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Número 5 Ejemplar gratuito DIARIO FICUNAM 2018

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Número 5 Ejemplar gratuitoDIARIO FICUNAM 2018

DIARIO FICUNAM 2018 es una publicación gratuita del Festival Internacional de Cine unam. Editores en jefe: Alejandra Acosta Chávez y Pedro Emilio Segura Bernal. Diseño gráfico: Alejandra Acosta y Pedro Segura. Corrección de estilo: Mario Chanona. Idea original: Alejandra Acosta y Pedro Segura. Colaboradores: Eva Sangiorgi, Roger Koza, Alejandra Acosta, João Pedro Rodrigues. Agradecimientos: Antonio Reis y Margari-da Cordeiro. La imagen del póster es un fotograma de Trás-os-Montes. António Reis y Margarida Cordeiro, Portugal, 1976. Las publicaciones aquí pre-sentadas son propiedad y de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan ni están vinculadas a la Universidad Nacional Autónoma de México. Se prohíbe su reproducción total o parcial. Certificados de licitud y contenido en trámite. ¡Goya! ¡Goya! ¡Cachún cachún ra ra, cachún cachún ra ra! ¡Goya! ¡Universidad!

1. EL QUINTOEva Sangiorgi

2015. La retrospectiva más complicada de aquel año fue la de Ali Khamraev y tuvimos que hacer magia para que sucediera. Aprendimos los tiempos y los detalles de la comunicación con Instituciones históricas. Él fue el más feliz de estar en México y posiblemente el invitado más efusivo que hayamos tenido.

Dr. Lakra diseñó la imagen que invadió la ciudad como un mural en diferentes versiones. Régis Hebraud fue él más elegante y es-tuvo sensacional que presentara el trabajo de Raymonde Carras-co en México. Sergei Loznitsa demonstró que los matemáticos tienen el mejor sentido del humor y creo que los colombianos, Luis Ospina y compañía, tropicalizaron la entera edición. FICUNAM

2. La pELícULa dEL fEsTIvaLRoger Koza

Supongo que un joven cinéfilo en 40 años verá Trás-os-Montes como un aerolito que resguarda imágenes de un tiempo remoto; una pieza de tiempo sin réplica en el presente. La vida rural de Portugal en la década de 1970 le parecerá una alucinación proveniente de un planeta que también inventó el cinematógrafo. ¿Qué filmaban estos alieníge-nas? ¿En qué era?

Dije “cinematógrafo” y evité la palabra “cine”, una distinción que no suele hacerse a menudo. Pero Trás-os-Montes poco tiene que ver con la tradición de Griffith, e incluso con otras como la de Vértov y Eisenstein, que quisieron dispensar al pueblo un sistema móvil de re-presentación total. Lo que consiguen aquí António Reis y Margarida Cordeiro pertenece a otra tradición. Trás-os-Montes no es estricta-mente un film bressoniano, pero sí lo es en espíritu. ¿Qué podía al-canzar el cinematógrafo? En este film de Reis y Cordeiro se consigue espiarlo: la vida espiritual de un pueblo se enuncia en imágenes y sonidos; la experiencia subjetiva se objetiva y esa palabra tan anémi-ca por su excesivo uso adquiere una prístina valencia y toma cuerpo sonoro y visual. Es que el pueblo se ve, se escucha; el pueblo como la indispensable suma que aporta cada individuo que pasó por un te-rritorio en un tiempo, dejó su huella y se fundió en un coro sin límite.

En un pasaje imperceptible de Trás-os-Montes, una voz en off irrum-pe en el film y habla en nombre de todos. ¿Es la voz del pueblo? Probablemente. Esa voz se oye en el momento en el que los niños empiezan a perder el protagonismo que tienen en la primera hora de la película, pasaje que se puebla de rostros, en la mejor tradición del cine de Pelechian y Pasolini. El rostro de un hombre, de cualquier hombre, el rostro que el cinematógrafo consigue aislar de los prejui-cios y juicios que todo hombre posee, ese hombre que en sus faccio-nes singulares todavía puede exhibir los signos universales en los que un filósofo como Levinas creyó ver algo esencial para conjeturar que ahí reside el impedimento de la aniquilación.

