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OSIRIS Las culturas neolíticas de El Fayyum (hacia el año 5000 a. de C.) acusa un

avance cultural considerable. Cabras, cerdos y gansos, y algunas especies de cereales, se suman a los recursos de que el hombre dispone. La casa se hace mas estable, los silos sirven para preservar la cosecha, el grano se guarda en tinajas, y se van extendiendo la cestería y los tejidos de lino. La sociedad se basa en la comunidad aldeana. La cooperación hace posible logros muy importantes: los agricultores se establecen en las mismas orillas del rió y van organizándose sistemas de irrigación, mientras que alrededor, flanqueando el valle y adentrándose en el desierto subsisten los pastores nómadas.

Bueno, esto es lo que nos cuentan los libros de texto, es decir, que hace

unos 7000 años es el momento en que aparece un pequeño grado de organización en el Egipto Antiguo.

El proceso del Egipto predinastico (anterior al año 3100 a. de. C.) se

parece a una acción química de cambio lento y de reacción final súbita. Es como si un producto químico fuese cayendo a gotas en una solución durante un largo periodo de tiempo sin producir en ella ningún cambio de composición y de pronto, con relativa brusquedad, la solución cambiase y tuviéramos una sustancia estructuralmente distinta.

¿Por que esta introducción?, ¿qué tiene que ver con Osiris?. Bueno, como

veremos mas adelante, Osiris es el que comunicó o enseñó la agricultura a los Egipcios, es más, incluso les diseño las armas para cazar las fieras, es decir que no sólo se remonta su actuación a mas de 7000años de antigüedad que ya conocían la agricultura, sino que podemos seguir hacia atrás rastreando los orígenes de un pueblo recolector y cazador con lo que eso supone.

Si hacemos caso a Herodoto (484 a. de. C.) según nos cuenta en su libro

de Historia del Antiguo Egipto. En el apartado “Disgresión sobre la antigüedad de los egipcios y sobre algunos de sus dioses” nos dice que los egipcios y sus sacerdotes le informaron que desde el primer rey hasta ese sacerdote de Hefeso que reinó en último lugar, había habido trescientas cuarenta y una generaciones humanas y, en ellas otros tantos sumo-sacerdotes y reyes, es decir, que según sus informadores, en el transcurso de once mil trescientos cuarenta años, ningún dios había aparecido en forma humana. Además aseguraban que durante ese tiempo, el sol había cambiado cuatro veces de posición; en dos ocasiones había salido por donde ahora se pone y en otras dos se había puesto por donde ahora sale. Si tenemos en cuenta que la presesión de los equinoccios

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tarda 25.920 años en dar una vuelta completa, dos vueltas significarían un periodo de 52.000 años. Para explicarle lo de los trescientos cuarenta y una generaciones de sumos sacerdotes y reyes, le introdujeron en el sagrario del templo, que era grande, y le fueron mostrando, al tiempo que los enumeraban, tantos colosos como he dicho, pues cada sumo sacerdote, en el transcurso de su vida, erige allí su propia estatua. Pues bien, al hacer su enumeración mientras me las iban enseñando, los sacerdotes me hicieron ver que cada uno de ellos era hijo, a su vez, de un sumo sacerdote; comenzaron su recuento por la estatua del que había muerto hacia menos tiempo hasta que, una por una, me las hubieron mostrado todas. Los sacerdotes, me hicieron ver que todos aquellos a quienes pertenecieron las estatuas eran simplemente hombres, y que con anterioridad a los hombres que reinaron, fueron dioses – demon- quienes imperaron en Egipto conviviendo con los humanos y siempre era uno de ellos el que ostentaba el poder. El último que reinó en Egipto fue Horus, hijo de Osiris.

Según el Papiro real de Turín, se habían sucedido sobre la Tierra tres

aneadas sucesivas de dioses que reinaron en ella antes de subir al cielo: la de los dioses; la de los semidioses y la de los espíritus benéficos, los “adoradores de Horus” que habían precedido a Menes (3.100 a. de. C.) en el trono de Egipto.

Y ya puestos en antecedentes, vamos a comenzar con la figura del dios

Osiris.

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Oración a Osiri s ¡Ser Bueno, triunfador, hijo de Nut, primogénito de Geb, dios antiguo,

