marti jose - diarios de campaña

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JOSÉ MARTÍ diario HUÍ Biblioteca Familiar

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Diarios y literatura intima

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Page 1: Marti Jose - Diarios de Campaña

JOSÉ MARTÍ

diario

HUÍBiblioteca Familiar

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DlAK'lOS DK CAMPAÑA 3.

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«Cuba ya tiene escritos sus nombres con mis ojos» '

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José Martí, después de su salida de Nueva Yorken febrero de 1895 con rumbo al Caribe.comien-za a redactar -cuando y como las condicioneslo permiten- lo que puede ser considerado suúltimo texto literario, significativamente testimo-nial: los Diarios de campaña. Son unas tres-cientas páginas de apuntes íntimos, que recogencon estilo apresurado, fragmentario eimpresionista, hechos acaecidos y observacio-nes formuladas durante sus últimos meses devida en el ámbito antillano.

A tenor con sus diferencias estilísticas, sus dossecciones han sido mayormente editadas y estu-diadas por separado -las hojas sueltas que for-man el texto 'De Monte Cristi a Cabo Haitiano» yelpecp.üeñocuadernoquereseñaelperipto'DeCaboHaitiano a Dos Ríos». Sin embargo, han de consi-derarse partes de un discurso en esencia indivisi-ble, por tratarse de momentos sucesivos de unmismo y trascendental acontecimiento: el regresoa la patria

En los últimos años de su vida. Martí había reali-zado un progresivo acercamiento a conglomeradossocioculturales cada vez más afines, propiciadopor su vinculación a la migración antillana en losEstados Unidos -puertorriqueños y dominicanos,fundamentalmente- y. por la extensión de sulabor política como delegado del Partido Revo-lucionario Cubano, en países del área del Caribe.Su vinculación con intelectuales revolucionariosy hombres de armas antiUanos contemporáneos,hubo de ser. lógicamente, decisiva para la evolu-ción de sus ideas y contribuyó a reafirmar entodos ellos su sentido de concordancia reciproca,de afinidad de intereses y propósitos. Ayudó areconocer un espacio de convivencia natural: lasAntillas, a donde reingresa el Apóstol en cumpli-miento de su vocación de servicio.

Hay que considerar, pues, la antillanidadmartiana -su conciencia de pertenecer a esta co-munidad y su conocimiento de la necesidad deasunción de la identidad cultural como platafor-ma de acción política-fundamento indiscutiblede sus Diarios... En ellos concurre una duali-dad excepcional: el cronista no es un simple tes-tigo presencial sino que se halla involucradodirectamente en los acontecimientos históricosque testimonia. Más aún. es quien los orienta ylos protagoniza

Su relación de viaje sigue, en esencia, el progre-so de su misión libertaria. Primero, el período deobligado clandestinqje a que se somete en Repú-blica Dominicana. Haití y su paso por Gran

¡nagua en el curso de gestiones revolucionarias,que son sagazmente enmascaradas tras pinto-rescas y sensuales crónicas costumbristas y dete-nidas meditaciones, sobre todo, históricas yliterarias. Después, tras la partida al fin exitosay su arribofascinado a tierras cubanas, los porme-nores de las duras jornadas vividas y la memo-ria de las guerras anteriores, entre aquelloshombres, niños y mujeres que supieron recono-cerlo como suyo. La visión del feraz monte cu-bano y de sus endurecidos y francos habitantes,incuba la nueva vida a que aspira su proyectorevolucionario, lo cual encarnade igual modo al-ternativa estética y opción política. En el cuader-no "De Cabo Haitiano a Dos Ríos», la meditaciónreposada y la descripción colorista del inicio, juntoa la digresión tan cara a su estilo anterior, cedenpaso al necesario ejercicio desinhibido de lacorporeidad: la palabra no adjetiva esteticis-tamente lo real sino que ejerce el goce de la expe-riencia. El placer sinestésico que evidencia y quealcanza las cumbres de expresión en nuestro idio-ma, es el que su autor disfruta dia tras día.

Si muchos son los que han destacado la excelsitudde la prosa de los Diarios. ..y la extrañafascina-ción que de ella irradia, no son pocos los que, porsu cercanía con el desenlace fatal de Dos Ríos,han propuesto lecturas premonitorias de las contin-gencias implacables que refieren y de la palabravehemente con que son narradas. Todos recono-cen una respuesta cualitativarnente nueva respec-to al resto de su propia obra, alcance que hanjustificado, además, a partir de la singular exalta-ción espiritual que Marti experimenta en esos mo-mentos. Acerca de este éxtasis febril comenta encarta a Carmen Miyares, desde Baracoa el 16 deabril:

Es muy grande. Carmita, mifeliddad. sin ilu-sión alguna de mis sentidos, ni pensamientoexcesivo en mí propio, ni alegría egoísta y pue-ril puedo decirte que llegué alfin a mi plenanaturaleza, y que el honor que en mis pai-sanos veo, en la naturaleza que nuestro valornos da derecho, me embriaga de dicha condulce embriaguez. Solo la luz es comparablea mi felicidad...2

La enumeración es el basamento estructural yconceptual más sólido de este discurso literario.Plantas, animales, objetos de la cultura mate-rial, primero dominicanos y haitianos, y. al cabo,cubanos: platos de las cocinas típicas, remedioscaseros, ausentes hasta entonces del dominiode las 'bellas letras», tan inéditos como las

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JOSÉ MARTÍ

palabras que los designan. Veintiún vocablosindocubanos pueden ser reconocidos en este tex-to breve y prodigioso; decenas de especies de laJlora y la/auna antillanas, algunas hasta endé-micas de Cuba, son descritas, y referida, ade-más, su utilidad. No es la ojeada de un caminantedesprevenido, sino indagación continua y enalte-cedora de lo tradicionalmente excluido.

El texto se estructura a partir de la conjluenciade múltiples relatos particulares y de la capaci-dad de informar acerca de la realidad que cadauno de ellos potencia: construyen una voz plu-ral -una voz de voces. En él dialogan el escritory quienes habitan el contexto que describe, locuál relativiza el conocimiento y democratiza la>voz oficial» -y no olvidemos que es el Delegado,

el Mayor General y hasta para algunos ya elPresidente, quien escribe.

Es. en fin, una obra que ataca los registros totali-zadores, y que. por ¡o mismo, resulta a ralos con-tradictoria, siempre sincrética, típica de los•tiempos de reenquiciarnient&yremoláe>>. 3 Aunaconservación y renovación de esenciales valo-res humanos y culturales: supone la imagen queentonces empezaba a ser reconocida por el yoplural como el 'nosotros» y que apenas habíaalcanzado a expresarse desde los márgenes: conlos Diarios de campaña hace su entrada defini-tiva lo cubano a la literatura.

MAYRA BEATRIZ MARTÍNEZ

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DIARIOS DE CAMPAÑA

1895De Montecristi a Cabo Haitiano

(14 de febrero-8 de abril)

Mis niñas:'

Por las Jechos arreglen esos apuntes, queescribí para ustedes,2 con los que les mandé

antes. No fueron escritos sino para probarlesque día por día, a caballo y en la mar, y en las

más grandes angustias que pueda pasarhombre, iba pensando en ustedes.

Su

M.

14 de FebreroLas seis y media de la mañana seriancuando salimos de Montecristi3 el Gene-ral,4 Collazo y yo, a caballo para Santia-go:5 Santiago de los Caballeros, la ciudadvieja de 1507. Del viaje, ahora que escri-bo, mientras mis compañeros sestean, enla casa pura de Nicolás Ramírez, solo re-

saltan "en mi memoria unos cuantos ár-boles,-unos cuantos caracteres, de hom-bre o de mujer,-unas cuantas frases. Lafrase aquí es añeja, pintoresca, concisa,sentenciosa: y como filosofía natural. Ellenguaje común tiene de base el estudiodel mundo, legado de padres a hijos, enmáximas finas, y la impresión pueril pri-mera. Una frase explica la arrogancia in-necesaria y cruda del país:-«Si me traen(regalos, regalos de amigos y parientes ala casa de los novios) me deprimen, por-que yo soy el obsequiado.» Dar, es de hom-bre; y recibir, no. Se niegan, por fiereza,al placer de agradecer. Pero en el resto dela frase está la sabiduría del campesi-no:-«Y si no me traen, tengo que matarlas gallinitas que le empiezo a criar a mimujer.» El que habla es bello mozo, depierna larga y suelta, y pies descalzos,con el machete siempre en puño, y al cintoel buen cuchillo, y en el rostro terrosoy febril los ojos sanos y angustiados.

GRAN INAGUA

CUBA

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HAiTÍ ( REPÚBLICADOMINICANA

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\ JAMAÍCAX

RUTA «At«TWNAd«C«H«Hl*»»0« Orar» in«B>» ''--,.,1. CtMHlIRMi. MenttCíWS 7. l*V»g*3- «tuaUeVtWofco «. CUjatrtsi4. UMm 8. Qa»»m»8ie5. GuíWOBM» W. Fort Lg>«?t*-. SaoSasw Seto* £**»»*«» tt. P»ssTtau

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JOSÉ MARTÍ

Es Arturo, que se acaba de casar, y lamujer salió a tener el hijo donde su gen-te de Santiago. De Arturo es esta pre-gunta: «¿Por qué si mi mujer tiene unmuchacho dicen que mi mujer parió,-ysi la mujer de Jiménez tiene el suyo di-cen que ha dado a luz?»-Y así, por elcamino, se van recogiendo frases. A lamoza que pasa, desgoznada la cintura,poco al seno el talle, atado en nudo flojoel pañuelo amarillo, y con la flor de campe-che al pelo negro:-«¡Qué buena está esapailita de freír para mis chicharrones!» Auna señorona de campo, de sortija en elguante, y pendientes y sombrilla, en grancaballo moro, que en malhora casó a lahija con un musié* de letras inútiles, unorador castelaruno y poeta zorrillesco, una«luz increada», y una «sed de ideal inextin-gible»,-el marido, de sombrero de manacay zapatos de cuero, le dice, teniéndole elestribo: «Lo que te dije, y tú no me quisisteoír: «Cada peje en su agua.» A los caba-llos les picamos el paso, para que con lacorrida se refresquen, mientras bebemosagua del rio Yaque en casa de Eusebio; yel General dice esta frase, que es todauna teoría del esfuerzo humano, y de lasalud y necesidad de él:-«El caballo sebaña en su propio sudor. »-Eusebio vivede puro hombre: lleva amparada de unpañuelo de cuadros azules la cabeza vieja,pero no por lo recio del sol, sino porquede atrás, de un culatazo de fusil, tieneun agujero en que le cabe medio huevode gallina, y sobre la oreja y a media frente,le cabe el filo de la mano en dos tajos desable: lo dejaron por muerto.

«¿Y Don Jacinto, está ahí?» Y nues-tros tres caballos descansan de quija-das en la cerca. Se abre penosamenteuna puerta, y allí está Don Jacinto;aplanado en un sillón de paja, con unbrazo flaco sobre el almohadón atado aun espaldar, y el otro en alto, sujeto porlos dos lazos de una cuerda nueva quecuelga del techo: contra el ventanillo re-posa una armazón de catre, con dos clavi-jas por tuercas: el suelo, de fango seco,se abre a grietas: de la mesa a la puertaestán en hilera',' apoyadas de canto en elsuelo, dos canecas de ginebra, y un pomovacio, con tapa de tusa: la mesa, coja ypolvosa, está llena de frascos, de uninhalador, de un pulverizador, de polvosde asma. A Don Jacinto, de perfil rapaz.

le echa adelante las orejas duras el gorrode terciopelo verde: a las sienes lleva par-ches: el bigote, corvo y pesado, se le cierraen la mosquilla: los ojos ahogados se lesalen del rostro, doloroso y fiero: lasmedias son de estambre de color de carne.y las pantuflas desteñidas, de estambreroto.-Fue prohombre, y general de fuego:dejó en una huida confiada a un compa-dre la mujer, y la mujer se dio al com-padre: volvió él, supo, y de un tiro decarabina, a la puerta de su propia casa,le cerró los ojos al amigo infiel. «¡Y a ti,adiós!: No te mato, porque eres mujer.»Anduvo por Haití,"entró por tierra nue-va, se le juntó la hija lozana de unacomadre del rincón, y entra a besar-nos, tímida, una hija linda de ocho años,sin medias, y en chancletas.-De latienda, que da al cuarto, nos traen unabotella, y vasos para el ron. Don Jacintoestá en pleitos: tiene tierras,-y un com-padre.-el compadre que lo asiló cuandoiba huyendo del carabinazo,-le quierepasear los animales por la tierra de él.«Y el mundo ha de saber que si me ma-tan, el que me mató fue José RamónPérez. Y que a mí no se me puede decirque él no paga matadores: porque a mívino una vez a que le buscara por unaonza un buen peón que le balease a Fu-lano: y otra vez tuvo que matar a otro, yme dijo que había pagado otra onza.»-«¿Y el que viene aquí, Don Jacinto,todavía se come un alacrán?» Esto es:se halla con un bravo: se topa con untiro de respuesta.-Y a Don Jacinto se lehinchan los ojos, y le sube el rosadoenfermizo de las mejillas: «Sí», dice sua-ve, y sonriendo. Y hunde en el pecho lacabeza.

Por la sabana de aromas y tunas-,cómoda y seca, llegamos, ya a la pues-ta, al alto de Villalobos,7 a casa de Nene,la madraza del poblado, la madre deveinte o más crianzas, que vienen to-das a la novedad, y le besan la mano.«Utedes me dipensen», dice al sentarsejunto a la mesa a que comemos, conron y café, el arroz blanco y los huevosfritos: «pero toito ei día e stao en ei co-nuco jalando ei machete.» El túnico esnegro, y lleva pañuelo a la cabeza. Elpoblado todo de Peña la respeta. Con elprimer sol salimos del alto, y por entrecercados <Je plátano o maíz, y de tabacoo yerba, llegamos, echando por un trillo.

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DlAUlOS l)K CAMPAÑA

a Laguna Salada, la hacienda del Ge-neral: a un codo del patio, un platanalespeso: a otro, el boniatal: detrás de lacasa, con cuatro cuartos de frente, y "depalma y penca, está el jardín, de na-ranjos y adornapatios. y, rodeada de li-rios, la cruz, desnuda y grande, de unasepultura. Mercedes, mulata dominica-na, de vejez limpia y fina, nos hace, conla leña que quiebra en la rodilla suhaitiano Alborno, el almuerzo de arrozblanco, pollo con llerén. y buniato yauyama: al pan, prefiero el casabe, y elcafé pilado tiene, por dulce, miel de abe-ja. En el peso del día conversamos, dela guerra y de los hombres, y a la tardenos vamos a la casa de Jesús Domín-guez, padre de muchas hijas, una deojos verdes, con cejas de arco fino, ycabeza de mando, abandonado el trajede percal carmesí, los zapatos empol-vados y vueltos, y el paraguas de seda,y al pelo una flor:-y otra hija, rechon-cha y picante, viene fumando, con un

y luego no lo ha sido, y cuando se le acabala fortuna sigue con la cabeza alta, sinque le conozca nadie la ruina, y a latierra le vuelve a pedir el oro perdido, yla tierra se lo da: porque el minero tieneque moler la piedra para sacar el oro deella.-pero a él la tierra le da «el oro jecho,y el peso jecho». Y para todo hay reme-dio en el mundo, hasta para la muíaque se resiste a andar, porque la resis-tencia no es sino con quien sale a viajesin el remedio, que es un limón o dos.que se le exprime y frota bien en las uñasa la mula,-«y sigue andando». En la mesahay pollo y frijoles, y arroz y viandas, yqueso del Norte, y chocolate.-Al otro díapor la mañana, antes de montar paraSantiago, Don Jesús nos enseña un picoroído, que dice que es del tiempo de Colón. 8

y que lo sacaron de la Esperanza, «de lasexcavaciones de los indios», cuando lamina de Bulla: ya le decían «Bulla» entiempo de Colón, porque a la madrugadase oía de lejos el rumor de los muchos

Antiguo fuerte de Colón en La Española.

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pie en media y otro en chancleta, y losdieciséis años del busto saliéndosele deltalle rojo: y a la frente, en el cabellorizo, una rosa. Don Jesús viene del co-nuco, de quemarle los gusanos al taba-co, «que da mucha briega», y recostadoa la puerta de su buena casa, habla desus cultivos, y de los hijos que vienencon él de trabajar, porque él quiere «quelos hijos sean como él», que ha sido rico

indios, al levantarse para el trabajo. Yluego Don"" Jesús "trae una, buena espa-da de taza, espada vieja castellana, conla que el General, puesto de filo: se guar-da el cuerpo entero de peligro de bala,salvo el codo, que es lo único que dejaafuera la guardta-que enseñó al Gene-ral su maestro de esgrima.-La hija másmoza me ofrece tener sembradas parami vuelta seis matas de flores.-Ni ella

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JOSÉ MARTÍ

siembra flores, ni sus hermanos, mag-níficos chicuelos, de ojos melosos y pe-cho membrudo saben leer.

Es la Esperanza, el paso famoso deColón, ün caserío de palma y yaguas enla explanada salubre, cercado de mon-tes. «La Providencia» era el nombre dela primera tienda, allá en Guayubín, ladel marido puertorriqueño, con sus li-bros amarillos de medicina vejancona,y su india fresca, de perfil de marfil,inquieta sonrisa, y ojos llameantes: laque se nos acercó al estribo, y nos dioun tabaco. «La Fe» se llama la otra tien-da, la de Don Jacinto. Otra, cerca deella, decía en letras de tinta, en unayagua: «La Fantasía de París». Y en Espe-ranza nos"cíésmontamos frente a «La De-licia».-De ella sale, melenudo y zancón,a abrirnos su talanquera, «a abrirnosla pueita» del patio para las monturas,el general Candelario Lozano. No llevamedias, y los zapatos son de vaqueta.Él cuelga la hamaca; habla del padre,que está en el pueblo ahora, «a llevaselos cuaitos de las confirmaciones»; nosenseña su despacho, pegado en cartón,de general de brigada, del tiempo deBáez; oye, con las piernas colgantes ensu taburete reclinado, a su Ana Vitalina,la niña letrada, que lee de corrido, ycon desembarazo, la carta en que el mi-nistro exhorta al general Candelario Lo-zano a que continúe «velando por la paz»,y le ofrece llevarle «más tarde» la sillaque le pide. Él vende cerveza, y tiene deella tres medias, «poique no se vendemá que cuando viene ei padre». Él nosva a comprar ron.-Allá, un poco lejos, ala caída del pueblo, están las ruinas delfuerte de la Esperanza, de cuando Co-lón,-y las de la primera ermita.

De la Esperanza, a marcha y galope,con pocos descansos, llegamos a San-tiago en cinco horas. El camino es yasombra. Los árboles son altos:-A la iz-quierda, par £l palmar frondoso, se lesigue el cauce al Yaque. Hacen arcos,de un borde a otro, las ceibas potentes.Una, de la raíz al ramaje, está punteadade balas. A vislumbres se ve la vega,como chispazo o tentación de serenahermosura, y a lo lejos el azul de losmontes. De lo alto de un repecho, ya alllegar a la ciudad, se vuelven los ojos.

y se ve el valle espeso, y el camino quea lo hondo se escurre, a dar ancho a lavega, y el montío leve al fondo, y el co-pioso verdor que en luengo hilo marcael curso del Yaque.

15 de FebreroEs Santiago de los- Caballeros, y lacasa de yagua y palma de NicolásRamírez, que de guajiro insurrecto seha hecho médico y buen boticario: yenfrente hay una casa como pompeyana,mas sin el color, de un piso corrido, bienlevantado sobre el suelo, con las cincopuertas de ancho, marco tallado, al es-pacioso colgadizo, y la entrada a un re-codo, por la verja rica, que de un ladolleva por la escalinata a todo el frente,y del fondo, por una puerta de agraciadomedio punto, lleva al jardín, de rosas ycayucos: el cayuco es el cactus:-las co-lumnas, blancas y finas, del portal, sus-tentan el friso, combo y airoso. Lossoldados, de dril azul y kepis, pasan re-lucientes, para la misa del templo nuevo,con" la bandera de seda del Batallón delYaque. Son negros los soldados, y los ofi-ciales: mestizos o negros.-El arquitectodel templo es santiaguero, es Onofre deLora-: la puerta principal es de la manocubana de Manuel Boitel.

Manuel Boitel vive a la otra margendel río. Paquito Borrero, con su cabezasanta y fina, como la del San Franciscodel Cano, busca el vado del río en sucaballo blanco, con Collazo atrás, en elmelado de Gómez. Gómez y yo aguar-damos la balsa, que ya viene, y se llama«La Progresista». Remontamos la cuesta,y entramos por el batey limpio de ManuelBoitel. De allí se ve la otra ribera: queen lo que sube del río es de veredas ychozas, y al tope el verde oscuro, pordonde asoman las dos torres y el cim-borrio del templo blanco y rosado, y a lolejos, por entre techos y lomas, el muroaspillado y la torre de bonete del «reduc-to patriótico», de la fortaleza de San Luis.

En la casita, enseña todo la manolaboriosa: esta es una carreta de juguete,que a poco subirá del río cargada de vi-gas,-aquél es un faetón, amarillo y negro,hecho todo, a tuerca y torno, por el hábilBoitel,-allí el perro sedoso, sujeto a lacadena, guarda echado la puerta dela casa pulcra. En la mesa de la sala.

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DIARIOS DE CAMPAÑA

entre los libros viejos, hay una biblia pro-testante, y un tratado de Apicultura. Delas sillas y sillones, trabajados por Boitel,vemos, afuera, el sereno paisaje, mien-tras Collazo lo dibuja. La madre nos "traemerengue criollo. El padre está en el ase-rradero. El hijo mayor pasa, arreando elbuey, que hala de las vigas. El jardín esde albahaca y guacamaya, y de algodóny varita de San José. Cogemos flores,para Rafaela, la mujer de Ramírez, consus manos callosas del trabajo, y en elrostro luminoso el alma augusta:-No me-nos que augusta:-Es leal, modesta y tier-na.-El sol enciende el cielo, por sobre elmonte oscuro. Corre ancho y claro elYaque.

Me llevan, aún en traje de camino, al«Centro de Recreo», a la sociedad de losjóvenes. Rogué que desistiesen de la fies-ta pública y ceremoniosa con que mequerían recibir; y la casa está como degala, pero íntima y sencilla. La buenajuventud aguarda, repartida por las me-sas. El gentío se agolpa a las puertas. Elestante está lleno de libros nuevos. Merecibe la charanga, con un vals del país,fácil y como velado, a piano y flauta, congüiro y pandereta. Los «mamarrachos»entran, y su música con ellos: las más-caras, que salen aquí de noche, cuandoya anda cerca el carnaval:-sale la taras-> ca, tragándose muchachos, con los gi-gantones. Él gigante iba de guantes, yMáximo, el niño de Ramírez, de dos añosy medio, dice que «el gigante trae la cor-bata en las manos».-

En el centro fue mucha y amable laconversación: de los libros nuevos delpaís,-del cuarto libre de leer, que qui-siera yo que abriese la sociedad, paralos muchachos pobres,-de los maestrosambulantes, los maestros de la gentedel campo, que en un artículo ideé, 9

hace muchos años, y puso por ley, conaplauso y arraigo, el gobierno domini-cano, cuando José Joaquín Pérez, en lapresidencia de Billini. Hablamos dela poquedad, y renovación regional, delpensamiento español: de la belleza yfuerza de las obras locales: del libro enque se pudieran pintar las costumbres,y juntar las leyendas de Santiago, traba-jadora y épica. Hablamos de las casasnuevas de la ciudad, y de su construc-ción apropiada, de aire y luz.

Oigo este cantar:

«El soldado que no bebeY no sabe enamorar,¿Qué se puede esperar de élSi lo mandan avanzar?»

16 de Febrero10

Nos rompió el día, de Santiago de losCaballeros a la Vega, y era un bien dealma, suave y profundo, aquella clari-dad. A la vaga luz, de un lado y otro delancho camino, era toda la naturalezaamericana: más gallardos pisaban loscaballos en aquella campiña florecien-te, corsada de montes a lo lejos, dondeel mango frondoso tiene al pie la espesacaña: el mango estaba en flor, y el na-ranjo maduro, y una palma caída, conla mucha raíz de hilo que la prende aúna la tierra, y el coco, corvo del peso, depenacho áspero, y el seibo, que en elalto cielo abre los fuertes brazos, y lapalma real. El tabaco se sale por unacerca, y a un arroyo se asoman caimitosy guanábanos. De autoridad y fe se vallenando el pecho. La conversación estemplada y cariñosa.-En un ventorro nosapeamos, a tomar el cqfecito, y un amor-es-Rodeado de oyentes está, en untronco, un haitiano viejo y harapiento,de ojos grises fogosos, un lío mísero alos pies, y las sandalias desflecadas. Leconverso, a chorro, en un francés quelo aturde, y él me mira, entre fosco yburlón. Calló, el peregrino, que con sucanturria dislocada tenía absorto algentío. Se le ríe la gente: ¿conque otrohabla, y más aprisa que el Santo, lalengua del Santo?-«¡Mírenlo, y él queestaba aquí como Dios en un platanal!»-«Como la yuca éramos nosotros, y élera como el guayo.» Carga el lío el viejo,y echa a andar, comiéndose los labios:a andar, al Santo Cerro.-De las pare:

des de la casa está muy oronda laventorrillera, por los muñecos deformesque el hijo les ha puesto, con pinturacolorada. Yo, en un rincón, le dibujo, alrespaldo de una carta inútil, dos cabe-zas, que mira él codicioso. Está presoél marido de la casa: es un político.

15 de Febrero11

Soñé que, de dos lanzas que había,sobre la lanza oxidada no daba luz el sol,y era un florón de luz, y estrella de

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José MARTÍ

llamas, la lanza bruñida. Del alma pe-rezosa, no se saca fuego.-Y admiré, enel batey, con amor de hijo, la calma elo-cuente de la noche encendida, y un gru-po de palmeras, como acostada una enla otra, y las estrellas, que brillabansobre sus penachos. Era como un aseoperfecto y súbito, y la revelación de lanaturaleza universal del hombre.-Lue-go, ya al mediodía, estaba yo sentado, jun-to a Manuelico, a una sombra del batey.Pilaban arroz, a la puerta de la casa, lamujer y una ayuda: y un gallo pica losgranos que saltan.-«Ese gallo, cuidao,que no le dejen comer arroz, que lo aflo-ja mucho.» Es gallero, ManueMeo, y tie-ne muchos, amarrados a estacas*, á lasombra o al sol. Los «solean» para que«sepan de calor», para que «no se aho-guen en la pelea», para—que «semaduren»: «ya sabiendo de calor, aun-que corra no le hace». «Yo no afamo nin1

gún gallo, por bueno que sea: el día queestá de buenas, cualquier gallo es bue-no. El que no es bueno, ni con carne devaca». Mucha fuerza que da al gallo, lacarne de vaca. El agua que se les da esleche; y el maíz, bien majado. El mejorcuido del gallo, es ponerlo a juchar, yque esté donde escarbe; y así no haygallo que se tulla.» Va Manuelico a mu-dar de estaca a un giro, y el gallo se leencara, erizado el cuello, y le pide pe-lea.-De la casa traen café, con anís ynuez moscada.

18 de FebreroY vamos conversando, de la miel delimón, que es el zumo muy hervido, quecura las úlceras tenaces; del modomoro, que en Cuba no sé conoció, de es-tancarse la herida con puñados de tie ira;de la guacaica, que es pájaro gustoso,que vive de gusanos, y da un caldo quemueve al apetito; de la miel de abeja,«mejor que el azúcar, que fue hecña parael café». «El que quiera alimento pa-ra un día, exprima un panal que ya ten-ga pichones, de modo que salga toda laleche del panal, con los pichones revuel-tos en la miel. Es vida para un día, ycura de excesos.»-«A Carlos Manuel levi yo' hacer una vez, a Carlos Manuelde Céspedes, una cosa que fue de mu-cho hombre: coger un panal vivo es cosafácil, porque las avispas son de olfato

fino, y con pasarse la mano por la cuencadel brazo sudorosa, ya la avispa seaquieta, del despego al olor acre, y dejaque la muden, sin salir a picar. Me lasquise dar de brujo, en el cuarto de Car-los Manuel, ofreciéndome a manejar elpanal; y él me salió al paso: "Vea, amigo:si esto se hace así." Pero parece que lamedicina no pareció bastante poderosaa las avispas y vi que dos se le clavaronen la mano, y él, con las dos prendidas,sacó el panal hasta la puerta, sin hablarde dolor, y sin que nadie más que yo leconociera las punzadas de la mano.»

18 de FebreroA casa de Don Jesús vamos a la cena,

la casa donde vi la espada de taza deltiempo de Colón, y la azada vieja, quehallaron en las minas, la casa de lasmocetonas que regañé porque no sembra-ban flores, cuando tenían tierra de luz ymanos de mujer, y largas horas de ocio.De burdas las acusó aquel día un viaje-ro, y de que no tenían alma de flor.-Yahora ¿qué vemos? Sabían de nuestravuelta, y Joaquina, que rebosa de susdieciocho años, sale al umbral, con sutábano encendido entre dos dedos, y lacabeza cubierta de flores: por la frentele cae un clavel, y una rosa le asoma porla oreja: sobre el cerquillo tiene un moñode jazmines: de geranios tiene un mazoa la nuca, y de la flor morada delguayacán. La hermana está a su lado,con un penacho de rosas amarillas en lacabellera cogida como tiesto, y bajola fina ceja los dos ojos verdes. Nos apea-mos, y se ve la mesa, en un codo de lasala, ahogada de flores: en vasos y ta-zas, en botellas y fuentes; y a lo alto,como orlando un santo, en dos pomos deaceitunas, dos lenguas de vaca, de unverde espeso y largo, con cortes acá yallá, y en cada uno un geranio.

19 de FebreroDe Ceferina Chávez habla todo el

mundo en la comarca: suya es la casagraciosa, de batey ancho y jardín, y ca-serón a la trasera, donde en fina sille-ría recibe a los viajeros de alcurnia, yles da a beber, por mano de su hija, elvino dulce: ella compra a buen precio loque la comarca da, y vende con ventaja,y tiene a las hijas en colegios finos,

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DIARIOS DE CAMPAÑA-

a que vengan luego a vivir, como ella, enla salud del campo, en la casa que se-ñorea, con sus lujos y hospitalidad, lapálida región: de Ceferina, por todo elcontorno,'' es la fama y el poder. Nos pa-ramos a una cerca, y viene de lo lejos desu conuco, por entre sus hombres quele cogen el tabaco. A la cerca se acoda,con unas hojas en la mano seca y ele-gante, y habla con idea y soltura, y comosi el campo libre fuera salón, y ella ladueña natural de él. Él marido, se en-seña poco, o anda en quehaceres su-yos: Ceferina, que monta con guantes yprendas cuando va de pueblo: es quiende ama propia, y a brío de voluntad, hapuesto a criar la tierra ociosa, a ten-derse al buniatal, a cuajarse el tabaco,a engordar el cerdo. Casará la hija conletrado; pero no abandonará el trabajoproductivo, ni el orgullo de él. El sillón,junto al pilón. En la sala porcelanas, yal conuco por las mañanas. «Al pobre,algo se ha de dejar, y el divi-divi de mistierras, que los pobres se lo lleven.» Suconversación, de natural autoridad, flu-ye y chispea. La hija suave, con el dedalcalzado, viene a damos vino fresco: sonríeingenua, y habla altiva, de injusticias oesperanzas: me da a hurtadillas el re-trato de su madre que le pido: la madreestá diciendo, en una mecida del sillón:«Es preciso ver si sembramos hombresbuenos.»

Io de MarzoSalimos de Dajabón, del triste Daja-bón, último pueblo dominicano, que guar-da por el norte la frontera. Allí tengo aMontesinos, el canario volcánico, guancheaún por la armazón y rebeldía, que desdeque lo pusieron en presidio, cuando esta-ba yo, ni favor ni calor acepta de manoespañola. Allí vive «Toño» Calderón, degran fama de guapo, que cuando pasé laprimera vez en su tiempo de Comandan-te de armas, me hizo apear, a las pocaspalabras, del arrenquín en que ya me ibaa Montecristi, y me dio su caballo me-lado, el caballo que a nadie había dado amontar, «el caballo que ese hombre quieremás que a su mujer»: «Toño» de ojos grises,amenazantes y misteriosos, de sonrisainsegura y ansiosa, de paso velado y ca-bellos lacios y revueltos. Allí trabaja, comoa nado y sin rumbo, el cubano Salcedo,

médico sin diploma,-«mediquín, comodecimos en Cuba»,-azorado en su sole-dad moral; azotado, en su tenacidad in-útil; vencido, con su alma suave, en estosrincones, de charlatán y puño: la vida,como los niños, maltrata a quienla teme,-y respeta y obedece a quien sele encara: Salcedo, sin queja ni lisonja,-porque me oye decir que vengo con lospantalones deshechos,-me trae los mejo-res suyos, de dril fino azul, con un re-miendo honroso: me deslíe con su mano,largamente, una dosis de antipirina: y alabrazarme, se pega a mi corazón. Allí,entre Pancho12 y Adolfo,-Adolfo, el hijoleal de Montesinos, que acompaña a supadre en el trabajo humilde,-me envuel-ven capa y calzones en un maletín im-provisado, me ponen para el camino elron que se beberá la compañía, y panpuro, y un buen vino, áspero y sano, delPiamonte: y dos cocos. A caballo, en lasilla de Montesinos, sobre el potro que élalquiló a un «compadre» del general Coro-na. «Ya el general está aquí, que es yaamigo», «por la mira que nos hemos echa-do»: panamá ancho, flus de dril, quitasolcon puño de hueso: buen trigueño, de bigo-te y patillas guajiras. A caballo, al primerpueblo haitiano, que se ve de Dajabón, aOuanaminthe.

Se pasa el río Massacre, y la tierraflorece. Allá las casas caídas, y un patiou otro, y el suelo seco, o un golpe de ár-boles, que rodea al fuerte de Bel Air, dedonde partió, cuando la independencia,el disparo que fue a tapar la boca delcañón de Haití: y acá, en la orilla ne-gra, todo es mango enseguida, y guaná-bana y anón, y palma y plátano, y genteque va y viene: en un sombrío, con sumontón de bestias, hablan al pie mismodel vado, haitianos y dominicanos: lle-gan bajando, en buenas monturas, losde Ouanaminthe, y otro de más lejosy un chalán del Cabo: sube, envueltaen un lienzo que le ciñe el tronco re-dondo, Una moza quincena: el lienzo lecoge el seno, por debajo de los brazos yno baja del muslo: de la cabeza, menuday crespuda, le salen, por la nuca, dosmoños: va cantando. «Bon jour, con-mére», «Bon jour, compére»:* es una vie-ja descalza, de túnico negro, rnuy cogidoa la cintura, que va detrás del burro,

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con su sombrero quitasol. Es una moce-tona, de andar cazador, con la bata mo-rada de cola, los pechos breves y altos,la manta negra por los hombros, y a lacabeza el pañolón blanco de puntas.-Ya las casas no son de palma y yagua,leprosas y polvosas; sino que es limpioel batey, lleno de árboles frutales, y concerca buena, y las casas son de emba-rrado sin color, de su pardo natural,grato a los ojos, con el techo de paja, yanegruzca de seca, y las puertas y ven-tanas de tabla cepillada, con fallebassólidas,-o pintadas de amarillo, con bor-de ancho de blanco a las ventanas ypuertas. Los soldados pasan, en el ejer-cicio, de la tarde, bajos y larguirutos,enteros y rotos, azules y desteñidos, consandalias o cor* botines, el kepis a lanariz, y la bayoneta calada: marchan yríen: un cenagal los desbanda, y reha-cen la hilera alborotosos. Los altos uni-formes ven desde el balcón.-El cónsuldominicano pone el visto bueno al pa-saporte, «para continuar, debiendo pre-sentarse a la autoridad local»,-y me dauna copa de vino de garnacha.-Coronallega caracoleando: quitaipón de fieltro,y de la cachucha consular: salimos conel oro de la tarde.

