nada es para siempre la clínica psicoanalítica en las ... · "nada es para siempre" la...

18
"Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la iógica 1ne sirve a o yo sirvo a la lógica? ¿Acaso no hay razón e inteligencia en n1i sinrazón y en mi estupidez?" Carta de Van Gogh a Thco I E la nave va e amino a reunirn1e con ustedes, me preguntaba por el inte- rés que produce la clínica en las psicosis. Tal vez se deba al desafío que imponen las dificultades que presenta. Seguramen- te. Tal vez a que la posición de paciente y analista tan diversa a la que observamos en la clínica de las neurosis presente pro- blemáticas complejas. Pero hay una cuestión que hay que va- lorar: el interés de los psicoanalistas respecto de esta clínica y el hecho que aquellos que padecen afecciones psicóticas insis- tan en consultarnos. Michel Silvestre, un lúcido psicoanalista francés, fallecido tempranamente en Tucumán, al quereforir.é mas adelante, parafraseaba a Lacan -quien indicaba al ana- lista no retroceder ante la psicosis- diciendo que le asombraba que los psicóticos no retrocedan y requieran de los analistas. Mas aún que de esa consulta se pueda decir que se trate de una clínica psicoanalítica y que haya una cura de la cual se pueda dar cuenta. Para decirlo de otra manera, y algunos ejem- plos que he de referir pretenden ilustrarlo, se pueden dar ra- zones de los límites de nuestras intervenciones. *Versión revisada de la exposición realizada en la Cátedra de referencia.

Upload: duongngoc

Post on 07-Oct-2018

224 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

"Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis·

Juan Tausk

"¿Quién n1anda, la lógica o yo, la iógica 1ne sirve a mí o yo sirvo a la lógica? ¿Acaso no hay razón e inteligencia en n1i sinrazón y en mi estupidez?"

Carta de Van Gogh a Thco

I E la nave va

e amino a reunirn1e con ustedes, me preguntaba por el inte­rés que produce la clínica en las psicosis. Tal vez se deba

al desafío que imponen las dificultades que presenta. Seguramen­te. Tal vez a que la posición de paciente y analista tan diversa a la que observamos en la clínica de las neurosis presente pro­blemáticas complejas. Pero hay una cuestión que hay que va­lorar: el interés de los psicoanalistas respecto de esta clínica y el hecho que aquellos que padecen afecciones psicóticas insis­tan en consultarnos. Michel Silvestre, un lúcido psicoanalista francés, fallecido tempranamente en Tucumán, al quereforir.é mas adelante, parafraseaba a Lacan -quien indicaba al ana­lista no retroceder ante la psicosis- diciendo que le asombraba que los psicóticos no retrocedan y requieran de los analistas. Mas aún que de esa consulta se pueda decir que se trate de una clínica psicoanalítica y que haya una cura de la cual se pueda dar cuenta. Para decirlo de otra manera, y algunos ejem­plos que he de referir pretenden ilustrarlo, se pueden dar ra­zones de los límites de nuestras intervenciones.

*Versión revisada de la exposición realizada en la Cátedra de referencia.

Page 2: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

!'en sando 1 acc1líi1rn>i"caop;i(<>analit.ica···--· -·-·

A diferencia de otras clínicas, ésta se caracteriza por varios aspectos. Hay una particular preocupación respecto del destino del paciente. Lleva a sostener una interrogación respecto de los confines de la teoría, su puesta a prueba, constituyéndose en un singular desafío intelectual, que con10 saben, fue una tem­prana preocupación para Freud. Se plantea una inquietud res­pecto de la eficacia de nuestros recursos) por el fracaso de los trata111ientos y el descubrüniento de modos de intervención solidarios con el método analítico. Pero hay otro aspecto que quiero balizar, que dicho de un modo compacto se podría for· in u lar así: ¿Qué tiene que ver la psicosis con la experiencia del que interviene en el campo?

Sea que se acentúen unos u otros <le estos aspectos, se es­taría navegando en una misn1a nave, sea con brújula y sextan­te, sea con recursos renovados, se está no obstante en manos de los vientos. Quiere esto decir que llegar a buen puerto, sea lo que se entienda por ello, es un trabajo difícil. Me ocuparé hoy, veo que ine acompañarán, de hablar de ese trabajo.

La palabra que falta

¿Cuál es el esfuerzo del sujeto en el campo de la neurosis? Que el trabajo psíquico -la elaboración- lo localice en la trama simbólica como sujeto del inconciente. Poder tramitar la di­mensión pulsional en el campo de la representación. Esto se puede decir de varias maneras: pasar de la cantidad a la cua· lidad, que el exceso de estimulación que supera la barrera an­tiestímulo en su efecto traumático, pueda procesarse psíquica· mente. Incluso en una formulación mas poética, "elevar lo Real a la dignidad de significante", en el decir de J. Lacan. Se en· tiende que no siendo el sujeto sino lo que representa un signi· ficante para otro significante, el sujeto no será ningún signifi­cante en particular, sino aquello que va de uno a otro. En una referencia que verán enseguida, se torna imposible la afirma· ción "Yo soy esto" en una identificación absoluta, sin que tenga indeterminación alguna.

Estamos en el campo de la neurosis, y por ende en el de la represión. Esto quiere decir que el movimiento de un significante

.Juan 'fousk. '?\ada es pum sicinpre" J,u clínico ¡isi!'uanu!j!_~'(l i'I! 47

a otro, se soporta de los procesos de pcnsarnicnto inconcicntc: condensación y dcsplaza111ient.o o en la f(>rn11ilación que abre­va en la ling-üística: las figuras rvtóricas: 111etáforn y n1ctoni­nün. Este trabajo pern1ite que el sujeto, no quedando c01npac­tado en un significante, asegure que el discurso continúa: ase­gurando la serie con un significante por venir. Es prccisan1en­tc en ello que se soporta la clínica psicoanalítica, el significan­te por venir, o el sucesor en una serie indica y ·anticipa una posición subjetiva. Se puede decir que ese n1ovin1iento es el n1ovin1iento del deseo. Ningún trabajo si1nbólico es suficiente para saturar la din1ensión desiderativa. Vienen bien el decir de un poeta francés contcn1poráneo, Gérurd IV1ounier:

" ... todas las palabras vienen a ocupar el lugar de la palabra que no se puede pronunciar ... ".

Ciertrnnente, la palabra que falta podrá decirlo todo. Su­pongo que debe quedar claro que es precisa111ente porque algo falta que hay palabras, y que, coino en la serie de nú1ncros enteros, el ú1tin10 nú111cro es indecible, pues sie111pre hay uno 111ás por venir. 1-fay porvenir.

El trabajo en las neurosis ' t 1

Si bien esto ha sido iransit'1tlo por ustedes de 1nodo 111ás explicito, es apropiado que lo veamos funcionar en una situa­ción clínica a la que refiero n1uy sucintan1ente. lTn analizante refiere de n1odo inuy detallado e insistente que la mujer es un "ogro". La densa trama argu1nental no debiera llevar al ana­lista a identificarse con el decír del paciente, en un traspié de la atención flotante o ir en defensa de la acusada. No es tan fácil perderse allí, no obstante perfectamente factible. Pero si se sabe esperar sin desfallecer y sin apurar con el usiones, el discurso puede sufrir otros destinos. Más adelante el anali· zante dice referido a otro te1na: " ... cuando yo logro ... ". En ese inomento el analista en1erge de su atención difusa y escucha con una licencia poética: "yo el ogro ... ". De inn1ediato entiende ese pequeüo atisbo de ldea que ya se le había aparecido n1on1e1itos

Page 3: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

Nada es para siempre. Pensando Ja clínica psicoanalí.t .. i._ea ______________ _

antes y que ahora ton1aba forma: si. lo usual es referir a "la bruja de la n1ujcrn en el decir popular, eso habría quedado flo­tando en su escucha hasta que llega Ja segunda frase. De ha­berse dicho bruja en vez de ogro, no habría funcionado este trabajo de formación del inconciente, pero sin duda habría de tener ocasión de otra presentación. Ya tene1nos una detenni­nación de por qué aparece esa palabra. Se podría conjeturar que la elección de un sustantivo masculino cuando correspon­de uno fe1nenino traería otra ilación idea ti va en relación a iden­tidad y sexualidad. Sin duda, pero no es Ja ocasión para tratar­lo. I-Iay mas líneas argun1entales, sie1npre.

La clave residía en el par: 'ella el ogro' - 'yo (e)! ogro'. Dos signi­ficantes y en su relación, en lo que va de uno a] otro, un sujeto del inconciente. No estaba sin{) en el inis1no acto en que se produce.

Estudiante: ¿Qué pasaría si el analista pensara que en efecto esa mujer era tal cual decía el paciente?

Respuesta: Si el analista convergiera en Jo que dice de la mujer, al fin conversación de bajo vuelo de an1igos en el bar, nunca se arribaría a lo que importa, o se llegaría pero no ha­bría analista que lo escuche. Al fin de cuentas, es precisa1nen­te porque hay interlocutor que se produce el fenómeno de dis­curso. ¿Cón10 se llan1a a eso?

Estudiante: Transferencia.

Respuesta: Claro. La heterogeneidad significante, Jo que va de uno a otro, no sabemos lo que quiere decir, de qué servi­ría apelar al sentido común o cultural, si basta con exponer al paciente a sus propias palabras. ¿Podrá decir lo mismo? ¿In­sistirá? Puede ser. Pero lo más probable que la eficacia de una intervención en el momento apropiado y del modo que pueda ser escuchado por el paciente, debería llevarlo a seguir hablan­do ... de otra cosa. Algo más va a decir y será sujeto de ese nue­vo decir. La pelota está nueva111ente en movimiento. Se dcs­co1npleta la convicción en la necesariedad de su argun1ento: una última palabra que, diciéndolo todo, nada habría por agre­gar. Podrá descubrir que eso es imposible, que la insuficiencia

Jmm Tausk. "'Nada es para siempre·. La dínícG psicouno/ítico en lus psicosis 49 -·------------ -· - -·' ',,, ,,.,,,,.,,,,,,_

de la palabra no lleva sino a seguir produciendo palabras, y en tanto sujeto de ese discurso, no seguirá sino deseando. A eso apunta el análisis con10 se verá un poco más adelante

Este n1ovimiento se hace posible en el contexto interlocuti~ vo de una sesión analítica. Sin duda que es posible entonces en casi cualquier tipo de situación, puesto que se soporta en la transferencia. Pero eso no basta. E1 n1étodo analítico requiere de una escucha bajo ciertas condiciones que ustedes no desco­nocen: abstinencia, ausencia de demanda, ate:O.ción flotante, asociación libre. El error se produce en la ocasión del relato que se dirige al que lo escucha y es inclusivo del oyente. A la vez, la intervención del oyente llega acorde desde donde se Jo localiza al analista en la trama fantasmática del paciente.

