mateos,juan-sacerdote y caudillo 1 1902
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LO
ir>
o
co
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SACERDOTE Y
CAUDILLO
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Pase
el
seor
caballero,
respondi
Ana
Mara,
llena
de rubor ante
la
mirada
de
fuego
de
Don
Cristbal.
Pdg.
8.
SACERDOTE
Y
CAUDILLO.
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
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SACERDOTE
Y
CAUDILLO
Memorias
de
la
Insurreccin
NOVEL
HISTRICA
ttEXICflN
Juan
tC
fl\afeos
Novsima
Edicin
ilustrada
por
esplndidos
fotograbados
CASAS
EDITORIALES
MAUCCI
HERMANOS
y
MAUCCI
HERM.
03
HIJOS
MXICO
(Ciudad)
I
BUENOS
AIRES
Cuatis
de
Tacaba
N.
40.
'
Calle
Rlvadavla, I43S
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
10/475
Esta
obra
est
absolutamente
igual
al
original
que
yo
escrib.
Mxico,
Agosto de
1902.
JUAN
A.
MATEOS.
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
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Irjtroduccif}
La
primera
pgina.
I.
Hace
ms
de
un
siglo
que
en
la
Provincia
de
Guanajuato
y
hacia
las
llanuras
bellsimas
de
Pnjamo
en cuyos
lmites
serpentean
las
tras-
parentes
aguas
del
Turbio
deshacindose
en
olas
cristalinas
que
riegan
las
mrgenes
floridas,
en el
lujo
de una
naturaleza salvaje
y
exhube-
rante,
se
extendan
en
aquella
poca
los pintorescos
caseros
cuyos
nombres
slo
conserva
la
tradicin.
Al
sur
de
la
hacienda
llamada
Casco de
Corralejo, entre
la
margen
oriental
del
Turbio,
y
la
ahacienda
de Ouitzeo
de
los Naran-
jos,
exista el
rancho
de San
Vicente.
Un
viejo
y
honrado
campesino
llamado
Antonio
Gallaga era el dueo
de
aquella
ranchera,
y
en
ella haban
nacido
tres
hermosas
nias,
una
de
las
cuales
era sobrina
de D.
Antonio.
Por
aquellos
tiempos
se
haca
clebre
por
su
lujo
y
ostentacin,
D.
Cristbal
Hidalgo
y
Costilla,
joven
mexicano,
que
despus
de
una vida
borrascosa
en
la capital
de la
Colonia,
se
haba
refugiado
en
San
Vicente,
hacienda
encargada
su
administracin.
La
comarca de
Pnjamo entr
en movimiento
con
la
llegada
del
cortesano,
y
las
diversiones
se sucedan
continuamente,
siendo el
hroe
de
todas ellas Cristbal Hidalgo,
famoso
por
su
prover-
bial
galantera. Las
viejas
devotas de Pnjamo
se ponan
rezar
cuando
Cristbal
apareca
con la
msica
del pueblo
armando
algazara por
las
ca-
lles
deshoras de
la
noche.
La ronda
se
una
al
calavera
y
su
carpanta
de
amigos,
y
el
alcade
se
daba por satisfecho
con
que
gritasen
sus
ventanas
viva
el
seor
alcalde
viva
el
justicia
de
Pnjamo
viva la
seora
al-
caldesa
La
alcaldesa
sacaba algunas
botellas
de
Jerez,
Cristbal
le
di-
riga
una
arenga
y
segua la
jarana
hasta
el
amanecer,
en que toda
aquella
multitud se
santiguaba
devotamente al
oir
el
toque del
Ave
Mara.
Hidalgo
era rico
y
muy
guapo,
lo
que traa
inquieto
al
sexo
her-
moso
de
la
comarca,
que
fuer
de
historiadores
decimos
que
era encan-
tador, porque la
provincia
de Guanajuato
ha
sido
siempre
ms
rica
en
la
belleza
espiritual
de
sus
hijas,
que en
el oro
de
sus entraas.
Cristbal,
como
era
natural,
amaba
todas
las muchachas,
que
se
manifestaban
des-
confiadas
con el
carcter
voluble
del
galanteador.
Los
amigos
del
nueve
-
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c
JUAN
A.
MATEOS
D.
Juan,
aseguraban
que
tena
una
novia
en
cada rancho
y
que
si
no
fuera
cristiano
tan
conocido
pasara por
un
sectario
de
M
ahorna.
Punto
de
honor
se
hizo
en
Pnjamo
y
sus
alrededores
la
conquista
de
aquel
corazn,
que
viraba
cada
soplo
de
viento,
es
decir,
cada
mi-
rada
de
unos
ojos
hmedos
y
abrillantados. Cuando en un baile
se vea
Cristbal
apasionado,
rendido,
y
haciendo
ms
protestas que
un
re-
lapso
dolante
de
la
hoguera,
todos
movan
la
cabeza
en
son
de
duda
y
compadecan
l*
paloma
que
se
renda
al amor violento
de
sus
amores.
Ya
el
seo*
Cura
haba
reido
en el
confesionario
varias
nias
que
en
medio
de
suspiros
y
puntos
suspensivos, confesaban
estar
flechadas
por
las
palabras
insinuantes
del
joven
calavera;
pero
la
voz
del
seor
cura
se
alzaba
hasta las
bvedas de
la iglesia
(que
en
tela de verdad
no
estaban
muy
altas)
cuando
alguna
jamona
refera
algo
que haca electri-
zar
al
prroco,
siempre
con
referencia
Don
Cristbal:
poco
despus
se
las
vea
puestas
en
cruz,
cumplir
la
penitencia.
Haba
algunas
sentenciadas
entrar de
rodillas
.al
templo,
y
otras
darse
tres
cuatro
docenas
de disciplinazos, por haber
tenido
pensa-
mientos
obtusos.
Las
muchachas
ponan
en
juego
todos
sus
encantos
para
atraerse
Cristbal,
que
consumaba
desercin
la
hora
en
que la
situacin
se
haca
difcil
y
sacaba
el
cuello al
lazo
matrimonial
con
un
tacto exquisito.
Aquella
tempestad
deba
parar en
catstrofe,
y
la
nave
del solterismo,
rota
y
despedazada,
tendra
que
pedir
socorro
para
llegar
al puerto.
Ocurrisele
Cristbal
anunciar
que
estaba
dispuesto
contraer
matrimonio
con
una
hija de la
comarca,
y
que su enlace
lo
verificara
luego
que
tuviese
novia.
Este
edicto
fu
publicado
por
las trompas
de
la fama,
es
decir,
por
todos
los
habladores
del
pueblo,
amigos
y
enemigos
de
Don
Cristbal.
Caonazo
de
leva fu aquella
noticia, todo el
sexo hermoso
se
puso
en
tren
de
batalla, los
enamorados ordenaron
reclusin
sus
novias,
que
no
dejaron
por
eso
de
asomarse
sus
ventanas
y
concurrir
misa
mayor,
compuestas
como
un
veintisiete.
Cristbal
era
un buen
.partido
por
su
honradez,
y
sobre
todo
por su
riqueza.
Parse
el
joven
en la
puerta
del
templo
un
domingo
la
hora
de
la
misa
mayor, entre
el
crculo de sus amigos,
y
comenz
decir
sotto
voce
cada muchacha
que pasaba
los sagrados umbrales
Esa
me
conviene, tiene) los pis pequeos
como
los
de
una
mosca.
No, esta es
ms
hermosa,
sus ojos son
dos
soles.
No,
no, no, esta, esta, esta
s que ser mi novia, la
cintura
es
de
avispa.
Me
decido
por
esta
otra,
jqu
cutis
tan
hermoso
Esta
s,
que
s,
la
dentadura
me ha dejado
medio
muerto.
No,
me
arrepiento,
no haba
visto
esta
con los
brazos
redondos
como
unos
bolillos
y
blancos
como
una
azucena.
Seores
j
seores
es
negocio concluido:
ha
llegado
la
reina;
pero no, la otra,
no, no, esa,
aquella,
la
de
ms
all...
est visto,
todas
me
gustan,
soy muy desgraciado
Cristbal tena
razn;
la hora
de
escoger, las
excluidas
parecen
siempre
las
ms
hermosas;
no
haba
remedio^
la
casualidad
decidira
aquel
problema.
