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C) PIERRE BOURDIEU .. ARGELIA Imágenes del desarraigo Obra concebida por Franz Schultheis y Christine Frisinghelli TRADUCCiÓN AL ESPAÑOL POR ALICIA B. GUTIÉRREZ UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA, ARGENTINA EDICIÓN PREPARADA BAJO LADIRECCIÓN DE MIGUEL J. HERNÁNDEZ M. y HUGO JOSÉ suÁREz S. EL COLEGIO DE MICHOAcAN, A.e. G) El Colegio de Michoacán r CAMERAAUSTRIA --- Egalill" RÉPUElLlQJ,JE fRAN<;AI5E ¡;g) .... > w;::",, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos

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PIERRE BOURDIEU

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ARGELIAImágenes del desarraigo

Obra concebida porFranz Schultheis y Christine Frisinghelli

TRADUCCiÓN AL ESPAÑOL POR ALICIA B. GUTIÉRREZ

UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA, ARGENTINA

EDICIÓN PREPARADA BAJO LA DIRECCIÓN DE

MIGUEL J. HERNÁNDEZ M. y HUGO JOSÉ suÁREz S.

EL COLEGIO DE MICHOAcAN, A.e.

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Bou rdieu, Pierre

Argelia: imágenes del desarraigo / Pierre Bourdieu obra concebida por

Franz SchuIrheis y Chrisrine Frisinghelli; traducción alespañol porAlicia B.

Guriérrez, edición preparada bajo la dirección de Miguel J. Hernández M. yHugo José Suárez S..-- Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacán: CameraAusrria: Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 2008.

251 p.ril., 23 cm. -- (Colección Imágenes)ISBN 978-970-679-245-7

l. Argelia - Condiciones Sociales - 1830-1962 - Exposiciones2. Fotografía - Argelia

3. Sociología y Etnología

ÍNDICE

PREFACIO A LA EDICiÓN EN ESPAÑOL 9

© Camera Austria

Kunsrhaus GrazLendkai I,A

8020 Graz, Austria

1. Schulrheis, Franz, coaur.

Il. Frisinghelli, Christine, coaur,

III. Hernández M., Miguel J., ed.

IV. Suárez S., Hugo José, ed.

Imagen de porrada: Ain Aghbell, Collo, N 6/7.

© D. R. ElColegio de Michoacán, A. C; 2008, edición en españolCentro Público de InvesrigaciónConacyr

Marrínez de Navarrere 505Las Fuentes

59699 Zamora, Michoacán

[email protected]

Centro de Esrudios Mexicanos y Cenrroamericanos, 2008Minisrere des Affa ires Érrangeres, París, Francia

Sierra Leona 330, Colonia Lomas de ChapuJrepec11000 México, D.E

Impreso y hecho en México

Printedand mndein Méxicol

ISBN 978-970-679-245-7 primera edición en españolISBN 3-900508-47-X CameraAustria, 2003

PIERRE BOURDlEU y ARGELIA.

DE LAAFINIDAD ELECTIVA A LAOBJETIVACIÓN COMPROMETIDA

Prólogo de Franz Schulrheis

FOTOGRAFfAs DE ARGELIA

GUERRA y MUTACiÓN SOCIAL EN ARGELIA

HABITUS y HÁBITAT

HOMBRES - MUJERES

CAMPESINOS DESARRAIGADOS

ECONOMfA DE LA MISERIA

DE ARGELIA A BUDA.

SECUENCIA DE IMÁGENES COMPUESTA POR PIERRE BOURDIEU

OBSERVACIONES RELATIVAS A LOS DOCUMENTOS FOTOGRÁFICOS

DE PIERRE BOURDIEU (por Christine Frisinghelli)

OBRAS DE PIERRE BOURDIEU SOBRE ARGELIA

ÍNDICE DE FOTOGRAFfAS

REFERENCIAS DE LASCITAS

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PREFACIO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL

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En América Latina, Pierre Bourdieu ha tenido un tránsito itinerantemarcado por distintos tiempos, obras y acontecimientos. Quizá suprimera incursión fue por medio del ya clásico El oficio del sociólogo,traducido por Siglo XXI en 1975, que se convirtió rápidamente en unareflexión ineludible para el mundo sociológico. En la actualidad esetexto ha sido reimpreso 25 veces con un total aproximado de 75000ejemplares. Pero sus reflexiones posteriores no fueron tan afortunadas.La distinción aparece en castellano -en España por Taurus y con unprecio elevado- una década más tarde de que lo hiciera en Francia; Elsentido práctico -por la misma casa editorial- es accesible al público his­pano en 1991. Y así, como cuentagotas, fueron editados en castellanovarios títulos.

Un nuevo impulso sucedió luego de las apariciones públicas deBourdieu en apoyo de los movimientos sociales y contra el neolibera­lismo en el transcurso de los 90. Una cascada de libros fueron publica­dos entonces con mayor fluidez: Contraftegos en 1999 (al año siguientede laversión francesa); La miseria delmundo fue editado por elFondo deCultura Económica en 1999 (a seis años de la original); Respuestas. Poruna antropología reflexiva apareció en1995 (tres años después). Ya parafinales de la década, aparecieron una gran cantidad de títulos en variaseditoriales españolas y latinoamericanas; hoy se puede conseguir unabuena parte de su obra en nuestra lengua. Además, se han escrito unaserie de libros que buscan vincular su teoría con esta sociedad.

Sin embargo, paradójicamente las reflexiones de Bourdieu quetienen mayor relación con la realidad en nuestro continente (realidad

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que nunca abordó de manera directa), fueron traducidas muy tarde,casi tímidamente. Me refiero, por supuesto, al Bourdieu que mira y viveArgelia.

Argelia en la vida intelectual de Bourdieu es de fundamental impor­tancia. Recordemos que se traslada a ese país de 1955 a 1960 para cum­plir con su servicio militar y le toca vivir el proceso de liberación. Comose podrá apreciar en las páginas de este libro, es cuando el sociólogo seconstruye y gesta su primer habitus científico. Ante las duras condicio­nes sociales, Bourdieu debe realizar múltiples rupturas y conversiones,analíticas y disciplinarias, que le permitan dar cuenta de lo que tenía enfrente. Conceptos clave de su sistema teórico -como habitus, reflexi­vidad, correspondencia, etc.- nacen en ese particular COntexto. Es ahícuando aprende a observar lo social de manera distinta, autónoma,creativa.

Ante Argelia encendida, Bourdieu se pregunta: ¿cómo se vive latransición de una sociedad esencialmente rural hacia una racionalidadeconómica de mercado? ¿Qué implicaciones analíticas tiene el proceso?y sostiene que "un sistema económico supone la existencia de un sis­tema determinado de actitudes Conrespecto al mundo y Conrespecto altiempo";1 existe una correspondencia entre las estructuras económicas ylas estructuras simbólicas, sea capitalista o precapitalista, yeso es lo queestá en juego en el país.

Años más tarde, en La miseria del mundo, Bourdieu sostiene que lasituación de Argelia de los 50 es similar a la de Francia de los 90. Peropodemos empujar más el argumento. Sus observaciones sobre aquellasociedad tienen un paralelo remarcable con la experiencia latinoame­ricana, que vivió el desencuentro entre un proyecto de modernizacióna ultranza con culturas rurales profundamente arraigadas. El desfaseentre una estructura de conciencia vinculada a lógicas rurales e indíge­nas y la racionalidad económica capitalista -o neoliberal en las últimasdécadas- fue y es uno de los temas analíticos ineludibles para cualquierlectura de lo social en el continente. ¿No hubiera sido útil tener acceso ala\ primeras reflexiones de Bourdieu para tender los puentes entre socie-

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dades con extraordinarias coincidencias? ¿Cómo explicar que recién enel año 2006 se publique en castellano el texto Argelia 60?

La edición en castellano de Argelia. Imágenes del desarraigo tiene laintención de saldar algo de aquella deuda y construir los puentes necesa­rios entre teorías y contextos.

Como se verá a continuación esta obra muestra otra faceta de PierreBourdieu: su relación con la fotografía, relación compuesta por dosentradas, por un lado, la que se analiza como producto cultural, y porotro la utilizada como herramienta de trabajo para la investigación.

En su texto Lafotografia, un arte intermedio (investigación finan­ciada por Kodak y publicada por primera vez en 1965), el autorreflexiona sobre cómo y por qué la fotografía puede ser objeto de inves­tigación sociológica. La foto, afirma, no debe ser vista en "sí misma ypor si misma? sino como un producto resultado de un grupo queocupa un lugar en la estructura social. El uso de la foto responde a fun­ciones y necesidades sociales predeterminadas: "la imagen fotográfica,esa invención insólita que hubiera podido desconcertar o inquietar, seintroduce muy temprano y se impone muy rápidamente (entre 1905 y1914) porque viene a llenar funciones que preexistían a su aparición:la solemnizacion y la eternización de un tiempo importante de la vidacolectiva"."

Bourdieu analiza la fotografía como un producto que llevael sello devalores estéticos y éticos que pertenecen a un grupo determinado que,de la "infinidad teórica de fotografías técnicamente posibles ... selec­ciona una gama finita y definida de sujetos, géneros y composiciones". 4

La foto así expresa, por mediación del ethos, "las intenciones explícitasde quien la ha tomado, el sistema de esquemas de percepción de pen­samiento y apreciación común a todo un grupO".5 En este sentido,ninguna foto es casual, pues "nada puedeser fotografiado fuera de lo quedebe serlo".6

Cualquier imagen, sea fotografía popular, profesional o familiar,posee significaciones -unas explícitas y otras implícitas- que respondenal grupo que es responsable de ella. Bourdieu pone énfasis en el hechode que las condiciones objetivas en las cuales se inserta una claseson las

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TESIS
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que delimitan el escenario de lo posible, lo imposible, lo pertinente y loque debe o no ser tomado en cuenta.

Pero como dijimos, la relación de Bourdieu con la fotografía no serestringe a estudiarla sociológicamente, sino que, como sociólogo, haceuso de ella, y este libro es su testimonio. En las páginas que siguen podre­mos ver la mirada del investigador que observa lo social con cámara enmano. La organización del propio texto, concebido y organizado porFranz Schultheis y Christine Frisinghelli, tiene la intención de mostrarla correspondencia entre su mirada y su inquietud académica, por ellose ofrecen fotos con reflexiones científicas de distintos momentos de suproducción.

La mirada de las fotos de Bourdieu nos dibuja sus búsquedas inte­

lectuales: toma a hombres y mujeres en sus lugares de trabajo, niñostrabajando o jugando, conjuntos habitacionales en el campo, campesi­nos, animales y caminos, bares, afiches, mensajes pintados en el suelo,

lugares públicos, paisajes urbanos y rurales. En suma: el espacio social

argelino.En una foto una niña teje una canasta, en otra cuida a sus hermanos

menores; adelante unos niños juegan y otros trabajan recolectandoagua, vendiendo periódicos o lustrando zapatos; todavía más adelante,ahora niños bien vestidos de clase alta, disfrutan de helados o se divier­

ten en un carrusel. ¿Qué pretende mostrar Bourdieu? ¿La formación delhabitus de género y de clase desde los primeros años de vida?

En una foto, una mujer cubierta entera de blanco -hasta el rostroy la cabeza sólo enseñando los brazos- va por la avenida en una motoen la ciudad. Adelante, un hombre de origen rural utiliza una máquina

de coser de pedal. En el bar comparten la barra cuatro mujeres y unhombre, todos tomando café, ellas cubiertas hasta el rostro y él vestidode militar; otra pareja igualmente vestida, ahora con un bebé en brazos,se pasea en la ciudad: la criatura es cargada por el hombre de traje.¿Cuáles las fronteras de los roles sociales? ¿Cómo definirlos?

Una serie de imágenes muestran el desfase entre la sociedad capita­lista "moderna' y las formas tradicionales argelinas. Una tienda ambu­lante de pequeños productos se sitúa frente a un cartel de cigarrillos

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"Bastos" que promueven "el gusto francés"; una mujer vestida de blancoy con una canasta en la cabeza, pasa por la vitrina de una tienda queofrece refrigeradores, televisores y radios; unos niños miran un negociode juguetes "DinkyToys" que tiene un perro vaquero que les devuelve lamirada; otros adolescentes observan una vitrina de comics: Fantax, OldBridger, Back john, Tótem... ¿Cómo se transforman las estructurasmentales con la introducción de productos de consumo foráneos?

De por medio, las fotos de la guerra: un afiche que sugiere "prote­gerse de los asesinos"; un anuncio de Kodak cubierto con panfletos quedicen "todos unidos votemos", "por un futuro mejor"; un coche al ladode un tanque en la carretera; niños paseando al lado de una barricada

de alambre de púas. En esas condiciones de agitación social, ¿cuál es laposición del sociólogo? ¿Qué implicaciones epistemológicas tiene inves­tigar en momentos donde se arriesga la vida?

Las fotos tomadas en un contexto de investigación, nos enseñaBourdieu, son inseparables de la reflexión misma; las imágenes captadassociológicamente no complementan: argumentan, razonan, explican.

Sirvan las páginas que siguen para recordar a Pierre Bourdieu, cuyaobra tiene bien ganado un lugar en la inmortalidad.

Hugo José Suárez

1 Bourdieu, Pierre, Travai/et trauailleurs en A/gérie (con A. Darbel, J.-P. River y C. Seibel), Mouton,París-la Haya, 1963, pp. 24 - 25.

2 Bourdieu, Pierre (comp.), La¡Vtografia. Un arte intermedio, México, Nueva Imagen, 1979, p. 42.3 Ibid., p. 39.4 [bid., p. 22.5 [bid, p.67.6 Ibid., p. 44.

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NOTA DE LOS RESPONSABLES DE LA EDICIÓNEN ESPAÑOL

La publicación de esta primera edición en castellano de Argelia. Imágenesdeldesarraigo ha sido el resultado del esfuerzo colectivo que involucró aEl Colegio de Michoacán, Cámara Austria, la Fundación Pierre Bour­dieu y el Centre d'Études Mexicaines et Centramericaines (CEMCA).

Gracias a Franz Schulrheis, presidente de la Fundación Pierre Bourdieuy a Christine Frisinghelli de Camera Austria fueron concedidos losderechos al Colegio de Michoacán para realizar este proyecto editorial,mismo que fue apoyado con entusiasmo por Odile Hoffmann, direc­tora del CEMCA para colaborar en su coedición.

La traducción de la versión en francés de Pierre Bourdieu. Imagesd'Algerie" al español la realizó Alicia B. Gutiérrez de la Universidad deCórdoba, Argentina, a quien debemos un especial reconocimiento porsu generosidad y calidad profesional en esta empresa. Cabe aclarar quela edición en alemán de Pierre Bourdieu In Algerien. Zeugnisse der Ent­wurzelung fue la que sirvió de modelo para organizar la edición de lassecciones y fotografías de la versión en castellano.

Miguel J. Hernández MadridHugo José SuárezSuárez

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• Pierre Bourdieu, ¡magrs d'Algrrir. Uneaffinitéé!rctilJr, Francia, Acrés Sud/Fondarion Líber/CameraAustria. 2003.

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PIERRE BOURDIEU y ARGELIADE LAAFINIDAD ELECTIVA

A LA OBJETIVACIÓN COMPROMETIDA

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"La mirada de etnólogo comprensivo que he asumido sobre Argelia, hepodido asumirla sobre mí mismo, sobre la gente de mi país, sobre misparientes, sobre el acento de mi padre, de mi madre y recuperar todoesto sin drama, lo que es uno de los grandes problemas de los intelectua­les desarraigados, encerrados en la alternativa del populismo o, al con­trario, de la vergüenza de sí ligada al racismo de clase. He podido asumirsobre gente tan semejante a los kabiles, gente con quien he pasado miinfancia, la mirada de comprensión obligada que define la disciplinaetnológica. La práctica de la fotografía, en primer lugar en Argelia, luegoen Béarn, ha contribuido mucho sin duda, acompañándola, a esta con­versión de la mirada que suponía -creo que el término no es demasiadofuerte-, una verdadera conversión. La fotografía es, en efecto, una mani­festación de la distancia del observador que registra y que no olvida queregistra (10 que no siempre es fácil en las situaciones familiares, como elbaile), pero supone también toda la proximidad de lo familiar, atento ysensible a los detalles imperceptibles que la familiaridad le permite y leordena aprehender e interpretar en-el-campo (¿no sedice de alguien quese conduce bien, amistosamente, que es 'atento'i}, a todo aquello infini­tamente pequeño de la práctica que escapa frecuentemente al etnólogomás atento. Está ligada a la relación que no he dejado de mantener conmi objeto, del que jamás olvidé que se trataba de personas, sobre lascuales sostenía una mirada que llamaría gustosamente, si no temiera elridículo, afectuosa, y, frecuentemente, tierna". 1

Las fotografías tomadas por Pierre Bourdieu durante sus investigacio­nes etnológicas y sociológicas en Argelia, en el momento mismo de laguerra de liberación, nos permiten compartir su mirada sobre el mundo

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social bajo otro ángulo. Escondidas cuatro décadas entre cartones, estasfotografías dan testimonio de un viaje iniciático y de una conversiónprofunda que se encuentra en el origen de una trayectoria científica eintelectual extraordinaria.

En Argelia, país sacudido por una guerra anticolonial particular­mente violenta y desgarrado por anacronismos y contradicciones exa­cerbadas, se afirma, a finales de la década de 1950, la vocación de PierreBourdieu por el oficio de sociólogo. En ese "laboratorio social" gigante,como él mismo lo designa, se someterá cada vez más consciente y metó­dicamente, a una conversión radical, basada en un largo y lento trabajoen el sentido cuasi analítico del término, sobre el habitus de filósofo quesus maestros de la Escuela Normal Superior de París habían intentadoinculcarle. Frente a la situación de crisis y a los peligros realesencontra­dos durante sus años argelinos, el rechazo profundo al punto de vistaescolástico experimentado por el joven Pierre Bourdieu y su inaptitudpara "hacerse el filósofo", encontrarán una solución durable, bajo laforma de una conversión de la mirada sobre el mundo social.

CONTEXTO DE EMERGENCIA DE UNA MIRADA SOCIOLÓGICA

Esta experiencia argelina es, en buena parte, fundadora de la aproxima­ción teórica y empírica del mundo social que él desarrollará, al modode un autodidacto, en las condiciones de urgencia y de peligro que sepueden imaginar. En ese clima de violencia física y simbólica, el jovenPierre Bourdieu forja las armas conceptuales y las herramientas metodo­lógicas que le servirán in situ, y más tarde en Francia, para construir unateoría completa y coherente del mundo social y para ponerla a pruebaen los terrenos de investigación más diversos. Sociedad esencialmenterural, todavía profundamente arraigada en sus tradiciones, según lascuales la lógica del intercambio estaba siempre, en buena parte, fundadasobre el honor y una "ética de hermano" (Weber), Argelia parecía opo­nerse en todo punto al espíritu utilitarista del homo economicus y a suracionalidad unidimensional ("los negocios son los negocios"). Bajo la

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colonización francesa, la introducción brutal de principios económicosextraños en todos los sentidos del término (destrucción rápida de unmodo de producción agrario y de los lazos de solidaridad tradicionalesque lo acompañan, precariedad económica y social, desarraigo geográ­fico y cultural) hacía de la sociedad argelina de la época un terreno deobservación sociológica particularmente rico a quien osaba plantearpreguntas del tipo: ¿Qué ocurre con una sociedad cuando debe hacerfrente a nuevas situaciones económicas y sociales que contradicen todaslas reglasde juego establecidas desde generaciones atrás? ¿Cómo el habi­tus económico tradicional limita el campo de los posibles de los actoreseconómicos encerrados en su lógica y de qué manera pre-estructura loque les es pensable o impensable? ¿Cuáles son lascondiciones económi­casdel accesoa la racionalidad económica? ¿Qué significan los términos"crédito" o "ahorro" en tal contexto?

El joven Pierre Bourdieu las plantea con una madurez teórica asom­brosa, traduciendo así las interrogaciones filosóficas que se había plan­teado durante sus estudios en la Escuela Normal Superior en preguntasde sociólogo empíricamente verificables. Su competencia filosófica seinvertía en el análisis de las interdependencias entre estructuras econó­micas y estructuras temporales, su interés por una fenomenología delas estructuras afectivas, objeto de su proyecto de tesis de doctorado,se concreta en el análisis de las formas de sufrimiento que resulta de laconfrontación entre estructuras mentales y afectivas -el habitus de losactores sociales- y las estructuras económicas y sociales impuestas porla sociedad colonial. Repetidas veces, Pierre Bourdieu ha señalado elestado de efervescenciay de agitación permanentes en el cual se encon­traba durante esos años de investigación.

UN SOCIÓLOGO DE CIRCUNSTANCIAS

Sintiéndose totalmente desposeído frente a este inmenso laboratoriosocial, en un estado de guerra que hacía del terreno una verdadera aven­tura, se lanzó inevitablemente al trabajo, experimentando y utilizando

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todas las técnicas de investigación etnológica y sociológicas posibles. Dela observación participante a la entrevista en profundidad, de la recons­trucción del sistema de parentesco al análisis del espacio doméstico,pasando por el de las visiones y divisiones cosmológicas del mundo, dela encuesta estadística llevada a cabo con sus amigos que trabajan en elInstitut Nacional de la Estatistique et des Études Économiques (IN5EE)

a los estudios de presupuestos de los hogares, de la observación de lasformas de división del trabajo y de los tipos de dominación masculinaque les corresponden al análisis de la lógica del intercambio de dones,de la puesta a punto de esbozos topográficos al uso sistemático de lafotografía como medio de documentación y de testimonio, todas lastécnicas de investigación, todos los procesos metodológicos, han sidoconvocados al servicio de un infatigable trabajo en terreno. Tomabala motivación y la energía de dos fuentes complementarias. Resueltoadversario del colonialismo francés y de la opresión militar, Pierre Bour­dieu inscribía sus investigaciones en una gestión radicalmente política ycomprometida: quería dar testimonio de todo lo que veía, comprenderun mundo social desorientado y atravesado por contradicciones yana­cronismos. Frente a la violencia insoportable de lo que observaba, ladistancia reflexivay una postura que más tarde llamará la "objetivaciónparticipante" le permitían no caer en la desesperación.