Ven ustedes que tenemos varios elen1entos: forrnación del ínconciente, sujeto del inconciente, transferencia, escucha, deseo. Hablamos de neurosis de transferencia, estamos en el campo de la represión y se diferencia, aunque no siempre cla­ramente, de las afecciones de carácter psicótico.

Nada es para siempre

Volvamos entonces a la pregunta que he realizado al conüen­zo, pero refonnulándola: ¿Cuál es el esfuerzo del sujeto cuando el efecto traumático supera la barrera antiestímulo y el proce­samiento psíquico referido no se puede tranütar o, n1ás bien, se lo tran1ita de otra n1anera? 'l'on1aré una situación clínica.

Una mujer ha transcurrido una parte significativa de su análisis, habiendo atravesado difíciles contingencias. Tal vez, la aparición temprana de un cáncer de n1ama, fue uno de los desafíos n1ás duros que tuvo que atravesar y que realizó con una valentía admirable. Fallecido tempranamente su marido, DoloreR educó a sus hijos, creó su profesión, pudo ser profesora universitaria, sen1bró su afecto y cosechó amigos que la ama­ban. Una persona generosa, linda. Años después de su análisis resultó una bnena amiga del analista y su mujer, que la acom­pañaron hasta su muerte. Transitaba las dificultades de su duelo por la muerte súbita de su marido debido a una afección cardía­ca. Un día llega a su sesión muy trastornada y desgarrada por

Page 4: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

la angustia. Helata que el dú1 anterior estaba en la escuela nocturna en la cual dictaba clases a adultos. Estando en su aula, esperaba que vayan arribando sus alumnos. Súbitamen­te inin-1 hacia el pasillo y ve parado allí a su n1arido. Igualito, de carne':/ hueso, con su ín1pcrn1cable. ¿(iué aconteció?

Estudiante: ¿Una alucinación?

Ilespuesta: Efectivan1ente, no lo in1agina) no está pen­sando en él) no está en una suerte de cnsofiación, sino que lo ve, con el peso que tiene una experiencia con tnl nivel de reali­dad. IJcsconcierto, susto, angustia, confusión es lo que rever­bera en los nlinuios siguientes y perdura hasta que asiste a su sesión. "¿Q.ué es esto?" -se pregunta ella. El annlista, ensilen­cio, le hace coro. Se pregunta si no se le habrá pasado a1go fundamental por alto, si había hecho un registro antojadizo del padecer de su paciente: no sería aquello que parecía ser. No la había pensado padeciendo una psicosis. Sin duda se in­quieta preguntándose adónde 1lovaba el análisis, por dónde erraba. Pero se sobrepone. Sabe que no es el 111on1cnto de pen­sar en él, sino en su paciente, y sostiene su lugar. ¿Qué hizo el analista? ¿Qué harían ustedes?

Estudiante: Creo que habrín que tranquilizar a la pacien­te, contenerla ..

Otro estudiante: I-Iacer1e S(~ntir que no está sola.

Estudiante: 'I'rataría do que hable algo 1nás, de pregun­

tarle algo ...

Respuesta: I ... e preguntarías algo ¿con10 qué?

Estudiante: Preguntaría qué aconteció antes o durante ese 1non1ento ...

Respuesta: I\ie interesa lo que dicen. Son ideas illU:1/ razo­nables. Yo no haría otra cosa. El in1pacto de una experiencia alucinatoria es tren1endo para aquel que la padece: es la prueba

51

efectiva de que los límites pueden ser traspasadosi y que entonces vale todo: no hay regla) división de aguas, diferencia, distancia. lJn fuera de la escena sin1bólica o lo que Freud denominaba la "otra escena'', en el colmo de la angustia. Hacerle sentir que hay alguien que la acompaña, cuya presencia índica un n1ás acá de la alucina­ción, pero que ade1nás, frente a una vivencia de catástrofe, baliza la temporalidad: hay antes y hay mañana. La instantaneidad del tiempo) o el tiempo sin escanciones, sin periodicidad, es un equi­valente de la compactación de las generaciones. ·Es decir de la sucesión de las generaciones: lo que diferencia al padre del hijo, a uno sujeto del otro, al hombre de la mujer. El fracaso de la prohi­bición del incesto atañe cierta1nente a esta circunstancia. Ante la desaparición del mundo y evidentemente del interlocutor, una presencia que enuncia su diferencia con el sujeto) tranquiliza.

No obstante, eso solo no basta. No basta una mano amiga en el hombro que diga que esas cosas le pueden suceder tam­bién a otros, que no es de uno solo, incluso que de eso uno sabe algo) que esas cosas también concluyen, que nada es para siempre. Todo eso se puede, si es el momento. No es bueno dejar a alguien cautivo de un dolor sin límite, si se puede atenuar -y eso incluye el uso de psicofárrnacos- por motivos que trataremos n1as adelante.

Es interesante que cada vez que les pregunto algo a uste­des, el conjunto de las intervenciones da una buena perspecti­va de la problemática. El último que intervino dijo que le pre­guntaría a la mujer qué pasó antes y durante el hecho. En efecto, es lo que hizo el analista; cuando redujo su propia an­gustia y su desconcierto, se encontró con una sorpresa que hace pensar que estas experiencias valen la pena ser vividas. La paciente relató que estaba en el aula esperando que entraran sus alumnos y pensó: "¿Quién falta?". Una pregunta como tantas. Que no hubieran entrado todos los alumnos, dispara una pregunta, totahnente ajena a una intención que uno su­pone la origina. "¿Quién falta?" Su marido faltaba, y a falta de una representación que evoque el recuerdo, lo produce cm acto al cabo de su pregunta. Un fenómeno alucinatori'~' " -una persona que no podía pensarse psicótica, y que ai r ponderse la verdadera pregunta, se tranquiliza y comiep hilar las ideas que necesitaba pensar.

Page 5: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

52 Nada es Pensando la clínica

Al recurrir a una pregunta se intentaba recuperar una his­toria, desagregando el tran1ado compacto de la alucinación, descompletando su valor de verdad sin matices para el sujeto. Ahora podía seguir hablando.

No habrá que precipitarse: como verán prefiero pues hablar de fenómenos psicóticos y de psicosis mas que de psicóticos.

Sucesor y forclusión

Quiero destacar una cuestión para la cual la referencia clínica es de utilidad. Contardo Callegaris, en su libro La. clí­nica. diferencia./ de las psicosis destaca con precisión clínica que es necesario reconstl-uir con el ,paciente las circunstancias bajo las cuales se desencadenó un brote psicótico. El fenómeno psicótico en -su permanencia y extensión se encuentra en los casos extremos. DiversáS observaciones clínicas han destaca­do la importancia de una temprana atención y trabajo en rela­ción a las circunstancias desencadenantes de tal fenómeno. Algo que Callegaris nombra como fenomenología del desenca­denamiento. Veamos esto. Un poco antes les refería la dimen­sión de subjetividad que se despliega en la trama simbólica, en la tra1na discursiva. ¿Qué pasa si el término siguiente, recuer­dan que lo refería como el sucesor, no viene? Lo vemos en el caso de esta mujer: a falta de una forn1ación del inconciente, producto de la condensación y el desplazamiento Y de lo que denominamos formación de--;;compromiso, se produce otra for­mación: la alucinación, heterogénea con la anterior.

Estudiante: ¿Puede aclarar eso un poco más?

Respuesta: Ciertamente. Imaginen la trarna discursiva inconciente al modo de una línea. Eso no es más que una idea que simplifica la realidad psíquica, que debe ser un complejo conjunto de múltiples líneas asociativas. El espesor de la sub­jetividad se debe asentar en la complejidad de esas tramas. El hecho que no advenga nada en la línea asociativa, que no ven­ga algún elemento significante a modo de sucesor presenta un

problema en la subjetividad, pues esta se constituye en el mo­vimiento que va de uno a otro significante. De no haber ese movimiento, ¿qué queda del sujeto del inconciente? El sujeto cae de la trama como objeto y esa pérdida de lugar se acompa­ña con angustia. No aquella que anticipa que algo podría pa­sar, una angustia que baliza el camino, sino aquella donde el sujeto se extravía en la masa significante. ¿Por qué signarle in1portancia clínica a ese momento?

Puesto que es el comienzo de un trabajo psíquico que toma Otrl dirección que la construcción de un discurso inconsciente. Podría decirse el trabajo inverso de desamarre de la subjetivi­dad de la trama discursiva. Es un trabajo cuya progresión ge­ométrica impresiona. Y el sujeto lo sabe. Un modelo banal po­dría servir para explicarlo. Es ya antiguo referir a las perso­nas en términos ''tener tela". Es una metáfora textil, que va­rios autores han utilizado. A las mujeres de los setenta, cuan­do las medias de nylon eran caras y se enganchaban con facili­dad, les preocupaba que saltara un punto (hágalo equivaler a un significante que no viene a ocupar su lugar en la serie y deja entonces un agujero) pues llevaba a que se vayan abrien­do la trama hasta extender el agujero más de lo aceptable. Una gota de esmalte a tiempo podía detener el desamarre de la trama pero, al modo de la llamada restitución delirante o la metáfora delirante, al precio de la rigidez de la estructura y de la marca de la ruptura. La temporalidad del proceso psicótico es muy importante para la intervención, dado que indica que los destinos del sujeto pueden ser muy diferentes si la inter­vención es temprana y además eficaz, mientras que el trabajo de ruptura progresiva de la trama puede llevar a situaciones catastróficas en las cuales el retroceso se torna imposibilitado.

