max neef la dimension perdida

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CULTURA Y ECONOMIA SOLIDARIA La colección Cultura y Economía Solidaria intenta ser una herramienta de capacitación y de difusión de un pensamiento aIternativo que pueda sustentar "otros mundos posibles". Pensada para un público general, está dirigida también a los portadores activos de una visión solidaria presente en diversas prácticas sociales extendidas por todo el planeta. El acuerdo entre la Red de Economía Solidaria (Xarxa d'economiasolidària), con sede en Barcelona, y Comunidad del Sur, que se define como una experiencia de vida cooperativa integral afincada en Montevideo, Uruguay, ha posibilitado la concreción de esta iniciativa que quiere ser en misma una práctica de los valores elegidos, vinculando distintos grupos y organizaciones de ambas márgenes del at lántico. Un hacer solidario e internacionalista que modestamente funda una relación equitativa entre sur y norte. Por otra parte, Icaria Editorial participa coeditando y distribuyendo ejemplares destinados a la Península ibérica y países de zona del caribe. El término economía solidaria designa la subordinación de la economía a su finalidad: proveer, de manera sostenible, las bases materiales para el desarrollo personal, social y ambiental del ser humano. El valor central de la economía solidaria es el trabajo humano. La referencia de la economía solidaria es cada sujeto y, a la vez, toda la sociedad concebida también como sujeto. Por tanto, la eficiencia económica no se delimita por los beneficios materiales de una iniciativa, sino que se define en función de la cualidad de vida y de la felicidad de susmiembros y, al mismo tiem- po, de toda la sociedad como sistema global. La economía solidaria, como una nueva forma de producir, de consumir y de distribuir, se propone como alternativa viable y sostenible, para la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas.

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CULTURA Y ECONOMIA SOLIDARIA

La colección Cultura y Economía Solidaria intenta ser una herramientade capacitación y de difusión de un pensamiento aIternativo quepueda sustentar "otros mundos posibles".

Pensada para un público general, está dirigida también a losportadores activos de una visión solidaria presente en diversasprácticas sociales extendidas por todo el planeta.

El acuerdo entre la Red de Economía Solidaria(Xarxa d'economiasolidària), con sede en Barcelona, y Comunidaddel Sur, que se define como una experiencia de vidacooperativa integral afincada en Montevideo, Uruguay, haposibilitado la concreción de esta iniciativa que quiere seren sí misma una práctica de los valores elegidos, vinculando distintosgrupos y organizaciones de ambas márgenes del atlántico. Un hacersolidario e internacionalista que modestamente funda unarelación equitativa entre sur y norte.

Por otra parte, Icaria Editorial participa coeditando ydistribuyendo ejemplares destinados a la Península ibérica y paísesde zona del caribe.

El término economía solidaria designala subordinación de la economía a sufinalidad: proveer, de manerasostenible, las bases materiales para eldesarrollo personal, social yambiental del ser humano. El valorcentral de la economía solidaria es eltrabajo humano. La referencia de laeconomía solidaria es cada sujeto y, a lavez, toda la sociedad concebidatambién como sujeto. Por tanto, laeficiencia económica no se

delimita por los beneficiosmateriales de una iniciativa, sinoque se define en función de lacualidad de vida y de la felicidad desus miembros y, al mismo tiem-po, de toda la sociedad como sistemaglobal. La economía solidaria, comouna nueva forma de producir, deconsumir y de distribuir, se proponecomo alternativa viable y sostenible,para la satisfacción de lasnecesidades individuales y colectivas.

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MANFRED A. MAX-NEEF

LA DIMENSIÓN PERDIDA

LA DESHUMANIZACIÓN DEL GIGANTISMO

CULTURA Y ECONOMÍA SOLIDARIAS

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Con este libro, pensado y escrito por Manfred, y convertido en objetográfico por quienes integramos Comunidad del Sur, queremos reconocer-en ocasión de sus 70 años de vida- el aporte que en esos años nosregalara. Su pensamiento y sus reclamos han animado, remontando di-ficultades, amenazas y debilidades, esta experiencia microsocial a travésde la cual intentamos recrear una "dimensión perdida" y responder au-togestionariamente a las necesidades humanas.

Releemos, a manera de brindis, el último párrafo de su libro"Desarrollo a escala humana", para recordarlo y recordarnos: "Esperoque llegue el día en que cada uno de nosotros sea lo suficientementevaliente para poder decir, con toda honestidad: 'Soy, y porque soy, mevolví parte de ...'. Me parece que este es el camino correcto a seguir siqueremos poner fin a una manera estúpida de vivir."

Desde ese caminar, que siempre es comienzo, va un saludo solidarioy libertario.

Montevideo, Comunidad del Sur, 25 de octubre de 2007

Maquetado: Bruno Arremyr y José Pedro Prieto

Diseño de tapa: Roben G. Prieto.Reproducción de Pablo Picasso, El pintor y su modelo, 1926.

© Manfred Max Neef ©

De esta edición

Icaria editorial, s.a.Arc de Sant Cristòfol, 1123 08003 Barcelonawww.icariaeditorial.com

Editorial Nordan / Comunidad del SurAvda.Millán 4113 / Montevideo, Uruguaywww.nordan.com.uy

Fórlaget NordanPastellvägen 9, 121 36 JohanneshovSuecia

Depósito legal: 343.263/07

ÍNDICE

Preludio 7

I. Un paseo imaginario por mi casa y mi jardín 9

II. El paseo por el jardín permite descubrir algunas cosas 13

III. Desde el jardín miro hacia adentro 21

IV. Desde adentro miro hacia las calles 29

V. Acostado leo y, antes de dormir, divago 39

VI. Me despierto y medito en ciertas evidencias 47

VII. Caminando confirmo que caminar es un diálogo 55

VIII. El crepúsculo se presta para leer a un maestro 63

XI. En mi biblioteca hago contacto con la historia 75

X. Y ahora me despido para pensar en otras cosas 85

X I . C o d a 8 9

Notas bibliográficas 91

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PRELUDIO

Este libro tiene una curiosa historia de muerte y resurrección. Fue escritohace treinta años, mientras vivía parte de mi exilio «pinochetista» en unpequeño pueblito del interior de Minas Gerais, en Brasil, llamadoTiradentes. Guardé el manuscrito por varios años, hasta queproducto de mi amistad con Ruben Prieto, surgida en Suecia, dondecumplía mi segundo período de exilio, se lo entregué para que fueraimpreso por Nordan. La mala fortuna quiso que el texto se extraviaraen los talleres de la editorial.

En aquel entonces no se escribía con ordenadores. Eran máquinasde escribir en que se lograba un original y una copia con papelcarbón. Enterado de la pérdida, busqué mi copia y no la pudeencontrar. Quedé desolado. Y sin que mi obra tuviera la mismatrascendencia, me sentí corno debe haberse sentido T. E. Lawrencecuando perdió el manuscrito de sus «Siete Pilares de la Sabiduría» enalgún lugar de Victoria Station en Londres. Lawrence tuvo el coraje deescribir su libro de nuevo, cosa que yo no hice.

Y así pasó el tiempo, hasta que hace algo menos de un año, productode varias mudanzas internacionales y nacionales, reordenaciones de

7

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biblioteca y limpieza de papeles y archivos, súbitamente apareció lafurtiva copia en el fondo de un viejo baúl.

Me sentí encantado con el reencuentro. Releí el texto, y decidíque era cuestión de destino repetir el intento tantos años después.Una vez más llegó a manos de Ruben Prieto, y en los talleres deNordan —Comunidad del Sur— de Montevideo, logró suresurrección.

En algún momento pensé revisar lo escrito y hacer cambios.Finalmente decidí dejarlo tal cual, ya que me pareció que noera bueno alterar su frescura original. Escrito en la soledad, lejos defamilia y de entornos queridos, refleja un momento importantede mi vida y de mis reflexiones.

Quizás las cosas ocurren como ocurren, porque es así como deben

ocurrir.

ValdiviaInvierno de 2007

I. UN PASEO IMAGINARIO POR MI CASA Y MIJARDÍN

Soy una persona afortunada. Tengo una familia pequeña, perolinda. Vivimos juntos en la casa que poseemos, y que, sin serenorme, ni mucho menos, es cómoda, agradable y --lo que esmás importante que cualquiera otra consideración— acogedorapara nuestros a migos. Hay un jardín que no siendo particular-mente extenso, es rico y encantador por la variedad de su con-tenido. Desde un árbol dos veces centenario, pasando por otrosde copiosa frondosidad, hay hasta arbustos y flores en cantidadessuficientes como pa ra darnos la sensación de ser partes de unacierta totalidad. La sensación es agradable y me ha dado muchoque pensar.

Pienso, por ejemplo, que casi todos los misterios del mundoestán al alcance de mi mano, de mi sensibilidad o de mi capaci-dad inquisitiva; aquí, dentro de mi casa, en las veredas circun-dantes o en los rincones de mi jardín. Tengo mi propio pedazode cielo y mi parcela de aire. Mi cuota de luz y de colores. Estoyrodeado— si quisiera escrutar la tierra, el mismo aire, los murosy las cortezas, los capullos y las raíces, las ansiedades de mis hijas,

8 9

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II

las penas de mi esposa y mis propias penas, las comidas quecompartimos en la mesa, los pájaros que me despiertan en lamañana, los hábitos y el pelaje de mi perro, mis libros, lossonidos de mi piano, la voz y los silencios de mis amigos, missueños y el mosquito que cercena mis sueños, la araña que noveo pero que sé que está y que me angustia que esté, el olor acafé, la infalibilidad de las agüitas medicinales que hay en ladespensa y las hormigas que siempre se cuelan hasta la despensa,las razones del pintor y del poeta que vinieron a tomarse un tragocon nosotros, las ideas para lograr un mundo mejor que sediscuten en mi estudio por las noches, las cartas y los saludosque desde otras casas y desde otros jardines llegan hasta aquí—estoy rodeado, repito, de todas las formas de la vida y de lamuerte, del amor y de la angustia, de la gloria y de ladecadencia, de la repetición y la esperanza. Las Leyes de laNaturaleza se dan aquí, o es aquí donde se reflejan sus efectosinflexibles. Las leyes humanas se dan aquí, o es aquí donde sereflejan sus falencias. Este grano infinitesimal del Universo es,después de todo, un Universo. Descubro así que el Universo sedesgrana para repetirse en infinitos Universos de alcancepersonal. Conocer el mundo significa conocer primero la casaen que se habita, sus veredas y su jardín. Porque si es cierto quetodas las casas y todos los jardines, y todas las veredas hacen unmundo, también es cierto que el mundo se desdobla para de-positarse entero en cada casa, en cada vereda, y en cada jardín.Todo lo grande y toda la inmensidad están contenidos en lo pe-queño. Lo pequeño no es otra cosa que la inmensidad a la medidahumana. Es un regalo para que, dentro de dimensiones accesiblesy alcanzables, los seres humanos desgranen todas sus vidas en su

empeño por desentrañar la totalidad.Después de escribir estas líneas he vuelto a lanzar una mirada

en derredor de mi pequeño Universo. Me he paseado por miminúsculo cosmos descomunal. He reencontrado mi verdadera

dimensión. He descubierto que la grandeza del desafío radica enatenerme a ella, no en rehuirla; en desentrañarla, no endespreciarla. Sólo lo que está a mi medida puede ser mimedida. Y en cuanto sea capaz de abarcar lo que encierra mipropia dimensión, lo habré abarcado todo.

Este paseo imaginario, pero despierto, a través de mi territoriotiene una buena razón de ser. Quizás sirva para destacar los erro-res humanos a que me he de referir en este trabajo. El ser humano —así lo pienso— ha perdido la noción de las dimensiones, y enello radica una buena parte de su tragedia actual. Ha confundidola grandeza con el tamaño, y en aras de esa presunta grandeza hatendido y tiende a expandir sus sistemas más allá de todo control.El devenir de la humanidad se ha interpretado de muchasmaneras: en términos teológicos, adscribiendo todo acaecerhistórico a la voluntad de Dios; o bien a la interpretaciónheroica como resultado del papel desempeñado por los grandeshombres; o a las ideas; o también a las relaciones de producción, enel caso de Marx; a la sexualidad en el caso de Freud; y a laangustia en el caso de Jung. Sin embargo poco se ha dicho conrespecto a la dimensión de los sistemas humanos como factordeterminante. De eso —y recurriendo al auxilio de otrasvoces— pretendo hablar en mi trabajo. De allí la necesidad quetuve de pasearme previamente por mi casa y mi jardín.

10 11

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II. EL PASEO POR EL JARDÍN PERMITEDESCUBRIR ALGUNAS COSAS

Me siento en mi jardín a la sombra del frondoso Ceibo. Lo miroinquisitivamente tratando de descubrir alguna de las leyesnaturales que lo hacen posible. Está allí, sólido, enorme ymajestuoso. Me pregunto por qué es distinto del Naranjo y del Laurelque, a escasos metros y teniendo su misma edad, son de menortamaño y más frágiles en apariencia. Hago un recuento retrospectivoy recuerdo que todos por igual han resistido los mismosventarrones y las mismas tempestades. Sé que ninguno ha de crecermás. Sólo les queda envejecer. Todos han alcanzado ya la plenamagnitud de su estatura. Pero son distintos de estatura y mevuelvo a preguntar por qué. Observo entonces la envergadura delos troncos y las comparo con la altura. Parece que he descubiertoalgo y me entusiasmo. Mis tres árboles revelan que a mayor altura seda un mayor diámetro troncal. Me paseo contento, pero ladecepción me espera en el otro extremo del jardín. Me topo conla bicentenaria Sequoia y descubro que, mucho más alta que elCeibo, el diámetro de su tronco es menor. Mi presunta ley resultó devida efímera, y pensativo retorno a mi rincón.

De pronto recuerdo a Galileo. De mi biblioteca tomo susConsideraciones y demostraciones matemáticas sobre dos nuevasciencias.

12 13

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Lo hojeo, hasta que en la Segunda Jornada de los diálogos, laProposición VIII y las observaciones que le siguen, encierran lasrespuestas que busco. La proposición VIII dice así:

Dado un cilindro o prisma que tenga la mayor longitud com-patible con no acabar rompiéndose debido a su propio peso, ydada una longitud mayor, encontrar el grosor de otro cilindro oprisma que bajo la longitud dada sea el único y el mayorcapaz de resistir su propio peso.

Después de una serie minuciosa de cálculos ydemostraciones. Galileo —en la voz de Salviati — plantea asus interlocutores que:

De lo que se ha demostrado hasta el momento, como podeisver, se infiere la imposibilidad de poder, no sólo en el artesino en la misma naturaleza, aumentar los mecanismos hastadimensiones inmensas, de modo que sería imposible fabri-car naves, palacios o templos enormes, de tal forma que susremos, patios, vigas, cerrojos y, en suma, todas sus partesconstituyentes, pudiesen sostenerse. Así tampoco podría lanaturaleza hacer árboles de un tamaño desmesurado, ya quesus ramas acabarían por venirse abajo por su propio peso.Sería imposible, igualmente, construir estructuras óseas dehombres, caballos u otros animales que pudiesen mantenerse yrealizar sus propios menesteres, a no ser que se utilizara unmaterial más duro y resistente que el normal, en caso de queno se les agrandaran tales huesos de modo tan desproporcio-nado que la figura y aspecto del animal en cuestión llegase aser algo monstruosamente grande; lo cual, tal vez, intuyónuestro sagaz Poeta cuando describiendo un grandísimo gi-gante, decía:

Imposible reconocer su altura,Tan desmesuradamente grande es su grosor.

