mario radrigán rubio y cristina barría knopf - el rol de las cooperativas en un mundo...

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Réseau des universités des Amériques en études sur les coopératives et les associations Red universitaria de las Américas en estudios cooperativos y asociativismo Rede universitaria das Américas em estudos cooperativos e associativismo Network of the universities of Americas in studies on cooperatives and associations EL ROL DE LAS COOPERATIVAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO Coordinado por Mario Radrigán Rubio Co-coordinadora: Cristina Barría Knopf IRECUS UNIVERSITÉ DE SHERBROOKE El rol de coop. final.indd 1 7/23/07 11:16:04 PM

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Mario Radrigán Rubio Y Cristina Barría Knopf - EL ROL DE LAS COOPERATIVAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

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  • Rseau des universits des Amriques en tudes sur les coopratives et les associations

    Red universitaria de las Amricas en estudios cooperativos y asociativismo

    Rede universitaria das Amricas em estudos cooperativos e associativismo

    Network of the universities of Americas in studies on cooperatives and associations

    EL ROL DE LAS COOPERATIVAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

    Coordinado por Mario Radrign RubioCo-coordinadora: Cristina Barra Knopf

    IRECUSUNIVERSIT DE SHERBROOKE

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  • Libro El rol de las cooperativas en un mundo globalizadoCoordinado por Mario Radrign Rubio,Co-coordinadora: Cristina Barra KnopfUniversidad de Chile Nodo Cono sur parte sur

    Supervisin Tcnica Superviso tcnicaSupervision technique Technical supervisionJean-Paul Gravel, IRECUS, Universit de SherbrookeMarie-ve Fortin, IRECUS, Universit de SherbrookeErnesto Molina, IRECUS, Universit de SherbrookeCarole Hbert, IRECUS, Universit de SherbrookeWendy Medina, IRECUS, Universit de Sherbrooke

    Grasmo Graphisme GraphismGraphiq Illustration, Sherbrooke (Qc), Canada

    Montaje Ajuste de pagina Mise en page Page SettingMartel en tte, Montral (Qc), Canada

    Impresin Impresso Impression PrintingMulticopie Estrie, Sherbrooke (Qc), Canada

    Portada Primera pgina - Page Couverture Cover PageMural: El triunfo de la revolucin, Diego Rivera Museo Nacional de Agricultura, Universidad Autnoma de Chapingo, Mexico

    Editado por Editado por dit par Published byIRECUS Facult dadministrationUniversit de Sherbrooke2500, Boul. de lUniversitSherbrooke (Qubec) CanadaJ1K 2R1

    ISBN 978-2-922672-17-6

    UniRcoop, 2007.

    Con la ayuda nanciera de Com o apoio nanceiro de Avec lappui nancier de With the nancial support of

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  • NDICE

    PRESENTACIN

    Cooperativismo y globalizacin Amenazas u oportunidades? Presentacin general del libro 5

    Mario Radrign Rubio y Cristina Barra Knopf

    PRIMERA PARTE

    SECCIN CONCEPTUAL

    CAPTULO 1

    Cooperativismo popular e economia solidria: um contraponto aos impactos da globalizao 17

    Ana Mara Dubeux

    CAPTULO 2

    La globalizacin neoliberal. Tendencias fundamentales. Impacto en el cooperativismo 40

    Consuelo E. Izquierdo Albert

    CAPTULO 3

    A delidade societria en el contexto de la globalizacin. Seus desaos hoje 67

    Jos Odelso Schneider

    CAPTULO 4

    El cooperativismo en la sociedad global Pervivencia de una utopa o forma emergente de organizar la renta del capital? Una ptica desde las cooperativas de trabajo asociado 90

    Jorge Bertullo

    SEGUNDA PARTE

    ANLISIS SECTORIALES Y NACIONALES

    CAPTULO 5

    Un ejemplo de globalizacin desde abajo en Colombia: la experiencia de la comunidad de Santander 111

    Marietta Bucheli

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  • CAPTULO 6

    El rol de las cooperativas en un mundo globalizado. El caso Andino 140

    Rubn Flores A.

    CAPTULO 7

    Cooperativas de produccin y outsourcing 161

    Graciela Lara Gmez y Amalia Rico Hernndez

    CAPTULO 8

    Globalizacin, transformaciones en el mundo del trabajo y cooperativa de trabajadores. La recuperacin de empresas en Uruguay y Argentina 182

    Juan Pablo Mart

    CAPTULO 9

    Globalizacin, representacin y viabilidad en el sector cooperativo argentino 200

    Leandro Iglesias y Mara Piriz Carrillo

    CAPTULO 10

    Tratado de libre comercio con los Estados Unidos y sector solidario en Colombia 224

    Nstor Rodrguez

    PRESENTACIN DE LOS AUTORES

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  • PRESENTACIN

    COOPERATIVISMO Y GLOBALIZACIN AMENAZAS U OPORTUNIDADES? PRESENTACIN GENERAL DEL LIBRO

    Mario Radrign Rubio* y Cristina Barra Knopf **

    En esta sntesis del libro se presenta, en primer lugar, una breve introduccin al concepto y fenmeno de la globalizacin, tal como en la actualidad se experimenta en la vida cotidiana. En segundo lugar, se presenta una visin panormica general sobre el impacto que el fenmeno de la globalizacin tiene sobre el sector cooperativo y, nalmente, en tercer lugar, se entrega un resumen del contenido del presente volumen, que concentra su atencin preferencial sobre el rol que el sector cooperativo puede tener en el contexto mundial de la globalizacin.

    1. LA GLOBALIZACIN: CONCEPTUALIZACIN DE UN FENMENO CONTEMPORNEO

    La globalizacin es un concepto que despierta mltiples signicaciones en diversas disciplinas, como tambin perspectivas con respecto al impacto que hoy en da tiene en la vida de las personas este fenmeno. Es por esto, que al hablar de globalizacin y su inuencia dentro de las entidades de la Economas Social a nivel mundial y en especial para el caso de Latinoamrica, corres-ponde realizar una primera revisin de los componentes que abarca este concepto, como tambin algunas conclusiones con respecto a su posiciona-miento dentro de las economas, y por que no decirlo tambin, dentro de las particularidades culturales de nuestro continente.

    En trminos generales, la globalizacin, tambin conocida por algunos tericos como mundializacin, correspondera a la expresin de una fase de la extensin capitalista la cual tendra como caracterstica principal el fomen-tar la libre circulacin de ujos nancieros y de los bienes econmicos (Subercaseaux, 2002). Este proceso no se encontrara aislado de la estructura

    * Antroplogo social, coordinador, rea de investigacin del Programa interdisciplinario de estudios asociativos, PRO-ASOCIA, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.

    ** Antroploga social, profesional del equipo del Programa interdisciplinario de estudios asociativos, PRO-ASOCIA, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.

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  • 6 EL ROL DE LAS COOPERATIVAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

    socio-econmica de los pases, impactando en la lgica de mercado y estrate-gias que se utilizan para el intercambio de bienes.

    Sin embargo, los requerimientos para la expansin de este fenmeno no slo vendran del mbito econmico; desde la esfera cientca, se han derivado recursos para apoyar estos procesos econmicos, optimizando su efectividad a travs de la utilizacin de tecnologas de comunicacin e informacin, las cuales han podido traspasar barreras que histricamente para el Hombre han sido limitantes de sus afanes de expansin, permitiendo en la actualidad un mayor manejo del tiempo y las distancias. Hoy en da, la estrecha cercana entre puntos geogrcos a travs de medios de comunicacin especializados, as como tambin la inmediatez de interconexin y del fcil acceso a infor-macin variada, llevan a plantear la generacin de un nuevo planeta comu-nicado de manera simultnea, dando paso a la llamada aldea global. Con este concepto, se entiende que la globalizacin permite que todas las socieda-des estn conectadas entre s, teniendo un conocimiento simultaneo cada una con respecto a otra, de forma tal que los cdigos manejados por las diversi-dades culturales, puedan ser manejados a nivel mundial por el resto de los grupos sociales.

    Si bien, el conocimiento de los diversos cdigos podra verse como una ventaja para la integracin y cercana de las diferencias culturales, la dicultad de traduccin desde un lenguaje a otro, entorpecera la inmediatez de la informacin y se perdera la base fundamental de las tecnologas. Por este motivo, es que fue necesario aunar el lenguaje utilizado a nivel mundial, simplicndolo a uno solo, que fuera compartido y comprendido por todas las diversidades culturales.

    Al respecto, el lenguaje matemtico utilizado por las ciencias exactas ha hecho un aporte en este sentido; pero tratndose de sujetos sociales, se haca imperioso concertar un idioma que permitiera difundir tambin los cdigos que competen al lenguaje social humano. Es as como el idioma ingls pasa a establecerse como el nuevo lenguaje mundializado. Siguiendo a tericos de las disciplinas lingsticas, la utilizacin de un nuevo idioma no es tan simple como una simple traduccin del lenguaje propio a otro cdigo, sino que implica un cambio a nivel cognitivo que trasforma las particularidades socio-culturales del sujeto y por consiguiente, del grupo al cual pertenece. La utili-zacin del idioma ingls como lenguaje mundial, sera entendido a su vez como una norteamericanizacin, entendindose como una amplia inuen-cia de las caractersticas de la cultura americana, por sobre las otras, fenmeno que ha sido apoyado por la internacionalizacin de los medio masivos de comunicacin.

    La televisin ha sido la puerta de entrada a diversas marcas comerciales que se instalan en los puntos geogrcos ms diversos del mundo, siendo un ejemplo claro lo ocurrido con una bebida gaseosa azucarada, llamada Coca-

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  • Mario Radrign Rubio y Cristina Barra Knopf 7

    Cola. Si hiciramos un recorrido, podramos encontrar una botella de este refresco en las localidades ms aisladas del planeta. Y todo gracias a la globa-lizacin.

    Sin embargo, no necesariamente este fenmeno debe tener connotaciones negativas, como lo han propuesto los movimientos de anti-globalizacin que se han expandido por el mundo, quienes han satanizado el proceso, tomando como principal cara visible el gobierno de los Estados Unidos y su respectivo mandatario.

    Para algunos tericos, el proceso de la mundializacin no comienza ni termina a partir de la hegemona de Estados Unidos sobre los otros pases, sino que tiene ya una larga data histrica. De este modo, nos llama a remon-tarnos al siglo XV con la expansin desde Europa de navos que cruzaron los ocanos en busca de nuevos mercados, para ampliar la comercializacin. Un segundo momento histrico de la globalizacin correspondera a la expansin de capitales y la trasnacionalizacin que fueron caractersticas del siglo XIX.

