periodismo y violencia: la producciÓn de subjetividad del …

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México. 63 Global Media Journal México, Volumen 9, Número 17 Pp. 63-80 ISSN 20072031 PERIODISMO Y VIOLENCIA: LA PRODUCCIÓN DE SUBJETIVIDAD DEL RIESGO EN EL NORTE DE MÉXICO Salvador Salazar Gutiérrez Universidad Autónoma de Ciudad Juárez Resumen En el escenario actual de violencia sistémica que predomina en el norte de México se viene presentando una subjetividad del riesgo en la práctica periodística. Esta subjetividad del riesgo favorece un proceso que se ha denominado socialidad del resguardo, caracterizado por ser un proceso que relaciona por un lado estrategias de resistencia, negociación o integración por parte de la multiplicidad de actores sociales; y por el otro, su adscripción a espacios institucionales que definen o encauzan las actividades de dichos actores ante el dominio de la violencia sistémica. Abstract In the current scenario of systemic violence that predominates in northern Mexico, a subjectivity of risk in the practice of journalism has been observed. This subjectivity of risk favors a process referred to as “socialidad de resguardo”, which is characterized by strategies of resistance, negotiation, or integration by the multiplicity of social actors, as well as their membership to institutional settings that define and guide the activities of said actors, given the predominance of systemic violence.

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Global Media Journal México, Volumen 9, Número 17 Pp. 63-80 ISSN 20072031

PERIODISMO Y VIOLENCIA: LA PRODUCCIÓN

DE SUBJETIVIDAD DEL RIESGO EN

EL NORTE DE MÉXICO

Salvador Salazar Gutiérrez Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Resumen

En el escenario actual de violencia sistémica que predomina en el norte de México se viene

presentando una subjetividad del riesgo en la práctica periodística. Esta subjetividad del riesgo favorece un proceso que se ha denominado socialidad del resguardo, caracterizado por ser un

proceso que relaciona por un lado estrategias de resistencia, negociación o integración por parte

de la multiplicidad de actores sociales; y por el otro, su adscripción a espacios institucionales que definen o encauzan las actividades de dichos actores ante el dominio de la violencia sistémica.

Abstract

In the current scenario of systemic violence that predominates in northern Mexico, a subjectivity of risk in the practice of journalism has been observed. This subjectivity of risk favors a process

referred to as “socialidad de resguardo”, which is characterized by strategies of resistance,

negotiation, or integration by the multiplicity of social actors, as well as their membership to institutional settings that define and guide the activities of said actors, given the predominance of

systemic violence.

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Subjetividad del riesgo: por un

encuadre teórico-metodológico

En marzo de 2008, la noticia del

desplazamiento de más del siete mil

integrantes del ejército para patrullar

Ciudad Juárez impactó no sólo a

diversos actores empresariales, políticos,

religiosos y de los medios locales, sino a

una ciudad que comenzaba a incorporar a

sus mundos vida un paisaje dominado por

diversas manifestaciones de violencia1.

Si bien algunos consideraron que la

estrategia favorecería la disminución de

un panorama que hasta ese momento se

traducía en más de tres mil homicidios,

otros, los menos, presagiaban que la

estrategia entraría en crisis ante la

incertidumbre que evidenciaba un

Estado que se sostenía en una política de

militarización de la seguridad. Al

transcurso de los meses y después de un

periodo que comprendió del 2008 a

finales del 2011, la violencia que ha

enfrentado esta ciudad fronteriza del norte

de México, y en general varias regiones

del país, ha sufrido un notable incremento

que coloca el número de homicidios en

más de nueve mil sólo en Ciudad Juárez –

y que en todo el país se ha colocado en

más de cuarenta mil2.

1 A lo largo del texto se hace referencia al

concepto de violencia sistémica para referirse a un

proceso que relaciona formas de violencia en dos

niveles: por un lado, aquéllas generadas por la

presencia cada vez mayor de un Estado Penal que

se sostiene en estrategias de seguritización

(ejemplificado en el contexto de la frontera norte de México con el Operativo Conjunto Chihuahua-

Juárez); y por el otro, múltiples manifestaciones

de violencia cotidiana que van desde la violencia

de género, hasta la violencia simbólica que

encuentra en la presencia de diversos actores

(principalmente jóvenes, mujeres, migrantes, etc.)

sus principales exponentes de vulnerabilidad

(Salazar, 2011). 2 Para el caso específico de Ciudad Juárez, las

estadísticas de la Subsecretaría de Seguridad

Ante este panorama, hablar de

comunicación y riesgo se ubica como un

eje central para comprender el escenario

actual que vive no sólo el campo de los

estudios de la comunicación en México,

sino la comunicación como espacio de

producción, circulación y recepción en

relación a contextos socioculturales más

amplios y densos, colocando la atención

en el actor periodista y sus diversas

estrategias que favorecen una subjetividad

del riesgo. Este documento es resultado

de un proyecto de investigación más

amplio3 que partió del análisis sobre

cómo se produce una subjetividad del

riesgo entendida como la asimilación

reflexiva que favorece posiciones de

negociación, adscripción o resistencia por

parte de los actores sociales, en relación a

las diversas condiciones de amenaza y

vulnerabilidad que enfrentan en el

escenario de violencia sistémica.

Colocando el eje de atención en el campo

de discursividad mediático y en la figura

del periodista como un actor central de

este espacio, el presente análisis se enfoca

en el nivel de las estrategias de

discursividad, entendidas como las

diversas prácticas que se generan desde

una narrativización de la subjetividad, a

partir del análisis de relatos en los que el

Pública del Estado de Chihuahua que surgen del

sistema de información de la Fiscalía General del

Estado zona norte de Chihuahua, dependencia que

pertenece a la Procuraduría de Justicia del Estado

de Chihuahua, muestra un número que sobrepasa

los ocho mil homicidios desde el 2007. 3 El proyecto de investigación, que se ha trabajado durante el 2010 y 2011 se titula “Socialidad de

resguardo. La producción simbólica de la

fatalidad en el contexto transfronterizo México-

USA”, y tiene como objetivo general analizar la

forma en que se produce una socialidad de

resguardo, en relación a cuatro campos de

discursividad (mediático, político-empresarial,

religioso y paralegal), en escenarios

caracterizados por la irrupción de una violencia

sistémica.

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periodista genera en relación al proceso

más complejo de una socialidad de

resguardo4. Para ello, habría que tener

presente el marco conceptual a partir del

cual se emplea el concepto de

subjetivación del riesgo, el cual se refiere

a la apropiación e interpretación que el

actor periodista realizar en relación a una

adscripción o membrecía desde el campo

de discursividad mediático. En este

sentido, el eje central del análisis busca

comprender cómo se produce una

subjetividad del riesgo tomando al actor

periodista como el referente central de

análisis, en la búsqueda de comprender

cómo se viene presentando una socialidad

de resguardo en el contexto actual de

violencia sistémica que presenta el

escenario fronterizo del norte de México.

