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PRESENTACIÓN 11

INTRODUCCIÓN 13

CONFERENCIA MAGISTRAL 15

“Nuove prospettive di studio sulle ville tardoromane aperte dagli scavi a Piazza Armerina”, 17 por Patrizio Pensabene.

I SECCIÓN: “Arqueología y Arquitectura de las villas Bajoimperiales de Hispania” 57

PONENCIAS 59

• “La Villa Romana La Olmeda. 50 años de Arqueología”, por 61 Miguel Nozal Calvo y Jaime Gutiérrez Pérez.

• “Las villas bajoimperiales de la Bética”, por Rafael Hidalgo Prieto. 75

• “La Villa Romana La Olmeda. 50 años después: más allá de las excavaciones 89 arqueológicas clásicas”, por Félix Teichner, Christoph Salzmann y Maria del Carmen Moreno Escobar.

COMUNICACIONES 117

• “La villa romana de Veranes (Gijón, Asturias). Las estancias de representación social y 119 aristocrática”, por Carmen Fernández Ochoa, Fernando Gil Sendino, Javier Salido y Mar Zarzalejos.

• “La villa romana de Noheda. “Historias” en torno a la historia de un yacimiento”, por 131 Miguel Ángel Valero Tévar.

• “La villa romana de Los Torrejones (Yecla, Murcia): aproximación a su secuencia 143 crono-estratigráfica”, por José Miguel Noguera Celdrán y Liborio Ruiz Molina.

• “Las Pizarras (Coca, Segovia). Geofísica aplicada al análisis estructural y arquitectónico 153 de una villa romana”, por Olivia V. Reyes Hernando y Césareo Pérez González.

• “Vegas Negras (Huérmeces, Burgos): análisis de evidencias a partir de las imágenes 163 aéreas y la prospección de superficie”, por Eduardo Carmona Ballestero, Carolina Cortés Bárcena, Adrián García Rojo, Cristina Vega Maeso y Juan Félix Conde Moreno.

• “El conjunto perdido de Algorós, una villa periurbana de Ilici (A’lcúdia d’Elx)”, por 173Roberto Lorenzo San Román.

• “Arquitectura doméstica monumental en la Villa Romana de Salar (Granada)”, por 183Manuel Moreno Alcaide, Julio M. Román Punzón, Pablo Ruiz Montes, Julio Ramos Noguera y María Isabel Fernández García.

• “Un barrero romano para la construcción de la villa de Picón de Castrillo 193 (Ampudia, Palencia)”, por Arturo Balado Pachón y Ana Martínez García.

• “Una reinterpretación funcional de la villa de Santa María de Hito (Valderredible, 199 Cantabria): ¿bloque residencial o balneum?”, por Enrique Gutiérrez Cuenca.

• “Una casa para Pirra. La Olmeda, villa tardo-romana en la vega del Carrión”, por 211 Juana Font Arellano.

• “La villa romana de Los Cantos (Bullas, Murcia). Un proyecto de futuro”, por 219 Salvador Martínez Sánchez, Alfredo Porrúa Martínez, Alberto Romero Molero y José Javier Martínez García.

• “Estudio comparativo: La Olmeda y Las Villas del Duero”, por Carlos Gamarra Sanz. 229

• “La villa Romana de los Casares de Santiuste (Burgo de Osma, Soria): Una aproximación 241 a partir de su Pars Rústica y la gestión de los residuos”, por Carmen Alonso Fernández.

• “Repensar las villas romanas del Duero”, por Fernando Regueras Grande. 251

• “Las fases bajoimperial y tardoantigua de la Villa del Pont del Treball Digne (Barcelona), 259 siglos IV-VI”, por Daniel Alcubierre Gómez, Jordi Ardiaca Rodríguez, Pere Lluís Artigues i Conesa y Antoni Rigo Jovells.

• “Santa Lucía (Aguilafuente, Segovia), Nuevas aportaciones para el análisis arqueológico de 271 la villa bajo imperial”, por Santiago Martínez Caballero, Manuel Retuerce Velasco, Clara Martín García, Víctor M. Cabañero Martín, José Miguel Labrador Vielva y Jaime Resino Toribio.

• “El edificio octogonal tardoantiguo de la villa de la Gran Vía – Can Ferrerons (Premià de Mar, 281 Barcelona)”, por Ramón Coll Monteagudo y Marta Prevosti Monclús.

• “The Late Roman villae of Horta da Torre and Monte de São Francisco and their rural 291 context (North Alentejo, Portalegre district, Portugal)”, por Jesús García Sánchez, André Carneiro, Rogier A.A. Kalkers y Tesse D. Stek.

• “Una aproximación al estudio de las villae bajoimperiales en la Comarca del Alto 301 Almanzora (Almería)”, por María Juana López Medina y Francisco Pérez Martínez.

• “La arquitectura de la villa del Romeral (Albesa, la Noguera) en la antigüedad tardía”, 309 por Lluís Marí i Sala y Víctor Revilla Calvo.

• “La villa del Pla de l´Horta (Sarriá de Ter, Girona) en época bajoimperial”, por Ana 321 Costa Solé y Lluís Palahí.

• “La villa romana del Faro de Torrox, revisión a través de la arqueología de la 331 documentación llegada por un farero”, por Aurora María Urdiales Escobar.

• “Estado de la cuestión acerca de la villa romana de Murias de Ponte (Soto del Barco, 347 Asturias)”, por Patricia A. Argüelles Álvarez.

• “La Villa de la Ribera Baja (Alcolea de Tajo, Toledo): nuevo hallazgo en la comarca 353 del Campo del Arañuelo”, por Rafael Caballero García y Sara García Rodríguez.

II SECCIÓN: “Mosaico y decoración de las villas Bajoimperiales de Hispania” 363 PONENCIAS 365

• “Los mosaicos de las villae bajoimperiales de Hispania. Reflexiones sobre algunos 367 conjuntos de la Baetica, la Tarraconensis y la Carthaginensis”, por Luz Neira Jiménez.

• “Mosaicos hispanos bajoimperiales. La fachada atlántica Lusitania et Gallaecia”, 383 por José María Álvarez Martínez.

COMUNICACIONES 395

• “Los Mosaicos de la villa Romana de Santa Lucía, Aguilafuente (Segovia)”, por Laura 397 Frías Alonso.

• “Los espacios de la casa y su programa decorativo. La pars urbana de la Villa romana 407 de Almenara de Adaja-puras (Valladolid, España)”, por Margarita Ana Sánchez Simón.

• “La decoración pictórica en las villas romanas bajoimperiales de Hispania”, por Alicia 417 Fernández Díaz.