Dueño del Soplo de Vida, Gran Príncipe del Occidente y de Oriente, Señor de los Misterios que siembra el espanto, salve OH Osiris! ¡Coronado en Henenisu, con la corona de Atef. Amo de las potencias del aliento, Señor de la Salas de los ritos teúrgicos. Dueño de múltiples ofrendas y de las fiestas de Djedú! He aquí que en todos los rincones del Universo, Horus exalta a su Padre Osiris. Isis y Neftis reúnen sus esfuerzos: el Verbo mágico de Thot santifica al Ser Bueno, sus palabras maduran largamente en su pecho; salen de su boca y hacen mas vigoroso a Horus que todos los demás dioses ¡Levántate Horus! Restaura a tu Padre, tú, Hijo de Osiris en su trono, tú, Hijo de Isis! ¡Salve Osiris! ¡Mira yo vengo hacia ti! ¡Yo soy tu Hijo Horus que reestablece tu toda Potencia divina! A partir de este momento, en verdad yo vivo de las ofrendas sepulcrales de Osiris. ¡Levántate pues Osiris, que he triunfado de tus enemigos! ¡Yo te he vengado! En verdad que de este día de hoy, yo soy el dios Horus. Mientras me levanto bajo los rasgos de mi Alma este Alma te glorifica ante los dioses que te rodean ¡Salve, OH Osiris! ¡He aquí a tu Doble que llega ante ti! En tu Nombre de Ka-Hotep, tú permaneces en paz, Yo soy Horus que te glorifica en tu Nombre de espíritu santificado. En el nombre de Pehúye te adoro y te abro el camino en tu Nombre de Up-Uaut. ¡Salve Osiris! He aquí que llego ante ti. Los pongo entre tus manos a tus enemigos traidos de todas partes. He aquí que recibes tu Cetro y tu Pedestal del cual tus pies pisan los peldaños. Tú haces llegar a los dioses su aliento espiritual y ofrendas sepulcrales a aquellos que están en las tumbas. ¡OH, dios poderoso! ¡Tu inmenso poder! Tu has dejado en las manos de los dioses por ti creados. Tú tienes tus atributos desparramados entre todas las divinidades, tú moras en los Cuerpos Gloriosos. El día de las ofrendas, cuando las fiestas de Ugá, tu oyes la Voz de la Verdad-Justicia.

Oración He venido a salvarme a mi mismo, para tenderme en el lecho de Osiris. Nací huérfano de padre como todos los hombres no iniciados. Tenderse en el lecho de Osiris significa renunciar a la omnipotencia del

yo, a la relatividad de las concepciones personales para oír el mensaje de la

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tradición simbólica. El hombre no iniciado es huérfano porque aún ignora la naturaleza real de su Padre celeste. Al tenderse en el lecho del sacrificio, se ofrece por entero a los dioses y acepta emprender un viaje interior cuyo desenlace desconoce. Quien encuentra al Padre se encuentra a si mismo, no tanto como individuo temporal sino como fuerza creadora.

Que puedas ir hacia la escalera del Grande que puedas ir a la gran ciudad que puedas generar tu calor sobre la tierra que puedas convertirte en Osiris. - Salud, Osiris, señor de la eternidad, rey de los dioses, de los numerosos

nombres, de las transmutaciones (Kheperu) sagradas de las formas secretas de los templos.

Con cinco calificativos breves y precisos queda definido el campo simbólico del más celebre dios Egipcio, Osiris.

La estela del Louvre núm. C 286 con fecha de la XVIII dinastía, nos

proporciona estas pistas. Basándonos en este completo documento intentaremos esclarecer algunas de las funciones de Osiris.

En primer lugar, ¿cómo podemos justificar la “celebridad” de Osiris, un

nombre familiar incluso para quienes lo ignoran todo sobre Egipto? La respuesta parece ser a la vez externa e interna a la civilización faraónica. Interna porque la palabra “Osiris” ha adquirido a lo largo del tiempo un valor global que se aplica al hombre divinizado, al que se llamaba “Osiris tal” de modo que cualquier hombre podía convertirse en Osiris en la medida que superaba los ritos de purificación y de renacimiento.

Osiris reviste para los egipcios un valor fundamental, ya que asume la

función de juez divino ante la balanza de la Verdad. Para el pueblo, Osiris es el “dios bueno” que permite atravesar las barreras de lo desconocido y garantizar un destino póstumo de acuerdo con los méritos personales de cada individuo, y con su carácter moral. Osiris recibe un potencial creciente de efectividad y de esperanza, que devuelve a los hombres en forma de consuelo.

Osiris, entre todas las divinidades egipcias, parece el mas accesible al

hombre occidental moderno, puesto que en él encuentra una sensibilidad, voluntad que tiende hacia el bien y lo justo.

Osiris divino es señor de la eternidad y rey de los dioses. Es dueño de la

clave de una plenitud que une la conciencia de lo intemporal y la vida en realeza;

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al ser “el alma de Ra”, es decir, la fuerza de manifestación de la luz, prolonga hacia el mundo de lo hombres la realidad divina, donde todo es transformación permanente.

La religión de Osiris ofrece al hombre el sentido de las incesantes

metamorfosis que se producen en la naturaleza, como reflejo de las transmutaciones que tienen lugar en el cielo de los dioses. La estela que comentamos nos ofrece un admirable texto sobre la naturaleza del dios:

Primordial de las dos tierras en comunión alimento, sustancia ante la enéada. espíritu radiante bien armonizado entre los espíritus radiantes por él, el océano de energía primordial extrae su agua por él, el viento del norte va hacia el sur por su nariz el cielo lleva el aire al mundo para que su corazón-conciencia conozca la plenitud las plantas crecen gracias a su corazón-conciencia la tierra resplandeciente da nacimiento, por él, al alimento el cielo superior y las estrellas obedecen las grandes puertas se abren para él. El señor de los movimientos de alegría en el cielo del sur el venerado en el cielo del norte Los indestructibles están bajo su autoridad

Los infatigables son sus moradas

¿Deseaba el redactor de este texto imponer un dogma que se debía “aprender de memoria”, o bien, a través de las imágenes quería invitarnos a descubrir dentro de nosotros mismos la función de Osiris?.

