miller-goce sujeto etc
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SUMARIO
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#1Abril
2001
Abril 2001 Ao I Nmero 1
La orientacin lacaniana
Una nueva modalidad del sntomaPorJacques-Alain Miller
La eficacia del psicoanlisisPor Ricardo Seldes
Coloquio Jacques Lacan 2001en Buenos AiresEntrevista a Flory Kruger, organizadora del ColoquioJacques Lacan 2001 en Buenos Aires
Las pruebas de la interpretacinPor Graciela Brodsky
Plata quemada o los nombresimpropiosPor Germn Garca
El mdico, las tecnocienciasy el psicoanlisisPor Ricardo Nepomiachi
La transferencia:va de una transmisinaPor Gabriela DArgenton
Actualidad de la AMP
La orientacin lacaniana en USAReportaje aAlicia Arenas
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La orientacin lacaniana
Una nueva modalidad del sntomaPorJacques-Alain MillerJacques-Alain Miller es psicoanalista, Director del Dpto. de Pars VIII, Delegado General de la AMP.
Partiendo de la articulacin signicante lacaniana y la investidura libidinal freudiana, Jacques-Alain Miller efecta un
recorrido que ubica la morticacin del cuerpo en el fantasma en contrapunto con la conexin del sntoma y la pulsin.
I. La relacin entre la articulacin y la investidura
La ltima vez opuse articulacin signicante e investidura libidinal (*).
Un binario
La articulacin en tanto tal est impregnada de formalismo. Permite dar cuenta de la operacin-reduccin, de los fenmenos de
repeticin, de convergencia, de evitacin y se desarrolla en la dimensin de lo necesario y de lo imposible.
A la articulacin le opuse la investidura, tomando prestado para componer este binario, un trmino de Lacan y ste ltimo de
Freud.
Ciertamente, la investidura misma est articulada, si puedo decirlo, con la articulacin y hay lugar para hablar de los fenmenos
de repeticin libidinal, de convergencia libidinal, de evitacin libidinal; pero queda un rasgo diferencial. En la dimensin de la
investidura encontramos necesariamente, en psicoanlisis, el tope de la contingencia. Toda salida de la investidura, toda desin-
vestidura y por esa misma va toda salida de la experiencia analtica de una manera conforme a su lgica, permanece marcada
nicamente por lo posible.
Escribo aqu contingente y posible. Dije particularmente que el pase nunca es ms que posible.
La oposicin de lo necesario con lo imposible por un lado y de lo contingente y lo posible por el otro, es evidentemente de or-
den lgico. Es una oposicin construida sobre el fondo ms clsico de la lgica, incluso si la formalizacin de estas categoras
siempre plante problemas especcos a los lgicos. No me interno en esa va, al menos por hoy.
Es una lgica. Y considero que si Lacan recurri a esta lgica de las modalidades, como la llama en un momento de su ense-
anza, es precisamente porque respecto de las modalidades brota la oposicin entre articulacin e investidura. Si no trajo al
psicoanlisis esta lgica de las modalidades antes de los aos 70, es precisamente -al menos, es lo que sostengo a partir de
mi construccin- porque permite captar perfectamente, desde el punto de vista lgico, la oposicin entre la articulacin y la
investidura.
Aqu tienen resumido, de alguna manera, lo que expliqu la ltima vez.
Su declinacin
Al partir de esta ubicacin, pude indicar las tres formas principales bajo las cuales Lacan pens la relacin entre la articulacin
y la investidura.
La primera forma es la separacin, la oposicin entre articulacin e investidura. Repercute la oposicin entre lo simblico y lo
imaginario, que al comienzo de su enseanza es una no-relacin; el acento estaba puesto en la distincin entre las formas de la
articulacin y de la investidura y de alguna manera su incompatibilidad, la enojosa interferencia de la investidura en los asuntos
de articulacin. Al punto de invitar al analista a dejar de lado los asuntos de investidura, para reconocer en la articulacin sig-
nicante el resorte mismo de la cura.
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La segunda gran solucin de Lacan fue pensar una forma de relacin entre la articulacin y la investidura esencialmente a partir
de la identicacin y ms especialmente an, a partir de la identicacin flica, que dio una forma de solucin a la relacin
articulacin-investidura.
All vemos en particular las expresiones que desentonan en losEscritos de Lacan y que durante muchos aos me suscitaron
dicultades para situar en su lugar; en particular, cuando evoca el falo como signicante imaginario en su escrito sobre la psico-
sis. La expresin misma de signicante imaginario desentona, porque ledo sobre el fondo de la primera enseanza de Lacan,
no se comprende -en una lectura rpida- cmo se comunican de ese modo estas dos dimensiones. Pero la expresin de signi-
cante imaginario muestra bien que Lacan construye el falo como un intermediario, un ser mixto entre articulacin e investidura,
entre el orden simblico y el orden imaginario.
Entonces, para simplicar, el falo encarna esta relacin y el falo como signicante identicatorio, en tanto la identicacin
misma concentra la cuestin del factor cuantitativo -como dice Freud- investido en los signicantes, ya que los signicantes
identicatorios son signicantes que capturan al sujeto, lo atraen -no deslan simplemente-.
La tercera solucin -tambin una forma de la relacin articulacin-investidura- es el fantasma, el famoso $ a. Rene, bajo unaforma elemental, un elemento dado deducible de lo simblico -el $ del signicante- con algo que es la versin lacaniana del
factor cuantitativo freudiano, a saber, el objeto a.
