mÍstica ciudad de dios, parte 22 y

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  • 8/14/2019 mstica Ciudad de Dios, Parte 22 y

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    MSTICA CIUDAD DE DIOS, PARTE 22 Y LTIMA

    734. Algunos de los apstoles que fueron trados porministerio de los ngeles y del fin de su venida los haban

    ya informado, se fervorizaron con gran ternura en laconsideracin que les haba de faltar su nico amparo yconsuelo, con que derramaron copiosas lgrimas. Otros loignoraban, en especial los discpulos, porque no tuvieronaviso exterior de los ngeles, sino con inspiraciones inte-riores e impulso suave y eficaz en que conocieron servoluntad de Dios que luego viniesen a Jerusaln, como lohicieron. Comunicaron luego con San Pedro la causa de suvenida, para que los informase de la novedad que se

    ofreca; porque todos convinieron que si no la hubiera nolos llamara el Seor con la fuerza que para venir habansentido. El Apstol San Pedro, como cabeza de la Iglesia, los

    junt a todos para informarlos de la causa de su venida yestando as congregados les dijo: Carsimos hijos yhermanos mos, el Seor nos ha llamado y trado a

    Jerusaln de partes tan remotas no sin causa grande y desumo dolor para nosotros. Su Majestad quiere llevarseluego al trono de la eterna gloria a su beatsima Madre,

    nuestra maestra, todo nuestro consuelo y amparo. Quieresu disposicin divina que todos nos hallemos presentes a sufelicsimo y glorioso trnsito. Cuando nuestro Maestro yRedentor se subi a la diestra de su Eterno Padre, aunquenos dej hurfanos de su deseable vista, tenamos a suMadre santsima para nuestro refugio y verdadero consueloen la vida mortal; pero ahora que nuestra Madre y nuestraluz nos deja, qu haremos? Qu amparo y qu esperanzatendremos que nos aliente en nuestra peregrinacin?

    Ninguna hallo ms de que todos la seguiremos con eltiempo.

    735. No pudo alargarse ms San Pedro, porque leatajaron las lgrimas y sollozos que no pudo contener, ytampoco los dems Apstoles le pudieron responder engrande espacio de tiempo, en que con ntimos suspirosdel corazn estuvieron derramando copiosas y tiernaslgrimas; pero despus que el Vicario de Cristo se

    recobr un poco para hablar, aadi y dijo: Hijos mos,

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    vamos a la presencia de nuestra Madre y Seora,acompamosla lo que tuviere de vida y pidmosla nosdeje su santa bendicin.Fueron todos con San Pedro aloratorio de la gran Reina y hallronla de rodillas sobre una

    tarimilla que tena para reclinarse cuando descansaba unpoco. Vironla todos hermossima y llena de resplandorcelestial y acompaada de los mil ngeles que la asistan.

    736. La disposicin natural de su sagrado y virginalcuerpo y rostro era la misma que tuvo de treinta y tresaos; porque desde aquella edad, como dije en la segundaparte (Cf. supra p. II n. 856), nunca hizo mudanza delnatural estado, ni sinti los efectos de los aos ni de la

    senectud o vejez, ni tuvo rugas en el rostro ni en el cuerpo,ni se le puso ms dbil, flaco y magro, como sucede a losdems hijos de Adn, que con la vejez desfallecen y sedesfiguran de lo que fueron en la juventud o edad perfecta.La inmutabilidad en esto fue privilegio nico de Marasantsima, as porque correspondiera a la estabilidad de sualma pursima, como porque en ella fue correspondiente yconsiguiente a la inmunidad que tuvo de la primera culpade Adn, cuyos efectos en cuanto a esto no alcanzaron a susagrado cuerpo ni a su alma pursima. Los Apstoles ydiscpulos y algunos otros fieles ocuparon el oratorio deMara santsima, estando todos ordenadamente en supresencia, y San Pedro con San Juan Evangelista sepusieron a la cabecera de la tarima. La gran Seora los mira todos con la modestia y reverencia que sola y hablandocon ellos dijo: Carsimos hijos mos, dad licencia a vuestrasierva para hablar en vuestra presencia y manifestarosmis humildes deseos.Respondila San Pedro que todosla oiran con atencin y la obedeceran en lo que mandase yla suplic se asentase en la tarima para hablarles. Parecilea San Pedro estara algo fatigada de haber perseveradotanto de rodillas, y que en aquella postura estaba orando alSeor y para hablar con ellos era justo tomase asientocomo Reina de todos.

    737. Pero la que era maestra de humildad y obedienciahasta la muerte, cumpli con estas virtudes aquella hora yrespondi que obedecera en pidindoles a todos subendicin y que le permitieran este consuelo. Con el

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    consentimiento de San Pedro sali de la tarima y se puso derodillas ante el mismo Apstol y le dijo: Seor, como PastorUniversal y Cabeza de la Santa Iglesia, os suplico que envuestro nombre y suyo me deis vuestra santa bendicin y

    perdonis a esta sierva vuestra lo poco que os he servidoen mi vida, para que de ella parta a la eterna. Y si esvuestra voluntad, dad licencia para que San Juan dispongade mis vestiduras, que son dos tnicas, dndolas a unasdoncellas pobres, que su caridad me ha obligado siempre.Postrse luego y bes los pies de San Pedro como Vicariode Cristo, con abundantes lgrimas y no menor admiracinque llanto del mismo Apstol y todos los circunstantes. DeSan Pedro pas a San Juan y puesta tambin a sus pies le

    dijo: Perdonad, hijo mo y mi seor, el no haber hecho convos el oficio de Madre que deba, como me lo mand elSeor, cuando de la cruz os seal por hijo mo y a m pormadre vuestra(Jn 19, 27). Yo os doy humildes y reconocidasgracias por la piedad con que como hijo me habis asistido.Dadme vuestra bendicin para subir a la compaa y eternavista del que me cri.

    738. Prosigui esta despedida la dulcsima Madre,hablando a todos los Apstoles singularmente y algunosdiscpulos, y despus a los dems circunstantes juntos, queeran muchos. Hecha esta diligencia se levant en pie yhablando a toda aquella santa congregacin en comn dijo:Carsimos hijos mos y mis seores, siempre os he tenido enmi alma y escritos en mi corazn, donde tiernamente os heamado con la caridad y amor que me comunic mi Hijosantsimo, a quien he mirado siempre en vosotros como ensus escogidos y amigos. Por su voluntad santa y eterna mevoy a las moradas celestiales, donde os prometo, comoMadre, que os tendr presentes en la clarsima luz dela divinidad, cuya vista espera y desea mi alma conseguridad. La Iglesia mi madre os encomiendo con laexaltacin del santo nombre del Altsimo, la dilatacinde su ley evanglica, la estimacin y aprecio de las pa-labras de mi Hijo santsimo, la memoria de su vida y muertey la ejecucin de toda su doctrina. Amad, hijos mos, ala Santa Iglesia y de todo corazn unos a otros con aquelvnculo de la caridad y paz que siempre os ense vuestroMaestro. Y a vos, Pedro, pontfice santo, os encomiendo a

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    Juan mi hijo y tambin a los dems.

    739. Acab de hablar Mara santsima, cuyaspalabras como flechas de divino fuego penetraron y

    derritieron los corazones de todos los apstoles ycircunstantes, y rompiendo todos en arroyos de lgrimas ydolor irreparable se postraron en tierra, movindola yenternecindola con gemidos y sollozos; lloraron todos, yllor tambin con ellos la dulcsima Mara, que no quisoresistir a tan amargo y justo llanto de sus hijos. Y despusde algn espacio les habl otra vez y les pidi que con ellay por ella orasen todos en silencio, y as lo hicieron. En estaquietud sosegada descendi del cielo el Verbo humanado

    en un trono de inefable gloria, acompaado de todos lossantos de la humana naturaleza y de innumerables de loscoros de los ngeles, y se llen de gloria la casa delcenculo. Mara santsima ador al Seor y le bes los piesy postrada ante ellos hizo el ltimo y profundsimo acto dereconocimiento y humillacin en la vida mortal, y ms quetodos los hombres despus de sus culpas se humillaron, ni

    jams se humillarn, se encogi y peg con el polvo estapursima criatura y Reina de las alturas. Diole su Hijosantsimo la bendicin y en presencia de los cortesanos delcielo la dijo estas palabras: Madre ma carsima, a quien yoescog para mi habitacin, ya es llegada la hora en quehabis de pasar de la vida mortal y del mundo a la gloria demi Padre y ma, donde tenis preparado el asiento a midiestra, que gozaris por toda la eternidad. Y porque hiceque como Madre ma entraseis en el mundo libre y exentade la culpa, tampoco para salir de l tiene licencia niderecho de tocaros la muerte. Si no queris pasar por ella,venid conmigo, para que participis de mi gloria que tenismerecida.

    740. Postrse la prudentsima Madre ante su Hijo y conalegre semblante le respondi: Hijo y Seor mo, yo ossuplico que Vuestra Madre y sierva entr en la eterna vidapor la puerta comn de la muerte natural, como los demshijos de Adn. Vos, que sois mi verdadero Dios, lapadecisteis sin tener obligacin a morir; justo es que comoyo he procurado seguiros en la vida os acompae tambin

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    en morir.Aprob Cristo nuestro Salvador el sacrificio yvoluntad de su Madre santsima y dijo que se cumpliese loque ella deseaba. Luego todos los ngeles comenzaron acantar con celestial armona algunos versos de los cnticos

    de Salomn y otros nuevos. Y aunque de la presencia deCristo nuestro Salvador solos algunos Apstoles con San Juan Evangelista tuvieron especial ilustracin y los demssintieron en su interior divinos y poderosos efectos, pero lamsica de los ngeles la percibieron con los sentidos as losApstoles y discpulos, como otros muchos fieles que allestaban. Sali tambin una fragancia divina que con lamsica se perciba hasta la calle. Y la casa del Cenculo sellen de resplandor admirable, vindolo todos, y el Seor

    orden que para testigos de esta nueva maravilla con-curriese mucha gente de Jerusaln que ocupaba las calles.

    741. Al entonar los ngeles la msica, se reclin Marasantsima en su tarima o lecho, quedndole la tnica comounida al sagrado cuerpo, puestas las manos juntas y losojos fijados en su Hijo santsimo, y toda enardecida en lallama de su divino amor. Y cuando los ngeles llegaron acantar aquellos versos del captulo 2 de los Cantares (Cant2, 10): Surge, propera, amica mea, etc., que quieren decir:Levntate y date prisa, amiga ma, paloma ma, hermosama, y ven que ya pas el invierno, etc., en estas palabraspronunci ella las que su Hijo santsimo en la Cruz: En tusmanos, Seor, encomiendo mi espritu (Lc 23, 46).Cerrlos virginales ojos y expir. La enfermedad que le quit lavida fue el amor, sin otro achaque ni accidente alguno. Y elmodo fue que el poder divino suspendi el concursomilagroso con que la conservaba las fuerzas naturales paraque no se resolviesen con el ardor y fuego sensible que lacausaba el amor divino, y cesando este milagro hizo suefecto y la consumi el hmido radical del corazn y con lfalt la vida natural.