El primer punto a destacar es que la

reflexión que aquí se plantea, comparte el

sentido que en los últimos años ha

caracterizado a los estudios

interdisciplinarios de la comunicación

(De León, 2010). Es decir, no reduce su

análisis a la producción discursiva

mediática como si se tratara de un

fenómeno cerrado, sino que parte de

4 Ya en otro momento (Salazar, 2011) el autor ha

utilizado este término para referirse a un proceso

más denso y complejo que articula por un lado las

estrategias que los diversos actores favorecen para

definir posiciones en relación a la subjetividad

del riesgo; pero que por otro lado, se sostienen

como parte integrante de diversos espacios o

mundos institucionalizados que condicionan a los

actores a partir de referentes normativos,

organizacionales, de adscripción, etc. Como se

observa más adelante, por un lado el actor periodista se coloca reflexivamente frente al

escenario de violencia sistémica partir de una serie

de tácticas que buscan disminuir su impacto, pero

su práctica queda condicionada a su incorporación

o adscripción institucional que le exige ser

partícipe por ejemplo de una cadena televisiva, de

una empresa mediática o de recursos normativos

que establezcan condicionantes jurídico-legales

sobre lo que puede o no dar a conocer como una

nota periodística.

relacionar niveles de interpretación

discursiva que relacionan al actor

periodista, en desplazamiento constante

entre campos de discursividad, en

contextos socio-históricos que

condicionan o favorecen su producción.

Si bien se ha venido presentando una

línea importante de trabajo en relación a

lo que se ha denominado como

“sociología de las profesiones”, habría

que tener presente que su atención en el

actor periodista ha estado dominado por

una tradición funcionalista caracterizada

por reducirlo a un referente pasivo y

controlado ante la estructura funcional

(Maigret, 2005). A diferencia de esta

perspectiva, aquí se sostiene que el actor

periodista se constituye en un agente

capaz de generar estrategias, ubicado

desde una posición que le condiciona el

contexto socio-histórico más amplio que

define ciertas reglas ante las cuales el

actor periodista negocia, se enfrenta o

reproduce según la lectura que genera de

su propia posición. Colocar la mirada en

la producción subjetiva del riesgo, y

cómo ésta favorece el desarrollo de una

socialidad de resguardo en el contexto

actual de la ciudad fronteriza, ubica a lo

discursivo y sus mediaciones de sentido

en el núcleo central del análisis. La

irrupción de la subjetivación –o regreso al

sujeto (Reguillo, 1999)- en la

investigación social se viene presentando

en los años recientes, tomando fuerza en

aproximaciones que desde tradiciones

fenomenológicas-hermenéuticas, centran

la atención en el actor social como lugar

privilegiado de análisis: la centralidad del

sujeto como productor y producto de la

vida social. En este sentido es clave

comprender que la constitución de lo

social es un proceso dinámico en el que

actores realizan acciones y generan

relatos en complejos procesos de

negociación y siempre desde una

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posición, es decir, desde profundos

anclajes histórico-culturales y anclajes de

membrecía. Comprender cómo se

favorece el proceso de una subjetiva del

riesgo –que para el caso específico de esta

investigación centrará la atención en la

figura de periodista-, exige tener cuidado

de no caer en una perspectiva

reduccionista que termine por confundir

la subjetividad con lo individual, ó

anecdotizarla a partir de limitarla a las

opiniones personales que los actores

tienen en relación al

mundo.

Es por ello que, si

bien el objetivo del

presente documento es

limitado en tanto la

complejidad que

comprende el análisis

de este proceso de

socialidad de

resguardo5, es

conveniente para el

lector describir el

esquema interpretativo

más amplio que

relaciona tres niveles

de interpretación: la

Formación Discursiva

(Foucault, 2005), que

constituye el primer

nivel de análisis en

relación al contexto actual de dominio de

una violencia sistémica que condiciona el

ámbito de lo enunciable y lo no

5 El proyecto de investigación comprende una estructura de análisis más amplia en la que se

consideran los campos de discursividad político-

empresarial, religioso, mediático y uno que se

denomina como paralegal (en relación a las

estrategias discursivas que actores como el

narcotráfico o crimen organizado generan para

establecer su posición de dominio en varios

sectores de la población: narcomantas, abandonar

cuerpos desmembrados en la vía pública, entre

otros, son ejemplos de estas estrategias).

enunciable por parte del actor social; el

segundo nivel comprende Campo de

Discursividad (Laclau y Mouffe, 2004),

que para nuestro caso específico se ubica

en el campo mediático, y se refiere a

espacios en los que se inscribe el discurso

favorecido por el escenario de la violencia

sistémica, donde se colocan los diversos

actores que buscan establecer las

prácticas o estrategias para desplazarse,

negociar o dominar; y por último, las

prácticas-relatos desde los cuales el actor

social negocia, se opone o se apropia

desde posiciones particulares en relación

a los campos de discursividad, es lo que

ubicamos aquí como Estrategias

Discursivas y que encuentra en la

narrativa, en ese relato a través del cual se

articulan los diversos niveles en la

subjetividad, el elemento empírico más

directo que nos permite colocarnos

analíticamente ante los diversos actores

(figura 1).

El eje central del análisis a lo largo del

texto está compuesto por diversas

Formación Discursiva

Campos de discursividad

Estrategias Discursivas(narrativizar la subjetividad)

Político-empresarial

Religioso

Mediático (actor periodista)

Paralegalidad (Narcotráfico-crimen organizado)

Contexto de violencia sistémica

Institucionalidad en desgaste

Entronización belicista(Iniciativa Mérida – POCCH)

Socialidad de Resguardo

Subjetividad del riesgo

Figura 1. Niveles de interpretación discursiva

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prácticas-relatos que genera el actor

periodista, y que constituyen el magma

constitutivo de la subjetividad del riesgo.

En resumen, se considera que es en la

producción de lo discursivo en donde se

encuentra el eje de análisis clave que

permite centrar la atención en las

estrategias que favorecen la

narrativización de la subjetividad del

actor periodista.

A continuación se describe un

panorama general que ha caracterizado la

irrupción de una violencia sistémica en el

norte de México y su relación con el

campo de discursividad mediático. En él

se observa la presencia de una estrategia

de seguritización que ha caracterizado al

Estado mexicano en los últimos años,

evidenciada en tácticas como el

denominado Operativo Conjunto

Chihuahua-Juárez mismo que favorece la

presencia de fuerzas militares y de

seguridad. Esta estrategia ha impactando

no sólo en la vida cotidiana del habitante

de la ciudad, sino que también ha

destacando en la práctica del actor

periodista. Posteriormente se analiza

cómo el actor periodista se posiciona ante

este panorama de vulnerabilidad y riesgo

que fomenta el dominio de una violencia

sistémica, generando diversas tácticas de

negociación, incorporación o resistencia

en su búsqueda de posicionarse en

relación al campo de discursividad

mediático. Para finalizar, se traslada el

análisis de los relatos, en tanto estrategias

discursivas, hacia el impacto que éstas

tienen en la producción de una

subjetividad del riesgo, en relación a un

proceso más complejo que se ha

denominado socialidad de resguardo.

