paz[1]
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Titulo: PazAutor: José Luis Trueba LaraAño: 2003Editorial: Libros del RincónISBN: 970-741-947-4 SEPTamaño: 18.64 MBTRANSCRIPT
PazJosé LuisTrueba Lara
(selección, introducciones y notas)
Isócrates, Aristóteles, Lucio Anneo Séneca, Agustín de Hipona,
Tomás de Aquino, Pico de la Mirándola,Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam,
Francis Bacon, Rene Descartes, John Locke,Thomas Hobbes, Montesquieu, I. Kant,
John Stuart Mili, V. I. Lenin, Juan XXIII, U Thant
Prólogo de Rigoberta Menchú Tum
PazJosé LuisTrueba Lara
(selección, introducciones y notas)
Isócrates, Aristóteles, Lucio Anneo Séneca, Agustín de Hipona,
Tomás de Aquino, Pico de la Mirándola,Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam,
Francis Bacon, Rene Descartes, John Locke, Thomas Hobbes, Montesquieu, I. Kant,
John Stuart Mili, V. I. Lenin, Juan XXIII, U Thant
Prólogo de Rigoberta Menchú Tum
AGUILAR Libros del Rincón
Sistema de Catalogación Melvil Dewey DGMyME
172.42
T766
2003 Trueba Lara, José Luis
Paz I José Luis Trueba Lara; prólogo de Rigoberta Menchú Tum;
il. Osvaldo Cortés, Verónica Lozano y José Luis Cuevas.
— México : SEP : Aguilar : Altea : Taurus : Alfaguara, 2003
128 p.: il. — (Libros del Rincón)
ISBN: 970-741-947-4 SEP
I. Paz. 2. Relaciones Internacionales. I. Menchú Tum, Rigoberta, pról.
II. Cortés, Osvaldo, il. III. Lozano, Verónica, il. IV. Cuevas, José Luis, il.
V. t. VI. Ser.
© Por la selección, la adaptación y los textos introductorios: José Luis Trueba Lara, 2003
© Por el prólogo: Rigoberta Menchú Tum, 2003
© Por las caricaturas: Osvaldo Cortés y Verónica Lozano, 2003
© Por las ilustraciones de portada: José Luis Cuevas, 2003
Las fotografías que se utilizaron en este libro provienen de los siguientes bancos de imágenes: Art Explosión y Master
Clip Art
D.R. © Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2003
Primera edición SEP / Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2003
D.R. © Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V., 2003
Av. Universidad 767,
Colonia Del Valle, 03100, México, D.F.
D.R. © Secretaría de Educación Pública, 2003
Argentina 28, Centro,
06020, México, D.F.
ISBN: 968-19-1287-X (obra completa) Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara
ISBN: 968-19-1238-1 Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara
ISBN: 968-01-0122-3 (obra completa) SEP
ISBN: 970-741-947-4 SEP
Prohibida su reproducción por cualquier medio mecánico
o electrónico sin la autorización escrita de los coeditores.
Impreso en México
Prólogo
Rigoberta Menchú Tum
Introducción general
La antigüedad clásica
Las ideas sobre la paz
en la antigüedad clásica
Una oración por la paz
Isócrates
La mansedumbre
Aristóteles
Contra la ira
Lucio Anneo Séneca
Contenido
Contenido
Contenido
Contenido
11
15
21
25
31
35
CONTENIDO
o■o• ■■■
cai
c
ou
La Edad Media
Las ideas sobre la paz
en la Edad Media
La paz de Dios
Agustín de Hipona
Gobernar para la paz
Tomás de Aquino
El Renacimiento
El descubrimiento
del hombre y la paz
De la dignidad del hombre
Pico de la Mirándola
La paz en Utopía
Tomás Moro
La locura de la guerra
Erasmo de Rotterdam
De la venganza
Francis Bacon
43
45
49
57
61
65
71
73
La Ilustración y el siglo xix
Nuevas ideas para la paz
El hombre violento
Rene Descartes
79
81
CONTENIDO
Si la paz fuera posible
John Locke
Las naciones y la paz
Thomas Hobbes
Paz y guerra
Montesquieu
La paz perpetua
I.Kant
El beneficio de la comunidad
John Stuart Mili
El siglo xx
La paz en un mundo terrible
La paz y la I Guerra Mundial
V. I. Lenin
Encíclica para la paz
Juan XXIII
Contra las armas nucleares
U Thant
85
87
91
97
103
111
113
117
121
CONTENIDO
Prólogo
tzil. Paz. Peace. Paix. Pace.
Friede. Salam. Shalom. Es una
palabra tan corta y tan sencilla
de pronunciar, no importando
el idioma que se hable. Pero es
de los conceptos más profundos
y complejos que han recorrido el camino de sueños,
esperanzas, incertidumbres y dolor de la humanidad,
construyendo valores culturales y espirituales y forjando
las más grandes civilizaciones de los pueblos que han
habitado nuestro planeta.
Aunque la paz haya anidado como un sinónimo de vida
en la convivencia de los pueblos castigados por la guerra,
este concepto no se limita a calificar la ausencia de
conflicto, sino que lo trasciende y se nutre de la energía
de la vida y la ilusión de bienestar y fraternidad.
Desde el origen de nuestra humanidad, mujeres y
hombres han asumido la paz como un código de ética
que garantice la armonía, posibilite el desarrollo y el
RIGOBERTA MENCHU TUM ■ PRÓLOGO
•11-
anhelo de asegurar el bienestar común. La mayoría de las personas más humildes del planeta entiende,
practica, vive y sueña la paz como en contra de la destrucción, el honor, la brutalidad, la agresión, la
guerra y la muerte.
Pero la palabra paz es también una de las más brutalmente usadas y manipuladas para alcanzar
objetivos deleznables, contrarios a la más elemental noción de humanidad. En su nombre se han
cometido todo tipo de atrocidades, verdaderos atentados contra la dignidad humana. Un historiador de
la antigüedad dijo alguna vez que los romanos arrasaron territorios y le llamaron paz.
Los gobernantes, las potencias mundiales y los actores de la guerra utilizan esa misma palabra, paz,
para justificar sus aventuras bélicas y, con frecuencia, para encubrir los más repudiables crímenes que
ofenden la dignidad y la conciencia humanas. Si algo han sabido hacer los beneficiarios de la guerra es
disfrazarla con el traje de la paz, adoptando así un discurso que, si se lo ve únicamente en su superficie,
puede seducir a los ciudadanos; pero, al hilar más fino, podemos descubrir, detrás, un discurso prestado
y disfrazado, que esconde los objetivos reales de los seguidores del belicismo. El discurso de la paz ha
sido útil a quienes más han renegado de ella, los políticos de la guerra, los empresarios de la guerra, los
hacedores de la guerra...
El Diccionario de la Lengua Española contiene, en su versión 2001, 10 definiciones de paz, más
otras tantas expresiones que la incluyen. Una de las que más llaman mi atención es "sosiego y buena
correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias, en contraposición a las
disensiones, riñas y pleitos". Si hacemos un esfuerzo por valorar, de manera integral, la grandeza de
las vidas que coexisten en nuestro entorno, los complejos procesos por los que ha pasado la humanidad, la
lucha diaria de la gente por ser mejor, entenderemos que la paz es cultura que construye, es educación,
es respeto, es la práctica de la tolerancia, es un gran compromiso con la vida y, por lo tanto, es una misión
social de cada uno de nosotros. Todos estamos llamados a defender las grandes cualidades individuales
y colectivas de nuestras sociedades, no dejar nuestro destino en manos de otros y no permitir ser carne
de cañón, pagando el costo de guerras ajenas. Nos toca defender la dignidad de las víctimas de las
guerras, quienes, en su mayoría, son niñas, niños, mujeres, ancianas y ancianos.
Si la paz que defendemos es la posibilidad de convivir en armonía, tenemos que construirla todos
los días, en todos los círculos en los que nos desenvolvemos, y sentir la indignación contra todo tipo de
violencia que rompa esa armonía. Las dos guerras mundiales que ocurrieron en el siglo pasado y que
acabaron con la vida de millones de personas, sin contar toda la destrucción material, son suficientes
PRÓLOGO • RIGOBERTA MENCHÜ TUM
•12-
para entender que ninguna guerra puede hacerse en nombre del bienestar de los pueblos. La humanidad
ha pasado por periodos de extrema crueldad, y tal pareciera que persiste en repetir, una y otra vez, el
tropezón con la misma piedra. Corea, Vietnam, Nicaragua, Panamá, los Balcanes, Chechenia, Afganistán
y ahora Irak son los nombres del oprobio, de las lecciones nunca aprendidas por el hombre, en lugar de
representar el "nunca más" que la paz necesita para florecer.
Este libro es fundamental para conocer algunas de las ideas generadas a lo largo de los siglos sobre el
concepto paz, cuya comprensión puede facilitarnos el entendimiento de nuestra realidad actual. Este
libro recoge elocuentes discursos de los más grandes pensadores de la historia, cuya vigencia se mantiene
hoy. Si lo revisamos detenidamente, veremos que la utilización del término para justificar otros fines
no ha variado en su evolución histórica: la guerra para alcanzar la paz, la "pacificación" como su
sinónimo, la violación de los derechos más elementales para "sostenerla". Del mismo modo, encontramos
una concepción positiva de la paz: el respeto al derecho internacional y a la soberanía de los pueblos,
la paz como motor del bienestar de esos mismos pueblos.
Este libro demanda que no nos quedemos con una lectura superficial. Debemos reflexionar y capitalizar
su contenido, por medio del análisis, la reflexión y la meditación. Confrontemos nuestras ideas con las de
otros, las de nuestras familias, las de nuestros compañeros, las de nuestros amigos, con las de todos los
que nos rodean. Sembremos en ellos la inquietud de promover la paz, de vivirla y de gozarla.
De esta forma, nos convertiremos, poco a poco, en constructores y motivadores, pues aflorará la
necesidad de realizar acciones concretas para alcanzar la paz, así como la tuvieron quienes ponen ante
nosotros esta obra. Sólo así podremos cristalizar en los hechos el discurso de la paz, un discurso que ha
sido unas veces ultrajado, otras falseado y las más ignorado.
Nuestro más ambicioso objetivo debe ser garantizar un futuro digno para nuestras nuevas
generaciones. Es por ello que los invito a contribuir a una paz que construye, a una paz que genera
vida, fe y esperanza y que halla su mejor expresión en el respeto mutuo, en ser parte de la felicidad propia
y la de otros. Los insto también a enseñar a nuestros hijos el valor de la vida y los más elementales valores
del respeto para que tengan en sus manos el poder de construir una sociedad en armonía en la que
puedan vivir con dignidad.
RIGOBERTA MENCHÚ TUM • PRÓLOGO
•13-
-V.1P-'
ÍT
■
Introducción
general
s difícil pensar en la paz. Para
los jóvenes que nunca se han
enfrentado con el horror de la
guerra, y sólo la conocen por
lo que de ella se cuenta en la
televisión y el cine, el conflicto y la violencia pare
cen mucho más atractivos que la paz. Es posible que
esta fascinación por la guerra nos muestre una de las
partes más primitivas de nuestra especie: los huma
nos somos depredadores como los tigres, las águilas
o los tiburones. Sin embargo, poseemos algo que nos
diferencia de los animales: los tigres, águilas y tibu
rones carecen de razón y sus acciones están determi
nadas por sus instintos, su necesidad de obtener
alimento y sobrevivir.
Hace siglos que los seres humanos encontramos
los mecanismos para garantizar nuestra alimentación
y sobrevivencia. Efectivamente, desde el preciso ins
tante en que se descubrió la agricultura y comenza-
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • INTRODUCCIÓN GENERAL
•15-
De obligar a otros a
aceptar que nuestros
dioses son los únicos que
deben ser adorados: a
este respecto puedes
consultar el volumen de
esta serie dedicado al
Respeto, donde distintos
autores analizan la
tolerancia a las ideas
religiosas.
Primate: orden de
mamíferos que
comprende los que se
designan con el nombre
de monos, y en el que
varios naturalistas
modernos quieren
incluir al hombre.
Sistemática: pertene
ciente a un sistema;
voluntario, adoptado
como principio.
ron a desarrollarse las tecnologías, nuestra sobrevivencia como especie
quedó virtualmente garantizada. Sin embargo, la guerra no ha dejado de
hacerse presente en ningún momento. Así, desde el inicio de la civiliza
ción, los hombres nos lanzamos a la guerra a fin de obtener poder y rique
za, o con el objeto de obligar a otros a aceptar que nuestros dioses son los
únicos que deben ser adorados. Nuestra historia sólo parece ser una
larguísima sucesión de guerras, muertes y horrores. Justo como lo escribió
Hans Magnus Enzensberger, uno de mis autores preferidos: "Los animales
luchan entre sí, pero no hacen la guerra. El ser humano es el único primate
que se dedica a matar a sus congéneres de forma sistemática, a gran escala
y con entusiasmo. Una de sus principales invenciones es la guerra; la ca
pacidad de concluir la paz probablemente sea una conquista posterior. Las
más remotas tradiciones de la humanidad, sus mitos y leyendas de héroes,
suelen girar en torno a homicidios y asesinatos."
Ante estos hechos, es necesario que nos hagamos una pregunta: ¿cómo
es posible que los humanos —a pesar de su racionalidad y de tener vir
tualmente garantizada su supervivencia— se declaren la guerra y desaten
el horror y la muerte sobre su planeta? Aún más, ¿cómo es posible que los
seres humanos hayan llegado al punto de poner en riesgo su supervivencia
como especie debido a la guerra?, pues el desarrollo del armamento nu
clear, biológico y químico nos coloca ante la posibilidad de desaparecer
del planeta. Estas son interrogantes que parecen poner en duda nuestra
capacidad de pensar o que suponen que nuestro pensamiento sólo está
encaminado a la destrucción.
A pesar de lo anterior, creo que la paz es posible, que el problema no se
encuentra en el hecho de que seamos depredadores, sino en que nuestra
cultura nos enseña a amar el poder y la riqueza sobre todas las cosas,
mientras que nuestra fe nos lleva a la intolerancia más terrible. Pero no
sólo creo en esto, también creo que la paz nos permitiría alcanzar las me
tas que no hemos logrado: la ciencia, la técnica, el arte y la economía bien
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA ■ INTRODUCCIÓN GENERAL
•16-
podrían convertirse en los promotores del bienestar humano si no tuvie
ran que cargar con los altísimos costos de la guerra. Y esto te afecta a ti,
pues la paz y la tolerancia te permitirían vivir en un mundo mejor, en un
espacio donde tu futuro estuviera verdaderamente garantizado.
El sueño de una paz perdurable, por medio de la cual los hombres
alcancemos todo aquello que hemos deseado, también es muy viejo. A
pesar de que nuestros antiguos mitos y leyendas nos hablan de la guerra,
las palabras en favor de la paz nacieron casi al mismo tiempo que el ho
rror que provocan el asesinato y la violencia.
Así pues, te invito a que te adentres en las siguientes páginas, donde
algunos personajes se preguntan sobre la paz y critican el absurdo de la
guerra. Pero, antes de comenzar el recorrido por sus ideas, creo necesario
hacer un par de aclaraciones importantes. En primer lugar, los personajes
que participan en este libro buscan presentarte algunas de las ideas que
sobre la paz se han propuesto desde la antigüedad clásica hasta media
dos del siglo xx; es decir, te ofrecen un recorrido que abarca poco más
de 2 400 años de historia. Pasemos a la segunda aclaración, creo que la
paz —al igual que todas las cosas que afectan al ser humano— debe ser
discutida y analizada desde todas las perspectivas, y que todos los hom
bres deben participar en esta discusión; por eso he incluido en el libro una
serie de autores que desde las perspectivas más variadas presentan las
opiniones que sobre la paz se han externado a lo largo del tiempo.
Así pues, sólo me resta invitarte a que te adentres en las siguientes
páginas, donde se convocan más de veinte siglos de pensamiento para
discutir un tema crucial de nuestro futuro como especie: la paz.
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • INTRODUCCIÓN GENERAL
•17-
La antigüedad
► clásicaT
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
La antigüedad clásica
■
■' iy
Las ideas
sobre la paz en la
antigüedad clásica
n las primeras páginas de Pers
pectivas de guerra civil, Hans
Magnus Enzensberger dice que
una de las principales y prime
ras invenciones de los seres hu
manos es la guerra, y que lo más probable es que "la
capacidad para concluir la paz sea una conquista
posterior". Para iniciar la guerra sólo se requieren
armas, deseos de poder, ansias de riqueza y odio;
mientras que, para lograr la paz, se necesita una vo
luntad capaz de dominar las pasiones que se han des
atado: un deseo personal que encuentre eco en una
asamblea del pueblo, en las acciones de un gobierno
o el futuro de un Estado.
La realidad de la guerra no fue desconocida para
los hombres de la antigüedad clásica. Los horrores
de la sangre, el fuego y la muerte formaban parte de
su vida, al igual que las reflexiones sobre la paz y el
pacifismo. En términos generales, las ideas sobre
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA
•21-
Democrática: que se
rige bajo un sistema
político donde los
ciudadanos eligen a sus
gobernantes.
Agora: plaza donde sereunían las asambleas
públicas en las ciudades
de la antigua Grecia.
Argumentos:
razonamientos con que
se expone un asunto o
se responde.
Mansedumbre: cualidad
de manso.
la paz durante la antigüedad clásica se dirigían hacia dos espacios in-
terrelacionados: la comunidad democrática1 y el individuo. Ambos ha
blan de un deseo y una conducta personal que encuentran eco en una
asamblea del pueblo: la guerra y la paz eran asuntos públicos que debían
debatirse y estudiarse.
Los textos que conforman esta sección son una muestra de ambos espa
cios. Para mostrar el papel que jugaba la democracia en los asuntos de la
guerra y la paz, seleccioné un discurso pronunciado por Isócrates hace poco
más o menos 2400 años ante los ciudadanos de Atenas, en un momento en
que en el agora se debatía sobre la conveniencia de emprender una acción
militar. Sus palabras, a pesar de la distancia, tienen un especial interés, una
actualidad insospechada: Isócrates llama a los atenienses a reflexionar y
dar oído a quienes no estaban de acuerdo con la guerra, a pesar de que estas
palabras no fueran del agrado de una mayoría que soñaba con la gloria y la
victoria sobre los enemigos.
Isócrates buscaba oponer la razón a la guerra y el pensamiento a los
horrores. En este sentido, sus argumentos bien podrían haber sido escucha
dos y valorados por los jóvenes que fueron atrapados por los sueños de
gloria durante todas las guerras. En efecto, las palabras pronunciadas hace
2400 años hubieran salvado la vida a millones de individuos que volunta
riamente se lanzaron a las aventuras guerreras.
Por su parte, los restantes textos que incluí en esta sección se ocupan
del individuo y la paz. En el primero de ellos —un fragmento de la Ética
nicomáquea de Aristóteles—, el gran filósofo de la antigüedad clásica ex
plora la mansedumbre como una virtud del carácter, al tiempo que realiza
una crítica a la ira y los efectos que ella provoca en las personas. A
diferencia de Isócrates, las palabras de Aristóteles no tienen un tono dra
mático, sino que —como es costumbre en las obras del Estagirita—
' A este respecto puedes ver en esta serie el volumen dedicado a la Democracia.
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA ANTIGÜEDAD CLASICA
•22-
mantienen una frialdad casi absoluta con el fin de lograr que la razón se
despliegue en toda su magnificencia.
Esta sección concluye con un fragmento del tratado de Lucio Anneo
Séneca intitulado Sobre la ira. Al adentrarte en estas páginas no tarda
rás en descubrir un hecho de gran importancia para las futuras discusio
nes acerca de la paz: la ira y sus consecuencias —es decir, la guerra, la
venganza, etcétera— son atributos que los seres humanos no compar
ten con los demás animales, pues estos seres matan sin odio y sólo lo
hacen para alimentarse, mientras que los hombres asesinamos a causa
de la ira y el odio. En este sentido, Séneca propone una idea por demás
curiosa: la ira sólo puede existir entre los seres racionales, pero ella les
nubla la razón.
