masacre de las bananeras

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Masacre de Las Bananeras- Colombia

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Masacre de las Bananeras

LaMasacre de las Bananeras oMatanza de las Bana-neras fue un exterminio de los trabajadores sindicaliza-dos de la United Fruit Company que se produjo entre el 5y el 6 de diciembre de 1928 en el municipio de Ciénaga,cerca de Santa Marta, en el departamento del Magdalena,Colombia. Un número desconocido de trabajadores mu-rió después de que el gobierno de Miguel Abadía Méndezdecidió enviar al ejército colombiano a poner fin a unahuelga de un mes organizada por el sindicato de los tra-bajadores que buscaban garantizar mejores condicionesde trabajo. El gobierno de los Estados Unidos de Améri-ca había amenazado con invadir Colombia a través de suCuerpo deMarines, si el gobierno colombiano no actuabapara proteger los intereses de la United Fruit.El 12 de noviembre de 1928 estalló una gran huelga en lazona bananera de Santa Marta, una huelga masiva jamásvista en Colombia. Más de 25 000 trabajadores de lasplantaciones se negaron a cortar los bananos producidospor la United Fruit Company y por productores naciona-les bajo contrato con la compañía. A pesar de tal presión,la United Fruit Company y sus trabajadores no lograronun acuerdo colectivo, la huelga terminó con un baño desangre: en la noche del 5 de diciembre, soldados colom-bianos dispararon sobre una reunión pacífica de millaresde huelguistas, matando e hiriendo a muchos. Esa terriblenoche ha sido grabada en la conciencia de los colombia-nos por los novelistas Gabriel García Márquez, en su obraCien años de soledad, quien nació en la zona bananera elmismo año de la huelga, y Álvaro Cepeda Samudio, en sunovela La casa grande, y por el dramaturgo Carlos JoséReyes, quien cuenta la historia a través de los ojos de unsoldado recluta.

1 Antecedentes

El banano se originó en Asia y fue introducido a los trópi-cos americanos solamente después de 1492. La geografíade Santa Marta la hizo muy apta para la producción bana-nera. Amediados del siglo XIX, sin embargo, el potencialde Santa Marta no había sido aprovechado. Casi nadie enlos Estados Unidos de América o en Europa había vistoy mucho menos probado bananos, y se consideraban unafruta exótica. Y Santa Marta era una población soñolien-ta, aislada del resto de Colombia y del mundo. Unas pocasfamilias con intereses mercantiles vivían en la población.Poseían también propiedades rurales, pero la aboliciónde la esclavitud en 1851 había empobrecido las hacien-das y muchas habían sido abandonadas. Intercaladas con

las grandes propiedades existían enormes extensiones detierras baldías que nadie reclamaba. Unos pocos indíge-nas pescaban y cultivaban cosechas de subsistencia y unospocos pueblitos dispersos de colonos indígenas, negros ymulatos producían cosechas para alimentarse.El estímulo inicial para la exportación de banano vino delas prominentes familias de Santa Marta. Con el desarro-llo de la agricultura de exportación en otros lugares delpaís, trataron de romper su aislamiento. La llegada de unacompañía francesa les ayudó.A finales del siglo XIX y comienzos del XX, varias com-pañías extranjeras intervinieron en agricultura y en pro-ducción ganadera en la Costa Atlántica colombiana, espe-cialmente en las regiones del río Sinú, Mompox y SantaMarta. Una de las primeras fue la Compaigne Imobiliereet Agricole de Colombie que en la década de 1870 compró20 000 hectáreas cerca de Santa Marta. Las élites localesaprovecharon la renovación de la actividad económica es-timulada por la compañía: comenzaron a sembrar tabaco,cacao y caña de azúcar, que aquélla exportaba. Al mismotiempo hicieron esfuerzos para desarrollar una infraes-tructura que conectara Santa Marta con los mercados.En 1881 un grupo de notables samarios obtuvo autoriza-ción para construir un ferrocarril de Santa Marta al ríoMagdalena, y en 1887 iniciar un plan para mejorar elpuerto. Por el mismo tiempo se fundó la primera Socie-dad de Agricultores y sus miembros comenzaron a ex-perimentar con un nuevo producto, el banano Gros Mi-chel, una variedad desconocida hasta alrededor de 1885,cuando José Manuel González importó las semillas dePanamá. Don José Manuel y un grupo de empresariossamarios establecieron la primera plantación de bananode Colombia, en Ciénaga. Los experimentos mostrabanun potencial interesante: en 1889 Santa Marta exportó 5000 racimos, y tres años más tarde esta cifra subió a 45000.Aunque la iniciativa fue colombiana, los empresarios lo-cales no podían desarrollar plenamente la industria ba-nanera. La producción en gran escala para mercados in-ternacionales requería enormes cantidades de capital, porfuera de la capacidad de cualquier individuo o compañíaen Colombia a finales del siglo XIX. Debían construirseferrocarriles para llevar los bananos al puerto, debían me-jorarse los equipamientos de éste, los barcos debían lle-gar a tiempo, y era necesaria una red bien coordinada dedistribución en el país importador. Además, en la regiónárida de Santa Marta, los canales de riego eran una nece-sidad. Aparte de los altos requisitos de capital, el nego-

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2 1 ANTECEDENTES

cio del banano era arriesgado: cualquier plantación podíaborrarse fácilmente por agotamiento del suelo, enferme-dad del banano o huracanes. Estos factores favorecieronel desarrollo del banano por parte de una gran compañíacon base en el afluente industrial de Estados Unidos y conamplias inversiones en muchas regiones.El hombre que dirigía la United Fruit Company aparecióprimero en Colombia en 1890. Minor Cooper Keith ha-bía salido de los Estados Unidos de Norte América paraAmérica Latina en la década de 1870, contratado por elgobierno de Costa Rica para la construcción de un ferro-carril.Una vez terminado éste, Keith comenzó a producir ba-nano como carga para que la línea ferroviaria fuera ren-table. Pocos años más tarde extendió sus operaciones ba-naneras a Santa Marta en Colombia y a Bocas del Toroen Panamá. En 1892 adquirió 6 100 hectáreas de terrenoen Riofrío, con las cuales fundó la Colombia Land Com-pany; al mismo tiempo compró la concesión del nuevoferrocarril que se convirtió en la Compañía del Ferroca-rril de Santa Marta (Santa Marta Railroad Company). En1899 se unió con otros dos estadounidenses para crearla United Fruit Company (Compañía Frutera Unida), unaempresa cuya sede comercial estaba situada en Boston,Massachusetts, Estados Unidos de América. Al tiempode su creación, la compañía controlaba el ochenta porciento de la industria bananera internacional. En el añode 1900, las exportaciones de Jamaica, Cuba, RepúblicaDominicana, Costa Rica, Panamá y Colombia sumabandoce millones de racimos.Durante las primeras tres décadas del siglo XX, la indus-tria del banano se expandió rápidamente. La United FruitCompany no sólo desarrolló sus operaciones en los paísesmencionados, sino también en Guatemala y Honduras.Para 1930 poseía 1 383 485 hectáreas de terreno, de lascuales 76 612 estaban dedicadas al banano; habían cons-truido 2 434 kilómetros de ferrocarril, y poseía noventabarcos de vapor, conocidos como la «Gran Flota Blan-ca», que transportaban bananos a Norteamérica y Euro-pa. Para coordinar su vasto imperio, la compañía habíaconstruido 5 363 kilómetros de cables telegráficos y vein-ticuatro estaciones de radio, se había convertido en la másgrande fuente de empleo en el Caribe, con una fuerza la-boral de 150 000 personas. Las exportaciones de bananollegaron a los 65 millones de racimos al año.El desarrollo del enclave colombiano fue apenas una pe-queña parte de esta rápida expansión. En Colombia, co-mo en otras partes, las plantaciones bananeras siguieronal ferrocarril. En 1911 el ferrocarril llegó a Aracataca y en1920, con ciento treinta kilómetros, a Fundación, dondeterminó. Al lado del ferrocarril se crearon nuevas planta-ciones de banano, llegando a tener once kilómetros a cadalado de la vía. Algunos ramales conectaron cada planta-ción con la línea principal, y de ahí al muelle en SantaMarta y al mar. En la década de 1920 la zona bananeracubría buena parte de losmunicipios de SantaMarta, Cié-

naga, Aracataca, Fundación y Pivijay. Las exportacionesde banano desde Santa Marta crecieron de 275 000 raci-mos en 1900 hasta 6,5 millones en 1915, y de ahí a 10,3millones en 1929. En este año, Colombia era el tercerabastecedor mundial de banano, y este producto consti-tuía el siete por ciento de las exportaciones colombianas.El capital que la United Fruit Company invirtió en la zo-na bananera y las conexiones de mercadeo que estable-ció, abrieron nuevas oportunidades para algunos colom-bianos. La zona fue inundada por trabajadores del puer-to, del ferrocarril y del campo, por pequeños agricultores,comerciantes, tenderos y agricultores ansiosos de produ-cir banano. En alguna forma, esta gente se benefició de lapresencia de la United Fruit Company por la valorizacióndel terreno, por el crecimiento de una economía moneta-ria, y por nuevas posibilidades de empleo y mercado. Almismo tiempo el domino de la United Fruit Company enla economía regional y su control de la vida política localfrustró las ambiciones de muchos grupos.Para entender la transformación social que acompañó larápida expansión de la producción bananera y las ten-siones ligadas a ella, debemos describir cada uno de losprincipales grupos sociales y sus relaciones con la UnitedFruit Company. Solamente así podrá ser posible comen-zar a entender las frustraciones de obreros, campesinos,comerciantes y algunos bananeros colombianos, que hi-cieron erupción en la gran huelga de 1928.

1.1 Los obreros

La United Fruit Company necesitaba obreros para cons-truir los ferrocarriles y los canales de riego; para limpiarel terreno, sembrar el banano y recolectar la cosecha; ypara cargar los barcos. En los primeros años la mano deobra era escasa. La decisión de la United Fruit Companyde ofrecer salarios altos, hasta el doble de lo pagado porlos hacendados del interior, reflejó su necesidad de atraerfuerza laboral.Tales incentivos fueron exitosos: durante las primeras tresdécadas del siglo veinte, miles de personas llegaron a San-ta Marta. Algunos de los primeros fueron soldados libe-rales de la Guerra de los Mil Días, junto con sus gene-rales, que se establecieron en la zona una vez terminadala guerra. Indígenas de La Guajira y de la Sierra Neva-da de Santa Marta se sumaron a la fuerza obrera de lasplantaciones. Más gente llegó del occidente, de los depar-tamentos del Atlántico, y de Bolívar. Aunque la mayoríade los trabajadores eran de la Costa Atlántica Colombia-na, una porción alta de mestizos del interior, en particu-lar de los Santanderes. La United Fruit Company, se dice,mandó contratistas a reclutar este personal. Cultural y ra-cialmente, los trabajadores de las bananeras constituíanun grupo heterogéneo. Pero, en contraste con Centroa-mérica, donde la United Fruit Company importó grandescantidades de negros del Caribe, más del 90 por ciento dela fuerza laboral de la zona era colombiana. El hecho que

