partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

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Page 1: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras
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Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras altas, los cazadoresperseguíanaPanquitch, elmás codiciadode losgarañones salvajes.PeroPanquitcheramásqueunsimplecaballo.

Lasintrigasdeunproscriptoqueseunealoscazadores;eldulceafectodedos hermanos; la dramática escena en que se captura todo un rebaño depotrossalvajesy,por fin, lasuprema luchadePanquitchy los inesperadosacontecimientosquecierranestahistoria,hacendeellaunodeloslibrosmásfamososdeZaneGrey.

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ZaneGrey

ElcaballosalvajeePubr1.0

BigBang23.12.14

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Page 4: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

Títulooriginal:WildHorseMesaZaneGrey,1928Traducción:EditorialJuventudRetoquedecubierta:pepotem2

Editordigital:BigBangPrimereditor:pepotem2(r1.0)ePubbaser1.2

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I

El misterio y la inaccesible naturaleza de la Meseta del Caballo Cerril habíanembargadomásde unavez el ánimodeChaneWeymer en el cursa de su solitariavida desértica enUtah.No había caballista nómada que no supiese alguna extrañahistoria de la vasta altiplanicie. Pero Chane no había tenido nunca ocasión decontemplarladesdetanprominentealturacomoaquéllaaqueToddyNokin,elpinte,le había conducido. Y la fascinación que sobre él ejercía de antiguo se veíaextrañamenteacrecentadaporlaspalabrasdelindio.

ElpiuteafirmabaquelaMesetaeraelúltimorefugiodefamosogarañónsalvajePanquitchysumanada.

¡Panquitch!Ajorado deNevada por desbravadores de cerriles, entre los que élpodía contarse, fue perseguido por los mormones a través de Utah, en cuyasselvatiquecesdelSurdelosMontesHenryhabíadesaparecido.

ChanedesviólaspupilasdelaMesetaparaposarlasenloscetrinosrasgosdesuacompañante.¿MerecíacréditoToddyNokin?Lospiutesgozabanfamadeamantesdelosbuenoscaballosynoeranpropensosahacerconfidenciasacazadoresblancos.PeroChanepensóqueenvariasocasioneshabíapatrocinadoalindio.

—Toddy…¿túseguro…Panquitch…enlaMeseta?—preguntóensupintorescamezcladepiuteydenavajo.

Las facciones del indio adquirieron la solemne expresión de quien no ha vistobienacogidasuconfidencia.

—¿Cómosabes?—insistióChaneávidamente.ToddyNokinhizounlentoycomprensivoademánhaciaelextremonorteñodela

MesetadelCaballoCerril,quecasiperdíasedevistaenlapurpúrealejanía.Elsimplemovimientodeunbrazoyunamano revistió en el indio singular carácter.Sugeríasenderos abandonados, cañones profundos que cruzar, largas distancias que cubrir.Luego, ToddyNokin pronunció algunas frases en su propia lengua con la sencillanaturalidaddeljefecuyapalabraestáporencimadetodaduda.LainterpretacióndeChane no pudo ser correcta en todos sus extremos, pero aun así hizo correr másaprisalasangredesusvenas.Panquitchhabíasidovistocapitaneandosumanadaporlos áridos bancales roquizos que conducían a la casi perpendicular ladera de lainabordableMeseta.Loscaballoscerrilesnodejaronhuellas.Nihabíanvuelto.Piutesdeojosdelincehabíanestadoalacecho,atisbandolasúnicassalidasposiblesdelosrojizosbancas.PanquitchseguíaenlacumbredelaMesetaconlasbicerras[1]ylaságuilas.Elhecho,provocandoprofundorespetoyadmiraciónenChaneWeymer, leinfundióunvehementepropósito.AquellasalvajeMeseta leveníaobsesionandodeantiguo.Yahoralarazóndelirresistibleatractivoerafácildecomprender.

—Panquitch.¡Porfinestoysobretupista!—exclamóexultante.Le pareció en aquelmomento que, por decirlo así, se entregaba a cuanto hasta

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entonces había anhelado…, a una salvaje libertad, sin más trabajo ni másrestriccionesquelasquesuspropiaserráticoscaprichosleimpusieran.Ciertoquesuvidaenlapampahabíasidopordemássalvaje,perohastaelpasadoaño,susdeberespara con su padre y otros superiores le habían retenido, como asimismo una ideaprofundamentearraigadadeobligaciónydeafectohaciasuhermanomenor,Chess.Chess tenía ya dieciocho años y se consideraba tan hombre, que se resentía de latuteladeChane.

—«Muchacho azul[2]» ya no necesita a su hermano —soliloquió con ciertamelancolíarecordandolaimpacienciadeChessalversevigilado.¡Afequepasabadeprisaeltiempo!¡Chesshechocasiunhombre!YparecíaayercuandoeraunniñoenColorado,dedondeeranoriundos.¡DíasfeliceslosdeColorado!

Los Weymer constituían una familia estrechamente unida. El padre de Chanehabíasidocolono,ganaderoychalán[3].EnlaspraderasdeColoradohabíaaprendidoChanelaquehoyerasuprofesión:lacazadecaballoscerriles.

Coneltiempobuscóregionesmássalvajes.Nevada,Utah,ysuhermanoChess,con infantildevoción, lehabíaseguido.Duranteunpardeañoselmuchachohabíasidofácildemanejar;luegosobrevinolainevitablerebelión.NoporqueChessfuesemalo, pensó Chane, pero… quería ser su propio dueño. Algunas semanas antes,Chane lehabíadejadoallende losríosy lospedregosos jaralesde laselvatiquezdeUtah, en el pequeño pueblo mormón de San Jorge. Chess hizo lo indecible poracompañarle enaquella expedicióna territoriopiute, al queChane iba con ideadeadquirir una punta de potros indios. Toddy Nokin interrumpió sus meditaciones,manifestandosudeseodeirasucampamento.

—Noquierodejarhijasola—añadiósignificativamente.Chanerecordóqueunodelospicadoresquesehabíanunidoaél,llamadoManerube,noerahombreenquienporsupartepusiesesuconfianza.

Elpat-pat de losmocasinesdel indio sobre las rocas se fue alejando.Chane, asolasconsigomismo,volvióojosypensamientoa loquelehabía llevadoaescalaraquellasalturas…alaMesetadelCaballoCerril.

Eldía,deprimerosdeseptiembre,habíasido tormentoso,despejandoalcaer latardeyacumulándoseunaprocesióndenubesenelcielo,haciaelOesteyelNorte.EnaquelinstantenoparecíaprometerlaorgíadecoloresqueChanebuscabasiempreenelcrepúsculo.Todalapartenorteñaquedabaveladapordensasnubesdeplomizostonos.

No acertaba a comprender qué conjuro le había fascinado desde que por vezprimerapuso losojos en laMeseta.Fuecomosi lehubiesedetenidounaproféticavozconminatoria.Nopodía tomar lavaga intimacióncomounaviso;eramásbienuna llamada, algo que le apremiase a venir a buscar, a laborar, a descubrir.ChanepensóenelcerrilPanquitchy,aunquelaidealeestremeciese,nologróconvencerseasímismo de que la simple búsqueda de un caballo, por renombrado que fuera, leprodujesetanextrañasensación.

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Una caóticamasa de tempestuosas nubes se había agolpado contra el extremooestedelaMeseta,dondeelabruptoacantiladorojoseerguíasobreunáreaondulosaderocasbatidasporlosvientos.

Aparentemente,lanubequedabacomoprendidaporalgunaobstrucción,aunquecambiando no obstante de forma. Chane contempló el panorama como otras milveces en momentos de curiosidad o de ocio lo había hecho; sin embargo, en laocasiónpresentehabíaunasutildiferencia,fueseenelaspectodeaquellaMesetaoenel de sí mismo. Y esa diferencia aguzaba sus sentidos como los de un indio,dejándole,además,insólitamentepensativo.

Parecía no ser sino un vasto paisaje, grandioso por su extensión y sus perfiles,aunque demomento apareciesemonótono y sombrío.Más, ¿no ocultaría algo? Elborde inferior de la masa de nubes se extendía hasta muy abajo del cantil[4]; enalgunostrechoslacumbrequedabaeclipsada;porencimadelanube,asícomotodoelOeste,aparecíadespejado.Elsolhabíatraspuestolainmensaladeraqueascendíadesdeelterrenoondeadodelcañónalamontaña.

La nube que coronaba la Meseta se disgregó por su centro, extendiéndoselentamente mientras iba cambiando con imperceptibles gradaciones su grisáceatonalidad.EntrelaMesetayeldeclivedelamontañaexistíaunaprofundaquebrada,porcuyoportal,enformade«V»,parecíanentreverselosconfinesdelatierra.Enlalejanía,lassuperficiesroquizaseranáureasysobreellaslaamarillentafajadelcielovisibleaparecíacubiertacomoporunpalio,porunjiróndenube,fragmentodelaqueenvolvíalaMeseta,quecomenzabayaareflejarensustinteslosrayospostrerosdelsolponiente.

La influencia fue paulatina al principio y con rápidas transmutaciones después,bellísimasyefímeras…nubesblancastrocándoseenrosadas,connúcleosopalinos,comounaconchadecoral.

HubounmomentoduranteelcualChanepudoverlaescarpaoestedelaMesetaatravésdeunacalinadetonoslila.ContemplabaunfenómenodelaNaturalezaqueleexaltaba,emocionándoledeunmodoindefinible.

Elplanosuperiordelanubeadquirióuntintedeviolentobermellón;suladooestese convirtió en una inmensa llamarada y Meseta, cielo, declives y hondonadas,parecierontransfigurarseconunagloriaquenoeradeestemundoyqueimpresionóaChane por sus períodos de infinita belleza—breves instantes de efímero poder—,para luego trocar su ardiente fuego por más plácidos tonos oro, plata y violeta.Finalmente, llegó un momento en el que el mundo roquizo entero yació bajo unmanto de púrpura que se desvaneció ante el avance de las invasoras sombrascrepusculares.

Chane abandonó su elevada atalaya y descendió rápidamente por los alisadosbancos de roca que serpenteaban por los curvos declives hasta ganar el cerro decedrossobreelCañóndelCastor.Elcrepúsculocedióelpasoalanoche;elmurmullodel arroyo turbó la desértica quietud. Una llameante fogata de campamento, que

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centelleabaenlaoscuridad,disipóelvagoconjuroquesehabíaapoderadodeélenlasalturas.

La hoguera iluminaba los fantásticos troncos de los cedros y las imprecisasformasdehombressentadosensemicírculo.LaescenaerausualparaChane,familiarsi cabe, y, no obstante, a la sazón le chocó singularmente. Se detuvo entre lassombras. Uno de los hombres hablaba, pero el murmullo del arroyuelo impedíadistinguir sus palabras. Varios piutes rodeaban el fuego; figuras pintorescas ysalvajes,cenceñas,haraposas,desmelenados, tocándoseconlos típicossombreros[5]dealtascopas.

Chaneprosiguiólamarcha.Aunquesinprocederconintencionadosigilo,estabayamuy cerca del campamento cuando halló una piedra que rodó a su paso.Vio aManerubedarunrespingo,cesandoenlaanimadaconversaciónquesosteníaconlosotros tresqueescuchabanatentamenteycesaron tambiénensuactitud.ParecióleaChanequesu repentina llegada interrumpíauncoloquioenelque,por lovisto,nodeseabanqueparticipase.Anohaberestadoobservandodeliberadamentealgrupo,nose habría percatado de lo obvio de su actitud,mas el repentino cambio le chocó ydespertó sus recelos. ¿Qué tramaban aquellos sujetos? Le eran totalmentedesconocidosconanterioridadasuvisitaalacomarcapiute.Tresdeelloshabíansepresentado en el campamento una noche, pocas semanas antes. Alegaban serdesbravadoresenjornadayofrecieronsusserviciosacambiodeprovisiones,delasqueestabanfaltos.Chanehabíaacogidofavorablementesuoferta,muyoportunaensu tarea de reunir y ajorar[6] los potros cerriles que adquiría para revender a losmormones, y hasta el presente no tenía motivo alguno de queja. Manerube, encambio, que se había incorporado a ellos posteriormente, no se había captado lassimpatíasdeChane.Jactábase,altoyrecio,deserelmejordesbravadordecerrilesdeUtah; era arrogante en su porte y brutal en su trato con los caballos, y por si estofuesepoco,habíaprovocadoconflictosconlospiutes.

Chaneseacercóal corroque rodeaba lahogueracon la firme resolución—porhuraño e irrazonable que pudiese parecer— de no quitar ojo a sus indeseables eindeseadoscompañeros.

Manerubeestabadeespaldasalafogata.Eraeltipoperfectodelcaballista,alto,esbelto,flexible,bienproporcionado.AlacercarseChane,sevolvió,descubriendoelrostro curtido y atezado de un hombre que aún no tenía treinta años, audaz ysardónico. Sus rasgos fisonómicos no eran fáciles de interpretar y sus chispeantespupilasy retorcidobigote rubioparecíanocultarnopocos indiciosdesuverdaderocarácter.Manerube afirmaba sermormón, aunqueChane lo ponía en duda, si bienreconocíalaevidentebuenaeducaciónylapeculiararroganciadelindividuo.

—¡Hola!¿Cómoestálapequeñadesusamores?—rezongódirigiéndoseaChane.Unodelosoyentessoltóunarisitairónica.

Chane había soportado con inalterable buen humor repetidas instancias de unaapenasveladachanza,motivadaporsuactitudamistosaybenévolahacialaojinegra

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hijadeToddyNokin…,amistadtorcidamenteinterpretadaporManerube.—Escuche,Manerube—replicóacabadalapaciencia—;Sosienotienenadaque

verconmigo.Manerubesoltóunaburlonacarcajada,pareciendoacentuarsesuantagonismo.—¡Bah!Cuandodemujeresblancasonegrassetrata,noconseguiráustednunca

dárselaaunmormón—dijo.—Hevividoentreellos—replicóChane—,yjamástuveocasióndeoírleshablar

insultantementedemujeralguna.La mirada de Manerube se alteró un momento, y por sus pupilas cruzó algo

indefinidoquemodificósuspálidosdestellos.—¡Insultaraunasquaw[7]!—exclamógroseramente—.¡Ea!,quenocuelansus

evasivas.—Nisonevasivas,niacostumbrousarlas—replicóChanecondeliberadotono—.

Sosienotienenadaqueverconmigo.Y…aprovecholaocasiónparaaconsejarlequenosepermitainsinuarlocontrario.

—Weymer,nolecreo—repusoManerube.Chaneseplantódeunazancadaalladodelotro.Enelfondoleplacíaelgiroque

tomabalasituación.—¿Acasoquiereusteddecirquemiento?—preguntó.Reinó un minuto de silencio. Los piutes se percataron del cambio de tono de

Chane y los camaradas deManerube se apartaron lentamente. Éste hizo un rápidoademán de cólera puramente instintivo, mas al punto logró dominar sus naturalessentimientos.Susemblante,sinperdersuairedearroganteaudacia,revelóelesfuerzohechoporcontenerse.

—SiSosienoesnadaparausted,¿porquéaconsejaasupadrequelaapartedemí?—inquirió,rehuyendocontestardirectamentealapreguntadeChane—.Alfinyalcabonoessinounasquaw,paralaquenoexistediferenciaentreunblancoyotro.

—ASosie, como a todas lasmuchachas indias, le gusta estar entre blancos—replicó Chane—. Son hijas del desierto, primitivas y sencillas. Por esa razón haytantasinfelicesdegradadasporhombresdesucalaña,Manerube.

EraevidentequesiManerubesereprimíanoerapormiedoasucontrincante.Desurostrodesapareciótodovestigiodecolorysuspupilasseclavaronenlahoguera.

—Chane—dijo—.HeoídohablardeustedenBluffyempiezoapreguntarmesiseráciertoloquedicen.

—Y¿quédicen?—preguntósininmutarseChane.—Quehasidoustedunsquaw-mannavajo.LoabsurdodeladeclaraciónprovocólarisadeChane,quereplicó:—No, no estuve nunca casado con navajo alguna. Pero… le diré una cosa:

preferiríamilvecescasarmeconunamuchachacomoSosieyportarmebien,ahacerdeella…loqueustedharía.

Manerubemiróalotrorecatadayespeculativamente.

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—¡Ea!—dijoporfin—.HarédeSosieloquemevengaengana.—Mientrasestéustedenmicampamento,no—leatajóconvivezaChane—.No

hesolicitadosucompañía.Nimegusta.Recojasusbártulosysuscaballosydesfile.¡Pronto!

—Lopensaréestanoche—replicóManerube.Su insolente aplomo irritó a Chane más que sus insultos. Además los atentos

rostros de sus tres camaradas le chocaron. En varias ocasiones en que habíamanifestado su disconformidad con ciertos actos deManerube, aquéllos lo habíantomadoarisa,bromeando.Ahora,suactituderadistinta.Aleoocurría,porlovisto.No era preciso ser un lince para comprender que los cuatro se entendían.Simultáneamente se dio cuenta de que su reputación no les era desconocida. ElpeculiarmododeserdeChaneyladecididaprotecciónquedispensabaalasmujeresindias lo esforzadode subrazoy sudestreza en elmanejodel revólver, eranotrastantosmotivosderespetoenlaspampasdecerrilesdeUtahydeNevada.

—Aunqueopino,Manerube,quenonecesitausteddemisconsejos—declaró—,procurequenoleencuentreconSosie.

Chane miró al otro de hito en hito, con la misma deliberada intensidad quecaracterizó sus palabras. El odio une existió después entre el pseudomormón y élpudocomenzarenaquelinstante.Habíaqueridosaberloquecabíaesperardelsujeto.Ysuprimeraimpresiónfueacertada…Manerubepodíanoserloquepretendía,peroerapeligroso.Tardeotempranoestallaríaelconflicto.Chanenoteníainterésalgunoen diferirlo. Había vivido luengos años entre los turbulentos pobladores de losabertalesynojuzgabaprobablequelecogiesendesprevenido.Sinembargo,alvolverlaespaldaalgrupo,atisbósusmovimientosconelrabillodelojo.Yllevándosedelcampamentosuhato,seinstalóalpiedeuncorpulentocedro,enunlugarenelquelastinieblasdelanocheeranmásdensas.

Envueltoensusmantas,estirósuslargasextremidades,conindolentesatisfacciónal sentirse ganar por el sueño. Mas no tardó en ver frustrada su esperanza. Noconseguíaelanheladodescanso.Demodoindefinido,lajornadahabíasidodistintaalas demás. Sentíase lleno de resentimiento haciaManerube y sus asociados; y, noobstantesuintrepidez,hallábasepreocupado.Perolomássignificativodetodoeralasensacióndedescontentoconsuvida.

Si Manerube continuaba en el campo y persistía en sus atenciones hacia lamuchachapiute—yloprobableeraquehicieseambascosas—,estallaríaelconflictoqueChane había previstomucho antes de su conversación con él, aunque, a decirverdad,sinsaberapuntofijoloquepodíaacaecer.Estabaconvencidodequeeraunsujeto peligroso, aunque tal vez no cara a cara y abiertamente. En consecuenciaresolvió precipitar los acontecimientos, provocando a la menor oportunidad unchoque que le permitiese determinar, juzgando, por la forma de conducirseManerube,lagravedaddelasituaciónysuimportancia.

DespuésChanepensóenlosotrosindividuosqueselehabíanagregado.Díapor

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día, y particularmente desde la llegada deManerube, habíase ido acrecentando suimpopularidadenel campamento.Pretendían llamarse JimHorn,HodSlackyBudMcPherson,nombressin lamenorsignificaciónenaquellaselvatiquez.Chane teníaescasas relaciones en la región situada al sur del Río San Juan, que sólo habíavisitadounavez,durantelacualsuprincipaltareahabíasidocazarcerrilesentrelosnavajos.Suspiutestampocoposeíaninformesprecisosdeaquellossujetos,porloquelepreocupabamás el caso.HornySlacknoparecíandotadosde cualidad especialalguna, pero McPherson, por el contrario, habíase revelado como hombre detremendaenergíaeindomableespíritu.Chanehabríallegadoaexperimentarsimpatíahacia él a no habérselo vedado la impenetrable reserva del sujeto a cuantopersonalmente le atañía y su actitud siempre alerta y evidentemente influida porsecretas cavilaciones. Luego de ejercitar sobre el cuarteto sus más aguzadasfacultades de observación y de educación, Chane hubo de reconocer que lo únicodefinidoquepodíaestablecereraaquellaactituddealertadaexpectativa.¿Expectativadequé?¿Dequeéltuviesereunidostodosloscaballosqueproyectabacompraralospiutes? Era lo único que se le ocurría. Aunque la caza de cerriles no alcanzaseproporcionesdelucrativonegocio,habíadadopiealnacimientodevariascuadrillasde ladrones de caballos. Chane estaba casi seguro de que aquellos desbravadores,intrusos en su campamento, pertenecían a alguna de ellas, y tal idea trocaba suresentimientoencólera.Estabasoloynopodíaesperarayudaalgunadelosescasospiutesdelvecindario.Lomásprudenteera,atodasluces,irdandolargasalcierredesutratoconlosindios.

—¡Enbuenlíomehemetido!—dijoparasusadentros—.Estaclasedenegociosnoconviene.

Ypor asociaciónde ideas dio en pensar que varios años de igual ocupación lehabíanllevadoaserloqueera…,undesbravadordecerriles,pobreysinperspectivaalgunadeprovecho.

Durante largo tiempohabía acariciadoel sueñode llegar algúndía aposeerunranchoenelquecriaríacaballosdesangre,estableciendoenélsuhogarysufamilia.¡Vanosyfantásticossueños!Elromance,laaventura,elcambioconstantedeescenayde acción, característicos de la ruda existencia del cazador de cerriles, le habíanseducido en susmocedades y ahora, pasada ya la adolescencia, aún le dominaban.¿Quéotracosapodíahacer?

Sehabíaconvertidoenunsolitario,unvagabundodelasalvajepampa,ynoeraprobablequesupieseamoldarsealaquietudyalsosiegodelavidadelagricultorodelganadero.

—Talvezsi…si…—murmurómirando,atravésdeloscurofollajedelcedro,alas centelleantes estrellas. En las sombras, a la pálida luz astral, parecióle verdibujarsevagamenteeldulcerostroqueavecesobsesionabasumente.Cerrólosojosconamargura. ¡Fantasías! ¡Yanoeraningúnmuchacho!Lomejordesuvidahabíapasadoestéril,inútil.¡Quélocura!¡Soñarconunamujer!Ysúbitamentecruzóporsu

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cerebro la sardónica repetición de Manerube de las habladurías oídas en Bluff.¡Squaw-man!

—¡Ytodoporquedilacaraporunamuchachanavajo…comoahorahehechoporSosie!—Ledolíaenelalmapensarenlaposibilidaddequerumorsemejantellevaseaoídosdesuspadres,enelviejohogardeColorado.¿Quépensaríadeélsuhermanomenor,Chess?Chanesentíaaúnvivoensupechoelorgullodefamilia.Sinohabíalogradosacarleunmayorpartidoasuvida,noeraciertamenteporfaltadeinfluencia,de educaciónode abolengo.Le aterrabapensar adóndehabía llegado.En aquellassalvajescomarcasseríancontadoslosquenointerpretasentorcidamenteunaatenciónounapoyodispensadosaunamujerindia.Chanejamáshabíaconcedidoimportanciaa lo honrado y lo puro de su conducta, pero había protegido a los incalificablesrufianesqueabusabande la sencillezdecorazónyde laprimitiva inocenciade lasdoncellas indiashabíasidosiemprelamisma:parcoyclarodepalabrayradicalensus actos. Y aquellos cobardes se vengaban difundiendo rumores de enconadaponzoña. ¡Qué injusticia! En el fondo del alma sabía lo honrada y lo puro de suconducta, pero había protegido a más de una muchacha india, como Sosie,cabalgando y hablando con ellas, interesado, distraído, y, en ocasiones en que lasoledad le pesaba en demasía, agradecido a su femenil compañerismo. Chane noacertabaacomprenderdóndeestabaelmal.Peroaquellasjóvenesindiassedejabanllevar con excesiva facilidad de su inclinación hacia el hombre blanco… bueno omalo.Eransalvajesdeldesierto.Chanesediocuentadeloque,ensuconducta,pudocrearunamala impresiónde símismo, enellasquizáy ciertamente en losblancosconquienesseencontróentrelosindios.

El descubrimiento trajo aparejada una desagradable hora de reflexión yautoanálisis. Una mórbida sensación de resignado abatimiento estuvo a punto deprender como hiedra en su alma. ¡Qué locura de sueños! ¡Qué futilidad poner suafecto en un caballo! Elmismo tan renombradoPanquitch de laMeseta, ¿valía eltiempo y el trabajo y las fatigas que entrañaría el apresarle, suponiendo que fueseposible? ¿Qué esperanzas le reservaba el porvenir? ¿Por qué no dar al olvido susabsurdos sueños, su extraña fe en una aventura, en algo romántico que había desobrevenirleaélyasuspadresyasuhermano?¿Porquénodejarsellevarcomoelvillanodeldesierto,adóndequisieraelviento?¿PorquénobuscarsolazyreposoenlasnegraspupilasdeSosie?

La ideaprovocóuna rebeliónenChane,una luchacontra la insidiosa flaqueza,quelehacíaavergonzarsedesímismo.

Noobstantesusdefectos,noobstantesuinhabilidadparaalcanzarloqueentrelagentesellamaeléxito,Chanehabíasidosiempreunhombrehonrado.Seaferróalaidea.Lasmalas lenguasnopodíanperjudicarle.Suvida,aunqueestéril,conservabasuencanto;eralibre,saludable,activo.Depronto,vioqueeldesiertosignificabaparaélmuchomásdeloquehastaentoncessupusiera.Habíaamadoauncaballo,podíaamar a otro. Y siempre podía volver al lado de su hermano. Lo demás, ¿qué

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importaba?Yasíconsiguióconquistaryvencerelmalmomento.Salvo algunas ráfagas intermitentes que gemían entre los cedros, el ligero

vientecillo había cesado. El silencio desértico planeó sobre las cosas. El arroyuelomurmuraba casi imperceptiblemente y los insectos dejaban oír sus melancólicasnotas,queservíanmásbienparaacentuarlaabsolutaquietuddelasoledad.Chanesequedódormido.

Despertóconelalba,cuandolaoscuridadluminosadelanochesetrocabaengris.Elaireseptembrinollevabaensusenounasomodeescarlata.Chanehallóquealgonuevo, templanzaofortaleza,parecíadespertarconél.Noyaresignaciónoamargodescontentoconsusuerte,sinounamásextrañaymásreciafe.Suvidaseríaloqueélsintiese,ynoellucromaterialqueantesanhelaba.Permaneciósinmoversehastaoírandara losotrosporelcampamento,deacáparaallá,yelchasquidodecascossinherrar contra los guijos. Entonces se levantó y, calzándose, se echó la chaqueta alhombroyfuehacialafogata.Susillademontarysufarderíaestabanapiladasbajouncedro.Deunode loshatos sacó subiricú[8], del quependía supistolera con suColtymunicionesyselociñóalacintura.Hastaentoncesnohabíatenidocostumbredehacerlo.

Dos piutes habían llegado al campamento, jinetes sobre potros semisalvajes yesperaban para desmontar que les invitasen a comer. Tres de los hombres estabanatareados…Slack,amasandolapastadegalleta;Horn,porteandoagua,yMcPherson,cortando lonchas de una pierna de carnero. Chane vio en seguida a Manerubelavándoseenelarroyo.

—Oiga,Weymer,suscompadresindiossehandejadocaerporacáalahoradela«manduca»,comodecostumbre—observóásperamenteSlack.

—Esaveo.Parece ser lamodaentre caballistas el venir a comer ami costa—replicóChane.

—¡Bah!Lospiutessonbastantedecentes.Noconsentiríanquenadiepasasegana—dijoHorn.

McPhersonmiróaChaneconuncuriosodestelloenlaspupilas.Noeratanjovencomosuscamaradas.Susemblanteacusabaexperienciadelavidaselváticaentodossus aspectos y las bronceadas y enjutas mejillas, la recia mandíbula inferior, elfruncidoentrecejo,parecíanpartesdelamáscaraconqueocultabasuspensamientos.

—¡Hola! ¡Hola! ¿Con la artillería a cuestas? —dijo echando una ojeada alrevólverdeChane.

—¡Vaya! Estas mañanitas de septiembre empiezan a ser frescas —replicóanimadamenteelinterpelado.

SlacksoltóunacarcajadayunguiñoiluminóelcetrinosemblantedeHorn.—¿Quémosca os ha picado, compañeros?—preguntó hoscamenteMcPherson

posandosupenetrantemiradaenlosotros—.Noveodóndeestálagracia…Weymerfaroleandoconunarma.

—Loquemehizocosquillasfueloquedijo—replicóHorn.

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—Opino, Weymer —prosiguió lentamente McPherson—, que no siente ustedprecisamentesimpatíaporManerubey…nomeextraña,nilecensuro.Loqueledijoaustedanochenoesdebuentragar.Asíselohicesaberaél.Teniendoencuentaqueviene sentándose a la hoguera de su campamento no procedió como un caballero.Peromeconstaquelodeplorayquenotienedeseoalgunodechocarconusted.

Una simple ojeada al reposado semblante de McPherson bastó a Chane paraconvencerse de que el sujeto era profundo como el mar. Su actitud corroborabademasiadosuspalabras.UnobservadormenossagazqueChanesehabríainclinadoala benevolencia, pero éste sentía y pensaba con excesiva intensidad para dejarseembaucarpornadie.Aquelloshombresabrigabanmalasintencioneshaciaél.

—Nunca busco choques, McPherson, excepto cara a cara y aún me lo piensomucho—replicóChaneconsarcasmo—,peromedespertéadisgustosinmipistola.

—¡Hum!—gruñóelotroreasumiendosutarea.Chane razonó que no tenía el menor temor a aquellos individuos y deseó

hacérselosaberasí.Entantoqueestuviesenfrenteafrente,nopodríanagredirleporlaespaldaysi llegabaelcasodeunaabiertaagresiónaquemarropa,sufriríanellostantocomoél.Entalescircunstanciasunhombrenopuedesacarfácilmenteunarma.Y en un combate a larga distancia, Chane llevaría la voz cantante, porque eraposeedordeunriflequeseproponíaocultarsiemprequenolotuvieseentremanos.

Pocodespués,Manerubeascendióporelrepechodelarroyuelo,secándoselacaraconunpañuelo.Chanehubodereconocerqueelsujetoeraapuestoydeuntipoaptoparainteresaraunamujerblancaymuchomásaunaindia.

—Buenosdías,Weymer—dijonosinviolentarse—.Leruegoquepaseporaltomisimpertinenciasdeanoche.Estabademaltalante.

—Conformes. Encantado —replicó afablemente Chane. Era obvio que aManerubelehabíanhechoalgunaindicación.

Enestasituación,anuncióSlack:—¡Venidporello[9]!Yloscincohombresseconsagraronaldesayuno,asuntodecapitalimportanciaen

el desierto. Comieron en silencio, hasta haber consumido cuanto de comestible o«bebestible»habíaalavista.

—¿Quéhaceshoy,Bud?—preguntóManerube levantándoseyenjugándose loslabios.

—¡Psh!…, depende del jefe de este equipo—contestó lentamenteMcPherson,mirando de hito en hito a Manerube; mas éste pareció no darse cuenta de lainsinuación,siesque,enrealidad,existía.

—Sino recuerdomal,Weymer—dijoManerube—,anuncióusted supropósitodetomarelcaminodelAgujeroenlapared,encuantolospiutesletrajesenelrestodelospotrosquehacomprado;¿noescierto?

—Enefecto,asíes.¿Yaustedquéleimporta?—preguntóChaneplácidamente.—Segúnmanifestó,piensavenderlos enWund.Bien.Allávamosnosotrosy le

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ayudaremosaconducirlacaballada…sisedaprisa.HallovidoenlacuencadelSanJuanyhabrácrecida.

—ElSan Juan estáya enplena avenida, segúnmedijo ayerToddy.Opinoquevaldrámásesperaraquedecrezca.

—¡Perosipuedetardarsemanas!—objetóManerube.—Por mí, que tarde lo que quiera, me da igual —replicó Chane—. No es

menester que ustedes me esperen. Me llevaré algunos piutes. En el fondo, losprefiero.

—¡Condenadossevean!—estallóManerube,súbitamenteencolerizado.Al oírle,McPherson le dio tan violento golpe en el pecho que le hizo caer de

espaldas.—Óyemebien,Manerube—dijoconvozcuyoacentocontrastabaextrañamente

consuacción—.Noestamosdispuestosaquehablesmásennuestronombre. Jim,Hod y yo aguardaremos gustosos a Weymer. Estamos sin provisiones y notoleraremosqueleindispongasconnosotros.

LainconfundibleexpresióndesorpresadeManerube,antelaacciónyeldiscursodelotro,convencióaChanedequecarecíadeautoridadsobrelostresrestantesydequeunarupturaerainminente.

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II

Chaneseapartódeprontodelcírculodelafogata.Nolerepugnaba,nimuchomenos,laposibilidaddeunadisensiónentreellosydelasubsiguientequerellaquereduciríaelnúmerodesuscontrincantes.Fuertesvocesleanunciaronelcomienzodeladisputayobservó,significativamente,queladeMcPhersonnosedistinguíaentreellas.

—SiManerube tienedosdedosde frenteseguardarámuymuchodehostigaraesehombre.Pero…¡ojalánolostenga!…

Seapoderódesurifle,queporlogeneraldejabaenelcampamentodurantesusexcursiones diurnas. Para un cazador de cerriles el rifle es un estorbo y una cargainútilenlasilla,perohabíareflexionadoque,armadetanlargoalcance,compensaríalaventajanuméricadeManerubeysuscompinches,quesólollevabanelColtcorto,habitualentrelospicadoresdelaPampa.Enlosucesivo,engorrosoono,elrifleiríasiempreensusilla.

Conélenlamanoylabridaalhombro,Chaneabandonóelcampamentoyfueenbusca de sus caballos. Mirando hacia atrás desde la cresta del declive tuvo lasatisfaccióndeveraloscuatrosujetosenzarzadosenacaloradacontienda.

—Daríacualquiercosaporsaberquiénesyquéson—murmuró—.Apuestoaqueseproponenrobarmelospotros.Noseperderíamucho.Pero…hanechadoelojoaBrutusyesoyaesdistinto.Parahacerseconéltendránquepasarsobremicadáver.

Brutus era el nuevocaballodeChane, adquiridoen suúltimavisita a territoriomormón.Aúnnolohabíamontadonisabíadequéeracapaz.Dosañosanteshabíaperdidounanimalquerido,ydesdeentoncestodosleeranindiferentes,exceptuandoel famoso y casimíticoPanquitch. La pérdida le impresionó tan hondamente, quellegóatemerlaposibilidaddehallarotraanimalporelquepudierasentirafecto.PeroBrutus se había ida captando sus simpatías, especialmente desde la llegada de loscuatropseudo-desbravadores.Hornhabíaintentadopedírselo,Slackqueríaqueseloprestase,ManerubeofreciócomprarloyMcPhersondeclarójocosamentesuintenciónderobárselo.

—¡Esparticularloqueunhombrepuedellegaraencapricharsedeuncaballo!—pensóChanebajandola ladera—.Brutusmellamólaatenciónencuantoleechélavistaencima,aunquenolohubieracompradanuncaanoserporsubaraturay…mehabríaequivocado.

Intentó recordar el remarcable panegírico de losmormones respecto al caballo.Brutus llevabaensusvenas lamejor sangredeColorado.Supadre fueungarañónsalvajeylayeguaalardeabadetenerunalargaascendenciadeDuraraza,teníaseisañosyhabíapasadotodasuvidaenlaregiónmásabruptaeintrincadadelColoradooccidental.Noseleconocíarivalcomocaballovaquerizo,y,nohabiéndolemontadocowboyalguno,suexcelentedisposiciónpermanecíainalterada.Jamáshabíadadounmal paso, ni una corveta, ni una espantada. Era raudo e incansable… Chane norecordaba más, maravillándose de no haber dado crédito a tales elogios desde el

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primermomento,sibiencomprendía,yseexplicaba,supocointerésalnotarquelasolaideadequeBrutus,oelmismoPanquitch,pudiesenllegarallenarelvacíodesucorazón,leangustiaba.

AbandonóelsenderoensuintersecciónconelarroyoCastorysiguióelcursodelaguahastaelcañónatravésdejunquerasycedros,bajounaladeradepiedraamarilla.Chaneposeíatrescaballoshaterosodecarga,ydosdesillaamásdeBrutus.ToddyNokin loshabía llevadoalCañóndelCastor.Lamaleza estabahúmeda aúnpor lalluvia de la víspera y el agua del arroyo no era tan cristalina y límpida como decostumbre.Ensurápidacorrientearrastrabaramasdesgajadasyhojasmuertas.Entrelas peñas graznaban los grajos azudes, y los típicos vencejos del cañón piaban,refulgiendoalsol.Enlalejaníaoíaseelbalidodeloscorderosindios.

Elcañónabríasobreunestrechoparquepurpúreodesalvias,salpicadoderocasrojizasycircuidasporunairregularlíneadeverduraenlosparajesenquelahierbaylos juncos bordeaban el arroyo. Chane encontró allí sus caballos. Montaba unoblanco, llamadoAndy,que, según losdesbravadores,gozabaenSanJorge famadeserloquevulgarmentesedice«deunsolohombre»,oseaquesólosedejabamontary dominar por su dueño. Chane, más por vanidad de demostrar que era capaz dedomeñarle, que por otra razón, le había dado preferencia sobre Brutus. Andy erablanco,exceptoporalgunospuntosnegros,enjutodecarnes,duroynervioso.Chanehabíalehalladoexcelenteentodaclasedeterreno,salvoenarena.Andynoconocíalaarena.

Con la usual cautela del avezado desbravador, se acercó a los caballos y todosellos,menosBrutus, se pusieron fuera de su alcance.Brutus engalló la magníficacabeza,mirándoleconsuspicacesyastutosojos.

—Brutus por el campamento andan sueltos ladrones de caballos, tendré queecharteunaojeada—dijoChane.Solíahablarasuscaballos,quizáporlomuchoqueestabaasolasconellos.

Examinóalanimalcomosinolohubiesevistonunca,y,durantelaoperación,sediocuentadequeenrealidadnoleconocía.Hubodeconfesaradesganaqueeraunejemplarsoberbio,ysufrióunaespeciederemordimientodeconcienciaanteloqueparecíale deslealtad a la memoria del otro querido animal. La confesión y elremordimientomodificaronsusrelacionesconBrutus.

—Túyyotendremosqueentendernos—decidió.Aunquedemásalzadaycuerpoquelageneralidad,Brutusnoeraningúngigante.

Sudesarrollomuscularlehacíapareceranormal,tanto,queelmásligeroaumentodemusculatura le habría hecho disforme. Su pecho era fornido, ancho, profundo,prodigiosodepósitodeenergía.Chanenohabíavistonuncaremostanperfectamenteproporcionados,terminandoencascosdeadecuadacapacidad.Elcuerpoeragrande,redondeado,liso,sindescubrirniunhueso.

Remataba el cuello, ancho y finamente enarcado, una cabeza perfecta, quemantenía erguida mirando a Chane. En el testuz resaltaba un óvalo situado

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inmediatamentedebajodel amplioespacioentre losojos.Supeloeradeunalazántostado,casinegro,refulgentealsol.

Chaneacababasiemprejuzgandoaloscaballoscomojuzgabaaloshombresporlaexpresióndesusojos.Loscaballostienentantocaráctercomolossereshumanos,yemociones e instintos similares. Chane sustentaba la teoría, poco corriente entredesbravadores, de que la lentitud pone de relieve los mejores rasgos de cualquieranimal.Elqueuncaballosearesabiadonosiemprequieredecirquehayanacidoasí.

Los ojos de Brutus eran grandes, garzos, llenos de animación y, en aquelmomento, de interrogante incertidumbre. Demostraba su inteligencia. Chane secercioródequenolehabíanespoleado,niendurecidolabocaafuerzadeserretazoscomo a la mayoría de los caballos de su edad. No estaba maleado. Su forma deengallar lacabeza lecomplacíaenextremo.Ensuactitudadivinábasearroganciaybrío.ParecíapreguntarleaChane:

¿Quétienestúquealegarentufavor?—Brutus…, una vez tuve un caballo… —dijo Chane vacilando— y desde

entonces…nomehainteresadoningúnotro.Pero…túyyoseremosamigos.Conlaspalabraspareciórecobrarsuantiguayconfiadamaneraentrecaballos.Se

acercó a Brutus, poniéndole una mano, .lenta, pero segura y firmemente, en elreluciente cuello.Brutus se estremeció, aunque sin pretender apartarse. El picadorobservócomplacidoquenorequeríaronzalnicabestro.

Sedejóponerlabrida,aunquerecelandodelaoperacióny,sobretodo,delriflequeChane llevaba bajo el brazo, pero tomó el bocado fácilmente, siguiendo luegocontodadocilidadaldesbravador.TeníaunpasolargoyprontopusoelmorroaniveldelhombrodeChane.Antesdeganarelcampamento,ChanellegóalaconclusióndequeBrutushabíaechadodemenoslasatencionesylacompañíadeunjinete.

McPherson y sus dos camaradas estaban a la vista, pero Manerube habíadesaparecido.Mientrasensillabaelcaballose leacercóelprimero.Surostroera lahabitualmáscarabroncíneadeimpenetrablesojos,peroensupersonanotábanseaúnrastrosdeunareciéndominadapasión.

—SabráustedqueManerubeentróasacoensusprovisiones, liósupetateyselargó—dijo.

—¡Vaya,enhorabuena!—declaróChaneconsinceroalivio.—Él y yo tuvimos unas palabras, pero…no conseguí hacerle echarmano a la

cadera[10]ylacosanopasóamayores.—¿Adóndeva?—QuisosaberChane.—DijoqueaBluff,peroopinoque,enefecto,serábluff[10a]—replicóelotro—.

TomólasendaprincipaldelCastor,peromeencaraméaesepeñascoparaobservarleylevisalirsedelsenderoenloscedros.

McPherson señaló con la robustamano allende el cañón, hacia la falda de unacolinacubiertadecedros,enlaquesebifurcabaelcamino,dirigiéndoseunadesusramasalcampamentopiute.

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—Entendido,Bud—asintióChaneconcisamente—,medaustedunaidea.—Tande fijocomoqueustedesundesbravador,queManerubese las«guilla»

consupequeñasquawpiute.ElbuenhumordeChanesetrocóenirritación.MiróaMcPhersonconmarcado

disgusto.—Noesmisquaw—dijovivamente.—Noquiseofenderle.Pero…aalguienpertenece,defijo.Porlomenos,aToddy

Nokin.YrepitoquesiustedoNokinsiguenlospasosaManerube…—Voyaganarlelamano—exclamóChanemontandodeunsaltoenBrutus.—¡Eh!—gritóMcPherson—.Nosellevelaideadequepornohaberdisparado

sobremínodispararásobreustedManerube.Ustedyyosomos…dosproposicionesdistintas.

—Muchas gracias —replicó Chane—. Si Manerube encañona más aprisa queyo…lelegoaustedmisprovisiones.

McPhersonreplicóconotrapullaqueChanenopudopercibirporelrepiqueteodeloscascos.Brutusnohabíarequeridoacicatedepalabraodeespuela,respondiendoalsimpletoquedelabridaenformaquelecautivó.

—¡Bravo,muchacho!¡Erescabal!—dijo.Acortadistancia,hallaronlacrestadeunalomaroquizaenlaqueChanehubode

refrenaraBrutusNolefueprecisocolgarsedelabridaymantenerlatirante,comoleocurríaconAndyyotroscaballosdebríoquehabíamontado.Brutussedejóirporelpedregosodeclivevadeandoluegoelarroyo.Suscascosresonabanenlaspasaderasqueformabanelcauce.Chanetomóelcañónagalope,ycruzólaplaniciedesalviaspara llegar a una arbolada escotadura de la pétrea muralla, por la que corría unaveredahastalamesetasuperior,enlaquelosindiosapacentabansuscaballosysuscarneros.Al llegara la roquizaelevación,habíaadquiridoyaelconvencimientodeestarmontandouncaballomagnífico.Brutusseadueñabadesussimpatías.

Habíaascendidolaempinadacuestasinmayoresfuerzodelnecesarioparasalvarel llano. Ya en la cumbre, el noble animal inspiró profundamente, dilatando suenormepecho,yaquéllafuelaúnicaseñalquediodecansancio.

—Reconozco,Brutusquetehehechoapretarelpaso,peronohayrazónparaesaindirecta—observóChane.

Eldescensodelagradualladerafuefácil.Lafraganciadelaselvaimpregnabalabrisa. La planicie se extendía con sus macizos de verdes cedros, susamontonamientosderocasamarillentas,suslargashilerasdecrestasdecañonesqueelsolmatutinoenrojecía.Acáyaculládivisábansemanadasdepotros,yunrebañodecarnerossemovíaeneldesiertocomounmanchónblancoynegro.

Hacia el Este, la pradera parecía infinita; mas hacia el Norte, un contornoirregular acusaba su intersección con el selvático mundo de peñascos y rocasazotadasporloseternosvientos.

Elhogan[11],oviviendadeToddyNokinysufamilia,estabaenclavadoenlabase

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deldeclive,albordedeladesnudaaltiplanicie.Eransimplesalbarradas[12]detierra,queunaestructurademaderadecedrosustentaba,similaresalasdelosnavajos.Suúnicaabertura,lapuerta,seabríaalEste.

Aunquetemporales,lasviviendasteníanaparienciadeprácticautilidad.Espirales de humo azulado salían de los agujeros circulares de sus tejados;

cachorros blancos y negros retozaban con cobrizos pequeñuelos semidesnudos;potros enjaezados con toscas sillas indias y mantas multicolores, aguardabanpacientemente con las bridas arrastrando en un corral cercado por ramas de cedroplantadas en el suelo; un rebaño de ovejas y de cabras saludó con sus balidos aChane,alaparquelosperrosladrabanagresivamente.

Al acercarse al primer hogan, los pequeños indios desaparecieron como porensalmo,yunadelassquawsdeToddyNokinsalióafuera,manifestando,apreguntasdeChane,queaquelhablaidoacazadecaballos.Unbravoancianodecabezacanayrostro surcado de arrugas salió a la puerta del hogan, extendiendo una huesuda ytemblorosa mano para subrayar direcciones demasiado complicadas para Chane,quienpreguntóporSosie, seguroyadeque siManerubeabrigabadesignios contraella, tenía tiempo bastante para desbaratarlos. La squaw señaló hacia un soto decedros,allendeelcorral.

AlláseencaminoChaneyencontróaSosiea lasombradelosárbolesconotrasquawdemásedad,quetejíaunamanta.Echópieatierray,acercándose,miróconmás interésquede costumbrea lamuchacha,quecontestó a su saludoencorrectoinglés. A pesar de que tenía dieciséis años escasos, ya había pasado nueve en uncolegiogubernamental.Comparadaconlasotrasindias,erademuybuenver,quizápor haber conservado los hábitos de pulcritud y de aseo que en la escuela leinculcaron.Cenceña,decortaestatura,teníaunrostropequeñoyovalado,tezdeunbronceclaroycabellonegrocomolaencima.Losojoserandemasiadograndesparael rostro, pero bellísimos. Vestía una blusa de terciopelo de algodón, oscuro, concollares de plata, y la falda era larga, amplia y de vivos colores. Calzaba losdiminutospiesconmocasinesdebotonesdeplata.

SusombríosemblanteseanimóalveraChane.Élestabahabituadoasusmodos,que en el fondo creía justificados. Sosie se expresaba con soltura, y gracias a suscoloquios,Chancehabíapodidoaprendermuchomásde los indiosyde la tragediaque la educación europea suponía para muchachas como ella, que cuanto de otromodohubieseaprendido.Alparecer,aquellamañana,Sosieteníaunnuevomotivodedisgusto.Supadre,ToddyNokin,queríacasarlaconunjovenpintedueñoyadeotramujer,ynocomprendíasunegativa.Chanesimpatizóconella,aconsejándolequenosecasaraconindioalgunoalquenoamase.

—Nopodrénuncaamaraunindio—replicóSosieconrepugnancia.—¿Porqué?—preguntóChane.—Porque losmuchachos indios,aun losmás instruidos,acabanvolviendoa las

suciascostumbresdesuspadres.Nosotras,lasmujeres,aprendemoslamanerablanca

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devivirycobramosaficiónalaseopersonal,a laropalimpiaya labuenacomida.Cuando intentamos hacer alguna advertencia a nuestras familias, nos censuran,reprochándonosquenoscreemossuperioresaellos.Mipadremedice:«Eresdemimismasangre,¿cómoesquemimododesertedesagrada?».Ysiseloexplico,nomecomprende.

—¿Porquénolosdejasytevasavivirentreblancos?—preguntóChane.—Tendría que ser como sirvienta y son raras las indias que encuentran buenas

casas.—Por lo visto, Sosie, el educar a las muchachas indias es un error—observó

seriamenteChane.—Nodigoquelosea,perosíqueesunacargaparaellas.Sipudieseaccederalos

deseosdemifamilia,locelebraría,pero…nopuedo.Ycuandomiroaunblancoseencolerizanconmigo.

—Sosie,lamayoríadelosblancos,porlomenoslosdeestastierras,sonindignosdequepongaslosojosenellos—replicóChane.

—¿Porqué?—Megustanmásquelosindios—protestófrancamenteella.Chane comenzó a vislumbrar las dificultades de su misión. No se le había

ocurridoqueSosiepudierapreferirlacompañíadeunmalhombre,sierablanco,aladelmejor indioquesupadreeligiese.Trasunmomentodedeliberación, laexhortótan clara y afectuosamente como si fuera su hermana, procurando hacerle ver queManerubeotiposdesujaez[13]nopodíantenersinomalvadosdesignioscontraella.Cuando,agotadossusargumentos,concluyó,Sosieledijo:

—Pareceustedelmisionerodenuestrocolegio.Prefieroquemehabledeamor.—¡Pero Sosie!—exclamó Chane, atónito al ver su inocencia—. ¡Yo no te he

habladonuncadeamor!—No.Ustedesdiferentedeotrosblancosdepor acá—replicóella enun tono

que,adecirverdad,noimplicabaquelemereciesemayorrespetoladiferencia.—Si te hablase de amor, sería para pedirte que te casaras conmigo—continuó

Chanesinsaberquédeciraaquelladescarriadacriatura.Recibió la aclaración con una tímida sorpresa, con un deje de coquetería y de

correspondencia,singularmenteatractivo.Chanelacompadeció,adivinando,alapar,que,cuandomenos,hastaentonces,lasatencionesqueotrosblancosleprodigaronnohabíanllegadoapulsarlasmáshondasfibrasdedelicadezaydedulzuradesualma.Comprendió la fatalidadde suposición, causándoleunpositivodesasosiego.No laamaba,masporuninstantellegóadesearlo.Suansiosaperturbaciónlehizodesatarseen una enfática invectiva contra Manerube y sus métodos. Sosie le escuchabaatentamente.Era,atodasluces,unmomentodeinsólitaexcitaciónparaella.

—Pero…Manerubedicequesemellevarádeaquí—replicóalconcluirChanesuapóstrofe.

Ladeclaraciónimpresionóaljoven.—¡Yalocreo!¡Perotúdebesnegarteaseguirle!

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—¡Meescaparéconél!—replicólamuchachacomoanunciandoalgoinevitable.—¡No. Sosie, no!—dijoChane—.Me opondré a que lo hagas.Ya he dicho a

Manerubequeprocurequenolevuelvaavercontigo.—Y… ¿qué haría usted en tal caso, señor Chane? —preguntó ella con una

curiosaexpresiónenlamirada.—Dependedeloquehicieraél—contestóuntantodesconcertadoeljovenChane

—.Cuandomenos,darleunapalizadeprimera.—Meparecióoírledecir austedquenoestaba enamoradodemí—gritóSosie

conunaespeciedesalvajealegría.Chanelevantólosbrazosalcielo.Eraimposible,oyéndolahablar,tenersiempre

presente que era india, aunque sus mismas palabras evidenciasen, de modoincontestable,quenoerablanca.Chaneexperimentóunsúbitoimpulsodedecirlequela amaba, librándola así de Manerube; mas, recapacitando, desechó la idea queentrañabaunsacrificiomayordelqueestabadispuestoahacerporella.

—¿Nocomprendes,Sosie?—dijopugnandopornoperderlapaciencia—.Noteamocomounhombredemimododepensar hade amar a unamujer para…parahacerla su esposa. Pero te aprecio. Me das lástima. Te tengo por una muchachadelicada e inteligente Quisiera ayudarte. Manerube lleva malas intenciones. Meconsta. Se lo he oído decir a él mismo. Traerá la ruina a tu cuerpo y a tu alma.Prométemenovolverleaver.

—Sí.Loprometo…acondicióndequeustedvengadevezencuando—accedióella,ganadaporsuespíritu.Lasnegraspupilasestabanarrasadasdelágrimas.Eraunacriaturasencilla,impulsiva,puradecorazónenelfondo,conlasangreardientedesurazaenlasvenas.

—Claro que vendré… mientras… —se interrumpió de repente. Iba a decirmientraspermanecieseallíacampado,perocreyóoportunocallarlacircunstancia,demomento,ynoaludirasupróximapartida—.Dentrodeunahoraestarédevuelta.Espérameaquí.

—Adiós, señor —murmuró complacida, en español, sabiendo que a él leagradaba.

ChaneretrocedióalhoganesperandohallaraToddyNokinoacualquieradelosindios.CreíaprudenteaconsejarlesquenoperdiesendevistaaSosie.No,estabamuysegurodeella.NoencontróanadieyencaminóaBrutushaciaelabertaldesalvias.Cabalgando,perplejoporel intrincadoproblemade lamuchacha,cuyasoluciónnoveía, se percató de que aun compadeciéndola, su simpatía hacia ella era, en aquelmomento,dedistintanaturalezadelaquehastaentonceslehabíainspirado.Enciertomodo había idealizado a Sosie.Y le humillaba, provocando su despego, el saberlacomplacientementedispuestaaseguiraunsujetodelacalañadeManerube.

Chane atravesó la ondulada altiplanicie sin desviar la vista del sitio, por dondetendríaquepasaraquél,enelcasodequeresolviese,aventurarseairalcampamentoindio.Peronoseadvertíanenaquelladirecciónseñalesdecaballoalguno.

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—Probablemente fue una bravata —declaró aliviado Chane. A pesar de lainsinuacióndeMcPherson,teníamuyelevadoconceptodelvalorfísicodeManerube.

Dandounrodeo,haciaelSur,ganóporfinlaelevaciónquecorríaparalelaaunvallepocoprofundo,gríseoypúrpura,desalvias,salpicadoderocaydecedrosyenel que varios caballos ponían una nota demovimiento y vida. ToddyNokin y susbravos ajoraban el resto de la potrada que Chane había ajustado con ellos. Lecomplació verles, porque algunos de los animales se habían internado en Cañónpiute,gargantamontañosa,largayprofunda,demuydifícilacceso.

Brutushabíavistotambiénlasmovedizasfigurasqueladistanciaempequeñecíayengalló la cabeza, aguzando las orejas. Chane le hizo tomar el gradual descenso,siéndole pronto evidente que el animal no necesitaba de indicación alguna, salvo,quizá, en terreno inusitadamente abrupto o quebrado. El matorral de salvias noparecióperturbarlelomásmínimo.Loatravesóimpertérrito.Lasasperezasdelrojizosueloeranparaélinexistentes.Eltamañodesuscascos,larobustezdesuspatas,sudestreza y su discernimiento, hacían de Brutus un caballo seguro de montar encualquiercircunstancia.

En el centro de la ovalada depresión había un corral que abarcaba una fajaestrechaylargadeexcelentepasturaje,delimitadaendosdesuscarasporcercasdepiedra que convergían en su parte arribeña[14], y en la más amplia, que servía deentrada, por una valla de estacas de cedro. Aun en las épocas de mayor sequíahallábase agua en el profundo horado de las rocas, en el punto de reunión de lascercas, agua que, a la sazón, formaba un arroyuelo. Cuando llegó Chane, ToddyNokinysusindiosestabanaballandounapuntadepotrosalcorral.

Eldesbravadorentróenelcercadoparaexaminarlosanimales.Erannueve,ylomásescogidodel lotequehabíavisto.Un ruanosedestacaba.Biennutridosy,porcontrasteconlamayoríadelosjacosindios,nadacerriles.Lospiutestratabanasusbestiasmejorquelosnavajos.Estosúltimoserannómadasdeldesiertoyraravezsetomabaneltrabajodedomar,oamaestrardebidamente,auncaballo.Lamayoríadepotrosnavajoseranmuyespantadizos,condiciónquedesagradabaparticularmenteaChane.Leshabíanapaleadobrutalmenteenlacabeza,omontado,utilizandocruelesserretas, o, en general, empleando cualquier forma de violencia que les causabalesionesdelasquejamásserestablecían.

Toddy Nokin entró en el corral y sus bravos, que eran sus hijos, pusieron lostravesañosqueformabanlapuerta.ExtendiendolasmanosanteChanecontóconlosdedoshastaveintiséis,anunciándoleasíquenoestabadispuestoavendermás.Chanehabíaconfiadoadquirirmayornúmero,perosabíalainutilidaddeintentarconvenceraToddy.

Porseñasleindicóquedesmontasey,echandoélmismopieatierra,fueentreloscaballos.HastaqueloshijosdeToddylosreunieronenpelotónnosedejaronponerlamano encima. Entonces, Chane, ducho en un proceder que además de serle gratoconstituía la base de su profesión, los examinó detenidamente uno a uno. Era por

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naturalezaamantede loscaballos,ysisufortunase lohubiesepermitido, lehabríagustado poseer un millar. Desde el primer momento el ruano azulado cautivó suatención.

—Blue(azul),meparecequemequedocontigo—dijo.Apoco,lostuvoatodosreconocidosasusatisfacción,ysesentóalasombrade

uncedro.Toddyhizolopropioliandouncigarrillo.—Toddy, valen más de lo que yo ofrecí y tú accediste a aceptar —dijo

sinceramenteChane.Elpiutehizounademánquesignificabaqueeltratoeratratoyluegopreguntó:—¿Cuántopagaránmormones?—Veinticincodólaresporelconjunto,ymásporlosmejores—replicóChane.El otro sacudió la gris y crespa cabeza como si la cosa fuese digna de ser

considerada.—¿Porquéestarbuenoahoraelnegocia?—Quisosaber.Chane le explicó que una empresa tratante en caballos de San Luis había

recientemente alentado la caza de caballos cerriles en Nevada, Utah, lo que, enconsecuencia,infundíamayoractividadalosmercadosmormones.

—¡Ugh! —gruñó Toddy, añadiendo luego que aballaría más jacos de supropiedad y compraría otros a los navajos para llevarlos allende los ríos en lapróximaluna.

—Lapróximaluna—repitióChane—.Esovendráaseramediadosdeoctubre.¡Bravo!¿Melosvenderásamí,oalosmormones?

—Alosmormones—contestóastutamenteToddy,sibienagregandoquepagaríaaChanesucomisióncasodequelehallaracompradores.

—Quizápuedaobtenermejorespreciosdelosdesbravadores—replicóChane—.¿Dóndenosvolveremosaver,Toddy?

Elpiutealisóconlamanounespaciodelsueloyconunpalitotrazóunaespeciedemapa.Elprocedimiento era siempre interesanteparaChane,Los indios sonpornaturaleza artistas y guardan en lamente sumaravilloso conocimiento del terreno.ToddyNokintrazólíneasquerepresentabanlosríosSanJuanyColorada,señalóconunpuntoellugarconocidoconelnombredeHoleintheWall(agujeroenlapared),desembocadura de la selvatiquez de los cañones, que los salteadores habían hechofamosapocosañosantes;luegoindicólasmontañasHenryaladerecha,ylaMesetadelCaballoCerril a la izquierda, situando, entre ambas, el camino que proyectabaseguir.AllendelaMeseta,enunlugarquellamóNightwatchSpringsmajadearíaaloscaballosparaqueengordasenyserepusierandelarudaylargajornadaatravésdelaroquizaregión.

—Nightwatch Springs —repitió Chane—. He oído a alguien hablar de eselugar…talvezalgúnobservador…Toddy,señaladóndeestálaaguada.

ToddyenseñóaChaneelpuntoendondedeberíaabandonarelcaminaprincipalpinte, al norte y oeste del extremo inferior de la Meseta, procurando darle la

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impresióndequelosblancosignorabanlaexistenciadelmanantial,enclavadoenunbellísimoyvastocañónpródigoenhierba.

Cuandoquieraunranchoparacriarcaballos—concluyóelindioconexpresivosademanes—.Toddyenseñarábuensitio.

Tanta confianza por parte del taciturno viejopiute impresionó aChane por susposibilidades. ¡Qué pronto veía recompensada su afabilidad y la protección quedispensó a los indios! ¡Jamás piute alguno había dejado impagada una deudacontraída!

—ToddyNokin, eres un buen hombre—dijoChane sacando la cartera—, aquítieneselimportedetusveintiséisjamelgos.—Contólasbilletesunoauno,ypusolasuma enmanos del indio. Sin volverla a contar,Nokin se la guardó en el bolsillointeriordelchaquetón,comohabíavistohaceralosblancos.

—Aquísehaacabadolahierba—dijoagitandolamanoendirecciónalcorral—.Váyaseahora.

Noentrabaexactamenteen losplanesdeChaneel emprender la jornadacon lapremura que el indio parecía querer sugerir, mas un momento de reflexión ledemostró cuán necesario era seguir su consejo. Si volvía a dejar en libertad a, lospotros,sedispersaríanparairalsitiodesuspasturajeshabituales.Habíanseprecisadodossemanasparaaballarlos[15].ChaneviolasituacióndesdeelmismopuntodevistaqueToddy.Lospotrosdebíanponerseencaminosobrelamarchaparasalvarlosríos,majadeándólos[16]porlasnochesodejándolostrabadosenaquellosparajesdondelahierbafueseaprovechable.Su intenciónhabíasidodiferirsumarchade lapampaacausa de la desconfianza queMcPherson le inspiraba, pero ahora su proyecto eraimposible.Sialgúnriesgoleamenazabaporpartedeaquél,odesusasociados,noeraverosímilque fuesemayorentoncesquedentrodeunasemana.Decidió levantarelcampo aquel mismo día y así se lo comunicó a Toddy Nokin, quien, al saberlo,manifestósuintencióndeacompañarlesconsushijosdurantelosdosprimerosdíasdelviaje,hastaquelospotrossaliesendesuterritorio.

Encargandoasuprolequelesiguiesenconlosanimales,ToddyfueconChane,ladera arriba, hacia los altozanosy colinasquemarcaban la regiónde los cañones.Loshogansdelindiohallábanseenclavadosuntantoalsudoestedelvalledesalviasenque lospotroshabíanestadode formaque, a su regreso, el caminoseguidoporChane se cruzara con el que Manerube tendría que seguir en caso de que ésteresolviese presentarse en el campamento de Toddy. La contingencia trajo a sumemoria lapromesahechaaSosie. Iría,aunquesólo fueseparadespedirsedeella,regresando luego, cuanto antes, a su campamento. McPherson, Horn y Slackocupabanprimordialmentesuspensamientos.Lasituacióndistabamuchodeserdesuagrado,masnoseleocurríaalternativaposible.

Al trate largo, Chane, seguido de Toddy abordó una zona de amarillentos ygríseos peñascos, roídos por los vientos, altos algunos de ellos como cerros y conabruptasyempinadas laderas.Asualrededorcrecíanenabundancia loscedros,así

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comoenlastortuosasveredasquelosseparaban.Aldoblarun recodode rocas, lasavizoradaspupilasdeChanedistinguieronun

haterotrotandohaciaélydespuéspartedeotrocaballomedioocultoporloscedros.Estaban en línea con él.Rápido comoun relámpago, echópie a tierra indicando aToddyconunademánqueleimitara,ydelabridallevóaBrutustrasunfrondosoyachaparrado cedro. El indio se escurrió en su seguimiento, atisbando por entre elfollaje.

—¡Hum!—gruñó.Chane vio a Manerube acercarse a buen paso, llevando del ronzal un hatero.

Detrás de él aparecía y desaparecía, a intervalos, una negra cabeza. Poco después,Chanepudodistinguirlamejor.

—¡Sosie!¡Malrayomeparta!…—exclamóentresorprendidoyconsternado.La india cabalgaba a grupasdeManerube, ciñéndole con sus brazos la cintura.

Porun instanteelsoldiode llenoensubronceadorostro.Eldesbravador, inmóvil,atisbóatentamentehastateneralforajidoaunoscienpiesdelcedro,quelesocultabaa él y a Toddy. El rostro de la india se bamboleaba junto al hombro de suacompañante,y,enverdad,queajuzgarporsuexpresión,noeraeldeunamuchacharaptada contra su voluntad ni mucho menos. Al sonreír, sus blanquísimos dientescentelleaban.Laspupilasparecíanchispeardegozo.

El arrebato de cólera que experimentóChane fue tanto contraManerube comocontraella.Sacandodesufundaelrifle,quellevabaenelarzón,seloechóalacaraysalióalclaroaatajarelpasodeManerube.

—¡Alto!¡Vivo!¡Arribalasmanos!—ordenó.El caballodeManerube resopló, dandounaviolentahuida.Su jinete le refrenó

deteniéndole.Yalalzarlasmanos,suatezadosemblantepalideció.—¡Arribaestán!—dijoroncamente,airado,alversesorprendido.Chaneseleacercó,mientrasoíalosapagadospasosdeToddydetrás.—¡Sosie…apéatedeesecaballo!—dijovivamente.La muchacha obedeció con tal celeridad que estuvo a punto de caer al suelo.

Aunquesusfaccioneshabíanperdidosucaracterísticaanimación,tampocoreflejabaneltradicionalestoicismo,patrimoniodesuraza.Susojosaparecíandesmedidamenteabiertos.

—Estoytentadodepegarleuntiro,Manerube—declaróChaneconelrifleaúnalacara.

—¿Por qué? A usted no le he hecho nada replicó el otro —ni es quién parapedirmecuentas,ymenosparamatarmeporesamalapieza.

—Nolodigamuyalto.Lahaobligadoustedaseguirle—replicóChane.—¡Obligado!¡Siloestabadeseando!ToddyNokinsepusoalladodeChane,yseacercóasuhijaempuñandoellátigo.

EldesbravadorvioestremecerseaSosie,cuyaspupilassedilataron.—¡Espera,Toddy!—dijo,yapartándoseparateneralamuchachayaManerube

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enlínea,lainterpelóaella—.¡Sosie!¿Teibasgustosaconél?—Sí—contestóhoscamente—,peroporquehaprometidocasarseconmigo.—¿Oyeusted lo que diceSosie,Manerube? ¿Es cierto? ¡Piense que ahora está

hablandoconunblanco!—¡No! ¡Maldito idiota! —aulló Manerube—. ¡No me casaría nunca con una

squaw!Chane le contempló unos segundos en silencio. El sujeto no hallaba nada de

culpable en su conducta, ni le arredraba, a pesar de las circunstancias, el decir laverdad.

—Bien. Opino que lo mejor que puede hacer es no moverse y seguir con lasmanosenalto—prosiguióChane—.¡Toddy,desármale!

ElpinteseadelantóysacórápidamenteelrevólverdelapistoleradeManerube.Chanedioluegounavueltaasualrededorparaasegurarsedequenollevabaningunaotraarma.

—¡Pieatierra!—ordenóentregandosurifleyelrevólveralindio.Manerube se le quedómirando sin obedecer. Al principio del encuentro había

dadomuestras de temor,mas ahora, al alejarse la contingencia de una terminaciónfatalparaél,ibarecobrandolentamenteelcolor.

Chane no malgastó palabras. Cogiéndole violentamente por un brazo ledesarzonó,derribándolealsuelo.

—Levánteseantesdequelepisotee—dijo,dejándosellevardelaira.El otro se puso en pie trocada en furia su sorpresa.De un puñetazo, Chane le

derribódenuevo.Incorporándoseapoyadoenuncodo,agitólaotramano,lívidoderabia.Ensurostrocomenzabaaaparecerunarojizacontusión.

—¡Learrancaréelcorazón!—conminóconvozsibilante.—¡Bah!¡Levánteseypórtesecomounhombre!—replicósardónicamenteChane

dándoleunpuntapiélobastanterecioparahacerlebambolear.Rápidocomoelrayo,Manerube se puso en pie y se abalanzó sobre el otro. Lucharon ferozmente,cambiando golpes con saña aunque pronto pudo verse que enManerube no teníaChaneunadversariotemible.Comprendiéndoloasí,procuróaquélllegaralcuerpoacuerpoynolográndolofuemaniobrandohábilmentehastaponerselobastantecercadeToddyparaintentararrebatarleunodelosrevólveres.Consorprendenteagilidadelindiohurtóelcuerpodeunsalto.

—¡Manerube… es usted… exactamente lo que dije que era!…—jadeó Chanecon voz ronca.Y cayendo sobre élmenudeó los golpes, derribándole por segundavez; ya en el suelo, siguió aporreándole hasta haberle propinado una descomunalpaliza.Cuandosedioporsatisfechose incorporó,enjugándoseelsudory lasangredelrostro.

—Cojasurevólverysuscaballos…y¡«ahueque»!—ordenó,tomandoelarmademanosdeToddyyarrojándoselaalospiesdeManerube.Conelriflealacaraledejólevantarse, coger su revólverydirigirse convacilantepaso, luegodemeterlo en la

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pistolera,haciadondeestabansuscaballos.Chanesiguiósusmovimientosalerta,alaexpectativa de una posible traición. PeroManerubemontó y empuñó el ronzal delhaterosinvolverseniamirarensudirecciónhastahaberemprendidolamarcha.SulívidosemblanteexpresabaunrencordemalagüeroparaChane.Seperdiódevistaentre los cedros.El desbravador se volvió hacia los indios. ToddyNokin no habíaperdido, cuando menos en su actitud respecto a Chane, nada de su dignidad. Ledevolvióelrevólverqueéstelehabíaconfiado.Sosie,repuestayadelpánicoqueelinesperadogirode loshechos lecausara,contemplabaasupaladínconchispeantespupilas.JamáshabíanapeladoniconmovidotantoaChanesufragilidad,subellezayunalgoinconfundibleensusemisubyugada,semisalvajeaparienciacomoentonces.Perosuenojocontraellapudomásquesusimpatíaysuatractivo.

—¡Sosie,eresunamalacabeza!—declaró.Laindiasevolvióalpunto,provocativayhosca.—Soy lo que vosotros, los blancos, habéis hecho demí—contestó. Chane no

supohallarréplicaadecuada.Enelfondosentíaseacobardadoanteella.ToddyNokinapostrofóenpinteasucasquivanahijayaldarmediavueltadirigió

contraellaunlatigazoyunapatadasinlograrqueniunoniotrallegasenadestino.Comounacentella,lacimbreantefigurasepusofueradesualcance,investigandoaambos. Chane no pudo decidir si era el salvaje exabrupto de la squaw india a laapasionadaexpresióndesuculturablanca.Talvezlasdoscosas.

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III

Jamás habría consentido el padre de SusanaMelberne que ésta le acompañase enaquella expedición de caza de cerriles a no haber proyectado, simultáneamente, labúsquedadeunanuevaregiónenlaqueestablecerse.AlláenSanJorge,SusanahabíaoídoasupadredecirleaLoughbridge,asociadosuyoenlaempresa:«Comosabes,Jim,necesitoecharraícesentierravirgen».

LasignificativaobservaciónquedógrabadaenlamentedeSusanaconotrasquedesde su regreso del colegio de Silver City le habían chocado por lo insólitas. Supadre estaba siempre aguardando a alguien que, al parecer, podía presentarse deinopinadomodo.AlgunapoderosarazóndebíadeexistirparaobligarleaabandonarprimeroelSur,luegoSilverCity,despuésLasVegas,y,porúltimo,SanJorge.Susanapreferíanobuscarleexplicaciónalcaso.NacidaenTexas,habíavividoenelOestelobastanteparaconocerasupobladoras.

El acosamiento de caballos cerriles revestía especial fascinación para Susana,aunque le repugnaba su inherente brutalidad. Disfrutaba viendo a los salvajesanimales, no capturándolos. La vida de campamento, las caballadas de un lugar aotro, los días en los abertales…Utah, con sumaravillosa y salvajemajestuosidadpétrea…,despuésdecuatroañosdecolegio,ofrecíanunirresistibleencantoparaella.

HabíaselepresentadounaoportunidaddequedarseenSanJorgecomomaestradeuna escuela, la mayoría de cuyos alumnos eran mormones. Aunque no ledesagradaban particularmente los mormones, tampoco sentía especial deseo deconvivir con ellos. Por otra parte, la perspectiva de la excursión con su padre nosedujodemomentoaSusana.Tardeotempranoacabaríanosiendosinounavariantedelavidapenosayrudadelpionerooprimerpobladordeunacomarcavirgen.Noobstante,resolviócuandomenosprobarlo,acompañandoasupadreyasuhermanomenor.Fallecida lamadredeSusana, supadrecontrajosegundasnupcias,mientrasellaestabaenelcolegio,cosaquenolecausósatisfacciónprecisamente,aunquealapostre sumadrastrahabía resultadouna inteligentey amable criatura, atenta sólo acolmardeatencionesycuidadosasupadre.

Enconsecuencia,Susana,quehabíaemprendido la jornadamovida tantoporelcariño a su padre y a su hermano, cuanto por un anhelo de conocer en todos susaspectoseldesierto,descubrióalaspocassemanasqueencajabaalasmilmaravillasenaquellavidanómadadeacosadoresdecerriles.Erajoven,rebosantedesaludydeenergía, perfecta amazona y podía preparar un condumio cobre las brasas de unahoguera,sise terciaba.Su temperamentorespondiódemodosorprendenteacuantode característico tenía la vida al aire libre. Mas, aun así, se aferró con insólitatenacidad a sus posesiones mundanales, vestidos, retratos, libros, parte de sudesenvolvimientopedagógico.Envariasocasiones,durante la jornadahaciaelEstedesdeSanJorge,habíatomadoasientoenelpescantedelacarretajuntoaJake,conelprimordialobjetoderefrenarsutemerariomododeconducirenalgunosdelosmás

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escabrosos trechos, del camino. El vuelco del vehículo habría puesto en terribleriesgoelpreciadocofrequeencerrabasustesoros.

