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  • 8/11/2019 Pimientos Rojos

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    PIM IENTOS ROJOS

    El 34 Avilesino. El cielo por asalto

    Carlos Garca Rubio yPablo Martnez Corral

    Conclusiones de David Salcines Campollo

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    LA REVOLUCIN DE OCTUBRE EN AVILS

    La Revolucin de Octubre de 1934 representa uno de los hitos de la historiacontempornea de nuestro Estado. Los sucesos se enmarcan en un escenario social y

    poltico de confrontacin. La joven Repblica espaola no ha satisfecho las demandasde una gran parte de la poblacin movilizada a su favor y el triunfo de las derechas conGil Robles, cuyo discurso hace cada vez ms guios al fascismo, encendern las voces

    de alarma de las organizaciones obreras. El partido socialista, el gran derrotado en laselecciones del 33, liderado por Largo Caballero y con el apoyo de Prieto reaccionar ala demanda de sus bases. Las conquistas insuficientes del Primer Bienio y el miedo auna derecha seducida por el Fascismo, adems de las ganas de reforma y el anhelo de uncambio social posible hacen pensar que un movimiento revolucionario sera la solucin.

    No hay que perder tampoco de vista el contexto internacional. Europa est sumida enuna crisis brutal, donde los valores de las nuevas ideologas fascistas y totalitariasafloran; el movimiento obrero ha sido derrotado en Alemania y en Austria y lasorganizaciones fascistas se estn reforzando en numerosos pases. Se trata de noticias

    poco alentadoras para un movimiento obrero asturiano altamente politizado yorganizado.

    La Huelga revolucionaria que empieza en la madrugada del da 4 al 5 de octubre tieneun impacto singular en Asturias. El porqu debe explicarse desde diferentes variables;una zona industrial que apenas particip en las huelgas del verano del 34, una poblacinaltamente politizada, donde el movimiento obrero posee una gran capacidad demovilizacin y las luchas por las mejoras salariales y sociales formaban parte del posoideolgico de sus dirigentes y militantes.

    La Revolucin tuvo gran impacto en la zona ms industrial de la regin, las cuencasmineras son los focos revolucionarios por excelencia. El conocimiento de los

    acontecimientos en la localidad avilesina responde a la necesidad de ampliar los hechosy las consecuencias de este fenmeno.

    Cierto es que la Revolucin avilesina no tuvo la intensidad que podemos encontrar enlos concejos mineros y, aunque sea tratada como un hecho menor en alguna de las obrasclsicas sobre la Revolucin que la tachan ni ms ni menos que de comedia, lo ciertoes que en la villa se mantuvo un duro pulso durante ms de 5 das por el control de loscentros de poder. La falta de armas, la implicacin parcial de la CNT y la rpidarespuesta del gobierno central dieron al traste con el objetivo del Comit Local, tomar elAyuntamiento.

    Los sucesos dejaron huella en la ciudad, varias casas destrozadas por el fuego y por lasbombas artesanales, numerosas personas heridas y muertas, rehenes polticos, la durarepresin policial y el largo proceso jurdico militar al que se somete a los principalesimplicados.

    En busca de la Alianza.

    La prdida de las elecciones por parte de la izquierda en noviembre de 1933 va agenerar un intenso debate dentro del seno del Partido Socialista. El sector de LargoCaballero toma el mando en la direccin y, aliado con el de Prieto, llevar a cabo unmovimiento dentro de la UGT para derrocar a Besteiro. A finales de enero el proceso de

    radicalizacin del PSOE y de la UGT se completa, la va revolucionaria est en marcha.En Avils, tanto el Partido Socialista como las secciones ms numerosas de la UGTestn desde un principio de acuerdo con el cambio de estrategia. Desde el 1 dediciembre de 1933 se inicia un intenso dilogo con los delegados sitos en Madrid. La

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    primera circular enviada desde la Federacin de Agua, Gas y Electricidad insta a lasfederaciones a estar preparadas para un cambio de rumbo, exhortando a las secciones aestar dispuestas adefenderse de un ataque de la reacciny las alerta a encontrarseen situacin de lucha y dispuestos a la accin

    Gracias a la documentacin obtenida en el proceso judicial, que contiene lacorrespondencia entre las organizaciones, sabemos cmo se fue fraguando la Alianza

    obrera en la Villa. Las secciones ms combativas de Avils, El Despertar que rene alos trabajadores del puerto y la Seccin de Transportes, se encargan de fomentar esegiro revolucionario entre sus filas. Desde la Casa del Pueblo, Jos Mara Rodrguez,

    presidente de la Seccin ugetista de Transportes, y Severino Garca Cienfuegos,secretario de la misma, impulsarn junto con Luis Garca (Meleno) la Alianza obrera.

    La noticias de la formacin un frente generan un debate entre las distintas centralessindicales y partidos. En Avils el movimiento sindical est dividido en 3 sindicatos, noes fcil apaciguar los nimos. La UGT durante el Primer Bienio republicano mantuvouna posicin tibia ante las movilizaciones en la Villa. La CNT est dividida entre lasopiniones favorables a una alianza y las que repudian un frente con la UGT, pues el

    recelo ante el dominio del PSOE y las viejas luchas hacen que un sector importante demilitantes anarquistas recelen de un cambio de estrategia. Desde el lado comunista lavisin es otra. El Partido Comunista en la comarca est creciendo desde el Sindicatonico y las Juventudes Comunistas. El Sindicato, dirigido por Emeterio Garca, haganado fuerza entre la poblacin obrera, siendo su fortaleza la Fbrica de cidos de laReal Compaa en San Juan y barrios como el de la Magdalena. Su estrategia es la dehacer un frente y, a pesar de la sensacin de exclusin, buscan la Alianza.

    La Alianza.

    El 31 de Marzo de 1934 se firma el pacto de la Alianza Obrera entre la CNT Regionalde Asturias, Len y Palencia, la UGT y el PSOE asturianos. As comienza la marchahacia el movimiento revolucionario, no sin tiranteces y con un clima muy agitado enlas calles.

    En Avils, el Pacto es recibido con entusiasmo por los lderes del movimiento obrero.Los encargados de organizar la Alianza en Avils son Luis Garca (Meleno), concejaldel Partido Socialista, ngel vila del PSOE y secretario de una seccin sindical de laUGT y Jos Rodrguez lvarez de la Federacin de Transporte. Los actos de

    propaganda se suceden y se llama a las secciones a la movilizacin y a estar dispuestas aactuar.

    Peridicos como Avance y Regin mantienen duras luchas dialcticas. En Avance laseccin de Avils publica uno de los artculos ms famosos, Espaa a la Deriva, en elque se realiza un anlisis de la situacin y con un lenguaje apocalptico se diserta sobrela estrategia a seguir ante el estado de las cosas, la revolucin social debe ser elobjetivo.

