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NOTAS Y COMENTARIOS EL HOMBRE ARGENTINO COMO PROBLEMA Cada poco tiempo, y a propósito de los asuntos más diversos, se escuchan o se leen reflexiones acerca de los rasgos y caracteres del hombre argentino. El tema no es nuevo ni se ha planteado por exigencias de índole académica. El planteo del problema, y asimisim :: : reiteración en la historia del pensa- miento argentino, se agudiza en los t ..;..pos de crisis que, de tanto en tanto, azotan al país. No se trata, bien se advierte, de una cuestión de gabinete que los estudiosos y los escritores puedan abordar con prescindencia de las condicio- nes históricas, políticas, sociales, económicas y culturales de la Argentina. Otros países también se plantean esta dificultad. Basta recordar el Brasil, Mé- xico, los Estados Unidos de Norteamérica. El interrogante está condicionado históricamente y depende del momento histórico a que lo refiramos. Supuesto que la historia es continuidad y discontinuidad, tradición e innovación, nece- sidad y libertad, pasado y novedad, la respuesta a la dificultad no puede ser uniforme. El hombre a ¡gen tino no es un paradigma extrahistórico con sesgos y caracteres ideales, que se pueda ofrecer prescindiendo de su inserción en la historia real y concreta. Del mismo modo que hay condiciones históricas en el planteo del problema, también las hay en la respuesta o en las respuestas. ¿Cuándo surgió con claridad la dificultad? El interrogante acerca de la lisonomía física y cultural del hombre argentino se levanta en el siglo XIX, cuando las grandes figuras civiles se abocan a la formación de la conciencia nacional. Durante la primera mitad de aquél siglo, hubieron dos actitudes en torno de la formación de la conciencia nacional: la de los hombres de la ge- neración de 1821, unitarios en política, neoclásicos en literatura e ideólogos en filosofía. La ideología es una variante de la filosofía de la ilustración o de las luces. Esta última había penetrado en la historia del pensamiento argentino con algunos hombres de la Revolución de Mayo: Belgrano, Castelli, Vieytes, Moreno, Monteagudo, Moldes. La promoción de gentes de 1821 está repre- sentada en lo político por Rivadavia y Lavalle, en las letras por Juan Cruz Várela, Juan Valentín Gómez, Florencio Várela; en la filosofía por Crisósto- mo Lafinur, Juan Manuel Fernández de Agüero, Diego Alcorta. Estos hom- bres buscaron la formación de la conciencia nacional mediante una fuerte vo- luntad política concentrada en el Estado. Sostienen que las instituciones polí- ticas y sociales están fundadas en la razón humana. Conciben el proceso his-

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NOTAS Y COMENTARIOS

EL HOMBRE ARGENTINO COMO PROBLEMA

Cada poco tiempo, y a propósito de los asuntos más diversos, se escuchan o se leen reflexiones acerca de los rasgos y caracteres del hombre argentino. El tema no es nuevo ni se ha planteado por exigencias de índole académica. El planteo del problema, y asimisim :: : reiteración en la historia del pensa­miento argentino, se agudiza en los t..;..pos de crisis que, de tanto en tanto, azotan al país. No se trata, bien se advierte, de una cuestión de gabinete que los estudiosos y los escritores puedan abordar con prescindencia de las condicio­nes históricas, políticas, sociales, económicas y culturales de la Argentina. Otros países también se plantean esta dificultad. Basta recordar el Brasil, Mé­xico, los Estados Unidos de Norteamérica. El interrogante está condicionado históricamente y depende del momento histórico a que lo refiramos. Supuesto que la historia es continuidad y discontinuidad, tradición e innovación, nece­sidad y libertad, pasado y novedad, la respuesta a la dificultad no puede ser uniforme. El hombre a ¡gen tino no es un paradigma extrahistórico con sesgos y caracteres ideales, que se pueda ofrecer prescindiendo de su inserción en la historia real y concreta. Del mismo modo que hay condiciones históricas en el planteo del problema, también las hay en la respuesta o en las respuestas.

¿Cuándo surgió con claridad la dificultad? El interrogante acerca de la lisonomía física y cultural del hombre argentino se levanta en el siglo XIX, cuando las grandes figuras civiles se abocan a la formación de la conciencia nacional. Durante la primera mitad de aquél siglo, hubieron dos actitudes en torno de la formación de la conciencia nacional: la de los hombres de la ge­neración de 1821, unitarios en política, neoclásicos en literatura e ideólogos en filosofía. La ideología es una variante de la filosofía de la ilustración o de las luces. Esta última había penetrado en la historia del pensamiento argentino con algunos hombres de la Revolución de Mayo: Belgrano, Castelli, Vieytes, Moreno, Monteagudo, Moldes. La promoción de gentes de 1821 está repre­sentada en lo político por Rivadavia y Lavalle, en las letras por Juan Cruz Várela, Juan Valentín Gómez, Florencio Várela; en la filosofía por Crisósto-mo Lafinur, Juan Manuel Fernández de Agüero, Diego Alcorta. Estos hom­bres buscaron la formación de la conciencia nacional mediante una fuerte vo­luntad política concentrada en el Estado. Sostienen que las instituciones polí­ticas y sociales están fundadas en la razón humana. Conciben el proceso his-

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tórico y sus hechos como funcionamiento de la razón, la ciencia histórica como la reconstrucción racional de ese proceso y esos hechos. Son hombres que no tienen desarrollada la conciencia histórica. Desde el Estado tratan de modelar la conciencia del pueblo, la conciencia nacional. Colocan el Estado antes que la Nación y mediante un hiperdesarroUado afán legislador, que se toma así en legiferante, propio de la filosofía política de la época, tratan de crear la conciencia nacional del país.

La otra vía seguida en la formación de la conciencia nacional durante la primera parte del siglo XIX, es la del historicismo romántico de la generación de 1837, a la que pertenecen hombres como Echeverría, el maestro de esa promoción y sin el cual no se explican las demás figuras: Alberdi, el pensador más profundo de la generación; Sarmiento, el hombre de acción y el realiza­dor; Juan María Gutiérrez, el crítico e historiador literario; Vicente Fidel Ló­pez y Bartolomé Mitre, historiadores. Estos hombres pensaban que el fin del proceso histórico está dentro de la historia misma. Habría en la historia un plan humano de carácter teleológico. La historia no se gobierna desde una razón extrahistórica, como decían los hombres de la ilustración y la ideología. Tiene una finalidad inmanente que se realiza en cada pueblo, en cada na­ción, en cada cultura. Estos hombres pensaron que había un modo argentino de realizar la ley del progreso del espíritu de la humanidad. La nación era, para ellos, anterior al Estado. Se había ido formando en los siglos de vida pre-independiente y había hecho eclosión en los años comprendidos entre la Re­volución de Mayo y la declaración de la independencia en el Congreso de Tucumán. La formación de la conciencia nacional no dependía tanto de una fuerte voluntad política cuanto de las creencias, usos, preferencias, ideas, len­gua, religión del pueblo, a cuyas particularidades los hombres de gobierno y de Estado debían estar atentos.

Ambas generaciones, la de 1821 y la de 1837, poseían una concepción europeísta del hombre argentino, aunque en distinta medida y grado. La pri­mera no sólo rompió los lazos políticos con España, sino que rompió los lazos .culturales. Basta recordar su actitud en materia de lengua, literatura, filosofía política. Prefería las influencias francesas. La segunda atendía a las particu­laridades históricas y geográficas, pero las metas que perseguía eran las mis­mas que la de la generación de 1821. Proyectaba bada adelante la imagen del hombre argentino europeizado. La realización concreta de esa imagen euro­peísta del hombre argentino mediante la inmigración latina, trajo como conse­cuencia la quiebra de la continuidad étnica hispano-criolla, cierta incongruen­cia en la situación social de las gentes y cierta invertebración cultural. Aunque algunas figuras de la generación de 1837 renegaron en su juventud de la tra­dición étnica y espiritual del país, trabajaron con su riqueza espiritual, que les dio su lengua, aciertos, brío v calidad. Recordemos a Facundo de Sarmiento.

