morlino- entre apoyo y consenso

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  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    1/9

    LEONAR DO MOP _LI NO

    lo que afecta al primero y segundo proceso, qu se puede decir de

    su papel en regmenes no-democrticos, especialmente autoritarios?

    Finalmente, cul es, efectiva y concretamente, el papel de estos

    procesos en las transiciones de regmenes en sus estados y en los

    desenlaces respectivos?

    174

    I~

    I~

    6. LA LEGITIMIDAD

    6.1.

    Entre

    apoyo y consenso

    Al igual que muchos de los conceptos discutidos en los captulos

    precedentes, las nociones de consenso, legitimidad y apoyo son uno

    de los loci clsicos de la ciencia poltica y, ms an, uno de los te-

    mas ms repetidos en la filosofa poltica

    l.

    As, por ejemplo, el con-

    senso puede considerarse como uno de los temas centrales de

    las doctrinas del contrato social. Por ejemplo, Locke defiende y sos-

    tiene la obligacin de obedecer a la autoridad legtima, es decir, ba-

    sada sobre el consenso, y el derecho de resistir a la fuerza represiva

    desprovista de autoridad

    2.

    Desde el siglo

    XVII

    hasta hoy, esta temtica

    vuelve a aparecer en otros numerosos autores, hasta Mosca o Ferrero 3.

    1

    La teora del consenso, bajo diversas formulaciones, ha sido im-

    portante tambin en sociologa. Un buen ensayo que examina los signi-

    f icados y aspectos de esta teora en diversos autores es el de I. L. Ho-

    rcwitz,

    Consensus Conflict and Cooperation

    en N. J. Demerath y

    R. A. Peterson (editores),

    Sy st em Change and Conilict

    Nueva York,

    The Free Press, 1967.

    2 Cfr. por ejemplo, entre los trabajos ms recientes, H. Pitkin, Obli-

    gation and Consent en American Political Science Review, LIX (1965)

    y LX (1966), reeditado en P. Laslett, W. G. Runciman y Q. Skinner (edi-

    tores), Philosophy Politics and Society Oxford, Basil BlackwelI , 1972.

    3 Tras la concepcin mosquiana de frmula poltica encontramos

    adems la nocin de legitimidad; cfr., por ejemplo, G. Mosca,

    La classe

    politica

    en la edicin a cargo- de N. Bobbio, Bari, Laterza, 1966,

    passim.

    Para Guglielmo Ferrero, vase sobre todo S. E. Finer,

    Political Theorist:

    The C on cept oi Legitimacy

    paper. no publicado. Subrayando la origi-

    nalidad de la concepcin de la legitimidad en Perrero, Finer seala

    cmo uno de los puntos centrales de este autor es desterrar todos los

    aspectos de miedo y terror en las relaciones entre gobernantes

    y

    go-

    bernados.

    I

    I

    i

    I

    t i

    175

  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    2/9

    lEONARDO M ORLINO

    Probablemente, la elaboracin terica ms conocida y que ha in-

    fluido ms la literatura sobre este asunto es la propuesta por Weber,

    segn el cual una de las bases principales del poder es la c reencia en

    su legitimidad. Incluso los tipos de poder pueden distinguirse a tenor

    de su pretensin de legitimidad, esto es, de la fuente de legit imidad.

    Aqu,

    Weber

    introduce su conocida distincin entre las tres formas

    puras de poder, a las que corresponden tres tipos de legitimidad:

    ra ciona l,

    basada en la creencia de la legalidad de los ordenamientos

    establecidos y del derecho a mandar de los llamados a ejercer el poder

    p od er leg al en base a aqullos; tradicional, basada en la creencia

    cotidiana en el carcter sagrado de las tradiciones que son vlidas des-

    de siempre y en el derecho a mandar de aquellos que encarnan po-

    siciones de autoridad

    p od er t ra di ci on al ; ca ri smtica,

    que descansa

    en la entrega extraordinaria al carcter sagrado o al valor ejemplar

    de una persona, y a los ordenamientos revelados o creados por sta

    p od er carismtico

    4.

    En realidad, se puede llegar a sostener que,

    en la actualidad, no existen teoras de la legitimidad propiamente di-

    chas que ofrezcan una alternatva a la de Weber

    5.

    Desde este punto

    4

    M. Weber, Economia e Societa vol. 1, Milano, Cornunita, 1974 (3) ,

    p. 2106. Pero, obviamente, vase tambin todo el captulo III de la

    primera parte con la discusin de los tipos de poder. La enorme im-

    portancia e influencia del trabajo de Weber, en general, y aqu,

    espec-

    ficamente, en el problema de la legitimidad, es bien conocida. Aadir

    slo, a modo de ejemplo, que cincuenta aos despus de la primera

    publicacin de la obra citada, Eckstein y Gurr, en su Patterns of Au-

    thority New York, _Wiley, 1975, tratando este punto, siguen la senda

    de la tipologa weberiana (cfr.

    ibidem,

    pp. 201-204).

    5

    No es sa, por ejemplo, la posicin de Eckstein y Gurr, que, en el

    trabajo citado en la nota anterior, se limitan a integrar y corregir a

    Weber en relacin a las bases de la legitimidad, defendiendo que stas

    corresponden a algunas dimensiones de los modelos de autoridad.