La propuesta de Séneca no sólo es una crítica y un análisis de la ira
que complementa los planteamientos de Aristóteles, sino que también
se muestra como una propuesta que nos anima a revisar nuestra raciona
lidad a fin de detectar en ella los factores que precipitan la ira, la violen
cia y la guerra. Es decir, a partir de sus palabras tendríamos que decidir
si mantenemos una postura que alimente la ira o renunciamos a ella en
favor del uso de la razón.2
Así pues, una vez que te he presentado a muy grandes trazos el con
tenido de esta sección, no me queda sino invitarte a que te adentres en
algunas de las reflexiones que sobre la paz se realizaron durante la anti
güedad clásica, el tiempo donde un grupo de filósofos pusieron sobre la
mesa la mayor parte de los temas que la humanidad discutiría durante
los siguientes 2400 años.
2 Aceptar el camino de la razón no sólo implica dar un voto en favor de la paz, sino que
también conlleva la necesidad de desarrollar otros valores: el respeto, la justicia, la
libertad y la democracia. Sobre estos temas puedes ver los restantes volúmenes de esta
colección, donde numerosos filósofos de distintas épocas discuten y analizan estas
cuestiones.
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA
•23-
Isócrates
"'i
Filósofo y orador ateniense (436-338 a. C). Recibió una esmera
da educación y formó parte de los alumnos de Sócrates. A la
muerte de su maestro —misma que fue causada por sus opinio
nes políticas— vistió de luto y acusó a sus compatriotas de man
char los tribunales con esa acusación. Cuentan que él murió a
causa de la depresión que le provocó la victoria de Filipo en
Queronea, misma que determinaría el fin del esplendor de Ate
nas. Durante la antigüedad clásica fue considerado como uno de
los mejores oradores, a tal grado que Cicerón le consideraba como
el padre de la elocuencia.
Una oración
por la
a esperanza nos tiene alboro
tados y somos insaciables por
lo que tiene visos de utilidad.
Ni siquiera los que tienen ma
yores riquezas se contentan
con ellas, pues deseando más y más las arriesgan.
Por ello es de temer que nosotros caigamos en es
tos devaneos.
Me parece que algunos de nosotros estamos en
favor de la guerra como si no fuesen unos cualquiera
quienes la aconsejan, y actúan como si hubieran oído
de boca de un dios que sojuzgaremos y venceremos
con gran facilidad a nuestros enemigos. Los que aún
tienen juicio, conviene que no tomen en cuenta esos
consejos porque son superfiuos, sino que ejecuten
lo que resolvieron; y quienes aún desean hacer
consultas no piensen que ya saben lo que importa,
sino que valiéndose de conjeturas analicen las conse
cuencias de su decisión.
ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ
•25-
Congregado: reunido.
Seducen: hacen caer en
un error o pecado.
Confrontan: ponen a
dos personas en
presencia una de otra
para comparar sus ideas
u opiniones.
Galeras: barco antiguo
de guerra y comercio
que se movía con velas
o con remos.
Pero, en realidad, ustedes no han hecho ninguna de estas cosas, pues
se conducen con el mayor desorden. Se han congregado como si fueran
a escoger lo más conveniente de cuanto se proponga; y, como si ya estuvieran
ciertos de lo que se hará, no quieren dar oído sino a los que hablan en la
medida de su gusto. Cuando es cosa de razón, si es que quieren descubrir
lo más conveniente para la ciudad, es necesario que escuchen con mayor
atención a quienes se oponen a sus deseos, y no a los que los aprueban. De
esta manera conocerán —entre los que aquí se presentan— a quienes les
dicen lo que desean escuchar y les seducen, porque su discurso es como
una nube que impide ver lo mejor. No se debe temer a quienes no hablan
sobre lo que ustedes no quieren escuchar, porque no podrán disuadirlos
si no hacen patente lo más útil para la ciudad.
Si esto no ocurriera, ¿cómo podrían los hombres juzgar lo pasado y
deliberar con acierto sobre el futuro, si no confrontan los discursos de los
que se contradicen, y escuchan con igualdad a unos y otros? Estoy
maravillado de cómo los ancianos no tienen memoria y cómo los jóvenes
no han escuchado que por causa de quienes nos movieron a mantener la
paz nos vino algún daño, y que por causa de quienes con ligereza se decla
raron en favor de la guerra nos han sucedido muchos y graves desastres,
de los cuales no conservamos ninguna memoria, sino que estamos dis
puestos, sin procurarpara nosotros ninguna utilidad, a armar galeras, imponer
contribuciones y ayudar o hacer la guerra al que se ofrezca, como si nos
fuese ajena la ciudad que deseamos.
La causa de todo esto es que ustedes deben cuidar de las cosas del co
mún como las suyas, y ahora no miran a la guerra de ese modo, pues
cuando deliberan sobre sus cosas, buscan a los que tienen más prudencia
para recibir consejo; pero cuando se reúnen para tratar las del público,
desconfían de esos hombres y los miran con envidia, y a los más perdidos de
cuantos suben a este lugar les aplauden y celebran, teniendo por más po
pulares a los desarreglados que a los sobrios, a los necios que a los
ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ
•26-
La oratoria griega
Para los antiguos griegos, la oratoria era una de las principales
artes que debían dominar los ciudadanos, pues la vida política y
democrática de sus ciudades estaba vinculada con los discursos
que sobre los asuntos públicos se presentaban en el agora. Así,
quien deseara convertirse en un político influyente, debía ser un
gran orador.
Las discusiones sobre el peso que la oratoria tenía en la vida
de las ciudades griegas y el papel que jugaba dentro de la demo
cracia, fueron considerados por los grandes filósofos de aquella
época. En los Diálogos de Platón existen largos fragmentos dedi
cados a estas cuestiones; Aristóteles no sólo las abordó en su
Política, sino que también les dio un detallado tratamiento en la
Retórica, y los sofistas fungieron como maestros de este arte
para los jóvenes griegos.
Entre los grandes oradores griegos no sólo destaca Isócrates,
pues Pericles, Demóstenes y el propio Sócrates poseían grandes
virtudes en este sentido.
prudentes, y a los que se comen los caudales públicos que a los que son
liberales de su propia hacienda. Son de admirar quienes esperan que una
ciudad que se vale de tan malos consejeros pueda llegar a mejorar su
condición.
Conozco bien que ustedes se oponen a quienes tienen ideas distintas a
las suyas, y que por el hecho de vivir en democracia gozan de libertad;
ustedes prefieren a los necios y a los que no les tienen consideración, como
ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ
•27-
Comedias: poemas
dramáticos, de
desenlace festivo.
Lisonjearlos: adularlos,
darles gusto.
Capitulaciones:
contratos o conjunto de
condiciones relativas a
un acto solemne.
ocurre en el teatro con los representantes de comedias; mientras que a los
que les hacen algún servicio, y les amonestan y corrigen, los miran con el
mismo encono como a quien ha hecho algún daño a la ciudad.
A pesar de todo esto, yo no he de apartarme de lo que me propongo.
Porque no he venido a lisonjearlos, ni a solicitar ningún empleo, sino a
hacerles presente lo que entiendo. En primer lugar, acerca de lo que los
senadores proponen, y después acerca de los demás intereses de nuestra
patria. Porque de nada serviría lo que sobre la paz se ha decretado, si en
todo lo demás no deliberásemos con acierto. Digo que nos importa hacer
la paz, no precisamente con los chíos y rodios, con los de Bizancio y Coo,
sino con todos los hombres, y guardar y cumplir los tratados; no aquellos
que ahora dictan algunos, sino los ajustados con el rey y los lacedemonios,
en que se manda que los griegos mantengan su derecho; que se quiten las
guarniciones de las ciudades ajenas y que sólo retenga la suya cada uno.
Porque no es posible escoger capitulaciones más justas para el bien de la
ciudad.
Si aquí acabara mi discurso, bien conozco que se pensaría que yo
hablaba en menoscabo de nuestra patria, pues mientras los tebanos retienen
Tespia y Platea, y todas las ciudades que en contra de los pactos se han
apoderado, nosotros deberíamos de evacuar aquellas que tenemos. Pero
si me escucharan hasta el final, prestándome atentos oídos, juzgo que
deberían reprender la necedad y locura de quienes hallan utilidad en la
injusticia y retienen por fuerza las ciudades ajenas, sin reparar en las
calamidades que con ello se originan: que todo esto es lo que procuraré
manifestarles en este discurso.
Hablemos de la paz, y veamos qué apetecemos; porque si tratamos
bien y con prudencia este punto, teniendo presente nuestro intento, con
mucho mayor tino deliberaremos acerca de todo lo demás. Así que, ¿no
nos tendríamos por bien librados si viviésemos en nuestro pueblo con
seguridad, si abundásemos de lo necesario para la vida, si tuviésemos en-
ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ
•28-
tre nosotros unión y concordia y si mereciésemos la estimación de los
demás griegos? Yo creo que logrando estas cosas nuestra ciudad volvería
a ser completamente feliz. Pues la guerra nos priva de todo lo dicho: nos
ha empobrecido, nos ha hecho padecer muchos trabajos, nos ha
desacreditado con los griegos, y por todos los caminos nos hace
miserables. Mas si pactáramos la paz y fuéramos tal y como lo previenen
los tratados, viviremos con la mayor seguridad en nuestras casas, libres
de los combates, peligros y alborotos en que nos hallamos enredados;
cada día gozaremos de mayor abundancia, aliviados de los tributos, de
las gabelas marítimas, y de las demás contribuciones para la guerra,
cultivando con gusto los campos, navegando los mares y volviendo a
entrar en todas las demás negociaciones que estaban abandonadas por
la guerra; veremos a nuestro pueblo prosperando, lleno de comerciantes,
extranjeros e inquilinos, cuando ahora por la guerra está desierto; y lo
que es más: tendremos por aliados a todos los hombres, y no por
necesidad, sino por su agrado, y ellos se comportarían con nosotros como
confederados y amigos verdaderos. Además de esto, aquello que ahora
no podemos recuperar, ni con la guerra ni con grandes gastos, fácilmente
podríamos conseguirlo por medio de una embajada.
Si cambiamos de conducta nuestros enemigos no sólo se abstendrán
de tomar lo que es nuestro, sino que también habrán de darnos algo de sus
bienes, porque reconocer el poder de nuestro pueblo puede importarles
para tener reinos más seguros. Y más cuando podemos nosotros tomar
Tracia, no sólo para estar sobrados, sino para dar a los griegos pobres, que
por su miseria vagan errantes, aquello que más necesitan.
Gabelas: tributos,
impuestos,
contribuciones.
ISÓCRATES • UNA ORACIÓN POR LA PAZ
•29-
Aristóteles
Nació en Estagira en 384 a. C; fue discípulo de la Academia de
Platón durante cerca de 20 años y al morir su maestro se dirigió a
Asia Menor. Poco tiempo después se incorporó a la corte del rey
Filipo de Macedonia donde se convirtió en preceptor de Alejan
dro Magno. En 335 a. C. regresó a Atenas y fundó el Liceo, mis
mo que se convertiría en uno de los centros de investigación y
docencia más importantes de la antigüedad clásica, pues sólo
rivalizaría con él la famosa biblioteca de Alejandría.
Las labores de Aristóteles en Atenas fueron interrumpidas por
razones políticas en el año 323 a. C: cuando el sentimiento anti-
macedonio que se apoderó de la ciudad que surgió a raíz de la
muerte de Alejandro Magno, aunado a una acusación de impie
dad, lo obligaron a abandonar la ciudad y retirarse a Calcis de
Eubea, donde pasó sus últimos años.
► La
T
mansedumbre
a mansedumbre es un término
medio con respecto de la ira. El
exceso podría llamarse irasci
bilidad, pues la pasión es la ira.
Sus causas son muchas y diver
sas. Quien se irrita por las cosas debidas y con quien
es debido, y además cómo, cuándo y por el tiempo
debido, siempre es alabado. Éste sería manso, si la
mansedumbre fuese justamente alabada; porque
quien es manso quiere estar sereno y no dejarse llevar
por la pasión, sino encolerizarse en la manera, por
los motivos y el tiempo que la razón ordene. El manso
no es vengativo, sino indulgente. El defecto, ya se
trate de una incapacidad para encolerizarse o de otra
cosa, es censurado: los que no se irritan por los mo
tivos debidos o en la manera que deben, cuando deben
o con los que deben, son tenidos por necios. Un hom
bre así no parece tener sentimientos ni padecimientos
y, al no irritarse, parece que no es capaz de defenderse,
ARISTÓTELES • LA MANSEDUMBRE
•31 •
Exceso: cantidad que se
encuentra de más.
Impulsividad: dícese del
que se deja arrebatar
por la violencia de sus
pasiones.
Coléricos: que se dejan
llevar de la ira.
Amargados: personas
que tienen sentimientos
de pena por un
desengaño, un desaire,
una muestra de
desconsideración o falta
de cariño.
Mansedumbre: calidad de
manso.
pero es servil al soportar una afrenta o permitir algo contra los suyos. El
exceso puede ocurrir con respecto a todas estas calificaciones; es decir,
con quienes no se debe, por motivos indebidos, más de lo debido y por
más tiempo de lo debido; pero no todos estos errores pertenecen a la misma
persona, pues el mal se destruye incluso a sí mismo, y cuando se presenta
en su integridad es insoportable. Así, los irascibles se encolerizan pronto
con quienes no deben, por motivos que no deben y más de lo que deben,
pero se apaciguan pronto, y esto es lo mejor que tienen. Esto les ocurre por
que no contienen su ira, porque se desquitan abiertamente a causa de su
impulsividad, y luego se aplacan. Los coléricos son excesivamente preci
pitados y se irritan contra todo y por cualquier motivo, de ahí su nombre.
Los amargados son difíciles de calmar y se irritan durante mucho tiempo,
porque contienen su coraje. Éste cesa cuando se desquitan, pues la venganza
pone fin a la ira, produciendo placer en vez de dolor. Pero si esto no ocurre,
conservan su pesadumbre, pues al no manifestarse, nadie intenta aplacarlos,
y requiere mucho tiempo digerir la cólera. Estos individuos son las perso
nas más molestas para sí mismos y sus seres más queridos. Llamamos
difíciles a los que se incomodan por motivos indebidos, y más de lo debido
o por demasiado tiempo, y no se reconcilian sin venganza o castigo.
A la mansedumbre se opone el exceso que es más frecuente (ya que el
vengarse es más humano), y los intransigentes son peores para la con
vivencia. Lo que dijimos antes también resulta claro por estas considera
ciones. No es fácil especificar cómo, con quiénes, por qué motivos y por
cuánto tiempo debemos irritarnos, ni tampoco los límites dentro de los
cuales actuamos rectamente o pecamos. Quien se desvía poco, hacia el
exceso o hacia el defecto, no es censurado, y a veces alabamos a quienes
se quedan cortos y los llamamos sosegados, y viriles a los que se irritan,
considerándolos capaces de mandar a otros. No es fácil establecer con
palabras cuánto y cómo un hombre debe desviarse para ser censurable,
pues el criterio en estas materias depende de cada caso y sensibilidad.
ARISTÓTELES • LA MANSEDUMBRE
•32-
'IStOfc
La extensa obra de Aristóteles marca el momento culminante del
pensamiento filosófico de la antigüedad clásica. Todo el saber de
su época está reunido en estos volúmenes que, al decir de algu
nos investigadores, son las notas que sus alumnos tomaron du
rante sus clases en el Liceo.
Pero la importancia de las obras de Aristóteles no se reduce a
lo antes señalado, pues se convirtieron en uno de los ejes del
pensamiento occidental durante varios siglos: en la Edad Media,
sus palabras marcaban la cúspide del pensamiento y, a partir del
Renacimiento, los intentos por refutarlo dieron fin a una concep
ción del mundo que se mantuvo por más de mil años.
El fragmento de la Ética nicomáquea —la cual debe su nom
bre a Nicómaco— que se encuentra en estas páginas es uno de
los mayores y mejores análisis que sobre la ética se realizaron
durante la antigüedad clásica, a tal grado que sus propuestas se
han discutido desde el momento de su aparición hasta nuestros
días.
Pero una cosa es clara: la disposición intermedia, de acuerdo con la cual
nos irritamos con quienes debemos, por los motivos debidos, como debemos,
es laudable, y los excesosy defectos son reprensibles; poco, si son débiles,
más si ocurren en un grado más elevado, y mucho, si en un grado muy
elevado. Es evidente que debemos mantenernos en el término medio.
ARISTÓTELES ■ LA MANSEDUMBRE
■33-
eo Séneca
Filósofo y político romano (4 a. C. - 65 d. C). Nació en la ciudad
de Córdoba y vivió en Roma. Formó parte de las cortes de Calí-
gula, Claudio y Nerón, de quien fue maestro y por cuya orden se
suicidó. Fue uno de los hombres más ricos e influyentes del im
perio romano. Lucio Anneo Séneca siguió las enseñanzas de los
filósofos estoicos, a las cuales les imprimió un sello personal,
mismo que le permitió convertir a este saber en una guía para la
vida.
\ ► Contra la ira
e pides que trate por es
crito de qué manera se
puede poner placidez y
comedimiento en la ira.
No sin razón temes más
a esta pasión que a las otras, porque es la más som
bría y desenfrenada. En efecto, las otras conservan
un resto de calma y sangre fría; pero ésta es un fre
nesí rabioso, ebrio de sangre y exterminio; que sin
atenderse más que a sí misma, con tal de saciarse en
su enemigo, se arrojan con furor sobre espadas des
nudas, ávida de venganzas que tarde o temprano lla
marán a un vengador. Por eso algunos sabios la han
definido con esta frase: locura pasajera. A más de
ser impotente para dominarse, olvida toda decencia
y desconoce los más sagrados lazos; es tenaz, encar
nizada en su objeto, sorda a los consejos de la razón,
se exalta por los motivos más vanos y es incapaz de
descubrir lo justo y lo verdadero; se parece a esas
SÉNECA ■ CONTRA LA IRA
•35-
Delirio: perturbación
mental.
Convulsa: que padece
convulsiones.
Crispadas: causar
contracción repentina en
un tejido.
Inflama: altera.
Infamias: vergüenzas
públicas.
Aniquiladas: destruidas
completamente.
ruinas que se quiebran sobre el mismo a quien aplastan. Para convencerte
de que el hombre dominado por la ira es un ser que ha perdido la razón,
observa su actitud como persona. Presenta las señales del delirio: semblante
amenazador, cejas fruncidas, aspecto feroz, andar precipitado, respiración
frecuente y convulsa, manos crispadas; así se ve el hombre iracundo. El
rostro se le inflama, sus ojos echan fuego, su sangre hierve, sus labios
tiemblan; se le aprietan los dientes, se le erizan los cabellos, respira con
trabajo, se le tuercen las articulaciones; gime, ruge, sus palabras son tré
mulas y entrecortadas; sus manos se golpean, sus pies vacilan, todo su
cuerpo está convulso: él es un espectáculo repugnante y repulsivo. Se
duda al verlo si semejante vicio es más odioso que deforme.
Las otras pasiones pueden ocultarse, alimentarse en secreto. La ira se
descubre a través de la fisonomía; cuanto más fuerte, se manifiesta con
mayor energía. Observa a los animales: sus movimientos hostiles se
anuncian por signos precursores; todos sus miembros pierden la calma de
su actitud ordinaria, se exalta la ferocidad de los más fieros. El jabalí echa
espuma y aguza el diente; el cuello de la serpiente se hincha; el toro levanta
amenazadoras sus terribles astas y sus pies hacen volar la arena; el león
espanta con su rugido sordo; el perro rabioso horroriza con su solo aspecto.
No hay animal tan malhechor y terrible que no muestre su cólera, cuando
ésta le domina, con un aumento de ferocidad. Sé que las pasiones del alma
se disimulan con dificultad: el miedo, la temeridad, la incontinencia tienen
indicios que las dejan ver, pues no hay pensamiento de los que agitan al
hombre que no se anuncie y deje traslucir por la emoción que se pinta en
el semblante. ¿Cuál es el rasgo distintivo de la ira? Que las otras pasiones
se presienten y la ira simplemente estalla.