Para el que se acerca al pensamiento egipcio con amor y con respeto

queda excluida la vía del dogmatismo literal; parece mas adecuado buscar una comprensión que no pretenda ni demostrar ni convencer y, sobre todo, más “transformadora” para retomar la idea clave del culto de Osiris.

“Primordial de las dos tierras en comunión”: a Osiris se lo define como el

tercer término original que hace comulgar cualquier dualidad con el Uno. De él proceden las sustancias nutritivas que necesitan los “espíritus resplandecientes” para preservar su luz interior. El poder de Osiris se explica por su “contacto” directo con la energía primordial, cuya “agua”-es decir, la vibración- mantiene la vida del dios. Estamos ante un Osiris cósmico que no es simplemente un “dios

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de la vegetación” sino el principio creador que provoca que la vegetación crezca y perdure. El aire y el viento, por mediación del cuerpo simbólico de Osiris, continúa animando la naturaleza y le procuran un equilibrio que no debemos considerar gratuito, pues su objetivo es aportar la plenitud al corazón conciencia de Osiris.

“El corazón conciencia”posiblemente es la expresión mas contundente en

egipcio antiguo para designar la sabiduría consciente, que de ninguna manera es una sabiduría austera y fría, sino un sentimiento de cálida plenitud, la impresión de poseer el alma cargada de experiencias cumplidas con la mayor pureza.

Que la naturaleza entera celebre la gloria de Osiris, que las puertas del universo se abran ante él, que las estrellas indestructibles y los planetas infatigables sean sus fieles servidores no resulta sorprendente puesto que Osiris es “señor de los movimientos de alegría”

El rige esta alegría universal que se manifiesta a través del

desplazamiento y el crecimiento de los cuerpos celestes. Descubrimos entonces que el dios no es un banal “consolador” que está pendiente de las miserias humanas que no le atañen, sino que desencadena una alegría de carácter intemporal, de manera que el hombre realizado, como el rey, se convierte a su vez en estrella indestructible.

Y esas son las elementales reflexiones sugeridas por el texto Osiris no es

un individuo con una biografía y rasgos de carácter. Cuando se nos dice que Osiris desempeña sus deberes hacia su padre Geb, que establece la armonía universal en todo el País, que derrota a sus enemigos, que es amado por las dos eneadas, se expone el modelo simbólico de la realeza, que se perpetuara a través de todos los faraones entronizados ritualmente.

Se nos dice que su corona separó el cielo en dos partes, fraternizando con

las estrellas. ¿Qué mejor manera de mostrar que el origen de la savia de Osiris no es humano, introduciendo así en todos los hombres una parcela de eternidad de la que deberán rendir cuentas ante la balanza de la Verdad?

Osiris, no es solamente un “buen dios” que satisface la sensibilidad

humana; es, en primer lugar, energía cósmica que se manifiesta a través de la energía natural en que cada individuo, según la intensidad de su Ojo, puede descubrir las leyes de la sabiduría.

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Diremos sobre el significado de Ojo, de forma breve que: cada ser viviente o “inanimado”es, por lo tanto, un ojo de Dios una mirada del creador proyectada sobre este mundo. La simbología del Ojo nos enseña que lo divino está en todas partes aquí abajo y que se nos presentan innumerables ocasiones de identificarlo. La búsqueda del Ojo sagrado es la gran aventura espiritual.

El color verde, que suele atribuirse a Osiris, esta estrechamente ligado al tema de la renovación permanente, que se pone claramente de manifiesto en los ciclos naturales.

El importante desarrollo de la civilización egipcia

es fruto de la existencia de un “centro” interesado en crearla e infundirle vida. A ese centro se le dio el nombre de “Casa de la Vida”. La Casa de la Vida es, el cielo sobre la tierra, y la estatuilla de Osiris que ocupa el centro lleva el nombre de “La Vida”.

Se dice que la diosa Nouit (Nut) diosa del cielo, tuvo con (Gabou-Sibou)

Geb, dios de la Tierra comercio secreto, y que Ra (el sol) que lo había descubierto pronunció esta imprecación contra ella: “Ojala no puedas dar a luz ni durante el curso del mes, ni durante el del año”. Pero Thot, dios de la razón y de la medida así como del verbo, enamorado de la Diosa, de la que había obtenido también favores, jugó a los dados con la Luna y le arrebató una septuagésima segunda parte de cada uno de sus días de luz. Con la suma de todas aquellas septuagésimas segundas, partes formó cinco días que añadió a las restantes trescientos sesenta. A esos cinco días los llamaron aún los egipcios de nuestros días (dice Platón) Epagomenos, es decir, adicionales, y durante este periodo celebran el aniversario del nacimiento de los dioses.