Un fenón1eno forclusivo local, en ocasión de una circuns­tancia determinada ante la que el sujeto no puede dar res­puesta, al decir de Juan David Nasio, afecta al sucesor: no aparece el significante por venir. Esto quiebra la tensión de la serie discursiva, afectando también al punto de amarre de la misma. Pero, ¿cuál es el punto de amarre? Sería el 'cero' en el modelo de la serie de números naturales, sobre la que basó La­can su concepción de la 'Lógica del significante'. Es la marca de la represión originaria en Freud. Que se quiebre la tensión es

Page 6: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

Nada es

en efecto el trabajo inverso de constitución de la serie, movi-111icnto contrario a la constitución del sujeto: es un movimien­to regresivo de ruptura de la tran1a simbólica.

Es por ello que el tiempo tiene un valor en esto. Me explico: hace poco se expuso en Buenos Aires la colección de oro incaico del Perú. El propietario de la misma, un hombre ya mayor, rela­ta en una entrevista en el diario Clarín) que había conocido a y tratado con numerosos personajes del siglo XX. Refiere a Chur­chill, Stalin, Einstein y a un sinfín de otros. En particular refiere su visita a Freud en Viena, acon1pañado por una hermana que padecía una psicosis desde hacía mas de treinta años. Requeri­do para atenderla, Freud le contesta que lamenta que no la hu­biera visto entonces, ya que podría haber hecho algo por ella.

Estudiante: La he leído, y me asombró que Freud consi­derara que era posible atenderla si lo hacía tempranamente.

Respuesta: Sí, debe entenderse que el avance del proceso psicótico va desarmando la trama en Ja que se soporta el suje­to. Las intervenciones tempranas pueden tener efectos nota­bles, lo que se ve claramente en las intervenciones en la tem­prana infancia, cuya eficacia amplía las perspectivas clínicas. Me refiero a que lo que podemos esperar de una cura en la psicosis no debe hacerse equivalente con aquello que se espera en las neurosis de transferencia. Pero podemos hablar de cura psicoanalítica, que requiere de un analista y de métodos de intervención analíticos.

Construcción delirante

Avancemos unos pasos más. He hecho antes una referen­cia a un caso de neurosis, luego a un fenómeno alucinatorio en el campo de la neurosis.

Muy diferente es la situación cuando hablamos de sujetos que padecen afecciones psicóticas. Nuestro trabajo se torna tanto más difícil como improbable, llevando a admitir que los recursos que disponemos pueden no bastar para avanzar en dirección a cura alguna.

55

Les presentaré un frag111cnto n1uy acotado de un trata.­nüento con un joven paranoico. Podía pasar de enamora1nien­tos eroton1aníacos con su vecina -en que las extraüas decla­raciones de an1or que le realiza tienen por respuesta una risa nerviosa y una nlirada de ason1bro que él inalinterpre­ta- a entender que las voces que venían del piso de arriba, que hablaban de sus aptitudes y deficiencias sexuales, eran claras lecturas de su mente o su decir, realizadas por sus ve­cinas. Pueden ustedes percibir la tensión que va" de un lado al otro. ¿Qué podría decir el oyente del relato, si al intentar in­cidir en los dobleces del n1is1110) tenía por respuesta un joven enojado? Su relato no era una interrogación, sino n1ás bien una afirn1ación. Sobre todo una afirn1ación delirante que le pcrn1itú1 situarse en algún lado. Poco probable que un inten­to de llevar la tcn1átíca a alguna derivación asociativa, a una rcnüsión a otra cosa pudiera ser fructífera. M_ás bien se iba incrementando en el paciente la sensación de una irrupción del analista de tono persecutorio. Eso lo he podido entender: interrogar por el sentido de su decir y de su experiencia lo pone en peligro. El peligro de no tener un sentido que lo anu­de en alguna posición de sujeto. Claro que la posición en la cual se aloja tiene un inconveniente: no tiene Jnovin1iento. Pcnnítann1e para entender esto utilizar nuevan1ente un modelo. Se trata de un juego solitario que todos ustedes han tenido en sus manos alguna vez (por las sonrisas entiendo que algunos n1e escuchan a la letra), que consta de un dan1e­ro de 21 espacios que se recubren con 20 piezas cuadradas n1óviles y encajadas entre sí, cada una con una imagen sobre ella. Gracias a que hay un espacio sin ocupar, las piezas se pueden desplazar secuencíahnente a los efectos de recons­truir la imagen ordenada de la que la disposición inicial de piezas la presentan fragmentada. Ello es posible, se lo imagi­nan, solamente si tenemos ese espacio vacío, pues rle otra n1anera el movín1iento sería ünposible. Que haya un espacio que represente la falta de una pieza en el sistema es lo que le permite funcionar. Si no fuera así, todo quedaría trabado.

Estudiante: No veo como ese espacio vacío tiene que ver con lo que estaba relatando. ¿Lo podría aclarar?

Page 7: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

llespuesta: A eso voy. El espacio vacío equivale a la falta de objeto y su representación en el sistema. Falta de objeto de satisfacción, siguiendo a Freud, y en consecuencia castración e inscripción sünbólica. Es el que pern1itc la articulación de los den1ás significantes, sin ser en sí 1nisn10 nada en particular sino lo que pern1ite establecer un sistCJna que se caracteriza por la pura diferencia de sus elc1ncntos. Siguiendo a Lacan se lo designa: "significante del nombre del padre". Justamente no es ninguna pieza en particular, en nuestro juego, pero es el que pennite el inovüniento. __ El ¡novú11iento de las piezas se nombra con10 "función paterna" o "función fálica", siendo lo que produce significación y lo que va en el n1ovimiento de una a otra posición marca el lugar, la trayectoria del sujeto del in­conciente. ¿Qué es lo que:l!eva al movimiento?

Estudiante: ¿Que algo falte?

Respuesta: Sí, ¿qué?

Estudiante: El objeto de satisfacción.

Respuesta: Sí. Nos queda un paso más. Y es un término frecuentado por ustedes. La falta de objeto lleva a un movi­n1iento. ¿Cón10 se lo deno111ina?

Estudiante: ¿Deseo?

Respuesta:Exaetamente. La falta de objeto es que cau­sa el deseo. De ahí el término que conocen: "objeto causa del deseo", Quiero subrayar una cuestión: si no hay movín1íento de las piezas en nuestro juego, nuestro modelo, no hay deseo y no se determina un lugar de sujeto de un discurso. Eso tiene dos consecuencias. Una que se trata de un discurso cerrado y autocontenido. Co1no verán, un discurso abierto se caracteriza por una dirección desiderativa en el intento de ceñir totalmen­te al objeto del deseo, haciendo del fracaso un movimiento cons­tante de la tran1a sín1bólica. La segunda consecuencia, no cons­tituye un interlocutor que se anuda en la trama discursiva: o sea transferencia, salvo la que se n1o..::ula co1no persecutoria.

57

I~Iabía1nos dejado unos instantes a nuestro joven. En cier­ta oportunidad relata que estaba en un ahnacén esperando ser atendido. Conversa con un anligo respecto de cuestiones sexua­les y percibe que el vendedor lo está escuchando todo. Se va irrita do por esa in·upción en su intinüdad, n1olesto con su amigo que hablaba demasiado fuerte. Ese día, cruza la ciudad para ir a sus clases de idion1a. Al acercarse, ve en la escalinata a sus con1pañeras de estudio que se sonríen y hablan entre ellas.

"¡Ya está!" Se dice. Las chicas saben todo lo que habló en el negocio porque el vendedor se lo ha contado. Furioso por ese abuso, me dice dos cosas que 1ne han resultado n1uy significa­tivas. La primera es que debe matar al vendedor, dado que esa sería la única solución.

¿Advertencia de qué?

Estudiante : Sería un acting o un pasaje al acto ...

Un aviso de un posible pasaje al acto que sería la única salida de una an1enaza. Avisa, eso es bueno para el trabajo. Sin embargo también se cumplen ...

Lo segundo que dice es que esas cosas lo vuelven loco. Eso me lleva a una reflexión un poco cruda: ¿acaso no lo estaba ya? Pero tiene razón. Este joven, con10 tantas otras personas, en tanto puedan bordear o evitar ese pozo, ese abísmb sin fondo en el cual podrían caer eternamente, pueden desarrollar su vida de alguna manera, a su manera. Pero saben que hay co­sas que los desbordan, Jos sacan de quicio -como se suele de­cir- o para decirlo más precisan1cnte, los pasa del límite. Por ello deben llevar adelante una vida de mucho trabajo, como si tuvieran que construir el universo una y otra vez, soportando sobre sí una tarea desmedida. Produce con su delirio un mun­do en el que se puede situar, que pueda habitar. Es por ello que es tan poco conveniente el intentar desn1ontar el poco de rea­lidad que podría tener para el interlocutor, pues es el todo de realidad que lo sitúa. Para hacerse una idea de ese trabajo, que lo he visto realizar tantas veces, no he encontrado un mo­delo mejor, van1os por el tercero, que el de la econo1nía en épo­ca de inflación. Recordarán que a fines del '80 tuvimos un pro­ceso de hiperinflación. Los analistas soñába111os con París o

Page 8: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

Nueva York, donde se fijaba un honorario al comienzo del tra­tan1iento y se n1antenía hasta su fin y no se hablaba 1nás de la cuestión. En ese entonces, en Buenos Aires se los ca1nbiaba cada ines, al c01nienzo, luego cada 15 días y casi llegamos a can1biarlos se1nanahncnte cuando, a co1nienzos de la década siguiente, avanza la cavallería, que lo detiene. En los momen­tos de hiperinflación suceden dos cosas. La primera es que al perder valor la unidad de medida (significante fálico, rasgo unario, etcétlffa), todas las de1nás relaciones se desestabilizan y no se sabe cón10 establecer equivalencias para realizar inter­cambios. No se puede trabajar. Observen que la posibilidad de que se produzcan sustituciones significantes y por ende signi­ficación requiere de la unidad de medida. El sistema se detie­ne y entra en caos. Las autoridades económicas empiezan a disponer reglan1entaciones, que en ese momento se denomina­ban "paquetes de medidas". La tra1na económica y social se iba desarmando y desintegrando (recuerden la ruptura de la cadena de distribución), se iban haciendo necesarios nue­vos paquetes de medidas. En pocos días se observaba que el avance geo1nétrico del caos se aco1npañaba por-un crecin1ien­to geométrico de medidas y de un acortamiento de los perío­dos de tiempo entre unos y otros. El trabajo era enorme, y la inminente catástrofe apenas pateada hacia delante, no iin­pedía la sensación de llegar al límite y traspasarlo: eso ha­bría de ser el final. Sólo un enorme esfuerzo podría evitar­lo. Volvan1os a nuestros pacientes, la tarea es demasiado grande para una persona sola.

