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Informe #IndioEnOlavarría

comunicación y medios

OBSERVATORIODE JÓVENES

NARRATIVAS MEDIÁTICAS SOBRE EL PÚBLICO DEL INDIO SOLARI

EN OLAVARRÍA



ObservatOriO de Jóvenes, COmuniCaCión y mediOs

DirectoraDra. Andrea VarelaCo-directorLic. Tomás Viviani

Responsables de este númeroLic. Darío Medina Azcua

Lic. Juan Bautista Paiva

Lic. Paula Posadas Campoy



esOs CHiCOs sOn COmO bOmbas PeQueÑitas

Este informe se inscribe en la secuencia de análisis temáticos de las narrativas mediáticas en torno a las juventudes realizados periódicamente por el Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. En tanto espacio de investigación e interven-ción, este Observatorio realiza en forma sistemática un monitoreo de noticias publicadas en medios gráficos con el fin de conocer el modo en que éstas abordan y contribuyen a modelar la condición juvenil. La sistematización de estos relatos permite analizar críti-camente los sentidos acerca de lo juvenil y cómo estos son organizados, negociados y disputados dentro de la escena mediática.

En este documento se analizará cómo los medios nombraron y construyeron senti-dos acerca del público y de las y los jóvenes que asistieron al recital brindado por Carlos ‘Indio’ Solari en Olavarría, provincia de Buenos Aires, el 11 de marzo de 2017.

La muerte de dos personas en este show activó el debate y los cuestionamientos en torno al rock, a “la cultura del aguante”, a las estrechas relaciones entre el rock y el fútbol desde las culturas populares, a la figura del Indio Solari –y su posicionamiento po-lítico– y a las y los seguidores que se movilizaron desde muchos rincones de Argentina y Latinoamérica para escuchar y vivir otro rocanrol del país.

Para esta ocasión, se analizaron las publicaciones en torno al recital del Indio Solari en Olavarría que mencionaran a las juventudes y/o configuren discursos sobre el públi-co del evento. Si bien sabemos que el público ricotero es sumamente heterogéneo en diversos aspectos y el rango etario de quienes asistieron al show abarca varias genera-ciones –algunas que vienen siguiendo al Indio y a Los Redondos desde los comienzos, otras que se incorporaron a las misas ricoteras en los últimos años–, es preciso señalar que se realiza el análisis en torno a la categoría jóvenes y no “público”. Esto es porque lo que nos proponemos interrogar es la construcción mediática de ese público focali-zado (históricamente) en jóvenes, y no solamente anclar en los sujetos empíricos que asistieron al recital.

En este sentido, el domingo 12 y el lunes 13 de marzo, el hecho ocupó gran espacio en los medios masivos, y alcanzó un total de 36 notas publicadas entre La Nación (12), Clarín (12), Página/12 (6) y El Día (6). Si tomáramos la totalidad de las noticias publica-



das por estos 4 diarios en su formato digital sobre el ‘recital del Indio Solari en Olavarría’, la suma se elevaría a 79 notas. En este sentido, el 45% de las notas que intentaron dar cuenta de lo sucedido en el show configuraron enunciaciones sobre el público.

Sabemos que los medios son reguladores, junto a otros actores, de las prácticas so-ciales; por este motivo nos detenemos en la importancia del discurso mediático a la hora de construir relatos y basamentos desde dónde narrar los modos de vivir la experiencia juvenil contemporánea.

Como sostiene Florencia Saintout, “los medios ni crean la realidad ni la representan: contribuyen a su existencia, modelando sentidos preexistentes a sus representaciones con mayor o menor influencia”1. Los medios son actores que se sitúan en una posición privilegiada y que, junto a otros, se disputan la capacidad legítima de nombrar al mundo. De esta manera legitiman un orden social y regulan experiencias y prácticas sociales.

Así, los grandes medios visibilizan algunos discursos en detrimento de otros, cons-truyendo una manera de estar en “lo real”, estableciendo un sentido común que excluye lo que no nombra o rechaza. Ese sentido común además condiciona la manera de so-ciabilizar ya que determina quiénes son los excluidos y quiénes los incluidos del sistema; quiénes son los seres peligrosos o violentos y quiénes son los ciudadanos legítimos que tienen derechos, más allá de lo que digan las leyes. De esta forma, “la importancia que se le adjudica actualmente a las representaciones mediáticas radica en que los sujetos incorporan a sus proyectos identitarios significados, imágenes y narrativas provenientes de los textos que los medios ponen en circulación”2.