La impedimentadeMelbernenoeragrandeen relacióna loquepor logeneralconstituíaelbagajedeunaexpedicióndecazadecerriles,pero,aunasí,teniendoencuentaquetantoélcomosusocioLoughbridgellevabanasusfamiliasconsigo,aménde los necesarios arrieros, carromatos, ajuar de campamento y provisiones, nodejaban de formar una considerable caravana. Si conseguían sus propósitos dedescubrir una región que reuniese los deseados requisitos de abundantes pastos yagua, Loughbridge estaba dispuesto a establecerse en ella y fundar un rancho ensociedadconMelberne[17].

Suprincipal ideanoera,pues, solamente lacapturayventadecerriles,aunqueporrazóndeéstasevieranobligadosamantenerseadistancias,nomayoresdeunajornada,delalíneaférrea.MelberneenviabasuscaballosindomadosporvagonesaSanLuis.Atrecedólaresporcabeza,siconseguíanhacerloenconsiderablenúmero,la empresa era remuneradora, pero… no hallaba terreno alguno que ofrecieseposibilidadesdemejoramiento.

Una tardedeseptiembre, laexpediciónMelbernehizoaltoa lacabezadeStarkValley,atreintamillasdelferrocarril.

Susanahabíaoídohablaraloshombresdelequipodeaquelvalle,y,durantetodala jornada, desde la divisoria hasta llegar al olmedo de su base, lo había estadocontemplando.Utah, con sus rojizos acantilados, sus extensas planicies de blancassalvias, sus agrestes montañas y su maravilloso desierto sembrado, de pétreosmonumentos,habíaleparecidoadmirable.AladentrarsehaciaelEstepudoobservarquelaescaladesalvajebellezaydefragosidaddelpanoramaparecíacentuplicarse.Yahoralasolaaparienciadeaquelvalleladejabaatónitaysinaliento.

Sumodo de vida anterior le permitía estimar acertadamente las distancias, lasengañadorassombraspurpúreas,los,alparecer,interminablescontornosdeldesierto.Antesusojosvioextenderseunvallequecalculódeunasveintemillasdeamplitudportreintadelongitud.Enrelaciónacuantolarodeabaerapequeño;lindabaporunodesus ladosconunacadenadeescabrosassierras,yuna interminableextensióndetierraondulosayverdeante,porelotro.Allendelavastalarguradelvallelevantábaseuna montaña de gran elevación y abruptas escarpas rojizas, bañadas por el sol ycoronadas por una altiplanicie. Era tan distinta a cuantas Susana había visto, queatrajo poderosamente su atención. ¡Qué remota! ¡Qué aislada! Su belleza eraatrayenteyextraña.

—¿Quémontañaesésa,papá?—preguntóSusanaindicándola.Su fornido y barbudo padre suspendió la tarea de desenganchar el tronco para

contestar.Suspenetrantes,grisespupilasteníansiempreunasonrisaparaella.—¡Afequenolosé!—replicósiguiendoconlavistalaindicacióndesuhija—.

Y…nomeextrañaquetehayallamadolaatención…Eh,tú,Alonso,¿quémontañaesesadecumbretanplana?

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Alonso era el vaquero mestizo mejicano que servía de guía a la expedición.Teníasepor el acosadormás afamadodeUtah, cenceño, ágil,musculoso, de rostrocetrinoyojosdeazabache,queposóuninstanteenelvalle.

—Con todo lo que he oído hablar de ella, opino que debí reconocerla—dijoMelberne—;esonoesunamontaña,Susana,sinounaMeseta,lamayordeUtah.Aldecirdelosmormones,esunsegurorefugioparaloscaballossalvajes,porquejamáshapuestoenellasusplantasblancoalguno.

—¡LaMesetadelCaballoCerril!—exclamóSusana—.¡Quégrandiosay…quésalvaje!…¡Tanremota!…¡Mealegrasaberqueaúnlesquedaunasiloaloscaballos!

—¡Vaya,muchacha!,puedesestarciertadequehabrácerrilesasalvopormuchotiempo—dijo su padre contemplando el valle—; en esta comarca abundan. ¡Mira,ahoramismosedivisancentenaresdecabezas!

Ajustólassoñadoraspupilasaladistanciayunestremecimientolarecorrióalverlas manadas de caballos diseminadas por el valle. Parecían de todos los pelajes,acrecentándosesunúmerohastaperderseenlagríseaneblina.

—Indudablemente,serándifícilesdeacosar—continuóMelbernerecorriendolaextensiónconsupenetrantemirada.Eraunavastahoyasinárbolesysinpeñascos,cuyamonotoníasolamentequebrabanlasbandadasdecerrilesylospálidosdestellosdelosserpenteantescursosdeagua.

—¿Papá?¿Nodijistequeestableceríamosaquínuestrocampamentopermanente?—preguntóSusana.

—Sí, y me alegro de haberlo dicho —contestó—. Ya os liemos zarandeadobastantealasmujeressindarlesoportunidaddedescansar.Aquípodremosmontarunmagníficocampo.Hayhierba,aguaycombustibleenabundancia.Ynofaltalacaza.Además,ellugarestábienresguardado.Pasaremosaquívariosdías,variassemanastalvez.Estoyciertodepoderentramparunaestupendacaballadadecerriles.

—¿Piensascogerlosunoauno?—Ésaesmiidea.Jimnoestáconforme,pero…acabarápordarmelarazón.—¡Siporlomenostelosquedasesluegoylosdomaras!—protestóSusana.—¡Domar jacosquevalen trecedólaresporcabeza!—exclamóriendosupadre

—.Nopuedeser,pequeña.—Algunos de los que he visto valdrían cientos de dólares si estuviesen

debidamentedomados—replicóella.Melberne se rascó lamejilla ponderando el problema; luego sacudió la cabeza,

comosifuesedemasiadoprofundoparaél,yreanudósutarea.Laprácticade losque efectuaban laoperación redujo almínimoel tiempoque

invirtieroneninstalarelcampamento.Antesdeponerseelsolestabanyalevantadaslastiendasdecampaña,encendidaslashogueras,cuyasespiralesdehumosealzabanpor entre lashojasverde clarode losolmos.El fragante aromadegalleta caliente,venadoycafé,perfumóelfrescoairecrepuscular.

—Me niego rotundamente a emplear la sempiterna frase hecha, favorita del

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cowboy[18]—anunciólaseñoraMelbernealegremente—,perosídiréquelacenaestáapunto.

Era una mujer de corta estatura, más bien gruesa, de facciones simpáticas yamables,encendidasenaquelinstanteporelcalordelfuego.Suasistenta,laseñoritaLoughbridge,ofrecíaconellamarcadocontraste,tantoenaparienciacomoenmododeser.

—EljovenChessWeymer,quesedesvivíabuscandoocasiónderendirpequeñasatencionesaSusanayaOraLoughbridge,sacódeunadelascarretasunabanquetaylacolocóenlugarconveniente,fueradelradiodehumodelahoguera.

—Ea,joven,yatienenustedesasiento—dijoconsuvibrantevozdebajo.Susana loaceptóconunademándeagradecimiento, sentándoseconelplatode

peltreenunamanoylatazaenlaotra,peroOranosemoviódesusitio,enelsuelo.Eraunamuchachadeojosnegrosy,enaquelmomento,teníaunaexpresiónhuraña.

—Siénteseusted,Ora—gritóChess.Ellalelanzóunasignificativamirada.—¡Diosmelibredeprivarledelaocasión,Chess!—dijoconciertosarcasmo.—¡Ah! Bueno, si usted no lo ocupa… lo ocuparé yo —replicó Chess

acomodándosejuntoaSusana.Éstadisfrutabacon lasituación.Orasehabíadejadocautivarporaquelapuesto

mozo que por su parte, mostraba una marcada preferencia por Susana. Era unmuchachodedieciochoaños,bienplantado,decurtidorostro,ojosgarzosyfrancaysingularmente atractiva apariencia. En San Jorge, donde se había unido a laexpedición,teníaselepordespreocupadoyturbulento,unpocoaficionadoabeberoapelearseconquienseofrecierayenabsolutoincapazderesistirfemenilesencantos.Susana gustaba de su compañíamientras no le diese por lo sentimental. Tenía dosaños más que Chess y, en opinión, infinitamente mayor experiencia. Habíacondescendido a considerarle con fraternal favor hasta que los Loughbridge seagregaronalapartidayOramonopolizóbuenapartedelplacerdesucompañía.

La larga jornada había despertado el apetito general y todos comían sin decirpalabra. Requirió evidentemente menos tiempo despachar la cena, del que en supreparación habían empleado. Las horas de comer y la sobremesa en torno a lahogueraeranlasúnicasoportunidadesqueteníaSusanadeobservarjuntosatodosloscomponentesdelacaravana,y,enconsecuencia,lasaprovechabacuantopodía.

Losdesbravadoreseranfuentedecontinuodeleiteparaella.Supadrellevabaseis,que empleaba en cuantas capacidades exigían la naturaleza de la expedición y suextremaactividad.

Alonso, elmestizo, era elmás atrayente debido a los conocimientos que podíadivulgar. Utah, desbravador de cerriles, probablemente mormón aunque no lopareciese,eraunjovendefaccionesagudasypétreaexpresión,talludo,delgado,durocomounaroca,zamboypatojo.Enciertomodo,separecíaaldesierto.TwayMillererael tipodecowboyqueabandonabasuprofesiónporodioa lascercasdeespino

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artificial. Dolíase de la desaparición de los inmensos abertales y, cuando se leestrechaba a preguntas, acaba reconociendo que su idea de un abertal era todo elSudoeste. Tway, recio y nervudo jinete, siempre cubierto de polvo, desaliñado yraído,teníaunrostrocomotalladoenlacortezadeunárbol.LellamabanTway(dosveces)porsucostumbredetartamudear,defectoenquesuscamaradassecomplacíancon penosa insistencia. Bonny era un atlético irlandés, pelirrojo e hirsuto, con elrostro cubierto de pecas, dotado de una voz de bajo profundo cuya solemnidad seaveníaconlosojosazulclarodesuposeedor.Contabaunostreintaaños,diezdeloscualeshabíapasadoenAméricay,alparecer,suúnicaaversióneraporcuantotuviesevisos de poblado. Jake, hombre de edad y de experiencia, poseía un corpachóncuadradoqueempezabaaevidenciarlosataquesdeltiempo.Eracalvo.Sucarianchorostromoreno parecía rugoso epítome de todas las vicisitudes de la vida, que, sinembargo, no habían logrado amargarle.Cuanto puede ocurrir a un hombre habíaleacaecido a Jake.Tuvo esposa, hijos, hogar, propiedad y fortuna, perdiéndolo todo:conlosaños,yadespechodesusinnúmerascalamidades,eraelmásalegre,elmásdesprendidoyelmásservicialdeloshombres.SialguienqueríaalgúnfavorrecurríaaJakeconlacertezadeoírlecontestar«¡Vaya!¡Encantado!¡Yoloharé!…».Comolosdemás, Jakeestabaajustadoparaacosarcerrilesyentre tantocooperarenotrosquehaceres.Mas,enlapráctica,resultóquelosdíasdeajetreohabíanpasadoparaél.Una jornadaacaballo,aunsimplementeal trote, suponía tortura.Encambio,comoarriero,cocinero,y,engeneral,factotum[19]delcampamento,noteníarival.Elúltimodel sextetoque tanto interesaba aSusana eraunnovato al quehabíandenominadocapitánBunk[20].Elmarhabíasidoparaélloqueeldesiertoparalosdesbravadores.DiossabecómofueapararaUtah[21].Suconversación,siempredebarcos,motoresycompañerosdelitera,asícomosusfantásticosrelatos,lehabíanvalidoelapodo.Eracarirredondocomounquesodebolaynomenosbermejo,conunanarizenormequejamás llegó a curtir el sol, y labios y ojos perennemente afectados por los áridosvientosdeldesierto.Concluidalacena,seponíaelsolcuandoloshombresdieronporterminadassustareasdeldía.Susana,enbuscadealgúnvericuetoquelesirviesedeatalaya,sedetuvouninstanteaescuchar laconversación,entornoa lahogueradelcampamento.

—¿Cuántos jacos calculáis que hay en el valle? —preguntaba con interés supadre.

—A mi juicio, más de cinco, mil —replicó Loughbridge ofreciéndole susprismáticos.

—¡Bromeas!—No,losgemelos,nomienten.—¡Nopodíasdarmemejornoticia!—declaróMelbernepalmoteando—.Ahora…

averlaformadeentramparquinientos,omildeunasolavez.—Estás chiflado, Mel —replicó su socio—; por satisfecho me daré si

conseguimos coger un centenar. Además, es inútil reunir un gran número si sólo

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podemosluegobajarunoscuantosalferrocarril.—Tienesrazón.Loqueprocedeentoncesesidearelmediodeentramparunbuen

lotey el de conducirlos.Alonso, segúndice, havistopracticar algoparecido, perocuestaelpellejoamuchasbestiasynoquiereexplicármelo.

Como la mayoría de los desbravadores de cerriles, Alonso sentía verdaderapasiónpor loscaballos.Melbernenoeracruel,massuprimordial interésestabaenamasarrápidamenteunafortuna,yencuantoaLoughbridge,habríasacrificado,sincompunción, cuantos animales fuesen menester, si con los restantes realizaba unsatisfactoriobeneficio.Arguyóconelreticentemejicano,sinéxito.Alonsosenegabaarevelarelsecretodelprocedimientoparalacapturaprimeroyconduccióndespuésdegrannúmerode cerriles a la vez.Susana aplaudía su conducta casi tanto como,menospreciaba a Loughbridge. Sabía que su padre, no obstante su rectitud y suenergía,eraenextremodúctilymanejable,sobretodoviendobuenosbeneficiosenperspectiva.Pocodespués,Loughbridgeyélmarcharonendirecciónalolmedo,sinduda para hablar a solas, y con su marcha la conversación se hizo general ybuilliciosa.

—Bonny,¿quétepareceestatierra?—preguntóelcapitánBunkconprovocativacuriosidad.

—Grande,capitán;¡grande!—replicóBonny.—¡Qué me maten si este condenado Utah no es un mulero infernal —estalló

Bunk— sin una gota de agua! En todo el maldito desierto, no podrías poner unesquifeaflote.

—¡Cómoqueestoestierra,hombre,yexcelentetierra!—arguyóBonny—.Aquínonecesitamoselaguamásqueparabeber.

—Pe…pe…pe…pe—empezóTwayMiller.—¡Bah!Líateuncigarrilloycalla—interrumpióUtah tendiéndolesupetaca—.

Atiendeanuestroirlandésalagreñaconelmarinero.—Ma…ma…ma…malditosea…¡Hablarésime…me…me…dalaga…ga…

gana!—gritóTway.—¡Hablar!¡Perosinosabes!—replicóUtah.—¿Seríascapazdeviviraquí,rodeadodevericuetos?—preguntóelcapitánBunk

buscandocamorra.—¿Vivir aquí? ¡Naturalmente!Esmagníficoestepaís.Ymecasaré conunade

esassquawsindiasqueposeengrandesterrenosy…talvezencontremosenellosoroopetróleoy…encuantosearicomelasacudirédeencima.

Algunos de sus oyentes soltaron la carcajada mientras el capitán exclamabasorprendido:

—¿Sacudírteladeencima?¿Cómo?—Hayvariasmaneras…Unleñazoenlasesera…oalgoasí—replicóseriamente

Bonny.—¡Peroestehombreesunpiratasanguinario!—declaróelcapitánBunk.

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—Bonnytienemuchojarabedepico—interpuso,conciliador,Jake—.Esincapazdematarunamosca.Amijuicio,osestátomandoelpelo.

—Pues escucha, irlandés del diablo. Cierra el pico en eso de las squaws —aconsejóUtah—;enestastierraslossquaw-mennogozandesimpatías.

—P…p…p…perfectamente natural—interpusoTwayMiller—;vosotros, losmor… mor… mormones, queréis pa… pa… para vosotros todas las mu… mu…mujeres…blancasorojas.

—Tway,silargasunabromaasíenSanJorge,tequitanelvicio—replicóUtah.—¿Elvi…vi…viciodequé?—QuisosaberTway.—De hablar —contestó Utah, provocando una carcajada general. Hasta el

mestizoriódeldesconciertodeTway.Susana haraganeó cerca, hasta que su presencia se hizo demasiado obvia a los

picadores.Entoncessealejóhacialosolmos,dondehallóasientoenuntronco.Habíasepuestoelsol.Elvalleseibapoblandodepurpúreassombrasyalolejos

alzábase la enhiesta y extrañamasa de laMeseta delCaballoCerril. ¡Qué vasta ydespejadaeralaselvatiquezdeUtah!Aunquearegañadientes,Susanareconociósubelleza,suatrayentellamadaaloqueenellahabíademáshondo,susatisfactorio,einexplicable encantos Oyó el ludir de las hojas, olisqueó el pungente y aromáticohumodelaleña,violasconfusasbandadasdesalvajescorcelesenelllanosuelodelvalle. Algo indefinido invadió su alma, y al intentar analizarlo, no consiguióinterpretarsusignificación,salvocomounvagocontentoporaquellaaventurasuyaqueacababadeempezar,yundeseadequeseprolongasemucho.Parecíaenlazadacon sus ya remotos sueños infantiles, con memorias gratas, aunque demasiadoprofundas,demasiadomisteriosaspararecordarlas.

La trisca de la hojarasca la sacó de su ensimismamiento; volviéndose, vioaproximarseaChess,iluminadoelsemblanteporunasonrisa.

—¿Mepermitequemesienteasulado,Susana?—Sí… a condición de que antes sea buen chico yme traiga el abrigo. Lo he

dejadosobrelavaradelcarro.Volvió casi al punto con la prenda, ayudándole a ponérsela. Las pequeñas y

cortesesatencionesdeChesslacomplacían,estimándolastestimonioelocuentedeloque debió ser para su madre y su hermano, así como del hogar donde las habíaaprendido.

—¿Porquémetrataustedcomounchiquillo,Susana?—selamentó,sentándosefrentea ella con laspiernascruzadasausanza india. Iba sinnadaa la cabezay sucrespocabelloteníaáureosreflejos.

—¿Cómoquierequeletratealosdieciochoaños?—replicóSusana.—Bueno…,perosoyunhombre.Esacuestiónquedóyazanjadaconmihermano

Chane.MesientomásviejoqueMatusalén.Apartedequeustedcumplirálosveinteelmesquevieneyesaedadnoesprecisamentelasenectud.

—¿Cómosabeustedmiedad?

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—Selopreguntéasupadre.—Aunsuponiendoquesólotengaveinte,soymuchomayorqueusted.—No acierto a comprenderlo, Susana, pero, en todo caso, tengo edad de sobra

para…parahabermeenamoradodeusted—replicó,bajandolavoz.Ellalemirócondesaprobación,pareciéndolenotarenélalgomásvehemente,o,

cuando menos, distinto a su habitual modo de ser. Por lo general, conseguíadesarmarletomandoabromasuspalabras,yresolvióseguirlamismatáctica.

—ApuestoaquelomismohadichoustedaOra,Chess.—Yo…yo…nolehedichonuncasemejantecosa—negóprontamente,aunque

unvivocarmíntiñósusmejillas.—No sea embustero. Demasiado le consta lo contrario —replicó Susana

amenazándoleconundedo—.UstedhahechoelamoraOra.—Loreconozca.Alprincipio…comoatodas,esque…nopuedoremediarlo.Me

gustanlasmujeresy…Ora,porejemplo,esguapa…ylista,pero…aunquenoquierodenigraranadieymenosaunachica,Oraes…trapacera.

Susana se limitó a mirarle, intentando no exteriorizar su conformidad con elveredicto.Chessparecíaestarbajolainfluenciadealgunaemoción.

—Ora es trapacera y rencorosa —repitió—. Dice de usted cosas que no megustan,Susana,y,paramí,conesobasta.

—Todaslasmuchachasenvidiosassoniguales.Laenvidiaesabominable,peronohayquejuzgarcondemasiadaseveridadaOra.Ella…

—¡Hum!Allá ella; pero que nome hable así de usted—declaró él—y no heacabadodedecirloque…

—¿No?Puessilehadealiviar…,desembuche.—PuedodemostrarlequeesoqueusteddicedeOra…yde lasdemás…nofue

nuncaenserio—prosiguióresueltamente,mirándola.—¿Ahsí?—murmuróSusanaconteniendolarisaaduraspenas.—Nunca se me ocurrió proponerle a Ora… o a las otras… que se casasen

conmigo—declaró,solemnementetriunfante.Susana tuvo que soltar la carcajada, aunque en el fondo la vehemencia del

muchacholaconmovía.—Siaesovamos,tampocomelohapropuestoamí—dijo,ysehabríamordido

lalenguaporhaberlodicho.—Hastaahora,no;pero…loestoyhaciendo—replicóélalinstante.—¡Chess!—exclamóatónitaSusana.—No hay por qué sorprenderse. Pienso así. Estoy en edad de poder amarla y

cuentoconbríosbastantesparatrabajarporusted.Lotengoyatodoplaneado.Tieneustedunalmademasiadonobleygrandeparadespreciarmipobreza,es…

—¡PorDios,muchacho,nodigamás!—interrumpióSusana,obligada,asupesar,a tomarlo en serio. Chess había palidecido bajo el atezado de su semblante—.Lamento haberle hecho rabiar… tomando a broma sus palabras, pero…, no sé por

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quémeconsiderocomounamadreparausted…;nopodríacasarme…—¿Porqué—preguntó?—Porquenoleamo.—Ya me lo figuraba, pero… creí posible que cambiase de opinión —dijo él

pugnandobravamenteporocultarsusemociones.Susana le contemplaba, estrujando su memoria. ¿Habría concedido acaso

indebidas familiaridades a aquel muchacho? Aunque experimentó ciertoremordimiento,enconciencianopudoacusarse.VioaChessentre las ruinasde suilusión desmoronada. Chess se volvió hacia ella con extraña vehemencia, máselocuentessuspupilasylabiosmáspersuasivos.

—Bienestá,Susana.Metragarélapíldora,aunque…:peroquisierapedirlealgonomenosimportante.

—¿Quéesello?—preguntóconcuriosidad.—Sinoaceptacasarseconmigo…,¿querrá,cuandomenos,esperaraconocera

mihermanoChane?…Nopodráevitarenamorarsedeél.—Pero, Chess… —murmuró Susana, interrumpiéndose sin terminar la frase.

Jamás había sufrido mayor sorpresa. La voz del muchacho acababa de sufrir uncambio…, una transformación que se extendía a sus pupilas…, tan elocuentes, tanexpresivas,queeraimposibletacharderidículasupretensión.Susananosupocómocontestarle.

—Chanehaidoalasreservasindias…allendeloscañones—prosiguióChess—.Fue a comprar caballos para revenderlos a losmormones.Yo quería acompañarle,peroélnomedejó,paraquenoperdiesemiempleoenSanJorge.Luego…laviaustedysolicitétrabajodesupadreparapoderestarcerca…EnseguidaqueChanesedeshaga de sus jacos la emprenderá conmigo. Siempre está buscándome.Cree queaúnsoyunacriatura.Mellama«muchachoazul»ytemeque…memalee…Cuandodéconmigoy laconozca,seenamorarádeusted.Queyosepa,nohaestadonuncaenamorado,pero…ustedeslamujermásadorableymásmaravillosadelmundoynopodráremediarlo…yentonces…serámihermana.

Las vehementes palabras, cuya candorosa sencillez llegó al alma deSusana, seatropellaban en sus labios coma un torrente. A fe que hasta entonces no habíaconocidoaChessWeymer.Eramenosqueunadolescente…,eraunniño,masahoracomprendíamejorporquéleestimaba.

—Entodocaso…seré…suhermana—ofrecióellabuscandoalgoquedecirquenoleagraviase.Adivinabaunasingularrelaciónentreélyaquelhermanomayorquele llamaba «muchacho azul». Y la estremecía. Entre ambos debía de existir unespléndido nexo de cariño. Sintió curiosidad por aprender algomás delmisteriosoChane,sibien,vistalarecienteproposicióndeChess,noseatrevíaapreguntarle.Talveznofuerapreciso.Esperó.

—NopodráustedevitarenamorarsedeChane,Susana—reiteróChess—.Laheobservado.Laheestudiado.Conozcosusaficiones.Aunquenohabríamujercapazde

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resistir a Chane. Dondequiera que he estado con él, si había alguna muchacha,quedabaprendadademihermano.Yesoqueélnilasmirasiquiera.

—¿Sí?Esehermanosuyodebeser…cosabuena—replicóSusana—.¿Quétipotiene?

—¡Oh!¡Chaneestodounhombre!—exclamóChessviéndosealentadoahablar—.Separeceamipadre,perotienemuchotambiéndemimadre,loqueaúnlehacesermejor.Esalto,moreno,conunosojosqueparecenescudriñarleaunopordentro.Tiene un carácter que no puede, ser más dulce y amable; pero, así y todo, es unluchador.

—Precisamente por su amabilidad se ve siempre metido en conflictos,resolviendoalgunosdeellos,lamentodecirlo,conargumentosdemayoreficaciaquelospuños.Harecorridotodalaregiónformandopartedediversosequipos.Aborrecelosrebañosyadoraloscaballos.TodoslosWeymersomosamantesdeloscaballos.MipadreesoriundodeKentucky.Chanenopuedeestarsequieto.

Cadadíaleatraenmáslascomarcassalvajes.Es…unsolitario.Entregenteestádesasosegado e inquieto. Si alguien tiene un compromiso del que no sabe cómozafarse,élseloechaacuestas.Sivivieseapartadodelagentey…demí,selibraríademuchosengorros.Yosoysumayorquebraderodecabeza,porquedeunauotraforma estoy siempremetido en algún lío, hasta que, tarde o temprano, se presentaChaneymesacaaflote.

—¡Nomeextrañaquelellameausted«muchachoazul»!—dijoimpulsivamenteSusana.

—Cara a cara ya no me lo llama. Es un nombre que detesto —dijo Chesssombríamente.

—¿Esdesbravadorsuhermano?—preguntóSusana.—Hahechodetodounpoco,peroloquemáslegustasonloscaballos.Aunque

noseancerriles.Bastaqueseancaballos,domadososalvajes,buenosomalos,viejosojóvenes.Amijuicio,ladomadecerriles,parecehaberleatraídoúltimamentemás.Comoustedsabe,enUtahyenNevadahasidounaespeciedefiebre.HacedosañosvioalcélebregarañónsalvajePanquitch.Seguramentehabráustedoídohablardeél.Bueno,pues,desdeentonces,Chanehaperdidolachavetaporeseanimal.

—Comprendo la emoción del acosamiento de cerriles. La he experimentadoyendoalgunasvecesaverlestrabajaraustedes,peronopuedosoportarelespectáculodeunanimal,seaonosalvaje,acorraladooherido.

—AChaneleocurrelopropio—replicóChess—.¡Oh!Ustedyéltienenmuchodecomún.Yaloverá;yaverácómotrataloscaballos.¡Espérese!

—Bien está, Chess; procuraré armarme de paciencia hasta que… Chane hayadadoconsupista—replicóSusana riendoalegremente—.Yahora,buenasnoches.Deploro haberle causado un disgusto, pero… celebro haber aprendido tanto deusted…ydeChane.

Susanaledejósentadoenlasemioscuridadyseencaminóhaciaelcampamento,

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noparadetenerse,comaotrasveces,juntoalafogata,acuyaalrededorloshombresreíanycharlaban,niparaentrarensutienda.Prosiguióadelante,sola,adentrándosebajo la densa penumbra de los olmos. Impregnaba el ambiente fresco y seco unpungente aroma de selvatiquez; las hojas mecíanse con la vespertina brisa; lascigarras cantaban, poniendo en su canto unas melancólicas notas, presagiando lasprimerasescarchas.Enlalejaníaaullabanloscoyotes.

—Porlovisto,tendréqueesperaraesemaravillosohermanoChanequelellama«muchachoazul»—murmurópensativamenteSusana.

Sentíaseprofundayextrañamenteconmovida,sinacertaradeterminar lacausa.Lo achacó, primero, a que elmuchacho acababa de rendirle elmás alto homenajeposible; después, a su compasión por él, y últimamente, al conocimiento de laexistenciade tan admirable compenetración entredoshermanos.Mas con todo, noeranrazonesconcluyentes.Chess,consuspalabras,habíahechavibrarensucorazónuna fibra hasta entonces callada… la aventura, la gloria y el ensueño de un amorpotencial,vago,profundo, latente,misterioso.Eraabsurdapordemás,claroestá, laesperanza confiada del muchacho en su enamoramiento de Chane. ¡Chane! ¡Quénombretanparticular!Nolohabíaoídonunca.Apesardesusensatezydesujustaapreciación del juvenil entusiasmo de Chess, sumente establecía una inmediata yextrañaconcordanciaentre lavaga figuraheroicade susensueñosyaquel solitariojinetedeldesierto,aquelrendidoamantedeloscaballos.Rechazólaincipienteidea.Mas…yahabíagerminado.

—¡Oh! Qué desatino… esa conversación… —murmuró— pero ¿quién podíasuponersemejantecosadelmuchacho?

Se sustrajo, por fin, al encanto de la soledad de la noche y de sus palpitantesestrellas, y se encaminó hacia su pequeña tienda particular. Se acostó sin haberconseguidodominardeltodosuserrantesfantasías,nirecuperarelcompletodominiode sí misma. La noche producía siempre el mismo efecto en ella; por la mañanarecobraría su habitual, práctico y sensatomodo de ser.Mas elmomento presente,ahuyentandoelsueñodesuspárpados, laponíaamerceddelodesconocido,delasimprecisasvocesquelallamaban,delconfusoeinciertodespertardesuinstinto.

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IV

CaracterizóelaposentamientodelaexpediciónMelberneensusrealespermanentesdeStarkValleyuntiempoperfecto,bienvenidocambioalastormentasyalosvientosde las pasadas semanas. La estación de las lluvias se había prolongadomás de lohabitual.Paraeldesiertoeraindudablementeventajoso,aunqueduroydesagradableparalosdesbravadoresycuantoslaboranexpuestosa loselementos.Peroelmismodía que Melberne decidió acampar en el valle, el maravilloso verano tardío,vulgarmente llamado verano indio de Utah, pareció sonreírles áurea y purpúreabienvenida, convirtiendo en un deleite la vida del campamento, especialmente sipodíaconsagrarsealociopartedel tiempo.SusanaoyódeciraLoughbridgeque loprobablefuerapodercontarconunmes,yposiblementemás,deigualbonanza.

Melbernecarecíadeexperienciaprácticaenlacazadecerriles.Eraunaempresarelativamente nueva para él, más su energía y su vitalidad, combinadas con suindudableascendientesobreelpersonalasusórdenes,contribuyeronnopocoaquesaliera bien del empeño. Fuesen cuales fueran sus flaquezas, que más podríancalificarsedesusceptibilidadalasugestión,encambio,senegabanarecibirórdenesdeLoughbridge.

—Bueno muchachos, aquí estamos—anuncióMelberne después del desayunodelprimerdíaenStarkValley—,yahora…hayquedespabilarse.Noquieroempezaraacosarenestevallehastatenerunplandeterminado,unmodouotrodeentramparjacos enmasa.Voy a dar una galopada conAlonso y Jimpara estudiar el terreno,pero antes quiero repartir la faena… Jake, tú te pones al frente del campamento,encargándote de ayudar a las mujeres. Hazles un horno de piedra, arregla unostrébedes[22]paraelescalfadorgrande, tráelesagua,enfin, loquesepresente…Tú,capitán,ensillatujamelgoyacarreatodalaleñasecaquepuedas.Michico,Tommy,teayudaráaaserrarla.Elejercicioleencanta…Miller,túyUtah,iraecharunvistazopor algunos de los cañones que os parezcanmás frecuentados por lasmanadas decerriles.Chess…atitegustacazar.Andamosmuymaldecarneo;túteencargarásdeproveernos de ella. No vayas solo. Es mal sistema. Que te acompañe Bonny.Seguramenteporacádebedeabundarlacaza.

—A malas, podemos comer carne de cerril —observó Utah—. No es tanrepugnante.

—¡Papá! ¿Serías capaz de matar a uno de esos animales para comértelo? —exclamóhorrorizadaSusana.

—¡Psh!,muchacha…,nolohehechonunca—replicó—.Adecirverdad,aúnnoheprobadolacarnedecaballo;¿esbuena,Alonso?

—Nolosé,señor—contestóconcisamenteelvaqueromejicano.Lasugerencialeeraevidentementedesagradable.

—Antesmedejaríamorirdehambre—afirmóresueltamenteSusana.

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Supadreseechóareír,ordenandoqueaprontasenlasmonturas.Chess,silbandodesatisfacciónporsucometido,cogiólabridaysedetuvoanteSusana.

—«Pequeña doncella de oro» —dijo alegremente—, ¿queréis que os traigavuestrocorcel?

—No,Chess,gracias.Tengomuchoquehacer:zurcir,lavar…y¿porquémehallamadoustedeso?Peso,opesaba,cientotreintalibras,ymicabelloescastañoynorubio.

—Notienenadaqueverconsuapariencia—contestómisteriosamenteChess.—¡Ah!Muybien,«muchachitoazul»(littleBoyBlue)—replicóella.—Escuche,Susana.Deustedlotolerotodo—exclamóChess—;pero…nodiga

esodelantedenadie.—Yaveremos.AguardeaquesepresentesuhermanoChanesiguiéndolelapista

—dijomaliciosamenteSusana.—¡Ojalánoselohubiesedicho!—Deploróelmuchacho—,porquesilorepiteen

públicomeharáperderlacabeza.—Chess, usted me ha puesto a mí buen número de nombres igualmente

impertinentestodos.—ElmásimpertinenteseríamistressChessWeymer,pero…¡esustedtandifícil

de contentar!—replicó él riendo.Luego se alejó, silbando entre dientes, dejándoleunaplacenterasensacióndealgoalegre,reflexivoynoble.Susanaestimóqueeramásbieninconsecuenteporsuparteelrevelarquesurepulsadelavísperanolehabía,alparecer, abatido. Algunos de sus sentimientos e ideas le causaban a vecesconsiderablealarma.

Seaplicóasusquehacerespendientes, todosellospersonales.Por logeneralnoexigíandeellaquecooperaseenlasfaenasgeneralesdelcampamento.PrimeramentepidióaJakeyaBonnyquesacasensucofredelcarromatoyselollevaranalatienda.

—Apuesto cualquier cosa a que tiene usted en él trajes preciosos, Susana—aventuróJake,y,alsonreír,selellenódearrugaselcurtidorostro.Susgrandesojosgarzoslamirabanconbondadosaexpresión.

—Muypocos,Jake,yconstituyentodocuantoposeoenestemundo—replicó.—¡Ahorameexplicosu temoraquevolcaseporelcamino!—repusoJakecon

tremendo interés—.Algúndía tendráqueemperejilarse ennuestrohonor, ¿eh?Megustaráhorroresverla.Siviviese,mipequeña tendríaahora,pocomásomenos,suedad.

—Prometido,Jake,sihadecomplacerle.—¡Complacerme! ¿Has oído, Bonny?… ¿Te gustaría ver a la señorita Susana

vestidaalaúltima?—¡Ya lo creo! Sería un grrran espectáculo—replicó el irlandés con profunda

seriedad—,ymásaúnmegustaríaverlaachicaralaojinegra.JakeyBonnysalierondelatienda,dejandoderodillasaSusanaantesupreciado

cofre. «Es gracioso —meditó—. Todos ellos han de darle de vez en cuando un

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alfilerazoaOra…yesoqueesguapa…Bienpensado,no,noesgracioso».Sacósutelaencerada,elrollodesusmantas,suschaparreras,espuelas,guantes,

impermeable,abrigo,enunapalabra,todassusposesiones,exceptoelcofre,afueraalsol,extendiendolasmantasparaqueseoreasen.

—¡Jake!—gritó—.Quisieraquemeayudaseunpocomás.EnvióalcomplacienteJakearecogerunenceradollenodebrotesdecedroyde

pino y, pensando quemientras le aguardaba no tendría en qué ocuparse, optó porseguirle a la ladera, ayudándole a apilar los brotes y a arrastrar la cargada lona alregreso.Amásdeexcelentecompañía,Jaketeníalahabilidaddehacersentirseasuinterlocutorreflexivoytoleranteconlosdemás.

—Escuche,Susana—dijoconfidencialmente—.NoconsientaqueBonny,oquiensea,laindispongaconOra…Esunabuenamuchacha,peroestámuymimadayhayquesabertratarla.SaltabaalavistaqueChessnoleeraindiferenteytodostuvimosocasióndeadvertirquealmozoquienle«hacíatilín»erausted.Yeso…esdemuymal tragar para cualquier muchacha. Aun sin querer, hace salir a la superficiesentimientosque…todostenemos.

—Jake, leaseguroqueaprecioaOra;peroúltimamentehacambiadomucho—protestóSusanaintentandoconvenceralveteranopicadordelodifícilqueresultabaestarsiempreafablementedispuestorespectoaOra.

—Sí, ya lo sé; pero así y todo, estará más descansada si no abriga nuncaresentimientos—replicóJake.

Consuayuda,Susanaextendióunamullidacapadefragantesbrotesenunodelosladosdelatienda,formandoyacijayreteniéndolosensusitiopormediodepequeñostroncosaserradosporsusextremosenformatal,quequedabanempotradosenlalonacomolacuerdadeunarco.Sobreaquellacapadebrotesextendiólatelaenceradayencimalasmantas,doblandoluegoelsobrantedelatela,queremetiótodoalrededor.Hechoesto,Jakeyellatapizaronelrestodelpisoconlossobrantesbrotes,echandoencimalasmantasindiasquelajovenposeía.Jakeconstruyóuntoscopercheroparacolgar lo que necesitase tener a mano. Sobre el cofre, que podía servir de mesa,Susanacolocósuespejoylosdemásútilesdeaseo,suestuchedecosturayunbolsollenodematerialesdiversos.Despuéscontemplóconrealsatisfacciónsuviviendadelonay,sentándose,pasóaconsiderarcuáldesusnumerosastareasdeberíaemprenderprimero.

Pasaron las horas.Melberne tenía por costumbre, cuando acampaban, no hacerservirmásquedoscomidas;desayunoycena.Estaúltima,porlogeneral,alponerseelsol.Susanaoyóllegaraloshombresdelequipoynotóqueempezabaaoscurecer,mascontinuócosiendohastaquelaesposadeMelberneanunciólacena.

—¡Susana!¡Loquesehaperdido!—vociferóChessencuantolavio.Yconunagalletaenunamanoylatazaenlaotra,empezóanarrarsusaventuras.Lamuchachatomómáscuentadesuentusiasmoydesuexcitaciónquedesuhistoria.Chessestabaradiante.Habíacazadosuprimerciervo,unmachotancorpulentoqueBonnyhabía

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tenidoqueayudarleaportearlo.Elirlandésera,porlovisto,uncazadornovato.Habíaderrochadomunicionessin

tasay,pordesgraciaparaél,sinresultado.—Pero…lesseguílapista—decía—,ylomásprobableesquehubieseacabado

tumbando a alguno si no veo un oso. Salió de un matorral… una enorme bestiapeluda,mayorqueunnovillo…y…norecuerdomás.

—¿Lesoltasteuntiro?—preguntóelcapitán.—Micaballosaliócorriendoy…creípreferibleseguirleparaquenoseperdiese

—contestóseriamenteelirlandés.—¡Ja,ja,ja!—sedesternillóelmarino.El padre de Susana llegó con el crepúsculo, polvoriento y rendido, pero tan

entusiasmadocon suexcursiónque, comoChess, empezóahablardeella antesdeprobar bocado. Según decía, poblaban el vallemillares de animales cerriles que, ajuzgarporsumansedumbre,jamássehabíanvistoacosados.

—Si hubiese árboles, o broza, podríamos improvisar unas largas vallas quecondujesenaunatrampa—exclamó—,pero…nohayniunsoloárbol,porlomenos,en loquehemosrecorrido…¡Viunalazán,Susana!…Lamásperfectaestampadecaballoquemeheechadoalacara…;deunpelajeclaro,nirojonitostado,conunacrinyunacolaquecasilearrastraban.Ibaalacabezadeunamanadadebayosydenegros. Al vernos, se la llevó a otra parte, pero sin demostrar pánico. Tenía unrelinchosemejanteauntoquedeclarín.

El informe de Utah no fuemenos interesante. A unas diezmillas por la parteabajeña[23] de la salida del valle, había hallado un cañón que le pareció oportunoexplorar. En su cabecera encontró una caótica y fragosa sección de lomas oespinazos, que arrancaban todos de dos escarpaduras convergentes en su partesuperior. Descubrió también abundante hierba, agua y una yeguada cerril. Estabanmetidasenunatrampanaturaly,ajuiciodeUtah,sepodíancazartodasenundía.

—¡Bravo!¡Esoesbueno!—declaróMelberne—.Nonosfaltaráquehacer.Millarfueelúltimoenllegar,acomodándosejuntoalahogueraparaconsumirsu

cena. Evidentemente, traía noticias satisfactorias y extraordinarias, mas coincidíanconunadesuspeorescrisisdetartamudez.Enunaocasiónhabíacasilogradohablarclaro, cuando Utah, que parecía peculiarmente irritado por el defecto de sucompañero,legritó:

—¡Dilosilbando,condenadoloro!Fuedemasiadoparaelexhaustodesbravador,quien,conunaenconadamiradaa

Utah,seencerróenuncompletomutismo.Laconversacióndelosdemásseprolongóhastamuyentradalanoche.Fueuna

interesante tertuliaalrededordelafogata.Susana, influidapor laspalabrasdeJake,buscó deliberadamente a Ora Loughbridge, esforzándose por serle agradable. Alprincipio,Oraestuvodisplicentey,comoChesshabríadicho,«tiesa»,masnopudoresistirse a la afabilidad deSusana y, gradualmente, se fue amansando.Aunque de

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modoindefinido,Susana tuvooportunidadentoncesdepoderapreciar lohondodelafectodelamuchachaporChess.Eranambosdelamismaedad,yella,románticaportemperamentoyvehemente en sus emociones.Susananotóque le costabapositivoesfuerzoelabstenersedemirarcontinuamenteendirecciónalmozo,aunque,porotraparte, procurase ocultar su secreto. Su estado de ánimo no le pareció trivial odivertido. Por el contrario, se percató de que no moviéndole en un principio otropropósitoqueeldemostrarseamableconlajoven,involuntariamentellegabaasentirciertasimpatíaporella.

Por las mañanas, Susana repartía el tiempo entre sus labores particulares yayudandoenlassuyasasumadrastra.Porlastardesquedabaenlibertaddemontaracaballooleer.Loshombresdelapartidanohabíanterminadoaúnsuexploracióndela comarca, ni su padre hallaba plan satisfactorio alguno de entramparsimultáneamenteconsiderablenúmerodecerriles.

Lasprimerasescarchascomenzabanaagostarelfollajedelosárbolesefímeros,prestando así, por contraste, mayor verdor y lozanía a los perennes. El olmedoadquiríatonalidadesverdesygualdas,ylosroblesdeloscañonesunbronceadomatizrojizo, contra el gris de las rocas que servían de fondo al campamento; lasenredaderasytrepadorasparecíanencamadasyenlascrestassedestacabanvívidosmanchonesdeunrojoescarlata.

Susana era muy amante de los colores. Aunque sin ser de su especialpredilección, el azul se avenía perfectamente a su rosada tez y castaño cabello. Elbermellónlafascinabaconinexplicableatractivo,perosucolorfavorito,supreferido,erapúrpura.Yenaquelloscrepúsculosdeltardíoverano,laextensióntodadelvalleylasenhiestasbarrerasquelocircundabanveíanseenvueltasenunmantodepúrpuracalina,etéreaymisteriosadecerca,sombríayabrumadoraadistancia.

ElotoñoparecíahabersuspendidosuavanceylaNaturalezadormitaba.Hastalospájaros sentían el conjuro, congregándose en bandadas, sin volar apenas, trinandoplañideramente.Yenelsuelodelvalle,loscerrilescambiabandepasturajesconunalentitudquehacíacasiimperceptiblessusmovimientos.

Una tarde, Susana hizo una larga excursión a caballo acompañada por Ora yChess,quetenían,noobstante,otrascosasenqueocuparsedemayormontaqueelpaisaje o el tiempo; Chess, calurosamente felicitado por su primera y afortunadacacería, anhelaba conquistar nuevos laureles. Ora ése había agregado a la partida,principalmenteporlaoportunidadqueselebrindabadeestarcercadeél.

Dejando aSusana enunparaje elevadoy abierto, desdedonde sedivisabaunavasta extensiónde lomasyquebradas, cubiertasde espesos escobos[24] y arbolado,losdoscazadoresdesaparecieron.

Susana echópie a tierra para aguardar su regresoy, buscándoseun confortableasentadero,seabandonóalasoledadyalaislamientodelascircundantessierrasyala maravilla purpúrea que se extendía a sus plantas. El olmedo, a cuyo resguardoestabaelcampamento,parecíadesdesuatalayaunamanchadoradaenlaslindesdel

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verdeante valle; los movedizos caballos eran puntos y el valle mismo una hoyaovalada,perdidaenlavastaregión.Tan,vastacomoloshorizontes.

Lo quemás atraía y retenía la atención de Susana era el misterio que aquellacadenademontañasdebaocultar.EralaregióndeloscañonesdeUtah.Muchohabíaoídohablardeella,yahoraparecíadesarrollarseantesusojos,tenebrosaextensiónderoca,galayos,espolones,picachos,fiscales,abruptasladeras,escotadurassincuentoy,surgiendo,grandiosayarrogantedeentreelcaóticodesordendepiedrapolicroma,larojizaelevacióndecasiverticalescotarras[25]yplanacumbrequeeralaMesetadelCaballoCerril.Susanapodíaadmirarelmagníficopanoramadelacomarca,sobrelacuallamontañaseerguíacomomilenariocentinela.Sidesdeelvallehabíacaptadosuadmiración,desdeaquella altura la subyugaba.La roquiza selvatiquez,haciendodestacarse aún más de la aislada altiplanicie, despertaba sentimientosincomprensibles y extraños en ella. ¿Era únicamente la soledad, la hermosura deaquel espectáculo de la Naturaleza en toda su majestuosa grandiosidad lo queparalizabasumente,perturbandosualma?¿QuéleaguardabaenelselváticoUtah?En los últimos tiempos, sus horas de labor y sus horas de ocio, sus sueños y suspaseos,suactividadysureposo,habíansevistoobsesionadospor lasombradeunamodalidadquenoacababadepuntualizarseensuconocimiento.

—Algoinsólitomepasa—suspiróSusana,ysuprácticacorduranologródisiparla sensación. Inherente a la soledad misma de cuanto la rodeaba, no le era dableinterpretar su significado aunque presentía que, ni en cuanto la nueva vida al airelibrehabíallegadoasuponerparaella,nienelcoloridopanoramaymovimiento,nien la diversión de los desbravadores, ni en el interés en los manejos de Ora…encerrábaseelsecretodesusubyugación.

Tuvoquereconocerporfinparasusadentrosquedebíaestarenamorada.Fuelamás secreta de sus confesiones, como quien da beligerancia a un sueño que lainteligenciaseniegaaaceptar.Pero,alcrecer, lavaganociónse fuedesarrollando,saliendo de la esfera inconsciente a que había relegado sus pueriles fantasías eideales. Se convirtió en una idea sorprendente, ridícula, inconcebible. ¿No habíahechoalgunoquelafundamentase?¿Dequiénpodíaestarenamorada?SeguramentenodeChess,nideUtah,nidecualquieradelosdesbravadores.¿Acasodesímismaodelavida,odeaquellamagníficaselvatiquez,odelaNaturalezatansolemnementearisca?Susanaintentóevocaralhéroedeensueño,alpaladín,alamante,evolucióndesus tiempos de cuentos de hadas, pero pronto vio que no coincidía con la nuevaimagen dominadora. El actual parecía ser como la comarca: duro, áspero, salvaje,indomableyavasallador.

—¡Perosinoesmásqueunaidea!—exclamólapobremuchacha,avergonzadayconfundida.

Leardíanlasmejillas.Sucorazónlatíadesenfrenadamente.Lesentíabrincarensupecho.Depronto,acudióasumenteloqueChessWeymerhabíadichohablandodesuhermanoChane:«Nopodráustedevitarenamorarsedeél».

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Susanarechazóalpunto loabsurdodeunposiblenexoentre la lealadmiracióndelmuchachoysuspropios indefinidosanhelos.Y,sinembargo,habíaalgo.Ensudeseodelograrunacuerdoconsigomisma, llegóadecirsequecualquiermuchachaexperimentaríaigualinterésporaquelcazadordecerrilestanamantedelhermanoalquellamabaBoyBlue.Estedetalleeraporsísololosuficientementerománticoparaprovocarenunamujersimilaressentimientoso,cuandomenos,despertarsumaternalinstinto.

—Notengonadaenquéocuparme—soliloquióSusana—.Esculpadeestavidaerrante,ociosa,comoladelosindios…Piensodemasiado…pero…tambiénhayotracosa…labellezadela tierra…Heaprendidoaconocerelcrepúsculo, lanoche, lasestrellas…, tormentas, lluvias y nubes… y ahora este maravilloso otoño… Lospájaros, losanimales…Adoroel aromade loscedros, la fraganciade lospinos, elsuaveolordelatierrahúmeda.¡Oh!…¡Enlasendademividaalguienhapuestosusplantas!

Susana aguardó largo rato a Chess y a Ora, quienes, finalmente, comparecieroncabalgandobajo los árboles,muy juntos, sinpiezaalgunadecazacobrada.Susanasospechó que al salir al raso iban cogidos de la mano, aunque no habría podidoasegurarlo.Unexamenmásdetenidolepermitiópercatarsedequeyanodisputaban,comociertamentehabíanhechodurantelaascensión.Montóacaballoyemprendióeltortuosocaminodelabajada.

Amitaddecaminodelcampamento,laalcanzaronOrayChess,profusosambosensusexcusasparajustificarlaprolongadaausencia.

—¿Habéistardadomucho?—preguntóSusana—.Nomehedadocuenta.ElrelatodelaexcursiónenbuscadecazanotuvoenlabiosdeChesslamisma

sinceridadquelavezanterior.Alparecer,entodalaladeranohabíaniunsolociervo.—Estoysegura,miesforzadacazador,dequehaencontradoustedalgonomenos

querido[26]—dijoSusanamaliciosamente.Experimentabaunamuyfemenilsensaciónde«puntillo».Chessnohabíasabidoresistirmuchotiempolaproximidaddelaotramuchacha.—Vaya, Susana; habré de reconocer que tiene usted mucha más edad y

experiencia que yo. Es imposible ocultarle nada—declaró Chess entre contrito yresignado.

Laalusiónasu tancacareadamadureznocomplacíaaSusana.Bienestabaqueellalaproclamase,peroqueChesslaaceptaratansúbitamente,lairritaba.Reconocióquesuestadodeánimopresentenolapredisponíaalabenevolenciaydecidiódejarquelosotrosdosllevasenelpesodelaconversación.

OraextremabaaúnmásqueChess,manifestandoextemporáneoentusiasmoporlaexcursión, las bellezas del paraje visitado, cuanto vieron en general y nada enparticular.Susgrandespupilasestabananormalmentedilatadas, susmejillasmucho

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másbermejasquedecostumbre,ysucabello,enundesordenqueelmoderadoandarde su montura no justificaba. Su semblante reflejaba singular animación, un, aireradiante,enmarcadocontrasteconlahosquedaddequeenlosúltimostiemposhabíaadolecido. Susana dedujo que el veleidosoChess había hecho el amor aOra «portodoloalto».

—¿Noesverdaderamentemaravilloso,Susana?—murmurólaotra,arrobada.—¿Elqué?—preguntóconciertabrusquedadSusana.¡Oh!¡Oh!…todo…losvivoscolores…el…Noséquétandulceyplacentero…

loscaballos…lavidadecampamento…declamódesconcertadaOra.—Creecomprenderloquequieresdecir—replicósuamiga—ymealegrodeque

por fin tehayaspercatado.Aúnnohacemucho,estabasdisgustadadeldesierto,deUtah,deloscerriles,delosdesbravadoresydetimisma.

—Sí,yalosé…—dijoOra,untantoalicaída—,pero…yanoloestoy.En aquellos momentos la joven ofrecía el espectáculo de una mansedumbre

totalmente insospechadaporSusana,yque robusteciósuconvicciónencuantoa lacausa.Chess,quecabalgabaamedio largodecaballo,detrásdeOra,guiñóunojomaliciosamente. Casi parecía querer significar que no pudiendo alcanzarla a ella,Susana, seconformabaconOra.Susana ledevolvióunamirada llenadeacusadoraindignacióny en lo sucesivo se abstuvo, estudiadamente, demirarle.Comenzaba acomprender los motivos que movían al hermano de Chess a no quitarle ojo deencima.

—Algúnextrañohallegadoalcampamento—observóelmozocuandoentrabanen el olmedo, trotando hasta ponerse al nivel de Ora y de Susana. Ésta sintió unestremecimientodeexcitadacuriosidadquefuecomorevelacióndesupropiointeréspor cualquier visitante foráneo, ¿y si fuese Chane Weymer? Mirando en aquelladirección vio un enfangado y rendido hatero, abrumado por el peso de una malrepartidacarga,maslosárbolesobstruyeronlavisióndeljinete.

OraencaminósucaballohacialosrealesdelosLoughbridgeySusanasedirigióasutienda.Desmontaba,cuandoChessseacercóagalope,apeándosedeunsalto.Unasimple ojeada a su rostro le bastó para saber que el recién llegado no era Chane,experimentando súbito alivio y una vaga decepción que la irritó, resentida contraChess.

—¡Malditasea!…CreíquesehabíapresentadoChaneyquemedesquitaríaconusted—dijoelmuchachoempezandoadesensillarsucaballo.

—¿Desquitarseconmigo?¿Dequé?—preguntóSusana,exasperada.—Digamos…porsufaltadereciprocidad—rezongóChessalegremente.—Chess,mehaceustedmuypocagracia…; tenga laamabilidaddeexplicaren

qué forma lehabríapodidopermitir la llegadade suhermanodesquitarse conmigocomousteddice.

—Pues…porqueesseguroqueseenamoraráusteddeélcomounatontaypodríaacaecerque…«ledijeranquenonescomoamímehasucedido».

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—A sus muchos otros defectos añada usted la impertinencia, Chess—replicóaltivamenteSusana.

—¡Oh!Susana…dispénsemeusted—dijocontritoChessdejandoenelsuelolasilla y lamanta—. Es… que aúnme duele… pero…me consolaré. Y… escuche.Chaneseríaincapazdehacerleaustedunfeo.Acuérdesebiendeloqueledigo:seenamoraránustedes…comodostontos.

UnvivocarmínarrebolósúbitamenteelrostrodeSusana,avergonzadayfumosaconsigomismaporsus ingobernablesyantagónicasemociones.Volvió laespaldaaChess.

—Nodiga…tonterías—replicóvivamente—;¿quiéneselforastero?—Cuando vi que no era Chane volví grupas —contestó Chess—, pero lo

averiguaréencuantohayaterminadoconloscaballos.Montó y se alejó silbando, llevándose lamontura deSusana hacia la tienda de

Ora. La muchacha se quitó espuelas y chaparreras y entró en su vivienda paracambiarsusmasculinasvestiduras.Habríasedichoqueprestabamayoratenciónquede costumbre a su acicalamiento. Aunque para montar a caballo, y para ciertosmomentosde lavidadecampamentoadoptaseelmásprácticoyconfortableatavíomasculino,prefería,cuandoeraposible,eldesupropiosexo.Sesentóaesperar lahoradelacena,conscientedeunapetitoquenoleimpidió,empero,reflexionarentretanto.Apocooyópasosafuera.

—Susana,yaheavisadounavezque lacenaestáapunto—dijo,Chess—.Meapuestomi caballo contra sus espuelas a que estaba usted haciendo lomismo queOra.

—¿Quédice?—preguntóSusanaapartandolascortinasdesutienda.—¡Oh!¡Sue!—exclamómirándolaembobado.Suvaronilsemblanteexpresabaa

lavezadmiraciónyreproche—.¡Nuncalahabíavistotan…tan…peripuesta!…¡Y todo a beneficio de un desconocido! Ora también se ha acicalado. Todas

ustedessoniguales.—Naturalmente. ¿No ocurre lomismo entre los, hombres? ¡Ni conmucho!—

protestóél—.Yseconvenceráalgúndía.—Bueno, ¿quién es el forastero?—preguntó Susana exagerando su interés por

purodeseodeatormentaraChess.—¡Oh!…sellamaManerube…BenManerube,¿quélepareceelnombrecito?Es

un desbravador deNevada, fornido y arrogante sujeto.Viene de la comarca pinte,allendeloscañones,yporlastrazashadebidodeserrudalajornada.

—Ésa es la región que yo he vislumbrado hoy desde la altura. ¡LaMeseta delCaballoCerril!¿Podráhablarnosdeella?

—Opinoquesí;pero,escuche,Susana—prosiguióChesscogiéndolafirmemente,por un brazo al encaminarse ambos hacia el campamento—. No olvide que es laprometidadeChaney…mihermana.

—Boy Blue, no pretendo dejarme conquistar… de segunda mano —replicó

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Susanaconindignadaseriedad.El muchacho la soltó, prosiguiendo su camino en penoso silencio. Susana le

observabaporel rabillodelojo.Sinsaberporqué, susemblanteparecíaledistinto.Llegaronalahoguerajuntoalacualestabalamesa.Evidentemente,lesesperaban.

—¡Hola, chiquilla! —gritó su padre—. Ora y tú habéis retrasado la cena. TepresentoalseñorManerube;BentonManerube,desbravadordeNevada…Mihija…yahora…acomertodoelmundo.

Susanavioalladodesupadreauntalludoindividuoqueaceptólapresentacióncon una ligera inclinación de cabeza. El recién llegado tenía fúlgidas pupilas quecentellearonalverla.Susanabajólassuyas.Chess,comodecostumbre,seabalanzócon sillas para las dos muchachas, y un momento después estaban sus platosgenerosamentecolmados.

—¿Verdadqueesguapísimo,Susana?—murmuróOra.—¿Quién?—ElseñorManerube,naturalmente.¿CreíasquemereferíaaChess?—Nomehefijadoenél.—Puesélsíquesehafijadoentiy…tengocelos—declaróOra.—Yasetenotabaalvolveralcampamento.Encambio,yotengohambre.Susanamiródespuésdesoslayoalforastero,sentadofrenteaella,entresupadre

yLoughbridge.Hubodereconocerque,noobstanteelcardenalquedesfigurabaunadesusmejillas,Oranohabíaexageradoensuapreciación.Alospostrerosrayosdelsolponiente,sucabellobrillabaysutez,curtidaporloselementosera,aunasí, tanclara,queasulado,porcontraste,losdemásparecíanindios.

Susana,siguiendotalvezinconscientementeelejemplodeOra,prolongócuantopudolacena.Unotrasotro,losdesbravadoressefueronlevantandodelamesaparaatender a las rutinarias tareas del campamento. Chess permaneció sentado junto aOra,yJake,siempreservicial,empezóarecogerplatosytazas.ElpadredeSusana,terminado su yantar, se puso en pie y echó leña a la hoguera. Loughbridge,acercándose,cambióenvozbajaalgunaspalabrasconél,.Ambosestabaninteresadosporelforastero.Naturalmente,alpercatarsedeelloSusana,suinteréspersonal,y,porconsiguiente,surapidezdepercepción,seacrecentaron.

Finalmente,Manerubeselevantótambién,exhibiendo,alerguirse,suespléndidafiguradecaballistayelastrosoysucioatavíodequienacabade realizaruna largajornada por agrestes lugares.Ceñía su cintura un biricúmuy caído sobre la caderaderechaporelpesodelrevólver.Sucamisaeradelana,acuadros,confeccionada,ajuicio de Susana, por los mormones, y como no llevaba chaqueta ni chaleco, susrobustas espaldasy anchopecho se revelabanen todo sumusculosodetalle.Lanorasurada barba cubría lasmejillas de un bello tan rubio, que no contrastaba con lafrescaysonrosadavirilidaddelrostro.

—Estabamuertodehambre—observóconvozprofunda,deagradabletimbre—.Exceptoloquelessaquéalosindios, llevabaunasemanasinprovisiones.¡Bendita

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seasufamilia,Melberne!—Yotambiénséloqueespasargana—replicóéste—.Suaspectonoengañabay,

segúndiceAlonso,suscaballosapenaspodíantenerseenpie.¿Adóndeseencamina?—Notengorumbofijo—replicólentamenteManerube—.Miexcursiónallende

los ríos fue una decepción. Me ganó por mano un sujeto comprando jacos a lospiutes.Probablementemequedaréconelprimerequipodeacosadoresquenecesiteunbuencaballista.

—¿Deveras?¿Tieneustedprácticaenlacazadecerriles?—preguntóvivamenteMelberne.

Manerubesoltóunabrevecarcajada.—¿Quésitengopráctica?¡Oh!…Melberne…,opinoquesí.Susana notó entonces que Chess se incorporaba, dándole la impresión de un

conejo alerta. Por su parte, ellamisma experimentó un estremecimiento de interés.¡Quéaplomoteníaaquelhombre!

—¿Hacazadousted algunavez cerriles engrannúmerodemodoquepudieranembarcarsesindomar?—prosiguióMelberne.

—Yosoyquienporprimeravezlohizo—replicóelotro—.ElañopasadofacturétresmilcabezasparaSaunders.

—¿Saunders?¿Elganaderomormón?—preguntóLoughbridge.—Sí.JimSaunders,deSaltLake.ÉlmetrajodeNevada.Estuveagregadoasu

equipodeKanab.—Opino,Mel, queManee es el capataz que buscamos—declaró Loughbridge

dirigiéndoseasusocio—.Queseencarguedenuestroequipo.—¡Hecho!—replicóMelberne,siempredispuestoaacogerlassugerenciasajenas

—.Siquiereustedquedarse,Manerube,lepagaremosunsalariodecentey,además,ledaremosuntantoporcientoenlosbeneficios.

—¡Encantadodeserlesútil!—dijoManerubeaceptandoconunademán,comosieléxitoquedasedescontado—.¿Quépersonaldecaballistasformaelequipo?

Melberneenumeróasugente,citándolestalcomolesconocía,porsusnombresdepila.

—TeolvidasdeAlonso—observóLoughbridge.—¿Alonso? ¿Un vaqueromejicanomestizo que caza cerriles solo?—preguntó

Manerube.—Elmismo.Vieneconnosotros.—Sé de quién se trata. Según dicen, es un gran desbravador —reconoció

Manerube, meditando—, aunque no creo haberle visto nunca. En fin, a mi juiciocuentanconpocopersonalparahabérselascongrandespartidasdecaballos.Talvezquisieranayudarnoslasseñoritas.

ParaManerubenohabíapasadoinadvertidalapresenciadeSusanaydeOraysupreguntasedirigiótantoaellascomoasupadre.

—¡Oh,no!¿Lodiceustedenserio?—exclamóOra.

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—Absolutamente—replicóeldesbravadorsonriendo—.¿Sabenustedesmontar?Noesprecisoqueseacomouncowboy, aunque sí lobastanteparagalopar largoytendido.

—¡Yalocreo!—declaróMelberne;yañadió,dirigiéndosea lasdos—:Quedáisnombradas«desbravadorasdecerriles».

—No estoy muy segura de querer serlo, Daddy —dijo Susana sacudiendo lacabeza.

—¿Porqué? ¿Tieneusted acasomiedo?—interrogóManerube—.A la señoritaLoughbridgenoparecedisgustarlelaidea.

—¡Seráestupendo!—exclamólaaludida.Susanamiródehitoenhitoalreciénllegadoylaexpresióndesumiradalecausó

casitandesfavorableefectocomolasugerenciadecobardíaquelehabíahecho.—¡Miedo!Susanatienemástemplequemuchoshombres—interpusoChesscon

vehemencia—,pero…nolegustaversufriraloscaballos.—¡Bueno! —replicó afablemente Melberne—. No lo haremos cuestión de

gabinete.Susanapuedeobrarcomomejorleconvenga…Manerube,ustedhavenidocruzandoelvalle.¿Viomuchoscerriles?

—Amillares.Cadadía,desdeque salíde laMesetadelCaballoCerril,quees,segúndicenlosmormones,suúltimorefugio,hevistolamejorsangredelacomarca.Luego que haya cazado y expedido cuanto sea posible en los alrededores delferrocarril,hallaráremuneradorelconsagrarsealosderaza,Melberne.

—Pero…nopodremosdistanciamosmásdetreintamillas—objetóéste.—No. Mi propósito es tomarlo con calma…, cazar los mejores cerriles y

domarlos.—Noesmalaidea,Jim—rezongóMelberne—.Megusta.¿Quéclasedeterreno

hayporahí?—LamejorhierbaylamejoraguadeUtah—replicóManerube.—Según tengoentendido,en la regiónde loscañoneshaymuchoscuatreros—

dijoindecisoMelberne.—¡Sí!…Aúnsesostienenalgunascuadrillasdeladronesdecaballos,pero…tan

posible es encontrarlas por acá. Yo mismo tropecé con unos forajidos mormonesallendeelSanJuanypaséunosdíasconellos.Nosonmalagente.

—¿Quiéneseran?—preguntóLoughbridge.—BudMcPhersonydosdesuscamaradas,HornySlack.—BudMcPhersonesmuyconocidoenSanJorge—declaróLoughbridge—.¿No

lehasoídonombrar,Mel?—¡Vaya! Se habla mucho de esos ladrones de caballos—replicóMelberne—,

peronomepreocupan.EnTexasyatuvequehabérmelascontiposdesucalaña.—Oiga, Manerube, ¿cómo fue el acampar con McPherson? —preguntó

curiosamenteLoughbridge.En opinión de Susana no le desagradaba aManerube hablar de símismo. Tan

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sugestivocaráctercautivabasu interés,encontrando,además,algo indefiniblementeatractivoenelsujeto,aunque,noobstante,sediocuentadequenoleerasimpático.Ora,porelcontrario,parecíaporcompletofascinada,condiciónquenoescapóa laperspicaciadeManerube.ElmismoChessprestabagranatenciónasuspalabras.

—Andaba buscando algunos piutes cuando di con Bud y sus compinches —comenzóManerubesentándoseenuntronco,antelafogata,acortadistanciadelasdosmuchachas—.Enrealidad,comosupe luego,elcampamentono lespertenecía.Eraeldeldesbravadorquemeganólavezconlosindios.Recordaránque,segúnhedicho, había ido a comprarles caballos para los mormones. Ese desbravador llegóantes que yo, afortunadamente para mí, ya que McPherson no hacía por aquellastierrassinoesperarunaoportunidadderobaralgunascabezas.Mehacegracialacosaporque tuveuna trifulca conmi rival.Ledebo estos cardenales, pero… teníanquehabervistocómopuseyoalsujeto.

Manerube se llevó lamano a la descolorida contusión del rostro, dirigiendo laúltimapartedesudiscursoprincipalmentealasjóvenes.

Susana sintió de pronto reavivada su atención, no tanto por las palabras deManerubecuantoporlaextrañaformaenquelasacogióChess.Mediolevantándosede su asiento, se inclinó hacia él como para oírle mejor. Su flexible cuerpo secimbreaba.UnasospechacruzócomounrelámpagolamentedeSusana.

—¿Riñeron ustedes? —preguntó Melberne, muy interesado, acercándose aManerube.

Jakehabía adivinado igualmente el rumbode la historia ypermanecía inmóvil,conlosojosfijosenlaespaldadelnarrador.

—Algoasí.Noparecíamuydispuestoavalersedesurevólverytuvequedarleunalección.

—¡Quémedice!—exclamóMelberne—.Pero,seguramente,algúnmotivodebiótener…

—Sí.Opinoquehabríaestadoenmiderechopegándoleuntiro,pero,comodigo,noquisoarmas…LaculpadetodalatuvounalindapiutellamadaSosie.FuealumnadelaEscuelaMunicipal,hablacorrectamenteinglésylosblancoslavuelvenloca.Eldesbravador,quesegún rumoreshasidosquaw-man entre losnavajos, laperseguíatenazmente.ToddyNokin, el ancianopadrede lapiute, tuvo que llamarle al ordenpara que la dejase en paz, pero él no le hizo caso. Finalmente me dio lástima lamuchacha. La infeliz se dejaba embaucar como una tonta. Busqué camorra aldesbravadoryledilapalizaquesemerecía.

Manerubeterminósurelatoconestudiadaindiferenciayunademándeprecatorio,comosienelfondoledesagradasesuintervenciónenelasunto.

SusanasintióunescalofríoalverlevantarseaChessconlafelinasuavidaddeuntigre,recogiéndosesobresímismoacumulandoenergíaparaabalanzarse.

—¡Oh! —exclamó Loughbridge—. ¿Sabe usted cómo se llamaba esedesbravador?

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—Sí—replicóblandamenteManerube—.Weymer…ChaneWeymer.Loughbridgelanzóunaexclamacióndesorpresa,ydeconsternación,yChessse

pusodeunsaltofrenteaManerube.—¡Malditoembustero!—gritóconacentodeapasionadafuria.Manerubequedóevidentementeatónito.—¿Cómo? —dijo, mirando al joven, sorprendido. Chess estaba lívido,

chispeanteslosojos,temblorososloslabios.Parecíatensocomounarco.—ChaneWeymeresmihermano—dijo,ycontrémuloademánbuscóenelcinto

un revólver que, afortunadamente, no llevaba. Rápido como una centella descargósobre el rostro de Manerube un golpe de violencia tal, que le hizo tambalearse.Recobrandoelequilibrio,ésteseabalanzóhaciaChess,lanzandounaimprecaciónyhaciéndole caer de un puñetazomaterialmente en brazos de Jake. Loughbridge seinterpuso.

—¡Basta!¡Esunacriatura!—ordenóapartandoalforastero.—Criaturaono…le…—jadeóManerube roncamente, llevándoseunamanoal

rostro.—No, no le hará usted nada—dijo enérgicamente Loughbridge, obligándole a

sentarseeneltronco—.Reconozcoqueelmuchachoseextralimitóbastante,pero…seréneseahora.

JakesujetabacondificultadaChess,quesedebatíapugnandopordesasirse.—¡Calma,Chess, calma!—decíapersuasivamente—.No te soltaré.Estás loco,

muchacho.Tienesquevigilaresegenio.Yotambiéneraasíyséloquees…Melberne acudió en ayuda de Jake y entre los dos contuvieron firmemente a

Chesshastaquecesódeforcejearconellos.Teníaelrostroensangrentadoysusojosdespedían llamaradas de pasión. Susana leyó en ellos un terrible intento que lahorrorizó.ElmuchachoapostrofabaaManerube:

—Sihubiese…tenido…mi revólver…lehabríamatado,como…aunperro…—jadeó—. ¡Embustero!…Apuesto aque esusted…¡esoquehadichoque eramihermano!

YvolviéndoseaMelberne:—¡Suélteme!No…no le haré nada. Pero quiero que sepan queChane es… la

esencia del honor. Si hubiesen conocido amimadre, no podrían creer lo que diceese…rufián.Chaneesincapazdementir…odeofenderaunamuchacha…blancaoroja. Si algo tuvo que ver con esa india fue seguramente para defenderla… Seríacapazdecasarseconunasquawllevadodesubuencorazón.

SusanasepercatódequeOraestabaasidaaellanerviosamente.Chess,saliendodetalsuerteendefensadesuhermano,parecíale,enaquelmomento,magnífico.Sinañadirpalabra,diomediavueltaydesapareció.

—Opino,Manerube,quepodíaustedhaberse calladoelnombredeWeymer—dijoásperamenteMelberne.

—¿Cómodiablospodíayosuponerqueteníaunhermanoaquí?—replicóairado

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elotro—.Mehapegado…enelsitioqueChane,ylomejorquepuedehaceresnoponerseenmicamino.

—Yome encargo de ello—dijoMelberne—.Y si su deseo es continuar entrenosotros,leaconsejo,Manerube,quenoprovoquedisturbios.

Ora,rompiendosúbitamenteallorar,seinternóenlaoscuridad.Susanaseretiróasutienda,perturbadaporelincidente.Sentándose,enelbordedesulecho,reflexionóen lo sucedido.Al fin y al cabo, por lo que aChess atañía, no pasaba de ser unadisputamás.Noeralaprimera,aunqueposiblemente,porsunaturalezaycausa,fuesemás grave que las anteriores. Durante el desagradable incidente, Chess le habíaparecido peligroso. Recordó con un escalofrío el centelleo de sus pupilas y elmetálicotimbredesuvoz.Manerubenohabíaciertamentesalidoairosodellance.Sunarración impresionó de un modo desfavorable a Susana, quien, además, juzgabaadversamentesuconducta,agrediendoaunmuchachoqueeracasiunniño,aunqueno, podía negarse que Chess le había dado motivos bastantes. Se preguntaba quéhabría de cierto, en realidad, en el relato de Manerube, cuando interrumpió suspensamientoslavozdesupadre:

—¿Estásyaacostada,Susana?—No,Dad.Allevantarlafaldadelatienda,lailuminómomentáneamenteunrayoderojiza

luzdelahoguera.Entró,sentándoseenlacama,juntoasuhija.—Megustaríaconocertucriterioacercadeesejollín[27]entreManerubeyChess,

muchacha—dijocogiendoentrelassuyasunadelasmanosdelajoven.Breveycándidamente,Susanaexpusosuopinión.—Bueno,bueno…,pues,estamoscasiconformes—replicómeditabundo—.Ami

entender, Manerube quiso «farolear» ante vosotras dos. Es un picador de los«pintureros».Heconocidovariosasí,aunquenocontantalabia.Unadedos,onoesloquepretendeohasidoalgomuydistintodeloqueesahora.

—Chessmediolástima—murmuróSusana.—¡Pobre chico!Aunque…no veo que necesitemucha compasión.Dijo lo que

pensabacomounhombrey«cascó»aManerubecontodasualma.Sillegaatenerunrevólveramano,muchacha…habríacorridolasangre.

—¡Oh,Dad!—Enfin…,creopoder refrenaralmozo.Muchodebedequereraesehermano

suyo.—Séqueleadora.—Peorquepeor.TemoqueManerubehayadicholaverdad.—¡Oh!—exclamóSusana—,cómo…¿porqué?—¡Psh!…LoughbridgeaseguróquehaoídohablarmuchodeeseChaneWeymer.

Al parecer es un prodigio con los caballos. Ha tenido más de un lance a manoarmada…Su reputación es de solitario, aunque en verdad, eso le favorece.Correntambiénrumoresdesquawsindias…LoughbridgelosoyóenBluff…Claroqueeran

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rumoresdeorigenmormón,peroasíytodo…nosé…QuisieracreeraChess…;sehaportadotancabalmente…Mehizodarunbrinco…,peroopinoqueélseequivocayqueManerubeesquienhadadoenelclavo.YLoughbridgepiensa igual.Bueno,bueno,losientomucho…Buenasnoches,pequeña.