    Ambos procesos histricos, en especial el ocurrido durante el siglo XIX, iran de la mano con una debilitacin de los estados-nacin para ejercer soberana sobre sus economas, diluyndose las caractersticas identitarias propias de los pueblos, en favor de los requerimientos que impone el mercado. Llevado esto a la actualidad, veremos como las mejores estrategias para el crecimiento de los pases, se han concentrado en establecer interrelaciones (acuerdos de libre mercado), entre las economas de los pases, que se tradu-cen en la conguracin de polticas ad-hoc a estas relaciones, de modo tal que puedan adecuarse a los efectos en cadena que se generan ante las oscilaciones comerciales de las diversas economas.

    Recordaremos las consecuencias negativas que dej a nivel mundial la llamada Crisis Asitica durante la dcada de los noventa, tan slo por dar un ejemplo. Este hecho, que en muchos pases signic grandes prdidas econmicas, dej entrever el nivel de cercana y comunicacin que las nacio-nes han establecido a travs de las vinculaciones econmicas, llamando a los Estados a tener que prever del resguardo necesario de los mercados internos, como tambin el fortalecimiento a travs de los conglomerados transnacio-nales, acuerdos regionales e interregionales, como tambin la conformacin de bloques econmicos.

    Desde sta mirada ms economicista, la globalizacin ha sido un proceso positivo, en cuanto ha permitido una mayor amplitud de la oferta y demanda, creciendo las oportunidades de eleccin sobre las relaciones econmicas que se establecen.

    Llevado a un plano ms losco, esta amplia gama de posibilidades lle-vara a desligarse de restricciones impuestas por esferas de poder estatal, permitiendo mayores libertades de los individuos. Se acompaara de una reproduccin homognea del desarrollo de los pases, estando exento este

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  • 8 EL ROL DE LAS COOPERATIVAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

    crecimiento de un poder hegemnico que plasme sus propios intereses en el camino que sociedad decida para su evolucin. Hay que denotar que en esta perspectiva no se considera lo restrictivo que es la falta de recursos monetarios para poder entrar a realizar libremente transacciones en el mercado que permitan satisfacer las necesidades especicas de cada persona y cada pas. Esto ltimo no es un tema menor, en cuanto analistas reparan en que el fenmeno de la globalizacin mas que nada ha llevado a ampliar las brechas de desigualdad entre los pases y al interior de las mismas sociedades.

    En este sentido, la globalizacin ha sido considerada como un fenmeno principalmente asimtrico, en donde existen los globalizadores, los globa-lizados, como tambin los excluidos (Garca, 2004). Esta idea es reforzada por estudios realizados por la CEPAL y el PNUD (2004), que demuestran que las dinmicas de integracin que coexisten dentro de la lgica globalizante, tan slo han llevado a ampliar la desigualdad social, acrecentado los rangos de pobreza, concluyendo estos dos procesos en una desintegracin socio-cultural al interior de los pases, siendo un caso ejemplar lo que ocurre dentro de Latinoamrica. Ms an, y retomando lo tratado dentro de la primera postura sobre la norteamericanizacin de los pases, la desintegracin social que conlleva la globalizacin, genera una crisis identitaria dentro de las sociedades, permitiendo que los cdigos del lenguaje comercial entren con mayor fuerza en cada grupo social. La nueva identidad nacional y de los sujetos sociales, es congurada en torno a su poder adquisitivo y los productos a los cuales pueda tener acceso. Con esto, se arma que la globalizacin uniformiza los imagina-rios y los hbitos de consumo, los modos de vida e incluso las prcticas culturales (Subercaseaux, 2002: 19).

    Se llega en este punto al debate que hoy en da est en boga sobre la relacin entre lo global y lo local, las cuales se han encontrado en tensin durante las ltimas dcadas. Sea cual sea de las perspectivas vistas para con-siderar la globalizacin (crecimiento de las oportunidades de oferta y demanda, crecimiento de la inequidad social o amplia inuencia de la cultura de Estados Unidos), en todas pareciese existir un acuerdo con respecto a que las lgicas globalizantes han superado con creces a las particularidades locales, homoge-neizando las culturas de los pases.

    Los primeros estudios al respecto, supieron arrojar alarmantes premoni-ciones con respecto a la desaparicin de las economas locales y la diversidad cultural, en benecio de la homogenizacin globalizante. Sin embargo, investigaciones ms avanzadas, entregan nuevas posturas que salieron en defensa de las particularidades locales, demostrando que su capacidad din-mica de adaptacin les permitira sobrellevar los nuevos contextos mundiales, con lo cual deja entrever su creatividad (Bonl, 1995), lo que aseguraba su permanencia y perpetuidad a lo largo del tiempo. Con esto, se elimina la concepcin de que la diversidad cultural debe entenderse a partir de un

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    purismo cultural, con lo que cualquier cambio en los modos de vida signi-cara una peligrosa contaminacin dentro de los grupos sociales, que amena-zara con su desaparicin. Es realmente en la creatividad de las culturas donde puede verse su real particularidad y en como han podido adaptarse a los cambios, las verdaderas capacidades que tienen como grupo socio-cultural a persistir en el medio.

    No se quiere con esto negar la precariedad que diversos sectores de los pases latinoamericanos han vivido desde la llegada de la globalizacin a sus realidades. El campesinado, los pequeos productores, poblaciones indgenas, entre otros tantos, se han visto visiblemente afectados por las nuevas lgicas establecidas por sus mercados nacionales. La aparicin de grandes empresas trasnacionales y conglomerados econmicos, han re-estructurado la econo-ma interna, regulando la oferta y la demanda a parmetros imposibles de alcanzar por las pequeas economas.

    Consientes de esta situacin y entendiendo la necesidad de adaptarse a los nuevos requerimientos, sin abandonar sus realidades, es que se han construido redes de apoyo entre quienes se han visto perjudicados por los cambios ocurridos. La asociatividad viene a ser un trmino clave en este sentido, reuniendo los intereses de los grupos no tan slo en un nivel econmico, sino que tambin social y cultural, ante su persistencia a no querer desaparecer como entidad particular.

    2. EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIN SOBRE LAS ESTRATEGIAS DE GESTIN DE LAS COOPERATIVAS

    Las cooperativas a nivel mundial desde el ltimo cuarto del siglo XX han tenido que enfrentar el fenmeno de la globalizacin, y todos sus procesos que lleva aparejado, tal como se ha descrito brevemente en el punto prece-dente, y lo han tenido que hacer al igual que todas las otras formas de empresas.

    Y una vez ms el movimiento cooperativo a nivel internacional se ve sometido a fuertes tensiones y cuestionamientos, tanto en relacin a su viabili-dad como forma de empresa en entornos cada vez ms competitivos, como en su capacidad para contrarrestar los efectos ms nocivos de la globalizacin.

    Desde la perspectiva de los desafos mayores que representa la globaliza-cin para el sector cooperativo a nivel internacional, dos han sido destacados como los ms complejos:

    a) Por una parte, la acentuada raigambre local, incluso ms que nacional y regional, de las empresas del sector cooperativo, que efectivamente nacen y se desarrollan en determinadas circunstancias histricas, para satisfacer necesidades y proble-mas no resueltos de colectivos sociales muy concretos. Esta caracterstica evidente se vuelve en una complejidad mayor a la hora de enfrentar el fenmeno de la

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    globalizacin, que por esencia no tiene fronteras, y busca maximizar las ganancias a travs de la movilidad planetaria de los factores productivos.

    b) Y por otra parte, la particular forma de gobernabilidad del sector cooperativo, que tiene en sus prcticas de la democracia econmica, uno de sus pilares identitarios mayores, signica tambin un duro desafo a la hora de la toma de decisiones, en contextos altamente competitivos, en donde el tiempo y la agilidad en la accin se transforman en factores clave de supervivencia empresarial.

    Frente a la perplejidad y a veces impotencia que una parte muy signica-tiva de la poblacin mundial siente y vive ante el fenmeno de la globalizacin, las empresas cooperativas se ven obligadas a buscar la denicin de nuevas estrategias de accin, que les permitan, en primer lugar, su supervivencia en el tiempo, e idealmente el poder aportar a dar un rostro humano y ms equitativo a este proceso mundial.

    Hay actualmente en el sector cooperativo, respuestas o recetas que se puedan adoptar como ecaces y posibles de replicar en los diversos pases?. Al parecer no, como lo demuestran los mismos trabajos que se incorporan en el presente libro.

    Sin embargo, lo anterior no signica que en la actualidad tanto a nivel mundial como especcamente en las Amricas, no se estn desarrollando signicativos esfuerzos en esta direccin, aunque hasta ahora con resultados inciertos y provisorios.

    Por ejemplo, a nivel mundial una de las principales dicultades del sector cooperativo, es la internacionalizacin de sus empresas manteniendo su forma jurdica de cooperativas en terceros pases de actuacin. En la actualidad lo ms habitual es que la inversin directa que una cooperativa haga en terceros pases, adopta la forma de aporte de capital o inversin privada capitalista, con toda la complejidad que ello representa a la hora de poder mantener y reforzar su identidad. En este contexto la iniciativa de la Unin Europea, adoptada nalmente el ao 2003, de crear el estatuto de la sociedad coopera-tiva europea, va encaminada a resolver este punto. En las Amricas se ha logrado avanzar en esta misma direccin?

    Otra situacin que en la actualidad llama la atencin de los especialistas y de los propios actores del sector empresarial cooperativo, son los procesos de deslocalizacin de las actividades productivas, temtica clsica del proceso mundial de globalizacin. En la actualidad no hay acuerdo sobre las mejores estrategias de dirigir estos procesos, a n de mantener la viabilidad empresa-rial de la cooperativa, simultneamente a que se aanza su rol de empresa democrtica y solidaria, tambin con los trabajadores y potenciales asociados de terceros pases.

    Tambin el tema de la integracin y de generacin de economas de escalas, en determinados sectores cooperativos, como el sector agrcola y nanciero, se ven como procesos inevitables, para hacer frente a la concentra-

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    cin econmica de la competencia de la empresa privada capitalista. En este escenario, los procesos de fusin de cooperativas, de creacin de grupos empresariales y consorcios, son una estrategia que se ensaya ya repetidamente por varias dcadas. Qu conclusiones y orientaciones podemos sacar de estos procesos?

    Otro tema de fundamental importancia corresponde a la necesidad de innovar en los mbitos de la relacin e inuencia sobre los poderes pblicos y sus diversos actores, en un contexto en el cual las mismas capacidades y posibilidades de accin de los Estados-Nacin se van cada vez ms restringi-das. La propia identidad del sector cooperativo se ve cuestionada da a da por diversas corrientes ideolgicas y opinin, y en muchas ocasiones el propio sector cooperativo genera una parlisis al no generar estrategias corporativas adecuadas para inuir y hacer ver sus puntos de vista e intereses.