Asimismo, como sostienen Halpern, Rodriguez y Vazquez, comprendemos que las representaciones mediáticas que los medios ponen en circulación ejercen una “doble violencia simbólica” hacia los sectores subalternos –en este caso, las y los jóvenes– no sólo porque la cosa representada no es ‘la cosa’ ni el sujeto de la representación es el sujeto empírico, sino porque esas representaciones nunca son construidas por los pro-pios sujetos3.

algunOs númerOs Para abOrdar la PrOblemátiCa

Como señalamos, nuestro corpus de análisis se compone de 36 notas en las que aparece la categoría de juventudes y/o público ligado a muchos otros significantes ar-ticulados; esto es, nombrarlos como fanáticos, rockeros, seguidores, fieles. En estas

1 Saintout, Florencia, Los jóvenes en la Argentina: desde una epistemología de la esperanza. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2013. Pp. 49. 2 Gerardo Halpern, María Graciela Rodríguez y Mauro Vázquez (2012). “Duraznos zippeados. Los migrantes regionales en la tel-evisión argentina” en Papeles de Trabajo, Año 6, N° 10; pp. 219-236.3 Ibídem.



notas, encontramos que el 25% de las mismas aparece la voz de las y los jóvenes y/o el público; es decir que estas narrativas mediáticas constituyen discursos so-bre las juventudes sin incorporar sus voces o haciéndolo en escasas ocasiones. En el 36% de las notas relevadas aparecen las voces de los especialistas –médicos, periodistas, cronistas y agencias de noticias–; en cuanto a los funcionarios del poder ejecutivo, sus voces aparecen en un 30%, intentando dar explicaciones de lo ocurrido y esbozando unas primeras líneas de análisis en términos de culpables e inocentes. Y la voz de la justicia –puesta en la figura de la fiscal Susana Alonso– aparece en un 16%, intentando responder el requerimiento de los medios masivos que buscaban respuestas rápidas y, en este sentido, algunos medios –como Página/12 en una nota del 12 de mar-zo– llegaron a sostener sus argumentaciones con base en lo que los peritos le mostra-ron a la fiscal Alonso: que desde la imagen de los drones se veían “alrededor de 550 mil personas”. Estas enunciaciones se diversificaron por medios sociales y audiovisuales.

algunas COnsideraCiOnes Para COntextualizar lOs HeCHOs

La primera semana del mes de marzo estuvo marcada en la agenda pública por las movilizaciones populares en las calles: marcha de los docentes en reclamo de la aper-tura de las paritarias nacionales; movilización de la CGT, donde las y los trabajadores asistieron a escuchar a la conducción de la central obrera anunciar una fecha de paro nacional, anunció que nunca llegó, y el Día Nacional de La Mujer que encontró nueva-mente a las mujeres organizadas en una sociedad profundamente patriarcal. El recital del Indio cerró esta semana donde cientos de miles de personas se volcaron a las ca-lles para reclamar por diversos derechos y reconocimientos, pero con un denominador común: las críticas a las políticas neoliberales implementadas por el gobierno nacional.

En esta semana contraria para el Gobierno Nacional por las diferentes movilizacio-nes, los medios de comunicación se mostraron ansiosos y expectantes por atacar a las expresiones de la cultura popular, que tan indescifrables les resultan, y que escapan a las agendas mediáticas que los propios medios configuran. La cobertura que los medios hicieron del recital no estuvo fuera de sintonía con lo que ocurre en el país. Tal como el Estado abandona a diario a miles de argentinos y argentinas por las políticas neo-liberales implementadas, varios de los medios de comunicación dejaron la cobertura del recital librada a unas pocas opiniones o posturas que encontraron en tweets que levantaron, como al pasar, de personas que habían asistido al evento. Al mismo tiempo, aprovecharon los incidentes registrados durante el show para atacar todo lo que el “In-



dio” Carlos Solari representa, retomando estos tweets aislados y parciales de personas que criticaban el servicio brindado en el espectáculo.