Susanaseacostósinencenderlavela.Sentíaseconturbadayseenvolvióensusmantasmásaprisaquedecostumbre,permaneciendodespiertaen laoscuridad.Oíalasvocesdeloshombresdetertuliajuntoalafogata.Elvientogemíaentrelosolmos.La noche parecía triste. ¡Pobre Boy Blue, tan amante de sumaravilloso hermana!¡Más levalíaa sumadreestareneldistanteColorado, lejosde lasmurmuracionesque habrían destrozado su corazón! ¡ChaneWeymer! La vaga sombra de un idealconfuso se desvaneció. Susana experimentó una sensación de angustia, dedecaimiento,queera,porlointensa,casifísica,ydespués,unasordairritacióncontrasuindisciplinadaylocafantasía.Murmuróparasusadentros:¡Pobremuchacho!Medijo:«nopodráevitarenamorarsedemihermanoChane…».

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V

Congran sorpresadeChaneWeymer,ToddyNokincondujoa lospotrosnopor laizquierda del sendero de Beaver Canyon, sino en dirección a la gran cuenca deverdeantes taludes que llevaba a la región roquiza. La larga hilera de inquietosanimalesseextendíaconsiderabletrecho,conloshijosdeToddyaretaguardia.Enlaconfluenciadelosdossenderos,elviejopiuteaguardóaChane,indicándoleconunademán, al llegar, que echase pie a tierra. La conducta de Toddy era lamisma desiempre;sinembargo,eldesbravadorsintióacelerarsesucorazón.

ElindioseñalóconunodesuspausadosgestoselcampamentodeChane.—Noquererblancos—dijosignificativamente.Chanemiróasuamigoconsorpresaynacientecomprensión.Toddydebíatener

motivos para apuntarle la conveniencia de prescindir de Bud McPherson y sussecuaces.

—Conformes,Toddy,siasílocreespreferible.Puedoasegurartequenomehacenfalta —declaró, aguardando luego a que el piute acabase de desarrollar supensamiento.Toddyestabaevidentemente sumidoenprofundameditación.Por fin,expresándose en lengua vernácula,manifestó queChane obraríamuy cuerdamenteabandonando campamento y provisiones, sin revelar aMcPherson su propósito deconducir los potros allende los ríos. Podía dar a entender que iba a visitar a unparientedeNokinconobjetodeapalabrarfuturasadquisiciones,ganandoasítiempobastanteparacruzarconsusrecuaselSanJuan,antesdequeMcPhersonsepercatasedel ardid.Toddyno adujo razón alguna en justificaciónde la sugerencia.Pero conéstabastaba.Singénerodeduda,BudMcPhersonerauncuatrero.Chanerecordabadeunmodovagoy,aunquesinpoderprecisarporqué,relacionadoconchalaneos[28]dedudosamoralidad,elnombredelsujeto.

—Pero, Toddy, ¿qué voy a hacer sin víveres ni mantas?—preguntó, reacio aabandonarsuequipo—.Además,tengoallímishateros.

Elpiutesolventólaobjeciónmanifestandoqueéltraeríaloscaballos,ysinañadirpalabramontó,alejándosesenderoabajoconsushijos.

AunqueChane,alparecer,noteníadisyuntiva,reflexionóunbuenratoantesderesolverseamontardenuevo.Ledolíasacrificarsuequipoenfavordetresforajidos,sibieneraciertoque,víveresaparte,noencerrabanadadevalía.Quizáfueraelmejorexpedienteparalibrarsedelostressujetos,pero,aunasí,noacababadeconvencersedel todo de su eficacia. ¿Se dejaría Bud McPherson engañar tan fácilmente? Lahostilidad deChane habíase exacerbado al adquirir la certidumbre de que aquellosindividuos, además de abusar de su confianza y de su buena fe, nos eran lo quepretendían.¿Porquénopresentarseenelcampamento,revólverenmano,yzanjardeunavezlacuestiónatiros?¿Omejoraún,obligándolesarendirsusarmasparaevitarqueluegopudieranemboscarseensucamino?

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—OpinoqueToddysabe loque sehace—soliloquió finalmente—.Suplanes,desde luego, menos expuesto. Lo se… pero… me gustaría verme las caras conMcPherson.

Le costó trabajo abandonar por completo esta última idea. No era la primeraocasiónenque reñíasimilar lucha interiorconsuspasiones,ycadavez leeramásdifícildominarlas.Noporquelassolucionesviolentaslepluguiesen[29],sinoporquesu larga convivencia con los turbulentos pobladores de aquel desierto le habíademostrado el escaso, por no decir nulo, beneficio de ofrecer, según la metáforabíblica, la otra mejilla a quienes le agraviaban. Aquella región de piedra exigía yenseñabaprocedimientosmásradicalesyeficaces.

Montando enBrutus, se encaminó hacia el Este por la senda deBeafer Creekhasta ganar la arista del amarillento acantilado, dando la vuelta por su base a laenhiesta escarpa y las roquizas graderías que acababan en el curso de agua,ascendiendoluegolavertienteopuestadondeestabaelcampamento.Loscedroseranen aquel lugar muy frondosos y por entre sus ramas creyó ver moverse algoindefinido.Después un conejo cruzó veloz por entre las salvias. Acaso era lo quehabíavisto.Sedirigióalcedrocabecuyotroncodejarasusmantasyunodesushatosyechópieatierra.Apesardehallarseaciertadistanciadelcampamentopropiamentedicho,pudocerciorarsedequenohabíanadiealavista,sintiendounpositivoalivio.Apie,atravesóelraso.Unafogataderamasdecedrohumeabaaúnysobresusascuashervía una olla de judías. Aparentemente, todo estaba como de costumbre.McPhersonylossuyosdebíanhaberseausentadotemporalmente.Chanerebuscóensuhatohastaencontraruncuadernoyunlápiz.Enunahojadeaquélpergeñóbreveslíneasdandocuentadesupropósitodeiralaregiónnavajaacomprarmáspotros,yla colocó cerca de la hoguera, en lugar visible, poniendo, encima una piedra parasujetarla.Seleocurrióentoncesque,estandodesiertoelcampamento,nadaseoponíaa que recogiese lo que hubiera de menester, si observaba especial cuidado en nollevarsecosasqueMcPhersonpudieseechardemenos.

Cuando regresó al cedro, Brutus piafaba, quizá de excitación, quizá por meraimpaciencia.Chanenoconocíaaúnlobastantealanimalparaentenderle.

—¿Quépasa,muchacho?—preguntó.Brutus soltóunbuido,engallando lacabeza,aguzadas lasorejasycentelleantes

losojos.Fueracualfuesesucausa,laactituddelbrutodespertóelrecelodeChane,haciéndolemirardesasosegadoasualrededor.

Nosedivisabablanco,indioobestiaalguna.Chanesacódesuhatounacajademunicionesparaelrifle,unestuchepequeñodecueroyunsaquillodemaíztostadoysaladoque llevaba siempre como reservapara alguna jornada imprevista.Envolviólas tres cosas en su capote, atando luego éste al arzón trasero de su silla. Cuandoterminó,lafuerzadelacostumbrelehizorevisarcaballoyarreosantesdeemprenderlamarcha,deteniéndosesuspupilasenlafundadelrifle.¡Estabavacía!

Su irritación se trocó en alarma. Mascullando imprecaciones, intentó recordar

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cuándo y dónde había visto por última vez el arma. Lo más probable era que eltraqueteo la hubiese desalojado de su guarda, y volviendo sobre sus pasos laencontraríasindificultad.Elcasonoerainfrecuente.

—No…, cuando eché pie a tierra estaba en su sitio—exclamó de pronto. Lorecordaba.Endetallesasínoseequivocabanunca.Miróalsuelo,asualrededor.Enuntrechopolvorientoviolaclara impresióndeunmocasín.¡Reciente!Lahuella lesobresaltó. La reconocía como la de un tullidopiute que, en ocasiones, visitaba elcampamento. Chane había desconfiado siempre de él. Toddy Nokin decía que era«malindio»,ylahuellaconelcontornoirregulardeldisformepieerainconfundible.

—LacuestiónessabersisetratadeunavulgarrateríaindiaosifueMcPhersonquienlesugiriólaideaderobarmeelrifle—soliloquióChane.Ambashipótesiseranverosímiles, pero se inclinabamásbien a creer en la intervencióndel blanco en elasunto. Y si su sospecha era fundada, aquellos parajes podían tener muy poco desaludablesparaél.Elpiute,enposesióndesurifle,debíarondarcerca,posiblementeacompañadode los invisibles cuatreros.Montandodeun saltoenBrutus,Chane leespoleóporvezprimera.Elresultadofueasombroso.Elanimalsaliódisparado,tanrepentinamentecomolaflechadelarco.Chaneesperóoírdeunmomentoaotroelestampidodesurifle,consolándolelaideadequeparahacerblancoenBrutusatalvelocidaderaprecisoserun tiradordeprimera fuerza.Y,porende, todo intentodepersecuciónestabadeantemanocondenadoalfracaso.

EldesbravadorsedirigióhaciaelOeste, tomandounadireccióndiametralmenteopuestaalaqueMcPherson,emboscadoalacecho,habríasupuestoquetomaría.Elabertaldecedrossesgabaporespaciodedosmillas,queBrutussalvóaunpasoqueledejópasmado.

—¡Caramba!¡Empiezoacreertodoloquedecíandeestejaco!—murmuró.Elvientoazotabaelrostro,enturbiandosuspupilas.Noobstante,pudocerciorarse

dequenoleperseguíanadie.SofrenandoaBrutus,rodeólalomadecedroshastaelbordedelBeaverCanyon. Si bien el terreno era por demás accidentado, formandobarrancas, confiaba encontrar un punto por donde poder atravesar antes de queprofundizasen.Mediamillamás lejos dio conuna cañadaque seguían los caballosparaabrevarseyporellaganóelsuelodelcañón.Eraunatrochadeaspectoásperoyabrupto.Chanenolahabíarecorridonuncaynoseatrevióaarriesgarseaseguirelmásfácilholladeroporlaarena.Encuantolefueposible,emprendióelascensoporunapequeñabarrancalateral,notardandoenhallarseenlaverdeplaniciesuperior,yenfilandoelEste,pusoaBrutusagalopetendido.Elanimalteníaunmovimientotansuaveyuniformecomoeldelosmásligerospotrosindios.

—Hastaquenoseleconoce,nopuedejuzgarseloqueesuncaballo—reflexionóChane—, pero… he de confesar que, conBrutus,McPherson acertó a la primera.Estabaresueltoahacerseconél.Inclusorobándolo…Bud…opinoquetequedasconlasganas.

Eldesbravadorestabacontinuamentealatisbodecualquierindicioquerevelasela

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presencia de Toddy Nokin y su reata de potros. La amplia cuenca parecíaengañadoramente llana, pero advertíase unmarcado declive hacia los redondeadospeñascosamarillentos,ylasnumerosasreguerasnaturalessehacíanmásprofundas,estrechándose,enlamismadirección.

La salvia gris prevalecía, aunque achaparrada y canija. La hierba y las cizañaseranabundantes,entremezclándoseconellasalgunoscactos.LapenetrantemiradadeChane no logró observar señal de vida alguna. Volvía con frecuencia la cabeza,escrutandoelcantilde laaltiplanicie,netamenteacusadoporelperfilde loscedroscontra el cielo. Iba a buen paso hacia la pavorosa región de los cañones,mas, demomento,asualrededortodoeradespejado,bellísimo,llenodesolydefragancia.

AcentuósutendenciaalNoresteyprontollegóalsenderoqueToddyNokinhabíatomado. Huellas recientes de cascos advertíanse en su polvoriento suelo. BrutusemprendióelcaminoqueserpenteabahaciaelNorteencontinuapendiente.Alcorrerlas millas, Chane vio acercarse las amarillentas masas roquizas que acabaronpaulatinamente rodeándole. Al principio se erguían aisladas, como enormesmonstruospetrificados,despuéssefueronaproximandounasaotrashastafundirseenunasolaparaformarlaanfractuosaescarpaquetanextrañoaspectopresentaba,vistadesdelaaltiplanicie.Unespaciodeunamilladeanchuraseabríaenaquellaroquizadesolación,sesgandoporambosladoshastalaembocaduradeuncañón.

Para llegara lacomarca,Chanenohabíaseguidoaquella ruta, sinootramásalEste,atravesandoelSanJuanporpiuteCanyon.ToddyNokinparecíapreferirelcasidesconocidosenderollamado«HoleintheWall»,rendez-vousfavoritoantañodelosfacinerosos.Pocodespués,eldesbravadorllegóalbordedeuncañónque,partiendode aquel lugar, serpenteaba profundo y fragoso, formando una especie de estrechatrocha o desfiladero en el caos de peñascos rojos y amarillos. Por allí aparecieronToddy y sus hijos, conduciendo la reata de potros. Chane salió al encuentro, notardandoenreunirseconsusamigosindios.

Pronto tuvoocasiónde advertir que el sendero era antiguoypocodefinido, enalgunos trechos imperceptible.Evidentemente seutilizaba raravez,prefiriéndosele,paraganarelvadopiutedelSanJuan,elqueacababadeabandonar.Sinpérdidadetiempo,ChanecomunicóaToddyladesaparicióndesurifleyelhallazgodelahuellademocasíncorrespondientealpintecojo.

—¡Hum!—gruñó Toddy con poco tranquilizador acento. Refrenando su potrooteólasaltiplanicies.Eralamiradadelhalcóndeldesierto.Chanepusoenellatodasu confianza, quedando aliviado al ver al piute dar media vuelta sin comentarioalguno,aunqueobligóalosotrosaacelerarelpaso.

Seinternaronenhondoscañones,cuyaespecialconformación,entrecruzándoseyamalgamándose unos con otros, prolongaba considerablemente la jornada sinprovecho alguno apreciable en cuanto al avance. Por fin salieron a terreno llano,especiedemesetaosaliente,bajounacasiverticalescarpaduraqueseinclinabasobreel cañón que iban siguiendo. El saliente aparecía salpicado de enormes galgas,

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desprendidasdeloscantilessuperiores,quehabíanrodadohastaquedarenequilibrio.Suprodigiosotamaño—decincuentaacienpiesdealtura—ysuincreíbleposición,balanceándoseenelcantomismodelameseta,hacíadeellasobjetodeadmiraciónydepasmo.

Los piutes emprendieron el descenso por una rampa, a primera vistaperpendicular, que formaba una sucesión de escalones tortuosos, más que unverdaderocamino.

Chanedesmontóenelcantil,contemplandolareatadepotrosque,ensuprecarioholladero, desalojaba pedruscos de todos tamaños, que emprendían veloz carreraadquiriendovelocidadporinstanteshastaformarunaludquecaíaestruendosoenlarojiza sima. El desbravador dudaba de la aptitud de Brutas para franquear aqueldeclive con curvas de sólida roca y deleznable suelo. Su alzada parecía restarle laagilidadnecesariaparasalvarlosbruscoszigzagspero…nohabíaotrasolución.Porúltimavezmiró largamente hacia el angosto repechopor el que habían entrado enaquellaberintoderocas.Salvoporlasoleadasdecalinaquesealzabandelsuelo,lainmovilidad era absoluta. No había indicio alguno de que McPherson hubiesedescubiertolaañagazadeToddyNokinparaburlarsupersecución.

—Siconsiguesbajarporahí,Brutus,acabarécreyendoquetambiénpuedesvolar—dijo Chane. Hasta entonces cuando de franquear parajes escarpados se tratabahabíallevadosiempreaBrutosdelabrida,masalasazónestimópreferibleconfiarenelcaballo,facilitandoasíeldescenso,dadoquefueselobastanteinteligenteyágilparaobrarporcuentapropia.Atólasriendas,colgándolasdelaperilladesusilla,yechandoaandarsilbóaBrutusparaquelesiguiera.DurantealgunasyardaslarampanoofrecíadificultadesyBrutusdesalojó laspiedrassinprestarespecialatenciónalholladero.Peroapoco, los largoszigzags se trocaronencurvascerradasdeescasoradio,interceptadasporpeñascos,corriendobajoescarpadurasysalientes,quebradasatrechosporirregularespeldañosconundesniveldemásdecuatropiesentreunayla siguiente. Chane no tardó en convencerse de que aquel sendero, si de tal podíacalificarse,nosseusabajamás,exceptodebajada.

Conprofundasorpresa,ynomenossatisfacción,vioeldesbravadorqueBrutusleseguía sin el más leve signo de nerviosidad o de vacilación. En los recodosdemostraba la agilidad y la flexible ligereza del conejo, sin que su corpachón leembarazase. Tenía patas de cabra montés. Al llegar a los peldaños se, detenía,mirandoaChanecomoendemandadeinstrucciones.Elpicadorleanimabaconun«adelante,Brutus», y entonces, lanzando un bufido alzaba simultáneamente ambaspatasdelanterasydandounaespeciedebrincocaíaaplanadoenlagradaosalienteinferior.Enotrasocasionespatinabasobreloscuartostraseros,desalojandopequeñasavalanchas de, guijos y de tierra que le envolvían en su polvareda. Chane veíaseobligado a sortear con cuanta agilidad le era posible el chaparrón, para no recibiralgúncantazo.SiBrutus nohubiesehallado con tanta frecuencia en su camino lospeldañosquelehacíandetenerse,habríasidopuntomenosqueimposibleparaChane

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elmantenerseasucabeza.Hombreycaballocontinuaroneldescensohastaque laescarpadarojizasealzó

amenazadoray terrible sobre suscabezas:y la simaprofunday fragosacomenzóadibujarseclaramente.Lacontraescarpadelcañóneratanenhiesta;queocultabaasuvista parte del ardoroso firmamento. Chane no divisaba, ni a los potros ni a susconductores, aunque a intervalos llegasen a sus oídos voces indistintas y el sordoruidodelasgalgasrodandoporlacuesta.

A mitad de camino, cuando se hallaban quizás a unos mil pies del fondo deldespeñadero, la tortuosasendapasabaporunestrechobancalcuyobordecortabaapicosobreelprecipicio.Erauntrecho,queexigíaextraordinariaprecaución,ademásde tensosmúsculos y excelente vista.Chane lo franqueó con un suspiro de alivio,ahogando luego una exclamación, al pensar que Brutus tendría que salvarlo sindetenerse. Le silbó, pero esta vez su obediencia no fue completa. Avanzó unoscuantospasosenlaangostaproyecciónyluego,envezdeproseguiradelante,atisbóunasmatasdehierbaensubordeexterno.Diounospasosmás,alargandohaciaellasla cabeza, las mordisqueó, descuajándolas, quedándose en el cantil mismo deltremendoabismo,mirandohaciaabajo.

AChanese leencogióelcorazón.LoscascosdelanterosdeBrutusapenassiseposaban en el suelo. ¡Si cediese el terreno! ¡Si resbalara! El desbravador no, seatrevíaniadesplegarloslabios.BrutusdiomediavueltaenelvérticedelapequeñacurvacontantaomásfacilidadqueunamulayprosiguiósucaminohaciaChane.

—¡Caramba!¡Medoyporvencido!—exclamó,alverllegarasuladoalcaballo.La frase tuvo una doble significación. Acarició el aterciopelado morro, mirandofijamentelosenormesojososcurosdelanimal.Leparecíanintensamentedespiertos.Brutuslecomprendía,pero…¿llegaríaélacomprenderaBrutus?

Sin preocuparse ya por el caballo, Chane reanudó el descenso. La escarpa delcañónsesgabamenosabruptamentehaciasubase; lospasosdifícileserancadavezmenos frecuentes, los zigzags mayores y más amplios, serpenteando por entreenormesmolesdesprendidasdeloscantiles.Pocodespuésdivisóalospotrosyalosindios,yluegollegaronalestrechosuelodelcañón.

Cuando puso en él sus plantas,Brutus iba pisándole los talones.Montando, sedirigióadondeestabanlospiutes.

La angosta cuenca rojiza con sus elevadas escarpaduras abría sobre otro cañónmás amplio, cuya diversidad de matices, aspereza y caótica confusión de rocas,parecían correr parejas con sus acrecentadas proporciones. Al doblar un recodo,Chane desembocó en un maravilloso lugar de unos diez acres de extensión,verdadero, jardín, de frondosos olmos y verdeante hierba, enclavado, como unagema, en ladesoladadevastación.Unarroyueloespejeabacomounacimadeplatabajolosrayosdelsol,serpenteandoporeloasis.AlOestedivisábaselacabeceradeun largo cañón, muy vasto al parecer, en cuyo extremo inferior el sol declinabaperceptiblementevelado.Chane,juzgandoporsusesgoyporelcursodeaguaquelo

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atravesaba,calculóquedebíaserBeaverCanyon,ymástardeToddyNokinconfirmósu creencia. Allende el verde paraje, las enormes escarpaduras parecían habersederrocado, obstruyendo la entrada del cañón y cortando el paso y la salida alarroyuelo,quedesaparecíaporentreelamontonamientoderocas.

ToddyNokin y sus hijos aballaron el ganado al oasis, dando por terminada lajornada. Era obvio que los: potros no se descarriarían de tan exuberante lugar.Pájaros, conejosyardillascomunicabananimación,vidaycolor albellísimoóvaloverdeante.

Chane desensilló a Brutus, quitándole también la brida; luego le contemplómientrasserevolcabaasusanchas,cuatroveceshaciaunladoytreshaciaotro.Denuevotuvoquereconocerqueelcaballoteníadotesexcepcionales.

Toddy Nokin afirmó que aquel lugar, era el más seguro que conocía parapernoctar, así como el único abundante en hierba. Sorprendió a Chane la absolutacarenciaderastrosdecampamentosindios.Enelarenososuelonoseadvertíaniunasola huella. Era uno de tantos parajes desérticos, raramente frecuentados por losindios,ytalvezjamásporlosblancos.EldesbravadorcomenzóaperderenpartesusrecelosdeMcPherson.Noparecíaprobablequeloscuatreroslesorprendieranallí.Elpeligro,sipeligrohabía,estabamáslejos,enelvadodeSanJuan,oensuscercanías.Perolapérdidadesurifleseguíapreocupándole.Detenerensupoderelarma,nolehabríancausadoelmenordesasosiegoMcPhersonysusaliados.

Chanebuscóunarenosoasientobajounárbol.Estabacansadoyelcalordeldíaaúnpesababochornosamente.Lasabejaszumbabanrevoloteandosobrelosmacizosdefloresamarillas,quedabanaloasissusáureastonalidades.Mientrasrepasaba,losindiosencendieronlafogata,comenzandolospreparativosdelacena.ChanevioalhijomenordeToddyacechandoconejosconarcoyflechas,armafavoritaaúnentrelosmuchachospiutes.

Se acentuaban las sombras. Lentamente, el rojizo color de las escarpas fuetrocándoseenazul.Unacalinapurpúreavelabalosmásdistantesobjetos.Alcesarlasabejasensulaboriosoafán,elmurmullodelarroyuelofue loúnicoqueperturbólaabsolutaquietud.Deentrelosárbolesempezaronasurgirpequeñosmurciélagos.

Chanecompartió el frugal condumio indioconapetito.Frecuentementehabíasecontentado con menos. Una brumosa semioscuridad sustituyó rápidamente elcrepúsculo, y, en aquella hondonada, que las altísimas escarpas del cañóncircunvalaban,lanochereinóprontoporcompleto.

Los indios no hablaban. Toddy Nokin estaba más taciturno y sombrío que decostumbre. Chane ponderó de nuevo los riesgos que la aventura ofrecía,particularmenteparaél.Elsiguientedía,quizátrajeseconsigolacrisis.Arreglándoseunayacijaconlasmantas,desusillasobrelacandentearena,cerrólosojos,perolasolemnidad del silencio, y la creciente influencia agorera del tétrico cañón, letuvierondespiertodurantealgúntiempo.Estabaenlosaledañosdelalaberínticareddecañones,extrañaydesconocidahastaparalospiutes.Laidealeabrumaba.¿Qué

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ocurriría? ¿Seríale posible vadear los ríos? Parecía agobiarle un presagio decalamidadinminentequenosehabíahechosentirduranteeldía.

Porfinestabaapuntodecederalsueñocuandoledespabiló,estremeciéndole,unfragordetrueno.Llenabaelcañónconsuprodigiosovolumendesonido.Mas…enelfirmamento las estrellas titilaban con todo su esplendor… No había tormenta. Elhorrísono estruendo procedía de una sección de acantilado al precipitarse,desprendida, por la pedregosa escarpa. Fue aumentando en velocidad y en fragorhastaensordecer aChane.Luegocesó, repitiéndoseel ecode sierra en sierra, cadavezmásdébil,hastamorirenunsordozumbidodegigante.Despuésreinóunsilencioque, por contraste, parecía irreal. Chane experimentó una insólita sensación desoledadydedesvalimiento.Finalmente,sequedódormido.

Haciaelamanecerledespertóelfrío.Nopudoyavolveraconciliarelsueño,yenlagrísea penumbra vio, con satisfacción, a los indios encender la fogata. Se levantó,entumecido y envarado, y dio algunos pasos hasta conseguir reaccionar en parte yquelasangrecirculaseconmásceleridadporsusvenas.Lospiutessoasabancarnedecarnero.Eldesbravadorconsumiósudesayunocuandoaúnnoeradedía.LoshijosdeToddyNokindesaparecieronenbuscadelospotros.

Chane, junto al fuego, con las manos extendidas, al amor de la lumbre,contemplabaelmaravillosamenteblancolucerodelalba.Pendíasobreunaescotaduradelcañóncomounfaro,radianteyprodigioso.

—¡Hum!—gruñóNokinparallamarsuatención.Elindiohabíacortadotirasdela carne asada, disponiéndolas sobre una piedra junto al fuego. Por señas dio aentenderaChanequerepresentabansuraciónyque,porende,podíaonosalarlas,como prefiriese, y llevárselas. Chane las recogió, no sin agradecer a Toddy suprevisión, y las guardó en el saquillo que contenía el maíz tostado. Hasta queestuvieseentrelosmormonesescasearíanlosvíveres.

Al amanecer, Brutus llegó trotando al campamento. A juzgar por su orondoaspecto,habíahalladobuenpasturaje.Noobstante,hocicólasmantasylasillacomohusmeandograno.Chaneleenjaezó,aguardandoparamontaraquereapareciesenlospiutesconlospotros.

Lamañanaeradeliciosamentediáfana,fresca,luminosa,conungratoperfumeenel ambiente. Al Este apuntaba un rosado resplandor, heraldo del sol naciente. Lospájaros empezaban a gorjear en el oasis, rompiendo gratamente el melancólicosilenciodelcañón.

Al poco rato llegaron los hijos de Nokin con la reata, y comenzó la jornada.Chanelaafrontóconresueltaansiedad.SalierondeloasisporsuparteEste,siguiendouncaminoascendente,sorteandobloquesdesprendidosdelacantiladohastallegarauna plana elevación, en la que los galayos parecían tiendas de invisible ejército.Algunosdelosenormesmonolitosteníansuperficiesoxidadas,casinegras,sobrelas

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quelosindioshabíantrazadosustoscosjeroglíficos.Elsolasomódeslumbradorybrillantesobrelasierraquecerrabaelhorizonteal

Este.ChanesabíaqueaquellaespeciedebastiónestabaallendeelSanJuan,peroaúnnohabíanascendidolobastanteparapoderverlosespaciosqueseextendíanalpiedelaondulantecresta.Eldíaaugurábasecálidoenaquellasdepresiones.

Chane salió del caótico laberinto de peñascos a una altura desde donde podíacontemplar el cañóndel ríoSan Juan.Los indios continuaron aballando la potradamientras él, refrenando a Brutus, estudiaba, sobrecogido y absorto, la dantescaescena. Anteriormente había cruzado en tres ocasiones distintas de San Juan porlugaresnofaltosporciertodeasperezadesértica.Peroaquelloeradiferente.

UnaterriblesimacorríadeEsteaOeste,amplioytortuosocañónporcuyofondoserpenteabaunríodeturbulentasaguascolordechocolateconunestruendoquellegóamenazadorasusoídos.SeprecipitabamuchasmillashaciaelEste,emergiendodeuna angosta hendidura de la siniestra escarpa, abriéndose paso comouna serpientehacia el Oeste, donde vertía sus fangosas aguas en otro río de vasto cauce ymajestuosasyaltivasladeras.FuelaprimeravisiónquetuvoChanedelGranCañóndelColorado.

Lagrandiosidadsalvajedelaescenalehizoenmudecer.Laterribledesolacióndelasdesnudas superficies, laevidencia,pordoquier,de ruina,demilenariodesgaste,sobrecogíanelánimo.Entodaeláreaquelavistaalcanzabanoseadvertíaniunsolotrechodeverdura.Nidevida.Pero,aunasí,parecíatenerunainfernalbelleza.Sobrelasaltasparedes,rojoybroncedelcañónalzábaselacerradalíneadelhorizonte,lascarcomidas superficies, corroídas por los vientos, que Chane divisara desde lasaltiplaniciesdesalvias.Enlacontraescarpanoparecíahabersolucióndecontinuidad.Por el lado donde Chane estaba abríanse por doquier gollizos[30] y cañones. Eldescenso hasta el río era gradual, mas de tal naturaleza por su escabrosidad, queparecía impracticable. Y, sin embargo, los indios y los potros lo iban realizandolentamente.Muyhaciaabajo,losvastosderrumbamientosderocasformabanunasamanera de gradas de tierra rojiza o grísea y debajo de éstas corrían fajas llanas yarenosas,paralelasalcaucedelrío.

BrutusnoesperóindicaciónalgunadeChane.Emprendióeldescenso,yprontoeldesbravadorsevioperdidoenunmundodedesmoronadospeñascos.Detiempoentiempolasrevueltasdelsenderolepermitíanvislumbrarelríoylaselevadasparedesqueleservíandecauce,mas,porlogeneral,lasenormesmasasfragmentariasderocarestringíansuhorizonte.Lasendanoera,sinembargo,niabruptanidifícildeseguir.Brutusnotardóenponerseaniveldelpotrodelpiute.

Chane se percató de la frecuencia con que Toddy Nokin estudiaba con susbalconadaspupilaslavastaladeraasuderecha,y,enparticular,unfragosopuntodelcañón. A pesar de concentrar en él su atención, el desbravador no logró ver nadainsólito.Todoerapeña roja,deslumbranteal sol.Lescostóuna largaypolvorientacaminata el ganar las laderías de tierra gris, bienvenido cambio a la aspereza del

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camino.Los potros reanudaron el trote, cubriendo rápidamente las distancias hastaunapedregosaplanicie,casidesnudadevegetación.Lasolaplantaqueallícrecíaeratangríseacomoelsueloquelasustentaba.

LarojizaladeraobjetodelescrutiniodeToddyNokin,formabaahoraunaespeciede repecho de una milla de largo, excesivamente abrupto, para terminar en unaveteada pared, que parecía tocar el cielo, cortada a pico en la escotadura queconstituía la boca de un cañón que iba a parar al nivel donde Chane se hallaba.Indudablemente,deaquelcañónpartíaunsenderoqueNokindejaraayeryquetantorecelo parecía inspirarle hoy. La terrible desolación del rojo abismo era aún máspatente, por la ausencia absoluta de vida. El río mismo afluía profundo, hosco,extraño,demuydistintomododelfluirdelaguaenrápidacorriente.

Lafajadepedregosaplanicie,quetanangostahabíaparecidodesdearriba,era,enrealidad, ampliayespaciosa.LlegóunmomentoenelqueToddy señalóhaciaunabrechadelaparedfronteriza,encuyofondosedestacabaunmanchóndeverdura.Enelmargenallendeelríocomenzaronaversejuncales.Aquéldebíadeserelpuntopordondelospiuteshabíanvadeadoparaganarlasamarillentasalturassuperiores.

AChane,elSanJuanleparecióinfranqueable.—¿Podréatravesarlo?—preguntó,dandoexpresiónasuansiedad.Elpiuteaseveróhaberlocruzadoenmomentosdemayorcrecidaquelapresente,

y con un ademán, le enseñó la situación del vado. Siguieron adelante, y habíanrebasadoyalabocadelcañónafluyente,cuandoToddyNokinexclamódepronto:

—¡Caramba!Laexclamacióny,sobretodo,elgestoquelaacompañó,sobrecogieronaChane.

Enlalejanía,entrelasrocasallendelaarena,veíansemovedizasnubesdepolvo.

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VI

Eraunapolvaredalevantadaporcaballosenmovimiento.ToddyNokinllamóasushijos,unodeloscualessehabíaadelantadoconsiderablementeconlospotros.

—¡Toddy!¿Quiénlevantaesepolvo?—preguntóChane—.¿Indios?—¡Uf!—Fue la respuesta del piute. Su penetrante mirada fija en las enormes

galgasquehabíanrodadodeloscantilesalllano.Al desviar Chane sus pupilas para ver lo que atraía la atención del piute, vio

súbitamente a un blanco que se incorporaba detrás de uno de los peñascos máspróximos.ReconocióaHornenelmomentoenqueafianzabalapunteríadelrevólverapoyandounbrazo en la roca.Estaba a cincuentapasos escasosdel hijomayordeToddy,queibaalacabezadelapotrada.

—¡Horn! ¡No dispare!—gritó Chane con toda la fuerza de sus pulmones Losjacosnovalenniunagatadesangrederramada.

Hornnohizo,elmenorcaso.Disparópordosvecescontraelpiutemáscercano,desarzonándole, aunque se levantó inmediatamente, echando a correr. El cuatrerodirigióentonceselfuegocontraelmenordeloshijosdeToddy,unadolescenteque,alverseatacado,lanzóunalarido,dandomediavueltaasucaballo.Lapotrada,presadepánicoporlasdetonaciones,saliódeestampíaagalope,endireccióncontrariaalaquellevaba,levantandounanubedepolvo.

Chane,instintivamente,echómanoasurifle.¡Nolotenía!Unaviolentafuriaseapoderóde él. ¡Cómohabía caído en el garlito!La atezadamanodeToddy señalóhacia el peñascal de la derecha, a su espalda. Simultáneamente, con un disparo deHorndirigidoestavezaChaneoaNokin,porquelabalapasósilbandolobastantecerca para provocar una corveta de Brutus, el desbravador vio a Hod Slackadelantarserevólverenmano,ydetrásdeél,BudMcPherson,espoleandosucaballoblancoyenarbolandoelrifle.

—Corre,Toddy!—gritóChane—.¡Correalcañón!Brutus, impaciente,seibaala empinada, costándole trabajo a Chane refrenarlo. Acaso su nerviosidad fue deprovecho,porqueunodelosproyectilesdeHornpasódesagradablementecercadesucabeza.

El desbravador vio pronto que su único remedio era distanciar a McPhersonponiéndose fuera del alcance de su rifle y ganar el vado. Los potros se habíandiseminado por la senda seguida al venir. Lospiutes desaparecieron como conejosentrelaspeñas.Dosdeloscuatreroslecerrabanelpaso,armadounodeellosdesurifle,enaquelladirección.Chanecomprendióque,siguiendoelejemplodeNokin,severíaprontoobligadoaabandonaraBrutusyniporuninstanteadmitiólaposibilidaddehacerlo.

—¡Eh!—aullóMcPherson—.¡Pieatierra!LoqueanhelabaelcuatreroeraaBrutus.Chanelevioecharsealacaraelrifley

aprovechóelinstanteparapicarespuelasalcaballo,lanzandoalavezunalarido.El

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animalrespondióalacicate,enfilandoelrío.Chane,sacandosurevólver,empezóadisparar contraHorn, que intentaba frenéticamente cargar de nuevo el revólver. ElcuatreroseparapetótrasunarocadenuevodevolviendoelfuegoaChane.Unpesadoplomohirióaldesbravadorenunhombro.Elimpactodelproyectildioaltrasteconsus propósitos de cautela, y con temeraria presteza desvió aBrutus hacia la peñadonde se había atrincherado el facineroso. Horn, al verles venir, abandonó suresguardoyechóacorrer,regateando,enbuscadeotropeñasco.Chanepudohaberleheridoporlaespalda,peroseabstuvodedisparar.

—¡Atrápale,Brutus!—gritóespoleandoalcaballo.Vio a Horn manipular su revólver mientras corría. Al pretender cargarlo iba

dejandocaerbalasalsuelo,ensucarrera.Tropezó,cayó, levantasedenuevadeunbrinco, siguió corriendo. Su corpulencia hacía en extremo difícil, pensó Chane,cuantoentrañaseactividadextrema.Elanimalcayósobreél comoun torbellinodepolvo.Chanenocesabadevociferar.

Brutussalvódeunbrincounapeña.Horn,locodeterror,intentóhurtarelcuerpoal caballo que se venía encima. Cuando daba media vuelta enarbolando su arma,Brutuslealcanzabaya.Chaneviounarojallamaradadehumo,masnooyóeldisparonisintióelchoquedelproyectil.EntrelaspatasdelcaballopudoentreverellívidoysalvajerostrodeHorn,desencajadoporelpánico.Luego…unasacudida,unimpactobreveysecoquenodetuvoaBrutusensucarrera…Hornsaliócomodisparadoporuna catapulta, pero…no habíamuerto. Se incorporé tambaleándose, aspeando conlosbrazosparadesplomarseotravez.

Brutus se dirigía a galope tendido hacia el recodo del río. Chane volvió suatenciónaMcPherson.Elsujetoestabaasusespaldas,entreélyelrío,yunblancopenachodehumodesurifleacusóexactamentesuposición.Chanesintiólaamargaeimpotenteiradelhombrequeseveatacadoporsuspropiasarmas.Pero…lairanopodía sacarledeaquel trance.Su situacióneraprecaria.McPhersondisponíadeunbuen caballo y de un excelente rifle. ¡Otro penacho de humo! Chane vio el surcotrazadoporelproyectil en la arena,bastantesmetrosal frentededondeestaba.Suadversariotirabaalto,preocupado,evidentemente,porsudeseodenotocaralanimalqueambicionaba.

—Brutus,ahorasetepresentaocasióndesacarareluciresaceleridadquetanaltoproclamaban tus admiradores—aulló Chane, forzando hasta el límite el paso delcaballo.

EntredondeestabanyelrecododelríoqueToddyhabíaindicadocomopuntoapropósitoparavadearlemediabaunamillade terreno llanoyfirme.Chanenomiróhaciaatrás,concentrandotodossussentidosenlacríticacarrera.Oíasilbarlasbalassobresucabeza,viendosusimpactosenlaarena.Pasadounmomento,cuandoBrutusentródellenoenlaterribletensióndelcaballodecuyogalopedependíalavidadelamo,leparecióquevolabaporlosaires.Elvientoleazotaba.Elsueloseconvirtióenunaconfusaextensiónquesalíaasuencuentro,desapareciendotrasellos.Lasrocasy

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las escarpas se confundían a ambos lados. Jamás, en toda su vida, habíamontadocaballotanraudo,detantopoderíocomoBrutus.DistanciósinesfuerzoelblancodeMcPherson.

Al llegaral recodo,Chanemiróhaciaatrás.McPhersonySlackquedabanmuyrezagados, pero veíaseles hacer ímprobos esfuerzos por acuciar sus monturas,seguros,alparecer,desupresa.

Allende el recodo, los altísimos taludes de deleznable roca llegaban con suderramehastalaspropiasmárgenesdelrío.Chanevioquenopodríaseguiracaballomás arriba. Su única posibilidad de escape era vadear, antes de queMcPherson letuviesealalcancedesurifle.

SacóaBrutusdeaquelatascadero.Enaquellugarelcaucedelríoseensanchaba.Lebastóunaojeadaparapercatarsedequeelvadoeraunbajíodeescasaprofundidadyrápidacorriente,demediamilladelargoportalvezuncuartodeancho.Elcabrilleode las aguas cercanas a la orilla, ydel centro, le hizo colegir que corrían sobreunálveoroquizo.Buscóelarranquedelpaso,obligandoaBrutusaentrarenlafangosacorriente.Por lovisto,elaguano tenía terroresparaelcaballo,que la tomócon lamisma calma que los ásperos repechos. Sus herrados cascosmartilleaban las rocashaciéndolassonarcomocampanassumergidas.Chanedoblóelrecodo,perdiendodevistaasusperseguidores.Pero…nodebíandeestarlejos.

Dirigió a Brutus hacia la derecha de la contraescarpa. Era de peculiarconformación:unaseriedegradasopeldañosdesgastadosporelaguaprocedentedelasalturas.Unmacizoovaladodejuncosobstruíasuparteinferior.Chanediscernióellugar por donde el sendero ganaba las laderías, comprendiendo al punto que siconseguíavadearestaríaasalvo.

CuandoMcPherson y Slack aparecieron a unamediamilla de distancia por laparteabajeñadelpedregosoribazo,Brutushabíaalcanzadoelcentrodelcauce.Losdos cuatreros apremiaban el paso a sus caballos. Chane les dirigió una sombríamirada.¡Silograbasalirconvidadeltrance,nolesolvidaríafácilmente!

Sucaballo,ayudadoporlarápidacorrientequellegabaalosestribos,avanzaba,sesgandohacialaorilla.Chane,ansiosamentefijoslosojosenelpuntoquedeseabaalcanzar,sediocuentadequelamadredelríonoeraroquizaentodasuextensión.Elaspectodelagualodemostraba.Lasbrevesyrápidasondassuperficialessetrocabanenlentasyuniformesoleadas.¡Debajodebíadehaberarenasmovedizas!Estudióelterreno en sentido perpendicular a su posición. Eramejor que en la parte abajeña,pero adolecía del inconveniente deque, obligando aBrutus a vencer el ímpetudelagua,envezdeaprovecharloparasuavance,perderíauntiempopreciosoduranteelcualMcPherson le tendría al alcancede su rifle.Entre tanto,Brutus continuaba sumagníficatravesíamarchandoabuenpaso,sinperderpieniuninstante,resoplandodeexcitación.

Elcaucesehizomásprofundo.Chanesacólospiesdelosestribos,poniéndolosenalto.Apoco llegaronalpuntoenelque terminabael rápidodesagüeenunmás

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pausado y plácido caudal. Chane notó que el caballo, hundiéndose en la arena,pugnabaporhallarunmásfirmeholladero.Nohabiendofondobastanteparaseguiranado, el desbravador no se atrevió a cruzar por el trecho arenoso y, desviando aBrutus, lepusoenelmismosentidode lacorrientehacia losrápidos.Viounpuntoroquizoaccesible,quemarcabaellímiteextremo,quenoosaríarebasar.Sinotomabatierraenaquelprecisopunto,oantesdellegaraél,podíadarseporperdido,yaque,aunadmitiendosalirconvidadelosrápidos,lacorrientelellevaríainevitablementehacia el angosto paso inferior donde McPherson, apostado en la orilla, podíaalcanzarlefácilmenteconelrifle.

Laviolenciade lasaguascasiarrastróaBrutus,haciéndoleperderelequilibrio.Un caballo vulgar se habría visto arrollado, pero él, rehaciéndose poderosamente,resistiólosembatessinperderlacabeza.Lasolascrecieronentamañoylacorrienteen celeridad. Chane vio la amarillenta espuma formada al estrellarse contra lassemisumergidasrocas.SintióqueBrutuschocabaviolentamentecontraunadeellas,maspudo contrarrestar el efectodel encontronazo, guiándole, ayudándole a sortearlosobstáculos,manteniéndoleenlíneaconelpuntoquesehabíapropuestoalcanzar.

Unmomento,después tenía toda la fuerzade la corriente trasde sí.Le llevabacasi en vilo; las oleadas cubrían sus cuartos traseros, empapando a Chane. Laprofundidad era de cuatro a cinco pies. Brutus no tocaba fondo: se dejaba llevarsumandoalimpulso,cuantoeraposible,suprodigiosaenergía.

ElestruendodelosrápidosatronabalosoídosdeChane.Estuvoapuntodedarseporvencido.Nopodíahacermásdelohecho;sinembargo,siguióanimandoaBrutuscomo si el animal pudiese oír su voz entre aquel fragor. La alerta mirada deldesbravadordescubrióunafajadeaguaagitada,especiedecanalquecorríaentreélyelsalientederoca.Suaspectoerademasiadoprofundo,demasiadorápido,paraqueBrutuspudiesesalvarlo.Unamasadeaguaamarillenta,hosca,seprecipitabaporunarampaoblicuaenlosturbulentosrápidos.ElcanalformabaángulorectoconBrutusyprocedíadelaresacadelremansoqueseformabaenlaproyeccióndelabrechadelaescarpa. Un instante antes de entrar en él, la violencia de la corriente arrastró alcaballo sobre una roca y el empuje mismo de la masa de agua le retuvo en ella.Chane,agazapándoseenlasilla,lehizodarunbrincoextraordinarioycayóalagua,en laque sedebatió luchandocon todas sus restantes energías.Sus extraordinariosesfuerzos, favorecidos por la rápida corriente, le pusieron al alcance de la orilla,guiadoporChane,quesóloentoncesvolvióaacordarsedeMcPherson.

Mirando al ribazo opuesto, vio al cuatrero aproximarse a galope por la fajaarenosa y echar pie a tierra, rifle en mano. Mas estaba muy distanciado. ¡Habíallegadotarde!ChanepusoaBrutus tras laprotuberanciaqueformabaelángulodelsaliente,enelmismomomentoenqueelotrodisparaba.

—¡Bru…tus!—exclamóabrazándoseasucuello.Elanimaljadeaba,resoplandocomounenormefuelle.Elairesalíasilbandoporsusnarices.Eldesbravadorescuchóel formidable martilleo de su acelerado corazón, y, en aquel momento, un afecto

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comojamáshabíasentidoporcaballoalgunoseencendióensupecho.Dejandoque,Brutus se rehiciese, exploró los alrededores.Elmacizo de juncos

ocultaba una diminuta caleta por cuyo lado opuesto al sendero ascendía hasta laprimeracurvadaladería.Siguiendolabasedelaescarpa,sinsalirsedelaprotecciónde los juncos, podría ganar el punto de partida de la senda. Allí estaría fuera delalcancedesusperseguidores.Volviendosobresuspasos,hallóaBrutuscasirepuestode su tremendo esfuerzo. Cuandomenos, había abatido su nerviosidad. El animalengallólacabezaconsutípicoeinimitableairedealtivayalertadacuriosidad.AlveraChane,relinchó.

—Brutus,yo…—comenzóéste,conánimodeexpresarsugratitudysucariño…Pero ambos eran demasiado hondos. Ni siquiera puso lamano sobre la húmeda yenmarañada crin. Estaba intensamente cogitabundo. Lo único que poseía era aquelcaballo.Veíasedenuevoconvertidoenunpobredesbravador.Mas…¿noposeíauntesoro?Sialgodeploraba,eraquehubieranheridoalhijodeToddyNokin.

UnensangrentadoverdugónatravesabaelanchopechodeBrutus.—¡El último disparo de Horn! —Estimó Chane, airado. Quitándole la silla

retorciólasmantasparaescurrirelaguaylevolvióaensillar.Sucapoteyelsaquillodevíveresestaban intactos,aunqueun tantodeterioradospor la fangosa inmersión.SellevóaBrutusalolargodelabasedelacaleta,hastaelcomienzodelsendero,ysubióalprimertramo,especiedemedialunadepiedraquelasaguashabíanpulido.Desdeallímiróalribazoopuesto.

SlacksehabíareunidoconMcPhersonyestabaaúnacaballo,mientraselotroibadeacáparaallá,febrilmente,enlaorilla.AlveraChane,Slacklellamólaatenciónsobreél.Elcuatreroparecíaunaestatuaecuestre,fijoslosojosensuadversario,yajuiciodeldesbravador,ensumiradahabíaunainconfundibleexpresióndefrustradoanhelo por Brutus. Dirigiéndose a McPherson, Chane sacudió un crispado puño,gritándole,comosisuvozpudieradominareltumultodelacorriente:

—¡Talveznosvolvamosaver,Bud!Yvolviéndosedeespaldas,emprendióelascensosinpensarmásensusenemigos

niensupérdida.Distabamucho,empero,deestarasalvohabíacruzadoelSanJuan,peroaúnlequedabaporsalvarelColorado.

SielColoradoestabatambiénencrecida,elriesgo,ajuiciodeChane,seríagrave.Ignoraba si existía sendero alguno que uniese aquél vado, río arriba, conBluff Suprovisión de víveres, resultaría insuficiente para todo lo que no fuese una jornadadirectaa territoriomormón,y,aunasí, lomásprobableseríaque tuviesequepasarhambre.

La senda circuía el primer tramo, pasando en zigzag sobre una roca viva alsegundo,pararetrocederluegohastaelladoopuestodeaquellaextrañabrechadelaescarpa,yasísucesivamente,porunaseriedetramos,ganabalacúspidedelarojizaparedquelehabíaparecidoinaccesible.

Sehallóporfinentrelosamarillentosvericuetosdepiedraquedurantevariosdías

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habíatenidoa lavista.Elcaminoserpenteabapor tortuososdesfiladerosprimero,yporblancarocasilíceaqueseextendíacomounondulosomarderocahaciaelNorte,después.EldesbravadorllevóaBrutusapasolargoporaquellasladeríasydeclives,salvandolasredondeadascrestas,hastallegaraunaangostabrechaqueseagrandabaentodasdimensionesaldescenderla.Exceptoporlafajaazuldefirmamentosobresucabeza,cuantosuvistapodíaabarcarerapiedra.

El cañón tenía escasos, puntos de semejanza con los que recientemente habíaatravesado.Noseveíangrandescotarras,nicaóticos,montonesdedesintegradaroca,nipretiles, amenazandodesprenderse.Erauncañónuniforme,biendefinido,y, tanprofundo,quelaluzdeldíasetrocóenpenumbra,casiennoche.

ApocoseesclarecióelambienteyChanedoblóunrecodo,viéndoseenfrentadodeprontoconunabertalbañadoensol,elrápidoysilenciosocursodelríoColoradoylasestupendasescarpasdelGranCañón.Allendeelformidableríoabríaseel«HoleintheWall»queaojosdeChanenodesmerecíaennadasureputación.

ElColoradoeraapenasmásanchoqueelvadodelSanJuan,perofluíaprofundo,rápido, extraño, tremendo ymisterioso en su crecida. PeroChane no se desanimó.SabíaaBrutuscapazdesalvaranadoaquellacorriente.Loquelepreocupabaeraladistanciaaquesuímpetuobligaríaaderivaralcaballo.Dehabersidoposibleseguirconéldurantelargotrecho,Chanenosehabríainquietadoporlatravesía.Enelladoopuestolabrechadelaescarpaeraconsiderable.Aunquederivasemucho,ríoabajo,Brutuspodríaganar tierraalalcancedel«Hole in theWall».Más lejosdivisábanseotrasbrechas,embocadurasdeotroscañonesysombríasquebradas.

—Opino, Brutus, que debemos permanecer aquí más de lo estrictamentenecesario—murmuróechandopieatierra—.Tendremosquecruzar.

Llevándosealcaballoríoarriba, todoloqueelásperoribazopermitía,anudólabridaalaperilladelasilla.

—¡Adelante,muchacho!—leanimólanzandounprofundosuspiro.Yalentrarenel agua el animal, se asió a su cola. A los pocos pasos perdió ya pie, viéndoseobligadoaecharseanadar,cuidandodenosoltarsuasidero.

Brutus era tan eficiente nadando como en sus demás esferas de acción. Ganócincuentametrosen línearectaantesdeque lacorrientehicierasentirsu influjodemodo perceptible. Después, fue paulatinamente derivando río abajo. Chanecomprendió que tenía mayor densidad y más volumen de lo que aparentaba. Nihombrenibestiaalgunahabríanpodidooponerseasuempuje.Sinembargo,comoelcauce era amplio yBrutos nadaba rápidamente, no desesperó de poder alcanzar labrechadelaotraorilla.

El río fluíasilencioso.HabríasedichoqueBrutusnadabaenaceite.Elaguaerafresca, densa, cargada. El desbravador pensó que sin asidero no habría podidosostenerse largo tiempo.Al levantar la cabezavioque el caballohabía rebasadoelcentro del «Hole in the Wall», y no estando aún a la mitad de camino, lasprobabilidades de alcanzar la propuesta meta le parecieron escasas. La corriente

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aumentóenceleridad.A losdos terciosdedistancia,Brutus habíaderivadomuchomás allá del punto en el que podía tomar tierra. Chane experimentaba verdaderadificultadparanoperdersuasidero.Eracomounpesomuertoqueelaguapretendíaarrebatar.

AlpercatarseBrutusdeque ibaderechoa laempinadaescarpadura,seespantó,intentandodarmediavueltahuidiza,peroChane,soltando lacola, seechóanadar,hasta ponerse a su cabeza y cogiéndole por la brida le dirigió diagonalmente ríoabajo,sindejardeanimarleconlavozniunmomento.Brutussedejóguiary,comoenelotrorío,fueganandoterrenoalirafavordelacorriente.Eldesbravadorvolvióasuantiguopuesto,agarrándosealacoladespuésdedosinfructuosastentativas.

Hombreycaballofueronderivadosrápidamenteríoabajo,sindejar,noobstante,deaproximarsea laorillaopuesta.Brutushablase tranquilizadoyChanevioque labrechaalaquesedirigíaseensanchaba,formandolaembocaduradeuncañón,yqueelcaballopodríaganarlasobradamente.Perocuandollegaronalaroquizaorillavioqueerademasiadoabruptay resbaladizaparaqueBrutus pudiesehacerpie.Unayotravezlointentóenvano,malgastandoenergías.Lacorrientechocabaybatíacontraelribazo.Sobreellossealzabanlasnegruzcasyenhiestasescarpas,hendidasporelsiniestrocañón.Agarrandolabrida,Chanetomótierra,peronopudoayudaraBrutusahacerlopropio.Eraimposiblequesubieseelempinadomargen.Sinsoltarlabrida,siguió andando, animando a voces al caballo. Recorrieron metro tras metro y elribazoparecíahacersemásabruptopormomentos.

EldesbravadorresolviócorrerlasuertedeBrutus,enelrío,sinolograbasacarlede él. Elmomento fue de verdadera desesperación. El silencioso caudal tenía unaterriblefuerzarepelente,lasaltísimasescarpasparecíanbarreraserigidasparacerrarleelpaso.

Alcanzaron el punto extremo de la escotadura. Chane franqueó de un salto unsaliente del ribazo para no perder contacto conBrutus y estaba a pique de entrarnuevamente en el agua cuando vio que el caballo tocaba fondo.Había conseguidoplantarsus formidablescascosensólidoholladero.Resopló, inundandoaChanedeespuma.Afianzólosremostraserosyunpotenteesfuerzolesacóamediasdelagua.Luego,conunmagníficosalto,ganóelresbaladizosaliente.

Chane tuvoqueapelar a toda su ligerezaparaquitarsede enmedio.El caballohabíaperdidosuhabitualcalma.Cuandosujinete,tirandodelabrida,leincitóadarlospasosnecesariosparaconsolidarsuposición,estabatemblorosoyasustado.

Sintiéndoseasalvo,lanzóunformidableresoplido,quefuecomounaválvuladeescapedesuterrorydeconsiderablecantidaddeaguasuciayarenosa.EncuantoaChane,sedejócaeralsuelo,permaneciendo,algunosmomentosinmóvil.

—¡Hemoscruzado!—dijoluego.Ylafrasedioporterminadoelincidente.Perolaembocaduradeaquelcañónestabamuypordebajodel«HoleintheWall».Podíanotenersalida,podíaconcluirenunembudo.Acuciadoportalesreflexionessepusoenpie,llevándoseaBrutusdelaorilla.

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Aparentemente, el cañón no ofrecía dificultades al tránsito. El descenso eragradualy su suelo estaba cubierto en sumayorpartede rocas sueltas.Lasparedeserantanaltas,yestabantancontiguas,queapenassipodíadistinguirseporentreellaselcielo.Enelfondoreinabaunacasicompletaoscuridad.

Paulatinamente se fue ensanchando y esclareciendo el cañón. Chane volvió amontar, tomando, cuando el terreno se lo permitía, un trote largo, impaciente porsaber si se había metido involuntariamente en una trampa. Mas al progresar, lanaturaleza del cañón tendía a favorecer sus esfuerzos. Los cascos de Brutusmartilleabansobrelaspiedras,sonandoahuecoenlosnegruzcossalientes.Algunostrechosrequirieron,porsuangostura,moderarlamarcha,pero,engeneral,nohallódificultades en su camino. Las escarpas fueron trocando sus rojizas tonalidades engrisáceas,y sobre álveospedregososempezaronaprecisarse cursosdeaguaen lospretiles,hierbayplantastrepadorasyflores,poniendounabonitanotadecolor.

Chane avanzó lo que a su juicio suponía varias millas, siempre en gradualdescenso sin obstáculos insuperables. El cañón corría hacia el Norte, dirección engeneral favorable para él. Si la posibilidad de verse en un callejón sin salida nohubieseembargadodecontinuosuánimo,elespectáculodeaquelcambiantecañónlehabríadeleitado.Seestrechabayseampliabaalternativamente,ysusladerasofrecíaninfinitadiversidaddeespacioslisosydesnudos,cavernas,prominencias,salientesyrepechos.EnmarcadocontrasteconelCañóndelSanJuan,carecíadederrocaderos,así como de amontonamientos de piedras sueltas. Las, aguas debieron barrer, enépocasdeavenida,todoslosescombrosdesusuelo.

A poco llegó Chane a un paraje amplio y despejado que le permitió otear lalejaníaalNorteyalSur.Lesorprendió,estremeciéndose,aldivisarmuyporencimaydetrásdesuposiciónelinconfundibleextremosurdelaMesetadelCaballoCerril.Lamajestuosa elevación, rojo y oro con su cerco de arbolado, era la única. Se alzabasobreélcomounamontañaaudazygrandiosa.Por lovisto,elcañóndondeestabacorríaalolargodelabaseorientaldelaMeseta.Estudiandodetenidamenteloqueleeradabledivisar,dedujoquelaMesetadelCaballoCerrilcaíaperpendicularmenteaplomo,rodeándoseluegodeampliosdeclivesque,alextenderse,formabanasuvezlabasedelostortuososcañones.

El desbravador continuó avanzando.El sol había secado sus ropas.Comenzó asentirhambre,peroseabstuvodemermarsusreducidasprovisiones.Cuantomásseinternaba en el extraño cañón, más aumentaba su desasosiego y su inquietud. Encualquiermomento podía verse frente a una barrera infranqueable. Personalmente,podíasustentarse largo tiempoconracionesexiguas,peroBrutus necesitabahierba.Porenderesolviónoperdertiempoyganarcuantoanteslacabeceradelcañón.

Losprimerosolmos,lozanosyverdes,remontaronsuánimo.Sinosepresentabacosamejor,Brutus podría ramonear susmás tiernos brotes. Fue encontrando otrosárbolesporelcaminoydespuésunherbosotrecho,unafajadejuncalesenelribazo.Enaquellaregiónreinabaaúnelveranoplácidoyadormecido,libredeescarchasyde

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vientos,corazónmismodelosprofundoscañones.Las escarpas se unieron de nuevo, sucediéndose luego una larga extensión

desnudadehierbaydeagua.Asufinal,aisladoporlasgríseasparedes,Chaneviounespacio soleado que le sobresaltó, haciéndole creer que el cañón terminaba en unabertal. Pero un instante de reflexión le hizo desechar la idea. Estaba aún en lasprofundidadesde la regiónroquiza.Sinembargo,aceleróelpasohacia labellísimaperspectivaqueteníaantesí.

Depronto,Brutussedetuvoenseco.Suslargasorejasseaguzaron.Habíavistoohusmeadoalgoviviente.

—¿Quépasa,muchacho?—lepreguntóChanedándolepalmaditasenelcuelloyrecorriendoconlavistalosalrededores.

No temía a nada de cuanto en forma de criatura viva pudiera presentársele alfrente. Sus enemigos estaban detrás. Experimentó, no obstante, intensa curiosidad.AcuciandoaBrutus,mantuvosualertadavigilancia.

Congransorpresavioqueelcañónconducíaaunmaravilloso lugar.Eracomouna ampliación del cañón mismo, verde, áureo y plateado, fragante y deleitoso,limitadoasuderechaporunaescarpaquetocabaalcielo,yasuizquierda,porunaextrañaáreasesgada,underrocamientodelaescarpa,queterminabaenunapendientegradual de piedra amarilla, desnuda, salpicada de cedros que crecían en lasconcavidadesdelasrocas.

LarápidamiradadeChanetuvoapenastiempodeapreciarestosdetalles,cuandoBrutusdiounbrinco,relinchandoalarmado.

A su relincho siguió el rapidísimo clop-clop de cascos, en terreno blando. ElsonidoerademasiadofamiliarparaqueChanepudieseconfundirlo.

—¡Cerriles!¡PorJúpiter!—exclamóconlaexcitacióndesujuventud.De la arboleda salió una manada de caballos salvajes, bayos y negros, en

magníficacondición,refulgentesdepelaje,conabundantescrines,colasinquietas,encontinuomosqueo,ycabezasengalladas,AfrontabanaChane.

Brutusvolvióarelinchar,másensondesaludoquedealarma.Erancriaturasdesuclase.Surelinchofuecontestadoporotropenetrante,agudocomounsilbido,queresonóenelcañón,vibrantecomountoquedeclarín.

—¡Hospa!¡Unsemental!—exclamóChane.DelboscajeemergióelcaballomáshermosoymássalvajequeChanehabíavisto

ensuvida.Aunqueenciertaocasiónlevierasólodelejos,yduranteuninstante,lereconocióalpunto.

—¡Panquitch!—gritóconperturbadoéxtasis.Elcorazónlesubióaloslabiosytemblódeexcitadanerviosidadenlasilla.

Elreydelossementalessalvajes,eradeleonadopelaje,exceptolacrinylacola,queerannegras.Aquéllaparecíaestarerizadacomounaenarcadaola,cayéndoleporunladohastacasitocarelsuelo.Teníalascaracterísticasdelcaballodecarreras,conelpesoylamusculaturapropiasdelavidacerrileneldesierto.Suespíritueratal,que

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empequeñecíasusatributosmateriales,susimetríaysugracia,suremarcablebelleza.Sus negros ojos despedían llamaradas. Su nariz se dilató para lanzar otro relincho.Salvaje, altivo, fiero, era una criatura capaz de cautivar el corazón de cualquieracosadordecerriles.

Con un brinco hacia atrás, como el de un ciervo, dio media vuelta,desapareciendoagalope.Salióporlaarboledaseguidodesumanadadebayosydenegros.Chanepensóqueascenderíaporelcañón.¡No!Elsecoyvibranteclic-clicdecascossinherrar,sobrerocaviva,evidencióquehabíanemprendidolaladera.Sobreel verde manto de los árboles reaparecieron, con Panquitch a su cabeza, repechoarriba. Chane lanzó un suspiro de torturada excitación. Su primer impulso, suinstinto,habíansidodecaptura.

Panquitch moderó el paso poniéndose al trote, conduciendo a su banda lomasarriba y lomas abajo, hasta que Chane los perdió de vista. Inmóvil sobre Brutus,estabamaravillado.Pusosumonturaagalopeysalióalabertal,cruzandoelboscajehastaeldeclive;ensubaseechópieatierrayempezóelascenso.Alirsubiendosefueampliandosucampovisual.Nosedetuvohastafaltarleelaliento.

HaciaelNorte,podíadistinguirseporencimadelaondulanteladeralafaldadelaMesetadelCaballoCerril,ensuconfluenciaconlaplaniciederocaamarilla.Peronohabíarastrodelamanada.Siguióascendiendomáslentamente,hastarebasarlazonaderaquíticoscedrosyalcanzaralturasuficienteparadominarelpanorama.AlNorte,uncañónhendíalaescarpadura…Panquitchnopodríacruzarporallí,niascenderalaelevadacrestadelaMesetaporaquellado.

Chane esperó. Finalmente, muy por encima de él, atisbó un leonado sementalaballandosumanadaantesí.Crinesycolasseagitaronconfusamenteenlacrestadeunaamarillentaloma,ydesaparecieron.Panquitchquedódibujándosecontraelrojizofondo lejano de la Meseta. El viento ondeaba su crin. Las líneas todas de sumagníficaestructuraparecían imbuidasde libertad.Habíaenélalgo indefinidoqueatenazaba el corazóndeChane.Salvaje y espléndido, le contempló siluetado en laaltura.Luegodesapareció.

Chane tenía los ojos fijos en el lugar. No le fue fácil resistir la tentación deseguirle.Peroreconociendoquenoestabaequipadoparaacosar,renuncióalintento.Estudió en todos sus detalles las alturas circundantes, estremecido de gozo por lafavorableposiciónqueunazarafortunadoleproporcionaba.

—ToddyNokin está equivocado—decidió—.Panquitch gana la cúspide de laMesetaporaquí,ynoporelNorte.Bajaporestecañónparatomaraquíelsendero.Estoysegurodequehahalladouna trochaque llevaa laaltiplanicie.Pero…en talcaso…¿Cómoesquenolehaseguidonadielapista?Hedeaveriguarlo.

FueareunirseconBrutus,saliendoambosdelmagníficoóvalopolicromo.Comosuponía,encontróhuellasrecientesdecascosenlaarena,ensudirección.

Atento al rastro, no levantó la vista hasta que la perceptible disminuciónde luz seimpusoasuatención.

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Elcañónhabíase idoestrechandohasta formarunacisuraen formade«V»,deparedes pulidas y brillantes que se alzaban casi verticalmente hacia el cielo. ¡Quéfantásticoyextraño;aquelcentelleantedesfiladeroseestrechabayseampliabaasupaso!

Llegóaunoslavajosconlechodegravayluegoaunosenormespedruscosquecasilecerrabanelpaso.Peroelrastrodeloscerrilesleacuciaba.Oyóelgorgoteodelaguacorriente,viendoellugarpordondeunriachuelodesaparecíabajoelacantilado.Apoco tuvoquevadearconBrutusuna lagunadeunbelloverdeclaro.Allendeellavajo,elsueloeraderocaviva,enelquenoseacusabahuellaalguna.Después,otravezarenaylasdelatorasmarcas.

Mirandoalfrente,Chanequedóatónitoviendolasescarpasacercarseunasaotracada vezmás. La cisura se ensombreció tenebrosa. Chane siguió adelante. Estabaciertodepoderescapar.Loscerrileshabíanpasadoporallíy,porlotanto,supropiasalida era segura. Además, se enteraría de cómo lograba Panquitch eludir a susperseguidores.

Tuvoquesortearaúnmásobstáculosyatravesarnuevascharcas.Elaguacorríaconmayorrapidezyprofundidad.AvecesBrutusveíaseapuradoparanoperderpie.Lasconvergentesescarpasadquirieronunafulguraciónmássombríaymástrágica.Eldesbravador,extendiendolosbrazos,podíatocarsimultáneamenteambasparedes.

Elsuelodeaquelextrañocañóneraderocaviva,formando,ensumayorparte,elálveodel:riachuelo.

Chanetuvoquesalvarunalagunademásdeveintepiesdeprofundidad.Brutussepusoanadar.Enelgraníticosuelodelamargenopuestanoseadvertíanhuellasdeningúngénero.LasherradurasmismasdeBrutuspasabansindejar rastro.Laarenahabíadesaparecido.

Elcaminoeraunasucesióndelagunasdetodoslostamaños,yhubodeobligaraBrutusaecharseanado.Laúltimapasabadeloscienpiesdeancho.

Cruzándolo,Chanepudoversusverdesprofundidadesbajolaspatasdelcaballo.Allendeestalaguna,elcañónseensanchaba,yelcursodelaguateníaporcauceunlecho de granito. No interrumpía la uniformidad de las tremendas laderas cañónafluente alguno. Los cerriles habían tenido, por fuerza, que seguir aquel mismocamino.

Chanerecordóelcañónquehabíaobservadocomobisecandolavertienteorientalde la Meseta. No podía tardar en llegar al punto de enlace con el que estabasiguiendo,salvoqueambosfuesenunomismo.Unatortuosamillamásallállegó;enefecto,aél,aunquefuecuestióndeuninstanteelconvencerledequePanquitchnohabíapasadonuncaporallí.Eraintransitable.Chanesiguióporlasinuosaveredaderocavivahasta salir por fin aunabertal.Un taluddepiedra,quepor su extensiónempequeñecía al otro, se ofreció a su expectante mirada. El cañón lo hendía,terminandoenunaquiebra.

Brutus llevóaChanea travésdeaquelladilatada ladera,desembocandoenuna

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amplia terraza desértica que arrancabade laMeseta para ir amorir en el rugosoyásperosistemainferiordecañones.Laterraza,consusmezquinaschapasdeverduras,parecíatodarojiza.Desusbordespartíanpordoquierrepechosydeclivestambiénderocaviva,posiblementeconducentesaalgúncañón.Chanemarcóellugarpordondehabía entrado; se proponíamás adelante volver a visitarlo. El punto de acceso dePanquitchalaMesetanoerayaunsecretoniunmisterioparaél.Podríaentramparalmagníficoanimalcuandoquisiera.

Laescarpa inferiorestede laMeseta le intrigaba.Parecía infinita.A laderechaextendíaseelmardecarcomidasrocas,bordeadoporcrestasdecañón,ycuyoúnicolímite era la lejana y confusa elevación de purpúreas altiplanicies.Al otro lado deChane,laenhiestaparedestriada,derojizaroca,apoyabahaciaelNorte.Noobstantelaperturbacióndesusfacultadesapreciativas,Chanecontemplabaconcansadosojoselestupendopanorama,sinpodersearrancarasuconjunto.

Pormásdecincuentamillas, laMesetadelCaballoCerril extendía su línea,dehorizonte, llana y bordeada de negro hacia las Henry Mountains. Chane caminódurante todoeldía sin advertir niuna solahuella, ni criaturavivientedecualquierclase.Lesorprendiólaoscuridad,decidiendoacampar,esperandoelnuevodía.

—Brutas,comonohayhierbaparati,pasaremosganalosdos—dijo—.Mañanatendremosmejorsuerte.

Searreglóunayacijaalabrigodeunaroca,trabóaBrutusconsulazoysetendióadormir.¡Quésorprendentefortunahabíasidolasuya!Pensóenloscuatreros:yensu casi milagroso escape. El frío nocturno azotaba la Meseta; la colosal escarpaalzábase sombría a su espalda. En el azul de cielo titilaban estrellas de insólitablancura.Chane,cazadordecerrilesyúnicodueñodelsecretodePanquitch,dedicó,sinembargo,supostrerpensamientoaBrutus, impetrandoconuna férvidaplegariapodersacarlesanoysalvodeaquelladesoladaregión.

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VII

TantoechódemenosSusanaMelberneaChess,que,sorprendida,hubodereconoceryapreciarlasmúltiplesatenciones,pequeñascortesíasycontinuadaservidumbredelmuchacho,sinmenoscabarel interésquesupersonalidadhabíadespertado.Echabade menos su agradable presencia, su alegre voz, su sempiterno silbido y eldivertimientoqueleproporcionabaelespectáculodesusrelacionesconOra.

ChessyJake,conlacarretagrande,tiradapordostroncosdecaballos,habíanidoalaestacióndelferrocarrilconobjetoderecogeruncargamentodeespinoartificial.SusanahabíacazadoalvuelounaconversacióndeManerubeconsupadre,enlaqueelprimeroponderabalafacilidadconquepodríaconstruirseenelvalleunatrampaparacerriles.

No obstante su vehemente condenación de tan cruel artificio, la palmariadesaprobación de Alonso, y el significativo silencio de Utah, Melberne habíaprestadooídosaldesbravador,cuyosasertosapoyabaLoughbridge.LaconsecuenciafueelenvíodeChessydeJakeenbuscadelespinoartificialnecesarioparamontarlasalambradas.

ElincidentedeterminóunadefinidaactituddeSusanarespectoaManerube.Susprimerasimpresionesnohabíansidofavorables,sinexcluir,empero,unsentimientode inexplicable fascinación cuando el sujeto estaba en su presencia. Susana habíaexperimentado similar, aunque no tan potente sensación, en San Jorge, en susaccidentales relaciones con los mormones. Además, solamente la experimentabacuandoveíauoíaaManerube.Peroluegodeaprobarseelplandecazarcerrilesconespinoartificial,leparecióaSusanaquetalfascinaciónsetrocabaendesprecio.Sinembargo, había no poca inconsistencia en una repulsión que sólo sentía de activomodocuandoestabasola.LaverdaddelcasoeraquelallegadadeManerubevinoaprecipitar una extraña crisis en la vida de la muchacha, crisis tan incomprensiblecomoinoportuna.Llegóaconvencersedequesucausaeralasoledadenquevivíaylavagaacumulacióndelosanhelosdesualma.SesorprendiódeseandopoderamaraChess,yeldescubrimiento,notansólolapasmó,sinoquevinoaprovocarsuenojopor la perturbadora posibilidad que ofrecía, a saber: que su desasosiego espiritualpudieseteneralgunaconcomitanciaconelamor.

Tres días llevaba Chess de ausencia, cuando Manerube consiguió, al menosaparentemente, suplantarle en las tornadizas afecciones de Ora. La muchacha eraincapazderesistirlavirilfascinaciónqueeldesbravadorejercía.ParloteóconSusanadeManerube, olvidándose por completo de que antes hubiese parloteado con casiidénticofervordeChess.

—Escúchame bien, Ora —dijo Susana, irritada a la postre, oyéndola—. CreoprocedentehacertesaberqueBentonManerubemehacantadoamíexactamenteelmismocantar.

—¿Queeé…? ¿Sabes lo que te dices, Susana? —balbució Ora, súbitamente

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confrontadaconlaverdad.—Sí,séloquemedigo.Comoséquenoestábienrepetirciertascosas,peroestás

decididaahacerlasimple…Hablandoenplata:Manerubehaintentadohacermeelamor.—¿Quétedijo?—preguntóOraconunacuriosidadnoexentadecelos.—¡Oh!…Nomeacuerdo…—replicóarrebolándoseSusanapalabritasdemiel…

adulaciones…túyasabes…quesimi lindacara…quesimidulzura…que jamáshabíaconocidoanadiecomoyo…yluego…¡lamiraaunadeunmodo!…ymásdeunavezmehacogidolamano…¿Reconoceslossíntomas,Ora?

—¡Sí,losreconozco!—replicósolemneyavergonzada—,pero,Susana,esque…amí…mehabesado.

—¡Ora!—gritóatónitaSusana.—No… no pude evitarlo —justificase presurosa la otra—. Fue… anoche…

estábamosenelolmedo…mecogióy…¡pareceunoso!Lediuncachete,peroseechóareír,ymeescapécorriendo.