    742. Pas aquella pursima alma desde su virginal cuerpoa la diestra y trono de su Hijo santsimo, donde en uninstante fue colocada con inmensa gloria. Y luego secomenz a sentir que la msica de los ngeles se alejabapor la regin del aire, porque toda aquella procesin dengeles y Santos, acompaando a su Rey y a la Reina,

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    caminaron al cielo empreo. El sagrado cuerpo de Marasantsima, que haba sido templo y sagrario de Dios vivo,qued lleno de luz y resplandor y despidiendo de s tanadmirable y nueva fragancia que todos los circunstantes

    eran llenos de suavidad interior y exterior. Los mil ngelesde la custodia de Mara santsima quedaron guardando eltesoro inestimable de su virginal cuerpo. Los Apstoles ydiscpulos, entre lgrimas de dolor y jbilo de las maravillasque vean, quedaron como absortos por algn espacio yluego cantaron muchos himnos y salmos en obsequio deMara santsima ya difunta. Sucedi este glorioso trnsitode la gran Reina del mundo, viernes a las tres de la tarde, ala misma hora que el de su Hijo santsimo, a trece das del

    mes de agosto y a los setenta aos de su edad, menos losveintisis das que hay de trece de agosto en que murihasta ocho de septiembre en que naci y cumpliera lossetenta aos. Despus de la muerte de Cristo nuestroSalvador, sobrevivi la divina Madre en el mundo veinte yun aos, cuatro meses y diez y nueve das; y de su virgneoparto, eran el ao de cincuenta y cinco. El cmputo se harfcilmente de esta manera: Cuando naci Cristo nuestroSalvador tena su Madre Virgen quince aos, tres meses ydiez y siete das. Vivi el Seor treinta y tres aos y tresmeses, de manera que al tiempo de su sagrada pasinestaba Mara santsima en cuarenta y ocho anos, seismeses y diez y siete das; aadiendo a estos otro veintey un aos, cuatro meses y diez y nueve das, hacen lossetenta aos menos veinte y cinco o seis das.

    743. Sucedieron grandes maravillas y prodigios en estapreciosa muerte de la Reina. Porque se eclips el sol, comoarriba dije(Cf. supra n. 706), y en seal de luto escondi suluz por algunas horas. A la casa del Cenculo concurrieronmuchas aves de diversos gneros y con tristes cantos ygemidos estuvieron algn tiempo clamoreando y moviendoa llanto a cuantos las oan. Conmovise toda Jerusaln, yadmirados concurran muchos confesando a voces el poderde Dios y la grandeza de sus obras; otros estaban atnitos ycomo fuera de s. Los Apstoles y discpulos con otros fielesse deshacan en lgrimas y suspiros. Acudieron muchosenfermos y todos fueron sanos. Salieron delpurgatorio las almas que en l estaban. Y la mayor

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    maravilla fue que, en expirando Mara santsima, en lamisma hora tres personas expiraron tambin, un hombre en

    Jerusaln y dos mujeres muy vecinas del Cenculo; ymurieron en pecado sin penitencia, con que se condenaban,

    pero llegando su causa al tribunal de Cristo pidimisericordia para ellos la dulcsima Madre y fueronrestituidos a la vida, y despus la mejoraron de manera quemurieron en gracia y se salvaron. Este privilegio no fuegeneral para otros que en aquel da murieron en el mundo,sino para aquellos tres que concurrieron a la misma hora en

    Jerusaln. De lo que sucedi en el cielo y cun festivo fueeste da en la Jerusaln triunfante, dir en otro captulo,porque no lo mezclemos con el luto de los mortales.

    Doctrina que me dio la gran Reina del cielo Marasantsima.

    744. Hija ma, sobre lo que has entendido y escrito de miglorioso trnsito, quiero declararte otro privilegio que meconcedi mi Hijo santsimo en aquella hora. Ya dejasescrito (CF. supra n. 739) cmo Su Majestad dej a mieleccin si quera admitir el morir o pasar sin este trabajo ala visin beatfica y eterna. Y si yo rehusara la muerte, sinduda me lo concediera el Altsimo, porque como en m notuvo parte el pecado, tampoco la tuviera la pena que fue lamuerte. Como tambin fuera lo mismo en mi Hijosantsimo, y con mayor ttulo, si l no se cargara desatisfacer a la divina Justicia por los hombres, por medio desu pasin y muerte. Esta eleg yo de voluntad para imitarley seguirle, como lo hice en sentir su dolorosa pasin; yporque, habiendo yo visto morir a mi Hijo y a mi Diosverdadero, si rehusara yo la muerte no satisficiera al amorque le deba y dejara un gran vaco en la similitud y con-formidad que yo deseaba con el mismo Seorhumanado, y Su Majestad quera que yo tuviese en todosimilitud con su humanidad santsima; y como yo nopudiera desde entonces recompensar este defecto, notuviera mi alma la plenitud de gozo que tengo de habermuerto como muri mi Dios y Seor.

    745. Por esto le fue tan agradable que yo eligiese elmorir, y se oblig tanto su dignacin en mi prudencia y

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    amor que en retorno me hizo luego un singular favor paralos hijos de la Iglesia, conforme a mis deseos. Este fue, quetodos mis devotos que le llamaren en la muerte,interponindome por su abogada para que les socorra, en

    memoria de mi dichoso trnsito y por la voluntad con quequise morir para imitarle estn debajo de mi especialproteccin en aquella hora, para que yo los defienda deldemonio y los asista y ampare y al fin los presente en eltribunal de su misericordia y en l interceda por ellos. Paratodo esto me concedi nueva potestad y comisin y elmismo Seor me prometi que les dara grandes auxilios desu gracia para morir bien, y para vivir con mayor pureza, siantes me invocaban, venerando este misterio de mi

    preciosa muerte. Y as quiero, hija ma, que desde hoy conntimo afecto y devocin hagas continuamente memoria deella y bendigas, magnifiques y alabes al Omnipotente, queconmigo quiso obrar tan venerables maravillas en beneficiomo y de los mortales. Con este cuidado obligars al mismoSeor y a m para que en aquella ltima hora teamparemos.

    746. Y porque a la vida sigue la muerte y ordinariamente secorresponden, por esto el fiador ms seguro de la buenamuerte es la buena vida, y en ella despegarse el corazn ysacudirse del amor terreno, que en aquella ltima horaaflige y oprime al alma y le sirve de fuertes cadenas paraque no tenga entera libertad, ni se levante sobre aquelloque ha tenido amor en su vida. Oh hija ma, qudiferentemente entienden esta verdad los mortales y cunal contrario obran! Dales el Seor la vida para que en ellase desocupen de los efectos del pecado original para nosentirlos en la hora de la muerte, y los ignorantes y mseroshijos de Adn gastan toda esa vida en cargarse de nuevosembarazos y prisiones, para morir cautivos de sus pasionesy debajo del dominio de su tirano enemigo. Yo no tuveparte en la culpa original, ni sobre mis potencias tenanderecho alguno sus malos efectos, y con todo eso vivajustadsima, pobre, santa y perfecta, sin aficin a cosaterrena; y esta libertad santa experiment bien en la horade mi muerte. Advierte, pues, hija ma, y atiende a estevivo ejemplo y desocupa tu corazn ms y ms cada da, demanera que con los aos te halles ms libre, expedita y sin

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    aficin de cosa visible para cuando el Esposo te llamare alas bodas y no sea necesario que vayas a buscar entoncesla libertad y prudencia que no hallars.

    CAPITULO 20Del entierro del sagrado cuerpo de Mara santsima y

    lo que enl sucedi.

    747. Para que los Apstoles, discpulos y otros muchosfieles no quedaran oprimidos y que algunos no murierancon el dolor que recibieron en el trnsito de Marasantsima, fue necesario que el poder divino con especial

    providencia obrase en ellos el consuelo, dndoles esfuerzoparticular con que dilatasen los corazones en suincomparable afliccin; porque la desconfianza de no haberde restaurar aquella prdida en la vida presente no hallabadesahogo, la privacin de aquel tesoro no conocarecompensa y como el trato y conversacin dulcsima,caritativa y amabilsima de la gran Reina tena robado elcorazn y amor de cada uno, todos quedaron sin ella comosin alma y sin aliento para vivir, careciendo de tal amparo y

    compaa. Pero el Seor, que conoca la causa de tan justodolor, les asisti en l y con su virtud divina los animocultamente para que no desfallecieran y acudieran a loque convena disponer del sagrado cuerpo y a todo lodems que peda la ocasin.

    748. Con esto los Apstoles Santos, a quienesprincipalmente tocaba este cuidado, trataron luego de quese le diese conveniente sepultura al cuerpo santsimo de su

    Reina y Seora. Sealronle en el valle de Josafat unsepulcro nuevo, que all estaba prevenido misteriosamentepor la Providencia de su santsimo Hijo. Y acordndose losApstoles que el cuerpo deificado del mismo Seorhaba sido ungido con ungentos preciosos y aromticos,conforme a la costumbre de los judos, para darle sepultura,envolvindole en la santa sbana y sudario, pareciles quese hiciera lo mismo con el virginal cuerpo de su beatsimaMadre y no pensaron entonces otra cosa. Para ejecutar este

    intento llamaron a las dos doncellas que haban asistido a la

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    Reina en su vida y quedaban sealadas por herederas deltesoro de sus tnicas (Cf. supra n. 737), y a estas dosdieron orden que ungiese con suma reverencia y recato elcuerpo de la Madre de Dios y la envolviesen en la sbana,

    para ponerle en el fretro. Las doncellas entraron congrande veneracin y temor al oratorio donde estaba en sutarima la venerable difunta, y el resplandor que la vesta lasdetuvo y deslumbre de suerte que ni pudieron tocarle niverle ni saber en qu lugar determinado estaba.

    749. Salironse del oratorio las doncellas con mayortemor y reverencia que entraron, y no con pequeaturbacin y admiracin dieron cuenta a los Apstoles de lo

    que les haba sucedido. Ellos confirieron, no sin inspiracindel cielo, que no se deba tocar ni tratar con el orden comnaquella sagrada arca del Testamento. Y luego entraronSan Pedro y San Juan Evangelista al mismo oratorio y cono-cieron el resplandor y junto con eso oyeron la msicacelestial de los ngeles que cantaban: Dios te salve, Mara,llena de gracia, el Seor es contigo.Otros repetan:Virgen antes del parto, en el parto y despus del parto.

    Y desde entonces muchos fieles de la primitiva Iglesiatomaron devocin con este divino elogio de Marasantsima, y desde all por tradicin se deriv a los demsque hoy le confesamos, y le confirm la Santa Iglesia.Los dos Apstoles Santos, Pedro y Juan Evangelista,estuvieron un rato suspensos con admiracin de lo que oany miraban sobre el sagrado cuerpo de la Reina, y paradeliberar lo que deban hacer se pusieron de rodillas enoracin, pidiendo al Seor se lo manifestase, y luego oyeronuna voz que les dijo: Ni se descubra ni se toque el sagradocuerpo.