A esta objetivación comprometida corresponde su manera derecurrir al objetivo fotográfico: materializar las observaciones y memo­rizarlas. Pero estas imágenes de Argelia, tales como puede vérselas en laactualidad, han adquirido otra función, pues pueden servir de espejo.Lassociedades contemporáneas están confrontadas a una radicalizaciónneoliberal brutal del capitalismo y de su lógica mercantil. Estas fotogra­fías contribuyen, a través de los índices sociológicamente pertinentesque muestran, a una mejor comprensión de las apuestas y de los efectosde las conmociones económicas y sociales que afectan a categorías cadavez más amplias de la población. Éstas están igualmente confrontadascon un nuevo modo de funcionamiento económico que exige manode obra perfectamente flexible, móvil, sin historias y sin ataduras,incompatibles con sus disposiciones cognitivas y éticas. El paralelo entre

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objetivación participante
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el campesino "des-campesinado" de Kabilia yel asalariado "des-asala­riado" de las sociedades capitalistas contemporáneas deviene evidente:basta con comparar los testimonios presentados en la obra colectivadirigida por Pierre Bourdieu titulada La miséredu monde [La miseriadel mundo] con los testimonios reunidos en las obras publicadas, hacecuatro décadas ya, bajo los títulos Trauail et trauailleurs en Algérie [Yra­bajo y trabajadores en Argelia] y Le Déracinement[ElDesarraigo]. Y hayque creer a Pierre Bourdieu cuando observaba, hacia el final de su vida,hablando de esasinvestigaciones argelinas: "se trata de mi obra más anti­gua y, a la vez, más actual" .

Es hablar de la actualidad social y política de estas imágenes; actua­lidad hecha posible gracias a la objetivación sociológica que permitíael uso militante de la fotografía. Estas fotografías son por primera vezreunidas en un volumen -si se hiciera abstracción de las que han sidoutilizadas para ilustrar las obras precedentes de Pierre Bourdieu sobreArgelia-. Uno encuentra allí esa mirada, una mirada sociológica queconforma su unidad. Pero también una mirada política. Como variasveces lo ha señalado Pierre Bourdieu durante nuestras entrevistas, élconcebía estas fotografías como una forma de compromiso político yno solamente como un testimonio: ver para hacer ver, comprender parahacercomprendeL

IMAGENES DE ARGELIA: UN LIBRO - UNA EXPOSICIÓN

Para terminar esta introducción, parece útil evocar rápidamente lasetapas de la realización de este proyecto. En 1999, luego de la prepara­ción en lengua alemana del libro A/gérie 6(j2 [Argelia 60], Pierre Bour­dieu me habló de sus trabajos etnológicos y sociológicos en Argelia haciafinales de la década de 1950, así como de las centenas de fotografías queentonces había tomado. Luego de una serie de entrevistas sobre aquellaépoca, y sobre el rol clave de su experiencia argelina en el nacimientode su teoría del mundo social, me mostró finalmente algunas centenasde ellas; las otras, alrededor de medio millón según su estimación, se

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Mirada sociológica y política
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habían perdido luego de diversas mudanzas. Observando elgran interésque tenía sobre ellas, en mi tentativa de reconstruir esta experiencia,me dio finalmente su acuerdo para hacerlas públicas, bajo la forma deuna exposición y de un libro, a pesar de las dudas y de las reticenciasque había que esperar cuando uno conoce la modestia y la timidezde Pierre Bourdieu." Hemos encontrado en la revista internacionalde fotografía Camera Austria un compañero ideal. En efecto, CameraAustriadisponía de todos los recursos en elcampo del arte fotográfico yya había publicado entrevistas con Pierre Bourdieu. Éste debía jugar elrol de una suerte de informante etnográfico, comentando las fotografíasen el orden, a la vez cronológico, geográfico y temático, que sirven desoporte de la memoria para comenzar una empresa de historia oral. Sibien Pierre Bourdieu pudo acompañar este proyecto hasta el otoño de2001, se tuvo que, desgraciadamente, terminar el trabajo en su ausen­cia, intentando permanecer lo más cercanamente posible al sentidoque él le daba y sin traicionarlo demasiado. Presentamos este trabajoal público bajo la forma de un libro y de una exposición en el Institutodel Mundo Árabe, inaugurada el 23 de enero de 2003, un año despuésde su desaparición, para rendirle homenaje y decir que él está más quenunca presente entre nosotros.

FRANZ SCHULTHEIS

1 Extracto tomado de Pierre Bourdieu: Ein soziologiscber Selbstl'ermch. Frankfurr, Suhrkamp. 2002.

2 Pierre Bourdieu, Diezuuei GesiclJter derArbeit,UniversitJtsverlag Konsranz, Consrance, 2000.

.3Tenemos mucho <¡ue agradecer a las personas <¡ue han contribuido en las diferentes etapas de lareali­

zación de este proyecto, gracias a sus competencias ya su apoyo práctico. Gracias a Sallah Bouhedja,

Andrea Buss-Notrer. Pierre Caries, Christian Ghasarian, Marc-Olivier Gonserh, jaques Hainard,

Melk Imboden, Perer Scheilfele, Eva Schrey, Anna Schlosser, Thierry Wendling, Tassadir, Yassine,Nicola Yazgi.Gracias también a Remi Lenoir por su lectura crítica del manuscrito de este texto y suspertinentes sugerencias.

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FOTOGRAFíAS DEARGELIA

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Entrevista con Pierre Bourdieu del 26 de junio de 2001, en el College deFrance, por Franz Schultheis. 1

PranzSchultheis: En el momentoen que nos hadado acceso a lasfotograflasque ha tomado durante su estancia en Argelia-encerradas entre cartonesdurante cuarentaaños-, usted nos ha concedido, al mismo tiempo, unaentrevista sobre el uso de lafotografla en el marco desustrabajos de terrenoetnogrdjicos y de sus investigaciones sociológicas in situ. Comencemos poruna pregunta muy prosaica. ¿Cudl erael aparato que utilizó para tomarestasfotos deArgelia?

Pierre Bourdieu: Era un aparato que había comprado en Alemania.Era un Zeiss IkoRex. Ese aparato se rompió durante mi viaje a EstadosUnidos en la década de 1970, y lo he echado mucho de menos, mucho.Cuando tengo tiempo, voy a ver en las tiendas de ocasión si encuentroel mismo, y repetidas veces me han dicho que no existe más. Los ZeissIkoRex eran tecnología alemana de punta en aquella época. Lo habíacomprado in situ. Debía ser el primer año en el que tenía dinero paramí (había sido nombrado profesor en 1955), por otra parte, creo quelo pasé de contrabando... Tenía una lente extraordinaria, es la razón porla cual era tan caro, si no estaba el modelo Rolleifex clásico, con el visoren el cuerpo... Era muy útil para mí porque en Argelia había situacionesen las cuales era delicado tomar fotografías y yo podía fotografiar sinser visto. Por ejemplo, tuve también una Leica, tenía amigos fotógrafosprofesionales en Argelia a quienes pedía consejos, porque uno de losproblemas de Argelia, es que la luz es muy, muy blanca, muy brutal,muy fuerte, yeso borra completamente la imagen, por lo tanto estabaobligado a consultar. Lamayor parte de estos amigos, pues, utilizaban laLeica, que era el aparato de los profesionales, pero que supone que uno

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trabaja frente a la persona fotografiada. Con frecuencia, eso no era posi­ble: si, por ejemplo, se fotografiaban mujeres en un país en el que eso noestá muy bien visto, etcétera.

En ciertos casos, he pedido autorización, por ejemplo, cuandoestaba en terreno en la región de Colla o en la región de Orléansville.Allí evidentemente, tomaba muchas fotos y la gente estaba muy con­tenta. Por ejemplo, allí hay una serie de fotos sobre una circuncisión,que son bastante dramáticas por otra parte, y las he tomado a pedido delpadre de familia, que me dijo: "Venga a fotografiar". Era un medio deintroducirme y de ser bien recibido. Enviaba luego las fotos a la gente.

¿Ustedmismo lasha revelado?

He comprado un equipo para revelar,pero solamente mucho más tarde,porque todos mis amigos fotógrafos me decían: un verdadero fotógrafoes alguien que revelaél mismo, es en el revelado donde se ve la calidad yse puede trabajar, se pueden hacer retoques. En la época no podía, perotenía un laboratorio en Argelia donde podía pedir casi lo que queríamandaba hacer placas de prueba, imágenes en pequeño, y luego pedíacosas más elaboradas discutiendo con el encargado. Como yo hacíamuchas fotos, le interesaba, y por eso, le dejaba hacer, pero intentabacontrolar, así, así.

En cierto modo, de arranque, ustedya eraun enamorado de lafltografla, legustabahacereso; durante su estancia, ¿teníaelproyecto de servirse sistemá­ticamentede lafltografla?¿Ése eraun proyecto?

Sé que le he concedido allí mucha importancia. Había comprado cua­dernos de dibujo en los cuales pegaba negativos y, por otra parte, teníacajas de zapatos en las que clasificaba las películas: había compradopequeños sobres de celuloide donde metía las fotos, indicaba un númerosotre el sobre y los números correspondían al cuaderno en el cual esta­ban los negativos. Tenía muchos allí. Tenía un problema: ¿guardo todas

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las películas? He tenido tendencia a guardar mucho porque tenía siem­pre dos funciones.Estaba la función documental: hay casosen que tomaba fotografías parapoder recordar, para hacer luego descripciones, o bien objetos que nopodía llevarme y que fotografiaba; en otros casos, era una manera demirar. Hay una sociología espontánea de la pequeña burguesía (es elcaso, por ejemplo, de tal pequeño escritor pequeño burgués: en Fran­cia, Daninos) que ridiculiza a la gente que parte con un aparato enbandolera a hacer turismo y que, finalmente, no miran los paisajes quefotografían. Siempre pensé que eso es racismo de clase. En todo caso,por mi parte, era un modo de intensificar mi mirada, miraba mucho

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mejor, y luego, con frecuencia, constituía una entrada en materia. Heacompañado a fotógrafos en sus reportajes y veía que no se dirigían deltodo a la gente que fotografiaban, no sabían prácticamente nada sobreellos. Había, pues, muchos tipos de fotografías: fotografiaba una lám­para de casamiento para poder analizar luego cómo estaba hecha, o unmolinillo de granos, etc.

En segundo lugar, fotografiaba cosas que me parecían bellas, amabamucho ese país, estaba en un estado de extrema exaltación afectiva y

tomaba fotos de cosas que me gustaban. Todavía veo una foto en la quehabía una pequeña niña con trenzas y con su pequeña hermana alIado,se habría dicho una pequeña virgen alemana del siglo XV; o bien, hayotra que me gusta mucho, es también una pequeña niña, recuerdo queestaba al borde de un suburbio, medía ochenta centímetros y llevaba,pegada contra su vientre, una hogaza de pan que acababa de ir a buscar

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y que era casi tan grande como ella. Era muy sobria, se destacaba sobreun muro blanco.

¿A partir de qué momento comenzó a hacerfotos sistemáticamente?¿Des­pués de su servicio militar?

~í, así es, era en la década de 1960: tuve la idea de tomar fotos desituaciones que me impactaban mucho porque mezclaban realidadesdisonantes. Hay una que me gusta particularmente: es una foto quetomé un día de mucho sol, en pleno verano, en Orléansville, uno de los

lugares más calurosos de Argelia. donde hay una valla publicitaria deuna auto-escuela con una ruta que serpentea en medio de los pinos y,justo alIado, una publicidad para Frigidaire. Esta especie de mezcla meemocionaba. Otra que puse en la cubierta del libro Algérie60,2 para mí,era también muy típica.

Son dos hombres con turbante, árabes a la antigua, que estánsentados sobre el estribo de un automóvil (se ve mi automóvil, un Re­nault Dauphine, que está estacionado un poco más lejos) y que estánhablando muy seriamente.

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La cuestión que seplantea cuando uno mira esas fotos es la siguiente: se veque no sonfotos turísticas, sinofotos que están dirigidas o montadas. Hayuna orientación específica, usteddecía que tomaba unafotopara objetivar,para tomar una distancia oparaponersefuera del tiempodurante un brevemomento. Por lo tanto, es totalmente lógico pensar que h!!:1 unarelaciáni'!tr~nJeca entreel modo de objetivara través de la miradafotográfica y laaproximación etnológica que ustedestaba construyendo, y los dos ojos, el ojodeletnólogo, delantropólogo, y elojo delfotógrafo, deben teneruna afinidadelectiva.

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Sí, sin duda, usted tiene razón. En los dos casos había esta especie derelación, a la vez bbjetivante y afectuosa, a la vez distante y próxima,algo así como lo gliese entiende por el humor. Hay toda una serie defotos que he tomado en la región de Collo, en una situación bastantedramática en la que yo estaba bajo el control de gente que tenía eldere­d10de vida y de muerte sobre mí y sobre los que estaban conmigo, todauna serie de fotos donde la gente está bajo un gran olivo, discutiendo ybebiendo café. Hacer fotografías era un modo de decirles: "Me intereso

en ustedes, estoy con ustedes, escucho sus historias, voy a testimoniarsobre lo que ustedes viven".

Hay, por ejemplo, toda una serie de fotos, no tienen nada de esté­tico, que he tomado en un lugar que se llama Nn Aghbel, y tambiénen otro que se llamaba Kerkera: los militares habían juntado genteque hasta entonces vivía dispersa en las montañas, en alineacionesde casas al modo de un castrum romano, y yo había partido solo, apie, a la montaña, contra la opinión de mis amigos, hacia los pueblosdestruidos, y había encontrado casas a las cuales se les había quitado el

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techo para obligar a la gente a partir, No habían sido quemadas pero noestaban más habitables y ahí adentro había tinajas (era algo que habíacomenzado a estudiar en otro pueblo, en Ain Aghbel: hay sitios dondetodo lo que uno llamaría el mobiliario, era de tierra, fabricado, mode­lado por las mujeres) que se llaman en Kabilia los aqoufts, esas grandestinajas en las cuales se mete el grano, decoradas con dibujos, que repre­sentan con frecuencia serpientes, porque la serpiente es un sím!>?~deresurrección.

y por ello, estaba muy feliz de poder fotografiarlas, a pesar de ladesolación de la situación, yeso es muy contradictorio. He podido

tomar fotos de esas casas y de esos muebles inmóviles gracias al hechode que allí no había techo ... Esto era bastante típico de mi experiencia,que era bastante extraordinaria: estaba a la vez muy conmovido, muysensible al sufrimiento de toda esta gente, y, al mismo tiempo, habíatambién una distancia del observador, que se manifestaba en el hecho-..de tomar fotos. He pensado en todo esto leyendo a Germaine Tillan,etnóloga que ha trabajado en los Ames, otra región de Argelia, y quecuenta -en su libro Ravensbrück- que, en el campo, ella veía morir a lagente y que ponía una muesca cada vez que había un muerto. Hacía su

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--trabajo de etnóloga profesional y dice que eso le ayudaba a sostenerse.y yo pensaba en eso, me decía que era un tipo raro: estaba allá, en esepueblo donde hay un olivar, un sitio donde la gente, el primer día denuestra llegada -no el primer día, es el segundo día, el primero, eramás dramático, no lo cuento, era algo de parhos heroico-, por lo tanto,el segundo día, la gente comenzaba a decir: "Yo tenía esto, yo teníaaquello, yo tenía diez cabras, yo tenía tres carneros", decían todos losvalores que habían perdido y yo estaba con otros tres y anotaba todo loque podía. Registraba eldesastre y,al mismo tiempo, con una suerte deirresponsabilidad -eso es verdaderamente la irresponsabilidad escolás­tica, me di cuenta de ello retrospectivamente-, tenía en la cabeza estu­diar todo esto, con las técnicas de las que disponía -me decía sin cesar:"Mi pobre Bourdieu, con los pobres instrumentos que tienes, no estás ala altura, sería necesario saber todo, comprender todo, el psicoanálisis,la economía"; implementé tests de Rorschach; hacía todo lo que podíapara intentar comprender -y, al mismo tiempo, tenía en la cabeza laintención de recolectar los rituales, los ritos del primer día de prima­vera, por ejemplo. Y esa gente me COntó historias, historias de ogros yde juegos a los cuales se han puesto a jugar: habían tomado olivas enel olivar encima de ellos, olivas no totalmente maduras, era un juego,uno tira las olivas, debe recuperarlas sobre el dorso de la mano y segúnel número de olivas perdidas, se tiene derecho a tres o cuatro golpescon los dedos. Bajo ese olivar he interrogado a esos tipos que teníanentre treinta y cincuenta afias, y algunos de los cuales tenían un fusiloculto bajo su chilaba, se pusieron a jugar (si se perdieron dos, hay ungolpe con dos dedos, tres, tres dedos, erc.) y pegaban muy, muy fuerte,jugaban como niños. Es típico de mi relación con ese país. Hablar demanera justa de todo eso, era muy difícil: no eran en absoluto camposde concentración. Era dramático, pero no como se lo decía. Yo obser­vaba todo eso, que era realmente tan complicado jtan por encima demis medios! Cuando me contaban -a veces estuve dos o tres días segui­dos para comprender nombres de lugares o de tribus complicados,c~fras de las pérdidas de ganado, de bienes-, estaba sumergido, puestodo era bueno para tomar, y la foto, era eso, una manera de intentar,42

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afrontar el choque de una realidad agobiante. En un centro verdade­ramente cercano de allí, que se llamaba Kerkera, un centro enorme,implantado en una gran llanura pantanosa que la gente del país no

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Por lo tanto, desde luego son importantes esos soportesde memoria, y sería

necesariover si en un segundo momento...

cultivaba porque no tenían ni arados ni yuntas lo suficientementepotentes, se había instalado gente allá, era inmenso, dos mil, tres milpersonas, era trágico, esta especie de suburbio sin ciudad y allá pues,hice la cosa más loca de mi vida: una encuesta de consumo a la maneradel INSEE'} (una encuesta de consumo es muy pesada, usted llega conun cuestionario y dice: "Ayer, ¿qué es lo que usted ha comprado?".Velas, pan, zanahorias, usted enumera y pone sí, no, usted vuelve apasar dos días después y una tercera vez). Era un trabajo enorme -yono estaba solo, éramos tres o cuatro-s. organizar y realizar semejanteencuesta en una situación tan difícil; de esta encuesta no ha salido nadaextraordinario, si no que en esta población, que tenía la apariencia deestar completamente abrumada, homogeneizada, nivelada, reducida alúltimo grado de la miseria, uno encontraba una distribución normal,estaban todas las diferencias que uno encuentra en una población ordi­naria, una dispersión normal.

Cuando uno Lo escucha, tiene la impresión de que usted no ha seguido un

proyecto concreto, usted quería ir un poco por todas partesy hacer toda lasociologíaen poco tiempo.

Sí, pero ¿cómo hacerlo de otro modo? ¿Cómo quiere usted, antealgo como eso, una realidad tan agobiante, apremiante? Evidentemente,estaba el peligro de dejarme sumergir y de hacer una crónica alucinadadonde hubiera contado todo. Ése es uno de los grandes errores quecometí, no tuve un diario, tenía fragmentos de notas desordenadas. Hayque decirlo, era duro; no había tiempo, era fatigante.

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Para volver una vez más a esta cuestión de la mirada, loaftctivo está en elcentro mismo, y luego, está el corte, que cuenta mucho para usted, un corte

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Hubiera sido necesario ... pero yo no tenía la íuerza, trabajaba, era ini­maginable, desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde, Sayadera el único que resistía, los otros estábamos todos reventados, era muy,

muy duro.\1

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Sí, yo puedo decir: "Ésta, era en Orléansville, ésta era en Cheraía"...

Pregunta concreta: si usted no tenía diario, teóricamente, estoy casi

seguro que viendo fotos, usted flega a re-situar todo y de manera bastante

confiable, y puede certeramente decir, viendo tal niña sentada en la tierra:"Eraallá': ¿no?Pues son soportesde memoria muy. ..

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que atraviesa un mundo que está en vías de desaparecer bajo susformasconocidas y habituales, y un nuevo mundo que se impone muy rápida­mente. Por lo tanto, la no-contemporaneidadde los objetos. En el libroTrabajo y trabajadores en Argelia," loque estructura la miradasociológicaparece serel desfase entre estructuras temporales y estructuras económicas,por lo tanto, sepuede decirque uno vuelvea encontrar el mismo leitmotiven lasfotos, en la miradafotográfica sostenida sobre ese mundo social...

Hay una foto, para mí muy típica, que puse en la cubierta de Trabajoy trabajadores en Argelia, son obreros agrícolas, en la llanura de laMitidja, cerca de Argel. Están en cadena, sulfatan y están unidos poruna manguera que los enlaza a una máquina que transporta el sulfatoy avanzan de a cinco, seis, quizá más. Eso hace ver bien la condición deesa gente y, al mismo tiempo, esa industrialización del trabajo agrícolaen las grandes granjas coloniales que estaban muy adelantadas en laagricultura francesa. Había hecho pequeñas entrevistas con esa genteque, mientras ganaban un salario de miseria como obreros agrícolas,cultivaban frecuentemente su pequeño terreno para ellos, sobre lasfronteras de los grandes dominios de la colonización.