Aqu tienen entonces resumida una declinacin, a travs de la enseanza de Lacan, de la relacin entre articulacin e investi-
dura.
Articulacin e investidura
El predominio de la articulacin signicante
La ltima vez tom, para hacerme comprender, algunas palabras extradas del primer Lacan. Lo llamJacquot. Enseguida me
correg al marcar que estamos verdaderamente, en un primer nivel, en la ruptura lacaniana. Si consideramos precisamente la
coyuntura de partida de la enseanza de Lacan, lleg con la espada, lleg con la guadaa. Primero tuvo que segar la maleza -y
su guadaa era la guadaa del signicante. De ese modo liber el campo. Precisamente el campo del lenguaje.
Una vez operada esta ruptura, con sus paradojas, con su costado unilateral, por supuesto, enseguida emprendi la elaboracindel problema que esta ruptura misma acababa de hacer surgir: el problema de la relacin entre el signicante y sus articulacio-
nes, por un lado, y lo que es del orden de la investidura libidinal. Su enseanza -que yo haba reconstruido hace ya dos o tres
aos- no ces de retomar este problema.
Pero de golpe, por cierto, su enseanza est marcada por la predominancia de la articulacin signicante.
Sucesivamente, Lacan puso en relieve el carcter signicante de los principales conceptos freudianos. El fantasma es signican-
te. El objeto es signicante. La pulsin es una cadena signicante. La libido se traduce, se encarna en signicantes;
son otras tantas traducciones del concepto freudiano de libido en un campo regido por el predominio del signicante. El
concepto mismo de objeto a, que como sabemos, no es un signicante, pertenece sin embargo a este rgimen de predominio
del signicante y traduce la captura de la libido en el sistema signicante. La diferencia es que, en lugar de intentar traducir la
libido en trminos de signicante, con el objeto a Lacan traduce la libido en trminos de signicado.
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El sentido gozado
Justica la escritura que propuse la ltima vez.
Quiere decir que las diferentes tentativas de traducir la libido en trminos signicantes, al manipular el signicante flico, ceden
en denitiva al intento de escribir la libido del lado del signicado. Exactamente aqu, a este nivel, se inscribe esta frmula que
gura una vez en Lacan, en su Televisin -a la que desde hace tiempo haba echado mano y me entrenaba en manejar-, la delsentido gozado.
El sentido gozado es tambin una gura de la relacin entre articulacin e investidura. El gozado indica la dimensin de la
investidura. La palabra sentido est del lado de la articulacin signicante, considerado a partir del signicado. Pero, desde el
punto de vista sintctico, sentido gozado -que Lacan escribe en Televisin en 1973-, es exactamente lo mismo que lo que es-
cribe en la Una cuestin preliminar... en 1958 como signicante imaginario. Desde el punto de vista sintctico, es un acerca-
miento de la puesta en continuidad de dos trminos que pertenecen a estas dos dimensiones. Tambin se trata de lo mismo en la
frmula del fantasma, $ a. Todas estas frmulas obedecen estrictamente a la misma lgica. Y Lacan ya haba tenido, en verdad,
la idea de inscribir la dimensin de la investidura del lado del signicado cuando recre el concepto del deseo para traducir la
libido en trminos de signicado.
Si toman el gran grafo de Lacan con sus dos pisos, la pulsin est aqu como cadena signicante y llama el deseo a este vector
que se presenta como un vector signicado retrgrado, sobre el cual inscribe dy el fantasma. La nocin que est presente en el
sentido gozado, es decir, la de transcribir nuevamente la libido del lado del signicado, es de hecho la misma idea que anima su
concepto del deseo.
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Esto para resumir y, si era necesario, claricar lo que aport la ltima vez.
II. La significacin de menos-unoProsigamos ahora, e intentemos animar un poquito el valor a darle a esta frmula: a es equivalente as. Intentemos representar-
nos la investidura libidinal de una signicacin, que ciertas signicaciones tengan un valor excepcional, determinante para un
sujeto.
Qu signicacin podramos elegir? me pregunt. Una de las ms comunes, por ejemplo: ser excluido. Ah! es lo ms comn,
precisamente porque la exclusin es el estatuto original del sujeto. Cuando escribimos el matema del $, lo escribimos como ex-
cluido de la cadena signicante que se inscribe en signicantes positivos. Slo encontramos este sujeto entre los signicantes,
donde no emerge ms que para desaparecer al instante. Su estatuto lgico es de exclusin.
Lacan lo demuestra de diversas maneras. El sujeto se produce como un menos-uno y podemos decir que la libido inviste de
manera electiva este menos-uno.
Dos versiones clnicas
La histeria, ah! Ah verdaderamente habra que ser sordo y ciego para no constatar -ni siquiera se necesita la experiencia
analtica para esto; a decir verdad, me mantengo aqu a un nivel de la percepcin comn, esclarecida evidentemente por el
anlisis- la presencia, el exceso de presencia del sentimiento, del afecto de no estar nunca en su lugar, el gusto de no estar en
su lugar y el dolor de no estar en su lugar. A nosotros no nos molesta que haya gusto y dolor. Cuando decimos goce, esto vale
tanto para una como para la otra de estas vertientes, el no estar en su lugar. En lo simblico, el sujeto histrico se desvela por
vericar, de todas las formas posibles, que de cierta manera, es rechazado, que se lo separa de su lugar. Su lugar le fue sus-
trado, por no se sabe qu demonio: el dm-on. Ah est, el on (**) es el demonio. Por otra parte esta exclusin pude encarnarse
clnicamente en el vrtigo, en el desvanecimiento, que es una realizacin de esta investidura del menos-uno. En verdad es: no
estoy ms para nadie.