A lo largo de su trayectoria el “Indio” Solari nunca fue un artista, y por qué no, un intelectual desentendido de la realidad política del país. El recital en Olavarría no fue la excepción para que pudiera expresar su ideología: el ex líder de los Redonditos se declaró en contra de la baja en la edad de imputabilidad que el Gobierno Nacional pretende impulsar: “hay estadísticas que dicen que los delitos cometidos, los asaltos o crímenes cometidos por menores de 14 años son estadísticamente ínfimos, lo que es-tán haciendo es un locura(...) los muchachos no nacen malos. El estado no puede ser penal antes que social”. Asimismo, envió un mensaje apoyando a las Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de los nietos que faltan encontrar, como también ha mostrado en los últimos años cierta afinidad con las políticas nacionales y populares que se plas-mó en declaraciones en sus shows, manifestaciones que los medios de comunicación hegemónicos nunca le perdonaron y que parecieran “cobrarselo” tras lo ocurrido en Olavarría.

lO POPular, en la mira

En la nota de Clarín publicada el 12 de marzo, “Las misas ricoteras y la cultura del aguante” –el rock como una ética del descontrol coherente pero indigerible ante el ‘aguan-te’ cuasi futbolero de los sectores populares– el periodista sostiene “Patricio Rey y sus muchachos habían devenido, de manera difícil de comprender y más aún de explicar, fe-nómeno popular.” Nos preguntamos por qué los medios analizados mostraron –en distin-tos grados y de diferentes formas– tal incomprensión de la masividad que asistió al recital ¿Cuál es el origen del rechazo a la congregación y al encuentro? O ¿De dónde viene la aversión al pogo, al contacto físico, al choripán, a los sujetos en grupo, a los campamen-tos, al asado al costado de la ruta, en suma: a todo lo que hoy se considera “popular”?

Stuart Hall sostuvo que la cultura popular importa porque es el terreno en el que se elaboran las transformaciones: “El significado de un símbolo cultural lo da en parte el campo social en el que se le incorpore, las prácticas con las que se articule y se le hace resonar. Lo que importa no son los objetos intrínsecos o fijados históricamente de la cul-tura, sino el estado de juego en las relaciones culturales: hablando francamente y con un exceso de simplificación: lo que cuenta es la lucha de clases en la cultura y por la cultura”4.

4 Hall,Stuart, “Notas sobre la deconstrucción de lo popular” en Historia popular y teoría socialista, 1984. pp.7.



En este sentido, cuando toca el Indio se vuelven protagonistas las prácticas, los su-jetos y los bienes simbólicos y materiales que el pensamiento conservador de las élites históricamente intentó deslegitimar, estigmatizar, borrar. Pero además es una masividad que crece incansablemente encuentro a encuentro, en la localización geográfica que sea (“Indio, andate a tocar a la luna que la luna vamos a copar”) y que se vincula con el artista sin depender de estos medios masivos, y esto último sea quizás lo que explica la incomprensión de los medios.

En estas construcciones mediáticas que buscan resquebrajar y doblegar a la cultura popular –y, por ende, a sus seguidores–, podríamos trazar un paralelismo con la cumbia villera, esa que marca modos de vida, recorridos, territorialidades desde principios de los 2000. Siguiendo a Malvina Silba y Carolina Spataro, en su artículo “Cumbia Nena. Jóvenes bailanteras: entre las líricas, los relatos y el baile”5 cuentan cómo las jóvenes de sectores populares, reconociéndose denigradas en las letras misóginas y patriarcales de la cumbia como parte del entramado de las industrias culturales, configuran otro re-lato ubicándose, discursiva y corporalmente, en un rol activo y no como mero objeto de placer para los hombres. En este sentido, al igual que lo hace la industria cultural con la cumbia villera, los medios masivos moldean ciertas apropiaciones, configurando identi-dades cerradas, estancas, por el hecho de formar parte del mismo entramado cultural; refuerzan construcciones simbólicas, las construyen, demonizando, estigmatizando, ho-mogeneizando a las juventudes y soslayando su capacidad de agencia.

nOtiCias de ayer, ¡extra! ¡extra!