    El 1 de mayo se organiza una gran manifestacin. Jos Mara Martnez y GracianoAntua vienen a Avils. En el mitin tambin habla el presidente de la Casa del Pueblo.

    El Partido Comunista y el Sindicato nico no se quedan atrs en la campaa de

    agitacin y concienciacin. Pese a no entrar en la Alianza en un primer momento,mantienen una correspondencia activa con la Casa del Pueblo. Durante el 31 de julioaumenta la presencia de guardias en la ciudad, pues un supuesto plan revolucionariocomunista en la regin pone en alerta a las autoridades. La CNT mantiene activo su

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    debate interno, su participacin ser liderada por Valentn Dintn, mientras que otrossectores quedan al margen incluso en el fragor de la Revolucin.

    Impedir que el fascismo llegue a Covadonga.

    Septiembre empieza con un fuerte reto para las centrales obreras, la inminente entradade Gil Robles en el Gobierno y su visita al Santuario el da 8 de noviembre moviliza a la

    izquierda. En Avils la derecha, cada vez ms seducida por el Fascismo, pues gran partede sus filas locales ven en esta ideologa la solucin perfecta para acabar con laagitacin obrera, no deja de vigilar los movimientos de la izquierda.

    El 4 de septiembre el Sindicato nico, dirigido por Emeterio Garca, enva una circulara los restantes sindicatos convocando una huelga de 48 horas en la ciudad. La respuestaes lacnica por parte de la UGT, la revolucin no est madura, no hay que precipitarse.

    Ser el da 6 cuando en una reunin de las Juventudes del Partido Comunista y delPartido Socialista se frage un mnimo de accin para el da 8. La movilizacin fueacordada despus de una tensa reunin. El Partido Comunista, representado por Germn

    Lpez, Florentino Fernndez y Jos Prez Incln, quera un manifiesto y una accinconjunta de todas las organizaciones en un paro de 48 horas. El Partido Socialista,dirigido por Francisco Casal, Herminio Surez y Celestino Arias, no ve con buenos ojosel paro. Se decide movilizarse en Avils, sern las juventudes la vanguardia de laaccin.

    Durante el da 8 hubo gran agitacin y enfrentamientos con las Juventudes AccinPopular de Avils. Turbas de mozalbetes intentaron incendiar la Iglesia de SantoTomas en Avils, rezaba un peridico nacional que se hizo eco de los sucesos.

    Armas.

    En la preparacin del movimiento revolucionario, la bsqueda de armas y explosivos esuna de las principales tareas en los meses precedentes a la Revolucin. El Comit

    buscar por todos los medios nutrirse de ellas, es una tarea difcil ya que las fuerzaspoliciales andan con la oreja puesta.

    A finales de agosto, el Comit Local decide robar la cantera del Estrelln, dondeencuentran cajas de dinamita. La tarea es dirigida por Valentn Dintn, Faustino Muiz(el Bollero) y un gallego de la CNT. El trabajo pareca sencillo ya que no haba guardiade seguridad en aquella cantera. Los tres paisanos llevaban un formn para abrir la

    cerradura del polvorn. Al no poder abrirlo, tuvieron que robar una pala en una de lascasetas de la cantera, donde adems encontraron fulminante y mechas. Cuenta Dintn lasorpresa al descubrir 40 cajas que les era imposible transportar, llevndose un total de 9que fueron escondidas. A la maana siguiente, una de las cajas escondidas cerca de unacasa estaba abierta y eran unos nios los que jugaban con los cartuchos. La dinamita fue

    puesta a buen recaudo en la casa de la ta del Bollero. Esta dinamita ser utilizada pararealizar artefactos caseros, empleando latas de pimientos como continente.

    El cido para fabricar explosivos tambin era necesario y fue comprado en la farmaciade Juan Menndez (en la calle de la Fruta). En total 25 litros de cido que ser utilizado

    para la confeccin de un gran artefacto.

    Uno de los sucesos que va a condicionar la posterior Revolucin en toda Asturias es eldesembarco de armas del Turquesa. El ex-ministro de Hacienda Prieto, dirigentesocialista, haba gestionado la compra de armas para la insurreccin, llegndose al

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    acuerdo de desembarcar el material en la playa del Aguilar en el concejo de Muros deNaln. Prieto llega a Asturias para supervisar el desembarco de la noche del 10 al 11,que se lleva a cabo bajo la direccin del Soma y el Partido Socialista asturiano. Eldesembarco fue descubierto y slo se pudo descargar una parte. Prieto, ante el temor deser descubierto por las fuerzas del orden, huye hacia Piedras Blancas, donde tomara eltranva hacia Avils para ser trasladado a Bilbao. El Partido Socialista est al corrientede la operacin y una parte de sus miembros toma parte directamente en el desembarco

    de armas.

    El Turquesa se convierte en un barco fantasma que haba que localizar. El da 13 sepresenta en Avils Jos Mara Martnez, Vilaso y un tal Calleja reunindose conHiplito Arias y Valentn Dinten en el Caf de Luis Garca (Meleno). Avils ya haba

    participado en la operacin del desembarco, pero sin mucho xito. La motora deHiplito es ideal para la operacin, pero se encuentra averiada; as que tienen quealquilar una lancha al Noruego, que les cobra 600 pesetas y les exige elacompaamiento de su hijo. La salida se retrasa y no se puede contactar con elTurquesa.

    Las pistolas Csar.

    Son el arma de la Revolucin en Avils. Se cuenta con unas 60 pistolas de este tipo delcalibre 7,95. Las pistolas son entregadas a Jos Rodrguez y Luis el Meleno por parte deGraciano Antua en los talleres deAvanceen Oviedo. Las armas son escondidas en unafinca del Quirinal.

    La ausencia de armas largas fue una tnica general en la Revolucin. En Avils sonescasas, contando simplemente con varios mosquetones y un par de fusiles; por ello la

    bsqueda de este tipo de armamento durante la Revolucin se convierte en unaobsesin. Las pistolas Csar con su corto alcance obligan a disparar desde muy cerca,situndose dentro del campo de tiro de los guardias atrincherados en el Ayuntamiento.

    Expediente resuelto.

    El 4 de octubre de 1934 se forma un nuevo gobierno presidido por Lerroux con tresministros de la CEDA. El PSOE declara la huelga revolucionaria para el da siguiente.El objetivo es la conquista del poder a partir de dos instrumentos, las milicias y lasarmas. Es un redactor deAvance, Taibo, el encargado de transmitir el da 4 la noticia dela Revolucin inminente. El Comit debe espera una orden para iniciar la huelga. Laconsigna en un telegrama, Expediente resuelto.

    El objetivo prioritario, parar la ciudad y tomar los centros de poder. Esa misma nocheen la esquina del caf Coln se reparten las pistolas y se dan las consignas. Elcontingente revolucionario, en un nmero inferior a cien personas, tienen queenfrentarse a unas fuerzas gubernamentales que, a pesar de su inferioridad, cuentan conarmas suficientes para aguantar la embestida revolucionaria.