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Frente a loque usteddicesobre S1/ manerade concebiry de haceresasfotos,unosepreguntacómo aprehenderlasypresentarlas de maneraadecuada. Esnecesario crear una relación conla investigación etnológica y con los librosque hablandeS1/S comienzos dondeustedanaliza elobjeto que seencuentratambién en las fotos: hacerun vínculo entre los dos parece evidente, perouno duda un poco, pueses un modo, aprimera vista, másespontáneoy mássimplista quizá que buscar en los textos descripciones desituaciones. relatos,que hacen pensaren loque uno veen las fotos.

Es normal hacer el vínculo entre el contenido de mis investigaciones ymis fotos. Por ejemplo, una de las cosas que más me había interesado\:n la época, era lo que yo llamaba "la economía de la miseria' o "la eco-

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nomía del suburbio". El suburbio era visto, de ordinario (no solamentepor la mirada racista, sino simplemente por la mirada ingenua) comomalo, feo, desordenado, incoherente, etc., mientras que, de hecho, es ellugar de una vida muy compleja, de una verdadera economía, que tienesu lógica y en la que se despliega mucho ingenio, y que ofrece a muchagente los medios mínimos de sobrevivencia, y, sobre todo, razones paravivir_~()_(;!almente, es decir, para escapar al deshonor que representa. paraun hombre que se respeta, elhecho de no hacer nada, de no contribuir en

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nada a la existencia de su familia. Hice una cantidad de fotos al respecto,sobre todo de los buhoneros, de los vendedores ambulantes, y estabaverdaderamente pasmado por el despliegue de ingenio y de energía querepresentaban esas construcciones insólitas que evocan una vitrina ouna tienda, o esos escaparates de objetos heteróclitos sobre el suelo (esome interesaba también estéticamente, porque es muy barroco), por esosboticarios que interrogaba, que vendían todos los recursos de la magiatradicional de los que registraba los nombres, afrodisíacos, etc. Habíatambién carniceros muy pintorescos (esos tres grandes pilares de maderaen haz, en los cuales se cuelgan los trozos de carne), tema típico para elfotógrafo que está a la búsqueda de lo pintoresco, de lo exótico. Teníasiempre en mente algunas hipótesis sobre la organización del espacio:hay un plano con una estructura, una estructura de la casa; igualmente,había observado que la estructura de la distribución de las tumbas enlos cementerios, reproducía grosso modo la organización de la aldea porclanes: ¿voy a encontrar la misma estructura en los mercados?

Esto me hace pensar en una foto que tomé en un cementerio: sobrela tumba, anónima, una lata de estofado llena de agua. El séptimo díadespués de la muerte, se debe poner el agua para amarrar el alma feme­nina; pues en ese caso, se trataba de una lata de estofado que había con­tenido un producto tabú, cerdo...

Vólviendo después a Francia, usted empezó rápidamente investigacio­nes sobre la fOtografia.5 ¿Cómo tuvo la idea?¿Le vino del exterior, por asídecirlo?

No recuerdo bien, y no quiero decir tonterías. Sé que estaba ligado alhecho de que Raymond Aron me había confiado la secretaría generalde un centro de investigaciones que acababa de crear; yo no estaba muyseguro de mí y pensé que era necesario que me las ingeniara para tenerdinero para mí mismo: así, si yo hacía tonterías no sería demasiadograve... Firmé, pues, un contrato con Kodak.

La fotografía era un objeto que me interesaba. Tenía en la cabeza,evidentemente, que la única práctica con dimensión artística que era

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accesible a todos, era la fotografía, y que el único bien cultural univer­salmente consumido era también la fotografía. Por aquél rodeo, pues,iba a poder hacer una teoría estética general. Era, a la vez, muy modestoy muy ambicioso. Habitualmente se dice que las fotos populares sonhorribles, etc., y yo quería, en primer lugar, comprender por qué era asíe intentar dar cuenta, por ejemplo, de la Ironralidad de esas imágenes,por el hecho de que allí se manifiestan relaciones entre las personas, porun montón de cosas que hablan de la necesidad y, al mismo tiempo,tenían un efecto de rehabilitación. Y luego emprendí el análisis de unacolección de fotos, la de mi amigo de la infancia que se llama Jeannot,las he mirado una a una, me he impregnado de ellas, pienso que encon­tré muchas cosas en esa caja de zapatos.

Pero ya cuando estaba enArgelia tomandofotografias, usteddijo tambiénque ha observado a los fotógrafos de oficio; usted dice: "YO no hubieratomado la misma foto" o "La hubiera tomado de otro modo': a veces"Hubiera hecho como ellos': Hayya una reflexividad en el uso de lafotoy,por tanto, es como un debut, un núcleo departidapara lareflexión...

Es verdad. Si bien los fotógrafos profesionales llegaban a veces a hacerfotos que me hubiera gustado hacer, incluso las cosas más bizarras,hacían también muchas cosas que yo no hubiera hecho, que eransimplemente pintorescas. Pienso que no les era fácil tomar, salvo poraccidente, una visión no convencional de esta sociedad, sin otra herra­mienta que la categoría de lo pintoresco, tejedores en su oficio, mujeresregresando de la fuente. Entre mis fotos más "típicas", hay una, unamujer con velo, montada sobre una motoneta, que, sin duda, hubieranpodido hacer. Ese es el aspecto más "fácil" de lo que intentab\,apre­hender. Tengo una anécdota que expresa bien mi experiencia de esepaís (un país bizarro, donde experimentaba sin cesar un sentimientotrágico -estaba muy ansioso, soñaba con ello por la noche- y donde,~in embargo, no dejaba de ver cosas divertidas, que me hacían reír osonreír), una historia que expresa muy bien esta experiencia doble,contradictoria o ambigua, que siempre he tenido mucha pena en

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expresar o en hacer comprender aquí en Francia, o incluso en Argelia,a ciudadanos argelinos de origen burgués -pienso en una joven estu­diante, originaria de una gran familia de Koulouchlis, que participabaen nuestras encuestas en medio urbano (me escribió recientemente)y que no podía impedirse experimentar un sentimiento de temormezclado con horror frente a gente que a mí me impactaba mucho,hasta en las estrategias un poco irrisorias o lamentables, por las cualesintentaban poner en escena, o hacer valorar, su miseria y su desgra­cia-. (Es la razón por la cual me gustaba mucho la mirada de hombrescomo Mouloud Ferraoun, cuando me contaba sus enredos con lospadres de alumnos, o Abdelmalek Sayad que sostenía sobre la genteque encontrábamos, una mirada frecuentemente a la vez, divertida yun poco tierna). Vuelvo a mi historia: un día que yo salía de una playade estacionamiento, una mujer con velo, joven, viendo que yo dudabaen pasar con mi automóvil, se volvió hacia mí y, bajo su velo, me dice:"¡¿Entonces, tesoro, tu me aplastas]?".

Loquediceme recuerda, al menos unpoco, la observación de Günther Grassqueprobablemente ustedrecuerde también. Dijo: ';La sociologfa es dema­siado seria!"¡No es verdad!En absoluto, peroloqueélnoha comprendido, esqueno hubiese sidoposible hacer entrarla risa en Lamiseria del mundo."

ElDesarraigo.' que separece mucho a La miseria delmundo, no da dema­siado lugar a esecostado gracioso.Y por otra parte, si quisiera un modeloliterario para expresar experiencias tan terribles, hasta en sus aspectosmás divertidos, pensaría más bien en Arno Schmidt. Me ocurre con fre­cuencia lamentar no haber tenido un diario. Estaba muy comprometidocon mi "deber" de investigador y de testigo, y ponía lo mejor de mí, conlos medios que tenía, para transmitir experiencias extraordinarias y,¡des­graciadamente!, universales, lasde todos los éxodos y de todas lasguerrasde liberación. Ocurría también que yo no quería contentarme con tes­timoniar, a la manera de un buen reportero, quería desprender la lógicay los efectos transhistóricos de esos grandes desplazamientos forzados

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de población. Y luego, hay una censura del decoro académico que haceque haya un montón de cosas que uno no sueña, incluso, con contar. Ylo que yo le cuento en este momento, es probable que hace treinta añosno hubiese podido decírselo, o bien, lo hubiera dicho pero, quizás, nocomo he osado decirlo ahora.

Ahora ustedpuedepermitírselo, de todas maneras, la obra está ahí, ustedpuedeexaminarla retrospectivamente, para mostrar el rostro oculto.

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De hecho, la preocupación por ser serio, científico, me ha llevado areprimir la dimensión literaria: he censurado muchas cosas. Pienso quedurante todo el primer periodo del Centro de sociología europea, había,sin que eso fuera una consigna, un estímulo tácito a censurar todo loque era filosofía y literatura. Era necesario respetar las reglas tácitas delgrupo. Eso parecía impúdico, narcisista, complaciente. Pues, me ocurrecon frecuencia, lamentar hoy no haber conservado rastros utilizables deesta experiencia. Es verdad que he vivido entonces muchas cosas queme han separado de mis contemporáneos intelectuales. He envejecidomucho más rápidamente ... Sí, sería necesario que algún día intentara,con un grabador, decir lo que me vuelve a la mente mirando las fotos ...

Unapreguntapersonalpara terminar: ¿qué roljuega, en su opinión, estaexperiencia argelina, en elcontexto delautosocioandlisis que ustedacabadeesbozar ensu último curso en el College?

Yvette Delsaut había escrito un texto al respecto, donde decía muyacertadamente que Argelia es lo que me ha permitido aceptarme a mímismo. La mirada de etnólogo comprensivo que he asumido sobreArgelia, he podido asumirla sobre mí mismo, sobre la gente de mipaís, sobre mis parientes, sobre el acento de mi padre, de mi madre yrecuperar todo esto sin drama, lo que es uno de los grandes problemasde los intelectuales desarraigados, encerrados en la alternativa del popu­lismo o, al contrario, de la vergüenza de sí ligada al racismo de clase. Hepodido tornar sobre gente tan semejante a los kabiles, gente con quienhe pasado mi infancia, la mirada de comprensión obligada que definela disciplina etnológica. Lapráctica de la fotografía, en primer lugar enArgelia, luego en Béarn, ha contribuido mucho sin duda, acompañán­dola, a esta conversión de la mirada que suponía -creo que el términono es demasiado fuerte-, una verdadera conversión.

La fotografía es, en efecto, una manifestación de la distancia\::1 obser­v~dorque registra y que no olvida que registra (10 que no siempre es fácilen las situaciones familiares, como el baile), pero supone también toda

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la proximidad de lo familiar, atento y sensible a los detalles impercepti­bles que la familiaridad le permite y le ordena aprehender e interpretaren-el-campo (¿no se dice de alguien que se conduce bien, amistosa­mente, que es "atenro'P), a todo aquello infinitamente pequeño de lapráctica que escapa frecuentemente al etnólogo más atento. Está ligadaa la relación que no he dejado de mantener con mi objeto, del que jamásolvidé que se trataba de personas, sobre las cuales sostenía una miradaque llamaría gustosamente, si no temiera el ridículo, afectuosa, y, fre­cuentemente, tierna. Por esta razón, jamás he dejado de llevar a caboentrevistas y observaciones (así he comenzado siempre cada una de misinvestigaciones, sobre cualquier tema que fueran) en ruptura con lasrutinas del sociólogo burocrático (encarnado para mí por Lazarsfeld yelBureau de Columbia, que instituían eltaylorismo en la investigación)que no accede a las encuestas sino por encuestadores interpuestos y que,

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a diferencia del etnólogo más pusilánime, no tiene ocasión de ver ni alas personas interrogadas, ni a su entorno inmediato. Las fotos que unopuede volver a ver con tranquilidad, como los registros que puede volvera escuchar (sin hablar del video), permiten descubrir los detalles inad­vertidos a primera vista y que no se pueden observar detenidamente,por discreción, durante la encuesta (pienso por ejemplo en los interioresdel obrero metalúrgico de Longwy o de su vecino argelino, en el cursode la encuesta de La miseria delmundo).

1 Esta entrevista ha sido publicada con anterioridad (alemán/inglés) en Camera Austria, núm. 75, Graz,

2001, acompañada de una introducción de Franz Schulrheis.

2 Algérie 60. Structures ecouomiques et structttres temporelles, Paris, Mínuit, 1977.3 lnstitut Natíonal de la Sraristique et des Études Économíques (Nota de la edición en español)4 Traoail et trauailleurs en Algérie (con A. Darbel et al.), París, Minuit, 1964.5 UII art moyen. Essai surles mages sociaux delaphotographie (avec L. Boltanski et nl.), París, Minuit,

1965. [Lafttografia. Un arre intermedio, México, Nueva Imagen, 1979].6 La misen: du monde, París, Seuil, 1993. [La miseria del mundo, Buenos Aires, FCE, 1997] [N. de laT.]7 Le Démcinement, París, Minuir, 1964. [N. de laT.]

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,Las consecuencias sociológicas de la guerra se sitúan en dos órdenes muydiferentes que no hay que confundir: por una parte, las mutaciones socio­lógicas determinadas por el sólo hecho de que la guerra existe; por otraparte, las transformaciones y las conmociones acarreadas por la conductamisma de la guerra, por los choques culturales que ha provocado y porlas medidas de orden político o militar que han sido tomadas para hacerfrente a la situación de guerra.

El primer tipo de transformaciones merece ser considerado en primerlugar. En efecto, la sola existencia de la guerra ha suscitado una transfor­mación radical de la situación, es decir, del campo sociológico en el cual serealizan los comportamientos, al mismo tiempo que una mutación de laactitud de los individuos insertos en esa situación, respecto de la situaciónmisma. Ése es sin duda, desde el punto de vista sociológico, el aconteci­miento más importante que ha sobrevenido en Argelia después de cientotreinta años. Todo ocurre como si esta sociedad que, más o menos cons­cientemente, había elegido detenerse y encerrarse sobre sí, que oponía atoda intrusión de la novedad mil murallas invisibles e inexpugnables, sehubiera abierto bruscamente, se hubiera vuelto a poner en marcha repen­tinamente. ¿Cómo interpretar esta suerte de mutación brusca y global,cuyos mil detallados rasgos testimonian?

Es que la guerra constituye el primer cuestionamiento radical del sis­tema colonial y, lo que es más importante, el primer cuestionamiento queno fuera, como en otro tiempo, simbólico y, de un cierto modo, mágico,sino real y práctico. Se ha visto que muchos rasgos culturales, tales comoel apego a ciertos detalles indumentarios (por ejemplo, elvelo o el tur­bante), a cierto tipo de conductas, de creencias, de valores, podían apa­recer como una manera de expresar, simbólicamente, es decir, a través delos comportarnienros implícitamente investidos de la función de signos,el rechazo a adherir a la civilización occidental identificada con el ordencolonial, la voluntad de permanecer en sí, de afirmar la diferencia radicale irreductible, de negar la negación de sí, de defender una personalidadamenazada y asediada. En la situación colonial, todo renunciamiento a

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esosrasgosculturales dotados de un valor de símbolos hubiera significado,objetivamente, el renunciamiento a sí y la obediencia aceptada a la otracivilización.

El hecho sociológico esencial es, quizá, que la guerra, solamente porsí misma, constituye un lenguaje, que presta al pueblo una voz, y unavoz que dice "no". También, entre los miembros de la casta dominada ylos miembros de la casta dominante, se interpone siempre otra presenciaque Raymond Aron ha llamado en algún lugar, "el tercer hombre". Desdeentonces, el encanto del cara-a-cara se encuentra roto; la relación deldominante y del dominado no puede ejercerse más en su pureza esencial.La lógica de la humillación y del desprecio se encuentra quebrada.

Desde el momento en que la negación radical está instalada en elcorazón mismo del sistema, real, concreto, temible, capaz de preocupar ala gran Francia, capaz de determinar la inquietud y la angustia de los euro­peos hasta entonces seguros e inquebrantables, capaz de provocar crisisministeriales, debates en las Naciones Unidas, programas, conferenciasy discursos, visitas de ministros y de observadores extranjeros, desde elmomento en que el mundo entero se encuentra coaccionado a reconocerla existencia de esta negación, todas las negaciones mágicas y los rechazossimbólicos pierden una gran parte de su función y de su significación.

Así, cada argelino puede asumirse y asumir los préstamos profundosque ha tomado de la civilización occidental, puede incluso confesar y con­fesarse' como me decía uno de ellos con una sonrisa, que está "integrado";puede proclamar, sin caer en contradicciones, que adhiere a los valoresde la civilización occidental e incluso a su estilo de vida; puede inclusonegar, sin negarse, una parte de su propia herencia cultural. La negaciónqueda, permanente e inalterable. El tradicionalismo colonial revestía,esencialmente, una función simbólica: jugaba el rol, objetivamente, deun lenguaje de rechazo. Por el hecho de que la negación existe, en lascosasmismas, negación que constituye la suma de todos los rechazos individua­les, la innovación aportada por Occidente puede ser recibida sin que laacJptación exprese la obediencia.

Los renunciamientos más manifiestos, y tambiénJos más espectacula­res, son quizás los que conciernen a las tradiciones in)estidas de un valoresencialmente simbólico, tal como llevar el velo o el turbante. En efecto,

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a la función tradicional del velo, venía a agregarse, como en sobreimpre­sión, una función nueva, en referencia al contexto colonial. Sin llevar muylejos el análisis, puede verse, en efecto, que el velo es ante todo una defensade la intimidad y una protección contra la intrusión. Y, confusamente,los europeos lo han percibido siempre como tal. Al llevar el velo, la mujerargelina crea una situación de no-reciprocidad; como un jugador desleal,ella ve sin ser vista, sin dejarse ver. Yes toda la sociedad dominada que, através del velo, rechaza la reciprocidad, que ve, que observa, que penetra,sin dejarse ver, observar, penetrar. Es frecuente escuchar en boca de los

europeos proclamaciones indignadas contra esta suerte de deslealtad,ese rechazo a jugar el juego, que hace que los argelinos tengan acceso a la

intimidad de los europeos mientras que prohíben todo acceso a su propiaintimidad. El velo puede, pues, ser considerado como el símbolo del cierresobre sí. Ahora bien, en el curso de los últimos años, se observa, entre las

jóvenes esposas y las jóvenes hijas, una tendencia muy marcada al aban­dono del velo, con una disminución y una regresión en el momento del 13

de mayo [1958] -llevar el velo retomaba entonces su sentido de negaciónsimbólica, y su abandono podía ser entonces aprehendido, objetivamente,

como signo de obediencia- y, actualmente, una reanudación muy netadel movimiento, observable incluso en las campañas. Esta transformaciónglobal de la actitud aparece también en otros dominios. Ciertas insti­tuciones eran, con razón o sin ella, confusamente aprehendidas por losmiembros de la casta dominada como solidarias de la situación colonial yde hecho recibidas con mil reticencias. Así, por ejemplo, la enseñanza dela medicina. Larelación entre el enfermo yel médico, entre el alumno y elmaestro, se ejercía en el marco de la situación colonial y tomaba de ella susentido. Las prescripciones del médico y las enseñanzas del maestro o delinstructor podían ser intuitivamente sentidas (sin que los fundamentosde ese sentimiento afloraran necesariamente a la conciencia) como tantosesfuerzos para imponer las normas de una civilización extranjera.

Las resistencias y las reticencias han hecho lugar, desde hace algunosaños, a una extraordinaria sed de instrucción, que el ingreso escolar hadado la ocasión de observar y que aparece en otros mil signos. 1 A pesar delimportante esfuerzo que ha sido llevado a cabo para multiplicar las clasesy los maestros, el número de niños que no han podido encontrar lugar en

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las escuelas permanece, uno lo sabe, considerable. Y todos los maestros,sobre todo en las ciudades, han sufrido la embestida y el asedio de lospadres que venían a exigir la inscripción de sus hijos. La instrucción delas niñas, ocasión, hasta una fecha reciente, de las más fuertes resistencias,constituye actualmente el objeto de un profundo interés, al igual que la

instrucción de los varones.Pero el hecho esencial es, quizá, que lo que era resistido hasta entonces

como una coacción impuesta o como un don gracioso, es actualmentereclamado como un deber. Esto aparece con evidencia, a través del com­portamiento de los padres que vienen a pedir la inscripción de sus hijosen los registros escolares o incluso, de esas mujeres que se presentan, cadamañana, en la puerta de los centros sociales. La actitud del mendigo queviene a solicitar humildemente un don benéfico, ha hecho lugar a unadisposición de espíritu reivindicativo y seguro que conduce a reclamarcomo deberes los cuidados y servicios. La actitud de sumisión devotaestaba ligada, confusamente, a una actitud de dimisión motivada por elsentimiento, confesado o inconfesado, de que el europeo era inimitablee inigualable, sea en derecho, sea de hecho. Los miembros de la castadominada han podido admitir a veces, si no en sus conciencias y en susvoluntades, al menos en sus actitudes, que las diferencias de esratus tradu­cían diferencias de naturaleza. ¿No es natural, cuando el orden social es talque, para el individuo de la casta dominada, la experiencia de la relacióncon el superior, se trate del patrón, del médico, del maestro de escuela odel policía, se superpone y se confunde con la experiencia de la relacióncon el europeoi" En consecuencia, el argelino tiende a componerse unpersonaje de árabe-para-el-francés. El que va a solicitar un empleo a unfrancés, sabe que es necesario expresarse de una cierta manera, que esnecesario llegar a tiempo, que es necesario asegurar un cierto rendimiento,y así sucesivamente. El europeo no aprehende de él más que esa máscaray ese rol. Ocurre con frecuencia que esta actitud sea torpe y forzada, queel argelino lleve su personaje como un traje de mal corte y que dé lugar,

'por la preocupación de ser irreprochable y conforme a lo que se espera deél, a la acusación de disimulación o de falsedad. Un ejemplo bastará parailustrar este análisis: en una casa francesa, el hijo de la empleada domésticaargelina es recibido un día como invitado; durante toda la duración de

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la comida, la madre se comporta como empleada doméstica, silenciosa,activa, solícita. En el momento del café, es invitada a sentarse entre losanfitriones. De golpe, ella cambia totalmente de actitud, a la manerade un actor contenido entre bastidores. Aparece plena de dignidad y dedistinción; participa en la conversación; todo en ella se ha transformado,hasta su manera de sentarse en la silla, de sostener la cabeza o de sonreír.

