moralidad y eficiencia: líneas fundamentales de la ética económica

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MORALIDAD Y EFICIENCIA LINEAS FUNDAMENTALES DE LA ETICA ECONOMICA PETER KOSLOWSKI C U A D E R N O S EMPRESA Y HUMANISMO I N S T I T U T O 7

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MORALIDAD Y EFICIENCIALINEAS FUNDAMENTALES DE LA ETICA ECONOMICA

PETERKOSLOWSKI

C U A D E R N O S

EMPRESA Y HUMANISMOI N S T I T U T O

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INDICE

PRESENTACION

I. ¿POR QUE LA NECESIDAD DE UNAETICA ECONOMICA HOY?

1. Los crecientes efectos secundarios de laactuación económica

2. Redescubrimiento del hombre en lasciencias: el punto de vista antropológico

3. La normativización de la economía comocomplemento de su diferenciación . .

Resumen de I

II. ETICA SOCIAL DE LA ECONOMIA 1. Etica social y filosofía práctica 2. Internalización de efectos secundarios e

inclusión de los implicados como criterios de laética social

3. Private Vices - Public Benefits: lo buenocomo efecto secundario

4. El fracaso económico o la pérdida de bie-nestar como efecto secundario de la perse-cución exclusiva de los intereses propios

5. La ética como correctivo del fracaso eco-nómico

6. La religión como correctivo del fracasoético.

7. Intereses particulares, ética empresarial ymotivación de los colaboradores.

Resumen de II

III. CONFIGURACION DE PRECIOS Y JUS-TICIA CONTRACTUAL COMO PROBLEMASDE LA ETICA ECONOMICA .

1. Márgenes de la configuración de preciosy contratos

2. Determinantes de un contrato justo 2.1. La naturaleza del objeto de inter-

cambio. 2.2. El intercambio recíprocamente ven-

tajoso 2.3. El precio de mercado 2.4. La consideración de los efectos secun-

darios positivos y negativos del intercambio yla compensación justa de los intereses

3. La teoría probabilística del precio justo enla Edad Moderna

Resumen de III

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IV. ETICA INDIVIDUAL DE LA ECONOMIA 1. Carencia de mediación y dualismo de

ética y economía en la Edad Moderna 2. Ponderación global de bienes como vin-

culación de ética y economía 2.1. Efectos secundarios de la experiencia

sobre los valores y viceversa: no existe sepa-ración completa entre ser y deber

2.2. Grados de relevancia pública de losbienes y transición entre bienes económicos yéticos

2.3. Todo lo que vale la pena hacer, esdigno de ser bien hecho

2.4. El bien como tarea de vinculación y laperfección de la cosa o la actuación

2.5. La ley de la intercambiabilidad de finesy medios

3. La ley de los efectos secundarios deseadosen la empresa

V. TEORIA DE LA DECISION Y ETICA 1. La incertidumbre acerca de las conse-

cuencias de la actuación en la ética, la eco-nomía y la teoría de la decisión

2. El probabilismo 3. Objeciones contra los cálculos probabilís-

ticos de la decisión 4. El principio de la actuación con doble

efecto (con efectos secundarios).

VI. MORALIDAD Y EFICIENCIA

RESUMEN

BIBLIOGRAFIA

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PRESENTACION

Nuestras actuaciones están sujetas a la nece-sidad de realizarse en una textura de efectosque no somos capaces de controlar total-mente. Por esta razón aquello que constituyelos efectos deseados y los efectos secundariosindeseados adquiere cierta borrosidad yveleidad. Las acciones traen consigo efectossecundarios no totalmente predecibles y amenudo ni siquiera deseados. Estos efectossecundarios positivos o negativos, en términoseconómicos: las externalidades, que origina laactuación económica y cualquier otraactuación de cierta envergadura, no consti-tuyen un asunto indiferente, ni para la ética,ni para la economía. Los efectos secundariosnegativos pueden causar perjuicios nodeseados y frustrar la intención originaria dela actuación; efectos secundarios positivospueden crear provechos y ganancias impre-vistos y abrir nuevas posibilidades de actuaciónen la vida consciente.

A través de la “puerta lateral” de los efectossecundarios es posible establecer criterios parala ética económica, criterios que nos llevaninmediatamente a los problemas nucleares dela ética social e individual de la economía. Laslíneas fundamentales de la ética económica,que se expondrán a continuación, parten del

problema de los efectos secundarios y se desa-rrollarán en seis capítulos.

El primer capítulo introductorio trata de lascausas de la creciente importancia de la éticaeconómica. El segundo capítulo propone losfundamentos de una ética social de la eco-nomía, partiendo de la cuestión del modo demotivar a los sujetos económicos en elmercado para que tengan en cuenta yreduzcan los efectos secundarios de sus actua-ciones. El tercer capítulo estudia hasta quépunto la configuración de los precios y con-tratos es éticamente relevante. Las líneas fun-damentales de una ética individual de la eco-nomía y el problema de la diferenciación y vin-culación de ética y economía se presentarán enel cuarto capítulo. La “Ley de los efectos secun-darios deseados en la empresa”, desarrolladaen este capítulo, ofrece la posibilidad de refor-mular las particularidades y la función delempresario. El quinto capítulo investiga larelación entre ética y teoría de la decisión,entre decisión ética y descarga probabilísticade la decisión. Las reflexiones acerca de la éticaindividual y la doctrina de la decisión en la eco-nomía intentan aprovechar el principio éticode la actuación con efecto doble para la éticaeconómica. El capítulo final explica el«Imperativo de la ética económica» y cómo

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hay que imaginarse la vinculación entre ética yeconomía, moralidad y eficiencia.

I ¿POR QUE LA NECESIDAD DE UNAETICA ECONOMICA HOY?

El interés por una ética económica y empre-sarial (business ethics) y las publicaciones alrespecto aumentaron considerablementedurante los últimos años, ante todo en losEstados Unidos, pero también en Europa. Tresson las razones de este nuevo despertar delinterés por una antigua disciplina que hastaKant formaba parte integrante de la filosofíapráctica de tradición aristotélica. Se incre-mentó el interés por la ética económicaporque aumentan los efectos secundarios nodeseados de nuestras actuaciones (externali-dades) en la economía y la técnica en lamedida en la que crecen las posibilidades deactuación del hombre. Los crecientes efectossecundarios crean la necesidad de unas consi-deraciones globales de los efectos de nuestrasactuaciones, es decir, de una ética global de losámbitos culturales que no contemple exclusi-vamente puntos de vista económicos en unsentido estricto. Los efectos secundarios no sonúnicamente un problema de la ética eco-nómica, sino también sus causantes. Confieren

a la ética económica no solamente la tarea delanálisis y de la valoración de los efectos secun-darios, sino que constituyen a la vez el motivopor el cual la ética económica surge comociencia normativa y como problema de valoressociales en el cruce entre economía y éticageneral.

¿Qué se entiende por efecto secundario? Losefectos secundarios son aquellos efectos quese producen al lado del efecto principal, deter-minado como objetivo antes de empezar laactuación. Los efectos secundarios exigen dosconsideraciones: por un lado, la tarea de ana-lizar ética y económicamente su generaciónpor los implicados y su atribución a éstos y porotro la tarea ética y económica de su pre-dicción y valoración por parte del que posee elpoder decisorio.1

1. Los crecientes efectos secundarios dela actuación económica

El poder del hombre sobre la naturaleza ysus capacidades de actuación social estánaumentando. Con la capacidad de actuaciónaumentan también los posibles efectos secun-darios. El creciente poder no sólo exige unosconocimientos analíticos mayores, sinotambién una creciente sensibilidad frente a sus

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efectos primarios y secundarios. Exige unosconocimientos de actuación ético-prácticosque tienen en cuenta sus propios efectossecundarios. La conciencia ecológica reciéndespertada y el debate sobre el aprovecha-miento de la energía constituyen unaexpresión y manifestación del aumento de losefectos secundarios. El segundo axioma de latermodinámica es –tal como lo demostróGeorgescu-Roegen–2 la causa física de lapenuria económica y ecológica: esta leynatural significa económicamente hablando,primero, que la energía por sí misma sólo fluyedel cuerpo caliente al frío, es decir, precisa-mente de la forma en la que no queremos;segundo, significa que la energía no puedetransformarse sin efectos secundarios sobre elmedio ambiente en trabajo o materia prima.Tanto estos efectos secundarios de la transfor-mación energética como los demás efectossecundarios negativos de la actuación eco-nómica deben ser considerados y disminuidoscon la máxima sutilidad. En cambio, se debenincrementar los posibles efectos secundariospositivos, sinergia y simbiosis. Para poder con-siderar las repercusiones del medio ambientesobre las actuaciones se precisa flexibilidadintelectual, atención, capacidad de percepcióny reflexión ética; en el sentido de Pascal sepostula no solamente “esprit de géométrie”,

sino también “esprit de finesse”. La ética eco-nómica debería fomentar estas capacidades.Sirva de ejemplo un caso procedente de la eco-nomía del medio ambiente: En Baviera se llevóa cabo una concentración parcelaria para con-seguir un mayor rendimiento agrícola.Después de la concentración parcelaria seobservó que todos los biotopos naturaleshabían desaparecido y que ya no había sitiopara las especies naturales. Ahora hay quevolver a crear artificialmente estos biotopos.La tarea se realiza, entre otras cosas, medianteuna “desconcentración” parcelaria. Ahora sepaga a los agricultores para que desistan de laconcentración y creen biotopos artificiales.

Según el biólogo Jakob von Uexküll, elmedio ambiente de un ser vivo consta de lasposibilidades de actuación de los quedispone.3 En este sentido, el medio ambientesocial y natural del hombre y las posibilidadesde actuación han aumentado constantemente.Con el medio ambiente crecieron también susrespectivas responsabilidades. Ahora bien, elmayor poder del hombre sólo puede serdominado cuando, junto con la capacidad cre-ativa, crece también la de sufrimiento. La con-sideración de los efectos secundarios de lapropia actuación incluye la capacidad depadecer, padecer las repercusiones que el ser

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ejerce sobre la actuación. La necesidad detener en cuenta los efectos secundarios de laactuación económica sobre el hombre mismo yla naturaleza es el primer motivo de una nece-sidad más ingente de la ética económica.

2. Redescubrimiento del hombre en lasciencias: el punto de vistaantropológico

El segundo motivo de la necesidad de laética económica es el fenómeno del “redescu-brimiento del hombre” por parte de lasciencias. De cara a las ciencias, la ética reclamala “primacía de la razón práctica” (Kant) frentea la autarquía de las investigaciones científicasy técnicas. La ética recuerda que la ciencia es“praxis” y que como tal tiene que plantearseel problema de la adecuación de su paradigmaal autoentendimiento del hombre. Para la eco-nomía es particularmente válido el desplaza-miento desde el paradigma científico de lanaturaleza inanimada del ‘fisicalismo”, haciauna ciencia que incluye en la praxis científicamisma al sujeto de la ciencia, al hombre, dadoque es una ciencia práctica, una ciencia de laactuación consciente. La economía como doc-trina de la actuación consciente del ser inte-

lectual que es el hombre, es más ciencia delespíritu que ciencia de la naturaleza.

El proceso de la “reantropomorfización”, esdecir de la rehumanización” del entendi-miento científico y de la mayor consideracióndel sujeto humano en la ciencia se intensificaaún más a través de la evolución socio-econó-mica de la sociedad industrializada hacia unasociedad de servicios. El antropomorfismo sehace palpable en la economía. La economíapostindustrial exige una consideración másintensa del factor humano, del punto de vistaantropológico. La relación del hombre consigomismo, su capacidad de distanciamiento éticoy por ende su necesidad de justificación y fun-damentación tienen que observarse más dete-nidamente en una economía que se halla enuna fase de transición desde el nivel de la can-tidad de la producción material de bienes a lacalidad de una economía de servicios. Laexpectativa de justificación por parte de ejecu-tivos e instituciones aumenta con la mayorcualificación de los trabajadores y el aumentode las exigencias laborales en esta épocamicroelectrónica. La transición de la máquinaalimentada con energía hacia la que se ali-menta con informaciones va sustituyendo lamateria y la energía por el saber. La energía essustituida por la información. Ello repercute

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también en la naturaleza cada vez más inte-lectual del trabajo, “Bringing mid back in”,4volver a introducir el intelecto en la organi-zación, ha sido un postulado de las ciencias dela organización en la última década. Mientrastanto este proceso ha progresado mucho. Laética económica es una forma de devolver elintelecto a nuestra concepción de la economíay de fundamentar las ciencias económicas másintensamente sobre el concepto de laactuación consciente.

Al exigírseles más justificación a los ejecu-tivos, el peligro de la “tribunalización” es inmi-nente. La “tribunalización” de la economíatiene su origen en una especie de “remorali-zación” de la economía que ya no es una éticaeconómica, sino “moral aggression”, es decir,una agresión camuflada de moralidad ydirigida contra las personas emprendedoras.Postular una ética de los ámbitos culturales yuna ética económica del ámbito cultural de laeconomía5 no es equiparable a una morali-zación precipitada. A la hora de introduciraspectos morales en diversos ámbitos se debetener en cuenta el riesgo de suscitar resenti-mientos. Es el resentimiento que disimula laenvidia con el pretexto de que la actuación delas personas emprendedoras no vale nada

porque no corresponde a la mediocridadcamuflada de moralidad. Puesto que en la vidaconsciente hay que conquistar a diario la cons-ciencia de si mismo y puesto que hay quesuperar a diario la proclividad al resenti-miento, el ético de la economía deberá buscaruna vía intermedia entre el moralismo imperti-nente y la apología acrítica, entre exigenciasabstractas y aceptación prematura de lo exis-tente.

3. La normativización de la economíacomo complemento de sudiferenciación

El tercer motivo del creciente interés por laética económica se halla en la creciente dife-renciación de las sociedades modernas y elconsiguiente peligro de que la culturamoderna pierda su sentido unificador. La éticaeconómica vuelve a buscar una respuesta a lacuestión de cómo se interrelacionan el sentidoy el objeto de la economía con la totalidad dela vida social en sus dimensiones sociales, cul-turales, religiosas y estéticas. ¿Cuál es el lugarde la economía en el conjunto de los objetivosy los ámbitos culturales de una sociedad? La

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diferenciación del sistema de la economía, ais-lándolo de la sociedad, produce un conflictoentre condicionamientos económicos delmercado, de la competencia y del estableci-miento de los precios del mercado, por unlado, y las exigencias sociológicas de cohesióne integración social, por otro; es decir, las exi-gencias de una común concepción simbólicadel mundo y del comportamiento. Desde elpunto de vista económico, los sistemas demercado y de precio pueden ejercer tantomejor su función de control y de coordinacióncuanto mayor y más impersonal es el mercadoy la competencia entre oferta y demanda, ycuanto más anónimas y objetivas resultan lasrelaciones sociales entre los protagonistas dela economía.6 No debe depender de la amabi-lidad del carnicero -como dice Adam Smith-que haya carne y cuál sea su precio, sino delinterés propio y de la relación entre oferta ydemanda de carne en el mercado.7

A través de la transición de la sociedad esta-mental a una sociedad de mercado, de la“comunidad” a la “sociedad”, en el sentido deTönnies, de una racionalidad de valores a unaracionalidad de fines, en el sentido de MaxWeber, de una integración del mundo de lavida a una integración económico-instru-mental, se produce una pérdida de normas y

valores relevantes en la conducta y aceptadosen relaciones sociales observables.

La evolución hacia la subjetividad y lasociedad de mercado lleva consigo una ambi-güedad que puede designarse como el dilemade la subjetivización y de la objetivización. Laracionalidad y la libertad económicasrequieren un mercado extenso con hábitos deconducta puramente económicos y la coordi-nación de la demanda subjetivada que se mideexclusivamente según la capacidad y dispo-sición de pago. Cuanto mayor es el mercadotanto más elevadas resultarán la racionalidadeconómica y división del trabajo, pero tantomás reducida resultará también la experienciacolectiva de sentido. Este dilema surge conmotivo de la diferenciación de la sociedad y laautonomización de la economía. La diferen-ciación y autonomización de subsistemasorigina costos sociales y no puede ser un bienen sí. Tropieza con limites internos allí dondela experiencia colectiva de sentido de loshombres y las condiciones de funcionamientode los subsistemas discrepan demasiado y porende ya no se puede ver ningún sentidocolectivo en las expectativas sociales de losindividuos.

El objetivo de la ética es alcanzar todos losámbitos de la actuación con orientaciones de

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valor. Es la tarea social de la ética formularvalores y normas comunes que sirvan de orien-tación en las actuaciones de los miembros deuna sociedad. La ética ambiciona la pene-tración de la sociedad y de la economía convalores y normas comunes. La penetraciónética compensa la tendencia a la diferen-ciación y separación de los ámbitos vitales enlas sociedades modernas. El mundo de la vida ylos “sistemas secundarios”, la unidad denuestro mundo cotidiano y los sistemas fina-lístico-racionales de la economía se han diver-sificado tanto que corren el peligro de desmo-ronarse. La designación del sentido socialcomún y de los valores comunes en racionali-dades parciales se puede demostrar mediantetres ejemplos.

En países con economía de mercado surgeuna tensión cultural entre la cultura de laesfera de producción y la de consumo.

En la esfera de consumo el principio fun-cional de la economía se basa en la estrategiahedonista y la permanente expansión de lademanda de consumo; la esfera de producciónse basa en una severa ética de trabajo, disci-plina y renuncia a la satisfacción inmediata delas necesidades. Dado que el contexto culturalde las sociedades occidentales está formadocasi íntegramente por la esfera de consumo, la

cultura y la economía casi forzosamentetienden a separarse. Las normas de la eco-nomía se sitúan fuera de las de la cultura deconsumo; los demás ámbitos de la cultura,ciencia, arte y religión poco tienen que ver yacon la esfera comercial y los valores y formasde expresión de la cultura extraeconómica; yano están vinculados con el mundo del trabajo.Daniel Bell ha presentado esta evolución comofenómeno de la sociedad norteamericana y de]capitalismo.8 Ahora bien, las tensiones entrecultura de producción y de consumo no se pro-ducen exclusivamente en el capitalismo, sinoen todos los sistemas económicos, porque cadapersona es a la vez productor disciplinado yconsumidor hedonista.9 El fenómeno de la dis-gregación de las culturas del mundo de trabajoy del mundo económico, por un lado, y delmundo de consumo o del ocio, por otro, y dela disociación del profesionalismo cultural hasido observado en todas las sociedades occi-dentales. La disociación de economía y cultura,de la ascecis en la producción y del hedonismoen el consumo fue considerablemente acen-tuada por la forma keynesiana de la economíade mercado. El “ethos” de la ascesis, en elmundo interior del ahorro y de la inversión sevuelve obsoleto cuando predomina el aspectocuantitativo de la expansión tributaria y psico-lógica de la demanda, a pesar de que siguen

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siendo imprescindibles restos de un “ethos” detrabajo en la producción. Las virtudes de laeconomía de moderación y ahorro resultananacrónicas y poco realistas de cara a los con-dicionamientos de la política de expansión.Desde el punto de vista de la unidad delmundo de la vida y de nuestro sentido deactuación, la evolución hacia una diferen-ciación de los ámbitos culturales no puede con-tinuar indiscriminadamente. En la actualidadnotamos en este orden de ideas una tendenciaopuesta que propugna una creciente reinte-gración de los ámbitos culturales de la ciencia,economía y del arte, hacia una penetracióncultural de los ámbitos sociales. 10 Los valoresde la economía y de los demás ámbitos cultu-rales del mundo de trabajo y del tiempo libreno pueden disgregarse completamente sin quesurjan fenómenos de crisis. La ética económicaes el intento de contrarrestar esta evoluciónhacia una segmentación cultural y de crear unaunidad nueva entre economía y cultura, entreel mundo del trabajo y de la vida.

RESUMEN DE I

La nueva disciplina de ética económica surgepor tres razones: 1) por el conocimiento de loscrecientes efectos secundarios culturales y eco-

lógicos de nuestras actuaciones económicas yla necesidad de su justificación ética, 2) por elredescubrimiento del hombre en las cienciasobjetivas y la creciente expectativa de una jus-tificación exigida a los ejecutivos de la eco-nomía, y 3) por la necesidad de impedir elconstante desmoronamiento de los diversosámbitos culturales y ante todo de contrarrestarla alienación del mundo económico y de lacultura intelectual y material.