-
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n.
Don
Antonio
Gallaga
preparaba
al
joven
un
gran
convite
en
San
Vicente,
sus
hijas
tenan
deseos
vehementes de
conocer
Cristbal,
cuya
fama
haba
llegado
hasta
el
casero,
en
boca de las
viejas
que
acarreaban
chismes
semanariamente.
La
sobrina
de
Don
Antonio,
llamada
Ana
Mara, aunque
era
muy
considerada,
se
le
tena como
hurfana,
y
en
esa
situacin,
se
le
destin
servir
las
viandas
la
hora
solemne
de
la
comida.
Desdo
muy
temprano
las
jvenes amas se
pusieron de
perilla
en
pendn,
acumulando
sobre su
personalidad
cuantos
adornos
y
composturas
tuvieron
mano
y
que
enviaron
buscar
la
nica
tienda
de
Pnjamo.
Cuando
sali
el
sol
ya
las
hijas
de
Gallaga
no
tenan
un solo objeto
de
compostura
que
no
estuviese
en
su
tocado.
Mucho haba costado
Don
Antonio
comprar
las
telas
venidas
en
la
Nao de China
para vestir
sus
hijas,
los
zapatos
de
palillo
eran
carsimos por
la
escasez
de ar-
tistas,
sobre
todo
en
aquellos
lugares;
pero
al
fin,
las
nias estaban
hechas
unas
cortesanas.
Eran
las
seis de
la
maana
y
no
se
divisaba an
en
el
camino
pasajero
ilguno
ni
cabalgata
que
revelase
la
aproximacin
del
convidado.
Las
hijas
de
Gallaga
se
suban
de
continuo
la
azotea
riesgo
de
despeinarse
extropear
sus
vestidos, para
a
divisar
si
era
ya
llegada
la
hora:
exasperadas con
tanta dilacin, enviaron
un criado por
noti-
cias
y
se
sentaron al
estrado
para
que
Don
Cristbal
las encontrase
de
toda
ceremonia.
Ana
Mara
sali
de
la casa
y
se
dirigi
un
arroyo,
donde
lav
las
madejas
profusas
de su
cabello
y
sumergi
repetidas
veces
su
rostro an-
gelical,
que
tom con las
linfas,
la
frescura
de
las rosas. Lav
sus brazos
torneados,
y
despus,
poniendo
en
el
declive
del
terreno
sus pies desnudos,
breves
y
delicados, corri el
agua
sobre ellos,
azotando
dulcemente
aquel
alabastro
surcado
de
venas
azules
y
apagadas.
Sombrese
despus bajo
los rboles del pequeo
bosque,
ensortijse
su
cabello en
una
cascada
de bano, que caa
sobre
sa
espalda,
esparcida
por el
viento pursimo
de la maana.
Calzse un
zagalejo
encarnado
como
las
flores
de la
maravilla,
puso al
cuello
una
ensarta
triple
de
corales
rojos
como sus labios,
asomse
un
remanso,
donde
apareci
su
bellsima
imagen,
se
contempl un
istante,
y
sonriendo
con
esa
coquetera
que
acompaa
la
mujer
al despertar
sus
primeros
sueos,
se
alej
llevando
unas rosas
que
cort
su
paso.
III.
No
haba
llegado
an la joven
la
puerta
de la
casa, cuando
un
ro ncl
de
caballos
se
dej
ver
en el
sendero
que
conduca
la
entrada
de
la finca. Parse Ana
Mara llevada
por
la
curiosidad,
cuando
se
adelant
un
jinete
en
un
soberbio
caballo
enjaezado
primorosamente,
y
que
salpi-
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JUAN
A.
MATEOS
cando grumos de
espuma
manifestada
lo
arrogante de su
ley.
Echse
abajo
el
jinete,
y
dirigindose
la
joven
con la
mayor
galantera
la
dijo:
Es
esta la casa de
D. Antonio
Gallaga?
Pase el
seor caballero,
respondi
Ana
Mara
llena
de
rubor ante
la
mirada
de
fuego
de D.
Cristbal.
Ser
usted
acaso una
de las
personas
de
su
familia?
S,
seor,
su sobrina.
No en
vano tiene
usted
esos
ojos
como dos
luceros
y
esa
frente
blanca
como la rosa
que
lleva
en
su
primorosa mano.
Ana
Mara
se
estremeci
al
escuchar
aquel lenguaje desconocido
hasta
entonces,
un
temblor interior agit sus
formas
delicadas
y
la
rosa
se
le
escap de entre
los
dedos.
D. Cristbal
se
arroj
sobre
la rosa
como
el
primer
despojo
de
aquel
encuentro.
El
calavera
se
haba impresionado terriblemente de
aquel conjunto
de
belleza
y
espiritualismo
;
un
rostro
pursimo,
baado de
una
apacible
melancola,
unos
ojos negros
como
la
noche, de
donde
se
desprenda
un
rayo
siempre
tmido como
las
rfagas crepusculares; una
boca
como
la flor del
granado,
y
aromtica como
el
capullo
de
la
azucena;
una
frente
ovalada
como
la
de
los
ngeles:
la
cabellera negra
y
ensortijada,
la
cintura breve,
y
la apostura
recogida
y
majestuosa.
Ana
Mara
hablaba con dulzura, aquella voz
era
la
del
zenzontle.
La
infeliz
trtola
senta
en
su
corazn
agitado
Im
primeros
sntomas
del amor,
una
vaga
ansiedad la devoraba,
S
labio
estaba seco
y
sus
ojos
resplandecientes.
Cuando el galn recogi
la flor
y
la
puso
en
una
de
las
agujetas
de
plata
de su
elegante
cotona,
Ana
IMara
comprendi
el lenguaje de
la
flores, aquella
flor
hablaba
su
corazn
con el idioma
de
las
ilusiones.
Toda
esta escena pas momentneamente,
los
amigos
de D.
Cristbal
llegaron
la
casa
cuando
ya
Ana
se haba entrado
dar
parte
la
familia.
D.
Antonio
Gallaga acudi al
momento,
los criados
de la
c
ranche-
ra
tomaron
los
caballos
y
comenzaron
pasearlos
la sombra,
mien-
tras
que
D.
Cristbal
y
sus amigos
eran recibidos
con
esa
lujosa osten-
tacin
que
se
acostumbraba
en aquel
entonces
en que el
dinero
sobraba,
y
ms
an, la
gana
de
derrocharle.
D.
Antonio
present
sus
dos
hijas,
que como
ya
hemos
dicho,
estaban
perfectamente
puestas
la
usanza
de la
corte.
La
msica
de Pnjamo
tocaba
sonatas
alegres,
y
un
barullo
espan-
toso
se
dejaba
oir
en
toda
la
finca.
Sirvise
un
almuerzo
esplndido,
no
sin
preceder
unas
copas
de cataln
y
unas
puchas
para abrir
boca.
X).
Cristbal
galante
las
seoritas
mientras
no
lleg
la
hora
del
almuerzo,
en
que
toda
su. atencin
se
hallaba-
absorta
en el
rostro
ange-
lical
le
Ana
Mara,
que
se
esmeraba
en
el servicio
de
la
mesa.
La
joven
no levant
la
vista para
fijarla
en
D.
Cristbal,
ese
era
precisamente el
primer
sntoma
de
la enfermedad
que
se
desarrollaba
en
su
corazn.
Los
brindis
se sucedieron,
las
protestas
de
amistad
franca
y
de simpatas
se
prodigaron,
y
el
joven
de
las
aventuras
cautiv
aquella
familia con
su
exquisito
trato.
En
una
de las
veces
que
Ana
se
acerc
al caballero,
ste
le
dijo
al
odo:
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JUAN
A.
MATEOS
V.
D.
Cristbal
lleg
su
hacienda en
completa
desmoralizacin;
los
ojos
de
Ana lo
tenan
deslumbrado,
era
un
hombre
perdido
en
el
mundo
del
solterismo.
Y
no
ha
de ser
gritaba
ei
calavera,
como
si
alguien
le dirigiese
la
palabra.