    Como se puede apreciar, nos encontramos en presencia de un contexto mundial que una vez ms pone grandes desafos al sector cooperativo, como en su oportunidad lo hizo la misma Revolucin Industrial, la descolonizacin o la Guerra Fra.

    Se abren tanto amenazas como oportunidades, y entre stas ltimas quiz la ms estimulante es lograr un desarrollo del sector cooperativo y de la economa social, que efectivamente tenga una implantacin planetaria y no un arraigo slo en lo local, y que las crisis que en la actualidad se vive en muchos pases y sectores cooperativos, logre poner en contexto a esos ms de 800 millones de personas que actan cotidianamente en una forma humana y democrtica de hacer economa y gestionar en sus propias manos el mejo-ramiento de su calidad de vida y oportunidades de desarrollo.

    3. ESTRUCTURA Y CONTENIDO DEL PRESENTE VOLUMEN

    El presente libro se concentra especcamente en al anlisis del rol del sector cooperativo y de sus empresa en el contexto de la globalizacin, y para aco-meter esta labor el libro se ha dividido en dos grandes secciones, la primera de las cuales aborda la temtica desde una ptica general y conceptual, y una segunda parte, en donde, desde diferentes perspectivas y realidades nacionales, se abordan anlisis especcos de la relacin entre sector coope-rativo y globalizacin.

    De esta forma en la primera seccin del libro, el trabajo de la profesora Ana Mara Dubeux, de la Universidad Federal Rural de Pernambuco, Brasil, titulado Cooperativismo popular e economia solidria: um contraponto aos impactos da globalizao, nos presenta un anlisis terico-conceptual del fenmeno de la economa solidaria desde una perspectiva comparada inter-nacional, a travs de cuyo esquema se utiliza para explicar el fenmeno del cooperativismo popular en el Brasil contemporneo.

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    En esta misma seccin, un segundo trabajo de la profesora Consuelo Izquierdo, de la Universidad Pinar del Ro de Cuba, nos entrega en su trabajo La globalizacin neoliberal. Tendencias fundamentales. Impacto en el coopera-tivismo, una aguda visin sobre las tendencias actuales del fenmeno de la globalizacin capitalista, y su impacto en las economas de los pases en vas de desarrollo, para de esta forma realizar un anlisis de cuales son las fortale-zas del sector cooperativo, en base a su propio ideario y principios bsicos que le dan sentido desde hace ya ms de 150 aos.

    Un tercer trabajo incorpora el aporte del profesor Jos Odelso Schneider, de la Universidad del Valle del Rio de Sinos, de Brasil, que tiene por ttulo Fidelidade societaria en e marco de la globalizacin, en el cual se adentra en el anlisis del delicado tema de la gobernabilidad cooperativa en los tiempos de la globalizacin, y los diferentes desafos que tiene el sector cooperativo a nivel internacional, tanto para mantener y aportar su propia identidad, como de las propias cooperativas de lograr adecuados niveles de delidad, tanto de sus asociados, directivos y empleados.

    Para nalizar esta primera seccin, el profesor Jorge Bertullo, de la Universidad de la Repblica de Uruguay, con su trabajo El Cooperativismo en la sociedad global Pervivencia de una utopa o forma emergente de organizar la renta del capital?, nos entrega una aguda reexin y un marco de anlisis para buscar las forma tanto de entender, como de resolver los desafos que enfrenta la empresa cooperativa en el marco de la globalizacin, desde una perspectiva del Cono Sur de Amrica.

    Entrando ya a la segunda seccin del libro, un primer trabajo de la profe-sora Marietta Bucheli, de la Ponticia Universidad Javeriana de Colombia, con su aporte titulado Un ejemplo de Globalizacin desde abajo en Colombia: la experiencia de la comunidad de Santander, nos entrega una interesante reexin sobre un caso concreto de la realidad rural de Colombia, en donde se puede comprender la riqueza y la complejidad del fenmeno de la globa-lizacin en el contexto del desarrollo histrico de cooperativas rurales del norte de Colombia.

    Un segundo trabajo del profesor Rubn Flores, de la Universidad Catlica del Ecuador, que lleva por ttulo Los desafos de los Tratados de Libre Comercio con EUA en las cooperativas. El caso Andino, nos presenta un caso concreto de uno de los aspectos ms controvertidos del fenmeno de la globalizacin, como son los procesos de negociacin y rma de los acuerdos de libre comercio, en este caso los TLC de pases andinos con los Estados Unidos.

    Contina esta segunda seccin con el trabajo de las profesoras Graciela Lara y Amalia Rico, ambas de la Universidad Autnoma de Quertaro de Mxico, que concentra su atencin sobre la realidad de las Cooperativas de Produccin y Outsourcing, uno de los temas que ms polmica y debate a suscitado en el mbito cooperativo, en donde en ocasiones el aumento de la

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  • Mario Radrign Rubio y Cristina Barra Knopf 13

    precariedad laboral de los trabajadores se concreta a travs de la constitucin de empresas de trabajo, fruto de procesos de outsourcing o subcontratacin. En este caso se analiza esta situacin en el contexto propiamente mexicano.

    Muy vinculado a la temtica anterior, el trabajo del profesor Juan Pablo Mart, de la Universidad de la Repblica del Uruguay, que lleva por titulo Globalizacin, transformaciones en el mundo del trabajo y cooperativas de trabajo. La recuperacin de empresas en Uruguay y Argentina, se focaliza tambin en la temtica de la relacin del mundo del empleo y el sector cooperativo, en el contexto de la globalizacin, esta vez para analizar el caso concreto de las empresas recuperadas en los aos 90 y ya en el siglo XXI, tanto en la Argentina como en Uruguay.

    El trabajo de los profesores Mara Piriz Carrillo y Leandro Iglesias, de la Universidad Nacional de La Plata de Argentina, Globalizacin, representati-vidad y viabilidad en el sector cooperativismo argentino, realiza un interesante anlisis de la viabilidad del sector cooperativo argentino en el contexto de globalizacin, con especial atencin al sector agrcola, nanciero y de coope-rativas de trabajo.

    Por ltimo el trabajo del profesor Nstor Rodrguez, de la Ponticia Universidad Javeriana de Colombia, concentra su atencin sobre el Tratado de libre comercio con los Estados Unidos y el sector solidario en Colombia, para analizar en detalle tanto la realidad actual del sector solidario en Colombia, como el impacto que tendra en estas empresas un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, para concluir con una serie de indicaciones y reco-mendaciones que sera necesario tener en cuenta para que este proceso no tuviera solo consecuencias negativas en el sector.

    Para nalizar esta breve presentacin de este libro de la Red Universitaria de las Amricas en Estudios Cooperativos y Asociativismo, UniRcoop, y en nuestra calidad de editores de este volumen, slo nos resta agradecer, por una parte, la valiosa e irremplazable colaboracin de cada uno de los co-autores de este libro, sin cuya participacin esta iniciativa no habra sido viable, como tambin, el respaldo y conanza del Comit de Direccin de UniRcoop, al responsabilizarnos de esta contribucin al conocimiento de la relacin entre globalizacin y cooperativismo. Cabe tambin destacar y agradecer el apoyo de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional, ACDI, que ha hecho posible la publicacin de este libro, en el marco del proyecto Modelos de Intercooperacin para las Amricas, coordinado por el Instituto de Investigacin y de Educacin para las Cooperativas y las mutuales, IRECUS, de la Universidad de Sherbrooke, Qubec, Canad.

    Solo queda esperar que estas lneas sean de utilidad tanto para motivar su profundizacin a nivel acadmico, la reexin y accin a niveles las autorida-des y poderes pblicos, y el redoblar la tarea y el compromiso de los propios actores del sector cooperativo y la economa social a nivel de las Amricas.

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  • 14 EL ROL DE LAS COOPERATIVAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

    BIBLIOGRAFA

    BONFIL BATALLA, Guillermo (1995). El Etnodesarrollo: sus premisas jurdicas, polticas y de organizacin, en Obras escogidas de Guillermo Bonl Batalla, tomo 2, Mxico, INAH/INI, p. 464-480.

    GARCA Canclini, Nstor (2000). La globalizacin imaginada, Mxico, Ed. Paids.

    GARCA Canclini, Nstor (2004). Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la inter-culturalidad, Barcelona (Espaa), Editorial Gedisa.

    PNUD (2004). La democracia en Amrica Latina, Santiago (Chile), Programa de las Nacio-nes Unidas Para el Desarrollo.

    RADRIGN, Mario y Karin Baeza (2005). Actualidad e implementacin de la economa social en el contexto de la economa globalizada. Su contribucin al desarrollo, documento para un simposio en el I Congreso Internacional sobre Desarrollo Rural y Economa Social, U. Catlica de vila.

    SUBERCASEAUX, Bernardo (2002). Nacin y Cultura en Amrica Latina. Diversidad cultu-ral y globalizacin, Santiago (Chile), LOM Ediciones.

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  • PRIMERA PARTE

    SECCIN CONCEPTUAL

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  • CAPTULO 1

    COOPERATIVISMO POPULAR E ECONOMIA SOLIDRIA: UM CONTRAPONTO AOS IMPACTOS

    DA GLOBALIZAO

    Ana Mara Dubeux*

    1. TRANSFORMAES NO MUNDO DO TRABALHO E ECONOMIA SOLIDRIA

    1.1 Caracterizao das transformaes no mundo do trabalho

    Atualmente ns nos encontramos no meio de uma vasta transformao social, contraditoriamente colocada entre dois modos de civilizao. A atual revo-luo das tecnologias e dos modos de organizao e suas repercusses diretas sobre as mltiplas formas de produo constitui um dos principais vetores desta mutao. Entretanto, esta ltima no pode ser compreendida sem as demais dimenses estruturais das quais indissocivel, pois cada uma destas dimenses so portadoras de transformaes ao mesmo tempo em que so transformadas. As mudanas que ns devemos enfrentar so ao mesmo tempo profundas e bruscas, de um lado, elas reforam e multiplicam o poder da lgica capitalista, e por outro lado elas criam obstculos imensos e provo-cam novas contradies que, paradoxalmente, permitem de ir para alm deste mesmo modo de vida moderna, industrial, urbana.

    Longe de caminharem na mesma direo, estas transformaes tomam caminhos muito diversos, e s vezes direes diametralmente opostas. No h, no entanto, nenhuma dvida de que o capitalismo se apropria dos bene-fcios gerados pela terceira revoluo tecnolgica (mesmo se no seio desta ltima podem ser identicados embries de outros modos de vida possvel), o que provoca a alegria geral de seus adeptos.