• “Mosaicos y espacios de representación en el noreste de la Tarraconensis. Los casos 429 contrapuestos de Bell-Lloc del Pla (Girona) y Tossa de Mar”, por David Vivó, Marc Lamuà y Lluís Palahí.

• “La decoración musiva y escultórica en la Villa Romana de Salar (Granada). Recientes 437 Hallazgos”, por Julio M. Román Punzón, Manuel Moreno Alcaide, Pablo Ruiz Montes, Julio Ramos Noguera y María Isabel Fernández García.

8

III SECCIÓN: “La vida cotidiana en las villas Bajoimperiales de Hispania” 447

PONENCIA 449

• “As villae romanas da Lusitânia ocidental: velhos problemas e novas abordagens”, por 451 Carlos Fabião.

• “La vida cotidiana en las villas bajoimperiales hispánicas, producción agrícola y sociedad. 471 Los apartamentos conviviales”, por Marta Prevosti.

COMUNICACIONES 487

• “Villae y priscilianismo en la Gallaecia”, por Diego Piay Augusto. 489

• “Propietarios, Villas, Toponimia y Arqueología. Desarrollo y fundamentos de un fenómeno 499 pluridisciplinar en España”, por Rafael Sabio González.

• “Metalistería Tardorromana en Cuevas de Hispania. Una propuesta interpretativa a partir de 507 los ajuares funerarios y las ocultaciones”, por Carmelo Fernández Ibáñez.

• “Mausoleum, martyrium y necrópolis de Las Vegas (La Pueblanueva, Toledo): Un hito 521 funerario en el límite oriental de la Lusitania”, por Sergio de la Llave Muñoz y Ana Escobar Requena.

• “Recipientes metálicos procedentes de la Villa de Molino de Arriba (Buniel, Burgos): función 533 y alcance social”, por Miguel Ángel Arnáiz Alonso, Mónica Gorostiza González, María Eugenia Delgado Arceo y Luis Alberto Villanueva Martín.

• “La aristocracia rural y la religión cristiana en el Ebro Medio durante la Antigüedad Tardía”, 545 por Adrián Calonge Miranda.

• “El mundo tardorromano en el sureste burgalés; ruptura y continuidad”, por Alberto 559 Bengoechea Molinero.

• “Las villae hispanorromanas, centros de explotación agrícola cerealista”, por Javier Salido 565 Domínguez.

• “La necesidad de revisar los almacenes: La detección de recipientes anfóricos procedentes 575 de Carranque (Toledo)”, por Virginia García-Entero, María Rosa Pina Burón y Raúl Aranda González.

• “Ocio y salud en los balnea domésticos rurales bajoimperiales. El ejemplo de La Olmeda”, 587 por Juan José Martínez Turnes.

CONCLUSIONES 597

• Conclusiones por Trinidad Nogales Basarrate. 599

9

Dos quilómetros al sur de Elche (Alicante) se halla la loma l’Alcúdia, solar de la Colonia Iulia Ilici Augusta que pervivió mil años hasta su consunción urbana en época emiral1. Ubicada en la via Augusta con acceso al mar a 13 km en el Portus Ilicitanus (Santa Pola), su importancia regional dio nombre al Sinus Ilicitanus y llegó a sede episcopal. No sólo fue núcleo rector de la comarca natural del Camp d’Elx que aún mantiene el recuerdo de la antigua centuriación, sino que su área de influencia se extendió mucho más allá por las cuencas del Vinalopó y del Segura.

Desde la adquisición del yacimiento por la Uni-versidad de Alicante en 1996, la Fundación Universi-taria L’Alcúdia de Investigación Arqueológica ha reavivado el interés por Ilici en sus diversos períodos históricos. Para el que acota este congreso sobre las villas hispánicas bajoimperiales, M. Tendero y A. Ronda han demostrado la normalidad de la ciudad entre los ss.II y IV a partir del reestudio de excava-ciones anteriores y de sus últimas actuaciones en el frente occidental del yacimiento2. Ilici sobrevivió al

colapso del más antiguo municipio de Lucentum, su-peró exitosamente la crisis del s.III y la reorganización territorial que afectó a tantos asentamientos cercanos, y llegó al s.IV con un territorium amplio y una serie de villae que, desgraciadamente, son poco conocidas.

Recientemente he estudiado la evolución de Ilici desde el Bajo Imperio hasta su desaparición en época islámica3, con reflexiones sobre la pervivencia y trans-formación de las villae de su entorno que quiero re-cuperar antes de centrar el tema en el conjunto de Algorós.

El mundo romano no podemos entenderlo sin ciu-dades, desde luego, pero tampoco sin aquellas seño-riales residencias campestres cuyos mosaicos hemos llegado a identificar con la propia concepción de ro-manidad. Allá donde se impuso la romanitas hubo una élite que llevó consigo, o bien copió, los patrones itá-licos de representación social doméstica en torno a un atrio y con pinturas parietales y ricos pavimentos que daban razón del alto estatus de sus propietarios, las

actas del congreso internacional “LAS VILLAS ROMANAS BAJOIMPERIALES DE HISPANIA”173

1 Este trabajo recoge y amplía la información dispersa sobre el tema en mi tesis doctoral, y se ha realizado en el marco del proyecto de in-vestigación HAR2015-67111-P “El sitio de las cosas: relación entre la cultura material y los espacios construidos a la luz de la arqueo-logía (ss.VI-XIV)”. Sin los desvelos entonces de Aureliano Ibarra y la posterior investigación de Concha Papí no hubiera sido posible. Para ambos, mi admiración y agradecimiento. Y también para Josep Maria Llorens, por las imágenes en color de los mosaicos.

2 TENDERO, M. y RONDA, A., “Nuevos datos sobre la Colonia Iulia Ilici Augusta (s.II-IV d.C.)”, en RAMALLO, S.F. y QUEVEDO, A., Las ciu-dades de la Tarraconense oriental entre los s.II-IV d.C. Evolución urbanística y contextos materiales, Murcia, 2014, pp. 275-320. Ibi-dem, “La ciudad romana de Ilici (L’Alcúdia de Elche, Alicante)”, en OLCINA, M., Ciudades romanas valencianas, Actas de las Jornadas sobre Ciudades Romanas Valencianas. Actualidad de la investigación históricoarqueológica, Alicante, 2014, pp. 226-242.

3 LORENZO, R., Ilici en la Antigüedad tardía. Ciudad y territorio del ocaso imperial al Pacto de Tudmīr. Tesis doctoral inédita, UA, 2016.