Este
Cristbal est
loco, le
deca
uno
de sus
amigos,
los
zapatos
de
palillos,
los
encajes
y
los
chiqueadores
de las
muchachas
le
traen
per-
dido.
j
Qu
palillos,
ni
qu
demonios
Y sabes
querido,
que
la
primita
me
ha petado
de lo
lindo?
i
Qu
primita
?
Brbaro
la
que
serva
la
mesa.
No
es
fea
la
muchacha.
Cmo
se
entiende
?
es
de lo ms
hermoso
que
h
visto.
Vean
ustedes
al
socarrn de D.
Antonio
lo
que tena
,
guardado
en su
casa,
y
el
muy bribn
se
estaba
callado
Conque
les
parece
ustedes hermosa
esa
joven?
i
Secreto
voces
?
No,
va de
serio.
Entonces
lo
contaremos
todo el mundo.
j
Cuando
digo
que
es
negocio
grave
Escuchemos,
porque eso
de
agrave
es
verdaderamente
grave
cuando
se
trata del
buen Cristbal.
Silencio
Pues,
seores,
estoy
enamorado
de remate.
Los
amigos
se
echaron
rer como unos
desesperados.
Van
ustedes
admirarse.
-Dentro
de ocho das...
me caso.
Nueva
salva
de carcaj adas
y
de
palmoteos.
Lo
dicho,
seores,
esclam
Cristbal levantndose,
dentro
de
ocho
das me
caso
con Ana
Mara.
I
Luego
no es broma?
No,
no lo es,
esa
pobre nia me
ha simpatizado,
ya
la
vieron
ustedes,
cun
humillada,
perteneciendo
la
familia
de
D.
Antonio,
ha-
ciendo
oficios
de criada
j
pobre
hurfana
lo mas
horrible
que hay
en
este
mundo
es
no
tener
padres...
ya ven usted
el.
caso
no
es para broma,
sera un
crimen burlarse
de
la
inocencia
y
de
la desgracia....
palabra
de
honor,
dentro
de
ocho
das...
y
quedan ustedes
convidados
mis
bodas
con
Ana
Mara.
Este era
uno
de tantos
rasgos
como
tienen
esos
corazones
que
se
creen
gastados
en
la
tormenta
de
la
vida,
y
que
conservan
an
la
pu-
reza
primitiva
de sus impresiones,
desarrollada ante
los
grandes
espect-
culos
de
la
humanidad
que sufre.
VI.
Desde aquel
da,
la
hora que
sanaba
el
toque de
oraciones,
se des-
prendan
de
Corralfjjo
dos
jinetes
armados,
que
atravesando
la
llanura,
llegaban
al
bosque de
San
Vicentes.
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16
JUAN
A.
MATEOS
ternidad,
smbolo
triunfante
que
ge
paseara
por todas las
zonas,
salu-
dado
por
todos
los pueblos
y
aclamado
por
las generaciones, rbitras
del
porvenir.
Los
Capetos
haban
subido
al
cadalso,
pesando
en la
terrible
hora
del
juicio
el
voto
del
clero francs.
La
guillotina
haba
decapitado
la
nobleza:
el
pueblo
se
vengaba
de
tantos
siglos
de
opresin,
y
ejecutaba
Luis
XIV
y
sus antecesores en
el
infortunado
Luis XVI.
La
repblica,
amagada
por la Europa entera
en
la
nefanda liga
de
las
tiranas
armadas,
y
contando
en
su
seno con
el
germen
de
la reaccin
que
comenzaba
aparecer,
se
sacudi del sopor revolucionario,
rugi
como una
fiera
herida
y
llam
un
duelo
terrible
al
continente.
Asombro
y
maravilla, dice un
historiador,
caus
aquel desarrollo de
actividad
y
de energa
Mientras
Lyon
era ametrallada
y
sujeta
Marsella
y
rendida
Toln,
y
Caen
ocupada,
los vendeanos
perdan en
la
jornada
de
Savenay
sus
mejores
jefes
y
con
ellos
sus ms halageas
esperanzas.
Mientras
los
girondinos
y
los realistas
apagaban
con
su
propia
sangre
la
guerra
civil
que
haban
encendido,
los
austriacos,
derrotados
en
Hondstchoote,
Watignies
y
Geisberg,
se
vean
obligados
trasponer
el
Sambra,
y
los
ingleses
se
retiraban de
Toln
ignominiosamente,
y
los
espaoles
luchaban
en
vano por
forzar la
barrera
de
Perpin para
propagar
la
contra-revolucin.
Esto en
la
primera
campaa.
En
la segunda,
la repblica
ya no
se defenda,
sino que
se
vengaba
conquistando.
Pichegru derrota
Clairfait
y
se
apodera
de la Holanda; Jourdan
se
abre
en
la
batalla
de Fleurus las
puertas
de Coblenza; en
la frontera
de
los Alpes
clavan
atrevidos
el
estandarte
republicano
los
jvenes
cons-
criptos,
y
los
Pirineos
ven tambin
arrojar
los espaoles
del
Roselln
y
perseguirlos
dentro
de
su
mismo
territorio.
Un
ao
haba
mediado
solamente
de la
agona
la
salvacin.
En
1793
la
Francia
se
vea
hollada
por
todas
las
naciones:
en
1794
es
ella
quien
pisa con
sus pies de
fuego
la Blgica,
la
Holanda,
el Palatinado,
el
Interfluvio
del
Rhin
y
el
Meusse,
los Alpes
y
los
Pirineos ...
Aquel
cuadro sombro de
esa
revolucin
que ha
hecho
inmortal
la
agona
del
siglo
XVIII,
conmovi
profundamente
el
espritu
gigante
del
rector
de
San
Nicols,
llevndolo
hasta
la exaltacin
de la locura.
Cuando
aquel
hombre
se
encontraba
frente
frente
de
su
alma
arre-
batada,
ergua
sn
cabeza
como
un
inspirado,
su
mirada
se encenda
en
un
fuego
sublime,
y
en
su
labios
aparecan las
frases del
entusiasmo
y
de
la
elocuencia.
El
eclesistico posea
los
discursos
todo3
de
los
convencionales, los
lea al
rayo
de una
influencia
desconocida, soaba ver
el
tumulto
de
aquel
pueblo
en
las
horas
solemnes
de
la
revolucin, vea
Dantn en
la
tribuna,
lanzando
como
el Jpiter
de
aquella tempestad,
rayos
que con-
fundan
las cabezas
de
sus enemigos.
Vibraba
en
su
corazn
el
acento proftico
de
Pnobospierre.
Le
pareca
asistir
la
ltima
noche
de los
Girondinos,
escuchar
su
juramento
y
verlos
subir
al
cadalso
con
toda la
majestad
republicana.
Oa
el
rugido
del
pueblo
en
el
incesante
choque
de
su
desbandamiento,
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18
i
-
JTJAN
A.
MATEOS
crneo
iba
hacerse
transparente,
acept
ante
el
tribunal
de
su con-
ciencia
la
misin
que
le
vena
de
lo alto en
la
revelacin
espontnea
de
su
corazn
y
de
su
mente,
y
esper
con solemne
majestad
la
hora del
destino.
Tom
aquellos
papeles
que haba
acariciado
durante
tres aos
y
los
aplic
la
flama de
la
vela
;
ya
no los necesitaba,
de aquella
noche
en
adelante,
las
oleadas
del
mar
borrascoso de
su alma produciran
fosfo-
rescencias
ms
luminosas.
Dios
haba
descendido
al
ser
privilegiado
de
aquel hombre,
el
aliento
de
Dios
tornaba
vivificar al
barro de la tierra,
y
el
rayo
de
la
Divi-
nidad
caa
plomo
sobre
el
mezquino
ser
humano.
Levantse
una
llama que devor
instantneamente
aquellas
pginas,
extinguindose
pocos
momentos, las
cenizas
volaron
en
tomos
por
la
atmsfera
y
la
obscuridad
se
hizo ms
densa.
El rector
de
San Nicols apoy
entre sus manos
su
frente
venerada,
y
la
luz
tenue
y
melanclica que luchaba
con las
sombras
de
la
estancia,
se
entreg
al
mundo
agitado
de sus
pensamientos.