Obsesin. La obsesin tambin inviste a su manera la signicacin de menos-uno, la exclusin. Esta vez bajo la forma de la su-presin voluntaria del sujeto, su sustraccin respecto de todos los otros, que por esta misma va constituye un todos los otros,
salvo yo. Y por este hecho, una sobreinvestidura de su lugar, su auto-encierro en un lugar que construye como una fortaleza,
un fuerte, dice Lacan, que lo protege de la intrusin del Otro. Pero lo hace al precio de apresarse l mismo. Es la paradoja de la
posicin del obsesivo -parece el ttulo de una novela de los aos treinta,Prisionero de s mismo-. Y en este fuerte, parapetado en
su Fuerte Chabrol, goza slo de su soledad, bajo una forma que puede comportar el goce masturbatorio o, tambin, la atraccin
a este dominio de partenaires momicados, que tendrn que mantenerse en su lugar.
Aqu tienen, de la manera ms simple, dos versiones del menos-uno: la versin histrica y la versin obsesiva tpicas; son dos
versiones de la investidura de la signicacin de exclusin. La primera se realiza bajo el modo de la evanescencia, la segunda
bajo el modo de la densidad.
Se siguen dos conductas tpicas. Del lado de la histeria, la intriga por todos lados, y del lado obsesivo, la obstinacin malvola.
Incluso podemos incluir aqu la psicosis paranoica, en la que la signicacin del menos-uno est igualmente investida como
la del ser-a-parte, el ser excepcional, blanco de la hostilidad universal, incluso de una persecucin divina, ser excepcional
prometido, sin embargo, a un destino incomparable. Precisamente en este punto observamos clnicamente, llegado el caso, las
anidades entre la obsesin y la paranoia o las anidades entre la histeria y la paranoia. Hay casos en los que uno permanece
mucho tiempo, o en todo caso un cierto tiempo, intentado captar el rasgo diferencial. Tuvimos ejemplos de ello en algunas de
las discusiones clnicas durante la Conversacin de Arcachon el ao pasado y esto fue publicado en un volumen que tiene todo
su inters.
Slo propongo ste como otro de los tantos ejemplos de la investidura libidinal de una signicacin.
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Cul es la idea de Lacan al respecto? Su idea fue pensar la investidura de la signicacin, pensar la signicacin libidinal-
mente investida, pensar el sentido gozado, pensara equivalente as sobre el modelo del clculo del signicado.
De qu se trata? Lacan admiti y ense que el efecto de signicado era deducible de una articulacin del signicante, e
incluso fue cuando introdujo este clculo del signicado que todo el mundo verdaderamente tuvo el sentimiento de que haba
nacido el lacanismo.
Lo realiza en La instancia de la letra..., sobre la cual por otra parte se ejerci la ingeniosidad de los lsofos que reconocieron
en ella, en efecto, un cierto pasaje al lmite y el nacimiento de un nuevo enfoque. Ahora bien, La instancia de la letra presenta
un clculo del signicado y explica que el efecto de signicado es engendrado por las relaciones internas al signicante de dos
maneras diferentes. Como recuerdan, es la frmula de la metfora, que indica que es funcin de una sustitucin signicante
respecto de un contexto que signica la emergencia de un signicado bajo la forma metafrica y que, a partir de la conexin
signicante, en un contexto signicante, se obtiene otro tipo de efecto signicado, un efecto retenido, llamado metonmico.
Qu son estas frmulas? Son las frmulas de un clculo del signicado a partir del signicante. Si el signicante est en una
cierta organizacin, el signicado que resulta responde a ciertos criterios. Llamo a esto un clculo del signicado.
El efecto-sujeto, un efecto neutro
As voy a presentar las cosas ahora. Voy a decir que estas dos frmulas se resumen en denitiva en una -que encontramos en
Lacan si nos servimos de algunas modicaciones-, que consiste en decir que es funcin de toda relacin signicante S1-S2, un
cierto efecto signicado que Lacan escribe $. Escribe el efecto-sujeto.
Son innumerables las circunstancias en que Lacan explica que el primer efecto de la relacin del signicante como tal -sea
metafrico o metonmico-, es la emergencia del sujeto barrado. Y llegado el caso expresa simplemente que a partir de que hay
una cadena signicante y que hay dos signicantes, hay un intervalo y el sujeto es ese intervalo mismo, por ejemplo. El sujeto
es, entonces, el efecto principal, mayor, de la articulacin signicante.
Pero lo que agrego, lo que les invito a advertir aqu, es que se trata de un efecto, si se quiere, neutro, en tanto no est investido
libidinalmente. Este $, como Lacan mismo lo subraya, es un sujeto morticado, un sujeto, si podemos decirlo as, sin el cuerpo.
