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322 o actividades lúdicas menos pasivas que las que se incentivan los espacios objeto de estudio. Figura 69: Ficha 5. Parque de los Pies Descalzos: Orden de enunciados.

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Page 1: o actividades lúdicas menos pasivas que las que se

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o actividades lúdicas menos pasivas que las que se incentivan los espacios objeto de

estudio.

Figura 69: Ficha 5. Parque de los Pies Descalzos: Orden de enunciados.

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Las actividades situadas de mayor frecuencia en el espacio son la conversación, el

descanso y la observación de los otros, estas se encuentran en el centro de las

interacciones. Por otra parte el juego es la actividad preferencial de los más pequeños y

de algunos adultos, especialmente turistas, que participan de las actividades de la mano

de los guías, el juego es el espectáculo por excelencia para observar en el Parque (ver

Figura 73: Ficha 6. Parque de los Pies Descalzos: Orden de enunciados).

El propósito e intencionalidad según el cual se concibió el Parque de los Pies Descalzos se

cumple en su totalidad, el descanso es la actividad principal que se realiza en el lugar; las

personas demuestran confort en sus poses, desinhibición y disfrute de los espacios como

se evidencia en el análisis de las diferentes tomas y encuadres. Sin embargo no puede

dejar de observarse que la gente hace sus propias adaptaciones ante la incomodidad de

las bancas de cemento; tendiendo mantas y utilizando sus bolsos y morrales a manera de

almohada hacen que los bloques de concreto se conviertan en un lugar propicio para

tomar una siesta.

Las disposiciones interactivas de espacio son interpretadas por los actores de acuerdo a

sus propias necesidades, a pesar de que algunas prácticas deben ser controladas o

reprimidas por parte de los guías cuya labor es orientar las acciones y enseñar el uso

adecuado de los espacios, así como explicar cuál es su sentido real desde el punto de vista

del diseño.

Dentro de las prácticas indebidas del espacio debemos señalar, además de las ya

mencionadas, allí no se permite tampoco la presencia de vendedores ambulantes o

habitantes de la calle, de esto se aseguran los vigilantes y guías.

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Figura 70: Ficha 6. Parque de los Pies Descalzos: Orden de enunciados.

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3.2.3.3. La Percepción y Recepción del espacio por parte de los Actores

De las 50 personas encuestadas en este espacio el 38% se encontró entre los 20 y 30 años,

el 24 % entre los 30 y los 40, el 18% entre los 15 y los 20 años de edad y el 20% de los 40

años (ver Anexo 4, Figura 71). Sobre las actividades que desarrollaron en el parque los

usuarios señalaron como la primera actividad el descanso, (como lo muestra también el

análisis de las situaciones de interacción en el espacio), seguido de la conversación que

puede considerarse como una actividad de ocio que acompaña la posición de relajación

que invita al descanso. En tercer lugar el trabajo, debido a la influencia en la zona de las

oficinas de EPM, muchos de los encuestados dijeron ir allí a realizar dicha actividad. En el

siguiente orden se encuentra la alimentación y en los últimos lugares el juego y el estudio

(ver Figura 72).

En la serie de percepción sobre la pregunta qué les gustaba del parque, como en los otros

espacios objeto de estudio, de las opciones dadas los usuarios prefirieron el diseño,

seguidamente la ubicación. El principal atractivo que las personas encontraron en el lugar,

fueron las zonas verdes, seguidas de las fuentes de agua y las zonas de bancas y mesas, las

atracciones y disposiciones interactivas se ubicaron el último lugar en las escala de

preferencias (ver Figura 73 y Figura 74).

Sobre las atracciones de las cuales las personas disfrutan mientras se encuentran en el

Parque se encontró en la encuesta que la gran mayoría de los encuestados declararon no

disfrutar de ninguna de las que podrían llamarse atracciones, seguida de la opción de las

zonas verdes y la realización de eventos con una respuesta cada una.