    El desarrollo de los hechos.

    Viernes, 5 de Octubre.

    El Comit Revolucionario est constituido de forma provisional por ngel vila,empleado de una firma consignataria, de UGT; Jos Mara Rodrguez (Tataguyo),empleado del tranva, de UGT y JS; Severino Cienfuegos, maquinista del taller de la

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    Junta de Obras de UGT; Valentn Dintn de la CNT; Granda de la UGT, metalrgicoque haba sido expulsado del PSOE por un problema de manejo de fondos, y EmeterioGarca del PCE, que ingresaba en el Comit la maana del 4 de octubre. La noche del 4al 5, todos ellos esperaban un cargamento de armas que nunca lleg. En vista de eso, alas seis de la maana del da 5, se hace el llamamiento a la huelga general y se forman

    pequeos piquetes de huelguistas que, a la espera de una orden, recorren Avils enbusca de esquiroles, quemando los ejemplares del diarioReginque se distribuan por

    la villa. La tarde anterior, en el Parque del Muelle se haban repartido unas 60 pistolasCsar a los militantes ms comprometidos. Se trata de las pistolas procedentes delgaraje de los talleres del peridico Avanceen Oviedo, que haban estado escondidas enuna finca del Quirinal.

    Tambin a primeras horas de la maana, las fuerzas reaccionarias de la villa empiezan acoordinarse. As a las tres de la tarde, el alcalde Bernardo Garca y Ruiz-Gmezconvoca a las fuerzas vivas de la ciudad en el Ayuntamiento, donde concentra lasfuerzas que posee: 23 guardias municipales, 16 carabineros, 18 guardias-jurados de laAsociacin Patronal, 2 marineros de la Subdelegacin Martima, 2 celadores y 9guardias civiles del puesto de Avils; a los que se suman 30 ms de Miranda, Villalegre,

    Salinas y Castrilln, que han recibido rdenes de Oviedo de replegarse en elAyuntamiento de Avils.

    En esa reunin de las tres de la tarde en el Consistorio, el alcalde y las fuerzas vivas dela villa acuerdan que debe transmitirse la sensacin de que la ciudad est controlada.Por ello, deciden mandar a unos guardias civiles a clausurar la Casa del Pueblo y adeclarar el estado de guerra. Los guardias civiles se acercan a la calle de la Ferrera queest inundada de huelguistas en actitud hostil, por lo que regresan al Cabildo sin habercumplido sus rdenes.

    Sobre las cinco de la tarde el Partido Comunista congrega a sus militantes en la Plazadel Ayuntamiento para intentar tomar el mismo y conseguir armas, pero son rechazados

    por un fuerte tiroteo de los guardias civiles y los guardias jurados. Unas horas mstarde, Valentn Dintn con militantes de la CNT empieza a fabricar bombas de manocon latas de pimientos. Una de ellas es lanzada contra el taller del diarioEl Progreso de

    Asturias, propiedad del cacique Julin Orbn, situado en la Plaza de Abastos,produciendo bastantes daos en su interior.

    Durante la noche, la Revolucin espera la llegada de un camin con armas; los guardiasciviles del Ayuntamiento intentan hacer una descubierta, pero son obligados a volver aentrar en el Consistorio, que sigue rodeado por huelguistas. Como dice Paco Taibo en

    su libro sobre la Revolucin de Octubre, la calle no es de nadie, o ms bien, sera dela revolucin si sta se atreviera a tomarla. Pero la indecisin provocada por la faltade armas inmoviliza al Comit. El miedo y la indecisin est en los dos bandos, elsector obrero no toma decisiones en espera de su cargamento de armas y las fuerzasreaccionarias atrincheradas en el Ayuntamiento tampoco lo hacen, confiando en lallegada de refuerzos de Oviedo. Para hacernos una idea de cmo es la noche del 5 al 6de octubre nada mejor que los comentarios de Maximiliano lvarez, militante dePartido Comunista, que sale esa noche en busca del camin que traera el armamento:

    [O]frece el aspecto de un campamento de guerra durante un ataque del enemigo. Sesuceden las descargas y menudean las explosiones de bombas o petardos. El alumbrado

    elctrico tiembla y se estremece bajo el estruendo de las detonaciones.Algunas luces se apagan. Los estampidos resuenan al otro lado de la ra con ilimitada

    prolongacin lo mismo que el tronar de tormenta. Y todo esto, para nada. Plan de

    ataque en serio, no existe ninguno. Los compaeros colocan bombas o petardos donde

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    quiera y como quiera, y la fuerza pblica hace descargas cerradas contra la menor

    sombra que ve.

    Sbado, 6 de Octubre.

    La maana del sbado 6 comienza con una reunin del Comit Revolucionario paradecidir el ataque al Ayuntamiento. La falta de armas largas les lleva a posponer el

    ataque, pues solamente con pistolas y algunas escopetas tradas de los pueblos cercanossera un fracaso. Mientras tanto la poblacin obrera en huelga ocupa la casa de EduardoHidalgo (actual Banco de Santander en la calle Emile Robin).

    A media maana, un grupo de militantes del PC y de JJSS ataca a una pareja decarabineros cerca del paso Larraaga, a los que dejan heridos y les confiscan sus fusilesy correajes. Segn el diario de Julin Orbn, los revolucionarios operaban sobre todo enla zona de Sabugo, La Parada y el camino a San Cristbal, requisando las mercancasque se encontraban en los almacenes de la Estacin del Norte y en los muelles delPuerto local.

    Por la tarde, la guardia civil sale del Ayuntamiento hacia el Parque del Muelle, repletode huelguistas, contra quienes disparan y logran as que se disuelvan. Sin embargo, losgrupos revolucionarios regresan al Parque y vuelve a producirse otra carga de losguardias, que esta vez es repelida con disparos de pistolas huelguistas, obligando a losguardias a refugiarse en el Ayuntamiento.

    Por la noche, los sectores obreros intentan un ataque a la Fbrica de Luz (situada en laesquina de la calle Jos Manuel Pedregal con Gonzlez Abarca), que se encuentracustodiada por un grupo de carabineros; pero otra vez la falta de armas largas impide elxito del ataque. Por ello, se refugian en la casa del diputado reformista Jos ManuelPedregal, tomando como prisioneros a l y su familia. Poco despus, se dirigen con susrehenes hasta Miranda, donde dejan a la familia de Pedregal custodiada por unasmujeres, y prosiguen con el diputado hacia la crcel que los revolucionarios habanhabilitado en la Fbrica de Armas de Trubia. Caminando bajo la lluvia, atraviesanTaborneda, suben el Gorfoli, llegan a Llanera y finalmente, a Trubia.

    Domingo, 7 de Octubre.