Aquel
venerable
sacerdote
llevaba un
nombre
que
fu
en
Amrica
la
primera
palabra
del siglo
XIX,
y
que
repetirn siglos
y
siglcs
las
genera-
ciones
del
porvenir:
se
llamaba
Miguel Hidalgo
y Costilla.
CAPITULO
II.
Tempestades
en un
vaso
de
agua,
.
Haca
algunos aos
que
el
estandandarte de
S.
M.
Carlos
V
se
haba
plantado
vencedor
sobre
la
arena
ensangrentada de
la
conquista,
cuando
el
ilustrsimo
Sr.
D.
Vasco
de
Quiroga, fundador de
la
Sagrada Mitra
de
Michoacn, estableci, bajo
la
advocacin
de San
Nicols
de Mira,
un
colegio
en la ciudad
de
Ptzcuaro,
destinado especialmente
la
ins-
truccin
de
indios
tarascos.
Posteriormente,
un
fraile
capuchino
fund otro
colegio en
las
lomas
chatas
de
Guallacareo.
El
establecimiento
fu
bautizado
con
el
nombre
de
Colprin
df*
Raa
Miguel,
y
debi coincidir
su
fundacin
con
la del
convento
de
San
Francisco,
uno de
los ms
antiguos
de la ciudad de
Morelia.
El
colegio de San Miguel
y
el
convento
de
los
franciscanos,
teniendo
en
su
derredor
algunas
casucas
ya
fines
del
siglo
XVII,
formaban
un
gran
centro
de poblacin,
que
arrebatando
Ptzcuaro la
primaca,
se
engalan
con
el
ttulo
de
capital,
llevando
el
nombre
histrico
de Va-
lladolid.
Sobre
las lomas
predestinadas
de Guallacareo
se
levant
la Catedral,
ese
monumento
admiracin
de
los
viajeros
y
orgullo
de
los
michoacanos.
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20
JUAN
A.
MATEOS
A
las
cuatro
de
la
tarde
entraba
el
maestro barbero, llamado Don
Joaqun
Mara
de
lo*
Ramos,
armado
de
vaca
y
estuche. Sentbase
Pon-
tolongn
en una
silla de
vaqueta,
ponanle
las toballas,
le
remojaban
durante
media
ora
la
barba,
que sala
en
pas por
sus
estrechos
poros,
y
comenzaba
la
operacin.
El
iiebotomiano acariciaba su
inmensa
navaja
en
la
correa de
ordenanza,
y
tomando por
la nariz al subdicono
con
una
habilidad
exqui-
sita,
daba
tajo
sobre tajo
hasta
lograr
la
desaparicin
de
las
referidas
pas.
Tres
repasadas
cuatro
se
necesitaban para dejar en
buen estado
el
reverendo padre:
segua
la
rasurada
de la corona,
donde se
mellaban
dos
pares
de
navajas, porque
eso.
de
rasurar bueyes no estafea
en
el libro
del seor
de
Ramos,
barbero
axx&tt&o de
Valladolid.
Durante
aquella tarea
Pontolongn indagaba
las
vidas
agenas
dando
cuerda
al
barbero,
cuya
cuerda
es
la
misma que la hasta hoy aco-
stumbrada en
esa
b^iemrita
clase. No echaba en
saco
roto ni
el
menor
detalle de la conversacin,
y
sacaba
buen partido de los
cuentos
y
leyendas
del
iiebotomiano.
El
seor de
Ramos,
doblaba
despus
de
hora
y
media
de
trabajo,
sus
servilletas,
envainaba
el
navajn,
y
pona
en manos de
su
vctima
un
espejito.
Pontolongn
al
ver
su
imagen se
sonrea
satisfecho,
y
daba
un
real
al
maestro.
Despus
de
siglo
y
medio
nada han adelantado
los
barberos
en
materia
de
tarifa;
pero,
en
cambio,
por
el
duplo,
los
franceses peluqueros se encargan de desollar vivos
sus
parroquianos.
El reverendo padre se
levantaba
con
la
aurora,
espiaba por
todas
las
rendijas,
se
pona
escuchar
todas
las
conversaciones,
era un
Argos, un polica
perpetuo,
un
vigilante
de
todo
el
establecimiento.
Cuando
el cocinero
estaba
entretenido en
batir
el
chocolate,
ya
Pon-
tolongn
estaba
su
espalda viendo
si
mermaba
las
tablillas.
De
im-
proviso
volaba
la
portera,
al
dormitorio, la capilla, al
refectorio,
las ctedras;
pareca multiplicarse,
subdividirse,
hasta parecer
doscientos
trescientos
Pontolongn.
Hubo
vez
que
los
mozos
de aseo,
al
ir
robar el sebo
de los
faroles
encontraron
al maestro
de
aposentos,
ya
muy entrada
la
noche,
ace-
chando
desde
una
pilastra
y
lo
descubrieron
por el
olor infernal
de
su
puro
de
doce.
III.
Este
dmine
era
cataln
de nacimiento
y
tonto de
los que el vulgo
llama
de
capirote
;
fantico
peor
que
Torquemada,
hubiera
visto
en
la
hoguera
cien
herejes
con
todo el
placer
de su
corazn.
Un to paterno
lo
haba
presentado
como
propsito
para familiar
del Santo
Oficio,
y
el
seor
inquisidor
encargado
de la
recluta
de
verdugos,
lo
crey
apto
para
las
tareas,
y
fu
admitido.
Portse
con tanta
asiduidad,
que
en conciencia
mereca
un
premio:
as
es,
que
se le
dieron
las
rdenes menores
y
se
destin
lo
que se
ofreciera,
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JUAN
A.
MATEOS
Es
cierto
que
estoy
ordenado
solamente de
epstola
;
pero no
por
eso
soy
menos
inmune;
los
cnones
me favorecen,
los
concilios me
apoyan,
y
los
dichos
de
los
Santos
Padres
me
amparan
Avisemos
afl.
seor
rector.
Quedse
pensativo
el
clrigo
por
algunos
momentos
;
pero
reflexionando
la
enemiga
que
se
echara
encima con
la
acusacin,
opt
por un
medio
de
conciliacin.
El
rector
es terrible,
dijo,
y
va
hacer
un
escarmiento;
mi
misin
es
evanglica,
y
si
estos
jvenes me
piden
perdn,
todo
quedar
olvi-
dado
en
honor
del buen
nombre
y
concepto
catlico
del
colegio de
San
Ni-
cols.
La
estudiantina,
para
completar la
burla,
comenz
gritar
en
tono
de
aguacero:
Perdn ...
perdn ... perdn ...
hasta
aturrullar
al
maestro
de
aposentos.
Bien, os
perdono
y
cuidado
con
otra,
porque
dara
parte
la
rec-
tora
y
hasta
al
seor obispo
de
la
dicesis.
Amn
contestaron
los
estudiantes;
y
dirigindose
al
refectorio
cenaron
con
el
mejor
humor
del mundo.
La
esquila
toc
a
silencio,
y
media
hora
despus
el
reposo ms
pro-
fundo
reinaba
en todos
los
departamentos.
VI
Despus
que los
colegiales
se
encerraron
en
sus
dormitorios, Pontolon-
gn
se
entr
en
su
aposento
mordindose
las
manos
de
furor,
y
jurando
vengarse
de los
rapaces
que
tan
desapiadadamente
^lo
haban vapulado.
Sus
ojos
verdes lucan
como
los del tecolote,
y
sus
narices
se
inflaban
arrojando
el
aliento
en
un
mugido
de
clera.
Ya
me
la
pagarn
esos
condenados,
deca
gruendo
Pontolongn;
los
he
de
plantar
en
el
tormento,
pierdo
la crisma del bautismo
;
ya co-
nozco
los del
tumulto.
Arrebujse
en
su
turca, tom
su
sombrero,
cerr
Ja
puerta de
su
apo-
sento
y
se
ech
andar
por los corredores.
Al
pasar
por
la
puerta del
rectorado,
peg
su
ojo vivaraz
y
maligno
al
agujero
de
la
cerradura.