Sobre la pregunta qué cree que el Parque de los Pies Descalzos le aporta a la ciudad de

Medellín (como se muestra en la Figura 75) se encontró que el 27% de los encuestados dijo

que mejoraba la imagen de la ciudad y en segunda medida que le aportaba mayor belleza

y más organización a las misma, en un segundo orden de percepción se encuentra la

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posibilidad de realizar actividades culturales, la atracción de turistas y la realización de

eventos.

Las personas abordadas en el Parque de los Pies Descalzos declararon en un 96% no

conocer el objetivo, concepto o filosofía del lugar. Sobre las reglas de comportamiento del

lugar la mayoría de las personas no las conoce, lo que hace pensar que no las han

contravenido y que sus comportamientos han estado acordes a lo que las autoridades

esperan. El 80% de la personas no sabían que había allí antes de que se construyera el

Parque, quizás porque aquí como en la mayoría de los espacios (exceptuando la Plaza

Cisneros) lo que se encontraba eran bodegas, parqueaderos, o algún tipo de espacio

dentro de la categoría de zonas entradas en desuso, por lo cual las personas no guardan

mayor recordación.

A la pregunta abierta qué cambiaría del espacio se encontró que la mayoría de personas

no cambiaría nada de él, sin embargo quienes si cambiarían algo dijeron que cambiarían el

entorno (Barrio Sagrado Corazón), algunos querrían mayor seguridad, otros menos, otros

quisieran que se realizaran allí más eventos. Sobre lo que los usuarios cambiarían de sus

características físicas, los encuestados cambiarían el mobiliario urbano, aquí no sólo por la

cantidad sino referido al confort, seguido de la arborización, que se refiere al hecho de

que existiera una mayor área de zonas verdes y también consideraron que la distribución,

la ubicación de los elementos arquitectónicos y del mobiliario podrían ser modificados

para obtener un espacio de mayor cualidad. (ver Figura 76).

El 86% de los encuestados consideró que Medellín es una ciudad que se ha transformado,

esbozando muchos de los argumentos que ya se han expuesto para los otros espacios y el

88% consideraron que el Parque de los Pies Descalzos ha contribuido a dicha

transformación. El nivel de satisfacción con el espacio fue el más alto de los registrados en

los espacios analizados. (ver Figura 77).

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3.3. CONCLUSIONES COMPARATIVAS A LA LUZ DE UN ESPACIO PÚBLICO

TRADICIONAL DE LA CIUDAD DE MEDELLÍN: EL PARQUE DE BOLÍVAR

Una vez presentados los resultados del trabajo de campo desarrollado en cada uno de los

espacios objeto de estudio, entendidos como espacios públicos que incluyen en su diseño

y concepción tendencias globales contemporáneas, el propósito aquí es realizar una

lectura de un espacio tradicional de la ciudad a la luz de los mismos conceptos y categorías

que orientaron la observación y la caracterización de los espacios objeto de estudio. El

Parque de Bolívar nos permite realizar una lectura comparada y analítica de la calidad y de

las cualidades del espacio a la luz de la pregunta por su aporte a la construcción de la

imagen competitiva de la ciudad.

3.3.1. El Parque de Bolívar como un Espacio Público Tradicional de la Ciudad

Hablar de espacio público tradicional en la ciudad de Medellín, remite a los primeros

espacios públicos, particularmente parque y plazas que se crearon en el centro de la

ciudad y que como tal constituyen una huella indeleble del devenir histórico de la misma;

de estos espacios creados en el periodo colonial y republicano, se seleccionó el espacio

del Parque de Bolívar debido a que es uno de los que más conserva sus características de

diseño originales y porque es un espacio densamente habitado y un referente con gran

fuerza simbólica en la ciudad de Medellín.

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Figura 78: Parque de Bolívar.