Para poner un breve ejemplo de lo que estoy diciendo,dibujemos la figura de un hueso alargado solamente tres vecesmás de lo que era, pero habiendo aumentado su grosor en talproporción que pudiese realizar en el animal grande la fun-ción que correspondería al hueso más pequeño en el animaltambién más pequeño. Por las figuras podéis ver qué des-proporcionada es la figura del hueso agrandado. De aquíse deduce que quien quisiera mantener en su inmenso gi-gante, las proporciones que se dan entre los miembros deun hombre normal, tendría o bien que encontrar un mate-rial mucho mas duro y resistente para formar así los huesos,o bien que admitir una disminución de su potencia en re-lación con la de los hombres de estatura normal; de otromodo, si su altura creciese de manera desmesurada, acabaríaderrumbándose por obra de su propio peso. Esto se ve, demodo complementario, cuando observamos cómo, al dis-minuir los cuerpos, no disminuye en la misma proporciónsu fuerza, sino que, más bien, se hacen más resistentes al sermás pequeños. Por eso pienso que un perro pequeño podríallevar sobre sí dos o tres perros iguales a él, mientras que no

Figura 1

14 15

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creo que un caballo pudiese sostener ni siquiera un caballode sus mismas medidas. 1

Pienso en la lectura y advierto que lo primero que destacaGalileo concuerda con el sentido común: que ningún sistemanatural o artificial puede crecer indefinidamente. Hay un límite decrecimiento para todo. En su ejemplo de los huesos descubro,empero, algo de mucho mayor alcance. La ley matemática quepropone es clara y simple cuando demuestra que si se triplica lalongitud de un hueso, el grosor .del mismo habrá deincrementarse en nueve veces si es que ha de cumplir la mismafunción. En otras palabras, lo que está planteando el maestroes que: para mantener la misma proporción entre momento yresistencia, los diámetros han de ser proporcionales al cuadrado delas longitudes.

El planteamiento galileano me induce a hacer algunasdisquisiciones en términos sistémicos. Mi razonamiento se iniciacon algunos principios básicos que me han de servir de sustento.Pienso que un árbol, un animal o una persona puedenconsiderarse, o visualizarse para fines analíticos, comosistemas. Considero que un sistema es un conjunto de elementosrelacionados, entre sí con el objeto de cumplir o realizar un fin opropósito determinado. Sé, por otra parte, que todo sistema tieneuna estructura que lo caracteriza. Finalmente entiendo que laestructura de un sistema queda definida como el conjunto derelaciones invariantes frente a un grupo de transformaciones.

Me vienen a la mente algunas imágenes. Si dibujo untriángulo, por ejemplo, y lo hago girar sobre el plano, cualquieraque sea su posición, la relación que se da entre base (b) y altura (h)permanecerá invariante. Más aún, si en vez de desplazarlo sobreel plano lo proyecto sobre un plano a cierta distancia, según seael ángulo de proyección, podrá alterar su forma pero no surelación entre base y altura.

En todos los casos el área (ABC) del triángulo quedarádeterminada por la ecuación:

ABC= 1/2 bh

Vale decir que su estructura no se altera como consecuencia de lastransformaciones que resultan de sus proyecciones sobre el plano.Sin embargo, si decido proyectarlo sobre una esfera, suestructura cambiará. En efecto, su área quedará determinadaahora por la ecuación:

ABC= (A + B + C - π) · r2

Distinto es el caso de un rectángulo proyectado sobre un plano.Si el triángulo mantiene su estructura en todos los casos, elrectángulo sólo la mantiene en el caso de proyección perfectamenteperpendicular al plano. En todos los demás casos el rectángulose transforma en trapecio. Es decir, la relación estudiada no esinvariante.

Ahora bien, aún cuando pudieran argumentar algunos que untriángulo y un rectángulo no son sistemas; por lo menos si hande ajustarse a mi definición de sistema, la analogía estructural meparece válida. En todo caso pienso que me ha servido para interpre-tar mejor los alcances del planteamiento galileano. El hecho de quela osamenta de un animal que rebasa sus límites normales de esta-tura, comience a actuar la ley de Galileo, significa que ese animal— suponiendo que pueda resistir el cambio — está modificando suestructura. Ello es idéntico a sostener que se está transformando enun animal distinto, en otra especie; en fin, en otro sistema. Dichoen términos gráficos, una rata no puede crecer hasta alcanzar eltamaño de un hipopótamo. Si lo hace, manteniendo constante suestructura, se desplomará por su propio peso; y si no ha de desplo-

16 17

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marse, sólo le queda la posibilidad de dejar de ser rata paratransformarse en hipopótamo. Dejará, en otras palabras, de ser elsistema inicial para dar origen a un sistema nuevo y distinto.

Claro está que hay —después de todo— una salida. Tambiénla menciona Galileo. El hueso puede hacerse más duro yresistente. Está bien, pero ello también implica un cambióestructural. Son otras relaciones de invariancia las que se alteran.No es preciso explayarse sobre ellas, ya que sería repetir elrazonamiento.

Descanso y vuelvo a mirar mis árboles. Ahora creocomprenderlos. Hago rápidas y elementales mediciones. Usohuincha de medir y «ojo.» Resulta que el Naranjo esaproximadamente un tercio de la altura del Ceibo, y la envergadurade su tronco es aproximadamente la octava parte. Con la teoría deque dispongo, concluyo que ambas maderas — otros aspectossiendo constantes han de tener una resistencia más o menossimilar. La Sequoia, por otra parte, tiene un tronco de diámetromenor que el Ceibo; a pesar de ser más alta. Es obvio que sumadera tiene que ser más dura y resistente.

Siento, finalmente, que poseo algunos principios básicos paraestudiar otros sistemas en cuanto a su dimensión y suestructura. Las bases están echadas. Regreso a mi biblioteca.Retorno los diálogos de Galileo al estante donde reposan las obrasde otros maestros de la antigüedad. Me siento tentado y busco La

política del viejo Aristóteles. Recuerdo que también allí hayantecedentes. Vuelvo con el libro a mi jardín y busco. Encuentro eltexto vagamente recordado y leo:

...hay también una medida de la magnitud de la ciudad, lomismo que de todos los demás seres, animales, plantas, einstrumentos, pues ninguno de ellos conservará su propiacapacidad si es demasiado pequeño o extremadamente grande,

sino que, o quedará completamente privado de su naturaleza,o será defectuoso; así una nave de un palmo no será enabsoluto una nave, ni tampoco lo será una de dos estadios,y el llegar a cierto tamaño, tanto en el sentido de lapequeñez como en el del exceso, dificultará la navegación.Igualmente la ciudad que se compone de demasiado pocoshabitantes no es suficiente (y la ciudad ha de ser suficiente) y laque se compone de demasiados, si bien se bastará para proveer asus necesidades, será como un pueblo, pero no una ciudad,porque difícilmente podrá tener una constitución. 2

Veo que Galileo ha confirmado, y demostrado con rigorcientífico lo que Aristóteles, casi dos milenios antes, sugería.Pero la lectura me deja algo más. Hay algo no explorado y que estácomo pendiente. Entre todas las cosas que Aristótelesmenciona hay una que quedó fuera del análisis de Galileo. El viejoateniense menciona la ciudad. Es decir, otro tipo de sistema. Unsistema humano. Más concretamente, un sistema distinto delárbol o de la osamenta; porque se trata de un sistema, en fin,creado por el ser humano para la vivencia y convivencia de losseres humanos. Ya no se trata de lo que puedo encontrar en mijardín. Es otra cosa, que me obliga a pensar y a mirar en otradirección. Intuyo que es la más fascinante de todas y que habrámucho terreno que explorar. Siento una especie de oculto placer deque Galileo no lo haya resuelto todo.

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III. DESDE EL JARDÍN MIRO HACIAADENTRO

Me acabo de percatar de que la ventana que tengo enfrente no esmeramente parte de la casa. También es parte del jardín. Es, pordecirlo así, una instancia reversible de transición. Según el lado enque me ubique, me revela cualidades y espacios en que no estoy.Es un ojo abierto hacia «lo otro» o hacia «los demás». No meintegra con lo que hay al otro lado; sólo me da perspectivas del otrolado. Mediando una ventana no hay un continuo entre el aquí yel allá. Hay una relación discreta; es decir, un salto entre el aquí yel allá. Cuán distinta es la ventana que estando abierta no deja deser ventana, de la puerta que estando abierta deja de ser puerta.Pienso que la ventana tiene una importancia descomunal, quizásinsospechada. Es el límite, la frontera, el verdadero umbral quesepara realidades distintas. Cruzar puertas es transitar a lo largode un continuo. Mirar a través de ventanas es saltar abismos. Secruzan puertas y se sigue siendo parte de un entorno. Se mira através de las ventanas y se descubren otros mundos.

Detrás de la ventana está mi mundo más íntimo. Mi fami-lia. Somos cuatro personas actualmente, y funcionamos bien. Esdecir, nos comunicarnos en forma bastante completa. Somos ungrupo pequeño. Me pregunto si será por eso que funcionamos

20 21

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bien. Pienso y concluyo que para funcionar adecuadamente lopequeño, en materia de grupos humanos, es condición necesariaaunque no suficiente. Me propongo tratar de demostrarlo,buscando además las condiciones suficientes. Entro a mi estudio.Un amigo acaba de llegar. Nos conoce bien y hace mucho tiempo.Le expongo mis propósitos y, acto seguido, nos ponemos a trabajarmunidos de lápiz y papel. Pretendemos representar gráficamentemi grupo familiar. Recurrimos para ello a la teoría de digrafos(grafos dirigidos). Cada uno de nosotros será un punto. Las líneasdirigidas (flechas) serán canales de comunicación entre un puntoy otro. Dejo a mi amigo que nos represente como él nos ve. Seprecisa para estos casos un observador externo. Comentando quesiempre le ha gustado la forma en que mi familia se desenvuelvey, agregando, que en nuestra casa siempre se siente bien; el grafoque dibuja resulta así:

Lo observo y constato que se trata de un dígrafo simétrico ycompleto. De allí cada par de puntos están unidos por doslíneas, una en cada dirección. Cada miembro de mi familia secomunica con todos los demás y, a su vez, recibe comunicaciónde todos los demás. ¿Cuál es, entonces, el status de cada cual?

En otras palabras, ¿cuál es la jerarquía que se da en mi familiaen materia de comunicación? O, para decirlo en otrostérminos más generales, ¿cuál es la «situación social» de cadauno de sus componentes? La respuesta la encuentro en eltrabajo de Yona Friedman, un francés; y que traduzco de suversión inglesa. Dice así:

La «situación social» se definirá por las influencias que lapersona en particular recibe de y ejerce sobre los demásmiembros del grupo. Por ejemplo, si ejerce influencia sobrecuatro de sus vecinos y no recibe influencias de nadie, podráconsiderarse como poseedor de más «poder» que otra personaque también ejerce cuatro influencias pero recibe dosinfluencias de otros. Así la «situación social » de una personaen particular se expresará por la diferencia entre la suma deinfluencias que emanan de ella y la suma de influencias quela tienen a ella como receptora.

Y continúa más adelante:

Si (el) observador (externo) considera todas las influenciasdirectas como iguales, es posible que observe una«degradación» de las influencias indirectas —influenciastransmitidas por varias personas intermediarias— degradaciónpor errores, omisiones, debido a las transmisiones sucesivas.Degradación resultante de lo que la teoría de información llama«ruido». Utilizaremos, para describir esta degradación deinfluencias indirectas..., una regla simple: supondremos que la«intensidad» de una influencia decaerá en proporción inversa alnúmero de transmisiones intermediarias necesarias para suentrega. Estamos listos ahora para definir la «situación social»de cualquier persona dentro de un grupo, tal como la vería unobservador externo al grupo.

Figura 2

22 23

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Será expresada por la diferencia entre la suma de todas lasinfluencias -directas e indirectas- ejercidas por una persona enparticular sobre todas las otras personas del grupo, y la suma detodas las influencias originadas por todas las otras personas delgrupo y que llegan hasta ella. Para hacer este simple cálculo essuficiente construir la «matriz de trayectoria» del grafo del grupo encuestión. Sobre la base de este grafo -o de esta matriz- podernosencontrar ambas sumas necesarias para definir el parámetro de«situación social».3

Retornamos, mi amigo y yo, algrafo que representa a mi familia,y seguimos las instrucciones.Comenzamos por la «matriz de tra-yectoria» que asume una forma enque, a primera vista, se revela que

en ninguna trayectoria de comunicación existen intermediarios.Todas son comunicaciones directas. No existe, por tanto,degradación. Construimos ahora la matriz inversa que deberíaconfirmar lo dicho.

A B C D

A 0,00 1,00 1,00 1,00 3,00B 1,00 0,00 1.00 1,00 3,00C 1,00 1,00 0,00 1,00 3,00D 1,00 1,00 1,00 0,00 3,00

3,00 3,00 3,00 3,00

Nos resulta como en la figura 2. Si expresamos ahora en térmi-nos matemáticos la definición ofrecida por Yona Friedman de la

«Situación social» (S) de la persona x, es decir, (Sx), obtendremosla siguiente fórmula general:

Aplicándola tendremos para cada miembro de mi familia algo delo cual se desprende que la «situación social» o, lo que habíamosllamado antes, la jerarquía de comunicación, es igual para todoslos miembros de mi grupo familiar.

A = 3,00 - 3,00 = 0

B = 3,00 - 3,00 = 0C = 3,00 - 3,00 = 0D = 3,00 - 3,00 = 0

El ejercicio realizado con mi amigo me ha proporcionado respues-ta a mi inquietud inicial. Ya dije que mi amigo nos conoce bien.Por experiencia ya sabia que funcionábamos bien. Así al estudiar-nos de acuerdo al método utilizado determinó que aparte de serpequeño, nuestro grupo tiene una estructura de comunicaciónigualitaria: Surge la hipótesis, como era de esperar: si un gruposocial es pequeño y tiene una estructura igualitaria en materia decomunicación, es altamente probable que funcione bien. Claroestá -y de eso tenemos conciencia- que no será satisfactoria lahipótesis para muchos que defienden las virtudes de los sistemasautoritarios. Y es cierto. El análisis que- hemos realizado no escientíficamente concluyente. Es una hipótesis. Una buena hipó-tesis, quizás, pero no más que eso. Debemos estudiar, a su vez,los grupos autoritarios. Se lo propongo a mi amigo, pero pareceque tiene otras intenciones más inmediatas. Se sonríe con sorna

A B C D

A 0 1 1 1B 1 0 1 1

C 1 1 0 1D 1 1 1 0

24 25

Page 14: Max Neef La Dimension Perdida

y me dice que para ello hay tiempo. Hay algo previo que tiene enmente y que aviva mi curiosidad. Me recuerda que también havisto, algunas veces, nuestro grupo funcionando mal. No escapade mi memoria, en ese instante, que mi amigo algunas veces meacusé de autocrático. Ha sido testigo de algunas peleas entre miesposa y yo. Para ser más preciso, testigo de cuando yo peleo conmi esposa. (Lo cual no quiere decir que mi esposa nunca peleeconmigo. Lo que ocurre es que, más discreta, evita los testigosy pelea en privado). Consciente de todo, mi amigo, decide hacerun grato de esas peleas de que ha sido testigo. Es decir, de unasituación en que nuestro grupo funciona mal. Para ello suponeque yo soy A; y mi esposa Gabriela es B; mi hija Magdalena es C;la Nana Isabel es D. Mi pelea resulta graficada así:

Al analizar el grafo se desprende toda una historia.

Yo (A) me «comunico» agresivamente con Gabriela (B). Ella, quees bastante introvertida, no me contesta nada. Magdalena (C)consuela a su madre, quien también le expresa sus preocupacio-nes. Magdalena también comenta con su Nana (D). Gabriela, porotra parte, mantiene la comunicación con la Nana. La Nana, a suvez, adoptando una actitud sabia, guarda silencio, escucha y nose pronuncia.

Bien. Mi amigo ha diseñado el grafo de la situación. Ahoracorresponde, a través de las matrices de trayectoria y de degradaciónestudiar la estructura de nuestro grupo en esta situaciónparticular en que, obviamente, está funcionando mal.