¿Quieres conocer sus efectos destructores? Jamás hubo plaga que más
daño hiciera a la humanidad: asesinatos, envenenamientos, infamias re
cíprocas, ciudades destruidas, naciones aniquiladas, sus jefes vendidos
en subasta pública, la antorcha incendiaria llevada a las viviendas y
SÉNECA • CONTRA LA IRA
•36-
después a extramuros, propagando hasta muy lejos con sus tristes
resplandores venganzas implacables: éstas son sus obras. Busca aquellas
ciudades en otro tiempo famosas de las que nada queda: ¿quién las arrasó?
¡La ira! Mira las desiertas soledades, los espacios inmensos donde reina la
desolación: ¿quién los hizo? ¡La ira! Recuerda a los grandes personajes
cuyos nombres han llegado hasta nosotros como ejemplos de un fatal
destino: la cólera traspasa a uno en su lecho, la cólera degüella a otro
violando un banquete con la hostilidad; aquí se ve la inmolación de un
magistrado, en pleno foro, delante de las tablas de la ley; allí es un padre
que entrega su sangre al puñal de un hijo; más allá es un rey que presenta
su cuello al arma vil de un esclavo, y otro que muere clavado en una cruz.
No refiero sino catástrofes individuales; a dónde llegaría si, aparte de
estas víctimas aisladas, pudiera relatar el exterminio de asambleas enteras,
de las masas pasadas a cuchillo, de las matanzas de una soldadesca vence
dora en pueblos condenados a morir, de los pueblos exterminados por
haber desconocido la autoridad de Roma o que renunciaron a su tutela.
Que se me explique también la injusticia de este pueblo romano cuando
se irrita contra los gladiadores, cuando se cree insultado y menospreciado
por los mismos, porque no saben caer y morir con elegancia: cuando por
sus gestos, su actitud y su encarnizamiento, el mismo pueblo cambia de
espectador a verdugo.
Este sentimiento no es propiamente la ira; pero se le acerca. Es parecido
al del niño que le pega al suelo porque se resbala: se enfada a menudo sin
saber con quién, pero se enfada; sin motivo, es cierto, y sin haber reci
bido ningún mal, pero imagina que lo recibió y siente deseos de castigar.
Toma por verdaderos los golpes que se fingen, y luego lo calman lágrimas
fingidas. Así, una venganza imaginaria lleva al dolor imaginario.
Se dirá que "el hombre se irrita algunas veces, no contra gentes que le
hacen daño, sino contra quienes han de hacérselo: prueba de que la cólera
no viene sólo por la ofensa". Es verdad, el presentimiento del daño irrita;
Inmolación: sacrificio.
Magistrado: oficial civil,
revestido de autoridad
judicial o administrativa.
Foro: lugar de reunión
para opinar y discutir de
un asunto de actualidad
ante un auditorio que a
veces interviene en la
discusión.
Encarnizamiento: furia o
apasionamiento que se
pone en una lucha.
SÉNECA • CONTRA LA IRA
•37-
Inferirla: deducir una
cosa de otra por
cualquier razonamiento.
Ímpetu: violencia,precipitación.
Acometividad:
propensión a atacar.
Recato: cautela, astucia.
pero consiste en que la intención es una injuria, y meditarla es tanto como
inferirla. También se dice: "La ira no es un deseo de venganza, pues a
menudo la sienten los más débiles contra los más fuertes."
Digamos que entendemos por ira el deseo de vengarse, no la facultad
de hacerlo, pues también se desea lo que no se puede. Además, ¿existe
acaso un hombre tan humilde que no espere, con razón, poder tomar
desquite del poderoso? No hay enemigo pequeño; siempre se es bastante
poderoso para molestar. La definición de Aristóteles no dista mucho de la
nuestra, pues dice que la ira es el deseo de devolver mal por mal. Prolijo
fuera exaltar aquí los puntos en que difiere de la nuestra la definición
aristotélica. A las dos se les objeta que los animales tienen su ira, y esto sin
ser atacados, sin idea de castigar ni de causar molestia, pues los brutos no
meditan y hacen el mal sin premeditación. Pero hemos de responder que
todo animal, excepto el hombre, es ajeno a la ira pues, aunque ella es
enemiga de la razón, no se produce más que en los seres dotados de razón.
Las bestias poseen ímpetu, ferocidad, acometividad, pero no conocen la
ira, como no conocen la lujuria, aunque para ciertos placeres tengan menos
recato que el hombre. No creáis al poeta que dijo: ha perdido eljabalí su
ira, el cuervo desconfia de su carrera, de embestir al pacífico rebaño los
osos ni se acuerdan.
El poeta llama ira a la brutalidad, a la violencia del choque; pero el
bruto no sabe encolerizarse, no se enciende en ira, como tampoco sabe
perdonar: los animales mudos son ajenos a las pasiones del hombre; no
tienen sino impulsos que se les parecen.
De lo contrario, si hubiera en ellos amor, habría igualmente odio; la
amistad supondría también la enemistad, y las disensiones la concordia:
de todas estas cosas ofrecen algún indicio, pero el bien y el mal pertene
cen exclusivamente al corazón humano. Sólo al hombre se le dan la previ
sión, el discernimiento, el pensamiento; nuestras virtudes y nuestros vicios
son ajenos a los animales. Es verdad que tienen la facultad soberana que
SÉNECA • CONTRA LA IRA
•38-
podemos llamar principio motor, pero incompleta; tienen una lengua,
pero encadenada e inhábil para las variadas inflexiones de la nuestra. El
principio motor a que nos referimos, en ellos está apenas esbozado. Ven
la apariencia de las cosas que excitan sus movimientos, pero la ven con
fusa: de aquí la violencia de sus transportes y sus ataques; pero nada que
signifique aprensión, cuidado, miedo, tristeza ni cólera, de lo cual no
tienen más que apariencias. Por lo mismo su ardor decae pronto y pasa
al estado opuesto: así vemos que después de la furia o el espanto se
ponen a pacer tranquilamente, y que a los bramidos y las convulsiones
de la rabia suceden el reposo y el sueño.
He explicado lo que es la ira. Se ve que es distinta de la irascibilidad:
entre ambas existe la misma diferencia que entre la embriaguez y la
propensión a la embriaguez; entre el hombre asustado y el asustadizo. El
hombre que está iracundo en un momento dado, puede no ser irascible;
como el irascible no siempre está dominado por la ira; como el propenso
a la embriaguez no siempre está borracho. Los griegos distinguen en este
vicio diversidad de especies, dándoles diversos nombres que omitiré por
no tener nosotros sus equivalentes, aunque también decimos carácter agrio,
acerbo, arrebatado, inflamable, áspero y gritón, y que todos ellos son
variedades del mismo vicio. Añadimos malhumorado, matiz más atenuado
todavía. Hay iras que se calman dando gritos, hay otras tan frecuentes
como obstinadas; unas van a la violencia y son avaras de palabras; otras
se desvanecen en invectivas y discursos preñados de hiél, las cuales no
suelen pasar de aquí, sin llegar casi nunca a la brutalidad y quedándose en
una simple aversión. Se cuentan otras modificaciones del mismo vicio,
cuyas formas son infinitas.
He investigado qué es la ira: si es susceptible de ella otro animal que
no sea el hombre; en qué se distingue de la irascibilidad; cuáles son sus
diferentes modos y si todos los hombres son más o menos irascibles. ¿Está
la ira en la naturaleza? Vamos a verlo.
Esbozado: insinuado
como un
proyecto.
Aprensión: temor vago
y mal definido.
Acerbo: áspero al
paladar.
Invectivas: discursos o
escrtitos que contienen
una censura violenta
contra alguien.
Preñados: cargados de
lo que puede
manifestarse de manera
violenta en cualquier
momento.
Hiél: se emplea como
sinónimo de amargura o
de mala intención.
Aversión: sentimiento
que hace rechazar
cierta cosa, cierta per
sona, o apartarse
de ellas.
SÉNECA ■ CONTRA LA IRA
•39-
Ceba: ensaña.
Para aclarar la duda de si está o no en la naturaleza, sólo veamos al
hombre. El es el más manso de los seres, mientras permanece fiel a su
carácter; y ved la ira, esa pasión tan cruel. ¿Quién ama tanto a los demás
como el hombre? ¿Qué puede haber más rencoroso que quien es víctima
de la ira? El hombre está hecho para ayudar al hombre, la ira para exter
minarlo. Aquél busca la sociedad de sus semejantes, ésta el aislamiento; el
hombre quiere ser útil, la ira no quiere más que perjudicar; el hombre acude
en auxilio de los desconocidos, en tanto que la ira se ceba en los amigos
más queridos. El hombre está dispuesto a sacrificarse por el prójimo; la ira
se arrojará a un despeñadero si puede arrastrar al prójimo consigo. ¿Cabe
mayor desconocimiento de la naturaleza que atribuirle un vicio tan bárbaro
y desastroso a la más perfecta de sus criaturas? La ira, ya lo hemos dicho,
tiene sed de venganza.
Amor y paz
Ellos nunca
pasan de
moda
SÉNECA • CONTRA LA IRA
•40-
► La Edad Media
La E
La E
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La E
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y.
►
► Las ideas
sobre la paz en la
Edad Media
ras la caída del imperio romano
en manos de los bárbaros, la his
toria de Occidente sufrió un gran
cambio: mientras en el pasado la
unidad fue resultado de las le
giones, la ley y los dictados de Roma, en la Edad
Media la unificación fue resultado de una comu
nión en la fe: durante aquellos años, el cristianismo
tendió puentes entre los habitantes de Occidente.
El gran peso que la religión adquirió en la vida
de los hombres y los pueblos, también implicó una
serie de cambios en las ideas sobre la paz. Mientras
en la antigüedad clásica las discusiones se orienta
ban a la comunidad democrática y el individuo, en la
Edad Media se dirigieron hacia Dios. La paz de los
hombres no era más que un deseo divino o una
manera de aproximarse a la deidad que ofrecía dos
momentos para este valor: uno en la vida y otro
después de la muerte, cuando los hombres que obra-
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA ■ LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA EDAD MEDIA
•43-
ron de manera correcta se reunirían con su creador para contemplar la
maravilla de la paz celestial.
Con el fin de presentarte algunas de las ideas que sobre la paz se
generaron durante la Edad Media, seleccioné a dos autores de gran im
portancia: Agustín de Hipona, quien en un fragmento de la Ciudad de
Dios nos habla sobre los dos momentos de la paz a los que hacía referen
cia, y Tomás de Aquino, el cual en su Opúsculo sobre el gobierno de los
príncipes nos habla sobre cómo debería de gobernarse para garantizar la
paz entre los hombres y las naciones.
JOSÉ LUIS TRUEI3A t ARA • LAS IDEAS SOBRE LA PAZ EN LA EDAD MEDIA
•44-
► La paz de Dios
▲
e la misma manera como la vi
da de la carne es el alma, la
vida bienaventurada del hom
bre es Dios, de quien los libros
sagrados de los hebreos dicen
lo siguiente: "Bienaventurado es el pueblo cuyo se
ñor es Dios." Por eso se entiende que será misera
ble e infeliz el pueblo que no conoce a Dios. Sin
embargo, este pueblo también ama la paz que no
debe desechar, pues no gozará de ella porque no la
usa, porque se sirve de ella antes del fin y, sobre
todo, porque no conoce a Dios.
El miembro de los pueblos que no conoce a Dios
goza de la paz en esta vida mientras las ciudades
andan juntas y mezcladas; pero nosotros también
usamos y nos servimos de la paz que libra el pueblo
de Dios por la fe. Por eso advirtió el Apóstol a la
Iglesia que hiciese oración a Dios por sus reyes y por
los que tienen algún cargo o dignidad pública, aña-
AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS
•45-
diendo: "Para que pasemos la vida quieta y tranquila, con toda piedad y
pureza." Y el profeta Jeremías, anunciando al antiguo pueblo de Dios cómo
había de estar en cautiverio, mandándoles de parte de Dios que fuesen de
buena gana y obedientes, sirviendo también a Dios con esta conformidad
y resignación, igualmente les advirtió y exhortó a que orasen por ella,
dando inmediatamente la razón: "porque en la paz de esta ciudad gozaréis
vosotros de la vuestra"; esta paz es, a saber, la paz temporal y común a los
buenos y a los malos.
Remisión: perdón.
Repugnancia: aversión o
antipatía.
La paz que es propia de nosotros la disfrutamos en esta vida con Dios por
la fe, pero sólo la tendremos eternamente con él, y ya no la gozaremos
por la fe, ni por visión, sino claramente. En la Tierra, la paz, así la común
como la propia, es paz; de manera que es más consuelo de nuestra miseria
que gozo de la bienaventuranza. Y la mismajusticia, aunque es verdadera,
por el fin del verdadero bien a que se refiere, consta más de la remisión de
los pecados que de la perfección de las virtudes.
Es testigo de esta verdad la oración que hace toda la Ciudad de Dios,
que es peregrina en la Tierra, pues todos sus miembros claman: "Perdónanos
Señor, nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestos deudores."
Oración que no es eficaz para aquellos cuya fe sin obras es muerta, pero
que sí es eficaz para aquellos cuya fe obra y se mueve por caridad. Pues
aunque la razón esté sujeta a Dios, ella no es señora de los vicios, y por eso
los justos tienen necesidad de hacer semejante oración. Porque aunque
parezca que manda, de ningún modo manda, y es señora de los vicios sin
contraste ni repugnancia. Sin duda aparece en esto cierta flaqueza, aun al
que es valeroso y pelea bien, y aun al que es señor de tales enemigos
vencidos y rendidos; de donde viene a pecar, si no tan fácilmente por obra,
AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS
•46-
a lo menos por la palabra que ligeramente resbala, o con el pensamiento,
que sin repararlo, vuela. Por lo cual, mientras hay necesidad de mandar y
moderar a los vicios no puede haber paz íntegra ni plena, pues los vicios
que repugnan no se vencen sin peligrosa batalla; y de los vencidos no
triunfamos con paz segura, sino que todavía es indispensable reprimirlos
con solícito y cuidadoso imperio.
En estas tentaciones, pues (de todas las cuales dice brevemente la
Sagrada Escritura "que la vida del hombre está llena de peligros y ten
taciones sobre la Tierra"), ¿quién habrá que presuma que vive de manera
que no tenga necesidad de decir a Dios "perdónanos nuestras deudas",
sino algún hombre soberbio? No un hombre grande, sino algún espíritu
altivo, hinchado y presumido, a quienjustamente se opone y resiste el que
concede su divina gracia a los humildes. Por lo mismo dice la Escritura
"que Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia".
Así que, en esta vida, la justicia que puede tener cada uno es que Dios
mande al hombre que le es obediente, el alma al cuerpo y la razón a los
Agustín de Hipona
Filósofo medieval (354-430). Nació en Tagaste, de padre pagano
y madre cristiana. A pesar de haberse formado en el cristianismo
pasó un largo tiempo lejos de esta religión, hasta su conversión
en 386. Su fallecimiento ocurrió durante el sitio de Hipona por
parte de los vándalos. Fue uno de los filósofos más importantes
de la Edad Media y entre sus obras destacan: la Ciudad de Dios,
las Confesiones y sus comentarios a la Biblia.
AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS
•47-
vicios, aunque repugnen, sujetándolos o resistiéndolos; y que así le pidamos
al mismo Dios gracia meritoria y perdón de las culpas, dándole acción de
gracias por los bienes recibidos.
Pero en aquella paz final, a la que debe referirse, y por la que se debe
tener esta justicia, estando sana y curada con la inmortalidad e incorrup-
tibilidad, y ya libre de vicios la naturaleza, no habrá objeto que a ninguno
de nosotros repugne y contradiga, sea de parte de otro como de sí mismo;
ni habrá necesidad de que mande y rija la razón a los vicios, porque no los
habrá, sino que mandará Dios al hombre, y el alma al cuerpo, y allí habrá
tanta suavidad y facilidad en obedecer, cuanta felicidad en el vivir y reinar.
Esto será eterno, en todos y en cada uno, y de que es eterno se estará cierto;
por eso la paz de esta bienaventuranza, o la bienaventuranza de esta paz,
será el sumo bien.
La paz sea con nosotros
AGUSTÍN DE HIPONA • LA PAZ DE DIOS
•48-
J 1►
Gobernar
para la paz
sí como es posible deducir el
modo de instituir una ciudad
o un reino de la misma ma
nera como ha sido instituido
el mundo, su gobierno se ha
de deducir por el del mundo. Pero antes se ha de
recordar que gobernar no es sino conducir los gober
nados a fin de que logren lo conveniente. Por eso
se dice que una nave es bien gobernada cuando los
marineros la saben guiar ilesa y en paz hasta el puerto.
Así como corresponde al marino llevar la nave a un
fin que está fuera de la nave, como lo es un puerto,
así al dirigente le corresponde no sólo el conservar
ileso y en paz su objeto, sino el conducirlo a su fin.
Pero si hubiera algo cuyo fin no esté fuera del objeto,
entonces tocaría al guía dirigir ese objeto hacia su per
fección. Y aunque nada hay fuera de Dios, que es su
propio fin, es necesario ordenar las cosas a su fin ex
trínseco, y que diversos elementos atiendan distintos
TOMAS DE AQUINO ■ GOBERNAR PARA LA PAZ
•49-
Timonel: marinero que
gobierna el timón.
Extrínseco: que está
fuera.
aspectos: uno tendrá como oficio el mantener ileso el objeto, otro el condu
cirlo a su perfección. Por ejemplo: en la nave de donde hemos tomado la
semejanza de gobierno, el carpintero tiene el oficio de repararla, si algo se
ha roto; en cambio el timonel tiene como fin el conducir la nave al puerto.
Así sucede en el hombre: el médico debe tener cuidado de conservar sana
la vida de los hombres; el ecónomo, proveer de lo necesario para la vida;
el docto, que se conozca la verdad; el legislador, que se viva según la ra
zón. Si el hombre no debiera ordenarse a un bien más alto, bastarían los
hombres que ejercitasen los oficios anteriores.
Pero hay un fin extrínseco al hombre mientras vive en carne mortal,
que es la paz última, que espera en el gozo de Dios después de la muerte,
como dice el apóstol: "Mientras estamos en el cuerpo, peregrinamos hacia
el Señor." Por ello el cristiano, que ha logrado esa felicidad por la sangre
de Cristo y la promesa del Espíritu Santo, necesita de un cuidado espiritual
por el cual pueda llegar a la salvación y la paz eterna. Tal cuidado de los
fieles lo tienen los ministros de la Iglesia de Cristo.
Es necesario que el fin de la sociedad corresponda al de cada hombre.
Pues si el fin del hombre fuera cualquier bien que lograse en su propia
existencia, también sería el fin del gobierno de la sociedad conseguir
cualquier bien y mantenerse en él. Y así, si el último fin tanto de cada
hombre como de la sociedad fuese corporal, como el conservar la vida y
la salud, bastaría con el oficio del médico.
Si su fin fuese la abundancia de riquezas, entonces un ecónomo debería
ser el rey. Y si el fin del hombre y de la sociedad fuese el conocer la ver
dad, entonces el oficio real sería el de maestro. Mas parece que el fin de
una multitud congregada en una sociedad es vivir en paz y conforme a la
virtud, pues los hombres se reúnen para vivir bien en comunidad, lo que
no podría lograr cada uno por sí mismo. Mas la vida virtuosa es tal por la
virtud; luego parece que la vida virtuosa es la finalidad de la sociedad
humana.
TOMÁS DE AQUINO • GOBERNAR PARA LA PAZ
•50-
omás de Aquino
Filósofo medieval (1225-1274). Hijo de una familia lombarda, na
ció en las cercanías de la ciudad de Aquino. Después de realizar
sus primeros estudios en la abadía de Montecasino ingresó, a la
Universidad de Ñapóles. En 1245 se trasladó a París bajo el
magisterio de Alberto Magno donde obtuvo el título de maestro
en teología. Sus obras son uno de los momentos más acabados
del pensamiento medieval.
Un signo de tal finalidad es que todas las partes de la multitud se
comunican entre sí para poder vivir bien. Pero si sólo vivir fuera el fin
de la sociedad, entonces los animales y los esclavos serían parte de ella.