Hola
hola
murmur
por
lo
bajo,
esos son
papeles
clandestinos
con que el
seor
rector
se permite
algo
contra
los
cnones
y
el
Estada:
este
es
asunto
muy
serio
y
caso
de
conciencia
;
avisemos, avisemos,
porque
temo
incurrir
en
excomunin
;
sobre todo,
si
el
rector
es
encausado,
nadie mejor
que yo
debe
substituirlo,
esto
es
claro.
|
Dios
mo
continu
el
clrigo
sin
despegar
d
rostro
de
la
cerradura
con qu
cuidado
los desdobla
eso
contiene
algo nefando:
ya
tengo
bien
las
seas
de todo,
la
Inquisicin
sabr
lo que
hace,
yo
me
l*vo
las manos...
j
Y
qu ojos
saca
el
rector
..
y
cmo
levanta
las
manos
...
time
los
esp-
ritus
malignos
vade
retro
satans
Despus
de
observar
todo el
tiempo
que
le pareci
conveniente,
se
alej
de
puntillas,
bajo
la escalera,
habl
algunas
palabras
al
odo
del
portero,
y
se perdi
lo
largo
de la calle.
-
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JUAN
A.
MATEOS
Ave
Mara
exclamaron
los
tertulianos santigundose.
En
aquellos
momentos tres
toquidos
sonaron
en
la
vidreca.
Todos se
volvieron,
como
esperando
la
entrada de la
bruja.
El
padre
Pontolongn
penetr
en
la
sala,
y
su
fisonoma
asustada
por
las
emociones,
produjo
una
impresin
desagradable
en
el
nimo
de
los
cir-
cunstantes.
Acercse el
clrigo,
debi una
rodilla
y
bes el pastoral
del
obispo.
Tome
asiento, dijo su
ilustrsima,
y
diga
algo de
nuevo.
Nada
s,
ilustrsimo
seor,
no ser un tuinultillo
de
los
colegiales.
j
Hola
los
escolares
se
han atumultado,
y
contra quin?
Contra
mi
persona,
ilustrsimo
seor.
Cuente, padre,
cuente
el
por
qu
de esos
desrdenes.
Yo
no
quiero
hablar
de
mis
superiores
ilustrsimo seor
;
pero
el
jefe
del
colegio
que
desempea
el
rectorado,
parece descuidar
a go
lo
que
se
le
tiene
encomendado.
Vironse
con
una
mirada
de
inteligencia el
obispo
y
Abad
y
Queipo.
Pontolongn
continu
con un tono
di
hipocresa
aconcentrada
Los
escolares
se
han
permitido ponerme
un
sobrenombre.
Cul?
se
apresur
preguntar
el
obispo.
Pues
ilustrsimo
seor, me llaman chacal.
Una
sonrisa discurri
por todos
los
labios,
porque
el apodo le
vena
de
molde.
No
hay
que
hacer
aprecio
de
las
humoradas
de
los escolares.
No es
eso
todo,
ilustrsimo seor,
sino
que
esta
noche
la hora
del
rosario,
apagaron las luces
y
me
han
dado
una
con
las
turcas,
que
mi
existencia ha
estado
punto de
peligrar
seriamente.
Y
todo
eso
en
la
capilla, padre Pontolongn?
En ese
sagrado
recinto precisamente.
Esto
es
ms
serio
de
lo
que
pareca.
Ya
lo
creo,
como
que
trae
consigo
la profanacin
del
recinto
y
la vio-
lacin de
mi
persona.
Malo,
malo
murmur
el
obispo.
Yo deseo
que
se aplique
un
correctivo,
no
por
m, porque
yo perdono
pero
s
por el
desacato.
Tiene razn el
padre.
I
Y
ha
dado
parte al
rector?
Lo cre
enteramente
intil.
El mal ejemplo
puede
cundir,
atajemos
el mal
haciendo
salir
los
perturbadores.
i
No le parece
su seora,
dijo
Fray
Angel de la Divina
Infantita,
que
el
Santo
Oficio
se
roza
con
aste
asunto
de
violacin?
Lo
creo,
pero
la
inadvertencia
de
los estudiantes
es
excusable,
lo
cual
no
quiere
decir
que
debe
omitirse
el
castigo.
Con la expulsin
de los
perturbadores.
No es
eso
suficiente,
reverendo
padre:
se
necesita
enviarlos
por
algn
tiempo
un convento.
Me
ocurre
el 'de
San Luis
Potos.
Falta
sabor los
nombres.
Me ser
fcil
sealarlos.
Es
negocio
arreglado.
Son
el
toque
de
nimas,
rezse
una
estacin
y
disolvise
la
tertulia.
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23
JUAN
A.
MATEOS
fray
Angel;
en
vano
el
gobierno
del virrey
Branciforte ha
procurado
el
exterminio de
osos
dccumt-ntos
infernales
de
los
herejes
revolucionarios;
ellos
alcanzan
como
la
langosta
los
campos
ms bien
cultivados.
Vaymonos
con
tiento,
reverendo padre, en este
negocio; el rector
de
San
Nicols
es
un
hombre
respetable,
es
un
sabio,
y
el
clero
de
Mxico
lo
respeta;
tiene
amistad con
algunos
seores
inquisidores.
Eso
es
otra
cosa,
salvemos
su
persona, respetmosle
;
pero tomemos
esos
papeles,
que
una
vez en
nuestro
poder, justificarn
la
medida.
Es
que el
seor
Hidalgo no
permitir
el
cateo,
puede
acusarnos,
y
la
responsabilidad
del:
escndalo caer sobre
nuestras
cabezas.
Yo,
ilustrsimo seor, me lavo las
manos, dijo confuso
el
padre
Pontolongn.
Pero
yo
no
me
las
lavo, grit
el
fraile
montas, si me
han
de
quemar
por
defender nuestra
sagrada
religin,
estoy
resignado
sufrir
las
llamas.
No
es eso, reverendo
padre,
es que de
no
salir
exacto todo
o
decla-
rado por
ese
subdiccno,
cae
en
desconcepto
la
Inquisicin.
Ese
es otro aserto, ilustrsimo seor,
pero
de
cualquiera
manera se
debe
proceder
al
cateo.
Arreglemos el
modo.
Me
ocurre
uno, dijo
sagazmente
Pontolongn.
Dgalo al punto.
Haced
llamar
al
rector
de
San
Nicols
para
una
consulta,
y
mien-
tras,
practicamos la
operacin.
A
esta
hora, todos
los
colegiales
duermen,
y
el rector no tiene
ya que
volver
al saln
donde
estn
los
libros.
Extraar que
las nueve de la
noche
se
le llame.
Eso
consistir
en
el mayor
menor inters
que
dis
la consulta.
Quedse
el obispo
reflexionando
un
momento,
y
despus dijo
con tono
de
seguridad:
Decid
uno do mis
familiares
que
vaya
suplicar
al seor
Hidalgo
y
Costilla
se digne pasar
inmediatamente
al
obispado.
Restregndose
las
manos
de
placer, se
escurri
el
dmine
y
di
el
recado
al
familiar,
que finga dormir
profundamente en
uno de
los sillo-
nes de
la
antesala,
pero
que
acechaba
como
un Argos, sin perder
una
palabra.
III.
Un
cuarto do
hora
despus,
el
rector
de
San
Nicols
entraba
en
la
sala
de
recepcin
del
arzobispado
de
Vallodolid.
D03
embozados
acechaban
desde la
acera
de en
frente.
Luego
que
las
posadas
hojas
de
a
gran
puerta del
arzobispado
se
cerraron,
los
embozados
se
dirigieron
al
colegio
de
San
Nicols.
El eclesistico,
que
ya
conocen
nuestros
lectores,
tom
asiento
espe-
rando la
llegada
del
obispo.
Despus
de
unos veinte
minutos,
el seor
obispo
se
dej
ver
en
el
saln.
-
.
Perdone
el
seor
Hidalgo
si
le
he
hecho aguardar
demasiado,
pero
un
ayunto de
urgencia
me
detuvo
en
el despacho.
-
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-
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-
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3?
.u&N
A.
MATEOS
He
aqu
el
cuerpo
del
delito;
y
present unas
cenizas
de
papel
per-'
fectamente
guardadas
entre
dos
hojas
de
pergamino.