Estudiante: No me queda clara la idea de límite.

Respuesta: Pasar de largo. Yo tenía la sensación que lo vengo refiriendo sin exphcarlo suficientemente. Tomaré un par de minutos para ello, si me lo permiten. El deseo del neurótico se da contra un límite: es imposible arribar al objeto que lo satisfaga totalmente. Una aproximación infinitesimal, que se hace infinita, hacia el límite marca el derrotero del discurso inconsciente y en consecuencia el lugar del sujeto. Recordarán que el concepto de represión originaria y constitución del psi­quismo en Freud implica la separación respecto de la 'Cosa',

// //

por lo que la apertura del campo psíquico implica pérdida y duelo. Es esa pérdida la que permitirá encontrar toda suerte de cosas en la vida atravesadas por la dimensión significante. La imposibilidad del encuentro con la 'Cosa', el objeto definiti­vo, el objeto de 1a satisfacción' indica un límite. Al pasarlo se hace posible que no haya falta, que todo sea posible, y que no opere entonces la dimensión de la ley y la prohibición. ¿Cuál? La prohibición del incesto. Si recuerdan en la Interpretación de los Sueños, Freud, al trabajar sobre el modelo de aparato psíquico que hoy denominamos del "peine", plantea la imposi­bilidad de retornar y pasar de largo el polo perceptivo. Creo que anticipaba esta idea que estamos tratando contemporá­neamente. No hay vuelta a la masividad y compactación con el objeto "mítico" de satisfacción. Si bien el término lúnite lo usa­n1os en sus connotaciones semánticas, es esencialmente un concepto matemático. Ya lo estaba presentando cuando hacía equivaler a la línea discursiva o la serie de significantes con sucesión de números naturales. Requieren de un punto de par­tida: el cero (como salto de la naturalidad al orden del concepto) o como ya lo hemos hecho, haciéndolo equivaler a la represión originaria. Ta1nbién requiere del 'sucesor', del significante 'por venir', que caracteriza a la condición hun1ana: al no saturarse el deseo, siempre adviene una demanda inas: una palabra mas. La tensión que va del cero al sucesor es siempre relativo al 'límite' al que no se llega sino virtualmente, o sea en la aproxi­mación infinitesimal. Sie1nprc hay lugar para que una palabra n1as indique una nueva 'posición' del sujeto del inconcíente.

En el campo de la psicosis, ese límite se pierde, y el todo se hace posible. De allí la experiencia de angustia: la 'cosa' se viene encima, y las construcciones delirantes son ese enor1ne esfuerzo de reconstruir uria realidad ''acotada", o sea con'cotas', balizada, con límite. Esa experiencia totalizante es mortificante, en el sentido de la pregnancia de la pulsión de muerte.

Acá debemos incorporar un término que seguramente han recorrido: el de ''goce". ¿Pero cómo explicarlo? Usaré una idea de Maimónides (Rambam), el brillante pensador judío del me­dioevo. (Una excG;'ente biografía realizada por Abraham J. Heschel es tan recomendable). Sabía decir que los secretos de la Torá (El Pentateuco) eran imposibles de conocer totalmente,

Page 9: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

pero que además ello estaba prohibido. Le interrogan: ¿por qué si es imposible además está prohibido? Hagan también la pre­gunta inversa, ellos se la hacían. Pero Rambam había entendi­do profundamente el problema. Si el saber absoluto es imposi­ble, la prohibición abre el campo de lo posible, y en eso no ha­bría palabra final. Verán que entonces todo lleva a la interpre­tación, y de ahí la riqueza de la interpretación talmúdica. De estar todo dicho, ¿qué lugar habría para uno? ¿Qué lugar para el sujeto? Observen que teóricamente el texto es abordable en su totalidad en un acercamiento infinitesimal que se cumpla en el infinito. Pero es entonces imposible para los mortales, Inás que en partes, o sea, para los sujetos a la castración. Lo podemos trasladar a nuestra experiencia. La prohibición edí­pica, y lo que en general q:enominamos castración indican una imposibilidad: que no todo es posible. Inversamente, sin efica­cia de la refC!iencia paterna todo es posible, en particular, que "falte la falta" de objeto. Lo que en matemáticas contemporánea se no1nbra como un "in1pbsible lógico": un conjunto universal que contenga a todos los conjuntos. De allí deriva, y lo digo de n1odo excesivamente breve,' que no hay teoría que pudiera dar cuentas de todo: o es incompleta porque excluye elementos de la realidad para poder mantener su consistencia lógica, o los in­cluye al precio de su propia inconsistencia. ¿,Preguntarán qué es la inconsistencia? Que un teorema, una conclusión del razona­miento se pueda demostrar a la vez como verdadero y como fal­so, pues eso rompe la posibilidad de que sea pensable. Imaginen el universo que se construye de esa manera, un universo "loco".

Se signa por dos cosas, al menos. La una, que no hay dife­rencia. No hay diferencia sexual, pero sobre todo, lo que inau­gura a la anterior: el discurso inconciente se soporta de la pura diferencia. Ninguna palabra recubre totalmente a la "cosa", al objeto del deseo (también se lo puede nombrar como "objeto a''), y esa insuficiencia "repetitiva" sostiene la serie discursiva. La otra, por un "goce absoluto" donde todo es posible, donde la pérdida de límites, ya incluso en su sentido usual , deriva en una catástrofe del campo imaginario ( de las identificaciones y relaciones), así con10 de una depleción de la función simbólica que signa la posición subjetiva. Nada más cerca del sufrimien­to y el dolor psíquicos insoportables.

Ahora bien habrán notado antes de referir a Maünóni­des, el uso trivial con10 lo conocen1os de Jos informe sobre el estado de los ríos del térn1ino "acotado". Pero, nuevamente, es un término de las n1atemáticas. En un interesante desa­rrollo que realizó el referido Michel Silvestre sobre clínica en las psicosis, formula una idea y una propuésta clínica muy precisas: ''acotar el goce)'. Producir un espacio en que el goce se encuentre un límite. Claro que el límite deberá ser en el orden de la significación "fálica)', y consecuenteffiente un goce acotado, un ''goce fálico': es lo que del deseo se satisface, como para no se deje de desear.

Estudiante ¿Se puede equiparar la idea de límite con la de castración?

Respuesta: Me alegra que lo digas, has acompañado mi pensamiento. Hacía falta decirlo. Hemos avanzado en la idea de límite, y ahora debiéramos retornar a la idea de la cuál partíamos: "Es un trabajo demasiado grande para una perso­na". Sola. Pero puede no serlo para dos, y allí es donde entra el analista, cuando puede.

Percibo en algunas expresiones que el tenia no les termina de "cerrar,, y no podría estar 111ás de acuerdo. Es un "trabajo demasiado grande" para una sola reunión, y quisiera presen­tar estas ideas en el contexto de una referencia clínica, que podemos dejar para la próxima reunión.

II Te quiero contar

Un estudiante se preguntaba respecto de porqué la posición del analista en la neurosis transferencia! era diferente a la que adoptaba en la clínica en las psicosis, y si aún así, se lo considera­ba psicoanálisis. Me parece oportuno tomar hoy esa inten-oga­ción, si admiten que enfoquemos solamente algunos aspectos.

Son pacientes que no demandan nada del analista o, dicho de otra manera, se trata de una demanda masiva sin matices. Inversamente es el analista quien espera algo del paciente,

Page 10: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

Pensando la clínica

quizás que diga algo donde se lo llegue a tomar como interlo­cutor. El analista se siente poco acompañado y no llega a cons­tituirse en alguíen para el otro. A diferencia de una dimen­sión ünaginaria o simbólica de la transferencia, el consulto­rio se vuelve un pára1no solitario y despojado, henchido de un clima pesado. El analista lo siente hasta en el cuerpo y se pregunta qué hace allí. J\1as todavía, si en la neurosis la cura 'viene por aüadidura', con10 resultante de un trabajo, en el campo de la psicosis pareciera que es precisamente lo que se procura. Otra cura seguramente 1 pero a fin de cuentas, que la vida del sujeto le sea habitable.

Sergio hurga la cartera de la hermana con10 si fuera una prolongación de su cuerpo. Para infortunio de ella, siempre le arranca los pesos necesarios para comprar golosinas o al­quilar una película porno que nunca devuelve. Se van acu­mulando debajo de la cama hasta que la mamá no da más, las devuelve y paga la deuda. Lo desesperan los golpes de n1artillo que escucha de la casa vecina. Los siente retun1bar dentro do su cabeza. Para desalojarlos, golpea las paredes, insulta y am·enaza golpca1' al vecino también, pero aún es n1icdoso y se detiene.