    Cfr. ibldem, pp. 204-229; s podra serio, quiz, la del interesante y origi-

    nal trabajo de R. Rogowski, Rational Legitimacy A Theory of Political

    Sup port , Princeton, Princeton University Press, 1974. Rogowski parte

    de una crtica, que me parece mal centrada, de las teoras de la cul-

    tura poltica y de la socializacin (Almond, Pye, Verba, Eckstein, Eas-

    ton y otros) y de las teoras sobre la privacin (de Easton a Davies

    y Gurr) para tomar algunos principios de la teora de la eleccin ra-

    cional -que el autor remonta hasta los filsofos contractualistas- y

    llegar finalmente a una serie de generalizaciones sobre las relaciones

    entre estructura socioeconmica-estructura poltica del rgimen. Los

    lmites y los problemas del trabajo de Rogowski se evidencian bien,

    176

    LA LEG ITlM JI )AIJ

    de vista, es significativo -aunque sin duda exagerado- que haya

    alguien dispuesto a afirmar que la concepcin weberiana de los tres

    tipos de poder con sus tres tipos respectivos de legitimidad tiene el

    mismo

    status

    en las ciencias sociales que el principio de la Trinidad

    en la teologa cristiana 6.

    Dicho esto, es inevitable que una definicin correcta de legitimi-

    dad se inserte en la tradicin weberiana, intentando precisar y articu-

    lar sus aspectos y que, sobre todo, clarifique y delimite las diferencias

    existentes entre legitimidad, consenso y apoyo, operacin que Weber

    no hace. As se puede pensar que la

    leg itimida d

    consiste en un

    coniun-

    to de actit ud es pos itivas hac ia el sistema poltico con siderado com o

    merece dor de ap oyo.

    Esta definicin se separa de otras concepciones

    que evidencian la conviccin positiva acerca de la bondad de las

    instituciones polticas especiales Creadas para disciplinar y resolver

    pacficamente los conflictos y para la proteccin de los derechos civi-

    les y de las libertades polticas

    7.

    Pero slo se aleja de ellas porque

    evidencia la relacin legitimidad-apoyo, una relacin que debe quedar

    bien subrayada. Percepciones subjetivas de la bondad de ciertas

    en gran parte, en la recensin de este libro hecha por G. A. Almond

    en American Political Science

    Rcvicw,

    LXXI (1977), pp. 330-332. Sin

    embargo, este trabajo merece la mxima atencin y consideracin jus-

    tamente por la originalidad y el inters del intento de basar toda la

    argumentacin en algunos axiomas de la teora de la eleccin racional.

    6

    J. H. Shaar. Legitimucy in Modern Sta/e en P. Creen y S. Levin-

    son (cds.), Power and

    C0111111tI11/y.

    Dissenting Essays in Political Scien-

    ce New York, Random House, 1970 (2), p. 277. Aparte de la inicial y

    paradjica afirmacin, el inters del ensayo radica sobre todo en el

    examen de la crisis de la legitimidad en el Estado moderno, de sus

    causas de fondo y de la incap-acidad de los tericos sociales para aprc-

    ciarlas.

    7 D. Fisichella, Sviiu p po democratice e sist enii elett orali Firenza,

    Sansoni, 1970, p. 13. Vase tambin la definicin de Lipsct, para quien

    la legitimidad implica la capacidad del sistema para hacer surgir y

    mantener viva la conviccin de que las instituciones polticas existentes

    son las ms adaptadas a la sociedad; S. M. Lipset, Political Mall. T lie

    Social Bases o[ Politics Nueva York, Doublcday & Co., 1960. Y tam-

    bin la de Mcrcl man, para la cual la esencia de la legitimidad reside

    en la cualidad del deber ser, captada por el pblico con referencia

    al rgimen existente. En otras palabras, segn Marelman, es legtimo el

    rgimen que es considerado moralmente acorde con cierta sociedad.

    Cfr. R. M. Mcrclcrnan. Learning and Legitimacy en American Political

    Science Review, LX (1966), p. 548.

    177

  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    3/9

    LEO NARDO M ORLINO

    instituc iones cobran significado para el rgimen si se traducen en

    percepciones subjetivas de justificacin de apoyo al sistema 8. Slo

    ac titudes positivas de este tipo llegan a ser decisivas para la persis-

    tencia del propio rgimen.

    De la definicin dada se desprende que la legitimidad est lejos

    de asumir el significado de aceptac in pasiva del rgimen. La acep-

    tacin pasiva se debe, de ordinario, ms a la coe rcin que a actitudes

    posit ivas. Adems, la definicin propuesta implica que la legitimidad

    no se traduce tampoco en cualquier forma de obediencia voluntaria:

    una obediencia que es bastante difcil de afirmar empricamente y de

    distinguir de otros tipos de obediencia debidos a un simple clculo de

    costes y ventajas o a la existencia de hbitos de deferencia hacia los

    superiores o, incluso, a poderosas normas de control social

    9.

    Por otra par te , el apoyo a un sistema no depende slo de la legiti-

    midad sino tambin de otros factores. Easton considera, por ejemplo,

    otros dos elementos: la confianza en el inters comn y el sentido

    de identificacin de los ciudadanos en la comunidad poltica 10. Pero

    el apoyo

    support

    eas toniano, con sus tres objet ivos (comunidad pol t i-

    ca, rgimen, autoridad) 11, es el genus, la forma ms general de apoyo.

    Por el contrario, aqu me refiero a un apoyo especfico, el apoyo al

    rgimen, y a un rgimen particular, sea democrtico , autor it ar io u ot ro.

    En este caso, la legitimidad sigue siendo la princ ipa l, aunque quiz no

    la nica, fuente de apoyo.

