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MI VIDA SIN MÍ

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Page 1: MI VIDA SIN MÍ

                 MI  VIDA  SIN  MÍ  

Page 2: MI VIDA SIN MÍ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“  Hay  personas  que  entran  en  tu  vida  y  lo  cambian  todo”  

 

Coral  Rubio  Domínguez

Page 3: MI VIDA SIN MÍ

La marea la arrastró hasta lo más profundo sin que nadie pudiera remediarlo.

Otoño de 1980. Apenas dormía, se pasaba la horas esperando. Permanecía

día y noche encerrada entre las cuatro paredes de su habitación, no tenía el

valor de ni salir al balcón, no quería ver aquél mar que tanto le había aportado

durante los últimos años. Las cenefas del suelo eran cada día más irregulares,

los muelles de la cama más ruidosos y la habitación más estrecha. Sin decir ni

una palabra, a la espera, siempre a la espera.

Nadie podía entenderla, apenas salía de su habitación y cuando lo hacía era

para encontrar algún aliciente, el sabor azucarado y el crujiente tacto, incluso el

color rosado de los macarones de frambuesa que su madre cuidadosamente

guardaba en el cajón del mueble de la cocina, la transportaban a otro mundo, a

otra dimensión. Todo había cambiado des de aquel momento.

Su madre le repetía día tras día que no podía seguir así, que a pesar de

haberla decepcionado profundamente, no iba a permitir que su hija se

consumiese de tal forma. Eliane, apática y desmoralizada levantaba

asqueadamente el labio superior, sin decir ni una palabra. Ya nada le

importaba, nada tenía sentido, no podía retroceder el tiempo.

Emiliano, su padre, se limitaba a no decir nada, observaba atentamente cada

detalle, cada movimiento, y consciente de la actitud irreconocible de su hija,

optaba por resignarse y dejar transcurrir el tiempo. Lo que tenga que ser, será,

todo esto se veía venir. Aunque las discusiones entre la pareja eran cada vez

más constantes, incluso diarias, Emiliano permanecía totalmente enamorado

de su esposa. Los chillidos de Felicita se habían convertido en un tema

frecuente entre los personajes más chismosos del barrio. ¿Qué les estará

pasando a este matrimonio? Se preguntaban los vecinos, conscientes de la

buena relación de la pareja.

Page 4: MI VIDA SIN MÍ

Emiliano y Felicita contrajeron matrimonio en Salamanca en el año cincuenta y

nueve, ella tenia tan sólo dieciocho años, diez de diferencia respecto a su

esposo. Poco después, en busca de un futuro mejor, se marcharon a Epernay

(Francia) donde fruto de su amor nació Eliane, la primera de tres hermanos y

que ahora tantos problemas estaba causando entre la pareja. Él creía que el

tiempo todo lo cura y a ella le horrorizaba la posibilidad de que su hija acabase

tocada y hundida, el debate estaba servido en el salón de casa de los Martínez.

Primavera de 1972. Eliane tenía diez años y aunque hablara el español como

lengua materna, había aprendido el francés perfectamente en la escuela, era

una niña feliz y risueña, sin preocupaciones. Éstas empezaron la noche en que

sus padres le comunicaron a la pequeña la decisión que habían tomado: Se

marcharían a Palamós, un pueblecito de la Costa Brava poseedor de un

maravilloso puerto. A Eliane pese a ser aventurera y atrevida no le hizo

ninguna ilusión la idea de marcharse a otro lugar. Estaba preocupada, ahora no

se podría pasar las horas de recreo jugando en la granja de sus padres,

rodeada de todos los animales que tanto la divertían. Sin embargo, después de

la insistencia de sus padres, ya imaginaba millones de aventuras en la arena

de la playa, junto al mar, los barcos y sus marineros. En realidad, la idea no era

del todo mala, siempre había adorado las películas de marineros.

La adaptación de Eliane no fue fácil. Echaba de menos demasiadas cosas y el

hecho de no saber hablar catalán lo ponía todo aún más difícil. Muchos de sus

nuevos compañeros se negaban a hablarle el castellano, hecho que debido a

su corta edad no podía entender y preguntaba el por qué reiteradamente a sus

padres.

Pese a las dificultades, Eliane fue superando todos los obstáculos que se

anteponían en su camino. Ya no era “la charnega” como muchos la

nombraban, ya se había convertido en una más. A los dieciséis, seis años

después, la niña repleta de miedos, se había convertido en una chica

completamente segura de sí misma.