    750. Con esta voz les dio inteligencia de la voluntaddivina, y luego trajeron unas andas o fretro y,templndose un poco el resplandor, se llegaron a la tarimadonde estaba y los dos mismos Apstoles con admirablereverencia trabaron de la tnica por los lados y sindescomponerla en nada levantaron el sagrado y virginaltesoro y le pusieron en el fretro con la misma composturaque tena en la tarima. Y pudieron hacerlo fcilmente,porque no sintieron peso, ni en el tacto percibieron ms de

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    que llegaban a la tnica casi imperceptiblemente. Puestoen el fretro se moder ms el resplandor y todos pudieronpercibir y conocer con la vista la hermosura del virgneorostro y manos, disponindolo as el Seor para comn

    consuelo de todos los presentes. En lo dems reserv SuOmnipotencia aquel divino tlamo de su habitacin, paraque ni en vida ni en muerte nadie viese alguna parte de l,ms de lo que era forzoso en la conversacin humana, queera su honestsima cara, para ser conocida, y las manos conque trabajaba.

    751. Tanta fue la atencin y cuidado de la honestidad desu beatsima Madre, que en esta parte no cel tanto su

    cuerpo deificado como el de la pursima Virgen. En laConcepcin Inmaculada y sin culpa la hizo semejante a smismo, y tambin en el nacimiento, en cuanto a no percibirel modo comn y natural de nacer los dems. Tambin lapreserv y guard de tentaciones de pensamientos im-puros. Pero en ocultar su virginal cuerpo hizo con ella, comomujer, lo que no hizo consigo mismo, porque era varn yRedentor del mundo, por medio del sacrificio de su pasin;y la pursima Seora en vida le haba pedido que en lamuerte le hiciese este beneficio de que nadie viese sucuerpo difunto y as lo cumpli. Luego trataron losApstoles del entierro, y con su diligencia y la devocin delos fieles, que haba muchos en Jerusaln, se juntarongran nmero de luces y en ellas sucedi una maravilla: queestando todas encendidas aquel da y otros dos, ninguna seapag ni gast ni deshizo en cosa alguna.

    752. Y para esta maravilla y otras muchas que el brazopoderoso obr en esta ocasin fuesen ms notorias almundo, movi el mismo Seor a todos los moradores de laciudad para que concurriesen al entierro de su Madresantsima, y apenas qued persona en Jerusaln, as de

    judos como de gentiles, que no acudiese a la novedad deeste espectculo. Los Apstoles, levantaron el sagradocuerpo y tabernculo de Dios, llevando sobre sushombros estos Nuevos Sacerdotes de la Ley Evanglica elpropiciatorio de los divinos orculos y favores, y conordenada procesin partieron del cenculo para salir de laciudad al valle de Josafat; y ste era el acompaamiento

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    visible de los moradores de Jerusaln. Pero a ms deste haba otro invisible de los cortesanos del cielo,porque en primer lugar iban los mil ngeles de la Reinacontinuando su msica celestial, que oan los Apstoles,

    discpulos y otros muchos; y persever tres das continuoscon gran dulzura y suavidad. Descendieron tambin de lasalturas otros muchos millares o legiones de ngeles con losAntiguos Padres y Profetas, especialmente San Joaqun,Santa Ana, San Jos, Santa Isabel y San Juan Bautista, conotros muchos Santos que desde el cielo envi nuestroSalvador Jess para que asistiesen a las exequias yentierro de su beatsima Madre.

    753. Con todo este acompaamiento del cielo y de latierra, visible e invisible, caminaron con el sagrado cuerpo,y en el camino sucedieron grandes milagros, que seranecesario detenerme mucho para referirlos. En particulartodos los enfermos de diversas enfermedades, que fueronmuchos los que acudieron, quedaron perfectamente sanos.Muchos endemoniados fueron libres, sin atreverse aesperar los demonios que se acercasen al santsimo cuerpolas personas donde estaban. Y mayores fueron lasmaravillas que sucedieron en las conversiones de muchos

    judos y gentiles, porque en esta ocasin de Mara santsimase franquearon los tesoros de la divina misericordia, conque vinieron muchas almas al conocimiento de Cristonuestro bien y a voces le confesaban por Dios verdadero yRedentor del mundo y pedan el bautismo. En muchos dasdespus tuvieron los Apstoles y discpulos que trabajar encatequizar y bautizar a los que se convirtieron en aquel daa la santa fe. Los Apstoles, llevando el Sagrado Cuerpo,sintieron admirables efectos de la divina luz y consolacin ylos discpulos la participaron respectivamente. Todo elconcurso de la gente, con la fragancia que derramaba y lamsica que se oa y otras seales prodigiosas, estaba comoatnito y todos predicaban a Dios por grande y poderoso enaquella criatura y en testimonio de su conocimiento heransus pechos con dolorosa compuncin.

    754. Llegaron al puesto donde estaba el dichoso sepulcroen el valle de Josafat. Y los mismos Apstoles, San Pedro ySan Juan, que levantaron el celestial tesoro de la tarima al

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    fretro, le sacaron de l con la misma reverencia y facilidady le colocaron en el sepulcro y le cubrieron con una toalla,obrando ms en todo esto las manos de los ngeles que lasde los Apstoles. Cerraron el sepulcro con una losa,

    conforme a la costumbre de otros entierros, y loscortesanos del cielo se volvieron a l, quedando los milngeles de guarda de la Reina continuando la de susagrado cuerpo con la misma msica que la haban trado.El concurso de la gente se despidi, y los Santos Apstolesy discpulos con tiernas lgrimas volvieron al Cenculo; y entoda la casa persever un ao entero el olor suavsimo quedej el cuerpo de la gran Reina, y en el oratorio durmuchos aos. Y qued en Jerusaln por casa de refugio

    aquel santuario para todos los trabajos y necesidades de losque en l buscaban su remedio, porque todos le hallabanmilagrosamente, as en las enfermedades como en otrastribulaciones y calamidades humanas. Los pecados de

    Jerusaln y de sus moradores, entre otros castigosmerecieron tambin ser privados de este beneficio tanestimable, despus de algunos aos que continuaron estasmaravillas.

    755. En el Cenculo determinaron los Apstoles quealgunos de ellos y de los discpulos asistieran al sepulcrosanto de su Reina mientras en l perseverara la msicacelestial, porque todos esperaban el fin de esta maravilla.Con aquel acuerdo acudieron unos a los negocios que seofrecan de la Iglesia, para catequizar y bautizar a losconvertidos, y otros volvieron luego al sepulcro, y todos lefrecuentaron aquellos tres das. Pero San Pedro y San

    Juan Evangelista estuvieron ms continuos y asistentes, yaunque iban al Cenculo algunas veces, volvan luego adonde estaba su tesoro y corazn. Tampoco faltaronlos animales irracionales a las exequias de la comnSeora de todos, porque, en llegando su sagradocuerpo cerca del sepulcro, concurrieron por el aireinnumerables avecillas y otras mayores, y de los montessalieron muchos animales y fieras, corriendo con velocidadal sepulcro; y unos con cantos tristes y los otros congemidos y bramidos, y todos con movimientos dolorosos,como quien senta la comn prdida, manifestaban laamargura que tenan. Y solos algunos judos incrdulos, y

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    ms duros que las peas, no mostraron este sentimiento enla muerte de su Remediadora, como tampoco en la de suRedentor y Maestro.

    Doctrina que me dio la Reina del cielo Mara santsima.

    756. Hija ma, con la memoria de mi muerte natural yentierro de mi sagrado cuerpo quiero que est vinculada tumuerte civil y entierro, que ha de ser el fruto y el efectoprimero de haber conocido y escrito mi Vida. Muchas vecesen el discurso de toda ella te he manifestado este deseo yte he intimado mi voluntad para que no malogres estesingular beneficio que por la dignacin del Seor y ma

    has recibido. Fea cosa es que cualquier cristiano, despusque muri al pecado y renaci en Cristo por el bautismo yconoci que Su Majestad muri por l, vuelva a revivir otravez en la culpa; y mayor fealdad es sta en las almas quecon especial gracia son elegidas y llamadas para amigascarsimas del mismo Seor, como lo son las que con este finse dedican y consagran a su mayor obsequio en lasreligiones, cada una segn su condicin y estado.

    757. En estas almas los vicios del mundo ponen horror almismo cielo, porque la soberbia, la presuncin, la altivez, lainmortificacin, la ira, la codicia y la inmundicia de laconciencia y otras fealdades obligan al Seor y a los santosa que retiren su vista de esta monstruosidad y se den porms indignados y ofendidos que de los mismos pecadosen otros sujetos. Por esto repudia el Seor a muchasque tienen injustamente el nombre de esposas suyas y lasdeja en manos de su mal consejo, porque como deslealesprevaricaron el pacto de fidelidad que hicieron con Dios yconmigo en su vocacin y profesin. Pero si todas lasalmas deben temer esta desdicha, para no cometer tanformidable deslealtad, advierte y considera t, hija ma,qu aborrecimiento mereceras en, los ojos de Dios sifueses rea de tal delito. Tiempo es ya que acabes de morira lo visible y tu cuerpo quede ya enterrado en tuconocimiento y abatimiento y tu alma en el ser de Dios. Tusdas y tu vida para el mundo se acabaron, y yo soy el juezde esta causa para ejecutar en ti la divisin de tu vida y delsiglo: no tienes ya que ver con los que viven en l, ni ellos

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    contigo. El escribir mi Vida y morir, todo ha de ser en ti unamisma cosa, como tantas veces te lo dejo advertido, y tme lo has prometido en mis manos, repitiendo estaspromesas en mis manos con lgrimas del corazn.

    758. Esta quiero que sea la prueba de mi doctrina y eltestimonio de su eficacia, y no consentir que ladesacredites en deshonor mo, sino que entiendan el cielo yla tierra la fuerza de mi verdad y ejemplo, verificada en tusoperaciones. Para esto ni te has de valer de tu discurso nide tu voluntad, y menos de tus inclinaciones ni pasiones,porque todo esto en ti se acab. Y tu ley ha de ser lavoluntad del Seor y ma y la de la obediencia. Y para que

    nunca ignores por estos medios lo ms santo, perfecto yagradable, todo lo tiene el Seor prevenido por s mismo,por m, por sus ngeles y por quien te gobierna. No aleguesignorancia, pusilanimidad ni flaqueza, y mucho menoscobarda. Pondera tu obligacin, tantea tu deuda, atiende ala luz incesante y continua; obra con la gracia que recibes,que con todos estos dones y otros beneficios no hay cruzpesada para ti, ni muerte amarga que no sea muy llevaderay amable. Y en ella est todo tu bien y ha de estar tudeleite; pues si no acabas de morir a todo, a ms que tesembrar de espinas los caminos, no alcanzars laperfeccin que deseas, ni el estado a donde el Seor tellama.

    759. Si el mundo no te olvidare, olvdale t a l; si no tedejare, advierte que t le dejaste y yo te alej de l; si tepersigue, huye; si te lisonjea, desprecale; si te desprecia,sfrele, y si te busca, no te halle ms de para que en tiglorifique al Omnipotente. Pero en todo lo dems no te hasde acordar ms que se acuerdan los vivos de los muertos yle has de olvidar como los muertos a los vivos, y no quieroque tengas con los moradores de este siglo ms comercioque tienen los vivos y los muertos, no te parecer muchoque en el principio, en el medio y en el fin de esta Historiate repita tantas veces esta doctrina, si ponderas lo que teimporta es ejecutarla. Advierte, carsima, las persecucionesque a lo sordo y en lo oculto te ha fabricado el demonio porel mundo y sus moradores con diferentes pretextos ycubiertas. Y si Dios lo ha permitido para prueba tuya y

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    ejercicio de su gracia, cuanto es de tu parte, razn es quete des por entendida y avisada, y adviertas que es grandeel tesoro y le tienes en vaso frgil(2 Cor 4, 7), y que todo elinfierno se conspira y se rebela contra ti. Vives en carne

    mortal, rodeada y combatida de astutos enemigos. Eresesposa de Cristo mi Hijo santsimo, y yo soy tu Madre yMaestra. Reconoce, pues, tu necesidad y flaqueza, ycorrespndeme como hija carsima y discpula perfecta yobediente en todo.