    El domingo 7 de octubre es el da de mayor actividad revolucionaria en Avils. Sobrelas 8 de la maana, un nio es atendido en la Cruz Roja de una herida de bala en la

    pierna. Segn cuenta el nio, los disparos procedan de las ventanas de la casa de Julin

    Orbn. La indignacin entre la poblacin obrera se vuelve cada vez ms fuerte contra elperiodista reaccionario, pero el Comit Revolucionario tiene otras duras cuestiones queresolver. Durante toda la maana se suceden los tiroteos en la Plaza del Ayuntamiento,Sabugo y Parque del Muelle.Una buena parte del acoso a la Casa Consistorial se lleva a cabo desde el bar CasaCampanal (en la calle Cabruana). En el patio del bar se juntan los gruposrevolucionarios y desde all disparan contra el Ayuntamiento. Como dato curioso,diremos que los atrincherados en el Cabildo se suministran de vveres en la misma CasaCampanal, lo que supone ms de un problema para Campanal, al estar literalmenteatrapado entre dos fuegos.El Comit empieza esa maana a organizar los abastos y concentra la mayor parte de

    sus tropas en el barrio de Sabugo. Pasado el medioda llega a la Estacin del Norte,procedente de Villabona, un tren con 25 huelguistas que venan a entregar armamentopara la Revolucin en Avils. Pero eran artefactos viejos y en mal estado; adems, conmunicin para apenas un da. Por lo tanto, el Comit decide enviar una camioneta a

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    Trubia para recoger ms armas; pero slo consiguen 5 fusiles, 500 cartuchos, algunoscascos de hierro y algunas granadas de mano.

    Por la tarde corre el rumor de que un barco de guerra va a desembarcar en Avils y elComit decide hundir un barco mercante en la entrada de la ra. Se eligi el Agadir,un mercante vasco de 3000 toneladas. El capitn era un vasco muy terco que se queraquedar dentro de l con un canario que tena,cuenta ngel lvarez.

    Seis hombres se acercaron al Agadir, slo seis. Llevan bombas. Dos de ellos bajan a lasmquinas, obligando al maquinista a abrir el grifo para que el agua entre en la sala demquinas. Acto seguido, se dirigen a las escotillas de proa con las bombas y acetileno.Todos abandonan el barco. Y all queda, destruido, convertido en chatarra y bloqueandola entrada a la ra.Unas horas antes, un tripulante del pesquero Lus Adaro recomienda a Jos MaraRodrguez (Tataguyo), que va al frente del grupo que vuela el Agadir, preguntarporradio al Lus Adaro si hayalgn barco de guerra fuera de la barra. Jos Mara contestaque no puede desistirse de echar el barco a pique.

    Esa tarde en el barrio de Sabugo, se empieza a confeccionar una gran bomba con la

    intencin de ponerla a rodar desde la casa de Balsera (actual Conservatorio) hasta laCasa Consistorial. Es Ramn Granda el que acude a Sabugo y les quita esa idea de lacabeza. Se corre el peligro de que la bomba se desve y no cause el efecto deseado;adems se esperan los refuerzos pedidos a Oviedo, con los cuales se tomara elAyuntamiento.

    Las fuerzas sitiadas en la Casa Consistorial estn totalmente desmoralizadas. Al nollegar los refuerzos esperados y ver que la villa est a merced de la Revolucin,empiezan a valorar abandonar el edificio. Pero el Comit no sabe esto, pues si no, enaquel momento se podra haber tomado el Ayuntamiento sin gran oposicin.

    Sobre las 10 de las noche del domingo 7 se produce la mayor accin de toda laRevolucin de Octubre en Avils. Un grupo de huelguistas ataca con bombas lostalleres y la imprenta del diario El Progreso de Asturias y la casa de su propietario,Julin Orbn. El incendio se propaga a las casas colindantes de la calle de la Cmara yde Rui-Prez, destruyendo 7 casas y varios arcos de la Plaza de Abastos. Orbn y sufamilia logran escapar; la familia se resguarda en una casa vecina, mientras que Orbninicia una fuga por todo Avils, hasta que encuentra refugio en el chalet de unos amigosen la calle Fernndez Balsera. Durante el incendio tiene lugar una ancdota casimacabra, ya que en una de las casas afectadas de la calle de la Cmara, se est velandoel cuerpo de una seora de 80 aos, cuyo cadver tiene que ser abandonado en la

    vivienda y es devorado por el fuego.Son ancdotas de la Revolucin, las que nos hacen ver su lado ms humano, mspopular, como la de uno de los guardias revolucionarios que custodian a Pedregal en lacrcel de Trubia. Al llegar Pedregal totalmente empapado a la crcel, le pide a uno delos guardias si puede comprarle ropa en Trubia. ste lo hace y al regresar, le entrega aPedregal la ropa y la vuelta del dinero que el diputado le haba dado para comprarla. Alser liberado, ya en Avils, le preguntan a Pedregal que piensa de los sucesosrevolucionarios y l responde: Todo esto es consecuencia de una repblica hecha abase de remiendos polticos. Hay que hacer la repblica o Espaa acaba en una

    subasta pblica de baratijas sangrientas.

    Durante la represin posterior a la Revolucin, Pedregal intercede ante el gobierno de laRepblica para que sean liberados sus guardianes en Trubia, debido al buen trato quehaban tenido con l. Uno de ellos, el anarquista que haba ido a comprarle la ropa, leenva una carta dndole las gracias por haber ayudado a que le pusieran en libertad y

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    aade: Me he enterado de que tiene usted vacante la portera de su finca y chalet. Lepido ese puesto y le servir lealmente, con mi serenidad de costumbre, como usted ha

    visto en mi obligacin, que no hice ms que cumplir en la fbrica de Trubia. Recuerde

    que fui hombre honrado, que soy el que le fui a comprar la ropa y le devolv la 105 que

    restaba. Tengo cuatro hijos y estoy sin trabajo.

    Lunes, 8 de Octubre.

    La maana del lunes 8, el Comit Revolucionario de Avils, decide atacar elAyuntamiento, ya que cuenta con los fusiles llegados de Trubia y Villabona. Peroentonces les llega la noticia de que dos camionetas de la Guardia avanzan a Avilsdesde Piedras Blancas. El Comit ve ah su oportunidad, los guardias traeran armaslargas, las necesarias para tomar por fin la Casa Consistorial. El plan es sencillo, atacarlas camionetas y requisar las armas a la Guardia Civil. Se prepara una barricada pordonde se supone que van a pasar las camionetas y grupos de huelguistas se apostan aambos lados de la carretera.

    A partir de aqu, lo que ms nos acerca a la realidad, son las declaraciones de

    huelguistas y militares recogidas en dos libros imprescindibles para conocer lo quesupuso la Revolucin de Octubre en Avils, el diario de campaa del general EduardoLpez-Ochoa y la crnica novelada del militante comunista avilesino Maximilianolvarez Surez, editada en Madrid en 1936, y que desaparece de libreras y bibliotecasen 1939. A estos dos libros, los completan los testimonios de un grupo de presosencarcelados en la Crcel Modelo de Oviedo a principios de 1935, que se van al exilioen las maletas de Mario Moreno Mateo, abogado y diputado por Asturias.