—Medejasmuerta,Ora—replicóSusana,francamenteapesarada—.Chessesunmuchacho… simpático y… probablemente inofensivo, pero Manerube es unhombre… tal vez uno de esos mormones que tanto dominio ejercen sobre lasmujeres.Heoídohablardeellos.Es…extraño,imperioso.Peromedaelcorazónqueno siente respeto algunopor nuestro sexo.Enmi opinión,Ora, deberías o, cuandomenos,procurarnoquedarteasolasconél.

—Enunapalabra,dejárteloati;esoquieresdecir—exclamósarcásticamenteOra—,pues…espératesentada.

Susanamiródehitoenhitoasuinterlocutora.—VoycreyendoqueChess estaba en lo cierto,Ora.Eres trapacera.Deaquí en

adelantenomevengascontusconfidenciasdeManerubeo…dequiensea.Yvolviéndolelaespaldafuehaciasutienda,trémuladeindignación,resolviendo

noocuparsemásdeOrayeludirenloposibleaManerube.Estaúltimaresoluciónnoeratanfácildellevaraefecto.ElpersonaldeMelberne

vivía como una familia numerosa. La genialidad de su jefe se reflejaba en toda lapartida.Además,Manerubehabíasecaptadosingularmentelassimpatías.Durantelasprimeras horas del día, y, en particular, a la de la cena y después, Susana se vioimposibilitada de cumplir su propósito.Manerube no le quitaba la vista de encimadurantelacolaciónnimientrasestabandetertuliaentornoalafogata,ycuando,sopretexto de contemplar la puesta del sol, la muchacha escapaba, iba en suseguimiento, aunque quedándose a corta distancia del tronco que le servía deasentadero.AlcontrarioqueChess,nosolicitabaprivilegioalguno.

—Oradicequelehaaconsejadoustedquemerehúya—comentó.—¿Ah,sí?—replicóSusana.—Sí.¿Quémotivostiene?—¿Noseríamejorqueselopreguntaseaella?

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—Selopreguntaré.Dígame,¿tienerelacionesconChess?—Lastenía.—¡Hum!Enfin,señoritaMelberne,lamentoqueensuopinióndebarehuirsemi

compañía,aunquenopuedodecirqueOrahuyaexactamentedemí—seechóareír,si no con fatuidad, con una complacida confianza en símismo—. Lasmuchachasvarían.Me he pasado semanas en el desierto… solo… ávido de oír la voz de unamujer.¿Esdecreerqueahorarehúyasupresencia?Orarebosaanimación.Es…unagatita…aratosronroneayaratosaraña.Ysibienmegustasucompañíayhacerlarabiarunpoco,¿quécreequesientoestandoconusted?

—Nolosé.Nosemehaocurridopensarlonunca—replicósecamenteSusana.—Bienestá.Piénseloahora.Meheajustadoconsupadreparaestenegociodelos

cerriles y lomás probable es que luego emprendamos juntos el del rancho.Ahoraestamos estudiándolo, demanera que tendrá usted que acostumbrarse a la idea desoportarme.Porloqueamítoca,puedodecirlequelaconsideromuydistintadeOra.Ustedesunamujer,unabellísimamujer.Sideseaquecesedeimportunarla,haciendoloposibleporganarmesussimpatías…loharé,peroentonces…lotomaréenserio…ycuandotomolascosasenserio…soypeligroso.

—SeñorManerube,pareceusteddarpordescontadasmuchascosas…respectoasímismo—replicóSusana.

El desbravador no pareció ofenderse ni darse por agraviado. Susana le dejóhablar, escuchándole. Sus argumentos y sus declaraciones fueron aumentando envehemenciaalaparquesehacíanmáspersonales.Paulatinamentefueacercándoseala joven hasta sentarse a su lado. Su proximidad parecía más competente que sudiscurso.Susanasediocuentadeellosintiéndosesegura,con lacertidumbredesupropiaserenidadydeldesprecioque lemerecíaaquelhombreporsuengreimiento.Cuanto más hablaba, más perdía en su aprecio, aun reconociendo su singularatracción.Cuandopor fin el sol desapareció en el horizonte las purpúreas sombrascrepuscularescayeroncomounmantosobreelvalle,lamuchachadecidióregresaralcampamentoysepusoenpie.

—Refresca—dijo—.Voyamitienda.Manerube lecogióunamano intentandoatraerla.Requiriónopequeñoesfuerzo

porpartedeSusanaeldesasirse.—¡Hagaustedelfavordenotocarme!—dijoconunavehemenciaquenopudo

evitar—.¿Noselohedichoyaotravez?—Susana…esque…estoyenamoradodeusted—replicóél.Sin contestarle, Susana echó a correr y entró en su tienda. Estaba furiosa. Le

ardíanlasmejillas.Sellevóaellalasfrescasmanos.Hastaqueestuvoenvueltaensusmantas, no volvió a recobrar su compostura. Entonces analizó su concepto deManerube.Podíaserhombredealgunaeducaciónydecondicionessuperioresalasdeunacosador,masnoerauncaballero.Instintivamente,Susanacomprendióquesuoposiciónaque lacortejaseno influiría lomásmínimoenél.Noencontrabaensu

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carácterelconcederimportanciaaloqueunamujerpudiesedecirohacer.Carecíadevergüenza, y, tal vez, hasta de honor. Impondría su voluntad sin reparar en losmedios.

Encuantoalefectodesuconductaenella…eracuestiónmuchomásdifícildeanalizar. Fundamentalmente sincera, sobre todo consigomisma, no tenía elmenorreparo en decirse la verdad. Y en el caso presente hallábase desorientada. SiManerubecontinuabaimportunándola,acabaría,pordescontado,aborreciéndole,peroellonoimplicabaelreconocimientoenéldeunextrañopoder.Ponderólacausa.Nopodíaachacarsealhechodeseruncaballistaapuestoytemerario.Leconcedíaambascosas, aunque físicamente prefiriese los hombres morenos. Debía ser algo que sedejabasentircuandoloteníadelante,algoquelaestremecía,peroquenoeradebidoalapersona.Porsuscondicionesdevarónrobustoyfuerterepresentabaalgoparaella.RecordóalasazónaChess,yelsingularefectoquesusencilloofrecimientodeamorhabía causado en su corazón… y… cosa extraña… el de Manerube, aundesdeñándole,habíaproducidoenellaigualsensación.Luego…esevagopoderteníaalgunarelaciónconelamor.Lapalabra«amor»lahizotemblarcomoaunacriaturaculpable y sorprendida. Era un «ábrete, Sésamo». Cualquier hombre, por el merohechodeemplearla,podíaestremeceruncorazónfemenil,especialmentesisehallabaenlaspeculiarescondicionesdeinquietud,anheloysoledaddeSusana.

Alamañanasiguiente,unaalegrellamadadesupadredespertóalajoven.—¡Arriba,muchacha,siesquequieresactuardeacosadoradecerriles!Seincorporósobresaltadaenellecho.Aúneradenocheyelairesoplabafrío.—PeroDad…¡Siaúnnoesdedía!—objetócondesgana.—¡Unamañanaespléndida,chiquilla!—replicó—;eldesayunoestáyaapunto.

¡Arriba!Vamosacazarmulascerrilesdeveras.—¿Mulas? ¡Ah, sí, no me acordaba! —exclamó, Susana con reavivado

entusiasmo—.Dad,voyenseguida,voyenseguida.Saltó de la cama, nos sin femeniles titubeos y escalofríos, no obstante su

entusiasmo,yaoscurasvistiósutrajedemontarysusbotas.Luegosaliócorriendoabuscar el consuelo de la hoguera. Tenía lasmanos yertas. El agua caliente era unpositivo alivio.Cepilló su cabello a la luz de la fogata, haciendo rápidamente unatrenza de la abundantemata.Manerube, a su lado, la desconcertó, observandoquedeberíatenermáscuidadodetansoberbiacabellera.

—Sihandedurarmucholasexcursionesporlosbreñales,melacortaré—replicóSusana.

—No lo verán tus ojos —intervino su padre—. Al menos mientras yo tengaautoridadsobreti.

Susana se desayunó en la maravillosa penumbra matutina. Al Este, muy bajo,sobrelasnegrassierras,ellucerodelamañanabrillabaesplendoroso,blanquiazulyparpadeante como un faro, heraldo del nuevo día. Por el firmamento ibaextendiéndosedemodoimperceptibleungríseomatizuniforme.Lasdemásestrellas

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parecían pálidas, espectrales. En el valle, las sombras se alzaban mutables ymovedizas.

Las monturas estaban prontas, piafando y tascando el freno. Cuando loscaballistas, con sus chaparreras y sus espuelas, se acercaron en grupo a la fogata,Melberneanunció:

—¡Ea, en marcha! Alguien tendrá que quedarse con las mujeres en elcampamento,Jim.

—Opino que sí, pero… al decir de Manerube, ya vamos cortos de jinetes—replicósusocio.

—Bonny,echasuerteconelcapitánaverquiéndelosdossequeda.—Yamequedaréyo,boss[31]—declaróTwayMillerconpasmosafluidez.—¡Hola, Miller! ¿Te has dejado la tartamudez en casa? ¿O es que nos estás

tomandoelpelo?—preguntóUtah.—Na…na…na…nada de…de…eso—negó acaloradamenteMiller, víctima

otravezdesudefecto.—¡Ah!,ahoravuelvesasertú—concedióUtah.Bonny ganó, pero generosamente renunció a su derecho en favor del capitán

Bunk,quenoocultabasuafánporparticiparenunacaceríademulas.—Vetúenmilugar,capitán—dijo—.Enciertaocasióntuveunaspalabrascon

unamula.—Gracias compañero.Correré el alburdeunabordaje—replicóanimadamente

Bunk.Susana cabalgaba al lado de su padre. Al apartarse del fuego, comprendió lo

verdaderamente fría que era lamañana, unas aun así, ¡qué excitante! Iban al trotelargo,deespaldasal amanecer, caminode la remota líneaque formaba lavertienteoccidentaldelvalle.UtahyAlonsollevabanladelantera,conManerubealotroladodeMelberne.Loughbridge,Oraylosdoscaballistasrestantescerrabanlamarcha.

ElejerciciohizoprontocorrermásaprisalasangreenlasvenasdeSusana.¡Quédelicioso era poder caballear en unamañana otoñal como aquélla! No era posiblesubstraersealencantodelasalvajeaventura.Aúnfirmeensudeseodenoversufriraunanimaldeningúngénero,labúsquedaensíladeleitaba.UtahyAlonso,flexibles,erguidos,erantanpintorescamenteprimitivoscomosuocupación.Alesclarecerselamatutina penumbra, Susana contempló el horizonte con el corazón henchido deemoción.Lajornadateníaalgodeoriginal,demagno,deespléndido.Contemplarlapúrpuratrocarseenrosa…sentirlasoledadyelaislamientodeaquellavastaregión…Sediocuentaentoncesdeloprofundaysutilmentequeelconjurodelaselvatiquezsehabíaapoderadodeella.Y,sinembargo,serevelabacontraloqueensuadmiraciónpodíaentrañar,osuponer,rendimiento.

Conejosycoyotesseescabullíanvelocesalpasodelacomitiva.Unlobogrislescontempló,inmóvil,desdeloaltodeunaloma.Cerrilessincuentoseguían,alertados,susmovimientos,sindarsepuntodereposonidejarlesacercarseaellos.Plantábanse

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comoestatuas,agudamentedefinidassussiluetas,tansalvajescomoellobo,yluegoemprendían frenético galope, raudo como el viento, para detenerse más abajo yvolverlesaespiar.

SusanaoyóaManerubeexponer,congranvehemencia,suplanparalacapturadeunmillardecerrilesenunsoloacosamiento.Elindudableinterésconquesupadreleescuchabalecausóprofundapesadumbre.

LaMeseta del Caballo Cerril atrajo susmiradas, cautivándola. No obstante sualejamiento, ¡qué nítida y enhiesta se erguía!Vasta altiplanicie bordeada de negro,surgiendocomoporencantodeunpurpúreomarcaótico.Noparecíareal.Sucrestarozabalasesponjosasmasasdenubessonrosadasqueelnacientesolenrojecía.Sobrelaintermediasierraasomóelrutilanteastro.Elvalleyelhorizonteenterocambiaronde aspecto tan repentina y sorprendentemente, que al pronto fue difícil adaptar alcambiolaretina.LaMesetadelCaballoCerrilseconvirtióenunígneohorizonte.

Alonso y Utah abandonaron la ladería enfilando la boca de un cañón amplio,cubiertodesalvias,estriadopor losestratosroquizos.Elarenosoálveoestabaseco.Aliradentrándoseenelcañón,laasperezadesusladerassefueacrecentandoalaparquesehacíanmás infrecuentes lasquiebras.Macizosderobles,dehojasdoradasypardas, interrumpían lagrismonotonía.En losbreñalesabundabanlosciervosydelosvecinosencinaresalzábansebandadasdepájaros.

Tras varias millas de jornada por terreno casi siempre llano, las escarpadasconvergían,formandounangostogollete.Suuniformidadfuebreve,reapareciendoapocolasquebradasylausualconformacióndesemiderrocadasgraderías.

Elroquizopasoabríasobreunvalleovalado,sesgandogradualmenteporambosladoshastafractuosascrestasmatizadasdeverdescedrosyalgunosdispersospinos.Las quebradas de las torrenteras veíanse obstruidas por macizos de robles, cuyashojas,prestabanunáureotinteotoñalalaescena.

Al frente, el valle cambiaba, apareciendo hileras de olmos a lo largo de unriachuelo de pedregoso cauce, y una serie de notables estratos o caballones quecorríanhacialacabeceradelcañóncomolasvarillasdeunabanico.Elóvaloterminaleradilatado,ysubellezabastanteparaarrancarunaexclamaciónaMelberne.

—¡Aquísíquehayterrenodesobraparaunrancho!—dijodándoseunapalmadaenunmuslo—.¿Quéopinas,Jim?

—Sinoencontramosnadamejor,aquínosinstalaremos—declaróLoughbridge,entusiasmado.

—Noestámal.Aguayhierbaenabundancia—concurrióManerube—,aunque…noescomparableaciertoscañones,arribeños.

Requeridaparaquemanifestasesuopinión,Susananolaexpresóconpalabras.Selimitóamirarasualrededorcomoextasiada.Manerube,alobservarsuarrobamiento,lepreguntósiseconsideraríafelizallí,viviendoenunacasucadetroncos.

Lapregunta,mitadensondeburla,mitadporcuriosidad,produjoenlamuchachaunescalofríodeprofundaemoción,quepareció,llevarasuánimoelconvencimiento

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dequeviviríafelizenlugarsemejante…conelhombredesusensueños.—Bueno,boss—rezongóUtah—,espérenmeustedesaquí.Voyadarunavueltaa

versilasmulasestánaúnporestosandurriales.Mientras Susana, a caballo seguía contemplando en todos sus aspectos aquel

confinadoparque,supadreyelrestodelequipodiscutíananimadamentelamagníficatrampa natural que el cañón ofrecía. Manerube dominaba el conciliábulo. A pocoreaparecióUtah,juntándosealosotros.

—¡Ahíestán!—dijo—.Hevistolomenosciento.Ysinomeengaño,sucaporalaes una torda[32] que conoce el hierro. El otro día no la vi, pero… aseguro que nonaciócerril.Unamulavieja,huidiza,eselmássalvajede losanimales.Costaránopocoatraparla.

Manerube, con el consentimiento de Melberne y de Loughbridge, comenzó aexponersusplanesparaelacosamiento.Utah,descubridordelamanadademulas,yque, evidentemente, tenía planes propios, no se avino de buen grado a versepostergadoenfavordeunextraño.PeroManerubeacogióconabsolutaindiferenciasus sugerencias y ordenó talar gran cantidad de cedros para arrastrarlos luego ybloquearelestrechodesfiladeropordondelapartidahabíaentradoenelvalle.

—Entramparemoslamanadaentera—concluyósatisfecho.—¡Hum!¡Puedequesí!—rezongóhoscamenteUtahmirandoaldesbravadorcon

marcado resentimiento. Tway Miller se alejó con Utah y su tartajeo se oyódistintamente.

—¿Por…porqué…nopro…pro…protestas?¿Sontusmu…mu…,mulas?Manerubeseencaróconlasdosmuchachas:—Sinesforzarsedemasiadopuedenustedesayudarnos—dijo—.Cuandoestemos

apuntodeajorarporelcañón,sitúenseenlacrestadelaprimeralomaalatisbodelasmulas, y al verlas entrar en la trampa agiten sus bufandas en forma que podamosenterarnostodos.

—Creí que iba a acosar mulas —dijo Ora haciendo un mohín y lanzando aManerubeunamiradadereproche.

—Acóselas cuanto quiera una vez que hayan entrado aquí —concedió eldesbravador.

Unabrigadasededicóaabatiryarrastrarloscedros.Susana,desmontando,dejóquesucaballopastaseysesentóbajounolmo.ErapatentequeOralaevitaba.

Como hacía siempre en sus momentos de espera o de descanso, Susana seabandonóasusensueñosylashorasleparecieroncortas.

Ensuopinión,nohabíasidoprecisoqueManerubelasacompañasealapostaderoqueselesasignabaenlaloma,peroasílohizo,aunqueconsagrandotodasuatenciónaOra,conevidentecomplacenciadeéstay,laverdadseadicha,delamismaSusana.

Desdelaloma,lajovendivisólamanadaauncuartodemilla,cañónarriba,ypordebajodesuposición.Estabanenelabertal.Algunaspacían,perolamayoríadabanfrentealcañón,tiesasyalertadascomocualquiercerril.

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Lasblancassedestacabanvisiblementeentre lasotras.ASusana leparecióqueeran más hirsutas que cuantas mulas había visto hasta entonces. Finalmente, susmiradasrecayeronenlaúnicatordadelamanada.Erademayoralzadaysuaspectoladiferenciabadelasrestantes.Pocodespués,loscaballistasaparecieron,doblandolaloma. La torda fue la primera en ponerse enmovimiento cañón arriba, seguida alpuntoporsubanda,perdiéndosedevistaenseguida,todas.

Lospicadoressesepararonporparejas,extendiéndosehastaperderseasuvezporlos collados y macizos de espesura. El extremo abajeño del cañón formaba unaespecie de anfiteatrode lomasmuy separadas en subaseyque se acercabanhastacasi unirse en lo alto de la escarpadura. Las barrancas entre esas lomas parecíancuajadas, por así decirlo, carecían de arboleda, revistiéndolas únicamente salvias yhierba,porentrelasqueseveíalatierraamarillenta.

Susanaseestremecióviendoa lasmulas,capitaneadaspor la torda,aparecerencompacto grupo en la loma central y dirigirse rápidamente hacia la escarpadura.Eleváronsepenachosdepolvoque,formandonubescomodeamarillohumo,dispersóluegoelviento.LalomaeralargaySusanatuvotiemposobradodecontemplaralasmulas.Cuandollegaronalabasedelaescarpa,cuatrodeloscaballistasdeMelbernelaascendían.

La torda les observaba con la manada detrás. El espectáculo tenía algo deincongruente. Los animales no parecían cerriles. Después, la caporala dio mediavuelta, siguiendo, al trote la base de la escarpa, seguida de su tropa. Pasaron elarranquedevarias lomashasta llegara laúltimavarilladelabanicoformadopor lavertiente,yallísedetuvieron.

Entretantodosjinetesaparecieronescalandootradelaslomas.SusanareconocióaManerubeyaLoughbridge.Unodeellosvociferó.Aloír laseñal,Melberneysugente partieron a galope, siguiendo la base de la escarpa en dirección a lasmulas.Susanacomenzóaexcitarse.

—¡Mira,Ora,mira!—gritó a su compañera—, esos acosadores nuestros no lovanapasartanbiencomopensabaelseñorManerube.

Lamuchacharespondióconlamiradadelqueoyeinsultarasuídolo.Lamula torda,consubandadetrás, salióagalopepor lamás lejanapendiente,

envueltaennubesdepolvo.Losdosgruposdejinetesemprendieroneldescensodesuslomas,descensoevidentementeabrupto.Utahfueelúnicoquesostuvoelgalope.Mulasyacosadoresseperdierondevista,aunqueelrepiqueteodeloscascosacusabasusmovimientos.

Minutosdespués,Susanavioasomaralamanadaporlapartearribeñadesuladodel cañón. Iban a galope. La muchacha supuso que seguirían valle abajo, pero laastutacaporalaniporun instante tomóaquelladirección.Atravesandoporsupartemásampliaelparque,enfilóotraloma.

—Meparecequeestovaasermuydivertido—declaróSusana.—Parecesdesearquenocacenlasmulas—dijoásperamenteOra.

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—Efectivamente,¿ytú?Oranosedignócontestarsiquiera.Alonso fue el primero de los jinetes en reaparecer.Había echado el lazo a una

mulaycorríaconellahaciaelabertal.Susananoseacordabadelvaquero.Montabauncaballonegro,sinsilla,nibrida.Parecíanollevarmásqueunaampliacinchadevolteo.Asía fuertementeel lazo,sujetandoconviolenciasupresa.Pocoapocofuecobrando cuerda hasta detener al apresado animal, acercándose luego a élcautamente.Dandomediavueltarapidísima, lamulacerrilcoceóconunaenergíayunensañamientoquehicierondarun respingoaSusana.Oyógritar almestizo, sinduda,pidiendoayudayManerubeaparecióagitandolosbrazos.

—¡Para…qué…diablos…queremosunamula!¡Suéltalayayúdanosaacosar!—¡Ah! ¡Ah! —Gangueó Susana—. Tu incomparable desbravador parece no

tenerlastodasconsigo.Los demás caballistas se agruparon en torno a Manerube. El mejicano soltó

diestramente a la capturada mula sin perder el lazo. Manerube aspeaba con losbrazos,dandomayorénfasisalaarengaqueporlovistoestabaespetandoalosotros.Sus ademanes acusaban, cuandomenos, destemplanza. Luego, el desbravador, contres de los jinetes, fue hacia la base del declive por el que los cerriles habíandesaparecido, yMelberne y los restantes tomaron la loma central. Cuando ambosgrupos estaban a media ladera de sus respectivas posiciones, la sagaz mula tordallevóasumanadaalolargodelaescarpa,ytomandouncerro,situadoentrelosquesusperseguidoresescalaban,ganónuevamenteelllanoLoscaballistassedetuvieronatodaslucesdesorientados.

SusanasoltóunacarcajadaprofundamenteofensivaparalasentimentalOra.—No serán ellos quienes atrapen a esas mulas… mientras vaya la torda a su

cabeza—declaróSusana—.¡Oh!¡Quérisa!¡Nomehabríaperdonadonuncaperderestemagníficoespectáculo!

Ora se alejó, declive abajo, saliendo al parque. Susana tuvo, por unmomento,intención de seguirla, pero resolvió quedarse para no perder nada de la ridículacacería.Firmeensupuesto,siguióatisbando.

Era evidente que el plan de Manerube consistía en ejecutar un movimientoenvolvente y, colocándose a retaguardia de las mulas, ir alojándolas por el cañónhasta la trampa dispuesta en el extremo; plan fácil de concebir, pero difícil, enopinióndeSusana,dellevaralapráctica.Parasuéxitohabríaserequeridotresvecesmás personal del que disponían. Pero los acosadores no cejaban en su empeño,acrecentándose su acerbidad y su violencia al prolongarse el juego. Lamula tordaseguía impertérrita, llevándose a su séquito de cerro en cerro.Manerube galopabafuriosodeacáparaallá,sinconsideraciónalgunaparasucaballo.SusanapensóqueniUtahniAlonsoparecíanjustificarsureputacióndegrandescaballistas,aunquenoselocensuraba.Asumododever,laoperaciónquedabareducidaaunapandilladeboboscorriendotrasdeunamulaviejayresabiada.

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Enunmomentodado, varios de los jinetes lograron acercarse lo bastante a lasmulas, siguiendo la base del declive. Ocurrió que, cuando los animales galopabancerroabajo,elcapitánBunk,jineteensucaballoblanco,loascendía.Porrazón,sinduda, de lo empinado del repecho, no se dio cuenta de ello hasta tenerlas encima.Susanaoyósualarido,dominandoelmartilleodeloscascos.Sumonturadiomediavueltahuidiza,precipitándosetaludabajo.Noobstantesus,temores,porlaseguridaddelcapitán,Susanaexperimentóunespasmoderisa.Elnovatomarineropresentabagrotesca apariencia intentando sostenerse a caballo. Por dos veces se viodesarzonado,aunqueambas,logrórecobrarelequilibrio.Lasmulaslealcanzaronyelestruendodesuscascos,susresoplidosysusrelinchos,acrecentarondetalmodosuterror que, desviando su caballo del sendero, tiró a campo traviesa por lamaleza,desapareciendoladeraabajoentreunanubede,polvo.

La prolongada carrera, cerros arriba y abajo, pareció dejar a las mulas tancampantes,peroloscaballosempezaronaresentirsedelviolentoejercicio.ElpostreresfuerzodeManerube consistió en reunir a los acosadores engrupoy acosar a lascerriles sin pretender atajarles el paso. De momento, el plan surtió efecto. Loscaballos,apesardesucansancio,lasalcanzaronprontoenelllano,perosinconseguirdesviarles de su camino ni mucho menos hacerles volver grupas. En cuanto sepresentólaocasión,echaronotravezcerroarriba.

Susana vio que los desbravadores se daban finalmente por vencidos y,abandonandosuapostadero,tomóelcaminodelcañón.Aldoblarelrecodovioaloscaballistas en el angosto llano contiguo al riachuelo.Ora habíase ya unido a ellos.Susanapusoalgalope su caballopara salvar la intermediadistanciay enterarsedecuantoacontecía.Losanimalesjadeaban,bañadosensudor.

Al verla acercarse, Alonso la saludó con un guiño y una mueca que puso aldescubierto su blanquísima dentadura. Utah, erguido en la silla, aparecía solemnecomounjuez.Manerubeestabafueradesídeira,encrespadoyrevueltoelcabello,sudorosoycongestionadoelsemblante,centelleanteslaspupilas,clavadasalasazónen el capitán Bunk. El marinero era en verdad motivo y objeto de hilaridad ysimpatía. Las zarzas habían convertido en harapos su atavío, arañándole, además,cruelmenteelrostro.

—¿Por qué no las ajoraste hacia nosotros?—vociferaba, airado, Manerube—.Fuenuestramejoroportunidady…

—Amigo,meajustéenesteequipoparaacosarcaballoscerriles,noparadejarmeatropellarporunburrodesbocado—declaróBunkconintencionadoacento.

Manerube estabademasiado enfurecido, o erapordemásobtuso, para captar laencubiertaalusión,quenopasóinadvertidaparaSusana.Yalencontrarsesusmiradascon las de su padre, vio con deleite que ni la indirecta de Bunk, ni el aspectohumorísticodelacacería,engeneral,selehabíanescapado.GuiñóunojoaSusana.Loughbridge,encambio,aparecíahoscoyavinagrado.Manerube laemprendióconTway Millar, contestando éste a sus denuestos con un asombroso tartajeo, cuya

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significaciónnorequirióinterpretarseparaserclaramentecomprendida.—Esa maldita torda nos ha estado toreando a todos —concluyó Manerube

desmontando.—¡Yquelodiga!—asintióMelberne.—Yo le ajustaré las cuentas—declaró el desbravador, y echandomano al rifle

queUtahllevabaenelarzón,sevolviódecaraaldeclive.Aunasquinientasyardasenelabertalestabalatorda,alfrentedesumanada.

—¡Mátela,Manerube!—aullóLoughbridge.—Puedecontarlayaentrelosmuertos—contestóelotrocerciorándosedelbuen

funcionamientodelarmaantesdeencañonarla.Susana,acaballoaún,seirguiórígida.EraimposiblequeManerubesepropusiera

matardeaquelmodoa lasagazguardianadesubanda.Masalecharsea lacaraelrifle,viopintadoseneldescompuestosemblante lacóleray laverdaderacondicióndelsujeto.

—¡Dad!—gritóacongojada—.¡Noledejesdisparar!¡Noledejes!Conunrápidomovimientodesulargobrazo,elpadredeSusanadesvióelrifleen

elprecisomomentoenqueManerubedisparaba.—¿Quécentellas…?—exclamóéstevolviéndoseiracundoaMelberne.Labonachonaexpresióndesapareciócomoporencantodelrostrodelinterpelado.

UnescalofríoquelellegóalalmarecorrióaSusana.—¡Deje en paz a esa mula, Manerube! —dijo Melberne—. El que haya

demostradosermáslistaquenosotrosnoesunarazónparatumbarlapatasarriba.Lacóleradeldesbravadornohabíacedido.Echándosedenuevoalacaraelarma,

buscólamanadaconlavista.Habíadesaparecido.—¡Alto! ¿Quién manda aquí? —preguntó Melberne con voz sosegada, pero

amenazadoracento.QuitóelrifledeentrelasmanosaManerube—.Mehagocargodel mal humor, porque, en efecto, la torda es para poner nervioso a cualquiera…pero…siquiereseguirentrenosotros…reprimalosdestemples…Jim,opinoqueeshoradetirarhaciaelcampo.

—Pero,Mel,sihubiésemosquitadodeenmedioaesamulanoshabríasidofácilatraparalasdemás—objetóLoughbridge.

—Quizá.Hetratadoconmulastodamividaypuedoasegurartequeesamanadanoesparanosotros.Notenemosbastantepersonal.Yeso…yalosabíayodesdeunprincipio…

Seencaminaronhaciaelcampamentoconelsolponienteasusespaldas.Susanaestabaparticularmentecomplacida.¡Quéespléndidotipodehombreerasupadre!Enmomentosdeapuroparecíacrecerse, tan firme, tan segurounverdadero tejano.Seestremeció recordando detalles de su vida que, en ocasiones le habían contado. EldesconciertodeManerubey ladesabridaactituddeOra lacomplacían.TantoUtahcomoAlonsohabíanledadoaentender,tácitamente,sureprobacióndemétodoscomolospropuestosporeladvenedizopicador.

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Decaraalpienso,loscaballosrecobraronenergías.Lasmillaspasabansinsentir.Susana hizo todo el trayecto a galope corto. Cuando llegaron al campamento

acababadeponerseelsol.Lafogatahumeaba.Lajovenentróensutiendaluegodedejarenlibertadasujaca.Quitándoseespuelasychaparreras,selavóelrostroypusoenordeneldesmelenadocabello.Convorazapetito,sedirigióafuera.

Manerubesecruzóconellasinverla.Susemblanteestabaextrañamentepálido.¡Quédistintoparecíadelirritadocaballistafuriosoporsuinhabilidaddecapturarlasmulas!ElcontrasteeratanmarcadoqueimpulsóaSusanaavolverseparaobservarle.Manerubeparecíaalejarsedelafogatasinrumbofijo.

Depronto, lamuchachaatisbóunmagníficoyrelucientecaballonegro,parado,con la cabeza gacha. Su padre estaba ayudando a desmontar al jinete. Susana sedetuvo,dandounrespingo.

Melberneibasosteniendoamediasaunindividuoaltoydelgado,quequedabadeespaldasaella.Suatavíoerafehacientepruebaderudaypenosajornada.Nopodíaandarsinayuda.Loughbridge,alladodeMelberne,hablabaconevidenteexcitación.Utahlesacompañabaalotrolado.Losrestantesparecíanprofundamenteinteresadosporelsuceso.

Susana se adelantó, alcanzando a su padre a tiempo que éste tendíacuidadosamentealdesconocidoalpiedeunolmo.

—No…se…ocupen…demí…—decíaelhombreconvozapagada—.Cuiden…deBrutus…,micaballo…

—Descuide,forastero,queparalosdoshabrá—replicósupadreafablemente.Utahdoblóunamanta,colocándolabajolacabezadelyacente.Susanaviounos

penetrantesojososcurosenunrostrodesfiguradopornegrabarbasin rasurar.Algoextrañoparecióatenazarleelcorazón.Peronofueeldolorquelosojosyelsemblantetododeldesconocidoreflejaban.Susanaacababadereconoceraunhombrealquenohabíavistonunca.

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VIII

MelberneremetiólamantaqueUtahhabíaextendidosobreelforastero.—Usted es Chane Weymer —dijo, más bien en son de afirmación que de

pregunta.NofueprecisosuademándeasentimientoparaconfirmaraSusanasuidentidad,

peroelcansadogestopareciódesataralgoimprecisoenella.Acercándosemás,doblóunarodillajuntoasupadre.

—¿Estáustedherido?—preguntósolícitoelranchero,palpandoconsusmanazasaWeymer.

—No…simplementeagotado…hambriento—fuelabisbiseadarespuesta.—Esosuponía.Melbernedestacóaunodelospresentesenbuscadesuesposa.—En cuanto le eché a usted la vista encima, barrunté que era el hermano de

ChessWeymer.¿Noteocurrióatiigual,Susana?Chane Weymer hizo un débil respingo y, a no impedírselo la mano de su

interlocutor, habríase incorporado. El cansancio pareció desvanecerse como porensalmodesusfacciones.

—¡Chess!…¿Leconocenustedes?—preguntósordamente.—¡Vaya!Letengoamiservicioyesunmuchachocabal,¿verdad,Susana?—Sí…,Dad—replicó.—¿Dóndeestá?—QuisosaberChane.—Aquíestaba,perolemandéalaestaciónconlacarreta.Supongoqueregresará

mañana.El macilento semblante de Weymer se transformó. Las balconadas pupilas,

oscurascomolasdeunindio,refulgieronconmaravillosaluz.Encontrándoseconlasde Susana, una sonrisa pareció iluminarlas, poniendo al desnudo el alma delindividuo.Luegodejócaersobreellaslospárpados,murmurandoalgoinaudiblequeSusanainterpretó:

¡Querido«BoyBlue»!La esposa de Melberne compareció, acercándose al grupo con anhelante

expresión:—¿Estáherido?—preguntóinquieta.—No,Mary, agotado.Demomento, opino que no debería comer demasiado ni

cosasfuertes.Unpocodelecheconpanoalgodesopa.—Meparecequetienefiebre—observólaseñoraMelberneponiendounamano

sobre la frentedeWeymer—.Fíjatequésacudidaspega…Hacedleunayacijaaquímismo.Yomeencargodeél.

—Asísehabla—aprobósuesposo,complacidoydescargado—.Traerémantasy… Escucha, Utah, ¿quieres cuidarte tú del jaco de Weymer? Dale un poco degrano…muypoco…mezcladoconaguacaliente.

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Dejaron a Susana arrodillada junto al recién venido, sin saber qué hacer,extrañamenteatraídaporalgoquenoerasóloconmiseración.¡SehabíapresentadoelhermanodeChessWeymer!Elhechoparecíanatural, inevitable,y,sinembargo,suculminación tenía un significado que su mera presencia no bastara para aclarar.Susana experimentó un estremecimiento de alegría pensando en Chess y,simultáneamente,ChaneWeymerabriólospárpados,encontrándosesuspupilas.

—¿Necesitaalgo?—preguntóella,untantodesconcertada.—¿Quién…es…usted?—Formulóunapreguntaconroncomurmullo.—SusanaMelberne.Esmipadre—replicó,haciendounademánhacialafogata.—¿Conoceusted…a,Chess?—¡Ya lo creo! Somosmuy amigos—dijo, percatándose del involuntario color

queencendíasusmejillas.—Bien.LaexpresióndelmonosílabofuebastanteparaobligaraSusanaabajarlosojosy

sentirsealiviadaconlapresenciadesupadre,portadordelasmantas.—En un periquete le haremos la cama—dijo—; Susana, ayúdame a plegarlas.

Habrá que ponerle lo menos tres debajo. Debe de haber estado durmiendo en elsuelo…siesquehadormido.

Susanaayudóasupadreahacerlayacija.—AhoraWeymer,déjemequelelevante—dijo.—Noestoy…taninútil—fuelarespuesta.YWeymersearrastróporsuspropias

fuerzashastaelcamastro,arropándoleluegoMelberne.—¡Claroqueno!…Despeadonadamás…Tú,Susana,quédateconélhastaque

vuelvatumadre.Yotengoaúntareahastaqueanochezca.Susana se halló de nuevo a solas con el hermano de Chess. El hecho era

perturbador. Sentíase extraña. Experimentaba una insólita timidez que era casiazoramiento.

—Son ustedesmuy amables—dijoWeymer—. Parece que… cambiamimalasuerte…Unonosabenunca…

—Nosabenunca…¿qué?—insistióSusana.—Cuandohadeperderporcompletolaesperanza.Quizá…siemprequeda…—¿Quiere usted decir la esperanza de vivir… en una experiencia tan terrible

comolaquedebeustedhaberpasado?—Sí,devivir…ydeserfeliz—murmurécomoensueños—.Paramí…ambas

cosashanestadosiempreallendemihorizonte,pero…yanodesesperanzarénunca…—Es que le abandonaron las fuerzas —dijo Susana animándole—. Para un

hombre siempre hay esperanzas… si… ¡Ah!, aquí vienemimadre trayéndole algoquecomer.

CupoensuertealamuchachaayudaralaseñoraMelberneenlatareadedarelalimento al paciente, demasiado débil para valerse por sí mismo. La práctica ymaternalmujerhizoqueSusanalesostuvieramientrasellallevabacucharaytazaa

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sus labios. Así se encontró lamuchacha de rodillas junto al hermano de Chess, yrodeándoleloshombrosconsusbrazos.Compasiónyternuralaanimaban,comodemásmaternomodoanimabanasumadre,perohablaalgomás.Arrodilladaanteél,elhombrodeChane rozabasuanhelosopecho.De todos losmomentosde lavidadeSusana,fueronaquélloslosmásinexplicablesysorprendentes.

Eratalsuinanición,queWeymer,peseasusesfuerzos,apenaspudotragarnada.No tardó en volver a dejarse caer sobre la almohada, bisbiseando gracias al cerrarnuevamentelosojos.

—Lesentarámejordescansarquecomer—declarólaseñoraMelbernealzándose—. Hazle un rato de compañía hasta que se duerma, Susana, y si no consiguieraconciliarelsueño,luegomequedaréyo.Talvezhayaquemedicarle.Perosiduerme,mañanaestarámejorypodráalimentarse.

PorterceravezsequedóSusanaasolasconelhombrequellamabaasuhermanoBoyBlue.Alospocosmomentossequedódormido.Ylasparalizadasemocionesdelamuchachaparecieronrecobrarsulibertad.

Elcrepúsculocaíalentamentesobrelosolmos.Oyóelrepiqueteodelasespuelasdeloscaballistasyelruidodeloscascos.Uncoyoteululó,melancólico,enelvalle.Lapungentefraganciadeleñaardiendolaenvolvía,ylaluna,asomandoporlacrestade lamontaña bañó con pálido esplendor el campamento, iluminando el rostro deldurmiente. Susana no queríamirarle,mas le era imposible resistir su atracción.Laoscuracabezaderevueltocabello,lahirsutabarbanegra,dabanalgodeselváticoalaspectodelforastero.Respirabaprofundamente,comosumidoenpesadosueño.

Miró a su alrededor.Había caído la noche, la fogata llameaba, derramando uncírculo de luz a cuyo través pasaban y repasaban los hombres del equipo en susdiversosquehaceres.Susanaestabaenlasombradelosolmos.Alguiencantaba.Oyólavozdebajodesupadre.Seaproximóalpacienteparaverlemejor.Experimentabaalgomuy similar a lavergüenza.Noobstante, se inclinó sobre élpara escrutar susfacciones.

Elrostro,bañadoporlaluna,teníaunaspectotriste;frentenobleyancha,enlaqueeldolorhabíadejadohuellas,cuencashundidasporeltrazonegrodelascerradaspestañas, surcos profundos, que la barba semiocultaba sin robarles la adustez quecomunicaba al semblante… Susana retrocedió, extrañamente aliviada, aunque nohabría podido decir por qué. Había algo en aquellas facciones que refrendaba,justificándolo,su interésporelaudazdesbravadorque llamabaasuhermanoLittleBoyBlue.

El traqueteo de una carreta por la pedregosa pendiente vino a interrumpir elensueño de Susana. En su semiextasiada tesitura no se percató de lo que tal ruidorepresentaba,hastaoíraalguienanunciaragrandesvocesqueJakeyChessestabanderegreso.

—¡Oh!¡Mealegro!,¡mealegro!—murmuróconunarápidaojeadaaldurmiente.La vuelta de Chess aportábale inexplicable consuelo, despertando, a la vez, cierta

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aversiónaquelahallasevelandoasuhermano.Recapacitóquenadapodíayahaceren su favor y, levantándose rápidamente, entró en su tienda con propósito deacostarse. Mas ya en, la reducida habitación, quedó inmóvil, abismada en suspensamientos.

Algún tiempo después, no habría podido decir cuánto, oyó presurosos pasoshaciendotriscarlahojarascaafuerayluegounavozquepronunciabasunombre.

—¡Hola,Chess!¿Deregresoya?Mealegrodeveros—replicó.—¡Oh!Susana…Chaneestáaquí—prosiguióél,ricodevehementeemociónsu

acento.¡Yalosé!—¿Estáustedacostada?—No,perosíapunto.—Salgaunmomento,porfavor;quierodecirleunacosa—suplicó.Susana no pretendió resistir la ansiosa impetración. Distabamucho de sentirse

sosegada.Saliódelatienda,cabecuyapuertaestabaChess,invisibleelrostroentrelassombras.Seabalanzóparacogersumano,einclinándose,labesóenunamejilla.

—¿Chess,quéeseso?—exclamóSusana.Alprimerarrebatodecólerasucediólasorpresaaladvertireltemblorqueagitabaalmuchacho.Entreviósusemblante,querevelabagranexcitación.Evidentementenosedabacuentadeloquehabíahecho.Supensamientonoestabaenlajoven.

—Chaneduerme—bisbiseóroncamente—.Meacerquéparaverle…y…trabajomecostónodespertarle.Peromealegré,porqueasímedatiempo…

—¿Tiempo?¿Paraqué,Chess?¡Estáusteddesatinado,muchacho!—¡Desatinado!¡Oh!Tambiénloestaríausted…siconocieraaChane—continuó

élatropelladamente—.SiseenteraradequeManerubemepegó…ydelporqué…¡GranDios!,lemata,Susana,lemata…

Unaráfagadefríopareciórecorrerlapieldelajoven,alavezqueconfusasideasseagolpabanensumente.

—Debeustedprocurarquenoseenteredijo.—¡Claro,esoharé!CuandosupequeChaneestabaaquí,loprimeroquehicefue

preguntar alpadredeusted si lehabíacontadoalguienmicuestiónconManerube.Medijoqueno.Entonces, yo le roguéqueno se lodijera aChaney élmedio larazón,acompañándomeparaadvertírseloaJakeylosdemás.Todosellosseportaronmuydecentemente.

La simpatía de Susana por el muchacho se acrecentó viendo su vehemencia yexcitación,queevidenciabasunerviosomododeestrecharsusmanos.

—Yentonces,Susana…,¿quéleparecequepasó?—Sigausted,Chess.Dígamelo.¿Cómopuedodecirleloquemeparecesinossé

dequésetrata?—exclamóSusana.—BuscamosaManerube—exclamóChess—.DesdequeChanesepresentóenel

campamentonolehabíavistonadie.Supadredeusteddijoque«leolíamallacosa»,

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peroyonoopinabaasí…QuizáManerubeconoceaChane…Sea loquequiera, lebuscamosporelcampamentoyporfindimosconél,sentadoenuntronco,lejosdelafogata.Estabamuypensativoynuestrallegadalesobresaltó.Enseguidaleespetémideseo…Le dije que yo…que todos, opinábamos queChane no deba enterarse denuestrapelea…LacosasorprendióaManerube,almenosasípareció.Yasabeustedcómo es. Por mi parte, hice cuanto pude…, me rebajé… ¡Figúrese usted! ¡Yopidiéndoleperdónaeseembusteroparaevitarotrolanceenelcampamento!…

—Pero, Chess… no era preciso que se humillara —protestó Susana—.SeguramenteManerubenolehabríadichoaChanequeustedleagredió.

—¡Malditaseamicabezota!—exclamóChess,exasperado—.¡Tieneustedrazón!Ahoramedoycuentadelodescargadoquepareció…Enfin,yaestáhecho,yenelfondonomearrepiento.LohiceporChane.

—Fue muy noble por su parte, Chane —dijo seriamente Susana—. No sepreocupedeloquepuedapensarManerube…Pero…escuche,¿conlaagitaciónnohabráexageradoaltemerquesuhermanopueda…?

—Susana —interrumpió Chess—. No exagero nada. Chane podrá despreciarinsultos…,cosascomoesacalumniainfameacercadelamuchachapiute,oloquesedijodeserunsquaw-man.SeríamuydeChaneelpasarloporalto,sobretodoenuncampamento en el que haymujeres. Pero si llegase a sus oídos queManerubemepego…quemepegoenlacaraporsalirendefensadesuhonor…¡Elcielonosvalga!…¡Lemataría!

—Entonces… ha obrado cuerdamente, muchacho —murmuró Susana,desconcertadaantelavehemenciadeChess.

—Entiéndameustedbien,Susana—dijoelmozosúbitamente,comosiunaideanuevaleasaltase—.NoesquetemaporlavidadeChane;¿creyó,acaso,queeraporeso?No…Yaverácuandoconozcaamihermano…Es…que…nomeperdonarlanuncaquederramasesangrepormiculpay…yalohahecho,Susana.Disparócontraunbravucónquememaltrató enuna taberna…donde estabayobebiendo.ADiosgracias, no lemató, aunque fue por pura casualidad…Susana…, ayúdemeusted aenmendarme,paraqueChanenotengaquevolverasacarlacarapormí.

—¿Esunaconfesión,Chess?¿Hasidousted…malo?Bajóéllacabeza,soltandolasmanosalamuchacha.

—Notengareparoendecírmelo.Nosoytornadizaenmisamistades.—¡Malo!¡Unratolargo!—replicó,alzandolafrenteymirándoladehitoenhito

—. Era… un potro cerril. Usted me ha salvado y… voy sentando la cabeza… almenosasímelopareceamí.LallegadadeChane…enestetrance,medaquépensar.Noquisieraquearmaracamorraniporsucuentaniporlamía…niporladeusted,Susana.

—¿Porlamía?—murmurólamuchacha—,yo…¿yoquétengoqueverconeso?—¿No le dije a usted, acaso, que si no podía tenerla por esposa la tendría por

hermana?

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—Sí,enefecto…Y…fueunaaseveracióngratuita—respondióSusana.—Aguardeunpoco.Yaveremos.Yonodigomásqueunacosa.Estoyaterrado

antelaideadequeChanevuelvaalasandadas…Laúltimavezfueterrible.Ahorabien,Susana,Chanesequedarácomodesbravadordesupadre.Estaráentrenosotros.Yasabíayoqueocurriríaasí.Ymealegro,contaldequenosepalodeManerube.Siyoconsiguieraportarmecomounhombre…

—Enmiopinión,comounhombreseestáustedportandoya,Chess.—¿Lodiceusteddeveras?¿Palabra?—Ajuzgarporcuantomehadicho,sí.Estaréufanadeustedsinosetuerce.—Unoharíacualquiercosaporusted,Susana.—Bien está, adulador —replicó la joven intentando, con muy poco éxito,

aparecer alegre y confiada—. Pondré mis notables atributos a prueba. Prométameustedunacosa.

—¿Elqué?—Nobebermás.Meconstaqueelequipohatraídobebidaalcampamento.—¿Haoídoustedalgodemí?Recientementenohebebido—contestósincero—,

perohapuestoeldedoenmiflaqueza.—Entendidosy…buenasnoches,LittleBoyBlue—dijosonriéndole.JamáshabíaacogidoSusanacontantoagradoladensaoscuridaddesutiendayla

cálidaproteccióndesusmantas.Durantelargorato,suspensamientosahuyentaronelsueño.Asaltábaleunaespeciederuborosavergüenzaalrecordarsuaparentecalma,su patrocinador acento conChess, cuando en realidad un tumulto se agitaba en suinterior.Lacausadelaposibleconmociónseofreciódemodoincontrovertibleasuconciencia.Pretendióinútilmenterepudiarleantesímisma.ElhermanoaquienChesstantoelogiaba,elhombrealcualporcircunstanciasfortuitashabíaintroducidoensusmásíntimospensamientos,el temerariojinetedeaventurassincuentocuyonombremismollevabagrabado,yacíabajolosolmos,bañadoeladustosemblanteporlaluna.Estabaallí.Nopodíaolvidarsurostro.Estoshechosteníanunaimportanciaante laque todos sus razonamientos se desmoronaban. El desasosegado e impacienteasombro de sí misma acabó en rebelión. Se calificó de «majadera sentimental».Aquellaaventuradesértica,poniéndolaencontactoconhombresdevidaalairelibre,con la primitiva existencia de los acosadores de cerriles y la soledadde los vastosabertales,habíalesacado,cuandomenostemporalmente,desushabituales,sensatasyprácticas,casillas.

—Pero… ¿cómo puedo saber si este nuevo estado mío no representa másfielmentequeelotromimaneradeser?

Reflexionandoasí,perdióseenunmardesuposiciones.¿Dequéservíapensar,sisus sentimientos no dependían de sus ideas, ni eran gobernados por ellas? Y encuantoacomprenderlasqueconsiderabaextrañasreaccionesanteunasituaciónenlaqueunadvenedizocaballistaparecíafiguraprincipal…,renunciabaaello.

Cuando en sus cavilaciones recordó a Chess y a Manerube, desapareció la

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perplejidad.Chessadorabaasuhermanoconjuvenilveneración.Eraobvioquehabíasidocausadedisgustosparasuhermano.Posiblemente,autordealgúndesaguisadocuyasconsecuenciastuvoquepagarelfielChane.Fuesecomofuese,Chesssentíaelagobio del remordimiento y, con él, laudables anhelos de redención.En los brevesinstantesdesucoloquioconSusana,habíacrecidodesmedidamenteensuestima.

EncuantoaManerube…la llegadadeChaneWeymer lehabía,evidentemente,desconcertado. El instinto observador y la intuición de Susana concordabanperfectamenteenestepuntohabíavisto, sin lugar adudas, supálido semblante, susorprendidaysombríamirada,supreocupación,supresurosopaso.Tropezandocasiconellanosehablapercatadodesupresencia.Susanahallabaunasolaexplicaciónaaquello:ManerubetemíaencontrarseconChaneWeymer.

—Yyomepregunto,¿porqué?—continuóponderando—.¿Estancierto,comoafirma,quezurróaChaneWeymer?¿TemíaqueChessenteraseasuhermanodelariña? ¿Qué le dijese que le había pegado…, que los amoratados cardenales aúnvisiblesenlacaradelmuchachoeranobradesumano?Fueseloquefuera,loquelaconducta de Manerube encubría resultaba un hecho capital: que era un cobarde.Desde un principio, Susana había experimentado aversión hacia el individuo, aunreconociendo su competente personalidad, y aquel insospechado giro de losacontecimientos le condenaba en su ánimo sin remedio. Experimentó un vagosentimientodealivio,deliberación.NohabíalogradoprecisarsuactitudconBentonManerube y ahora comprendía exactamente su posición respecto a él. Con lainconsistenciapropiadesusexo,quereconocía,Susanapasóaconsiderarotrafasedelasituación:loqueacaeceríasiChaneWeymerseenterabadeloocurrido.

—Chessnomehapedidoamíquecalle—murmuré—.Claroquenohablaré…pero…noheprometidonada.¿Enquéestoypensando?…SoycapazdedesearveraManeruberecibirunapalizacomolaqueélhabríapropinadoaChess.

Susanahubierapuestoendudasuspensamientosdenohaberseoídoasímismabisbiseados.Destruíanabsolutamentetodoslosandamiajes,erigidosparasustentarsuactitud. Hundiendo en las almohadas el rostro, la muchacha se dejó llevar de laexcitaciónnerviosaylloróhastaqueelsueñovinoacerrarsuspárpados.

Despertótemprano,dandolacalladaporrespuestaalasllamadasdesumadreydeChess,ytansólocuando,conestentóreavoz,supadreleordenóquesaliera,hizoalgúnesfuerzopor levantarse.Parecía embargarleuna laxitud insólita,unadesganadeafrontarlaclaraluzdeldíaincomprensible.

Cuandosepresentóaldesayunovioqueera laúltima.Laspupilasde laseñoraMelberne chispearon maliciosamente, atisbando su pulcra y peinado cabello, lablancablusaconcorbatadevivoscolores,lafaldadelanaylosrecamadosmocasinesqueconstituíansuatavío.

—Alno salir comode costumbre, hija, creí que la cabalgada de ayer te habríarendido—dijo—peroveoqueestássinnovedady…quedagustoverte.Oratambiénsehaacicaladomásdelacuenta,aunque…notepreocupe.

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—¡Madre!—exclamó Susana arrebolándose. Rara vez empleaba el calificativoconlaseñoraMelberne—.¿Quieresacasoinsinuar…queyo…?

—No me hagas caso, querida —interpuso la señora Melberne, súbitamenteemocionadaporlapalabra«madre»yabandonandosuideadebromearconella.

Supadre,acercándosealasazón,notardóenpercatarsedequeSusananollevabasushabitualesymásconfortablesprendas.

—¡Vaya!La juventud siemprehade sacar la cabeza—observó jocosamente—.Supongoquehoynocabalgarásconmigo,Susana.

—¡Claro que sí, Dad! ¿Adónde vais? —replicó Susana haciendo tremendoesfuerzoparaaparentarnohabersedadocuentadesudeducción.

—¡Ja,ja!Mehasatrapado,chiquilla—repuso—.Elcasoesquehoydedicamoseldíaadescansaryaultimarlosplanesparalaconstruccióndelatrampadeespinoartificial.

—¿Vaisavalerosdeverasdeesemedio,Dad?—Psh…creoquesí.Noesqueseamuydemigusto…pero…¡oesoonada!No

podemosemplearmadera.Bastantetrabajotendremoscortandoyarrastrandoárbolesengrancantidadparalospostes.

—Pues… me sorprende que lo hagas, Dad, no te digo más —replicó Susanafríamente,volviendoasudesayuno.

La desaprobación de su hija pareció herir a Melberne en lo vivo. Arguyó yexplicó,peroviendoqueSusanani levantaba lavistadelplatoni respondía, acabópor renunciar al intento, alejándose cabizbajo, mascullando palabras ininteligibles.Susanadedujode suactitudque temasobre supadremás influenciade laqueellamisma calculaba y se convenció, por ende, de que si la trampade espino artificialresultabafrancamentecruel,podríallegarapersuadirledequerenunciaseaellacomomediodecazarcerriles.

Mientras concluía eldesayuno,Susanadescubrió, condesmayada sorpresa,queaquellamañanasentíainusitadacuriosidadrespectoaOra.LaindirectadelaseñoraMelberne había hecho revivir un interés que en los últimos días había decaídosobremanera.Recorrióconlamiradaelcampamentoparalocalizaralajoven,y,porúltimo, suspupilas seposaronen el olmobajo cuyas ramas ellay supadrehabíandispuestolayacijadeChane.Lemolestóunpocoaladvertirquelellamaba«Chane»en sus pensamientos. La yacija había desaparecido y Ora no estaba a la vista. Enconsecuencia,SusanainsistióenayudaralaseñoraMelberneensustareasdefregary secar los enseres del desayuno, oferta que, dadas las circunstancias, asombró nopocoalabuenaseñora.

Jake se acercó con algunos fardos descargados de la carreta, llenándose dearrugassusemblantealsonreíraSusana.

—Hoysíquedagustoverla,señoritaSusana—exclamó—.¿Pasaalgoespecial?—Queyosepa,no—replicósonriendolamuchacha.—Somosunapandilladepillosconsuerte, teniendodospersonitascomoOray

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ustedpararecrearnoslosojos…Habíapensadotraerleunacajadebombones,peroalencargadodelalmacénporpocosiledaunpatatúscuandoselapedí…

Seleagradecelomismo,Jake.ElveteranoseacercóaSusanaydijo,bajandolavoz:—¿SabeustedyaqueelhermanodeChessestáaquí?—Sí,levianoche.—Hay que ver cómo está de contento el zagal —prosiguió Jake, que

evidentementecompartíalaalegríadelmuchacho—.Anocheestabapreocupado.Yohabléconél, aconsejándolequeguardase secretode…aquelloconManerube…yameentiendeusted.AprecioaChess.Tienebuencorazón.Megustaríaconocerasumadre.

—¿Qué opina usted de su hermano, Jake? —preguntó Susana con deliberadointento,sintiendoafluirlasangreasusmejillas.Detodoelequipo,aquelbondadosoysensatoindividuoeraelúnicoaquienseatrevíaahacersemejantepregunta.

—Yaselodirécuandohayapodidopensarlo—replicóseriamenteJake—.Eselmejorjinetequehevistoenmivida.¡LástimaquenoshayavenidoManerubeconesahistoria!…

El capitán Bunk, bamboleándose bajo una enorme carga de leña, se dio unencontronazoconJake,interrumpiéndoles.

—¡Al pairo, Jake! ¡Tú siempre capeando el temporal! —dijo el marinojocosamente—.¿Cómova,compañero?

—No puede irmejor, Cap—replicó Jake tendiéndole lamano—, pero… estástodoarañado…¿Quéhaocurrido?¿Tehaspeleadoconalgúngato?

—Jake, ayer estuve navegando por entre una escuadra demulas cerriles, ymeecharonapiqueenlamaleza.

EnaquelmomentocomparecióChess,sonriente,chispeanteslaspupilas,animadoelsemblantealavistadeSusana.

—¡Hola, hermanita! ¿Dónde ha estado ustedmetida?Hay alguien por acá quedeseaverla.

—¿Sí?¡Ah!Supongoqueserefiereasuhermano,dijoSusanaconindiferencia,aunquesuserenidadera tansóloaparente.Érale imposibledominarsusemociones.La simple presencia de Chess hacía latir su corazón con inusitada celeridad. ¡Laapreciaba tanto! ¡Era tan evidente su admiración! A buen seguro que ni por uninstante pudo ocurrírsele que Susana, lejos de anhelar conocer a su desgraciadohermano,pretendieserehuirlo.EnlamentedeChessnocabía,adecirverdad,laideade desgracia. Susana quería rechazar la familiaridad que la palabra «hermana»entrañaba, evitar la entrevista con Chane Weymer, mas en aquel momento le eraimposible herir en su delicadeza a aquel muchacho que por ella había prometidoenmendarse,yporeso,asumiendouna indiferenciaquedistabamuchodesentir, sedejóllevarporChesshaciaelolmedo.

Como de costumbre, elmozo hablaba por los codos, aunquemás aprisa y con

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mayor excitación… Había acondicionado a Chane… luego de afeitarle y ponerlepresentable… y cien cosas más que Susana oyó apenas. Sus propias reprimidasemociones la embargaban. Vagamente se dio cuenta de otras impresiones…, lanoción de cansado caminar… largas distancias…, un cielo intensamente azul…, elorodelolmedo…,lafraganciadelhumodelaleña,despuésatisbólatiendadeChessycontiguo,alasombradeunfrondosoárbol,uncamastroenelquehallábasesentadoun hombre. Susana no vio, como esperaba, un enmarañado cabello, un rostro sinrasurar,pálidoymacilento.¿PodríaaquelindividuoserelhermanodeChess?¡Quétonteríadudarlo,cuandoelmozolallevabadirectamentehaciaelárbol!Susanabajólos ojos. Le parecía ir a una especie de ejecución y, súbitamente, un inopinadoarrebatode cólera interior por su estúpida actitud restableció en ella la normalidadespiritual,dejándolacomohabitualmenteera.

—¡Chane!… ¡Aquí está!… ¡Susana Melberne! —gritó alegremente Chess,expresandoconsuacentomilvecesmásqueconsuspalabras.

—¡Me alegro de veras de conocerla! —dijo Chane Weymer. Su voz tenía elmismotimbrequeladesuhermano,aunquemásprofunda.

—¿Cómoestáusted,señorWeymer?—respondióSusanaalzandolosojos—.¿Seencuentrahoymejor?

Antes de que pudiese contestar, se les acercóMelberne, atrayendo al punto laatenciónsobresupresencia.

—¡Bravo, Weymer! Distraído con la juventud, ¿eh? —dijo con su enormevozarrón—.¡Afequeestamañanapareceustedotro!…

—Supongoqueesusted,Melberne, elbossdel equipo—replicó tendiéndole lamano—leestoymuyagradecido.Enefecto,mesientootro,aunque…muycansadoy…tengohambre.Suexcelenteesposaopinaquehoyaúndebopasaramediadieta.

—¡Vaya,vaya!Nohayqueprecipitarse.Debeusteddehaberpasadoúltimamentemalostragos,¿eh?—apuntóMelbernesentándosejuntoaWeymer,dandoaentenderque se creía con derecho a información, aunque sin abandonar por ello su actitudafableysimpatizante.

Susana se acomodó sobre uno de los fardos próximos, procediendo a emplearaquellos breves instantes, en los que la presencia de su padre desviaba de ella laatencióndelosdemás,aobservarleahurtadillas.

Chane Weymer vestía camisa de algodón, estrecha para sus anchos hombros.Susana le recordó a Chess. El desbravador no parecía fornido; sin embargo, los:músculossedibujabanbajolasceñidasmangasacadamovimiento.

Surasuradorostroeraelmásdominantequehabíavistoensuvida,atezado,detersocutis,conuntinte:azulinobajolapiel.SinparecerseennadaaChess,todoelmundo habría dicho que eran hermanos. Su cabello, oscuro y crespo, tenía unafulgenciacomodeescarcha.

—No,Melberne,nopuedodecirquehayapasadomalostragos—decía—.Vengodelaregiónpinte.CompréunapuntadeganadoaToddyNokinytuvelamalasuerte

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dedarconunacuadrilladecuatreros.McPhersonysugente.Nossiguieronlapista,haciendo salir de estampía a los potros. Tuve que echarme al río para salvar elpellejo.McPhersonsehabíaapoderadodemirifle.MeacorralaronenuncañónsinsalidaymeviobligadoavadearelSanJuan.Afortunadamentellevabaunsoberbiocaballo…Losdosríosibancrecidos…DespuésnopudeganarelHoleintheWall,ypara salir de la comarca tuveque rodear laMeseta delCaballoCerril.Las escasasprovisionesquelospiutespudieronproporcionarmeduraronpocoy…nadamás.

—¡Hum!¿Haperdidoustedsuganadoysuequipo?—preguntóMelberne.—Cuantotenía…,esdecirno:mequedaBrutus.Quizánohubieratenidonunca

ocasióndeapreciartodoloquevaleanoserpor…miaccidente.—Brutus, ¿en el que llegó aquí? ¡En verdad es todo un caballo…!Bueno y…

¿adóndeseencaminaba?—Aterritoriomormón.Ibacon ideadepedirprestadounequipoyregresaracá

otravez.—¿Porqué?—preguntóinteresadoMelberne.—Porvariasrazones—contestóWeymer—.Unadeellas,porqueesperoaToddy

Nokin con otra reata de potros. Además… quisiera dar con Bud McPherson yademás…porotrarazón,Melberne,queporahoramereservo.

—Ya,y…¿quéopinaríadejuntarseanosotros?Necesitocaballistas.Ledaréloqueleseaprecisoyunbuensueldoademás.Chesssealegrarádetenerlecerca.

—Unratolargo—replicóChess.—Trato hecho, Melberne—dijo—. ¿Pueden saberse sus proyectos? ¿Es usted

novatoenlacazadecerriles?—Opino que sí —asintió brevemente Melberne—, por eso quiero buenos

picadores.Misproyectosestánprontodichos.Mepropongoentramparmiljacosaquí,en StarkValley, facturarlos y luego ir alOeste, bajo laMeseta delCaballoCerril,atrapar y domar una buena caballada y establecerme en un valle que reúnacondiciones.

—¡Mil caballos! ¡Sí que es usted novato! Aun suponiendo que logre cazarlos,¿cómolosfacturará?¡Cerriles!

—¡Psh!…Confiesoquenolosé,peroeseManerubeentiendeenelasuntoyensusmanoslodejo.

—¿BentManerube?—preguntóvivamenteWeymerfrunciendoelentrecejo.—Élmismo—replicóMelbernemirandodehitoenhitoasuinterlocutor.—¡Melberne! ¿Quiere eso decir que tiene asalariado a Bent Manerube? —

preguntóatónitoeldesbravador.SusanasintióqueChessleoprimíanerviosamenteunamanoydevolviólapresión

para tranquilizarle. El momento era peliagudo, pero confiaba en su padre, tansosegado, justoysensato.El interésdeSusanaseconcentróenChaneWeymer.Lemiró fijamente, mientras él escrutaba, con no menos intensidad, el rostro deMelberne.

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—Esohedicho:BentManerube.Eldesbravadorseechóareírylaexpresióndeincredulidadydealgomásduroy

másagudodesapareciódesusemblante.—Bueno,posiblementelacosatienemuchagracia—observóMelberne.—¡Ya lo creo que la tiene!—replicó francamenteWeymer—, pero si no sabe

ustedporqué,noseréyoquienselodiga.—AllendeelríotuvoustedunacuestiónconManerube,¿verdad?—interrogóel

padredeSusana.El desbravador levantó la cabeza con movimiento de águila. A la penetrante

cualidaddesusojos,Susanavioaunarseelfuego.—No, no lo calificaría yo de cuestión conManerube. ¿Qué dice él?—replicó

deliberadamente.En comparación con su habitual franqueza, Melberne pareció un tanto

desconcertado.Chess,rígidocomounaestatua,temblabapordentro,porqueSusanasintiósumanoestremecerse.Lasituacióntomabamalcarizparaél.Susanasemordiólos labios para no dejar escapar una exclamación.Habría dado cualquier cosa porpoder prevenir a su padre de algún modo, recordándole lo que estaba en juego,pero… la distancia le impedía todo contacto con él y no acertaba cómo llamar suatención.Además, laactituddeChaneWeymer,surisay laserenaconfianzadesuúltima pregunta habían desvirtuado el sentimiento que Chess le inspiraba. CasianhelabaquesupadrenarraseelepisodiodeManerube.

—¡Psh!…decir,nodijograncosa—replicóMelbernecautamente—.Selimitóahacermencióndeunadisputaentreustedyél…,nadadeparticular.Aquísoyyoelamoyloúnicoquequierosaberessiaceptamioferta.

Weymeracentuóelceñudogesto,ylahosquedaddesusfacciones,quelasonrisay animación había ocultado, al parecer trajo a lamemoria deSusana el rostro quehabía visto a la luz de la luna. Ciertamente, había adivinado queMelberne no seatenía a la verdad estricta. Tal vez sus penetrantes pupilas supieron leer cuanto elrostro le callaba. Volviéndose, miró a Chess y su expresión cambió con repentinarapidez,ablandándose.Amabaalmuchacho.Lodemásnoteníaimportancia.ParecióolvidarhastalapresenciadeSusana.

—Desde luego, Melberne, acepto su oferta —dijo—, y le diré más…, mecongratulo de ella. Chess está aquí y… acaso pueda serle a usted útil por otrosconceptos.¡Quiénsabe!,comodicenlosmejicanos.

Losdos hombres se estrecharon lamanoyMelberne se alejó, tras unas brevesgracias. Susana estaba casi tan impresionada por la forma como su padre habíasorteado la situación, por lo significativamente que habíamanifestado su sorpresa,como por el efecto que Weymer causaba en ella. Frente a frente con él, le eraimposibletenerencuentalareputaciónqueManerubelehabíaatribuidoyque,segúnLoughbridge,marcabaelconceptoenqueeratenidoentrelosmoradoresdeldesierto.Habíaalgomás,quedemomentonopodíaadivinar.

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—Muchacho, por lo visto seremos compañeros de equipo —dijo Chane a suhermano.

—¡Yque lo digas!—respondióChess ocultando su emoción—. ¡Me alegro deveras!¿Ustedno,Susana?

¡Cómolaincluíasiempre,ensusarrebatos!¡Paraéllaocasiónnopodíasersinoderegocijo!

—¡Sí,Chess,vaya,sobretodosiaustedlesatisface!—replicó.—SeñoritaMelberne,medicemihermanoquehasidoustedmuybuenaparaél

—empezóChanesinmásambages,mirándoledehitoenhito.—¡Ah,noesparatanto!—No lo creas, Chane—interpusoChess—, ¡es un ángel!Me llamaLittle Boy

Blueyyoaella«hermana».¿Quéteparece?—Nolosé—replicógravementeChane—,reservarémijuiciohastaqueoshaya

vistomástiempojuntos.—Escucha, Chane —prosiguió Chess cambiando completamente de tono. La

puerilidad había desaparecido; su bronceado rostro estaba ligeramente pálido yparecíarespirarcondificultad—.Susanahahechoquedejedebeber.

—¡No!—exclamósuhermano.—¡Tejuroquesí!—declaróférvidamenteChess—,meenamorédeella,Chane…

nolosabe,perodesdeentonces…nohevueltoabeber…Entiéndemebien.Susananomeama…nimeamaránunca.Soydemasiadojoven.Ellatieneveinteaños,peroasí y todo… he dejado la bebida y te prometo a ti también… que no volveré abeber…

—¡LittleBoyBlue!—replicóChane—,¡eslamejornoticiaqueherecibidoenmivida!

Susanasintiósusojossobreellayaunquenoseatrevíaalevantarlacabeza,tuvoquehacerlo.

—Cuando losepa, lamadredeestemuchacho laamaráausted también—dijoChane—;encuantoamí…haréporusted…loquequiera…

—Realmente…¡danustedesunaimportanciaaloquenolatiene!…—contestóSusana luchando con emociones desconocidas—. Chess es igual; siempre hacemontañasdegranosdearena.

Él sonrió sin contestar, fijos en ella los ardientes ojos. Susana sintió de prontoque,sienrealidadhabíasido,asabiendasono,unainspiraciónparaChess,nodebíaaparentarmenospreciarlo.Ylareverencia,oloQuefuese,quevioenlaspupilasdeWeymerlellegódirectamentealcorazón,comogratísimobálsamosobreladiscordiaqueenélreinaba.

Unaincreíbletimidezseapoderódeella.Movidaporunpuroimpulsodedefensa,sevolvióhaciaChess.

—BoyBlue, jamás tomaréabromasusdeseosde sobreponersea susvicios—dijo—.Loquemesorprendeesquehayapodidoayudarle,perosiendoasí,mesiento

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muyorgullosaymuycontentadeelloy…seguirésiendosuhermana.Sealejóconunaaparienciadedignidad,quepugnabaporconservar,cuandooyó

aChessexclamartriunfante:—¿Notelodecíayo,Chane?La frase convirtió su retirada en huida. ¿Qué podía haberle dicho Chess a su

hermano?Casicorriendo,Susanaentróensutienda.

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IX

Pasaronlosdías.Elmaravillosoveranilloindio,seprolongabaconamaneceresalbosderocíoyescarcha;ambarinodurantelastranquilashorasdelmediodíaybrumosoypurpúreoenlosocasos.Losárbolesresplandecíanáureosyelsotocubríasedehojasmuertasqueparecíanreflejosdelasqueaúnquedabanenlasramas.

LabrigadadeMelbernetrabajabasinreposo,talandoyaprontandopostesparalacerca,losunos,ytendiendolosotroslasalambradasdeespinoporelvalle.

ParaSusanaMelberneaquellosdíaseraninterminables,consushorasdeinquietaincertidumbre,susextrañosybrevesmomentosdeindescriptiblealegría,seguidosdeabrumadores estados de ánimo de vaga melancolía… atormentadores todos, casitorturantes.

Llegaronlosmásperfectosdeentrelosdíasotoñales,fragantes,brumosos,llenosdesolemnessilencios,interrumpidosporráfagasdevientoquesacudíanlahojarasca,haciéndola revolotear bajo los olmos. Susana erraba por el soto y las laderías,convencidadehabersucumbidovíctimadelmágicohechizodelveranoindio.Porlogeneral,suocupacióneracontemplaraChaneyaChesstrabajandoenlaladera.OíaelvibrantezumbidodelhachadeChess,yaveceslaveíaespejearalsol.Lavozdelmuchacho, cruda pero recia, rasgaba los aires con una canción de cowboy. El altoChane,recogiendoenunabrazadavariospostesyadispuestos,losllevabaaldecliveydejabaqueporsupropiopesoganasenelllano,rodando.Jake,BonnyyelcapitánBunklosrecogíanycargabanenlascarretas.

Susanaatisbabaalequipo,perosuspupilassedeteníanconmayorfrecuenciaenlaesbeltafiguradeChaneWeymer.Lereconocíaentretodos.Cuandomomentosdemayortorturalaobligabanasersincera,confesabasuflaqueza.Peroella,tanjustayequitativaconlosdemás,eraparasímismaintoleranteyterca.Dejabaasufantasíallegarhastaciertopuntoyluego,horrorizadaantelasposibilidadesreales,senegabaapensar,refugiándoseensussensacionesdeensueño.

Mas…aqueldíahabíaamanecidoconextrañodesignio;norecordabaotroigualensuvida.Resueltamenteafrontósualmaysupocuáleraelmalqueleaquejaba.

Hablase acomodado en su lugar favorito, un álabe bajo de olmo, apartado delcampamento, en la base de la escarpadura del cañón. Desde allí podía ver sin servista. No acaecía nada extraño. De momento sentíase libre de preocupaciones ypasaba el tiempo observando, a los trabajadores. La envolvía el dulce y poderosoconjurodeldoradootoño.Llegóun instanteenelqueChaneWeymerseperdiódevistaenlafrondosacuesta,sinreaparecer.SobreSusanaresplandeciólarevelación,inevitable,fatal,sincausarleelmenorsobresalto.

—¡ChaneWeymer!…¡Éleselhombre!…—soliloquiómelancólicamente—.¡Yasabía yo que algo ocurriría en este desierto!…y… ¡ya ha ocurrido!…Chess teníarazónaldecir«nopodráustedevitar enamorarsedeChane»…¡ynopuedo!…¡nopuedo!¿Quévaaserdemí?…

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Por fin, sabía. Y con la paciencia se acabaron los desasosegados e inciertosanhelos,lasdudasylostemores,lashorasdemiseriaydeamargosreproches;alostormentossucedió lasúbitae inmensarevelacióndealgo inconmensurable,quefuecomolarepentinaaparicióndeunsolenlastinieblasdesucorazón.Suespíritunosealzó en armas contra aquel traicionero amor.No podía subyugarlo. Era demasiadonuevo, demasiado terriblemente grato para desear reprimirlo.Era…ellamisma, surealización;enuninstantesehabíahechomujer.

Permaneciólargoratoinmóvil,eltiempoparecióinmovilizarseconella.Eláureodía labañaba.El soly las sombras jugabansobreellaal ritmode las ramasque lacubrían.Antesusojos,loscerrospardosyrojizossefundíanconlamasanegruzcadelamontaña.Asuespaldaseextendíaelvalle,cuyohorizontelimitabaunacolina.Lasoledad aquietaba las cosas y del desierto ascendía una pungente atmósfera, comofraganciadeespaciosilimitados.

