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~RQU~TECTU RA O.J.D.: E.G.M.: Fecha: Sección: Páginas: 812476 3191000 23/04/2006 ARQUITECTURA 26-28,30,32 1 ARQUITECTURA

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Francisco del Río Cuenca posee unamirada candorosa y una sonrisa de inefa-ble dulzura. Le gusta hablar de su infanciacampesina, en los alrededores de su pueblocordobés, Montoro, y de cómo adornabalas cruces de las procesinnes mostrandoasí una temprana inclinación por las acti-vidades artísticas. Era, según parece, unacriatura ensimismada, un soñador. Noscuenta su deficiente escolarización en unconvento de fralles, que lo ntilizaban comocriado, y también los desmanes de la Gue-rra Civil, con los soldados del bando na-cional apostados al otro lado del Guadal-quivir, enfrente mismo de donde hizo, mu-chos afios después, su extraordinaria Casade las Conchas. AqueLla morada no parecíaal principio una cosa muy notable, pero elazar intervino para que acabara con-virtiéndose en una insólita obre en proce-so, tan candorosa como extravagante: uncamión cargado de mejillones volcó cercade1 pueblo, y Francisco decidió recuperaraquel material, abandonado en la cuneta,y empezó a pegar con cemento Ias conchasen distintos lugares de su vivienda.

Primero decoró la fachada de la ca-lle y el zaguán-recibidor desde el que se ac-cede directamente al patio. Cuando dio porconclnida esta parte ya habían pasado al-gunos años, y su pasión artística, recono-cida y aceptada por los vecinos y familia-res, continuaba cultivándose empleandolas donacinnes de conchas que le hacianlos habitantes de Montoro. Cuando ya nohubo más espacio para decorar en sus pa-redes y pavimentos, continuó la tarea conun segundo patio y luego hizo lo mismocon un tercero, hasta alcanzar el límite le-gal de la propiedad privada. En los últimosaños, convertido en una celebridad local,ha obtenido el permiso del ayuntamientopara trabajar en un cuarto espacio de pro-piedad pública, al borde mismo del te-rraplén acusadísimo del Guadalquivin Loque vemos en todos estos lugares son can-dorosas inscripciones familiares, animalesvarios (con preferencia por los pájaros y lasmariposas, aunque también abundan losreptiles), piedras encontradas y alusionesreligiosas. Una pequeña y muy cuidada sel-va de cactns, ]azmines y otras plantas aro-máticas confiere al conjunto un aire de pa-raíso perdido, como si fuera una ensoña-ción, más que la obra concreta de un ser decarne y hueso situada en un pueblo de laAndalucía profunda.

El autor de esta Casa de las Conchaspuede considerarse muy representativo deuna clase especial de artistas que, pese ano estar reconocidos como tales por la cri-tica y galerías y museos, exhiben en esta-do puro las pulsiones antropológicas de lacreación. Se trata de seres poco condicio-nados por la formación académica (no es

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> raro que sean semianalfabetos), que sededican a la ejecución gratuita de algu-na obra extraordinaria que nadie les haencargado, siguiendo un impulso crea-tivo tan inexplicable como irrefi:enable.Nos ha costado mucho reconocerlos, di-ferenciándolos de otros creadores mar-ginales (o marginalizados, por razonesvarias), y analizar sus obras para pre-sentarlas en un trabajo de conjunto conmás de sesenta casos procedentes de to-dos los ámbitos territoriales del Estadoespañol. Como no había una termino-logía para designarlos, hemos inventa-do dos palabras compuestas: escultectosmargivagantes. Aludimos con esto a lanaturaleza hibrida de muchas de estascreaciones, situadas a mitad de caminoentre la escultura (o el ensamblaje) y arquitectura; a su condición marginal(los autores suelen tener escasos con-lactos con el mundo oficial del arte), seañade su rareza o extravagancia. Por-que es evidente que sorprenden casisiempre al visitante. Destacan muchoen el medio físico en el que se sitúan. Es

