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PAPERS DE LA FUNDACIÓ/145 Sistema productivo, agentes sociales y crisis ambiental Víctor Climent

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  • PAPERS DE LA FUNDACI/145

    Sistema productivo, agentes sociales y crisis ambiental

    Vctor Climent

  • PAPERS DE LA FUNDACI/145

    Sistema productivo, agentes sociales y crisis ambiental Vctor Climent Sanjun Febrer de 2005

    Edita: Fundaci Rafael CampalansVia Laietana, 3808003 BarcelonaTel. 93 319 54 12 Fax 93 319 98 [email protected]

    Impressi: Espai Grfic Anagrafic, S.L. - Tel. 93 372 32 62

    ISSN: 1138-4514

    Dipsit legal: B-47.542-97

    Vctor Climent Sanjun, Doctor en Sociologa y Profesor Titular de la Universidad deBarcelona. Las principales reas en las que ha desarrollado su actividad deinvestigacin son: el rea de la sociologa ambiental, especialmente aplicada en elmbito econmico y productivo y el rea de la estructura social de Espaa yCatalunya, concretamente en el mundo del trabajo y de los agentes sociales.

  • ndice

    Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

    1. Productivismo, crecimiento econmico y crisis ecolgica . . . . . . . . . . . . . . . 61.1. Productivismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61.2. La polmica clsica sobre el crecimiento econmico . . . . . . . . . . . . . . 7

    2. Los agentes sociales ante la problemtica ambiental . . . . . . . . . . . . . . . . . 122.1. Las organizaciones empresariales ante el reto ambiental . . . . . . . . . . 122.2. Las organizaciones sindicales ante el reto ambiental . . . . . . . . . . . . . 162.3. La Administracin Pblica y la problemtica ambiental

    en el mbito productivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

    3. La nueva ecologa capitalista: el capitalismo verde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

    4. Algunas conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

    Bibliografia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

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    1. Introduccin

    El uso de conceptos como ecosistema, biosfera o flujos energticos, ha estadolimitado, hasta hace unos aos, al lenguaje cotidiano que habitualmente utilizan loseclogos, para analizar los procesos y los desequilibrios ambientales, o los propiosecologistas, en su denuncia de la degradacin del medio natural. Sin embargo,desde los aos 90, el uso de mensajes y de terminologa ambientalista se hageneralizado mpliamente en el contexto social, as como en los discursos de losprincipales agentes econmicos, polticos y sociales, como consecuencia de lacreciente percepcin social de que existe una profunda y peligrosa crisis ecolgicaintimamente ligada a la globalizacin de la economa.

    El por qu de esta situacin es difcil de definir aunque est directamente relacionadacon la dinmica del sistema econmico y con las estrategias de sus principalesinstituciones. El capitalismo, a lo largo del siglo XX, ha conocido un desarrollo sinlmites que ha permitido, entre otras conquistas, asegurar a una parte de lahumanidad un acceso factible a bienes tan elementales como la alimentacin, lahigiene o la salud, pero tambin a bienes superiores como el conocimiento, el ocioo la educacin. Como afirma Marcuse, el hombre moderno ha credo posible laausencia de lmites y, con la complicidad de la ciencia y la tecnologa, se ha lanzadoa una carrera desenfrenada que le ha llevado a convertir los niveles de vida y elconsumo en el objeto de su existencia y el progreso econmico en el gran dolo delos tiempos modernos. El crecimiento sin lmites, el productivismo y el triste papelreservado a la naturaleza como proveedora de recursos, son elementos que definenla historia econmica el siglo XX y que ponen de manifiesto la elevadaresponsabilidad del sistema econmico en el proceso de degradacin del medionatural.

    En este contexto de presin y preocupacin social ante la proliferacin de riesgosque inciden sobre el equilibrio planetario y la salud humana, cabe destacar el papeldesempeado por los agentes econmicos y sociales que, tradicionalmente, hansido poco receptivos a los planteamientos ecologistas y cuyas iniciativas siemprehan tenido una gran trascendencia en el mbito poltico y econmico. Sonorganizaciones que pertenecen de lleno al ncleo productivo del sistema y que, enlos ltimos aos, se han visto obligadas a elaborar un nuevo discurso e, incluso, adisear nuevas estrategias para combatir los problemas ambientales ms agudos.Entre estos agentes sociales destacan las organizaciones patronales y los sindicatoscapital y trabajo, quienes por motivos bien distintos se han resistido, hasta hacepocos aos, a integrar en sus anlisis socio-econmicos variables de tipo ambiental.

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    La presente monografa, que tiene como objetivo analizar el papel y las estrategiasdesarrolladas por los agentes productivos y econmicos en la gestacin y posiblesolucin de la crisis ambiental, est estructurada en cuatro captulos. El primero, decarcter ms terico, pretende familiarizar a los lectores con la definicin delproductivismo y con la visin que sostienen diversos autores sobre la polmica delcrecimiento econmico que, no lo olvidemos, es uno de los factores claves queexplica la actual crisis ecolgica. El segundo captulo, analiza la respuesta que losagentes econmicos y sociales, incluyendo la Administracin Pblica, dan a la crisisambiental y las nuevas estrategias que desarrollan para paliar sus efectos. El tercercaptulo, bajo el ttulo capitalismo verde desgrana la rplica y estrategias que elsistema econmico est elaborando para hacer frente a la amenaza ecolgica y, porltimo, el cuarto captulo incluye algunas conclusiones finales del autor.

    1. Productivismo, crecimiento econmico y crisisecolgica

    1.1. Productivismo

    El productivismo, constituye el punto de partida de la crtica ecolgica a lasinstituciones y organizaciones que identifican el progreso con el crecimientoeconmico y la sociedad de consumo. Desde una perspectiva sociolgica, elproductivismo, puede definirse como una tica en la que el trabajo cumple un papelcrucial al expresar, como indica Giddens (1994), la primaca de la industria en lasociedad moderna. En cambio, para Weber, el productivismo va ms all del modeloindustrial puesto que define una tica en la que el trabajo, como empleoremunerado, se separa claramente de las dems reas de la vida. El trabajo seconvierte en estandarte de significado moral y define hasta que punto se sienten losindividuos dignos o valorados socialmente (Giddens 1994, 182). Esta definicin deproductivismo coincide con la cultura del trabajo dominante a lo largo del siglo XX yexpresa la importancia que la esfera laboral tiene para las personas, ya que sta esla que dignifica y posiciona socialmente a los individuos.

    El productivismo, como fenmeno socioeconmico, se legitima desde el mismomomento en el que la gran mayora de sociedades consideran que el crecimientoeconmico constituye un fin en s mismo que dota a los pueblos de riqueza ybienestar. Para los pases desarrollados, el crecimiento econmico es sinnimo deaumento del nivel de vida y antnimo de crisis econmica, mientras que para lospases subdesarrollados el crecimiento constituye la nica esperanza de huir de lamiseria y la pobreza. Esta identificacin entre crecimiento econmico y bienestar eslo que ha dotado de carta de naturaleza al productivismo, especialmente en lospases desarrollados, legitimndolo a los ojos de la gran mayora como un hecho

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    cotidiano y necesario sin el cual sera imposible obtener una mejora constante en lascondiciones de vida. Y sin embargo, hemos de ser conscientes que ese mismoproductivismo es a la vez el principal causante del desequilibrio ecolgico y el factoresencial de una sociedad que vive cada vez ms rpido, que respira un aire mscontaminado y que observa un paisaje cada vez ms degradado.

    1.2. La polmica clsica sobre el crecimiento econmico

    La polmica clsica sobre el crecimiento econmico inicia su andadura con AdamSmith. Para este autor, la Revolucin Industrial en un mundo escasamente pobladoy con amplios espacios vrgenes, abre una nueva era econmica caracterizada porel optimismo, la confianza en la capacidad creadora del hombre y el crecimiento sinlmites. En La Riqueza de las Naciones, Smith define el crecimiento econmico comoun fin bsico, cuya deseabilidad est ms all de toda disputa, y dnde la idoneidadde cualquier poltica debe medirse por sus consecuencias positivas sobre laacumulacin del capital y la especializacin del trabajo. Smith, cree firmemente enuna sociedad competitiva en continua expansin econmica donde todas las clasessociales participan de los beneficios generados por el proceso de acumulacin. Noobstante, este escenario de crecimiento ilimitado no contempla la existencia de doselementos bsicos que, con posterioridad, permitirn a Malthus y Ricardo formularsus tesis pesimistas sobre el desarrollo capitalista: la relacin recursos/poblacin yla Ley de rendimientos decrecientes.

    Concretamente, Malthus plantea en su Ensayo sobre el principio de la poblacin quela relacin recursos/poblacin no necesariamente tiene un desarrollo paralelo. Esdecir, mientras que la poblacin crece en progresin geomtrica la produccin dealimentos tiende a hacerlo en progresin aritmtica. As pues, llegar un momentoen que el crecimiento lineal de los recursos alimenticios ser insuficiente paramantener a una poblacin en crecimiento exponencial. Malthus, considera que alargo plazo existen unos mecanismos, unos frenos, que pueden contribuir aralentizar esta tendencia y que l mismo define como freno positivo y frenopreventivo. A travs del freno positivo, la poblacin puede verse diezmada por laguerra, el hambre o las epidemias, mientras que a travs del freno preventivo, lapoblacin puede ahorrarse escenarios muy dolorosos si restringe su propiocrecimiento a partir de la prudencia y de la prevencin. Malthus, dibuja en su obraun futuro triste para la humanidad, donde cualquier mejora de la renta econmica esrpidamente absorbida por el crecimiento de la poblacin y seala que la nicasolucin a esta situacin, pasa necesariamente por un estricto control de laexpansin demogrfica y por un fuerte incremento de la produccin de alimentos.

