1906b); Francesc heRNáNdez i saNz (1906); Jaume FeRReR aledo (1933); Alfonso susaNNa (1988); Josep María camaRasa, Josep Miquel vidal heRNáNdez (2003); Antonio goNzález bueNo (2003); Josep Miquel vidal heRNáNdez (2006) y Josep Miquel vidal in RAH.DB-e.

190. Sobre la aportación de Francesc Barceló al conocimiento de la naturaleza balear cf. María Àngels caRdoNa i FloRit (1984); Josep María camaRasa (1989b); Antonio goNzález bueNo (1997b); Antoni PayeRas ciFRé (2006); Jesús R. juRado gallaRdo (2009) y Francesc bujosa homaR in RAH.DB-e.

Francisco de las Barras y de Aragón (1869-1955)Fotografía de Miguel Ángel Otero, 1925

Museo Nacional de Antropología (Madrid), signatura: FD-2755

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entregas, no siempre consecutivas, de la misma revista, en no pocas ocasiones vinculadas al ámbito farmacéutico.

Las descripciones de especies nuevas, cuando aparecen, quedan presentadas con el ánimo de dar publicidad al descubrimiento más que a ofrecer un estudio comparativo con los taxones próximos; se les otorga el valor de un hallazgo, de un descubrimiento, pero rara vez responden a conclusiones obtenidas de una investigación taxonómica.

El inventariado de la flora es la preocupación central del trabajo investigador en el período que nos ocupa. Las formulaciones teóricas resultan alejadas de los intereses de nuestros botánicos y, cuando se presentan, parecen dirigidas a superar la etapa de mera acumulación de datos, tal la revisión de las malváceas españolas, publicada por Blas Lázaro y Tomás Andrés Tubilla en 1881 (lázaRo; aNdRés, 1881) o de las columníferas ibéricas, realizada por los mismos autores un año después (aNdRés; LázaRo, 1883). La elaboración de una Flora Española no fue abordada por los colectivos que agruparon a los botánicos hispanos como un proyecto común. Sin duda pesaron en ello más intereses personales que otras valoraciones, muy en especial el protagonismo científico ejercido por Miguel Colmeiro y Penido, en el ámbito botánico, hasta el mismo instante de su muerte, coincidente con el cambio de siglo.

El Real Jardín Botánico, dirigido por Miguel Colmeiro durante la práctica totalidad de la segunda mitad del XIX, se presenta como un Centro alejado de las preocupaciones comunes a los botánicos españoles. No propulsó la coordinación de los trabajos botánicos realizados en el país, antes bien, dificultó las iniciativas de las que su director no fuera el promotor. Tal el caso de la edición de la Serie inconfecta plantarum indigenarum Aragoniae…, publicada por Francisco Loscos y José Pardo en Dresde (1863), bajo los auspicios de Moritz Willkomm, ante los informes poco favorables emitidos por Miguel Colmeiro (goNzález bueNo, 1984).

La actitud de Miguel Colmeiro entorpeció el proceso de institucionalización de la Botánica en la España del XIX, reservando sólo para el Real Jardín –sólo para su persona- la posibilidad de desarrollo de la disciplina. En los territorios de la periferia este proceso no fue posible tanto por faltar iniciativas con vocación de perpetuarse, las que se fraguaron no llegaron a superaron la vida de quien las gestó, como por no disponer de una institución académica que supiera incentivarlas.

Joan Joaquim Rodríguez Femenías (1839-1905)Institut Menorquí d’Estudis (Mahón)

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Nos ocuparemos de tres de estos proyectos desarrollados a lo largo del período histórico de nuestro interés; todos nacidos como actuaciones unipersonales, pero cuyos desarrollos superaron, en no pocas ocasiones, a los alcanzados desde las instituciones académicas en las que no encontraron acomodo.

Francisco Loscos (1823-1886) y la ‘Agencia de Castelserás’

Francisco Loscos (1823-1886) y José Pardo (1822-1909) responden bien al prototipo de un botánico español de mediados del siglo XIX. Realizan su actividad fuera de los escasos centros dedicados oficialmente al desarrollo científico, y utilizan todos los medios a su alcance para dar a conocer el resultado de sus trabajos. Fruto de su constancia es la publicación de sus Series inconfecta plantarum indigenarum Aragoniae… corregida y editada bajo los cuidados de Moritz Willkomm (loscos, PaRdo, 1863); la Serie imperfecta de las plantas aragonesas… (loscos, PaRdo, 1866-1867), costeada mediante un sistema de suscripciones, y la continuación a esta obra, firmada bien sólo por Francisco Loscos bien con otros colaboradores, a través de la distribución de una ‘Serie exsiccata’, primero, y de notas publicadas en la prensa profesional local, especialmente en la revista La Clínica, después; trabajos que se reunirían posteriormente en un solo volumen, bajo el título Tratado de las plantas de Aragón…, impreso en Madrid, y del que el propio autor hizo varias ediciones (loscos, 1876-1878)191.

191. Sobre la bio-bibliografía de Francisco Loscos cf. Vicente maRtíN de aRgeNta y texidoR (1886); José PaRdo sastRóN (1887); Heinrich Moritz WillKomm (1887a); Rafael Roig toRRes (1888; 1889); Carlos castel clemeNte (1889); Francisco loscos Náguila (1907); Carlos Pau esPañol (1907b); Luis NaRboNa (1923); Gustavo lóPez gaRcía (1931b); Dimas FeRNáNdez galiaNo (1953; 1961; 1976; 1985); Sagrario muñoz calvo, Antonio goNzález bueNo (1981); Alejandro abadía PaRís (1982; 1986); Antonio goNzález bueNo (1984); Vicente maRtíNez tejeRo (1985; 1986a; 1986b; 1986c; 1987; 1994); Daría beRmejo Ramos (1986): José caRRasqueR zamoRa (1986); A. María gaRcía vázquez (1986); María Pilar laguía miNguillóN (1986); Pedro moNtseRRat RecoRdeR (1986); Jesús maoRad bello (1988); Raquel gotoR salós, Vicente maRtíNez tejeRo (1996); Gonzalo mateo saNz (1996b); Antonio PéRez sáNchez (1996); María Ángeles giméNez, José María losa (2000); José María de jaime loRéN, José de jaime gómez (2000); Pedro moNtseRRat RecodeR, Lluis villaR (2000); Antonio goNzález bueNo et als. (2001a; 2001b); Antonio goNzález bueNo, Félix muñoz gaRmeNdia (2001a; 2001b; 2001c; 2006); Antonio goNzález bueNo, Félix muñoz gaRmeNdia, Joan PedRol solaNes (2001a; 2001b); Félix muñoz gaRmeNdia, Antonio goNzález bueNo (2001); José María de jaime loRéN (2005; 2015) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

Una valoración de su trabajo botánico en Carlos Pau esPañol (1899a; 1936); Santos ciRujaNo (1986); Creu casas, Montserrat bRugés, Rosa María cRos (1995; 2000); Carles beNedí, Josep María moNtseRRat (1998; 2000) y César blaNché, Joan simoN (2000).

Francisco Loscos Bernal (1823-1886)Carlos Castel Clemente. A la memoria de D. Francisco Loscos y Bernal… Madrid: Ramón

Moreno y Ricardo Rojas, 1889

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La génesis de la Agencia Botánica de Castelserás se intuye, por vez primera, en una carta de Willkomm a Loscos, fechada en Tharandt el 23 de marzo de 1866192; este ambicioso proyecto quedó reducido, en la práctica, a intentar coordinar e ilusionar a unos cuantos colectores de plantas aragoneses, a la determinación del material que remitían y a la publicación, en las diferentes partes del Tratado de plantas de Aragón… y en sus suplementos, de las novedades o los listados de sus envíos; entre los ‘corresponsales’ que participaron en los trabajos de esta ‘agencia botánica’ figuran los farmacéuticos Francisco Nuet (fl. 1844-1886), Tomás Bayod Cuesta (1824-1894), Ramón Martín Cercós (c. 1826-1896) y Custodio del Campo García (1830-1891)193 o los presbíteros Bernardo Zapater Martorell (1823-1907)194 y Antonio Badal Solsona (1834-1911)195; en sus primeros años participó en ella José Pardo Sastrón (1822-1909)196 y, en los últimos meses, entre marzo y octubre de 1886, el último ‘discípulo’ de Francisco Loscos, el más fiel continuador de su obra, Carlos Pau Español (1857-1936)197.

Joan Cadevall i Diars (1846-1921) y la Flora de Catalunya

El último de los discípulos formados a la sombra de Antoni Costa fue Joan Cadevall i Diars (1846-1921), profesor en el Reial Col·legi Terrassenc (1873-1901) hasta que el centro pasó a

192. Allí el botánico sajón escribe: “Sobre todo me gusta el pensamiento de establecer á Castelserás una agencia botánica para la exploración de Aragón. Es el mejor medio para formar la flora de cualquier país…” Carta de M. Willkomm a F. Loscos. Tharandt, 23/03/1866 (Félix muñoz gaRmeNdia, aNtoNio goNzález bueNo, 2001, 1: 120-121).

193. La actividad botánica de Custodio del Campo García ha merecido la atención de Ricardo J. góRRiz (1907); Antonio goNzález bueNo, Daniel sáNchez-mata (1998; 2000, 2001); Guillermo bueNo goNzález (2005) y Antonio goNzález bueNo in RAH.Db-e.

194. Sobre la biografía y bibliografía de Bernardo Zapater cf. Domingo gascóN y guimbao (1892); Ricardo J. góRRiz (1908); Napoleon Kheil (1908); Longinos Navás (1908); Dimas FeRNáNdez galiaNo (1949); Andrés moReNo muRciaNo (1957); José maRtíNez oRtiz (1968); José caRRasqueR zamoRa (1986); Víctor M. RedoNdo (1993) y Félix muñoz gaRmeNdia in RAH.DB-e.

195. Francisco gaRcía alcóN (1957) ofrece datos biográficos de Antonio Badal Solsona.

196. La relación entre José Pardo y Francisco Loscos quedó muy resentida por la diferente actitud tomada frente al informe de Miguel Colmeiro, presentado ante el Instituto Farmacéutico Aragonés, en 1860, relativo a la publicación de la Series inconfecta... (Dresde, 1863), de modo que, aunque firmada de manera conjunta, la decisión de publicar esta obra, su versión castellana, la Serie imperfecta… (Alcañiz, 1866-1867); y aún la creación de la Agencia Botánica de Castelserás, deben considerarse producto de la actividad principal -y casi única- de Loscos (goNzález bueNo, 1984).

197. Gonzalo mateo saNz (1996b) sostiene, no sin razón, que la red de corresponsales de Carlos Pau constituye una ‘continuación’ de esta ‘Agencia de Castelserás’.

Bernardo Zapater Martorell (1823-1907)Actas y memorias del Primer Congreso de Naturalistas

Españoles celebrado en Zaragoza los días 7-10 de octubre de 1908. [lám. 3]. Zaragoza: Imprenta de Manuel

Sevilla, 1909

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manos religiosas; prosiguió su actividad docente en la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Terrassa y en la Escuela Elemental de Industrias de esta misma localidad; plenamente integrado en la vida local –funda y dirige la Cruz Roja, es elegido presidente de la Cámara de Comercio, dirige el observatorio meteorológico local-, es autor de una Flora del Vallès (cadevall, 1897), proemio de su ingente Flora de Catalunya (cadevall, 1913-1923; 1932-1937). A su pluma se deben, también, unos Elements de botànica popular (cadevall, 1907), quizás el primer manual de Botánica en catalán, fácil de relacionar con los movimientos excursionistas, y de indudable carácter nacionalista, del que también rezuma su Flora de Catalunya….198.

La aportación botánica de Joan Cadevall, en los inicios del siglo XX, se produce cuando existen dos Cátedras activas de Botánica en la Universidad de Barcelona: una en la Facultad de Ciencias, dedicada a la ‘Historia Natural’ y ocupada por un oceanógrafo, Odón de Buen; la otra expresamente de ‘Botánica descriptiva’, en la Facultad de Farmacia, en esos años regida por un antropólogo, Telesforo Aranzadi. Las relaciones de los botánicos catalanes con la Universidad parecían difíciles de mantener. Su trabajo, sin duda meritorio, se produce en un medio aislado, limitado a su propio esfuerzo personal, cuando sus otras ocupaciones se lo permiten; sólo la correspondencia con otros botánicos, particularmente con Carlos Pau, le relacionan con el mundo exterior; no es de extrañar que su metodología y sus fuentes nos recuerden a modelos decimonónicos, ya entonces obsoletos.

La Flora de Catalunya…. de Cadevall toma como modelo la Flore descriptive et illustrée de la France… de Hippolyte-Jacques Coste (coste, 1900-1906), cuyo estructura formal acepta y cuya iconografía utiliza; por exigencias del Institut d’Estudis Catalans se publica en lengua catalana, la adaptación de los textos a esa lengua correrá a cargo de Ángel Sallent (1859-1934). La obra avanzó muy lentamente; su autor no logró ver en vida mas que los dos primeros tomos, el tercero, iniciado en 1919, terminó de salir de imprenta hacia el verano de 1923, apenas unos meses antes de que Primo de Rivera llegara al poder. La publicación de la Flora de Catalunya…. hubo de esperar tiempos mejores. Tras la instauración de la II República, el proyecto fue retomado bajo los auspicios de la Generalitat; se ocuparon de darle vida Pius Font i Quer, quien redactará por entero las Gimnospermas, y Werner Rothmaler, a cuyo cargo quedarán los pteridofitos. Los tres últimos volúmenes con los que se completaba la obra salieron de imprenta entre 1932 y 1937.

198. Referencias biográficas y bibliográficas sobre Joan Cadevall en Píus FoNt i queR (1921b; 1921c; 1922; 1934); Carlos Pau esPañol (1922); Josep M. boFill (1932); Jordi baulies (1969); Josep Maria camaRasa (2014); Àngel Manuel heRNáNdez caRdoNa (2018) y Francisco Pelayo lóPez in RAH.DB-e.

Joan Cadevall i Diars (1846-1921)Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona

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Carlos Pau Español (1857-1937)

Una de las figuras que definen con mayor precisión el estado de la Botánica en la España del primer tercio del XX, es Carlos Pau Español (1857-1937)199. Alejado de los centros oficiales, Carlos Pau desarrolló su actividad botánica desde su farmacia de Segorbe, lo cual no le impidió mantener interesantes contactos nacionales e internacionales y producir lo que, en su conjunto, puede definirse como la más importante aportación de la Botánica española de su época.

Formado en el Seminario de Segorbe (1863), superó el ingreso a Bachiller en el Instituto de Castellón (1871), pero no continuó sus estudios de inmediato; tras dedicarse durante cinco años a colaborar en el negocio familiar –el comercio de cereales y harinas- retornó, a los diecinueve, a los estudios de bachillerato, los cuales culminó en el Instituto de Valencia (1878). En el otoño de 1878 se matriculó en la Facultad de Farmacia de la Uni-versidad de Barcelona; en ella obtendrá el título de licenciado (1882), y en ella se inició en el estudio de Botánica bajo la tutela de Frederic Trèmols; cursó el doctorado en la Universidad Central, donde obtuvo el correspondiente título en 1884.

Tras acabar su doctorado, en 1884, regentó una farmacia en Olba (Teruel), de esta época datan sus primeras publicaciones botánicas, aparecidas en La Asociación (Teruel), que propiciaron su contacto con Francisco Loscos Bernal, a quien siguió en no pocas de sus actitudes profesionales

199. Los estudiosos de la obra de Carlos Pau han constituido –y constituyen- legión; señalamos los trabajos de Josep cuatRecasas aRumí (1937); Píus FoNt i queR (1937b; 1940; 1943); Modesto laza Palacios (1941; 1942a; 1942b); Francisco bellot RodRíguez (1942); Jesús Manuel FeRNáNdez casadevaNte (1942); Antoni bolòs vayReda (1954b); Rafael RoldáN gueRReRo (1957); Emilio FeRNáNdez galiaNo (1959); Manuel calduch almela (1973); María Andrea caRRasco de salazaR (1974; 1975a; 1975b; 1976a; 1977); Joaquín mas-guiNdal mesegueR (1942a); Salvador Rivas goday (1942); Manuel escRiche estebaN (1975; 1988); Rafael alvaRado (1982); Francisco José gueRReRo caRot, Jaime Faus Faus (1987); José María de jaime loRéN (1987; 1988b; 1993; 1996b; 2003; 2005; 2016); Francisco J. de jaime, José María de jaime loRéN, María del Carmen de jaime (1988); José María de jaime loRéN, Jorge laFFaRga gómez (1988; 2009; 2011); Antonio goNzález bueNo (1988b); María del Carmen Ruiz doméNech, José María de jaime loRéN (1988); Manuel laíNz (1990; 1994; 1998; 2000; 2001a; 2001b; 2012); Karl Heinz RechNiNgeR et als. (1990); María José lloPis clavijo (1993); Gonzalo mateo saNz (1995a; 1996a; 1996b; 1996c; 1996-2000; 2008); Gonzalo mateo saNz, Juan Vicente botella (1998); Jesús Ignasi catalá goRgues (1999); José María de jaime loRéN, José de jaime gómez (2000); Gonzalo mateo saNz, Fernando lóPez azoRíN (2000); Ginés lóPez goNzález (2001); Miguel toRRejóN velaRdiez (2004; 2009; 2010); Juan Francisco mateu bellés (2008); Ignasi soRiaNo i tomàs (2008); Joao Paulo cabRal (2009); José María de jaime loRéN, José María de jaime Ruiz (2010); Pedro Pablo FeRReR gallego (2012); Neus NualaRt, Neus ibáñez, Alfonso susaNNa, Ignasi soRiaNo (2018); Roberto Roselló gimeNo et als. (2019) y Antonio González Bueno in RAH.DB-e.

Carlos Pau Español (1857-1937)Fotografía realizada en Segorbe, marzo de 1896

Real Jardín Botánico de Madrid (fide Jaime, 2009)

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y gracias al cual contactó con Heinrich-Moritz Willkomm. En los primeros meses de 1886 se trasladó a Gea de Albarracín (Teruel) y, a finales de este año, ubicaría su farmacia, ya de manera definitiva, en su pueblo natal. Opositó, sin éxito, a la Cátedra de ‘Botánica descriptiva’ convocada, en diciembre de 1891, por la Universidad Central, con destino a su Facultad de Farmacia200.

De carácter marcadamente independiente, con criterio firme y seguro en sus actuaciones, fuertemente pasional tanto para su trabajo como para sus relaciones personales; dedicó su tiempo al trabajo en la farmacia de Segorbe y al estudio del material recogido en sus muchas excursiones botánicas por toda la Península y el norte de África. Sólo uno de sus viajes contó con financiación pública, el realizado en la primavera de 1921 por el norte de Marruecos, bajo el patrocinio de la Real Sociedad Española de Historia Natural.

En 1927 fue elegido académico correspondiente de la Real de Ciencias y Artes de Barcelona; perteneció, desde 1890 y por períodos, a la Sociedad Española de Historia Natural y, de manera continuada, a la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales desde su constitución en 1902.

Sus trabajos publicados, cercanos a los trescientos, se desparraman por la prensa científica y profesional, tanto española (Semanario Farmacéutico [Madrid], Boletín Farmacéutico [Barcelona], Actas…, Memorias… y Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural [Madrid], Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales [Zaragoza], Butlletí de la Institució Catalana d’Història Natural [Barcelona], entre otras) como extranjera (Bulletin de l’Academie Internationale de Geographie

200. Una ‘polémica’ oposición, de la que nos ocupamos en Antonio goNzález bueNo (1988b).

Carlos Pau Español (1857-1937)Fotografía de Josep Cuatrecasas. Segorbe, 12/1931.

Colección particular

Carlos Pau Español, Pius Font i Quer y Josep Cuatrecasas en Segorbe, c. 1935

Colección particular

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Botanique [Francia], Brotéria [Portugal], Le Monde des Plantes [Francia], etc.), y en no pocos folletos de edición propia. Su cuantioso herbario y su rica biblioteca botánica se conservan en el Real Jardín Botánico (Madrid)201; su correspondencia, extensa y de excepcional interés, se custodia en el Institut Botànic (Barcelona)202.

La farmacia segorbina de Carlos Pau se convirtió, durante el gozne de los siglos XIX y XX, en un activo centro de investigación botánica; se debió ello a los fluidos intercambios, de pliegos y correspondencia, mantenidos por su propietario: primero con los naturalistas del entorno aragonés (Antonio Badal Solsona, Juan Ruiz Casaviella y, en particular, Bernardo Zapater) y luego con otros botánicos españoles (Joan Cadevall, Estanislau Vayreda, Adeodato M. Marcet, Baltasar Merino y Longinos Navás, entre ellos) y extranjeros (el danés Johan Lange [1818-1898], el italiano Agostino Todao [1818-1892], el belga François Crepin [1830-1903], los suizos Konrad H. Crist [1833-1933] y Robert Chodat [1865-1934], el austriaco August von Hayeck [1871-1928] y el francés Elisée Reverchon [1835-1914], por citar algunos entre sus muchos corresponsales).

En su entorno se generó un grupo difuso de interesados en el estudio del medio natural, centrado en los ámbitos valenciano y catalán, especialmente notable en los años posteriores a 1910: Carlos Vicioso Martínez (1886-1968)203, Pius Font i Quer, Francisco Beltrán Bigorra, Manuel Vidal López (1885-1959)204 y Fernando Cámara Niño (1906-1981)205 formaron parte de él.

Pius Font i Quer, Josep Cuatrecasas y Carlos Pau inician, en 1928, una singular aventura editorial, la publicación de una revista, Cavanillesia, dedicada exclusivamente a investigación botánica original; la revista, de pequeño formato pero con una periodicidad muy alta –nueve números al año– se mantuvo viva hasta 1937.

201. La adquisición del herbario y biblioteca de Carlos Pau, en ocasiones considerada un ‘latrocinio centralista’, fue tomada en la que, quizás, fuera la última de las reuniones de la Junta para Ampliación de Estudios, celebrada en la sede del Institut d’Estudis Catalans, el 1 de abril de 1938 (cf. Josep María camaRasa, Antoni Roca, 2010: 419); la idea inicial sostenida por Carlos Pau era su venta a la Universidad de Valencia, una transición que no llegó a concluirse (jaime loRéN, 1996b).

202. Esta ha sido da a conocer por Gonzalo mateo saNz (1996a).

203. La obra botánica de Carlos Vicioso ha sido analizada por Eva bayóN álvaRo (1987); de su correspondencia con Carlos Pau se ha ocupado Pedro Pablo FeRReR gallego (2012). Datos bio-bibliográficos en Vicente casals costa in RAH.DB-e.

204. Jesús Albert Saldueña in RAH.DB-e, señala. “En el momento de su retiro del ejército [1931] abandonó también toda actividad académica en el campo de la botánica, perdiéndose toda referencia sobre el mismo”; añadimos unos datos complementarios: en 1930 se incorporó al Servicio de Investigación Prehistórica, dependiente de la Diputación Provincial de Valencia; de cuya biblioteca estuvo encargado durante mucho tiempo; desde la instauración en Valencia de la Sección de Prehistoria del Instituto Español de Arqueología ‘Rodrigo Coro’ (CSIC), en el año 1945, desempeñó el puesto de Ayudante de la Sección. Falleció en Valencia, el 21 de junio de 1959 (Enrique Pla ballesteR, 1961).

205. Datos biográficos de Fernando Cámara en Horacio maRco moll (2000).

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AIRES DE RENOVACIÓN

Las Ciencias Naturales, y entre ellas la Botánica, conocieron un espectacular desarrollo durante el primer tercio del siglo XX. Las razones de este florecimiento, una ‘Edad de Plata’, se deben a una mayor institucionalización de la investigación sobre el medio natural realizada en España, plasmada, en lo que a la Botánica respecta, en dos frentes de actuación, de origen distinto aunque no pocas veces complementario. De un lado, la infatigable labor efectuada por el grupo de botánicos catalanes organizado en torno a Pius Font i Quer; sus esfuerzos condujeron a la creación de un Instituto autónomo dedicado, con exclusividad, al estudio de la Botánica, financiado por la Junta de Ciències Naturals de Barcelona. Por otro lado, la reorganización de los centros e instituciones vinculados a la investigación llevada a cabo por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE)206.

la junta Para amPliación de estudios

La creación, en los inicios de 1907, de un organismo destinado a coordinar y potenciar las investigaciones desarrolladas en España, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), es el resultado final de un largo proceso; una consecuencia más del esfuerzo, tenaz y perseverante, desarrollado por un grupo de intelectuales próximos a la Institución Libre de Enseñanza (ILE), con el que se pretendió europeizar la formación de los españoles; como acertadamente señalara Manuel Tuñón: “[la JAE] significa la conquista de un bastión importantísimo de la burguesía liberal en la batalla ideológica que es clave en la linde los siglos [XIX a XX]”207.

