monumentos romanos de la conquista de galicia. a. blanco freijeiro

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MONUMENTOS ROMANOS DE LA CONQUISTA DE GALICIA Homenaje a F. J. SÁNCHEZ CANTÓN A Blanco Freijeiro La conquista de Galicia no tiene en la historiografía romana repercusiones comparables a las de otras provincias. Su incorpo- ración al Imperio se verifi ca tarde en vísperas d e que el templo de Jano cierre sus puertas ; los ag entes de Aug usto por otra parte no podían recabar para sí la gl oria de la c onqui sta ni tampoco bri n- dársela al Emp erador dado q ue la dominación del territorio conta- ba con antecedentes notorios —la campaña de Bruto el Galaico mo- tivo de la erección en Roma del hasta entonces más célebre templo de M arte ; la expedición de César a Brigantium— q ue cuando m e- nos habían franqueado a los romanos las puertas de toda su franja costera desde el Du ero al Cantábrico. En tercer lugar cabría aña- dir la empresa de la conquista efectiva era más una cuestión de dignid ad qu e de vanagloria pues en d oscientos arios de presencia romana en España tanto la Galicia del interior como el territorio cántabro-astu r se h abían su straíd o eficazmente a la anexión e in- clu so los cánta bros se habían permitido imponer su heg emonía a los tuí-módig os autrigones y váceos del norte del Duero. El mismo Tito Livio reconoce lo penoso que era para Roma ver cómo Hispa- nia primera de las provincias no i talianas en donde l a legión h abía puesto pie era la última en acatarla definitivamente : ita que ergo prima Romanis Mi ta provinci arum quae quidem continentis sint postr ema omnium nostr a demum a eta te ductu a uspicio que A ugusti 223

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  • MONUMENTOS ROMANOS DE LA CONQUISTADE GALICIA

    Homenaje a F. J. SNCHEZ CANTN

    A. Blanco Freijeiro

    La conquista de Galicia no tiene en la historiografa romanarepercusiones comparables a las de otras provincias. Su incorpo-racin al Imperio se verifica tarde, en vsperas de que el templo deJano cierre sus puertas ; los agentes de Augusto, por otra parte, nopodan recabar para s la gloria de la conquista, ni tampoco brin-drsela al Emperador, dado que la dominacin del territorio conta-ba con antecedentes notorios la campaa de Bruto el Galaico, mo-tivo de la ereccin en Roma del hasta entonces ms clebre templode Marte ; la expedicin de Csar a Brigantium que, cuando me-nos, haban franqueado a los romanos las puertas de toda su franjacostera desde el Duero al Cantbrico. En tercer lugar, cabra aa-dir, la empresa de la conquista efectiva era ms una cuestin dedignidad que de vanagloria, pues en doscientos arios de presenciaromana en Espaa, tanto la Galicia del interior como el territoriocntabro-astur se haban sustrado eficazmente a la anexin, e in-cluso los cntabros se haban permitido imponer su hegemona alos tu-mdigos, autrigones y vceos del norte del Duero. El mismoTito Livio reconoce lo penoso que era para Roma ver cmo Hispa-nia, primera de las provincias no italianas en donde la legin habapuesto pie, era la ltima en acatarla definitivamente : ita que ergoprima Romanis Mita provinciarum, quae quidem continentis sint,postrema omnium nostra demum aetate ductu auspicio que Augusti

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  • A. BLANCO FREIJEIRO

    Caesaris perdomita est.' No hay motivo para sospechar que estasmanifestaciones de decoro imperial encubran una menos noble co-dicia del oro del Sil u otros mviles oscuros. El resto de la Pennsu-la tena demasiadas riquezas por explotar para que los romanos am-bicionasen las de aquel impopular territorio, casi impenetrable, po-blado por gentes pertrechadas en centenares de castros y que eranms dadas a la guerrilla y a la emboscada que a las francas y cam-pales batallas. An podran aadirse, como motivos para que la his-toriografa romana haya pasado casi en silencio la conquista de Ga-licia, la gris personalidad de los generales Antistio y Carisio, quedesempearon el mando efectivo de las operaciones en la campaade Augusto ; la falta, asimismo, en campo adversario, de un jefecapaz de despertar entre los romanos una admiracin o un inters,no ya comparables a los de Viriato, sino aun a los de los jerifaltescontemporneos de los pueblos germnicos : un Arminio, un Ma-roboduo, un Bato ; 2 el hecho, en fin, de la presencia fsica de Augus-to en la Guerra Cntabra, que redujo a sta el poco inters de todala conquista del norte de Espaa, y ello quiz no tanto por atencinhacia el Emperador como por haber sido su autobiografa la nicafuente escrita de que dispuso Tito Livio, y por tanto la nica tam-bin que de modo conciso y poco claro suministr las noticias desus eptomes y de nuestros principales informadores, Floro y Oro-sio, quienes, como dice Sir Ronald Syme, con una abundancia depormenores poco frecuente en ellos, mezclan una confusin y unaobscuridad que tienen pleno derecho a recabar como de su propie-dad exclusiva.