    Paralelamente, Ricardo formula la Ley de rendimientos decrecientes que parte de lahiptesis del carcter limitado de los recursos naturales. Para Ricardo lamezquindad de la naturaleza ha provocado que la tierra sea escasa y de desigual

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    calidad. De manera, que cuando las tierras de alta fertilidad no sean capaces desatisfacer las necesidades alimenticias de la poblacin, ser necesario roturarnuevas tierras menos frtiles que devengarn un rendimiento econmico inferior,hasta llegar a la produccin de las ltimas unidades que, apenas, permitir cubrir loscostes del cultivo. Segn esta ley, todo aumento de la produccin precisar de unmayor aporte de trabajo y capital, lo cual comportar una menor retribucin delprimero. Para Ricardo, queda claro que el crecimiento a largo plazo conducir a unareduccin progresiva de los salarios, que en el lmite se situarn en el nivel desubsistencia.

    La sntesis final de la Escuela clsica la lleva a cabo Stuart Mill con sus Principios deEconoma Poltica. Mill, acepta la existencia de lmites para el crecimiento de lariqueza y afirma que despus del estado progresivo (crecimiento) se llega al estadoestacionario (estancamiento). Para Mill, la contencin de la riqueza no esintrnsecamente mala, y al respecto comenta: No s por qu habramos quealegrarnos de que las personas que ya son ms ricas de lo que nadie necesita serdoblaran la cantidad de sus bienes de consumo (...) (slo porque) representanriqueza. Slo en los pases retrgrados del mundo es todava el aumento de laproduccin una meta importante1 y, en la misma direccin, argumenta que elestado estacionario no tiene porque necesariamente constituir una graveenfermedad social. Confieso que no me atrae el ideal de vida presentado porquienes piensan que el estado normal de los seres humanos es el de trepar por lavida; que la situacin ms deseable para la humanidad es la pisotearse, aplastarse,arremeter los unos contra los otros y ponerse mutuamente la zancadilla. (...) Talesmanifestaciones no son sino algunos de los sntomas ms desagradables de una delas fases del progreso industrial2. Mill, en sus planteamientos tericos, muestra unconjunto de valores morales e, incluso, ecolgicos que le llevan a afirmar: Tampocosera para estar satisfechos contemplar un da un mundo en el que no quede nadapara la vida espontnea y natural; el suelo, cultivado hasta el ltimo pice, todas lastierras de pastos aradas, todos los (animales) que el hombre no pueda domesticarexterminados por ser sus rivales en la alimentacin. Si la Tierra tiene que perder esagran porcin de lo que es en ella agradable, y que se debe a cosas que elcrecimiento ilimitado de la riqueza y de la poblacin habra de extirpar para podersoportar una poblacin ms amplia pero no ms feliz, sinceramente espero, parabien de la prosperidad, que los partidarios del estado progresivo se conformarncon ser estacionarios mucho antes de que la necesidad les obligue a ello3.

    1 Mill, S. Principles of Political Economy en Barber, W. (1984). Historia del pensamientoeconmico. Ed. Alianza Universidad, Madrid. Pg. 96.

    2 Barber, Op. Cit. (nota 1), pg. 95.3 Mill, S. Op. Cit. (nota 1), pg 91.

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    Marx, en su Teora de la plusvala se muestra especialmente crtico con Malthus y noduda en descalificarlo con contundencia. Para Marx, la miseria de la clasetrabajadora no proviene del exceso de poblacin sino de la persistencia del Modode Produccin Capitalista que crea la apariencia de un exceso de poblacin. El Marxde El Capital, que reconoce al capitalismo el mrito de aumentar enormemente lacapacidad productiva, no concede ninguna relevancia a la existencia de lmites alcrecimiento y zanja la cuestin, si es que en algn momento la plantea, aduciendoque la nica alternativa al estado estacionario no es otra que el cambiorevolucionario hacia el socialismo. Sin embargo, tanto Marx como Engels, a lo largode su obra, ponen de relieve las desastrosas consecuencias que el proceso deindustrializacin est teniendo para la naturaleza y, en especial, para el desarrollourbano y las condiciones de vida de la clase obrera, cuyo deterioro es reflejado porEngels en su obra El problema de la vivienda y las grandes ciudades.

    La Gran Depresin de 1929 evidencia la existencia del estado estacionario predichopor Stuart Mill, pero este escollo es superado gracias a la revolucin keynesiana y alenorme proceso de reconstruccin que sigue tras la finalizacin de la 2 GuerraMundial. Fruto de esta fase expansiva y de la creencia, de nuevo, en la infinitud delos recursos naturales surgen Las condiciones del progreso econmico de ColinClark, que ordenan y jerarquizan las diferentes etapas de desarrollo que toda nacindebe experimentar hasta llegar al mximo nivel de madurez econmica4. Noobstante, en la dcada de los aos 70, el panorama econmico cambiaradicalmente: el inicio de una profunda crisis econmica, el nacimiento y desarrollodel movimiento ecologista y la constatacin de los enormes desequilibrios naturalescausados por el proceso de desarrollo econmico contribuye a recuperar, con granfuerza y desde diversos ngulos ideolgicos, la polmica sobre los lmites alcrecimiento. As, Tinbergen y Samuelson, desde una posicin moderada, alertansobre los peligros derivados de los graves desequilibrios naturales causados por elelevado ritmo de crecimiento econmico e invitan a los gobiernos de los pasesdesarrollados a que potencien energas limpias e implementen polticas que persiganun modo de vida ms sencillo.

    Desde una posicin ms crtica, Commomer aboga por la resolucin de la crisisambiental a travs del cuestionamiento de los valores fundamentales del sistema ydenuncia que el esfuerzo ambiental llevado a cabo por las autoridades mundiales,hasta la dcada de los 90, ha finalizado en un soberano fracaso. Para Commomer,

    4 Segn Colin Clark, toda nacin tiene que pasar necesariamente por un proceso progresivode desarrollo que la llevar necesariamente de una estructura econmica agraria a otraindustrial, para finalizar en una economa desarrollada de servicios. Esta transicin esincuestionable y, por lo tanto, aplicable a todas las naciones del mundo.

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    los programas ambientalistas, en vez de prevenir, se han limitado a intentar disminuirlos efectos de la crisis ambiental y ante la falta de resultados tangibles, las agenciasestatales, los principales medios de comunicacin y las organizaciones empresarialeshan ido difundiendo la idea de que un cierto nivel de contaminacin y de riesgo parala salud humana es un precio inevitable que hay que pagar por los beneficiosmateriales derivados del desarrollo cientfico-tecnico (Commomer 1992, 63).

    En una lnea marcadamente neomalthusiana, Ehrlich resalta la importancia de lasobrepoblacin en la crisis ecolgica. Considerado como uno de los autores msinfluyentes en los planteamientos del crecimiento cero, Ehrlich resalta la necesidadde limitar la poblacin humana como un imperativo para todas las naciones, puestoque su aumento est directamente correlacionado con el aumento del consumo, lacontaminacin y la degradacin del medio5. Segn Ehrlich, la clave paracomprender el problema de la superpoblacin no viene determinada por la densidadde la poblacin sino por la capacidad de carga o cantidad de recursos que unadeterminada zona del planeta posee para sostener las actividades humanas, demanera que, un territorio estar superpoblado cuando su poblacin no puedamantenerse sin que los recursos no renovables disminuyan aceleradamente. ParaEhrlich, los mecanismos que pueden evitar la progresiva desaparicin de nuestracivilizacin pasan por:1. Detener el crecimiento demogrfico.2. Transformar el sistema econmico.3. Adoptar tecnologas menos nocivas para el medio ambiente.

    De los tres puntos, el ms urgente es el primero. La poblacin mundial, en losltimos veinte aos, apenas ha conseguido ralentizar tmidamente su crecimiento yesta realidad se debe bsicamente al descenso de la fertilidad en las regiones msdesarrolladas y al frreo control de la natalidad ejercido por pases como China.Segn Ehrlich, el mundo desarrollado ha desperdiciado mucho tiempo esperandolos efectos automticos de la transicin demogrfica, es decir el descenso de lastasas de natalidad como consecuencia del desarrollo industrial, sin tener en cuentaque sta se halla limitada por dos aspectos fundamentales. Por una parte, elaumento de los ingresos per cpita no necesariamente produce la tendencia desustituir hijos por ciertos bienes de consumo. Y, lo que es ms importante, esabsolutamente imposible que todos los habitantes de la Tierra alcancen un prsperonivel de consumo que les permita reducir drsticamente su tasa de fertilidad, puestoque esta posibilidad sera abortada por una catstrofe medioambiental.

    5 Las principales tesis del autor se recogen en su obra The Population Bomb traducida alcastellano bajo el ttulo: La explosin demogrfica: el principal problema ecolgico. EdSalvat, Barcelona (1994).