A B C D

A 0 1 2 3B 0 0 1 1

C 0 1 0 1D 0 0 0 0

La matriz inversa, que reflejará los procesos de degradación, nodetectados en el caso anterior, resulta de la siguiente forma:

A B C DA 0,00 1,00 0,50 0,33 1,83

B 0,00 0,00 1,00 1,00 2 ,00

C 0,00 1,00 0,00 1,00 2,00D 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00

0,00 2,00 1 ,50 2,33

Realiza ahora, mi amigo, las operaciones de acuerdo a lafórmula general que aplicamos cuando mi familia parecía ungrupo ejemplar, y obtiene la siguiente relación descriptiva de lasituación social vigente.

A = 1,83 - 0,00 = 1,83B = 2,00 - 2,00 = 0,00C = 2,00 - 1,50 = 0,50D = 0,00 - 2 ,3 3 = -2,33

Figura 3

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El orden jerárquico queda así:

A = 1,83C = 0,50B = 0,00D = -2,33

La estructura jerárquica autoritaria le resulta evidente a mi amigo(y con algo de vergüenza, a mí también); y ella coincide con elmal funcionamiento de mi grupo familiar (en aquellos casosexcepcionales solamente, diría yo). ¿Basta con eso para demostrarnuestra hipótesis anterior? Cualquier científico responderá que no.El jurado exige más pruebas. Ellas han de venir, no del estudiode mi familia, que resulta ser un caso especial, sino de los gruposjerárquicos autoritarios en sí. Pero ya tenemos algo. De algo sirve lodetectado. Este tipo de análisis parece ser promisorio. Pero ahoraestoy cansado y es mejor que me vaya dormir. Mi amigo también.Mañana será otro día. Mañana seré yo el observador externoestudiando a los demás. Con eso tengo para dormir bien.

IV. DESDE ADENTRO MIRO HACIA LASCALLES

Mientras desayuno veo salir a las gentes de sus casas. Pocoa poco se van llenando las calles. Todos se desprenden deun grupo, para integrarse a otros grupos. La ciudad, lasescuelas, las fábricas y empresas, los comercios, los clubesy partidos, las bandas y las asociaciones. Grupos distintosy diversos. Grupos que funcionan bien y grupos quefuncionan mal (la diferencia se nota, al final del día, en lacara de sus miembros).

¿Cuáles son, me pregunto, sus estructuras? Pienso primeroen la ciudad. Es el grupo mayor que en este instante meinteresa. A la mente se me vienen las utopías y recuerdo quetodas siempre propusieron sistemas pequeños. Tomás Moroconcebía una comunidad ideal de seis mil familias. Los falansteriosque propugnaba Fourier no rebasaban las mil seiscientaspersonas. Los paralelogramos de Robert Owen acogían dequinientos a dos mil miembros. Otro tanto ocurría con lascooperativas de Horace Greeleys. Pero súbitamente recuerdoel más interesante de todos: Platón en Las Leyes. Busco laobra en mi biblioteca. En el libro V encuentro su pensamiento alrespecto.

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«Fijaremos el número de ciudadanos (familias)... en cinco milcuarenta.» Agrega que «las razones que me obligan a escogereste número son las siguientes: distribúyanse la tierra y lashabitaciones en otros tantos lotes, de forma que resulten igual alnúmero de colonos; a continuación divídase este número pordos, luego por tres; también se le puede dividir por cuatro,por cinco y así sucesivamente hasta por diez. Es forzoso que,por lo que respecta a las cifras, todo legislador conozca suspeculiaridades y sepa al menos cuál es aquella de la que losestados pueden sacar partido... En cuanto al número cincomil cuarenta, no tiene más que cincuenta y nueve divisores;pero de ellos diez son correlativos, precisamente a partir de launidad, lo cual es muy ventajoso, tanto en la guerra corno enla paz, y respecto a las distintas clases de convenios yrelaciones en materia de impuestos y distribuciones. 4

La propuesta de Platón la conozco desde hace ya bastantetiempo. Siempre la encontré interesante y, por qué no decirlo,ingeniosa por sus implicaciones numéricas. Ahora, de repente,la percibo en una perspectiva distinta. Hay en ella más que unjuego aritmético. Intuyo principios estructurales que tra taréde sacar a luz con la ayuda, una vez más, de la teoría dedigrafos.

Pienso que los dos tipos de grupos humanos máscaracterísticos, en cuanto modelos «puros», son los de estructuraigualitaria y los de estructura jerárquica. Cualquier grupoidentificado en la realidad, sin ser perfectamente «puro», tiendeciertamente hacia el igualitarismo o hacia la jerarquización.Tal como un grupo igualitario puede representarse de lamanera en que lo hizo mi amigo al describir a mi familiacuando ella funciona bien, un grupo jerárquico «puro» serepresenta como en la figura 4; es decir, como un árbol invertido.

Figura 4

En un grupo igualitario todos tienen la misma «situaciónsocial.» Las influencias ejercidas y las influencias recibidas soniguales para todos los miembros. En un grupo jerárquico, encambio, la mayor influencia es ejercida por la personaubicada en la cúspide. Hay, por decirlo así, «clases altas» y«clases bajas.»

El método de digrafos utilizado para representar grupossociales se basa, pues, en el intercambio de influencias dentro de unconjunto de individuos. De esa manera los dos tipos de gruposhasta aquí representados, son diametralmente opuestos en cuantoesquemas de intercambio. Vuelvo a Yona Friedman que, alrespecto, nos dice:

En un grupo igualitario el intercambio puede iniciarse concualquier miembro del grupo y, ciertamente, alcanza a todoslos otros miembros; quizás con lentitud, pero con certeza.Por otra parte, en grupos jerárquicos, hay una sola perso naque puede iniciar una influencia que alcance a todos losmiembros del grupo, lo que logrará con bastante rapidez.Ahora, en cuanto a la probabilidad de que esta influencia(realmente) alcance a todos; ella es baja, ya que la nocooperación de una sola persona del grupo significará elbloqueo de un número de trayectorias. 5

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Así en cuanto a los grupos «puros.» Mirando hacia las calles yviendo circular a las personas, pienso que corno modelosextremos sirven para ubicar y reconocer estructuralmente a losgrupos reales; es decir, a aquellos que estoy mirando.Reflexiono en cuanto a los conceptos que, hasta aquí, herecopilado. Parecen interesantes como descripción, perociertamente insuficientes para propósitos analíticos másprofundos, corno son los que me propongo. Hay aspectosadicionales, también estructurales, que inciden en la calidad defuncionamiento de un grupo. Una vez más, extracto varioscomentarios de Yona Friedman:

El primer concepto a ser investigado es lo que llamo«valencia»: significa una propiedad observable y biológicamentedeterminada, propia del animal humano. Esta propiedad definecuántos centros de interés pueden ocupar simultáneamente laatención de un ser humano. Por ejemplo, yo puedo leer doslibros simultáneamente (aún cuando con cierta dificultad), yquizás hasta tres; pero ciertamente nunca podría entenderdiez libros distintos al mismo tiempo. En este caso mivalencia será, quizás, de tres, quizás más, pero de ningunamanera de diez. Así la «valencia» limitará el número de personasque pueden influirse por (o pueden influir a) un miembro deun grupo durante un período de referencia dado. La valencia, sevisualiza en el mapa (grafo) de un grupo... por el número devínculos incidentes a un punto dado.

El segundo concepto se relaciona con la degradación deuna influencia por transmisiones sucesivas, tal corno semencionó antes... Esta degradación también implica unapropiedad biológicamente determinada y observable delanimal humano. En efecto, esta degradación depende de nuestracapacidad mental. Llamo «capacidad de canal» de una personaen particular (o de una especie), la capacidad de transmitir un

mensaje con un número de errores, donde este número escaracterístico para esa persona (o para esa especie). Es evidenteque la «capacidad de canal» depende del período de referencia,al igual que ocurre con la «valencia».

Evidentemente, tanto la valencia como la capacidad decanal, dependen también del lenguaje. En efecto, un mensajedensamente codificado, por ejemplo, puede transmitirse con mayorvelocidad y con menos errores de transmisión... La capacidad decanal es una propiedad muy limitante para una organizaciónsocial. Implica que una influencia indirecta sometida a mástransmisiones consecutivas intermediarias que las permitidas porla capacidad de canal, decaerá completamente y resultaráirreconocible más allá de un cierto número de transmisiones. 6

Ahora tengo material suficiente para continuar misespeculaciones. Tanto la valencia como la capacidad de canalde un grupo humano cualquiera, representan umbralesnaturales que sólo pueden atravesarse con gran dificultad. Sonvalores que determinan el tamaño de un grupo. Así, porejemplo, sería imposible diseñar una organización igualitariacon más personas y relaciones que las permitidas por los umbralesrespectivos. Otro tanto es válido para cualquier grupo deestructura jerárquica; a pesar de que éstos pueden ser mayores queaquellos sin necesidad de modificar su estructura, cono trataré deaclarar más adelante.

Dispongo ahora, con las precisiones disponibles, de un nuevoconcepto. El de «dimensión crítica» de un grupo. Será el conjuntomayor posible de elementos (personas, objetos y relaciones entreellos) que un grupo, caracterizado por una determinadaestructura, puede contener sin afectar adversamente sufuncionamiento.

La dimensión crítica resulta, entonces, de dos factores de tipobiológico (valencia y capacidad de canal) y de un factor de carácter

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topológico (la estructura de organización). Como comenta nuestroautor francés, la dimensión es independiente de cualquieraideología, técnica o conocimiento. Los tres factores decisivosobedecen a una «Ley Natural», y la regla para determinar ladimensión crítica de cualquier grupo humano es también, ensí misma, una «ley natural.»

Dado que valencia y capacidad de canal son factores denaturaleza biológica, es de suponer que variarán según lasespecies cuya organización se estudie.

El tercer factor, empero, es invariante. Vale decir, es igualpara cualquiera especie. Resulta interesante, en este sentido,observar animales o insectos que viven en grupos. Esextremadamente raro que excedan la dimensión crítica de sugrupo; trátese de elefantes, gaviotas, abejas u hormigas. Cuandoalcanzan la dimensión crítica, el grupo separa su poblaciónexcedente para que ésta dé origen a un grupo nuevo.Curiosamente, es el ser humano el único ser que parece haberperdido la habilidad natural de mantenerse dentro de grupos que noexcedan su dimensión crítica. De allí que la reflexión que, alrespecto hace Yona Friedman, da mucho que pensar:

La alienación del hombre podría así ser una consecuencia dehaber excedido enormemente la dimensión crítica de sus grupos.Vivimos con más personas de las que podemos tolerar y con másobjetos de los que podemos depender; y todo ello sin habernosconvertido en una especie biológicamente distinta. 7

Pero ahora vale la pena resumir y organizar las ideas de formaclara y más definitiva.

La dimensión crí tica de un grupo depende de su estructurasocial (estructura que puede deducirse de la «estructura mate-

mática del grupo; es decir, del grafo que representa las influenciasdentro del grupo); depende también de los dos factores denaturaleza biológica que son la valencia y la capacidad de canal, ambosobservables empíricamente, relacionados a un período de referenciadado y a un código determinado. 8

Lo dicho puede expresarse de acuerdo a la siguiente fórmula:

G = R [s(m), v(tl), c(tl)] en que:

G = dimensión críticas = estructura social (jerarquía real)m = estructura matemática (estructura topológica del grafo)v = valenciat = período de referencia

1 = lenguaje o códigoc = capacidad de canalR = una relación hipotética a ser investigada

Hasta la fecha no se ha propuesto un algoritmo que puedacorresponder a la fórmula indicada. Sin embargo v (tl) y c (tl)pueden determinarse empíricamente. Para grupos existentes, nipuede obtenerse por observación; y por planificación en el caso degrupos proyectados. Se representará como grafo indicando laestructura del grupo. G puede redibujarse de tal manera que ningúnpunto rebase los límites impuestos por v, y ninguna trayectoria loslímites impuestos por c.Un aspecto resta de ser destacado con toda claridad. Se trata del

período de referencia. Al respecto resulta evidente que si el períodode referencia; es decir, el tiempo que se estima necesario paracompletar una transmisión a todos los miembros de un grupo, esmuy grande, tanto la valencia cómo la capacidad de canal podráncrecer considerablemente. Si el período de referencia es de varios siglos,

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tanto valencia como capacidad de canal podrán ser enormes. Enotras palabras, podría decirse que el período de referencia no esotra cosa más que el tiempo de que un grupo dispone parareaccionar frente a informaciones correspondientes a un contextodado.

Tengo material suficiente. En virtud de ello vuelvo a leer elpasaje de Las Leyes de Platón. Toda su aritmética, tal como lohabía sospechado, tiene mucho sentido. ¿Por qué un número contantos divisores consecutivos? La lógica es evidente. Un grupohumano está expuesto a muchos estímulos distintos. Enocasiones deberá reaccionar con extremada rapidez, y en otrastendrá tiempo disponible en abundancia. Un grupo puede estarenfrentado a una agresión como puede estar dedicado a laespeculación filosófica. Es sensato, entonces, que el grupo puedaagregarse o desagregarse según lo demanden las necesidades,sin tener que alterar su estructura cada vez que las condicionesambientales se modifiquen. Es precisamente esa falta deprevisión platónica la que provoca tantos estragos y efectostraumáticos en los grupos humanos que se ven enfrentadossorpresivamente a circunstancias inesperadas. Al no tenercapacidad de desdoblamiento caen en un desordenado yangustioso proceso de transformación estructural, para el cualgeneralmente no se hallan preparados.

Me pongo a pensar en ejemplos concretos. Una unidadde ejército en tiempo de guerra, por ejemplo. Se trata de ungrupo de estructura jerárquica autoritaria. Precisa reaccionarcon mucha rapidez; es decir, sus períodos de referencia son muycortos. Si suponemos para un grupo así una valencia de 4 y unacapacidad de canal de 6 (ambas muy ajustadas a la realidadobservable), veremos que su dimensión crítica estará en lacercanía de las 1.500 personas. El proceso funciona así: elmensaje (del comandante de la unidad) alcanzará en suprimera etapa a cuatro personas, en la segunda a 12, en la tercera a

36, después a 108, en seguida a 324 y, finalmente a 972.Sumando la serie llegamos a 1457. Ello significa, por ejemplo,que dadas las limitaciones de valencia y capacidad de canal;y considerando además las restricciones impuestas por losperíodos de referencia; una fuerza militar compuesta por 45.000hombres, debería desagregarse, para fines operacionales, enunas 30 unidades de 1.500 hombres cada una.

Distinto es el caso de las unidades de guerrilla. Por diversasrazones este tipo de grupos precisa de estructuras másigualitarias. Dadas, entonces, las mismas restricciones que paraunidades de ejercito; es decir, valencia 4, capacidad de canal 6 yperíodos de referencia muy breves, la fuerza guerrillera totaldeberá desdoblarse en unidades operacionales compuestas poralrededor de 16 hombres.

Los gobiernos, por otra parte, son organizaciones que operancon distintos ritmos o velocidades de reacción. Quizás losperíodos de referencia fluctúen así entre uno o dos meses. Resulta,entonces, que algunos millones de personas aparezcan como ungrupo razonable. Del mismo modo una Iglesia, que puedeesperar varias décadas entre acción y reacción, puede reunirvarios cientos de millones de fieles.

El concepto de dimensión crítica de un grupo esindudablemente importante. Pienso que si los planificadorestomaran en cuenta, muchas organizaciones funcionarían mejordesde el punto de vista humano.

Así y todo, hay algo que me parece indiscutible. Ladimensión crítica de un grupo es de importancia extrema cuando seenfrenta a un período o situación de crisis. Corno destacaFriedman, cuando la rutina se quiebra y el período de reacción seacelera en forma notable, un grupo que ha rebasado su dimensióncrítica, cualquiera sea su estructura, se tornará totalmentevulnerable.

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Me reclino en mi sillón, miro por la ventana y veo retornar amis vecinos con la realidad de sus grupos retratada en sus rostros.No me parecen particularmente alegres. ¿Y cómo sería, pienso,si se produjera una crisis? No me respondo. No hace falta. Haycosas que a estas alturas ya me resultan obvias.