Diagnosticado de esquizofrenia seis años atrás1 le indican neurolépticos debido a su agresividad. Lo era un poco en el colegio y lo fue en el consultorio de la psiquiatra a quien logró asustar. Andaba bastante adormilado y finalmente la madre lo sustrae del secundario, contra la opinión de los docentes, que n1anifestaban su aprecio y afecto por el joven. Estuvo un tiempo en un hospital de día y relatan los terapeutas que no 'daba bolilla' a nada y que no hacía actividades con los demás chicos. Sí enseñó a sus compañeros a simular la ingesta de fármacos y a escupirlos después. Eso lo hacía bien. No le inte­resaba el hospital de día y él tampoco interesó. En otro no co­rrió mejor suerte, la madre siempre se lo llevaba.

Ella lo viste o le prepara la ropa, verifica si no huele mal, le está encima. Si se demora en el baño, entra por las dudas. Como decía un colega1 en estos casos más allá del terapeuta, sie1npre hay una n1adre esperando. El analista prefería que lo aco1npañara su padre o la hern1ana a las sesiones, que ella estuviera un poco por fuera.

1-lay mon1entos en que está n1uy irritado, fuera de sí, tiene ataques de furia, n1omentos de "exeitación psicon1otriz,,, donde no sabe como sacarse de arriba eso que se Je viene y se le pega a la piel, en un n1undo pequeüo pero de dcsm.esura. La hcrn)ana lo caln1a a veces, es tierna. Un cura que lo recibo anügablen1ente en la parroquia, lo escucha con paciencin.. El analista lo veía con10 un socio para este emprendimiento y esperaba que le diera algu­na tarea, algún trabajito, algo en lo que fuera útili un lugar.

Comprendió que la afección venía de lejos '.Y que en estos años el deterioro. fue progresivo, quedando ya hilachas y reta­zos de su psiquisn10. Convicciones sin sustancia, proyectos sin efecto, deportes sin reglas: no le queda sino lin1piar la casai repartir volantes, matear y comer. Enuncia frases del libro de nlisa sin ton ni son o repite frases tales como "hay que levan­tarse y recibir el sol", carentes.de n1odulación y presencia. La familia quería que pasara algo concreto, pero transcurrían las reuniones y no pasaba nada. No viendo por donde entrar, se preguntaba el analista en qué se había metido. La pregunta que se planteaba era ¿hay alguien allí? Siempre hay alguien, se responde, pero ¿podrá llegar?

Un día decide entrar en el juego. ¿Por qué? No cobraba pues quería ver si se podía ir hacia alguna parte, pero al pa­dre, obrero textil, no le bastaba que le dijeran que se le cobra­ría algo que él pudiera pagar. Entonces informa al joven de 23 años que iba a arreglar con el padre de cobrarles entre 10 y 12 al mes, según le convenga al padre. Sergio le dice que mejor 10. No creyendo que se tratara de cuidar las finanzas fan1iliaresi le pregunta el analista por qué. "Así n1e queda algo para mí". ¡Había alguien! Apuesta a esa pequeña dife­rencia. Pero para sostener el trabajo pone algunas condicio­nes que el grupo familiar debía observar. Que el padre le die­ra esa diferencia al hijo distribuido por semana, que la ma­dre no le dé dinero, pues lo hacía diariamente y sin cálculo. Dado que le robaba a la hermana y gustaba de meter la mano en la lata, que le descontaran esas cifras, así como el dinero que decía perder en la calle. El primer efecto era que dejó de perder dinero o de ton1arlo. Son "1nedidas" que intentan pro­ducir un límite y consecuenten1ente alguna "unidad de 111edi­da". Hubo otros intentos, no todas exitosas.

Page 11: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

Los padres debían autorizar los alquileres de videos, si no, no los pagaban; a la vez, si no devolvía Sergio un video, el recargo lo debía pagar él. Eso funcionó. En cambio otra fue un fracaso. Dado que se comía todo lo que había en la heladera, cuando el padre llegaba de trabajar no tenía qué comer. Claro que el muchacho engordaba día a día, y el padre se tornaba en un alfefüque. Propo­ner horarios de comida, n1uchos si se quería y poner un candado en la heladera fue 'too much'. Lo rompió. Observo miradas que señalan desconcierto, pero observen: apoyarse en pequeñas difc~ rencias y establecer acotamientos en experiencias limitadas per­mite situar al sujeto entre lo uno y lo otro, entre lo habilitado y lo prohibido, lo propio y lo ajeno, lo anterior y lo posterior, etcétera.

Se trata, en otras palabras, de producir en algún espa· cio un "vacío de goce". ~a internalización de estas operacio­nes ¿podrán nombrarse como castración? Eso sólo se habría de poder saber después.

Su hablar no dice rn¡pa a nadie porque no dice de sí mismo: no es más que un discu~so circular del cual está exceptuado el sujeto. No podía el analista encontrar trazo discursivo que lo llevara a escuchar algo que ren1itiera a otro lado. Una 1netoni-1nía llana sín saltos metafóricos, un discurso unidimensional, sólo rnatizado por momentos de excitación.

Sin embargo, un día se sienta frente al analista, le hace un gesto de complicidad y acercamiento con el brazo y mirándolo con franqueza le dice: "Escuchá, te hablo del corazón, hablemos entre vos y yo, te quiero contar algo ... )'. Por primera vez pareciera que existe el interlocutor para él y Además amaga con decir algo. Segu· ramente habrán ustedes tenido alguna vez la sensación de estar hablando con alguien y que no les responda, ni ideativamente en un diálogo ni afectivamente en un lazo de complicidad. Una falta de reconocimiento del otro, de no encontrar un espejo en el que uno se encuentre, o se aliene especularizándose, al modo de una viden­te diciéndole a la otra: ('Vos estás bien, pero ¿cómo estoy yo?"

No permite al interlocutor el reconocerse como un otro y la angustia lleva a enojarse con él, a odiarlo, a tratarlo mal. Pasa con frecuencia y en otra época en los hospitales se usaba un término malicioso: "caño", para referir a este tipo de pacientes de quienes se escapaba. Decía mas arriba que la transferencia, tal con10 se presenta en el análisis de neurosis, no es esperable.

.J11an 'J'nusk. "Nud~i_cs pai-u sic111pn:". J,o c/ínicu psicl)11nalílico en /os p.~icosis

Se le pide que cuente. ¿Abriría la puerta hacia alguna inti­n1idad? Pero no, otra vez un discurso vacío donde dice nada para nadie. No se iba a ninguna parte.

Estudiante: ¿Porqué en1pezó al traünnlento? ¿No sabía del van1os que era poco probable?

Briznas

Respuesta: Así pensaba) es cierto. Y n1e da la oportuni­dad de .decir dos cosas que no querría dejar de decir hoy y son sohdar1as entre sí: una el "investirniento libidinal del discur­so", la o~ra el término "briznas'' -que es Inas bien una imagen) que a m1 gusto sintetiza bien una idea.

Vayan1os a la prin1era: Ilespccto del análisis en neurosis de transferencia, Freud solía decir que la transferencia positiva de scnti111icntos "tiernos", no relacionados a representaciones edípi­cas reprünidas, era de fundamental in1p01t<mcü1 para que el trata­n1iei:to pudiera realizarse. Usen1os tén11inos inás nítidos para de­n01n111arlo: respeto, interés, reconocin1ienio, estin1a, afecto. Que alg_o de eso se preserve, es lo que pennite al analizante soportar y sostener las contingencias, dificultades, resistencias y dolores de un análisis. Pero ello no debiera ser válido solmnente en una direc­ción. También es necesario que del lado del analista lo haya tam­bién, e incluso se pueda agregar preocupación y responsabilidad.

En cambio, en casos con10 el que vengo de referir hay algo n1ás~. ¿Por qué habría de recibir al joven? La hermana, que me habia escuchado hablar del tema, me cuenta acerca de él, de los mtentos fracasados, además ele la gravedad del cuadro. Pero el afecto con que me hablaba de él, la preocupación que tenía, las ganas de que pudiera hacer algo de su vida y su paciencia, me daba la impresión de que podía trabajar con el joven en base, a que había alguien que tenía algo vital por o para él, podna apoyarme en eso. Tiempo después n1e encuentro con una idea de Piera Aulagnier que, tratando del análisis en las psicosis entiende que debe haber un "escuchantei' dispuesto a in­vestir el discurso del paciente. Ese aporte de investimiento libidi­nal es necesario para sostener a un edificio que se derrumba.

Page 12: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

66 Pensando la clínica

Investirlo, ¿,no es lo que hace la madre con el bebé para que exista? Pero, ¿un analista? Este caso, que parecía desde un prin­cipio que no iba a andar, también me pareció que, habiendo un "hilillo" libidinal en la hermana, si ella lo tenía, lo podía tener yo también. Lo tomé de prestado y quise hacerlo propio. Siem· pre vale la pena, aunque no se arribe a buen puerto. No sería justo si no agregara a estas ideas, una observación que me re­sulta significativa, pues es la otra cara de la moneda. La he leído en un trabajo de D. Perrier: El psicoanalista entre el psicó· tico y el terapeuta en donde dice que " ... se le escuche (al pacien­te), se le espere y se le hable, fuera de un proyecto narcisizante". Quiero destacar que entre lo uno y lo otro, es posible crear un espacio en el cual la inscripción significante sea posible.

Estudiante: ¿Por qué vale la pena?

Otro estudiante: ¿No se estaría perdiendo tiempo o un esfuerzo que otros podrían aprovechar mejor?

Respuesta: Claro. Las preguntas están bien planteadas y me permiten entrar al tema que había anticipado.

Hay un hospital de día que atiende a jóvenes y niños afec­tados por psicosis, que se llarna "Brizna". Me gusta ese non1-bre, no podría ser mejor elegido para la misión que pretenden realizar. En un páramo yermo y desolado, pareciera que no hay vida y que nada crece. Así era el desierto de Atacama que recorrí cuando tenía la edad de ustedes. Sin embargo, hay aquí y allá, briznas de algún vegetal. Pocas, dispersas, obviables para el observador desatento. ¿Qué les hace pensar?

Alumno: Brotes, en el sentido de vida ...