Eliane cuidaba de su hermano pequeño al acabar las clases, hecho que

reducía a límites inimaginables su tiempo libre.

Page 5: MI VIDA SIN MÍ

Por lo tanto, las noches eran largas, y siempre que podía escapaba a pasear

por el puerto con las que ya se habían convertido en sus mejores amigas.

Adoraba el ruido de las olas.

Un viernes al acabar las clases Eliane se dirigía a La Esfera más desganada

que nunca. El día no había ido del todo bien. El cuidar del pequeño de la casa

diariamente la agobiaba, y sus padres la trataban como la adulta que aún no

era. En La Esfera, esperaba encontrar el mismo ambiente de cada viernes

tarde: sus amigas, dos o tres cuarentones tomando whisky sin cesar y el dueño

del local que a medida que transcurrían las horas se le dilataban más las

pupilas al mirar a la camarera. Pero al entrar, se dio cuenta que ese no era un

viernes cualquiera, la pista estaba llena e incluso era complicado hacerse un

hueco en la barra. Eliane, sorprendida, se paró detenidamente a observar el

panorama y al cabo de un segundo sus amigas ya la habían informado que

seis barcos habían atracado en el puerto, todos con nombres de ríos: El Tajo,

El Duero, El Júcar…

Eran tan sólo las siete de la tarde y más de ochenta marineros bailaban

animadamente como si no hubiese mañana: I love to love, but my baby just

loves to dance, yes he does… sonaba a un volumen estrepitoso.

Eliane alzó la vista y sus ojos fueron directamente a parar a él: moreno, alto,

ojos color azabache y mirada profunda, capaz de deleitar a cualquiera.

Y la deleitó, lo hizo, ella era incapaz de apartar la mirada de aquellos labios

que acariciaban al moverse. Sus miradas no tardaron demasiado en cruzarse y

una vez se encontraron, no pudieron separase, ingenua incapacidad humana.

Ya eran las nueve de la noche, en una hora La Esfera cerraría y

probablemente sus miradas no se volverían a encontrar jamás, ¡qué cruel

resulta en ocasiones asumir la realidad!

Media hora antes del cierre del local, empezaron a sonar aquellas canciones

más lentas, aquellas para bailar piel con piel, cuerpo con cuerpo. Muchos de

los marineros intentaron poder arrimarse a Eliane para bailar junto a ella alguna

de las canciones, pero todos fueron intentos fallidos, ella seguía paralizada, sin

poder cambiar la dirección de sus pupilas.

Page 6: MI VIDA SIN MÍ

Sus miradas se acercaban cada vez más, cada parpadeo simulaba un paso, se

situaba a escasos centímetros del que en cuestión de segundos se había

convertido en su deseo más profundo.

¿No bailas? Fueron las primeras palabras que pronunció. Rostro de

conquistador empedernido y voz dulce. Eliane, sin saber demasiado bien qué

decir, asintió. Los dos desconocidos empezaron a bailar, él la sujetaba

cuidadosamente por la cintura y ella apoyaba sutilmente las manos en sus

hombros. De forma inconsciente, se habían convertido en una más de las

muchas parejas acarameladas que bailaban románticamente en la sala, pero

con una gran diferencia, eran unos desconocidos el uno para el otro. Aún así,

la química era alucinante ¿cómo dos extraños podían compenetrarse tanto?

Era difícil de entender, y de explicar. Para Eliane los tres minutos en los que

Oscar Janot repetía para siempre, como siempre, hoy me he vuelto a enamorar

fueron los más corto de su existencia, no quería que la magia de ese momento

terminase jamás.

Pese a los ruegos interiores de Eli, que así la llamaban sus amigos, la canción

terminó y ella que segundos antes había apoyado la cabeza en el pecho del

que ya consideraba el chico de sus sueños, se apartó rápidamente y se dirigió

hacía él:

-Oye, cómo te llamas? – preguntó tímidamente y con voz temblorosa.

Él, apuesto como era y con una sonrisa pícara contestó: Carlos, Juan Carlos.

Juan Carlos era de Cartagena y a sus dieciocho años ya se había convertido

en todo un hombre. Estudiaba para Cabo Primero Mecánico en la Escuela

Naval del Ferrol. A causa de que iba de un lado al otro con el Júcar, apenas

veía a su familia, pero él siempre se había considerado autosuficiente. Era libre

y amaba esa libertad.