2 de MarzoDuerme mal, el espíritu despierto. Elsueño es culpa, mientras falta algo porhacer. Es una deserción. Hojeo librosviejos: Origins des Découverts attribuéesaux Modernes, de Dutens, en Londres,en 1776, cuando a los franceses picabala fama de Franklin, y Dutens dice que«una persona fidedigna le ha aseguradoque se halló recientemente una meda-lla latina, con la inscripción JúpiterElicius, o Eléctrico, representando aJúpiter en lo alto, rayo en mano, y aba-jo un hombre que empina una cometa,por cuya manera se puede electrizar unanube, y sacar fuego de ella»; a lo quepudiese yo juntar lo que me dijo enBelice la mujer de Le Plongeon, del quese quiso llevar de Yucatán las ruinasdeN los mayas, donde se ve, en una delas piedras pintadas de un friso, a unhombre sentado, de cuya boca india sale,un rayo, y otro hombre frente a él, aquien da el rayo en la boca.-Otro libroes un Goethe en francés. En Goethe, y

mucho más lejos, en la antología griega,-y en la poesía oceánica, como los pari-tunes,-se encuentran los ritornelos, re-franes y estrambotes que tiene la gentenovelera, y de cultura de alfiler, como cosamuy contemporánea: la profecía y censu-ra de las minimeces de hoy y huecas ele-gancias, se encuentran, enteras, en losversos sobre Un chino en Roma.

2 de MarzoEn un crucero, con el río a la bajada,está de un lado, donde se abre la vía, unCristo de madera, bajo dosel de zinc,un Cristo francés, fino y rosado, en sucruz verde, y la cerca de alambre. En-frente, entre las ruinas desdentadas deuna ancha casa de ladrillo, hay un ran-cho embarrado, y un centinela a la puer-ta, de sombrero azul, que me presentael arma. Y el oficial saluda.-Me entropor una enramada, a rociar el agua conron de anís del ventorrillo, y nadie tie-ne cambio para un peso.-Pues ¿dejaréel peso, porque he hecho gasto aquí?-Pos ca, pas ca mosté.* No me quieren elpeso. Reparto saludos.» Bon blanc!» «Bonblanc!»*-A las ocho me llamó hermanoNephtalí en Fórt Liberté: a las cinco, cos-teando la concha de la bahía, entro, porla arena salina, en Cabo Haitiano. Echopie a tierra delante de la puerta genero-sa de Ulpiano Dellundé.13

La fiesta está en el sol, que luce comomás claro y tranquilo, dorándolo todode un oro como de naranja, con los tra-jes planchados y vistosos, y el gentíosentado a las puertas, o bebiendo re-frescos, o ajenjo anisado, en las mesaslimpias, al sombrío de los árboles, oapiñado bajo un guanábano, donde oyeel coro de carcajadas a un vejancón quetienta de amores a una vieja, y los mo-zos, de dril blanco, echan el brazo porla cintura a las mozas de bata morada.Una madre me trae, al pie del caballo,su mulatico risueño, con camisolín delino y cintas, el gorro rosado y los zapa-tos de estambre blanco y amarillo. Y losojos me comen, y luego se echa a reír,mientras se lo acaricio y se lo beso. Vuel-vo riendas, sobre la tienda azul, a queel potro repose unos minutos, y a ten-der sobre una mesa mi queso y mi em-panada, con la cerveza que no bebo. Con

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el bastón en alto perora un ochentón,de listado fino y botines de botonadura.La esposa, bella y triste, me mira, comosúplica y cuento, medio escondida almarco de una puerta; y juega con suhija, distraída. El amo, de espaldas, mecubre con los ojos redondos desde susillón, de botín y saco negro, y reloj bue-no de plata, y la conversación pesada yespantadiza. Con los libros de la igle-sia, y los cabos del pañuelo a la nuca,entra la amiga, hablando buen francés.De un ojeo copio la sala, embarrada deverde, con la cenefa de blando amari-llo, y una lista rosada por el borde. Elaire mueve en las ventanas, las corti-nas. Adiós. Sonríe el amo, solícito a miestribo.

2 de MarzoVadeé un riachuelo, que al otro ladotiene un jabillal, dé fronda alta y clara,por donde cae, arrasando hojas y que-brando ramos, la jabilla madura que re-vienta. Me detengo a remendar lasamarras de mi capote, que son de cordelrabón, a poco de andar, a la salida delrío, junto a un campesino dominguero,que va muy abotinado en su burro ágil,con la pipa a los labios barbudos, y elcabo del machete saliéndole por la roturadel saco de dril blanco. De un salto seapea, a servirme.*-Ah, compére! ne voüsdérangez pas.»—Pas có, pos có, VamL Enchemin, gargon cdde gargon. Tous sommeshaitiens id.»* Y muerde, y desdobla, ysujeta los cordeles; y seguimos hablandode su casa y de su mujer y de los tres

hijos con que «Dieu m'afavorisé»,* y delbien que el hombre siente cuando dacon almas amigas, que el extraño depronto le parece cosa suya, y se le quedaen el alma recio y hondo, como una raíz.-«Ah, oui!,* con el oui haitiano, halado yprofundo:«Quand vous parlez de chez unami, vous parlez de chez Dieu.»*

2 de MarzoPor los fangales, que eran muchos, creíhaber perdido el camino. El sol tuesta, yel potro se hala por el lodo espeso. De laselva, a un lado y otro, cae la alta som-bra. Por entre un claro veo una casa, yla llamo. Despacio asoma una abuela,y la moza luego con el niño en brazos, yluego un muchachón, con calzones ape-nas, un harapo por sombrero, y al airela camisa azul. Es el camino. Dieciséisaños tiene la madre traviesa. Por de-jarles una pequenez en pago de su bon-dad les pido un poco de agua, que elmuchachón me trae. Y al ir a darle unasmonedas, «Non: argent non; petit livre,oui.»* Por el bolsillo de mi saco asomabaun libro, el segundo prontuario científi-co de Paul Bert.-De barro y paja, en unmontón de maíz, es la «"habitation deMamenette"», chemin du Cap».* Alrede-dor, fango, y selva sola. Sobre la cercapobre empinaba los ojos luminososAuguste Etienne.

2 de MarzoOuanaminthe, el animado pueblo fron-terizo, está alegre, porque es sábado, y

de tarde. Otra vez lo vi, cuando mi primera

Itinerario del primer viaje martiano a Haití y República Dominicana, en 1892.

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WHCW ro»«

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JOSÉ MARTÍ

entrada en Santo Domingo: «e traía de-prisa, en lo negro de la tormenta, el mozohaitiano que me fue hablando de sucasita nueva, y el matrimonio que iba ahacer con su enamorada, y de que ibaa poner cortinas blancas en las dos ven-tanas de la sala: y yo le ofrecí las cintas.Sin ver, de la mucha agua, y de la oscuri-dad del anochecer, entramos aquella vezen Ouanaminthe con los caballos es-curridos, yo a la lluvia, y mi mozo bajo elquitasol de Dellundé. A la guardia fui-mos, buscando al Comandante de Armas,para que refrendase los pasaportes. Y esofue cuanto entonces vi de Ouanaminthe:el cuarto de guardia, ahumado y fangoso,con teas por luz, metidas en .las grietasde la pared, un fusil viejo cruzado a lapuerta, hombres mugrientos y descalzosque entraban y salían, dando fumadasen el tabaco único del centinela, y la sillarota que por especial favor me dieron,cercada de oyentes. Hablaban el criollodel campo, que no es el de la ciudad, másfácil y francés, sino crudo, y con los nom-bres indios o africanos.14 Les dije de gue-rra y de nuestra guerra, e iba cayendo ladesconfianza, y encendiéndose el cariño.Y al fin exclamó uno esta frase tristísi-ma: «Ah! gardez ga: bkmc, soldat aussi!»*El cuarto de guardia vi, y al comandan-te luego, en una casa de amigas, conpobre lámpara en la mesa de pino, ellassentadas, de pañuelo a la cabeza, ensillones mancos, y él, flaco y cortés. Asípasé entonces.

Esta vez, la plaza está de ejercicios,y los edecanes corretean por frente alas filas, en sus caballos blancos o ama-rillos, con la levita de charreteras y eltricornio, que en el jefe lleva pluma.Pasan, caracoleando, los caballos quevienen a la venta. En casas grandes seve sillería de Viena. La iglesia es casipomposa, en tal villorrio, con su reciamanipostería, y sus torres cuadradas.Hay sus casas de alto, con su balcón decolgadizo, menudo y alegre. Es el pri-mer caserío haitiano, y ya hay vida y fe.Se sale del poblado saludando al cónsuldominicano en Fort Liberté, un briosomulato, de traje azul y sombrero de pa-namá, que guía bien el caballo blanco, .sentado en su montura de charol. Y pa-san recuas, y contrabandistas. Cuandolos aranceles son injustos, o rencorosa

la ley fronteriza, el contrabando es elderecho de insurrección. En el contra-bandista se ve al valiente, que se arries-ga; al astuto, que engaña al poderoso; alrebelde, en quien los demás se ven yadmiran. El contrabando viene a seramado y defendido, como la verdaderajusticia. Pasa un haitiano, que va a Daja-bón a vender su café: un dominicano sele cruza, que viene a Haití a vender sutabaco de mascar, su afamado andullo:-«Saludo».-«Saludo».

2 de MarzoCorona, «$ general Corona», va hablán-dome al lado. «Es cosa muy grande», se-gún Corona, «la amistad de los hombres».Y con su «dispués» y su «inorancia» vapintando en párrafos frondosos y flori-dos el consuelo y fuerza que para el co-razón «sofocado de tanta malinidad yalevosía como hai en este mundo» es elsaber que «en un conuco de por áhi estáun eimano poi quien uno puede dai lavida». «Puede Uté decir que, a la edadque tengo, yo he peleado más de ochentapeleas.» Él quiere «decencia en el hombre»,y que el que piense de un modo no se dépor dinero, ni se rinda por miedo, «a quienle quiere prohibir ei pensar». «Yo ni Co-mandante de aimas quiero ser, ni intei-ventor, ni ná de lo que quieren que yosea, poique eso me lo ofrece ei gobiernopoique me ve probé, pa precuraime mideshonor, o pa que me entre temó desu venganza, de que no le aceite ei em-pleo.» «Pero yo voy viviendo, con mi hon-radé y con mi caña.» Y me cuenta lospartidos del país; y cómo salió a co-brar, con dos amigos, la muerte de supadre al partido que se lo mató; y cómocon unos pocos, porque falló el resto,defendió la fortaleza de Santiago, «elreducto de San Luis», cuando se alzó conél, contra Lili, Filo Patino «que aorita etáde empleado dei gobierno». «Poi ete Hom-bre o poi eí otro no me levanto yo, sinode la ira muy grande y de la desazón queme da e vei que los hombres de baibatamaña obedecen o siven a la tiranía.»«Cuando yo veo injusticia, las dos manosme bailan, y me le voi andando ai rifle, yya no quiero má cuchillo ni tenedor.» «Poique yo de aita política no sé mucho, peroa mi acá en mi sentimiento me parecesabe que política e como un debe de

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DIARIOS DE CAMPAÑA.

dinidá». «Poiqué yo, o todo, o nada.» «Tre-ce hijos tengo, amigo, pero no de la mis-ma mujei; poique eso sí tengo yo, quecuando miro asina, y veo que voi a te-ner que etai en un lugai má de un mé odo, enseguía me buco mi mejó comodi-dá»; y luego, a la despedida, «ella ve queno tiene remedio, y la dejo con su casi-ta y con aigunos cuartos: poique a mimujei legítima poi nada de ete mundole deberé faitai.» A ella vuelve siempre»ella le guardó la hacienda cuando sudestierro, le pagó las deudas, le ayudaen todos sus trabajos, y «que ella tienemi mesma dinidá, y si yo tengo queéchame a la mala vida a pasai trabajo,yo sé que mis hijito quedan detrá muibien guardaos, y qué esa mujé no metiene a mal que yo me conduca comoun hombre.»-De pronto, ya caída la no-che, pasa huida, arrastrando el aparejo,que queda roto entre dos troncos, unamuía de la recua de Corona. Él se va consus dos hombres a buscar la muía por elmonte, en lo que pasará la noche entera.Yo me buscaré un guía haitiano enaquella casita del alto donde se ve luz. Yotengo que llegar esta noche a Fort Liber-té. Corona vuelve, penoso por mí.-«Ustedno va a jalla ei hombre que buca.»,Leshabla él, y no van. Lo hallé.

2 de MarzoMi pobre negro haitiano va delantede mí. Es un cincuentón zancudo, debigote y pera, y el sombrero deshecho,y el retazo de camisa colgándole delcodo, y por la espalda un fusil de chis-pa, y la larga bayoneta. Se echa a tran-cos por el camino, y yo, a criollo yfrancés, le pago sus dos gourdes, queson el peso de Haití, y le ofrezco que nole haré pasar de la entrada del pueblo,que es lo que teme él, porque la orde-nanza de la patrulla es poner preso alque entre al poblado después del oscu-recer: «Mosié blanc pringardedi mettémosié prison. »* De cada rama me va avi-sando. A cada charco o tropiezo vuelvela cara atrás. Me sujeta una rama, paraque no dé contra ella. La noche estávelada, con luz de luna a trechos, y mipotro es saltón y espantadizo. En un cla-ro, al salir, le enseño al hombre mi re-vólver Colt, que reluce a la luna: y él,muy de pronto, y como chupándose lavoz, dice:-« ¡Bon, papá!»*

2 de Febrero15

Ya después de las diez entro, en FortLiberté, solo. De lejos venía oyendo laretreta, los ladridos, el rumor confuso.De la casa cerrada de una Feliciana,que me habla por la pared y no tienealojamiento, voy buscando la casa deNephtalí, que lo puede tener. Ante el lis-tón de luz que sale de la puerta a mediocerrar recula y se me sienta mi caba-llo.-«¿Es acá Nephtalí?»-Oigo ruido, yuna moza se acerca a la puerta. Habla-mos, y entra «...Bien sellé, bien bridé:pas commun...»* Eso dicen, adentro, demí. Sí puedo entrar; y la moza, con sumedio español, va a abrirme la puertadel patio. En la oscuridad desensillo micaballo, y lo amarro a una higuereta.La gallera está llena de hamacas, don-de duerme gente que vino de sábado agallear. Y adentro «de caridad» ¿habrádónde duerma, y qué coma, un pasaje-ro respetuoso? Me viene a hablar, encamiseta y calzones negros, un móceteblancucho, de barbija, bigotín y bubo-nes, que habla un francés castizo y pre-tencioso. En la mesa empolvadarevuelvo libros viejos: textos descua-dernados, catálogos, una Biblia, perió-dicos masones.16 Del cuarto de al ladosalen risas,-y la moza luego, la hija dela casa, a arreglar hacia el medio lassillas de Viena,-y luego sale el colchón:que echo yo por tierra, y las sillas a unlado. ¿De allá adentro; quien me hadado su colchón? Por la puerta asomauna cabeza negra, un muchachón queríe en camisola de dormir. De cena, dulcede maní, y casabe: y el vino piamontésque me puso Montesinos en la cañonera,y parto con la hija, segura y sonriente.El castizo se fue en buen hora: « Lechemin est voiturable»:* el camino a FortLiberté: Oh, monsieur l'aristocratie esttoujours bien regué»:* y que. no hay queesperar nada de Haití, y que hay muchasuperstición, y que «todavía» no ha estadoen Europa, y que si «las señoras de allado quieren que las vaya a ayudar». Leacaricio la mano fina a la buena mu-chacha, y duermo tendido, bajo el techoamable.-A las seis, está en pie Nephtalía mi cabecera: bienvenido sea el hués-ped: el huésped no ha molestado: perdó-nelo el huésped porque rio estaba anochea su llegada. Todo él sonríe, con su drillimpio, y sus patillas de chuleta: van

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saliendo en la plática nombres conocidos:Montesinos, Montecristi, Jiménez. No mepregunta quién me envía. Para mí es elalmuerzo oloroso, que el mocetín, muyencorbatado, se sienta a gustar conmigo:y Nephtalí y la hija me sirven: el almuerzoes buen queso, y pan suave, del hornode la casa, y empanadillas de honor, dela harina más leve, con gran huevo: elcafé es oro, y la mejor leche. «MadameNephtalí» se deja ver, alta y galana, consu libro de misa, de mantón y sombrero,y me la presenta con ceremonia Nephtalí.En el patio, baña el sol los rosales, yentran y salen a la panadería, con ta-bleros de masa, y la gallera está comouna joya, de limpia y barrida, y Nephtalídice al castizo que «superstición en Hai-tí, hay y no hay: y que el que la quierever la ve, y el que no, no da nunca conella, y él, que es haitiano, ha visto enHaití poca superstición». Y ¿en qué seocupa monsieur Lespinasse, el castizo,amigo de un músico de bailes que loviene a ver? ¡Ah! escribe uno u otro ar-tículo en L'Investigateur: «on estjownaliste V artstocratié n'a pas d'avenirdans cepays-ci.* Para el camino me poneNephtalí del queso bueno, y empanadillay panetela. Y cuando me llevo al buenhombre a un rincón, y le pregunto te-meroso lo que le debo, me ase por losdos brazos, y me mira con reproche:-«Comment, frére? On ne parle pasd'argent, avec un frére.»* Y me tuvo elestribo, y con sus amigos me siguió apie, a ponerme en la calzada.

3 de MarzoComo un cestón de sol era Petit Trou 17

aquel domingo. Á vagos grupos, plancha-dos y lucientes, veía el gentío de la plazalos ejercicios de la tropa.

3 de MarzoHallo, en un montón de libros olvida-dos bajo una consola, uno que yo noconocía: «Les Méres Chretiennes des Con-temporains Mustres». Lo hojeo, y le des-cubro el espíritu: con la maña de labiografía es un libro escrito por el autorde «L'AcadémieFrancaiseauXIXme Siécle»,para fomentar, dándola como virtud su-prema y creatriz, la devoción prácticaen las casas: la confesión, el «buen cura»,el «santo abad», el rezo. Y el libro es rico,de página mayor, con los cantos dora-

dos, y la cubierta roja y oro. El índice,más que del libro, lo es de la sociedad,ya hueca, que se acaba: «Las altas esfe-ras de la sociedad».-«El mundo de lasletras».-«El clero».-«Las carreras libe-rales. «-Carrera: el cauce abierto y fá-cil, la gran tentación, la satisfacción delas necesidades sin el esfuerzo originalque desata y desenvuelve al hombre, ylo cría, por el respeto a los que padeceny producen como él, en la igualdad úni-ca duradera, porque es una forma de laarrogancia y el egoísmo, que asegura alos pueblos la paz sólo asequible cuan-do la suma de desigualdades llegue allímite mínimo en que las impone y re-tiene necesariamente la misma natura-leza humana. Es inútil, y generalmentedañino, el hombre que goza del bienes-tar de que no ha s*do creador: es sosténde la injusticia, o tímido amigo de larazón, el hombre que en el uso inmere-cido de -una suma de comodidad y placerque no está en relación con su esfuerzoy servicio individuales: pierde el hábitode crear, y el respeto a los que crean.Las carreras, como aún se las entien-de, son odioso, y pernicioso, residuo dela trama de complicidades con que, des-viada por los intereses propios de suprimitiva y justa potencia unificadora,se mantuvo, y mantiene aún, la socie-dad, autoritaria:-sociedad autoritaria espor supuesto, aquella basada en el con-cepto, sincero o fingido, de la desigual-dad humana, en la que se exige elcumplimiento de los deberes sociales aaquellos a quienes se niegan los dere-chos, en beneficio principal del poder yplacer de los que se los niegan: meroresto del estado bárbaro.-Lo del índicede «Las Madres Cristianas»: «Las altasesferas de la sociedad».-«El mundo delas letras».-«El Clero».-«Las carrerasliberales».

Por donde dice «Madame Moore» abroel libro. Madame Moore, la madre de To-más Moore, a cuya «Betsy» admiro, leal yleve; y siempre fiel, y madre verdadera,a su esposo danzarín y vano. Como muysanta madre da el libro a la de Moore,y lo de ella lo prueba por la vida del hijo.Pero np dice lo que es: que por donde elhijo* cristiano comenzó, fue por la tra-ducción picante y feliz de las odas deAnacreonte.-De Margarita Bosco hablamucho, que es madre de cardenal, que

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DIARIOS DE CAMPAÑA

recuerda mucho la del cura mimado deLa Regenta, de Alas.-aquel cura sanguí-neo a quien la madre astuta le ponía lacama y la mesa. Conocí yo a un hijo delpríncipe Bosco: el padre había sidoamante de la reina de Ñapóles, de laúltima reina: el hijo había sido enTexas capitán de la milicia montada, yen Brooklyh era domador de caballos.-Una madre es «Madame Río», de A. delRío, «el ilustre autor de L'Art Chrétien.»Otra «Madame Pie», la del obispo dePoitiers. «Madame Osmond» es'otra, ladel conde que escribió Reliques etImpressions. Otra es la madre deOzanam, el católico elocuente y activo.Y otra la de Gerando, aquel cuyas me-tafísicas leía atento Michelet, cuandovestía frac y zapatos de hebilla, y dabaclase de historia a las princesas.

3 de MarzoMe voy a pelar, a la mísera barbería

de Martínez, en la calle de la Playa: élreluce de limpio, chiquitín y picante, enla barbería empapelada a retazos, conotros de mugre, y cromos viejos: y en eltecho muy alto, de listones de lienzo, seisrosas de papel.-«Y usted, Martínez, seráhombre casado?»-«Hombre como yo, am-bulante, no puede casar. »-«¿Y dóndeaprendió su español?»-«En San Thomas:yo era de San Thomas, santomeño.»-«¿Yya no lo es usted?»-«No, ahora soy haitia-no. Soy hijo de. danés, no vale de nada:soy hijo de inglés, no vale de nada: soyhijo de español, peor: España es la másmala nación que hay en el mundo. Parahombre de color, nada vale de nada.»-«¿Conque no quiere ser español?»-«Nicubano quiero yo ser, ni puertorriqueño,ni español. Si era blanco español inteli-gente, sí, porque le doy la gobernaciónde Puerto Rico, con $500 mensuales: siera hijo de Puerto Rico, no. Lo peor delmundo, español.»-A la pordiosera que lle-ga a la puerta: «Todavía no he ganado elprimer cobre.»

4 de MarzoY abrí los ojos en la lancha, al canto

del mar. El mar cantaba. Del Cabo sali-mos, con nubarrón y viento fuerte, a lasdiez de la noche; y ahora, a la madru-gada, el mar está cantando. El patrónse endereza, y oye erguido, con una manoa la tabla y otra al corazón: el timonel,

deja el timón a medio ir: «Bonito eso»:«Eso es lo más bonito que yo haya oídoen este mundo»: «Dos veces no más entoda mi vida he oído yo esto bonito.» Yluego se echa a reír: que los voudous, loshechiceros haitianos, sabrán lo que esoes: que hoy es día de baile voudou, en elfondo de la mar, y ya lo Sabrán ahora loshombres de la tierra: que allá abajo estánhaciendo los hechiceros sus encantos. Lalarga música, extensa y afinada, es comoel son unido de una tumultuosa orquestade campanas de platino. Vibra igual yseguro el eco resonante. Como en ropa demúsica se siente envuelto el cuerpo. Can-tó el mar una hora,-más de una hora.-La lancha piafa y se hunde, rumbo aMontecristi.

6 de Marzo¡Ah, el eterno barbero, con el sombrerode paja echado a la nuca, los rizos per-fumados a la frente, y las pantuflas conestrellas y rosas! En la barbería no haymás que dos espejos, de marco de made-ra, con la repisa de pomos vacíos, uncepillo mugriento, y pomadas viejas. Ala pared está un mostruario de panamásde cinta fina, libros descuadernados, ypapelería revuelta. En medio del salón,de grandes manchas de agua, está la silladonde el pinche empolva al que se alzade afeitarse.-«Mira, muchacho de los bi-lletes: ven acá».-«Cómprale un billete:dale un peso.

6 de MarzoOigo un ruido, en la calle llena del soldel domingo, un ruido de ola, y me pare-ce saber lo que es. ¡Es! Es el fustán al-midonado de una negra que pasatriunfante, quemando con los ojos, consu bata limpia de calicó morado oscuro,y la manta por los hombros.-La haitianatiene piernas de ciervo. El talle naturaly flexible de la dominicana da ritmo ypoder a la fealdad más infeliz. La formade la mujer es conyugal y cadenciosa.

29 de MarzoDe sobremesa sé habló de animales:de los caos negros, y capaces de hablar,que se beben la leche,-de cómo se salvael ratón de las pulgas, y se relame elrabo que hundió, en la manteca,-delsapo, que se come las avispas,-del mur-ciélago, que se come al cocuyo, y no la

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JOSÉ MARTÍ

Ángulo de la casa de Gómezen Montecristi..

luz. Un cao bribón veía que la conuqueraordeñaba las vacas por las mañanas,y ponía la leche en botellas: y él, con supico duro, se sorbía la primer leche,y cuando había secado el cuello, echa-ba en la botella piedrecitas, para que laleche subiera. El ratón entra al aguacon una mota de algodón entre los dien-tes, adonde las pulgas por no ahogarsevuelan; y cuando ya ve la mota bien ne-gra de pulgas, la suelta el ratón. El sapohunde la mano en la miel del panal, yluego, muy sentado, pone la mano dul-ce al aire, a que la avispa golosa vengaa ella: y el sapo se la traga. El murcié-lago trinca al cocuyo en el. aire y le dejacaer al suelo la cabeza luminosa.

29 de MarzoVenimos de la playa, de ver haces de-campeche y mangle espeso: venimos porentre la tuna y el aroma. Y un descalzoviene cantando de.sde lejos, con voz ra-jada y larga, una trova que no se oye, yluego esta:

«Te quisiera retratarEn una concha de nade,Para cuando no te veaAlzar la concha, y mirarte.»

30 de MarzoCésar Salas, que dejó ir sugente rica a Cuba, para no vol-ver más que «como debe volverun buen cubano», es hombre decrear, sembrador e industrioso,con mano para el machete y elpincel, e igual capacidad parael sacrificio, el trabajo y el arte.De las cuevas de San Lorenzo,allá en Samaná viene ahora; ycuenta las cuevas. La mayor escomo la muestra de las muchasque por allí hay, con el techo ylas paredes de pedrería destila-da, que a veces cuelga por tierracomo encaje fino, y otras expri-me, gota a gota, «un agua que seva cuajando en piedra». Es gran-de el frescor, y el piso de huanoblanco y fino, que en la boca nodesagrada, y se disuelve. La ga-lería, de trecho en trecho, al co-dear, cria bóveda, y allí, a unmismo rumbo, hay dos caras defiguras pintadas en la pared, apoco más de altura de hombre, que soncomo redondeles imperfectos, donde estáde centro un rostro grande humano sobreel vértice de un triángulo, crestado a todoel borde, con dos rostros menores a loslados, y a todo el rededor dibujos jeroglí-ficos de homúnculos con la azada en unamano, o sin ella; de caballo o muía; degallina:-la conquista acaso, y las minasbárbaras, ofrecidas a la religión del país,en los altares de las cuevas de asilo.-Allíha hallado César Salas caracolesinnúmeros, de que debió vivir la indiada;y hachas grandes de sílex, de garganta ode asta. Los caracoles hacen monte a lasaberturas. Por cuatro bocas se entra a Jacueva. Por una, espumante y resonante,entra el mar. De una boca, por entre be-jucos, se sube al claro verde.

10 de AbrilA paso de ansia, clavándonos de es-pinas, cruzábamos, a la media noche

oscura, la marisma y la arena. A coda-zos rompemos la malla del cambrón.

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DIARIOS DE CAMPAÑA

El arenal,. calvo a trechos, se cubre amanchones del árbol punzante. Da luzcomo de sudario, al cielo sin estrellas,• la arena desnuda: y es negror lo verde.Del mar se oye la ola, que se exhala enla playa; y se huele la sal.-De pronto,de los últimos cambroneros, se sale ala orilla, espumante y velada-y comorevuelta y cogida-con ráfagas húmedas.De pie, a las rodillas el calzón, por losmuslos la camisola abierta al pecho,los brazos en cruz alta, la cabeza agui-leña, de pera y bigote, tocada del yarey,aparece impasible, con la mar a lasplantas y el cielo por fondo, un negrohaitiano.-El hombre asciende a su plenabeldad en el silencio de la naturaleza.

3 de AbrilLa ingratitud es un pozo sin fondo,-ycomo la poca agua, que aviva los incen-dios, es la generosidad con que se inten-ta corregirla. No hay para un hombrepeor injuria que la virtud que él no po-see. El ignorante pretencioso es como elcobarde, que para disimular su miedoda voces en la sombra. La indulgenciaes la señal más segura de la superiori-dad. La autoridad ejercitada sin causani objeto denuncia en quien la prodigafalta de autoridad verdadera.

3 de AbrilPasan volando por lo alto del cielo,como grandes cruces, los flamencos dealas negras y pechos rosados. Van en fi-las, a espacios iguales uno de otro, y lasfilas apartadas hacia atrás. De timón vauna hilera corta. La escuadra avanzaondeando.

3 de AbrilEn medio de la mar, recuerdo estos

versos:

"Un rosal cría una rosaY una maceta un clavel.Y un padre cría a una hijaSin saber para quién es.»

4 de AbrilEn la goleta «Brothers», tendido en cu-bierta, veo, al abrirse la luz, el rincón deInagua, de árbol erizado, saliendo, verdo-so, de entre sus ruinas y salinas. Rosadascomo flamencos, y de carmín negruzco,

son las nubes que se alzan, por el cieloperlado, de las pocas casas. Me echo á laplaya, a sujetar bribones, a domarlos,a traerles a la mano el sombrero triunfa-dor. Lo logro. En las idas y las venidas,ojeo el pueblo: mansiones desiertas ydescabezadas, muros roídos del abando-no y del fuego, casas blancas de venta-nas verdes, arbolejos dé púas, y floralesvenenosos. No tiene compradores la mu-cha sal de la isla; yace el ferrocarril; quientuvo barcos los vende; crece penosa laindustria del henequén; ^el salón de leertiene quince socios, a real mensual; elcomerciante de más brillo es tierno ami-go de un patrón contrabandista; el capi-tán del puerto,-ventrudó mozo-es noblede alma, y por tanto cortés, y viste de drilblanco: el sol salino ciega. Contra unapared rota duerme una pila de gua-yacancillo, el «leño de la vida», que «ardecomo una antorcha», con su corazón duro:dos burros peludos halan de un carro,mal lleno de palos de rosa, rajados y tor-cidos: junto a un pilar hay un saco depapas del país: de una tienda, mísera:sale deshecha una vieja blanca, deespejuelos, pamela y delantal, a ofrecer-nos pan, anzuelos, huevos, gallinas, hilo:la negraza, de vientre a la nariz, y lospendientes de coral al hombro, dice, echa-da en el mostrador de su tienda vacía,que «su casa de recibir no es allí», dondetres hombres escaldados reposan un ins-tante, secándose el sudor sangriento, enlos cajones que hacen de sillas: y porpoder sentarse, compran a la tendera, dedientes y ojos de marfil, todo el pan y losdulces de la casa:-tres chelines: ella cu-bre de sus anchas sonrisas el suelo.-PasaHopkins, cuarentón de tronco inglés y tezde cobre, vendiendo «su gran corazón», su«pecho valiente, que sirve por dos pechos»,los botines rastreros, que se saca de lospies, un gabán roto. Él irá «a todas par-tes, si le pagan», porque «él es un padrede familias, que tiene dos mujeres»: él es«un alma leal»:-él se cose a los marine-ros, y les va envenenando la voluntad,para que no. acepten el oficio que no sequiso poner en él: revende un pollo, quele trae de las patas un policía de casco decorcho, patillas de chuleta y casimir azulde bocas rojas.-Pasa el guadalupeño, detorso color de chocolate, y la cana rizosade sus setenta y cuatro años: lleva al aire

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JOSÉ MARTÍ

los pechos y los pies, y el sombrero esde penca: ni bebió ni fumó, ni amó másque en casa, ni necesita espejuelos paraleer de noche: es albañil, y contratista, ypescádor.-Pasa, con su caña macaca depuño neoyorquino, el patrón contraban-dista, de sortija recia al anular, y en lacabeza de respeto el panamá caro,-Pasael patrón blandílocuo, de lengua patriar-cal y hechos de zorro, el que a la muertedel hijo «no lloró el dolor, sino que lo sudó»;y rinde, balbuceando, el dinero que roba-ba. Pero él es «un caballero, y conoce alos caballeros»: y me regala, sombrero enmano, una caneca de ginebra.

5 de AbrilEl vapor carguero, más allá de la marcerúlea de la playa, vacía su madera deMobila en la balsa que le flota al costado,de popa a proa, en el oleaje turquí. Des-cuelgan la madera, y los trabajadoresla halan y la cantan. Puja el vapor alsesgo por arrimar la balsa a la orilla: ylos botes remolcadores se la llevan, conlos negros arriba en hilera, halando ycantando.

5 de AbrilDavid, de las islas Turcas, se nosapegó desde la arrancada de Monte-cristi. A medias palabras nos dijo quenos entendía, y sin espera de paga ma-. yor, ni tratos de ella, ni mimos nues-tros, él iba creciéndosenos con la fugade los demás; y era la goleta él solo, consus calzones en tiras, los pies roídos, ellevitón que le colgaba por sobre las car-nes, el yarey con las alas al cielo. Coci-naba él el «locrio», de tocino y arroz; o el«sancocho», de pollo y pocas viandas; oel pescado blanco, el buen «mutton-Jish»,con salsa de mantequilla y naranjaagria: él traía y llevaba, a «gudilla»pura,-a remo por timón,-el único bote:él nos tendía de almohada, en la miseriade la cubierta, su levitón, su chaque-tón, el saco que le era almohada y colchaa él: él, ágil y enjuto, ya estaba al albabruñendo los calderos. Jamás pidió, yse daba todo. El cuello fino, y airoso, lesujetaba la cabeza seca: le reían los ojos,sinceros y grandes: se le abrían lospómulos, decidores y fuertes: por los ca-bos de la boca, desdentada y leve, le cre^cían dos rizos de bigote: en la nariz,

franca y chata, le jugaba la luz. Al de-cirnos adiós se le hundió el rostro, y elpecho, y se echó de bruces, llorando, con-tra la vela atada a la botavara.-David,de las islas Turcas.