“Cuiden al que tienen al lado” fue una de las frases que el Indio hizo trascender, a través de Marcelo Figueras, horas antes del recital en Olavarría. Luego de las dos lamentables muertes que sucedieron en dicho evento, este pedido sería cuestionado por varios periodistas de los principales medios gráficos. Criticaban la ingenuidad del recado, el cual el Indio reiteraría en medio del recital, al observar entre la multitud que algunas personas se había desmayado: “¿no quedamos en que nos íbamos a cuidar?” Denostaron al artista por la frase. Descreían, frente a la masividad, de toda posibilidad de comunidad o pacto social. La única garantía palpable era el control policial de esa muchedumbre indiferenciada.

En este sentido, durante las 48 horas posteriores al recital, los medios en sus ver-siones digitales publicaron una serie de notas que hacían referencia a la “misa ricotera”

5 Malvina Silba y Carolina Spataro, “Cumbia nena. Letras, relatos y bailes según las bailanteras” en Pablo Alabarces y María Graciela Rodríguez (comp); Resistencias y Mediaciones. Estudios sobre cultura popular. Paidós, 2008.



con expresiones como “caos”, “descontrol”, “desborde”, “exceso”, “agite”, “desmadre”, “tensión”, “colapso”, “avalancha”, “desastre”, “hacinamiento”, “desmanes”, “disturbios”, “violencia, etc.”

Asimismo, esta imagen desoladora, construida por varios de los medios, acompañó y contextualizó la configuración de un público ricotero donde toda diversidad y diferencia (etaria, genérica, étnica o de clase) se invisibilizó. Fue, en cambio, representado como una masa homogénea caracterizada por la irracionalidad y la barbarie. Así, los ricoteros fueron nombrados como “fieles”, “fanáticos pasados de copas”, “hinchas del Indio Sola-ri” (Clarín), “público tosco y embriagado, de nula reacción”, “masa de gente sin entradas” (Página/12), “malón de gente”, “rebaño ciego”, “público narcotizado y hostil” (La Nación).

En este sentido, los medios reforzaron la idea de masa descontrolada enfatizando en las notas que no era preciso tener entrada para pasar al recital. La nota “El Indio Solari en Olavarría: la angustia por uno de los jóvenes desaparecidos” del 13 de marzo publica el testimonio de un joven que dice “Nadie nos pidió entrada e ingresamos como si fuera un evento público. Tengo la entrada sin cortar. Pasaba todo el mundo”. Otra nota titulada “Denuncian que había decenas de miles de personas de más en el show del Indio Solari en Olavarría” publicada en diario La Nación el 12 de marzo, incorpora el tweet de un asistente al show que denunciaba “No me cachearon, no me pidieron la entrada”. De este modo, el fenómeno de igualación social que significa el hecho de que se deje asistir a todo el que quiera, y no sólo al que tenga la posibilidad económica de adquirir una entrada, es representada por los medios como un condimento negativo, incluso como posible causa de tragedia.

En la nota publicada el 12 de marzo en Clarín, “La misa ricotera y la cultura del aguante”, el periodista describe los recitales ricoteros como fenómeno de masas; sin embargo, en un fragmento habla de “tribu ricotera.” Si bien la frase puede cobrar sentido al asociarla con el líder de Los fundamentalistas del aire acondicionado, también se la puede interpretar en un sentido antropológico que, de acuerdo con algunas corrientes, aludía a comunidades que fueron consideradas “primitivas” o categorizadas como pre-estatales. Siguiendo esta línea de pensamiento, el público representaría lo no civilizado, no evolucionado.