    Esta vasta transformao ressentida nos quatro cantos do globo, mas especicamente nos contrastes existentes entre os pases do Norte e do Sul no que se refere seus respectivos nveis de desenvolvimento e s relaes des-iguais que as duas partes mantm. O processo de globalizao, que hoje no

    * Profesora de la Universidad Federal Rural de Pernambuco

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    pode mais ser considerado como somente econmico, provoca alguns movi-mentos que podem ser considerados como tendncias gerais. Estas ltimas se impem de forma global e inuenciam as relaes econmicas entre os pases e os indivduos, as formas de organizao social, as novas modalidades cultu-rais, em resumo, este conjunto de tendncias marcam o surgimento de um novo paradigma.

    Nesta transio complexa de modo de civilizao, o mundo do trabalho parece se debater, aspirado por um ciclone de transformaes frenticas. Quando o real transforma o slido em efmero, quando o conceito mesmo de trabalho marcado por modicaes profundas, ao ponto de ser difcil em nossos dias conceituar e caracterizar o que entendemos por classe operria visto a sua fragilidade, o que possvel distinguir ? Mesmo se ainda possvel identicar as grandes linhas estruturais comuns, estas ltimas tm efeitos desiguais sobre uma formao social capitalista heterognea, nas quais sempre coexistiram modos de produo diferentes, respondendo ritmos histricos distintos. Alis, no devemos nunca perder de vista que existem vrios mundos do trabalho, profundamente diferenciados e ao mesmo tempo amalgamados.

    O problema do emprego, ou talvez melhor da falta de emprego, est no centro de uma problemtica que se estabelece em torno de transformaes operadas pelo capitalismo no mundo do trabalho. Diferentes autores se lanaram na discusso da questo do futuro do trabalho em nossa sociedade1. Nesta perspectiva, ns no nos situamos nem do lado daqueles acreditam no m do trabalho como uma possibilidade; nem do lado dos que defendem o combate do desmantelamento do assalariado na perspectiva do liberalismo social ou da social democracia. Ao contrrio, ns acreditamos na possibilidade de uma terceira via para o trabalho Laville (1999). Uma via, onde os sujeitos seriam mais responsveis de seu prprio futuro, na construo de seu coti-diano no seio de suas prprias organizaes ou empresas. Uma via da econo-mia plural, onde a economia mercantil, a economia da redistribuio e a economia no monetria encontrariam seu lugar em prticas que poderiam reconciliar o trabalho com o seu princpio primeiro de vnculo com o social. Mas para denir uma via que v nesta direo, mudanas profundas se impem nas condies impostas no modelo de complementariedade existente entre o Estado e o mercado, que provoca hoje a excluso de milhares de tra-balhadores do mundo do trabalho.

    Ns nos encontramos ento face uma mudana de paradigma, que altera profundamente nossa cosmogonia ocidental de tipo dualista e maniquesta.

    1. Sobre esta questo ver Olivennes (1994), Clinton (1997), Schor (1991) Brender & Pisani (1999), citados por Laville (1999), Meda (1995), Gorz (1988), Castel (1995), entre outros.

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    Na corrente do pensamento social, so numerosos aqueles que reconhecem que no h mais lugar para as armaes que giram em torno do fato de que a polarizao absoluta e totalitria entre capital e trabalho que constitui o antagonismo que determina toda sociedade. Esta uma forma positivista de observar o real. Mas no se trata tambm de armar que no existem mais nem classes sociais nem conitos de classe, mas talvez de compreender que a velha interpretao da sociedade dividida entre burgueses e trabalhadores serve cada vez menos compreender a complexidade de uma sociedade, onde a nova diviso social do trabalho aumenta o carter heterogneo da classe dos trabalhadores e provoca evidentes segmentaes em seu seio. Os trabalhado-res mais qualicados, mesmo se eles vendem sua fora de trabalho ao capital e fazem parte da classe dos trabalhadores, parecem mais serem uma espcie de trabalhadores-capitalistas, possuindo profundas anidades com os pro-prietrios dos meios de produo.E o que que une os assalariados intelec-tuais, portadores de conhecimentos cientcos, que so inovadores no processo de produo com os funcionrios do Estado, os operrios, os trabalhadores administrativos, os independentes, os desempregados ? No existe uma perspectiva nica que comungariam estes e estas que no pertencem bur-guesia, fora os aspectos que nos dividem a todos (a subjetividade, o fosso entre as geraes, o gnero, a etnia, etc.)

    Esta mudana de paradigma atinge de forma profunda as regras do jogo no que se refere organizao do assalariado. O modelo de racionalizao taylorista das empresas implantado partir dos anos 40, conseguiu durante anos garantir a submisso dos trabalhadores e produzir excessos geradores de um forte crescimento econmico, pelo menos no que se refere aos pases do norte. Este crescimento econmico ainda explicado pelo casamento perfeito entre o Estado e o mercado. De um lado, os processos de racionalizao da produo aumentam os ganhos de capital; do outro, o Estado atravs da criao de mecanismos de proteo social, subvenciona e orienta este crescimento.

    a apario neste perodo de um forte crescimento de um crculo virtuoso entre produo e consumo de massa, sem esquecer que a promoo social torna-se uma realidade vivida por um grande nmero de famlias. Esta excepcional complemen-tariedade entre econmico e social, provoca o esquecimento de que a solidariedade organizada em torno do estado redistributivo indexada sobre o crescimento, que os modos de vida populares perdem uma larga parte de sua autonomia ou que os ser-vios pblicos elaboram respostas s necessidade sociais sem se preocupar da expre-sso dos usurios. O futuro parece radioso (Laville, 1999: 51).

    No Brasil, o processo de regulamentao do assalariado se implanta partir dos anos 40 com a criao da CLT (Consolidao das Leis do Trabalho). Esta legislao, que garante a regulamentao do mercado de trabalho pelo Estado foi, em seguida, bastante melhorada pela criao do FGTS (Fundo de

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    Garantia por Tempo de Servio), o seguro desemprego, a eliminao do controle estatal sobre os sindicatos e as reformas incorporadas com a promul-gao da constituio de 1988, como por exemplo a semana de 44 horas, o 1/3 de salrio adicional sobre as frias, entre outros.

    Porm, mesmo se o Brasil desenvolveu seu sistema de proteo social partir dos anos 40, de uma maneira geral, este ltimo possui uma srie de distores e disfunes. Segundo Draibe (1990: 15-17), o welfare state brasi-leiro se carcateriza por:

    Um alto grau de ineccia e de programas sociais no ecientes; Uma superposio de competncias, agncias, pblico-alvo, objetivos, etc. Importantes distores nos alvos dos programas sociais que possuem uma ten-

    dncia a no beneciar as camadas mais necessitadas da populao; A forma compartimentada como so concebidas e tratadas as carncias sociais,

    partir da fragmentao da demanda e da pulverizao de recursos nanceiros, humanos e institucionais mobilizados;

    A lentido dos processos de alocao e aplicao de recursos, o que gera um alto grau de perdas e tambm uma proporo absurda da absoro de recursos antes mesmo da implementao dos programas (Isto era ainda mais verdadeiro antes da implantao do Plano Real pois os recursos desapareciam em funo da inao)

    Uma indesejvel distncia entre, de uma lado, os responsveis pela formulao e pela execuo, e de outro, os benecirios, isto , uma certa incapacidade dos programas sociais face s caractersticas da demanda;

    Um quase total ausncia de mecanismos de controle e avaliao dos programas sociais, e em conseqncia, a impossibilidade de corrigir agilmente as decincias ou inibir os usos clientelistas ou fraudulentos dos benefcios;

    O exagerado grau de instabilidade e descontinuidade dos programas sociais, principalmente daqueles responsveis por inovaes, experimentos, etc;

    Um peso desproporcional dos interesses burocrticos, corporativos e privados nas denies das dinmicas de funcionamento da mquina social do Estado.

    Alm das caractersticas citadas, a autora coloca em evidncia problemas relacionados questo do nanciamento destes programas e o fenmeno da privatizao dos programas sociais, principalmente no que se refere aos programs de sade e educao.

    A mesma autora, publica em 1999 uma outra anlise sobre a evoluo das poltica sociais aps a implantao das reformas implementadas pelo governo na ltima dcada. Ela conclui neste trabalho que, independentemente das rerformas estruturais realizadas nos programas sociais nos campos da edu-cao, da sade, de apoio ao trabalhador e do combate pobreza, nosso welfare state possui ainda uma srie de disfunes corrigir, o que explica que, mesmo se constatamos uma certa aliana entre Estado e mercado no Brasil, a mesma no se desenvolve nas mesmas condies que nos pases desenvolvidos.

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    Em tais pases, o modelo de crescimento que caracteriza os trinta glorio-sos, entra em colapso e as primeiras ssuras aparecem desde 1960, pela emergncia de novos movimentos sociais, pelo desejo de participao nas diferentes esferas da vida social, pela reivindicao da igualdade de relao entre sexos e geraes, entre outros. Mas, a maior de todas as transformaes veio mais tarde com o movimento de internacionalizao da economia (Laville, 1999: 53).

    De fato, as sociedades baseadas no assalariado so nacionais e a interde-pendncia crescente das economias lhes pertuba enormemente. Tais pertu-baes so sentidas principalmente em termos das diferenas entre demanda e produtividade, da exacerbao da concorrncia internancional, da transfor-mao da natureza das demandas, da volatilidade dos capitais, entre outros.

    Ainda que na economia globalizada o capital nanceiro circule em toda liberdade nos circuitos virtuais, a fora de trabalho ainda local, o que no impede sua conexo com o circuito globalizado. Porm, tal conexo nem sempre se d numa perspectiva construtiva onde os trabalhadores possam aproveitar das facilidades que a evoluo tecnolgica e a existncia de um modo de vida globalizado oferecem.

    No Brasil, esta conjuntura se estabelece de forma bastante complexa e sobretudo a excluso (ao contrrio da conexo) social e econmica de milha-res de trabalhadores, de diferentes formaes, prosses, classes sociais, que ser o caminho tomado por milhares de trabalhadores em nosso pas.

    1.2 As conseqncias das transformaes no mercado de trabalho brasileiro e a economia solidria

    No Brasil, aps 20 anos de ditadura militar, o retorno democracia acontece apesar das diculdades econmicas. Tal processo, marcado por contradies, tem como consequencia um panorama econmico complexo que faz com que o Brasil, alm da superao das diculdades polticas, adotou solues, nem sempre democrticas, para tentar sair da crise econmica.