La actitud de protección abusiva que conduce a desposeer a unasociedad de la preocupación y de la responsabilidad de su propio destino,tiende a desarrollar en ella una actitud de dimisión resignada, de replieguesobre sí y de indiferencia respecto a su propio destino. También la políticapaternalista de asistencia tiene por efecto, en el mejor de los casos, ubicar aquienes son su objeto en la posición de niños irresponsables e inconscien­tes, desprendidos de toda inquietud concerniente a su propia suerte y, almismo tiempo, indiferentes, o si se quiere ingratos, respecto de aquellosque "tanto hacen por ellos".

Aún más, la guerra ha cambiado muchas cosas. En efecto, ha propor­cionado a ese pueblo, largo tiempo mantenido a raya, la ocasión de apare­cer y de aparecerse como adulto, consciente y responsable; le ha permitidotambién formarse la experiencia de la disciplina libremente asumida, enresumen, de la autonomía. Se sabe, por ejemplo, que los repudios eranextremadamente frecuentes en Argelia y, según un folleto oficial, "es enese dominio que la intervención de una medida de autoridad seríasaluda­ble, pues no parece que los musulmanes estén, al menos por el momento,muy dispuestos a renunciar a ese privilegio",3 Ahora bien, ha bastado que,en diversas regiones de Argelia, el Ejército de Liberación Nacional decre­tara directivas precisas, para que se pudiera observar una regresión muyneta del número de repudios. En otros dominios, la autonomía del Ejér­cito de Liberación ha podido realizar en unos días lo que ciento treintaaños de "acción civilizadora" no habían podido hacer. Se cuenta que endiversos sitios, procesos que arrastraban desde años, poniendo ambaspartes en ello cierta complacencia, pudieron ser regulados en algunosminutos por el arbitraje de los combatientes del Ejército de LiberaciónNacional. La experiencia de una disciplina libremente consentida porargelinos para argelinos en nombre del interés común, ha hecho caermuchas otras resistencias consideradas comúnmente como insuperables.

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Pero, hecho importante, la mayor parte de lasdisciplinas así impuestaseran en todo punto idénticas en su contenido a las que la administraciónfrancesa se había esforzado siempre en hacer respetar. El Ejército deLiberación Nacional recauda los impuestos, controla el estado civil, alveescuelas a veces, etc. De igual modo, las técnicas introducidas son pro­piamente occidentales, ya se trate de las técnicas medicinales, sanitarias,jurídicas o administrativas. Así, retomando por su cuenta a institucionesy técnicas que, para la conciencia popular, aparecían como indisociablesdel sistema colonial y que, por esta razón, suscitaban actitudes ambivalen­tes, imponiendo consignas y directivas análogas en su contenido y en suformulación a las que hubiera podido decretar la administración francesa,el Frente de Liberación Nacional parece haber roto el lazo intuitivamentesentido que unía a esas instituciones y a esas técnicas con el sistema dedominación colonial. Sólo por ese hecho, ellas se han encontrado afecta­das por un cambio de signo.

En razón del cambio de contexto, la relación entre los miembros dela casta dominante y los miembros de la casta dominada se encontrótambién modificada. La guerra ha revelado a cada uno que la situaciónde dominante puede ser cuestionada y, al mismo tiempo, la situación dedominado. Con el principio de la guerra, la descolonización ha comen­zadoya.

La guerra era, en primer lugar, como una aventura por episodios,vivida por cada argelino día a día y en el horizonte de su pueblo. Pocoa poco, mediante los intercambios de informaciones, a través de la con­frontación de las experiencias, cada uno viene a saber que los mismosacontecimientos se producen en diferentes lugares. El sentimiento deestar comprometido en una aventura común, de sufrir una suerte común,de compartir las mismas preocupaciones, de afrontar los mismos adver­sarios, ha determinado un ensanchamiento del espacio social; el puebloreplegado sobre sí, microcosmos cerrado en el que vivía el campesino, seha abierto; el sentimiento de solidaridad se ha extendido hasta los límitesde Argelia. Esta solidaridad, profundamente experimentada, se expresaa través de mil conductas: los usureros han prácticamente desaparecido,ya sea porque hubiesen sido objeto de sanciones muy populares, ya seaporque, en nombre de ese sentimiento nuevo, se otorguen préstamos sin

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interés; reclamar una deuda contraída antes de 1954 es considerado como

deshonroso: cuando sobreviene una disputa basta, la mayor parte de lasveces, con que un mediador se interponga, invocando la solidaridad detodos los argelinos, para que cese el conflicto. La fraternidad era experi­mentada antaño como el hecho de pertenecer, de manera real o ficticia, a

la misma unidad social (más o menos amplia) o bien a la misma religión.En la actualidad, el término fraternidad tiende a devenir sinónimo de soli­

daridad nacional y pierde toda coloración étnica o religiosa.Así, la guerra, por su sola existencia y por la toma de conciencia que ha

suscitado, bastó para determinar una verdadera mutación sociológica. A

este fenómeno global, vienen a agregarse las perturbaciones y las conmo­ciones que son las consecuencias directas e inmediatas de la conducta de

la guerra y entre las cuales se pueden señalar, por orden de importancia,

los fenómenos de migración interior, voluntaria o forzosa, la inseguridad

generalizada, las medidas tomadas por la administración y el ejército, en

fin, la intensificación considerable del contagio cultural.El pueblo argelino conoce en la actualidad una verdadera diáspora.

Los desplazamientos de poblaciones, forzados o voluntarios, han tomado

proporciones gigantescas. Según estimaciones, el número de personasdesplazadas se sitúa entre un millón y un millón quinientos mil, siendoesta última cifra la más próxima a la realidad. Se puede admitir, sin riesgo

de error, que un argelino de cada cuatro vive fuera de su residencia habi­tual. Los fenómenos de migración interna son, en realidad, muy comple­

jos, y toman formas muy diversas. De tal manera, los reagrupamientos no

constituyen más que un aspecto de ellos. Es frecuente, por ejemplo, quelos pueblos abandonados por sus habitantes que han partido a la ciudad,sean ocupados por gente que viene de regiones menos calmas o más mise­rabies," sobre todo en Gran Kabilia y en Pequeña Kabilia.

La migración interna toma también la forma del éxodo hacia las ciu­dades, que se muestran a los campesinos como un refugio contra la mise­ria y la inseguridad. "Esto es el paraíso -se escucha decir con frecuencia en

Argel-. Usted está fuera de la tempestad". La gente que trabaj¡ en Francia,con frecuencia hace ir a su familia a una ciudad, a lo de un'bermano oun pariente, cuando no pueden hacerla llegar a Francia. A veces, toman

algunos días de vacaciones y ellos mismos van a buscarla. Los suburbios

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coso En resumen, todo ocurre como si la toma de conciencia de la ruptura(más que la ruptura propiamente dicha) hubiera hecho surgir en ella elsentimiento de tener que adaptarse a un mundo nuevo frente al cual,

hasta entonces, podía permanecer extraña.

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no dejan de incrementarse. Los antiguos habitantes de Casbah que hanpodido reubicarse en otra parte para huir de los controles y de las perse­cuciones, son reemplazados por la muchedumbre de campesinos que seamontona en condiciones inverosímiles.

Por otra parte, es conocida la situación miserable de la mayor parte delas poblaciones reagrupadas. Muchos centros de reagrupamiento no sonotra cosa, para emplear una expresión tomada de un estudio oficial, que"hogares de miseria" o, si se prefiere suburbios rurales. Según este estudio,en efecto, rodo indica que el tercio de los reagrupamientos son viables;en ese caso, los reagrupados tienen acceso a sus tierras o bien disponen detierras concedidas; elproblema de la subsistencia no se plantea y elhábitates adecuado. Se puede concluir que en los otros dos tercios, el problemade la subsistencia se plantea, y se plantea de modo particularmente graveen los reagrupamientos (un tercio) llevados a cabo para responder a impe­rativos operacionales y "destinados a desaparecer en cuanto la seguridad seencontrara reestablecida" .

El simple hecho del cambio de residencia -que rome la forma de unreagrupamiento, de una partida para la ciudad, o para Francia- está desti­nado a determinar una mutación global de la actitud respecto del mundo;el hecho de vivir en un entorno nuevo acarrea una ruptura con la tradi­ción, ruptura que se encuentra acabada, en la mayor parte de los casos, porla imposibilidad, experimentada como provisoria o como definitiva, devolver a la residencia habitual. Puede verse mediante el análisis de un caso:se trata de una mujer de aproximadamente sesenta años que habitaba laciudad desde los catorce años, y que no había dejado de tener relacionesestrechas con su pueblo de origen (Pequeña Kabilia) a donde volvía a cadaaño para pasar algunos meses. En 1955, el rerorno al pueblo se vuelveimposible. Esta ruptura definitiva de los lazos con el medio familiar y tra­dicional, ruptura que una estadía de cincuenta años en la ciudad no habíapodido operar totalmente, acarrea un cambio global de la actitud respectodel mundo, y particularmente respecro de las técnicas occidentales.Mientras que antes ella se contentaba con hacer los trabajos fuertes, conexclusión de los trabajos de técnica europea, ahora se ha puesto a plancharya tejer. Antaño, jamás hubiera probado un plato que no conociera. Noescuchaba laradio y no se interesaba nada por los acontecimientos políti-

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El hombre comunitario deja lugar al hombre gregario, desarraigado,arrancado de las unidades orgánicas y espirituales en las cuales y por lascuales existía, separado de su grupo y de su terruño, ubicado frecuen­temente en una situación material tal que incluso no sabría recordarel antiguo ideal de honor y de dignidad. La guerra y sus secuelas, losreagrupamientos de poblaciones y el éxodo rural, no hacen sino preci­pitar y reforzar el movimiento de desagregación cultural que el contactode civilizaciones y la situación colonial habían desencadenado. Más, estemovimiento seextiende esta vez al dominio que sehabía encontrado rela­tivamente protegido porque había permanecido al abrigo, parcialmente,de las empresas de colonización y porque las pequeñas comunidadesrurales, replegadas sobre sí mismas en la fidelidad obstinada a su pasadoy a su tradición, habían podido salvaguardar los rasgos esenciales de unacivilizaciónde la cual, en adelante, no se podrá hablar más sino en pasado.Una nebulosa de pequeñas comunidades, fuertemente estructuradas,

l'hace lugar a un conjunto de partículas individuales, sin ataduras ni raíces.Los antiguos valores de honor se derrumban al contacto con las cruel­dades y las atrocidades de la guerra. Un viejo kabil decía: "No es unhombre quien, al finalizar todo esto, podrá decir, yo soy un hombre".La imagen ideal de sí y los valores que le están asociados son expuestos ala prueba más cruel. Están las violaciones y los raptos de mujeres; estánlas escenas en el curso de las cuales el marido es interrogado y em pujadoo abofeteado en presencia de las mujeres. Me contaban que, en unaciudad de Gran Kabilia, los militares van a acompañar a las mujeres ala fuente que se encuentra un poco al exterior de la aglomeración, a finde protegerlas. A la vuelta, algunas de ellas van a beber el café con ellos olos invitan. "El joven militar viene a la casa. El viejo, defensor del honor,que ha recibido del exilado el encargo de velar por su mujer o su hija,sabe que no puede decir nada. Sufre y se calla en el rincón. Un día, elmilitar aporta para comer. El toma su parte y se calla. Está arruinado".

Como una máquina infernal, la guerra hace tabula rasa de las realida­des seciológícas, machaca, tritura y dispersa las comunidades tradiciona­les, pueblo, clan o familia. Miles de hombres adultos están en el monte,en los campos de concentración, en prisión, o refugiados en Túnez y en

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Marruecos; otros han partido hacia las ciudades de Argelia o de Francia,dejando a su familia en el pueblo o en centros de reagrupamiento, otrosestán en el ejército francés; otros están muertos o desaparecidos. No sonmás que familias dispersas y desgarradas. Regiones enteras, en Kabilia porejemplo, están vacías de hombres. En una clínica sostenida por religiosas,cerca de Chabel eI-Ameur, no se hacen partos desde hace varios meses.

Se asiste a una mutación de la relación de hecho entre el hombre y lamujer. Muchas mujeres, y no solamente las viudas, se encuentran inves­tidas de responsabilidades y de tareas que hasta entonces incumbían almarido. Muy frecuentemente, la mujer debe asegurar la subsistencia dela familia, aun cuando ella recibe la ayuda de un hermano o de un tío. Suespacio de vida, hasta entonces extremadamente reducido, se encuentraampliado. Se desplaza en la ciudad europea, entra en las grandes tiendas,toma el tren para ir a visitar a su marido o a un hermano, realizagestiones,cumple con las formalidades administrativas. De su universo cerrado ysecreto, hace irrupción en el espacio abierto, antaño dejado a loshombres.Comprometida en la guerra, sea directamente, sea indirectamente, seacomo actor, sea como víctima, llevada por la fuerza de las cosas a asumirun rol nuevo. La argelina, mujer casada o muchacha, ha adquirido, en elcurso de los últimos años, una mayor autonomía. El estallido del bloquefamiliar conduce a cada miembro del grupo a tomar conciencia de supersonalidad, al mismo tiempo que de sus responsabilidades. Las jóvenescitadinas escapan a los controles tradicionales y a la presión de la opinión,fundamento esencial del orden de las comunidades aldeanas. Además,resulta que la ausencia del padre las deja enteramente libradas a sí mismas.Muchas jóvenes, sobre todo en las ciudades, están hoy en la situación deaquellos que los kabiles llaman "el hijo de la viuda" (aun cuando todavíatienen a su padre), es decir, sin pasado, sin tradiciones, sin ideal de sí,abandonados a sí mismos. La autoridad del padre, aunque muy viva aún,se encuentra frecuentemente alterada. No es más aprehendida como elfundamento de todos los valores y el ordenador de todas las cosas. Es quela mayor parte de la gente joven y de las mujeres jóvenes se adhieren a unnuevo sistema de valores en nombre del cual las tradiciones se encuentran

cuestionadas.

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Esto es verdad sobre todo entre los jóvenes de quince a veinte años:formados en la guerra, habitados por el radicalismo propio del adoles­cente, vueltos hacia el fututo e ignorando todo de un pasado en el cual

los más ancianos -hagan lo que hicieren- están enraizados, ellos estánfrecuentemente animados de un espíritu de revuelta y de un negativismoque a veces los separan de sus hermanos mayores. Yel cisma psicológicoentre las generaciones está frecuentemente agravado por la separación dehecho. El mantenimiento de la tradición suponía el contacto continuo delas generaciones sucesivas yel respeto reverencial para con los ancianos.En las comunidades aldeanas, la influencia de los ancianos se prolongaba

incluso más allá de la infancia, yel adulto continuaba sometiéndose a laautoridad de su padre, tanto tiempo como viviera a su lado. Con la dis­persión de la familia, es la continuidad misma de la tradición la que seencuentra fundamentalmente cornprornetida,

Así, junto a otras influencias tales como la de la educación que refuerzala presión de los jóvenes y su deseo de emancipación, o del contagiocultural que tiende a oponer el estilo de vida y el sistema de valores de

las diferentes generaciones, la guerra ha conmocionado el sistema de lasrelaciones que se establecen entre los miembtos de la familia argelina.

La familia desgarrada está a un paso de ser una familia desagregada si noencuentra un nuevo equilibrio. Que los efectos de la guerra hayan podidoalcanzar tan fuertemente a la sociedad argelina y a su corazón mismo,

prueba hasta qué punto el cuestionamiento ptovocado por la guerra esradical y brutal.

"Estamos en el Siglo XIV... ". Siglo del fin del mundo donde todo loque era la regla deviene la excepción, y todo lo que era defendido, permi­tido. Los hijos no respetan más a los padres, la mujer va al mercado, y así

sucesivamente. Laconciencia popular expresa así la experiencia de un uni­verso invertido donde todo va a contrapelo: ve en el desorden y el caos quela rodea el mundo del fin, anunciador del fin del mundo. Peto el fin de esemundo es también vivido como el anuncio de un mundo nuevo.

Lasociedad argelina sufre una conmoción tan radical como es posible.No hay dominio que esté protegido. Los pilares del orden tradicional hansido estremecidos o derribados por la situación colonial y la guerra. La

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burguesía urbana ha sido desagregada; los valores que encarnaba han sidoarrastrados por la irrupción de las ideologías nuevas. Los grandes feudos,frecuentemente comprometidos por el apoyo que otorgaban a la adminis­tración colonial y asociados por ello, para el pueblo, al sistema de opresión,han perdido, la mayoría de las veces, su potencia material y su autoridadespiritual. Lamasa rural que oponía un conservadurismo obstinado a lasinnovaciones propuestas por Occidente se ha encontrado arrastrada en el

torbellino de la violencia que hace tabula rasa del pasado. El Islam mismo,por haber sido utilizado, más o menos conscientemente, como una ideo­

logía revolucionaria, ha cambiado progresivamente de significación y defunción. En resumen, la guerra, en razón de su naturaleza, de su dura­ción y de su amplitud, ha determinado una revolución radical. Se puede

augurar que la paz retomada dejará descubrir una Argelia completamentediferente de la Argelia en la cual la guerra ha comenzado, una Argelia pto­

fundamente revolucionaria porque profundamente revolucionada.Hacer un análisis sociológico de las consecuencias de la guerra, no

es solamente establecer la constatación de las ruinas y el inventario de

los escombros, En efecto, la mutación radical que hoy tiene lugar en

Argelia, no presenta solamente aspectos negativos. La lección de loshechos proporciona los elementos de una política capaz de transformaren algo bueno esta experiencia catastrófica de cirugía social. Parece que--contrariamente a lo que siempre se había afirmado- todo es posibleen Argelia, a condición de que esas masas, que la situación colonial y la

guerra hacen surgir destruyendo los conjuntos comunitarios en los cualesestaban enraizados, puedan, en total libertad y en plena responsabilidad,asumir su propio destino. Entones, el agregado de átomos desorientados

y sacudidos dejará quizá el lugar a un nuevo tipo de unidad social fundadano más en la adhesión orgánica a los valores entregados por la tradiciónsecular, sino en la participación activa, creadora y deliberada, en una obracomún.

Étudesméditerranéennes, 1960, pp. 25-37.

1 Un sondeo efectuado en una biblioteca de los alrededores de Argelia ha mostrado que los adultos leen

mucho y,sobre todo, leen obras de alto contenido literario. La lectura de los periódicos franceses (Le

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monde,en particular) motivada originariamente por un deseo de información polItica, ha contri­

buido enormemente a desarrollar esta sed de instrucción, de la cual podría encontrarse, quizás, la llave

en esta frasede un niño argelino referida por Roberr Davezies (Le Front, Éd. de Minuir). "Si Argelia eslibre y yo no puedo leer, no sirve de nada".

2 También es verdadero lo recIproco. Muchos europeos de Argelia me han dicho cuánto se han asom­

brado, durante su primer viaje a Francia, al ver a franceses trabajar corno peones o barrenderos, o bienhabitar tugurios "como árabes".

3 LaFemme musulmane, Argel, 1958.

4 Se establecen acuerdos entre los refugiados y los antiguos habitantes del pueblo, por ejemplo, en loque concierne al reparto de las cosechas.

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HABITUS y HÁBITAT

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..Lo esencial es, en efecto, agrupar a ese pueblo que está por todas partesyque no es de ninguna parte; lo esencial para nosotros, es hacerlo apre­hensible. Cuando lo tengamos, podremos entonces hacer muchas cosasque hoy nos son imposibles y que nos permitirán, quizás, adueñarnosde su espíriru luego de habernos adueñado de su cuerpo.

Capitán Charles Richard,Étude sur l'insurrection du Dabra (I845-1846)

Soy lorenés, me gustan las líneas rectas.La gente, aquí, está malquistada con la línea recta.

Lugarteniente de Kerkera, 1960.LeDéracinement; p. 19.

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Laguerra y la represión han acabado lo que la política colonial y la genera­lización de los intercambios monetarios habían comenzado. Las regionesmás fuertemente alcanzadas por esta descampesinización son las quehasta entonces habían estado relativamente protegidas, porque habíanpermanecido al abrigo de lasempresas de colonización; en efecto, es en lasregiones montañosas que las pequeñas comunidades rurales, replegadassobre sí mismas en la fidelidad obstinada a sus tradiciones, habían podidosalvaguardar los rasgos esenciales de una cultura de la que desde entoncesno se podrá hablar más sino en pasado. Esasí en el caso de las Kabilia, delAures, de los Nemencha, de los Bibans, del Hodna, del Atlas Midjien, dela cadena del Titteri, del Ouarsenis, donde la cultura tradicional se habíamantenido relativamente inalterada, a pesar de los secuestros consecuti­vos a las insurrecciones, a pesar de la creación de unidades administrativasnuevas y de tantas otras medidas, a pesar, en fin, de las transformacionesdeterminadas por el simple contagio cultural. En 1960, las zonas monta­ñosas donde el Ejército de Liberación Nacional se había implantado másrápida y fuertemente -más incluso que en las zonas fronterizas-, habíansido casitotalmente vaciadas de sus habitantes, reagrupados en las llanurasde pie de monte o instalados en la ciudad.

Todo ocurre como si esta guerra hubiera proporcionado la ocasión derealizar hasta el fin, la intención latente de la política colonial, intenciónprofundamente contradictoria: desintegrar o integrar, desintegrar paraintegrar o integrar para desintegrar, es entre esos dos polos opuestos queha oscilado siempre la política colonial, sin que la elección fuera clara ysistemáticamente aplicada, de manera que unas intenciones contradicto­rias podían animar unos responsables diferentes en el mismo momento,o el mismo responsable en momentos diferentes. Lavoluntad de destruirlas estructuras de la sociedad argelina ha podido, en efecto, inspirarse enideologías opuestas: una, dominada por la consideración exclusiva delinterés del colonizador y por preocupaciones de estrategia, de táctica o deprpselitismo, se ha expresado frecuentemente con cinismo; la otra, asimi­lacionista o integracionista, no es más generosa sino en apariencia.

