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Conceptos y fenómenos fundamentales de nuestro tiempo UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO  INSTITUTO DE INVTIGACION SOCIAL LITERA TURA Y REALIDAD CARLOS MONTEMAYOR  Febrero 2009

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    Conceptosy fenmenos

    fundamentalesde nuestro

    tiempo

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICOINSTITUTO DE INVTIGACION SOCIAL

    LITERATURA Y REALIDAD

    CARLOS MONTEMAYORFebrero 2009

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    LITERATURA Y REALIDAD

    Por Carlos Montemayor

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    Trminos como realidad, ficcino historia se abren paso en la actividad de toda sociedad

    con numerosos supuestos que no se tornan explcitos, particularmente entre polticos,

    historiadores y escritores. Por principio, damos a la palabra historia varios sentidos y

    conferimos distintas calidades a la palabra realidad. En ocasiones historia significa el

    pasado. En otras significa las obras de los historiadores. En otro momento la palabra se aplica

    a la disciplina que los historiadores ejercen. En otros se aplica a un profesor o juez ficticio: un

    sujeto que da lecciones y juzga a generaciones en frases como la historia nos ensea oel

    juicio de la historia.

    El Diccionario de la Real Academia, en su edicin del ao 2001, registra an diez

    acepciones bsicas de la palabra historia, cuya amplitud de sentidos demuestra la facilidad de

    equvocos que puede imprimir el trmino en los discursos especializados o legos. En el

    espaol actual, historiasignifica narracin de acontecimientos pasados y dignos de memoria,

    pblicos o privados; disciplina que estudia y narra estos sucesos; obra histrica compuesta

    por un autor; conjunto de sucesos o hechos polticos y sociales de un pueblo o de una

    nacin; conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en unperodo de ella; relacin de cualquier aventura o suceso; narracin inventada; mentira o

    pretexto; cuento, chisme, enredo, y cuadro o tapiz que representa un caso histrico o

    fabuloso. El diccionario agrega otras frases como historia clnicao relacin de los datos

    con significacin mdica referentes a un enfermo; historia natural como ciencia que

    estudia los tres reinos de la naturaleza, el animal, el vegetal y el mineral; historia sacra o

    sagrada, como conjunto de narraciones histricas contenidas en el Antiguo y el Nuevo

    Testamento; por ltimo, historia universal, como la de todos los tiempos y pueblos del

    mundo.

    El uso es amplio en espaol y sus variantes de sentido llegan a ser en distintos momentos

    opuestas. El fenmeno ocurre en otras lenguas modernas, lo que acenta la muy extendida

    aceptacin del trmino en el mundo contemporneo y su inclusin en numerosas situaciones

    de la vida diaria. Fuera de su uso comn, otras ambigedades complican ms la aplicacin de

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    esta palabra en campos polticos e historiogrficos. Primero, creer que el pasado es algoque

    existe. Segundo, creer que, por tanto, ese algoes susceptible de presentarse como real. Tercero,

    postular que el pasado es parte de la realidad. Cuarto, creer que esa realidad que se llama

    pasadoest en algn lugar, intacta, inamovible. Quinto, suponer que el historiador trabaja con

    esa realidad y no con invenciones o supuestos; por ello, creer que el historiador slo ve

    hechos histricos reales, comprobables y objetivos. Sexto, creer que es posible, entre otras

    cosas, acudir y penetrar en ese pasado y adquirir un fragmento y analizarlo objetivamente en

    nuestros das como franca y llana realidad, no como inferencia ni invencin. Sptimo, que, por

    tanto, ese pasado objetivo es la esencia de la Historia(uso el polivalente vocablo para recalcar

    los supuestos de pasado, bibliografa y disciplina).

    2

    Conviene que veamos algunos episodios antiguos de la palabra historia. El trmino es de

    origen griego y proviene de , que en Herodoto, Esquilo, Sfocles o Polibio es

    preguntar, inquirir o informarse de algo; en otros autores, entre ellos Plutarco, Galeno e

    Hipcrates, tambin es examinar y observar; en muchas ocasiones, sealadamente en

    Herodoto, significa preguntar ointerrogar. En Teofrasto, Plutarco, Estrabn y otros autores,

    la misma palabra significa relatar, referir lo que uno ha aprendido u observado, de aquque signifique en Anacreonte, Dionisio de Halicarnaso y Plutarco, narracin o

    relato.