    Cuenta Maximiliano lvarez:

    Se oyen ruidos de motores. Levantamos la cabeza y miramos al espacio creyendo que

    son aviones, pero no vemos uno en toda la inmensidad que alcanza nuestra vista.

    Damos la vuelta para mirar a la espalda y tampoco se divisa nada. El ruido contina

    en aumento, acercndose cada vez ms. Ya se precisa el sonido con mayor exactitud. Es

    de camiones. Andamos unos pasos en direccin donde parte para salir de dudas. Por la

    carretera de San Juan en lnea recta avanza una larga fila de camiones, autocares

    abarrotados de tropa, con traje de campaa. Los siguen detrs coches de turismo.

    Miramos con prismticos. En algunos lugares traen ametralladoras emplazadas

    Cuenta el General Lpez-Ochoa:

    no bien la compaa de vanguardia se aproxim a la lnea frrea que cruza lacarretera en uno de sus barrios de las afueras, fue recibida con nutrido tiroteo y se

    inici el combate. El batalln contino su avance a lo largo del camino que, pasando

    por la orilla del muelle de la ra, conduce al interior del casco de la ciudad, siendo

    batido por fuego de fusilera por el frente y ambos flancos, pues tambin se nos tiraba

    desde el otro lado de la ra, y obligando a desplegar la fuerza, que no se detuvo un

    punto y avanz lentamente, desalojando al enemigo y venciendo esta resistencia. Ms

    tarde tambin recibamos fuego por la retaguardia. En vista del serio aspecto que

    presentaba la situacin, lance una Compaa por nuestra derecha (la izquierda se

    apoyaba en la ra), que envolviera la estacin del ferrocarril y depsito de material,

    que eran los puntos desde donde con ms furia se nos hostilizaba, y esta fuerza que lo

    ejecut con gran bizarra y suma decisin, hizo huir al enemigo en desorden,hacindole ms bajas, y me trajo ms de ochenta prisioneros, sin armas, que,

    indudablemente, en su mayora, haban tirado o escondido, no dando tiempo la

    premura del caso para ejecutar un registro y cerciorarse

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    Los testimonios de los presos de la crcel modelo de Oviedo cuentan que los detenidoseran hombres ajenos a la Revolucin recogidos en el barrio de los Telares prximo a laestacin donde no haba fuerzas de la Revolucin. La enorme mayora hombres de edadmediana.

    En este primer enfrentamiento con el ejrcito de Lpez-Ochoa, ste tiene una baja y 15heridos; los grupos huelguistas, tres bajas. Lpez-Ochoa se acaba de encontrar con la

    primera resistencia seria desde que parti con su columna de Lugo, desconoce comoest la situacin en Avils y decide acampar en los almacenes de Balsera, dondeimprovisa una barricada con sacos de sal, sacados de un almacn cercano y utilizandode mano obra a los prisioneros tomados en Pravia, Los Telares y Piedras Blancas.

    Por otro lado, Dintn con un grupo de 25 hombres armados con tres mosquetones ylatas de pimientosregistra el Banco de Gijn en busca de pistolas, mientras el resto desus hombres cubre el Ayuntamiento desde el edificio del Banco de Santander de la calleEmile Robn.

    Sobre la construccin de la barricada de los almacenes de Balsera por parte de Lpez-

    Ochoa, el informe de los presos de la Crcel Modelo cuenta: Las fuerzas empleadascomo auxiliares en la construccin de las trincheras empiezan a caer algunos; unos

    muertos y otros heridos, dndose la circunstancia tambin, de que los detenidos estn

    cubiertos de los tiros de los revolucionarios por la misma trinchera que estaban

    levantando, mientras que los soldados a sus espaldas disparaban desde los edificios en

    que estaban parapetados. Esto nos hace suponer que los muertos y heridos en larealizacin de la barricada, lo fueron por los propios soldados de Ochoa. Tambin enese informe se narra como un prisionero herido es arrojado a la ra por los militares.

    Las fuerzas reaccionarias atrincheradas en el Ayuntamiento efectan una salida, lo quehace que el Comit Revolucionario d la orden de replegarse al barrio de Sabugo, pueslos guardias civiles han llegado hasta el Parque del Muelle. A pesar de esa orden un

    pequeo nmero de socialistas y comunistas repelen el ataque en el parque, haciendouna baja a los guardias, a los que arrebatan el fusil y el correaje. Los guardias vuelven aencerrarse en la Casa Consistorial y los grupos huelguistas reanudan el acoso sobre ella.

    Lpez-Ochoa sigue en los almacenes de Balsera, cada vez ms desconcertado. Paraempezar, no se esperaba esa resistencia en Avils y adems recibe un informe de uncapitn de sus tropas que se ha acercado al Ayuntamiento, un informe de los allsitiados. En l se afirma que Avils se encuentra en poder de ms de 1000 personasrevolucionarias armadas y que esa misma noche planean volar la Casa Consistorial.

    Cuenta Lpez-Ochoa en su diario: En cuanto cay la noche, aprovechando suoscuridad, envi al capitn Martnez Ostendi, de que he hecho referencia, y que se me

    ofreci voluntariamente, para que, como conocedor del terreno, se pusiese de nuevo al

    habla con los sitiados en el Ayuntamiento y regresase acompaado por una de las

    resoluciones por mi adoptadas y de mis planes para el siguiente da, ponindome de

    acuerdo con ellos. Ello se realiz sin novedad, viniendo al cabo de media hora con el

    capitn el oficial de carabineros, acompaado por una pareja de la Guardia Civil y

    otra de su instituto. Le hice saber mi firme voluntad de no enviar durante la noche

    fuerza alguna para reforzarles por los riesgos indudables que ello implicaba en

    aquellos momentos, convencindoles de que era seguro que estando el Batalln a tan

    corta distancia, y habindoles batido, no se atreveran los rebeldes a atacarlos y muchomenos a realizar sus amenazas, pero que en todo caso, si eso llegase a suceder contra

    mis previsiones, tuvieran la absoluta seguridad de que seran auxiliados en el acto,

    pues sacara las fuerzas y los atacara a mi vez por la espalda. Consegu con estos

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    argumentos tranquilizarlos en parte, y despus de quedar de acuerdo respecto al plan

    para el siguiente da, se retir el oficial con los carabineros, quedando la pareja de la

    Guardia Civil para servir de guas en la madrugada siguiente, incorporndose sin

    novedad al Ayuntamiento los primeros.

    Yo, despus de reunido con el Jefe de Estado Mayor, el de Batalln y los capitanes del

    mismo, con objeto de estudiar y redactar el plan de ataque para el siguiente da, con

    todos sus detalles y pormenores, me retir a descansar breves horas en espera de losacontecimientos, transcurriendo la noche sin ms novedades que algn disparo aislado,

    y sin que los rebeldes se atrevieran, como yo haba vaticinado, a ejecutar sus

    amenazas.