Le Déracinement, p. 23.

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Imponiendo sistemáticamente una organización idéntica del hábitat,y ello hasta en las regiones de más difícil acceso (por lo tanto, las másfavorables a la conducta de una guerra revolucionaria), la empresade reagrupamiento ha actuado en el sentido de la homogeneizaciónde la sociedad argelina. Sin embargo, las transformaciones del ordeneconómico y social dependen tanto de las características ecológicas,económicas, socialesy culturales de las sociedades perturbadas, cuantode la forma y de la intensidad de la acción perturbadora. También, paracomprender plenamente el sentido y el alcance de esta acción, es nece­sario saber que las diferencias que se debían a la etnia y a las tradicionesculturales han sido redobladas en el curso de la historia colonial.

A la manera del colonizador romano, los oficialesencargados de organi­zar las nuevas colectividades comienzan por disciplinar al espacio comosi, a través de él, esperaran disciplinar a los hombres. Todo está ubicadobajo el signo de lo uniforme y de lo alineado: construidas según normasimpuestas en emplazamientos impuestos, las casas se disponen, tiradasa cordel, a lo largo de anchas calles que dibujan el plano de un castrum

romano o de un pueblo de colonización. En el centro, la plaza con latríada característica de los pueblos franceses, escuela, ayuntamiento,monumento a los muertos. Y se puede pensar que si el tiempo y losmedios no le hubieran faltado, los oficialesSAS (SeccionesAdministra­tivas Especializadas), enamorados de la geometría, hubieran sometidotambién el terruño a las leyesde la centuria.

Le Déracinement, p. 29 Y26.

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Fuente: El reagrupamiento de Djebabra, tomado de Le Déracinement; p. 155.

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Las constancias y las vueltas de la política colonial no tienen nada quepueda sorprender: una situación que permanece idéntica, segrega losmismos métodos -dejando aparte algunas diferencias superficiales- conun siglo de intervalo. La política de reagrupamiento, respuesta patoló­gica a la crisis mortal del sistema colonial, hace estallar a todas luces laintención patológica que habitaba el sistema colonial.

Los campesinos arrancados de su residencia habitual, fueron hacinadosen centros desmesurados, cuya situación había sido elegida frecuente­mente por razones puramente militares; se sabe de la miseria materialy moral que conocieron los habitantes de esos reagrupamientos primi­tivos, tales como los de Tamalous, Oum-Toub o Bessombourg en laregión de Collo. Nada menos concertado ni menos metódico que esasacciones. Es en vano intentar encontrar un orden en el torbellino dedesplazamientos anárquicos determinados por la acción represiva.

Los "reagrupados" se encontraban ubicados en una relación de depen­dencia absoluta respecto de las Secciones Administrativas Especiali­zadas. También, bajo la presión de la situación que él mismo habíacreado, el ejército debió asumir la preocupación de encargarse de genteque, hasta entonces, sólo pretendía neutralizar y controlar; se comenzóentonces a "aflojar" ya "desagrupar". Es pues, bastante tardíamente­según parece- que el reagrupamiento deja de ser la consecuencia pura ysimple de la evacuación, para devenir el objeto directo de las preocupa­ciones e, incluso, progresivamente, el centro de una política sistemática.A pesar de la prohibición, decretada a comienzos de 1959, de desplazara las poblaciones sin la autorización de las autoridades civiles,los reagru­pamientos se multiplican: en 1960 el número de los argelinos reagrupa­dos alcanzaba 2 157000, un cuarto de la población total. Si además delos reagrupamientos, se toma en cuenta el éxodo hacia las ciudades, sepuede estimar en al menos tres millones, es decir, la mitad de la pobla­ción rural, el número de individuos que, en 1960, se encontraban fuerade su residencia habitual. Este desplazamiento de la población está entrelos más brutales que haya conocido la historia.

LeDéracinement, p. 27, 12 Y13.

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hacia los años sesenta, en el curso de una investigación llevada a caboen la región de Collo, y que deben su buena calidad, aunque hayan sidotomadas sin flash, al hecho de que el techo de la casa a la cual estabanincorporados estos muebles "inmóviles" (ya que estaban "construidos")había sido destruido en el momento en que sus habitantes fueron expul­sados por el ejército francés. No era necesario, pues, tener una lucidezepistemológica particular, o una vigilancia ética o política especial, parainterrogarse sobre los determinantes profundos de una libido sciendi tan

evidentemente "desplazada".

Lesenspratique, pp. 10-11.

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Jamás hubiera podido llegar al estudio de las tradiciones rituales si lamisma intención de "rehabilitación", que me había llevado a excluir deentrada el ritual del universo de los objetos legítimos y a sospechar detodos los trabajos que le hacían un lugar, no me hubiera planteado, apartir de 1958, intentar arrancarlo de la falsa solicitud primitivista y aforzar, hasta en sus últimos atrincheramientos, el desprecio racista que,por la vergüenza de sí que llegaa imponer a sus propias víctimas, contri­buye a prohibirle el conocimiento y el reconocimiento de su propia tra­dición. En efecto, por grande que pudiera ser el efecto de licitación y deincitación que puede producir, más inconsciente que conscientemente,el hecho de que un problema o un método venga a ser constituido comoaltamente legítimo en el campo científico, no podía hacer olvidar com­pletamente la incongruencia, incluso lo absurdo, de una investigaciónsobre las prácticas rituales llevada a cabo en las circunstancias trágicasde la guerra: recientemente, he revivido la evidencia de ello, volviendoa encontrar fotografías de vasijas construidas, decoradas con serpientesy destinadas a recibir el grano para la semilla, que yo había tomado

Plano de la casakabil.

• Términos locales no traducibles.

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Algéríe 60, p. 24.

Los kabiles encierran el trigo o la cebada en grandes vasijas de tierrataladradas con agujeros a diferentes alturas, y la buena ama de casa,responsable de la gestión de las reservas, sabe que cuando el granodesciende por debajo del agujero central llamado thimitb, el ombligo,es importante moderar el consumo: puede verse que el cálculo se hacecompletamente solo, y la vasija es como un reloj de arena que permitepercibir en cada momento lo que ya no hay y lo que queda.

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La ~exis corporal es la micología política realizada, incorporada, con­vertida en disposición permanente, manera durable de mantenerse, dehablar, .decaminar, y,por ello, de sentir y depensar. Laoposición entre lomasculmo y lo femenino se realiza en la manera de mantenerse, de llevarel cuerpo, de comportarse, bajo la forma de la oposición entre lo derechoy lo curvo (o lo curvado), la firmeza, la rectitud, la franqueza (que miraa la cara y hace frente y que lanza su mirada o sus golpes directamenteal objetivo) y, de! otro lado, la contención, la reserva, la flexibilidad.Como lo testimonia el hecho de que la mayor parte de las palabras quedesignan posturas corporales evoquen virtudes y estados de! alma, esasdos relaciones con e! cuerpo están en la base de dos relaciones con losotros, con e! tiempo y con e! mundo y, por ello, de dos sistemas de valo­res. "El kabil es como el brezo, prefiere romperse a doblarse". El pasode! hombre de honor es decidido y resuelto; su porte, e! de alguien quesabe a donde va y que sabe que llegará a tiempo cualesquiera fueran losobstáculos, se opone por su determinación a la marcha indecisa (thikli

thamahmahth) que anuncia la irresolución, la promesa vacilante (awalamahmah), el temor a comprometerse (lo que, al contrario, se espera dela mujer) y la impotencia para mantener sus compromisos (mesurado, seopone tanto a la precipitación de! que "hace grandes zancadas", comoun "bailarín", cuanto a la lentitud del que "se arrastra"). Las mismasoposiciones se encuentran en la manera de comer: en primer lugar, enla manera de mantener la boca, e! hombre tiene que comer con toda laboca, francamente, y no, como las mujeres, con el borde de loslabios, esdecir, a medias, con reserva, con contención, pero también de maneradisimulada, hipócrita (todas las "virtudes" dominadas son ambiguas,como laspropias palabras que lasdesignan y que, como ellas,están siem­pre dispuestas a convertirse en defectos); luego, en el ritmo, el hombrede honor no debe comer ni demasiado rápido, con glotonería y avidez,ni demasiado lentamente, dos maneras de ceder a la naturaleza. Elhombre viril que va siempre al grano, sin rodeos, es también el que, evi­tando las miradas, las palabras, los gestos, los golpes bajos y retorcidos,enfrenta y mira a la cara de aquél a quien quiere acoger o hacia quien sedirige; siempre alerta, porque siempre amenazado, no deja escapar nada

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de lo que sucede a su alrededor; una mirada perdida en el vacío o fija enel suelo corresponde a un hombre irresponsable, que no tiene nada quetemer pues está desprovisto de peso en el seno de su grupo.

Al contrario, se espera de la mujer bien educada, la que no cometeninguna inconveniencia "ni con su cabeza, ni con sus manos, ni consus pies", que esté ligeramente encorvada, la vista baja, cuidándose detodo gesto, de todo movimiento inoportuno del cuerpo, de la cabezao de los brazos, evitando mirar otra cosa que el lugar donde apoyaráel pie, sobre todo si ocurre que debe pasar frente a la asamblea de loshombres; su marcha debe evitar el contoneo demasiado marcado que seobtiene apoyándose fuertemente sobre el pie; debe siempre estar ceñidapor la thimebremth, pieza de tela rectangular con rayas amarillas, rojas y

negras, que se lleva por encima del vestido, y velar para que su pañuelono llegue a desanudarse, dejando ver su cabellera. En resumen, la virtudpropiamente femenina, labia, pudor, contención, reserva, orienta todoel cuerpo femenino hacia lo bajo, hacia la tierra, hacia el interior, hacia lacasa, mientras la excelencia masculina, el ni¡,se afirma en el movimientohacia lo alto, hacia el afuera, hacia los otros hombres.

Lesenspratique, pp. 117-119.

Las divisiones constitutivas del orden social y, más precisamente, lasrelaciones sociales de dominación y de explotación que están instirui-

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das entre los géneros, se inscriben así progresivamente en dos clases dehabitus diferentes, bajo la forma de hexis corporales opuestas y comple­mentarias y de principios de visión y de división que conducen a clasi­ficar todas las cosas de! mundo y todas las prácticas según distincionesreductibles a la oposición entre lo masculino y lo femenino. Pertenece alos hombres, situados del lado de lo exterior, de lo oficial, de lo público,de lo derecho, de lo seco, de lo alto, de lo discontinuo, realizar todos losactos a la vez breves, peligrosos y espectaculares que, como e! degüellodel buey, la labranza o la cosecha, sin hablar de! asesinato o de la guerra,marcan rupturas en el curso ordinario de la vida; al contrario, las muje­res, situadas de! lado de lo interior, de lo húmedo, de lo bajo, de lo curvoy de lo continuo, se ven atribuir todos los trabajos domésticos, es decir,privados y ocultos, incluso invisibles o vergonzosos, como e! cuidado delos niños y de los animales, así como todos los trabajos exteriores que leson impartidos por la razón mítica, es decir, los que tienen que ver cone! agua, con la hierba, con lo verde (como la escardura y la jardinería),con la leche, con la madera, y muy especialmente las más impuras, lasmás monótonas y las más humildes. Dado que el mundo limitado en elque están relegadas --elespacio de la aldea, la casa, el lenguaje, las herra­mientas- encierra las mismas llamadas al orden silencioso, las mujeresno pueden sino devenirlo que son según la razón mítica, confirmandoasí, y, en primer lugar, a sus propios ojos, que ellas están naturalmentedestinadas a lo bajo, a lo retorcido, a lo pequeño, a lo mezquino, a lofútil, etc. Están condenadas a dar en cada instante las apariencias de unfundamento natural a la identidad menospreciada que les está social­mente asignada: a ellas incumbe la tarea larga, ingrata y minuciosa derecoger, incluso del suelo, las olivas o las ramitas de madera que loshombres, armados con la vara o con e! hacha, han hecho caer; son lasque, delegadas de las preocupaciones vulgares de la gestión cotidiana dela economía doméstica, parecen complacerse con las mezquindades delcálculo, del plazo y del interés, que el hombre de honor debe ignorar.

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La Domination masculine, p. 36.

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Por todas partes, las mujeres han sufrido particularmente el reagrupa­miento. Permanecen encerradas, a lo largo del día, en húmedas cha­bolas. Son los hombres o los niños quienes hacen las compras o van abuscar el agua a la fuente: en Kerkera, los hombres van a buscar el aguacon cubos o toneles cargados sobre asnos, a veces incluso con vasijasquelas mujeres van a depositar y luego a retomar en la esquina de su casa, sinatravesar la calle. Sin embargo, situada más abajo del reagrupamiento,lejos de la calle principal, oculta a la mirada de los hombres, accesiblepor caminos indirectos, la fuente tradicional de Ain Boumáala, dondese aprovisionaba la zriba kerkera, reúne también a las mujeres que vanallá a lavar ropa, mantas, pieles de ovejas; muchas mujeres continúanextrayendo de ahí su agua Ca pesar de la proximidad de las fuentesnuevas) únicamente porque así tienen la ocasión de conversar un rato.En Djebabra permanece la nostalgia por lo antiguo, y la vida social deantaño se expresade otro modo: lasmujeres van en grupo a pasar la tardea sus antiguas casas, situadas a un cuarto de hora de caminata, las máscercanas, o una media hora, las más alejadas. Esos esfuerzos para perpe­tuar, mal que bien, el modo de vida antiguo, testimonia la amplitud deldesasosiego experimentado por las mujeres en el reagrupamiento. Si sepiensa que a estas influencias específicas y directas se agregan todas lasque actúan sobre el conjunto de la vida económica y social del grupo,puede estimarse la transformación del rol que elgrupo confiaba tradi­cionalmente a la mujer.

Le Déracinement, p. 134.

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El reagrupamiento impide a las mujeres cumplir con la mayor partede sus tareas tradicionales. En primer lugar, el intervencionismo de lasautoridades se ha concentrado de alguna manera en ellas, porque, a losojos de los militares como a los de la mayoría de los observadores inge­nuos, la condición de la mujer argelina era el signo más manifiesto dela "barbarie" que se trataba de combatir por todos los medios, directoso indirectos. Por un lado, los militares crearon, casi por todas partes,círculos femeninos y obradores; por otro lado, se esforzaron por derribarbrutalmente todo lo que les parecía que obstaculizaba a la "liberación dela mujer": en Kerkera (como en muchos centros), las casas fueron priva­das de patio; la fuente y el lavadero fueron ubicados, casi en todas partes,en pleno centro del quadrivium. Más generalmente, las acciones milita­res y la represión han sometido a una terrible prueba la moral del honorque regulaba la división del trabajo y las relaciones entre los sexos.

"Paysans déracinés, bouleversements morphologiqueset changements culturels en Algérie", p. 72.

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En primer lugar, la intervención de las autoridades y el simple hecho delcontacto entre grupos diferentes por su historia reciente y por su gradode aculturación, determinan una aceleración del proceso de cambio cul­tural. La acción de los responsables se inspiraba en la intención, implí­cita o explícita, de "hacer evolucionar" a las poblaciones argelinas haciaestructuras sociales y actitudes de tipo occidental: la unidad del clan ode la familia de base genealógica, se pretendía sustituir por la unidadaldeana, de base espacial; la familia extensa, compuesta de varias gene­raciones viviendo en indivisión, por el hogar en el sentido occidental.Así, en muchos lugares, los "reagrupados" han sido forzados a construirtantas casas como hogares que hubiera; algunos debieron construir lacasa de tal o cual de sus parientes emigrados; a veces fue necesario que elemigrado mismo fuera a cumplir con esta obligación. El hábitat sepa­rado acentúa y acelera el debilitamiento de los lazos familiares: desdeentonces, cada familia tiene su propia marmita y su propio presupuesto,del mismo modo en que ya tenía, la mayoría de lasveces,su propia tierra.Además, el acercamiento de grupos diferentes, el desmenuzamiento delas comunidades, la influencia disolvente de la situación de suburbio y

la precariedad de las condiciones del hábitat, tienden a debilitar los lazoshabituales ydeterminan la aparición de solidaridades de un nuevo tipo,fundadas en el vecinazgo y, ante todo, en la identidad de las condicionesde existencia.

Le Déracinement, pp. 118-119.

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Además del incremento de la autonomía del hogar que tiende a deveniruna unidad económica independiente e, incluso, cada vez que sus recur­sos se lo permiten, a soltarse, el cambio de la estructura de la actividadde los diferentes miembros de la familia determina un cierto número detransformaciones importantes. En primer lugar, aun cuando la urbani­zación acarrea la emancipación en otros dominios, la dependencia eco­nómica de la mujer se incrementa, y ello tanto más cuanto la adopción(incluso parcial e inconsciente) de las disposiciones económicas capita­listas conduce a despreciar las actividades femeninas, no reconociendo

como trabajo verdadero sino el que aporta un ingreso monetario. Nopudiendo trabajar afuera, tiene la carga del interior y permanece com­pletamente extraña (salvo en las capas más favorecidas) a las decisioneseconómicas importantes, ignorando a veces cuánto gana su marido.Mientras la ideología adecuada para justificar y para valorizar su nuevafunción no se ha formado, ella se encuentra relegada a un rol y a unrango inferiores de modo más brutal y más total que antaño, porque elnuevo universo económico y social tiende a desposeerla de las funcionesmismas que le reconocía la antigua sociedad.

Por otra parte, aunque el subempleo crónico tiende a actuar ensentido opuesto, la dependencia de las jóvenes respecto de los padresdecrece desde el momento en que ellas aportan un salario, y muy par­ticularmente cuando, más instruidas que sus hermanas mayores, estánmejor adaptadas al mundo económico. Así,mientras que en la sociedadtradicional permanecían en la dependencia de su padre tanto tiempocomo él viviera, la sociedad urbana les asegura a veces las condicioneseconómicas de la emancipación. Conscientes de aportar una partedel ingreso familiar, consideran que participan en la gestión del pre­supuesto, aun cuando continúan, como ocurre con frecuencia, remi­tiendo su salario a su padre, en parte o en su totalidad. No hay familiaque no sea el lugar de un conflicto de civilizaciones.

AIgérie 60, pp. 62-63.

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Otro signo de la transformación del estilo de las relaciones sociales, laaparición del velo femenino. En la sociedad rural de antaño, las mujeres,que no tenían que disimularse ante los miembros de su clan, tenían queseguir, para ir a la fuente (y,secundariamente, a los campos), itinerariosapartados, a horarios tradicionalmente fijados: así protegidas de lasmiradas extrañas, no portaban velo e ignoraban al-b'ujba (la existenciaenclaustrada en la casa). En el reagrupamiento como en la ciudad, nohay más espacio para cada unidad social, y, además, el espacio mascu­lino yel espacio femenino interfieren, en fin, elabandono parcial o totalde los trabajos agrícolas condena a los hombres a permanecer todo eldía en la aldea o en la casa. Por ello está excluido que la mujer puedacontinuar saliendo tan libremente sin acarrear desprecio y deshonorsobre los hombres de la familia. No pudiendo, sin negarse como cam­pesina, adoptar el velo de la citadina, la campesina transplantada a laciudad debía cuidarse de aparecer solamente en el umbral de su puerta.Creando un campo social de tipo urbano, el reagrupamiento determinala aparición del velo que permite el desplazamiento entre los extraños.

LeDéracinement, p. 70.

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El día en que nos fue manifestado "buenas noches",Hemos recibido un golpe en la mandíbula:Nos hemos hartado de prisiones con llave.

El día en que nos fue manifestado "buenos días",Hemos recibido un golpe en la nariz:Las bendiciones han acabado para nosotros,

El día en que nos fue manifestado "gracias",Hemos recibido un golpe en elcuello:La oveja inspira más miedo que nosotros.

El día en que nos fue manifestado "cerdo",Un perro va mejor que nosotros para elhonor,El khammes ha comprado un mulo.

El día en que nos fue manifestado "el hermano",Hemos recibido un golpe en la rodilla:Caminamos en la vergüenza hasta elpecho.

El día en que nos Iue manifestado "el diablo" ,Hemos recibido un golpe que nos ha vuelto locos,Hemos devenido portadores de estiércol.

HANOTEAU, Poésiespopulaires delaKabylie du Djurdjura, 1862.

Le Déracinement, p. 117.

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Yano hay deshonor (Jib'): ya no se teme abandonar su tierra o venderlaa extranjeros; ya no hay vergüenza de abandonar a su padre o a su madreen la miseria; no se duda ante ningún recurso, ninguna astucia, paraganarse la vida. Decir que ya no hay deshonor, para significar que nohay más honor y pundonor, es recordar que el honor, como el deshonor,no se experimenta sino frente al tribunal de la opinión, frente al gruposeguro de sus normas y de sus valores. En resumen, la crisis del sistemade valores es la consecuencia directa de la crisisque afecta al grupo, guar­dián de los valores: en razón de la dispersión de las unidades sociales,del relajamiento de los lazos sociales tradicionales y del debilitamientodel control de la opinión, la transgresión de la regla tiende a devenir laregla:ya nada obstaculiza al individualismo que se introduce con la eco­nomía moderna; en el seno de los reagrupamientos, agregados enormesy disparatados de individuos aislados, cada uno se siente protegido porsu anonimato; cada uno se siente responsable de sí mismo, pero sólo deél y sólo ante él. "En estos tiempos, es cada uno por sus propias manos.Cada uno no puede contar más que con su habilidad. Cada uno debe'nadar su mar' y contar con sus 'propias rodillas' para ganarse la vida. Nohay más 'mi tío' ni 'mi hermano'. Ahora los hombres dicen 'cada unopara su vientre', 'cada uno para sí', mientras que antes era 'cada uno sutumba', porque es solamente más abajo (en el más allá) donde cada unoestá confrontado con sus actos: aquél día, no puedo nada para ti, tú nopuedes nada para mí, mientras que aquí la vida no es posible sino porla ayuda mutua. ¿Quién puede jactarse, sobre todo en la actualidad, deno necesitar a nadie? Como se dice, 'un hombre (es hombre) por loshombres' (rajal betjat)". Yase trate de su subsistencia o de su honor, elindividuo sabe que no puede contar más que consigo mismo y que nodebe dar cuenta sino a sí mismo. "Honor para ti y vergüenza sobre ti"(rejala lik u/a el-éib lik), se dice: cada sujeto es libre de sus actos, perodebe asumir solo el deshonor que puede atraerse: como la tierra, comola marmita, el honor ha dejado de ser indiviso.