Muchas de estascreaciones sesitúan a mitadde camino entrela escultura,o el ensamblaje,y la arquitectura

comprensible que otros estudiosos ha-yan etiquetado como fantástícas lasobras de sus equivalentes extranjeros, ymuy en especial las del padre fundadorde esta modalidad creativa, el míticocartero Chaval, tan reverenciado porlos surrealistas (André Breton, RobertoMatta o Salvador Da]2 fueron entusias-tas admiradores de su Palais Ideal, en elpuebleclio francés de Hauterives). Ca-torce profesionales de la historia delarte y de la arquitecfura procedentes deuna docena de universidades españolashan identificado y analisado todas estasobras en España. Ha sido una investi-gación compleja y emocionante que harequerido la combinación de los méto-dos típicos de la crítica y de la historiadel arte con los de la antropología cul-taral. (Escultecturas margivagantes. Laarquitectura fantástica en España. Edi-ciones Siruela-Fundación Duques deSorla. Madrid, 2006).

Hay en este libro, claro está, un en-sayo sobre Justo Gallego y su inmensacatedral de Mejorada del Campo (Ma-drid), muy famoso ya por haber prota-

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> gonizado el anuncio televisivo de unamarca de refrescos. También fue in.cluido este personaje por el famoso co-misario suizo Harald Szeeman en algu-nas de las exposiciones internacionalesde las que fue comisario antes de morir(como The real royal trip, en el MOMAde Nueva York y en el Museo Patio He-rreriano de Valladokid, o La belleza delfracaso, en la Fundación Miró de Bar-celona). Justo Gallego es un antiguofraile exclanstrado que ha consagradosu vida a la consWucción, en un solarde su propiedad, de una obra insólita y

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desmesurada, en honor de la Vfrgen delPilar. Trabaja sin planos, pues, como éldeclara, todo lo tiene en su cabeza. Enla construcción emplea muchos mate-riales de desecho, y así es como nosofrece, sin querer, el paradigma moralpara un mundo que deberla evitar el de-rroche y ser autosestenible.

Trabajos como éste nos planteanla dificil cuestión de las ffllaciones es-tilísticas y de los préstamos formales.Porque vivir al margen del sistema delarte no significa que tales creaciones

hayan surgido en un vacío cultural ab-soluto. No es raro, per otra parte, que ar-tistas profesionalas se hayan compor-tado como verdaderos escultectos mar-givagantes. Dalí fue uno de ellos. Susintervenciones arquitectónicas (sobretodo en Port Lllgat, Girona) obedecieronal capricho personal y saüsfacían todoslos requerimientos de lo fantástico. Serecogen en este libro varios ejemplosparecidos, como los de César Manriqueo Wolf Vostell. El caso es que parece ha-ber algunos modelos especialmenteprestigiosos, como Antoni Gaudí, cuyapresencia latente se detecta en numero-sas obras ejecutadas en distintos mo-mentos y lugares. El trencadís (trozosirregulares de cerámica partida adheri-dos a la superficie del muro) es muyabundante, pero también hay construc-ciones gaudirreoides completas, comolas del Capricho de Cotrina (Badajoz) el estudio que el enigmático pintor JoanMiró Cuart se construyó sobre un teja-do en el centro urbano de Pollenca (Ma-llorca). Se trata de un delirio orgánico,

Trabaja en estacatedral sinplanos, pues esteantiguo frailemetido a arquitec-to dice tenerlotodo en la cabeza

como si fuera la concretización arqui-tectónica de masas vegetales o de sue-ños infantiles. Esta obra contravenía lanormativa municipal de edificación,pero la desaparición misteriosa del pin-tor ha impedido que pueda cumplirse laorden de demolición.