Con vida dilatada, hombres de la generación del ihistoricismo romántico alcanzaron a ver los resultados de su proyecto. Con desasosiego advirtieron que no se habían cumplido todas las promesas. Adquieren conciencia de la crisis que se produce en el país. Buenos ejemplos de esta situación son Sarmiento y Alberdi. El primero no sólo se plantea el problema de la formación de la con-

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ciencia histórica, como en sus años juveniles, sino que se plantea el problema del hombre argentino en su última obra: Conflictos y armonía de las razas en América. En esta obra inconclusa y marrada, la cuestión se formula en estos términos: "¿Argentinos? Desde cuándo y hasta dónde, bueno es darse cuenta de ello". Y trata de responder a la pregunta mediante investigaciones étnicas. Algo semejante le ocurre a Alberdi en Peregrinación de Luz del Día en Amé­rica, uno de sus libros de la vejez amarga. Allí muestra que no sólo el argen­tino no se europeiza según las previsiones de su generación, sino que la cul­tura del otro mar degenera en la pampa. A partir de este momento el proble­ma del hombre y la cultura argentina comienza a ser punzante. Desde enton­ces acá, vuelve una y otra vez en los tiempos de crisis.

Otro aspecto tiene esta cuestión: ¿Dónde, en qué sector cultural aparece por primera vez el problema? Se plantea primero en el terreno político, más tarde en el literario y después en la investigación histórica y sociológica. En nuestros días la pregunta se alza en todas las actividades culturales, desde las que tienen un sesgo práctico, como la filosofía política, la sociología, la política, la economía, hasta aquellas que tienen menores urgencias pragmáticas, como la historia, las letras, la antropología cultural, las artes plásticas y musicales, ia filosofía, las ciencias. En el terreno político recordemos la dura brega civil de Mitre, Sarmiento, Alberdi, Avellaneda. Y naturalmente, los hombres que no compartían las metas europeístas de aquéllos, que se planteaban en térmi­nos disyuntivos: "civilización o barbarie". ¿Quiénes son esos hombres? José Hernández, Estanislao del Campo, Guido Spano, Vicente Quesada, Manuel Sáez y tantos otros. Están animados de un romanticismo social de carácter realista, que reacciona en defensa del hombre nativo frente a la inmigración europea que desubica socialmente a las gentes nativas.

En el terreno literario la conciencia del problema del hombre argentino aparece en el Martín Fierro, que es el anti Facundo de Sarmiento, donde Her­nández muestra la concepción del mundo, los usos y costumbres las creencias c ideas del hombre de la pampa, con sus virtudes y sus defectos, en lucha desigual con los intereses de la ciudad v la inmigración europea. Recordemos también el Fausto, de Estanislao del Campo; y Santos Vega, de Hilario As-casubi. Ya en nuestra siglo, cuando el gaucho se ha convertido en peón de es­tancia, conoce el automóvil y el jardín, hav que mencionar como otra cumbre literaria a Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes. Más tarde el problema se plantea en el terreno de la historia y la sociología. Buenos es señalar aquí algunos autores y obras importantes: José M. Ramos Mejía con sus Multitudes argentinas, Juan Agustín García con La ciudad indiana y Carlos Octavio Bun-ge con su libro Nuestra América. Otros nombres y otras obras llegan a nuestro recuerdo: Tradición Nacional, de Joaquín V. González; Blasón de Plata y Ew-rindia, de Ricardo Rojas; Estampas del Pasado, de José Luis Busanidhe. Y entre los escritores y libros de imaginación ¿cómo olvidar los nombres de Flo­rencio Sánchez, Gregorio Laferrére, Roberto Payró, cuyas novelas y dramas tratan precisamente del encuentro, choque y asimilación de la vieja Patria hispano 1 criolla con el clásico influjo de la inmigrante sangre latina y el no me­nos clásico influjo de la cultura francesa?

En nuestros días, la cuestión del hombre argentino, su imagen, sus rasgos

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y destino, es una preocupación general de todos los sectores de actividades cul­turales. Con perspectiva filosófica se han ocupado de ella Alejandro Korn en Influencias de las ideas filosóficas en la evolución nacional y en Filosofía Ar­gentina; Coriolano Alberdi en Deutsche Philosophie in Argentinien; Juan Luis Guerrero en sus cursos universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires; Carlos Astrada en su libro Mito gaucho; Ricardo Rojas en Ar-gentinidad. En la literatura actual, con intuición y reflexión, con aciertos indudables, encontramos a Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Scalabrini Ortiz, H. A. Murena, Leonardo Castellani. En el dominio del en­sayo son inesquivables los nombres de Bernardo Cañáis Feijoo, Homero Gu-güelmini, Ezequiel Martínez Estrada, José Luis Romero, Adolfo Prieto, Carlos Mastronardi, Juan José Hernández Arregui, Julio Mafud y tantos otros. En la crítica literaria han rastreado esta cuestión Roberto Giusti, Emilio Soto, Ángel Battistessa, Ernesto Sábato. En la historia y crítica de las artes plásticas, José León Pagano, Julio Payró, Romualdo Brughettí. Cuenta también como muy importante la búsqueda del hombr argentino por parte de pintores, es­cultores, grabadores, músicos y arqu?

Otra faceta de la cuestión que jideramos se refiere al modo de plan­tear el problema. En términos sencillos ~ ¿Cómo se ha planteado la cuestión? Naturalmente el interrogante no tiene un planteo uniforme a través de la his­toria argentina, si como hemos dicho está siempre condicionado históricamente. No plantea la dificultad un Juan Agustín García, que indagaba los rasgos psicológicos y espirituales del argentino viejo, el de los siglos XVII y XVIII, de la misma forma que un Carlos Octavio Bunge, que rastreaba aquellos ras­gos a través de la formación étnica y biológica del pueblo argentino, o que un Ricardo Rojas, un Alejandro Korn o un Carlos Astrada, que buscan la ar-gentinidad en el sistema de valores y creencias, en el fondo axiológico del pue­blo argentino. Pero no sólo existen diferencias en los enfoques y métodos de investigación. Hay diferencias también en la ubicación y contenido de la cuestión según sea el momento histórico en que la consideremos. Hay diferen­cias notables entre los rasgos del argentino de antes del impacto producido en la sociedad argentina por las corrientes inmigratorias y el argentino des­pués de ese choque y asimilación social. Es muy diferente el argentino de la primera parte del siglo XIX, o si se quiere el hispano-criollo de los siglos XVII y XVIII, y el argentino de 1890 o el argentino de nuestro tiempo. Juan Agus­tín García caracterizaba al pueblo argentino viejo con los siguientes rasgos: fe en la grandeza futura del país, culto del coraje, pundonor criollo, senti­miento de fidelidad, el desprecio de la ley, el afán de enriquecerse, el senti­miento de la patria y el sentimiento de Dios. En nuestros días el historiador Roberto Levillier señala los siguientes rasgos para el argentino del siglo XVIII: resentido del trato social, fuerte individualismo, susceptibilidad, intransigencia, rencor, temor del ridículo, mentira criolla, disimulo para sustraerse a la críti­ca, desconfianza, la gana del momento, perspicacia, viveza en la réplica, aptitud para asimilar las ideas, burla de los ideales superiores (leyes y principios), sen­tido de la ocasión y de la maniobra. Carlos Octavio Bunge habla del argenti­no de esa misma época y lo presenta con estos rasgos: la pereza o indolencia, la tristeza, la arrogancia, la mentira criolla. Estos caracteres psicológicos resul-

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tan de la mezcla étnica de españoles, indios y negros. El autor desarrolla esta interpretación siguiendo las teorías de Darwin. El historiador y crítico Grous-sac habla de la imprevisión y la ligereza, del espíritu ilimitado (falta de con­densación) y en expansión del argentino. José Luis Romero distingue entre la formación hispano-criolla de la época preindependiente, de la formación euro-peísta en los promedios del siglo XIX y del carácter aluvial del pueblo argen­tino posterior a aquella fecha. Otros ensayistas ponen el acento en la soledad y la esperanza (Scalabrini Ortiz), en el desarraigo (Julio Mafud), en la ti­midez (Arturo López Peña), la afirmación personal, la corrección, la sobrie­dad, la mesura (Carlos Mastronardi), el sentido social, etc. Como se advierte, las caracterizaciones varían y están muy lejos de ser uniformes. El tema del hombre argentino no es un tema inalterable por lo mismo que es de entraña histórica. Y son consustanciales al proceso histórico la continuidad, pero tam­bién la discontinuidad y la novedad. Los caracteres cambian con el movimiento histórico. En este sentido es de desear estudios bien realizados, con buena base documental y métodos precisos, para abandonar el terreno de las intuiciones parciales y de los ensayos más o menos subjetivos.