II ETICA SOCIAL DE LA ECONOMIA

1.Etica social y filosofía práctica

La ética es la doctrina del recto vivir, es decir,del actuar correctamente, del “ethos”, de loshábitos y de las costumbres correctas. En estesentido la ética se refiere en primer lugar a ladimensión ético-individual de la reflexiónsobre el vivir correcto del individuo. Sinembargo, dado que el recto vivir del individuosólo se puede desenvolver en comunidad conotros, la ética siempre está estrechamente vin-culada con una teoría global de lo social, conuna teoría de la sociedad o de la totalidad delo social. Esta teoría global de la sociedad, delmundo social, la designa Aristóteles como filo-sofía práctica. La filosofía práctica estudia latotalidad de las cosas y relaciones que son

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mutables e históricas; la filosofía teóricainvestiga las leyes inmutables de la naturalezay del conocimiento. La ética individual cons-tituye en Aristóteles, quien la desarrollóprimero como disciplina científica indepen-diente, parte de la tríada de la filosofíapráctica que consta de economía, ética ypolítica. 11 La filosofía medieval y premodernautiliza el concepto de ética también sinonima-mente con filosofía práctica, como términocolectivo para economía, política y monástica,siendo este último sinónimo de ética indi-vidual.12 A partir de este concepto ampliadode la ética surgió el de ética social particular-mente en la ética social protestante y la doc-trina social católica. Terminológicamentehablando el concepto de ética social deberíareservarse estrictamente para el conceptoampliado de la ética y no utilizarse para la pro-blemática individualista, a pesar de que, dehecho, ética social y ética individual no soncompletamente separables. Por ética socialentendemos por tanto una teoría global, ana-lítica y valorativa de la totalidad de lo social.Etica social y filosofía práctica casi son sinó-nimos, sólo que en la ética social se acentúamás el aspecto normativo. El concepto aristo-télico de la filosofía práctica limita la economíaa la doctrina de la administración de la casa, ala oikonomia, por tanto la economía parti-

cular. Aristóteles atribuye pocas funciones eco-nómicas al estado, y éstas se tratan en laPolítica. El concepto de la filosofía prácticaaristotélica, vigente en Inglaterra hastaHobbes y en Alemania hasta Kant, se debeampliar por tanto añadiendo una EconomíaPolítica que estudie la relación entre política yeconomía social o macroeconomía. La eco-nomía política transforma las ciencias políticasen “ciencia total del estado”.13 Ciencia totaldel estado es la filosofía práctica como teoríade la sociedad y la economía incluyendo elaspecto del control o dirección estatal a travésdel centro de decisiones políticas.

2. Internalización de efectossecundarios e inclusión de losimplicados como criterios de la éticasocial

¿En qué medida los efectos secundariospueden llegara ser un problema de la éticasocial? Las sociedades pueden controlar la pro-ducción y distribución a través de tres sistemasde decisión y coordinación: a través delmercado, a través de la concertación (procesosselectivos) o, finalmente, a través de la planifi-cación centralizada. La tarea de la ética eco-nómica es la de averiguar cuál de estos sis-

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temas de decisión y coordinación socialescumple mejor con las necesidades de lasociedad y de los individuos, es decir, cuál deellos es capaz de satisfacer de la forma máseficaz y éticamente justificable las exigenciasde los miembros de una sociedad.

El ideal de una sociedad de mercado libre esel de un acuerdo contractual entre individuos.Cuando dos partes conciertan un negocio, lasdos partes contratantes conocen todos losefectos secundarios de un bien, todos los bene-ficios y pérdidas que se tuvieron en cuenta ensus previsiones. No se producen efectos secun-darios a terceros: todos los efectos se “interna-lizan” y se incluyen las partes implicadas en elnegocio.

En el caso de un intercambio mercantil nohay terceros implicados.14 Si aplicamos estoscriterios del intercambio recíprocamente ven-tajoso a la totalidad de los sistemas sociales dedecisión, la internalización de todos los efectosprimarios y secundarios de la actuación y lainclusión de todos los implicados se conviertenen los criterios fundamentales.15 Todos losefectos secundarios y todos los implicados enla decisión deben ser considerados en los pro-cedimientos de coordinación y de decisión. Esdecir, la premisa para el procedimiento decoordinación y decisión en la concertación

democrática debe ser la igualdad en elderecho de elección y para el sistema demercado y de precios el libre acceso almercado. Esta es la significación de libertad eigualdad en la democracia y la economía: nose puede excluir a nadie de los derechos for-males de la cogestión política y del acceso almercado y nadie debe padecer sin motivo legaly consentimiento propio ningún efecto (secun-dario) negativo.

3. Private Vices-Public Benefits: lobueno como efecto secundario

La idea central de la teoría del mercado es lade que el mercado no sólo garantiza, con lascondiciones de una competencia completa, lainclusión de los implicados y la “internali-zación” de los efectos secundarios negativos,sino que produce también eficiencia comoefecto secundario positivo (externalidad) enun proceso cuyo objetivo es todo menos elbien común. Los sujetos económicos persiguenen el mercado sus intereses propios, buscan subeneficio y son llevados por la mano invisiblede la competencia a producir de modo efi-ciente y a vender a un precio equilibrado.16

Un motivo éticamente no demasiadoelevado o neutro como el aumento de bene-

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ficios se convierte en un bien social, a saber, eneficiencia, mediante las fuerzas del mercado.Mandeville formuló con agudeza la capacidaddel mercado de producir eficiencia como exter-nalidad, como efecto secundario, en unproceso que en el fondo va dirigido a otroobjetivo, creando la conocida paradoja de quelos vicios particulares son ventajas públicas,“private vices-public benefits”. No solamenteuna motivación neutra como el afán de lucro,sino también motivos inmorales, vicios, setransforman en bienes, en efectos secundariospositivos mediante la mano invisible delmercado. Un comportamiento no ético se con-vierte en comportamiento socialmente ven-tajoso a espaldas de los que actúan.

A primera vista, la paradoja de Mandevillese puede equiparar a otras paradojas de estaíndole, como la mano invisible de Adam Smithy la astucia de la razón en la historia, pro-clamada por Hegel, que realiza sus objetivos aescondidas y a pesar de los hombres. Sinembargo, la paradoja de Mandeville va másallá de las de estos otros autores, porque con-sidera expresamente que también unaactuación no ética y no solamente la ética-mente neutra puede ser ventajosa para el biencomún. El principio de Mandeville se asemejaal de Mefistófeles en el Fausto de Goethe:

“Formo parte de aquel poder que siempre pre-tende urdir el mal y termina creando el bien”.El bienes el efecto secundario de la actuaciónde aquél que ni siquiera pretende hacer elbien. No es necesario querer hacer el bien,porque surge de todas formas como efectosecundario del motivo egoísta.

En la teoría de Mandeville la ética se eliminade la economía del mercado; ya no tieneninguna razón de ser. La teoría de Mandevillees consecuente: económicamente hablando noes deseable la persecución directa del bien,porque la persecución del bien siempre traeconsigo efectos secundarios negativos. Porotro lado, la persecución del mal tendrásiempre buenos efectos secundarios. Por ellono hay ninguna razón para destacar laactuación buena frente a la mala. Cualquieractuación tiene efectos secundarios positivospara unos y negativos para otros. SegúnMandeville, el gran incendio de Londres porejemplo, dio pan y trabajo a muchos bomberosy albañiles durante la reconstrucción de laciudad, mientras que el ahorro de las clasespudientes fomentaba el paro en las capassociales bajas. La tesis de Mandeville sostieneque en la sociedad de mercado ya no esposible un “ethos” consistente o una ética sincontradicciones. El bien origina el mal y el mal

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el bien. Es la postura opuesta al axioma delbonum est diffusivum sui, el bien se difunde yse extiende por sí mismo. El bien origina elbien y, por ello, siempre debe ambicionarsecomo fin y efecto y no solamente se produce -como en Mandeville- como efecto secundariono deseado de una actuación.

La influencia de la paradoja de Mandevilleera y sigue siendo extraordinaria. Adam Smithleyó la fábula de las abejas después de escribirLa teoria de los sentimientos morales y antesde la publicación del Bienestar de las naciones.Esta lectura fue uno de los motivos parafundar la economía como ciencia indepen-diente. Para la “Cambrídge Tradition” de laeconomía y la ética en George Edward Moorey John Maynard Keynes18 la paradoja se con-virtió en estímulo decisivo.

La cuestión que plantea la paradoja deMandeville para la ética económica debe for-mularse así: ¿Cómo podemos mantener la exi-gencia de hacer el bien, si no somos capaces deapreciar qué efectos secundarios positivos ynegativos va a provocar nuestra actuación enla infinitud de las inter-dependencias queexisten en la realidad? Si la verdad es la ade-cuación de la razón a las cosas, si la justicia esla adecuación de la voluntad y de la actuaciónal bien, y si la oeconomia, la correcta adminis-

tración, es la adecuación de la actuación a lascircunstancias, ¿cómo podemos estar segurosde actuar correctamente? Las normas funda-mentales no pueden estar basadas íntegra-mente en la cadena de las causalidades hastala actuación concreta. Lo verdadero no es laactuación singular, sino la totalidad. Ningunaadecuación de un actuación a la realidadpuede ser perfecta de cara a la diversidadinconmensurable del mundo. Por esta razóncualquier verdad particular que expresamos ycualquier acto particular que llevamos a cabo,peca siempre de equivocidad, que permanece,incluso, en los casos de decisiones cautelosas, ysin la que dificilmente podríamos vivir.

4. El fracaso económico o la pérdida debienestar como efecto secundario de lapersecución exclusiva de los interesespropios

Sin embargo este fenómeno no hace impres-cindible la ética. El modelo de la mano invisibledel mercado sin ética, tanto en la versiónhumanitaria de Adam Smith como en laversión más cínica de Mandeville sólo es fac-tible bajo dos condiciones muy restrictivas.

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La mano invisible hace surgir las conse-cuencias óptimas de la motivación completa-mente egoísta sólo en el caso en el que elnúmero de los protagonistas de la oferta y lademanda es muy alto, cuando todas las concer-taciones pueden llevarse a cabo sin costos opérdidas de tiempo y cuando los acuerdos con-tractuales pueden efectuarse sin gastos, esdecir, sin gastos de transacción. Sólo si secumplen estas condiciones las ambiciones ego-ístas se transforman en resultados mercantilesventajosos a través de la mano invisible. Sólobajo estas condiciones la ética y el comporta-miento ético sobran en el mercado, dado queel bien común también se realiza sin molestasexigencias éticas.

Ahora bien, las circunstancias de compe-tencia completa y de cumplimiento de con-trato sin cargos constituyen condicionesideales que no se cumplen en la realidad de laeconomía de mercado. El mercado no es estemecanismo ideal que presupone la Teoría delEquilibrio General, sino una red de interac-ciones de individuos que actúan y comu-nican.19 En esta red de intercambios per-manece necesaria la ética; la ética como querery hacer el bien fomenta el bien económico enel mercado en contra de las convicciones deMandeville. Uno no puede sustraerse a la obli-

gación de decidirse responsablemente con elpretexto del automatismo del mercado,incluso si los efectos secundarios de nuestrasactuaciones no se pueden esclarecer hasta enlas últimas ramificaciones. La importancia eco-nómica de la ética en el mercado se hacepatente en el efecto que produce la mutuaconfianza y la fiabilidad de los empresariossobre una reducción de los costos a la hora dela fijación de los precios, también en elmercado; es un margen que rebasa la meraaceptación del precio de mercado, tal como seimputa al comportamiento del adaptado (almercado).

La fiabilidad y la confianza entre los empre-sarios originan una reducción de los costos delas transacciones económicas. Todos los inter-cambios, todas las transacciones entre produc-tores y suministradores, entre empresarios yasalariados llevan consigo indeterminaciones eincertidumbres respecto de las prestacionescontractuales. Esta indeterminación e imposi-bilidad de control se manifiesta como efectosecundario de un negocio contractual, unosefectos secundarios que no se pueden “inter-nalizar” completamente con medios econó-micos y jurídicos -ni siquiera a través de unacostosa vigilancia o un seguro particular-. Estaincertidumbre es mayor en sistemas econó-

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micos con organización libre y particular queen economías planificadas; sin embargo,también se observa en estas últimas en formade problemas de motivación para el trabajo yde control de las prestaciones en empresascolectivizadas. La incertidumbre y la indeter-minación en acuerdos contractuales o bienpueden ser aceptadas mediante la mutua con-fianza o bien ser reducidas parcialmente através de un costoso control legal y de costosassanciones. La confianza reduce los costos detransacción porque los implicados se ponenmás rápidamente de acuerdo y precisan demenos control.20 La obediencia y el voluntarioacatamiento ético de las regias allí donde noson controlables, o sólo lo son con elevadoscostos, reducen los gastos de las transaccioneseconómicas y con ello los gastos de la totalidadde la economía manteniéndose constantes losingresos. Una ética económica viva entre loshombres que constituyen una economía y un“ethos” respetado en cuanto a la fiabilidadeconómica, eleva el bienestar de la economíanacional.

Confianza, fiabilidad y buena fe presu-ponen, sin embargo, una actitud ética porparte de los implicados en la economía, unaactitud que va más allá del modelo del meroincremento de beneficios. Dado que esta

actitud ética reduce los gastos de transacción,aumenta la capacidad de rendimiento delmercado y disminuyen las probabilidades defallos en el mercado, y además, hace menosprobables los deseos de un intervencionismoestatal. La ética es un correctivo contra falloseconómicos o de mercado, porque reduce loscostos de sanciones y control.21 Puesto que elcontrol estatal a través de órganos jurídicostambién es costoso en el sector estatal, la éticareduce igualmente los gastos de las interven-ciones estatales y de la probabilidad de “fallosdel estado”.

Por ende existe un argumento económico enpro de un comportamiento ético. Pero esteargumento es de índole económico-nacional yno resulta vinculante a nivel de la economíaparticular, no convence a aquellos que per-siguen únicamente sus intereses, al homooeconomicus que ambiciona el beneficiomáximo. Sólo convence al que se comprometecon el interés común, con el beneficio generalo precisamente con la moralidad. La coordi-nación descentralizada y no autoritariaalcanza su rendimiento óptimo sólo allí dondeno solamente se consideren los intereses parti-culares, sino también el interés de todos,donde la comunidad se convierta en motivo dela actuación (económica) individual. Cuando

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no ocurre así se producen o bien pérdidas debienestar a través de elevados costos de tran-sacción, originados por controles y realización,o bien, fallos en el mercado acusados porcostos prohibitivos y consiguientemente,coacción.

5.La ética como correctivo del fracasoeconómico

Al tener en cuenta las relaciones entre éticay economía, entre comportamiento ético, esdecir, acatamiento de lo establecido, con-fianza, fiabilidad, buena fe, por un lado, y lareducción de los gastos de transacción, porotro, el individuo dispone de tres opcionespara su actuación. En primer lugar, elimplicado puede actuar de forma absoluta-mente moral; entonces convierte su conoci-miento del beneficio económico total, queprocede del comportamiento ético, tambiénen motivo de su propia actuación. Convierte elinterés general en interés propio, es decir,independientemente del comportamiento delos demás, actúa moralmente. (Caso I): porejemplo, un colaborador de una empresa seesfuerza, independientemente de lo quehagan los demás, trabajando a pleno rendi-miento; un empresario se compromete a jugar

limpio con independencia de la competenciadesleal de otros empresarios.

En segundo lugar, el individuo puede actuarde manera relativamente moral. Está dis-puesto a respetar normas éticas, si todos losdemás o al menos la mayoría también las res-petan; infringe, sin embargo, las reglas,cuando tiene la impresión de que sólo él “estáhaciendo el primo”. (Caso 2): el colaboradorsólo trabaja a pleno rendimiento, si todos losdemás también lo hacen.

En tercer lugar, el individuo puede opinarque para todos se alcanzará una situación másfavorable, si todos respetan la norma. (Caso 3);el colaborador sabe que sólo el pleno rendi-miento puede garantizar la supervivencia de laempresa, pero prefiere exceptuarse a sí mismo.

El individuo inmoral del caso 3 interpreta lasituación teóricamente como “prisoner’sdilemma”, el dilema del preso entre presos,que pretende aumentar sus beneficios. Sitodos respetan las normas éticas se realiza lasituación óptima para todos. Sin embargo,cada uno puede mejorar su situación parti-cular, si no las respeta, mientras que todos losdemás las cumplan. Pero el dilema de este indi-viduo es que no puede estar seguro de que losdemás no reaccionen a su comportamientoinfringiendo a su vez las normas. La conse-

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cuencia sería que tanto él mismo como losdemás lo pasarían peor que respetando lasnormas. En un grupo pequeño y controlableeste problema del “prisoner’s dilemma” notiene tanta importancia, dado que cadamiembro del grupo puede controlar al otro einsistir en el cumplimiento de las normas. Engrupos mayores, en los que falta esta transpa-rencia, la vigilancia del cumplimiento tropiezacon mayores dificultades. El particular ya nopuede adaptar su comportamiento al de losdemás y corre el peligro de que él sólo cumple,mientras que los otros infringen las normas “asus expensas”.

En la moderna sociedad de la circulaciónsurge desde el punto de vista moral el “pro-blema del polizonte” que viaja sin billete:algunos individuos quieren aprovechar las ven-tajas de una situación moral sin participar enlos costos que origina y sin limitar sus afanesmorales.23 Este problema del polizónteaumenta con el número de miembros de ungrupo y la disminución de transparencia de sucomportamiento. Surge un “dilema del grannúmero” (J. Buchanan). A causa del ensancha-miento del mercado, del tráfico y de los gruposa los que se refiere el individuo, se hace impo-sible un control “cara a cara” y la vigilanciainformal a la interpretación errónea de las

normas en grupos pequeños, que obligaron auna conformidad en el grupo social antes deque surgiera la sociedad de la circulación.

Un posible antídoto contra esta evoluciónhacia una sociedad de la circulación sería unadivisión de los grupos de referencia en uni-dades más pequeñas y abarcables, tal como lointenta conseguir el regionalismo. Pero estasolución entra en colisión con el efecto suma-mente útil del ensanchamiento del mercado ydel dilema del gran número. El mercado degrandes dimensiones obliga al individuo a laactuación económica eficiente a través de lacompetencia del gran número de los ofer-tantes, hecho que le convierte en tomador deprecio o adaptado a la cantidad. Aquí surge undilema de la ética económica o también de larelación entre ética y economía: en la eco-nomía la despersonalización y el gran númerode personas resultan favorables; en la éticaconstituye un impedimento. Cuanto mayor eimpersonal resulta la sociedad, tanto másfuerte es el estímulo para el individuo deinfringir la norma a costa de los demás aprove-chándose del anonimato; y tanto mayor es, apesar de todo, la eficacia de la competencia yel control de los precios y, por ende, la eficaciade la economía.

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El que convierte lo general, la norma moralgeneralizable o el imperativo categórico, sóloen norma de la actuación moral de los demás yno de la suya, y, por consiguiente, aprovechala moralidad de los demás, explotando la faltade transparencia y la posibilidad de oculta-miento de su propia actuación, procede de unmodo económico, pero no moral. No obstante,resulta notable que este comportamiento eco-nómico no produce ninguna situación establedesde el punto de vista de una teoría deljuego. El tercer caso de las opciones deactuación es una situación típica de dilema queno puede prolongarse. El “prisoner’s dilemma”describe una situación en la que todos puedenmejorar su condición, si todos respetan la nor-mativa; pero en la que cada uno está inte-resado en ser aquel que puede infringir indivi-dualmente la norma. Por consiguiente, lanorma colapsará cuando no esté impuestadesde fuera a través de controles y sanciones ocuando no esté deseada por los individuos pormotivos éticos. La opción 3 tiene que ser tras-ladada o bien hacia las opciones éticas 1 ó 2 óhacia un sistema coactivo externo.

Contemplemos la opción 2. Es la típicasituación intermedia que posee una plausibi-lidad elevada para el comportamiento de lamayoría de los hombres. Uno es moral si lo son

los demás, uno deja de serlo, cuando se tienela impresión de ser la única persona moral. Laética es una forma de transformar la situacióndel “prisoner’s dilemma”, que constituye uncaso de fracaso económico, en una situaciónde confianza y certidumbre. La validez generalde las normas éticas en una sociedad conver-tiría así la llamada “paradoja de aislamiento”(Sen)24 de la opción 2 en una situación derelativa certidumbre. La paradoja del aisla-miento indica que en una situación de aisla-miento, y dudando del comportamiento de losdemás, el individuo no cumplirá la normativa,porque teme ser explotado, a pesar de que enel fondo está dispuesto a aplicar a sí mismo elprincipio de generalización.

Las opciones 1 a 3 pueden esquematizarsetambién del siguiente modo: En el caso 3, conmotivación económica de las personas, el indi-viduo prefiere la situación A1E0 a la situaciónA1E1; A1 significa que los demás (alter)cumplen con la normativa, E1 significa que elyo (ego) cumple con la norma, A. y E0 signi-fican la negación.25 Según Buchanan, el indi-viduo no actúa éticamente si no experimentaun control externo e informal a través degrupos pequeños: prefiere A1E0 a A1E1 (casos1 y 2). Cuando la motivación moral se gene-raliza ya no existe el “prisoner’s dilemma”. Los

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individuos ya no persiguen la explotación de lanorma, prefieren la situación del acatamientogeneral de la norma a la de la excepciónpropia de la regla. La ética es por tanto unasolución del «prisoner’s dilemma”. Cuando sehace imposible el control inmediato, pero elcumplimiento de la normativa no correspondesiempre a las preferencias del individuo,entonces el individuo tiene que transformar élmismo la máxima de su voluntad de tal maneraque antepone la validez general de unamáxima a la excepción personal de la regla. Elindividuo prefiere un mundo en el que nadiemiente, incluyéndose a sí mismo, a un mundoen el que todos, salvo él, dicen la verdad. Elenjuiciamiento moral de las situaciones nor-mativas frente al económico puede ser carac-terizado por la preferencia A1E1 frente aA1E0.