EL CONJUNTO PERDIDO DE ALGORÓS, UNA VILLA PERIURBANA DE ILICI (L’ALCÚDIA D’ELX)

Roberto Lorenzo de San Román

Doctor en Historia

RESUMEN / ABSTRACT

Resumen: En 1861 y 1862 Aureliano Ibarra descu-brió y excavó los ricos mosaicos de una villa romana en Algorós, a 1,2 km de Ilici. Registró tanta informa-ción como pudo e intentó proteger los restos, pero el desinterés administrativo no lo permitió. Este trabajo continúa su investigación, con los conocimientos ac-tuales sobre la aparición y evolución de las villas ro-manas, para contextualizar el conjunto perdido de Algorós en el entorno de la Ilici tardía.

Abstract: In 1861-1862 Aureliano Ibarra discovered the mosaics of a Roman villa just 1.2 km from Ilici. He recorded all the information he could, and tried to protect what remained, but the passivity of the admi-nistration did not allow it. This paper continues his re-search by applying the knowledge we now already have about the emergence and evolution of Roman vi-llae, in order to contextualize the site of Algorós in Late Roman Ilici and its surroundings.

villae; término que encierra tal complejidad que di-versos estudios han replanteado tanto su sentido pri-migenio como su mutación semántica tardía4.

Se asume, pues, que los possessores o ricos terra-tenientes propietarios de varias villas, a menudo sitas en diferentes provincias, podían alternar la vida entre el campo y la ciudad según el conocido verso de Au-sonio (Edyllia, III) “transeo et alternis rure vel urbe fruor”, y que no tenían porqué abandonar la ciudad ni priorizar una residencia estable entre sus muchas pro-piedades. Pero últimamente se ha sugerido que la villa forma parte de la ciudad porque también es ciudad; urbs in rure no como traslación sino como identifica-ción5. Siguiendo esta idea no deberíamos disociar ambas plasmaciones urbanas, y la transformación mo-numental de las villae en los ss.III-IV o su final como residencias suntuosas en los ss.V-VI bien podrían, por tanto, juzgarse como cambios en la manera de enten-der la ciudad, de (auto)representarse las élites urbanas en cada momento, de acuerdo al sentido palacial y es-cenográfico de las villae tardías6. En este sentido Al-gorós, y otras villas periurbanas —ubicadas en un radio de mil pasos romanos desde l’Alcúdia— como Els Partiorets, Farsiura, la Casa de les Teules o la Ha-cienda Botella, no serían de Ilici. Serían Ilici, parte consustancial de la ciudad y complementaria al resto de elementos que conformaban el imaginario y el pai-saje urbano de sus habitantes.

Desde un punto de vista etimológico, Algorós ten-dría origen en el árabe (al-) gurûs, plural de gars “viña nueva”7, y F. Corriente localiza otro alḡurūs como “an unid.(entified) picnic spot on the banks of the river Guadalquivir”8, por lo que no parece relacio-narse con los restos romanos hallados en 1861. Pero al poco del descubrimiento, en su discurso de recep-ción ante la Real Academia de la Historia el 29-VI-1869, M. Roca de Togores consideró el conjunto de Algorós como los restos de la que llamó villa Mar-ciana a partir de la aparición del nombre de la familia Marcia en un “sello impreso sobre el yeso ó estuco que cerraba la boca de una hídria, cuyo fragmento en-contramos por aquellas inmediaciones”9, y también de la pervivencia del topónimo en la vecina acequia de Marchena10.

El de Algorós fue el hallazgo con mayor repercu-sión de la arqueología local hasta el descubrimiento de la Dama en 189711. Pero aunque deslumbró en su momento hoy apenas subsiste el arte mueble conser-vado en el Museo Arqueológico Nacional como parte de la Colección Ibarra. Una pérdida de patrimonio e información no sólo achacable al momento de su des-cubrimiento, con una metodología hija —como todas— de su tiempo, sino también al secular desin-terés de la investigación local por los hallazgos ante-riores a la Guerra Civil, entre los cuales las villae más cercanas a Ilici antes aludidas y actualmente desapa-

ROBERTO LORENZO DE SAN ROMÁN

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4 Tras las obras clásicas de GORGES, J.G., Les villas hispano-romaines. Inventaire et problématique archéologiques, París, 1979; FERNÁNDEZ CASTRO, M.C., Villas romanas en España, Madrid, 1982; FERNÁNDEZ-GALIANO, D., Las villas hispanorromanas, Madrid, 1991; vid. las actualizaciones regionales de REVILLA, V., GONZÁLEZ, J-R. y PREVOSTI, M., Les vil·les romanes a la Tarraconense. Implantació, evolució i transformació. Estat actual de la investigació del món rural en època romana, Barcelona, 2008; y de HIDALGO, R., Las villas romanas de la Bética, 2 vols, Granada, 2016. Sobre su evolución durante la Antigüedad tardía vid. FUENTES, A., “Las villas tar-dorromanas de Hispania”, en ARCE, J., ENSOLI, S., y LA ROCCA, E., Hispania romana. Desde tierra de conquista a provincia del Imperio, Madrid y Milan, 1997, pp. 313-319; LÓPEZ QUIROGA, J. y RODRÍGUEZ, F.G., “El final de las villae en Hispania. I. La transformación de la Pars Urbana de las villae durante la Antigüedad tardía”, Portugalia, XXI-XXII (2000-2001), pp. 137-190; RIPOLL, G. y ARCE, J., “Transformación y final de las villae en Occidente (siglos IV-VIII): problemas y perspectivas”, Arqueología y territorio medieval, 8 (2001), pp. 21-54; ARCE, J., “Campos, tierras y villae en Hispania (siglos IV-VI)”, en CABALLERO, L., MATEOS, P. y CORDERO, T., Vi-sigodos y Omeyas. El territorio, Anejos de AEspA, LXI (2012), Madrid, pp. 21-30; y LÓPEZ QUIROGA, J., “Entre la villa y la Aldea. Arqueología del hábitat rural en Hispania (siglos V-VII)”, en LÓPEZ QUIROGA, J., MARTÍNEZ TEJERA, A. y MORÍN, J., Gallia e Hispania en el contexto de la presencia “germánica” (ss. V-VII). Balance y perspectivas, Oxford, 2006, pp. 19-60. Vid. especialmente CHAVARRÍA, A., El final de las villae en Hispania (siglos IV-VII d.C.), Turnhout, 2007; y las muchas aportaciones en las obras colectivas de CHA-VARRÍA, A., ARCE, J. y BROGIOLO, G.P., Villas tardoantiguas en el Mediterráneo occidental, Anejos de AEspA, XXXIX, Madrid, 2006; y FERNÁNDEZ OCHOA, C., GARCÍA ENTERO, V. y GIL, F., Las villae tardorromanas en el occidente del Imperio: arquitectura y función. IV Coloquio Internacional de Arqueología en Gijón, Gijón, 2008.

