mensaje de año nuevo
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Mensaje enviado por el Cardenal Jorge Urosa Sabino a todos los venezolanos en víspera de la llegada de 2012TRANSCRIPT
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¡FELIZ AÑO 2012!
Mensaje de año nuevo
Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas
A los sacerdotes, religiosos y fieles de la Arquidiócesis de Caracas
Comenzamos cada año con grandes anhelos de felicidad que corresponden a nuestra
condición humana. En efecto: cada uno de nosotros ha sido creado por Dios nuestro
Señor para ser felices. Para eso nos envió a Jesucristo, quien nos enseña que
conseguiremos la felicidad si escuchamos y cumplimos su Palabra de Vida eterna (1).
Esto significa que si queremos ser felices en este nuevo año y siempre, hemos de seguir
a Jesús, Dios encarnado, autor y fuente de la verdadera y auténtica felicidad. Es decir:
hemos de vivir con el corazón puesto en Dios nuestro Señor, y hemos de cumplir sus
santos mandamientos, que son la vía segura para la felicidad en esta vida y en la vida
eterna.
Luchar contra el pecado; luchar contra la violencia
Nuestros anhelos de felicidad se ven obstaculizados, sin embargo, por la presencia del
mal en el mundo. El mal que es producto del pecado, de la impiedad, de la indiferencia
religiosa, de la adoración del dinero; de una vida licenciosa, sin conciencia o límites
morales y sin amor. Una expresión del mal es la agresividad del odio y la ira, que está
latente en nuestros corazones. La agresividad tiene su peor expresión en la violencia
asesina que hace estragos cada semana entre nosotros, especialmente en Caracas,
y que se ha intensificado en las últimas dos semanas. No nos dejemos llevar por la
violencia, que proviene del odio, del egoísmo y la soberbia, de la ambición y la
lujuria. Hagamos un esfuerzo también para llevar a nuestra convivencia social,- en
nuestros hogares en primer lugar, en nuestro vecindario, en nuestra ciudad, en el
país -, los valores del entendimiento, del perdón, de la tolerancia, de la bondad, de
la generosidad, y del expreso y claro rechazo a la violencia.
Pero también es preciso que se haga una labor intensa, sistemática, enérgica, para evitar
la violencia y todos los factores que conducen a la delincuencia. Ya sabemos que ella
proviene de múltiples causas: la difícil situación económica, la falta de empleo, la falta
de educación sistemática y de capacitación para el trabajo esforzado, sostenido y
productivo en una era industrial y electrónica, sumamente tecnificada. Sabemos
también que el consumo y tráfico de drogas han incidido en el aumento de la
delincuencia y de la violencia en general. Pues bien: tanto los organismos el Estado
como los ciudadanos comunes hemos de poner manos a la obra para erradicar las
causas de la violencia. Es urgente combatir frontalmente el flagelo de la droga;
también hay que desterrar la impunidad tradicional en Venezuela, agravada por
una mala aplicación del Código Orgánico Procesal Penal, por lo cual muchísimos
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delincuentes son dejados en libertad. Por ello hago de nuevo un llamado a los
señores fiscales del Ministerio Público y a los señores jueces, para que estén
siempre del lado de los buenos ciudadanos, de las víctimas, de la gente buena y
sencilla que sufre indefensa el azote de la violencia y de la delincuencia. En este
sentido, apoyamos todas las iniciativas, tanto de los poderes del Estado como de
organizaciones no gubernamentales, para atacar la violencia y las fuentes de la
misma. ¡Ya basta de tanto derramamiento de sangre en Caracas y en Venezuela!
Este año 2012
El 1 de enero la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de la Paz, convocada por
el Papa Benedicto XVI para fortalecer en todos los pueblos y naciones el trabajo
incesante por la paz. En su Mensaje para este año el Santo Padre nos dice: “Para ser
verdaderamente constructores de la paz debemos ser educados en la compasión, la
solidaridad, la colaboración, la fraternidad; hemos de ser activos dentro de las
comunidades y atentos a despertar las conciencias sobre las cuestiones nacionales e
internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de
redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al
desarrollo y de la resolución de los conflictos. Bienaventurados los que trabajan por la
paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9) (2).
Estas palabras nos urgen a todos los venezolanos, especialmente a los que están en
posiciones de autoridad y de poder, en el ámbito político, económico o social, a
trabajar decididamente por la paz en Venezuela. Ese llamado es particularmente
urgente en este año electoral, cuando se decidirá la dirección suprema del país, de
gobernaciones y alcaldías. Es importante que haya una verdadera libertad política
y de expresión, que no haya ningún tipo de violencia política. Es particularmente
urgente que el Consejo Nacional Electoral actúe como árbitro verdaderamente
imparcial, y que se garanticen condiciones de igualdad, equidad y transparencia
para la realización de los próximos comicios. En este sentido, permítanme recordar
la Declaración de la Conferencia Episcopal Venezolana ante los venideros procesos
electorales, publicada el 19 de octubre de 2011. En esa Declaración los Obispos,
como constructores de la Paz, pedimos al Consejo Nacional Electoral realizar
todas las acciones necesarias para garantizar la igualdad y la transparencia en las
elecciones.
Conclusión:
Mis queridos hermanos: ¡Feliz año¡ Que ese augurio amable y optimista, lleno de
esperanza, se convierta en realidad para todos nosotros, para quienes sufren el
dolor de la enfermedad, la prisión, -especialmente la prisión injusta-, la soledad, la
indigencia, o la pérdida de algún ser querido, especialmente por la violencia
asesina o los trágicos accidentes de tránsito. Nos solidarizamos y oramos por los
que sufren, en particular con los presos políticos, para quienes solicitamos medidas
de gracia. Que cada uno de nosotros se convierta en promotor de felicidad y en
esforzado y activo constructor de la paz.
Para ello contamos con la ayuda de Dios, manifestada en Jesucristo, y con la amorosa
protección de Santa María de Coromoto, madre de Dios y madre nuestra, cuya
maternidad divina celebramos el 1 de enero. Participemos ese día y cada domingo en la
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Santa Eucaristía, para pedir la ayuda divina en nuestras vidas. Que caminando por el
sendero de la virtud, iluminados por el esplendor de nuestra fe, busquemos la auténtica
felicidad, escuchando y cumpliendo la Palabra de Dios. Que el Señor nos conceda a
todos un año muy feliz.
Caracas, 30 de enero de 2011
Notas.
1. Lc 11,28; cfr. Jn 6,68
2. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 5