Luego, menciona los lugares en las que tocó anteriormente el Indio Solari diciendo que “todas esas ciudades se vieron “tomadas” un fin de semana por una multitud equi-valente o mayor a su propia cantidad de habitantes. El famoso fenómeno de masas”. De

4 En distintos contextos, se habla de femicidios o feminicidios para referirse a los asesinatos sistemáticos de mujeres posibilitados por un ordenamiento sexista. En este trabajo, optamos por el término femicidio, más usual en nuestros propios contextos de actuación y recomendado por distintos agrupamientos como la Red Par y la Defensoría del Público.



esta manera se asocia en dos oraciones las “tomas” con las masas: la muchedumbre, lo masivo, se apropia del espacio que, por más que es público, el periodista lo consi-dera “tomado.” Además, en la nota se habla del recital como una “zona liberada para los excesos”, utilizando una expresión que habitualmente se usa para hablar de delitos en la sección policiales de los noticieros. En este sentido, opera una generalización que también convierte al público en un fenómeno peligroso y hasta ilegal.

Acto seguido, la nota esboza una analogía del fenómeno ricotero y el fútbol (de ba-rras bravas): “y ahí nuevamente el fenómeno ricotero se cruza con el fútbol y demuestra su profunda raíz popular: en la semi darwiniana cultura del aguante, que no implica la supervivencia del más apto sino la del más fuerte. Que no es lo mismo, ojo.” Con esa frase, finalmente condensa los sentidos que fue delineando a lo largo del texto al ana-lizar un fenómeno social, desde una perspectiva naturalista-evolucionista, un ejercicio teórico- darwinismo social- ampliamente repudiado por intentar establecer la suprema-cía de razas. Incluso el periodista remarca la inferioridad del público ricotero ya que, según su punto de vista, no se trataría del más “apto” sino del más fuerte, asociando exclusivamente lo físico con lo popular y dejando otra “aptitudes” para otros públicos o sectores sociales.

La nota “El indio Solari en Olavarría: La misa ricotera, una costumbre argentina signada por la tragedia”, publicada por La Nación el 12 de marzo, refuerza está visión deshumanizada e irracional del público mediante el recurso de la comparación al ani-malizarlo: “un malón de gente avanzaba como una especie de rebaño ciego que cha-poteaba sobre un terreno desconocido, incierto”. En la misma noticia se enfatiza que faltaban ambulancias pero sobraban “puestos de venta de cerveza, fernet y choripán. Una industria lumpen del consumo”, operando con otra generalización que estigmatiza y enclasa a los ricoteros como parias sociales. Asimismo, los asocia al consumo de bienes, que son presentados despectivamente por los medios masivos y por el discurso liberal conservador como propios de lo popular, los pobres, de los morochos o de los movimientos sociales y agrupaciones políticas que salen a las calles a reclamar por sus derechos. Basta recordar la poco feliz expresión de González Fraga, presidente del Banco Nación, acerca de la movilización del pasado 24 de marzo a 41 años del último golpe militar, cuando aseguró que ofrecían “500 pesos, vino, coca cola y choripanes” para concurrir a la marcha.

A través de las operaciones descriptas anteriormente, el discurso mediático con-virtió al público en una masa bárbara, descontrolada e indiferenciada que luego, en una segunda operación, pasaría a ser nombrada por los mismos medios- e incluso en las mismas notas- bajo la categoría de jóvenes. Jóvenes, entonces, se volvió si-



nónimo de público ricotero, generando la cadena de equivalencias ricoteros = jóvenes = descontrol = delito.

Los medios de comunicación se encargan particularmente de mostrar a los jóvenes pertenecientes a los sectores populares y sus modos de vestir, de hacer música, de escucharla, los territorios, sus prácticas, en fin, sus estilos que son trasladados a un escenario para ser narrados desde la violencia que es difundida por imágenes que ape-lan más a la emoción que a la razón. El fin de esta operación es presentar una otredad amenazante para la sociedad6.

Por otro lado, la entrevista de Clarín al padre de una de las víctimas de Cromañón titulada “Veo al Indio Solari en Olavarría y es la misma patética imagen de Omar Chabán en Cromañón” publicada el 13 de marzo, intenta equiparar lo ocurrido en el incendio del boliche República de Cromañon en el año 2004, pero además equipara a las víctimas a través de la palabra del entrevistado: “lo que ocurrió en Olavarría es la repetición de un modelo, que tienen la mismas patas que Cromañón: funcionarios, empresarios, la ban-da y las mismas víctimas”. Por lo tanto, al hablar de recitales de rock, se asume el es-tereotipo de que las víctimas tienen que ser jóvenes. Incluso los mismos jóvenes, como si por compartir un rango etario no hubiese diferencias, diversidades y desigualdades. Sin embargo, como ya es de público conocimiento, las personas que perdieron la vida la noche del recital de Indio tenían 36 y 42 años.