Le Déracinement, p. 86.

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El espíritu campesino no podría resistir mucho tiempo al desarraigo:el campesino, poseído por su propiedad más de lo que él la posee, sedefine por la atadura a su campo y a sus animales. En consecuencia, laactitud respecto de la tierra parece ligada directamente al tipo de hábi­tat. En Kabilia, porque el hábitat se concentra en grandes aldeas, loscultivadores no habitan en su propia tierra; el terreno está extremada­mente parcelado, y las parcelasse sitúan a distancias variables. Si bien lasmejores (thimizar) están muy próximas a las habitaciones con las cualesse comunican a través de caminos secretos (thazribth, plural thizribin),algunas parcelas pueden, ya sea, estar muy encaramadas en la montaña-lo que incrementa el tiempo de caminata para acceder a ellas-, ya sea,pertenecer al terreno de otra aldea: evidentemente, son las más medio­cres y las menos cuidadas. La mayoría de las veces, son dejadas sin cul­tivar o bien son sembradas con leguminosas (nuwar). En todo caso, noson abonadas, y en consecuencia, no conocen la alternancia trienal decultivos (habas, cebada, trigo), sino el barbecho desnudo. Incluso, sontan mediocres que no se cultivan; sirven de pastura para los animales dela familia o tienen algunos árboles frutales, viejos, pobres y mal cuida­dos. Pero de modo general, aún cuando están -corno ocurre a veces- avarias horas de caminata, el campesino mantiene el contacto con sustierras, que "visita" de va en cuando.

Le Déracinement, p. 112.

Si en Djebabra o en Matmatas uno se declara con frecuencia agricultor,aún cuando no se realizan más (o sólo apenas) los trabajos habituales,es porque todas las actividades llevadas a cabo por quien es campesinode condición, deben ser tenidas en cuenta como trabajo, es decir, nosolamente la labranza, sino también el tiempo pasado en "visitar" loscampos o en mirarlos de lejos, por no poder "visitarlos". La cualidadde campesino le permanece asociada porque la ha heredado al mismotiempo que el patrimonio familiar, porque ha sido alimentado yeducado en las virtudes que le son inseparables, porque el grupo se laconfiere y porque debe proclamarla frente a él a través de todo su corn-

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portamiento, porque, en fin, no puede disociarla de la idea que tiene desí mismo.

Aunque la pauperización sea objetivamente tan grande como enotras partes, los fellahs desposeídos de sus tierras permanecen comocampesinos porque no pueden reconocerse como desprovistos de tra­bajo sin negarse como campesinos. La dignidad campesina les prohíbeesta confesión: es la última barrera cuando no queda nada de lo quec~nstituía su condición. El campesino permanece como campesinomientras no pueda concebirse otro y diferentemente que campesino;

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tanto tiempo como permanezca así, el espíritu campesino puede perpe­tuarse, extraño, indiferente, e incluso hostil a la seducción de los otros

modos de vida que conoce y rechaza.Aun aquí, todo es cuestión de forma: en efecto, se admite que el

campesino pueda devenir provisoriamente comerciante en una ciudadde Argelia, obrero agrícola en una gran hacienda o peón en una fábricade Francia, a condición de que lo haga en tantocampesino, es decir, parael bien de la comunidad campesina, para incrementar el patrimoniofamiliar, adquirir una pareja de bueyes, ganar el monto de la compen-

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sación matrimonial, construir una casa o, simplemente, alimentar a lafamilia.

El campesino auténtico debe permanecer fiel a los valores campe­sinos. aun cuando haga frente a la vida urbana: la sociedad campesina,aunque avara de elogios, no retacea alabanzas para quien ha sabido per­manecer respetuoso de sus modelos y de sus normas, que ha continuadoviviendo, sintiendo o pensando como campesino, "siguiendo elcaminode su padre y de su abuelo". Se dice de él: "Vive allí, tal como en el país","no se ha hecho beldi (citadino)", "todavía no se ha enorgullecido". Yel apego a los valores campesinos se mide con dos criterios: en primerlugar, el alimento debe permanecer frugal. prueba de que no tiene "el

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vientre más ancho", que no trabaja "para su vientre"; en segundo lugar,la mujer no debe, a la manera de las citadinas, salir bajo la única protec­ción desu velo: "Ella no franquea el umbral de la puerta', se dice, yes unelogio que se dirige tanto al esposo como a la esposa.

Lo que se condena por encima de todo, es la imitación del citadino:comer como él, vestirse como él, adoptar su lenguaje y sus costumbres,es renegar de la tradición de los ancestros y lanzar un desafío a todo elgrupo. Por ello se comprende la complacencia con la cual se restituye alemigrado el lugar que era suyo y que no ha dejado sino provisoriamente,bajo la coacción de la necesidad. El grupo tanto como el emigrado expe­rimentan el exilio urbano como una prueba que es necesario suspender

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desde el momento en que se pueda; se teme que haya sido sensible a laseducción urbana. También, a fin de disipar toda sospecha. el emigradodebe manifestar claramente que retoma plena y simplemente su lugaren el grupo. El traje traído de la ciudad no debe reaparecer antes de lapróxima partida. Algunos se llevan en su equipaje el albornoz y el tur­bante que volverán a ponerse eldía de regreso a la aldea.

En efecto, puede que la crisis de la agricultura sea, a la vez, elsíntoma y elefecto de la crisis que afecta al agricultor tradicional o, mejor, al espíritucampesino. En Kerkera, como en Ain Aghbel, la casi totalidad de losantiguos agricultores que se declaran desocupados añoran el abandonode sus tierras, lamentan su renunciamiento a la condición de agriculto­res y aspiran a recobrar sus derechos de propietarios; sin embargo, nohay nadie que diga querer continuar cultivando su tierra en lo inme­diato, que declare haber participado en los grandes trabajos estacionales,cosecha del heno o acopio, por ejemplo, ya sea porque hayan efectiva­mente renunciado a toda actividad agrícola, lo que es poco verosímil, yasea porque estiman que los pequeños trabajos que han podido realizarno merecen ser mencionados. En resumen, todo parece indicar que lagran mayoría de los antiguos cultivadores rechaza el trabajo de la tierradeliberadamente; todo ocurre como si, bajo el pretexto del reagrupa­miento, ellos asumieran explícitamente su condición de desocupados,aunque tengan con frecuencia (al menos idealmente) la posibilidad decontinuar cultivando. Todos los deseos formulados, todas las búsquedasefectivamente emprendidas están orientadas hacia el sector no agrícola,hacia elempleo permanente y asalariado.

Le Déracinement, pp. 100-10 1 Y66.

Con más incertidumbre que nunca hacia el futuro, el fellah se encierra~iempre más estrechamente en sus conductas, que se inspiran en la bús­queda de la mayor seguridad posible; mientras más se le escapa el pre­sente, más se aferra a él, sacrificando toda actividad que comprometeríaun fururo a largo plazo a la prosecución de la satisfacción directa de las

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necesidades inmediatas. Para los más pobres, ha terminado la previsiónque exigía la tradición. Una vez rotos los equilibrios tradicionales, seve desaparecer, con el mínimo de seguridad que lo hacía posible, elesfuerzo por ponerse al abrigo del porvenir. Sabiendo que -hiciese loque hiciera- no llegará a asegurar la transición, el fellah se resigna a viviral día recurriendo al crédito, agregando al ingreso de su tierra el importeque le procuran algunas jornadas de trabajo con elcolono. La imprevi­sión forzada es la expresión de una desconfianza total en el porvenir quecondena al abandono fatalista.

Le Déracinement, p. 19.

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El atractivo de un salario incita a muchos cultivadores a hacer trabajos(la labranza o la cosecha, por ejemplo) por cuenta de otros propietarios,a veces en detrimento de su propia tierra. Un fellah kabil de los Ouad­hia, luego de haber convenido que era uno de los últimos de su puebloen permanecer auténticamente campesino (cosa que traicionaban suropa, su lenguaje, el estilo de sus relaciones con sus familiares), luegode haber deplorado con mucha sinceridad y nobleza la decadencia dethafallah'th y denunciado las seducciones ficticias de la ciudad, decla­raba (en abril de 1963): "Soy el único de la aldea que tiene una pareja debueyes. Labro para la gente a razón de 2 500 F (antiguos] por día y pido

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3000 F en período de Ramadán" (en compensación de las comidas queno toma); eso, lo más natural del mundo. Reclamar una indemnizaciónen dinero por la comida que asocia a todos los que han participado enun trabajo colectivo constituye ya una innovación escandalosa; pero,además, la pareja de bueyes deja de ser el orgullo del propietario territo­rial, como símbolo de su honor de campesino, para devenir una fuentede ingresos monetarios.

Le Déracinement; p. 71.

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Recuerdo haber estado largas horas acosando con preguntas a uncampesino kabil que intentaba explicarme una forma tradicional depréstamo de ganado, porque no me entraba en la cabeza que el presta­mista pudiera, contra toda razón "económica", sentirse obligado con elprestatario en nombre de la idea que éste aseguraría el mantenimientode un animal que, de todos modos, habría que alimentar. Recuerdotambién la suma de pequeñas observaciones de apariencia anecdó­tica o de constataciones estadísticas que tuve que acumular antes decomprender, poco a poco, que yo tenía -como todo el mundo- unafilosofía implícita del trabajo, fundada en la equivalencia del trabajo ydel dinero: la conducta juzgada soberanamente escandalosa del albañilque, al retornar de una larga estadía en Francia, pidió que se agregara asu salario una suma correspondiente al precio de la comida ofrecida alfinalizar los trabajos y que él había rehusado tomar, o el hecho de que,para un número de horas o de días de trabajo objetivamente idénticas,los campesinos de las regiones del sur de Argelia, menos afectados por laemigración, se decían con más frecuencia ocupados que los kabiles, másinclinados por su parte a declararse sin trabajo o desocupados. Algunasde las personas que yo observaba, especialmente los kabiles, estaban des­cubriendo esta filosofía que para mí (ypara todos mis semejantes), iba desuyo, y se separaban, muy laboriosamente, de una visión, para mí muydifícil de pensar, de la actividad como ocupación social.

Les Structures sociales de l'économie, p. 14.

Los grupos de obreros de las granjas de colonización presentan el resul­tado del movimiento de desagregación que el reagrupamiento ha acele­rado sin llevarlo a su término, en primer lugar, porque la duración deldesarraigo ha sido demasiado corto como para que las transformacionesmás profundas pudieran manifestarse; luego, porque el sentimientomuy vivo de que se trataba solamente de una prueba provisoria veníaa debilitar la eficacia de la acción perturbadora. Por eso se puede verun símbolo de la historia del campesinado argelino durante esos diez

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últimos años, en la aventura de esos obreros de la CAPER* de Arn Sultanque, desde mucho tiempo atrás instalados en el dominio, han encon­trado junto a sus congéneres montañeses el recuerdo de su pasado, en elmomento en que la memoria colectiva amenazaba con aniquilarse conel desarraigo, el desmenuzamiento yel desorden del grupo.

"Paysans déracinés ...", p. 94.

• Caja de Acceso a la Propiedady a laExplotaciónRural.

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A falta de esas "predisposiciones" que los escolares espontáneamentestuart-millianos de Lowestoft habían mamado en la cuna, los agenteseconómicos que yo observaba en la Argelia de la década de 1960 debíanaprender o, más exactamente, reinuentar, con más o menos éxito segúnsus recursos económicos y culturales, todo lo que la teoría económicaconsidera (al menos tácitamente) como dado, es decir, como un doninnato, universal e inscripto en la naturaleza humana: la idea del trabajocomo actividad que procura un ingreso monetario por oposición a lasimple ocupación conforme a la división tradicional de las actividadeso al intercambio tradicional de servicios; la posibilidad misma de latransacción impersonal entre desconocidos, ligada a la situación demercado, por oposición a todos los intercambios de la economía de la"buena fe", como la llaman los kabiles, entre parientes y familiares oentredesconocidos, pero "domesticados", por así decirlo, por el aval deallegados y de intermediarios capaces de limitar y de conjurar los riesgosligados al mercado; la noción de inversión a largo plazo, por oposicióna la práctica de la reserva o a la simple previsión inscripta en la unidaddirectamente experimentada de los ciclos productivos; la concepciónmoderna, que se nos ha vuelto tan familiar que olvidamos que consti­tuyó el objeto de interminables debates ético-jurídicos, del préstamoa interés y la idea misma de contrato, con sus vencimientos estrictos,hasta entonces desconocidos, sus cláusulas formales, que ha tomadoprogresivamente el lugar del intercambio de honor entre hombres dehonor, que excluía el cálculo y la búsqueda del beneficio y obedecía auna aguda preocupación por la equidad, etc. Otras tantas innovacionesparciales, pero que se transforman en sistema, porque se enraízan enuna representación del porvenir como lugar de posibilidades abiertas ysusceptibles del cálculo.

LesStructures sociales de l'économie, pp. 14-15.

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El trabajo no es ni un fin en sí ni una virtud para sí. Loque está valori­zado, no es la acción orientada hacia un fin económico, es la actividad ensí misma, independientemente de su función económica y sólo a con­dición de que tenga una función social. El hombre que se respeta debesiempre estar ocupado en algo. Si no encuentra nada para hacer "queal menos talle su cuchara'. "El pastor desocupado -se dice inc1uso-,talla su bastón". El perezoso no cumple la función que le incumbe en elseno del grupo: por ello, se pone al margen y se expone a ser rechazado.Permanecer ocioso, sobre todo para quien pertenece a una gran familia,es traicionar sus compromisos respecto del grupo, es eludir los deberes,las tareas y las cargas que son inseparables de la pertenencia al grupo. Poreso se apresuran, por ejemplo, para reubicar en el ciclo de los trabajosy en el circuito de los intercambios de servicios al que ha permanecidoseparado de la actividad agrícola durante cierto tiempo, elemigrado o elconvaleciente. Se dice a los adolescentes de familias pobres, a los hijos deviudas: "Vayan ustedes a arrendar, se convertirán en hombres tirando elarado y cavando la tierra'. Con derecho a exigir a cada uno que se pro­porcione una ocupación, por improductiva que ella sea, el grupo debeasegurar a todos una ocupación, aun puramente simbólica. El cultiva­dor que ofrece una ocasión de trabajar en sus tierras a quienes no tienentierras de labranza, arado que tirar, árboles que podar, hijo de khammés(obrero agrícola) o de viuda, recibe aprobación de todos porque aseguraa esos individuos marginales la posibilidad de integrarse en el grupo, enresumen, de convertirse en hombres realizados.

En tal contexto, lo que aparece como simple ocupación cuando se refiereimplícitamente a la concepción del trabajo como actividad productiva,no era y no podía ser percibido como tal. Así, el jefe de familia era natu­ralmente el de mayor edad, porque su trabajo, a sus ojos como a los ojosdel grupo, se identificaba con la función misma de jefe de familia, res­ponsable de cada uno y de todos, encargado de ordenar y de organizarlos trabajos, los gastos y las relaciones sociales. La distinción entre tra­bajo productivo y trabajo improductivo, como la distinción entre tra­bajo rentable y trabajo no rentable, estaba relegada a un segundo plano,

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estableciéndose la oposición fundamental entre el ocioso (o el perezoso)que falta a su deber social y el trabajador que cumple su función social,cualquiera que pudiera ser el producto de su esfuerzo.

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Afgéríe 60, pp. 37-38.

La ruptura con la condición campesina y la negación del espíritu cam­pesino son el resultado de un proceso puramente negativo que acarreael abandono de la tierra y la huida hacia la ciudad o la permanenciaresignada en una condición devaluada y desvalorizada, más bien que lainvención de un nuevo tipo de relaciones con la tierra y con el trabajode la tierra. Han terminado los campesinos "encampesinados", perotambién son raros los agricultores modernos. Si bien en cada aldea aúnexisten algunos "ingenuos" obstinados en perpetuar un arte de viviranticuado, si bien existen algunos agricultores capaces de gestionar suexplotación según las reglas de la racionalidad económica, la oposiciónentre el campesino tradicionalista y elcampesino moderno no tiene másque un valor heurístico y define solamente los polos extremos de uncontinuum de conductas y de actitudes separadas por una infinidad dediferencias infinitesimales.

LeDéracinement, p. 161.

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"Ahora todo es oficio (al-mityz). ¿Cuál es tu oficio?, se pregunta. Y cadauno debe encontrarse un trabajo. Hay quien, por haber almacenadocuatro cajas de azúcar y dos paquetes de café en un local, se dice comer­ciante; quien, porque sabe clavar cuatro planchas, se dice carpintero; loschoferes son innumerables, incluso si no tienen automóvil: basta contener su permiso en el bolsillo" (Fellah de Djernáa-Saharidj.)

Le Déracínement, p. 61.

''A veces, yo trabajo, a veces diez días, a veces quince días, pero jamásasí, de un solo golpe, de modo continuo. Estoy actualmente en un tallercomo chofer. Hace falta pan para los hijos. Y por eso, no importa cuáloficio se desea. Es mejor eso que dar vueltas, para nada, sin aportarlesnada. Vea usted a mis hijos, están desnudos. Vea mi casa, una pocilga,no es una casa. Haría cualquier oficio con tal de ganar bien para alimen­tar a mis hijos. Esto es mi vida, sólo el salario no va. El resto, nosotrosestamos hechos para eso" (Chofer, Orán).

Trauail et travailleurs enAlgérie, p. 503.

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Si trabajo quiere decir un oficio, ejercerlo de manera estable y vivir de ellode manera correcta, no es para todo el mundo y se trata de otra cosa. Sitrabajo quiere decir hacer algo, no importa qué, para no estar de brazoscruzados, para ganarse el pan, allá, sólo los perezosos no trabajan. Unhombre digno, que no quiere vivir a expensas de los otros, incluso si debevivir de cuento, debe trabajar. Si no encuentra ningún trabajo, puede aúndedicarse a laventa callejera. Muchos se han encontrado obligados a hacereso para vivir, aunque ahora por nada del mundo harían otra cosa. Estoes malo, porque lo que era una necesidad al inicio, deviene una forma depereza.

"Yo soy un fellah. Mi padre vino a la ciudad porque no podía vivir más.Yosabía cortar un poco el pelo. Aprendí ese oficio solo. Como no podíahacer otra cosa, tomé ese oficio. Alquilé este local, pago 3 000 F de alqui­

ler. Es caro. Aprendí mi oficio trabajando. Nunca tengo ganancias fijas,hay mucha competencia. Uno nunca puede estar seguro en este tipo de

oficio. Gano apenas como para pagar el pan de mis hijos, pero es justo,justo. Cuando no llego, tomo mercadería a crédito en lo de un tendero

que conozco. ¡Ah!Si yo pudiera, tendría Otro oficio. Para mis hijos, yo noquisiera que ellos hicieran esto. Quisiera que ellos fueran obreros especia­lizados, mecánicos, o alguna otra cosa parecida. El que tiene una especiali­dad, está tranquilo, no hay necesidad de pensar en mañana. Con un oficiocomo el mío, uno siempre está con la soga al cuello. ¿Cómo quieres quehaga algo?No puedo incluso pensar en instalarme como es debido. Deboconsiderarme feliz cuando gano mi pan. No hay que pensar en el resto".

Si la presión del "ejército de reserva industrial" es siempre vivamenteexperimentada, se expresa a veces explícitamente, ya sea a través de juicios

al al "h h b ""h h "vagos Ygener es, t es como ay mue os razas, ay mue a gente"está todo el mundo", "la población se ha duplicado", ya sea en términosmás concretos, más cercanos a una experiencia vivida y todavía viva: "Vaspo\-los muelles una mañana y verás: son centenas, miles, que esperan paratener un trabajo, para trabajar una jornada, para ganar elpan de sus cha­vales" (Peón, Argd).

Travail et travailleurs enAlgérie, pp. 511 y 533.

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Para todos estos jornaleros, trabajadores intermitentes, desocupados,vendedores callejeros, que trasladan al medio urbano actitudes ruralesy que no tienen los medios para realizar la mutación necesaria paraadaptarse a la vida urbana, toda la existencia transcurre bajo el signo dela necesidad y de la inseguridad. "Aveces, trabajo un día, a veces, cuatrodías, a vecesdurante un mes entero estoy desocupado. Tengo casi 5 000F de deudas. Pido prestado a uno para pagaL al otro, siempre es así.Estoy sin oficio, sin instrucción, ¿cómo quiere que viva? Trabajo comopeón, llevo el agua, piedras para la construcción ... ¡Ah! ¡Si encontraratrabajo! Vea usted que tengo la soga al cuello (makhnouq, literalmente"estrangulado"). Cuando no trabajo como peón, vaya la ciudad y tra­bajo como changarín en el mercado. Tomo a derecha y a izquierda. Pidoprestado a uno para pagar al otro. Salgo a la mañana, a las cinco horasy hacia delante. Busco, busco. ¡A veces, vuelvo al mediodía o la una ysiempre nada, nada ... ! Lo que gano es como mi trabajo. Nunca esregular, nunca seguro. ¿Qué es lo que se puede hacer? Cuandotú no estásseguro del hoy, ¿cómo estarás seguro del mañana?Gano en promedio casi10 000 F. Haría cualquier cosa para ganar el pan de mi familia" (Peón,sin empleo regular, Constantina).