Si el fin fuese adquirir riquezas, entonces todos los comerciantes se
congregarían en el reino. Sin embargo, observamos que sólo conside
ramos miembros de una sociedad a aquellos que, bajo el mismo régimen
legal, procuran vivir bien. Pero como, según la virtud, el hombre vive
para conseguir otro fin, que es la felicidad eterna, es necesario que tal
fin también sea el de la sociedad, como lo es de cada individuo. Así, el
último fin de la sociedad no es vivir juntos conforme a la virtud, sino
vivirjuntos conforme a la virtud para lograr la paz y la felicidad definitivas.
Y si fuese posible llegar a tal fin con las fuerzas naturales, sería necesario
que atañese al oficio del rey ordenar a los hombres para alcanzarlo;
pues suponemos que al rey corresponden las más altas funciones respecto
al régimen de los hombres; pues es más sublime un régimen cuanto más
puede ordenar lo humano hacia un fin más alto. Y siempre se encuentra
Congregarían: reunirían.
TOMAS DE AQUINO ■ GOBERNAR PARA LA PAZ
•51 •
aquel a quien corresponde mandar todas las acciones que se ordenan al
fin último. Así sucede con el capitán, al que corresponde ordenar la
navegación; él ordena al constructor de la nave cómo debe fabricarla; y
el general indica al artesano cómo ha de hacer las armas. Pero la felicidad
y la paz divinas no se consiguen mediante las fuerzas humanas, sino por
la gracia divina; como dice el apóstol: "La vida eterna es gracia de Dios".
Por tanto no será oficio del hombre el conducir a tal fin, sino que éste
pertenece al gobierno divino. En consecuencia, tal régimen corresponde
al rey que no sólo es hombre sino también Dios, Jesucristo Nuestro Señor,
quien haciendo a los hombres hijos de Dios los introduce en la gloria
celestial.
Este es el reino que se le ha otorgado, que no se corromperá, por lo cual
en la Sagrada Escritura no sólo se le llama sacerdote, sino también rey,
como dice Jeremías: "Reinará como rey y será sabio"; de ahí se deriva el
sacerdocio real. Más aún, todos los fieles, en cuanto son sus miembros,
también son reyes y sacerdotes.
Por ese motivo el ministerio de este reino, distinto del reino terrenal, no
se ha encomendado a reyes de la Tierra, sino a sacerdotes, y especialmente
al Sumo Sacerdote, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, que es el Pontífice
Romano, a quien deben obedecer todos los príncipes cristianos como al
mismo Cristo Nuestro Señor. Pues, quienes tienen por oficio el ordenar
a los hombres a los fines intermedios deben obedecer a aquel a quien
toca el cuidado del último fin. Y como el sacerdocio de los gentiles y todo
el culto de los dioses se dirigía al bien común de la multitud, cuyo or
denamiento corresponde al rey, por ello era necesario que los sacerdotes
paganos estuviesen sujetos al rey. Y como en la ley antigua no eran los
dioses quienes prometían los bienes terrenos, sino el verdadero Dios quien
los ofrecía a un pueblo religioso, por ello se lee en el Antiguo Testamento
que los sacerdotes estaban sujetos a los reyes. Pero en la ley nueva da un
sacerdocio más alto, por el cual los hombres son conducidos a los bienes
TOMÁS DE AQUINO • GOBERNAR PARA LA PAZ
■52-
celestiales; por ello en la ley de Cristo los reyes están subordinados a los
sacerdotes.
De este modo, según la divina providencia, sucedió que en Roma,
donde principalmente está la sede del pueblo cristiano, poco a poco se fue
implantando la costumbre de que los gobernantes de la ciudad estuviesen
guiados por los sacerdotes. Como dice Valerio Máximo: "Nuestra ciudad
ordenó anteponer la religión a todas las cosas, aun aquéllas en que quiso
ser notable respecto al honor de la majestad. Por ello los emperadores no
dudaron de servir a los dioses, estimando que debían regir todas las cosas
humanas según fuesen formuladas, bien y de modo constante, por el poder
divino." Igualmente en Francia, como el plan de la divina providencia era
que la religión del sacerdocio cristiano prevaleciera, quiso Dios que el
país definiese su derecho según la guía de los sacerdotes paganos, a quienes
llamaban druidas, como lo refiere Julio César en su libro sobre la guerra
de las Galias.
Valerio Máximo (S. i).
Historiador latino.
Julio César (101-44 a.
C). General, historiador
y dictador romano.
TOMAS DE AQUINO ■ GOBERNAR PARA LA PAZ
•53-
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Renacimiento
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►
El descubrimiento
del hombre
y la paz
i bien es cierto que durante el
medievo se consideraba que la
paz dependía de los designios
divinos y se afirmaba que los
hombres estaban —en buena
medida— sujetos a la voluntad de su creador, duran
te el Renacimiento estas ideas tuvieron un cambio
rotundo. A partir de la Academia creada por los Mé-
dicis en el siglo xv, el hombre dejó de estar a mer
ced de Dios para convertirse en una criatura que no
sólo era libre en un sentido mucho más amplio que
el otorgado por el albedrío planteado por Agustín de
Hipona y Tomás de Aquino,' sino que también era un
ser capaz de controlar a la naturaleza.
Nacía una nueva concepción del hombre y lo hu
mano, y con ello surgían nuevas discusiones en torno
1A este respecto puedes ver en esta misma colección el volu
men dedicado al análisis de la libertad, sobre todo, la sección
que se dedica a la Edad Media.
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE Y LA PAZ
•57-
a la paz. En términos generales, durante el Renacimiento se plantearon
tres posiciones distintas sobre este problema: la primera de ellas —que
bien puede estar representada por Maquiavelo— consideraba que la paz
era imposible, pues, según él, "un príncipe no debe tener otro objeto,
otro pensamiento, ni cultivar otro arte más que la guerra, el orden y la
disciplina entre los ejércitos".2
Ante esta propuesta de beligerancia absoluta, se asumieron dos posi
ciones que proponían la necesidad de la paz: una de ellas sostenía que la
guerra—al igual que las demás formas de violencia (tales serían los casos
de la ira y la venganza)— eran incorrectas en términos de moralidad y
racionalidad, y por ello debían proscribirse o, cuando menos, evitarse. Por
su parte, la segunda sostenía que el Estado debía repensarse a fin de
convertirlo en un garante de la paz.
Entre los autores que se sumaron a la primera propuesta destacan
Pico de la Mirándola, Erasmo de Rotterdam y Francis Bacon. Pico, cuya
obra marca el tránsito entre el pensamiento medieval y el renacentista,
en De la dignidad del hombre aún apela a la voluntad y los designios
divinos en favor de la paz, al tiempo que convierte a la filosofía natural
en un medio que los seres humanos pueden emplear para alcanzar ese
valor. Su propuesta, a pesar del tiempo transcurrido, aún mantiene una
gran vigencia si la reducimos a sus elementos esenciales: la paz sólo
será posible en la medida en que los hombres sean capaces de enfrentar
su racionalidad contra los instintos.
Por su parte, Erasmo de Rotterdam, en el Elogio de la locura, se sirve
de una sutil ironía para dar cuenta de la imbecilidad de aquellos que se
dedican a la guerra, pues en ella sólo participan "los bribones, los alca
huetes, los criminales, los villanos, los estúpidos y los insolventes y la
hez del género humano." Y, con esta postura, lleva a su extremo las
! Nicolás Maquiavelo, El Principe. Espasa-Calpe, México, 1981, p. 73.
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE Y LA PAZ
•58-
intuiciones de Pico, pues en la guerra —al decir de Erasmo— no parti
cipan "las luminarias de la filosofía."
En uno de sus múltiples ensayos, Francis Bacon también se adhiere a
esta postura en la medida en que censura la venganza, al tiempo que
abre paso a la reflexión sobre el papel del Estado. Desde su punto de
vista, la venganza, al igual que la violencia, no sólo es reprobable en tér
minos morales y racionales, sino que también lo es en la medida en que
pone en entredicho el sistema legal: en un mundo de leyes, el ejercicio
de la venganza y la violencia carece de sentido, pues existen entidades
capaces de impartir justicia. Con esta propuesta, Bacon asume las pro
puestas de Pico y Erasmo, y les agrega un nuevo componente: el papel
del Estado como garante de la paz, con lo cual su pensamiento comien
za a dejar atrás las ideas del Renacimiento para situarse en la moderni
dad naciente, el tiempo donde la ciencia y sus leyes, y el Estado y sus
manifestaciones, se convertirán en el eje de la reflexión en el mundo
occidental. Pero las ideas de Bacon sobre el papel del Estado como ga
rante de la paz no fueron únicas, pues en la Utopía de Tomás Moro,
también se encuentra una reflexión en este sentido.
Así, una vez que se han delineado las discusiones y las propuestas
que en torno a la paz presentaron algunos autores del Renacimiento,
sólo queda dar paso a sus palabras a fin de encontrarte con el redescubri
miento del hombre y la paz.
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JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE Y LA PAZ
•59-
Filósofo italiano (1463-1494). Nació en el castillo de la Mirándola
y realizó estudios en Bolonia, Ferrara y Padua. En 1484 vivió en
Florencia, para luego mudarse a París y Roma. Desde 1488 se
estableció en las cercanías de Florencia y formó parte de la Aca
demia Florentina, misma que dio origen al Renacimiento.
Pico comenzó a llamar la atención de los intelectuales de su
época desde el momento en que dio a conocer su obra De la
dignidad del hombre, misma que se convertiría en el primer idea
rio de los pensadores del Renacimiento.
►
►
Delaidignidad
del hombre
reguntemos al justo Job, que se
lló un pacto con el Dios de la vida
antes de venir a la vida, qué es lo
que principalísimamente desea el
altísimo Dios en aquellos millo
nes que le asisten. Él responderá ciertamente que la
paz, según aquello que leemos en la Sagrada Escritu
ra: "el que hace la paz en las alturas".
Y como los imperativos de un orden supremo
los interpreta para los órdenes inferiores un orden
intermedio, que nos interprete Empédocles, el anti
guo filósofo griego, las palabras del teólogo Job.
Aquél distingue una doble naturaleza en nuestras
almas; por una de ellas somos elevados a lo celes
te; por la otra, somos empujados hacia lo bajo, lo
que él nos traduce con los nombres de discordia y
amistad, o de guerra y paz, según lo muestran sus
poemas. Y él se duele de que, zarandeado por la dis
cordia y la guerra, semejante a un loco y huyendo
PICO DE LA MIRÁNDOLA • DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE
•61-
Discordia: oposición,
división.
Proceres: personajes
importantes, héroes.
Multiforme: de varias o
muchas formas.
Quebrantará: romperá
con golpes una cosa
dura.
Trifulcas: disputas,
peleas.
La llegada del filósofo bizantino Georgios Gemistos Plethon a la
corte de Cosme de Médicis, en Florencia, dio paso al surgimiento
de una institución dedicada a la investigación filosófica que sería
protegida a lo largo del tiempo por la familia Médicis.
Esta academia buscaba el desarrollo de los estudios de la obra
de Platón como una oposición al aristotelismo imperante en aque
lla época; y, para ello, reunió a algunos de los filósofos más im
portantes, entre los que destacan Pico de la Mirándola, Marisilio
Ficino y el cardenal Bessarion.
Como resultado de los trabajos de estos filósofos se concibi
una nueva dimensión para el hombre y, gracias a ello, se dio
paso a las obras y las investigaciones que determinarían el rum
bo del Renacimiento en Italia y otros países.
I
de los dioses, el hombre se ve lanzado al abismo. Entre nosotros son
varios los rostros de la discordia, graves e intestinas luchas tenemos en
casa, las cuales son más que guerras civiles; y si no queremos que las
haya, si anhelamos aquella paz que nos levante a lo alto, hasta ponernos
entre los proceres del Señor, sólo la filosofía nos contendrá y llevará paz
dentro de nosotros.
Primero la moral, pues si el hombre sólo busca una tregua con los
enemigos, enfrentará las desbocadas salidas del multiforme animal que
todos llevamos dentro y quebrantará las trifulcas, las furias y asaltos del
león de fuera. Después, si de manera más cuerda miramos por nosotros,
desearemos la seguridad de una paz duradera, la misma que estará a
PICO DE LA MIRÁNDOLA ■ DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE
•62-
punto y colmará generosamente nuestros deseos. Pues, heridas de muerte
una y otra fiera, como puerca sacrificada, la carne y el espíritu sellarán
un pacto inviolable de paz santísima.
La dialéctica calmará las tropelías de una razón nutrida de incohe
rencias verbales y engaños envueltos en silogismos de un adversario
atosigante y alborotado.
Por su parte, la filosofía natural calmará las discordias de la opinión,
los desacuerdos que atormentan, dislocan y laceran el alma inquieta.
Pero de tal manera los calmará, que haremos bien en recordar una idea
de Heráclito: la naturaleza fue engendrada por la guerra y, por lo mismo,
fue apellidada lucha por Hornero.
Por esto, no es ella, la filosofía, la llamada a darnos y garantizarnos
el verdadero sosiego y la paz firme; ése es el oficio y el privilegio de la teo
logía santísima. La filosofía sólo nos muestra el camino hacia la teología
y, aunque nos acompañará como si fuera un guía, la teología—viéndonos
lejos de ella— nos dirá con una melodiosa voz: "Vengan a mí los que se
fatigan, vengan y los aliviaré; vengan a mí y les daré la paz que el mundo y
la naturaleza no pueden dar."
Tropelías: hechos
violentos y contrarios a
las leyes.
Silogismos: argumentos
que constan de tres
proposiciones.
Atosigante: que
incomoda demasiado.
Dislocan: sacan alguna
cosa de su lugar.
Laceran: lastiman,
dañan.
Heráclito (576-480 a.
C). Filósofo griego.
HOMERO (S. IX A. C).
Poeta griego.
PICO DE LA MIRÁNDOLA ■ DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE
•63-
Filósofo inglés (1478-1535). Nació en Londres y realizó estudios
de derecho, latín y griego. Sus trabajos le pusieron en contacto
con los grandes humanistas de su tiempo (p.e. Erasmo, Colet y
Vives). Formó parte de la corte de Enrique VIII y fue su Lord Chan-
cellor entre 1529 y 1533. Al negarse a suscribir el acta que con
vertía a Enrique VIII en el dirigente de la Iglesia inglesa y que
marcaba la ruptura con el papado, fue declarado traidor, encar
celado y decapitado.
► La paz
en Utopía
►
os habitantes de esta tierra abo
minan la guerra, pues la consi
deran totalmente bestial, aunque
ningún animal la ejercita tanto
como el hombre.Adiferencia de
casi todas las naciones, piensan que nada hay menos
glorioso que la fama que se obtiene en la guerra. Y
si bien es cierto que en esta tierra los hombres y mu
jeres se ejercitan en las disciplinas militares, sólo lo
hacen para no encontrarse torpes en caso de ser ne
cesario. Nunca declaran una guerra sin necesidad,
sino para proteger sus fronteras, expulsar de los te
rritorios amigos al invasor o liberar con sus fuerzas
a los pueblos tiranizados. A veces ayudan a los ami
gos tratándose de guerras destinadas a la satisfacción
y venganza de una injuria, y no de carácter defensivo.
Así ocurre cuando, al ser consultados antes de esta
llar el conflicto, reconocen sus motivos como legíti
mos y declaran agresor al adversario, pues no quiso
TOMAS MORO • LA PAZ EN UTOPIA
■65-
Inicuas: que son
injustas.
Subditos: sometidos al
superior y obligados a
obedecerle.
Perjuicio: daño.
Vanaglorian: presumen.
dar las satisfacciones exigidas ni devolver lo usurpado. Tal es la conducta
que tienen al ser agredidos por el enemigo y son víctimas de alguna depre
dación. Sin embargo, reaccionan con mucha mayor energía cuando los co
merciantes de una nación amiga reciben en otra un trato injusto en virtud de
leyes inicuas o a consecuencia de una malintencionada interpretación
de las justas.
No proceden de igual manera con respecto a sus subditos; si en algún
país se les despoja de sus bienes, siempre que no haya habido violencia, se
limitan a abstenerse de todo trato con el causante de la ofensa, hasta no
recibir satisfacción. Y no es porque se preocupen menos de sus conciuda
danos que de sus amigos, sino porque éstos, al ser despojados de un bien
reciben un gran daño, atendido que lo que se les arrebata es de su propiedad,
mientras que tratándose de un utópico, la pérdida es para el acervo común,
pues sólo se exporta lo que sobra en el país. De donde resulta que la pérdida
es tan pequeña que ni siquiera la sienten. Por esto consideran crueldad
excesiva vengar un perjuicio que nadie nota con la muerte de muchos. No
obstante, si alguno de los suyos es injustamente herido o muerto, así sea
responsable del hecho una autoridad pública o un particular, se dan prisa a
averiguar lo ocurrido por medio de sus embajadores y declaran la guerra si
no se les da cumplida satisfacción mediante la entrega de los culpables.
En caso de obtenerla, los castigan con la muerte o la esclavitud.
Los utópicos no sólo se duelen de una victoria sangrienta sino que ésta
les produce vergüenza: les parece una locura comprar a tan alto costo
una mercancía. En cambio, ellos quedan muy satisfechos cuando sin pér
dida alguna y sólo por medio de astucia y engaños vencen a sus enemigos.
Entonces celebran el triunfo con demostraciones públicas y construyen
monumentos como si hubiesen efectuado una gran hazaña. Sólo cuando
han obtenido la victoria gracias a los recursos de su inteligencia, cosa
que ningún otro ser animal puede realizar, se vanaglorian de haber pro
cedido viril y valerosamente, pues los osos, leones, jabalíes, lobos, perros
TOMAS MORO • LA PAZ EN UTOPIA
•66-
y demás bestias no tienen más fuerza que la corporal, y aunque la mayoría
vence con su vigor y ferocidad, son superados por la inteligencia y la ra
zón. Lo único que les mueve a declarar la guerra es conseguir algo cuya
previa obtención habría evitado las hostilidades. Cuando no lo obtienen
toman tan tremenda venganza de los culpables que el terror les impide
atreverse a cometer algo semejante de nuevo.
De esta manera, después de que se declara una guerra, fijan secre
tamente, y en un mismo día, en los principales lugares del territorio enemi
go, unos carteles en los que ofrecen grandes premios a quien dé muerte al
príncipe enemigo, y otros menores, aunque también importantes, por las
cabezas de las demás personas que consideran responsables de la guerra.
Al que entrega vivo alguno de los proscritos le dan el doble de lo prometido.
Incitan con iguales premios e impunidad a los señalados en los carteles
contra los de su partido, y así consiguen que los enemigos no tarden en
tener por sospechoso a todo el mundo, sin fiarse de nadie y viviendo en per
petuo temor y recelo.
Esta costumbre de comprar y poner precio al enemigo, que en otras
partes se considera como reprobable y crimen cruel, propio de espíritus
degenerados, ellos la consideran digna de la mayor alabanza, por con
siderar prudente poner término a las guerras sin combates, y por sostener
como humano y misericordioso evitar con la muerte de unos pocos la de
muchos inocentes, en parte suyos y en parte enemigos, cuya turbamulta
les inspira casi tanta conmiseración como la de los propios conciudadanos,
por estar convencidos de que, si van a la guerra, no lo hacen por agrado,
sino arrastrados por la locura de sus príncipes.
Si este procedimiento no les proporciona éxito, siembran y alimentan
entre el adversario la semilla de la discordia, despertando en el hermano
del príncipe o en algún noble la esperanza de apoderarse del reino. Cuando
faltan las disensiones internas, soliviantan a las naciones vecinas de sus
enemigos, desenterrando alguna antigua pretensión de las que los reyes
Hostilidades: acciones y
sentimientos de
inamistad u oposición.
Reprobable: digno de
reproche.
Turbamulta: multitud
desordenada.
Conmiseración:
sentimiento de pena por
alguien que padece.
Adversario: rival.
Disensiones: divisiones y
disputas dentro de un
mismo reino o país.
TOMAS MORO • LA PAZ EN UTOPIA
•67-
Pródigamente:
con abundancia.