La vida de la JAE estuvo sujeta a los cambios políticos acaecidos en España; su edicto fundacional fue publicado por Real Decreto de 11 de enero de 1907 (Gaceta 18/01/1907), bajo el gobierno de Antonio Aguilar Ochoa y Correa, marqués de Vega Armijo (1824-1908), siendo Amalio Gimeno (1852-1936) Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Lleva la firma y el aval de los políticos liberales; quizás por ello sus tres primeros años (1907-1910) transcurrieron en las tinieblas a la que fue conminada por el Gobierno conservador. Nuevos aires, y apoyos económicos, vinieron con la entrada de los liberales en el poder, en 1910208; la JAE conoció entonces su primera etapa de desarrollo, mantenido, con las limitaciones obligadas por la Gran Guerra de 1914-1919, hasta la instauración de la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923). Durante el Gobierno del Directorio militar (1923-1931), la JAE, como

206. De la ‘Edad de Plata’ de la Botánica española nos ocupamos en Antonio goNzález bueNo (2007b); de los botánicos vinculados a la Junta para Ampliación de Estudios –y de sus líneas de trabajo- algo dejamos anotado en Tomás gallaRdo, Antonio goNzález bueNo (1988), Antonio goNzález bueNo, Tomás gallaRdo (1988) y Antonio goNzález bueNo (2010b).

207. Cf. Manuel tuñóN de laRa (1980, 2: 225). Sobre la presencia del ideal de la Junta para Ampliación de Estudios en el pensamiento de los institucionistas ha escrito Leticia sáNchez de aNdRés (2010).

208. Se asiste entonces a la ‘refundación’ de la JAE, promovida por un nuevo Real Decreto, de 22/01/1910 (Gaceta 28/01/1907), por el que se modifica y re-estructura la organización de la Junta; lleva la firma de Antonio Barroso Castillo, a la sazón Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes.

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el resto de las instituciones, estuvo sometida a un férreo control burocrático y a una drástica reforma en sus estatutos, limitadora de su capacidad de actuación; son años de dificultades para la institución, en la que sus actividades se mantienen con precariedad, y con el decisivo apoyo económico de figuras públicas, como el duque de Alba. El advenimiento de la Segunda República, en 1931, habría de dar nuevos bríos a una Junta prácticamente inane; cual ave fénix, la JAE relanzó su actividad y, en especial desde 1932, sus cursos, becas y reformas institucionales conocen un auge espectacular209.

El pronunciamiento militar de julio de 1936, desencadenante de tantas frustraciones, de tanto dolor y de tantos llantos, supuso el final de la JAE. Los centros y organismos dependientes de la JAE subsistieron, con muchas limitaciones, durante el período bélico. Buena parte de los integrantes de la JAE, en especial sus dirigentes, se empeñaron en continuar divulgando la Ciencia, y sus investigaciones, a través de una fugaz ‘Casa de la Cultura’, creada por el Gobierno de la República en Valencia210. Un decreto de diciembre de 1937 disolvía definitivamente la JAE; sus edificios, y en parte su personal, el afín al grupo vencedor, serían empleados como elementos constitutivos de una nueva institución, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fundado en noviembre de 1939211, heredero de los inmuebles y de la actividad investigadora de la JAE, pero no de su inspiración ni de su filosofía.

La Estación de Biología Alpina de Guadarrama

Bajo la financiación de la JAE se construyó, en la Sierra de Guadarrama (Madrid), a 1.300 metros de altitud, una ‘Estación Biológica Alpina’, diseñada con el doble fin de servir como refugio para quienes trabajaran en tareas de recolección y como espacio docente. La Estación fue levantada entre 1910 y 1911; este último año se impartió un primer curso sobre la Historia Natural de la Sierra de Guadarrama, a cargo de quien sería su director, Francisco de las Barras Aragón212.

Ante la falta de receptividad de la dirección del Real Jardín frente a las propuestas de nuevas líneas de trabajo gestadas por la JAE, las instalaciones de la Estación de Biología Alpina se convirtieron en sede de las nuevas investigaciones promovidas por la Junta; el propio Francisco de las Barras Aragón dirigía, el 31 de julio de 1911, un oficio al presidente de la JAE, en el que solicitaba la construcción, con carácter permanente, de la ‘Sala y Laboratorio de Botánica General

209. Para una reconstrucción histórica de la vida institucional de la JAE, cf. Enrique tRillas et als. (1987); Francisco J. laPoRta et als. (1987); Teresa RodRíguez de lecea (1987); José Manuel sáNchez RoN (2007) y las compilaciones realizadas por José Manuel sáNchez RoN (1988), José Manuel sáNchez RoN et als. (2007) y José Manuel sáNchez RoN, José gaRcía velasco (2010).

210. Una situación bien analizada, entre otros, por Manuel azNaR soleR (1986; 2007; 2018) y Josep Lluis baRoNa, Josep beRNabeu mestRe (2007a; 2007b).

211. “Los bienes de todas clases pertenecientes a la disuelta Junta para Ampliación de Estudios y a la Fundación de Investigaciones Científicas, pasarán al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que asume las obligaciones antes encomendadas a aquellos organismos, continuando el mismo régimen económico establecido”. Artículo 10 de la Ley de 24/11/1939, de creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (BOE 28/11/1939).

212. Cf. Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1910-1911: 155-156. Madrid, 1912. Sobre la actividad botánica desarrollada en la Estación de Biología Alpina nos queda el testimonio de Ignacio bolívaR uRRutia (1915: 55-56).

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La Estación de Biología Alpina del Ventorrillo. Fotografía fechada en 1935Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid)

Antonio Casares Gil (1871-1929), con uniforme de gala de coronel médico. Archivo de la Junta para

Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (Madrid)

Carlos Vicioso Martínez (1886-1968)Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

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del Museo’ de Ciencias Naturales, como base de una sección de este, y la instalación allí del Laboratorio de Briología que dirigía Antonio Casares Gil (1871-1929)213.

En efecto, al poco de su inauguración, en 1911, Antonio Casares Gil estableció en ella su laboratorio criptogámico; y por estas instalaciones pasaron, entre 1912 y 1915, los botánicos que, de alguna manera, quedaron vinculados a la JAE: Francisco Beltrán Bigorra, Benito Vicioso Martínez, Carlos Vicioso Martínez y Romualdo González Fragoso; sus dependencias fueron también utilizadas por otros botánicos interesados en el estudio de la Sierra de Guadarrama, Carlos Pau entre ellos214.

Desde la Estación Biológica del Guadarrama se herborizó no sólo la Sierra madrileña, también las áreas manchegas próximas; el resultado de estos trabajos se plasmó en un ‘Herbario Nacional’, al que Carlos Vicioso donó su colección personal, de 12.800 pliegos, la mayor parte de plantas españolas215. Y en ella se impartieron cursos de Botánica para los alumnos de la Universidad Central, al menos durante los años académicos de 1912/1913 y 1913/1914216.

La Estación de Biología Alpina dejó de estar vinculada con el trabajo botánico hacia 1915; por entonces sus laboratorios fueron traslados al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Fue el paso intermedio antes del cambio definitivo a las nuevas instalaciones del Real Jardín, ocurrido en los inicios de 1929, durante la dirección de Ignacio Bolívar. Desde 1916, la Estación Biológica de Guadarrama queda convertida en refugio para los científicos dedicados al estudio de la Sierra madrileña.

La Misión Biológica de Galicia

En Galicia funcionó, desde marzo de 1921, una Misión Biológica, dirigida por Cruz Gallastegui Unamuno (1891-1960)217, bajo el patrocinio de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago y la Junta para Ampliación de Estudios; inicialmente ubicada en la Escuela de Veterinaria de Santiago de Compostela, centró sus esfuerzos en lograr la búsqueda de un

213. Su vida y su obra han sido estudiadas por Pierre alloRge (1929); Benito FeRNáNdez RioFRío (1929); Valentine alloRge, Pierre alloRge (1930); Arturo caballeRo segaRes (1932b); Antonio gaRcía vaRela (1935); Francisco bellot RodRíguez (1956) y Fernando PoNte heRNaNdo et als. (2016). El archivo del Real Jardín Botánico de Madrid conserva parte de su correspondencia científica (ARJB, legajos I,33,1 y I,33,21), siendo de especial interés la relativa a sus inicios en los laboratorios alemanes, particularmente la mantenida, desde 1902, con Franz Stephani (Leipzig).

214. Antonio Casares sería gratificado, como Ricardo García Mercet o Eduardo Hernández-Pacheco, por “sus trabajos como Profesores en el Instituto Nacional de Ciencias Naturales”; otros, entre ellos Carlos Vicioso o Francisco Beltrán Bigorra, como Antonio Zulueta o Juan Dantín Cerceda, cobrarían gratificaciones por sus trabajos de campo, “como ayudantes del mismo Centro” (cf. goNzález bueNo, 2010b).

215. Sobre la cesión del herbario de Carlos Vicioso a la Estación de Biología Alpina cf. Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1914-1915: 229. Madrid, 1916.

216. El del curso 1912/1913 fue desarrollado por Francisco Beltrán, el celebrado en el curso 1913/1914 estuvo a cargo de José Cogolludo, ambos sobre un programa bastante similar (cf. Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1914-1915: 216. Madrid, 1916). La organización de estos primeros cursos de Botánica se discutieron en el pleno reunido en la sesión de 29/09/1911 (goNzález bueNo, 2010b).

217. Datos biográficos y bibliográficos sobre Cruz Gallastegui en Antonio odRiozola gallastegui (1962, 1985), Juan Manuel tabaRa (1985), Ernesto viéitez (1985), Armando oRdás (2003), José Manuel etxaNiz maKazaga (2004) y Susana PiNaR in RAH.DB-e. Su participación en la creación y dirección de la Misión Biológica en Galicia ha sido analizada por Benito sáNchez RodRíguez (1985) y Miguel cabo villaveRde (1997). Un análisis de la actividad de la Misión Biológica en Galicia en Armando oRdás (2007) y Antonio M. de RoN (2010).

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híbrido de castaño resistente a la enfermedad de la tinta y la introducción de dobles híbridos de maíz.

En febrero de 1927, la Misión Biológica se traslada a Pontevedra, donde, bajo el patrocinio de su Diputación Provincial, continuó con los trabajos relativos a la mejora del maíz y practicó la selección de variedades de patata y cereales.

Cruz Gallastegui Unamuno (1891-1960)Fotografía realizada el 14/02/1958Archivo de la familia Gallastegui

Evaluado del maíz en la Misión Biológica de Galicia. Archivo de la Misión Biológica de Galicia

Nicolai Vavilov (1887-1943), fotografiado en 1935Instituto Vavilov (San Petersburgo)

Luis Crespí Jaume (1889-1963)Colección particular (Madrid)

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Además de sus avances científicos, la Misión Biológica de Galicia realizó una considerable labor social, difundiendo, entre las cooperativas y sindicatos agrícolas, las mejoras desarrolladas. Buena parte de las ideas sobre ‘agricultura científica’, apuntadas desde esta institución, impregnaron el pensamiento del agrarismo gallego defendido por Alfonso Castelao (1886-1950).

En junio de 1927, gracias a un donativo de Joaquín Arias Sanjurjo (1860-1946), destinado a subvencionar estudios en Galicia, la Junta para Ampliación de Estudios organizó una misión, luego transformada en Comisión de Estudios, una de cuyas primeras actuaciones, desarrollada ese mismo verano de 1927, fue la exploración naturalista y folklórica de los Ancares, dirigida por Luis Crespí Jaume (1889-1963), profesor del Instituto-Escuela en Madrid218, y en la que tomaron parte el botánico portugués Gonçalo Sampaio (1865-1937); el zoólogo Luis Iglesias Iglesias (1895-1976), el naturalista Gustavo Nieto y José Rodríguez Bouzo, catedrático de Agricultura en el Instituto de Orense; les acompañó Nicolai

Vavilov (1887-1943), director del Instituto de Biología Aplicada, especialista en el estudio de plantas cultivadas (bolívaR et als., 1928). De aquel viaje emanó la propuesta de convertir los Ancares en un ‘Parque Regional Gallego’ (iglesias, 1929).

Y sin salir de Galicia, hemos de anotar los trabajos ficológicos desarrollados por Faustino Miranda González (1905-1964)219 en la Estación Biológica de San Rafael, en Marín (Pontevedra), fundada en 1932 como un centro dependiente del Museo Nacional de Ciencias Naturales220.

218. De su perfil biográfico y bibliográficos nos hemos ocupado Antonio Luís cResPí, Antonio goNzález bueNo (1990); Carmen masiP hidalgo (2011); Joao Paulo cabRal (2009); Eduardo villaveRde maRRuedo (2012) y Fernando RodRíguez de la toRRe in RAH.DB-e.

219. Exiliado en México, desarrolló el grueso de su labor botánica en el país azteca; su biografía ha sido estudiada por Arturo gómez PomPa, Bernice G. schubeRt (1965), Ida K. laNgmaN (1966), Jerzy RzedoWsKi (1966); Javier cRemades, Ignacio baRbeRá (1996); Francisco Javier dosil maNcilla, Javier cRemades (1998); Armando butaNda, Graciela zamudio, Miguel Angel Puig-samPeR (2001); Javier cRemades, Francisco Javier dosil maNcilla, Xosé FRaga vázquez (2001); Francisco teixidó gómez (2006); Francisco Javier dosil maNcilla (2007b); Gonzalo halFFteR salas (2008) y Esperanza tamayo víctoR (2010). Sus colecciones ficológicas europeas han sido valoradas por Salvador valeNzuela miRaNda, José Luís PéRez- ciReRa (1982) y Salvador valeNzuela miRaNda (2002; 2005; 2012).

220. Sobre esta instalación periférica del Museo Nacional de Ciencias Naturales cf. Francisco Javier dosil maNcilla, Xosé A. FRaga vázquez (2001).

Faustino Miranda González (1905-1964) con su hermana Julia, en Gijón.Archivo de la familia Miranda

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Los cursos botánicos organizados por la JAE

La formación de los investigadores españoles fue abordada por la JAE desde una doble perspectiva: la concesión de pensiones formativas en el extranjero, de la que nos hemos de ocupar más adelante, y la invitación cursada a especialistas foráneos para que divulgaran, entre grupos escogidos de estudiantes y profesionales, sus teorías y métodos de trabajo; estos, a su vez, sirvieron como elementos irradiadores, contribuyendo a transmitir las nuevas tendencias en sus respectivos centros de trabajo o a adecuar sus instalaciones a las nuevas corrientes metodológicas.

En lo que respecta al estudio de los vegetales, los cursos formativos impartidos por la JAE se circunscriben al ámbito de la Fisiología vegetal; en 1917 Mathieu Leclerc du Sablon (1859-1944), profesor de la Universidad de Tolouse, dictó dos cursos de su especialidad, uno de carácter práctico, dirigido a los iniciados en el tema, y otro, teórico, destinado a la divulgación de las aplicaciones agrícolas de los nuevos avances en Fisiología vegetal. El curso se impartió en los locales de la madrileña Residencia de Estudiantes, acondicionados al efecto durante los tres

Lewis Knudson (1884-1958)Cornell University (Ithaca, NY)

Joaquín María Castellarnau Lleopart (1848-1943)Sociedad Castellarnau de Amigos de Valsaín, La

Granja y su entorno (La Granja-Valsaín)

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meses que duró la experiencia221. Para completar su formación, dos de los asistentes, Luis Crespí y Juan Cuesta, disfrutaron de sendas pensiones, de nueve meses cada una, en la Universidad de Tolouse.

Con una estructura similar, también de duración trimestral y organizado en dos secciones acordes con la preparación de los matriculados, Lewis Knudson (1884-1958), profesor de la Universidad de Cornell (Nueva York) impartió, en la primavera de 1920, un curso de técnicas de Fisiología vegetal. Aprovechando estas mismas instalaciones Luis Crespí, Bartolomé del Cerro, Esteban de Faura y Adolfo Vázquez Hunosqué coordinaron, durante el verano de 1920, un curso

221. Las clases prácticas impartidas por Leclerc du Sablon tuvieron lugar desde los últimos días de enero hasta fines de marzo de 1917; se trabajaron aspectos relacionados con la permeabilidad de las membranas, ósmosis, absorción de agua y sales, emisión de vapor de agua, etc. Las conferencias del curso teórico-divulgativo se impartieron en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, versaron sobre mendelismo, simbiosis en plantas de interés agrícola, enfermedades de la vid, etc. (cf. Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1915-1916: 192-194. Madrid, 1917).

Karl Goebel (1855-1932)The Royal Society (Londres)

Robert Chodat (1865-1934)Université de Genève

Arthur Meyer (1850–1922)Biblioteca dell'Orto botanico

Università di Padova, signatura: IB.KK.68

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elemental de reciclaje sobre las mismas materias222. En la primavera de 1921 volvió a repetirse el curso trimestral pergeñado por Lewis Knudson el año anterior, esta vez bajo el co-patrocinio del Ministerio de Fomento. Las instalaciones utilizadas para el desarrollo de estos cursos fueron reubicadas, en 1922, en el remozado Real Jardín de Madrid, bajo la responsabilidad inicial de Luis Crespí, dando comienzo así a una sección de trabajo especialmente apoyada por la JAE, cuya responsabilidad institucional fue conferida a Antonio García Varela.

Tras abandonar los espacios cedidos en la Estación de Biología Alpina, los cursos de prácticas de Botánica, hasta entonces allí impartidos, pasaron a desarrollarse en el Museo de Ciencias Naturales; se ocupó de ellos Joaquín María Castellarnau Lleopart (1848-1943)223, quien siguió el programa desarrollado por Arthur Meyer (1850–1922), de cuyo manual fue traductor, y que había sido publicado bajo los auspicios de la Junta en 1913 (meyeR, 1913); colaboraron con él Juan Cuesta y José Cogolludo. Los cursos continuaron en el Museo de Ciencias con la participación de Arturo Caballero; primero, entre 1916 y 1921, durante cortos periodos de tiempo, y luego, desde 1922, de manera asidua, tras obtener la Cátedra de Fitogeografía y Geografía Botánica de la Facultad de Ciencias, en la Universidad de Madrid.

No fueron estos los únicos cursos de Botánica realizados bajo el patrocinio de la JAE; desde enero de 1926 funcionó, en la Residencia de Señoritas, un laboratorio destinado a la enseñanza de la Botánica y de la Biología, de marcados tintes didácticos, enfocado a la formación de jóvenes universitarias224.

La formación de becarios botánicos en el extranjero

Una de las más prontas y continuas actividades desarrolladas por la JAE fue la concesión de pensiones para estudios en el extranjero; su esfuerzo no se circunscribió a los centros de ella dependientes, sino que intentó abarcar toda la investigación realizada en España. Fue política de la JAE primar aquellas áreas de estudio donde la investigación tuviera aplicación inmediata; también aquellas otras que supusieran la utilización de nuevas técnicas de estudio, quizás por ello la Botánica no se vio especialmente favorecida225.

222. Esteban Faura ocupaba la dirección de la Granja de Hellín, Adolfo Vázquez Humasqué dirigía la Estación de Palma de Mallorca y Bartolomé del Cerro era catedrático de Universidad. La incorporación del Laboratorio de Fisiología vegetal al Jardín de Madrid se decidió en la sesión de la Junta celebrada el 20/04/1920. En la sesión de 02/07/1920 se da cuenta, además, de un escrito de Eduardo Reyes Prósper, a la sazón director del Jardín Botánico, agradeciendo las nuevas instalaciones; y de otro, procedente de la Dirección General de Agricultura, en el que se solicitan los permisos necesarios para que Adolfo Vázquez Humasqué continúe realizando sus investigaciones en este Laboratorio de Fisiología (goNzález bueNo, 2010b).

223. Además de sus propios Recuerdos… (castellaRNau lleoPaRt, 1938; 1942), la figura de este ingeniero de montes ha sido glosada por Domingo de oRueta duaRte (1912); Filiberto díaz tosaos (1931); Celso aRévalo caRReteRo (1934); José María toRRoja miRet (1943); Félix gallego queRo (1945); Vicente casals costa (1991; 1997); Luis gaRcía estebaN (1997); R. moReNo, A. moReNo (1997); Santos casado de otaola, Vicente casals costa (1998a; 1998b); Juan Manuel moReNo yuste, Santos casado de otaola (2003) y Vicente casals costa in RAH.DB-e.

224. De su puesta en funcionamiento se da cuenta en la sesión celebrada por la JAE el 30/01/1926 (goNzález bueNo, 2010b). Sin duda debido al éxito alcanzado por el Laboratorio Fóster de Química, activo desde 1920 (cf. magallóN PoRtolés, 1998).

225. A los estudios botánicos le corresponde menos de una beca anual de media (cf. goNzález bueNo, gallaRdo, 1988). Una visión global de las pensiones concedidas por la JAE en Justo FoRmeNteRa, María José villegas (2007); Alfredo baRatas díaz (1997: 153) recoge un total de 25 pensiones concedidas a quienes se interesaron por la Botánica,

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Las becas concedidas por la JAE, al menos las relacionadas con temas botánicos, pueden diferenciarse en dos grupos: las formativas, destinadas a estudiar nuevas metodologías de trabajo en centros de reconocido prestigio nacional, dirigidas a jóvenes licenciados o catedráticos de instituto; y las de especialización, en general de más breve duración, disfrutadas por catedráticos de universidad o personal investigador adscrito a las propias instituciones de la JAE.

Desde sus comienzos, la JAE trató de primar la investigación en nuevas técnicas; en el caso de la Botánica, los temas subvencionados se dirigen al estudio de la fisiología y nutrición vegetal, patología agrícola, etc.; rara vez se financiaron investigaciones estrictamente taxonómicas226, sólo cuando su estudio requería del empleo de nuevas técnicas, en especial microscópicas.

Las preferencias de la JAE, en sus primeros momentos, parecen dirigir a los nuevos botánicos españoles hacia los laboratorios alemanes, incitando el desarrollo en nuestro país de la escuela morfologista representada por Eduard Strasburger (1844-1912) o Karl Goebel (1855-1932); no cabe duda de que en esta elección tuvo especial relevancia el viaje que Blas Lázaro realizara entre 1908 y 1909 por diversos laboratorios europeos. Luego, tras la primera Gran Guerra, los intereses parecen dirigirse hacia instituciones de habla francesa: Tolouse, París y Ginebra serán los nuevos centros de acogida.

Al laboratorio de Karl Goebel (Munich) estuvieron adscritos Fermín Bescansa (1909-1910)

227, el primer pensionado de la JAE agregado a un grupo de trabajo concreto, y Salustio Alvarado Fernández (1922-1924)228, el botánico de estancia más prolongada, especializado, como Goebel, en morfología vegetal comparada. Al laboratorio de Robert Chodat (Ginebra) viajaron, pensionados por la JAE, Abilio Rodríguez Rosillo (1924)229, interesado en los problemas de la nutrición vegetal, Florencio Bustinza Lachiondo (1926-1928)230, dedicado a los estudios de fermentos y fitoquímica, y Miguel Junquera Muné (1932-1933), atraído por la fisiología vegetal.

sólo un 8,06% del total de las concedidas a las Ciencias Biológicas, y de ellas 10 pensiones se dedicaron a investigaciones sobre Fisiología vegetal.

226. En algunas ocasiones se utilizaron pretendidas investigaciones aplicadas para desarrollar, en realidad, una investigación básica; es el caso de Luis Crespí, pensionado en 1926 para estudiar Patología agrícola en la Universidad de Oporto cuando, en la práctica, se dedicó a iniciarse en el estudio de la determinación de material liquenológico con Gonçalo Sampaio (cf. cResPí, goNzález bueNo, 1990); en la memoria justificativa de su estancia en Oporto, Luis Crespí se referiría a sus estudios liquenológicos como “base importantísima para el conocimiento de este grupo de Criptógamas tan interesante para la Agricultura [sic]” (Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1926-1928: 282. Madrid, 1929).

