pintura costumbrista i

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    CLASE Y GENERO EN LA PINTURACOSTUMBR ISTA, 1865,1899Angelica Velazquez Guadarrama

    Desde el siglo XVl l la pintura mexicana registra escenas alusivas a lascostumbres 0 la vida cotidiana, en su mavorfa integradas a la represen-tad6n de la historia sagrada; sin embargo, a partir del siglo XVIl l no s610se hacen mas frecuenres sino que adquieren cierta autonomfa tematica,patente en la pintura de castas, en los biombos, los ex votos y el retratogracias al afan de clasificacion y al sentido de individualidad que se de-sarroll6 con el pensamiento ilustrado.' Durante la prirnera mitad del si-glo XIX los llamados "artistas viajeros" se dieron a la tarea de dejar testi-monio visual del paisaje, los tipos y las costumbres que consideraronmas pintorescos en pinturas y litografias, pero no sera sino hasta media-dos de siglo cuando 1a pintura co tumbrista empiece a ser practicadacon asiduidad per los artistas locales como un genera independiente.

    Dirigida pOI un gropo de intelectuales conservadores y regida parla estetica nazarena, en la academia capitalina de San Carlos los disci-pules de pintura, salvo contadas excepciones, se mantuvieron al mar-gen de la representaci6n directa de Ia historia patria y las costumbresnacionales durante el magisterio de Pelegrin Clave (1846-1868). Fue en

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    1 Vease Gustavo Curiel y Antonio Rubia], "Los espejos de 1 0 propio: rites pUbli-cos Y usos privados en Lapinrura virreinal", en Pimura y v ida co tid iana en M e x i c o ,1650~1950 , Mexico , Fomento Cultural Banamex/Conaculta, 1999, pp . 49 -154.

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    algunos centres artisticos de provincia donde las escenas de la historia ylas costumbres suscitaron, desde las primeras decadas del siglo XIX, elinteres de los pintores para responder a la demanda de una avida clien-tela. En efecto, la pintura cosrumbrista rnexicana conocio su primer flo-recirniento en Puebla y Guadalajara, capitales provinciales que coma-han can una academia pero cuyos patrones estericos diferian de los deSan Carlos. En Guadalajara figuraron Felipe Castro, Gerardo uarez yJacobo Galvez,' y en Puebla, J o s e Maria Fernandez, J o s e Maria Medinay Agustin Arrieta, entre arras.

    Este interes par interpretar pict6ricamente las escenas de la vidacotidiana no lleg6 a decaer a 1 0 largo del siglo en ninguno de estes centrosregionales. En 1865, durante la epoca del imperio, Arrieta firmo una desus obras m a s difundidas: Cocina poblana ( f i g . 33). En este oleo reere6 elinterior de una cocina en que, como en sus obras mas caracterfsticas delos anos cincuenta, las connotaciones sexuales V los elementos gas-tronomicos son parte imprescindible de la representacion de las clasespopulates.' Igual que en arras pinturas, Arrieta ha concebido ei espaciocomo una caja abierta, en este easo flanqueada por los mums de la cocinadecorados con alias, eazuelas y otros instrumentos del trabajo culinarioque sirven para ambientar la escena, Una especie de naturaleza muertasabre el piso en el primer plano y Ia puerta del fondo, ambas ubicadashacia el centro de la composicion, fragmentan las dos escenas que se de-sarrollan en la pintura: ala izquierda dos mujeres, una de pie frente a lashornillas y otra de rodillas junto a1metate, parecen absortas en sus ocupa-ciones y ajenas ala escena de la derecha, donde una anciana arrebujada

    z Arturo Camacho, ALbum dEl tiempQ perdido. Pintura j o. lis cir tn se d el s ig lo XIX,Mexico, E l Colegio de J a lis co /Co na cu lr a, 1 99 7.

    3 El primero en notar esta relaci6n fue Fausto Ramirez en eLlibra L a p la st ic a d els i g l o de f a Independencia, Mexico, Fonda Editorial de la P lasnca M exicana, 1985,Vease tambien el articulo de Luis Martin Lozano, "La faceta culta del pintor AgustinArrieta: cuadros de comedor y escenas de costumbres", en Memoria , nurn, 6, Mexico,INBA /Muna l, 1 995 , pp. 49-59.