Atesoran: reunir y
guardar dinero.
Mercenarios: soldados
que sirven por un salario
en un ejército extranjero.
Inerme: sin armas ni
defensa.
Abstienen: impiden a sí
mismos hacer o tomar
algo o intervenir en
cierta cosa.
Muchedumbre: multitud.
nunca carecen y, al ofrecerles su ayuda para la guerra, les suministran
dinero pero pocos ciudadanos, pues tanto los aprecian, que no trocarían
uno solo de ellos por un príncipe contrario. Gastan, en cambio, pródi
gamente el oro y la plata que atesoran con este fin, convencidos de que su
vida no sería peor aunque los gastasen totalmente. Y es que, además de las
riquezas domésticas, poseen tesoros en muchas naciones con los que
contratan soldados mercenarios.
De la misma manera como se excusan por todos los medios para hacer
la guerra personalmente mientras puedan servirse de tropas mercenarias,
cuando no pueden rehuir esta obligación combaten con una intrepidez que
sólo puede compararse con la prudencia con que buscaron evitarla. La
seguridad de que en su país existe todo cuanto se precisa para vivir, les
libra de la angustiosa preocupación de pensar en los suyos, y sublima su
valor y les lleva a considerar como deshonrosa la derrota, y su pericia en
las disciplinas militares también les da mucha confianza. Si alcanzan el
triunfo no se ensañan con los caídos, prefieren apresarlos a exterminarlos.
Observan las treguas pactadas con el adversario hasta sus últimas
consecuencias, pues aunque sean provocados nunca las quebrantan. No
devastan los campos del enemigo ni queman sus cosechas; por el contrario,
procuran en lo posible que no las pisoteen los hombres ni los caballos
imaginando que crecen para su provecho. Nunca maltratan a un ser inerme,
a menos que sea un espía. Protegen las ciudades que se les entregan; se
abstienen de saquear las conquistadas, pero dan muerte a los que estor
baron su rendición y esclavizan a los restantes defensores; en cambio, no
molestan en lo más mínimo a la pacífica muchedumbre. Si se enteran de
que alguno aconsejó la capitulación le dan una parte de los bienes de los
condenados, repartiendo el sobrante entre las tropas auxiliares. Ellos, por
su parte, no toman nada del botín.
Terminada una guerra hacen pagar sus gastos, no a los amigos en cuyo
favor lucharon, sino a los vencidos, a los cuales exigen su importe, parte
TOMÁS MORO • LA PAZ EN UTOPIA
•68-
en dinero, que reservan para el caso de otra guerra semejante, y parte en
heredades. Actualmente tienen en distintas naciones rentas procedentes
de muy diversos orígenes y que ascienden a setecientos mil ducados al año.
Si algún príncipe, empuñando las armas, se lanzara sobre ellos con
ánimo de invadir sus dominios, le salen al encuentro más allá de las propias
fronteras, pues sólo por motivos muy graves pelean en su mismo territorio
y no hay causa, por grande que sea, que les obligue a admitir en su isla
auxilios extranjeros.
Ducados: moneda de
oro española antigua.
Las utopías
Tomás Moro —junto con Campanella y Bacon— es uno de los
grandes utopistas del Renacimiento. Sus obras, dedicadas a des
cribir un Estado ideal, no sólo eran grandes críticas a la situación
que guardaban los países en sus tiempos, sino que también eran
una propuesta sobre cómo podría generarse un nuevo Estado
donde la justicia y la paz fueran los rasgos distintivos.
Moro creó el término utopía (que literalmente significa en nin
guna parte) para definir el Estado ideal y óptimo que no se en
cuentra en ningún lugar de la Tierra, pero que es el modelo para
todos los estados que existen en el planeta. El Estado planteado
por este pensador se funda —a diferencia de los propuestos por
Campanella (cuya Ciudad del Sol se funda en el hermetismo) y
Bacon (cuya Nueva Atlántida se funda a partir del desarrollo de la
ciencia)— en la idea de la virtud.
TOMAS MORO ■ LA PAZ EN UTOPIA
•69-
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Filósofo holandés (1467-1536). Nació en Rotterdam, se ordenó
sacerdote y fue maestro de Enrique de Bergen, en cuyo servicio
realizó numerosos viajes a Inglaterra, Francia, Suiza e Italia. Fue
uno de los primeros humanistas que contribuyeron al desarrollo
de las ideas renacentistas. Estuvo ligado con Tomás Moro y con
los miembros de la Academia de los Médicis, junto con los cuales
tradujo y editó una gran cantidad de obras de los autores de la
antigüedad clásica.
Sus opiniones tuvieron gran peso en su época, a tal grado que
muchos de los humanistas hablaban del erasmismo como una
de las fuentes que inspiraban su pensamiento.
► La locura
déla guerra
A
caso la guerra no es el germen
y la fuente de todos los actos
posibles? Sin embargo, ¿exis
te algo más estulto que enta
blar una lucha por no sé qué
causas, y de la cual ambas partes siempre salen más
perjudicadas que beneficiadas? Y de los que sucum
ben, por supuesto, no hay ni que hablar.
Cuando se forman en batalla las acorazadas filas
de ambos ejércitos y suenan los cuernos con su ronco
clamor, ¿de qué sirven los sabios, exhaustos por el
estudio, cuya sangre aguada y fría apenas puede
sostenerles el alma? Entonces hacen falta hombres
gruesos y vigorosos, en los que haya un máximo de
audacia y un mínimo de reflexión, a menos que se
prefiera como tipo de soldado a Demostenes quien
—siguiendo el consejo de Arquíloco— apenas miró
al enemigo arrojó el escudo y huyó, mostrándose
tan cobarde como soldado cuanto experto como
ERASMO DE ROTTERDAM • LA LOCURA DE LA GUERRA
•71 •
Estulto: bobo o tonto.
Sucumben: ejércitos
vencidos ante los
ataques del enemigo.
Demóstenes (384-322 a.
.; Político y orador
ateniense.
orador. Pero algunos dirán que el talento es de gran importancia en las
guerras. Convengo en ello en lo que se refiere al caudillo o los genera
les, y aun éstos deben tenerlo en el terreno militar y no en el filosófico.
Por lo demás, los bribones, los alcahuetes, los criminales^ los villanos,
los estúpidos y los insolventes y la hez del género humano son quienes
ejecutan tan ilustres hazañas, y no las luminarias de la filosofía.
molestes
ERASMO DE ROTTERDAM • LA LOCURA DE LA GUERRA
•72-
11
► De la venganza▲
a venganza es una suerte de
justicia salvaje que, cuanto más
crece en la naturaleza humana,
más debiera extirparla la ley. Su
primer daño no hace sino ofen
der a la ley, pero la venganza de ese daño coloca a la
ley fuera de su función. Es verdad que, al tomar ven
ganza, un hombre se iguala con su enemigo, pero si
la sobrepasa, es superior; pues perdonar es parte del
deber del príncipe; y estoy seguro que Salomón dice:
"Es glorioso para un hombre excusar una ofensa." Lo
pasado se ha ido y es irrevocable; y los hombres pru
dentes tienen demasiado que hacer con las cosas pre
sentes y venideras; por lo tanto no harían más que
burlarse de sí mismos ocupándose de asuntos pa
sados. No hay hombre que cometa un mal a cuenta
del mal mismo, sino para obtener provecho propio,
placer, honor o algo semejante; por lo tanto, ¿por
qué me voy a encolerizar con un hombre que se ama
FRANCIS BACON • DE LA VENGANZA
•73-
Francis Bacon
Filósofo inglés (1561 -1626). Nació en Londres y realizó sus estu
dios en Cambridge. Tuvo importantes cargos políticos (abogado
de la corona, fiscal general y lord canciller); tras una serie de
reveses políticos fue juzgado y encarcelado por un tiempo. Algu
nos filósofos lo consideran como el último pensador renacentisa
y otros como el filósofo que inaugura la modernidad, en la medi
da de sus aportaciones al pensamiento científico.
Entre sus obras destacan el Novum organum, donde plantea
un nuevo método para la ciencia, y la Nueva Atlántida, donde
propone un Estado ideal.
Zarza: arbusto.
Anticipa: adelanta.
Taimados: astutos,
hipócritas.
Pérfidos: traidores.
más que a mí? Y si algún hombre cometiera el mal sólo por maldad natural,
no sería sino como el espino o la zarza que pinchan y arañan porque no
pueden hacer otra cosa. La clase de venganza más tolerable es la debida a
los males que no poseen una ley que los remedie; pero, dejar que un hombre
se ocupe de la venganza es como si no hubiera ninguna ley para castigar;
además, el enemigo de un hombre siempre se anticipa y con ello son dos
por uno. Algunos, cuando toman venganza, están deseosos de que la parte
contraria sepa de quién procede. Ésta es la más generosa; pues el goce pa
rece estar no tanto en cometer el daño como en hacer que la parte contraria
se arrepienta; pero los cobardes bajos y taimados son como las flechas
lanzadas en la oscuridad. Cosme, duque de Florencia, lanzó una desesperan-
zadora frase contra los amigos pérfidos y despreciables, como si esos males
fuesen imperdonables: "Leeréis que se nos mande perdonar a nuestros
FRANCIS BACON • DE LA VENGANZA
•74-
amigos. " Sin embargo, el espíritu de Job era aún más adecuado: "también
recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos?"; y en la misma pro
porción respecto a los amigos. Esto es cierto, el hecho de que un hombre
proyecte vengarse, conserva abiertas sus heridas porque si no se cerrarían y
curarían. Las venganzas públicas son afortunadas en su mayoría; como
fueron las muertes de César, Perinax, Enrique III de Francia y muchas
otras más. Pero así no sucede con las venganzas privadas, pues las perso
nas vengativas llevan la vida de las brujas, quienes, como son malignas,
termi-nan sus días de manera por demás desgraciada.
Prohibido
hacer
fuego
Esto fue lo\
que dijo )UThant^/
FRANCIS BACON • DE LA VENGANZA
•75-
TV , :VI
A ► La Ilustración
y el siglo
►
XIXw
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► Nuevas ideas
► para la paz
partir de las ideas de Descar
tes el mundo vivió una revo
lución en el pensamiento, y
las ideas sobre la paz también
sufrieron cambios significa
tivos. Algunos pensadores —como el propio Des
cartes— comenzaron a preguntarse sobre las bases
biológicas de la agresividad humana; otros —a la
manera de John Locke— pusieron en tela de juicio
las ideas que tradicionalmente se tenían sobre la paz
como la capacidad de ceder; algunos más —como
Hobbes y Montesquieu— avanzaron en las intuicio
nes de Francis Bacon y se preguntaron sobre el papel
que jugaba el Estado en la paz y, unos más, se cues
tionaron —como John Stuart Mili— sobre los nexos
que existen entre la democracia y la paz.
Lo ocurrido durante los siglos xvu, xvm y xix dio
un giro a las discusiones sobre la paz, mismo que te
presento en las siguientes páginas.
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • NUEVAS IDEAS PARA LA PAZ
•79-
.1
ene Descartes
Es considerado como el padre de la filosofía moderna. Nació en
La Haya en 1596. Estudió con los jesuítas en el Colegio de La
Fleche. En 1618 se alistó en el ejército. Entre 1625 y 1628 vivió
en París, para después trasladarse a Holanda y a Suecia, donde
murió en 1650.
Entre sus principales obras se encuentran el Discurso del mé
todo, las Meditaciones metafísicas, algunos estudios científicos,
como el Tratado sobre la luz, y un libro dedicado a estudiar el
carácter del hombre: el Tratado de las pasiones.
i^W _J
El hombre►
violento▲
▲
a cólera es una especie de odio
o aversión que experimentamos
contra quienes cometen algún
mal o tratan de perjudicar no a
cualquiera, sino a nosotros mis
mos. Contiene lo mismo que la indignación, y esto le
añade el fundarse en un acto que nos afecta y por el
que sentimos deseos de vengarnos, pues este deseo
la acompaña casi siempre y se opone directamente
al agradecimiento, como la indignación al favor. Es
incomparablemente más violenta que estas tres pasio
nes, porque el deseo de rechazar las cosas perjudicia
les y vengarse es el más acuciante de todos. El deseo,
unido al amor de sí mismo, es el que proporciona a la
cólera toda la agitación de la sangre que el valor y
la audacia pueden causar; y el odio hace que sea
principalmente la sangre biliosa, que viene del bazo
y las pequeñas venas del hígado, la que recibe esta
agitación y entra en el corazón; o bien, a causa de su
RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO
■81-
abundancia y la naturaleza de la bilis con la que está mezclada, provoca
un calor más áspero y ardiente que el que puede producir el amor o la
alegría.
Bilis: sustancia de color
amarillo verdoso y sabor
amargo que segrega el
hígado.
Palidecer: perder brillo,
en sentido material o
figurado.
Compasión: sensibilidad
ante el mal que padece
alguna persona.
Por qué razones aquellos individuos a quienes la cólera hace enrojecer
son menos temibles que aquellos a quienes hace palidecer, es algo que
debemos discutir con detenimiento.
Los signos externos de esta pasión son diferentes según los diversos
temperamentos de las personas y la diversidad de las pasiones que la com
ponen o se le unen. Unos palidecen o tiemblan cuando se encolerizan y
otros enrojecen e incluso lloran. De manera ordinaria se cree que la cólera
de los que palidecen es más terrible que la de quienes enrojecen. Y la razón
de esto es que, cuando una persona sabe que no puede vengarse de otra
manera más que con gestos y palabras, se emplea todo el calor y toda la
fuerza desde el comienzo de la emoción, lo que hace que uno enrojezca;
aparte de que, a veces, el pesar y la compasión que se sienten por uno
mismo, por no poder vengarse de otra manera, es causa de que se llore.
Por el contrario, los que se reservan y se deciden por una mayor venganza,
se ponen tristes al pensar en lo que quedarán obligados por la acción que los
encoleriza; y algunas veces también sienten temor por los males que
pueden ser consecuencia de la resolución que tomaron, lo que al comienzo
les pone pálidos, fríos y tenebrosos, pero cuando llega el momento de
ejecutar su venganza, son tan ardorosos cuanto más fríos fueron al co
mienzo.
RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO
■82-
Esto nos advierte que pueden distinguirse dos clases de cólera: una rápi
da y con abundantes manifestaciones exteriores, que produce pocos efectos
y puede ser fácilmente apaciguada; otra que no se manifiesta con fuerza
al principio, pero que roe más el corazón y produce efectos más peligrosos.
Los más bondadosos y con más amor están sujetos a la primera, porque
no proviene de un odio profundo, sino de una aversión momentánea,
que los sorprende cuando, inclinándose a imaginar que todas las cosas
deben ir según el modo que consideran como el mejor, tan pronto como
ocurren de otra manera les extrañan, y por ello se esfuerzan con frecuencia
sin que la situación les afecte particularmente, ya que, por sentir mucho
afecto, se interesan por aquellos a quienes aman por sí mismos. Así,
lo que para otros sería sólo motivo de indignación es para ellos motivo de
cólera. Y como la inclinación a amar hace que tengan mucho calor y mucha
sangre en el corazón, la aversión que les domina no puede llevar a él tan
poca bilis que no produzca, inicialmente, una gran conmoción en la sangre.
Pero esta conmoción es breve, porque la fuerza de la sorpresa no continúa,
y tan pronto como se dan cuenta de que el motivo que les ha enfadado no
les debió conmover tanto, se arrepienten.
Apaciguada: puesta en
paz, quieta.
Roe: atosiga,
carcome.
Aversión: odio, asco.
Conmoción: acción y
efecto de temblar, en
sentido figurado.
La otra especie de cólera, en la que predominan el odio y la tristeza, no es
tan aparente a primera vista, pues hace que la cara se ponga pálida. Pero
su fuerza aumenta poco a poco por la agitación que un deseo ardiente de
vengarse produce en la sangre, cuando, estando mezclada con la bilis que
es impulsada hacia el corazón desde la parte inferior del hígado y el bazo,
RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO
•83-
produce un calor áspero y picante. Y así como las almas más generosas son
las más agradecidas, del mismo modo las más orgullosas y más bajas y
débiles son las que más se dejan llevar por esta clase de cólera; pues las
injurias les parecen más grandes cuanto mayor es su orgullo; y también
cuanto más estiman los bienes de que se privan, que aprecian tanto más
mientras más baja y débil es el alma, a causa de que dependen de otro.
Injurias: ofensas.
Turbando: alterando la
capacidad de razonar.
Por lo demás, aunque la cólera sea útil al darnos fuerza para rechazar las
injurias, no hay ninguna pasión cuyos excesos se deban evitar con mayor
cuidado, porque turbando el juicio, hace que frecuentemente se cometan
faltas de las que después hay que arrepentirse, e incluso porque a veces
impiden rechazar estas injurias tan bien como se haría si se estuviese menos
conmovido. Pero, como no hay nada que la haga tan excesiva como el
orgullo, creo que la generosidad es el mejor remedio que puede encontrarse
contra sus excesos; porque, haciendo que se estimen en poco todos los
bienes de que uno puede ser privado, y que se estime mucho la libertad y
el absoluto dominio de sí mismo, que cesa de tenerse cuando somos
ofendidos por cualquiera, la generosidad hace que sólo se sienta desprecio
por las injurias con las que otros acostumbran ofender.
RENE DESCARTES • EL HOMBRE VIOLENTO
•84-
►
A
Si la paz
fuera posible
A
i por amor a la paz las personas
prudentes y virtuosas abando
naran y concedieran de manera
tranquila todas las cosas a quie
nes quisieran hacerles violencia,
¡qué clase de paz reinaría en el mundo! ¡Qué clase
de paz sería, pues únicamente consistiría en la violencia
y en la rapiña, y no podría ser mantenida más que a
costa de la ventaja de los ladrones y los que se com
placen en la opresión! Esta paz que habría entre los
grandes y los pequeños, entre los poderosos y los dé
biles, sería semejante a la que se pretendería establecer
entre lobos y corderos, cuando los corderos se dejasen
devorar pacíficamente por los lobos. O, si se quiere,
consideremos la caverna de Polifemo como un modelo
perfecto de semejante paz. Este gobierno, al que
Ulises y sus compañeros se encontraban sometidos,
era el más agradable del mundo; ellos no tenían otra
cosa que hacer sino aguantar con sosiego que los de-
JOHN LOCKE • SI LA PAZ FUERA POSIBLE
•85-
John Locke
Nació en 1632 en Inglaterra. Estudio en el Christ College de
ford, donde fue nombrado lector de griego. Se interesó en la filoso
fía moderna y las ciencias; al igual que Thomas Hobbes fue un
estudioso de la obra de Descartes. En 1655 ingresó al servicio
diplomático y, como resultado de ello, viajó a París donde entró en
contacto con importantes pensadores.Tras su regreso a Inglaterra
se vio envuelto en una serie de problemas políticos, mismos que lo
obligaron a abandonar el país y exiliarse en Holanda. Retornó a
Inglaterra en 1688 y ocupó numerosos puestos públicos.
Su obra se ocupó —además de cuestiones estrictamente cien
tíficas y filosóficas— de una serie de problemas sociales, políti
cos, educativos, religiosos y económicos, y es considerada como
una de las más importantes en la historia.
Poufemo: el más célebre
de los Cíclopes, hijo de
Poseidón.
Ulises: uno de los
principales héroes del
sitio de Troya, donde se
señaló, sobre todo, por
su prudencia y su
astucia.
Sosiego: estado de la
persona quieta
y tranquila.
vorase. ¿Y quién duda que Ulises, que era un personaje tan prudente, no
predicase entonces la obediencia pasiva y no exhortara a una sumisión
completa, diciendo a sus compañeros cuan importante y necesaria es la
paz entre los hombres y haciéndoles ver los inconvenientes que podrían
sobrevenir si intentaban resistir a Polifemo, que los tenía en su poder?