Esa falta de rigor histórico en la caracterización del argentino del pasado no es exclusiva de los autores nacionales. También la encontramos en prestigio­sos escritores europeos que han visto el tema con ojos no argentinos. Aludi­mos a Ortega y Gasset y al Conde de Keyserling, entre otros. Podríamos incluir a Américo Castro. En el Espectador IV, el primero caracteriza al hombre ar­gentino por su espléndida dosis vital, su porosidad sensible, su actitud respec­tiva, su inteligencia rápida, su poca precisión, su "parada" o narcisismo, su ánfasis, su ausencia de espíritu crítico. En otro estudio, Intimidades. . . Pavi-pa. . . y El hombre a la defensiva apunta otros rasgos: el argentino es un hombre que no se siente seguro, es superficial, carece de fluidez y espontanei­dad, gusta más de representar que de ser, es improvisador y le gusta en forma excesiva su figura y su posición social. El Conde de Keyserling, en sus Medi­taciones sudamericanas, dice que la Argentina es la tierra de la impulsividad, la cordialidad y la espontaneidad, bien que agrega que la vida del argentino es una vida a la sordina, con rasgos de "snobismo" y rastacuerismo, sentimen-talidad y la buena o mala gana en lugar del trabajo y el esfuerzo constantes.

Américo Castro en su libro "Peculiaridad lingüística rioplatense y su sen­tido histórico" (1941), afirma que la Argentina, como cualquier país, no es la acumulación de hechos exteriores, sino más bien la expresión de una dis­posición preexistente. Advierte en nuestro país: 1) una pugna entre los sueños mesiánicos de cultura y la rusticidad de vida y creencia, 2) oscilación entre estos extremos: ¡qué grandes somos! ¡somos un desastre!, 3) fractura lingüís­tica entre lo popular y lo culto, 5) existencia de brío, espontaneidad y voluntad de superación en las gentes, 6) ausencia de una jerarquía de valores morales, políticos, lingüísticos, etc. Julián Marías en un artículo "Promesa y riesgos de Hispanoamérica" (La Nación, 27 de agosto de 1961), se manifiesta "optimista respecto a las probabilidades, pesimista respecto a la realidad" de otros países. "No sé dónde han aprendido nuestros países la táctica de los teros, "que en un lao pegan gritos — y en otros ponen los huevos". Allí donde hay un proble­ma real, en lugar de acudir a él, prefieren volverle la espalda, inventar otro

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quizá inexistente o epidérmico, y sobre todo buscarle, más que la solución, la "culpa" de ese problema — como si ¡os problemas efectivos fuesen salvo excep­ciones, culpa de nadie. Cuando así lo han hecho se encuentran satisfechos y aquietados; por lo regular, la culpa es de otro; si no hay más remedio, se reco­noce que la culpa es interna, pero aún así no se la considera como propia: se la adscribe a un ,grupo o fracción del país, y así se la enajena. Nunca es "nuestra"; siempre es de "ellos" —próximos o lejanos.. .— Los hispanosame-rícanos, en la medida en que reconozcan que les pasa algo semejante, argüi­rán que lo han heredado de los españoles — y así se inicia otra vez' el ciclo. Para sus males presentes prefieren, sin embargo, pensar que tienen la culpa de ellos los Estados Unidos.. .

"Nuestro mundo ha olvidado el viejo consejo, nacido de milenarias expe­riencias, de preguntarse siempre: cm yrodest? ¿A quién aprovecha? Si esta pre­gunta se "hiciera perentoriamente y con alguna agudeza se encontraría con bastante frecuencia el verdadero origen —muy lejano del aparente— de innu­merables fenómenos de nuestro tiempo, y no sólo, por supuesto, de Hispano­américa".

Estas caracterizaciones resultan hechas a golpes de intuición. De ahí que estemos siempre al borde de la arbitrariedad, a vuelta de algunos aciertos magníficos. Se ha hablado también de la rapidez mental, de la comprensión periférica, de la preferencia de la riqueza y la política, de! sentimiento inte­lectual un tanto débil, del pragmatismo de corto vuelo. "Tonterías son las ideas que no dan dinero o cargos públicos". Tal sería, para algunos autores, el lema implícito del hombre argentino. Olvidan cierta forma mental manifiestamente intelectualista que place al argentino y que se elabora en el siglo XIX con el señorío de la cultura francesa sobre un fondo de escolástica española y riopla-tense. Olvidan el buen sentido criollo elaborados con dichos elementos y el clacisismo de la literatura francesa y el influjo de la inmigración latina.

Consideraciones críticas

Pensamos que el tema del hombre argentino hay que estudiarlo desde el punto de vista histórico y con el máximo rigor y precisión, señalando las va­riaciones 'históricas del tema. Con otras palabras: la inserción de la cuestión. Visión longitudinal, por decirlo así. Pero cabe también la visión transversal: el estudio desde el punto de vista sociológico en una época dada. El compor­tamiento social del argentino en un período determinado. Dentro de este estu­dio transversal entran otros enfoques: los distintos niveles sociales. Porque también hay diferencias importantes entre el argentino de las capas altas, de las capas medias y de las capas bajas de la sociedad. Mientras no se realice esta clase de estudios, el tema del hombre argentino seguirá siendo objeto de diagnósticos apresurados, elaborados a base de intuiciones, que no fomentan la ciencia sino la filodoxia, el amor de las opiniones.

No quisiéramos terminar sin puntualizar otra faceta importante de la cuestión. El tema del hombre argentino es visto generalmente a través del hombre de una región: la del puerto de Buenos Aires o la región atlántica, si se quiere, que indudablemente tiene una fisonomía económica, social, poli-

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tica y cultural singular y propia. Pero por lo mismo es diferente del argentino de la región Norte del país, donde las viejas esencias hispanocriollas se mantie­nen inalterables: Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy. Y diferente también del hombre de la zona central, con Córdoba, Catamarca y La Rioja; y del argentino de Cuyo con Mendoza, San Juan y San Luis. Y ni qué decir tiene del hombre de otras zonas argentinas, de la Mesopotamia con Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos; del Noreste, con el Chaco, Formosa y Misiones, que han arribado a la argentinidad política en estos últimos años; y de las pro­vincias de la región del Sur. También hay una matización regional del hombre argentino, que se irá acentuando cada vez más, a pesar y mal que le pese a la zona altántica, porque el buen porvenir de la Argentina marcha hacia su in­tegración zonal en lo económico, lo político, lo social y lo cultural.

Mendoza, 16 de agosto de 1962.

DIEGO F. PRO

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JORNADAS UNIVERSITARIAS PARA EL FOMENTO DE LAS HUMANIDADES

I. Antecedentes: La realización de este tipo de reuniones científicas, res­ponde al anhelo de incrementar y promover las investigaciones en el campo de las humanidades, postergadas y relegadas a segundo plano en la valoración general de las "ciencias" en el mundo contemporáneo. La concreción de esta idea se originó en el proyecto presentado en 1962 a la I F reunión de Decanos de las Facultades de Humanidades de las Universidades Nacionales, por el entonces decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Na­cional de Córdoba, profesor Adelmo R. Montenegro. El proyecto es aprobado en la V?' reunión de decanos realizada en el mismo año en la ciudad de San Miguel de Tucumán, resolviéndose en la oportunidad que las las. Jornadas se llevasen a cabo en agosto del mismo año en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba. Estas Jornadas resuelven la realización anual de este tipo de congresos, v entienden también que es conveniente que la sede de los mismos sean ciudades universitarias del interior del país; es así como la sede de las Has. Jornadas recae en la ciudad de Mendoza, en su Fa­cultad de Filosofía y Letras, en el transcurso de 1963. Posteriormente, y a so­licitud de esta Facultad, la fecha es diferida hasta agosto del presente año a efectos de hacer coincidir la realización de estas lías. Jornadas de Humanida­des con los festejos organizados por nuestra Casa en homenaje a su XXV9 ani­versario. El día 5 de diciembre los decanos de todas las Facultades de Huma­nidades del país, reunidos en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires resuelven auspiciarlas.

