modelos de liderazgo para la formación escolar

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Modelos de liderazgo para la formación escolar Germán Gómez Veas Consultor e Investigador en Educación [email protected] P or lo que se refiere a la forma- ción del carácter e impulsar habilidades de liderazgo en los escolares, hemos sostenido en esta tribuna desde hace algún tiempo, que ello es fundamental por una parte, para contar con nuevas generaciones decididamente com- prometidas con el bien común; y por otra parte, pero en simultáneo, para presuponer que sobreven- drán muchos jóvenes dinámicos, creativos, justos y decididos a la hora de disponerse a servir a sus comunidades desde sus propias vocaciones. Con todo, ahora me parece conveniente hacer notar, desde la experiencia práctica de impar- tir en un colegio un programa de liderazgo a alumnos de 1º a I4º de enseñanza media, lo que en mi opinión se está asentando como el obstáculo más difícil de encarar en el ánimo de ser eficaz y realista al fomentar el liderazgo en estudian- tes. El caso es que en un contexto performativo, nadie podría igno- rar que en cierta medida, procu- rar que los jóvenes lleguen a ser líderes auténticos, es decir, que cultiven abundante capital moral, que busquen dirigir sus metas por la recta pasión y el amor a la ver- dad, que no sean imparciales ante la injusticia y la miseria, y que sean luchadores en pro de la dignidad humana, requiere de referentes humanos concretos, fáciles de reconocer por los estudiantes en el medio en que se desenvuelven. Así, al tomar en cuenta el contex- to histórico, humano y social que les toca vivir, los escolares pueden por sí mismos, descubrir, madurar, proyectar, y desde luego valorar, las conductas que les servirán de inspiración. En concreto, conviene especifi- car que para un aprendizaje expe- riencial progresivo del liderazgo, los jóvenes requieren modelos de liderazgo que proyecten una incuestionable integridad moral, que se destaquen por una recta y oportuna aplicación de la justicia, que practiquen una indubitable ética de la responsabilidad, que evidencien en su quehacer público un diligente apego al principio del hacer bien hecho, y que demues- tren en simultáneo, agilidad e intransigencia a la hora de respe- tar la dignidad humana. Sin embargo, impresiona cons- tatar que los referentes que los jóvenes advierten en los ambien- tes de la conducción política y del mundo de los negocios no sean en la actualidad, modelos de lideraz- go que les inspire una perspectiva conductual y valórica de excelen- cia. En lo concerniente a esta par- ticularidad de índole antropoló- gica y sociológica, merece la pena subrayar además, que muchos de quienes hoy están ocupando una posición de alta responsabilidad tanto en reparticiones del Estado como asimismo en corporaciones privadas, parecen haber instalado en una categoría preferente den- tro de su jerarquía de valores la ambición sin límite por el poder, la codicia, y diversas habilidades para defraudar, engañar, manipu- lar, o superponer la legalidad a la ética. Al respecto, es preciso tener presente que si los dirigentes polí- ticos y empresariales no toman conciencia de que sus actos no se remiten únicamente a ellos mis- mos, sino que proyectan valores que los trascienden, entonces ima- ginar una mejor sociedad para este siglo XXI será una quimera.

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En un contexto performativo, procurar que los jóvenes lleguen a ser líderes auténticos requiere de referentes humanos concretos.

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  • www.ladiscusion.cl EDITORIAL3LA DISCUSIN Martes 16 de junio de 2015

    LA DISCUSINDirector: Francisco Martinic Figueroa Representante legal: Daniel Seplveda H. Domicilio: 18 de septiembre 721 Fono: 422201 200 Propietario: Empresa Periodstica La Discusion S.A.

    Correo electrnico: [email protected] Sitio web: www.diarioladiscusion.cl Impresor: Impresora La Discusin S.A. Empresa Corporacin Universidad de Concepcin.