Al hacer coincidir la ordenación del tiempo con el nacimiento de los dioses,

los egipcios quieren tal vez dejarnos entender que los dioses nacieron para manifestar en el tiempo aquello que está fuera de el, y ordenar el mundo de acuerdo con las leyes de la inteligencia eterna.

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Se dice que Osiris, que como hemos dicho era hijo del cielo (Nut) y de la Tierra (Geb) nació el primero de esos cinco días. Y que en el momento de nacer se oyó una voz que decía: “El señor de todas las cosas aparece bañado por la luz”. Además también se cuenta que en Tebas cierto Pa my lés acudió a buscar agua en el templo de Zeus oyendo en aquella ocasión una voz que la ordenaba gritare con fuerza: “El gran Rey, el bienhechor Osiris acaba de nacer” Pamylés obedeció, y entonces Geb depositó a Osiris en sus manos, encargándole que le criase e instituyese la fiesta de los Pamylias

parecida a nuestras Falofarias. Como primogénito entre cinco dioses es a Osiris a quien incumbe la carga de ejercer la realeza sobre la tierra. A su nacimiento, como hemos visto, una voz se hizo oír para proclamar el acontecimiento y presentar al recién llegado. ¿De donde viene? Probablemente del mundo divino. ¿A quien se dirige? sin duda a los hombres. Vemos en Lc. 2. 11 que un ángel anuncia a unos pastores Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es el Mesías, el Señor Osiris tiene en común con Jesús, en primer lugar una ascendencia divina; en segundo lugar, poder llevar legítimamente el titulo de primogénito; después ser (Kurios) Señor, y por ultimo ser objeto de una proclamación sobrenatural (una voz, un ángel). Resumiendo, en el Templo de Tebas un personaje, Pamylés recibe la revelación del nacimiento de Osiris, que proclama en forma hímnica y después recibe a Osiris en sus manos. En Jerusalén, en el templo una hombre hasta entonces desconocido (Simeón Lc. 2.25-35) impulsado por el Espíritu Santo recibe al niño Jesús en sus brazos, pronuncia un himno de acción de gracias a Dios y una profecía sobre el futuro del niño.

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Una ciudad distinta a la del lugar de nacimiento (Tebas –Jerusalén) donde se halla un templo, personajes hasta entonces desconocidos entran en escena, Pamylés toma agua, Simeón acude impelido por el Espíritu Santo, Ana, va según su costumbre. El nombre de Pamylés, podría pertenecer a una mujer si nos fundamos sobre los trabajos que le son atribuidos: sacar agua, y luego criar a Osiris. Osiris esta considerado como el primer faraón cuyo reinado fue civilizador, puesto que dio a conocer a los hombre los frutos de la tierra, les dio leyes y les enseñó a respetar a los dioses. Más tarde recorrió la tierra entera para civilizarla. Vemos en el texto de Las Pirámides 167 decir: ¡ Atum Tu Hijo es éste Osiris a quien has hecho para que viva. Si Osiris vive, tú, también vives, si Osiris no muere, tú, no mueres, si Osiris no perece, tú, tampoco pereces.

Gracias a Osiris, primer faraón, muerto y resucitado (con quien se

identifica el rey muerto),el hombre puede acceder a la felicidad eterna a condición de haber satisfecho durante su vida las exigencias de Maat, de la que el rey es portavoz.

Veámoslo como lo anuncia Petosiris (Sumo sacerdote de Thot de

Hermópolis s.III a. de. C.) en su tumba. “Oh vivientes que estáis sobre la tierra y a los que van a nacer...venid, yo

os guiaré por el camino de la vida (...). Yo os diré lo que me ha sucedido yo haré que seáis informados de la voluntad de Dios, yo haré que penetréis en el conocimiento de su espíritu.

Si yo he llegado hasta aquí, a la ciudad de la eternidad es por que he

hecho el bien sobre la tierra y mi corazón se ha complacido en el camino de Dios desde mi infancia hasta el día de hoy; toda la noche y el espíritu de Dios estaba en mi alma, y desde el alba yo hacia lo que quería: he practicado la justicia, he detestado la iniquidad; he sabido aquello de lo que (Dios) vive, aquello en que se complace; he hecho los actos de pureza que El desea; no me he codeado con los que ignoraban el espíritu de Dios, me he apoyado por el contrario, sobre los que eran fieles; no he hecho daño a nadie...”

Como vemos en la inscripción anterior, y gracias al camino que marcó

Osiris se puede acceder a la felicidad eterna.

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El Pan de vida... Recibir la vida eterna se materializa (según el libro de los muertos) en el

mundo en la acción de ingestión del pan de trigo y la absorción de cerveza de cebada roja. Pan de Trigo blanco y cerveza de cebada roja obtenidos por la muerte del grano que es una manifestación de Osiris.

El pan de vida encarnado por Jesús (Ju 6.48) sugiere la muerte, la sangre

derramada, e incluso la muerte violenta. El evangelista deja entender que Jesús viene a ser Pan de Vida para el mundo mediante la muerte.