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1.1 Los obreros 3

los trabajadores de las bananeras de Santa Marta habla-ran un mismo idioma, tuvieran una misma religión y, apesar de las diferencias regionales, se reconocieran comocolombianos, mejoró su habilidad de organizarse contrala compañía en 1928.Por medio de la inmigración, la población de trabajadorescreció desde aproximadamente 5 000 en 1910 a más de25 000 en 1925. La gran mayoría trabajaba por un salariomonetario. De esta manera, el crecimiento de la econo-mía bananera dio auge a un grupo que no había existidoantes en la región: un proletariado rural sin tierra. Muchosde los propietarios rurales de Santa Marta no trabajabanpermanentemente en una sola finca. Sólo algunos perma-necían durante largos períodos de tiempo, y otros tendíana moverse de plantación en plantación, trabajando unasemana para la United Fruit Company y la siguiente parauno u otro de los cultivadores colombianos. Tales movi-mientos reflejaban la demanda fluctuante de trabajo inhe-rente a la economía bananera; la fruta no se cortaba todoslos días, y los empacadores y estibadores se necesitabansolamente cuando los barcos estaban en puerto. Algunostrabajadores también tomaron parte en migraciones in-terregionales. No era extraño que algunos salieran haciael occidente de la Costa Atlántica para cosechar algodóno caña de azúcar, o se engancharan por algún tiempo enlos campos petroleros de Barrancabermeja, cientos de ki-lómetros al sur.Para la United Fruit Company esto hacía difícil retener asus trabajadores, particularmente en los primeros años deescasez laboral.El sistema que la compañía desarrolló para conseguir susobjetivos se basaba en el trabajo a destajo. En lugar depagar salarios por hora o por día, la United Fruit Com-pany pagaba por trabajo cumplido. Por limpiar terreno ydesherbar, se pagaba a los grupos de trabajo por unidadde terreno, por la cabuya (algo mayor que la hectárea).Los trabajadores generalmente laboraban de las seis a lasonce de la mañana y de la una a las seis de la tarde; eransupervisados por capataces de la United Fruit Company ypor listeros. Durante los períodos intensos del corte delbanano, grupos de obreros asumían trabajos especializa-dos: los puyeros cortaban la fruta; los coleros cargaban losracimos al borde de los campos; y los carreros los apila-ban sobre góndolas que las mulas llevaban hasta las es-taciones. Allí los cargadores subían el banano a los va-gones que lo llevaban directamente al puerto. Un tercergrupo de obreros cuidaba la irrigación, trabajando en tur-nos las veinticuatro horas. El sistema de trabajo a destajofuncionó bien para la compañía y parece que agradabaa los obreros. Aunque era inseguro, les daba la libertadde manejar su propio tiempo y sus procesos laborales.Lo que no les gustaba eran las prácticas de contrataciónde la compañía. En lugar de contratar directamente a sustrabajadores, utilizaba contratistas colombianos (ajuste-ros), que acordaban el trabajo a realizar y reclutaban lostrabajadores para hacerlos. La United Fruit Company es-tipulaba:

Así se dio una situación extraña: laUnited Fruit Companyproducía millones de bananos cada año, pero sostenía queno tenía trabajadores.El sistema de contratos le sirvió a la compañía: los pro-blemas del reclutamiento y las relaciones laborales se de-jaron en manos de unos pocos empresarios colombianos.Pero los trabajadores no estaban tan satisfechos. El siste-ma conducía a su explotación. Una comisión del gobiernoreportó que a los contratistas a veces «les sisan o mer-man sus salarios». Más importante aún, la United FruitCompany utilizó los contratos para evadir la legislaciónlaboral colombiana. Cuando después de 1915 el gobiernocomenzó a promulgar leyes regulando las condiciones detrabajo, la United Fruit Company rehusó extender los be-neficios a los trabajadores en las plantaciones porque, se-gún ella, quienes trabajan en los campos bananeros no sonempleados suyos. Uno de los objetivos principales de lahuelga de 1928 fue que la United Fruit Company recono-ciera a sus obreros.Tal como señalaba la United Fruit Company, los salariosde los obreros de las bananeras eran altos para el mo-mento; desde alrededor de cincuenta centavos por día en1908, subieron hasta ochenta centavos a un peso y veintecentavos diarios, y a veces hasta un peso y medio por díaen los años de 1920.Aunque la compañía puede haber pagado un buen jor-nal, la mayoría no encontraba trabajo para todos los días.Además, aunque se suponía que la compañía debía pagar-le a sus obreros quincenalmente, a veces había demoras.Los obreros tendían a estar cortos de dinero y a solicitaravances que la compañía distribuía por medio de valesredimibles en almacenes de la compañía.Se desarrolló un sistema por el cual la mayoría de los con-tratistas pagaba a sus obreros en parte en vales al iniciarun trabajo, y el resto en efectivo al final. Los trabajado-res podían cambiar sus vales por efectivo con tenderoslocales, pero éstos descontaban entre el diez y el treintapor ciento. Si un obrero dejaba su trabajo antes de com-pletarlo, la United Fruit Company le retenía el cuarentapor ciento del salario que le debía. El sistema de avancesy descuentos pretendía retener a los trabajadores en lasplantaciones. Pero muchos obreros se endeudaban con lacompañía, y el valor real de sus salarios disminuía. En1928 los trabajadores demandarían que la compañía lespagara cada sietes días y en efectivo.El ingreso de los trabajadores de las bananeras se reducíacon un descuento del dos por ciento para servicios hos-pitalarios. Se necesitaba urgentemente servicio médico.Una comisión gubernamental reportó:La United Fruit Company se ufanaba de sus aportes a lainvestigación antimalaria y de su hospitalidad en SantaMarta. Lo que molestaba a los trabajadores eran las con-tradicciones y prácticas discriminatorias de la compañía.Los contratos decían que los obreros no eran empleadosde la United Fruit Company y, sin embargo, la compañíales descontaba un dos por ciento de sus salarios para sa-

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lud. A pesar de estos pagos, los trabajadores enfermos oque sufrían accidentes de trabajo muchas veces no podíanllegar al hospital. Cuando lo hacían les recetaban quitina ysulfato de magnesio, sin importar cuál fuera el problema,y se les enviaba a casa.En 1928 los trabajadores pedirían la construcción de hos-pitales en toda la zona y la compensación por accidentesde trabajo.A los trabajadores también les preocupaba la vivienda. Lacompañía alojaba a la mayoría de los obreros de las ba-naneras en campamentos de sus plantaciones. Estos «ran-chones» eran insalubres y atestados. Un viejo habitantelos describía así:Hasta siete personas dormían en un solo cuarto de trespor tres metros, colgando sus hamacas unas encima deotras. Los campamentos no tenían ventilación, agua po-table, duchas o retretes. La United Fruit Company soste-nía que el albergue que suministraba no era inferior al dela vivienda rural en otras partes de Colombia. Esto eracierto, pero los obreros esperaban algo mejor. Su senti-do de la injusticia aumentaba con el contraste entre suspropios ranchos y las viviendas cómodas con jardines ycanchas de tenis de los administradores de la compañía.Al llegar a la huelga en 1928, los obreros pidieron a lacompañía que les suministrara mejores viviendas, en lasque al menos no peligrara la salud.

1.2 Los colonos

Aunque muchos emigrantes se convirtieron en proleta-rios rurales, otros no estaban tan ansiosos de trabajar porun salario. Escogieron, en cambio, convertirse en cam-pesinos en las tierras baldías de la región. Reclamaronpequeñas áreas que por su distancia del tren, su falta deriego o sus tierras infértiles no habían sido incorporadasaún a las plantaciones de banano. Eran gente pobre peroindependientes. El periodista Alberto Luna Cárdenas losdescribió en 1914:Mientras en los primeros años los colonos producían lonecesario para su subsistencia, con el desarrollo de la eco-nomía bananera comenzaron a vender excedentes en elmercado regional creado por el gran flujo de gente. Fuerade suministrar alimentos, llenaron otro papel económicovital para la economía de exportación: proporcionaron alas plantaciones trabajo de reserva barato. Las cuadrillascontratadas por la United Fruit Company frecuentementeincluían a miembros de familias campesinas así como deobreros sin tierra.En esta forma, el nacimiento de la economía bananera,que dio auge al proletariado rural, también estimuló elcrecimiento de un campesinado independiente y orien-tado hacia el mercado. En la superficie, la economía deexportación y la economía campesina se apoyaban mu-tuamente: los campesinos alimentaban a los obreros delas bananeras y ocasionalmente trabajaban en las planta-

ciones; al mismo tiempo, el crecimiento de la economíabananera le dio a los campesinos mayor espacio para laactividad comercial.Sin embargo, había tensiones constantes entre la UnitedFruit Company y los campesinos. La principal era por elcontrol de la tierra. El advenimiento de la United FruitCompany estimuló un alza en los precios de la propiedad:para 1925 la tierra bananera se vendía entre 400 y 500pesos la hectárea. Al mismo tiempo hubo un incrementodramático en las transacciones de finca raíz. Algunas delas viejas familias pudientes de Santa Marta desenterra-ron títulos coloniales de inmensas extensiones de terrenoque vendían a la United Fruit Company. Otros empresa-rios locales solicitaron concesiones gubernamentales detierras o simplemente fabricaron nuevos documentos depropiedad. Tal actividad especulativa rindió sus frutos enventas provechosas a la United Fruit Company o a colom-bianos deseosos de formar sus propias plantaciones de«oro verde». Por medio de compra la United Fruit Com-pany consolidó gradualmente 41 plantaciones de 60 000hectáreas. Mientras tanto, los colombianos formaron másde 350 plantaciones de banano más pequeñas así comoganaderías.De esta manera la economía bananera trajo una apro-piación masiva de tierras baldías. Los límites de muchaspropiedades no eran claros y muchos dueños continua-ron agrandando ilegalmente sus tenencias corriendo suslinderos sobre tierras baldías. Por los años veinte la pro-piedad se había convertido en una maraña de reclamosconflictivos: el gobierno mantenía que todavía existían 90000 hectáreas de tierras baldías en la zona, mientras laUnited Fruit Company y los agricultores colombianos in-sistían en que todo era ya propiedad privada. Lo que sí escierto es que buena parte del territorio del que repentina-mente se decía que era privado después de 1900, local-mente se conocía como tierra baldía y estaba ya ocupadapor campesinos.En los años después de 1905, muchos campesinos encon-traron que sus títulos eran demandados por laUnited FruitCompany. A medida que la construcción de líneas ferro-viarias y canales de riego traía tierra nueva a la economíabananera, la United Fruit Company y los colonos entra-ron en confrontación directa. Un agente de la compañíainformaba a un grupo de campesinos que el terreno co-lonizado era propiedad privada y que sino abandonabaninmediatamente sus campos serían desalojados. Algunos,ante la posibilidad de perderlo todo, vendían a precio re-ducido. Con aquellos que se negaban, la compañía utiliza-ba la fuerza: desalojaba a los campesinos, entraba ganadoa sus cosechas, quemaba sus chozas y encarcelaba a susvoceros.Muchos campesinos no aceptaron pasivamente la pérdidade sus tierras. Familias de agricultores amenazadas con laexpropiación entre los años 1907 y 1930 dirigieron multi-tud de peticiones a las autoridades de Bogotá, describien-do sus situaciones y solicitando su protección. Colombia