    DCIMO JUNIO BRUTO EL GALAICO.

    Si el discurso de imperio D. Bruti, pronunciado en Roma en136 a. C. por Escipin Emiliano, hubiese llegado a nosotros en suversin original o en la refundicin del mismo en la Historia dePolibio, estaramos mejor informados de las campaas del cnsulromano que, con la conquista del norte de Portugal, hizo llegarhasta el Mio los dominios efectivos de Roma. Sus mritos, pre-sentados sin duda en una memoria de propia mano, le permitieron

    1. LIvm, XXVIII, 12.2. R. Syme, The Spanish War of Augustos, en American lournal of Philology, 55 (1934),

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    no slo asumir el cognomen de Callaicus, sino celebrar en la urbesu triunfo. La prrroga de su mandato, defendida por Escipin,acredita el acierto de su gestin como cnsul, primero, y procnsulde la Ulterior entre 138 y 136, y de su direccin de las campaasefectuadas en estos arios contra lusitanos y galaicos, campaas derepresin cuya iniciativa estaba, sin duda, de la parte romana.

    La ms completa y coherente informacin que poseemos sobrelos acontecimientos de estos aos se encuentra en la Historia deApiano, y procede ms de la analstica romana, donde habra dereflejarse la memoria autobiogrfica de Bruto, que de la Historiade Polibio, donde tendra mayor cabida el discurso de Escipin, tanamigo del cnsul como del escritor. 3 Como toda la historia ib-rica de Apiano, su relato adolece de la transcripcin defectuosa opeculiar de la toponimia indgena, pero este inconveniente se puedesubsanar con ayuda de otras fuentes. Lo mismo cabe hacer con suimprecisin cronolgica, pues segn es comn en los resmenes his-tricos, Apiano refunde en un relato continuo las campaas de doso tres arios. Comoquiera que en los eptomes de Livio la guerragalaica est repartida entre los libros LV y LVI, y como sabemosque la insurreccin de los sometidos ocurri con posterioridad, sepuede resumir as la cronologa de la actuacin de Bruto :

    Ario 138. Con base en Glisipo (Lisboa), somete a los lusitanoshasta el Duero. Los talabrigenses dominan el sur y la desemboca-dura del ro.

    Ario 137. Paso del Duero. Expedicin galaica hasta el Mio.Ario 136. Expedicin contra Talbriga, que se haba sublevado,

    alentada quiz por el triunfo de los numantinos sobre Mancino.Aparte los hechos resumidos por Apiano, VI, 72-73, Bruto hubo

    de librar en algn lado una gran batalla campal contra los galaicos,pues de no haberlo hecho as, no hubiera podido aspirar a los ho-nores del triunfo. Su tctica de atacar al enemigo por las cuencasde los ros mayores, renunciando a seguirlo cuando ste se retiraba

    293, donde se subraya que en toda la guerra de Augusto no se menciona ms jefe adversario queel bandido Corocotta, trado marginalmente a colacin por Din Casio.