U. Organización: La Comisión Organizadora de las Has. Jornadas de Humanidades, que integraban los señores decanos de todas las Facultades Na­cionales de filosofía y humanidades del país, no tuvo tareas específicas en cuan­to a la preparación de las Jornadas; su papel se relacionó más con el de auspi­ciarlas y avalarlas. Estuvo constituida así: Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de

Cuyo, doctor Pedro Santos Martínez; Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de

Buenos Aires, doctor José Luis Romero; Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la

Universidad Nacional de La Plata, doctor Enrique M. Barba; Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacio­

nal de Córdoba, doctor Alfredo Poviña;

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Decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, profesora Delia Paladini;

Decano de la Facultad de Filosofía, Letras e Historia de la Universidad Nacio­nal del Litoral, profesor Adolfo Prieto;

Director del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur, profesor Francisco E. Maffei;

Interventor del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Noreste, profesor ArtJhur J. Hand. Las tareas de preparación efectiva estuvieron a cargo de la "Comisión Or­

ganizadora de los Festejos del XXV" aniversario de la Facultad de Filosofía y Letras y preparatoria de las lias. Jornadas universitarias para el fomento de las humanidades". Estuvo constituida de la siguiente manera: Presidente: doc­tor Pedro Santos Martínez. Vicepresidente: Doctor Fritz Krüger. Secretario Técnico: Profesor Diego F. Pro. Prosecretarios: Prof. Alfredo Dornheim, Mariano Zamorano y Rosa M. Zu-

luaga. Vocales: Profesores Mariano Zamorano, Carlos Massini Correa, Martín Pérez,

Luis Noussan-Letry, Toribio Lucero, Arturo Roig, Bernardo Bazán, se­ñores Ernesto Calise y Sergio Pannocchia.

Secretaría administrativa: a) Secr. de Hacienda: Contador de la Facultad; b) Secr. administrativo: profesor Ignacio Sierra.

Secretaría de actos culturales: profesores Adolfo Ruiz Díaz, Juan Barrera, Vicente Ciccbitri, Jorge Hidalgo y dos representantes estudiantiles.

Secretaría de comisiones, información y ponencias: profesores Manuel Gon­zalo Casas, Arturo Roig, Carlos Massini Correas y Toribio Lucero.

Secretaría de prensa: profesores Rodolfo Borello, Alfonso Sola González. Comisión de pasajes: señor Andrés Soria. Comisión de recepción: profesores Atilio Anastasi, Ricardo Capitanelli y Car­

los O. Nallim. Comisión de hospedaje: señores Rafael Lugones, Domingo Pagnotta y Carlos

Massueehi. Comisión de transporte: profesor Ornar Barrera.

Esta Comisión, a través de numerosas reuniones realizadas durante el transcurso de 1964, discutió en detalle las previsiones y planes que asegura­ron el éxito alcanzado por estas Jornadas. Sus distintas secretarías y comisio­nes actuaron eficazmente en la preparación y realización de aquellas, tocán­doles la intensa Lbor que esta clase de certámenes exigen. Entre ellas hay que destacar aquí la eficaz labor cumplida por la Secretaría Técnica a la cual le cupo, entre otras, la responsabilidad de la publicación y distribución de tres boletines informativos que hizo llegar a todos los profesores titulares y adjuntos de las Universidades nacionales del país. En el primero de ellos se puede leer una nota en la que se destaca la significación cultural que tuvo la creación de la Facultad de Filosofía y Letras. Se comunica la realización de las Jornadas invitándose a participar de las mismas. Incluyó también la nómi­na de autoridades, una breve reseña del quehacer humanístico de las provin-

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cías de Cuyo desde mediados del s. XVIII hasta el presente, el temario a desarrollarse y una ficha de inscripción.

El segundo boletín incluye un comentario sobre los actos conmemorati­vos del XXV9 aniversario de la Facultad de Filosofía y Letras, las nóminas de las Comisiones Organizadora y Preparatoria, el temario de las Jornadas, una nómina de las adhesiones recibidas hasta la fecha de su aparición y de los trabajos prometidos que a ésta altura alcanzan ya a 52. Se agregó también en este boletín, el Reglamento de las Jornadas, que fuera aprobado el 13 de marzo de 1964 en una reunión de Decanos realizada en la Facultad de Filo­sofía y Letras de Buenos Aires.

Además, de las nóminas de las Comisiones y el temario, el tercer boletín incluye el programa de actos, la nómina de trabajos prometidos —que suman ya 86— y de las adhesiones recibidas que alcanzan a 62. En forma especial se destacan las colaboraciones del Gobierno de la Provincia y del Fondo Nacio­nal de las Artes, el cual acordara el 15 de julio de 1964, un subsidio de m$n. 200.000 para ser aplicados a la publicación de las Actas de las Jornadas. Se comenta también la "Memoria histórica de la Facultad de Filosofía y Le­tras" (de la U. N. C.) y el cincuentenario de la fundación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de La Plata que se cumple en este mismo año de 1964. Lo propio acontece con el cincuentenario de la Uni­versidad Nacional de Tucumán (fundada el 25 de mayo de 1914). Se anun­cia la realización de la XXVI Semana de Geografía, organizada por la filial Cuyo de "GAEA"; la realización de las Jornadas de Pedagogía Universitaria, en la Facultad de Filosofía y Letras de Tucumán y las Jornadas de Filología y Literatura Hispánicas realizadas en julio de este año en la Facultad de Fi­losofía y Letras de Mendoza.

III. Temario: El temario propuesto a los miembros de las Jornadas cons-¡aba de tres partes: la primera incluía temas que hacen a la teoría e historia del humanismo; la segunda podemos denominarla humanismo y humanidades y la tercera podemos síntentizarla en humanismo y cultura. El detalle del te­mario fue el siguiente:

I.

1. Significado y sentido del humanismo; 2. Humanismo, europeísmo, americanismo; 3. Historia del humanismo y de los estudios humanísticos en Ar­

gentina v Latinoamérica.

II.

4. Humanidades clásicas y humanidades modernas. Sus relaciones actuales;

5. Humanismo, filosofía y ciencias del hombre (historia, sociolo­gía, psicología, antropología, etc.);

6. Humanismo, derecho y política.

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III. 7. Humanismo y folklore; 8. Humanismo, economía, tecnología y urbanismo; 9. Humanismo y arte;

10. Humanismo y ciencias exactas y naturales; 11. Humanismo, educación y universidad; 12. Contribución de las humanidades a la cultura argentina con­

temporánea.

IV. Sesión inaugural: El sábado 19 de setiembre, arriba a nuestra ciudad la primera delegación participante. Se trata de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires presididos por su Decano, profesor Dr. José Luis Romero, e integrada además por los profesores Jacobo Kogan, Ciro Rene Lafón, Rodolfo E. M. Schelesinger, Gilda L. de Romero Brest, Luis Antonio Arocena y Nuria E. C. de Kohan.

Universidad Nacional de Córdoba: Doctor Alfredo Poviña (Decano) y los profesores Juan Carlos Águila, Adelmo Montenegro, Elma K. de Estrabou, José Cruz.

Universidad Nacional del Noreste: Profesor Ernesto J. Maeder (Decano) v los profesores José M. Cigüela, Osear E. Tacca, Abraham Waismann, Te­resa P. de Zacagnini y Ricardo Maliandi.

Universidad Nacional del Sur: Profesores Francisco E. Máffei y Manuel B. Trías.