Otro alumno: Por ahí tiene que ver con la esperanza de volver a formar el paisaje.

Respuesta:Es una buena imagen. Paisaje que por ahora está despojado, que cada devastación o descompensación psí· quica ha provocado que este campo vaya perdiendo cada vez más sus escasas briznas y quiebre el conjunto.

Alumno: Si uno tiene en cuenta estas briznas, puede ir rescatando lo perdido, aunque más no sea lo posible.

Respuesta: Ése sería un buen proyecto terapéutico, coin­cido. Guido Narváez decía en esta facultad en 1989: " ... (que) pueda ir constituyéndose en una forma de vida(. .. ), que pueda dejar de padecer ciert.os sufrimientos de Ja psicosis". Eso es posible y no es poco. También se puede ir a más. Recuerden que Freud, con n1ucho sentido co1nún, interrogaba a los psi­coanalistas en tanto quisieran producir en sus pacientes un ideal de salud mental del cual ellos mismos no podrían respon­der. Porque si el ideal de cura se lo elevara para los pacientes, el analista podría identificarse con el mismo o dejaría que el paciente Jo identificara con ese ideal. Nada más problemático que eso. Al final de la reunión veremos por qué.

Entonces, tenen1os briznas, brotes, que se pierden, que se rescatan. 'I'ene1nos un can1po yenno y la esperanza de forrnar el paisaje. Estamos metafóricos, pero ¿de qué estamos hablan­do, en términos de un pensamiento psicoanalítico?

Alumno: ¿De discurso psíquico?

Otro alumno: ¿No es Ja asociación libre?

Respuesta: ¿Y qué elementos aparecen para que se hable de discurso o de asociación?

Alumno: Significantes.

Respuesta: Significantes, representaciones. Las briznas serían representaciones. Si las hay, también hay algún sujeto de esas briznas que forman alguna suerte de discurso. No toda traza de simbólico está desaparecida. Si se trata de algo de pulsión de vida en esas briznas, entonces poden1os suponer un sujeto de ese discurso. Habrá que encontrarlo y trabajar con lo que tiene. Seguramente la insuficiencia para sostener el mun­do sobre sus hombros. Pero acaso ¿no es ese el trabajo de todo ser humano: sostener por medio de lo simbólico lo inconmen­surable de lo Real? Para algunos es siempre un exceso.

Page 13: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

68

En cuanto al paciente que vengo de referir, 1ni pregunta en ese n1on1ento era: "¿Iiabía alguien allí?". Alguien tiene que haber, sie1npre lo hay, la cuestión es si lo puedo encontrar y puedo producir con él. Plantear una experiencia que no llega a donde se la quería llevar, corno la que vengo de relatar, no indi­ca que la 1nisn1a no se pueda realizar; en todo caso habla de su límite. Y de la insisteneia de los analistas.

Te tengo que matar

Para ello quisiera referinne a una experiencia, aunque sea hreve1nente, que sí se pudo realizar. Y que se puede realizar con mucho trabajo: taqto de uno como del otro.

Pedro sabía que lá'.s cosas andaban francamente 1nal, se sentía enláquecer. Luego de trabajar conmigo por poco tiempo, se va. Le comento al co)ega que lo había enviado, que preveía un futuro oscuro. Pero Volvió. Hay que dejar sien1pre la puerta abierta: cri las dos dirécciones.

Cuando no daba n1ás, salía a la azotea a gritar y patear paredes. Lás voces lo incrin1inaban, an1enazaban y ordenaban. Sentía qué no tenía con qué responder a una exigencia desme­dida. Confundido, su capacidad de pensar en sombras, una angustia que no le daba respiro, su afocto congelado y su ex­presión opaca: estaba desesperado, era un desesperado. Con­verso con el padre para 10&11·ar su colaboración. Para r01nper el hielo, observa atentamente los libros de mi biblioteca y me dice: "¿Para qué quiere tantos libros si todos dicen mentiras?" Ahí entiendo un motivo para tanto fracaso en la vida del jo­ven. Debo reconocer que n1e enojó esa observación, hasta que e} humor n1e dio una n1ano. Le contesto: 1iTal vez me interesen las mentiras que dicen". Eso nos tranquilizó a los dos. Años más tarde podremos reírnos con Pedro de esa anécdota. Tam­bién él era un buen lector, tampoco él se la creía del todo.

He de referir sólo dos circunstancias. Una de ellas es en el comienzo. Advierto que su irascibilidad podría traerle proble­n1as. La circunstancia tenía poca importancia: arrancar un disco del tocadiscos (esto ocurrió hace tanto ... ), donde se corta con la púa. Entiendo que hay riesgo de que se pueda dañar de modos

inás contundentes y pretendía evitarlo. I-Iago lo que algunos hoy en día denon1inan nH1niobra. (El térniino no ·me resulta cómodo. Sin e1nbargo, atc111pera mi crítica e1 hecho que tra­ta1niento en alen1án, y así lo usaba Freud, se dice behandlung, cuya traducción literal sería, a fin de cuentas, n1anipulación.) Le advierto a Pedro: "Si te vas a lastin1ar y hacer daño, no te voy a atender más".

Enuncio una paradoja, segura111ente ustedes piensen en lo que me preocupaba: que se suicidara o dañara severa1nente. De matarse, es evidente que no seguiría atendiéndolo. Pero si él resistió la paradoja, también yo. La idea era instituir un c'No", una prohibición, algo que opere con10 límite a1 goce. Es una forma 111uy parecida a con10 varios autores lo han referi­do en el trabajo con niüos.

Sin duda, nada más parecido a una función sin1bólica ins­tituyente del psiquis1110, si pensamos en la ordenación negati­va del inconciente. ¿Acaso el ca111po del deseo no se abre con algo que diga "No" a la inadre, que diga "No" a perderse cmno cosa, co1no objeto en el cuerpo inaterno, el cuerpo del Otro, repudiando la falta en los dos lados? Pero uno no pretende tanta omnipotencia, sino tan sólo crear un espacio "vacío de goce" donde poder hacer circular una palabra y ocupar un lu­gar para el otro. F'ue eficaz, porque fue usado en el mo1nento justo. (Recuerden como en el caso de Sergio, no lo fue.) Ade­más, ¿cuántas veces se podría usar? La prohibición tranquili­zó y permitió trabajar, a an1bos.

En otra oportunidad, inucho tiempo después, en que las voces le obligaban a una conducta violenta y definitiva se lo vuelvo a enunciar: "Si le pegás ... " No lo hizo. Por suerte, pues yo debía cumplir mi promesa, y él Jo sabía. Con10 verán, se asume responsabilidad y riesgo, pero eso tarnbién tiene un lí~ mi te: se puede fracasar. La dimensión de la prohibición en acto remeda la prohibición edípica, en un destiempo, en un des­ajuste -es cierto- pero es una oportunidad que puede ser deci­siva, tal vez por prünera vez. Pero sepan del riesgo: una orden del analista, a falta de tener incorporado un sistema de prohi­biciones y habilitaciones en el psiquismo, se puede tornar per­secutoria y fabricar un nuevo an10.

Les presento entonces la segunda referencia:

Page 14: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

Sé que le hablan las voces, se le ve en la cara y en los gestos. Apesadumbrado, no puede con ellas. Le pregunto qué le están diciendo: siempre trato de que hablen, así se produce otro interlocutor más allá del cortocircuito.

"Tu1e dicen que te tengo que matar."

Estudiante: ¿Qué se hace en esas circunstancias?

Respuesta:Confieso que me asusté. No hay por qué no tomarlo en serio. No son formas de decir, cargadas de metáfo­ras. Pero me sobrepuse. El oficio de analista tiene esas cosas: no es que uno no reaccione como cualquier otro, sino lo que importa, es lo que puede hacer con el1o, una vez que se corre de donde quedó situado por el discurso del otro. Alguien pregun­tará có1110 se hace, pero un analista no es sino un sujeto del inconciente con10 cualquier otro, que ha pasado por una expe­riencia de análisis. No lo banalizo: los que la pasan o la han pasado saben que no es poco.

Le pregunto con cierta candidez: 'l¿Vos le creés lo que dicen?" "¡No, qué va!" Con el gesto correspondiente con el bra­

zo, y se ríe. Yo también y pienso en el gesto de secarse el sudor de la

frente. Me sorprendió. Sobre todo el acceso de humor. ¿Fue de él o inío? Sería una pregunta innecesaria.

Se cun1plía algo que me evocaba una idea que me había gustado y veremos mas adelante: desagregar la trama deli­rante. Exactan1ente eso estábamos haciendo, al hacerle per­der consistencia e irreductibilidad, se torna palabra que puede circular entre dos. También entendí que aquél que puede dis­poner del humor está bastante mejor de lo que cree o creen los den1ás. ~1as aún, el hun1or, no la burla, es un recurso de traba­jo excelente. Entre las voces y Pedro, en ese espacio sin lugar, se interpone el chiste quitándoles severida.d. Si circulan mas allá de su cabeza, es como ponerle el cascabel al gato: ya no se deslizarán vociferantes pero silenciosas en la leñera. Algo de la terceridad abre una fisura en lo compacto de ese espacio. Gw duda es importante distinguir la irrupción desde afuera y la instalación en lo sin1bólico de lo tercero. Las consecuencias

son diferentes. Pero lo que va de lo uno a lo otro, probablemen­te es la cualidad del trabajo a realizar en el contexto analítico.

Estudiante ¿Qué es un espacio sin lugar o un espacio compacto?

Respuesta: Veamos algo sobre esa suerte de "espacio sin lugar", planteándolo de un modo genérico. La construcción del psiquismo se sostiene de la posibilidad de figurar, representar la dimensión de la diferencia. Cuando esta construcción no se constituye en los comienzos, lo hace de modo fracasado o frag­mentario o colapsa en una diversidad de modalidades en mo­mentos posteriores de la vida, se pueden observar regular­mente algunos fenómenos.