    Durante os 20 anos de ditadura, o desenvolvimento da indstria e da urbanizao elevaram o pas no nvel das 10 maiores potncias econmicas mundiais. O processo de crescimento, sem socializao das riquezas, fez com que tais riquezas fossem concentradas nas mos de uma pequena parcela de uma sociedade onde os ndices de pobreza e misria cresceram no mesmo ritmo da inao galopante e da dvida externa do Brasil.

    No incio dos anos 80, como nos demais pases da Amrica Latina, o Brasil se insere no movimento da globalizao da economia, sem no entanto possuir o instrumental necessrio para enfrentar tal processo. Apenas para citar alguns dos elementos que impediram uma insero mais tranquila neste processo, podemos citar o frgil welfare state brasileiro (que podemos mesmo ter a

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    audcia de denominar de estado de mal-estar social), a elevao da inao e o aumento dos ndices de pobreza e misria.

    A globalizao, nesta poca, aparece como sinnimo de excluso social e, sob diversas formas, de excluso de milhares de pessoas do mercado formal de trabalhp. Como arma Singer (1998), as diculdades de acesso ao mercado formal de trabalho se explicam de maneira individual ou estrutural. Individual pois as pessoas no possuem as qualicaes exigidas pelo mercado ou porque elas no cessam de migrar para os postos onde suas competncias so requeridas e estrutural pois o tamanho da demanda de trabalho depende da soma das decises individuais de produo de um grande nmero de estruturas de compe-tio.

    Nos anos 70, o Brasil com seu excedente de mo de obra no qualicada, foi, de uma certa maneira, utilizado pela diviso internacional do trabalho e serviu implan-tao de indstrias de todos os tipos. Com a crise econmica que atravessa o pas, se instalam, ao mesmo tempo, o colapso do modelo poltico desenvolvimentista e a reverso das tendncias de crescimento de sua economia. Assim, enquanto que a dcada de 80 foi marcada pela primeira fase de regresso industrial do pas, os anos 90 podem ser vistos como a cena da segunda fase da trajetria brasileira de regresso industrial. Durante estes 20 anos de desorganizao do parque produtivo domstico, os anos 80 tambm representaram o momento da desarticulao do desenvolvimento industrial interno, enquanto que os anos 90 simbolizaram o desmantelamento da antiga estratgia de crescimento industrializante, com consequncias para o futuro do pas (CESIT, 2002: 1).

    A problemtica descrita nos leva concluso de que uma grande mutao est em processo. Uma transformao que se faz a partir das transformaes no modo de produo capitalista mas que tem conseqncias na vida social e na mentalidade das pessoas. Esta transformao estrutural pode ser compa-rada quela vivida no sculo XIX, perodo durante o qual se generaliza o modo de produo capitalista, mais exatamente no momento onde se acele-ram as transformaes vinculadas ao re-investimento nas indstrias dos lucros acumulados por seus agentes dominantes onde as regras se institucio-nalizam e se transformam em regras dominantes de um novo sistema scio-econmico (Vienney, 1982: 63).

    Esta transformao estrutural, nos dois perodos, ou seja o atual e o do sculo XIX, se apresenta como uma evoluo que tem importantes con-seqncias para os trabalhadores. Nesta perspectiva os trabalhadores reagem face ao processo de excluso que se processa no bojo da evoluo de um modo de produo. De fato, nos dois perodos, foram as iniciativas de economia social ou solidria2, que serviram de porta de sada:

    2. Segundo Defourny & Develtere (1999: 22) o conceito de economia solidria no deve ser visto como um concorrente ao de economia social mas ele permite talvez insistir sobre a

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    [] aos trabalhadores artesanais que queriam salvar suas ocupaes, continuar donos de seu prprio trabalho ao invs de se deixar aprisionar numa classe assala-riada afastada das conquistas sociais, que lhes despossua da capacidade de comandar seus prprios instrumentos e modos de trabalho (Defourny y Develtere, 1999: 44).

    Assim, o movimento de reao dos trabalhadores s transformaes do capitalismo parece ser cclico. E, tais ciclos parecem se repetir atravs dos tempos em todos os movimentos que se caracterizam historicamente pela utopia solidria, pela ajuda mtua, pelo fato de caminhar contra a corrente da ordem scio econmica das coisas possuem uma identicao com o que denominamos atualmente no Brasil de Economia Solidria.

    O debate conceitual em torno da temtica vem sendo intenso no Brasil a partir dos anos 90 e no ainda possvel armar que exista um consenso em torno da denio de um modelo que evidencie os contornos de tal fenmeno em nosso pas. Inmeros so os autores que trabalham atualmente com a temtica dentre os quais podemos destacar Singer (2000), Gaiger (2001), Jesus (2003), Dubeux (2004), Frana Filho (2004), dentre outros. Mas, em linhas gerais h uma consonncia entre os mesmos para armar que a Economia Solidria pode ser denida como o conjunto de atividades econmicas sub-metidas vontade de uma ao democrtica onde as relaes sociais de solidariedade superam o interesse individual ou os benefcios materiais.

    A denio apontada pode talvez nos levar a estabelecer relaes entre a economia solidria e a economia social, conceito mais consolidado em mea-dos do sculo XX. Em nosso entendimento, a maior diferena existente entre as duas abordagens que a economia solidria resgata a dimenso scio-poltica existente no nascedouro da economia social que se perde ao longo do tempo. Num contexto de forte concorrncia, as cooperativas, principais representaes de tal economia, terminam por se impregnar de uma lgica de funcionamento que tende a lhes identicar s empresas capitalistas e elas terminam por viver o fenmeno do isomorsmo institucional, que caracte-riza-se pelo fato de que as mesmas funcionam nos mesmos moldes das empresas capitalistas (Enjolras, 1996). A preocupao com a perenidade (principalmente econmica) das empresas, atenua de certa forma um projeto poltico mais amplo e estratgico e elas se transformam a tal ponto que so verdadeiros grupos nanceiros que aparecem progressivamente como

    ambio primeira da economia social que recusava de certa maneira as interaes entre econmico social e poltico. Acrescentamos a esta observao o fato que, mesmo se a economia solidria aponta para uma vinculao com os princpios da economia social, ela parece, das idias dos autores que a defendem representar um projeto mais amplo, um modelo de ao coletiva onde o principal desao a articulao entre a interveno do Estado e as iniciativas da sociedade civil para uma democratizao das relaes sociais (Laville, 1999).

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    instituies cooperativas tpicas das economias capitalistas desenvolvidas (Vienney, 1982: 108)

    A economia solidria, ou economia plural, acentua a pluralidade dos princpios econmicos e enquanto corrente de pensamento baseia-se nas reexes de Mauss (1978), Polanyi (1983) e muitos outros autores que pro-pem uma denio extensiva da economia distinguindo trs princpios fundamentais: o mercado, a redistribuio (representada principalmente pelo Estado) e a reciprocidade (representada principalmente pela sociedade civil organizada).

    Segundo estes autores, pensar na perspectiva de interseo de tais princ-pios, que signicam na prtica polos econmicos diferenciados (O Estado, o Mercado e a Sociedade Civil organizada), tem provocado uma reexo mais aprofundada em torno das polticas socialistas ou social-democrata de combate ao desemprego, pois elas tomam um outro caminho. A economia solidria no pode ser considerada como um remdio ao desemprego e nem to pouco uma alternativa ao capitalismo com armam certos autores, mas como a proposio de realizar

    [] novas construes polticas que concernem os trs polos da economia: a demo-cratizao da economia de mercado pela introduo de regras sociais internacionais e pelo apoio aos investidores abandonados pelo sistema nanceiro, reforo da econo-mia no monetria atravs da criao das redes de trocas e autoproduo coletiva, combinaes originais entre os trs polos atravs da construo de servios locais (Laville, 1999: 178).

    A economia solidria no pode ento ser considerada como um novo modo de produo, sob o risco de ter um espao residual na vida social. No ponto de partida atual, pouco importa o formato que ela assumir no futuro, mas o que importa de fato o critrio fundamental da praxis: somente uma nova prtica a possibilidade de um outro tipo de insero no mundo do trabalho e da economia pode gerar uma nova conscincia e provocar, sucessivamente, novas mudanas na prtica, gerando um movimento circular. O papel principal que assume a economia solidria o de oferecer a prova palpvel que a autoproduo no inferior gesto capitalista no desenvolvi-mento das foras produtivas, por dispor de vantagens que so resultantes de sua forma social e de produo especcas (Singer, 2000: 28).

    No Brasil, o campo da economia solidria foi recentemente melhor caracterizado atravs da realizao do primeiro mapeamento dos empreen-dimentos econmicos solidrios em nosso pas. A gura 1 demonstra a complexidade deste campo.

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    FIGURA 1

    Grupos de atores da economia solidria em Brasil

    Fonte: Atlas da Economia Solidria no Brasil, MTE / SENAES (2006)

    A gura demonstra claramente trs grupos principais de atores da econo-mia solidria em nosso pas:

    O grupo das entidades de apoio e fomento aos empreendimentos econmicos solidrios, formado por ONGs, universidades, sindicatos, igrejas, entre outros.

    O grupo das organizaes criadas pelos trabalhadores com o objetivo de encon-trar alternativas de insero scio-econmica. Neste grupo encontramos princi-palmente as cooperativas, as empresas autogestionrias, os grupos produtivos (mesmo informais) rurais e urbanos, as redes e cadeias econmico-solidrias, as associaes, dentre outras.

    Finalmente o terceiro grupo que formado pelos gestores pblicos que comeam a fomentar polticas pblicas de economia solidria nas tres esferas de governo (federal, estadual e municipal).

    O conjunto de atores citados indica que est em curso a construo de uma arena pblica de debates em torno da questo da economia solidria. A construo de espaos pblicos autnomos, como o caso do Forum Brasileiro de Economia Solidria3, contribui para a conformao de uma concepo de

    3. O Forum Brasileiro de Economia Solidria tem atualmente 27 representaes estaduais que dialogam com o poder pblico, com os empreendimentos e com as entidades de apoio

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    economia que se alicera no enraizamento social e se projeta na perspectiva de transformao da sociedade onde se insere.

    2. COOPERATIVISMO NO BRASIL: DILEMAS E PERSPECTIVAS

    2.1 O histrico do movimento cooperativo no Brasil Da colonizao aos anos 80

    Nossa proposta neste artigo a de analisar o cooperativismo popular enquanto uma das manifestaes da economia solidria no Brasil e de contraponto ao processo de globalizao. Para compreender a congurao do movimento cooperativo no Brasil atual, imprescindvel retomar a sua evoluo histrica, pois o passado essencial para que possamos compreender o presente. Existem poucas obras que sistematizam este histrico e a nossa sistematizao se apia principalmente na obra As grandes coordenadas da memria do Cooperativismo Brasileiro, de Diva Benevides Pinho (1991). Este trabalho constitui a referncia mais completa acerca da histria do cooperativismo no Brasil.