Universidad Nacional de Cuyo: Doctor Pedro S. Martínez (Decano) y los profesores Diego F, Pió, Carlos Massini Correas, Adolfo Ruiz Díaz, Vi­cente V. Cicchitti y Ricardo Capitanelli.

Universidad Nacional de La Plata: Doctor Enrique Barba (Decano) y los profesores Carlos Heras, Horacio J. Cuccoresse, Joaquín Pérez y Andrés Allende.

Universidad Nacional de Tucumán: Profesora Delia Paladini (Decana) y los profesores Emilio Carilla, María E. Valentié, Arturo García Astrada y Rodolfo A. Cervino.

En representación de otras facultades de universidades nacionales, asis­tieron :

Fac. de Arquitectura de Buenos Aires: Prof. Ing. Isaac Danon. Fac. de Derecho de Tucumán: profesores Ricardo E. Casterán y Edgardo

Fernández Sabaté. Fac. de Ciencias Económicas de Córdoba: Prof. Ceferino G. Maceda. Fac. de Ingeniería de Bs. As.: Prof. Gregorio Klimovsky. Fac. de Ingeniería de La Plata: Prof. Francisco M. Malvicino. Fac. de Medicina del Noreste: Dr. Romilio P. Monzón. Fac. de Medicina de Tucumán: Dr. Carlos Raúl Landa. Fac. de Ciencias Agrarias de Cuyo: Ing. Agr. Luis L. Rabino e Ing. Agr.

María Josefa Rogne de Pritz. Fac. de Ciencias de Cuyo: Prof. Plácido Horas y Héctor G. Ciarlo. Fac. de Ciencias Económicas de Cuyo: Dres. Edmundo Correas y Juan

Ramón Guevara v Prof. Rubén Calderón Bouchet.

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Fac. de Ciencias Médicas de Cuyo: Dres. Roger Zaldívar (Decano) y Hugo Edgardo Arrigoni.

Fac. de Ingeniería de Cuyo: Ing. Rodolfo Millán (Decano), Spartaco Copertini, Eduardo L. Brizuela y Francisco L. Moreno.

Esc. Sup. de Artes Plásticas de Cuyo: Arq. Samuel Sánchez de Busta-mante y Prof. Adelina Vidal de Kaul.

\ Esc. Sup. de Estudios Políticos y Sociales de Cuyo: Prof. Enrique Zuleta A., Salvador C. Laría, Miguel Marzo y Dardo Pérez Guilhou.

Esc. Sup. de Lenguas y Literaturas Extranjeras de Cuvo: Prof. Mario C. Apugliese, Nelly M. B. de Osorio, María E. Chiapasco y Beatriz G. P. de Cuadrado.

Esc. Sup. de Música de Cuyo: Prof. Eduardo Grau. En representación de la Comisión de Investigaciones Científicas de la

Provincia de Buenos Aires, asiste el Dr. Luis Bontempi. Representando a universidades privadas argentinas: Universidad Católica Argentina: Mons. Dr. Octavio N. Derisi y Dr.

Ángel J. Battistessa. Universidad Católica de Córdoba: Rvdo. P. Víctor M. Contreras y Sr.

José Carranza. Universidad de Mendoza: Dres. Benigno Martínez Vázquez y Nolberto

Espinosa. Universidad Evangélica: Dr. Sante Liberto Barbieri. Representando a las respectivas Embajadas, asisten los siguientes agre­

gados culturales: Alemania: Señor Müller-Horn. Francia: Señor Jack Ligot. Chile: Señor Arturo Benavidez (Cónsul en Medoza). Italia: Prof. Furio Lilli (en representación). Participan también, especialmente invitados, los siguientes ex-profesores

de la Facultad de Filosofía y Letras de Cuyo: Raúl A. Calvo, Mario Binetti, Roberto Marfany, Erwin Rubens, Enrique Péndola de Martini, Rafael Bení-tez Claros, Luis F. García de Onrubia, Juan R. Sepich, Salvador Bucea, Ro­dolfo Agoglia, Francisco F. Villamil, Eriberto Winhausen, Erminda Vila de Arroyo, Julio Soler Miralles y José Parada Juanto.

El domingo 20 de setiembre, a las 18 horas, se llevó a cabo el acto de inau­guración de las jornadas. Tuvo lugar en el recinto de sesiones ác la Honorable Legislatura de Mendoza. La ceremonia, presidida por el rector de nuestra Universidad, Dr. Carlos Saccone, lúe honrada con la presencia de distingui­das personalidades; cabe citar (además de las delegaciones oficiales ya men­cionadas y los profesores de nuestra Casa) al señor Vicegobernador de la Pro­vincia, Dr. Félix R. Aguinaga, al señor Vicerector de la Universidad Nacional de Cuyo, Ing. Agr. Máximo F. Bocklet; a los ex-rectores de la Casa, profeso­res Edmundo Correas, Toribio Lucero, Roberto Carretero, Pascual Colavita y Mariano Zamorano; rectores de universidades privadas con sede en Mendoza, autoridades civiles, eclesiásticas y militares, etc. En el transcurso del acto, el rector de la Universidad Nacional de Cuyo díó la bienvenida a las delegacio-

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nes visitantes, augurándoles éxito en las tareas que inician; y, en nombre de aquellas, agradeció el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, Dr. José Luis Romero.

Por la nodhe, en la sede de la Facultad organizadora, se reúnen los seño­res decanos de las facultades participantes, el Secretario Técnico de las Jor­nadas y algunos profesores para designar las autoridades de las mismas:

Presidente: Doctor Pedro Sntos Martínez. Vicepresidentes: Doctor José Luis Romero y Doctor Alfredo Poviña. Secretario General: Profesor Diego F. Pro. Secretario de Actas: Profesor Arturo A. Roig. También en esta reunión surgieron las autoridades de las distintas comi­

siones en que se estructuró el funcionamiento de las Jornadas. Quedaron asi formadas: Comisión "A": Presidente: Doctor José Luis Romero

Comisión "B":

Comisión "C":

Comisión "D".

Comisión "E"

Comisión "F'

Vicepresid.: Secretario: Relatores:

Presidente: Vicepresid.: Secretario: Relator:

Presidente: Vicepresid.: Secretario: Relator:

Presidente: Vicepresid.: Secretario: Relator:

Presidente: Vicepresid.: Secretario: Relator:

Presidente: Vicepresid.: Secretario: Relatora:

Prof. Diego F. Pro „ Vicente Cicohitti „ Adelmo Montenegro y Emilio Carilla.

(Esta comisión trató los puntos 1 y 2 del temario).

Doctor Enrique M. Barba Prof. Arturo Roig

„ Luis Noussan-Letry „ Andrés Allende (Ésta comisión trató los

puntos 3 y 12). Doctor Alfredo Poviña Prof. Nuria Cortada de Kohan

„ Plácido Horas „ Arturo García Astrada y Prof. José Cruz

(Esta comisión trató los puntos 5 del temario).

Prof. Delia Paladini „ Osear Tacca

Doctor Adolfo Ruiz Díaz Prof. Rodolfo Schelesinger y Doctor Carlos

Massini Correas. (Esta comisión trató los puntos 4, 7 y 9 del temario).

Doctor Pedro Santos Martínez Prof. Manuel B. Trías

„ José Cigüela „ Abraham Waismann (Esta comisión tra­

tó los puntos 6, 8, 10). Prof. Ernesto Maeder

,, Celia Ortiz de Montoya „ Adolfo Atencio „ Gilda de Romero Brest (Esta comisión

trató el punto I I ) .

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V. Trabajos presentados: Las arduas tareas cumplidas en la preparación de las Jornadas, llevadas a término eficazmente por la comisión respectiva; lo atractivo del temario, por la actualidad e importancia de los temas que inclu­yó; el prestigio de las figuras que desde un primer momento comprometieron su aporte y su presencia; son algunos de los múltiples factores que contribu-eron al éxito alcanzado por la reunión que nos ocupa. En este sentido es im­portante destacar el magnífico ambiente de libertad intelectual, de cordiali­dad y respeto por las ideas que primó durante las reuniones tanto de comisio­nes, donde se leyeron y comentaron los trabajos presentados, como en las se­siones plenarias y de ponencias. Este clima realmente "universitario" —en sen­tido estricto— permitió, entre erras cosas, el estrechamiento de vínculos perso­nales, el intercambio libre de ideas v opiniones v aún la franca crítica rigurosa y objetiva; todo ello en indudable beneficio de las humanidades, primario y fundamental objetivo de todas las mentalidades reunidas.