    CAPITULO 21

    Entr en el cielo empreo el alma de Mara santsima y,

    a imitacin de Cristo nuestro Redentor, volvi a resucitar susagrado cuerpo [con el poder de Dios] y en l subi otravez a la diestra del mismo Seor al tercero da.

    760. De la gloria y felicidad de los Santos que participan enla visin beatfica y fruicin bienaventurada, dijo San Pablo(1 Cor 2, 9)con San Isaas (Is 64, 4) que ni los ojos de losmortales vieron, ni los odos oyeron, ni pudo caber encorazn humano lo que Dios tiene preparado para los que

    le aman y en l esperan. Y conforme a esta verdad catlica,no es maravilla lo que se refiere sucedi a San Agustn, quecon ser tan gran luz de la Iglesia, estando para escribir untratado de la gloria de los Bienaventurados, se le aparecisu grande amigo San Jernimo, que acababa de morir yentrar en el gozo del Seor, y desenga a San Agustino deque no poda conseguir su intento como deseaba, porqueninguna lengua ni pluma de los hombres podra manifestarla menor parte de los bienes que gozan los Santos en la

    visin beatfica. Esto dijo San Jernimo. Y cuando por ladivina Escritura no tuviramos otro testimonio ms de queaquella gloria ser eterna, por sola esta parte vuela sobretodo nuestro entendimiento, que no puede dar alcance a laeternidad por ms que extienda sus fuerzas; porque, siendoel objeto infinito y sin medida, es inagotable eincomprensible, por ms y ms que sea conocido y amado.

    Y as como quedando infinito y omnipotente cri todas lascosas, sin que todas ellas y otros infinitos mundos, aunque

    los criara de nuevo, no evacuan ni agotan su poder, porque

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    siempre se quedar infinito e inmutable; as tambin,aunque le vieran y gozaran infinitos Santos, quedara infinitoque conocer y amar, porque en la creacin y en la gloriatodos le participan limitadamente, segn la condicin de

    cada uno, pero l en s mismo no tiene trmino ni fin.

    761. Y si por esto es inefable la gloria de cualquiera delos Santos, aunque sea el menor, qu diremos de la gloriade Mara santsima, pues entre los Santos es la santsima, yella sola es semejante a su Hijo ms que todos los Santos

    juntos, y su gracia y gloria les excede a todos como laemperatriz o reina a sus vasallos? Esta verdad se puede yse debe creer, pero en la vida mortal no es posible

    entenderla, ni explicar la mnima parte de ella, porque ladesigualdad y mengua de nuestros trminos y discurso msla pueden oscurecer que declarar. Trabajemos ahora, no encomprenderla, sino en merecer que despus se nosmanifieste en la misma gloria, donde segn nuestras obrasalcanzaremos ms o menos este gozo que esperamos.

    762. Entr en el cielo empreo nuestro Redentor Jess conla pursima alma de su Madre a su diestra. Y slo ella entretodos los mortales no tuvo causa para que pasara por juicioparticular, y as no le tuvo ni se le pidi cuenta del reciboni se le hizo cargo, porque as se lo prometieron cuando lahicieron exenta de la comn culpa, como elegida paraReina y privilegiada de las leyes de los hijos de Adn. Y poresta misma razn en el juicio universal, sin ser juzgadacomo los otros, vendr tambin a la diestra de su Hijosantsimo, como conydice de todas las criaturas. Y si en elprimer instante de su concepcin fue aurora clarsima yrefulgente, retocada con los rayos del sol de la divinidadsobre las luces de los ms ardiente serafines, y despus selevant hasta tocar con ella misma en la unin del Verbocon su pursima sustancia y humanidad de Cristo,consiguiente era que toda la eternidad fuera compaerasuya, con la similitud posible entre Hijo y Madre, siendo lDios y Hombre y ella pura criatura. Con este ttulo lapresent el mismo Redentor ante el trono de la divinidad, yhablando con el Eterno Padre en presencia de todos losbienaventurados, que estaban atentos a esta maravilla, dijola Humanidad santsima estas palabras: Eterno Padre mo,

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    mi amantsima Madre, vuestra Hija querida y Esposaregalada del Espritu Santo, viene a recibir la posesineterna de la corona y gloria que para premio de sus mritosla tenemos preparada. Esta es la que naci entre los hijos

    de Adn como rosa entre las espinas, intacta, pura yhermosa, digna de que la recibamos en nuestras manos yen el asiento a donde no lleg alguna de nuestras criaturas,ni pueden llegar los concebidos en pecado. Esta es nuestraescogida, nica y singular, a quien dimos gracia y participa-cin de nuestras perfecciones sobre la ley comn de lasotras criaturas, en la que depositamos el tesoro de nuestradivinidad incomprensible y sus dones y la quefidelsimamente le guard y logr los talentos que le dimos,

    la que nunca se apart de nuestra voluntad y la que hallgracia (Lc 1, 30) y complacencia en nuestros ojos. Padremo, rectsimo es el tribunal de nuestra misericordia y

    justicia, y en l se pagan los servicios de nuestros amigoscon superabundante recompensa. Justo es que a mi Madrese le d el premio como a Madre; y si en toda su vida yobras fue semejante a m en el grado posible a puracriatura, tambin lo ha de ser en la gloria y en el asiento enel trono de Nuestra Majestad, para que donde est lasantidad por esencia, est tambin la suma porparticipacin.

    763. Este decreto del Verbo Humanado aprobaron el Padrey el Espritu Santo; y luego fue levantada aquella almasantsima de Mara a la diestra de su Hijo y Dios verdaderoy colocada en el mismo trono real de la Beatsima Trinidad,a donde ni hombres, ni ngeles, ni serafines llegaron, nillegarn jams por toda la eternidad. Esta es la ms alta yexcelente preeminencia de nuestra Reina y Seora, estaren el mismo trono de las divinas personas y tener lugar enl como Emperatriz, cuando los dems le tienen de siervosy ministros del sumo Rey. Y a la eminencia o majestad deaquel lugar, para todas las dems criaturas inaccesible,corresponden en Mara santsima los dotes de gloria,comprensin, visin y fruicin; porque de aquel objetoinfinito, que por innumerables grados y variedad gozan losbienaventurados, ella goza sobre todos y ms que todos.Conoce, penetra, entiende mucho ms del ser divino y desus atributos infinitos, ama y goza de sus misterios y

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    secretos ocultsimos ms que todo el resto de losbienaventurados. Y aunque entre la gloria de las divinaspersonas y la de Mara santsima hay distancia infinita,porque la luz de la divinidad, como dice el Apstol (1 Tim 6,

    16), es inaccesible y sola ella habita la inmortalidad y gloriapor esencia, y tambin el alma santsima de Cristo excedesin medida a los dotes de su Madre, pero comparada lagloria de esta gran Reina con todos los santos, se levantasobre todos como inaccesible y tiene una similitud con la deCristo que no se puede entender en esta vida ni declararse.

    764. Tampoco se puede reducir a palabras el nuevo gozoque recibieron este da los Bienaventurados, cantando

    nuevos cnticos de loores al Omnipotente y a la gloria de suHija, Madre y Esposa, en quien glorificaba las obras de sudiestra. Y aunque al mismo Seor no le puede venir nisuceder nueva gloria interior, porque toda la tuvo y tieneinmutable e infinita desde su eternidad, pero con todo eso,las demostraciones exteriores de su agrado y complacenciaen el cumplimiento de sus eternos decretos fueron mayoresen este da, porque sala una voz del trono real, como de laPersona del Padre, que deca: En la gloria de nuestra dilectay amantsima Hija se cumplieron nuestros deseos yvoluntad santa y se ha ejecutado con plenitud de nuestracomplacencia. A todas las criaturas dimos el ser que tienen,crindolas de la nada, para que participasen de nuestrosbienes y tesoros infinitos conforme a la inclinacin y pesode nuestra bondad inmensa. Este beneficio malograron losmismos a quienes hicimos capaces de nuestra gracia ygloria. Sola nuestra querida y nuestra Hija no tuvo parte enla inobediencia y prevaricacin de los dems y ella merecilo que despreciaron como indignos los hijos de perdicin, ynuestro corazn no se hall frustrado en ella por ningntiempo ni momento. A ella pertenecen los premios que connuestra voluntad comn y condicionada preveamos paralos ngeles inobedientes y para los hombres que los hanimitado, si todos cooperaran con nuestra gracia y vocacin.Ella recompens este desacato con su rendimiento yobediencia y nos complaci con plenitud en todas susoperaciones y mereci el asiento en el trono de NuestraMajestad.

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    765. El da tercero que el alma santsima de Mara gozabade esta gloria para nunca dejarla, manifest el Seor a losSantos su voluntad divina de que volviese al mundo yresucitase su sagrado cuerpo unindose con l, para que en

    cuerpo y alma fuese otra vez levantada a la diestra de suHijo santsimo, sin esperar a la general resurreccin de losmuertos. La conveniencia de este favor y la consecuenciaque tena con los dems que recibi la Reina del cielo y consu sobreexcelente dignidad, no la podan ignorar los Santos,pues a los mortales es tan creble que juzgramos por impoy estulto al que pretendiera negarla. Pero conocironla losBienaventurados con mayor claridad, y la determinacin deltiempo y hora, cuando en s mismo les manifest su eterno

    decreto. Y cuando fue tiempo de hacer esta maravilla,descendi del cielo el mismo Cristo nuestro Salvador,llevando a su diestra el alma de su beatsima Madre, conmuchas legiones de ngeles y los Padres y ProfetasAntiguos. Y llegaron al sepulcro en el valle de Josafat yestando todos a la vista del virginal templo habl el Seorcon los Santos y dijo estas palabras:

    766. Mi Madre fue concebida sin mcula de pecado, paraque de su virginal sustancia pursima y sin mcula mevistiese de la humanidad en que vine al mundo y le redimdel pecado. Ella cooper conmigo en las obras de laRedencin, y as debo resucitarla como yo resucit de losmuertos; y que esto sea al mismo tiempo y a la mismahora, porque en todo quiero hacerla a mi semejante.

    Todos los Antiguos Santos de la naturaleza humanaagradecieron este beneficio con nuevos cnticos dealabanza y gloria del Seor. Y los que especialmente sesealaron fueron nuestros primeros padres Adn y Eva, ydespus de ellos Santa Ana, San Joaqun y San Jos, comoquien tena particulares ttulos y razones para engrandeceral Seor en aquella maravilla de su omnipotencia. Luego lapursima alma de la Reina con el imperio de Cristo su Hijosantsimo entr en el virginal cuerpo y le inform y resucit,dndole nueva vida inmortal y gloriosa y comunicndole loscuatro dotes de claridad, impasibilidad, agilidad y sutileza,correspondientes a la gloria del alma, de donde s derivana los cuerpos.