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1.3 Los comerciantes 5

tenía leyes de colonización que protegían a los colonos detierras baldías, a las cuales ellos apelaban (Ley 61 de 1874y 48 de 1882). Aun cuando fueran desalojados, muchoscolonos rehusaron reconocer la legalidad de tales accio-nes, y algunos trataron de defenderse en los tribunales.Por lo general los campesinos no tuvieron éxito en sulucha por defender su tierra. El gobierno nacional teníapoca influencia sobre las autoridades locales, que con-descendían con la United Fruit Company. Sin embargo,la resistencia de los colonos tuvo efectos a largo plazo.Convenció a mucha gente de que las reclamaciones deterreno de la United Fruit Company eran fraudulentas,que las plantaciones de banano eran en realidad tierrasbaldías usurpadas de forma violenta e ilegal. Además, elhecho que la compañía guardara más de la mitad de supropiedad como reserva, sin hacer ningún uso económi-co de ella, parecía a muchos una violación del principioelemental de justicia incorporado en la legislación colom-biana desde la época colonial de que el derecho de pro-piedad depende de su utilización. El destino de aquelloscolonos que perdieron sus tierras es oscuro. Es posibleque algunos se hayan trasladado al interior para unirse aotros grupos de colonos en la apertura de nuevos terre-nos. Muchos, sin los recursos para empezar de nuevo, seunieron al proletariado rural del banano.Aun aquellos que lograron mantenerse en sus tierras nofueron invulnerables a la expansiva económica bananera.Los canales que construyó la United Fruit Company ro-deaban algunas comunidades de campesinos, aislándolosde los mercados locales. Además, al cambiar los caucesde los ríos para riego, la compañía agravó los problemasde sequía en las tierras sin riego, y de inundaciones du-rante la época de lluvias. Varias colonizaciones fueron to-talmente eliminadas por los canales de la compañía.El proceso de cambio produjo una relación cercana en-tre los campesinos y los trabajadores asalariados. Amboshabían llegado recientemente a la zona. Algunos campe-sinos eran trabajadores asalariados que habían ahorradolo suficiente para iniciar una ocupación mientras algunosasalariados eran campesinos desposeídos de sus tierras.Sin embargo, mucha gente rural de Santa Marta rehu-saba identificarse como uno u otro. Más bien buscandoincrementar su seguridad y su ingreso, adoptaron estra-tegias que, al pasar del tiempo, incluían ambos papeles.Los trabajadores de las bananeras muchas veces expre-saron su deseo de establecerse en la zona convirtiéndoseen cultivadores de tierras baldías. En un área de alimenta-ción costosa e inflación opresora, ser colono representabano solamente la seguridad de subsistencia, sino tambiénuna oportunidad de mejoramiento económico. Al mismotiempo muchas familias de colonos enviaban a sus fami-liares a trabajar para la United Fruit Company, con el finde reclamar los beneficios asignados a los trabajadoresde la compañía: herramientas agrícolas, pasajes reduci-dos en el ferrocarril y acceso a los almacenes y hospitalesde la compañía. Esta relación fluida y traslapada entrecolonos y asalariados creó las bases para la comprensión

y apoyo mutuos. Como se verá, en 1928 los colonos seunieron a los obreros de las plantaciones en la gran huel-ga contra la compañía.

1.3 Los comerciantes

Mientras el negocio bananero crecía, y con él la pobla-ción, los pueblos más viejos de la región se transforma-ron: Santa Marta y Ciénaga se convirtieron en ciudadessofisticadas con hoteles de estilo europeo, luz eléctrica,bancos y muchas pequeñas fábricas manufactureras. Enun informe oficial se hablaba de 3 fábricas de hielo, 3de jabón, 1 de harina, 1 de licores, 1 de cerveza, 1 decigarrillos y 2 de pastas. Al lado del ferrocarril aparecie-ron nuevas poblaciones: Riofrío, Orihueca, Guayacamal,Ciudad Perdida, El Retén, Aracataca.Alberto Luna Cárdenas describió a Aracataca en 1914,dos años después de que pasara el ferrocarril por ella:En las poblaciones nuevas la primera edificación públicaera la iglesia, pero los sacerdotes escaseaban y la auto-ridad religiosa era débil. Después de la iglesia venían laplaza de mercado, el matadero, la inspección de policíay el salón de cine. Cada caserío tenía avidez por un salónde cine; la población estaba embrujada por la magia delcine. La educación formal, sin embargo, era casi inexis-tente. Había pocos colegios en la zona; la United FruitCompany no los suministró sino después de 1930.El transcurrir de la vida en los pueblos giraba alrededorde la economía bananera. El día de pago los pueblos revi-vían, mientras millares de trabajadores buscaban descan-so del trabajo duro y del aislamiento de las plantaciones.Las poblaciones proporcionaban diversiones: baile, licor,juego y burdeles. En Aracataca, Alberto Luna Cárdenasencontró «estancos para abastecerse de ron blanco… ygrandes ranchones para los bailes comunales de los sába-dos…, festivales con carnaval y tahúres y vendedores deespecíficos, yerbateros y traficantes de semillas y huesosmilagrosos». Y un trabajador recordaba: «En el pueblo[nos] esperaban las cantinas y los juegos de boliche, lote-ría, bacarrat, lo mismo que prostíbulos de italianos, sirios,palestinos y criollos».En los pueblos vivían los comerciantes de la zona quevendían ron blanco, alimentos, herramientas y ropa. Ha-bía cuatro o cinco tenderos en cada población y muchosmás en Santa Marta y Ciénaga. Su prosperidad dependíade las ventas hechas a los trabajadores de las bananeras.Encontrando competencia directa de laUnited Fruit Com-pany, se volvieron en su contra, y algunos se convirtieronen fuertes partidarios de la gran huelga de 1928.Los tenderos y comerciantes de la zona resentían de losalmacenes de la United Fruit Company. Surtidos de mer-cancías importadas que traían los barcos bananeros en susviajes de regreso, abastecían a los trabajadores a cam-bio de los vales emitidos por la compañía. Ésta tambiénposeía varias haciendas de ganado que aprovisionaban a

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los comisariatos con carne fresca. En la década de 1920,los almacenes de la United Fruit Company vendían hastaun veinte por ciento más barato que los tenderos loca-les. Manteniendo los precios bajos, la compañía espera-ba mantener bajos los salarios en un período de inflacióngeneral.Los comerciantes recelaban los precios bajos de laUnitedFruit Company y el pago a sus trabajadores con vales quepodían ser utilizados únicamente en sus almacenes. Loscomerciantes que criticaban más fuertemente a la Uni-ted Fruit Company eran los de Ciénaga, que ya había sidocentro de comercio antes del auge bananero, y los comer-ciantes de importación y exportación de Barranquilla, queabastecían los almacenes de Ciénaga. El comercio de Ba-rranquilla se exasperó más cuando los barcos de la «GranFlota Blanca» comenzaron a parar allí para negociar lacarga que traían de ultra mar.Los comerciantes no vacilaron en explotar a los obrerosde las bananeras: les cobraban precios altos y tomabandescuentos usureros sobre sus vales, mientras las casasde juego contrataban matones para robarles sus gananciasa los trabajadores con suerte. Aun así, la prosperidad delos comerciantes dependía de la de los trabajadores y am-bos grupos tenían motivos de queja contra la compañíay de acabar con el sistema de vales entraría en el plie-go de peticiones de los trabajadores. En compensación,los comerciantes de la zona apoyaron de todo corazón lahuelga.

1.4 Los cultivadores nacionales

Un cuarto grupo económico importante era el de los cul-tivadores colombianos de banano. A lo largo del principiodel siglo XX, los cultivadores colombianos produjeronmás de la mitad de la fruta exportada por la United FruitCompany desde Santa Marta. Durante la década de 1920poseían 35 000 hectáreas de campos bananeros, contri-buyendo con el 57% de las exportaciones. La mayoría delos cultivadores tenía raíces en la región, aunque el augehabía atraído inversionistas de todo el país.Los cultivadores se beneficiaron de las conexiones quela United Fruit Company estableció con los mercadosinternacionales, pero se irritaban con su posición demonopolio. Los colombianos dependían de la compañíapara crédito, riego y mercadeo de su producto. El mo-nopolio de la compañía sobre estos factores le permitíamanipular los precios del banano, e imponer condicionesque los cultivadores nativos sabían hostiles a sus intere-ses.Para obtener préstamos y vender sus bananos, los culti-vadores tenían que firmar contratos de cinco años con lacompañía. Los términos de tales contratos eran señala-dos unilateralmente por la United Fruit Company, cuyointerés era excluir a compañías bananeras competidoras,ajustar el suministro local a la demanda internacional yasegurar su propia posición contra cambios en el medio

económico. Por lo tanto, los contratos estipulaban quepor un precio fijo (sesenta centavos por racimo desde1913 hasta 1930), el cultivador se comprometía a vendertodo su banano a la compañía. El productor tenía que cor-tar y entregar la fruta al ferrocarril en los días asignadospor la compañía y absorber cualquier incremento en elcosto que resultara de nuevos impuestos. Al mismo tiem-po, la compañía se eximía de cualquier responsabilidadde comprar banano en caso de guerra, huelga o desastrenatural que pudieran interferir con el mercado.Los cultivadores sabían que en un mercado competitivolograrían mayores precios; también se sentían agravia-dos por tener que asumir todos los riesgos. Pero lo quemás le enfurecía era la negativa de la compañía a reci-birles siquiera una tercera parte de su cosecha bananera.A los cultivadores se les obligaba a cortar varias veces ala semana, y por contrato la fruta pertenecía a la com-pañía desde que se bajaba de la mata; sin embargo, lacompañía se reservaba el derecho de rechazar sin pagocualquier banano que no fuera de «calidad de exporta-ción». En realidad, la compañía utilizaba esta condiciónen forma arbitraria para regular el suministro y para re-compensar o castigar a los cultivadores locales. Con elrechazo, que ya había generado gastos al cortar, los cul-tivadores podían hacer muy poco: venderlo a un preciomuy bajo por la Costa Atlántica, en un mercado internopequeño—alrededor de Santa Marta las clases popularesse negaban a comer bananos, a los cuales llamaban peyo-rativamente «cayeyes», un término también utilizado pa-ra insultarse—. La alternativa era dar el banano sobrantea los cerdos o dejarlo al lado del ferrocarril para que sepudriera a la vista de todo el mundo.Como resultado de estos problemas, la mayor ambiciónde los cultivadores era independizarse más de la UnitedFruit Company. Buscaron esto estimulando a otras com-pañías bananeras para establecer servicio de barcos devapor a Santa Marta. En 1912 los cultivadores trataronde abrir canales alternos de mercadeo por medio de uncompetidor estadounidense de la United Fruit Company,y lo mismo hicieron en 1918 y 1922.Las luchas de los cultivadores por librarse del monopo-lio de la United Fruit Company fracasaron. Las razoneseran de dos clases: la oposición decidida de la compañíaa cualquier intromisión en sus dominios, y las divisionesentre los cultivadores mismos. La United Fruit Companyutilizó una variedad de tácticas para mantener por fueraa sus rivales. Ejerció presión sobre los cultivadores quetrataban de vender banano en otra parte, cerrándoles elagua de riego y los préstamos. Al mismo tiempo asumióacciones legales contra compañías rivales por la violaciónde contratos legales de adquisición. Mientras se decidíanlos casos, la United Fruit Company embargaba la fruta endisputa; esto generalmente quebraba a la compañía rival,pues el banano se pudre casi inmediatamente.Para que los cultivadores no la abandonaran en masa, laUnited Fruit Company hizo que sus contratos se renovaran