227. Fermín Bescansa Casares (1874-1957) era catedrático de Historia Natural en el Instituto de La Coruña; su pensión fue prolongada con una estancia en Kiel. La ayuda había sido solicitada por vez primera, aunque no concedida, en 1907. Bescansa había demostrado en algunas publicaciones anteriores su interés por las conjugadas, pero sus trabajos sobre estos vegetales unicelulares no tuvieron continuación a su vuelta a España. Datos biográficos sobre este autor, y su producción científica, en Ignacio baRbeRá, Javier cReamades, José Luís PéRez-ciReRa (1994); Francisco Javier dosil maNcilla (2007a) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e.

228. Datos bio-bliográficos de Salustio Alvarado Fernández (1897-1961) en Francisco teixidó gómez in RAH.DB-e.

229. Sobre la actividad docente e investigadora desarrollada por Abilio Rodríguez Rosillo (n. 1892) cf. Leoncio lóPez-ocóN cabReRa (2018).

230. Florencio Bustinza Lachiondo (1902-1982) dejó impreso su curriculum vitae hasta finales de la década de 1950 (bustiNza lachioNdo, 1959). Datos bio-bibliográficos en Francisco bellot RodRíguez (1981); Ángel maRtíN muNicio (1982); Carlos viceNte cóRdoba (1982); José FoNFRía díaz, Pilar calvo de Pablo (2013) y Benito del castillo in RAH.DB-e.

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Gaston Bonnier (1853-1922)Fotografía realizada en 1921

Station d'Écologie Forestière. Université de Paris VII

Mª Dolores Cebrián Fernández de Villegas (1881-1973)

Fundación Largo Caballero (Alcalá de Henares)

Luis Ceballos (izquierda), Carlos Vicioso (centro) y Manuel Martín Bolaños (derecha) (fide Ferrer, Guara,2010 : 127).

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También se formó con Robert Chodat (1865-1934) el botánico Josep Cuatrecasas, este financiado por el Museu de Ciències Naturals de Barcelona. Luis Crespí y Juan Cuesta trabajaron en el laboratorio de Mathieu Leclerc du Sablon (Tolouse), especializándose en patología vegetal.

Otros centros botánicos extranjeros visitados por pensionados de la JAE fueron el laboratorio de la Universidad de París (La Sorbonne), dirigido por Gaston Bonnier (1853-1922), al que quedó adscrita María Dolores Cebrián (1912-1913)231; la Universidad de Oporto, elegida por Luis Crespí (1924-1926) para perfeccionar sus estudios liquenológicos bajo la dirección de Gonçalo Sampaio (1865-1937); el laboratorio de Fisiología vegetal de la Universidad de Viena, al que se dirigió Manuel Castañeda Agulló (1931-1932)232, y el Museo Botánico de Berlín-Dahlen, en cuya sección de flora tropical trabajó Josep Cuatrecasas en diversas ocasiones (1931, 1932-1933).

Junto a estas largas estancias, la propia JAE pensionó otras más breves, dirigidas al estudio comparado de colecciones vegetales; el herbario del Muséum National d’Histoire Naturelle de París cobra aquí especial protagonismo; a él viajaron, pensionados por la JAE, Romualdo González Fragoso (1910-1913), Nicomedes Esteban Martín Lecumberri233 (1912, 1923) y Faustino Miranda (1931-1932).

A partir de 1933, como consecuencia de la supresión de la enseñanza religiosa dictada por el Gobierno de la República, las pensiones de la JAE reducen notablemente su tiempo; la falta de profesorado –no pocos de los pensionados trabajaban en centros de educación secundaria– no permitía largas ausencias formativas. Se establecen pensiones de apenas un par de meses de duración; de ellas disfrutaron Manuel Martín Bolaños234 (1933) y José González-Albo Campillo (1932, 1934) para estudiar, en Montpellier, la metodología fitosociológica aplicada al estudio de la vegetación; también se beneficiaron de estas estancias cortas Miguel Martínez Martínez (1935), para trabajar en el herbario del Muséum National d’Histoire Naturelle de París, y Josep Cuatrecasas (1934-1935), para proseguir sus estudios en el herbario de Berlín-Dahlem.

Publicaciones botánicas de la JAE

Con cargo a los presupuestos de la JAE se editó una ‘serie botánica’, constituida por monografías dedicadas a las investigaciones del personal adscrito a esta institución. Esta serie se incluye en una colección más amplia y antigua, denominada ‘Publicaciones del Museo de Ciencias Naturales’, de la que se disgregaría al ocuparse la Junta de su edición. Junto a ella

231. Fue María Dolores Cebrián quien comunicó el fallecimiento de Gaston Bonnier (1853-1922) a la Real Sociedad Española de Historia Natural, reafirmando así su especial condición de ‘discípula española’ del botánico francés (cebRiáN, 1923). Datos biográficos sobre María Dolores Cebrián Fernández de Villegas (1881-1973) en Rosa María ballesteRos gaRcía (2003); Julián besteiRo (2004) y Teresa maRíN eced (2012). Sobre la influencia de Gaston Bonnier en el desarrollo de la Botánica en España cf. Francisco de las baRRas de aRagóN (1914).

232. Disponemos de escasos datos sobre la figura de Manuel Castañeda Agulló (1906-2001) exiliado en México tras los años de la Guerra Civil; pueden consultarse en Francisco giRal (1994: 164-169) y Miguel oRtuño Palao (2010: 64-65).

233. Apenas disponemos de datos sobre este catedrático de Agricultura, salvo la información marginal que aportan Vicente José FeRNáNdez buRgueño (2014) e Isabel gRaNa gil, Francisco maRtíN zúñiga (2017).

234. Datos biográficos del ingeniero Manuel Martín Bolaños (1897-1970), y una valoración de su trabajo sobre la flora y vegetación onubense, en Isabel butleR sieRRa (2016).

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patrocinó la colección ‘Flora Ibérica’, sin duda el proyecto editorial más novedoso e interesante promovido por la JAE en el ámbito botánico235.

la junta de ciències naturals de barcelona y el institut d’estudis catalans

En 1906 el Ayuntamiento de Barcelona fundó la Junta de Ciències Naturals, consecuencia institucional de un plan previo destinado a reorganizar las colecciones de Historia Natural propiedad del ente municipal. De forma casi simultánea, la Diputación Catalana creará, en 1907, el Institut d’Estudis Catalans, en cuyo seno funcionará, desde 1911, una sección de Ciencias Naturales. Ambas instituciones fomentarán, en distinta medida, y con diversos medios, el desarrollo de la Botánica en Cataluña236.

Bajo el patrocinio del Institut d’Estudis Catalans vieron la luz los seis volúmenes que constituyen la Flora de Catalunya de Joan Cadevall (Barcelona, 1913-1923, 1933-1937), elaborada en colaboración con Àngel Sallent237, que se ocupó de la adaptación al catalán de los textos, y terminada de editar post-mortem, con el auxilio de Pius Font i Quer y Werner Rothmaler.

El Museu de Ciències Naturals y el Institut Botànic de Barcelona

En abril de 1917 se plantea, en la Junta de Ciències Naturals de Barcelona, la creación de un Institut Botànic, como entidad dedicada al estudio de esta disciplina; su promotor fue Pius Font i Quer (FoNt i queR, 1917a). En 1921 Font accedió a la dirección del Museu de Ciències Naturals de Barcelona y, desde este cargo, promovió –aún con mayor intensidad– la creación de centros especializados en el estudio de las grandes áreas de Historia Natural: Zoología, Botánica y Geología. Soportó estoicamente los duros años de la Dictadura de Primo de Rivera, tan dramáticos para la Mancomunitat catalana y tan agónicos para el propio desenvolvimiento de las actuaciones del Museu. Pero finalmente su propósito se vería cumplido; a fines de 1935 se dota de estructura independiente a la Sección de Botánica, convirtiéndola en el ansiado Institut Botànic; Font dejará entonces la dirección del Museu para ocuparse de regir el funcionamiento del organismo botánico recién creado 238.

Pius Font supo reunir en el Institut Botànic gran parte de los herbarios de quienes le precedieron en el trabajo botánico: las colecciones de los Salvador y las más recientes de Costa, Cadevall, Trèmols y Vayreda, entre ellas. El Institut Botànic, apenas gestado en los años anteriores a la Guerra Civil, había alcanzado, al producirse esta, una consolidación institucional notable;

235. Un análisis de las publicaciones relacionadas con las Ciencias Biológicas patrocinadas por la JAE ha sido realizado por Alberto gomis blaNco et als. (1988); de acuerdo con estos autores, la JAE editó 270 títulos vinculados, de una u otra manera, con las Ciencias Biológicas, de ellos sólo un 17,5% corresponden a temas botánicos.

236. La figura poliédrica de Àngel Sallent i Gotés (1859-1934), farmacéutico, lexicógrafo, botánico y académico correspondiente de la Real Academia Española, ha sido glosada por Píus FoNt i queR (1934a; 1935a); Miquel gaRgaNta i FábRega (1934) y Lourdes PlaNs i camPdeRRós (2003; 2007).

237. Sobre el desarrollo de la Botánica en los territorios catalanes cf. Josep María camaRasa (1989b); un análisis histórico del Institut d’Estudis Catalans en Josep María camaRasa, Antoni Roca Rosell (2010).

238. Un relato histórico sobre la fundación y los primeros años del Instituto Botánico de Barcelona en Josep María moNtseRRat maRtí (1999).

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baste un dato cuantitativo: cuando en febrero de 1916 Pius Font se hizo cargo, con carácter honorífico, de la sección botánica del Museu, su herbario contaba con 1.500 pliegos, la mayor parte recogidos por Manuel Llenas; al ser cesado en la dirección del Institut Botànic, en el verano de 1939, el herbario custodiaba ya 226.000 pliegos (bolòs i vayReda, bolòs i caPdevila, 1968: 17); como conservador de sus colecciones fue contratado Antoni Bolòs i Vayreda (1889-1975) 239, quien pasaría a ocupar su dirección tras la Guerra Civil.

La idea de Pius Font no era sólo crear un Institut Botànic, sino unir a él un Jardín Botánico; sus primeros intentos, realizados en 1925 por encargo de la Junta de Ciències Naturals de Barcelona, no obtuvieron resultados inmediatos; habrá que esperar a 1930, concluida ya la Exposición Internacional, para que el proyecto fuera llevado a la práctica; se utilizaron para ello las antiguas canteras de Montjuic. Durante su período como director del Museu de Ciències Naturals, Pius Font prestó especial atención al desarrollo de su Sección de Botánica; a él se debe la organización de extensas campañas de recolección, no limitadas al territorio catalán, sino expandidas hacia Andalucía y Marruecos; contó para ello con un colaborador excepcional, el recolector Enric Gros.

En este marco académico, Pius Font i Quer organizó un ‘Plan quinquenal micológico de Cataluña’ (1930-1935), dentro el cual visitó el Principado los más destacados micólogos europeos: en 1930 se invitará a Arthur A. Pearson (1874-1954), presidente de la Sociedad

239. Su figura ha sido analizada por Francesc casaNovas i Puig (1976); Miquel gaRgaNta i FábRega (1976); Oriol de bolòs i caPdevilla (1979) y Anna Maria caRmoNa i coRNet, Ramón joRdi goNzález in RAH.DB-e.

El Laboratorio de Botánica de la Junta de Ciencias Naturales de Barcelona: de derecha a izquierda, Arturo Caballero, Pius Font i Quer y Pepeta Mata

Anuari de la Junta de Ciéncies Náturals de Barcelona, [1917]. Barcelona

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Micológica de Londres; en 1931 y 1933 será René Maire (1878-1949), profesor de la Universidad de Argel y amigo personal de Pius Font quien estudiará el territorio240; en 1932 trabajaron en Cataluña Roger Heim (1900-1979), subdirector del laboratorio de criptogamia del Muséum National d’Histoire Naturelle de París y Georges Maleçon (FoNt i queR, 1937a). El final de este plan quinquenal fue la organización, en tierras catalanas, de una reunión extraordinaria de la Societe Mycologique de France, celebrada entre el 20 y 27 de octubre de 1935. Gracias a esta iniciativa el conocimiento de la bio-diversidad de macromicetes de Cataluña tuvo un crecimiento espectacular.

Las publicaciones botánicas del Museu de Cièncias Naturals de Barcelona comienzan en 1917 bajo el título genérico de Treballs del Museu [...] Série Botànica; son las iniciales unas Instruccions per a la recol-lecció, preparició i conservació de les plantes debidas a Pius Font i Quer (FoNt i queR, 1917b), y la Introducción al estudio de la flórula de micromicetos de Cataluña de Romualdo González Fragoso (goNzález FRagoso, 1917b).

240. De la vida y obra de René Maire se ha ocupado Pius FoNt i queR (1950); algunas de sus recolecciones peninsulares han sido estudiadas por Irénée theRiot (1932).

Josep Cuatrecasas (izquierda), Pius Font i Quer (centro) y Arthur A. Pearson (derecha), en un descanso de la excursión micológica a La Força [noviembre, 1930]

Fotografía de Josep Cuatrecasas. Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona

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LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN EN LA BOTÁNICA ESPAÑOLA

la reFlexión teórica

Las reflexiones teóricas sobre Botánica son escasas entre el colectivo de los naturalistas que se ocupan de las plantas durante estos años; estos parecen más preocupados en la elaboración de catálogos locales que en la reflexión sobre los sistemas clasificatorios empleados. Las más significativas vendrían de la pluma de científicos vinculados a las ideas krausistas defendidas por la Institución Libre de Enseñanza y tienen su fuente en los planteamientos mantenidos por las escuelas alemanas, de entre ellos cabe destacar los publicados por Augusto González de Linares (1845-1904)241: “La célula vegetal: contradicciones que envuelve su concepto en la Botánica contemporánea”, un soplo de aire fresco, muy próximo a las tendencias alemanas manifestadas en el Lehrbuch der Botanik editado por Karl-Anton Prantl en 1876 (goNzález de liNaRes, 1878) o “Sobre la forma general de los vegetales superiores” (goNzález de liNaRes, 1879), tan cercano en sus planteamientos a las teorías morfológicas defendidas por Ernst Haeckel; ambos más colindante con la ‘naturphilosophie’ alemana que con el evolucionismo darwinista (simó Ruescas, 2004), tipificado como ‘evolucionismo trascendente’ (casado de otaola, 2001b).

La aceptación de planteamientos darwinistas queda ligada a los mismos grupos institucionistas que venimos comentando. Es el caso de algunos artículos de Salvador Calderón de Arana (1853-1911)242, tal sus “Consideraciones sobre la alimentación de los vegetales en relación con los descubrimientos de las plantas carnívoras” (caldeRóN, 1876), con alusiones directas a los trabajos de Darwin y Hooker, plasmadas en un artículo publicado en Nature (caldeRóN, 1877); o de Joaquín María Castellarnau, en especial el dedicado a la “Unidad del plan generativo del reino vegetal” (castellaRNau, 1888), aparecido en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, destinado a motivar a los botánicos “para aplicar las leyes de la evolución al desarrollo de los vegetales”.

241. Los estudios sobre Augusto González Linares son abundantes; se encuentran datos bio-bibliográficos en Salvador caldeRóN aRaNa (1904); Salvador Rivas goday (1969): Benito madaRiaga de la camPa (1972; 1984; 1988; 2004; 2008); Pilar Faus sevilla (1984; 1986); Francisco goNzález de Posada (1989; 1991); Orestes ceNdReRo uceda (1990); Xosé FRaga vázquez (1996c); Carlos Nieto blaNco (2010; 2011; 2013) y Francisco teixidó gómez in RAH.DB-e.

242. Salvador Calderón cuenta con una buena serie de estudios biográficos; entre los que le conocieron figuran Francisco baRRas de aRagóN (1911) y Eduardo heRNáNdez-Pacheco (1911); con posterioridad se han acercado a su vida y a su obra Antonio echaRRi (1984); Salvador oRdóñez (1987); Emiliano aguiRRe eNRíquez (1989); Ramón coy-yll (1989); Santos casado de otaola (1997b; 2001b); Julio simó Ruescas (1998); Mariano ayaRzagüeNa saNz, Víctor M. ReNeRo aRRibas (2006); Juan Luis aRsuaga (2015); Belén soutullo gaRcía, María Victoria lóPez-acevedo (2015) y Santos casado de otaola in RAH.DB-e.

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La idea tardaría en ser aceptada entre los estudiosos españoles; uno de los motivos fue explicitado por Enrique Serrano Fatigati (1845-1918)243, en un texto de tendencia pro-evolucionista publicado en 1878: “el profesor M. Colmeiro, á quien tanto se debe respecto á la propagación de la botánica en España, se ha colocado (...) entre los adversarios de tales teorías” (seRRaNo Fatigati, 1878: 53-54).

Habría que esperar a la tarde del nueve de diciembre de 1900 para que en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales se oyera la voz de otro institucionista, Blas Lázaro e Ibiza, manteniendo una postura favorable a estas ideas:

“cuando en la candente cuestión evolucionista no se profesan las equilibradas ideas de un ecléctico sino la fe ardiente y sincera del creyente, cuando lleva la voz en la exposición de esta teoría no un frío expositor sino un convencido, acaso se corre el riesgo de no tratar el asunto con tan exquisita mesura, que en nada mortifiquen las opiniones contrarias” (lázaRo e ibiza, 1900: 9).

No es de extrañar la mesura con la que Blas Lázaro realiza la introducción a un discurso que trató sobre Armas defensivas empleadas por los vegetales en la luchas por la vida, hasta entonces, los miembros de la Academia, entre los que se encontraban sus maestros, Sandalio Pereda y Martínez (1822-1886) y Miguel Colmeiro y Penido (1816-1901), habían defendió posiciones contrarias.

No muy distinta fue la situación vivida en la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, donde la mayoría de sus miembros muestran, en sus discursos, posturas creacionistas o anti-

243. Enrique Serrano Fatigati ha pasado a la Historia por sus estudios sobre los monumentos artísticos y arqueológicos, que le llevaron a ocupar un sillón en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. De su figura se han ocupado Terencio Borja bodelóN Ramos (2015) y María Pilar gaRcía sePúlveda in RAH.DB-e.

Augusto González de Linares (1845-1904)Instituto Español de Oceanografía de Santander

Salvador Calderón de Arana (1853-1911)Museo de Geología de la Universidad de Sevilla

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darwinistas (sucaRRats RieRa, 2010); sólo Carles Ferrer i Mitayna (1845-1919) expondrá, en 1881, una cierta duda ante las teorías evolucionistas o, al menos, un conocimiento de las teorías de Thomas R. Malthus (1766-1834) y Charles Darwin (1809-1892), si bien no centradas en el mundo vegetal.

Fuera de estos ambientes académicos, las teorías evolucionistas aplicadas a la Botánica circularon con mayor libertad244; en 1883 Odón de Buen las puso de manifiesto en sus “Apuntes geográfico-botánicos sobre la zona central de la Península Ibérica” (bueN y del cos, 1883) y los alumnos de Blas Lázaro las conocieron de letra de su profesor desde la primera edición de su Compendio de la Flora Española… publicado en 1896 (lázaRo e ibiza, 1896: 9-10).

Estas nuevas concepciones del mundo vegetal, pese a ser conceptualmente admitidas por los botánicos del último cuarto del siglo XIX, apenas transformarán su quehacer investigador inmerso, hasta bien avanzado el siglo XX, en la elaboración de catálogos e inventarios de los vegetales que crecen en nuestro suelo, sin mayores preocupaciones de índole teórica. Con todo, es posible percibir un acercamiento conceptual, aún alejado de lo que fue la práctica cotidiana de los botánicos españoles de este final del siglo, en lo que Marcelo Rivas Mateos denominó “las diversidad de las formas locales y (...) las modificaciones que los individuos sufren por adaptación al medio luchando por la existencia” (Rivas mateos, 1901: 98).

los Proyectos de edición de una Flora esPañola

Los esfuerzos realizadas en la España del siglo XVIII por conocer la flora española, incluyendo la de los amplios territorios americanos sujetos al dominio colonial, de lo que el proyecto expedicionario español es buena prueba, no tuvieron continuidad durante el XIX. La guerra contra Francia, que acabó con la invasión del territorio español, la inestabilidad política vivida en España tras la salida de las tropas napoleónicas, la crisis económica por la que atravesó nuestro país durante esta época y la inadaptación socio-cultural española respecto de los países europeos de nuestro entorno, constituyen algunas de las razones que pueden explicar la paralización de las actividades científicas en España durante la primera mitad del siglo XIX.

Pese a las condiciones de adversidad señaladas, durante la primera mitad el XIX tuvo lugar un leve intento de publicar una ‘Flora española’; su elaboración fue acometida por Mariano La Gasca (1776-1839), director del Jardín Botánico de Madrid, quien recogía así el testigo de antiguos proyectos, no culminados, liderados desde esta misma institución madrileña por algunas de sus cabezas rectoras durante el brillante XVIII español. La precipitada huida de La Gasca en 1823, tras la caída del gobierno liberal y su posterior exilio en Londres, propició la pérdida de los materiales que este venía preparando, desde años atrás, con el fin de dar a la luz esta necesaria obra botánica. Tras esta desagradable experiencia, La Gasca cedería la responsabilidad de publicar la ‘Flora española’ a generaciones venideras. La inestable situación política y social por la que atravesaba España le llevó a escribir, en 1823, camino de su exilio:

“Ya que no puedo publicar la Flora española, que era el principal objeto de mis fatigas, quisiera antes que me faltara la memoria hacer al menos un catálogo de las plantas que he

244. Sobre la difusión de las ideas evolucionistas en España cf. el texto clásico de Diego Núñez Ruiz (1977); un acercamiento a su presencia entre los naturalistas hispanos en los trabajos de José salá catalá (1982; 1984a; 1984b; 1987).

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visto espontáneas y cultivadas en España, que sirviera de guía al que después quisiera escribir la Flora de este país admirable”245.

El testigo de Mariano La Gasca sería recogido en la segunda mitad del siglo por distintos colectivos, con fines bien diversos y con un éxito desigual.

Los proyectos liderados por el colectivo farmacéutico

La ausencia de una obra botánica que contemplase la variabilidad vegetal presente en suelo hispano motivó a los farmacéuticos españoles de mediados del siglo XIX a acometer esta empresa, con el fin de disponer de un manual de referencia válida para poder clasificar las plantas y drogas de origen vegetal necesarias en sus boticas. Como vemos, el objetivo no es taxonómico o florístico, como fuera el proyecto diseñado por Mariano La Gasca; casi un siglo después se vuelve al utilitarismo farmacológico de la Botánica, tal y como fuera promovido por Casimiro Gómez Ortega en la segunda mitad del siglo XVIII246.

Las tentativas del colectivo farmacéutico en este campo se concretaron en dos proyectos: el liderado por la revista profesional El Droguero Farmacéutico y el promovido desde el Colegio de Farmacéuticos de Madrid.

La ‘Flora española’ de El Droguero Farmacéutico (1857-1859)

A principios de 1857, El Droguero Farmacéutico, un periódico profesional fundado y dirigido por Mariano Pérez Mínguez (1809-1887)247 intentará “formar un catálogo general de todas las plantas que se crían en diferentes partidos de España”248; estas deberían crecer espontáneamente, las cultivadas no habrían de incluirse en esta Flora (PéRez míNguez, 1859b: 106).

Los objetivos de esta ‘Flora española’ eran muy claros: catalogar los vegetales con el fin de poder identificar correctamente cualquier espécimen medicinal en cualquier parte del territorio nacional (PéRez míNguez, 1859b: 106-107). En este proyecto, la taxonomía no es más que un instrumento en manos de la farmacología; esto explicaría el poco aprecio del colectivo farmacéutico hacia la metodología botánica que habría de aplicarse en esta Flora ¿Debería utilizarse el sistema clasificatorio natural o el propugnado por Linneo? Una cuestión caduca, ya resuelta bastantes años atrás entre los científicos de nuestro entorno europeo, y que su solo enunciado nos reafirma en la realidad de una España científicamente en penumbra, a la vez que nos ayuda a valorar la escasa relevancia que hubiera podido adquirir esta obra (goNzález bueNo, RodRíguez Nozal, 1996).

245. Carta de Mariano La Gasca a Aylmer-Bourke Lambert. Cádiz, 07/07/1823. Archivo de los Royal Botanic Gardens (Kew) ARBG, Lambert Letters, Ms. 75.