    Si pasamos del examen de las fuentes del apoyo al de las fuentes

    de la legitimidad nos hallamos cara a uno de esos problemas comple-

    jos y espinosos -que no escasean en este tema. Ante todo, hay que

    8 H. Eckstein, Il rendimento d ei s ist emi p ol iti ci en Rivista de

    Scienza Politica, II (1972), p. 54.

    9 Cfr.

    ibidem

    pp. 52-54.

    10

    D.

    Easton,

    A Systems Analysis of Political Liie

    Nueva York,

    Wiley

    &

    So. (1967) (2), pp. 311-340. Para un interesante intento de ope-

    racionalizacin del apoyo, vase R.

    J.

    Trilling, Eastons Concept of

    Effec tive Support. Two Formal Models, en Cornparative Polit ical Stu-

    dies, IV (1972), pp. 491-507. .

    11

    Vase el trabajo de Easton, citado en la nota precedente, par-

    te III, especialmente en los caps. lO-B. Easton volver a reafirmar la

    validez de su formulacin del concento de

    aDOVO.

    tras

    l.TIOS DOCOS

    aos

    acercnola 2. ~~ :;::~ ~~

    : . - =

    ~~~2=.:~~:'

    ~: --.. :.i

    ~~:~':-='~2:

    c:r

    ~2S:~ . 1 _ ?=

    :l...:.~

    . .:: ~ :: _ ~

    -- = -= -' _ ~ : . 7 ... . : . : :: ~

    ? : . : : . : -c _ = -- - ~ __ ~ ~ : -: =

    ~ - : : : : ; - - -~ ~ =

    : ... : .. . = . . . . . -- ..=--~.

    -_._--

    LA LE GITIMIDAD

    aclarar las relaciones entre legitimidad y consenso

    y,

    consiguiente-

    mente, el problema -bastante debatido entre los autores- de la re-

    lacin entre consenso y estabilidad. Slo hechas estas precisiones

    resultar tambin evidente por qu la legitimidad, y no el consenso,

    I~S

    una condicin de persistencia.

    El consenso, independientemente de su amplitud e intensidad, est

    indudablemente en la base de la formacin de actitudes de legitimi-

    dad. Por otra par te , la legitimidad no se agota toda en el consenso.

    Diversos son los elementos que contribuyen al nacimiento y manteni -

    miento de actitudes positivas de apoyo al rgimen. Entre stas, amn

    del consenso, hayal menos otros dos factores: la existencia de tradi-

    ciones consolidadas que producen adhesin a ciertas instituciones y

    10

    que es ms importante quiz- la difusin de un sistema de

    valores y de creencias que jus tifican el modo en que se organiza y se

    utiliza el poder: son las ideologa s legitimantes de que habla Eas

    ton 12. Como es obvio, se podra extender el signif icado del consenso

    hasta abarcar tambin el primero, si no el segundo, de estos dos facto-

    res. No obstante, en este caso, el concepto resultara excesivamente

    genrico y poco significativo. En definitiva, opino que la legitimidad

    comprende el consenso, pero que es un fenmeno ms amplio y com-

    plejo que no se agota por completo en el consenso. La legitimidad

    explica ms cosas, y de manera ms correcta, si se la define como

    una condicin de la persistencia, y no slo del consenso 13.

    Si se idease una cadena causal muy tosca y simplif icada para

    representar de modo aproximado la relacin entre consenso, legit imi-

    dad y persistencia estable , resultara algo as: Consenso +Tradiciones

    consolidadas

    +

    Difusin de ideologas legitimantes

    7

    Legitimidad.

    Y,

    Legitimidad

    +X +Y +Z + ...

    (esto es, ms todas las otras condicio-

    nes) 7 Persistencia estable. Es decir, la legitimidad es el trmino in-

    termedio entre consenso y persistencia estable. Adems de ser un

    fenmeno ms amplio, que explica ms cosas, est relacionada de modo

    ms directo con la persistencia estable.

    1 2

    Al

    primer factor hace Lipset rapidsima mencin en

    Luomo

    e

    la

    politica cit., p. 79. Para un discurso ms amplio sobre las ideologas

    legirimantes. vase tambin Easton, A Syst ems Analysis oi Political

    Life, cir., pp. 29 1- 293. .

    I3.\U tesis sobre las fuentes de la legitimidad quedar ms clara

    ms adelante.

    179

  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    4/9

    LEONARIlO MORUNO

    Tercera observacin: El consenso se puede definir genricamente

    como un estado de acuerdo entre ciertos sujetos del sistema poltico

    sobre ciertos objetos. De esta definicin, y de la mayora de las

    que suele proveer la literatura politolgica, se desprende que al con-

    cepto de consenso le son casi extraas las actitudes de adhesin y

    apoyo al rgimen, tpicas de la legitimidad. El consenso slo evoca

    estas actitudes cuando se transfiere en la legitimidad. De otro modo,

    podra estar fundado tambin en sentimientos de apata o indiferencia.

    muy alejados del apoyo a las instituciones. El consenso es un acuerdo.

    y

    puede haber acuerdo sobre lo menos malo en vez de sobre lo mejor.

    De manera que, tambin desde este punto de vista, es ms significativo

    tomar en consideracin la legitimidad, con sus caractersticas de apoyo

    activo al sistema, en vez del consenso. La sustancia de esta observacin

    sigue vlida tambin en caso de acceder a una definicin similar a I n

    propuesta por Graham. Para este autor, el consenso es un estado de

    acuerdo, interno a una colectividad social, resultado de variadas cir-

    cunstancias que se combinan produciendo un efecto de conjunto posi-

    tivo

    oo

    hacia la sociedad

    14.