V. ACOSTADO LEO Y, ANTES DE DORMIR,DIVAGO

Hace ya dos días que mi mente está empapada de las ideas de loque empezó como un simple juego intelectual. Sucede así conmuchos juegos. Inesperadamente nos crece su importancia hastaposesionarse de nuestra conciencia. La mente no logradesligarse y comenzamos a girar y girar en torno a unas ideasque se adhieren a nosotros con prolija persistencia. Encontramosmanifestaciones de ellas donde nunca las habíamos notado antes,en todas las cosas y en todas las instancias, por triviales queparezcan. Todo parece confabularse para producirnos algunaasociación, y de nada vale resistirse. Entonces, para liberarnos,tratamos de dormir. Pero no es en vano que existe el insomnio. Si, elinescrutable insomnio, generador de angustias y de lecturas. Deangustias sin dirección y de lecturas a veces sorprendentes,porque las escogernos al azar.

Allí, al alcance de mi mano, está el libro que me prestó miamigo inglés. Enciendo la lámpara de mi velador, lo agarro y meacomodo sobre mis dos almohadas. Ya lo he hojeado antes, yestoy seguro de que logrará distraerme de mi cuasi obsesiónmomentánea. Su autor, Norman F. Dixon, eminente psicólogo delUniversity College de Londres. Su titulo: On the psychology of military

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incompetence. (Sobre la psicología de la incompetencia militar).Tema entretenido, no hay duda. Tema fascinante y también distante—así lo pienso— de mi encendida preocupación actual. Me llenaré,pues, de imágenes nuevas, y el sueño no tardará en llegar. Mepreparo a leer la primera parte, en que el autor analiza casoshistóricos de notoria incompetencia en la conducción de accionesmilitares. La guerra de Crimea, la guerra Boer, episodios de laIndia, casos notorios de la Primera Guerra Mundial, Cambrai, elsitio de Kut en Turquia, la torna de Singapore, el desastre deArnhem. Todos casos que provocaron inmensas e innecesariaspérdidas de vidas humanas y destrucción material. Leo rápido ycon avidez.

Comienza a desdoblarse el qué de cada caso, y siento que seaproxima el porqué. En el tercer capítulo encuentro el párrafoque me penetra corno una saeta:

Una característica lamentable de las organizacionesautoritarias es que, detectadas las culpabilidades (en un casodado), no aprenden como resultado de la experiencia. Larazón no es difícil de encontrar. Puesto que el autoritarismoes en sí-mismo

el producto de una defensa psicológica, lasorganizaciones autoritarias son maestras en rehuirculpabilidades. Ello lo logran por simple negación, porracionalización, por medio de chivos expiatorios o poralguna suerte de combinación de las tres formas. Cualquieraque sea el método utilizado (para rehuir responsabilidad anteel fracaso) el hecho es que los realmente responsables deerror o incompetencia jamás lo admitirán. De allí que nadapueda hacerse para prevenir recurrencias. 9

Las ideas contenidas en este párrafo se reúnen como en unaespiral sin fin que comienza a girar en mi cerebro. Otra vez surgen

los conceptos de que trataba de escapar. Pareciera que las ideastuvieran vida propia. Parece que también ellas puedenapasionarse o aburrirse con nosotros. Acosarnos o dejarnoscuando ellas quieran. El hecho es que aquí están, todas ellas, deregreso. Me rindo. Me quedaré con ellas y las escrutaré hasta queyo termine con ellas o -lo que es más probable- ellas terminenconmigo. Ahora divago en la dirección inevitable.

¿De qué elementos nuevos dispongo? Veamos. Los gruposgrandes parecen tender a organizarse de acuerdo a una estructuraautoritaria. Los grupos autoritarios —según mi nueva evidenciapsicológica— al no aprender por experiencia son ineficientes, aúncon la asombrosa capacidad que tienen para ocultar suineficiencia, e incluso, para disfrazarla de lo contrario. Son, por lotanto, vulneradores de sus miembros, además de vulnerables. Surigidez se oculta con la máscara del orden, y el orden —así sepiensa—tiene que resultar en eficiencia. El error no se reconoce.

Por el contrario, cuando su existencia tiende a hacerseevidente, la manera de resolverlo es reincidiendo en él, pero conmayor energía. El secreto parece estar en la indiscriminadaaplicación de la energía. Un error repetido con creciente energía,termina por convencer a la mayoría de las víctimas de que no setrata de un error sino de una nueva norma. Sólo los disidentes sepercatan del juego; pero los disidentes, desde luego, no tienencabida en una estructura autoritaria.

Pero, ¡un momento! Estoy divagando, quizás, con demasiadasoltura y, por cierto, con mucha aceleración. ¿Una evidencia ointerpretación psicológica da para tanto? ¿No estaré entrandoen terreno de poca consistencia? Decido olvidarme por unos ins-tantes de lo leído para recurrir a una fuente diametralmente dis-tinta. Ella está en otro libro. Esta vez se trata de un matemáticofrancés de la mayor alcurnia. Su nombre es René Thom, y su obra—comparada en importancia con los Principia de Newton— se titula:

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Structural stability and morphogenesis (Estabilidad estructural ymorfogénesis). En el capítulo final de su obra describe dos tiposbásicos de sociedades: la sociedad de tipo militar y la sociedadfluida. Respecto de la primera, que es la que me preocupa, dice:

Aquí (en la sociedad de tipo militar) cada individuo ocupauna posición especificada y regula sus propios movimientosde manera tal que la sociedad global sea preservada, al igualque su propia posición dentro de la sociedad. Es claro que lainvariancia global del cuerpo espacial requiere unainteracción permanente de cada individuo con losindividuos que lo rodean. Como la circulación de lainformación, considerada como fluido, debe serestructuralmente estable, el proceso más simple para dar eseafecto es una circulación gradiente: aquí una función positiva use define sobre el cuerpo social, llamada autoridad, con valorcero en la frontera (boundary), y cada individuo estáconstreñido a controlar su movimiento hacia el individuomás próximo en la trayectoria de la gradiente u en ladirección del incremento de u. Esta función u debe tener almenos un máximo; y el individuo en ese punto es el jefe,porque no recibe órdenes de nadie. Debido a que demoras en latransmisión de órdenes puede tener efectos desastrosos en laestabilidad global, especialmente en momentos difíciles cuandose precisan cambios rápidos del comportamiento necesario,u no puede tener otro punto crítico aparte del sólo máximopersonificado por el jefe. Así, pues, el cuerpo social es una pelotabajo dominio monárquico. 10

Medito en la lectura. Es la primera descripción topológica quehe encontrado de la sociedad autoritaria. Me resulta devastadora.Creo que no hay sociólogo ni psicólogo capaz de un juicio más

lapidario que el que proporciona la evidencia topológica reveladapor René Thom. La repito: «...el cuerpo social es una pelota bajodominio monárquico.» ¿Cuántos hay, me pregunto, que se sien-ten cómodos en esas circunstancias? Quizás muchos, pero quizásporque no se han percatado de la triste realidad.

El caso en contra de los grupos autoritarios me parececoncluyente. Pero hay algo que me sigue preocupando. Si bien escierto que los grupos grandes tienden a organizarse en formaautoritaria, ¿es inevitable que sea así? Ya estoy convencido de lasdesventajas evidentes que aquejan a los grupos autoritarios. Pero porotra parte también sé que ciertos grupos tendrán que serinevitablemente grandes. Resulta, entonces, que todos esosgrupos quedarán condenados por una presunta inevitabilidadautoritaria? ¿Hay esperanzas de que no sea así? La primeraevidencia la vuelve a dar el mismo René Thom al describir lasociedad fluida. Dice así:

Aquí el ejemplo típico es la nube de mosquitos: cadaindividuo se mueve al azar a menos que vea alejarse elcardumen, en cuyo caso se apresura para reintegrarse al grupo.Así la estabilidad se ve asegurada en, las catástrofes por unabarrera que causa discontinuidad en la conducta. En nuestrassociedades esta barrera es fija y doblemente preservada por laconciencia del individuo y por las leyes y organismos represivosde la sociedad. Entonces nuestras sociedades son de un tipointermedio: no son rigurosamente fluidas, ya que sonestratificadas en clases sociales, separadas por ondas de shockque son difíciles de cruzar para un individuo.

Y más adelante concluye, una vez más de manera sombría:

Una característica típica de los campos sociales morfogené-ticos (su referencia topológica de las sociedades descritas) es

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que modifican el comportamiento de los individuos, confrecuencia de manera duradera e irreversible, como en el caso deaquellos que son persuadidos de darlo todo, incluso su propiavida, para la preservación de la forma social global,considerada corno suprema. Éste es un efecto sin paralelos en lanaturaleza inanimada, que tiene consecuencias desastrosasen cuanto respecta a la preservación de las injusticias sociales.

Pero termina con una luz de esperanza cuando agrega:

La visión entregada más arriba es básicamente pesimista, yaque muestra que las injusticias sociales están inextricablementerelacionadas con la estabilidad del cuerpo social. Personalmentecreo que la única manera de reducir la opresión es dejando deatribuirle un valor ético a las formas sociales, en particularlas naciones. El celebrado «dictum» de Goethe de que «espreferible la injusticia al desorden» sólo puede justificarse encuanto el desorden puede generar injusticias aún mayores. Peroeste peligro no es probable si los miembros de una sociedad hanadquirido suficientes valores morales para no explotar unlapso temporario de autoridad (que no debe confundirse conautoritarismo), en su propio beneficio. En este caso, unasituación flexible, con autoridad fluctuante, tiene las mejoresposibilidades de proveer un régimen óptimo para cadamiembro. 11

Mis ideas se agitan. Trato de organizarlas y vislumbro algunascosas. La sociedad fluida puede ser relativamente grande. Susmiembros no se organizan en torno a una gradiente como en elcaso de la sociedad autoritaria. La autoridad surge en más de unlugar sin convertirse en autoritarismo. Las discontinuidades delcomportamiento son garantía de estabilidad estructural frente a

catástrofes. Existe, indudablemente, retroalimentación en las co-municaciones e interacciones de sus miembros. ¿Adónde está elsecreto? ¿En qué radica su aparente viabilidad?

En el fondo la sociedad fluida de René Thom no es más queuna especie de confederación de sociedades —o de grupos— máspequeños. Su viabilidad radica simplemente en su capacidadplatónica de desdoblamiento. Puede ser grande y unificada enun momento, y puede subdividirse en grupos menores si se veapremiada. Así es una, que puede ser muchas, y siempreconservando su estabilidad estructural. La sociedad fluida es laversión en grande de la sociedad igualitaria.

Con la imagen, una vez más, del viejo Platón, me quedodormido.

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VI. ME DESPIERTO Y MEDITO EN CIERTASEVIDENCIAS

Hoy he comenzado por plantearme una hipótesis: «El ser humanose desenvuelve en función de las relaciones que mantiene con suentorno. Buena parte de su integridad, de su equilibrio interior yexterior, como de su enajenación, dependen del grado en que sesienta integrado o no al entorno; lo cual depende, a su vez, dela dimensión, de la homogeneidad o de la heterogeneidad delmismo.» Tengo conciencia de que no existe sólo un entorno total;hay tipos de entorno. Pienso, pues, que los problemasrelacionados con la dimensión de los grupos humanos, debenreferirse a los diversos entornos. Es decir, a los entornoseconómico, espacial, político, cultural y natural. Cada uno deellos puede estar cubierto por organizaciones que pueden tenertanto dimensiones óptimas como dimensiones críticas.Dimensiones que —ahora se me ocurre— podrían llamarse deotra manera: «humanizantes» las primeras, y «alienantes» lassegundas.

Mientras las dimensiones de grupos permanezcan dentro delos límites humanizantes, el ser humano es capaz de alcanzaridentidad e integración, mientras que dentro de dimensionesalienantes sólo puede optar por la transferencia y endoso de suintegridad individual. En una el ser humano siente los efectos de lo

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que hace y decide; en la otra se conforma con que otros hagan ydecidan por él. En aquella es posible el desarrollo de las personas;en ésta sólo es posible el desarrollo de objetos.

Ahora bien, yo soy economista. Estudié también sociología yotras ciencias sociales, además de matemáticas. El resultado haterminado siendo divertido en cuanto a mis relaciones conco legas. Han dicho de mí que como economista soy un buensociólogo, y que corno sociólogo soy un buen economista.Quizás haya razón en lo que dicen. En todo caso he aprendido apensar con libertad. He superado el complejo de «tener quepertenecer.» Insisto en ser economista, y como tal veo las cosas de lasiguiente manera; y para ello comienzo con la dimensión de lasactividades económicas. Rescato las ideas de un trabajo anterior:

...la economía ha rendido culto a la eficiencia y, en nombrede ella, hemos evolucionado desde las economías de escalahasta las que yo llamaría «deseconomías de las dimensionesincontrolables». La eficiencia económica de estos procesos es

innegable si se la mide con un enfoque puramenteeconomicista. Pero, es igualmente innegable su irracionalpotencia depredadora de los recursos naturales, su aterradoracapacidad de contaminación y su contribución notable alincremento de los índices de muertes de origen cardiovascular.Por desgracia los sistemas económicos de gran magnitud, unavez consolidados, sólo pueden evolucionar en la medida en quese hagan mayores aún. El sistema económico llega así aconfundirse con la sociedad misma, la domina y ladetermina, hasta el punto en que su expansión ya no ocurre parasatisfacer las necesidades de consumo de las personas sino queéstas consumen más y más para satisfacer así las necesidades decrecimiento del sistema. 12

Repienso lo que ya pensé otras veces y me reafirmo en lopensado. Se trata de que considero que en la medida en que unsistema sirve a las personas y a su entorno general, su existenciaestá moralmente justificada. En cambio cuando la función delas personas y de su entorno general es sólo la de servir al sistema,éste deja de ser humanista y humanizante por definición, y sonlegítimos los esfuerzos que se desplieguen para alcanzar sureplanteamiento integral. Planteamiento ético el que hago, sinduda. ¿Podría criticárseme por eso? Quizás sí; pero a expensasde olvidar que la economía se originó como parte de la filosofíamoral. Por otra parte se me ocurre que, francamente, no vale lapena una ciencia, si carece de conciencia.

Prosigo la lectura:

Como la alienación, la depredación natural, lacontaminación y, en fin, la deshumanización no se midencomo costos del proceso, éste sigue siendo positivo, eficiente yexitoso de acuerdo a los patrones tradicionales con los que se lomide.

Habría que reconocer de una vez por todas que medidas talescomo el Producto Nacional Bruto per cápita, son altamenteengañosas. Es una medida pobre para reflejar la calidad y el nivelde vida, por cuanto incluye cualquier actividad, al margen de sies o no beneficiosa para la sociedad. Por otra parte, ya existenevidencias poderosas de que el mejoramiento del nivel de vida(necesidades básicas y lujos) constituye una fracción decrecientede cada nueva unidad de incremento del PNB per cápita; el restose gasta en los cambios requeridos por el crecimiento mismo, ensus efectos secundarios y en el manejo de los desperdicios.Debiera resultar claro, entonces, que el aumento constante de laescala de la actividad económica es no sólo destructora del entorno

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y alienante para los que participan en ella, sino que alcanza lascaracterísticas de un auténtico proceso de autoantropofagia. 13

El entusiasmo por el gigantismo ha echado raíces en la teoríaeconómica. Las economías de escala —así se sostiene— inciden conmayor intensidad en el crecimiento económico. Por otra parte,siempre se ha sostenido que el crecimiento económico es buenopara la sociedad y las personas; lo cual es, por lo demás, perfecta-mente cierto. El problema no radica allí. Se oculta, más bien, en elhecho de identificar lo bueno corno sinónimo de más y más. Talobsesión ha terminado por generar un nuevo concepto me-canicista de la justicia social. Ésta ha pasado a confundirse con elcrecimiento mismo. No se trata —así parece— de distribuirmejor una torta que ya es suficientemente grande, de manera que losque tienen menos reciban una porción mayor. Se trata, por elcontrario, de hacer una torta aún más grande de manera quetodos, conservando la proporción que les ha asignado el sistema,reciban un pedazo mayor que el que tenían antes. Con una visiónasí, es evidente que el círculo vicioso no termina nunca. Pero eso noes todo. El asunto es aún más grave. Ha dado origen a fraseshechas que muchas gentes se tragan de buena fe. «Sólo con unmayor crecimiento los pobres podrán tener más.» «No se puededistribuir lo que no existe.» Y así sucesivamente. Y las buenasgentes se convencen, sobre todo si tales frases han sidopronunciadas por una «autoridad» en la materia.