El empleo del tiempo dividido entre la búsqueda del trabajo y los traba­jos improvisados, la semana o el mes cortados al azar de la contratación,en días laborables y no-laborables, todo lleva la marca de la precariedad.Nada de horario regular ni de lugar de trabajo fijo. La misma disconti­nuidad en el tiempo yen el espacio. La búsqueda de trabajo es la únicaconstante de esta existencia balanceada a merced del azar; y tambiénel fracaso cotidiano de la búsqueda. Se busca trabajo "a derecha y aizquierda", se pide prestado "a derecha y a izquierda", se pide prestado aderecha para devolver a izquierda. }ó sigo pidiendoprestado como desper­dicios sobre elagua, dice un desocupado de Constantina.

Travail et trauailleurs enAlgérie, pp. 352 y 353.

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"Yosalgo a la mañana para buscar trabajo, no me quedo. ¡Ycómo que­darse! Durante el día, la casa es un horno, a la noche, es una heladera".Cada mañana se parte en busca de trabajo, más o menos tempranosegún que verdaderamente se lo espere o se esté ya resignado. Uno va,toda la mañana, de obra en obra, confiando en los dichos de un amigo,un primo o un vecino. ¿Volver a la casa a mediodía? Uno se detiene en elcafé, donde lo consume mientras fuma con los amigos. Se llega a hacerprofesión de buscador.

El único fin de la actividad es la satisfacción de las necesidades inme­diatas. "Yo gano mi pedazo de pan yeso es todo". "Lo que yo gano, locomo". "Gano justo el pan de mis hijos". "Yo trabajo para alimentar alos hijos". Se han acabado las antiguas tradiciones de previsión. El cita­dino tiende a parecerse a la imagen que se formaba de él el campesinotradicional: "Lo que la jornada ha trabajado, la noche lo ha comido...".A veces, se ven resurgir conductas tradicionales, totalmente aberrantesen el nuevo contexto, e inspiradas por la obsesión de la subsistencia."Tengo provisiones listas, dice un pequeño tendero de Orán que gana400 a 500 F por día. Si en algún momento no gano nada, al menospuedo comer". Tradicionalismo de la desesperanza, tan inconsecuentecomo la existencia al día. Pero, ¿cómo esperar más allá del presente, másallá de la subsistencia, cuando este objetivo primordial apenas si estásatisfecho? "El salario alcanza justo para el pan. Pero para ascender, no"(Peón en una pescadería, Constantina).

Como los sacrificios se refieren primordialmente al consumo,los ingresos pueden aumentar sin que el ahorro o, incluso, la idea deahorrar, aparezca; de tal modo las necesidades exceden a los medios: enefecto, se sabe que la porción de la alimentación crece paralelamentea los ingresos en los presupuestos familiares hasta un cierto umbral.Cuando se les pregunta si tienen ahorros, la mayor parte de los subpro­letarios responden con risa o con indignación: 5,4% de los subprolera­

Tios tienen ahorros y el 50,9% tiene deudas. "¿Ahorros?, dice con unasonrisa un chofer de Orleánsville; cuando recibo la paga, me enfermo,no sécómo hacer. Yo vivo al día".

Travailet travailleurs enAlgérie, pp. 356 y 357.

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La melancolía colectiva revela e! desasosiego y la ansiedad, e! debilita­miento de las antiguas solidaridades. Si la miseria material alcanza a cadaindividuo en lo más íntimo de sí mismo, es porque precipita e! desmo­ronamiento de! sistema de valores que imponía la identificación de cadauno a todo e!grupo y que, por ello, lo protegía contra e!descubrimientode su soledad. Si e! grupo no llega más a ejercer su acción reguladora, noes solamente porque duda de sus normas y de sus valores, desmentidospor la situación, es también porque las estructuras más profundas hansido quebradas: e! desplazamiento forzado y todas las manipulacionesarbitrarias han transformado e! sustrato de la vida social, no solamenteen su extensión y en su volumen, sino también en su forma. Emigracióncon escasaamplitud, impuesta a todo e! grupo por razones extrañas a lalógica económica, el reagrupamiento afecta toda la vida social, transfor­mando la organización de! espacio habitado, esquema de las estructurassociales proyectado sobre e! suelo, y quebrando el vínculo de familiari­dad que une los individuos a su entorno. Como e! mundo familiar espara él e! mundo natal, como todo su habitus corporal está "hecho" ene!espacio de sus desplazamientos habituales, e! campesino desarraigadoestá herido en lo más profundo de su ser, tan profundamente que nopuede formular su desarraigo y menos aún, definir su razón.

"Paysans déracinés ...", p. 87.

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"Yo, dice un comisionista de Orán, voy a decirle, los padres, no eraninstruidos, ellos no sabían lo que es elporvenir. Yo, en lugar de ganar100 F, prefiero trabajarcuatro veces mdsparaganar200 F y educar a mishijos. Por otra parte, es lo que hago en este momento. Los competidoresrefunfuñan, pero pueden gritar; ellos ganan dos veces más trabajandodos veces menos que yo".

Travail et travailleurs enAlgérie, p. 207.

Un desocupado de Constantina, desprovisto de todo recurso, calculaen 2000 NF por mes el ingreso que necesita para satisfacer las necesida­des de su familia. Interrogado sobre el futuro que desea para sus hijos,declara: "Ellos irían a la escuela; cuando estuvieran bastante instruidos,elegirían ellos mismos. Pero yo no puedo enviarlos a la escuela. Quisiera,si pudiera, instruirlos durante mucho tiempo para que fueran doctoreso abogados. Pero yo no tengo ayuda. Me estdpermitido soñar".

Travail et travailleurs enAlgérie, p. 300.

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Sin otra esperanza que ganar lo suficiente para sobrevivir, los más mise­rables tienen la opción entre ese fatalismo de los desesperados que notiene nada que ver con el Islam y la partida forzada hacia la ciudad ohacia Francia. Más que el resultado de una libre decisión fundada enla voluntad de instalarse verdaderamente en la vida urbana, este exilioforzado no es, la mayoría de lasveces,sino el término ineluctable de unaserie de renunciamientos y de derrotas: una mala cosecha y se vende elasno o los bueyes; se pide prestado a tasas exorbitantes para continuaro para comprar la semilla; en fin, habiendo agotado todos los recursos,uno no parte, salecorriendo.

O bien, harto de penar para vivir tan mal, uno se va allí a la buenade Dios, dejando la tierra a un khammes. En todos los casos, la partidahacia la ciudad es una suerte de huída de antemano determinada porla miseria. Los más ricos, los que disponen de un peculio, esperan ins­talarse como comerciantes en la pequeña ciudad vecina que tienen porcostumbre frecuentar para los mercados. Con el artesanado tradicional,el comercio es, en efecto, el único tipo de actividad que conviene a lospropietarios terratenientes preocupados por no contravenir, sobre todocuando han permanecido en la región donde son conocidos por todos.Por su parte, los pequeños propietarios desposeídos, los antiguos kha­mmes, o los obreros agrícolas a los que nada prepara para la vida urbanay que no tienen ni lasactitudes ni lasaptitudes necesarias para adaptarse,no pueden esperar sino la condición de jornalero, de pequeño vendedorambulante o de desocupado que espera ese "paraíso" del empleo perma­nente.

LeDéracinement, pp. 20-21.

"¡Ah! ¡Yo tenía mundo! Antes del servicio militar era algo así comorepartidor de perfumes en I... Trabajé cinco años. Tenía diecisieteaños. No había nada, de otro modo no podía hacer otra cosa. En esemomento todo estaba cerrado. Es siempre la misma cuestión, la que ledije: lóseuropeos tenían todos los empleos. Tenga, le doy una historiamía. La recuerdo como si fuera ahora, eso me impactó. Calle Michelet,había un negocio que pedía un aprendiz de sastre. Yo acababa de salir

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de la escuela. Mis padres eran pobres. Era necesario comenzar a hacermundo, a trabajar. El patrón me pregunta: ¿Usted sabe leer? Sí. ¿Escri­bir? Sí. ¿Tiene el certificado de estudios? Se lo presento, él lo ve. En esemomento, entra un hombre joven de mi edad. Lo recuerdo todavía hoy.Él no sabía una palabra de francés. Yocreía que el patrón iba a hacer unpequeño examen. Me dijo: Señor, puede irse, le escribiré. Nunca recibínada. El hombre joven era español. Eso no lo olvidaré jamás".

Trauail et trauailleurs enAlgérie, p. 461.

"Estoy en Constantina desde marzo de 1959. Antes estaba en Cháteau­dun du Rhumel. Fui al suburbio de Hatabia. Se destruyeron chabolasy nos "recolocaron" en la ciudad de EI-Bir. La casa pertenece a la SAS

(Sección administrativa especializada). No hay ni agua ni electricidad.Somos ocho personas en dos piezas, una para mi hermano, la otra paramí. Mi abuelo, no sé lo que hacía. Mi padre era jornalero, la pala y elpico, y antes, fellah. Yo trabajé como "trabadjar" (nombre peyorativode peón agrícola). Ahora estoy desocupado. Todos los días busco queme contraten en varias obras y no he encontrado, ni en Bellevue niotra parte. Haría cualquier cosa, si encontrara, con tal que aportara unpedazo de pan a mis hijos. Pero no tengo ningún oficio. El especialistase contrata inmediatamente, no puede estar desocupado". El hermanointerviene en francés: "Él busca trabajo por todas partes, no hay -Yoharía todo trabajo, cualquiera (en francés), pero no tengo oficio, elquelo tiene no queda sin trabajo" (Desocupado, Constantina).

Trauail et trauailleurs enA/gérie, p. 502.

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"¡Para tener un buen empleo, hay que estar enchufado (gesto enérgicocon la mano)! ¡Hay que tener 'espaldas' duras! Hay que usar 40000 o 20000 F de soborno, digo eso así, yo no sé. Vea, hay una segunda manera.Si uno conoce un amigo, un pariente, puede ayudar a entrar. Pero lo másfuerte, es el 'enchufe-dinero' lo que cuenta" (Obrero-pintor, Orán).

Vendedor de huevos. Tlemcén."Eso depende, es Dios y la suerte, eso no me incumbe. Todo dependedel destino. Hay que hacer regalos para los patronos, propinas para los

capataces, con eso seguro, uno puede encontrar un trabajo.

-La esposa: Cada uno trabaja en lo que puede.-El marido: iUsted cree que esto es Francia donde uno encuentrafábricas! ¡Aquí no hay nada de eso!

Un desocupado de Orán, que habita una casucha en un suburbio (dospiezas de tres por dos metros, sin mobiliario), con su padre que ocupauna pieza, su hermana y los hijos de ella -rodos a su cargo-, declara queél ha dejado hace cuatro días de vender higos silvestres -ocupación a lacual se consagraba desde hacía un mes- porque se lastimaba las manos:"Yo busco continuamente, no trabajo desde hace dos años. Quisiera unempleo de peón. Pero para contratarme me piden una libreta de obreroque no tengo. Para tenerla, es necesario trabajar seis meses en la mismaempresa. En Argel entregan ahora esa libreta. Hice un pedido a la alcal­día. No he tenido respuesta. He sido vendedor ambulante, vendía bote­llas. Yo llegaba a ganar 200 a 300 F por día. Era mejor que nada, comoahora'. Y su hermana agrega: "Él no puede pagar la leche de su hijo. Suesposa se ha ido a lo de su padre, estaba harta de no tener qué comer".

Trauail et trauailleurs enAlgérie, pp. 464, 473 y 502.

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"EnlaArgelia en luchapor su independencia, trabajar en un análisis cien­tífico de la sociedad argelina, era intentar comprendery hacer comprínderlosfundamentosy los objetivos reales de esta lucha. . . 1 " .

Este libro presenta, por primera va, un conjunto de documentos foto­gráficos que datan de los años 1958 a 1961, traídos por Pierre Bourdieude su estancia en Argelia; fotografías que serán, simultáneamente, elobjeto de una exposición itinerante. Tomadas' en conjunto en Argelia,ellas agregan una faceta esencial a los estudios etnográficos y sociológi­cos de Pierre Bourdieu, en una época que estaba profundamente mar­cada por los acontecimientos trágicos de la guerra colonial.

Durante una entrevista llevada a cabo por Franz Schulteis para larevista Camera Austria -en el comienzo de nuestro trabajo común eneste proyecto-, Pierre Bourdieu sitúa su obra fotográfica en el contextode su trabajo antropológico y sociológico. La comenta echando unamirada hacia atrás sobre su estancia en Argelia, etapa decisiva en su vida,señalando los lazos afectivos con ese país, yel respeto que experimen­taba por aquellos hombres que quería rehabilitar a toda costa en susobras.'fGt-fotografía lo cautivaba, pues expresaba la mirada distante delinvestigador que registra, pero que, sin embargo, permanece conscientede lo que registra, con su capacidad de fijar inmediatamente y a una dis­tancia familiar, los detalles que, en el momento de la percepción, pasandesapercibidos o escapan a un examen más profundo. La fotografía "estáligada a la relación que no he dejado de mantener con mi objeto, del quejamás olvidé que se trataba de personas, sobre las cuales sostenía unamirada que llamaría gustosamente, si no temiera el ridículo, afectuosa, y.frecuentemente tierna". 2 Estas fotografías constituyen pues, igualmente,un medio de comunicación con los hombres que estuvieron siempre enel centro de sus reflexiones: los campesinos deportados a los centros dereagrupamiento o instalados en las grandes ciudades y su inactividadforzada; las familias de vida precaria que vivían en los suburbios de lasmetrópolis en condiciones miserables; la miseria de los desocupados yde millones de personas desarraigadas.

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Sin embargo, estas fotografías son igualmente -y sobre todo- elresultado de una investigación científica. Era necesario, pues, examinar­las a la luz del contenido de esta investigación y situarlas en un contextoque permitiera enmarcarlas a nivel histórico y temático. La primera fasede nuestro trabajo consistió en el examen de los documentos fotográ­ficos, en busca de los contextos que Pierre Bourdieu analizaba en suobra escrita. Hemos intentado leer los archivos de Pierre Bourdieu, máspre~isamente, el conjunto de su colección de negativos, de pruebas yde comentarios, así como su colección de esbozos y manuscritos en elvolumen de las "fichas de Argelia", en el contexto de sus estudios. El

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autor mismo nos ha legado sus primeras ideas del reagrupamiento de las'imágenes y de los textos.

Los archivosPierre Bourdieu había elegido no utilizar sino una parte ínfima de susfotografías en sus publicaciones, es la razón por la cual la mayor partede sus documentos fotográficos son inéditos. Los que conocen suobra reconocerán, sin duda, las fotografías sobre las coberturas de susprimeras ediciones: Le Déracinement (con Abdelmalek Sayad); Travailet travailleurs en Algérie (con Alain Darbel et al.);AIgérie 60 y Le Senspratique.

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Si bien un cierto número de las fotografías de su stock han servidopara ilustrar los artículos y las entrevistas publicadas en diferentes revis­tas, un gran número, sin embargo, ha desaparecido de los archivos,incluyendo los clichés, pues una buena parte de las casi dos mil foto­grafías (el fruto de cuatro años de trabajo) se perdieron durante diversasmudanzas. Los stocks actuales comprenden seiscientos clichés con unformato de 6 por 6 cm, así como ciento noventa y nueve placas deprueba, con formatos de 6 a 12,5 centímetros.

El corpus más importante de los archivos, con excepción de los cli­chés, comprende ciento cuarenta y dos tiradas de gran formato (entre25 por 25 cm y 30 por 30 cm), que Pierre Bourdieu había clasificadoen tres álbumes, según criterios temáticos. Veintiséis clichés de las

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ciento cuarenta y dos tiradas están irremediablemente perdidos, y losciento sesenta restantes constituyen las únicas fuentes disponibles parala posteridad. Todas las leyendas y fechas, sin excepción, están hechaspor Pierre Bourdieu, los nombres topográficos han sido agregados allídonde ellos emanaban sin ambigüedad del material disponible o de laspublicaciones existentes. La numeración de los clichés, en función delnúmero atribuido a una imagen dada del archivo, ha sido conservada ysigue un sistema aila-numérico cuyas letras expresan que se trata de unatirada original con un cliché existente (O), de una tirada original sincliché (R) o de un cliché únicamente (N). Hemos tomado la decisiónde realizar placas de prueba de todos los clichés y de escanear todas lasfotografías originales, así como las fotografías esenciales de la selección

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destinada a la exposición y a la publicación, para evitar deteriorar máslosoriginales.

La selección que constituye el objeto del libro y de la exposición, searticula alrededor de las fotografías que Pierre Bourdieu había utilizadopara sus publicaciones anteriores. Además, hemos integrado la mayorparte de las fotografías originales que él había elegido personalmente.Las secuencias de las fotografías contenidas en sus álbumes y comen­radgs en parte por él mismo, figuran aquí como unidades bien defini­das. Una secuencia extraída de un álbum de Pierre Bourdieu ilustra lamanera como él reunía sus fotografías.

Ella comienza en la página 198 de este libro, sin comentario tex­tual. Hemos intentado respetar las decisiones de Pierre Bourdieu, enla medida de lo posible, y de aprehender los archivos tal como nos erantransmitidos.

El métodoPierre Bourdieu describe las condiciones en las cuales realizó estadocumentación, que fueron metódicas pero, también, el resultado deuna gran presión afectiva. En un momento dado, tuvo la intención dedescribir las diferentes vestimentas, con el fin de asociar las cualidadessociales con los diversos modos de combinar las vestimentas europeas

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con las vestimentas tradicionales; registró secretamente c_o~nv~_rsil<iQQ.es

en lugares públicos para estudiar las razones subyacentes del pasaje de. una lengua a otra, llevó a cabo entrevistas, estudios basados en cuestio­narios, tests en las escuelas, discusiones en los centros sociales, y proce­dió a la evaluación de diferentes archivos. "Esta libido sciendi un tantoexaltada, enraizada en una pasión por todo lo que concernía a este paísy a sus hombres, así como en un sentimiento oculto de culpabilidad yde rebelión frente a tanto sufrimiento e injusticia, era incansable, sinfronteras ...

El simple deseo de absorber esos acontecimientos me hizo continuar,con el alma y con el cuerpo, un trabajo encarnizado que me permitía

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estar a la altura de lasexperiencias de lasque yo era el testimonio indignoy, a la vez, impotente, y del que deseaba dar cuenta a toda costa'. 3

Reflejando la Argelia de los años cincuenta, el trabajo fotográficode Pierre Bourdieu se inscribe en la tradición de una fotografía huma­nista comprometida que uno encuentra (y no solamente en razón de suproximidad temática) en las grandes documentaciones sobre la miseriade los campesinos sin tierra, o en gran parte reducidos a una condiciónde aparceros o de obreros agrícolas de los Estados Unidos de los añostreinta. En particular, los textos de James Agee y las fotografías de WalterEvans, su descripción lúcida y comprometida de la vida miserable de

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tres familias campesinas en Louons maintenant lesgrandes hommes.' des­cripción que cuestiona la actividad misma del narrador, marcan un giroen la reflexividad del trabajo documental y artístico comprometido yconstituyen igualmente un punto de referencia metódico válido para lasfotografías presentes. Pierre Bourdieu logra de una manera semejante,establecer una base de confianza que le permite desarrollar una prácticafotográfica que documenta, a la vez, su compromiso, su autenticidad ysu.afectividad (sin olvidar, ante esta comparación un poco osada, queaquí no se trata de un trabajo periodístico ni artístico y, sobre todo, querealizaba sus trabajos durante la guerra, en la que la vida y la muerte secodeaban cotidianamente).

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Para nosotros, fue muy revelador ver cómo Pierre Bourdieu, el fotó­grafo, se acercaba a su objeto y con qué precisión se acercaba a las cosascon el fin de asir el contexto integral en la fotografía. Pierre Bourdieucercaba el objeto de su investigación con la ayuda de su aparato fotográ­fico, eligiendo incansablemente nuevas perspectivas y aproximaciones.O bien registraba, observador pasivo, todo lo que pasaba frente a sulente, como en esa serie de una veintena de fotografías tomadas en uncruce de Blida que muestran, siempre bajo el mismo ángulo, los pea­tones que pasan frente a su objetivo. O incluso la serie de fotografíastomadas frente a un kiosco de periódicos, en una plaza cercana a lamisma esquina de la calle de Blida, donde, como en un film, grupos deadultos y de niños, en una composición siempre renovada, se empujanfrente a los periódicos expuestos. Pierre Bourdieu, que trabajaba con unaparato con dos objetivos, adoptaba siempre un ángulo visual bastantebajo, utilizaba este aparato a la altura del pecho, lo que le permitía, sinestar obligado a levantar el aparato hasta sus ojos, fotografiar las situa­

ciones más delicadas y pasar casi desapercibido.

El ProyectoLos intercambios y la colaboración con Pierre Bourdieu comenzaronen 2000, bajo un ángulo completamente distinto que el que luego iba adar el impulso decisivo a este libro. El año 2000 representaba para noso­tros, "trabajadores de la cultura" (en Austria) una ruptura política, en loinmediato simbólica: el advenimiento al poder del FPÚ (Partido Liberalde Austria) parecía anunciar en Austria la hegemonía de un consensoanti-intelectual, xenófobo, y justificar nuestro miedo de que la reduc­ción de la complejidad deviniera el leitmotiv de una nueva política aus­triaca. Pierre Bourdieu sostenía el debate conducido en nuestra revistaf~tográfica, Camera Austria, donde publicó su primer texto, "Contreune politique de la dépolitisation" ["Contra una política de la despoliti­zación"], una contribución esencial al movimiento social europeo parael cual militaba y que debía permitir ir en contra del pensamiento único

de la mundialización y del neoliberalismo.?