Fuente: Foto tomada de Álbum Medellín 1932 (Lonja de Propiedad Raíz, 1987)

En la Medellín colonial (finales del siglo XVI-principios del siglo XVII) los sitios públicos, se

definieron dentro del marco del trazado ortogonal ordenado por la legislación española y

giraban en los años iniciales alrededor de la manzana no construida, vacía, la plaza pública

que definía el centro de la ciudad y a medida que ésta crecía, el de los barrios. Esta plaza,

que usualmente tiene una iglesia y la casa cural en un lado y algún edificio público en otro,

desempeña funciones muy especiales en la vida de los habitantes de la ciudad y recibe

una significación jerárquica (Melo, 1997) en relación con el resto de espacialidades de la

ciudad.

La Plaza junto con su iglesia, se dibujan para este período como el emplazamiento

primario, simbólico y funcional de las distintas fundaciones en Hispanoamérica, pues sin

duda fue el escenario de la vida pública de las nacientes localidades, el lugar del mercado

y el comercio, de la representación del poder, tanto religioso, como económico y político.

La iglesia como hecho físico:

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*…+ es concebida entonces como el centro aglutinador del poblado: alrededor de ella y de la

plaza se congregan las familias y se desarrolla la vida social de la fundación; los caminos

principales llegan y salen de la plaza y pasan por la iglesia (…) En la organización del espacio

de los poblados, la plaza y la iglesia se constituyen en los centros vitales alrededor de los

cuales se ordena la división del espacio territorial y son estos, en tanto espacios simbólicos, los

lugares en torno a los cuales se desarrolla la vida social del poblado. (Uribe y Alvárez, 1998:

134; citado por González, 2007:26)

En torno a la figura de la plaza, se desarrolló la retícula de las futuras expansiones

urbanas. En una clara relación centro-periferia que ha marcado el crecimiento de Medellín

y de las ciudades latinoamericanas en general. Hasta finales del siglo XVIII (Melo, 2007) los

espacios públicos se reducen a la plaza principal y a las vías.

La segunda mitad del siglo XVIII y el primer cuarto del siglo XIX es un periodo fundamental y

decisivo en la historia de Antioquia y, particularmente, de la ciudad de Medellín. Es un periodo

de cambios y transiciones, que va de la implantación del pensamiento ilustrado a los

intelectuales orgánicos del movimiento emancipador de Antioquia, del fin del período

histórico colonial a los inicios del republicanismo. (González, 2007: 16-17)

Según Luis Fernando González (2007:17-19) Los gobernantes borbónicos como Francisco

Silvestre y Juan Antonio Mon y Velarde tienen un gran protagonismo en estas

transformaciones, las políticas de poblamiento de la época si bien retomaban algunos

aspectos de las leyes de indias, se distanciaban de ellas, para adaptarlas a las condiciones

sociales, culturales y físicas de la región. Determinaciones introducidas por estos

personajes especialmente referidos a la higiene y a la arquitectura comenzaron a moldear

los principales centro urbanos.

Para finales del siglo XVIII existirían tanto el día de mercado como los locales

especializados para la actividad comercial –pulperías-, quedando atrás las formas

tradicionales de trueque e intercambio en cualquier lugar. (González, 2007:18) Otras

determinaciones como las del aseo de calles, la incorporación del agua con el traslado de

acequias de la fuente natural a las pilas o fuentes públicas, la construcción de paseos y

puentes urbanos, las disposiciones sobre mejoramiento de viviendas, las nuevas tipologías

edilicias, etc., implicaron que los rudimentarios centros “se convirtieran en verdaderos

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recintos urbanos que se diferenciaban del entorno rural inmediato, iniciándose así el

distanciamiento entre la cultura urbana y rural”. (González, 2007: 18)

En 1868 la ciudad recibe su nombramiento como nueva sede diocesana, al recibir el

carácter de sede episcopal se planea la realización de una nueva catedral (a 500 metros de

la quebrada Santa Elena) en el barrio “Villanueva”, lote donado por el ingeniero Tyrell

Moore, inversionista extranjero. Este hecho une -según Melo (1997)- tres elementos que

serán decisivos en la siguiente etapa: el diseño de ingenieros, la especulación en tierra

urbana, con un cierto sentido de planeación urbana y finalmente el servicio a la

comunidad, ya que este ingeniero regala el lote para el Parque de Bolívar.