Sin embargo, el individuo nunca puede estarseguro de que esta preferencia moral generales compartida y seguida también por losdemás. Sólo en el caso en que las preferenciaséticas son manifiestas y generalizadas, es decir,si todos o, por lo menos, la mayoría prefiereigualmente A1E1 a A1E0, el individuo puedeactuar con seguridad respecto de las estra-tegias de los demás. Pero, si las preferenciasmorales no son generalizadas, el individuo

puede encontrarse en la situación de aquelque anticipa actuaciones morales que no soncorrespondidas por parte de los demás. Lasituación de que todos menos él infrinjan lanorma, la situación A1E1, indudablemente noresulta apetecible.

Ello demuestra que la opción 2 tampoco esestable, dado que la seguridad de que todoslos demás o, por lo menos, la mayoríacumplan, sólo se da de un modo general y conrestricciones. Se propone que valores moralesgeneralmente reconocidos convierten el caso 3del “prisoner’s dilemma» en el caso 2 del“assurance game”, porque el individuo al pre-suponer la vigencia de estos valores ya noactúa bajo la incertidumbre en cuanto a lamoralidad de las preferencias de los demás.26Ahora bien, esta suposición es una petitio prin-cipii que no es de gran ayuda para el indi-viduo. Significa únicamente que, estandogeneralizado el comportamiento ético, esdecir, reconociéndose “valores”, los individuosposeen más estímulos para una actuaciónética. Pero el hecho de que los valores se reco-nozcan universalmente y que el individuoperciba la realidad social de esta manera esprecisamente lo que se cuestiona en el caso 2de la paradoja de aislamiento. ¿Cómo sepuede conseguir que los “valores” morales se

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reconozcan universalmente, es decir, que ¡osdemás actúen éticamente y que el individuoconvierta igualmente la norma en motivo desus actuaciones? No se puede eliminar el factorde la incertidumbre, la seguridad siempre serárelativa. La opción 2 resulta más estable que laopción 3, porque en el caso 2 los individuosson por lo menos parcialmente morales, peroel caso 2 no puede garantizar con seguridad elcomportamiento moral de los demás y funda-mentar la confianza del que actúa.

Para el caso 2, para la situación de laparadoja de aislamiento, surgen dos cues-tiones: por un lado la pregunta por cuántotiempo el individuo estará dispuesto a man-tener la norma moral, incluso, si la mayoría delas demás personas la infringen, o si duda delcomportamiento verdadero de los demás; porotro, la pregunta de cómo se puede reducir laincertidumbre acerca del comportamiento delos demás. Estas cuestiones no se pueden solu-cionar únicamente desde la ética. La contes-tación desde la ética vuelve una y otra vez a lapetitio principii de que la ética debe seraceptada por el individuo y ser universalmentereconocida, si ya existe reconocimientogeneral de que la paradoja de aislamiento dela aceptación de la ética puede ser superada, sila ética tiene valor universal.

El caso 2 demuestra que el “prisoner’sdilemma” y la paradoja de aislamiento sólopueden ser superados mediante la ética en elcaso en el que los individuos aceptan la normamoral y la convierten en motivo de suactuación libremente y sin tener en cuenta elcomportamiento de los demás. Dado que laincertidumbre acerca del comportamiento delos demás no se puede eliminar, la norma éticasólo puede ser reconocida por sí misma al serreconocida independientemente del compor-tamiento de los demás. Esa es precisamente laexigencia del imperativo categórico de Kant:la máxima ética tiene que ser adaptada pormero respeto de la ley sin consideraciones uti-litarias y empíricas. En la medida en que lamáxima de la actuación, que debe tenervalidez universal, se adopta a través de consi-deraciones acerca de las consecuencias de lapropia actuación y las condiciones de laactuación de los demás, ya no es éticamente“pura”; y tampoco -y esto es más relevante enla problemática nuestra- se adopta con segu-ridad. Uno empieza a razonar sobre lo queharán los demás, sobre las consecuencias quetendrá la actuación bajo unas condiciones yotras, etc. y, por consiguiente, ya no se tomaráninguna decisión y será imposible convencersede la necesidad de la máxima moral.

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Para nuestra opción kantiana, el caso 1, elcaso de la moralidad pura, sin tener en cuentael comportamiento de los demás, surge el pro-blema de cómo es realizable empíricamente lamoralidad transcendental bajo las condicionesde la finitud humana. ¿Por cuánto tiempo elindividuo estará dispuesto a seguir el impe-rativo categórico y mantener la norma moralincluso si los demás la infringen? ¿Por cuántotiempo el individuo ético estará dispuesto amantener la situación A1E1 frente a lasituación A0E0? Para la moralidad de la éticakantiana el comportamiento de los demás esindiferente a la hora de la selección de losprincipios orientativos. El sujeto moral actúasegún las reglas del imperativo categóricoincluso en casos en los que las consecuenciasresultan desagradables y los demás no locumplen persiguiendo objetivos egoístas. Parael kantiano la paradoja de aislamiento noexiste. En la realidad de la vida social estemoralismo transcendental apenas será capazde subsistir a causa de la falta de mediaciónentre lo empírico y lo apriorístico como yaobjetó Hegel27 contra Kant; o provocará parael hombre el peligro idealista de un conceptodemasiado elevado de sí mismo a causa de susexigencias elevadísimas, tal como criticóHerder.28

Al resumir el resultado de nuestras distin-ciones de diversos casos éticos, observamosque el caso 3 del “prisoner’s dilemma” y el caso2 de la paradoja de aislamiento no sonestables, mientras que el caso 1, el de la mora-lidad pura sin consideraciones acerca del com-portamiento de los demás es muy poco pro-bable y exige un heroísmo moral. Una funda-mentación de la moralidad inmanente alaética, “por mero respeto a la ley” es cierta-mente posible, sin embargo, los estímulos delindividuo para adoptar una ética “pura” sonrelativamente débiles. Análogamente elfracaso económico será muy probable que pro-duzca “fracasos éticos”.

6. La religión como correctivo delfracaso ético

Naturalmente, Kant ha visto el problema delfracaso ético. Si el individuo moral obedece alimperativo categórico, pero todos los demáspersiguen la propia felicidad, la adecuación demoralidad y felicidad será notablemente per-turbada en la persona. La respuesta a este pro-blema la vió Kant en la doctrina de los postu-lados. Los postulados de la razón práctica,Dios, la libertad, la inmortalidad del alma, res-tablecen la confianza en el sentido de la

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actuación ética y en la adecuación de felicidady moralidad. La premisa para que el individuoesté dispuesto a contribuir a la realización dela situación general de acatamiento de lanorma A1E1, incluso si no conoce con segu-ridad las preferencias de los demás respecto desus alternativas A1E1 frente a A1E0, se halla enla creencia religiosa de una compensacióntranscendental de moralidad y felicidad parael alma inmortal. Mediante los postulados, quehacen creíble esta compensación, el individuoreconoce que la situación A0E1 en la que sóloél actúa moralmente es preferible ala situaciónA0E0 en la que nadie actúa moralmente.

La fe religiosa transforma el fracaso ético enconfianza en el sentido ético; la inseguridadempírica de la paradoja de aislamiento se con-vierte en la convicción religiosa de un sentidode la moralidad. Sólo la religión puede realizarlo que Sen atribuye a la ética: transformar lasituación del “prisoner’s dilemma” y laparadoja de aislamiento en una situación deseguridad (según la teoría del juego: un assu-rance game). Seguridad y confianza en elsentido de la actuación moral no puedensurgir únicamente de la ética, sino sólo de lafundamentación religiosa de la moralidad. Lareligión suministra, por ejemplo, en Kant en laforma postulatoria, en Platón a través de la

idea del bien y del mito del juicio final sobre elalma, la seguridad del sujeto de que, a la larga,la moralidad y la felicidad convergerán. Haceposible actuar con seguridad en la ética,también allí donde el individuo se encuentraen un dilema de aislamiento o de “prisoner” acausa de su incertidumbre respecto del com-portamiento de los demás.

Contra esta fundamentación se podríaobjetar que la religión se convierte así en unaforma sutil de control social y de consecuciónde una conformidad, internalizando las expec-tativas sociales de comportamiento y hacién-dolas más opresoras. Se puede refutar el argu-mento aduciendo, por un lado, que las normaséticas deben ser verificables, que la seguridadreligiosa en el sentido de la ética debe serválido para todos y que, por otro lado, la fereligiosa, si es universal, significa también unamejora para todos.

Más importante que el hecho de que, acausa de la fe religiosa, el individuo estéllamado a anteponer la situación A0E1 a lasituación A0E0 -este hecho por sí solo podríaser consecuencia de una disposición maso-quista o podría llevar a la explotación del indi-viduo- es lo siguiente: mediante la religión seconsolida la confianza en la moralidad y el aca-tamiento de las normas por parte de los

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demás, la confianza de que A1E1 se producirámás a menudo, incluso, si esta confianza esdefraudada ocasionalmente. Con ello,aumenta, sin embargo, la disposición del indi-viduo de preferir A1E1 a A1E0 y de no ante-poner por miedo A0E0 a A0E1. Pues, el miedode anticiparse lleva finalmente a la realizaciónde la situación A0E0, porque todos piensan así.El peligro de que a causa del miedo de realizarA0E1 nadie se atenga ya a las normas y seaproclive a la situación A0E0 puede ser contra-rrestado mediante postulados de la razónpráctica. Dado que los individuos están dis-puestos a aceptar antes A0E1, la confianza deque se realice A1E1 aumenta y con ellotambién la probabilidad de que A1E1 se pro-duzca real-mente. La seguridad religiosa deque es preferible padecer la injusticia que rea-lizarla, es decir, la preferencia de A0E1 anteA1E0 lleva, como ya afirmó Platón, a un incre-mento de la confianza en el comportamientode los demás y por ende se vuelve más pro-bable la situación del acatamiento general deuna norma, la situación A1E1. Desconfiar delotro no origina una self-fulfilling-prophecy através de la cual se realiza por miedo lasituación A0E0 antes que A0E1.

Al aumentar la religión la predisposiciónmoral, reduce los costos de las consideraciones

sobre el comportamiento de los demás y laadaptación a este comportamiento. Al reducirel miedo ante A0E1, hace más probable la rea-lización de A1E1. Ello implica que la religiónno sólo aumenta la disponibilidad de ade-lantar actuaciones morales, sino que tambiénincrementa la probabilidad de que laactuación moral pierda el carácter de ade-lanto, para convertirse más bien, en comporta-miento general. Los pasos de nuestra argu-mentación: fracaso económico o de mercado,ética como correctivo del fracaso económico,religión como correctivo del fracaso ético,demuestran la estrecha vinculación de la orien-tación económica, ético-individual y religiosade las actuaciones. Demuestran que la eco-nomía se trasciende a sí misma hacia la ética yla ética hacia la religión.

La pequeña transcendencia del contratoeconómico que consiste en la transición de lainteracción de una parte contratante con laotra y la superación del distanciamiento de laspersonas en el intercambio económico, remitea la transcendencia media de la ética en la queel distanciamiento de las personas se trans-ciende aún más hacia la comunidad de lasnormas y valores éticos y hacia la anticipacióndel interés o del bien común. La transcen-dencia media de la ética transciende el interés

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particular y la simple adecuación de los inte-reses en el intercambio recíprocamente ven-tajoso del contrato económico hacia la con-templación de lo general dentro del interésparticular. La transcendencia media de la éticaremite a su vez a la transcendencia mayor dela religión y en ella se transforma en unaopción existencial razonable. En ella el com-portamiento ético se presenta como válido alargo plazo y ventajoso en su totalidad. Lagran transcendencia de la religión es la con-dición de la razonabilidad individual de laactuación ética, es la premisa para que secumpla el sentido de la. transcendencia mediade la ética y se unan moralidad y razón ointerés propio.30

Economía, ética y religión constituyen unsistema de transcendencias, de transiciones enalgo distinto, y una iteración de compensa-ciones o, diciéndolo con Hegel, de supera-ciones (Aufhebungen). La ética constituye elcorrectivo y la compensación del fracaso eco-nómico, la religión es el correctivo y la com-pensación del fracaso ético. Cuando fracasa laeconomía, es precisa la ética, cuando fracasa laética se necesita la religión. Las transcen-dencias del interés particular se compensanentre sí, el nivel superior sub-sana los defectosdel inferior. Naturalmente existe el peligro de

que el fracaso ético se repita en el religioso, deque la religión no sea capaz de garantizar alindividuo el sentido de la actuación ética,puesto que no existe seguridad última para lasverdades de la religión. El fracaso religioso noes compensable a través de otras iteraciones.El assurance, la seguridad de la “recompensa”religiosa transcendental de la predisposiciónética, por un lado, y el margen de confianzaotorgado al conceder que el acatamiento delinterés general y de la norma ética es prefe-rible a la violación de la ética por desconfiardel comportamiento no ético de los demás, esél mismo una consecuencia de una confianzaontológica.

El modelo de la tríada de economía, ética yreligión que presentamos, es, como la éticafilosófica y la metafísica práctica de Kant, unargumento muy racional para la validez deuna religión y metafísica monoteísta. La éticafilosófica es capaz de fundamentar racional-mente la metafísica tradicional con sus metafí-sicas especiales de la teología racional (con-cepto de Dios) y de la psicología racional(libertad e inmortalidad del alma), pero no escapaz de acercar la validez y la fe en estasmetafísicas o de “extorsionarlas” argumentati-vamente. Ello es válido igualmente para laética que depende de la misma manera del

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libre reconocimiento por parte del hombre. Eldiscurso ético se halla, sin embargo, más cercadel discurso económico que el metafísico, sólorequiere una transcendencia media, no latranscendencia mayor de lo empíricamentecomprobable y reconocible. El hecho de que laética económica -al igual que la ética general-remite y se une a la metafísica y la religión, lodemuestran fehacientemente las éticas econó-micas de las religiones universales y la extraor-dinaria importancia de las religiones univer-sales en la formación de modos ético-econó-micos, de estilos y actitudes económicos.31

7. Intereses particulares, éticaempresarial y motivación de loscolaboradores

Haciendo caso omiso de la solución religiosade la paradoja de aislamiento, queda sola-mente la ética para transformar la paradoja deaislamiento de Sen en una situación de segu-ridad del acatamiento general de las reglaspara el individuo. La tarea de la ética consisteesencialmente en el hecho de asegurar al indi-viduo, a través de la validez universal de uncódigo ético, que los demás también cum-plirán la norma. La tarea de una ética eco-nómica específica consiste en asegurar al indi-

viduo que el acatamiento general de lasnormas también tiene vigencia para las actua-ciones en la economía, en la vida dentro de laempresa como en el intercambio mercantil. Yasí se consolidan su voluntad y sus estímulos decumplir él también con una normativa eco-nómica que fomenta el bienestar general. Através de la ética general y la económica, elhombre medianamente moral del caso 2, quesólo actúa moralmente cuando los demástambién lo hacen, se asegura de que lamayoría de los hombres actuarán igualmentede modo ético. Por esta razón, las empresasindustriales intentan crear una norma-tivaética de mutua garantía del comportamientoético. Por ejemplo, la IBM ha formulado explí-citamente una escala de valores que abarcadesde los “basic beliefs”, hasta las recomen-dadas “business practices”, pasando por las“policies”.32

Es de notar que la configuración del sistemade valores o, mejor dicho, de la filosofíapráctica y la cosmovisión de esta empresasiguen el sistema de las transcendencias de laeconomía hacia la ética y de la ética hacia lametafísica, en tanto en cuanto generaliza con-secutivamente las normas desde el nivel parti-cular y operativo de las prácticas comerciales,pasando por el nivel más general de las estra-

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tegias, hasta las convicciones generales res-pecto de la estructura de la realidad global. Elejemplo demuestra que la ética empresarialpresupone también basic beliefs acerca de larealidad global del hombre y el mundo que“aseguran” al hombre el sentido de la ética.

El proyecto de una ética empresarial tieneque tener en cuenta sin embargo, que la éticano se puede introducir de un modo mera-mente funcional para alcanzar algo muy dis-tinto, a saber, el aumento de los beneficios;también debe tener presente que en el fondono puede ser exclusiva de una sola empresa,sino que debe ser universal. Naturalmente,puede haber formas éticas, costumbres,hábitos específicos de una empresa, pero lasnormas éticas empresariales no pueden serespecíficas, de modo que sólo son válidas parauna empresa, porque sólo son buenas paraella. Para los intentos de introducir éticasempresariales específicas y útiles sólo para losfines económico-monetarios de esta empresa,se pueden aducir las mismas objeciones quepara las fundamentaciones funcionalistas de laética en general.

Las éticas que se introducen para servir unfin funcional fuera de la ética, fuera de lamoral misma, siempre corren el peligro demalograr su fin porque su oportunismo se hace

palpable y precisamente por ello no sereconoce como ética. Las fundamentacionesfuncionales poseen el inconveniente de quetienen que argumentar con equivalencias fun-cionales. Algo es bueno para cumplir con unafunción, pero otra cosa puede cumplirla igual-mente, de modo que siempre puede ser susti-tuido por otra cosa. Cuando la ética solamentese introduce para conseguir algo distinto, asaber, un incremento de las ganancias, cuandono se puede considerar válida y ambicionableen sí misma por parte de todos los colabora-dores de una empresa, incluyendo a los ejecu-tivos y propietarios, entonces tampocoalcanzará efectividad entre los colaboradores.Su “ethos” y su ética se utilizan como mediopara conseguir algo muy distinto y no sereconoce como representación de algo incon-dicionado y como reto a su libre albedrío ético.Las fundamentaciones funcionalistas no sonsuficientes para el desarrollo y la difusión deuna ética económica. En la ética, se debe reco-nocer simultáneamente lo incondicionado y lafinalidad en sí de la libertad humana. La éticatiene que hacer ver que el hombre -conpalabras de Kant- nunca debe considerarse a símismo ya los demás sólo como medio, sinosiempre también como fin en sí. Ello no sig-nifica que no se puedan considerar nunca losdemás hombres y la ética como medio para

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algo distinto, sino que el hombre y la éticanunca deben ser utilizados únicamente comomedio. Un hipermoralismo de este calibreimposibilitaría la idea de una cooperación eco-nómica y de la división del trabajo. El pos-tulado kantiano dice antes bien: no se debenunca utilizar al hombre y la ética exclusiva-mente como medio. Aplicado a la ética eco-nómica esto significa que la ética empresarialpuede y debe ser provechosa para fines econó-micos, pero que nunca deben ser fundamen-talmente con estos fines y nunca puede ser ins-trumentalizada íntegramente para fines lucra-tivos.

La ética económica es la doctrina de lasnormas y los motivos de la actuación y delintercambio económico en el mercado externode la economía nacional y en el interno de laempresa.33 Es, como cualquier ética, doctrinade los deberes y de las virtudes.34 Es reflexión,esclarecimiento y fundamentación de lasnormas de la deontología que los implicadosdeben seguir. A la vez es la doctrina del rectovivir económico, de las virtudes económicas.Como doctrina de las virtudes económicas laética económica y empresarial no solamentedescribe las virtudes económicas, sino queintenta también despertar y consolidar lamotivación para el correcto vivir y el “ethos”

en la economía. La ética económica ademásdel propósito de alcanzar un “mínimo ético”que asegura la eficiencia y la sobrevivenciaeconómicas, ambiciona también asegurar laadministración correcta y razonable, el perfec-cionamiento de la vida económica.

La doctrina de las virtudes económicasforma parte de la doctrina de los deberes eco-nómicos, a pesar de que las virtudes no puedenser tan vinculantes como las normas ya que porsu propia naturaleza conceden, al que actúa,unos márgenes más amplios de perfecciona-miento de la propia actuación.

La ética de los deberes económicos, la éticadel acatamiento de las normas y del “pactasunt servanda” disminuye los efectos secun-darios del negocio contractual que se pro-ducen como costos de transacción ocasionadospor la incertidumbre acerca del cumplimientode lo estipulado en el contrato y por falta deconfianza. Crea efectos secundarios positivos(externalidades) en el sentido de confianza,“good will” etc. La doctrina de los deberes, ladeontología de la economía aumenta la capa-cidad de rendimiento y de supervivencia de laeconomía. La doctrina de las virtudes funda-menta, más allá de la doctrina de los deberes,un modus vivendi económico, que no sólo per-sigue la supervivencia, sino también la vida

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buena y perfecta. Con ello intenta fomentaren el ámbito cultural de la economía un per-feccionamiento del estilo y de la cultura eco-nómicas.