Es el puro sujeto del signicante que permanece all, incluso mucho tiempo despus de que ustedes hayan desaparecido, bajo
las especies de sus nombres y as continan siendo transmitidos. Por otra parte, este sujeto del signicante est all antes que
ustedes -para imaginarlo: cuando los padres ya estn all hablando del nio por nacer-. Y hoy, lo ms importante de la existencia
de alguien se pone en cuestin antes de su nacimiento: Vamos a dejarlo vivir?, como dicen algunos. Su estatuto de sujeto delsignicante est claramente all, y hasta qu punto, antes que llegue a la existencia. Este $ est all antes del nacimiento, incluso
antes de la concepcin y permanece despus de ustedes. Entonces, es casi indiferente a la existencia fsica. Este signicante es
el que Lacan ve emerger, por ejemplo, en el sueo del padre que vela a su hijo; ese sujeto que si estuviese muerto ni siquiera lo
sabra, porque ya lo est. Este $ es entonces un efecto neutro del signicante -digo neutro desde el punto de vista de la libido-;
es un efecto de libido cero. Este concepto de $ es un pivote de la enseanza de Lacan.
Un efecto de signicado investido
Respecto de este efecto neutro debe ser pensado esta vez, un efecto cargado, un efecto investido. Lacan lo intenta, a saber,
escribir en funcin de la relacin entre los signicantes otro tipo de efecto signicado, que es precisamente a, el efecto de sig-
nicado investido. Este es un nuevo clculo, diferente del clculo de metfora y metonimia. Un clculo que est hecho desde el
punto de vista de la libido y que distingue dos efectos. No la metfora y la metonimia, sino el efecto-sujeto y el efecto-a, que
distingue el efecto de morticacin y este efecto que es, por el contrario, un efecto del plus-de-gozar.
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Se trata aqu de dos efectos signicados del signicante que estn precisamente reunidos en el matema llamado por Lacan
del discurso del amo, pero que es tambin llamado por Lacan el discurso del inconsciente. Podemos decir que representa la
articulacin signicante en el inconsciente con sus dos efectos principales y opuestos, el efecto $ y el efecto a, es decir el ladodesinvestido y el lado investido.
En la lnea superior encontramos la articulacin signicante mnima, S1-S2 y en la lnea inferior, los dos efectos contradictorios
o antinmicos del signicante: el efecto muerto del lado de $ y del otro lado el producto, el goce, que por el contrario, supone
la vida.
Advertimos una vez ms la necesidad de la frmula del fantasma, que rene $ y a y la razn por la cual pudo atravesar la ense-
anza de Lacan casi en su conjunto.
III. El lugar de efectuacin del paseEn la enseanza de Lacan -cuando leemos a Lacan, cuando con esta lectura intentamos guiar nuestros pasos en la experiencia
analtica y en la teora-, siempre es en el fantasma donde la libido aparece conjugada por excelencia con el efecto del signi-
cante. En la va romana de la enseanza de Lacan, el fantasma es el lugar por excelencia de la investidura -estoy simplicando-,
y de cierta manera es all que est el hueso de la cura, la piedra del camino analtico de la palabra. All, entonces, se juega en
el anlisis el destino de la desinvestidura, del que depende el n del anlisis como pase y esta desinvestidura Lacan la llama el
atravesamiento del fantasma.
Propongo ahora sealar lo que esta solucin puede tener de coja, de insatisfactoria, lo que tuvo de insatisfactorio para Lacan
mismo. Lo hago con mucha prudencia. Tengo inters en ello.
El momento de la desinvestidura libidinal
No es cualquier cosa formular un concepto como el pase. Con este concepto Lacan tom la responsabilidad de intervenir en el
curso mismo de los anlisis, de innumerables anlisis.
Por otra parte introdujo ese concepto en medio de sus alumnos, para quienes no era un desconocido. Era Lacan. Vean quien es.
Ellos lo frecuentaban, algunos hacan su anlisis con l.
Lo haban conocido, brillante personaje de la Sociedad de Pars, le haban solicitado que les explicara un poco de Freud. Se
ocup de ello, primero en su casa y luego, como haba ms gente, encontr un anteatro de cien personas como mximo.
De este modo les llev, a lo largo de los aos Los escritos tcnicos de Freud, El yo..., Las psicosis. Haba escrito para
ellos un cierto nmero de textos que luego fueron ledos en todo el mundo. Luego trajo Los conceptos fundamentales del
psicoanlisis y lo que sigui.
Entonces, en el 67, propuso el concepto del pase, que hoy es para nosotros algo precioso. Hay que representarse cmo fue reci-
bido cuando trajo su Proposicin del pase.
En primer lugar, no obtuvo la mayora. Era una proposicin, la puso a votacin, pidi que se pronunciaran con frmulas latinas,
que decan ms bien a favor, ms bien en contra o no me pronuncio.
El resultado no fue extraordinario, pero el debate fue ms sabroso: se dijo que era verdaderamente una frmula sadiana. Este
debate -que tuvo lugar en noviembre, un mes despus de la Proposicin- dej a los A.M.E. y a los A.E. tiempo para captar bien
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el jugo de lo que les traa y Lacan respondi con su Discurso a la EFP publicado en Scilicet2/3 -donde se lo ve muy enojado-
; este debate nunca fue publicado. Es una lstima porque se hubiese visto cmo se recibe una verdad en el medio analtico,
incluso y sobre todo cuando era dicha por Lacan. Haba cajones de tomates as de altos.
De todos modos recuerdo haber ledo una estenografa de ese debate -me digo que Lacan debe haberme pasado en algn mo-
mento la estenografa de ese debate, ya que hay frmulas que recuerdo-. Tengo que encontrar esos papeles, para devolverles la
medida de cmo esto que est tan bien establecido hoy entre nosotros, entr en el mundo, abri su camino. Tambin hay gente
para imaginarse que, en los tiempos de Lacan, las cosas eran absolutamentesweet. Apelo entonces, no a todas las madres, sino a
todos los viejos que todava se acuerdan -quedan algunos que se pueden acordar- de lo que era la vida de la institucin analtica.