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1.5 Los años veinte 7

en épocas distintas. Tales precauciones probablemente noeran necesarias, pues los cultivadores estaban divididosentre sí casi tan vehementemente como estaban en con-tra de la compañía. Peleaban sobre el agua, los límites yel acceso al patrocinio de la compañía. Aparte de los an-tagonismos personales, estaban divididos por diferenciasde clase, regionalismo y política. Los más ricos y pode-rosos descendían de las viejas familias aristocráticas deSanta Marta, mezclados con unos pocos comerciantes deBarranquilla. Éstas incluían las familias Dávila, Goenaga,Campo Serrano, Díaz Granados, Salcedo Ramón, Rias-co, Bermúdez, Foliaco, Noguera, Fergusson y Vengoe-chea. Eran principalmente de extracción española, políti-camente conservadores, dueños de grandes plantacionesde banano, haciendas ganaderas y unas pocas fincas cafe-teras en la Sierra Nevada de Santa Marta.Muchos de estos terratenientes desarrollaron una relacióncasi simbiótica y mutuamente provechosa con la UnitedFruit Company. Vendieron tierras a la compañía, en retri-bución recibieron los préstamos más jugosos y los contra-tos más ventajosos, y sus parientes recibían trabajos consueldos altos en la compañía. Además de sus actividadeseconómicas, estas familias ocupaban importantes puestospolíticos en el departamento del Magdalena; eran gober-nadores, secretarios departamentales y jueces. Tratabanbien a la compañía y, a cambio de favores políticos éstales daba un trato preferencial.Si los cultivadores de Santa Marta eran más poderosos yvisibles, eran una minoría. En Ciénaga y Aracataca vivíancientos de pequeños cultivadores, muchos de los cualessembraban menos de cincuenta hectáreas de banano. Ca-si siempre mulatos y mestizos, y liberales en política, seenojaban con la dominación política de SantaMarta y conlo que parecía una alianza entre los ricos conservadoresy la United Fruit Company. Estos liberales, pequeños cul-tivadores de banano, eran particularmente constantes ensu oposición a la compañía. Sus líderes eran dos grandescomerciantes cienagueros, cultivadores de banano: JuanBautista Calderón y Julio Charris.La relación entre los cultivadores de banano y los traba-jadores de la zona era ambivalente. Tal como la UnitedFruit Company, ellos robaron las tierras a los campesinosy aprovecharon el trabajo duro de los obreros, utilizandoa los mismos contratistas que la compañía. La mayoría delos observadores estaban de acuerdo en que los salarios ylas condiciones de vida eran peores en las plantacionesde colombianos que en las de la United Fruit Company.Al mismo tiempo, tanto los cultivadores como los traba-jadores sentían que eran explotados por la United FruitCompany: de aquí surgió una especie de mutua identifi-cación. La lógica económica de la United Fruit Company—limitar el abastecimiento para mantener alto el preciomundial del banano— resultó un desperdicio de recursosnacionales.Miles de hectáreas de tierra inutilizada, miles de racimosde banano pudriéndose al lado de los rieles ferroviarios

reforzaban entre los colombianos de la zona un sentimien-to de injusticia. Factor adicional que unía a los trabaja-dores y a algunos de los cultivadores era su identificacióncomo miembros del partido liberal. Esto era particular-mente cierto en Ciénaga y en Aracataca, donde la mayo-ría de comerciantes y cultivadores vivían en las cabecerasmunicipales y mantenían contacto cotidiano con los cam-pesinos y con los trabajadores.

1.5 Los años veinte

Toda la población de la zona bananera tenía motivos dequeja contraUnited Fruit Company. ¿Pero qué hizo preci-pitar la huelga? En primer lugar, los cultivadores colom-bianos se volvieron más impetuosamente contra la com-pañía. En los veinte la inflación comenzó amermar las ga-nancias de los cultivadores, aunque el volumen crecientede exportaciones las compensaba en parte. Las utilidadesde la expansión bananera fueron distribuidas en formadesigual. Los cultivadores de Santa Marta sacaban pro-vecho, mientras los pequeños cultivadores de Ciénaga yAracataca eran golpeados por los precios que subían, lafalta de crédito y la competencia de los grandes cultiva-dores. A comienzos de los veinte, apelaron al gobiernonacional. Mientras los cultivadores habían tratado enfren-tarse a la dominación de laUnited Fruit Company relacio-nándose con otras compañías de exportación, otros trata-ron de buscar la intervención directa del gobierno. Éstepodía ayudar a la industria colombiana bananera a ganarsu independencia rompiéndole a la United Fruit Companysus monopolios sobre el ferrocarril, el riego y el crédi-to. El hecho que la concesión sobre el ferrocarril cedidadurante el gobierno de Rafael Reyes Prieto a la UnitedFruit Company estuviera próxima a expirar, revivía lasesperanzas de los cultivadores. Mientras tanto, un grupoasesor estadounidense, la misión Kemmerer, apremió algobierno colombiano para que gravara las exportacionesde banano.En Santa Marta y en Bogotá se habló de nacionalizar loscanales de riego y los ferrocarriles dominados por la Uni-ted Fruit Company, de imponer un impuesto de expor-tación y crear vías alternas de crédito que permitieran alos colombianos romper sus contratos con la compañía.En el fondo de tales iniciativas había un nacionalismo in-cipiente que, al mismo tiempo que le abría los brazos ala inversión extranjera, quería utilizarla para propósitoscolombianos.En 1923 el gobierno dio un primer paso: creó una Comi-sión de Baldíos especial en la zona bananera. El propósi-to de la Comisión de Baldíos (un director, un topógrafoy varios policías) era proteger toda tierra baldía contra suusurpación, con el objetivo de crear allí una asociaciónnacional de productores de banano. La comisión deberíatambién hacer cumplir las leyes de tierras y de aguas.La comisión tuvo dificultades para su trabajo: se enfren-taba tanto con laUnited Fruit Company como con los cul-

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8 1 ANTECEDENTES

tivadores locales, que insistían en sembrar banano dentrode las reservas nacionales y se negaban a obedecer las ór-denes de la comisión. En mayo de 1928 ocurrió una vio-lenta confrontación entre agentes de la United Fruit Com-pany y la Comisión de Baldíos. Ésta ordenó a la compañíadejar de cambiar el cauce del río Tucurinca para sus rie-gos y, cuando la comisión trató de deshacer los diques, lapolicía municipal encarceló a los representantes del go-bierno nacional, en obidiencia a las órdenes dadas por laUnited Fruit Company.La presencia de la comisión tuvo varios importantes efec-tos. Limitaba artificialmente el terreno disponible en lazona, no solamente para la United Fruit Company, sinopara los cultivadores colombianos y los colonos, restrin-giendo así las posibilidades de movilidad social. La com-petencia entre ellos se intensificó, y los más pequeñosy menos influyentes cultivadores salieron perdiendo. Almismo tiempo, los hallazgos de la comisión apoyaban lapretensión de los colonos de que la tierra usurpada por laUnited Fruit Company pertenecía a la nación, y el desafío,por parte de la United Fruit Company, a lo reglamentadopor la comisión, ponía en claro el ostensible desprecio dela compañía hacia las autoridades colombianas.El gobierno tomó otras medidas. En 1924, los cultivado-res solicitaron que una sucursal del nuevo Banco AgrícolaHipotecario fuera abierta en Santa Marta para suminis-trar una fuente alterna de crédito. Y en 1925 la CorteSuprema de Justicia ordenó a la United Fruit Companydevolver el ferrocarril al gobierno colombiano. La UnitedFruit Company opuso resistencia a estas medidas, que noentraron en vigor sino después de 1930. El que la prime-ra tentativa gubernamental en la zona no tuviera efectocontribuyó a la visión de que la United Fruit Companyactuaba como un «estado dentro del Estado».En los años anteriores a la huelga, la hostilidad entre laUnited Fruit Company, por un lado, y el gobierno colom-biano y los cultivadores colombianos, por el otro, llegó asu cima. Un desastre natural precipitó la crisis: en 1927,un huracán destruyó 13 millones de matas de banano cer-ca de Sevilla (Magdalena), causando seis millones de pe-sos en pérdidas a las plantaciones de banano colombianas.Los cultivadores solicitaron préstamos de emergencia pa-ra rehacer sus propiedades y la United Fruit Company losnegó, lo que enfureció a los cultivadores y, por primeravez, los unió. Acudieron al gobierno para que naciona-lizara inmediatamente los ferrocarriles y canales de rie-go de la compañía. Mientras tanto, Juan B. Calderón yJulio Charris fundaron una Cooperativa de ProductoresColombianos de Banano en Ciénaga, y a comienzos de1928 establecieron acuerdos de mercadeo con el mayorcompetidor de la United Fruit Company: la Cuyamel &Atlantic Fruit Company.Mientras aumentaba la hostilidad de los cultivadores ha-cia la compañía, se resquebrajaba la autoridad políticaestablecida y se encendían las lealtades partidistas libe-rales y conservadoras. Al final de los años veinte llegó al

poder un nuevo gobernador conservador, Juan B. Cordo-mane. Asumió una posición a favor del nacionalismo eco-nómico y de la intervención del Estado en la economíabananera. La crítica abierta a la United Fruit Companypor parte de Cordomane dividió a los conservadores. Ala larga, Cordomane fue destituido para ser reemplazadopor un personaje ajeno a la región, José M. Núñez Roca,quien a nadie gustaba y contra quien se tornaron todos losconservadores de la sección. Se ha sugerido que algunosimportantes cultivadores apoyaron la idea de una huelgacon la esperanza de tumbar al nuevo gobernador, y mien-tras los conservadores se dividían, los liberales de Cié-naga y Aracataca se unieron, en parte como respuesta alfracaso en 1928 de la nueva Cooperativa de ProductoresColombianos de Banano, destruida por otro embargo másde la United Fruit Company. Los liberales culpaban a laUnited Fruit Company y al gobierno conservador por susdificultades. En 1929, los liberales en Ciénaga hablaronde separase de Magdalena y establecer un departamentoaparte. Al mismo tiempo fomentaron la huelga contra lacompañía, viéndola como una revuelta liberal que podríatumbar a los conservadores. Así, el período inmediata-mente anterior a la huelga fue de agitación política en lazona. La hostilidad hacia la United Fruit Company porparte de algunos cultivadores se contagió a sus trabaja-dores. Un observador decía:Aparte de los cultivadores de banano, los campesinos ytrabajadores asalariados tenían sus propias razones pa-ra entrar en huelga. Una era el deterioro de su situacióneconómica. Los problemas de los colonos provenían di-rectamente de la rápida expansión de la producción debanano después de la primera guerra mundial. En menosde diez años el área dedicada al cultivo se duplicó. Al mis-mo tiempo, grandes cantidades de colonos luchaban unabatalla sin esperanzas contra el desalojo: desde 1920 has-ta 1928, los colonos notificaron a las autoridades nacio-nales más de cuarenta expulsiones, algunas de las cualesamenazaban hasta cien familias campesinas. Así, duran-te los años anteriores a la huelga, muchos colonos fueronechados de sus tierras y obligados a dirigirse a las planta-ciones.La condición de los trabajadores de las plantaciones esmenos clara. Con la expansión de la producción del ba-nano, su número se incrementó. Los salarios también au-mentaron algo en los años veinte, pero es probable que ca-yeran en términos reales, dada la inflación rampante. An-tiguos trabajadores se refieren a un aumento en el subem-pleo: después del huracán de 1927, algunos encontrabantrabajo por tres días a la semana, o por dos semanas almes. De esta manera, tanto los colonos como los traba-jadores de las plantaciones experimentaron una crecienteinseguridad económica.Al mismo tiempo, los artesanos, obreros y campesinoscomenzaban a presionar por el derecho a organizarse ypor mejores condiciones de trabajo en varias partes delpaís. La actividad huelguística en Colombia fue iniciadapor trabajadores del ferrocarril del puerto y del río. La