6 de AbrilEs de pilares, de buena caoba, la litera

del capitán del vapor,-el vapor cargueroalemán, que nos lleva al Cabo Haitiano.Lá litera cubre las gavetas,-llenasde mapas. En la repisa del escritorio, en-tre gaceteros y navegadores, está Goethetodo, y una novela de Gaudy. Preside lalitera el retrato de "la mujer, candida yhuesuda. A un rincón, la panoplia es deuna escopeta de caza, dos puñales, unpistolín perrero, y dos pares de esposas,-«que uso para los marineros algunas ve-ces». Y juntó hay un cuadro, bordado deestambre, «del estambre de mi mujer», quedice, en letra góticas:

»-In alien Stürmen,In alien Noth,Móg er didx beschirmenDer treue Gott. »*

7 de AbrilPor las persianas de mi cuarto escon-dido me llega el domingo del Cabo. El caféfue «caliente, fuerte y claro». El sol es levey fresco. Chacharea y pelea el mercadovecino. De mi silla de escribir, de espal-das al cancel, oigo el fustán que pasa, lachancleta que arrastra, el nombre delpoeta Tertulien Guilbaud, el poeta gran-de y pulido de Patrie,-y el grito de unafrutera que vende «¡caimite!» Suenan,lejanos, tambores y trompetas. En laspiedras de la calle, que la lluvia desen-cajó ayer, tropiezan los caballos menu-dos. Oigo:«le bonDieu»,*-y un bastón quese va apoyando en la acera. Un viejoelocuente predica religión, en el crucerode las calles, a las esquinas vacías. Leoigo: «Es preciso desterrar de este fuertepaís negro a esos mercaderes de la divi-nidad salvaje que exigen a los pobrescampesinos, como el ángel a Abraham,el sacrificio de sus hijos a cambio delfavor de Dios: el gobierno de este paísnegro, de mujeres trabajadoras y dehombres vírgenes, no debe matar a lainfeliz mujer que mató ayer a su hija,corno Abraham iba a matar a Isaac, sino

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acabar, "con el rayo de la luz, al papa-boco, al sacerdote falso que se les entraen el corazón con el prestigio de la medi-cina y el poder sagrado de la lengua delos padres". Hasta que la civilización noaprenda criollo, y hable en criollo, no ci-vilizará.» Y el viejo sigue hablando, ensoberbio francés, y puntúa el discursocon los bastonazos que da sobre las pie-dras. Ya lo escuchan: un tambor, dosmuchachos que ríen, un mócete de cor-bata rosada, pantalón de perla, y bas-tón de puño de marfil. Por las persianasle veo al viejo el traje pardo, aflautado yuntoso. A los pies le corre, callada, elagua turbia. La vadea de un salto, confinos botines, una mulata cincuentonay seca, de manteleta, y sombrero, y librode horas yt sombrilla: escarban, sus ojosverdes. Del libro a que vuelvo, en mimesa de escribir, caen al suelo dos tar-jetas, cogidas por un lazo, blanco: lamínima, de ella, dice «Mlle. Elise Etienne,Cap Haitien»: la de él, la grande, dice:«Mr. Edmond Férere:-Francés».-Es do-mingo de Ramos.

8 de AbrilPor el poder de resistencia del indiose calcula cuál puede ser su poder deoriginalidad, y por tanto de iniciación, encuanto lo encariñen, lo muevan a fe jus-ta, y emancipen y deshielen su natura-leza.-Leo sobre indios.

8 de AbrilDel flaco Moctezuma acababa de leer,y de la inutilidad de la timidez y de laintriga. Con mucho amor leí de Cacama,y de Cuitláhuac, que a cadáveres he-roicos les tupían los cañones a Cortés.Leí con ira de la infame o infortunadaTecuichpo, que con Cuauhtémoc en lapiragua real defendió el águila, y a pechode pluma se echó sobre el arcabuz, y lue-go,-la que había dormido bajo los besosindios del mártir,-se acostó a dormir, demujer de español, en la cama de Alonsode Grado, y de Pedro Callejo, y de JuanCano. El verso caliente me salta de lapluma. Lo que refreno, desborda. Hablatodo en mí, lo que no quiero hablar,-nide patria, ni de mujer. A la patria ¡másque palabras! De mujer, o alabanza, osilencio. La vileza de nuestra mujer nosduele más, y humilla más, y punza más,que la de nuestro hombre. -Entra Tom ami cuarto escondido.-Tom, el negro lealde San Thomas, que con el siglo a es-paldas sirve y ama a la casa de Dellundé.Con un doblez de papel en que pidolibros, para escoger, a la librería de laesquina, la librería haitiana, le doy unbillete de dos pesos, a que lo guarde enrehenes, mientras escojo.-Y el librero,el caballero negro de Haití, me mandalos libros,-y los dos pesos.

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Piezas americanas prehispánicas dibujadas por Martí.

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1895De Cabo Haitiano a Dos Ríos

(9 de abril-17 de mayo)

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9 Abril.-Lola,' jolongo, llorando en elbalcón. Nos embarcamos.

lO.-Salimos del Cabo.2-Amanecemosen Inagua.-Izamos velas.

11.-bote. Salimos a las 11. Pasamos(4)3 rozando, a Maisí, y vemos la farola. Yoen el puente. A las 7V%, oscuridad. Movi-miento a bordo. Capitán conmovido. Ba-jan el bote. Llueve grueso al arrancar.Rumbamos mal. Ideas diversas y revuel-tas en el bote. Más chubasco. El timónse pierde. Fijamos rumbo. Llevo el remode proa. Salas rema seguido. PaquitoBorrero y el General ayudan de popa. Nqsceñimos los revólveres. Rumbo al abra.La luna asoma, roja, bajo una nube.Arribamos a una playa de piedras, LaPlayita,4 (al pie de Cqjobabo). Me quedoen el bote el último vaciándolo. Salto.Dicha grande. Viramos el bote, y el ga rra-fón de agua. Bebemos málaga. Arriba

por piedras, espinas y cenegal. Oímosruido, y preparamos, cerca de una ta-lanquera. Ladeando un sitio, llegamos auna casa. Dormimos cerca, por el suelo.

12.-A las 3 nos decidimos a llamar;Blas,5 Gonzalo,6y la Niña.7-José Gabriel,vivo, va a llamar a Silvestre.-Silvestredispuesto.-Por repechos, muy cargados,salimos a buscar a Mesón, al Tacre,-(Zá-gúere). En el monte claro esperamos, des-de las 9, hasta las 2.-Convenzo á Silvestre"a que nos lleve a Imías.-Seguimos por el'cauce del Tacre.-Decide el General escri-bir a Fernando Leyva,8 y va Silvestre. Nosmetemos en la cueva, campamento an-tiguo, bajo un farallón, a la derecha delrío. Dormimos-hojas secas-.Marcos 9

derriba: Silvestre me trae hojas.-13.-Viene Abraham Leyva, con Silves-

tre cargado de carne de puerco, de ca-ñas, de buniatos, del pollo que manda

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la Niña. Fernando ha ido a buscar elpráctico.-Abraham, rosario al cuello.Alarma; y preparamos, al venir Abra-ham, a trancos. Seguía Silvestre con lacarga; a las 11. De mañana nos había-mos mudado a la vera del río, crecidoen la noche, con estruendo de piedrasque parecía de tiros.-Vendrá práctico.Almorzamos. Se va Silvestre. Viene Joséa la una con su yegua. Seguiremos conél.-Silbidos y relinchos: saltamos: apun-tamos: sin Abraham.-Y Blás.-Por unaconversación de Blas supo Ruenes quehabíamos llegado, y manda a ver, aunírsenos. Decidimos ir a encontrara Ruenes al Sao del Nejesial.-Saldre-mos por la mañana. Cojo hojas secas,para mi cama-Asamos buniatos.

14.-Día mambí .-Salimos a las 5. Ala cintura cruzamos el río, y recruzamospor él: bagas altos a la orilla. Luego, azapato nuevo, bien cargado, la altísimaloma, de yaya de hoja fina, majagua deCuba, y cupey, de pina estrellada. Ve-mos, acurrucada en un lechero, la pri-mera jutía. Se descalza Marcos,.y sube.Del primer machetazo la degüella: « Estáaturdida», 'Está degollada». Comemosnaranja agria, que José coge, retorcién-dolas con una vara: «¡qué dulce!» Lomaarriba. Subir lomas hermana hombres.Por las lomas llegamos al Sao delNejesial: lindo rincón, claró en el monte,de palmas viejas, mangos y naranjas.Se va José.-Marcos viene con el pañue-lo lleno de cocos. Me dan la manzana 10

Guerra y Paquito de guardia. Descansoen el campamento. César me cose eltahalí. Lo primero fue coger yaguas,tenderlas por el suelo. Gómez con el ma-chete corta y trae hojas, para él y paramí. Guerra hace su rancho; cuatro hor-quetas: ramas en colgadizo: yaguasencima. Todos ellos, unos raspan coco,Marcos, ayudado del General, desuella lajutía. La bañan con naranja agria yla salan. El puerco se lleva la naranja,y la piel de la jutía. Y ya está la jutía enla parrill» improvisada, sobre el fuegode leña. De pronto hombres: «¡Ah her-manos!» Salto a la guardia. La guerrillade Ruenes, Félix Ruenes, Galano, n Ru-bio, los lO.-Ojos resplandecientes.

Abrazos. Todos traen rifle, machete,revólver. Vinieron a gran loma. Los en-fermos resucitaron. Cargamos. Envuel-ven la jutía en yagua. Nos disputan la

carga. Sigo con mi rifle y mis 100 cáp-sulas, loma abajo, Tibisial abajo. Unaguardia. Otra. Ya, estamos en el ranchode Tavera, donde acampa la guerrilla.En fila nos aguardan. Vestidos desigua-les, de camiseta algunos, camisa y pan-talón otros, otros chamarreta y calzóncrudo: yareyes de pico: negros, pardos,dos españoles.-Galano,- blanco. Ruenesnos presenta. Habla erguido el General.Hablo. Desfile, alegría, cocina, grupos.-En la nueva avanzada: volvemos a ha-blar.' Cae la noche, velas de cera, Limacuece la jutía y asa plátanos, disputa so-bre guardias, me cuelga el General mihamaca bajo la entrada del rancho deyaguas de Tavera. Dormimos, envuel-tos en las capas de goma. ¡Ah! antes dedormir, viene, con una vela en la mano,José, cargado de dos catauros,' uno decarne fresca, otro de miel. Y nos pusi-mos a la miel ansiosos. Rica miel, enpanal.-Y en todo el día, ¡qué luz, quéaire, qué lleno el pecho, qué ligero elcuerpo angustiado! Miro del rancho afue-ra, y veo, en lo alto de la cresta atrás,una paloma12 y una estrella. El lugar sellama Vega de la...13

15.-Amahecemos entre órdenes. Unacomisión se mandará a las Veguitas, 14 acomprar en la tienda española. Otra alparque dejado en el camino. Otra a bus-car práctico. Vuelve la comisión con sal,alpargatas, un cucurucho de dulce, tresbotellas de licor, chocolate, ron y... Joséviene con puercos. La comida -puercoguisado con plátanos y malanga.-Demañana, frangollo,15 el dulce de plátanoy queso, y agua de canela y anís, calien-te. Viene a... Colombié, montero, ojosmalos: va... de su perro amarillo. Al caerla tarde, en fila la gente, sale a la caña-da el General, con Paquito, Guerra yRuenes. «¿Nos permite a los 3 solos?» Meresigno mohíno. ¿Será algún peligro?Sube Ángel Guerra llamándome, y al ca-pitán Cardoso. Gómez, al pie del monte,en la vereda sombreada de plátanos, conla cañada abajo, me dice, bello y enterne-cido, que, aparte de reconocer en mí alDelegado, el Ejército Libertador, por él suJefe, electo en consejo de jefes, me nom-bra Mayor General. Lo abrazo. Me abra-zan todos.-A la noche, carne de puercocon aceite de coco, y es buena.

16.-Cada cual con su ofrenda -bu-niato, salchichón, licor de rosa, 16 caldo

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JOSÉ MARTÍ

de plátano.-Al mediodía, marcha lomaarriba, río al muslo, bello y ligero bos-que de pomarrosas; naranjas y caimitos.Por abras tupidas y mángales sin frutallegamos a un rincón de palmas, y alfondo de dos montes bellísimos.-Allí esel campamento. La mujer india... de ojosardientes, rodeada de 7 hijos, en trajenegro roto, con. el pañuelo de toca atadoa lo alto por las trenzas, pila café. Lagente cuelga hamacas, se echa a la caña,junta candela, traen caña al trapiche 17

para el guarapo del café. Ella mete lacaña, descalza.-Antes, en el primer pa-radero, en la casa de la madre e hijearaespantada, el General me dio a bebermiel, para que probara que luego de to-marla se calma la sed.-Se hace ron depomarrosa.-Queda escrita la correspon-dencia de Nueva York, y toda la deBaracoa.18

17.-La mañana en el campamento.-Mataron res ayer y al salir el sol, yaestán los grupos a los calderos. Domi-tila, ágil y buena con su pañuelo egip-cio, salta al monte y trae un acopio detomates, culantro y orégano. Uno meda un chopo de malanga. Otro, en tazacaliente, guarapo y hojas.-Muelen unmazo de cañas. Al fondo de la casa, lavertiente con sus sitieríos cargados decocos y plátanos, de algodón y tabacosilvestre: al fondo, por el río, el cuajode potreros; y por los claros, naranjos,alrededor los montes, redondos, apaci-bles: y el infinito azul arriba con esasnubes blancas, y surcan perdidas... de-trás la .noche.-Libertad en lo azul.-Meentristece la impaciencia.-Saldremosmañana.-Me meto la Vida de Cicerón enel bolsillo en que llevo 50 cápsulas. Es-cribo cartas.-Prepara el General dulcede raspa de coco con miel. Se arregla lasalida para mañana. Compramos mielal ranchero de los ojos azorados, y labarbija.-Primero, 4 reales por el galón,luego, después del sermón; regala dosgalones.-Viene «Jaragüita»-Juan Teles-foro Rodríguez,-ya no quiere llamarseRodríguez, porque ese nombre llevaba depráctico de los españoles,-y se va connosotros. Ya tiene mujer. Al irse, se es-curre.-El pájaro, bizambo y desorejado,juega al machete; pie formidable; le luceel ojo como marfil donde da el sol en lamancha de ébano.-Mañana salimos de

la casa de José Pitieda:-Goya, la mujer.-(Jojó arriba)..

18.-A las 9lÁ salimos. Despedida enla fila.-Gómez lee las promociones. Elsargento Pto. Rico dice: «Yo muero dondemuera el G. Martí.»-Buen adiós a todos,a Ruenes y a Galano, al Capitán Cardo-so, a Rubio, a Dannery, a José Martínez,a Ricardo Rodríguez. -Por altas lomaspasamos seis veces el río Jobo. 19-Subi-mos la recia loma de Pavano, con el Po-maütb40 en lo alto y en la cumbre la vistade naranja de China. Por la cresta subi-mos... y otro flotaba el aire leve, veteado...A lo alto de mata a mata colgaba, comocortinaje, tupido, una enredadera fina;de hoja menuda y lanceolada. Por las lo-mas, el café cimarrón. La pomarrosa,bosque. En torno, la hoya, y más allá losmontes azulados, y el penacho de nubes.En el camino a los Calderos,-de ÁngelCastro-decidimos dormir, en la pendien-te. A machete abrimos claro. De troncoa tronco tendemos las hamacas.-Gue-rra y Paquito por tierra. La noche bellano deja dormir. Silba el grillo; el lagar-tijo quiquiquea, y su coro le responde;aún se ve, entre la sombra, que el montees de cupey y de pagua,21 la palma cortay espinada; vuelan despacio en torno lasanímitas;22 entre los nidos estridentes,

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DIARIOS DE CAMPAÑA

oigo la música de la selva¡ compuesta ysuave, como de finísimos violines; lamúsica ondea, se enlaza y desata, abreel ala y se" posa, titila y se eleva, siempresutil y mínima: es la miríada del son flui-do: ¿qué alas rozan las hojas?, ¿qué vio-lín diminuto, y oleadas de violines, sacanson, y alma, a las hojas?, ¿qué danza dealmas de hojas? Se nos olvidó la comi-da; comimos salchichón y chocolate y unalonja de chopo asado.-La ropa se secó ala fogata.-

19.-Las 2 de la madrugada. VieneRamón Rodríguez, el práctico, con Án-gel; traen hachos, y café.-Salimos a las5, por loma áspera. A los Calderos, enalto. El rancho es nuevo, y de adentrose oye la voz de la mambisa: «Pasen sinpena, aquí no tienen que tener pena.»El café enseguida, con miel por dulce:ella seria, en sus chancletas, cuenta,una mano a la cintura y por el aire laotra, su historia de la guerra grande:murió el marido, que de noche pelabasus puercos para los insurrectos, cuan-do se lo venían a prender: y ella rodabapor el monte, con sus tres hijos a rastro,«hasta que este buen cristiano me reco-gió, que aunque le sirva de rodillas nun-ca le podré pagar». Va y viene ligera; lechispea la cara; de cada vuelta trae algo,más café, culantro de Castilla, «pa quecuando tengan dolor al estómago por esoscaminos, masquen un grano y tomenagua encima»,-trae limón. Ella es Cari-dad Pérez y Piñó.-Su hija Modesta, de16 años, se puso zapatos y túnico nuevopara recibirnos, y se sienta con noso-tros, conversando sin zozobra, en losbancos de palma de la salíta. De las flo-res de muerto, junto al cercado, le traeRamón una, que se pone ella al pelo. Noscose. El General cuenta «el machetazode Caridad Estrada en el Camagüey».

El marido mató al chino denunciantede su rancho, y a otro: a Caridad la hi-rieron por la espalda; el marido se rodómuerto: la guerrilla huyó: Caridad reco-ge a un hijo al brazo, y chorreando san-gre, se les va detrás: «si hubiera tenidoun rifle». Vuelve, llama a su gente, en-tierran al marido, manda por Boza: «¡veanlo que me han hecho!» Salta la tropa: que-remos ir a encontrar a ese capitán. Nopodía estar sentado en el campamento.Caridad enseñaba su herida. Y siguió vi-viendo, predicando, entusiasmando en el

campamento. Entra el vecino dudoso Pe-dro Gómez y trae de ofrenda café y 1 ga-llina.-Vamos haciendo almas.-Valentín,el español que se le ha puesto a Gómezde asistente, se afana en la cocina.-Los6 hombres de Ruenes hacen su sancochoal aire libre.-Viene Isidro, muchachónde ojos garzos, muy vestido, con sus za-patos orejones de vaqueta: ese fue elque se nos apareció donde Pineda, conun dedo recién cortado: no puede ir a laguerra: «tiene que mantener a tres pri-mos hermanos». A las 2 V2 después delchubasco, por lomas y el río Guayabo, almangal, a 1 legua de Imías. Allí FelipeDom... el Alcalde de Imías-Juan Rodrí-guez nos lleva, en marcha ruda denoche, costeando vecinos, a cerca delalto de la Yaya.

20.-La marcha con velas, a las 3 de lamañana. De allí Teodoro Delgado, al Pa-lenque: monte pedregoso, palos amar-gos y naranja agria: alrededor casi esgrandioso el paisaje; vamos cercados demontes, serrudos, tetudos, picudos; mon-te plegado a todo el rededor; el mar alSur. A lo alto, paramos bajo unas palmas.Viene llena de cañas la gente. Los ve-cinos: Estévez, Fromita, Antonio Pérez,de noble porte, sale a San Antonio. Deuna casa nos mandan café, y luego ga-llina con arroz. Se huye Jaragüita. ¿Loazoraron? ¿Va a buscar a las tropas?Un montero trae de Imías la noticia deque han salido a perseguirnos por elJobo. Aquí esperaremos, como lo tenía-mos pensado, el práctico para mañana.Jaragua, cabeza cónica. Un momentoantes me decía que quería seguir ya connosotros hasta el fin. Se fue a la centi-nela, y se escurrió. Descalzo, ladrón demonte, práctico español; la cara angus-tiada; el hablar ceceado y chillón, bigo-te ralo, labios secos, la piel en pliegues,los ojos vidriosos, la cabeza cónica. Cazasinsontes, pichones, con la liria dellechuzo. Ahora tiene animales, y mujer.-Se descolgó por el monte. No lo encuen-tran. Los vecinos le temen.-En un grupohablan de los remedios de la nube enlos ojos: agua de sal-leche del ítamo,23

«que le volvió la vista a un gallo»-la hojaespinuda de la romerilla24 «bien maja-da,»-«una gota de sangre del primero quevio la nube». Luego hablan de los reme-dios para las úlceras:-la piedra amari-lla del río Jojo, molida a polvo fino, el

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excremento blanco y pelado del perro,la miel del limón; el excremento, cerni-do, y malva. Dormimos por el monte, enyaguas.-Jaragua, palo fuerte.

21.-A las 6 salimos con Antonio, cami-no de San Antonio. En el camino nos de-tenemos a ver derribar una palma, amachetazos al pie, para coger una colme-na, que traen seca, y las celdas llenas dehijos blancos. Gómez hace traer miel, ex-prime en ella los pichones, y es leche muyrica. A poco, sale por la vereda el ancianonegro y hermoso, Luis Gonzá lez,29 coa Sushermanos, y su hijo Magdaleno, y el so-brino Eufemio. Ya él había enviado avisoa Perico Pérez,26y con él, cerca de SanAntonio, esperaremos la fuerza. Luis melevanta del abrazo. ¡Pero qué triste no-ticia! ¿Será verdad que ha muerto Flor,27

el gallardo Flor?: que Maceo28 fue heri-do en traición de los indios de Garrido;que José Maceo rebanó a Garrido de unmachetazo? Almorzábamos buniato ypuerco asado cuando llegó Luis: ponenpor tierra, en un mantel blanco, el ca-sabe de su casa. Vamos lomeando a loscharrascales otra vez, y de lo alto divi-samos al ancho río de Sabanalamar, porsus piedras lo vadeamos, nos metemos

por sus cañas, acampamos a la otraorilla.-Bello, el abrazo de Luis, con susojos sonrientes, como su dentadura, subarba cana al rape, y su rostro, espa-cioso, sereno y de limpio color negro.Él es padre de todo el contorno, vistebuena rusia, su casa libre es la máscercana al monte. De la paz del almaviene la total hermosura a su cuerpoágil y majestuoso. De su tasajo de vacay sus plátanos comimos mientras él fueal pueblo, y a la noche volvió por el montesin luz, cargado de vianda nueva, conla hamaca al costado, y de la mano elcatauro de miel Heno de hijos^-Vi hoyla yaguama,29la hoja fénica que estan-ca la sangre, y con su mera sombra be-neficia al herido: «machuque bien lashojas, y métalas en la herida, que lasangre se seca». Las aves buscan susombra.-Me dijo Luis el modo de quelas velas de cera no se apagasen en elcamino, y es empapar bien un lienzo, yenvolverlo apretado alrededor, y con eso,la vela va encendida y se consume me-nos cera.-El médico preso, en la trai-ción a Maceo, ¿no será el pobre Frank?¡Ah,-Flor!

Flor Crornbet.

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22.-Día de espera impaciente.-Bañoen el río, de cascadas y hoyas y grandespiedras, y golpes de cañas a la orilla.Me lavan mi ropa azul, mi chamarre-ta. A mediodía vienen los hermanos deLuis, orgullosos de la comida casera quenos traen: huevos fritos, puerco frito yuna gran torta de pan de maíz. Comemosbajo el chubasco; y luego de un ma-cheteo, izan una tienda, techada con lascapas de goma. Toda la tarde es de no-ticias inquietas: viene desertado de lasescuadras de Guantánamo ^ un sobri-no de Luis, que fue a hacerse de arma,y dice que bajan fuerzas; otro dice quede Baitiquirí, 31-donde está de tenienteel cojo Luis Bertot, traidor en Bayamo, 32

-han llegado a San Antonio, dos explo-radores, a registrar el monte. Las es-cuadras, de criollos pagados, con unladrón feroz a la caza, hacen la pelea deEspaña, la única pelea temible en estoscontornos. A Luis, que vino al anoche-cer, le llegó carta de su mujer: que losexploradores,-y su propio hermano esuno de ellos,-van citados por Garrido,el teniente ladrón, a juntársele a LaCaridad y ojear a todo Cajuerí;M que enVega Grande y los Quemados y en mu-chos otros pasos nos tienen puestasemboscadas.-Dormimos donde estábarmos, divisando el camino.-Hablanioshoy de Céspedes34 y cuenta Gómez lacasa de portal en que lo halló, en lasTunas, cuando fue, en mala ropa, conquince rifleros a decirle cómo subía,peligrosa, la guerra desde Oriente. Ayu-dantes pulcros, con polainas.-Céspedes:kepis y tenacillas de cigarros. La guerraabandonada a los jefes, que pedían envano dirección, contrastaba con la fes-tividad del cortejo tunero. A poco elgobierno tuvo que acogerse a Oriente.-«No había nada, Martí»-ni plan de cam-paña, ni rumbo tenaz y fijq.-Que la sabi-na, olorosa como el cedro, da sabor yeficacia medicinal, al agüardiente.-Queel té de yagruma,-de las hojas grandesde la yagruma,-es bueno para el asma.-Juan llegó, el de las escuadras, él viomuerto a Flor, muerto, con su bella ca-beza fría, y su labio roto, y dos balazosen el pecho: el 10 lo mataron. PatricioCorona, errante once días de hambre,se presentó a los Voluntarios. Maceo y2 más se juntaron con Moncada.-Sevuelven a las casas los hijos y los so-

brinos de Luis.-Ramón, el hijo de Eufe-mio, con su suave tez achocolatada,como bronce carmíneo, y su fina yperfecta cabeza, y su ágil cuerpo púber,-Magdaleno, de magnífico molde, piefirme, caña enjuta, pantorrilla volada,muslo largo, tórax pleno, brazos gracio-sos, en el cuello delgado la cabeza pura,de bozo y barba crespa -el machete alcinto y el yarey alón y picudo.-Luisduerme con nosotros.

23.-A la madrugada, listos; pero no lle-ga Eufemio, que debía ver salir a los ex-ploradores, ni llega respuesta de la fuerza.Luis va a ver, y vuelve con Eufemio. Sehan ido los exploradores. Emprendemosmarcha tras ellos. De nuestro campa-mento de 2 días, en el Monte de la Viejasalimos, monte abajo, luego. De unaloma al claro donde se divisa, por el Sur,el palmar de San Antonio, rodeado dejatiales y chaíraseos, en la hoya fértilde los cañadones, y a un lado y otro mon-tes, y entre ellos el mar. Ese monte, a laderecha, con un tajo como de sangre,por cerca de la copa, es doña Mariana, x

ese, al Sur, alto entre tantos, es el Pande Azúcar. De 8 a 2 caminamos, por eljatial espinudo, con el pasto bueno, y laflor roja y baja del guisaso de tres puyas:tunas, bestias sueltas. Hablamos de lasexcursiones de Gómez cuando la otraguerra.-Gómez elogia el valor de MiguelPérez: «dio un traspiés, lo perdonaron,y él fue leal siempre al gobierno»; «enuna yagua recogieron su cadáver; lo hi-cieron casi picadillo»; «eso hizo española Santos Pérez».-Y al otro Pérez, diceLuís, Policarpo le puso las partes de an-tiparras. «Te voy a cortar las partes», legritó en pelea a Policarpo.-«Y yo a ti lastuyas y te las voy a poner de antiparras»:y se las puso.-«Pero ¿por qué peleancontra los cubanos esos cubanos? Yaveo que no es por opinión, ni por cariñoimposible a España.«-«Pelean esos puer-cos, pelean así por el peso que les pagan,un peso al día, menos el rancho que lesquitan. Son los vecinos malos de loscaseríos, a los que tienen un delito quepagar a la Justicia, o los vagabundosque no quieren trabajar, y unos cuan-tos indios de Baitiquirí y de Cajuerí.»Del café hablamos, y de los granos quelo sustituyen: el platanillo y la boruca.De pronto bajamos a un bosque alto yalegre, los árboles caídos sirven de puente

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a la primer poza, por sobre hojas mulli-das y frescas pedreras, vamos, a gratasombra, al lugar de descanso: el aguacorre, las hojas de layagruma blanqueanel suelo, traen de la cañada a rastras,para el chubasco, pencas enormes, meacerco al rumor, y veo entre piedras yheléchos, por remansos de piedras fi-nas y alegres cascadas, correr el agualimpia. Llegan de noche los 17 hombresde Luis, y él, solo, con sus 63 años, unahora adelante: todos a la guerra: y conLuis va su hijo.

24.-Por el cañadón, por el monte deAcosta, por el roncaral de piedra roída,con sus pozos de agua limpia en que bebeel sinsonte y su cama de hojas secas,halamos, de sol a sol, el camino fatigoso.Se siente el peligro. Desde el Palenquenos van siguiendo de cerca las huellas.Por aquí pueden caer los indios de Garri-do. Nos asimos en el portal de Valentín,mayoral del ingenio Santa Cecilia. 36-AlJuan fuerte, de buena dentadura, quesale a darnos la mano tibia; cuando sutío Luis lo llama al cercado:-«Y tú, ¿porqué no vienes?» «¿Pero no ve como mecome el bicho?» El bicho,-la familia.-¡Ah, hombres alquilados,-salario co-rruptor! Distinto, el hombre propio, elhombre de sí mismo.-¿Y esta gente?,¿qué tiene que abandonar? ¿La casa deyaguas, que les da el campo, y hacencon sus manos? ¿Los puercos, que pue-den criar en el monte? Comer, lo da latierra; calzado, la yagua y la majagua;medicina, las yerbas y cortezas; dulce,la miel de abejas.-Más adelante, abrien-do hoyos para la cerca, el viejo barbón ybarrigudo, sucia la camiseta y el panta-lón a los tobillos-y el color terroso y losojos viboreznos y encogidos:-«¿Y ustedes,qué hacen?»-«Pues aquí estamos hacien-do estas cercas. «-Luis maldice, y levantael brazo grande por el aire. Se va a an-chos pasos, temblándole la barba.

25.-Jornada de guerra. 37-A montepuro vamos acercándonos, ya en lasgarras de Guantánamo, hostil en la pri-mera guerra,38 hasta Arroyo Hondo. Per-díamos el rumbo. Las espinas nostajaban. Los bejucos nos ahorcaban yazotaban. Pasamos por un bosque dejigüeras, verdes, pegadas al tronco des-nudo, o al ramo ralo.-La gente va va-ciando jigüeras, y emparejándoles la

boca. A las once, redondo tiroteo. Tirograneado, que retumba; contra tirosvelados y secos. Como a nuestros mis-mos pies es el combate; entran, pesa-das, tres balas que dan en los troncos.«¡Qué bonito es un tiroteo de lejos!», diceel muchachón agraciado de San Anto-nio,-un niño. «Más bonito es de cerca»,dice el viejo. Siguiendo nuestro cami-no subimos a la margen del arroyo. Eltiroteo se espesa; Magdaleno, sentadocontra un tronco, recorta adornos ensu jigüera nueva. Almorzamos huevoscrudos, un sorbo de miel, y chocolatede «La Imperial» de Santiago de Cuba.-A poco, las noticias: dos vienen delpueblo. Y ya han visto entrar un muer-to, y 25 heridos.

Maceo39 vino a buscarnos, y espera enlos alrededores: a Maceo, alegremente.Dije en carta a Carmita: 40-«En el cami-no mismo del combate nos esperaban loscubanos triunfadores: se echan delos caballos abajo; los caballos que hantomado a la guardia civil: se abrazan ynos vitorean: nos suben a caballo y noscalzan la espuela»,41 ¿cómo no me inspirahorror, la mancha de sangre que vi en elcamino?, ¿ni la sangre a medio-secar, deuna cabeza que ya está enterrada, con lacartera que le puso de descanso un jine-te nuestro? Y al sol de la tarde emprendi-mos la marcha de victoria, de vuelta alcampamento.

A las 12 de la noche habían salido,por ríos y cañaverales y espinares, asalvarnos; acababan de llegar, ya cer-ca, cuando les cae encima el español:sin almuerzo pelearon las 2 horas, y congalletas engañaron el hambre del triun-fo: y emprendían el viaje de 8 leguas,con tarde primero alegre y clara, y lue-go, por bóvedas de púas, en la nocheoscura. En fila de a uno iba la columnalarga. Los ayudantes pasan corriendo yvoceando. Nos revolvemos, caballos y dea pie, en los altos ligeros. Entra al ca-ñaveral, y cada soldado sale con unacaña de él. (Cruzamos el ancho ferro-carril: oímos los pitazos del oscureceren los ingenios: vemos, al fin del llano,los faros eléctricos.) «Párese la columna,que hay un herido atrás.» Uno hala supierna atravesada, y Gómez lo monta asu grupa. Otro herido no quiere: «No,amigo: yo no estoy muerto» y con la bala

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en el hombro sigue andando. ¡Los po-bres pies, tan cansados! Se sientan, ri-fle al lado, al borde del camino: y nossonríen gloriosos. Se oye algún ¡ay! ymás risas, y el habla contenta. «Abrancamino» y llega montado el recio Car-tagena, Teniente Coronel que lo ganóen la guerra grande, con un hachónprendido de Cardona, clavado como unalanza, al estribo de cuero. Y otroshachones, de tramo en tramo..., encien-den los árboles secos, que escaldan ychisporrotean y echan al cielo su fustede llama y una pluma de humo. El ríonos corta. Aguardamos a los cansados.Ya están a nuestro alrededor, los yareyesen la sombra. Ya es la última agua, ydel otro lado el sueño. Hamacas, can-delas, calderadas, el campamento yaduerme; al pie de un árbol grande iréluego a dormir, junto al machete y elrevólver, y de almohada mi capa de hule;ahora hurgo el jolongo y saco de él lamedicina para los heridos. Cariñosaslas estrellas, a las 3 de la madrugada.A las 5, abiertos los ojos, Colt al costa-do, machete al cinto, espuela a la al-pargata y ¡a caballo!

Murió Alcil Duvergié,42 el valiente: decada fogonazo, un hombre; le entró lamuerte por la frente: a otro, tirador, levaciaron una descarga encima: otro cayó,cruzando temerario el puente.-¿Y adon-de, al acampar, estaban los heridos? Con, trabajo los agrupo, al pie del más grave,que creen pasmado, y viene a andas enuna hamaca, colgando de un palo. Deljugo del tabaco, apretado a un cabo dela boca, se le han desclavado los dientes.Bebe descontento un sorbo de Marras-quino. ¿Y el agua, que no viene, el aguade las heridas, que al fin traen en uncubo turbio-? La trae fresca el servicialEvaristo Zayas, de Ti Arriba.-Y el prac-ticante, ¿dónde está el practicante, queno viene a sus heridos-.? Los otros tresse quejan, en sus capotes de goma. Al finllega, arrebujado en una colcha, alegan-do calentura. Y entre todos, con PaquitaBorrero, de tierna ayuda, curamos al heri-do de la hamaca, una herida narigona,que entró y salió por la espalda: en unaboca cabe un dedal y una avellana en laotra: lavamos, iodoformo, algodón fenica-do. Al otro, en la cabeza del muslo: entróy salió. Al otro, que se vuelve de bruces,

no le salió la bala de la espalda: allíestá al salir, en el manchón rojo e hin-chado: de la sífilis tiene el hombre co-mida la nariz y la boca: el último, bocay orificio, también en la espalda: tira-ban, rodilla en tierra, y el balazo bajoles atravesaba las espaldas membrudas.A Antonio Suárez, de Colombia, primode Lucía Cortés, la mujer de Merchán, 43

la misma herida. Y se perdió a pie, ynos halló luego.