Lo que se ve entonces en Trás-os-Montes es el rostro del pueblo y con él viene una voz que nunca es la de aquellos que aparecen en pantalla. Esa voz indica que las leyes pertenecen a unos pocos y que estas no son conocidas por la mayoría de los hombres. Esa ley le es lejana al niño pastor que en el inicio cuida a sus cabras, a las mujeres que hilan sus prendas, a los campesinos que ayudan a sus burros en la tarea del arado, a los pescadores que enseñan a sus descendientes el secreto de su oficio, a los mineros que alguna vez trabajaron día y noche en las minas que ahora están abandonadas y que permiten decir que aquí se habita una “tierra de ausentes”. Esas figuras dispersas en el film van reuniendo el caleidoscópico retrato de una comunidad que vive en las montañas. Lo que está detrás de las montañas es la ciudad; siempre distante, inalcanzable, como se percibe en una panorámica en la que un misterioso hombre visto de espaldas dirige su mirada hacia allí. La máxima expresión de ese otro lado, la constancia de que existe, es

3. UN GOYa cON MaRGaRIda cORdEIROAlejandra Acosta Chávez

4. RECOMENDACIONES de João Pedro Rodrigues(Competencia ficunam 2017)

MillaValerie Massadian, Francia, 2017, 128’+ Sábado 03 de marzo, 16:00 hrsSala Miguel Covarrubias - CCU

+ Domingo 04 de marzo, 11:45 hrsSala Carlos Monsivaís - CCU

Farpões, BaldiosMarta Mateus, Portugal, 2017, 25’

+ Lunes 05 de marzo, 16:00 hrsSala José Revueltas - CCU

+ Sábado 03 de marzo, 16:00 hrsSala Carlos Monsivais - CCU

una motocicleta, un tren y la presencia de una ruta pavimentada por la que transita un hombre a caballo.El resto parece detenido en el tiempo, aunque el film jamás carece de una conciencia histórica que determina el punto de vista. Hay una escena rarísima en la que se habla de reyes y el tiempo aludido es el año 1309. Los ocasionales protagonistas están por contraer matrimo-nio. ¿Cuándo sucede todo esto? El tiempo de los pueblos es siempre indeterminado y en ocasiones es absorbido por la imposición circular del orden de la naturaleza, pero esa fuerza del entorno no subsume la puesta en escena. El tiempo es aquí una yuxtaposición de épocas y recuerdos, como se puede apreciar en la hermosa escena en la que la madre de una niña recuerda su pasado y el momento en que la niña conoce a su padre, a quien jamás había visto. Cuando él se marcha, la niña espera hasta que la figura de su padre sea ya imposible de registrar. Pura emoción, sin nada que subraye. La distancia y la dura-ción de cómo esa distancia evoluciona es suficiente. Más enigmático es una escena en la que dos niños son confundidos por sus abuelos. ¿Quiénes son esos hombres? ¿En dónde están? La puesta en abismo es un principio constitutivo del relato.

Trás-os-Montes trabaja su relato como si fuera un poema, un sueño, un mito, una carta. Ningún plano luce descuidado y menos aún parece estar ahí por mero capricho. Los movimientos de cámara son pocos pero precisos, y la laboriosa banda de sonido se ciñe a estimular con un sonido la imaginación, más que a doblar lo que una imagen presu-pone emitir como materia sonora. Es que hay en Trás-os-Montes una hermosura del mundo que ya no se consigue observar en el cine.

En la penúltima escena, que tiene lugar en la tarde, o más bien en el breve lapso de tiempo en que la tarde deviene en noche –intersec-ción horaria que ya asigna al fotógrafo una misión de apropiarse de la sombra que desdibuja los contornos de las cosas–, apenas se puede seguir el paso de un tren. El humo que desprende la locomotora tiene la gracia física de las nubes, con las que se empieza a combinar en un impreciso cielo nocturno. El sonido del tren es poderoso, al campo visual no le queda otra opción que entregarse a la oscuridad. Pero antes hay un mínimo evento, suficiente para coronar la delicadeza de la película: la nube industrial de la locomotora se disipa lentamente en la nada. La sustancia alcanza su insustancialidad, desaparece el reino de lo visible, desaparece el dominio del cine.

A continuación, un plano con la suficiente profundidad de campo para divisar las cabras del pastor solitario que anda por las montañas refuerza la relación de ese hombre con el ecosistema. El viento suena como nunca, se vuelve más insistente e indomable. Es el fin. Después de ese cierre cósmico, solamente quedan el recogimiento y un pro-fundo agradecimiento hacia Reis y Cordeiro; su ópera prima ha resti-tuido la fe en el cine. Éstas son experiencias escasas, de las que no se olvidan nunca y acompañan la vida de un cinéfilo por siempre. FICUNAM