    Mientras tanto los grupos revolucionarios van acabando las pocas municiones quetienen y el Comit decide ir replegndose, primero al barrio de Sabugo y luego a SanCristbal. Durante la noche todos los grupos revolucionarios armados van abandonadoAvils.

    Segn el diario de Lpez-Ochoa,[e]n Avils, una hora antes de amanecer, el Batallnnmero 12 se encuentra formado y dispuesto a emprender el ataque contra losrebeldes.

    El espritu de esta tropa, que durante el primer da de marcha (da 7) al salir de Lugodurante las primeras veinticuatro horas, se hallaba como amodorrado y algo

    deprimido, obligndome a frecuentes intervenciones para levantarlo, teniendo a cada

    paso que reprender y censurar enrgicamente esta aparente apata, estimulando a la

    oficialidad y a los mismos soldados con frases en ocasiones despectivas para picar su

    amor propio, lo que lleg a ocasionarme por el derroche que tuve que hacer de fuerzas

    y energa, momentos de desesperanza, haba reaccionado brillantemente con mis

    repetidos esfuerzos, y los encuentros sostenidos la vspera, primero en Soto del Barco y

    luego en Avils, a nuestra llegada, haban levantado la moral del Batalln de modo

    insuperable, sintindome ya completamente tranquilo y satisfecho de aquellos soldados,

    al observar este fenmeno, seguro de poder conducirlos a la victoria, y as se lo hice

    saber a los oficiales y tropa la noche anterior, a raz del combate, no mostrndome

    parco en mis elogios. Por cierto, que al felicitar a solas a su Jefe, el comandante

    Manso, por su actuacin, como le mostrara mi extraeza por este cambio de conducta

    tan repentino, me contesto textualmente: Mi general, usted olvida que somos gallegos

    y estbamos dormidos, usted ha sabido despertarnos.

    Antes de emprender la operacin, an de noche, comoquiera que el nmero de

    prisioneros que haba reunido, y que era superior a un centenar, me embarazase

    notablemente, y por otra parte, unos ochenta de ellos haban sido cogidos sin armas, y

    segn los guardias civiles de Avils que all pernoctaron, no haba antecedentes contraellos, decid pone en libertad inmediatamente a estos ltimos, a excepcin de dos de

    ellos, que conserv para una misin que narrare. Y, acompandolos yo mismo,

    personalmente, los conduje hasta fuera del parapeto a corta distancia, dndoles suelta

    en direccin a las afueras del poblado.

    Seguidamente sali la compaa del Capitn Martnez Ostendi con dos ametralladoras,

    dirigindose al Ayuntamiento donde deba situarse para coadyuvar el plan de ataque,

    llevando consigo los dos prisioneros cogidos sin armas a que acabo de hacer alusin,

    quienes, portadores ambos de duplicado escrito que haba preparado la noche anterior,

    escrito que se hallaba redactado en los siguientes trminos: El General en jefe de las

    tropas de operaciones en Asturias al jefe de los revoltosos en Avils: Requiero a usted

    por el presente escrito para que en el plazo improrrogable de dos horas, a partir de surecibo, se retire y disuelva abandonando las armas, en la inteligencia de que de no

    efectuarlo as, sern fusilados los veinticuatro prisioneros rebeldes que, cogidos con

    ellas en la mano, se encuentran en mi poder, y a continuacin les atacare a ustedes sin

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    contemplacin alguna, fusilando en el acto a cuantos rebeldes sean apresados haciendo

    resistencia a las tropas a mi mando deban hacer entrega delmismo a los revoltosos

    que en las inmediaciones del Ayuntamiento de encontraban sitindolo. El resto del

    Batalln aguardo preparado la ejecucin del movimiento.

    No haba transcurrido an media hora de la salida de la fuerza cuando recib noticia

    por conducto de un oficial de la compaa destacada, de que el enemigo haba huido

    durante la noche abandonando gran nmero de armas en las inmediaciones del

    Ayuntamiento, y sin que hubiera sido posible entregar mi escrito a los prisionerosencargados de esta comisin, pues no haban encontrado a nadie armado ni quien

    siquiera hacerse cargo del documento, la noticia me produjo la natural alegra, pues

    me permita seguir la marcha a Oviedo sin ms dilacin, y en el acto orden la

    evacuacin de los almacenes, as como la de las bajas que habamos sufrido el da

    anterior, transportando a los heridos al hospital de Avils. Hice pedir al Alcalde que

    sin prdida de momento se racionase a mi tropa con lo que a mano hubiese en ella, y

    mientras estas operaciones se ejecutaban con gran premura, reorganizando la columna

    de camiones sobre la carretera.

    En Avils se acaba el sueo, comienza la pesadilla.

    El da 9 de octubre, los revolucionarios ms destacados se concentran en la carretera deTrubia volando el Puente de la Consolacin para impedir el paso de las tropas. En esosmomentos las noticias son poco alentadoras. Algunos se dirigen a Oviedo, otros huyen alos montes y otros esconden las armas y buscan cobijo en casa de algn familiar aesperar.

    En la villa comienza la pesadilla. Desde el mismo da de la entrada de las tropasempiezan a prestar declaracin, ante la guardia civil y la polica gubernamental, testigosque identifican a las personas revolucionarias. Se abren diligencias y comienza un largo

    proceso judicial que acabar en febrero de 1936 con el decreto de amnista del gobiernodel Frente Popular.

    En Avils se abrirn varias causas que acabarn en juicios sumarsimos contra losdirigentes de la Revolucin. La crcel de la villa se llena de muchachos, personas

    jvenes revolucionarias que son sometidas a todo tipo de vejaciones. La dureza de losagentes del Cuerpo de Investigacin y Vigilancia, dirigidos por Juan DomnguezVzquez, intenta reconstruir los hechos a base de duros interrogatorios y de registros.Los locales de las organizaciones obreras son registrados minuciosamente. En ellos seencuentra suficiente material para encausar a los jefes de la Revolucin. Estos irn

    cayendo o entregndose. Uno de los primeros es Severino lvarez, secretario de la Casadel Pueblo, a quien se le somete a un duro interrogatorio. Emeterio caer tambin,aunque se tardar un tiempo en identificarlo como tal. El Arturo Rojo, el Andaluz, seentrega directamente en el juzgado para evitar las torturas de la Guardia Civil. Losdirigentes son buscados a conciencia, los agentes echan en falta a varios de ellos.

    En la huida revolucionaria, ngel de vila y Jos Rodrguez consiguen llegar aSantander, donde gracias al Partido Socialista y la UGT, son provistos deidentificaciones falsas, pasando a ser Julio Romero Font y Genaro Ibarguren. Ambos sedirigen a Madrid con el dinero robado del Banco de Espaa. Son apresados por la

    polica el 22 de noviembre a las 14:30 en la Pensin Blanco de Madrid y sometidos a un

    duro interrogatorio, segn le comunicarn despus al juez instructor.