Paisaje(s) de contingencia:

violencia sistémica en la frontera

norte de México.

Como se mencionó al inicio de este

artículo, no puede comprenderse el

proceso que favorece una subjetivación

del riesgo sin tomar en cuenta el

predominio de una violencia sistémica en

el contexto actual del norte de México.

Para ello, los siguientes dos frescos

(estrategia de representación artística que

se basa en plasmar un paisaje

intencionado por parte del artista –o

analista para el caso de este estudio),

permiten visualizar cómo a partir de la

relación entre una violencia estructural y

una cotidiana, este panorama favorece la

presencia de una subjetividad del riesgo

que se presenta en la posición del actor

periodista, y potencializa el dominio de

una socialidad de resguardo en el

escenario de la ciudad fronteriza.

El dominio de la seguritización: la

presencia del Estado Policía.

Ante el panorama de violencia que se

presenta en gran parte del país, y las

diversas estrategias por parte de

gobiernos estatales y federal para

promover la participación directa del

ejército en tácticas de seguridad pública,

uno de los supuestos centrales es la

presencia cada vez mayor de un proyecto

de Estado policial (Salazar, 2011), que se

viene promocionando por la agenda de la

seguritización. Entre las diversas

estrategias destaca la denominada

“Iniciativa Mérida”, acuerdo binacional

entre los países de México y Estados

Unidos que entró en vigor a principios de

2008, y constituye uno de los referentes

fundamentales para comprender la

presencia de una estrategia de

seguritización no sólo de la frontera norte

de México, sino en varias regiones del

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país. El acuerdo se basa en cuatro

estrategias específicas: a) desarticulación

de la capacidad de organización de las

denominadas “organizaciones delictivas”;

b) fortalecimiento de las instituciones

públicas responsables del combate a la

delincuencia organizada; c) desarrollo de

una frontera segura y competitiva, y d)

fortalecimiento de la cohesión social de

las comunidades de los dos países

(www.iniciativamerida.gob). Se

caracteriza además por centrar su discurso

en una fetichización de la seguridad, que

ha encontrado en términos como “crimen

organizado” uno de sus pilares6. Gran

parte del apoyo brindado por el gobierno

de los Estados Unidos al mexicano

consiste en apoyo a equipo militar y de

vigilancia, así como capacitación

policiaco-militar para diversos elementos

de instituciones de seguridad pública del

gobierno mexicano como es el ejército y

la policía federal. Si bien en la

discursividad oficial del programa se

sostiene el compromiso de sumar

estrategias, en relación a programas de

fortalecimiento social, como el combate a

la pobreza, migración ilegal y el

incremento de la oferta educativa formal,

varios organismos de derechos humanos

nacionales e internacionales han

demostrado que este tipo de estrategia en

general constituyen un proyecto de

criminalización de la vida cotidiana7.

6 Hablamos de fetichización de la seguridad al

considerar que ésta se ha constituido en un

discurso, que ha favorecido la instauración de

prácticas que terminan por criminalizar toda manifestación que enfrente el proyecto definido

por figuras dominantes de un Estado Policial

(Salazar, 2011). 7 Recientemente se publicó el informe del

organismo internacional de Derechos Humanos

Human Rigths Watch titulado “Ni seguridad, ni

derechos. Ejecuciones, desapariciones y tortura en

la guerra contra el narcotráfico en México”,

informe que refiere a cientos de casos de tortura,

desapariciones y ejecuciones, entre el 2008 y

Para el escenario específico de la frontera

norte del país, el Operativo Conjunto

Chihuahua-Juárez representa uno de los

ejemplos más palpables. En marzo de

2008 se implementó esta estrategia

policiaco-militar, teniendo como objetivo

principal la participación directa de

diversos elementos del ejército en tareas

de seguridad pública, que a fin de cuentas

desembocó en el patrullaje cotidiano, la

detención arbitraria y masiva de todo

aquel que fuera considerado sospechoso,

así como la vigilancia de escenarios en

los que se había cometido algún acto

delictivo.

El panorama de una práctica en

vulnerabilidad y riesgo

Ahora bien, obsérvese cómo se

presenta el panorama cotidiano de

violencia ante el campo mediático y en

específico ante el actor periodista. En este

sentido, destaca el trabajo de diversas

organizaciones internacionales8 que han

colocado el eje de atención en el contexto

de violencia en el que el periodista

desarrolla sus actividades profesionales.

Para el caso de México, es posible

identificar diversos aspectos que destacan

la posición de vulnerabilidad que

condiciona principalmente a un periodista

que se encuentra fuera de los escenarios

de poder dominantes desde empresas

2011, en las que se relaciona directamente a

instituciones de seguridad del gobierno mexicano,

principalmente al ejército y a la policía federal. 8 La organización internacional Artículo 19

(www.artículo19.org), se ha destacado en los años

recientes en la revisión de la situación de riesgo

que peridotitas en México y América Latina

enfrentan. A partir de recabar información sobre

la amenaza cotidiana que condiciona su actividad

en escenarios de violencia, ha favorecido colocar

el panorama de vulnerabilidad que caracteriza al

actor periodista en México principalmente en

relación a la libertad de expresión.

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monopolizadoras de la industria

mediática9.

Para plasmar este paisaje de riesgo es

pertinente hacer referencia al informe que

en octubre del 2011 publicó una misión

de Relatores de la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos

junto con la ONU, encargados de la

defensa de la libertad de expresión. El

texto titulado “La libertad de expresión en

México”10

presenta un panorama a partir

de 2007 en el que se identificó un

aumento en la condición de riesgo y

vulnerabilidad en la actividad periodista.

El informe muestra cómo en los años

recientes se ha incrementado

considerablemente el número de

homicidios de periodistas. Si bien se

destaca al narcotráfico y el crimen

organizado como sus principales

9 Con ello nos referimos a la mayor fragilidad de

una institucionalidad de protección que envuelve a

una parte importante del gremio periodístico en

México que, fuera de pertenecer a grandes

empresas monopólicas no sólo de la información

periodística sino de la industria mediática (que

encuentra su expresión más clara en el monopolio

que ejercen empresas como Televisa, Televisión

Azteca, El Universal, Reforma, etc.), que se viene enfrentando en los últimos años a una

vulnerabilidad que lo sitúa en condiciones de

fragilidad profesional e individual ante el

creciente panorama de violencia en diversas zonas

del país. 10

El trabajo destaca tres ejes de análisis: a)

violencia, impunidad y autocensura; b) pluralismo

y libertad en el debate democrático; y c) acciones

legales relacionadas con el ejercicio de la libertad

de expresión. Si bien el documento es una

referencia clave para ubicar el contexto de vulnerabilidad y riesgo que enfrenta

cotidianamente el actor periodista en escenarios

dominados por una violencia sistémica, destaca

por su finalidad una serie de recomendaciones que

ambos organismos presentan al Estado mexicano

con la finalidad de favorecer una estrategia de

protección y reconocimiento, no sólo a la práctica

periodística, sino en general a la importancia de la

“libertad de expresión” como condición

fundamental de la democracia.