En efecto, no haba tantos medios en la institucin -salvo ocasiones como sta- para expresarse largamente, para atestar un
golpe a las instancias, etc. Era especial. Hay que leer el Discurso a la EFP de Lacan dndole el tono. No es irnico, es un tono
de combate. La resistencia de sus auditores dio constantemente el ritmo a la enseanza de Lacan. Tambin lo estimul. En esa
poca no era el momento de hacer crticas sobre el pase. Por otra parte, tampoco voy a hacerlas hoy.
Simplemente quiero recordar, indicar que el pase fue formulado en primer lugar por Lacan a partir del fantasma. En Laproposicin del 67 el pase designa el momento de la desinvestidura libidinal, e incluso de una desinvestidura libidinal total,
en tanto que el fantasma sera el lugar de su efectuacin.
Cambiar la ortodoxia lacaniana
Me dirijo con precaucin, con astucias de Sioux, hacia la nocin que conviene cambiar en nuestra concepcin -toco mi frente,
pero no es seguro que la concepcin se haga all, en todo caso Lacan consideraba que pensaba con los pies, lo escribi-, el lugar
de la efectuacin del pase, y tambin del pensamiento. Este lugar no es por excelencia el fantasma. Al mismo tiempo, el tr-
mino de atravesamiento, que Lacan no utiliz ms que una o dos veces, no es forzosamente el ms adecuado para aquello de lo
que se trata, ni siquiera el concepto de desinvestidura cuyo uso soporta. Preciso que slo me aventuro en esta direccin porque
la leo en la elaboracin de Lacan mismo.
Plantea dicultades que, llegado el caso, se me oponga lo que dije. Lo que dije hace quince aos me es reenviado ahora como
constituyendo la ortodoxia lacaniana y entonces se me mira de costado, encontrndome quizs un poco desviado respecto de laortodoxia de Lacan. Y estoy aqu para decir: Pero soy yo quien hizo esta ortodoxia, en n, con algo. Pero hay cosas que a veces
Lacan dijo slo una vez, y nosotros empezamos a decirlas diez veces, cien veces, mil veces, diez mil veces. Hubo, entonces, un
peso de la ortodoxia, pero no debemos dejarnos impresionar por nosotros mismos. Lo que pusimos a punto nos vuelve bajo la
forma de la ortodoxia: es el efecto boomerang de haber explicado tan bien las cosas, tan claramente.
Qu claro es, seor Miller!
Calma. Por empezar, no es tan claro. Si fuese tan claro dira las cosas ms rpido, hara algunas frmulas y no dara vueltas
todo el tiempo alrededor de las mismas cosas, siguiendo a Lacan, husmeando la pista, dndose contra la pared ms de la cuenta.
El aporte de Lacan no est hecho para tomar la forma de una ortodoxia. Entonces, no nos dejemos impresionar por los enuncia-
dos, incluso los ms asegurados. S, s, asegurados. Somos los alumnos de un ser que iba por su camino, que fue por su caminohasta el nal, que ni siquiera nos dio el descanso de tomarse l mismo un descanso.
Una vez que hizo Funcin y campo de la palabra y del lenguaje..., hubiera podido detenerse all. Francamente, bastaba para
toda una vida. Cuando dio a luz losEscritos, cuando se pone semejante huevo, todo el mundo, particularmente sus alumnos,
esperaba que pare un poco -era el turno de ellos para hablar-, y, sin desanimarse, recomenzaba.
Fue el comentador de Freud. Mientras era el comentador de Freud, estaban los otros que tambin daban vuelta las pginas de
Freud, viciosamente, para encontrar adnde Lacan se haba equivocado en la pgina tal: Freud no dijo exactamente eso. En su
enseanza se lo ve batallar con uno, con otro, simpticamente.
Luego de un cierto tiempo, evidentemente, Lacan se puso a hablar, no slo de Freud, sino de s mismo, de lo que haba dicho
antes, para decir eventualmente lo contrario o desplazarlo. En ese momento algunos se fueron, para seguir leyendo solos a
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Freud. No tenan necesidad de Lacan para embrollarlos con todo ese asunto: ya tenan para pensar la metfora y la metoni-
mia. Esto nos vali eminentes producciones universitarias. Mi excelente colega, hoy retirado, Jean Laplanche, se propuls en
todo esto, como dijo Chateaubriand, evocando a Talleyrand y Fouch que se iban, con el crimen apoyado en la corrupcin.
Laplanche se fue del brazo con la metfora y la metonimia -de moralidad muy superior a Talleyrand y Fouch, por supuesto-.
IV. Introduccin del cuerpoCuerpo y goce
En la exploracin que propongo, el primer jaln, el primer punto de referencia, es que el goce no es pensable sin referencia al
cuerpo. Hace falta un cuerpo para gozar y slo un cuerpo puede gozar.
Esta observacin, que no es ms que un eco de lo que proere Lacan en su seminario An, toma aqu su valor del hecho de que
la articulacin signicante es en tanto tal independiente de toda referencia al cuerpo. Por ejemplo, la articulacin de los alpha,
beta, gamma, delta, no se sostiene en ninguna referencia al cuerpo. Es un hecho de lgica signicante pura.