RESUMEN DE II

La economía necesita la ética económicacomo ética social, porque el mercado no puedeevitar que se internalicen todos los efectossecundarios éticamente relevantes de laactuación. Los efectos secundarios constituyenun problema de la ética social, puesto que elprincipio de “vicios particulares -beneficiospúblicos” no es válido de forma que produjerael bien como efecto secundario y que hicierainnecesaria la ética en el mercado de las com-petencias. Ya el “mínimo ético” del acata-miento de las normas económicas y del prin-cipio del pacta sunt servanda hace imprescin-dible, allí donde no es posible un controlexterno, el que los implicados hagan suyo elinterés común. La validez y la adquisición indi-vidual de un código ético entre los protago-nistas de la economía disminuye aquellosefectos secundarios del negocio contractualque se producen como gastos de transacción.De este modo, la ética económica originatambién un aumento del bienestar. Sin

embargo, no está garantizada la validez uni-versal de una ética económica en cuantocorrectivo contra fallos de control causadospor el mero interés particular en el mercado. Elfracaso en el mercado puede repetirse en elfracaso ético. El fracaso ético remite a la nece-sidad de la metafísica y religión como teoríasde la realidad global. La interrelación entreeconomía, ética y supuestos básicos sobre larealidad también es relevante a nivel deempresa y en la vinculación entre motivaciónde los colaboradores, ética empresarial y con-vicciones básicas. Los efectos secundarios de laactuación económica no internalizados en elpropio mercado y la vinculacíón entre orienta-ciones económicas éticas y metafísicas de laactuación demuestran que el mercado no esuna zona éticamente neutra.

III CONFIGURACION DE PRECIOS YJUSTICIA CONTRACTUAL COMOPROBLEMAS DE LA ETICA ECONOMICA

La diferencia entre un ideal de supervivenciaestratégico y un ideal de perfeccionamientoético-económico se muestra en la discrepanciaentre la teoría mecánica de la generación delos precios y la teoría ético-económica de laconfiguración de los precios, es decir, la actitud

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que se defiende acerca del establecimiento deprecios en el mercado competitivo. La cuestióndel establecimiento de precios conduce a lavez desde la ética social de la economía a laética individual puesto que la configuración delos precios está influenciada tanto por la eco-nomía total, a través de las condiciones delmercado, como por la decisión personaltomada por el individuo económico. La confi-guración de los precios es un parámetro en latotalidad de la configuración y la justicia con-tractuales.

1. Márgenes de la configuración deprecios y contratos

La teoría de los precios puramente eco-nómica contempla el precio como resultado,casi como punto de equilibrio entre las fuerzasglobales de oferta y demanda. Para el indi-viduo económico y en el caso. de una compe-tencia completa el precio es un dato inva-riable. El que oferta se comporta comotomador de precio frente al precio de mercadoestablecido. Según este punto de vista elprecio no resulta relevante éticamentehablando, puesto que en la actuación deltomador de precio no existe ningún grado delibertad frente a los precios; el tomador de

precio no es capaz de configurar el precio enel mercado competitivo.35

Ahora bien, esta situación ideal de unmercado de meros tomadores de precios sola-mente se presenta en mercados competitivosperfectos con bienes homogéneos, como, porejemplo, la bolsa. En la mayoría de los demásmercados él que oferta dispone de un margende configuración de precios y contratos queresulta relevante desde el punto de vista ético-económico. La existencia de un margen deconfiguración de los precios que rebasa lamera obligación de aceptar el precio demercado, demuestra que una ética económicaes posible y eficaz también en el mercado com-petitivo.

El productor y el consumidor tampoco sonmeros adaptados en el mercado competitivo;pueden configurar el precio dentro de deter-minados límites. La teoría microeconó-mica delos precios sostiene que la doctrina ética de losprecios ha sido sustituida por la determinaciónpositiva de los precios. Según ésta, el precio es,por así decir, el resultado del equilibriomecánico de las fuerzas entre oferta ydemanda. Para el adaptado cuantitativo esteprecio de equilibrio está dado y no constituyeuna magnitud variable. Pero la mayoría de losprecios no es de esta índole. Por un lado, no

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existe un precio de mercado general y fijo, sinosolamente un precio de mercado normal en elsentido estricto, porque los bienes dependendel tiempo y del espacio, de su lugar en eltiempo y el espacio. El lugar espacio-temporalde una transacción económica conduce, segúnla ley física de la irreversibilidad de todo acon-tecimiento, que a su vez sigue el axiomasegundo de la termodinámica, a una “indivi-duación” de un bien y de un precio.

Cualquier bien material y palpable y cual-quier bien que no es ni trivial producto demasa ni título legal de otro bien ausente, seconvierte en el espacio y el tiempo y a travésde su lugar en el transcurso de la realidad enun individuo, en un bien inconfundible y nocompletamente intercambiable. Bienessupuestamente idénticos se transforman en unespacio y en un tiempo distintos, en bienes dis-tintos, de modo que el vendedor o el com-prador pueden decir: “Se debe pagar el mismoprecio que el del mercado, pero no en estelugar ni en este momento”. La unicidad de loslugares espacio-temporales hace que la homo-geneidad de los bienes, que constituye lapremisa para un precio de mercado unificado,siempre se de solamente cum grano salis. Elcomprador y el vendedor siempre puedenaducir la no homogeneidad del bien diciendo:

“Estamos dispuestos a pagar el mismo preciopor un bien del tipo de estos bienes, pero nopor este individuo específico de esta clase”.

El precio individual oscila alrededor de unprecio normal dentro de un margen deter-minado y este margen es relevante desde unpunto de vista ético-económico. Dentro deeste margen puede producirse una discrimi-nación de precio a favor o en contra del com-prador o del vendedor, incluso, puede sernecesaria. Dentro de este margen la falta dediferencia de precios puede ser igualmenteuna exigencia ética o del juego limpio. La dis-cusión ético-económica acerca del preciolimpio y justo era en gran medida una dis-cusión acerca de la configuración del precio enel intercambio individual, y no acerca del esta-blecimiento del precio de mercado. La for-mación del precio de mercado como precionormal libre del intervencionismo estatal seconsideró obligatoria y justa según la ética y laley natural en la doctrina española del derechonatural de la época moderna.36 La configu-ración del precio individual oscilando alre-dedor del precio normal es una tarea que sedebe llevar a cabo entre los protagonistas deoferta y demanda. El precio individual o realde un bien espacial o temporalmente indivi-duado no está determinado exclusivamente

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por el precio del mercado, también esresultado de decisiones éticas.

Otro argumento a favor de la posibilidad deuna ética económica en la esfera del mercadoparte de la doctrina de las formas del mercado.Las condiciones que formula el modelo de lacompetencia completa y del equilibriogeneral, a saber, que en todos los mercados elprecio está preestablecido para el que oferta,que las ganancias sólo aumentan mediante laadaptación cuantitativa al mercado, pero quea la vez es reducido a cero a través de la com-petencia, que es, por así decir, “descompeten-ciado”, constituyen condiciones tan altamenteespecíficas, que llegan a ser una excepciónpara los mercados realmente existentes y nopueden ser utilizados como argumento. encontra de la posibilidad y la necesidad de unaética económica. La competencia económica,como proceso de mercado, no se produce nipor la ganancia, ni para alcanzar la supresiónde la ganancia a través de la competencia, sinoque se lleva a cabo por mor de ganancias extrao de rentas.

Sólo en el modelo ideal estático de compe-tencia completa no existe la venta, ni siquierala ganancia, dado que las ganancias desapa-recen a causa de la presión competitiva queobliga a todos a producir en el break-even-

point. Lo dice Frank Knight: “Under perfectcompetition there is no competition”, con per-fecta competición no hay competición.Mientras exista la competencia, ésta ambi-ciona ventas extra. Sea quien sea el que oferta,siempre intentará asegurarse ventas de pro-ductor a través de un cuasi-monopolio o ven-tajas competitivas inmejorables como, porejemplo, el lugar de producción, el good will,o patentes. Del lado de la demanda las per-sonas intentarán colocarse en la situación del“monosponsor” en la que poseen un poder decomprador particular y pueden asegurarseventas de consumidor.

El fenómeno de las ventas y del rent-seekinges éticamente relevante y, dado que en elmercado competitivo también existen ventas,tampoco es una zona éticamente neutra. Larepartición de la venta de consumidores y pro-ductores es una cuestión abierta entre dospartes contratantes y, por ende, una cuestiónrelevante desde el punto de vista ético-eco-nómico, en la que deben desempeñar un papelfactores de juego limpio y de benevolencia.

El intercambio como tal irrepetible y en unlugar espacio-temporal irreversible entre dospartes únicas e inconfundibles por su indivi-dualidad y sus posibilidades de sacar del bienen cuestión rentas de productor y de consu-

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midor, en el mercado de competencias y a lahora de establecer el precio de mercado semuestra también como lo que es: unfenómeno social y económico, y no solamentematerial.

El intercambio pacífico y socialmente con-venido es un acto de solidaridad, de unidadsocial. Primitivamente, el intercambio puedeser también algo antagónico, incluso hostil.Las sociedades arcaicas trocan sólo en las zonaslimítrofes con los extraños a la tribu. Para elhombre arcaico el trueque y la guerra equi-valían a lo ajeno a la tribu y por tanto a lohostil. La doctrina del precio o del intercambiojustos intenta domesticar la hostilidad delintercambio y transformarlo en un procedi-miento social inofensivo, amansar las adversi-dades del intercambio,37 tal como la doctrinade la guerra justa constituyó una intento deamansar la guerra, de poner diques a la vio-lencia, la escalación y la brutalidad de lasguerras.

Una forma específica de la “domesticacióndel intercambio” y de la competencia, trans-formándola en una competencia reducida deprecios, se lleva a cabo a favor del compradoren aquellos mercados en los que los vende-dores son los que establecen los precios y loscompradores los que los aceptan. Ser “acep-

tante” de precio no constituye, como muestraScitorsky,38 una desventaja y un incrementoen todos los casos. Antes bien el aceptante deprecios puede renunciar a una parte de la com-petencia de precios de los ofertantes y aceptarel establecimiento de precios del vendedor,para conseguir, a cambio, ventajas mayores norelacionadas con los precios y que se hacenposibles renunciando a la competencia com-pleta de precios. Se trata, por ejemplo, demayores esfuerzos del vendedor, de una mayoramabilidad, etc. Estas ventajas no referidas alprecio los puede ofrecer el vendedor dado queen el cartel de precios puede contar, en vez decon la competencia completa, con un precio“oligopólico” más elevado.

Los que establecen los precios pueden cier-tamente conseguir ganancias de cartel “oligo-pólicas”, sin embargo, no por ello este proce-dimiento todavía es éticamente reprochable, siofrecen, como ocurre con frecuencia, servicioscomo compensación de los precios más ele-vados. Pueden ofrecer mayor disponibilidad,proximidad espacial, pronta ejecución, etc. encompensación de los precios que se sitúanencima del precio equilibrado. Así, porejemplo, el comercio al por menor con suscuasi-monopolios regionales en la mayoría delas ciudades. Se debe decidir en cada caso indi-

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vidual si el intercambio ha sido limpio o no o,en otros tér-minos, si el contrato y el precio sonjustos o injustos.39

El margen de establecimiento de precios, encaso de condiciones de competencia incom-pleta (y con ello realista), demuestra que elprecio individual o verdadero, como individuoestablecido en el tiempo y espacio, no es unpunto equilibrado que surge mecánicamente yque no es tampoco externo a la actuación eco-nómica que siempre es también actuaciónética. Antes bien, el precio pertenece a la con-figuración de las transacciones económicas.como una magnitud que debe ser configuradapor las partes que intervienen en el inter-cambio. El ponderar, por un lado, el productor,las ventajas y desventajas entre la renuncia a lacompetencia de precios a favor de una compe-tencia no relacionada con los precios y la obli-gación de tener que crear más estímulos dis-tintos y el sopesar, por otro, el consumidor, laventaja de aceptar una merma de ingresos acambio de un incremento de beneficios nomonetarios, constituyen ponderaciones nosolamente económicas sino también éticas, soncuestiones del precio y del contrato justos.¿Qué criterios existen para estas considera-ciones y la determinación del precio y del con-trato justos?

2.Determinantes de un contrato justo

Un contrato es justo cuando se negociasegún la naturaleza del objeto de intercambioy el precio de mercado vigente, teniendo encuenta ambas partes los efectos secundariospositivos y negativos del negocio (incluyendoentre los efectos secundarios también lasventas de productor o consumidor), una com-pensación justa de los intereses y la ventaja delos dos contratantes. Según este criterio noexiste para el enjuiciamiento de los contratosel precio justo, fijado para siempre y capaz deconstituir una referencia inamovible. Tampocoexiste arbitrariedad, sino precios que sonjustos y limpios y otros que son menos justos.El criterio mencionado contiene cuatroaspectos: la naturaleza del objeto del inter-cambio, el intercambio recíprocamente ven-tajoso, el precio de mercado y la compensaciónde los intereses.

2.1. La naturaleza del objeto deintercambio

El hecho de que el precio y el negocio deintercambio deban corresponder a la natu-raleza del objeto de intercambio no es trivialni tautológico. Este criterio parcial del con-

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trato justo exige que el bien de intercambiodebe ser un bien auténtico y no aparente, enel que existen ilusiones acerca de la naturalezadel objeto por un lado, y se saca provecho deestas ilusiones por otro. El intercambio debeconstar además de una transferencia deingresos a cambio de un bien auténtico. En elcaso de un bien aparente tenedor, mediante lacual el bien del comprador surgió sólo a travésde la manipulación por parte del vendedor yno porque se haya creado un valor económico.

Transferencia de ingresos del vendedor alcomprador en el caso de bienes aparentes y sinque haya habido creación de valores por partedel vendedor, constituyen ingresos injustifi-cados.40 Se pueden distinguir los siguientesmotivos de transferencias injustificadas deingresos y por consiguiente de contratosinjustos:

a) Una transferencia injustificada deingresos surge cuando el más poderoso, el ven-dedor, se compromete a no aprovechar unasituación de poder ya existente, a saber, el bienconsiste sólo en la renuncia a la utilización dela violencia o del poder, sólo en la renuncia ano cometer injusticia. Los ingresos que se ori-ginan mediante el aprovechamiento de situa-ciones de poder son injustificados porque noexiste ninguna creación de valores econó-

micos. Esta forma de ingreso a menudo no sepuede distinguir claramente de los ingresospor robo.

b) Desde el punto de vista de la ética eco-nómica se deben rechazar igualmente aquellasformas de ingreso que surgen o bien porquese crea para el comprador o para el vendedoruna situación de emergencia. Aquí tenemosque ver con una prestación o “producción” delmás fuerte, a saber, con la creación de unacoacción que se distingue de la mera explo-tación de una situación forzosa preexistente.Pero la creación de una coacción equivale a laproducción de un bien aparente y no es unaprestación económica en el sentido de la cre-ación de un valor. El aprovechamiento demonopolios sin contraprestaciones no relacio-nadas con el precio o el hecho de causar yaprovechar situaciones forzosas a través dehuelgas injustificadas, etc. crean ingresos nojustificados.

c) El tercer tipo de un bien aparente y deingresos injustificados está formado porengaños favoreciendo el autoengaño de ter-ceros y la explotación de su inexperiencia. Losingresos originales por bienes de intercambiocon precios elevados por el hecho de fomentarsobremanera el autoengaño, la vanidad, elafán de prestigio, etc. del comprador también

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constituyen ingresos injustificados, puesto queel precio no corresponde a la naturaleza delbien de intercambio. Ahora bien, el deslindeentre la satisfacción de presunciones reales yde la creación de nuevas resulta naturalmentedificultoso.

d) El cuarto tipo de ingresos injustificadossurge mediante la simulación de circunstanciasengañosas (falsificación). Este tipo sólo es rele-vante desde el punto de vista ético-económicoen los aspectos no considerados por la legis-lación.

Las formas mencionadas de ingresos no jus-tificados son en parte prohibidas y perseguidaspor la ley; podría entonces surgir la preguntapor las contribuciones de la ética económicamás allá del derecho económico. La ley comoorden coactivo funciona a base de normas,prohibiciones y sanciones. Allí donde elDerecho se convierte en una orden depen-diente del deber y del querer se transforma enética; y ninguna ley puede ser exclusivamenteorden coactivo sino que debe incluir siempretambién elementos de un orden volitivo. Laética económica constituye, por tanto, res-pecto del contrato y del precio justos, el ordendel deber y del querer en la economía, unorden que se dirige al libre albedrío de lapersona, aconsejando no acometer actos que

se sitúan en la zona intermedia entre lo aúnpermitido y lo ya prohibido por la ley.

Este límite no se puede trazar siempre uní-vocamente.

Por ejemplo, en el caso c) del ingreso injusti-ficado por autoengaño del comprador no esposible una normativa legal unívoca. La confir-mación o explotación del autoengaño de uncomprador por el vendedor ni se puededemostrar ni puede ser objeto de denuncia porla vinculación del comprador consigo mismo.

La ética económica también tiene que reco-nocer que el principio de caveat emptor, deque el comprador tiene que ser precavido, esigualmente un principio ético importante, queno puede ser invalidado simplemente a travésde postulados ético-económicos frente al ven-dedor, porque contiene el reconocimiento dela responsabilidad y la libertad de la persona.

La ética económica está llamada a buscaruna vía intermedia entre el caveat emptorcomo principio brutal del más fuerte y el prin-cipio igualmente enajenante del asesora-miento legal del consumidor. El vendedortampoco puede ser el guardián de su hermanoel comprador. Sin embargo, sigue vigente ladiferencia entre engaño e intercambio y siguesiendo éticamente relevante. El negocio de

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intercambio debe corresponder a la naturalezay no a la apariencia de la cosa.

2.2 El intercambio recíprocamenteventajoso

Es un principio fundamental del intercambioque sea recíprocamente ventajoso. El principiodel intercambio recíprocamente ventajoso es,en oposición a lo que sostiene la economíapositiva, un principio normativo y no mera-mente empírico. Según Heinrich Pesch significala recompensa según el valor de la cosa o de laprestación.41 Ninguna de las dos partes con-tractuales debe padecer una merma de sufortuna a causa del intercambio. La condicióndel intercambio recíprocamente ventajosorequiere que ambas partes saquen un pro-vecho del negocio. Sacar provecho significaque por lo menos no debe originarse unamerma de la fortuna, es decir, no se debepagar un precio que rebase el valor del bienintercambiado. La venta de consumidor en elnegocio de intercambio y a veces, incluso elbeneficio, pueden ser nulos, sin embargo, lamodificación de la .fortuna resultante delnegocio no debe ser negativa.

La fortuna de la parte contractual que habíarealizado antes del intercambio, no puede ser

disminuida a través del intercambio. Estanorma se refiere a fortunas realizadas. Si através del intercambio la fortuna potencial setransforma en una fortuna realizada conside-rablemente mayor, y si esta plusvalía no secompensa mediante el intercambio, no seproduce un ingreso injustificado respecto de lafortuna de aquel en cuya posesión seencuentra finalmente el bien, porque se haproducido un relativo aumento de la fortuna através del intercambio. Supongamos que unexperto en pintura encuentra en el desván deuna casa un cuadro valioso, a la que sus pro-pietarios no concedían ningún valor. Si locompra a un precio notablemente inferior alprecio estimado por él, no se produce mermade fortuna del vendedor, dado que ésteignoraba el valor del cuadro, es decir, no habíarealizado su fortuna. Otra cuestión es si la éticaeconómica puede decir algo acerca del puntoa partir del cual la diferencia entre el precioestimativo y el apalabrado ya no es ética. Nose aconseja el rigorismo, puesto que el descu-brimiento del cuadro constituye en sí un ser-vicio que aumenta la fortuna.

La prohibición de la merma de bienes através de un negocio contractual en la éticaeconómica sólo es otra formulación delteorema del intercambio recíprocamente ven-

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tajoso y de la exigencia de que este teorematenga vigencia. Un intercambio que para unade las partes contractuales implica merma defortuna no es recíprocamente ventajoso.Negocios con bienes aparentes se debenexcluir por la simple razón de que tampoco sonrecíprocamente ventajosos. No lo son porqueimplican merma de bienes para aquel que haadquirido un bien aparente, Desde el punto devista económico el intercambio de dinero queE (ego) paga por la renuncia de A (alter) aaprovechar una situación de emergencia de E1representa un contrato recíprocamente ven-tajoso, porque E pierde menos en este negociode lo que perdería al aprovecharse la situaciónde emergencia. Sin embargo, ese arreglo recí-procamente ventajoso no es un intercambiorecíprocamente ventajoso, porque frente alaumento de bienes de A sólo se encuentra unadisminución de bienes de E. La ventaja de E eneste intercambio sólo consiste en el hecho deque no experimenta un daño y una dismi-nución de bienes mayores. El intercambio deun daño mayor contra otro pequeño no es niaumento recíproco de bienes ni intercambiorecíprocamente ventajoso cuando el dañomayor y el pequeño han sido causados por lamisma parte contractual. El teorema del inter-cambio recíprocamente ventajoso no sola-mente es un teorema descriptivo de cualquier

intercambio fáctico, sino que es a la vez nor-mativo: el intercambio debería ser objetiva yno sólo aparentemente ventajoso para ambaspartes.

Por eso, la doctrina de los precios no puedelimitarse al mero precio convencional y consi-derar cualquier precio realmente convenidocomo precio justificado. Nadie quiere padeceruna disminución de bienes a través del inter-cambio, es decir, pagar un precio que rebasa elvalor del bien intercambiado. Y cuando serealiza “voluntariamente” un intercambio condisminución de bienes sólo para evitar un dañoaún mayor, entonces no se trata de un inter-cambio, sino de coacción para transferir bienesdel débil al más fuerte o de un fuerte a muchosdébiles, que se han coaligado.