promotores, así como a funcionarios del

estado mexicano como precursores de

prácticas de intimidación y violencia

directa tanto a periodistas como a

empresas de medios, el informe sostiene

que el panorama de violencia va más allá

en relación a una monopolización del

espacio radioeléctrico11

, una persecución

político-legal contra las radios

comunitarias12

, el peso de la

manipulación de la información por parte

de actores políticos que condicionan a

diversos medios el recurso obtenido por

publicidad oficial13

, un marco legal que

continúa favoreciendo recursos para

criminalizar la práctica periodística14

, así

11 Si bien en junio de 2007 la Corte Suprema de

Justicia de la Nación otorgó un dictamen en el que declaró inconstitucional varias leyes que

favorecían el monopolio en la concesión de

permisos de radiodifusión y de

telecomunicaciones, sigue existiendo en México

una alta concentración de la propiedad y el control

de los medios de comunicación a los que se les ha

asignado frecuencias radioeléctricas (ONU-DH y

CIDH, 2011, p. 22). 12 Al carecer de un marco legal consistente en los

estados, se favorece la persecución política y

judicial de todas aquellas radios comunitarias que

principalmente no compartan una línea política definida por la autoridad en turno. Se presentan

varios ejemplos en los que, prácticas de

generación de radios comunitarias en diversos

estados –destacando zonas en las que la presencia

de comunidades indígenas es importante- se han

visto perseguidas e incluso criminalizadas por

parte de los gobiernos municipales y estatales bajo

el argumento de operar clandestinamente(ONU-

DH y CIDH, 2011, p. 23). 13 Otorgar recursos como parte de la estrategia de

publicidad oficial por parte de diversos organismos del Estado ha constituido una práctica

altamente eficaz para condicionar la labor

informativa de los medios. Casos en los que se

hace patente un sesgo de otorgar gasto del

presupuesto a empresas que favorecen una

promoción hacia actores políticos (ONU-DH y

CIDH, 2011, p. 24). 14 En el marco legal de 14 estados, prevalecen los

así llamados delitos de prensa y delitos contra el

honor y la subsistencia de la Ley sobre Delitos de

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como condiciones de inoperancia

institucional para el acceso a la

información15

.

En relación con el número de

homicidios que se presentan a partir del

año 2000 se han contabilizado 66

asesinatos a periodistas y 12

desapariciones entre 2005 y 2008

(CNDH, 2011). Ahora bien, es a partir de

2006 en que Felipe Calderón funge como

primer mandatario de México y que

promueve su estrategia policiaco-militar

de “guerra contra el narcotráfico y crimen

organizado”, misma en la que el número

de homicidios se incrementa

presentándose 2009 como el año con

mayor número de ellos, con 12

asesinatos. Como veremos en la siguiente

sección, gran parte de los entrevistados

asume como de alto riesgo su práctica en

el escenario que se presenta actualmente

de violencia desbordada, con más de ocho

mil homicidios en tres años. Este sentido

de vulnerabilidad y riesgo se entiende a

partir de dos eventos que en los meses

recientes relacionaron a tres periodistas

de medios locales con actos violentos16

.

Imprenta de 1917, misma que, no obstante su carácter preconstitucional, sigue vigente y prevé

penas privativas de la libertad. Se presentan varios

casos en los que la aplicación de estas leyes ha

favorecido la penalización de prácticas

periodísticas (ONU-DH y CIDH, 2011;25). 15

Si bien se muestra un avance importante al

favorecer el derecho a la información previsto en

la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la

Información Pública Gubernamental, y en la

creación del Instituto Federal de Acceso a la

Información Pública y Protección de Datos (IFAI), resulta evidente que la concentrada

burocratización que caracteriza al Estado

mexicano –y principalmente a las

administraciones estatales- es un lastre en la

posibilidad real de acceso a la información (ONU-

DH y CIDH, 2011;27). 16 El 13 de noviembre de 2008 fue asesinado

afuera de su casa el periodista Armando

Rodríguez conocido como “El Choco”, quien

tenía a su cargo la sección policiaca del periódico

Si bien el informe es claro en el

panorama de vulnerabilidad que

enfrentan los periodistas en el contexto

actual de violencia sistémica que domina

gran parte del territorio mexicano, habría

que considerar que no menciona una

práctica que recientemente ha

caracterizado a diversos periodistas: el

autoexilio ó asilo político en otros países

bajo el argumento de la amenaza a sus

vidas o de sus familias. A continuación,

como tercer momento, veremos a partir

de tres ejemplos, algunas estrategias en

las que permea la forma en que se

configura una subjetividad de riesgo en

el actor periodista, y cómo ésta se ancla

en un proceso más complejo y denso que

el autor denomina socialidad de

resguardo.

La producción subjetiva del riesgo:

relatos de una posición

Como se observó al inicio del presente

artículo, el estudio se enfocó en el análisis

del tercer nivel del esquema de la

producción discursiva. Partiendo de la

subjetivación como apropiación e

interpretación que los diversos actores

realizan en condiciones objetivas y

siempre ubicados en relación a diversos

campos de discursividad, colocar el eje de

atención en las estrategias discursivas,

entendidas como las múltiples prácticas y

de circulación regional El Diario de Juárez (varias

fuentes periodísticas hicieron referencia a la ex-

procuradora de justicia del estado de Chihuahua

quien se relacionaba con integrante del Cártel de

Juárez). El otro evento aconteció el 16 de septiembre de 2010, en el que dos fotógrafos del

mismo periódico fueron atacados en el

estacionamiento de un centro comercial,

perdiendo la vida Luis Carlos Santiago. Más allá

de la investigación ministerial que se ha criticado

por inoperante, lo que interesa a la reflexión es

que ambos eventos están ubicados en dos periodos

en los que la presencia del Operativo Conjunto

Chihuahua-Juárez por parte de militares y policías

federales era central.

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relatos que el actor periodista genera para

colocarse en relación al campo mediático

y en el contexto de dominio de una

violencia sistémica, constituye un

momento clave para penetrar

hermenéuticamente en las estructuras

cognitivas y afectivas del actor periodista

que encuentran presencia en la

materialidad del relato; es decir, nos

ubicamos en lo discursivo (prácticas-

relatos) como mediación analítica17

.