A Osiris por su lado se consideraba como reapareciendo en el grano “El es

(Osiris) quien hizo el grano del liquido que hay en él para alimentar a los nobles y al común del pueblo. Soberano y señor de las ofrendas alimenticias, soberano y señor de los víveres.

Hasta en la época ptolemaica, se regaban las semillas plantadas, con

figuras antropomórficas de Osiris hechas de tierra hasta la germinación de los granos. El rito asocia la muerte de Osiris a la del grano; la muerte de Osiris permite al grano germinar, germinación que a su vez simboliza la vuelta, el retorno a la vida de Osiris. El pan hecho con este grano toma pues un valor religioso el de procurar la vida eterna.

Por su muerte violenta (asesinado por Seth). Osiris permite la germinación

del grano, que debe a su vez morir para ser transformado en pan, el pan del que se nutren los vivientes, pero también los dioses y los muertos. Por este hecho el pan es deudor de Osiris y es, en cierto modo, Osiris.

Jn. 12. 24.- “Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único

grano a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; solo entonces producirá fruto abundante”.

Así el pan y el vino están estrechamente asociados a Osiris y a la

resurrección. La finalidad de las enseñanzas egipcias en la de incitar a lectores a

abandonarse enteramente a la divinidad, pues el tiempo y el destino humano están en sus manos”. No te prepares hoy para mañana, antes no esté éste aquí; ¿Ayer no está como hoy en las manos de Dios? La finalidad última es la colaboración en la venida del Reino.

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Es preciso acordarse siempre que la meta a la que tiende todo egipcio es el acceso a la inmortalidad que pasa por el triunfo de Maat.

El hombre accede a la Vida después de numerosos obstáculos y

dificultades. Los textos de Petosiris son claros: escoger la vía de la Vida, la que

conduce a la ciudad de eternidad (la morada de los bienaventurados). Los textos de las pirámides menciona a menudo la existencia de una

puerta o de una doble puerta, que protege la mansión de los dioses de toda intrusión malévola (Pyr. G 655b: “Tú te encuentras en las puertas que mantienen al pueblo alejado”

He aquí una descripción: “Plegaria: Es agradable a la vista es

reconfortable oír que Osiris está en la puerta de los dioses (...) el (su santuario) abre para ti las dobles puertas del cielo, abre para ti las dobles puertas del firmamento. Hace para ti un camino a fin de que tu puedas entrar y estar con los dioses; tú vivirás bajo tu forma de pájaro (de Ba, una de las partes del alma) (Pyr 1943 a-1 1943 6 +1)

Hemos visto en lo expuesto, la misma evocación que en Mc. 7. 13-14; la

puerta, el camino, la vida.

La puerta (las puertas) separan el mundo terrenal del celestial. En las tumbas o las salas funerarias de los templos, como la sala 25 del templo de Medinat Habu, está representada por una falsa puerta sobre la pared de fondo; por esta puerta en difunto alcanza el mundo de los muertos. Osiris está en la puerta de los dioses, aunque su presencia no este claramente

explicitada, pero resulta tranquilizadora para el difunto. Es probable que Osiris aparezca aquí como protector del difunto, el punto de unión entre el mundo de los hombres y el mundo de los dioses, pues ÉL solo, entre los dioses, vivió la experiencia de la muerte y la resurrección.

Gracias a Él, el rey, y más tarde cualquier hombre, puede a su vez

resucitar. En este contexto las palabras de Jesús: “yo soy la puerta el que entra

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en mi será salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto” (Jn. 10. 9), conserva todo su valor para un egipcio.

Para un egipcio, no habría sorpresa al ver entrar a Jesús en Jerusalén

montado en un burro, la escena le parecería absolutamente conforme al mito osiriano, que pone frente a Osiris y a Seth, su hermano indigno que busca hacerse con el poder. El conflicto entre las dos divinidades toma una amplitud tal que en la época ptolemaica, llega a convertirse en la lucha del orden contra el caos, del bien contra el mal. A menudo Seth es descrito bajo el aspecto de un asno pelirrojo, como en Edfu por ejemplo, o incluso en numerosos papiros griegos, como un hombre con cabeza de asno. Cuando Osiris u Horus, su hijo, es vencedor, Seth, es aplastado y montado por él.

Ya hemos evocado, a propósito del pan de vida, la muerte anual del dios

del trigo. Osiris, que permitía a los hombre alimentarse de su cuerpo. Un himno a Osiris dice: Tú eres el padre y la madre de los hombres, viven

de tu soplo, comen de la carne de tu cuerpo (Ostracón de El Cairo, Zas,1900. p.p. 30, 33).

Más originales son sin duda las relaciones existentes entre Osiris, el vino y

la sangre. Ya en los textos de las Pirámides Osiris es llamado “Señor del vino”(Pyr.820)

Osiris acaba incluso por encarnarse en el vino: “Tú eres el vino y tú no

eres el vino, sino las entrañas de Osiris, se dice en una copa de vino según una fórmula mágica griega.