26.-A formar, con el sol. A caballo,soñolientos. Cojea la gente, aún no re-puesta. Apenas comieron anoche. Des-cansamos, a eso de las 10, a un lado yotro del camino. De la casita pobre en-vían de regalo una gallina al «generalMatías»,-y miel. De tarde y noche escribo,a New York, a Antonio Maceo que estácerca e ignora nuestra llegada; y la car-ta de Manuel Fuentes al World,44 queacabé con lápiz sobre la mano, al alba. Aratos ojeé ayer el campamento tranquiloy dichoso: llama la corneta; traen cargasde plátano al hombro; mugen las resescogidas, y las degüellan: Victoriano Gar-zón, el negro juicioso de bigote y perilla, yojos fogosos, me cuenta, humilde y fer-viente, desde su hamaca, su asalto triun-fante al Ramón de las Yaguas: su palabraes revuelta e intensa, su alma bondadosay su autoridad natural: mima, con verdad,a sus ayudantes blancos, a Mariano Sán-chez y a Rafael Portuondo; y si yerranen un punto de disciplina, les levanta elyerro. De carnes seco, dulce de sonrisa:la camisa azul y negro el pantalón: cui-da, uno a uno, de sus soldados.-JoséMaceo, formidable, pasea el alto cuerpo:aún tiene las manos arpadas, de la ma-raña del pinar y del monte, cuando seabrió en alas la expedición perseguida deCosta Rica,45y a Flor lo mataron, y Anto-nio llevó a dos consigo, y José quedó alfin solo; hundido bajo la carga, moribun-do de frío en los pinos húmedos, los piesgordos y rotos: y llegó, y ya vence.

27.-E1 campamento, al fin, en la es-tancia de Filipinas. Atiendo enseguidaal trabajo de la jurisdicción: Gómez es-cribe junto a mí, en su hamaca.-A latarde, Pedro Pérez, el primer sublevadode Guantánamo: de 18 meses de escon-dite, salió al fin, con 37, seguido demuerte, y hoy tiene 200. En el monte,con los 17 de la casa, está su mujer,

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que nos manda la primera bandera. ¡Yél sirvió a España en las escuadras, enla guerra grande! Lealtad de familia aMiguel Pérez.-Apoyado en su bastón, bajode cuerpo, con su leontina de plata, caí-das las patillas pocas por los lados delrostro enjuto y benévolo, fue, con su gen-te brava, a buscar a Maceo en vano portodo Baracoa, en los dientes de los in-dios: su jipijapa está tinto de púrpura,y bordada de mujer es la trenza de co-lor de su sombrero, con los cabos por laespalda.-Él no quiere gente a caballo,ni monta él, ni tiene a bien los capotesde goma, sino la lluvia pura, sufrida ensilencio.

28.-Amanezco al trabajo. A las 9 for-man, y Gómez, sincero y conciso, arenga:Yo hablo, al sol. Y al trabajo. A que quedeligada esta fuerza en el espíritu unido:a fijar, y dejar ordenada, la guerra enér-gica y magnánima: a abrir vías con elNorte, y servicio de parque: a reprimircualquier intentona de perturbar laguerra con promesas. Escribo la circu-lar a los jefes, a que castiguen con lapena de traición la intentona,-la circu-lar a los hacendados,-la nota de Gómeza las fincas.-cartas a amigos probables,-cartas para abrir el servicio de correo yparque.-cartas para la cita a Brooks, 46

-nota al gobierno inglés, por el cónsulde Guantánamo, incluyendo la decla-ración de José Maceo sobre la muerte,casual, de un tiro escapado de Corona,de un marino de la goleta Honor, en quevino la expedición de Fortune Island,-instrucciones a José Maceo, al que senombra Mayor General,-nota a Ruenes,invitándole a enviar el representante deBaracoa a la Asamblea de Delegados delpueblo cubano revolucionario-para elegirel gobierno que deba darse la revolución,-carta a Masó.47-Vino Luis Bonne, aquien se buscaba, por sagaz y benévolo,para crearme una escolta. Y de Ayudan-te trae a Ramón Garriga y Cuevas, aquien de niño solía yo agasajar, cuandolo veía travieso o desarmado en New York,y es manso, afectuoso, lúcido y valiente.

29.-Trabajo. Ramón queda a mi lado.En el ataque de Arroyo Hondo un flanconuestro, donde estaba el hermano deun teniente criollo, mató al teniente, enla otra fuerza.-Se me fue, con su ahija-da, Luis González. «Ese rostro quedará

estampado aquí.» Y me lo decía con ros-tro celeste^

30.-Trabajo. Antonio Suárez, el co-lombiano, habla quejoso y díscolo, quedesatendido, que coronel.-Maceo, ale-gando operación urgente, no nos espe-rará. Salimos mañana.

I6 de Mayo.-Salimos del campamento,de Vuelta Corta. Allí fue donde PolicarpoPineda* el Rustan, el Polilla, hizo abriren pedazos a Francisco Pérez, el de lasescuadras. Polilla, un día, fusiló a Je-sús: levaba al pecho un gran crucifijo,una bala le metió todo un brazo de lacruz en la carne: y a la cruz, luego, ledescargó los cuatro tiros. De eso íbamoshablando por la mañana, cuando salióel camino, ya en la región florida de loscafetales, con plátanos y cacao, a unamágica hoya, que llaman la Fontina,y en lo hondo del vasto verdor enseña ape-nas el techo de guano, y al lado, con suflor morada, el árbol del caracolillo. Apoco más, el Kentucky, el cafetal dePezuela, con los secadores grandesde mampostería frente a la casa, y lacasa, alegre y espaciosa, de blanco ybalcones; y el gran bajo con las máqui-nas, y a la puerta Nazario Soncourt, 48

mulato fino, con el ron y el jarro de aguaen un taburete, y vasos. Salen a vernoslos Thoreau, de su vistoso cafetal, conlas casitas de mampostería y teja: elmenor, colorado, de afán y los ojos an-siosos y turbios, tartamudea: ¿«-pero po-demos trabajar aquí, verdad? Podemosseguir trábajando».-Y eso no más dice,como un loco.-Llegamos al monte. Esta-nislao Cruzat, buen montuno, caballe-rizo de Gómez, taja dos árboles por cercadel pie, clava al frente de cada uno doshorquetas, y otras de apoyo al tronco, ycruces, y varas a lo largo, y ya está elbanco. Del descanso corto, a la veredaespesa, en la fértil tierra de Ti Arriba.El sol brilla sobre la lluvia fresca: lasnaranjas cuelgan de sus árboles ligeros:yerba alta cubre el suelo húmedo: del-gados troncos blancos cortan, salteados,de la raíz al cielo azul, la selva verde, setrenza a los arbustos delicados el beju-co, a espiral de aros iguales, como demano de hombre, caen a tierra de lo alto,meciéndose al aire, los cupeyes: de uncurujey, prendido a un jobo, bebo el aguaclara: chirrían, en pleno sol los grillos.

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-A dormir, a la casa del «español malo»:huyó a Cuba: la casa, techo de zinc ysuelo puerco: la gente se echa sobre losracimos de plátanos montados en vergaspor el techo, sobre dos cerdos, sobrepalomas y patos sobre un rincón de yu-cas. Es la Demajagua.

2.-Adelante, hacia Jarahueca. En losingenios. Por la caña vasta y abandona-da de Sabanilla: va Rafael Portuondo a lacasa, ¿ traer las 5 reses: vienen en man-cuerna: ¡pobre gente, a la lluvia! Llega-mos a Leonor, y ya, desechando la tardíacomida, con queso y pan nos habíamosido a la hamaca, cuando llega, con caba-llería de Zefí, el corresponsal del Herald,George Eugene Bryson. Con él trabajohasta las 3 de la mañana.

3.-A las 5, con el Coronel Ferié, quevino anoche a su cafetal de Jarahueca,en una altura, y un salón como escena rio,y al pie un vasto cuadro, el molino ocio-so, del cacao y café. De lo alto, a unlado y otro cae, bajando, el vasto paisa-je, y dos aguas cercanas, de lecho depiedras en lo hondo, y palmas sueltas yfondo de monte, muy lejano. Trabajo eldía entero, en el manifiesto al Herald, ymás para Bryson. A la 1, al buscar mihamaca, veo a muchos por el suelo, ycreo que se han olvidado de colgarla.Del sombrero hago almohada: me tien-do en un banco: el frío me echa a lacocina encendida: me dan la hamacavacía: un soldado me echa encima unmantón viejo: a las 4, diana.

4.-Se va Bryson. Poco después, elconsejo de guerra de Masabó. Violó yrobó. Rafael preside, y Mariano acusa.Masabó, sombrío, niega: rostro brutal.Su defensor invoca nuestra llegada, ypide merced. A muerte. Cuando leían lasentencia, al fondo del gentío un hom-bre pela una caña. Gómez arenga: «Estehombre no es nuestro compañero: es unvil gusano.» Masabó, que no se ha sen-tado, alza con odio los ojos hacia él. Lasfuerzas, en gran silencio, oyen y aplau-den: «¡Que viva!» Y mientras ordenan lamarcha, en pie queda Masabó, sin quese le caigan los ojos, ni en la caja delcuerpo se vea miedo: los pantalones,anchos y ligeros, le vuelan sin cesar,como a un viento rápido. Al fin van, lacaballería, el reo, la fuerza entera, a unbajo cercano; al sol. Grave momento, el

de la fuerza callada, apiñada. Suenanlos tiros, y otro más, y otro de remate.Masabó ha muerto valiente. «¿Cómo mepongo, Coronel? ¿De frente o de espal-da?» «De frente.» En la pelea era bravo.5.-Maceo49 nos había citado paraBocuey, adonde no podemos llegar a las12, a la hora a que nos cita. Fue anocheel propio, a que espere en su campa-mento. Vamos,-con la fuerza toda. Depronto, unos jinetes. Maceo, en un caba-llo dorado, en traje de holanda gris: yatiene plata la silla, airosa y con estre-llas. Salió a buscarnos, porque tiene asu gente de marcha; al ingenio cercano,a Mejorana, va Maspon a que adelantenalmuerzo para cien. El ingenio nos vecomo de fiesta: a criados y trabajadoresse les ve el gozo y la admiración: el amo,anciano colorado y de patillas, de jipijapay pie pequeño, trae vermouth, tabacos,ron, malvasía. «Maten tres, cinco, diez,catorce gallinas.» De seno abierto y chan-cletas viene una mujer a ofrecernosaguardiente verde, de yerbas: otra traeron puro. Va y viene el gentío. De ayu-dante de Maceo lleva y trae, ágil y ver-boso, Castro Palomino. ^ Maceo y Gómezhablan bajo, cerca de mí: me llaman apodo, allí en el portal: que Maceo tieneotro pensamiento de gobierno: una jun-ta de los generales con mando, por susrepresentantes,-y una Secretaría Gerie-ral:-la patria, pues, y todos los oficiosde ella, que crea y anima al ejército,como Secretaría del Ejército. Nos vamosa un cuarto a hablar. No puedo desen-redarle a Maceo la conversación: «¿perousted se queda conmigo o se va conGómez?» Y me habla, cortándome laspalabras, como si fuese yo la continua-ción del gobierno leguleyo, y su repre-sentante. Lo veo herido-«lo quiero», medice «menos de lo que lo quería»-por sureducción a Flor en el encargo de la ex-pedición, y gasto de sus dineros. Insis-to en deponerme ante los representantesque se reúnan a elegir gobierno. No quie-re que cada jefe de operaciones mandeel suyo, nacido de su fuerza: él mandarálos cuatro de Oriente: «dentro de 15 díasestarán con usted-y serán gentes queno me las pueda enredar allá el doctorMartí» .-En la mesa, opulenta y premiosa,de gallina y lechón, vuélvese al asunto:me hiere, y me repugna: comprendo que

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he de sacudir el cargo, con que se meintenta marcar, de defensor ciudada nescode las trabas hostiles al movimientomilitar. Mantengo, rudo: el Ejército, li-bre,-y el país, como país y con toda sudignidad representado. Muestro mi des-contento de semejante indiscreta y for-zada conversación, a mesa abierta, enla prisa <ie Maceo por partir. Que va acaer la noche sobre Cuba, y ha de andarseis horas. Allí cerca, están sus fucfzas:pero no nos lleva a verlas: las fuerzas reu-nidas de Oriente-Rabí,51 de Jiguaní,Busto, de Cuba, las de José, que traji-mos. A caballo, adiós rápido. «Por ahí sevan ustedes»-y seguimos, con la escol-ta mohína; ya entrada la tarde, sin losasistentes, que quedaron con José, sinrumbo cierto, a un galpón del camino,donde no desensillamos. Van por losasistentes: seguimos, a otro rancho fan-goso, fuera de los campamentos, abiertoa ataque. Por carne manda Gómez, alcampo de José: la traen los asistentes.Y así, como echados, y con ideas tris-tes, dormimos.52

7.-De Jagua salimos, y de sus mam-bises viejos y leales, por el Mijial. En elMijial, los caballos comen la pina fo-rastera, y de ella, y de cedros hacen ta-pas, para galones. A César le dan aguade hojas de guanábana, que es pectoralbueno, y cocimiento grato. En el caminonos salió Prudencio Bravo, el guardiánde los heridos, a decirnos adiós. Vimosa la hija de Nicolás Cedeño, que hablacontenta, y se va con sus 5 hijos a sumonte de Holguín. Por el camino deBarajagua-«aquí se peleó mucho», «todoesto llegó a ser nuestro»-vamos hablan-do de la"guerra vieja.53 Allí, del montetupido de los lados, o de los altos y co-dos enlomados del camino, se picaba alas columnas, que al fin, cesaron: porel camino se va a Palma y a Holguín.Zefí dice que por ahí trajo él a MartínezCampos, cuando vino a su primera con-ferencia54 con Maceo: «El hombre saliócolorado como un tomate, y tan furiosoque tiró el sombrero al suelo, y me fuea esperar a media legua.» Andamos cer-ca de Baraguá. Del camino salimos a la

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Antonio Maceo.

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Montura del Titán de Bronce.

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sabana de Pinalito, que cae, corta, al arro-yo de las Piedras, y tras él, a la loma deLa Risueña, de suelo rojo y pedregal, com-bada como un huevo, y al fondo gracio-sas cabezas de monte, de extrañoscontornos: un bosquecillo, una alturaque es como una silla de montar, unaescalera de lomas. Damos de lleno enla Sabana de Bio, concha verde, con. elmonte en torno, y palmeras en él, y enlo abierto un cayo u otro, como florones^o un espino solo, que da buena leña:las sendas negras van por la yerba ver-de, matizada de flor morada y blanca. Ala derecha, por lo alto de la sierra espe-sa, la cresta de pinos. Lluvia recia. Ade-lante va la vanguardia, uno con la yaguaa la cabeza, otro con una caña por elarzón, o la yagua en descanso, o la es-copeta. El alambre del telégrafo se re-vuelca en la tierra. Pedro pasa, con elportabandera desnudo,-una vara de...:A Zefí, con la cuchara de plomo en lacruz de la bandolera, le cose la escara-pela el ala de atrás. A Chacón, descalzo,le relumbra, de la cintura a la rodilla,el pavón del rifle. A Zambrana, que sehala, le cuelga por la cadera el cacharrode hervir. Otro, por sobre el saco, llevauna levita negra. Miro atrás, por dondevienen, de cola de la marcha, los mulos ylos bueyes, y las tercerolas de retaguar-dia, y sobre el cielo gris veo, a paso pesa-do, tres... y uno, como poncho, lleva porla cabeza una yagua. Por la sabana quesigue, por Hato del Medio, famosa en laguerra, seguimos con la yerba ahogadadel aluvión, al campamento, allá detrásde aquellas pocas reses. «Aquí, me dijoGómez, nació el cólera, cuando yo vinecon doscientas armas y 4 000 libertos,para que no se los llevasen los españo-les, y estaba esto cerrado de reses, ymataron tantas, que del hedor se empe-zó a morir la gente, y fui regando lamarcha con cadáveres: 500 cadáveresdejé en el camino a Tacajó.» Y enton-ces-me cuenta lo de Tacajó, el acuerdoentre Céspedes y Donato Mármol. Cés-pedes, después de la toma de Bayamo,desapareció. Eduardo Mármol, culto yfunesto, aconsejó a Donato, la dictadu-ra. Félix Figueredo pidió a Gómez queapoyase a Donato, y entrase en lo de laDictadura, a lo que Gómez le dijo queya lo había pensado hacer, y lo haría,no por el consejo de él, sino para estar

dentro, y de adentro impedirlo mejor:«Sí, decía Félix, porque a la revoluciónle ha nacido una víbora.» «Y lo mismoera él», me dijo Gómez. De Tacajó envióCéspedes a citar a Donato a conferen-cia cuando ya Gómez estaba con él, yquiso Gómez ir primero, y enviar luegorecado. Al llegar donde Céspedes, comoGómez se venía con la guardia que ha-lló como a un cuarto de legua, creyónotar confusión y zozobra en el campa-mento, riasta que Marcano55 salió aGómez que le dijo: «Ven acá, dame unabrazo» .-Y cuando los Mármol llegaron,a la mesa de cincuenta cubiertos, y sehabló allí de la diferencia, desde las pri-meras consultas se vio que, como Gómez,los demás opinaban por el acatamientoa la autoridad de Céspedes. «Eduardo sepuso negro.» «Nunca olvidaré el discursode Eduardo Arteaga: "El sol", dijo, "contodo su esplendor, suele ver oscurecidasu luz por repentino eclipse; pero luegobrilla con nuevo fulgor, más luciente porsu pasajero oscurecimiento: así ha suce-dido al sol Céspedes".» Habló José Joa-quín Palma. «¿Eduardo? Dormía la siestaun día, y los negros hacían bulla en elbatey. Mandó callar, y aún hablaban."¿Ah, no quieren entender?" Tomó el re-vólver,-él era muy buen tirador: y hom-bre al suelo, con una bala en el pecho.Siguió durmiendo. »-Ya llegamos, a sonde corneta, a los ranchos, y la tropa for-mada bajo la lluvia, de Quintín Bande-ras. Nos abraza, muy negro, de bigote ybarbija, en botas, capa y jipijapa, Narci-so Moneada, el hermano de Guillermo: x

«¡Ah, sólo que falta un número!» Quintín,sesentón, con la cabeza metida en loshombros, troncudo el cuerpo, la miradabaja y la palabra poca, nos recibe a lapuerta del rancho: arde de la calentura:se envuelve en su hamaca: el ojo, peque-ño y amarillo, parece como que le vienede hondo, y hay que asomarse a él: a lacabeza de su hamaca hay un tamboril.Deodato Carvajal es su teniente, decuerpo fino, y mente de ascenso, capazy ordenada: la palabra, por afinarse, serevuelve, pero hay en él método, y man-do, y brío para su derecho y el ajeno:me dice que por él recibía mis cartasMoneada. Narciso Moneada, verboso yfornido, es de bondad y pompa: «en ver-bo de licor, no gasto nada»: su hermanoestá enterrado-«más abajo de la altura

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de un hombre, con planos de ingeniero-,donde solo lo sabemos unos pocos, y siyo me muero, otro sabe, y si ese sé mue-re, otro, y la sepultura siempre se sal-vará». «¿Y a nuestra madre, que nos lahan tratado como si fuera la madre dela patria?» Dominga Moneada ha esta-do en el Morro tres veces: y todo porqueaquel General que se murió la llamópara decirle que tenía que ir a proponer-les a sus hijos, y ella le dijo: «Mire, Gene-ral, si yo veo venir a mis hijos, por unavereda, y lo veo venir a usted por el otrolado, les grito: "huyan, mis hijos, queeste es el general español".»-A caballoentramos al rancho, por el mucho fangode afuera, para podernos desmontar, ydel lodo y el airé viene hedor, de la muchares que han muerto cerca: el rancho, ga-cho, está tupido de hamaeas.-A un rin-cón, en un cocinazo, hierven calderos. Nostraen café, ajengibre, cocimiento de hojasde guanábana. Moneada, yendo y vinien-do, alude al abandono en que dejó Quin-tín a Guillermo.-Quintín me habla así:«y luego tuvo el negocio que se presentócon Moneada, o lo tuvo él conmigo, cuan-do me quiso mandar con Masó, y pedími baja». Carvajal había hablado de lasdecepciones sufridas por Banderas. Ri-cardo Sartorius, desde' su hamaca, mehabla de Purnio, cuando les llegó el tele-grama falso de Cienfuegos para alzarse:me habla de la alevosía con su hermanoManuel, a quien Miró hurtó sus fuerzas,y «forzó a presentarse»: «le iba esto», lagarganta.-Vino Calunga, de Masó, concartas para Maceo: no acudirá a la citade Maceo muy pronto, porque estáamparando una expedición del Sur, queacaba de llegar. Se pelea mucho enBayamo. Está en armas Camagüey. Sealzó el Marqués,57 y el hijo de Agramon-te.-Hiede.

8.-A trabajar, a una altura vecina,donde levantan el nuevo campamento:ranchos de troncos, atados con bejuco,techados con palma. Nos limpian unárbol, y escribimos al pie.-Cartas a Miró:-de G., como a Coronel, seguro de queayudará «al Brigadier Ángel Guerra, nom-brado Jefe de Operaciones»,-mía, con elfin de que, sin desnudarle el pensamien-to, vea la conveniencia y justicia deaceptar y ayudar a Guerra.-Miró hacede arbitro de la comarca, como Coronel.Guerra sirvió los 10 años, y no le obedece-

ría.-Cartas a prominentes de Holguín,y circulares:-a Guadalupe Pérez, acau-dalado,-a Rafael Mandüley, procura-dor,-a Francisco Frexes, abogado.-En lamesa, sin rumbo, funge el consejo deguerra de Isidro Tejera, y Onofre y Joséde la O. Rodríguez: los pacíficos dieronparte del terror en que pusieron al vecin-dario: el capitán Juan Peña y Jiménez.-Juan el Cojo, que sirvió «en las tresguerras», de una pierna sólo tiene el mu-ñón, y monta a caballo de un salto,-oyóel susto a los vecinos, y vio las casasabandonadas, y define que los tres le ne-garon las armas, y profirieron amenazasde muerte.-El consejo, enderezado de laconfusión, los sentencia a muerte. Vamosal rancho nuevo, de alas bajas, sin pare-des.-José Gutiérrez, el -corneta afableque se lleva Paquito, toca a formación.Al silencio de las filas traen los reos; ylee Ramón Garriga la sentencia, y elperdón. Habla Gómez de la necesidad dela honra en las banderas: «ese criminalha manchado nuestra bandera». Isidro,que venía llorando, pide licencia de ha-blar: habla gimiendo, y sin idea, quemuere sin culpa, que no le dejarán morir,que es imposible que tantos hermanosno le pidan el perdón. Tocan marcha.Nadie habla. Él gime, se retuerce en lacuerda, no quiere andar. Tocan mar-cha otra vez, y las filas siguen, de dosen fondo. Con el reo implora Chacón yentre rifles, empujándolos. Detrás, solo,sin sus polainas, saco azul y sombreropequeño, Gómez.-Otros atrás, pocos, yMoneada,-que no ve al reo, ya en ellugar de muerte, llamando desolado,sacándose el reloj, que Chacón le arre-bata, y tira en la yerba... manda Gómez,con el rostro demudado, y empuña surevólver, a pocos pasos del reo. Lo arro-dillan, al hombre, espantado, que aún,en aquella rapidez, tiene tiempo, som-brero en mano, para volver la cara doso tres veces. A dos varas de él, los riflesbajos, «¡Apunten!», dice Gómez: «¡Fuego!»Y cae sobre la yerba muerto.-De los dosperdonados,-cuyo perdón aconsejé y ob-tuve,-uno, ligeramente cambiando de co-lor pardo, no muestra espanto, sino sudorfrío: otro, en sus cuerdas por los codos,está como si aún se hiciese atrás, comosi huyese el cuerpo, ido de un lado lo mis-mo que «1 rostro, que se le chupó y des-encajó.-Él, cuando les leyeron la

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sentencia, en el viento y las nubes de latarde, sentados los tres por tierra, conel pie en el cepo de varas, se apretabacon la mano las sienes. El otro, Onqfre,oía como sin entender, y volvía la cabezaa los ruidos. «El Brujito», el muerto,mientras esperaba el fallo, escarbaba,doblado, la tierra,-o alzaba de repenteel rostro negro, de ojos pequeños y na-riz hundida de puente ancho.-El cepofue hecho al vuelo: una vara recia entierra, otra más fina al lado, atada porarriba,-y clavada abajo de modo quedeje paso estrecho al pie preso.-«ElBrujito», decían luego, era bandido deantes: «puede usted jurar, decíaMoneada, que deja su entierro de ca-torce mil pesos.»

Sentado en un baúl, en el rancho,alrededor de la vela de cera, Moneadacuenta la última marcha de Guillermomoribundo; cuando iba a la cita conMasó. A la prisión entró Guillermo sano,y salió de ella delgado, caído, echandosangre en cuajos a cada tos. Un día, enla marcha, se sentó en el camino, con lamano en la frente: «me duele el cerebro»;y echó a chorros, la sangre, en cuajosrojós.-«Estos son de la pulmo nía»-decía

x

luego Guillermo, revolviéndolos;-«y es-tos, los negros, son de la espalda.» Zefícuenta, y Gómez, de la fortaleza de Mon-eada. «Un día», dice, «lo hirieron en larodilla, y se le montó un hueso sobre elotro, así», y se puso al pecho un brazosobre otro: «no se podía poner los huesosen lugar, y entonces, por debajo delos brazos lo colgamos, en aquel ranchomás alto que este, y yo me abracé a supierna, y con todas mis fuerzas me dejédescolgar, y el hueso volvió a [su] puesto,y el hombre no dijo palabra.» Zefí es al-tazo, de músculo seco: «y me quedo debandido en el monte si quieren otra vezacabar esto con infamias». «Una cosa tanbien plantificada como esta», dice Mon-eada, «y andar con ella trafagando» :-Sequeja él, con amargura, del abandono yengaño en que tenía a Guillermo UrbanoSánchez.-Guillermo, ansioso siempre dela compañía blanca: «le digo que en Cubahay una división horrorosa». Y se le ve elrecuerdo rencoroso en la censura violentaa Mariano Sánchez, cuando en el Ramónde las Yaguas abogó porque se cumplieseal Teniente rendido la palabra de respe-tarle las armas, y Mariano que se veíacon escopeta, y otros más, quería echarse

El descanso en un campamento mambí.

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sobre los 60 rifles.-«¿Y usted quién es»,dice N[arciso Moneada] que le dijoMariano, para dar voto en esto?»-Y G.expresa la idea de que Mariano «no tie-ne cara de cubano, por más que ustedme diga,-y dispénseme». Y de que el padreanda fuera, y mandó al hijo adentro, paraestar a la vez en los dos campos.-Muchovamos hablando de la necesidad de picaral enemigo aturdido, y sacarlo sin des-canso a la pelea,-de cuajar con la peleael ejército revolucionario desocupado,-demudar campos como éste, de 400 hom-bres, que cada día aumentan y comen enpaz y guardan 300 caballos, en fuerzamás ordenada y activa, que «yo, con misescopetas y mis dos armas de precisión,sé cómo armarme»» dice Banderas: Ban-deras, que pasó allá abajo el día, en suhamaca solitaria, en el rancho fétido.

9.-Adiós a Banderas,-a Moneada,-al fino Carvajal que quisiera irse connosotros, a los ranchos donde asoma lagente, saludando con los yareyes : «¡Dioslos lleve con bien, mis hermanos!» Pasa-mos sin que uno solo vuelva a ella losojos, junto a la sepultura. Y a poco andar,por el hato lodoso se sale a la sabana, ya unos mangos al fondo: es Baraguá: sonlos mangos, aquellos dos troncos conuna sola copa, donde Martínez Camposconferenció con Maceo. Va de prácticoun mayaricero que estuvo allí entonces:«Martínez Campos lo fue a abrazar, yMaceo le puso el brazo por "delante, así:ahí fue que tiró el sombrero al suelo. Ycuando le dijo que ya García había en-trado, viera el hombre cuando Antonio ledijo: "¿quiere usted que le presente aGarcía?": García estaba allí, en ese mon-te; todo ese monte era de cubanos no más.Y de ese lado había otra fuerza, por sivenían con traición.» De los llanos de laprotesta, salimos al borde alto, del ranchoabandonado, de donde se ve el brazo delrío, aún seco ahora, con todo el cauce deyerbal y los troncos caídos cubiertosde bejuco, con flores azules y amarillas,y luego de un recodo, la súbita bajada:«¡Ah, Cauto-dice Gómez.-cuánto tiempohacía que no te veía!» Las barrancas fera-ces y elevadas penden, desgarradas a tre-chos, hacia el cauce, estrecho aún, pordonde corren, turbias y revueltas, las pri-meras lluvias.

De suave reverencia se hincha el pe-cho, y cariño poderoso, ante el vasto

paisaje del río amado. Lo cruzamos, porcerca de una ceiba, y, luego del saludoa una familia mambí, muy gozosa devernos, entramos al bosque claro, de soldulce, de arbolado ligero, de hoja acuo-sa. Como por sobre alfombra van loscaballos, de lo mucho del césped. Arri-ba el curujeyal da al cielo azul, o lapalma nueva, o el dagame que da la flormás fina, amada de lá abeja, o la guá-sima, o la jatía. Todo es festón y hojeo,y por entre los claros, a la derecha, seve el verde del limpio, a la otra margen,abrigado y espeso. Veo allí el ateje, decopa alta y menuda, de parásitas ycurujeyes; el caguairán, «el palo másfuerte de Cuba», el grueso júcaro, el al-macigo, de piel de seda, la jagua de hojaancha, la preñada güira, el jigüe duro,de negro corazón para bastones, y cas-cara de curtir; el jupaban, de frondaleve, cuyas hojas, capa a capa, «vuelvenraso el tabaco», la caoba, de cortezabrusca, la quiebrahacha, de troncoestriado, y abierto en ramos recios, cer-ca de las raíces, (el caimitillo y el cupeyy la picapica) y la yamagua, que estan-ca la sangre:-A Cosme Pereira noshallamos en el camino, y con él a unhijo de Eusebio Venero, que se vuelve aanunciarnos a Altagracia. Aún está enAltagracia Manuel Venero, tronco de pa-triotas, cuya hermosa hija Panchitamurió, dé no querer ceder, al machetedel asturiano Federicón. Con los Vene-ro era muy íntimo Gómez, que de Ma-nuel osado hizo un temido jefe deguerrilla, y por Panchita sentía vivaamistad, que la opinión llamaba amores.El asturiano se llevó la casa un día yen la marcha iba dejando a Panchitaatrás, y solicitándola y resistiendo ella.-«¿Tú no quieres porque eres la queridade Gómez?» Se irguió ella, y él la acabó,con su propia mano.-Su casa hoy nosrecibe con alegría, en la lluvia oscura ycon buen café.-Con sus holguineros sealberga allí Miró, que vino a alcanzarnosal camino: de aviso envió a Pancho Díaz,mozo que por una muerte que hizo se fuea asilar a Montecristi, y es práctico deríos, que los cruza en la cresta, y en-lazador, y hoceador de puercos, que mataa machetazos. Miró llega, cortés en subuen caballo: le veo el cariño cuando mesaluda: él tiene fuerte habla catalana; tipofino, barba en punta y calva, ojos vivaces.