    Es decir, Graham adopta una definicin

    que evidencia el efecto positivo del consenso. Pero se trata, a su

    parecer, de un efecto que concierne a la sociedad ms que al rgimen.

    Consiguientemente, aun teniendo en cuenta esta definicin, puede

    seguirse pensando que las actitudes positivas de apoyo a las institucio-

    nes polticas surgen all donde hay actitudes de legitimidad ms bien

    que de consenso.

    Estas son las razones por las que la legitimidad debe considerarse

    una condicin de persistencia estable ms vlida que el consenso.

    Se podra aadir, abundando en el tema; que en el tema del consenso

    -en general- existen diferencias notables entre los estudiosos. Efec-

    tivamente, Partridge llega a afirmar: Del consenso se puede decir

    14

    G. J. Graham, Consenso e op

    posuione

    una tipologia en Rivista

    Italiana de Scicnza Politica. 1

    (1971),

    p.

    10 4.

    Graham indica tambin

    ciertas condiciones necesarias para alcanzar una discusin ordenada

    entre Gobierno v oposicin, y para mantener la estabilidad poltica;

    y hace referencia tambin a la diferencia entre consenso y legitimidad.

    Cfr. ibidem,

    pp,

    96 -1 02 Y p. 107 . Para un tratamiento ms reciente del

    concepto de consenso, vase A. Weale, Consent en Polit ica l Stu-

    dies, XXVI (1978), que re toma tambin la teora de Locke sobre la

    ubligacin poltica.

    180

    LA LEGITI~IDAD

    cualquier cosa, pero al menos hay una afirmacin segura: no hay

    ningn consenso entre los estudiosos en el problema del papel poltico

    y del significado del consenso mismo

    15.

    Por otra parte, la relacin

    legitimidad-persistencia estable o estabilidad y, la contraria, ilegitimi-

    dad-persistencia inestable, crisis, cambio, tiene slidas bases en la

    literatura 16.

    Una vez fijadas las diferencias existentes entre las tres nociones

    de consenso, legitimidad y apoyo y destacada la importancia bsica del

    segundo fenmeno para entender un conjunto de relaciones existentes

    entre comunidad poltica y rgimen, el problema siguiente es: cmo

    nace, se forma, se mantiene y/o entra en crisis la legitimidad?

    17.

    La

    15

    P. H. Pa r tridge, Consent and Consensus cit., p. 120; Y en general

    pp. 83-123. Sobre el consenso vase tambin R. A. Dahl, Who Governs?

    Democracy and Power in an American City New

    Haven, Ya

    le

    Univer-

    sity Press, 1975 (23 edicin), pp. 30 9-32 5 ; J. Budge, Agreement and the

    Stability of Democracy Chicago, Markham Publishing Company,

    1970

    (que es una aplicacin a Inglaterra de las teoras de Dahl del acuerdo

    difer enciado): y A. Lijphart, Towards Empirical Democratic Theory:

    Research Strategies and Tactics en Cornparative Politics, IV (1973),

    pp.

    41 7-4 32 .

    16 Sobre el punto vase el captulo precedente. Adems de los auto-

    res all discutidos puede citarse tambin a Rustow, segn el cual la es-

    tabilidad poltica es igual a la legitimidad de las instituciones ms la

    legitimidad personal de las autoridades y, a su vez, la legitimidad pol-

    tica es el resultado de la suma de los tres tipos de legitimidad de los

    que habl Weber. Pese a su elementariedad, estas afirmaciones confir-

    man ulteriormente cuanto aqu se ha mantenido. Cfr. D. A. Rustow,

    A World oi Nations Problems of Political Modernization Washington,

    The Brookings Institution (196 8) (3), p. 157. Las argumentaciones de

    Rustow forman parte de un discurso ms amplio sobre el liderazgo

    poltico y sobre el papel del carisma en la formacin de nuevos Esta-

    dus (cfr. ibidem cap. 5).

    17 Tambin Pye plantea el problema de las causas de la crisis de la

    legitimidad. Sin embargo, ante todo, en la legitimidad incluye la capa-

    cidad de rendimiento del sistema, adems de

  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    5/9

    L EO NA RD O ~ ORL INO

    LA LEG ITIMIDAD

    misma pregunta puede formularse en otros trminos y, quiz, de un

    modo al que es ms fcil responder: cules son, en general, las

    fuentes de la legitimidad? Para responder a esta pregunta, empiezo

    por distinguir entre leg iti m idad es pec fi ca y leg itim id ad d ifusa: una

    distincin que obtengo, por analoga, de la distincin que hace Easton

    entre apoyo difuso y especfico. Para Easton, el apoyo difuso es un

    apoyo genrico al sistema poltico, no reconducible a motivos particu-

    lares, sino producto de una serie de factores que hunden sus races

    en la cultura pol tica. El apoyo especfico, en cambio, es un tipo

    diferente de apoyo al sistema pol t ico, que sigue a decisiones particu-

    lares y concretas tomadas por las autoridades para satisfacer ciertas

    demandas. En cuanto a la legitimidad, sta es, para Easton, una

    fuente de apoyo difuso, que se orienta hacia las autoridades y el r-

    gimen 18. Movindonos a partir de estos presupuestos tericos, se

    puede decir que la legitimidad especfica es un conjunto de actitudes

    de adhesin al rgimen y a las autoridades debido a la satisfaccin

    de determinadas demandas por medio de determinados actos del

    gobierno. Por su parte, la legitimidad difusa no se refiere a outputs

    particulares, sino que tiene sus orgenes en otros factores ms genera-

    les. Consiguientemente, la pregunta anterior se desdobla en otras dos

    nuevas cuestiones: a cmo se crea y mantiene la legitimidad espec-

    fica?; b cules son las fuentes de la legitimidad difusa?