En el papiro mágico de Londres y de Leiden al vino se le llama “sangre de

Osiris”. En este turbador documento Osiris ofrece su sangre en una copa de vino. El episodio es dramático, Osiris, al tener preciencia de su muerte, teje en un último símbolo, lazos postreros con sus allegados y continuadores de su obra.

Al morir Osiris a los 28 años, ya que esta cantidad de veintiocho

corresponde a los días durante los cuales se ve la luz de la Luna (Símbolo de Cristo), y el tiempo que tarda en recorrer el circulo de su revolución, resucitó después de tres días. Lo mismo que el astro renace después de tres días de desaparición.

Gracias a Osiris el rey escapa a la muerte definitiva, y la recensión tebana

del Libro de los Muertos añade que “Osiris es aquel que da la vida a los

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hombres, una segunda vez. La religión osiriana se distingue por la cruz, que los coptos reemplazan a partir del s.IV por el símbolo de Ankh.

Todo el templo de Abydos gira en torno a la figura del dios Osiris, divinidad de que como ya hemos mencionado está vinculada con el renacimiento y la prosperidad y que fue capaz de vencer a las tenebrosas fuerzas de la muerte y la oscuridad. Esta es la razón por la que también se le considera una especie de Señor del Averno.

No poseemos ninguna mención de este dios, anterior a la V dinastía, cuando aparece en los famosos textos de las Pirámides como uno de sus grandes protagonistas. Sin embargo los propios egiptólogos aprueban que su origen posiblemente se mucho más antiguo de lo que a simple vista parece, y el templo que mencionamos podría ser una prueba más, de los ya expuestos, que demostrara esa antigüedad.

Para muchos investigadores, en los mencionados Textos de las Pirámides

se puede leer entre líneas la posibilidad de que Osiris fue un personaje histórico, quizá con ellos se este aludiendo al primer gran rey de la época predinastica, como ya mencionamos que fue capaz de reunificar varias zonas del Delta. En favor de esta hipótesis está el seguimiento histórico que se puede hacer de esta figura divina, que nos lleva hasta una ubicación muy concrete del norte de Egipto, la ciudad norteña de Busiris, en pleno corazón del Delta, lugar en que parece que llega a suceder en el trono a un dios pastor (por esto se considera generalmente a Osiris un dios Pastor, a causa de báculo-el cetro heka-y del flagelo que siempre lleva en la mano) llamado Andjity. A partir de este momento la figura de Osiris se ve inmersa en una vorágine de especulación teológica que lo llevará a incorporarse a la toda poderosa enéada de Heliópolis. Con el paso de los siglos, la preponderancia de Osiris sobre otras divinidades egipcias le hizo asimilar algunos atributos relacionados con el Más Allá y el mundo de la Muerte. Mas sorprendente es quizás su vinculación al culto solar debido a la necesidad teológica de relacionar la figura de Osiris, con quien se identificaban los reyes, una vez muertos con el preponderante culto al dios Ra. De esta manera los sacerdotes de Heliopolis vieron una especie de unión cósmica entre el dios solar y Osiris justo en el

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crepúsculo del día, momento en el que ambas divinidades formaban una sola y se disponían a recorrer los retorcidos y peligrosos caminos del Más Allá para renacer a la mañana siguiente tras haber vencido a las fuerzas negativas del Averno. Recordemos que el dios solar representa para nosotros al Dios Padre, y La Luna-símbolo de Osiris- representa el Cristo. Aparte de tener un color extraño, el verde símbolo del renacimiento y vitalidad, según el historiador Diodoro, Osiris superaba los tres metros de altura, (más de 5 m según Maspero) (génesis 6.4) Por aquel entonces había gigantes en la tierra y también después de que los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Estos son los famosos héroes de antaño.) Otro de los grandes vacíos que ofrece la figura de Osiris es su posible faceta de divinidad marina. Así no son pocos los textos en donde se habla de Osiris como dios venido del Wadj-ur, es decir según muchos filólogos el mar Mediterráneo. Esta es una de las razones principales por los que algunos investigadores como Graham Hancock hayan visto una posible relación entre el dios verde egipcio y el Viracocha andino. Este dios según los antiguos incas del Perú, fue el creador y civilizador de su cultura y posee multitud de similitudes con la divinidad egipcia. Veamos algunas:

- ambos eran grandes civilizadores - ambos fueron victimas de una conspiración - ambos resultaron malheridos - sus cuerpos fueron depositados en un receptáculo - ambos fueron arrojados al agua - ambos se deslizaron por un río - ambos alcanzaron el mar.

Según Vandersleyen la palabra wadj-ur, literalmente sería el “gran

verde” que normalmente se traduce por mar, se refiere realmente al Delta del Nilo, ya que en aquellos tiempos se encontraba totalmente inundado y plagado de canales e islotes.