Segunda observacin. El primer Lacan, indexado de un modo un tanto desenvuelto por mi parte como Jacquot, crey poder pre-
scindir de la referencia al cuerpo, dejando el cuerpo como exterior a lo simblico. El mismo sentido se revela aqu a partir de sudistincin clsica entre lo imaginario y lo simblico. Al comienzo situ el cuerpo en su reexin en el orden imaginario, como
saben. El cuerpo lacaniano fue esencialmente el cuerpo especular, el del Estadio del espejo, y justamente por ello, lugar electivo
de la libido freudiana concebida a partir del narcisismo, circulando entre a y a. Cuando Lacan despej el orden simblico, lo
corporal slo intervino en tanto que simbolizado. Pero, intervenir en tanto que simbolizado comporta precisamente la morti-
cacin del cuerpo. Al mismo tiempo seal ya aqu que la construccin que descansa sobre la oposicin entre lo simblico y lo
imaginario no poda prescindir de situar una satisfaccin interna a lo simblico.
Lacan dejaba la libido y el cuerpo para lo imaginario, pero su construccin no poda sostenerse sin que en lo simblico mismo
hubiese una satisfaccin a la que apunta el sujeto. Le haca falta necesariamente una satisfaccin puramente signicante, es
decir, precisamente un goce sin el cuerpo -un goce sin el cuerpo no existe en esta denicin, por supuesto-, le haca falta una
satisfaccin que no sea un goce del cuerpo.
Ya indiqu que la llamaba el reconocimiento en el sentido hegeliano, de la que volv a hablar aqu con frecuencia. As la situa-
mos exactamente. Mantuvo este lugar en la primera enseanza de Lacan, porque el reconocimiento era en el fondo algo a lo
que apuntaba el sujeto, que le aportaba una satisfaccin, pero una satisfaccin de orden puramente simblico. As, Lacan poda
decir: en el psicoanlisis, se paga con palabras. Apuntaba all a una satisfaccin puramente simblica, distinta de la satisfaccin
libidinal fsica. Incluso de ese modo, reconocer el deseo que estaba presente y en espera, a falta de reconocimiento, para l era
susceptible de levantar el sntoma.
Todo lo que explica el primer Lacan, es la enfermedad del reconocimiento, es decir, que hay una satisfaccin que no es la satis-
faccin libidinal, que es una satisfaccin bien propia, una satisfaccin de orden simblico.
As, por ejemplo, en su Seminario de Las Formaciones del inconsciente, a lo largo de las siete primeras lecciones que comen-
tan el libro de Freud sobre el Witz, vemos que Lacan contornea todo lo que Freud enuncia acerca de la satisfaccin relativa al
lenguaje del nio -un contorneo de una elegancia extrema, que de todos modos es muy visible-, para elaborar de algn modootra satisfaccin, una satisfaccin que consiste para el sujeto en ser escuchado ms all de lo que dice, que se reconozca su
deseo ms all de los enunciados que pueda traer. Es la nocin de una satisfaccin puramente interna a lo simblico, si ustedes
quieren, y que proviene del reconocimiento del Otro. En ese Seminario, estamos justo en el borde donde Lacan, al nal del ao,
va a liquidar el concepto de reconocimiento. Comienza el ao con eso, luego eso bascula, y nalmente l mismo lo criticar en
su informe de La direccin de la cura... -hace tiempo lo indiqu con mucha precisin-.
Subjetivacin y morticacin
Cmo es introducido el cuerpo en la enseanza de Lacan? Debe serlo, en la medida en que la libido exige la referencia al
cuerpo.
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Qu responde a esta exigencia en Freud, all donde el aparato psquico es por excelencia capaz deLust? El punto de vista
econmico en Freud ya est presente en su obra sobre el Witz, como lo mostr hace dos aos. El aparato psquico para Freud
produce gastos, economiza y cuando economiza, puede haber unLustgewinn, una ganancia de placer, de la que Lacan har el
plus-de-gozar.
Qu responde a esta exigencia en Freud de la referencia al cuerpo? El concepto de la pulsin, en tanto interesa a zonas particu-
lares del cuerpo, las llamadas zonas ergenas; en tanto interesa objetos del cuerpo, en particular aquellos que pierde -el objeto
oral, donde interviene el destete, el objeto anal- que pierde por naturaleza. El concepto de castracin mismo exige la referencia
al cuerpo, mientras que, en la vena principal de la enseanza de Lacan, el cuerpo slo es introducido con la condicin de ser
signicantizado, simbolizado, es decir, morticado.
El primer cuerpo, el que ya est presente en Funcin y campo de la palabra y del lenguaje..., es un cuerpo de algn modo
subjetivizado, y hace tiempo seal muchas veces este pasaje. Los estadios instintivos, deca, estn ya, cuando son vividos, or-
ganizados en subjetividad. Lacan evoca la subjetividad del nio que registra como victorias y derrotas el gesto de la educacin
de sus esfnteres, gozando all de la sexualizacin imaginaria de sus oricios cloacales, haciendo agresin de sus expulsiones
excrementicias, seduccin de sus retenciones, y smbolos de su relajacin. Este es el cuerpo tal como Lacan lo presenta en losprimeros momentos de su enseanza. Es un cuerpo subjetivizado, un cuerpo cuyos oricios, cuyos objetos, cuyos avatares del
desarrollo son retomados como subjetividad y reciben sentido. Entonces, es un cuerpo signicantizado y subjetivizado que, de
algn modo, tal como es presentado aqu, es el lugar de la epopeya del sujeto.