Recordemos que subjetividad del

riesgo se refiere al proceso de asimilación

reflexiva que favorece posiciones de

negociación, adscripción o resistencia por

parte de los actores sociales, en relación a

las diversas condiciones de amenaza y

vulnerabilidad que enfrenta en el

escenario de violencia sistémica. Riesgo

que puede reflejarse en una sensación de

mayor exposición a la inseguridad, que no

se reduce a la amenaza latente de la

práctica en relación a eventos vinculados

con el crimen organizado o el

narcotráfico, sino que permea hasta llegar

al nivel de lo institucional evidenciando

un escenario de abandono ante el cual, el

actor periodista se coloca en situación de

vulnerabilidad. Como se pudo observar

en el apartado anterior, si bien aquí

relacionamos directamente el riesgo con

el evento violento (por el impacto que ha

generado a la práctica periodística el

número de homicidios y sus situaciones

en Ciudad Juárez), eso no significa que el

17 Vale la pena enfatizar la aclaración que

Bourdieu y Wacquant (2005) relacionada con el

peso que ha adquirido lo discursivo como eje de análisis. En este sentido, advierte no caer en el

problema de entronizar al discurso, no

problematizarlo al creer que el poder del discurso

se encuentra en el discurso mismo. Si bien, la

relación entre los tres niveles de análisis privilegia

el orden del discurso, esto no puede escapar del

entramado de propiedades que lo definen como la

de sus portadores o ejecutores, o las

condicionantes de los diversos escenarios

institucionales en los que se desplaza.

periodista no enfrente otras situaciones de

vulnerabilidad como la censura o

negación de una editorial por parte de

directivos u otros actores relacionados

con el medio (por ejemplo actores de

otros espacios como el religioso o político

que ven afectados sus intereses ante la

publicación de alguna nota, por ejemplo).

Ante ello, la pregunta que se plantea

es, ¿cómo se produce una subjetividad

del riesgo desde la posición del actor

periodista en el contexto actual dominado

por una violencia sistémica, y su impacto

en la generación de una socialidad de

resguardo? A partir del análisis de una

serie de relatos18

, se observó cómo es que

se producen prácticas discursivas que se

impregnan en las narrativas cotidianas19

esta subjetividad del riesgo20

.

18 Se realizaron entrevistas a periodistas de

diversos medios de Ciudad Juárez ó la ciudad de

El Paso, Texas, así como editores y directivos de

estos medios. También en un trabajo de revisión

hemerográfica, se han analizado diversas

editoriales que constituyen narrativas de posición

por parte de estos actores en relación a la lectura

que se genera en el contexto de la violencia

sistémica. 19 Una de las técnicas que se realizó a lo largo del

proyecto fue la entrevista. Ésta permitió entrar en las trayectorias discursivas que plasman los

diversos relatos, ante el eje de atención que

implicó la relación entre violencia sistémica y

práctica periodística, contribuyendo a un la

valoración de la presencia y el diálogo en una

época marcada por la ausencia; es decir, si

tomamos la entrevista desde la óptica de

Benjamin, tiende a restituir lo aurático (cercanía,

presencia, lo irrepetible) en un mundo cada vez

más difuso e individualizado. 20 Si bien, ante el escenario de amenaza que constituye un límite en referencia a lo que se

considera que debe ser divulgable, así como la

posibilidad latente de vulnerabilidad que

encuentra en la pérdida de la vida ó el descrédito

su principal expresión, no es la finalidad sostener

una perspectiva de exaltación de la práctica

periodística. El periodista y el escenario

mediático, que conforman elementos

constituyentes de un campo de discursividad, se

valen también de las condiciones de contexto para

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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Riesgo latente: “¿qué quieren de

nosotros?” El 19 de septiembre de 2010, los

reporteros y periodistas del periódico

regional “El Diario de Juárez” publicaron

una editorial que constituyó un recurso

de expresión a la vulnerabilidad que

enfrentaban, ante una serie de ataques

directos que han dado como resultado dos

periodistas asesinados y otros más

amenazados. El texto titulado “¿Qué

quieren de nosotros?” expone una serie

de interrogantes dirigidas hacia dos

actores centrales en el escenario de

violencia: por un lado, aparecen los

cárteles de la droga, a quienes identifica

como responsables de las amenazas y

homicidios; y por el otro, diversas

autoridades del estado mexicano contra

quienes emite un juicio de

corresponsabilidad al considerarlas

favorecedoras del escenario de violencia

por la corrupción e impunidad evidentes

en el número de homicidios sin resolver:

Señores de las diferentes

organizaciones que se disputan la plaza

de Ciudad Juárez: la pérdida de dos

reporteros de esta casa editora en

menos de dos años representa un

quebranto irreparable para todos los

que laboramos aquí y, en particular,

para sus familias. Hacemos de su

conocimiento que somos

comunicadores, no adivinos. Por tanto,

como trabajadores de la información

queremos que nos expliquen qué es lo

que quieren de nosotros, qué es lo que

pretenden que publiquemos o dejemos

de publicar, para saber a qué atenernos

[…] (El Diario de Juárez, 19 de

septiembre de 2010).

generar estrategias de disputa, negociación e

incluso de complicidad con la densa trama de

actores que se desplazan en el escenario de la

violencia sistémica.

El texto fue publicado días después del

asesinato del fotógrafo Luis Carlos

Santiago Orozco y tiene como

antecedente el homicidio del reportero de

la nota policiaca Armando Rodríguez “El

Choco” en noviembre de 2008. En la

primer parte coloca a la figura

“organizaciones que se disputan la plaza”

como los destinatarios del sentido del

texto. La amenaza que asume la práctica

del actor periodista se refleja en una

estrategia que, como veremos más

adelante, ha condicionado su posición

como referente de visibilidad del

acontecimiento. Las interrogantes “¿qué

quieren de nosotros?” o “¿qué quieren

que publiquemos?”, seguidas de la

afirmación “para saber a qué atenernos”,

conducen a una reflexión en el sentido de

los marcos de dominio que actores como

el narcotráfico o crimen organizado han

establecido en los escenarios cotidianos

que conforman el collage complejo de la

ciudad fronteriza.

Si bien hay una difusa relación con las

figuras consideradas como promotoras de

la violencia, cabe destacar en el siguiente

párrafo la contundencia de la afirmación

que se refiere a un dominio y presencia de

facto que viene adquiriendo un poder de

penetración, estableciendo lógicas que

reducen o anulan instancias tradicionales

de una institucionalización del orden.

Ustedes son en este momento las

autoridades de facto de la ciudad,

porque los mandos institucionales

legales no han podido hacer nada para

impedir que nuestros compañeros

sigan cayendo, a pesar de que

reiteradamente se los hemos exigido.

Ya no queremos más muertos. Ya no

queremos más heridos ni tampoco más

intimidaciones […] indíquenos, que

esperan de nosotros como medio. Esto

no es una rendición. Se trata de una

tregua con quienes han impuesto la

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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Global Media Journal México, Volumen 9, Número 17 Pp. 63-80 ISSN 20072031

fuerza de su ley en esta ciudad […]

frente al vacío de poder, en medio de

un entorno en el que no hay las

suficientes garantías para que los

ciudadanos puedan desarrollar sus

vidas y actividades con seguridad[…]

(El Diario de Juárez, 19 de septiembre

de 2010).