Si las cosas fueran así de simples y así de mecánicas, los pobresserían una minoría o, por lo menos, estarían disminuyendo. Lasevidencias, empero, son exactamente las contrarias. Más aún, ycontrariamente a lo que han sostenido —y aún sostienen—muchos economistas, un mayor crecimiento no trae aparejadauna mejor distribución. Incluso las medidas tributarias y fiscalesque puedan adoptarse con fines redistributivos, no benefician en

nada a los sectores más pobres de una sociedad en desarrollo. Ellopor razones tremendamente obvias. Si hay personas que viven encondiciones de autosubsistencia, integrando los sectoresinformales que las estadísticas económicas no registran,marginados del mercado laboral y del mercado de intercambio,evidentemente resultan marginados también de los efectos tributariosy fiscales.

Pienso que los argumentos que estoy vertiendo, a pesar deestar sustentados en las más dramáticas evidencias a lo largo detodo el mundo, convencen menos que las frases hechas que herecordado hace un momento. Ellas convencen por su aterradorsimplismo. La realidad es compleja y se precisan esfuerzosadicionales para desentrañarla y reconocerla. Hay quienes hacen elesfuerzo y, por ello, me recuerdo de mi estada en Berlín, hace sólodos semanas. Allí lo hablamos, lo analizamos y lo discutimos.Fue la Fundación Alemana para el Desarrollo Internacional queinvitó un número importante de planificadores del TercerMundo, a técnicos alemanes y a especialistas de las NacionesUnidas. Del reforme Final de la reunión que se dedicó al tema«Una estrategia de necesidades básicas como parámetro de laplanificación» leo un párrafo clave:

...la experiencia de los últimos 25 años ha indicado, que la estrategiade «crecer primero —distribuir después», ha fracasado en cuanto amejorar el bienestar de los pobres. El supuesto «impacto haciaabajo» (trickle-down effect) ha sido ínfimo. La estrategia de«distribuir primero-crecer después» podría tener mayoresposibilidades de éxito, dependiendo de qué se distribuye y aquiénes. Se destacó, después de analizar un buen número deexperiencias nacionales, que no parece haber ninguna evidencia, niteórica ni empírica, de que una redistribución implicará uncrecimiento menor. Ambos pueden y deben ir juntos si es que se hade mejorar el bienestar de los pobres. 14

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Enciendo mi pipa. Lo hago siempre que necesito recapitular elcontenido de mis divagaciones. Las volutas de humo,especialmente contra la luz, me ayudan a centrar mis pensamientos.

Una cosa surge en mi mente con meridiana claridad. Laredistribución implica creciente participación; pero la participaciónes sólo posible dentro de grupos que no hayan excedido sudimensión crítica. Eso creo haberlo demostrado al comienzo de misespeculaciones, cuando jugando con dígrafos se me hicieronevidentes algunas verdades. Pues bien, la participación no ha crecidocon la implantación de las economías de escala. No sólo laparticipación parece disminuir, sino que, indiscutiblemente, a pesarde las tasas de crecimiento considerables que muchas de laseconomías del Tercer Mundo han alcanzado, tanto la proporcióncomo el número absoluto de los pobres ha ido en franco aumento. Elasunto da para pensarlo.

Y si da para pensarlo, especulo con otro ejemplo. Con otroerror, diría. Estoy pensando en lo que podría denominarse«industrialización de la agricultura»; es decir, la aplicación a laagricultura de las economías de escala y de nociones deeficiencia análogas a las que imperan en industria. Talesintentos significan desconocer por completo la diferencia radicalque existe entre el «metabolismo» industrial y el metabolismoecológico. Como lo destaca un grupo de científicos alemanes enel Manifiesto de Bussau sobre la Situación Político-Ambiental:

(En el metabolismo industrial) se emplea un sinnúmero deelementos, compuestos y concentraciones cuya acción esaltamente antibiótica; esto es, tóxica, además que por motivoseconómicos se prefiere el paso unidireccional de materias, encontraste con los ciclos de la materia. 15

Aplicando a la agricultura el principio industrial de las grandes eco-nomías de escala se provocan, entonces, desequilibrios ecológicos

cuya corrección obliga a gigantescos gastos de inversión adicional,que bien podrían tener otro destino si se comenzara por respetar losdictámenes ecológicos más fundamentales. Los mismos científicosalemanes insisten en que hay pruebas irrefutables de que:

los sistemas ecológicos ordenados son pequeños y articuladosde manera multiforme y sus reacciones se desarrollanlentamente. (En cambio) los sistemas industrial-económicostienden a ser grandes y uniformes, y se distinguen por susacciones y reacciones rápidas.

La única manera de aplicar a la agricultura la noción industrialde escala, es violentando el principio que el Manifiesto de Bussauexpone. Vale decir, haciendo caso omiso del equilibrio que seda en las dimensiones pequeñas y en la multiformidad, tratando decompensarlas a través de tratamientos artificiales tales como laaplicación masiva de fertilizantes y pesticidas sintéticos.

Me parece oír a los defensores de la agricultura «moderna y de granescala» rebatiendo estas consideraciones. Dirán que un mundo conhambre precisa de una agricultura de gran eficiencia y de muyelevada productividad; es decir, de una agricultura a la que se leapliquen los principios de las economías de gran escala. Está bien,reconozco la victoria de la productividad. Pero agregoconvencido, que se trata con mucha frecuencia de una victoriapírrica. La agricultura de gran escala exige inversiones marginalescrecientes que a veces se tornan insoportables (particularmentepara los países en desarrollo), además de aumentar lavulnerabilidad del sistema agrícola ante cualquier catástrofe naturalo biológica.

Si no existiera la flexibilidad basada en la multiformidad, elhombre habría destruido hace tiempo e irreversiblemente el

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entero ecosistema de la tierra. Pero el peligro no puedeconsiderarse como alejado y más bien aumenta día a día,conforme el hombre sigue en su «conquista» de lanaturaleza multiforme y la transforma «económicamente»en monocultivos biológicamente empobrecidos. Así nacenglobalmente ecosistemas artificiales que son taninestables que una sequía, una carga tóxica o mecánicaadicional pueden provocar su colapso. Los ejemplos clásicosdel mundo mediterráneo tienen ahora su paralelo en Nortey Sudamérica, en la India y en el Sahel africano; leccionesde las que nadie hasta ahora parece dispuesto a sacar lasnecesarias conclusiones»16

A esa conclusión llegan los sabios alemanes. No puedo dejarde reflexionar en el hecho de que los sistemas demasiadograndes resultan a la larga demasiado onerosos. Por desgracia sucosto se manifiesta en el largo plazo, mientras que su eficienciase nota en forma inmediata. He ahí el dilema. No sé cómopueda resolverse. ¿Cómo hacer que en criterios y enevoluciones lo mediato tenga un peso equivalente a loinmediato? No lo sé, y me siento preocupado, casi triste. Por lotanto me voy a caminar.

VII. CAMINANDO CONFIRMO QUECAMINAR ES UN DIÁLOGO

Me gusta caminar porque es la ocasión en que dejo que mifantasía fluya con completa libertad. Asumo diversos papeles, ylos personajes que genero discuten entre ellos y me diviertoenormemente. Siempre hay un personaje al que le doy el papel de sermás YO que los demás. Desde luego es el más inteligente. Losotros suelen quedar perplejos frente a los brillantes argumentos delpersonaje preferido. También es el más valiente, si de eso se trata lafantasía. Es el más ecuánime, el más generoso y el más sabio. Es elperfecto tónico revitalizador del ego, porque dice y hace todo loperfecto y adecuado que ni hice ni dije cuando me enfrenté a lasituación real. Consigue el préstamo bancario que me negaron ayero que me van a negar mañana. Convence a los demás científicos deque su teoría, de acuerdo a las evidencias disponibles, es completamentecoherente. Le ofrecen honores que, con enorme dignidad, rechazaporque lo que hizo no lo considera un mérito sino una obligaciónmoral. En resumen, es sensacional, porque es humilde a pesar de sugrandeza. Es un personaje del YO cuya biografía nunca será escritapero que, en la fantasía, ya circula en veinte idiomas. Pero vamos algrano. En esta caminata, mi personaje tiene una tarea: argumentar entorno al concepto de eficiencia.

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Los árboles languidecen voluptuosos con la brisa. Me sonrío. Nosé si de mí mismo o conmigo mismo. No importa. Da igual,porque todavía quedan luces jugando con la luz. Hagotambo rilear los dedos sobre el lomo del libro que traje conmigo. Ymi personaje comienza a hablar.

Nuestra sociedad tecnocrática no sólo ha hecho cada vezmás evidente el divorcio del ser humano con la naturaleza,sino que ha fomentado hasta el extremo el culto en torno a lacuasi—religión de la eficiencia. El resultado es una mitologíaplagada de confusiones y de incongruencias. Ya nodistinguimos entre el amor y la limosna, entre la educación yla enseñanza, entre la posesión de títulos y el conocimiento,entre la policía y la seguridad, entre las leyes y la justicia, entrela producción y la creación, entre el consumo y el bienestar,entre la capacitación y el fomento de las habil idades, entre lapropiedad y la posesión, entre el Producto Nacional Bruto yla satisfacción social, entre la vida y el sobrevivir. Elformalismo domina sobre el fondo de las cosas; y el serhumano opacado por el gigantismo creciente de los sistemas alos que sirve, se va alejando cada vez más de la posibilidad deencontrarse con su propia dimensión. Preñados como están,su espíritu y su mente, de recetas precisas y de fraseshechas (y en esta materia la economía, a través de muchos desus economistas, ha hecho aportes espectaculares) cae presade un temible vacío intelectual, toda vez que alguno de susmitos resulta amenazado por la duda o, incluso, por nuevasevidencias. Estamos viviendo la muerte de la imaginación yasistidos a diario a los funerales de la audacia, toda vez quetanto ésta como aquella intentan plantear alternativasprofundas para nuestra organización social. La audacia seadmira en el que escala las más difíciles montañas y laimaginación se aplaude en el que inventa nuevas maquinarias

capaces de aumentar la eficiencia empresarial. Hasta allí sonactos «legítimos», pero un poco más allá nos topamos conterreno minado.

¿Qué ocurriría, por ejemplo, si me atrevo a manifestar que laeficiencia económica, como tradicionalmente se la mide, reflejasólo la parte más trivial de la realidad de un sistema? ¿Qué reacciónpodría esperar si sostengo, yendo aún más lejos, que el predominiode esas medidas y la respetabilidad de que resultan investidas, soncon frecuencia utilizadas como cortinas de humo que ocultan losdramas más profundos de una sociedad?

Guardo silencio interior para no interrumpir la elocuencia del YOque esta tarde camina conmigo. El mismo responde a las preguntas.

No es difícil imaginar voces airadas de protesta frente a tan dis-paratada iconoclastia. Dirán —me dice— que la eficiencia medidaen términos de productividad hora/hombre y de relaciones capital/producto, establecidas a partir de adecuadas relaciones capital/tra-bajo son indispensables para comprobar si un sistema_ una em-presa, por ejemplo— está haciendo las cosas bien. Agregarán queen la medida en que esas relaciones se optimicen, todos; es decir,capitalistas, empleados, obreros y consumidores resultarán benefi-ciados. Los precios serán más competitivos y, dentro de un merca-do sano; es decir, de libre competencia, sólo así es posible estableceruna relación justa entre productor y consumidor. La teoría econó-mica conoce las normas de la eficiencia. Tiene, por lo menos, dossiglos de experiencia. Y si la eficiencia en la producción de ciertosbienes se maximiza con economías de escala, son economías deescala las que hay que establecer. Así crece el Producto NacionalBruto y, por ende, el ingreso personal. Todos pueden consumir máscomo consecuencia de precios más ventajosos. Claro —reconoce-rán— que hay que tomar ciertas medidas para evitar abusos comola formación de monopolios, por ejemplo. Ésa es la función de con-trol y vigilancia que corresponde al Estado. Si las reglas se cumplen,

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el proceso es el más ventajoso para la sociedad. Además, con unalegislación adecuada, para que se respeten los derechos de obreros yempleados, el procedimiento es, sin duda el mejor. La competenciaes la madre de la eficiencia y la competencia, además, estimula laimaginación y la creatividad.

No me gusta interrumpir a mis personajes. Pero por una vezinterfiero con un pensamiento propio. Es breve. Quizásromántico o sentimental, pero sentido y muy real. He vistomucho en mi vida y he vivido en muchas partes para llegar a estaconclusión. El libre mercado es la libre codicia. La librecompetencia es la libre capacidad de aniquilar. Yo nunca fui capazde hacer un negocio. Toda vez que lo intenté, perdí. Siempre meengañaron. No soy capaz de competir en ese mercado; pero soycapaz de escribir un libro. Eso, en el esquema, ¿dónde y cómoencaja? No respondo. Es mi YO de hoy que, retorna la palabra.

Los argumentos en boga son fuertes. Son poderosos por dosrazones. Por ser mecanicistas y por ser supersimplificaciones. Ésees el secreto de su impacto. Siguen una lógica lineal. La lógicadel «si ...entonces.» Es decir, la lógica de la esterilidad. El asuntoes simple. Se trata de que, al poner en duda el valor de un mitoprofundamente arraigado —en este caso el de la eficiencia econó-mica en su sentido ortodoxo— se obliga al ejercicio de un acto deimaginación. Hay que imaginarse una sociedad que funcione conconceptos alternativos de eficiencia. Una sociedad donde el con-cepto de eficiencia no esté referido a la producción de objetos (debienes, como se llaman en economía, y que, con frecuencia sonmás males que bienes), sino a la realización de las personas. ¡Heahí el problema! Para la inmensa mayoría de las gentes el acto deborrar una imagen tradicional no genera imágenes sustitutivas.Sólo queda un tremendo vacío intelectual. Pero lo que es peortodavía, es el hecho de que ese vacío en vez de provocar —comodebiera— una profunda preocupación, se esgrime más bien como

argumento irrefutable para demostrar el valor superior de lo quese está practicando.

La falta de imaginación es la madre del conformismo; y elconformismo es el terreno más fértil para la alienación.

El vacío intelectual que provoca el quiebre de las ortodoxias,cualesquiera que ellas sean, puede ilustrarse de muchas maneras.Mi YO caminante pide permiso para desviarse, con fines ilustra-tivos, del terna central.

Elegimos para nuestra caminata ___me dice— el ejemplo de laeficiencia económica. Pudimos haber escogido otros igualmenteilustrativos de nuestra peligrosamente inerte adhesión a los mitosenquistados en nuestra sociedad actual. Podría desarrollarse laidea, por ejemplo, de que la institución de gobierno tal comoexiste y se la concibe en todos los sistemas sociopolíticos vigen-tes en el mundo actual —más allá de sus variaciones formales—podría ser objeto de la duda en cuanto a su eficiencia e incluso asu necesidad. Podría también especularse en el sentido de que laproliferación de leyes no es necesariamente el camino másapropiado para garantizar la tranquilidad, la seguridad y laprotección de las personas. Puede insinuarse, incluso, que el empleono tiene por qué ser la única respuesta para la persona quereclama el derecho al trabajo. Todas estas posibilidadesprovocarían similares reacciones y abonarían mi tesis del vacíointelectual. Si propongo eliminar la noción que tenemos de lo quees gobierno, minimizar la importancia que atribuimos a lapromulgación de leyes y revisar a fondo el concepto de empleo,provoco un vacío intelectual. No es posible, para la gran mayoría,imaginarse una sociedad alternativa capaz de funcionar. Pero estoes sólo una disquisición. El tema de la eficiencia no ha acabado.Para seguir, empero, es preciso aclarar ciertas posiciones.