    La Represin alcanza niveles insospechados, la crcel de Avils fue escenario de duraspalizas y vejaciones para sacar informacin a las personas detenidas. Los propios

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    agentes declaran la dificultad y la tenacidad de las personas presas, pues todas seconocen y se protegen. Los juicios sumarsimos tardan en completarse, los autos sonlargos, se tardan meses en probar los hechos. Todava en febrero de 1935 hay ms de 25

    personas presas en la crcel de la Villa.

    Los dirigentes del Comit sern encausados y juzgados. Las condenas comenzarn allegar a finales del ao 35, pero hay quien no llega a escuchar su condena. Las duras

    condiciones, las palizas y vejaciones merman sus fuerzas. Jos Mara Rodrguez falleceel 12 de junio en el Hospital de Avils, Luis Garca (Meleno) fallece en febrero del1935. Los otros dirigentes son condenados a largas penas de prisin. Faustino Muiz (elBollero) es condenado a 30 aos junto con Severino Garca.

    Emeterio Garca y el Andaluz son absueltos en el juicio, pero siguen en la crcel tras unrecurso de casacin por la autoridad judicial. Sern liberados de la crcel de la Coruaen Marzo de 1936 tras la amnista de ese mismo ao, junto con ngel de vila,Valentn Dintn y Ramn Granda. Todos ellos haban sido los organizadores de laRevolucin en la villa, fueron sin duda alguna los promotores y los ejecutores de los

    planes.

    Destaca la labor de David Arias, que defiende a los revolucionarios avilesinos,consiguiendo exculpar a una parte considerable y poniendo en duda la legalidad del

    proceso.

    El impacto de la Revolucin.

    La Revolucin de Octubre dej su huella en la villa. Numerosas casas fueron afectadaspor las bombas revolucionarias. Las barricadas y los cortes de las carreteras, la voladuradel Puente de la Consolacin con cartuchos de dinamita y el hundimiento del Agadirson ejemplos del grado de violencia que se alcanz. Las vctimas fueron numerosas, eshoy todava una incgnita el nmero de muertes, aunque las cifras no alcanzaran losnmeros de otras zonas revolucionarias.

    La Revolucin de Octubre condiciona la vida poltica de Avils. La prdida de losrepresentantes polticos supuso un duro golpe para las organizaciones obreras, perostas no tardaron en reorganizarse y en demostrar que podan regenerarse rpidamente.La derecha local tendr muy en cuenta los sucesos, pues demostraban la capacidadorganizativa y ofensiva de un movimiento obrero avilesino que haba conseguidomantener en jaque a las fuerzas del orden locales durante cuatro das. Un movimientoobrero que se haba lanzado con entusiasmo a la Revolucin. Como demuestran los

    documentos internos de las organizaciones, la revolucin era un objetivo claro; para losdirigentes locales, el rgimen del 31 no satisfaca sus ansias de igualdad social. Fueronconscientes de la oportunidad que se les brindaba el 5 de octubre y por ello asumieron elreto. La amenaza de la instauracin de un rgimen autoritario y de corte fascista estabamuy presente. Las declaraciones de la derecha y la resistencia de las clasesconservadoras para aceptar los principios del Rgimen Republicano alimentaron lasansias de la Revolucin Obrera.

    1934 estar muy presente en la campaa de las elecciones de 1936, siendo uno de losdebates centrales la dura represin a la que fueron sometidos los grupos revolucionarios.Fue una experiencia nica en aquella Europa que estaba cayendo bajo el yugo de los

    fascismos. No es casual que la movilizacin no se retrajera y tampoco es casual el gradode agitacin y movilizacin de la poblacin en las elecciones de 1936.

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    La revolucin de 1934 se ha convertido en un mito para la izquierda asturiana. Esteepisodio contiene un grado de audacia, de valenta y de utopa que no pocas personashan intentado instrumentalizar. Ha generado debates historiogrficos e investigacionesconvertidas en clsicas lecturas para el movimiento obrero del siglo XX. Octubre es unlugar de memoria, sus mitos han alimentado la Historia de un movimiento obrero quetuvo por una vez la osada de querer tomar el cielo por asalto.

    Conclusiones.

    Conmemorar un aniversario como el de la insurreccin asturiana tiene un sentidohistrico y tambin conlleva un debate histrico-poltico. Una visin al pasado desde el

    presente siempre puede resultar presuntuosa a la hora de establecer lecturas crticas.

    Uno es capaz de analizar al ms mnimo detalle cada paso, cada gesto histrico, sindolos ni adulaciones. Somos capaces de discernir errores y aciertos, convirtindonos enestrategas del tiempo bajo ese encorsamiento filosfico europeo de la comprensin delmundo en base a causas y consecuencias. Existe numerosa literatura histrica y poltica

    que somete a interrogantes esta gigantesca experiencia histrica, no tanto por el tiempode su duracin sino por la trascendencia de su significado para los invisibles del mundo,

    para quienes practican el arte plebeyo de la insurreccin al poder soberano.

    Podramos detenernos a analizar si como algunos autores sostienen la revolucin deOchobre fue la ltima revolucin genuinamente obrera de la historia para

    posteriormente hablar de revoluciones de carcter popular. Esto sera someterse a latirana del campo acadmico y creo que no tiene sentido detenerse para este apartado deconclusiones. Discusiones no nos faltan. Es as como dentro de las diferentes escuelashistoriogrficas existe un enorme debate en torno a la ruptura de la legalidad y elcarcter de su legitimidad porque en las trincheras de la historia uno no puede operar enel campo de la neutralidad. Pero este no es un duelo que nos interese para este escrito.

    Podramos rendir cuentas con Largo Caballero, seguro que ms de un minero asturianose acordara de l cuando era torturado en una de las celdas una vez ya enterado decmo haba sido la verdadera historia. Otro camino a explorar podra ser el de analizarciertos errores estratgicos de los insurrectos en el campo de batalla contra la injusticia,convirtiendo la enorme complejidad que supone hacer poltica en un simple movimientoque reduce el anlisis a la poltica de la trinchera insurrecta. Con ello soloconseguiramos hacer poltica ficcin, poltica del deseo, del anhelo por esa municinque nunca lleg. No menos polmico sera el debate sobre si Ochobre fue el deseo de

    establecer una repblica de los comunes o la defensa de una repblica secuestrada poruna extrema derecha que tena ya media Europa bajo sus botas militares. Quizspodramos adentrarnos en el pensamiento postmoderno, ese que ha inundado lahistoriografa actual y hablar en trminos psicolgicos, de la ingenuidad infantil de larevolucin asturiana que establecera como nica patologa la precipitacin y por lotanto, su derrota.