Ya hemos mencionado los numerosos elementos comunes entre el dios

Osiris y Jesús de Nazaret, lo que nos hace pensar que es posible que los que redactaron el Nuevo Testamento, tomaron elementos literalmente de la tradición Egipcia. Por ejemplo tanto Osiris como Jesús fueron traicionados al final de sus días por alguien muy cercano a ellos (su hermano Seth, en el caso de Osiris, y el discípulo Judas en el de Jesús).

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Además, ambos resucitaron al tercer día después de morir de forma

trágica. Jesús en la Cruz y Osiris encerrado vivo en un sarcófago.

En otro tipo de documentos, no menos interesantes, resulta el análisis de la llamada confesión negativa, que según los textos funerarios egipcios el difunto debía enumerar ante el tribunal de Osiris. Por medio de esa confesión, que aparece detallada en la formula 125 del Libro de los Muertos, desfilan muchas de las bienaventuranzas descritas por Jesús en el monte ante sus discípulos (Mt. 5.1-11). Con la ayuda de esta máxima el difunto se

declaraba inocente de una serie de delitos, o de haber realizado algún acto éticamente incorrecto como robar, mentir, matar o defraudar en las medidas del grano. Al mismo tiempo parte de la confesión consistía en defender toda las virtudes que se suponía haber poseído en vida como defender al huérfano, alimentar al hambriento saciar la sed del sediento o ayudar a la viuda y al desamparado y eso lo hacían repitiendo de alguna manera las máximas del sabio Ptahotep, un personaje insólito que según la tradición egipcia vivió durante la V dinastía como Visir del faraón Djedhose Isosi.

Sin embargo más curioso es el resultado que podemos extraer de la

comparación de algunos pasajes bíblicos de la vida de Jesús con la más pura tradición popular egipcia: los cuentos, quizás es el relato de la vida de Si-Osiris y su padre Seton el que más paralelismos posee con las vidas de Osiris y la de Jesús. Solamente se conserva una copia de este cuento en el Museo Británico de Londres. Se trata del papiro BM-604, dado en el siglo I de nuestra Era. Copiado en escritura demótica, aunque seguramente esté basado en una tradición mucho más antigua, remontando al mundo de los faraones.

El propio nacimiento del protagonista de este cuento Si-Osire (literalmente

“el hijo de Osiris”, es decir el hijo de Dios), se hunde en una enrevesada trama onírica en la que un personaje anuncia a sus padres el futuro nacimiento de un niño que será universalmente conocido por sus extraordinarios prodigios. No cabe duda de que esta circunstancia recuerda de una manera clara a la anunciación del ángel a la Virgen María y la confirmación del nacimiento del Mesías a su esposo José por medio de otro sueño revelador.

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Pero el mensaje más claro del cuento del pequeño Si-Osiris, que refleja con precisión su influencia en la tradición del Nuevo Testamento es el sorprendente modo de actuar de Jesús ante los doctores en el templo de Jerusalén cuando solamente contaba con 12 años de edad (Lc. 2.42) , según el cuento egipcio Si-Osire, con la misma edad, precisa en el texto maravilla por su

elocuencia a los escribas de la Casa de la Vida del Templo de Ptah considerándole desde entonces un autentico niño prodigio.

Además de que en el evangelio apócrifo de Tomas, encontramos muchas más similitudes entre los prodigios de Jesús y de los de Si-Osire, el propio desarrollo del cuento con su parte moralizante entorno al tema del hombre rico y pobre es prácticamente idéntico a la parábola del hombre rico y el hombre pobre Lázaro del evangelio de Lucas (16, 19-31). En ella se da a entender que en el Juicio Final, cada persona será juzgada por sus obras y no por su clase,

culminando nuestra propia evolución tras seguir paso a paso los diferentes estadios de una suerte de camino iniciático.

El Libro de Toth. Según los testimonios de Manetón y de otros historiadores como Herodoto

y Plutarco, en este libro esta la clave del “Gran Arcano” iniciático, celosa y fielmente custodiado durante más de 6000 años por los sacerdotes de Osiris.

Todos los dioses son miembros de un único cuerpo: Râ, el principio activo

del universo. Los dioses son infinitos, pero el conjunto de todos con el Uno , y cada uno es parte de Todo.

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La teogonía egipcia no se diferencia de los demás pueblos si no entrara en

acción Osiris e Isis con Seth y Neftys para dar vida a un drama, divino y humano, destinado a ser repetido y revivido en muchos Misterios y en las relativas iniciaciones hasta nuestros días.

Osiris, creado como todo los dioses por la fuerza del Demiurgo a diferencia

de las otras deidades es el símbolo del dios-hombre. Es él, en efecto, el que dirige a los vivos, recibe su culto, personaliza el

mito y el misterio de su creación, Osiris, por lo tanto, es el sagrado y el santo por excelencia, ni se ora pronunciar su nombre.

Osiris, pues, es el protagonista del misterio del dios-hombre que preside la

vida y luego después de la experiencia de la muerte y de la resurrección, estableció su dominio en el reino de los muertos, dejando a su hijo Horus la tarea de continuar la descendencia de los grandes faraones divinos hasta Menes, el primer pontífice, emperador humano, fundador de la primera Dinastía (3200 a. de. C.) .