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    767. Con estos dotes sali Mara santsima en alma ycuerpo del sepulcro, sin remover ni levantar la piedra conque estaba cerrado, quedando la tnica y toallacompuestas en la forma que cubran su sagrado cuerpo. Y

    porque es imposible manifestar su hermosura, belleza yrefulgencia de tanta gloria, no me detengo en esto.Bstame decir que, como la divina Madre dio a su Hijosantsimo la forma de hombre en su tlamo virginal y se ladio pura, limpia, sin mcula e impecable para redimir almundo, as tambin en retorno de esta ddiva la dio elmismo Seor en esta resurreccin y nueva generacin otragloria y hermosura semejante a s mismo. Y en estecomercio tan misterioso y divino cada uno hizo lo que pudo,

    porque Mara santsima engendr a Cristo asimilado a smisma en cuanto fue posible, y Cristo la result a ella,comunicndole de su gloria cuanto ella pudo recibir en laesfera de pura criatura.

    768. Luego desde el sepulcro se orden una solemnsimaprocesin con celestial msica por la regin del aire, pordonde se fue alejando para el cielo empreo. Y sucedi estoa la misma hora que resucit Cristo nuestro Salvador,domingo inmediato despus de media noche; y as nopudieron percibir esta seal por entonces todos losApstales, fuera de algunos que asistan y velaban alsagrado sepulcro. Entraron en el cielo los Santos y ngelescon el orden que llevaban, y en el ltimo lugar iban Cristonuestro Salvador y a su diestra la Reina vestida de oro devariedad, como dice Santo Rey David (Sal 44, 10), y tanhermosa que pudo ser admiracin de los cortesanos delcielo. Convirtironse todos a mirarla y bendecirla connuevos jbilos y cnticos de alabanza. All se oyeronaquellos elogios misteriosos que los dej escritos Salomn:Salid, hijas de Sin, a ver a vuestra Reina, aquien alabanlas estrellas matutinas y festejan los hijos del Altsimo.Quin es sta que sube del desierto como varilla de todoslos perfumes aromticos(Cant 3, 6)? Quin es sta que selevanta como la aurora, ms hermosa que la luna, electacomo el sol y terrible como muchos escuadrones ordenados(Cant 6, 9)? Quin es sta que asciende del desiertoasegurada en su dilecto y derramando delicias conabundancia(Cant 8, 5)? Quin es sta en quien la misma

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    divinidad hall tanto agrado y complacencia sobre todassus criaturas y la levanta sobre todas al trono de suinaccesible luz y majestad? Oh maravilla nunca vista enestos cielos!, oh novedad digna de la sabidura infinita!,

    oh prodigio de esa omnipotencia que as la magnificas yengrandeces!

    769. Con estas glorias lleg Mara santsima en cuerpo yalma al trono real de la Beatsima Trinidad, y las tresdivinas Personas la recibieron en l con un abrazoindisoluble. El Eterno Padre la dijo: Asciende ms alto quetodas las criaturas, electa ma, hija ma y paloma ma.ElVerbo humanado dijo: Madre ma, de quien recib el ser

    humano y el retorno de mis obras con tu perfecta imitacin,recibe ahora el premio de mi mano que tienes merecido.El Espritu Santo dijo: Esposa ma amantsima, entra en elgozo eterno que corresponde a tu fidelsimo amor y gozasin cuidados, que ya pas el invierno del padecer (Cant 2,11) y llegaste a la posesin eterna de nuestros abrazos.All qued absorta Mara santsima entre las divinas Per-sonas y como anegada en aquel pilago interminable y enel abismo de la divinidad; los Santos, llenos de admiracin,de nuevo gozo accidental. Y porque en esta obra de laOmnipotencia sucedieron otras maravillas, dir algo sipudiere en el captulo siguiente.

    Doctrina que me dio la Reina de los ngeles Marasantsima.

    770. Hija ma, lamentable y sin excusa es la ignorancia delos hombres en olvidar tan de propsito la eterna gloria queDios tiene prevenida para los que se disponen a merecerla.Este olvido tan pernicioso quiero que llores con amargura yte lamentes sobre l, pues no hay duda que quien convoluntad se olvida de la felicidad y gloria eterna est enevidente peligro de perderla. Y ninguno tiene legtimodescargo en esta culpa, no slo porque el tener estamemoria y procurar alcanzarla no les cuesta a todos muchotrabajo, sino antes, para olvidar el fin para que fueroncriados, trabajan muchos con todas sus fuerzas. Cierto esque nace este olvido de entregarse los hombres a lasoberbia de la vida, a la codicia de los ojos y a la

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    concupiscencia de la carne(1 Jn 2, 16); porque, empleandoen esto todas las fuerzas y potencias del alma y todo eltiempo de la vida, no queda cuidado ni atencin ni lugarpara pensar con sosiego, ni aun sin l, en la felicidad eterna

    de las bienaventuranzas. Pues digan los hombres yconfiesen si les cuesta mayor trabajo esta memoria que elseguir sus pasiones ciegas, en adquirir honra, hacienda ydeleites transitorios, que se acaban antes que la vida. Ymuchas veces despus de fatigados no los consiguen nipueden.

    771. Cunto ms fcil es para los mortales no caer enesta perversidad, y ms para los hijos de la Iglesia, pues a

    la mano tienen la fe y la esperanza, que sin trabajo lesensea esta verdad! Y cuando merecer el bien eterno lesfuera tan costoso como lo es alcanzar la honra y lahacienda y otros deleites aparentes, gran locura es trabajartanto por lo falso como por lo verdadero, por las penaseternas como por la eterna gloria. Esta abominable estul-ticia conocers bien, hija ma, para llorarla, si considerasen el siglo que vives, tan turbado con guerras y discordias,cuntos son los infelices que se van a buscar la muerte porun breve y vano estipendio de honra, de venganza y otrosvilsimos intereses; y de la vida eterna ni se acuerdan nicuidan ms que si fueran irracionales; y sera dicha suyaacabar como ellos con la muerte temporal, pero como losms obran contra justicia y otros que la tienen vivenolvidados de su fin, los unos y los otros muereneternamente.

    772. Este dolor es sobre todo dolor y desdicha sin igual ysin remedio. Aflgete, lamntate y dulete sin consuelosobre esta ruina de tantas almas compradas con la sangrede mi Hijo santsimo. Y te aseguro, carsima, que desde elcielo, donde estoy en la gloria que has conocido, si loshombres no la desmerecieran, me inclina la caridad adarles una voz que se oyera por todo el mundo y clamandoles dijera: Hombres mortales y engaados, qu hacis?,en qu vivis?, por ventura sabis lo que es ver a Dios caraa cara y participar su eterna gloria y compaa?, en qupensis?, quin as os ha turbado y fascinado el juicio?,qu buscis, si perdis este verdadero bien y felicidad sin

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    haber otra? El trabajo es breve, la gloria infinita y la penaeterna.

    773. Con este dolor que en ti quiero despertar, procura

    trabajar con desvelo para no incurrir en este peligro. Elejemplo vivo tienes en mi vida, que toda fue un continuadopadecer y tal como has conocido, pero cuando llegu a lospremios que recib, todo me pareci nada y lo olvid comosi nada fuera. Determnate, amiga, a seguirme en el trabajoy aunque sea sobre todos los de los mortales, reptalocomo levsimo y nada dificultes ni te parezca grave ni muyamargo aunque sea entrar por fuego y acero. Alarga lamano a cosas fuertes y guarnece a los domsticos, tus

    sentidos, con dobladas vestiduras (Prov 31, 19.21) depadecer y obrar con todas tus potencias. Y junto con estoquiero que no te toque otro comn error de los hombresque dicen: procuremos asegurar la salvacin, que ms omenos gloria no importa mucho, pues all estaremos todos[es hereja de los universalistas o misericordiosos afirmarque hay salvacin universal de todos los hombres y negarexistencia del infierno]. Con esta ignorancia, hija ma, no seasegura la salvacin, antes se aventura, porque se originade grande estulticia y poco amor a Dios, y quien pretendeestos partidos con Su Majestad le desobliga para que ledeje en el peligro de perderlo todo. La flaqueza humanasiempre obra menos en lo bueno de lo que se extiende sudeseo, y cuando ste no es grande ejecuta muy poco, puessi desea poco pnese a riesgo de perderlo todo.

    774. El que se contenta con lo mediano o nfimo de lavirtud, siempre deja lugar en la voluntad y en lasinclinaciones para admitir de intento otros afectos terrenosy amar a lo transitorio, y esto no se puede conservar sinencontrarse luego con el amor divino; y por esto esimposible dejar de que se pierda el uno y permanezca elotro. Determinndose la criatura a amar a Dios de todocorazn y con todas sus fuerzas, como l lo manda(Dt 6, 5),este afecto y determinacin toma el Seor en cuentacuando el alma por otros defectos no alcanza a los mslevantados premios. Pero el despreciarlos o no estimarlosde intento, no es amor de hijo ni de amigos verdaderos,sino de esclavos que se contentan con vivir y pasar. Y si los

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    Santos pudieran volver a merecer de nuevo algn grado degloria padeciendo los tormentos del mundo hasta el da del

    juicio, sin duda lo hicieran, porque tienen verdadero yperfecto conocimiento de lo que vale aquel premio y aman

    a Dios con caridad perfecta. No conviene que se concedaesto a los Santos, pero concediseme a m, como lo dejasescrito en esta Historia (Cf. supra n. 2); y con mi ejemploqueda confirmada esta verdad y reprobada la insipiencia delos que por no padecer ni abrazarse con la Cruz de Cristoquieren el premio limitado contra la misma inclinacin de labondad infinita del Altsimo, que desea que las almastengan mritos para ser premiadas copiosamente en lafelicidad de la gloria.

    CAPITULO 22

    Fue coronada Mara santsima por Reina de los cielos yde todas las criaturas, confirmndole grandes privilegios enbeneficio de los hombres.

    775. Cuando se despidi Cristo Jess nuestro Salvador desus discpulos para ir a padecer, les dijo (Jn 14, 1)que no se

    turbasen sus corazones por las cosas que les dejabaadvertidas, porque en la casa de su Padre, que es laBienaventuranza, haba muchas mansiones. Y fueasegurarles que haba lugar y premios para todos, aunquelos merecimientos y las obras buenas fuesen diversas, yque ninguno se turbase ni contristase perdiendo la paz y laesperanza, aunque viese a otro ms aventajado oadelantado, porque en la casa de Dios hay muchos grados yestancias en que cada uno estar contento con la que le

    tocare, sin envidiar al otro, que esto es una de las grandesdichas de aquella felicidad eterna. He dicho (Cf. supra n.765) que Mara santsima fue colocada en el supremo lugary estancia en el trono de la Beatsima Trinidad, y muchasveces he usado esta palabra para declarar misterios tangrandes, como tambin usan de ella los Santos y la mismaEscritura Sagrada. Y aunque con esto no era menester otraadvertencia, con todo eso, para los que menos entienden,digo que Dios, como es pursimo espritu sin cuerpo y

    juntamente infinito, inmenso e incomprensible, no ha

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    menester trono material ni asiento, porque todo lo llena yen todas las criaturas est presente y ninguna lecomprende ni cie o rodea, antes l las comprende yencierra todas en s mismo. Y los Santos no ven la divinidad

    con ojos corporales sino con los del alma, pero como lemiran en alguna parte determinada, para entenderlo anuestro modo terreno y material decimos que est en sureal trono, donde la Beatsima Trinidad tiene su asiento,aunque en s mismo tiene su gloria y la comunica a losSantos. Pero a la humanidad de Cristo nuestro Salvador ysu Madre santsima no niego que en el cielo estn en lugarms eminente que los dems Santos, y que entre losBienaventurados que estarn en alma y cuerpo habr algn

    orden de ms o menos cercana con Cristo nuestro Seor ycon la Reina; pero no es para este lugar declarar el modocmo esto sucede en el cielo.