    As pues, , en trminos generales era pesquisa, exploracin, informacin,

    conocimiento y relato, lo que bien se aviene con los trabajos iniciales y diversos de Herodoto.

    Pero la misma palabra signific tambin observacin cientfica o sistemticaen Epicuro, y

    ciencia o sistema de observaciones o datos registradosen Galeno y Aristteles. En el caso

    de este ltimo, aplic el trmino en los diez libros de su , ttulo que se

    tradujo en latn como Historia animalium; en espaol podramos traducirlo como Sobre la

    historia de los animales, donde la palabra historia tiene el sentido de informaciones o

    datos obtenidos por pesquisas u observaciones.

    Recordemos, igualmente, que el trmino significaba indicio, pero tambin

    testimonio, y que , adems de histrico, signific a veces, en Aristteles y Plutarco,

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    por ejemplo, exacto, preciso, cientfico. El adverbio ,adems de histricamente,

    signific por medio de pesquisas, pero en Aristteles tambin cientficamentey en Galeno

    lo conocido por observacin personal. Por tanto, era escribir historia e

    el trabajo de historiador; sta ltima palabra, historiografa, que aparece en

    una interpolacin de Josephus, es til inclusive en nuestros das para distinguir entre la

    relacin de ciertos hechos y la ciencia que explora esa relacin de hechos; Campanella

    retom el trmino en el Renacimiento como arte de escribir la historia. Finalmente,

    es, en numerosos autorese incluso en inscripciones, el historiador, el escritor

    de la historia; la forma aparece en inscripciones de Delfos y Creta.

    De las historias de Herodoto a las obras de Tucdides, Polibio o Tito Livio, hay un

    avance notorio en el manejo crtico de los hechos y de las fuentes disponibles para conocer

    tales hechos. Aunque actualmente se tiende a emplear el concepto slo como historia de

    hechos humanos, la divisin en tres grandes campos planteada por Francis Bacon no

    desaparece del todo: la historia de la Naturaleza, la historia del hombre y la historia sagrada.

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    Para Nicola Abbagnano el trmino historia presenta una ambigedad fundamental;

    significa, por un lado, el conocimiento de los hechos humanos o la ciencia que disciplina ydirige este conocimiento (historia rerum gestarum), y por el otro, los hechos mismos, un

    conjunto o la totalidad de ellos (res gestae). Por ello, utiliza el trmino historiografapara

    indicar el conocimiento histrico y el trmino Historia, con mayscula, para los

    significados atribuidos a la realidad histricacomo pasado, tradicin, mundo histrico o

    sujeto de la historiografa. Siguiendo a Heidegger, seala que el significado ms importante

    filosficamente es el de mundo histrico, la totalidad de los modos de ser y de las

    creaciones humanas en el mundo, la totalidad de la vida espiritual o de las culturas, que

    se opone a la naturaleza como la totalidad de lo independiente del hombre o que no fue

    su produccin ni creacin. Las interpretaciones o corrientes de la filosofa de la Historia

    gravitan sobre este concepto de mundo histrico, porque as se le puede designar como

    un objeto nico y simple, valorizable en su conjunto. Sin embargo:

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    La nocin de mundo histrico como totalidad y la nocin misma de

    mundo estn fuera de las capacidades efectivas de investigacin y de

    inteligencia de que dispone el hombre. La Historia, como objeto de la

    historiografa, nunca es un mundo en este sentido, o sea la totalidad

    absoluta de los acontecimientos humanos. Un perodo histrico y un

    conjunto de instituciones es a veces llamado mundo (por ejemplo: el

    mundo antiguo o el mundo oriental) slo en el sentido de una totalidad

    relativamente homognea de culturas y no en sentido absoluto. La expresin

    misma mundo histrico, si recibe el significado de objeto general de las

    disciplinas historiogrficas, designa no una totalidad absoluta, sino el

    campo relativamente homogneo en el cual operan y se encuentran las

    tcnicas de las disciplinas historiogrficas. Por lo tanto, si se entiende porrealidad histrica simplemente el objeto del conocimiento histrico, se

    renuncia ipso factoal concepto del mundo histrico como totalidad absoluta

    y a todo juicio acerca de esta totalidad. Se renuncia, tambin, a considerar

    todoslos hechos como hechos histricos, ya que la afirmacin de que todos

    los hechos son histricos no es ms que otro modo de expresar la nocin de

    la Historia como totalidad absoluta. Por otro lado, si ella no es el mundo

    histrico, no existe la historia. Toda Historia, desde este punto de vista, es laHistoria de alguna cosa (un perodo, una institucin, una personalidad), pero

    no es un proceso o una sustancia nica o universal que comprenda todo

    dentro de s. Las expresiones objeto histrico o realidad histrica son,

    desde este punto de vista, solamente nombres comunes para indicar

    cualquier tema de investigacin historiogrfica.