Page 7: MI VIDA SIN MÍ

Se sentaron en una de las mesas que habían en la segunda planta del local y

entre risas le escribió una dedicatoria en el Lepanto que no separaba de su

lado, Eliane quería que de una forma u otra el futuro cabo tuviese algo que lo

indujese a recordarla. La conversación empezó a fluir y entre risas y alguna

que otra caricia, sus labios se juntaron lentamente y surgió aquel primer beso,

aquel primer beso que los dos tanto deseaban y que les hizo volar. No fue un

beso cualquiera. Para ambos fue el beso más deseado y a la vez fugaz de la

historia.

¿Te acordarás de mi mañana? Preguntó Eliane, él asintió con la cabeza y le

dijo que la acompañaría hasta casa, se negaba a que fuese sola y no saber si

había llegado bien. Una vez delante, se sentaron en el banco más cercano y

continuaron hablando, incluso se dieron sus respectivas direcciones, parecían

dos niños pequeños con la necesidad de saber la respuesta a muchas

preguntas, dos niños que jugaban a través de las palabras, dos niños junto a

su juguete favorito. Con el deseo de descubrir, de ir más allá. Con tanto y con

tan poco, se hizo grande la ilusión.

Eliane vivía justo delante del cuartel de la policía y la desfilada de guardias que

apareció en un minuto intimidó a la pareja. Ya eran más de las diez y media de

la noche, hora límite de llegada para la aventurera que ya se había convertido

en toda una señorita. Eliane debía entrar ya a casa. Pero en ese preciso

instante Juan Carlos, se lo impidió:

- Tengo que decirte algo – dijo él en un tono serio mientras se mordía

bruscamente los labios.

- Dime – contestó ella nerviosa, sin saber muy bien que le esperaba.

- Mañana me marchó a primera hora, no sé exactamente a dónde voy ni

cuando podré volver, pero debo irme.

Page 8: MI VIDA SIN MÍ

Eliane quedó helada. Todas sus ilusiones se desvanecieron en unos segundos

y sin pronunciar ni una palabra, sus miradas se alejaron con la promesa de

volverse a encontrar siquiera una vez más. No era placer, era necesidad.

Esa noche los dos tardaron en dormirse, sabían que algo especial había

sucedido y que ese “algo” acabaría en tan solo unas horas. Juan Carlos, por su

parte no podía parar de leer la dedicatoria en su Lepanto: “Muchos besitos, y

no me olvides. Eli.”

Al día siguiente ella no asistió a clase. Se levantó a las ocho de la mañana para

así llegar a las nueve al puerto y poder despedirse de su amado. Era

consciente de las dificultades de tirar hacía adelante una relación a distancia,

pero ese adiós no le sabía a despedida. Creía en las promesas de Juan Carlos

y estaba completamente segura que el destino no se reiría de ellos. Aún así, la

despedida tuvo un sabor amargo, no pudieron ni siquiera rozarse. A él no le

permitían bajar del Júcar y ella aunque intentó por todos los medios llegar

hasta él no lo consiguió. La despedida fue fría, sintió como la misma mirada

profunda de su primer encuentro penetraba directamente en su interior y la

volvía a transportar a otra dimensión, pero esta vez no podía acariciar sus

labios. Las fragatas salieron y Eliane sintió un vacío enorme en su interior,

parpadeaba intentando contener las lágrimas mientras veía como su amado se

alejaba lentamente, de repente abrió los ojos para ver si aún estaba pero ya

era tarde. Hay personas que entran en tu vida y lo cambian todo.

Aunque él no fuera tan expresivo como ella, echaría de menos aquella inocente

sonrisa de niña. Y tan grande era el vacío que al cabo de dos horas de su

marcha, empezó a escribir una carta dirigida a aquella chica de pelo dorado

que no podía alejar de su pensamiento.

Sus compañeros le daban golpecitos en la espalda con intención de animarlo,

por primera vez veían al rompe corazones de Johnny, que así lo llamaban sus

compañeros, afectado. ¿Se habría enamorado?

Para Juan Carlos, Eliane había significado más que un simple amor de puerto y

por ello se situaba al margen de sus compañeros, que comentaban sus líos

entre carcajadas.

Page 9: MI VIDA SIN MÍ

Aunque no sabía muy bien que escribir, tenia la necesidad de hacerlo, de

sentirse cerca de ella y de hacerle saber que permanecía en su mente y que

iba a ser así para siempre. No importaba la distancia.

La mañana siguiente Eliane se levantó ojerosa, no había podido dormir mucho.