Luego, la nota reproduce las críticas del entrevistado a las palabras que dirigió el In-dio Solari a la multitud, las cuales mencionamos anteriormente, pidiendo cuidarse entre todos: “es ejercer liderazgo tardíamente, apelar a la bondad y no a poner seguridad para cuidar a los chicos”. De este modo se configura a “los chicos”, es decir a los jóvenes, como sujetos a controlar, cuidar, tutelar.

La importancia de analizar el discurso mediático y los posteriores sentidos sociales que se configuran desde una perspectiva comunicacional reside en entender cómo se construyen las trayectorias y horizontes posibles para los jóvenes. En un país donde se ha catalogado a la juventud desde el término “guerrillera” o “egoísta”, las construcciones mediáticas han apuntado a construir perspectivas basadas en el “tutalaje” de los jóve-nes y no desde una mirada que los entienda como sujetos de derechos que buscan ser reconocidos en una sociedad adultocéntrica.

Es necesario destacar que a lo largo de la historia de nuestro país se fueron crean-do imaginarios sobre los jóvenes que han sido predominantes y que se encuentran vigentes hasta el día de hoy. A lo largo de varios períodos del siglo XX la juventud fue vista como una amenaza, por lo que se observaba una asociación lineal entre: compor-

6 Saintout, Florencia, Los jóvenes en la Argentina, desde una epistemología de la esperanza. Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes. Bernal, 2013.



tamiento juvenil y violencia. Es por esto, que los jóvenes eran el chivo expiatorio de la sociedad puesto que no había una distinción entre juventud, pobre y delito.

En ese sentido, la idea de los jóvenes como objetos de control y no como sujetos con autonomía, se repite en la mayoría de los medios analizados. Las imágenes que se representan mediáticamente hablan de seres con un inherente grado de inconsciencia. Entre otras cosas, porque parten de una idea que entiende a lo juvenil como un estadio incompleto, a superar y no como una etapa de la vida legítima, con plena capacidad de decisión. Y, además, porque se considera a los jóvenes como suje-tos vulnerables que se exponen- ya sea como víctimas o victimarios- a diversos peligros como, por ejemplo, el delito, las drogas y el alcohol.

En la nota de Clarín que se titula “El Indio Solari en Olavarría: la angustia de los familiares, en un andén de Constitución” del 13 de marzo, se menciona a un joven que está perdido y aparece la voz de sus familiares diciendo que lo vieron en un móvil de TN: “Estaba despierto y con la mirada perdida. Lo vimos en la cámara y supimos que estaba vivo.” Otra nota de Clarín titulada “El Indio Solari en Olavarría: confirman al menos dos muertos en el masivo show” del 12 de marzo, señala que “Al margen de las víctimas fatales, en el hospital informaron que se encontraban colapsados en su capacidad por el ingreso de jóvenes con distintos grados de intoxicación”. En “El Indio Solari en Olavarría: denuncian que dejaron ingresar público sin entradas” también publicada en Clarín en la misma fecha, se introduce el testimonio de uno de los jóvenes que asistieron al recital que afirma “se sabía que iba a venir mucha gente y no nos cuidaron como debían.” El diario El día en la nota “El recital del Indio desbordó de público y terminó con dos muer-tos” del 12 de marzo dice que “varios jóvenes que concurrieron al recital aseguraron hoy que no hubo controles en la entrada y que tanto la llegada al predio de La Colmena como la salida fue un caos” e introduce la palabra del director de salud que “afirmó que de los pacientes que recibieron atención médica antes y después del recital, el 80 y 90 por ciento fueron por situaciones de intoxicaciones. Se los encontraba tirados, se los iba a buscar y estaban intoxicados en la calle, algunos inconscientes. Siempre por combinación de alcohol y droga’.”