    776. Pero llamamos trono de la divinidad a donde semanifiesta a los Santos como principal causa de la gloria ycomo Dios eterno, infinito y que no depende de nadie ytodas las criaturas penden de su voluntad; y se manifiestacomo Seor, como Rey, como Juez y Dueo de todo lo quetiene ser. Esta dignidad tiene Cristo nuestro Redentor encuanto Dios por esencia y en cuanto Hombre por la uninhiposttica con que se le comunic a la humanidadsantsima, y as est en el cielo como Rey, Seor y Juezsupremo; y los Santos, aunque su gloria y excelenciaexcede a todo humano pensamiento, estn como siervos einferiores de aquella inaccesible Majestad. Despus deCristo nuestro Salvador participa Mara santsima estaexcelencia en grado inferior a su Hijo santsimo y por otromodo inefable y proporcionado al ser de pura criaturainmediata a Dios Hombre; y siempre asiste a la diestra desu Hijo, como Reina, Seora y Duea de todo lo criado,extendindose su dominio hasta donde llega el de sumismo Hijo, aunque por otro modo.

    777. Colocada Mara santsima en este lugar y tronoeminentsimo, declar el Seor a los cortesanos del cielo losprivilegios de que gozaba por aquella majestad participada.

    Y la persona del Eterno Padre, como primer principio detodo, hablando con los ngeles y Santos, dijo: Nuestra hija

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    Mara fue escogida y poseda de nuestra voluntad eternaentre todas las criaturas y la primera para nuestras deliciasy nunca degener del ttulo y ser de hija que le dimos ennuestra mente divina, y tiene derecho a nuestro reino, de

    quien ha de ser reconocida y coronada por legtima Seoray singular Reina. El Verbo humanado dijo: A mi madreverdadera y natural le pertenecen todas las criaturas quepor m fueron criadas y redimidas, y de todo lo que yo soyRey ha de ser ella legtima y suprema Reina. El EsprituSanto dijo: Por el ttulo de Esposa ma, nica y escogida, aque con fidelidad ha correspondido, se le debe tambin lacorona de Reina por toda la eternidad.

    778. Dichas estas razones, las tres divinas personaspusieron en la cabeza de Mara santsima una corona degloria de tan nuevo resplandor y valor, cual ni se vio antesni se ver despus en pura criatura. Al mismo tiempo saliuna voz del trono que deca: Amiga y escogida entre lascriaturas, nuestro reino es tuyo; t eres Reina, Seora ySuperiora de los serafines y de todos nuestros ministros losngeles y de toda la universidad de nuestras criaturas.Atiende, manda y reina prsperamente (Sal 44, 5) sobreellas, que en nuestro supremo consistorio te damosimperio, majestad y seoro. Siendo llena de gracia sobretodos, te humillaste en tu estimacin al inferior lugar;recibe ahora el supremo que se te debe y el dominioparticipado de nuestra divinidad sobre todo lo quefabricaron nuestras manos con nuestra omnipotencia.Desde tu real trono mandars hasta el centro de la tierra, ycon el poder que te damos sujetars al infierno y todos susdemonios y moradores; todos te temern como a supremaEmperatriz y Seora de aquellas cavernas y moradas denuestros enemigos. Reinars sobre la tierra y todos loselementos y sus criaturas. En tus manos y en tu voluntadponemos las virtudes y efectos de todas las causas, susoperaciones, su conservacin, para que dispenses de lasinfluencias de los cielos, de la lluvia de las nubes y de losfrutos de la tierra; y de todo distribuye por tu disposicin, aque estar atenta nuestra voluntad para ejecutar la tuya.Sers Reina y Seora de todos los mortales para mandar ydetener la muerte y conservar su vida. Sers Emperatriz ySeora de la Iglesia militante, su Protectora, su Abogada, su

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    Madre y su Maestra. Sers especial Patrona de los ReinosCatlicos; y si ellos y los otros fieles y todos los hijos deAdn te llamaren de corazn y te sirvieren y obligaren, losremediars y amparars en sus trabajos y necesidades.

    Sers amiga, defensora y capitana de todos los justos yamigos nuestros, y a todos los consolars y confortars yllenars de bienes conforme te obligaren con su devocin. Ypara esto te hacemos depositara de nuestras riquezas,tesorera de nuestros bienes, ponemos en tu mano losauxilios y favores de nuestra gracia para que los dispenses,y nada queremos conceder al mundo que no sea por tumano y no queremos negarlo si lo concedieres a loshombres. En tus labios est derramada la gracia(Sal 44, 3)

    para todo lo que quisieres y ordenares en el cielo y en latierra, y en todas partes te obedecern los ngeles y loshombres, porque todas nuestras cosas son tuyascomo t siempre fuiste nuestra, y reinars con nosotrospara siempre.

    779. En ejecucin de este decreto y privilegio concedido ala Seora del universo, mand el Omnipotente a todos loscortesanos del cielo, ngeles y hombres, que todosprestasen la obediencia a Mara santsima y la reconociesenpor su Reina y Seora. Esta maravilla tuvo otro misterio, yfue recompensar a la divina Madre la veneracin y cultoque con profunda humildad haba dado ella a los santoscuando era viadora y se aparecan, como en toda estaHistoria queda escrito, siendo ella Madre del mismo Dios yllena de gracia y santidad sobre todos los ngeles y Santos.

    Y aunque, por ser ellos comprensores cuando la pursimaSeora era viadora, convena para su mayor mrito que sehumillase a todos, que as lo ordenaba el mismo Seor,pero ya que estaba en la posesin del reino que se le debaera justo que todos le diesen culto y veneracin y sereconociesen vasallos suyos. As lo hicieron en aquelfelicsimo estado donde todas las cosas se reducen a suorden y proporcin debida. Este reconocimiento yveneracin y adoracin hicieron los espritus anglicos y lasalmas de los santos, al modo que adoraron [culto de latra]al Seor con temor, dando respectivamente veneracin[culto de hiperdula] a su divina Madre. Los Santos queestaban en cuerpo en el cielo se postraron y veneraron [con

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    culto de hiperdula] con acciones corpreas a su Reina. Ytodas estas demostraciones y coronacin de la Emperatrizde las alturas fueron de admirable gloria para ella y denuevo gozo y jbilo para los Santos y complacencia de la

    Beatsima Trinidad, y en todo fue festivo este da y denueva y accidental gloria para el cielo. Los que ms lapercibieron fueron su esposo castsimo San Jos, San

    Joaqun y Santa Ana y todos los dems allegados a la Reina,y en especial los mil ngeles de guarda.

    780. En el pecho de la gran Reina en su glorioso cuerpose manifest a los Santos una forma de un pequeo globo oviril de singular hermosura y resplandor, que les caus y les

    causa especial admiracin y alegra. Y esto es como premioy testimonio de haber depositado, como en sagrario digno,en su pecho al Verbo Encarnado Sacramentado y haberlerecibido tan digna, pura y santamente, sin defecto niimperfeccin alguna, pero con suma devocin, amor y re-verencia, a que no lleg ninguno de los otros Santos. En losdems premios y coronas correspondientes a sus virtudes yobras sin igual, no puedo hablar cosa digna que lomanifieste, y as lo remito a la vista beatfica, donde cadauno lo conocer como por sus obras y devocin lomereciere. En el captulo 19 pasado dije(Cf. supra n. 742)cmo el trnsito de nuestra Reina fue a trece de agosto. Suresurreccin, asuncin y coronacin sucedi domingo aquince, en el que la celebra la Santa Iglesia. Estuvo susagrado cuerpo en el sepulcro otras treinta y seis horascomo el de su Hijo santsimo, porque el trnsito yresurreccin fue a las mismas horas. El cmputo de losaos queda ajustado arriba, donde dije que esta maravillasucedi al ao del Seor de cincuenta y cinco, entrandoeste ao los meses que hay desde el nacimiento del mismoSeor hasta los quince de agosto.

    781. Dejamos a la gran Seora a la diestra de su Hijosantsimo reinando por todos los siglos de los siglos.Volvamos ahora a los Apstoles y discpulos que sin enjugarsus lgrimas asistan al sepulcro de Mara santsima en elvalle de Josafat. San Pedro y San Juan, que fueron los msperseverantes y continuos, reconocieron el da tercero quela msica celestial haba cesado, pues ya no la oan, y como

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    ilustrados con el Espritu divino coligieron que la pursimaMadre sera resucitada y levantada a los cielos en cuerpo yalma como su Hijo santsimo. Confirieron este dictamen,confirmndose en l, pero San Pedro como cabeza de la

    Iglesia determin que de esta verdad y maravilla se tomaseel testimonio posible, que fuese notorio a los que fuerontestigos de su muerte y entierro. Para esto junt a todos losApstoles y discpulos y otros fieles a vista del sepulcro, adonde el mismo da los llam. Propsoles las razones quetena para el juicio que todos hacan y para manifestar a laIglesia aquella maravilla que en todos los siglos sera ve-nerable y de tanta gloria para el Seor y su beatsimaMadre. Aprobaron todos el parecer del Vicario de Cristo y

    con su orden levantaron luego la piedra que cerraba elsepulcro, y llegando a reconocerle le hallaron vaco y sin elsagrado cuerpo de la Reina del cielo, y su tnica estabatendida como cuando la cubra, de manera que se conocahaba penetrado la tnica y lpida sin moverlas ni descom-ponerlas. Tom San Pedro la tnica y toalla, venero l ytodos los dems, quedando certificados de la resurreccin yasuncin de Mara santsima a los cielos, y entre gozo ydolor celebraron con dulces lgrimas esta misteriosamaravilla y cantaron salmos e himnos en alabanza y gloriadel Seor y de su beatsima Madre.

    782. Pero con la admiracin y cario estaban todossuspensos y mirando al sepulcro sin poder aprtase de l,hasta que descendi y se les manifest un ngel del Seorque les habl y dijo: Varones galileos, qu os admiris ydetenis aqu? Vuestra Reina y nuestra ya vive en alma ycuerpo en el Cielo y reina en l para siempre con Cristo. Ellame enva para que os confirme en esta verdad y os diga desu parte que os encomienda de nuevo la Iglesia yconversin de las almas y dilatacin del Evangelio, a cuyoministerio quiere que volvis luego, como lo tenisencargado, que desde su gloria cuidar de vosotros.Conestas nuevas se confortaron los Apstoles, y en lasperegrinaciones reconocieron su amparo, y mucho ms enla hora de sus martirios; porque a todos y a cada uno lesapareci en ellos y present sus almas al Seor. Otrascosas que se refieren al trnsito y resurreccin de Marasantsima no se me han manifestado, y as no las escribo, ni

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    en toda esta divina Historia he tenido ms eleccin quedecir lo que se me ha enseado y mandado escribir.

    Doctrina que me dio la Reina del cielo Mara santsima.