246. Un asunto sobre el que hemos llamado la atención en repetidas ocasiones: Francisco Javier PueRto saRmieNto (1985; 1987; 1992a); Antonio goNzález bueNo; María Isabel Ruiz ochayta (1985); Francisco Javier PueRto saRmieNto, Antonio goNzález bueNo (1987); Antonio goNzález bueNo (1995b; 2002a); Antonio goNzález bueNo, Alberto gomis blaNco (2004).

247. Sobre este farmacéutico y periodista apenas disponemos de más datos que los que aporta Rafael RoldáN gueRReRo (4: 89-90. 1976).

248. Así se indica en el suelto que, bajo el título de “Catálogo” se inserta en El Droguero Farmacéutico 3(41). Valladolid, 1858.

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Para los farmacéuticos de El Droguero lo importante no era el método de clasificación, lo primordial debería ser la diferenciación entre los vegetales, principalmente la de aquellos con acción medicinal. Entendían que el sistema de clasificación natural era el mejor, si bien reconocían las limitaciones de los boticarios rurales para su óptima utilización. Por ello recomendaron utilizar el sistema clasificatorio linneano en el trabajo cotidiano y, después, referir las plantas estudiadas al sistema natural:

“¿Les es dado a todos el poder seguir el complicado camino que este método [el natural] señala para conseguir el objeto que se desea? En manera alguna y si acaso se hallase alguno en disposición de seguirle, difícil es que sea de nuestra clase: pues dedicados como estamos á nuestras precisas y marcadas tareas diarias, apenas disponemos de algunas horas que únicamente y por vía de descanso ó entretenimiento podemos dedicar á la ciencia de los vegetales (...) Aun prescindiendo de las muchas modificaciones que ha sufrido y que la han simplificado notablemente, la clasificación primitiva de Linneo, para el hecho de reconocer plantas, es infinitamente más ventajosa por fácil, que todas las variadas formas de método natural que se han escrito (...) Puesto que el método natural no se rechaza con el sistema de Linneo, lo que la prudencia aconseja para nuestra clase es, clasificar por el segundo método, y referir en seguida las plantas ya conocidas, al primero...” (PéRez míNguez, 1859c: 115-116).

El resultado de esta tentativa se tradujo en la publicación, en las páginas de El Droguero Farmacéutico, de una decena de trabajos en los que se contemplaba la flora de territorios relativamente pequeños; un balance muy pobre en cuanto a la consecución de los objetivos inicialmente trazados, como acabaría reconociendo el propio director del periódico (PéRez míNguez, 1859a).

No obstante este proyecto sirvió de estímulo a otros colectivos interesados en asumir, de nuevo, esta misma tarea. Los catálogos locales publicados por El Droguero Farmacéutico fueron utilizados por Joan Texidor para elaborar su Flora Farmacéutica de España y Portugal (texidoR, 1871) y valorados, años después, por Miguel Colmeiro (colmeiRo, 1885-1889) y Joaquín Mas-Guindal (mas-guiNdal, 1942c).

La ‘Flora española’ del Colegio de Farmacéuticos de Madrid (1858-1864)

Prácticamente de manera simultánea al proyecto de ‘Flora española’ pergeñado por El Droguero Farmacéutico tuvo lugar otra iniciativa con idéntica finalidad, también formulada por

Mariano Pérez Mínguez (1809-1887)Fotografía de Juan Hortelano [ca. 1865]

Real Academia Nacional de Farmacia

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farmacéuticos: nos referimos al plan del Colegio de Farmacéuticos de Madrid de elaborar una ‘Flora farmacéutica española’ contando con la colaboración de sus asociados y la coordinación de los representantes provinciales de esta Corporación.

Para su elaboración, el Secretario del Colegio de Farmacéuticos, Germán Martínez Álvarez (1826-1879)249, escribió unas normas bien precisas, publicadas por El Restaurador Farmacéutico, órgano oficial de esta institución; las normas son muy claras respecto a los objetivos perseguidos y al método de trabajo a seguir:

“1º. Describir y determinar las plantas respectivas al pueblo, distrito ó provincia que pertenecen los colegiales ó al terreno que elijan para su estudio. 2º. Indicar los lugares en que habitan las plantas, el tiempo en que florecen y demás circunstancias que juzguen oportunas. 3º. Poner á continuación del nombre científico de la especie, los sinónimos triviales que tengan las plantas en cada localidad. 4º. Formar herbarios arreglados al sistema de clasificación que hayan seguido, para enviarlos después al Colegio. 5º. Averiguar si en los puntos respectivos existen floras particulares, monografías ó cualesquiera otros trabajos de esta materia y comprobarlos con los nuevos que hagan.

249. Notas biográficas de este farmacéutico en Francisco maRíN y saNcho (1879).

Germán Martínez Álvarez (1826-1879)Real Academia Nacional de Farmacia

Nemesio de La Llana y Gorostiaga (1796-1874)Fotografía de Quintín Toledo [ca. 1870]

Real Academia Nacional de Farmacia

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6º. Remitir al Colegio los ejemplares que reúnan para la ejecución de este proyecto, con las noticias y observaciones que tengan á bien acompañar para los fines consiguientes.” (maRtíNez álvaRez, 1858: 50).

La iniciativa de este proyecto, debida a Nemesio de La Llana y Gorostiaga (1796-1874)250, entonces Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Madrid y catedrático de Historia Natural en el Colegio de San Fernando, se engloba dentro de una serie de actividades promovidas desde esta institución, de las cuales la redacción del Diccionario de Farmacia (Madrid, 1865) y la preparación de la Exposición Farmacéutica Nacional de 1862 son las más notables.

Las primeras aportaciones para esta ‘Flora Española’ se recibieron en agosto de 1858; a pesar del descontento inicial de los responsables del proyecto, que propiciaría la redacción de nuevas instrucciones solicitando la colaboración de los colegiales, el número de catálogos enviados a Madrid debió ser bastante elevado, a juzgar por la decisión de nombrar una comisión de “Revisores de los trabajos de la Flora farmacéutica”, conformada por farmacéuticos interesados por la Historia Natural aunque, en la mayor parte de los casos, no fueran botánicos expertos251. Quizá ello explique la carencia de un criterio unificador para la metodología de trabajo a seguir por los colegiales y de la propia comisión de revisión; ni siquiera se estableció el sistema clasificatorio idóneo.

No parece que la labor de esta comisión fuese productiva; desde su creación, en 1859, y hasta su desaparición, probablemente hacia 1864, la ‘Flora farmacéutica española’ no realizó progresos considerables. En agosto de 1864 el objetivo prioritario no era ya la publicación de esta obra sino la ordenación de los materiales enviados al Colegio de Madrid por sus colegiales; trabajo para el que fue nombrada una nueva comisión252.

El proyecto quedaría pronto olvidado; no fueron publicados ninguno de los catálogos enviados, pese a ser conocidos algo más de medio centenar de ellos, si bien el área geográfica abordada por la suma de estos quedaba muy lejos de representar una porción significativa del territorio nacional253.

Los proyectos de El Droguero Farmacéutico y del Colegio de Farmacéuticos de Madrid responden a un interés profesional, el del colectivo farmacéutico interesado en conocer las sustancias vegetales de acción medicinal, y no específicamente botánico. La calidad de los catálogos recopilados fue muy desigual y, en la mayoría de los casos, carecían de una metodología clara; con estos condicionantes, la pretensión de publicar una “Flora española” no fue más que una quimera.

250. En torno a la figura de Nemesio de Lallana han escrito Saturnino FeRNáNdez de salas y saNz (1875a; 1875b); José FoNt y maRtí (1875); Germán maRtíNez álvaRez (1875); Joaquín olmedilla y Puig (1875); Manuel PaRdo y baRtoliNi (1875); Gabriel de la PueRta RódeNas (1875) y Angustias sáNchez-moscoso in RAH.DB-e.

251. Esta Comisión estuvo formada por Nemesio Lallana Gorostinga, Carlos Ferrari Escardini, Pedro Lletguet Díaz-Ropero, Julián Casaña Leonardo, Francisco Caballero Barba, Augusto Lletguet Lletguet e Ignacio García-Cabrero Pérez (El Restaurador Farmacéutico 15: 10. Madrid, 1859).

252. Formada esta vez por Nemesio Lallana Gorostinga, J.L. Dueñas, Pedro Gil Municio, Joaquín Olmedilla Garrido, Bernardino Puerta, Ángel Bellogín Aguasal y Joan Texidor Cos (El Restaurador Farmacéutico 20: 14. Madrid, 1864).

253. Cf. Antonio goNzález bueNo (1986b) y Antonio goNzález bueNo, Raúl RodRíguez Nozal (1996). Los originales enviados quedaron inéditos; los más perdidos, otros conservados en el archivo del Colegio de Madrid, hoy depositados en el archivo de la Real Academia Nacional de Farmacia.

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Francisco Javier Blanco Juste (1882-1953) y Joaquín Más-Guindal (1875-1945) presentaron, en 1933, al poco de constituirse la Academia Nacional de Farmacia, la propuesta de edición de una ‘Flora medicinal de España’, remedo del viejo proyecto iniciado desde el Colegio de Farmacéuticos de Madrid en los años centrales del XIX; cuesta pensar que el resultado de tal esfuerzo se redujera a un artículo, de no mucha calidad científica, publicado bajo la firma de Joaquín Más-Guindal, en los Anales de la Real Academia de Farmacia aparecidos en 1942 (mas-guiNdal, 1942b).

Los trabajos florísticos de la ‘Comisión del mapa geológico’ (1849-1859)

La Gaceta de 20 de julio de 1849 hace público el Real Decreto de 12 de julio por el que se instaura una “comisión para formar la carta geológica del terreno de Madrid y reunir y coordinar los datos para la general del Reino…”; pese a la limitación que parece ofrecer tal título, esta ‘comisión’ se concibe con un concepto integrador de la Naturaleza:

“Para que la obra corresponda al fin con que se promueve deberá abrazar los estudios en geografía, meteorología, geognosia, mineralogía, botánica zoología y paleontología exige la descripción de un país extenso…”254

Por ello se conforman cuatro secciones: geográfico-meteorológica, botánica, zoológica y geológico-paleontológica. Al frente de la ‘botánica’ se nombró a Vicente Cutanda, catedrático de ‘Organografía y Fisiología vegetal’ de la Universidad Central; como parte de su trabajo se le encarga:

“… la Flora Matritense que, principiando por dar una idea general de la vegetación de la provincia desde el punto de vista geográfico-botánico y fisiológico vejetal [sic], seguirá con la descripción por familias naturales de todas las especies y variedades que crecen en sus diferentes terrenos, dándose dibujos de las nuevas ó poco conocidas, y concluyendo con el mapa geográfico-botánico” (Real Decreto 12/07/1849. Gaceta 20/07/1849).

Francisco de Luján Miguel-Romero (1798-1867) se ocupó de dar cuenta pública de los trabajos de la ‘Comisión’ realizados entre 1850 y 1852, a través de los informes elevados al Ministro de Fomento (lujáN, 1852a, 1852b, 1853); de los esfuerzos llevados a cabo durante los años comprendidos entre 1853 y 1855 dejó constancia Guillermo Schulz y Schweizer (1805-1877) (schulz, 1855, 1856, 1858). El principal trabajo acometido fue la realización de los mapas topográficos que habrían de servir de base al resto de las actuaciones; fue la sección geográfico-meteorológica quien asumió la mayor parte del esfuerzo –y del presupuesto-; la sección botánica tuvo una actividad escasa (RábaNo, aRagóN, 2007; RábaNo et als., 2020).

La creación, en 1859, de la Junta General de Estadística –y la organización en su seno de unas Brigadas Geológicas- hace perder peso a esta Comisión que, en 1870, será recreada como ‘Comisión del Mapa Geológico de España’, limitada en sus actuaciones a la elaboración de mapas geológicos y mineros, germen del actual Instituto Geológico y Minero de España.

No obstante, sí conocemos un fruto botánico de esta ‘Comisión del Mapa Geológico de España’, la Flora compendiada de Madrid y su provincia… redactada por Vicente Cutanda, quien

254. Los nombramientos de los integrantes de la Comisión se publicaron de Real Orden de 14/07/1849 (Gaceta 20/07/1849).

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señala –en la propia portada- su condición de “Vocal que fué de la suprimida Comision del Mapa Geológico”; la obra, publicada tardíamente (Madrid, 1861) responde a la estructura señalada a los comisionados en el Real Decreto de 1849, y en ella se incluye, además de un “Cuadro fitostático de la provincia de Madrid” (cutaNda, 1861: 24), un “Mapa geográfico-botánico de la provincia de Madrid, calcado sobre el geológico de Dn Casiano de Prado por Dn Vicente Cutanda Vocal de la suprimida Comision Geológica” (cutaNda, 1861: 36).

La Flora forestal española (1866-1890)

Por Real Orden de 5 de noviembre de 1866 se encomienda, al Cuerpo de Ingenieros de Montes, la creación de una comisión destinada al estudio y publicación de la Flora forestal española; al frente de ellas queda Máximo Laguna Villanueva (1826-1902), miembro de la Junta Consultiva de Montes, a quien se confía el inventario de la diversidad maderera del territorio nacional.

Es esta una Flora gestada desde los intereses de un colectivo profesional, pero claramente vinculada con las necesidades estatales, desde donde se establece su financiación. Máximo Laguna cuenta, para la realización de este proyecto, con el apoyo de otros dos ingenieros de

Francisco de Luján Miguel-Moreno (1798-1867)Fotografía de J. Laurent [ca. 1875]

Museo del Ejército, signatura MUE-204627

Guillermo Schulz y Schweizer (1805-1877)Ministerio de Industria, Comercio y Turismo

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montes: Pedro de Ávila Zumarán, quien le auxiliará en las tareas de campo, y Justo Salinas Salazar (1844-1890) sobre quien recaerá el trabajo de ilustrar la obra.

Los itinerarios y resultados de los dos primeros años de trabajo, junto con un catálogo metódico de 62 familias y estudios avanzados sobre los géneros Quercus, Abies y Pinus, los de mayor importancia forestal, fueron compendiados en una memoria impresa con financiación pública (laguNa, 1870). A esta primera siguió otra, con los itinerarios recorridos entre 1869 y 1870, y el catálogo metódico de las especies reconocidas, el cual asciende a las 489 taxones; a ello se une un detallado estudio del género Fagus (laguNa, 1872).

Tras estas dos memorias iniciales, y después de una propuesta fallida (laguNa, 1875), coincidente en el tiempo con el nombramiento de Máximo Laguna como director de la Escuela Especial de Ingenieros de Montes, a la que dedicó preferentemente su atención durante sus nombramientos en 1871 y 1877, se retoman los trabajos de la Flora forestal con la edición del primer volumen, en 1883, al que seguiría, siete años después, la del segundo (laguNa, 1883-1890). La obra se hizo acompañar de dos atlas, impresos en 1884 y 1890, donde se presentan ochenta láminas cromolitografiadas (laguNa, 1884-1890).

Con ser importante y de utilidad ampliamente reconocida, los logros de este proyecto, de veinticinco años de duración, quedaban muy lejos de mostrar la diversidad de la flora española pues, por su propia esencia, sólo recogió las plantas de interés forestal. Otras debían ser las vías para conocer la diversidad florística española y en ello habría de tomar especial trascendencia los trabajos desarrollados en el seno de la Sociedad Española de Historia Natural.

La Sociedad Española de Historia Natural: en torno a la carencia de un proyecto colectivo

El primer artículo de carácter botánico publicado en los Anales de la Sociedad, “Fumariáceas de España y Portugal” (colmeiRo, 1872), redactado por Miguel Colmeiro, a la sazón presidente de la entidad y director del Real Jardín Botánico, define, con bastante aproximación, el tono que habrían de tener los artículos botánicos publicados en las primeras décadas de vida de la Española: la mera acumulación de datos, no siempre de fácil verificación, con los que poder construir la ansiada Flora Española.

La línea iniciada por Miguel Colmeiro conocería su continuación en las contribuciones posteriores de Juan Ruiz Casaviella, Estanislau Vayreda Vila, José María Lacoizqueta, José María Pérez Lara, Antoni Cebrià i Costa o Joan Joaquim Rodríguez Femenías, estas últimas con más detalle y con consideraciones taxonómicas de mayor interés sobre el material estudiado, pero incluibles dentro de un esquema de trabajo común: la relación de los vegetales que habitan en un territorio predeterminado, acompañada de la indicación de la localidad donde este ha sido recolectado.

Estos catálogos locales, en ocasiones adicionados con ciertas valoraciones de interés taxonómico o de alguna diagnosis latina, coparán el mayor número de las páginas dedicadas a la botánica en los Anales, suelen presentarse con carácter de serie, distribuyendo su contenido en varias entregas, no siempre consecutivas; las Actas de la Sociedad recogen los listados de plantas elaborados por sus socios como resultado de alguna excursión (Francisco Delás Gayolá, Francisco de las Barras o Luis Aterido), o los informes realizados por estos sobre remesas de plantas

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enviadas por otros miembros de la Sociedad, así las contribuciones de Carlos Pau, que menudean en los últimos años del siglo XIX.

El inventariado de la flora es la preocupación central de estos botánicos de la segunda mitad del XIX. Las formulaciones teóricas suelen estar alejados de sus intereses, sólo ocasionalmente se plantean la necesidad de superar esta primera etapa de la mera acumulación de datos. Una reflexión en este sentido se encuentra en la “Revisión crítica de las malváceas españolas” publicada por Blas Lázaro y Tomás Andrés Tubilla en los Anales de 1881:

“Si los primeros [los catálogos locales] marcaban en la historia de nuestra fitografía un período analítico (...) deben ir seguidos de otros que, al carácter ya conocido de la enumeracion y descripcion perfeccionada de las formas, unan el juicio crítico y hagan evidentes las intimas relaciones que ligan entre sí los datos de todos los estudios referentes á un área limitada, deduciendo de estas mismas relaciones consecuencias de inestimable valor para la ciencia botánica general” (lázaRo e ibiza, aNdRés tubilla, 1881: 391).

Mas no es esta la línea seguida por nuestros botánicos; con ser muchas, y no de escaso valor, las contribuciones florísticas presentadas a la Sociedad, no quedan englobadas dentro de un proyecto común; la idea de elaborar una Flora española, cuando se explicita, tiene siempre un claro carácter individual y no fue asumida por la Sociedad como empresa común de sus miembros hasta los inicios del siglo XX, y aún entonces con escasa repercusión.

Desde los trabajos compilatorios de Miguel Colmeiro, publicados en las primeras páginas de los Anales, a los aparecidos en los últimos años del siglo XIX, hay una cierta diferencia, no siempre explicitada por sus autores: la paulatina inclusión de la crítica taxonómica, de la que pueden ser modélicos algunos trabajos de Carlos Pau, pero esta se produce como de soslayo, sin querer ser abiertamente planteada255.

Cabe preguntarse el por qué de esta falta real de un proyecto común, máxime cuando la Sociedad Española de Historia Natural, aglutinadora de la práctica totalidad de los botánicos españoles del último cuarto del siglo XIX, parece la entidad idónea; la respuesta no resulta sencilla y en ella cabe barajar más los intereses personales que las discrepancias conceptuales; el protagonismo científico, en el ámbito botánico, ejercido por Miguel Colmeiro hasta el mismo año de su muerte, en 1901, y la publicación, en los años ochenta, de su Enumeración y Revisión de las Plantas de la Península Ibérica... (Madrid, 1885-1889), son elementos muy a tener en cuenta en esta valoración.

En enero de 1900, a petición de Manuel Martínez de la Escalera (1865-1949), la Española estudió la posibilidad de:

“… aunar los trabajos de los socios que se dedican á la exploración del territorio de la Península, á fin de llegar á publicar el catálogo de todos los seres naturales que en ella habitan; para esto debiera formarse una comisión de socios, dividida en tres secciones, para la Geología, la Botánica y la Zoología, respectivamente, que se encargase de la

255. Blas Lázaro dotó de un comentario expreso a este cambio paulatino en sus “Notas críticas acerca de la Flora española”: “... la crítica (...) y la selección y comprobación de los datos que se hayan publicado, adicionando las pocas especies que antes hayan podido ocultarse á los investigadores, pero sobre todo, perfeccionando las características, distinguiendo bien las especies que puedan presentarse á confusión, estudiando las variedades y formas locales con que cada especie aparece, marcando bien las áreas, razonando su distribución geográfica, aclarando las indicaciones dudosas y rectificando los errores en que haya podido incurrirse en publicaciones anteriores” (lázaRo e ibiza, 1893: 19-20).

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redacción de este catálogo, publicándolo por grupos, á medida que se considerara suficientemente completo el de cada uno…”256

Nace así una nueva comisión dentro de la Española, la ‘Comisión de catálogos’, cuya composición y objetivos serían pergeñados meses después257. El proyecto reviste especial interés por cuanto, por vez primera desde su fundación, sus objetivos se amplían más allá de la publicación de una revista científica y se esboza un proyecto de trabajo común, latente en el seno de la Sociedad pero hasta ahora no explicitado, al que se dota de una metodología uniforme de trabajo258. Lamentablemente los resultados obtenidos por esta Comisión, si es que los hubo, no fueron dados a la imprenta.

Con el cambio del siglo, los intereses de los botánicos españoles comienzan a desplazarse hacia otros ámbitos: la fisiología, los estudios geobotánicos y los trabajos de laboratorio coparán el interés que antes producían los trabajos florísticos; si bien las aportaciones a la flora vascular española siguieron produciéndose, casi siempre de escasa extensión y publicadas en los volúmenes de Actas, en ocasiones de mayor interés científico que algunas de las contribuciones que ocuparon gran espacio en las Memorias o en los Anales, piénsese en los trabajos de Carlos Pau. El plantel de los botánicos que comunican sus notas queda constituido por el propio Carlos Pau, Blas Lázaro y Francisco de las Barras Aragón, al que se agregan, poco antes de finalizar el XIX, Marcelo Rivas Mateos y Baltasar Merino, entre otros; sus catálogos siguen recordando el mismo modelo de los primeros volúmenes, ahora realizados por otra generación, pero dentro de la misma concepción teórica, siempre con cierto carácter local.

En las primeras décadas del XX, sin perderse la tendencia a la elaboración de catálogos locales, se asiste a un progresivo interés hacia el descubrimiento de nuevos territorios, los del Marruecos español principalmente, las razones las comentaremos más adelante; los esfuerzos de Pius Font i Quer sobre la flora mediterránea sensu lato, los de Carlos Pau y los de una nueva generación de botánicos iniciados en estos estudios antes de la Guerra Civil (Arturo Caballero, Apolinar

256. Cf. Actas de la Sociedad Española de Historia Natural 29: 86-87. Madrid, 1900. Tras una breve discusión, en la que tomaron parte el padre Navás, Ignacio Bolívar y Gabriel Puig Larraz, a la sazón presidente de la Sociedad, quien “… invitó al Sr. Bolívar para que indicara los individuos que habían de constituir la comisión, ya que la Sociedad había aceptado dicha proposición, y como éste propusiera á los señores Martínez y Sáez, Lázaro y Calderón, además de los señores P. Navás y M. Escalera que habían tomado parte en la discusión, el P. Navás se excusó por no residir en Madrid y serle difícil asistir á las sesiones, quedaron nombrados los señores restantes, con más el Sr. Bolívar á propuesta del Presidente” (Actas de la Sociedad Española de Historia Natural 29: 88. Madrid, 1900).

257. “Dicha Comisión, además de servir de intermediaria entre los socios (…) tendrá el encargo de reunir, ordenar y conservar en el local de la Sociedad, las papeletas que redacten y entreguen aquéllos, facilitándoles papeletas en blanco de un modelo uniforme para la realización de sus trabajos, resolviendo además las consultas que reciba respecto al modo y manera de realizarlos (…) Los datos que se podrían reunir son: / 1º. Los relativos á las especies orgánicas é inorgánicas que existen en la Península ibérica é islas Baleares (…) con objeto de formar el catálogo de los seres que pueblan nuestro suelo (…) / 2º. Los datos que se refieran á la bibliografía científica española para publicar en su día una enumeración bibliográfica histórico-natural (…) / 3º. Los apuntes ó noticias biográficas sobre naturalistas y retratos de los mismos. / 4º. Sobre nombres vulgares y científicos para la formación de un diccionario español de historia natural. / 5º y último. Se formará una colección de dibujos que representen las especies españolas y que estará á cargo de uno de los individuos de la Comisión…” (Actas de la Sociedad Española de Historia Natural 29: 178-183. Madrid, 1900).