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    can su rebozo yen actitud maliciosa se acerca a una [oven para susurrarlepropuestas sospechosas, L a fa ld a encarnada ricamente bordada, las arra-cadas de oro, el collar de cuentas, el ta pa lo , lo s zapatos de raso azul en eltome ado y estrecho pie y la mmuscula cintura de La[oven, nos permitenidentificarla como una "china", pese a su rubia cabellera que desconciertay contradice su sabido origen indigena a mestizo. Si estae eran sus famosascaracterfsticas fisicas, igualmenre eran conocidas sus prendas morales:una mujer Iimpia en su casa y su persona, rrabajadora e independieme,excelente cocinera, mejor bailadora y fervorosa amante. Su reputacion demujer libre le valio la murmuraci6ny la r-eprobaci6n social, pew en ladoble moral b urg uesa q ue caractertso al stglo XIX, dio pie para que unbuen ruirnero de "hombres de letras" se explavasen en la prosa e ro tica ."

    A las alusiones sexuales que de par S 1 sugerfa la representacion dela china, deben anadirse en el cuadra de Arrieta otros dos elementos: lafigura del guajolote como sfrnbolo faIica, al q ue la e hin a toea can Ia manaizquierda y ase con una cuerda, en serial de conquista y dominic, y lavieja que se le acerca en abierta relacion de celesrinaje.

    Los cuadras de Arrieta ilustran la visi6n desde arriba de [as clascsbajas, Se trata de la representaci6n de "los otros' grupos sociales defini-dos desde la moral burguesa: las cocineras, [as criados, los vendedoresambulances generalrnente situados en el ambito publico yen ocasionesemplazados en los espacios domesticos como en el cuadro que nos ocu-pa. Se les ubica en tonces en la cocina, el rugal' de la servidumbre perorambien el espacio en que confluyen el interior y el exterior. Ast.Ia apa-riencia pintoresca de una simple escena domestica se escinde, pues enel irnaginario simb6lico y plastico de Arrieta las mujeres del pueblo es-

    4 Las referencias literarias sohre "[a china" son muy abundances. Entre las massugerentes pueden citarse las de Francis Erskine Calderon de la Barca en La vida enMexico d u ra nt e u n a residencia de dos a no s en esepais, Mexico, Pornia, 1976; Jose MariaR iv era , " La C hin a" ,e n Lo s me .' l: ic anos p ir ttado s pa r si mismos, Mexico, L ib reria d e M a-nuel Pornia, 1974.

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    tan expuestas a las transgresiones morales, en el las esferas de 1 0 publicoy 1 0 privado se fracturan y las relaciones humanas prescinden de las nor-mas de la moral burguesa,

    Como en una suerte de anverso moral de Cocin a p ob la na se en-cueritran las imagerres en que se resaltan las virrudes domesticas y la pazy l a honorab i lidad del h og ar b urg ue s se prese ntan como valores so lid os eincuestionables. En este caso los lugares representados son los salones,espacios en los que se despliega la apariencia burguesa y sus codigos socia-Ies.' E n el sig lo XIX el amb ito p riv ad o se definio como el espacio domesti-co y a las mujeres como sus principales proragonistas, encargadas de coo-vertirlo en "el rudo" clonde se deslizarian los felices mementos de lainfancia y en Uel refugio del guerrero", el remplo en que el hombre encon-trarfa la virtud, el arnor y 1a tranquil idad proporcionados POt 1a esposa .

    La pintura recreo, precisamenre, la imagen idealizada del hogarburgues presidido por rnujeres diligentes y habitado par familias armo-niosas, contrapuesta a la visi6n pesimista que presentaba, por ejempio,el grab ado comercial en las revistas ilustradas: frialdad conyugal, con-flictos generacionales, tensiones familiares, prosritucion y adulterio.Despues de todo, pintura y grabado consritulan una construcci6n sim-bolica del espacio dornestico y de los roles sexuales que obededa a dis-tintos intereses politicos y sociales,