    3. R. E. X, 1021, n.. 57 (Mnzer).

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    hacia las montaas, acredita su sagacidad, pero era insuficientepara granjearle el triunfo. Orosio saba algo de esa batalla, aunqueno recoja el nombre de su escenario. Seguramente le parecan exa-geradas las cifras que le suministraba su fuente de informacin,pues las consigna con un referuntur como para no comprometerse :60.000 enemigos, de los cuales murieron 50.000 y cayeron prisione-ros 6.000. 4

    La fecha de ese encuentro decisivo debi de ser el 9 de junio del137, pues la consagracin del templo dedicado a Marte por Bruto,en el Campus Martius de Roma, tuvo lugar en tal da dos o tresarios ms tarde. Si, conforme al texto de Apiano, recordamos queBruto nunca renunci a su tctica de imponer su dominio en lacosta atacando ciudades, hemos de pensar en Braga como esce-nario ms probable de la contienda. Para que, desde los tiemposde Augusto, Braga se convirtiese en uno de los dos centros de go-bierno de Callaecia, tena que poseer una base urbana capaz decaracterizarla como foco de la mitad meridional del pas, y slo suconquista permitira a Bruto recabar los honores de la anexin deGalicia sin necesidad de pasar el Mio, trmino de su expedicinsealado por Estrabn. 6 All debi de culminar, por tanto, la gestingalaica del cnsul.

    Antes de tratar del monumento elevado por Bruto en Roma, va-mos a tocar brevemente un punto que acaso pueda tener interscomo indicio de su labor colonizadora. Hay un pasaje en el Brevia-rium de Festo que, tal como ha llegado a nosotros, es indigno departicular atencin : rebellantes Lusitanos in Hispania per DecimumBrutum obtinuimus et usque Gadis ad Oceanum mare pervenimus.La frase parece la afirmacin de un incompetente que ignora queCdiz fue puesta en manos romanas al trmino de la Segunda Gue-rra Pnica, y que en tiempos de Bruto no hubo, ni en la ciudad nien el resto de la Btica, motivo alguno para que el cnsul hicierauso de sus armas. Pero cabe la posibilidad de que bien el mismoFesto, bien un escriba, cometiesen el error de escribir Gadis dondedebieran haber puesto Cales, 7 y que corrigiendo ese error en el sen-

    4. Orosio, V, 5, 12.5. Ovidio, Fastos, VI, 461.6. Estrab. III, 3, 4.7. J. W. Eadie, The Breviarium of Festus, Londres, 1967, p. 106.

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    tido apuntado, haya aqu un importante testimonio de que el resul-tado ms duradero de la expedicin fuese el dominio de Lusitaniahasta Portus Calis, o sea Oporto, en la desembocadura del Duero.El nico recurso de que Bruto poda echar mano para afianzaraquella cabeza de puente en Callaecia (regin que, como es bien sa-bido, deriva su nombre de Cales) era establecer en la misma a gen-tes de su confianza, fueran stas tropas auxiliares de la legin o lu-sitanos deseosos de mejorar su fortuna a cambio de defender losintereses romanos.

    El supuesto se concilia muy bien con el carcter de Bruto. Segnla esquemtica semblanza que del mismo trazan las fuentes, su rasgoms simptico es su sentido humanitario, hasta donde ste era com-patible con sus deberes militares. El fue el primero en satisfacer laaspiracin de los lusitanos al establecimiento en tierras frtiles,permitiendo como cnsul el asentamiento de los supervivientes delejrcito de Viriato en Valentia. 8 De su comportamiento con los ta-labrigenses, Apiano ofrece datos suficientes para que se considerea Bruto un digno continuador de la poltica de Tiberio SempronioGraco y de Marco Claudio Marcelo en relacin con las poblacionespeninsulares. Realizadas estas cosas podr decir el cronista,regres a Roma.

    Y aqu en Roma realiz el ltimo acto de su vida pblica, porlo menos en cuanto de sta nos dicen unas fuentes tan lacnicas,que ni siquiera nos han proporcionado hasta ahora ninguno de lospasos de su vida pblica (cursus honorum) anteriores al consulado.El acto en cuestin consisti en construir un templo a Marte, pro-metido un 9 de junio, a raz de una gran batalla, acaso la toma deBraga, segn decamos.

    Es probable que, como amigo de Escipin Emiliano, Bruto elGalaico compartiese el entusiasmo de aqul por la entonces inci-piente helenizacin de Roma. En tal sentido hablan, primero, lanoticia de que encomend el proyecto al arquitecto Hermodoro deSalamina, 9 y, en segundo, la instalacin dentro del mismo de dosestatuas griegas, un Marte sedente de tamao colosal y una Venus

    8. C. Torres, La fundacin de Valencia, en Ampurias, 13 (1951), 113 y ss.9. C. Nepote, en Prisciano VIII, 17.

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  • A. BLANCO FREIJEIRO

    desnuda, anterior a la de Praxiteles. El autor de ambas era nadamenos que el pario Escopas.