258. “[La Comisión] ha estudiado y hecho imprimir las papeletas que deben repartirse entre los socios que lo soliciten para que consignen en ellas los datos referentes á la fauna, flora y gea de las regiones que conozcan ó en que habiten, y puedan devolverlas después á la Sociedad como materiales para tan importante obra. El Sr. Lázaro é Ibiza completó aquel trabajo dando en la sesión del 5 de Julio [de 1901] reglas precisas para que se utilicen con provecho y economía dichas papeletas…” (caldeRóN aRaNa, blaNco juste, 1902: 34).

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Federico Gredilla, Josep Cuatrecasas, Juan Dantín Cerceda, Juan Luis Díez Tortosa, Salvador Rivas Goday, Mariano Losa España), seguirán aportando datos para la elaboración de una Flora Española, no construida, por los botánicos hispanos, en este periodo.

El fracaso de los esfuerzos personalistas de Miguel Colmeiro (1816-1901)

Líneas arriba señalábamos, cómo uno de los motivos que dificultó la elaboración de una Flora española de carácter colectivo fue la publicación de la Enumeración y Revisión de las Plantas de la Península Ibérica... (Madrid, 1885-1889) debida a Miguel Colmeiro, considerado por sus coetáneos como el ‘sumo sacerdote’ de la Botánica decimonónica española. ¿Fue esta obra, elaborada de manera individual, un referente adecuado para los botánicos españoles?

Para responder a esta pregunta, y justificar el modo en que este texto fue realizado, conviene reflexionar sobre los motivos que condujeron a su autor a publicarlo. Hasta ahora hemos mantenido criterios de utilidad como los principales desencadenantes de los proyectos de edición de Flora española. El de Miguel Colmeiro, un proyecto claramente personalista, responde a otros criterios, en él se entremezclan la conveniencia política y la defensa del honor nacional.

Miguel Colmeiro intenta acallar la crítica de un buen número de botánicos europeos deseosos de disponer, al menos, de un inventario donde se contemplara la diversidad florística española. Philip Barker Webb (1793-1854) escribirá en su Iter hispaniense (París / Londres, 1838):

“Let us hope that this, and similar works may at length awaken the Spanish botanists (…) It is to them alone that we must look for a complete catalogue of the richest and most varied Flora of Europe, for as Pliny truly says, after Italy the garden of the world, ‘exceptis Indiae fabulosis, proxime quidem duxerim Hispaniam, quacumque ambitur mari” (Webb, 1838: IV).

Y a esta, y a otras críticas similares, contestará Miguel Colmeiro en una comunicación presentada al V Congreso Científico Italiano celebrado en Lucca, en 1843, una de las primeras presencias de un botánico hispano en un congreso científico internacional, con el significativo título de Principii che devono regolare una flora applicati particolarmente alla formazione della spagnuola (...) sulla possibilità attuale di fare una flora spagnuola... (colmeiRo, 1843a; 1843b). En su comunicación se respira un cierto espíritu crítico, pero también deja marcada la acuciante necesidad de disponer de una obra de las características de una flora.

Miguel Colmeiro cuenta con el apoyo institucional preciso para llevarla a cabo, pero carece de la necesaria formación botánica para abordar el proyecto. El resultado, tras más de cuarenta años de trabajo, fue un simple compendio de los datos a su alcance, tanto de los antiguos proyectos de Flora española como de los catálogos parciales publicados por los botánicos del período, fundamentalmente en las páginas editadas por la Española de Historia Natural, pero también aprovechó algunos resultados de los otros proyectos comentados, gestados tanto por colectivos farmacéuticos o por la Comisión de la Flora forestal. La metodología utilizada por Miguel Colmeiro estuvo basada en la mera recopilación bibliográfica o de citaciones de herbario y no en el trabajo de campo. El resultado fue la publicación de una tardía recopilación acrítica y no exenta de errores; su trabajo de gabinete, su dedicación a la erudición retrospectiva y, muy en especial, su afán de exclusivo protagonismo, le impidieron ofrecer la obra que los botánicos de su generación estaban reclamando (FeRNáNdez PéRez, 1984).

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Sus trabajos publicados durante los años centrales del siglo tienen un cierto carácter de primeras aproximaciones a este proyecto de mayor envergadura. Como tales pueden interpretarse los catálogos de Cataluña (colmeiRo, 1846), las dos Castillas (colmeiRo, 1849) y Galicia (colmeiRo, 1850). En 1885 culminaría la gestación de la idea que él mismo presentó en 1843, ese año inicia la publicación del primero de los cinco volúmenes con los que habría de contar su Enumeración y revisión de las plantas de la Península Hispano-Lusitana é islas Baleares… (colmeiRo, 1885-1889).

En su discurso de 1843 señaló que, tras esta necesaria Enumeración... vendría un verdadero Prodromus... de la flora española. Y no se equivocó, al menos en parte, pues este necesario Prodromus... vería la luz, aunque no en nuestro suelo ni salido de su pluma.

El Prodromus… de Moritz Willkomm y Johan Lange (1861-1893)

Un botánico sajón, Heinrich-Moritz Willkomm (1821-1895) y otro danés, Johan Lange (1818-1898), ambos exploradores, en varias ocasiones, de la Península Ibérica, comenzaron a publicar, en Stuttgart, en 1870, un Prodromus Florae Hispaniae..., una obra en tres volúmenes, terminada de imprimir en 1880, nueve años antes de que Miguel Colmeiro diera fin a su Enumeración...

La publicación del Prodromus Florae Hispaniae... (Stuttgart, 1861-1880), una obra construida sobre el trabajo de campo de los botánicos expedicionarios al que se adicionaron los no pocos envíos que los botánicos hispanos les remitieron en consulta o en intercambio, dejó obsoleta la obra de Colmeiro aún antes de que esta terminara de publicarse.

La protección que Miguel Colmeiro racaneara para los botánicos hispanos alejados de su inmediata dirección sería prestada por Heinrich-Moritz Willkomm; en él encontraron el aliento para su labor y las necesarias orientaciones de una autoridad los botánicos hispanos de la periferia. Tras la publicación del tercer volumen del Prodromus Florae Hispaniae..., se inicia un cierto período de florecimiento en el inventario de la flora española del que el propio Willkomm se verá beneficiado; trece años después de que saliera de prensas el último de los volúmenes del Prodromus…, en 1893, verá la luz un Supplementum..., este bajo la única autoría de Heinrich-Moritz Willkomm, donde se refleja la actividad de los botánicos hispanos desarrollada durante estos años. El sajón mantuvo correspondencia científica con la práctica totalidad de los botánicos peninsulares, y les apoyó en cuantos proyectos editoriales pudo. Tal es el caso de la edición de la Serie inconfecta plantarum indigenarun Aragoniae, publicada por Francisco Loscos y José Pardo en Dresde (1863), bajo los auspicios de Willkomm, ante los informes poco favorables emitidos por Miguel Colmeiro (goNzález bueNo, 1984).

La relación de botánicos a los que se debe la elaboración de floras de carácter local es grande (gomis, 1997b); su contribución al adelantamiento de la Flora española hubiera sido parca si Willkomm desde Sajonia, primero, y desde Praga, después, no hubiera recogido críticamente su testimonio, revisado los materiales herborizados y hechas públicas sus aportaciones, tanto desde las páginas del Prodromus... (Stuttgart, 1861-1880) como, con más intensidad, desde las del Supplementum... (Stuttgart, 1893). A Heinrich-Moritz Willkomm, y en menor medida a Johan Lange, se debe el mérito de hacer realidad el ansiado deseo de disponer de una Flora española;

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un proyecto editorial gestado por una mente alemana pero en el que el editor supo hacer presente, en uno u otro grado, las contribuciones de los botánicos hispanos.

En la misma línea argumental señalada para los trabajos de Miguel Colmeiro pueden incluirse las distribuciones geográficas de algunas familias de fanerógamas propuestas por Mariano del Amo (1809-1894) (amo, 1861), precursoras de su Flora Fanerogámica de la Península Ibérica (Madrid, 1871-1873); como en el caso de Colmeiro, son obras basadas en recopilaciones bibliográficas, carentes de una investigación crítica, muy distintas del Prodromus... editado por Moritz Willkomm y John Lange.

El proyecto de la Junta para Ampliación de Estudios

La idea de generar un ‘Herbario Nacional’ está presente ya en el propio Real Decreto de creación del Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, cuyo artículo 2 establece la función

“… de contribuir al conocimiento de los productos naturales de nuestro suelo; formar colecciones de nuestra Historia Natural para el estudio de esta Ciencia; proporcionarlas, acomodadas al objeto á que se destinen, á los establecimientos oficiales de Enseñanza, conforme a lo que prescribe el Real decreto de 29 de Noviembre de 1901…” (Real Decreto 27/05/1910. Gaceta 29/05/1910).

Para lograr su consecución los botánicos adscritos a la Junta para Ampliación de Estudios herborizaron la Sierra madrileña y las áreas manchegas próximas, a la par que centralizaron en él buena parte de los resultados de sus recolecciones.

La inauguración, en 1911, de la Estación de Biología Alpina de Guadarrama había de conformar en su entorno un grupo de interesados en estudios florísticos, especialmente activo durante el periodo 1912-1916. En él se incluyen Carlos Vicioso, Francisco Beltrán Bigorra, Benito Vicioso y, en menor medida, Carlos Pau. Tras el traslado de los herbarios al remozado Jardín Botánico de Madrid, se inicia una línea de estudios taxonómicos, personificada en Miguel Martínez, dedicado, desde 1928, al estudio monográfico del género Digitalis en la Península Ibérica.

Desde su departamento de publicaciones, la Junta patrocinó la colección ‘Flora Ibérica’; los textos de esta serie, no muy extensa en títulos aunque sí de gran calidad científica, están dedicados a trabajos taxonómicos cuyo ámbito geográfico es el peninsular; sólo se publicaron los volúmenes correspondientes a Briófitos (casaRes gil, 1919, 1932) y Uredales (goNzález FRagoso, 1924, 1925), aunque la colección pretendía abordar todos los grupos sistemáticos vegetales, en un modelo similar al seguido por la pareja ‘Fauna Ibérica’ (bolívaR, 1915: 46). Los números publicados de ‘Flora Ibérica’, homogéneos en su formato, aportan, además de la taxonomía del grupo tratado, datos biogeográficos, ecológicos y claves de determinación.

los estudios criPtogámicos

Las primeras contribuciones al estudio de la flora no vascular habrían de tener el mismo carácter compilatorio comentado para las vasculares, tal el “Catálogo de los musgos de Baleares” publicado por Joan Joaquim Rodríguez Femenías en 1875 (RodRíguez FemeNías, 1875). Son sólo esbozos, primeras aproximaciones a un mundo aún difícil de trabajar para el que, incluso,

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Sistema utilizado por Alfredo Truan y Luard para sus estudios sobre diatomeas. Alfredo Truan Luard, Otto N. Witt. Die diatomaceen der polycystinenkreide von Jeremie in Hayti westindien. Berlin: R.

Friedlander, 1888 (lám. I)

Ernesto Caballero Bellido (1858-1935)Fotografía tomada en 1910Vida Gallega, 15/03/1910.

se carece de acuerdos sobre la terminología científica castellana precisa para la descripción de su morfología; un problema, este de la terminología científica, común con otras criptógamas y que intenta ser solventado mediante ‘vocabularios de las voces técnicas’, como el publicado por Joan Joaquim Rodríguez Femenías en su primera entrega de “Algas de las Baleares” (RodRíguez FemeNías, 1888-1889).

Críticas similares, respecto a las otras ramas de la criptogamia, se encuentran en los escritos de sus respectivos cultivadores, quienes suelen acudir a un especialista europeo para que testifique sus determinaciones. Es el caso de Blas Lázaro e Ibiza, él desarrolló sus trabajos micológicos en el laboratorio montado al efecto en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central; su interés se centró en los Poliporáceos; su fallecimiento, en 1921, supuso el abandono temporal de esta línea de trabajo en la Universidad de Madrid; su sustitutoT al frente de la Cátedra, Marcelo Rivas

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Mateos (1875-1931), habría de dedicar la mayor parte de su tiempo a la docencia y al estudio de la flora regional.

Tras las aportaciones señaladas, de finales del siglo XIX, donde prevalece el estudio de las algas, sólo de manera ocasional vuelven a encontrarse referencias a la flora criptogámica; alguna vez, en los inventarios realizados como consecuencia de campañas de herborización, se deslizan algunos musgos, hepáticas o líquenes, con menor frecuencia algas. Manuel Llenas Fernández hace explícita esta situación crítica, en los comienzos de 1902:“En la casi totalidad de los trabajos que se ocupan de floras regionales se nota lo atrasado de la Criptogamia, preponderando de un modo bien visible en tal desatención la parte correspondiente á los líquenes.Es verdad que el estudio de estos vegetales resulta difícil y se tropieza con el inconveniente de ser corto en el número de obras que de ellos se

ocupan; razón por la cual, pocos son los botánicos que acometen de lleno el estudio de la Liquenología” (lleNas, 1902: 207).

La excepción la constituyen los estudios diatomeológicos; estos interesaron tanto por sus aspectos teóricos como por sus aplicaciones prácticas, en particular su empleo en explosivos. Francesc Delàs i de Gayolà (1864-1893) dio a la imprenta, en 1884, una “Nota sobre algunas diatomeas recogidas en Olot durante el verano de 1883” (delás, 1884), un año después Alfredo Truan y Luard (1837-1890)259 comienza su “Ensayo sobre la Sinopsis de las Diatomeas de Asturias” (tRuaN, 1885-1886); su habilidad técnica le permitió colaborar con el químico suizo Otto N. Witt (1853-1915) en el estudio de las diatomeas fósiles de Jeremías (Tahití) (tRuaN, Witt, 1888) 260.

En el laboratorio gijonés de Alfredo Truan aprendería sus procedimiento de trabajo Ernesto Caballero Bellido (1858-1935), becado por la JAE, en el verano de 1910, para realizar estudios sobre la flora diatomológica gallega261; sus trabajos fueron continuados por Florentino Azpeitia Moros (1859-1934)262 y Nicomedes-Esteban Martín Lecumberri263.

259. No son muchos los datos disponibles sobre este industrial que dedicó su empeño al desarrollo de la fotografía científica; de su figura y su obra se han ocupado Fernando gaRcía aReNal (1890) y Jaime tRuyols saNtoNja (1991).

260. Florentino azPeita moRos (1911) realizó un primer ensayo sobre el desarrollo de la diatomología española en los comienzos del siglo XX .

261. Su biografía, y sus investigaciones micrográficas, han sido estudiadas por Xosé FRaga vázquez, Manuel vaRela, Eduardo costas (1989); Carmen diéguez (1992) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e; un análisis del estado de sus colecciones en Carmen diéguez, Ángel moNteRo (1993).

262. Datos biográficos y bibliográficos sobre Florentino Azpeitia en Agustín maRíN (1934); Ramón Manuel álvaRez halcóN (1997) y Francisco teixidó gómez in RAH.DB-e.

263. A Nicomedes Martín Lecumberri le sería concedida una pensión de ocho meses, que disfrutó entre 1912 y 1913, para estudiar ‘algas microscópicas marinas y procedimientos oceanográficos’ en los Laboratorios Arago de Banyuls-

Florentino Azpeitia Moros (1859-1934)Fotografía realizada en 1913

Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, 12, lám I. Zaragoza, 1913.

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Plantas, esPacios y Públicos. el desarrollo de la botánica en la esPaña Peninsular entre 1833 y 1936

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Vista general del Laboratorio de Hidrobiología del Instituto de Valencia. Celso aRévalo caRReteRo. “El Laboratorio Hidrobiológico del Instituto de Valencia”. Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural, 14: 338-348. Madrid, 1914

(lám. VI)

La algología conoce una primera etapa de florecimiento propiciada por los estudios emprendidos por Fermín Bescansa; lamentablemente sus trabajos no tuvieron continuador. Habrá que esperar hasta 1922, tras la remodelación de la estructura organizativa del Jardín de Madrid, para asistir al lanzamiento de los estudios algológicos en España, potenciados por Pedro González Guerrero (1902-1984)264, especialista en aguas dulces y, a partir de 1928, por Faustino Miranda González, buen conocedor de los ambientes marinos y, probablemente, el más brillante de los algólogos españoles del período que nos ocupa; ambos algólogos realizaron una labor independiente, de brillantes resultados, pero falta de continuación; ninguno de ellos inició escuela ni les son reconocidos discípulos; con todo, significan el renacer de la ficología española265.

El estudio del fitoplancton de agua dulce comienza a despuntar en esta fructífera década de los años veinte, colaboran en ello los trabajos pioneros de Celso Arévalo Carretero (1885-

sur-Mer y de Criptogamia en el Museo de Historia Natural de París, luego ampliada al Museo Oceanográfico de Mónaco. Nicomedes E. Martín Lecumberri trabajaba, en el momento de concedérsele la pensión, como auxiliar de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona; su formación en el extranjero apenas tendría influencia en el desarrollo de la Botánica española, pues a su vuelta se ocupó de temas zoológicos (goNzález bueNo, 2010b).

264. Pedro González Guerrero figura como becario adscrito al Jardín Botánico en las Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1922-1924: 207. Madrid, 1927; sobre Pedro González Guerrero cf. Miguel álvaRez cobelas, Tomás gallaRdo (1985) y Francisco teixidó gómez in RAH.DB-e.

265. Un magnífico análisis sobre el desarrollo de los estudios de algología marina en España ha sido realizado por Francisco Javier dosil maNcilla (2007a); también de interés Francisco Javier dosil maNcilla, Antonio goNzález bueNo (2002).

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1944)266 y Luis Pardo García (1897-1958)267, realizados desde el Laboratorio de Hidrobiología de Valencia268 y, en menor medida, los desarrollados por Cayetano Cortés Latorre. Los estudios de Pedro González Guerrero, ya en el lustro previo a la Guerra Civil, marcan un momento de esplendor en esta parcela. La flora marina del Mediterráneo contó con los trabajos de Luis Bellón Uriarte (1897-1954)269, adscrito al Instituto Español de Oceanografía desde 1918.

La micología conocerá un especial auge con los trabajos de Romualdo González Fragoso (1862-1928), iniciados en torno a 1911, a raíz de la pensión concedida por la JAE para perfeccionar sus estudios en Francia, Bélgica y Suiza. González Fragoso instaló su laboratorio en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid y, en 1915, puso en marcha un herbario micológico, pieza clave para las revisiones sistemáticas emprendidas desde 1918, destinadas a la realización de una

266. Datos biográficos y bibliográficos de Celso Arévalo en Luis PaRdo gaRcía (1945) y Santos casado de otaola in RAH.DB-e.

267. De la biografía y de las investigaciones desarrolladas por Luis Pardo se han ocupado Luis bágueNa coRella (1958) y Francisco teixidó gómez in RAH.DB-e.

268. Sobre este centro disponemos de la información proporcionada tanto por quienes ejercieron en él sus investigaciones: Celso aRévalo caRReteRo (1914; 1915) y Luis PaRdo gaRcía (1952), como por quienes se han ocupado de historiarlas: Santos casado de otaola (1992; 1997a: 241-263); Santos casado de otaola, Carmen moNtes (1992) y Jesús Catalá goRgues (1997; 2002).

269. Francisco de P. NavaRRo maRtíN (1955) ofrece datos sobre su bio-bibliografía.

Celso Arévalo Carretero (1885-1944) Museu de Ciències Naturals Institut Lluís Vives.

Valencia Luis Pardo García (1897-1958)Museu de Ciències Naturals Institut Lluís Vives.

Valencia

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De izquierda a derecha: Angeleta Ferrer, Pius Font i Quer, René Maire, Joaquim Codina i Viñas y Benito Fernández en las cercanías del Montseny, durante una de las excursiones organizadas

dentro del Pla Quinquennal Micològic de Catalunya’ [octubre de 1931]. Fotografía de Pius Font i Quer. Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona.

inacabada ‘Flora Micológica Ibérica’. A él se debe, también, uno de los primeros trabajos botánicos en lengua no española publicados por la Española de Historia Natural (goNzález FRagoso, 1914) y la incitación a criptogamistas extranjeros a que publicaran sus trabajos en las revistas de nuestro país; tal el caso del micólogo François Bubák (bubáK, 1922) o los liquenólogos Jacques Maheu y Abel Gillet (maheu, guillet, 1922); mención especial merece su larga serie de contribuciones, en colaboración con Raffaele Ciferri (1897-1964), sobre “Hongos parásitos y saprófitos de la República Dominicana”, iniciada en 1925.

La línea investigadora pergeñada por González Fragoso se vio continuada en los estudios de su discípulo, Luis M. Unamuno e Irigoyen (1873-1943), incorporado al trabajo micológico desde 1919 y entregado a él con exclusividad a partir de 1927270. Junto a estos trabajos taxonómicos, donde se hace notar el fuerte influjo de la escuela sistemática italiana, se desarrollaron investigaciones sobre la germinación de las ascósporas, realizadas por Elena Paunero Ruiz (1906-2009), quien colaboró en la sección micológica del Jardín de Madrid desde 1924271.

270. Primero, de manera autónoma, en el Colegio agustino de Llanes, pero siempre bajo la dirección de Romualdo González Fragoso; en 1927, a instancias del director de su investigación, se trasladó a Madrid para continuar la labor de su maestro al frente del herbario micológico; datos bio-bibliográficos del padre Unamuno en José del cañizo gómez (1943); Manuel joRdáN de uRRíes y azaRa (1943; 1944); Miguel de PiNta lloReNte (1958): Antonio goNzález bueNo (1990) y Antonio goNzález bueNo in RAH.DB-e. Un índice de las novedades incluidas en su producción micológica en Antonio goNzález bueNo, Víctor J. [jiméNez] Rico (1990).

271. Elena Paunero se ocupó, junto con Vicente Sos, de la enseñanza de las Ciencias Naturales, Fisiología, Higiene y Agricultura en el Instituto Escuela; tras la Guerra Civil ocupó el puesto de conservadora del herbario del Real Jardín Botánico de Madrid. Sobre Elena Paunero, y su relación con el Jardín de Madrid, cf. Paloma blaNco FeRNáNdez de

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El traslado del laboratorio y herbario micológico desde el Museo Nacional de Ciencias Naturales al Jardín de Madrid supuso también la dotación de un equipo de personal auxiliar, formado por Consuelo Cabrera y Fermina Abajo, las cuales hicieron posible, en buena parte, las obras de síntesis publicadas por el padre Unamuno. La mayor disponibilidad de espacio permitió la entrada de nuevos investigadores: en 1928 se integraría en este equipo Manuel Jordán de Urríes y Azara (1909-1962)272.

En el ámbito catalán destacan los trabajos de Joaquim Codina i Vinyes. Párrafo aparte merecen las campañas micológicas catalanas organizadas bajo la dirección de Pius Font i Quer: el ‘Pla Quinquennal Micològic de Catalunya’; sus resultados llevaron a duplicar el número de taxones de macromicetes conocidos en Cataluña. La adscripción del micólogo alemán Rolf Singer, a la Cátedra de la Universidad Autónoma de Barcelona que, desde 1933, dirigiera Font i Quer, estaba orientada a potenciar estos estudios.

La liquenología contará con el trabajo de Manuel Llenas Fernández (m. 1931), sus estudios verán la luz tanto en el Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural como en las páginas del Butlletí de la Institució Catalana d´Història Natural; sus aportaciones han permitido definir “a finales del siglo XIX y principios del siglo XX (...) una pequeña ‘edad de oro’ de la liquenología, en la que cabe situar la publicación (…) de la primera flora liquénica de Cataluña, en forma de catálogo anotado...” (llimoNa, 2009: [6]). El jesuita Longinos Navás también publicó algunas

caleya, Emilio blaNco castRo (2007); Paloma blaNco FeRNáNdez de caleya, Pedro moNtseRRat (2007) y Benito valdés (2009).

272. Manuel Jordán de Urríes continuó la obra emprendida por el padre Unamuno, al fallecer este. Acerca de Manuel Jordán de Urríes cf. Emilio FeRNáNdez galiaNo (1963); Salvador Rivas goday (1963) y Javier salazaR (1963).