    En Soiiando (fig. 34), el pintor poblano Daniel Davila represent6 asu mujer cosiendo enel tntertor de su hogar. Se trata ya de una imagenpintada a principios de l siglo xx, en la que la antigua metafora de la cos-tura asociada a la dornesticidad femenina se enlaza aqui con un nuevoobjeto: la maquina de coser, La modernidad, entendida como progresotecnologico, ha Uegado a Ia esfera privada y se integra, sin problema, al

    :;Como ejemplo de estas imageues pueden citarse 105 cuadros de las hermanasJ uliana y [osefa Sanroman. Vease mi articuio "La representacion de Ia domesticidadburguesa: el case de las hermanas Sanrornan", publicado en el primer torno de Haciaotra h is u nia d el I 1 r c e en Mexico (Mexico. Conaculta, 2001).

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    arnbiente domestico burgues poblado de objetos lujosos que acusan ensu disefio su vinculo con la tradicion, como el biombo de gusto rococo 0el abanico oriental colocado en un jarr6n de porcelana,

    E l interes del pintor no parece ser aqui el encomio ala laboriosidady diligencia de su mujer, sino, en el sentido del arte moderno, la capturade un momenta: un interludio en su labor de costura, el ensirnisrna-miento femenino en su propio mundo interior. Un tema frecuente en laiconograffa de la pintura decimon6nica que expresaba el estupor mas,culino ante el universo interior de las mujeres, los sentirnientos y los re,covecos del corazon plante ados como una incognita,

    Si la pintura costumhrista experimento un desarrollo tempranodesde la decada de los cuarenta en algunos centros de provincia, en 1acapital del pais y , especfficarnente en la Academia de San Carlos, el ge,nero costumbnsta s610 se ejercit6 con rcgularidad hasta los arras de LaRepublica Restaurada. Fiel a la tradicion academica europea y guiadapar los ideales esteticos de los miernbros de su junta de gobiemo, 1aAcademia capitalina privilegio la pintura de temas religiosos.! en cuyavatiedad quedaron plasmados los mas cares ideales artisticos y politicosdel grupo intelectual que la goberno hasta 1861, cuando el gobiernojuarista la isolvi6. Can todo, no debe olvidarse que 1apintura de cos-tumbres estuvo pzesente en las exposiciones que la Academia organiza-ba anualmenre desde 1848, en 1) 1aobra de las mujeres pintoras, 2) 1aproducci6n de algunos artistas nacionales independientes, 3) la de al-gunos arristas extranjeros residentes en Mexico y 4) 1ade artistas euro-peas. Tocla esta producd6n, en general, provenia de colecciones parti-culares y a veces era mostrada para su venta.?

    6 Vease el articulo de Fausto Ramirez, "Pintura e historia en Mexico a media-dos del siglo XIX; el prograrna artfstico de los conservadores", publicado en el primervolumen de Ha cia o tr a t ds to tia . .. , op. cit.

    J Debe tenerse en cuenta tarnbien que pese al predominio en la pintura de losternas religlosos 0 historicos, la junta de gobierno adquiri6 un nurnero imporrante de

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    ASl , 1a pintura costumbrista s610 se practice en la Academia hastaque form6 parte de los pro_grarnas de estudio, cuando esta se restructur6en 1867 como resultado de las politicas que en materia educativa sedictaron al triunfo del partido l iberal . La Academia mud6 su nomina-cion par la de Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), para dar ideade su nueva vocacion laica y republicana acorde con el nuevo sistemapolitico del pais.

    Con el proposiro de construir la imagen de la nueva naci6n quesurgirta de la Constituci6n de 1857, de la recuperaci6n del territorionacional en manos de los ejercitos extranjeros y del triunfanre sistemapolitico republicano, los pens adores liberales exhortaron a los artistasde todos los ramos y credos politicos a trabajar en pes de un arte nacio-nal que representara a 1a nueva nacion, que recreara las proezas de suhistoria, la geografia y los paisajes de su territorio y las costumbres y lostipos de su pueblo. En 1874, en la revista El Artista j Jorge Hammeken yMexia publico "EI arte y el siglo", articulo dedicado a su maestro Igna-cio Manuel Altamirano y en el que sostenia:

    Bastante tiempo ha ten ida el arte los brazos cruzados. Tiempo es ya dernoverse, de entrar un poco en ejercicio, de cooperar a Lagrande obra,de ayudarnos en la colosal empresa, de descender [... ] de los claustros yde las academias, para mezclarse en nuestra vida y sufrir can nuestrcssufrimientos, para alentarnos en la desgracia (... J . Tiempo es ya de re-cordar las hazafias de nuestros heroes, las lagrimas de nuestras virgenes,las caricias de nuestras madres, las bellezas de nuestros campos; dempoes ya de arrojar el guame a esta sociedad corrompida y 6llstea, deavergonzarla y vencerla can los cuadros del hagar, de la familia, de la li-bertad y de la patria; tiernpo es ya de tocar la campana de alarma paraagrupar a los amigos del progreso alrededor de una bandera que procia-

    pinturas can tematica cosrumbrista de artisras europe os para enriquecer el acervo dela Academia.

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    ma el odio al fanatisrno y el amor a la Ilbertad, Ia execracion de Ia men-tira y el apego ala verdad, Lamuerte del munda antiguo y e l nacimientodel mundo nuevo.f

    ..POI orra parte, dejando de lado el antiguo precepto de la teoria clasicadel arte respecto a la supremacia del genera histonco sobre los dernas lapleyade de literates liberales, que fungian tarnbien como criticos dearte, invttaban a los artistas a tamar como asunto de sus obras 1 0 mismolos pasajes historicos que la s riquezas naturales 0 las costumbres. Eneste sentido Altamirano, Figura clave en el proyecto cultural de la Re-publica Restaurada para "la construccion de la imagen nacional'', con-sideraba que la de genera era una pintura "de pasiones y de costumbresmas adecuada al gusto de la epoca":

    El arte fue ensanchando su esfera, se lleg6 a conocer que las realidadesmas cornunes tenian tarnbien su belleza, y que las costurnbres eran unresoro fecundisimo para las inspiraciones del artista: que la pintura reli-gtosa y la pintura hisrorica no perdian nada en hennanarse can la pintu-fa moral, y entonces esta comenzo a ascender bases ocupar justarnentecan aquellas el trona que les ha Ievantado el mundo moderno.

    [La pintura costumbrista] interpreta hoy a1mundo y sustituye eninteres a la pintura clasica y ala pintura religiosa, como el drama moder-no y la comedia moral sustituyen en el interes de la escena ala rragediaantigua y a la comedia de caps y espada."

    Altamirano apreciaba las obras que en este genera se habian producidoen la Academia de San Carlos; sin embargo, en 1879 afirmaba que ape-

    8 Articulo recogido en Ida Rodriguez Prampclini, La critica l ' l e arte en Mexico ene l s i g L o XIX, Mexico, ITE-UNAM, 1997 , t, [I, p. 219.

    q Ignacio Manuel Altamirano, Eseruos de ! iceraruray zrrte,Mexico, Conaculta(Obra s Completes, X IV ), 1 98 9, pp. 147-148.

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    nas sets artistas estaban consagrados a ella, y no se equivocaba: la pintu-ra de historia segufa predominando en las tareas artisticas de 1aEscuela,empero, poco a poco empez6 a incrernentarse el mirnero de obras cos-tumbristas producidas y expuestas, comb prueban los catalogos de lasexposiciones, a medida que creda la dernanda de las clases pudientespor ciertos temas. Uno de los mas socorridos par el publico y lo s pinto-res acadernicos de la segunda mitad del siglo fue el de la maremidad.

    Can el prop6sito de formar ciudadanos productivos y utiles al Es-tado, los fil6sofos ilustrados promovieron en el ultimo tercio del sigloxvm el ejercicio de una matemidad responsable y comprometida, dedi-cada y amorosa; en realidad, contra ria a las practicas sociales de enton-ces, Este discurso sobre los beneficios y las bondades de la maremtdadse propag6 y alcanz6 su mejor expresi6n plasrica durante el siglo XIX conel asentamiento de los valores burgueses. La marernidad se convirti6 enuno de los baluartes de la sociedad en la cultura occidental.'?