Uno de ellos es respecto a la estabilidad en la identifica­ción sexual. Nada diferenciaría el poder pasar de un lado al otro, de hombre a mujer. Una voz que lo insinúa desde dentro de la cabeza o que interpela desde el televisor, alguien que se dirige al sujeto con una alteración de género en el hablar, y la pregunta: ¿Por qué se goza de un lado si se podría gozar del otro? O sea, nada ünpediría entonces ser lo uno o lo otro, sal­vo el obstáculo anatómico.

Este pasaje sin balizan1ientos, también se puede observar en la pérdida de la dimensión de interioridad y exterioridad. (Bien representado en las figuras de la geometría topológica que ha utilizado Lacan.) Que una relación sexual despierte el terror de entrar en el interior de la n1ujer y desaparecer en él, lejos de una representación metafórica, es una experiencia a­lucinatoria, con un todo de realidad, o sea Real. Una cosa es la sexualidad acotada, como se dice en el lenguaje de La naranja mecánica con cierta obscenidad: el "viejo uno-dos, uno-dos": hay límite en lo espacial y en lo temporal: los cuerpos no se amalgaman, alguna vez eso ter1nina. El adolescente se pregun­ta si no pierde el pene, si se gasta, si se acaban los espe1mato­zoides por andar follando por ahí: se pregunta por la castración y sufre. Otra cosa es entrar y perderse. No es que se arriesgue una parte, sino que se pierde todo, sumergido en un vacío, un agujero sin fondo, un abismo sin medida. Sin la operación que produce unidad de medida, ¿de qué significantes sostenerse?

Page 15: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

Nada es para sicrnpr('. Pensando la clínica psicoanalítica

Nada es para sic111prc

No había poca sabiduría en las inscripciones ele los carnio­ncs que proveían de verdura al viejo J\..Icrcado de Abasto. ~a no podcn1os leerlos, allí. Uno rezaba así: "A111or de n1adre, ab1sn~o sin n1edida". lJna cosa es La nostalgia: eso habla ele la ausencia del objeto a111ado, es un guiüo a la castración. Otra cosa es un fenón1eno forclusivo que, con10 un todo con1pacto, ton1a toda la experiencia_ y no tiene intervalos. No da resuello y pareciera que no hay trabajo que alcance para ~alir del "abismo'~;

Otro de los fenómenos se puede figurar en el par deple­ción-inflación" para lo que me será útil ton1ar a rnodo de ejem­plo, el problema que se le planteaba a un paciente en relación a la posición en que qu~<:Jaba arrojado al ocupar un lugar de alumno o de profesor. Dé ser docente, el sujeto vuelca todo el saber al alumno, con lo cual se queda vaciado y el alumno con una voraz exigencia lo traga. Por tanto deja de ser docente, deja de ser y registra laalarma: la soga se termina Y puede caerse del "tablero". Si :el n1is1no sujeto tiene a su vez una relación de alun1no respecto de un docente, puede ernpezar a verse perseguido por sus exigencias desmedidas y arbit~a­rias, sentir que debe darlo todo y que eso tan1poco alcanzan a, quedando succionado por el mismo y tendiendo a desapare­cer. Es el problema equivalente.

Son los momentos en que el sujeto se siente enloquecer, co1110 lo refería en la reunión pasada. Una angustia insoporta­ble invade la escena, un pasaje al acto puede forzarse para detener la escena y también puede' ser el momento que un a­nalista sea requerido por el protagonista. Son momentos en que llaman al analista en los más diversos horarios Y éste_ esté dispuesto a dejar la línea abierta o a reumrse con dpacien_te con frecuencia, incluso un par de encuentros en el 1n1smo d1a. Ser testigo de y acon1pañar en esos n1omentos es de cr~1cial ünportancia. Sin embarg·o, en tanto la de1nanda es excesiva Y masiva, toda respuesta debe incluir una dimensión de límite Y de secuencia. El riesgo es el de pregnar de un exceso de senti~ do, que podría reducir la experiencia al consejo o a la ?rden. Se trata de transformar ]a pregnancia de omnipotencia que se sitúa y requiere del lado del analista, para responder desde un

73

lugar de castración. lJno de los indicadores de esa lin1itación es que no se puede atender sino a pocos pacientes que atravie­sen por estas situaciones, lo cual es recon1endablc.

Estudiante: Si la relación es docente alu1nno, y a su vez el docente con un docente, entonces se trata de tres generacio­nes. ¿Qué tiene esto que ver con el Edipo?

Respuesta: El n1ovii11icnto indica que las generaciones se aplastan y quedan reducidas a una sola dimensión. De in1ne­diato aparece claramente que la ausencia de diferencias gene­racionales reduce la din1ensión edípica y se cancela la prohibi­ción del incesto. Todo es posible: lo que quiere decir que todo es igual. Eso no deja lugar a movimiento alguno. ¿Qué es ser hijo? Y sobre todo, la pregunta que hemos tornado en clásica, pero no por ello menos crucial: ¿Qué es un padre?

Esta idea tiene su equivalente en el achatamiento de los tiempos. No hay un antes, no hay una historia, no hay un des­pués, un futuro, y una suspensión que traza ese inovirniento. Pareciera que todo opera en la perentoriedadt en la inn1ediatez (mejor aún: en la instantaneidad), ante la inminencia de una catástrofe. Es la pérdida de distancia que lleva a que el otro se venga encima de 111odo n1asivo: sin balizamiento, lo que viene a ser como pura "cosa". Sin distancia ni diferencia, es imposible el investimiento libidinal, de modo que el único recurso habría de ser la pura violencia, la do1ninancia de la pulsión de rnuerte.

El trabajo clínico debe apuntar a producir diferencia, pro­duciendo la textura, el espesor del interlocutor, de las genera­ciones y del tiempo. Para que un sujeto se pudiera colocar en el lugar de padre, para realizar este n1ovimiento, tiene que poder descolocarse del lugar de hijo, y producir tres generaciones cuando no eran sino solo dos. Dos que en la relación especular se aplastan en un solo lugar.

Para que se abra una serie debe haber al menos tres tér­minos. Uno de ello abre la serie: el cero en los números natura­les, represión originaria en Freud, inscripción del nombre del padre en Lacan: es la unidad de medida. Pero para que la serie pueda operar debe haber un cuarto ténnino: algo debe estar perdido. El objeto debe faltar. Cualquier operación de producción

Page 16: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

74 N;ula es

significante es a condición de perder algo .. Sin pérdida, no hay constitución subjetiva ni de las generaciones. L1a1namos

a eso castración. Un analista que acon1pañc la experiencia puede can1biar

las cosas, sentar la base del intervalo, de la diferencia. Se pue­de estar tornado por una alucinación, dominado por voces o aplastado por la melancolía impiadosa, pero tambié.n se pue­de salir de la prin1era, acallar a las segundas, reducir la viru­lencia de la tercera. Se puede no estar siempre alli, se puede faltar a la cita. Puede haber otra voz, el analista, que nom­bra, que acompaña, que temporiza presencia y ausencia Y que enuncia que nada es eterno.

En efecto se intenta construir una historia, un drama que tenga una secuencia, personajes, argumento, desenlace. Se intenta recuperar un tejido simbólico que, al "desagregar la trama argumental... del fantasma delirante ... y crear condi­ciones que hagan posible Ja reconstrucción en el seno de una historia destruida" (Emiliano Gallende), descompleta ese va­lor de verdad sin matices que se impone unívoco al sujeto. Lo desmedido puede tomar medida: una medida significante y podemos tener un interlocutor, un sujeto. .

He trabajado con varios pacientes que han podido hacer un recorrido importante para sus vidas. Un joven cuyo arduo trabajo se baliza en dos momentos cruciales: a partir de poder producir un "nombre propio", sujeto de su discurso, a poder sítuarse en la identidad sexual como "hombre". Decirlo en u:ia frase me produce un aire de trivialidad, pues fueron vanos años de trabajo hacia lo primero y desde allí a lo segundo.

La posíbilidad de separación respecto del otro, de desarro­llar su capacidad creativa, de trabajo y de desarrollar i.;na pro­fesión. Poder enseñar, reconocer al otro y ser reconocido. Re­lacionarse afectivamente pudiendo desarrollar relaciones de pareja y ocupar un lugar parental. También poder es;ar_aler; ta de los momentos y situaciones en que se acerca al abismo

y saber hacerse ayudar. , . . He admirado en ellos la valentia, la permanencia y la luci­

dez de sus reflexiones. Sentir que la insistencia en sostener un trabajo enorme y difícil para hacer sus vidas habitables era una tarea en común y que valía la pena.

Diagnosticando estructuras

Es inevitable a esta altura que algunos se estén plantean­do una cuestión respecto al diagnóstico. ¿Cómo se articulan los moviinientos que vengo de referir en el trata1niento de pacien­tes con las definiciones de psicosis que vienen trabajando us­tedes y son frecuentadas en nuestro medio?

Si las mismas enuncian un diagnóstico por estructura, des­de el cual se hace infonnulable un pasaje de psicosis a neurosis, ¿dónde situar el trabajo que lleva a un orden de inscripción simbólico en el cual se puede hablar de sujeto del inconciente y de deseo? Esta discusión no carece de ünportancia, pues ubica los alcances de la intervención y los modos de situarse el ana­lista respecto del paciente. Por ello, en el tiempo que nos que­da, he de presentar un par de ideas para situar el problema.

La dificultad diagnóstica es frecuente en el medio psicoa­nalítico. La esquizofrenia y la paranoia por un lado, y la neu­rosis por el otro parecieran no presentar dudas de magnitud como las que presentan una serie de cuadros en los cuales, lo menos que se puede observar es la coexistencia de fenómenos forclusivos y represivos. Se los ha situado contemporáneamente en un territbrio llamado de patologías de borde, que tienen una tradición que se expresa en deno1ninaciones siempre geo­gráficas: borderline, patologías fronterizas, etcétera.