Isis inventó el remedio que la inmortalidad “escribió” el historiador Diodoro.

Este remedio, en efecto, se le ofreció a todos los muertos del territorio egipcio en el secreto de la momificación; pero también se aplicó a los pocos vivientes que podían convertirse en Osiris, o sea a los iniciados en los Misterios que aceptaban someterse a las pruebas de la muerte simbólica para renacer inmortales.

Si muere, se debe morir en un estado de conciencia, si se quiere renacer

en un estado de conciencia superior. Osiris muere como mito y dios del transeúnte, o sea de la vida humana regulada por la ley inexorable del tiempo y de la muerte, para renacer Señor del reino inmutable de las sombras de los que estuvieron vivos, o sea las almas inmortales.

El drama de Osiris, recitado en los templos, constituían el espectáculo

“sagrado” del pueblo al que escapaba el significado oculto de esta operación “muerte-renacimiento” para la cual cada viviente puede proseguir idealmente el camino de su propia evolución y para custodiar y esconder a un mejor este significado, los sacerdotes daban a cada ceremonia religiosa una solemnidad y una espectacularidad excepcional.

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Muerte y Resurrección. El libro de los Muertos a trasmitido hasta nosotros un ritual que no es solo funerario.

El muerto se presenta delante de Osiris y dice: “Vengo a tu encuentro, mi corazón contiene verdad, mi corazón nada falso

contiene, concédeme tomar parte de los vivos, subir y bajar la corriente del río detrás de ti...”

Osiris después de escucharlo le responde: “Soy el dios grande que se ha

creado a si mismo... Soy el ayer y el mañana... Soy la fuente de la vida y de los seres... Tú, en cambio, eres cielo, tierra, agua, aire y lo que en ellos habita.” Luego Osiris confirma el gran prodigio: El hombre es sustancia divina, como los dioses, por que es una emanación de Râ. Pero debe hacerse identificar y reconocer, hay muchos obstáculos, grandes dificultades enemigos implacables. Están los “genios” los “demonios”, los “espíritus perversos y hostiles”de ultratumba, y el muerto debe atravesar su territorio y combatirlos (aquí podemos leer “muerto” como iniciado, y las pruebas que debe superar). Es una prueba necesaria, inevitable, un verdadero juicio de Dios que no deja pasar más que a los que se lo merecen. Finalmente el “muerto” ha franqueado el lumbral terrestre. Bajo un árbol, Osiris, redentor y juez espera a “su hijo que viene de la tierra”. Delante de él hay una balanza; al lado, la dios Maat (la justicia) esta lista para pesar el corazón del difunto. A poca distancia, una bestia horrible, la “devoradora” mitad cocodrilo mitad hipopótamo, tiene sus fauces abiertas hacia Osiris como pidiéndole permiso para devorar al recién llegado.

Alrededor de la gran sala, sentado sobre los talones a la manera oriental,

hay 42 dioses (correspondientes, en el número, a las 42 provincias de Egipto) vestidos con las enseñas de Osiris: componen el Supremo Tribunal que juzgará al muerto.

Frente a los jueces el difunto enumera las culpas que no a cometido, hace

una “confesión negativa” que deberá encontrar confirmación mediante el “pesaje del corazón” (más tarde los griegos le llamaron psicostasia , pesaje del alma). Es el corazón, en efecto, o sea la conciencia, nuestro más implacable acusador; el que miente o jura en falso será arrojado a las llamas. Superado este juicio, el difunto se acerca a un trípode de fuego custodiado por cuatro cinocéfalos; estos

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dioses de cabeza de perro son los fieles guardianes de la llama purificadora que destruirá las últimas escorias impuras.

Por fin volviendo a emerger de la pira catártica, el “muerto” se convierte en

semejante a los dioses; “orden he dado de que también él pueda hacer sus trasformaciones” atravesando las puertas del cielo de la tierra y de los infiernos como el alma de Râ. Puede subir libremente a la barca solar para convertirse, también él, en una emanación de Râ, “por que el doble del dios se ha unido al que ama”.

Aprende los verdaderos nombres de los dioses y de las cosas por que

ahora ya pertenece a la familia celeste: los dioses lo rodean festejándolo y “lo prueban” por que es exactamente como uno de ellos.

Este viaje de ultratumba se refiere al alma del difunto y a la del “miste” o

sea del viviente que aspira a la iniciación.. El alma del muerto encuentra, en ultratumba, su condena o su redención.

El miste, superando las varias y terribles pruebas, recorre un camino

iniciático cumpliendo en si mismo un proceso de “osirización”; muere en él el animal-hombre para hacer nacer al hombre-dios.

Los poderes divinos, tenían sacerdotes del culto de Osiris al igual que los del culto de Isis. Los protagonistas del drama cósmico que conmovió durante milenios a las poblaciones del Nilo, personificaban un impulso de profunda transformación interior ayudando a sus adeptos a reencontrar ellos mismos oculta en las tinieblas del ser, la luz divina que hace similar a Râ.