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Dio a Guerra su gente, y con su escoltade mocetones subió a encontrarnos.-«Venga, Rafael. »-Y se acerca, en su sacode ñipe amarillo, chaleco blanco, y jipija-pa de ala corta a la oreja, Ra'faelManduley, el Procurador de Holguín, queacaba de salir al campo. La gente, bienmontada, es de muy buena cepa. JaimeMuñoz, peinado al medio, que adminis-tra bien, José González, Bartolo Rocaval,Pablo García, el práctico sagaz, RafaelRamírez, Sargento primero de la guerra,enjuto, de bigotillo negro, Juan Oro, Au-gusto Feria, alto y bueno, del pueblo, cajis-ta y de letra, Teodorico Torres, NolascoPeña, Rafael Peña, Luis Pérez, Francis-co Díaz, Inocencio Sosa, Rafael Rodri-guez,-y Plutarco Artigas, amo de campo,rubio y tuerto, puro y servicial: dejó sucasa grande, su bienestar, y «nueve hijosde los diez que tengo, porque el mayorme lo traje conmigo». Su hamaca es gran-de, con la almohadilla hecha de manostiernas; su caballo es recio, y de lo mejorde la comarca; él se va lejos, a otra juris-dicción, para que de cerca «no lo tengaamarrado su familia»: y «mis hijitos seme hacían una pina alrededor y se dor-mían conmigo». Aún vienen Miró yManduley henchidos de su política local;a Manduley «no le habían dicho nada dela guerra», a él que tiene fama de ergui-do, y de autoridad moral; trae espejeras:iba a ver a Masó: «y yo, que alimentaba amis hijos científicamente; quién sabe loque comerán ahora». Miró, a gesto anima-do y verba bullente, alude a su campañade 7 años en La Doctrina58 de Holguín, yluego en El Liberal59 de Manzanillo que lepagaban Calvar y Beattie, y donde lessacó las raíces a los «cuadrilongos», a los«astures», a «la malla integrista «.«Dejó hijay mujer, y ha paseado,, sin mucha pe-lea, su caballería de buena gente por lacomarca.» Me habla de los esfuerzos deGálvez, en La Habana, para rebajar larevolución: del grande odio con queGálvez habla de mí, y de Juan Gual-berto:60 «a usted, a usted es a quien ellosle temen»: «a voz en cuello decían queno vendría usted, y eso es lo que los vaahora a confundir».-Me sorprende, aquícomo en todas partes, el cariño que senos muestra, y la unidad de alma, aque no se permitirá condensación, ya la que se desconocerá, y de la que seprescindirá, con daño, o por lo menos el

daño de demora, de la revolución, en suprimer año de ímpetu. El espíritu quesembré, es el que ha cundido, y el dela Isla, y con él, y guía conforme a él,triunfaríamos brevemente, y con me-jor victoria, y para paz mejor. Preveoque, por cierto tiempo al menos, se di-vorciará a la fuerza a la revolución de.este espíritu,-se le.privará del encantoy gusto, y poder de vencer de esteconsorcio natural,-se le robará el be-neficio de esta conjunción entre la ac-tividad de estas fuerzas revolucionariasy el espíritu que las anima.-Un deta-lle: Presidente me han llamado, desdemi entrada al campo, las fuerzas to-das, a pesar de mi pública repulsa, y acada campo que llego, el respeto rena-ce, y cierto suave entusiasmo del ge-neral cariño, y muestras del goce de lagente en mi presencia y sencillez.-Y alacercarse hoy uno: Presidente, y sonreíryo: «No me le digan a Martí Presidente:díganle General: él viene aquí como Ge-neral: no me le digan Presidente.» «¿Yquién contiene el impulso de la gente,General?»; le dice Miró: «eso les nacedel corazón a todos».-«Bueno: pero élnó fes Presidente todavía: es el Delega-dos-Callaba yo, y noté el embarazo ydesagrado en todos, y en algunos comoel agravio.-Miró vuelve a Holguín, deCoronel; no se opondrá a Guerra: lo aca-tará: hablamos de la necesidad de unapersecución activa, de sacar al enemi-go de las ciudades, de picarlo por elcampo, de cortarle todas las proveedu-rías, de seguirle los convoyes. Mandu-ley vuelve también, no muy a gusto, ainfluir en la comarca que lo conoce,a ponérsele a Guerra de buen conseje-ro, a amalgamar las fuerzas de Holguíne impedir sus choques, a mantener elacuerdo de Guerra, Miró y Feria.-Dor-mimos, apiñados, entre cortinas de llu-via.-Los perros, ahitos de la matazón,vomitan la res.-Así dormimos en Alta-gracia.-En el camino, el único caseríofue Arroyo Blanco: la tienda vacía: elgrupo de ranchos: el ranchero barrigu-do, blanco, egoísta, con el pico de lanariz caído entre las alas del poco bigo-te negro: la mujer, negra: la vieja ciegase asomó a la puerta, apoyada a unlado, y en el báculo amarillo el brazotendido: limpia, con un pañuelo a lacabeza:-«¿Y lo§ patipeludos matan

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lo lleva, cuando ponga en La Vuelta elcampamento, al cruce de todos estos ca-minos. Con barrancas como las del Cautoasoma el Contramaestre, más delgado yclaro; y luego lo cruzamos y bebemos.Hablamos de hijos: con los tres suyosestá Teodosio Rodríguez, de Holguín:Artigas trae el suyo: con los dos suyosde 21 y 18 años, viene Bellito. Una vacapasa rápida, mugiendo dolorosa y saltael cercado: despacio viene a ella, comoviendo poco, el ternero perdido; y dépronto, como si la reconociera, se enarcay arrima a ella, con la cola al aire, y sepone a la ubre: aún muge la madre.-LaJatia es casa buena, de cedro y de qorre-dor de zinc, ya abandonada de AgustínMaysana, español rico; de cartas y pape-les están los suelos llenos. Escribo al aire,al Camagüey, todas las cartas que va allevar Calunga, diciendo lo visto, anun-ciando el viaje, al Marqués, a Mola, aMontejo.-Escribo la circular prohibiendoel pase de reses, y la carta a Rabí. Masóanda por la sabana con Maceo, y le escri-bimos: una semana hemos de quedarnospor aquí, esperándolo.-Vienen tres vete-ranos de las Villas, uno con tre& bala-zos en el ataque imprudente a Arimao,bajo Mariano Torres,-y el hermano, porsalvarlo, con uno: van de compra y no-ticias a Jiguaní: Jiguaní tiene un fuerte,bueno, fuera de la población, y en laplaza dos tambores de manipostería, ylos otros dos sin acabar, porque los car-- pinteros que atendían a la madera des-aparecieron :-y así dicen: «vean comoestán estos paisanos, que ni pagadosquieren estarse con nosotros» .-Al acos-tarnos, desde las hamacas, luego deplátano y queso, acabado lo de escribir,hablamos de la casa de Rosalio, dondeestuvimos por la mañana, al café a quenos esperaba él, de brazos en la cerca.El hombre es fornido, y viril, de trabajorudo, y bello mozo, con el rostro blancoya rugoso, y barba negra corrida.-«Aquítienen a mi señora», dice el marido fiel,y con orgullo: y allí está en su túnicomorado, el pie sin medias en la pantuflade flores, la linda andaluza, subida a unpoyo, pilando el café. En casco tiene al-zado el cabello por detrás, y de allí lecuelga en cauda: se le ve sonrisa y pena.Ella no quiere ir a Guántánamo, con lashermanas de Rosalio: ella quiere estar«donde esté Rosalio». La hija mayor, blan-

ca, de puro óvalo, con el rico cabello cortoabierto en dos y enmarañado, aquieta aun criaturín huesoso, con la nuca dehilo, y la cabeza colgante, en un gorritode encaje: es el último parto. Rosaliolevantó la finca; tiene vacas, prensaquesos: a lonjas de a libra nos come-mos su queso, remojado en café: con latetera, en su taburete, da leche Rosalioa un angelón de hijo, desnudo, quemuerde a los hermanos que se quierenacercar al padre: Emilia de puntillas,saca una taza de la alacena que hahecho de cajones, contra la pared delrancho. O nos.oye sentada; con su son-risa dolorosa, y alrededor se le cuelganlos hijos.-

13.-Esperaremos a Masó en lugar me-nos abierto, cerca de Rosalio, en casa desu hermano. Voy aquietando: a Bellito, aPacheco, y a la vez impidiendo que memuestren demasiado cariño. Recorremosde vuelta los potreros de ayer, segui-mos Cauto arriba, y Bellito pica espuelaspara enseñarme el bello estribo, de copu-do verdor, donde, con un ancho recodo alfrente se encuentran los dos ríos: el Con-tramaestre entra allí al Cauto. Allí, enaquel estribo, que da por su fondo a lospotreros de la Travesía, ha tenido Bellitocampamento: buen campamento: allí ar-boleda oscura, y una gran ceiba. Cruza-mos el Contramaestre, y, a poco, nosapeamos en los ranchos abandonados dePacheco. Aquí fue cuando esto era mon-te, el campamento de Los Ríos, 63 dondeO'Kélly64 se dio primero con los insurrec-tos, antes dé ir a Céspedes.-Y hablamosde las tres Altagracias.-Altagracia la Cu-bana, donde estuvimos.-Altagracia deManduley.-Y Altagracia la Bayamesa.-De sombreros: «tanta tejedora que hayen Holguín».-De Holguín, que es tierraseca, que se bebe la lluvia, con sus casasa cordel y sus patios grandes, «hay milvacas paridas en Holguín».-Me buscanhojas de zarza, o de tomate, para untarlasde sebo, sobre los nacidos. Artigas le sacaflecos a la jáquima que me trae Bellito.-Ya está el rancho barrido: hamacas, es-cribir; leer; lluvia; sueño inquieto.

14.-Sale una guerrilla para La Venta, ^el caserío con la tienda de Rebentoso,y el fuerte de 25 hombres. Mandan,horas después, al alcalde; el gallegoJosé González, casado en el país, quedice que es alcalde a la fuerza, y espera

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en el rancho de Miguel Pérez, el pardoque está aquí de cuidador, barbero. Es-cribo, poco y mal, porque estoy pensan-do con zozobra y amargura. ¿Hasta quépunto será útil a mi país mi desistimien-to?66 Y debo desistir, en cuanto llegasela hora propia, para tener libertad deaconsejar, y poder moral para resistirel peligro que de años atrás preveo, y enla soledad en que voy, impere acaso, porla desorganización e incomunicación queen mi aislamiento no puedo vencer, aun-que, a campo libre, la revolución entraría,naturalmente, por su unidad de alma, enlas formas que asegurarían y aceleraríansu triunfo.-Rosalío va y viene, trayendorecados, leche, cubiertos, platos: ya esprefecto de Dos Ríos. Su andaluza pre-para para un enfermo una purga dehiguereta, de un catre le hace hamaca,le acomoda un traje: el enfermo es JoséGómez, granadino, risueño, de francadentadura:-«Y usted, Gómez, ¿cómo senos vino por acá? Cuénteme, desde quevino a Cuba.» «Pues yo vine hace dosaños, y me rebajaron, y me quedé traba-jando én el Camagüey. Nos rebajaronasí a todos, para cobrarse nuestro suel-do, y nosotros de lo que trabajábamosvivíamos. Yo no veía más que criollos,que me trataban muy bien: yo siemprevestí bien, y gané dinero, y tuve amigos:de mi paga, en dos años, solo alcancé docepesos.-Y ahora me llamaron al cuartel, yno sufrí tanto como otros, porque me hi-cieron cabo; pero aquello era maltratar alos hombres, que yo no lo podía sufrir, ycuando un oficial me pegó dos cocotazos,me callé y me dije que no me pegaría más:y me tomé el fusil y las cápsulas, y aquíestoy.» Ya caballo, en su jipijapa y sacopardo, con el rifle por el arzón de su po-tranca, y siempre sonriendo.-Se agolpanal rancho, venideros de la Sabana, de Hatodel Medio, los balseros que fueron a pre-guntar si podían arrear la madera: vuel-ven a Cauto del Embarcadero, pero no aarrearla: prohibidos, los trabajos que denprovecho, directo o indirecto, al enemigo.Ellos no murmuran: querían saber: estánpreparados a salir con el comandanteContiño.-Veo venir a caballo, a paso se-reno bajo la lluvia, a un magnífico hom-bre, negro de color, con gran sombrero dea la vuelta, que se queda oyendo, atrásdel grupo y con la cabeza por sobre él.-Es Casiano Leyva, vecino de Rosalío,

práctico por Guamo, entre los triunfado-res el primero, con su hacha potente: yal descubrirse le veo el noble rostro, frentealta y fugitiva, combada al medio, ojosmansos y firmes, de gran cuenca; entrepómulos anchos, nariz pura; y haciala barba aguda la pera canosa: es heroi-ca la caja del cuerpo, subida en las pier-nas delgadas: una bala, en la pierna: éllleva permiso de dar carne al vecindario;para que no maten demasiada res. Hablasuavemente; y cuánto hace tiene inteli-gencia y majestad. Él luego irá por Gua-mo.-Escribo las instrucciones generalesa los Jefes y Oficiales.

15.-La lluvia de la noche, el fango, elbaño en el Contramaestre: la caricia delagua que corre: la seda del agua. A latarde viene la guerrilla: que Masó andapor la Sabana, y nos lo buscan: traen unconvoy, cogido en la Ratonera. Lo vacíana la puerta: lo reparte Bellito: vienen te-las, que Bellito mide al brazo: tanto a laescolta.-tanto a Pacheco, el capitán delconvoy, y la gente de Bellito.-tanto al Es-tado Mayor: velas, una pieza para la mu-jer de Rosalío, cebollas y ajos, y papas yaceitunas para Valentín.

Cuando llegó el convoy, allí el primeroValentín, al pie, como oliendo, ansioso.Luego, la gente alrededor. A ellos, ungalón de «vino de composición para taba-co»,-más vino dulce: Que el convoy deBayamo sigue sin molestar a Baire,repartiendo raciones. Lleva once prácti-cos, y Francisco Diéguez entre ellos: «Peroél vendrá: él me ha escrito: lo que pasaes que en la fuerza teníamos a los ban-didos que persiguió él, y no quiere venir,los bandidos de El Brujiio, el muerto deHato del Medio. »-Y no hay fuerzas alre-dedor con que salirle al convoy, que vacon 500 hombres. Rabí,-dicen-atacó eltren de Cuba en San Luis, y quedó allá.-De Limbano hablamos, de sobremesa:y se recuerda su muerte, como la contóal práctico de Mayari* que había acudi-do a salvarlo, y llegó tarde. Limbano ibacon Mongo, ya deshecho, y llegó a casade Gabriel Reyes, de mala mujer, a quienle había hecho mucho favor: le dio lasmonedas que llevaba; la mitad para suhijo de Limbano y para Gabriel la otramitad,* a que fuera a Cuba, a las diligen-cias de su salida: y el hombre volvió, conla promesa de 2 000 pesos, que ganó enve-nenando a Limbano. Gabriel fue al puesto

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de la guardia civil, que vino, y disparósobre el cadáver, para que apareciesemuerto de ella. Gabriel vive en Cuba,execrado de todos los suyos: su ahijadole dijo: «Padrino, me voy del lado de usted,porque usted es muy infame.«-Artigas,al acostarnos pone grasa de puerco sinsal sobre una hoja de tomate, y me cubrela boca del nacido.

16.-Sale Gómez a visitar los alrede-dores. Antes, registro de los sacos, delTeniente Chacón, Oficial Díaz, SargentoP. Rico, que murmuran, para hallar unrobo de V2 botella de grasa.-Convicciónde Pacheco, el Capitán: que el cubanoquiere cariño, y no despotismo: que porel despotismo se fueron muchos cuba-nos al gobierno y se volverán a ir: quelo que está en el campo, es un pueblo,que ha salido a buscar quien lo tratemejor que el español, y halla justo quele reconozcan su sacrificio. Calmo,-ydesvío sus demostraciones de afecto amí, y las de todos. Marcos, el domini-cano: «¡Hasta sus huellas!» De casa deRosalío vuelve Gómez.-Se va libre el al-calde, de La Venta; que los soldados deLa Venta, andaluces, se nos quierenpasar.-Lluvia, escribir, leer.

17.-Gómez sale, con los 40 caballos,a molestar el convoy de Bayamo. Me que-

do, escribiendo con Garriga y Feria, quecopian las Instrucciones Generales a losJefes y Oficiales-conmigo doce hombres,bajo el teniente Chacón, con tres guar-dias, a los tres caminos; y junto amí, Graciano Pérez. Rosalío, en su arren-quín, con el fango a la rodilla, me trae,en su jaba de casa, el almuerzo cariñoso:«por usted doy mi vida». Vienen, reciénsalidos de Santiago, los hermanosChacón, dueño el uno del arria cogidaantier, y su hermano rubio, bachiller, ycómico,-y José Cabrera, zapatero deJiguaní, trabado y franco,-y Duane, ne-gro joven, y como... en camisa, pantalóny gran cinto, y... Avalos, tímido, y RafaelVázquez, y Desiderio Soler, de 16 años, aquien Chacón trae como hijo.-Otro hijohay aquí, Ezequiel Morales, con 18 años,de padre muerto en la guerra. Y estosque vienen, me cuentan de Rosa Moreno,la campesina viuda que le mandó a Rabísu hijo único Melesio, de 16 años: «allámurió tu padre: ya yo no puedo ir: tú ve».Asan plátanos, y majan tasajo de vaca,con una piedra en el pilón, para los reciénvenidos. Está muy turbia el agua crecidadel Contramaestre,-y me trae Valentín unjarro hervido en dulce, con hojas dehigo...67

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Confluencia del Cauto y el Contramaestre: Dos Ríos.

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Manifiesto de Monteeristi

EL PARTIDO REVOLUCIONARIOCUBANO A CUBA

La revolución de independencia, ini-ciada en Yara después de preparacióngloriosa y cruenta, ha entrado en Cubaen un nuevo período de guerra, en vir-tud del orden y acuerdos del PartidoRevolucionario en el extranjero y en laisla, y de la ejemplar congregación enél de todos los elementos consagradosal saneamiento y emancipación del país,para bien de América y del mundo; ylos representantes electos de la revolu-ción que hoy se confirma, reconocen yacatan su deber,-sin usurpar el acentoy las declaraciones sólo propias de lamajestad de la república constituida,-de repetir ante la patria, que no se hade ensangrentar sin razón, ni sin justaesperanza de triunfo, los propósitos pre-cisos, hijos del juicio y ajenos a la ven-ganza, con que se ha compuesto, yllegará a su victoria racional, la guerrainextinguible que hoy lleva a los com-bates, en conmovedora y prudente de-mocracia, los elementos todos de lasociedad de Cuba.

La guerra no es, en el concepto sere-no de los que aún hoy la representan, yde la revolución pública y responsableque los eligió, el insano triunfo de unpartido cubano sobre otro, o la humi-llación siquiera de un grupo equivoca-do de cubanos; sino la demostraciónsolemne de la voluntad de un país har-to probado en la guerra anterior paralanzarse a la ligera en un conflicto sóloterminable por la victoria o el sepulcro,sin causas bastante profundas para so-breponerse a las cobardías humanas ya sus varios disfraces, y sin determina-ción tan respetable-por ir firmada porla muerte-que debe imponer silencio aaquellos cubanos menos venturosos queno se sienten poseídos de igual fe enlas capacidades de su pueblo ni devalor igual con que emanciparlo de suservidumbre.

La guerra no es la tentativa capricho-sa de una independencia más temibleque útil, que sólo tendrían derecho ademorar o condenar los que mostrasenlá virtud y el propósito de conducirla aotra más viable y segura, y que no debeen verdad apetecer un pueblo que no lapueda sustentar; sino el producto disci-plinado de la resolución de hombres en-teros que en el reposo de la experienciase han decidido a encarar otra vez lospeligros que conocen, y de la congrega-ción cordial de los cubanos de más di-verso origen, convencidos de que en laconquista de la libertad se adquierenmejor que en el abyecto abatimiento lasvirtudes necesarias para mantenerla.

La guerra no es contra el español,que, en el seguro de sus hijos y en elacatamiento a la patria que se ganen,podrá gozar respetado, y aun amado, dela libertad que sólo arrollará a los quele salgan, imprevisores, al camino.-Nidel desorden, ajeno a la moderación pro-bada del espíritu de Cuba, será cuna laguerra; ni de la tiranía.-Los que fomen-taron, y pueden aún llevar su voz, de-claran en nombre de ella ante la patriasu limpieza de todo odio,-su indulgen-cia fraternal para con los cubanos tí-midos o equivocados,-su radical respetoal decoro del hombre, nervio del comba-te y cimiento de la repúblfca,-su certi-dumbre de la aptitud de lá guerra paraordenarse de modo que contenga la re-dención que la inspira, la relación enque un pueblo debe vivir con los demás,y la realidad que la guerra es,-y su ter-minante voluntad de respetar, y hacerque se respete, al español neutral y hon-rado, en la guerra y después de ella, y"de ser piadosa con el arrepentimiento,e inflexible sólo con el vicio, el crimen y.la inhumanidad.-En la guerra que seha reanudado en Cuba no ve la revolu-ción las causas del júbilo que pudieraembargar al heroísmo irreflexivo, sinolas responsabilidades que deben preocu-par a los fundadores de pueblos.

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Entre Cuba en la guerra con la plenaseguridad, inaceptable sólo a los cuba-nos sedentarios y parciales, de la com-petencia de sus hijos para obtener eltriunfo, por la energía de la revoluciónpensadora y magnánima, y de la capa-cidad de los cubanos, cultivada en diezaños primeros de fusión sublime, y enlas prácticas modernas del gobierno yel trabajo, para salvar la patria desdesu raíz de los desacomodos y tanteos,necesarios al principio del siglo, sin co-municaciones y sin preparación en lasrepúblicas feudales o teóricas de His-pano-América. Punible ignorancia o ale-vosía fuera desconocer las causas amenudo gloriosas y ya generalmenteredimidas de los trastornos americanos,venidos del error de ajustar a moldesextranjeros; de dogma incierto o merarelación a su lugar de origen, la reali-dad ingenua de los países que conocíansólo de las libertades el ansia que lasconquista, y la soberanía que se ganacon pelear por ellas. La concentraciónde la cultura meramente literaria en lascapitales; el erróneo apego de las repú-blicas a las costumbres señoriales dela colonia; la creación de caudillos ri-vales consiguiente al trato receloso eimperfecto de las comarcas apartadas;

la condición rudimentaria de la únicaindustria, agrícola o ganadera; y elabandono y desdén de la fecunda razaindígena en las disputas de credo o loca-lidad que esas causas de los trastornosen los pueblos de América mantenían-no son, de ningún modo los problemasde la sociedad cubana. Cuba vuelve ala guerra con un pueblo democrático yculto, conocedor celoso de su derechoy del ajeno; o de cultura mucho mayor,en lo más humilde de él, que las masasllaneras o indias con que, a la voz de loshéroes primados de la emancipación, semudaron de hatos en naciones las silen-ciosas colonias de América; y en el crucerodel mundo, al servicio de la guerra y a lafundación de la nacionalidad le vienena Cuba, del trabajo creador y conserva-dor en los pueblos más hábiles del orbe,y del propio esfuerzo en la persecucióny miseria del país, los hijos lúcidos,magnates o siervos, que de la época pri-mera de acomodo, ya vencida, entre loscomponentes heterogéneos de la nacióncubana, salieron a preparar, o-en lamisma isla continuaron preparando-, consu propio perfeccionamiento, el de la na-cionalidad a que. concurren hoy con lafirmeza de sus personas laboriosas, y elseguro de su educación republicana.

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El civismo de sus guerreros; el cultivo ybenignidad de sus artesanos; el empleoreal y moderno de un número vasto desus inteligencias y riquezas; la peculiarmoderación del campesino sazonado enel destierro y en la guerra; el trato ínti-mo y diario, y rápida e -inevitable unifi-cación de las diversas secciones delpaís; la admiración, recíproca, de las vir-tudes iguales entre los cubanos que delas diferencias de la esclavitud pasarona la hermandad del sacrificio; y la be-nevolencia y aptitud crecientes del li-berto, superiores a los raros ejemplosde su desvío o encono,-aseguran a Cuba,sin ilícita ilusión, un porvenir en quelas condiciones de asiento, y del traba-jo inmediato de un pueblo feraz en larepública justa, excederán a las de diso-ciación y parcialidad provenientes de lapereza o arrogancia que la guerra a ve-ces cría, del rencor ofensivo de una mi-noría de amos caída de sus privilegios;de la censurable premura con que unaminoría aún,invisible de libertos des-contentos pudiera aspirar, con esta delalbedrío y naturaleza húmanos, al res-peto social que sola y seguramente ha devenirles de la igualdad probada en lasvirtudes y talentos; y de la súbita des-posesión, en gran parte de los poblado-res letrados de las ciudades, de lasuntuosidad o abundancia relativa quehoy les viene de las gabelas inmoralesy fáciles de la colonia, y de los oficiosque habrán de desaparecer con la li-bertad.-Un pueblo libre, en el trabajoabierto a -todos, enclavado a las bocasdel universo rico e industrial, sustitui-rá sin obstáculo, y con ventaja, despuésde una guerra inspirada en la más puraabnegación, y mantenida conforme aella, al pueblo avergonzado don de elbienestar sólo se obtiene a cambio de lacomplicidad expresa o tácita con la tira-nía de los extranjeros menesterosos quelo desangran y corrompen.-No dudan deCuba, ni de sus aptitudes para obtenery gobernar su independencia, los queen el heroísmo de la muerte, y en el dela fundación callada de la patria, venresplandecer de continuo, en grandes yen pequeños, las dotes de concordia ysensatez sólo inadvertibles para los que,fuera del alma real de su país, lo juz-gan, en el arrogante concepto de sí pro-

pios, sin más poder de rebeldía y crea-ción que el que asoma tímidamente enla servidumbre de sus quehaceres colo-niales.

De otro temor quisiera acaso valersehoy, so pretexto de prudencia, la cobar-día: el temor insensato; y jamás en Cubajustificado, a la raza negra. La revolución,con su carga de mártires, y de guerrerossubordinados y generosos, desmiente in-dignada, como desmiente la larga prue-ba de la emigración y de la tregua en laisla, la tacha de amenaza de la razanegra con que se quisiese inicuamentelevantar, por los beneficiarios del régi-men de España, el miedo a la revolu-ción. Cubanos hay ya en Cuba de uno yotro color, olvidados para siempre-conla guerra emancipadora y el trabajo don-de unidos se gradúan-del odio en quelos pudo dividir la esclavitud. La nove-dad y aspereza de las relaciones socia-les, consiguientes a la mudanza súbitadel hombre ajeno en propio, son meno-res que la sincera estimación del cubanoblanco por el alma igual, la afanosa cul-tura, el fervor de hombre libre, y el ama-ble carácter de su compatriota negro. Ysi a la raza le nacieron demagogos in-mundos, o almas airadas cuya impa-ciencia propia azuzase la de su color, oen quienes se convirtiera en injusticia conlos demás la piedad por los suyos,-con su agradecimiento y su cordura, ysu amor a la patria, con su convicción dela necesidad de desautorizar por la prue-ba patente de la inteligencia y la virtuddel cubano negro la opinión que aún reinede su incapacidad para ellas, y con la po-sesión de todo lo real del derecho huma-no, y el consuelo y fuerza de la estimación[de] cuanto en los cubanos blancos hayde justo y generoso, la misma raza extir-paría en Cuba el peligro negro, sin quetuviera que alzarse a él una sola manoblanca.

La revolución lo sabe, y lo proclama.La emigración lo proclama también. Allíno tiene el cubano negro escuelas deira, como no tuvo en la guerra una solaculpa de ensoberbecimieñto indebidoo de insubordinación. En sus hombrosanduvo segura la república a que noatentó jamás. Sólo los que odian al negroven en el negro odio; y los que con seme-jante miedo injusto traficasen, para

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sujetar, con inapetecible oficio, las ma-nos que pudieran erguirse a expulsar dela tierra cubana al ocupante corruptor.En los habitantes españoles de^ Cuba,en vez de la deshonrosa ira de la pri-mer guerra, espera hallar la revolución,que ni lisonjea ni teme, tan afectuosaneutralidad o tan veraz ayuda, que porellas vendrán a ser la guerra más bre-ve, sus desastres menores, y más fácily amiga la paz en que han de vivir jun-tos padres e hijos. Los cubanos empe-zamos la guerra, y los cubanos y losespañoles la terminaremos. No nos mal-traten, y no se les maltratará. Respeten,y se les respetará. Al acero responda elacero, y la amistad a la amistad. Enel pecho antillano no hay odio; y el cu-bano saluda en la muerte al español aquien la crueldad del ejército forzosoarrancó de su casa y su terruño paravenir a asesinar en pechos de hombrela libertad que él mismo ansia. Más quesaludarlo en la muerte, quisiera la revo-lución acogerlo en vida; y la república serátranquilo hogar para cuantos españolesde trabajo y honor gocen en ella de lalibertad y bienes que no han de hallaraún por largo tiempo en la lentitud, desi-dia, y vicios políticos de la tierra pro-pia. Este es el corazón de Cuba, y asíserá la guerra. ¿Qué enemigos españo-les tendrá verdaderamente la revolu-ción? ¿Será el ejército, republicano enmucha parte, que ha aprendido a respe-tar nuestro Valor, como nosotros respeta-mos el suyo, y más siente impulsos aveces de unírsenos que de combatirnos?¿Serán los quintos, educados ya en lasideas de humanidad, contrarias a derra-mar sangre de sus semejantes en pro-vecho de un cetro inútil o una patriacodiciosa, los quintos segados en la florde su juventud para venir a defender,contra un pueblo que los acogería ale-gre como ciudadanos libres, un tronomal sujeto, sobre la nación vendida porsus guías, con la complicidad de susprivilegios y sus logros? ¿Será la masa,hoy humana y culta, de artesanos ydependientes, a quienes, so pretexto depatria, arrastró ayer a la ferocidad y alcrimen el interés de los españoles acau-dalados que hoy, con lo más de sus for-tunas salvas en España, muestranmenos celo que aquel con que ensan-

grentaron la tierra de su riqueza cuan-do los sorprendió en ella la guerra contoda su fortuna? ¿O serán los fundado-res de familias y de industrias cuba-nas, fatigados ya del fraude de Españay de su desgobierno, y como el cubanovejados y oprimidos, los que, ingratos eimprudentes, sin miramiento por la pazde sus casas y la conservación de unariqueza que el régimen de España ame-naza más que la revolución, se revuelvancontra la tierra que de tristes rústicoslos ha hecho esposos felices, y dueños deuna prole capaz de morir sin odio por ase-gurar al padre sangriento un suelo li-bre al fin de la discordia permanenteentre el criollo y el peninsular, donde lahonrada fortuna pueda mantenerse sincohecho y desarrollarse sin zozobra, yel hijo no vea entre el beso de sus labiosy la mano de su padre la sombra aborre-cida del opresor? ¿Qué suerte eligiránlos españoles: la guerra sin tregua,confesa o disimulada, que amenaza yperturba las relaciones siempre inquie-tas y violentas del país, o la paz defini-tiva, que jamás se conseguirá en Cubasino con la independencia? ¿Enconarány ensangrentarán los españoles, arraiga-dos en Cuba la guerra en que puedenquedar vencidos? ¿Ni con qué derecho nosodiarán los españoles, si los cubanos nolos odiamos? La revolución emplea sinmiedo este lenguaje, porque el decretode emancipar de una vez a Cuba de laineptitud y corrupción irremediables delgobierno de España, y abrirla francapara todos los hombres al mundo nuevo,es tan terminante como la voluntad demirar como a cubanos, sin tibio corazónni amargas memorias, a los españolesque por sú pasión de libertad ayuden aconquistarla en Cuba, y a los que consu respeto a la guerra de hoy rescatenla sangre que en la de ayer manó a susgolpes del pecho de sus hijos.

En las formas que se dé la revolución,conocedora de su desinterés, no hallarásin duda pretexto de reproche la vigilan-te cobardía, que en los errores formalesdel país naciente, o en su poca sumavisible de república, pudiese procurarrazón con qué negarle la sangre que leadeuda. No tendrá el patriotis mo purocausa de temor por la dignidad y suertefutura de la patria.-La dificultad de las

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guerras de independencia en América, yla de sus primeras nacionalidades, haestado, más que en la discordia de sushéroes y en la emulación y recelo inhe-rentes al hombre, en la falta oportuna deforma que a la vez contenga el espíritude redención que, con apoyo de ímpetusmenores, promueve y nutre la guerra,-ylas prácticas necesarias a la guerra, yque esta debe desembarazar y sostener.En la guerra inicial se ha de hallar elpaís de maneras tales de gobierno quea un tiempo satisfagan la inteligenciamadura y suspicaz de sus hijos cultos,y las condiciones requeridas para laayuda y respeto de los demás pueblos,-y permitan-en vez de entrabar-el de-sarrollo pleno y término rápido de la gue-rra fatalmente necesaria a la felicidadpública. Desde sus raíces se ha de cons-tituir la patria con formas viables, y desí propia nacidas, de modo que un go-bierno sin realidad ni sanción no laconduzca a las parcialidades o a la ti-ranía.-Sin atentar, con desordenadoconcepto de su deber, al uso de las fa-cultades íntegras de constitución, conque se ordenen y acomoden, en su res-ponsabilidad peculiar ante el mundocontemporáneo, liberal e impaciente, loselementos expertos y novicfc^ por igualmovidos de ímpetu ejecutivo y purezaideal, que con nobleza idéntica, y el tí-tulo inexpugnable de su sangre, se lan-zan, tras el alma y guía de los primeroshéroes, a abrir a la humanidad una re-pública trabajadora; sólo es lícito alPartido Revolucionario Cubano declararsu fe en que la revolución ha de hallarformas que le aseguren, en la unidad yvigor indispensables a una guerra cul-ta, el entusiasmo de los cubanos, la con-fianza de los españoles, y la amistaddel mundo. Conocer y fijar la realidad;componer en molde natural la realidadde las ideas que producen o apagan loshechos, y la de los hechos que nacen delas ideas; ordenar la revolución del de-coro, el sacrificio y la cultura de modoque no quede el decoro de un solo hom-bre lastimado, ni el sacrificio parezcainútil a un solo cubano, ni la revolucióninferior a la cultura del país, no a laextranjeriza y desautorizada cultura quese enajena el respeto de los hombresviriles por la ineficacia de sus resulta-

dos y el contraste lastimoso entre lapoquedad real y la arrogancia de susestériles poseedores, sino al profundoconocimiento de la labor del hombre enel rescate y sostén de su dignidad:-esosson los deberes, y los intentos, de larevolución, Ella se regirá de modo quela guerra pujante y capaz dé pronto casafirme a la hueva república.

La guerra sana y vigorosa desde elnacer con que hoy reanuda Cuba, contodas las ventajas de su experiencia, yla victoria asegurada a las determina-ciones finales, el esfuerzo excelso, jamásrecordado sin unción, de sus inmarce-sibles héroes, no es sólo hoy el piadosoanhelo de dar vida plena al pueblo que,bajo la inmoralidad y ocupación crecien-tes de un amo inepto, desmigaja o pierdesu fuerza superior en la patria sofocadao en los destierros esparcidos. Ni es laguerra el insuficiente prurito de conquis-tar a Cuba con el sacrificio tentador, laindependencia política, que sin derechopediría a los cubanos su brazo si conella no fuese la esperanza de crear unapatria más a la libertad del pensamien-to, la equidad de las costumbres, y lapaz del trabajo. La guerra de indepen-dencia de Cuba, nudo del haz de islasdonde se ha de cruzar, en plazo de po-cos años, el comercio de los continen-tes, es suceso de gran alcance humano,y servicio oportuno que el heroísmo jui-cioso de las Antillas presta a la firmezay trato justo de las naciones america-nas, y al equilibrio aún vacilante delmundo. Honra y conmueve pensar quecuando cae en tierra de Cuba un guerre-ro de la independencia, abandonado talvez por los pueblos incautos o indiferen-tes a quienes se inmola, cae por el bienmayor del hombre, la confirmación de larepública moral en América, y la crea-ción de un archipiélago libre donde lasnaciones respetuosas derramen las rique-zas que a su paso han de caer sobre elcrucero del mundo: ¡Apenas podría creerseque con semejantes mártires, y tal por-venir, hubiera cubanos que atasen a Cubaa la monarquía podrida y aldeana de Es-paña, y a su miseria inerte y viciosa!

A la" revolución cumplirá mañana eldeber de explicar de nuevo al país y alas naciones, las causas locales y deidea e interés universal, con que para

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el adelanto y servicio de la humanidadreanuda el pueblo emancipador de Yaray de Guáimaro una guerra digna del res-peto de sus enemigos y el apoyo de lospueblos, por el rígido concepto del dere-cho del hombre, y su aborrecimiento dela venganza estéril y la devastación in-útil. Hoy, al proclamar desde el umbralde la tierra veneranda el espíritu y doctri-nas que produjeron y alientan la guerraentera y humanitaria en que se une aúnmás el pueblo de Cuba, invencible e indi-visible, séanos lícito invocar, como guía yayuda de nuestro pueblo, a los magnáni-mos fundadores, cuya labor renueva elpaís agradecido,-y al honor, que ha deimpedir a los cubanos herir, de palabrao de obra, a los que mueren por ellos.-Yal declarar así en nombre de la patria,

' y deponer ante ella y ante su libre facul-tad de constitución, la obra idéntica dedos generaciones, suscriben juntos la de-claración, por la responsabilidad comúnde su representación, y en muestra de launidad y solidez de la revolución cubana,el Delegado del Partido RevolucionarioCubano, creado para ordenar y auxiliarla guerra actual, y el General en Jefe elec-to en él por todos los miembros activosdel Ejército Libertador.

Montecristi, 25 de Marzo de 1895.

JOSÉ MARTÍ M. GÓMEZ

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Casa de Gómez en Montecristi donde se redactó y jumó el Manifiesto.

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JOSÉ MARTÍ

Cartas

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A la madre A Federico Henriquezy Carvajal

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Madre mía:

Hoy, 25 de marzo, en vísperas de unlargo viaje, estoy pensando en usted. Yosin cesar pienso en usted. Usted se due-le, en la cólera de su amor, del sacrificiode mi vida; y ¿por qué nací de usted conuna vida que ama el sacrificio? Palabras,no puedo. El deberde un hombreestá allí don-de es másútil. Peroconmigova siem-pre, enmi cre-ciente ynece-s a r i aagonía,el recuer-do de mimadre.

Abracemis hermañas, y a sus com-pañeros. ¡Ojalá pueda algún día verlos atodos a mi alrededor, contentos de mí! Yentonces sí que cuidaré yo de usted conmimo y con orgullo. Ahora, bendígame, ycrea que jamás saldrá de mi corazón obrasin piedad y sin limpieza. La bendición.