Luis M. Unamuno e Irigoyen (1873-1943)Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

Elena Paunero Ruiz (1906-2009)Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

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contribuciones liquenológicas, no pocas de ellas en la revista de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales. Luis Crespí Jaume, profesor del Instituto-Escuela, formado con Gonçalo Sampaio (1865-1937), trabajó con hongos liquenizados desde 1916, al menos hasta 1933; entonces fue nombrado jefe del laboratorio de Ecología del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

La briología conoció cierto desarrollo gracias a los trabajos sistemáticos de Antonio Casares Gil; primero sus sucesivas aportaciones sobre muscíneas nuevas para la flora española, presentadas durante las dos primeras décadas del XX; y tras ellas sus trabajos de síntesis, un hito en la briología española, no sólo en la disponibilidad de conocimientos, también en la forma de abordar el estudio; en las páginas de la Española de Historia Natural publicó su monografía sobre el género Sphagnum, englobada dentro del programa general de ‘Flora Ibérica’, auspiciado desde la Junta para Ampliación de Estudios (casaRes gil, 1925). Su muerte, en 1929, supuso un brusco freno a su objetivo: elaborar una Flora Ibérica de Briófitos. El impulso de Antonio Casares se vería secundado por un grupo de briólogos, vinculados de una u otra manera a su ‘escuela’, entre ellos Francisco Beltrán Bigorra, y por otros europeos venidos a estudiar nuestro territorio, tal el caso de los esposos Pierre Allorge (1891-1944)273 y Valentine Allorge [Valentine Sélitzky] (1888-1977)274. Desde luego el interés de Antonio Casares por la briología es anterior a la creación de la Estación de Biología Alpina; como en otros casos, la misión de la JAE consistió en proporcionarle las condiciones adecuadas para desarrollar sus investigaciones ya iniciadas.

Los estudios pteridológicos contaron con cierta autonomía desde 1925, tras la entrada de Justo Ruiz de Azúa (1903-1980) en el cómputo de investigadores de la JAE275; adscrito al Real Jardín Botánico, realizó en estas instalaciones su tesis doctoral, continuó desarrollando su investigación desde el Instituto de Segunda Enseñanza de Vigo, en el que ejerció como catedrático al poco de obtener su título de doctor.

los últimos Programas exPedicionarios: américa y áFrica

Las contribuciones de los naturalistas hispanos sobre flora no mediterránea son escasas en los años que preceden al cambio del siglo.

A los ingenieros forestales se le deben algunas trabajos sobre flora filipina; Máximo Laguna hará público, en 1878, un catálogo de helechos filipinos recolectados, en 1842, por el ingeniero de minas Isidro Sáinz de Baranda (laguNa, 1878); otro ingeniero de montes, Sebastián Vidal Soler, redactó una Revision de plantas vasculares filipinas (Manila, 1886), incluida entre los estudios realizados por la Comisión de la Flora y Estadística Forestal de Filipinas, cuya comisión botánica dirigió desde su génesis, en marzo de 1878, hasta su disolución, en febrero de 1886276.

273. En torno a la biografía de Pierre Allorge, y sus recolecciones briológicas en territorio hispano cf. Henry-Robert des abbayes (1946); Henry-Jean humbeRt (1944); Cayetano coRtés latoRRe (1954) y Patxi heRas PéRez, Marta iNFaNte sáNchez (1996).

274. Sobre la figura y obra de Valentine Allorge cf. Henry-Robert des abbayes (1946); Creu casas (1981; 1982) y Patxi heRas PéRez, Marta iNFaNte sáNchez (1996).

275. La biografía y producción botánica de Justo Ruiz de Azúa ha sido estudiada por Carmen PRada moRal (1982).

276. Sobre la breve historia de la Comisión de la Flora y Estadística Forestal de Filipinas cf. Luis Ángel sáNchez gómez (2003).

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La flora antillana contó con algunas contribuciones previas al desastre colonial, como la realizada por el abogado canario Domingo Bello Espinosa (1817-1884)277 sobre la de Puerto Rico (bello, 1881; 1883), las elaboradas por los ingenieros forestales destinados en este territorio (goNzález escRig, 2000); o las del botánico cubano Manuel Gómez de la Maza y Jiménez (1867-1916) catedrático de Botánica general y Fitografía de la Universidad de La Habana y director de su Jardín Botánico278, cuyo “Catálogo de las Periantiadas cubanas” fue editado por la Española de Historia Natural entre 1890 y 1894 (gómez de la maza, 1890; 1894).

Tras la pérdida de las posesiones coloniales americanas, los naturalistas españoles habrían de volver sus ojos hacia el norte de África.

Las posesiones norte-africanas

Hacia los años centrales de la década de los ochenta del XIX se observa un tímido acercamiento hacia los nuevos paisajes coloniales promovido, entre otros, por los viajes de Francisco Quiroga Rodríguez (1853-1894) al Sahara279 y de Amando Ossorio (1851-1917) al Golfo de Guinea y Fernando Poo; ambos estaban directamente vinculados con las Sociedades Geográfica-Comercial y Geográfica de Madrid, preludio de la posterior dedicación de los grupos africanistas, en la que estuvo también inmersa la Sociedad Española de Historia Natural280.

Un pequeño artículo de Salvador Calderón (1851-1911), elaborado sobre materiales enviados por el farmacéutico militar Miguel Iborra (1873-1941) (caldeRóN, 1894b) llamará la atención de los miembros de la Española hacia las producciones del Protectorado español en Marruecos. Su publicación, utilizando las premisas defendidas en el Congreso Español de Geografía Colonial y Mercantil celebrado en Madrid ese mismo año, parece querer preludiar la activa participación desarrollada por la Española de Historia Natural en los territorios norte-africanos tras la crisis cubana acontecida cuatro años más tarde. Este interés, marcadamente económico, por conocer la geografía y las riquezas naturales de los territorios del otro lado del Estrecho, obtuvo respuesta en la colectividad científica española, con un aumento significativo de publicaciones sobre la historia natural de estos territorios, durante el tránsito de los siglos XIX y XX.

En los inicios del XX –y hasta la Guerra Civil– la Sociedad Española de Historia Natural volverá sus ojos al otro lado del Estrecho; en marzo de 1905 creará para ello una ‘Comisión para la exploración del Noroeste de África’, formada en el seno de la Sociedad pero independiente de ella en muchos aspectos, en particular en los relativos a la gestión económica que recae en un

277. Su biografía y su producción científica han sido estudiadas por Eugenio saNtiago valeNtíN et als. (2013) y Javier FRaNcisco oRtega (2020).

278. Sobre este y otros botánicos cubanos cf. José álvaRez coNde (1958).

279. En torno a la figura de Francisco Quiroga han escrito Salvador caldeRóN aRaNa (1894a): José macPheRsoN (1894); Francisco baRRas de aRagóN (1928); Emilio FeRNáNdez galiaNo (1953); Carlos maRtíN escoRza (1994); Antonio toRRalba maRtíNez (1995); Santos casado de otaola (2001b); José Luis baRReRa moRate (2001), Antonio goNzález bueNo (2008b) y Alberto gomis blaNco in RAH.DB-e.

280. De los programas expedicionarios desarrollados en el norte de África. durante los años anteriores a la Guerra Civil, nos hemos ocupado en Antonio goNzález bueNo, Raúl RodRíguez Nozal, Cristina jeRez basuRco (1997); Antonio goNzález bueNo, Alberto gomis blaNco (2001; 2002; 2005; 2007) y Antonio goNzález bueNo (1989; 1999; 2002b; 2004c); también trataron de ellos Joaquín mas-guiNdal mesegueR (1928); Tomás gaRcía FigueRas (1948); José Luis maRtíNez saNz (1992); Alberto gomis blaNco (2002b; 2002c) y José María Núñez esPallaRgas (2002). Sobre la relación entre Sociedades Geográficas, Ciencia y Política cf. Elena heRNáNdez saNdoica (1986).

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grupo de personas de influencia política conocida. La creación de esta Comisión no responde al azar, es lógica respuesta a una situación social donde lo africanista cobra excepcional interés, no sólo en el caso español, también en el francés.

Las primeras expediciones organizadas por esta Comisión tendrán carácter zoológico, pero pronto, desde 1913, la Botánica formará parte sustancial de ellas281. Este interés por las tierras del Protectorado se engloba dentro de una tendencia general, auspiciada por grupos mercantilistas y colonialistas bien definidos –y aún desde la misma JAE–, destinada a potenciar la presencia española en aquellos territorios.

Junto a estas excursiones, organizadas y financiadas bien por sociedades privadas bien por organismos oficiales, se acude a los mismos sistema empleados años atrás para inventariar la flora peninsular: un grupo de interesados en la flora del Protectorado, ubicados allí por motivos

281. En 1913, a instancia de la propia Sociedad y del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Odón de Buen dirigiría una excursión científica por el Rif, le acompañaría Arturo Caballero, en calidad de botánico (caballeRo, 1915), quien se ocupará del estudio de la flora vascular; los hongos serían determinados por Romualdo González Fragoso (goNzález FRagoso, 1916, 1917a).

Mariano Ferrer (entomólogo), Jaume Ángel (recolector), Pius Font i Quer (botánico) y Joan-Bautista Aguilar-Amat (lepidopterólogo), en el campamento de Hauta-el-Kasdir, a 1.750 m de altitud. Fotografía realizada en 1932.

Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona

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profesionales –farmacéuticos militares las más de las veces-, envían sus recolecciones a quienes pueden precisar su determinación; este papel de ‘experto’ en la flora vascular norte-africana fue desarrollado, en un primera etapa por Carlos Pau (1847-1937) quien, desde la década de 1910, alternará esta función con Pius Font i Quer (1888-1964)282. Cuando el territorio es mejor conocido, los propios recolectores determinarán los materiales herborizados, tal el caso de Manuel Vidal López (1885-1959)283, un botánico –militar de profesión- dedicado prácticamente en exclusividad al territorio marroquí, quien, aun firmando solo sus listados, presenta la autoría de nuevos taxones en colaboración con su revisor, Carlos Pau.

Sin duda, la más señera de las contribuciones españolas al conocimiento de la flora norte-

africana la constituye las campañas botánicas de Pius Font i Quer por Marruecos, cuyos resultados fueron plasmados en la elaboración y distribución de sus Iter Maroccanum (1928-1932)284; estos trabajos le consagran, junto a los franceses René Maire (1878-1949) y Louis Emberger (1897-1969), como una de las figuras de referencia para el estudio de esta flora. Su proyecto, más ambicioso, la realización de una Flora Occidentalis en la que estuviesen representados los vegetales que crecen desde las montañas alpinas a las cumbres del Atlas, quedó reducido a unas cuantas notas –de indudable valor– alejadas de la magnitud de una obra que frustró la Guerra Civil.

Un caso particular lo constituyen los estudios iniciados por Arturo Caballero Segares sobre las relaciones entre Chara foetida y las larvas de algunos dípteros (caballeRo, 1919); sus observaciones, publicadas en 1919 sin ánimo de una utilidad práctica inmediata, fueron pronto relacionadas con el paludismo y utilizadas por Charles Alluaud (1861-1949), entomólogo de origen francés destinado en el Museo de Historia Natural de Rabat, para intentar hacer frente a esta epidemia en el territorio del Norte de África285.

282. Este se ocupará de hacer públicas las herborizaciones practicadas en Larache por Francisco Pérez Camarero (FoNt i queR, 1914), o las melillenses de Xiberta Raig (FoNt i queR, 1916), por citar sólo unos ejemplos.

283. Jesús albeRt saldueña (RAH.DB-e) reconstruye su biografía hasta 1931. “En el momento de su retiro del ejército abandonó también toda actividad académica en el campo de la botánica, perdiéndose toda referencia sobre el mismo”. Disponemos de datos posteriores: en 1930 se incorporó al Servicio de Investigación Prehistórica, dependiente de la Diputación Provincial de Valencia, de cuya biblioteca estuvo encargado durante mucho tiempo; desde la instauración en Valencia de la Sección de Prehistoria del Instituto Español de Arqueología ‘Rodrigo Coro’ (CSIC), en el año 1945, desempeñó el puesto de Ayudante de la Sección. Fue miembro de la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes, firmó algunos trabajos literarios con el pseudónimo de ‘Flores y Abrojos’ y desarrolló una interesante producción sobre historia local valenciana. Falleció en Valencia, el 21/06/1959 (Pla ballesteR, 1961: 231).

284. Una reconstrucción de los Iter Maroccanum (1928-1932) fue elaborada por Antonio goNzález bueNo et al. (1988); sus bases habían sido sentadas en Antonio goNzález bueNo, Daniel sáNchez-mata (1988b).

285. Un programa de investigación al que se vinculó el propio Arturo Caballero y Luis Pardo García (cabelleRo, 1922; PaRdo, 1923).

Enric Gros (1864-1949) en Villa Sanjurjo, centro logístico de la campaña de Iter Maroccanum de 1927

Fotografía de Pius Font i Quer, 1927Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona

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Los estudios sobre ‘flora tropical’

Durante el período isabelino tuvo lugar la última de nuestras grandes expediciones americanas, la Comisión Científica del Pacífico, gestada en 1862 dentro de un proyecto de carácter político-militar auspiciado bajo el ministerio del marqués de la Vega de Armijo; de ella formó parte el botánico Joan Isern i Batlló (1821-1865), discípulo de Miguel Colmeiro en la Escuela de Agricultura y Botánica de la Junta de Comercio de Barcelona, recolector de aquella Universidad y luego del Real Jardín, donde ocupó plaza de bibliotecario antes de integrarse en la Expedición al Pacífico; su fatídica muerte, poco tiempo después de su regreso a Madrid, impidió que esos materiales fueran publicados; quedaron inéditos hasta el primer tercio del siglo XX286.

286. Son muchos, y buena parte de ellos recientes, los estudios que se han ocupado de historiar esta expedición cf., entre otros, los trabajos de Agustín baRReiRo maRtíNez (1926); Manuel almagRo vega (1984); Miguel Puig-samPeR (1987; 1988; 2001; 2005); Leoncio lóPez-ocóN, Miguel Puig-samPeR (1988a; 1988b); María de los Ángeles calatayud aRiNeRo (1993); Marcos cueto (1995); Leoncio lóPez-ocóN (1995; 2001) y Leoncio lóPez-ocóN, Sara badía (2003).

De entre los que se han dedicado, específicamente, a las aportaciones botánicas cf. Carmen PRada moRal et als. (1989); Miguel Puig-samPeR, Paloma blaNco FeRNáNdez de caleya (1995); Paloma blaNco FeRNáNdez de caleya et als. (2002) y Paloma blaNco FeRNáNdez de caleya et als. (2006).

Los miembros de la Comisión Científica del Pacífico en una escalinata del Palacio de Goyeneche, sede del Museo de Ciencias Naturales (Alcalá 13. Madrid). De izquierda a derecha: Rafael Castro Ordoñez, Fernando

Amor y Mayor, Patricio María Paz y Membiela, Francisco de Paula Martínez Sáez, Bartolomé Puig de Galup. Subiendo la escalera hacia la izquierda: Manuel Almagro Vega, Marcos Jiménez de la Espada) y Joan Isern Batlló i Carrera. Fotografía de Rafael Castro Ordoñez, julio de 1862. Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales

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En 1932 se fundará, en el Real Jardín de Madrid, una sección de ‘flora tropical’, dirigida por Josep Cuatrecasas (1903-1996); el primer trabajo emprendido será la ordenación de los herbarios americanos del Centro, se abordará –y completará– el estudio de las colecciones realizadas por Joan Isern durante su participación en la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866) y se procederá a organizar el herbario y los materiales botánicos de José Celestino Mutis (1732-1808); las recolecciones del propio director de la sección en suelo colombiano enriquecerán notablemente el fondo americano del Real Jardín.

Bajo la dirección de Josep Cuatrecasas, y con el apoyo de los botánicos colombianos, trató de editarse, en los años de la Guerra, la Flora del Nuevo Reyno de Granada, pergeñada por José Celestino Mutis; Manuel Azaña recogerá, en las notas de su Cuaderno de La Pobleta correspondientes al 18 de octubre de 1938:

“Don Ignacio Bolívar (muy animoso con sus ochenta y siete años), Royo Gómez, Cuatrecasas y Antonio de Zulueta, todos del Museo de Ciencias Naturales, me traen un volumen de la obra de Mutis (manuscrito y láminas originales), que va a publicarse como ensayo. Unas sesenta láminas (el total pasa de seis mil), de cuya reproducción me enseñan varias pruebas. La edición de este volumen costará unos cincuenta mil duros, para cuatrocientos ejemplares. Este monumento de la ciencia española merecería harto un esfuerzo así, para perpetrarlo y difundirlo. En tiempos de paz, me ocupé de este asunto y traté de impulsarlo y ayudar un poco. Celebro mucho que no lo hayan abandonado. La obra de Mutis quedó terminada en 1815. El Estado español no había tenido tiempo, hasta ahora, de ocuparse de ella…”287

287. Manuel azaña (1981, vol 2: 329). El proyecto, inviable en 1938, fue retomado durante el Franquismo, ocupándose el Jardín Botánico de Madrid, ya como dependencia del CSIC, de la edición de la Flora del Nuevo Reyno de Granada; el primer volumen, con estudios de Salvador Rivas Godoy, Enrique Pérez Arbeláez, Enrique Álvarez López,

Josep Cuatrecasas Arumí (1903-1996) en el herbario de Cali (Colombia), 20/12/1946. Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

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la botánica de laboratorio

Una visión más experimental de la Botánica se inicia, en España, tras los estudios sobre germinación de esporas de helechos, que comienzan a ser divulgados tras la visita de Francisco de las Barras a los Jardines Botánicos de Kew, en los comienzos de 1908 (baRRas, 1909); en sus notas aún no se vislumbra la posible utilidad taxonómica de este sistema, pero se da a conocer ya la metodología a aplicar en estudios posteriores; este interés por profundizar en las variaciones morfológicas de un vegetal, en función de las condiciones medio-ambientales en que este se desarrolle, está presente en algunos trabajos de finales del XIX, se acepta como consecuencia lógica de la teoría de la adaptación, pero no constituye el eje prioritario de una investigación hasta los inicios del siglo; algunos estudios de Telesforo Aranzadi sobre los efectos del cambio de hábitat (aRaNzadi, 1909), Juan Dantín Cerceda (1881-1943)288 sobre formas monstruosas de Salvia (daNtíN ceRceda 1910; 1911), Luis Crespí sobre anomalías florales (cResPí, 1915) aparecen como pioneros en lo que habría de ser una nueva manera de entender la taxonomía de plantas vasculares: los estudios de laboratorio.

Junto a estos, los trabajos de Benito Fernández Riofrío sobre la estructura de las Cianofíceas (FeRNáNdez RioFRío, 1918) o los realizados por Salustio Alvarado aplicando a los vegetales los métodos de tinción descritos por Achúcarro y Río Hortega (alvaRado, 1919) serán decisivos para la posterior generalización de estas técnicas en taxonomía vegetal, empleadas ya en la década de los veinte, y generalizadas en los años treinta.

El desarrollo de estos trabajos vendría fomentado desde la Junta para Ampliación de

Lorenzo Uribe Uribe, Eduardo Balguerías Quesada, Alfredo Sánchez Bella y Francisco de las Barras Aragón, vio la luz en 1954 (cf. goNzález bueNo, 2008a).

288. Su obra, que habría de seguir los senderos de la Geografía física y la Geografía regional, ha sido analizada por Amando melóN y Ruiz de la goRdejuela (1944); Josefa meNéNdez amoR (1948); Nicolás oRtega caNteRo (1997a; 1997b); Félix Pillet caPdePóN (2012) y Nicolás oRtega caNteRo in RAH.DB-e, quienes aportan los datos biográficos y bibliográficos que aquí omitimos

Jaume Pujiula Dilmé (1869-1958)Archivo Histórico de la Compañía de Jesús de

Cataluña

Florencio Bustinza Lachiondo (1902-1982)Instituto de Enseñanza Secundaria ‘Cardenal

Cisneros’ (Madrid)

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Estudios; los cursos de Fisiología vegetal, patrocinados por la JAE durante las primaveras de 1920 y 1921, contribuyeron a crear unas instalaciones reubicadas, en 1922, en el Real Jardín Botánico; al frente de esta nueva sección quedó Antonio García Varela; colaboraron con él Juan Rodríguez Sardiña (1894-1978)289 y Eduardo Balguerías Quesada (1886-1963)290. Se iniciaba así una línea de trabajo, férreamente apoyada desde la JAE a través de la concesión de pensiones en el extranjero. A esta línea de investigación se incorporaron, tras su formación en otros centros europeos, Enrique García Subero (1924), Joaquín Eleizalde (1928) y Florencio Bustinza (1928), este con una amplia producción durante el período 1928-1936.

Los temas abordados en este Laboratorio están condicionados por las preferencias de la Dirección General de Agricultura; Antonio García Varela se interesaría por las relaciones suelo/vegetación; Juan Rodríguez Sardiña, ingeniero agrónomo de formación, se ocupó de las relaciones simbióticas entre bacterias y leguminosas, dentro del contexto de la inmunidad de los vegetales; Enrique García Subero trabajó en la vinculación entre producción vegetal y abono, en línea con la actividad de García Varela; Joaquín Eleizalde Eslava inició, en 1928, trabajos sobre el

289. Datos biográficos de este ingeniero forestal, y un análisis de sus aportaciones, en Ángel maiNeR casado (1979); Lourenzo FeRNáNdez PRieto (1993) y Carlos baRciela lóPez in RAH.DB-e

290. Ocupó la dirección del Real Jardín entre 1950 y 1960; datos sobre su biografía en Manuel María moRales cuesta (1993) y José Miguel delgado baRRado, María Amparo lóPez aRaNdia in RAH.DB-e.

Laboratorio del padre Pujiula en la Sociedad Médico-Farmacéutica de los Santos Cosme y Damián (Barcelona). Folleto propagandístico de la década de 1930.Archivo Histórico de la Compañía de Jesús de Cataluña

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proceso de germinación de semillas en laboratorio291; Miguel Ángel Junquera Muné (n. 1904)292 abordó un estudio biométrico sobre avellanas y Florencio Bustinza se ocupó de problemas relacionados con el mundo de las fermentaciones. El laboratorio de Fisiología vegetal adscrito al Real Jardín Botánico pasó, durante la década de 1930, por una etapa de inestabilidad, en gran parte debida a la falta de fondos con los que mantener los proyectos de investigación en él iniciados293.

En otras secciones del Jardín Botánico también se introducirían nuevas técnicas de estudio: Elena Paunero iniciaría, en 1927, sus trabajos sobre germinación de ascósporas (PauNeRo, 1927).

En Cataluña, los estudios sobre citología e histología vegetal tendrán un cierto desarrollo en el Laboratorio Biológico del Ebro, fundado, en 1910, en Tortosa (Tarragona), por el jesuita Jaume Pujiula Dilmé (1869-1958)294; el padre Pujiula trasladó sus instalaciones, en 1914, a las cercanías de la ciudad de Barcelona, desde entonces se denominaron Instituto Biológico de Sarriá295. La formación biológica de este jesuita había sido adquirida en centro-Europa (Viena, Innsbruck, Berlín); su investigación, alejada de los cauces oficiales, estuvo sufragada por la Compañía de Jesús.

En Galicia, Cruz Gallastegui, adscrito a la ‘Misión Biológica’ de la JAE en aquel territorio, publicaría, en 1926, algunos números cromosómicos de especies del género Brassica (gallastegui, 1926) y Julián Alonso Rodríguez (1899-1963), catedrático de Historia Natural en el Instituto de Segunda Enseñanza de Vigo y antiguo auxiliar bacteriólogo en la Estación de Patología Vegetal en La Florida (Madrid), aplicaría, en 1929, técnicas de biometría foliar para estudiar poblaciones de Pinus pinaster Aiton (AloNso RodRíguez, 1929)

el estudio de la vegetación

Los estudios sobre vegetación apenas interesaron a los naturalistas del XIX y, cuando ofrecen algún texto de esta índole, este se acerca más a las descripciones literarias de un paisaje que a la utilización de una metodología propia de la geografía botánica, aun cuando esta fuera conocida en España; piénsese en el “Aspecto de la vegetación filipina” de José Pérez Maeso (1887), un texto henchido de amor hacia “tan extensas comarcas de la madre patria” en el que no están ausentes las referencias a “la clasificación fisonómica por formaciones vegetales, propuesta por Grisebach”.

291. Su vinculación al Real Jardín Botánico será breve, la Memoria de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones científicas correspondiente a los cursos 1931 y 1932 (Madrid, 1933) señala: “El señor Elizalde, que trabajaba en el Laboratorio de Fisiología vegetal del Jardín, ha sido llamado por el Profesor Pittaluga para trabajar en el Laboratorio Central de Investigaciones Clínicas de la Facultad de Medicina, en donde continúa sus estudios sobre inhibición y germinación de semillas, pero con orientación a la fisiología y patología humana” (Op. cit., p. 205).