    Entretanto preciso ressaltar que a obra citada apresenta vrias lacunas uma vez que um trabalho muito mais descritivo do que analtico dos pro-cessos existentes. Alm disso, a obra no estabelece uma relao mais crtica da evoluo do cooperativismo com as transformaes polticas, econmicas e sociais da sociedade brasileira. Utilizaremos esta diviso histrica e proce-deremos a uma anlise sucinta de cada perodo. A periodizao proposta pela autora a que se segue:

    a) 1888/1931: As idias e realizaes pioneirasb) 1932/1965: O crescimento do cooperativismo; apoio legal e constitucional c) 1966/1970: Crise e reorganizao do sistema cooperativo brasileiro;d) 1971/1987: A renovao legal, estrutural e instrumental

    Aos quatro perodos propostos, a autora apresenta um quinto perodo que denomina A partir de 1988: na via da modernidade e da autogesto, que ns denominaremos Anos 90: renovao das prticas e surgimento do coopera-tivismo popular.

    O perodo que vai de 1888 1937, por ser muito extenso, apresenta caracte-rsticas muito variveis. Na realidade, este perodo tem suas razes num perodo anterior, quando comeam as primeiras experincias de carter associativo em nosso pas. Alis talvez o associativismo quem vai exercer uma maior inuncia nas prticas existentes desde a colonizao at 1889 (ano de proclamao da repblica), pois no existem registros de uma verda-deira prtica cooperativista antes desta poca.

    e fomento que apoiam o movimento de fortalecimento da economia solidria no Brasil. Para maiores informaes consultar www.fbes.org.br

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    As primeiras experincias associativas no Brasil ocorreram nos primrdios da colonizao. Tais experincias possuem duas caractersticas marcantes:

    1) Algumas so experincias criadas por uma certa parcela da populao que, de certa maneira, era marginal na sociedade como um todo. Nesta poca uma das experincias mais signicativas so as dos quilombos que comearam acontecer a partir de 1600. Os quilombos eram formados por escravos fugi-tivos que se organizavam em um espao geogrco e viviam em seu cotidiano a partir dos princpios da solidariedade e da democracia.

    2) No segundo grupo, poderamos citar os chamados movimentos mes-sinicos sebastianistas de origem portuguesa, que guardavam algumas das caractersticas das cooperativas comunitrias integrais. Esta tradio comu-nitria presente, que possuam uma grande semelhana com a histria da economia social na Europa, que se inicia no sculo XVIII com as experincias de compagnonnage. Assim como na Europa, estas experincias, sobretudo as do primeiro grupo, no foram muito bem vistas pelo Estado, que tenta por vrios meios lhes desmantelar, pois as mesmas representam uma ameaa ordem poltica estabelecida. Um exemplo bem brasileiro das intervenes do Estado nesta direo o artigo 179 25 presente na primeira Constituio promulgada aps a independncia (1824), que probe as corporaes ou qualquer outra experincia associativa.

    Mas, justamente a partir desta poca que chegam os primeiros imigran-tes de origem europia que se instalam principalmente na regio sul do pas. Esta regio transforma-se ento num palco de vrias iniciativas de carter democrtico e solidrio como, por exemplo, as experincias fourieristas de cooperao integral no Paran e em Santa Catarina; a Fundao Alem de Apoio Mtuo. Tais comunidades tinham uma organizao bastante singular relativamente margem da sociedade brasileira da poca, uma vez que era o princpio da solidariedade que orientava as diversas atividades associativas desenvolvidos pelas mesmas tais como apoio mtuo, assistncia sade, esportes, msica, artes, etc.

    Nos anos que precedem a proclamao da repblica surgem diversas experincias que possuem uma caracterstica ao mesmo tempo social e reli-giosa que parecem ser um reexo das lutas sociais caractersticas deste perodo. A mais famosa destas experincias foi a de Canudos, cujo lder era Antonio Conselheiro; ela se caracteriza pela construo de uma vila santa onde os princpios e regras de vida comum eram regidos pela f e a orao colocadas servio da construo de um modo de vida oposto ao praticado pela sociedade brasileira da poca. Um outro aspecto marcante deste perodo foram as resistncias organizadas pelos trabalhadores livres face precarie-dade de suas condies de trabalho. Eles se organizam politicamente (agru-pamentos republicanos, positivistas, evolucionistas, socialistas utpicos, marxistas, anarquistas e outros) e em associaes (Unies, Associaes, Ligas

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    e Sindicatos), criando frequentemente organizaes de consumo e de crdito rural e urbano, de tipo cooperativo (Pinho,1991: 25).

    Segundo a mesma autora, a primeira cooperativa criada em solo brasileiro foi a Associao Cooperativa dos Empregados da Companhia Telefnica, em 1891, em Limeira, estado de So Paulo. A proclamao da repblica conduz uma crise econmica e provoca, como corolrio, uma nova onda de experincias associativas. Observamos aqui uma caracterstica do movimento cooperativista no Brasil que parece ser a conseqncia de uma histria coo-perativa que no tinha a tradio de ser vinculada ao associativismo, ou seja, a cada vez que o pas atravessa uma crise econmica grave, a sociedade parece se mobilizar a m de encontrar alternativas a esta crise, e neste momento o movimento cooperativista parece recobrar suas foras. Mas ainda impor-tante precisar que a maioria das experincias implementadas nesta poca acontecem nos estados do sul e sudeste do pas, onde a concentrao dos imigrantes europeus era mais forte.

    O incio do sculo XX corresponde aos primeiros gestos de reconhecimento do movimento cooperativo pelo Estado brasileiro e sua institucionalizao. Em 1907, aparecem as primeiras leis que regulamentam as cooperativas, fundadas sobre os princpios das cooperativas pioneiras de Rochdale. Em geral, as cooperativas criadas nesta poca so agrcolas ou nascem de movi-mentos de resistncia dos trabalhadores. Mas a partir de 1918, perodo durante o qual se intensica no Brasil o processo de industrializao, para responder s demandas internas e substituir a importao de produtos industrializados, vrios bancos cooperativos, urbanos e rurais so criados. Assim, nascem as primeiras cooperativas de crdito. Os bancos cooperativos estimulam aparen-temente a criao de outros tipos de cooperativas como, por exemplo, as cooperativas de consumo e as cooperativas escolares.

    O segundo perodo, que vai de 1932 1965, marcado, segundo Benevides Pinho (1991), pelo crescimento do cooperativismo com um apoio legal e constitucional. O primeiro decreto considerado como um grande avano em direo institucionalizao das cooperativas no Brasil o decreto 22.239 de 19/12/1932, pois, pela primeira vez, a lei vai reconhecer as cooperativas como sendo sociedades de pessoas e no de capitais, de natureza jurdica sui generis, e dotadas de caractersticas especcas. A partir desta lei, as experin-cias cooperativas se multiplicam pouco a pouco, o que leva publicao de todo um aparato legal para lhes regulamentar. A autora cita as seguintes leis e decretos como sendo mais importantes.

    Em 1933 O decreto 23.611 que permite a criao de consrcios cooperativos. Em 1934 A Constituio Federal de 1934 que assegura a liberdade sindical (art.

    113), a pluralidade e a autonomia sindicais (art. 120), e garante a liberdade de associao, assim como a sua no dissoluo, salvo sob deciso judiciria; o

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    decreto 24.647, que anula o decreto 22.239/32, institui o cooperativismo sindical atravs de consrcios prossionais - cooperativos.

    Em 1937 A Constituio Federal que garante a liberdade de associao (art. 22); a liberdade de associao prossional ou sindical (art. 138); e atribui aos Estados a competncia para criar leis sobre as cooperativas (art. 18) com o objetivo de complementar a legislao federal.

    Em 1941 O decreto 6.980 que aprova a regulamentao sobre a scalizao das sociedades cooperativas.

    Em 1946 A constituio Federal que rearma a liberdade de associao (art. 141) e garante o direito de greve.

    Em 1964 A lei 4595 Reforma bancria e reforma das normas da poltica nanceira do governo federal. Esta reforma acaba com quase todas as coopera-tivas de crdito existentes no Brasil da poca. A reforma s admitir as coopera-tivas de economia e crdito mtuo (na semelhana das Casses Desjardins) cujo primeiro registro de existncia em 1965.

    Alm da legislao evidenciada acima, outros elementos devem ser consi-derados pois eles contriburam fortemente ao processo de institucionalizao das cooperativas: a criao de organismos representativos e de organismos de apoio s cooperativas, assim como o aparecimento das primeiras federaes nacionais de cooperativas.

    O primeiro elemento se subdivide em dois movimentos, um que acontece por dentro do Estado brasileiro, com a criao de departamentos para apoiar as cooperativas, e outro, no seio da sociedade civil, com a organizao dos primeiros organismos representativos das cooperativas; estes ltimos fundam as bases do que hoje denominamos de Sistema OCB4.

    Em relao ao primeiro movimento, no seio do Estado, vejamos quais foram os principais fatos evidenciados no trabalho de Benevides Pinho (1991) e que demonstram a relao, de certa forma umbilical, estabelecida entre o Estado e o movimento cooperativo em nosso pas:

    Em 1933 Criao do Departamento de Assistncia ao Cooperativismo (DAC) no interior da Secretaria de Agricultura do Estado de So Paulo. Este organismo foi pioneiro na Amrica Latina em funo do apoio estatal s cooperativas.

    Em 1938 A criao da Comisso de Assitncia ao Cooperativismo (organismo de carter consultivo) e da Seo de Cooperativismo (organismo executivo) no Departamento Nacional de Agricultura, transportes e obras pblicas.

    Em 1941 No estado da Bahia, a criao do Departamento de Assistncia ao Cooperativismo, que se inspira no de So Paulo criado em 1933.

    No que se refere ao segundo movimento, o da organizao dos primeiros organismos representativos das cooperativas no Brasil, realamos os principais fatos apontados pela mesma autora:

    4. OCB Organizao das Cooperativas do Brasil, organismo que o representante ocial das cooperativas no Brasil. O signicado de sua ao ser discutido ao longo deste trabalho.

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    Em 1944 1 Congresso Brasileiro de Cooperativismo, realizado em So Paulo, que comemora o centenrio da experincia smbolo dos pioneiros de Rochdale.