JOHN LOCKE • SI LA PAZ FUERA POSIBLE
•86-
►
▲
Las▲
naciones
y la paz
e dice que un Estado se ha insti
tuido cuando una multitud con
viene y pacta, cada uno con cada
uno, que a un cierto hombre o
asamblea se le otorgará, por ma
yoría, el derecho de representar a la persona de todos
(es decir, ser su representante). Cada uno de ellos,
tanto los que han votado en pro como los que han
votado en contra, debe autorizar todas las acciones
y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, lo
mismo que si fueran suyos, a fin de vivir apacible
mente entre sí y ser protegidos contra otros hombres.
Es inherente a la soberanía el derecho de hacer
la guerra y la paz con otras naciones y estados; es
decir, de juzgar cuándo es para el bien público, y qué
cantidad de fuerzas deben ser reunidas, armadas y
pagadas para ese fin, y cuánto dinero se ha de recau
dar de los subditos para sufragar los gastos con
siguientes. Porque el poder mediante el cual tiene
THOMAS HOBBES ■ LAS NACIONES Y LA PAZ
■87-
Thomas Hobbes
Nació en 1588 en Inglaterra. Estudió en Oxford y realizó una serie
de viajes a Francia e Italia, durante los cuales trabó amistad con
algunas de las grandes figuras intelectuales de la época: tal fue el
caso de Galileo. Durante su estancia en París comenzó su activi
dad filosófica, mantuvo una polémica con Descartes y escribió su
obra más importante: Leviathan, que sería publicada en Londes
en 1651. Cuando regresó a Inglaterra se estableció en Devonshire
y recibió una pensión de Carlos II, lo cual le permitió dedicarse de
tiempo completo a sus investigaciones y polémicas científicas hasta
su muerte, ocurrida en 1679.
Inherente: se dice, con
respecto a una cosa, de
otra que está en ella o
va junto con ella como
propia e inseparable.
Milicias: nombre de
ciertos cuerpos militares
formados por
ciudadanos.
que ser defendido el pueblo, consiste en sus ejércitos, y la potencialidad
de un ejército radica en la unión de sus fuerzas bajo un mando; mando que
a su vez compete al soberano, porque el mando de las milicias sin otra
institución hace soberano a quien lo detenta. Por consiguiente, aunque al
guien sea designado general de un ejército, quien tiene el poder soberano
es siempre el generalísimo.
Puede objetarse que la condición de los subditos es muy miserable,
puesto que están sujetos a los caprichos y otras irregulares pasiones de
aquel o aquellos cuyas manos tienen tan ilimitado poder. Por lo común
quienes viven sometidos a un monarca piensan que éste es un defecto de
la monarquía, y los que viven bajo un gobierno democrático o de otra
asamblea soberana, atribuyen todos los inconvenientes a esa forma de
gobierno. En realidad, el poder, en todas sus formas, si es bastante per
fecto para protegerlos, es el mismo. Considérese que la condición del
THOMAS HOBBES • LAS NACIONES Y LA PAZ
■88-
hombre nunca puede verse libre de una u otra incomodidad, y que lo
más grande que puede suceder al pueblo en general, apenas es visible si se
compara con las miserias y horribles calamidades que acompañan a una
guerra sin sujeción a leyes y un poder coercitivo que trabe sus manos,
apartándoles de la rapiña y la venganza. Considérese que la mayor cons
trucción de los gobernantes soberanos no procede del deleite o del dere
cho que pueden esperar del daño o de la debilidad de sus subditos, en cuyo
vigor consiste su gloria y fortaleza, sino en su obstinación misma, que
contribuyendo involuntariamente a la propia defensa hace necesario para
los gobernantes obtener de sus subditos cuanto le es necesario en cual
quier ocasión emergente o repentina, para resistir o adquirir ventaja con
respecto a sus enemigos.
Todos los hombres están por naturaleza provistos de bienes a través
de los cuales cualquier contribución aparece como agravio; están des
provistos de los lentes de la moral y la ciencia civil para ver las miserias
que penden sobre ellos y que no pueden ser evitadas sin sus aportaciones.
Calamidades: desgracias
generales.
Sujeción: control,
sometimiento.
Coercitivo: que reprime
o restringe.
Trabe: impida el
desarrollo de una cosa
o que alguien
se desenvuelva
libremente.
¿Jugamos
a las guerritas
de lodo?
THOMAS HOBBES ■ LAS NACIONES Y LA PAZ
•89-
Charles de Secondat, barón de Montesquieu, nació en Francia
en 1689. Realizó una serie de viajes a Italia, los Países Bajos e
Inglaterra; en este último lugar concibió sus ideas políticas, histó
ricas y jurídicas, cuya expresión se encuentra en una de sus obras:
Del espíritu de las leyes.
A pesar de que Montesquieu se inclinaba en favor de la monar
quía como el mejor de los gobiernos posibles, pues suponía que la
democracia sólo era viable en las naciones pequeñas, sus plantea
mientos acerca de la estructura y la división del poder tuvieron y
tienen gran influencia en el pensamiento político y, de alguna ma
nera, inauguraron la discusión sobre la democracia entre los
enciclopedistas franceses contribuyendo a la estructuración de
la república que nació como resultado de la revolución de 1789.
J1 ►
A
Paz
y guerra
A
i una nación es de tamaño pe
queño, será destruida por la fuer
za; si es grande la destruirá un
vicio interno. Este doble inconve
niente afecta lo mismo a las de
mocracias que las aristocracias, pues sean buenas o
malas, no hay forma de remediarlo.
Parece que los hombres que se han visto obligados
a vivir gobernados por una sola persona, no han imagi
nado una constitución que tiene las ventajas interiores
de la república y la fuerza exterior de la monarquía.
Hablo de la república federal. Esta forma de gobierno
es una convención, mediante la cual diversas entida
des políticas forman parte de un Estado más grande,
conservando cada una su personalidad. Es una so
ciedad de sociedades, que puede engrandecerse con
nuevos asociados hasta constituir una potencia ca
paz de garantizar la seguridad de todos los que se
hayan unido.
MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA
•91-
Democracias: si quieres
conocer algunas de las
ideas de Montesquieu
sobre este tema puedes
ver el volumen de esta
serie dedicado a la
Democracia.
Poder legislativo: poder
encargado de promulgar
las leyes.
Poder ejecutivo: poder
encargado de ejecutar lo
marcado por las leyes.
Usurpador: el que se
apodera, valiéndose de
procedimientos injustos,
de la autoridad
soberana.
Sucumbiera: rindiera,
muriera.
Disolviendo: anulando un
contrato que liga a dos o
más personas.
Las asociaciones de ciudades eran en otros tiempos más necesarias que
hoy. Una ciudad sin fuerza corría grandes peligros. Si era conquistada, no
sólo perdía los poderes legislativo y ejecutivo, como sucede ahora, sino
todo lo que es propiedad del hombre. La república federativa es capaz de
resistir a una fuerza exterior y mantenerse en toda su integridad sin que se
corrompa interiormente. No hay inconveniente que no evite la federación.
Un usurpador no podría serlo en todos los estados, no sería igualmente
popular en todos, el prestigio y la fuerza que alcanzara en uno alarmaría a
los demás; si lograba subyugar a una parte, las otras se resistirían con
fuerzas independientes de las sometidas, haciendo fracasar cualquier intento
sin que hubiera llegado a consumarse.
Cuando ocurra en uno de los estados alguna sedición que el mismo
Estado no pueda apagar con sus propios medios, recibirá el auxilio de los
otros estados federados. Si alguno de ellos se desmoraliza introduciendo
abusos, lo corregirán los otros. El Estado federal no puede perecer; aunque
sucumbiera alguna de sus partes, quedarían las otras. Aun disolviendo la
federación, cada uno de los federados seguirá siendo un Estado soberano.
Compuesto de pequeñas repúblicas, la confederación goza de todo lo
bueno que hay en cada una en lo referente a su gobierno interior y, respecto
a lo exterior, la fuerza de la asociación le ofrece las ventajas de las grandes
monarquías. La constitución federativa se ha de componer de estados de
igual naturaleza, y mejor de estados republicanos.
El espíritu de la monarquía es la guerra y el engrandecimiento; el espíritu
de la república es la paz y la moderación. Estos gobiernos heterogéneos
sólo de una manera forzada pueden entrar y subsistir en una federación.
Así como las repúblicas proveen su seguridad uniéndose, los estados
despóticos lo hacen separándose, aislándose, por así decirlo. Sacrifican
una parte del país, abandonan el territorio fronterizo dejándolo desierto, y
de este modo el cuerpo del imperio se hace inaccesible. Está admitido en
geometría que, cuanto más extensos sean los cuerpos, más pequeña es su
MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA
•92-
circunferencia relativa. Así, la práctica de devastar las fronteras es más
tolerable en los grandes estados que en los medianos. Con esa devastación,
el Estado se hace a sí mismo todo el daño que pudiera hacerle un cruel
enemigo; mas no será el enemigo quien se lo haga.
La monarquía no se devora a sí misma como el Estado despótico; pero
su territorio puede ser invadido. Por eso, tiene plazas fuertes en las líneas
fronterizas y ejércitos para defender las plazas. El terreno más pequeño
se disputa con arte y tesón. Los estados despóticos se invaden unos a otros;
solamente las monarquías hacen la guerra.
Las plazas fuertes pertenecen a las monarquías; los estados despóticos
temen tenerlas. No se atreven a confiárselas a nadie, porque, donde impera
el despotismo, nadie ama al príncipe ni al Estado.
Para que un Estado sea fuerte, lo primero que se necesita es que las
distancias estén en proporción con la rapidez que exija la ejecución de
cualquier plan, y con la prontitud indispensable para estorbar cualquier
empresa enemiga. Como un ataque puede venir por diferentes lados, la
defensa exige que a todos lados pueda acudirse a tiempo. Esto quiere
decir que no conviene que la extensión del Estado sea mucha, sino que
esté en relación con la rapidez que permite la naturaleza a los hombres
transportarse de un lugar a otro.
El verdadero poder de un príncipe soberano, consiste menos en la
facilidad de conquistar que en las dificultades que pueda oponer a quien
le ataque. El engrandecimiento de los estados aumenta sus puntos débiles.
Si los monarcas deben ir con tiento para aumentar sus dominios, también
deben ser prudentes a fin de limitarlos. Para quitar los inconvenientes de
la pequenez, es necesario no apartar los ojos de los inconvenientes de la
magnitud.
La fuerza ofensiva se encuentra regulada por el derecho de gentes, que
es la ley política de las naciones al ser consideradas las relaciones que ten
gan entre sí.
Devastación: acción de
devastar o asolar una
comarca; destrucción.
Prontitud: rapidez en
hacer algo; viveza de
ingenio, de imaginación.
Ofensiva: acto o poder
de atacar al enemigo.
MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA
•93-
Estricta: estrecha,
rigurosa.
Amoldan: ajustan la
conducta a una pauta
determinada.
Arbitrarios: actos
contrarios a la justicia o
las leyes.
La vida de los estados es como la de los hombres: éstos tienen el dere
cho de matar en los casos de defensa propia, y aquéllos lo tienen de gue
rrear por su conservación. En los casos de defensa propia, tengo el derecho
natural de dar muerte porque mi vida es mía, como la vida del que me
ataca es suya; lo mismo hace la guerra un Estado porque es justa su
conservación como es legítima toda defensa.
Entre los ciudadanos, el derecho de defensa natural no trae consigo el
derecho al ataque. En vez de atacar, deben y pueden recurrir a los tribunales;
no pueden, por consiguiente, ejercer por sí el derecho de defensa, fuera de
los casos momentáneos en que se vería perdido quien esperase el auxilio
de las leyes. Pero en las colectividades, el derecho de defensa trae consi
go muchas veces la necesidad de atacar; por ejemplo, cuando un pueblo
advierte que una larga paz pone a otro en condiciones de ser destruido, y
se anticipa atacándole para impedir aquella destrucción. De aquí se sigue
que las naciones pequeñas tienen, más a menudo que las grandes, el derecho
de emprender la guerra, porque sienten con más frecuencia el temor de ser
acometidas y destruidas.
El derecho de guerra se deriva de la necesidad y la justicia estricta. Si
los que dirigen la conciencia y determinaciones de los príncipes no se
amoldan a ella, todo está perdido. Y si los príncipes o sus consejeros en
lugar de atenerse a la justicia rígida se guían por principios arbitrarios de
gloria, parecer y utilidad, arroyos de sangre inundarán la Tierra.
Sobre todo, que no se hable de la gloria del príncipe: su gloria no sería
más que orgullo; una pasión y no un derecho. Es verdad que la fama de su
poder tal vez aumentaría las fuerzas de su Estado; pero también la fama de
su justicia las aumentaría.
Del derecho de la guerra se deriva el derecho de conquista, que es su
consecuencia; el espíritu de ambos es, por consiguiente, el mismo.
Cuando un pueblo es conquistado, el derecho que tiene el conquistador
con relación al primero debe sujetarse a varias clases de leyes: la ley de la
MONTESQUIEU • PAZ Y GUERRA
•94-
naturaleza, por la cual todo tiende a la conservación de las especies; la ley
de la luz natural, que nos lleva a no hacer a los demás lo que no querríamos
que se nos hiciera; la ley que forma las sociedades políticas a cuya duración
no ha marcado límites la naturaleza; por último, la ley resultante de la
cosa misma. La conquista es una adquisición; el espíritu de adquisición
lleva consigo el de uso y conservación, no el de destrucción.
Adquisición: compra,
apropiarse, adueñarse
de algo.
MONTESQUIEU • PA? Y GUERRA
•95-
,
Nació en Kóningsberg en 1724, donde permaneció hasta su muer
te ocurrida en 1804. Entre 1732 y 1740 fue alumno del Colegium
Fredericianum; en 1740 ingresó a la universidad donde, además
de la filosofía, se interesó en las ciencias naturales. A partir de
1775 —año en el que recibió su título universitario— comenzó
sus labores como docente universitario. En 1794 se vio amena
zado con recibir graves sanciones en caso de que prosiguiera
con su labor de desfigurar y menospreciar las ideas de la Biblia.
Asimismo, Kant fue considerado como alguien peligroso por su
gran simpatía hacia las ideas democráticas de la revolución fran
cesa y la independencia estadounidense.
►
La paz
perpetua
uede dejarse de lado si este satí
rico enunciado, la paz perpetua,
escrito en el rótulo de una posada
holandesa en el que se había di
bujado un cementerio, interesa
a los hombres o a los jefes de Estado que nunca están
hartos de la guerra, o exclusivamente a los filósofos
que desean ese dulce sueño. Ante este hecho, el autor
de este ensayo pone como condición lo siguiente:
que el político práctico sea consecuente, en caso de
conflicto con el teórico, y no pretenda ver peligro
alguno para el Estado en mis opiniones sobre las
leyes que llevarán a las naciones a una paz perpetua.
Sección primera
Que contiene los artículos preliminares para la
pazperpetua entre los estados
1. No puede considerarse como válido ningún tra
tado de paz que se haya celebrado con la reserva
I. KANT • LA PAZ PERPETUA
•97-
Armisticio: suspensión
de una guerra, por
acuerdo de los
combatientes, sin
carácter definitivo.
Hostilidades: acciones y
sentimientos de
inamistad
o de oposición.
Pleonasmo: repetición de
palabras de igual
sentido.
Pretensiones: empeños
en conseguir algo.
Patrimonio: lo que se
posee y hereda.
Injertarlo: unirlo,
agregarlo.
secreta de alguna causa de guerra en elfuturo. En ese caso, se trataría de
un simple armisticio, de un aplazamiento de las hostilidades, no de la paz,
que significa el fin de las hostilidades. La añadidura del calificativo eterna
es un sospechoso pleonasmo. Las causas para una guerra en el futuro,
quizá ahora desconocidas para los negociadores, se destruyen por el trata
do de paz. La reserva sobre viejas pretensiones a las que, por el momento,
ninguna de las partes hace mención porque están demasiado agotadas para
proseguir la guerra, con la perversa intención de aprovechar la primera
oportunidad para este fin, no corresponden con la dignidad de los gober
nantes y tampoco con la de un ministro.
2. Ningún Estado independiente podrá ser adquirido por otro mediante
herencia, permuta, compra o donación. Un Estado no es un patrimonio,
es una sociedad de hombres sobre la que nadie más que ella misma tiene
que mandar y disponer. Injertarlo en otro Estado significa eliminar su
existencia como persona moral y convertirlo en una cosa, contradiciendo
la idea del contrato originario sin el que no puede pensarse ningún derecho
sobre un pueblo. Todos conocen a qué peligros condujo a Europa este
prejuicio sobre el modo de adquisición, pues las otras partes del mundo no
lo han conocido nunca. Este modo de adquisición es un nuevo instrumento
para aumentar la potencia sin gastos de fuerzas, mediante pactos de fa
milia, y sirve para ampliar las posesiones territoriales. También hay que
contar el alquiler de tropas a otro Estado contra un enemigo no común,
pues en este caso se usa y abusa de los subditos, como si fueran objetos.
3. Con el tiempo, los ejércitospermanentes deben desaparecer totalmente.
Ellos suponen una amenaza de guerra para otros estados pues siempre
parecen preparados para ella. Estos estados se estimulan mutuamente a
superarse y, al resultar más opresiva la paz que una guerra corta, por los
gastos generados por el armamento, ellos mismos se convierten en causa
I. KANT • LA PAZ PERPETUA
•98-
Kiant y la paz
El tiempo de Kant estuvo marcado por terribles guerras y el naci
miento de las primeras democracias modernas. Como resultado
de estos hechos, el escribió un breve ensayo —del que en estas
páginas se encuentra un fragmento— dedicado a proponer una
serie de leyes cuyo fin era lograr una paz perpetua. Sin duda
muchas de las ideas aquí planteadas se encuentran vinculadas
con la idea de la federación presentada por Montesquieu en su
libro Del espíritu de las leyes, del cual incluimos un fragmento en
páginas anteriores.
de guerras ofensivas, a fin de liberarse de esta carga. Añádase a lo anterior
que ser tomados a cambio de dinero para matar o ser muertos implica un
abuso de los hombres al convertirlos en máquinas en manos del Estado;
este uso no armoniza con el derecho de la humanidad en nuestra propia
persona. Algo muy distinto es defenderse y defender a la patria de los ata
ques del exterior con prácticas militares voluntarias realizadas periódica
mente. Lo mismo ocurriría con la formación de un tesoro, pues al ser
considerado por los otros estados como una amenaza de guerra, les obli
garía a un ataque si no se opusiera a la dificultad de calcular su magnitud,
porque de los tres poderes —el militar, el de alianzas y el del dinero—,
este último podría ser el medio más seguro para la guerra.
4. No debe emitirse deuda pública para los asuntos de política exterior.
Esta fuente de financiamiento no es sospechosa para buscar el fomento
de la economía; pero un sistema de crédito, como instrumento en manos
I. KANT • LA PAZ PERPETUA
•99-
Bancarrota: quiebra.
Estratagemas: ardides,
tretas.
de las potencias para sus relaciones recíprocas, puede crecer indefinidamente
y desemboca en un poder para exigir las deudas garantizadas. Es decir, es
un tesoro para la guerra que supera a los tesoros de los demás estados en
conjunto y que sólo puede agotarse por la caída de los precios. Esta facilidad
para hacer la guerra unida a la tendencia de los detentadores del poder,
que parece estar inscrita en la naturaleza humana, es un obstáculo para la
paz perpetua; para prohibirla debe existir un artículo preliminar, porque al
final la inevitable bancarrota del Estado implicará una lesión pública. En
ese caso, otros estados tienen derecho a aliarse contra el primer Estado y
sus pretensiones.
5. Ningún Estado debe inmiscuirsepor medio de lafuerza en la constitu
ción y gobierno de los otros. ¿Qué le daría derecho a ello?, ¿quizá el
escándalo de los subditos de otro Estado? Pero este escándalo más bien
puede servir de advertencia, al mostrar la desgracia de un pueblo por vivir
sin leyes; además, el mal ejemplo que una persona libre da a otra no es
ninguna lesión. Sin embargo, no resulta aplicable al caso en que un Estado
se divida en dos partes a consecuencia de disensiones internas y cada una
de las partes represente un Estado particular con la pretensión de ser el
todo; que un tercer Estado preste entonces ayuda a una de las partes no
podría ser considerado como injerencia en la constitución de otro Estado,
pues únicamente existe anarquía. Pero mientras esta lucha interna no se
haya decidido, la injerencia extranjera sería una violación de los derechos
de un pueblo independiente que combate una enfermedad interna; sería
un escándalo que pondría en peligro la autonomía de los estados.