2.3. El precio de mercado

El criterio más importante para la determi-nación de un precio justo es el precio demercado vigente, incluyendo los márgenes deoscilación hacia arriba o abajo que corres-ponden a sus “individuaciones” en el tiempo,el espacio y las circunstancias. El precio demercado es un punto de orientación decisivoen una configuración justa del precio, porqueen él se juntan, en condiciones adecuadas, las

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valoraciones y las relaciones de escasez entretodos los bienes en el mercado de bienes y lasrelaciones de escasez en el mercado de fac-tores, es decir, entre todos los factores de pro-ducción precisos para la fabricación del bien encuestión.

2.4. La consideración de los efectossecundarios positivos y negativos, lasrentas del negocio de intercambio y lajusta compensación de los intereses

La teoría del mercado supone que ambaspartes contractuales han considerado e inter-nalizado todos los efectos secundarios nega-tivos y positivos que pueden encontrar en elnegocio de intercambio y que expresan estainternalización firmando el contrato. Una con-sideración más explicita de las externalidadesde la otra parte parece superflua, incluso per-judicial, dado que uno no posee informacionesadecuadas acerca de las externalidades delotro y que no debe ni puede ponerse en ellugar del otro. Cada uno debe cuidar la esferapropia que no importa al otro. A primera vistaesta postura se debe apoyar desde la teoríaeconómica.

No obstante, aquí se hace palpable la dife-rencia entre el mínimo ético, es decir, la noinjerencia en la esfera ajena por un lado, y unadoctrina de las virtudes éticas, un ideal de per-fección, por otro. El intercambio y el mercadofuncionan también sin tener en cuenta losefectos secundarios a los que está expuesto elotro, como mero ajuste de intereses. Pero elintercambio puede convertirse también en unacto de solidaridad cuando aspira a una com-pensación de los intereses en el intercambio.Un contrato justo sería desde este punto devista un contrato que va más allá del precioque resulta del mero ajuste de intereses y quecontiene además una justa compensación deintereses resultantes de los efectos secundariosy de las rentas recíprocas de consumidores oproductores.

El problema de la justa compensación de losintereses en la configuración del contratosurge no solamente allí donde sólo es posibleun precio convencional por no existir un preciode mercado, ni estimación de la sociedad niprecio de tasa. La tarea ética de la compen-sación de intereses se presenta tambiéncuando existe un precio de mercado como cri-terio orientativo, a pesar de que en el caso delprecio de mercado existente el problema sepresenta de manera menos urgente. No es

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cierta la afirmación de Hobbes de que cual-quier contrato que conciertan dos contra-tantes sea automáticamente un contrato justo.No todos los precios convencionales o todos loscontratos que concierten dos partes son por elmismo hecho un precio justo o un contratojusto. Nos lo demuestra el problema del bienaparente y del intercambio unilateralmenteventajoso.

Compensación de intereses en el caso de unprecio de mercado preestablecido:

El precio de mercado no es, como sedemostró, una magnitud completamente fija,sino modificable según espacio y tiempo conunos márgenes de oscilación hacia arriba oabajo. Estas oscilaciones resultan éticamenterelevantes. Dentro de los márgenes de losprecios individuales, que oscilan alrededor delprecio de mercado, se puede practicar tantouna discriminación favorable como unaigualdad de precios. Según las circunstanciaspuede ser necesaria una discriminación quefavorezca a un necesitado o perjudique a unacaudalado, pero la igualdad de precios paratodos puede ser también un justo preceptoético.

Es significativo desde el punto de vista de laética económica que el precepto de la ponde-ración del precio individual en el contrato y en

el establecimiento de precios dentro de losmárgenes (entre el límite máximo y mínimodel precio de mercado) no puede ser declaradoirrelevante, ni por el comprador ni por el ven-dedor, con el argumento de la existencia delprecio de mercado. Los contratantes debendecidir el precio individual, si debe ser idénticoo discrepante respecto del precio de mercadoy lo hacen la mayoría de las veces asintiendo orechazando el contrato. Por lo general seaceptará un precio de mercado fijo para bieneshomogéneos en gran medida, y también parabienes menos valiosos porque en estos casoslos gastos originados por la decisión acerca deuna “individuación” del precio serían más ele-vados que el posible aumento de justiciamediante la reflexión ética y la configuraciónindividual del precio. Aquí se puede aplicar laafirmación de Kierkegaard de que hay situa-ciones en la vida en las que la decisión esridícula y otras en las que es necesaria.42

Incluso cuando existe un precio de mercado,la distribución de la renta de consumidor yproductor entre los contratantes permanecesin fijar. Desde el enfoque ético-económico seplantea la pregunta de si es una actuación éti-camente elevada el que se intente estratégica-mente conseguir para sí mismo la totalidad dela renta posible de un contrato y de aprove-

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charse de la ignorancia, de la falta de dureza ode la inexperiencia del otro contratante, o si sedebe postular, al contrario, una justa compen-sación de los intereses respecto de las rentasde productor y consumidor. El problema de ladistribución de las rentas no es una cuestión denormas y prohibiciones éticas, sino unacuestión de virtud y equidad éticas. El rent-seeking sin escrúpulos de todos modos no esun comportamiento éticamente ventajoso alargo plazo, porque será correspondido con unrent-seeking igualmente duro por parte delcontratante opuesto. Una concesión generosay recíproca de rentas favoreciendo alternativa-mente a un contratante y luego a otro, segúnlas oportunidades, a largo plazo mejorará yhumanizará las relaciones contractuales repe-tidas (repeat business).

Compensación de intereses en el caso de lano existencia de un precio de mercado.

En los casos en los que no existe un precio demercado como criterio orientativo, el precioconvencional, que aquí resulta inevitable,debe garantizar que se produzca un inter-cambio recíprocamente ventajoso, es decir,que ninguna de las partes salga perjudicada.Las exigencias de la justa compensación de losintereses y de la justa distribución de las rentasde consumidor y de productor se aplican de

manera más intensa en el caso del precio con-vencional que con el precio de mercado, dadoque las potencialidades para rentas sonmayores cuando no existe precio de mercado.Las rentas de productor, en el caso de bienesno frecuentes en el mercado, no pueden serrebajados per difinitionem.

Las reflexiones precedentes acerca de losdeterminantes de un contrato y un preciojustos demuestran que no todos los precios ori-ginados a través de un contrato y tampocotodos los precios convencionales constituyenun precio auténtico para un intercambio recí-procamente ventajoso. También puede haberconsenso acerca de bienes aparentes, de lamisma manera que puede haber consenso apa-rente acerca de bienes auténticos, consensosque se establecieron por ignorancia o inexpe-riencia. La ética económica se ocupa deaquellos problemas de la configuración decontratos y del establecimiento de precios quepor un lado pertenecen no solamente alámbito M control y de la coordinación de laeconomía por medio del sistema de precios y,por otro, todavía no son atribuibles al sectorde las prohibiciones y sanciones legales. El con-trato y el precio justo ni es un precio que lasfuerzas de mercado crean por sí mismas oautomáticamente, ni es una institución legal

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que fuera “justiciable” o legalmente deman-dable. La justicia contractual es el ejercicio dela virtud que, por su peso, es todo menos eco-nómicamente irrelevante. Una economía, quese orienta según la exigencia del precio justo yel principio de la recompensa según el valor dela prestación; un principio en el que el preciode mercado representa el criterio decisivo perono único, alcanzará un grado ,mayor de per-fección que una economía del rent-seekingindiscriminado y de la explotación de las posi-bilidades de beneficio.

3. La teoría probabilística del preciojusto en la Edad Moderna

El establecimiento de precios es una partede la formación de la voluntad social, porqueel contrato bilateral y el precio de mercadoque resulta de contratos multilaterales consti-tuyen formas de consenso, formas de unifi-cación social. Por ello no es de extrañar que losprecios se sometan a normas y conceptos dejusticia social. La independencia total delmercado y del establecimiento de preciosfrente a las exigencias de justicia social y lasuposición de que los precios sean exclusiva-mente el resultado del paralelograma de las

fuerzas del mercado constituye la excepción enla historia de la economía.

Desde el punto de vista ético-económico sedebe rechazar de la misma forma una morali-zación completa del precio como una totaldesvinculación de los precios de una normativaética. La discusión moderna acerca del preciojusto en la ética económica procedente de ladoctrina del derecho natural españolarecupera importancia últimamente porque ladiferenciación y la independización de la eco-nomía actual está complementándose con unmovimiento hacia la compenetración nor-mativa y un afán cultural. La cuestión delprecio justo se convirtió en problema para laética económica premoderna porque no seseparó ni independizó del sistema de normassociales la interacción social y la formación dela voluntad, ambas aplicadas en el precio, sinoque conservó la vinculación con las normassociales (K. Polanyi: embedded economy).43

La separación de la formación de los preciosde las normas de solidaridad social puedeobservarse en la evolución hacia el probabi-lismo ético y la prohibición de la usura. Con elprobabilismo, la doctrina según la cual sepuede seguir in dubiis la opinión probable y noserá obligatorio respetar la segura (opiniotuta, tutorismo) empieza una evolución hacia

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una mayor autonomía de las decisiones éticasy una mayor liberalización de la economía. Elprobabilismo empieza con Johannes Nider(1380-1438) y Tomas de Vio, CardenalCayetano (1469-1534).44 Las reflexiones deNider acerca del probabilismo se desarrollansignificativamente en su Traktat über dieVerträge der Kaufleute (Tratado sobre los con-tratos de los comerciantes).45

Al principio de la época moderna y con elincremento de los intercambios económicos sevuelve problemática la determinación de lasnecesidades estamentales y la obligación detener en cuenta el estamento de las partescontratantes a la hora del establecimiento delprecio. El probabilismo reduce las exigenciaséticas al establecer los precios. Según Nider enun caso de duda acerca del precio justo y de laadecuación del precio al estamento del contra-tante seria suficiente una probabilidadmoderada respecto del precio justo: “Quandode valori rei dubitat an plus valeat vel minusmodica probabilitas sufficit ad estimandumvalorem rei”.46 Cayetano subraya expresa-mente que un contratante puede exigir unprecio que rebase sus necesidades estamen-tales y puede acumular así capital paraalcanzar un estamento y dignidad más ele-vados. Cuando alguien posee capacidades para

incorporarse a un estamento más elevadoentonces tiene derecho a adquirir y acumularlos bienes necesarios.47 Por ello Sombart yotros objetaron contra Cayetano que habríaanulado los límites de las necesidades esta-mentales y abolido todos los vínculos estamen-tales. Se habría convertido en el primer patro-cinador del futuro capitalismo.48

El probabilismo en la doctrina del preciojusto de Cayetano resulta ser una posturaintermedia entre la total liberación de la for-mación de los precios y una estricta normativa.Algunas tendencias actuales que excluyendeterminados procesos de la formación delprecio de mercado y tratan de reincorporarloen la normativa de la solidaridad social se vis-lumbran en la ley de la usura en el derechoprivado, sobre todo, en los intereses depréstamo y en la fijación de los sueldosmediante tarifa. Estas evoluciones muestranque la formación de precios no está total-mente desligada de condiciones, normas yvalores sociales, sino que tiene que satisfacercondiciones mínimas de justicia.

RESUMEN DE III

Los problemas ético-económicos de la confi-guración y la justicia de precios son de natu-

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raleza ética, tanto social como individual.Desde el punto de vista ético-social es signifi-cativo que en los mercados -con excepción deun mercado con competencia completa-existen márgenes para la configuración de losprecios justos. Los criterios de un precio justoson: se debe intercambiar un bien real y noaparente; se debe realizar un intercambio recí-procamente ventajoso sin merma de la fortunade uno de los contratantes; el precio demercado debe servir de base para el precioindividual y se debe llegara una compensaciónde los intereses respecto de las rentas de con-sumidor y productor.

IV ETICA INDIVIDUAL DE LA ECONOMIA

Actualmente la separación entre ética indi-vidual y economía se da con mucha frecuencia.Históricamente hablando es más bien recientey se observa desde Kant y Adam Smith.

1. Carencia de mediación y dualismo deética y economía en la Edad Moderna

La antigua unidad de la filosofía práctica, esdecir, la vinculación de ética, política y eco-nomía, ha sido abolida desde la generalizaciónde la economía nacional como ciencia

autónoma con Adam Smith y la eliminación dela pragmática y ética social de la filosofíamoral en Kant.49 En vez de la tríada de ética,política y economía se implantó la indepen-dencia de estas tres disciplinas. Esta segmen-tación de las disciplinas de la filosofía prácticano puede ser definitiva, puesto que laactuación individual y social no son separables,forman una unidad político-económico-éticaen nuestro “mundo de la vida”. Se debe hallaruna nueva integración de estas disciplinas.

La ética económica representa el intento deintegración de los aspectos ético-vivenciales dela actuación en el mode-lo de actuación eco-nómica de las ciencias económicas. Trata desuperar las discrepancias entre la totalidad delas relaciones sociales en la actuación eco-nómica y la necesaria abstracción del homooeconomicus. Dado que el mundo de la vida, oel mundo de la totalidad de nuestras rela-ciones sociales, es el mundo en el que vivimosy actuamos económicamente, una teoría ade-cuada de la actuación económica tiene quehacer justicia a esta totalidad.

La ética filosófica también tiene parte de laculpa de la separación entre ética y economíaporque se ha retirado al ámbito de la funda-mentación sin realizar la mediación entre lareflexión ética y la formación de juicios en la

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práctica económica. La tarea de la ética comofilosofía práctica, como doctrina del correctoactuar, no puede limitarse a la reflexión oincluso a la fundamentación última de unasnormas, sino tiene que ser igualmente la trans-misión de normas bien fundamentadas haciael mundo de la vida concreto y sus actuaciones.La ética no puede ser exclusivamente meta-ética o fundamentación última, tiene que sertambién orientación para las actuaciones enlas diversas esferas de la vida como reflexiónmoral inmanente a estas esferas. En estesentido se debe desarrollar una ética eco-nómica inmanente a la misma economía y unaética política políticamente aplicable, por citaralgunos ejemplos. La tarea de la ética filosóficaactualmente es tanto la transmisión como lafundamentación de la ética. Durante losúltimos años ha habido muchas contribucionesacerca de la fundamentación de la ética,50pero pocas encaminadas a la transmisión hacialos ámbitos vivenciales concretos. El resultadoera la falta de efectos prácticos de la ética filo-sófica. La ética permaneció en gran medida enla precocidad del deber abstracto frente a losllamados argumentos objetivos de losexpertos.

La separación de ética y economía es unaconsecuencia del triunfo de la visión mecani-

cista del mundo y su aplicación a la economíadesde Hobbes y Mandeville, una mecanizaciónválida para la economía nacional clásica, neo-clásica y marxista. Los sujetos económicos seconsideran actores empujados por instintosinsaciables, cuyas actividades en la produccióndeben ser mediadas mecánica y técnicamentea través del equilibrio del mercado o planifi-cación centralizada. Desde el punto de vistaontológico -por ejemplo en Kant- las cienciaseconómicas se clasifican entre las cienciasexactas y la razón práctica se limita, exclusiva-mente, al ámbito interno de la moralidad, a lavoluntad pura. Esta ontología de la economíacomo ámbito técnico o natural es propia tantode la economía premarxiana de un DavidRicardo como del mismo Marx. La economía secontempla fundamentalmente como “con-flicto con la naturaleza”, como evolución delas fuerzas productivas. Queda patente elfondo determinista y mecanicista de la eco-nomía clásica, neoclásica y marxista . Losaspectos racionales y éticos de la actuacióneconómica quedan excluidos en gran medida.Queda más patente en la aprobación de Lenínde la tesis de Sombart, de que en el marxismono había ni un grano de ética sino solamenteleyes económicas.51

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La ética filosófica y la economía nacional secaracterizan, a partir de Kant, por el dualismoque surge entre el dominio de la necesidad, dela economía y el de la libertad, de la autode-terminación moral y la autonomía de lavoluntad. El dualismo de la tradición kantianade la filosofía se observa igualmente en pensa-dores nacionaleconómicos influyentes comoMax Weber. Weber distingue también entre eledificio férreo de las necesidades económicas yla subjetividad y libertad del dominio de losvalores.

La discusión acerca de la ética desenca-denada por Kant se centra en la ética de lageneralidad formal, de la regularidad y de laposibilidad de generalización. La ética delimperativo categórico es una ética de las obli-gaciones, cuya meta es la generalidad de lasleyes morales y la posibilidad de generalizar lanorma de la voluntad. Las consecuencias de lanorma en el mundo empírico no son relevantespara ella. Excluye de la ética la contemplaciónde las consecuencias.

Esta separación de lo empírico y lo a priori,de la consideración de las consecuencias porun lado y de la generalización a priori de lanorma y del carácter no empírico de lavoluntad de hacer el bien, por otro, condujo ala situación de que la economía de la actuación

y la ponderación de sus consecuencias se sepa-rasen completamente de la interioridad de laautonomía moral. A este dualismo kantiano dela moralidad de la razón práctica, de lavoluntad pura, por un lado, y de la pragmáticay economía, por otro, corresponde la ten-dencia de la economía de limitarse a los cál-culos de costos y beneficios y el problema de lacoordinación de la economía y de eliminar dela economía todas las especulaciones norma-tivas. Sigwick formula ejemplarmente esta ten-dencia con su afirmación de que uno aguan-taría “a little more of ethical sauce”,52 perode ninguna manera una influencia decisiva denormas morales sobre la economía y la elabo-ración de la teoría económica.

El hecho de que la reflexión ética se separeen gran medida de la economía, el que la éticaindividual se limite a problemas de la nor-mativa y justificación y que la microeconomíase autolimite a la consideración de las conse-cuencias y la ponderación de bienes según elcriterio de costos y beneficios, es una secuelade dualismo de la libertad o moralidad y lanecesidad. Este dualismo se puede manifestarcomo sobrevaloración idealista de la libertad einterioridad y como desprecio por todo lo eco-nómico, en el idealismo Alemán, igual que enel materialismo dialéctico, en su faceta de

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materialismo económico. A este último todaproblemática de valores y de normas éticas leparece supraestructura ideológica o “salsaética” por encima del “hardware” económico.

2. Ponderación global de bienes comovinculación de ética y economía

El fenómeno de la ponderación de bienes encualquier decisión de peso con amplias conse-cuencias remite a un concepto de] quetampoco puede prescindir la teoría económicay que describe el ámbito común de ética y eco-nomía. Allí donde se pondera, también sevalora y se analiza, no solamente se valora éti-camente y se calcula económicamente.

Una ponderación global de bienes incluyetambién los “bienes secundarios” y los efectossecundarios sobre bienes importantes. La pon-deración de bienes remite a la interdepen-dencia entre bienes, entre bienes éticos y eco-nómicos. Los efectos secundarios constituyenun fenómeno que supera por definición lasdelimitaciones. Las decisiones éticas tienenefectos secundarios económicos, las decisioneseconómicas, a su vez, efectos éticos. Losefectos secundarios económicos nos convencende vez en cuando de que una decisión ética esirrealizable pero en algunas decisiones no lo

hacen. Consideraciones éticas imposibilitan,por otro lado, bastantes estrategias econó-micas altamente provechosas.

2.1. Efectos secundarios de laexperiencia sobre nuestro concepto devalor y viceversa. Separaciónincompleta entre el ser y el deber

Los efectos secundarios físicos de nuestraactuación son capaces de modificar nuestrasconvicciones respecto de los valores. Modificannuestras convicciones acerca del deber a causade afirmaciones sobre el ser en relación con losefectos secundarios de nuestra actuación y conlos efectos de aquellas convicciones que pose-íamos antes.

El que actúa, actúa frente a un entornocuyos factores están sometidos a unas leyespropias. En todas partes advertimos quenuestra actuación final no corresponde nuncaa nuestras aspiraciones Proyectadas con ante-rioridad. La discrepancia entre el querer y elrealizar no es solamente un fenómeno psico-lógico, sino un fenómeno en el límite entre elcurso del mundo y el proceso del conocimientode este curso. La discrepancia entre querer yrealizar es un conocimiento y una afirmación

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acerca de sucesos que surgen en la polémicaentre el sujeto y el curso objetivo del mundo,entre imaginaciones, finalidades y valora-ciones del curso del mundo y su acontecerreal.53

A todos los efectos secundarios no deseadosles es común que repercuten a posteriori,como correctivo sobre la voluntad, sobre susaspectos emocionales y objetivos y sobre laconciencia. Lo que Max Weber consideró impo-sible, a saber, que la actitud valorativa semodifica a través del conocimiento de aquelloque procede en el mundo intelectual de laactuación según unos valores preestablecidos,se produce a través de efectos secundarios y ladiscrepancia entre el querer y el realizar.54 Esimposible que las convicciones respecto de losvalores se transformen sólo a través de modifi-caciones dentro de la esfera de valores, Puestoque el ámbito de valores apunta también alámbito del ser. Las convicciones respecto de losvalores tienen que ser modificables a través deefectos secundarios, porque si no la conse-cuencia sería un solipsismo completo, unámbito de valores monádico. El caso másimportante de una corrección de las propiasfinalidades y actitudes a través de la expe-riencia de los éxitos en la propia actuación esla modificación de las convicciones provocadas

por el padecimiento de los efectos de la propiaactuación. Las revoluciones reales de la interio-ridad son aquellas que son producidas por losefectos de la actuación propia sobre la actitudglobal de la persona.55 El fenómeno de lastransformaciones del yo y de sus valores através de hechos y experiencias anula lasupuestamente tan nítida separación de afir-maciones acerca del ser y del deber. Los argu-mentos fácticos y los de valor, los aspectos eco-nómicos y éticos no se pueden separar comple-tamente, sino que se hallan interdependientesy producen efectos secundarios mutuos. Ya lamera comprensión de hechos y relaciones de lavida cultural e intelectual no es posible sin unavaloración simultánea y tácita. Por ello las refe-xiones económicas pueden modificar las acti-tudes y las actitudes los argumentos econó-micos. Ambas reflexiones no se realizan para-lelamente y sin interrelacionarse.