El cuerpo es an introducido por Lacan en tanto que falo, es decir en tanto que parte signicantizada, es decir, morticada. El
cuerpo es introducido profundamente del lado de $.
El cuerpo es introducido en tanto pulsin, sin duda, en Lacan; pero la pulsin est hecha al comienzo equivalente a una de-
manda donde el sujeto se desvanece y la pulsin est hecha equivalente a una articulacin signicante.
El cuerpo es tambin introducido por el lado de sus objetos parciales, pero en la poca justamente de La direccin de la
cura... y del Seminario Las formaciones del inconsciente, los objetos son objetos signicantes de la demanda: el objeto oral,
el objeto anal. Los objetos pulsionales son introducidos como objetos signicantes de la demanda.
Un poco ms tarde, el cuerpo es introducido siempre en tanto morticado por el signicante, con la excepcin de los restos. Ah
Lacan puede poner su objeto a. Pero el mismo objeto a, es el objeto en tanto resto que escapa a la morticacin del conjunto.
La morticacin -la subjetivizacin y la morticacin- domina el enfoque de Lacan. E incluso cuando nos habla del objeto a,
en los ltimos aos de su enseanza, es como de un plus-de-gozar, es decir, como el suplemento que escapa a la morticacin.
El goce es pensado sobre el fondo de la morticacin.
As, encuentran enunciada enRadiofona la equivalencia entre el Otro y el cuerpo. Nada puede indicar mejor que el cuerpo
es aqu cuerpo morticado. Como dice Lacan, es el corpse, el cadver. Y este cadver, es una manera de representarnos la
anulacin de la libido y del goce. El horror es pensar que el cadver tenga an necesidad de gozar. Se nos representa bajo las
especies de los vampiros: muertos, quieren seguir gozando. Es un punto de vista a examinar, ira demasiado rpido si lo repe-liera. Hay muchos testimonios que muestran, efectivamente, de qu manera los muertos viven de nosotros, de qu manera los
muertos nos chupan la sangre.
Es seguro, por ejemplo que nosotros vivimos de Lacan, nos alimentamos de la bestia. Pero desde otro punto de vista, podra-
mos decir -hay personas a las que esto les inquieta- que, justamente, es tambin por nosotros que la enseanza de Lacan, su
palabra, su articulacin signicante, mantiene presencia y fuerza. Para que viva es necesario que nosotros mismos aportemos
nuestro plus-de-gozar. Es necesario que nos dediquemos, o que nos consagremos a ello. Sin esto, desde el momento en que nos
detengamos, veremos la diferencia. Apenas nos detengamos vendrn los empresarios de la Universidad. Harn la lista: tomem-
os esto y comencemos a recortarlo en pedazos. Como hicieron con Racine o con Gide. Un patrn de la Universidad dir a uno
de sus alumnos: usted tome la juventud de Lacan y luego tome al Lacan de tal ao a tal ao. Y si a uno de estos sinvergenzas
se le ocurre tomar el ao del otro, habr alguien para hacerlo volver a su casillero ... Esto ocurrir algn da, pero es cierto
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que nosotros ponemos de lo nuestro para continuar, si puedo decirlo, haciendo gozar al muerto. Dejo esto de lado; es un tema
demasiado delicado para entregarme aqu a improvisaciones. Volver a pensar en ello reposadamente.
El corpse, el cuerpo, es el equivalente del Otro, del signicante. Lo formula Lacan enRadiofona.
A l tambin se le hace presente que pasa, efectivamente, un cadver por su obra. Pasa un cuerpo de signicante. Afortunada-
mente est el plus-de-gozar, el resto de goce que permanece afuera de la morticacin, pero que conserva la huella del signi-
cante. El objeto a conserva la huella del signicante, aunque ms no fuera porque es un objeto.
Siempre hubo algo que compensaba esto. Estaba lo imaginario y cuando no fue ms lo imaginario, fue el objeto a, ese resto que
es una excepcin. Son las excepciones libidinales a la morticacin.
La frmula del fantasma, central en la teora de la cura, se inscribe al comienzo en este orden. Esta frmula resume lo que aca-
bo de decir: al cuerpo morticado del sujeto debe responder de todos modos, como una compensacin, como un complemento
o como un suplemento, un cierto factor cuantitativo de libido. Es decir que el substrato del fantasma, es el cuerpo morticado.
Esta es la referencia.
Una conversin de perspectiva
En Baha present el siguiente ordenamiento, que pone en orden dos dimensiones siempre presentes en Lacan: aqu la del Otro,
aqu la de la cosa; aqu la articulacin, aqu la investidura. El deseo es del Otro, segn una clebre frmula, mientras que el
goce se reere a la Cosa. Escribo aqu $, aqu a. Ubico aqu el cuerpo morticado y aqu el plus-de-gozar; aqu el objeto per-
dido de Freud, para volver a decirlo en trminos freudianos y aqu la pulsin freudiana y su felicidad, para decirlo como Lacan.
Coloco aqu el menos phi de la castracin y aqu el phi mayscula no negativizable introducido por Lacan. Podra, por otra
parte, continuar esta puesta en serie de trminos.
All se hace necesaria una conversin de perspectiva. El $ quiere decir el cuerpo morticado. Ahora bien, hay goce, incluso si
es el goce residual del plus-de-gozar y para que haya plus-de-gozar, es necesario el cuerpo, el cuerpo viviente. Si hay un efecto
del signicante sobre el cuerpo que es la morticacin, hay otro efecto que es la produccin del plus-de-gozar. A todo lo que,
en la enseanza de Lacan, hace repercutir que el signicante mata al goce, hay que oponerle que el signicante produce el goce
bajo las especies del plus-de-gozar.