    Para Abbagnano la historiografa contempornea permite asentar ciertos caracteres del

    objeto histrico. Primero la individualidad o unicidad; es decir, el hecho histrico es nico e

    irrepetible, desde el momento que est individualizado por dos parmetros fundamentales, la

    cronologa y la geografa. Segundo, el hecho se correlacionacon otros para ser explicado o

    comprendido; a esta correlacinse le ha querido interpretar, insuficientemente, y quizs en

    vano, como relacin causal, pues con la eliminacin del concepto de ley o causalidad, se

    elimina tambin el concepto de necesidad de la Historia, avance metodolgico esencial en

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    nuestros das, pero incmodo para visiones ideolgicas o religiosas universalistas que

    resuelven la historia a priori, desde el pensamiento cristiano y providencial, hasta Hegel y el

    materialismo histrico, segn veremos ms adelante.

    El tercer carcter del objeto histrico es su significado o importancia en el probable

    condicionamiento de otros hechos, sin que esto quiera decir que el hecho mismo posea una

    cualidad inherente de modo absoluto en cualquier contexto, pues en otros ser menos

    importante o tendra nula relevancia.

    Por otra parte, la individualidaddel hecho histrico permite distinguirlo del objeto de

    otras ciencias sociales, como el de la sociologa, donde los hechos en general poseen el

    carcter de la repetibilidad.Los tres caracteres son tiles, adems, para distinguir el hecho

    histrico del hecho de crnica, que no es ni individualizado ni correlacionado

    suficientemente con otros hechos, ni tampoco resulta significativo. Sin embargo, siacudimos a la literatura, para mencionar dos ejemplos clsicos, podemos afirmar que en La

    Iladao en La Eneidalos hechos narrados son individualesy nicos, correlacionados y

    significativos, y que incluso se conectan con otras vertientes: la primera obra, con el

    nacimiento de la arqueologa moderna sobre los perodos micnico y minoico; la segunda,

    con el inters poltico e ideolgico del imperio romano.

    4

    Al principio del primer ensayo de su La historia como hazaa de la libertad, Benedetto

    Croce afirm que la crtica de las obras histricas tropieza con las mismas dificultades que la

    crtica de poesa; al final de la obra, expres que la poesa y la historiografa son las dos

    alas de un mismo ser, los dos momentos ligados entre s del espritu que conoce.

    En efecto en el espacio literario tambin se impone una ambigedad y polivalencia

    terminolgica. Novela, ficcin, literatura, narrativa, comienzan a significar muchas cosas.

    Desde la academia anglosajona, literaturaes la bibliografa y los catlogos sobre cualquier

    tema: medicina, llantas, gastronoma, armas. Narrativa es ahora la exposicin y anlisis

    burocrtico o militar de documentos polticos. Novela es ahora el drama televisivo y

    ficcinel nuevo trmino para novela. Fantasa o ficcin, finalmente, es en nuestros das el

    valor esencial de lo que antes se llamaba literatura. De manera gradual, pues, y con nuevas

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    terminologas, se ha ido desterrando de la realidad a las tareas literarias. La unicidad,

    correlacin e importanciade los hechos literarios tienden a considerarse ficcin. Los

    hermanos Karamazov no cuentan con documentacin legal, ciertamente, pero son un

    magnfico documento histrico sobre la Rusia de su tiempo.La Ilada, El Decamern,

    El Quijote,los dramas de Shakespeare, contienen informacin valiosa sobre la realidad de

    su tiempo.