Como se mencionó en la primera parte

del artículo, es pertinente tener presente el

contexto en el que surge la editorial. El

homicidio de dos trabajadores de este

medio, un reportero de la nota roja y un

fotógrafo, así como una serie de

amenazas, obligaron a colocar una

editorial que en tanto estrategia

enunciativa, cuestiona la posición del

Estado mexicano, enfatizando

argumentos que evidencian de un nuevo

orden paralegal que termina por

condicionar su posición ante la violencia.

Ante la pérdida de un orden institucional

garante de vigilar el cumplimiento de un

pacto o acuerdo legítimamente instituido,

la figura de rendición constituye un

elemento de peso en el sentido que guarda

una última condición o posibilidad de

convocar la restitución del orden legal. Al

hacer referencia a garantías, el texto

dirige la atención a la idea de restituir un

marco normativo e institucional

colapsado que, ante la condición de

amenaza que enfrenta al actor periodista

en su práctica cotidiana, constituye el

último resguardo posible ante la

asimilación del riesgo.

En este sentido, el tercer párrafo centra

su atención en la figura de las reglas, que

constituye un referente de seguridad ante

escenarios en los que la vulnerabilidad

del individuo se expresa en una amenaza

constante a perder la vida.

Hasta en la guerra hay reglas. Y en

cualquier conflagración existen

protocolos o garantías hacia los bandos

en conflicto, para salvaguardar la

integridad de los periodistas que las

cubren. Por ello les reiteramos, señores

de las diversas organizaciones del

narcotráfico, que nos expliquen que

quieren de nosotros para dejar de pagar

tributo con la vida de nuestros

compañeros […] (El Diario de Juárez,

de septiembre de 2010).

Existe una tradición importante en la

legislación internacional21

en referencia a

la protección de un periodista que se

encuentra ejerciendo su práctica

profesional en contextos de guerra. En

este sentido, como se verás más adelante,

deben ubicarse los límites contextuales

que enfrenta la participación directa de un

instrumentos de protección promovido

por organismos internacionales de

Derechos Humanos, ya que se considera

como recurso central que el conflicto

venga acompañado por una declaración

de guerra entre las partes. Más allá de las

críticas que diversos periodistas han

realizado a estos instrumentos, al

considerar que éstos no les favorecen en

su práctica, habría que tener en cuenta su

presencia en el texto al sostener la

relación entre reglas, salvaguardar la

integridad y la pregunta central y

recurrente de ¿qué quieren de nosotros?

21 El artículo 19 de la Declaración Universal de

los Derechos Humanos se establece que “todo

individuo tiene derecho a la libertad de opinión y

de expresión; este derecho incluye el de no ser

molestado a causa de sus opiniones, el de

investigar y recibir informaciones y opiniones, y

el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”; en los Convenios

de Ginebra en 1949 relativos a la protección de

víctimas en escenarios de conflictos armados

internacionales, la figura del periodista es

considerada como un referente fundamental de

protección y resguardo. Existe un abanico

importante de protocolos de protección a

periodistas que trabajan en contextos de guerra, y

que han sido promovidos por diversos organismos

internacionales como Artículo 19.

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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Global Media Journal México, Volumen 9, Número 17 Pp. 63-80 ISSN 20072031

Por último, nuevamente se presenta un

énfasis en la ausencia del Estado

mexicano y una carente institucionalidad

de la justicia.

A la vuelta de casi dos años del

asesinato de nuestro compañero

Armando rodríguez Carreón, nos

hallamos demasiado escépticos de que

las supuestas autoridades de justicia

que están por terminar su mandato, nos

entreguen un esclarecimiento

confiable. El periódico no se va a

conformar de buenas a primeras con el

primer indiciado que le aseguren se

trata del autor del atentado contra “El

Choco”, porque contamos con

información de que se anda buscando

un “chivo expiatorio” para cargarle la

culpabilidad de este crimen que para

nosotros es tan delicado […] (El

Diario de Juárez, 19 de septiembre de

2010).

Al no recibir una respuesta por parte

de las autoridades de procuración de

justicia de los niveles de gobierno, el

texto reitera su cuestionamiento al

proceso judicial del homicidio de uno de

sus reporteros. A partir del uso de figuras

como “chivo expiatorio”, busca enfatizar

su desconfianza ante el proceso que es

promovido por esta institucionalidad en

crisis. Esta figura de culpabilidad ante la

mirada de la editorial, constituye una de

las prácticas recurrentes de la que se vale

esta institucionalidad, con la finalidad de

sostener su presencia en procesos de

establecimiento de justicia. Más allá de

la crítica que merece esta práctica

recurrente por el Estado mexicano para

buscar legitimar su práctica se

seguritización (Salazar, 2011), lo central

es cómo el texto parte ya de objetar

cualquier postura o respuesta que surja de

dicha institución. El escrito presenta

constantemente el argumento de la

incredulidad respecto a las diversas

autoridades del Estado a las que no les es

posible demostrar un cauce judicial que

permita ubicar y detener a quienes

cometieron el homicidio de periodistas22

.

El orden del silencio: táctica de

autocensura

No solo las amenazas directas a

periodistas constituyen un referente de

análisis en relación a la producción de

una subjetividad del riesgo. Si bien el

apartado anterior caracterizó una

estrategia que cuestiona tanto la

inoperancia institucional de un Estado

que ha sido rebasado por la inseguridad,

como a los actores vinculados con el

incremento de la violencia a partir de la

interrogante “¿Qué quieren de nosotros?”,

habría que trasladar el eje de

interpretación a las prácticas de respuesta

por parte de la comunidad periodística

que, al estar cotidianamente enfrentada a

una situación de vulnerabilidad y carente

de los recursos de resguardo

institucionales que les permita ejercer su

labor informativa, establecen y proclaman

una posición de autocensura que se asume

22 Más allá de analizar la crisis del marco legal que se observa en este panorama de impunidad, lo

cual constituye un eje de análisis fundamental

pero que por cuestiones de alcance no son

abordadas en el presente trabajo, habría que

considerar una segunda parte de la editorial, en la

que se evidencia la estrategia en la que actores

relacionados a lo largo del escrito colocan

referentes simbólicos como recurso de

justificación o negación a lo que sostiene la

editorial. En particular se refiere al sub apartado

titulado “De víctimas a verdugos”, en el cual la editorial expresa una crítica a un actor

representante del estado que generó un

cuestionamiento sobre el uso de la nota

periodística como “promotora” de un “terrorismo

psicológico”. El texto expresa una crítica fuerte

hacia la creciente inoperancia de una

institucionalidad del Estado mexicano que se

reduce a generar argumentos promotores de la

estrategia presidencial, valiéndose de significantes

como terrorismo ó crimen organizado.

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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Global Media Journal México, Volumen 9, Número 17 Pp. 63-80 ISSN 20072031

como táctica de defensa ante la amenaza

latente.