Abrió los ojos con la esperanza de que a Juan Carlos ya le hubiese dado

tiempo de echarla de menos. Corrió escaleras abajo para abrir el buzón y su

ilusión se hizo realidad:

2 de mayo de 1978

Querida Eliane,

Siento muchísimo no haber podido despedirme de ti de otra manera esta

mañana, pero aún así no olvidaré nunca tu sonrisa cuando me decías adiós.

Quiero que sepas que si fuera verdad eso de que los marineros tienen un amor

en cada puerto, tú serías mi preferido, pues me hiciste pasar una noche que no

olvidaré en la vida, por muchas chicas que conozca. Tu siempre estarás en mi

memoria, de verdad que he sentido mucho tener que dejar Palamós, pero sea

cuando sea volveré. Tal vez tardaré un año, tal vez tardaré más, pero cuando

me den permiso de verano intentaré pasar por allí un par de días, solo para

verte. No te olvido ni un solo segundo, será porque en mi ha nacido el amor. Es

cierto que siempre que salimos de la base e intentamos divertirnos conocemos

chicas, no siempre, pero sin embargo, te diré que todavía no he escrito a

ninguna, por lo tanto eres la primera en recibir carta mía. Eres la única que ha

conseguido poner contento a mi corazón, pues con las demás era distinto, ya

que recibía una carta y les decía a mis compañeros “Hoy me ha escrito mi

conquista de Valencia”, al día siguiente les decía que otra me había llegado de

Alicante, y así…

Page 10: MI VIDA SIN MÍ

Espero que tus sentimientos hacía mi no se te pasen con el tiempo, yo estoy

seguro que los míos duraran muchos años. Me gustaría que me mandaras tu

número de teléfono, yo te mando el mío para casos urgentes.

400612- Dragaminas “Júcar”

Se despide de ti un marinero que mucho te quiere y que no te olvida. El camino

de miles de kilómetros empieza con un solo paso. Je t’aime. Miles de besos.

Juan Carlos.

Los primeros días después de la marcha de Juan Carlos no fueron nada

fáciles. Eliane se sentía extraña, ni ella misma comprendía como podía

haberse enamorado tan profundamente de un extraño con el que solo había

pasado unas horas. Las horas más increíbles de su vida.

Pasaron los meses y las cartas fueron en aumento. A pesar de la distancia,

permanecían más unidos que nunca, confiaban plenamente el uno en el otro y

se prometían día tras día amor eterno. Incluso Juan Carlos le reenviaba a

Eliane las cartas que recibía de sus admiradoras y Eliane por su parte, se

enorgullecía de que un chico tan sumamente solicitado fuese suyo.

Al cabo de siete largos meses, llegó el momento. Después de mucho insistir, a

Juan Carlos le atorgaron tres días de permiso, tres días que sin duda

aprovecharía para ir a visitar a su amada. Los dos ansiaban ese reencuentro,

estaban cansados de tener que besarse a distancia.

Eliane temblaba de nervios y emoción, intentaba contener las lágrimas pero era

incapaz. Pensar que en cuestión de segundos podría volver a acariciar

lentamente el rostro de su amado con las yemas de sus dedos le parecía

prácticamente imposible, aquello era un sueño. El sueño más bonito de su

vida.

Los días que pasaron juntos fueron inolvidables, durante setenta y dos horas

no se separaron ni un solo momento. Durante esos días volvieron a La Esfera,

pero esta vez como pareja formal. A pesar de que era la segunda vez que se

veían ya no eran dos desconocidos, al contrario, lo sabían todo el uno del otro,

incluso pensaban en el futuro. Eran conscientes de que el camino sería fácil,

pero tenían claro que querían permanecer juntos por siempre.

Page 11: MI VIDA SIN MÍ

Pese al frío, pasaron la última tarde antes de la marcha de Juan Carlos

sentados en la orilla del mar mientras comían macarones de frambuesa, el

dulce preferido de Eliane desde que era una niña y también el de Juan Carlos

desde aquel momento. La despedida no tubo un sabor amargo. Se despidieron

seguros de que volverían a verse, de que su amor superaría cualquier

obstáculo. Como echaré de menos este dulce olor a sal, pensaba Juan Carlos

cada vez que la brisa marina acariciaba su rostro.

- No quiero que caiga ni una lágrima por mi – le dijo él dándose cuenta

que los ojos de Eliane brillaban de forma desmesurada.

- Tendré que aprender a ser sin ti.

- No te equivoques. Somos, por más kilómetros que nos separen.

Eliane se encontraba en ese instante en el que podía morir porqué sabía con

certeza que jamás en la vida volvería a sentir nada igual.