5 BENDALA, M. y ABAD, L., “La villa en el marco conceptual e ideológico de la ciudad tardorromana”, en FERNÁNDEZ OCHOA, C., GARCÍA ENTERO, V. y GIL, F., op. cit., pp. 17-30.

6 MAR, R. y VERDE, G., “Las villas romanas tardoantiguas: cuestiones de tipología arquitectónica”, en FERNÁNDEZ OCHOA, C., GARCÍA EN-TERO, V. y GIL, F., op. cit., pp. 49-83.

7 SEGURA, C., El parlar d’Elx a estudi: aproximació a una descripció, Elche, 1998, p. 152. 8 CORRIENTE, F., A dictionary of Andalusi Arabic, Leiden, 1997, p. 376. 9 IBARRA, A., Illici, su situación y antigüedades..., Alicante, 1879 [Ed.facsímil 1981], p. 204. 10 Sobre el topónimo Marchena a partir de Marcius/Martius, vid. RUHSTALLER, S. “De toponimia latina. El nombre de lugar Marchena”, en

CARRIAZO, L. y RAMOS, R., Actas de las XIII Jornadas sobre historia de Marchena: nombres y signos, Marchena, 2009, pp. 11-19. Sobre la acequia de Marchena que pasa por la partida de Algorós, vid. GUINOT, E. y SELMA, S., Las acequias de Elche y Crevillente, Valencia, 2003.

11 Para una descripción formal de mosaicos y procesos de excavación vid. AMADOR DE LOS RÍOS, J. Monumentos arquitectónicos de España. Monumentos de decadencia del arte pagano. Mosaicos gentilicios. Mosaico de Galatea, en Elche, Madrid, 1877; IBARRA, Illici, pp. 178-211, láms. XIV, XVII, XIX, XX, XXI); RUIZ ROIG, E., Los mosaicos de Illici y del Portus Illicitanus, Valencia, 2001; y, especial-mente, MONDELO, R., “Los mosaicos de la villa romana de Algorós (Elche)”, BVallad, LI (1985), pp. 143-155. Para el contexto aca-démico y la repercusión social de los descubrimientos de Algorós vid. CASTAÑO, J., Els germans Aurelià i Pere Ibarra. Cent anys en la vida cultural d’Elx (1834-1934), Alicante, 2002, pp. 78-80; y PAPÍ, C., Aureliano Ibarra y la Alcudia. Una mirada a la arqueología del XIX, Alicante, 2008, pp. 100-142.

recidas (Fig.1)12. La inercia historiográfica ha llevado incluso a que recientes monografías dedicadas al es-tudio del poblamiento rural de Ilici y otras ciudades cercanas, incluyendo una tesis sobre la adopción de modelos itálicos en la romanización del territorio ili-citano, no localicen correctamente ni el de Algorós ni otros hallazgos antiguos, desviándolo 800 m13. Esto obliga a justificar su ubicación antes de pasar a la des-cripción de las estructuras. (Fig. 1).

Su descubridor menciona la aparición de los ha-llazgos en la partida de Algorós, a 1280 m de l’Alcúdia al otro lado del Vinalopó14, y gracias a su “Plano de los terrenos que circuyen los Mosaicos descubiertos en la Villa de Elche en los años 1861 y 1862”, recupe-rado por C. Papí15, tenemos la planta de un conjunto del que conocíamos las partes de forma inconexa y que ofrece nuevas pruebas de su entidad (Fig.2). La casua-lidad ha querido que aquellas parcelas apenas hayan sufrido transformaciones, de manera que la fotografía aérea permite identificarlas y ubicar los hallazgos sobre un mapa, exactamente a los 1280 m lineales me-didos en 1861 (Fig.3). El conjunto de Algorós se halla parcialmente bajo el Huerto de la Taña; cerca de la in-tersección del primer decumano al norte con el se-gundo cardo a poniente de l’Alcúdia (Fig.1).

Pese a los errores sobre su emplazamiento esta villa es paradójicamente la mejor conocida de las pe-riurbanas ilicitanas. Sus mosaicos fueron localizados en 1861 y 1862 en dos grupos separados por unos 45 m que comparten la alineación general de sus muros, si bien los de 1861 —Galatea, etc.— aparecieron muy superficiales y afectados y los segundos a unos 2 m de profundidad. Sus diseños geométricos se caracte-rizan por el empleo de cenefas de esvásticas y dobles

T, a veces alternando con cuadrados, o bien rellenas de trenza y con los brazos extendidos para determinar cuadrados y rectángulos, motivos muy característicos en la zona del Ródano con una cronología amplia de los ss.III-IV, si bien allá las esvásticas rellenas de trenza en doble T se encuadran en la segunda mitad del s.III y la primera del s.IV16.

Al estudio de sus paralelos formales debemos, casi en exclusiva, la cronología del conjunto. Concreta-mente, el mosaico de la habitación F (Fig.4) tenía “una disposición idéntica” al de la basílica cristiana descubierta en 1905, e hizo pensar a H. Schlunk que fuese “labrado por artífices que pertenecían todavía a la misma escuela o tradición” en el s.IV17, arraigando con fuerza esta idea desde que P. de Palol postulase que el de la basílica no podía diferenciarse de otros pavimentos de la ciudad —en referencia a los de Al-gorós— para el mismo momento del s.IV18. Más tarde, el primer y más completo estudio monográfico sobre el conjunto propuso “encuadrarlo en el s.IV d.C., posiblemente en su segunda mitad”19, y desde entonces diversos estudios refuerzan esa datación; sobre el grupo, al que datan en la segunda mitad del s.IV20, pero también parciales, sobre el mosaico de Galatea que correspondería al s.IV21, y sobre el de Apolo de finales del s.IV22.

En disonancia con estos estudios J. Amador de los Ríos propuso los ss.V-VI23, e Ibarra lo rebatió retar-dando los restos “á los últimos dias de la dominacion bizantina en nuestro suelo”24. Y recientemente se ha propuesto una datación para el conjunto en los ss.I-III a partir de los fragmentos del centauro, Apolo y una mujer25, aunque el mismo trabajo luego propone una datación particular para Apolo en los ss.I-IV “o bien

EL CONJUNTO PERDIDO DE ALGORÓS, UNA VILLA PERIURBANA DE ILICI (L’ALCÚDIA D’ELX)

175

12 A partir de datos recogidos por IBARRA, P., Elche, materiales para su historia. Ensayo demostrativo de su antigüedad e importancia histórica, Cuenca, 1926, y por RAMOS, A., “Mapa arqueológico del término municipal de Elche (Alicante)”, AEspA, 26 (1953), pp. 323-354, Rafael Ramos relacionó muchos hallazgos del Camp d’Elx considerados villas (RAMOS, R., La ciudad romana de Illici, Alicante, 1975; Ibidem, “Las villas de la centuriación de Illici”, Symposion de ciudades augusteas, vol.II, Zaragoza, pp. 209-214), con la trama de la centuriación descubierta por GOZÁLVEZ, V., “La centuriatio de Ilici”, en ROSSELLÓ, V.M., Estudios sobre centuriaciones romanas en España, Madrid, 1974, pp. 101-113. La inexactitud de sus propuestas fue criticada por REYNOLDS, P., Settlement and pottery in the Vinalopó Valley (Alicante, Spain), a.d. 400-700. Oxford, 1993, p. 45, y más tarde se ha hablado de la “nula información que tenemos sobre las villas romanas del te-rritorio ilicitano, lo que por otro lado resulta elocuente sobre el interés despertado por estos asentamientos” (MORATALLA, J., Organización del territorio y modelos del poblamiento en la Contestania Ibérica. Tesis doctoral inédita, UA, 2003, p. 198).