Se considera que este proyecto en particular marcó un hito en el comienzo de

modernización de la ciudad, Verónica Perfetti (citada en Universidad Nacional de

Colombia, 2006: 63) señala que con el nacimiento de Villanueva “el ejerc icio de la

arquitectura se abrió nuevas dimensiones pues los ingenieros de minas, dentro de las

expectativas de la élite, comenzaron a preocuparse por el aspecto de la ciudad. Fue el

paso de la estructura concebida por el maestro de obra, al proyecto arquitectónico en

manos de ingenieros”

La otra cara de la donación, era la valorización de tierras, pues en ese entonces la acción

pública iba detrás de la iniciativa privada en todo cuanto se refería al desarrollo urbano. A

finales de siglo esta zona de Villanueva se convirtió en un elegante sector residencial.

(Universidad Nacional de Colombia, 2006: 63)

Según Melo (1997) dentro de todos estos cambio, para mediados del S. XIX la plaza

pública deja de ser la referencia central, pues dos elementos arrastran la atención; por

una parte la quebrada misma que se convierte poco a poco en el centro de la ciudad, y

esto lleva a que se la trate pronto como un primer esbozo de paseo estéticamente valioso,

al abrirse, de Junín al oriente, las dos vías paralelas a la quebrada, las “avenidas” derecha

e izquierda, que reemplazan los bajos inundables (“la playa”) en las que se siembran

ceibas hacia 1875 y se empiezan a construir quintas con nuevos criterios arquitectónicos.

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Para este período comienza a evidenciarse un desplazamiento del foco de crecimiento de

la ciudad de la margen izquierda de la quebrada Santa Elena en torno a la plaza mayor o

de Berrío, al costado derecho en el sector norte en torno a Villanueva que se constituye

en el polo de desarrollo más importante de la ciudad en los años venideros. (Universidad

Nacional de Colombia, 2006: 65)

Los años de 1875 a 1910 son de transición hacia un dominio de los elementos

conceptuales propios de la ciudad moderna. Esta transición se advierte en el surgimiento

de criterios urbanísticos integrales referidos al espacio público y que se expresan en el

nuevo parque de Bolívar, en el diseño de las avenidas de la quebrada, y en el rediseño de

la plaza Mayor, Parque de Berrío desde 1891. Igualmente en la magnitud de las obras

urbanas: la más simbólica, la nueva Catedral Metropolitana en el Parque de Bolívar, que

por su tamaño desborda la escala de los edificios urbanos tradicionales y apunta a la

monumentalidad.

En el siglo XX, y sobre todo con la apertura del Club Unión y del salón de té Astor, de

pastelería suiza, sobre Junín, esta calle se convierte en un paseo que une la vieja plaza

central con el parque de Bolívar. Sin embargo, hasta 1947 la Plaza de Berrio es, con la

Plaza de Cisneros para los más masivos encuentros, el sitio de definición pública y popular

de la política, complementado con las calles que hacen esquina junto a la gobernación.

Entre 1920 y 1950 la Playa, que es ya sitio de vivienda elegante, se consolida con el

proyecto para su cubrimiento: se había convertido la quebrada que atravesaba la ciudad

en una cloaca a la que llegaban los desagües de todas las construcciones. El cruce de la

playa con Junín, vía al Parque de Bolívar, con su café La Bastilla, se vuelve sitio de

encuentro y en general Junín es sitio de paseo cotidiano hasta los años sesenta, cuando

comenzó a ser invadido por un nuevo elemento dominante del paisaje urbano: los

mendigos y vendedores ambulantes.

Así constituido, inaugurado como parque en 1892 y con su catedral en 1931, el Parque de

Bolívar se ha reformado constantemente para adaptarlo a las cambiante condiciones

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urbanas, (integración con la catedral, remoción del cerramiento, cambio de bancas y

mobiliario como farolas y pisos, etc.)