En la órbita de Gaudí está tambiénel taller-museo de Carlos Salazar Gu-tiérrez (conocido como Salaguti) en Sa-samón (Burgos), una extraordinariaconstrucción circular que este artistase construyó afmes de los años seten-ta. Tiene dos pisos en el interior, conuna interesante iluminación cenitalque recuerda, salvando muchas dis-tancias, a la del Panteón de Roma. Elexterior es una potente masa escultó-rica, con grandes bloques prismáticosde hormigón, y una gran cara, de unoscuatro metros de altura, que es el au-torretrato del autor. A la cúpula prin-cipal, perforada hacia el exterior poruna multitud de agujeros ovoides, se leadhieren otras protuberancias irregu-lares, todo lo cual crea un conjunto >

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> plástico de una indudable personali-dad. Salaguti parece cultivar el mitodel artista solitario en su páramo re-moto. Aunque se muestra muy reticen-te a reconocer la influencia de otroscreadores, es difícil no pensar, viendosu obra, en algunos ecos estilisticos:además de Gaudí, recuerda a la arqui-tectura blanda de Salvador Dalí, talcomo se visualizó en algunos cuadrosde 1929 (como El enigma del deseo). Nosencontramos, pues, ante un margiva-gante surrealizante, lo cual es muy ob-vio cuando contemplamos las pinturasy esculturas que tiene expuestas enesta casa-museo en Sasamón (Burgos).

Algo de eso hay también, aunqueron muchas referenciss a la cultura popde los años sesenta, en el Monumento alos Ojos, situado en las afueras de Am-bite (Madrid). Su promotor intelectual

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programa iconográfico, pero la ejecu-ción de estos recuadros cerámicos co-rrió a cargo de varios artesanos, desta-cando el trabajo de Rafael García Bo-das, pintor y ceram£sta de Talavera.

y económico fue un diletante llamadoFederico Díaz Falcón, heredero de unaestimable fortuna, que consagró suvida a viajar, escribir libros curiosos ya promover empresas inusuales comola que nos interesa comentar ahora. Se

Y en las antípodas de este Federi-co Díaz Falcón, sofisticado, rico y culto,podríamos situar al albañil Julio Ba-santa, que se ha construido en Éplla(Zaragoza) una casa "de fin de semana"que pone los pelos de punta a los visi-tantas poco avisados. El autor se refierea ella como sus "castillicos", lo cual noes incorrecto, pues se trata de tres es-tructuras separadas y coronadas porunas almenas que remiten a la arqui-tecaa~ mRitar medieval. Unos grandesmastines se mueven libremente entreestas construcciones y la valla que cie-rra el conjunto. Pero lo más sorpren-dente es la proliferación de esculturas,intensamente expresionistas, que pue-blan la entrada y las alturas de la pro-piedad. Representan a seres enigmáti-cos y terroríflcos: demonios y sayones,reptiles o seres simplemente monsüuo-sos. Algunos llevan cruces, como unocuyo cuerpo es un ataúd. Las carasestán defarmadas, y todo el conjunto,embadurnado con pintura industrial,es estridente y áspero. Más que art brut,en el sentido que tenía esta expresiónpara el artista francés Jean Dubuffet,esta cosa de Épila es "arte brutal" almodo español (o aragonés), hondo, de-sabrido y sincero. Es tentador ver entodo ello el reflejo de una vida muydura, pues la familia de este albañil fueabandonada por su padre cuando Julioera muy pequeño, y tanto su hermanoVicente como su único hijo varón, Moi-sés, murieron a manos de la policía, sinque ambos fallecimientos se hayan es-clarecido todavía.

Pero al margen de estas circunstan-cias no debemos menospreciar el valorintrinseco de un talento artistico pri-mordial que se resiste a la domestica-ción crítica y la desactivación que su-

Más que ’art brut" algunas de estasconstrucciones son arte brutalespañol, hondo, desabrido y sincero

trata de ~es construcciones, a modo deespadañas exentas, perforadas por va-nos con arcos de medio punto, y deco-radas con una multitud de azulejos conimágenes e inscripciones donde se glo-sa la importancia y el papel cultural delos ojos. El tono es jocoso, con abundan-tes moralejas, refranes y acertijos. Fe-deriro Díaz concibió en solitario todo el

pone siempre toda tentativa de recupe-ración cultural. La mejor lección, enfm, de los escultectos marglvagantes esque el impulso creador sobrevive a larepresión, y soporta bien las distintasfortuss de la adversidad. ¯

’España fantástica. Escultecturas margi-vagantes’, publicado par ediciortes Sirue-la, sepone a la venta el pr6ximo mo~es.

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