Qué reacción debemos tener los

reporteros y periodistas que cubrimos

temas en los que la participación del

narco, del crimen organizado o peor

aún, de funcionarios públicos que por

la corrupción e impunidad llevan a

cabo actividades ilegales… cuando

estas reporteando, en la calle

entrevistando a tus fuentes, tienes un

cuestionamiento constante de si es

posible publicar o dar a conocer lo que

se te informa, inclusive si lo tienes

cotejado o comprobado con otras

fuentes, porque sabes que existe la

amenaza de que te censuren o

simplemente atenten contra tu vida…

aquello que se ha llamado libertad de

expresión es simple letra muerta en

nuestra condición actual en Ciudad

Juárez… (entrevista a periodista 1).

[…] cuando estás en la redacción

escribiendo la nota, más allá de los

filtros internos en los que tendrás que

discutir con tus jefes de edición o de

publicación, sí te pones a pensar qué

vas a escribir, te preguntas si debes

decir todo lo que se tiene que decir o

tienes que callar porque está en juego

incluso tu propia vida en la situación

actual de esta ciudad… es el principal

problema para todos los reporteros que

trabajamos aquí en Ciudad Juárez, que

terminas autocensurándote… cuando

uno se autocensura, es decir cuando

termina por decidir uno qué

información trabajar y que otra dejar,

porque constituye una amenaza que se

dé a conocer, sí es un golpe ético

porque sabes que esto al final beneficia

a quien no quiere que la información

se conozca… (entrevista a periodista

2).

En ambos fragmentos, la figura

constante que se presenta es la

autocensura como una táctica de silenciar

aquella información que suponga una

amenaza la integridad del periodista. Más

allá del proceso que caracteriza la

selección y circulación de una nota

periodística, que forma parte de la

dinámica inherente al proceso de edición

y en el que la nota resulta de una

negociación entre periodista, editores,

directivos del medio e incluso agentes

externos, es central destacar que en un

escenario de violencia sistémica, en el

que el riesgo constituye el referente

cotidiano, el acto obligado de silenciar.

Esto responde a la vivencia de

vulnerabilidad por parte del periodista,

confrontándose con uno de los anclajes

que constituye un eje fundamental de la

práctica periodística en los estados

democráticos que es el principio de la

libertad de expresión. Si bien es central

un análisis desde una perspectiva

jurídico-legal, que constituye un eje clave

para comprender las implicaciones que

enfrentan a este principio, lo que nos

interesa destacar es que en la lógica de la

subjetividad del riesgo, la práctica

periodística se asume como uno de los

referentes centrales en la promoción de un

estado democrático. Es decir, al sostener

que el riesgo, esta condición de

vulnerabilidad ante la amenaza latente

que favorece el escenario de violencia

sistémica, se multiplica por la crisis de lo

institucional y que a su vez deriva en una

mayor presencia de la lectura por parte

del actor periodista de que el baluarte de

la seguridad o defensa de su práctica que

significaba el recurso legal de la “libertad

de expresión”, ha sido reducida a un

referente vacío ante la inoperancia de una

institucionalidad que la sostenga.

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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Global Media Journal México, Volumen 9, Número 17 Pp. 63-80 ISSN 20072031

La voz frente a la violencia: posiciones en

resistencia

Si bien los relatos anteriores permiten

visualizar cómo se inserta el proceso de la

subjetividad del riesgo a partir de diversas

condiciones que enfrenta el actor

periodista en su práctica cotidiana, se

debe tener presente que dicha

subjetividad es sostenida en una

asimilación reflexiva que lleva al propio

actor a colocarse frente la vulnerabilidad

que favorece la violencia sistémica. En

este sentido, hay elementos que nos

permiten ubicar estrategias de

negociación y resistencia por parte del

actor periodista para contrarrestar

prácticas que, como las descritas en los

dos apartados anteriores, condicionan y

limitan su labor. Ante la pregunta, ¿qué

hacer, cómo actuar frente al riesgo que

implica su profesión y las condicionantes

que ello les genera? en los siguientes dos

fragmentos se muestran miradas que no

se pierden o sucumben ante el panorama

de violencia sistémica que enfrentan.

Sé que mi profesión es arriesgada…

Que por la situación en la que nos

enfrentamos a diario, perder la vida o

ser amenazado siempre está presente…

si bien me preocupa por mi persona y

mi familia, también es cierto que ser

periodista es una profesión estimulante

que te permite utilizar la palabra para

dar a conocer situaciones que son

calladas por personas que no les

agrada que se den a conoce (entrevista

a periodista 4).

Cuando ocurrió el ataque a los

compañeros de El Diario, a los

siguientes días varios estábamos

preocupados o con temor por no saber

qué podría ocurrir… similar ocurrió

después del asesinato de El Choco

[Armando Rodríguez]… tuvimos

algunas reuniones los compañeros de

diversos medios y acordamos que no

nos encerraríamos, sino que

enfrentaríamos la situación con mayor

entrega y con un compromiso

colectivo, de gremio, que hiciera ver a

quienes favorecen la violencia que no

guardaremos silencio (entrevista a

periodista 5).

Como se mencionó en los párrafos

anteriores, el actor periodista no puede ser

entendido como un sujeto pasivo o de

simple adscripción a niveles

institucionales o de una estructura formal

–por ejemplo una relación contractual que

lo enfrenta a normas y políticas

editoriales condicionándolo en su lectura

hacia el evento o acontecimiento; sino

que el proceso de la subjetivación es

reflexivo y por lo tanto favorece lecturas

por parte del propio periodista que lo

llevan a negociar su posición. Ante el

contexto de violencia en el que desarrolla

su práctica profesional, el periodista

busca llevar a cabo una estrategia de

negociación e inclusive resistencia a las

condicionantes que le determina su

adscripción al campo mediático. Tener la

palabra, el recurso que busca colocarse

como elemento que favorezca una

estrategia de resistencia, constituye uno

de los baluartes que el actor periodista

asume que le permite su práctica

cotidiana. Generaron así una dinámica

colectiva que se tradujo no sólo en

estrategias editoriales como la que

analizamos anteriormente, sino también

en una táctica de red entretejiendo

relaciones a partir de organismos que

favorecieran una respuesta

institucionalizada de su posición, como

ha sido la agrupación “Red de periodistas

de Juárez”. Valiéndose del uso de las

redes sociales, esta agrupación en la que

participan decenas de periodistas de

diversos medios en Juárez, ha logrado

establecer una dinámica de red que

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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promueve no sólo estar atentos ante las

amenazas que padecen, sino que también

favorece una plataforma de expresión en

la que la palabra y la imagen constituyen

dos referentes potenciales para restituir

sentido de resistencia y negociación ante

la amenaza latente que sostiene la

violencia sistémica.