13 FRÍAS, C., El poblamiento rural de Dianium, Lucentum, Ilici y la ciudad romana de La Vila Joiosa (siglos II aC. – VII dC.). Bases para su estudio, Alicante, 2010; LARA, G., Proceso de adopción de los modelos itálicos. La topografía de la Colonia Iulia Ilici Augusta como ejemplo. Tesis doctoral inédita, UA, 2016.

14 IBARRA, Illici, p. 178. 15 PAPÍ, op.cit., p. 137. También en Cervantes Virtual, CAA/9/7944/02 (51). 16 LANCHA, J., Mosaïques géométriques. Les ateliers de Vienne (Isère). Leurs modèles et leur originalité dans l’Empire romain, Roma,

1977, pp. 105-119 y fig. 58ter. 17 SCHLUNK, H., “El arte de la época paleocristiana en el Sudeste Español. La sinagoga de Elche y el martyrium de La Alberca”. III CASE,

Murcia, 1948, pp. 335-379 (pp. 342-343). 18 PALOL, P. DE., Arqueología cristiana de la España romana. Siglos IV-VI, Madrid y Valladolid, 1967, p. 197. 19 MONDELO, op. cit, p. 141. 20 GUARDIA, M., Los mosaicos de la Antigüedad tardía en Hispania. Estudios de iconografía, Barcelona, 1992, p. 381. 21 BLÁZQUEZ, J.M., LÓPEZ MONTEAGUDO, G., NEIRA, M.L. y SAN NICOLÁS, M.P., Mosaicos romanos del Museo Arqueológico Nacional,

Corpus de mosaicos de España, fascículo IX, Madrid, 1989, pp. 36-37. 22 BLÁZQUEZ et alii, op. cit., pp. 37-38; BLÁZQUEZ, J.M., “Mosaicos hispánicos de tema homérico”, VI Coloquio Internacional sobre Mosico

Antiguo, Guadalajara, 1994, pp. 279-292 (p. 291). 23 AMADOR DE LOS RÍOS, op. cit., p. 6. 24 IBARRA, Illici, p. 262. 25 LANCHA, J., Mosaïque et culture dans l’Occident romain (Ier-IVe s.), Bibliotheca Archaeologica 20, Roma, 1997, pp. 153-155.

de época severiana”, e incluso una doble datación para el motivo de la Galatea, por su estilo el s.II mientras que por cerámica los ss.I-IV26; pero unas fechas tan dispares para una composición que se sugiere coetánea resultan problemáticas, y cuando se excavó Algorós no se habló de cerámica asociada a los mosaicos. Fi-nalmente, con motivo de la restauración del mosaico del centauro, probablemente parietal, se le ha pro-puesto una cronología de inicios del s.III27.

Al margen del ya mencionado de la basílica28, otros mosaicos próximos muestran similitudes con los de Algorós. Los más cercanos son los de la llamada domus del Palmeral en Santa Pola —de donde provie-nen los hallazgos mencionados por A. Ibarra en la finca de La Sénia—29. Muestra actividad comercial desde el s.I al IV, momento de esplendor al que co-rresponderían los mosaicos del corredor perimetral del peristilo, y probablemente fueron realizados por un mismo taller pues “motivos decorativos como los nudos simples y dobles de Salomón inscritos en cír-culos y rombos respectivamente llenan el área de los cuadrados confirmando con su presencia su similitud con las formas ornamentales de la sinagoga-basílica […] y con los paneles musivos de Algorós”30.

Más lejos, en una zona de la cuenca del Segura probablemente de influencia de Ilici, en la villa de los Cipreses (Jumilla) se “observa una clara relación entre los pavimentos jumillanos y el conjunto de mosaicos de Elche, no sólo ya en cuanto a orlas y detalles me-nores se refiere, sino también en motivos centrales del campo […] repartidos con una gran similitud de estilo en pavimentos de ambas localidades”31. Para R. Mon-delo estas semejanzas y la proximidad geográfica nos hablarían de “una posible relación […], lo cual no quiere decir que fueran realizados por un mismo ta-ller” y “nos llevan a pensar en un contacto entre arte-sanos”32, mientras que para S. Ramallo sí estarían transmitiéndonos la existencia de un grupo de artesa-nos que se desplazaba por aquella parte de la via Au-gusta y sus ramales más importantes por lo que “existe una clara vinculación estilística del conjunto de Jumilla, con los pavimentos mejor datados de

Elche, especialmente el mosaico de la basílica, echado en el siglo IV avanzado y también con el con-junto de Algorós del que pese a la detallada descrip-ción de Ibarra, tampoco se dispone de un contexto arqueológico preciso”33.

En suma, si entre finales del s.III y principios del s.IV las villae se enfrentaron a un doble destino —embellecimiento o reconversión industrial— por la concentración de la propiedad en manos de unos lati-fundistas cada vez más escasos y poderosos, que ne-cesitaban las rentas pero no tantas residencias34, la llamada villa Marciana parece sobresalir y triunfar entre sus vecinas35. Ubicada junto a un cruce de la centuriación a poniente de l’Alcúdia, al otro lado del Vinalopó, tanto sus pavimentos como el conjunto de elementos ornamentales (mármoles, pinturas, esta-tuas, etc...)36 reflejan la monumentalidad de un en-clave que podemos suponer mantuvo su esplendor al menos hasta finales del s.IV (Fig.5).