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    En una lnea ms serena se inscribe se inscribe el Manifiesto para la supervivenciade Goldsmith (1972), que plantea cuatro posibles escenarios a la problemticaecolgica: 1. Rechacemos las evidencias.2. Vivamos el presente.3. Confiemos que la ciencia resuelva el problema.4. Enfrentmonos a los hechos.

    El manifiesto se desarrolla partiendo del cuarto supuesto y disea una ticaambiental, basada en la perturbacin mnima de los procesos ecolgicos y en elcontrol estricto de la poblacin humana, con conclusiones muy cercanas a las quems adelante presentar el MIT en su primer informe al Club de Roma.

    La publicacin del primer informe Meadows para el Club de Roma tuvo un enormeimpacto meditico en su poca, a pesar de la confusa metodologa y de las inviablesrecomendaciones formuladas por el estudio. Dada su difusin, Los lmites alcrecimiento (1972) se convirti en uno de los primeros referentes serios de laproblemtica medioambiental para una opinin pblica que, en aquella poca, vivaangustiada por los riesgos nucleares de la guerra fra y por los primeros efectos dela gran crisis econmica de los aos setenta. Sin embargo, este primer diagnsticopropuesto por el Club de Roma apenas signific ningn cambio en las tendenciasexponenciales de crecimiento y de dominacin de la naturaleza por parte de lasociedad industrial. La publicacin del informe levant agrias crticas dentro delcrculo de la economa acadmica, como la protagonizada por la Universidad deSussex en 1973, y un amplio rechazo en el seno de las organizacionesempresariales y sindicales. Las primeras, porque vean en este nuevo planteamientoun ataque directo a la lgica del beneficio a corto plazo mientras que, las segundas,a pesar de compartir la crtica a la sociedad industrial, porque eran reacias a deteneren seco el proceso de crecimiento por entender que ello perjudicara al grueso delas conquistas obreras y ampliara an ms las diferencias sociales existentes. En elplano internacional, las conclusiones del informe tampoco gozaron de ningunasimpata entre los dirigentes de los pases subdesarrollados. stos se mostraroncontrarios a las argumentaciones anti-crecimiento del Club de Roma aduciendo quelas tesis planteadas por el informe eran un problema que las naciones ricas habanprovocado y que, por lo tanto, a ellas les corresponda exclusivamente su solucin.

    Veinte aos despus (1992), Meadows y su equipo vuelven a presentar, por encargodel Club de Roma, un nuevo informe que pretende actualizar las tendenciasesbozadas en 1972. El informe recoge diversos escenarios posibles en funcin dela evolucin de las principales variables sujetas a estudio (poblacin, produccinindustrial, recursos, alimentos y contaminacin) y advierte que si no se adoptaningn tipo de medida correctora con relacin al crecimiento exponencial de lapoblacin y de la produccin industrial se producir, entre el 2020 y el 2040, un

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    sobrepasamiento de los lmites que dar lugar a un colapso ambiental. Los autoresdel informe, de nuevo ponen de manifiesto que es necesario y urgente reconocer yasimilar que el actual sistema socioeconmico no es gestionable, que se dirige haciael colapso y que es preciso introducir cambios de calado que permitan reconducirlohacia la sostenibilidad. En una lnea cercana a la expresada por J. Stuart Mill con suestado estacionario, el informe Meadows, propone una transicin hacia unasociedad ms cohesionada, menos competitiva, con mayores ndices de calidad devida y, sobre todo, mucho ms cuidadosa con su entorno natural.

    Exageradas o no, ciertas o falsas, las crticas o alabanzas al modelo de desarrollocapitalista ha generado en nuestra sociedad una enorme controversia por susdirectas implicaciones en la crisis ecolgica en la que estamos sumidos, hasta elpunto que, para muchos expertos, la exponencialidad del crecimiento econmicoconstituye uno de los principales precedentes de una nueva categora de riesgossociales que ha venido a enturbiar la confianza ciega que las sociedades industrialeshaban depositado, hasta ese momento, en la ciencia y la tecnologa paraasegurarse su propio progreso. A pesar de los posibles excesos contenidos endeterminados informes o publicaciones, ello no es bice para que en las ltimasdcadas la ecologa y la preservacin de nuestro hbitat natural haya pasado de seruna preocupacin marginal a un hecho que, en el presente, interesa a muchosobservadores y de la que existe una abundante literatura que intenta dar respuesta,desde diversos ngulos ideolgicos, a los principales retos ambientales.

    2. Los agentes sociales ante la problemtica ambiental

    La percepcin, actitud y estrategias de los agentes sociales ante las consecuenciasde la crisis ecolgica ha experimentado, en los ltimos aos, un cambio sustancialque se ha materializado en una mayor sensibilidad hacia la problemtica ambiental.No obstante, este proceso, que an es embrionario, afecta de manera muy desiguala los actores industriales y contiene importantes contradicciones entre el discurso yla actividad cotidiana de cada organizacin. La adquisicin de concienciaambiental entre los agentes sociales es un fenmeno reciente del que existenpocos referentes vlidos y su traslacin a la realidad evidencia la poca relevancia queestos problemas poseen para dichos agentes sociales. Ahora bien, tambin escierto, que el escaso dilogo ambiental entre ambos no puede ocultar la existenciade un proceso de transicin donde las posiciones evolucionan, a veces conexasperante lentitud, hacia la consolidacin de una cultura ecolgica que,necesariamente, impregnar las futuras estrategias de los agentes sociales.

    2.1. Las organizaciones empresariales ante el reto ambiental

    Las principales estrategias empresariales en el campo ambiental, se inscriben en elproceso de adaptacin de las industrias espaolas al nuevo marco normativo y en

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    la incorporacin de nuevos mtodos productivos destinados a incrementar laeficiencia y el ahorro de recursos. Bsicamente, todos los interlocutoresempresariales coinciden en sealar que las empresas espaolas, durante las dosltimas dcadas, han experimentado una evolucin favorable que ha permitidopasar de una situacin de total desconocimiento de lo ecolgico a otra, mucho mscontrolada, donde los mismos empresarios son conscientes de que la adaptacinde sus empresas a las nuevas directivas comunitarias es un hecho irreversible quemarca una tendencia de futuro basada en la integracin de la "ecoeficiencia" en lagestin empresarial. Sin embargo, y a pesar de este consenso, en el campoempresarial existen divergencias importantes que se materializan en ritmos yvelocidades distintos. As, mientras determinados sectores empresariales, los msinnovadores, observan con preocupacin el escaso peso que las estrategiasambientales poseen en el seno de las empresas y reclaman con urgencia laadopcin de medidas de choque, la patronal se muestra convencida que,efectivamente, la industria espaola debe tender hacia la ecoeficiencia pero, paraello, reclama tiempo, flexibilidad normativa y, sobre todo, una intervencin pblicamenos activa. Para la patronal, la poltica punitiva desarrollada por la Administracinno constituye el camino ms adecuado para hallar soluciones a los problemasambientales planteados, ya que contraviene el deseo empresarial de adaptarse a lanueva situacin de forma paulatina y asumible por parte de las empresas. Lapatronal defiende la necesidad de concentrar los esfuerzos en la bsqueda deobjetivos y resultados finales y, para este fin, apoya una visin instrumental delproblema que consiste en conceder a las empresas apoyo, formacin y, sobre todo,tiempo para buscar soluciones que se adecuen al marco competitivo.

    La realidad empresarial en nuestro pas muestra que las empresas espaolas anposeen poca capacidad de iniciativa en materia ambiental, de manera que loscambios introducidos en el proceso productivo proceden casi exclusivamente de lapresin externa y de la nueva dimensin de negocio que est adquiriendo el medioambiente. En este sentido, cabe sealar que la mayor sensibilidad empresarial hacialas cuestiones ambientales descansa fundamentalmente en dos ejes bsicos: elmarco legal y el nuevo escenario competitivo.

    La nueva normativa ambiental aprobada en los ltimos aos est ejerciendo unanotable influencia sobre las estrategias empresariales, no slo por su carcterpunitivo sino, tambin, porque indica una direccin clara, una estrategia ambientalde futuro que todas las empresas debern adoptar, a medio y largo plazo, si noquieren quedar excluidas del mercado. En este sentido, el avance ms significativoha sido la implantacin en muchas empresas de una estrategia comn deeliminacin de residuos industriales que responde a la secuencia: tratamiento-almacenaje-vertido-depuracin-filtraje de los elementos contaminantes. Esteproceso, que a simple vista no parece revestir mucha importancia, constituye en smismo un paso decisivo en la normalizacin de la gestin ambiental de las

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    empresas. Por una parte, supone un firme avance hacia una prctica legal de lagestin de los residuos industriales y, por otra, permite trasladar por primera vez alprecio final del producto algunos costes ecolgicos que con anterioridad siemprehaban sido externalizados.