Tras la marcha de Juan Carlos, Eliane corrió hacía su casa con la intención de

empezar a escribir una carta para enviársela rápidamente a su amado, no

soportaba su ausencia, y gracias a las cartas lograba sentirse cerca de él. Al

día siguiente Eliane corrió hacía el buzón y ya había una carta esperando ser

abierta, está vez el sobre estaba repleto de corazones dibujados.

18 de diciembre de 1978

Hola cariño,

Supongo que en éste mismo momento en que yo te estoy escribiendo tu

estarás haciendo lo mismo, como habíamos acordado.

No lo entiendo, nunca me había puesto tan nervioso al escribir una carta, y

ahora lo estoy en cantidad, pues me gustaría decirte miles de cosas y no me

sale ninguna, aunque hay una que si te diré y es que te quiero, bueno supongo

que ya lo sabrás. Pensé en todo lo que nos hace tan iguales, y me hace ver

con claridad que estamos hechos el uno para el otro, las dos “medias naranjas”

se tienen que unir. Eliane no sé que más escribirte, por lo tanto lo voy a dejar

así, y voy a seguir soñando contigo, pues esto para mi ha sido como un sueño

maravilloso que me parecía irreal, pero es verdad y estoy contento de que así

sea. Aún tengo el regusto de los macarones de frambuesa. Recuerda que el

Page 12: MI VIDA SIN MÍ

camino de miles de kilómetros empieza con un sólo paso. Y nada más, siento

que hasta que nos volvamos a ver nos tengamos que besar a distancia, recibe

pues como despedida un montón de besos de éste marinero que te quiere

cada vez más. “Vaya tontería, es imposible quererte más de lo que te quiero en

este momento”.

Juan Carlos.

Las más de cinco cartas que recibía al día la llenaban de fuerza para seguir

adelante.

El otoño de 1979 fue Eliane la que después de multitud de discusiones con sus

padres y pese a las duras advertencias, viajó hasta Cartagena para ver a Juan

Carlos.

- Mamá, no logras entender nada, necesito verle – chillaba Eliane ante la

mirada atónita de su hermano pequeño.

- Me da igual lo que digas, no vas a ir y se acabó. Si sales por la puerta

no vuelves a entrar, eso tenlo claro.

- Pero mamá, ¿Es que nunca te has enamorado? Voy a hacer lo que

quiera, estoy harta.

- Eliane, háblale bien a tu madre – intervenía Emiliano en medio de la

discusión.

- ¿Enamorarse a los diecisiete años? Eliane haz el favor de dejar de decir

sandeces y vete para tu habitación – respondía la madre Eliane incapaz

de entender a su hija.

Sin tener en cuenta a sus padres y sin pensar en todo lo que debería afrontar a

la vuelta, Eliane cogió el primer vuelo a Cartagena. Haré todo lo que pueda

para que estemos juntos, no me importa lo que piensen mis padres, no me

importa nada.

Una vez en Cartagena, como siempre que estaban juntos, todo fue mágico.

Juan Carlos le presentó a sus padres y en pocos días se convirtió en una más

de la familia. No quería que ese sueño acabase nunca.

Tras pasar la mejor semana de su vida, llegó la hora de marcharse. Juan

Carlos se empeñó en acompañar a Eliane hasta Palamós y así hizo.

Una vez en Palamós, Juan Carlos le entregó una placa con una frase inscrita:

Page 13: MI VIDA SIN MÍ

Te quiero más que ayer y menos que mañana. Pese a que Eliane era de

alargar las despedidas, los enamorados se despidieron rápidamente, él debía

coger el autobús hasta el aeropuerto y ya era tarde.

Subió al autobús, le dijo adiós con la mano y no volvió a girarse más para

dedicarle cualquier gesto, ni siquiera una mirada. La sonrisa de Eliane quedó

desencajada, la reacción de Juan Carlos y esa falta de atención le extrañó

mucho, pero prefirió no tenerlo en cuenta y pensar en los maravillosos días que

habían pasado uno al lado del otro.

Eliane abrió la puerta de casa sin saber muy bien que decir, pero tuvo la suerte

que sus padres no estaban, probablemente habrían ido a cenar con su

hermano pequeño. Rápidamente se acostó en la cama y se durmió, no tenía

ganas de discutir.

Al día siguiente abrió el buzón con ilusión pero no había llegado ninguna carta.