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zona bananera no fue la excepción: las primeras personasen salir en huelga fueron los trabajadores del ferrocarrilen 1910. En 1918 —un año de paros en Bogotá y la Cos-ta Atlántica— una segunda huelga explotó en Santa Mar-ta, nuevamente entre los trabajadores del ferrocarril y eldel muelle. Promovida por algunos cultivadores localesde banano y algunos comerciantes en lucha con la Uni-ted Fruit Company, logró el alza del salario para los tra-bajadores del transporte. En medio de la actividad huel-guística, ese año el Congreso pasó algunas débiles leyeslaborales de Colombia.Alrededor de 1920, varias sociedades obreras surgieronen la zona. Eran organizaciones comunales que proveíanquinina cuando sus miembros contraían malaria, paganfianza cuando eran arrestados, etc. La más fuerte era elSindicato General de Obreros de la Sociedad Unión, fun-dado en 1921. La Sociedad Unión recibía apoyo de lostrabajadores del ferrocarril, del puerto y de la construc-ción de Santa Marta, y de unos pocos artesanos de Cié-naga y Aracataca. Mantenía sitios de reunión y una fu-neraria en Santa Marta y publicaba su propio periódico.En 1924 la Sociedad Unión presentó un pliego de peti-ciones a la United Fruit Company solicitando alzas de lossalarios en el puerto, el ferrocarril, y las plantaciones, y laabolición del sistema de enganche por contrato. Cuandola United Fruit Company se negó a negociar, la sociedadllamó a una huelga que duró un día. Creyendo en las pro-mesas de la United Fruit Company y del gobernador deque las condiciones mejorarían al iniciar nuevamente eltrabajo, la unión se rindió. Después de 1924, la SociedadUnión no hizo más peticiones. Conocida como la «UniónAmarilla», continuó funcionando en Santa Marta en ofi-cinas que pagaba la United Fruit Company.El campesinado de la zona se mantuvo sin organizacionesni sindicatos hasta mediados de los años veinte. La pri-mera organización en apelar directamente al campesina-do y en funcionar independientemente de la United FruitCompany y de las clases dominantes locales apareció en1925. Fue fundada por un italiano en ese viejo baluarte li-beral que era el caserío de Guacamayal. Los fundadoresprocedían de la tradición española anarcosindicalista y,junto con José Garibaldi Russo, un intelectual local im-presionado por la Revolución rusa, formaron en octubrede 1926 la Unión Sindical de Trabajadores del Magdale-na—USTM—, una organización poco rígida en la cual semezclaban muchas ideas mutualistas, anarcosindicalistas,socialrevolucionarias y liberales. Estaba influida por losmovimientos obreros de Barrancabermeja y de otras par-tes de la Costa Atlántica, particularmente Barranquilla yMontería. En forma embrionaria, la idea de una huelgacontra la United Fruit Company comenzó a crecer.En febrero de 1927 representantes del Partido SocialistaRevolucionario —PSR—, fundado un año antes en Bo-gotá, visitaron la zona, pronunciándose contra el impe-rialismo y en pro de los derechos del trabajador. Estosrepresentantes, el quindiano Ignacio Torres Giraldo y laantioqueña María Cano, notaron una gran presión de los

trabajadores para realizar una huelga. «Los trabajadoresde las plantaciones bananeras querían declarar la huelgainmediatamente», escribió Torres Giraldo. También co-mentaba que el antagonismo de los trabajadores hacia laUnited Fruit Company y sus convicciones liberales se re-forzaban mutuamente:Aparte de su sentimiento liberal, las motivaciones de lapoblación campesina nacían de sus quejas económicas.Ignacio Torres Giraldo encontró a los colonos de la zonaabiertos a nuevas ideas de organización y protesta. Loscampesinos ayudaron a convencer a los trabajadores delas plantaciones para enfrentarse a la compañía. A finesde los veinte los colonos se unieron a los trabajadoresasalariados para formar grupos de trabajadores por todala zona. En cada finca se formaron comités: se llamaban«sindicatos de obreros y colonos campesinos», pero eranasociaciones sueltas y espontáneas. Un viejo obrero re-cordaba:Los comités locales enviaban representantes a asambleasde obreros más grandes de Ciénaga y de Guacamayal. Ha-cia 1927 los campesinos y los obreros estaban listos paraactuar. Planeaban declarar la huelga en mayor, pero conel huracán fue pospuesta. En febrero de 1928, IgnacioTorres Giraldo y María Cano regresaron en otra gira, es-ta vez con Raúl Eduardo Mahecha, organizador del Par-tido Socialista Revolucionario que tendría un papel muyimportante en la gran huelga.Mahecha era un personaje enérgico, simpático, lleno decuentos y chistes, no muy teórico, pero gran organizador.Hijo de un campesino tolimense, llegó a involucrarse conlos obreros por medio del movimiento sindical católico.Habiéndolo abandonado, organizó huelgas a todo lo lar-go del río Magdalena, entre ellas las de los obreros pe-troleros en Barrancabermeja en 1927 y 1927. Una vez enla zona bananera, Mahecha se convirtió en secretario dela Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena y ayu-dó a los trabajadores a elaborar el pliego de peticiones.Más tarde, en agosto de 1928, otro organizador con am-plia experiencia, Alberto Castrillón, se unió a los obre-ros de las bananeras. Impresor de profesión, miembrodel Partido Socialista Revolucionario y reciente delega-do a Moscú, Castrillón se haría famoso por su testimoniodesde la cárcel sobre la masacre. «Agitadores de afue-ra» como Mahecha y Castrillón, ciertamente apoyaron lahuelga, pero también lo hicieron algunos comerciantes,cultivadores locales de banano y políticos liberales. Sinembargo, la huelga era ante todo un movimiento desdeabajo, de obreros y campesinos resueltos a afirmar susderechos y la ley colombiana sobre la poderosa compa-ñía extranjera. El movimiento obrero era de masas, de-mocrático, de organización poco rígida y autodirigido.

2 Desarrollo

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10 2 DESARROLLO

2.1 La Huelga

Un año después del huracán en Sevilla los obreros bana-neros elaboraron un pliego de peticiones compuesto denueve demandas. El 6 de octubre de 1928 una asambleade la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, enCiénaga, aprobó unánimemente el pliego. Solicitaban ala United Fruit Company y a los productores nacionales:

1. Seguro colectivo obligatorio;

2. Reparación por accidentes de trabajo;

3. Habitaciones higiénicas y descanso dominical;

4. Aumento en 50% de los jornales de los empleadosque ganaban menos de 100 pesos mensuales;

5. Supresión de los comisariatos;

6. Cesación de préstamos por medio de vales;

7. Pago semanal;

8. Abolición del sistema de contratista; y

9. Mejor servicio hospitalario.

No obstante los deseos de insurrección liberal o la utopíarevolucionaria que hubiera podido motivar a algunas per-sonas, éste no es de manera alguna un documento revolu-cionario. Fundamentalmente la Unión de Sindical de Tra-bajadores del Magdalena solicitaba a laUnited Fruit Com-pany que reconociera a sus empleados; aunque la compa-ñía negara su existencia, estos trabajadores le producíansu riqueza. Ellos exigían su reconocimiento y para ello in-sistieron que la United Fruit Company aboliera el sistemade contratos indirectos y les concediera los derechos queles garantizaba la ley colombiana. Los trabajadores tam-bién solicitaban a la compañía que negociara con ellos,tal como ocurría en las naciones modernas.El 7 de octubre, Erasmo Coronel, Nicanor Serrano yPedro M. del Río —los tres negociadores escogidos porlos trabajadores de las plantaciones— viajaron a SantaMarta para presentar el pliego de peticiones a la UnitedFruit Company. El gerente, Thomas Bradshaw se negó arecibirlos. Tres semanas más tarde, Bradshaw les hizo sa-ber que no podía considerar este pliego porque los de-legados, y los trabajadores a quienes representaban, noeran empleados de la compañía. Bradshaw basó su ase-veración en la resolución del 25 de febrero de 1925 delMinisterio de Industrias que «había conceptuado que lostrabajadores de los contratistas no lo eran de la empre-sa, por no existir entre aquéllos y el patrono un vínculojurídico». La United Fruit Company permaneció intran-sigente en este punto durante toda la huelga que siguió.¿Cómo explicar la rigidez de la United Fruit Company?La historiadora Judith White sugiere que es necesario to-mar en cuenta el aspecto global de la economía. Al fi-nal de los años veinte, la dominación de la United Fruit

Company sobre el mercado internacional del banano esta-ba siendo desafiada por algunas compañías advenedizas.Para mantener su participación en el mercado, la UnitedFruit Company se sintió presionada a reducir los costos deproducción. Al mismo tiempo, se veía claramente que lazona bananera de Santa Marta ya no era económicamen-te competitiva: el banano colombiano pesaba menos quelos de Centroamérica, además los fletes desde Colombiahacia los Estados Unidos eran mayores. La United FruitCompany consideraba estas demandas de los trabajadoresuna amenaza a su operación en Colombia. Si los trabaja-dores las imponían, la compañía tendría que aumentar lossalarios y el precio de compra a los cultivadores colom-bianos. Por lo tanto, la United Fruit Company se negó anegociar. La compañía argumentó que la huelga no podíaser vista como un paro legítimo de trabajo, sino como unarebelión contra la autoridad establecida, fomentada poragitadores extraños al conflicto.El 28 de octubre, y nuevamente el 6 de noviembre, el ge-rente de la United Fruit Company rechazó a la delegaciónde los trabajadores. Finalmente, el comité ejecutivo de laUnión Sindical de Trabajadores del Magdalena le entregóa la United Fruit Company un ultimátum: o se acordabanegociar o los trabajadores iniciarían la huelga. El sába-do 10 de noviembre, Thomas Bradshaw dio la orden deque toda la fruta de la zona fuera cortada y embarcada.La Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, te-miendo que la compañía acabara con la fruta y cerrara susoperaciones antes que se declarara la huelga, citó a unareunión de emergencia. En la noche del 11 de noviembreel comité ejecutivo de la Unión Sindical, el comité nego-ciador y los representantes de 63 fincas se reunieron en lacasa de Cristian Vengal en Ciénaga —éste, un mulato deCurazao, que dirigía la Federación de Trabajadores delFerrocarril, era un líder laboral respetado en la zona ba-nanera; su casa se convirtió en sede del comité ejecutivode la Unión Sindical durante la huelga—. La discusiónfue agitada y larga. A las once de la noche fue tomadala decisión fatal: el día siguiente los trabajadores de lazona bananera entrarían en huelga contra la United FruitCompany y los productores nacionales. La asamblea deCiénaga imprimió un cartel explicando su decisión:Delegados de la asamblea regaron la voz por los pueblosy campamentos de la zona. A mediodía del día 12 de no-viembre todo trabajo había cesado en las plantaciones.Durante los primeros tres días de huelga, los trabajado-res formaron dos clases de comisiones: grupos para dis-tribuir comida y comités de vigilancia para asegurarseque no llegara banano al puerto. Los comités de distri-bución de alimentos respondieron al problema de soste-nimiento: nadie trabajaba y la United Fruit Company senegaba a pagar lo que debía por trabajo realizado a fina-les de octubre y principios de noviembre. Las Cámarasde Comercio de Ciénaga y de Barranquilla suministraronapoyo esencial. Dueños de almacenes como el jefe liberalde Ciénaga Juan B. Calderón, donaron grandes cantida-des de comida. Los comerciantes habían tomado parte en

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2.1 La Huelga 11

la elaboración del pliego de peticiones, y se beneficiaríancon la abolición de los almacenes de la compañía. Sin susdonaciones, la huelga no hubiera durado mucho.Además de la red de distribución de comida, los huelguis-tas armaron comités de vigilancia para que el banano nose cortara. En la primera semana, la huelga era sólo par-cial en Riofrío y en Sevilla: allí la United Fruit Companycontrató a obreros, conocidos como «patas negras», parareemplazar a los huelguistas. Cuando esta gente comen-zaba a cosechar, grandes grupos de huelguistas aparecíanurgiéndoles a que pararan y destruían el banano mientrasse cortaba. Otras familias acamparon con toldas y fogonesimprovisados sobre el ferrocarril, para que las góndolasno pudieran pasar; cuando era necesario, bloqueaban losrieles conmadera o piedras. Los huelguistas llevaban ban-deras rojas símbolo de su fuerza. Las mujeres de la zonabananera tomaron un papel particularmente vigoroso. Ellíder obrero Sixto Ospina Núñez describe sus actividades:Los huelguistas desarrollaron una red eficaz de comunica-ciones. Aunque el centro de influencia de la United FruitCompany era Santa Marta, donde estaban la central dela compañía, los cultivadores conservadores y los traba-jadores portuarios —quienes no entraron en la huelga—,Ciénaga se convirtió en el centro de los trabajadores; allíla Unión Sindical tenía salones de reunión una cooperati-va y, su imprenta. Raúl Eduardo Mahecha operaba unamáquina de impresión y con otras personas, publicabael periódico Vanguardia Obrera y un flujo constante dehojas volantes. Varios periódicos liberales publicados enCiénaga, incluyendo «El Diario de Córdoba» editado porJulio Charris, simpatizaron con la huelga. Los líderes dela huelga en Ciénaga se mantenían informados de los pla-nes de la United Fruit Company por medio de los opera-dores telefónicos y telegráficos de la compañía, muchosde los cuales revelaban todo lo que escuchaban. Para ex-pandir las noticias, la Unión Sindical de Trabajadores delMagdalena dependía de estafetas que llamaban «el correorojo». La Unión Sindical también emitió cédulas perso-nales y salvoconductos, para que solamente aquellos queapoyaran la huelga pudieran moverse libremente por loscampos.Lo que observamos en la gran huelga de 1928 es una ex-traordinaria movilización social. Los historiadores estánde acuerdo en que casi todos los obreros y cargadores dela zona se sumaron a la huelga, aunque los cálculos sobreel número preciso de huelguistas varían de 16 000 a 32000. Los trabajadores permanecieron en huelga durantecasi un mes, del 12 de noviembre hasta el 5 de diciembre.Durante este tiempo no se despachó banano desde San-ta Marta. Mientras tanto, los huelguistas se mantuvieronpacíficamente y disciplinados esperando a que la UnitedFruit Company cediera y aceptara negociar.Entonces, ¿por qué no ganaron los obreros? ¿Por qué tu-vieron tantas dificultades en traer a la mesa de negocia-ción a la United Fruit Company? Se han ofrecido variasexplicaciones. Algunos subrayan la fuerza de la United