    Una de las condiciones fundamentales de la investigacin historiogrfica en nuestros das

    es entender el pasado sin reducirlo o asimilarlo al presente. Este alejamiento del pasado

    era para Nietzsche lo propio de la historia crtica,a diferencia de la historia arqueolgica

    que conserva y venera o de la historia monumentalque exalta y alienta. No es fcil, sin

    embargo, tal alejamiento, y de diversas maneras lo arqueolgico y lo monumental afectan a

    la investigacin crtica y a la accin literaria. Por lo que toca a la historiografacontempornea, un aspecto relevante es el de limitar la intervencin de los intereses del

    historiador no slo durante su investigacin, sino en el momento de la eleccin del hecho

    a investigar. Intereses personales modifican la eleccin historiogrfica y la eleccin del

    tema literario. Croce deca que hay custodios vigilantes del fuego sagrado de la religin

    y el patriotismo que inventan libros de historia para familias, para los alemanes, los

    franceses u otros pueblos, o para familias catlicas, o para evanglicos, llenos de

    hazaas heroicas o actos piadosos de devocin y costumbres edificantes. Lo mismopodramos decir de la literatura.

    Muchos mecanismos polticos, religiosos e ideolgicos limitan la eleccin o seleccin

    historiogrfica y literaria y exigen que el historiador o el escritor se interesen en una

    direccin determinada. Abbagnano seala que la posibilidad de la seleccin historiogrfica

    no se funda en la posibilidad de que el pasado cambie: No se trata de que el pasado en s

    pueda cambiar, sino que puede cambiar la seleccin que el presente realiza del pasado.

    Croce deca que toda historia tiene un carcter contemporneo: la historia, en realidad,

    est en relacin con las necesidades actuales: El hombre es un microcosmos, no en el

    sentido natural, sino en el sentido histrico: un compendio de la historia universal. Los

    documentos reconocidos especficamente como tales por los investigadores, parecern muy

    escasos en la masa total de documentos en que habremos de apoyarnos continuamente,

    como el lenguaje que hablamos, las costumbres que no son familiares, la intuicin y el

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    razonamiento que empleamos casi por instinto, las experiencias que, por decirlo as,

    llevamos en nuestra carne. Sin estos otros documentos, algunos de nuestros recuerdos

    histricos seran difciles, o del todo imposibles.

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    Olvidamos que la "historia" y la literatura, las ciencias y las artes, son acciones sobre

    nuestro propio presente, o acciones que desde hoy parten hacia todo lo que somos capaces de

    ver aqu y ahora, llmese vida o verdad humana, vida o verdad del universo, vida o verdad del

    pasado. En esa intervencin de intereses que surge al elegir un hecho o un tema literario,

    al desarrollar una investigacin o al estructurar una novela, hay un eje permanente que

    deslumbra, interviene y a menudo distorsiona toda investigacin y destierra a la literatura delreino de lo real: la objetividad. sta es, en efecto, una de las ficciones ms atractivas y

    enceguecedoras de los historiadores y los polticos. La pasin por la objetividad tiene como

    riesgo ms peligroso el conducirnos a la formulacin oficial de la realidad. La versin oficial

    en turno es una secuela lgica de los conceptos realidad y objetividad cuando no aceptan

    cuestionamiento alguno. Estos son los caminos por los que, decamos al inicio, los trminos

    realidad, ficcino historiaparten de numerosos supuestos que no se tornan explcitos entre

    polticos, historiadores y escritores.Cada vez que me siento tentado por la tendencia de creer en la objetividad pura y llana,

    suelo releer un prrafo de El Conocimiento Histricode H.I. Marrou,

    Qu ilusin tan grande esa de poder abordar las cosas mismas, el pasado

    tal cual realmente fue! Tratar de conocer sin emplear los instrumentos

    lgicos del conocimiento sera contradictorio. Lo haremos ver sin gran

    trabajo examinando el caso del ejemplo que hemos escogido, el asesinato de

    Csar: Qu querra decir conocer este episodio del pasado yendo a las

    cosas mismas? A costa de muchos esfuerzos se llegara a obtener todo lo

    ms, el siguiente relato:

    En determinado instante tdel devenir universal (que podra fijarse con

    exactitud refirindolo a la presencia de los equinoccios y a los movimientos

    aparentes de la luna y del sol), en un punto de la superficie terrestre definido

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    por las coordenadas x de latitud Norte y de longitud Este de Greenwich,

    dentro de un recinto murado en forma de paraleleppedo rectangular donde

    se hallaban reunidos unos trescientos individuos machos de la especie homo

    sapiens, penetr otro individuo perteneciente a la misma especie, siguiendo

    una trayectoria rectilnea, que en el instante t + n, mientras los dems

    individuos presentes oscilaban un poco en su posicin de equilibrio, doce de

    ellos empezaron a moverse siguiendo con acelerada rapidez unas

    trayectorias convergentes que se juntaron en el punto m con la trayectoria

    del antes citado. En las extremidades prensiles de los miembros superiores

    derechos de los doce haba unas alargadas y afiladas pirmides de acero que,

    a viva fuerza, fueron hundidas en el cuerpo del dicho primer individuo,

    producindole profundos cortes en tejidos musculares y viscerales llamadoscomnmente heridas y provocando cambios en los procesos catablicos y

    anablicos que suelen designarse con la palabra muerte.

    Lejos de procurarnos este procedimiento una visin ms directa del

    pasado, tales conceptos, esquemticos, no nos han proporcionado ms que

    una imagen mutilada de aquella realidad humana. Para reflejar su riqueza de

    un modo ms preciso y complejo sin jactarnos nunca de agotarlas-

    tendremos no que renunciar a servirnos de esos conceptos cientficos, pero sque completarlos recurriendo a toda una serie de conceptos distintos,

    especficamente humanos, que no slo nos permitiran captar mejor la

    realidad histrica, sino que le conferirn una estructura dotada de un alto

    grado de inteligibilidad: sern las nociones de repblica, monarqua,

    aristocracia, legalidad; dictador, senado, nobilitas; conspiracin, ambicin,

    ingratitud, desesperacin

    Croce emple, como record Marrou, otro ejemplo de Tito Livio (XXII, XLIV, 1), donde

    aparecen conceptos como guerra, ejrcito, persecucin, fortificacin, sueo, amor, odio o

    patria. Como se observa en el citado pasaje de la muerte de Csar, los conceptos "objetivos"

    de otras disciplinas forman un complejo semntico que hace empalidecer a la palabra literatura

    e incluso al trmino ficcin. Pierden sentido sobre todo cuando nos proponemos descifrar la

    dimensin humana, poltica, social, ideolgica, emocional, sensual, sensorial, de la "realidad"

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    de hoy o de ayer, que ser una accin que formule o defina el presente, el pasado o el futuro

    desde nuestra perspectiva vital, ideolgica, cientfica, de hoy. Porque nosotros inventamos,

    segn expuso prstinamente Edmundo O'Gorman, los hechos histricos. Siempre es un hoy

    cuando los inventamos. Hoy es cuando creamos un nuevo pasado.

    Pues bien, todo enfrentamiento ideolgico es, en principio, en la vida poltica, el

    enfrentamiento de distintos grupos empeados en un conocimiento divergente. Por ello, todo

    cuestionamiento no slo es enfrentarse contra los grupos en el poder, sino contra la

    construccin verbal misma que de la realidad formulan los grupos. Con frecuencia la

    polarizacin de versiones oficiales partidistas hace de las "realidades" legibles o

    ideolgicamente construidas una oscura zona que dificulta la opinin del ciudadano, del

    periodista, del poltico mismo o del escritor. La historia oficial es quizs el saldo poltico ms

    afortunado que consiguieron, en cuanto construcciones verbales de la realidad, hasta hacepocos aos, los varios gobiernos mexicanos autodenominados de la Revolucin. Ningn

    sector se despliega como fuerza civil en una contienda poltica o armada sin una visin de la

    realidad que lo justifique o lo defina como la parte poseedora de la verdad poltica. No hay

    traidores de oficio. Hay hombres que hacen todo lo posible por realizar sus valores polticos.