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Franz Schultheis, que era el punto de unión entre Pierre Bourdieuy Camera Austria, nos presentó el stock fotográfico, hasta entoncesprácticamente inédito, el fruto de sus estudios etnológicos a finales de ladécada de 1950 en Argelia. Confrontado con la idea de publicarlas y dehacer con ellas una exposición, Pierre Bourdieu fue primero escéptico,pues no pretendía sobreestimar el impacto artístico y estético de susfotografías. Esa fue para nosotros, la ocasión para reflexionar sobre lacuestión de saber si una institución como Camera Austria, que se consi-'dera indudablemente un proyecto artístico, podría ser el lugar propiciopara la elaboración del material fotográfico de Pierre Bourdieu concer­niente a la etnografía. Pero es justamente en razón de sus investigacionessobre la fotografía, en la obra colectiva "Un art moyen. Essai sur lesusages sociaux de la photographie", y de sus ensayos sobre la definicióny el análisis del campo artístico y de su impacto en la sociedad, que nosha parecido particularmente interesante someter esos documentos a unanálisis más profundo. Por otra parte, la posibilidad de adentrarnos ensus stocks de fotografías, significaba para nosotros un retorno a nuestrocampo tradicional, que es el del análisis de los materiales fotográficos yde su significación social, política y cultural. Finalmente, la exposiciónde los documentos fotográficos de Pierre Bourdieu en el Kunsthaus deGraz en otoño de 2003, situará este proyecto en una institución artís­tica, lo que permitirá discutir ese trabajo específico, y la posición dePierre Bourdieu en general en el contexto del arte conternporáneo.f

Christine Frisinghelli

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AgradecimientosTenemos que agradecer en primer lugar a Pierre Bourdieu, por laconfianza que nos ha testimoniado para la realización de este proyectocomún, así como por su colaboración hasta sus últimos días. Agrade­cemos a jerórne Bourdieu por su asistencia y por las fructuosas discu­siones que hemos tenido con él, en particular durante la última fasedel proyecto. A Franz Schultheis que ha proporcionado el marco quenos permitió inscribir las fotografías en su contexto científico, biográ­fico e histórico. Agradecemos igualmente a Salah Bouhmedja por supaciencia durante el estudio de los archivos, por sus comentarios y laidentificación de las fotografías. Igualmente, tenemos que agradecer alos organizadores de "Graz 2003 - Capital europea de la cultura" por elfinanciamiento de base de este complejo proyecto.

I LeSenspratique, Paris,Minuir, 1980, p. 8.1 PiereeBourdieu / Franz Schulteis:"Entrenen", véasesupra.3 Pierre Bourdieu, Ein soziologiscber Selbttersucb, Francforr,Suhrkarnp,2002.4 JamesAgee,Walrer Evans,Louonsmaintenant lesgrandeshomes,París,Plon, 2002., Camera Austria,núm. 72, Graz,2000.

6 El proyecto fue en gran medida realizadopor elequipo de Camera Austria,y especialmentepor SeiichíFuruya, Maren Luebbke, AnjaRoschy Manfred Wjllmann.

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OBRAS DE PIERREBOURDIEUSOBREARGELIA

Sociologie de I'Algérie, Paris, PUF (col. "Que Sais-je"), núm. 802, 1958,nueva edición revisada y corregida, 1961, 80 edición, noviembre de2001.

"La logique interne de la civilisation algérienne traditionnelle" en Le

Sous-Développement en Algérie, Alger, Secrétariat social, 1959, pp. 40­51.

"Le choc des civilisarions" en Le Sous-Développement en Algérie, Alger,Secrétariat social, 1959, pp. 52-64.

"Cuerre et rnutation sociale en Algérie", Études rnediterraneennes, 7,primavera de 1960, pp. 25-37.

"Révolution dans la révolution", Esprit, 1, enero de 1961, pp. 27-40;Ytambién en P. Bourdieu, Interventions (1961-2001). Science sociale

et action politique (T. Discepolo, F. Poupeau, eds.), MarseilIe, Agone,2002, pp. 21-28. (Intervenciones (J961-1995). Ciencia socialy acciónpolítica, Córdoba, Ferreyra Editor, 2005 (tr, A. Gutiérrez)].

"De la guerre révolutionnaire ala révolution" en L'AIgérie de dernain,

F. Perroux (ed.), Paris, PUF, 1962, pp. 5-13, Ytambién en P. Bourdieu,Interventions (1961-2001). Science sociale et action politique (T. Disce­Rolo, F. Poupeau, eds.), Marseille, Agone, 2002, pp. 29-36. (Interven­ciones (1961-1995). Ciencia socialy acción política, Córdoba, FerreyraEditor, 2005 (tr, A. Gutiérrezi].

"La hantise du chómage chez I'ouvrier aIgérien. Prolétariat et sysrernecolonial", Sociologiedu trauail; 4, 1962, pp. 313-331,

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"Les sous-prolétaires algériens", Les Temps modernes, 199, diciembre de1962, pp. 1030-1051, y también en Agone, "Revenir aux luttes", 26-27,segundo trimestre de 2002, pp. 203-223.

Travail et travailleurs enAlgérie, Paris-La Haye, Mouton, 1963 (2a edi­ción, con A. Darbel, J. P. Rivet, C. Seibel).

"La société traditionnelle, Attitude al'égard du temps et conduite éco­nornique", Sociologie du trauail, 1, enero-marzo de 1963, pp. 24-44.

Le Déracinement, la crise de l'agriculture traditionnelle en Algérie, París,Minuit, 1964, novena edición, 1996 (con A, Sayad).

"The Attitude of the Algerian Peasant Toward Time" (tr, G. E.Williams), in Mediterranean Countryment, J. Pitt-Rivers (ed.), Paris-LaHaye, Mouton, 1964, pp. 55-72.

"Paysans déracinés, bouleversements morphologiques et changementsculturels en Algérie", Études rurales, 12, enero-marzo de 1964, pp. 56­94 (conA. Sayad).

"The Sentiment of Honour in Kabyle Society" (tr, P. Sherrard) enHonourand Shame. The Values ofMediterranean Society, J. G. Peristiany(ed.), Londres, Weidenfeld and Nicholson, 1965, pp. 191-241.

"La maison kabyle ou le monde renversé" en Echanges et communica­tions. Mélanges offirtsaClaude Lévi-Strauss al'occasion de son60° anni­uersaire, J. Pouillon y P. Maranda (ed.), París-La Haye, Mouton, 1970,pp. 739-758; Ytambién "La maison ou le monde renversé "en P. Bour­dieu, Esquisse d'une théorie de lapratique, Paris, Seuil, 2000, pp. 61-82(1a edición, Ceneve, Droz, 1972, pp. 45- 59, 64-69).

"Formes et degrés de la conscience du chómage dans I'Algérie colo­niale", manpowerand Unemployement Research in Africa, vol. 4, 1, abrilde 1971, pp. 36-44.

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Esquisse d'une théorie de lapratique, précédéde trois études d'ethnologiekabyle, Geneve, Droz, 1972; en formato de bolsillo (versión revisada yaumentada), Paris,Seuil, (col. "Poinrs Essais"), 2000.

l"Les conditions sociales de la production sociologique: sociologiecoloniale et décolonisarion de la sociologie", intervención en el colo­quio sobre "Etnología y política en el Magreb" (París, junio de 1975)en Le Mal de uoir; Paris, Union générale d'éditions (UGE) (col 10/18),Cahiers jussieu, 2, 1976, pp. 416-427; y también "Pour une sociologiedes sociologues" en P. Bourdieu, Questions de sociologie, Paris, Minuit,1980, pp. 79-85. [Cuestiones de Sociología, Madrid, Istmo, 2000 (tr, E.Martín Criado].

Algérie 60. Structures économiques et structures temporelles, Paris,Minuit,1977.

"Dialogue sur la poésie orale", Actesde la recherche ensciences sociales, 23,setiembre de 1978, pp. 51-66 (con M. Mammeri); y también en M.Mammeri, Culturesavante. Culture uecue, "Études 1938-1989", Alger,Tala, 1991, pp. 93-123.

Algeria 1960, Paris/Cambridge, Maison des sciences de l'homme/Cambridge University Press, 1979 [compilación de textos traducidosal inglés: (extracto: pp. 1-94), Algérie 60. Structures économiques etstructures temporelles, París, Minuit, 1977; (extracto pp. 95-132), "TheSentiment of Honour in Kabyle Society", in Honour and Shame. TheValues ofMediterranean Society, J. G. Peristiany (ed.), Londres, Weiden­feld and Nicholson, 1965, pp. 191-241; (extracto: pp. 133-153), "Lamaison kabyle ou le monde renversé", in Echanges et communications.Mélanges o./fertsaClaude Lévi-Strauss al'occasion deson 60° anniversaire,J. Pouillon y P. Maranda (ed.), París-La Haye, Mouton, 1970, pp. 739­758].

Le Senspratique, Paris, Minuit, 1980. [El sentidopráctico, Madrid,Taurus, 1991]

241

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187.

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Maison des sciences de l'homme, 1988, pp. 11-12.

"Mouloud Mammeri ou la colline retrouvée", LeMonde, 3 de marzo de

1989; y también en Aura], 5, noviembre de 1989, pp. 1-3.

"Lodyssée de la réappropriation", LePays (Alger), 60, 27 de junio-3 de

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"Hommage amon ami Abdelmalek Sayad", Libération. 16 de marzo de1998, p. 31.

242

." .. a ¡ .-, •

"Préface" en A. Sayad, La double absence. Des illusions de l'émigré auxsouffrances de li'mmigré, Paris, seuil, 1999, pp. 9-13.

"The Organic Ethnologist of Algerian Migration" (Comrnent onSayad), Ethnography, 1 (2),2000, pp. 173-182 (con L.Wacquant).

"Entre amis" (Institut du monde arabe, Paris, 21 mai 1997), Aioal, 21,2002, pp. 5-10), Ytambién en P. Bourdieu, Interuentions (1961-2001).Science sociale et action politique (T. Discepolo, F. Poupeau, eds.), Mar­seille, Agone, 2002, pp. 37-42. [Intervenciones (1961-1995). Cienciasocialy acción política, Córdoba, Ferreyra Editor, 2005 (tr, A. Gutié­rrez)].

"Pour Abdelmalek Sayad" (Pris, Institur du monde arabe, 1998),Annuaire de l'Afrique du Nord, XXXVII, 1998, Paris, CNR5 éditions,

2000, pp. 9-13.

"Foreword" en]. D. Le Sueur, Uncivil Wár. Intellectuals ans IdentityPolitics During theDecolonization ofAlgeria, Philadelphia, University of

Pennsylvania Press, 2001, pp. IX-X.

243

Page 121: Pierre bourdieu-argelia-imagenes-del-desarraigo

ÍNDICE DE FOTOGRAFíAS 1

t

PIERRE BOURDIEU y ARGELIA. DE LA AFINIDAD ELECTIVA A LA OBJETIVA-

CIÓN COMPROMETIDA

p.16 0591502.p.19 R4.p.21 N 66/558.p.23 N 56/475x.p.25 N 11/2.

FOTOGRAFfAS DE ARGELIA

p.28 Cheraía, O 86/770.p.31 N 86/774.p.32 Centro de reagrupamiento de la Chiffa, enero de 1960, O 74/633.p.33 Castiglione, junio de 1959, 018/450.p.34 Djebabra, Chélif, 030/1.p.35 06/5.p.36 El molino de granos, arriba: N 16/2019; abajo: N 16/2020.p.37 AinAghbel, Colla, N 26/2010.p.38 Orléansville, Chélif, 048/281.p.39 Blida,Foto publicada en la cubierta del libro Algérie 60, N 24/465.p.40 AinAghbel, Colla, O 91/796.p.41 AinAghbel, Colla, O 94/825.p.43 Ain Aghbel, Colla, N 93/819.p.45 N 47/289.p.47 El sulfatado de lasviñas, llanura de la Mitdja, N 24/606.p.49 Carnicero, mercado de Warnier, R 7.p.51 Arriba, O 73/623; abajo, N 71/611.p.53 R 1.p.55 El sastre,en la nueva aldeade Sangona, R2.p.57 Lasseube, Béarn,de arribahaciaabajo:L 1;L 10;L 3; L 8; L 12;L4.

244 245

~. , .--

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~_~ __ , ._ ... 11 5~"

GUERRA y MUTACIÚN SOCIAL EN ARGELIA

p.60 N 66/556.p.63 Arriba N 28/6; abajo N 90/838.p.65 Arriba N 35/158; abajo N 46/434.p.67 Arriba N 47/282; abajo N 811690.p.7l Arriba: N 17/464; abajo: N 50/248.p.73 R 10.p.74 080/682.p.75 Blida,O 59/500.p.76 Tixeraine, diciembre de 1959, O 65/552.p.n N 28/7.

HABITUS y HÁBITAT

p.84 Cheraía, centra de reagrupamiento en construcción. Fotografíapublicada en la cubierta del libro LeDéracinement. N 85/766.

p.87 Cheraia, O 25/753.p.88 Arriba:Secciónadministrativa especializadade Cheraia, N 84/719;

abajo: Chera'ia, N 84/715.p.89 Cheraía, O 83/771.p.91 AinAghbel, Colla, N 90/896.p.92 El reagrupamiento de Djebabra, Chélif, con los itinerarios de los

campesinos reagrupados, extracto del libro LeDéracinement.p.93 Djebabra, Chélif centro de reagrupamiento, N 9/1.p.94 Djebabra, Chélif, centra de reagrupamiento, N 29/2.p.95 Djebabra, Chélif, centro de reagrupamiento, O 29/6.p.96 Djebabra, Chélif centro de reagrupamiento, N 29/8.p.97 Djebabra, Chélif, O 31/1.p.98 Djebabra, Chélif arriba: N 31/6; abajo: N 31/2.p.99 03/3.p.lOl N 15/728.p.l02 Plano de la casakabil, publicado en LeSenspratique. X 4.p.l03 A'in Aghbel, Colla, N 24/2011.p.1lb4 Esbozo del plano de la casa kabil; manuscrito Pierre Bourdieu,

colección de las fichasde Argelia. X 3.p.l05 AinAghbel, Colla, N 88/786.

246

p.106 Ain Aghbel, Colla, arriba: N 26/2009; abajo: N 24/2012.p.107 Ain Aghbel, Colla, N 25/724.

HOMBRES - MUJERES

p.110 Djebabra, Chélif, O 9/7p.112 Djebabra, Chélif, O 9/4.p.l13 Djebabra, Chélif, N 9/6.p.115 AinAghbel, Colla, N 6/7.p.116 De arriba hacia abajo: A 4a, A 4b, A 4c, A 4d, A 4ep.117 Ain Aghbel, Colla, página del álbum (fotos tomadas con Leica): de

arriba hacia abajo: A 2a; A 2b; A 2c; A 2e; A 2d.p.118 De arriba hacia abajo: A 3a, A 3b, A 3c, A 3d, A 3e.p.119 Ain Aghbel, Colla, página del álbum (fotos tomadas con Leica): de

arriba hacia abajo: A la, A lb, A Ic, A Id, A le,A lf..p.120 y p. 121 Trabajosmasculinos, trabajos femeninos, manuscrito Pierre

Bourdieu, colección de las fichasde Argelia.X 1 YX 2.p.123 Ain Aghbel, Colla, O 87/780.p.125 AinAghbel, Colla, O 76/656.p.126 Lafuente de Ain Aghbel, Colla, O87/783.p.127 Lafuente de Am Aghbel, Colla, N 92/809.p.128 AinAghbel, Colla, arriba 088/790, abajo O 91/797.p.129 AinAghbel, Colla, arriba 093/813, abajo N 34/144.p.13l AinAghbel, Colla, N 31/7.p.133 Palestra, O 90/839.p.135 Oued Fodda, Chélif, R 3.

CAMPESINOS DESARRAIGADOS

p. 138 El cultivo de lashigueras en Kabilia, N 75/644.p. 141 Ain Aghbel, Colla (en el centro, con camisa blanca, Abdelmalek

Sayad) N 88/788.p.142 ArnAghbel, Colla, O 87/781.p. 143 Aín Aghbel, Colla, N 88/787.p.145 El centenario deA'inAghbel, Collo, N 89/793.p. 146 A'inAghbel, Colla, O 93/815.

- p. 147 Arn Aghbel, Colla, O 93/817.

247

Page 123: Pierre bourdieu-argelia-imagenes-del-desarraigo

p.148 La cosecha, cenero de reagrupamiento de Mihoub, R 13.p.149 La medición del grano, Matmatas, Chélif, N 89/794.p.151 N33.p.152 0211754.p.153 020/757.p.155 Djebabra, Chélif N 30/3.p.156 Djebabra, Chélif N 30/4.p.157 Cheraía, N 8/6. Foto publicada en la cubierta del libro LeSens pra-

tique.p.159 El sulfatado de las viñas, llanura de la Mitdja, N 48/262. Foto

publicada en la cubierta del libro Iravailet trauailleurs enAlgérie.

p.162 N 19/755.p.163 Cheraía, R 17.p.l64 Oued Foundouk, N 3/4.p.l65 N 19/738.p.l66 Djebabra, Chélif, O 3/2.

p.167 N 5/3.

ECONOMíA DE lA MISERIA

p.170 Vendedor ambulante con su hijo, Orléansvil1e,Chélif R 14.

p.l72 080/684.p.173 R6.p.174 R21.p.175 El-Bihar, diciembre de 1959, 064/539.

p.176 079/675.p.177 R8.p.179 Rouiba, junio de 1959, O 24/466.p.181 Baratillo, Bab-el Oued, abril de 1959, R 12.

p.183 N 55/207.p.184 N 68/576.p.185 N 4/1.p.187 Mendigo, Bab-el Oued, N 391188.p.18S Mostaganem, Chélif, O 23/276.

p.189 05/8.p.192 AArgel,032/300.

248

,...--- --._>,--.-----,~

p.193 Blida,R9.p. 195 El-Bihar, diciembre de 1959, 065/549.

DE ARGELIA A BLIDA, SECUENCIA DE IMÁGENES COMPUESTA t

POR PIERRE BOURDIEU

p.198 Avenida de la Marga, Argel, abril de 1959, 036/168.p.199 Square Bresson, Argel, abril de 1959, O 36/167.p.200 Diar el-Mahsoul, Argel, abril de 1959, O 38/184.p.201 R 11.p.202 Diar el-Mahsoul, Argel, O 38/180.p.203 Diarel-Mahsoul, Argel, 22 de abril de 1959, O 37/171.p.204 Blida, abril de 1960, O 69/578.p.205 R26.p.206 Blida, abril de 1960, O 69/583.p.207 Blida, marzo de 1959, O 33/142.p.208 O 50/250.p.209 Blida, abril de 1960, N 69/585.p.210 Babel-Oued,037/175.p.211 Bab el-Oued, abril de 1959, O 38/177.p.212 Babel-Oued, abril de 1959, 055/202.p.213 Babel-Oued, abril de 1959, O 55/203.p.214 Argel, mayo de 1959, O 58/491.p.215 Bab el-Oued, junio de 1959, O 40/196.p.216 Feria de Argel, abril de 1959, O 53/224.p.217 Feria de Argel, abril de 1959, 054/212.p.218 Feria de Argel, abril de 1959, O 54/217.p.219 Feria de Argel, abril de 1959, 053/222.p.220 Feria de Argel, abril de 1959,0 54/215.p.221 Feria de Argel, abril de 1959, O 54/218.p.222 O 50/251.

OBSERVACIONES RElATIVAS A LOS DOCUMENTOS FOTOGRÁHCOS

DE PIERRE BOURDIEU

p.224 N 4/6, GPRA: Gobierno Provisorio de la República Argelina.p.226 Blida, N 12/2.p.227 Blida, N 67/563.

249

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p.228 Blida,N 67/564.p.229 Blida,N 67/567.p.230 Blida,N 67/569.p.231 Blida, N 68/570.p.232 BliJa, N 68/571.p.233 Blida,N 67/562.p.234 Blida,N 68/572.

I Laclave de clasificación de las fotografías corresponde al acervo de Cámara Austria; su distribucióny secuencia capitular es la de la edición en alemán Pierre Bourdieu. In Algerien. Zeugnisse derEn/Wurze/ung(CameraAusrria. 2003) [NOTA DE LOS EDITORES]

'.

e."" - -_., .. --~ --"'-_.'-../

REFERENCIAS DE LAS CITAS

Trauail et trauailleurs enAlgérie© Éditions Mouton & Co., 1963

La Domination masculineCol!. Liber, © Éditions du Seuil, 1998

LesStructures sociales del'économieCol!. Líber, © Éditions du Seuil, 2000

LeSenspratique© Éditions de Minuit, 1980

Algérie60© Éditions de Minuit, 1977

LeDéracinement© Éditions de Minuit, 1964

"Guerre et mutation sociale en A1gérie"© jeróme Bourdieu, 1960© Revue Études méditerranéennes, 1960

"Paysans déracinés, bouleversements morphologiques et changementsculturels en A1gérie"© P. Bourdieu/A. Sayad, 1964© Revue Étudesrurales, 1964

251

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F 1

Arg~!ia

Jmdgrn~s deltÚsarraigose terminó de imprimir el16 de OCtubre de 2008

en los talleres de Papelería Graphos, S. A de C. V.Dr. Lavista 127

Col. Doctores, Distrito FederalLa edición COnsta de 1 000 ejemplares.

Coordinación:Patricia Delgado González

Revisión:Héctor Canales González

Composición tipográfica:Rosa María Manzo Mora

Porrada:

Guadalupe Lemus Alfaro

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