    Para entender la formacin y el mantenimiento de la legitimidad

    especfica, debo introducir la nocin de sa tisfac cin/insatisfaccin re-

    lativa. Este concepto halla sus complementos en la frustracin sistmi -

    ea de Feierabend y en la pr ivacin relativa de Gurr; presume el mismo

    mecanismo psicolgico de fondo, especificando que, de ordinario, se

    espera del rgimen o se le pide la satisfaccin de necesidades y de-

    mandas propias de los miembros de la comunidad poltica y que, por

    tanto, el descontento -cuando se consigue art icularlo y expresarlo--

    repercute inevitablemente en las autoridades y en las estructuras del

    propio rgimen. Adems, con esta nocin se intenta superar algunas

    de las crticas planteadas a estos dos autores 19.

    As, la satisfaccin relativa es el resultado de la relacin existente

    entre el nivel percibido de las necesidades que se satisfacen, por una

    parte, y el nmero y la amplitud de las necesidades que se crean y hay

    que satisfacer, por otra. .

    nivel de las necesidades satisfechas

    Satisfaccin relativa

    nivel de las necesidades existentes

    Es necesario, sin embargo, aadir algunas preci siones . En primer

    lugar, cuando se habla de neces idades no nos referimos slo a necesi-

    dades materiales, sino tambin simblicas: existen neces idades sim-

    blicas que todo sistema satisface o debiera de satisfacer. Un ejemplo

    relevante podra ser la necesidad, para el ciudadano ordinario, de

    ou tput s

    de tipo ideolgico emitidos por los lderes polticos: la simple

    exposicin de los programas polticos, la afirmacin de los valores fun-

    damentales del sistema o, por ltimo, la misma definicin de las ideo-

    logas por parte de los rganos de gobierno o de las estructuras de

    partido y sindicales contribuyen a identificar al ciudadano con un

    determinado rgimen y, dir tambin, a darle la sensacin de que

    tiene un papel que desempear dentro de ese rgimen. En segundo

    lugar, las necesidades no hay que entenderlas como necesidades par-

    ticulares de cada individuo, sino como necesidades sociales, comparti-

    das por muchos. Es obvio, por otra parte, que no todos tienen las mis-

    mas necesidades; antes bien, las necesidades varan en funcin de una

    serie de factores, que precisar ms adelante. Por ltimo, ya hemos

    dicho que necesidad es un trmino ms objetivo que expectativa.

    Si hablo, pues, de necesidades, y no de expectativas, lo hago cons-

    cientemente.

    Paso ahora a aclarar los trminos de la relacin de la que resulta

    la satisfaccin relativa: a el nivel de satisfaccin de las necesidades;

    no institucionalizada por el poder, colapso de los lderes cuyas inter-

    pretaciones de la tradicin o cuyas promesas futuras no son ya acep-

    tadas, socializacin inapropiada para la formacin de los compromisos

    de la poblacin para con la autoridad (cfr.

    ibidem,

    pp. 138147).

    18 Para la diferencia entre apoyo difuso y apoyo especfico, D. Eas-

    ton,

    A System Analysis 01 Political Liie

    cit., pp. 268y 273; para la tesis

    de la legitimidad, fuente de apoyo difuso, ibidem, pp. 278-288.Easton

    volver a insistir sobre la validez de la distincin entre los dos tipos

    de apoyo respondiendo eficazmente a las crticas planteadas sobre ese

    tema; cfr. Easton, A Re-Assessment of the Concept oi P ol itical Support

    cit., pp. 436-453.

    19 Sobre las teoras de los Feierabend y de Gurr, y relativas crticas,

    vase el apartado 5.1.

    182

    183

  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    6/9

    LEO NARDO MORLlNO

    LA LEG IT I- 1 IDAD

    20

    Sobre este punto, vase Easton,

    A Syst em Analysis of Political

    Liie cit., pp. 85-149, en el que expone sus teoras sobre los mecanismos

    culturales y estructurales de los procesos de regulacin de las dernan-

    das, sobre los procesos de reduccin de las demandas y sobre los ca-

    nales de comunicacin.

    2 1 Vase el prximo captulo.

    22 Vase a propsito tambin J. Mitchell y W. C. Mitchell, Political

    analysis and Public Policy: An lntroduction lo Political Science, Chica-

    go, Rand McNally, 1969, p . 307; pese a que toda la teor a de Mitchell

    adolezca de conceptos econmicos y, por ende, se mueva en un mbito

    bastante distinto del que aqu se presenta; cfr. ibidem pp. 257-329.

    en un tipo de cultura que privilegia xitos materiales o no materiales.

    Adems. ciertas demandas, satisfechas para algunos grupos. se tra -

    ducirn en necesidades para otros grupos que se consideran iguales a

    los primeros por razn de

    sta tus:

    existe un claro efecto de imitacin.

    A este propsito se puede hacer otra observacin. Una desigualdad

    extrema en la distribucin de los recursos tendr, inevitablemente,

    como primera consecuencia que no se sa tisfagan ciertas necesidades

    pcrcibidas autnomamente por las clases inferiores. Pero tendr tam-

    bin otro efecto: har nacer en estas clases, y sobre todo en aquellas

    que, por status social, son contiguas a las clases privilegiadas, otras

    necesidades, a consecuencia tambin de un efecto de imitacin.