    Esta prctica legal de la gestin de los residuos, que an est lejos de alcanzar a latotalidad de las empresas, constituye un primer paso que, necesariamente, debeconducir hacia objetivos ms ambiciosos como la aplicacin de estrategiaspreventivas que ataquen en origen los procesos contaminantes. En este punto, laprctica cotidiana de las empresas no es muy halagea, pocas han adoptadosoluciones preventivas y, la mayora, se resiste a variar los procesos productivos sistos no estn suficientemente amortizados o si no contribuyen a reducir los costesde produccin. Con la nica excepcin de los grandes grupos empresariales, queposeen un sistema de gestin ambiental ms avanzado, sta es la estrategia mscomn que sigue el grueso de las empresas. Exigir ms all de lo prescrito por la leyes poco viable si no va acompaado de una poltica clara de subvenciones. Yaunque existe un nmero creciente de empresas que estn dispuestas a incorporartecnologas limpias en sus sistemas productivos, este proceso slo se aceleracuando su introduccin compensa econmicamente a la empresa, es decir, si ladota de ventajas competitivas o si la Administracin aprueba una ley que obligue ano superar un determinado nivel de contaminacin.

    Por otra parte, la aplicacin de una correcta gestin ambiental supone un menorgasto de recursos primarios y energticos y un mejor aprovechamiento de stos. Esdecir, permite obtener una mayor eficiencia productiva que redunda en unadisminucin de los costes generales. Las empresas valoran muy positivamente esteextremo y lo definen como uno de los argumentos que ms influencia ejerce en eldesarrollo de las buenas prcticas ambientales. No obstante, para las empresas demayor tamao, adems de la eficiencia productiva, existen otros factores queposeen un mayor peso especfico en el diseo de la gestin ambiental.

    En primer lugar, se suele relacionar buena gestin ambiental con competitividadempresarial y, sin embargo, en el mundo empresarial pesan ms los aspectosnegativos que los positivos. Una correcta gestin ambiental puede constituir unfactor positivo de competencia e, incluso, puede propiciar un incremento de lasventas pero, lo que es evidente, es que una mala gestin ambiental conllevanecesariamente problemas que, a medio y largo plazo, puede obligar a una empresaa tener que asumir responsabilidades econmicas, administrativas e inclusopenales. En segundo lugar, la imagen de empresa y las nuevas oportunidades denegocio que brinda la economa verde, son factores que tienen una importanciacreciente en las estrategias de mercado. Para las grandes empresas, la imagen esun elemento de vital importancia que est ntimamente relacionado con lacompetitividad. Las empresas, necesitan mantener una buena imagen porque sus

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    principales mercados se localizan en los pases desarrollados y cualquier problemaecolgico del que se hagan eco los principales medios de comunicacin, puedeentraar una prdida sustancial de cuota de mercado. Este nuevo escenario,inexistente hasta finales de siglo, ejerce un cierto efecto disuasorio sobre las grandesempresas, especialmente las multinacionales, que obliga a stas a compaginarimagen, competitividad y gestin ambiental. Por ltimo, la aplicacin de una correctagestin ambiental, no slo permite una ms elevada competitividad empresarial sinoque, adems, se est convirtiendo en una importante barrera de entrada almercado. La paulatina introduccin de la ecoeficiencia y la bsqueda de nuevosmtodos tecnolgicos que reduzcan la emisin de contaminantes, son objetivos queresponden a una sustantividad muy concreta que asume, por una parte, laexistencia de un problema que debe resolverse y que, por otra, genera un conjuntode nuevas expectativas empresariales que estn configurando un nuevo marcocompetitivo basado en una doble estrategia. La primera, descansa en el negocioemergente que representa la produccin y comercializacin de nuevas tecnologasms limpias. Y la segunda, se deriva de la aplicacin de las nuevas directivascomunitarias en materia ambiental que, adems de profundizar en la preservacindel medio, estn facilitando indirectamente la puesta en escena de un nuevodispositivo competitivo que acta como proceso de exclusin y que, a medio plazo,contribuir a expulsar del mercado a aquellas empresas que no se adecuen a lasnuevas prerrogativas eco-competitivas.

    La patronal, an asumiendo que la produccin limpia supone un incremento en laeficacia de la empresa, parece inclinarse por una visin que considera que todaactuacin ambiental constituye un coste aadido que aumenta o disminuye, enfuncin del marco legal donde la empresa desarrolla su actividad. Aunque losrepresentantes patronales reconocen que las mejoras tecnolgicas redundan en unaumento de la competitividad, son conscientes que no todas las empresas estnpreparadas para hacer frente a las inversiones exigidas por la ley. Por esta razn,aducen que es imposible equiparar la problemtica productiva de la gran empresacon la de la pequea, y exigen a la Administracin la obligacin de llevar a cabo unesfuerzo legislativo y presupuestario que asegure la viabilidad de las empresas y lospuestos de trabajo que proporcionan. En otras palabras, como la patronal parte dela premisa que todos somos responsables (empresas y consumidores) de ladegradacin ambiental, deriva en la Administracin la responsabilidad de asumir elmayor coste inversor pero, sin que ello, signifique la implementacin de nuevosimpuestos ecolgicos que graven el coste final de los productos. Es decir, el caminoa seguir consiste en aplicar una poltica realista que evite la prdida decompetitividad de las empresas y que encuadre, a corto plazo, el esfuerzo inversoren los presupuestos del Estado, posponiendo para un momento ms oportuno laintegracin de los costes ambientales en el ciclo vital del producto.

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    2.2. Las organizaciones sindicales ante el reto ambiental

    Los sindicatos han experimentado, en los ltimos aos, un notable proceso deinteriorizacin de lo ecolgico que les ha llevado a elaborar un discurso relativamentemilitante dentro del mbito medioambiental. En general, los sindicatos perciben conmayor intensidad que la patronal la gravedad de la crisis y asumen con mayorconvencimiento que la solucin de los problemas ecolgicos supera el mbito de lagestin de los recursos o el de la tecnologa. Son conscientes que estos elementosrepresentan un papel importante en la preservacin del hbitat pero consideran queson insuficientes para dar respuesta a la problemtica ecolgica. Proponen, comosolucin a largo plazo, el desarrollo de un sector ambiental que incorporetecnologas y procesos productivos limpios e invitan al sector pblico a una mayorimplicacin en la bsqueda de soluciones polticas.

    El discurso ecolgico de los sindicatos es incipiente y resulta, en ocasiones,contradictorio. En lneas generales, el discurso sindical es transformador, puesto queresponsabiliza al modelo vigente de produccin y consumo del enorme deterioroambiental de nuestro entorno y tiende, consciente o inconscientemente, aaproximarse mucho a las tesis defendidas por las organizaciones ecologistas. Sinembargo, es un discurso sometido a muchas contradicciones, cuyo origen se sitaen la cultura productivista que caracteriza a las organizaciones sindicales, y quetiene como principal consecuencia que slo en contadsimas ocasiones estosplanteamientos estn presentes en plataformas reivindicativas concretas.

    En el captulo de las contradicciones, el empleo es, sin lugar a dudas, la mximaprioridad de los sindicatos y es, a la vez, el factor que genera mayor distancia entreel discurso ambiental y la prctica sindical. Los sindicatos rechazan de plano lasacusaciones formuladas por los colectivos ecologistas, que les imputan habercolaborado, en mayor o menor medida, en la externalizacin de los costesecolgicos de la produccin y arguyen, que los trabajadores no son responsablesde las tecnologas presentes en el proceso productivo ni del modelo de gestinadoptado por las empresas. Estas decisiones son competencia de la gerencia que,en ltima instancia, es la nica responsable de las inversiones y las estrategias aseguir. Y, en cierta manera, tienen razn, aunque no del todo.

    Histricamente, el mbito de actuacin sindical dentro del marco de la negociacincolectiva ha estado limitado a aspectos tradicionales como: empleo, salarios,promocin, seguridad, higiene o salud laboral, mientras que el captulo ambiental ono exista o su contenido era irrelevante. Durante dcadas, los sindicatos, al igualque la patronal, han ignorado los efectos perversos derivados de la contaminacinambiental. Y aunque su protagonismo ha sido ms limitado que el empresarial, esevidente que han formado parte de un "pacto de productividad" que ha alentado yexigido a las autoridades pblicas que practicaran una poltica basada en el

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    crecimiento exponencial de la economa. Sin lugar a dudas, los sindicatos tienen unaresponsabilidad muy inferior a la de las organizaciones empresariales en la prcticaproductivista. No obstante, es indudable que, durante largo tiempo, han silenciadoel desinters empresarial por el medio ambiente y, consciente o inconscientemente,han limitado el anlisis social de las necesidades de los trabajadores a la estrictaesfera laboral, obviando aspectos tan importantes como el derecho de todociudadano a un entorno limpio y sano.

    El empleo, como comentaba antes, constituye la variable donde concurre el mayornmero de objeciones entre el discurso y la prctica. No obstante, parece evidenteque, desde los aos 90, los sindicatos han empezado a adquirir una claraconciencia de la importancia del medio ambiente y lo incorporan con rotundidad alos contenidos de su agenda. En este sentido, es cierto que los sindicatos hanentrado en una dinmica de interiorizacin de lo ecolgico, aunque susrepercusiones prcticas an son poco palpables. La coyuntura laboral espaola,desde los aos 80 hasta la actualidad, con elevados niveles de paro y detemporalidad en el empleo, ha condicionado sobremanera las estrategias sindicalesy ha provocado, en cierta forma, que los sindicatos renuncien a ejercer una influenciaecolgica ms activa dentro de la empresa al ser estas medidas contraproducentespara la ocupacin. Las organizaciones sindicales, ante la imposibilidad de presionarcon firmeza a las gerencias por el riesgo evidente de suscitar "incomprensiones"entre los propios trabajadores, han resuelto el dilema desarrollando, por una parte,pocas iniciativas ecolgicas en el interior de las empresas y, por otra, apostando porsoluciones polticas vinculadas a la participacin en organismos pblicos, desdedonde pretenden ejercer una mayor presin y control de las conductasambientalmente incorrectas.