Se ha reservado la denominación de psicosis, sea que se haya desencadenado, como que no se hubieran manifestado los fenómenos que se le consideran propios, a aquellas situa­ciones en que la forclusión habría recaído sobre el "Significan­te del Nombre del Padre" (SNP), definiendo así la no operan­cia de la metáfora paterna y en consecuencia la imposibilidad de significación fálica. En otras palabras, el desvanecimiento de un sujeto deseante. Pero, además, la imposibilidad futura de tal inscripción constituiría un destino. Sólo la "metáfora delirante" habría de estabilizar la estructura, pero no se ha­bría de equivaler a una inscripción del SNP. Consecuentemen­te se haría informulable desde esta concepción un pasaje de la psicosis a la neurosis. Dicho de modo condensado la forclusión afectaría al Significante del Nombre del Padre haciendo ino­perante la metáfora constitutiva. Ahora bien, esto lleva a que

Page 17: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

se pudiera explicar a posteriori que se tratara de una psicosis) a partir <lel 111on1ento de su dcsencadenan1iento, definiendo lo forclusivo con10 existente desde los con1ienzos.

Otra suerte habría de correr, dentro de este pensa1niento, si lo forcluyente afectara a otro significante que no fuera el SNP. De ese n1odo se podría considerar una gama de afeccio~ nes incluidas en las llan1adas patologías de borde: iinpulsio­nes, depresiones, psicosornática, adicciones o trastornos de ali-1nentación, que no se podrían explicar en relación exclusiva a mecanismos represivos sino a forclusiones llan1adas "parcia­les". Estas forn1ulaciones, de las cuales hago una referencia excesivan1ente breve, abren la perspectiva de pensar una cuarta estructura diagnóstica, que hoy día se asienta, aún, menos en su fundamentación teóric.a que en una problemática de la clí­nica cotidian¡t, haciendo por ello tan atractivo el campo de dis­cusión y pensa111iento que se ha abierto.

J. D. Nasio propone {)tro término: el de forclusión "local", como ya he sido menciorifido en la reunión anterior. Afecta al último término de la serie significante, al sucesor. Sí la defini­ción de sujeto del inconsciente, como ya Vimos, es lo que un sig­nificante representa para otro, el sucesor anticipa el significan­te por venir y por tanto un lugar para el sujeto en la serie. Esto signa la característica del deseo, o sea, que nunca se arriba al significante "definitivo", el que realmente habría de importar. Es esto lo que fundamenta el método de la asociación libre: el sujeto habla precisamente por no saber lo que viene después, lo que da lugar al analista a escuchar algo mas de lo que se que­ría decir. ¿Qué pasa si no viene nada a ese lugar? El sujeto se cae de la serie y la trama significante comienza a deshacerse.

Coffio verán en este relato breve, una 'forclusión' afectaría al SNP, o sea el primer térnllno de la serie, al "cero" en la serie de los nún1eros naturales. La otra, denominada 'parcial' afectaría a un significante cualquiera, pero no al 8NP. Mediante esta dife­rencia se intenta precisar una diferencia diagnóstica y clínica.

Sin embargo, la idea de forclusión "local" me parece que permite una articulación diferente. Observo que hay una íntima articulación ent.re el punto cero de la serie y el sucesor. En particu­lar, si bien el cero abre la serie, es el sucesor el que la mantiene como tal. El orden repetitivo de la serie es el que permite

3

77

sostener la tensión de la 1nisn1a, en el trabajo del inconciente de intentar ceñir al objeto imposible. En otras palabras, es el "significante del nombre del padre" que abre la posibilidad del discurso, de la significación fálica, pero a la vez es el discurso que sostiene al 'cero', al SNP. Si tenemos en cuenta que lo que pern1itc la inscripción simbólica es, en esta concepción, la n1e­táfora paterna, y que ésta se puede equivaler con la represión originaria o primaria, veremos entonces -en el texto rnetapsi­cológico sobre la represión de Freud- que es función y trabajo de la represión secundaria sostener a la represión primaria.

Una de las consecuencias que puedo proponer es que el trabajo de inscripción simbólica no es una garantía, ni está asegurado para siempre. Todo el trabajo del sujeto es para sos­tenerla y los fenómenos que observamos en la clínica psicoa­nalítica parecieran corroborarlo. Me parecen ajustada,s unas palabras de Nasio (Entrevista enActualidadPsicol6gica, 1994):

"El neurótico sostiene su deseo contra un lín1ite: el de desaparecer en la locura, en la in111ensidad el universo, de disolverse en el silencio de los espacios infinitos".

Pero hay otra consecuencia que n1e parece aún rnás iinpor­tante. Es una simplificación expositiva el hablar de una cade­na o serie significante: con un punto de a1narre (anclaje, cero, etcétera): el SNP y un sucesor. Somos sujetos de la diversidad y la multiplicidad, sujetos de una combinatoria de cadenas discursivas y por ello es difícil hablar del significante del nom­bre del padre en singular: debe tratarse también de una mul­tiplicidad con diversos grados de articulación. Un fenómeno forclusivo es necesariamente "local", pero el trabajo de rup­tura de la tran1a, arrastra no sólo a la serie en cuestión, sino que el trabajo de continua d_esestructuración tiene una iner­cia regrediente mortífera (p~lsión de muerte) que arrastra progresivamente a conjuntos de series simbólicas. En su ex­tremo se puede observar ese efecto en pacientes crónicos en los hospicios, pero no sólo allí.

Sin duda una intervención temprana puede detener este movhniento, lo vimos en la última reunión. En una entrevista, Vittorio Gasman relata el haberse pasado varios años sentado frente a una pared, en silencio, sin sentir afectos, sin poder

Page 18: Nada es para siempre La clínica psicoanalítica en las ... · "Nada es para siempre" La clínica psicoanalítica en las psicosis· Juan Tausk "¿Quién n1anda, la lógica o yo, la

pensar) queriendo morirse, melancólico. lJn día, alguna com­binatoria de acontecimientos habrían sucedido) empieza a sen­tirse bien otra vez y comienza a trabajar nuevamente. Lo vi­n1os en Buenos Aires en todo su esplendor histriónico. No es frecuente y tan1bién, no todo se recupera. Pero no todo se pier­de, y es por ello que la existencia de fenómenos forclusivos y represivos -idea presente en Freud cuando refería al sujeto "norn1aln- permite pensar en que hay siempre un sujeto con el cual algún orden de transferencia es posible y, por tanto, un trabajo analítico a realizar.

Con la formulación que vengo de hacer, nada impediría pensar en que la inscripción del SNP puede ser una tarea de toda la vida, en la apertura de nuevas series asociativas. La complejizacíón del pensamiento del hombre debería dar cuen­ta de ello. Ahora bien, la pregunta crítica no es sí en el campo de la neurosis eso fuera factible: no creo que pueda ser de otra manera. La cuestión es si en el campo de la psicosis es pensable que la operación analítica produzca algo equivalente a las ins­cripcionc·s de significantes del nombre del padre, que tengan algún efecto inaugural al modo de la metáfora paterna. Imposi­ble desdecirlo en el análisis de niños pequeños severamente afec­tados. Posible decirlo en el caso del pacientej oven o adulto, siem­pre que se enuncie al menos dos restricciones: una en cuanto a los casos en que la influencia analítica no fuere accesible. He referido más de uno. La segnnda: que la espera de arribar a un sujeto "neurótico" sería una mala formulación del problema. El efecto del trabajo forcluyente y lo que no se pudo dar en los momentos esperables en la vida de los sujetos -vivencias, iden­tificaciones1 procesamiento edípico, etcétera- deja sus marcas.

Esto es sin duda un campo abierto que impone un desafío intelectual y práctico.

Ese dolor que desgarra el corazón

He de concluir en los minutos que nos quedan con una pre­gunta que había presentado al comienzo de la primera reunión: ¿Qué tiene que ver la psicosis con la experiencia del que interviene en el campo? Dejaré hablar a un analizante y a un psicoanalista:

Un joven n1e dio tic1npo atrás unu respuesta. lJnos años an­tes, al transcurrir su adolescencia, la había pasado muy mal. Había estado tirado en la cama durante meses, teniendo a la nüsn1a como único soporte ortopédico de un cuerpo desfalleciente; mi­rando el techo y pensando que se iba a morir, que ese era el fin, que no tenla salida. Un cuadro depresivo tan intenso, y una voz terapéutica que le sennonea: ('Estás así porque no hacés nada:' Así comenzó su diálogo conmigo. Ya vuelta a la vida pudo decirme que ('. .. n1is amigos me consultaban después porqúe sabían que yo pasé por esas cosas. Entender, se puede entender, pero si no pasás por ahí, no sabés de qué te están hablando. Cuando estaba de­primido, nadie podía entenderme y me daban consejos. ¡Para lo que servían! ... Todo el mundo pasa por algo jodido ... ".

Frances Tustin tiene una idea similar: " ... ese dolor que desgarra el corazón y que constituye la esencia de la condi­ción humana, debe experimentarse una y otra vez en contex­tos cada vez más amplios(. .. ). El cuidado de los niños psicóti­cos, exige la presencia de seres que hayan pasado por esa experiencia. Los psicóticos no son animales totalmente dife­rentes del resto de nosotros".

¿Qué les sugiere esto? Años atrás, conversando con una colega, considerábamos que para trabajar en este campo ha­bría que haber pasado por experiencias "duras" en la vida, no necesariamente tan distintas y ajenas a aquellas, pues como dice el joven: " ... si no, no sabés de qué te están hablando".

Además, no somos "totalmente diferentes", como dice Tustin. La separación de aguas es un artificio que puede cal-1nar los nervios, pero " ... todo el mundo pasa por algo jodido": no se está protegido de las contingencias de la vida. Hay veces, no pocas, en que se imponen situaciones que los sujetos no tienen cómo enfrentar.

Por otro lado, ¿quién está lo suficientemente bien armado desde los comienzos?

Sabemos de los fracasos radicales en la construcción de la subjetividad, allí donde las funciones maternas y paternas han sido inoperantes desde lo más temprano de la existencia. Pero, además, la diversidad y variada modulación de fracasos y fa­llas en esa constitución, a fin de cuentas, son las historias con que construimos nuestras vidas.