Y
bien?
dijo
el
obispo.
Que
el
rector,
dijo
Pontolongn,
los ha
hecho
desaparecer.
Calle
la
boca
el
muy
soez
dijo
con
ira el
obispo.
Pontolongn
abri
la
boca
desmesuradamente.
Fray
Angel
se
qued
aturdido.
Los
documentos
no se
han
encontrado
en
la
biblioteca,
pero
esta;
prueba
es
irrecusable*
[Y
es
eso
todo lo
que
tenis
que
decirme?
Esta
es
una
cabeza
de
proceso.
Pues esa
cabeza no
vale
nada,
las
cenizas
no
prueban
nada,
ni
nada
prueba
nada.
Es
que ese
hombre no
sabe
lo
que
se dice;
su
conducta
es un
tejido
de
abominaciones
que
horripilan,
s
llustrsimo seor
exclam
el
clrigo.
Calle
como
si
no
se
supieran
los
escndalos que
han
dado
lugar
la
insurrecin
de
los
escolares
Ilustrsimo
seor
Calle
su
conducta relajada
ha
hecho que
los
colegiales
le
pongan
el
sobrenombre de
Chincuete.
Chacal,
ilustrsimo
seor.
Eso
quise
decir, Chacal,
y
sabed que
os
voy
separar
del
colegio
por
perverso consuetudinario.
Seor
Nada de
splicas, estoy
verdaderamente
irritado;
y
vos,
fray
Angel,
retiraos
vuestro aposento;
maana trataremos este
asunto.
Yo
he
formado
concepto
ya.
Salga el
clrigo pervertido.
Al
momento,
ilustrsimo
seor,
dijo Pontolongn,
y
dando
tres
saltos
con honores
de
caravana ',
sali
escapado
del
saln.
[
Conque
tenis formado concepto, fray Angel ?
S,
ilustrsimo
seor,
creo
que
el
clrigo
Pontolongn
es
un
infame,
que
por
odio
al
rector lo ha
denunciado.
Puede
ser.
Y lo
es,
porque durante
el
camino lo
he
odo
casi
blasfemar
contra
el
rector,
y
me ha indicado
la
i
(fea
de
sucederle
en
el
rectorado.
Horror
horror
cmo
atacara
ese hombre
las doctrinas
de
Cal-
vino
y
de
Lutero,
sin
tener....
es
decir....
Ya,
ya
comprendo,
dijo
el
fraile
quien
el
obispo
le
espet
un
trozo
del
discurso
del
eclesistico.
El maestro de
aposentos
es
un
pjaro
de cuenta;
es de
sentir
que
no
tenga
yo
aqu
algunos
tiles
de
la
Inquisicin
para
hacerle
hablar.
Nunca
es
tarde,
creo que
ese
ser
su
paradero.:
Es
muy
robusto,
aguantar
dos
a
vueltas.
Doscientas
le
diera
esta
noche por
.bruto.
Aqui hay
algo,
pensaba el fraile.
En fin,
es
muy tarde
ya,
necesitamos
descansar.
El
cateo
ha sido
escrupoloso
y
estoy
rendido.
Cuando
creo
empeado
el
honor
el
Santo
Ocio,
no perdono
trabajo, ilustrsimo
seor.
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
39/475
SACERDOTE
Y
CAUDILLO
33
S
Bien
hecho,
no
sera
malo
que
espiaseis
ese
escandaloso.
Perfectamente,
ilustrsimo
seor,
en
eso no
hago ms
que
cumplir
con
mi
obligacin,
la
salvacin
de
la
fe
.
Bes
el
fraile
el
pastoral,
y
se
alej
diciendo
entre
dientes:
No te
has
de
escapar
aunque
lleves
hbitos
morados
;
la
Inquisicin
nada
respeta,
yo
dar
parte
de
que
has
estado
encerrado
dos
horas
con
un
clrigo
sospechoso,
afortunadamente
la
tinta ha
sobrevivido
al
papel
y
en
las
cenizas
est
la
palabra
igualdad
.
El
clrigo
Pontolongn
esperaba
su
amigo
en
la
puerta
del arzo-
bispado.
Aqu
estoy,
le
dijo
en
voz
baja,
os
estaba
aguardando.
Poca
paciencia
tenis,
me
qued
con el
obispo
para
aplacarlo, os
estaba
recomendando.
Gracias,
reverendo
padre,
dijo
Pontolongn
haciendo
una
mueca
infernal,
que
fray
Angel
no
pudo
distinguir
en
las
tinieblas
de
la
noche.
Echemos
andar
que
nos
esperan.-
Como
que
no
dilata
en
sonar
la
queda.
El
clrigo
y
el
fraile
se
dirigieron
uno de
los suburbios
ms lejanos
de
la
poblacin,
escapando
ser
reconocidos por
la ronda,
que
su
vez
tema
s?r
reconocida por
los
malhechores.
CAPITULO
IV.
Lino el
mulato*
I.
El
familiar
del
obispo
sali inmediatamente comunicar
la
orden
al
rector de
San
Nicols,
para
que
se
presentase
desde luego
en
el arzo-
bispado.
El
familiar
era
un
zorro de
cuenta,
su
fisonoma
traviesa
lo
denun-
ciaba
al
momento que
se le
pona la
vista encima.
Llambase
Antonio
Pedraja, era natural de
Morelia
y
tena
un ta-
lento
natural,
y
sobre
todo,
una
viveza
admirable.
Antonio
Pedraja
hizo rpidos
progresos
en
el
colegio,
y
fu
escogido
para
familiar,
tenindole el
obispo entre
sus
consentidos.
El estudiante
era
un
tronera de
primera
fuerza,
y
la
edad de vein-
ticuatro
aos
;
haba
recorrido el mundo
ms
de
lo regular,
y
comprome-
tido
su
pellejo
en
ms
de
dos
aventuras.
A
pesar de
su
sotana
y
su tonsura,
que era
de
rigor
en el puesto
que
ocupaba,
el
bueno
del
familiar
se
inclinaba
las muchachas
que
era
una
gloria.
Por
las noches,
arrojaba
el
traje
talar,
se embozaba en
su
capa
y
Igaba
su
brazo
una
tizona de
cinco
cuartas.
Pedraja
se
reuna
con
un
grupo
de
amigos
que
armaban camorra
por
alquier
pretexto,
y
haba la
de Dios
es
Cristo,
apaleando
las rondas
corriendo
despus
tomar
iglesia
en
el
obispado.
Sacerdote
y
Caudillo
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
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34
JUAN
A.
MATEOS
Ya el
seor
obispo
haba
tenido repetidas quejas
del
familiar,
le
haba
reido
seriamente;
pero
el
estudiante
no
haca
el
menor
aprecio
de
las
jaculatorias
del
obispo,
como
l llamaba
los
regaos.
Pedraja
estaba
la sazn
enamorado
de
una
lindsima
joven que
viva
en
la
calle del
Ratn, contigua
la
del colegio;
as es,
que
cuando
sus
amigos
le
preguntaban donde
pasaba
las
horas,
l
contestaba
con
mucho
donaire: en
la
ratonera.
Cuidate de
los
gatos, le contestaban
los
concolegas.
No
hay cuidado, yo
soy
cazador
de
primer orden.
El
padre
de
la
joven
estaba
inquieto,
porque en
una
especie de
taberna
establecida
por
Lino el
Mulato en uno de
los
suburbios
de la
ciudad,
el
familiar
haba
ofrecido
robarse
la
muchacha.
Pedraja
era
capaz de
eso
y
mucho
ms,
lo
cual
no le
haca
gracia al
viejo, que
estaba
como
suele decirse,
con el
Jess
en
la
boca.
Pedraja no
le
tena
miedo
ni
al
obispo
ni
la
Inquisicin;
era lo
que
se
llama un
desalmado: las viejas
instaban
porque
aquel
satans
se
quitase
los arreos
eclesisticos,
por
honor
de
los buenos sacerdotes,
porque hubo
vez
que
la
sotana
de
Pedraja
apareci
colgada
en
el ba-
randal
de un
balcn.
A una
sola persona respetaba el
familiar,
una
sola consagraba
el
respeto ms
profundo
y
la
veneracin
ms
completa.