Fruit Company. Como tenía inversiones en otros países,no se sintió presionada a llegar a un acuerdo con los tra-bajadores. En caso necesario, la compañía podría cerrarsus operaciones en Colombia. Otras explicaciones desta-can las debilidades del movimiento obrero. La huelga es-talló en un momento en el cual el movimiento laboral enColombia, internamente fraccionado, recibía ataques delgobierno. La «Ley Heroica» contra huelgas y actividadesasociativas, que establecía la censura de prensa, había si-do aprobada solamente dos semanas antes. Muchos ac-tivistas del Partido Socialista Revolucionario estaban en-carcelados, y la dirección se había dividido en dos gruposcontrarios. Líderes importantes del Partido Socialista Re-volucionario como Ignacio Torres Giraldo y Tomás Uri-be Márquez pensaron que la huelga en las bananeras eraprecipitada, y nada hicieron para generar mayor apoyo.Además, había una ignorancia casi total de organizaciónpolítica en la zona. Los trabajadores no tenían experien-cia, mientras gentes como Mahecha se habían empapadode la idea anarquista de que con la huelga vendría unavictoria inmediata. Nadie tenía una visión sofisticada ya largo plazo de cómo organizarse para la confrontaciónque se avecinaba.Lo anterior desconoce un factor indispensable: la actituddel gobierno. Cuando la Unión Sindical de Trabajadoresdel Magdalena escribió el pliego de peticiones, no sola-mente le envió copias a la United Fruit Company tambiénal presidente de la República, al Congreso y al Ministe-rio de Industrias. Los trabajadores solicitaban al gobiernoque admitiera la legalidad de sus demandas, y pidieron ala Oficina General del Trabajo que mediara entre ellos yla United Fruit Company. La compañía también trató deinfluenciar al gobierno, tal como lo atestiguan las dece-nas de telegramas que se enviaron a las autoridades deBogotá. En los años veinte, el marco legal e institucionalpara la negociación colectiva entre trabajadores y empre-sa estaba poco desarrollado. Los principios de los dere-chos del trabajador—descanso dominical, compensaciónen caso de accidente, seguridad social— estaban inclui-dos en algunas leyes, en las que los trabajadores de lasbananeras fundaron sus reivindicaciones. Pero, tal comolo descubrirían durante la huelga, gran parte de la legis-lación no cubría todavía a los trabajadores agrarios. Loque en realidad querían los obreros eran «arreglos parahacer viable la ley y enmarcarse dentro de ella», según loafirma Carlos Cortés Vargas.Sin embargo, los gobiernos conservadores de los añosveinte tendían a ver con alarma cualquier acción indepen-diente por parte de los obreros, ya se tratara de paros oesfuerzos de sindicalización. Temían la movilización decampesinos y de obreros asalariados que estaba gestándo-se en toda Colombia. Las clases bajas estaban pidiendomayor participación en la vida económica y política delpaís. Los conservadores interpretaban esta petición, nocomo la emergencia natural de los sectores bajos y co-mo actores de pleno derecho, sino como una conspiracióncomunista instigada posiblemente por oscuros agitadores

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12 2 DESARROLLO

extranjeros. Los conservadores temían también la posi-bilidad de una insurrección liberal. Así, en lugar de crearlas estructuras institucionales que permitieran negociara los trabajadores y empresarios, el gobierno percibió elproblema social como de desorden y de subversión. Estavisión lo obligó a tomar una posición represiva.El 12 de noviembre, día en que estalló la huelga, el gerentede la United Fruit Company, Thomas Bradshaw, envió untelegrama urgente al presidente Miguel Abadía Méndez:La respuesta de la administración fue militar: el ministrode Guerra ordenó al general Carlos Cortés Vargas, quienestaba estacionado en Barranquilla, mover tres batallonesa la zona bananera. Se le ordenó:El general Cortés Vargas estableció sus cuarteles en San-ta Marta y estacionó sus tropas en Ciénaga, Aracataca, ElRetén, Fundación y Orihueca y asumió el control del fe-rrocarril de SantaMarta. Durante todo el día carros llenosde soldados armados con rifles y ametralladoras patrulla-ban los campos. Sixto Ospina reportó:Pronto había varios cientos de huelguistas arrestados,atestados en pequeños cuartos en las cabeceras munici-pales o entre vagones calientes. El general Cortés Vargastenía el propósito de intimidar a los huelguistas y, ex-plicó más tarde, de forzar a los trabajadores a rendirseintercambiando prisioneros por concesiones a la UnitedFruit Company. Las tácticas del general no fueron exi-tosas. Frecuentemente se liberaba a los prisioneros pororden de los alcaldes o jueces, o del gobernador, que re-sentía la apropiación de la autoridad por parte del gene-ral. Aquellos a quienes soltaban regresaban a casa, dondeeran recibidos como héroes.Santander Alemán, un administrador del ferrocarril queservía como mensajero al a la Unión Sindical, recordabacon estas palabras uno de estos incidentes:El apoyo del general Cortés Vargas a laUnited Fruit Com-pany dio pie a la creencia generalizada de que la compa-ñía había corrompido al ejército. Se decía que los solda-dos dormían en casas de la compañía y que la comidavenía de sus comisariatos. Un superior del general CortésVargas, Justo A. Guerrero, admitió en parte la acusación:La evidencia de colaboración entre la United Fruit Com-pany y el ejército era más profunda: los comerciantes no-taban que los comandantes de compañía, que ganaban só-lo 120 pesos mensuales, mostraban billetes de 500 quesolamente hubiera podido distribuir la United Fruit Com-pany, y los trabajadores veían a empleados de la com-pañía en los trenes indicándoles a quién arrestar. Se dijotambién que el general Cortés Vargas asistía a banquetesofrecidos por la administración de la compañía, que de-generaban en orgías. El general negó el cargo, pero la se-cretaría privada del gobernador lo divulgaba y se le creíaampliamente en la zona.Los huelguistas veían al general Cortés Vargas como elagente corrupto de una empresa extranjera, y el generaltemía a los trabajadores. Sostenía que ellos también ha-

bían sido corrompidos por agentes extranjeros —agentesdel comunismo internacional— y prohibió a sus solda-dos aventurarse a los campos bananeros con menos fuer-za que una compañía. Aunque veía a los huelguistas comogente potencialmente violenta, su mayor preocupación noera que atacaran a los soldados, sino que ganaran sus sim-patías. Y ésta era la intención de los huelguistas. Duran-te toda la huelga, la Unión Sindical de Trabajadores delMagdalena imprimió carteles apelando a los soldados:Cuando tenían la oportunidad, los trabajadores hablabancon los soldados. Los oficiales del ejército comenzarona dudar de la lealtad de sus tropas, particularmente por-que la mayoría de los soldados eran costeños, mientraslos oficiales eran «cachacos». En respuesta a estas dudas,se trajeron 300 refuerzos de Antioquia durante la últimasemana de noviembre.Los esfuerzos para romper la huelga por parte del generalCortés Vargas seguían las órdenes del ministro de Guerra,Ignacio Rengifo Borrero. Impetuoso y autoritario, Ren-gifo era famoso por tratar con dureza a quienes lo desafia-ban. En el movimiento obrero Rengifo sólo vio desordeny rebelión. El gobierno conservador lo había encargado detratar estos «problemas sociales»; la manera de hacerlo,pensaba, era reprimirlos con firmeza, y si fuera necesa-rio con la fuerza. Los trabajadores debían aprender unalección.Algunos funcionarios del gobierno no estaban de acuerdo.El Ministerio de Industrias, dirigido por el jurista conser-vador José AntonioMontalvo, prefería la negociación. En1924 el Congreso estableció una oficina especial dentrodel ministerio—la Oficina General de Trabajo— para re-unir información sobre las condiciones de trabajo y esta-blecer la nueva legislación laboral. En 1927 se le encargómediar en conflictos entre los obreros y las empresas ynombrar inspectores regionales de trabajo. Unos mesesantes de la huelga, llegó a Santa Marta Alberto MartínezGómez, el primer inspector laboral asignado a la zona ba-nanera. Martínez Gómez acompañó a los delegados de laUnión Sindical el 28 de octubre cuando trataron infruc-tuosamente de presentar el pliego de peticiones a la Uni-ted Fruit Company, y aconsejó a la compañía que nego-ciara. El 16 de noviembre el inspector de trabajo declarólegal la huelga y el general Cortés Vargas lo hizo encar-celar. Se le acusó de ser un líder comunista e instigadorde la huelga. Una semana después, un juez local encontróque el inspector era inocente y lo liberó. El general Cor-tés Vargas llamó «comunista» al inspector porque habíaanimado a los trabajadores para que demandaran sus de-rechos; en contraste, el ministro de Industrias argumentóque al orientar a los trabajadores hacia reivindicacionesconcretas y legales y al tratar de mediar por una soluciónpacífica, el inspector representaba «una verdadera garan-tía contra los peligros del socialismo soviético».Una semana después de iniciada la huelga, el gerente dela United Fruit Company y varios de los cultivadores co-lombianos accedieron a tener una discusión informal con

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2.1 La Huelga 13

los delegados de la Unión Sindical en la oficina del go-bernador. El gerente de la United Fruit Company negó alcomité negociador su derecho a representar a los trabaja-dores de la compañía, pero como «gesto de buena volun-tad» ofreció algunas concesiones menores. Sin embargo,rechazó la mayoría de las demandas de los trabajadores,considerándolas ilegales. Los trabajadores respondieroncon indignación y las conversaciones se rompieron.Al día siguiente, 20 de noviembre, el director de la Ofi-cina General de Trabajo, Dr. José R. Hoyos Becerra, ysu abogado, Dr. Miguel Velandia, llegaron de Bogotá. ElMinisterio de Industrias los había enviado para interve-nir en el conflicto y llevarlo a un final pacífico. El 24 denoviembre los representantes de la Oficina General deTrabajo se reunieron separadamente con la Unión Sindi-cal de Trabajadores del Magdalena y con la United FruitCompany. Los funcionarios convencieron a los delegadosde los trabajadores de retirar sus peticiones de pago do-minical y de abolición de los almacenes de la compañía yde aplazar los puntos sobre la seguridad social y la com-pensación por accidentes hasta que el Ministerio de In-dustrias pudiera dictaminar sobre su legalidad. Los traba-jadores, sin embargo, insistieron que se ratificara su dere-cho a negociar. Esa noche, la Oficina General de Trabajoencareció a la United Fruit Company que negociara conlos obreros y pagara compensación por accidentes, aun-que técnicamente la compañía no estaba obligada a ha-cerlo. La United Fruit Company accedió a mejorar la vi-vienda de los trabajadores, a construir hospitales de emer-gencia en Sevilla y en Aracataca y a establecer el pagosemanal, a no usar vales y subir ligeramente los salarios.El día siguiente el comité negociador de los trabajadoresaceptó la oferta de la compañía.Pero entonces surgió un obstáculo grave: ¿cómo se ra-tificaría el acuerdo? La Unión Sindical de Trabajadoresdel Magdalena quería firmar un pacto con la compañía,lo que daría una victoria substancial a los trabajadores: laaceptación por parte de la compañía de sus poderes ne-gociadores. Esto no lo haría la compañía. La United FruitCompany insistió en que había llegado a un acuerdo conel gobierno colombiano y no con los trabajadores, y queharía efectivas sus concesiones solamente después de queéstos regresaran a laborar.La mediación, tan prometedora, llegó a un punto muerto.Dentro de uno o dos días, un segundo foco de preocu-pación entre los trabajadores comenzó a aparecer: si losobreros no podían obligar a la compañía a que los reco-nociera, sí podían lograr por lo menos un alza salarial. Unsentimiento se generalizó entre todos los obreros de la zo-na: un alza del cincuenta por ciento o no se terminaba lahuelga. La United Fruit Company rechazó la demanda.En este punto, los doctores Hoyos Becerra y Velandia co-menzaron a desviarse de su papel imparcial. Dado que laUnited Fruit Company no se movía de su posición, trata-ron de convencer a los trabajadores de que cedieran. Seopusieron a la demanda de un salario más alto, con el ar-