Pensó que por algún motivo desconocido las cartas se habrían extraviado y

siguió escribiendo a su amado, contándole lo mucho que lo echaba de menos y

lo maravillosos que habían sido los días a su lado en Cartagena. Pasaron tres

días y el buzón siguió vacío. Eliane, acariciando la placa que él le había

regalado y horrorizada por la posibilidad de que algo malo hubiese sucedido,

llamó una y otra vez a casa de Juan Carlos. No obtuvo respuesta. Nunca más

volvió a recibir ninguna carta de aquél marinero que le prometió una y otra vez

amor eterno, aquél marinero que decía ser el hombre de su vida.

“Me acuerdo de todo, absolutamente de todo y, me llena de rabia no haber

olvidado nada en todo este tiempo. Nada ha cambiado, y no sé decirme el por

qué. Te adoro pero no, no puedo seguir así. Lo más ridículo es que he

intentado mentirme a mi misma, creyendo que podía vivir sin tus abrazos

constantes. Cometí el error de creer que eras quien yo quería que fueras, de

sin conocerte, decirte que eras el hombre de mi vida, de confiar en ti, de creer

que eras mi uno entre un millón, que serías para siempre, mi antes y mi

después.

Page 14: MI VIDA SIN MÍ

Me gustaría no acordarme de nada, porque si no te acuerdas de nada, puedes

levantarte por las mañanas y creer que nada ha sucedido. Que todo sigue

igual. Que eres mío, que no te has marchado, que sigo siendo tu todo, que sigo

teniendo tu sonrisa. Pero no puede ser real, todos los recuerdos están

grabados en mi piel a fuego. Y tu silencio va sonando a despedida. Si soy lo

que siento, siento que no estás.”

Eliane estaba cocinando con el sonido de la rádio de fondo, sus dos hijas

pequeñas acababan de llegar de la escuela y su marido entraría por la puerta

en unos instantes. Comer cada miércoles pollo al horno ya se había convertido

en una tradición familiar. Justo en el instante en el que Eliane hablaba con sus

pequeñas sobre como había ido la mañana en la escuela sonó el teléfono:

- Hola

- ¿Si? ¿Dígame?

- ¿Eliane Martínez?

- Si, ¿Quién es?

- Soy yo

- Disculpe, no le conozco ¿con quien habló?

- ¿De veras no reconoces mi voz? La tuya no ha cambiado nada

Eliane dejó un momento el teléfono, Sandra, una de sus hijas, estaba

esparciendo todos los macarones de frambuesa que Eliane había dejado

colocados en un plato para la merienda. Sandra, haz el favor de no hacer

travesuras o esta tarde no vas a probar ni tan solo uno, le decía Eliane irritada.

- Perdone, ya vuelvo a estar aquí, ¿Quién es?

- Me decepciona profundamente que no me reconozcas

- Mire, esto no tiene ninguna gracia, adiós

- El camino de miles de kilómetros empieza con un solo paso

Page 15: MI VIDA SIN MÍ

El vaso que Eliane sujetaba de repente cayó al suelo rompiéndose en mil

pedazos. Era incapaz de articular palabra. No podía ser real, una repentina

impotencia invadió su ser.

- Oye, ¿Estás ahí?

- ¿J..J..Juan Carlos? – dijo con voz temblorosa

- El recuerdo es el único paraíso del que no podemos ser expulsados.

- ¿Después de todos estos años? ¿Después de tanto daño?

- Te debo una explicación, lo sé, y te la voy a dar

- Lo siento, no tengo tiempo. Adiós

Juan Carlos quedó aturdido, incluso desmoralizado. Después de más de treinta

y cinco años tenía la necesidad de contactar con la que fue su primer amor y el

desinterés de ésta, lo había dejado paralizado. Juan Carlos vivía en Cartagena,

tenía una hija de siete años y se había divorciado hasta en tres ocasiones.

Fracasado en el amor.

Pasaban los días y la misma necesidad inundaba su ser cada vez de forma

más acentuada. Necesitaba volver a escuchar la voz de la chica de cabello

dorado, ya convertida en toda una mujer.

Lo volvió a intentar una y otra vez, el teléfono sonaba pero jamás volvió a

obtener respuesta. Quería explicarle a Eliane el porqué de su desaparición, el

porqué de su repentina marcha, el porqué de tantas cosas. A Juan Carlos le

dijeron que debía embarcarse tres años, eso representaba tres años sin pisar

tierra y cuando la pisase no quería tener ataduras de ningún tipo. Aquél 5 de

octubre de 1979 renunció al amor por su libertad.