    Tanto Plinio como Nepote sitan el templo de Bruto el Galaicoen las proximidades del Circo Flaminio, donde un fragmento de laForma Urbis reproduce las plantas de unos edificios columnados.Fornari fue el primero en identificar uno de ellos, un templo rec-tangular perptero y hexstilo, con el construido a Marte por Brutoel Galaico, apoyndose en la situacin del edificio en las cercanasdel circo, en su tamao (grande para la temprana fecha de su cons-truccin), en el helenismo de su estilo y en su capacidad para con-tener las estatuas citadas por Plinio. 11 Ms tarde, las excavacionesy la urbanizacin del Largo Argentina han descubierto todo su po-dio, dejando slo en su cabecera el bside de la iglesia de S. Nicolain Calcarario que se haba levantado sobre l. Privado hoy, por lodems, de los aadidos medievales, el templo (Lm. I) apareceen su elegante simplicidad. 12 No ha sido posible recuperar ningunade las columnas de su fachada, pero s, en cambio, restaurar en par-te las nueve de cada lado, el podio de tufo y la escalinata de peperi-no. Las excavaciones no han proporcionado prueba segura de queefectivamente se trate del Templo de Marte, pero tampoco paranegar esta atribucin, que figura entre las ms plausibles. 13 Wijk-striim, en efecto, aade a los argumentos de Fornari algunos msen pro de la misma atribucin : el material de la obra es el tufode Anio, utilizado en edificios romanos desde 144, aproximadamen-te, hasta los alrededores del 80 a. C., en que fue reemplazado pormejores piedras, justamente el perodo dentro del que Bruto cons-truye su templo. Por otro lado, consta que en la Edad Media se lellamaba Templum Veneris in Calcarario, como en recuerdo de laclebre Venus desnuda que Bruto haba instalado en l, junto alcoloso de Marte. 14

    10. Hablando de las esculturas de ste, dice Plinio, XXXVI, 26: nunc vero praeter supradicta quae que nescimus Mars etiarnnum est sedens colossiaeus eiusdem manu in templum BrutiCallaeci apud circum eumdem, praeterea Venus in eodem loco nuda. Praxiteliam illam antecedensquemcum que alium locum rzobilitatura.

    11. F. Fornari, Di un antico tempio presso al Circo Flaminio, en Bull. Com., 49 (1911),261 y SS.

    12. G. Marchetti-Longhi, L'Area Sacra ed i templi republicani del Largo Argentina, Roma,1930, 45 y SS.

    13. G. Lugli, I monumenti antichi di Roma e Suburbio, III (1938), 62 y 68.14. B. Wijkstrm, Welche sind die Tempel auf der Piazza Argentina?, en Acta Inst. Rom.

    Regni Sueciae, 2 (1932), 17 y ss., y en particular 24 y s.

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  • MONUMENTOS ROMANOS DE LA CONQUISTA DE GALICIA

    LOS MONUMENTOS FUNERARIOS DE LA VIA FLAMINIA.

    Entre los arios 1877 y 1880 fueron demolidas las torres puestaspor Sixto IV en la Porta Flaminia. Con tal motivo aparecieron, en-tre los materiales aprovechados, los restos de varios sepulcros mo-numentales que antiguamente se levantaban en la va que comen-zaba en aquella parte de la ciudad. Algunos de esos restos puedenverse hoy da al aire libre, en el jardn del Museo Nuovo Capitolino,adosados al muro del mismo y entremezclados con la yedra quepor ellos trepa.