gumento moralista de que no les haría ningún bien: la pla-ta se gastaría en licor, prostitutas y juego. En cambio, lostrabajadores deberían regresar a los campos y una vez es-tuvieran trabajando, el Ministerio de Industrias conven-cería a la United Fruit Company para que mejorara suscondiciones de vida. Tal actitud paternalista, que negabael derecho de los trabajadores a escoger su propio pro-grama, empujándolos en cambio a buscar patronos másfuertes, se expresaría en los años treinta en el gobiernode Alfonso López Pumarejo y el movimiento populistade Jorge Eliécer Gaitán.En los primeros días de diciembre, los representantes dela Oficina General de Trabajo tomaron dos pasos adicio-nales. Presionaron a los huelguistas para que designarannuevos delegados, delegados que cederían a las presionesde la compañía. Los trabajadores se negaron, insistiendoque tenían confianza en su grupo negociador, pero quecualquier acuerdo tenía que ser ratificado por cada unode más de sesenta comités de trabajadores. Los burócra-tas encontraban irritante la organización democrática delos trabajadores: no había un líder o comité central conpoder para imponer un acuerdo a los huelguistas. En losprimeros días de diciembre, Hoyos y Velandia también sereunieron con cultivadores colombianos de banano parainstarlos a lograr un acuerdo por separado con los obre-ros, presionando así a la United Fruit Company. Los cul-tivadores nacionales, divididos, no pudieron llegar a unacuerdo sobre un alza de salario que terminara con lahuelga.De esta manera, los esfuerzos de la Oficina General deTrabajo habían resultado en nada. De repente hubo undesarrollo alarmante: el 2 de diciembre el general CortésVargas informó a los doctores Hoyos Becerra y Velandiaque había interceptado un mensaje del activista del Parti-do Socialista Revolucionario, Tomás Uribe Márquez, ur-giendo a los huelguistas para que destruyeran las planta-ciones de banano y sabotearan las comunicaciones. No sesabe si el telegrama era auténtico o si era fabricado porCortés Vargas, por agentes de la United Fruit Company,o por otros interesados en dispersar rumores de conspi-ración revolucionaria.Hoyos Becerra y Velandia reaccionaron precipitadamen-te. Temían derramamiento de sangre, y sabían que la vio-lencia podría provenir tanto del ejército como de los huel-guistas. Para evitar una masacre, sintieron que era impe-rativo terminar en forma inmediata la huelga. De esta ma-nera, los representantes del Ministerio de Industrias, queal principio habían recomendado la negociación, toma-ron ahora pasos para romper la huelga. El 2 de diciem-bre recomendaron a la United Fruit Company contrataresquiroles, y al general Cortés Vargas defenderlos en unesfuerzo conjunto por exportar un cargamento de banano.Durante cuatro semanas no había salido banano del puer-to de Santa Marta. Hoyos Becerra y Velandia pensaronque si laUnited Fruit Company lograba llenar un barco, lamoral de los obreros se rompería. Al llegar la huelga a suquinta semana los trabajadores se vieron ante una situa-

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ción difícil. Muchos comerciantes que habían suministra-do alimentos habían retirado su apoyo. El 3 de diciem-bre, los delegados de los trabajadores regresaron de San-ta Marta con las manos vacías: la United Fruit Companyno aceptaría seis de los nueve puntos y Thomas Bradshawno discutiría más. Mientras tanto, la ofensiva de laUnitedFruit Company para romper la huelga se había iniciado.El 4 de diciembre, empleados de la compañía y un puña-do de cultivadores nacionales, protegidos por el ejército,comenzaron a cortar el banano en varias fincas. Los huel-guistas hicieron todo lo posible para detenerlos: destru-yeron la fruta lista para embarcar y bloquearon los rieles.También rodearon a las tropas y a los recolectores de ba-nano para tratar de convencerlos de que se les unieran. Enla tarde del 4 de diciembre, el teniente Enrique Botero yveinticinco soldados que protegían a algunos esquiroles,se encontraron totalmente rodeados por un grupo gran-de de huelguistas. La multitud llevó a los soldados hastaSevilla donde se les animó a comer y charlar, hasta doshoras más tarde, cuando los rescató un pelotón. Ese día,los esquiroles lograron colocar en los trenes más de 4 000racimos de banano; y había rumores que mucha más fru-ta había sido cortada. Los huelguistas sintieron rabia yfrustración, y un desesperante miedo a la derrota.El comité ejecutivo de la Unión Sindical se reunió esanoche en Ciénaga. ¿Qué hacer? En las primeras horasdel día, cincuenta mensajeros llevaron instrucciones a lasplantaciones y caseríos de la zona. Todo el mundo de-bería congregarse en Ciénaga esa noche, y seguir a SantaMarta en la mañana del 6 de diciembre, para llevar a cabouna manifestación ante el gobernador y el director de laOficina General de Trabajo, solicitándoles que obligarana la United Fruit Company a pactar con sus trabajadores.Los mensajeros cumplieron con su trabajo y al medio díadel 5 de diciembre, hombres, mujeres y niños comenzarona inundar Ciénaga. Alberto Castrillón describió la escena:A las dos y media de la tarde, corrió la voz de que el go-bernador y el gerente de la United Fruit Company se diri-gían en ese momento a Ciénaga en tren especial, con el finde firmar el pacto ofrecido por el señor Thomas Brads-haw, y aceptado por los obreros días antes. Los ánimosde los obreros se levantaron —todo terminaría bien— ycomenzaron a formar fogatas y a esperar al gobernador.Pero a las cinco y media llegó otro golpe: el gobernadorno vendría. Poco después se acercaron a la estación va-rios vagones cargados de banano cortado por los esquiro-les. Algunos hombres, mujeres y niños se acostaron sobrelos rieles para detenerlos. La muchedumbre se negó a de-jar partir de Ciénaga a un pequeño grupo de cultivadores.Asustados, pero astutos, los cultivadores prometieron quesi les era permitido salir para Santa Marta, discutirían elcaso con los obreros ante la United Fruit Company y re-gresarían esa misma noche con un pacto. Animados y es-peranzados, los obreros dejaron ir a los cultivadores. Y seprepararon para pasar la noche, acampando en una plazacerca al ferrocarril, con la intención de partir hacia SantaMarta al día siguiente temprano.

¿Qué revelan entonces los trabajadores? Un miedo a laderrota, una determinación de no dejar que suceda, pe-ro una terrible frustración ante su incapacidad para ha-cer que la United Fruit Company accediera a concesionessignificativas. Hasta el último momento fueron pacíficos:varios atestiguaron que todos habían dejado sus mache-tes en la casa de la Unión Sindical. Y todavía tenían es-peranza en las autoridades: el gobernador, el director dela Oficina General de Trabajo, y aun los cultivadores na-cionales.Si, mirando hacia atrás, podemos ver que los obreros noeran revolucionares, el general Cortés Vargas no lo en-tendía así. El recuento del general sobre la huelga subra-ya que en los primeros cinco días de diciembre él estabaperdiendo el control. Los trabajadores no se rendían, noregresaban a las plantaciones aunque los amenazara concárcel como rateros y vagabundos, arrancaban los avisospuestos por el ejército y destruían el banano. Pero fue elincidente con Botero el que irritó al general Cortés: loshuelguistas habían «atacado» a un convoy de soldados ylos habían hecho «prisioneros». Lo que era peor, el te-niente Botero no había opuesto resistencia. El honor yla disciplina del ejército están en juego. Los trabajado-res habían desafiado la autoridad del ejército, y el respetopor la United Fruit Company y por las clases superioresde Santa Marta estaba erosionándose.

2.2 La masacre

Durante la primera semana de diciembre, Thomas Brads-haw, el general Cortés y algunos cultivadores colombia-nos enviaron cantidades de telegramas a las autoridadesen Bogotá describiendo la situación como de violenciainminente, de peligro y destrucción originados en masasincontrolables. Las confrontaciones entre la United FruitCompany y el ejército, de un lado, y los trabajadores, delotro, por el rompimiento de la huelga el 3 y 4 de diciem-bre, dieron al general Cortés Vargas una justificación máspara la represión. En sus memorias de la huelga, dice quese convenció de que si el orden público no era restauradode forma inmediata, el gobierno de los Estados Unidosenviaría marines. Los rumores sobre barcos de guerra delos Estados Unidos eran abundantes. Los obreros veíansu huelga como un acto nacionalista: querían obligar ala United Fruit Company a reconocer la ley colombianay los derechos laborales colombianos. Cortés Vargas, encambio, vio la represión de la huelga en términos nacio-nalistas: creía que su deber era acallar a los trabajadorespara asegurar que el suelo colombiano no fuera profanadopor soldados extranjeros.Así, la iniciativa de la Oficina General de Trabajo del 3y 4 de diciembre para romper la huelga y evitar la vio-lencia fracasó: fue el factor final que precipitó la masacreen la noche del 5 a 6 de diciembre. A raíz del incidenteBotero, el general Cortés Vargas le envió un telegrama alos doctores Hoyos Becerra y Velandia:

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Cuando grupos de huelguistas comenzaron a congregar-se en Ciénaga en la tarde del 5 de diciembre, el generalCortés Vargas y 300 soldados ya estaban allí. El generaldescribió la escena en los siguientes términos:Tanto el general como sus superiores interpretaron cla-ramente la reunión en Ciénaga como un movimiento dehuelguistas armados para atacar al ejército. Durante eltranscurso de la tarde del 5 de diciembre, Cortés Vargasfue incapaz de aprovisionar a sus tropas o de mantenerfuncionando los trenes.Finalmente, a las once y treinta de la noche, la noticiaque había estado esperando llegó. El decreto legislativonúmero 1 de 1928 declaraba la ley marcial en la provinciade Santa Marta y nombraba como jefe civil y militar algeneral. A la una y treinta de la mañana, marchó con sustropas, sobre todo antioqueñas, a la plaza cercana al fe-rrocarril, donde estaban congregados entre 2 000 y 4 000huelguistas durmiendo, comiendo, charlando, esperandoa que llegaran más compañeros, esperando al gobernador,esperando la mañana para marchar hacia Santa Marta.Sonaros los tambores. Trescientos soldados se apostaronal costado norte de la plaza. En voz alta un capitán le-yó el decreto de estado de sitio, que prohibía asambleasde más de tres personas. Los huelguistas y sus familiasdebían dispersarse en forma inmediata, concluyó, o lossoldados dispararían. Siguieron tres toques de corneta aintervalos de un minuto. Casi nadie se movió. Más tardealgunos de los que estaban presentes dijeron que estabanseguros de que los soldados no dispararían: los huelguis-tas eran demasiados y habían tratado bien a los soldados.Se oyeron unos pocos gritos de la multitud: «¡Viva Co-lombia libre! ¡Viva el ejército!» El general Cortés Vargasordenó a sus soldados disparar…Lo que no creían los trabajadores que pasaría, sucedió.Un momento —una eternidad— de pánico, dolor y con-fusión mientras unos caían y otros trataban de escapar.En las horas que siguieron, las gentes de Ciénaga, ence-rradas en sus casas, oyeron pasar un camión de la basura,un tren con dirección al mar y el pito de un barco a la dis-tancia. A las seis de la mañana el personero de Ciénaga,llamado para practicar el levantamiento de los cadáveres,encontró nueve muertos tendidos en la plaza. El generalCortés Vargas informó a sus superiores que estos nueve,más cuatro más que murieron por sus heridas, fueron losúnicos huelguistas muertos en la noche del 5 de diciem-bre. La gente de la zona, sin embargo, cree que fuerondecenas, si no cientos los muertos. Mientras huía de Cié-naga Raúl Eduardo Mahecha le contó a otros que sesen-ta personas habían sido muertas; Alberto Castrillón losestimó en cuatrocientos. Muchos cuerpos, dicen, fueronrápidamente cargados en los trenes y arrojados al mar, yotros enterrados en fosas comunes en una finca bananeravecina.El general dejó intencionalmente nueve cadáveres en laplaza —decían— para que los trabajadores supieran quelos nueve puntos de su pliego habían muerto.