Sostengo que los bienes son importantes para las personas,pero no si son más importantes que las personas. Afirmo que un

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sistema sociopolítico y económico tiene mérito si su funciónprimordial es la de servir a las personas, pero no si la funciónprimordial de las personas es la de servir al sistema. Propongo quees tan peligrosa una física sin metafísica como una humanidad sinhumanismo. Mantengo que todo conocimiento que pretenda sus-tituir la sabiduría, es tan inútil como todo esfuerzo que pretendasustituir la naturaleza por la construcción artificial. Destaco quela tierra no le pertenece al ser humano, sino que el ser humanoes parte de la tierra. Recalco, finalmente que la superación del serhumano en cuanto tal, no está en manos del destino ni de tal ocual sistema; sino que el destino y los sistemas están en manos delser humano que quiera superarse como tal.

La eficiencia —recalca mi YO caminante— es la medida deléxito. Aquí hay patrones alternativos, y se trata de tomar partido.Hay posiciones irreductibles entre sí. Aquí no cabe ni el eclécticoni el mirón. Veamos, entonces, la descripción simple de dosposibilidades de éxito basadas en conceptos diametralmentedistintos de eficiencia.

La primera versión podría ser algo así como lo siguiente: a) laproducción de bienes ha aumentado en un porcentaje importan-te; b) el sistema vigente ha demostrado su solidez; c) la oferta depersonal capacitado se ajusta a su demanda; d) cada día hay máspersonas capacitadas que realizan funciones útiles; e) se ha logra-do maximizar el rendimiento de la tierra; f) existe pleno empleo,las gentes tienen más ingreso y, conclusión: están en pleno proce-so de realizar sus aspiraciones; es decir, de ser más felices.

La segunda versión podría ser algo así como lo siguiente: a)la producción de bienes ha llegado a ajustarse a lo que la genterealmente necesita; b) la conciencia colectiva ha demostrado susolidez; c) la demanda se ajusta a la oferta de las capacidades per-sonales; d) cada día hay más personas útiles que realizan su capa-cidad; e) se ha logrado optimizar el rendimiento de la tierra mante-

niendo el equilibrio ecológico; f) existe pleno reconocimiento detodas las formas de trabajo, las gentes tienen más retribuciones y,conclusión: están en pleno proceso de realizar sus aspiraciones; esdecir, de ser más felices.

La pretendida conclusión es la misma, a pesar de la diferen-cia que se manifiesta en las premisas. Quien se adhiera a la vali-dez de las primeras, reconocerá como fracaso la realización de lassegundas. Quien pretenda la consecución de éstas, identificarácomo fracaso la consolidación de aquellas. Las dos alternativasrepresentan caminos claramente divergentes; y cada una de ellasconlleva consecuencias de innegable trascendencia social. Ambasse sustentan en sistemas estructuralmente distintos que se apoyanen sus respectivos esquemas lógicos: El primero persigue la efi-ciencia en el trabajo, estimula la competencia y tiene como metael crecimiento económico. El segundo persigue la identificacióncon el trabajo, estimula la interdependencia y tiene como meta elequilibrio integral. Lo que para aquél es la eficiencia que resultade las grandes economías de escala, para, ésta es la deshumani-zación que resulta de las deseconomías de escalas incontrolables.Para uno hay que especializarse a fin de conquistar buenos nivelesde competencia, mientras que para el otro hay que diversificarsea los efectos de alcanzar relativos niveles de autarquía. Para ése setrata de elevar el nivel de vida que es función del ingreso y, por lotanto, aumentar el bienestar en la medida en que se incrementa elconsumo. Para éste se trata de elevar la calidad de vida que esfunción de la integración con los entornos y, por lo tanto,maximizar el bienestar con el menor consumo posible. Paraaquel sistema, el último eslabón del proceso económico es elconsumo, siendo éste, además un fin en sí, en la medida encrezca más, mayor será el éxito que se le reconozca al sistema.Para éste, en cambio, el último eslabón del proceso económicoes la generación de desperdicios y reconociendo, además, que el

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consumo no es un fin sino sólo un medio para alcanzar el bienestar,su crecimiento desmesurado, antes que representar el éxito delsistema, sólo revelará la incapacidad del mismo para alcanzar unestado de equilibrio orgánico. Uno estimula la unificación engrandes grupos. Otro estimula la proliferación confederada demultitud de actividades medianas y pequeñas. El primeropropende a un estilo nacional de desarrollo. El segundo a lacoexistencia de estilos locales y regionales.

El discurso de mi compañero YO ha sido una larga caminata.Me siento convencido de que en materia de eficiencia y dedimensión de grupos es ilusorio plantear la solución definitiva. Mipersonaje interior me ha persuadido de que se trata de tomarpartido. Pero para tomar partido hay que conocer los argumentosalternativos. Ya los conozco. Estoy cansado. Me siento en un bancodel jardín central de la avenida. Queda una hora de luzcrepuscular para hojear el libro que sirvió, entretanto, de tamborildigital para marcar los pasos de mi caminata. 17

VIII. EL CREPÚSCULO SE PRESTA PARA LEER AUN MAESTRO

El banco en que me he sentado está rodeado de rododendros.Lástima que en esta época no están floridos. Pero la luzcrepuscular me proporciona los colores que los arbustos ocultan,para el futuro, detrás de su verde oscuro y opaco. Me absorbe unacierta sensación de pena. La razón es simple y la siento conintensidad. Desde que leí su libro tuve deseos de conocerlo o, porlo menos, de establecer contacto con él. Le escribí una carta;pero el destino dispuso su muerte dos días después de haberlapuesto en el correo. Murió de un infarto, el año pasado(1977),mientras viajaba en un tren en Suiza. E.F. Schumacher fue unmaestro. De su libro Small is beautiful abro el capítulo quinto quese titula: «A question of size». Leo y, en mi mente, traduzcoextractos libremente. El crepúsculo, como en tantas otrasocasiones, me ayuda a concentrarme.

Crecí bajo la influencia de una interpretación histórica quesugería que en el comienzo fue la familia; entonces, lasfamilias se unieron y formaron tribus; entonces un número detribus formaron una nación; entonces un número de nacionesformaron una «Unión» o un «Estados Unidos» de un tipo u otro;

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y que, finalmente podríamos vislumbrar con esperanzas unúnico gobierno Mundial. Desde que escuché esta plausiblehistoria me he interesado en observar el proceso; pero no hepodido evitar de percatarme de que lo opuesto es lo queparece estar ocurriendo: una proliferación de naciones-Estado. La Organización de las Naciones Unidas comenzócon unos sesenta miembros hace veinticinco años; ahora tienemás del doble, y el número sigue aumentando. En mi juven-tud este proceso de proliferación se llamaba «balkanización» yse pensaba que era algo malo. A pesar de que todos decían queera malo, ha venido sucediéndose alegremente, por más decincuenta años, en muchas partes del mundo. Las grandesunidades tienden a subdividirse en unidades menores. Estefenómeno, tan grotescamente opuesto de lo que me enseñaron,nos guste o no, debiera al menos no pasar desapercibido.

Segundo, crecí bajo la teoría de que para ser próspero, unpaís debía ser grande — mientras más grande mejor. Estotambién parecía bastante plausible. Observen lo queChurchill llamaba los «principados de pumpernickel» de laAlemania anterior a Bismarck; y entonces observen el ReichBismarckiano. ¿No es cierto acaso que la gran prosperidad deAlemania resultó posible sólo a través de esta unificación? Sinembargo los germanoparlantes suizos y austriacos, que no seintegraron, prosperaron, igual, económicamente. Y sihacemos una lista de los países más prósperos del mundo,descubrimos que la mayoría son bastante pequeños; mientras quela lista de los países más grandes del mundo revela que lamayoría son bastante pobres. El asunto da para pensarlo.

Tercero, crecí bajo el dominio de la teoría de las «economías deescala» —que con firmas e industrias, al igual que connaciones—, la tendencia irresistible, dictada por la tecnologíamoderna, que promueve que las unidades se hagan siempre

mayores. Ahora, es bastante cierto que hoy día hay másorganizaciones grandes que jamás antes en la historia; pero elnúmero de unidades pequeñas también crece, en vez dedeclinar, en países como Gran Bretaña y los Estados Unidos, ymuchas de ellas son altamente prósperas y proveen a la socie-dad de la mayoría de los avances más fructíferos. 18

Recuerdo haber discutido estos párrafos con algunos amigos enocasiones anteriores. Las reacciones fueron inmediatas. Elcontraejemplo invocado fue el de las grandes empresastransnacionales. Empresas gigantescas a la vez que eficientes ypoderosas. Argumento aparentemente apabullante. ¿Quién niega laeficiencia y el poder de tales empresas? Sin embargo hay algo quela mayoría de las gentes no ha observado con respecto a la estructurade esas empresas. El secreto de su potencia radica justamente enlo contrario de lo que se piensa generalmente. El propio Schumacherda varios ejemplos de los que selecciono sólo uno, ya que «demuestra sirve un botón».

El gran logro de Mr. Sloan de la General Motors fue el deestructurar esa firma gigantesca de tal manera de que seconvirtiera, de hecho, en una federación de firmas detamaño bastante razonable.

Tal es la característica de la mayoría de esos «imperios industriales».No sólo su estructura federada, sino notables autonomíasadministrativas y de decisión para cada unidad del conglomerado.

Mientras muchos teóricos —que probablemente no están encontacto muy directo con la realidad ___ todavía se satisfacenen la idolatría de las grandes dimensiones, en las gentesprácticas del mundo real se detecta una búsqueda y un esfuerzo

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por beneficiarse con la conveniencia, humanidad ymanejabilidad de lo pequeño. Ésta es, también, una tendenciaque cualquiera que lo desee puede observar.

Claro, dirán algunos, una cosa es lo que las gentes desean, perootra cosa es lo que las gentes necesitan.

En los asuntos humanos siempre parece existir la necesidadsimultánea de dos cosas que, aparentemente, parecen serincompatibles y excluirse mutuamente. Siemprenecesitamos tanto de libertad como de orden.Necesitamos la libertad de muchas y muchas unidadespequeñas y autónomas, a la vez que la ordenación de la granescala y, posiblemente, de la unidad y coordinación globales.Cuando se trata de acción, obviamente precisamos deunidades pequeñas, porque la acción es un asuntoaltamente personal, y uno no puede mantener contacto sinocon un número muy limitado de personas al mismo tiempo.

Con la lectura de las últimas frases vuelve a mí mente otra vezel principio platónico de la conveniente capacidad dedesdoblamiento de un grupo social; idea que Schumacheraparentemente no descubrió en el pensamiento del maestrogriego, y que, por lo tanto, independientemente redescubrió.De allí que continúa así:

Pero cuando se trata del inundo de las ideas, de principios ode ética, de la indivisibilidad de la paz y de la ecología,precisamente reconocer la unidad de la humanidad y basarnuestras acciones en ese reconocimiento. O para plantearlode otra manera, es cierto que todos los seres humanos sonhermanos, pero también es cierto que en nuestras relaciones

personales activas sólo podemos, de hecho, ser hermanos desólo unos pocos de ellos, y nos vemos impulsados aexpresar nuestra hermandad más hacia ellos que hacia elconjunto total de la humanidad.

Sigo mi crepuscular lectura, y el párrafo que sigue me trae a lamente realidades perpetuas y, además, tan recientemente vividasaquí y allá, en mi tierra y en otras tierras.

Todos conocemos personas que hablan libremente de lahermandad de los seres humanos mientras tratan a susvecinos como enemigos. Del mismo modo, conocemos personasque tienen, de hecho, excelentes relaciones con todos susvecinos, mientras cultivan, al mismo tiempo, aterradoresprejuicios respecto de todos los grupos humanos que estánfuera de su círculo particular.

En los párrafos que siguen, vuelve a ser platónico.

Lo que quiero enfatizar es la dualidad de losrequerimientos humanos cuando se trata del asunto de ladimensión: no hay una única respuesta. Para sus distintospropósitos el ser humano precisa de distintas estructuras,'tanto pequeñas como grandes, algunas exclusivas y otrascomprehensivas. Sin embargo a las gentes les resulta muydifícil mantener en sus mentes dos verdades aparentementeopuestas al mismo tiempo. Siempre parecen clamar por unasolución final, como si en la vida real pudiera haber unasolución final aparte de la muerte.

Hoy en día padecemos de una idolatría al gigantismo,que es casi universal. Por ello es necesario insistir en las virtudesde lo pequeño, donde ello resulte aplicable. Si prevaleciera una

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idolatría hacia lo pequeño... uno debería tratar de ejercerinfluencia en la dirección contraria.

Para cada actividad hay una escala apropiada, y mientras másactiva e intima sea la actividad, menor tendrá que ser el númerode personas que puede participar, y mayor el número de talesrelacionamientos que habrá que establecer.

La propia economía no es capaz todavía de integrar, en formacoherente, un cuerpo teórico basado en la dualidad queSchumacher describe.

Como propulsora principal del gigantismo, ella misma, comodisciplina, ha llegado a hipertrofiarse.

La economía, que Lord Keynes tenia esperanzas de verconsolidada como una ocupación modesta al estilo de ladentística, súbitamente se transforma en el sujeto másimportante de todos. Las políticas económicas absorben laatención casi total del gobierno, a la vez que se hacen más ymás impotentes. Las cosas más simples, que hace cincuenta añospodían hacerse sin ninguna dificultad, ya no pueden hacerse.Mientras más rica una sociedad, más imposible resulta hacercosas que valen la pena si es que no producen compensaciones in-mediatas.

Enfatizando la necesidad de industrialización de acuerdo alprincipio de las economías de escala, la economía es en buena parteresponsable del surgimiento de megalópolis en los países máspobres, y de la creciente migración rural urbana que terminaincrementando los cinturones de miseria que enmarcan esas ciudades.Los desequilibrios regionales en materia de desarrollo también sonde la preferencia marcada por actividades económicas de gran escala.Estos desequilibrios han generado y siguen generando crisis políticas

que podemos observar todos los días. Los regionalismos y sepa-ratismos son en buena parte consecuencia de esos desequilibrios.

Algunas personas preguntan: ¿Qué pasa cuando un paíscompuesto de una provincia rica y varias provincias pobres, sedesmembra porque la provincia rica adopta la secesión? Muyprobablemente la respuesta sea: «No es mucho lo que pasa».La rica continuará siendo rica y las pobres continuarán siendopobres. «Pero si antes de la secesión, la provincia ricasubsidiaba a las pobres, entonces, ¿qué pasa?». Bien, entonces elsubsidio terminará. Pero los ricos raramente subsidian a lospobres; más frecuentemente los explotan. Probablemente noen forma directa, sino a través de los términos deintercambio. Pueden disimular la situación un poco, a travésde algunas medidas redistributivas o de caridad en pequeñaescala; pero lo último que desearán es separarse de los pobres.

El caso normal es bien diferente. Son las provincias pobreslas que quieren separarse de la rica, mientras que la rica seesfuerza en mantener la unión; porque sabe que la explotaciónde los pobres dentro de las propias fronteras es infinitamentemás fácil que la explotación de los pobres allende de ellas.

Criando Schumacher hace sus observaciones en términos deprovincias ricas y provincias pobres, puede inducir a una confusiónen la mente de los que no han leído su obra completa. En realidadpodría hablarse de poder en vez de riqueza. Ello debido a que loscentros de poder absorben gran parte de los excedentes generados enla periferia. Así una provincia puede generar una enorme riqueza y, apesar de ello, acabar siendo pobre. Las disparidades regionalesprevalecen y:

En los países pobres, en particular, no hay esperanzas para lospobres a menos que exista un eficiente desarrollo regional; un

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esfuerzo de desarrollo fuera de la ciudad capital, cubriendo todaslas áreas rurales en que se hallen las personas.