—¿Cuándo fue? —murmuró, intentando, mujer al fin, seguir paso a paso, laaventura.Aceptadoyaelhechofatal,lapreocupabamásel«cuándo»,el«cómo»yel«porqué»,quesutrascendenciaenelporvenir.Estopodíadiferirse.Súbitamenteleparecióaterrador.

Recordólanochedela llegadadeChane,cuando,sentadaasulado,contemplósus torvas facciones a la luz de la luna. ¿Fue entonces cuando se reveló su amor?Porque, de fijo, debía estar ya oculto en su corazón, acechando, esperando. Lerecordóalamañanasiguiente,desaparecidalarudezadesusemblante,conlahirsutabarba,cuandoconbrevespalabrasyunasolamiradahabíaleexpresadoloeternodesu obligación por la influencia ejercida sobre su hermano. Tampoco debió de serentonces. Luego… los siguientes días…, imposible hallar en la mera memoria unencuentro,unamirada,unapalabramássignificativaquelasdemás.

Pero…cosashabíaquesedestacabanentreotras,pequeñosincidentes,notables,únicamente, gracias, a su recuerdo; la diferencia de actitud de Ora; el constanteempeñodeManerubeenrehuirlagreguería[33]delcampamento;laespléndidaalegríade Chess, las penetrantes pupilas de Chane observándola desde lejos, la salvajeexaltaciónquelainvadióalmontaraBrutus.

—¡Ah!¡Ahoranopodrénivolveramontarlesiquiera!—murmurócondesmayo.Laideaconcentrósumenteenelcaballo.UndíaChessselohabíallevadoantesu

tienda.—Susana—ledijo—.SegúnChane,esteanimallehasalvadolavida.Sellama

Brutus.¡Mírele!¡Nadiediríaqueeselmejordecuantoshamontado!Yesoqueloshatenidoamillares.Fíjese.Brutusseadueñarádeusted,peronecesitarátiempoparaconocerla,aldecirdemihermano.Móntelo…aprendaaentenderlo…yaquererlo.

—Esoúltimonoserádifícil,Chess—replicóSusanay,segúnhabíavistohaceraloscaballistas,consideróalanimalcríticamente.En realidad, lamuchachaentendíamuy poco de caballos. Montaba porque desde la niñez había estado entre ellos yporque su temperamento atlético exigíamovimiento; pero no poseía lo que los del

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Oeste llaman «horse sense» (sentido del caballo) y mucho menos la incalificableaptitudqueconfiereelhabernacidoentrecaballos.

—Susana,leadviertoqueamaraBrutusyno,amarasudueñoseríaimposible—dijoseriamenteChess.

¿Fueentonces?,sepreguntóSusana.Ellasehabíaechadoareír,tomandoabromalaadvertencia.

—¿Porquéno?Confiesoquenosemealcanzaquenopuedaquererauncaballo,acualquiercaballo,independientedesuamo.

—Esque…siendoasí,separaríaustedalunodelotro.Uncaballistaquelaamaseaustedydescubrieraqueustedamabaasucaballosecreeríaobligadoaregalárselo.

Brutus le pareció un animal gigantesco con el que, sin embargo, más seencariñaba cuantomás leveía.Legustaba el rápido, engallar de la cabeza al verlaacercarse,y la inteligenciade losenormesojosfijosenella.Teníaunairefrancoyleal que desde el primer momento captó su confianza. No le inspiraba el menorrecelo.

—¡Quélustrosaessupiel!—exclamóacariciandoelenarcadocuello—.Y…esnegro; no, negro no; lo parece, pero es porque su pelo brilla como negro, siendooscuro.Escurioso,Chess.Supielparece…aguaquereflejasesombrasdehojas.

Brutus tomó apego a Susana, aunque paulatinamente; luego de estudiarla,olisquearla y contemplarla hasta quedar satisfecho de que era como él quería.Entoncesprocediódeunmodoqueencantóalajoven,halagandosuvanidad;porqueSusanacreíaestardotadadeexcepcionalatracciónparalosanimales.

Chesshabíaensillado, aBrutus con sus arreosy ellaquisomontarlo.Yasí fuecomo Chane, saliendo inopinadamente del olmedo, la sorprendió a caballo.¿OlvidaríajamásSusanasumirada?

—¿Sabeustedmontar?—preguntóélansiosamente.—¡Oh,sí!¡Nosepreocupe!Lomontaré—replicóellaconarrogancia.—Entonces… afloje el mando—dijo el caballista—. Cuanto más suelto se le

deja,másfácilessupaso.Sosténgaseenlasillaydéjelocorrerysaltar.Yasabe,élloquetienequehacer.

Brutus, libre la rienda, llevó a Susana como en alas del viento. Tras días deinacción, ansiaba galopar. El peso de la muchacha era una futesa. Susana sentía,clavadassobreella,laspupilasdeChaneydeChessmientrasgalopabaporelllano.¡Ahoraverían!Mas…cuandoel animal tomóungalopedeunaceleridadparaelladesconocida,unescalofríodemiedodioaltrasteconsuaudacia.Elcorazónasomóasus labios al saltar Brutus una zanja inesperada. La fuerza del viento parecíalevantarlaenvilodelasilla,obligándolaaasirseconunamanoalaperilla.Adelantófácilmente a cerriles incapaces de competir con aquel torbellino y cuando,aprovechandounacurva,volviógrupashaciaelcampamento,elairelacegó,soltandosu cabellera y haciéndola ondear a su espalda. El martilleo: de los cascos era tancontinuo que parecía un ruido uniforme a oídos deSusana.Un grito de exaltación

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salió de su garganta en el abandono de la frenética galopada. Los olmos parecíantenderse a su lado, y el dorado soto le dio la impresión de venir a su encuentro.Luego,elrápidotranqueocambióderitmo.BrutusmoderabaelpasoySusanaseviozarandeada en la silla hasta lograr coger el movimiento para volverlo a perder alpasarBrutusauntrotetanviolento,querequiriótodasufuerzaparasostenerseenlasilla.Cuandoporfinsedetuvo,suspupilassóloveíanfigurasconfusassobreelfondoverdosodelolmedo.OyóelalaridodeChess.

Aturdida, se bamboleó en la silla, mas no fue Chess sino Chane quien,levantándolaenvilo,lapusoentierra,cegada,ardorosa,estremecida,aunquenotantocomoparanosentirlasuavepresióndesusrobustosbrazos.¿Fueentonces?

—¡Susana! ¡Ya lo creo que puede usted montarlo! —gritaba Chess—. ¡Y deprimera! Palabra que no creí que se atreviese a darle rienda suelta. ¡Y saltar!…¡aunquelazanjahubieratenidounamilla!…

—Opino que lo montó usted… por lo menos cuando galopaba —contestósosegadamenteelotro—;pero…leaconsejoqueotravezlotomeconmáscalma.

Y había habido otra vez y otras, hasta que Susana llegó a amar aBrutus y suestampa, su modo de responder a sus palabras. Aprendió a conocer su tremendopoderíoysuceleridad,gobernadosporuntempleadmirable,porunespíritusensato,siatributotalpuedeconcederseauncaballo.Cuandoacariciabasucuelloenarcado,antesdeungalope,osussudorososflancos,despuésdelacarrera,apreciabalarazóndeserdelospotentesmúsculos.Uncaballofueparaellaalgodefinido.Brutuserauncamarada,unamigo,unamanteypodía llegaraserunsalvador.Animalsemejantedominaba el desierto. Su conocimiento de Brutas y su amor hacia él le hicieroncomprenderelanhelodelcaballistadecapturaraPanquitch y llegóaexperimentarellamismavivosdeseosdeverelrenombradocerril.

—¡Es a Brutus a quien debo este… conjuro! —murmuró Susana. Pero debíarenunciar a la satisfacción de saber «cuándo», «cómo» o «por qué» habíaseenamoradodeChaneWeymer.Todopudocontribuiraellosinpoderachacarloanadaenparticular.

La inherente lealtadmoralde lamuchacha,que lahabíaobligadoaconfesar laescuetaverdaddesudilema, la llevódespuésaotrasconsideracionesa lasquesussueñosysusanhelosestuvieronsupeditados.Habíansidodulces,vagos, imprecisosproblemas, hijos del naciente amor, pero ahora tenía que contender con el sentidocomún,noconelsentimiento.Ylainvadióunahorriblesensacióndesonrojo.

—¿Quiénes?…¡Uncaballistaerrabundo…enamoradodeloscaballossalvajes…ydelasmuchachasindias!¡Unsquaw-man!

Delomásrecónditodesualmaalzáronsevocesclamandoporhacerseoírporsuconciencia. Pero las acalló. Al comprender que amaba sin ser requerida, nicorrespondida, ahogó los impulsos nacidos de lo mejor de sí misma y se hizoimplacablehaciaelhombrequehabíaprovocadoen sucorazónaquel tumulto.Erapreciso ocultarlo, rehuir a Chane Weymer; acoger a quienquiera que, con sus

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atenciones,pudieseayudarlaadisimularsuhumillantesecreto.Aquellanoche fueSusanaconese ferozorgulloyextrañoegoísmode lamujer

que la llevabaahacerblancodesuvenganzaa la inocentecausadesus tormentos,almadelaalegretertuliacongregadaentornoalahoguera.Chess,aquienenparteconsiderabaresponsabledesuscuitas,estabatanalegrecomoelquemás.Arreboladoelrostro,chispeanteslosojos,sesentójuntoaManerube,hablandoyriendoconélcomohabíahabladoyreídocon losdemás.EntoncesChesssesosegósúbitamente.Apartándosedelafogatadioencontemplarlaconsorprendidaspupilas.

Susana se percató de ello. Y en ciertomodo le sirvió de acicate. Pero cuandoChane también se alejó en silencio, suverbosidadperdiómuchade su inspiración.Continuó, sin embargo, distrayendo aManerube, que respondió, animado con susrisasysusagudezas.Supadrelamirabacomplacido.OrareaccionótípicamenteantelavivacidaddeSusana.Noibaasermenosqueella.Yentrelasdos,Manerubefueblancodeuntorneoqueevidentementeaumentósucrédito.

Lanochefueavanzando.UnotrasotrolosmiembrosdelequipodeMelbernesedispersaronhastaquedarManerubesoloconlasdosmuchachas,yChess,alotroladodelahoguera,conlacabezaentrelasmanos.

Susanaadivinóqueesperabaqueellasemarchaseasutienda;queesperaría,pormuchoqueprolongaselavelada,ycuandonopudosostenermástiempolaficción,sepusoenpie,ydiolasbuenasnoches.

—Déjemeustedacompañarla,Susana—rogóManerube.—Gracias, no. Acompañe a Ora, le asusta la oscuridad—replicó lamuchacha

alejándose. Una vez fuera del radio luminoso de la fogata, sus pies parecieron deplomo.Chesslaalcanzó,ycogiéndoladeunbrazolahizoenfrentarseconél.

—SusanaMelberne,¿quécambioeséste?—preguntó.—¿Cambio?¡Ninguno!¡Ah!…¿Serefiereusteda…amibuenhumor?—Sí…,aeso…conManerube.—¡Oh, Chess!No creo que sea de su incumbencia indicarme con quién he de

distraerme,seaquiensea.—No, claro que no —replicó Chess mirándola hoscamente—. Pero ¡con

Manerube! ¡Antes no era usted así! ¿Observó usted lo que hizo Chane en cuantoempezósucoqueteoconManerube?

—Yonohecoqueteado…—declaróacaloradamenteSusana.—¡Bah!¡Claroquesí!,y…¡nolecuadra,Susana!¡Noes…usted!—¿Quiénlehadichocómosoyyoenrealidad?—interrogólajoven.Laevidente

censura, el sentimientodelmuchacho,arrancaronde sus labios loquepensaba, sintenerintencióndedecir.

—Algoextrañoleocurre,SusanaMelberne.Dígamequées.Porfavor,Susana…—Notengonadaquedecirle—replicóelladando,mediavuelta.Chesslasiguió,poniéndoseasunivelcuandollegabaala tienda.Estabanenel

raso,lejosdelosárboles.Élibadestocado,bañadoelrostroporlaluna.

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—¿Deveras?PiensequeanosotroslosWeymersólosenosagraviaunavez.—¿Deveras?Además,opinoqueesustedimpertinente.—¡Impertinente!—exclamó—. ¡Qué condenación le ocurre! Es la primera vez

quemelollama…Soycapazdetodo,contaldeevitarquepongalosojostiernosaManerube…comolohahechohoy…Prométamequenolorepetirá.

—¡Chess!¿Quéderechotieneustedacriticarmisactos?—Nocriticonada.Me limito apedirleuna cosa. ¿Quiereustedprometermeno

volveracoquetearconManerube?—No.Yniegohabercoqueteado,masaunqueasífuera…lorepetirécuandome

plazca—replicóapasionadamenteSusana.Lasdiversasemocionesdeldíalahabíanagotado.

Chessdiounpasoatráscomosilehubieseamenazadoungolpe.—¿VioustedlacaraaChanecuandosemarchó?—preguntóendistintotono.—No,pero¿amíquémeimportasuaspecto?—Supongoquenada—concedióChesscondignidadinsólitaensuvoz—,pero

yoselodiré.Chaneparecíasorprendidoy…terriblementeagraviado.Aborrecealascoquetas.

Susanaoyósalirdesuslabiosunaamargarisa.—¡Ah! ¡Vamos!… Sus simpatías dependen del color ¿eh? Según tengo

entendido…noestanrígido…otanindiferentecuandolacoquetaespielroja.—¡Susana…Melberne!—gritóChess.Una súbita cólera contra sí misma, contra Chess, contra Chane, se había

apoderadodeSusanayal aunarseaun repentinoaccesodecelos,provocó la frasecuyaviolencialepasmóaellamisma.

Locierto fuequeChesspalidecióa la luzde la lunay levantóunamanocomopara sellar los labios que habían zaherido el honor del hermano adorado. Susanaesperó el golpe, invitándolo, deseándolo, en el sonrojodelmomento.Mas el jovendejócaerelbrazo,tembloroso,inerte.Convisibleesfuerzoserehízo.

—Realmente no la conocía—dijo— y… le diré una cosa. Si no fuese por lapromesaquelehiceaChane…estanochemeemborracharía.

Y,volviéndosebruscamente,seinternóenelolmedo.¡Oh,Chess!…¡Notuveintenciónde…!—gritóSusana.Peronolaoyó.Seleoía

correr sobre las hojas muertas. Susana entró en su tienda y se desplomó en elcamastro—. ¡Qué he hecho! ¡Soy una bestezuela miserable!… ¡Quiero a esemuchachocomosifueramihermano…yleheofendido…!¡Quémirada!…¡Estabahorrorizado!…¡Yahoramedespreciará!…¡SelodiráaChane!…¡Yo…yo!…¡Oh,quédía,quédía!¡Semeparteelcorazón!…

Susanasiguiómontandoacaballodiariamente,aunquenoenBrutus.AbrigabalailusióndequesufingidaamistadconManerube,alengañaralosdashermanossobreel verdadero estado de su corazón, amortiguaría su dolor durante el proceso de lalucha. En consecuencia, se atuvo al plan concebido en aquella hora de su

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humillación.SihastaentoncessólosehabíainteresadoporeltrabajodeChaneyChessenla

arbolada ladera, desde aquel día extendió el alcance de sus paseos, siguiendo eldesarrollodelacercadeespinoartificial.Suladooccidentalzigzagueabaatravésdelvalle,arteramenteinterrumpidoparaengañaraloscerriles.Susanallevabaasupadrela comida, sirviéndole de diversas formas durante la ardua tarea que cada vez ledistanciabamásdelcampamento.

Laocupaciónlateníaenelcampodurantelamayorpartedeldía.Porlasnoches,entornodelafogata,continuabaprovocandolascrecientesatencionesdeManerube,aunquerehuyendoresueltamentelasoportunidadesdeencontrarseasolasconél.Ora,engallandolacabeza,habíaledichoconásperodesdén:«Pormí,puedesquedarteconBent Manerube y… ¡qué aproveche!», reanudando sus escaramuzas con Chess,gananciosa,alparecer,conelcambio.

Para Susana fue a veces insoportable rehuir las despectivas miradas delmuchacho, que rara vez se acercaba a ella, mas ¡cómo echaba demenos aquellaspequeñas atenciones suyas en las que nadie tenía inclinación o tiempo de pensar!Manerube no intentó ciertamente beneficiar su causa con amabilidades. Salvo adistancia.¡.SusananoveíacasinuncaaChaneWeymery,sinembargo,suspupilaslebuscaban de continuo! ¡Era amargo el verle, pero más amargo el comprobar suausencia!

Unanoche, durante la velada alrededorde la fogata, lamuchacha asistió a unaacalorada controversia sobre el proyectado rodeo de cerriles, próximo a darcomienzo.InicióladiscusiónMelbernealpreguntar:

—Bueno, y ahora que ya tenemos lista la cerca, ¿cuándo damos principio alacoso?

Como de costumbre, Manerube fue quien se encargó de contestar, aunqueMelbernesesabía,porlovisto,yadememorialasideasdesucaporal.

El núcleo principal de la conversación de Manerube formábanlo sus pasadasproezas; del futuro, salvo para alardear de sus resultados, tenía poco que decir.Aquellanoche,Melberne,viendocercanalaculminacióndesuempresa,evidencióalasclarassudescontentoconManerube.

—Lehe conferido a usted autoridadpara organizar este acosamiento—declaróconciertoénfasis—.Lomenosquepuedopediresquemedigacómopiensallevarloacabo.

—Nos desplegaremos por el valle ajorando a los cerriles hacia la trampa —replicóManerubeconimpacientegesto.

—¡Uh!¿Yesoestodo?—replicóMelberneconmayorsarcasmodelqueSusanahabíajamásadvertidoensuacento.Ensuspupilascentelleabaunfulgorajenoasuhabitualfranqueza.Seguidamenteinterpelóalvaqueromejicano.

—Alonso,¿quétienestúquedecirapropósitodeesteacoso?—ElseñorManerubenosabe—replicóelmestizo indicandoconunademánal

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caballista.—¡Cómo!—gritóMelberne enrojeciendo—. ¿Pretendes dar a entender que no

apruebasesacercadeespino?Elvaquero seencerróenunobstinadomutismo,mirando fijamenteaMelberne

comoqueriendosignificar,ajuiciodeSusana,queno,erahombreaquiensepudiesehacer hablar sin desearlo. Melberne, aceptando la sugerencia, repitió su preguntamoderandoel tono.Alonsoextendió lasnervudasmanos, cenceñascomo lasdeunindio,manifestandoqueel asunto era superior a su inteligenciay, por ende, eludíatoda responsabilidad. Instintivamente, Susana comprendió que el vaquero yManerubeeranantagónicos.

—Ea,Utah,túeresprácticoenlacazadecerriles—dijoMelbernealcaballista—.¿Quieresexplicarmecómodeberíallevarseacabo,atujuicio,elacosamiento?

—¡Vaya!Deningúnmodo—rezongóUtah.Melbernelanzóunaimprecación,arrojando,airado,alafogatalaastillaquetenía

entremanosyquelevantó,alcaer,untorbellinodechispas.—Nopreguntoesonieshoradehacergracias.Habloenserio.—Psh,boss.YosoycomomicamaradaTwayMiller.Haymomentosenlosque

nopuedohablarnienserionienbroma—replicóUtahdeliberadamente.Unaligerasonrisaanimabasuatezadorostro.

El convencimiento de que su padre, no obstante su abolengo tejano, distabamuchodeentenderasushombres,arraigóenelánimodeSusana.

—Escucha, Jim —prosiguió Melberne encarándose con Loughbridge—. Bienpensado, fuiste tú quien ajustó a estos… taciturnos ciudadanos. ¿Y si probases ahacerlesdesplegarloslabios?

—Aunadmitiendoquedesearaprobarlo,queno lodeseo,no loveopreciso—repusoLoughbridge—.ElplandeManerubemeparece«alpelo»yenmiopiniónleinfieresunagravioconsultandoalosdemás.

—Son muchas las, cosas que no ves, Jim —contestó Melberne con mayorsarcasmo—,pero…estamosmetidoshastael cuelloenestaempresay tenemosnopocoqueperder,oqueganar,enella.

—No perderemos nada —replicó Loughbridge—, salvo que a fuerza deimportunaratuscaballistasnosdejenplantados.

—Jake,veabuscaraWeymer—dijoMelberne—;adviértelequeesurgente.La obstinada persistencia de su padre dio a entender a Susana que algo le

preocupaba.Habituadaainterpretarlosrápidoscambiosdesufisonomía,leyóensusfaccionesmayor indecisión de la característica en él en situaciones que no le eranfamiliares. La deliberada apelación a Weymer parecía proclamar una falta deconfianza,másquerazonable,enlosdemás,y,especialmente,enManerube.Susana,amparadaporlasombra,esperó.Cuandollegaronasusoídoslasconocidaspisadasdel desbravador, ésta salía del la oscuridad, precediendo a Jake. En cuanto lamuchachaadvirtióelsombríofulgordesuspupilasantelafogata,sudecididaactitud,

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resuelta,aunqueprudente, la indefiniblesensacióndeautoridadqueparecíaemanardesupersona,adivinólosmotivosquehabíanimpulsadoasupadre.Eraunhombreenquiensepodíaconfiar.ElinstantedesullegadafuemenosdolorosoparaSusanaqueotrossimilares,porquepresentíaque,enunauotraforma,ibaaconvertirseenunaliadodesupadre.

—¿Quéocurre,Melberne?—preguntóChane.Lacarenciadechaquetahacíaquesus poderososmúsculos se revelasen conmayor libertad, como su recia figura deflexible talle y redondeadas caderas de perfecto caballista. Además, revelaba lapresenciadelbiricúconelrevólvercolgandoalladoderecho.EralaprimeravezqueSusanaleveíallevararmas.Unescalofríolarecorriódepiesacabeza.

—Psh, Weymer, no es que ocurra nada de particular —respondió Melberneponiéndoseenpiefrentealcaballista—,pero…tampocopuedodecirquenoocurra,exactamente.Heaquílacuestión…Hemoscasiterminadoesatrampadelaquetantoespero.Eléxitooelfracasodelaempresasuponenmuchoparamí.JimyManerubeaseguran que no puede fracasar.Ahora que estamos a punto de, ajorar, he queridocerciorarme.LehepreguntadoaManerubecuálerasuplanymecontesta,tanfresco,quedesplegarseyacosarvalleabajo.¡Nadamás!…PreguntoaAlonsosuopiniónymediceque«Manerubenosabe»y…estotienemalcariz.LehagoaUtahlamismapregunta y me sale rezongando sarcásticamente que es más tartamudo que TwayMiller.EsposiblequeseatodoellosimpleenvidiadeManerubeyque,poreso,noquieran apoyarle, y es posible que sea algo más. No estoy muy versado en lascostumbresdelosdesbravadoresdeUtah,peromepreciodeconoceraloshombres.Por eso le he hecho venir a usted. No le supongo capaz de permitir queresentimientospersonalesafectensujuicio.¿Esasí?

—Naturalmente—declaróWeymer—yaprovecho laocasiónparadecirquenotengoresentimientos.

—¡Uh!Mejorquemejor.Ustedentiendeencerrilesyentodocuantoconellosserelaciona. ¿Quiere hacerme el favor de decirme qué opina de ese acosamiento queestamosapuntoderealizar?

Sinlamenorvacilación,Chanecontestórápido:—Melberne,estoyaquíparacaballear,noparadarconferencias.Susana,siguiendoconvivointeréseldesarrollodelincidente,esperólainmediata

explosión de cólera de su padre. La respuesta de Weymer había sido claramentedespectiva,glacial.PeroMelberneestabasobresíysecontuvo.Seguíael rastrodealgoque,hastaenlosespectadoresdelaescena,sedejabasentir.Manerubecambiódeposicióndesasosegadamente.

—Verdad.Ésefuenuestrotrato—asintióelbossacercándosemásaChane—y,por lomismo,noestáustedobligadoadarmesuopinión,especialmentecuandoserefiere a un enemigo suyo.Mas…por otra parte, yo le he ayudado con alimentoscuandoestabadesfallecido,conunempleocuandoseconfesódesocupadoyporeso,dehombreahombre,lepregunto.¿Procedeenjusticiaquenomedigaloquesepaen

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prooencontradeesaaventura?—Procedomásqueenjusticia,Melberne—declarósignificativamenteChane—.

Seríamásdeloqueusted,uhombrealguno,pudieraesperardemí.Melberne recibió la respuesta como quien recibe unmerecido golpe físico. La

réplicadeChanehiriótambiénaSusana.NisudebernisuhonorobligabanaChaneWeymeraaprobar,oaservir, losplanesdeManerube.Además;suspalabras,fuesecualfuerasusignificado,encerrabanunasutilarrogancia.

—¡Uf!Comprendo—repusoMelbernehoscamente—.Estalvezquetieneustedalgoquealegarporsímismo.Siasíes…escucho.

—No,Melberne,notengonadaquealegar.—¡Maldición!La legítimadefensaesnatural—exclamóMelberneperdiendo la

paciencia.HastalaLeylareconoce.—Eneldesiertoel jarabedepicoesbarato—replicóChaneconfríodesdén—.

Yonolousonuncacomoremedio,pero¿nohanotadoustedquevoyarmado?—¡Uh! ¡Ya locreoque lahenotado!—dijoMelberne trocándose suacentode

impacienteenamenazador.Un inminente antagonismo era posible. El indiferente desdén de Chane corría

parejas con la temeraria incertidumbre de su padre. Chane demostraba tener unaaltivaideadeloqueerajusto.Melberneparecíavacilarentresusnocionesdejusticiaeinjusticia.Susanaadivinóqueenelánimodelosdoshombressealzabalacalumniaque seguía aChane comouna sombra. ¡Qué despectivo y reticente aparentaba ser,habidacuentadelaverdad!

—El hombre que cree demí lo que usted cree,Melberne, ha de saber que nopuede decirlo con palabras, a menos que quiera que yo le conteste con balas—declaróWeymeracerbamente.

AsíarrojóChaneelguanteentreambos.—Weymer—comenzóMelberne concisamente—. Con toda cortesía me invita

ustedaunduelo.—¡Bah!¡Parecementiraqueuntejanodigaesascosas!—exclamórápidamente

Weymer—. Demasiado sabe que le aprecio y le respeto. Lo último que se meocurriría hacer con usted es buscar pendencia. Lo que le ocurre,Melberne, es queaquíenUtah,desgarita.Susocio«de tresalcuarto»,Loughbridge,y su rufianescocapataz,Manerube,tienenlaculpa.¿Porquénoutilizaustedsumollera?

A no embargar a Susana tan extraordinario terror, habríale asombrado lasorprendente forma de apostrofar Weymer a su padre. Pero se limitó a abrirdesmesuradamente los ojos, temblando. Melberne miró a Manerube rápida yexpectantemente.Elsujetoseguíasentadoenelcírculoluminosodelahoguera.LaspalabrasdeChanelehabíanhechopalidecerhastalalividez,aunquesinarrancarleelmenor ademán. Lentamente, Melberne pasó los ojos a Loughbridge, esta vez conmenosexpectación.Enlasbovinasfaccionesdesusocionoviomásqueunaestúpidayenojadaexpresióndesorpresa,queprovocóunabrevecarcajada.

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—Me siento inclinado a excusarme por haberle hecho venir, Weymer —dijoMelberneconvozhosca,perocuyoacentode acerada frialdadhabíadesaparecido.Susanaexperimentóunasúbitasensacióndedesahogo,dealegría,deadmiración.Supadreera,enverdad,unhombre.

—Noesprecisoquesedisculpe—replicóChanevisiblementeablandado—y…mealegrodequemeentienda.

Siguiendo a las de su padre, palabras semejantes influyeron de tal modo enSusanaquesedejóllevardeunirreflexivoimpulsoemotivo.

—Chane—dijoacercándosealafogata—.Enmiopinióndeberíaustedcontestaralapreguntademipadre.

Yalanzadas,eranimposiblesderecogersuspalabras,comoimposiblerefugiarse,como anhelaba, entre las sombras que la habían amparado. Tenía que afrontar lasituación.

—SeñoritaMelberne,¿puedesaberse…porqué?—Yo…noséapuntofijo…porqué,pero…creo,queloharáusted.—¿Melopide…usted?—preguntóélconunacentoquelellegóalovivo.—Se lo ruego —repuso ella—, no soy partidaria de esa trampa de espino,

artificial.Sitieneustedalgunarazónqueladesaconseje…dígala.Siesposiblehaceralgoenbeneficiodelospobrescaballos…leruegoqueselodigaamipadre.

—¿SehaceustedcargodequeloquemepideesircontrasuamigoManerube?UnvivocarmíntiñólasmejillasdeSusana.¡Cómobendecíalasemioscuridad!—PiensoenloscerrilesynoeneléxitooelfracasodelseñorManerube…oen

losbeneficiosdemipadre—replicóconunasomodeacaloramiento.Sepercatódelapresenciadealguienasuespalda. ¡Chess!Habíapresentidosupresencia.Debiódeestarescuchándola.Alvolverseamirarle,élseadelantó,ciñéndoleconunbrazolacintura.

—Chane,Susanatienerazón—dijoenaltavoz—.Dilealbossloquemedijisteamídeeseacosamiento…,delacarniceríaqueresultará…

EnaquelinstanteManerubesepusoenpie,presadeinconfundibleagitación.—Melberne, ¿soy acaso un cuatrero para verme en el trance de oír lo que he

oído?—preguntó.—Verdaderamenteesunpocofuerteparausted—declaróperplejo,Melberne—,

mas no por eso ha de perder los estribos. Si su método tiene las ventajas quepretende,nodebetemerlaopinióndelosdemás.

ChanehabíavueltolaespaldaaManerubeycontemplabaaChessyaSusanaconunaexpresióndeirónicodivertimiento.

—Estaparejaparececoncedermegrandesvirtudes,Melberne—dijosonriendo—.Por lo visto debo interesarme por la buena suerte de su equipo cuando todos, susmiembrosmedesprecian.

—Weymer, he hecho lo posible por atenerme a los caballos, descartandocuestionespersonales—replicóMelberne.

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—Algúndíahablaremosdecuestionespersonales,Melberne—repusoChane—,yahora…¿quéquiereustedsaber?

—Suopiniónacercadelacosodecerrileshaciaesatrampadeespino.—Esunmétodocruel,sanguinarioycobarde,quetuvosusprincipiosenNevada.

Conélsecazadoblenúmerodecaballosqueconcualquierotro,matándoselamitade inutilizando amuchospara siempre.Nodebería ponerlo enpráctica, pero si estáresueltoahacerlo,queseadedíaynoalaluzdelaluna,comoquiereManerube.

—¿Porqué?—Porqueelnúmerodecaballosqueseharánirreparabledañoserámuchomayor

denoche.—¡Uh!¡Algoasímesuponía!Y¿cuántosanimalescreequepodemosentrampar

enunacoso?—Trabajandoaprisa,unosdosmil.—¡Dosmil!—exclamóMelberne—.¡Nohablaustedenserio!—No es cosa de broma,Melberne. Esmuy serio,muchomás de lo que usted

supone.—Medejaatónito. ¡Dosmil jacosenunacoso! ¡Un trencompleto!Lospodría

facturaryvendertodos,Weymer.—Vaustedequivocado.Podríavenderun trencompletosi lograseembarcarlos,

peroesimposible.Téngaseporsatisfechosi,cuandolleguealferrocarril, llevaciencabezasencondicionesdeembarque.

—¿Cómoeseso?—preguntóincréduloMelberne.—¿No le ha explicadoManerube el procedimiento?—replicóWeymer con no

menorincredulidad.—No; dice simplemente que los cacemos y los acosemos al ferrocarril para

embarcarlos.—Parecefácil.Peroeslafaenamásdura,másrepulsivaymásrastreradecuantas

puede realizar un desbravador —continuó Chane con creciente arrebato—.Supongamos que ya tiene a sus cerriles encerrados en el primer corral de espino.Bien. Vamos allá al amanecer y abrimos el portillo de paso del corral grande alpequeño, dejando entrar a algunos caballos. Entonces ponemos manos a la obra.Cincohombresquesepansuobligaciónpuedenhabérselasconuncerril,perosieteacaban antes y mejor. Le laceamos, le derribamos y cayendo sobre él leinmovilizamos.Unodenosotros,doblándoleunadelasmanosporlarodilla,selaatafuertemente.Luegoselesuelta,yaotro.Cuantomásnosapresuremos,mástiempoquedaráparalaconducciónalembarcadero,yaquehayquetenerlosallíelmismodíaquese leshaatado.Poreso trabajamoscomonegrosdesdequesaleel solhastaelmediodía y emprendemos lamarcha con un centenar de cabezas.Un cerril de trespatasesdificilísimodeajorar.Correncasitanrápidamentecomoconcuatro.Algunossenosescaparán;otros semataráncorveteandoyyéndosea laempinada.Lamanoatadasecongestionaconfrecuencia,causandoterriblesllagas.Niquedecirtienequeal llegar al embarcadero hay que desatarlos en seguida. Muchos de los jacos,

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indemnes a primera vista, presentan luego síntomas de gangrena y hay queapuntillarlos.Y ésos no los pagan. Bien. Luego de haber embarcado los restantes,vueltaalcampamento;unpardehorasdedescansoyalamanecerotravezalavío.Me atrevo a decir que con tres días sí tendrá usted bastante. Los animales quequedaronenloscorralessehabránhechotrizascontralacercadeespinoartificialsiesquenohanconseguidoecharlaabajo;aunencorralesmássólidosquelossuyosesdifícilmantenertantocaballopormuchotiempo…yahítieneexplicadoelmétododeManerube,Melberne.Es…infernal.

Un largo silencio sucedióa laspalabrasdeWeymer, atestiguandoel efectoquehabíancausadoensuauditorio.TodaslasmiradasgravitabandeChaneaMelberne,quiennoparecíaporsupartemuyinclinadoahablar.Susanacreyóadvertirunaligerapalidezenelbronceadorostrodesupadre.

—Loughbridge —dijo finalmente a su socio—, abandonemos esa idea de latrampadeespine.

—¡Deningúnmodo!—vociferóLoughbridgeconfrenesí—.Casodeque túnoquierasseguiradelante,reclamoladevolucióndelamitaddeldinerodelequipo.

A mí no me convence tanta palabrería, y, además, ya se sabe que no puedencazarsecerrilessinquealgunosdeellosseestropeen.Essensible,perotambiénloshombres padecen y… venimos a hacer negocio, ¿no? ¿Qué diablos importa quematemosunparodosdejacos?

Melberneelevólosbrazosalcieloconademándeimpotencia.Ensusemblanteseretratabalarepugnancia.

—A acostarse todo el mundo —ordenó, cogiendo a Susana por un brazo yalejándoseconellaendirecciónasutienda.

Tan rendida estaba la muchacha, que aun apoyada en su padre se tambaleó alandar.Leflaqueabanlosnerviosylagráficaexplicacióndelacapturadecerrilesporelbárbaroprocedimientohabíacolmadolamedidadesuresistencia.

—Pequeña—comenzósupadre,cuandosedetuvieronantelatienda—;nosabesloquemealegrodequehicierashablaraWeymer.Anoserporti,nonoslohabríadicho nunca; pero te tiene afecto y… le conquistaste. Reconozco que estoypreocupado,Susana.Notansóloporesodeloscerriles,sinopor lasrencillasentrelos hombres del equipo. Loughbridge es un buen amigo y un mal contrario. EseManerube empieza a darme mala espina. No convence. ¿Puedes tú figurarte a untejanotragándosetodoloqueWeymerdijodeéldelantedenosotros?EsunblancoyWeymer…mecausó sonrojo,Susana…merezco todo loquemedijo.Quizáshayatonteado con las squaws indias, pero, entre hombres, es cabal y peligroso. Estoypreocupado, muchacha. A muchos les hierve la sangre y no me extrañaría quecorriese…

—No tepreocupes,Dad—replicóSusanabesándole enunamejilla—.Todo searreglará. Siempre has sido justo, equitativo y leal. Si el acoso de cerriles resultaser…loquetememos,connorepetirlo,enpaz.Tehanobligadoaello,primeroJim

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Loughbridge y después, Manerube… y, sobre todo… Dad… evita que ChaneWeymerlesbusquependencia.

—Noestáenmimano,muchacha—replicósupadre—,pero…harécuantodemídependa.Buenasnoches.

Susanaseacostó,haciendodesesperadosesfuerzosporacallarlapersistentevozinterior que se alzaba endefensadeChaneWeymer. ¿Qué importabaque supadrecomenzaraadepositarsuconfianzaenaquelreciocaballistaalaantiguausanza?Queera temerario, no cabía duda; así como que en momentos de peligro, o de duda,hombresymujeressesentiríanatraídoshaciaél.Sedestacabaconspicuodelamasacomún del equipo, mas, para Susana, sus cualidades, aun aquellas que desde sullegada a StarkValley se habían puestomás de relieve, estaban emponzoñadas deraíz.¡Squaw-man!Lasolaideacubriódelcarmíndelavergüenzasusmejillas.Peroapesar de todo, la tenaz voz interior persistía, aconsejándole esperar… observar…suspender juicio… ser tolerante… concederle el beneficio de la duda… alegarcircunstanciasatenuantes.La inevitablesoledaddeldesbravadordesértico…anhelodecompañíafemenil,elcorazóngrandeyafectuoso,lasimperiosasexigenciasdelanaturaleza, la ruda vida de los baldíos, la influencia de la proximidad… incluso elamor… todas y cada una de estas razones pasaron por la mente de Susana,implacables, poniendo a prueba su entereza, rindiéndola, hasta consumirse en elfuegoabrasadordesuorgulloydesuscelos.Mas…unacosaeraperdonar,yotra,amar.TanimposibleleseríadejardeamaraChanecomoperdonarle,yenlalucha,labalanzaoscilaba,minandoydebilitandosutemple.

Los caballos que en los últimos tiempos había montado no complacían a Susana.Brutuslahabíaacostumbradomal.Cuandoleveíaenelcampamentoyengallabalamagnífica testa con aquélla su brillante mirada, relinchando al verla, el deseo devolverloamontareracasi irresistible.Encambio,probabaestepotroyaquél,parahallartaninsípidoalunocomoalotro…

Lavísperadelacosamiento,cuandolacercaestuvoyaterminada,fuearecorrerlacon una nueva montura. Le pareció manejable y dócil y pronto se disiparon losrecelosqueenunprimermomentollegaraasentir.

En el valle, bandas de cerriles tachonaban la verdura; movedizas las unas,pastando inquietas las otras, ajenas todas a la conjura que contra su libertad setramabayalaexistenciadeaquellasmillasdealambreerizadodeagudaspúas,queseextendíacercandosusdominios.Susanalascontemplóconlástima,anhelandoquealgoleshicierahuirdeaquelloslugaresantesdequefuesetarde.

PocoapocofuerodandohaciaelOestehastallegaraunparajemuyaccidentado,quequisosalvar,conideadeganarloscontrafuertesdelvalleyseguirlaladeríahastasu confluencia con lamontaña, cerca del campamento. Su caballo tropezó en unaregata,y,alcaer,laarrojóviolentamentecontraelbordeopuesto.

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Elchoque laaturdió,aunquesinhacerleperderelsentido.Permanecióen tierraduranteunosmomentos,insensiblealprincipio,ydándosecuentaluegodeunagudodolorenlarodilladerecha.Apocoserehízolobastanteparaincorporarse,yalpalparelcontusomiembro,laviolenciadeldolorfuetal,queacarreóuninstantedepánico.Temió una fractura.Mas poco después vio que, a pesar del dolor, podía doblar larodillayaquellolatranquilizó.

Aldisminuirlaintensidaddelsufrimientosepusoenpietrabajosamente,mirandoa su alrededor. Su montura no estaba a la vista. Susana experimentó verdaderaangustiayretorcíaselasmanospreguntándosequéhacerensemejantetrance,cuandodistinguióunhombreacaballoqueseacercabaporelmismosenderoqueellahabíaproyectado tomar. Profundamente aliviada en su congoja, la muchacha,desanudándoseelpañueloquellevabaalcuello,loagitóenelaire.Pero,alparecer,eljinete la había visto antes ya de su tentativa de atraer su atención, y en aquelmomentoreconocióaBrutusyasujinete.

—¡ChaneWeymer!…—exclamóconsúbitocambiodeemociones—.¡Teníaqueserél!…¡Peorsuertequelamía!…

Alsaltar lasbarrancas,elanimalalzabanubesdepolvoconlaspatas.AntesdequeSusanapudieserecobrarsucompostura,sedetuvoanteella,alaparqueeljinetesaltabadelasilla.

—¿Qué ocurre? —preguntó, reconociéndola de los polvorientos pies a ladesmelenadacabeza.

Elexperimentarunasensacióntanplacenteracomoparaamortiguarhastaeldolordelarodilla,impusoaSusanaaextremarsuperversidad.

—Nadadeparticular—replicó—,estoy…admirandoelpaisaje.—Halloradousted—dijo,élacercándose—y…sehacaído.¿Estáherida?—Enmivanidad,nadamás.Lamiróindeciso,preguntándoleporsucaballo.—Sehaido,y…¡ojalánolevuelvaaver!—¿Ledejóustedescapar?—preguntóChane.—Meparecequesefuesinconsultarme.—Enfin…,loesencialesquenosehayalastimado—prosiguióseveramente—,

pero… no debería venir por estos lugares sola. Tal vez contaba encontrarse conManerube.

—Aunque no sea cosa suya—replicó engallando la cabeza—, le diré que nocontabaconnadadeeso,sibien…lohabríapreferidoaencontrarle…austed.

—Vuelva al campamentomontada enBrutus—dijo él haciendo casoomisodesuspalabras—;acortarélosestribos…SeñoritaMelberne,lediréasupadrequehaceustedmuymalalejándosetanto.

—Meesigual.Dígaleloquequiera,contaldequevayaalcampamentoyenvíeaalguienaquíconunacarreta.

Viodesaparecercomoporensalmoelceñoquefruncíasuentrecejo,yaldarun

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pasohaciaellanopudoafrontarsuspupilas.—¿Sehalastimadousted?—repitió.—Sí. La rodilla… no está fracturada, pero… me duele muchísimo y se está

inflamando…Nopuedo…montar.—Yolallevaré—dijo.—No,no,vayaalcampamentoyenvíeaalguienconlacarreta.Peronoalarmea

mipadre.—Antesdequelacarretapudieseestaraquíseríadenoche.Además,aestelugar

nopuedeacercarsenadaconruedas.—¡Oh!¿Quévoyahacer?—gritóSusana.—Muchotemoquetendráqueresignarsealahumillantenecesidaddequeyola

lleve—replicóponiendo,ensuspalabrasunasomodeironía.—Noloconsentiré—declaróSusana.—SeñoritaMelberne,leaseguroquenotengoelmenorinterésenllevarla,pero…

está cayendo la tarde y su familia empezará a inquietarse. No puedo dejarla aquí,sola.Y…nohayotrasolución.

—¡Me…es igual!—gritóSusanasucumbiendoaldolorya lamortificación—.Prefiero…morirmea…queustedmelleve.

—¡Quécaráctertanamabletiene!¡Nadielodiría!Inopinadamentepasóunamanopordebajodesusbrazosy,levantándolaenvilo,lapusoconsuavidadenelbordedelabarranca;tanhábilytandecisivafuesuacción,queSusanasólotuvotiempodedarunrespingodesorpresayderesentimiento,queélledevolviócentuplicado.

—No soy una víbora… ni un mormón… —dijo acaloradamente—. ¡Estésequieta!Sisedebateyselastima,nomeloreprocheamí.

Susananoabandonóellugarenelquelahabíacolocado,porlasencillarazóndequeledolíademasiadolarodillaparaatreverseamoverla.ChanemontóenBrutusylollevóporlabarrancahastadondeestabalamuchacha.

—Tendré que colocarla detrás, en la perilla—dijo, inclinándose desde la sillapara cogerla. Supongo que procederá con sentido común. Si hace la niña malcriada…peorparausted.

Susanaparecíaunaestatua,conlacabezagacha.Pero,podíaversusbrazos,unodeloscualespasóporsucinturayelotrobajolasrodillas.Apesardeladulzuraconquelalevantó,lapresiónyelcontactolahicieronestremecerdedolor.Luegosevioentresusbrazos,conlacabezaapoyadaensuhombro.

—¡Brutus, muchacho!, pisa ligero —díjole al caballo—. Llevamos preciosacarga.

Ella cerró los ojos, no tanto por efecto del dolor, como por lo insólito de suposición. Notó que Chane variaba el asidero de su brazo derecho para evitar elcontacto con la pierna lesionada. Luego comenzó a sentirse mejor. Sus brazosformaban una especie de cuna, contrarrestando casi totalmente el movimiento delcaballo.Siguióconlosojoscerrados.Imaginabaquesiéllasorprendíamirándole,su

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vergonzoso,secretoquedaríarevelado.¡Quémomentosmásinterminables!Weymerno,desplególoslabios,niposósobreellasuspupilasunasolavez.

Estabaentresusbrazos,¡enbrazosdeChane!,ynopodíaevitarlo.Lamonstruosarealidad se le apareció repentinamente. La secreta emoción que tanto despreciabaparecíacomplacerseenrecalcarelhecho,llevandolaabrasadoraverdadcomofuegocandente por sus venas, lanzando mensajes estremecedores a sus nervios. Estabaentre sus brazos… complacida, vergonzosamente complacida. Era vano pretendermentirseasímisma.Desdelasúbitatransformaciónquelahizomujer,suamorporélhabíaidoacrecentándosepordías.Suamor,queluegodedominarsuacerbo,salvajeyperversoespíritu,ahorasemofabadeella.

Concadavaivéndelcaballo,surostrorestregábasecontraelhombrodeChane.Sentía la vibración de los músculos, el ardor de su sangre, y con el contacto, sumejillaseenardecíatambién.¡Estabaperdida!Lossufrimientospasadoseranbaladíescomparadosconlatormentaqueenellasedesencadenaba…abrumadoramentedulce,inconquistable, terrible. Las hasta entonces ignoradas fuerzas de su traicionerocorazónhabíanreducidoacenizassuorgullo.

RumordevocesobligóaSusanaaentreabrirlospárpados.Eradenoche.Brutashabíasedetenido.

—¡Nohayquealarmarse,Melberne,nohayquealarmarse!—decíaChaneconsosegadoacento—.Encontréasuhijaenlaparteoestedelextremodelacerca.Sucaballolahabíaderribado,escapandoluego.Y…lahetraído…¡Cuidado!…¡Nolasacudáisdemasiadoalcogerla!…Afortunadamentenoes seria la lesión,aunqueesunmalsitio…

—¡Susana!… ¡Muchacha!… ¿Es cierto lo que dice…?—preguntó roncamenteMelberne,recibiendoaSusanaensusbrazos.

—¡Oh,Dad!…Vengoterriblementeherida—gritóSusana—,pero…sóloenmissentimientos.

—Muy pálida estás… y opino que no dices la verdad…: ¡Mujer, ven acá!…Nuestrachicasehahechodaño.

Levantólosojos,delajovenalcaballista.—¡Uh!¿Demodo,Weymerquelaencontróusted…porcasualidad?¡Vaya,vaya!

…Medejaatónito.Suspalabrasnoparecíanagradecidas,perosuacentoeradeinfinitagratitud.

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X

Apuntaban losprimeros alboresdel nuevodíapor elEste, cuandoChaneWeymer,ChessyAlonsosalierondelcampamentohaciaelsombríoymelancólicoyermodeStarkValley,paraparticiparenelprincipiodelgranacosamientodeMelberne.

—SupongoqueledebemosaManerubeeltenerquedesempeñarlomásrudodelafaenadehoy,¿eh,Chane?—selamentóChess.

—Probablemente,pero¿dóndeestáladiferencia?—replicóChane—.Seráundíadecaballear,aunquenopeorqueeldeUtah.Bienpensadoprefierotenerquecubrirelllano del valle a la región quebrada del Oeste, y en todo caso, cuanto más duro,mejor,hastaqueacabemosconelmalditoasunto.

—Opinasqueunsoloacosobastaráalboss,¿eh?—Estoy seguro.Melberne es una persona decente,Chess. Si hubiera sabido lo

queeraelespinoartificialnohabríaacometidonuncaestaempresa.—¿Ysiesunéxito?Elbosstieneempeñoenhacerdinero.—Aunque la operación le reportase diez mil dólares, no la volvería a repetir.

Confíoensuhija.Noledejará.—DesdehacepoconoestoytansegurodeSusana—replicópensativoChess—.

Undíaestádeunmodo,yalsiguiente,deotrodistinto.Pero…quedésorprendidolaotranoche,cuandoseencarócontigo.¿Túno?

—Muchacho,melohaspreguntadoyadosveces—dijoChaneintentandollevarla conversación por camino diferente al que Chess tomaba con preferencia. NoporquelecansasenloselogiosylasalabanzasaSusana,sinoporqueconstituíayaunaobsesiónenChess.

Tardeotemprano,Susanaseríasuhermana.Ycuandoelnombredelamuchachasalíaarelucir,queerainevitablementecadavezqueChessteníaocasióndedespegarloslabios,consciente,einconscientemente,volvíaalpronósticoqueparaChaneeradoloroso.PeroWeymerseguardabamuchodedeplorarlarománticaybellapasióndesuhermanoporSusana,yaquelacreíalacausadelfavorablecambioexperimentadoporelmuchachoensudesordenadavida.ElsentimientodeChaneeraegoísta.Parasu desgracia, desde que por vez primera se posaron sus pupilas en Susana, habíasentidoveneraciónporella:aunquesusensueños,siensueñoshabíaenaquellarudaépocadesuexistenciadesértica,jamásosabanllegarniallímitedelasencantadorasdivagacionesdeChess.

—¡Caballos,señor!—dijoAlonsoseñalandoconlamano.—Sí; es la primera manada —asintió Chane mirando a través de la opaca

semioscuridad a ciertas sombras equinas que se movían como espectros—. Demomentosupongoqueecharánvalleabajo.

—¡Sí,señor!—dijoelmejicanoenespañol.Pusieron los caballos al trote, siguiendo los bordes del ovalado valle. Lamasa

negrade lassierrassealzabasobreellascoronadaaúndepálidasestrellas.Elvalle

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mismoibaperdiendosudensidaddeespacio, reaccionandoa la influencia invisibledel manto gris que se alzaba al Este. Era un amanecer de escarcha, glacial, y loscascosdeloscaballossonabancomocampanasdeplatasobrelaspiedras.

Chesshabíaextendidouncigarrillo,comosiemprequesuhermanoseresistíaacompartir su tópico favorito de conversación. Su montura, inquieta y nerviosa,requería tiento. Como las demás, se resentía de los días de inacción precedentes.ChanevioaBrutusaguzardevezencuandolasorejas,comoenesperadelaordendemarcha, aunque el animal jamás malgastaba energías. Su paso largo lo manteníafácilmentealaalturadelosotrosdos,noobstanteiraltrote.

Apesardeltormentodesuinconfesapasiónydelamáculaquesobresunombrehabíaechadoconsuscalumniasuncobardeembustero,lasreflexionesdeChanenoeran, en conjunto, sombrías. Sabía, sin que nadie se lo hubiese dicho, lo queMelbernesuponíadeél.SabíaexactamenteelconceptoenqueSusana le tenía.Noera laprimeravezque leacaecíacosa semejante, aunquenuncaconpersonascuyaestimaciónycuyoafectoanhelase.Pero,porencimadetodo,estabaelhechodeque,gracias aMelberne, sentaba la cabeza Chess, especialmente gracias a Susana, quehabía convertido enotro almuchacho.Por eso sólo,Chane les serviría agusto, entodo,yenlaservidumbrehallabaciertafelicidad,laúnicaqueenmuchosañoshabíaexperimentado.Mastantaerasualtivez,tanhondalaheridaqueladesconfianzadeaquéllos a quienes en horas de angustia había recurrido causara en su alma, quesentíase incapazdepresentarseaMelbernesinserrequerido,oantesdeprobarqueManerubeeraunponzoñosoáspidocultoentrelahierbadesufanfarria.¿Cómopodíadecir:Melberne, esedescastadomormónes, en realidad loquehahechocreerquesoy yo? ¡Imposible afrentar a Susana con la verdad! Cierto que su padre parecíainclinarsehaciaél,indecisoyreceloso.¡Quéloaveriguaseporsímismo!Yencuantoalahija,queincomprensiblementedemostrabaunaparcialidadporManerube…pocoimportaba lo que pudiese creer. Chane, aunque curtido en la adversidad, hallabasoportablesuordalíamercedalevidentecambiodesuturbulentohermanoChess.

Mientrasloscaballistasavanzabanporelvalle,laoscuridadfuecediendoelpasoaunopacovelogrisqueseesclarecía,amedidaque,porelEste,apuntabaeldía.Untenue resplandor rosado fue apareciendo y acentuándose. La grísea semioscuridadbatióseenretirada,vencida.Elalbailuminóelvallenetamente,debastiónabastión,hasta los remotos confines de la Meseta del Caballo Cerril. Bandadas de potrostachonabanelescarchadosuelo,prestándoleunsingularencantodeselvatiquezydebelleza.

—¡Alerta!—AvisórepentinamenteChane.Sedetuvieron,aldesgaireenlassillas.Delasescarpadasestribacionesdelvalle

llegóhastaelloselpenetrantegamitidodelreno.—¡Aprovéchateahoraquepuedes!—exclamóChane—.Prontovendráelhombre

aacosaryaperseguiratushermanosdeldesiertoyentonces…tellegarálavezatitambién.

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—¡Ahí está… cerca… en el extremo del cerro…! —dijo Chess—. ¡Son másmansosqueloscerriles!

—Porque en estos parajes aún no conocen al hombre—replicó su hermano—.Despleguémonosparaempezarelacosamiento.Hayquemantenerseaunamilladedistancia unos de otros. Mientras ajoráis, id disparando y gritando y cuando unamanadapretendapasarentrevosotros…agalope.

Chane quedó solo. Mientras daba tiempo a que sus camaradas llegasen a susrespectivasposiciones,recorrióconlavistaelvalle.Lopoblabanmanadasdecerrilesen número superior a lo que suponía en lugar tan apartado del centro. Tal vez lashabíanahuyentadodurantelaereccióndelacerca.Eldesbravadorpodíavislumbrarla confusa línea de cerros donde las dos partes de la alambrada convergían en loscorrales.Parecíandistarunasdiezmillasomás.TodalafuerzadeMelberneestabaenelcampo,desplegadaporelvalle,ylamisióndetodos,ydecadauno,erairdeacáparaallá,pero siemprehaciaabajo, empujandoante sí a loscerriles.Hastaque losanimalesnoseviesenavariasmillasdesushabitualespastos,noseríarudalatarea.

Alirprogresandoelacosamientovalleabajo,loscaballistasiríanestrechandosusposicionesendirecciónalatrampa,convergiendofinalmenteenelvérticedellargotriángulodealambre.

—¡Maldita idea!—murmuró Chane—. ¡Ojalá hubiese tumbado aManerube eldíaquelocogíconSosie!

Noeralaprimeravezquelaideahabíacruzadosumente,sibiensiemprehabíalarechazado al punto. Mas no podía evitar su repetición. Al correr del tiempo fuepercatándose de que algo anormal había en su situación con respecto al resto delequipo de Melberne. No porque se le dijera abiertamente nada. Las brevesobservaciones de Chess sobre la llegada al campamento deManerube habían sidoindiferentes, acaso demasiado; pero Chane sabía que su reputación estaba enentredichoyquenadiemásqueManerubepodíaserresponsabledeello,jamáshabíasentidoencampamentoalgunoplanearsobreélsombrasemejante.YrevolviendoeltemaensumentereconocíaqueporamoraChess,nodeseabaahondarenelasunto.¿Qué podía importarle las habladurías de personas de la calaña deManerube? Elsujetoseveríaprontocogidoensuspropiasredes.Pero…elquehubiereunamujerdepormediohacíamásdolorosalasituación.

Doseventos sedestacabanprimordiales,a juiciodeChane:Primero,elhaberseenamorado de Susana repentinamente, y segundo, el adivinar que la muchachaaceptaba, como cierta, una apreciación falsa de su carácter. La segunda ocurrenciaconvertíalaprimeraenalgodequeavergonzarseprofundamente,algoquecombatirconlamismavehemenciaquehabíacombatidootrascosasdesuvida.Pero…cuantomásintentabaolvidaralajoven…másseacrecentabasuamor.

—Nopienso sino en ella—soliloquió, atónito, al reconocerlo—.En fin… seráuna complicaciónmás… tal vez beneficiosa paramí.Ella no ha de saberlo nunca.SeguiréconelequipohastaqueSusanaconozca laverdadsobreManerube,queno

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tardará.TardeotempranocompareceráporaquíToddyNokiny…¡serácosaderisa!Lasituacióndarágusto,aunque…noquisieravermeenelpellejodeManerube.

LlegóelmomentoenqueChanevioaChessalinearseconélaupasdosmillasyAlonso más allá, a la misma distancia. Por el Este, hacia el campamento, eldesbravador distinguió a los caballistas tomandoposiciones y pocodespués, al verque se ponían enmovimiento como obedeciendo una orden, emprendió el caminohaciaelSur.

Aunqueen lascercaníasnosedivisabaniuncerril,Chanedistinguióa lo lejosbuen número de ellos. Una manada dispersa comenzó a trotar a una media millafrenteaChess,yotronutridogrupopretendióescabullírseleaAlonso.Lospicadoresemplazados al oeste de Chane tendrían que cubrir considerable distancia antes deestablecercontactoconlasmanadas.

Brutus resentía el freno. Parecía prever una carrera en competencia con sussalvajes hermanos y aun obedeciendo el mando y la voz de Chane, manifestórepetidamentesuimpaciencia.Además,leeradableverantes,ymejorqueChane,aloscerriles.

—¡Cómo te gustaría estar entre esos potros! —dijo el desbravador—. ¡Meavergüenzodeti,Brutus!

El jovenatisbabasincesardeEsteaOeste,afindecalcularcuándoentraríaenacción.Transcurridocosadeuncuartodehora,vioaAlonsogaloparparaentretallarelpasoaunamanadadecaballosdeclaropelajequeintentabahuir.ChanedetuvoaBrutusparamejorseguirlosincidentesdelapersecución,yobservóqueChesshacíalopropio.Ensuopinión,suhermanotendríaqueintervenirsindemoraayudandoaAlonsoaatajarelpasoalabanda.PerolainactividaddeChessparecíadebidaaestarmejor situado que Chane para apreciar su conveniencia, ya que continuó inmóvil,acechando, mientras Alonso interceptaba a los cabecillas de la manada,ajorrándolos[34]valleabajo.

Chanereanudósulentoavance.Anoserporsuconvencimientodequelafaenase convertiría en breve en una brutal operación el desbravador hubiérase deleitadocon ella. En el caso presente contemplaba las distantes manadas con emocionescontrarias…deefectoyadmiraciónporsulibertadylástimaporsuinevitablesino.

Habríapodidoprecisarelmomentoexactoenelqueelcaporaldelabandaespiósu presencia, al engallar la cabeza. Erguido, inmóvil como una estatua, pausó uninstante, corriendo luego hacia sus huestes, excitándolas con sus relinchos,corveteando,brincando,galopandountrechoanteellasparadetenerseotravez.Pocodespués, varios centenares de cerriles, formando una docena o más de bandasdistintas,sepusieronenmovimientoporelvalle,anteChane,caminandohaciaelSur.Unenormesemental,másaudazquesuscompañeros,trotóhaciaeldesbravador,sedetuvo a mirarle, reanudando su trote en dirección contraria, cuando se huboconvencido de que era uno de los implacables: enemigos de su raza: un hombre,quienmontabaaBrutus.SupenetranterelinchollegómuyapagadoaoídosdeChane.

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Girando sobre sí mismo, como sobre un eje, tomó el galope tan raudo y tandesenfrenado,queChaneadmirabaenloscerriles,yuniéndoseasumanadasalierontodos levantando enorme polvareda en el valle, perdiéndose de vista a los pocosmomentos.

—¡Cerrildeveras!—murmuróelpicador—,peroapostaríacualquiercosaaquenacióenladomesticidady…niBrutusniyolehemos:sidosimpáticos.

Prosiguió su camino, y su interés por el acosamiento se fue acrecentando alavanzar.Eraimposiblemiraratodaspartesalavez,ycomolasmanadasibandeacáparaallá,vallearribayvalleabajo,trotandounasyalgalopeotras,eradifícilseguirlosmovimientosatodas.Elambientesellenódepolvo,formandoremolinos,queadistancia recordaban la estela de humo dejada por un tren en marcha. Cubrían elvalle,atrechos,salvias,matorralesyhierbayaagostada,yalpasarunamanadaporlosparajesmenosfértiles,suscascosalzabannubarronesdeamarillopolvo.

Brutuslanzóunrelincho,sacudiéndosebajolasilla.Chanesevolvióydivisóunahileradecerrilesagalope,queintentabanganarelclaroexistenteentresuapostaderoyeldeChess.A la sazón,elmuchachogalopabaendireccióncontrariaparaatajarotrogrupo.

Unapalabrayun ligeroacicate fueronsuficientesparahacerentrarenacciónaBrutus. Un cuarto demilla de galopada le bastó para ponerse tan al frente de losfugitivoscerriles,quecomenzaronaregatear.Sucabecilla,unpotroblancosalpicadodenegro,mássalvajequeuncorzo,lanzóunvibranterelinchodecóleraydeterror.Sus crines y su cola ondeaban al viento. Mientras corría paralelo a Brutus, sussecuaces, tal vezmás tímidos, fueron desviándose hacia la derecha, hasta llegar aponermásdemediamillaentreambos.Chaneaprecióconorgulloque,noobstantesu carga,Brutus eramás raudoque el cerril. Pronto consiguió atajarle, ajorrándolehacialosdemásy,apoco,todosibanvalleabajoagalopetendido.

Cumplidasumisión,eldesbravadorsofrenóaBrutus,volviendoaltrotesobresuspasos,afinderecobrarunaposiciónlomásequidistanteposibledeChessporelEstey del jinete más: cercano, por el Oeste. Una simple ojeada en ambas direccionesconvencióaldesbravadordequehabríaserequeridodoblenúmerodecaballistasparaencaminartamañonúmerodecerrileshaciaelvérticedelacercadeespino.Duranteel breve lapso de su ausencia de la posición, una pequeña manada la habíafranqueado,galopandohacia elNortedesesperadamente. ¡Cuántabelleza encerrabasusmovimientos!Parecíaimposiblequeexistiesenadamásveloznimáslibre.Chanesealegrabadequehubiesenburladosuvigilancia.

Demomento,suúnicaocupaciónconsistíaenirdeacáparaallá,siemprehaciaelSur, sinperderalineaciónconsuscamaradas.Chess también lo tomabaconcalma.PeroAlonsomásalEstenosedabapuntodereposo.

—¡Esunjuegoparaél!—exclamóChanecontemplandoadmiradoaltaquero.Enuntrechodevalledetresmillasdeanchoporeltripledelargo,milcaballos

veíanse enmovimiento.Chanenopodía distinguirmás allá con claridad suficiente

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parahacercálculos.AunqueladireccióngeneralerahaciaelSur,parecíanirentodossentidos.Elespectáculoeraimpresionante.

De pronto vio un bayo de gran alzada, que capitaneaba un grupo de potros,dirigirseresueltamentehaciaél.Eraunanimaldeferozaspecto,tangrandeomásqueBrutus. Salvo su andadura, no tenía nada que admirar. Evidentemente, Brutustitubeaba entre volver grupas y hacerle frente, corveteando ante el bayo.Chane sehabíavistomásdeunavezarrolladoporcerrilesynoqueríaexponeraBrutus.

Cuando el espacio entre ambos quedó reducido a unos cien metros, el bayocontinuaba avanzando, recto como una flecha. Chane apeló a su revólver paraespantaralanimal.Alprimerdisparodiounbrincoenelaire,girandodetalmodo,que al poner las patas en tierra nuevamente su cabeza miraba hacia el Oeste. Ladetonaciónespantóatodalamanada,dispersándola.

—Apostaríacualquiercosaaqueesesementalnosedejaránuncacogerenunatrampade espino—declaróChaneparándoseparamejor verle correr—. ¿No te hahechogracia,verdad,Brutus?Pues…amítampoco.

Elbayo,siguiendoensucarrerahaciaelOeste,seperdióprontodevistaentrelosdemáscerriles.

—¡Hum!ParaChessyparamíopinoqueseacabólaholganza.Tendremosquecabalgardeveras.

Sinembargo,eldesbravadorpudodisfrutardemediahoramásdesosiegoantesdequefuesenecesarialaextremagalopadaqueanticipaba.Porunauotracausaloscerriles no acudían en su dirección en tan gran número como en la de los demáscaballistas.SeconsagróaobservaraChess,divirtiéndoseconlosevidentesapurosdesuhermano.Noobstante,eraAlonsoquienteníaasucargoelmayortrechodevalleyelmásnutridonúcleodecaballosconquecontender.Ensusaudacessalidasparaatajar grandes manadas, tenía forzosamente que dejar escabullirse otras másreducidas. Finalmente,Chane vio un enormemanchón oscuro,movedizo, de varasmillasdeextensión,queseprecipitabahaciaeláreacubiertaporelmejicano.

Aquellamanadatendríamásdeunmillardecabezas.Elamarillentopolvo,sealzabaennubarronesque,porlodensos,recordabanlas

humaredasdelosincendiosdemaleza.Chanediopordescontadoqueelvaqueronopretendería entretallar el paso a aquel torbellino. Los penachos blancos de losdisparos de Alonso se destacaron sobre el fondo verde, y al pasar los salvajesanimalesconímpetusemejantealdeunairresistibleavenida,eldesbravadorvioqueelvaquerogalopabaporsuvida,desapareciendotraselmovedizoalud,sinvolveraaparecer.

Fue el último incidente que tuvo tiempo de contemplar, y a poco tuvo ya queentrarde lleno en faena.Laprimeramanadaque logró eludir los raudos cascosdeBrutusledemostrólafutilidaddepretenderatajaracuantosanimalesviniesenhaciaél.Renuncióalintentoconsiderándoloimposible.

Mientrasgalopabadeacáparaallá,disparandoalaireparaespantaraloscaballos

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que tomaban su dirección, el acosamiento se convirtió en un desenfrenado tropelhacialabrechadelacerca.

Aun sin poder verla, apreciaba que no debía estar amuchasmillas distante.Elsuelo del valle era un hervidero de animales de todos pelajes, inquietos y activos,crinesencrespadasyextraordinarialigereza.Elaire,cargadodepolvo,eratandensoque, en ciertos lugares, dificultaba la vista. El continuo martilleo de los cascosahogaba el estampido de las armas de los caballistas. De vez en cuando, Chanelograbaoírdisparosadistancia,aambos ladosdesuposición,perosinverpicadoralguno.

Brutus fue acalorándose y cubriéndose pecho y flancos de espuma y de sudor.Cada vez que pasaba a su lado algún semental, lanzaba un relincho agudo ypenetranteenrespuestaaldedesafíodelotro.Lasmanadascrecieronennúmeroyencantidad, haciendomás difícil pormomentos la labor deChane y acrecentando suriesgo.Habríalesidofácilentretallarelpasoamayornúmerodecerrilesusando,conmás frecuencia su revólver, pero tenía razones sobradas para economizar disparos.Sabíaquepocodespuésseríaunaobradecaridadeldispararconcerterapuntería.

El acosamiento se acercaba a las alambradas de la cerca. Millares de cerrilesveíanseajoradoshaciaunespaciotriangularderelativamentereducidasproporciones.El estruendo de los cascos, de los relinchos y de los bufidos era incesante. Lapolvareda hacía difícil y peligroso todo galope. Chane, para resguardar a Brutus,veíaseobligadoaaguzar lavistacomosianduvieseentreniebla.La jornadaservíaparaponerdemanifiestolasmúltiplesyexcelentescualidadesdelanimal.Enastuciayencautela,sobrepasóconfrecuenciaasujinete.

Por fin, Chane se halló en una melée de salvajes animales que corveteaban,brincaban,galopabansinfrenonidirección,enloquecidos.Habíatantosasuespalda,comoa ambos lados, odelante.Pasaban raudos como sombras.Apesar del polvo,Chanenotóeltípicoolordelasangre.Yporél,dedujoqueestabanenlascercaníasdelaalambrada.

PoniendoaBrutusaltrote,sedirigióhacialaizquierda,apartándosedelcrecienteremolino de caballos. A juzgar por las apariencias, el equipo había logrado ajorarvariosmillareshacia laescotadurade lacerca.Elespesomantodepolvocubríaunverdaderopandemónium.Alsaliraunclarodeatmósferamenoscargada,vioquesusdeducciones eran acertadas. Todos los caballistas habían tendido hacia el triánguloqueacababaéldeabandonar.Yaunasí,erannumerososloscerrilesquegalopabanenotrasdirecciones,locosyenfurecidosdeterror.

Chanellegó,alcostadoizquierdodelacerca.Enaquellosdesustrozosqueaúnquedabanenpie,presentabahorribleespectáculo.Deloscombadosalambrespendíantrozosdecarneydepielsanguinolenta.Elalambresuperiorhabíadesaparecidoporcompleto.Seccionesdelacercahabíansedescuajado,arrancadasderaízylospostesyacían rotos o tumbados. Más hacia el Este, estaba intacta, y allí fue donde eldesbravador comenzó a hallar cerriles moribundos o inutilizados. Sin vacilar, los

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rematódeuntiro.Brutusreaccionóextrañamente.Sinaparentartemororepugnanciadeobedeceralmando,sunerviosidadseacrecentósobremanera.

Lamayoríade loscaballosheridos, loestabanenelpecho,mostrandoenormesdesgarrones producidas al chocar contra la cerca en su carrera, clavándose lasaceradaspúas.Chane,profundamenteafectado,siguió,noobstante,sucaminohastano,hallarmás,cerrilesenaquelsectordecerca.Alvolversobresuspasos,vioqueseesclarecíalaatmósfera,disipadoelpolvoporelviento,yqueatravésdelaneblina,elsolponienteaparecíarojizo,consiniestroefecto.HilerasdecaballoscorríandeNorteaOeste,esforzándoseporhuirdelafatalescotadura.

Enelmayorde loscorrales,unamasanegruzcadecaballos,devariosacresdeárea, semovía en apretujado contactoy su relinchar y supateoy susbufidos eranterroríficos.

ChaneoyóelruidodelosdisparosderevólverhacialaparteOestedelacerca,yalacercarsealcentrodelaabertura,atisbóaUtah,quellegaba,alparecer,luegodehaber puesto fin a la agonía de los infelices potros malheridos. Chane sentíaseangustiado,ysusangrehervíaenformaquepresagiabaunarrebatodemalagüero.

FueareunirseconMelberneysuscaballistas,queformabanungruposingular:algunosestabanmontadosaúnensusjadeantescaballos;Chess,sentadoenelsuelocon la cara entre las manos; el capitán Bunk, intentando serenarse: Alonso, tancubiertas de polvo las facciones, que parecía llevar careta; por su aspecto, nadiehabría tomado aMillar como blanco.Utah se acercó también, torvo el semblante,empuñandoaúnelrevólver.Loughbridgeparloteabacomounloco,fueradesíporelextraordinarioéxitodelacosamiento.

—¡Milsetecientos!¡Talvezmás!Casidosmil jacosentrampados.Hemosdadoconunfilón—gritaba.Manerubeacogiósutiradacomojustoreconocimientoasusméritos,peroalcruzarsesusmiradasconlasdeChanesupomposaactitudseeclipsó.

EldesbravadormiróconcuriosidadaMelberne.Eraelmomentomáspropiciodejuzgar al tejano.El jefe del equipo no exteriorizaba sentimiento alguno de los queparecíananimaraLoughbridge.Estabarendidoyabrumado.

—Bueno, Melberne, ¿qué opina usted ahora del espino artificial? —preguntóChaneconacentodespectivamentecurioso.

Melberne volviáse hacia él con rostro desencajado, en el que las pupilaschispeaban.Parecíaotrohombre.BlasfemandoferozmentenocontestóalapreguntadeChane,aunquesuprofanaciónfuerespuestabastanteparaembotarlaacerbidaddeldesbravador,quereplicó:

¡Pero…siaúnfaltalopeor,Melberne!

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XI

Elcrepúsculosorprendióalosfatigadoscaballistascaminodelcampamento.ChaneibaasucabezaconBrutus,ágilcomosiempredeandaryávidodeganarlacuadra.

Lafogatatembleteabacomounpuntoluminosoentrelassombras,acrecentándosesubrillantezalacercarseaella.

Por fin,precedidoporel agudo relinchode sumontura,Chaneentróenel áreaqueiluminabanlasllamas.

Las mujeres, inquietas y anhelantes, preguntáronle al punto por el resto delequipo,ansiosasdesaberlessinnovedad.

—Pronto llegarán.EldíahasidodepruebayopinoqueBrutuseselúnicoqueaúntieneresuello—replicóChaneechandopieatierratrabajosamente.

—¡Bravo!—exclamó la señora Melberne—. Traerán un hambre de lobos. Lacenaestaráapuntocuandolleguen.

SusanaMelberne salió cojeando de las sombras. Iba destocada, y en el pálidorostrolosojosparecíaninsólitamentegrandesyprofundos.

—Dígame…¿Fue…unéxitoelacosamiento?—preguntó.—¿Unéxito?Siserefiereustedalnúmerodecaballoscapturados,sí—contestó

Chanelentamente.—Nohablodeeso.¿Selescapturósintorturaroestropeardemasiados?—Preferiríacallarmeloquepienso—replicóeldesbravadorllevándoseaBrutus

alestablo.Algodespués,cuandoregresóallugardelafogata,habíanllegadoyalosrestantes

caballistas,másquedispuestosahacerhonora la suculentacenaaprontadapor lasmujeres. Comían en sumayoría en silencio, con voracidad de animales famélicos.Chane tenía tantoapetitocomoelquemás,peronose leescapómiradanipalabraalguna de cuantas los otros cambiaron. Sentía curiosidad por ver qué reaccionesprovocabalajornada.