    Fuente de la informacin de las necesidades es tambin la adhesin

    a ideologas particulares. Por ejemplo, las ideologas que prometen un

    futuro mejor pueden dar origen, autnomamente, a un gran nmero

    de necesidades y de demandas. Es evidente que cuanto ms amplios

    e intensos son los grupos que se adhieren a tales ideologas escatol-

    gicas tanto ms difcil ser conseguir la legitimidad especfica.

    Otros factores del nmero y de la sustancia de las necesidades son:

    el grado de cultura, la difusin de la urbanizacin, el grado de comu-

    nicacin y exposicin a los ma ss media y, de modo ms general, la

    exposicin a todo un conjunto de aspectos tpicos de la modernidad.

    Los factores que estamos indicando son los componentes esenciales

    del proceso de modernizacin 2J Y, por tanto, afectan sobre todo a

    los pases en vas de desarrollo donde la modernizacin est an pro-

    ducindose. Pero tambin en pases desarrollados y modernos ser

    preciso, ciertamente, tener en cuenta el nivel de cultura, el grado

    de urbanizacin, la difusin de peridicos y de otros medios de co-

    municacin -radio, televisin, etc.- a los que se est expuesto. El

    fenmeno. considerado en su conjunto, cambia las necesidades de los

    ciudadanos de los pases en vas de desarrollo, pero modifica y aumen-

    ta tambin las necesidades de los miembros de sistemas polticos

    modernos.

    Adems: a la modernizacin y a la movilizacin social se podra

    unir la movilizacin poltica y, en particular, la exigencia de una

    mayor participacin. Esta exigencia se traduce en la demanda del

    b

    la cantidad y la sustancia de las necesidades. En mi opinin, el nu-

    merador depende al menos de tres factores: 1) funcionamiento de los

    mecanismos de regulacin y reduccin de las demandas (o necesidades

    expresadas); 2) diferenciacin y. especializacin de los canales de trans

    misin de las demandas; 3) eficacia decisoria adecuada. Un sistema

    poltico no puede evidentemente responder a todas las numerosas

    demandas que se plantean, aunque slo sea por

    )0

    escaso de los recur-

    sos de que dispone. As pues, a fin de evitar una sobrecarga, debe

    haber mecanismos de regulacin y reduccin de las demandas. Un

    volumen excesivo de ellas provocara slo la parlisis de los canales

    de transmisin de esas demandas y de los mecanismos decisorios del

    sistema. Adems, debe haber un gran nmero de canales especia-

    lizados de transmisin de las demandas. Aun en este caso, slo cana-

    les altamente diferenciados y especializados evitarn la sobrecarga y

    facilitarn la llegada de las demandas al aparato decisorio 20. La efica-

    cia decisoria se sita a un nivel distinto. Este factor es decisivo para

    la transformacin del

    inp ut

    en

    out pul.

    Es, por tanto, muy importante

    para la satisfaccin de un mayor nmero de necesidades. Ms adelante

    volver sobre 1

    21

    El denominador de la relacin tiene diversas fuentes. Comienzo

    por la posicin social, medida -por ejemplo- por la renta per cpita

    y por la clase social a que se pertenece. La percepcin del nmero y

    de la sustancia de las necesidades difiere a tenor de la pertenencia a

    un status u otro. No se puede olvidar, por ejemplo, que algunas nece-

    sidades se aprenden por medio de la socializacin. Estas necesidades

    no son naturales ni necesarias para la supervivencia, sino que se

    adquieren en el ambiente familiar y social en que se vive 22 . En la

    fase de socializacin tendr tambin importancia el haber sido educado

    l3

    Vase el captulo segundo.

    184

    18 5

    --.....--~fM~~rI

  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    7/9

    LEOMRDO MORLINO

    LA LEG IT gt IDAD

    sufragio universal o de un mayor compromiso poltico a todos los

    niveles en

    - 1 6 s

    pases -desarrollados o no- en los que ya existe

    sufragio universal. En ambos casos, la movilizacin poltica y la de-

    manda de participacin estn en funcin de un nivel ms alto de sa-

    tisfaccin de las necesidades y, consiguientemente, de un grado ms

    alto de satisfaccin relativa. Se ve as cmo tambin la participacin

    puede cobrar una importancia decisiva en el proceso que lleva a los

    diversos grados de satisfaccin relativa.

    Se puede, as, imaginar aproximadamente los niveles de satisfac-

    cin relativa existentes en pases tradicionales, en pases en vas de

    desarrollo y en pases desarrollados y modernos.

    En los poqusimos sistemas polticos tradicionales que an que-

    dan, dado el bajo nivel de eficacia decisoria y la ausencia de movi-

    lizacin social, habr una satisfaccin de las necesidades limitada,

    y sern pocas las necesidades percibidas. Se tendr una satisfaccin

    relativa alta o baja, pero, a fin de cuentas, poco importante, dado que,

    en estos pases, la legitimidad difusa cuenta ms que la especfica.

    y

    la relacin ser, probablemente, de este tipo:

    3. Satisfaccin relativa

    alto nivel de satisfaccin de las necesidades

    alto nivel de las necesidades percibid as

    Las democracias desarrolladas, pero inestables, estn problable-

    mente -en lo que a la satisfaccin relativa se refiere- en una

    situacin intermedia entre la (2) y la (3): ms cerca de una o de

    otra, segn su mayor o menor eficacia decisoria

    24.