Pero el asunto es más complejo. Hay lastres difíciles de eliminar; yentre ellos, los peores son los lastres intelectuales producto de unaarraigada costumbre. En efecto:

Es extraño que la sabiduría económica convencional de nuestrosdías no pueda hacer nada para ayudar a los pobres. Invariablementedemuestra que sólo son viables aquellas políticas que hacen másricos y poderosos a los que ya son ricos y poderosos. Demuestraque el desarrollo industrial sólo paga si está lo más cerca posiblede la ciudad capital o de otra ciudad grande, y no en las áreasrurales. Demuestra que los proyectos grandes soninvariablemente más económicos que los pequeños, y que losproyectos capital intensivos invariablemente han de preferirsesobre aquellos que son intensivos en mano de obra.

Ya quedó claro para mi, durante la caminata, que tales conclusionesemanadas de la economía convencional son inevitables en la medidaen que ella aplique, para sus cálculos, una noción de eficienciatambién convencional. La lógica interna existe si se acepta la premisacontenida en la definición de eficiencia. Sólo aceptando la modificacióndel concepto de eficiencia, podrán esperarse conclusiones de un carizdistinto, más humano y más humanizante.

El cálculo económico, como se lo practica hoy en día, fuerza alindustrial a eliminar el factor humano, porque las máqui nas nocometen errores y las personas sí. De allí el enorme esfuerzo porautomatizar y el impulso por establecer unidades cada vez másgrandes. Ello significa que los que no tienen

nada para vender, excepto su trabajo, permanecen en la posiciónmás débil. La economía como convencionalmente se la enseñarehuye a los pobres; es decir, a aquellas personas para las cualesel desarrollo es más necesario. La economía del gigantismo y dela automación es un residuo de las condiciones del siglodiecinueve y de un pensamiento, también decimonónico,totalmente incapaz de resolver ninguno de los problemas máscandentes de la actualidad.

Se precisa un sistema de pensamiento enteramente nuevo; unsistema que concentre su atención en las personas y noprincipalmente en los bienes (los bienes pueden cuidar de símismos). Podría resumirse en una frase: «producción por lasmasas, en vez de producción en masa».

Me viene a la memoria la conversación con un amigo bastantemayor que yo. Ex industrial, tipo extremadamente bondadoso ybien motivado; pero víctima, quizás, de los tremendos influjos deun pensamiento económico convencional. Refiriéndose al Brasilsostenía que el problema principal, si no único, radicaba en elcrecimiento demográfico. Afirmaba la imposibilidad de que el paíspudiera, en el futuro, comenzar a generar posibilidades de empleopara tres millones de personas anualmente. Y tenía razón, no hayduda. Una estructura como la vigente no lo permite. El gigantismoeconómico dista mucho de ser gigantista en cuanto a su capacidadde generar empleo. De allí que la solución haya de buscarse porotro camino. La proliferación estimulada de miles de actividadesproductivas de pequeña escala quizás resulte menos espectaculardentro de las estadísticas económicas, pero incrementará laposibilidad de que la mayoría de las personas —y quizás todas—puedan satisfacer con dignidad sus necesidades humanasfundamentales. Por otra parte no sólo el empleo es trabajo. Nuestrossistemas vigentes son promotores de empleos insuficientes, mientras

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que simultáneamente deprimen y desestimulan otras posibilidades detrabajo que, o se consideran «poco productivas» o son declaradasineficientes.

Se acelera la opacidad de las luces en el parque, y ya sólopuedo leer un último párrafo que resume de la manera máshumanista el argumento.

¿Cuál es el significado de la democracia, libertad, dignidadhumana, estandar de vida, autorealización, logro? ¿Es unasunto referido a bienes o a personas? Por supuesto que esasunto que concierne a personas. Pero las personas pueden serellas mismas sólo en grupos pequeños y comprehensibles. De allíque debemos aprender a pensar en términos de una estructuraarticulada capaz de operar con una multiplicidad de unidades depequeña escala. Si el pensamiento económico no es capaz decaptar esto, entonces es inservible. Si no puede ir más allá de susvastas abstracciones corno el ingreso nacional, la tasa decrecimiento, las relaciones capital/producto, los análisis insumo-producto, la movilidad de la mano de obra, la acumulación decapital; si no puede ir más allá de eso para establecer contacto conlas realidades humanas de pobreza, frustración, alienación,desconcierto, colapso, crimen, escapismo, stress,congestionamiento, fealdad y muerte espiritual; entonces borremosla economía y comencemos de nuevo.

Y, termina con una pregunta dirigida a todas nuestras adormecidasconciencias.

¿Acaso no existen en verdad suficientes «signos de los tiem-pos» que indican la necesidad de un nuevo comienzo?

Sí, maestro Schumacher, existen en cantidad. Lo que ocurre es queunos pocos hacen esfuerzos harto exitosos para ocultarlos.

Los muchos, por su parte, ya condicionados, domesticados yalienados por el sistema, sólo miran pero ya no saben ver. Por esocierro su libro y me integro en la oscuridad que comienza adesperezarse corno un gran bostezo.

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IX. EN MI BIBLIOTECA HAGO CONTACTO CON LAHISTORIA

Cierro la puerta de mi biblioteca y me tiendo en el sofá. Me gustatenderme cuando quiero pensar o recapitular en cosas ya pensadas.Mientras mi mente se organiza —suavemente, sin forzarla— meentretengo descubriendo caras y animales en la textura del cielo-raso. Hay un conejo que no había visto antes. Juego con él aperderlo y volverlo a encontrar. Después cierro los ojos y comienzo arepasar.

He acumulado exposiciones teóricas, argumentos y evidenciasacompañadas de opiniones. Han desfilado como fuerza de apoyofilósofos, psicólogos, economistas, matemáticos, planificadores ycientíficos naturales. Todos ellos me han permitido comprenderla dialéctica de las dimensiones de los sistemas humanos. Hansugerido los qué, los cómo y los porqué. Han abonado un terrenodentro del cual es posible tomar partido y elegir posiciones. Perofalta algo. Falta la historia. ¿Cómo ha acontecido, en el devenirdel tiempo humano, la dialéctica de las dimensiones? ¿Ha tenidoreal importancia? ¿Cómo se manifiesta en el acaecer humano?

Pienso de inmediato que las ventajas de una dimensión socialacorde con la escala humana se mantuvieron tanto en Atenascomo en Esparta y ello como resultado de una decisión conciente.Las ciudades-estado de la Italia renacentista mantuvieron el ejemplo,

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en mayor o menor grado; y otro tanto ocurrió con las notablementeprósperas ciudades libres de la liga hanseática. Recapacito en quefueron esas ciudades, en cuanto ciudades, las que generaron unariqueza y diversidad culturales por encima (y a pesar) de losimpulsos hegemónicos de los grandes imperios que, como el SacroImperio Romano-Germánico y el Imperio Austro-Húngaro,terminaron derrumbándose por el propio peso de su absurda yhumanamente insostenible magnitud.

El rostro culturalmente multifacético aún detectable enEuropa emanó de identidades locales y localizadas. De identidadesdel ciudadano con su Ciudad y no del súbdito con su Imperio. Demúltiples identidades que dejaron como legado un ritmo dediversidades tan rico que sigue sorprendiendo al viajero querecorre la Umbria y la Toscana, que navega por el Rhin o elDanubio, o se desplaza por los Pirineos y los Países Bajos.

No puede dejar de sorprender de que, con manifestacionesdistintas en distintas épocas, son más de dos milenios en que Im-perio y Ciudad —ambos en su implicación más amplia— se hanenfrentado y confrontado corno alternativas de vida y de identidad.Unitarismo y federalismo, integración o balkanización, centralizacióno descentralización, nacionalismo o regionalismo no son más quealgunas manifestaciones de lo que estoy pensando.

¿Y en nuestra América Latina? La confrontación no ha ocurridotodavía, a pesar de que intuyo que el proceso está en fermentación.Corno tantas otras cosas en nuestro continente, la evolución ha sidoanómala y atípica. Recuerdo lo que sostiene un amigo brasileño,Paulo Novaes, notable arquitecto y urbanista. En conversación conmigoplanteaba que en nuestros países no existen ciudades en un sentidopropiamente dicho, porque no existen ciudadanos. En efecto, en laevolución europea las lealtades de las personas estaban referidas enprimera instancia a la familia, y después a la ciudad. Era dentro de laciudad que la persona tenía tantos deberes como derechos.

Acá, en cambio, de la familia se salta, en materia de presuntaslealtades, a aquella cosa inmensa, abstracta y vaga que es el Estado.

Abro los ojos y decido detenerme en este punto. Estoyespeculando históricamente sin ser historiador. Para pecar endisciplina ajena hay que ser cauto. Por otra parte en los estantesreposa el pensamiento de un historiador que admiro: FernandBraudel. Busco su libro titulado Las Civilizaciones Actuales. Loconozco bien, de manera que no demoro en encontrar loscomentarios que me interesan. Refiriéndose a los siglos IX y X,dice:

De hecho esta Europa miserable, privada de importantesmercados, reducida a una economía de subsistencia,«ciudadela sitiada o, mejor dicho, invadida» (Mark Block), nopuede soportar el peso de sus extensos estados. Éstos,apenas formados, se derrumban o se desintegran. ElImperio de Carlomagno, de rápida construcción, sederrumbó poco después de la muerte del gran emperador(814). En poco tiempo, el Sacro Imperio Germánico seconvirtió en un gran edificio, pero destartalado. Entonces,Europa Occidental se desintegra en una multitud de minúsculosseñoríos.

Al pasar a los siglos XI y XII, hace planteamientos del mayor in-terés para la tesis que, hasta aquí, he examinado a niveles princi-palmente teóricos.

No es posible el feudalismo, ni en Europa ni en otras partes,sin- la descomposición previa de un extenso cuerpo políti-co. En el caso que nos ocupa, este cuerpo político es el vas-tísimo Imperio Carolingio, esta primitiva «Europa», cuyomismo nombre se afirmó entonces (Europa, vel RegnumCaroli), para desaparecer casi al mismo tiempo que el gran

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emperador a quien un poeta de su corte calificaba de «paterEuropae».

El feudalismo fue la consecuencia natural de este desastre.Un oficial francés, después del desastre de 1940, soñaba con quecada unidad de base pudiera recuperar milagrosamente y por uninstante su autonomía, el derecho de actuar por su cuenta,haciendo caso omiso de las órdenes de los generales que la poníanen contacto con una autoridad cada vez menos eficaz, y que, sinproponérselo, llevaba a cada grupo al repliegue y a la derrota.Cabe decir que el régimen feudal nació de una reacción análoga,con, entre otras, esta diferencia fundamental, a saber: que no fue elfruto de un desastre fulminante como el de 1940.

Empleó varios siglos para establecerse. No obstante, pornaturaleza, es, al mismo tiempo, una reacción de defensa yuna reacción local. El castillo, situado en una altura y rodeadode uno o varios pueblos a los que protege, no es un sistemagratuito o un lujo, sino un instrumento de defensa.

Sin embargo, el feudalismo es también otra cosa: es unasociedad fundada en un determinado tipo de relacionesentre los hombres, en una cadena de dependencias: unaeconomía en la que la tierra no es el único, pero sí el másfrecuente medio de recompensar los servicios prestados.El señor recibe del rey, su soberano, o de un señor de ca-tegoría más alta que la suya, su feudo (feodum), un seño-río, a cambio de una serie de servicios, entre los que seencuentran prestaciones de cuatro tipos distintos: 1) tieneque contribuir para el rescate del señor; 2) tiene tambiénque pagar cuando un hijo del señor es hecho caballero; 3)cuando se casa la hija mayor del señor; 4) cuando el señorse marcha a la cruzada. A su vez, el señor ha cedido peda-zos o partes de su señorío a otros señores más modestos o acampesinos. Ha dado a estos últimos una tierra de labor

(tenencia o censo) que cada campesino puede cultivar acambio de pagar al señor una renta en dinero (canon delcenso), una parte de las cosechas (diezmo, en trigo ycenteno) y prestaciones laborales. En contrapartida, elseñor tiene que protegerles y defenderles.

Acto seguido plantea Braudel conclusiones de enormeimportancia. Sus conclusiones dan un claro sentido a las ventajasque, históricamente, tuvieron las unidades pequeñas.

El Occidente debe a esta pirámide social, con susobligaciones, sus reglas, sus fidelidades, a esta movilización defuerzas, el haber sobrevivido, el haber salvaguardado la viejaherencia cristiana y romana, que se va a mezclar con ideas,virtudes e ideologías del régimen señorial (su propiacivilización). Europa, que entonces va a olvidar hasta su propionombre de Europa, se constituyó como un mundo dividido encompartimentos estancos, en donde lo único que contaba erala pequeña región, la pequeña patria.

Seguramente tuvo muchas ventajas, en estos principios de lavida europea, el que cada región poseyera la posibilidad dedesarrollarse por cuenta propia, como una planta libre. Cadaregión se constituyó así en una entidad, en una personarobusta, en una unidad consciente, dispuesta a defender suterritorio y su independencia.

Admirable descripción de las ventajas creativas proporcionadaspor las dimensiones a la escala humana. Están allí losconceptos de identidad que se pierden en los ámbitos de todaforma de gigantismo. Doblemente interesante es el hecho deque la diversidad no impide unidad e identidades en un planomayor, como indica Braudel en los párrafos que siguen.

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Lo interesante es que se estableciera, a pesar de la divisiónpolítica en compartimentos, una convergencia evidente decivilización y de cultura. El viajero que se desplaza parahacer una peregrinación (la de Santiago de Compostela, porejemplo) o porque lo exigen sus negocios, se siente a gustotanto en Lübeck como en París, en Londres o en Brujas, enColonia o en Burgos, Milán o Venecia. Los valores morales,religiosos y culturales, las reglas de la guerra, del amor, de lavida, y de la muerte, son los mismos en un feudo que enotro, a pesar de sus querellas, de sus sublevaciones y de susconflictos. Por eso se puede hablar de una Cristiandad únicay de una civilización de la caballería, del trovador y del juglar,del «amour courtois».

Las Cruzadas son sintomáticas de esta unidad, puesto que sepresentan como movimientos de conjunto, aventuras ypasiones colectivas, comunes a esta multitud de pequeñaspatrias.

Medito en los textos y detecto que no hay contradiccionesentre el análisis del historiador y muchos de los aspectosteóricos revisados con anterioridad. Releo y extraigo algunas frasesparticularmente pertinentes: «(Europa) no puede soportar elpeso de sus inmensos estados.» (El feudalismo) es unareacción de defensa y una reacción local.» «Europa seconstituyó en un mundo... en donde lo único que contaba erala pequeña región, la pequeña patria.» «Cada región seconstituyó así en una entidad, en una persona robusta, en unaunidad consciente, dispuesta a defender su territorio y suindependencia.» «Lo interesante es que se estableciera, a pesarde la división política en compartimentos, una convergenciaevidente de civilización y cultura.» «El Occidente debe a estapirámide social, con sus obligaciones, sus reglas, sus fidelidades, aesta movilización de fuerzas, el haber sobrevivido.»

No hay duda, esas seis frases resumen buena parte de lo yaplanteado, la ineficiencia de los grandes sistemas para salvar aEuropa de grandes calamidades. La defensa es sólo posible con laproliferación de sistemas pequeños. Sólo así disminuye lavulnerabilidad del todo. Las pequeñas patrias generan identidady lealtad, se tornan robustas y conscientes. Finalmente, no seimpide la unidad en la diversidad. Hay causas comunes que noprecisan de unificación política. Hay conflictos, naturalmente. Hayluchas y confrontaciones. Pero estas no llegan a ser catastróficas,precisamente porque ocurren entre sistemas pequeños. El todo siguereforzando. El Occidente sobrevive. La verdadera Europacomienza a nacer.