5. sOBRE aNTÓNIO REIs Y MaRGaRIda cORdEIROJoão Pedro Rodrigues

Para Margarida Cordeiro

60António Reis, Poemas Cotidianos

Dos soldadosvande la mano

como amantes

La patrullano tardará en buscarlos

como perros

Los soldadosque van de la manotienen un nombre

Ellos no llegarán a ver los escaparates y el ríolos dos soldados

y no se sentaránen la bancadel jardín

La patrulla no tardaráen encontrarlos

António Reis fue mi profesor en la Escuela Superior de Teatro y Cine de Lisboa de 1985 a 1988. En ese último año, realicé un corto de fin de cursos titulado El Pastor. En éste, volví a mi infancia, a las histo-rias contadas por mi abuelo del Alentejo y transmitidas a mi madre: un pastor, huyendo a la soledad de la jubilación, regresa a la Vila Rosario, la finca de mi abuelo donde siempre había vivido. “¡Volví a trabajar!”, le dice al patrón - personaje que en la película viste el traje negro de mi abuelo -, para morir a continuación. Yo pasaba las vaca-ciones en Vila Rosario. Mi abuela me hacía el almuerzo y yo iba a comer con los pastores y las ovejas, entre encinas y alcornoques. Fue-ron ellos quienes me mostraron las últimas avutardas y los sisones, los grúas que se posaban en la llanura para alimentarse y descansar durante las migraciones invernales.

Estoy seguro de que mi primera película habría sido otra si António no hubiera sido mi profesor. Antonio murió inesperadamente en 1991 y nunca le mostré la película.

Durante sus clases, asistimos al rodaje de algunas escenas de Rosa de Arena, su última película (co-realizada con la mujer, Margari-da Cordeiro, en 1989). Las escenas fueron filmadas en el antiguo edificio de la Facultad de Ciencias donde yo alguna vez estudié Biología en 1985 para después abandonar y estudiar cine en el Conservatorio. En una de las escenas filmadas, António y Mar-garida filmaron a un científico que había sido colega de mi padre en el Instituto Portugués de Oncología, el Dr. Antonio Manuel Baptista. Lo filmaron divertido, jugando la peonza (si no recuerdo mal, esta escena no es parte del montaje final de la película). Esa lúdica irracionalidad nunca me abandonó.

Para este Diario, me pidieron que escribiera sobre Trás-os Montes (también co-realizado con Margarida Cordeiro en 1976) y sobre la “vida de las formas” que António me enseñó, o me hizo ver y sentir. ¿Es posible escribir sobre ese misterio, concreto pero inefa-ble de que António nos hablaba en las clases? Fue ahí donde, para mí, todo comenzó.

En 1998, en un sorprendente viaje con João Rui, Guerra da Mata, Margarida Cordeiro, Ilda Castro y Fernanda Teixeira, en los confines de Eslovaquia, en busca de las raíces de Andy Warhol, en un viejo Skoda alquilado. Paramos en las montañas del Parque Nacional del Paraíso de Eslovaquia, volví a mirar (y a sentir) como sólo António me había hecho mirar, hacia la Naturaleza. Fue en una tarde de junio, salimos del coche y dimos un paseo a la orilla del río. Margarida miró a la campana de una pequeña flor morada y allí vio la catedral de Brasilia dibujada por Oscar Niemeyer. Explicó la estructura de las delicadas nervaduras que atraviesan los pétalos translúcidos y juntos construimos aquel edificio modernista hecho de hormigón y luz.

Margarida regresó a Lisboa el día siguiente a votar a favor de la lega-lización del aborto en el referéndum del 28 de junio en la que no se aprobó la ley (hasta el 2007 se despenalizó el aborto en Portugal). Es-tuve muchos años sin ver a Margarida. Sólo nos volvemos a encon-trar en el 2015, durante la filmación de mi última película (El Orni-tólogo, 2016), que sucede en Trás-os-Montes, donde Margarida vive actualmente. Fue ella la que me ayudó a encontrar el souto centenario donde filmé la penúltima escena de la película. Y por la racionalidad irracional de esta película volví al Trás-os-Montes que había dejado en un aula; Volví a los ríos, a las piedras, a los árboles, a los animales y a los mitos que reencontré, inmutable, inscritos en el paisaje.

Sólo el año pasado leí la poesía de António Reis, edición comple-tamente agotada. ¿Por qué António nunca nos mostró su poesía? Entre esos 100 poemas escritos en el Puerto de 1952 a 1962 y editados por primera vez en 1967, está el poema transcrito en epí-grafe, el número 60 de ese centenar.

¿Será que El Pastor habría sido mi primera película si hubiera leído la poesía de António Reis y el sorprendente poema número 60? ¿Habría soñado toda la vida con esta poesía? Por una feliz ¿coincidencia?, En esta edición de ficunam, Trás-os-Montes pa-sará junto con La Momia, maravillosa película egipcia de Shadi Abdel Salam (1969)... películas únicas, de misterios tan cercanos y distantes. FICUNAM

¡Goooooya!¡Universidad!