En cuanto a la funcionalidad de los espacios, la parte septentrional parece la más lujosa y destinada a la representación, y sus diez estancias conocidas te-nían casi todas pavimentos musivos. No sólo dispo-nía de un atrio con impluvium circuido de columnas octogonales y mosaicos (habitacion J) sino también del ambiente más recargado en su decoración37, la ya mencionada habitación F cuyo mosaico presentaría reparaciones figuradas —y no bastas o con teselas blancas como el resto de las indicadas por Ibarra— en dos puntos que rompen la simetría preexistente con un rosetón fuera de su sitio y unos “tallos ondu-lantes” cerca de la entrada principal38. Este mosaico de 11,80 x 10,50 m, que pudo acoger las cuatro esta-ciones y un medallón central representando el orden natural y social —garantizado éste por el dominus—, las cuatro columnas probablemente revestidas de mosaico39 que determinan dos estrechos pasillos pe-rimetrales ―con tres puertas para la sala―, las pa-redes cubiertas con placas de mármol, e incluso el hecho de que aquí fueron descubiertas las dos esta-tuas de Eros y la de Hypnos40, todo refuerza su im-portancia. Este posible oecus o aula de recepción

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26 LANCHA, Mosaïque, pp. 154-155. 27 ABAD, L., PAPÍ, C. y ESCALERA, J., “Notas sobre el mosaico con la representación de un centauro procedente de Ilici en el Museo Arqueo-

lógico Nacional”. Boletín del MAN, 21-22-23 (2005), pp. 25-37. 28 LORENZO, R. y MORCILLO, J., “La basílica paleocristiana de Ilici (l’Alcúdia d’Elx): Desmontaje, contextualización y restitución desde la

reexcavación bibliográfica”, MM, 55 (2014), pp. 486-559. 29 SÁNCHEZ, M.J., Santa Pola. Arqueología y Museo. Museos municipales en el MARQ, Alicante, 2012. 30 RUIZ ROIG, op. cit., p. 78. 31 RAMALLO, S.F., Mosaicos romanos de Carthago Nova (Hispania Citerior), Murcia, 1985, p. 145. 32 MONDELO, op. cit., p. 141. 33 RAMALLO, op. cit., p. 171. 34 CHAVARRÍA, El final, p. 157. 35 LORENZO, op.cit., pp. 301-321 y 459-469. 36 IBARRA, Illici, pp. 187-189. Vid. PAPÍ, op. cit., pp. 125-133. 37 IBARRA, Illici, p. 194-200. 38 IBARRA, Illici, p. 196. 39 IBARRA, Illici, p. 197. 40 PAPÍ, op. cit., p. 129.

orientada al sur, dotado de una antesala, y la anterior del impluvium se ubicaron paralelas y separadas por otra desconocida de dimensiones similares, y parecen comunicarse a través de un largo pasillo meridional de 4 m de anchura compartimentado en las llamadas habitaciones E, G e I, encontrándose sobre el piso de esta última “dos capiteles de pilastras de mármol, é infinitos fragmentos de tableros de la misma pie-dra”41.

Por su parte, Amador de los Ríos pensó que el conjunto sur correspondería a un balneum, y recogió un grosor, que veía pobre, de 15 cm para la cimenta-ción del de Galatea42. En realidad recuperaba las opi-niones consignadas tras su visita al yacimiento en 1861:

“[...] sólo era conocida una parte de la planta total del edificio que allí había existido y ésta en tal manera que rebajaba notablemente los ci-mientos de la superficie que en general ofrecía los pavimentos conservados, no era posible de-terminar la relación de unas y otras estancias, bo-rrada desdichadamente toda huella de puerta o ingreso. Como quiera, la Comisión [...] vaciló entre la sospecha de que hubieran pertenecido aquellos solamente a una villa y la hipótesis de que formaran parte de un balneum. [...] indica-ción que recibe no poca fuerza, cuando se tienen presentes otros baños particulares (balnea) de la antigüedad, generalmente conocidos. Poca ana-logía guardan en efecto con los baños públicos de Pompeya, si bien no deja de advertirse alguna entre el gran Caldarium de éstos y la estancia se-micircular del edificio que estudiamos, mas com-parada la planta que describen en sus cimientos, con la del balneum suburbanum de la misma Pompeya, lícito es consignar que no puede ser ya mayor la semejanza: la estancia semicircular co-rresponde exactamente al Caldarium y al Laci-nium (sic); la galería del Norte al alveus; la estancia del Oriente al frigidarium; la del Occi-dente al tepidarium, [...].” (Acta del 7-II-1862 de la RAH)43.

De disponer de un hypocaustum la gran estancia absidada sí podría corresponder a un caldarium,

flanqueado quizá por frigidarium y tepidarium, mientras que lacinium debe referirse al laconicum o sauna seca que también precisa de calefacción. Pero difícilmente la galería septentrional de 2,93 m de an-chura y 11,80 m de longitud conservada, la del mo-saico de Galatea, correspondería al alveus o piscina caliente. Por otra parte, de la segunda estancia al Este de la habitación absidada sorprende saber que, “á juzgar por el revoque interior de la parte de muros que aun se conservaban regularmente, [...] se hallaba su piso 0.m,85 mas profundo, que el de la estancia antes indicada”44, y también requiere explicación el largo corredor de sólo 0,95 m de ancho que flan-queaba durante 11,60 m ambos espacios por el sur, delimitado por un muro de 70 cm; ¿pasillo de servi-cio que comunicaba la estancia absidada con las des-conocidas estructuras orientales? En cualquier caso, Ibarra rebatió la interpretación como balneum, des-diciéndose además de la suya inicial como villa —por su gran extensión—, y apuntando para el conjunto de Algorós la posibilidad de hallarnos ante los restos de Icosium45, el enclave tributario de Ilici según Plinio (Naturalis Historia, III, 3, 20) que luego se supo localizado en Argel46.

La parquedad de los datos condiciona, como hemos visto, que apenas conozcamos la realidad ar-quitectónica del conjunto, siendo sólo seguras su en-tidad y gran extensión47. Pero la lógica histórica nos debe hacer pensar en la existencia de varias fases an-teriores y alguna posterior.

La Comisión de la Real Academia de la Historia allí enviada en 1861 ya planteó que las paredes de signinum fueran anteriores a los mosaicos (Acta del 7-II-1862 ya citada). Además, algunos de los frag-mentos de placas de revestimiento de mármol descu-biertos en 1862 en el sector norte fueron considerados por su excavador de época bizantina48, pero realmente parecen corresponder a la augustea y retrotraer el ori-gen del enclave casi a los momentos fundacionales de la colonia49. Y si algunos de los mosaicos pensiles son del s.III, del mismo modo tenemos el testimonio de pavimentos anteriores a los dibujados por Ibarra, quizá de los ss.II-III por el uso de teselas blancas y azules50.