    La segunda pregunta concerna a las fuentes de la legitimidad

    difusa. Estas son al menos dos: sentido de confianza en las institu-

    ciones y en las autoridades, y existencia de una larga tradicin de

    las instituciones. La primera fuente es muy importante para el naci-

    miento y el mantenimiento de la legitimidad. Se trata de una actitud

    genrica de confianza que nace de la presencia de lderes carism-

    ticos; o de la adhesin a valores ampliamente compartidos dentro

    del sistema y coherentes con los fines; o, por ltimo, de la adhesin

    a ciertas ideologas. Me refiero, en particular, a las ideologas que

    apoyan el sistema, las llamadas ideologas legitimantes, con su

    doble funcin de ayudar a los propios partidarios a expresar las

    demandas y de movilizar el consenso en torno a las instituciones

    y a las autoridades. El segundo elemento es la tradicin de duracin

    de las instituciones. Este factor no debe ser confundido con las tra-

    diciones histricas y culturales de la comunidad poltica, ni con el

    conjunto de valores compartidos en el sistema. Se trata, por el cont ra-

    rio, del valor atribuido a ciertas instituciones que, por su larga dura-

    cin, se convierten, a la postre, en motivos de orgullo nacional

    25.

    Por

    1.

    bajo nivel de satisfaccin de las necesidades

    Satisfaccin relativa

    bajo nivel de las necesidades percibidas

    En los pases en vas de desarrollo, la movilizacin social ha hecho

    crecer rpidamente. las necesidades sin que el sistema poltico haya

    tenido tiempo y posibilidad de adecuar sus estructuras a una mayor

    eficacia decisoria. Consiguientemente, el grado de sati sfaccin ser

    muy bajo, o inexistente. El denominar ser mayor que el nume-

    rador.

    24

    Ntese el papel que desempea e l fac tor tiempo. Debe trans-

    currir un cierto lapso de tiempo, ms o menos amplio, para que la efi-

    cacia crezca en respuesta al crecimiento de las necesidades: las deman-

    das y las necesidades pueden crecer con velocidad mucho mayor a la

    adecuacin de las instituciones.

    25 De la primera fuente de legitimidad hace mencin Easton, A Sys-

    ems Analysis oi Political Life

    cit., pp. 289-310. Vase tambin G. Ur-

    bani,

    L analisi del sistema politico

    Bolonia, Il Mulino, 1971, pp. 243-244.

    Del concepto de confianza y de su relacin con el consenso trata tam-

    bin G. Pan-y, Trust Distrust and Consensus en Brit ish Journal of

    Political Science, VI (1976). Parry se remonta a Locke, a la tradicin

    constitucionalista, hasta llegar a algunos autores como Almond, Pye y

    otros. Pese a que, a mi parecer, no emergen con evidencia las diferen-

    cias entre confianza y consenso, Perry concluye muy oportunamente

    subrayando cmo el crecimiento de rendimiento y de participacin

    2. Satisfaccin relativa

    bajo nivel de satisfaccin de las necesidades

    alto nivel de las necesidades percibid as

    Por ltimo, en los pases ya desarrollados y modernos, el grado

    de satisfaccin relativa debiera ser mayor, porque el sistema poltico

    ya se ha preparado para responder a un nmero mayor de necesi-

    dades. As pues:

    186

    87

  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    8/9

    LEONAnoo MORLlNO

    ,

    .,

    )

    i

    otro lado, es preciso subrayar que existe un conjunto de relaciones en-

    tre legitimidad difusa y especfica y, tambin, entre sus fuentes respec-

    tivas, que hemos indicado brevemente. Una puede contribuir al creci-

    miento o a la disminucin de la otra, o viceversa, y ms en fases de

    instauracin y consolidacin del rgimen, en que la legitimidad difusa

    es verdaderamente precaria y dbil.

    Las hiptesis que hemos presentado aqu sobre la gnesis y el

    mantenimiento de la legitimidad -sintetizadas en el cuadro 6.1-

    pueden ser aceptadas o no. Sin embargo, lo que se desprende cla-

    ramente de ellas es la importancia de hacer referencia a todo cuanto

    acontece en la comunidad poltica para comprender la forma y los

    niveles de legitimidad. De hecho, las fuentes de la legitimidad difusa

    y el nivel de las necesidades existentes dependen de fenmenos y

    procesos propios de la comunidad poltica. Por lo que, dando un

    paso hacia adelante, se puede insistir en la importancia y la necesi-

    dad de estudiar uno de los procesos centrales que tiene lugar en ella:

    la movilizacin poltica 26. Sobre todo cuando se quiera comprender

    el nacimiento o la crisis del sentido de confianza en las instituciones;

    el surgimiento, la afirmacin o el declinar de ciertas ideologas; o

    cuando se quiera comprender cmo algunas lneas de conflicto socio-

    econmicas se convierten en conflictos pol ti cos relevantes en los que

    se expresan necesidades y demandas diversas. Aspectos todos ellos

    decisivos para comprender el cambio de los niveles de legitimidad

    existentes en un sistema poltico.

    Adems, estas hiptesis confirman tambin un aspecto ya eviden-

    ciado de la legitimidad: su funcin de nexo comunidad poltica-

    rgimen. La satisfaccin relativa, tal como se ha presentado aqu, es

    el resultado de una relacin entre nivel de necesidades satisfechas,

    que depende esencialmente de las estructuras polticas del rgimen

    y nivel de necesidades existentes, con las cuales nos referimos preci-

    samente a aspectos .propios provenientes de la comunidad poltica.