Su

J. MARTÍ

[Montecristi] 25 marzo, 1895Tengo razón para ir más contento yseguro de lo que usted pudiera imagi-nar. No son inútiles la verdad y la ter-nura. No padezca.-

Sr. Federico Henriquez y Carvajal*Amigo y hermano:

Tales responsabilidades suelen caersobre los hombres que no niegan su pocafuerza al mundo, y viven para aumentarleel álbedrío y decoro, que la expresiónqueda como vedada e infantil, y apenasse puede poner en una enjuta frase loque se diría al tierno amigo en un abrazo.Así yo ahora, al contestar, en el pórticode un gran deber, su generosa carta.Con ella me hizo el bien supremo, y medio la única fuerza que las grandes cosasnecesitan, y es saber que nos la ve confuego un hombre cordial y honrado. Es-casos, como los montes, son los hombresque saben mirar desde ellos, y sientencon entrañas de nación, o de humanidad.Y queda, después de cambiar ma nos conuno de ellos, la interior limpieza quedebe quedar después de ganar, en causajusta, una buena batalla. De la preocu-pación real de mi espíritu, porque ustedme la adivina entera, no le hablo de pro-pósito: escribo, conmovido, en el silenciode un hogar que por el bien de mi patria,va a quedar, hoy mismo acaso, abando-nado.2 Lo menos que, en agradecimientode esa virtud puedo yo hacer, puesto queasí más ligo que quebranto deberes, esencarar la muerte, si nos espera en latierra o en la mar, en compañía del que,por la obra de mis manos, y el respetode la propia suya, y la pasión del almacomún de nuestras tierras, sale de sucasa enamorada y feliz a pisar, con unamano de valientes, la patria cuajada deenemigos. De vergüenza me iba murien-do,-aparte de la convicción mía de quemi presencia hoy en Cuba es tan útilpor lo*menos como afuera.-cuando creíque en tamaño riesgo pudiera llegar aconvencerme de que era mi obligacióndejarlo ir solo, y de que un pueblo se deja

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DIARIOS DE CAMPAÑA

servir, sin cierto desdén y despego, dequien predicó la necesidad de morir yno empezó por poner en riesgo su vida.Donde esté mi deber mayor, adentro oafuera, allí estaré yo. Acaso me sea" dableu obligatorio, según hasta hoy parece,cumplir ambos. Acaso pueda contribuira la necesidad primaria de dar a nuestraguerra renaciente forma tal, que lleveen germen visible, sin minuciosidadesinútiles, todos los principios indispensa-bles al crédito de la revolución y a laseguridad de la República. La dificultadde nuestras guerras de independenciay la razón de lo lento e imperfecto de sueficacia, ha estado, más que en la faltade estimación mutua de sus fundadoresy en la emulación inherente a la natura-leza humana, en la falta de forma que ala vez contuviese el espíritu de redencióny decoro que, con suma activa de ímpetusde pureza menor, promueven y mantie-nen la guerra,-y las prácticas y personasde la guerra. La otra dificultad, de quenuestros pueblos amos y literarios no hansalido aún, es la de combinar, despuésde la emancipación, tales maneras degobierno que sin descontentar a la inte-ligencia primada del país, contengan-ypermitan el desarrollo natural y ascen-dente-a los elementos más numerosose incultos, a quienes un gobierno artifi-cial, aun cuando fuera bello y generoso,llevara a la anarquía ,o a la tiranía. Yoevoqué la guerra: mi responsabilidadcomienza con ella, en vez de acabar.Para mí la patria, no será nunca triunfo,sino agonía y deber. Ya arde la sangre.Ahora hay que dar respeto y sentidohumano y amable, al sacrificio; hay quehacer viable, e inexpugnable, la guerra;si ella me manda, conforme a mi deseoúnico, quedarme, me quedo en ella; sime manda, clavándome el alma, irmelejos de los que mueren como yo sabríamorir, también tendré ese valor. Quienpiensa en sí, no ama a la patria; y está elmal de los pueblos, por más que a vecesse lo disimulen sutilmente, en los estor-bos o prisas que el interés de sus repre-sentantes ponen al curso natural de lossucesos. De mí espere la deposición abso-luta y continua. Yo alzaré el mundo. Peromi único deseo sería pegarme allí, al últi-mo tronco, al último peleador: morir calla-do. Para mí, ya es hora. Pero aún puedoservir a este único corazón de nuestras

repúblicas. Las Antillas libres salvaránla independencia de nuestra América,y el honor ya dudoso y lastimado de laAmérica inglesa, y acaso acelerarán yfijarán el equilibrio del mundo. Vea loque hacemos, usted con sus canas ju-veniles,-y yo, a rastras, con mí corazónroto.

De Santo Domingo ¿por qué le he dehablar? ¿Es eso cosa distinta de Cuba?¿Usted no es cubano, y hay quien lo seamejor que usted? ¿Y Gómez, no es cuba-no?'Y yo, ¿qué soy, y quién me fija suelo?¿No fue mía, y orgullo mío, el alma queme envolvió, y alrededor mío palpitó, ala voz de usted, en la noche inolvidabley viril de la Sociedad de Amigos? Estoes aquello, y va con aquello. Yo obedez-co, y aun diré que acato como superiordispensación, y como ley americana, lanecesidad feliz de partir, al amparo deSanto Efcomingo, para la guerra de li-bertad de Cuba. Hagamos por sobre lamar, a sangre y a cariño, lo que por elfondo de la mar hace la cordillera defuego andino.

Me arranco de usted, y dejo, con miabrazo entrañable, el ruego de que enmi nombre, que sólo vale por ser hoy elde mi patria, agradezca, por hoy y paramañana, cuanta justicia y caridad reci-ba Cuba. A quien me la ama, le digo enun gran grito: hermano. Y no tengo máshermanos que los que me la aman.-

Adiós, y a mis nobles e indulgentesamigos. Debo a usted un goce de alturay de limpieza, en lo áspero y feo de esteuniverso humano. Levante bien la voz:que si caigo, será también por la inde-pendencia de su patria.

Su

JOSÉ MARTÍ

Montecristi, 25 marzo, 1895.

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JOSÉ MARTÍ

A José Martí y Zayas Bazán

[Montecrisü] lfi de abril de 1895

Hijo:

Esta noche salgo para Cuba; salgo sinti, cuando debieras estar a mi lado. Alsalir, pienso en ti. Si desaparezco en elcamino, recibirás con esta carta la leon-tina que usó en vida tu padre. Adiós. Séjusto.

Tu

JOSÉ MARTÍ

A Gonzalo de Quesada

Montecrisü, l9 de abril, 1895

Gonzalo querido:

De mis libros no le he hablado. Consér-venlos;3 puesto que siempre necesitarála oficina, y más ahora-a fin de vender-los para Cuba en una ocasión propicia,salvo los de Historia de América, o cosasde América.-geografía, letras, etc.-queusted dará a Carmita4 a guardar, por sisalgo vivo, o me echan, y vuelvo con ellosa ganar el pan. Todo lo demás, lo vendeen una hora oportuna.-Usted sabrácómo.-Envíemele a Carmita los cua-dros, y ella irá a recoger todos los pape-les.-Usted aún no tiene casa fija, y ellalos unirá a los que ya me guarda.-Niordene los papeles, ni saque de ellos li-teraturas; todo eso está muerto, y nohay ahí nada digno de publicación, enprosa ni en verso: son meras notas.-Delo impreso, caso de necesidad, con lacolección de La Opinión Nacional,5 la deLa Nación,6 la del Partido Liberal,7 lade La América8 hasta que cayó en Pérez9

y aun luego, la del Economista,w podríanirse escogiendo el material de los seis vo-lúmenes principales. Y uno o dos de dis-cursos y artículos cubanos. No desmigajeel pobre LaUa Rookh" que se quedó ensu mesa.-Antonio Batres, de Guatemala,tiene un drama mío, o borrador dramáti-co, que en unos cinco días me hizo escri-bir el gobierno sobre la independenciaguatemalteca. La Edad de Oro o algo deella sufriría reimpresión. Tengo muchaobra perdida, en periódicos sin cuento:en México del 75 al 77:-en la RevistaVenezolana, donde están los artículossobre Cecilio Acosta y Miguel Peña:-endiarios de Honduras, Uruguay y Chile:-en no sé cuántos prólogos :-a saber. Sino vuelvo, y usted insiste en poner juntosmis papeles, hágame los tomos comopensábamos:

I.- NorteamericanosII.- Norteamericanos

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DIARIOS DE CAMPAÑA

III.- HispanoamericanosIV.- Escenas NorteamericanasV.- Libros sobre AméricaVI.- Letras, Educación y Pintura

Y de versos podría hacer otro volu-men: Ismaelillo, Versos sencillos ;-y lomás cuidado o significativo de unosVersos libres, que tiene Carmita.-No melos mezcle a otras formas borrosas, ymenos características.

De los retratos de personajes que cuel-gan en mi oficina

escoja dos usted,-y otros dosBenjamín.-Y aEstrada, WendellPhillips.

Material halla-rá en las fuentesque le digo paraotros volúmenes:el IV podría do-blarlo, y el VI.

Versos míos,no publique nin-guno antes delIsmaeliHo: ningu-no vale un ápice.Los de después,al fin, ya son unosy sinceros.

Mis Escenas,núcleos de dra-

mas, que hubierapodido publicar ohacer representarasí, y son un buennúmero, andantan revueltas, y en tal taquigrafía, en re-versos de cartas y papelucos, que seríaimposible sacarlas a luz.

Y si usted me hace, de puro hijo, todaesa labor, cuando yo ande muerto, y lesobra de los costos, lo que será maravi-lla, ¿que hará con el sobrante? La mitadserá para mi hijo Pepe, la otra mitad para

Carmita y María.Ahora pienso que del Laña Rookh se

podría hacer tal vez otro volumen. Por lomenos, la Introducción podría ir en el vo-lumen VI. Andará usted apurado para nohacer más que un volumen del materialdel 6S. «El dorador» pudiera ser uno desus artículos, y otro «Vereschagin» y unareseña de los pintores «Impresionistas»,

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-y el «Cristo de Munckaczy». Y el prólogode Sellén,-y el de Bonalde, aunque es tanviolento,-y aquella prosa aún no habíacuajado, y estaba como vino al romper,-Usted sólo elegirá por supuesto lo dura-ble y esencial.De lo que podría componerse una es-pecie de espíritu, como decían antes a estaclase de libros, sería de las salidas máspintorescas y jugosas que usted pudieraencontrar en mis artículos ocasionales.¿Qué habré escrito sin sangrar, ni pinta-do sin haberlo vistoantes con mis ojos?Aquí han guardadolos «En casa» en uncuaderno grueso: re-sultan vivos y útiles.De nuestros His-pano-americanosrecuerdo a San Mar-tín, Bolívar, Páez,Pena, Heredia, Ceci-lio Acostó, Juan Car-los Gómez, AntonioBachiller.

De Norteamerica-nos: Emerson, Bee-

cher, Cooper, WendellPhülips, Grant, Sheri-dan,Whitman.-Ycomo estudios me-nores, y más útilestal vez, hallará, enmis corresponden-cias, a Arthur, Hen-dricks,Hancock,Conkling, Alcott,-ymuchos más.De Garfleld escribí la emoción del en-tierro, pero el hombre no se ve, ni lo co-nocía yo, así que la celebrada descripciónno es más que un párrafo de gacetilla:-Ymucho hallará de LongfeUow y Lamer, deEdison y Blaine, de poetas y políticos yartistas y generales menores. Entre enla selva y no cargue con rama que notenga fruto.

De Cuba ¿qué no habré escrito?: y niuna página me parece digna de ella: sólolo que vamos a hacer me parece digno.Pero tampoco hallará palabra sin ideapura y la misma ansiedad y deseo debien. En un grupo puede poner hom-bres; y en otro, aquellos discursos tan-teadores y relativos de los primeros años

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JOSÉ MARTÍ

de edificación, que sólo valen si se lespega sobre la realidad y se ve con quésacrificio de la literatura se ajustabana ella. Ya usted sabe que servir es mimanera de hablar.-Esto es lista y entre-tenimiento de la angustia que en estosmomentos nos posee.-¿Fallaremos tam-bién en la esperanza de hoy, ya con todoal cinto? Y para padecer menos, piensoen usted y en lo que no pienso jamás,que es,en mi papelería.

Y falló aquel día la esperanza-el 25de marzo.-Hoy l9 de abril parece queno fallará. Mi cariño a Gonzalo es gran-de, pero me sorprende que llegue, comosiento ahora que llega, hasta movermea que le escriba, contra mi natural y micostumbre, mis emociones personales.De ser mías solas, las escribiría; por elgusto de pagarle la ternura que le debo;pero en ellas habrían de ir las ajenas, yde eso no soy dueño. Son de grandezaen algunos momentos,-y en los más, deindecible y prevista amargura. En lacruz murió el hombre en un día: perose ha de aprender a morir en la cruztodos los días. Martí no se cansa, nihabla.-¿Conque ya le queda una guíapara un poco de mis papeles?

De la venta de mis libros, en cuantosepa usted que Cuba no decide que vuel-va, o cuando,-aun indeciso esto,-el en-tusiasmo pudiera producir con la ventaun dinero necesario.-usted la dispone,con Benjamín hermano, sin salvar másque los libros sobre nuestra América,-de historia, letras o arte-que me seránbase de pan inmediato, si he de volver, osi caemos vivos. Y todo el producto seade Cuba, luego de pagada mi deudaa Carmita: $220.00. Esos libros han sidomi vicio y mi lujo, esos pobres libros ca-suales, y de trabajo. Jamás tuve los quedeseé, ni me creí con derecho a comprarlos que no necesitaba para la faena.-Po-dría hacer un curioso catálogo,-y vender-lo, de anuncio y aumento de la venta.-Noquisiera levantar la mano del papel,como si tuviera la de usted en las mías;pero acabo del miedo de caer en la ten-tación de poner en palabras cosas queno caben en ellas.-

Su

J. MARTÍ

Escenas Norteamericanas

De guía para este volumen pudiera ser-vir la idea matriz de elegir para él lascorrespondencias aquellas que describenun aspecto singular, o momento caracte-rístico de la vida de Norteamérica. Re-cuerdo ahora, por ejemplo:

Un boxeo, tal vez la Ira. correspon-dencia que se publicó en La Nación.

La Exposición de vacas en MadisonGarden, y LecheríaEl terremoto de CharlestonLa nevadaLa ocupación de OklahomaLos anarquistas de ChicagoUna elección de PresidenteLa inundación de YorktownEl linchamiento de los italianos enN. OrleansEl negro quemadoEl centenario de WashingtonEl centenario de la ConstituciónLa Estatua de la LibertadY temas así,-culminantes y durables,

y de valor humano.En las correspondencias de La Nación,

que hay sueltas, o en cuadernos en laoficina, sólo hay una parte de las escri-tas al periódico,-y faltan algunas queen la colección serían esenciales.

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* f DirOfttAL TROPKOUna de las primeras ediciones

de los textos martianos.

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DIARIOS DE CAMPAÑA

A Carmen Miyares de Mantillay sus hijos

(Fragmento)

[A bordo del vapor Nordstrand, enCabo Haitiano], abril 10 de 1895

Desde la cubierta del vapor escribo,porque nuestro camino del Ia de abrilse interrumpió y hay que empezarlo denuevo.

Escribí el le de abril y no creí entonces,al emprender el viaje con apariencias dellegada, que ya a la noche siguiente nosveríamos detenidos en la ruta. Fue rudoy peligroso. Pero al fin, sólo de tiempo fuela pérdida. A la mar otra vez con espe-ranza mayor. Tal vez de aquí a pocos díasesté donde ya Sean más difícileslas cartas. Tal vez, con esta es-peranza ida, y entrando en la quepara eso llevo preparada, les estéescribiendo, de aquí a pocos días,algunas líneas más. Se ha dellegar. Lo que me rodea lleva lamisma alma que yo. El riesgo co-mún nos ha unido bien, con ayu-da de mi servicio real y manso, y-por ahora-he dejado de sufrir.

De [...] fuimos [...] De [...]12 ydespués de tres días difíciles vini-mos a Cabo Haitiano, que es tie-rra triste, pero para mí,-queridapor la casa buena de Dellundé.Pudiera, y acaso debiera, contarcon minuciosidad todo este viajeúltimo; pero aún sería indiscre-to, y es cosa pasada, que tampo-co podría contar yo, porque lallevé principalmente en mis hom-bros. Me rodeó y premió el afectode todos mis compañeros. Pudi-mos encallar, solos y conocidos,en un rincón sin sáUda. Y sali-mos, servidos y queridos... Y otrarazón, además: ni antes ni des-pués de nuestra üegada a Cubadebo dejar escrito, ni se ha de di-vulgar, detalle alguno que indiquelas vías diversas que hemos recorri-do.13 Así lo mandan a la vez lahonradez y la discreción. El alarde

de lo hecho puede cerrar el camino a loque se pueda volver a hacer... no encon-trarán, por supuesto, ni lo habrán debuscar, detalles de persona, ni de misactos o los de los demás. Si míos, pormíos los callo. Si ajenos, son ajenos, ysólo pudiera contarlos si los pudiese cele-brar, o si el relato sincero no me obligasea la vez a la celebración, que me es gra-ta, y a la censura, que me es odiosa, y deque se aprovecha luego la curiosidad ma-ligna. En tiempos más serenos, podríaser, para servir luego a la explicación delos hechos públicos, casi siempre deter-minados, o torcidos, por la bondad o mal-dad de los caracteres personales. Hoy nofuera posible, sin saber a dónde va lo quese escribe, ni si se pierde en el viaje. Yluego, un diario suele ser un espía,14 y unaalevosa anotación de las personas encuya intimidad vivimos [...]

53Martí con María Mantilla.

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JOSÉ MARTÍ

Mariana querida:

Yo sólo quiero que estas letras mías lelleguen como prueba de que en las penasque pueda reservarnos este mundo, tie-nen ustedes, por dondequiera que andeyo en pie, un vigilante compañero»

Toda esa casa es mía, y son míassus obligaciones. Hemos padecido,y vamos venciendo, y en esteinstante nos sentimos másseguros que nunca: portodas partes con esa ternura del peligro que us-ted conoce también,siento que van con no-sotros, y que lastranquilizo, y que leshablo. Me parece quelas voy defendiendo, yeso me da ingenio yfuerza. Vamos cosi-dos uno a otro, el pa-dre y yo, con un solocorazón, y la mayoramistad y dulzura queda la compañía cariño-sa en las cosas difíciles.Entre los compañeros nova una sola alma repulsivani hostil. El padre va robustoy con la fe justa que nos animaa todos: de cuando en cuando, sinque nadie más que yo lo note, vuelvelos ojos a las costas donde ustedes vi-ven: y yo lo noto, porque los vuelvo yotambién. Ustedes son míos.

De afuera. Mañana querida, no tengatemor. Si hacemos lo que pensamos, esen condiciones de la mayor seguridadposible, y de mucha seguridad, porquesi no, no se nos lo permitiría hacer: y aesta hora está casi hecho. De adentro,sabemos ya mucho más, y habrá menosriesgos y agonía, y tardaremos muchomenos, que en los diez años de usted,los diez años que dan tal dignidad, talmajestad, tal obligación, en la vida, alos hijos que le nacieron a usted del

seno de ellos. El mundo marca, y no sepuede ir, ni hombre ni mujer, contra lamarca que nos pone el mundo. A Cle-mencia15 me le dice que en el lugar don-de la vida es más débil, llevo de amparouna cinta azul, y que la hermanita vasentada a la cabecera de mi barco, mirán-dome y conversando. A Pancho, que lapureza de su último beso me ha hechoun hombre mejor. Y Máximo, que ayudaráa sostener la casa; que de seguro ha sen-tido ya, desde el día del sacrificio de supadre, como que entraba en una vidaaugusta y nueva, y las llevaba a ustedesde la mano, y era todo hombre. Urbanoardiente y servicial, no se me quita delos ojos, ni Bernardo bueno, que debe

seguir aprendiendo a maestro, niAndrés lindo, que va a pen-sar de prisa, y necesita, en

cuanto crezca más, demucho estudio de cosasverdaderas, ni la Mari-

posita,16 que me hetraído pegada al cora-zón: cierro los ojos, yla veo. ¿Y cree ustedde veras, Mañanaquerida, que cercadaasí el alma, va a su-cedemos nada, ni alpadre, con quien yo voy,y lleva así dos vidas?No siento comoquien va a correr ries-

go; sino como el trabaja-dor, que sale alegre a sutrabajo, y trabajara todo el

día, y luego vuelve a su casa,al lado de sus hijos y su mujer.

Ya yo sé donde tengo hijos, donde ten-go hermanos.

Sientan en las suyas el calor de mimano. A Clemencia alta, a Pancho padre,a Máximo trabajador, a todos mi ternu-ra. Y a mi Margarita. Y por usted, Maña-na, aunque no fuera por él, querré ymimaré siempre al compañero de su vida

Su

MARTÍ

Un. Recuerdo a las tías.17

(A bordo del vapor Nordstrand en

A Bernarda Toro de Gómez

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Inagua] 11 de abril [de 1895]

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DIARIOS DE CAMPAÑA

A Carmen Miyares de Mantilla.y sus hijos

Jurisdicción de Baracoa, 16 de abril[de 1895

Carmita querida y mis niñas, y Manuel,y Ernesto:

En Cuba les escribo, a la sombra deun rancho de yaguas. Ya se me secan lasampollas del remo con que halé a tierrael bote que nos trajo. Éramos seis, llega-mos a una playa de piedras y espinas, yestamos salvos, en un campamento, entrepalmas y plátanos, con las gentes portierra; y el rifle a sulado. Yo, por el ca-mino, recogí parala madre la pri-

mera flor, heléchospara María y Car-mita, para Ernes-to una piedra decolores. Se las re-cogí, como si losfuese a ver, como sino me esperase

la cueva o la loma,sino la casa, lacasa abrigada ycompasiva, que veosiempre delante demis ojos.

Es muy grande,Carmita, mi felici-dad, sin ilusiónalguna de mis sen-tidos, ni pensa-miento excesivo enmí propio, nialegría egoísta ypueril, puedo de-cirte que llegué alfin a mi plena naturaleza, y que el honorque en mis paisanos veo, en la naturale-za que nuestro valor nos da derecho, meembriaga de dicha, con dulce embriaguez.Sólo la luz es comparable a mi felicidad.Pero eñ todo instante le estoy viendo su

rostro, piadoso y sereno, y acerco a mis

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labios la frente de las niñas, cuando ama-nece, cuando anochece, cuando me saleal paso una flor nueva, cuando veo algu-na hermosura de estos ríos y montes,cuando bebo, hincado en la tierra, el aguaclara del arroyo, cuando cierro los ojos,contento del día libre. Ustedes me acom-pañan y rodean, las siento, calladas y vi-gilantes, a mi alrededor. A mí, sólo ellasme faltan. A ellas, ¿qué les faltará? Desus angustias nuevas, ¿podrán irse sal-vando? Mi poca ayuda, ¿cómo la habránrepuesto? Cuba ya tiene escritos-susnombres con mis ojos en muchas nubesdel cielo y en muchas hojas de árboles.Mi dicha de hombre útil hace mayorel pesar de que no me lo vean. ¿Recor-darán así a su amigo, con tal lealtad,con tanta vehemencia?

...¡Ah!, María, si me vieras por esoscaminos contento y pensando en ti, con

un cariño mássuave que nunca,queriendo cogerpara ti, sin correocon que mandár-telas, estas floresde estrella, mora-

das y blancas, quecrecen aquí en elmonte.

Voy bien carga-do, mi María, conmi rifle al hombro,mi machete y re-vólver a la cintura,a un hombro unacartera de ciencápsulas, al otro,en un gran tubo,los mapas deCuba, y a la espal-da mi mochila consus dos arrobas demedicinas y ropa yhamaca y frazaday libros, y al pechotu retrato.

El papel se meacaba, y al correo no puede ir mucho bul-to. Escribo con todo el sol sobre el papel.Véanme vivo y fuerte y amando más quenunca a las compañeras dé mi soledad, ala medicina de mis amarguras. De acáno teman. La dificultad es grande, y losque han de vencerlas, también. Carmita

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JOSÉ MARTÍ

pedirá a Gonzalo que le deje leer lo quehay de personal en la carta que le envío.Manuel bueno, trabaja. Carmita, escrí-bele a mamá. Carmita hija y María seeducan para la escuela. Una palma yuna estrella vi-, alto sobre el monte, alllegar aquí antier, ¿cómo no había depensar en Carmita y en María? ¿Y en laamistad de su madre, al ver el cielo limpiode la noche cubana? Quieran a su

MARTÍ

A Carmen Mlyares de Mantillay sus hijos

Cerca de Guantánamo, 26 de abril[de 1895

En el rancho de un campesino escri-bí mi primera carta, hace unos docedías, en que contaba nuestra llegadafeliz, el desembarco de los seis en unbote, y yo, de remero en la lluvia oscura,y la hermandad y la alegría de los cuba-nos alzados que salieron a recibirnos.

Ahora escribo en la zona misma deGuantánamo, en la seguridad y alegríadel campamento de los trescientos hom-bres de Maceo y Garzón, que salieron arecibimos aquí. Y ¿quién creen que vinoal escape de su caballo a abrazarme delos primeros, todavía oliendo al fuegode la pelea? Rafael Portuondo, que des-de ayer no se aparta de mí. Por bravo yjuicioso lo quieren y respetan, y yo porabnegado y previsor; díganlo a Ritica. Suamigo íntimo es el hijo de Urbano Sán-chez. Por el momento veníamos muyseguidos ya por tropa española y conten-tos y a pie, con la custodia de cuatro ti-radores y un negro magnífico, padre desu pueblo y hombre rico y puro, LuisGonzález, que se nos unió con diecisieteparientes, y trae a su hijo; veníamos yestalló a pocos pasos el gran tiroteo delas dos-horas: allí cruzaron por nuestrascabezas las primeras balas; momentosdespués rechazado el enemigo, caímos enbrazos de nuestra gente: allí caballos,júbilo, y seguimos la marcha admira-ble, a la luz de hachas del monte y ár-boles encendidos; la marcha de ochohoras a pie, después de dos de comba-te y de cuatro de camino, de la nocheentera, sin descanso para comer de díani de noche. Yo me acosté a las tres dela mañana, curando los heridos. A lascinco en pie, todos alegres; luego duer-men, hablan en grupos, pasan carga-dos de viandas y reses, me traen micaballo y mi montura nueva; ¿pelea-remos hoy? Organizamos y seguimosrumbo; el alma es una: algunas armascogidas al enemigo.

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DIARIOS DE CAMPAÑA

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Yo escribo en mi hamaca, a la luz deuna vela de cera, sujeta junto a mis rodi-llas por una púa clavada en tierra. Mu-cho tengo que escribir... Sentía anochepiedad en mis manos, cuando ayudaba acurar a los heridos... Y no les he dichoque esta jornada valiente de ayer cerróuna marcha a pie de trece días continuos,por las montañas agrias o ricas deBaracoa, la marcha de los seis hombresque se echaron sin guía, por la tierra ig-norada y la noche, a encararse» triunfan-tes contra España.

Éramos treinta cuando abrazamos aJosé Maceo. ,Dejamos atrás orden y ca-riño. No sentíamos ni en el humor ni enel cuerpo la angustiosa fatiga, los pe-dregales a la cintura, los ríos a los mus-los, el día sin comer, la noche en el capotepor el hielo de la lluvia, los pies rotos.

Nos sonreíamos y crecía la hermandad.Gómez me ha ido cuidando en los detallesmás humildes con perenne delicadeza.He observado muy de cerca en él las do-tes de prudencia, sufrimiento y magna-nimidad. Nuestros Remingtons van sinun solo tropiezo, rápidamente a su cami -no. Llama a silencio la corneta: mi tra-bajo no me permite silencio; en voz bajacuenta cerca de mí Rafael las fuerzas,grandes de veras, de la revolución enOriente. Los hombres de la guerra viejase asombran del atrevimiento franco dela gente y su ayuda en esta... envío delcielo libre, un saludo de orgullo por nues-tra patria, tan bella en sus hombrescomo en su naturaleza... No soy inútil nime he hallado desconocido en nuestrosmontes; pero poco hace en el mundoquien no se siente amado.

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Carmen Mtyares, la amiga de Martí.

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MARTÍ

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JOSÉ MARTÍ

A Félix Ruenes

[Cerca de Guantánamo] 26 de abril[de 1895

C. teniente coronel Félix RuenesJefe de Operaciones de la Jurisdicción

[de Baracoa

C. Teniente Coronel:

La revolución, ya vigorosa y potente,requiere para desenvolver toda su ener-gía, que sin demora decidan los cubanosque la componen tal cual debe ser larepresentación que con toda autoridadlegal pueda hablar en su nombre, y

acordar, y empezar a ejecutar inmedia-tamente, los planes que han de conducir,con el tacto y la energía a la victoria.

Los poderes creados por el PartidoRevolucionario Cubano, al entrar esteen las condiciones más vastas y distin-tas en que le pone la guerra en el país,deben acudir al país y demandarle, comolo hace, que dé al gobierno que lo ha deregir formas adecuadas a las nuevascondiciones.

El Parjtido Revolucionario Cubano, acu-de, pues, a todo el pueblo cubano revolu-cionario visible, y con derecho a elección,que en el pueblo alzado en armas, y acada comarca de él pide un representan-te, para que reunidos, sin pérdidas detiempo, los de las comarcas todas acuer-den la forma hábil y solemne de gobiernoque en sus actuales condiciones debe dar-se la revolución.Invitamos a usted, pues, formalmentea cumplir este deber supremo, enviandodesde ahí enseguida a Manzanillo, dondea la fecha se halle el general Barto-lomé Masó, el representante que loscubanos revolucionarios de Baracoaenvíen a la Asamblea de Delegadosque allí se reunirá; y en caso deser imposible o difícil el viaje in-mediato de un representante quehubiese de salir de ahí, nombre deallí su fuerza, persona de su con-fianza en estas jurisdicciones queacuda a la Asamblea a representara Baracoa.

En la seguridad de que el repre-sentante de Baracoa contribuirá almayor acierto y a la feliz armoníade la Asamblea, saludan a uste-des y en usted.El Delegado El General en Jefe

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Coronel Félix Ruenes.

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DIARIOS DE CAMPAÑA

Circular

CUARTEL GENERALDEL EJÉRCITO LIBERTADOR

Señor...

Señor y amigo:

La majestad e ideal hermoso de justi-cia, de la revolución de independenciaque ha estallado en Cuba, con bases yraíces, que no le permitirán morir, exi-ge de los que firmamos, sus represen-tantes electos, el cumplimiento del deberde invitar a las personas representati-vas de cada comarca, bien sean hijosde España o de Cuba, a ayudar con sucordura y con su servicio previsor, alorden y al triunfo breve de una guerraque aspira a conseguir, por medios gene-rosos y sin devastación inútil, la eman-cipación de Cuba, como único medio deponer a cubanos y españoles en condi-ciones de desenvolver en la paz de la liber-tad, y con la energía del decoro satisfecho,el país que hoy languidece sacrificado ala necesidad que España tiene de pagarcon los rendimientos de Cuba, las obliga-ciones de nación que no puede pagar porsí, y los vicios crecientes de su política.Cuba está madura para su entrada en elmundo trabajador, y debe emplear en sudesarrollo los caudales que hoy paga aldesgobierno que la corrompe. Cuba deberedimirse de una vez para siempre, de lavida de. inseguridad y desconfianza queimpide la concordia de los hombres y eltrabajo dé la riqueza de su suelo mara-villoso. Semejante guerra, compuesta demodo que después de ella puedan viviren amistad, y en su bienestar respetadoscubanos y españoles, tiene derecho a quelos hombres de buen sentido y de verda-dero amor al país, coadyuven a su éxitorápido, y contribuyan por métodos pru-dentes, y la satisfacción justa de las ne-cesidades de la guerra, al orden de laRevolución que, en caso contrario, ha-bría de atender con el exceso de la cólera,a su ley apremiante de existencia.

.* ' .'íf- . .

Un fuerte español en Cuba.

Jamás intentos más puros movieronel brazo de los hombces, ni se hizo nuncaguerra que reúna en igual grado, a la vo-luntad inquebrantable de vencer, la au-sencia completa de odio. Los hombresbuenos, y aun los que [no sean más quesagaces, entenderán que], 18 ante tal de-terminación es más honroso y útil tomarpuesto en la República futura, por el servi-cio a tiempo prestado, que pasar por laguerra y asistir a su victoria, con la señalde haberla ofendido sin razón, o desaten-dido cuando se la pudo atender.

El orden revolucionario de esta comarcaqueda encargado tanto a la moderación yrespeto de los jefes, que no excluirán lamayor energía en sus operaciones, comoal tacto de las personas de representa-ción, que ayudarán con sus serviciosoportunos al comedimiento y benevolen-cia de la guerra, en vez de provocarla consu oposición injusta, o irritarla con el pe-noso espectáculo de que los mismos queauxilian a sus enemigos, ven indiferen-tes su generosidad y abnegación.

Son de Ud.

El Delegado El Gral. en JefeJOSÉ MARTÍ MÁXIMO GÓMEZ

[Cerca de Guantánamo] 26 de abril[de 1895

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JOSÉ MARTÍ

Circular a los jefes

CUARTEL GENERAL EN CAMPAÑA

La Isla de Cuba, en virtud del traba-jo general y respetuoso que inició el Par-tido Revolucionario Cubano, se halevantado de su libre voluntad y des-pués de largo y previo acuerdo con elapoyo ordenado del exterior, para con-quistar, con una guerra enemiga de ladevastación innecesaria y de la violen-cia inútil, su independencia absolutade la dominación española.

Jamás la revolución que ha estalladoen Cuba pensó en admitir ni en oír siquie-ra,-por la incapacidad radical de Espa-ña y por la insuficiencia patente paraCuba del mayor extremo de libertad es-pañola.-proposición alguna de España,directa o indirecta, que tendiese a aba-tir las armas cubanas con algo menosque con el reconocimiento de la inde-pendencia del país.

Cuantos brazos se han alzado paraextirpar el gobierno extranjero, han fir-mado antes la obligación de sustentar,hasta caer, la guerra por la indepen-dencia definitiva.

Un pueblo americano como Cuba,con carácter y elementos de vida pro-pios, capaz de gobernarse por la culturay laboriosidad de sus hijos, y unificadosdespués de la esclavitud en el sacrificiode la guerra, no puede continuar en laservidumbre innecesaria de un pueblolejano como el español, de espíritu di-verso, abocado a .una división próximay cuya viciosa existencia nacional de-pende principalmente de la explotaciónpública y secreta de nuestra Isla.

Meros cambios del nombre de los Con-sejos españoles del gobierno en Cuba, nininguna otra reforma, pueden mudar, elhecho innegable de la absoluta ineptitudde España para privarse de los recursospingües que por vías públicas o indivi-duales, tan corrompidas como corrup-toras, deriva de la Isla. La ayudalamentable de un grupo escaso de cuba-nos al propósito español de reducir o

localizar la guerra suponiéndola, porlabios serviciales de hijos del país, ten-dencias locales o de otra especie, indig-nas de refutación, y radicalmentediversas del espíritu vasto y grandiosoque le conocen de sobra los que de públicolo niegan,-no es más que un error tanpunible como será oportuno el arrepenti-miento de*él, o la resistencia natural, ysiempre arrollada, de los hombres tími-dos al sacrificio, y de los hombres egoís-tas a los deberes de la humanidad.