    En el siglo XIX Auguste Comte y sus seguidores asignaron a la mu-jer la tare a de regular la moral en el hagar y apelaron a su autoridad parafacilitar 1a transicion de la etapa teologica y rnetafisica hacia la cons-truccion de la sociedad positivista. Can el triunfo del liberalismoy pos-

    10 En Mexico, las revistas ilusrradas de la prirnera rnitad del siglo X IX difundie-ron arnpliamerue grabados y litograftas europeos de escenas marernales. En el case dela pintura, sin embargo, no fue sino hasta la segunda mitad del siglo cuando este ge-nero Ilego a format parte del repertorio tematico de los artistas. En 1856 se presentoen la sala de pinturas enviadas par los coleccionistas particulares, en la Academia deSan Carlos, el cuadro Co stumb re s n ap o! ir an as . L a h e. rmo sa h ila do ra , del pintor suizoJacques-Alfred van Muyden. La plntura representaba a una madre sentada junco auna mesa que interrumpe su labor para contemplar a su bijo dormido en una curia.Pronto el cuadro se convirti6 en uno de los modelos m a s copiados por los disctpulosde la Academia , a veces para aprobar la clase de capias, perc a menudo para su vemaalpublico, basta la de.cada del noventa. Esto puede servirnos para medir lapopulari-dad de laimagen, que tamblen se difundio a traves de la estampa litografica que realizeHipolito Salazar. Vease tarnbien mi articulo "Escena fami liar de J oaquin Ramirez". enMemoria , num. 7, Mexico, INBA./Mwull. 1998, pp. 103-107.

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    teriormente con la difusi6n del positivismo, el papel de 1a mujer comotransmisora de los valores morales, e incluso patri6ticos para las nue-vas generaciones, fue propagado y enaltecido par pens adores liberalescomo Justo Sierra:

    ,~Iir

    La rnujer e hoy la duefia de su porvenir [... ] Las sociedades modem ashan concedido los privilegios que se deben a la mujer; las leves civilesla ban rode ado de las garannas que exige su debilidad, y S I le han negado laidentidad de derechos politicos, es porque esa concesion perturbaria aun tiernpo la sociedad y el hogac Hoy la mujer, nuestra madre, la quemeci6 la cuna de nuesrra infancia, la que nos hizo aspirar la vida enla luz de sus ojos, 1aque nos envolvio can las flares de su carifio [...]lamuter, en fin, ya puede educarse, vivir la vida social, hoy ya la rnujer esverdaderamente madre, porque puede educar a sus hijos, porque yapuede con su mirada penetrante ser el angel, ser la gina, ser la luz de sushijos en la noche del mundo.

    Baja ciertos aspectos es indiscurible la superioridad de la rnujer sa-bre el hombre. La mujer tiene un ministerio santo en el cual siernpresera irremplazable, el minlsterio de la educacion. La madre inspira, co-munica la virtud al alma, y la ternura a1 corazon [... ] EI temple de esadiosa rnujer es el hagar, ese sueno tan dulce del alma en que cree ver a suamada rodeada de sus pequefios hijos.!'

    . . .. .

    Sin embargo, el papel tradicional de la mujer como propagadora de laspracticas y los principios religiosos siguio vigente. Una muestra clara deestas construcciones ideologicas sobre la matemidad que convivierondurante el testa del siglo, puede apreciarse en las pinturas Educaci6nm oraL Una m adre conduce a su h ija a socorrer 1 1 un men esre ro so ( fig . 35),

    IIJusto Siena, "Cronica domlnlcal' ', en ELFederalisw, Mexico, 31 de diciembrede 1871; recopilado en O bm s cam pleras Ill. Critic! y

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    firmada por Alberto Bribiesca y expuesta en la exposid6n mimero die-cinueve de la E N B A de 1879, IZ Y La caridad (fig. 36), sin firma, pero atri-buida tradicionalmente a Manuel Ocaranza,

    En el cuadro de Bribiesca, un anciano de rasgos indigenas extiendesu sombrero para recibir la moneda que una nifia rubia le ofrece, alenra-da por su madre. La presencia del anciano brinda a la madre 1aoporru-nidad de que su hija ponga en practica las lecciones que ha recibido deella como parte de su educaci6n moral, en la que la caridad se erigecomo una de las virtu des laicas mas ennoblecedoras y como Laforma derelacionarse con las clases menesterosas que diferenciaba, como ningu-na orra, la posicion social.