6. Ningún Estado en guerra debe permitirse hostilidades que hagan
imposible la confianza en la paz futura, como el empleo de asesinos,
envenenadores, el quebrantamiento de capitulaciones, la inducción a la
traición, etcétera. Estas estratagemas son deshonrosas. Pues en la guerra
I. KANT • LA PAZ PERPETUA
■100-
debe existir alguna confianza en la mentalidad del enemigo, de lo contrario
nunca se podría acordar la paz y las hostilidades se desviarían hacia una
guerra de exterminio. La guerra es el medio tristemente necesario en el
estado de naturaleza para afirmar el derecho por la fuerza; en la guerra
ninguna de las dos partes puede ser declarada enemigo injusto sino que el
resultado entre ambas partes decide de qué lado está el derecho. No puede
concebirse, por el contrario, una guerra de castigo entre estados, pues
entre ellos no se da la relación de un superior a un inferior. De todo esto se
sigue que una guerra de exterminio, en la que puede producirse la desa
parición de ambas partes y de todo el derecho, sólo se posibilitaría la paz
perpetua como un gran cementerio y, por consiguiente, no puede permitirse
una guerra semejante ni los medios que conducen a ella. De los medios
que conducen a las guerras de exterminio se desprende que cuando se
utilizan esas artes infernales, no se mantienen por mucho tiempo dentro
de los límites de la guerra sino que se trasladan a la situación de paz,
como ocurre, por ejemplo, en el empleo de espías en donde se aprovecha
la indignidad de otros, y se destruye por la voluntad de paz.
Sección segunda
Que contiene los artículos definitivos para la pazperpetua
El estado de paz entre hombres no es natural, el suyo es más bien un es
tado de guerra: un estado en el que, si bien las hostilidades no se han
declarado, sí existe una constante amenaza. El estado de paz debe ser
instaurado, pues la omisión de hostilidades no es garantía de paz y si un
vecino no da seguridad a otro, cada uno puede considerar como enemigo
a quien le exigía esta seguridad.
Primer artículo definitivo para la paz perpetua: La constitución de todo
Estado debe ser republicana. La constitución republicana se establece de
Exterminio: acción de
destruir totalmente.
Concebirse: formarse
idea de una cosa.
I. KANT • LA PAZ PERPETUA
•101-
Libertad e igualdad: si te
ineresan estos valores
puedes ver los
volúmenes de esta serie
dedicados a su análisis.
Subyace: la que está
debajo de algo, a veces
oculta.
conformidad con los siguientes principios: la libertad de los miembros de
una sociedad, la dependencia de todos respecto a una única legislación y
la igualdad de todos los subditos. Ella es la única que deriva de la idea del
contrato originario y sobre la que deben fundarse todas las normasjurídicas
de un pueblo. La constitución republicana es la que subyace a todos los
tipos de constitución civil. Es necesario preguntarse, si ella es también la
única que puede conducir a la paz perpetua.
La constitución republicana tiene puesta la vista en la paz perpetua. Si
es preciso el consentimiento de los ciudadanos para decidir si debe haber
guerra o no, nada es más natural que se piense mucho el comenzar este
juego maligno, puesto que ellos tendrían que decidir los sufrimientos de la
guerra. Por el contrario, en una constitución en la que el subdito no es
ciudadano, la guerra es la cosa más sencilla del mundo, porque el jefe del
Estado no es un miembro del Estado sino su propietario, la guerra no le
hace perder lo más mínimo y puede, por tanto, decidirla como un juego.
Segundo artículo definitivo para la paz perpetua: El derecho de gentes
debefundarse en unafederación de estados libres. Los pueblos pueden
considerarse como individuos, que en su estado de naturaleza se perjudican
unos a otros y que, en aras de seguridad, pueden y deben exigir del otro que
entre con él en una constitución similar a la constitución civil, en la que se
pueda garantizar a cada uno su derecho.
Tercer artículo definitivo para la paz perpetua: El derecho cosmopolita
debe limitarse a las condiciones de la hospitalidad universal. Esto significa
el derecho de un extranjero a no ser tratado hostilmente por el simple
hecho de haber llegado al territorio de otro. El país puede rechazar al
extranjero, pero mientras éste se comporte amistosamente el otro no pue
de combatir. No hay ningún derecho de huésped en el que pueda basarse
esta exigencia sino un derecho de visita.
I. KANT • LA PAZ PERPETUA
•102-
El beneficio
déla comunidad
na condición inherente a
los asuntos humanos es
que, por más sincera que
sea la intención de prote
ger los intereses de los de
más, esto no puede ser seguro ni saludable, sobre
todo si entraña el hecho de atar las manos de los de
más. Aún más cierto es el hecho de que sólo median
te el propio esfuerzo puede lograrse un mejoramiento
positivo y durable de las circunstancias de la vida. A
través de la influencia conjunta de estos principios,
las comunidades libres han estado más exentas de la
injusticia social y el delito, y han alcanzado una paz
y una prosperidad más brillantes que otras, o que ellas
mismas después que perdieron su libertad. Compa
remos los estados libres del mundo, mientras duró
su libertad, con los vasallos contemporáneos de un
despotismo monárquico u oligárquico: las ciudades
griegas con los sátrapas persas; las repúblicas ita-
JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD
■103-
Inherente: se dice, con
respecto a una cosa, de
otra que está en ella o
va junto con ella como
propia e inseparable.
Flandes: región situada
en Europa en el
territorio de Francia,
Bélgica y Holanda.
Coexistieron: existieron
al mismo tiempo.
Fiscales: del Estado,
como recaudador de
impuestos.
Privilegios: ventajas
exclusivas.
Dispensan: eximen de
una obligación.
lianas y las poblaciones libres de Flandes y Alemania con las monar
quías feudales de Europa; Suiza, Holanda e Inglaterra conAustria o Francia
prerrevolucionaria. Su paz y prosperidad son demasiado evidentes como
para discutirse: su superioridad en el buen gobierno y en las relaciones so
ciales se comprueba por su prosperidad y se manifiesta en cada página
de su historia.
Si comparamos no una época con otra, sino los diferentes gobiernos
que coexistieron en la misma época, no podemos comparar, siquiera por
un momento, todo el desorden que podemos pretender que haya existido
entre el pueblo de los estados libres, con las vejaciones humillantes im
puestas sobre la masa del pueblo que llenan la vida de los países monár
quicos, o con la repugnante tiranía individual que más de una vez apareció
bajo los sistemas del pillaje, que fueron llamados disposiciones fiscales,
y con el secreto funcionamiento de sus terribles tribunales de justicia.
Debe reconocerse que los beneficios de la libertad se obtuvieron al
extenderse los privilegios a una sola parte de la comunidad; y que un go
bierno en el cual se propagan imparcialmente a todos es un ideal aún
irrealizable.
Pero aunque las soluciones propuestas tienen un valor independiente,
y aun cuando en muchos casos no pudo plantearse más de una posible
solución, en el estado actual de adelanto general, la participación de todo
el pueblo en estos beneficios es la concepción ideal del gobierno libre.
En la proporción en que cualquier individuo, sin que importe quién
sea, queda excluido de ese gobierno, sus intereses se ven privados de las
garantías que dispensan al resto, y él mismo tiene menos campo y estí
mulo que el que pudiera tener de otra manera para aplicar sus energías
con el fin de lograr el bienestar propio y el de la comunidad, de lo cual
depende siempre la prosperidad general.
Tal es el caso en cuanto al bienestar actual, y se aplica al buen manejo
de los asuntos de la presente generación. Si pasamos ahora a la influen-
JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD
•104-
John Stuart
Nació en Londres en 1802. Recibió una sólida formación filosófi
ca por parte de su padre, James Mili, quien fuera un importante
pensador de la corriente utilitarista. Durante su vida sufrió varias
crisis que describe en su Autobiografía. La importancia de Mili en
la filosofía moderna puede valorarse gracias a tres aspectos: el
primero de ellos es su unión a las ideas de Comte y los primeros
positivistas, lo cual le convertirá en una de las principales figuras
de esta corriente. En segundo término, sus aportaciones a la ló
gica y la psicología, mismas que abrirían nuevos caminos para la
reflexión positiva y, por último, sus aportaciones políticas que die
ron un nuevo aire al liberalismo y a las enseñanzas de uno de sus
principales maestros, Jeremy Bentham. Murió en 1873.
cia que tiene la forma de gobierno sobre el carácter, encontramos que la
superioridad del gobierno popular sobre todos los demás resulta aún
más decisiva e indiscutible.
Este asunto realmente depende de otra pregunta fundamental: ¿cuál
de los dos tipos comunes de carácter es el que debe predominar en bien
de la humanidad: el activo o el pasivo? Es decir, ¿aquel que lucha contra
los males o el que los tolera; el que se doblega a las circunstancias o el
que trata de hacer que éstas se sometan?
JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD
•105-
Pasivo: que padece la
acción sin obrar.
Acrecienta: aumenta.
Disconformes: que están
en desacuerdo.
Metafísica: conocimiento
de los principios
primeros y de las
causas de las cosas.
Mística: parte de la
teología que trata de la
vida espiritual.
Pitagóricos: seguidores
de Pitágoras.
Las observaciones comunes de los moralistas, y las simpatías gene
rales de la humanidad, se inclinan en favor del tipo pasivo. Los caracte
res enérgicos deben admirarse; pero la mayoría de los hombres prefieren
a los resignados y a los sumisos.
La pasividad de nuestros vecinos acrecienta nuestro sentido de seguri
dad y los somete a nuestra voluntad. Las naturalezas pasivas, cuando no
necesitemos de su actividad, parecen ser un impedimento menos en nues
tro propio camino. Un carácter sumiso no es un rival peligroso. Sin em
bargo, nada es más cierto que el hecho de que el perfeccionamiento de las
cosas humanas representa la labor de las naturalezas disconformes y, ade
más, que es mucho más fácil para una mente activa adquirir las virtudes
de la paciencia, que para una pasiva que las adopta de la energía.
De las tres variedades de superioridad mental: intelectual, práctica y
moral, nunca hubo duda respecto a cuál de las primeras era superior.
Toda supremacía intelectual es fruto del esfuerzo activo. El espíritu em
prendedor, el deseo de mantenerse activo, de estar probando y realizan
do cosas nuevas para nuestro propio beneficio o para el de los demás, es
el origen del talento especulativo y, con mucha mayor razón, del práctico.
La cultura intelectual, compatible con el otro tipo, corresponde a la
clase débil e incierta que pertenece a una mente que se detiene a la re
creación o en la simple contemplación. La prueba de una manera de
pensar real y vigorosa, de una que averigua la verdad en vez de estar
soñando, es una aplicación práctica y acertada de las ideas. Cuando no
hay propósito de determinar, precisar e impartir un significado inteligi
ble al pensamiento, lo más que se produce es la metafísica mística de los
pitagóricos.
Respecto al mejoramiento práctico, el caso es todavía más evidente.
El carácter que mejora la vida humana es el que lucha contra las fuerzas
y tendencias naturales, no el que se doblega a ellas. Todas las cualidades
JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD
•106-
del beneficio propio favorecen la índole activa y enérgica. Los hábitos y
la conducta que fomentan el provecho de cada miembro de la comuni
dad deben constituir una parte de aquellos que impulsan el progreso de
la comunidad.
No, falta mucho
tiempo
¿Y si hay^Nuna guerra?/
Entonces n
seremos
grandes
JOHN STUART MILL • EL BENEFICIO DE LA COMUNIDAD
•107-
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J La paz
en un mundo
► I terrible
urante el siglo xx, la humani
dad conoció las más terribles
guerras de su historia. La capa
cidad destructiva del arma
mento —mismo que vivió el
tránsito de la pólvora a la energía nuclear y la crea
ción de armas químicas y biológicas—, la fuerza que
cobraron los exterminios por razones de "raza" o
religión, y los millones de seres humanos que pere
cieron a causa de los enfrentamientos, convirtieron
a estos cien años en uno de los periodos más terribles
de la historia.
Por estas razones, que en algunos momentos
pusieron en riesgo nuestra sobrevivencia como
especie, la búsqueda de la paz también es uno de
los razgos distintivos del siglo xx. Durante él no
sólo se crearon instituciones —como la Organi
zación de las Naciones Unidas— y se suscribieron
convenios internacionales con el fin de suprimir las
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA • LA PAZ EN UN MUNDO TERRIBLE
•111 •
guerras y regular las acciones militares, sino que también se generaron
nuevas ideas y propuestas para el pacifismo. Así, pues, el siglo xx podría
ser visto como un incesante enfrentamiento entre el sueño de la paz y la
pesadilla de la guerra.
A fin de mostrarte algunas de las propuestas en favor de la paz que se
generaron en el curso del siglo pasado, en las siguientes páginas te
presento tres textos. El primero de ellos —escrito por V. I. Lenin mientras
la I Guerra Mundial aún cobraba su cuota de sangre— asume una postura
política y económica ante los conflictos armados, pues —según él— la
guerra y los momentos de paz armada no concluirán mientras las naciones
sean incapaces de moderar sus anhelos de poder y riqueza. El segundo
—que fue escrito por el papa Juan XXIII durante uno de los momentos
de mayor tensión entre la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y Estados Unidos— es un llamado a las naciones para aban
donar la carrera armamentista e iniciar una época de paz, desarrollo y
racionalidad. El último texto —el cual fue coordinado por el entonces
secretario general de la onu, U Thant— valora el impacto de la guerra
nuclear y marca la imposibilidad de que la humanidad aprenda a convivir
con la bomba atómica.
Con estos textos pretendo ofrecerte una rápida mirada sobre tres
posturas distintas que, de una u otra manera, convergen en un solo punto:
la necesidad de lograr una paz estable y duradera a fin de garantizar la
supervivencia de la humanidad en un mundo donde la democracia, el
respeto a la diversidad, la tolerancia, lajusticia,1 el desarrollo, la conviven
cia y la racionalidad, sean las características de las relaciones interna
cionales.
1 Sobre estos temas puedes ver, en esta misma colección, los volúmenes dedicados a la
democracia, el respeto a la diversidad, la justicia y la libertad.
JOSÉ LUIS TRUEBA LARA ■ LA PAZ EN UN MUNDO TERRIBLE
•112-
i
y la 1 Guerra
► La paz
Mundial
xisten indicios de un viraje en
la política mundial: un viraje de
la guerra imperialista a la paz
imperialista.
El profundo agotamiento de
las coaliciones imperialistas ya se manifiesta en una
serie de hechos: la dificultad para continuar la guerra;
las dificultades que tienen los capitalistas en general
y el capital financiero en particular para arrancar a
los pueblos algo más que las ganancias de guerra; la
saciedad del capital financiero de los países neutrales
—Estados Unidos, Holanda, Suiza y otros— a quie
nes no les es fácil proseguir en su ventajosa economía
por la escasez de las materias primas y reservas ali
menticias.
Pero el agotamiento no termina en lo dicho, pues
también forman parte de él los intentos renovados
de Alemania para separar uno u otro aliado de su
principal rival imperialista, Inglaterra; y lo mismo
V. I. LENIN • LA PAZ Y LA I GUERRA MUNDIAL
■113-
Coaliciones:
asociaciones de varios
países para la guerra o
la defensa.
Saciedad: estado de
satisfecho o harto.
Neutrales: países que
se abstienen de
intervenir en una guerra
o conflicto entablado
entre otros.
Pacifistas: que desean
la paz.
Aseveración: acción de
afirmar una cosa con
certeza.
Nitidez: calidad de neto,
puro, claro.
Ineluctablemente:
que es inevitable.
Nicolás II (1868-1918).
Hijo y sucesor de
Alejandro III, zar en
1894.
Político, economista y filósofo ruso (1870-1924), cuyo verdadero
nombre era Vladimir llich Ulianov. Sus ideas estuvieron influidas
por los planteamientos de Karl Marx y Friedrich Engels. A nivel
político dirigió la revolución que destruyó la monarquía rusa e
instauró un régimen socialista.
se muestra en las declaraciones pacifistas del gobierno alemán y las de los
gobiernos de los países neutrales.
Ante el agotamiento es necesario hacer una pregunta: ¿existen
probabilidades de una pronta terminación de la guerra? Es muy difícil
contestar a esa pregunta con una aseveración, pues desde nuestro punto
de vista se perfilan dos posibilidades con bastante nitidez: la primera es
que se concluya una paz por separado entre Alemania y Rusia, aunque no
sea por medio de un tratado formal escrito. La segunda es que tal paz no se
concluya, pues Inglaterra y sus aliados todavía tienen fuerzas para
sostenerse un año o dos. En el primer supuesto, la guerra cesaría inelucta
blemente; en el segundo, podría continuar indefinidamente.
Detengámonos en el primer caso.
Que la paz entre Alemania y Rusia se estuvo negociando recientemente,
que Nicolás II y la influyente camarilla cortesana son partidarios de una
paz con aquellas características; que la política mundial ya delineó un
viraje en la alianza imperialista entre Rusia e Inglaterra contra Alemania,
hacia una alianza, no menos imperialista, entre Rusia y Alemania contra
Inglaterra, está fuera de duda. Así pues, dado que el contenido fundamen-
V. I. LENIN • LA PAZ Y LA I GUERRA MUNDIAL
•114-
tal de la guerra imperialista es el reparto del botín entre los tres principales
rivales, entre los tres bandidos, Rusia, Alemania e Inglaterra, nada tienen
de improbable tales suposiciones.
Hasta ahora el botín de Alemania es considerablemente mayor que el
de Inglaterra. Hasta ahora triunfó Alemania, quedando inmensamente más
fuerte de lo que nadie hubiera podido suponer antes de la guerra. Por ello
se entiende que sería conveniente para Alemania concluir la paz cuanto
antes, pues su rival aún podría, en la oportunidad más ventajosa imagina
ble para él (si bien poco probable), poner en juego una más numerosa
reserva de reclutas, etcétera.
Tal es la situación objetiva. Tal es el momento actual de la lucha por el
reparto del botín imperialista. Es completamente natural que este momento
haya engendrado aspiraciones, declaraciones y manifestaciones pacifistas
preferentemente entre la burguesía y los gobiernos de la coalición alemana
y luego entre los países neutrales. Es igualmente natural que la burguesía y
sus gobiernos estén obligados a emplear todas sus fuerzas para burlar a
los pueblos, encubriendo la repugnante desnudez de la paz imperialista,
el reparto de lo saqueado, por medio de frases enteramente falsas acerca
de una paz democrática, acerca de la libertad de los pueblos pequeños,
acerca de la reducción de los armamentos, etcétera.
Repugnante: se aplica a
lo que causa asco.
V. I. LENIN • LA PAZ Y LA I GUERRA MUNDIAL
•115-
-~
*s.
Nació en 1881 y fue electo papa en 1958. En 1962 convocó al
Concilio Vaticano II, mismo que determinó una nueva postura de
la Iglesia Católica ante los problemas sociales y la paz en el mun
do. Esta postura quedó manifiesta en dos de sus encíclicas: Mater
et magistra y Pacem in tenis, misma que reproducimos en las
siguientes páginas.
Encíclica
para la paz
emos, no sin gran dolor,
cómo se han estado fabri
cando y todavía se fabrican,
en las naciones económica
mente más desarrolladas,
enormes armamentos, y cómo a ellos se dedica una
suma inmensa de energías espirituales y materiales;
de lo cual se sigue que, mientras los ciudadanos de
estas naciones han de soportar gastos nada llevade
ros, otros pueblos quedan sin las ayudas necesarias
para su progreso económico y social.
El motivo que suele darse parajustificar estos pre
parativos militares es que hoy no puede asegurarse
la paz sino fundándola en la paridad de armamentos.
De ahí resulta que, apenas se produce en alguna par
te un aumento de la fuerza militar, se provoca en
otras una carrera desenfrenada para aumentar los
armamentos; y si una nación cuenta con armas ató
micas, esto hace que las otras procuren dotarse de la
JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ
• 117-
Paridad: igualdad.