Ni el gobierno de España, ni nadie ensu nombre, puede ofrecer sinceramentea Cuba concesiones que España por suConstitución nacional, no puede confir-mar, que en su mayor extensión no bas-tarían a las dotes superiores y al gradode desarrollo del país, y que sólo conindignación, y como insulto verdadero,puede oír la dignidad cubana.

La guerra por la independencia de unpueblo útil y por el decoro de los hombresvejados, es una guerra sagrada, y la crea-ción del pueblo libre que con ella se con-quista es un servicio universal. El quepretende detener con engaño la guerrade independencia, comete un crimen.

En esta virtud, la Revolución, por susrepresentantes electos, vigentes hasta queella se dé nuevos poderes, en descargo desu deber intima a usted que, en el casode que en cualquier forma y por cual-quier persona se le presenten proposicio-nes de rendición, cesación de hostilidadeso arreglo que rio sea el reconocimiento dela independencia absoluta de Cuba,-cu-yas proposiciones ofensivas y nulas riopueden ser más que un ardid de guerrapara aislar o perturbar la Revolución,-castigue usted sumariamente este deli-to con la pena asignada a los traidores ala Patria.

Saludan a usted y a las fuerzas a sumando en Patria y Libertad.

El Delegado El General en JefeJOSÉ MARTÍ MÁXIMO GÓMEZ

[Cerca de Guantánamo] 26 de abril [1895

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DIARIOS DE CAMPAÑA

Circular política de la guerra

CUARTEL GENERAL DEL EJÉRCITOLIBERTADOR

[Guantánamo] Abril 28 de 1895

La guerra debe ser sinceramente ge-nerosa, libre de todo acto de violenciainnecesaria contra personas y propie-dades, y de toda demostración o indica-ción de odio al español.

Con quien ha de ser inexorable laguerra, luego de probarse inútilmentela tentativa de atraerlo, es con el ene-migo, español o cubano, que preste ser-vicio activo contra la Revolución. Alespañol neutral, se le tratará con be-nignidad, aun cuando no sea efectivosu servicio a la Revolución.

Todos los actos y palabras de estadeben ir inspirados en el pensamientode dar. al español la confianza de quepodrá vivir tranquilo en Cuba, despuésde la paz.

A los cubanos tímidos y a los quemás por cobardía que j>or maldad, pro-testen contra la Revolución, se les res-ponderá con energía a las ideas, perono se les lastimarán las personas, a finde tenerles siempre abierto el caminohacia la Revolución, de la que de otromodo huirían, por el temor de ser casti-gados por ella.

A los soldados quintos se les ha deatraer, mostrándoles compasión verda-dera por haher de atacarlos, cuando losmás- de ellos son liberales como noso-tros y pueden ser recibidos en nuestrasfuerzas con cariño.

A los prisioneros, en términos de pru-dencia, se les devolverá vivos y agrade-cidos.

A nuestras fuerzas se las tratará demanera que se vaya fomentando enellas, a la vez, la disciplina estricta y eldecoro de hombres, que es el que dafuerza y razón al soldado de la Libertadpara pelear; no se perderá ocasión deexplicarles en arengas y conversaciones,el espíritu fraternal de la guerra; los

beneficios que el cubano obtendrá conla Independencia, y la incapacidad deEspaña para mejorar la condición deCuba y para vencernos.

En cuanto a las propiedades, se res-petarán todas aquellas que nos respe-ten, y sólo se destruirán, después deanuncios reiterados y de la prueba com-pleta de su hostilidad, aquellas de quese sirva o asile habitualmente el ene-migo: o alberguen al cubano que hacearmas contra la Revolución.

El desarrollo de la guerra irá preci-sando más en este punto, la benevolen-cia o el rigor: por hoy, la regla ha de serservirse de los auxilios de los propieta-rios, para las necesidades legítimas dela Guerra, de alimentación, vestuario,y en casos posibles, de armas y parque.

La guerra se debe mantener del país:pero no debe exigirle más de lo necesa-rio para mantenerse, salvo en los casosprobados de que se preste mayor o igualauxilio al enemigo, del prestado a laRevolución.

El Delegado El General en JefeJOSÉ MARTÍ MÁXIMO GÓMEZ

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. MAutorretrato.

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JOSÉ MARTÍ

A Carmen Miyares de Mantillay sus hijos

[Fragmento}

Cerca de Guantánamo, 28 de abril[de 1895

[...] Son las nueve de la noche, toca asilencio la corneta del Campamento, yyo reposo del alegre y recio trabajo deldía escribiendo, mientras en las hama-cas del portal, Maceo,19 Gómez, Bonne20

y Borrero, se cuentan batallas. RafaelPortuondo, que acaso siga viaje conmigo,me ha estado ayudando hoy, con el va-liente y juicioso hijo de Urbano SánchezEchevarría. ¡Cuan bello es ver a estosjóvenes de casa privilegiada, servir decapitanes al Jefe negro, caballero y mo-derado, que los abraza y mima como hi-jos! A mi lado, en un rincón de yaguas,sufre un tísico, que sirvió con el armaen la guerra entera, y esta vez tambiénsigue pálido y seco a su columna, senta-do a la mujeriega en su arrenquín: .estáserena afuera la noche de este día enque no vi el sol sino cuando las fuerzasformadas quisieron oír hablar al que,con un cariño que en esto rechazo, lla-man «el Presidente».-Mi alma es senci-lla. En vez de aceptar, siquiera en loíntimo de la conciencia soberbia, estetítulo con que desde mi aparición enestos campos me saludaron, lo pongoaparte, y ya en público lo rechacé, y lorechazaré oficialmente, porque ni en mí,ni en persona alguna, se ajustaría a lasconveniencias y condiciones recién naci-das de la Revolución. Ella crece naturaly sana, exquisita como una niña en susafectos, pura como soló lo es en el .mun-do el aire de la libertad. Es innegable elafán revolucionario en campos y pobla-ciones: no llega a noticia hostil, y cuan-tas vienen son de adhesión y de servicio:corre aire heroico: ya es una carta demujer, amiga admirable, que guía y sal-va desde su vejez enferma a las tropashermanas: ya son dos jinetes frenéticosque se lanzan, dando vivas, a nuestrocuello: ya es un pueblo todo, que sequiere salir y pide ayuda: ya la comi-

sión que va, montada en los caballosque tomó a la guardia civil, a recogerlas armas que le tiene guardadas elvecino. Y a mí también me han regaladoun caballo blanco. De aquí a dos días,volveremos al camino; a seguir ordenan-do, como aquí, y poniendo en vía igualestas sanas voluntades; a recorrer elOriente entero, cubierto de nuestra gen-te, y deponer ante sus representantesnuestra autoridad, y que ellos den go-bierno propio a la República.-Me sientopuro y leve, y siento en mí algo como lapaz de un niño.

¿Por qué me vuelvo a acordar ahorade la larga marcha.-para mí la prime-ra marcha de batalla-que siguió al com-bate victorioso con que nos recibió elvaliente y sencillo José Maceo?

Porque fue muy bella, y quisiera queustedes la hubieran visto conmigo. ¿O te-nía el cielo balcones, y los seres que meson queridos estaban asomados a uno deellos? A la mañana veníamos aún los po-cos de la expedición de Baracoa, los seis,y los que se nos fueron uniendo revueltospor el monte de espinas y con la mano alarma, esperando por cada vereda al ene-migo. Retumba de repente el tiroteo comoa pocos pasos de nosotros, y el fuego esde dos horas. Los nuestros han vencido.Cien cubanos bisónos han apagado trein-ta hombres de la columna entera de Guan-tánamo: trescientos teníamos, pero sólopelearon cien.

Ellos se van pueblo adentro, deshe-chos, ensangrentados, con los muertosen brazos, regando las armas. En elcamino mismo del combate nos espera-ban los cubanos triunfadores: se echande los caballos abajo; se abrazan y nosvitorean: nos suben a caballo; y nos cal-zan las espuelas. ¿Cómo no me inspirahorror la mancha de sangre que hay enel camino, ni la sangre a medio secarde una cabeza que ya está enterrada,en la cartera que le puso de almohadaun jinete nuestro? Y al sol de la tardeemprendemos la marcha de victoria, devuelta al campamento: a las doce de lanoche habían salido por ríos y cañavera-les y espinares, a salvarnos: acababande llegar, ya cerca, cuando les cae encimael español, sin almuerzo pelearon las doshoras; y con galletas engañaron el hambredel triunfo; y emprendían el viaje de ocho

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leguas, con tarde primero, alegre y clara,y luego, por bóvedas de púas, en la nocheoscura. En fila de a uno iba la columnalarga. Los ayudantes pasan corriendo yvoceando. Nos revolvíamos caballos y dea pie; en los altos ligeros. Entra al caña-veral, y cada soldado sale con una cañade él. «Párese la columna, que hay un he-rido atrás.» Uno hala su pierna atravesa-da, y Gómez lo monta a su grupa: Otroherido no quiere: «No amigo, yo no estoymuerto», y con la bala en el hombro sigueandando. ¡Los pobres pies, tan cansados!Se sientan, rifle al lado, al borde del ca-mino: y nos sonreían gloriosos. Se oye al-gún ¡ay!, y más risas y el habla contenta.«¡Abran camino!» Y llega montado el recioCartagena, teniente coronel que lo ganóen la guerra grande, con un hachón pren-dido de Cardona, clavado como una lanzaal estribo de cuero. Y otros hachones detramo en tramo. O encienden los árbolesque escaldan y chisporrotean, y echan alcielo su fuste de llama y una pluma dehumo.

El río nos corta. Aguardamos a los can-sados. Ya están a nuestro alrededor, losyareyes en la sombra. Ya es la últimaagua, y del otro lado el sueño. Hamacas,candelas, calderas. Ya duerme el campa-mento: al pie de un árbol grande iré luegoa dormir, junto al machete y el revólver, yde almohada mi capa de hule: ahora huT-go el jolongo y saco de él la medicinapara los heridos. ¡Qué cariñosas las es-trellas... a las tres de la madrugada! Alas cinco, abiertos los ojos y a caballo.

Y han de saber que me han salidohabilidades nuevas, y que a cada mo-

mento alzo la pluma, o dejo el taburete,y el corte de palma en que escribo, paraadivinarle a un doliente la maluquera,porque de piedad o casualidad se mehan juntado en el bagaje más remediosque ropa, y no para mí, que no estuvemás sano nunca. Y ello es que tengoacierto, y ya me he ganado mi poco dereputación, sin más que saber cómo estáhecho el cuerpo humano, y haber traídoconmigo el milagro del yodo. Y el cari-ño que es otro milagro; en el que andocon tacto, y con rienda severa, no vaya lahumanidad a parecer vergonzosa adula-ción, aunque es rara la claridad del alma,y como finura en el sentir, que embelle-ce, por entre palabras picaras y disputasy fritos y guisos, esta vida de campamento.

¡Si nos vieran a la hora de .comer!Volcamos el taburete, para que en unonos sentemos dos: de la carne hervidacon plátanos, y a poca sal, nos servimosen jicara de coco y en platos escasos: aveces es festín, y hay plátano frito, ytasajo con huevos, y gallina entomatada:lo usual es carnaza, y de postre un plá-tano verdín, o una uña de miel de abeja.Otros más diestros, cuecen fino; peroeste cuartel general, con su asistenteespañol anda muy ocupado. ¿Y mi tra-je? Pues pantalón y chamarreta azul,sombrero negro y alpargatas.

Se va el correo...A Estrada, el alma henchida. Cuanto

escribo es para él.Escríbanme por Gonzalo.

MARTÍ

Cornetín mambí.

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JOSÉ MARTÍ

Al editor de The New York Herald

To the Editorof The New York Herald21

The New York Herald ofrece noblemen-te a la Revolución Cubana por la Inde-pendencia de la Isla y la creación deuna República durable la publicidad desu diario; y es nuestro deber, como re-presentantes electos de la Revolución,vigentes hasta que ella elija los pode-res adecuados a su nueva forma, expre-sar de modo sumario al pueblo de losEstados Unidos y al mundo, las razo-nes, composición y fines de la Revolu-ción que Cuba inició desde principio delsiglo, que se mantuvo en armas con re-conocido heroísmo de 1868 a 1878, y sereanuda hoy por el esfuerzo ordenadode los hijos del país dentro y fuera de laIsla, para fundar, con el valor experto yel carácter maduro del cubano, un pue-blo independiente, digno y capaz del go-bierno propio que abra la riquezaestancada de la Isla de Cuba, en la pazque sólo puede asegurar el decoro sa-tisfecho del hombre, al trabajo libre desus habitantes y al paso franco delUniverso.

Cuba se ha alzado en armas, con eljúbilo del sacrificio y la solemne deter-minación de la muerte, no para inte-rrumpir con patriotismo fanático, porel ideal insuficiente de la independen-cia política de España, el desarrollo deun pueblo que hubiera podido llegar enpaz a su madurez sin estorbar el cursoacelerado del mundo que en este fin desiglo se ensancha y renueva, sino paraemancipar a su pueblo inteligente y ge-neroso, de espíritu universal y deberesespeciales en América, de la nación es-pañola, inferior a Cuba en la aptitudpara el trabajo moderno y el gobiernolibre, y necesitada de cerrar la Isla, exu-berante de fuerzas naturales y del ca-rácter creador que las desata, a laproducción de las grandes nacionespara mantener, con el ahogo violento de

un pueblo útil de América, el mercadoúnico de la Industria española, y losrendimientos con que paga Cuba lasdeudas de España en el continente, ysostiene en la holganza y el poder a lasclases favorecidas e improductoras, queno buscan en el trabajo viril la fortunarápida y pingüe que desde la conquistade España en América esperan un díau otro obtener, y obtienen, de los em-pleos venales y gabelas inicuas de lacolonia. . '

El pensamiento superficial, o ciertaespecie de brutal desdén, deshonrososólo- por la ignorancia que revela- paraquien sé muestra así incapaz de respe-tar la virtud heroica, puede afirmar, conincreíble olvido de la pelea intelectual yarmada de Cuba en todo este siglo, porsu libertad, que la revolución cubanaes el prurito insignificante de una cla-se exclusiva de cubanos pobres en elextranjero, o el alzamiento y preponde-rancia de la especie negra en Cuba, ola inmolación del país a un sueño deindependencia que no podrán susten-tar los que la conquisten. El hijo deCuba, levantado en la guerra y en eltrabajo de la emigración durante uncuarto de siglo, a tal plenitud moral,industrial y política, que no cede a ladel mejor producto humano de cualquierotra nación, padece, en indecible amar-gura, de ver encadenado su suelo feraz,y en_él su sofocante dignidad de hom-bre, a la obligación de pagar, con susmanos libres de americano, el tributocasi íntegro de su producción, y el dia-rio y más doloroso de su honra, a lasnecesidades y vicios de la monarquía,cuya composición burocrática, y perpe-tua privanza de los factores nulos y per-versos de la sociedad, nacida en lasencomiendas y mercedes de América, leimpide permitir jamás a la atormenta-da Isla de Cuba, que, en la hora históri-ca en que se abre la tierra y se abrazanlos mares a sus pies, tienda anchos suspuertos y sus aurígenas entrañas, almundo repleto de capitales desocupa-dos y muchedumbres ociosas, que alcalor de la República firme hallarían enla Isla la calma de la prosperidad y uncrucero amigo.

Los cubanos reconocen el deber urgenteque les imponen para con el mundo su

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DIARIOS DE CAMPAÑA

posición geográfica y la hora presentede la gestación universal; y aunque losobservadores pueriles o la vanidad delos soberbios lo ignoren, son plenamen-.te capaces, por el vigor de su inteligen-cia y el ímpetu de su brazo, paracumplirlo: y quieren cumplirlo.

A la boca de los canales oceánicos,en el lazo de los tres continentes, en elinstante en que la humanidad va a tro-pezar a su paso activo con la coloniainútil española en Cuba, y a las puer-tas de un pueblo perturbado por la plé-tora de los productos de que en él sepudiera proveer, y hoy compra a sus ti-ranos, Cuba quiere ser libre para queel hombre realice en ella su fin pleno;para que trabaje en ella el mundo, ypara Vender su riqueza escondida en losmercados naturales de América dondeel interés de su amo español le prohibehoy comprar. Nada piden los cubanosal mundo, sino el conocimiento y respe-to de su sacrificio: y dan al universo susangre.

Un ligero estudio de la composiciónnacional de España y de Cuba basta aconvencer a una mente honrada de lajusticia y necesidad de la Revolución,-<ie la incompatibilidad de carácter na-cional, por sus raíces diversas y sus dis-tintos grados de desarrollo, entreEspaña y Cuba,- de los objetos encon-trados, y por tanto llamados a choque,de ambos pueblos en la sujeción violen-ta a la Metrópoli Europea y retrasada,de la Isla americana, contemporánea ylaboriosa, y de la pérdida de energíamoderna que envuelve la dependenciade un pueblo ágil y bueno, en la épocamás trabajadora y fraternal del mundo,de un trono obligado, por la viciosaconstitución individual de su mayoríadecadente, a negar la maravilla natu-ral de Cuba, y el factor enérgico del ca-rácter cubano, a la obra unida, eidéntica sobre sus conflictos superficia-les, de las nacionalidades del orbe.

Ligadas hace cuatrocientos años lasregiones españolas, ásperas y celosas,contra el moro superior afeminado enla molicie, vino, en mal hora para Es-paña, a cuajarse la monarquía yunificarse en la conquista, como todaslas conquistas fatal para el vencedor,de las tierras desnudas de América.

De sus productos se enriqueció, y conla posesión perenne de las Indias seaquietó y empleó, bajo los reyes, la po-blación soldadesca y aventurera con quese fundó en España la nacionalidad; ya lo más lerdo era entregado, como me-nor oficio, el trabajo penoso de la tierray las industrias, porque la tentación deAmérica arrancaba lo más intrépido ycapaz del país, y aún de las clases me-nores de la llaneza, creaba con la aspi-ración primero y luego con lasatisfacción, una como orden vagabun- -da y copiosa de caballería. Amor, pe-leas y letras, fueron siempre en elespañol sobrio hasta hace poco, alimen-to bastante a su vida pródiga e imagi-nativa; y América vino a ser tan anchaabra de riqueza robusta o pasajero lu-cro, que a ella y a sus rendimientos fue-ron amoldándose en España la vidapública y el carácter personal, que enla riqueza cubana, creciente por la so-licitud del comercio, el privilegio de laesclavitud y la laboriosidad criolla, apesar del gobierno predatorio,rehallaron las fuentes que con la pérdi-da de las colonias continentales les pa-recían cegadas. La imitación pegadiza,en la España reciente, de las formassuntuosas de la vida moderna, sin laIndustria y empuje que en los pueblosbrillantes de Europa la crean y excu-san, ha aumentado en el pueblo espa-ñol las necesidades de la existencia, sinaumento correspondiente de las fuen-tes de producción, que en lo privadocontinúan siendo en porción muy prin-cipal, las granjerias cubanas. Españaes esta, en su relación con Cuba. -¿Quées Cuba en tanto? Enamorada, a la guíade sus preclaros varones, desde la cunaliberal del siglo, de las ideas y ejerci-cios del mundo nuevo, y dotada lamen1

te isleña de singular poder de análisisy moderación, buscó Cuba en las nacio-nes pensadoras, y trajo de ellas, un idealsuperior a la agria, condición de facto-ría de siervos que envilecía rápidamen-te a los naturales; y cuando estas ansiasde libertad fructificaron en la Revolu-ción de 1868, aquel pueblo de hombresverdaderos redimió en su primer actode nación la esclavitud negra que ledaba a la vez soberbia de amo y gozosde opulencia; y sus mujeres se fueron a

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JOSÉ MARTÍ

los montes a acompañar, vestidas detelas de árbol, a los maridos que pelea-ban por la libertad; .y sus magnatesincendiaron sonriendo las casas de supergamino y señorío. Los letradosregalones anduvieron diez años por élbosque con la República a la espalda,sin más alimento a veces que los ani-males desdeñados y las raíces salvajes.Los jóvenes elocuentes, con el rifle alhombro, buscaron tribuna a la sombrade los árboles. El petimetre enamoradi-zo aprendió, en un golpe de alma, a cer-cenar de un machetazo las cabezas dela tiranía. El Marqués, descalzo en-terraba con sus manos, en el silenciode las selvas a la compañera que trajoa cuestas a la sepultura. La repúblicanació, imperfecta como un gigante niño,de aquellos ancianos solariegos y de-mócratas imberbes, y se ganaron bata-llas en que tres centenas de hombresdejaban por tierra a quinientos sieteenemigos, y en los montes fecundadospor la Revolución surgían siembras, fá-bricas y talleres. Y cuando el hábito delocalización, criado, a favor de la inex-periencia de los héroes, aisló y vició laguerra, y la perturbó, de modo que pudodisuadirla el español, continuó el pue-blo de .Cuba, audaz e inteligente espar-cido en los trabajos más diversos porlos países hábiles de la tierra; vino, enla persona de muchos de sus mantene-dores, a buscar en el goce y la prácticade la libertad en los pueblos america-nos el consuelo al eclipse de la propia,y en la fatiga de la vida reemplazó conla autoridad y sustancia del trabajo latimidez y desconfianza que aún se no-tan, como elemento detractor y depri-mente, y consecuencia de los privilegiosde la esclavitud, en los elementos quese han criado más cerca del cadalso ydel vicio oficial en la sociedad cubana.Los que vivían en Cuba; los veteranos ysus hijos o émulos, acumulaban en eldolor y laboriosidad inútil, y bajo el ve-jamen continuo, la indignación que, confuerza de carácter, estalla ahora al lla-mamiento de los patricios de nuestralibertad. De la tradición de sus hom-bres de lucidez propia y rebelde, -de laveneración de los mártires de la Inde-pendencia, -del largo ejercicio en la gue-rra y el destierro del poder humano de

abnegación y de creación, y del conoci-miento y práctica de la vida liberal ytrabajadora en las naciones ejemplares,surge a la vida política el hombre cuba-no verdadero, blanco o de color, con va-riedad de profesiones y sabiduría, condesusado despejo e inventiva, y con há-bitos de tolerancia y convivencia queexceden, o por lo menos igualan, lasfuentes de discordia, que sin la guerray el trabajo común hubieran ahogadotal vez una república constituida desúbito por la relación artificial políticaentre amor y siervos, sin la sanción yprueba lenta de la realidad gradual. Así,templado al fuego de la vida corriente,es el pueblo cubano. Él conoce las fuer-zas de su naturaleza, y ansia deshelar-las. Él habla las lenguas vivas* delmundo, y piensa con facilidad en lasprincipales de ellas. Él brilla por sucultura superior, corrió quien más, enlos centros humanos donde más se bri-lla, y en sus hijos humildes ya ha cria-do un carácter constante, moderado einiciador. Él ha alzado de si, frente a lasociedad apagada e incrédula de la co:

lonia, un pueblo sereno, que se ofrecesin miedo al examen de los hombres jus-tos, seguro de su simpatía y aprobación.Y este carácter nacional cubano' ¿viviráatado, por el permiso culpable de lasnaciones libres, a la necesidad españo-la de demandarle tributo para mante-ner a sus clases perezosas, huidas delconcierto humano, en la holganza y lu-cro que en los diez años de la guerra setiñeron hasta la garganta, y pueden vol-ver a teñirse ahora, con licencia o ayu-da de repúblicas madres, en la sangremás pura de la nación cubana?

Esa composición del carácter del hijode Cuba explica su capacidad para laindependencia que le respetará todopueblo honrado que la conozca, y unapego tal a su emancipación que no se-ría justo desdeñarlo u ofenderlo. Ellaexplica también la vaga tendencia delos cubanos arrogantes o débiles, o des-conocedores de la energía de su patria,a apoyar su sociedad naciente y el se-ñorío social con que quisieran imperaren ella_, en un poder extraño que se pres-tase sin cordura a entrar de intruso enla natural lucha doméstica de la Islafavoreciendo a su clase oligárquica

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e inútil contra su población matriz y pro-ductora, como «1 imperio francésfavoreció en México a Maximiliano. UnaRepública sensata de América jamáscontribuiría a perpetuar así, con el fal-so pretexto de la incapacidad de Cuba,el alma defamo que la sabiduría políti-ca y la humanidad aconsejan extirparen un pueblo puesto por la naturalezaa ser crucero pacífico y próspero de lasnaciones. Los Estados Unidos, porejemplo, preferirían contribuir a la so-lidez de la libertad de Cuba, con laamistad sincera a su pueblo indepen-diente que los ama y les abrirá suslicencias todas, a ser cómplices de unaoligarquía pretenciosa y nula que sólobuscase en ellos el modo de afincar elpoder local de la clase, en verdad, ínfi-ma de la Isla, sobre la clase superior,-la de sus conciudadanos, productores.No es en los Estados Unidos ciertamen-te donde los hombres osarán buscarsementales para la tiranía. Y esa capa-cidad plena del hijo de Cuba para suempleo y gobierno, y el servicio de losdeberes que en el movimiento ascenden-te de la humanidad tiene asignados supatria, se avivó y hubo de parar en elestallido definitivo de la guerra, por elrebosante descontento con que el pue-blo de Cuba, atado a un amo deconstitución nacional incorregible,paga, -con el producto casi total de susfrutos depreciados en la lucha sin tér-mino entre el interés español, impotentepara cerrar el único mercado a Españaen la Isla y las represalias de la UniónAmericana, -no sólo las obligaciones co-rrientes y oprobiosas de la ocupaciónrapaz del país por la codicia que lo es-tanca, sino la deuda que Españacontrajo para ahogarlo en sangre, en losdiez años de la Independencia de 1868y los de todas las guerras que Españaha emprendido en América, después dela Independencia de sus colonias y losEstados Unidos, para restablecer enrepúblicas libres americanas su domi-nio europeo y monárquico. Hasta losgastos de las colonias de África debepagar Cuba. Y a ese presupuesto confe-so, mucho más amargo que el, sellosobre el té que alzó en revuelta a Bostón,únese el presupuesto silente de la Isla,que sus habitantes cubanos y españo-

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les pagan a los encargados de la Leypara burlarla o hacer que se «umpla.Ni el derecho es en Cuba reconocido singabela,. ni la culpa cae sobre el delin-- cuente que puede comprar su rescate:y es tan familiar la inmoralidad públicaque la amistad íntima con el ladrón yla complicidad diaria con él, llegan aparecer actos sin mancilla a los que bla-sonan de honradez. Pudre la Isla el vicioespañol. Y el presupuesto del cohechode que se sustenta principalmente laclase política española, pesa sobre Cubacon el gravamen doble del desembolso yel deshonor. Es lícito desear que Cubaemplee en su desarrollo, con ventajaspatente de los pueblos que la rodean,los caudales que paga para mantenersobre sí el gobierno que la corrompe, yacoger en su tierra propia, con exclu-sión forzosa de sus hijos, al españolnecesitado que huye a barcadas de supueblo miserable para desalojar al cu-bano en Cuba de su mesa de artesano yde la propiedad de su suelo. Suspensala guerra de Cuba en 1878 por su pro-pia fatiga, los revolucionarios previsoresentendieron que la constitución irreme-diable del pueblo español, basada en elgoce de las colonias, impediría de partede España la concesión de ninguna delas reformas políticas extrañas a su-naturaleza y hostiles a su interés, queen diez y siete años ha estado pidiendo,en vano un partido de cubanos pacífi-cos, sin más éxito que las mudanzas deun consejo proponente en la Isla, sinautoridad ni sanción y que por su com-posición principal de autoridadesespañolas privilegiadas y una acorrala-da minoría de entidades señorialescubanas jamás propondrá alivio algunode la Isla en menoscabo del interés es-pañol, ni en merma de sus privilegios.La Revolución había venido preparandoordenadamente con un partido electorde bases republicanas, todos los elemen-tos vivos de la independencia de Cuba,a fin de tenerlos a punto de acción en elinstante en que, vacía ya la esperanzade reformas española, estallase a unavoz la Revolución inmortal para la li-bertad definitiva, sin retirada ni reserva.Las dos generaciones: la de los vetera-nos y la de sus hijos, -las dos fuerzasdé la independencia: la que combate en

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la Isla y la que dé afuera le ayuda acombatir, se unieron durante tres añosde ordenación, con el entusiasmo deljuicio y el poder de la disciplina, -y laIsla entera, radicalmente convencida dela ineptitud de España para privarsede la explotación colonial que la sus-tenta, y dar vida de hombre y políticamejor a los cubanos, se levantó en ar-mas el 24 de Febrero de 1895, para noenvainarlas sino ante el .triunfo de larepública.

¿Qué obstáculos pudiera encontraresta Revolución nacida de la conviccióndel cubano de su aptitud para el traba-jo y el gobierno; -de la paga cruenta desu mejor sudor a los vicios políticos ydesidiosos naturales de la nación queexpulsa a los hijos del suelo para ocu-parles el rincón con el españolprivilegiado; del recuerdo perenne, azu-zado con las razones diarias de ira, delos hombres extraordinarios que redi-mieron del grillete el pie de sus esclavosy se alzaron de su sillón de ricos a que-brar con las manos desnudas el cetroespañol -y del inefable anhelo del cu-bano piadoso por la integraciónespiritual del criollo inculto en quienperece sin empleo la natural luz, o cuyafamilia desgreñada huye por el monte,de miedo de no haber pagado la cédulaal tirano? La composición actual de loselementos de Cuba demuestra que larevolución magnánima, que verá conindulgencia la timidez de los cubanoslentos, y guardará el puesto a todas lasfuerzas sociales, llegará sin dificultada la victoria contra un enemigo cuyoejército descontento e incompleto peleade mal grado en una guerra contra lalibertad y cuyo tesoro no puede ya obli-gar, como hace veinticinco años, a laIsla insuficiente ya para sus* cargas or-dinarias, ni acudir al españolacaudalado que ya niega hoy a la gue-rra la fortuna que puso en salvo en laMetrópoli, ni echarse, como en 1868,sobre los bienes de los cubanos, ricosentonces y hoy empobrecidos. En Cubahay población española y población cu:

baña. De la población española es yamuerto por el despego de sus compa-triotas liberales y acriollados, al sistemade odio y castigo, el elemento que, pre-so por su riqueza en la súbita Revolución

de Yara, aprovechó para las masas, hoymenores de voluntarios, el encono delos españoles ínfimos contra el criolioque los miraba de señor.

Y en aquellas mismas masas, eseenojo social, base secreta de la feroci-dad política, se ha amenguado, si nodesaparecido, con el sufrimiento comúnbajo la tiranía de cubanos y españoles.De esa clase misma, mucha ha engra-nado ya en el corazón de Cuba, con lamujer y los hijos y algún bienestar; yesos cubanos de adopción, si por temorinjusto vuelven aún los ojos al Norte,como buscando amparo a las represa-lias, que no ocurrirán jamás, de la Re-pública de Cuba, ya no los vuelven,arrepentidos y avergonzados, al armaque habrían de poner contra el pechode sus hijos. Los cubanos en presenciade la guerra, se inclinan conforme a laley general de la naturaleza humana,que conduce a los hombres generosos,cultos o incultos, del lado del sacrificio,que es el más puro goce de la humani-dad, y retiene a los egoístas qué son lasremoras del mundo, del lado de lossacrificadores. Los nombres políticosson nuevas vestiduras de esta condiciónen que se apartan los hombres; y eltriunfo de las religiones y de las repú-blicas, que llevan en su piedad huma-na mucho del fuego religioso, enseña queel ímpetu tenaz de los desconsolados, yel juicio previsor que aprovecha estafuerza que de otro modo acaso desvia-ría, pueden siempre más que el asco depudibundo a las llagas del pobre, y elapego de los hombres sedentarios a lassandalias del hogar y a las prebendasde la vida. Ni el cubano negro, que ensu propia cultura y la amistad del blancojusto halla alivio al apartamiento so-cial, que no divide más a blancos y anegros, que en los pueblos-viejos de latierra dividió a nobles y villanos, sólose alzará contra quien le suponga ca-paz de atentar, por la cólera que revela-ría inferioridad verdadera, contra la pazde su patria.

La sublime emancipación de los es-clavos por sus amos cubanos, borró,sobre la tierra fecundada por la muertehermana de criados y dueños, el odiotodo de la esclavitud. Es honor singulardel pueblo de Cuba, del que ha de

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pedirse respetuoso reconocimiento, élque, sin lisonja demagógica ni precipi-tada mezcla de los diversos grados decultura, presenta hoy al observador unliberto más culto, y exento de rencor,que el de ningún otro pueblo de la tie-rra. El campesino negro, más cercanoa la libertad, vuela a su rifle, con el quejamás en diez años de guerra hirió a laley, y sólo se le advierte el jubiloso amorcon que saluda y la ternura con quemira al hombre de tez de amo que mar-cha a su lado o detrás de él, defendien-do la libertad. De la justicia no tienennada que temer los pueblos, sino los quese resisten a ejercerla. El crimen de laesclavitud debe purgarse, por lo menos,con la penitencia harto suave de algu-na mortificación social. Desde los librescampos cubanos, al borde de la fosadonde enterramos juntos al héroe blan-co y al negro, proclamamos que es difí-cil respirar en la humanidad aire mássano de culpa y vigoroso que el que conespíritu de reverencia rodea a negros yblancos en el camino que del mérito co-mún lleva al cariño y a la paz.

Con el poder de estas justicias; con lafuerza de indignación del hijo de Cubabajo las vejaciones y gravámenes con quelas diezmó España en la guerra de inde-pendencia, y le negó la más insignificantemejora en diez y siete años de políticainútil de espera, y con la responsabili-dad del deber de Cuba en el trabajo deliga y acción a que en la junta de losocéanos se preparan los pueblos del orbe,han vuelto los cubanos, de un cabo aotro de su tierra, a demandar a la últi-ma razón de las armas, sin odio contrasu opresor, y por los métodos estrictosde la guerra culta, el puesto de Repúbli-ca que permitirá al hijo de Cuba el em-pleo de su carácter y aptitud y el derechode abrir su tierra cegada al trato plenocon las naciones a que la acercó la na-turaleza y la atrae su capacidad común,y en el cubano a nadie superior para laaltivez y el orden de la libertad.

Plenamente conocedor de sus obliga-ciones con América y con el mundo, elpueblo de Cuba sangra hoy a la balaespañola, por la empresa de abrir a lostres continentes en una tierra de hom-bres, la República independiente que hade ofrecer casa amiga y comercio libreal género humano.

A los pueblos de la América españolano pedimos aquí ayuda, porque firmarásu deshonra aquel que nos la niegue.Al pueblo de los Estados Unidos mos-tramos en silencio, para que haga lo quedeba, estas legiones de hombres quepelean por lo que pelearon ellos ayer, ymarchan sin ayuda a la conquista dé lalibertad que ha de abrir a los EstadosUnidos la Isla que hoy le cierra el inte-rés español. Y al mundo preguntamos,seguros de la respuesta, si el sacrificiode un pueblo generoso, que se inmolapor abrirse a él, hallará indiferente oimpía a la humanidad por quien se hace.