Loughbridge,untantodescansadoyyasatisfechosuapetito,recobrólaexpresiónquetantohabíarepugnadoaChanealterminarseelacosamiento.Comoeranatural,despuésde la cena la conversación se animóy las opiniones, los pronósticos y lasdeducciones fueron tantas y tan variadas como las personalidades de quienes lasexpresaban. Loughbridge computaba ya los beneficios de la caballada. Manerubehabíase conferido honores de héroe de la jornada, pavoneándose ufano ante lasmuchachas.Chess,conlosojoshundidosensuscuencas,revelabasuirritaciónenloagudoychillóndesuspalabras.Melberneofrecíacuriosocontraste.Aunquenohabíadesplegadoloslabios,yanoparecíaaturdidooconfuso.Pocodespués,Manerubeseseparó del semicírculo de caballistas, pasando al lado opuesto, donde estaban lasmujeres. Ora le acogió con evidente frialdad, pero Susana comenzó a hacerlepreguntasconvivointerés.

—Lo mejor que podéis hacer las mujeres es acostaros —dijo Melberne

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bruscamente.Suesposaabandonóobedientementeelgrupo,perolaseñoraLoughbridgeyOra

hicieron caso omiso de sus palabras, y en cuanto Susana, si las oyó, no pareciódemostrarlo.Continuómirando aManerube con un aire que podía interpretarse devariosmodos.

—Tehedichoqueteacuestes,Susana—repitióMelberne.—Pero…¡sinotengosueño!—protestósuhija—.Quierosaber…—¡Alacama!—interrumpiósupadreconvozqueChanejamáslehabíaoído.—¡Pero…Dad!—tartajeólamuchacha,asombrada.—Por lo visto crees que no había más que un hombre en el acoso—replicó

sarcásticamenteMelberne—.Losdemástambiénandábamosporallí.UnaoleadadesangreafluyóalpálidorostrodeSusana,que,sinañadirpalabra,

diomediavueltacojeandoyseinternóenlassombras.Chanelamentóporellaelquesupadrelareprendiesetanduramenteantetodos,y

la significacióndel incidente leestremeció.Lascosas ibanponiéndosede suparte.Tardeotempranoseveríavindicado.

—Escucha, Loughbridge —dijo con deliberado tono Melberne—. Recordarásnuestroconvenio.Teprestéeldineroprecisoparaformaresteequipo,estipulándosequemecederíaslamitaddetuparteenlosbeneficioscomoreembolso.

—Sí,asífueeltrato—asintióelotro,untantosorprendido.—Pues… a condición de ser yo quien de aquí en adelante dirija y mande,

considerarésaldadaladeuda.¿Hace?—Pormí,hace,Mel—replicóLoughbridgeconavariciosasonrisa.—¡Uh! Entonces queda convenido —prosiguió Melberne. Y volviéndose a

Manerube—:Dijoustedquedividiríamoslabrigadaendoscuadrillasparaellaceoydemásoperacionesdemañana.Puesbien…escojaustedsushombres.

—Nonecesitomásqueunpocodeayuda—dijoManerube—.Yomeencargodelacearyatarlasbestias.LosmíosseránLoughbridge,Miller,AlonsoyUtah.

—Desgaritausted,señorManerube—replicópausadamenteUtah—.Conmigonocuente.

—Harásloquetemanden,Utah—dijohoscamenteMelberne.—Siemprequenoseaélquienmemande,conforme,ysiesustedquienmedice

quevayaconél…téngamepordespedido.—Escojaotrohombre,Manerube—repusoeljefe.—Bonny—dijoManerube.—Así,yomequedoconUtah,capitánBunkylosWeymer.Jakeestaráalcuidado

del campamento,—prosiguióMelberne, y luego, dirigiéndose a Chane, añadió—:Opinoquedeberíaustedponersealfrentedenuestracuadrilla.

Melberneparecíaquerersignificarmuchomásdeloquesuspalabrasexpresaban.—Siasílojuzgaconveniente,loharé—replicóChane.—Seloagradezco.Yahora,muchachos,adormir.Osllamaréalastres.

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AbandonólahogueraseguidoporChane.Noparecíaunhombresatisfechodesímismo.Eldesbravadorlealcanzócuandollegabanalolmedo,siguiendojuntoshastallegaralpuntoenelcualsuscaminosdivergían.

—Melberne—dijoChane,aldetenerseambos—.Comprendoloquesiente.Esteacosamientotienemalcarizyesoque,comoledije,aúnfaltalopeor.Pero…creíqueconcedía usted demasiada importancia al mero hecho de cazar gran número decerrilesconmirasalembarque.Haseguidoustedmalasinspiraciones.Estenegociolecostaráprobablementeloscuartos.Peoraún,ledisgustaráporqueesustedhombredesentimientoshumanitarios.Pero…nodebedescorazonarleparaelporvenir.EnUtahpuedeustedprosperar.Lacomarcaencierragrandesposibilidadesquehombrescomoustedsabrándesarrollar.Asíque,nosepreocupe:dentro,deunosdíasestodelespinohabrápasadoalahistoriayluego…noleserádifícilenderezarlascosas.

—¿Sonbuenossusconsejos,Weymer?—preguntóMelberne.—Psh… Vi que estaba usted desanimado y quise hacerle saber que le

comprendía.—¡Uh!Pues…quizáque sí…—replicó el otro internándosepesadamentebajo

losolmos.UnacosaeraparaMelberneelproponersedespertarasugentealastres,yotra,

muydistinta,elefectuarla.Adecirverdad,Chanefueelmadrugadorquellamóaloshombres, encendió la hoguera y atendió a los caballos. Excepto Brutus, todos sehabíanquedadoenelcorraldelextremoarribeñodelolmedo.Enlaoscuridadlefuedifícil a Chane dar con él. Al no hallarle, contestó a los silbidos del desbravador,facilitándolelabúsqueda,aunquesinacudirporsupropiavoluntad.Chaneselollevóporelolmedo,dándoleundoblepuñadodegrano.

—¡Despierta,Chess!Yaestarde—gritóasuhermano.—Estoy…dormido—mascullóelotro.—¡Arribayatrapatujaco!Eldesayunoestácasiapunto.—Estoydifunto.Oye,Chane, ¿es indispensablequeyoayudeaasesinaraesos

infelicespotros?—Muchacho, a lo que has de ayudarme es a hacerles la operación lo menos

penosaposible.Melbernemehanombradobossdevuestrabrigada.—¿Esverdadeso?Así…cambialacosa—replicóChesssaltandodelcamastro,

yavestido,exceptolasbotas.Al llegar junto a la fogata, Chane vio una animada escena. Jake, con varios

ayudantes,cocinaba.Melberneparecíacejijuntoysereno.—¿Quéhemosdemenester?—lepreguntóaChane.—Buenacantidaddecuerdaflexible,alforjasparalasprovisionesycantimploras

para el agua. Será un jornada de veinte horas y… ¡qué no se olvide nadie de lasmanoplas!

LoscincohombresquecomponíanlabrigadadeChanesalierondelcampamentode noche aún, cuando Manerube y su gente estaban preparándose todavía para

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marchar. El ambiente era frío y una capa de escarcha cubría el suelo, vagamentediscerniblealablancaluzdelasestrellasquetitilabanenuncielodeunaceradoazul.A juzgar por su torvo aspecto habríase dicho que aquellos hombres iban a realizaralguna,peligrosamisión.Chaneibaasucabeza,altrotelargo,ycuandolosprimerosalboresdeldíaesclarecieronelEste,refrenabasumonturafrentealosvastoscorralesdelatrampa.Elpateoylosrelinchosproclamabanqueloscerrilesnohabíanlogradoderribarlacerca.

—Esperemosalaotrabrigaday…mejorseráquedesensillemos.Hastamediodíanotendremosocasióndemontar.

Sushombresdesenjaezaronytrabaronsuscaballos,adujandodenuevoloslazosycortandolacuerdaqueaprevenciónllevabanentrozosdelalongitudindicadaporChane.Terminabanestaoperacióncuandollegaronlosotros.

—¡Despabilaos,muchachos!—dijoMelberne.—Nohayprisa—replicóManerube—.¿Hayquienapuestaaqueamarramosdos

jacosporcadaupoqueamarréisvosotros?—Manerube, esto podrá ser un albur para mí, pero no para usted —dijo

significativamenteMelberne.—Ahora—ordenóChane—gateadpordebajode laalambrada,ypasaremosal

corralvacío.Sehabíanconstruidodoscorrales:uno,queconteníaalasazónlosmilsetecientos

cerriles,deuncuartodemilladediámetro,yelotro,demásreducidasdimensiones,comunicándose ambos por un portillo de cincuenta pies de ancho, de alambre ypostes.

—Elsistemaseráelsiguiente—dijoChanecuandosushombresseunieronaélenelcorralvacío—.Abriremoselportillodejandoentrardiezodoce jacosohastaveinte. Demomento no será preciso ajorrarlos; no os pongáis delante Algunos deesos cerriles son marrajos; yo lacearé. Cuando haya derribado un animal, osprecipitáisparasujetarle.Melberne,ustedeseldemáscorpulencia;siéntesesobresucabeza. Tú, Chess aguanta una mano mientras yo ato la otra. Utah… ya sabe suobligación.Loúnicoquelepidoesqueayudealcapitánhastaquesepongaaltanto.

La brigada de Manerube se destacó en la penumbra y todos fueron hacia elamplioportillo.Levantandoeltravesaño,loabrierondeparenpar.Evidentemente,lasemioscuridadnodificultabalavistaaloscerriles,puesnotardóuno,másaudaz,enabalanzarseporlaabertura,imitandosuejemplootros,raudoscomoflechas.

¡Basta!¡Cerrar!—gritóChane,atiempodeevitarunaestampida—.¡Seguidme!—añadiócorriendohaciaelinquietogrupodecaballosyvolteandoellazoalcorrer.Paraéllacosanoteníanovedad.Deniñopodíaquitarleauncowboyelsombrerodelacabezaconellazo,tanfácilmentecomoselohabríaquitadoconlamano.

—¡Hacedlospasarantemí!—gritó—.¡Tú,Chess!,quédatecercaparaayudarme.Siuncerrilmedaelestironazoamí,envezdedárseloyoaél,escapazdesacarmedelasbotas.

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Elgrupodecerrilessedesbandó,galopandoentodasdirecciones.Chaneechóacorrer volteando el lazo. La escasez de luz le obligaba a calcular, a ciegas, ladistancia,pero,paraél,laoperaciónteníatantodecorazonadacomodetáctica.Dejópasarvarioscaballos,hastaatisbaruno,cenceño,claramenteperfiladosobreelfondogríseo.Chanesoltóel lazoy,sinesperaracerciorarsedequehubiesealcanzadosuobjetivo,seafianzópararesistirelestironazo,dandounviolentotirónalacuerdaenelprecisoinstantequeéstecaíasobrelasmanosdelanimal,cogiéndoleenplenosaltoyderribándolepesadamenteentierra.

¡Vivo! —gritó a sus camaradas, precipitándose hacia su presa. Melberne seabalanzóalacabezadelpostradoanimal.Utah,nomenosrápidamente,asusflancos,elcapitánBunk,alcuerpo—.¡Bravo!¡Aguantadfirme!—gritóChane—.Yaletengolasdospatas.

Aflojó el nudo corredizo, sacando una de las patas delanteras (manos) yseparándoladelaotra.

—¡Cogeesamanoynolasueltes,Chess!Eltrepidantecerrilestabainmovilizado,aunquepodíainútilmentecocearconlas

dospatastraseraslibres.Chaneleasiólamano,mientrasChesssosteníalaotra.Delcinto sacó uno de los trozos de cuerda que llevaba a prevención. Le fue precisoejercer considerable fuerza para doblar el remo al animal, que relinchaba y bufabalocodeterror.Condestrezasumaatóeldobladomiembroporencimadelarodilla,dandoalaextremidadaparienciadehabersidoamputada.Hechoesto,sacóellazoyseincorporó.

—Apartaosydejadlequeselevante—ordenó,obedeciéndoleinmediatamentelosotros.

El caballo se puso en pie con tanta ligereza como si aún tuviese el uso de suscuatro patas, relinchando ofendido por la indignidad cometida con él. Su primermovimiento fue un frenético bote de carnero, que le hizo caer de rodillas, pero serehízo al punto, alejándose con sorprendente equilibrio, si bien había perdido uncincuentaporcientodeceleridad.

Chaneoyóalabrigadarivalvociferandoydisputandoentornoaunanimalquehabían derribado. Empezaba a clarear el día. El desbravador preparó su lazo,arreglando la parte corrediza a su satisfacción y fue a interceptar el paso a otrocaballo.Acertóalaprimera,ymásporsuertequepordestrezapudocogerleporunapatasolaenvezdelasdos.Eraunanimaldemáscarnes,yalcaer,arrastróaChane,haciéndole excavar profundos surcos en el suelo con los tacones. Sus ayudantescayeronsobreelbruto,inmovilizándolo.Yelestrenuodíacomenzó.

Chane llevaba atados cincuenta y seis caballos cuando el cansancio le obligó asolicitardeMelberneunosmomentosdepausa.

—¡Santo Dios!—jadeó el boss dejándose caer contra un poste de la cerca—.

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¡Estoy…hechopolvo!…Weymer…esustedunciclón…trabajando…Elsolrutilabaardorosoyfúlgido.Unpolvilloimpalpableflotabaenelambiente.

La brigada de Chane aparecía tan empapada en sudor como si hubiesen caídocolectivamenteenuncharco.Melberneteníaelrostrocubiertodepolvo,porentreelcualelsudorhabíatrazadocaprichososcanalillos;larespiración,entrecortadaporlafatiga,sacudíasufornidotorso.Chesseraelmenosagotadodelabrigadaporquesupartedelaboreralamásliviana.ElcapitánBunkparecíaincapacitadodemomento.

—¡Malrayo!…—jadeó—.¡MesientocapazdebebermeelOcéano!—Noconsientaquelosmuchachosseríandeusted,Cap—dijoChane—.Lefalta

práctica,perotieneustedarrestossuficientes,ydalacara.La cantimplora pasó de mano en mano repetidas veces. Melberne, ya más

recuperado, comenzó a prestar atención a la faena de la brigada deManerube. Enaquelmomentoderribabanunpotro.

—Esehombrenosabederribar,Weymer—declaróMelberne.—Psh…boss…¿cuántotardaráustedendarsecuentadequeloúnicoquesabees

«farolear»?—rezongóUtah.ConayudadeBonnyyMiller,Manerubederribóelpotro.Loughbridge intentó

inmovilizarle la cabeza sin conseguirlo hasta que Alonso le echó una mano. Laoperacióndeatarlerequirióconsiderabletiempo.

—¿Cuántos llevan?—preguntóMelberne pasando la vista al extremo arribeñodelcorral,dondeloscerrilesformabanyaungrupopatéticoylastimero.

—Dieciséis o diecisiete, a lo sumo —contestó Chane—. Los he contado dosveces.

Melberneexpresóconunainterjecciónsusorpresaysudisgusto.—Vamosaverlesdecerca,Weymer—dijo.—Yo,no.Ustedeselbossdelequipo.Vayasolo—replicóeldesbravador.Melberne se incorporó y se fue hacia la otra brigada Tal vez su presencia les

sirviódeacicateparadesarrollarmayoractividad,peronoaumentó,ciertamente,sueficacia.UnasimpleojeadahabíabastadoaChaneparaconvencersedeque,conellazo,Manerube no pasaba de ser unamedianía.Con los ojos vendados,Alonso lehabríadadocientoyraya.

Manerubevolteabaapuntandoalcuello,yesteasidero,auncuandoselogre,noespráctico para derribar a un animal Se requirieron tres hombres para dar con él entierray,alconseguirlo,elcerrilestabasemiasfixiado.Melbernecoadyuvóasujetarle.

Enaquellaocasión,Maneruberealizóconmayorceleridadsucometido,peroallevantarseelanimal,Chaneobservóquelaligaduraeradeficiente,ademásdenotodolohumanitariaquepodíaser.Porlovisto,Melbernesepercatótambién,porcuantoseñalóhaciaelligadomiembro.

En el corral quedaba solamente por atar un semental ruano, que en variasocasioneshabíallamadolaatencióndeChane.Eraunanimaldemagníficaestampa.AlonsoyMiller,expertosambosensusfaenas,consiguieronponerlealalcancedel

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lazodeManerube,peroésteerró,ylacuerda,restallandosobrelacabezadelbruto,leespantóde tal suertequeel terrorparecióprestarlealas.Condoso tresmagníficosbrincos recobróel equilibrioy saliódisparadohacia la cerca, con tal celeridadquealgunosdeloscaballistasnopudieroncontenerle.

—¡Oh!…¡Miradle!—gritóChess.—¡Muchachos!…¡Escapazdesaltarlacerca!—declaróexcitadoChane.—¡Vavientoenpopayatodavela!—comentóelmarino.—¡Afequees…grrrande!—asintióelirlandés.Elruanobuscabalalibertadola

muerte.Suactitudevidenciabaalgomásqueelsimplesalvajismodelseñor.Parecía temermenos a la erizada barrera que a los bípedos enemigos, con sus

terribles cuerdas. Tomó el salto, como un galgo, desde lejos, para evitar rozar laalambrada. Surcó los aires con espléndido estilo, cabeza erguida, crines y cola alviento.Susmanossalvaronelobstáculo,perotocóconlaspatastraseras.Elalambreserompió,vibrandometálicamente.Elanimalcayósobreunbrazuelo,rodóaldarentierraysevolvióalevantar,saliendoagalope,evidentementeindemnedelaccidente.

Chanelanzóunalaridodeexaltación.Melberneordenóconcisamenteasugenteque dejasen entrar nuevos cerriles al corral.Mientras cumplían la orden,Chane sepusoalcintootromanojodecuerdascortas.

—Manerubenosabeloquehace—declaró,indignado,Melberne.—¿Quiéndijoquelosupiera?—replicóChane.—Élmismo.—Pues…siesusted lobastantesimplecomoparadarcréditoasuspalabras…

aguantelasconsecuencias.Viendo entrar como una tromba lamanada de desatinados animales, ambos se

refugiaroncontralacerca.—¡Manosalaobra!—gritóChane—.¡Averquiénsiguemipaso!Eraunabravata, lanzadaenmuydistintotonodelamistosoespírituderivalidad

característicoentreloscaballistasdelosabertales.Chanesentíaseofendido,lehervíalasangreysutalanteerapeligroso.Ensusfaccionesadivinábaseunahoscayresueltaexpresión de desafío. Se proponía tumbar aMelberne y al resto de su brigada decansancio,tanefectivamentecomosiloshubiesederribadoconlasmanos,yellos,nomenosexcitados,contestaronviolentamenteasureto.Volteandoellazo,Chaneentróenelcorral.

Elsolcaíaaplomoydelsuelodelcercadoalzábanseoleadasdepolvoydecalor.—Sesenta y ocho—dijo roncamente Chane soltando con agarrotados dedos el

nudocorredizoalúltimoatado—.Ya…está…listo.Utahsedejóresbalardelacabezadelanimal,quedándosedondehabíacaído.El

cerrilselevantótrabajosamente.—¿Llegamos… a… los sesenta y nueve? —preguntó Chane contemplando al

derrengadocaballista.—Yo…renuncio—murmuróUtah.

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Losdoshombresllevabanbuenratotrabajandosolos.Chesshabíasidoelprimeroen ceder, luego Melberne y, finalmente, el capitán Bunk, tras una magníficaexhibiciónderesistenciafísicahabíasucumbidoalafatiga.LabrigadadeManerubesuspendióeltrabajounahoraantes.

AcercándoseallugardondeMelbernedescansabacontralacerca,Chanerecogiólentamenteellazo.

—Sesenta…yocho…Melberney…lapuntillaparaUtah.—¡Condenadosevea,Weymer!—declaróMelbernedeliberadamente.Chaneselimitóamirarlesorprendido,buscandoelporquédeverseconminarcon

lacondenacióndespuésdeochohorasde trabajarcomounnegro.Melberneestabadescansando.Había enjugadoel sudory elpolvode su rostro,de formaquepodíaleerseclaramentesuexpresiónyaChaneleparecióenigmática.

—Sesenta y ocho, y cincuenta y seis, son ciento veinticuatro—dijo elboss—.ConloscuarentaynuevedeManerubehacenuntotaldecientosesentaytres.

—Paradiezhombres…novatosalgunosdeellos…esunresultado…espléndido—jadeóChanesentándosepenosamenteysecándoseelrostro.

—¡Infiernoscoronados!—exclamóMelbernealzandolosbrazos.—Yaledije…queseríainfernal.—Nomerefieroaloqueustedcree—gruñóMelberne.—Bueno,boss…aúnfaltalopeor—replicóChanecontodolamaliciadequeera

capaz.—¡Uh!…Yamelodijootravez…Weymer.¿Mehavistoustednuncaecharme

atrás?—No,Melberne—contestósosegadamenteelotro—,yhaciausted…sólosiento

respeto.—Bien está. Vamos a comer y emprenderemos la conducción al embarcadero.

Tengocuriosidadporverquépasa.Chess,traelaalforjayllamaalagente.Todosloscaballistas,menosdos,estabanmontadosyalineadosaambosladosdel

portillo,quealserabiertoporlosdeapieparecíaofrecerunaavenidaaparentementelibre a los incapacitados cerriles. No fue preciso ajorrarlos. Cuando aún estaba amedioabrirelpaso,algunosdeellosseprecipitaronporél,haciaelbaldío,seguidosentropelporlosdemás.

Chane,luegodecerrar,montóaBrutus,siendoelúltimoenentrarenacción.Unalargahileradecaballosseextendíaanteélatravésdelvalle,yaambosladosibanlosdesbravadores.Losanimalesatadosasírequeríanespecialatenciónalserconducidos.Brutus vióseobligadoa trotarparamantenerse a su altura.Erapreciso sostenerunpasouniformeenloposible,porquesilosunosibandespacio,ylosotrosaprisa,sediseminarían de tal modo que los diez caballistas serían incapaces de evitar quemuchos escaparan.Conducciones semejantes eranunapesadilla paraChane. Jamástomóparteenunaquenofuesemeracarrera,porque,enefecto,loscerrilescorríanenposdesulibertad,aunque,sialgunolograbaescabullirse,eraunamuertelentaloque

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hallaba.ChaneteníaaAlonsoyaUtahconsigoaretaguardiadelasemovientehilera,ylostres,llevadosdesucompasión,procuraríanquenoserezagaseanimalalguno.

Salieron del valle, doblando el collado para desembocar en la planicie que seextendíahacia elNorte.Los cerrilesveíanseprivadosde su ligerezaperonode suresistencia.Noobstante,hastaquellegaronalaregiónásperayroquiza,noaflojaronelpasonidieronmuestrasdeinusitadoesfuerzo.Chanesabíaloquepodíaesperarseylasolaidealerepugnaba.Sededicóporcompletoasutareaylapersecuciónyelacosode losmalaventuradoscerriles embargó sumenteconexclusiónde todaotraidea.

Amediatarde,loquequedabadelaprimeraasignacióndeloscapturadoscerrilesde Melberne llegó a los corrales de Wund, pequeño poblado en la terminal delferrocarril.Allídisponíandeayuda,porqueelembarquedecerrilesconstituíayaunnegociodeimportanciaenaquellapartedeUtah.LacaballadadeMelberneestabaapunto de agotamiento. Treinta y siete cabezas perdidas o muertas por el camino;algunos, en un estado que requería inmediata destrucción; otros, con grandesmatadurasylesionesyainfectadas,ynopocosconlasextremidadeshinchadashastaeldobledesutamañonormal.

Habíaquequitarcuantoanteslascuerdasdelaspatas.Elhacerlosuponíalacearyderribar de nuevo a los animales, sujetándoles hasta desatar la ligadura. Elespectáculo de los sufrimientos de aquellos salvajes animales afectaba máshondamente aChane de cuantos actos de crueldad hacia las bestias conocía.A noestarsegurodequeconsudestrezaysuactividadlesahorrabamayorestorturas,nohabríapodidodarfinasutarea.

DelascientosetentaytrescabezassalidasdeStarkValleyquedabancientoveinteencondicionesdeembarque.Melbernerecibióporellasalgomásdemilquinientosdólares.

—Eldobledeloquemecostóelequipo—murmuró.Chane, oyendo la observación, ponderó su significado. El tono deMelberne le

hacíacreerqueelbosshabríapreferidotiraraqueldinero.Ensuactitudnoseadvertíani desencanto ni acerbidad. Una emoción más intensa que ambas le embargaba.Habíaperdidolacaracterísticabonhomie[35]deantes,ytratabaconescasacortesíaasuexasociadoLoughbridge,quien,porsuparte,evidentementedeplorabalaligerezacometida, renunciando a su autoridad sobre el equipo. Pero la más obvia de lasreaccionesdeMelberneerasudeseodemantenerselomáslejosposibledeManerubeysufanfarria.

Durante la cena, en la taberna destinada a ganaderos y desbravadores, laconversación recayóprincipalmente sobre el remanente de cerriles dejado enStarkValley. Melberne no participó en ella. Manerube, apoyado por Loughbridge, semostraba ruidosamente inclinado a contratar nutrida brigada de caballistas quecooperasenenlalabordeligadura.

—No podía desenvolverme—protestabaManerube Todo lo tuve que hacer yo

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solo.Alonsoseechóatrás.Pudoayudarme,peronolohizo;yMillerigual.Sihubiesetenidogente…

—Es…usted…—tartajeóelacusadoMillerferozmente.—Manerube —interrumpió con glacial acento Melberne—, opino que Miller

intentallamarleembustero.—¿Sí?—gritóelotroponiéndoseenpieymirandoairadoalcaballista—.Pues…

sinopuedehablarquelodigaporseñas.¿Dicequesoyunembustero?Millernoeraagresivopor temperamentoya la sazón,dominado talvezporel

insolenteaplomodeManerubeantelospresentes,nointentócontestarle.Bajandolacabeza, siguió comiendo. Chane observó que no era únicamente Miller quien asíprocedía.MelberneyUtahparecíannomenosabsortos en la contemplaciónde losmanjares que tenían delante sin tocarlos. Por segunda vez, Chane experimentó lasensacióndelpasodeunacrisisalaqueManerubeparecíatanajenocomosifueseciegoysordo.

El crepúsculo halló a Chane a la cabeza del equipo deMelberne en el camino deStarkValley.Porunavez,Brutusparecíasatisfechodeacomodarsupasoaltrotedelos demás caballos. Chess, al lado de su hermano, estaba demasiado rendido parahablar,yChane,abrumadopor lapesadumbredelsórdidodía,nohallabanadaquedecir,nisiquieralasideasqueporlogenerallesugeríaunacaballadanocturnaenelmelancólicodesierto.

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XII

AlesconderseentreloscedrosdelcolladooestedeStarkValleyparaatisbarelpasodelosdesbravadorescaminodeWundconloscapturadoscerriles,SusanaMelberneteníaplenaconfianzadesusactos.Su intencióneradejarqueseperdiesendevistaantesdeponerenprácticasudesesperadoplan.Pero…nohabíadescontado,elefectoque le produciría la larga hilera de magníficos potros renqueando en tres patas,tullidosmuchos de ellos, chorreando sangre algunos, evidenciando todos insólita yterribletensión.

ChaneWeymereraelúltimodeloscaballistas.Elpalmariodeseomanifestadoensus maniobras de evitar a los cerriles innecesarios sufrimientos, su vehementeademán de impotencia cuando, en cierta ocasión, cayó una de los potros…despertaron enSusana impresiones que no tan sólo inclinaron su corazón hacia él,sinoquerobustecieronsuánimoparalamisiónquesehabíaimpuesto.

—Si padre se entera, es capaz de matarme —soliloquió Susana viendodesapareceralúltimajinetedelacaballada.Aunnohabiendosidotestigopresencialdelabrutalempresa,habríatenidoarrestosbastantes:parallevaracabosupropósito.Nolahabríadisuadidonada—.¿Cómopuedetolerarlopadre?—murmuró—.Seráunfracaso.Esospobrespotrosestánaspeados…¡Oh!¡MegustaríahacerlomismaconManerubeyajorarle[36]aél…alatigazos!

Retrocedióallugaradondehabíadejadosucaballoentreloscedros,ymontandotrabajosamente,aúnteníaresentidalarodilla,echóporelcollado,siguiendoelmismocamino que los cerriles acababan de cruzar. En la lejanía advertíase en el valle unmanchón oscuro, que identificó; eran los caballos encerrados aún en el corral. Suvistalahizoestremecer,yapesardequecadadesigualdaddelterrenoprovocabaunapunzadadedolorenlarodilla,pusoagalopesumontura.

LaexcursióndeSusananoeradeplacer.Nosedetuvoacontemplar las lejanaspurpúreassierrasnilasmaravillosasladerasdelaMesetadelCaballoCerril.Conejos,coyotes y lagartos atrajeron su mirada sin despertar su interés. Estaba a punto deconsumarelmásindependienteymástemerarioactodesuvida.Sentíaseimpulsadaaello.Elcrecienteydevoradorfuegodesuamorhabíadestruidosu templanzay loslargos días de forzosa inmovilidad, que siguieron a su accidente, habían sidomuynegros.

Apoco,elcaminaseguidoporlospotrosdesembocóenlaplaniciedelvalle,enlaaltavalladepostesyalambres.Llegóaprimercorral.Eraelmáspequeñoyestabavacío. Habían dejado cerrado el portillo, aunque sin travesaño. Susana echó pie atierra y, a fuerza de tirar, logró abrirlo de par en par. Hecho esto, deliberó unmomento. Al lado opuesto del corral vio otro portillomayor. Detrás se agitaba lamasarelinchanteeinquietadeloscerriles.Unpaliodepolvoplaneabasobreellos.Elsolcaíaaplomo.¡Quéseddebandetenerlosinfelices!

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—¿Dejo mi caballo aquí o allí? —se preguntó, perpleja, Susana. Finalmenteresolvió tenerlo amano. En atención a su rodilla prefirió atravesar a pie el corralllevando de la brida a sumontura.Y cada paso acrecentó el tumulto de su pecho.¡Quédifícilerasuempresa!¿Tenía,enrealidad,derechaaecharportierralaobradesupadre?Cuandollegóalextremoarribeñodelcorral,suconcienciaysus temorestrababanreñidaluchaconsuamorporlossalvajesanimales.Jadeaba.Laexcitaciónyelesfuerzolarendían.Sucaballolanzóunagudorelincho.Enelcorralcontiguoseelevóunverdaderopandemónium.Lapolvaredasehizoinsoportable.

Contemplóelenormeportillo.—¿Podréabrirlo?…¡Hedepoder!…—grito.Su idea había sido dejar atado su caballo y luego abrir. Pero vio que le sería

precisovalersedeél.Acercándosealaalambradamiróaloscerriles.Supresencialeshabíahechoretroceder.Todaslascabezasestabanensudirección,cabezasdelíneasperfectas, salvajes, bellísimas. Vio centenares de ojos terribles, feroces, sombríos,fijos, a su juicioacusadores, enella. ¡Quéenormidaddecaballos! ¡Debíadehabercentenares, millares tal vez! El peso de sus emociones hizo temblar a Susana.¡Imposiblevolverseatrás!

Un incesante zumbido llamó su atención. Mientras los animales estaban enmovimientonosehabíadejadosentir.¡Moscas!Unenjambredemoscaslaenvolvía.Moscastangrandescomoabejas…tábanos…laabominaciónquehacemiserablelavidaalossolípedos.LasalertadaspupilasdeSusanasepercatarondelosdesgarronesyrasguñosenlaspatasyenlospechosdeloscerriles,dándoleunanuevaideadelosefectos del alambre de espino. ¡Heridas abiertas y tábanos! Para un amante de loscaballosnopodíaconcebirsemáshorriblecombinación.

Laoperacióndesoltarlasalambradasquemanteníancerradoelportilloreclamótoda la fuerza de Susana. El portillomismo le fue imposible abrirlo. Cogiendo lareatadesusillaatóunodesusextremosalbarrotesuperior,deliberandoluegosiseríamásacertadomontar,mientrassucaballotirabadelportilloparaabrirloollevarlodelabrida.Decidióqueestoúltimoseríaseguro,auncorriendoel riesgodeperdersumontura.Anudóelotroextremodelareataalaperilladesusillayacucióalanimal,que de un tirón abrió el portillo. Susana desató precipitadamente la cuerda,esperando,temerosa,laprevistaestampida.Perotuvotiemposobradodequitarsedelpaso.Luego,miróallendelacerca.

Los cerriles más próximos se habían dado inmediata cuenta de la solución decontinuidadenaquellabarreraquelosapresaba.Yestabanfascinados.Elpenetranterelinchodeunsemental fuecomolaseñalparauncorodiscordante.Lesucedióuninquietorepiqueteodecascos.Sedestacóuncabecilla…lamássalvajecriaturaqueSusana viera en su vida negro como el carbón… todo nervio y todo fuego. Trotódesconfiado y alerta hacia el portillo, mirando a diestro y siniestro con ojosencendidosy feroces.Tomandounadecisión, cruzóel abiertoespacio, raudocomouna centella. Le siguió un tordo, un bayo, un alazán y se precipitaron hacia la

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anheladalibertad.—¡,Corred!¡Oh!¡Corred!—gritóSusana,atenazadoelcorazónporelgozoyel

terrordelmomento.Elpateoseaceleró,hastaformarunruidouniformecomodeunsolocasco.Porla

aberturadesembocóuntorrentededesenfrenadosanimales.Susanalovioextenderseporelcorralhastaelotroportillo.Luegoelpolvooscureciósuvisión.Elestruendoera terrorífico. Fue acrecentándose en forma tal, que hubo unmomento en el quecreyó no poder resistirlo. Le pareció interminable el tiempo hasta que el pateo, elbaquedeloscuerpos,lospenetrantesrelinchos,fuerondecreciendo,alejándose,hastamorirconladistancia.

Susanasehallóreclinadacontraunposte,conlabridadesucaballoenlamano,rendidaporlasviolentasemociones.Elpolvoseibaasentandolentamente.Alolejos,unanubeamarillentaparecíairhaciaelOestelajovensedejóresbalaralsuelo.

—¡Libres!…¡OhDios!¿Quéesloquehehecho?—jadeó.Entoncesse leaparecióen todasumagnitudelagravioQuehabía inferidoasu

padre a impulsos de un instinto tan arraigado y tan salvaje en ella como en losanimales…elamoralavidayalalibertad.Permanecióinmóvildurantelargorato,abrumadabajoelenormepesodelhechorealizado.Finalmentevioloimperativodesuregresoalcampamento.Ladistanciaeragrandeyelsolibayaasuocaso.

Cuandollegóalalindeorientaldelolmedo,anochecía.Jakenoestabaalavista.Lasmujeresentregábanseasusquehaceres.Susanadesenjaezósucaballo,ganandolareclusión de su tienda sin ser vista. Se tendió sobre el camastro en un estado deagotamiento y de agitación sin precedente su experiencia. Sentíase ardorosa yquebrantada.La lesión de la rodilla parecía haberse renovado. Sus pensamientos ysusemocionesestabanenarmoníaconsuestadofísico.Unosmomentosdeabsolutarelajación,yluego,dedescanso,lepermitieronrecobrarlanecesariacomposturaparapoder presentarse con seguridad al ser llamada para cenar.La señoraMelbernenotenía evidentemente idea delmomento en queSusana había regresado y su capitalpreocupación era por haberse retrasado en aprontar la cena. Gracias a lasemioscuridad,nilaastutaOra,nielobsequiosoJakeadvirtieronnadadeparticularenSusana.Ylaverdaderaquelajovenapenastuvofuerzasparavolverasutiendayacostarse.

Durante lanochedespertódeunpesadosueño.Oyócaballosyvocesvaroniles.Habían vuelto los caballistas. La voz de Chane,Weymer hizo dar un brinco a sucorazón.Antesutiendaoyóapagadoruidodecascosytriscadelahojarasca.

—Brutos,porfinacabóeldía.¡Ojalánotuvieseunmañana!Suvozparecía triste yprofunda, impregnadadehastíodel esfuerzode la vida,

perollenadeafectoporelnobleanimal.Susanasintióunaoleadadeemoción.¿QuénohabríadadoporoíraquellamismanotaenlavozdeChanehablandoconella?Enla negrura de su tienda podía dar libertad a su dolorido corazón.La luz del día laobligabaaserhipócrita.

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Sequedódormida,nodespertandohasta lamañana,yaunentoncespermanecióinmóvilhorasenteras,asujuicio,antesdelevantarse.¿Quétraeríaconsigoelnuevodía?Cuandosalió, laseñoraLoughbridge la informóaviesamentedequepodía, siquería, prepararse su propio desayuno. Susana halló la información muy de suagrado,porproporcionarlemotivoderondarporlafogataconunaexcusalógicaqueencubriese su intensa curiosidad. Mientras comía, los diferentes miembros delequipo, Melberne entraron solos, o por grupos, en el campamento. Su presenciaexcitó la audacia de la joven. ¡Les había burlado! Sin embargo, cuando, su padrecompareció,noseatrevióaafrontarle.

—¡Hola, muchacha! ¿Desayunas o almuerzas? —preguntó inclinándose parabesarla. Susana tuvo la súbita impresión de que volvía a ser el de siempre y,acongojándola,ladeleitó.

—¡Dad!…¡Tanprontodevuelta!¡Vaya!¡Yhechocisco!—Yo… yo creí que hoy ibas a Wund con los cerriles —consiguió decir,

menospreciándoseporsudoblez.—¡Ja!¡Ja!Creíste,¿eh?Yotambiénlocreí,peroSusana,loscerrilesabrieron,los

portillosdeloscorralesoselosabrióalguien…¡Noquedaniuno!Elúnicorastroeselpeloquehandejadoenlospinchosdelaalambrada.

—¡Oh!—gritóSusanaenunarrebatodeemoción.Quelaexclamaciónfuesemásbiendealivio,quedenaturalsorpresa,oduelopor

loocurrido,nopodíaocurrírselenuncaasupadre.Seinclinóhaciaella,murmurandoroncamente:—¡Enmicondenadavidamehealegradotantodeunaperipecia!—¡Dad!—gritólamuchachaponiéndosedepietanbruscamentequeechóarodar

el resto de su desayuno. La alegría de su expresión no era ficticia. Le besórepetidamente. Sentíase a punto de echarse a llorar—. ¿No… no volverás a usarespinoartificial?

—¡Uh! ¡Claro que no! En todo elOeste no hay un ganadero que aborrezca elespinomásqueyo,ypuedodecirtequelosganaderosdeveras,losdelaviejaescueladeTexas,queesdondesehacenlosbuenos,todosaborrecenlascercas.

—Dad, estoy… muy contenta…—tartamudeó Susana—. Sólo anhelo que nohayasperdidodinero.

—Me he quedado, poco más o menos, en paz, Susana, y tengo liquidados aLoughbridgeyalosdesbravadores.Pero,escucha…nodesaentenderquemealegrodequehayafracasadoelnegocio.

—Yotambiéntengomissecretos,Dad—replicóSusanariendo.Algúndíatalvezseatreveríaaconfesarle,cuandomenos,unodeellos.

LoughbridgeinvitóásperamenteaMelberneaqueseuniesealgrupoquerodeabala fogata. Allí estaba Manerube con dos caballistas forasteros, indudablementeprocedentesdeWund.ASusananoleagradósuapariencia.

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El resto del equipo de Melberne sentábase formando semicírculo. Notábaseevidente excitación, al parecer, dimanante[37] del grupo Loughbridge. Susana,obedeciendoaunaindicaciónde,supadre,seapartó,yfueasentarseenuntocóndeolmo.

Salvo que se lo prohibieran claramente, proyectaba presenciar y oír cuantoocurriese.

—Melberne,aesoscerrileslesdiosueltaalguiendeestecampamento—declaróLoughbridgepositivamente.

—¿Aún te dura eso? Pues te diré, Jim, que estoymuy cansado y tu voz no esprecisamenteundescanso.

—¡Asíy todotendrásqueoírme!—replicóelotro—.Manerubejuraquepuedeprobarlo.

—¡Uh!¿Probarelqué?—gruñóMelbernecambiandodeactitud.—Quealguienpertenecientealcampamentoabrió losportillosde loscorralesy

diosueltaaloscerriles.—¡Nodisparates!AquínoquedaronmásquemujeresyJake—repusoMelberne.—Partedetubrigadallegóalcampamentoanocheantesdelasonce—prosiguió

Loughbridge—. Entre esa hora y el amanecer hubo tiempo sobrado para que uncaballistarealizaselahazaña.

—¡Psh!…esposible—rezongóMelberne—.¿AcusaManerubeaalgunode loscaballistasquellegaronprimeroanoche?

—No,todavíano.—¡Uh!Bueno,puesyamelodiréisantesdequeempieceaacusar,porqueahora

estoydemasiadomolidoparaesperarme.La indignación de Loughbridge subió de punto ante el pausado y sarcástico

acentodesuexsocio,alquemiróconincertidumbreyhostilidad.Luegoprorrumpióvehementemente:

—Si Manerube logra probarlo, tendrás que hacerme bueno lo que habríamosganadaconlasdoscaballadasmás.

—Loughbridge, desgaritas—replicó Melberne—. Estás tan obcecado como loestabayocuandoformésociedadcontigo,ocuandohicecasoaManerube.

—¿Desgarito,eh?—vociferóroncamenteelotro—.Pueslocoytodotendrás:quepagarme.

—¡Másqueloco!YencuantoalaspruebasdeManerube,tediréqueopinoquenoescapazdeprobarnielaguaclara.

—¡Infiernoscoronados!¡Amíquemeimportatuopinión!¡Habladedinero!¡Dedinero!

—Pues…yahascobradohastaelúltimodólarpormiparte,Loughbridge.Ysimisopinionesteinteresantanpoco…,talvezteinteresarámásmiarmamento.

Cesólavoz,glacialysosegada,yreinóunsilencioquepusoderelieveelefectodelsúbitacontrasteentreeltonoylaactituddeMelberne.

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—¿Qué?—gritóLoughbridgetrocándoseenlividezlarojezdesurastro.—Los mormones me han enseñado a tener paciencia, pero… soy oriundo de

Texas…—replicóMelberneconmásdignidadqueapasionamiento.Sinembargo,nohabíadesaparecidalanotaamenazadoradesuacento.

—Aquí termina nuestra asociación,Melberne—dijo Loughbridge—.Quiera lamitaddeesteequipo.

—Tuya es… en cuantome la pagues. Antes no—replicó el boss dirigiéndosehacialastiendas,poniendofin,conunademán,aladiscusión.

Loughbridge se llevó aparte a Manerube y a los dos caballistas forasteros,entablandoanimadaconversaciónconellosamediavoz.

Susana,repuestadelaimpresiónqueelchoquedesupadreconLoughbridgelecausara,estabaapuntoderetirarse,cuandoChaneWeymercomparecióanteella.Lasonrisaqueasomabaasuslabiosladesarmódemomento.Sucorazónhizotraiciónasuvoluntad.

—¡Palabraqueesustedunamocitadearrestos,Susana!—dijo,envozmuybaja,Chane.Eralaprimeravezquelallamabaporsunombreytambiénquelaelogiaba.

—¿Deveras?—replicóconimpertinentetonoella,aunsabiendoque,denovenirensuayudaunaccesodeira,oalgoparecido,seruborizaríavivamente.

—¡Tiene usted unos pies tan diminutos! ¡Y… sus botas demontar dejan unashuellastanbonitas!—prosiguióChanesiempreenvozbajaysonriendo.Suspalabrasteníanextrañasignificación.Susanasintióunescalofrío.

—Eso…esocreeusted—balbució.El caballista miró a su alrededor, al parecer indiferente, aunque Susana vio la

alertada vivacidad de sus pupilas. Era sensato. Era amable. Se echó a temblar alcomprender que de cierto modo venía otra vez en su ayuda. Súbitamente, él seacercó.

—Manerubedebedehabervisto sushuellaspor lasportillasde los corrales—dijoapresuradamente—.Peronopodráprobarlo.Yolashallémástardeylasborréenelpolvo.Yanoexisten.

—¡Ah!—Susanaexhalóunsuspirollevándoselasmanosalpecho.—Hizo usted una buena obra, y que requería nervio, muchacha. Yo también

ansiabaponerenlibertadaesoscerriles.Susananopudocontestar,noporquenoquisieramanifestarle sugratitudporel

servicioyelcumplido,sinoporquelamiradadesuspupilas,laexpresiónqueantesjamáshabíavistoenellas,lahacíanenmudecer.Chanelacontemplabaabsorto,comosi ofreciese un nuevo aspecto digno de admiración. E iba a desplegar los labios,cuandoelruidodevocesyelmartilleodecascos,enelsuelo,vinoainterrumpirles.Chaneseirguióparavermejor.Sutorvosemblanteseiluminódegozo.

—¡Los piutes! ¡Hospa! ¡Mi amigo Toddy Nokin con mis patios! —exclamóechandoacorrerhaciaunjineteindioqueentrabaenelcampamento.

Susanaviounacenceñafiguracompactaacaballoenunhirsutopotro.Chanese

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abalanzóasaludarle.Elsemblantedelpiute,queparecíaunamáscaradebronce,seanimó,llenándosedearrugasalsonreír.Tendióunanervudamanoqueeldesbravadorestrechó entre las suyas.Aun sin poder distinguir las palabras, Susana comprendióqueeraelsaludodedosamigosverdaderos.

Una reata de potros de finos remos y largas crines desembocaba del olmedo,rodeadadepintorescosindios,consussombrerosdepuntiagudacopa,suscuentasdevidrio,ysusaplicacionesdeplata.¡Quéesbeltosyflexibleseran!¡Concuántagraciaydestrezamontaban!

Alvolver lavistaaChaneyalpiute,Susanaquedó, sorprendidaviendoquesehabíaunidoaellosunajovenindia.Ibadestocada,ysucabello,negrocomoelaladelcuervo,rutilabaalsol.Parecíajoven.Supequeñorostro,ovalado,sugrácilfigurita,labanda blanca recamada de cuentas que ceñía su frente, los botones de plata y losadornosdesublusadeterciopelo…todoslosdetallesdesupersonafueronpatentesparaSusanaenelinstanteprevioaldesencadenamientoensupechodelaextrañayreprimidaemociónquelaembargaba,apuntodeestallar.

Chanedijoalgoen indioa lamuchacha,quizásunombre,porquesonrió,comohabía sonreído el viejo pinte, y la sonrisa, que prestó mayor belleza a su atezadorostro,vinoaecharportierralosdiquesdelaextrañaemocióndeSusana.

Su sangre abandonó el corazón para agolparse en sus sienes y en su pecho,cargada de abrasadores celos. El orgullo y la vergüenza, por intensos que fuesen,resultabanimpotentesparaapagarsuardor.Lamuchachaprolongóuninstantemássusuplicio con femenil perversidad, y durante él, vio aChane saludar a la india.Nopudo más. Desviando la vista fue lentamente hacia su tienda, afectando aparenteindiferencia, pero cuando se halló en la secreta reclusión de su vivienda, leabandonaronlasfuerzas,y,renunciandoatodofingimiento,sedejócaerderodillasanteelcamastro,abrumada,dedolorydevergüenza.

Cuandola llamaronparaalmorzaralmediodía,Susananocontestó,permanecióensutienda,pugnandoporrecobrarlafortalezanecesariaparaafrontarlainevitableprueba que la esperaba. Acogió con gratitud el aparente olvido de los demás. Elcampamentoestabamásanimadoquenunca,yasusoídosllegabandecontinuolasvoces de quienes pasaban frente a su tienda, las risotadas de las desbravadores, elpiafar de los caballos.Aunqueperduraba su inquietud, por el posible resultadodelconflicto de su padre con Loughbridge, no se detuvo a ponderarlo. Su conflictopersonalocupabaelprimerpuestoensumente.

Unospesadospasosafueralallevaronalaentradadesutienda.—¿Estásencasa,Susana?—preguntósupadre.—Paratisiempre,Dad.Entra—replicóalzandolalona.Élentró,volviendoacerrartrasdesí.Tirandosusombrerosobreelcamastro,con

ademándequienpiensahacerlargalavisita,afrontóaSusanaconpeculiarexpresión,queellainterpretómezcladadesimpatía,deperplejidad,remordimientoyalgomás,intangibledemomento.

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—Muchacha,siquieresveraDadhechounlío,mírame—dijo.—Te miro y… no parecen tan apurado como dicen —replicó ella riendo

nerviosamente—.¿Quéocurre?—Unmontóndecosas,peroprincipalmentequesoyuncondenadoidiota.—¿HasvueltoadiscutirconLoughbridge?—Palabrasnolefaltan.Nomedejaniasolniasombra,pidiéndomeeldinero.

Prontoleajustarélascuentas.NoesLoughbridgequienmepreocupaahora.—Entonces,¿quiénes?Su padre se sentó en el catre, y Susana, cuyo corazón empezaba a perder la

serenidad,seacomodóenelsuelo,asulado.Anohaberlevistotanbondadoso,tan…protector,pordecirloasí,Susanalehabríatenidomiedo.

—¿Quétepreocupa,Dad?—preguntó.—EseChaneWeymer—dijo.—¡Oh.Dad!¡Nomedigasquetehaspeleadoconél!—exclamó.Melbernecontemplóasuhija,clavandoensuspupilaslamirada.—¿YquédiríassiteanunciasequeWeymeryyovamosareñir?—¿Reñir?¡Oh,cielos,no!Dad,notedejaríanuncareñirconél.—¡Uh! Ya presentía yo que no, muchacha—replicó sagazmente—. No quería

sinodarteunsusto.Laverdadesquenohaymotivoparareñir.Susanaseapoyóensuhombro,ocultandoeldelatorsemblante,mientraselpánico

que las palabras de su padre habían provocado en su pecho se calmaba.Notó queMelberneceñíacanunabrazosucintura,atrayéndolahaciasí.

—Muchacha,túyyoestamosenunendiablado,atolladero.—¿Terefieresaloscerriles?—No.AChane.—¡AChane!—repitióconvozinexpresiva.—A Chane, sí. Hoy no estás muy despierta de mollera. Y… no me extraña,

pero…¿note«hueles»dóndeestáelenredo?—¿TuenredoconCh…,conél?No,Dad.—Penamedatenerquereconocerlo,pero…másbienmealegroquelosiento…

muchacha… Hemos cometido una falta con Weymer. Ya hace días que me lofiguraba.Yhoylosédecierto.Eselhombremáscabalqueheconocidoenmivida.Manerubeesunembusterodespreciable.Es…todoloqueéldijoaquellanochequeeraWeymer.Es…todoloquelellamóChess,ymuchomás.

ASusanalepareciórecibirunapuñaladaenelcorazón.Luego,elgozopudomásqueeldolor.Conlosojosarrasadosdelágrimascayóenbrazosdesupadre.

—Muchacha,¿amasaChane?—preguntóél.La pregunta, las sencillas palabras en otros labios que los suyos, su tremendo

significado,hicierontemblarcomounahojaalajoven.Leeraimposibleenunciarunarespuesta.Sehabíatraicionadoasímisma.Masnofuelarevelacióndesusecretoloquesellósuslabios.

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—Noesprecisoqueloconfieses—continuósupadre—,opinoqueyalosé.TevimiraraChaneunavez…comotumadresolíamirarmeamí.

Laretuvoensilenciounosinstantesjuntoasupecho,hastaquehuborecobradolacomposturaparaincorporarse,enjugarsullantoyafrontarlasituación.

—NopuedesfigurartelocontentaqueestoyoyéndotedeciresodeChane,Dad.Yasabrásporqué.Ahoradime…dimecómolohassabido…

—Telodiré—replicósupadre—.EsospiutesynavajassonamigosdeWeymer.Hantraídounapuntadepotrosparaqueélselosvenda.Cuandoelviejopiute,ToddyNokin,vioaManerube,echómanoasurifle.Estabadispuestoaacabarconél.PeroChanelequitóelarmaydisputóconelindio.ToddyNokinparecíahaberperdidolacabeza.NoacertabaacomprenderaWeymery,demomento,yo tampoco.Aunquepuedes creer que resolví enterarme. Al parecer, el piute es un jefe y hombre dedignidadeinteligencia.Hablaunpocoelinglés.Diceque,asujuicio,ManerubeesuncuatreroasociadoconBudMcPherson,aunqueestonopuedeprobarlo.

—Él y Chane sorprendieron aManerube raptando a la muchacha india Sosie.¿RecuerdasquecuandoManerubesepresentóenelcampamentotraíalacarallenadecardenales?¿Ycómoalardeódeloquehabíahechoasuadversario?PueslaverdadesqueChanelediounapalizayleechódeaquelloslugares.¿RecuerdasqueesofueloquedijoManerubequehabíahechoconWeymer?

—¡Sí recuerdo! ¿Podré algún día olvidar que lo creí? —gritó Susanaestremeciéndose.

—Bueno,puesManerubeesquiengozademalareputaciónentrelosindios,ynoChane.Hemoshabladotambiénconelnavajo.

—DicequeChaneno fuenuncasquaw-man.Después laemprendícon lachicaSosie.Ymellevélaprimerasorpresa,Susana.Tieneunabuenaeducación.Hablatanbiencomotú.YloquedijodeManerubenofuegranodeanís…Nomeextrañaríaquelospiutessecarguenaesecaballista…Enfin,elcasoesqueChaneesentrelosindiosloquedeberíandeser,ynoson,losmisioneros.

—¡Oh! ¡Enel fondodelalmame lo figuraba! ¡Pero losmalditoscelos…!—selamentóSusana.

—Bueno,muchacha.Amítambiénmediolomío,Chane—prosiguiósupadre—.Fuiensubuscay,comohacenloshombres,ledijeclaramentequelehabíaagraviadoyquelodeploraba.Yelcondenadosujetomepreguntó:¿porqué?YolecontestéquepordarcréditoaManerubey,¿quéteparecequemedijo?

—Notengoidea.—Me dijo. «Melberne, es usted unmaldito embustero. Sabía usted que no era

verdad.Cálleselabocayseamosamigos…».Bueno;Chanemehadejadoatónitoenmásdeunaocasión,peronuncatantocomoahora.Fueelcolmo,ymásaúnporquetenía razón. Yo sabía que era un hombre. Pero esa empresa de las cercas medesconcertóymehizoperderlasesera.

—¿Demodoque teperdonó?—preguntóSusana—.¿Meperdonaráamíalgún

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día?—¡Vaya!Tieneuncorazóntangrandecomoeldetumadre.—Micasoesdistinto,Dad.Iréaencontrarle…yconfesaréqueleheofendido…

lediréquesoy…pocacosa…infeliz…peronopuedosolicitarsuperdón.—Niserápreciso,chiquilla.Elhombreestáchifladoporti.Sé…—¡Dad…porfavor!—imploróSusana.—Nohagas casodemi franqueza.Soy rudoy torpe, y…no cavilesmásde lo

necesarioporelgiroquehantomadolosasuntos.Esdesagradable,peromealegro,ydefijotútambiéntealegras.

—Ahorasí.Aunqueparamíestemible.—¡Ea, muchacha!, compóntelas como quieras —respondió él suspirando—.

Estoysegurodequesearreglaránlascosas.Siempreparaigual.—¿Qué piensas hacer con Loughbridge y Manerube? —preguntó Susana

recordandootrosaspectosdelacuestión.—Sacudírmelos de encima—replicó su padre—, y luego, en marcha hacia la

MesetadelCaballoCerril.¿Acazarmáspotros?—Sí,perohonradamente;talveztengalasuertedehacermeconPanquitch.Siasí

fuese, te lo regalo.PeroChanedicequenoexistehombrecapazde tomarleaél ladelanteraconeseanimal.

—Entonces…¿esquevieneChaneconnosotros?—preguntóSusanavelandoconlospárpadossuschispeantespupilas.

—¡Vaya!Nos seguirá aNightwatch Springs, que, según afirma, es el lugar detodoUtahmásapropiadoparaunrancho.

Más tarde, sentadaSusanaconOrayconChess, enun tocóndeolmo, era, sinduda,lamásabsortamenteinteresadadelostresporSosielamuchachapiute.Susanahabíasalidoaafrontarresueltamenteloquecalificabadeseveraprueba,maseratalsu curiosidad por ver y oír a la doncella india, que lo habría arrostrado todo porsatisfacerla; el disgusto, además de la curiosidad, había sido sumás predominantesentimiento.

Se vio abocada a quedar tan sorprendida como su padre, En un principioconsideróaSosiecomounacriaturaexótica,asexual,semisalvaje.Eranimpresionesformadasmuchoantesdearraigarse.

Evidentemente, Sosie acogía gustosa la oportunidad de alternar con jóvenesblancas.Chesslogródisipar,singranesfuerzo,larelativatimidezquelaembargaba,inspirándolelaideadehablarlesdesímisma.JamáshabíaoídoSusanahistoriadetantrágica fascinación. Sosie narró su infancia apacentando cabras y ovejas en eldesierto, su forzosa entrada en unaEscuelamunicipal y después, en un colegio deCalifornia, aprendiendoenambosel lenguajey las costumbresde losblancos.Losmisioneroshabíantransformadolareligióndesusmayores.Cuandosusprogresoslojustificaron, le ofrecieron la alternativa de convertirse en una sirvienta o volver allado de sus padres. Se decidió por lo segundo, con la esperanza de emplear su

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educación en elmejoramiento de la vida familiar,mas sus esfuerzos se estrellaroncontra la incomprensión de los suyos. Su familia creyó que las enseñanzas de losblancos la habían hecho concebir ideas de superioridad. Le era imposible seguiraceptandolascreenciasreligiosasindiasy,porotraparte,seresistíaaadoptarlasdelos blancos. Tuvo que renunciar a sus hábitos de pulcritud, aseo, comodidad, etc.,retrovertiendoa las rudas costumbres indígenas.Porúltimo lahabíanacosadoparaquesecasara.Supadre,sumadre,susparientestodos,hacíanpresiónsobreellaparaque eligiese un marido entre los de su raza. Tuvo, que ceder al fin, contrayendoenlace con uno de los bravos de su tribu, un joven jefe, educado también en lasEscuelas gubernamentales. Ambos tenían mucho en común especialmente elcomprendersemutuamenteyelreconocerlafatalidaddesusituación.Elporvenirlaencerraba,nadaparaellos,exceptolavidaenlosabertales,queeralamásadecuadaparaindios.

EneldecursodelanarracióndeSosie,eldisgustodeSusanafuetrocándoseenintolerante indignación, sorpresa y lástima. Sosie no era lo que ella esperaba. Lamuchacha tenía positiva belleza. Su altiva y pequeña cabeza, su fúlgido cabellonegro,supicarescosemblante,iluminadoporlosenormesojosnegros,susbermejoslabiosyblanquísimosdientes,suflexiblecuerpovestidodeterciopelo,adornadoconplatayabaloriosdecristal,susdiminutospies,calzandomocasines…elconjunto,enuna palabra, fascinaba a Susana. Era excusable, y ciertamente perdonable, que unhombreblancosedejaseatraerporlamuchacha.Susanapodíaaduraspenascreerlaindia.

A poco, Ora persuadió a Chess para que la acompañase a un mandado y lacircunstancia permitió a Susana quedar a solas con Sosie como deseaba. Sentíasedispuestaasercompasivaybuenaconlaindia.¡Cómodespreciabasusprecipitadosjuicios anteriores! Los blancos, la civilización a que ella pertenecía, eran quieneshabíanhechodeaquellainfelizloqueera,pero…antetodo,Susanaanhelabaextrañay apasionadamente oír a Sosie hablar de Manerube como éste había hablado deChane.

—MipadredicequeconocíaustedaManerube…—comenzóSusana,obligadaatomarlainiciativa.

—Sí;conozcoaBentManerube—replicóSosiefrancamente,aunquesinrencor—.Me ha hecho el amor. Las indias, gustamos de que los blancos nos halaguen.Manerube me convenció para que me escapase con él. Pero mi padre y Chane.Weymernossalieronalencuentro.

—¿Y…qué…ocurrió?—preguntóSusanabalbuciendoafuerzadeemoción.Sosieseechóareírmostrandolosperfectosyblancosdientes.—Chanememandóecharpieatierra.LuegoobligóaManerubeaqueconfesara

quenopensabacasarseconmigo.SepelearonyChanevencióaManerube.Mehabríagustadoquelematara.

—¡Amaba…usted…aManerube!—confirmóSusana desesperadamente. ¡Qué

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difícil era hacer ciertas preguntas! Tan sólo la sencillez de Sosie, su carencia desofisticación, el algo, indefinible que dimanaba de no ser blanca, robustecieron laconfianzadeSusanaparaseguirpreguntando.

—Supongoquesí.PerocuandoChaneleobligóaconfesar,no,yabuenseguromenosaúndespuésdelapalizaquemediomipadre.

—¡Ah!¿Lepegósupadre?—Sí, y dijo que me mataría si volvía a escaparme con un blanco. En otros

tiemposmitribudescuartizóaunamuchacha,miembroamiembro,porinfidelidad.—¡Quéhorrible!—exclamóSusana.—Mieducaciónmedicequeobraronmalymiconcienciadeindiaquefuejusto.—¿Sabe usted que cuando Manerube vino al campamento nos dijo que había

castigado a ChaneWeymer por… por portarsemal con usted?—preguntó Susanallegandoalfinalametadesuinterrogatorio.

—Sí,mipadreme llevóahablarconeldeusted—replicóSosie—y ledije laverdad;Manerube, es embustero ymalo.ChaneWeymer es bueno.Mi padre se lodirá igual. Son pocos los blancos, tan buenos comoWeymer, que alternan con losindios. Yo no he conocido ninguno. Más aún, cuando estaba en el colegio, noencontré jamás blanco alguno como Chane. Si le hubiese hecho caso a él, nomehabría enamorado nunca de Manerube. Pero Chane me reñía, me aconsejaba, mesermoneabacuandoloqueyoqueríaeraquemehicieranelamor,yChaneseresistiósiemprediciendoquenopodíaamarmeporquenopodíacasarseconmigo.

—¡Oh! Es terrible… ¡Cuánto ha sufrido por culpa de los blancos! —gritódesoladaSusana.

EventualmentediofinlaconversacióndeSusanaconlaindia,ylamuchachablanca,conmovidahastaelfondodesualmaporlasrevelacionesdeldía,sedirigióhaciaatiendade losWeymer.Sucorazón rebosabadeseode justificarse.Eracuantopedíahacer.Aprovecharíaelfalsovalorqueleprestabanaquellosmomentosdeacusadoraconciencia, de despectiva lástima por sí misma y de creciente gozo por Chane yChess,parahumillarse.¡QuébienconocíaChessasuhermano!

La muchacha los halló juntas. Chess, trenzando un látigo para Ora; Chane,atisbandosupresenciacon tristespupilas.Se juróqueatraeríasusmiradas;aunquellegasenapenetrarensuvergonzosoysecretoamor.Sejuróserfielasímisma,auncuandofueseporúltimavezensuvida.Resueltamentefuehaciaél.

—Chane,leheagraviado.El broncíneo rostro del desbravador perdió parte de su serena calma,

palideciendo.—¿Mehaagraviado?¿Cómo?—replicó.—CreyendoloqueManerubedijodeusted.—¡Ah!Estuvedesafortunado.

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—Fui estúpida y mezquina—añadió Susana con voz vibrante de amargura—.Luego…mástarde…noquiseescucharamipropiaconciencia.

—¿Esomediceusted,SusanaMelberne?—preguntóélincrédulamente.—Nada de cuanto pueda decirle ha de importarle ahora. Pero… quería que

supieraelconceptoquetengodemímisma.—No… ahora no importa lo que pueda pensar… yo de usted… a usted de sí

misma—dijo.—Hadeoírloquepienso—gritóSusanacomenzandoaperderlaentereza—.Ha

de saber que soy una chiquilla desalmada, sin sentido, sin juicio… ¡Hasta ChessdenuncióaManerubeporembusteroyyonosupeverlo!Peoraún,cuandoChessmehabló tannoblemente de ustedno le creí.Y lomásvergonzoso ese que cuando sepelearon,cuandovielrepulsivorostrodeManerubeluegodepegaraChess…

—¿Qué?—gritóChaneinterrumpiéndola.Sepusoenpieysuactitudamilanóalajoven—.¡PegóaChess!—repitióamenazador—.¡Muchacho,venacá!

—¡Susana! ¡Cabeza de chorlito! ¡Ahora sí que la ha armado usted buena!—exclamó,compungido,Chess.Chaneasióporlacamisaasuhermano,acercándoledeuntirón.

—Muchacho… habías callado eso —dijo—. ¡Me has engañado, porque te lopregunté!

—Sí,Chane…,mentí—dijoChess.—¿Porqué?—PormiedoaloqueharíasconManerube.—Luego…¿tepegó?¿Pordefenderme?¡Dilaverdad!—YatelohadichoSusana.Peroenserio,Chane,suenapeordecómofue…un

puñetazomásomenosnosuponenada…Fueunapeleadelaqueélnosaliótampocomuybienlibrado.

Chanesoltósuasiderodandounempujónasuhermano.—¡Ya sabía yo que había algo más! —murmuró. Y bruscamente entró en su

tienda.—¡Buenalahahechousted,Susana!—repitióChess.—¡Oh!Notuveintencióndedecirlo,semeescapó.¿Quépuedohacer?—AhoranohayquiendetengaaChane.—Sí,yoledetendré—gritóella.Comprendíaqueeraprecisohaceralgo,aunque

sinlamenorideadeloquehabíadeser.Sumenteestabaparalizada.CuandoChanesalióde la tienda, suapariencia lahizo temblar.Empuñabaun látigoydel cinto lependíaunrevólver.

—Susana Melberne, no sé qué emplear con su pretendiente, si el látigo o elrevólver.Meinclinoacreerqueseráellátigo.

—¿Pretendiente? ¿Bent Manerube? ¿Cómo se atreve usted a decir semejantecosa?—exclamóSusanarepentinamentefuriosaycruzándolelacaradeuncachete.

Enlapálidamejillasedibujóunamancharojiza.Élse llevólamanoalcarrillo

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mientrassuspupilasseclavabanenella.—¡Gracias!Asímegusta. Por lomenos fue humanoy femenil.Dos cosas que

nuncahasidoustedconmigo.¿Laheofendidoacasoconmiinsinuación?—¡Ya lo creo! Me ha insultado. Desprecio a Manerube. Jamás me agradó su

compaña.Sí…coqueteéconél…porvergüenzamía…,fue…fue…porrazonesquemecallo.

—¡Ah!, está usted poniendo muchas cosas en claro hoy —replicó Chane—.Acepte mis excusas. Fue un momento de genio. No tuve intención… De todosmodos,emplearéellátigo,oelrevólver,conManerube.

Chess no intentó siquiera detener a su hermano, pero Susana prorrumpió enincoherentes protestas, tratando de sujetarle. Chane la rechazó bruscamente y, sinañadirpalabra,fuehaciaelgrupoqueseveíaentornoalcampamento.

—¡Váyaseasutienda,Susana!—AconsejóChess.—No; no puedo dejarlo así —replicó ella—. Se lo diré a mi padre. Él los

contendrá.—Esdemasiadotarde,Susana.ElquesepongaahorafrenteaChane,seexponea

salirmalparado.—Pero,Chess…,¿ysilemata?—¿A quién? ¿A Manerube? Pues… será un bien para todos —contestó

acaloradamenteelmozo.—No…hablodeChane…Escuche,ysilorepite,leodiarétodamivida…Yo…

amoaChaney…¡meestámatando!¿Comprendeustedahora?—¡Pobre muchacha! —replicó Chess, sorprendido y lleno de compasión,

rodeándola con un brazo la cintura—. ¡No se espante, Susana! Manerube es uncobarde.NoseatreveránuncaahacerlefrenteaChaneconunrevólver.Nopasarádeunatunda.Vengaconmigo;vamosavercómolarecibe.

Susana tuvo que apoyarse en Chess para andar. Le flojeaban las piernas. Noobstante la lentitud de su avance, salieron del olmedo a tiempo de ver a Chaneconfrontar el asombrado semicírculo de caballistas, entre los que se destacaba,conspicuo,Manerube.

—¿Québusca?—preguntóMelberne.—AManerube—replicóconcisamenteChane.FuesignificativoqueMelberneseechaseinmediatamenteaunlado,alaparque

lossituadosaderechaeizquierdadeManerubeseapartabandejándoleaisladoysolo.—¡Manerube,seacabólabroma!—dijoChane—.Lasmentirasquehadichome

tienenporcompletosincuidado,pero…pusolassuciasmanossobremihermanopordefenderme…ylepegó.¿Llevaustedarmas?

—Sí—replicóManerubeconexangüeslabios.Susana dejóse llevar de un irresistible impulso.Desasiéndose deChess, echó a

correr,apartandoaChane,aferrándoseaélfuertemente.Perolefaltólavoz.—¡Susana,estáustedloca!—protestóélconsíntomasdeablandamiento—.Tarde

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otempranohadeocurrir.¿Porquénoahora?MelberneseacercórápidamenteaChane,llamandoasugente.UtahyMillerle

secundaron,seguidosdeJake.—Sujetadle, muchachos —ordenó Melberne—. ¡Chess, fuera de aquí! —Fue

haciaelotrocontrincante—.Noquieroexponeramifamiliaariesgosinnecesarios,Manerube, y… puede felicitarse de haber escapado, con suerte. Únase a sus doscompinches de Wund y… ¡fuera del campamento! Jim Loughbridge… puedesacompañarles.Teregalounacarreta,eltiroylasprevisiones.

—Sea,Melberne—asintió torvamenteLoughbridge—.Acepto.Pero…nocreasquequedaasísaldadanuestracuenta.

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XIII

AloestedeStarkValley, el reformadoequipodeMelbernehabíasedetenidoenunaltivobastiónparacontemplarasusplantasuncañóndesuelogrisáceo,tachonadodeverdeydedoradasladeras,largoyamplio,queseextendíaalpiedeloscontrafuertesdelaMesetadelCaballoCerril.

—Allá,enaquelparajeroquizodebrillanteverdura,estáNightwatchSprings—dijoWeymerseñalandoaMelberneellugar—.Estanvastoqueformaunriachueloenelpuntomismodondeemerge.

Melberne, poco dado a exteriorizar su entusiasmo, estaba boquiabierto, comopasmado,hastaqueexclamó,porfin:

—¡Le da cien vueltas a cualquier punto de Texas! —Que para él era el másextravagante elogio posible. Luego prosiguió: Aquí será donde estableceremosnuestrohogar,mujeres.Unrancheropuedehallaraquítodocuantohacelavidadignadevivirse.Enviaréabuscaramishermanos,quesóloesperansaberdeunbuensitiopara establecerse. Tenemos amigos y parientes que se fiarían de mi palabra.Roturaremosellugarydesdeahoraanunciomiintencióndereservarnoslacabeceradelcañón,incluyendoelmanantial.Cientosesentaacres,queesloqueelGobiernoconcede, para laboreo y dominio de todas esas millas de pastores…Weymer, mideudaconustedsevaacrecentando,ymepreguntosiquerríanChessyustedunirseanosotrosaquí.

—¿Quién sabe? —replicó en español el caballista—. Chess seguramenteaceptaría.Leconviene.Encuantoamí…yosoyuncazadordecerrileserrabundo.

Un abrupto sendero conducía al fondo de la sima. Ni Chane ni Toddy Nokinsabían por dónde habrían bajado de las altiplanicies circundantes las manadas decerriles que pastaban por el valle, suponiendo que tal fuese su procedencia. Laescotadura zigzagueaba hacia el Sur, bajo la tremenda mole de la Meseta, y suextremo Oeste era invisible Toddy Nokin afirmó que terminaba en una quiebraroquizaqueningúnindiosehabíaatrevidoaexplorar.

Susanaestabaarrobada.LaspalabrasdeChanelahabíanpredispuestoaencontrarun paisaje de ruda y salvaje belleza, pero no había palabras que pudieran hacerjusticiaaaquelmaravilloso lugar.Noeraparaellaunparaísodecuentosdehadas,sinoalgosublimeensugrandezairreal,ensuaislamiento,indiscutibleencoloridoytansalvajecomolaelevadaMesetaquelodominaba.

LaescotaduraqueChanehabíaindicadoresultóserunlaberintodecañadasenlaladera estrecha, con verdes bordes de pinos y de cedros, tapizados de abundantehierba, tortuosos y llenos de áureas sombras, reflejadas por las paredes laterales,solitarias, calladas, impregnadas con la fragancia del seco aire del cañón y de laspurpúreassalvias.

Melberneasentóel campamentoenelparajequehabíaelegidopara laalqueríaquemás tarde se proponía edificar. Era una bancada baja, declinando suavemente

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hacia el abertal, resguardada por una faja de arbolado y la diagonal pared de lamontaña. Nightwatch Springs, con abundante caudal, emergía de la base de laescarpadura,serpenteandoluego,laderaabajo,entremárgenesbordeadasdéjuncosymimbreras.Caballossalvajes,ciervos,conejosypájarosdetodasclasescorroborabanlafertilidadyelaislamientodellugar.

Allendelaestrechafajadearbolado,quesealzabaenlapostreraondulacióndelaladera de salvias. Susana atisbó un paraje en el que decidió alzar su campamento.Dominaba la bancada y la resguardaba una curva de la pared roquiza. Parecíaensoñadoramenteimpregnadodelafraganciamusicaldelarroyuelo.Era,enverdad,untrono,desdeelque,acaso,arengóasussúbditosalgunareinabarbáricadeotrostiempos.Enélcrecíalapurpúreasalvia,elcactoencamado,lasmargaritasylavanda,y una exquisita flor desconocida para Susana, un delicado capullo de tres pétalos,blancosyvioleta.

AlistóaJakeyaChessasuservicio,yelcrepúsculovioterminadasutarea:uncampamento que seguramente se transformaría en un hogar confortable, seguro,resguardado,conunaperspectivabellísimaensusproximidadesydeextraordinariagrandezaenlalejanía.

Aquella noche, el campamento deMelberne tuvo la virtudmás grata de todasparacansadosviandantes:permanencia.NoperturbabaaMelbernenianingunodesus acompañantes la idea de que Loughbridge y Manerube habían seguido sushuellas.

—Opinoqueaúnpodemoscontarconseissemanasmásdetiempocomoéste—observóelboss,recostadodeespaldasalafogata.

—¡Ojalá!Aunque…el invierno es templado en estos cañones resguardados—dijoChane—.Lanievecuajamuyraravez.

—¡Bravo! Así tendré tiempo de alzar mi casa de troncos. ¿Están las carretassegurasalládóndelasdejamos?

—Quedaronbienescondidas.Elúnicoquepodríadarconellosesunindio,ylosindiosnoroban.

—Seráimposibletraerunahastaaquí—observóMelberne.—Ésaes lamayorbellezadel lugar.Edifiqueun corral y cuadras, arriba, en la

meseta,yotros,aquíabajo.—Avecestieneustedideasdeprimera,Weymer.Dentrodeunpardedíasenviaré

aUtahyaMilleraWundaecharcartasytraerunacarretadeprovisiones.Acasomishermanosseentusiasmentantoconmiproposiciónquevenganantesdelasprimerasnieves. Si no… para la primavera, de fijo… ¡Vaya, vaya!… Creo que me sientomuchomássatisfechoqueenestosúltimostiempos.