Desenfrenada: sin
moderación.
Desencadenarse:
desatarse.
Asoladora: aniquiladora.
Imprevisible: súbito,
espontáneo.
Atroz: fiero, salvaje,
inhumano.
Disuadir: convencer a
alguien de que desista
de hacer algo.
misma clase de armamento, igualmente destructivo. De todo esto provie
ne que los pueblos vivan siempre bajo el miedo de una tempestad amena
zadora, que puede desencadenarse en cualquier momento con ímpetu ho
rrible. Y no sin razón; pues ahí están las armas. Y si apenas parece creíble
que haya hombres que puedan atreverse a tomar la responsabilidad de las
muertes y la asoladora destrucción que acarrearía la guerra, no puede en
cambio negarse que un hecho imprevisible puede repentinamente provo
car el incendio bélico. Y, aunque el poderío atroz de los actuales medios
militares logre disuadir a los hombres de emprender la guerra, siempre se
puede temer que los experimentos atómicos hechos con fines bélicos, si no
se interrumpen, traigan consecuencias nefastas para cualquier clase de vida
en nuestro planeta.
Así pues, la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana
exigen urgentemente que cese la carrera de armamentos; que de un lado y
de otro las naciones reduzcan simultáneamente los armamentos que po
seen; que las armas nucleares queden proscritas; que, por fin, todos con
vengan en un pacto de desarme gradual, con mutuas y eficaces garantías.
No se puede permitir —advertía nuestro predecesor, de feliz memoria,
Pío XII— que la calamidad de una guerra mundial, con sus estragos eco
nómicos y sociales y sus crímenes y perturbaciones morales, se ensañe
por tercera vez sobre la humanidad.
Nadie, sin embargo, puede desconocer que el frenar la carrera de ar
mamentos, reducirlos y llegar hasta suprimirlos, resulta imposible si ese
desarme no es completo y efectivo, y si no abarca a las conciencias mis
mas: es decir, a no ser que todos se esfuercen sincera y concordantemente
por eliminar de los corazones el temor y la angustiosa pesadilla de la gue
rra. Y esto, a su vez, requiere que esa norma suprema, hoy seguida para
conservar la paz, se cambie por otra del todo diversa, en virtud de la cual
se reconozca que la verdadera y firme paz entre las naciones no puede
asentarse sobre la paridad de las fuerzas militares, sino únicamente sobre
JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ
■118-
la confianza recíproca. Nosotros esperamos que esto pueda realizarse ya
que se trata de una cosa no solamente dictada por las normas de la recta
razón, sino sumamente deseable y fecundísima en bienes.
Ante todo, es cosa dictada por la razón: puesto que a todos es manifies
to —o al menos debería serlo— que las relaciones entre los pueblos, no
menos que entre los particulares, se han de regular, no por la fuerza de las
armas, sino según la recta razón, o sea conforme a la verdad, a la justicia
y a una eficiente solidaridad.
Decimos, además, que es cosa deseable en sumo grado, porque ¿quién
no anhela con toda su alma que se eviten los peligros de la guerra, y la paz
se conserve incólume y vaya cada día asegurándose con más firmes ga
rantías?
Y, por último, es fecundísima en bienes, puesto que sus ventajas alcan
zan a todos, a cada una de las personas, a los hogares, a los pueblos, a la
entera familia humana. Como lo advertía nuestro predecesor Pío XII con
palabras que todavía resuenan vibrantes en nuestros oídos: nada sepierde
con la paz; con la guerra, todo puede perderse.
Siendo así todo esto, yo, como Vicario de Jesucristo, Salvador del mun
do y autor de la paz, interpretando los más ardientes votos de toda la
familia humana y movido por la paterna caridad hacia todos los hombres,
considero propio de nuestro cargo rogar y suplicar a todos, y en primer
lugar a los gobernantes de las naciones, que no perdonen esfuerzos ni fa
tigas hasta imprimir a los acontecimientos una orientación conforme con
la razón y la dignidad humanas.
Que en las asambleas más autorizadas y respetables se examine a fondo
la manera de lograr que las mutuas relaciones de los pueblos se ajusten, en
todo el mundo, a un equilibrio más humano; es decir, a un equilibrio que
esté fundado sobre la confianza recíproca, la sinceridad en los pactos y la
fidelidad para cumplir lo acordado. Examínese de tal forma toda la ampli
tud de este problema, que se llegue a descubrir el punto clave por donde
Sumo: muy grande.
Incólume: que no ha
recibido daño o
deterioro en algún
peligro pasado
o futuro.
Fecundísima: que
representa muchos
beneficios.
Pío XII (1876-1958).
Papa de 1939 a 1958.
Recíproca: que tiene
lugar entre dos perso
nas o cosas que obran
una sobre otra.
JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ
•119-
pueda iniciarse una serie de tratados amistosos, firmes y saludables. Por
nuestra parte, no cesaremos de rogar a Dios para que su celeste ayuda
haga prósperos y fecundos estos trabajos.
En la libertad
Excluye: hace a un lado,
suprime.
Ha de añadirse que las mutuas relaciones entre las naciones deben ajustar
se a la norma de la libertad: norma que excluye el que alguna de ellas
tenga derecho a oprimir injustamente a otras, e interferir indebidamente
en sus intereses. Por el contrario, todas han de ayudar a las demás a que
adquieran más plena conciencia de sus funciones, actúen con emprende
dora iniciativa y sean en todos los campos artífices de su propio progreso.
JUAN XXIII • ENCÍCLICA PARA LA PAZ
•120-
►
Contra las armas
nucleares
a enormidad del peligro que se
cierne sobre la humanidad de
bido a la posibilidad de que se
desencadene la guerra nuclear,
hace indispensable comprender
con claridad y en toda su amplitud los efectos de las
armas nucleares. No basta con saber que esas armas
introducen una dimensión completamente nueva a la
capacidad destructiva del hombre. Las estimaciones
publicadas sobre los efectos de las armas nucleares
van desde el concepto de la destrucción total de la
humanidad, hasta la creencia de que una guerra nu
clear puede diferenciarse de un conflicto con arma
mentos corrientes sólo en escala y no en carácter. No
obstante, la situación no es tan ambigua como parecen
sugerir generalizaciones como éstas.
El hecho básico e ineludible es que los arsenales
nucleares existentes ya disponen de armas de muchos
megatones, cada una de las cuales tiene un poder des-
U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES
•121 •
Estimaciones:
apreciaciones.
Ambigua: que carece de
precisión.
Contaminación: transmitir
a un alimento, al agua,
al aire o al medio
ambiente en general,
gérmenes o sustancias
capaces de envenenar o
de perjudicar la salud.
Inexorable: aquello que
no puede dejar de
ocurrir aunque se
intente evitar.
Hiroshima, ciudad de
Japón. Los
estadounidenses
lanzaron allí la primera
bomba atómica el 6 de
agosto de 1945.
Nagasaki, puerto
japonés. El 9 de agosto
de 1945, los
estadounidenses
lanzaron sobre esta
ciudad la segunda
bomba atómica.
tructivo mayor que el de todos los explosivos ordinarios que se han em
pleado con fines bélicos desde que se descubrió la pólvora. Si alguna vez
llegaran a usarse estas armas en gran escala, podrían morir centenares de
millones de personas y la civilización tal como la conocemos, así como
toda forma de vida colectiva organizada, tocarían inevitablemente a su fin
en los países afectados por el conflicto. Muchos de los que sobreviviesen
a la destrucción inmediata quedarían expuestos a la contaminación radioac
tiva que se extendería por todas partes, sufrirían los efectos a largo plazo
de las radiaciones y transmitirían a sus hijos desórdenes genéticos que se
pondrían de manifiesto en los defectos de las generaciones siguientes.
Estas premisas generales se han expuesto con tanta frecuencia —ya
sea desapasionadamente en estudios científicos o con fines propagandís
ticos— que a fuerza de repetirlas han ido perdiendo su energía. No obstan
te, su realidad es tan inexorable que, a menos que se expongan claramente
los hechos en que se basan, no será posible comprender el peligro que
corre la humanidad.
El presente informe tiene por objeto ofrecer una perspectiva de la po
tencia destructiva de las armas nucleares y de las consecuencias de su
empleo. Además, se hace una breve reseña de la destrucción originada en
Hiroshima y Nagasaki por la explosión de una sola bomba nuclear re
lativamente pequeña en cada una. Estos dos desastres son los únicos
ejemplos del uso efectivo de armas nucleares durante una guerra y pro
porcionan información directa sobre la clase de bajas que causan las ex
plosiones nucleares.
La primera bomba atómica que se empleó en una acción de guerra te
nía una potencia de cerca de veinte kilotones, es decir, una fuerza explosiva
equivalente a casi 20 000 toneladas de un explosivo químico corriente
(por ejemplo, tnt), y se hizo explotar sobre Hiroshima el 6 de agosto de
1945, a unos 550 metros de altura. El 9 de agosto se hizo estallar sobre Na
gasaki, aproximadamente a la misma altura, otro dispositivo atómico de
U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES
•122-
rendimiento análogo. En Hiroshima, la destrucción se produjo en forma
concéntrica desde el centro de una ciudad con una población de 300 000
habitantes. En pocos segundos se produjo una bola de fuego que fue cre
ciendo rápidamente hasta convertirse en una nube en forma de hongo que
parecía —por decirlo así— apoyarse sobre una columna de humo negro,
y el calor irradiado por la citada bola provocó miles de incendios.
A diferencia de Hiroshima, Nagasaki era una ciudad estrecha rodeada
de colinas y abierta al mar por un solo lado, con una población de 87 000
personas que vivían dentro de un radio de tres km del centro. Los efectos
inmediatos de la explosión fueron idénticos, pero la zona de destrucciones
e incendios resultó diferente, debido al distinto trazado del núcleo urbano.
En ambos casos, el calor de la explosión fue tan intenso que rundió los
tejados de cerámica a una distancia de 500 metros del centro del desastre
U Thant fue Secretario General de las Naciones Unidas de 1961
a 1971. Nació en Pantanaw, Burma, el 22 de enero de 1909, fue
miembro del Comité del libro de texto en su país natal, en 1942
trabajó por algunos meses como Secretario del Comité de Reor
ganización Educativa de Burma, en 1953 fue Secretario de Go
bierno en el Ministerio de Información; también fue Secretario
para Proyectos en la Oficina del Primer Ministro, y en 1955 fue
designado como Secretario Ejecutivo de Economía de Burma.
Durante su carrera diplomática sirvió en varias ocasiones como
Consejero de Ministros de Burma.
U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES
•123-
Irradiadas: sometidas a
la acción de una
radiación.
Fidedignos: dignos de
creerse.
Intemperie: ambiente
atmosférico considerado
como asiento de
variaciones o
inclemencias que obran
sobre los lugares o
cosas no abrigadas o
defendidas contra ellas.
Defunciones: muertes.
y se observaron incendios en las casas de madera debidos a la radiación
directa hasta una distancia de 1 500 metros.
Se han hecho diversas estimaciones de las bajas ocurridas en Hiroshima
y Nagasaki, pero ha sido difícil calcular el número exacto de personas
irradiadas que pueden haber muerto después de huir de la ciudad. Según
los cálculos más fidedignos de que se dispone, en Hiroshima hubo 78 000
muertos y 84 000 heridos y en Nagasaki 27 000 muertos y 41000 heridos.
Además, hubo millares de desaparecidos. En ambas ciudades, la mayoría
de las muertes instantáneas se debieron a la demolición violenta de los
edificios residenciales y oficinas. En Hiroshima resultaron destruidos to
tal o parcialmente 60 000 edificios. Dentro de un radio de 2 500 metros,
las casas de madera fueron arrasadas y los edificios de ladrillo se con
virtieron en montañas de escombros. Las casas sufrieron graves daños
hasta los ocho km. Paredes, puertas, ladrillos, vidrios, muebles y otros
residuos fueron lanzados por el aire, aplastando o dañando todo lo que
encontraron en su trayectoria. A distancias medianamente próximas alpunto
cero (es decir, el punto del suelo situado directamente debajo de la explosión)
los edificios fueron arrasados, mientras que a mayores distancias quedaron
inclinados en la dirección de la onda expansiva.
No se tiene información exacta sobre la importancia de la onda expan
siva, las quemaduras y las radiaciones nucleares como origen de las muertes
producidas por estos bombardeos. En los socorros médicos, las quemaduras
constituyeron el problema principal. Las personas que estaban en la intem
perie sufrieron graves quemaduras por la radiación directa hasta dos km
del centro de la zona destruida. Desde el día siguiente del bombardeo, las
quemaduras originaron 50 por ciento de las defunciones. En el Hospital
Kameyana, de Hiroshima, 53 por ciento de los pacientes que habían sufrido
quemaduras a 1 000 metros de distancia murieron dentro de la primera
semana, y 75 por ciento dentro de las dos semanas siguientes. La cifra
máxima de mortalidad se registró durante el cuarto día. Las siguientes
U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES
■124-
cifras máximas de mortalidad se registraron durante la tercera y la cuarta
semanas, al producirse complicaciones, especialmente las relacionadas
con lesiones por irradiación. Veinte días después del ataque se comprobó
que entre las víctimas con quemaduras la gran mayoría (80 a 90 por ciento)
las había sufrido como consecuencia delfogonazo, es decir, de la absorción
instantánea de las radiaciones térmicas de la explosión por la piel al
descubierto; aproximadamente cinco a quince por ciento tenían, además de
las quemaduras del fogonazo, otras causadas por las llamas; y muy pocos
(dos a tres por ciento) sólo tenían quemaduras causadas por las llamas.
La explosión sobre Hiroshima originó con rapidez una tormenta de
fuego, que duró unas seis horas y quemó totalmente una superficie de do
ce km. A las dos o tres horas, el viento, que comenzó veinte minutos
después de la explosión, alcanzó una velocidad de 50 a 60 km por hora,
soplando desde todas las direcciones hacia la ciudad incendiada. Se había
inutilizado 70 por ciento del material contra incendios de los parques de
bomberos, y 80 por ciento del personal no pudo acudir a prestar servicio.
La pérdida de presión hidráulica debida a la rotura de cañerías originada
principalmente por el derrumbamiento de edificios, contribuyó a aumentar
la destrucción de los incendios. Pero incluso si los bomberos y sus máquinas
hubiesen sobrevivido a la explosión, no hubiera sido posible acercarse a
los incendios dentro de un radio de 1 500 metros del punto cero.
Del total de muertos registrados en Hiroshima a consecuencia de las
lesiones traumáticas, las quemaduras y los efectos de las radiaciones, unas
45 000 personas murieron el mismo día de la explosión y 20000 durante
los cuatro meses siguientes. No se dispone de estimaciones sobre el nú
mero de defunciones a consecuencia de la irradiación recibida durante
la labor de socorro en la ciudad. La mayoría de las instalaciones y ser
vicios médicos de Hiroshima se encontraban en la zona devastada, y, por
lo tanto, los métodos adoptados para tratar a las víctimas eran muy
inferiores a lo normal. Los problemas se agravaron por la escasez de su-
Térmicas: energías que
proceden de la
combustión de cuerpos
sólidos, líquidos o
gaseosos.
Traumáticas: choques o
impresiones afectivas
que dejan una huella
profunda y duradera en
la subconciencia.
U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES
•125-
Diezmado: disminuido
por la destrucción.
Manifiestan: se dan a
conocer, se expresan.
Ionizante: provocar la
ionización; átomo o
grupo de átomos que
llevan una carga
eléctrica, debido a la
pérdida o ganancia de
algún electrón.
Somáticos: que
pertenecen al cuerpo.
Genéticos: de la
herencia biológica.
ministros y equipo, y por la pesada carga impuesta al diezmado personal
médico. Inmediatos en importancia a los problemas médicos, los más graves
que tuvieron que afrontar las víctimas supervivientes fueron los rela
cionados con el suministro de agua, alojamiento y alimentos. Las redes de
distribución de electricidad sufrieron graves daños, en primer lugar por
las averías en los cables aéreos y, en segundo, por los desperfectos en los
cuadros de conmutación y transformadores al desplomarse las estructuras
en que estaban colocados. Para las que no fueron víctimas directas, estos
problemas vinieron a agravar los profundos efectos psicológicos del desas
tre que los afectaba; después de transcurridos veinte años de los bombardeos,
esos efectos aún se manifiestan en una excesiva sensibilidad de las gentes
acerca del peligro de las radiaciones que originan dificultades para obtener
la aprobación sobre los lugares en que han de instalarse centrales núcleo-
eléctricas.
Además de los efectos que la radiación ionizante produce en las víctimas
directas de una explosión nuclear, dicha irradiación puede tener efectos
retardados en los supervivientes bajo la forma de enfermedades latentes
(efectos somáticos) y de cambios en el material hereditario (efectos gené
ticos). Desde hace algún tiempo se sospechaba que la irradiación repetida
con dosis moderadas de radiaciones nucleares, producía la leucemia,
enfermedad vinculada a una producción excesiva de leucocitos malignos.
Un estudio de los sobrevivientes de las dos explosiones nucleares sobre
Hiroshima y Nagasaki, demuestra sin lugar a dudas que la enfermedad
puede ser consecuencia de una sola dosis intensa de radiación (irradiación
aguda). Se observó que la incidencia de la leucemia entre las víctimas de
Hiroshima y Nagasaki comenzó a aumentar en 1948 y llegó al máximo en
1950-1952. Aunque parece que después ha habido una leve declinación,
sigue siendo mucho más alta que en la población no irradiada del resto del
Japón. Si bien la incidencia de la enfermedad aumentó en toda la población
irradiada, el aumento fue más marcado entre los jóvenes. Entre las perso-
U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES
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ñas que se encontraban dentro de un radio de un km aproximadamente de
la explosión, la incidencia fue hasta cincuenta veces mayor que entre las
que se hallaban a más distancia; y para las que se encontraban entre 1000
y 1500 metros fue diez veces mayor que para las que estaban a una distancia
de dos a diez km del punto cero.
Un estudio continuo de los sobrevivientes de los dos desastres en el
Japón, también sugiere un aumento de la incidencia de todos los tipos de
cáncer maligno, en especial de la tiroides, y no sólo de la leucemia, cuyo
periodo latente es mucho menor. Asimismo hay indicios (que hasta ahora
sólo se insinúan) de que la esperanza media de vida es menor entre los
sobrevivientes de la población irradiada, incluso entre los que no padecen
enfermedades malignas. Este es un efecto de los daños causados por las
radiaciones que se ha demostrado con experimentos en animales. Existen
más indicios de que una proporción importante de los niños nacidos de
madres que se encontraban en estado de gravidez cuando estuvieron
expuestas a las radiaciones, y que sobrevivieron, nacieron con cabezas
más pequeñas que el promedio normal y que algunos sufrían un grave
retardo mental.
Aún no ha transcurrido tiempo suficiente desde estos dos desastres
nucleares para determinar los cambios genéticos, si los hubo, que se han
producido en los sobrevivientes. De todas formas, en una guerra nuclear
las radiaciones tendrían como consecuencia efectos genéticos y somáticos
a largo plazo.
Las armas nucleares constituyen una de las realidades dominantes de
la moderna política mundial. Estas armas las tienen en la actualidad des
plegadas por millares las potencias nucleares, y están dotadas de cabezas
de combate desde menos de un kilotón hasta muchos megatones. La
realidad sobre la bomba nuclear y su empleo es dura y aterradora para la ci
vilización; esta realidad se ha perdido de vista bajo una capa de verbosi
dad teórica.
Leucemia: enfermedad
que se manifiesta
por un aumento del
número de glóbulos
blancos en la sangre.
Estado de gravidez:
embarazo.
Verbosidad: tendencia a
emplear excesivas
palabras para expresar
u ocultar algo.
U THANT • CONTRA LAS ARMAS NUCLEARES
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Paz
se imprimió por encargo de la
Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos
en los talleres de Gráficas La Prensa
con domicilio en
Prolongación de Pino núm. 577,
col. Arenal, 02980, México D.F.
en el mes de diciembre de 2003.
El tiraje fue de 65 000 ejemplares más
sobrantes para reposición.