292. Datos biográficos de Miguel Junquera Muné (n. 1904) han sido aportados por Alfredo baRatas díaz (1997: 279-290) y Francisco Javier dosil maNcilla (2007a: 115).

293. El laboratorio de Fisiología vegetal del Real Jardín Botánico ha sido estudiado por Alfredo baRatas díaz (1997: 279-290).

294. Sus aportaciones más significativas se centran en los ámbitos de la citología, histología y embriología comparada, datos bio-bibliográficos en Antoni bolòs i vayReda (1958); Mercè duRFoRt i coll (1995); Jordi Pujiula masó (2010); Francisco teixidó gómez (2011) y Alfonso V. caRRascosa saNtiago; Clara caRRascosa tejedoR in RAH.DB-e.

295. Sobre el Instituto Biológico de Sarriá cf. Mercè duRFoRt i coll (1985) y Raúl velasco moRgado (2013).

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La renovación de los estudios geobotánicos procederá, también, de grupos próximos a la Institución Libre de Enseñanza, cuya intervención en la remodelación conceptual practicada en la Botánica española es decisiva. Esta vez serán los miembros de la Sociedad Linneana Matritense quienes se ocuparán de sectorializar la Península Ibérica en función de su composición florística. Dicha tendencia tendría su continuidad en algunos trabajos, de mayor visibilidad, publicados por los miembros de esta Sociedad en las páginas de la revista de la Española de Historia Natural, tal el caso de Odón de Buen o de BIas Lázaro, en los que los términos ‘principio de selección’ y ‘lucha por la existencia’, tan caros a la mentalidad darwinista, quedan explicitados296.

Esta nueva idea del mundo vegetal es conceptualmente asimilada, esbozada en algunas realizaciones prácticas, pero no es transformadora del quehacer botánico, este sigue centrado en la elaboración de inventarios y catálogos de los vegetales que nacen en nuestro suelo, sin grandes preocupaciones de índole teórica.

Habrá que esperar a mayo de 1923, cuando la Junta de Ciències Naturals de Barcelona, por indicación de Pius Font i Quer, contrate –como regente de Fitogeografía– a Emilio Huguet del Villar i Serratacó (1871-1951), adscrito durante apenas unos meses a la sección botánica del Museu de Cièncias Naturals, para que los botánicos españoles conocieran una nueva forma de

296. Cf. los artículos de Odón de bueN (1883) y Blas lázaRo e ibiza (1895); ambos tienen elementos comunes con el publicado por Tomás aNdRés tubilla y Blas lázaRo e ibiza (1882); no en vano, todos formaron parte de la Sociedad Linneana Matritense, foro de discusión de estos temas.

Emilio Huguet del Villar i Serratacó (1871-1951). Fotografiado en Barcelona, en 1923ETH-Bibliothek Zürich, Bildarchiv

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La excursión SIGMA en Cataluña, primavera de 1934; entre sus participantes se encuentran Joan Susplugas (1905-1987), Reinhold Tüxen (1899-1980), Walo Koch (1896-1956), Jaromír Klika (1888-1957), Josep Cuatrecasas, René

Molinier (1899-1975), Josias Braun-Blanquet (1884-1980), Pius Font i Quer y Werner Rothmaler (1908-1962). Fotografía de Josep Cuatrecasas. Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona.

analizar, entender y describir la vegetación297. Las exigencias de trabajo formuladas por Emilio Huguet, unidas a la crítica situación generada tras la instauración de la dictadura de Primo de Rivera, habrían de paralizar esta iniciativa; Huguet del Villar dejó de estar al servicio de la Junta a comienzos de mayo de 1924.

La metodología empleada por Huguet del Villar, basada en el esquema de tipos ecológicos establecido por Frederic-Edward Clements (1874-1945) y Eugen Warming (1841-1924), no tuvo un especial éxito en nuestro país; no obstante es obligado referirse a los estudios sobre la Sierra de Mágina realizados por Josep Cuatrecasas en 1929, en los que sí se sigue esta metodología (cuatRtecasas, 1929a). Los trabajos de Huguet del Villar derivaron pronto, en los años centrales de la década de 1920, hacia la Edafología; no obstante dejó impreso un interesante libro de referencia, Geobotánica (huguet del villaR, 1929), de innegable utilidad para los interesados en este tipo de estudios.

La línea metodológica más ampliamente desarrollada en España, en lo que al estudio de la vegetación se refiere, fue la ideada por Josias Braun-Blanquet (1884-1980), explicitada en su

297. Sobre este naturalista cf. Oriol de bolòs i caPdevila, (1951); Amando melóN y Ruiz de la goRdejuela (1951); M. Paul boudy (1952); Salvador llobet i ReveRteR (1952); Marta estRada i miyaRes (1981; 2003); Jordi maRtí heNNebeRg (1982; 1983a; 1983b; 1983c; 1984; 1985); Jaume bech i boRRàs (1985); Pedro PlaNs y saNz de bRemoNd (1987); José María Núñez esPallaRgas (2002); Marta estRada i miyaRes, Jordi maRtí heNNebeRg (2003); Luis liNaRes giRela (2010); Eduardo sáNchez de la iglesia, Santos casado de otaola (2019) y Josefina gómez meNdoza in RAH.DB-e.

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tratado clásico, Pflanzensoziologie… (bRauN-blaNquet, 1928) 298. Su difusión en nuestro país se vio favorecida por la excursión de la SIGMA (Station Internationale Géobotanique Mediterrenéenne et Alpine) a Cataluña, organizada por Pius Font i Quer y Josep Cuatrecasas, en abril de 1934, que atrajo a los más importantes fitosociólogos del momento y que supuso un hito trascendental para la difusión, en España, de la metodología fitosociológica aplicada al estudio de la vegetación (izco sevillaNo, 1981; loidi, 2017)299.

Desde la propia Junta para Ampliación de Estudios se potenció este nuevo enfoque ecológico de la naturaleza al fundar, en 1933, adscrita al Museo de Ciencias Naturales, una sección de Ecología, dirigida por Luis Crespí; en este puesto permaneció, compartiendo su tiempo con la enseñanza en el Instituto-Escuela –y desde octubre de 1936, también en el Instituto ‘Beatriz Galindo’- hasta el final de la Guerra Civil.

DIFUSIÓN Y CIENCIA: EXCURSIONISMO Y MOVIMIENTOS CONSERVACIONISTAS

La Botánica no fue ciencia ajena al gran público durante las primeras décadas del XX. La interacción entre ciencia y sociedad, tan querida por las mentes de la Institución Libre de Enseñanza, habría de cobrar plena forma en el desarrollo de las sociedades excursionistas y en la definitiva penetración del pensamiento conservacionista entre un amplio espectro de la sociedad española300; en ambos casos los conocimientos botánicos tienen un protagonismo especial, aunque –al menos durante los años en que nos ocupamos– la primacía en este ámbito sea ejercida por los geólogos.

Son bien conocidas las iniciativas políticas que llevaron a Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias (1870-1941), a defender, desde su asiento en el Senado, la promulgación de la primera Ley de Parques Nacionales española, nacida en 1916; en su desarrollo, apenas dos años después, se protegieron la Montaña de Covadonga, en Picos de Europa, y el Valle de Ordesa, en el Pirineo; una elección en la que la espectacularidad del paisaje se une a un cierto carácter simbólico de los lugares protegidos (gaRcía álvaRez, 2013).

Tras la llegada de la República, en 1931, se refuerzan las iniciativas conservacionistas; son ejemplos señeros las propuestas de defensa de la madrileña Casa de Campo como una zona de reserva de especies naturales, o la protección del palmeral de Elche; la primera a instancias del Museo de Ciencias Nacionales, el Jardín Botánico de Madrid y la Sociedad Española de Historia

298. En torno a la figura de Josias Braun-Blanquet [Josias Braun], y a su metodología, han escrito Walo Koch, W. C. de leeuW, Reinhold tüxeN (1954); J. le bRuN (1975); Eddy van der maaRel (1975); Victor WesthoFF, Eddy van der maaRel (1978); Sandro Alessandro PigNatti (1981); Oriol de bolòs i caPdevila (1982; 1985; 1994) y Franco PRedoti (1982).

299. Su metodología era bien conocida con anterioridad en nuestro país, cf. Pius FoNt i queR (1924b).

300. Incluso en la enseñanza de las Ciencias Naturales donde Cristina jiméNez aRtacho, Joaquín FeRNáNdez PéRez y José FoNFRía (2004) han señalado un ‘enfoque ambientalista’ vinculado a institucionistas como Odón de Buen.

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Natural, la segunda con la colaboración técnica de Josep Cuatrecasas dentro de un equipo de expertos formado al efecto301.

La Botánica asume así un protagonismo hasta entonces sólo ostentado por la Geología, disciplina de la que parten los primeros -y más permanentes- esfuerzos conservacionistas. Resulta significativa, dentro de este proceso de difusión del interés por la Naturaleza, la edición de la Guía de la Sierra de Guadarrama, dirigida por Eduardo Hernández-Pacheco, y editada por la Junta de Parques Nacionales (heRNáNdez-Pacheco, 1931); en ella colaboraron el geólogo Francisco Hernández-Pacheco, el geógrafo Carlos Vidal Box, el botánico Emilio Guinea y el sociólogo Constancio Bernardo de Quirós (casado de otaola, 2000).

Ciertamente, el despertar de esta conciencia conservacionista es bastante anterior; hunde sus raíces en el último tercio del XIX, con la fundación, en 1872, de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Cádiz, movimiento extendido a otras áreas del país (FeRNáNdez Reyes, 2005) que llevo a la constitución, en la década de 1920, de la Federación Ibérica de Sociedades Protectoras de Animales y Plantas, cuyos estatutos fueron aprobados en 1933 (FeRReRo gaRcía, 2017); unas agrupaciones especialmente centradas en la protección de los animales.

El fomento del respeto y el cuidado al árbol tiene un momento totémico en el miércoles 21 de septiembre de 1898; ese día el ingeniero de montes Rafael Puig i Valls (1845-1920), miembro de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, publicaba, en la páginas de La Vanguardia,

301. Acerca de la historia de la conservación de la Naturaleza han escrito, entre otros, Josefina gómez meNdoza (1992) y Santos casado de otaola (1997). Una antología de naturalistas españoles durante el período 1868-1936, con un amplio estudio crítico sobre el modo de acercarse a la Naturaleza, en Santos casado de otaola (2001).

Inauguración del Parque Nacional de Picos de Europa. Covadonga, 08/09/1918 Barcelona: Fototipia Thomas. Colección particular (Madrid)

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una columna cuyo propio título, “La Patria y el árbol”, preconiza los valores con que, de manera inicial, habría de afrontarse un nuevo proyecto proteccionista:

“No hay agricultura posible sin montes, ni montes sin el amor de los pueblos á los arbolados.Por esto quien sepa inspirar á las generaciones del porvenir, el amor al árbol, habrá hecho á España un beneficio incalculable.Mi proyecto, pues, que espero realizar, con la ayuda de Dios, no tiene más mira que despertar el amor á los arbolados, en los hijos de España” (Puig i valls, 1898).

La propuesta de Rafael Puig i Valls tuvo su epígono, en lo que ámbito madrileño respecta, en Ricardo Codorníu Stárico (1846-1923). Esta iniciativa a través de la cual los árboles se convertían en algo más que explotaciones madereras, pasando a integrarse en el paisaje y, por ende, en el ocio ciudadano, derivó en la instauración del ‘día del árbol’. El movimiento, de indiscutible incidencia social y política, abordaba la conservación del ámbito vegetal desde una visión pedagógica, tan querida –y defendida- por las mentes de la Institución Libre de Enseñanza. Surgen así la organización de fiestas y repoblaciones forestales, en buena parte fomentada por sociedades similares a la constituida en el Madrid de 1911, la Sociedad de Amigos del Árbol, que alcanzó su cénit en la década de 1920302.

302. Felipe domíNguez, Juan Carlos moReNo, Helios saiNz (2001), proporcionan un panorama general sobre el movimiento conservacionista, y sus implicaciones sociales y culturales, en la España del período que nos ocupa. Sobre

Los niños del Asilo de la Paloma de Madrid haciendo plantaciones durante la Fiesta del Árbol,Realizada en la tarde del 25/03/1915.

Foto Salazar. Mundo Gráfico, 31/03/1915

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Las manifestaciones sociales de esta nueva forma de entender las relaciones del hombre con la Naturaleza encuentran su concrección en proyectos urbanísticos: el de la Ciudad Lineal en Madrid, la urbanización del Tibidabo en Barcelona o el proyecto de Ciudad-Jardín en Valladolid, entre otros.

Las sociedades excursionistas pretendieron conocer -y dar a conocer- todo cuanto ofreciera la Naturaleza; pero también el Arte y la Literatura –la Cultura- de los territorios visitados. Quizás, al menos en su espíritu, no fueran tan diferentes de aquellos viajeros de comienzos del XIX, que nos enseñaron a ver el mundo que nos rodeaba con otros ojos.

El movimiento excursionista tiene su génesis en el último cuarto del XIX; resultan cronológicamente coincidentes la actividad desarrollada por la Institución Libre de Enseñanza, tras su creación en 1876, con la fundación, en la Barcelona de 1876, de la Associació Catalanista d’Excursions Cientifiques; pronto seguida, en 1879, de la Associació d’Excursions Catalana; ambas reagrupadas, en 1891, en el Centre Excursionista de Catalunya303.

En Cataluña, el movimiento excursionista nace unido a una clara corriente nacionalista; en Madrid tiene connotaciones de carácter más didácticas; en ambos casos responde a la demanda de algunos grupos sociales, deseosos de fomentar el conocimiento del medio natural. Pero esta

el ornato vegetal y la conciencia ambiental en el diseño del Madrid decimonónico cf. Josefina gómez meNdoza (2003). En torno a la instauración y desarrollo de la ‘fiesta del árbol’ en España ha escrito José Miguel sieRRa vigil (2011).

303. Sobre el movimiento excursionista en España, especialmente en Cataluña, ha escrito Jordi maRtí heNNebeRg (1986; 1994).

Grupo de excursionistas en el Zoko El Had de Beni Sicat. Fotografía de Cano. [c. 1927].Sociedad Excursionsita Melillense. Biblioeca Nacional de Madrid

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corriente se extenderá a todo el territorio nacional, incluso a las tierras norteafricanas (PaNiagua y saNtos, 1927).

Disfrute estético e instrucción científica caminan juntos, marcando un acercamiento entre la labor del investigador y su difusión ante grandes sectores de la sociedad (mollá Ruiz-gómez, 1992; 2009). No son pocas las conferencias ante diverso público (ateneístas, asociaciones de mujeres, agrupaciones de estudiantes, grupos de alpinismo, etc.) impartidas, con carácter divulgativo, por muchos de los botánicos de los que nos hemos ocupado líneas arriba; también suman legión los artículos de esta misma índole aparecidos tanto en la prensa profesional (médica o farmacéutica) como en revistas dedicadas a la difusión de la ciencia: Ibérica, Physis, Investigación y Progreso, El Explorador, Los Amigos del Campo, Aire Libre, España Forestal, Peñalara, Oasis, etc.304

COROLARIO

Las viejas estructuras diseñadas para el estudio de la Botánica durante la Ilustración, que tanto favorecieron el desarrollo de esta Ciencia, entraron, durante la primera mitad del XIX, en un estado de abandono del que algunas, particularmente los jardines botánicos periféricos, no pudieron recuperarse.

La Botánica, como las demás Ciencias, conoció un primer desarrollo durante el último tercio del XIX; la libertad ideológica del Sexenio, permitió la creación de redes sociales entre unos profesionales, en buena parte farmacéuticos, interesados por el mundo vegetal, pero que realizaban su trabajo –catálogos florísticos locales- con escasos medios y de manera aislada. La publicación del Prodromus florae Hispaniae... (Stuttgart, 1861-1880) que co-firmaran Moritz Willkomm y Johan Lange, supuso un elemento básico para el desarrollo de los estudios florísticos en nuestro país.

No obstante, salvo en algunas cátedras universitarias -menos de las deseadas-, no se produjo la necesaria institucionalización de la disciplina y, con ello, el avance en su conocimiento. El primer tercio del siglo XX nos ofrecerá un progresivo cambio de perspectiva, acontecido desde dos frentes de actuación, de origen distinto aunque no pocas veces complementados: de un lado la infatigable labor realizada por el grupo de botánicos catalanes organizado en torno al farmacéutico Pius Font i Quer; sus esfuerzos llevaron a la creación de un Instituto autónomo dedicado con exclusividad al estudio de la Botánica, financiado por la Junta de Ciéncies Naturals de Barcelona, desde el que se editó una revista española dedicada, por entero, a publicar artículos

304. Joaquín FeRNáNdez (2001), ha analizado la evolución del periodismo ambiental en la España de 1800-2000; por su parte, Santos casado de otaola (2001) ofrece una cuidada selección de artículos sobre el mundo natural redactados entre el último cuarto del siglo XIX y el primer tercio del XX. Maria geNesca i sitges (2008) ha estudiado la revista Ibérica, editada por el Observatorio del Ebro (1913-1925) y Salvador maluqueR i maluqeR (1985) se ha ocupado de Physis (1918), un mensual editado por Josep Maluqer i Nicolau en Barcelona.

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botánicos: Cavanillesia; por otro lado, la reorganización de los centros e instituciones vinculadas a la investigación, llevada a cabo por la Junta para Ampliación de Estudios. Sobre estos dos ejes se vehiculizará el trabajo botánico desarrollado en España con anterioridad al estallido bélico de 1936. No fueron los únicos focos que iluminaron el panorama botánico español, a ellos se añadirán el trabajo de las sociedades de Historia Natural y la aportación individualizada de algunos botánicos no vinculados a centros de investigación.

En lo que se refiere a los estudios abordados, hasta bien avanzado el XIX prima la elaboración de catálogos florísticos bajo una concepción fijista del mundo natural; aun cuando desde los últimos años del XIX las ideas evolucionistas son conocidas por los botánicos, e incluso algunos actúan como elementos difusores de las nuevas teorías, en la práctica los planteamientos sistemáticos siguen anclados en los sistemas tradicionales de clasificación, fundamentalmente el adoptado por De Candolle –¡e incluso algunos aún mantienen sistemáticas linneanas en los años centrales del XIX!- Habrá que esperar a las primeras décadas del XX para que nuestros botánicos se planteen investigaciones sobre problemas biológicos de forma experimental, al albur de los estudios alemanes y franceses realizados en este ámbito, y se enfrenten con nuevas interpretaciones del mundo natural.

Estas primeras décadas del XX constituyen un período de especial interés para interpretar el avance de los estudios botánicos en España; no sólo se desarrollan nuevas metodologías, tanto en el campo como en el laboratorio, sino que se amplían notoriamente el número de los profesionales dedicados a esta disciplina cuya investigación es financiada por entes públicos, a la par que se crean instalaciones apropiadas, o se reforman las existentes, para que las nuevas líneas de trabajo puedan llevarse a cabo.

Como en cualquier época, también los primeros años del XX están llenos de luces y de sombras. No obstante, los resultados visibles nos remitan a una ‘edad de plata’, plasmada no sólo en los productos de la investigación que han llegado hasta nosotros, sino en el reconocimiento social que tuvieron sus cultivadores y el influjo que estos supieron trasmitir a un público cada vez más concienciado en la necesidad de entender y conservar la Naturaleza.

Ciertamente, no todo es gloria. Este florecimiento de la Botánica conlleva no pocas trabas burocráticas y bastantes dificultades en la institucionalización de los investigadores que, aun brillantemente formados, acaban optando por dedicar sus esfuerzos a otras actividades profesionales, particularmente la enseñanza secundaria. Por otra parte, la falta de continuidad en la financiación pública hace que algunas instalaciones se vean precisas a paralizar, o abandonar, las líneas de trabajo, generalmente experimental, iniciadas en ellas.

Las expectativas creadas en la década de 1930 se trasformaron en tristeza y angustia durante los años de la Guerra Civil. El exilio, interior y exterior, llevó a muchos de nuestros botánicos a enfrentarse con problemas bien distintos de los que les hubiera gustado resolver. Los fondos económicos que habrían debido destinarse a la investigación fueron empleados en la destrucción. Todo se perdió durante la Guerra Civil; no sólo personas, también muchas de las ilusiones y de los proyectos gestados durante esta ‘edad de plata’ de la Botánica española.

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DISCURSO DE CONTESTACIÓN DEL EXCMO. SR. D. FRANCISCO JAVIER PUERTO SARMIENTO

Excelentísimo Señor Presidente de la Real Academia Nacional de FarmaciaExcelentísimas señoras y señores académicosIlustrísimas señoras y señores académicos correspondientesSeñoras y señores.Es para mí un honor el que la sección sexta de esta Real Academia, y su Junta de Gobierno,

me hayan encomendado la tarea de contestar al discurso de ingreso del doctor Antonio González Bueno.

Comienza el mismo con unas sentidas palabras de agradecimiento a todos aquellos que le han acompañado en sus ya largos años de ejercicio profesional universitario, sorprendentes por lo inusuales en sus escritos, pero que nos dejan entrever, con claridad, la persona escondida bajo el personaje y que, a mi parecer, son excepcionalmente justas.

El doctor González Bueno, aparte de poseer una inteligencia muy aguda, es una de las personas más trabajadoras que conozco, pero también uno de quienes no pueden efectuar su tarea en soledad, ni mucho menos alejado de los suyos. Mi conocimiento personal, a lo largo de muchos años de convivencia y viajes, me hacen sospechar que su agradecimiento a los amigos y, sobre todo, a su familia, es más que ecuánime, pues su despreocupación por los aspectos cotidianos de la vida, incluso los más necesarios y urgentes, solo es comparable a los de algunos que le rodeamos, lo cual no debe hacer nuestra convivencia sencilla, a no ser que uno esté acostumbrado al trato con monjes adolescentes y en algunos aspectos sabios. Por ello, el papel en su carrera de sus amigos y sobre todo de Cristina Jerez, su esposa, debe ser ampliamente recalcado, no en el sentido de la mujer doliente y sufridora, tan querido por don Santiago Ramón y Cajal para compañera del investigador, sino de la persona autosuficiente, unida al profesor González Bueno cuando conocía perfectamente su carácter y profesión, que le ha ayudado a desarrollarla en plenitud, junto a sus hijos, Antonio y Blanca de quienes todo me hace sospechar ha sido un magnífico padre, tal vez algo tacaño con el tiempo, por imposibilidad material, dada su dedicación exhaustiva a las tareas universitarias.

A todos nos dedica una frase amable; la mía, hermosísima, de una carta de Séneca a Lucilio, la escribe en latín, un idioma abolido, incluso por los botánicos y poco utilizado por la Iglesia romana, pero muy característico de su estilo, no sé si para que no me entere, no se enteren

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Antonio González Bueno

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quienes lo lean o simplemente por considerarme, como el idioma, un ser mucho más sabio de lo que soy, pero en determinada manera muerto y enterrado en el mausoleo del pasado.

Si fuéramos anglosajones no sería necesario hacer esta acotación. Como no lo somos, antes de continuar mi discurso de contestación, debo advertir que sé del agrado de la Academia y del doctor González Bueno por la seriedad más absoluta.

Sin dejar de ser partidario de la misma, tanto en mi relación con el nuevo académico como en muchas de mis producciones divulgativas e incluso en algunas científicas, he utilizado abundantemente la ironía, una forma oblicua de la seriedad, tolerante y amable. En honor a nuestra coexistencia y a la inteligencia académica de ambos, no pienso dejar de hacerlo en esta ocasión, para mi tan satisfactoria y alegre.

Cuenta luego don Antonio, parte de su trayectoria profesional: cómo nos conocimos en el ya famoso seminario de la Facultad de Ciencias Biológicas, dirigido por José Luis Peset y Joaquín Fernández, en donde pensamos todos -unos más que otros, es cierto- que el ejercicio de la Historia, concretamente el de la Historia de la Ciencia, nos iba a conducir a cambiar el mundo, e incluso a la conquista del Palacio, en invierno, cuando deberían florecer las plantas al embrujo de nuestro mágico deseo. Tanto fue así y con tanta fuerza lo expusimos, que durante los primeros gobiernos de Felipe González, recién creada lo que luego sería la Agencia Nacional de Evaluación, cuando el ministro era José María Maravall, el Secretario de Estado, Juan Rojo y Ana Crespo y Alfredo Pérez Rubalcaba, oficiaban de Directores generales, la nuestra fue declarada área prioritaria en varias ofertas de los proyectos de investigación patrios.