    En realidad, las empresas siempre han sealado como interlocutores vlidos enmateria ambiental a las administraciones pblicas y a las organizaciones ecologistasy, en cambio, muy poco a los sindicatos. Ante esta evidencia, y con la finalidad deadquirir un cierto protagonismo ambiental sin que el empleo salga perjudicado, lasorganizaciones sindicales han optado por desarrollar una estrategia de tipoinstitucional, que persigue incrementar su influencia mediante la participacin directaen organismos pblicos de corte ambiental6. Esta iniciativa, que pretende combinaruna frmula idnea para recabar informacin y abrir nuevas vas de dilogo con lapatronal ha cosechado resultados bastante positivos. Y es que los sindicatos, alabrigo de la nueva normativa ambiental, estn empezando a asumir un papel

    6 En Catalunya, desde 1991 los sindicatos CC.OO. y UGT participan en el Consejo Directivode organismos pblicos como la Junta de Residuos de la Generalitat de Catalunya (Llei2/91, article 15 del Parlament de Catalunya).

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    mediador en la resolucin de conflictos entre la Administracin y las empresasexpedientadas por motivos ecolgicos, que los est dotando de una capacidad dearbitrio limitada, pero desconocida hasta el momento presente. Esto no significa quelos sindicatos estn influyendo de manera decisiva en la poltica productivo-ambiental de las empresas, ni mucho menos, pero s parece que han hallado unmecanismo que les permite tener un cierto influjo, de carcter externo, en todasaquellas empresas que tienen dificultades para poder cumplir la normativa ambientalvigente y que requieren de la intervencin de los sindicatos para negociar con laAdministracin unas condiciones menos lesivas a sus intereses.

    Como conclusin final, cabe sealar que en el mundo sindical es perceptible laexistencia de un punto de tensin entre la creciente ecologizacin del discurso y laprctica cotidiana de la accin sindical y que, en ocasiones, puede llegar a confundirlos objetivos de la organizacin, mezclando defensa legtima del empleo conimpunidad ecolgica. Afortunadamente, estas situaciones extremas son cada vezms escasas, aunque tienen la virtud de poner de manifiesto la existencia de unmarco contradictorio que evidencia la necesidad de adecuar el discurso sindical alas nuevas perspectivas de futuro, que exigirn una mayor sincrona entre trabajo yproteccin medioambiental. En otras palabras, el mantenimiento o creacin deempleo va a estar cada vez ms relacionado con un futuro escenario eco-competitivo, que incluye entre sus principales prioridades una mayor proteccinambiental, una produccin ms eficiente y una drstica reduccin de las emisionescontaminantes. La falta de traslacin de estos principios a la prctica sindical puedesignificar, a largo plazo, daos irreparables en el medio ambiente y un desempleo demayor calado, cuya solucin futura puede llegar a ser mucho ms costosa para elconjunto de la sociedad.

    2.3. La Administracin Pblica y la problemtica ambiental en elmbito productivo

    Desde las instancias pblicas, la principal apuesta de futuro consiste en crear lascondiciones necesarias para facilitar la incorporacin de nuevos mtodos de gestinambiental en el seno de las empresas, sea a travs de un control ms riguroso delas emisiones contaminantes o, como sera deseable, a partir de un cambio dementalidad empresarial que contemple el medio ambiente, no como un coste, sinocomo una nueva oportunidad de negocio.

    En este contexto, la Administracin es muy consciente de que existen costesambientales que, ms pronto o ms tarde, debern ser amortizados. Es conocida lapostura de la patronal que diluye la responsabilidad de la problemtica ambiental enel conjunto de la sociedad. sta corresponsabilizacin de la contaminacin tanto aproductores como a consumidores y considera que debe ser la sociedad la queasuma los costes ambientales derivados de la produccin a travs del presupuestoy el gasto pblico. En cambio, desde la Administracin, el debate se contempla

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    desde una perspectiva diferente y, de las dos frmulas posibles: socializacin decostes o quin contamina paga, la segunda parece la ms apropiada, porque gravaaquellas producciones o consumos que ms contaminan y adems, porque evitaque sea el conjunto de la sociedad la que asuma el coste total.

    Para la Administracin, los costes ambientales deberan estar integrados en el ciclovital del producto, de manera que su precio refleje la totalidad de costes, desde elprincipio hasta el final. Sin embargo, las propias fuentes pblicas, son las primerasen reconocer que el camino que resta por recorrer es largo, que en el momentoactual an estamos lejos de cumplir el principio quien contamina paga y que sin unapoltica de subvenciones, hubiera sido muy difcil iniciar el proceso de introduccinde la gestin ambiental en el seno de las empresas.

    Ante esta realidad, la respuesta de la Administracin ha consistido en impulsar, acorto y medio plazo, una doble estrategia orientada a minimizar los residuos enorigen y a potenciar la recogida selectiva.

    Con relacin a la primera cuestin, la Administracin estima que la mejor respuestaa los problemas planteados por la contaminacin consiste en reducir los residuosindustriales mediante la introduccin de nuevas tecnologas y procesos productivoslimpios. En este sentido, los mecanismos informativos y las polticas impositivas quegravan los residuos industriales, ha permitido mejorar la disposicin empresarialhacia la incorporacin de tecnologas menos contaminantes. En esta lnea se sitala Ley de Residuos aprobada por el Parlament de Catalunya en 1993 y sussucesivas modificaciones, que abona la idea de que la solucin a los residuoscontaminantes debe ir mucho ms all de la construccin de modernos vertederose incineradoras. Esta ley prioriza la reduccin de residuos, insta a la reutilizacin delos mismos a travs de un proceso de valorizacin y prev, en ltima instancia, eltratamiento final de stos en las mejores condiciones tcnicas posibles. Larespuesta de las empresas ha sido razonablemente positiva puesto que hapermitido crear en Catalunya una bolsa de subproductos (residuos valorizados queson intercambiados por las empresas) que alcanza un volumen apreciable. Sinembargo, el resultado final de la ley refleja importantes lagunas como, por ejemplo,la imposibilidad de conocer y controlar la totalidad de residuos, en especial aquellosque carecen de valor, o la siempre difcil inclusin de la pequea empresa dentro delos circuitos del reciclaje industrial.

    La segunda estrategia impulsada por la Administracin, se dirige a los ciudadanos yconsiste en la recogida selectiva de basuras. Es una iniciativa que pretendeconcienciar a la poblacin de la necesidad de minimizar los residuos y de valorizarlosa travs del reciclaje o de la reutilizacin7. Estamos ante una poltica ambiental que

    7 El mejor ejemplo de reciclaje y reutilizacin de residuos urbanos lo constituye la recogidaselectiva de vidrio, plstico y papel que se realiza en las grandes ciudades.

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    precisa de la concienciacin y participacin ciudadana para tener xito y que, a suvez, ha sido incapaz hasta el momento presente de crear una red productiva quepermita reciclar los residuos con un mnimo de rentabilidad. Este ltimo puntoconstituye la principal razn por la cual la iniciativa privada apenas invierte en elsector puesto que, a excepcin de los vertederos de carcter industrial, la gestin yreciclaje de las basuras, en su globalidad, genera prdidas que slo pueden serasumidas como un servicio pblico ms hacia la comunidad.

    La aplicacin de estas polticas no ha estado exenta de crticas por parte de diversossectores de la sociedad y, ms concretamente, por los rganos empresariales quea menudo han acusado a la Administracin de ser excesivamente intervencionista.En este sentido, es cierto que las principales estrategias pblicas para lograr unamayor sensibilizacin empresarial han corrido parejas a la aprobacin de unanormativa ambiental que impone unas reglas de juego concretas. La Administracinjustifica esta actitud, aduciendo que la concienciacin ambiental en el sectorproductivo no surge de manera espontnea y que, salvo algunas grandes industriaso multinacionales, se observa un gran desconocimiento de los nuevos mtodos degestin ambiental, por parte del empresariado, que impide que ste asuma laposibilidad de mejorar la gestin y la rentabilidad de la empresa desde la aplicacinde criterios ambientales. Para la Administracin, la falta de paridad entre el reaambiental y otras reas de decisin de la empresa indica, hasta qu punto, esnecesario seguir extremando los controles e insistir en la implantacin de cnones otasas que graven la produccin sucia. Slo desde esta perspectiva, ser posiblemejorar el nivel de decisin ambiental en las grandes empresas e iniciar lareorientacin de los procesos productivos de las pequeas empresas haciasistemas ms limpios y eficaces.