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41 IBARRA, Illici, p. 197. 42 AMADOR DE LOS RÍOS, op. cit., pp. 6-7. 43 PAPÍ, op. cit., p. 116. 44 IBARRA, Illici, p. 184. 45 IBARRA, Illici, pp. 202-205. 46 SEGUÍ, J.J., “La contributio entre Ilici e Icosium: un candente debate historiográfico”. Lucentum, 36 (2017), pp. 261-272. 47 IBARRA, Illici, p. 205. 48 IBARRA, Illici, p. 262 y lám. XVI. 49 SARABIA, J., “La arquitectura ornamental”, en ABAD L. y HERNÁNDEZ, M., Iberia, Hispania, Spania. Una mirada desde Ilici, Alicante,

2004, pp. 207-212 (p. 210). 50 “[...] Al llegar á este punto, se halla róto el mosaico, y aunque el dibujo de las cenefas generales indica continuaba, no á sido posible hallar

su conti lo restante: solo á mayor profundidad, se descubrio un pedazo, de algunos centimetros, compuesto de piedras azules y blancas, lo que dá a entender que el que descubrimos describimos, fuese construido sobre otro destruido; [...]” (IBARRA, AHME, b 311).

Para momentos posteriores conocemos reparacio-nes de pavimentos pero también compartimentaciones de estancias que no los respetaron51, e incluso la ruina deliberada de motivos figurados en varios de los mo-saicos del conjunto septentrional (Fig.4); iconoclastia quizá atribuible a las conocidas destrucciones de mo-saicos paganos por los cristianos52. Esta zona parece que sufrió un incendio y abandono “pues á cierta pro-fundidad, encontrábamos muchos fragmentos de tejas y restos carbonizados, pertenecientes á los techos, cual si se hubieran hundido á causa de un incendio, y aquel lecho de tejas y carbones, parecia en algun punto, no haber sido removido jamás en el transcurso de los siglos, desde el dia en que cayera derrum-bado”53, y eso podría explicar la cantidad de mármol y las pequeñas estatuas intactas allí localizadas. Y mientras que estas tegulae de 52 x 38 cm son casi el único dato sobre material edilicio, una columnita de mármol que también Ibarra consideró bizantina ha sido recientemente identificada como tenante de altar o parte de una pequeña balaustrada de época tardía54.

De igual forma, en el conjunto meridional exca-vado en 1861 (Fig.6a y b) la presencia de “uno de los pequeños molinos de que se servian los antiguos para moler el trigo”55 sugiere la transformación de una an-tigua estancia más vistosa, y además cabe la posibili-dad de que hubiese un mausoleo que pudo generar una necrópolis a su alrededor. Es una interpretación ya apuntada en los manuscritos de Ibarra conservados en el Arxiu Històric i Municipal d’Elx (AHME, b 311):

“[...] La parte D, era el panteon de familia \un enterramiento/ seguramente, que estaba destruido completamente y en el que aun encontramos restos humanos, una pequeña vasija de barro ó vaso la-crimatorio y una lucerna hecha pedazos que tenia tiene en su circunferencia impresa en grandes ca-racteres la una inscripcion que dice OFICINA DO-NATI; [...]. Por la distancia que media entre el mosaico y la Alcudia, debia que és donde se ha-llaba situada la poblacion, se comprende deberia sér un edificio de recreo ó Villa, como llamaban los romanos á sus elegantes y ricas casas de campo. Y nos induce á creerlo así, la ecsistencia del pan-

teon pues se sabe el culto tan tierno y afectuoso que tenian á sus muertos y que trataban siempre de te-nerlos cerca, como se vé po en las mismas pobla-ciones que \donde/ construían los sepulcros á las mismas puertas de ellas y en las vias publicas”.

Si las correcciones rebajaron el tono, pasando de panteón a enterramiento, la publicación final se limitó tan sólo a plantearlo como posibilidad56:

“Hácia la parte del O. del primer muro semi-circular, encontramos otra estancia del grandor de 3.m,35 por 3.m,30: y del ángulo inferior occidental de ella, parecia arrancar un cimiento de forma se-micircular, de un rádio de 6.m,50 que era el co-mienzo de una aglomeracion de construcciones, sumamente extrañas, supuesto que, además de la que acabamos de indicar, aparecen otras dos ci-mentaciones de cámaras diversas, en las cuales, uno de sus lados, ya el que mira en la primera al S. y en la segunda al O. se presenta en forma se-micircular, cual se vé en la planta mencionada, y no parece sinó, que en el mismo sitio se hubiese construido dos veces la misma parte del edificio, cambiando su orientación.

Debemos advertir que en el interior de los dos espacios que comprendia esta parte del edificio que nos está ocupando, hallamos en el piso del pri-mero, tres receptáculos y en el segundo, dos, así como otro al exterior de la planta formada por los cimientos, los cuales no sabemos si podrian estar destinados á sepulturas, supuesto que, en uno de ellos, encontramos restos humanos, de los que ha-llamos tambien alguno que otro entre las ruinas, así como igualmente una lucerna de barro fractu-rada, en la que se leía circularmente en la parte su-perior: OFICINA DONATI... SCO... S.”.

De este fragmento destaca la presencia de un en-terramiento seguro —luego se precisa que “en nues-tra excavación, encontramos casi completo y ordenado el esqueleto, dentro de una de las cavidades determinadas en el plano”—57, con una lucerna norteafricana tardía del tipo [LUCERNA]S CO[LATA]S [DE] OFICINA DONATI58, y una “pe-

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51 “Sobre los mosáicos, se ven restauraciones extremadamente bárbaras, que no saben interpretar el dibujo del pavimento que restauran, contentándose con darle solidez, como se vé en en mosaico de la lámina XIX en los puntos a a y en el marcado con la letra D de la lá-mina XX, en el espacio señalado con la misma letra que en el anterior. [...]. Sobre los mosáicos mismos, aparecian cimentados toscos é irregulares tabiques, cual demuestra la rotura del mosáico en la lámina XX en el sitio b y en la lámina XIII en el punto c” (IBARRA, Illici, p. 263). Los tabiques mencionados compartimentaban las estancias C y J (impluvium) del sector norte.

52 LÓPEZ MONTEAGUDO, G. y BLÁZQUEZ, J.M., “Destrucción de mosaicos mitológicos por los cristianos”. Cristianismo y aculturación en tiempos del Imperio Romano, AntigCr, VII (1990), pp. 353-365.

53 IBARRA, Illici, pp. 187-189. 54 SARABIA, op. cit., p. 212. 55 IBARRA, Illici, p. 185. 56 IBARRA, Illici, pp. 184-185. 57 IBARRA, Illici, p. 202. 58 Lucernas argelinas de Tipasa-Cherchel de los ss.III-VI según BUSSIÈRE, J., "Lampes a canal courbe de Maurétanie Césarienne"

Antiquités africaines, 28 (1992), pp. 187-222 (pp. 196-197).

queña vasija” como ajuar, y la posibilidad clara de otros cinco cuerpos en los restantes receptáculos, amén de “alguno que otro entre las ruinas”. También parece importante la ubicación del conjunto frente al decumano que flanqueaba la villa a unos 50 m por el sur, separada ésta del camino por un muro de 29 m conservados59. (Fig.6 a y b. Conjunto sur de Algorós, excavado en 186160).