Quin
obrara
ese
milagro?
preguntarn
nuestros
lectores;
efectivamente,
era
un
milagro
ese rapto
lrico
del
alma
del estudiante.
La persona amada
y
temida
de
Pedraja,
era
el
seor
rector del
co-
legio
de
San
Nicols.
Cuando
lo
vea aparecer
por
las
naves sombras de la Catedral,
se
le
acercaba respetuoso,
le
besaba la
mano,
y
deca para
su
coleto: Me
parece que
es
un
santo
que ha abandonado el corateral.
El
rector
pasaba con
su
continente
sereno,
diriga
una
mirada
severa
al
estudiante,
le deca una sentencia
en latn
(que
Pedraja
no entenda)
con
referencia
su
conducta,
y
se
deslizaba como
una
sombra.
Este hombre
me inspira
ms veneracin
que
el obispo
con
su
corte
de sotanas;
si el
rector me
echase
una jaculatoria,
estoy
seguro
que me
hara
ms
mella
que
los
sermones del
prelado.
El
familiar
segua
la
carrera
de
la vagancia,
y
su intrepidez
lo
con-
duca
lances
de
los cuales no sala
siempre
airoso,
lo
cual
no
obstaba
para que fuese
calavera
de
ms
buen
corazn,
capaz de arriesgar la
vida
por
el
ltimo de
sus amigos.
II.
El
estudiante
apret
el paso,
se
entr
en
la
calle
Real,
lleg
al co-
legio,
subi
en
tres
saltos
la
escalera
y
llam
la
puerta
del
saln.
El
eclesistico
se haba
quedado
en
ese sopor de la contemplacin,
sumido
en
profundas
cavilaciones,
cuando
lo
despertaron los
toquidos
del
estudiante.
Levantse,
seren
su
semblante
y
abri
la puerta.
Buenas
noches,
seor
rector.
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
41/475
SACERDOTE
\
CAUDILLO
35
Hola
por
aqu
el
familiar
Pedraja.
Vengo
de
parte
de
su
seiorfa
ilusttsima
suplicar
al
seor
rector
se
sirva
pasar
inmediatamente
al
obispado
para
un
asunto
de
mucha
ur-
gencia-
-
El
eclesistico
pleg
el
ceno con estraeza,
y
despus
contest:
E?t
bien,
voy
al
momento.
El
familiar
reflexion
que
aquel
hombre,
presa de
la
denuncia
y
la
infamia, poda
parar
en
las garras
de
la
Inquisicin
y
sufrir
tormento
s
horribles.
Acercse
como
indeciso
al
rector;
ste,
comprendi
que
algo
quera
decirle
el
estudiante,
y
protestando
arreglar unos
libros
le
dijo:
Y
cmo
est
de
salud
su
seora?
Bien,
seor,
ahora
mismo
acaba
de
concluir
la
tertulia,
en
ella
precisamente
se
habl
del
colegio.
Bien.
Deca,
continu el
familiar,
que
se habl
del
colegio
y
del
desorden
que
tuvo lugar
la
hora
del
rosario.
Ya,
ya.
El estudiante
no era
hombre de
prembulos, iba
siempre en
lnea
recta
su
objeto; as es que
encarndose
al
rector le
dijo
de
una
manera
violenta
Seor,
s
que
me comprometo
con
lo
que
voy
revelar, pero
nada
me
importa
cuando
cedo
las
inspiraciones
de
mi
corazn
:
usted
ha
sido
denunciando
esta
noche
por
ese
miserable
de
clrigo
llamado
Ponto-
longn, que asegura
la existencia
de papeles
clandestinos en
la biblioteca
del
colegio
;
y
para
decirlo todo
de una
vez,
os
llaman para deteneros
en
el obispado mientras
practica
un
cateo
el
delegado
de
la
Inquisicin. Si
es
cierto,
aun
es
tiempo,
no
haj'
ms
que
quemar esos papeles,
drmelos,
yo los
guardar
en el
mismo
obispado,
all
no
los
encontrarn
nunca.
Gracias, joven, dijo el rector conmovido
por aquel rasgo de gene-
rosidad
;
no
olvidar nunca
accin tan noble
y
desinteresada,
pero
el
padre
Pontolongn
so
ha engaado.
Me
alegro, dijo
el
estudiante con
satisfaccin,
jqu
buen
chasco el
que
van
llevarse
esos
malvados
yo
me retiro
con permiso
del seor rector.
Id con Dios,
amigo mo.
El
familiar
corri
al obispado,
y
en
tono compungido
avis
al
obispo
que el
eclesistico
estaba
ya
en camino,
obsequiando
las
rdenes
de
su
seora
ilustrsima.
Que busque ahora
ese mentecato
de
fray Angel,
que busque;
el
rector
es
un lobo
corrido,
bueno
es
l
para
que
el imbcil
de
Pontolongn
le
tome
en
su
redes;
en
un
descuido echa
por un voladero
al
maestro
de
aposentos.
Ahora,
marchmonos
la
taberna,
que
ya
hago
falta en
la
tertulia
de
los
cosacos.
El
familiar
se
emboz
on su
capa,
tom
su
espada
y
se
dirigi
sin
ms
prembulo
la
taberna
de
Lino
el
mulato,
mientras
se
practicaba el
ateo
en
el
colegio
de
San
Nicols.
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
42/475
36
JUAN
A.
MATEOS
III.
En
una
de
las
apartadas
calles
de
la
poblacin,
y
hacia
la
salida
de
la
ciudad
por el lado
Norte,
haba
una
casita
de
modesta
apariencia,
donde
un mulato
llamado
Lino,
tena un tendajo con algunos comestibles
y
bebidas
embriagantes,
que
eran
precisamente
las
que
atraan
ms parro-
quianos
al establecimiento.
En una pieza interior beba
la
gente
decente.
Los muebles
consistan
en
media
docena
de
mesas
hechas de
madera
ordinaria
y
varias
sillas
con
asientos
de vaqueta.
En
aquella pieza slo entraban
los
parroquianos
de
confianza,
es
decir,
varios
vecinos
honrados,
algunos
clrigos,
estudiantes,
el
barbero,
y
los
aficionados
los buenos
caldos,
Lino
era
uno de esos
personajes
siniestros, predestinados
al
mal,
incapaces
de
afecto por
nada
ni
para
nadie, vengativo,
insolente
y
bajo
cuando
se
hallaba
en situaciones apremiantes.
Lino aborreca
cordial
mente
todos
sus
parroquianos,
quienes
hubiera jugado
de
buena
gana
una
de
Lucrecia
Borga.
Lino haba hecho
una
excepcin
de
favor
de
Pedraja;
su afecto
lle-
gaba hasta
fiarle
un
re
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
43/475
-
7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
44/475
JUAN A.
MAIDOS
No
importa,
si ya
todo
est
arreglado con el
padre;
adems ma-
ana
yo
estar
en
La
casa
exhortar
Rosala
que acepte el matri
monio.
Deseo
que
me
favorezca
usted con
su empeo.
Cuente
usted
con mi
proteccin.
Ya
sabe
su
paternidad
que
no
me
dar por
bien
servido.
Lo
comprendo.
Es
necesario librarnos
cuanto antes del estudiante.
Buscar
una
coyuntura
para
soplarlo
la
Inquisicin,
que es
el
sitio
ms
propsito
para
esta clase
de truhanes.
Eso
es,
la Inquisicin,
perfectamente
discurrido.
Afortunadamente,
mi
dicho pesa algo en
el
nimo del
Tribunal,
y
entrar
en
el
negocio que
tengo
pendiente
con un
alto
personaje
y
el
familiar.
Luego se
trata
del obispo,
pens el flebotomiano.
Fray
Angel
de
la
Divina
Infantita
guardaba silencio,
y
de cuando
en
cuando
apuraba
un sorbo
de cataln.
El
fraile
paseaba sus
miradas
indagadoras
sobre cada uno de
los
personajes
de
la
taberna.
Despus que
ed
barbero
se
retir
de
la
mesa donde estaba
el
padre
Pontolcngn,
Fray
Angel
le
pregunt
este
de
qu se
trataba.