    Para concluir, cabe sealar que la Administracin basa su poltica ambiental en undoble frente. Por una parte, en la elaboracin de una normativa inspirada en lasdirectivas comunitarias, que est orientada a extremar los controles ambientales y,por otra parte, en la aplicacin de una fiscalidad ambiental que pretende imputar unmayor coste a aquellos que contaminan ms. El impacto de esta poltica, hasta laactualidad, ha tenido algunos resultados positivos puesto que ha posibilitado unamejora en las prcticas ambientales de las empresas. Sin embargo, el alcance delas estrategias pblicas en este campo sigue siendo muy limitado, y sirvefundamentalmente para impulsar la introduccin de tecnologas ambientalesfinalistas, destinadas a reducir exclusivamente las emisiones contaminantes de lasempresas. Es una poltica poco disuasoria, que no afronta el problema de fondo dela crisis ecolgica, porque prioriza en exceso la valoracin de los residuosindustriales o la capacidad de influencia de la fiscalidad, a la espera de incentivar uncambio en la conducta ambiental del empresariado. En realidad, es un mecanismoque tiene un efecto limitado puesto que no incita a desarrollar una mayorinteriorizacin de lo ecolgico, ni posibilita las condiciones objetivas para acometer

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    una profunda transformacin del modo de produccin y de consumo. En realidad,slo a travs del fomento pblico de una cultura ambiental que alcance todos losniveles (empresarios, consumidores y ciudadanos) y de una poltica ambiental slidabasada en el largo plazo que, adems de sancionar y prevenir los comportamientosecolgicos incorrectos, fomente el respeto a los derechos ambientales, ser posiblereorientar la actual problemtica ecolgica hacia una solucin viable y duradera.

    3. La nueva ecologa capitalista: el capitalismo verde

    Desde una perspectiva histrica, el desarrollo del "capitalismo verde" ha corridoparejo al incremento de la presin ecologista sobre las actuaciones empresariales.En una primera fase, la respuesta del mundo empresarial a los nuevosplanteamientos ambientalistas es contundente: niega el problema, define a losgrupos ecologistas como tremendistas y, en ltima instancia, los acusa de crear demanera artificial una problemtica que ni existe ni preocupa a la poblacin. Durantelargo tiempo, las empresas se oponen a variar sus estrategias productivas e insistenen situar el problema en el campo ecologista, financiando campaas publicitariasdestinadas tanto a desacreditar a las organizaciones ecologistas como a crear unaimagen de producto que inspire seguridad ecolgica entre los consumidores.

    Una vez constatado el fracaso de estas actuaciones se inicia una segunda fasedonde el conjunto de la Industria admite, con matices, la existencia del problema yla necesidad de buscar algn tipo de solucin para resolverlo. A excepcin deaquellas empresas que siguen practicando el "lavado de imagen", el mbitoempresarial deja de culpabilizar a los ecologistas de la crisis y se muestra proclive aadoptar soluciones que se inscriben en una doble tipologa: una de tipo paliativo(instalacin de filtros y depuradoras a final de lnea) y otra consistente en sustituirtecnologas y materias primas contaminantes por otras de menor impactoambiental.

    La tercera y ltima fase es muy emergente y engloba a un pequeo grupo deempresas, muy permeables a la concienciacin ambiental, que persiguen laeficiencia industrial a travs de la innovacin, el diseo productivo y la internalizacinde los costes ecolgicos en la estructura productiva de la empresa. Es un grupo,hoy por hoy, muy poco relevante en el mundo empresarial y del que apenas existenejemplos.

    En la actualidad, la tendencia dominante en la industria se sita en el segundo nively bsicamente se dirige hacia soluciones paliativas o de final de tubera. Es unadinmica, que considera que la principal solucin al problema ecolgico consiste enincorporar a las lneas productivas nuevas tecnologas encaminadas a minimizartanto el consumo de materias primas y energa como la emisin de contaminantesy que descarta, por antieconmico, la reelaboracin del diseo productivo y la

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    integracin de todos los costes en el ciclo vital del producto. La sostenibilidad, portanto, se entiende como sinnimo de minimizacin de residuos, reciclaje yreutilizacin y apenas contempla ninguna referencia a la necesaria redefinicin de losmodelos de produccin y consumo de nuestra sociedad.

    En este contexto, debe situarse el nuevo capitalismo verde que puede ser definidocomo un proceso evolutivo lgico del sistema que, ante la evidencia de ladegradacin ambiental y la presin ecologista, tiene que aportar algn tipo desolucin al problema. En general, el nuevo capitalismo verde propone solucionestcnicas y sus estrategias tienen un marcado carcter econmico y comercial quese corresponden con la emergencia de un nuevo mercado basado en el principio "loverde vende". ste, es un mercado interesante, situado en pases avanzados queposeen un elevado grado de concienciacin ambiental y que es explotado con xitopor todas aquellas empresas que han adaptado sus estructuras a un tipo deproducto ms ecolgico.

    No obstante, ni todas las producciones verdes son ecolgicas ni el capitalismoverde significa, a medio y largo plazo, una solucin definitiva al problema. Esevidente, que el escaso control pblico ha propiciado la extensin de una picarescaque abarca desde la venta de productos supuestamente naturales o ecolgicoshasta la elaboracin de campaas publicitarias poco veraces. En este ltimoapartado, encontramos a numerosas grandes empresas que despus de efectuarpequeas correcciones en su lnea productiva han iniciado, al abrigo de laproduccin verde, campaas de imagen destinadas a presumir de ventajasecolgicas que realmente no poseen. Podemos citar algunos ejemplos. Laspetroleras, desde hace varios aos, insisten en relacionar la gasolina "verde" con unproducto poco contaminante que nos acerca a un mundo ms limpio y natural. Lomismo podramos afirmar de las campaas publicitarias que muestran al gas naturalcomo la energa ms limpia. En ambos casos, el producto comercializado es muchomenos contaminante que otros porque no contiene plomo o azufre. Sin embargo,no por ello la gasolina sin plomo o el gas natural dejan de ser derivados del petrleoni su combustin deja de emitir los gases residuales que tanto afectan alcalentamiento global. Por supuesto, que es mejor consumir gasolina sin plomo y gasnatural que otros combustibles fsiles, pero ni la primera es "verde" ni la segundarepresenta la "energa ms limpia". Ambas constituyen una solucin parcial a unproblema que slo ser resuelto cuando se desarrollen otras energas nocontaminantes.

    Otro aspecto a destacar del capitalismo verde, es la ventaja comparativa que steposee sobre otras formas capitalistas y que le permite convertir el problema en unaoportunidad de negocio. El capitalismo verde es una suma de factores que, sobreel papel, pretende situar al sistema en la senda de la sostenibilidad. Todos losagentes industriales coinciden en afirmar que estamos ante un proceso incipiente

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    que debe evolucionar con rapidez para evitar el riesgo de convertirse en una simpleestrategia comercial. Y es en este punto donde radica el peligro, puesto que elcapitalismo verde, adems de representar una nueva oportunidad de negocio, debeincluir la voluntad manifiesta, por parte de todos los actores productivos, de impulsarcon fuerza la evolucin del sistema hacia la sostenibilidad. En caso contrario, yexisten numerosas pruebas que as lo evidencian, el capitalismo verde puedeconvertirse en una simple iniciativa de negocio ambiental muy ligada a las solucionespaliativas y cuyo nico objetivo consistira en prolongar, de manera indirecta, la vidatil de muchas tecnologas ineficaces.

    El capitalismo verde, hoy por hoy, es un fenmeno que corre el riesgo de limitarse auna nueva estrategia de mercado basada nicamente en criterios de competencia.Es un modelo con poco contenido ecolgico, que inspira las nuevas estrategiasambientales de los grandes grupos industriales y que, muchas veces, es utilizadocomo coartada por parte del poder poltico para rehuir la responsabilidad de adquirircompromisos reales en las cumbres ambientales. Evidentemente, el Estadodesempea un papel activo en el campo ambiental aunque su aportacin, a riesgode incurrir en una excesiva simplificacin, se limita a elaborar leyes orientadas acontrolar y sancionar los niveles de contaminacin y los vertidos incontrolados,adems de crear la infraestructura necesaria para almacenar (vertederos), incineraro potenciar la valorizacin y posterior recolocacin de aquellos residuos que seansusceptibles de ser aprovechados. Al margen de estas consideraciones, y salvoalguna excepcin, los estados toman pocas iniciativas y se muestran remisos aadoptar medidas de carcter poltico que reconduzcan la situacin por temor acolapsar el sistema econmico. En realidad, esos mismos estados aceptanplenamente la vigencia del crecimiento econmico como nico motor de bienestar,y encubren en la compleja coordinacin de las polticas ambientales de mbitomundial, la evidente subyugacin de lo poltico y lo social a lo econmico, tancaracterstica de las dos ltimas dcadas, y que deja en manos de las empresas, latecnologa y el mercado la resolucin de los desequilibrios ecolgicos.

    Esta falta de reflejos de los organismos pblicos, que se repite en otros rdenes,tiene como principal consecuencia la prdida de la iniciativa poltica a manos degrandes grupos industriales y financieros que, a travs de la globalizacineconmica, influyen de manera poderosa tanto en las polticas econmicas como enlos procesos de desregulacin de las economas occidentales, generandosituaciones no exentas de graves riesgos ambientales.