Conclusiones

De la subjetividad del riesgo a una

socialidad del resguardo

Varias reflexiones se colocan como

recursos interpretativos a partir de la

articulación entre los niveles discursivos

expuestos. Se ha colocado el eje de

análisis en la figura del actor periodista,

entendido como un sujeto históricamente

situado y en relación a una membrecía al

campo de discursividad mediático, y su

capacidad de generar relatos relacionados

con la enunciación del acontecimiento a

partir de la nota periodística. Esto ha

permitido una oportunidad clave para

colocar la discusión en relación a cómo se

viene favoreciendo la producción de una

subjetividad del riesgo, y cómo ésta a su

vez ha propiciado la presencia cada vez

mayor de una socialidad de resguardo,

ante panoramas de incertidumbre y

vulnerabilidad favorecidas por el dominio

de la violencia en gran parte de los

espacios-mundos en los que se ubica el

actor social. Como se pudo observar en

la primer parte del artículo, el contexto

actual que se presenta en el escenario de

la frontera norte de México se ha

caracterizado por el dominio de una

violencia que encuentra en dos ejes –uno

estructural referido a estrategias de

seguritización como la iniciativa Mérida y

los Operativos Conjuntos entre militares y

diversas corporaciones policiacas, y uno

micro que constituye una penetración más

profunda y continua que se evidencia con

una de las expresiones más marcadas

como han sido los feminicidios, el

conducto propicio para la presencia de

una socialidad de resguardo. En un

contexto en el que la producción de

miedos y un sentido de vulnerabilidad

(Salazar y Curiel, 2012) ha permeado los

diversos espacios mundos en los que se

desplazan constantemente los actores

sociales, el periodista constituye un

referente clave para comprender como se

favorece una subjetividad del riesgo. La

subjetividad, al ser un proceso que define

adscripciones pero que también es

reflexivo, obliga a ubicar al actor

periodista en una lógica pendular en la

que sus diversas estrategias están

enmarcadas por escenarios de dominio

institucionalizados, pero también por

prácticas de posicionamiento que les

permite entrar en negociación con los

campos de discursividad. Si bien no

podemos negar que al formar parte central

de la trayectoria que comprende la

generación de relatos periodísticos, así

como participar en la selección de qué

contenidos son posibles o deseables dar a

conocer, se coloca como un promotor del

sentido de incertidumbre que gobierna la

esfera de lo público constituyéndose en

un referente clave en la generación de la

socialidad del resguardo. También se

observa una compleja red de posiciones

entre los diversos integrantes del gremio,

en las que algunas de éstas giran en torno

a estrategias de reconocimiento

favorecidas por el surgimiento de una

colectividad en reconocimiento.

Esta producción de subjetividad de

riesgo plantea como un eje clave del

análisis una re-lectura en el debate de lo

público23

. En este sentido, hablar de lo

23 De León (2010) plantea reubicar el debate

tradicional entre lo público y privado. En este

sentido, se retoman las reflexiones que Nora

Rabotnikof (2005) desarrolla en relación al debate

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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público no constituye un dato o referencia

que lo reduzca a una ubicación empírica,

como si se trata de hablar de lugares de

uso común como avenidas, parques,

plazas, etc., sino como un proceso en

construcción que se modifica conforme a

las estrategias que los actores producen

siempre desde ubicaciones específicas. Se

plantea la reflexión que exigen los relatos

por parte del actor periodista, ubicando el

debate entre las posibilidades de colocar

una nota como recurso de inserción en la

esfera pública y la libertad de expresión

en tanto recurso legal que lo favorezca.

Ante una institucionalidad en crisis que

resulta por un lado de un Estado

colapsado, y la presencia cada vez mayor

de una violencia sistémica que ha

encontrado en los actores del narcotráfico

y crimen organizado sus referentes de

inserción, se coloca el cuestionamiento en

aquellos marcos normativos que permiten

la práctica periodística. Si bien el

escenario que enfrenta el actor periodista

en relación a qué puede publicar o dar a

conocer por medio de la nota periodística,

no se reduce a la amenaza de su

integridad profesional y sobre todo

personal24

, habría que tener presente que

la violencia se ha posicionado como el eje

de lo público en la teoría política contemporánea,

y De León sostiene que hablar de lo público ya no

puede colocarse en la dicotomía entre público y

privado. Plantea la necesidad de repensar lo

público en un sentido relacional atendiendo a la

manera en que los individuos situados lo generan

en función de sus propias prácticas. 24 Como mencionamos en el segundo apartado, el

escenario que limita la práctica periodística se relaciona con un monopolio de empresas

mediáticas, una persecución político-legal contra

las radios comunitarias, el peso de la

manipulación de la información por parte de

actores políticos que condicionan a diversos

medios el recurso obtenido por publicidad oficial,

un marco legal que continúa favoreciendo

recursos para criminalizar la práctica periodística,

así como condiciones de inoperancia institucional

para el acceso a la información.

que termina por condicionar la narrativa

que constituye la esfera de lo público.

Por último, el eje metodológico ha

colocado a las estrategias discursivas,

entendidas como múltiples prácticas y

relatos que narrativizan el escenario

social, como lugar de análisis que permite

comprender cómo se viene configurando

una subjetividad de riesgo en el escenario

actual dominado por la violencia. El

relato se constituye como el recurso de

expresividad que permite la producción

de la subjetividad. Es a través de esta

narratividad de lo social que los diversos

actores negocian, se oponen o se apropian

a partir de posiciones diferenciadas en los

campos discursivos. En este sentido, el

texto busca contribuir a relacionar en un

“ir y venir” estos tres niveles

constituyentes del orden discursivo: la

formación discursiva que refiere al

contexto sociohistórico del dominio de

una violencia sistémica y la agenda de

seguritización, los campos de

discursividad conformados por los

diversos espacios en los que se desplazan

y adscriben el actor periodista, y las

estrategias discursivas que constituyen las

múltiples prácticas y relatos que el actor

periodista, ubicado desde diversas

posiciones en relación a campos de

discursividad, produce siempre en lógicas

de negociación, adscripción o resistencia.

Finalmente, se ha buscado destacar a

lo largo del presente artículo la relación

central que adquiere el actor periodista en

la producción de una subjetividad del

riesgo, ejemplificada en estrategias que

narrativizan el acontecimiento, referido

con el cruce de una cada vez más

dominante violencia sistémica, así como

el desplazamiento entre campos de

discursividad y que van desde aquellos

considerados como tradicionales como el

mediático, religioso, político-empresarial,

o paralegal, representado en este caso por

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Salazar Periodismo y violencia: la producción de subjetividad del riesgo en el norte de México.

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el narcotráfico y crimen organizado. Esta

subjetividad del riesgo constituye un

referente central para comprender las

rutas que se vienen favoreciendo en

nuestros escenarios actuales que cada vez

son dominados más por condiciones de

vulnerabilidad e incertidumbre propias de

una socialidad de resguardo.

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Global Media Journal México, Volumen 9, Número 17 Pp. 63-80 ISSN 20072031

Salvador Salazar Gutiérrez es licenciado en sociología por la Universidad Autónoma de

Aguascalientes, Maestro en Estudios Humanísticos por el Instituto Tecnológico y de

Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), y Doctor en Estudios Científico-Sociales por

el ITESO. Es integrante del SNI nivel 1 y actualmente colabora como profesor-investigador

en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Sus principales líneas de investigación

incluyen la antropología urbana y culturas juveniles.

Artículo recibido: 9 de diciembre de 2011

Dictaminado: 6 de enero de 2012

Aceptado: 10 de abril de 2012