Nada
menos que de
una
fortuna
inmensa,
reverendo
padre;
figuraos
que
>>n
Manuel
Prez
de
Trevio
es
un
portugus
riqusimo,
dueo de
kaciemb.
y
ranchos,
y
tiene
mucho
dinero
en
numerario.
i
Portugus
?
pregunt
iray
Angel.
Portugus, reverendo
padre,
contest
el
maestro
de
aposentos.
Debe
ser
hereje
por fuerza.
Creo que
no,
porque su
piedad
es
reconocida
en
la
feligresa.
Adelante.
Pues
el
susodicho Don
Manuel
tiene
en
su
casa
una
nia
hermo-
ssima
que
se llama
Rosala,
y
quien pretende
el
flobotomiano.
Hola
;
hola
el
seor
de Ramos.
El
portugus
abomina
al familiar,
y
ha
jurado
casarla
con
ese
des-
graciado
antes
que entregrsela
el
estudiante;
la
muchacha
no
le
ama
precisamente,
pero
al
estudiante le
idolatra;
cosas
de
la
juventud
errores
de las nias inexpertas.
No
creo
que
sea
este
el
caso,
padre
Pontclongn,
porque
entre
el
maestro
de
sanguijuelas
y
el
familiar, no
hay quo pensar
mucho.
No
importa,
el
barbero
nos
promete
una
cantidad
regularcilla
si
le ayudamos
en la empresa,
que
por otro
lado nada tiene
de
reprobada.
Ya
lo
creo.
El
familiar
e3
todo
un
calavera,
ya
lo ve
su reverencia,
metido
en
la
taberna.
Qu
escndalo
exclam
fray Angel
dando
un
sorbo
de
aguardiente;
cierto
es
que
nosotros
nos
encontramos
en
el mismo
sitio,
pero
es con
permiso
y
venia
del Santo
Tribunal.
Eso
es,
no
haba
reflexionado.
Concluya
esa
historia,
que
ya
est
la noche
muy
entrada.
El
barbero ha
buscado
una
vieja
quien llaman
la
madre
Pau-
lina,
para
que
hechice
la
muchacha.
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7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
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S
^CERDOTT
Y
CAUDILLO
Ave
Mara
Pursima
exclam
el
fraile
santigundose
por
tros
veces.
No
os
azoris,
reverendo
padre,
todo
ello
consiste
en
que
hable
de
6ii amor,
do
sus
sacrificios,
del
matrimonio,
y
le
haga
consentir
en ol-
vidar
ese
zngano
del
estudiante.
Ya
tengo
orden
de
praticar
una
averiguacin.
La
practicaremos
y
veris
que en
nada os he
mentido.
Padre
Pontolongn,
me
parece que
estis
inficionado
de
herega.
Lbreme
Dios
de
semejante
cosa,
reverendo
padre;
yo
he
hablado
con esa
mujer,
porque
nosotros
nos
es
licito en
pro de la
religin
ca-
tlica.
}
Hum
hum
dijo
el
fraile
tomando
otro trago.
La
bruja
ha
hecho su
oficio,
pero
infructuosamente;
la
muchacha
no. ha
cedido un peo
y
es
necesario
ocurrir
la
iglesia.
Deba
haberlo
hecho
antes de
probar
esos
medios tan
torcidos.
Disculpad
un
enamorado.
Conque
decs
que
es
portugus Trevio?
S,
reverendo
padre.
Pensaremos,
pensaremos sobre
el
particular.
IV.
Mientras
el barbero
hablaba
sotto
voce
con el
padre
Pontolongn,
este
su
vez con
fray
Angol, el
estudiante
sali
preguntar
Lino
el
mulato
sobre
su
conversacin con el
flebotomiano.
Nada
tiene
usted
que
esperar;
dentro de
ocho
dias
se casa con
Rosala,
y
punto
concluido.
No
tan
concluido
que
digamos,
porque
esta
noche mato
ese
raspa-
carrillos.
Poco
poco,
porque
eso sera
en
balde,
cuando hay medios
ms
propsito
para deshacerse
de
l.
Indquemelos.
Maana.
No, ahora.
Es
que
la clera
y
el
aguardiente
os
han
cegado.
Habla,
Lino,
cargan
contigo
todos
los
diablos.
Cuidado
conmigo,
seor familiar, porque
las bravatas
harn
que
no diga una palabra.
'
Cien,
ya
no
insisto, seguir
tus
consejos,
di
me
lo
que
tengo
de
hacer.
Por ahora
nada, idos
recojer,
porque
un escndalo...
sera
un
escndalo.
Me
hace
muy
mal
estmago
ese hombre,
he
sabido esta
noche
que
una
bruja obligaba
una hija
de
confesin
de
un clrigo
asistente
la
tertulia
del obispo,
que se
fuese
con este
saca-muelas,
y
he
sospechado
que
He ah
el
negocio
do
que
pienso
hablaros.
Luego
sabis
la
infamia
de
la
bruja?
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7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902
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S,
y
maana
dir
donde
vive,
para
que
se
d
parte
al
Santo Oficio
y
se
practique
la
averiguacin.
Exaltado
el
familiar
al
relato
del
plan
del barbero
y
los
menudos
tragos
del
aguardiente,
se
entr
en la
trastienda,
recargse
en
la
mesa,
tirse
el
sombrero
los
ojos,
y
comenz
bajo el
ala
ver
de
hito
en hito
al
barbero.
Este
quiso
provocar
una
reyerta
para
dar
con el
estudiante
en
la
crcel,
y
parndosele
frente
frente
le
dijo:
I
Vuesarc
quiere
algo
conmigo?
No,
maana
ser
cuando
os
llame
para
que me
hagis la barba.
Es
que
mi
mano puede
desde
ahora
llegar
vuestras
barbas.
De
que
manera?
As,
dijo el
barbero,
y
dej
caer
su
mano
sobre
el
rostro del
estu-
diante.
Pedraja
tir
de
la
espada y
carg
con
tal
fuerza
sobre
el
flebotomiano,
que
lo
ba
en
sangre
y
lo
tendi
cintarazos
medio muerto.
El
sub-dicono
Pontolongn
quiso tomar parte
por el barbero,
y
ya
ciego
el
familiar
arremeti
eontra el
maestro
de
aposentos,
dndole una
felpa
inolvidable.
Eran tales
las
blasfemias
y
los gritos, que fray
Angel
parndose
sobre
una
mesa
grit
con
voz
de
trueno:
Daos presos
en.
nombre
del
Santo
Oficio
y
descubrindose mostr
un
cerquillo
y
una
insignia
que
llevaba
su
pecho
como
delegado
de la
Inquisicin.
Rein
un
silencio
profundo.
Repsose
el
estudiante,
reconoci
fray Angel,
y
le
dijo:
%
Conque
vos estis
tambin en
la taberna?
o
tenis
derecho
de
interrogacin.
Ni vos
tampoco;
porque
este es
el
tribunal de
los bebedores.
Yo
os
conmino
en
nombre del
santo
Tribunal.
Y
mi
no me
d
la
gana,
porque estis ebrio
como
nosotros.
;
Favor
la
inquisicin
grit el fraile
en
la
puerta
de
la
tienda.
La
ronda
acert
pasar
en
aquellos
momentos,
y
se
entr
en
la
ta-
berna;
entonces
Pedraja
di
un
cintarazo al
candil,
que
se apag
instant-
neamente.
La
confusin
ms
grande
se
introdujo
en la reunin,
todos
gritaban,
sacudan
las
sillas
y
las
tizonas,
sin saber
quin
heran
ni
en
dnde
daban.
Pedraja
sinti
que
una mano
spera
y
nervuda, lo
tomaba
poi*
el
brazo;
conoci
que era la del mulato
y
se
dej
conducir
en
medio de
aquella tormenta.
El
mulato
entreabri
una
puerta
que
daba
las
habitaciones
inte-
riores
y
sac al
estudiante
de
aquella
Babilonia.
Lino entr con
una candileja
de
tres mochas
al
campo
del
combate
y
todo
entr con la
luz
en reposo.
Aqu
hay brujas
seguramente,
dijo
fray
Angel,
y
vos me habis
hablado
de
ellas
hace un momento,
padre
Pontolongn,