Hay algo que me satisface especialmente. Braudel nopretende —porque no se lo ha propuesto— hacer una apologíade las ventajas de los sistemas pequeños. El está constatando unhecho histórico y nada más. No está desarrollando una teoría de lasdimensiones de los sistemas políticos y sociales. Por eso me alegrodoblemente de que sus constataciones no se contradigan con losplanteamientos de las otras voces que me han acompañado enestas jornadas. Pero hay más todavía. Las pequeñas patrias dieronfrutos que fueron responsables de una formidable dinámicaeconómica y cultural. Veamos.

La larga regresión de todo el Occidente había provocado en elsiglo X una regresión terrible de las ciudades: apenas si existían.Cuando el movimiento económico cambia de sentido con laexpansión material de los siglos XI a XIII, parece como si, araíz de esta nueva puesta en marcha, las ciudades prosperasenmás de prisa que los pesados estados territoriales. Estos noadquieren caracteres modernos o casi modernos hasta el siglo XV.Las ciudades, por el contrario, hacen saltar los cuadros de losestados feudales, en los que comienzan a crecer, desde los siglos

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XI y XIII. Ciudades modernas, demasiado adelantadas para suépoca, anuncian ya el futuro o son ya este futuro.

En los párrafos siguientes destaca Braudel algunas razones adi-cionales que justifican el éxito de los «grandes» pequeños sistemasen formación.

Evidentemente las ciudades no siempre son, y desde el primermomento, estrictamente independientes. No obstante unaserie de grandes ciudades libres aparecen, desde muy pronto enItalia, el país que entonces era el más avanzado de Occidente.Lo mismo ocurre en los Países Bajos, a los que se ha calificadode «segunda Italia.» Venecia, Génova, Florencia, Milán, Gante,Brujas, son ya ciudades «modernas» en la época en que la mo-narquía de San Luis es todavía típicamente «medieval».»

«Detrás de estas grandes ciudades, gobernadas por losduques, los dogos o cónsules, están las innumerables ciudadesde una categoría inferior, pero todas ellas consiguen, aunqueno sin tener que luchar por ello (en virtud de sus cartas otor-gadas), su autoadministración, una hacienda, una justicia yun derecho a las tierras que poseen. En general, la plena li-bertad es la recompensa de una prosperidad material que por sísola permite a algunas ciudades el lujo de asegurarse, almismo tiempo que la vida económica, la defensa exterior. Sonlas llamadas ciudades-estado. Tan sólo unas pocas alcanzaroneste nivel, pero todas sacaron del comercio y de la actividadde sus gremios, el principio de una cierta independencia, deun derecho a sus libertades particulares.

Tamaño apropiado, independencia y autoadministración, danorigen a una dinámica creativa e innovadora. Se afirma además elconcepto de la libertad individual; de una libertad que está más

allá de las libertades concedidas, por ejemplo, por la autoridad delEstado. Se intensifica la diversidad de estilos, pero siempreprevalece una unidad, corno lo destaca el párrafo que sigue.

Los gremios trabajan al mismo tiempo para el mercado local ypara un comercio lejano. No cabe duda de que la economíaurbana sólo pudo prosperar, como de hecho prosperó, aldesbordar ampliamente a la economía local. En el siglo XV,la ciudad de Lübeck; la más importante de la extensa asociacióncomercial conocida con el nombre de La Hansa, conjunto deciudades comerciales diseminadas desde el Báltico hasta elRhin, mantenía relaciones con todo el conjunto del mundoentonces conocido. Lo mismo se puede decir de Venecia, deGénova, de Florencia o de Barcelona.

Es notable como la unidad de ciudades distintas y distantes se logray se mantiene. Fenómeno que, curiosamente, no se logra dentro delas fronteras de los estados gigantescos. También los derechos delas personas. Hay diferencias, desde luego. Incluso conflictos degrupos y, quizás de clases, dentro de las ciudades-Estado, perotienden a resolverse con mayor eficiencia que las confrontacionessangrientas que han de surgir en el seno de los grandes estados enun futuro entonces no muy lejano. Al respecto destaca Braudel:

De hecho estas luchas intestinas (estas taquehans, que es eltérmino que emplea Reaumanoir refiriéndose a los artesanosde Flandes, que hacen lo que hoy llamamos huelgas paraobtener un aumento de salarios) son significativas de lastensiones sociales, de la lucha de clases, existentes en estasciudades industriosas. Sobre todo porque se va marcandoprogresivamente la oposición entre los maestros de losgremios y los oficiales. Éstos, mantenidos al margen por la difi-

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cultad que representan las costosas «obras de arte», queson las únicas que les permiten el ascenso, formaronagrupaciones y asociaciones, «logias», de una ciudad a laotra. Han constituido el primer proletariado obrero.

¿Manifiesta lo dicho una desventaja de los sistemas menores? ¿Elconflicto revela su falta de eficiencia? Más bien pienso todolo contrario. Es en esos sistemas donde surgen nuevasconciencias de derechos, y es en esos sistemas en que talesconciencias logran expresarse y organizarse. Cuando intentossimilares surgen en el seno de los grandes estados, como loslevantamientos campesinos en Alemania en el siglo XVI, noacaban generando nuevas formas de expresión o de presión,sino que acaban simplemente en una formidable masacre. Deallí que, a pesar de los conflictos que pueden plantarse y, dehecho se plantean, en las ciudades, Braudel agrega:

En todo caso, este proletario, cuando es un «ciudadano»,y por el sólo hecho de serlo, es un privilegiado, por lomenos mientras dura la gran época de las ciudadesindependientes o semi-independientes. 19

Me siento tranquilo. La noche está particulamente serena.No hay luna. Siento que han llegado unas amigas de mi hija.Abandono mi biblioteca y me voy un rato a conversar con ellas.

X. Y AHORA ME DESPIDO, PARA PENSAREN OTRAS COSAS.

No fue ayer que terminé de escribir mis inquietudes yespeculaciones en torno a la estructura y dimensión de lossistemas humanos. Han pasado algunos meses. Reescribímucho. Busqué más evidencias y opiniones cuando me sentíinsatisfecho. He vuelto a releer lo escrito. Ahora parece queme siento tranquilo. Sin embargo, no es que me sientatranquilo por haber demostrado algo; porque creo que no hedemostrado nada. Más bien me siento tranquilo por habersacado algo a la luz. Pienso que eso, por lo menos, tiene algunaimportancia.

Hay algo extraño, a la vez que fascinante, en la aventurade ideas que me propuse tentar al recopilar material para estaspáginas, la dimensión de los sistemas humanos no generó unateoría, a pesar de la importancia que los aspectos dimensionalesdemuestran y han demostrado tener. Los utopistas —ya quedódicho—concebían sistemas ideales que eran pequeños, pero nocentraban su artillería teórica en eso. Lo pequeño era laresultante de lo que ellos buscaban; es decir, lo que ellos buscabansólo resultaba en lo pequeño. Lo pequeño era, pues, unaconsecuencia y no un punto de partida de la teoría o de la

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ideología. Incluso Platón y Aristó teles no desarrollan esas ideas.Las mencionan y las dan por sentadas. Braudel mismo, sólo constatahechos y evidencias, pero no saca conclusiones a partir de ladimensión de los sistemas en oposición. Una vez más las cosasparecen darse por sentadas, sin que nadie realmente las hayasentado.

La dimensión aparece explícitamente sólo como una parte dela teoría económica moderna, y, en ese caso, para promover elgigantismo a través de las economías de escala. El análisis concreto

'de las unidades pequeñas como elemento central de una teoría,aparece recién en los últimos años con Leopold Kohr , primero,y E. F. Schumacher después. De la obra de aquél extraigo el si-guiente párrafo:

Frente a esta interpretación de la historia, que parte de ladimensión social para llegar a la conclusión aparentementeanacrónica de que necesitamos un pluralista mundoagustiniano de pequeños estados, en lugar de un Estadomundial en que estén comprendidos todos los pueblos, haymuchas objeciones: se la tacha de demasiado simple. ¿Peroqué teoría que merezca el nombre de tal no lo es? Lainterpretación teológica adscribe todo acaecer histórico a lavoluntad de Dios; la interpretación heroica a los grandeshombres; la idealista, a las ideas; Marx, a las formas deproducción: Freud, a la sexualidad; Jung, a la angustia ...y yo,al tamaño social. 20

He ahí una declaración abierta y justa. Y ¡¿por qué no?! ¿Acasolos problemas de dimensión, si se los investiga más, no puedenresultar tan válidos e importantes para la interpretación históricacomo otros ya consagrados? Por lo menos yo pienso que sí.

Se habla mucho de estructuras y de cambios estructurales.Hay cantidad de frases hechas a partir de estos conceptos.

Voluminosas literaturas que usan la palabra «estructura», pero queno la definen; probablemente porque no la comprenden.21 Sinembargo, la cosa, a estas alturas, me parece simple. Unaestructura no es otra cosa más que la forma (con tendenciainvariante) en que se relacionan los elementos que componen unsistema que, por otra parte, tiene una dimensión determinada.La dimensión del sistema, sin duda, determina y limita, a suvez, la forma en que se relacionan los elementos que lo integran(¿recuerdan los digrafos al comienzo de mis especulaciones?).

Todavía no existe la teoría. La eventual consagración de lamisma, aún en ciernes, queda para el futuro. Pero estánsurgiendo los teóricos, y me encantaría llegar a ser uno de ellos.

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XI. CODA

Es curioso cómo la investigación influye la vida del investigador. Lasideas que he propuesto me han preocupado desde hace algunosaños. Me ayudaron a convencerme del absurdo de los grandessistemas. Tomé partido. Así se transformo mi modo de ver el mondoy mi manera de vivir mi vida.

No es extraño, pues, que haya terminado de escribir estaspáginas en un pequeño pueblito del interior del Estado de MinasGerais, en Brasil. Se llamó Sao José do Rio das Mortes, y ahora sellama Tiradentes, porque en sus dominios nació el prócer del primerintento independentista brasileño, y cuyo sobrenombre era ése.

Vivo aquí porque decidí desarrollar esquemas de revitalizaciónde ciudades pequeñas como alternativa urbana. Revitalización deciudades pequeñas que están deprimidas, no porque sonpequeñas, sino como producto de la voracidad de los gigantesmetropolitanos que absorben los excedentes que ellas generan,para tratar de resolver los problemas irreversibles que sugigantismo provoca. Pero eso es otra historia. Quizás sea materialpara otro libro. Ahora debo terminar. Hay niños golpeando a mipuerta. Niños del pueblo que siempre me visitan a esta hora paraconversar conmigo. Tenemos diálogos importantes por delante.Diálogos que nunca antes tuve, porque la «gran» ciudad me loimpidió.

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Me despido apurado, porque me esperan ocupaciones im- NOTAS BIBLIOGRÁFICASportantes. Sólo quiero agregar que ahora vivo lo que sólo intuícuando, al comienzo de mis notas, describí un paseo por mijardín:

Lo pequeño no es otra cosa que la inmensidad a la medidahumana.

1. Galileo Galilei, Consideraciones y Demostraciones Matemáticassobre dos Nuevas Ciencias, Segunda Jornada, Proposición VIII. Ediciónpreparada por C. Solis y J. Sadaba. Madrid, Editorial Nacional, 1976,pp. 236 y 237.

2. Aristóteles, La Política, 1326 b. Tomado de la traducción deJulián Marías y María Araújo. Madrid, Instituto de Estudios Políticos,1951.

3. Yona Friedman, «About Critical Groupsize». Trabajo escrito parala Universidad de las Naciones Unidas, Paris, 1977. Mimeo, pp. 4-5

4. Platón, Las Leyes, Libro V. Barcelona, Editorial Iberia, 1962, pp.156 y 157.

5. Yona Friedman, op. cit. p. 8.

6. ibíd. pp. 10 y 117. ibíd. . p. 128. ibíd. p. 139. Norman F. Dixon, On the Psychology of Military Incompeten-

ce, London, Jonathan Cape Ltd., 1976, p. 43. Traducción libre mía.El autor, a lo largo de su obra, también destaca los casos opuestos.Es interesante como se demuestra que los jefes militares más exito-sos (James Wolfe, Wellington, Shaka de los zulúes, Napoleón, Nelson,Fisher, T.E. Lawrence, Allenby, Slim, Rommel y Zhukov), carecían porcompleto de los rasgos propios de lo que psicológicamente se reconocecorno personalidad autoritaria.

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10. René Thom, Structural Stability and Morphogenesis, London, W.A.Benjamin Inc., "Third Printing 1976, p. 318.

11. ibíd. pp. 319 y 32012. M.A. Max-Neef. «Tamaño Urbano y Calidad de Vida», trabajo

para CINTERFOR (OIT), Montevideo, 1978, p. 20.13. ibíd. pp. 20 y 2114. Seminar 00 Basic Needs Strategy as a Planning Parameter.

German Foundation for International Development, Berlin(West),2029. /une, 1979. Final Report.

15. Jurgen Dahl y otros, Manifiesto de Bussau sobre la Situación Po-lítico-Ambiental, Stuttgart, Ernst Klett, 1975.

16. ibíd.17. Buena parte de los argumentos de este acápite están desarro-

llados en: M. A. Max-Neef, «Capacitación Profesional y Calidad deVida»; CINTERFOR (OIT). Montevideo, 1977, pp. 11-18.

18. Todas las citas de este acápite han sido tomadas de E. F. Schu-macher, Small is Beautiful, London, Harper Colophon Books, 1975,pp. 59-70. Traducción mía.

19. Todas las citas de este acápite han sido tomadas de FernandBraudel, Las Civilizaciones Actuales, Madrid, Editorial Tecnos, 1966,pp. 277-283.

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MANFRED MAX-NEEF, eseconomista y músico chileno-alemán. Fue fundador yDirector del Centro deAlternativas de Desarrollo,CEPAUR, donde a fines de ladécada de los setenta se dieron aluz la Teoría del Desarrollo aEscala Humana y los principiosde la Economía Descalza, por losque fue galardonado en 1983 conel Premio Nobel Alternativo enel Parlamento de Suecia. Acomienzos de la década delos sesenta dictó clases en laUniversidad de California,Berkeley, y posteriormentecumplió funciones como Directorde Proyectosen la FAO y la 0IT, y fue ProfesorVisitante de varias Universidadesde América La t ina , EstadosUn idos y Europa. En 1993fue can didato independiente a laPresidencia de la República. Entre1994 y 2002 fue Rector de laUniversidad Austral de Chile,donde actualmen te continúacomo Profesor Titular y Directordel Instituto de Economía.En su calidad de

economista profundamente críticodel imperio casi exclusivo de laeconomía neoclásica en lasUniversidades y de sumanifestación neoliberal en elquehacer mundial, ha hechocontribuciones importantes aldesarrollo de la EconomíaEcológica y de laTransdisciplinaridad.

Es miembro honorar io del Clubde Roma, y miembro activo de laAcademia Europea de Ciencias yArtes, de la New York Academy ofSciences y de la Academia"Leopold Kohr" de Salzburgo,AustriaAutor de nueve libros y de másde cien artículos y ensayostraducidos a varios idiomas, harecibido numerosos galardonesademás del Nobel Alternativo.Entre ellos, Doctor honoriscausa de la Universidad deJordania; Grado honoris causa de laUniversidad de Antioquia,C o l o m b i a ; G a l a r d ó nUniversitario al Honor másElevado de la UniversidadSoka de Japón; y Gran Oficial de laOrden del Sol de Carabobo, deVenezuela.Max-Neef vive en Valdivia, enel sur de Chile, en una hermosacasa a orillas del río Calle Calle,junto a su esposa Gabriela y susperros Sasquash y Palike.

P r oduc i do en f o rm a c oope r a t iv a en l os ta l l e r es g r áf i c osde Comunidad del Sur. Av da. Mi l lán 4113, Tel . 305 56 09,12900 M on t ev i deo. O ct ub r e de 2007 . D . L . 343. 2 ( 53 / 07Con l a c olabo rac i ón de Paste l l repr o AB - Est oc olm o y deTradinco S.A. - Minas 131,7 - Montev ideo - Tel . 409 44 63Edición amparada al decreto 218/96. Comisión del Papel.

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