    Tal vez haya aqu ms de un recuerdo de las campaas peninsu-lares de Csar y de Augusto. Un ttulo monumental, en dos trozos,dedicado a L. ASPRENATI L.F. COS. AV(g). evoca a aquel procn-sul Asprenas que sirvi primero a Csar en la Guerra de Africa,15y despus, oportunamente, le trajo a Crdoba desde Italia la prime-ra remesa de jinetes para la campaa de Munda. 16 Se trata de unainscripcin de buen tamao, con un alto que oscila de 53 a 59 cm. 17Pero los Asprenas fueron varios y por tanto hay varios candidatosa este ttulo. Dessau lo atribua a un nieto del colaborador de Csar,cnsul sufecto del ario 6 a. C. y llamado, como su abuelo, L. NoniusAsprenas ; 18 pero seguramente hay que dar razn a Groag y atri-buirlo a un hijo del mismo, cnsul en 29 d. C. y augur, no VIlvirepulonum como lo fuera su padre. 19 En todo caso, es interesanteconstatar que el monumento funerario de la familia estaba aqu,construido por no sabernos cul de sus miembros.

    Aparte esta inscripcin, y recuperado con ella, hay un friso d-rico de mrmol lunense, 20 que puede no tener relacin alguna conel mausoleo de los Asprenas pero evoca, como ste, recuerdos delas guerras hispnicas. Los relieves de sus metopas ofrecen los si-guientes motivos : 1) caetra o ptera ; 2) cabeza de len, de perfil ;3) roseta ; 4) cabeza de un guerrero brbaro, con el pelo atado comocola de caballo sobre la coronilla (recurdese la referencia de Estra-

    15. Bel!. Alr. 80, 4.16. Bel!. Hisp. 10: Suo loco praeteritum est quod equites ex Italia cum Asprenate ad Caesa-

    rem venissent.17. Bull. Com . 1877, 247, lms. XX, XXI.18. PIR, II, 1897, 409; cfr. tambin R. E. XVII, 1, 867, n.. 16.19. R. E. cit., 872, n.. 17.20. Bull Com. VIII (1880), 178, lms. XII-)CIII.

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  • A. BLANCO FREIJEIRO

    Fig. 1.Fragmento de una estatua de gue-rrero lusitano con caetra decorada. De

    Cendufe. Lisboa, Museo Etnolgico.

    bn a la costumbre lusitana de atarse los cabellos a la hora delcombate), y sobre todo, 5) una caetra lusitana ante un aspa formadapor una espada corta, de empuadura terminada en glbulos, y unalanza o dardo (Lm. II, fig. 2).

    La caetra tiene una decoracin peculiar, tpica de los lusitanos,pero tan inslita en Italia que sus editores la describen como unlaberinto. Del umbo central parten cuatro calles o canales quealcanzan el borde exterior y dividen la superficie del escudo en cua-tro segmentos iguales. Cada uno de stos presenta, por dentro, unosrecuadros curvos en resalte, de la misma forma que el segmento aque pertenecen, y por fuera una orla de eses acostadas entre ta-chones circulares. El portador de una caetra de este tipo es unode los guerreros de San Jorge de Vizella ; " otro, el fragmento deuna estatua de Cendufe, en el Museo Etnolgico de Lisboa (fig. 1).22La concomitancia es tan estrecha, que ofrece un argumento muyslido para datar estas estatuas, con ms precisin que hasta ahora,en los primeros arios del Imperio.

    21. J. Leite de Vasconcellos, Religioes da Lusitania III, Lisboa, 1913, 54, fig. 26 A.22. F. Lpez Cuevillas, Armera posthallstttica del Noroeste hispnico, en CEG. 11 (1946-47).

    554 y ss., lm. III y figs. 6, 7.

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  • MONUMENTOS ROMANOS DE LA CONQUISTA DE GALICIA

    El simbolismo de estos escudos debi de ser tan claro en su tiem-po, que algunas de las monedas oficiales de bronce acuadas enEspaa por Augusto durante la guerra contra cntabros, astures ygalaicos, los reproducen fielmente (Lm. II, figs. 3 y 4). Son dupon-dios y ases con el escudo solo o acompaado de pual, falcata ydos dardos, las armas ms temibles y caractersticas del medio in-dgena. 23 El anverso lleva una cabeza de Augusto entre palma y ca-duceo, con la leyenda IMP. AVG. DIVI F. (Lm. II, fig. 3), similar porsu estilo a las de Colonia Patricia, 24 Ebora, 25 Rmula, 26 Pax Iulia 27y Emrita. 28 Esta comunidad del estilo en el retrato del emperadorimpide sealar con precisin, pero no sin aproximacin, la ceca delas monedas con la caetra lusitana. Su candidato ms verosmil,como apunta Grant, resulta Emrita, la nueva capital entonces dela provincia lusitana. De ser cierta la hiptesis, el escudo sera unemblema tnico o un signo de reconocimiento hacia los lusitanosque haban acompaado a las legiones de Carisio como auxiliaresen sus campaas del 26 y 25 a. C. Empieza a apuntar as, para laLusitania romana, el concepto de Provincia Pia et Fidelis, que habade ser fundamental en la nueva organizacin del Imperio. La con-trapartida la dan las estatuas de los guerreros lusitanos, probable-mente monumentos funerarios de cados al servicio de Roma.