    783. Hija ma, si alguna cosa pudiera aminorar el gozo de lasuma felicidad y gloria que poseo y si con ella pudieraadmitir alguna pena, sin duda me la diera grande ver a laSanta Iglesia y lo restante del mundo en el trabajoso estadoque hoy tiene, sabiendo los hombres que me tienen en elCielo por Madre, Abogada y Protectora suya, pararemediarlos y socorrerlos y encaminarlos a la vida eterna. Ysiendo esto as, y que el Altsimo me concedi tantos

    privilegios como a Madre suya y por los ttulos que hasescrito, y que todos los convierto y aplico al beneficio de losmortales como Madre de clemencia, el ver que no slo metengan ociosa para su propio bien y que por no llamarme detodo corazn se pierdan tantas almas, causa era de grandolor para mis entraas de misericordia. Pero si no tengodolor, tengo justa queja de los hombres, que para sgranjean la pena eterna y a m no me dan esta gloria.

    784. Nunca se ha ignorado en la Iglesia lo que vale miintercesin y el poder que tengo en los cielos para remediara todos, pues la certeza de esta verdad la he testificado contantos millares de millares de milagros, maravillas yfavores, como he obrado con mis devotos, y con los que ensus necesidades me han llamado, siempre he sido liberal ypor m lo ha sido el Seor para ellos, y aunque son muchaslas almas que he remediado, son pocas respecto de las quepuedo y deseo remediar. El mundo corre y los sigloscaminan muy adelante; los mortales tardan en volverse aDios y conocerle; los hijos de la Iglesia se embarazan yenredan en los lazos del demonio; los pecadores crecen ennmero y las culpas se aumentan; porque la caridad seresfra, despus de haberse hecho Dios hombre, enseadoal mundo con su vida y doctrina, redimindole con supasin y muerte, dando Ley Evanglica y eficaz,concurriendo de su parte la criatura, ilustrando la Iglesia,con tantos milagros, luces, beneficios y favores por s y porsus Santos; y sobre esto franqueando sus misericordias porsu bondad y por mi mano e intercesin, sealndome por

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    su Madre, Amparo, Protectora y Abogada, y cumpliendo yopuntual y copiosamente con estos oficios. Despus de todoesto, qu mucho es que la Justicia divina est irritada,pues los pecados de los hombres merecen el castigo que

    les amenaza y comienzan a sentir? Pues con estascircunstancias llega ya la malicia a lo sumo que puede.

    785. Todo esto, hija ma, es as verdad, pero mi piedad yclemencia excede a tanta malicia, y tiene inclinada a lainfinita bondad y detenida la justicia; y el Altsimo quiereser liberal de sus tesoros infinitos y determina favorecerlossi saben granjear mi intercesin y me obligan para que yola interponga con eficacia en la divina presencia. Este es el

    camino seguro y el medio poderoso para mejorarse laIglesia, remediarse los reinos catlicos, dilatarse la fe,asegurarse las familias y estados y reducirse las almas a lagracia y amistad de Dios. En esta causa, hija ma, hequerido que trabajes y me ayudes en lo que pudieresayudada de mi virtud divina [como Medianera de todas lasgracias divinas]. Y no slo ha ser en haber escrito mi Vida,sino en imitarla con la observancia de mis consejos ysaludable doctrina que tan abundantemente has recibido,as en lo que dejas escrito como en otros innumerablesfavores y beneficios correspondientes a ste que el Altsimoha obrado contigo. Pondera bien, carsima, tu estrechaobligacin de obedecerme como a tu Madre nica y como alegtima y verdadera Maestra y Prelada, pues hago contigotodos estos y otros beneficios de singular dignacin, y thas renovado y ratificado los votos de tu profesin muchasveces en mis manos y en ellas me has prometido especialobediencia. Acurdate de las palabras que tantas veces hasdado al Seor y a sus ngeles, y todos te hemosmanifestado nuestra voluntad de que seas, vivas y obrescomo uno de ellos, y participes en carne mortal de lascondiciones y operaciones de ngel y tu conversacin ytrato sea con estos espritus pursimos; y como ellos secomunican unos a otros entre s mismos, como se ilustran einforman los superiores a los inferiores, as te ilustren einformen de las perfecciones de tu Amado y de la luz quenecesitas para el ejercicio de todas las virtudes, yprincipalmente para la seora de ellas, que es la caridadcon que te enciendas en amor de tu dulce Dueo y de los

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    prjimos. A este estado debes aspirar con todas tus fuerzaspara que el Altsimo te halle digna para hacer en ti susantsima voluntad y servirse de ti en todo lo que desea. Sudiestra todopoderosa te d su bendicin eterna, te

    manifieste la alegra de su cara y te d paz; procura t nodesmerecerla.

    CAPITULO 23

    Confesin de alabanza y hacimiento de gracias queyo, la menor de los mortales, sor Mara de Jess, hice alSeor y a su Madre santsima por haber escrito esta divinaHistoria con el magisterio de la misma Seora. Adese

    una carta en que se dirige a las religiosas de su convento.

    786. Yo te confieso Dios eterno, Seor del cielo y de latierra, Padre, Hijo y Espritu Santo, un solo y verdaderoDios, una sustancia y majestad en trinidad de Personas;porque sin haber alguna criatura que te d algo primeropara que t le pagues (Rom 11, 35), por sola tu inefabledignacin y clemencia revelas tus misterios y sacramentosa los pequeos (Mt 11, 25); y porque t lo haces con

    inmensa bondad e infinita sabidura y en ello te complaces,est bien hecho. En tus obras magnificas tu santo nombre,ensalzas tu omnipotencia, manifiestas tu grandeza, dilatastus misericordias y aseguras la gloria que se te debe porsanto, sabio, todopoderoso, benigno, liberal y solo principioy autor de todo bien. Ninguno es santo como t, ninguno esfuerte como t, ninguno altsimo fuera de ti, que levantasdel polvo al mendigo, resucitas de la nada y enriqueces alpobre necesitado. Tuyos son, oh Dios altsimo, los trminos

    y polos de la tierra y todos los orbes celestiales. T eresSeor y Dios verdadero de las ciencias; t mortificas y dasvida; t humillas y derribas al profundo los soberbios,levantas al humilde segn tu voluntad; t enriqueces yempobreces, para que en tu presencia no se pueda gloriartoda carne, ni el ms fuerte presuma de su fortaleza, ni elms flaco desmaye y desconfe en su fragilidad y vileza.787. Confisote Seor verdadero, Rey y Salvador del

    mundo, Jesucristo. Confieso y alabo tu santo nombre y doy

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    la gloria a quien da la sabidura. Confisote soberana Reinade los cielos Mara santsima, digna Madre de mi Seor

    Jesucristo, templo vivo de la divinidad y depsito de lostesoros de su gracia, principio de nuestro remedio,

    restauradora de la general ruina del linaje humano, nuevogozo de los santos, gloria de las obras del Altsimo y nicoinstrumento de su omnipotencia. Confisote porMadre dulcsima de misericordia, refugio de losmiserables, amparo de los pobres y consuelo de losafligidos; y todo lo que en ti, por ti y en ti confiesan losespritus anglicos y los santos, todo lo confieso, y lo queen ti y por ti alaban a la divinidad y la glorifican, todo loalabo y glorifico, y por todo te bendigo y magnifico,

    confieso y creo. Oh Reina y Seora de todo lo criado, quepor tu sola y poderosa intercesin y porque tus ojos declemencia me miraron, por esto convirti a m tu Hijosantsimo los de su misericordia, y mirndome como Padre,no se dedign por ti de escoger a este vil gusanillo de latierra y la menor de las criaturas para manifestar sus vene-rables secretos y misterios. No pudieron extinguir sucaridad inmensa las muchas aguas de mis culpas ypecados e ingratitudes y miserias, y mis tardas y torpesgroseras no pusieron trmino ni ahogaron la corriente dela divina luz y sabidura que me ha comunicado.

    788. Confieso, oh Madre piadossima, en presencia delcielo y de la tierra, que conmigo misma y con mis enemigoshe luchado y mi interior se ha conturbado entre miindignidad y mi deseo de sabidura. Extend mis manos yllor mi insipiencia, encamin mi corazn y encontr conel conocimiento, pose con la ciencia la quietud ycuando la he amado y buscado hall buena posesin y noqued confusa. Obr en m la fuerte y suave fuerza de lasabidura, manifestme lo ms oculto y a la ciencia humanams incierto. Psome delante los ojos a ti, oh imagenespeciosa de la divinidad y Ciudad Mstica de su habitacin,para que en la noche y tinieblas de esta mortal vida meguiases como estrella, me alumbrases como luna de lainmensa luz, para que yo te siguiese como a Capitana, teamase como a Madre, te obedeciese como a Seora,te oyese como a Maestra y en ti como en espejoinmaculado y puro me mirase y compusiese con la noticia y

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    nuevo ejemplo de tus inefables virtudes y obras, sumaperfeccin y santidad.

    789. Pero quin pudo inclinar a la suprema Majestad

    para que tanto se inclinase a una vil esclava, sino t, ohReina poderosa, que eres la magnitud del amor, la latitudde la piedad, el fomento de la misericordia, el portento dela gracia y la que llenaste los vacos de las culpas de todoslos hijos de Adn? Tuya es, Seora, la gloria, y tuya estambin esta Obra que yo he escrito, no slo porque es detu Vida santsima y admirable, sino porque t le disteprincipio, medio y fin, y si t misma no fueras la Autora yMaestra no viniera en pensamiento humano. Sea, pues,

    tuyo, el agradecimiento y el retorno, porque t solapuedes darle dignamente a tu Hijo santsimo y nuestroRedentor de tan raro y nuevo beneficio. Yo slo puedosuplicrtelo en nombre de la Santa Iglesia y mo. As deseohacerlo, oh Madre y Reina de las virtudes, y humillada en tupresencia, ms que lo nfimo del polvo, confieso haberrecibido este favor y los que jams pude merecer. Sloaqullo he escrito que me has enseado y mandado, slosoy instrumento mudo de tu lengua, movido y gobernadopor tu sabidura. Perfecciona t esta obra de tus manos, noslo con la digna gloria y alabanza del Altsimo, peroejecuta lo que falta, para que yo obre tu doctrina, siga tuspasos, obedezca tus mandatos y corra tras el olor de tusungentos, que es el de la suavidad y fragancia de tusvirtudes, que con inefable dignacin has derramado en estaHistoria.

    790. Yo me reconozco, oh Emperatriz del cielo, como lams indigna, la ms obligada entre los hijos de la SantaIglesia. Y para que en ella y en la presencia del Altsimo ytuya no se vea la monstruosidad de mis ingratitudes,propongo, ofrezco y quiero que se entienda que renunciotodo lo visible y lo terreno, y cautivo de nuevo mi libertaden la voluntad divina y en la tuya, para no usar de mialbedro fuera de lo que sea de su mayor agrado y gloria.Rugote, bendita entre las criaturas, que as como por laclemencia del Seor y tuya tengo sin merecerlo el ttulo desu esposa y t me diste el de hija y discpula y el mismoSeor Hijo tuyo tantas veces se dign de confirmarle, no

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    permitas, oh pursima Seora, que yo degenere de estosnombres. Tu proteccin y amparo me asistieron paraescribir tu milagrosa Vida; aydame ahora para ejecutar ladoctrina, en que consiste la vida eterna. T quieres y me

    mandas que te imite; estampa y grava en m tu vivaimagen. T sembraste la semilla santa en mi terrenocorazn; gurdala y fomntala, Madre, Seora y Duea mapara que d fruto centsimo. No me la roben las aves derapia, el Dragn y sus demonios, cuya indignacin heconocido en todas las palabras que de ti, Seora ma, dejoescritas. Encamname hasta el fin, mndame como Reina,ensame como Maestra y corrgeme como Madre. Recibeen agradecimiento tu misma vida y el sumo agrado que con

    ella diste a la beatsima Trinidad como eplogo de susmaravillas. Albante los ngeles y Santos, conzcantetodas las naciones y generaciones, y todas las criaturas enti y por ti bendigan a su Criador eternamente, y a ti tealaben, y mi alma y todas mis potencias te magnifiquen.