3 Restablecimiento del orden pú-blico

Después de la masacre, el espectro de la violencia insis-tentemente mencionado por la United Fruit Company ypor el ejército en sus comunicaciones a las autoridades na-cionales se convirtió por primera vez en una realidad. Esaviolencia venía del gobierno. En trenes militares el ejér-cito buscaba en plantaciones y en campamentos a huel-guistas que en adelante se llamarían «cuadros de malhe-chores». Los soldados destruyeron las casas sindicales enCiénaga y en Guacamayal y dispararon y encarcelaron anumerosas personas. La mayoría de los obreros, sin ar-mamento y sin organización, optó por huir de las plan-taciones, buscando refugio en el interior del país. Algu-nos fueron atendidos por los indígenas de la Sierra Ne-vada de Santa Marta, quienes se politizaron más comoresultado de este contacto. Pequeños grupos de trabaja-dores se quedaron atrás para vengarse del ejército y de lacompañía que había asesinado a sus compañeros. Algu-nos cortaban los cables telegráficos y arrancaban los rie-les, mientras otros emboscaban a las patrullas policíacaspara adquirir municiones. También quemaron y robaron.El encuentro más sangriento ocurrió el 6 de diciembre enSevilla, donde los huelguistas atacaron a la superinten-dencia de la United Fruit Company y donde empleadosnorteamericanos y el ejército colombiano les dispararon.Un soldado y 29 obreros, incluyendo a Erasmo Coronel,encontraron allí la muerte. A mediados de diciembre, elgeneral Cortés Vargas reportó que la zona bananera esta-ba pacificada, pero los militares continuaron con el con-trol hasta marzo de 1929.Durante los días de terror que siguieron a la masacre mu-rieron muchos obreros.

• El general Cortés Vargas dijo que el número total demuertos en diciembre fue de 47;

• El embajador de Francia reportó 100;

• El embajador de los Estados Unidos admitió que lacuenta total podría llegar hasta 1 000;

• Alberto Castrillón estimó 5 000.

Nada cierto se sabe debido a la censura impuesta por losmilitares. El ejército encarceló a cientos de personas más.En enero, el general Cortés Vargas instauró consejos deguerra contra 54 de los arrestados, incluyendo a Alber-to Castrillón y a Julio Charris. Fueron condenados a 182años de prisión.La huelga había terminado. La represión había triunfadosobre la negociación, y los trabajadores habían sido de-rrotados. La organización sindical había desaparecido to-talmente y los obreros de la zona, hambrientos y con mie-do, comenzaron a regresar a las plantaciones. La derrota

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16 6 REFERENCIAS

de la huelga bananera fue un golpe serio para el movi-miento laboral colombiano, el cual se debilitaría aún másen 1929 con el advenimiento de la depresión mundial.

4 Consecuencias

La historia muchas veces se mueve en forma contradic-toria. Si la represión de la huelga significó la culminaciónde la reacción del gobierno conservador a la germinaciónde la «cuestión social» de la década de 1920, también ge-neró una respuesta contraria. Esta respuesta no vino delos trabajadores mismos, que habían sido salvajementereprimidos, sino de un nuevo tipo de gobierno liberal.A comienzos de 1929, un joven abogado, Jorge EliécerGaitán, fue elegido para su primer periodo en la Cámarade Representantes. Varios meses después realizó una girade información por la zona bananera y en septiembre de1929 se lanzó en una de las series oratorias más impre-sionantes y populares jamás realizadas en el Congreso.En lenguaje conmovedor y elocuente, Gaitán denunció algeneral Cortés Vargas y al gobierno conservador que lohabía apoyado. El gobierno arbitrariamente había encar-celado y asesinado a su propia gente para proteger a unacompañía extranjera, a una compañía que había corrom-pido a las autoridades colombianas y había establecidoun estado dentro del Estado. Los huelguistas de la zonabananera no eran revolucionarios comunistas ni crimina-les, insistía, sino ciudadanos colombianos a quienes se leshabían negado sus esperanzas y sus derechos. En estosdiscursos, Gaitán encontró su público y su estilo retóri-co. Fusionó el sentimiento nacionalista y el populismo,mezcla sobre la cual construiría su formidable atractivopolítico en los años siguientes. La reacción del gobiernoconservador a la huelga bananera y la fogosa denuncia deGaitán sobre la misma, fueron los factores primordialesque contribuyeron en 1930 a la caída del poder de los con-servadores después de casi cincuenta años de gobierno.En el período de hegemonía liberal que le siguió, los sin-dicatos y las huelgas fueron legalizados, y los trabajado-res se convirtieron en una base importante para el partidoliberal. El modelo populista de organización laboral, en elque una fuerza obrera relativamente débil buscaba defen-sores en el gobierno para reforzar su posición, se impuso.El movimiento independiente sindical presagiado por losobreros de las bananeras en 1928 no llegó a fructificar.¿Y qué sucedió con laUnited Fruit Company y con los tra-bajadores de las bananeras? Aunque algunos de los obre-ros originales habían muerto o habían abandonado la re-gión, la United Fruit Company pronto encontró reempla-zos entre los cientos de desempleados que, con la depre-sión de 1929, inundaron la región desde otras partes delpaís. En 1930, muy lentamente, comenzaron a reaparecercomités de trabajadores en las plantaciones de la zona.José Garibaldi Russo, que tuvo un papel importante en lahuelga de 1928, ayudó a impulsar estas actividades. Mu-chas personas de la región asociadas con el partido comu-

nista recientemente formado, también hicieron su parte.En 1934 ocurrió una huelga —la primera desde 1928—y todos temían que terminaría otra vez con sangre. Esto,sin embargo, no sucedió. El gobierno de Alfonso LópezPumarejo intervino para obligar a la United Fruit Com-pany a negociar, y el primer pacto entre la compañía ysus obreros, el Pacto Auli-Garcés Navas, se firmó. El re-conocimiento legal reforzó la organización laboral en lazona por algún tiempo, y se estableció el primer sindica-do regional de alguna efectividad. La posición obrera seerosionó en los años siguientes, sin embargo, ante el dete-rioro gradual de la economía bananera. Debido a la granhuelga de 1929 y a la depresión mundial que la siguió,la United Fruit Company recortó su producción banane-ra en Colombia. El período de prosperidad de los añosveinte se había ido para siempre. Plagas, deterioro delsuelo, problemas laborales y el incremento de la interven-ción del gobierno hicieron que la United Fruit Companyconcentrara sus esfuerzos en otros países del mundo. Unaumento en la producción bananera a finales de los añostreinta fue seguido por otra recesión a principio de losaños cuarenta, cuando las condiciones impuestas por laguerra obligaron a la compañía a suspender totalmentelas exportaciones de banano desde Colombia, por cincoaños. Después de la segunda guerra mundial, la UnitedFruit Company perdió su monopolio en la región de San-ta Marta y se retiró de la producción, vendiendo o alqui-lando muchos de sus terrenos a cultivadores colombia-nos. La decisión de la United Fruit Company de no volvera involucrarse directamente en la producción socavó launidad del movimiento obrero. Los sindicatos se fraccio-naron, sus miembros mermaron y las condiciones de vidade los obreros declinaron. A principio de los años setenta,la United Fruit Company abandonó totalmente la zona deSanta Marta.

5 Véase también• Guerras bananeras• República bananera• Mal holandés• Neocolonialismo• Despotismo hidráulico• Estado fallido• Novela del dictador• Cien años de soledad• Vivir para contarla

6 Referencias[1] Vásquez, Edgar (2001) Historia de Cali del siglo XX. Cali:

Universidad del Valle. Pg. 101.

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6.1 Bibliográficas

7 Bibliografía complementaria• «La masacre de las bananeras». Revista credencial(Número 190). 2005.

8 Enlaces externos•

• Wikimedia Commons alberga contenido multi-media sobreMasacre de las Bananeras. Commons

• Detrás de la Masacre - Biblioteca Luis Ángel Aran-go

• Masacre de las Bananeras - Colombialink

• Masacre de las bananeras y la desigualdad de las víc-timas - El Espectador

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18 9 TEXTO E IMÁGENES DE ORIGEN, COLABORADORES Y LICENCIAS

9 Texto e imágenes de origen, colaboradores y licencias

9.1 Texto• Masacre de las Bananeras Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_las_Bananeras?oldid=84344295 Colaboradores: Oblongo,Rumpelstiltskin, Tony Rotondas, Kusaja, Chlewey, Yrithinnd, Tequendamia, Kitalphar, Magister Mathematicae, Halcón, Hossmann, Yr-bot, Maleiva, Vitamine, .Sergio, Mortadelo2005, Jorpcolombia, Echani, Lin linao, Ageloso, KnightRider, Banfield, Bcoto, Jarke, Nihilo,Aloneibar, CEM-bot, Svejk92, Vgomgon, Retama, Baiji, Davius, Dorieo, Thijs!bot, RoyFocker, Botones, Isha, Rrmsjp, Chien, Stifax, Tek-nomegisto, Ludavim, Sergioroa, Humberto, Netito777, Nelammog, Qoan, Pólux, Wikichasqui, Technopat, Erfil, Matdrodes, DJ Nietzsche,Colombian Knight, Lucien leGrey, Shadowxfox, Loveless, Carmin, Katze Canciola, Jcestepario, STBot~eswiki, OboeCrack, Lp-spain, Tirit-hel, HUB, Andavid, Eduardosalg, Botellín, Petruss, BetoCG, UA31, Fmgo, AVBOT, Diegusjaimes, Davidgutierrezalvarez, Andreasmperu,Luckas-bot, Amirobot, Jume28, Bsea, Nixón, DSisyphBot, Sincos, SuperBraulio13, Manuelt15, Xqbot, Jkbw, Noventamilcientoveinticin-co, Botarel, MAfotBOT, Halfdrag, Wikielwikingo, Pownerus, PatruBOT, Rosabaya, Ganímedes, Angelito7, Miss Manzana, Axvolution,IntellektuelleSchism, Grillitus, SebastianRC, Gfalcone, Diegozpy, Joseluisaldana, Pasando, Agente Smith 100, Ricohin, GM83, Acocris,Chico del Pantano, Minsbot, Jeisson258, LlamaAl, Érico Júnior Wouters, Helmy oved, Sable-04, Andrezitho...jhon, Addbot, DrRiascos,ConnieGB, Andres Mera, Dougwash, Santiagoeb94, Jarould, Jrey2003, Arreglaora, Saul09012, Alvaropinto9999999999, Lizz Kate y Anó-nimos: 373

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