    Em 1952 Criao da Unio das Cooperativas do estado de So Paulo (UCESP) Em 1956 A Unio Nacional das Associaes Cooperativas (UNASCO) trans-

    forma-se em pessoa jurdica. So liadas a este organismo as Unies de vrios estados brasileiros: ASCOOPER, UCOEG, UCEMG, ASCOOPAG, UCERJ, UCEB, UCEC, UCEP, UCOAL, UCEPB, UCEG, UCTA todas elas so sociedades civis sem ns lucrativos e representantes das cooperativas brasileiras;

    1960 2 Congresso de cooperativismo do estado de So Paulo 1964 Criao da Associao Brasileira de Cooperativismo (ABCOOP) como

    porta-voz das cooperativas brasileiras; 1965 2 Congresso Nacional de Cooperativismo em Recife.

    O perodo seguinte que vai de 1966 1970, marcado pelo incio da ditadura militar no Brasil. Este perodo comea com a promulgao do decreto 59 de 21/11/1966, que dene a poltica nacional de cooperativismo, cria o Conselho Nacional de Cooperativismo e anula o decreto 22.239. Este decreto impe ainda um sistema muito restrito de controle das cooperativas pelo Estado, atitude tpica da ditadura governamental, rejeitada vigorosamente pelos movimentos cooperativos em seu conjunto. Do ponto de vista do movimento cooperativo, o fato mais marcante deste perodo a criao da OCB (Organizao das Cooperativas do Brasil), em 1969, a partir da unicao da UNASCO (Unio Nacional das Associaes Cooperativas) e da ABCOOP (Associao Brasileira de Cooperativas).

    Aps 1970, a modicao mais signicativa a promulgao da lei 5.764 de 16/12/1971, que dene a poltica nacional de cooperativismo, institui o regime jurdico, estabelece a organizao e o funcionamento das sociedades coope-rativas. Esta lei reconhece a OCB como representante do movimento coope-rativo e refora suas representaes nos estados. Nesta poca, um fenmeno parece ser evidenciado uma vez que

    [] evidente que a relao que se estabelece entre o Estado e certos elementos das organizaes cooperativas no podem ser pensados independentemente de suas implicaes para os demais associados. Para os governantes no poder, tratava-se de controlar os dirigentes das organizaes cooperativas, mas sobretudo, de controlar por seu intermdio o conjunto de tais organizaes e de inuenciar o contexto onde as mesmas estavam inseridas (Haubert, 1987: 500).

    necessrio ento evidenciar que, nesta poca, a relao quase umbilical que se estabelece entre o sistema ocial de representao das cooperativas e o Estado autoritrio ainda mais forte. A lei 5.764/71, infelizmente, ainda at o presente momento o instrumento legal que regulamenta a organizao das cooperativas no Brasil. E, mesmo se vrios dos seus aspectos j foram modi-cados, ela no se adapta mais s transformaes vividas pelo movimento cooperativo no Brasil.

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    O pequeno histrico que aqui sistematizamos demonstra que as razes do movimento cooperativo no Brasil se ncam no incio do processo de coloni-zao. Entretanto, durante os 500 anos de estruturao, o Brasil no conhece uma verdadeira tradio cooperativista, como por exemplo, na Europa, onde 60 % da populao dos pases do norte, em 1965, deram liados a uma coope-rativa; Na Inglaterra ou na Sucia, onde 50% das famlias so vinculadas uma cooperativa de consumo; Nos Estados Unidos ou na Frana, onde 25% da populao pertence a uma cooperativa; Na argentina 20% e na ndia 10% (Rech, 2000: 15-16).

    Infelizmente no temos estatsticas precisas sobre, entre outras, a porcen-tagem de membros das cooperativas em relao ao conjunto da populao brasileira ou o percentual de empregos criados. A OCB possui algumas estatsticas dos membros das cooperativas liadas mas, em priemeiro lugar, elas no podem ser consideradas como representativas do conjunto das cooperativas do Brasil, e em segundo, tais dados so falseados pelo fato de que muitas das cooperativas liadas OCB muitas vezes nem existem mais pois elas fecham e no cancelam sua liao.

    As nicas estatsticas mais gerais que dispomos so as do IBGE que arma que 31% da populao das principais regies metropolitanas do pas (Recife, Salvador, Belo Horizonte, So Paulo e Porto Alegre) possuem um vnculo associativo5. No que se refere opo ideolgica do movimento, o modelo ingls que se impe, com suas caractersticas formais e conservadoras, mesmo se as primeiras experincias cooperativas foram inuenciadas pelos imigran-tes de origem europia. Evidenciamos em particular a experi~encia alem de Raiffeisen (as caixas agrcolas), fundada essencialmente no princpio do apoio mtuo. Alm disso, a tradio legalista de nosso modelo:

    [] consolida, pouco a pouco, a forma atual das cooperativas, imagem do interven-cionismo governamental centralizador, paternalista de Getlio Vargas, e depois, brutal e anacrnico partir de 1964, com a ditadura militar controladora e centra-lizadora aps a criao do aparato e do monoplio exercido pela Organizao das Cooperativas do Brasil (OCB) (Rech, 2000: 19).

    O mesmo autor segue com a sua reexo armando:

    Nossa doutrina cooperativa infelizmente no foi impregnada das saudveis contri-buies de Robert Owen sobre as possibilidades de construir comunidades felizes, nem dos sentimentos humanitrios de Friedrich Raiffeisen e ainda menos das pro-posies de cooperao comunitria de Philippe Buchez et Louis Blanc. Alm disso passamos longe dos falanstrios de Charles Fourier e das cooperativas de trabalho de Ferdinand Lasalle. Ns no atingimos, e estamos longe disto, o formalismo da Escola

    5. Segundo a explicao da metodologia utilizada pelo IBGE, estas estatsticas no incluem as cooperativas pois so baseadas em trs tipos de associativismo: o sindical (associaes e organismos de classe) e o associativismo comunitrio.

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    de Nmes que sonhava de uma repblica cooperativa, defendida por Charles Gide. Finalmente e, principalmente com a legislao dos anos 60 e 70, ns consolidamos o modelo conservador dos pioneiros de Rochdale, que foi acrescido, a partir do interesse das classes dirigentes inquietas de ver os pobres se organizar, a mo que acaricia, controla e bate de nosso Estado autoritrio (Rech, 2000: 20).

    Esta citao nos faz reetir, principalmente quando o autor atribui aos pioneiros de Rochdale um carter conservador. O problema que este modelo, em nenhum pas do mundo onde utilizado, possui as mesmas caractersticas que o mesmo assume no Brasil. Aparentemente o que foi absorvido do modelo foi seu carter normativo pois, no Brasil, as frgeis caractersticas democrticas do pas no momento de importao deste modelo zeram com que sua implantao tenha sido muito mais um reexo do autoritarismo centralizador do governo militar que bloqueou o princpio comunitrio/participativo das cooperativas para dar lugar a um cooperati-vismo paradoxalmente vinculado apenas aos princpios do mercado.

    2.2 Anos 90: mudana das prticas corporativas e nascimento do cooperativismo popular

    O histrico que apresentamos do cooperativismo em nosso pas parece assumir novos contornos a partir dos anos 90. a partir deste momento que assistimos no Brasil a uma renovao das prticas cooperativas, guiadas pelos princpios da igualdade e da participao Critas (1995), Silveira et al. (1997) e Singer (1998). O contexto de excluso econmica e social provoca uma mobilizao massia de trabalhadores, de uma parte dos sindicatos e de inmeros outros atores da sociedade civil organizada, decididos a promover prticas de ajuda mtua e de cooperao econmica, fundadas sobre os princpios da gesto democrtica.

    Num verdadeiro poliformismo as iniciativas se organizam hoje sob as mais diversas formas, como por exemplo grupos informais de produo, associaes, frquentemente de carter familiar ou comunitriaou, ainda, cooperativas de trabalhadores e empre-sas de pequeno e mdio porte. Na linha de frente, temos as empresas autogestion-rias, aliadas Associao Nacional de Trabalhadores em Empresas de Autogesto e Participao Acionria (ANTEAG), as cooperativas de produo e prestao de servios e centenas de grupos e cooperativas agrolimentares instaladas nos assenta-mentos de reformaagrria, sob a batuta do Movimento dos Trabalhadores sem Terra (MST). Os estudos e estimativas indicam que h uma revitalizao de antigas expe-rincias, como por exemplo, as cooperativas de produo rural e de consumo, ao mesmo tempo que ocorre uma expanso de novos segmentos numa multiplicidade de iniciativas locais respectivamente nas zonas rural e urbana (Gaiger, 2001: 109).

    Neste movimento de revitalizao das experincias autogestionrias e participativas, gostaramos de evidenciar o processo de renovao por que

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    passa o cooperativismo brasileiro. As cooperativas que nascem no seio deste movimento, em vrios setores, como por exemplo co consumo, a produo, a comercializao e os servios, apresentam uma caracterstica antagnica em relao s caractersticas conservadoras e ao perl excessivamente mercantil das cooperativas vinculadas ao sistema tradicional. Estas iniciativas geram estruturas independentes do sistema cooperativo ocial, o que conduz de certa maneira tenses com os responsveis pelo poder que lhes controlam. Neste mesmo movimento, setores importantes do sindicalismo lutam para estimular a formao de cooperativas autnticas e para reconquistar ou corrigir a traje-tria das cooperativas vtimas de desvios ou criadas de maneira fraudulenta. Esta transformao no sindicalismo marca uma reorientao no pensamento de esquerda, ao mesmo tempo em que rearma, com uma nova linguagem, os valores histricos do movimento operrio (Gaiger, 2001: 110).

    Este movimento representa ento, uma espcie de retorno ao passado, pois as empresas autogestionrias e as cooperativas criadas neste contexto de renovao apresentam uma tendncia a se opor ao mercantilismo e institu-cionalizao excessivos que caracterizam as empresas liadas ao sistema cooperativo tradicional. Nesta atitude de oposio ao convencionalismo cooperativo, estes empreendimentos retomam valores e princpios fundamen-tais presentes nas primeiras experincias de organizao da produo coletiva existentes na histria da humanidade, onde os dois principais pilares so: democracia e solidariedade.

    Este retorno s origens, parece permitir aos indivduos, enquanto sujeitos, e s cooperativas, enquanto coletivo de sujeitos, de retomar uma espcide de identidade perdida no processo de imbricao do movimento cooperativo com o Estado. Permite ainda, aos que compem o grupo social de excludos no Brasil, vtimas do declnio do assalariado, de reencontrar uma identidade social atravs do trabalho. As cooperativas que surgem neste contexto tem sido denominadas de cooperativas populares.