    791. Esta divina Historia, como en toda ella quedarepetido, dejo escrita por la obediencia de mis prelados yconfesores que gobiernan mi alma, asegurndome por estemedio ser voluntad de Dios que la escribiese y queobedeciese a su beatsima Madre, que por muchos aos melo ha mandado. Y aunque toda la he puesto a la censura y

    juicio de mis confesores, sin haber palabra que no la hayanvisto y conferido conmigo, con todo eso la sujeto de nuevoa su mejor sentir y sobre todo a la enmienda y correccinde la Santa Iglesia Catlica Romana, a cuya censura yenseanza, como hija suya, protesto estoy sujeta, paracreer y tener slo aquello que la misma Santa Iglesianuestra madre aprobare y creyere, y para reprobar lo quereprobare, porque en esta obediencia quiero vivir y morir.Amn.

    EPILOGO

    792. A las religiosas del Convento de la ConcepcinInmaculada de la villa de greda, sor Mara de Jess, suindigna sierva y abadesa, en nombre de la soberana Reina

    Mara santsima concebida sin pecado original.

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    Carsimas hijas y hermanas mas presentes y futurasen este convento de la Inmaculada Concepcin de nuestragran Reina y Seora: desde la hora que la Providencia del

    Seor me puso por la obediencia en el oficio de prelada queindignamente tengo, sent mi corazn herido con dosflechas de dolor que hasta ahora le penetran y lastiman. Laprimera fue el temor de ver puesto en mis manos y por micuenta el vaso de lo ms precioso de la Sangre de Cristonuestro Salvador; que ste es el estado y almas de VV. RR.,llamadas y elegidas en virtud de su pasin y muerte para loms alto de la santidad y pureza de vida; este gran tesoro,depositado en vasos frgiles y encargado el cobro de l a

    otro ms terreno y quebradizo, a la menor, ms tibia ynegligente, grande admiracin y mayor pena pudo darme.La segunda fue consiguiente, que era el cuidado; porque laque no sabe guardar su via, cmo guardar las ajenas?La que tiene su consuelo, alivio y remedio en obedecer,con qu aliento perdera este bien que conoca y sepondra a mandar lo que ignoraba? Muchas veces han odoVV. RR., que la pureza virginal y la castidad religiosa es elprimero, ms fragante y gustoso fruto de la vida y muertede nuestro Salvador Cristo, y con estos honrosos ttulos lacelebraba nuestro Serfico Padre San Francisco. Y si portodos y para todos derram Su Majestad la sangre de sussagradas venas, pensemos las religiosas que para nosotrasnos aplic sta, y singularmente la de su corazn, pues nofue sin misterio decirle l mismo a la Esposa que se le habaherido(Cant 4, 9); y quien se deja herir el corazn no quierenegar su sangre y parece que la derrama y ofrece conmayor amor. Y por lo menos, hermanas mas, conocemostodas en la doctrina verdadera y catlica que nos cra laSanta Iglesia, que a las almas puras y religiosas las trataCristo nuestro sumo bien como a esposas, con especialesregalos, caricias, favores y familiaridad, como donde tienesus delicias, coge el fruto de su sangre, logra su vida ydoctrina, su pasin y dolorosa muerte; y de esta verdadest llena toda la Escritura y cuanto VV. RR. oyen cada dade los misterios de los Cantares.

    793. No extraarn VV. RR. con esto mi dolor y cuidado, sya que no quieran examinar tanto mi flaqueza examine

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    consigo misma cada una la suya. Conozcan VV. RR. quetodas somos de un mismo barro y masa quebradiza,mujeres imperfectas e ignorantes, y ninguna ms que laque deba serlo menos; y esto todas deben conocerlo y

    confesarlo, para que todas temamos el peligro. Cuntomayor sea el de la prelada que el de las sbditas, pudieranpenetrarlo VV. RR., si pusieran en una balanza su descansoy consuelo y en otra mi tormento y aflicciones. Treinta aosha cumplidos que estoy en este oficio, y qu consuelo oqu sosiego puede tener una prelada, sabiendo que siduerme, y aun si dormita, aventura el tesoro que le hanentregado, pues para asegurarnos el Seor que es guardade Israel nos dice(Sal 120, 4) que ni duerme ni dormita?

    794. Fuerte cosa es mandar Dios a una criatura terrena yflaca que no duerma, pero pedirle que no dormite quin lopudiera tolerar, si el mismo Seor no fuera la centinela quenos guarda con desvelo, la virtud que nos da fuerzas, la luzque nos encamina, el escudo que nos defiende y el autorque hace todas nuestras obras? Muchas veces me han vistoVV. RR. afligida, otras impaciente y todas descontenta eneste oficio, y las confieso que con la experiencia de misnegligencias hubiera desmayado en l, si Dios no mehubiera confortado como Padre de consolacin ymisericordias. Confieso sus reales mandatos y promesas yque llegando la ocasin siempre me ha mandado queadmita el gobierno de VV. RR. y obedezca a mis prelados,prometindome la asistencia de su gracia poderosa; y paramayor quietud y satisfaccin ma, sin manifestar yo elorden del Seor, ha movido a nuestros superiores yprelados, prometindome el acierto en la obediencia, paraque me obligasen con su autoridad y fuerza, y con esto herendido mi dictamen al yugo que me ha puesto, que sontodas VV. RR.

    795. A esta seguridad se dign el Seor de aadir otra pormano de su divina Madre: porque la Reina y Seora meorden y ense que convena obedecer al Muy Alto y a susministros, encargndome de su casa, y para que a m no seme frustrase el deseo de obedecer y ser sbdita hara sudignacin oficio de prelada conmigo y me gobernara entodo, y yo obedecera a Su Majestad y VV. RR. a m. En esta

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    ocasin, que fue cuando entr en el gobierno, me mand labeatsima Madre escribiese la Historia de su Vida, porqueesta era su voluntad y de su Hijo santsimo, como lo dejodeclarado en la primera introduccin, donde tambin dije

    cmo se continuaron estos mandatos con la dilacin de darprincipio a la obra. Desde el primer da conoc mucho de lagrandeza de este asunto y no fue lo que menos meacobardaba, aunque el legtimo impedimento paraexcusarme de escribir eran mis culpas y tibieza. De losfines que el mismo Seor ha tenido en esta obra, no fui taninformada en los principios, porque a m me bastabaobedecer al Altsimo y a mis prelados sin otro examen de susanta voluntad. Despus en el discurso de lo que dejo

    escrito he dicho le que me ha ordenado y manifestado lagran Reina del cielo en orden a mi propio bien yaprovechamiento, y no menos al de VV. RR., como loentendern cuando lean esta Vida santsima, y encontrarnen ella muchas veces las amonestaciones y advertenciasque la misma clementsima Reina me ha mandado diese atodas VV. RR.

    796. Pero en el fin de esta divina Historia quierodeclararme ms, advirtiendo a VV. RR. de la obligacin enque las ha puesto nuestra gran Reina del cielo; porquemuchas veces he conocido en su maternal corazn el amorespecial con que mira a este pobre convento, y que poresto, y obligada de los buenos deseos y oraciones de VV.RR. se ha inclinado a hacernos este singular beneficio anosotras y a nuestras sucesoras, dndonos su Vidasantsima por arancel y espejo clarsimo y sin mcula paracomponer las nuestras. Y cuando no tuviera yo otrasrazones para conocer esta voluntad de nuestra piadosaMadre y Maestra, era indicio claro para todas el habermemandado Su Majestad escribir su Vida santsima. Estadignacin tan maternal moder mis despechos, consol mitristeza y alent mi afligido corazn; porque de verdad,hermanas mas, aunque soy tan tibia y sin virtud, conocque deba trabajar para obligar a VV. RR. cuanto era de miparte para que fuesen ngeles en la pureza, diligentes en laperfeccin, encendidas en el amor que pide el nombre y elestado que profesamos de hijas de Mara pursima yesposas de su Hijo santsimo nuestro Redentor.

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    797. Yo pude desear todo esto y muchos bienes para VV.RR., pero no pude merecerlos, ni me hallaba capaz paracriar y alimentar a VV. RR. con la doctrina y ejemplo que

    haban menester y yo deba darlas. Esta falta recompensnuestra amantsima Reina y Madre, dndosenos a s mismaen doctrina y ejemplar, que fue lo que ms pudo darnos enla vida mortal en que estamos. A este singular beneficio selleg otro, que todas VV. RR. conocen, pero no saben todolo que monta para estimarlo; y que ni VV. RR. ni las quevinieren le juzguen por ceremonia y devocin ordinaria.Esto es, haberse movido sus corazones de todas VV. RR.con especial afecto para que eligiesen y nombrasen por

    Patrona y Prelada de esta comunidad a la beatsimaSeora, concebida sin pecado original. Yo propuse aVV. RR. este intento por las razones que arriba dije, y porotras que no es necesario referir, y en virtud de todashicimos el papel de Patronato de la Reina que tenemosescrito, para que ninguna de nuestras sucesoras lo ignorenni deroguen y para que todas las preladas se reputen ytengan por coadjutoras y vicarias de Mara santsima,nuestra nica y perpetua Prelada, y todas la obedezcamosy obedezcan, pues en esto consiste todo nuestro acierto ybuenas dichas.

    798. Con esta condicin me concedi la divina Madre estefavor, porque yo soy la primera y que ms lo habamenester, como la ms inferior e indigna de lascriaturas. Y porque este beneficio fue confirmacin delprimero, quiero que entiendan VV. RR. que la eleccin ynombramiento que hicimos de Patrona y Prelada, leacept la gran Reina y le recibi y confirm su Hijosantsimo, y sta es la fuerza que tiene en el Cielo. Conestas diligencias he puesto en manos de Mara santsima elvaso de la sangre preciosa que me entreg el Seor en susalmas de VV. RR. para dar de l el mejor cobro que deseo. Ycomo no por esto quedo libre de la obligacin y cuidado queme toca, me pongo a los pies de VV. RR. y de todas las quevinieren a este convento y las pido y ruego por el mismoSeor y su dulcsima Madre se reconozcan por obligadas yatadas con tan fuertes y suaves cadenas del amor divinosobre todas las hijas de la Iglesia y de nuestra sagrada

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  • 8/14/2019 mstica Ciudad de Dios, Parte 22 y

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    religin. Despdanse VV. RR. del mundo, olvdenle de todocorazn, sin memoria de criaturas ni de las casas de suspadres, desocupen todas sus potencias y sentidos de otrasimgenes y cuidados peregrinos, que para dese