A causa de argumentos presupuestarios, esdecir, de efectos secundarios económicos, sepueden excluir de la aplicación generalizada,por ejemplo, en el ámbito de la sanidad, deter-minadas terapias y el valor ético de la“igualdad de tratamiento” puede ser limitadopor razones económicas; de la misma maneraque los aspectos pecuniarios pueden ser elimi-

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nados como irrelevantes a causa de convic-ciones respecto de los valores.

La ética en el sentido más lato no puedetolerar una oposición entre convicciones(moral) y afán de lucro (economía), entre elmundo de valores y el del ser. Hay que tener encuenta y acoger entre las convicciones el lucroy los efectos secundarios de la misma maneraque las consecuencias que se convierten en loque son mediante la valoración: no son merosacontecimientos, sino efectos de la actuación.El que toma decisiones tiene que proyectar yvalorar ex ante sus estrategias, los posiblessucesos sobre el medio ambiente y las conse-cuencias de su actuación bajo reglas y perspec-tivas de preferencia, bajo puntos de vista valo-rativos. Los valores no son construcciones obje-tivas, sino perspectivas, percepciones de prefe-rencia.

Los puntos de vista valorativos de unapersona constituyen la base para describir lainfluencia que tienen sus expectaciones e ima-ginaciones sobre sus actuales actos deselección. Los valores sociales describen comoun grupo social quiere que el futuro influyasobre los actos de selección de una persona.Los valores éticos son valores generalizables yadmisibles que hace suyos el individuo comovaloraciones del futuro en sus actos de

selección. Es posible el discurso racional sobreellos. El actuante selecciona para sus estra-tegias entre los “mundos posibles” que conlle-varán sus actuaciones según puntos de vistapreferenciales. Los actos y las actuacionesselectivas no se refieren a selecciones entrecursos del mundo y sucesos reales, sino entreideas de cursos del mundo. El que actúa noselecciona entre acciones, sino entre imagina-ciones e ideas de acciones.56

Dado que los actos de selección en la esferade la representación y de lo imaginado se rea-lizan igualmente en el mundo de los aconteci-mientos fácticos, la realidad y la represen-tación de la realidad, las afirmaciones acercadel ser y del deber se implican mutuamente. Elhecho de que el actuante selecciona entremundos posibles es válido para todos los actosde selección de una envergadura mayor, paralos económicos, los éticos y políticos. El queselecciona imagina ex ante mundos posiblescuyas realizaciones ex post juzgará él mismo ylos demás según el éxito y los motivos y valoresque informan la actuación.

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2.2. Grados de relevancia pública de losbienes y transición entre bieneseconómicos y éticos

Diversos puntos de vista valorativos mate-riales desempeñan un papel en la evaluaciónde actuaciones y efectos secundarios en lasdecisiones económicas tanto como en laséticas. No se pueden reducir al denominadorcomún de la “utilidad subjetiva” sin que sepierda lo específico del acto selectivo. Ello esválido sobre todo en el caso de la dicotomía:valores y bienes privados y públicos. Entre losextremos del bien puramente privado y pura-mente público hay transiciones con una rele-vancia ética y económica. El valor más alto, elbien más alto y más público manifiesta, segúnMax Scheler, su superioridad en el hecho deque no se gasta, es decir, desde el punto devista económico se destaca por la falta de riva-lidad en el consumo; no se desgasta como losvalores materiales, no está sometido a una uti-lidad límite decreciente como los valores sen-soriales y no se puede tampoco contabilizarcomo los valores de lo útil -el valor más alto nopermite una exclusión clara.57

Determinadas virtudes como la fortaleza, labondad, la justicia, etc. y determinados valoresy bienes intelectuales como el arte, la ciencia y

la religión no se pueden contabilizar, perotampoco son bienes puramente públicos, si noostentan distintos grados de relevanciapública.

Se adquieren ciertamente de forma parti-cular por el hombre intelectual, pero su utili-zación es semipública porque no se pierde o sedesgasta nada de ellos al utilizarlos. Las vir-tudes y los bienes intelectuales y su conjunciónen la sabiduría son de relevancia económicaporque influyen en los actos selectivos de loseconomistas y en la valoración del output eco-nómico nacional de la misma forma que lascondiciones bajo las cuales la paradoja de ais-lamiento del hombre que teme por el sentidode su actuar ético se transforma en la garantíade sentido, en un assurance game. Los valoresmás elevados en el sentido de Scheler ayudana producir bienes públicos y el capital de laética. Consolidan la disponibilidad de cola-borar en su producción.

2.3. Todo lo que vale la pena hacer, esdigno de ser bien hecho

Los efectos secundarios de la ética sobre laeconomía y los de la economía sobre la éticademuestran que no se puede establecer unaseparación tajante entre economía y ética.

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Cualquier decisión de relieve tiene que ser con-siderada tanto ética como económicamente. Elproyecto de la ética económica contempla estehecho. Se concibe como continuadora de latradición aristotélica de la filosofía práctica, dela vinculación de economía y ética. El conceptoglobal de la ética afirma: todo lo que vale lapena ser hecho, es digno de ser bien hecho.Todas las actuaciones, las primariamentesociales y pertenecientes al mundo de la vida,las primariamente económicas y políticas,apuntan hacia la perfección que les es propia,hacia el ser bien hechas y el ser buenas.

No se puede afirmar que sólo lo éticamentevalioso es digno de ser bien hecho y que loeconómicamente valioso sólo es digno de serhecho de un modo eficiente. Aristóteles diceque todo lo que hagamos deberíamos hacerlobien.58 James Buchanan ha establecido la tesiscontraria: para el economista no todo lo quevale la pena ser hecho sería también digno deser bien hecho.59 Ello sería precisamente laesencia de la economía, el que sería económi-camente bueno hacer algo con menos per-fección.

¿Se trata de una paradoja real entre ética yeconomía? George Edward Moore afirmó quela palabra “bueno” no se podría definir comootras cualidades simples.60 Por tanto nos

encontramos aquí con el difícil problema de ladefinición del contenido de la palabra“bueno”. Una contradicción entre “ético” y“económicamente bueno” no satisface ni lógi-camente ni desde el punto de vista de la éticasocial y nos lleva al dualismo entre bueno y útilque rompe la unidad de la organización de lavida. Se debe encontrar una definición delbien que supere el dualismo y también la con-tradicción entre ética y económicamentebueno. Ateniéndonos libremente a la éticaprekantiana y aristotélica definimos “bueno”de la siguiente manera: Bueno significaalcanzar el grado óptimo (areté) o la per-fección de una cosa o una actuación. El con-cepto ético del bien engloba el sentido demoral y económicamente bueno. Si se dis-tingue, como es usual actualmente en la eco-nomía y la ética, entre económicamente buenoen el sentido de rentable o eficiente y ética-mente bueno en el sentido de absolutamentebueno, se deduce de ello que puede ser econó-micamente bueno el no hacer tan bien algunacosa. Entonces es económicamente bueno nohacer tan bien objetos producidos en granescala para conseguir una reducción delprecio.

La contradicción que quieren descubrir aquíalgunos en realidad no es tal contradicción.

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También el ético dirá que la producción enmasa es buena si aumenta las posibilidades deconsumo de capas más amplias, incluso si losproductos no son “tan buenos”. Ahora bien,seria aún mejor si los objetos producidos engran escala no fueran solamente buenos en elsentido de bueno igual a barato, sino tambiénen el sentido de buenos en sí, es decir, cualita-tivamente buenos. Si el objeto producido enmasa globalmente bueno no es posible a causade los costos, de las circunstancias y los efectossecundarios de la producción sobre otros fineseconómicos, la producción en masa de pro-ductos baratos y moderadamente buenosalcanza el grado óptimo posible bajo las cir-cunstancias dadas. En este caso también es éti-camente buena, lo que no excluye que en elfuturo pueda ser todavía mejor.

2.4. El bien como tarea de vinculación yla perfección de la cosa o la actuación

El ejemplo de la producción en masademuestra que el punto de vista ético del bienno es un punto de vista al lado del económico,de lo económicamente bueno, es decir, de loútil, y al lado del punto de vista estético, de loestéticamente bueno, es decir de lo bello. Loético no constituye en la decisión individual un

aspecto junto a otros, sino una manera deconocer, ordenar y valorar las perspectivas yargumentos de las ciencias y de hacerlos efec-tivos en la actuación. Esta definición de la éticaes aplicable tanto a la ética individual como ala social. En este caso ¡a cuestión de la posiblejustificación de un orden económico, porejemplo del capitalismo, no puede ser: “¿Elcapitalismo es moral?” sino: “¿El capitalismoconstituye un orden económico digno y buenoteniendo en cuenta la naturaleza humana y laescasez de medios, después de los análisis cien-tíficos del hombre y de la naturaleza y lospuntos de vista de la ética, la economía y laestética?”61

Lo absoluto, la dignidad de la persona y elvalor de la vida son los únicos bienes, que nopueden ser concebidos debidamente en launidad de economía y ética como ponderaciónde bienes. Son las condiciones de la persona-lidad humana y por ello premisas de cualquiervaloración. Se sitúan fuera de toda ponde-ración de bienes puesto que constituyenbienes para un yo consciente y son ellos losque hacen posible la valoración de bienes delas personas. El hombre es el único ser, segúnKant,62 que no posee precio ni valor, sino dig-nidad. Es la condición del valor y del precio ypor ello no puede ser ponderado como un

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valor mercantil, como algo condicionado porotro, el hombre posee dignidad, no un precioo un equivalente que podría ponderarsefrente a otros equivalentes.

Por ello debemos ampliar la definición de laética como ponderación de bienes global, aña-diendo el concepto de la dignidad del hombrey la definimos como sigue: El punto de vistaético es aquel punto de vista de integración deperspectivas valorativas en un todo y de laponderación de bienes global bajo la obli-gación, la condición suplementaria, de que ladignidad del hombre constituye el límite de laponderación de bienes. Una actuaciónhumana es buena según esta definición de laética, si corresponde según el fin o la intencióndel que actúa, según el resultado de laactuación, según los medios y las circunstanciasy los efectos secundarios, a la naturaleza de lacosa o de la actuación. Es mala, si falla en unode estos aspectos. El Pseudo-DionisioAreopagita ha reducido este principio en elsiglo V a la fórmula “bonum ex integra causa,malum ex quocumque defectu”, lo bueno con-siste en la perfección de la cosa, lo malo en elhecho de que posea un defecto en algúnaspecto.63

La ética es la tematización de la unidad delmundo de la vida en la actuación frente a una

diferenciación de actuación y enjuiciamientode la actuación en valores y principios esté-ticos, económicos y morales capaces deorientar la actuación y el juicio. La ética tieneque manifestar y hacer cognoscible el biensegún sus tres aspectos: el de la utilidad, elutile, el de la belleza, el pulchrum y el de lamoral o lo noble, el honestum. Como ciencia ysabiduría de integración se rebela contra ladiversificación de la unidad de nuestraactuación en aspectos económicos, éticos yestéticos. La ética aspira a proporcionar unaorientación global para el que actúa y sedecide, un asesoramiento para el proyecto y larealización del hombre.

También la empresa tiene que realizar laintegración de lo útil o eficiente con la ética yla estética. El concepto de la “cultura empre-sarial» (corporate culture, corporate identity)demuestra la necesidad de una culturizaciónde la vida de la empresa más allá de lo pura-mente utilitarista y económico de la intenciónlucrativa.64 Naturalmente, esta culturizaciónposee también una función publicitaria de laempresa hacia fuera.

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2.5. La ley de la intercambiabilidad defines y medios

La economía es el cálculo de los medios, delas circunstancias y los efectos secundarios confines preestablecidos. Marco Aurelio denominaa la economía, en sus Autoreflexiones, elcálculo de las circunstancias.65 La ética es lareflexión acerca de los fines que nos propo-nemos y acerca de la adaptación de nuestrosfines a los fines de otros hombres y los fines dela naturaleza. Ambas formas de reflexióntienen que ser integradas a su vez en la éticaglobal de una contemplación simultánea defines y medios en su interdependencia.

Fines y medios no dependen unos de otros,sino que son interdependientes y pueden sus-tituirse mutuamente. Ya a causa de esta inter-dependencia de fines y medios no se puedenseparar ética y economía. Lo que es un fin sepuede convertir en medios y al revés. Uno con-sidera el trabajo en la huerta un medio y untrabajo; para otro es un fin y un placer. “Elsabio intenta convertir en la medida de loposible los medios en fines”, afirma Leibniz.66Según esta definición de la sabiduría los japo-neses parecen ser más sabios que nosotros. Lacapacidad de los japoneses de cultivar losmedios de la adquisición, el trabajo y la

empresa, es una de las causas de su éxito eco-nómico.67 El sabio conoce, según Leibniz, laley de la intercambialidad de los medios y losfines en una actuación. Puede convertir elmedio en su fin, con el efecto de que lo quepara él era originariamente un fin se realizacomo “efecto secundario”.

El que transforma los medios en fines ganauna “cuasirenta”: lleva a cabo con gusto lo quedebía hacer de todas formas. El provechosacado de esta realización gustosa es un pro-vecho adicional o una renta que van más alládel provecho o resultado del trabajo inevitablepara otro fin. Lo que tiene que ser hecho detodas formas se convierte en efecto secundariointencional de algo que se hace gustosamente.Esto es una reconstrucción según la teoría delas externalidades de los procesos de culturi-zación y sublimación. La cultura se manifiestamás intensamente en el cultivo de los mediosque en el de los fines. Los fines cultivadossurgen por lo general de una forma perma-nente, sólo los medios necesarios resultan amenudo insuficientes y precarios. Los fenó-menos de sublimación aplican la lógica de losfines, medios y efectos secundarios intencio-nales al ámbito de las prohibiciones y normas.Las sublimaciones dirigen los medios haciaotros fines permitidos en los cuales se reali-

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zarán los fines originarios como efecto secun-dario de los nuevos fines.

3. La ley de los efectos secundariosdeseados en la empresa

Eduard Spranger ha formulado la “ley de losefectos secundarios indeseados en la edu-cación”.68 Afirma que la educación y peda-gogía que sólo se orienta hacia un efecto prin-cipal, a saber, el de inculcar al educando alfinal del proceso educativo sólo una habilidadbien definida, ha fallado en el proceso propiode la educación. Este no consiste solamente enel efecto principal, sino en el hecho de que losefectos secundarios del proceso de comuni-cación al educando también se tienen encuenta. Hay que considerar lo que el educandohace de la educación, cómo la acoge creativa-mente y la adapta a su persona.

De la ley de la intercambiabilidad de losefectos y medios y de la ley de los efectossecundarios no intencionados y de la hetero-genia de los fines y los efectos se puedededucir una tercera ley, relevante para la éticaeconómica, a saber, la “ley de los efectossecundarios no intencionados en la empresa”.A partir de esta ley se pueden desarrollar a lavez reflexiones sobre las particularidades de la

actuación empresarial. A primera vista el con-cepto de los “efectos secundarios no intencio-nados” es una contradicción en sí, porque losefectos secundarios en la teoría de la actuaciónse definen como aquellos efectos de laactuación que no se preven como fines o comomedios para fines. Los efectos deben ser since-ramente no intencionados, es decir, no conce-bidos conscientemente para alcanzar un fin.Los efectos secundarios conscientementeadmitidos constituyen jurídicamente hablandouna “premeditación indirecta”.69 Los efectossecundarios tienen que ser realmente acciden-tales, marginales, por tanto no esencialmentevinculados con el efecto principal o los medios.Según esta definición los efectos secundariosno se pueden perseguir directamente, porquedejarían de ser efectos secundarios para con-vertirse en fines.

Sin embargo se pueden provocar efectosque otro produzca sin querer como efectossecundarios. Puedo provocar efectos secun-darios de la actuación de otro motivando aotro sin coacción a hacer algo deliberada-mente y producir así externalidades involun-tarias que constituyen para él efectos secun-darios en el sentido de resultados no intencio-nados de su actuación, pero que para mi sonefectos y provecho deseados. Alguien al que

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gusta trabajar de noche y con tranquilidad,vigila a la vez la casa mediante la luzencendida con la que trabaja: para él el efectode vigilante nocturno es un efecto secundariono intencionado, para aquel que le alquila lahabitación es un efecto deseado. La “ley de losefectos secundarios deseados” quiere decirque un individuo puede querer que otro indi-viduo produzca externalidades no intencio-nadas, es decir, efectos secundarios. Estefenómeno se distingue de la producción poracoplamiento por lo no intencionado de laexternalidad.

La ley del aprovechamiento de las externali-dades se conoce hasta ahora en el ámbito dela sociobiología de las especies y allí sobre todoen los fenómenos de simbiosis. Diversasespecies se aprovechan de los efectos secun-darios o externalidades del proceso vital deotra especie para fomentar el propio. Las hor-migas que ordeñan a los pulgones forman unejemplo conocido. Una especie produce exter-nalidades como output que sirve a la otracomo input para la producción propia. El pro-blema de las externalidades y de la simbiosis estambién el motivo para el cultivo de especiesdistintas en un mismo biotopo. Los ganaderosy pastores son capaces de elevar el resultadonatural de su capital natural a través de una

“selección racional”:70 pueden convertirefectos secundarios y recíprocos biológicosentre las especies en un intercambio mutua-mente provechoso para ellos y estas mismasespecies. El output de una especie se trans-forma en adelanto e input de la otra. El api-cultor a través de la cría de abejas saca pro-vecho para sí mismo, para las abejas y para lasplantas que son fecundadas. El hombre escapaz de aprovechar posibles externalidadespositivas que las especies producen en unintercambio recíproco y los efectos secundariosentre las especies naturales en relación con supropia producción. Platón vio en el inteligenteaprovechamiento de estas externalidades elarte del pastor de perseguir simultáneamentesus intereses propios y los de sus animales.

Aplicado a la teoría de la empresa esto sig-nificaría que aquella empresa que alcanza lasmejores ganancias para sus socios será la queconsiga la mayor densidad de intercambio deexternalidades positivas y de efectos secun-darios positivos entre sus socios. La empresacomo mercado interno y organismo eco-nómico aprovecha los efectos secundariosinconscientes y no intencionados de sus sociosentre sí para los fines de la empresa. Laempresa exitosa y creativa tiene que fomentarlos efectos secundarios positivos de sus colabo-

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radores y tenerlos en cuenta en la remune-ración. Debe remunerar el rendimiento totalcon todos los efectos recíprocos positivos. Lodecisivo es que el principio de los efectossecundarios positivos intencionados en laempresa exige del empresario imaginación, lacapacidad de idear y de realizar estos efectossecundarios positivos. Esta tarea no se lleva acabo sólo a través del pensamiento analítico-conceptual, se precisa imaginación creativacapaz de penetrar los intereses de los demás yde combinar sus actuaciones y fines para con-seguir un todo simbiótico nuevo formado porlos efectos secundarios.71

El modelo de empresario concebido comopersona que imagina y realiza efectos secun-darios positivos de la actuación es más apro-piado a la interdependencia de los partici-pantes de una organización que la teoría neo-clásica microeconómica de la empresa queconcibe al empresario sólo como personacapaz de combinar factores de producción enunas circunstancias técnico-económicasóptimas partiendo de unos datos ya estable-cidos y fijos. La suposición de un factor trabajofijo y convencional resulta particularmentepoco realista en la teoría de la producción enuna teoría apropiada de la empresa. El factortrabajo sólo se convierte en lo que puede ser

en las interacciones de la empresa. La teoría dela producción de la microeconomía presuponeque las relaciones causales entre los factorespor un lado y los factores y el producto porotro son invariables y conocidos. La tarea cre-ativa del empresario en este orden de ideasconsiste en el hecho de calcular y realizar lamejor combinación.