    La luz matinal que penetra en la habitacion explica el atuendo In-timo de la madre, una bata blanca, s610 usada en la privacidad de suhagar, en el que ha irrumpido el anciano. Vestido can pamal6n y camisade manta, chaleco y sarape, la humildad de sus ropas, sin embargo l im-piss, ccntrasta can 1 3 riqueza del mobiliario de la que el personaje que-da excluido. Temeroso de invadir el espacio burgues, no ha puesto masque un pie en el interior. El artista ha minimizado la presencia del limos-nero en un extrema de la cornposicion para anular, visual y simbolica-mente, 1 0 que pcdrta constituir una transgresion a un enfrentarnientosocial y racial.

    Si la mufieca que la nina lleva en la mano uquierda, can la quequeda implfcita su futura rnaternidad, refuerza tarnbien el mensaje ine-quivoco de la rransmision generacional de los valores rnorales par la viafemenina, la ausencia de simbolos religiosos y la presencia del escrito-rio, los libros, la larnpara, los cuadros, el mapa de la Republica mexicanay el cesto de costura, son elementos que vienen a simbolizar el estudio,el patriotismo y Lalaboriosidad en el seno del hagar burgues, ustentadoen el contexto de un Estado laico.

    II Manuel Romero de Terreros (ed.), Cau il ogos d e 1a s e xpo si ci on es d e 1 1AntiguaA ca dem ia d e S an C arlos de Mexico (1850~ 1898 ), Mex ic o, ! IE-UNAM, 1963, p. 515.

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    Pero para que la mujer curnpliera su funcicn tenia que asumir supapel de educadora moral en el hogar, pues como sosrenia GuillermoPrieto en 1875 : " . ..elverdadero templode la moral es el hogar, porque el arasanta de la moral son las rodillas de la madre, porque el unico agente quedespierta el desarrollo de esa moral es el autor de nuestra vida, porque esel que se interesa por nuestro bienestat AUf se aprende la moral .l3

    Y para ella la mujer debra recibir una educaci6n laica pues "el cle-ro arrojado de los conventos se ha refugtado en el hagar". Los liberalestemfan al fanatismo femenino y 1 0 veian como uno de los mavores obs-taculos para que 1 0 sectores femeninos dieran cabal cumpiimiento a su"santa rnision". EI problema era: como conservar en 1amujer los senti-mientos religiosos, indispensables para sustentar los valores morales, sinllegar al fanatismo. Guillermo Prieto! Altamirano y Sierra, por citar soloa algunos de los mas importanres ideologos, propugnaban par una reli-giosidad femenina discreta, moderada y practicada s610 en la priva-cidad: "La mujer mexicana sera el ange l del porvenir, ella nos salvarasocialmente pero se regenerara por el sentimiento religtoso, sustitu-vente de la devoci6n y 1a supersticion: el arnor de la patria sera parteintegrante de esa religion, como en Esrados Unidos" .l~

    Asf, La inclusion del mapa en el espacio domestico gobemado porla madre no es casual viene a simbolizar precisamente el sentido parrio-rico inculcado por la madre y , lpm que no?, guiado par el recuento delas hazanas heroic as para can ervar el territorio nacional en la llamada"segunda independencia".

    El espacio dornestico y laico que sirve de marco a la madre educa-dora se convierte en un espacio religiose en La car id ad , cuadra atribui-

    1J Guillermo Prieto, "L a cuestion moral en la instruccion publica", discursopronunciado el 2 de noviembre de 1875, recogido en l n srmcci6np11bUca, cn"t ica l ise ra-ri a y enscyas, Mexico, Conaculta (Obras Cornpleras, XXVll), 1997, p. 116.

    1 0 \ La cita es a prop6siro del argumento de la novela inconclusa de] usto Siena,E l ang el del porvenir, cuyos primeros capitulos se publica ron en la revista EI Renaci-miento. Vease Justo Siena. Ob ra s c amp le tc /s . V ia je s VI, Mexico, UNAM, 1977, p. 202.

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