    HUMOR

    Otra mirada

    Efemrides

    Modelos de liderazgo para la formacin escolarGermn Gmez VeasConsultor e Investigador en [email protected]

    !o demuestran decenas de estudios y encuestas: los chilenos no tenemos buena opinin de nues-tra dirigencia poltica. Desde hace tiempo nos queja-mos del bajo nivel de transparencia y confiabilidad de quienes tienen a su cargo habitualmente el manejo de la cosa pblica y hoy, despus de todo lo conocido en casos como Penta, Dvalos o SQM, tambin reclama-mos una reforma integral y profunda de los procedi-mientos polticos y el surgimiento de una nueva estir-pe de dirigentes. Tales buenos deseos, sin embargo, se estrellan con la incertidumbre de cul es el camino que habra que seguir para provocar esos cambios saluda-bles y necesarios. Lo primero es ser realistas. Exigir que se vayan todos, como rezan algunos eslogan, no es ms que un impulso irracional, todo lo contrario a la serenidad y equilibrio que se necesita para analizar el problema. Es hora, por ejemplo, de que tomemos conciencia de la necesidad de buscar mtodos alternativos maduros y viables para provocar el surgimiento de una dirigencia pblica dis-tinta de aquella con la cual nos hemos acostumbrado a convivir en los ltimos aos. Una dirigencia que sea capaz de garantizar una gestin de los asuntos polticos e institucionales eficiente, rigurosa y, sobre todo, suje-ta a principios ticos ciertos y reconocibles.Tal reforma debera surgir de un recambio generacio-nal intenso y sostenido de quienes se desempean en los escenarios polticos nacionales, regionales y muni-cipales, pues la poltica lleva el sello de las personas que la practican y quienes durante demasiado tiempo -en algunos casos, durante largas y desgastantes dcadas- han sido protagonistas excluyentes de las disputas por el poder estn adheridos en muchos casos a conductas y hbitos no demasiado recomendables y de los cuales

    difcilmente podran prescindir. El caso de legisladores que prestan asesoras o tienen intereses en empresas y parlamentarios y alcaldes que vienen perpetundose en sus cargos merced a la construccin de redes clien-telistas, son ejemplos de esas desviaciones.La depuracin a la que deberamos aspirar a producir en el escenario pblico y en el cuerpo poltico deber provenir, por lo tanto, de un relevo sistemtico de las personas que actan en esos campos. En la medida en que nuevas generaciones irrumpan en la militancia partidaria y pasen a gravitar en la conduccin de los asuntos pblicos, es probable que nuevos aires y nue-vos estilos se incorporen a la vida nacional. Tal recambio requiere dos consentimientos sociales paralelos y correlativos.Hace falta una actitud de desprendimiento y disponi-bilidad de parte de quienes ocupan posiciones desde hace demasiado tiempo en los diferentes cuadros de la vida pblica nacional. A ellos les corresponde dar el paso al costado que las circunstancias y el buen criterio aconsejen dar en cada caso, a fin de generar el vaco que las nuevas promociones de dirigentes debern ocupar.El otro paso necesario es el que se espera de las propias generaciones jvenes: el pas necesita que ellas abracen el compromiso con las causas pblicas con autntica vocacin de servicio y se incorporen a la arena polti-ca.Del compromiso y de la comprensin de unos y otros, de los que deben aceptar que han cumplido su ciclo y de los que estn llamados a sustituirlos, depender que se pue-da concretar el proceso de recambio y que irrumpa una generacin de dirigentes comprometida con un modo diferente de impulsar la actividad poltica y de recons-truir la deteriorada confianza en las instituciones.

    En la medida en que nuevas generaciones irrumpan en la militancia partidaria y pasen a gravitar en la conduccin de los asuntos pblicos, es probable que nuevos aires y nuevos estilos se incorporen a la vida nacional.

    Renovacin poltica

    L a reciente renuncia del ex ministro Jorge Insunza llev a la Presidenta Michelle Bachelet a declarar que para los nombramien-tos oficiales se basan en la buena voluntad y la fe pblica, y que no le corresponde al Gobierno ser una estructura policial ni de inteligen-cia como la que se usaba en aos de la dictadura de Pinochet y que eso no se iba a reproducir.

    Ciertamente, nadie en Chile podra pretender que para nom-brar un ministro o a cualquier otro funcionario pblico se les investi-gue policialmente, ni menos que el Gobierno se convierta en una agencia de inteligencia, pero lo que s se esperara es que junto con evaluar las competencias profesio-nales y personales para ejercer un alto cargo, se indagara si los candi-datos tienen, tuvieron o pudieran tener algn conflicto tico para desempear su labor.