    Cuando la literatura escapa de la camisa de fuerza de una sola versin de la realidad y logra

    acercarse simultneamente a la otra o a las otras, puede ilustrar de manera ms profunda la

    condicin humana.La versin del mundo, pues, no es una construccin fcil. Si los escritores de la Biblia

    justificaban la masacre de palestinos por la voluntad de Dios, tambin ciertos gobiernos, no

    slo estadunidenses, justifican otras masacres por la voluntad divina y la proteccin de la

    democracia: todo lo que no corresponde con su "versin" se toma como enemigo, comunista,

    antidemocrtico, narcotraficante o terrorista. Todo grupo en el poder descalifica as a quienes

    los impugnan. As lo hizo el gobierno colonial con Hidalgo, Morelos o Allende. As lo hizo el

    gobierno conservador con Jurez o Melchor Ocampo. As lo hizo el porfirismo y el

    carrancismo con Villa o Zapata. As actuaron los gobiernos contemporneos con Lucio

    Cabaas, Arturo Gmiz, la Liga 23 de Septiembre o el Ejercito Zapatista de Liberacin

    Nacional. As actuaron los imperios contra las insurrecciones en sus dominios. Esa actitud

    permanente de impugnacin, de rebajar a lo mnimo al que impugna, al que no piensa como

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    nosotros o nos ataca, muestra la actividad del hombre poltico no como accin pura, sino como

    labor de ficcin.

    Claro, la literatura y la poltica siempre han estado vinculadas en toda cultura. Pero en la

    configuracin de contenidos polticos la literatura permite participar simultneamente de ms

    mundos humanos. Es decir, expresar, comprender la vivencia humana que significa el

    impugnar a los que nos impugnan y mostrar las dos esferas de la humanidad, las tres o ms

    que participen. Este ejercicio literario de La Ilada, La Eneida, El Mo Cid, La Guerra y la

    Paz, Los Invictos, Los de abajoo La sombra del caudillo, no es de ninguna manera un

    ejercicio de fantasa; es un ejercicio de la inteligencia para ser capaz de pensar como el otro

    que no piensa como nosotros, de entender al otro que no entiende las cosas como nosotros. De

    entender al asesino y a la vctima; de entender a los combatientes. Este es un camino de

    inteligencia, este es un camino de la realidad, y creo que todava sigue siendo un ejemplopreclaro La Iladaal entender que los bandos combatientes contienen hroes y grandeza; esta

    pluralidad de perspectivas tiene sus primeras luces y las sigue teniendo en el ejercicio literario.

    En la recuperacin de lo humano. En la recuperacin del dolor, de la verdad corporal y actual,

    de la vida acosada que se pierde en las calles o las plazas cada vez que una persona despierta

    ante la verdad de su suerte, ante la opresin de su ser. Ante la condena de sus luchas que an

    no terminan.

    El historiador quizs se apasiona por su descubrimiento de "hechos histricos"; el escritorse apasiona por la vivencia humana que hizo posible a esos posibles hechos. La literatura es

    una de las formas de conocimiento de la realidad, no una forma de evasin ni de ficcin.

    Cuando los trabajos del historiador y del novelista se hermanan, se aproximan, no se debe a la

    pasin por la historia, sino a la pasin por la realidad humana, a la pasin por lo humano.

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    Algunos afirmanentre ellos mis editores- que escribo novelas histricas. En cierta forma

    podramos decir que se trata de novelas histricas, s. Empero, pienso que la mayor parte de

    las novelas as llamadas modifican la perspectiva o replantean una visin historiogrfica

    previamente dilucidada. Es decir, las novelas histricas suelen derivarse de una

    historiografa ya consolidada o enfrentarse con una historiografa oficial. La novela

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    persuade por su aparente realidad humana y la historiografa por su aparente objetividad

    cientfica. Gyrgy Lukcs dedic pginas memorables al surgimiento de la novela histrica

    moderna. Quizs a algn lector sorprenda, como l lo explica, que la novela histrica de

    Walter Scott surgiera de los dramas de Shakespeare y no de la historiografa:

    Friedrich Hebbel vio con claridad la conexin entre Walter Scott y

    Shakespeare, reconociendo en Scott al moderno sucesor de Shakespeare

    Pero esta amplia y complicada conexin histrica de ambos gneros, que no

    se formaron en el espacio vaco y separados metafsicamente el uno del otro,

    no debe ocultar la separacin de principio existente entre ellos. Por lo tanto

    debe volverse a las diferencias fundamentales de forma entre drama y novela,

    descubrir la fuente de tales diferencias en la vida misma, para poder

    comprender las diferencias de ambos gneros en su relacin con la Historia.Lukcs explica que, en efecto:

    Desde un principio sorprende el hecho de que ya existieron verdaderos

    dramas histricos, incluso artsticamente perfectos en el sentido histrico,

    mucho antes de las llamadas novelas histricas de los siglos XVII y

    XVIII si prescindimos del clasicismo francs y de la mayor parte del

    drama espaol, queda claro que tanto Shakespeare como algunos de sus

    coetneospinsese en Eduardo II de Marlowe, en Perkin Warbeck de Ford,etc.- crearon verdaderos e importantes dramas histricos. A ellos debe

    aadirse a finales del siglo XVIII el segundo gran florecimiento del drama

    histrico de Goethe y Schiller, tanto en la poca juvenil como en el perodo

    de Weimar. Estos dramas no slo se hallan a un nivel artstico

    inigualablemente distinto al de los llamados antecedentes de la novela

    histrica clsica, sino que adems son histricas en un sentido

    completamente diferente, verdadero y profundo. Por otra parte, tambin

    debe constatarse que el nuevo arte histrico iniciado por Walter Scott slo

    crea un reducido nmero de productos verdaderamente importantes en la

    literatura dramtica: ante todo Boris Godunovde Puschkin, los dramas de

    Manzoni, etc. El nuevo florecimiento artstico de la concepcin histrica de

    la realidad se concentra en la novela Como es natural, existen arraigadas

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    relaciones entre la gran pica y la tragedia; no fue casualidad que Aristteles

    subrayase ya tal correspondencia. Pero en la antigedad la epopeya

    homrica y la tragedia clsica pertenecen a unas pocas claramente

    diferenciadas, y a pesar de todo, su parentesco en algunas cuestiones bsicas

    relativas a contenido y forma tienen unos caminos claramente separados en

    cuanto a su modelado. El drama de la antigedad surge del mundo pico. El

    crecimiento histrico de los contrastes sociales en la vida produce la tragedia

    como gnero del conflicto configurador.

    Es decir, la tragedia griega nace de la primera pica; se trata ah tambin de una

    continuidad literaria. Robert Schlieman ley la poesa homrica con pasin y creyendo que

    era la historia de hechos; por esa confianza en la realidad homrica se origin la

    arqueologa moderna, habamos dicho, de las culturas minoica y micnica.Una investigadora actual, Mara Cristina Pons, interesada en la abundante y reciente

    produccin de novelas histricas en Hispanoamrica, apunta que:

    en trminos generales, la reciente produccin de novelas histricas se

    caracteriza por la relectura crtica y desmitificadora del pasado a travs de la

    reescritura de la Historia. Esta reescritura incorpora, ms all de los hechos

    histricos mismos, una explcita desconfianza hacia el discurso

    historiogrfico en su produccin de las versiones oficiales de la Historia.S, en efecto, la novela histrica es til para desmitificar diversos aspectos de la

    historiografa oficial o de los contenidos oficiales de la Historia, habamos ya sealado.

    Pero mis novelas no estn reformulando ni replanteando una visin historiogrfica ya

    establecida; no constituyen una reformulacin de perodos histricos ya analizados

    previamente por especialistas; no escribo novelas histricas que ofrezcan slo

    interpretaciones nuevas. El tipo de novela que he escrito constituye en s misma la primera

    formulacin historiogrfica y narrativa de los hechos. Me ocupo de temas y hechos sociales

    relevantes que no han sido tratados por historiadores ni especialistas ya sea por su

    complejidad poltica, por la peligrosidad de la informacin militar o por la dificultad de

    penetrar en ciertos crculos sociales o clandestinos.

    No haba ningn otro libro de investigacin metdica, abarcante, sobre el movimiento

    guerrillero de Lucio Cabaas antes de Guerra en el Paraso. La novela fue resultado de un

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    trabajo de campo, de una investigacin antropolgica y hemerogrfica, de un trabajo

    particularmente de recopilacin de testimonios orales, porque uno de los ejes

    fundamentales en que me bas fue la entrevista con los protagonistas, con los

    sobrevivientes, con familiares de los protagonistas fallecidos.

    Las armas del albatambin fue resultado de un proceso de investigacin de campo y

    de una minuciosa recopilacin de testimonios orales acerca de uno de los hechos esenciales

    en la historia social de la sierra de Chihuahua: el ataque de un grupo guerrillero compuesto

    de jvenes estudiantes y campesinos a la guarnicin militar de la ciudad de Madera el 23 de

    septiembre de 1965. Desde entonces se sucedieron por diversas zonas urbanas y rurales de

    Mxico numerosos movimientos guerrilleros. La leyenda conserv la memoria de este

    alzamiento, pero con muy poca informacin disponible acerca de sus causas, desarrollo,

    hechos de armas y protagonistas sobrevivientes. Las armas del alba es una novela,ciertamente, pero tambin una revelacin historiogrfica. Por ello, como en Guerra en el

    Paraso o Los informes secretos, los personajes aparecen con sus nombres reales y la

    fuerza y objetividad de los hechos son constantes que se integran en la misma estructura

    literaria.