    La pujanza y el crecimiento de estos grupos empresariales, en un contextoeconmico mundializado, entraa el riesgo de una subordinacin clara de laspolticas pblicas ambientales a unos determinados intereses econmicos que,incluso, pueden llegar a condicionar los ritmos y objetivos diseados por losgobiernos en esta materia. A modo de ejemplo, es evidente, que si no media una

  • 8 En los meses precedentes a la celebracin de la cumbre, numerosos cientficos del IPCC,principalmente estadounidenses, fueron presionados e incluso acosados por los grandesgrupos energticos para que reconsideraran sus puntos de vista sobre el cambio climtico.Adems, la cita de Kioto coincidi con la publicacin de numerosos estudios, financiadospor el lobby energtico, que auguraban desastres econmicos en EE.UU. (reduccin de un2% del crecimiento de la economa) y fuertes subidas en el precio de los carburantes. Porotra parte, la no ratificacin del tratado por parte de pases que haban comprometido sufirma, slo puede ser entendida como una consecuencia de las brutales presiones ejercidaspor la Administracin Bush y de los grandes grupos energticos.

    9 Un ejemplo de esta iniciativa la constituye la puesta en prctica de una ley estatalcaliforniana que, a partir de 1998, obliga a que el 2% de los vehculos matriculados tenganuna emisin cero. Esta obligacin legal ha generado una respuesta positiva de la industriade Detroit, que en un principio se opuso radicalmente a la medida, pero que despus lainterioriz como una propuesta novedosa que ha llevado a los principales fabricantes deautomviles a presentar, a finales de 1997, una extensa gama de modelos elctricos quese adaptan a la normativa.

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    intervencin poltica contundente las industrias petroleras o las elctricas difcilmentedesarrollaran de motu proprio programas serios de investigacin en nuevas energasalternativas. Ms bien lo contrario, presionarn a todas las instancias polticasposibles para impedir cualquier paso hacia adelante, como ha venido sucediendoantes y despus de la cumbre de Kioto (diciembre de 1997)8. La experienciademuestra, que solamente cuando existe una norma que obliga, en una fechadeterminada, a reemplazar un determinado tipo de energa por otra es factible iniciarun proceso de sustitucin9. En cambio, si la sociedad y el poder poltico depositanen los mecanismos de mercado o en las empresas la responsabilidad de la iniciativaambiental, nos podemos encontrar con que los progresos en esta materia avancenal ritmo que el sector econmico determine y no en funcin de la disponibilidadtcnica o de las necesidades sociales del momento.

    El segundo aspecto a considerar tiene relacin con las nuevas estrategias demercado derivadas de la problemtica ambiental. Como he sealado conanterioridad, el capitalismo verde puede definirse como un proyecto incipiente desostenibilidad regido por las actuales leyes de mercado y cuya orientacin futura esciertamente confusa. Si media un decidido impulso poltico, es factible pensar que,a largo plazo, el sistema puede encaminarse hacia la sostenibilidad, mientras que, siel poder poltico se inhibe o deja en manos del sector econmico la capacidad deinnovacin, es prcticamente seguro que el capitalismo verde no adquirir carta denaturaleza y se convertir en una simple estrategia de mercado.

    En qu situacin estamos?. Es una pregunta difcil de responder porque coexistendiversos niveles de desarrollo verde. Si analizamos la realidad del capitalismo verde

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    en un pas como Espaa, la principal conclusin que podemos extraer es que stese halla en un estado embrionario que apenas ha visto la luz. A diferencia de lo quepuede ocurrir en otros pases ms desarrollados del entorno, la iniciativapreservacionista en nuestro pas corresponde totalmente a la Administracin y stase limita a transponer las normativas comunitarias, a ejercer un cierto control sobrevertidos y emisiones contaminantes y a financiar o subvencionar las principalesinfraestructuras ecolgicas. Para los empresarios, capitalismo verde significa, desdeun plano terico, "la integracin de la poltica ambiental en la gestin empresarial"aunque, en realidad, supone incorporar artilugios anticontaminantes en la parte finalde lnea productiva para cumplir la legislacin vigente, a riesgo de ser multados oincluso condenados penalmente. En cambio, para los sindicatos la nuevaargumentacin verde est muy ligada a las directivas comunitarias y al deseoexpreso de las grandes empresas de mejorar su deteriorada imagen.

    Un rpido repaso a esta realidad permite concluir que en Espaa la nuevamentalidad ambiental sigue dominada por el pensamiento a corto plazo. La escasainteriorizacin por parte de la industria de principios bsicos de sostenibilidad, comoel anlisis del ciclo de vida10, o la percepcin de que la ecologa constituye un costeaadido que disminuye los beneficios empresariales en vez de ser observada comouna nueva fuente de oportunidades, son ejemplos que muestran el escaso peso quean ostentan las estrategias ambientales en la gestin empresarial de nuestro pas.

    4. Algunas conclusiones

    Parece evidente, que las consecuencias del desarrollo industrial, tecnolgico ycientfico no siempre han resultado beneficiosas para la sociedad. Por una parte, elcrecimiento econmico, el avance de la ciencia y la implementacin de nuevastecnologas ha permitido que Occidente haya experimentado un desarrolloeconmico desconocido en la historia de la humanidad pero, paralelamente, lacreacin de esta riqueza ha generado unos costes ecolgico-sanitarios cuyasconsecuencias futuras son difciles de prever.

    As pues, la clave de todo el proceso consiste en disear un modelo de desarrolloque permita combinar el crecimiento de la riqueza y del bienestar social con lapreservacin del medio natural y la asuncin de unos niveles suficientes deseguridad ecolgica, sanitaria y social. En este contexto, la idea del desarrollosostenible, concepto que por primera vez puso de relieve la existencia de riesgos

    10 El anlisis del ciclo de vida de un producto consiste en, primer lugar, que la lnea productivasea muy poco contaminante y, en segundo lugar, que el uso del producto a lo largo de suvida activa (ciclo de vida) tenga un impacto mnimo sobre el medio natural.

  • 11 Las miles de toneladas de residuos txicos depositados por Erquimia en el cauce del roEbro o la montaa de residuos salinos procedentes de las minas de potasa de Sallent, sonejemplos gravsimos de contaminacin, provocados por empresas privadas, y cuyalimpieza se financiar a travs de dinero pblico. Es decir, la socializacin de costesimplicar que sea toda la sociedad la que, a partir de fondos pblicos, financie la limpiezadel foco de contaminacin.

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    presentes y futuros como consecuencia de la actividad humana, puede facilitar latransicin hacia un futuro modelo de sostenibilidad. Sin embargo, para que estetrnsito llegue a buen puerto, es necesario tener presente dos factores de grancalado.

    En primer lugar, hemos de aceptar que toda actividad humana tiene un costeambiental que, de una manera u otra, debe ser amortizado. La sociedad puedepagarlo con costes de prevencin y de correccin de la actividad productiva, o bien,costearlo a travs del aumento del presupuesto sanitario o de las partidasdestinadas a la recuperacin y descontaminacin de espacios naturalesdegradados. Es una cuestin de eleccin en la que todos debemos participar. Unaposible respuesta, la ms usual, consiste en la socializacin de costes, de forma quela responsabilidad de la problemtica ambiental y de la salud pblica recae sobre elconjunto de la sociedad. De hecho, la mayora de la poblacin sigue asumiendo connaturalidad que la contaminacin derivada del proceso productivo es unaresponsabilidad compartida, ya que todos nos beneficiamos de la riqueza generadapor la produccin y, por lo tanto, es plausible que sea la sociedad, a travs de lospresupuestos del Estado, la que asuma los costes ambientales y sanitariosderivados del desarrollo econmico y de la produccin11. No obstante, parecemucho ms lgico enfocar el debate desde una perspectiva diferente, que apuestepor una frmula que potencie las tecnologas limpias y que grave las produccionesy consumos de aquellos que ms contaminan evitando, de esta forma, que sea elconjunto de la sociedad la que deba pagar los costes ambientales de la produccin.En este sentido, una posible solucin consistira en la integracin de los costesambientales en el ciclo vital de los bienes de consumo, de manera que su preciorefleje todos los costes, incluidos los ecolgicos, con el objetivo de impedir suexternalizacin.

    En segundo lugar, cabe sealar que las pautas impuestas por los mecanismos demercado configuran un modelo econmico totalmente capacitado para limitar lasemisiones contaminantes, para erradicar los vertidos incontrolados e, incluso, paraadaptar las lneas productivas a un tipo de produccin ms limpia. Pero en cambio,es un sistema incapaz de orientarse hacia la sostenibilidad, puesto que tiende aprimar los intereses econmicos a corto plazo en detrimento de las decisiones de

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    inters general, que precisan del largo plazo. Los factores que alientan estatendencia, se fundamentan en tres principios: la resistencia de los mecanismos demercado a interiorizar las externalidades negativas que l mismo genera, el escasopeso de la iniciativa poltica de los estados, que se ve reducida al corto plazo por ladinmica electoral y las fuertes presiones ejercidas por los grandes gruposindustriales y, en ltima instancia, el creciente abismo que separa la estructura dedecisiones de la sociedad industrial y el carcter planetario de sus efectossecundarios. Esta disonancia, que genera lo que Beck define como sociedadmundial de riesgo, pone de manifiesto la incapacidad de los gobiernos para resolverel problema y evidencia una profunda crisis institucional de la "vieja" modernidadindustrial de los estados nacionales (Beck, 1998). stos se muestran impotentespara hallar soluciones, porque anteponen los intereses nacionales a los de carctermundial y porque la resolucin del problema pasa necesariamente por la creacinde instituciones supranacionales que tengan capacidad, no solamente parasancionar los comportamientos ecolgicamente incorrectos, sino tambin parainiciar un proceso de reflexin sobre las bases del modelo econmico y de lasinstituciones en general. Una buena prueba de estas limitaciones la encontramos enlos continuos fracasos de las cumbres ambientales celebradas hasta el momentopresente y que, salvo algunas excepciones12, siempre han finalizado condeclaraciones de escaso contenido poltico que, al cabo de los aos, deben serrevisadas a la baja para poder permitir que las naciones ms desarrolladas y mscontaminantes se avengan a suscribir un nuevo acuerdo que, probablemente,volvern a incumplir en el futuro13. Esta dinmica que hurta la solucin al problemay muestra la impotencia de los gobiernos ante la ciudadana, slo se transformar

    12 El Protocolo de Montreal (1987) regula la desaparicin de las emisiones de CFCs duranteel periodo 1996-2010, mientras que el Tratado de la Antrtida (1993) prohibe hasta el 2040cualquier actividad minera en el continente.