Incluso agregar que esta biparticin permite ver claramente el rol mediador de la frmula del fantasma, que une estas dos
dimensiones e incluso, permite ver en qu sentido hay entre los dos lados de la banda una especie de relacin moebiana, una
relacin de banda de Moebius, que es necesario poner de algn modo en continuidad como sobre una banda de Moebius. Tam-bin est presente en los comentarios que Lacan pudo dar de su frmula del fantasma.
Justamente por esto Lacan pudo hacer del objeto a la causa del deseo y pudo hacer del signicante del Otro una causa del goce.
Estas son relaciones que indican que es necesario considerar estos dos lados en relacin moebiana uno con el otro.
Cul es la conversin de la perspectiva a la que llamo, no haciendo ms que redoblar el llamado de Lacan mismo? Es con-
siderar que el signicante no tiene en primer lugar un efecto de morticacin sobre el cuerpo, que lo esencial es que es causa
de goce y que se trata entonces de pensar la unin del signicante y del goce, que el signicante tiene una incidencia de goce
sobre el cuerpo. Lacan lo elabora en sus Seminarios cercanos al Seminario 20. Privilegia el efecto de goce del signicante, no
su efecto de morticacin.
sinthome y pulsin
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Lacan llama elsinthome, digmoslo exactamente, a esta incidencia de goce sobre el cuerpo que tiene el signicante. Y crea
el concepto de sinthome precisamente porque est ms all del fantasma. El fantasma est esencialmente ligado al cuerpo
morticado y a ese residuo de goce que es el a en esta conguracin; mientras el sinthome se reere al cuerpo vivicado por el
signicante, el cuerpo en tanto goza intensamente por el hecho del signicante.
Esto se juega en los mismos textos. Podemos tomar Pegan a un nio, tomar ese gesto augusto del que pega, y decir: all est,
es el cuerpo en tanto est morticado y marcado por el signicante. Podemos ver all la representacin, abyecta quizs, de la
morticacin; pero podemos, por el contrario, leer en esta misma imagen la produccin del goce por el signicante. Estropear
el cuerpo, golpearlo, tropezarlo, incluso destruirlo, son tambin las vas de su goce. Aqu es revelado por Lacan -que demues-
tra por otra parte una curiosa simpata por las palabras que expresan ruidos secos, golpes- que lo marc un cierto sadismo del
signicante; pero la morticacin tiene como reverso la intensicacin del goce.
Esta es la conversin de perspectiva que opera Lacan. Vamos a pensar de algn modo, a a partir de $, dndole el dominio a $,
o vamos a pensar al $ mismo a partir de a, es decir, a privilegiar el signicante como causa de goce ms bien que al signicante
morticante?
Por ello Lacan pasa del sntoma al sinthome. El sntoma, como lo escribimos habitualmente, es precisamente captado por Freud
-al menos antes de Inhibicin, sntoma y angustia- antes que nada como un fenmeno de verdad pensada en el signicante.
Por otra parte, cuando decimos esto hace sntoma, nos referimos a esta nocin del sntoma-verdad. Mientras que, si Lacan
modica la palabra para hablar del sinthome, es porque pone en primer lugar el efecto de goce, el sntoma-goce, que nos fue
presentado por Freud ya en Inhibicin, sntoma y angustia.
De donde surge una nueva denicin del signicante. El signicante se reere al cuerpo bajo la modalidad del sinthome.
A partir de ahora, no esperen de m que respete la diferencia fontica. Hablo del sntoma para designar tambin al nuevo sin-
thome de Lacan.
Cul es a partir de entonces el lugar terico del sntoma en Lacan? El sntoma viene precisamente al mismo lugar en que Freud
inscribe la pulsin. Es el concepto mismo de la relacin del inconsciente con el cuerpo. Por ello Lacan es conducido a decir queel sinthome es real -y lo repetimos como loros-. Pero hay que captar que esta frmula toma todo su sentido cuando la oponemos
a la frmula de Freud: Las pulsiones son nuestros mitos. Dicho de otro modo, la frmula de Lacan el sntoma es del orden de lo
real slo toma su verdadero sentido si hacemos surgir la frmula freudiana a la cual responde, a saber las pulsiones son nuestros
mitos.
Para pensar la relacin entre el inconsciente y el cuerpo, Freud recurri a un concepto-mito. Con el sntoma, Lacan intenta elab-
orar un concepto operatorio. Evidentemente el mito es una manera de aproximar lo real, como lo subraya Lacan. Justamente
cuando desfallecen los medios operatorios de lo simblico recurrimos al mito para designar el punto de real.
Dicho de otro modo, detrs de la pulsin de Freud est el sinthome de Lacan. La pulsin freudiana es la interfaz todava mtica
entre lo psquico y lo somtico, mientras que el sntoma lacaniano es la conexin real entre signicante y cuerpo.
13 de mayo de 1998
Traduccin: Nieves Soria.
Revisin: Patricia Schnaidman.
(*) Leccin n17 del curso de J.-A. Miller del ao 1997-98, La orientacin lacaniana II, 15, pronunciado en el marco del Departamento de Psicoanlisis de la
Universidad de Pars VIII. Texto establecido por Catherine Bonningue. Publicado con la amable autorizacin de J.-A. Miller.
(**) (N. de la T.) pronombre personal aproximado alse espaol.v