Con respecto a las colaboraciones presentadas a las Jornadas debemos de­cir, en primer lugar, que el elevado número de trabajos habla por sí sólo del entusiasmo despertado por el evento en todo el ámbito especializado del país. Se presentaron más de cincuenta trabajos, número que, comparado con el de los reunidos en las las. Jornadas de 1962, nos indica con toda claridad la su­peración lograda, el fruto harto generoso obtenido de la semilla arrojada dos años atrás. Nos habla también de la sensible recuperación de las humanida­des en la preocupación intelectual argentina; nos habla en fin, de una opti­mista perspectiva para las humanidades de Argentina, y Latinoamérica toda, de un futuro promisorio en el que las humanidades se reintegren al quehacer intelectual del hombre, ocupando ahora la justa jerarquía que su propia índole les confiere; no sólo en la mente del pensador o del humanista sino también, y sobre todo, con una vigencia tal que ya no extrañen ni asusten al hombre medio.

De la mayoría de las colaboraciones presentadas es justicia señalar su alto nivel, la profundidad con que son tratados los temas y la fecunda rigurosidad y seriedad logradas, todo ello producto necesario de concienzudas- reflexiones y alto sentido de responsabilidad. Estos elementos hicieron posible debates de auténtica jerarquía de especialistas. Merecen ser destacados, a juicio de quien esto escribe, por estas razones: "Hacia un humanismo hispanoamerica­no", de Emilio Carilla; "¿Americanismo", de Diego F. Pro; "Idea de un hu­manismo mundial", de Vicente Cicchitti; "Líumanismo y enajenación" de Mi­guel A. Virasoro; "Ser y técnica", de Manuel G. Casas; "Universidad y cul­tura humanista", <lc Diego F. Pro; 'La crítica de las humanidules en Descar­tes", de Luis Noussm-Letry; "Ideologías", de Carlos Cossio; "Humanismo", de Ángel Vasallo; "Concepción de la historia del arte del siglo XX", de Carlos Massini Correas; "Contribución de las ciencias antropológicas para un nuevo humanismo", de Juan Schobinger; "La crisis de la plástica y el nuevo huma­nismo", de J. A. García Martínez; "La poesía de Miguel Ángel como expresión del hombre", de María E. Chiapasco; "Un humanismo nuevo en la expresión poética argentina", de Graciela de Sola; "Humanismo y trascendencia" y "Téc­nica y espíritu" de Octavio N . Derisi; "Humanismo y universidad", de Fritz yon Rintelen; "Humanismo e imaginación creadora", de Jacobo Kogan; "Hu-

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manismo como forma de vida e ideal formativo", de Celia O. de Montoya; "Filosofía, humanidades y ciencias del hombre", de Juan A. Vázquez; "Sobre la necesidad de introducir Jas pruebas objetivas en la universidad", de Nuria C. de Kohan; "Ideología y crítica en la enseñanza de las humanidades", de Ar­turo A. Roig; "Posibilidad de la psicología contemporánea como fundamento de un nuevo humanismo", de Plácido Horas; "Significado y sentido del hu­manismo", de Manuel B. Trías; "Los estudios humanísticos en la universidad española", de Raafel Benítez Claros; "La humanitas y el ser del hombre", de Arturo García Astrada; "La antropología y la transmisión de la cultura en la enseñanza de idiomas extranjeros", de Martha B. de Osorio; "Humanismo, educación, universidad", de Adolfo Atencio; "Petrarca, restaurador del hombre", de Furio Lilli; "Humanismo, conocimiento v técnica", de Rodolfo Agoglia v Francisco Maffei y muchos otros.

VI. Sesiones ^leñarías: Se llevaron a cabo seis sesiones plenarias en las cuales los relatores de las distintas comisiones sintetizaron, para la totalidad de los asistentes a las Jornadas, el contenido de los trabajos presentados con­siderados en las respectivas comisiones. En la primera sesión plenaria, realiza­da en la mañana del martes 22, dispuso la asamblea no rechazar ni aprobar los trabajos girados por las comisiones por entenderse que esta tarea ya ha sido desempeñada por la Secretaria Técnica y la comisión que conideró y discutió cada trabajo. De este modo, la sesión plenaria se transformó en reunión de información para quienes no participaron de las deliberaciones de comisión. También sirvieron para criticar la reseña que en cada caso hacía el relator de la comisión, en caso de que el autor del trabajo entendiese que la síntesis hecha no respondía con exactitud a lo que él quiso manifestar. En la mayoría de los casos se trató de reseñar también el debate surgido por la presentación de cada trabajo.

La segunda parte de la plenaria realizada en la mañana del jueves 24, se dedicó a los homenajes de las Segundas Jornadas de Humanidades. En la oportunidad, el profesor Dr. Mariano Zamorano evocó la persona y la obra del profesor Pedro Sabella "acentuada en su profundización de los estudios geográficos", destacando de modo especial el valor de la obra realizada en te­rreno educacional y en la investigación geográfica.

La doctora Celia Ortiz de Montoya se refirió, por su parte, a Víctor Mer­cante haciendo resaltar el sentido humanístico impreso por él a la Universidad de La Plata de la cual le cupo ser iniciador y organizador, en especial del De­partamento de Flumanidades, hoy facultad.

El poeta mendocino Juan Gualberto Godoy fue objeto, por parte del pro­fesor Arturo A. Roig, de una emotiva y elaborada recordación. El profesor Roig tuvo palabras de agradecimiento a las viejas familias mendocinas que, manteniendo viva una vieja tradición, enseñaban a sus hijos, oralmente, los versos de nuestro primer poeta evitando así la desaparición de la obra de este hombre, al que calificó de "poeta satírico", "Juvcnal mendocino'', "primer es­critor romántico", etc.

El doctor Pedro Santos Martínez destinó su homenaje al Gral. José de San Martín, haciendo resaltar el cambio cultural que significó pava Mendoza

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la gobernación de este grande hombre. "La libertad —dijo— no es fecunda sino cuando se sustenta sobre la cultura". Y concluyó el doctor Martínez que por "la decidida y generosa contribución suya a las humanidades, merece nues­tro reconocimiento".

En la misma plenaria del día 25, se inició la discusión de las ponencias propuestas a las Jornadas. La relación de las mismas estuvo a cargo del pro­fesor Manuel Gonzalo Casas, quien inició su tarea leyendo la presentada por el profesor Arturo A. Roig que sostenía, por una parte, "la necesidad del pla­neamiento del servicio bibliográfico y de documentación"; y por otra, la orga­nización de la labor editorial universitaria. Destacaba también la necesidad del intercambio interuniversitario en ambos aspectos. Fue aprobada por unani­midad.

Por una ponencia girada por las las. Jornadas de Humanidades, se aprue­ba la creación de una comisión interfacultativa para que estudie y redacte un anteproyecto de organización del Consejo Nacional de Investigaciones Huma­nísticas, el cual será remitido a la reunión de Decanos de facultades de hu­manidades para que éstos gestionen ante los poderes públicos la creación de dicha entidad.

Por iniciativa del profesor García Martínez, las Segundas Jornadas de Humanidades recomiendan: "Art. I9 — Que se arbitren los medios necesa­rios para la realización de reuniones de alto nivel sobre los problemas de las artes plásticas en relación con el hombre y las humanidades de nuestro tiem­po, con la participación de universidades e institutos de cultura artística supe­rior. Art. 2" — Que se organicen reuniones semejantes en cada una de las áreas de investigación humanística".

En la última ponencia aprobada, las Has. Jornadas de Humanidades resuelven: "Reiterar las declaraciones y ponencias de las las. Jornadas de Hu­manidades y recomendar a los decanos que las pongan en ejecución en la medida de sus posibilidades".