La negativa final de Ibarra a considerar un mau-soleo aquellas estructuras puede deberse, en parte, a rechazar explícitamente61 la interpretación como co-lumbario de Amador de los Ríos62, quien insistía en una idea ya apuntada cuando visitó la excavación en 1861, en cuyo informe proporcionó interesante infor-mación sobre estas estancias absidadas:

“[Los del mosaico de Galatea] Tales eran los cimientos en que se reconocía el característico hormigón romano, manifestando en consecuencia que pertenecía á construcciones primitivas. A la parte Occidental de estos vestigios se hallaba otro grupo de cimientos cuya inspección era más dificil por la irregularidad en que aparecían: siguiendo la forma general de su planta y su orientación, arri-mábanse a la fábrica central otras dos construccio-nes que se extendían de Norte a Sur por el espacio de 5m25 la primera y 6m60 la segunda, única donde podía determinarse la latitud, que no pasaba de 4m inclusos los muros. Hallábanse ambos espacios cruzados en el sentido de E. á O. por varios tabi-ques de ladrillo que daban al edificio cierta forma de columbario, enterramiento muy general en la antigüedad si bien debía notarse que esta construc-ción ofrecía ciertos caracteres que la traían á época más cercana que la representada por los cimientos. Lo mismo se observa respecto de otras construc-ciones que se desenvolvían a la parte de Occi-dente, sobreponiéndose a las primitivas y rompiendo en semicírculo el angulo N.O. de las mismas, [...]. Digno era de tenerse en cuenta que esta construcción estaba formada de piedras roda-dizas y trabada solo con barro, lo cual no consentía duda alguna sobre su antigüedad con relación a la que ya ofrecía el citado hormigón romano.

[...] Un muro de construcción primitiva, al cual se adhería el semicírculo de la fábrica secundaria,

ya indicada, se extendía de Oriente a Occidente por el espacio de 5m60, hasta acercarse en 2m a la galería del Norte arriba indicada.” (RAH, Acta del 7-II-1862)63.

Entiendo la oposición de Ibarra al columbario pues stricto sensu no veía ni urnas cinerarias ni hornacinas como las que estudió en Italia entre 1873 y 1876, pero al tiempo rechazaba la posibilidad del mausoleo para un espacio que tan claramente contuvo y distribuyó se-pulturas; eso sí, de inhumación en sepulcros de ladri-llo. Por otra parte, combinando las palabras de Amador de los Ríos con los dibujos de Ibarra, estas estructuras parecen posteriores y más endebles que las de los mo-saicos. Aun más, su desviación de 5 grados respecto del resto de estancias podría relacionarse con la mejor orientación E-O de cinco de sus seis sepulcros, pero poco puede saberse con seguridad. En cualquier caso, conocemos la existencia de más enterramientos en las proximidades pues A. Ramos mencionó años más tarde la existencia de “sepulturas romanas” en la Ha-cienda de Ruiz, y de cerámica romana, tejas y un es-queleto en la de Torregrosa64; tierras en Algorós al sur de las excavadas en 1861-1862.

A partir de la información publicada por Ibarra, P. Reynolds propuso que los enterramientos “in two rooms” corresponderían a los ss.V-VI65, y de esta ma-nera nos hallaríamos ante la conversión de antiguos espacios domésticos en lugares de enterramiento como se ha observado en otras villae66, en ocasiones coexis-tiendo con zonas de hábitat67. La propia existencia del pequeño espacio absidado podría, incluso, estar ha-blando de un mausoleo familiar in suo fundo, aunque con la información disponible poco puede asegu-rarse68.

En conclusión, la villa de Algorós sería una de las principales y más antiguas ilicitanas con un rico y va-riado programa ornamental tal vez desde época augus-tea, y una extensión edificada conocida de unos 85 x 60 m. Las reparaciones musivas permiten intuir que, como mínimo, se mantuvo como espacio residencial durante todo el s.IV, sobreviviendo a muchas villae cercanas que industrializaron antes su pars urbana. Posteriormente, quizá a lo largo del s.V, se adaptó a una nueva lógica del poblamiento cambiando la fun-ción de diferentes espacios, lo que vemos en la des-

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59 IBARRA, Illici, p. 184. 60 a: IBARRA, Illici, lám. XV; b: Dibujo de Ibarra en AMADOR DE LOS RÍOS, op.cit., lám.1. 61 IBARRA, Illici, p. 202. 62 AMADOR DE LOS RÍOS, op.cit., 6. 63 PAPÍ, op. cit., pp. 114-115. 64 RAMOS, A., op. cit., pp. 352 y 354. 65 REYNOLDS, op. cit., p. 67. 66 CHAVARRÍA, El final, pp. 134-137. 67 LÓPEZ QUIROGA, op. cit., pp. 24-28.

68 En un primer momento apunté la posibilidad de “dos espacios absidados gemelos, quizá por agregación, fácilmente monumentalizables al orientarse ambos ábsides al camino” (LORENZO, op. cit., p. 309), pero un análisis del dibujo de Ibarra publicado en 1877 me hace dudar de la existencia de un segundo ábside, y quizá sea un muro de cierre de los sepulcros ubicados en el exterior de un único ámbito de cronología incierta con dos sepulturas en su interior.

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trucción deliberada de motivos figurados y, especial-mente, en la compartimentación de estancias con muros que ignoran y afectan a los mosaicos. Final-mente, tuvo un epílogo como fuente de provisión de material edilicio, pues apenas se conocen un par de ca-piteles y los muros se conservaban a nivel de cimen-tación.

La afectación antigua, la casi completa destruc-ción pocos años después del descubrimiento, al menos del conjunto sur, y la falta de información por la anti-güedad de las excavaciones dificultan la aproxima-ción futura a la realidad arqueológica del conjunto perdido —si bien localizado— de Algorós. Pero su historia aún no ha acabado.

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Fig.1. Villae periurbanas ilicitanas conocidas por sus mosaicos, y centuriación.

Fig. 2. Plano de Aureliano Ibarra de los terrenos que circuyen los mosaicos de Algorós.

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Fig. 4. Mosaico de la habitación F de Algorós (IBARRA, Illici, lám. XXI).

Fig. 3. Entorno actual del conjunto de Algorós, y restitución de los restos excavados.

Fig. 6 a y b. Conjunto sur de Algorós, excavado en 1861.Fig. 5. Conjunto norte de Algorós, con los mosaicos reintegrados sobre el dibujo de Ibarra.