    Si uno no quiere problemas con la historia y sus contradicciones, podra decantarse poridentificarse con un personaje del siglo XVIII y adoptar la pose de un amanteromntico. Podramos concluir de esta manera con un alegato heroico, sealando laimportancia histrica del acontecimiento, honrando a sus protagonistas, esos que se

    atrevieron a impugnar la historia, que tomaron el cielo por asalto.

    Podramos poner todas las emociones al servicio de los insurrectos y escribir hermosasmetforas ante una memoria histrica que nunca ha estado a la altura del acontecimiento

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    del 34 y sus protagonistas. Nada de esto me suscita inters, no porque no lo tenga sinoporque ya existe demasiada narrativa en este sentido y porque en un momento deempata histrica con aquellos protagonistas, tambin queremos comprometernos conesa rebelda insurrecta y no vamos a someternos a las causas y consecuencias de laderrota del octubre del 34 como si fusemos estudiantes de bachillerato concienciadosante una posible pregunta de examen.

    Cul es entonces la conclusin? una pregunta al presente.

    Deca Walter Benjamin que toda revolucin extrae su poesa del pasado. Por eso almargen de los debates expuestos anteriormente, al margen de las narrativas en disputa,el hecho ms significativo de octubre del 34 fue su capacidad estratgica a la hora deestablecer marcos de diagnstico. Octubre del 34 no se puede entender nicamentedesde una perspectiva estatal, desde las idiosincrasias polticas particulares sino queobedece a un campo de disputa poltica mucho ms amplia, el periodo de revolucin ycontrarrevolucin que vivi Europa en los aos 30.

    Las correspondencias entre el partido socialista avilesino y la direccin estatal es un

    buen ejemplo de ello. En esa correspondencia se insiste en el ascenso de Hitler al poderen Alemania o de Dollfus en Austria, pero sobre todo, lo que se traduce de ese anlisises la percepcin de que estn ante un cambio de poca donde el futuro se presenta parala izquierda como todo o nada. Acertadamente entienden que la llegada del fascismo aEspaa supondr la desaparicin fsica de las organizaciones obreras y con ello, unaderrota histrica para la inspiracin antagonista a favor de los desposedos. Esaintuicin poltica quedara desgraciadamente demostrada solo unos aos ms tarde conla derrota en la guerra civil.

    La virtud del Ochobre asturiano fue construir un amplio movimiento popular queapostaba por la va insurreccional, puesto que la va reformista, la legalidad democrticade la Repblica como mecanismo democrtico de expropiacin del poder en beneficiode los desposedos se demostraba incapaz de resolver las demandas populares y al igualque Alemania la democracia de la Republica de Weimar haba entrado en una crisis dergimen y de representacin que haba capitalizado polticamente el partido nazi con suascenso al poder en las elecciones en al ao 33, el movimiento obrero haba tomadonota que esa crisis de rgimen tambin se estaba desarrollando en Espaa y cuyaexpresin ms notoria ser el giro del PSOE haca la va revolucionaria liderada porLargo Caballero pero sobretodo reclamada por las Juventudes socialistas y la entrada enescena de la CEDA en el gobierno republicano fruto de esa tremenda polarizacin

    poltica entre las clases. Si la clase obrera alemana haba sido derrotada y enterrada por

    el nazismo, la insurreccin como movimiento estratgico ante la crisis deinstitucionalidad del gobierno republicano del ao 33, era el mecanismo necesario parafrenar la ofensiva fascista en Espaa.

    La otra gran virtud del Ochobreasturiano fue la capacidad para innovar polticamente.Para responder a este cambio de coyuntura o poca no se basaron en frmulasexperimentadas en el pasado sino que fueron capaces de generar una nueva cartografa

    poltica antagonista a travs de las alianzas obreras, que ser el impulso definitivo paragenerar un amplio campo popular desobediente que saldra a defender su vida a lascalles incluso antes de que el propio comit revolucionario avilesino lo anunciase. Estetexto ha sido elaborado con una doble intencionalidad. Por un lado reclamar la poltica

    de la memoria de los invisibles, de los olvidados, rescatando fragmentos de la historiaavilesina que estn ocultos en la memoria colectiva de los pueblos, pero tambin comoun ejercicio de compromiso con nuestro presente. La audacia poltica del 34 responda aun cambio de poca y aunque las analogas histricas solo pueden ser entendidas como

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    metforas temporales y no como reproducciones, la actual crisis de rgimen, larecomposicin de nuevas gramticas polticas, la certeza de que el neoliberalismo hafragmentando los nichos en que la izquierda sociabiliza su experiencia poltica, estudiaresta experiencia histrica nos puede otorgar la virtud de comprender que los cambios depoca implican nuevas estrategias contrahegemnicas a la altura del periodo que nostoca vivir. Es evidente de que la va insurreccional hoy es impensable. No reclamamos

    para el presente su experiencia histrica sino su inteligencia poltica deslegitimadora del

    orden creado por los ricos.

    Escribe Le Goff: apoderarse de la memoria y del olvido es una de las mximaspreocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y

    dominan las sociedades histricas. Los olvidos, los silencios en la historia, son

    reveladores de esos mecanismos de manipulacin histrica colectiva. La memoria

    colectiva no es solo una conquista, es un instrumento y una mira de poder

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    Bibliografa.

    -Camn, Alfonso,El Valle Negro, Imprenta Love, Gijn 1979

    - Ruiz, David,Insurreccin a la defensiva y revolucin obrera. El Octubre Espaol de1934, Labor, Barcelona 1984 .

    - Daz Nosty, B,La comuna Asturiana, Zero, Madrid 1984.

    -Juli, Santos (Coord.)El socialismo en Espaa: Desde la Fundacin del PSOE hasta1975, Fundacin Pablo Iglesias, Madrid 1986.

    - Shubert, A,Hacia la revolucin, Orgenes sociales del movimiento obrero enAsturias, 1860-1934.Crtica, Barcelona 1984.

    -Solano Palacio F.,La revolucin de octubre. Quince das de comunismo Libertario,Fundacin Anselmo Lorenzo 1994.

    -Taibo, Ignacio Paco,Asturias 1934, Ediciones Jcar. Gijn, 1980

    - Orbn Julin,Avils en el movimiento revolucionario de Asturias, Talleres la FeGijn, 1935

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    MEMORIA GRFICA DE LA REVOLUCIN DE OCTUBRE DE EN AVILS

    .

    Barricada en los Almacenes de Balsera

    Casas incendiadas en la Calle de la Cmara

    Caseta de Carabineros destruida por los huelguistas

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    Declaracin ante el juez de Jos Mara Rodrguez

    El Agadir bloqueando la entrada de la ra

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    Manifestacin del 1 de Mayo de 1934

    Casas incendiadas en la Calle Rui -Prez

    Registro como refugiado poltico en Mxico de Valentn Dintn

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    Barricada en la Avenida de Pravia

    As qued despus del ataque la Casa de Orbn

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