Luego la cosa, como tantas otras, quedó en poco y los nuestros, más aún que los de los historiadores generales, pasaron a ser libros discretos, secretos o clandestinos, lanzados, en su mayoría, a la vida intelectual como quien arroja una sortija al agua.

Pero… cuánta emoción, cuánto esfuerzo, cuánta ilusión pusimos y, creo yo, seguimos poniendo en nuestro trabajo, convertido ya en el deseo sencillo de que contribuya a un mejor conocimiento del pasado, en nuestro caso, desde una concepción total de la Historia y no tanto desde la Historia social.

Habla también el doctor González Bueno del paso de la práctica de la Botánica al de la Historia, pero no explicita las razones más íntimas de la misma. En realidad no las conozco, pero me temo que algo tendrían que ver, además de su temprano interés por la disciplina, las veintitantas vueltas de campana en coche, dadas cuando venía de tomar muestras del chalet de su directora de tesis, Ana Crespo, sito en el mítico Zarzalejo; en aquellas curvas reviradas y traicioneras. Para un hombre que se había librado del servicio militar, el ver que la Botánica de bota podía llevarle a una muerte anunciada, debió de tener alguna incidencia en su decisión final.

Su formación botánica le convirtió en un magnífico científico de método y es ese método, idéntico en el caso de la Historia, el que ha hecho de él un solidísimo historiador a la más antigua usanza, con una crítica inteligente de las fuentes, un estudio exhaustivo de las mismas y un deseo permanente de objetividad en la exposición de los resultados, sin ahorrarse tiempo, ni esfuerzo, en todos y cada uno de sus trabajos.

Tampoco se ha evitado empeños para seguir las pautas –no demasiado inteligentes, en algunos casos- exigidas en nuestro suelo para ser un profesor de excelencia.

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Nos da cuenta de sus estancias de investigación y docencia fuera de España, en USA, Francia, Alemania y Brasil. Para muchos compañeros son motivo de diversión y relajo, incluso de pérdida irreparable para la causa profesional. En su caso, una persona a la que le cuesta permanecer alejado de los suyos, familiares y amigos, y de sus habituales quehaceres, han sido extraordinarios sacrificios, dedicados a un trabajo también exhaustivo, aunque intelectualmente muy bien recompensados.

El doctor González Bueno, pese a su capacidad de esfuerzo individual, siempre ha trabajado en equipo. Sus principales compañeros han sido Raúl Rodríguez Nozal y Alfredo Baratas. Yo, que no sé hacerlo, he observado con curiosidad como lo llevan a cabo los demás.

Hay un primer modelo en el que un jefe-patrón distribuye la tarea entre sus alumnos y luego asume él mismo, aprovechándose del de todos. Ha estado -y no sé si sigue estando- muy presente en nuestros ámbitos académicos.

Un segundo modelo, consiste en poner a un grupo de acuerdo sobre una materia de interés común, al modo de los proyectos de investigación. Luego, cada miembro del grupo, sea cual sea su categoría profesional e incluso su pericia, lleva a cabo su parte con su peculiar idiosincrasia e incluso metodología, aunque los resultados los publican de forma conjunta. Es encomiable y, en el ámbito de las humanidades, poco frecuente y difícil por su complejidad. Algunas compañeras de la Real Academia de la Historia lo llevan a la práctica de forma ejemplar.

Otra manera es que el director divida un cometido, inabarcable para una sola persona, entre varias; a cada una de ellas les explica las hipótesis, los resultados esperables y, pese a lo limitado de su tema, intenta convertirlo en una conclusión parcial sólida, utilizada luego por él, junto a otras varias, en empeños de mayor ambición y calado. Eso ha hecho el profesor González Bueno con sus discípulos y en sus tesis doctorales, sobre todo en los temas relacionados con la industria farmacéutica, con tanta honradez y dedicación, que varios de sus alumnos han obtenido el Premio Extraordinario de doctorado lo cual, en Historia de la Farmacia, es doblemente excepcional.

Por último está el modelo Guillermo Folch, seguido por mí. Consiste en que a cada uno se le supone lo suficientemente preparado, hábil e inteligente para actuar por su cuenta y riesgo, si bien los intercambios intelectuales han de ser frecuentes. Método individualista, magnífico en mi propio desarrollo intelectual por circunstancia personales y sociales peculiares, que no suele ser demasiado cómodo para los alumnos, quienes prefieren profesores más paternales y dedicados, pero que nos permitió a Guillermo Folch y a mí, mantener una excelente relación, como también lo ha sido con el doctor González Bueno, pese a nuestras evidentes diferencias en todos los ámbitos del desarrollo personal e intelectual.

Pensaba, llegado a este punto, decir que su curriculum vitae es sobresaliente, tan bueno como el de cualquiera de los miembros de esta Real Academia. Deseaba hacerlo así porque fue lo aducido por mí cuando lo presenté ante los compañeros académicos, la fecha en que amablemente lo eligieron para pertenecer a esta Casa. Quería ahorrarme de esa manera, y ahorrarles a ellos, entonces y ahora, la enumeración minuciosa de sus múltiples méritos y trabajos; para luego manifestar también que ha sido la persona, académico de número o correspondiente, que con más asiduidad ha asistido a nuestras sesiones y ha estado siempre listo para cualquier mandato corporativo o para la colaboración con quien se lo ha solicitado.

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Antonio González Bueno

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En numerosas ocasiones ha sido premiada su investigación por esta Real Academia, por otras varias y ha obtenido una especial distinción de la Sociedad Alemana de Historia de la Farmacia.

Con eso deseaba obviar la enumeración tediosa de su curriculum vitae y, de hecho, lo voy a hacer, pero no puedo dejar sin escribir un resumen del mismo, como los académicos de esta Casa tenían en su poder no un resumen, sino el currículum desarrollado en toda su extensión, para poder juzgarlo con sosiego.

En este caso, los asistentes al acto y quienes más tarde lo lean, verán impreso el esfuerzo personal realizado en este momento de su transcurrir vital, para poder llegar a este episodio de tanta relevancia en su vida personal y en su carrera académica.

Don Antonio González Bueno es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Madrid (1986); catedrático de Historia de la Farmacia y Legislación farmacéutica (Farmacia galénica y Tecnología alimentaria) en la Universidad Complutense de Madrid desde 2011. Dedica su investigación a temas relacionados con la Historia de la Botánica española y al análisis del proceso de industrialización del medicamento en España.

Es autor de cuarenta y tres libros, doce de ellos de carácter docente, veinticuatro de ámbito investigador y los otros siete de difusión de la investigación histórica; se ha ocupado de la edición de diecisiete libros y, desde 1992, ha sido responsable de la dirección técnica y edición científica de la Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1732-1816) promovida y dirigida por José Celestino Muis, editada conjuntamente por los Gobiernos de España y Colombia, de la que ha coordinado la edición de los últimos quince tomos publicados.

Autor de ciento treinta un trabajos de investigación publicados en revistas nacionales (Asclepio, Dynamis, Llull, Revista de Indias, Arbor, Cuadernos Hispanoamericanos, etc.) e internacionales (Taxon, Candollea, Webbia, Archives of Natural History, Geschichte der Pharmazie, Huntia, etc.) de su especialidad. Ha publicado ciento veintitrés capítulos en volúmenes colectivos sobre Historia de la Ciencia, tanto editados en España (CSIC, Alianza, AECI, Iberoamericana, UCM, Junta de Castilla y León, Comunidad de Madrid) como fuera de nuestras fronteras (México: UAM; México: UNAM; París: Presses Universitaires de France; Turnhout: Brepols; Frankfurt: Vervuert) y cuarenta y dos artículos en actas de congresos. Es autor de treinta artículos de divulgación en revistas profesionales y, entre 1993 y 2005, se ocupó de la sección ‘Crónica legal del Medicamento’ de la revista Acofar, en la que vieron la luz ciento treinta y dos artículos con su firma. Ha elaborado ciento veintiséis fichas biográficas para el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia.

Ha participado, como comisario, en nueve exposiciones relevantes, todas ellas con catálogos publicados, organizadas en el Real Jardín Botánico de Madrid (CSIC), Real Jardín Botánico ‘Alfonso XIII’ (UCM), Biblioteca Nacional (Madrid), Real Academia Nacional de Farmacia (Madrid), Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Madrid / A Coruña) y Espai Cultural ‘Caja Madrid’ (Barcelona); y prestado asesoría en otras siete exposiciones.

Ha dictado dieciséis conferencias plenarias y participado en treinta y ocho congresos internacionales (cuarenta y ocho comunicaciones) y cincuenta congresos nacionales (cincuenta comunicaciones); en veintiséis de ellos como miembro del comité organizador y en otros once ha moderado sus sesiones. Ha impartido ochenta conferencias y participado en treinta y una mesas redondas sobre temas de su especialidad en los más diversos foros: Real Academia

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Nacional de Farmacia, Real Academia de Doctores de España, Academia Valenciana de Cultura, Biblioteca Nacional (Madrid), Ateneo de Madrid, Centro de Estudios Históricos (CSIC - Madird), Fundación Canaria Orotava de Historia de las Ciencias (Tenerife), Fundación Ramón Areces (Madrid), Institut d’Estudis Catalans (Barcelona), Institut Menorquí d’Estudis (Maó), Instituto de Cultura ‘Juan Gil Albert’ (Alicante), Instituto de Estudios Madrileños, Instituto Pirenaico de Ecología - CSIC (Jaca, Huesca), Jardines Botánicos de Madrid, Valencia, Córdoba y Gijón, Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Madrid), Katolische Universitat (Eichstätt Ingolstadt, Alemania), Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid), Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Madrid), Residencia de Estudiantes (Madrid), Universidades de Alcalá (Alcalá de Henares), Autónoma Metropolitana (México), Málaga, UNED (Melilla), País Vasco (Vitoria-Gasteiz), Politécnica de Madrid, Valladolid y Université París-Sorbonne (París), entre otros.

Premio Cofares de la Real Academia de Farmacia (1983 [accésit], 1990, 1991), Premio Fundación Rafael Folch de la Real Academia de Farmacia (1987), Premio ‘Otimes Farmapraxis’ de la Real Academia de Farmacia (2019), Premio Beecham del V Centenario (1991), Premio de la Fundación ‘Rey Alfonso XIII’ (1993), Premio Fundación Nacle Herrera (1999, 2006), Premio internacional de Historia de la Ciencia de la Fundación ‘Jorge Juan’ (2001) y Premio del Patrimonio Histórico Artístico Farmacéutico (AEFLA) (Madrid, 2007, 2012).

Ha dirigido nueve proyectos de investigación, financiados por diversas entidades oficiales (Ministerio de Ciencia y Tecnología, FECYT, Universidad Complutense de Madrid, Comunidad Autónoma de Madrid, etc.) y participado en veinticuatro proyectos subvencionados por distintas instituciones, nacionales y autonómicas.

Ha colaborado en la redacción de textos de la sección ‘Cultura científica’ del portal de internet Madrid+d, y en la Red Informativa de Museos y Centros de Ciencia de la Comunidad de Madrid. Desde 2000 participa en procesos de evaluación de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva y, desde 2018, es miembro del equipo evaluador de la Dirección de Evaluación y Acreditación de la Agencia Andaluza del Conocimiento (DEVA-AAC).

Desde el curso 1987/1988, hasta la actualidad, ha desarrollado su docencia en régimen de dedicación exclusiva, en los departamentos de Biología vegetal y Farmacia y Tecnología Farmacéutica [Farmacia galénica y Tecnología alimentaria] de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid.

Ha dirigido trece tesis doctorales, cinco de ellas con premio extraordinario y ventiún trabajos de fin de curso (memorias de licenciatura, DEA), todos con la máxima calificación. Ha participado en siete cursos de verano, impartidos en las Universidades de Alcalá, Autónoma de Madrid, Burgos, Complutense de Madrid, Extremadura (Olivenza), Internacional de Andalucía (Sevilla) y Valencia. Ha sido profesor invitado del Institut d’Estudis Catalans de Barcelona (2009) y de la Pontificia Universidade Católica de Sâo Paulo (Brasil), dentro de su “Programa de estudos pos-graduados em História da Ciencia” (2003) y miembro de la ‘Comissâo de acompanhamento’ del curso de doctorado Estudos Contemporâneos organizado por el Centro do Estudos Interdisciplinares do Século XX, dependiente de la Universidade de Coimbra en el período 2013-2017 y revalidado para el período 2018-2022.

Es medalla de honor (2013) de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (2006). Está en posesión de la medalla de la Sociedad Española de Historia de las

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Ciencias y de las Técnicas, en su categoría de plata (2002) y, en 2017, la Sociedad Alemana de Historia de la Farmacia le otorgó la Schelenz-Plakette für das Jahr 2017 en Warschau (Varsovia).

Colaboró a la constitución de la Sociedad de Docentes Universitarios de Historia de la Farmacia de España (SDUHFE), de la que fue secretario desde 2000 a 2018, y presidente desde abril de 2018 hasta la actualidad. Desde septiembre de 2014 es vice-presidente de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas.

Director de la revista Llull desde 2017, publicación ubicada en el nivel 2 del Scimago Journal & Country Ranken [SJCR] e indexada en Scopus, de la que fue miembro de su consejo de redacción (2004-2014) y de su comité editorial (2014-2017).

Es miembro de los comités científicos de las revistas Lazaroa, Acta Botanica Malacitana, Ingenium, Schironia, Mediterranean Botany, 100-Cs. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales (Santiago de Chile) y Aula, Museos y Colecciones, editada por la Real Sociedad Española de Historia Natural; también forma parte del comité científico de la serie Theatrum Naturae, publicada por la editorial ‘Doce Calles’ en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Miembro de la Académie Internationale d’Histoire de la Pharmacie (2007) y Académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia (2011), de la Real Academia de la Historia (2019), de la Real Academia de Doctores de España (1986) y de la Academia de Farmacia de Castilla y León (2014). Pertenece al Comité de Parrainage del Institut Charles Darwin International de París (1997); a la Institución Gran Duque de Alba (1998), al Instituto de Estudios Madrileños (2010) y a la Red de Intercambio para la Historia y la Epistemología de las Ciencias Químicas y Biológicas, con sede en México (1993); es miembro honorario de la Corporación Colombiana de Historia de la Farmacia (2013).

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En su discurso de ingreso, luego de hacer un buen recorrido biográfico por quien fue su antecesor en la medalla, el bien recordado y muy querido don Manuel-Alejandro Domínguez Carmona, se adentra en la exposición de su trabajo.

Diré que el mismo es un auténtico cántico de amor hacia la disciplina botánica. Un texto que el lector interesado aborda con facilidad, escueto y sencillo, con las notas tremendas a que nos tiene acostumbrados, en donde se puede encontrar más información científica, biográfica o anécdotas interesantes, cuyo conocimiento es oportuno, pero que rompería la narración sintética propia de quien sabe muchísimo sobre un tema.

Lo inicia con una declaración de principios. Dice que intentará superar la vieja dicotomía entre ‘botánica de campo’ y ‘botánica académica’ y a fe que lo hace, pues estudia todas las instituciones desarrolladas para el estudio de la Botánica; las diferencia de aquellas en donde también se practicó la Historia Natural en sus diversos aspectos; la botánica realizada por biólogos, farmacéuticos, agrónomos e ingenieros, institucionalizados o no; analiza con una mirada muy inteligente a los botánicos hispanistas; las líneas de investigación de la Botánica española en sus aspectos prácticos y en los menos frecuentes teóricos, además de la difusión efectuada por medio del excursionismo y de los movimientos conservacionistas.

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Algunos académicos pueden preguntarse por la relación de esto con la Farmacia e incluso con la propia Academia. La Botánica fue una de las disciplinas creadoras de nuestra profesión, junto con la Química. Algunos de nosotros somos ecólogos, cuando había una especialidad industrial y otra ecológica. Mis mejores recuerdos de los estudios de Farmacia los encuentro en la Botánica general, con don Salvador Rivas Goday –aunque me costó mucho aprobarla por mi falta de memoria y, sobre todo, de memoria visual-, con sus maravillosos viajes de prácticas, en las cercanías de Madrid y, en mi caso, en Asturias; en la Fitosociolgía, con Miguel Ladero y análisis del paisaje a cargo de Jesús Izco y Salvador Rivas hijo, con quien ahora, de cuando en cuando, realizamos algunos viajes en donde nos interpreta el paisaje para nuestro deleite y admiración; también en los estudios de Fisiología vegetal, con un fugaz José María Perelló; de Edafología con don Ángel Hoyos que, junto a la antigua Farmacognosia con doña Pilar Pardo, forman el núcleo de disciplinas a las que más apego tengo, aunque no son los únicos maestros que recuerdo, -sería imposible no mencionar a don Antonio Doadrio, don Gregorio González Trigo o doña Ana María Galarza, entre otros muchos-. Sin embargo la influencia de las materias de la especialidad relacionada con la Naturaleza ha sido algo mayor en mis posteriores trabajos de Historia de la Farmacia. La Botánica tiene algo de los más genuino de la profesión, cuando los boticarios debían preparar los medicamentos y de lo más auténtico de la Historia Natural, en donde siempre se han debido mover los farmacéuticos, condenados a buscar remedios allá en donde se encuentren y, por tanto, a estudios científicos muy amplios y variados.

Los botánicos han tenido, entre sus practicantes, a personajes con una personalidad científica acusadísima, entre los cuales se encuentra también el nuevo académico, a quien así considero, además de historiador. Gentes que han decidido cómo eran las cosas porque sí, luego de alguna fuerte discusión intelectual.

En este caso, nuestro autor, al ocuparse de la historia de la Botánica en la Península, ha dejado fuera a las islas y a las colonias, pero ha incluido a África y a la expedición del Pacífico, porque partieron de la Península. No merece la pena discutirlo con él, porque tiene suficientes razones para, si no convencernos, involucrarnos en una discusión erudita prácticamente inacabable y, además, porque a un trabajo de esta calidad sólo se le pueden poner faltas si uno es capaz de realizar algo mejor, caso contrario se debe callar y aplaudir, si uno no pertenece a la caterva de inveterados críticos hispanos, movidos siempre por la envidia o la incapacidad, que a todo son capaces de encontrar fallos, pero nunca hacen nada positivo para remediarlos.

¿Qué le falta por tanto a la obra de nuestro nuevo académico? Más, le falta más. Queremos que nos siga haciendo partícipes de sus filias y fobias. De su amor hacia Carlos Pau y su desamor hacia Miguel Colmeiro -aunque asegure que no va a penetrar en ese tipo de cuestiones- basado en la valoración científica de uno y otro. Si bien sabe que a Pau le favorece la postura del perdedor, que no debiera haber asumido sin batallar con mayor denuedo y, a Colmeiro, le afea la falta de lírica del triunfador y el mal ejemplo del cacique académico, luego tan repetido en la historia de la Ciencia española y de quien, aun siendo muy valioso, prestigioso y premiado, practica la política de la tierra quemada a su alrededor, para evitar la competencia, y favorece a cuanta mediocridad o familiar tiene junto a sí, en un nepotismo tan viejo como actual. Pese a ello, y a mi incapacidad para justipreciar la valía científica de uno y otro, alguno de los trabajos de Colmeiro me han sido, sino de mucha, de alguna utilidad, si bien varias de sus decisiones, incluida la de mandar los supuestos papeles políticos de Mutis a la Real Academia de la Historia, son absolutamente incomprensibles, a no ser que no se atreviera a desecharlos sin más.

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Antonio González Bueno

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Son magníficas y compartidas sus afinidades con don Blas Lázaro, un hombre tan poderoso intelectual y vitalmente. Su admiración hacia Pio Font Quer o hacia González Linares, y no tanto su falta de interés por don Odón del Buen, acaso porque uno se ha sentido muy atraído por la leyenda anárquica del personaje, por ser uno de los últimos científicos excomulgados en nuestro país, por su amplia labor en el ámbito de la Historia Natural y la Oceanografía, por su capacidad de crítica hacia la burocracia republicana, pese a ser él mismo republicano y exiliado a causa de su militancia y, sobre todo, por el sino trágico de su vida como padre de Sadí del Buen, el médico y parasitólogo empeñado en la lucha contra el paludismo en España, bajo la batuta de Gustavo Pittaluga, introductor de la Gambussia en las aguas de los ríos españoles, para comerse a las larvas de los Anopheles; fusilado en Córdoba, poco después del golpe militar franquista, a consecuencia de su condición de Director general de Instituciones Sanitarias; hecho tan rechazado, en la Europa de su época, o más, que el asesinato de García Lorca.

En definitiva, esté uno de acuerdo en todo, o no, con las apreciaciones de don Antonio, quien aquí, por fin, si nos las ofrece ampliamente respaldadas en criterios científicos exhaustivamente expuestos, lo que uno desea es más; más historia de la Botánica en el siglo XVIII y más historia de la Botánica durante el Franquismo y la Democracia. A uno se le queda el paladar con deseo de ser alimentado con mayor abundancia aún. Sé que si tiene tiempo, y la vida le es favorable, cosa que deseo de corazón, nos dará más muestras de su conocimiento.

Diré por último que me siento y le siento, ojalá me equivoque, como un dinosaurio en periodo de extinción y no porque este sea el año en que me he jubilado.

Los dos trabajamos en una Cátedra de más de cien años de antigüedad. En ella hemos ejercido siete catedráticos y un gran número de profesores titulares, ayudantes, contratados, becarios… algunos hemos recibido reconocimientos importantes, nacionales e internacionales. Nuestra producción científica ha evolucionado hacia cotas de excelencia objetivamente evaluables en nuestra área de competencia, lo cual, en una universidad ideal, debería dejarnos tranquilos con respecto a la continuidad de la disciplina. Por si esto fuera poco, un libro como el que ahora presenta, en forma de discurso académico, debería convertirse en una nueva confirmación de excelencia intelectual para una disciplina como la Historia de la Farmacia, una grieta por donde se consolidara aún más la Historia de la Biología y una noticia de primer nivel para la Historia de la Ciencia.

Las corrientes académicas, sin embargo, no creo vayan por ese camino. La Historia de la Ciencia en general, la de las diversas profesiones científicas y las de las distintas disciplinas, están en rigurosa mengua, como las humanidades y la Historia en general, en toda la educación y muy particularmente en la universitaria; también en el CSIC.

Nosotros, creo yo, hemos cumplido con nuestro deber intelectual, pero no hemos sabido, o al menos yo no he sido capaz, de lidiar en el ámbito administrativo y político. ¡Qué bien nos vendría un Colmeiro metido a historiador de la ciencia en esta coyuntura histórica! Un cacicón con mando en plaza, a quien nosotros pudiéramos abastecer de criterios intelectuales objetivos para la defensa y expansión de nuestra maravillosa disciplina. Por eso las consideraciones históricas son muy a menudo relativas y si el historiador fuera juez de algo –que nunca lo es- siempre debería, como decía Gonzalo Anes, ocupar el papel del abogado defensor.

Ni usted ni yo somos Colmeiro ¡Dios sea loado! Pero tanto uno como otro hemos cumplido con nuestra obligación y, creo, nuestra afición y diversión. Ahora usted tiene la oportunidad de

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seguir desarrollando su trabajo, durante todos los años que su vida dure o que desee, además de en la Universidad y en las diversas asociaciones a las que pertenece, en esta Real Academia, constitucionalmente enclavada en el Instituto de España.

Ojalá me haya equivocado en mi predicción y como en el micro-relato de Augusto Monterroso, cuando nos despertemos, el dinosaurio continúe allí y la Historia de la Ciencia siga con una vida propia, provechosa para nuestra sociedad y nuestra convivencia.

Entre tanto, querido amigo, en nombre propio, en el de la Junta de Gobierno y de los miembros de nuestra Real Academia, me honro en recibirle en esta que, a partir de hoy es ya, con todo merecimiento, su Casa.

He dicho

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Este discurso se terminó de componer el 22 de agosto de 2020,

aniversario del nacimiento de la botanófila Blanca Catalán de Ocón y de Gayolá

(Calatayud, 22/08/1860 – Vitoria, 17/03/1904), a quien Moritz Willkomm dedicó su

Saxifraga blancae Willk. (Ill. Fl. Hispan. 1: 8-9. 1881) yCarlos Pau su Linaria blanca Pau (Not. Bot. Fl. Españ. 2: 10-11. 1888)

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