Susana se preguntó el verdadero significado de las palabras de su padre, quetraíandenuevoasumenteaquellavagapremonicióndeunenemigo,odeunpeligro,quenoacertabaadefinir,yqueélparecíaesperar.Talvezenaquelaisladorincóndemundosecreeríalibredesustemoresdetenerquemataraunhombre.Asíinterpretó

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Susanalaextrañaobservacióndesupadre.Libre de Manerube, el elemento perturbador, y de Loughbridge, la vida de

campamentotomóungiromásagradable.ChessconfesóqueechabademenosaOra,dando a entender que algún día podría decidirse a ir en su busca. Susana notabaigualmente la falta de una compañera de su sexo, pero el resto de la perturbadorafracción,segregada,nocausósentimientoporsuausenciaennadie.

—A juzgar por el aspecto general del terreno, creo que podría hacer un granestanque aquí, Chane—observóMelberne, cuyamente activa no cesaba de hacerplanes.

—¡Claroquesí!—asintióél,siempreoptimistayentusiastaobservador.ElcapitánBunksequitólapipadeentrelosdientesconobviopropósitodedecir

algodeimportancia.—¡Piratasmellevensiyonocerraríalaaberturaenlasrocasdelaparteinferior,

dejandoquesellenasedeaguahastalosbordes!—¿Pa…pa…paraquéharíase…e…eso?—QuisosaberMillar.—Paratenerunlagoyponerbarcosafloteymontarunranchodepeces—replicó

solemnementeBunk.—¡Ja, ja, ja! —estalló Melberne—. ¡Es una idea! ¡Un rancho de peces!…

Aunque…unabalsa con ellos no sería ninguna tontería…Cap,me ayuda tambiénusted a organizarmi casa…Susana, no hemos oído aún tu opinión yme gustaríasaberla.

¡Esmaravilloso,Dad!—replicólamuchacha—,peronoencuentropalabrasparadecirloquesiento…saberquemequedaréaquíyserátambiénmihogar.

—¿Oyestúeso,mujer?—exclamóMelberne,iluminadoelsemblante,degoza—.Susananoquierevolveralasciudades.Sequedaráconnosotros…paraenseñaraloschiquillos que vayan viniendo, como de fijo vendrán. Estosmuchachos se casaránalgúndía…

Durante aquella primera noche en la clausurada y silenciosa soledad, Susanaestuvo largas horas, despierta. ¡Era tan extraña, tan distinta a cuantas otras nocheshabíaconocido!Llevabaensíunainsólitamelancolía,unasensacióndeperfectapaz,unagloriosasoledadestrellada.Hastalosinsectosparecíanperteneceraespeciesparaelladesconocidas,tanclarasyvibranteseranlasnotasdesucanto.Unbúho,perdidoen las remotas anfractuosidades, ululaba su vigilia. El perlero arroyuelo, comocuantos sedeslizan rápidospor caucespedregosos, teníaunanota aguda,peromássuave,másdulcificada,comocompuestadeinfinitasmelodías.

Llegó el alba gris, fresca, exuberante en su profunda claridad, lenta endesarrollarse. Susana no acertaba a descubrir la causa. Jamás había despertado enamanecersemejante.Clareóeldíay,sinembargo,todoparecíaensombrecido.

¿Dóndeestabaelsol?¿YelEste?Porfinsediocuentadequeseencontrabaenlaspropiasentrañasdelatierra.LaerguidaescarpadelaMesetadelCaballoCerrilsealzabaenormesobreella,interceptandoelsol.

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Luego, una claridad maravillosamente azul iluminó la cresta oriental. Nubesbajas, tenuemente sonrosadas, flotaron sobre la extraña fulgencia que centraba lalíneadelhorizonte.Eraunefectodesol.AlospiesdeSusanaelcañóndormíaaún,excepto en las mesetas, que se distinguían vagamente. Hacia el Oeste, las vastasescarpaduras,quesealzabansobrecuantolasrodeaba,comenzaronailuminarsecontonospurpúreos.Susanafuesiguiendolatransformación,queparecíaimperceptible.

Selevantóparadarprincipioaldía,oyendolossilbidosdelosdesbravadoresenelllano,elchasquidodeunhacha,aspirandoelolordelazuladohumocuyasespiralesnacían en la fogata.Hasta ella llegó la recia vozde supadre.Sentíase ligera, ágil,nueva.Ansiabacorrer,saltar,cantar,volar,ensalvajegalopada.Erafeliz,aunquesucorazónsangrabaaúnporlacalladaherida.Perosudolorysusonrojonoeranyaloquehabíansido.UnaimponderablediferenciahabíasucedidoasuconfesiónaChanedelainjusticiacometidaasuvoluntariahumillación.Selohabíadicho.Sinmitigarlafalta, había eliminado suvanidad.La ausenciadeManerube contribuía tambiénnopocoasucrecientegozo.Laodiosafiguraprovocativaensufanfarria,yelatractivosemblante, no vendrían yamás a amargar con su presencia sus recreos. ¡Quémalhabía hecho incitando sus atenciones con el solo fin de zaherir al hombre a quienamaba!Noseperdonaríasuceguera,yteníaladesagradablepresuncióndequeaúnno estaba terminado el incidente. A pesar de todo, el placer del momento ganabaterreno sobre sus quebrantos. Acalló las bisbiseantes[38] voces de sus sueños,renuncióaprestaroídosalatentaciónqueseagitabaenlomás,profundodesualma,la turbacióndevalersede susencantos femeniles,de lacoqueteríade su sexoparaatraerycautivaraChane.Eldesbravadordebíadespreciarla,yaunqueaveceslaideaprovocase en ella arrebatos de furia, acababa siempre por reconocer la justicia deaquel desprecio, aceptándolo comomerecido castigo a su ligereza. Hasta el ver aChanefuemássoportableprimeroymásgratodespués,siemprequenoestuvieselobastante cerca para que advirtiese que le contemplaba. Cruzaba muy rara vez lapalabraconella,anoserquelacortesía,oelimperativodealgúnservicioamable,lohiciesen imprescindible para un hombre de su carácter. Susana acogió, en unprincipio, favorablemente su despego, mas, con el tiempo, empezaba a resentirlaaquelcambiodeactitudsobreelquepreferíanohacerconjeturas.

Chess había sido leal guardando su secreto. Pero ella, mujer al fin, vivía encontinuosobresalto, temiendoque la traicionaseconChane.Laamabledisposicióndelmuchachoselehacíapormomentosmáspalmaria.Eraunamigo,uncamarada,un hermano, aunque en ocasiones la exasperase de tal modo que apenas podíacontener el impulso de arañarle o pegarle. Chess se había propuesto que no seolvidasedequeamabaaChane.

Melberneempezósusegundodíaenellugarenelquehabíaresueltotrabajarhastaelfindesuaugurio,paraelresultadofinaldelaempresa,conunánimoexcelente.

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Después del desayuno dictó a Susana algunas cartas, que lamuchacha escribiósentada en el suelo, junto a la hoguera, con la carpeta sobre las rodillas. LuegodespachóaMilleryaUtahconlacarretaparasulargajornadaaWund.

—¡Levadlasarmasalalcancedelamanoynotitubeéisenhacerlasservirsihaycaso!—Fuesupostrerconsejo.

Conel restodisponiblede sugente sededicódespués a cercardos especiesdecallejones situados en la cabecera del cañón, dejando en libertad en ellos a suscaballos. Tenía unas cincuenta cabezas, contando los potros comprados. A Chane,ToddyNokinlehabíaprometidovolverconotrapunta,enprimavera.Melbernehabíaconcebidolaideadecriarcaballos,alaparqueganadovacuno.Teníaampliavisióndel porvenir. Vislumbraba el no muy lejano día en el que los caballos cerrilesdesaparecerían de los abertales, acrecentándose entonces el valor de una raza biencruzada.Enmediodíatuvieronplantadaslascercasdepinoydecedro.

—¡Bueno, ahora podemos descansar echando una ojeada alrededor nuestro!—dijo—.¡Palabraqueteníamiedodequealgunodelossementalessenosdesmandase!

—Seráprecisoquelimpieelcañóndecerriles,Melberne—dijo,reflexivamente,Chane—.No podré considerar en seguro a su yeguadamientras anden por ahí lossalvajes.Yasabeustedquecuandouncaballodomesticadodesgarita,eselmáscerrildeloscerriles.

—¿Para qué es usted capataz de este equipo entonces? —replicó jovialmenteMelberne.

Chaneseechóareír.Laidealeagradaba.—Pondremosmanosalaobraycazaremoslomejordelasmanadas,ahuyentando

alresto.Laregiónesinmensa.¡Diossabeloquehallaremos!—TalvezaPanquitch,¿eh?¿Selehaolvidadoaustedya?¿OlvidársemePanquitch?Nohaycuidado.Desdequelevihepensadomilveces

enél.Éstossonsusdominios,Melberne.Chaneabarcóconlamanolosamarillentosbaluartes, tanelevadosytanlejanos

quelazonadecedrosydepinosparecíanunafajademaleza.—¿Allá arriba, eh? ¿En la Meseta del Caballo Cerril? —replicó Melberne—.

Opino, Chane, que siPanquitch impera en esas alturas, no es un caballo sino unáguila.

Porlatarde,Susanaacompañóasupadreyaloscaballistasaunaexpediciónqueprometía ser rica en emociones. Alonso, el vaquero mejicano, iba a hacer unademostración del laceo y acose de cerriles. Susana dejó aWeymer informar a supadredeque,segúndecían.Alonsoeraelúnicodesbravadorcapazdeefectuarlo.Setratabadeunacompetencialeal,entreelcaballistayelcerril,enpuntoaceleridadyresistencia,contodaslasventajasenfavordelsegundo.Susanaimaginóqueelveralvaquerotrabajarseríaunespectáculodignodepresenciarse.

Melbernehabíarenunciadoparasiempreacuantoentrañasecrueldaden lacazadecerriles.

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Señalar con una bala de rifle,método considerablemente en boga enNevada yUtah,eraasujuiciotancriminalcomoelespino.Unbuentiradorpodíasituarlabalaen la parte externa superior del cuello del cerril, dejándole lo suficientementeatontado(másporelchoquedelproyectilqueporlaherida)parafacilitarsucaptura.

Eldefectocapitaldeesteprocedimientoconsistíaenquesilabala,comoocurríaen lamayoría de los casos, hacía algomás que simplemente señalar al animal, lecostabalavida.

Trampear en los abrevaderos era unmétodo sencillo y humanitario de caza decerriles,aunqueraravezrendíaproductivoresultado;loscaballosmejoresylosmásraudos, especialmente sementales, senegabanaentrar en la trampao, si lohacían,escapaban derribando las cercas o matándose. Sin embargo, los desbravadoresempleabanestesistemasiemprequeeraposible.Antetodolocalizabanunlavajoounarroyuelomuyfrecuentadoporcerriles,erigiendoasualrededorunvastocorraldelarguerosodetroncos,porlogeneraldecedro,quetalabanenteros;arrastrándolosyponiéndolosenestrechaformaciónconespacioparaunaampliaentrada.Éstahabíade teneruncierrequepudieramanipularse rápidamente.Completada la trampa, loscazadores se situaban de noche al acecho, en espera de los cerriles que acudían aabrevarse.Eraindispensableesconderseensentidoopuestoaladireccióndelvientocon relación a los caballos, pues de lo contraria su penetrante olfato descubriría alpunto su presencia. No siempre entraban los cerriles en la trampa la primera osegunda noche,mas corrientemente su sed solía acallar sus recelos. Cuando ciertonúmeroestabadentro,loscazadorescerrabanapresuradamentelaentrada.

El método favorito deWeymer, según dijo aMelberne, era hallar un paraje apropósito, en el que los cerriles pastasen y, a ser posible, presentase obstáculosnaturalesalahuida,talescomounaparedroquizaoelbordedeuncañón.Setalabancedrosformandoconellosunalargavalla,unalaqueseextendíatodolopreciso,unamilla, en circunstancias extremas.En el punto en que la valla se unía al obstáculonatural,osisetratabadelbordedeuncañón,enelvérticedeltriángulo,seestablecíauncorraldegrandesproporciones,noquedandosinoajorarluegoaloscerrileshacialavallay,porende,alcorral.

—Tambiénmehevalidoavecesdeunprocedimientoqueaprendícasualmente—dijoChanemientrascaminaban—.Pero…requiereuncaballodemuchaligereza.Ahora tengo deseos de probarlo con Brutus, pero este paraje tan particular no esadecuado.Laideaesqueuncaballista,montadoenunanimalraudosepongafrentealos cerriles comohuyendode ellos.A ambos ladosde lamanada, ydetrás, handesituarseotroscaballistas,ajorándola.Ylocuriosodelcasoesquesielquevadelantelograconservarsuposiciónsinquelealcancenloscerriles,leseguiráncomoovejashastadentrodelcorraldelatrampa.Acosamientosasíseempiezanconunamanadapequeña y a medida que van progresando se les van agregando cerriles dispersoshastaelpuntodeque,enunaajoradadequincemillasoasí,puedecontarseconunascientocincuentacabezas.

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—¡Uh! ¡Noseríamaloverlo!—exclamóMelberne—.PerocreoquePanquitchnocaeríaenningunadeesastrampas.

¡Lodudomucha!—asintióChane—.Sialgunavezseleatrapa,serágraciasaunaceladaounaccidente.

Los excursionistas iban siguiendo la pared occidental, resguardados por loscedrosquepoblabanlasuavependientedelherbosocañón,evitandoasíalarmaralasmanadasdecerrilesquepoblabanlavastapradera.

ParaSusanalaexpediciónerauncontinuadodeleite.¡Quélugar tanperfectoenbelleza! Los corzos trotaban por la espesura, sin miedo apenas. La caza menorabundaba. Aves sin cuento alzaban el vuelo al acercarse los caballos. La altísimaparedestabadentadacomounasierraycadamuescaparecíaserunaprofundaquiebraderojizasladerastupidasdepinos,roblesyálamosdorados.Tortuososcallejonesdesalvias serpenteaban misteriosamente; inmensos monolitos obstruían algunospasadizos, negras cavernas se ofrecían a la vista. En la parte externa de la paredprincipal losdispersosgruposde robles, lashilerasdepinos, losmacizosdecedro,parecían plantados por mano de hombre con el fin de prestar al lugar un aspectoseñorialdeparque.Aunqueestabanenoctubreelsolsedejabasentirenaquelparaje,calentabafúlgidoylasfloressilvestressemecíanpordoquieralsoplodelabrisa.

A unas tres o cuatro millas del campamento, Chane guió a los caballistas alabertal,estacionándolesdiseminadosporelampliocañónconelfindemanteneraloscerriles en su extremo y que Alonso pudiera gozar de favorable oportunidad paradarlescaza.

Susana se quedó con su padre, que tenía un apostadero central. El vaqueromejicano,ágilymusculoso,parecíaunjineteindio.Nollevabachaqueta,nisombreronibotas.Susanapreguntócómopodríadesenvolversesinespuelas.

—A femía que no lo sé—contestó francamente, su padre—. Pero…da gustoverle.¡Estodonervio,sinunhueso,nodebepesarmásqueunapluma!

Susanareconocióqueelvaqueropresentabapintorescaapariencia,erguidoensumontura, atisbando al llano. El animal quemontaba no era una belleza, pero teníatodaslascaracterísticasdepuraraza,enjuto,dealzada,fornidodepecho,musculosoyfuerte,conunairedecontinuodesafío.Bajolosdesnudostalonesdelvaquero,seestremecíavibrante.Ceñíaleunaampliacincha,quealparecernoerasinounafajaconunanillooargollaenelladoderecho,alqueibaatadounodelosextremosdellivianoyengrasadolazoqueAlonsollevabaadujado.Eljinetemontabaapeloysucaballonoteníanibrida.

—Yaveráscomovaldrálapena—opinóMelberne.A poco,Alonso espoleó (por decirlo así) a sumontura.Y no habría producido

espuelaalgunamejorresultado.Elanimal,deunsalto,sepusoagalope,moviéndosecon admirable ligereza, sin levantar apenas polvo. Su jinete parecía formar parteintegrantedelconjunto.Susanahabíaoídodecirquelosvaquerosmejicanoseranlosmás diestros picadores del Sudoeste, los maestros de quienes los desbravadores,

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cowboysycaballistasaprendíansuoficio.EraunaherenciadeTexasyTexaslahabíarecibidodeMéjico.Susananocomprendíacómoeraposiblesostenerseacaballocontanacabadaperfección.

Alonsomaniobró alrededor de lamás próximamanadade cerriles, tendiendo aponerla entre él y los caballistas apostados en el cañón. Los animales le vieron,inmóviles y alertados, atisbando, y empezaron a moverse inquietos. Cuando, nomediabaentreellosmásdeuncuartodemilla,salieronagalopehaciaelEste.Susanadejóescaparunaexclamacióndegozoantesumagníficaestampaylabellezadesusmovimientos.Elcerrilquecapitaneabaalamanadaeraalazányentrelosdemásloshabía de todos los pelajes. Obraban como impulsados por el mismo, instinto,galopando raudos como el viento, con las crines y colas desplegadas. De prontoparecióque sehabíandetenido en seco, dandomediavuelta paramirar al solitariojinete. Luego se pudo deducir que el alazán había descubierto enemigos al frente.ChaneyChesspartieron agalopepara entretallarles[39] el paso y empujarlos haciaAlonso.

Alprincipio los cerriles fueronde acápara allá, desdeñosos e indignadosde laintrusiónensusdominios.AlonsomanteníasealgoalNortedesuposición,temiendo,sinduda,unaestampidaenaquelsentido.Peroevidentementeloscerrilessabíanqueelabertal, sinobstáculos,estabaendirecciónopuesta.Susanadivisóotrasmanadastrotandoadiestroysiniestro,conlamismacuriosidadensusactitudesqueaquéllaalaqueAlonsosehabíadedicado.

Lamuchachadisfrutólaoportunidadporcompleto.Cuantolarodeabaeramotivodeexaltación.Paraellaeraimposibleaceptarcalmosamentetantaagrestegrandezaytantoaislamiento.Elairesecoyperfumado,elcieloazulsobrelaselevadasescarpas,lagrispraderaconsuondulosahierba,losmacizosdeverduray,además,loscerrilesyloscaballistas,lacertezadequepresenciaríaunacontiendaleal,sinengañosysincrueldades,todoinfluíapoderosamenteenSusana,despertandoensualmaloqueenlaaltiplaniciedeUtahhabíadescubiertoenella.

Llegó el instante en que el vaquero lanzó su caballo a la carrera. Susana, quehabíavistootrosanimalescorrer,nopudopormenosdereconocerlasuperioridaddelnegrodeAlonso.Enunsegundopareció tansalvajecomo losotros.Lamanadasedispersóagalope,endirecciónalEste,conunaceleridadquehacíaparecerlentossusanterioresmovimientos.Elalazán teníados rivalespara lasupremacíay los tresseapartarondelosdemás,aunquenoagrandistancia.

Alonsonoparecíaganarterreno.SemanteníaalNortedesupresa.Yelmotivoeraevidente.Duranteunamediamillasostuvosuposición,hastaquelosdisparosdelrevólverdeChanehicieronsobrelamanadaelefectodeunmuroquesealzaseanteellos. Bruscamente se desviaron hacia el abertal y Chess, saliéndoles al paso, losencaminóhaciaelOeste.Ylaestupendacarreradioprincipio.

Elvaqueronoteníasinoqueirdirectamentehaciaellosparaganarladistanciaenquesehabíarezagado.Silaceleridaddeloscerrileserasorprendente,loeramucho

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más,porquellevabacarga,ladelcaballonegro.Indudablemente,Alonsoseproponíaque la carrera fuese breve, o tal vez era así su método. En todo caso, cerró laretaguardia de lamanada empezando a adelantar potro tras potro.Quería lacear almejorymásraudo.

CerrilesyvaquerogalopabanahoraendirecciónallugardondeSusanaysupadresehallabanylalíneaqueseguiríanestaba,silamantenían,aunosdoscientosmetros.

—¡Oh,Dad!Pasaráncerca—gritóSusana.—¡Vaya!… Opino que si se acercan demasiado dispararé para espantarlos…

¡Mira,Susana,cómomontaesemestizo!Lamanadaseacercó,enefecto,alapostaderodeMelberne,y,anodispararéstea

tiempo,habríaprobablementerotolalínea.ElestampidoleshizodesviarsealNorte,y permitió a Susana una visiónmás clara de la carrera.El rítmico golpeteo de loscascoslaescalofriaban.Penachosdepolvosealzabandelsuelo.Lospotrosseguíansu raudo correr.Todos susmovimientos acusaban salvajismo, celeridad, indomableespíritu…,peroaSusananoleparecieronasustados.

Elmejicanoibaganándolesterrenopalmoapalmo.Habríapodidolacearalosdelgrupo,peroeraevidentequequeríaunodelostrescabecillas.SusanaexperimentabaadmiraciónparAlonsoyporsumontura,perosucorazónseinclinabaporlospotros.

¡Corred!¡Corred!—gritaba—.¡Nopodrásosteneresepaso!—¡Animo,Alonso!—vociferósupadre—.¡Lacéameesayeguaalazana!Pero ni el deseo de Melberne ni la aspiración de Susana habían de verse

satisfechos.Elnegrocaballo llevabaunpasoque lo sería imposible sosteneryaunasí, sólo leeradableconservar laposiciónsinperder terreno,pero singanarlo.Nopodíaadelantaralostrescabecillas,y,alpasar,SusanalesviodistanciarseunpocomásdeAlonso.Elvaquero también loobservó.Eladujado lazocomenzóavoltearsobresucabezamientrasseuníasobre loscerriles,a retaguardia.Agalope tendidolanzólacuerda,quesurcólosaires,refulgiendoalsol.

—¡Hacogidoauno!¡Hurra!—aullóMelberne.Susananoestabamuysegura.PerovioqueelcaballodeAlonsoacortabaelpaso,

zigzagueandoycomobamboleándose.Lamanadacerrilprosiguióensulocogalope,dejandoatrásaunodelossuyos,brincandoydebatiéndosefrenéticoalextremodellazodelvaquera.Despuéssedesbocó,arrastrandoalanegramontura.Eljinetedabala impresiónde acuciarley retenerle a lavez.Galoparonmásdeunamillade estaguisa,primerohaciaelNorte,luegohaciaelOestey,porfin,nuevamenteatrás.

Entretanto,MelberneySusanalescontemplaban.—Losientomucho,pero…¡cuántomealegro!—¡Ja,ja,ja!Afequeserásunaexcelenteesposaparaundesbravador.—¡Dad!—protestóSusana.—¡Túdirás!Poracánohaynicowboysnimaestrosconquiencasarse—declaró

supadre—,yalgúndíatendrásquedecidirte.El temano eraprecisamentedel agradodeSusana, quien salió al encuentrode

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Alonso, que parecía haber conseguido dominar al cerril. Vio la primitiva manadadetenerse a lo lejos, mirando atrás, como para cerciorarse de si duraba aún lapersecución.Chanegalopópara reunirse conMelberne, yChess también fuehaciaellos.

Alospocosinstantes,Susanavioelapresadocerrildecerca,sinquesemezclaseasuadmiraciónsentimientoalgunoderepugnanciaporlosprocedimientosseguidosensucaptura.

El potro era un soberbio animal, de un pelaje gris azulado, con crines y colaextremadamente largasynegrascomolaendrina.El lazodeAlonsohabíaleceñidopor el cuello y una de las manos en forma que el nudo corredizo le rodeaba losbrazuelospasandoentrelaspatasyelpecho.

—Nolohabríahechomejorconlasmanos—declaróMelberne—.Larespiraciónlibre…,laspatasprotegidas…

—¡Esunartista!—confirmóChane—.Porunmomentocreíquealcanzaríaalayeguaalazana.¡Síqueesunabuenapieza!

—¿Quéharemosconéste?—preguntóMelberne.—Lederribaremos, trabándole, y le dejaremos un rato en el suelo.Alonso aún

puededarotragalopadaenelnegro.Yademás,quisieraverlesobreBrutus.Apuestocualquiercosaaqueescapazdeatraparalayeguaalazana.

Cuando se reunieron al ponerse el sol, los componentes del equipo de Melberneformaron una alegre y feliz greguería. Tal vez el medio ambiente era en parte lacausa, junto con la satisfacción de las labores del día. Alonso había laceado trescerriles, y uno de ellos era la yegua alazana, víctima de la infalible destreza delvaqueroydelaceleridaddeBrutus.

Fue la primera ocasión que tuvoSusana de ver aChaneWeymer jubiloso.EramáspuerilqueChess.Lavictoriadesucaballosobreelcerrildebiócausarlelamáshonda de las alegrías. Su adusto y broncíneo rostro, pulcramente rasurado, seiluminaba con el sol poniente, y sus pupilas chispeaban. Incluso condescendió asaludarconunaalegremiradaaSusana.

UnacosaobservólamuchachaenaquelinstanteenqueChaneparecíareconocersuexistenciasobrelatierra.Yfueque,traselmaravillosodía,afrontandoenmudoarrobamientounapuestadesolextraordinariadeoro,rosaycarmín,viendoporvezprimera el fenómenopredichoporChane,de las transmutacionesde coloridode laMesetadelCaballoCerril…nopodía,enjusticia,declararseinfortunada.

—Si nome engaño,Melberne, por el sendero, se acercan dos de lospiutes deToddyNokin—observóChaneresguardándoselosojosdelresplandordelosúltimosrayosdelsol.

¡Uh!¡Yalosveo!—replicóMelberne—.Alolordelacena,¿eh?Chaneparecíapreocupadoy,atisbandoalosqueseacercaban,sacudiólacabeza,

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comosinoacertaseaexplicarsesatisfactoriamentesupresencia.Apoco,dospotrosconsusjinetes,deselváticaaparienciaindia,salierondeentreloscedrosycruzaronelllanoagalopecorto.

—UnodeelloseselhermanodeSosie—dijoChanemirandohaciaellos—.Y…¡hospa!…elotroessumarido.

Se levantó, yendo a su encuentro, y estuvohablando con ellos durante algunosminutos.Echaronluegopieatierra,dejandoenlibertadasuspotrosyacompañadosporChane,seacercaronalafogata.

SusanaconocíayaalhermanodeSosie,peronoasuesposo.Eraunindioesbelto,de facciones aguileñas y torvo mirar. Ni sonreía ni hablaba, al contrario que suacompañante.

Iba armado de una carabina cuya culata descansaba en el empeine de su pie,calzadodemocasín.

—¡Jake, apronta algode comer!—dijoChaney,dirigiéndoseaMelberne:Haynoticias,Melberne,ynomesorprenden.LoughbridgeyManerubeconcincohombresysinmujeresestánacampadosenlacumbre,aunascincomillas.

—¡Cincohombresysinlasmujeres!—exclamóMelberne—.¡Uh!¡Malmehuelelacosa!¿QuéhanhechodeOraydesumadre?

—Llevanequiposdemarcha.Notienenelcarroquedioustedasuexsocio.LocualmehacesuponerquevacaminodeWundconlachicaylaseñoraLoughbridge.

—AhíesdondedeberíaestartambiénJimLoughbridge,aunque…meimportaunbledoqueestédondequiera.

—¿Lemolestaríaaustedquecomparecieseporaquí?—¡Más que un poco!—declaró pausadamente el otro—. Tanto, que no se lo

consentiría.Esmicañón.ChanelevantólosbrazosalcielocomosicomprendieseloqueMelbernequería

significar.—Ese modo de hablar es tan viejo como el mundo, Melberne. Podrá usted

defendersusderechossobreelmanantial,peronadamás.—Yaesbastante.¿Ustedquéopina?—Elagualoesaquítodo.SiManerubevaalfrentedelapartidaquizátengamos

cuestiones.¿SeránesosacompañantesBudMcPhersonysuscompinches?—Nolosé.Pero…elqueustedlosupongamedaquepensar.ChaneseinclinóhaciaMelberne,enformaqueúnicamenteésteySusana,quese

sentabaasulado,pudieranoírle.—La cosa tiene mal cariz, mírese por donde se mire —murmuró Chane—.

EspecialmentelapresenciadelhermanodeSosieysumarido,aquienescreíaallendelosríos.¿Mecomprende?

—¡Uh!—asintióseriamenteMelberne.

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XIV

Vinooctubre,peroelveranilloindiosesostuvoaunentrelasescarpadasladerasdelaMesetadelCaballoCerril.

Enlosintervalosqueledejabalibrelacazadecerriles,Melbernehabíaedificadounacasuca,dedospiezas,detroncosdepino.UtahyMillarhabíanvueltoconunacarretadadeprovisionesymateriales,deentrelosquenoeralomenosimportanteunarado,queMelberneconsiderabacontodoelorgullodelpionero.Seproponíatraer,en primavera, vacas para el consumo doméstico y ganado que aprovechase losabundantespasturajes.

NohabíadadoalolvidolaamenazadeLoughbridgedeacabardeajustarcuentas.Peroal transcurrir losdías sin señalesninoticias suyas,ode susacompañantes, laexpectaciónfuedecreciendogradualmente.Ytalvez,conelcontinuoajetreodiario,MelberneyChanehabrían,acabadopornoabrigar receloalguno,anoservirlesdeconstante recuerdo las ocasionales comparecencias, quenada justificabade los dospiutes en los alrededores de la Meseta del Caballo Cerril. Pero la presencia delhermanoydelesposodeSosieNokinera,paraChanealmenos,pruebafehacientedeque Manerube seguía aún la pista al equipo de Melberne. Fuese cual fuera lainquietuddeldesbravador,sóloseexteriorizabaenmanifestacionesdeinterésporlasdosindios;confrecuenciaveíaseleenanimadaconversaciónconellos,especialmenteconelmaridodeSosie,aunquenodivulgabanuncaloqueentreellossetrataba.

En lasdosprimeras semanas,Alonsocazóunacincuentenadecerriles,queeracuantos Melberne se creía capacitado para manejar el momento. El mejicanodedicábase ahora a la más ardua y más lenta ocupación de domarlos. Los piutessolíanayudarle,conbeneplácitodeChane,quelessabíadiestrosentalarte.Habíaseadoptadocomomejorplaneldeconstruirunavalladepostesdecedroylarguerosdepinodeparteapartedelcañón,envezdeintentardesalojaraloscerriles.

Alcorrerdelosdíasseacrecentabaelnúmerodeanimalesvisibles,yChanenoacertabaadeterminarpordóndeentraban.Laalargadayamuralladaplanicierecibaelnombre de cañón a falta de otro mejor para calificarla, pero un mes de continuocabalgar habría sido insuficiente para recorrer los escondrijos y recovecos de lavertiente occidental. Chane había, por ende, limitado sus pesquisas a la parte queafectabaalaMesetadelCaballoCerril.

Solíaregresaralanochecer,apieunasveces,enBrutusotras,conlamentacionesde su inhabilidad de hallar una salida en la pared que elevase a las primerasescarpadurasdelavastaMeseta.

—Estoysegurodequealgunadeesasquebradurasesaccesible—decía—,peroaúnnohedadoconella.Serácuestióndevariosdíaselascenderpornuestrosenderoybordear lasHenryMountainshacia elEste,por loscañones;quieroescalarlapornuestrolado,ahorrandoasísetentaycincomillasdejornada.

—Bueno, siga usted buscando—aconsejaba Melberne—. Por mi parte anhelo

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sabercuantopuedaaprendersedeesaMeseta.Algúndíalahedepoblardeganado.Noviembrellegócondíastanapaciblesytempladoscomolosdelpasadooctubre.

La única diferencia que Susana podía apreciar era una mayor sutileza en el airematutino, un mayor incremento en las tonalidades purpúreas y áureas de loscrepúsculosyladeclinación,casiimperceptiblementesudeña,delsolponiente.

Una tarde, Chane llegó al campamento aspeado y cubierto de polvo, perosonrienteyrebosandonoticias.

—¡Hehalladounmododeganarlacumbre!—anuncióufano—.Y¡quésencillodespués de sabido! Fui a parar bajo la proyección de la Meseta. ¡El más vastopanoramadelmundo!Ahorapodréexplorarlaescarpaentodasulargura.Yporesteladoyporelotrollegaréhastalosbancosroquizosqueviertenenloscañones;adecirverdad,cercaleanduvecuandocrucélosríos.

Susana, observándole a hurtadillas, se inclinaba a creer lo que Chess habíamurmuradoasuoído:«¡AlgosetraecalladoChane!¡EscapazdehaberdadoconlapistadePanquitch!».CuantoconcernieseaWeymerteníalavirtuddeinteresaralamuchachay,alasazón,estabafascinada.Unareprimidaemociónparecíahervirbajola aparente calma. ¿Podía interesarle tanto la captura de un nuevo cerril? Era unademostracióndeintensidaddesutemperamento.

—Hagamosunacosa—propusoMelberne—.Exploremosjuntos,nosllevaremosunhateroyasípodremosestarunoscuantosdías.

Chanenomanifestólahabitualconformidadacuantosplanessebasabanenalgoquepudieraserleútil.

—Dad,yotambiénquieroir…eiré—declaróSusanaconrepentinaresolución.—Niatándomedepiesymanospodránimpedirqueyovaya—anuncióChess.—Pero…¿setratadeunpicnicgeneral?—QuisosaberChane.—Claro que sí. Que vengan los chicos —accedió Melberne—. Ya se las

arreglarán por su cuenta. Yo también. Así tendrá usted mayor libertad para suspropiasexploraciones.Loúnicoprecisoseráestableceruncampamentocomopuntodereunión.

Susana se percató de que estaba con los ojos fijos, enChane, desprevenida demomento. Una oleada de sangre afluyó a susmejillas. ¿Qué significación tenía latorvaypenetrantemiradadeldesbravador?HabíantranscurridomuchosdíasdesdeelepisodiodeStarkValleyyélnohabíacambiadodeactitud.SusananoexistíaparaWeymer.

—Conformes —dijo con su habitual buen humor—. Suponiendo que puedanseguirme.

—¡Uh!Meparecióoírledecirqueerasencillo—observóMelberne.—Boss,mi hermano es astuto y pérfido como la serpiente—previnoChess—.

Pero…nonosarredraloqueélcalificadesencillo;¿verdad,Susana?—Verdad.NonosimportaloqueChane…piense—replicóSusanaconlosojos

bajos.

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Chess soltó una carcajada, Melberne adoptó un aire de profunda sapiencia yChaneserefugióensímismo.

Alamañanasiguiente,SusanayChessabandonaronelcampamentoalclareareldía,siguiendoasupadreyaChane,quellevabanlosdoshateros.Laaventurateníainusitadoatractivoparalamuchacha.

—Ya verá usted, hermanita, como esta excursión es la puntilla para Chane—empezóChess—.Nolevaldráhacerseeliceberg.

—Siledaaustedpormortificarme…con…él…renuncióair—replicóSusana.—¿Renunciar a ir? ¡Está usted loca! ¡Si será precisamente la oportunidad que

deseamos!Pero…esoquediceesunbluff.Noseríacapazdequedarse.¡Qué bien la conocía! Susana no concebía, en efecto, que hubiese algo tan

poderoso que pudiera obligarla a quedarse.Chess parecía inusitadamente animado,fraternal, y protector, aunquemás travieso que nunca. Era imposible confiar en élcuandosemostrabatanlocuaz.Susanahabíaperdidosuascendientesobreél.DesdeaquelmomentodeangustiaenelqueleconfesósuamorporChane—aquelamorqueacababa con ella—, Chess la había adoptado, por decirlo así, de un modo pueril,dominadorypaterno.Comovulgarmentesedice,Susananoconseguíahacercarreradeél.PretendióprotestaryChesslecerróloslabios,conunbeso.Silehacíasentirelpesodesumano,impulsadaporunbrazomusculoso,ofrecíaelotrocarrillo.Temíaquedarse a solas con él por su propensión a torturarla y, extraña paradoja, supresencia, sus risas, su infaliblecostumbredeasociar sunombrealdeChane,y suporveniraldesuhermano,lecausabantantoplacercomotormento.

La joven siguió a Chess por una de las innúmeras bocas de la quebrada pared,hallándolaidénticaaotrasanteriormentevisitadas.

Rebasaron la zona fértil, entrando en una angosta barranca por la que se hizoprontoimposibleproseguiracaballo.Laascensiónapietuvounaindudableventaja.RequeríaunalientoqueChessnopodíamalgastarmortificándola.

La cisura de la escarpa se estrechaba, serpenteando cada vezmás abrupta y demásdifíciltránsitoporlasrocasypedruscosquelaobstruían,hastaelpuntodequeSusana bendijo los intervalos durante los cuales, Chess y su padre abrían paso,partiendoagolpes,demazalosgalayosoechandoaradarlasgalgasporlavertiente.Enciertosparajes, loshaterostuvieronmaterialmentequeescurrirseparapasar.Eralaborpenosa,lentayacaloradaySusanasentíasetanoprimidaypresaenelangostoespacio,queaquellapartedelaexcursióncareciódealiciente.

Una hora fue precisa para hacer practicable el último tramo del empinadopasadizo.

—¡Fácil!… Ese… malandrín fullero… dijo… que era… fácil —jadeó Chessalcanzandolacumbre—.¡Arriba,Susana!…

Lamuchachaapenaspodíadarunpaso.Susbotasparecíandeplomo.Finalmente

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consiguió trepar y, alzando los ojos, quedó pasmada al ver un colosal saliente demurorojizo,abrupto,anfractuoso,surcadopormilhendidurasycosturonesytanalto,quesóloechandohaciaatráslacabezapodíaversucresta.

—¿Qué…es…eso?—preguntóroncamente.—Supongoquedebedeser lacélebreMesetadelCaballoCerril.¿NoesChane

unembusterodemarcamayor?¡Dijoqueelalcanzarlacumbreerasencilloyhastaahorasólohemossubidoelprimerescalóndelaescaleraalcielo!

El magno saliente ocultaba lo que pudiese haber al Este y al Sur. En otrasdirecciones,lavistarevelabalaregiónquetantasveceshabíacontempladoSusana…,mesetasdesérticas, extendiéndose en la lejanía, praderasy colladosy sierras, hastaunirseconlasmontañas.Deprontomiróhaciaabajo.Elgríseocañónseabríaasusplantas,conunaperspectivasimilaraladelaprimeravezquelocontemplaradesdeelotroborde.Losafanesdesupadreparecíanperdidosenlainmensidad.Solamenteunacolumnadehumoazuladoatestiguabalarealidaddesustrabajos.

—¡Montadacaballo!—lesgritóChane.La rojiza roca formaba suave pendiente en la dirección que su padre y el

desbravador tomaban; Susana puso al trote su caballo para alcanzarles. A laizquierda, lapared sesgabagradualmente,desintegrándosehasta confundirse con laengañosa irregularidad del desierto. La joven experimentó creciente curiosidad porsaber loquehabría allende elmás cercanohorizonte.En cuanto a la escarpade lamesetaasuderecha…laabrumaba,sencillamente.

Chaneysupadresedeteníanconloshateros,cuandoellalosalcanzó.Yelpétreomundoenelqueparecíaestarpareciódesmoronarseantesusatónitosojos.

Asusplantasteníalacomarcaoccidentaldeloscañones,tannítidacomosiporunincreíbleartemágicoestuvieseasualcance;ondulandosuavemente,larojaparedsesgabamásymás,hastaperderseenelabismo.

NofueprecisoquenadieledijesequelaprimerayvastahendiduraeraelGranCañón.Vio sus graníticas paredes, casi negras, y al fondo el turbulento río rojizo.Amenazadorysombrío,aquelcañónserpenteabaconabruptasinuosidadatravésdelenguasdepiedraviva,segmentadoporlíneasdehendidurasqueeranotroscañonesque a él afluían. Entre ellos y allende extendíanse, en incontables ondulaciones,collados, mesetas, cumbres de roca amarillenta o roja, y tenebrosas quebradasaparecíanclaramentedestacadasen las superficiesdesnudas.Eraunespectáculodeasombrosa grandiosidad. Vagamente adivinábase a través de aquella desolación derocas una altiplanicie purpúrea de tono, dominadapor unamontañade redondeadacúspide. Al Oeste todo parecía absorbido por la inmensa mole de la Meseta delCaballoCerril.Corríainaccesibleporespaciodevariasmillas,regularylisaasimplevista,perorevelando,aunmásdetenidoexamen,serunamontañadepiedrahundiday anfractuosa, conmillones de irregularidades, yendo amorir en una base de rocavivaqueparecíasersu fundamento.EstaMesetanacíaenunaaltiplaniciequeasuvez dominaba la región de los cañones. El más lejano extremo de la Meseta del

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CaballoCerrilaparecíaenunsupremoaislamientodegrandeza,bañadoporelsol.SiChane esperaba que sus acompañantes prorrumpiesen enmanifestaciones de

entusiasmo,sufrióunadecepción.Chess fueelúnicoquedesplegó los labiosysuspalabrasconfirmaronlanaturaltendenciadealgunaspersonasasergraciosascuandopretendenserprofundas.Susanaanhelabaestarasolasconsigomisma.Noquisonimirarmásporquesusfacultadesparecíanhaberseempequeñecido.

Chane cruzó la extensión ondulosa para entrar en una quebrada de abombadasparedesqueprontoseconvirtióenuncañón,quedesembocabaenotrodemayoresproporcionessurcadoporunarroyuelocristalino.Hierbaenabundancia tapizabasusuelo y lasmás exquisitas de las flores, blancas, amarillas y lavanda, ornaban losestrechosbancos.Lashojasdelosálamoscomenzabanateñirsedeuncolordorado.

—Aquípodremosacampar—dijoChane—.Hayagua,hierbayleñaypodemosexplorarencuatrodirecciones.

—¡Bravo! Aquí nos quedamos—asintió Melberne—. Porque… ¡mal rayo meparta!,simeenseñaustedmássitiosparecidosacabaréporestardescontentodelqueheelegido.

—Melberne—preguntó Chane—, ¿vio usted algunas huellas por el camino desubida?

—¿Huellas?¿Enlarocaviva?Niunasola.—Puesyosí,yalgunaseranrecientesyhechasporcaballosherrados.Sedirigían

haciaelOeste.Lospiutessiguieronesecaminoayer,perosusjacasnoestánherradas.MeinclinoacreerquesonManerubeysupandillaquieneshandejadoeserastro.

—¡Uh!Y…¿qué?—¡Psh!… opino que nada. No nos molestan —replicó Chane pensativo—.

Pero…meencocoralaideadequeintentenescalarlaMesetadelCaballoCerril.Vanequivocados siguiendo ese saliente, porque a unas diez o doce millas hay unaquebradainfranqueablequecorreporlapared.Esolesharíavolvergrupas.

—¿Aquédistanciaestamos?—Aunasdosotresmillas,probablemente.—Bien. Las recorreré a pie, ojo avizor, por si los descubro. Casi lo prefiero a

explorarmáscañones.Megustatreparadondepuedaveralgo.¿Quéharáusted?—NotengoreparoendecirlequecreopoderganarlacumbredelaMeseta.—¡Bravo!¡Aprobarlo!—replicóelotroconevidentesatisfacción—.YChess…

túySusanapodéisbarzonearporahíavuestrogusto,absteniéndoos,sinembargo,deirpordondehemosvenido,yahora…acampemos,yacomeralgo.Asíquedaremoslibreshastaqueanochezca.

SusanayChess,másporespíritudetravesuraqueporotracosa,fueronsiguiendolashuellasdeChanehastaperderlas.

—¡Malditosea!¡Lehansalidoalas!—selamentóelmuchacho.—Esqueesunángel—dijoSusana,quereaccionabaextrañamentealaaventura.El cañón era de altísimas, paredes, angosto, lleno de misteriosos fulgores y

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solemnes ecos. Atraía a la jovenmás ymás. Chess recogió flores, atrapó ranas ymariposasparaellaylaayudóafranquearlostrechosaccidentados.

—¿Suponeustedquelogrósubir?—preguntóSusana.—¿Quién?—¡Quiénhadeser:Chane!¡Ah!¡Ah!¡Demodoquevieneustedconmigoporél!SusanaMelberne,amíme

caeríalacaradevergüenza.—Amítambién—confesóellaaudazmente—.Reconozcoqueésaes,larazónde

acompañarle,aunque…avecesustedtambiénesagradableyentoncesmegusta.—NomeexplicocómopodemoshaberperdidoelrastrodeBrutus.Esmuyraro,

si bien… hemos seguido principalmente roca viva húmeda y granito. No soy tantorpe rastreando, pero… con una compañera tan atractiva como usted no podríarastrearaunelefanteporelfango.

—¡Chess!…,lesobraaustedjarabedepico—replicóalegrementeSusana.Apocoelcañónseestrechabahastanoquedarentresusdosparedesmásqueun

trechocubiertoporelagua,quecorríavelozyparecíapocoprofunda.—¡Ahorasíquenoshemoslucido!—observólamuchacha.—¿Nosotros?¡Nuncajamás!Yolallevaré—dijoChess.Ysinmáscomentariola

tomóenbrazostanfácilmentecorreoenotraocasiónhabíahechosuhermano,ysemetióenelcauce.Elaguale llegabaalasrodillas.Élresbaló, lograndorecobrarelequilibrio.Susanagritó:

—¡Leprohíboqueseatrevaacaerseconmigo,ChessWeymer!Súbitamente se detuvo en medio de la corriente, mirándola con maliciosa

expresión.Susanareconocióeldestellodesutravesura.—Mehadadounamagníficaidea—dijo.—¿Ah,sí?Pues…déseprisaysáquemedeaquí.—Nadade eso.Ésano es la idea.Esquede repente semehaocurrido cuánto

afectohemosderrochadoChaneyyoenusted.—¿Deveras?Puesnoesprecisoquederrochenmás.¡Aprisa,ledigo!Chessseechóareír.—Susana,sinomedaunbesoestoyseguroderesbalarycaerme.—Noquiero.Además,Chess,esonoesdebuenaley.—¡Quéno!Es una oportunidad única, yChane no echará demenos un simple

besito…—¡Cállese!—interrumpióella—.Tendréquedecirquenoesusted…—Nosabeapreciarme.Estoybatallandoporsufelicidady ladeChane;por los

dos.Seamanustedescomounpardesimplesy…—Yosí,élno…Chess,nometengaaquí…disparatandodeestemodo…—¡Démeunbesoyllámemehermanito!—prosiguióélsacudiéndolaligeramente.—¡Esusted…,esusted…!Susana se interrumpióbruscamente.No se leocurríamodode salir del dilema.

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Chessleparecíadiferente,aunquesuexpresiónfueseladesiemprequelaatosigaba,pero…tenía,además,algadeposesiva,dedulce.

—Sea,LittleBoyBlue—dijoacercandoalsuyosurostro—.¡Hermano!Sintióquelasangreseagolpabaensussienes,notantoporelbesocomoporla

palabra que sabía falsa a ciencia cierta. Chess le devolvió una radiante sonrisa, y,chapoteando en el agua, ganó las rocas enjutas donde la dejó en pie. La joven sehabía propuesto, una vez en tierra firme, hacerle sentir su atrevimiento, mas ladesarmósualegría.

—¡Si lo supieseChane!… ¡Semuere de envidia!Vamos, sis[40], prosigamos laaventura—parloteócogiéndoladelamanoyechandocañónabajo.

—Se va haciendo horrible, Chess —murmuró Susana mirando las casiperpendicularesysombríasparedesquesealzabanentreelarroyoasusplantasylafranjadeveloazul.

—¿Elqué?¿Elirconmigo?—No;me refiero, al cañón. ¿Verdadqueesmaravilloso? ¡Mire,veoel sol a lo

lejos!—Eselsitioidealparalosenamorados—replicóChess.—No tiene ustedmás quemuchachas…, noviazgos y… amores en lamollera,

Chess.—Puedequesí.Pero…mehahechodejardeserpendencieroybebedor.Tenía la habilidad de poder siempre trocar su ligereza en reflexivo silencio.

Susana creyó mejor no contestarle. Siguieron por el cañón, inspiradas por sumisteriosoatractivoysubelleza.Desembocaronenunensanchetaninopinadoytannotable,porcontraste,quesedetuvieron,manoenmano,mirandoasualrededor.Eraunóvaloderocaroja,abiertoporsuderecha,conunaestupendaladeraqueparecíasesgarhastalasnubes.Unodelosladosdelóvaloestababañadoporelsol,yelotro,sumido enprofunda sombra.Bancosde arena chispeaban al sol como si fuesendeoro.Loslechosdegravaparecíanblancos.Elcursodeaguaperdíaseenunaoquedadsubterránea.Lostramos,cubiertosdehierba,semejabancuidadosjardinesdeflores.Losálamoscrecíanaisladosprimeroyacrecentándoseennúmerodespuésdeformaruna bellísima arboleda de hojas trémulas de verde amarillento. La armonía de lasavessefundíaconladellugar,sininterrumpirelsilencio,queparecíaimpregnadodelasutilfraganciadelosprofundoscañones.

Susana y Chess, como dos niños, exploraron los tramos, la arboleda y lascavernasdelaparedrojiza.Aldirigirsehacialaladeraadvirtieronhuellasdecaballoenlaarena.

¡Válgame…! ¡Huellas de jamelgo! —exclamó sorprendido—. ¿Qué le parece,Susana? ¡Aquí, en este cañón!… ¡Fíjese en esa escarpa!… Los cerriles podríanescalarla fácilmente… ¡Oh, Susana! ¡Apuesto a que Chane sabía que aquí haycerriles!¡Estaba…desatinado!Pero…nohevistorastroalgunodeBrutus…Voyaver…

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Examinó la arena y los bancos de grava, volviendo a Susana con perplejaexpresión.

—Estoy hecho un lío —dijo—. Hemos rastreado a Chane hasta este mismocañón.Luegoperdimossushuellas.Porquedebimospasarsinadvertirloanteellugarpordondesubió.Perodeunacosaestoycierto.Tienealgunaideaespecial.

—¡Panquitch!—sugirióSusana.Chesslanzóunaexclamación.—¡Podría ser! ¡Tanto hablar de esta parte de laMeseta!… y cuando quisimos

venir… cerró el pico… Aún es temprano Susana. ¿Vamos a trepar la ladera? Nopodemosperdernos.Esosí,debemostenercuidadodebajarycruzareltrechoderíoantesdequeanochezca.

—¡Arriba,hermano!—gritóSusana,contagiadaporsuentusiasmo.—¿Deveras?—¡Lo ve usted, Chess!… ¡En cuanto quiero serle agradable, vuelve a las

andadas!La cogió de la mano, llevándola hacia donde la arena tocaba la falda de la

vertiente.—Sea sincera, Susana —dijo con voz profunda y llena de un afecto que la

conmovió,asupesar—.Quierodecir…¿amaustedaChane?¿Nosehaarrepentido?Dígamelaverdad.

Ganaron lapendiente, empezandoa subirla.Susanacon lacabezabajayChessintentandoversurostro.

—¿Haguardadoustedmisecreto?—Palabradehonorquesí,y…quemehacostadonopoco.—¿Lo seguirá guardando? Recuerde, Chess, que si me hace traición le odiaré

siempre.—Jamás repetiré nada de cuanto me diga —contestó—. Pero eso no quiere

significarquenohagaloimposibleporhacerosentrarenjuicioalosdos.—Entonces… y por última vez… te diré que amo a tu hermano con todo mi

corazónytodamialma—declaróSusanaenvozmuybajaysolemne.Chessacogiólaconfesióndemuydistintomodoalqueellaesperaba.Envezde

manifestar exuberante alegría, la acogió con profundo silencio. Sus facciones secontrajeron con espasmo, llenándosele los ojos de lágrimas, y estrechó la mano aSusana con tanta vehemencia, que la dejó dolorida. Luego la atrajo hacia lapendiente.

Larocaeradesíliceblanda,quesedesmoronababajolosclavosdelassuelasdeChess. Un cuidadoso escrutinio permitía distinguir las huellas de cerriles. Laascensión, comparadacon ladel senderoqueSusanahabía seguidopor lamañana,fue fácil, y además excitante. Era para ambos un juego el elegir rumbos, buscarholladerosmás accesibles, revueltasy atajos, sinprestar demomento atención a laenhiestacumbre.

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A medida que iban subiendo se multiplicaban las dificultades que habían deafrontar.Laascensiónseconvirtióenun trabajopeligrosoyextenuanteyporendemásexcitante.Algoincomprensiblelesatraíahaciaarriba.Procuraronsimplificarelascensohaciéndolodiagonalmenteenlugardeseguirunarecta.Lapiedrasilíceasetrocó en una zona amarilla primero y verde después, casi tan deleznable como elyeso. A sus espaldas, la pared parecía más alta que la que estaban ascendiendo,imposibilitándoles la vista en aquella dirección. En otras, se alzaban galayos yprotuberanciasderocaviva,tantomayorescuantomásibansubiendo.

LlegóunmomentoenqueSusana,mirandoatrás,pudoverunadestacadaáreadevertientes, montículos, hoyas, losas y curvas tan desnudas como tumbas.Gradualmentefueronganandolabasedeunospicachosamarillentos,quedejaronasuderecha,siguiendosiemprelalíneademásfácilacceso.Aveceselprocedimientolesllevabaensentidoparaleloalapropuestametaqueibanalcanzando.

Hablabanloestrictamenteprecisoalasexigenciasdesuempresa.LaemocióndeSusana se trocó en exaltación. La aventura era extraña y no sólo una hazañadeportiva.Unavozparecíallamarlesdesdelasalturas.

Elazuldelcielonoaparecíasinoporencimade laquebrada líneadehorizontequetaninaccesiblelespareciera,peroalalcanzarla,lainmensaplaniciedelaMesetadelCaballoCerrilsealzósobreelhorizonte,tanpróxima,queresultabaopresiva.Losúltimos pasos de la ascensión les obligaron a volverle la espalda, de suerte quecuandopor fin llegaronasuobjetivoysehallaronen lacrestade lapendiente, lesconfrontó un tremendo ensanche de cañón, un valle de maravillosas formas ytonalidades diversas, abierto y soleado, muy cercano al parecer, en realidad muydistante. Como un pulpo, colosal, el verdoso cuerpo y los sinuosos tentáculosparecían flotar en un mar opalino. No había nubes ni ocaso que confundiesen lavisión, y, sin embargo, predominaba una sensación de múltiples colores, todospálidos,fundiéndoseimperceptiblementeunosenotros.

Por muy bello que Susana hallase el valle, lo olvidó en cuanto le volvió laespalda. Un sentimiento de temeroso respeto se apoderó de ella. Chess exhaló unprofundosuspiro.LaMesetadelCaballoCerrilsealzabaanteysobreellos,formandosu vertiente occidental un vasto promontorio en dirección al sol poniente. Suinaccesibilidad era más patente que nunca y, sin embargo, Susana tuvo elpresentimientodequeera,enverdad,refugiodecaballoscerriles.

—Susana,siénteseydescanse—dijoChess—.Tengoquedecirleunacosa…encuantorecobreelaliento…ypuedahablar.Ésteesellugar.

Absorta en sus propios pensamientos, Susana no tenía especial interés en oír aChess,peromiraba,observabaysentíaconintensodeleite.Elmuchacholeoprimióunamano.

—Susana—dijo—,mihermanoteama.Lafaltaensuacentodelahabitualnatatraviesa,ladirectasencillezdelaserto,el

cambiodetratamiento,privaronaSusanadelafacultadderidiculizarleodeencubrir,

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conunarrebatodecólera,suturbación.SelimitóamiraraChess.—Te quiere can locura—prosiguióChess con vehemente elocuencia—. Sueña

contigo.Dormidopronunciatunombre.Nomedejasosegar.Susana ocultó el encendido rostro entre las manos, presa de una tumultuosa

sensacióndealborozo,quetodassusdudas,susrecelosymórbidasaprensioneseranincapaces de acallar. Las palabras de Chess eran sinceras. Cuantas bromas habíapodidogastarlesobreesepuntoteníanunindiscutiblefondodeveracidad.

—Pero…tendrásquehaceralgomuygrandeparacompensarelhabercreídolasmentirasdeManerube—prosiguióChess—.AChaneaquelloledoliómucho;desdeentoncesnohavuelto a ser elmismo,ni aun conmigo.Pero… leheobservadodecerca.Comotúnologresrompersureservanoloreconoceránunca.Niteperdonarásinoleobligas.

—Chess… sime hicieses creer…queme ama…no siendo cierto…no podríasoportarlo—murmurólajoven.

—Notemas.Estoyseguro.—Entonces…¿quépuedohacer?—No tengo lamenor idea, salvo que tengas arrestos bastantes para hacer algo

desesperado.Eldecírselonoserábastante.Hayquehaceralgo.¡Y…aprisa,Susana,aprisa!Anochemismomedecíaqueprontolevantaríaelcampo.

—¡Oh!…¿Piensamarcharse?—Asílocreo.Muchometemoqueseaporquenopuedemás.Pera…túhasde

impedirquesevaya.Sufelicidad,latuyaylamíaestánentusmanos,chiquilla.—¡Oh!… ¿Qué… qué…? —balbució Susana, abrumada bajo las súbitas

impresionesdegozo,sorpresa,amorycongojaqueenrápidasucesiónlaasaltaban.—Procuraverleasolas—murmuróChess—duranteestaexcursión,antesdeque

volvamosalcampamento.¡Y…échalelosbrazosalcuello!—No… no podría —gritó Susana, sobresaltada—. ¿Estás loco, Chess? No

piensasque…que…—Esuncasodesesperado.Susana—insistióelotro,conpersuasivoacento—.Te

adora.Sipuedeslograrqueélreconozcatuamor…súbitamente…haciéndoleperderlacabeza…ChaneeselmásorgullosodecuantosWeymerconozco.Siintentasunareconciliaciónporprocedimientosordinarios,tedejarámásheladaqueunposte.¡Porasalto,Susana,porasalto!

Depronto,yantesdequelamuchachapudiesereflexionarensusarteraspalabras,Chesslacogióviolentamenteporunbrazo.

—¡Mira! ¡Mira!—gritó frenético de excitación, señalando hacia abajo, al ladoopuestodelahondonada—.¡Cerriles!¡Unareatadecerriles!

—¡Oh!¡Nopuedoverles!¿Dónde?—Enfrenteymuyabajo—replicórápidamente—.Enelotrovadodeestemonte.

No por donde subimos… allá… siguiendo lo amarillo, después de lo encarnado…entreloscedros…Susana,tandefijocomoqueestásvivaqueprocedendelaMeseta

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delCaballoCerrilyvanrodeandoparabajaralcañónporelquevinimos.Talvezaabrevar.

Por fin dio con ellos Susana. Una hilera de caballos, de largas crines y colas,inconfundiblemente salvajes, que pasaban por entre unos cedros. Mirando a lacabeceradelafila,Susanaviounanimalcuyaplantalehizodarunrespingo.Aunaaquelladistanciaparecíaencarnacióndeunaextraordinariabellezaysalvajismo.Eradepelaje alazán tostado, y la criny la cola, con laque azotaba laspiedras, negrascomoelazabache.¡Quéarroganciaenelandar!¡Quévivacidadenlosmovimientosdelaengalladacabeza!

—¡Chess!¡Fíateenelcabecilla!—gritó.Yelmuchacho,secundandosuexcitación:—¡Panquitch!…Susana,estamoscontemplandoel sementalmássalvajequese

haconocidoenUtahyenNevada. ¡Oh,quépelaje! ¡Miraesacrin!…¡YadecíayoquealgosecallabaChane!¡Susana…persigueaPanquitch!,pera…¡Oh!…¿Adóndeestáahora?

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XV

ChanesacóaBrutusporelamuralladoportalalroquizolaberintodelaregióndeloscañones.

Proyectaba que fuese la primera de una serie de minuciosas exploraciones decuantosposibles lugarespudieranconstituiruna salida,o entrada,de laMesetadelCaballo Cerril; más como no estaba cierto, ni mucho menos, de encontrar aPanquitchencualquierinesperadomomento, ibapreparadoparaelcaso.Enlasillallevaba dos lazos. Desmontó y tomando del arzón varios sacos que, a prevenciónllevaba, los cortó en tiras y plegándolos para darles espesor envolvió con ellos losenormescascosdeBrutus.Noqueríahacermás ruidodel indispensable al bajar alcañón,nidejarhuellasdesupaso.Brutus lemirabaimpaciente,mientrasefectuólaoperación, como si quisiera saber qué tenían de extraño sus cascos. Volviendo amontar,eldesbravadorsiguiósucamino.

Aúneratempranoporque,devezencuando,elsolsedejabaverporlaestrechaescotaduraentre lascubiertascumbres.Chanepensóque tendríaentonces,yen losdías sucesivos, tiempo sobrado de explorar con calma todos los recovecos yquebradas, situadosbajo lamisteriosa escarpade laGranMeseta.Brutus pisaba larocaviva sin ruidonihuellasde supaso.El jineteevitó lasbarrasarenosas.Si loscerrilesacertabanadescubrir rastrosdecaballoen laarenadesusecretopasadero,era muy posible, capitaneados por Panquitch, que abandonasen aquellos parajes.Chanerecordabaejemplosdelainteligenciadelcasihumanopoderderaciociniodelos sementales salvajes. Cuanto más perseguido y acosado sentíase un cerril, mássagaz y más salvaje se volvía. Panquitch había logrado eludir a un centenar dedesbravadores.Mas…habíasidoenlosabertalesAquí,enlasprofundidadesdelosangostos cañones con sus abruptas curvas y sus cursos de agua, estaría,decididamente,encondicionesdeinferioridad.Aunreconociendolaindudablevalíadelvaquero,Chanenopensóniporuninstanteensolicitarsucooperaciónyayuda.Tenía la típica ambición de todo cazador de cerriles respecto al famoso semental:acosarleylacearlesolo.

Avanzandoporelcañónsefuefijandoúnicamenteenaquelloslugaresenlosqueuna hendidura en la pared, un cañón afuyente, o un repentino ensanche, podíanencubrir una posible comunicación con la cumbre. Fue sorprendente lo que unadetenida investigación sacó a la luz. Chane halló trechos por los que podía haberascendidoapie, pero inaccesiblesparaun cuadrúpedo, aun teniendo la agilidaddeBrutus.

Porfinllegóalvastoóvalo,expansióndelcañón,dondeensumemorablehuidaatravés de los ríos había encontrado, al salir del pétreo laberinto, aPanquitch y sumanada.Cercadelapartesuperiordelóvaloechópieatierraparasalvar,yendodepiedra en piedra, los trechos arenosos hasta volver al punto donde desaparecía elcaudal.Hallóhuellasequinas,asujuiciodelavíspera.Llegabanhastaelbordedel

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aguayal retroceder,hasta losaledañosde la rojiza rampa.Noeraallídondehabíahallado aPanquitch. Recordó que era en un maravilloso estrechamiento de aquelcañón;enunahondonadallenadeálamosyjunqueras,caracterizadaporunavertientemásbellaaúnqueaquélla.

Estudió la ladera opuesta en cuanto se lo permitía su posición Podía dominarcomounamilladeóvalo.Frenteadondeestaba,unaampliaquebradaibaaterminarenlaarena.Parecíaderocalisaydesgastada,ensanchándosecomounabanicoensuparte superior hacia la cumbre de amarillentos riscos. Los reconocía como losredondeadospicachosque sedivisaban almirar la regiónde los cañonesdesde lascrestas.Másallá,ydominándolos,sealzabalaMesetadelCaballoCerril,peroChaneno consiguió verla. Notó la conformación especial de la roquiza pared que, a suderecha,caíaperpendicularmentehastasunivel.

El sector derecho llamó su atención por estar seguro de que ocultaba muchascosas a su vista. La inmensa mole alzábase entre la vertiente opuesta adonde élestaba;ylainmediatainferiorquehabíavistoescalaraPanquitch.Ensuopinión,loscerriles podían subir por la una y bajar por la otra. Luego recordó las angostasparedesylosprofundoscilancos[41].Seguramentenopodríanlossalvajes,animalessalvarlosa,nado,exceptocuandoprocediesendelasmesetassuperioresoalregresarasusmisteriososantros.Chanedecidióquenecesitaríadíasenterosparagrabarensumenteunmapadetalladodeaquellaberinto.

VolviendoaBrutusbajóalóvalosiguiendolacurvadelapared,lejosdelcentro.Alavanzarfueascendiendoyapartándosedeformaquedilatósucampovisualenlavertienteopuesta.Luegoconcentrósuatenciónenloqueteníaalfrente.

Elóvaloterminabaenunestrechamientoparecidoalgolletedeunabotella.Elsolbatía en una maravillosa ladera de rojiza roca, ondulosa y llena de montículos oabultamientos,queledabanaparienciademarpetrificadoverticalmente;tanbienlarecordaba,quesintióunescalofrío. ¡AllíeradóndehabíacontempladoaPanquitchescalarlasalturas!Unasombríacisuraenformadeyhendíalamasadelaescarpaalextremodel óvalo.Estabamuydistante, pero también la reconoció.Allí era dondeesperabaencontrarsealgúndíaconPanquitch.Era,másqueesperanza,unsueño,losabía,yaqueteníaunaprobabilidadentremildeconseguirlo.

—TendréquedejaraBrutusy treparporesapendiente—soliloquióyendomásalládelacisurahacialaarboleda.Allíhabíasombrayhierba.Alecharpieatierra,Brutusengalló lacabezaaguzandolasorejas,accióncaracterísticaenélcuandooíaalgoinsólito.

—¿Quépasa,amigo?—preguntóChane,súbitamentealertado.Un lejano rumor pareció llenarle los oídos.Maspodía causarlo simplemente el

viento en el cañón haciéndolo parejo al estruendo del mar en una curva. Esperó,cediendopocoapocosuinquietud,peroobservandoqueBrutusnoperdíaunápicedesuatención.Eldesbravadorteníafeenelcaballo,y,eligiendounlugardondepudieraotearentodasdireccionessinservisto,teniendoademáscuandomenosunapuertade

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escape por la cisura en forma de «V». Chane no perdía de vista sus pasadosencuentrosconManerubeyMcPherson.

Brutussecolocóporsímismodeformaquepudiera tirarcañónarribayChanehubodesujetarleyhablarleenvozbajaparaaquietarle.Elanimal,con losoídosyvistaaguzadísimos,sentíaalgoqueeldesbravadornopodíaaúndeterminar.

Repentinamentesedejóoírunhorrísonobramidoacortadistancia, sibienmásarriba de donde se hallaban. Los ecos lo repitieron de pared en pared. Chane,percatándose de queBrutus estaba a punto de relinchar, le tapó el morro con lasmanos.

—¡Estátequieto!—murmuróseveramente.Jamáshabíatenidoocasióndeoírnadatanfantásticoyhorrible.Helólasangreen

sus,venasy,poruninstante,ledejóparalizado.Luegosudespiertamentereaccionó,llevando a su ánimo la convicción de que en aquellos parajes tan sólo un caballopodíaproducirsemejanteruido,yenconsecuencia,cuandoapocooyóelmartilleodeunoscascossobrelasrocas,nolesorprendió.

—Brutus…yahabíamosoídoesoantes—murmuróacariciandoalanimal.Elcaballistaestabaavarioscentenaresdemetrosdelpuntodeunióndelaescarpa

con el llano suelo del cañón, y su parte abajeña quedaba oculta a su vista por losálamos.Sinembargo,eraseguroqueseacercabancerrilesyquepodíanentrarenlacisuraenlugardeseguirporelcañón.Algoleshabíaasustado.

¡Hospa!—Soliloquió—.¡Estomehuelemal!Anhelabaquedarseparaveralossalvajesanimales,noobstante,montóaBrutus,

ysiguiendolomáscercaposibledelapared,bajolaproteccióndelosálamos,ganóaprisa el extremodel arbolado.Enormes fragmentosde cantil se acumulaban en ellugar. En la embocadura de la brecha llevó aBrutus tras un formidable galayo, yechandopieatierra,atisbóasualrededor.

Suapostadero,graciasalacurvadelaparedquelehabíaobligadoaapartarsedelosálamos,ledabauncompletodominiodelcañón.

Llegóatiempojustodeverunahileradepotrosdevariospelajesentrandoenlaarboledaporlaescarpa.

Muy a lo lejos, en la accidentada pendiente, divisó una cenceña figurilla enmovimiento.Nopodíadarcréditoasusojos¿Eraalgúnindio?Elágilpasodequienfuese causó en él extraña sensación. ¡Le era conocido! Una ráfaga de viento hizodesmelenarunaoscuracabellera.

—¡Susana!—murmuróprofundamentesorprendido—.¡Ahorasíque!…Chessyelladebendehabersemetidopor estos andurriales,y sediviertencazandocerriles.Pero…¿dóndeestáél?

Chanenopodíaveraquellapartedelapendienteporimpedírselounaproyeccióndelaescarpa.

Deentre losálamoshizo irrupciónunabandadadecerriles, saliendoalarenosoespacioabierto.Trotabanengrupo,evidentementeinquietos,aunquenoasustados.A

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cierta distancia se detuvieron con las cabezas engalladas, al parecer inciertos delcaminoaseguir.

Por lapartearribeñaaparecióPanquitch, trotandoagrandes trancos,dandoconsuextrañabellezaysalvajismounasensaciónsemiequinaysemileonina.

Su aparición hizo afluir la sangre conmayor rapidez al corazón de Chane. Suánimoparecíaquererdominarlameraatenciónparaanalizarlainsólitafatalidaddelmomento.Él, escondido.Panquitch, a un cuarto demilla escaso de distancia…SiChessestabaporazaralotroladodeaquellamanadacerril,lomásprobableeraqueseprecipitasenendesenfrenadodesordenhacialacisuraenformade«V».LamanoqueoprimíaelmorrodeBrutustemblódeemoción.

Panquitchtrotófrenteasubanda,primeroaunladoyluegoalotro,mirandoentodasdirecciones.Norelinchaba.Eldesbravadortuvolaimpresióndequeelanimalnoestabamuysegurodelterreno.Miróhacialapendiente,alamuchachaquebajababuscandoelmásfácilholladero,corriendoatrechos,andandootros,endirecciónaunsalientedelcantil.Luego,PanquitchdejódeveraSusana.Estabayaciertodequeenaquella dirección existía un peligro. Trotó hasta el borde de la barra de arena,engalladalacabeza,tenso,salvaje.

—¡Hospa!¡NoshahusmeadoaBrutusyamí!—exclamóChane—,¡quéolfatotiene!¡Elvientonosfavorece!Quisierasaberporquénoechacañónarriba.

Panquitch dio media vuelta en dirección opuesta. Su proceder evidenciaba lohondodesurecelo.Suslargaszancadas,sunerviosainmovilidad,sucolarígidaysuerguidacabeza,eranparaChaneclarosindiciosdequesuintencióndeencaminarasumanadacañónarribaveíasecontrarrestadaporalgoinvisibleaún.

Ungritoalegreyvibranteresonóenlapendiente.ChanevioaSusanaenelsaliente,muyporencimadelsuelodelcañón,con,los

brazosextendidosygritandoconlaexaltacióndelmomento.Elsolbañabasurostro.El desbravador aguzó el oído para discernir lo que estaba diciendo en aquellaselvatiquezalosbellísimoscaballos.

—¡Vuela,Panquitch, vuela!—gritaba al viento, llena de inusitable gozo de suaventuraydelamorporlalibertadque,compartíaconPanquitch.

Chanecomprendió.Dentrodelasencillaexpansióndesujuvenilalegría,sugritollevabacomonotadominanteunasignificaciónmásprofunda.AmabaaPanquitchyatodosloscerrilesy,porende,ansiabaparaelloslalibertad.

—Pocotefiguras,chiquilla,quepuedessertúquienpongaaPanquitchalalcancedemilazo—murmurótorvamenteChane.

Elsementalsedetuvocomopetrificado,constituyendounamagníficaestatuaquerepresentase el terror. Lanzó un agudo relincho que las oquedades de las escarpashicierontremendodevolumen.Repercutiódeparedaparedyaunándoselosdelosdemáscerriles,formóensordecedorestruendo.

LaspenetrantespupilasdeChaneatisbaronaChesssaltandoderocaenroca.Enelmismoinstante,Panquitchdiounavueltacomosobreunejeysalióagalopecañón

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abajoconlamanadadetrás.ChanesaltóenlasillacomounrelámpagolanzandoaBrutusporlaspiedrasyel

aguahacialasombríaentradadelahendidura.¡Unlugarcualquieradóndeocultarsehastapoderhaceralsemental!Todasuinteligenciaseconcentróenlaidea.Letentóunsalienteyuninmensogalayo,peroleatrajomáselrielardelagua.Alfrenteteníauno de los profundos cilancos. Brutus llevaba un magnífico paso. El cañón seestrechó,ensombreciéndose,yenmásdeunaocasiónelestribodeldesbravadorrozócontralapared.

A todavelocidad,Brutus entró en el agua, hasta las rodillas primero, luego losflancos… perdió pie sumergiéndose hasta la cabeza. ¡Qué agua tan glacial para lasangreenebullicióndeChane!Miróhaciaatrás;nopodíaadvertiraúnmovimientoalgunodecerriles.

Aunoscincuentametrosalfrente,larectaparedformabaunánguloenelqueelcurso del agua hacía curva. Si conseguía hallar holladero paraBrutus tras aquellaesquina,Panquitch estaba perdido; ¡qué celada! Chane saboreaba ya el momento.Realizábaseelmásfantásticodelossueñosdesujuventud.

Espoleó a Brutus, obligándole a dar de sí cuanto le era posible. El agua,desalojada por el animal, batía contra las paredes. Alcanzó el saliente, lo dobló.Chanesofrenó,acercándosealmargen.Eraunaangostafajadeterrenorasanteconelagua.SiBrutusnotocabafondoseríainservible.¡Tocaba!Eldesbravadorahogóungrito de entusiasmo. Panquitch no estaba de suerte. Antes de alcanzar el puntodeseado,Brutus hubode vadear su propio largo, y aun así estaba en cinco pies deagua y resbaladiza roca. No había tiempo que perder. Los cascos de los cerrilessonaban en el cañón como estampidos de revólver. Panquitch y su banda seacercaban. Chane necesitaba espacio para voltear el lazo. ¿Se situaría en tierra osobreBrutus?Ambosplanesteníanpuntosrecomendables.Peromejorseríaquedarseacaballo.

Chane diomedia vuelta a sumontura. El animal la efectuó sin resbalar en lasmojadasrocas.

—¿Para qué querré aPanquitch si te tengo a ti, Brutus?—Se oyó decir a símismoChane.Noquería aPanquitch.Era simplemente el instintode cazador y lafuerzadelacostumbre.