Es poco realista en este modelo suponer quelas relaciones entre la producción y nuestrasinformaciones son fijas y preestablecidas. Porun lado sabemos menos sobre el medioambiente y el proceso de la realización del ren-dimiento empresarial y por otro somos capacesde imaginar creativamente cosas más origi-nales e insólitas de lo que supone la teoríamicroeconómica de la empresa. El modelo dela simbiosis parte en cambio del aprovecha-miento consciente de efectos secundarios nodeseados o externalidades cuya interacción esimaginada por la dirección de la empresa y quefomenta los efectos secundarios positivos delos miembros de la organización entre sí. Elmodelo de la imaginación y la simbiosis hacemás justicia al proceso de intercambio en lavida de la empresa que el modelo micro-eco-nómico, porque es más robusto respecto de lospresupuestos informativos y observa losefectos secundarios del proceso vital.

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V TEORIA DE LA DECISION Y ETICA

La acción está sometida a las necesidades delo finito, es decir, de realizarse en la esfera delo casual. Así, lo que son efectos secundariosaccidentales o consecuencias necesarias de laacción recibe cierta indeterminación y flexibi-lidad que retan la capacidad de entendi-miento, el juicio ético y la imaginación.Diversas disciplinas, ética, economía, teoría delas decisiones se esfuerzan para reducir estaindeterminación de los efectos y la insegu-ridad. En la decisión acerca de la disciplina pre-ferible para el esclarecimiento del problemade la decisión a menudo se puede aplicar laafirmación de Sartre de que la selección delconsejero ya es una selección de la respuesta.”A causa de su supuesta inexactitud, la ética, hasido relegada a segundo plano frente a lasciencias de la decisión “exacta” como, porejemplo, la teoría de la decisión o la opera-tions research. La ética económica también setachó su supuesta inexactitud. Sin embargo,un análisis más exacto del problema de ladecisión demuestra que esta evaluación de laética no es cierta y que las exigencias de pre-cisión de las ciencias de la decisión tampoco loson, porque pretenden proporcionar undominio exacto de los procesos de la eva-luación subjetiva, de la estimación de las pro-

babilidades y de la inseguridad acerca delfuturo, es decir, de fenómenos que por sunaturaleza no se pueden dominar matemáticao científicamente. Es más, la ética económicacomo doctrina de la decisión vuelve a mostrarlas fronteras entre la posibilidad de dominardecisiones y la necesidad de las decisiones per-sonales. inmuniza contra las tentaciones de uncinetismo práctico y de la teoría de las deci-siones y hace posible que cada individuoalcance aquel grado de certidumbre decisoriaaccesible a los seres finitos y vinculados altiempo.

1. La incertidumbre de lasconsecuencias de la actuación en laética, la economía y la teoría de ladecisión.

Cualquier enfoque cientista o “consecuen-cionalista” que eleva las consecuencias empí-ricas de una actuación a criterio de la ética yde la teoría de la decisión, como la ética teleo-lógica o la operations research, tiene que serconsciente de que las teorías de orientaciónempírica no son capaces de fundamentar lasdecisiones con seguridad, sino sólo afirma-ciones probables acerca de las consecuenciasde la decisión. Una ética o teoría de la decisión

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convierte en criterio de actuación el haberalcanzado un resultado o una situación empí-ricos o el máximo aumento de una magnitudempírica. No es capaz de proporcionar alactuante un criterio general porque ni las con-diciones marginales contingentes de laactuación ni las estrategias de los demás indi-viduos pueden ser controladas por una solapersona. Una actuación auténticamente“maximalizante” exigiría una informaciónexhaustiva acerca de todos los condiciona-mientos antecedentes y acerca de la actuaciónde los demás.

Ahora bien, incluso si estuvieran disponiblesunos conocimientos exhaustivos acerca delpasado y del presente, allí permanece el hechode que no se pueden obtener conocimientosacerca del futuro.73 Respecto de las conse-cuencias futuras de la actuación y de loscambios en el medio ambiente el que debetomar decisiones siempre se halla en unasituación de incertidumbre. Es ella la queimposibilita por tanto el aumento máximo delos beneficios en la ética y la teoría de ladecisión tal como lo postula el utilitarismo,diciendo que el que actúa tendrá que selec-cionar aquella actuación que producirá elmayor provecho entre todas las demás activi-dades alternativas posibles.

Los conocimientos acerca del futuro nuncaserán suficientes para identificar unaactuación o combinación de actuaciones“maximalizantes”. Alchian hizo considera-ciones análogas acerca del concepto eco-nómico de la maximalización de gananciascomo regla de la actuación empresarial. Estasconsideraciones se pueden transferir a la dis-cusión sobre el utilitarismo respecto de laactuación. Según ellas, la actuación incierta nopermite la identificación o anticipación delresultado óptimo de una actuación que maxi-malice las ganancias o la utilidad, sino sólo laanticipación del reparto de probabilidades deposibles resultados. Por tanto, el lema de laactuación no puede ser la maximalización delos beneficios, sino sólo “el beneficio positivo”.Pues el individuo actúa con incertidumbre(incertainty) “Uncertainty arises form at leasttwo sources: imperfect fore-sight and humaninability to solve complex problems containinga host of variables even when an optimum isdefinable”.74

Un ejemplo de la dificultad de evaluarsecuencias de actuaciones y a la vez un límitepara cualquier actuación de “optimación” seobserva en la imposibilidad de obtener unosconocimientos seguros acerca de los modos yestrategias de actuación de los demás. El utili-

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tarismo tiene que incluir ¡as actuaciones de losdemás de forma no delimitada en la eva-luación utilitarista de las secuencias deactuación. Una actuación “a” de un sujeto Asólo puede maximalizar los beneficios si Aincluye en sus cálculos todos los condiciona-mientos marginales y consecuencias de suactuación “a”. A estos condicionamientos mar-ginales pertenecen también las actuaciones delos demás hombres. Supongamos que “a”fuera óptima cuando B se decide por laactuación “b”, C por la actuación “c”, etc.hasta N por “n”. Pero en estas circunstancias laactuación “a” se convierte a la vez en “subob-jetiva” en el caso de que B o C se decidan porotro criterio que el que A había anticipado. Apodría estar obligado a escoger la actuación“a” para maximalizar el beneficio con la con-dición “B escoge “b””. Esta solución “a”75moralmente inferior, podría garantizar en elcontexto global un beneficio mayor que elmantenimiento de la actuación “a” realmentemoral. Dado que una solución auténticamenteutilitarista no se puede alcanzar sin tener encuenta todos los condicionamientos margi-nales, se revela para el individuo como pro-blema de “optimalización” con condiciona-mientos secundarios y sólo puede ser deli-mitado arbitrariamente. La delimitación arbi-traria de los condicionamientos secundarios,

así como la evaluación errónea de conse-cuencias secundarias, llevan a soluciones“suboptimales”. Una ética y teoría de ladecisión puramente “consecuencionalistas” seencuentra con problemas insolubles respectode la problemática informativa y atributiva.76

2. El probabilismo

Puesto que una solución óptima deactuación incierta en todos los aspectos y conuna amplia influencia sobre los aconteci-mientos resulta imposible, la teoría de ladecisión intenta crear cálculos exactos para laactuación incierta mediante planteamientosprobabilistas. El concepto contradictorio de uncálculo exacto y probabilista para la actuaciónincierta ya revela la problemática de esteintento.

En la ética se pueden distinguir tradicionesque hacen hincapié, ante todo, en la eva-luación de los efectos de la actuación y el ase-soramiento por consejeros exteriores, yademás tradiciones que consideran premisa delas decisiones éticas el asesoramiento internodel yo consigo mismo y con su conciencia y laobediencia a reglas severas. Ambas formas dela ética coinciden, sin embargo, en la con-vicción de que no se puede renunciar comple-

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tamente al asesoramiento y a la evaluacióninterna de las decisiones, ni al cálculo externode los posibles efectos,77 porque no sepueden separar limpiamente la predicción delos acontecimientos probables y la evaluaciónde sucesos y hechos esperados o pronosti-cados.

Analíticamente hablando es aconsejableintentar en primer lugar diferenciar la eva-luación exante de las consecuencias y efectossecundarios de una actuación por un lado, y laestimación de la probabilidad de que se pro-duzcan, por otro. Esta diferenciación analítico-heurística de la determinación de la probabi-lidad de un acontecimiento y de la evaluaciónde los efectos de la actuación ha sido perfiladaa través de la teoría de las decisiones y formaun instrumento del análisis de decisiones. Lateoría probabilista de la decisión sigue afir-mando, sin embargo, que son separables laevaluación ética y el análisis de la teoría de lasdecisiones en cuanto a probables aconteci-mientos del medio ambiente, posibles estra-tegias de actuación y probables efectos.Sostienen que, dada la posibilidad de estaseparación, la teoría de las decisiones formaráuna disciplina independiente de la ética. Noseria una ética en el sentido de un análisis y va

]oración, sino solamente un análisis positivo delas alter-nativas y efectos de actuación.78

Al suponer una separación entre análisis dedecisiones y la decisión ética misma o del com-mitment ético, la teoría de las decisionescoincide -con todas las diferencias- aunque node forma exclusiva, con una tradición ética queconsidera sobre todo la tarea de la ética comoanálisis de aquella probabilidad en la que unose puede apoyar en casos de duda ética, esdecir, si una autoridad ética o de teologíamoral aprueba o no prohíbe una actuación.79La teoría probabilista de la decisión coincidecasi con el probabilismo en los inicios de latemprana época moderna. Según el probabi-lismo, en la ética la alternativa adecuada es elresultado del recurso a la probabilitas externa,a la probable aprobación por parte de unaautoridad externa en un determinado pro-blema de decisión.80 La propia valoraciónética se desvanece ante la probabilitas externa.

Si el probabilismo relegó el problema de laselección de la actuación y la carga de ladecisión a la selección de la autoridad más pro-bable, a la selección del asesor, la teoría de ladecisión trata de relegar la decisión a uncálculo decisorio y de sustituir la valoraciónética por un problema de cálculo de análisisdecisorio. La teoría de la decisión reduce la

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decisión a la selección de aquella alternativaque el cálculo probabilístico alcanza como lade mayor beneficio; en el cálculo decisorio deBayes es la aceptación de la alternativa con elvalor más alto de expectación. La decisión deeste cálculo debe salir por sí misma, ese es elobjetivo de la teoría de la decisión.

3. Objeciones contra los cálculosprobabilísticos de la decisión

Contra esta determinación de la decisiónmediante la regla de decisión de Bayes, esdecir, mediante un cálculo de beneficios y pro-babilidad externo al individuo, se planteanobjeciones que se resumen en la afirmación deque la probabilitas interna, la valoración con-cienzuda de los outcomes esperados y de susprobabilidades y la probabilitas externa, elcálculo externo de las probabilidades “obje-tivas” no se deben ni se pueden separar a lahora de la decisión responsable.

La valoración del beneficio de efectos pri-marios y secundarios de actuación y la esti-mación de la probabilidad de que se pro-duzcan no son independientes entre sí, a losumo se pueden separar heurísticamente. Unhombre interesado en el resultado consideraráprobables otras cosas que un hombre desinte-

resado. Un hombre ético considerará pro-bables otras cosas que el no ético.81

En la gran problemática entre la ética janse-nista y probabilística, los críticos de Port Royaltenían razón en contra de los probabilistas encuanto que la probabilidad externa no puedesustituir nunca la polémica interna acerca de laselección de la actuación. Pascal llamó laatención sobre la importancia de la sinceridada la hora de determinar el efecto principalintencionado y los efectos secundarios nointencionados. “Diriger l’intention” es unmedio de declarar aquello que uno quiere enrealidad, a saber, lo que uno tolera comoefecto secundario no deseado al perseguirotro fin.82 Algo parecido se observa tambiénen el modo en el que se estructura el cálculode Bayes: a la hora de determinar el beneficioesperado y las probabilidades de que se pro-duzca un acontecimiento, los intereses delanalítico no descansarán y “dirigirán” susintenciones en una dirección favorable.

Las demás objeciones contra la formación dela expectación probabilística las resumió J. M.Keynes: 1) El valor de expectación no considerael peso de los argumentos, el grado de la com-probación sobre el que se basa cualquier pro-babilidad. 2) Descuida el elemento de riesgo:la probabilidad óptima y pésima es por tanto

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tan ambicionable como la mediocridad segura.3) No siempre es posible determinar separada-mente el beneficio y la probabilidad. Sepueden añadir más objeciones citando ad’Alembert: 1) No convencen los métodos demedición de la probabilidad. 2) El valor deexpectación no es linealmente proporcional ala probabilidad. Nos encontramos con eco-nomics of scale. Con una probabilidad cre-ciente aumenta también la expectación demanera desproporcionada. 3) Las probabili-dades y expectaciones de beneficio no sesuman simplemente, sobre todo, los valores deexpectación positivos y negativos.83

La teoría probabilista de la decisión deKeynes, así como su crítica de la regla de Bayesy la de d’Alembert obtienen el mismoresultado que la ética aristotélica: la decisiónde actuar tiene que basarse sobre la esti-mación intuitiva total y no sobre la suma de lasestimaciones particulares de las consecuencias.Lo inevitable en la estimación interna y globalde las consecuencias y en la evaluación éticaglobal de la actuación, no sustituible por ins-tancias externas, se fundamenta sobre la“paradoja de la decisión selectiva”.84

Cuando una decisión selectiva es eficienteno podemos saber qué efecto tendrá en últimotérmino. Dado que debe cambiar el transcurso

del mundo no podemos fijar o extrapolarlohasta este momento. Pero si conocemos exac-tamente el transcurso del mundo futuro,resulta de poca importancia más allá denuestra influencia y nuestra decisión selectiva.

Los limites de los cálculos de decisión, laparadoja de la selección y la necesidad de queel yo decisorio tome postura interiormentefrente a las decisiones que debe tomar,demuestran que la estimación intuitiva de unasituación decisoria y la decisión misma tienenque basarse en una probabilidad interna, unaprobabilitas interna, en aquella especie de cer-tidumbre provisional o certitudo moralis,85que es la única accesible a seres finitos. “Elsaber es muchísimo más débil que la rea-lidad».86 La realidad está superando conti-nuamente los conocimientos de decisión. Estosconocimientos son siempre más reducidos queel ámbito que debería conocerse. Lo que sepuede arrancara lo desconocido del futuro enlos análisis de decisión permanece fragmen-tario, porque la realidad es inmensa y porquenuestras decisiones crean nuevas realidades ynuevos mundos posibles en el proceso deconocimiento y de la decisión respecto de larealidad.

Partiendo de la crítica del probabilismo deprimera hora en la ética, demasiado vinculado

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a opiniones probables y autoritativas externas,Juan de Santo Tomás, Bartolomé de Medina,los autores de la escuela de Salamanca,87 antetodo, Domingo de Santa Teresa, han desarro-llado un probabilismo cualificado y crítico queintenta mediar entre la libertad ética internade la decisión, la probabilitas interna, por unlado, y la necesidad del análisis y evaluación delas supuestas consecuencias externas y el ase-soramiento a través de las experiencias de losdemás, de la probabilitas interna, por un lado,y la necesidad del análisis y evaluación de lassupuestas consecuencias externas y el asesora-miento a través de las experiencias de losdemás, de la probabilitas externa, por otro.

4. El principio de la actuación con dobleefecto (con efectos secundarios)

El principio fundamental de decisión y el ins-trumento analítico del probabilismo crítico esel principio de la decisión con doble efecto.Este principio permite analizar y valorar situa-ciones de decisión inciertas y supuestos efectossecundarios (negativos). Es un principio dedecisión para decisiones mal estructuradas yno unívocas. Dado que la mayoría de las deci-siones con relevancia ético-económica incluyenefectos secundarios, es decir, constituyen pro-

blemas de decisión mal estructurados einciertos, no “traducibles” a situaciones dedecisión bien estructurados por medio de cál-culos con premisas irreales y cientistas, como lacertidumbre o la distribución de probabili-dades conocidas en secuencias de actuación yacontecimientos del medio ambiente, sepuede emplear con éxito en la ética económicael principio de la actuación con efectos secun-darios o con efecto doble (actus dupliciseffectus)88

En oposición al principio de] imperativocategórico es concreto y permite llevar a caboponderaciones de bienes. Por ello es superior aprincipios de universalización, dado queapuntan a la generalización.

El principio es el siguiente: una actuacióncon efectos secundarios negativos es razo-nable y permitida si cumple con las cuatro con-diciones siguientes:

1) El fin de la actuación debe ser bueno ysincero, es decir, el que actúa no debe propo-nerse un efecto malo o prohibido. Los efectossecundarios deben situarse praeter inten-tionem.89

2) El tipo de actuación y su configuracióndeben ser buenos en sí y permitidos.

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3) Los efectos secundarios negativos tienenque ser real-mente efectos secundarios, esdecir, deben tener el carácter de efectos acci-dentales que surgen al perseguir otros efectos;no deben servir de medios para el efectobueno.

4) Debe existir una razón de suficiente peso(ratio proportionale gravis) para llevar a cabola actuación, es decir, el que actúa no puedeestar obligado a renunciara ella porque tieneotras obligaciones.

En esta enumeración de condiciones seresumen las formulaciones del principio deJuan de Santo Tomás,90 del que procede laprimera versión del principio, y de Gury.91 lascondiciones nr. 1, 3 y 4 son comunes a los dosautores. La condición nr. 2 fue añadida porGury para asegurar que el principio no seutilice, en el sentido de una ponderación debienes universal, para efectos buenos y malosde todas las actuaciones sin más ni mas,también aquellas con carácter evidentementeno ético. Gury pretende garantizar la exclusiónde actuaciones intrínsecamente malas de laponderación de bienes.

En las discusiones más recientes sobre éticapredomina la tendencia a eliminar el criteriode la exclusión del tipo de actuación intrínse-camente mala y de entender la moralidad de

una actuación como función del enjuicia-miento ponderativo de la totalidad de sus con-secuencias previsibles, como función de unaponderación universal de bienes.

Para esta tendencia es válido lo que dijimosantes sobre la dignidad de la persona enrelación con la ponderación de bienes: cual-quier ponderación global de bienes exige quehaya una condición categórica de ponde-ración, que no participa ella misma del procesode ponderación. Determinados bienes debentener carácter incondicionado para que sepuedan ponderar respecto de ellos los bienescondicionados.

Para el problema de la ética económica lacuestión, discutida en el seno de la éticageneral, de si el principio de la actuación conefectos secundarios es compatible con convic-ciones normativas distintas, no reviste impor-tancia, puesto que aquí no se trata de pro-blemas de fundamentación de la moral ensituaciones existenciales como el aborto y laeutanasia, sino de la aplicación del principio enponderaciones ético-económicas de bienes.

Boyle sostiene que el principio es compa-tible con todas las teorías normativas queparten del hecho de que hay tipos deactuación que son buenos y otros que sonmalos. Cualquier ética capaz de establecer una

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diferencia de este tipo puede contemplar elprincipio de la actuación con efectos secun-darios.92 Ahora bien, esta postura sólo des-plaza la problemática acerca de la existenciade actuaciones buenas o malas en sí hacia laproblemática acerca de la naturaleza de éstas.

Anscombe opina que el principio no dice loque uno puede o debe hacer, sino más bien, loque no debería hacer. El principio no afirmaríaque el predominio del bien sobre el malpermite o recomienda una actuación, sino quepostularía que los efectos secundarios estu-vieran en una relación razonable respecto delbien y permitiría estas actuaciones buenas conefectos secundarios negativos.93

Un principio pensado para casos duros ysituaciones límite puede ser muy útil enámbitos menos problemáticos de la toma dedecisiones. Cuando en la ética económicasurgen problemas de ponderación de bienesde tipo no estructurado entre los objetivosempresariales y los efectos secundarios nega-tivos de su consecución o entre conflictos deobjetivos en la política económica y los efectossecundarios negativos de la realización de unobjetivo respecto de otro, no se discuten cues-tiones de fundamentación, sino de ponde-ración.

Para una ponderación de bienes en elámbito de la política empresarial o económicael principio de la actuación con doble efectopuede ser útil, porque posee, en oposición alas reglas matemáticas de decisión, la ventajade una mayor robustez. Los datos que entranen él no se calculan categorialmente con elresultado de que la totalidad de la decisióndependa de la certeza de la base de datos ycálculos; la valoración y el análisis sé realizansimultáneamente y como una configuraciónúnica. El proceso de la estructuración, valo-ración y solución de la situación decisoria selleva a cabo simultánea e interdependiente-mente. La búsqueda de la decisión y la estruc-turación del problema se realizan mediante laevaluación del que decide y no a través de uncálculo externo, a través de la probabilitasexterna.

El principio reúne robustez con un elevadorigor analítico y la necesidad de una pene-tración personal de la situación decisoria. Estascualidades lo hacen aplicable a las decisionesético-profesionales y estratégicas tanto en elámbito médico94 como en la dirección de laempresa.

El principio se explica como sigue: la nece-sidad de admitir efectos secundarios negativostiene que ser proporcionalmente mayor.

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1) si el fin principal está por naturaleza máspróximo al efecto negativo.

2) si es más seguro que el mal es inevitable y

3) si hay menos posibilidades de evitar el maluna vez alcanzado el efecto principal y elfin.95 otras ayudas de decisión, derivables delprincipio en caso de actuaciones con efectossecundarios, pero también en caso de con-flictos respecto de los objetivos son:

1) ¿en qué grado depende la consecuenciamala o el efecto secundario de la actuación?