En demostración de los altos fines yde los métodos cultos de la guerra deindependencia de Cuba y en testimoniode singular gratitud a The New YorkHerald, suscriben aquí, como represen-tantes electos, y hasta hoy vigentes, dela revolución, el Delegado del PartidoRevolucionario Cubano y el General enJefe del Ejército Libertador, en Guantá-namo, a 2 de mayo de 1895.

El Delegado El General en JefeJOSÉ MARTÍ MÁXIMO "GÓMEZ

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Escarapela que portaba Martí, al morir.

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JOSÉ MARTI

A Manuel Mercado.[Fragmento]

Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo[de-1895

Señor Manuel Mercado

Mi hermano queridísimo: Ya puedoescribir, ya puedo decirle con qué ter-nura y agradecimiento y respeto lo quie-ro, y a esa casa que es mía, y orgullo yobligación; ya estoy todos los días enpeligro de dar mi vida por mi país, y pormi deber-puesto que 1& entiendo y ten-go ánimos con que realizarlo-de impe-dir a tiempo con la independencia deCuba que sé extiendan por las Antillaslos Estados Unidos y caigan, con esafuerza más, sobre nuestras tierras deAmérica. Cuanto hice hasta hoy, y haré,es para eso. En silencio ha tenido queser, y como indirectamente, porque haycosas que para lograrlas han de andarocultas, y de proclamarse en lo que son,levantarían dificultades demasiado re-cias para alcanzar sobre ellas el fin. Lasmismas obligaciones menores y públi-cas de los pueblos.-como ése de usted,y mío,-más vitalmente interesados enimpedir que en Cuba se abra, por laanexión de los imperialistas de allá ylos españoles, el camino, que se ha decegar, y con nuestra sangre estamos ce-gando, de la anexión de los pueblos denuestra América al Norte revuelto y bru-tal que los desprecia.-les habrían im-pedido la adhesión ostensible y ayudapatente a este sacrificio, que se. hace enbien inmediato de ellos. Viví en el mons-truo, y le conozco las entrañas;-y mihonda es la de David. Ahora mismo, po-cos días hace, al pie de la victoria conque los cubanos saludaron nuestra sa-lida libre de las sierras en que anduvi-mos los seis hombres de la expedicióncatorce días, el corresponsal del Herald,que me sacó de la hamaca en mi ran-cho, me habla de la actividad anexio-nista, menos temible por la poca realidadde los aspirantes, de la especie curial,sin cintura ni creación, que por disfraz

cómodo de su complacencia o sumisióna España, le piden sin fe la autonomíade Cuba, contenta sólo.de que haya unamo, yankee o español, que les mantengao les cree, en premio de su oficio de Ce-lestinos, la posición de prohombres,desdeñosos de la masa pujante,-lamasa mestiza, hábil y conmovedora, delpaís,-la masa inteligente y creadora deblancos y negros. Y de más me habla elcorresponsal del Herald, Eugenio Bry-son:-de un sindicato yankee,-que noserá,-con garantía de las Aduanas, hartoempeñadas con los rapaces blancos es-pañoles, para que quede asidero a losdel Norte;-incapacitado afortunada-mente, por su entrabada y complejaconstitución política, para emprendero apoyar la idea como obra del gobierno.Y de más me habló Bryson.-aunque lacerteza de la conversación que me refe-ría, sólo la puede comprender quien co-nozca de cerca el brío con que hemoslevantado la Revolución,-el desorden,desgano y mala paga del ejército novi-cio español,-y la incapacidad de Españapara allegar en Cuba o afuera los recur-sos contra la guerra, que en la vez ante-rior sólo sacó de Cuba.-Bryson me contósu conversación con Martínez Campos,al fin de la cual le dio a entender ésteque sin duda, llegada la hora, Españapreferiría entenderse con los EstadosUnidos a rendir la Isla a los cubanos.-Y aún me habló Bryson más: de unconocido nuestro y de lo que en el Nortese le cuida, como candidato de los Es-tados Unidos, para cuando el actualpresidente desaparezca, a la presiden-cia de México. Por acá, yo hago mi deber.La guerra de Cuba, realidad superior alos vagos y dispersos deseos de los cuba-nos y españoles anexionistas, a que sólodaría relativo poder su alianza con elgobierno de España, ha venido a su horaen América, para evitar, aun contra elempleo franco de todas esas fuerzas, laanexión de Cuba a los Estados Unidos,que jamás la aceptarán de un país enguerra, ni pueden contraer, puesto quela guerra no aceptará la anexión, elcompromiso odioso y absurdo de abatirpor su cuenta y con sus armas unaguerra de independencia americana.-YMéxico,-¿no hallará modo sagaz, efec-tivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo,a quien lo defiende? Sí, lo hallará,-o yo

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se lo hallaré.-Esto es muerte o vida, yno cabe errar. El modo discreto es loúnico que se ha de ver. Ya yo lo habríahallado y propuesto. Pero he de tenermás autoridad en mí, o de saber quienla tiene, antes de obrar o aconsejar. Aca-bo de llegar. Puede aún tardar dos me-ses, si ha de ser real y estable, laconstitución de nuestro gobierno, útil ysencillo. Nuestra alma es una, y la sé,y la voluntad del país; pero estas cosasson siempre obra de relación, momentoy acomodos. Con la representación quetengo, no quiero hacer nada que parezcaextensión caprichosa de ella. Llegué,con el general Máximo Gómez y cuatromás, en un bote, en que llevé el remode proa bajo el temporal, a una pedre-ra desconocida de nuestras playas; car-gué, catorce días, a pie por espinas yalturas, mi morral y mi rifle,-alzamosgente a nuestro paso;-siento en la be-nevolencia de las almas la raíz de estecariño mío a la pena del hombre y a lajusticia de remediarla; los campos sonnuestros sin disputa, a tal punto, que enun mes sólo he podido oír un fuego; y alas puertas de las ciudades, o ganamosuna victoria, o pasamos revista, ante en-tusiasmo parecido al fuego religioso, a tresmil armas; seguimos ca mino al centrode la Isla, a deponer yo, ante la revolu-ción que he hecho alzar, la autoridadque la emigración me dio, y se acatóadentro, y debe renovar conforme a suestado nuevo, una asamblea de delega-dos del pueblo cubano visible, de losrevolucionarios en armas. La revolucióndesea plena libertad en el ejército, sinlas trabas que antes le opuso una Cá-mara sin sanción real, o la suspicaciade una juventud celosa de su republi-canismo, o los celos, y temores de exce-siva prominencia futura, de un caudillopuntilloso o previsor; pero quiere la re-volución a la vez sucinta y respetablerepresentación republicana,-la mismaalma de humanidad y decoro, llena delanhelo de la dignidad individual, en larepresentación de la república, quela que empuja y mantiene en la guerraa los revolucionarios. Por mí, entiendoque no se puede guiar a un pueblo con-tra el alma que lo mueve, o sin ella, y sécómo se encienden los corazones, y cómose aprovecha para el revuelo ih cesante

y la acometida el estado fogoso y satisfe-cho de los corazones. Pero en-cuanto aformas, caben muchas ideas: y las cosasde hombres, hombres son quienes las ha-cen. Me conoce. En mí, sólo defenderé loque tenga yo por garantía o servicio dela revolución. Sé desaparecer. Pero nodesaparecería mi pensamiento, ni meagriaría mi oscuridad.-Y en cuanto ten-gamos formas, obraremos, cúmplameesto a mí, o a otros.

Y ahora, puesto delante lo de interéspúblico, le hablaré de mí, ya que sólo laemoción de este deber pudo alzar dela muerte apetecida al hombre que, aho-ra que Nájera22 no vive donde se le vea,mejor lo conoce y acaricia como un te-soro en su corazón la amistad con queusted lo enorgullece. Ya sé sus regaños,callados, después de mi viaje. ¡Y tantoque le dimos, de toda nuestra alma, ycallado él! ¡Qué engaño es este y quéalma tan encallecida la suya, que el tri-buto y la honra de nuestro afecto no hapodido hacerle escribir una carta mássobre el papel de carta y de periódicoque llena al día! [...]

Hay afectos de'tan delicada hones-tidad...23

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Manuel Mercado.

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JOSÉ MARTÍ

Al general Máximo Gómez

General:Como a las 4 salimos, para

llegar a tiempo a la Vuelta, adonde pasódesde las 10 la fuerza de Masó, a acam-par, y reponer su muy cansada caballe-ría:-desde anoche llegaron.-No estarétranquilo hasta no verlo llegar a usted.Le llevo bien cuidado el jolongo.La fuerza aunque sin animales útiles,

hubiera querido salir a seguirlo, en labusca del convoy; pero temían confun-dirse en idas y venidas, en vez de serleútil.-Mucho ha violentado a Masó el via-je inútil a la Sabana.-Su

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MARTÍ

[Dos Ríos]

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Máximo Gómez.

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Cronología1895

Enero 31. A bordo del vapor Athos, de la Atlas Lineof Mail Steamers, sale José Marti de Nueva York encompañía de José María (Mayia) Rodríguez, Enri-que Collazo y Manuel Mantilla.Febrero 2. Tocan tierra y hacen noche en IslaFortuna, Bahamas.Febrero 6. Arriban a Cabo Haitiano. Allí se les uneÁngel Guerra y embarcan al oscurecer de ese díarumbo a Montecristl, República Dominicana.Febrero 11. Martí, Gómez y Collazo recorren acaballo desde Montecristi a Santiago de los Caba-lleros, también en función de organizar la nuevaexpedición. Al atardecer llegan a Altos de Villaloboy pernoctan en Peña.Febrero 12. Llegan a La Reforma, finca delGeneralísimo en Laguna Salada. Continúan ca-mino y hacen noche en casa de Jesús Domínguez,entre Laguna Salada y Esperanza.Febrero 13. Arriban a Santiago de los Caballe-ros. Se alojan en casa de José Nicolás Ramírez yMartí aprovecha este paréntesis de inactividad parainiciar su diario.Febrero 15. Visitan a Manuel Boitel. cuya casa es-taba del otro lado del río Yaque.Febrero 18. Viaja con Gómez y Collazo de Santiagode los Caballeros a la Vega. De regreso, duermen enun hato inmediato a Santiago de los Caballeros.Febrero 19. Continúan camino y. en el trayectoentre Santiago de los Caballeros a la Reforma, visi-tan la casa de Ceferina Chávez.Febrero 24. Parten hacia Montecristi.Febrero 25. Llega cablegrama de Gonzalo deQuesada y Benjamín Guerra: «revolución en Occi-dente y en Oriente».Marzo 1ro. Sale con Panchito Gómez desdeMontecristi hasta Dajabón. Duermen en casa deJoaquín Montesinos.Blanco 3. Marti ya está en Haití y esa mañana par-te solo: pasa por el poblado de Petit Trou y a lascinco de la tarde entra en Cabo Haitiano. Se hos-peda en casa de Ulpiano Dellundé.Marzo 4. A las diez de la noche sale por mar deregreso a Montecristi.Marzo 5. Arriba a Montecristi, y se hospeda encasa del Generalísimo Máximo Gómez. Martí en-vía abundante correspondencia: orienta el traba-jo del Partido Revolucionario Cubano en los EE.UUy del periódico Patria.Marzo 9. El Listín Diario, publicación dominicana,da a conocer una noticia, publicada por el Heraldde Nueva York, acerca de que Martí y Gómez sonjefes de la insurrección en Cuba y que ya se encon-traban allí. Esta falsa información favorece los pro-pósitos de Martí de integrar él mismo la expedicióna Cuba, en contra del criterio de Gómez.Marzo 25. El Delegado del Partido RevolucionarioCubano y el General en Jefe del Ejército Libertadorfirman el documento dirigido por el Partido Revolu-cionario Cubano a Cuba: el conocido Manifiesto deMontecristi.Abril 1ro. A las doce de la noche parten deMontecristi los seis expedicionarios: Marti, Gómez.Ángel Guerra, Paquito Borrero, César Salas y Mar-cos del Rosario. Caminan hasta la playa acompa-

ñados de Panchito y Máximo Gómez y de BuliPoloney, encargado del embarque. Toman un lan-chón que los lleva hasta el Cayo, en la boca del puer-to, donde abordan la goleta Brothers.Abril 2. A las tres de la mañana parte la Brothers,tripulada por el capitán Bastían y tres marineros.Atracan en la isla de Gran Inagua a las diez de esanoche.Abril 3. El capitán Bastían baja a tierra y los trai-ciona poniendo al tanto a las autoridades del lu-gar acerca del objetivo del viaje. Los expedicionarioslogran esconder las armas y los autorizan a conti-nuar viaje.Abril 4. Marti logra que Bastián le devuelva partedel dinero y obtiene del cónsul de Haití. B. B. Barber,pasaportes con nombres supuestos.Abril 5. A las seis de esa tarde parten los seisexpedicionarios en el Nordstrand hacia CaboHaitiano.Abril 6. A las cuatro de la tarde desembarcan furti-vamente en Cabo Haitiano y se dispersan.Abril 7 y 8. Permanecen ocultos.

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Plumafuente usada por Martí.

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Abril 9. A las ocho de la noche abordan nueva-mente el Nordstrand.Abril 10. Zarpan a las dos de la tarde rumbo aGran I nagua.Abril 11. Amanecen en Inagua después suben abordo el bote de remos que les servirá para el de-sembarco. Dos horas después avistan las monta-ñas de Baracoa. A las ocho de la noche bajo unchubasco, descuelgan el bote. Reman Marti y Ce-sar en proa. Paquito Borrero. Ángel Guerra y CésarSalas al centro: Gómez lleva el timón de popa. Arri-ban a una costa pedregosa: La Playita. cerca deCajobabo.Abril 13. Acampados.Abril 14. Se encuentran con la guerrilla baracoanade Félix Ruenes.Abril 15. Permanecen en Arroyo Carlos. Gómez nom-bra a Marti mayor general.Abril 16. A mediodía continúan rumbo a Vega delJobo.Abril 18. Se despiden de la tropa de Ruenes ycontinúa sola la pequeña partida.Abril 19. Pasan por Los Calderos a buscar el rioYacalx).Abril 20. Pernoctan en el rio Palenque.Abril 21. Establecen el campamento en Madre Vie-ja a orillas del Sabanalamar.Abril 22. Acampados. Ixs traen noticias de que lospersiguen tropas españolas.Abril 23. Salen de madrugada y avanzan por elllano.Abril 24. Pernoctan en La Yuraguana.Abril 25. Bajan al llano de Guantánamo. Acam-pan finalmente en Malabé a orillas del rio Jaibo.

Abril 26. Marti aprovecha para escribir circularesy correspondencia a Carmen Miyares y sus hijas,a Gonzalo y Benjamín, a Antonio Maceo y al di-rector de Tlie New World.Abril 27. Pernoctan en Vuelta Corta, inmedia-ciones del poblado de Filipinas.Abril 28, 29 y 30. Acampados.Mayo 1ro. Continúan camino.Mayo 2. Llega el corresponsal del Herald. Bryson.y Marti comienza a trabajar en un manifiesto parael diario estadounidense esa misma noche.Mayo 5. Encuentro histórico con Antonio Maceoen La Mejorana.Mayo 6. La partida continúa rumbo, pero Maceolos intercepta y los convida a visitar su campamen-to. Martí habla a la tropa reunida.Mayo 7. Pasan frente a El Picote y llegan a la zonade Hato en Medio donde acampan.Mayo 9. Salen a las cercanías de los Mangos deBaraguá.Mayo ÍO. Avanzan con rumbo sur. y acampan enterritorios de Travesía.Mayo 14 y 15. Acampados a la espera de Masó.Mayo 16. Gómez sale a recorrer los alrededores.Mayo 17. El Generalísimo vuelve a salir y Martíse queda trabajando.Mayo 18. Acampados. Por la tarde llega Masó conun nutrido contingente.Mayo 19. Al amanecer escribe a Gómez para darlecuenta del arribo de Masó. A media mañana re-gresan Gómez y sus hombres. Alrededor de las docedel dia irrumpen en la zona las fuerzas al mandodel coronel J. X. de Sandoval. Los cubanos partenhacia el combate.

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Bolso y espuelas de Martí.

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DIARIOS DE CAMPAÑA

Algunos alimentos consumidos por Martí

1895Abril13Carne de puercoCañaBoniato1 asado2

Pollo14Naranja agriaJutía asadaCoco raspadoMielCatauro3 con carne fresca15SalCucurucho' de dulcePuercoSalchichónCaldo de plátanoChocolateRonComidaPuerco guisado con plátano y malangaDulce de plátano5 y quesoAgua de canela y anís caliente16BoniatoCaimitoSalchichónLicor, ron, guarapo, café.Caldo de plátanoNaranja, miel17TomatesCulantroOréganoChopo de malangaCarne de resDulce de raspa de coco con miel18Salchichón y chocolateChopo asado19CaféGallina20CaféGallina con arroz

21BoniatoPuerco asadoCasabeTasajo y plátano22Huevo fritoPuerco fritoTorta de maízMayo5VermouthTabacoRonGallinaAguardiente7CaféJengibreCocimiento de hojas de guanábana12Queso con café17Plátano asadoTasajo

' Marti siempre escribe «buniato», que es como le de-cían los campesinos a esa vianda.2 El asado se'hacia en las cenizas calientes del fogónde leña o carbón.:l Especie de cesto de yaguas usado en las Antillas.

1 Es típico el cucurucho de Baracoa, de forma cónicay hecho de yagua.5 Es el denominado -frangollo".

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JOSÉ MARTÍ

Notas

Prólogo

' Martí. José: Carta «A Carmen Miyares de Mantillay sus hijos»..Baracoa. 16 de abril de 1895. en Diariosde campaña, ed. crit. Mayra Beatriz Martínez yFroilán Escobar. Ciudad de La Habana. Casa Edito-ra Abril. 1996, p. 368.2 Ibídem, p. 368.3 Martí, José: Prólogo a «El poema del Niágara», deAntonio Pérez Bonálde, en Obras completas, t. 7, LaHabana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 225.

De Montecristia Cabo Haitiano

1 Este diario, dedicado a María y Carmen Manti-lla, corresponde a la penúltima etapa de su pere-grinar revolucionario. Comienza el 14 de febrerode 1895, en Montecristi y termina el 8 de abrildel mismo año en Cabo Haitiano.2 Se ha actualizado la ortografía y eliminado granparte de las abreviaturas de los originales, sus-tituyéndolas por la palabra completa.3 Ciudad y provincia de la República Dominicana,situada al norte, a orillas de la bahía de Manzanillo.(Esta y otras notas, abreviadas aquí, correspondena José Marti: Diarios de campaña, ed. critica deMayra B. Martínez y Froilán Escobar, Casa Edito-ra Abril, Ciudad de La Habana, 1996.)4 Se refiere al Generalísimo Máximo Gómez y Báez.5 Ciudad y provincia de la República Dominicana,ubicada en el valle del Cibao.6 Una de las dos repúblicas en que se divide la islaLa Española, como la denominó Colón, pero losaborígenes la llamaban «Quisqueya»:7 En realidad es Altos de Villalobo: elevación cer-cana al poblado de Peña, que está a unos diez ki-lómetros de Guayubín." La Española fue «descubierta» por Cristóbal Colónel 5 de diciembre de 1492, y tomó posesión de ella ennombre de la corona española. Como en otros terri-torios sometidos a la conquista y la colonizaciónpeninsular, los aborígenes fueron obligados a traba-jar en busca de piedras y metales preciosos.9 Se refiere a «Los maestros ambulantes», artículopublicado en la revista La América, de Nueva York,en 1884.10 Es polémica esta fecha del día 16. pues Martínez yEscobar aclaran que «en el original se lee con clari-dad 14. Siguiendo una secuencia lógica debiera ha-ber escrito 18 [...] Existe la hipótesis de un viajeintermedio el día 16, de Santiago de los Caballerosa La Vega, y regreso a Santiago el 17. Es significati-vo, además, que el siguiente texto -reverso de estamisma página- lo feche 15 de febrero».'' Vuelve a narrar lo acontecido la noche del 14 al 15en Santiago de los Caballeros ( M. y E. : 1996, 81).A partir de aquí, se encontrarán distintos puntosde vista en el -ordenamiento de los textos, peronosotros mantenemos el orden que tiene la edi-

ción de base [O.C., Ed. de Ciencias Sociales, LaHabana. 1975). (N. de la E.)12 Se refiere a Panchito Gómez Toro, el hijo deMáximo Gómez y Bernarda Toro.13 Al margen dé la página del original que comien-za en el párrafo siguiente hay una nota del propioMartí, entre paréntesis, que dice: (Aquí sigue lanota del 2 de marzo, interrumpida, sobre Petit Trou,después de la Nephtali, en Fort Liberté). (Nota dela ed. de base O.C.)14 Se refiere al creóle, hablado por los haitianos yformado sobre base inglesa, portuguesa, francesa,holandesa.15 Equivocación de Marti. Con posterioridad, y conuna letra que no parece la caligrafía martiana, sele añadió marzo.16 Evidentemente Nephtali era masón, elemento sig-nificativo a la hora de brindar su colaboración alos propósitos de Martí, quien, según numerosasfuentes, también lo era.17 Pequeño poblado haitiano.

De Cabo Haitianoa Dos Ríos

1 Se refiere a Dolores Aran, esposa del doctor UlpianoDellundé. (Estas y las demás notas que siguen, abre-viadas aquí, han sido tomadas de M. y E.; 1996.)2 Se refiere a Cabo Haitiano: desde allí partió fi-nalmente la expedición. La componían Marti,Gómez. Francisco Borrero, Ángel Guerra y el do-minicano Marcos del Rosario.3 Se desconoce qué quiso decir Martí cuando inser-tó, con posterioridad, esta cifra entre paréntesis.4 Se refiere a Playita, playa de la costa sur de Cuba,entre Maisí y Guantánamo. cerca de Cajobabo, don-de desembarcaron.5 Se refiere a Blas Martínez. Según el testimonio deSalustiano Leyva. hijo de Adela Leyva, Blas vinode Guantánamo con un mensaje que alertaba a loscubanos de la llegada de los expedicionarios yreclamaba ayuda para ellos.6 Es Gonzalo Leyva Rodríguez, vecino de Cajobabo,quien sirvió como guia.7 Se refiere a Adela Leyva Rodríguez." Alude a Fernando Leyva Rodríguez, quien tam-bién sirvió como guía.9 Se refiere al dominicano Marcos del Rosario yMendoza (República Dominicana 1864-La Haba-na, 1947), a quien Martí conoció en Montecristi yformó parte de la expedición. Estuvo durante todala guerra con el Generalísimo y llegó a alcanzar elgrado de coronel.10 Tiene que ver con el fruto de la pomarrosa, al queen la región llaman «manzana rosa».11 Se trata del alférez Adriano Galano Coutín,guantánamero.12 Martínez y Escobar leyeron aquí «palma».13 «Aunque Martí iba a escribir Vega de la Batea,los tres puntos suspensivos indican que no esta-ba seguro del nombre del lugar, pues en verdad

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DIARIOS DE CAMPAÑA

aún permanecían en casa de Miguel Aguirre. enArroyo Carlos. Vega Batea se encuentra más ade-lante, a orillas del rio JojÓ.» (M. y E.: 1996. 248.)14 Caserío de la antigua jurisdicción de Baracoa.15 Dulce de plátano (macho o guineo) que se pre-para a la manera de turrón.16 Licor casero que se hace con el fruto de lapomarrosa.l7Se refiere al cunyaya. instrumento para exprimirmanualmente la caña.18 Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa es laciudad más antigua de Cuba, fundada en 1511 porlos colonizadores, solo fue capital por cuatro años:más tarde. Diego Velázquez trasladó su gobierno aSantiago de Cuba. Los baracoesos o baracoenses vi-ven junto al mar. entre montañas y abundantes ríos,entre los que se encuentran el Toa. el Miel, el Yumuri,el Duaba. Tierra de coco y cacao, posee una ricafauna: todavía se puede contar con el almiquí y loscaracoles llamados polymitas.19 Incurre en una confusión. Se refiere al río Jojóo Cajobabo. que desemboca en la costa sur.20 Tal vez se refiera a un bosquecito de pomarrosas oa un sitio denominado El Pomo.21 Pqjuá. Voz india. Especie de palma espinosa enla región de Baracoa.22 Así llaman en algunas regiones de Cuba a losinsectos luminosos conocidos como luciérnagas.2:i Los campesinos la llaman díctamo. Muy aprecia-da por sus propiedades medicinales.24 Martínez y Escobar transcribieron rosetilla, co-múnmente llamada «espuela de caballero».25 Se trata del comandante del Ejército Libertador yluchador de tres guerras Luis González Pineda. Se lesuma con diecisiete hombres más. Martí lo llama encarta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, confecha 30 de abril, «dueño y alma del pueblo de SanAntonio».26 Se refiere al coronel del Ejército Libertador PedroA. Pérez, alias Periquito.27 Se refiere al general Francisco Adolfo FlorCrombet y Tejera.28 Se refiere al mayor general Antonio Maceo yGrajales.29 Se trata, sin duda, de una transposición de le-tras de la palabra yamagua.:i0 Guantánamo era término municipal y pueblo dela antigua provincia de Santiago de Cuba, funda-do entre 1815 y 1827.:" Baitiquiri era un caserío que pertenecía aGuantánamo. Hoy pertenece al municipio de SanAntonio del Sur.:12 Una de las primeras villas fundadas por los con-quistadores y una de las jurisdicciones del Depar-tamento Oriental, y luego de la división territorialde 1378, término municipal de la antigua provin-cia de Santiago de Cuba.33 Siempre que aparezca así. entiéndase valle deCaujeri. cercano a San Antonio del Sur.34 Se refiere a Carlos Manuel de Céspedes y Castillo.35 Sierra de Mariana, que tomó su nombre porMaría Ana Llompart, dueña de estas propiedadesen la primera mitad del siglo xix. Está ubicada aunos 600 metros de la confluencia de los ríos LaMaya y Sabanalamar.36 Aquí en La Yuraguana. al sur del Quemado,margen occidental del rio Yateras, pernoctaron enel portal de la vivienda del mayoral del ingenio.Hoy queda ubicado en el municipio Manuel Tames.de la provincia de Guantánamo.17 Se refiere al combate de Arroyo Hondo, que li-bran las fuerzas cubanas al mando de José Maceocontra la tropa española del coronel Copallo. quese encontraba emboscada en el puente que cru-zaba sobre este arroyo, en espera del paso de Martí

y Gómez. Hasta aquí los expedicionarios avan-zaron a pie durante trece días y medio, a lo largode unos 161 kilómetros de montañas. Los kiló-metros que les faltaban aún para llegar al cam-pamento de Vuelta Grande, los harían a caballo.38 Como los insurrectos de la Guerra de los DiezAños no encontraron suficiente apoyo en la zona.Máximo Gómez organizó y dirigió una campaña in-vasora sobre la región, entre 1871 y 1872.111 Se refiere al general José Maceo y Grajales.40 Se refiere a Carmen Miyares Peoli. La carta queél le envía y de la cual Martí cita un fragmentocuriosamente fue escrita el 28 de abril de 1895. enel campamento de Vuelta Corta de Filipinas.41 Aquí cierra Martí las comillas que abrió en lapágina anterior, aunque en realidad continúa ci-tando la carta a Carmita hasta la página 17 delcuaderno.42 Se refiere a Arcid Duverger Lafargue. coronel delEjército Libertador y expedicionario de la goletaHonor.4:1 Se refiere a Rafael María Merchán.44 The New York World era un periódico norteame-ricano fundado en 1860 por Alexander Cummingscomo diario religioso.45 Se refiere a la expedición de Flor. Maceo, Cebrecoy veinte revolucionarios más. que partieron de Puer-to Limón. Costa Rica, el 25 de marzo de 1895. en unbuque inglés. Tres días después llegaron a Jamaica.Continuaron viaje a Isla Fortuna, a la cual llegaronel 29 y partieron el 30 del mismo mes: arribaron aInagua finalmente al siguiente día. Desde allí em-barcaron el 1ro. de abril, a bordo de la goleta Honor.rumbo a Cuba.46 Se trata de Pablo Brooks. residente en la zona,con quien Martí deseaba entrevistarse.47 Se refiere al general Bartolomé Masó y Márquez.48 Martínez y Escobar refieren que en la zona quedauna familia de apellido Rouncul. y que el apellidopuede haberse alterado con el tiempo.49 Se refiere al mayor general Antonio Maceo yGrajales.50 Rafael de Castro Palomino, ayudante de Maceo.51 Se refiere a Jesús Sablón Moreno, conocido comoJesús Rabí.52 A continuación faltan las hojas correspondien-tes al 6 de mayo: día en que, en desagravio. Maceoconvida a Martí y Gómez a visitar su campamentoy los presenta a la tropa.53 Sobre la Guerra de los Diez Años.54 Se refiere a la histórica entrevista, efectuada el15 de marzo de 1878 en Mangos de Baraguá entreel mayor general Antonio Maceo y el general espa-ñol Arsenio Martínez Campos. Maceo se opuso alPacto del Zanjón. El 23 de marzo se rompieron lashostilidades, pero quedó ese momento como ex-presión de intransigencia.55 Se refiere al general dominicano Luis Marcano.56 Hace alusión al mayor general Guillermo Moneada.57 Se refiere al marqués de Santa Lucía. SalvadorCisneros Betancourt.58 Diario autonomista fundado en 1887. Era elórgano de los comités de Holguin y Victoria de lasTunas.59 Periódico autonomista fundado en 1888.60 A Juan Gualberto Gómez y Ferrer se refiere.61 Se refiere al general Vicente García.62 Ya están en los campos de Dos Ríos, en la finca laJatía, antigua jurisdicción de Jiguani y hoy perte-neciente al municipio de este nombre, de la provin-cia Granma."'■' Se refiere a Dos Ríos.64 James J. O'Kelly. reportero del periódico The NewYork Herald, vino a Cuba a finales de 1872 para visi-tar el campo insurrecto sin permiso de las

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JOSÉ MARTÍ

autoridades españolas. Se entrevistó con Céspedesel 6 de marzo de 1873 y escribió En la tierra del Mambí"5 La Venta de Casanova. caserío ubicado a unoscuatro kilómetros del actual poblado de Contra-maestre.'*'' Se refiere al planteamiento hecho a Maceo en LaMejorana, el 5 de mayo, sobre el que Marti anota:«Insisto en deponerme ante los representantes quese reúnan para elegir gobierno.» Es decir, desistir,renunciar al cargo de Delegado.Ii7 «En la tarde del 18 llega Masó con un nutridocontingente: ha venido dejando un rastro que losespañoles a esa altura han comenzado a seguir.Aunque ya no aparece en el diario, pues Martí dejade escribir este día 17 de mayo, es sabido que alamanecer del 19 trasladan campamento para lafinca La Vuelta Grande, actual municipio gran-mense de Jiguani a la orilla izquierda del Contra-maestre [...1 Alrededor de las dos de la tarde del19 de mayo de 1895. José Martí cae mortalmenteherido (...) a veinte metros del Contramaestre, y muycerca de la casa de José Rosalio Pacheco y EmiliaSánchez Collé.»(M. y E.: 1996. 347.)

Cartas1 Esta carta al amigo dominicano se ha considera-do como el testamento político de José Martí. (To-das las notas son de la edición de base, salvo seindique lo contrario. Nota de la Editora.)- En la casa de Máximo Gómez fue firmado, el 25 demarzo, el Manifiesto de Montecrlsti . y allí tam-bién escribió José Martí la carta de despedida a sumadre y la carta a Federico Henriquez y Carvajal.(N. de la E.):l Esta carta a Gonzalo de Quesada se considera eltestamento literario de José Marti. fJV. de la E.)4 Carmen Miyarcs y Peoli. viuda de Mantilla.3 Diario de Caracas.6 Diario de Buenos Aires.7 Diario de México." Revista mensual de Nueva York.9 Santiago Pérez.10 Mensuario de Nueva York.1' Traducción no hallada.12 Seguramente de Montecristi a Inagua .1:1 La cursiva es nuestra, y quiere destacar la ideade Marti relacionada con la discreción necesariaal llevar un diario en la guerra. (N. de la E.¡14 ídem.15 Los nombres de Clemencia. Pancho. Máximo. Ur-bano. Bernardo y Andrés, corresponden a los hijosdel matrimonio Gómez Toro.16 Debe referirse a Margarita Gómez Izagirirre.17 Regina y María de Jesús, hermanas del generalGómez.18 En las copias manuscritas que se conocen de estacircular, no aparece el fragmento que aquí se leeentre corchetes, que si figura en el tomo 4 de lasObras completas. Probablemente para esa ediciónse consultó una versión del manuscrito original deMarti, la cual no se ha podido localizar.19 General José Maceo y Grajales.20 Coronel Luis Bonne.21 E. S. Drone.22 Manuel Gutiérrez Nájera.

21 La llegada al campamento del general BartoloméMasó, con sus fuerzas, le hizo interrumpir estacarta que no pudo terminar.24 Estas breves lineas fueron las últimas que escri-bió Marti_pocas horas antes de caer frente al ene-migo luchando por la libertad de Cuba.

Traducciones*

Página 6: De monsieitr. «señor» en francés. Martilo escribe como se pronuncia en creóle.Página 11: «Buenos días, comadre» «Buenos días.compadre».Página 12: «Eso no . eso no. señor.»................: «¡Buen blanco!» «¡Buen blanco!»Página 13: «¡Ah. compadre! No se moleste.» «No.no. amigo. En el camino la persona ayuda a lapersona. Todos somos haitianos aquí.».................: «Dios me ha favorecido.».................: «¡Ah. si!».................: «Cuando usted habla en casa de unamigo, usted habla en casa de Dios.».................: «No: el dinero, no: el pequeño libro, sí.».................: «"vivienda de Mamenette". camino delCabo».Página 14: «Oh. mire eso: blanco también es soldado.»Página 15: «Señor blanco castiga, él pone señor enprisión.».................: «¡Buen papá!».................: «Bien ensillado, bien embridado: nadacomún.».................: «El camino es transitable.».................: «El investigador.».................: «¡Oh. señor: la aristocracia siempre esbien recibida!»Página 16: El Investigador: «es periodista»: «la aris-tocracia no tiene porvenir en este país.».................: «¿Cómo, hermano? No se habla de di-nero con un hermano.»Página 20: «En toda tempestad.

En toda desventura.Tendrá de ti piedadEl Dios de las alturas.»

.................: «el buen Dios».

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DIARIOS DE CAMPAÑA

índice

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«Cuba ya tiene escritos sus nombres con mis ojos»/ 31895 De Montecrisü a Cabo Haitiano/ 51895 De Cabo Haitiano a Dos Ríos/ 22Manifiesto de Montecrisü/ 42Cartas/ 48

A la Madre/ 48A Federico Henriquez y Carvajal/ 48A José Martí y Zayas Bazán/ 50A Gonzalo de Quesuda/ 50A Carmen Mgptt¡* de Mantillay «us hijos/ 53

A C&p^ jKrci<. de Mantilla y .sus bSfimfp$A CañmQMtyaxea- de Mantilla y sus hljc^l^,AF*&S¿Ruenes/58 '",'*.• "QÉPCÍ^r/ 59

ir a los jefes/ 60

ülar política de la guerra / 61 ~"^.

»-•• <?• V*

- ¿ M ;.,-•■"■ - *. ..

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rmen Miyares de Mantilla v sus hijos/ 62Itor de The New York Herald / 64

anuel Mercado/ 70¡eneral Máximo Gómez/ 72

alime^t^^^^unidos por Martí/75 ;

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