    13 En la Conferencia de Ro (1992), los pases firmantes acordaron reducir para el ao 2000 laemisin de CO2 a los mismos niveles de 1990. En la conferencia de Berln (1995) seconstat el fracaso de esta medida y, salvo el compromiso de algunas naciones europeaspara reducir voluntariamente sus emisiones, no se alcanz ningn acuerdo de altocontenido. En la Conferencia de Kioto (1997), los resultados tampoco fueron muyhalageos. Despus de intensas negociaciones, los pases desarrollados secomprometieron a reducir sus emisiones en un 5,2% de media, respecto a los niveles de1990 y 1995, entre el 2008 y 2010. El acuerdo afecta a 6 gases y las cuotas fijadascontemplan una reduccin del 8% para la UE y otros pases europeos, un 7% para EE.UU.(este pas no ha ratificado el protocolo) y Canad y un 6% para Japn. Rusia quedaobligada a estabilizar sus emisiones (finalmente ha ratificado el protocolo), mientras que lospases en vas de desarrollo podrn seguir incrementando sus emisiones hasta el 2010.

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    cuando exista una voluntad poltica clara de conceder a la sostenibilidad un rangode inters general similar al que ostentan los intereses econmicos que orientan lapoltica mundial. No obstante, y a pesar de las evidencias cientficas o de la fuertepresin ecologista, la realidad nos muestra que an resta un largo camino hacia lasostenibilidad y que los mecanismos utilizados en el presente sern intiles en lasprximas dcadas si no se acomete con rigor un proceso de transformacin que,por una parte, facilite la planificacin de los mecanismos de mercado y que, por otra,permita elaborar un marco o un orden superior que seale, a todos los niveles, loslmites trazados por la sostenibilidad.

    BibliografiaBARBER, W. (1984). Historia del pensamiento econmico. Ed. Alianza Universidad, Madrid.

    BECK, U. (1998). La sociedad del riesgo. Paids, Barcelona 1998).

    CC.OO. (1996). Sindicalismo y Medio Ambiente. Madrid.

    CLIMENT, V. (1999). Produccin y crisis ecolgica: Los agentes sociales ante laproblemtica ambiental. Ed. Universitat de Barcelona.

    CLIMENT, V; GINER, S. (2001). Empresa y problemtica ambiental. Revista Internacionalde Sociologa, CSIC. Madrid.

    ESPLUGA, J. (2000). Respostes socials al risc tecnolgic. Tesi Doctoral, UAB.

    GARCA, E. (2004). Medio Ambiente y Sociedad. Alianza Ensayo, Madrid.

    GIDDENS, A. (1994). Sociologa. Alianza Universidad, Madrid.

    GIDDENS, A. (1996). Ms all de la izquierda y la derecha. Ed. Ctedra, Madrid.

    GINER, S; TBARA, D. (1996). Cosmic Piety and Ecological Rationality. Working Paper,UPF, Barcelona.

    LEMKOW, L. (2002). Sociologa ambiental. Ed. Icaria, Antrazyt n 177, Barcelona

    SEMPERE, J. y RIECHMANN, J. (2000). Sociologa y medio ambiente. Ed. Sntesis, Madrid.

    TBARA, D. (1996). La percepci dels problemes de medi ambient. Ed. Beta, Barcelona.

    VICENS, J. (2004). Tiempo y cambio social. Ed. Germania, Valencia.

    VV.AA. (2004). Anuari sociolaboral UGT Catalunya 2003. UGT, Barcelona.

    VV.AA. (2004). Rics, incertesa, i Estat regulador. Debats de la Fundaci n5. FundaciRafael Campalans, Barcelona.

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    Collecci Papers de la Fundaci. Darrers ttols publicats.

    100/97 ALEMA, Massimo; Toni BLAIR; Ingvar CARLSSON; Jacques DELORS;Michel ROCARD: Antologia de textos per a la renovaci del socialismedemocrtic europeu.

    101/97 TORRES VELA, Javier: Andaluca en el estado autonmico.102/98 EGEA, Francisco: El futuro del empleo: entre los mitos y los dogmas.103/98 MARAGALL, Pasqual: L'etapa nova del catalanisme.104/98 DE PUIG, Llus Maria: Catalunya dins lEuropa federal.105/98 MORENO, Luis: La federalizacin de la Espaa de las autonomas.106/98 COLOM, Gabriel: Una anlisi dels delegats del VIII Congrs del Partit dels

    Socialistes de Catalunya.107-108/98 Documents de la Unitat Socialista.109/98 ARMET, Llus: Notes sobre la reforma del Senat.110/98 MOLAS, Isidre: Vint anys dhistria del PSC.111/98 BEL, Germ: Posprivatizacin, reforma regulatoria y beneficios de los

    consumidores: laissez faire versus competencia?.112/98 MOLL, Aina: La llengua catalana a les portes del segle XXI.113/99 ANDERSEN, Gosta Esping: The sustainability of welfare states into the

    21st century.114/99 CLOS, Joan: 20 anys dajuntaments democrtics.115/99 BORJA, Jordi: Documento-resumen del Informe propuesta sobre la

    ciudadana europea.116/99 NELLO, Oriol: Notcies de Barcelona. Reflexions sobre el futur de la ciutat.117/99 FLAQUER, Llus: La familia en la sociedad del siglo XXI.118/00 MARAGALL, Pasqual: Discurs al parlament de Catalunya.119/00 CAMPS, Victria: Democrcia paritria.120/00 SEYD, Patrick: New Labour: A Distinctive Third Way?.Nmero especial: Estatuts del PSC: 1978-1996.121/00 VAN PARIJS, Philippe: Basic Income: Guaranteed Minimum Income for the

    21st Century?.122/00 ZAPATA-BARRERO, Ricard: La relaci entre els immigrants i les

    Administracions: Onze temes bsics per a debatre poltiques dintegraci.123/00 GRUNBERG, Grard: El socialisme francs i la Tercera Via.

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    124/01 SAWYER, Tom: Canvi cultural i organitzatiu: el cas del Nou Laborisme.Entrevista realitzada per Francesc Trilla.

    125/01 ATKINSON, Sir Tony: La lluita contra la pobresa: cap a un marc europeude referncia?.

    126/01 CASALS, Xavier, Europa: Una Nova Extrema Dreta.127/01 MOREAU, Patrick: La temptaci populista de dreta a Europa vista a travs

    del cas de lFP: estat de cada lloc i interpretaci sistmica.128/01 FONT, Joan: Participacin ciudadana: una panormica de nuevos

    mecanismos participativos.129/01 OLIVER I ALONSO, Josep: Alguns reptes rellevants de leconomia

    catalana en la propera dcada: nova economia i capital hum..130/01 JORDANA, Jacint: Desigualtats digitals i societat de la informaci: un

    debat pendent.131/01 AZOR HERNNDEZ, Marlene: Pensar Cuba hoy.132/02 TERMES I RIF, Montserrat; INSA I CIRIZA, Raquel: La Societat de la

    Informaci a Catalunya: Catalunya en xarxa?.133/02 NONELL, Rosa: Formaci, capital hum i Catalunya.134/02 BEL, Germ: Infraestructures i Catalunya: alguns problemes escollits.135/02 ASTELARRA, Judith: La nueva realidad de la desigualdad de las mujeres.136/02 MORATA, Francesc: Governana Multinivell i Desenvolupament

    Sostenible.137/02 UCELAY-DA CAL, Enric: Llegar a capital: Rango urbano, rivalidades

    interurbanas y la imaginacin nacionalista en la Espaa del siglo XX.138/03 RAMOS-DAZ, Javier: Son reconciliables altos niveles de flexibilidad

    laboral y una amplia proteccin social?.139/03 NELLO, Oriol: Barcelona. Esperana, equilibri i lmit.140/03 MIZ, Ramn: Nacionalismo, Democracia y Federalismo.141/03 PONT VIDAL, Josep: Movimientos sociales, socialismo y socialdemocracia:

    La necesaria complementariedad poltica.142/03 NISSAN, David; LE GRAND, Julian: Una idea sobre el capital. Propuesta de

    subvencin de un capital inicial para los jvenes.143/04 TORNS, Teresa: La situaci laboral de les dones a Catalunya.144/05 ESPLUGA, Josep: Els debats socials de la biotecnologia.