2) ¿Son mayores los perjuicios al no reali-zarla actuación buena que los que surgen através de las consecuencias malas?

El principio y sus explicaciones no libran alimplicado de la obligación de valorar y de laprobabilitas interna, pero contribuye a profun-dizar en la decisión.

Un ejemplo de la política económica puedeesclarecer el problema. En el caso de un con-flicto de objetivos entre la lucha contra el paroy la disminución de la inflación, tal como lodescribe la curva de Philips, el político eco-nómico debe plantearse la siguiente pregunta:¿es tan grande la necesidad de luchar contra elparo con esta medida determinada que sehace inevitable aceptar la inflación a pesar de

que esta medida está vinculada más inmedia-tamente con la expansión de los fondos mone-tarios que con otras medidas, por ejemplo, fis-cales? ¿Con qué medida de fomento delempleo es más elevada la probabilidad de quese produzca inflación? ¿Con qué medida esmás difícil evitar una inflación cuando el paroya está disminuyendo? De todas las medidasposibles se debe escoger aquella que producelos menores efectos inflacionistas.

VI MORALIDAD Y EFICIENCIA

El principio de la actuación con efectossecundarios y su aplicación a cuestiones deética económica demuestra que al fin y al cabono existen discrepancias infranqueables entrela decisión ética y la económica y que lo éticono es un aspecto más entre otros, sino unmodo de tener en cuenta las perspectivas delas ciencias y los saberes que pueden contribuiral conocimiento del asunto que se decide, deordenarlos, valorarlos y hacerlos efectivos enla práctica. En este sentido la ética económicaal igual que la ética general aspira a la per-fección de la actuación, o de la actuación eco-nómica, en la que se tienen en cuenta todoslos aspectos de la situación decisoria. Para estaética la totalidad de los aspectos y de la pon-

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deración de bienes en la que la actuación seestructura según el fin, la intención, el efecto,el efecto secundario y las circunstancias, elprincipio de la actuación con efecto dobleconstituye un instrumento de análisis y valo-ración en el que se puede integrar la condiciónética marginal de la dignidad humana comolímite de la ponderación de bienes.

La ética económica tiene que orientarsesegún la naturaleza de la economía y no con-siste sólo en seguir las reglas de una coinci-dencia formal con una ley general o en obe-decer el resultado del consenso actual y portanto contingente de un grupo de decisión(Habermas).

Por el carácter de proyecto de la actuaciónla ética económica como cualquier ética estáorientada hacia el futuro y por tanto tiene quetratar de conocer y decidir lo único, lo todavíano probado y existente y lo irrepetible.97 Sólohay una ética que apunta a la perfección de laactuación humana y que tiene que extendersea todos los ámbitos de la cultura, también alámbito cultural de la economía. Su funda-mento de obligatoriedad y sus ayudas a ladecisión resultan de la naturaleza de las cosas:obligatio oritura natura rei.98

La economía no solamente está regida porleyes económicas, es determinada por

hombres en cuya voluntad y selección obrasiempre un conjunto de expectaciones econó-micas, normas sociales, actitudes individuales eideas éticas de lo bueno. Por ello, en laactuación económica esta totalidad debetenerse en cuenta y debe incluir la reflexiónsobre el carácter ético de la actuación ética.

La ética económica no consiste, sin embargo,en la oposición abstracta y la precocidad de undeber moral frente a argumentos económicosobjetivos. La ética económica postula antesbien que se decida con los ojos puestos en latotalidad de la situación y según la naturalezade las cosas, es decir, según la función de laeconomía, de garantizar el suministro debienes y de posibilitar una actuación creativa.

La ética económica y su imperativo éticoeconómico forman los límites de la éticageneral y de la formulación general de] impe-rativo ético en el ámbito vital y cultural de laeconomía. Husserl ha expresado el imperativoético de la siguiente manera: “Desea inteligen-temente lo mejor entre lo alcanzable”99 Estoes otra formulación de la unidad de economíay ética: el motivo y la intención de la actuacióntienen que ser orientados inteligentemente,teniendo en cuenta los efectos secundarios ylas circunstancias, hacia la perfección y bajo lascondiciones de lo económicamente posible y

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eficiente y tienen que realizar además elóptimo alcanzable. La perfección de laactuación bajo la condición ética del respetode la dignidad humana y la condición eco-nómica de la eficiencia es el objetivo de laética económica. Como máxima de laactuación económica y como imperativo eco-nómico-ético se debe postular: Actúa de talforma que tu actuación económica cumpla conla doble obligación de la economía de proveerde modo eficaz los bienes a los hombres y deformar un ámbito central de la práctica y auto-realización humanas.100 Se trata de recordarfrente a los planteamientos mecanicistas de lateoría económica que el “economista” es un“actuante” y no un “actuado” por anónimospoderes económicos.

“La atención como fuerza o instinto imagi-nativo es el principio de la moralidad” escribeFichte.101 Esto también es válido para el prin-cipio de la recta forma de la economía y de laética económica. La consideración de losefectos secundarios de la actuación es enúltimo lugar un problema de la atención. Lateoría de la decisión ha mostrado que es preci-samente la atención y no el tiempo lo que real-mente escasea.102 Si la moralidad es atención,ello significa que la ética escasea más que laeconomía. La frase de Dennis Robertson de

que la economía hace ver y enseña la “need ofeconomizing on love”,103 la necesidad deeconomizar amor o moralidad, no tiene sola-mente un sentido económico o estético. No essolamente la cosmovisión económica la queexige que no se abuse de la ética y la mora-lidad.

Es más bien la escasez de atención lo quehace necesario un tratamiento económico delas exigencias éticas y el explotar primero laposibilidad del pensamiento económico. Launión de economía y ética, la ética económica,enseña un trato racional con el capital de laética en la economía. Muestra el alcance delpensamiento económico y hace valer a la vezlo ético en la economía allí donde no se debeignorar.

RESUMEN

El problema de los efectos secundarios serevela como un principio puente entre ética yeconomía en tres aspectos diversos. En primerlugar, nos sirvió en la introducción para escla-recer los motivos del interés reciente por laética económica: un motivo de este renovadointerés es el aumento de interdependencias yefectos secundarios en la civilización científico-técnica.

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El problema de los efectos secundarios sirviódespués, en el capítulo sobre la ética social dela economía, para discutir el problema de si elmercado es una zona éticamente neutra queno precisa de una ética económica, dado queya alcanza su eficiencia óptima sin ella. Lafórmula del private vices-public benefits deMandeville, es decir, vicios particulares tienentales efectos secundarios que sin más llevan albienestar público, no puede aceptarse, porqueciertamente funciona la mano invisible delmercado, pero notan milagrosamente quetransforme el mero egoísmo en bien comúnmediante externalidades y efectos secun-darios.

Finalmente, en el capítulo sobre la éticaindividual, el fenómeno de los efectos secun-darios se reveló capaz de concebir la unión deética y economía en la tarea de una ponde-ración global de bienes en las decisiones queapuntan a la perfección de la actuación.Conjuntamente la economía y la ética pre-tenden llevar a cabo una ponderación debienes que intenta anticipar y considerar todoslos aspectos del bien y todos los efectos pri-marios y secundarios positivos y negativos. Laley de los efectos secundarios positivos inten-cionados hace ver la función del empresariocomo aquella tarea que intenta establecer

externalidades positivas entre los miembros dela empresa y a través de una imaginación cre-ativa. El principio de la actuación con efectossecundarios tal como lo desarrolló el derechonatural español de la temprana épocamoderna se revela apto para estructurar deci-siones inciertas y para servir de ayuda en lasdecisiones.

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1. Véase SPAEMANN (1977) y KOSLOWSKI(1984) Acerca de la bibliografía económicasobre externalidades véase MISHAN (1971) yKOSLOWSKI (1983a).

2. Véase GEORGESCU-ROEGEN (1976).

3. Véase WEIZACKER (1977) p. 164

4. PONDA, BOIE (19761 Véase tambiénKIRSCH/ESER/GABELE (1979) p 231 ss

6. Véase BUCHANAN (1965).

7. Véase KOSLOWSKI (1985a).

8. BELL (1979).

9 Véase SPRANGER (1954),

10. Véase KOSLOWSKI (1987a)

11. Véase KOSLOWSKI (1976) y (1979).

12. Véase ROMBERG (1972) p. 766ss.

13. Véase KOSLOWSKI (1985b).

14. Véase BUCHANAN (1954a y b).

15. KOSLOWSKI (1983) y (1987b).

16. Véase BUCHANAN (1980).

17. Véase MANDEVILLE (1705), tomo 1, p.367: “lt is in Morality as it is in Nature, there isnothing so perfectly Good in Creatures that itcannot be hurtful to anyone of the society, noanything so entirely Evil, but it may prove

beneficial to some part or other of theCreation” Véase también KOSLOWSKI (1982a),p. 174-185 y RIKLIN (1982).

18. MOORE (1903), p. 150 ss. y KEYNES(1921), p. 309 ss. Según MOORE todas lasactuaciones orientadas hacia cierta amplitudprecisan de la presunción fundamental de quelos resultados benéficos a corto plazo se tra-ducen también en consecuencias benéficas alargo plazo.

19. Véase KOSLOWSKI (1985c).

20. Véase ALBACH (1980).

21. Acerca de la ética como correctivo defracasos comerciales véase ARROW (1971).

22. Véase acerca de lo que sigue tambiénKOSLOWSKI (1985d).

23. BUCHANAN (1967) p. 8

24 . SEN (1967) p. 112.

25. La notación formal se apoya en SEN(1975), p. 107-110.

26. SEN (1975) pp. 109-110.

27. HEGEL (1821) 135 ss.

28. HERDER (1799), p. 289.

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29. Véase acerca de este peligro de la selful-filling prophecy en la actuación colecti-OLSON(1965), pp. 105-110. va

30. El concepto de las transcendenciaspequeñas, medianas y grandes procede deLUCKMANN. Véase LUCKMANN (1985), p, 28 s.“La diferencia entre experiencias referidas alyo y las que lo transcienden la establece cual-quiera sin mayor reflexión; se encuentra en labase del saber acerca de la transcendencia delmundo, Se fundamenta en la estructura uni-versal de la experiencia. Cualquier experienciaactual posee un núcleo actualizado y un hori-zonte de aspectos no experimentados actual-mente: el núcleo de la experiencia remiteautomáticamente a aspectos todavía no expe-rimentados o ya no experimentables. De estacircunstancia procede una “co-experiencia”elemental de la transcendencia. Esta distinciónentre lo referido al yo y lo que trasciende enla experiencia y esta “co-experiencia” de latranscendencia constituyen el material deexperiencia, del cual cada uno forma la con-ciencia de los límites del mundo de la vidacotidiano.

Aquí ya somos capaces de formular unatipología de la “transcendencia” basada en laestructura general de la experiencia humana:1) Cuando lo no experimentado indicado en la

experiencia actual es experimentable por prin-cipio de la misma forma que lo actualmenteexperimentado hablaremos de transcen-dencias `pequeñas”. 2) Cuando lo actual seexperimenta por principio sólo de formamediata y nunca inmediatamente, pero sinembargo, como perteneciente al mismomundo cotidiano, hablaremos de transcen-dencias “medianas”. 3) Si algo se concibe sóloen cuanto referencia a una realidad distinta,no cotidiana y no experimentable como tal,hablaremos de transcendencias ‘grandes”.

31. Véase MAX WEBER (1920), t. I, p. 238:“A los determinantes de la ética económicapertenece también como una -insisto: comouna- la determinación religiosa de la forma devivir”. Véase también SOMBART (1913), p. 303s, y (1917), t. 3. p. 36 ss. y PESCH (1918), p. 84 ss.

32. Véase TRUX/KIRSCH (1979), p, 233.

33. Véase WILLIAMSON (1977) y (1981).

34. SCHMERMACHER (1803).

35. Así en BAUMOL (1975), p. 46 s. Véase aeste respecto KOSLOWSKI (1982b), p. 51 ss.

36. HóFFNER (1955), PESCIA (1918), WEBER(1959).

37. Según BRENTANO (1902), p, 18 la eman-cipación y diferenciación de la economía de

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las normas sociales empezó con la evoluciónde la economía exterior. Partiendo delderecho natural del comercio exterior la eco-nomía se habría subordinado la vida entera.

38. SCITOWSKY (1985).

39. SCITOWSKY(1985)p,526:’Price makersdo, indeed, earn monopoly or oligopolyprofits but they often provide services inexchange; and it remains to be decided ineach particular case wether the exchange isfair or exploitative”.

40. Véase WOLF (1908), p. 143.

41. Véase PESCH (1916), p. 50 ss.

42. KIERKEGAARD (1943), p, 720 ss.

43. POLANYI (1971) y (1978), DUMONT(1977).

44. Trabajos relevantes desde el punto devista de la ética económica de CAYETANO son:Commentar zur Summa theologica de Tomás deAquino (1507-1522), De cambiis (Acerca decomercios de letras, Summula de peccatis(1523). Véase sobre Cayetano: JOACHIMGIERS: Gerechtigkeit und Liebe. DieGrundpfeiler gesellschaftlicher Ordnung inder Sozialethik des Kardinais Cajetan,Dusseldorf (Mosella) 1941,

45. Tractatus de contractibus mercatorum,Paris, aprox. 1495 (Biblioteca estatal Bávara,Sign. Inc. s.a. 1341 I Véase el artículo“Probabilisme” en Dictionnaire de Th�ologieCatholique, Paris 1936, t. XIII I col. 446.

46. Ibid, Art. 2.

47. Comm. ins. th. q. 118a. I Véase acerca dela doctrina de los precios escolástica y de laedad premoderna KAUDER (1953), NOONAN(1957), DE ROOYER (1967), KAUDER (1965).

48. SOMBART (1913), p. 315 ss.

49. Véase acerca de la relación entre eco-nomía y ética en Kant a Adam Smith KOS-LOWSKI (1985e).

50. OELMÜLLER (1978).

51. LENIN (1971), t. 1, p. 436.

52. SIDGWICK (1885), p, 36.

53. Véase WUNDT (1889) t. I, p. 337.

54. SPRANGER (1960) p. 101 véase tambiénBOLLNOW (1959). p. 105 ss.

55. Véase SPRANGER, ibid. p. 94 s.

56. Véase SHACKLE (1979), p. 2 ss.

57. SCHELER (1913). Véase también KORFF(1982), p. 79.

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58. ARISTOTELES, Etica Nicom. I 1098 a 10:“Si suponemos que la obra particular delhombre es una vida determinada y si defi-nimos ésta como la actividad del alma y lasactuaciones racionales, y si definimos la acti-vidad del hombre preclaro como precisamenteesta actividad en una medida destacada y sifinalmente se convierte en destacado aquelloque se perfecciona en el sentido de su per-fección óptima y su capacidad de rendimientoparticular, si todo esto es así, entonces lobueno para el hombre es la actividad del almaa causa de su capacitación específica, y siexisten varias de estas capacitaciones, es acausa de la mejor y más perfecta y ello a lolargo de toda la vida”.

59. Véase BUCHANAN (1966), p. 168. Estapostura tiene en Buchanan también algo deexperimento intelectual.

60. MOORE (1903).

61. véase KOSLOWSKI (1982b).

62. KANT (1785), p. 433 s.

63. TOMAS S. th. (1262-73) 1-11, q. 18, a4ad. 3, con referencia a PS-DIONISIUS, De div.nom (después de 485) c. 4. Así también PETRUSLOMBARDUS, Libri IV Sent. (1158), II d. 36.Véase también (Cursus) Tract. XI, Disp. IV, Dub.1 (Comm. in S.Thomaes. th. I-II q, 18,a. 3.):

“Porque todas las sustancias se perfeccionanen el orden físico a través de aquellos acci-dentes, así también se perfecciona cualquieracto moral en su orden a través de ciertas cir-cunstancias y recibe de ellas el complementode su moralidad, o bondad o maldad”.LEIBNIZ define igualmente lo bueno como laperfección de una cosa o un acto posible encada caso. KANT (1785), p. 407, objeta sinrazón contra el concepto de la perfección quesería un concepto vacío, incluso si no existenreglas generales y aplicables categóricamentede la perfección, ello no significa forzosa-mente que el concepto de la perfección seavacío, Es un concepto límite con función orien-tadora.

64. KOSLOWSKI (1986).

65. MARC AUREL (172), Lib, IV, c. 51, p. 97.Oikonomia significa en Marc Aurel igual menteefecto secundario (ibid. IV, c. 19, p. 81) y consi-deración del efecto secundario (ibid. IV, c .19,P 81) y consideración del efecto secundario yde la intención secundaria. (XI, c, 18, p. 267).

66. LEIBNIZ (1710) § 206,

67. KOLM (1985), p 225.

68. SPRANGER (1960), Véase también SPA-EMANN (1978), que considera -superando aSpranger- que la contemplación expresa de los

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efectos secundarios que forman la persona-lidad del educando es la tarea de la edu-cación. Sin embargo, se debe formular juntocon Spranger la pregunta de si la formación escapaz de cumplir esta exigencia, de si losefectos secundarios de la educación no perma-necen siempre tales.

69. Véase SCHONKUSCHRÖDER (1982), p.199-204 acerca de § 15 del Código Penal yRADBRUCH (1904).

70. Véase TULLOCK (1971), p 391. Véasetambién KOSLOWSKI (1984b), p. 49 ss.

71. Véase acerca del papel de la imagi-nación en la actuación empresarial KIRZNER(1973).

72. SARTRE (1946), p. 11-20.

73. Véase SHACKLE (1976), p. 18ff y (1972),p. 47:”If we are candid, knowledge of thefuture is a contradiction in terrns”.

74. ALCHIAN (1977) p 17.

75. El problema corresponde a la teoríadesarrollada por R.G. LIPSEY y K. LANCASTERsobre el “second best” para condiciones de lacompetencia imperfecta en el mercado. Si enun sector de la economía no se dan las condi-ciones óptimas puede ser más eficiente rea-lizar adaptaciones también en los demás sec-

tores, adaptaciones que constituyen solu-ciones “de secunda” en comparación con lascondiciones ideales de la competencia com-pleta, Acerca de la presentación matemáticadel problema véase ROWLEY/PEACOCK (1975)ch. 2.

76. Véase KOSLOWSKI (1982a), p. 230 ss.

77. Véase SPAEMANN (1981).

78. Así STEGMOLLER (1973) p. 325.

79. Véase acerca de la metafísica de lateoría de la decisión SUPPES (1974).

80. Véase acerca del probabilismo en laética SAINTE-FOI (1843) DÖLLINGER (1889),KROMPS (1963), KOSLOWSKI (1982b).

81. NEWMAN (1870).

82. PASCAL (1908).

83. KEYNES (1921), p. 312 ss Ch. 26: “TheApplication of Probability to Conduct’.

84. Acerca del “paradox of choice” véaseSHACKLE (1979), p, 19.

85. Véase VAN LEEMEN (1968), LETWIN(1968) y THIELICKE (1965), p 88.

86. ESQUILO, Prometeo encadenado, V. 514.

87. Acerca de la Escuela de Salamanca véasedesde el punto de vista ético STEGIVIOLLER

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(1930) y (1931), MANGAN (1949) y GHOOS(195l), desde el ángulo económico GRICE-HUT-CHINSON (1952).

88. Acerca del problema de la actuacióncon doble efecto véase KNAUER (1967),MCKORNICK (1976), DUFF (1976), BOYLE,GRISEZ, TOLEUSON (1976), SPAEMANN (1977),BOYLE (1980), MACKIE (1981), p, 205-216,SCOTT (1982), ANSCOMBE (1983) acerca de lavaloración de consecuencias SPECHT (1972)

89. Véase acerca de praeter intentionemBOYLE (1978) y MULLER (1932).

90. IOHANNES A SANTO THOMA (1945)tom. VI. disp, XI, a. 6, cap. 39 y 42.

91. GURY (1874), tr. 1, cap, II, n. 9.

92. Así BOYLE (1980), p 537.

93. ANSCOMBE (1983).

94. Para un análisis de la problemática delos efectos secundarios de la actuación médicay la determinación de los límites de la obli-gación de tratamiento médicc, Con la ayuda

del principio de la actuación con efectossecundarios véase KOSLOWSKI (1983b).

95. (Cursus) (1647), tom, 7, tract XIII,disp.10, dub. 6, n, 214-247 (ad s. th. 11-11. q.64a 7)(=Tractatus de bonitate et malitiaactuum humanorum) escrito por DOMINGO DESANTATERESA (Muerto 1660), Véase tambiénMANGAN (1949).

96. SELLHAMMER (1959), p, 516 ss.

97. Véase acerca del carácter de la irreversi-bilidad de la actuación económica KOS-LOWSKI (1985c).

98. MOLINA (1593), tom I, disp. 4, n.3.

99. EDMUND HUSSERL Manuskript F 1, 21,20, citado según ROTH (1960).

100. Véase también NELL-BREUNING (1963)p. 775.

101. FICHTE (1774), p. 295.

102. SIMON (1978), p. 13.

103. ROBERTSON (1956).

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