    Por otra parte, estas hiptesis se articularn ms adelante, y mejor,

    cuando hagamos referencia a lo que sucede en el rgimen y en la

    hace aumentar la confianza del ciudadano en las instituciones (cfr.

    ibidem p. 142 ).

    26 Vase el cap. 8.

    88

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  • 7/25/2019 Morlino- Entre Apoyo y Consenso

    9/9

    lEONARDO

    ~

    ORllNO

    comunidad poltica. Es lo que se intentar hacer en los dos captulos

    siguientes.

    6.2. Indicadores en los regmenes democrticos

    Otro problema poco tratado en la literatura es la localizacin de

    los indicadores de legitimidad. Es un tema central si se quiere indi-

    viduar mejor cmo y por qu cambian los niveles de legitimacin

    y de legitimidad en un sistema poltico. Pero a partir de este punto

    ya no es posible seguir hablando indeferenciadamente de la legitimi-

    dad propia de regmenes democrticos y de la otra, tpica de regmenes

    no-democrticos. Consiguientemente, al hablar de legitimidad demo-

    crtica, se considerarn, ante todo, las soluciones propuestas por algu-

    nos -pocos- autores que se han ocupado del problema.

    Los autores en cuestin, que han afrontado las dificultades anejas

    a la localizacin emprica de la legitimidad, han sido, sobre todo,

    Eckstein y Gurr. El primero ha evidenciado los problemas a resolver.

    El segundo, junto con McClelland, ha intentado operacional izar este

    proceso. Tanto Eckstein como Gurr y McClelland han estudiado la

    legitimidad como una de las dimensiones del rendimiento poltico,

    es decir, desde un punto de vista distinto del que se expone aqu. No

    obstante, ofrecen igualmente sugerencias interesantes 27. En este lugar,

    pues, me limitar a exponer los temas centrales en los que debe de-

    tenerse quien se mueva en mi perspectiva, que es distinta.

    Los problemas que hay que afrontar pueden expresarse as: cu-

    les son las dimensiones que indican mejor la amplitud y la intensidad

    de las actitudes de legitimidad?; cules son los objetos posibles de

    esa adhesin al rgimen?; finalmente, cul es el grado-umbral de in-

    tensidad y amplitud de estas actitudes por encima del cual un rgimen

    27

    Me refiero a H. Eckstein, An Evaluation

    oi

    Political Performance:

    Problems and Dimensions en Sage Professional Papers in Compara-

    tive

    Politics, 1971,

    n.

    01-017,

    parcialmente traducido al italiano con el

    ttulo de

    II rendimento dei sistemi politici

    ya citado. De ahora en

    adelante, como ya he hecho, me referir a la edicin inglesa para la

    parte no traducida o, en caso contrario, a la edicin italiana. Otro

    trabajo es el de T. R. Gurr y M. McClelland, Political Perjormance:

    A Twelve Nations Study

    en

    Sage Professonal

    Papers in Comparative

    Politics, 1971, n. 01-018.

    190

    LA LEGIT IM IDA D

    puede seguir persistiendo, estable o inestablemente, o por debajo del

    cual probablemente cambiar?

    El trmino intensidad tiene un significado bastante claro: indi-

    ca la profundidad de los sentimientos o de las actitudes considera-

    das. Por su parte, la amplitud se puede entender en dos sentidos:

    a

    la parte de poblacin que demuestra actitudes de legitimidad

    en el perodo de tiempo examinado;

    b

    la extensin o la importancia

    de los objetos a los que se refiere la legitimidad. Obligado a resolver

    un problema similar en orden al consenso -amplitud e intensidad

    del consenso-, Dahl propone distinguir entre polticos profesiona-

    les, activistas y resto de la poblacin.

    Considera que estos tres estratos de la comunidad poltica estn

    dispuestos en orden decreciente en base a esas dos dimensiones. As:

    los polticos profesionales estn de acuerdo con bastante intensidad

    tanto sobre las normas, los valores y los principios democrticos ms

    abstractos, como sobre las normas ms especficas de comportamien-

    to democrtico; el estrato politizado de los activi stas concuerda en el

    mismo grado sobre las normas dernocrticas abstractas, pero en menor

    medida sobre los procedimientos concretos derivados de los normas

    generales; el resto de los ciudadanos concuerda sobre las normas de-

    mocrticas abstractas, pero menos an sobre las aplicaciones espec-

    ficas de esas normas 28.

    La hiptesis de Dahl se podra adaptar a la legitimidad -con

    los ajustes oportunos-, y deducir una mayor importancia de las per-

    cepciones positivas si stas se dan en los polticos profesionales ms

    que en los activistas o en stos ms que en el resto de los ciudadanos.

    Es una solucin posible, pero no plenamente convincente. Ya Lijphart

    haba calificado el comportamiento de las lites como evasivo y poco

    susceptible de generalizaciones empricas 29. Aadir que no es fcil

    decidir con exactitud cules sean las lites polticas y cules los otros

    estratos de la poblacin. Adems, las lites polticas pueden tener

    verosmilmente poderosos sentimientos de legitimidad. Pero los cam-

    bios de un rgimen no estn slo influidos por las lites. Hay tam-

    bin otros importantes grupos econmicos y sociales que condicionan

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    28 R. A. Dahl, Who Go verns? cit., pp. 305-325.

    29

    A. Lijphart, Typologies of Democratic Syst ems en Cornparative

    Poltical Studies, 1 (1968), p. 25.

    191