    Ese simple ejercicio le habra evitado a la Mandataria tener que enfrentar en pocas semanas un nuevo cambio de gabinete y las justificadas crticas por la nula prolijidad en los nombramientos de Gobierno.

    1817. Jos San Martn es nombrado general en jefe del Ejrcito de Chile.

    1818. Durante la Guerra de la Independencia, el general Bernardo OHiggins Riquelme propone una dotacin de infantes de marina para tripular la fragata Lautaro.

    1931. Muere en Santiago el profesor de msica Gregorio Segundo Cuadra, autor de numerosas canciones patriticas.

    Hace 50 aos El intendente de la provincia est invitando a reunin para el lunes, a las 18.00 horas, en el auditorio del Hospital Regional, en favor del desarrollo de la Provincia de uble.

    Hace 25 aos Una protestas de camioneros ante los tribunales de justicia, ha provocado la decisin de la Secretara Regional Ministerial de Transportes, de suspender la circulacin de mquinas de ms de dos ejes, por la ruta Bulnes a Concepcin va Quilln.

    Casinos populares

    - Yo no s para qu quieren casino, si ya tienen 13 locales en el centro...

    Nombramientos de Gobierno

    Por lo que se refiere a la forma-cin del carcter e impulsar habilidades de liderazgo en los escolares, hemos sostenido en esta tribuna desde hace algn tiempo, que ello es fundamental por una parte, para contar con nuevas generaciones decididamente com-prometidas con el bien comn; y por otra parte, pero en simultneo, para presuponer que sobreven-drn muchos jvenes dinmicos, creativos, justos y decididos a la hora de disponerse a servir a sus comunidades desde sus propias vocaciones.

    Con todo, ahora me parece conveniente hacer notar, desde la experiencia prctica de impar-tir en un colegio un programa de liderazgo a alumnos de 1 a I4 de enseanza media, lo que en mi opinin se est asentando como el obstculo ms difcil de encarar en el nimo de ser eficaz y realista al fomentar el liderazgo en estudian-tes.

    El caso es que en un contexto

    performativo, nadie podra igno-rar que en cierta medida, procu-rar que los jvenes lleguen a ser lderes autnticos, es decir, que cultiven abundante capital moral, que busquen dirigir sus metas por la recta pasin y el amor a la ver-dad, que no sean imparciales ante la injusticia y la miseria, y que sean luchadores en pro de la dignidad humana, requiere de referentes humanos concretos, fciles de reconocer por los estudiantes en el medio en que se desenvuelven. As, al tomar en cuenta el contex-to histrico, humano y social que les toca vivir, los escolares pueden por s mismos, descubrir, madurar, proyectar, y desde luego valorar, las conductas que les servirn de inspiracin.

    En concreto, conviene especifi-car que para un aprendizaje expe-riencial progresivo del liderazgo, los jvenes requieren modelos de liderazgo que proyecten una incuestionable integridad moral, que se destaquen por una recta y oportuna aplicacin de la justicia, que practiquen una indubitable tica de la responsabilidad, que evidencien en su quehacer pblico un diligente apego al principio del hacer bien hecho, y que demues-tren en simultneo, agilidad e

    intransigencia a la hora de respe-tar la dignidad humana.

    Sin embargo, impresiona cons-tatar que los referentes que los jvenes advierten en los ambien-tes de la conduccin poltica y del mundo de los negocios no sean en la actualidad, modelos de lideraz-go que les inspire una perspectiva conductual y valrica de excelen-cia. En lo concerniente a esta par-ticularidad de ndole antropol-gica y sociolgica, merece la pena subrayar adems, que muchos de quienes hoy estn ocupando una posicin de alta responsabilidad tanto en reparticiones del Estado como asimismo en corporaciones privadas, parecen haber instalado en una categora preferente den-tro de su jerarqua de valores la ambicin sin lmite por el poder, la codicia, y diversas habilidades para defraudar, engaar, manipu-lar, o superponer la legalidad a la tica.

    Al respecto, es preciso tener presente que si los dirigentes pol-ticos y empresariales no toman conciencia de que sus actos no se remiten nicamente a ellos mis-mos, sino que proyectan valores que los trascienden, entonces ima-ginar una mejor sociedad para este siglo XXI ser una quimera.