    O cooperativismo popular, desenvolve-se a partir de prticas que sinalizam princpios que vo sendo enraizados e absorvidos no sentido de conduzir trabalhadores de baixa renda, integrantes das camadas populares e excludos dos processos de mercado, a praticar autogesto e elaborar novas formas de produo, distribuio e consumo, onde muito mais do que se buscar a renda, busca-se exercitar a cidadania. Nesse sentido, a cooperativa no uma simples empresa em que os trabalhadores esto l ocupados, ao contrrio, um rgo administrativo de sustentao do exerccio do cooperativismo popular (Guimares, 1999).

    Para Oliveira (1996), o cooperativismo popular emerge como uma espcie de contraposio ao cooperativismo tradicional e resgata a origem do movi-mento cooperativista, reforando as iniciativas de cooperao, solidariedade e autogesto.

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    Para Culti (2002), essas cooperativas se diferenciam das tradicionais pelo carter operrio e democrtico que possuem e, notadamente, na sua luta em resposta crise do trabalho.

    Icaza e Tiriba (2003) argumentam que o cooperativismo popular um ambiente onde se pode praticar um tipo de economia na qual o esforo despendido no trabalho em benefcio do trabalhador e gera condies especcas para que, no seu desempenho, se possam estabelecer alianas com outras formas de relaes que extrapolam a questo de busca de um simples espao para insero no trabalho ou na gerao de renda, vai mais alm, transforma-se num dos elos de uma corrente da qual fazem parte, por exemplo, o movimento social e os sindicatos.

    Esse cooperativismo, ao que parece, est se estruturando sob organizaes cooperativas que, ao mesmo tempo, agem como cooperativa e como entidade representativa de defesa dos direitos de seus membros, ou seja, como uma espcie de organizao que pode ser chamada de sindooperativa, isto , que exercita, ao mesmo tempo, prticas que mesclam aes cooperativistas e sindicais. Portanto, podem representar a anttese da neutralidade poltica defendida pela corrente rochdaliana, transformando-se em instrumento de luta social, poltica e econmica, incorporando aes de um tipo de contra-poder cooperativo, sobre o qual se referem, por exemplo, Oliveira (1996), Alencar (1991) e Rios (1987) e, tambm, em instrumento de luta por alterna-tivas ao capitalismo globalizado, conforme argumenta Santos (2002).

    Fazendo-se uma reexo conceitual acerca das denies apresentadas pelos autores acima, pode-se chegar concluso que considerada coopera-tiva popular aquela que, em suas praticas, esteja vinculada ao exerccio dos princpios fundamentais da cooperao e da solidariedade; de prticas de denio de interesses e decises que considerem os princpios da autogesto; e, de prticas de ao coletiva que reforam as dos grupos dentro das arenas onde so travadas as alianas para lutas por emancipao e transformao social e cultural6.

    Neste sentido, Dubeux (2004) aponta para algumas das caractersticas das cooperativas populares, diferenciando-as das cooperativas tradicionais:

    So sempre criadas a partir a existncia de uma rede social de apoio implan-tao. Nestas redes podemos destacar atores do tipo movimentos sociais em geral, sindicatos, ONGs, universidades, igrejas, e outros organismos cujo trabalho orientado pelos princpios fundamentais da igualdade e da democracia.

    Seus membros so sempre pessoas excludas de um ponto de vista econmico e social7.

    6. Conforme argumenta Santos (2002).7. Quando falamos de excluso scio-econmica, fazemos referncia principalmente ao

    processo histrico vivido por uma parte da populao brasileira que no tem acesso, ou tem apenas um acesso parcial, em condies medocres, educao, sade, moradia, ao transporte, etc.

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    Ela representam para os seus membros uma alternativa de insero social e econmica, no quadro da crise do mercado formal do trabalho.

    Elas investem sempre na formao prossional de seus membros, no que se refere s diferentes especicidades tcnicas de suas prosses, em sua educao de base e na educao para a cooperao;

    Elas procuram (re) tecer os vnculos sociais entre os membros e seu enotrno social.

    Ewlas so normalmente inseridas num processo mais global de desenvolvimento local, no qual os espaos pblicos de proximidade se revelam como elementos indispensveis a sua consolidao;

    Na medida do possvel, elas procuram espao em atividades econmicas inova-doras e que se colocam em nichos de mercado.

    Possuem uma tica que se identica aos princpios originais do cooperativismo e so vigilantes no sentido de empedir prticas que contrariem estes princpios;

    Elas se distinguem pela implantao da gesto democrtica como princpio de funcionamento. Alm disso reetem com seus membros a necessidade de transformar a lgica de pensamento, bem como, as relaes que eles estabelecem com o mundo do trabalho e com o seu entorno;

    Normalmente elas so vigilantes face ao movimento contraditrio que se coloca na realidade de seu funcionamento, para que a lgica competitiva do mercado no impea a prtica de uma lgica cooperativa;

    Seus membros tm um bom conhecimento do projeto global da cooperativa a m de poder intervir no futuro de seu empreendimento.

    Elas criam sistemas prprios de representao, opondo-se liao obrigatria, legal e ocial (sic) ao sistema OCB).

    As caractersticas apresentadas pela autora, apontam para a conformao de um cooperativismo diferente que parece surgir no Brasil. Ainda no podemos dizer que este modelo est consolidado pois as diculdades para que isto acontea so inmeras. Em primeiro lugar, tais cooperativas lutam contra um marco legal constitudo que no atende s suas especicidades e, sempre que possvel so impedidas de trabalhar atravs da criao de legislaes especcas, a exemplo da que impede a contratao de cooperativas de tra-balho (na sua maioria populares) pelo poder pblico.

    Em seguida, elas recebem pouqussimo apoio do governos (em suas trs esferas) que ainda no conseguiram implementar uma poltica pblica de apoio e fomento economia solidria. Assim, o processo de implantao destes empreendimentos sem nenhuma poltica de nanciamento, fomento inovao, capacitao, dentre outros aspectos, torna-se uma rdua tarefa que, na medida do possvel, as cooperativas populares enfrentam de forma coletiva na construo de foruns de articulao e debate dos problemas nacionais em nvel nacional. Um exemplo deste tipo de forum ou representao a Unio e Solidariedade das Cooperativas Empreendimentos de Economia Soolidria do Brasil (UNISOL Brasil) que consiste em associao civil sem ns lucrativos, de mbito nacional, de natureza democrtica, cujos fundamentos so o compromisso

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    com a defesa dos interesses reais da classe trabalhadora, a melhoria das condies de vida e de trabalho das pessoas e o engajamento no processo de transformao da sociedade brasileira em direo democracia e a uma sociedade mais justa. Com base em laos de solidariedade e cooperao, tem por objetivo principal reunir as entidades, empresas coletivas constitudas por trabalhadores e quais-quer outras modalidades de pessoas jurdicas, que atendam s nalidades do seu estatuto, a m de promover efetivamente a melhoria scio-econmica de seus integrantes, garantido-lhes trabalho e renda com dignidade8.

    3. CONCLUSES

    Retomamos em nossa concluso a anlise de argumentos apresentados por Laville na defesa da atualidade de um projeto de economia solidria. Para tanto, retomaremos um trecho de uma de sua obra quando ele evidencia algumas condies necessrias implementao de projetos de qualidade na temtica da economia solidria: [] eles devem ser direcionados no sentido de estabelecer compromisso entre diferentes tipos de economia e de trabalho, levando-se em conta que as estruturas de economia solidria esto em descom-passo em relao s instituies da sociedade assalariada, e por outro lado, este descompasso s se congura como uma carcaterstica se elas so ao mesmo tempo espaos pblicos de proximidade (Laville, 1994).

    Se apoiando em Habermas (1992) que rearma a existncia de formas de controle social mantidas pelo Estado e pelo Mercado, que se ramicam e exercem inuncia sobre seus clientes, usurios e eleitores, o autor defende a criao de espaos de associaes e iniciativas populares onde a intersubjetivi-dade, sinal de socializao, pode dar origem a novas normas (Laville, 1994: 76). Ele prossegue armando que a existncia de agrupamentos voluntrios cujas estratgias de ao consegue escapar da lgica do mercado e burocrtica determinante para a elaborao de instituies que orientam sua fora na fora da integrao social que representa a solidariedade e que ativam o debate pblico para a livre formao de opinies. Assim, a economia solidria pode, segundo o mesmo autor, ser uma das vias para abrigar tal movimento.

    Os argumentos do autor nos levam, mais uma vez a reetir sobre a reali-dade brasileira. Pode ser que justamente porque o Brasil um pas de excluses, onde reina a poltica da falta (falta de sade, de educao, de trabalho, de justia social, etc.) onde o estado de bem estar social gera talvez polticas de mal estar social, onde a igualdade econmica e social ainda longe de ser uma realidade, onde a sociedade manifesta seu descontentamento

    8. Informao retirada do site da UNISOL Brasil. Para maiores informaes consultar www.unisolbrasil.org.br

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    das maneiras as mais diversas (violncia urbana ou Forum Social Mundial em Porto Alegre), que a economia solidria encontre o seu lugar. Todas estas faltas, todas essas desigualdades, todas estas injustias so talvez condies essenciais e necessrias que conduzem implementao e o desenvolvimento de um projeto de economia solidria.

    O Brasil atravessa ento um momento favorvel proliferao dessas iniciativas. Se sucesso depender, em boa parte, da capacidade das iniciativas de economia solidria de unir esforos construindo a arena pblica em torno da temtica e pressionando o Estado para assumir esta tarefa como prioridade de suas polticas pblicas. Se tomadas isoladamente, as chances de cada experincia, de cada segmento de economia solidria so pequenas. As experincias demonstram que sempre muito importante de tornar mais concreta e operacional a cultura da articulao que est se criando, ainda que de forma difusa, o que signica que temos que construir um campo poltico-insti-tucional de interveno que consolide uma plataforma de economia popular e solidria (Silveira et al. 1997: 90).

    A constituio deste campo de interveno signica ainda a constituio de um espao pblico no qual interviro, sobretudo, o Estado e as organi-zaes de apoio s experincias neste campo, a m de apoiar no mais apenas as experincias modelo, mas tambm os programas de criao de massa da economia solidria. Gaiger (2001: 141) Este espao pblico pode se caracte-rizar como um prolongamento das experincias ou de setores dotados de poder, pois se assim fosse, ele estaria condenado a reproduzir os mecanismos de distribuio seletiva de bens pblicos, desprovidos de regras universais e de princpios realmente democrticos. Deve se constituir a partir de inter-sees existentes entre os empreendimentos econmicos solidrios, as orga-nizaes de apoio e fomento e o Estado, com as inevitveis repercusses nos diversos domnios da vida econmica e social brasileira. Se esta idia toma corpo, a experin