ChanesepercatódelpostreroysingulareslabóndelacadenadefatalidadesqueamenazabanprivardelibertadaPanquitch.Lomásimportantedecuantorestabaeratener lugar suficiente para voltear el lazo. Chane se había dado cuenta de laproximidad del saliente y había proyectado volver ameter aBrutus en el agua encuanto Panquitch apareciese. Mas… no era necesario correr el riesgo. Podíamaniobrarsinrebasarelángulodelaesquina.

Chane era zurdo. Tiraba el lazo con la izquierda y en la posición que habíaasumidoteníalamismalibertaddeacciónquesihubieseestadoenplenallanura.

Todoestaba,pues,apunto.Laagitacióndeldesbravadorsetrocóenunatorvay

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expectanteactitud.Sielcerrilentrabaenelprofundocilanconadapodíasalvarledesu suerte. Tan atentamente escuchaba Chane, que oyó los latidos de su propiocorazón.

¿Sí?… ¡Ya se acercaba! Sus cascos parecían campanas al chocar contra laspiedras… Luego… el más apagado martilleo de sus pisadas bajo el agua… y elchoquedesuspatasalagitarlas.

Elangostocañónretumbabaconmelodiosoestruendo.Súbitamentecesó.Chanecomprendióqueloscerrileshabíanganadoelchanco.Sucorazónpareciósuspendersus latidos. ¿Se decidiría el astuto y recelosoPanquitch a vadear? ¡Clip… clop…!¡Entrabanenelagua!Chaneovósusalvajebufido.Temíaalgo…sinsaberacienciacierta qué era.Los enemigos quehabía dejado atrás eran realidades.Clip…clop…Clip…clop…Yaseaventurabanmásadentro…¡Luegounruidosochapuzón!

Le siguió una serie de ruidos de cascos, bufidos y relinchos. Toda la manadaentrabaenelcharco.

Chane volteó el lazo sobre su cabeza, procurando evitar el ángulo roquizo. Ladelgadacuerdazumbaba.Suspupilasestabanclavadasenlacapadeagua.Brutusseestremecía.Loscerrilesavanzabannadando.Sóloseoíasujadeanterespiraciónyelchapoteodelagua.

Una bellísima cabeza apareció doblando la esquina, con la crin flotando.Panquitchprecedíaasumanada.

Atancortadistancia,Chanepodíahaberlelaceadoporunaoreja.Noobstantelatremendatensión,tuvolavirtuddeaguardar.Panquitchyaerasuyo.

ElsementalvioaBrutusyasujinete…ylaserpenteantecuerda.Enlosenormesojosaparecióunaexpresióndeterrorquelosdilatóaúnmás.Seleescapóunsonidoquefueunhórridogrito.Quisodarmediavueltayengallólacabeza.

Chane soltó el lazo. Se extendió silbando y el nudo corredizo restalló sobrePanquitch, envolviéndose como una serpiente por debajo de la quijada inferior ydetrásdelasorejas.UnreciotirónyChaneapretóelnudo.

—¡Whopee!—gritócontodalafuerzadesuspulmones—.¡Yale tengo!¡Yaletengo!¡Oh!¡Panquitch!…¡Esnuestro,Brutus,esnuestro!¡Trasél,muchacho!

Panquitch se zambulló, pateando en el agua, y al tender Chane el lazo,desaparecióbajolasuperficie.EldesbravadorrestallólacuerdaacuciandoaBrutusporlasrocas.EnaquelángulodeparedseproducíaunpandemóniumalentrarBrutusenelagua.Chaneviounespectáculoquenoolvidaríajamás.

Una veintena de caballos se debatían frenéticamente intentando escapar en ladirecciónenquehabíanvenido.Unosqueríanescalarlasesgadapared,resbalandoycayendonuevamentealagua,relinchandodeterror;otrospretendíanpasarsobreloscuerpos de los que les precedían. Y todos, en violenta conmoción, se agitabanlanzandorelinchosybufidosdiscordes.

Panquitch, retenidoporel lazo,perdía terreno.Chane lehizo salir a flotey leedejó acercarse. Tenía que ir guiando aBrutus, que intentaba precipitarse sobre el

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semental.Eldesbravadorseproponíaevitarunapeleaentreambos.Suintencióneratener a Panquitch en el cilanco hasta que el cansancio le agotase. Con el lazooprimiéndoleelcuello, teníaquecansarseantes,queBrutus.Ladesigual contiendano podía prolongarse. A Chane le era imposible reprimir su enorme alborozo, laemoción producida por la presencia de Panquitch al otro extremo de su lazo.¡Panquitch! ¡La desesperación de los desbravadores de Nevada y de Utah!¡Panquitchlaceado!¡Increíblebuenasuerte!EraelmomentomásgrandedelavidadeChane.

—¡Ah,viejomarrullero!—gritófielaúnentoncesasuinveteradacostumbredeapostrofaraloscaballos—.¡Estaveztehansalidomallascuentas!¡Túdejartepescarconunlazo!¡Ahoratienesquenadar!¡Tirafuerte,pillastre!¡Unazambullida!¡Buenpezhasresultado!

PerocuandoPanquitchdiolavueltaendirecciónasusadversariossetrocaronlastornas.ElalaridodeentusiasmodeChanesetrocóenunodealarma,ambosconideade espantar a Panquitch si era posible, y contener a Brutus. Ambos propósitosparecíanirrealizables.Brutusnovolveríagrupasfrentealfierosemental.Surelincho,cual trompetazobélico, resonó en el ambiente.Chane recogió lazo, pero sin lograrquePanquitchperdiesepie.

Noobstantetodossusesfuerzos,losdosanimalesseencontraronfrenteafrente,sucediéndoseuna terroríficamelée.EldesbravadorsaliódespedidodeBrutuscomode una catapulta, aunque se apresuró a sacar toda la ventaja posible al accidente.UnascuantasbrazadaslepusieronaniveldePanquitchyhaciendounsobrehumanoesfuerzoseencaramóalomosdelenfurecidoanimal.

Asiéndosecontodasufuerzaalasorejasdelsemental,echóelpesodesucuerposobreelcuelloylacabeza,hastaconseguirquelahundieseenelagua.

—¡Atrás!¡Atrás!—gritabaentretantoaBrutus.Elmomento fue terrible. El desbravador prefería dejar en libertada Panquitch

antesqueahogarle,perosiBrutusnoobedecía,persistiendoenlibrarcombateconél,no tendríaotro remedio.Elcerril seestremecíaentre suspiernas.Chane le soltó lacabeza.Elsementallaengalló,resoplandoybufando,massielterroraúnnolehabíaabandonado,podíamássuansiafuriosadematar.Volviólacabezaparamorderasujinete. Tenía los ojos, estriados de sangre, las fauces abiertas y llenas de espuma,enseñandolosferocesdientes.Chaneestuvoapiquedenopoderrehuirlaacometida.

Ensustiemposdecowboyhabíasecreadoenvidiable reputaciónporsudestrezacon broncos, potros sin domar, caballos resabiados, mulas e incluso novillos. Elantiguo afán de dominar se despertó en él. Contendiendo con el semental,ahuyentandoaBrutus,yconservandoelequilibriosobreelcerril,Chane realizó talvezlamáscélebrehazañaecuestredesuvida.Masparaellotuvoquesemiasfixiaralanimal.

Por fin,Panquitch empezó a evidenciar síntomas de agotamiento, dirigiéndosehacia la orilla.Nadaba trabajosamente.Chane aflojó el tirante lazo y echándose al

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aguafuehaciaBrutus,montandonuevamente.Espoleóalanimalconobjetodellegarantes que Panquitch a tierra y logró que tocase fondo a tiempo justo de poderarrastrartrasdesíalrendido,cerril.Ésteapenaspodíarespirar,bamboleándoseenelbajíohastallegaralaarena,dondesedesplomó.

El desbravador echó pie a tierra, abalanzándose sobrePanquitch y soltando ellazo.Elcerrildiounrespingo.Estabamedioahogadoytalvezelnudocorredizolehabíahechoreteneraguaenlospulmones.Jadeaba,sacudíansucuerpoconvulsivosestremecimientos.

—¡Uf! ¡Cuántomealegro!—exclamóChane,quehabía temidounacalamidad.FueadondedejaraaBrutus,tomandoelsegundolazodesusillaytrabando,conélalsementalporlasmanos.

—¡Creoqueyaestáslisto!—dijoincorporándoseyexaminandosupresa.Panquitch era elmás noble espécimen equino que había visto en sus dilatadas

correrías por el Oeste. Mas en aquellos fulgurantes ojos negros ardía un espírituincompatible con la ley del hombre. Panquitch podría llegar a domarle, pero sucorazónseguiríasiendosalvaje.Nuncasentiríaafectohaciasudueño.Eldesbravadornopudo reprimir una compasión no exenta de remordimiento.Había reducido a laesclavitudalgoparejoaloqueélmismollevabaenelcorazón.

—Nohasidojuegolimpio,Panquitch—declaróChane—.Tehehechounamalapasada.Nomeenvanezcoenella.QueDiosmeperdone,pero…¡tentadoestoydedevolvertelalibertad!

El instinto del cazador de cerriles se encontró así en pugna con una emociónoriginadaporelespectáculodelbravosementalpostradoyreducidoalaimpotencia.Chanenosintió laculminantesatisfaccióndeldesbravador…,exhibircautivoasusrivaleselanimalcuyaaspiraciónhabíasidoapresarydomar.

—¡Wo…ho!…¡Oh…Chane…allávoy!—gritóunavozfemenilquerepercutióenlaspétreasparedes.

Susana apareció en la entrada de la cisura, erguida sobre un peñasco, con lacabellerasueltaalviento.HabíaatisbadodelejosaBrutusyasujinete,adivinando,talvezeldesenlace.LuegolavozdeChesshizocoroalasuya.

—¿Quéestáshaciendo,ChaneWeymer?AlcanzóaSusanay,cogiéndolade lamano,salieron juntossaltandoderocaen

roca.Elmuchachohabíaperdidosusombrero.Chanelesoyóhablaranimadamente,conentrecortadasrespiraciones,anhelosos,

tensos y expectantes. Brutus relinchó. Susana y Chess pasaron de la sombra alsoleado cañóny vieron aPanquitch en la arena.Chess, soltando a Susana, echó acorrer.Unaojeadaleconvenciódequeelcaballovivía.

—¡GranDios!—chillófueradesídeexcitación,corriendoaabrazaryestrujaraChane—.¡Panquitch!¡Yletienesagarrotadocomounnovillo!

Seacercóalsementaldandolavueltaasualrededor,mirándoleconchispeantespupilas.

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—¡Corre, Susana! ¡Ven! ¡Mira! ¿Te parece… creíble?… ¡Acosamos aPanquitch… haciéndole caer en la trampa de Chane!… ¡Qué suerte!… ¡Corre averle!…¡Oh!…¡Nohaycaballoqueseleparezca!…

VolvióadondeestabaChane,agitandolosbrazos.—Escalamosesaladera…—empezóvoluble—porpasarelrato,averquéveía…

yyaenlacumbre…divisamoscerriles…SusanafuelaprimeraenveraPanquitch.Echamos a correr… bromeando… por gusto de saber hasta dónde podríamosacercarnosaellos…ySusanadijo:«Siguetú,Chess…yomequedoaquí…Hazlesdarlavuelta…ajorrándoleshaciamíyasípodréveraPanquitchdecerca».Yoechéacorrercomounloco…ylesatajéelpaso…Volvierongrupasporesahondonada…delante de Susana. La vi echar cuesta abajo… hacia aquí, pero yo seguí por elcañón… para verles correr. Luego, toda la manada salió de entre los álamos.Panquitch los capitaneaba y… no sabía hacia dónde llevarles… Oí a Susanagritándole…yescapóhaciaaquí…seguidodesutropa…y¡túleesperabas!…Debeshaberlosvistoantes…y¡laceasteaPanquitch!SelodebesaSusana,Chane.¡Ellaleajoróhaciati!

—Eso creo —asintió el desbravador consciente de un extraño tumulto en supecho—.¿Dóndeibalamanada…cuandoretrocedieron?

—Secruzaronconmigo…comoelviento…—jadeóChess—.¡Derechoshaciaelcañón!

—¡No!—exclamósorprendidosuhermano—.Yocreíqueescalaríanunadelasladeras.Estoscerrilestienenmásdeunaformadeganarsuguarida.

Susanasehabíaquedado rezagada,mirandoalpostradoPanquitchyaChaneaciertadistancia.Oprimíaseel jadeantepechocon lasmanos.Susojosparecíanmásnegrosymayores.EnsuaspectohabíaalgoquehizodarunrespingoaChane.NoeralaSusanaMelbernequeélconocía.

—Ven, Susana! —gritó Chess—. ¡No hay nada que temer! Panquitch estátrabado.

—¡Oh!¡Pormiculpa!…¡Pormiculpa!—gritóellacorriendohaciaelmuchacho,perosinacercarsealcerril—.¿Sehalastimado?¡Respira…tan…tanfuerte!…

—Opinoquenotienemásqueunpocodeahogo—dijoChane—.Lelaceéenelagua.BrutusyyotuvimosqueseguirleyPanquitchseenfurecióyquisoatacarnos.NopudehacercarreradeBrutus.Queríapelearyseenzarzaroncomodosfieras.Yosalídisparadodecabezaalagua,peronadéhastaPanquitch,memontéenélytuvequesujetarlelacabezabajolasuperficieparaevitarqueacabaseconnosotros.

—¡Estáustedtodoensangrentado!¿Sehaherido?—replicóSusanaacercándoseaél.

Chane no se había dado cuenta de la sangre que cubría susmanos y su rostro.Evidentementedurantelacontiendasehabíaarañadoorozado.

—No lo creo —dijo riendo y escurriendo el empapado pañuelo del cuello—.Chess,aguantaellazomientrasmearreglo.SiPanquitchintentalevantarse,tiradela

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cuerda.Chessrecibióelextremodellazosolemnemente.—¡Hola,reydeloscerriles!—dijo—.¡Enmalafamilia tehasmetido!Chaney

yosomosmaloshombres.Estátequieto.ChanesepercatódelaproximidaddeSusana.—¡Déjemeustedcurarleesasheridas!—dijotendiendolamanohaciaelpañuelo.

Ysinalzarlavistacomenzóavendarlalesionadamano.Teníabuendeseo,peronodestreza. Le temblaban los dedos. Chane, mirándola, advirtió otros signos deagitación.Bajoelclarocurtidodesutezaparecíaunaopalinapalidez.Suproximidady las inconfundibles señasde turbaciónydenerviosismodesviaronel cursode lasideasdeChane.¡Quédíatanseñalada!¿Cuáleraelvagoportentoquepugnabaporprecisarseensuánimo?

Susanaconcluyódevendarlamanoylevantóhaciaéllosojos,alparecernosinesfuerzo. El cansancio y la excitación de la aventura la agobiaban, mas ¿eran,suficientecausaparaelsutilcambioqueseadvertíaenella?

—Tiene usted un corte en la sien —dijo, y quitándole su propio pañuelo,comenzóaplegarloenformadevenda.Llevabaelcuellodelablusadesabrochadoyel ademán puso de relieve la línea de unión de la parte curtida del rostro con lablancuradesupiel—.Bajelacabeza—ordenó.

Chaneobedeció,presadecrecientesacusaciones.Elsuavecontactodesusmanasdespertó súbitamente en él un deseo de apresarlas, besarlas, estrecharlas contra sucorazón. Sin embargo, la severa represión no logró esta vez la victoria. Le faltótiempo para pensar. Fue un ataque incomprensible de emoción tan inesperado ysúbitocomounaceladanocturna.

—Así…siseponeelsombreroconcuidado…seaguantará—dijoella.—Gracias.Esustedmuyamable;noestoyacostumbradoaquemecuidenmanos

tan blancas —replicó él un tanto desgarbadamente, apartándose de ella. Suproximidaderaloquemáslehacíadesconfiardesímismo.Yfuelomásextrañoasujuicio, aunque innegable, que la muchacha le seguía en su retirada, acercándose,cuanto más pretendía apartarse. Cuando le asió por la solapa con aire de estarluchando por dominarse o por tener valor para volverle a mirar, comprendió lainminenciadealgoinsospechable.

—Estoyhechounasopa—protestó,intentadounanaturalidadquedistabamuchodesentir.Eraunasituacióninsólitaparaambos.

—¡Es verdad! ¡No… no me había fijado! —replicó Susana. Y en lugar deapartarse,estrechóaúnmásladistanciahastatocarle.Ellevecontactohizotemblaraldesbravador—.Chane,vengaustedaquí…quenonosoigaChess—añadió,envozmuybaja.

EljovensesintiótandesvalidoentresusmanoscomoPanquitchentrelassuyas.Lellevóalgunospasosmásallá,alamparodeunsalienteroquizo.

—¿De…quésetrata?—preguntóélincrédulamente,viendoquelamuchachale

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obligabaaapoyarsedeespaldasenlaroca.—Dealgomuyimportante—replicóasiéndolelaotrasolapaconlaotramanoy

apoyándoseenél.Tan tremendo era para Chane el momento, que sus facultades podían a duras

penas comprenderlo adecuadamente. Sin embargo, vino en su ayuda un instintonaturalenélenlassituacionespeligrosasaextremasdesuvidadesértica,yqueeraunaespeciedefríacólera.

—¿Sí?—pregunto.Ellaestabapálidayensuspupilasreflejábanseprofundassombrasyfulgores.La

sentía estremecerse. Su reacción fue instantánea, hija de su corazón, no de suvoluntad,nopermitiríajamásqueellasupieseelefectoquesucontactocausabaenél.

—¿Quiereustedhaceralgomuygrandepormí?—murmuróSusana.—¿Grande?—repitió él. ¡Qué liviano era su autodominio si una sola palabra

bastabaparadesconcertarle!—.SusanaMelberne…creoquesí…porusted…oporcualquiermujer…siestáenmimano.

—Porcualquierotramujer,no—replicóellarápidamente—.Pormísólo.—Noquierohacerpromesasaudaces.¿Dequésetrata?—¡DejeenlibertadaPanquitch!Chanelamirófijamente.¡Eraaquello!Deprontosesintiógrandementealiviado.

¿Cuántasotrascosaspodíahaberpedido?¡Quéimpotentesesentíaaresistirsumásmínimo capricho! Pero… ella lo ignoraba. Su anhelo de ver libre aPanquitch eranatural y por él la respetaba y la amabamás aún, si cabía. ¡Ahora comprendía supalidez, sudolorida expresión, sus temblorosasmanosy trémulos labios!Amaba aloscerriles.Éltambién,yporesopodíaexplicarsesupuntodevista.¡Adiósalvagoarrobamiento producido por su proximidad! Pero… le era dable prolongar eldeliciosomomentodetortura.

—¿Haperdidoustedeljuicio?—preguntó.—Nodeltodo—contestóconunasonrisaquelehizoestremecer—.Quieroque

suelteustedaPanquitch.Yotengolaculpadesucaptura.Quiseverledecerca…,leespantégritando…,leacoséhaciasucelada…

—Cierto.Anoserporustedno lehabríapodidocazarnunca,pero…¿quémásda?Porunavezenmividahetenidosuerte.

—Algomedicequesinolesueltaserámalasuerte.—¿Mala suerte? ¡Bah! Ya he disfrutado cuanta puede corresponderle a un

caballistapobre—replicó—y…lapeor,SusanaMelberne,fueporsucuenta.—¿Serefiere…aManerube?—Sí,yacuantoocurrióantes.—¿Ocurrióantesalgo,Chane?—preguntóelladulcemente.—Creoquesí.—Cuéntemelo.Chanesesintiócomosiestuvieseapuntodecaerdesdeunagranaltura.

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¿Quéeratodoaquello?¡Sucorazónescudriñado!Pero…¿quéimportaba?—Yalosabeusted—dijocasiviolentamente—.Chessrevelómisecreto.—Entonces…loquedijo…¿eracierto?—¡Dios me valga! ¡Sí!…, pero… basta de hablar de mí. ¿Quería usted que

libertaseaPanquitch?Ella no contestó.Antes de que los cerrase, tuvoChane una visión de sus ojos,

desvaídos,húmedos,vidriados.Sucabeza, antesengallada, se inclinóhaciaély suflexible cuerpo descansó junto al suyo. Chane carecía de valor para arrancarse alconjurodesupresenciay,porotraparte,leeraimposiblesoportarpormástiemposucontacto.Lapobremuchachaestabaafectadaporsuamorhacialoscaballos.

—¿Quélepasa,Susana?—preguntóvivamente,sacudiéndola.Suvoz,suaparenterudeza,lasacarondesupostración.Presencióunmaravilloso

cambio, una transformación que le dejó pasmado. Sus mejillas se encendieron,quedando luego un radiante resplandor. Le soltó las solapas, retrocediendo, y deprontoparecióunamujerformidable, increíble, tanfuertecomoantesfueradébil,ydepupilaselocuentes.

—Algo me pasaba, Chane, pero… ya estoy bien —replicó, iluminando susemblanteunasonrisa.

—Hablaenenigmas,SusanaMelberne.—Nolocreeríaasísinofuesetanestúpido.—En efecto, lo soy. Pero… desgaritamos. Me decía usted que libertase a

Panquitch.—Sí,seloruego.—Mucho interés tiene en verle escalar esa ladera, ¿verdad? —preguntó,

intentandohallarpalabrasparaprolongarlaconversación.Sedespreciabaasímismopor su deseo de tenerla cerca, por la atracción que sobre él ejercía. Tendría quedecirle que le sería imposible desatender sumenor deseo, quePanquitch era suyoparalibertarle.

—Chane,siledejasuelto…haréporusted…cuantomepida.Élseechóareírconamargura.—¡Quépocaimportancialedaustedalaspalabras!NomeextrañaqueManerube

seequivocase.Ella se sonrojó, perdiendo por un instante la sonrisa y el temple que

desconcertabanaChane.Perolosrecobróenseguida.—ConManerubemecomportécomounasimple—replicó—.Ahoraséloqueme

digo…yrepitoqueharíacualquiercosaporusted.ChaneWeymer…,cualquiercosa.—Sinoheperdidoeljuicio,yaloheoído—dijoélconvozgutural—.Nolepido

nada.Pero…tengomuchacuriosidad.Siahorasabeloquesedice…,dígamealgunasdelascosasqueharíapormí.

—¿Empieza por muchas pequeñas… o por unas grande? —preguntó ellaponiendo en su acento tal dulzura y atractivo que Chane sintió dar un salto a su

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corazón. No la comprendía. ¡Qué absurdo era pretender hacerse el listo con unamujer,sobre todoestando locamenteenamoradodeella!Chanedecidióconcluirdeunavez.Uninstantemásy…lecederíaaPanquitch.

—Psh…paraahorrartiempo,empieceporalgogrande—sugirió.Eraunafarsa,excepto por su vehemencia y su dulzura. No podía argüir con ella ni seguir sussutilezas.

Susanaseacercónuevamenteaél.Chaneseestremecióconelpresentimientodeuna inminente catástrofe. Ella parecía sosegada, resuelta, y tan sincera comoproclamabaser.Perosusojosencerrabanunextrañofuego.

—¡Sea!Lomás grande que unamujer puedehacer por un hombre es…ser suesposa.

La estupefacción paralizó a Chane. Le costó positivo esfuerzo rehacerse delimpactodeaquelchoque.Lahabíaoídohablar.Noestabaeneldesiertoescuchandolavozdeloscedros.TodoenSusanaMelbernedesmentíasuspalabras.Súbitamentele asaltó un verdadero furor de incertidumbre, de perplejidad. Cogiéndola por loshombros,lazarandeócomohubierapodidohaceraunniñotravieso.

—¿Secasaríaustedconmigopara lograr la libertadde ese caballo?—preguntóincrédulo.

—Sí.—¿SecambiaríaustedporPanquitch?—prosiguiótorvamente.—Noesprecisamenteeso,pero…sí.—¿Seríausted…mimujer,SusanaMelberne?—Lasolaideadesemejantedicha

le enloquecía. Soltó sus hombros. Luchó consigo mismo. Su corazón latíadesenfrenado.Dejabadeimportarleelcómooelporquéseleofrecíaaaquellamujer,pensando únicamente en que podía conseguirlo. Aun así quiso argüir el derecho.¡Quécriaturamássentimentaleinexplicable!

—Sí,Chane,losería.—¿TantoamaaPanquitch?Recuerdocuántoarriesgóparalibertaraloscerriles

delcorral,peroesto…pasadelaraya.Ysinembargo…lodice.Ynoparecehaberperdidoeljuicio,aunquesuspalabraslosugieran.Nolacomprendo.¡Sacrificarseporuncaballo,aunqueseaPanquitch!

—Noloconsideraríaun…sacrificio—murmuróella.—Loes.Sería…uncrimencontrasímisma.Nopodríaaceptarlo.Además,obra

usted mal tentándome así. Soy un infeliz desbravador solitario. Toda mi vida hesentido ansia por una mujer y jamás he podido lograr mi anhelo. Es doblementecensurable,selorepito.

Chane paseaba nerviosamente por el reducido trecho del tramo de roca dondeestaban.Todasuvidasehabíaresueltosiempreenacciónviolentayahoraempleabael medio único que conocía en el conflicto que estallaba en su pecho. Con undesgarradoresfuerzo,searrancóalconjuro.

—Susana…,yomismomehebuscadoesto—dijoconsuaveacentoqueríaoírla

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impetrarporPanquitch, quería tenerla cercademí.Fue…una locura.Hementido.Desdeelprimerinstantetuveintencióndeaccederaloquemepedía;ustedmeayudóacazarle.Puedeponerloenlibertad.

—Meserámuygrato,pero…únicamentesipuedopagarmideuda—balbució.—¿Quéquiereusteddecir?—SilibertaaPanquitchtienequehacermeamí…suesposa.—¿Haperdidolacabezaoestáustedmintiendo?—Ambascosas—murmurócayendosobresupecho.Chanelaestrechóentresusbrazos,másymáscerca,conunasolaideaclaraensu

confusamente:ladequesipersistía,venceríasuresistencia.Masahoralateníasobresu pecho con la cabeza tan baja que no le era posible ver su rostro,mas la sentíamoverse, volver hacia él la cara, pegarse, sobre su corazón. ¡No la dejaría escaparjamás! Era sorprendente. Espíritu y materia parecían vibrar con la dulzura de laposesión.

El pálido sol ambarino del cañón les envolvía como una aureola, o como unafulguraciónderelámpago,yestabasegurodequeeltruenoretumbabaensusoídos.Se iba dando cuenta de lo que aún no podía creer. La pasmosa realidad era queSusanaestabaentresusbrazosvoluntariamente,yeso,bastabaasucorazón,aunquesuconcienciaprotestase.Finalmente,comoenunsueño,sintiólosbrazosdeSusanabuscarsucuelloyceñirseaél.

—¡Diosmío!—jadeó—.¡EstonopuedeserporPanquitch,Susana!Ellaalzóelrostro,blancocomounaflor,húmedodelágrimas.—¡Situviesesunadarmedesentido…habríasadivinadoque…teamo!—¡SusanaMelberne!—Sí,salvajedesbravadormío;quítaleellazoaPanquitch…ypónmeloamí—

replicóofreciéndolesuslabios.Un poco después, Chane, tomando la reata demanos de Chess, se la tendió a

Susana. Luego se arrodilló para desatar la traba del otro lazo, el que conectaba elcerrilconBrutus.RápidamenteWeymerledesligó.

—¡Hey! ¡Qué haces!—gritó sorprendidoChess—.Ya ha reaccionado.Con unbrincosetepondráenpie.

Chanepareciónoprestarlamenoratenciónalaspalabrasdesuhermano.Erauninstante lleno de indecible dicha para él…, satisfacía a Susana libertando aPanquitch, al último cerril que capturaría en su vida.Agachándose, aflojó el nudocorredizoquelesujetabalasmanos.

—Ve…tirandopocoapoco—legritóaSusana.LaestupefacciónhizodaraChessunbrincoenelaire.—¡Qué…condenada…idea!—chillódesaforadamente.Susana tiródel lazohaciéndoloresbalarde laspatasdelsemental,que lanzóun

estruendoso buido. Luego engalló la cabeza, mirándose las manos. Con unestremecimiento de todos los músculos de su cuerpo hizo un esfuerzo para

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incorporarse.Estaba librey lo sabía.En susojosardíauna llamaradadeodioydeterror.Chanesintióunpositivoescalofríoalafrontaraquellamiradaycomprenderaloqueestaba renunciando.Panquitch permaneció unmomento inmóvil, respirandoruidosamente.El desbravador pudo así contemplarle a sus anchas, libre en toda sumagnífica belleza. Era en verdad el león de los caballos salvajes. Perfecto deestructura, perfecto de pelaje, combinación la más extraña que Chane viera en suvida;unalazándorado,conlacolaylacrinnegrascomoelazabache.Noteníaunacicatriz, ni una tara, ni un defecto. Representaba la suprema realización de laNaturaleza,unacriaturademasiadoaltiva,demasiadonoble,demasiadosalvajeparaelyugodelhombre.

Panquitchsesacudióydioalgunospasos.Aúnflaqueabansusmiembros,perosuespíritusemanifestabaindomable.Relinchóferozmente,mirandoaBrutus,yBrutosledevolvióeldesafío.

—¡Corre…Panquitch,corre!—gritóSusana.El semental no corrió. Su lenta acción era la de un animal agotado.

Manteniéndoseenelcentrodelcañóntomóeltroteenelmismotrechoarenosoporelque tan gallardamente capitaneaba su banda, por el arbolado hacia la pendienteroquiza,hastaperdersedevista.

Entonces estalló Chess. Chilló, apostrofó, pateó, mascullando imprecaciones,durandounbuenratosuincoherencia.

—¡Lehasdejadoescapar!¡APanquitch!¡Alcerrildemásrenombredelmundo!¡Cuándoyalotenías!¿Porquénomelodisteamí?YanotengounBrutusysiemprehedeseadouno…¡Dejarlemarcharparaque le eche el lazoManerubeo cualquierotropicadorafortunadoantesdequeserehaga!…¡Oh!…¡Estásloco!…Loestáislosdos…¡Susana,eresunasimpleyunacursisentimental!…Ytú,Chane…,unmalditoguillado…Semesaltanlaslágrimas…¿Quétehaocurrido,Chane?

—Chess, me parece que ya no soy boss del equipoWeymer—replicó Chaneintentandoaunquesinconseguirlo,eliminardesuacentopartedesualborozoydesuufanía.

—¿Eh?—exclamóChess, fueradesídeasombro.Abriódesmesuradamente losojosylaboca,ofreciendounperfectocuadrodeestúpidaincredulidad.

—Ahorasíquevoyasertuhermana,LittleBoyBlue—añadióSusana.Súbitamentetransformado,Chessfuehaciaellos.

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XVI

Chaneechóaandarporelcañón,comoenunsueño,llevandoaBrutusdelabrida,con Susana en la silla. De vez en cuando volvía hacia ella la cabeza como paracerciorarsedequeeraunarealidadsupresencia.LaspupilasdeSusanachispeabanytenía entreabiertos los labios. En sus facciones advertíase una extraordinarialuminosidad,unaexquisitaexpresióndearrobamiento,inspiradotalvezporelamorque acababa de confesar. La vida habíase trocado para el desbravador en algoinconmensurable,dulceycompleto.

Chess había recorrido toda la escala emotiva, deshaciéndose en felicitaciones,pavoneándose orondo por la parte que le correspondía en la confesión de Susana,ensalzando los méritos y la suerte de su afortunado hermano, pero acabando porvolverasuexasperaciónporlapérdidadePanquitch.

—Ahoraqueostenéiselunoalotro,noosinteresanadamás—gruñó,indignado,abandonándolesyponiéndosealacabezadelapequeñacomitiva.

Parecíamediar la tardecuando laambarina luzdelcañóncomenzóa teñirsedepúrpura. Había cesado la brisa, y el ambiente era cálido. Las elevadas laderasperdieron parte de su formidable aspecto, acrecentándose la faja de cielo azul queentreellasaparecía.Yalreducirselasalturasseaminorólasensacióndeangustia,deencerramiento,asícomolaopresióndelsilencio.

Advertíanseendiversospuntoshuellasdecerriles,siendolasmásrecienteslasdePanquitch. Seguía a sumanada caminode las altiplanicies.Chanehabría preferidasaberlesenlapendienteinferiory,porlotanto,alamparodelaMesetadelCaballoCerril.Panquitch,ensuagotadacondición,nopodríaeludirellazodeuncaballistabienmontado.Pero…éraleimposibleconcebirrecelos,dudasoansiedades,enaqueldíaenelquehabíasevistoexaltadoalquecreyerainaccesibletronodelafelicidad.

Chess iba delante, cabizbajo, siguiendo con la vista el rastro de Panquitch ydesaparecióenunrecododelcañón.

En múltiples ocasiones se detuvo Chane para dejar queBrutus le alcanzase ypoderasírecrearseenSusana;depronto,unaideaquesehabíaidodibujandoensumenteplasmóenpreguntaanhelosa:

—¿Cuándonoscasaremos,Susana?—¡Perosiacabamosdeempezarasernovios!—exclamóellaconpicardía.—Estamos en los salvajes cañones de Utah, querida —protestó él—. Los

noviazgossonbuenosparaciudadesocampamentosfijos.—Nosotrosseremos,pionners[42],¿verdad?—Sí, aunque cuidaré de que puedas ir cada verano a algún lugar civilizado…

Dime,¿cuántohedeesperar?UnrosadocoloridoacentuólabrillantezdelsemblantedeSusana.

—HastaquevengatíoJimporlomenos—dijoruborosa.

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¡Tú tío, el misionero! ¡Ahora recuerdo!… ¡Tal vez venga este otoño! ¿Enprimavera?

—¡Ojalá pudiera engañarte—replicó Susana—y decir que en primavera, peroDadestásegurodequetíoJimvendráennoviembre!

Leestrechólamano,incapazdepoderexpresarsugratitudysualegría.CogiendoluegoaBrutusporlabrida,prosiguióadelante.Sindarsecuentadeloqueveía,notóel ensanche del cañón, las arenosas barras holladas por incontables cascos, elarroyuelo…

Caminandoasíllegaronalparajeenqueelcañónformabaunrecodo,allendeelcual convergían los otros cuatro cañones formandouna especie de plaza en la quehabíaninstaladoelcampamento.AldoblarChanelaesquina,Brutusdiotanviolentahuidaquearrancólabridadesumano.

Chaneseviorudamentesacadodesuensueño.Másdeunavezhabíaoídoensuvidalaominosanotaqueahoravibrabaensusoídos.Ibainerme.Levantólosbrazosysimultáneamenteviounabarbuda figura,conel revólveren lamano,saliendodeentreunasrocas.

—¡Arribaestán!—dijorechinandolosdientesdeimpotentecólera,alreconocerasuadversario—.¡Hola,Slack!

—¡Hola,Weymer!—replicóelotroyendohaciaBrutus.—Supongoquehasvistoquenollevoarmas.—Sí, y me alegro mucho de ello. Pero… conserva las manos a respetable

distancia. Soymuy receloso—replicó Slack, y alcanzando aBrutus, le asió de labrida.

HastaqueSlacknohizoavanzaraBrutus,nolefueposibleaChaneveraSusanadesde donde estaba. Cuando la vio, tenía pálido el rostro, y el terror la hacíaenmudecer. Evidentemente no por ella misma, sino por el arma con que Slack leapuntaba.

—¡Mediavueltayandando,Weymer!—ordenóelforajido.Chanenopodíasinoobedecer.Lasituaciónnoeranuevaparaélyno lehabría

perturbadograndementeanoserporlapresenciadeSusana.Bajólosbrazosyechóaandarhaciaelcampamento,llenodecuriosidadporsabersiloqueallíencontraríaeraloquesuexperiencialedabapieaesperar.

Elespaciotriangulardecañonesconfluentesaparecióasuvista.Ardíaunafogata,que varios hombres, uno de ellos sentado, rodeaban. Aún a tanta distancia, eldesbravadorreconocióelaquilinoydurorostrodeBudMcPherson.

Aun lado, y con lasmanos atadas a la espalda, sentábaseChess;Melberne noparecíaestarpresente.

—¡Oh!¡AhíestáPanquitch!—exclamóSusana.Chane,sobresaltadoporlavozdelajoven,miróasualrededor.Alaizquierdadel

grupodelafogata,ciertonúmerodecaballos,ensilladosya,esperabanconlasbridascolgando.

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—¡Mira!¡Mira!—dijoSusanaconahogadavoz.Eldesbravadorno sabíahaciadondemiraba lamuchacha, ni quería corrermás

riesgosde los indispensablesconSlack.Sinmoverelcuerpo,buscócon lavistaalsemental.

—¡Chane!¡Mira!—insistióSusana,estavezconhorrorizadafuria.—¡Manerube!¡Manerube!¡HalaceadoaPanquitch!La significación de sus palabras se apareció a Chane en el momento que

observaba aManerube atirantando dos lazos que apresaban aPanquitch. El nobleanimalsedebatíaconunespíritumuysuperiorasusfuerzas.

Delosmuchosamargosinstantesdesuvida,aquélfueparaChaneelmayor.ElgritodeSusanaresonabaensusoídos.Elcerril,alquetantohabíaadmirado,alqueacababadelibertar,estabaenpoderdeunodiadocaballista.ParaChanefueungolpetremendo.Panquitch,exhaustoporsuluchaenelcilancoyempleandolasmermadasfuerzas que le quedaban en reunirse con su manada, había sido presa fácil paraManerube.Elmediocre y arrogante caballista no había probablemente atribuido sucapturaaladebilitadacondicióndelsemental.Sepavoneabacomoungallodepelea,másacentuadoquenuncasuairede,bravucónbaratero.HizorestallarlascuerdasqueapresabanaPanquitch,provocandounahuidaenelanimal.ElefectodelaacciónenChane fue tan violento, despertando su pasión y su odio, que una nube de sangreenturbiósumirada.

—¡Oh!—gritóSusana—.¡EstálastimandoaPanquitch;noquierotolerarlo!—Estátequieta,Susana—ordenóvivamenteChane—.Nopodemoshacernada.—¡Eh! —gruñó Slack dirigiéndose a ella—. No me pise los talones con su

jamelgo.Llegaron a la fogata conChane ligeramente a la cabeza.Unode los presentes,

cuyo semblante le era familiar, si bien no recordaba su nombre, sacó el revólver,encañonandoaldesbravador.

—Nollevaarmas,Bill,pero la ideaesbuena—rezongóSlack,yvolviéndoseaSusana,pusosobreellaunadesusrudasmanos,quelamuchacharechazóindignada.Elforajidolaobligóadesmontar,blasfemando.

—Escuche,mocita;siquieresalirconbien,procureseramable—declaró.Aprovechando el instante enque los reunidos reían la graciade su jefe,Chane

logróadvertiraSusanaconlamiradaelpeligrodesusituación.—¡Hola,Weymer!—dijoplácidamenteBudMcPherson—.Estoyaprovechando

partedetusexcelentesprovisiones.—Hola, Bud. Es habitual en ti el aprovechar las propiedades de los demás—

replicóChane.Asujuicio,McPhersoneraelmáspeligrosodelgrupo,sibiencarecíadedatosdelosdosdesconocidosquehabíanseguidoaManerubedesdeWund.PeroMacPherson, no obstante ser un ladrón de caballos y un mal hombre, teníacondicionesqueManerubeylosdemásnoevidenciaban.Noeramezquino.

Apartadodelahogueraycercadedonde,cabizbajoymohíno,sentábaseChess,

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había otro hombre, también amarrado, en apariencia miserable y exhausto. Chanereconocióalfinelhirsutoydemudadorostro.

—¡Loughbridge!—exclamósorprendidoysatisfecho—.¡Vaya,vaya…!¿Cómoesqueletienenasí?Creíqueformabaustedpartedeeste…equipo.

—Me engañaronmás aún que aMelberne,Weymer—dijo Loughbridge—.DicréditoalapalabreríadeManerube;nopodíasuponerquefueseuncuatrero…

¡Cállese la boca!—aullóManerube con estridente voz—.No digamentiras decobarde.Yonosoyningúnladróndecaballos…

—Dimelaverdad,Bud—prosiguióChane—.¿QuépasaconLoughbridge?—Yomismonoacabodeverloclaro—replicóMcPhersonlimpiándoseloslabios

ylabarbayponiéndoseenpie—.Dadmeuncigarrillo…Laverdades,Weymer,queno tenía interés enque ese sujetoviniera connosotros.Pero cuandodescubrióquenuestroplaneraapropiarnosdelayeguadadelMelberne,empezóahurtarelcuerpoyagimotear.Comosabes,yonodiscutonunca;poresoleamarramos.

—¿DóndeestáMelberne?—preguntóChane.—Túsabrás.Leestamosesperando.—Ydespués…,¿qué?—Siempre fuiste impaciente, Weymer —declaró, divertido, McPherson—.

Supongo que quieres saber lo pasará. Pues… voy a decírtelo. Hemos estadoharaganeando, acampados, esperando que acabaseis de cazar la última punta decerriles antes de la llegada de los fríos. Vimos a los piutes rodando por acá ysupusimosqueostraeríanotrapotrada.Bueno;elplaneséste:encuantocomparezcaMelberne, nos trasladaremos a su campamento y… os ahorraremos considerabletrabajodedomaynopocopiensoduranteelinvierno.

—Yelveranoquevienevolveréispormás—presumiósarcásticamenteChane.—¡Ja,ja!Hasdadoenplenoblanco—contestóelrufián.—Tú no eres tonto, Bud—dijo seriamente Chane—. Sabes que esto no podrá

prolongarse indefinidamente. Un día u otro te pegarán un balazo. ¿Por qué no teseparas de ese par de parodias de picador que van contigo? No serías el primercuatreroquesehaganadolavidahonradamenteenunrancho.Y…esmásseguro.

McPhersonnoacogióconrisasniconbefaslaspalabrasdeChane.Eransensatas.Suactitudalivióconsiderablementealdesbravador.Anoserque lehostigaseno lellevaranlacontraria,McPhersonnoharíacorrerlasangre.LaansiedadprincipaldeChaneeraporSusana,aunqueadecirverdadnocreíaalforajidocabecillacapazdemaltratar a una mujer blanca o piel roja. Slack era peor, pero le dominabaMcPherson.LaincógnitaeraManerube.

Este sujeto se acercó al círculode la fogata.Había trabadocondos cuerdas endistintasdireccionesaPanquitchy,demomento,elsementalestabaapaciguado.Elsemblante deManerube revelaba acaloramiento, no todo fruto de la excitación.Laverdaderanaturalezadelindividuoseponíademanifiestoalestarenlafracciónquedominaba.CuandosevolvióamiraraSusanadepiesacabeza,Chanesintiólaoleada

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desangrequeafluyóasurostro.Llevabaunacantimploradewhiskyenelbolsilloyunrevólveralcinto.

—Tengo entendido que tú no eres el boss de este equipo, Bud dijo Chane,despiertasyactivassusfacultadesmentales.

—¡Uh! ¡Quémedices! ¿Dónde has oído tal cosa?—Meparece que enWund,cuandofuimosconloscaballosdeMelberne.

—Pues oíste mal —replicó McPherson hoscamente, y su mirada se posó enManerubeconundestelloqueencendióenlamentedeChaneunachispadeastucia.

—Oye, Bud. Entrampé a Panquitch en un cilanco del cañón —prosiguió eldesbravador—.Fue…unamalapasada tratándosedesemejantecaballo.Leechéellazo.TuvimosunabregaquecasiacabóconBrutusyconmigo,pero le sacamos,yentonces…¿quécreesquepasó?

—Notengoidea,Weymercontestóelforajido.Teníalaverdaderaambiciónyelverdadero orgullo de todo buen desbravador, como también su característico amorpor los caballos, únicamente circunstancias adversas habíanle convertido en uncuatrero.Chaneconocíasuflaco.

—Pues…quesoltéaPanquitch,Bud—declarósolemnemente.—¡Ea, Weymer! Supongo que no querrás hacerme creer eso—dijo sonriendo

McPherson.—¡Juroqueesverdad!—¡Pero…túeresundesbravador!Heoídohablardeti…—declaróincréduloel

otro.—Loera.Yano.Habloenserio,Bud.Panquitchhasidoelúltimocerrilquehe

laceadoy…ledevolvílalibertad.—Pero…¿porqué,condenado?—gritóMcPhersonacalorándose.—Pregúntaselo a Susana Melberne —replicó Chane, habiendo llegado el

momento de impresionar al forajido. Éste estaba intensamente intrigado, curioso,perplejoyfascinado.SevolvióhaciaSusana.Estabapálida,aunquemuyentera,sindemostrar,salvoporloaceleradodesurespiración,inquietudalguna.

—¿Quéestáhaciendo,muchacha?¿Tomarmeelpelo?—No.Escompletamentecierto.SoltóaPanquitch.Yolopresencié.—Yyo—interpusoChess—.Susana y él perdieron la cabeza. ¡Y…soltaron a

Panquitch!Pues… ¡condenado me vea! —exclamó McPherson—. Porque, realmente, no

encuentromotivoalgunodequeustedmientatratándosedeuncaballo,niaunqueseaPanquitch.Pero…siquierenquelocrea…mehandedarunarazón.

—Fueporculpamía—replicódeliberadamenteSusana—.LedijeaChane…quesisoltabaaPanquitch…seríasuesposa.

¡Yélaceptóelenvite!—Sí.Medioellazoparaqueyolesoltase.—Enotrostiemposyohabríahecholopropio,auntratándosedePanquitchgruño

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McPherson.Enlabiosdelrudoyendurecidorufiánlafraseeraunsutilcumplidoparaambos.Además,dejabatraslucirquehubounaépocaenlaquenohabíasidoloqueeraahora.Depronto,ahuyentólasombradelpasado,volviéndoseaManerube,quemirabaaChanedespectivayrencorosamente.

¿Notedijeyoqueeseanimalestabaaspeado?¿Notedijequeveníachorreandoagua?

—Sí; pero… no por eso tenía que creerlo.Weymer es un embustero—replicóManerube.

—¡Vaya!… Cuando usted lleva un revólver y yo estoy desarmado… soy unembustero—lereplicóChane.

—¡Uh! ¿Supongo que no llamarás, también embustera a la muchacha? —preguntóMcPherson.

—Escapazdementiryélconfirmaríasumentira—aseveróManerube.—Bueno,metienesincuidado,salvoqueenmitierraloshombresnoinsultana

lasmujeres.LoquequierometerentucabezotaesquePanquitchestabarendidoynotepercatastedeello.Creístehallarloenlaplenituddesusfuerzas.Nosupisteverlo.

—Aunqueasífuese—repusoairadoManerube—.Rendidoono,leechéellazoyesmío.

—¡Condenación! ¡Eres un desbravador que asustas! —exclamó Buddespectivamente—. No sabes ni siquiera cazar el sentido de lo que digo. Te lorepetirédespacitoyclaro.EnUtahexisteunaleyquerigelomismoentrecuatrerosqueentrepicadores.Eslaleydelaprecioaloscaballos,y,deacuerdo,conella,yotedigoqueesunavergüenzaquePanquitchhayacaídoentusmanos.

—Pero…¿piensasdejaraManerubeeseanimal,Bud?—preguntóChane,seguroya de su terreno. Podría pulsar los sentimientos del forajido como quien pulsa uninstrumento.

—¿Queeé?—exclamóMcPherson,evidentementepasmado.La ideaqueChaneinsinuabahabíaseaparecidocomounrayo.

—Si es tu equipo…y si eres el amo,Panquitch es tuyo—aseveróWeymer—.Ésa es la ley del desierto, pero, aunque no lo fuese, ¿permitirías queManerube sequedaraconsemejantesemental?Loecharíaaperder.Nopuedenisabedomarlonimontarlo,porquenohasidoensuvidaunverdaderocaballistay,muchomenos,undesbravador…Escucha,McPherson:túpodrásserunladróndecaballos,peroeresunconsumadopicador.Sienteselafectoquetodobuenjinetehadesentirporunanimalcomo Panquitch. Sólo con verle te sientes ufano. ¿Serías capaz de castigar,fustigándolo,aesecerril?

—¡Por los infiernos que no! Ni a ése ni a ninguno —vociferó el rufiánroncamente.

—Entonces…¿quémáshayquedecir?—declaróChanefinalmentealzandolosbrazos. ¡Québien sabíael estadoenquehabíaconseguidoponer aMcPherson!Seestremecía pensando en la solución del conflicto que acababa de crear. Su

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argumentación era justa; sus persuasivas palabras difíciles de resistir para uncaballista,peroselojugabatodoalalburdelaantipatíapersonaldeMcPhersonhaciaManerube. Lo que en una persona cualquiera sería simple desprecio del sujeto, enMcPherson,duro,violento,empedernidotransgresordelaley,perocapazdedarsuvidaporuncaballo,alcanzaríaproporcionesdeodiomortal.

—Creo que hablas como un libro,Weymer, pero ¿no reza eso también con tupropiojacoBrutus?—preguntóastutamenteMcPherson.

—Nohepensado en él ni por un instante, peroyaque le nombras, te diré unacosa.Merobastemiúltimapuntadepotros.Brutuses loúnicoquemequeda. ¡Uncaballo y una silla! Ésas son todas mis riquezas. ¿Serías tan rastrero como paraprivarmedeellas?

—¡Psh!…Weymer…creoqueahorano—replicó,significativamente,elotro—.Brutusnoestámal,pero…¿quéharíaconélahora?Ja…,ja…,ja…

Chane exhaló un profundo suspiro de alivio, aunque su incertidumbre por lasolucióneralamisma.

Manerubeestabarojodeira.Susojoschispeaban.—¿Pretendesquedarte conPanquitch, BudMcPherson?—preguntó con áspero

tono.—Yahasoído,aWeymerproclamarlaleydeldesierto—replicócalurosamenteel

cuatrero.Graciasasuhabilidadysuexperiencia,Manerubenoleinspirabaelmenorcuidado.¡Alosumo,desprecio!

—¡Maldita sea la ley!—gritó Manerube—. Panquitch es mío. ¡Yo le eché ellazo!

—Nodigoqueno.Perotúpertenecesamiequipoyloquecazasesparamísilodeseo.YdeseoaPanquitch.¿Sabes?

Observandoatentamente,ChaneviounatransicióndelacóleradeManerube.Sucuernosetensóantesdequelarubicundezdelairaabandonasesurostro.SiChanehubiese estado en el pellejo deMcPherson, habría, seguramente, reaccionado consutilagudezadepercepciónanteelsingularcambio.

—¡Eres… un… ladrón… de caballos!… —jadeó Manerube agazapándosesúbitamente.

—¡Vaya!¡Vaya!¡Vaya!—MofóseMcPhersonretorciéndosederisa.Al incorporarse, fueparaafrontarel rojizo fogonazodel revólverdeManerube.

Con una contracción, desplomóse como si le hubiesen fallado inopinadamente laspiernas.

Manerubenoabatióelarma,decuyocañónsalíaunaespiraldeazuladohumo.ExceptoChane,quesehizoaunlado,buscandoconlavistainútilmenteunarmaenlosbiricúesmáspróximos, todosparecíanparalizados.Eldesbravador leyóel ferozdesignioenelsemblantedelasesino,lívidoydesencajado.

—¡Aunlado,Slack,otetumbo!—dijo—.¡QuieroaWeymer!Slackdiounfrenéticosaltoatrás,dejandoaldescubiertoaChane.PeroManerube

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no hizo fuego. El humeante revólver osciló en su mano, cayendo al suelo.Simultáneamente,o talvezuna fraccióndesegundosantes,Chaneoyóunapagadoimpacto, cuya naturaleza reconoció en seguida: ¡una bala al hacer blanco en uncuerpo!

LaspupilasdeChanepasarondelaextendidamanodeManerubeasurostro.Laexpresión era la misma, pero fija. Del anfractuoso cantil superior les llegó elestampidodeunrifle.Losecoslohicieronretumbar.SobreelentrecejodeManerubeapareció un diminuto orificio, azulado primero, después rojizo. Se tambaleó uninstante,cayendoluegodebrucesalsuelo.

Fue todo increíblemente rápido. Antes de que Chane pudiese hacer el menormovimientohaciaSusana,oyóotroimpacto.Slacklorecibiódelleno.Nuevamenteatronólosaireselrifle,rompiendoalfinlarigidezdelgrupo.Lostresrestantesdelabanda de McPherson se abalanzaron a sus caballos. Slack se incorporó,ensangrentadoelrostro,aullando:

—¡Sonlosmalditospiutes!Budjurabaquenosveníanrastreando.¡Acaballo!Conlapalabraaúnenloslabios,saltósobrelasilla.Losanimalesemprendieron

frenético galope por el cañón. Del risco partió otro disparo que los cascos de loscaballosamortiguaron.Apoco,elpequeñogrupodecaballistasseperdíadevista.

La primera idea deChane fue para Susana.Corrió hacia ella y la tomó en susbrazos.Parecíarígida,perosusmanosseaferraronaél.Sumejilla,queeraloúnicoquepudoverlealabrazarla,estabalívida.

—Ven, Susana —dijo—. Vamos donde está Chess… Estás a salvo. Todos loestamos.Hantomadounadireccióncontrariaaladetupadre.Noleencontrarán.

SusanaocultósurostroenelpechodeChane,mientrasunviolentoescalofríolahacíatemblardepiesacabeza.

—¡Qué… terrible! —murmuró con voz ronca—. Tan repentino… Déjamesentar…Estoydébil,sinfuerzas,pero…nomedesmayaré…

—¡Claro que no! Pero… desvía la vista de… ahí—replicóChane corriendo alibertaraChess.

—¡GranDios!¿Quéhasido?—exclamóelmuchacho.—Unaespeciedeciclón,pequeño—replicóChane—.¡Noeselprimeroqueveo

delamismaclase!…VeaSusanayhablaconella…,procuradistraerla…El desbravador procedió después a desatar a Loughbridge, que miraba a su

alrededorcondilatadosojos,lanzandoexclamacionesincoherentes.Luegoseacercóalosmuertos,caídosmuycercaunodeotro,yloscubrióconunalona.Enelriscaldedonde habían partido los disparos flotaban aún nubecillas de humo. Era un parajeabrupto, poblado demaleza, nomuy distante de la cumbre. Chane sabía de sobraquiénhabíadisparadoelproyectilfatalparaManerube,pero…nolorevelaríajamás.Lasprofundidadesdeloscañonesocultabannopocosmisterios.

VolvióaacercarseaSusana,yamásrepuesta,apoyadaenelhombrodeChess.Eldesbravadorlerelevóalpuntodesutrabajo.

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—¡Hum!¡Creíqueerayadelafamilia!—protestóChess.—Muchacho…,setevalacabeza—replicóChane.—¡Siporlomenosviniesemipadre!—exclamóSusanaconanhelosorencor.—Encaminoestá—dijoalegrementeChane—.¡Miracañónarriba!¿Lehasvisto

nuncacorrerdetalsuerte?¡Algoteme,oporélopornosotros!Susanalanzóunapagadogritodealivio,rompiendoallorar.

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XVII

LaaparienciadeMelbernedivertíaaChaneyparecíasermotivodefascinaciónparaChess. El boss del equipo estaba sin resuello y, por lo visto, asustado y furioso.Cuando logró recobrar el aliento, atropelló las preguntas sin ofrecer en cambioexplicación alguna de sí mismo. Pero Chane observó sus desolladas y contusasmuñecasyloconscientequedeellasestaba,circunstanciasindudadebidaaldolor.

Bud McPherson había mentido a Chane. Los forajidos habían dado con éldejándoleamarrado.Cuandomásleobservaba,mayoreralacertidumbredeChane.Amásdelasdelatorasmuñecas,probablementedesolladasporelrocedelascuerdasalintentar desatarse,Melberne, venía sin armas.Y su alivio al ver a Susana a salvo,aunque pálida y descompuesta, era tan grande que estaba a punto de colapsarse.Finalmente, cuando el desbravador alzó la lona descubriendo a Manerube y aMcPherson en sugestiva indicaciónde loocurrido.Melberne sólo tuvopalabrasdecondenaciónparaellos.

La parte cómica del drama fue la entrevista de Loughbridge yMelberne, y lahondapreocupacióndeChess.

—Lo siento mucho, Jim, pero… te has puesto muy a mal conmigo—declaróMelbernepordécimavez.Perosuactitudnoestabamásenarmoníaconsuspalabras.Paseabanerviosamente,comodecostumbrecuandoestabapreocupado.

—Pero, Mal…, ese Manerube te enredó a ti tanto como a mí —persistíaLoughbridge.

—Noloniego.Aunquenomeobligóatraicionarte.—Niamí.Noeresjusto.Nopudimosentendernos;principalmenteenlacuestión

dedinero,ymeechastedetuequipo.QuelodigaChess.¡Noeresjusto!—Simepermite,boss,lediréquefuemásunarrebatodegenioquedejusticia—

replicóChessconprofundaseriedad.—¡Uh!¡Quémezurzan!—exclamóMelbernemirándolehoscamente—.Supongo

quetuideaesqueLoughbridgeseestablezcaconnosotrosenNightwatchSprings.—Sería perfectamente justo y honorable por parte de usted —replicó Chess

perdiendosudignidaddejuez.—ConOraparahacerlecompañía,¿eh?—prosiguióirónicoMelberne.—Ustedlohadicho—asintióelotro.—Escucha,mocito,tienesbuenascondiciones,pero…hablasdemasiado.Medan

ganasdeponerteenlacalle.—¡Bah!,¡boss!—Pues,comolooyes.SinotecasasconOraantesdelaprimavera…,despedido

estás.Yvolviéndoseasuexasociado,prosiguió:—Jim,creoquetampocoestoyyolimpiodeculpas.Heaprendidolalección.Sia

ti te ocurre lomismo, podremos ambos aprovechar la enseñanza.Mi defecto es…

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genio,yeltuyounexcesivoamoraldinero.Empecemosdenuevo,cadacualporsímismo.Lacomarcaesnueva.Bienvenido,serásenmicañón.Hayespacioparaotrorancho. Un día no lejano habrá al oeste de Wund otro poblado. Y eso resolveránuestroproblema.

PanquitchsobresaltóaChaneyalosdemásconunodesusvibrantesrelinchas,y,conlacabezaengallada,erguidaslasorejasyalvientolacrin,enfrentóelcañónconlosojos.

Le contestaron agudos relinchas. Chane vio salir de la sombra una tropa decerriles.

—¡Hospa!¡LatropadePanquitch!—dijoseñalándola—.Loestánbuscandodeseguro.Pasaránporaquí…¡Quietotodoelmundo!

El desbravador se agazapó con Susana tras de una roca. En su opinión, elsementalselibertaríaasímismodeloslazosdeManerube.Porsuposición,ChaneySusana perdieron un instante de vista a la manada. Después reapareció, trotandocautamente,recelosos,comosiempre,massinhaberhusmeadoaúnelcampamento.El escaso viento reinante procedía de la parte abajeña del cañón. El relincho dePanquitch debióde serun factorde su cauteloso avance.En la intersecciónde loscañones,eláreadespejadaeradeunoscienmetrosdeamplitudydebidoalcaucedelarroyo,másbajode suparteopuestaal campamento.Lacerrilmanada tomóaquelcamino, tratando con engalladas cabezas, hasta que, olisqueando, se percataron delpeligro, emprendiendo raudo galope envueltos en una nube de polvo, hastadesaparecercañónabajo.

—¿Verdadqueesmagnífico,Susana?—preguntóChaneincorporándose.Maslajovennohabíaestadocontemplandolossalvajesanimales.Sumiradase

clavabaenPanquitch.—¡Oh,Chane,mira!¡Harotounodeloslazos!—exclamó.Chanesevolvióatiempodeverdesprendersedelsoberbiocuerpolosrestosdela

quebradacuerda.Elotrolazoleapresabaelcuelloyestabaaúntirante.Panquitchenencabritaba,echándoseatráscontodalafuerzadesupeso.Porfortuna,lacuerdasepartióporelmismonudocorredizo.Elsementalcayópesadamente,incorporándosedemanosalpunto,conlabocaabierta.Losextremosdellazocolgabansueltos.Aúnnoestabasegurodesulibertad.

Chessrompióelsilencio:—¡Oh!¡Lascuerdasestabanpodridas!¡Sehanroto!…¡Seescapará!¡Dadmeun

lazo!¡Unlazo!—¡Quieto, muchacho! —gritó severamente Chane—. ¿No acabarás de

comprenderquePanquitchnohanacidoparaserlaceado?

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Elsementalsepusotrabajosamenteenpie.Lacuerda,alresbalardesucuello,lehizodarunbrincodepavor.Luegocruzóelcampamento,dandounaespantadaalverlalonaquecubríaloscadáveres.Seguidamente,enfilóelcañónaltrote.

—No puedo decir que le entiendo,Weymer—observóMelberne rascándose lacabeza perplejo—, pero le confesaré una cosa…,me alegro de que le haya dejadomarchar.

—¡Condenación!¡Yyotambién!—vociferóChess,encendidoelrostrocomosihubiesesidoinjustamenteacusado—,pero…¡mehabríagustadotantoquedármelo!

Chanesevolvió,sonriendo,aSusana.—Yase fue,querida. ¿Vamosa la rampapordóndeescalará laMeseta?Queda

algoporhaceraquíquepreferiríaquetúnopresenciases.Melberneaprobólasugerencia.—Y cuando volváis ya lo tendremos todo preparado para cambiar de

campamento.

El horror de la tragedia que había helado la sangre en las venas de Susana no sedisipóenpartehastaquelamuchacha,trotandoparamantenersealaalturadeBrutus,llegóalemplazamientoovaladodelcañón.

En los aledaños de la maravillosa pendiente roquiza, la morbosa emoción laabandonó como si jamás hubiese existido. Había flaqueado, mas recobraba sufortaleza. Las purpúreas cumbres que el sol bordeaba de oro la inspiraron comosiempre,sibienañadiendoalgomásenlasalvajealegríadelalibertad.

—¡Síguemedecerca,querida!—dijoChane—.VeoaPanquitchalolejos.Sinosapresuramos,podremosalcanzarlacumbreparaverleescalarlaMeseta.

—No me volverás a perder, sea cualquiera el camino —contestó Susanaacuciandoasucaballo.

Serpenteandodeacáparaalláarribayabajo,aderechayaizquierda,unasvecesvolviendo sobre sus pasos y otras entrecruzándose, siguieron ascendiendo por lasanfractuosidades, de rojiza piedra. Y al elevarse, las purpúreas y ambarinastonalidades, se esclarecieron, y las sombras de los cañones a sus plantas seacentuaron. Rebasaron la zona de roca amarillenta que se desmoronaba bajo loscascosdesusmonturas.Delasnegrurasdelabismopasaronalassoleadascumbres.

—¡Oh!¿DóndeestáPanquitch?—repetíaSusana.Por todo el inmenso baldío de atormentada roca extendíanse haces de luz, en

forma de varillas de abanico, tendiendo a centrar y desaparecer en las alturas queestabanapuntodealcanzar.MasasconfusasdenubesflotabanenelOeste,deunrojooscuro,conbordesdeoroyplataenunmardezafiro.Susanacreíasesumidaenunpaísdeensueño.VioaChaneresguardarsuspupilasdelosrayosdelsol.Leparecíauna estatua que personificase a los caballistas, destacado, erguido, netamentesiluetadosobreelfondodeoro.Llegóporfinasuladoyfuecomosi,conunsolo

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paso,hubiesevencidounacumbre.Las fuerzas todas de la Naturaleza parecían haberse aunado para el gran

espectáculo,laagresteregióndeloscañonesderocapolicroma,rasanteconelsolensuocasoy sobreella,deOesteaNorte, la inmensamolede laMesetadelCaballoCerril.

—¡Panquitch!¡Leveo,Susana!—dijoChaneconvozvibrante—.Estásolo.Sumanadahaseguido…¡Mira!¡Lahendiduraenlapared!Esinvisible,salvocuandoelsol ledacomoahora. ¡Quépista! ¡Ni lospiutes la conocen!Todo rocavivapor lapendienteyluegoelzigzaghastaesaquiebra…¡Miracómorefulgedoradoynegrocontraelsol!

PorfinSusanaconsiguióveraPanquitchescalando,alparecer,laescarpamismade la Meseta. Reteniendo el aliento le contempló, consciente de algo más que lasimple ascensión hacia la libertad de un caballo cerril, pero… sin comprenderla.Llevaba sus pensamientos allende las emociones al hereditario y confuso pasado.Pero… había seguramente amado a Panquitch o a otra criatura como él en otromundoyotrostiempos.

Laintensallamaradacambióalcomenzarelsolahundirseentrenubesycrestas.Se trocó en una maravillosa colina violácea. Susana lanzó una involuntariaexclamación de asombro. El mismo Panquitch parecía menos salvaje, menosfantástico, prestando vida a la grandeza y a la desolación de aquella desnudaestructuradelatierra.

—¡Yaestácasienlacima!—dijoalegrementeChane.Seateníaalaspectofísicodelaescena,alcuerpodePanquitch,supersecucióny

su captura y su liberación; su recaptura y su escape, su huida por los largos ymisteriosos senderos de los cañones hasta la majestuosa escarpa de laMeseta delCaballoCerril.

ParaSusana,encambio,aunquetambiénsentíacomoél,eramásloespiritualloquePanquitchencarnaba.Leatribuíaunalma,ylecontemplabareconociendoenélalgodesímisma.

El animal salió a la cumbre, siluetado en el azul del cielo y permaneció uninstantemirandohaciaabajo,conlascrinesy lacolaondeandoalviento.Lacalinaviolácea le daba irrealidad, pero el altivo engallar de la cabeza le prestaba vida.Salvaje y magnífico le pareció a Susana, defendiendo el último, refugio de loscerriles.Cambiódeposiciónydesapareció.

—¡Oh,Panquitch!¡Nosalgasnuncadetusdominios!—gritóSusana.Chanelesonrió.—¡Queridamía,apostaríamividaaquenovuelveasentirunlazoencima!—Sólonosotrossabemosestapistaalasalturas,ynolarevelaremos.—¡Nunca,Susana!¿NoledirásamipadrecómoseganalaMesetadelCaballoCerril?—suplicó—.

Talvezquerríallevarganadoalláarriba.

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—Te lo prometo, Susana. ¿Crees acaso que yo podría volverme tan rancherocomoésa?Pasarámuchotiempoantesdequealgúnindiouotrocaballistadéconelsecreto.Talveznoocurriránunca.AlgúndíaaterrizaránenlaMesetalosaeroplanos,peroaunasí,unmomentodecuriosidad,unahazañadequealardear,ynadamás.LaMesetadelCaballoCerrilsealzamuyporencimadeestemundoderocas.Es…paralaságuilas,paraloscerrilesy…paraalmassolitariascomolamía.

Lentamentelatransformacióndeocasotrajosusmilagrosdeevanescentecambioyexquisitostonos.Tintesáureosyplateadossedifuminaronhastadesaparecer.Elsolcayó tras lospicachos,yde lasprofundidadesque leocultabanascendiósureflejo,trocandolavioláceacalinaenpúrpura.

—Chane,hashecho,tuyalaMesetadelCaballoCerril—dijoSusana—.NohaynadiecapazdearrebatárteleEncuantoamí…Panquitchparecemío.Es…comomicorazónoalgodemisangre.

—Sí. Creo comprenderte—replicó él—. Hemos de laborar…, hemos de vivircomo otros han vivido antes que nosotros. Pero la idea es bellísima… Tú eresPanquitchyyosoylaMesetadelCaballoCerril.

FIN

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ZANEGREY(Zanesville,Ohio,31deenerode1872-Altadena,California,23deoctubrede1939)fueunescritorestadounidensequeconvirtiólasnovelasdelOesteenungéneromuypopular.

Su nombre auténtico era Pearl ZaneGray.Más adelante prescindiría de su primernombre, y su familia cambiaría el apellido de «Gray» a «Grey». Se educó en sulocalidadnatal,Zanesville,unaciudadfundadaporsuantepasadomaternoEbenezerZane.Enlainfanciaseinteresóporelbéisbol,lapescaylaescritura.EstudióenlaUniversidaddePensilvania,graciasaunabecadebéisbol.Segraduóenodontologíaen1896.LlegóajugarenunaligamenordebéisbolenVirginaOccidental.

Mientrasejercíacomodentista,conoció,enunadesusexcursionesaLackawaxen,enPensilvania,dondeacudíaconfrecuenciaparapescarenelríoDelaware,asufuturaesposa, Lina Roth, más conocida como «Dolly». Con su ayuda, y los recursoseconómicos que le proporcionaba la herencia familiar, empezó a dedicarseplenamente a la escritura. Publicó su primer relato en 1902. En 1905 contrajomatrimoniocon«Dolly»,ylajovenparejaestableciósuresidenciaenunagranjadeLackawaxen. En tanto que su esposa permanecía en el hogar, encargándose de lacarrera literaria del autor y educando a sus hijos, Grey pasaba a menudo largastemporadasfueradecasa,pescando,escribiendoypasandoeltiempoconnumerosasamantes.Aunque«Dolly»llegóaconocersusaventuras,mostróunaactitudtolerante.

En 1918 los Grey se mudaron a Altadena, en California, un lugar que habíanconocidodurantesulunademiel.Alañosiguiente,elautoradquirióenMillionaire’s

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Row(MariposaStreet)unagranmansiónquehabíasidoconstruidaparaelmillonarioArthurWoodward. La casa destacaba por ser la primera en Altadena construida apruebade fuego,yaqueWoodward,quehabíaperdidoaamigosy familiaresenelincendiodelteatroIroquoisdeChicago,ordenóquefueraconstruidaconcemento.Elamor deGrey porAltadena se resume en una frase que es citada amenudo en laciudad:«EnAltadena,heencontradoaquellascualidadesquehacenquelavidavalgalapena».

ElinterésdeZaneGreyporelLejanoOesteseinicióen1907,cuandollevóacaboconunamigounaexpediciónparacazarpumasenArizona.

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Notas

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[1] bicerra: antílope del tamaño de una cabra grande, con astas lisas y rectas,terminadasamaneradeanzuelo,ycapaoscura.<<

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Page 209: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[2]Azul,tiene,eningléselsignificadodetaciturno,deprimido,nervioso.<<

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[3]chalán:elquecomprayvendecaballosuotrasbestias,ytieneparaellomañaypersuasiva.<<

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[4]cantil:acantilados,bordedeundespeñadero.(N.delEd.)<<

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Page 212: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[5]Enespañoleneloriginal.ConellasedesignaenAméricaelsombrerodefieltroblando de amplias alas y alta copa, generalmente usado por cowboys mejicanos eindios.<<

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[6]ajorar:urgir,apresurar,apremiar.<<

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[7] squaw: mujer india. Los americanos llamaban despectivamente squaw-man alblancoquesecasabaconunaindia.<<

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[8]biricú:Cintodelquependenlascartucherasofundasparalosrevólveres.(N.delEd.)<<

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[9] Come and get it, es la fórmula sacremental con que se anuncia en loscampamentosamericanos,yespecialmenteentre loscowboys,que lacomidaestáapunto.<<

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[10]Alusiónalademánprecisoparasacarelrevolverdelapistolera.<<

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[10a] Juego de palabras imposible de traducir.Bluff es el nombre de un poblado ysignificaademásbravata,faroleo,jactancia(NotadelTraductor).<<

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[11]hogan:viviendatradicionaldelosnavajos.Puedeserredonda,enformadecono,devarioslados,ocuadrada;conosinpostesinternos;paredesdemaderaopiedrayconrellenodetierraencantidadesvariables;techoderamasycortezayconlapuertamirandohaciaelesteparadarlabienvenidaalsolnacienteparabienlariquezaylafortuna.<<

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[12]albarrada:pareddepiedraseca.<<

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[13]jaez:Cualidadocondición.<<

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[14]arribeña:sedicedequienprocededelastierrasaltas.(N.delEd.)<<

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[15]aballar:moverdeunlugar.(N.delEd.)<<

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Page 224: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[16]majadear:hacernocheenellugardondeserecogeelganado.<<

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[17] La inmensa extensión de ciertos distritos americanos permitía que en tierrasllamadaslibresodelgobiernopudieraestablecerseelprimerllegado,lascultivaraoacrecentase su valía de cualquier otra forma. El gobierno le reconocía al cabo deciertotiempoderechosinalienablessobreellas.Enalgunasocasiones,elsistemadiolugaraintrincadosconflictos,avecesdesangrientasconsecuencias.<<

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[18]AludealComeandgetit(venidporello),modotradicionaldeanunciarlacomidaenloscampamentosdecowboys.<<

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[19] factotum: persona que desempeña en una casa o dependencia todos losmenesteres.<<

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[20]Bunksignificaliteraytambiéntrola,embusteodisparate.<<

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[21]Paraquelaigualdaddenombresnoorigineconfusiones,debemosadvertirqueescostumbreenloscampamentosdecowboysdesignaraquienesporcualquierrazónnoquierendarsunombreconeldelaregióndesuprocedencia.<<

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Page 230: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[22] trébede: aro o triángulo de hierro con tres pies, que sirve para poner al fuegosartenes,peroles,etc.<<

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[23]abajeña:deloqueprocededelastierrasbajas.(N.delEd.)<<

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Page 232: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[24]escobos:matorralesespesos.<<

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Page 233: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[25]cotarraaocotarros:laderasdeunbarranco.<<

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Page 234: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[26] Susana hace un juego de palabras imposible en español: Deer, ciervo, dear,querido,sepronunciancasilomismoeninglés.<<

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[27]jollín:gresca,bulla.<<

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[28]chalaneos:trucos,artimañas.<<

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Page 237: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[29]pluguir:sentirplacerporalgo,sentirseagusto.(N.delEd.)<<

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Page 238: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[30]gollizo:garganta,estrechuradeunparaje.<<

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Page 239: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[31]boss:jefe,patrón.<<

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Page 240: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[32]tordo:seaplicaalanimalquetieneelpelomezcladodecolorblancoynegro.<<

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Page 241: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[33]greguería:griterío,bullicio.<<

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Page 242: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[34]ajorrar:llevarganadodeunaparteaotra.(N.delEd.)<<

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Page 243: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[35]bonhomie:amabilidad,buencaracter.(N.delEd.)<<

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Page 244: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[36]ajorar:llevarporfuerza.(N.delEd.)<<

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Page 245: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[37]dimanar:provenir,proceder,tenerorigen.(N.delEd.)<<

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Page 246: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[38]bisbiseantes:susurrantes.(N.delEd.)<<

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Page 247: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[39]entretallar:obstruir,detenerelcursooestorbándoleelpaso.(N.delEd.)<<

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Page 248: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[40]Sis,diminutivodesister,hermana.<<

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Page 249: Partiendo del desierto y dirigiéndose hacia las tierras

[41]cilanco: charco que deja un río en la orilla al retirar sus aguas, o en el fondocuandosehasecado.<<

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[42]Llámaseasíalosprimeroshabitantesdeunaregión.<<

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