En contraposición a la descripción de desorientación, irresponsabilidad, pasividad, y vulnerabilidad de los y las jóvenes se incorpora el mundo de los adultos, de las fuerzas de seguridad y del Estado que aparecen para resolver el problema y asistir. En la nota de La Nación “Indio Solari en Olavarría: cuántas personas siguen internadas y cuántas pérdidas” del 13 de marzo, se informa que un miembro de la sociedad Italiana local “fue otro de los que ayudaron a los miles de jóvenes que quedaron virtualmente atrapados en Olavarría.” Y que, frente a los saqueos y destrozos en la terminal y en los comercios



aledaños, provocados por los jóvenes fanáticos que quedaron varados en Olavarría, “el municipio les acercó viandas con agua y comida, y, luego, ómnibus gratuitos. También camiones, en los que los alejaron del casco urbano como si fueran ganado”. En la pu-blicación de Página/12 “Trágico recital del Indio en Olavarría” del 12 de marzo, también se menciona los incidentes en la terminal, con incendios y vandalismo causa por la que la Policía de Olavarría y los bomberos tuvieron que acudir de urgencia a la terminal para sofocar las llamas. Por su parte, el diario el día el 13 de marzo titula “El Ejército asiste a varados en Olavarría” y señala que “el Regimiento de Caballería de Tanques 2 de Olavarría distribuyó agua potable a los afectados y en las últimas horas los 50 efectivos dieron alojamiento transitorio a 210 personas que aguardan aún poder retornar a sus hogares”. Asimismo, en oposición a los hechos trágicos Página/12 en la nota “Cuando la música queda en segundo plano” publicada el 13 de marzo, sostiene que “el clima de la previa era bueno: familiar, alegre, amigable, eufórico. Al menos durante la tarde, antes del concierto, no se registraron disturbios ni incidentes de ningún tipo” ubicando a la familia (mundo adulto) del lado de lo legítimo, lo controlado y lo que está bien.

a mOdO de Cierre

Si hablar del recital del Indio Solari es hablar de cultura popular, significa también ha-blar de sectores subalternos, de desigualdad e injusticia. Como vimos, para los medios de comunicación hegemónicos la música del Indio Solari es considerada un arte degra-dado, rodeado de rituales, hábitos y características “barbáricas” que no cuajan dentro del gusto legítimo, el de las Bellas Artes (consideradas como la únicas posibles de ser admiradas). Por ende, el joven es ubicado en esta operación en un sitio de seguidor de una música de segunda y de un artista de mal gusto, operación que violenta aún más los relatos mediáticos estigmatizantes construidos sobre los y las jóvenes en la historia de nuestra sociedad.

La importancia de trascender las miradas que proponen los medios de comunica-ción sobre los y las jóvenes radica en dar la disucsión política por derribar etiquetas construidas a lo largos de décadas que tienen como único objetivo ubicar a las ju-ventudes como chivo expiatorio de las problemáticas sociales. El desafío es fortalecer una concepción que subraye su reconocimiento como actores políticos que construyen nuevas relaciones sociales y así transforman los espacios en que desarrollan su vida7.

7 Gojzman, D. (Coord.). Cajade, Andrea; Estigarribia, Maximiliano; Kunica, Sebastián; y Mazzola, Roxana. Hacia una Metodología para Orientadores que Trabajan con Jóvenes. Programa Fuerza Solidaria del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Asociación Civil ETIS y Japanese International Cooperation Agency (JICA). Buenos Aires: Editorial EUDEBA, 2010.



Saintout advierte que los sectores subalternos “tienen una cultura, una forma par-ticular de ver el mundo, unas visiones y divisiones sobre la vida que le son propias”8. Retomar esta definición expuesta por la autora nos adentra en la idea de que, frente a la nación de que el gusto de los sectores subalternos es el gusto degradado de los ricos, se contrapone la afirmación de que en realidad lo subalterno tiene sus propias lengua y estética.

En ese sentido, muchos de los jóvenes que asisten a la “misa ricotera” y a los reci-tales del Indio encuentran en estos espacios lugares de creación, donde se comienzan a tejer nuevas miradas y lazos sociales que escapan a los modelos de dominación pro-puestos por los medios de comunicación.

8 Saintout, Florencia, “Las culturas populares en la televisión”, en diario Página/12, 4 de diciembre de 2014.

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