Vil. /Icios culturales: en adhesión al XXV" aniversario de la Facultad de Filosofía y Letras: El día 22, en horas de la mañana, la Facultad de Filoso­fía y Letras fue objeto de una honrosa distinción por parte de la Embajada de Francia en nuestro país. Por intermedio de su agregado cultural, profesor Jack Ligot, hizo entrega al Decano Pedro S. Martínez de una medalla de oro, con la que el gobierno de ese país demostraba su reconocimiento a la encomia-ble labor cumplida por nuestra Casa de estudios en el primer cuarto de siglo :le vida v al estrechamiento de los lazos de amistad que tradicionalmente han unido a nuestros piíscs. A estos conceptos del profesor Ligot, respondió el De­cano Martínez agradeciendo el honor dispensado v destacando la contribu­ción francesa a la cultura mendocina.

Por la tarde del mismo día, fue descubierto en el patio de la Facultad un monolito con una placa en mármol donde se encuentran grabados los nombres de los profesores fallecidos que brindaron sus servicios a la Casa. El Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (C. E. F. Y. L.) y el Centro de Egresados descubren también sendas placas conmemorativas del XXVI? ani versario que celebramos. En la oportunidad hacen uso de la palabra ofrecien-

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do los recordatorios la señorita Alicia N. Segal, por el C E . F. Y. L. y el pro­fesor Guillermo Bíbiloni por el Centro de Egresados. Cerró el acto el Decano Martínez quien tuvo palabras de grata recordación para los profesores desapa­recidos en memoria de quienes pidió un minuto de silencio.

De inmediato el profesor Arturo A. Roig dirige la palabra a los asistentes en el acto de inauguración de la muestra bibliográfica de la Facultad. En esta muestra se exponía la labor editorial de la Facultad en 25 años integrada con el aporte de los distintos institutos de investigación que dependen de ella. El profesor Roig, en su discurso, realizó una severa reseña crítica de las tareas cumplidas en este orden, destacando el prestigio que las mismas han dado a la Facultad. Tuvo palabras de elogio para con el señor Gildo D'Accurzio, editor loca] tradicionalmcnte relacionado con la labor editorial dejiuestra Universidad.

En la noche del 24 de setiembre, en el salón del Hogar y Club Univer­sitario, se proyectó la película "Lino Eneas Spilimbergo", producción realizada por el Fondo Nacional ds las Artes y gentilmente cedida por esta entidad. La proyección fue precedida de una interesante alocución del profesor Diego F. Pro quien se refirió a la figura y obra del gran pintor argentino y presentó la película, sus caracteres y significación artística.

También en homenaje y adhesión al XXV° aniversario de la Facultad, se dictaron una serie de conferencias pronunciadas por destacadas personali­dades asistentes. El detalle de las mismas es el que sigue:

Lunes 21: Doctor Alfredo Poviña disertó sobre "La sociología como cien­cia del hombre".

Miércoles 23: Doctor Miguel A. Virasoro expone "El problema del hom­bre en la filosofía contemporánea".

jueves 24: Doctor Fritz von Rintelen: el catedrático de Maguncia se re­firió al tema "Humanismo y universidad".

Jueves 249 Prof. Rafael Benítez Claros: este profesor de la Universidad de Madrid expuso el tema "Existencialismo y novela picaresca".

Viernes 25: El rector de la Universidad Católica "Sta. María de los Bue­nos Aires", Mons. Dr. Octavio N. Derisi, desarrolló el tema "Huma­nismo y trascendencia".

Otro acto de adhesión al cuarto lustro que celebramos, y a las Segundas Jornadas de Humanidades, lo constituyó la "Exposición del libro italiano" or­ganizada por el Instituto Italiano de Cultura con los auspicios del Consulado Italiano de Mendoza.

El Centro de Bodegueros de Mendoza ofreció, el viernes 25 al mediodía, un almuerzo criollo en las instalaciones de una bodega local cumplido en un ambiente donde resaltó la franca camaradería. A los postres el ingeniero Hugo Toso, presidente de la entidad anfitriona, ofreció la demostración brindando por el éxito alcanzado por las Jornadas. El profesor Pro hizo luego una amena exposición sobre los vinos del mundo a través de las letras de todos los tiempos.

Entre los actos culturales cumplidos en adhesión al XXV? aniversario de la Facultad, merece ser destacada la "Memoria histórica" de la misma. Esta obra, producto de la colaboración y el esfuerzo de profesores y alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras, consiste en un valioso conjunto de mo-

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nografía reseñadoras de las actividades cumplidas en los distintos órdenes por nuestra Casa. Incluye las nóminas de profesores y empleados que pasaron por ella; un prolijo detalle de la evolución de las distintas cátedras y planes de estudio; labores cumplidas por los institutos; tareas de extensión universita­ria, etc. Esta obra, dirigida por el profesor Diego F. Pro, fue puesta a consi­deración de la Comisión "B" (estudios humanísticos en Argentina), la cual no sólo aprueba la tarea sino que la elogia calurosamente y la propone como método merecedor de ser imitado por otras facultades de humanidades de nues­tro país.

VIII. Acto de clausura; El sábado 26 de setiembre, en horas de la tarde, fue realizado el acto de clausura de las Segundas Jornadas de Humanidades en el recinto de sesiones de la H. Legislatura de Mendoza, acto que contó con la presencia de representativas autoridades gubernamentales, universita­rias, eclesiásticas y militares. Incluyó también la colación de grados correspon­diente a la promoción 1963/64 y el cierre de las celebraciones del XXV? ani­versario de la Facultad.

Al hacer uso de la palabra el Decano de la Facultad v Presidente de las Jornadas, doctor Pedro S. Martínez, en una brillante exposición que excedió todos los límites convencionales de un discurso de clausura, hizo referencia a los excelentes frutos brindados por la Facultad de Filosofía en sus 25 años de vida y a través de sus 20 promociones de profesores, que implicaron un cambio radical del panorama cultural de Cuyo. Exalta la trescendencia de las Tornadas que finalizan, agradeciendo la asistencia de las delegaciones al par que el apoyo brindado por autoridades e instituciones.

Destaca el Decano Martínez la sensación de desajuste que padece nues­tra época, índice evidente en todo período de transición. Señaló su preocupa­ción como argentino y como americano por los momentos actuales, a los que calificó de etapa decisiva que significa la superación de un sistema de vida colonial ya caduco ante el advenimiento de uno auténtico. Reseñando cifras estadísticas y opiniones de diversos autores sobre el panorama educacional en Latinoamérica, destacó el difícil papel que le toca jugar a la Universidad en su función de orientadora, aclaradora, identificadora, que incita a pensar en los problemas que atañen al país.

Seguidamente se hizo entrega de los respectivos diplomas a los egresados de la promoción 1963/64, profesores: Battagliese, María Teresa; Cuervo, Elina Luciana; Gambier, Mariano F.; Giunta, Edith M.; Gotthelf, Rene; Malah, So­fía; Ramo, Alicia; Roldan, Alejandro H.; Ruiz, Delia E.; Saguán, Rosa L.; Ugo, Amalia L.; Nazar, Olga I. W . de; (del Departamento de Filosofía). Anta, Celsa M.; Furno, Rosa Y.; Menniti, Universal F.; Montivero, Feliza B.; Oho-cholous, Hebe P. de; Pouget, María A.; Prestinoni, Clara D.; Reus, Águeda; Trevisán, Lili O.; (del Departamento de Literatura). Fernández, Marta S.; Martín, Matilde; Pellegríní, Adela F.; Petruy, Berta M.; Vacca, Duval (del Departamento de Historia). Alonso, Neli R.; Pagnotta, Domingo J.; (del Departamento de Geografía). Cuetos, Nélida Dolores Isidora (del Departa­mento de Historia y Geografía).