    Desde el siglo I a. C. estuvieron en boga las descripciones dearmas, a modo de complemento de las costumbres de todos lospueblos con que entraban en contacto griegos y romanos. Quizfuera un sistema etnogrfico implantado por Posidonio y secun-dado por Diodoro y Estrabn, al ltimo de los cuales debemos elconocimiento de que el escudo lusitano meda dos pies de dimetroy se llevaba suspendido del cuerpo. 29 Por entonces debieron dehacerse tambin corrientes en Roma las colecciones de armas ofen-sivas y defensivas, reflejo de esa curiosidad etnogrfica patente enla literatura. Sin preocuparse del anacronismo en que incurre, Vir-

    23. A. Vives, La moneda hispnica, I, p. CXVII s.; M. Grant, From Imperium lo Auctoritas,Cambridge, 1969, 121 s., lm. V, 6.

    24. Vives, op. cit., lm. CLXV.25. Ibidem, CLXV, 1, 2.26. Ibidem, CLXVII, 1.27. Ibidem, CLXVII, I.28. Ibidem, CXL, 1.29. Estrab. III, 3, 6; H. Sandars, The Weapons of the Iberians, en Archaeologia, 64

    (1912-13), 205 y 280.

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  • A. BLANCO FREIJEIRO

    gilio no vacila en poner en manos de Turno una falarica hispana. 30Y el monumento de Porta Flaminia ofrece un testimonio de que lafamilia propietaria del mismo estaba en condiciones de ofrecer alescultor un modelo autntico de cae tra lusitana, con todos los deta-lles de su decoracin laberntica, y acaso tambin una espada y unvenablo.

    Dada la precisin con que la caetra ha sido trasladada a la me-topa cabra esperar lo mismo de la espada corta. Sin embargo, noparece ser as. La mayor parte de sta se encuentra cubierta porel escudo. El pomo tiene dos antenas esfricas de pie atrofiado,con una protuberancia en el centro ; la parte superior de la empua-dura est rodeada de un alambre helicoidal, y a continuacin, porel centro, hay un ensanche que parece corresponder a un grupo deanillos de cuentas. Quiz los paralelos ms aproximados que hastael momento se puedan aducir, se encuentren entre los puales deAlccer do Sal, 31 aunque la protuberancia del centro, semejante alas ollitas de las espadas castreas, no se encuentre entre las delyacimiento portugus.

    Segn antes decamos, es imposible determinar a quin pertene-cieron estos recuerdos etnogrficos y a quin el monumento mismoen que se encuentran representados. La familia de Asprenas tuvo sumausoleo por aquellos parajes y conoci bien a los lusitanos enlas campaas de Csar. Sin embargo, los primeros editores del frisolo pusieron ms bien en relacin con un epgrafe muy mutilado, enel que se lea : ...f(ilius) Pap(iria tribu)...u]s [...Leg...Mac]edonicae[trib. Leg. VI Ge]mellae, [praef.] fabr(um)... Si las legiones aludi-das fuesen la IV Macednica y la VI Gemella, el militar a que sealude podra haber intervenido en las guerras contra cntabros, as-tures y galaicos, pero en todo caso seguiramos ignorando su iden-tidad.

    Esta laguna, sin embargo, no merma el inters de estas repercu-siones de las guerras espaolas en la capital misma del imperio. LaHispania abatida que figura en la coraza del Augusto de Primaporta,no fue evidentemente la nica.

    30. Virg. En. IX, 705; otros testimonios en B. Rehm, Das geographische Bild des altenItalien in Vergils Aenaeis., Phitologus, Suppl. XXIV, 2, Leipzig, 1932.

    31. W. Schle, Die Meseta-Kulturen der lberischen Halbinsel, I, 99, lm. 97.

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