    Podramos decir que Tomochic, de Heriberto Fras, es la primera formulacin

    historiogrfica y literaria de la masacre emprendida por el ejrcito de Porfirio Daz en un

    poblado de la sierra de Chihuahua. Podramos reconocer que Las Memorias de PanchoVilla o El guila y la serpiente de Martn Luis Guzmn son tambin resultado de

    investigaciones documentales y testimoniales del autor, de historia oral, particularmente en

    el caso de las Memorias de Pancho Villa, y al mismo tiempo son libros de arte. Ambos

    escribieron novelas que no confrontaban ni reformulaban una historiografa previa, sino que

    formaban parte de la primera expresin historiogrfica y de la primera y profunda

    expresin literaria. Los muchos o pocos lectores de Heriberto Fras o de Martn Luis

    Guzmn lo siguen siendo no slo por atender a la importancia histrica de la obra de estos

    autores, sino por su importancia narrativa.

    Yo comenc a escribir Las armas del albapensando que sera la primera de tres o de

    cuatro novelas sobre el movimiento campesino de Chihuahua, desde las movilizaciones

    campesinas de 1959, que modificaron las polticas oficiales federales en todo el pas

    durante los siguientes 20 aos y consiguieron afectar grandes latifundios en Chihuahua y

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    Durango en beneficio de nuevos centros ejidales forestales, ganaderos y agrcolas. Ese

    impulso original continu hasta los inicios del siglo XXI en una extensa parte de la sierra

    de Chihuahua y Durango, con uno de los personajes de esa novela, lvaro Ros. Parte del

    ese movimiento inicial se radicaliz y tom las armas. En suma, se trat de uno de los

    movimientos campesinos ms importantes del siglo XX en Mxico.

    A este tipo de literatura no deberamos llamarle novela histrica. Quizs novela poltica,

    novela inaugural, novela inicial, de investigacin o descubrimiento. No me parecera

    acertado llamarla testimonial o periodstica. Pienso que todava no tenemos un deslinde

    crtico suficiente para designarla. El escritor argentino Miguel Bonasso, que tambin

    escribe novelas as, de investigacin, como Don Alfredo, le llama novela de no ficcin.

    La nica ventaja de esta expresin es que aleja de la novela el fantasma de lo ficticio.

    Mxico, marzo de 2009.

    BIBLIOGRAFA SUMARIA

    Abbagnano, Nicola, Diccionario de filosofa, Fondo de Cultura Econmica, Mxico,

    1986.

    Croce, Benedetto, La historia como hazaa de la libertad, Coleccin Popular, Fondo

    de Cultura Econmica, Mxico, 1960. Ferrater Mora, Jos, Diccionario de FilosofaI, Editorial Sudamericana, Buenos Aires,

    1965.

    Liddell, Henry George y Scott, Robert, A Greek-English Lexicon, The Oxford

    Classical Dictionary, Oxford University Press, Ely House, London, Great Britain, 1976.

    Lukcs, Gyrgy, Sociologa de la literatura, Ediciones Pennsula, Madrid, Espaa,

    1966.

    Marrou, H.I., El conocimiento histrico, Biblioteca Universitaria Labor, Editorial

    Labor, Barcelona, Espaa, 1968.

    OGorman, Edmundo, La invencin de Amrica, Fondo de Cultura Econmica,

    Mxico, 1958.

    Pons, Mara Cristina, Memorias del olvido,Siglo XXI Editores, Mxico, 1996.

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    Los microfilmes, documentos oficiales, archivos, entrevistas testimoniales, fichas

    hemerogrficas y notas de campo que sirvieron de sustento a las novelas Guerra en el

    Paraso, Los informes secretos, Las armas de alba y La fuga, se encuentran en el

    Fondo Carlos Montemayor de la Biblioteca Central de la Universidad Autnoma de

    Ciudad Jurez.