Cuando en la década de los 60 se construyó la avenida oriental el parque quedó

desarticulado del barrio Prado por esta barrera, dejándolo en una especie de aislamiento

que propició que allí proliferara la permanencia de habitantes de la calle, prostitutas y

prácticas delincuenciales que hicieron menoscabo sobre su ocupación y usos

diversificados y lo marcaron como uno de los espacio más peligrosos del centro de

Medellín. Sin embargo se llevaron con el paso de los años múltiples campañas para

recuperarlo y devolverlo a la ciudadanía. Su última intervención se dio en el año 2001,

durante el segundo mandato del alcalde Juan Gómez Martínez que ya lo había intervenido

en la década de los 90, en esta ocasión se instaló un CAI (centro de atención inmediata de

la policía nacional), que se reinstaló de nuevo en el 2001 aumentando permanente la

presencia de la Policía en el barrio.

En el 2006 se comenzaron a realizar algunas actividades pedagógicas con el fin de generar

un cambio en la dinámica del parque y se instalaron las nuevas bancas de metal y madera

que conserva hasta la fecha (que son parte del nuevo mobiliario urbano que se colocó por

toda la ciudad), las cuales reemplazaron las bancas de cemento puestas por la Sociedad de

Mejoras Públicas y que tenían el escudo de dicha entidad tallado en el espaldar.

Actualmente con los programas sociales y la presencia de la fuerza pública, el parque ha

recuperando la seguridad. A pesar de los problemas sociales, el Parque de Bolívar sigue

siendo un lugar de encuentro muy representativo de la ciudad, ha sido testigo de las

transformaciones de Medellín sobre las cuales como se ha expuesto no ha sido ajeno, a

pesar de lo cual ha mantenido su carácter cívico y su vocación como sitio de encuentro de

las poblaciones más diversas. Actualmente es un espacio abierto, articulado con su

entorno, completamente accesible, con una tupida arborización, en el cual se permite

todo tipo de actividades y grupos poblacionales, estos se han apropiado el espacio y

conviven armónicamente con sus diferencias.

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Los jubilados, la comunidad LGBT, los artistas callejeros, los predicadores, los venteros

ambulantes, la policía, las prostitutas, constituyen este paisaje pintoresco que alberga

eventos tradicionales de la ciudad como la retreta (música y teatro en vivo los domingos

en la mañana) y el mercado artesanal de San Alejo los primeros domingos de cada mes.

etc; de esta manera el Parque de Bolívar con sus características socio-espaciales, se

constituye para esta investigación en un modelo o tipo ideal, que como un lente o filtro

que permite analizar críticamente las características de los nuevos espacio públicos y las

tendencias contemporáneas en la concepción de estos.

3.3.2. Caracterización del Parque de Bolívar desde el Sistema de Objetos y

el Sistema de Acciones: Fijos y Flujos en un Espacio Público

Tradicional

El Parque de Bolívar se caracteriza desde el punto de vista físico-espacial por ser un

espacio abierto y totalmente público, bastante distante a la figura del contenedor, es

espesamente arborizado, un espacio que guarda una profunda relación con su entorno,

que se caracteriza por contener dinámicas y ritmos asociados a la agitada vida del centro

de la ciudad caracterizada por la densidad del comercio, por la mixtura de usos, por el

préstamo de servicios de toda índole y en consecuencia por la magnitud de los flujos

poblacionales, la permeabilidad es alta.

El parque cuenta con buenas vías de acceso (ver Figura 82: Ficha 1. Parque de Bolívar:

Información general yFigura 83: Ficha 2. Parque de Bolívar: Colectivización:

Accesibilidad, permeabilidad y transitividad), pero debido a la congestión vehicular

constante del centro de la ciudad y al hecho de que no es atravesado por rutas de buses

específicas y a que no se ubica en las cercanías de ninguna estación del Metro, la llegada

al Parque se da principalmente peatonalmente por las vías que lo rodea y por el Pasaje

Junín tradicional y emblemático espacio público de la ciudad de Medellín.

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Figura 79: Ficha 1. Parque de Bolívar: Información general.

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Figura 80: Ficha 2. Parque de Bolívar: Colectivización: Accesibilidad, permeabilidad y transitividad.