En el mismo acto se entregaron sendas medallas de oro a los profesores

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más antiguos de la Casa, profesores Diego F. Pro, Alfredo Dornheim y Ama­dor Hidalgo; así como a los egresados de la primera promoción, profesores María Susana Ceretti, José Santiago Arango, Atilio Anastasi, Dardo Olguín, y Alfredo Desal. El señor Gildo D'Accurzio fue objeto de una distinción de parte de la Facultad, entregándosele una medalla de oro en reconocimiento de su meritoria y prolongada cooperación con la misma. Otro tanto se hizo con la profesora Universal Plotina A. Mennitti, egresada con el mejor pro­medio de la promoción 1963/64.

Cerró el acto la profesora Mennitti destacando sus actuales propósitos de resucitar en otros el ideal de belleza y saber, " . . . y aunque el camino es difícil, va sin temor mi pensamiento".

IX.Adhesiones: Las Segundas Jornadas de Humanidades constituyeron uno de los acontecimientos culturales más importantes del país y prueba de ello es el interés que despiertan en todo el ámbito cultural de la Nación. Evi­denciando lo dicho está la gran cantidad de adhesiones recibidas de prestigio­sas personas e instituciones argentinas; de entre ellas mencionamos:

a) Instituciones: Academia Nacional de Bellas Artes, Academia Nacio­nal de la Historia, Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Socie­dad Argentina de Escritores, Sociedad Geográfica Argentina (GAEA), Em­bajada del Perú, Agregaduría Cultural de España, Agregaduría Cultural de la Embajada de Francia, Agregaduría Cultural de Chile, Encargaduría de Nego­cios del Brasil, Departamento Cultural de la Embajada de la República Fede­ral Alemana, Servicio Cultural e Informativo de la Embajada de EE. UU. de Norteamérica, Universidad del Salvador (Fac. de Filosofía) Bs. As., Facultad de Ciencias Agrarias de la U. N. C , Escuela de Ciencias Económicas de la U. N. Cba., Facultad de Filosofía y Letras de la U. N. Bs. As., Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de La Plata, Fac. de Filosofía y Humanidades de la U. N. Cba., Fac. de Filosofía y Letras de la U. N. Tu­cumán, Facultad de Filosofía, Letras e Flistoria de la U. N. Litoral, Fac. de Derecho y Ciencias Sociales de la Ll. N. Tucumán, Fac. de Derecho de la U. N. Noreste (Corrientes), Fac. de Ciencias Médicas de la U. N. Cuyo, Fac. de Ciencias de la U. N. Cuyo, Fac. de Medicina de la U. N. Tucumán, Fac. de Ciencias Económicas de la U. N. Cuyo, Dpto. de Humanidades de la U. N. Sur, Dpto. de Humanidades de la LI. N. Noreste, Dpto. de Orien­tación Vocacional de la U. N. Bs. As., Escuela de Lenguas y Literaturas Ex­tranjeras de la U. N. Cuyo, Escuela Superior de Música de la U. N. Cuyo, Escuela Superior de Estudios Políticos y Sociales de la U. N. Cuyo, Escuela Superior de Artes Plásticas de la U. N. Cuyo, Instituto de Psicología de la U. N. Cba., Instituto de Lenguas y Literaturas Modernas (S. Italiana) de la Fac. de Fil. y Letras de la U. N. Cuyo, Centro de Estudios de Historia Antigua Oriental de la Fac. de Fil. y Letras de la U. N. Bs. As.

b) Personas: Agoglia, Rodolfo; Anderson Imbert, Enrique; Austral, Anto­nio G.; Barbieri, Sante U.; Binetti, Mario; Bontempi, Luis; Busquets, Celia G.; Cortázar, Julio; Corominas, Juan; Chiapasco, aria E.; García de Onrubia, Luis; Hechen, Santiago; Raúl, Guillermo; Lapieza EUi, Ángel E.; López, Mau-

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ricio; Lugaresi, Menlio; Maffei, Francisco E.; Marani, Alma N.; Marfany, Ro­berto; Martiré, Eduardo; Marzo, Miguel; Meza Villalobos, Néstor; Müller-Horn, Rudolf; Péndola de Martini, Enrique; Pinero, Eduardo R.; Rizzo, Man-glio B. L.; Sánchez Rodilla, Nélida; Sepich, Juan; Várela Dalla Lastra, Luis.

X. Actividades paralelas a las jornadas-. Las Segundas Jornadas de Hu­manidades que se han intentado reseñar, tuvieron un indudable valor en sí mismas y fueron de mucha utilidad para quienes participaron de ellas. Pero fueron útiles y valiosas no sólo por el valor científico intrínseco, por la tarea de esclarecimiento y por los aportes recibidos, sino también ( y en un orden no tan secundario como podría pensarse) por las posibilidades humanas que brindaron; posibilidades éstas que se tradujeron bien en el reencuentro de viejos amigos, bien en el conocimiento de personas, bien en reuniones infor­males donde la plática amable y el intercambio de experiencias permitió, en no pocas ocasiones, el surgimiento de nuevas relaciones humanas.

Tan sólo a guisa de ejemplo puede citarse la reunión llevada a cabo en el Instituto de Filosofía. En ella los profesores Vázquez y Pro reciben la visita de los profesores von Rintelen, Barbieri, Montenegro, Agoglia, Grieseler v Waismann, interesados en el funcionamiento del Instituto y en especial de sus secciones de Historia de las Religiones e Historia del Pensamiento y Cul­tura Argentinos. También participó de esta reunión el profesor Casas y al­gunos alumnos. En la oportunidad se ilustra a los visitantes sobre la labor científica desarrollada. Otro ejemplo lo da el Rvdo. P. Juan R. Sepich, quien en dos oportunidades, en el mismo Instituto, mantiene prolongadas charlas con alumnos de la Facultad; charlas que, al par que amenas, sirvieron para mostrar a los participantes el funcionamiento de las universidades alemanas, etc. Hechos como estos se repiten diariamente durante toda la semana de las Jornadas.

XI. Perspectivas actuales del humanismo: A poco que analicemos el con­tenido de los trabajos presentados, surgen las distintas orientaciones y actitu­des que los autores sostienen frente al humanismo y las humanidades. Así, frente al tema central de las Jornadas (esencias del humanismo) fueron cla­ramente visibles tres posiciones: Por una parte quienes replantean la doctri­na tradicional clásica, sosteniendo la necesidad del enfoque filosófico en el estudio de las humanidades. Cualquiera sea la rama del saber humanístico que consideremos se hace imprescindible la visión filosófica. Así por ejemplo, es imposible tratar de interpretar cabalmente la obra de un historiador, un filósofo, o incluso de un artista plástico o un literato, si previamente no cap­tamos con claridad cuál ha sido su concepción del mundo y la vida. Esta con­cepción, concierne o no, es la fuente fundamental desde la cual se guían to­das sus motivaciones y valoraciones. Y la concepción del mundo de un autor (o un artista), su Weltanschaunng, no es otra cosa que una actitud filosófica fundamental, imprescindible e inevitable. Entre quienes así piensan, encon­tramos en las Jornadas a los profesores Diego Pro, Miguel A. Virasoro, Ro­dolfo Agoglia, Francisco Maffei, Ángel Vasallo, Carlos Cossio, Arturo García Astrada, Arturo Roig, Manuel G. Casas y Luis Noussan-Letry.

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Un segundo grupo lo constituyeron quienes sostienen que la esencia del humanismo es, fundamentalmente, de base religiosa. Identificados con esta concepción encontramos a los profesores Vicente Cicchitti, Juan Adolfo Váz­quez y Luis Farré, quienes sostienen la posibilidad de arribar no sólo al cam­po humanista propiamente didho, sino a un humanismo ecuménico a través del estudio de la historia de las religiones y de las culturas.

Una tercera actitud es la de quienes entienden científicamente la esencia del humanismo fundamentándola en distintas ciencias del hombre: unos en la psicología (y aquí nos hallamos con los profesores Plácido Horas, Blanca Quiroga, Jacobo Nogan, Aída A. de Kogan, Gilda de Romero Brest y Nuria Cortada de Kohan); otros en la antropología (como los profesores Juan Scho-bínger, Martha B. de Osorio, Germán Fernández Guisetti, Ciro Rene Lafón); y otros en la sociología (tal el caso de los profesores Alfredo Poviña, Yolanda Borquez y Berta Quiroga).

ERNESTO E. CALISE